Está en la página 1de 17

--- N estas páginas se aborda el estudio diacróni­

co de los criterios de conservación y restau­


ración, fünda1nentalmente de obras de arte
1nuebles -bienes culturales en un sentido
1nás amplio-: escultura y pii1tura, desde la antigüedad
hasta el presente. Asin1isn10, se analizan las ¡;liferentes
teorías de la restauración, que, partiendo sie1npre dé la
arquitectura, se fonnularon desde la transición del
xvm al XIX (Neoclasicismo, hasta nuestros días y su
repercusión en el ca111po de las de1nás artes.
El interés por la conservación del patrin10nio artís­
tico y cultural de la humanidad y su g1obalización,
acrecentado progresivatnente a lo largo del último
siglo, ha tenido consecuencias inmediatas e11 las medi­
das de protecció11, reflejadas en las nonnativas -inter­
nacionales, continentales, nacionales-, en las diferen­
tes legislaciones y en los organismos específicos encar­
gados de estas tareas. Es 111ucho lo que se ha hecho,
pero n1ás aún lo que queda por hacer, sobre todo si
pensa1110s que, al inmenso patrhnonio legado desde el
pasado n1ás re1noto con toda su problen1ática, se une
ahora el de las obras tnás imnediatas en el tien1po, las
del siglo XX, que, a pesar de su juventud -y tal vez
por ello-, exigen una atención tnuy especial, al resul­
tar ineficaces los criterios y metodologías tradicional­
mente aplicados.

Ventana Abierta

JLl1l
ISBN 84-309-3521 -5

te!ños
l.,,
1212164
Esta obra ha sido publicada con la ayuda del Grupo de Investigación 153 de la Uni­
versidad ele Granada (Departamento de Historia del Arte).

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que
establece penas de prisión y/o multa, además de las col'respondientes indemnizaciones
por daños y petjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comuni­
caren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su
translormación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo ele sopor­
te o comunicada a través ele cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

([;! M." Jost MARTÍNEZ JUSTICIA, 2000


EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S.A.), 2000
Juan Ignacio Luca de Tena, l 5 28027 Madrid
ISBN: 84-309-3521-5
Depósito Legal: M-25.072

Prinled in Spai11. Impreso en España por Edigrafos


INTRODUCCIÓN

Si la restauration est considerée muourd'hui comme


l' un de rares domaines oú peuvent se fonclre culture
humaniste et technologie, sciences humaines et scien­
ces exactes, il est évident qu 'elle ne pourra vraiment
se clévelopper que clans la mesure oú la portee ele sa fonc­
tion culturelle sera comprise et soutenue par la société.

Paul PHIUPPOT, La restauration da11s la perspecti­


ve des scie11cies humai11es, 1982.

La restauración representa un aspecto flmdamental de la cul­


tura y de los estudios histórico-artísticos, en tanto que es una acti­
vidad humana encaminada a prolongar la vida de la obra de arte,
a reintegrarle parcialmente su visión y hacer posible el disfrute
de la misma. La restauración, como sinónimo de intervención, ha
existido siempre; artesanos y artistas la han venido realizando a
lo largo del tiempo. Sin embargo, ha sido en los tiempos moder­
nos, más exactamente en la Edad Contemporánea, cuando, gra­
cias al desarrollo de la crítica de arte y ele la técnica, la restaura­
ción ha adquirido una mayor conciencia de sus propios fines y
medios, fundamentándose sobre bases técnico-científicas y en una
metodología crítico-estética, también conectada con los ideales y
conocimientos de los diferentes momentos culturales. A ello han
contribuido mucho los museos, las instituciones especializadas,
los organismos encargados de la tutela de los monumentos, etc.
¿Qué se entiende por restauración? Es evidente que en la actua­
lidad se hace un uso abusivo del término «restauración». Resul­
ta bastante normal su utilización en los contextos más variados e
imprevisibles: se habla de restauración de jardines, del paisaje,
del territorio e, incluso, desde hace unos pocos afias, y en el ámbi­
to de un lenguaje absolutamente esnob, como sinónimo de «res­
taurantero» -Camilo José Cela- o cocinero, lo que ha levanta­
do las iras de los lingüistas. Sin embargo, existe un uso del término
[2I]
22 HISTORIA Y TEORÍADE LA CONSERVACIÓN ... IN TRODU CC!ÓN 23

muy específico y que era el habitual hasta no hace demasiado La restauración, en sentido global, se entiende como una inter­
tiempo. Su ámbito de aplicación era muy limitado, pero con la vención encaminada a poner en funcionamiento un objeto pro­
ventaja de llevar sobre sus espaldas una,traclic.ión secular y refe­ ducto ele la actividad humana, excluyendo cualquier ·otro tipo de
rirse a una serie de conocimientos y prácticas ele trabajo que en ii1tervención; enunciado así, es, pues, sinónimo de reparación, res­
su conjunto constituían un oficio artesanal: titución, restablecimiento de la funcionalidad ele un objeto en su
Durante mucho tiempo no existía diferencia entre el produc­ sentido más amplio. Y en este sentido en nada se diferencia la res­
tor de la obra de arte -el artista-- y el restaurador; no existía una tauración ele una obra de arte de la de una de producción indus­
profesión ele restaurador diferenciada ele la de artista; arquitectu­ trial: un ordenador, por ejemplo.
ras, pinturas, esculturas, tejidos, orfebrería, etc., eran intervenidas Ahora bien, el concepto de restaurar, aplicado al campo espe­
por los propios artistas con técnicas y materiales análogos a los cífico del arte, adquiere un significado diferenciado que está deter­
empleados en las obras originales. Técnicas y materiales, por otra minado por la propia naturaleza de la obra de arte y su finalidad.
parte, que eran los mismos que usaban para las obras de crea­ En efecto, si restaurar es poner en funcionamiento un objeto, habrá
ción propia, puesto que la restauración era siempre mimética, salvo que determinar en primer lugar cuál es el funcionamiento del arte
casos muy excepcionales, como se verá más adelante. Más tarde, para poder especificar más tarde qué tipo de funcionamiento es
y como consecuencia del abandono de esas técnicas y materiales el que queremos restablecer.
tradicionales por parte de los artistas en el último siglo, tal conviven­ Llegados a este punto, y tras este breve preámbulo, habría que
cia resultó imposible y la actividad del restaurador fue asumien­ pasar a desarrollar ahora qué se ha entendido por restauración a
do, poco a poco, un carácter cada vez más autónomo, hasta con­ lo largo de la historia y cómo han ido evolucionando el concep­
vertirse en un oficio en sí mismo. Finalmente, en tiempos más to, los criterios de intervención y las teorías en el transcurrir del
recientes y sobre todo a partir de la segunda posguerra, el res­ tiempo. Pero, antes de abordar esta tarea, eje central ele este libro,
taurador ha comenzado él también a sustituir aquellos materia- quiero referirme a:
tradicionales así como los métodos de intervención. Se han
puesto así las bases para la creación de una nueva profesión: la ele
restaurador de obras de arte, que tiene ya muy poco que ver con DOS CUESTIONES PREVIAS
la capacidad de reproducir los procedimientos técnicos origina­
les de las obras que se someten al proceso de restauración y que 1. LA RESTAURACIÓN COMO «DIÁLOGO» CON LA OBRA DE
eran propios del restaurador tradicional 1•
El debate sobre los criterios de restauración artística, articula­
do fundamentalmente en torno a las posturas conservacionista e
1 Sobre la formación ele las figuras del restaurador y el conservador, consultar intervencionista, se inscribe de lleno dentro ele la problemática de
M. BERD0C0U y C. LAROQUE, «La formazione del conservatore-restauratore in Fran­ los saberes que podemos denominar históricos. Las teorías ele la
cia, l'evoluzione di una professione}), en AAVV, le pr0Jé:ssio11e del restawv,Jim11a­ restauración se mueven en un territorio científico en el que la bús­
zio11e e compete11ze, Nardini, Florencia, 1992, pp. 71-77; ICOM, Tite Conserva­ queda ele un conocimiento objetivo del pasado con objeto ele fun-
torlRestorer: A /Je/111itio11 r;/'tlie Pro.féssio11, Copenhague, septiembre de I 984; M.
NIMMO y otros, «La formazione professionale del restauratore)), Rivista di Stotia e
Tutela dei Beni Culturali Arte/Dornme1110 (1988); P. PlllLIPPOT, «Rél1exions sur le
probleme de la formation des restaurateurs de peinture et de sculpture», en Pé11é­
trer l 'art, restaurer l 'oeul're, Groeninghe Eds., Bruselas, 1990, pp. 483-490; M.ª D. 2 Para la redacción de este apartado he contado con la colaboración del Dr. Domin­
Ru1z DE LACANAL Ru1z-MATEOS, Conservadores F restauradores en la historia de la go Sánchez-MesaMartínez, Protesor Titular de Teoría de la Literatura y de las Artes
conservación y restauración de bienes cu/111ra/e,;, Sevilla, 1994; lJ. Sc111ESSL, «Paul de la Universidad de Granada. Este trabajo fue presentado y publicado en las Actas
Philippot et la formation des restaurateurs. Son engagement duran! les trente der­ del XI Congreso de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Castellón,
nieres années)), en E P111L1PP0T, Péné1rer /'art... (1990), cit., pp. 477-482. 3-6 de octubre ele 1996, pp, 543-558.
24 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 25

