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Neumatología

I. INTRODUCCIÓN

II. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO

III. LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO

IV. EL ESPÍRITU SANTO EN LA INSPIRACIÓN

V. EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

VI. EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

VII. EL ESPÍRITU SANTO EN RELACIÓN A CRISTO

VIII. EL ESPÍRITU SANTO EN RELACIÓN AL CREYENTE

A. LA REGENERACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

B. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO

C. LA MORADA DEL ESPÍRITU SANTO

D. EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO

E. LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

F. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

G. LA SANTIFICACIÓN

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Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

Definiciones

El Bautismo del Espíritu - el bautismo del Espíritu Santo es la obra por la cual el creyente es
colocado en una unión con los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, lo
cual ocurre en el momento de su salvación (1 Co. 12.13).

Dones del Espíritu Santo - un don es la capacidad dada al cristiano por el Espíritu Santo en el
momento de creer en Cristo, a fin de capacitarle para el servicio en Su
obra (Ro. 12.3,6).

La Llenura - la llenura es la sumisión del creyente al control del Espíritu Santo en su


vida diaria (Ef. 5.18).

La Iluminación - en la obra de iluminación, el Espíritu Santo, quien es el Autor de las


Escrituras, es también El que interpreta las Escrituras y da entendimiento
a los creyentes para comprender correctamente las Escrituras
(1 Co. 2.11-14).

La Morada - la morada del Espíritu Santo es el hecho de que Él ha tomado residencia


permanente dentro de cada creyente en el período de la iglesia
(1 Co. 6.19).

La Regeneración - la regeneración es el proceso por medio del cual el Espíritu Santo imparte
vida eterna al pecador que cree en Cristo dándole una nueva naturaleza
(2 Co. 5.17) por medio de un segundo nacimiento (Jn. 3.3; 1 Jn. 5.1).

La Santificación - la santificación es la actividad del Espíritu Santo de apartar a cada


creyente para Si mismo.

El Sello - el Espíritu Santo es el sello que Dios el Padre da a cada creyente


(Ef. 1.13; 4.30). Este sello del Espíritu Santo le identifica como alguien
que pertenece a Dios. También el sello enfatiza la seguridad del creyente.

Versículos

Salmo 139:1-10 Isaías 61;1 Mateo 12:28-32 Juan 3:1-8


Juan 7:37-39 Juan 14:16-17 Juan 15:26 - 16:15 Hechos 5:3,4
Romanos 1:4; 8:2-11 Romanos 12:6-8 1 Corintios 2:11-14 1 Corintios 6:19
1 Corintios 12:7-13 Gálatas 5:22-23 Efesios 1:13; 4:30 Tito 3:5

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I. INTRODUCCIÓN

La Neumatología es la doctrina que trata lo que la Biblia enseña sobre la Persona y obra
del Espíritu Santo, el Santo Consolador. Un estudio del Espíritu Santo es sumamente importante.
Existe una abundancia de enseñanzas sobre el tema, pero lamentablemente la mayoría de estas son
falsas con respeto a la tercera Persona de la Trinidad. Por esto y las siguientes razones, el creyente
debe entender al Espíritu y Su ministerio.
Primero, el Espíritu es el que afecta al creyente en lo profundo de su persona. Es el
ministerio del Espíritu Santo aplicar a la vida del creyente todos los beneficios del sacrificio de
Cristo en la cruz.
Segundo, es importante escudriñar las Escrituras en cuanto a esta doctrina porque vivimos
en la época donde la obra del Espíritu es más prominente sobre las otras personas de la Trinidad.
Tercero, con tanto énfasis hoy en la experiencia, es bueno saber lo que es la experiencia
bíblica en una vida llena del Espíritu Santo.

Actualmente se demanda un regreso a la Palabra de Dios para entender la Persona y las obras del
Espíritu Santo. Los hijos de Dios necesitan preocuparse de vivir vidas espirituales, sabiendo que
la espiritualidad es la semejanza a Cristo, y la semejanza a Cristo es el fruto del Espíritu (Gá. 5.22-
23) y no la búsqueda del poder. El poder espiritual no es una manifestación de los milagros o lo
espectacular, sino la poderosa exhibición consecuente de las características de Cristo en nuestro
diario vivir. Por lo tanto es de vital importancia conocer y saber quién es el Espíritu Santo y qué
está haciendo El a la luz de las sagradas Escrituras.

II. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO

A. Introducción

Las Escrituras enseñan claramente que el Espíritu Santo es una persona. Declaran que
tiene todas las características de una persona. El posee intelecto, sentimientos y voluntad.
Hay bastante evidencia de fuerza e influencia relacionada con el Espíritu porque El es una
persona omnipotente que hace lo que El quiere. A continuación, se puede ver que las
Escrituras afirman Su personalidad en muchas maneras.

B. Sus Atributos afirman Su Personalidad. Los siguientes pasajes muestran que el Espíritu es
una Persona verdadera que tiene intelecto, emoción, y voluntad.

1. Posee Intelecto. (Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar,


tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad) 1 Corintios 2:10
dice que “Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. El Espíritu “escudriña” y “sabe”,
palabras que muestran su intelecto.

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2. Posee Emociones. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis


sellados para el día de la redención” (Ef. 4.30). Una influencia no puede ser
contristada. Esta reacción es característica de una persona. Una fuerza tampoco
puede amar a otros (Ro. 15.30).

3. Posee Voluntad. “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue


prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a
Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió” (Hch. 16.6). El
Espíritu Santo dejó clara Su voluntad, prohibiendo al Apóstol Pablo predicar más la
palabra en Asia y dirigiéndolo a lo que es Europa. El toma decisiones que
claramente indica su voluntad (1 Co. 12.11).

