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Ricardo Flores Magón

(San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, 1873 - Leavenworth, Kansas, 1922) Político y periodista mexicano al
que se considera precursor de la Revolución Mexicana. Su figura ha quedado como la de uno de los
luchadores más íntegros y consecuentes con la causa de los trabajadores durante los tiempos de la
Revolución. Infatigable e insobornable, su pensamiento y su lucha inspiraron muchas de las conquistas
obreras y algunos derechos que quedarían recogidos en la constitución mexicana.

Ricardo Flores Magón y su hermano Enrique


Hijo de padres indios, Ricardo Flores Magón cursó estudios de derecho en la Universidad de México. En
1892 fue detenido junto a su hermano Jesús durante una protesta estudiantil contra la dictadura de Porfirio
Díaz. Tras colaborar en el efímero diario El Demócrata, fundó con su hermano el periódico Regeneración,
cuyo primer número apareció el 7 de agosto de 1900 y desde cuyas páginas se fustigó permanentemente
el porfiriato.
Hostigado por el gobierno, hubo de exiliarse en 1904 a Estados Unidos. En la ciudad de Saint Louis
(Missouri), fundó en 1906 el Partido Liberal Mexicano, de ideología socialista, reivindicando un programa
revolucionario de intervencionismo estatal. Exigió la jornada de ocho horas, el descanso dominical y el
reparto de tierras a los campesinos, con lo que sus ideas repercutieron sobre el movimiento obrero
mexicano. Cada vez más cercano al socialismo anarquista, su partido estuvo detrás de las huelgas de la
localidad minera sonorense de Cananea y de la zona industrial veracruzana de Río Blanco (1906-1907),
violentamente reprimidas por el régimen de Díaz.
Tras el estallido en 1910 de la revolución que obligaría a renunciar a Porfirio Díaz, en 1911 promovió con
su hermano Enrique la insurrección de Baja California. Llegaron a tomar las ciudades de Mexicali y Tijuana
e intentaron, sin éxito, fundar una república socialista. Carentes de ayuda, fueron derrotados por las
tropas gubernamentales y hubieron de retroceder a Estados Unidos. Convencidos de que los gobiernos
eran los culpables de la situación de opresión que padecía la clase obrera, continuaron combatiendo a los
gobernantes que, durante el periodo convulso de la Revolución Mexicana, sucedieron a Díaz: Francisco I.
Madero y Venustiano Carranza.
El presidente Francisco Madero buscó su ayuda, pero Flores se negó a colaborar con la revolución
burguesa. Muchas de sus reivindicaciones fueron admitidas en el Congreso de Querétaro (1917). En 1918
redactó un manifiesto dirigido a los anarquistas de todo el mundo, hecho por el que fue condenado a
veinte años de prisión por las autoridades estadounidenses. Tras sufrir un régimen carcelario cruel y
despiadado, murió casi ciego el 20 de noviembre de 1922, en la penitenciaría de Leavenworth (Kansas).

Carmen Serdán
(María del Carmen Serdán Alatriste; Puebla de Zaragoza, 1875 - 1948) Heroína de la Revolución Mexicana
de 1910 entre cuyas cualidades se destaca la fortaleza y tenacidad de su carácter y su brío y valor en la
lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz. Junto a su hermano Aquiles, que lideraba el alzamiento en
Puebla, participó en el primer enfrentamiento armado de la Revolución.
Carmen Serdán
Hija de Manuel Serdán y Carmen Alatriste, su madre contaba entre sus ancestros con un ilustre general, el
liberal Miguel Cástulo Alatriste, bisabuelo de la pequeña Carmen. Tras las primeras letras, recibió una
cuidada educación en el Colegio Teresiano. La prematura pérdida del padre cuando contaba siete años de
edad forjó el fuerte carácter de Carmen, que tuvo pronto que asumir responsabilidades familiares y
ocuparse de sus hermanos menores, Natalia, Aquiles y Máximo.
En el marco del ocaso de la dictadura porfirista, los hermanos Serdán abrazaron la causa anti-
reeleccionista que lideraba Francisco I. Madero. En 1909 Aquiles Serdán fue elegido presidente de la
sección de Puebla del Partido Nacional Antirreleccionista. Como tal estaba en el punto de mira de las
autoridades, a las que había logrado eludir gracias a sus tretas y la ayuda de Carmen, quien por otra parte
se ocupaba de las labores de propaganda y de la compra y distribución de armas y explosivos entre los
seguidores de la causa, tareas que desempeñaba con el pseudónimo de Marcos Serrato. Con ese mismo
alias colaboró en la publicación clandestina No-reelección.
Entretanto, su radical oposición a la dictadura de Porfirio Díaz había llevado a Francisco I. Madero a la cárcel
(1910). Madero huyó a Texas y organizó desde allí la Revolución. Carmen y Aquiles Serdán se dirigieron a
Texas para recibir instrucciones; por el camino tuvieron noticia del Plan de San Luis, llamamiento que
Madero dirigía al pueblo mexicano para que se levantase en armas a las seis de la tarde del domingo 20
de noviembre. Madero encargó a Aquiles Serdán preparar el alzamiento revolucionario en Puebla.
De regreso a Puebla, el disparo accidental de un arma en casa de los Serdán levantó nuevas sospechas
sobre las actividades que allí se desarrollaban. El 18 de noviembre de 1910 cinco policías se presentaron
en el domicilio con orden de detener a Aquiles Serdán; el tiroteo que se desató forzó a las autoridades a
enviar más efectivos. Carmen resultó gravemente herida cuando llevaba municiones a los revolucionarios,
refugiados en la azotea.
Tras varias horas de fuerte resistencia, los federales tomaron la casa. Carmen, su madre y su cuñada
Filomena del Valle fueron conducidos primero a la cárcel de la Merced y luego al hospital de San Pedro. Su
hermano Máximo y los demás hombres habían caído en el asalto. La madrugada del 19 Aquiles Serdán,
que se había ocultado en el sótano, fue abatido cuando intentaba abandonar su escondrijo.

Aquiles Serdán
(1876/11/01 - 1910/11/18)

Revolucionario mexicano
 Primer mártir de la Revolución Mexicana.
 Partido: Partido Antirreeleccionista
 Padres: Manuel Serdán Guanes -y María del Carmen Alatriste Cuesta
 Hermanos: Natalia Serdán, Carmen Serdán, Máximo Serdán
 Cónyuge: Filomena del Valle y Abelleyra
 Hijos: Aquiles, Héctor, Sara
 Nombre: Aquiles Serdán Alatriste
"La República será salvada por los hombres que no hayan manchado su conciencia cometiendo atentados contra la Ley"
Aquiles Serdán
Aquiles Serdán nació el 1 de noviembre en 1876 en Puebla.

Familia
Fue el tercero de los cuatro hijos de María del Carmen Alatriste Cuesta y Manuel Serdán, uno de los fundadores del
Partido Socialista Mexicano. Su abuelo, el abogado liberal y profesor de Derecho, Miguel C. Alatriste, se desempeñó
como gobernador del estado de Puebla en 1857. Hermano de Máximo, Natalia y Carmen Serdán, precursores junto a él
de la Revolución Mexicana.

Estudios
Cursó estudios en el colegio franco-anglo-mexicano, aunque tuvo que abandonarlos por falta de recursos.

Trabajó en el comercio distribuyendo calzado en los estados de Puebla y Tlaxcala.

En Puebla, Aquiles Serdán y algunos simpatizantes fundan el club político "Luz y progreso".

Matrimonio e hijos
El 6 de enero de 1908, contrajo matrimonio con Filomena del Valle y Abelleyra, con la que tuvo a sus hijos Aquiles,
Héctor y Sara, que nació tres meses después de la muerte de Aquiles Serdán.

Revolucionario
En el año 1908 conoció y se relacionó con Francisco I. Madero en Ciudad de México. Durante una visita a Puebla en
diciembre de 1909, Madero y Serdán fundaron el Partido Antirreeleccionista local.

Participó activamente en la campaña de Francisco I. Madero. Fue aprehendido en la Ciudad de México por sus
actividades antirreeleccionistas.

En abril de 1910 al celebrarse en la ciudad de México la Convención Nacional del Partido, Serdán, como representante
de diversos grupos poblados, votó por la candidatura de Madero y Francisco Vázquez Gómez para presidente y
vicepresidente de la República. Al perderse las elecciones va en busca de Madero a Estados Unidos, para recibir
instrucciones sobre el movimiento armado. Recibió el encargo de iniciar la Revolución en Puebla.

Muerte
El 17 de noviembre de 1910, el gobernador de Puebla recibe informes de que Madero ha llamado a sus seguidores para
que inicien la revuelta el próximo día 20. Ordena que a la mañana siguiente se realice un nuevo cateo para detener a los
Serdán. Durante una reunión en su casa, que era el lugar donde estaban concentradas las armas para la revuelta, al ser
detenido y oponer resistencia, murió a manos de las fuerzas federales el 18 de noviembre de 1910, convirtiéndose así,
en el primer mártir de la Revolución Mexicana.

Benemérito de la Patria
El presidente Abelardo L. Rodríguez le nombró Benemérito de la Patria, mediante decreto del 11 de noviembre de
1932. Desde entonces su nombre está grabado con letras de oro en los muros de la Cámara de Diputados.