<lamentar una intervención en el presente se reviste de unas carac­ mer), se ramifica en el campo de la teoría social (K.-O. Apel, N.
terísticas muy parecidas a lás ele otras indagaciones, igualmente Lubmann, J. Habermas), la lingüística (con el predominio de la
históricas, sobre otro tipo de textos culturales .. pragmática) o la semiótica (U. Eco).
La actividad restauradora, si nos situamos desde una perspectiva · Además ele algunos conceptos de la última filosofía herme­
hermenéutica, puede entenderse legítimamente como un proceso néutica y de sus aplicaciones a la teoría literaria3, intentaré demos­
dinámico de comunicación en el que intervienen una serie de trar la pertinencia de algún otro préstamo para nuestro campo de
tores que son los mismos que encontramos en la lectura e inter­ las teorías del pensador ruso Mijaíl Bajtín y sobre todo de la lla­
pretación de los textos escritos: obra, autor, lector, espesor históri­ mada Estética de fa Recepción. Esta escuela ele estudios litera­
co entre la producción y recepción de la obra, conjunto e le lecturas rios, también conocida como Escuela de Constanza, surgida en
intermedias que han ido construyendo dicho texto por el camino, Alemania en torno a la figura de Hans-Robert Jauss a finales de
particularidades del contexto de partida y del de recepción. Res­ la década de los sesenta, acaba convirtiéndose en una teoría de
taurar exige una lectura previa del texto de la obra de arte y, por la comunicación literaria ele amplio alcance4 . Sirviéndome del
consiguiente, una interpretación del mismo, una reacentuación valo­ concepto de comprensión dialógica teorizado en el pensamiento
rativa de ese texto entrando en diálogo con él y con las lecturas pasa­ ele Bajtín y del ele horizonte de e::qJectativas de Jauss, trataré de
das del mismo, así como anticipando posibles lecturas fut1.1ras. establecer el marco en que cabe entender la acción restauradora
Dentro, por tanto, del marco general de las teorías filosóficas
hermenéuticas podernos encontrar valiosos apoyos para aportar
algunos recursos teóricos y metodológicos a un saber que, no lo
olvidemos, no tiene sentido sino en su acción. Vaya por delante 3 Si quisiéramos resumir la orientación contemporánea ele la hermenéutica filo­
a este respecto que, más que hablar ele teoría por un lado y prác­ sófica tendríamos que describirla como la realización explícita y consciente, al tiem­
tica de la restauración por otro, prefiero entenderlas como las dos po que como la elucidación del proceso de comprensión de las cosas propias de lodo
caras o momentos e le la acción restauradora, cuyos aspectos téc­ hombre que quiere comprender la verdad sin cerrarse ciegamente en su propia opi­
nión [J. M. ALMARZA-MEÑICi\, «La práctica ele la hermenéutica filosófica según H.
nicos vienen asociados al conjunto de decisiones tomadas en la G. Gadamern, Estudios Filosóficos ( 1985), p. 153]. Por lo que respecta a la herme­
interacción con el texto de cultura. néutica literaria, ésta acomete una doble tarea: por un lacio, aclarar el proceso actual
La importancia renovada que adquieren en la semiología y en en el que el efecto y la significación de un texto se concretan para el lector del pre­
las teorías literarias recientes tanto de la función comunicativa del sente y, por otro, reconstruir el proceso histórico a través del cual los lectores de
distintas épocas han recibido e interpretado el texto de diversa manera (l-1.-R. JAuss,
arte como del papel del receptor o el momento de lectura en el cum­ Aestetische Erfi:dwmng w1d !iterarisc/1e lfem1e11eutik, Wilhelm Fink Verlag, Múnich,
plimiento ele esa función va aparejada, asimismo, a una paralela 1977; cito poi· la traducción española ele Jaime Siles y Elia lvL" Fernández Palacios,
revalorización filosófica del acto comunicativo como condición Experiencia estética y hermenéutica literaria, Taurus, Madrid, 1986, p. 14).
4 {(La estética de la recepción no es una disciplina independiente f\.mdacla en una
indispensable para la comprensión de la experiencia humana. Este axiomática que le permita resolver sola los problemas, sino una reflexión metodo­
interés en comprender cómo nos relacionamos con todo aquello lógica parcial, asociada a otras y susceptible de ser completada en sus resultados
que nos rodea, y el mismo concepto de comprensión -sobre el que [... ]. A diferencia de las teorías idealistas y materialistas que partiendo ele premi­
volveré más adelante-ya nos avisa del nuevo espacio en que se sas opuestas[... ] afirman su voluntad ele metodologías totalizadoras, la estética ele
la recepción deduce su carácter parcial del convencimiento de la imposibilidad de
desenvuelve el historiador. comprender la obra ele arte en su estructura y en su historia, como una sustancia o
Agotado el historicismo romo heredado del positivismo cien­ entelequia. Si no se puede determinar la naturaleza histórica de una obra de arte
tífico y desveladas las limitaciones de enfoques tanto excesiva­ independientemente de los e fectos que produce, ni estudiar la historia de un arte
mente inrnanentistas como extremadamente contextualistas, se independientemente de su recepción en la historia, se tendrá que integrar la estéti­
ca tradicional ele la producción y la representación con la estética de la recepción»
abre camino un saber interpretativo, plenamente consciente de [H.-R. JAUSS, «La lfigenia ele Goethe y la de Racine. Con un epílogo sobre el carác­
la radical historicidad de sus objetos y de sus propios métodos, ter parcial de la Estética ele la Recepción» ( 1973), en R. WARNING, Estética y recep­
saber que, desde el impulso filosófico hermenéutico (H. G. Gada- ción (1975), trad. de Ricardo S{mchcz Ortiz, V isor, Madrid, 1989].
26 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... !NTRODUCCIÓN 27