C. Sus Obras afirman Su Personalidad.

Lo que el Espíritu Santo hace también afirma que Él es Persona. Sus obras son iguales en
poder a las obras del Padre y del Hijo. Él es perfectamente capaz en convencer a los
incrédulos de sus pecados (Jn. 16.8). Él obra poderosamente en las vidas de los creyentes.
Él enseña (Jn. 14.26), testifica (Jn. 15.26) y guía (Jn. 16.13; Hch. 8.29). También, El está
regenerando (Tit. 3.5), intercediendo por los creyentes (Ro. 8.28) y mandando (Hch. 13.2-
4). Una fuerza o influencia no puede hacer las obras que el Espíritu Santo hace.

Como Persona, el Espíritu es alguien que disfruta de las relaciones interpersonales. Como hemos
visto, Él está constantemente involucrado en la vida del creyente. El es el Consolador, Guía y
Maestro.

III. LA DEIDAD DEL ESPIRITU SANTO

A. Títulos Divinos del Espíritu Santo

Las páginas de las Escrituras declaran que el Espíritu Santo es Dios, considera lo que dice
en:

1. Isaías 61:1, el Espíritu Santo es llamado el Espíritu de Jehová el Señor.


2. Hechos 5:3-4, el Espíritu Santo es sinónimo del nombre “Dios”.
3. 2 Corintios 3:17, el Señor es llamado “el Espíritu”.

El título “Espíritu de Dios” significa que Él es la persona de Dios. 1 Corintios 2:11


muestra que como un hombre y su espíritu es el mismo ser, también Dios y Su Espíritu son
iguales. El Espíritu Santo no es el Padre pero sí es Dios. En el siguiente pasaje podemos
ver que el “Espíritu” y el “Espíritu de Dios” y el “Espíritu de Cristo” son términos
sinónimos.
“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el
cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los
muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros” (Ro. 8.9-11).
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Sin lugar a dudas involucra el misterio de la Trinidad. Al creer en la Trinidad uno declara
que el Espíritu Santo es Dios, igual en esencia con el Padre y el Hijo. Sus títulos lo
muestran íntimamente relacionado no solamente con el Padre (Gn. 1.2; 1 Ti. 3.16;
1 Co. 6.11; Mt. 10.20) sino también con el Hijo (Gá. 4.6; Fil. 1.19; 1 P. 1.11).

B. Atributos Divinos del Espíritu Santo

Los mismos atributos divinos que caracterizan al Padre y al Hijo también son parte de la
esencia del Espíritu Santo. Nota los siguientes atributos: vida (Ro. 8.2), Él es omnisciente
(1 Co. 2.10–12), omnipotente (Job 33.4) y omnipresente (Sal. 139.7–10; Jn. 14.17). El es
eterno (He. 9.14), santo (Mt. 12.32), amor (Gá. 5.22) y verdad (Jn. 14.17).

Los Atributos del Dios Trino


Atributo El Padre El Hijo El Espíritu Santo
Vida Josué 3:10 Juan 1:4 Romanos 8:2
Omnisciente Salmo 139:1–6 Juan 4:17–18 1 Corintios 2:10–12
Omnipotente Génesis 1:1 Juan 1:3 Job 33:4
Omnipresente Jeremías 23:23–24 Mateo 28:20 Salmo 139:7–10
Eterno Salmo 90:2 Juan 1:1 Hebreos 9:14
Santo Levítico 11:44 Hechos 3:14 Mateo 12:32
Amor 1 Juan 4:8 Romanos 8:37–39 Gálatas 5:22
Verdad Juan 3:33 Juan 14:6 Juan 14:17
C. Obras Divinas del Espíritu Santo

La Creación. El Espíritu Santo obró activamente con las otras personas de la Trinidad en
la creación de los cielos y la tierra (Gn. 1.2; Job 26.13; 33.4; Is. 40.12). Esto está
también implícito en el nombre Elohim y el pronombre personal “nosotros” que se
encuentra en el sexto día de la creación cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen” (Gn. 1.26).
El Engendrar a Cristo. En cumplimiento con las profecías del Antiguo Testamento
(Is. 7.14), el Espíritu Santo vino sobre una joven virgen llamada María y engendró
el cuerpo humano de Jesucristo (Mt. 1.20; Lc. 1.35). Cristo en Su deidad es eterno,
pero en todo lo que es la encarnación, el Espíritu Santo creó y preparó un cuerpo
humano para Jesús (He. 10.5).

La Inspiración. Dios, el Espíritu Santo, obró en las vidas de ciertos creyentes de tal
manera que escribieron en las Escrituras exactamente lo que Dios quiso. Él no
suspendió sus personalidades sino usó sus experiencias, sus vocabularios, y sus
preocupaciones (2 Ti. 3.16; 2 P. 1.20-21).

La Regeneración. La regeneración significa “impartir vida” y es la obra divina del Espíritu


Santo por medio de la cual Él “da vida espiritual” al pecador en el momento de su
salvación (Tit. 3.5). Jesucristo habló con Nicodemo de la necesidad y naturaleza de
esta obra divina del Espíritu Santo (Jn. 3.1-8). El instrumento que el Espíritu
utiliza en esta obra es la Palabra de Dios (1 P. 1.23).

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La Iluminación. 1 Corintios 2 dice que como solamente el espíritu del hombre sabe las
cosas del hombre, también solamente el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios.
En la obra de iluminación, el Espíritu Santo, quien es el Autor de las Escrituras es
también quien las interpreta. Él da entendimiento a los hombres para comprender
correctamente la Palabra de Dios (1 Co. 2.11-14).

La Santificación. La santificación es una obra extensiva del Espíritu Santo. Involucra el


acto inicial de apartar al nuevo creyente para Dios y de separarlo en cuanto a su
posición ante Dios y también progresivamente del pecado. La meta en la vida
diaria del creyente es llegar a ser más y más en la práctica lo que es en su posición
en Cristo. Este proceso terminará cuando el creyente sea glorificado (Ro. 8.30;
Fil. 3.20; 2 Ts. 2.13).