Máximo Serdán

Información personal
Nacimiento 07 de mayo de 1879
Puebla de Zaragoza, Puebla, México
Fallecimiento 18 de noviembre de 1910 (31 años)
Puebla de Zaragoza, Puebla, México
Causa de
Herida por arma de fuego
muerte
Nacionalidad mexicano
Familia
Padres Manuel Serdán Guanes
María del Carmen Alatriste Cuesta
Familiares Miguel Cástulo Alatriste
Carmen Serdán
Natalia Serdán
Aquiles Serdán
Información profesional
Ocupación zapatero
Conocido por Mártir de la Revolución Mexicana
Partido
Club Anti- reeleccionista "Luz y Progreso"
político
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Máximo Serdán Alatriste (1879-1910) fue el hermano menor de la familia Serdán Alatriste, conocido por haber
participado en los hechos ocurridos el 18 de noviembre de 1910, previos al inicio de la Revolución Mexicana.
Nació en la Ciudad de Puebla el 7 de mayo de 1879, hijo de Manuel Serdán Guanes y de doña María del Carmen
Alatriste Cuesta, hija del célebre gobernador liberal Miguel Cástulo Alatriste.
Los hermanos Serdán crecieron en la Ciudad de Puebla, y eran pequeños cuando murió su padre, ante esto su madre
tuvo muchas dificultades para continuar con la manutención de su familia, pero a pesar de las dificultades, intentó
procurarles la mejor educación posible: Carmen Serdán y Natalia Serdán acudieron al Colegio Teresiano, y Aquiles
Serdán y Máximo al Franco-Anglo-Mexicano de la Ciudad de Puebla. 1Cuando su hermana Natalia contrajo matrimonio
con Manuel Sevilla, recibió de regalo de bodas, una casa ubicada en la Calle de la Portería de Santa Clara No. 4 (actual
6 oriente 206) y junto a su madre, Máximo se fue a vivir con ellas.
Se asoció con su hermano Aquiles en el establecimiento de un local de zapatos, y la venta y distribución de estos
productos en la región de Puebla y Tlaxcala.

Francisco I. Madero
(Francisco Ignacio Madero, llamado erróneamente Francisco Indalecio Madero; Parras de la Fuente,
Coahuila, 1873 - México, 1913) Político mexicano cuyo pronunciamiento contra el régimen de Porfirio Díaz
desencadenó la Revolución mexicana. Hombre sencillo e idealista, de firmes convicciones democráticas y
sincera preocupación social, Francisco I. Madero quiso superar mediante las urnas la anquilosada
dictadura de Porfirio Díaz, presentando su candidatura como cabeza del Partido Antirreeleccionista en los
comicios de 1910. Sin embargo, tras ser detenido en plena campaña electoral y verse forzado al exilio,
entendió que sólo un levantamiento popular podía traer un verdadero cambio.

Francisco I. Madero
Redactó entonces desde el exilio el Plan de San Luis, un programa político que incluía un llamamiento a
alzarse en armas contra el régimen dictatorial de Díaz el 20 de noviembre de 1910, fecha de inicio de la
Revolución mexicana. El triunfo revolucionario lo elevó a la presidencia (1911-1913), pero, incapaz de
contentar a los líderes agraristas radicales y presionado a la vez por los sectores conservadores y por los
Estados Unidos, acabó siendo traicionado y asesinado por Victoriano Huerta, uno de sus generales de
confianza. De este trágico modo terminaron los empeños reformadores de un hombre honesto; un final
que, por desgracia, no fue infrecuente en los turbulentos inicios de la Revolución.
Biografía
Miembro de una acaudalada familia de terratenientes e industriales, Francisco Ignacio Madero recibió una
esmerada educación en Francia y en Estados Unidos. A su regreso a México (1892), se estableció en San
Pedro de las Colonias y se hizo cargo de parte de la hacienda familiar, etapa en que se puso de manifiesto
su espíritu progresista y emprendedor: modernizó los sistemas de cultivo y de riego y se esforzó en
mejorar la situación de sus trabajadores. Aunque ya por aquellos años albergaba ideales democráticos y
de reforma social, así como una preocupación por las condiciones de vida de los campesinos, no empezó a
participar activamente en la vida política hasta muchos años después.
La larga dictadura paternalista de Porfirio Díaz (1876-1910) había supuesto la consolidación del principio
del orden frente al de las libertades públicas como instrumento para conseguir el desarrollo económico de
México. Benefactor de la oligarquía agraria y protector de los privilegios de la Iglesia y de las inversiones
anglosajonas, Porfirio Díaz se había eternizado en el poder gracias a la anulación del principio de no
reelección, recogido en la Constitución de 1857. El gobierno del dictador descansaba sobre una triple
alianza: hacienda, sacristía y cuartel, sectores en que se concentraba todo el poder y todas las tierras.

Francisco I. Madero
La estabilidad política y las mejoras económicas que logró Díaz, sin embargo, no fueron a la par con la
situación que vivía la mayoría de la población, que no se beneficiaba por igual de las ventajas de la
industrialización y del comercio. Los desequilibrios sociales se agudizaron, y se extendió el deterioro de las
condiciones de vida entre el campesinado y el proletariado urbano. La inactividad del Parlamento impidió
la puesta en marcha de los cauces apropiados para corregir los desequilibrios.
En los últimos años del Porfiriato, el descontento no se limitaba a las clases más desfavorecidas; surgieron
voces críticas entre las mismas élites, se gestaron nuevos partidos políticos y aparecieron nuevos líderes,
entre ellos Francisco Madero. Hacia 1905, los abusos de poder del gobernador de Coahuila, Miguel
Cárdenas, determinaron el inicio de su activismo político: fundó el Partido Democrático Independiente y
empezó a exponer sus ideas en el rotativo El Demócrata.
De la elección a la Revolución
En 1908, en una célebre entrevista concedida a un medio norteamericano, Porfirio Díaz declaró que el país
había alcanzado suficiente madurez para iniciar un proceso aperturista; anunció asimismo su propósito de
no presentarse a la reelección y de permitir la participación de nuevas formaciones políticas. Madero
aprovechó esta efímera ventana de esperanza para publicar, en octubre del mismo año, La sucesión
presidencial de 1910, obra de talante moderado en defensa de las libertades civiles y de la democratización
real del país que tuvo un amplio eco.
Pero un repentino cambio de opinión de Díaz, que volvió a postularse candidato, dio al traste con las
expectativas y causó gran indignación. Todo ello no hizo sino intensificar el activismo de Madero. En 1909
fundó el Centro Antirreeleccionista de México, al frente del cual difundió sus ideas por todo el país. En la
convención celebrada en abril de 1910, el Partido Nacional Antirreeleccionista designó a Madero candidato
a la presidencia. Temeroso de su popularidad, Porfirio Díaz ordenó el acoso a Madero, que fue detenido en
Monterrey el 7 de junio, en plena campaña electoral, y trasladado a San Luis Potosí; con su rival bajo
libertad vigilada, el Congreso reeligió a Díaz para un nuevo sexenio.
Para Madero, esta manifiesta imposibilidad de acceder al poder por la vía democrática evidenciaba que
sólo el levantamiento armado podía llevar a un verdadero cambio. En octubre de 1910, tras lograr eludir
la vigilancia, Francisco Madero huyó a Estados Unidos y, desde su exilio en San Antonio (Texas), hizo
público el programa político llamado Plan de San Luis (en alusión a San Luis Potosí, donde fue fechado el
documento pese a hallarse ya en el país vecino).
Madero denunció en aquel manifiesto los abusos de la dictadura y expuso, entre otros proyectos, la
intención de favorecer a los sectores agrarios restituyendo a los campesinos los terrenos que el porfirismo
les ha arrebatado arbitrariamente (Ley sobre terrenos baldíos de 1894). Se señaló el 20 de noviembre de
1910 como fecha del alzamiento, y, gracias a aquella apelación al apoyo rural, el campesinado terminaría
por responder al levantamiento en armas de manera unánime: era el inicio de la Revolución mexicana.

Francisco I. Madero (detalle de un


retrato de José Joaquín Romero)
Entre los insurrectos figuraban, junto a otros caudillos locales, algunos de los líderes destinados a jugar un
papel trascendental en la Revolución: Pascual Orozco, Emiliano Zapata y Pancho Villa. Pese a los fracasos
iniciales, entre la redacción del manifiesto y el triunfo de Madero mediaron tan sólo seis meses. El
desgaste del sistema había convertido al ejército de Porfirio Díaz en una fuerza escasamente articulada y
debilitada, y, ante la impotencia del ejército y la incapacidad del Gobierno, la Revolución no tardó en
extenderse por todo México. La toma de Ciudad Juárez por los rebeldes, a fines de mayo de 1911, supuso
la renuncia de Porfirio Díaz y el fin de la dictadura. El 7 de junio Madero entró triunfalmente en la capital
mexicana.
La presidencia de Madero
La destitución de Porfirio Díaz dejó el camino despejado para la formación de un sistema político
democrático que aspiraba a la puesta en marcha de sustanciales reformas sociales. Una vez formado el
gobierno provisional, Madero presentó su dimisión, a la espera de acceder al poder por la vía democrática.
El anterior ministro de Relaciones, Francisco León de la Barra, asumió mientras tanto la presidencia
interina del país.
Este gobierno de transición pronto hubo de hacer frente a las exigencias sobre la puesta en marcha
inmediata del Plan de San Luis: las tropas revolucionarias reclamaban la restitución efectiva de las tierras
a los campesinos como condición previa a la entrega de las armas. La tensión y el descontento forzaron la
convocatoria de elecciones. Los comicios, celebrados en octubre de 1911, permitieron que, al siguiente
mes, Francisco I. Madero accediera al poder al frente del recién creado Partido Constitucional Progresista.
En sus quince meses de gobierno, Francisco Madero quiso reconciliar a la Revolución con los restos del
antiguo régimen, pero la división del movimiento revolucionario pondría fin a sus planes. Aunque llegó a
establecer un régimen de libertades y de democracia parlamentaria, no lograría satisfacer las aspiraciones
de cambio social que latían en las masas revolucionarias. El principal problema de la nueva presidencia era
la descomposición del bloque social que la había conducido a la victoria: frente a la solidez del bloque
reaccionario, la alianza entre el campesinado y las clases urbanas iba perdiendo cohesión.
Madero promovió medidas para redistribuir la tierra, pero a los campesinos les parecieron demasiado
tibias; los sectores más radicales exigían expropiaciones. En otros ámbitos de la producción, como el textil
y la minería, se inició una campaña de huelgas para reclamar mejoras laborales. Entretanto, el gobierno
de Madero puso en marcha acciones para mejorar la atención sanitaria y educativa de la población, y
aprobó la reducción de la jornada laboral, que pasó de doce a diez horas. Intentó también racionalizar la
recaudación de impuestos y evitar el encarecimiento de los artículos de primera necesidad.
Pero, a la postre, los esfuerzos de Madero resultaron infructuosos. Desde el principio hubo de enfrentarse,
por un lado, a los líderes revolucionarios agraristas, descontentos con su tibieza reformista, y, por otro, a
las fuerzas contrarrevolucionarias conservadoras. Emiliano Zapata fue el primero en levantarse en armas
contra Madero. El llamado Plan de Ayala (redactado por Zapata el 25 de noviembre de 1911 en la Villa de
Ayala) acusaba a Madero de traidor, desconocía su autoridad y proponía como jefe de la Revolución
a Pascual Orozco o, en caso de que éste no aceptara, al propio Zapata. Pero lo más importante de aquel
documento, pieza clave de la ideología de la Revolución mexicana, era su contenido social: se establecía la
reforma agraria y la distribución de tierras como eje de la política e ideología revolucionarias.
Los zapatistas, en definitiva, se levantaron contra el gobierno porque Madero no había cumplido la
promesa de devolver las tierras comunales. Durante los doce meses siguientes, las fuerzas
gubernamentales fueron incapaces de sofocar completamente el levantamiento zapatista. Algunas mentes
lúcidas, como Luis Cabrera, comprendían que era necesario encontrar una solución jurídica a las
demandas campesinas. En diciembre de 1912, Cabrera elaboró una iniciativa de ley para una reforma
agraria que no pudo concretarse. A ello hubo de añadir diversas insurrecciones de signo
contrarrevolucionario. Tan temprana como la de Zapata fue la del general Bernardo Reyes, antiguo
secretario de Guerra y Marina de Porfirio Díaz; aunque fue pronto sofocada, nuevas rebeliones y
pronunciamientos tomaron el relevo.
En medio de esta luchas fue ganando relevancia el general Victoriano Huerta; gozaba de la confianza de
Madero y había logrado derrotar a Pascual Orozco. Comandante de las fuerzas que debían defender al
gobierno, Huerta protagonizó una célebre e ignominiosa traición durante la llamada Decena Trágica,
nombre con que son conocidos los violentos sucesos acaecidos en la capital mexicana del 9 al 19 febrero
de 1913; con el beneplácito de Estados Unidos, Victoriano Huerta depuso a Madero y mandó fusilarlo
alegando que había intentado escapar. De este modo Francisco I. Madero, que no había conseguido en
vida mantener unidos a los revolucionarios, se convirtió tras su muerte en un símbolo de la unidad de la
Revolución contra el usurpador Huerta.