como una auténtica interacción comprensiva con las obras de arte Para el diálogo6 con la obra de arte sujeta a la acción restau­
en tanto textos de cu/tura.Analizando cómo se produce este diá­ radora puede valer una descripción similar a la que podemos hacer
logo quizá estemos en una mejor disposición para tomar partido del encuentro y la interacción con los textos considerados litera­
en el debate actual sobre la restauración, aportando algunos prin­ rios. Como punto de partida hemos de asumir el carácter históri­
cipios ele actuación definidos siempre descriptivamente (¿cómo co de nuestra investigación y situarnos en un concepto amplio
entramos en relación con los monumentos del pasado y qué hace­ de historia, lo que Bajtín llama el gran tiempo de la obra de arte.
rnos cuando actuamos sobre ellos en uno u otro sentido?) más que Las siguientes afirmaciones de Bajtín creo que pueden ser extra­
normativamente (a través de una relación de preceptos, tal y como polables a cualquier obra de arte como respuesta sobre todo a un
se ha venido haciendo en las «cartas» de restauración, escasamen­ entendimiento excesivamente arqueológico de la interpretación
te operativas a efectos prácticos). hermenéutica de la obra de arte a la hora de acometer su restau­
El propósito fundamental ele estas páginas, metodológicamen­ ración7 :
te hablando, descansaría en último término en ensayar una descrip­
ción hermenéutica del funcionamiento de la restauración artística A l tratar de comprender y explicar una obra tan sólo a partir de las
condiciones ele su época[... ] jamús podremos penetrar en sus profundi­
-tan sólo un bosquejo de la misma-. Más que en qué consiste dades de sentido(.. .]. Las obras rompen los límites de su tiempo, viven
o en qué ha de consistir la restauración, insisto, nos preguntamos durante siglos, es decir, en un «gran tiempo», y además, eon mucha
por cuál es su función en la coyuntura actual dentro del sistema de frecuencia tratúnclose ele las grandes obras, siempre, esta vida resulta más
la institución arte y de la cultura contemporánea en general, esto intensa y plena que en su aetualidad [...]. Todo aquello que sólo perte­
nece al presente muere junto a éste8 .
es, cuáles son las instancias implicadas en la restauración corno
proceso de diálogo histórico con las obras/textos del pasado. En la vida del sentido de una obra de arte cumplen una fun­
Este cuestionamiento por las condiciones en las que se pro­ ción agente primordial dos procesos históricos: la reacentua­
duce el diálogo histórico está ya presente, lógicamente, en la pro­
ción y la canonización. A nosotros nos interesa sobre todo el
pia historiografía artística. Con la consolidación ele la concien­ primero de ellos. Con él Bajtín incide en la importancia que tiene
cia histórica moderna (siglo xvur) ya Winckelmann planteaba la la comprensión del espesor histórico que constituye la distancia
historia del arte corno estilo, esto es, de la forma como valor siem­ entre los interlocutores. La noción ele reacentuación es importan­
pre actual de la obra de arte independientemente ele su función te, por otro lado, para recordar que la obra ele arte es fruto a su
original, con lo cual se introducía el problema ele la interpretación vez ele una serie de reacentuaciones ele obras contemporáneas
correcta de las particularidades histórico-estilísticas del original suyas y del pasado. A través de ese espesor de lecturas interme­
así como la necesidad de criticar restauraciones poco acertadas clias, más o menos acertadas, Bajtín cree posible llegar a com­
en el pasado. En el campo de la propia restauración artística, tanto prender el sentido original de la obra de arte. Dicho sentido no es
Cesare Brancli como Paul Philippot, entre otros, se han cuestio­
nado cómo armonizar la doble exigencia de la evidente histori­
cidad del objeto artístico (que nos obliga a considerar lo que en 6 Conviene entender aquí esta noción en sentido metafórico ya que, obviamen­
teoría de la restauración también se ha denominado el espesor te, la obra y el restaurador no dialogan en el sentido en el que dialogan dos perso­
artístico) con la actualidad de la percepción estética5• nas. Se trata, por tanto, ele dar cuenta ele las particulares condiciones de dicho diú­
logo y sus consecueneias para la actividad restauradora y para el patrimonio histó­
rico-artístieo mismo.
7 Ésta sería la crítica que habría que hacer al tipo de restauración de estilo, tal
5 C. BRAND!, «El tiempo respecto a la obra ele arte y la restauración», en Teoria y como hace Paul Philippot en un párrafo extenso aunque bien significativo de lo
del restauro, Roma/Turín, 1963. Cito la versión española: n,oría de la restauración, que estamos hablando: «I:oeuvrc d'arl, le temps ... » (1995), cit., p. 7.
8 M. BAITÍN, «Respuesta a la pregunta hecha por la revista Nm'.J' Mil')), en E1·1ética
Alianza, Madrid, 1988, pp. 29-34. P. P!JILll'POT, «L?oeuvre cl'art, le temps et la reslaura­
tiorm, Hisloire de l'art, 32 (1995), p. 4. de la creación Perbal, trad. de Tatiana Bubnova, Siglo X)CI, México, 1982, p. 348.
28 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 29

accesible síno a través de las reacent11aciones sucesivas de la obra, En un sentido paralelo a mi propuesta se expresa Paul Philippot,
que son también ya parte de ella (el texto, en este caso obra de siguiendo la línea abierta por Cesare Brandi, al afirmar que, debido
arte, no se limita a su estado «original» .inicial). No en vano es a a su compromiso con la obra de arte y su naturaleza dialéctica (esté­
partir de esas reacentuaciones (relecturas y pOsíbles intervencio­ tica e histórica), la acción restauradora ha de tener en cuenta que
nes en las obras de arte) como llegan a revelarse sentidos po­
l'oeuvre ne peut clone etrc uniquement l'objet cl'un savoir scienlifique
tencialmente implícitos en las imágenes que porta el texto. En historiquc: elle est partie intégrante ele notre présent vécu, au sein d 'une
cualquier caso, también para Bajtín existen unos limites dentro de lradition artistique qui nous relie il elle, et permet de !a ressenlir comme
los cuales la reacentuación es inevitable, legítima e incluso pro­ une interpellation venue du passé dans notre présent: une voix actuelle
ductiva, pero que también pueden ser sobrepasados, sufriendo dans laquelle résonne ee passé9.
entonces la obra una desnaturalización radical. Sobre el potencial
recreador del acto restaurador, Philippot no censura los casos, Esta forma de entender el reconocimiento de la obra ele arte
como la reinterpretación del Laocoonte por Montorsoii, en que se equivaldría a la precomprensión hermenéutica. El acceso a la otre­
produce una nueva síntesis a partir ele una profunda asimilación dad de las obras del pasado es posible porque tanto el observador
ele la estética de la obra original, clásica en este caso, señalando como el observado ocupan un lugar dentro de la tradición artística.
igualmente el peligro que suponen las aberraciones de la llama­ La apertura y el reconocimiento de la alteridad del texto/obra de
da restauración de.fémtasía. arte implican una no reducción del mismo a los valores del presente
En el modelo de comunicación que hallamos en la hermenéuti­ o actualidad del restaurador-intérprete 10. Se sale así, como señala­
ca crítica de Bajtín, corno sucede en la hermenéutica en general, es ba Bajtín, del imperio metodológico de la epistemología, que, desde
fundamental el acto de comprensión. Como descripción del diálo­ la estética trascendental de Kant, reducía la relación con la otre­
go histórico con los textos del pasado considero este concepto extra­ clad a una relación del tipo Sl(jeto-objeto, en lugar de promover otra,
polable al diálogo restaurador-obra de arte. Tres son las premisas, auténticamente ética e histórica, del tipo sujeto-sifjeto 11 •
fundamentalmente éticas, que cabe señalar para este proceso: La dialógica bajtiniana (una suerte de entendimiento y prác­
tica del diálogo en la interacción cultural) apunta a asegurar una
a) Una autoconciencia del propio locus enuntiationis (den­ auténtica interacción a través de un ACTO real de comprensión (no
tro de una determinada tradición y contexto sociocultural) o, en se trata aquí de un encuentro ideal que suprima las diferencias y
términos bajtinianos, ele la inclusión dialógica (con objeto de evi­ las contradicciones, o de un entendimiento abstracto del mismo)
tar tocio objetivismo ciego). o, dicho de otra forma, a través de una respuesta a una pregunta
b) Aunque pueda resultar paradójico en un primer momen­ que plantea nuevas preguntas.
to, la segunda condición para que se dé una auténtica compren­ En otro momento Bajtín describe la comprensión como un acto
sión es la extraposición, esto es, la imposibilidad de acceder e complejo cuyas fases gozan de cierta independencia semántica a
interactuar con algún otro (ya sea una persona, un texto literario,
o un film) a no ser que ocupe una posición diferente y, por tanto,
sea posible adoptar un lugar crítico. 9 P. PJIILIPPOT, «L:oeuvre d'art, le ternps ... >> (1995), cit., p. 4: «la obra de arte
e) Responsividad. Este neologismo aglutina el doble senti­ no puede, pues, ser únicamente el objeto de un saber científico-histórico: ella es
do de responsabilidad ética más respuesta. Con esto nos estamos parte integrante de nuestro presente vivido en el seno de una tradición artística
refiriendo al hecho de que cualquier interacción real demanda una que nos liga a ella y permite sentirla como una interpelación llegada desde e! pasa­
do a nuestro presente: una voz actual en la que resuena ese pasado)).
respuesta que es al mismo tiempo sostenida por la responsabilidad w Me parece altamente significativo que Brancli conceda al restaurador la con­
de alguien. Según esta noción, una restauración es una forma de dición ele infé11Jrele.
responder al lenguaje formal y a los contenidos semánticos 11 M. BAJTIN, «Arte y responsabilidad» (1919), en Estéfica de la creación ver­
(indisociables como sabemos) de la obra de arte. bal ( 1982), cit.
30 H!STORJA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 31