IV. EL ESPÍRITU SANTO EN LA INSPIRACIÓN

Introducción

Una de las obras del Espíritu Santo tiene que ver con la comunicación de Dios al hombre. Él es el
Autor de las Escrituras. 2 Timoteo 3:16 dice que “toda la Escritura es inspirada por Dios”. El
mensaje de los profetas del Antiguo Testamento no se originó en sí mismos. Sin lugar a dudas, Él
utilizó a diferentes hombres para comunicar y escribir lo que Él quiso. Ellos fueron canales por
medio de los cuales, Dios comunicó Su mensaje. Sin embargo, en este proceso, Él no pasó por
alto las distintas personalidades de los hombres, ni sus experiencias, sus vocabularios ni
preocupaciones.

A. Inspiración del Antiguo Testamento

El Espíritu Santo dirigió a los profetas de tal manera que ellos comunicaron precisamente
el mensaje de Dios (Jer. 1.2,4,9,11,17). 2 Pedro 1:21 dice que “nunca la profecía fue
traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo”. Él les guió hasta la selección de las palabras. David
proclamó varias veces lo mismo: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra
ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel…” (2 S.
23.2-3). Ezequiel reconoció el control del Espíritu Santo en su vida y en sus profecías y
visiones (Ez. 2.2; 3.24; 8.3; 11.24). Miqueas también mencionó que su ministerio como
profeta fue por medio del Espíritu de Dios (Mi. 3.8). Los autores del Antiguo Testamento
en muchos casos supieron que el Espíritu Santo estuvo dirigiéndoles en todo lo que
escribieron.

Vemos la misma declaración en las páginas del Nuevo Testamento. Jesucristo enseñó que
los escritores del Antiguo Testamento fueron guiados por el Espíritu de Dios (Mr. 12.36).
En su primer mensaje registrado en el libro de los Hechos, el Apóstol Pedro citó a David y
dijo que fue “el Espíritu Santo que habló antes por boca de David…” (Hch. 1.16). La
iglesia primitiva reunida después de la liberación de Pedro y Juan dijo: “Soberano Señor,
tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por
boca de David tu siervo dijiste…” (Hch. 4.24-26) y continuaron citando el Salmo 2. El

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Apóstol Pablo declaró que cuando el profeta Isaías habló, fue el Espíritu Santo que había
hablado por medio del profeta (Hch. 28.25-27).

B. Inspiración del Nuevo Testamento

Es claro también que el Espíritu Santo es el Autor del Nuevo Testamento.


Cristo predijo esto diciendo que el Espíritu “a quien el Padre enviará…os enseñará todas
las cosas…” El Espíritu recordaría a los discípulos todo lo que Cristo les había dicho
(Jn. 14.26; 16.14). Esto explica cómo los Apóstoles podían recordar hasta los mínimos
detalles de la vida y ministerio de Cristo años después cuando escribieron los evangelios.
También hubo ciertas cosas que los discípulos, durante los días al lado de Jesús, no
entendieron, pero el Espíritu Santo les ayudó a entenderlas años después (Jn. 16.12-15).

El Espíritu Santo guió a los escritores del Nuevo Testamento en por lo menos dos maneras.
En primer lugar, les ayudó a recordar los hechos con respecto a la vida, el ministerio y las
enseñanzas de Cristo. En segundo lugar, les capacitó para entender lo que estuvieron
escribiendo (Jn. 2.22; 12.16). “Los discípulos habían sido torpes para comprender muchas
cosas acerca de Jesús y sus enseñanzas, pero gracias a esta obra sobrenatural llegaron a
entender con precisión e infalibilidad al Señor y su obra, y de esa manera registrarlo en los
evangelios así como en los demás escritos del Nuevo Testamento

Sabemos que, por lo menos en la mayoría de los casos, los autores humanos del Nuevo
Testamento entendieron que estuvieron escribiendo bajo la guía del Espíritu Santo. El
Apóstol Pablo afirmó que lo que él enseñó fue primeramente lo que él había recibido del
Señor (1 Co. 11.23; 15.3; Gá. 1.12). Fueron enseñanzas que el Espíritu Santo le había
comunicado (1 Co. 2.13). Con humildad, Pablo podía decir: “…lo que os escribo son
mandamientos del Señor” (1 Co. 14.37). En otro momento él añadió: “así que, el que
desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios…” (1 Ts. 4.8). Sus enseñanzas fueron
reconocidas como la Palabra de Dios en la iglesia primitiva (1 Ts. 2.13). El Apóstol Pedro
resumió bien el tema cuando dijo: “para que tengáis memoria de las palabras que antes
han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por
vuestros apóstoles” (2 P. 3.2).

Los autores humanos del Nuevo Testamento reconocieron las cartas y libros de los otros
Apóstoles como inspirados por el Espíritu Santo. En 1 Timoteo 5:18, Pablo citó de
Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7 diciendo que “la Escritura dice”. Con este comentario él
mostró que ambos pasajes fueron igualmente inspirados. En 2 Pedro 3:16, Pedro comparó
las epístolas de Pablo con “las otras Escrituras”. Un paralelo parecido se encuentra en 2
Pedro 3:2. El Espíritu Santo guió en el proceso de escribir la Biblia de tal manera que los
autores humanos escribieron precisamente lo que Él quiso.

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V. EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Habiendo establecido que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad, queremos


considerar Sus obras y, por ahora, Sus obras mencionadas en el Antiguo Testamento. Como
hemos visto, Él obró en la creación de los cielos y la tierra. Él es el Autor de las Escrituras y obró
en las vidas de los autores humanos y les dirigió de tal manera que escribieron lo que Él quiso.
Pero también podemos ver que el Espíritu Santo fue obrando de otras maneras en el período del
Antiguo Testamento.