Emiliano Zapata
(San Miguel Anenecuilco, México, 1879 - Morelos, 1919) Revolucionario mexicano. En el complejo
desarrollo de la Revolución mexicana de 1910, los llamados líderes agraristas recogieron las justas
aspiraciones de las clases rurales más humildes, que se habían visto abocadas a la miseria por una
arbitraria política agraria que los desposeía de sus tierras. De todos ellos, Emiliano Zapata sigue siendo el
más admirado.

Emiliano Zapata
Frente a la ambición sin escrúpulos o la inconsistencia ideológica de Pancho Villa o Pascual Orozco, y
frente a una idea de revolución más ligada a la guerra por el poder que a la transformación social,
Emiliano Zapata se mantuvo fiel a sus ideales de justicia y dio absoluta prioridad a las realizaciones
efectivas. Desgraciadamente, esa misma firmeza y constancia frente a los confusos vientos
revolucionarios determinaron su aislamiento en el estado de Morelos, donde acometió fecundas reformas
desde una posición de virtual independencia que ningún gobierno podía tolerar. Su asesinato, instigado
desde la presidencia, conllevó la rápida disolución de su obra y la exaltación del líder, que entraría en la
historia como uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX.
Biografía
Miembro de una humilde familia campesina, era el noveno de los diez hijos que tuvieron Gabriel Zapata y
Cleofás Salazar, de los que sólo sobrevivieron cuatro. En cuanto a la fecha de su nacimiento, no existe
acuerdo total; la más aceptada es la del 8 de agosto de 1879, pero sus biógrafos señalan otras varias:
alrededor de 1877, 1873, alrededor de 1879 y 1883. Emiliano Zapata trabajó desde niño como peón y
aparcero y recibió una pobre instrucción escolar. Quedó huérfano hacia los trece años, y tanto él como su
hermano mayor Eufemio heredaron un poco de tierra y unas cuantas cabezas de ganado, legado con el
que debían mantenerse y mantener a sus dos hermanas, María de Jesús y María de la Luz.
Su hermano Eufemio vendió su parte de la herencia y fue revendedor, buhonero, comerciante y varias
cosas más. En cambio, Emiliano permaneció en su localidad natal, Anenecuilco, donde, además de
trabajar sus tierras, era aparcero de una pequeña parte del terreno de una hacienda vecina. En las épocas
en que el trabajo en el campo disminuía, se dedicaba a conducir recuas de mulas y comerciaba con los
animales que eran su gran pasión: los caballos. Cuando tenía alrededor de diecisiete años tuvo su primer
enfrentamiento con las autoridades, lo que le obligó a abandonar el estado de Morelos y a vivir durante
algunos meses escondido en el rancho de unos amigos de su familia.
Una de las causas de Revolución mexicana fue la nefasta política agraria desarrollada por el régimen
de Pofirio Díaz, cuya dilatada dictadura da nombre a todo un periodo de la historia contemporánea de
México: el Porfiriato (1876-1911). Al amparo de las inicuas leyes promulgadas por el dictador,
terratenientes y grandes compañías se hicieron con las tierras comunales y las pequeñas propiedades,
dejando a los campesinos humildes desposeídos o desplazados a áreas casi estériles. Se estima que en
1910, año del estallido la Revolución, más del noventa por ciento de los campesinos carecían de tierras, y
que alrededor de un millar de latifundistas daba empleo a tres millones de braceros.
Tal política condenaba a la miseria a la población rural y, aunque era un mal endémico en todo el país,
revistió particular gravedad en zonas como el estado de Morelos, donde los grandes propietarios extendían
sus plantaciones de caña de azúcar a costa de los indígenas y los campesinos pobres. En 1909, una nueva
ley de bienes raíces amenazaba con empeorar la situación. En septiembre del mismo año, los alrededor de
cuatrocientos habitantes de la aldea de Zapata, Anenecuilco, fueron convocados a una reunión clandestina
para hacer frente al problema; se decidió renovar el concejo municipal, y se eligió como presidente del
nuevo concejo a Emiliano Zapata.
Tenía entonces treinta años y un considerable carisma entre sus vecinos por su moderación y confianza en
sí mismo; pasaba por ser el mejor domador de caballos de la comarca, y muchas haciendas se lo
disputaban. Como presidente del concejo, Zapata empezó a tratar con letrados capitalinos para hacer
valer los derechos de propiedad de sus paisanos; tal actividad no pasó desapercibida, y posiblemente a
causa de ello el ejército lo llamó a filas. Tras un mes y medio en Cuernavaca, obtuvo una licencia para
trabajar como caballerizo en Ciudad de México, empleo en el que permaneció poco tiempo.