pesar de su integración en el acto empírico de la comprensión: l .ª, continuum del tiempo; simplemente amplía la noción del mismo
percepción; 2.'1, reconocüniento (comprensión del significado desde el impulso ético de una auténtica articulación, por un lado,
repetible); 3.a, comprensión de su significado en un contexto dado ele la apertura y reconocimiento ele esa alteridad que es la obra ele
y, por último, 4.ª, la comprensión dialógica áctiva o inclusión en aéte y, por otro, ele la radical historicidad de nuestro acceso. a ella
el contexto dialógico 12• (del doble proceso ele producción-recepción en que consiste la
Para las dos primeras fases no podemos olvidar la naturaleza creación artística).
lingüística de los.textos a los que se refiere Bajtín (literarios) con Ejercitando la comprensión dialógica en esa noción amplia­
lo cual está hablando de una primera toma de contacto con los sig­ da de la historia del sentido que es el gran tiempo ele la obra ele
nos desplegados en el texto y una inmediata comprensión de su arte, estamos en condiciones ele evitar los errores más frecuen­
significado (en el sentido saussuriano sistemático del significa­ tes en el historiador ele corte positivista: la reducción del valor
do, como entrada ele diccionario). De tocias maneras incluso estos estético ele la obra a su condición de documento histórico (la
dos primeros momentos de la comprensión textual podrían adap­ obra expresa el tiempo ele su autor) o bien su absoluta actualiza­
tarse en su extrapolación a la relación del restaurador con la obra ción, prescindiendo igualmente de la distancia o espesor histó­
de arte: las que corresponderían a una fase fundamentalmente for­ rico y sometiendo por completo su interpretación al gusto contem-
mal de la comprensión del texto artístico, su percepción inicial poráneo.
del texto y la comprensión de su significado en el sistema fun­ . . , .
A través del concepto de horizonte de e.1.pectaflvas la estetlca
cional artístico (identificación y reconocimiento del tipo de obje­ de la recepción trata de dar cuenta ele la integración indisoluble
to), momentos ambos que podrían quedar encuadrados en los estu­ del carácter histórico y estético ele la obra arte. Gracias a él es
dios de ic01wgrcdla. El intervalo histórico, por pequeño que sea, posible describir las distintas concreciones ele la obra el� arte a lo
exige una cuidadosa consideración ele la pátina del texto artísti­ largo de su historia. concepto ya era bastante conoc1do en los
co, ya sea éste una obra plástica, literaria o musical 13. La tercera círculos filosóficos alemanes (Husserl, Heidegger, Gadamer) y
fase, de interpretación semántica contextual ele las formas sería había siclo introducido como tal, horizonte de expectativas, en la
propia del análisis iconológico, mientras que la cuarta y última sociología de Karl Mannheim, ocupando también un papel des­
correspondería a ese nivel más alto de la comprensión histórica, tacado en la epistemología ele Karl Popper l4.
que tiene lugar en la dimensión del gm11 tiempo de la obra. ¿Cómo rentabilizar este concepto en teoría de_la restauración?
Este último estadio en ese acto complejo que es la compren­ primer lugar, la noción de horizonte nos penrnte subrayar ��e­
sión nos puede llevar a considerar la multitemporalidad ele la obra cuaclamente la historicidad radical del objeto de la restaurac1011,
ele arte. Desde la perspectiva ética (ele acción responsable) que señalando la variabilidad de la comprensión del mismo a lo largo
proporciona la interacción dialógica con el pasado, Bajtín dis­ del tiempo. Asimismo nos recuerda la función social del arte en
tinguía entre el pequeiio tiempo y el gran tiempo. Este último ven­ su impacto sobre el horizonte ele expectativas cotidiano del espec­
dría a coincidir con lo que Brancli, con una idea más idealista ele tador o lector ele la obra de arte y, por tanto, sobre su comporta­
cierta extratemporaliclad de la vicia ele la obra ele arte, llama el miento social. Por otra parte, como recuerda Montserrat Igle­
arte. Bajtín no saca a la obra del sias, «es el elemento metodológico que posibilita la comprensión
del carácter comunicativo del proceso literario, debido a su natu-

12 M. BA.ITÍN, «Hacia una metodología de las ciencias humanas», en Estética de


la creación verbal (1982), cit., p. 381. 14 H.R. Jauss sefiala las fuentes ele las que se nutre el concepto de liorízo11te de
13 Esta hermosa metáfora, de cualidades sincstésicas, es introducida por Phi­ expectativas en su conocido manifiesto, auténtico programa ele la escuela por él
lippot para apoyar la naturaleza histórica ele la comprensión art[stica [«L:oeuvre encabezada, La historia de la /iteratw·a como provocación a la ciencia !iteraría
d'art, le temps ... >> ( 1995), cit., p. 6). ( l 967). traducido al espafiol por J. Godó Costa, Península, Barcelona, 1976.
32 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 33

raleza intersubjetiva y su capacidad de descripción de la literatu­ res comunitarios traducidos en instrucciones de comportamiento
ra como interacción social» 15• para ser aplicadas en sihmciones específicas. Sólo existeJ1 y :funcio­
A la hora de acometer una intervención restauradora sobre nan en situaciones en las que se dan varias opciones de actuación.
un monumento cualquie1:a (sea bien mueble o inmueble) debere­ Sé encuentra a medio camino entre las pautas idiosincrásicas (abso­
_ lutamente objetivas) de comportamiento y las leyes (formuladas
mos ref1ex10nar sobre cual es su valor en nuestro horizonte ele ex­
pect�tivas (rastrear el proceso histórico y las valoraciones inter­ de forma absoluta y en algunos casos bastante estables). Se puede
mechas que han construido la imagen que hoy tenemos de él) y inferir la utilidad de esta herramienta conceptual para un campo
tan difícilmente determinable por leyes de absoluto cumplimien­
?uál puec(� ser el impacto que en dicho horizonte puede tener la to como es la restauración (en especial por lo que a la restaura­
mtervenc1011 en uno u otro sentido. Tanto el objeto como nosotros
pert�necemos a una tradición artística determinada, que puede ser ción arquitectónica y medioambiental se refiere). Cabe mantener,
la misma o no, hecho que determina una serie de diferencias en no obstante, un lógico escepticismo ante la posibilidad de equi­
las _ normas (leyes intersubjetivas establecidas para un espacio parar la restauración a lo que sería un proceso de traducción. A
soc10cultural concreto en un tiempo concreto) estéticas con las pesar de que ambos son dos procesos interpretativos, no creo que
que, en cada caso, el espectador se enfrenta a la obra de arte. pueda equipararse la relación restaurador-texto artístico y la que
H? intr.�ducido hace un �nome�1to un nuevo concepto en nues­ existe entre el traductor y el texto literario, son dos tipos ele inter­
tra chscus101: sobre e� ,runc10nam1ento del proceso comprensivo venciones distintas.
en que con �1ste tamb1en el acto de comprensión, el concepto de Así pues, volviendo a la idea de norma, cuando en situaciones
norma. La idea de norma, introducida ya en el campo de la Lin­ o contextos recurrentes se observa la repetición de comportamien­
güística por el gran especialista rumano Eugenio Coseriu, lo tomo tos parecidos, podemos inferir que ahí está funcionando algún tipo
prestado en este caso de la teoría descriptiva de la traducción. Esta de norma. Las normas se convierten así en el concepto clave para
noción marca un salto cualitativo en la historia de los estudios el estudio científico y la descripción de fenómenos sociales. Al
sobre la traducción, convirtiéndose además en uno de los concep­ igual que sucede en un proceso de transferencia corno es el de la
tos clav� en_ la, aproxiJ�1ación polisistémica a la cultura 16• Siguiendo traducción, en la actividad restauradora pueden (no siempre es
la descnpc1011 enunciada por G. Toury 17 , una norma es una res­ así) entrar en juego normas correspondientes a dos sistemas cultura­
tricción de algún aspecto del comportamiento. Se trata de vctlo- les distintos, si bien la importancia que puede tener la adaptación
de las no1111as de partida a las de la comunidad receptora son mucho
más evidentes en el caso de la traducción. En la restauración, la
fidelidad a ese constructo que hemos llamado «sentido original
15 fvl. lGLESIAS SANTOS, «La estética ele la recepción y el horizonte ele expecta- del texto» es más acusada.
.
tivas», en D. V!LLANUEVA (comp.), Ava11ces en Teoría de la literatura Universi- Incluso podría funcionar un concepto secundario como el de
dad ele Santiago de Compostela, 1994, p. 49. la norma inicial (elección del traductor a inclinarse hacia el sis­
16 La teoría de los polisistemas, desarrollada fundamentalmente en torno a la
• tema fuente o al de destino en ese balance de normas que tiene
figura d? llamar Even-Zohar en Tel Aviv, y de uno de sus discípulos, José Lambert
en Lovmna, describe la literatura como un sistema semiótico abierto dinámico lugar en la traducción), según el cual la adherencia a uno u otro
funciot:al Y estra(ificado, que posee un destacado papel ínstitucíonal. Los factore� tipo de normas determinará un predominio del criterio adecuación
que se rnterrelac1011an en su sistema son el producto de los textos, el consumidor, (criterio más arqueológico o filológico) o de aceptabilidad (más
el mercado, el repertorio o _código y la institución. La importancia concedida a las
relac1011es _ entre d1stln(os sistemas (literarios, artísticos o simbólicos de cualquier intervencionista) en la restauración. Las normas, en cualquier caso,
ttpo) explica la preemmecia que los estudios ele traducción tienen dentro de este ya se trate de una traducción o el� una restauración, acaban cons­
ínteresant_ísimo planteamiento teórico del funcionamiento de la cultura como sis­ tituyendo un modelo.
tema ele sistemas. Importa también señalar que las normas deben reconstruirse a
1 7 G. TOURY, ll Searc/1 ofa Theo1y o/Thms!ation, Porter Chair of Poetics and
• _ �
Sem1ot1cs, Te] Av1v, 1980. partir de los textos restaurados, ele forma descriptiva y no pres-
34 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN ... INTRODUCCIÓN 35