A. La Regeneración

Aunque existe diferencia de opinión entre teólogos en cuanto a la regeneración de los


creyentes del Antiguo Testamento, nos parece que ellos sí fueron regenerados por el
Espíritu Santo. Reconocemos que no encontramos la palabra “regeneración” en el A.T.
pero sí hay argumentos y evidencia de que esta obra milagrosa del Espíritu Santo ocurrió
durante la historia de Israel. En Juan 3:1-21, Jesús estaba hablando con un fariseo llamado
Nicodemo. El tema principal tenía que ver con la regeneración o el nacimiento nuevo que
da el Espíritu Santo y en este contexto Jesús dijo que esta enseñanza no era nada nueva
sino una que Nicodemo debía haber entendido del Antiguo Testamento (Jn. 3.10).

En el Antiguo Testamento se encuentra descripciones de esta obra del Espíritu Santo en la


vida de personas y la diferencia entre ellos y los que no había sido regenerados. Con
frecuencia hay descripción de personas que son de dura cerviz o los que andan en la
dureza de su corazón (Ex. 32.9; 33.3; 34.9; Dt. 29.19-20). Pero también hubo la promesa
como la que se encuentra en Deuteronomio 30:6 que dice: “y circuncidará Jehová tu Dios
tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”. También lo que halla en 1 Samuel 10:6
“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y
serás mudado en otro hombre”. Se nota también una enseñanza parecida en Isaías 57:15 y
Ezequiel 11:19-20. El Apóstol Pablo reconoció una distinción entre los judíos que habían
sido regenerados por el Espíritu Santo y los que no habían sido regenerados cuando dijo
“Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace
exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es
la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino
de Dios” (Ro. 2.28-29).

B. La Morada Selectiva y Temporal

En Juan 14:16-17 Jesús mencionó que el Espíritu Santo tendrá un nuevo ministerio distinto
y diferente de lo que fue Su ministerio en el Antiguo Testamento. En versículo 17, las
preposiciones griegas enfatizan una diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo
Testamento cuando dice “mora con vosotros y estará en vosotros” (Jn. 14.17). En los días
desde Pentecostés el Espíritu ha tomado residencia permanente en la vida de cada creyente.
En el Antiguo Testamento, El moraba en ciertas personas y solamente por un período
específico.

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La morada del Espíritu Santo era selectiva y temporal. No moraba en todos los creyentes
sino en algunos y su morada fue limitada en cuanto a su duración. Algunos pasajes
mencionan que Él estaba “en” mientras que otros dicen que Él vino “sobre” ciertas
personas. Nos parece que ambos términos están hablando de esta morada temporal que
varios experimentaron. Los pasajes que dicen que el Espíritu estaba “en” ciertos hombres
incluyen algunos ejemplos como los de José (Gn. 41.38), de Josué (Nm. 27.18), y de
Daniel (Dn. 4.8; 5.11-14; 6.3). Los pasajes que declaran que el Espíritu “vino sobre”
ciertos hombres incluyen el caso de Otoniel (Jue. 3.10); Gedeón (Jue. 6.34); Sansón
(Jue. 14.6); Saúl (1 S. 10.10) y David (1 S. 16.12-13). El Espíritu del Señor “vino sobre”
Saúl (1 S. 10.10) pero también “se apartó” de él (1 S. 16.14). David temía que el Espíritu
saldría de él después de su pecado con Betsabé (Sal. 51.11). Esta morada no tenía nada
que ver con la salvación del individuo, sino que el Espíritu Santo les había acompañado
para lograr un ministerio particular como fue en el caso de Balaam (Nm. 24.2).

C. El Capacitar para Servicio

Otro ministerio del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento estrechamente asociado con
Su morada temporal fue la capacitación de estas personas para lograr un ministerio.
Incluyó la capacidad intelectual y física para llevar a cabo lo que el Espíritu les había
asignado. En el caso de Bezaleel, la palabra “llena” es usada para describir este ministerio
del Espíritu Santo. Dios había “llenado” a Bezaleel “en sabiduría y en inteligencia, en
ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en
bronce…” capacitándole para hacer el trabajo del tabernáculo (Ex. 31.2-4).
El Espíritu dio capacidades a varias personas a veces. Por ejemplo, Él dio habilidades en
el área del arte y la construcción (Ex. 31.2-5; 1 R. 7.14); en la administración
(Nm. 11.16-17); en cuanto a fortaleza física (Jue. 14.19) y también para profetizar
(1 S. 10.10; 1 P. 1.10-12). También capacitó a Enoc y Noé para predicar y llamar a
hombres al arrepentimiento (1 P. 3.20; 2 P. 2.5; Jud. 14).

D. El Refrenar del Pecado

Otro ministerio del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento tiene que ver con el refrenar
del pecado. Esto significa que el Espíritu estaba limitando el pecado de los hombres e
impidiéndoles hacer toda la maldad que podían haber imaginado. “Y dijo Jehová: No
contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas
serán sus días ciento veinte años” (Gn. 6.3). Al comparar la vida de los hombres antes del
diluvio y la vida después, la vida de los hombres fue mucho más breve después del diluvio
(Gn. 5.27; Sal. 90.10). Sin lugar a dudas esto fue una manera de limitar el pecado de los
hombres. También, hubo otras manifestaciones del juicio de Dios que fue una manera que
Dios usó para cesar la continuidad del pecado (Nm. 16.1-34;
2 R. 17.5-23). Podemos ver también que frecuentemente este ministerio tomó la forma de
enseñar y predicar a través del A.T. (Neh. 9.20). Este ministerio del Espíritu Santo de
refrenar al pecado lo podemos ver hasta el día de hoy (2 Ts. 2.6-7).

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VI. EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

A. El Refrenar del Pecado

Como hemos visto, un aspecto del ministerio del Espíritu Santo a través de la
historia de los hombres tiene que ver con el refrenar del pecado. Este mundo entero se
encuentra “bajo el maligno” (1 Jn. 5.19). En la mayoría de los casos, las formas de pensar,
el hablar, las actitudes y el actuar de los hombres tienen su origen en el diablo. El pecado
caracteriza y afecta todo (Ro. 3.10-18). El Espíritu Santo hasta hoy en día está limitando el
pecado de los hombres e impidiéndoles hacer toda la maldad que pueden imaginar.