De regreso a Morelos, Emiliano Zapata retomó la defensa de las tierras comunales. En Anenecuilco se
había iniciado un litigio con la hacienda del Hospital, y los campesinos no podían sembrar en las tierras
disputadas hasta que los tribunales resolvieran. Emiliano Zapata tomó su primera decisión drástica: al
frente de un pequeño grupo armado, ocupó las tierras del Hospital y las distribuyó entre los campesinos.
La atrevida acción tuvo resonancia en los pueblos cercanos, pues en todas partes se daban situaciones
similares; Zapata fue designado jefe de la Junta de Villa de Ayala, localidad que era la cabeza del distrito
al que pertenecía su pueblo natal.
La Revolución mexicana
La política agraria y las abismales desigualdades sociales que trajo consigo el Porfiriato figuran entre las
causas profundas de la Revolución mexicana, pero su detonante inmediato fue la decisión de Porfirio Díaz
de presentarse a las elecciones de 1910. Tales "elecciones" eran en realidad una farsa pseudodemocrática
para prolongar otros seis años su mandato; el viejo dictador, tras reprimir y eliminar la libertad de prensa
y cualquier atisbo de disidencia política, mantenía el formalismo de hacerse reelegir periódicamente.
Francisco I. Madero, fundador del Partido Antirreeleccionista (formación política que aspiraba precisamente a
interrumpir esa perpetuación), había presentado su candidatura a la elecciones de 1910, pero fue
perseguido y obligado a exiliarse. Comprendiendo la inutilidad de la vía democrática, Francisco Madero
lanzó desde el exilio el Plan de San Luis, proclama política en la que llamaba al pueblo mexicano a alzarse
en armas contra el dictador el 20 de noviembre de 1910, fecha de inicio de la Revolución mexicana. La
clave del éxito de su llamamiento en las zonas rurales radicaba en el punto tercero del Plan, que
contemplaba la restitución a los campesinos de las tierras de que habían sido despojados durante el
Porfiriato.
En Morelos, muchos se sumaron de inmediato a la insurrección; no fue el caso, sin embargo, de Zapata.
No confiaba plenamente en las promesas del Plan de San Luis, y quería previamente ver reconocidos y
legitimados con nombramientos los repartos de tierras que había efectuado al frente de la Junta de Villa
de Ayala. Para la dirección del levantamiento en Morelos, Francisco Madero escogió a Pablo Torres Burgos;
tras ser nombrado coronel por Pablo Torres, Zapata se adhirió al Plan de San Luis y en marzo de 1911, a
la muerte de Torres, fue designado «jefe supremo del movimiento revolucionario del Sur».
Con ese rango tomó en mayo la ciudad de Cuautla, punto de partida para extender su poder sobre el
estado, y procedió a distribuir las tierras en la zona que controlaba. En el resto del país, mientras tanto,
se extendía y triunfaba rápidamente la Revolución: el ejército del dictador fue derrotado en apenas seis
meses. En mayo de 1911, Porfirio Díaz partió al exilio después de traspasar el poder a Francisco León de
la Barra, que asumió interinamente la presidencia (mayo-noviembre de 1911) hasta la celebración de las
elecciones.
El Plan de Ayala
Tras la caída de la dictadura de Porfirio Díaz, y ya durante la presidencia interina de León de la Barra,
surgieron prontamente las discrepancias entre Zapata, quien reclamaba el inmediato reparto de las tierras
de las haciendas entre los campesinos, y Francisco Madero, que por su parte exigía el desarme de las
guerrillas. Finalmente, Zapata aceptó el licenciamiento y desarme de sus tropas, con la esperanza de que
la elección de Madero como presidente abriera las puertas a la reforma.
Pero, pese al triunfo revolucionario, buena parte de la maquinaria del régimen seguía en manos de
antiguos porfiristas (comenzando por León de la Barra), que ocupaban altos cargos en la administración y
en el teóricamente vencido ejército. Cuando, en julio de 1911, gran parte de los zapatistas habían
entregado las armas, empezó el acoso del ejército sobre los campesinos y luego sobre el propio Zapata,
que escapó por poco a su detención; a lo largo de aquel verano, las tropas gubernamentales echaron por
tierra la obra de Zapata, pero su acción unió en su contra a los campesinos que, tomando de nuevo las
armas, recuperaron posiciones y resultaron a la postre fortalecidos.
En noviembre de 1911, Francisco I. Madero resultó elegido y accedió a la presidencia (1911-1913).
Zapata esperaba que el nuevo gobierno asumiría sus compromisos en materia agraria; pero Madero,
sometido a la presión del ejército y de los sectores reaccionarios, hubo de exigir de nuevo la entrega de
las armas. Ante el fracaso de nuevas conversaciones, Zapata elaboró en noviembre del mismo año el Plan
de Ayala, en el que declaraba a Madero incapaz de cumplir los objetivos de la revolución (particularmente,
la reforma agraria) y anunciaba la expropiación de un tercio de las tierras de los terratenientes a cambio
de una compensación, si se aceptaba, y por la fuerza en caso contrario. Los que se adhirieron al plan, que
eligieron como jefe de la revolución a Pascual Orozco, enarbolaron la bandera de la reforma agraria como
prioridad y solicitaron la renuncia del presidente.
El resultado de ello fueron nuevos y continuos enfrentamientos armados; las fuerzas gubernamentales
obligaron a Zapata a retirarse a Guerrero; el gobierno controlaba las ciudades, y la guerrilla se fortalecía
en las áreas rurales. Pero ni la brutalidad inicial ni los gestos reformistas encaminados a restarle apoyo
lograrían debilitar el movimiento zapatista.
Contra Huerta y Carranza
Atrapado entre los revolucionarios agraristas y los porfiristas reaccionarios, e incapaz de satisfacer a
nadie, el presidente legítimo difícilmente podía sostenerse durante mucho tiempo. Madero cayó víctima de
la traición de un antiguo militar porfirista, Victoriano Huerta, general de su confianza prestigiado por su
victoria sobre Pascual Orozco. En febrero de 1913, con el apoyo de Estados Unidos, Huerta derrocó a
Madero (al que mandó ejecutar) e instauró una férrea dictadura contrarrevolucionaria (1913-1914). Con
Huerta en el poder, los ataques del ejército gubernamental sobre los zapatistas se recrudecieron, pero sin
éxito. Nombrado jefe de la revolución en detrimento de Orozco, que había sido declarado traidor, Emiliano
Zapata frenó la ofensiva huertista y fortaleció su posición en el estado de Morelos.
Mientras tanto, en el resto del país, la traición del usurpador Huerta suscitó el unánime rechazo de los
revolucionarios. El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, se erigió en el líder de los
constitucionalistas, cuyo primer objetivo era expulsar a Huerta y restablecer la legalidad constitucional;
Carranza obtuvo el apoyo de Pancho Villa, que lideraba a los revolucionarios agraristas del norte. Entre
ambos lograron derrotar a Victoriano Huerta en julio de 1914.
El apoyo de Zapata había sido más tácito que efectivo, pues exigía a Carranza la aceptación del Plan de
Ayala, que no llegó a producirse. Por otra parte, las campañas contra Huerta habían provocado numerosas
fricciones entre figuras de tan distinto ideario y condición como Venustiano Carranza, un político
procedente de la abogacía, y Pancho Villa, un popular bandolero convertido en revolucionario. Vencido
Huerta, el país quedaba en manos de tres dirigentes escasamente afines.

Venustiano Carranza aspiraba a asumir la presidencia y continuar la labor reformista de Madero.


Consciente de las dificultades, convocó una convención en busca de acuerdos, pero sólo logró unir,
momentáneamente, a los agraristas: en la Convención de Aguascalientes (octubre de 1914) se concretó la
alianza de Zapata y Pancho Villa, representantes del revolucionarismo agrario, contra Carranza, de
tendencia moderada. Carranza no tuvo más remedio que abandonar la recientemente ocupada Ciudad de
México y retirarse a Veracruz, donde estableció su propio gobierno.
Poco después, en noviembre de 1914, Zapata y Villa entraron en la capital, pero su incapacidad política
para dominar el aparato del Estado y las diferencias que surgieron entre los dos caudillos, a pesar de que
Villa había aceptado el plan de Ayala, alentaron la reacción de Carranza. La ambición de Villa produjo la
ruptura casi inmediata de su coalición con Zapata, el cual se retiró a Morelos y concentró su acción en la
reconstrucción de su estado, que vivió dieciocho meses de auténtica paz y revolución agraria mientras
luchaban villistas y carrancistas.
El aporte de algunos intelectuales, como Antonio Díaz Soto y Gama y Rafael Pérez Taylor, dio solidez
ideológica al movimiento agrarista, y ello permitió a los zapatistas organizar administrativamente el
espacio que controlaban. En este sentido, el gobierno de Zapata creó comisiones agrarias, estableció la
primera entidad de crédito agrario en México e intentó convertir la industria del azúcar de Morelos en una
cooperativa. William Gates, enviado de Estados Unidos, destacó el orden de la zona controlada por Zapata
frente al caos de la zona ocupada por los carrancistas.
Últimos años
Sin embargo, la guerra proseguía; en 1915, la derrota de Villa permitió que Carranza centrara sus ataques
contra Zapata, que por su dedicación exclusiva a Morelos carecía de proyección nacional. En febrero de
1916, Zapata autorizó conversaciones entre representantes suyos y el general Pablo González, a quien
Carranza había encomendado la recuperación de Morelos. Estas conversaciones terminaron en fracaso y,
al frente de sus tropas, González se adentró en Morelos. En junio de 1916 tomó el cuartel general de
Zapata, el cual reanudó la guerra de guerrillas y logró recuperar el control de su estado en enero de 1917.

Tras esta nueva victoria, Zapata, que preveía erróneamente la inmediata caída de Carranza, llevó a la
práctica un conjunto de avanzadas medidas políticas, agrarias y sociales, tanto para incrementar su base
en Morelos como para buscar apoyos en el resto de México. En diciembre de 1917, Carranza ordenó a
Pablo González una nueva ofensiva, que tomó ahora otro talante, buscando la negociación y la aceptación
de las nuevas leyes del gobierno, pero los avances fueron exiguos.
Ante la imposibilidad de acabar con el movimiento y la amenaza que Zapata suponía para el gobierno
federal (en la medida en que radicales de otros estados podían seguir su ejemplo), Carranza y González
urdieron un plan para asesinar a Zapata. Haciéndole creer que iba a pasarse a su bando y que les
entregaría municiones y suministros, el coronel Jesús Guajardo, que dirigía las operaciones
gubernamentales contra él, logró atraer a Zapata a un encuentro secreto en la hacienda de Chinameca, en
Morelos. Cuando Zapata, acompañado de diez hombres, entró en la hacienda, los soldados que fingían
presentarles armas lo acribillaron a quemarropa.
Pablo González trasladó el cuerpo a Cuautla y ordenó fotografiar y filmar el cadáver para evitar que se
dudase de su muerte. Pero, igualmente, muchos de sus paisanos y correligionarios no creyeron que
hubiera muerto. Unos decían que era demasiado listo para caer en la trampa y que había enviado a un
doble; otros encontraban a faltar una característica en el cadáver exhibido.
Genovevo de la O sucedió al fallecido líder al frente del movimiento, pero la guerrilla perdió de inmediato su
fuerza e independencia política al apoyar a Álvaro Obregón, que derrocó a Carranza y asumió la presidencia
(1920-1924). Aunque varios de los principios del movimiento zapatista fueron formalmente recogidos en
las primeras legislaciones revolucionarias mexicanas (empezando por la Constitución de 1917), ni
Venustiano Carranza ni sus sucesores, que ejercerían la presidencia a la sombra del influyente Plutarco Elías
Calles, los llevarían a sus últimas consecuencias; hubo que esperar a la llegada de un estadista de la talla
de Lázaro Cárdenas (1934-1940) para asistir a decididas políticas de redistribución de la propiedad agrícola.