criptiva, lo que no quita que no se tengan en cuenta a la hora de y la relación, p. ej., de un cuadro en un tríptico en una iglesia
formular esa normas los textos y opiniones prescriptivas. que, al ser restaurado es descontextualizado y reenmarcado en un
Por otro lado, centrándonos ahora en el concepto ele hori­ museo...).
zonte �le expectativas, c �nv�ene incorporar el sentido del que aquél A la hora de restaurar una obra tendríamos también en cuen­
s � reviste en la hermen�ut1ca de Gaclainer en tanto que perspec­ ta el grado de satisfacción que la obra obtiene en el horizonte de
t:va desde 1� q�1e nos situamos en el mundo, plataforma que al expectativas del espectador (puede haber un determinado tipo de
tiempo qu� lurn�a el alem:ice ele nuestra visión nos proporciona un obras que cumplan esas expectativas mientras que otras no, por
punto de vista, falsable siempre como diría Popper, pero necesa­ no encontrarse «de moda», etc.).
_ Desde esta perspectiva trataríamos de responder también a
no, sob�·e. el objeto. Est� horizonte se caracteriza igualmente por
su mov��1da�d ( «E.l ho7·1z.onte se desplaza al pas? de quien se cómo se relaciona el restaurador con las normas implícitas en la
mueve» , ). �¡ matiz mas importante del que se reviste el concep­ obra de arte (aquellas que intersubjetivamente le valieron el sta­
to en el amb1to ele la hermenéutica es la incontrovertible -aun­ tus obra ele arte valiosa en su contexto original o en contextos
que a menudo olvidada·- realidad del condicionamiento situacio­ intermedios), y hasta qué punto su intervención está creando y
nal ele la comprensión . promoviendo nuevas normas de valor artístico, de comunicación
La comprensión, entendida en sentido hermenéutico no con­ artística. Esto nos lleva ele la mano a considerar y tener muy en
siste única ni principalmente en la reconstrucción del se1;tido ori­ mente el carácter activo y responsable de la acción interpretativa
ginario del texto (algo mucho más evidente en el caso de la litera­ en que consiste la intervención restauradora.
t�1rn.�, cl�da la naturaleza ambivalente ele su propio material ¿Cuál sería-puestos a ensayar un ejemplo-- el horizonte de
l �ngu1stico � que .e1! la� artes plásticas puede oscilar entre la mayor expectativas de un lector medio de la Capilla Real de Granada?
riqueza pluns1gmf1cat!va de una pintura y la ele un edificio, p. ej.), Cuando queremos readaptar un monumento a las necesidades
es�o. es, en el descubrimiento de la pregunta a la que dicho texto actuales no podemos olvidar que éstas se inscriben en el curso de
ongmalmente responde. Cuando la obra de arte -corno el libro­ una tradición en la que el contexto original toma parte, al igual
llega hasta nosotros, ya se ha convertido en algo muy distinto de que decisiones anteriores que han contribuido a crear la fisono­
lo que escribió el autor y leyeron sus contemporáneos. Es así como mía heredada de dicho monumento. Ello no implica conceder la
podemos hablar ele un diálogo entre contextos al referirnos a la máxima autoridad al pasado y aceptar las decisiones de nuestros
acción restauradora, un diálogo mediado por el resto de cliá!oaos predecesores en el diálogo con la obra de forma acrítica. La inter­
previos y futuros ele lo que Gadamer llama la historia efectt7al. vención siempre es legítima, pero ha de estar basada en una autén­
De este modo se relativiza también el peso del locus emÍntiatio­ tica relación dialógica, en una investigación seria y rigurosa de
nis ��tual que, a p�s �r de su c01:1promiso ineludible y de su reper­ esa historia efectual o espesor histórico que media nuestra inte­
cus1?n en la acc10n mterpretativa (restauradora), no puede con­ racción con el pasado. Las decisiones que se hayan de tomar suce­
vert1rse en absoluto . derán a una auténtica apertura comprensiva a las sucesivas lec­
turas del pasado, con pleno derecho a intervenir sobre ellas (aquí
.Heredera dü:ecta de la hermenéutica, la estética de la recepción entra el controvertido debate en torno a las lagunas o voluntad res­
se impone precisamente la tarea del análisis de esa diferenciación
de los códigos y normas implicadas en los distintos horizontes que tauradora de dejar constancia de pasos intermedios en la historia
entran en contacto (fitsión, según Gadamer) y para ello se sirve del efectual de la obra de arte).
concepto de horizonte de expectativas (cuál era la función, el valor Al analizar el horizonte de expectativas evocado por el monu­
mento (y fijémonos que se dice «evocar») tendremos en cuenta
las características del estilo Reyes Católicos, la función del edi­
18 H . G. GADAMER. Verdad v Método 1960), trad. de Ana Ague! Aparicio y Rafa- ficio con el programa iconográfico desplegado en él, religioso y
el de Aparicio, Sígueme, Sala1;1anca, 1 pp. 374-375. político, el significado de introducir rasgos estilísticos conside-
36 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 37

rados internacionales, el recién estrenado sentimiento de unidad En cualquier caso es necesario no confundir el horizonte de
nacional, etc. Igualmeüte habrá de tenerse en cuenta el horizon­ la experiencia hermenéutica (la determinación situacio_nal de nues­
te de expectativas (artístico, social) qe la contemporaneidad, cuyos tra comprensión) con el concepto manejado con Jauss (horizonte
gustos artísticos (estilísticos) han variado necesariamente, cuyo de expectativas) que estoy tratando de importar a nuestro campo
concepto del arte mismo ya no es el mismo, cuyas pautas de com­ ele interés. El horizonte de expectativas, como noción metodoló­
portamiento social respecto a la obra de arte (cuya función ya no gica que posibilita la objetivación y reconstrucción de las expecta­
es la misma) son necesariamente distintas. Las dificultades en la tivas ante las que es recibida una obra a lo largo de su historia,
reconstrucción del horizonte original varían, como ya he indica­ se determina por datos ele índole artística, histórica y social, yendo
do, de una a otra modalidad artística. Este factor habría de tener­ más allá ele la dialéctica hermenéutica de pregunta y respuesta con
se muy presente a la hora de establecer normas de restauración la que está relacionada nuestro horizonte de experiencia estética.
para una tabla flamenca, un fresco en el Vaticano, una escultura El carácter colectivo y no homogéneo ele la recepción, esto es, la
policromada barroca o la fachada de una catedral. imposibilidad de plantear un horizonte de expectativas uniforme,
Más cuestiones nos asaltan en este punto: ¿qué efecto busca el nos lleva a ampliar la noción y hablar ele horizonte de expectati­
restaurador en el horizonte ele expectativas del espectador?, ¿con­ vas social, incluyendo en nuestro radio ele interés el análisis ele
firmarlo o subvertirlo?, ¿cómo y por qué? En cada etapa histórica las expectativas, normas y funciones extraartísticas. Así llegaría­
el horizonte de expectativas estará conformado de forma tal que mos a determinar la función que cumple la restauración dentro
en la acción restauradora, al igual que en la propia creación artís­ del polisistema artístico, así como los distintos agentes o com­
tica, el valor artístico se mida en función ele la ruptura o por el ponentes del propio sistema que podríamos llamar restauración­
contrario de la satisfacción del gusto del público. Entramos aquí conservación: las obras-textos, los restauradores/conservadores,
en el papel que puede desempeñar la restauración en los procesos las instituciones financiacloras ele las acciones restauradoras, las
de canonización artística ( qué es aceptado como estéticamente políticas oficiales en conservación y-restauración ele patrimonio,
valioso, incluso como digno de ser considerado artístico). Al socai­ las cartas e institutos ele restauración, los particulares o institu­
re de estos planteamientos podríamos iniciar también una crítica ciones propietarios ele los textos objeto ele restauración, el públi­
de la normativización de lo nuevo como criterio restaurador en la co y sus horizontes de expectativas. Teniendo en cuenta este con­
intervención sobre obras del pasado ( con lo que de peligrosa junto ele factores, junto a la dinámica ele comprensión anteriormente
ahistorización y mitificación ele la dinámica mercantil lleva consi­ descrita (que implicaría, como ya sabemos, un estudio funcional
go). Esta circunstancia, desgraciadamente demasiado frecuente responsable del contexto de partida), estaremos en disposición de
en nuestros días, se produce cuando se impone el deseo de borrar aislar una serie de normas para cada caso o, mejor dicho, para
el espesor histórico en que se ha movido la obra de arte del pasa­ cada tipo ele restauración. La descripción ele aquellas constantes
do para restituirle una presencia actual 19• El resultado de esta tacha­ mayoritariamente repetidas en situaciones concretas ele acción res­
dura del tiempo es lafals(ficación. tauradora, junto al estudio de su impacto en ese medio ambiente
que hemos llamado horizonte de expectativas social ele los desti­
natarios ele la obra de arte restaurada, nos permitirá un conoci­
19 Philippot vuelve a aportar algunos ejemplos para el caso ele la restauración, miento más objetivo del fenómeno restaurador, así corno prede­
como la Stoa de Ata/o en el ágora ateniense, completamente reconstruida sobre la base cir y recomendar futuros comportamientos ante situaciones ya
ele un mínimo ele fragmentos, o la fachada medieval ele Santa María in Cosmeclin, des­ estudiadas y analizadas.
pojada ele su versión barroca y ampliamente rehecha, o, sobre tocio , la restauración El tiempo ele la restauración, en resumen, es el presente (auto­
completa del monumental conjunto del Colonial Williamsburg, cerca ele Filadelfia, la
antigua sede del gobernador inglés antes ele la proclamación ele la independencia. Esta consciencia del locus enuntiationis), pero un presente en el que
reconstrucción se lleva al extremo ele un intento ele reproducción de la vicia original se reconoce a la obra como pasado (extraposición y apertura a la
del tiempo en tocia la ciudad [«L:oeuvre cl'arl , le lemps ...» (1995), cit., p. 7]. alteridad ele la obra). La auténtica restauración debe dar respuesta
38 HISTORIA YTEORfA DE LA CONSERVACIÓN... lNTRODUCCIÓN 39