B. La Convicción del Pecado

En un pasaje que está hablando del Espíritu Santo se encuentra estas palabras: “… cuando
él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto
no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Jn. 16.8-11). Sabemos que cada
hombre tiene una conciencia que acusa o defiende sus pensamientos y acciones (Ro. 2.15).
Pero esta obra de convencer es necesaria porque el incrédulo es ciego espiritualmente (2
Co. 4.4). La palabra “convencerá” significa “traer a la luz” y quiere decir que el Espíritu
de Dios expone, convence y da convicción a las personas por sus pecados. El pasaje dice
que él convencerá al mundo:

1) de pecado. “De pecado, por cuanto no creen en mí” (vs. 9). El Espíritu Santo obra
para convencer a los incrédulos que son pecadores ante Dios.

2) de justicia. “De justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más” (vs. 10).
El Espíritu Santo obra para convencer a los incrédulos que por ser pecadores no son
llamados justos ante Dios (Ro. 3.23).

3) de juicio. “De juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”
(vs. 11). Al continuar obrando el Espíritu Santo en la vida del incrédulo, él
convence que todos tienen que rendir cuentas ante Dios y que el juicio de Dios es
justo y verdadero. Este juicio ya ha comenzado y Satanás, el príncipe de este
mundo, ha sido ya juzgado.

C. El Testificar de Cristo

El Espíritu Santo también está obrando testificando al mundo de Cristo (Jn. 15.26).
Él está usando la iglesia para comunicar el evangelio al mundo (Hch. 1.8). El Espíritu
Santo está testificando que el Señor Jesucristo es la única esperanza y ayuda para este
mundo (Hch. 4.12). Cuando un creyente comparte el evangelio con una persona incrédula,
él está cooperando con el Espíritu Santo.

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D. El Dirigir al Arrepentimiento

Sin el ministerio del Espíritu Santo, los incrédulos nunca podrían recibir a Cristo como su
Salvador personal (Jn. 5.40; 6.44; Hch. 11.18). Porque Cristo murió por todos
(1 Jn. 2.2), cualquier persona puede ser salva por creer en Cristo como su Salvador. Pero
esto también involucra la obra del Espíritu Santo.

VII. EL ESPÍRITU SANTO EN RELACIÓN A CRISTO

Introducción

Profetizando del Mesías, Isaías declaró que “reposará sobre él el Espíritu de Jehová;
espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de
conocimiento y de temor de Jehová” (Is. 11.2; 42.1; 61.1). Al leer los evangelios, se nota
que el Espíritu Santo fue muy activo en la vida y ministerio del Señor Jesucristo. “En su
encarnación, Cristo se sujetó por voluntad propia a la voluntad del Padre, solo a través de
la dirección, la agencia y el poder del Espíritu Santo” (MacArthur, Biblia de Estudio
MacArthur, página 1539).

A. El Nacimiento Virginal

Mateo 1:20 dice “y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en
ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” Lucas 1:35 dice “…El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser
que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” En estas descripciones es claro que la concepción
de Cristo fue la milagrosa obra del Espíritu Santo. El punto clave acá es que José no era el
padre de Jesús. María, quien era virgen, concibió y dio a luz un niño que fue el Hijo de
Dios.

Este milagro del Espíritu Santo marcó el inicio de la naturaleza humana de Jesús. Como
Persona, Cristo es eterno, pero Su naturaleza humana comenzó con la concepción en el
vientre de María. También, el nacimiento virginal de Jesús aseguró que Su naturaleza
humana NO fue pecaminosa. Toda la humanidad ha sido afectada por la caída de Adán
(Ro. 5.12). Todos tienen una naturaleza humana pecaminosa excepto Jesucristo. No hay
injusticia ni pecado en el Hijo de Dios (Jn. 7.18; 1 Jn. 3.5).

La encarnación fue el resultado del nacimiento virginal, cuando Jesús quien fue 100% Dios
llegó a ser también 100% humano. Como Dios, Él decidió experimentar y vivir con las
limitaciones humanas, pero sin pecado. Él se cansó (Jn. 4.6); tenía sed
(Jn. 4.7); durmió (Mt. 8.24); y lloró (Jn. 11.35), etc.

Neumatología 11
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

B. La Vida y Ministerio de Cristo

A través de la vida del Señor Jesucristo podemos ver el control, guía y la manifestación del
poder del Espíritu Santo. Él tenía una vida plenamente controlada por el Espíritu Santo de
Dios. Podemos ver en el registro de las Escrituras que Cristo mantuvo una relación muy
estrecha con el Espíritu Santo en su ministerio terrenal, desde su concepción hasta su
muerte y resurrección.

1. Jesucristo fue ungido por el Espíritu Santo.

En el Antiguo Testamento los sacerdotes, los reyes y los profetas fueron ungidos
(Ex. 28.41; 2 S. 2.4; 1 R. 19.16). En esta ceremonia, cuando el aceite fue
derramado sobre la cabeza de una persona para “ungirla”, era un reconocimiento
público del nuevo ministerio y también simbolizó la capacidad y bendición divina
necesaria para llevar a cabo su ministerio. La unción de Jesús ocurrió
inmediatamente después de su bautismo, cuando el Espíritu Santo descendió como
paloma y vino sobre él (Mt. 3.16-17; Lc. 4.18). Esta unción por el Espíritu Santo
sirvió para destacarlo como el Mesías y Rey de Israel y marcó el inicio de Su
ministerio público (Hch. 4.27; 10.38). Fue acompañado con la aprobación de su
Padre celestial que dijo “este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”
(Mt. 3.17).

2. Jesucristo fue lleno del Espíritu Santo.

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto” (Lc. 4.1). Esta llenura fue el cumplimiento de Isaías 11:2 y 42:1 y marcó
toda su vida. Esta llenura se manifestó en la guía y el poder del Espíritu Santo a
través de su vida y ministerio. En cada momento Él fue controlado y dirigido por
el Espíritu, lo que le permitió hacer siempre lo que agradaba al Padre (Jn. 8.29).
Fue evidente en la dirección de su ministerio y también en sus mensajes y
enseñanzas (Lc. 4.14,18). A través de su ministerio, Jesús manifestó dependencia
en el Espíritu Santo (Mt. 12.28; Lc. 4.18-19).