Pancho Villa
(José Doroteo Arango Arámbula, también llamado Francisco Villa; San Juan del Río, Durango, 1878 -
Parral, Chihuahua, 1923) Revolucionario mexicano que lideró, junto con Emiliano Zapata, el sector
agrarista en la Revolución mexicana. Campesino pobre, huérfano y con escasa formación, cuando estalló
la Revolución de 1910 llevaba muchos años fugitivo en las montañas a causa de un asesinato; dedicado al
bandolerismo, gozaba de admiración y popularidad entre los campesinos por sus acciones contra los
hacendados ricos.
Pancho Villa
Pancho Villa secundó de inmediato los planteamientos de Francisco I. Madero, que en su Plan de San Luis
llamó a alzarse en armas, el 20 de noviembre de 1910, contra el régimen de Porfirio Díaz, prometiendo a
los campesinos la devolución de las tierras injustamente arrebatadas durante la prolongada dictadura
porfirista (1876-1911), que había reprimido duramente toda oposición política. Apodado el Centauro del
Norte por sus correligionarios, Pancho Villa contribuyó con su ejército al rápido triunfo de la Revolución,
que en apenas seis meses logró expulsar del poder y del país a Porfirio Díaz (1911).
Pese a la tibieza de sus reformas, Pancho Villa apoyó la presidencia progresista de Madero (1911-1913) y
combatió luego la dictadura contrarrevolucionaria de Victoriano Huerta (1913-1914), al que logró derrocar
en colaboración con Emiliano Zapata y con el líder constitucionalista Venustiano Carranza. Pero después
de la victoria de esta segunda revolución, Villa y Zapata se sintieron defraudados por Carranza, y
volvieron a tomar las armas, ahora contra él. Esta vez la suerte militar no estuvo de su parte: en 1915 el
general carrancista Álvaro Obregón derrotó a los villistas, afianzando a Venustiano Carranza en la
presidencia (1915-1920).
Perdido desde entonces su poder político y militar, Villa fue asesinado en 1923; la misma suerte había
corrido, cuatro años antes, Emiliano Zapata. Pese a la justicia de sus reivindicaciones (se calcula que, en
1910, un millar de terratenientes daba empleo a tres millones de campesinos sin tierras), ni siquiera sus
ideales sobrevivieron a su fracaso. Los sucesivos presidentes se reclamaron herederos de la Revolución,
pero Venustiano Carranza y sus inmediatos sucesores (Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que
dominaría la escena política hasta 1936) se limitaron a domesticarla, sin llegar nunca a emprender una
verdadera reforma agraria.
Biografía
Pancho Villa nació en la hacienda de Río Grande, perteneciente al pueblo de San Juan del Río, en el estado
mexicano de Durango, el 5 de junio de 1878. En realidad, el niño que nació en la hacienda de Río Grande
se llamó Doroteo Arango; Pancho Villa nacería más tarde, cuando Doroteo se echó al monte y la necesidad
lo llevó a cambiarse de nombre. Su padre, Agustín Arango, murió pronto, y la herencia que recibió su hijo
Doroteo consistió en ser el máximo responsable de su familia, compuesta por su madre y cuatro
hermanos, dos varones y dos hembras. Desde niño tuvo que trabajar duro; jamás fue a la escuela y
nunca nadie se ocupó de educarlo.
A los dieciséis años mató a un hombre. Todas las versiones sobre el caso coinciden en tres puntos: por
una parte, en que el muerto era un personaje de cierta relevancia, al menos de mucha mayor relevancia
que Doroteo Arango; por otra, en que había intentado forzar a una de las hermanas Arango; finalmente,
en que Doroteo escapó y se refugió en el monte a resultas de este hecho.
A partir de estas coincidencias, la leyenda empieza a actuar: el muerto podía haber sido un funcionario
gubernamental, un hacendado, un capataz o el propietario de unas tierras que los Arango trabajaban
como medieros; Doroteo llegó a tiempo para ver el asalto contra su hermana, fue a buscar un arma y
disparó antes de que se consumara la violación, o bien ésta se consumó y al muchacho no le quedó otro
remedio que vengarse.

El hecho de haber cometido un asesinato no ponía fuera de la ley por mucho tiempo a un mexicano de
1894, aunque el matador fuera un "pelado" y la víctima un personaje relevante. Pero la vida en las
montañas tampoco era fácil y había que robar para sobrevivir. Y ese delito se perseguía con dureza, sobre
todo cuando un antiguo peón tenía la osadía de robar ganado a los hacendados ricos.
Doroteo Arango, a cuya cabeza se había puesto precio, cambió de nombre y adoptó el de Pancho Villa, un
nombre como cualquier otro pero con alguna peculiaridad, pues, si bien hay muchos Panchos en México, el
apellido era el que debería haberle correspondido si su abuelo Jesús Villa hubiera reconocido como
legítimo a Agustín, su padre. Acababa de nacer Pancho Villa, un hombre con una legitimidad recuperada
por la fuerza, que rápidamente se convirtió en un bandido generoso, en una especie de Robin Hood
mexicano. Era el "amigo de los pobres", como recoge John Reed en su libro México insurgente; sus hazañas se
difundían oralmente con rapidez y se convertían en letras de los corridos que se cantaban en las
haciendas, las plazas y las cantinas.
Así las cosas, se le atribuían todo tipo de gestas o de delitos, según la óptica de cada cual,
independientemente de su simultaneidad en el tiempo o de su distancia en el espacio. Hacia 1900 se
estableció en el estado de Chihuahua, donde terratenientes y empresarios, al amparo de inicuas leyes,
incrementaban sus grandes propiedades con nuevas y mejores tierras.
La Revolución mexicana
En el arranque de la Revolución nexicana confluyeron las diversas fuerzas que había concitado en su
contra la férrea dictadura de Porfirio Díaz, particularmente favorable a la oligarquía agraria, los privilegios
de la Iglesia (interrumpida la dinámica reformista que había ensayado Benito Juárez) y las inversiones
extranjeras. La longeva dictadura de Díaz da nombre y fechas a todo un periodo de la historia de México:
el Porfiriato (1876-1911), que tuvo en la pacificación del país y en el desarrollo económico sus vertientes
positivas; en el extremo opuesto, incrementó brutalmente las desigualdades sociales (especialmente en el
campo, a causa de una nefanda política agraria que puso las tierras en manos de grandes compañías y
latifundistas) y eliminó toda posible disensión política, reduciendo las instituciones de la República a meras
marionetas que el dictador manejaba a su antojo.
Por ello, y mientras paralelamente crecía la exasperación de las masas campesinas, el frente de oposición
político centraba sus ataques contra la reelección presidencial. En 1910, Francisco I. Madero presentó su
candidatura a la presidencia de la República frente a Díaz, que mediante sucesivas parodias electorales se
había hecho reelegir durante décadas. Díaz impidió por la fuerza el triunfo de Madero, pero no pudo evitar
la propagación de las ideas del Plan de San Luis, el difuso programa político que lanzó Madero al verse
forzado al exilio, cuyo tercer punto prometía a los campesinos la restitución de las tierras arbitrariamente
arrebatadas durante el Porfiriato.
El Plan de San Luis incluía asimismo un llamamiento a alzarse en armas contra el dictador el 20 de
noviembre de 1910. La presión a la que estaba sometida la sociedad mexicana estalló y se generalizaron
los alzamientos. Madero, pese a sus vacilaciones, se convirtió en el aglutinador de la rebelión, y uno de
sus hombres de confianza, Abraham González, invitó a sumarse a la rebelión a Pancho Villa, el "amigo de
los pobres", de esos pobres que se habían levantado.

Enseguida Pancho Villa se unió a Madero en su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, y demostró una
habilidad innata para la guerra. Aprovechando su conocimiento del terreno y de los campesinos, formó su
propio ejército en el norte de México. Casi dos décadas en las montañas, burlando a todos los que le
perseguían y desconfiando de aquellos que podían traicionarlo, fueron su escuela guerrillera. Para unos,
Pancho Villa apoyó la causa revolucionaria para que quedaran olvidados sus delitos; para otros, lo hizo
porque no podía dejar de luchar junto a los suyos. El hecho es que, después de todos esos años de
bandolerismo, la fortuna de Villa ascendía a poco más de 350 pesos; mucho más valor tenían su carisma y
su poder de convocatoria.
Las fuerzas de Villa contribuyeron al rápido triunfo del movimiento revolucionario. En solamente seis
meses, pese a algunos fracasos iniciales, fue reducido el ejército del viejo dictador, que tras la decisiva
toma de Ciudad Juárez hubo de renunciar a la presidencia y partir al exilio. Villa viajó a la capital con
Madero, convertido ya en presidente efectivo (1911-1913). En Ciudad de México, con la esperanza de que
se convirtiera en el respetable ciudadano Francisco Villa, Pancho Villa fue nombrado general honorario de
la nueva fuerza de rurales.
La rebelión de Orozco
Sin embargo, la situación no estaba ni mucho menos consolidada. Al temor de una contrarrevolución
conservadora había que sumar las exigencias de otros revolucionarios agraristas que habían apoyado a
Madero: Emiliano Zapata, líder de la rebelión en el sur, y Pascual Orozco, protagonista con Pancho Villa de
la toma de Ciudad Juárez. Frente a la prudencia y moderación reformista de Madero, ambos exigían la
inmediata ejecución de la reforma agraria prometida en el Plan de San Luis.
Ante la ausencia de avances reales, Zapata desconoció la autoridad de Madero, al que tachó de traidor
(noviembre de 1911). Lo mismo hizo Pascual Orozco: acusando a Madero de incumplir el Plan de San Luis,
encabezó una sublevación en marzo de 1912. Pese a haber liderado también a los campesinos, Pancho
Villa se mantuvo fiel al presidente. Pero el ingenuo Madero cometió el error de confiar a Victoriano Huerta,
general del viejo ejército porfirista y uno de los personajes más siniestros de la historia mexicana, el
mando de las tropas que debían sofocar la rebelión de Orozco.
El alzamiento de Pascual Orozco se había producido en la zona de la que eran originarios tanto Orozco como
Villa, por lo que Huerta no dudó en sumar las huestes de Pancho Villa a su ejército. Victoriano Huerta puso
a Villa al frente de las fuerzas avanzadas, compuestas por maderistas, en tanto que él mismo, al frente de
los federales, se mantenía en la retaguardia. Villa, que comandaba la guarnición de Parral, derrotó a
Pascual Orozco en Rellano, con una fuerza inferior en número y en la única batalla decisiva librada entre
maderistas y orozquistas.