a esta complejidad de la comprensión histórica en juego en el terna»21 • A través de ellos, y dentro del espíritu contrarreformis­
acto restaurador. Esta restauración auténtica, corno también opi­ ta de la época, se exalta el culto eminentemente postridentino a la
nan Brancli y Philippot, no se puede permitir ni considerar el tiem­ Eucaristía, a los mártires, a las reliquias y a los santos, especial­
po como reversible ni abolir la historia. Debe respetar las trazas niente de la Compañía de Jesús.
ele la vida histórica de la obra (pátina: y modificaciones signi­ El retablo mayor (fig. 1), verdadera «máquina-espectáculo»,
ficativas de la obra de arte) al tiempo que reconocer su propia fue realizado en 1654 y ofrece ya esa grandiosa monumentaliclad,
historicidad como práctica incluida en la traditio operis. A la hora propia de esta segunda mitad del siglo, que se expresa a través
de intentar restablecer la unidad potencial de la obra, se deberá ele los elementos arquitectónicos y decorativos y donde el espa­
operar de forma que pueda identificarse la integración ele las lagu­ cio cóncavo o convexo -según la posición- del gran manifes­
nas, en principio destinada a devolver al original su máximo de tador adquiere un relevante protagonismo. Está dotado, además,
presencia, ele modo que el resultado pueda indentificarse como de un complejo e ingenioso mecanismo interior, que hacía girar
lo que es: «une interprétation critique actuelle, et non une pré­ -y aún hoy es practicable- las distintas partes de su estructura
tension a reprendre la démarche créatrice et a abolir le tcmps en función de las exigencias del culto.
écoulé» 2º . El primer cuerpo está centrado, como ya he anticipado, por un
suntuoso templete que, cerrado, presenta su parte convexa ador­
nada con las figuras de los cuatro evangelistas, obras del escultor
la restauración conw «disputa»: comentario granadino Pedro e le Mena y una Virgen y un San Pablo e le dife­
sobre un caso granadino rente autoría, colocadas en nichos enmarcados por columnas parea­
das ele mármol negro que contrastan con el dorado del fondo.
En la práctica restauradora son numerosos los casos en los que Mediante el mecanismo aludido es posible hacerlo girar, ofrecien­
el verdadero diálogo con la obra ele arte es sustituido por una autén­ do entonces la parte cóncava, destinada a la exposición ele la Euca­
tica «disputa». Quiero hacer aquí referencia a un caso granadino: ristía. La iconografía del retablo se completa con una serie ele lien­
la intervención ele un importantísimo conjunto del barroco del zos, pintados por Pedro Atanasia Bocanegra en su época ele
xvu, el retablo mayor ele la actual parroquia de los santos Justo y madurez artística ( 1665), que representan diferentes episodios de
Pastor (antigua iglesia jesuítica de San Pablo), cuya construcción la vida de San Pablo, a quien se dedicó el templo.
se inicia en 157 5, prolongándose hasta 173 9, fecha en la que se En el segundo piso, ocupando la parte central (también gira­
realiza la portada principal. toria mediante un ingenioso juego ele pedales) y sobre el taber­
Este conjunto arquitectónico, sin duela uno de los más impor­ náculo, se sitúa una gran escultura del Crucificado, de bello mode­
tantes de la Compañía ele Jesús, encierra en su interior unos valio­ lado y de tamaño superior al natural, que oculta un gran lienzo de
sos y significativos retablos -cuatro en el crucero y el ele la capi­ Bocanegra representando la Conversión de Sa11 Pablo, asimismo
lla mayor- realizados por el hermano Francisco Díaz ele Ribero, ele gran monumentaliclad y de líneas movidas y expresivas. El resto
quien, como ha señalado el profesor Sánchez-Mesa Martín, que de las pinturas -cuatro en total- ocupaba hasta hace poco las
los ha estudiado en profundidad, logró «en todo el conjunto una calles laterales. A la izquierda, según la posición del espectador
interesante homogeneidad de proporciones, estilo, colores y y en el primer cuerpo, San Pablo predicando el nombre de Jesús
ambiente, bajo la iluminación de la cúpula sobre tambor y con lin-