Cristo dijo que “de cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí
mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también
lo hace el Hijo igualmente” (Jn. 5.19). Este versículo muestra la dependencia del
Hijo de Su Padre celestial. No es que él no poseía el poder en sí para hacer estas
señales. Él es Dios, y es omnipotente. Sin embargo, nos parece que él había
decidido, durante su ministerio en la tierra, hacer todo en dependencia de Su Padre
y todo bajo el control del Espíritu Santo. En esto él fue el ejemplo perfecto para el
hombre y ejemplificó la necesidad absoluta de vivir siempre bajo el control del

Neumatología 12
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

Espíritu Santo. Cristo fue continuamente lleno del Espíritu y recibió poder del
Espíritu para hacer los milagros que él hizo (Mt. 12.28; Lc. 4.18-19).

C. La Muerte de Cristo

El ministerio del Espíritu Santo en la vida de Jesús incluyó el sufrimiento. El profeta


Isaías dijo que el Mesías sería un “varón de dolores y experimentado en
quebranto...angustiado él, y afligido… Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros…
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (Is. 53.3-12). En el plan de Dios
el sufrimiento de Cristo fue tan real y cierto que las Escrituras dicen que “el Cordero fue
inmolado desde el principio del mundo” (Ap. 13.8).

El Espíritu Santo dirigió a Jesucristo a través de Su vida y le fortaleció en el sufrimiento


que él tenía que experimentar. Cristo reconoció que “era necesario” proceder hacia
Jerusalén con todos los padecimientos que le esperaban allá (Mt. 16.21; Mr. 8.31;
Lc. 9.22). Cuando llegó la hora de Su crucifixión, “Cristo, el cual mediante el Espíritu
eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (He. 9.14).

D. La Resurrección de Cristo

Las tres Personas de la Trinidad tenían parte en la resurrección de Cristo, el Padre (Gá. 1.1;
Ef. 1.19-20); el Hijo (Jn. 10.18) y el Espíritu Santo (Ro. 8.11). Romanos 1:4 dice que
Jesucristo “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la
resurrección de entre los muertos.” En este milagro de milagros podemos ver al Espíritu
Santo obrando poderosamente en la vida de Cristo.

VIII. EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO EN RELACIÓN AL CREYENTE

A. LA REGENERACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

La regeneración es el proceso por medio del cual el Espíritu Santo imparte


vida eterna al pecador que cree en Cristo dandole una nueva naturaleza (2 Co. 5.17) por
medio de un segundo nacimiento (Jn. 3.3; 1 Jn. 5.1). Esta obra es por la misericordia de
Dios (Tit. 3.5) y ocurre simultáneamente con la conversión del incrédulo y se expresa en el
arrepentimiento y fe. La persona es renacida por la Palabra de Dios que “vive y permanece
para siempre” (1 P. 1.23).

B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Introducción

El tema del bautismo del Espíritu Santo es uno de mucha controversia. A veces hay
confusión con lo que es el bautismo en agua. Otros han desarrollado enseñanzas que
declaran que el bautismo del Espíritu Santo es una “segunda bendición” que los creyentes

Neumatología 13
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

deben buscar y experimentar que va a capacitarles para la obra del Señor y que es
normalmente acompañado por el hablar en lenguas. Los que enseñan tales cosas casi
siempre basan sus doctrinas en el libro de los Hechos o en 1 Corintios cuando el Apóstol
Pablo escribió para corregir errores y malas prácticas que marcó aquella iglesia. Esta
confusión tiene que ver mayormente con el entendimiento incorrecto del libro de los
Hechos.

Hechos es un libro histórico que relata detalles de las vidas y los eventos de los discípulos
de Cristo después de Su ascensión (Hch. 1.9). El libro es una “descripción general” de lo
que ocurrió con la iglesia primitiva durante las primeras décadas de su existencia. Es un
libro de transición de lo que fue la ley a la gracia y del Antiguo Testamento a lo que es el
Nuevo Testamento. En muchos casos, creyentes del período del Antiguo Testamento
llegaron a ser creyentes del Nuevo Testamento. La llegada del Espíritu Santo fue algo
nuevo y fue el cumplimiento de muchas profecías del Antiguo Testamento (Jl. 2.28-29; Is.
44.3; Ez. 11.19).

El libro describe algunos de los cambios que experimentaron los creyentes y cómo llevaron
a cabo la gran comisión de Cristo durante aquella generación (Mt. 28.18-20;
Hch. 1.8). Por medio de los Apóstoles, el evangelio fue llevado por primera vez a los
Samaritanos (Hch. 8) y a los Gentiles (Hch. 10). Pero cometemos errores de interpretación
cuando tomamos todas las experiencias de aquella generación de creyentes y
determinamos que nuestras experiencias deben ser las mismas. Una buena regla de
interpretación bíblica es que las experiencias que corresponden a la época de la iglesia son
descritas y explicadas en las epístolas de Romanos hasta Judas. Las epístolas del Nuevo
Testamento fueron escritas con el propósito de describir y explicar lo que debe ser la
experiencia diaria de los creyentes (1 Ts. 4.3) y también lo que NO debe ser la experiencia
del creyentes hoy en día (1 Co. 12.3). Alguien ha dicho bien que nuestra meta en general
es que “queremos experimentar las enseñanzas de los Apóstoles (en las epístolas) y no
necesariamente enseñar las experiencias de los Apóstoles” (en Hechos).

Considerando entonces la enseñanza clara de las epístolas del Nuevo Testamento podemos
concluir que el bautismo del Espíritu Santo es la obra por medio del cual el creyente es
colocado en una unión con otros creyentes en el cuerpo de Cristo que ocurre en el
momento de su salvación (1 Co. 12.13). Algunas de las características de este bautismo
son resumidas a continuación.