Pero Victoriano Huerta no estaba tan seguro de poder convertir a Villa en lo que él entendía por respetable
ciudadano, máxime después de esa victoria sobre Orozco; sospechaba que Villa estaba de algún modo
implicado en la rebelión de Orozco en defensa de las aspiraciones sociales del campesinado, que Madero
había postergado. Huerta acusó a Villa de insubordinación por no haber obedecido una orden suya y lo
hizo comparecer ante un consejo de guerra, el cual decidió en quince minutos que debía ser fusilado.
Algunas versiones aseguran que tal orden especificaba que Villa debía devolver a su legítimo propietario,
un personaje local, un caballo pura sangre del que se había adueñado, mientras que otras hablan
vagamente de una orden transmitida por telégrafo y que Villa negó haber recibido.
La intervención de Gustavo Adolfo Madero, hermano del presidente y miembro del estado mayor de
Huerta, impidió que la sentencia se cumpliera, pero Villa fue internado en la prisión de la capital.
Aprovechó la ocasión para aprender a leer y escribir y en noviembre de 1912 protagonizó una fuga
sospechosa: por una parte, Huerta se mostraba cada vez más poderoso y, por otra, sectores opuestos a
este general reclamaban una investigación sobre el consejo de guerra a Villa; en estas condiciones, nada
podía ser menos conflictivo que la salida del escenario de Villa, el cual, sin ningún tipo de problemas, se
refugió en la población estadounidense de El Paso.
Gobernador de Chihuahua
En aquel fuego cruzado entre reaccionarios porfiristas y revolucionarios agraristas, el gobierno de Madero
parecía destinado a sucumbir. Y cayó de la mano de un personaje de mezquina doblez: su hombre de
confianza, el general Victoriano Huerta. En febrero de 1913, con la connivencia de Estados Unidos, Huerta
depuso a Madero (al que mandó asesinar) y se hizo con el poder. Pancho Villa, que siempre había sido fiel
a Madero, regresó en abril a territorio mexicano con cuatro acompañantes, tres caballos y un poco de
azúcar, sal y café. Al cabo de un mes ya había reunido a tres mil hombres, con los que inició la lucha
contra Victoriano Huerta; a lo largo de 1913 liberó el estado de Chihuahua, al que seguiría luego todo el
norte del país.
En su zona, Villa llevó a la práctica dos de sus ambiciosos proyectos: la creación de escuelas (sólo en
Chihuahua capital fundó más de cincuenta) y el establecimiento de colonias militares. Consideraba que
"los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía" y que los soldados debían trabajar en colonias
agrícolas o industriales tres días a la semana ("sólo el trabajo duro produce buenos ciudadanos"); el resto
del tiempo lo dedicarían a la instrucción militar propia y a instruir a su vez a los ciudadanos.
Pero esas primeras colonias no pudieron cuajar definitivamente porque la lucha continuaba. Y continuaba
también en el estado de Chihuahua, donde el comercio languidecía por falta de dinero en circulación. Villa
resolvió el problema rápidamente: emitió su propia moneda, con la única garantía de su firma. Nadie daba
crédito a tal moneda hasta que Villa promulgó un decreto que castigaba con dos meses de cárcel a todo
aquel que no la aceptara.
El comercio se reavivó, pero la plata y el papel moneda oficial seguían ocultos. Dos decretos consecutivos
lograron hacer que afloraran los capitales. Por el primero, se condenaba a prisión a quien hiciera circular
otra moneda que no fuera la villista; por el segundo, se fijó un día a partir del cual no se cambiaría más
plata acuñada ni moneda mexicana. Como la posición de Villa se fortalecía en el terreno político y militar,
el cambio se efectuó, su moneda fue aceptada y Villa pudo comprar suministros con la moneda oficial que
había obtenido a cambio de la suya.
La alianza contra Huerta
Entretanto, la ignominiosa traición a Madero y la subsiguiente instauración de una sangrienta dictadura
contrarrevolucionaria había tenido la virtud de unir a los revolucionarios contra el régimen de Victoriano
Huerta (1913-1914). Venustiano Carranza, gobernador del estado de Coahuila, recogió la legalidad
constitucional a la muerte de Madero, se proclamó "primer jefe del ejército constitucionalista" y pasó a
dirigir la que se conoce como revolución constitucionalista o etapa constitucionalista del Revolución
mexicana, cuyo primer objetivo era derrocar a Huerta y restablecer la legalidad constitucional.
El líder constitucionalista disponía de su propio ejército, la potente División del Nordeste, y de hombres de
confianza que en la lucha se habían revelado como competentes estrategas, como Álvaro Obregón. Carranza
logró dar cierta cohesión a las fuerzas que se oponían a Huerta al obtener la colaboración de Pancho Villa
y Emiliano Zapata. El otro gran líder agrarista de la Revolución, Emiliano Zapata, había desarrollado un
programa político coherente y un plan agrario sólido, y comandaba un motivado ejército de campesinos. El
programa de Pancho Villa era menos hilvanado, pero tenía a su mando la División del Norte.
Si habían de producirse luchas internas en el sector revolucionario, parecían más probables entre Villa y
Carranza, pues los zapatistas, que contaban con aportaciones anarquistas y comunistas, tenían su propio
proyecto, bien diferenciado del de los demás, así como su propia zona de operaciones al sur de la capital.
Aunque Villa acató la jefatura de Carranza, las sucesivas maniobras del líder constitucionalista para
encargarle a él y a su División del Norte las misiones más peligrosas y para impedir que tomara las plazas
estratégicas lo llevaron a un progresivo distanciamiento.

Ello no impidió el triunfo revolucionario. Pancho Villa tomó Zacatecas en junio de 1914, victoria decisiva
que abría el camino a Ciudad de México; Victoriano Huerta firmó la renuncia y partió al exilio. La toma de
Zacatecas, efectuada por Villa contrariando las órdenes de Carranza, que quería evitar que Villa se
acercase a la capital, tuvo como consecuencia serias fricciones entre los dos dirigentes, resueltas con la
firma del pacto de Torreón. Entre otras cosas, se acordaba que Carranza, al asumir el poder, establecería
un gobierno con civiles tanto villistas como carrancistas y que ningún jefe podría ser candidato a la
presidencia. Ello obstaculizaba las ambiciones políticas de Carranza.
El distanciamiento entre Carranza y Villa se hizo especialmente visible cuando, en agosto de 1914, los
constitucionalistas entraron en Ciudad de México y el general carrancista Álvaro Obregón taponó la
entrada de villistas y zapatistas. Obregón, que intentó una aproximación entre Carranza y los villistas, fue
hecho prisionero por Villa, que llegó a condenarlo a muerte para finalmente indultarlo.
La ruptura con Carranza
Para limar las asperezas se convocó en octubre de 1914 la Convención de Aguascalientes, que no hizo
sino poner de relieve las insalvables diferencias. Carranza y su brazo derecho, Álvaro Obregón,
representaban el constitucionalismo moderado; Villa y Zapata, la revolución campesina y la exigencia de
una inmediata distribución de tierras. La Convención de Aguascalientes tan sólo consolidó el acercamiento
entre villistas y zapatistas; se adoptó un programa político claramente zapatista, aunque dio el predominio
político y militar a Villa.
Ante la negativa de los líderes agraristas a disolver sus tropas y reconocer su autoridad, Carranza optó por
retirarse a Veracruz y establecer allí su gobierno. En diciembre de 1914, habiendo dejado Carranza
expedito el camino hacia la capital, Villa y Zapata entraron en Ciudad de México al mando de las tropas de
la Convención, y confiaron la presidencia del gobierno revolucionario a Eulalio Gutiérrez y luego a Roque
González Garza. Pero tampoco los intereses de Villa y Zapata podían concordar, y las fisuras se hicieron
patentes; Zapata regresó al sur, y Carranza pudo tomar la iniciativa.

En enero de 1915, el general Álvaro Obregón ocupó la Altiplanicie Meridional mexicana y dirigió sus
fuerzas contra Villa. El "perfumado", como llamaba Villa al hombre al que estuvo a punto de fusilar,
deseaba plantear batalla en el centro del país. El "reaccionario, traidor y bandido", como llamaba Obregón
a Villa, no quiso seguir los consejos de replegarse hacia el norte, hacia su base natural, donde podía reunir
gran número de hombres y tener el terreno a su favor.
Villa confió excesivamente en las cualidades de sus "dorados" y de su División del Norte, y, entre abril y
julio de 1915, fue finalmente derrotado en cuatro grandes batallas entre Celaya y Aguascalientes, batallas
en las que llegaron a enfrentarse hasta cuarenta mil hombres de cada uno de los bandos contendientes.
En la tercera, una granada villista hizo pedazos el brazo derecho del general Obregón. Recuperada la
capital, Carranza instaló de nuevo en ella su gobierno.
De general a guerrillero
En julio de 1915, un derrotado Pancho Villa tuvo que retirarse hacia el norte, y su estrella empezó a
declinar. Regresó a Chihuahua, pero ya no como general en jefe de un poderoso ejército, sino a la cabeza
de un grupo que apenas contaba con mil hombres. En octubre de 1915, tras obtener el gobierno de
Carranza el reconocimiento de los Estados Unidos, Villa decidió jugar una carta arriesgada: atacar
intereses estadounidenses para mostrar que Carranza no controlaba el país y enemistarle con el
presidente norteamericano, Woodrow Wilson. Se trataba de provocar una intervención norteamericana que
obligara a Carranza, como representante del gobierno mexicano, a pactar con los invasores, para poder
así presentarse él mismo como jefe máximo de la lucha patriótica y recuperar el terreno perdido.
El 10 de enero de 1916 los villistas pararon un tren, hicieron bajar a los dieciocho viajeros extranjeros
(quince de los cuales eran norteamericanos) y los fusilaron. Como el incidente sólo dio lugar a protestas
diplomáticas, el 9 de marzo una partida al mando del propio Villa se presentó a las cuatro de la
madrugada en la población estadounidense de Columbus, mató a tres soldados e hirió a otros siete,
además de a cinco civiles, y saqueó e incendió varios establecimientos.

Esta vez sí se produjo la intervención, pero fue definida como "punitiva", y en teoría quedaba restringida a
capturar a los rebeldes. Wilson envió un ejército bajo el mando del general Pershing al norte de México
para acabar con Pancho Villa; pero el conocimiento del terreno y la cobertura que le daba la población
campesina le permitirían sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el
bandolerismo. Aunque se produjeron enfrentamientos entre villistas y norteamericanos, y entre
norteamericanos y constitucionalistas, la fuerza estadounidense se retiró de México en febrero de 1917 sin
mayores consecuencias.
Tras el asesinato de Venustiano Carranza en 1920, el presidente interino Adolfo de la Huerta (junio-
noviembre de 1920) le ofreció una amnistía y un rancho en Parral (Chihuahua), a cambio de cesar sus
actividades y retirarse de la política. Villa depuso las armas y se retiró a la hacienda El Canutillo, el rancho
que le había regalado el gobierno; allí, con casi ochocientas personas, todos ellos antiguos compañeros de
armas, trató de formar una de sus soñadas colonias militares.
Durante tres años sufrió numerosos atentados de los que salió ileso. Sin embargo, cuando el 20 de julio
de 1923 entraba en Parral con su coche acompañado de seis escoltas, fue tiroteado y muerto desde una
casa en ruinas por un grupo de hombres al mando de Jesús Salas. El asesinato fue instigado por el
entonces presidente Álvaro Obregón (1920-1924) y por su sucesor, Plutarco Elías Calles (1924-1928),
temerosos del apoyo que Villa pudiera brindar a Adolfo de la Huerta, que aspiraba a suceder a Obregón en
la presidencia.