21 D. SANCHEZ-MESA MARTÍN, «El retablo barroco como máquina y espectácu­


20 P. P111LIPPOT, «L:oeuvre d'arL le ternps...>> (1995), cit., p. 8: «una interpreta­ lo: Díaz de Ribero y la iglesia de los jesuitas de Granada», en Actas de X Con­
ción crítica actual y no una pretensión de recuperar el punto de partida creador y greso del CEHA: Los clasicísmus e11 el al'/e espaiiol, UNED, Madrid, 1994,
abolir el tiempo transcurrido». pp. 273-282.
42 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACJÓN... INTRODUCCIÓN 43
tica manipulación, que ha dado lugar a la mutilación de tan impor­ la restauración crítica26 y con colaboraciones interdi�cipl_ina�·es
tante «t exto �u!tural», p e rfectam ent e documentado y conocido de un alto grado ele r e finami ento y posib�liclade s de _tipo t e cmco
por los e spec1ahstas. Los responsables de la inte rvención -comi­ que p e rmit en actuar con bastante segundad y obten e r buenos
t e nt e s y restaurador o r estauradore s- no han sabido establecer resultados.
un auténtico diálogo con la obra ele arte, no han t enido en cu en­ La restauración como método d e inv estigación artística pre ­
ta el horizonte de expectativas de partida, y sí han dado prue ­ se nta dos momentos claram ente diferenciados. Uno, prev!o � la_
bas el e la pobreza del horizont e d e e xpectativas d e los actuale s int er vención propiament e clicha27 ; otro, a posteri�ri, que s1gmf1-
re �e ptore s, c ercenando todo un discurso figurativo, t e stimonio ca la recopilación y ordenación ele los datos ?bt emdos en el curso
e vide nte d e un mom e nto concreto d e la historia del p e nsami e n­
el e la obra y la elaboración de unas conclus10ne s, como en tocio
to de la Iglesia, y t estimonio artístico exponente d el gusto d e la trabajo de inv estigación.
conmovedora estética barroca de la Granada ele la s egunda mitad . . .
· D e be ría se r una conditio sine qua non, pre via a cualqm er mt e r­
del siglo XVI!. vención sobre todo tipo ele obra ele art e, ese trabajo d e investiga­
ción encaminado a r e cabar de y en torno a dicha obra el mayor
número ele elatos posibl es, comenzando por e l simple análisis
2. LA RESTAURACIÓN COMO MÉTODO DE INVESTIGACIÓN
visual, para apreciar su aspecto, su situación física aparente, sus
ARTÍSTICA
valores formal es, su calidad técnica, etc.
Hecho est e prim e r r e conocimiento, el paso siguient e s e
Hoy día estamos absolutamente autorizados a r e alizar la encaminaría a la inv estigación d e l estado mat e rial d e la obra, a
siguient e afirmación: la restauración como disciplina científica través ele una serie d e operaciones de muy diverso tipo -tomas
constituye un pre cioso instrumento el e investigación d e la obra d e muestras, análisis de mate riales, espectografías, etc:-· Y junto
de �r te : La reconstrucción de la Historia d e la Restauración, pues, a ello la investigación histórica: docum entos. d� _archivo, fu ent es
�ana sm duda r esp�1esta a múltiple s interrogantes, proporciona­ te xtuales, iconográficas, etc. Se trata, e n cl e fnut1va, d e un traba-
na nuevos datos y sm duda nos sacaría d e muchos errores. Cuan­ jo de tipo multiclisciplínar.
do Marijnissen escribía su importante obra e n 19672 5, s e lam en­ . . ..
Una vez reunido todo est e matenal, cuya cantidad y calidad
taba d e las dificultad es que suponía e sta tarea reconstructora e
ª.
�nvita_ba los historiadore s d el art e a empre nd e r e st e tipo d e
oscilará, sin eluda, se gún la mayor o menor importancia de los
casos --podrá ser abundant e, escaso o iI:cluso inexiste1:t�-, podre­
mvestlgac1ones. Afortunadam ent e s e ha recorrido un largo cami­ mos contar, antes de com enzar el trabaJo ele restaurac10n, con una_
no d esd e entonces y el panorama d e la Historia d e la R e staura­ valiosísima información que nos ayudará a adoptar aquellos cn­
ción s e ha visto acre centado con aportaciones fundame ntales en terios y aquella m etodología de int e r ve nción que s ean l?s. más
este sentido. Pero tanto la invitación d e M.arijnisse n, como la que
apropiados. Con est e mate rial obt eúido s e e stará en cond1c10ne s
hacía Mori�z Stübel en la década ele los años treinta, y las de tan­
tos otros, siguen e stando vigent es y abligánclonos (e spe cialmen­
t e en el caso español) a profundizar en el conocimiento de esta
actividad (y �u in?id encia sobre las obras d e arte ) que d esde hace 26 La teoría de la restauración crítica, a lo que me referiré más adelante, se ha
_
dosc1 e ntos visto perfeccionada y consolidada con la �portaciónfunc(mnenta� ( l �6�} �� Cesa­
_ anos ti en e plen �t categoría cie ntífica y que s e ha visto re BRAND! con su Teoría del restauro, Turm, l 963. Ed1c1on espanola. 1eo11a de, la
perfecc10nada en la actualidad al pode r contar con una t e oría de reslaumción, Alianza, Madrid, 1988. .
27 G. MIARELLI MARIANI, «Qualche pcnsiero efimero sul restauro del monu­
menti architettonici», S!oria Archítettura, l-2 ( 1988), pp. 15-22; «Conoc11111cnto );.
25 R. -H. MARI.INISSEN, Dégmdatio11, conservation et resta11mtío11 de/ 'oeuvre restauracióm>, Cuademos de la Allw111bra, 26 ( l 990), pp. I ?-23, traduc!do por M.
_
el 'art, 2 vols., Arcade, Bruselas, l 967. J. Mart[nez Justicia; U. BALDINI, Teoría del restauro e 11111fa 111etodolog1ca, 2 vols.,
Nardini, Florencia, 1981.
INTRODUCCIÓN 45

son numerosos. Por ser algo muy recientemente y vinculado a mi


propia experiencia personal, quiero referirme a la restauración
que se está llevando en el curso de este año 1999 en el retablo prin­
cipal en madera policromada de la Capilla Real de Granada (obra
de Felipe Bigarny, 1519). A pesar de que se trata de una obra
exhaustivamente estudiada por importantes especialistas, nadie
había detectado determinadas particularidades técnicas en la
ejecución de la policromía de algunas ele sus figuras. Los recien­
tes trabajos han sacado a la luz un interesante procedimiento uti­
lizado para imitar con mayor eficacia el bordado en relieve de las
ricas telas que constituyen la indumentaria (fig, 4). Se trata de la
aplicación de placas finas de estaño, previamente trabajadas sobre
plantillas de madera, que, una vez rellenas de cera, se superponen
a la superficie pintada para crear dichos efectos de brocado en
relieve con mayor verismo,
Quizás uno de los casos más espectaculares lo constituya la
restauración de las pinturas ele Miguel Ángel en la Sixtina. Ha
sido ésta una decisión valiente, asumida por el Laboratorio de Pin­
turas del Museo del Vaticano y el Laboratorio de Investigación
Científica, bajo la dirección de Carlo Pietrangeli y que ha conta­
do con un extraordinario equipo al frente del cual estuvieron Fabriz­
zio Mancinelli y Giancarlo Colalucci, restaurador jefe, así como
con un importante apoyo económico de la Televisión Japonesa,
que ha financiado los trabajos.
28 Aun que referido exclusivamen
Las pinturas presentaban un ennegrecimiento general debido
resulta muy interesante la lectura del te al campo e. 1e. · 1a i.estauracwn ., .
arqrntectónica, a la acumulación ele partículas en suspensión, humos, etc., como
tnb a. , 1e Ren
trn restauro critico e conservazione .
ato BoNELLJ ((�estauro anni '80: consecuencia del intenso culto30 y de las restauraciones preceden­
de!! >trchitet�wri, n ueva seri e, fase. tnt;?i c Quadenu del! útítuto dí Storia
tes que supusieron la aplicación de barnices, dados con la inten­
1-1O(19�;� , ), ((Saggi mon ore ch_ Gugliel­
. 1987
1110 de Angelis D'Ossat)), pp, 5 ¡ 1_5
twn es relacionadas con
l 6 Aq u'i se analizan, entre otras muc
. has cues­ ción ele refrescar los colores y permitir así una mejor lectura, pero
las teorías p.1 domm ?ntes hoy en la restauración de arqui que pronto se oscurecieron31. Como es bien conocido la restau-
tectu
. rn, Jas caus as que mof 1va11
' e' sa' d�icot omrn' e. ntre teo.1·'rn Y pr?x -
e:111.'1'de en externas e internas, Las prim ' 1· s y que el auto r
ex1�t�nte en la actualidad entre eras s an consect:e!1c1� ,de la s e parac
edad ' cu�ll ión
pohhcas hacen de la cultura' co111soci 0 1· .
tt 1 ra, de la utiliza · cmn
. que las clases
,
econo1111•co se sirve ele ella con int 1c .
11s t I umen
) t o e ¡e conse
. 1iso, nuentras que el mundo 30 A
propósito del culto, Goethe observará en 1787: «El 2 de febrero fuimos a
mino la verdadera exigei;ch que f� �one� especulativas, relegando a un último tér- la Capilla Sixtína para presenciar la ceremonia d e la bendición de los cirios( ... ]
cle orden interno, son la co�secue:1c�/�ec �,�rte con'.porta como tal. Las s e gundas, pensé[ ... ] son precisamente estos cirios los que durante tres siglos han em1egreci­
com l ' · mc?pac1clacl de los rest auradore
· • prender las
•c10. . . raí
. ces conce¡Jtttal
' es y 1as mo 1 1vac1ones esté s para
• tico-cu•'t'icas de 1a restaura- do los espléndidos frescos; éste es el incienso que no sólo ha cubierto ele humo el
n;· en
· , e1efm1t1va' una ause • iici·'a de .1,0rmac1.011 , . sol del arte , sino que continúa ensuciándolo año tras año y te rminará por hundirlo

do Justonco y ele sensibilich'd ' ·1 h1s
" tóri co. -c1••t·
1 tca, una fülta ele scn ti-
haci ' 1os va1mes . hgu en la oscuridad.» Cit. por Cario PIETRANGELI en el prólogo de La Capilla Sixtina,
29
Remi• to aqm, al caso. ya analizado· rat,vos•
. ., Plaza y Janés, Barcelona, 1986, p. 6.
del retablo ele la iglesh' de· los Sa' n t·os 1 , e ¡.e la e1escont.extuahzac,on ele los cuadros 31 Las numerosas restauraciones en las pinturas de la Sixtina están documenta­
. usto y Pastor.
das desde el propio siglo XVI, pero las que debieron de influir ele manera decisiva
msTóRIA YTEORÍA DE LA CONSERVACIÓN... INTRODUCCIÓN 47