1. El bautismo del Espíritu Santo ocurre al momento de la salvación cuando el


nuevo creyente deposita su fe en Cristo. No es el resultado de ninguna obra ni
petición del creyente que ocurre durante días o años después de su salvación
(Gá. 3.2; Ef. 1.13). Es una de las bendiciones que acompañan la gran salvación de
Dios al creer y arrepentirse.

2. El bautismo del Espíritu Santo corresponde a la época de la iglesia. 1 Corintios


12:13 dice que “porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,
sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.” Al mirar en Hechos 1:5, se nota que el bautismo del Espíritu
Santo es todavía un evento futuro y en Hecho 11:15, Pedro comunicó que los

Neumatología 14
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

gentiles también habían recibido el Espíritu como los judíos “al principio”. Este
principio ocurrió en el día de Pentecostés registrado en capítulo 2.

3. El bautismo del Espíritu Santo incluye a todos los creyentes en el período de la


iglesia. En tres pasajes que tocan el tema hay claro énfasis en “todos” (Ro. 6.3; 1
Co. 12.13; Gá. 3.27-28). La enseñanza de que el bautismo del Espíritu Santo
corresponde a solamente algunos no se encuentra en el Nuevo Testamento, sino es
la doctrina de hombres.

4. El bautismo del Espíritu Santo coloca a los nuevos creyentes en una unión con
Cristo. Los que son “bautizados en Cristo” (Ro. 6.3) son los que “fueron
plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte” (vs. 5). Todos los
creyentes tienen esta relación estrecha con Cristo desde el momento de su
salvación.

5. El bautismo del Espíritu Santo lleva creyentes a una unión con otros creyentes
de esta época. Existe relación estrecha entre los diferentes miembros de la iglesia
que es el cuerpo de Cristo. No existen las distinciones que los hombres
normalmente reconocen. No importa si “sean judíos o griegos, sean esclavos o
libres;…a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Co. 12.13). Se
pueden llamar uno al otro “hermano” porque son miembros de la misma familia.

6. El bautismo del Espíritu Santo no es una experiencia emocional sino una


realidad. Aunque el nuevo creyente no necesariamente siente el bautismo del
Espíritu Santo todavía es una realidad que marca su nueva vida en Cristo y lo
impactará el resto de su vida.

C. LA MORADA DEL ESPÍRITU SANTO

En Juan 14:16-17 encontramos lo siguiente: “y yo rogaré al Padre, y os dará otro


Consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque
mora con vosotros, y estará en vosotros.” En estos versículos está la promesa de la llegada
del Espíritu Santo y una nueva relación con él. En las palabras “y estará en vosotros” está
el énfasis en lo que es la morada del Espíritu Santo. La morada del Espíritu Santo es el
hecho de que Él ha tomado residencia y habita permanentemente dentro de cada creyente
en el cuerpo de Cristo. Él vive en cada seguidor de Jesucristo. “¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que
no sois vuestros?” (1 Co. 6.19). Con respecto a este tremendo privilegio se notan las
siguientes observaciones.

1. El Espíritu Santo es un regalo dado a cada creyente. Este regalo es dado a todos los
que creen en Cristo (Jn. 7.37-39). Al momento de creer, el Espíritu Santo
comienza a habitar dentro del nuevo creyente. No hay nada más que el creyente
debe hacer para recibirlo (2 Co. 1.22; 1 Ts. 4.8). El Espíritu Santo es dado en el
momento de la salvación. La morada y el sello comienzan cuando el nuevo
creyente cree en Jesús como su salvador personal (Ef. 1.13; Gá. 3.2).

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Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

2. Una persona que no tiene el Espíritu Santo no es creyente. “Mas vosotros no vivís
según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Ro. 8.9). Cada
seguidor de Cristo tiene el Espíritu habitando dentro de él.

3. El creyente no necesita más del Espíritu Santo sino debe constantemente dar más
control de sí mismo al Espíritu Santo (Ef. 5.18).

4. El Espíritu Santo habita en cada creyente, hasta en el creyente más carnal. El


Apóstol Pablo exhortó a los hermanos en Corinto por su carnalidad (1 Co. 3.1-3)
pero también les recordaba que sus cuerpos eran templos del Espíritu Santo
(1 Co. 6.19).

5. La morada del Espíritu Santo es permanente en la vida del creyente en Cristo


(Jn. 14.16; 2 Co. 1.22). El Espíritu es dado como “las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida” (Ef. 1.14). Él sella al creyente “para
el día de la redención” (Ef. 4.30).

D. EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO

El sello del Espíritu Santo tiene que ver con identidad y con seguridad. En este
ministerio del Espíritu Santo, el creyente es sellado e identificado como posesión de Dios
(1 Co. 6.20). El Espíritu es el sello que Dios el Padre da a cada creyente (2 Co. 1.22;
Ef. 1.13; 4.30). Este sello del Espíritu Santo le identifica como alguien que pertenece a
Dios. También el sello enfatiza la seguridad del creyente. En el momento de su salvación,
el nuevo creyente recibe el sello del Espíritu Santo, el cual guarda y mantiene al creyente
hasta el día de su glorificación (Ef. 1.14).

E. LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

Introducción

La llenura del Espíritu Santo es distinta de los otros ministerios del Espíritu Santo.
Ministerios como la regeneración, el bautismo, la morada y el sello son hechos que ocurren
una sola vez en el momento de la salvación y son permanentes. La llenura ocurre en el
momento de la salvación pero si puede y debe ocurrir muchas veces a través de la vida del
creyente. La llenura es la sumisión del creyente al control del Espíritu Santo en su vida
diaria. Lo que corresponde al creyente es la obediencia. Es una experiencia que el
creyente debe buscar constantemente.