Venustiano Carranza
(Cuatro Ciénegas, Coahuila, 1859 - Tlaxcalaltongo, Puebla, 1920) Político mexicano que lideró la etapa
constitucionalista de la Revolución. Venustiano Carranza logró aunar las voluntades de los distintos
caudillos revolucionarios frente a la dictadura contrarrevolucionaria del general Victoriano Huerta (1913-
1914), pero, tras una rápida victoria, hubo de enfrentarse a las reivindicaciones de los dos líderes
agraristas que le habían apoyado: Pancho Villa y Emiliano Zapata. Después de afianzar su posición,
convocó un Congreso Constituyente en Querétaro del que saldría la Constitución de 1917 y que le eligió
como presidente de la República (1917-1920), poniendo fin a la fase más desgarradora de la Revolución
mexicana.
Venustiano Carranza
Venustiano Carranza estudió leyes en la capital mexicana y a partir de 1887, año en que contrajo
matrimonio con Virginia Salinas, comenzó a participar activamente en la política local, alcanzando
paulatinamente los cargos de presidente municipal de Cuatro Ciénegas, diputado local, senador y
gobernador de Coahuila. Cuando en 1910 estalló la Revolución mexicana, Venustiano Carranza se adhirió
al maderismo; un año después, la Revolución y las elecciones habían aupado a Francisco I. Madero a la
presidencia de la República. Durante el mandato de Madero (1911-1913), Carranza fue designado ministro
de Guerra y Marina.
En 1913, el presidente Madero fue asesinado por sicarios de quien sería su sucesor en la
presidencia: Victoriano Huerta, que instauró una férrea dictadura militarista (1913-1914) de signo
claramente contrarrevolucionario. Poco después del asesinato de Madero, Venustiano Carranza proclamó
el Plan de Guadalupe (marzo de 1913), manifiesto a la nación en que negaba la autoridad del gobierno
usurpador de Victoriano Huerta y se nombraba a sí mismo Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Su
bandera política era la obediencia a la Constitución y la restauración del orden alterado.
En su lucha contra Victoriano Huerta, Carranza recibió el apoyo de otros líderes revolucionarios. En el
norte contaba con la ayuda de Álvaro Obregón, Pablo González y Pancho Villa, mientras que en el sur otro
revolucionario, Emiliano Zapata, iniciaba una lucha independiente. En 1914, los Estados Unidos invadieron
México; Carranza estableció acuerdos con los estadounidenses para evitar la intromisión en la política
interna mexicana. Mientras tanto, los ejércitos constitucionalistas triunfaban en todos los frentes,
obligando a Victoriano Huerta a renunciar a la presidencia en julio de 1914.
Carranza entró victorioso en Ciudad de México; sin embargo, pronto surgieron diferencias entre los
distintos jefes revolucionarios. Para intentar paliarlas se convocó la Convención de Aguascalientes
(octubre de 1914), en la que se abrieron brechas irreconciliables, haciéndose insalvable la división en dos
bandos: el revolucionarismo agrario de Pancho Villa y Emiliano Zapata, que se negaron a disolver sus
ejércitos y a reconocer la autoridad de Carranza, y la tendencia moderada y legalista que encarnaba el
mismo Carranza y que contaba con el apoyo de Álvaro Obregón.
La autoridad de Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista había quedado
cuestionada, por lo que se retiró a Veracruz, en donde estableció su propio gobierno, nombró al
general Álvaro Obregón comandante del Ejército de Operaciones y planeó la ofensiva contra Emiliano
Zapata y Pancho Villa. Al mismo tiempo expidió disposiciones agrarias, fiscales, laborales, judiciales y en
materia de recursos petrolíferos y mineros. Instituyó asimismo el municipio libre, legalizó el divorcio,
estableció la jornada máxima de trabajo y el salario mínimo.
La retirada de Carranza a Veracruz dejó el camino libre a Villa y Zapata, que entraron en Ciudad de
México e instalaron en la presidencia primero a Eulalio Gutiérrez y luego a Roque González Garza. Pero entre
abril y junio de 1915, una serie de victorias de Álvaro Obregón forzaron a Pancho Villa a abandonar la
ciudad y permitieron a Venustiano Carranza regresar a la capital del país. Carranza convocó entonces un
Congreso Constituyente en Querétaro que elaboró la nueva Constitución de 1917 y le eligió como
presidente constitucional. Terminaba con ello la Revolución mexicana, o al menos su fase más convulsa.
La gestión de Carranza se caracterizó, en primer término, por los esfuerzos de pacificación del país, no del
todo infructuosos. Ni Zapata ni Villa habían depuesto las armas, pero vieron muy rebajado su poder; el
primero fue asesinado en 1919, y Villa no abandonó la lucha hasta 1920. Por otra parte, el gobierno de
Carranza emprendió la reconstrucción de las infraestructuras devastadas por la guerra, promovió la
reactivación de la economía e inició una tímida reforma agraria, con el reparto de doscientas mil hectáreas
de tierra. Pese a la avanzado de las ideas contenidas en la Constitución de 1917 que había impulsado,
Carranza terminó interpretándola en dirección claramente conservadora; reprimió las manifestaciones
obreras y acabó paralizando la reforma agraria. El asesinato de Zapata redujo todavía más su
popularidad.
El sucesor natural de Carranza era el general Álvaro Obregón, pero, al aproximarse el relevo presidencial,
Carranza cambió de idea y designó a un civil. La reacción no se hizo esperar. En 1920, Álvaro Obregón y
los generales sonorenses Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta desconocieron, mediante el Plan de Agua
Prieta, la autoridad presidencial. Carranza se sintió amenazado y decidió trasladar el gobierno a Veracruz,
pero fue emboscado en Tlaxcalaltongo, Puebla, y asesinado. Le sucedió interinamente Adolfo de la Huerta
y, una vez celebradas las elecciones, Álvaro Obregón (1920-1924).

Álvaro Obregón
(Siquisiva, Sonora, 1880 - San Ángel, México, 1928) Revolucionario mexicano que alcanzó la presidencia
de la República (1920-1924). Al general Álvaro Obregón corresponde gran parte del mérito de haber
acabado con la violencia revolucionaria que conmovió la vida de México durante diez dramáticos años.
Después de destacar como uno de los más hábiles estrategas en el campo de batalla, cuando ocupó la
presidencia del país se mostró como un político inteligente y enérgico, iniciando la institucionalización de
las conquistas sociales postuladas por la Revolución y logrando importantes avances en política exterior.

Álvaro Obregón
Hijo de Francisco Obregón, un modesto agricultor, y de Cenobia Salido, desde muy pequeño se familiarizó
con las faenas del campo, tareas que alternó con sus estudios primarios. Acabados éstos y ya
adolescente, trabajó en una hacienda de Huatabampo durante unos años. Al cumplir los dieciocho de edad
entró a trabajar en un ingenio de Navolato, en el Estado de Sinaloa, donde permaneció muy poco tiempo,
antes de volver a las labores agrícolas.
El joven Álvaro se mostró siempre como un muchacho trabajador e inteligente, dotado de una gran
personalidad. En 1903, a los veintitrés años, casó con Refugio Urrea, y dos años más tarde adquirió un
pequeño rancho a orillas del río Mayo. Los años siguientes fueron esforzados y también dolorosos a causa
del fallecimiento de su esposa, que le había dado dos hijos, Humberto y Refugio. Si bien era un hombre
hecho para el sacrificio, no lo era sin embargo para la soledad, y el 2 de marzo de 1916 contraería nuevo
matrimonio con María Tapia, una hermosa mujer que le daría siete hijos más.
El estallido en 1910 de la Revolución mexicana llevaría a la presidencia a Francisco I. Madero (1911-1913), a
cuyo proyecto reformista y progresista se adhirió Álvaro Obregón. Fue elegido presidente municipal de
Huatabampo y, en 1912, bajo el mando del general Agustín Sanginés, luchó contra el general Pascual
Orozco en Chihuahua, con el grado de teniente coronel. El agricultor había decidido canjear el arado por
las armas. Desde sus primeras acciones militares, Álvaro Obregón demostró gran talento como estratega,
lo que le dio considerable prestigio dentro del ejército.
El general de Carranza
Cuando en febrero de 1913 Victoriano Huerta depuso a Madero e instauró una dictadura
contrarrevolucionaria (1913-1914), Álvaro Obregón tomó partido por José María Maytorena y,
reconociendo como jefe de la Revolución a Venustiano Carranza, combatió en el bando constitucionalista. En
una serie de eficaces golpes y planificadas batallas derrotó a los federales del norte del país, asegurando
con ello un amplio territorio fronterizo con Estados Unidos.
Nombrado jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste, el ya general Obregón invadió Sinaloa y tomó Culiacán
en noviembre de 1913. Después de un intensivo entrenamiento de sus tropas y de que se repararan las
líneas ferroviarias, que le aseguraban el transporte para la nueva campaña, Obregón marchó hacia el sur,
sitió Mazatlán y continuó su avance hacia Jalisco. Con una serie de sorprendentes movimientos tácticos
infligió a las tropas huertistas dos espectaculares derrotas en Orendáin y El Castillo y, poco después, tomó
Guadalajara.