ració11 se ha llevado a cabo en tres fases· y 11a supuesto catorce


años de intenso trabaj o32_
rentes34 . Pero sólo eran intuiciones , que se vieron corroboradas
Aparte de la investigación previa u 11a . gracias a una casualidad: un fotógrafo japonés, Takashi Okamu­
va, el proceso de restauración ha � � �.d si'd.º ngu�·o_sa y exhausti- ra, realizó unas fotografías antes de la restauración; que fuer on
cle problemas tales com o el del � 0 �/:ieº P� 1 a clap f1car una seri_e 1',ubl ícaclas en 1980 en una edición muy limitada por Kodansha
do desde hacía siglos como deim s _.a Mi<? t��l Angel, oscurec1- P ublishers con textos de André Chastel. El ojo ele la cámara, más
cés J.-J. de la Lande (Tiivage en, ;; y )la opnuon, del_ \icyero fran­ penetrante que el humano, a sí como una iluminación adecuada,
na: «El cielo ras< o [ ... ] es
ze , cuando el ª
. ono su c olor t'ienv1s1to la. Sixti-
reveló bajo el deteriorado y sucio barniz superficial la existencia
.· . m onot ele .1ac
I 1a unos real ele unos c olores próximos a l os utilizados p or l os artistas
apagados y rojos; sin embarg O ' e._ Sle efec
' to
el dibujo[ ...].» _ queda compensado por manieristas influidos por Miguel Ángel: Rosso, P ontormo, Bec­
Y, en efecto, l os historiadores del . . . cafumi.
pre, al explicar la pintura ele M'gue Á·te, 1\emos ms1 stido siem­ La restauración llevada a cabo, aparte de recuperar la cualidad
males, en su concepto el; la 1 � 1 nge , en s us valores far- cromática original de las pinturas, ha permitido estudiar bien la
de su dibuj o . Algun os han id����fu � ¡ volumen, e�1 la ?eguridad técnica de buen fresco florentino utilizada por Miguel Ángel; ha
Charles de Tolnay, que, a )arte de Irnb s o un poco mas leJ os, como resuelto el problema del andamio, anclado en la base ele los lune­
«�ma armonía de tonos it;usuales !c1. �. de c olores qu� ofrecen tos, d onde queda una franja sin pintar -que más tarde será rein­
�1fusa» 33 , interpreta desde un ptmt; g:Ir �lo_s,_ una e?p?c1e de luz tegrada por los Mazzuoli-, de manera que no tocaría el suelo, y
helad sombría de l os lunetas ---es) - � �1stc11conol?g1co la tona­ permitiría que no se interrumpiera el culto; ha permitido esta­
ello s, al estar dedicados a l os anlt ?Pa cera mente suc1 ?s- - porque blecer el número ele j ornadas empleadas; dónde pinta él directa­
_ _ mente, alfa prima, sin cartones, estarcidos o incisiones directas ,
pudieron beneficiarse de I; rede 1 c10 . sados de Cn s to, que n o
sombra y muerte que con;rast �a c ; n, <rep resentan la es fera ele o dónde se hace ayudar de discípulos y de est os medios ele trans­
o 1 � es �era ele l uz y eterní­
� posición de los diseños previos al intonaco-; dónde utiliza reto­
ciad que hab ía arriba». De;1)U:s de lc1 lunpieza ques al temple (en la bóveda) o al óleo (en la parte baja del Jui­
t1ene sentido. esta lectura no
. . cio Final para con seguir determinados efectos de tipo metálico ) ;
. Cierto que algunos ele los mejores" e�stuc.r1?sos ele _M ,
iguel Angel en qué momento prescinde de l os ayudantes y eso le obliga a sim­
mtuyeron que los colores origina] e es elel ai tlsta debieron
s er dife- plificar las composiciones reduciendo el número de personajes
y agilizando la técnica, etc. Podíamos seguir la enumeración, pero
creo que es suficiente.
fueron las llevadas a cabo en l 6?5 Los lunetos han sorprendido por sus colores luminosos, donde
1 o e1e l xvrr.
Cr.t· , · «ltrn · ¡JJO
~ >01· el f· loien .
·, f·igLit"l' ¡,or·l'1i·,.•ura con t·ll10 L' 'lªt., qu1e· 11, se· gun
. rmo y qmto
' reza
- un man
- .. el polv us- Miguel Ángel casi abandona por completo el tradicional mode­
s e¡eº
lado c on claroscuro ; m odela a base de col or, articulando la ima­
tiaca
1 s de pan barato [ ] ·fi1·ot·a' 11clo '7,1 uei tra
' ¡ m o con reba-
. ·te • '
· y a ve
· )1 '1 ' · t . .' ' c· c- s, cuam¡o la suciedad se resistía
se mo_¡aba un poco el ''J· an ' s1 t ec ipern ban su bellez·i pte
. . ' ..\•Id, srn
· - sufr-ir datio gen a base ele planos de luz, lo que produce una acentuación del
volumen y un efecto plástico poder osísimo. Utiliza yuxtaposi­
no». N ' o_ d.ice nada de barnice's/1·Jega1 ' 11e11tO algu-'
1emost · .•--J¡ CIO • Slll. ducla se utr·¡i· zaron, como ha
e rnelo la ó - � _ _
ciones cromáticas muy contrastadas, incluso violentas y de gran
restauraci n Jor l 8 te tst O
mo, deb ió de afectar a los fresc�s la rc:i� � _l; mm v igente en los oficios. Asimis­
nes los limpiaron con vino grie•g�o'y d ll, lcton]de.los Mazzuoli (l 710-1714) c¡uie-
s ·i n eluda ap 1caron tamb"' ten ¡Jat11 . 1ce modernidad: verde/violeta; violeta/verde/amarillo ; rojo/amarillo;
32 •¡980-l los lune•tos · 1984 - s. '
- -198 · 8 l ª b'oveda Y 1988-l 994 • e ¡ •;ll/C/
¡
L os 1·estllt·d( os Ce ¡ ¡as chstm· tas fo se s l- ee'
'
·
" c , on
· ·0 F111a
• l.
como los estudi_os históric - ; , _d_ �' la � �brns de restauración, a í
o artísticos 1 f : {fJ�
�e con_¡unto ltuo�ame nte editada: AAVn I ub h?c1dos _ en una extraord1t1aria obra
s

V.' ll1 Capilla Sutma redescubtel'fa 34 C. H. WlLSON, Lije anc/ /York of'Miche/a11gelo, Londres, 1876; BIAGETTI,
Enc;;entro, Madnd, J 990-1995_ , Eds.
··Ch.de TOLNAY, Mi<r «La volta della Capella Sisti na», Remlico11te della Po11ti/h:iaAccade111ia di Archeo­
º ue/ Aiwe '" / c.icu
, .. ¡IOI; pmtory arquitecto, Alia logía; J. J.WILDE, «The Sixtínc Ceilíng», en Micl1elc111gelo, Six lectw·es Johc111-
1985, p. 34. nza, Madrid,
11es Wi!de.
48 HISTORIA Y TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN. . .

para
vioe l ta/am ar illo; negro/rojo. E l color más oscuro s e utiliza
las s b
m ra s
y el más claro para las luces y el tono medio se obtie­
o
ne supe r po n ie ndo a mbos, creando así «sombras relucientes».
En cu anto a la técnica de aplicación utilizó una técn ica muy
sue ta ,
l n on fi n it a, como consecuencia de la rapidez de ejecución
d lio trabaj o que realizaba en una sola jornada (los lune­
y el a m p
mp lo , están hechos en tres jornadas; algunos en dos)
.
tos, por eje
Ac túa como s estuv iera a justando el foco de una cámara: el pr i­
i
me r término «te rminado » el segundo produce ya un efecto de
, ;
i n ás le jano s apenas son un «esbozo». Apli­
sf ana o, los térmi os m
t

l l r m u diluid lo qu e provoca un efecto semejante al de


c ae c o o y
o
r pin t es a seco.
la acuarel a. No hay e
Se ún Man cin elli , pos iblemente sean los luneto s -a los que
g
se r efie e n esta s obser vaciones- las zonas en l as que se ha obte­
r
id l e s ltados má s es pectacul ares, quizá s por ser las m ás
n o sr u
o l
suc ia sc o m o
con s e cuencia de su ubicación en la parte ata del muro
mantenimiento menos continuado que el de la bóve d a o
y de un
l J u i io Fi a
e c n l.
También han sido numeroso s y enriquecedores los datos obt e ­
n dos ele la rest auraci ó n de la bóved a y del Juicio; prueba de ello
i

s n las ma níficas y do cu mentada s publica ciones que se han


o g
ido su c diendo y que s i n duda han enriquecido la ya amplia bibli o ­
e
ra ía s ob e el enia l artista florentino.
f r g
g e uest o como ejemplo un caso modélico; el poder trabajar
H p
a sí e s basta te p oc o frecuente: la calidad de la obra , e l prestigio
n
de l lu gar y del artista, la ri gurosa investigación previ a, la atención
ís
e nóm ica o blig aban a llevar a cabo un trabajo de estas caracter ­
o
ticc a s . Po rdes rac a no siempre se disp on e de todos estos medios,
g i
n
p e ro s ie m pr e hay qu e obra r con r ig uro sidad si se quiere hacer u
trabaj o ue resp ond a a una activi dad científica, como sin duda es
q
a de r stau ra obras de arte.
l e r

También podría gustarte