Álvaro Obregón
Tras firmar con Eduardo Iturbide, el 10 de agosto de 1914, los acuerdos de Teoloyucan, que establecían la
entrada del Ejército Constitucionalista en la capital y las condiciones de rendición y disolución del
derrotado ejército de Victoriano Huerta, Obregón entró en Ciudad de México. Venustiano Carranza ocupó
la presidencia, pero los revolucionarios agraristas Pancho Villa y Emiliano Zapata rechazaron su autoridad.
El general Obregón intentó dialogar con Villa para resolver la conflictiva situación, pero el caudillo del
norte logró apresarlo y estuvo, incluso, a punto de fusilarlo. Una vez concluida la convención de
Aguascalientes, en octubre de 1914, Carranza se retiró a Veracruz, donde instaló su gobierno, y Álvaro
Obregón le siguió en calidad de jefe del Ejército de Operaciones, permitiendo la entrada de Pancho Villa y
Emiliano Zapata en la capital.
Después de derrotar a las tropas de Emiliano Zapata, Obregón entró nuevamente en Ciudad de México y, en
un gesto que ejemplificaba su decisión de acabar con las insurrecciones, se dejó crecer la barba y anunció
que no se la quitaría hasta no derrotar definitivamente a Pancho Villa. Obregón cumplió con su promesa tras
vencer a los villistas en cuatro importantes batallas que tuvieron lugar en 1915. Los dos enfrentamientos
de Celaya, ocurridos en abril, la batalla de Silao y León, en la que perdió un brazo, entre el 1 y el 5 de
junio, y la librada en las proximidades de Aguascalientes, entre el 6 y el 10 de julio, fueron todas modelos
de planificación táctica y estratégica.
Del ejército a la política
Pero más que su triunfo militar sobre las huestes del Centauro del Norte, lo que realmente consolidó la
posición de Obregón y proyectó su figura como caudillo nacional fue la victoria política que obtuvo al
decretar una ley de salarios mínimos en varios estados norteños. Tras sus fulgurantes éxitos militares y la
pacificación del norte del país, donde logró reducir el poderío de Pancho Villa a meras acciones
guerrilleras, el general Obregón ocupó, entre marzo de 1916 y mayo de 1917, la Secretaría de Guerra y
Marina.
Durante ese año debió enfrentar una crisis con Estados Unidos, provocada por las incursiones de Villa en
el territorio de ese país, sobre todo a raíz del asalto a la localidad norteamericana de Columbus. También
en ese período fundó la Academia de Estado Mayor y la Escuela Médico Militar.
Con la sanción de la Constitución de 1917, Álvaro Obregón consideró que la etapa militar de la Revolución
había acabado y que la República ya contaba con un instrumento fundamental para su reorganización. Se
retiró entonces a su hacienda de Navojoa. Durante algo más de un año este hombre corpulento, de rostro
redondo, frente despejada, bigote rotundo y mirada penetrante, dedicó su tiempo a las tareas agrícolas y
a instrumentar los medios para obtener mejores beneficios de los productos del campo. Con tal fin creó en
Navojoa la Agencia Comercial y la Liga Garbancera.
Pero Obregón seguía atento a lo que sucedía en el país y, al ver que las conquistas revolucionarias no sólo
no se profundizaban sino que corrían peligro de ser destruidas por los conservadores, decidió presentar su
candidatura a la presidencia de la República en las elecciones de 1920.
Aunque toda la clase dirigente conocía sus razones, el 1 de junio de 1919 las explicó al pueblo en un
memorable manifiesto: "Muchos de los hombres de más alto relieve dentro del orden militar y del orden
civil han desvirtuado completamente las tendencias del movimiento revolucionario, dedicando todas sus
actividades a improvisar fortunas, alquilando plumas que los absuelvan falsamente en nombre de la
opinión pública". Y entre esos hombres estaba aquel al que Obregón había defendido y ayudado a llegar a
la presidencia, Venustiano Carranza, y contra quien se rebeló por el Plan de Agua Prieta, el 23 de abril de
1920.
La presidencia de Obregón (1920-1924)
Un mes después del pronunciamiento de Agua Prieta, las tropas carrancistas fueron derrotadas y su
caudillo asesinado en Tlaxcalantongo. En septiembre se celebraron las elecciones y el general Álvaro
Obregón obtuvo una rotunda victoria, que le permitió asumir la presidencia para el período de 1920-1924.
La década de los años veinte estuvo marcada por la poderosa energía de Álvaro Obregón y de Plutarco Elías
Calles, que se alternaron en el poder con la férrea voluntad de reconstruir el país. En el momento de la
asunción de Obregón, México estaba agotado por diez años de revolución. Más de un millón de personas
habían muerto, la producción agrícola era escasa en proporción a la potencialidad del país, los caminos,
las vías férreas y las comunicaciones habían sido destrozadas, la deuda exterior era cuantiosa, la situación
de campesinos y obreros seguía siendo lastimosa y el caos alcanzaba todos los estamentos
administrativos.
Sin embargo, las producciones minera y petrolífera eran considerables y México podía afrontar con éxito
su reconstrucción. "En estos momentos, nada es más importante que la paz social y la estabilidad política"
dijo el general Obregón, coincidiendo con su gran aliado, Plutarco Elías Calles. De este modo, el presidente
Álvaro Obregón se abocó, con el apoyo del ejército y en un clima de libertad de opinión, a una política
radical que contribuyó a levantar el país sobre bases sólidas.
Una vez en la presidencia, Obregón intentó dar un impulso a la reforma agraria expropiando latifundios y
tierras mal cultivadas que repartió entre los campesinos; apoyó y subvencionó las organizaciones obreras
como la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana) y la CGT (Confederación General de
Trabajadores); fundó el Banco único; restableció la Secretaría de Educación y construyó centenares de
escuelas para consolidar la enseñanza pública; reparó y construyó miles de kilómetros de líneas férreas y
telegráficas; redujo los efectivos del ejército; renegoció la deuda exterior y, no sin esfuerzos, consiguió el
reconocimiento internacional, salvo el de Gran Bretaña.
El gobierno de Obregón tuvo su punto conflictivo en la política anticlerical que Plutarco Elías Calles llevó
desde la Secretaría de Educación, que provocó el trágico choque entre católicos y socialistas en Morelia
(donde murieron cincuenta personas) y la expulsión de los delegados pontificios. Al finalizar su mandato,
Obregón se retiró a Sonora hasta 1927, cuando, a instancias de Plutarco Elías Calles, el Congreso modificó
la Constitución para permitir su reelección. A pesar de las protestas, los atentados y una sublevación
católica por esa decisión, Álvaro Obregón aceptó el reto presentándose nuevamente a las elecciones del 1
de julio de 1928, en las que ganó por amplia mayoría.
Sin embargo, Obregón no llegaría a gobernar. Mientras comía con sus correligionarios en el restaurante La
Bombilla, en villa de San Ángel, D.F. de México, un fanático católico llamado José de León Toral lo asesinó.
De este modo violento acabó la vida del hombre que, después de diez años de guerra civil, había
procurado dar paz y estabilidad a su patria.

Plutarco Elías Calles


(Guaymas, Sonora, 1877 - Ciudad de México, 1945) Militar y político mexicano, presidente de la República
entre 1924 y 1928. Su importancia en la política mexicana, sin embargo, se prolonga más allá de su
mandato: promovió el acceso a la presidencia de su predecesor, Álvaro Obregón (1920-1924), permitió la
reforma constitucional que posibilitó la reelección de Obregón e influyó en sus sucesores, hasta el punto
de que el periodo 1928-1936 es conocido como "maximato" por la sumisión de los presidentes a la figura
de Calles, apodado el "jefe máximo".
Plutarco Elías Calles
Maestro de escuela en el estado de Sonora, en 1912 abandonó su labor docente para ingresar en el
ejército revolucionario del general Álvaro Obregón como capitán. Luchó contra el movimiento orozquista y,
un año más tarde, participó con las tropas de Obregón en el derrocamiento del presidente Victoriano Huerta.
En 1915 alcanzó el grado de coronel por sus destacadas actuaciones militares en la lucha contra Pancho
Villa.
Ese mismo año, el presidente Venustiano Carranza lo nombró gobernador de Sonora, cargo que fue para él
una excelente escuela política. Durante su segundo mandato como gobernador de Sonora (a partir de
1917), promulgó una nueva Constitución para el Estado y diversas leyes agrarias y laborales de marcado
corte social.
En 1919 Carranza lo nombró secretario de Comercio y Trabajo, si bien no duró mucho en el cargo; Calles
dimitió y apoyó el Plan de Agua Prieta con el que Obregón destituyó a Carranza de la presidencia. Tras el
asesinato de Carranza, Obregón obtuvo la victoria en las elecciones; el nuevo presidente nombró a Calles
secretario de Gobernación, cargo que desempeñó durante tres años (1920-23). Calles se convirtió en el
colaborador más estrecho del presidente y en su virtual sucesor. Después del fracaso de la rebelión de los
seguidores de Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles fue elegido presidente para el período comprendido
entre los años 1924 y 1928.
La presidencia de Calles se caracterizó por la consolidación y profundización de la revolución mexicana de
1910: reforma agraria, extensión de la enseñanza, construcción de obras públicas, reorganización del
ejército… Su política anticlerical le enfrentó violentamente con la Iglesia católica («revolución cristera» de
1925-26). También mantuvo un áspero conflicto con Estados Unidos a raíz de sus pretensiones de
nacionalizar el petróleo y las propiedades territoriales como preveía la Constitución aprobada en 1917;
finalmente, Calles hubo de ceder, autorizando la penetración en México de los intereses económicos
norteamericanos (1927). Pese a todo, y por sus numerosas realizaciones e instituciones que fundó, se el
considera el creador del México moderno.
Calles continuó en la vida política después de dejar la Presidencia, fundando el Partido Nacional
Revolucionario (1929) e influyendo en los presidentes que le sucedieron: Emilio Portes (1928-30), Pascual
Ortiz (1930-32) y Abelardo Rodríguez (1932-34). Como ministro de Hacienda decretó el abandono del
patrón oro en 1931. Paulatinamente se fue acercando a posiciones más conservadoras, desde las que
criticó la tendencia izquierdista adoptada por la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-40). Esto le obligó a
dejar el país y exiliarse en California (1936); regresó a México en 1941, pero ya no intervino más en la
política nacional.

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