“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”
(Ef. 5.18). La llenura del Espíritu Santo tiene que ver con control. Ser llenos del Espíritu
significa que Él tiene control del creyente e involucra la sumisión del discípulo de Cristo
al Espíritu. Nota que Efesios 5:18 es un mandato. El verbo “sed llenos” se encuentra en
modo imperativo y el aspecto del tiempo del verbo es continuo. El creyente debe ser
llenado constantemente. No es una experiencia que ocurre una sola vez sino una

Neumatología 16
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

experiencia que es continua. Diariamente el creyente debe someter su voluntad a la


voluntad de Dios para disfrutar la llenura del Espíritu. El creyente carnal es el que vive
según los deseos de la carne y el creyente espiritual es el que vive según los deseos del
Espíritu (Ro. 8.5; 1 Co. 3.1-3).

Esta llenura del Espíritu Santo es sumamente importante en la vida del discípulo de Cristo.
Primeramente, es importante por lo que es el crecimiento y madurez del creyente. La vida
cristiana es una vida de crecimiento y un proceso de madurar espiritualmente
(1 Co. 3.1-3; He. 5.11-14). Es la voluntad de Dios para cada cristiano (2 P. 3.18).
También, es importante porque está estrechamente relacionada con su servicio o
ministerio. Cuando la iglesia entera se sometió al Espíritu Santo comenzó a hablar con
denuedo la Palabra de Dios (Hch. 4.31). El Apóstol Pablo, al ser llenado del Espíritu
Santo, en seguida comenzó de proclamar a Jesús como el Hijo de Dios (Hch. 9.17,20).

El Nuevo Testamento menciona que hay algunas condiciones con respecto a la llenura del
Espíritu Santo. Estas condiciones se encuentran en dos prohibiciones y un mandato del
Nuevo Testamento.

1. “No contristéis al Espíritu Santo” (Ef. 4.30).


2. “No apaguéis al Espíritu (1 Ts. 5.19).
3. “Andad en el Espíritu” (Gá. 5.16).

El creyente que obedece a Dios y es lleno del Espíritu Santo será caracterizado por el fruto
del Espíritu en su vida (Gá. 5.22-24). A continuación hay un cuadro de distinción entre el
bautismo y la llenura del Espíritu Santo.

El Bautismo La Llenura
Todo creyente No cada creyente
Su posición única Su experiencia diaria
Ocurre una vez Ocurre varias veces
Sucede en el momento de creer Sucede después de creer
Relacionado con la salvación Relacionado con el servicio
No se corta con el pecado Se corta con el pecado no confesado
La Biblia no manda hacerlo La Biblia manda hacerlo

F. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Introducción

Otro ministerio del Espíritu Santo tiene que ver con dones. El Espíritu dota a creyentes
dentro del cuerpo de Cristo con capacidades para servicio. La palabra griega “charisma”
literalmente significa “un don de gracia” (Ro. 12.3,6). Un don es la capacidad dada al
cristiano por el Espíritu Santo en el momento de creer en Cristo, a fin de capacitarle para
el servicio en Su obra. Este uso de la palabra “don” corresponde a creyentes
individualmente. Cada creyente recibe por lo menos un don del Espíritu Santo para
ministrar al cuerpo. El propósito de todos los dones es la edificación del cuerpo
(1 Co. 12.7; 14.12).

Neumatología 17
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

1. Explicación de los Dones

Se debe mencionar que los dones del Espíritu Santo NO son iguales a los talentos o
capacidades naturales. La capacitad de cantar o escribir es un talento y no un don
espiritual. Las Escrituras hacen una clara distinción entre estas dos cosas. Otra
observación con respecto a los dones es que los dones no nos hacen más
espirituales. Todos los hermanos de Corinto tenían dones espirituales “...de tal
manera que nada os falta en ningún don...” (1 Co. 1.7). Pero estos creyentes eran
extremadamente carnales “...de manera que yo, hermanos no puedo hablaros como
a espirituales sino como a carnales” (1 Co. 3.1).

Entonces el Espíritu Santo “repartiendo a cada uno en particular como él quiere”


(1 Co. 12.11) da a todos los creyentes por lo menos un don (1 Co. 12.1,11,13) y el
creyente recibe este don cuando es puesto en el cuerpo de Cristo, lo cual ocurre
cuando es bautizado por del Espíritu Santo (Ef. 1.12-14). El cristiano no busca un
don o dones sino lo recibe del Espíritu y le toca descubrirlo, desarrollarlo y seguir
usándolo para la edificación de la iglesia (1 Co. 12.7).

2. Los Dones de Señales

A través de la historia Dios ha capacitado a ciertos individuos para hacer milagros.


Moisés, por ejemplo, fue capacitado para ser Hacedor de milagros ante Faraón.
Hubo varios otros también. Al escudriñar las Escrituras se nota que hubo tres
períodos cuando Dios capacitó hombres para hacer milagros, los tiempos de Moisés
y Josué, los de Elías y Eliseo y los días de Jesús y los Apóstoles. Estos fueron los
tres períodos cuando Dios estaba dando nueva revelación a la humanidad. Estos
milagros servían como autentificación del mensajero y de su mensaje (Ex. 4.5,8; 1
R. 17.24; Jn. 10.24-25; He. 2.4). Cuando Moisés hizo milagros, sus oyentes podían
estar seguros que él era el mensajero de Dios y que debían atender su mensaje.

Aunque hubo estos tres períodos a través de la historia, que duraron más o menos
70 años cada uno, cuando Dios capacitó a ciertos hombres para hacer milagros,
entre estos períodos hubo siglos no estuvieron marcados por milagros. Cuando
hablamos de los dones de señales, estamos hablando de ciertos dones, que fueron
milagrosos en su naturaleza que fueron vigentes por un período de tiempo
específico. El don de sanidades, por ejemplo, tenía su propósito específico de
autenticar el mensajero y su mensaje. Con la terminación del Nuevo Testamento
no fue necesaria dicha autenticación. Su tiempo de vigencia terminó. Se puede ver
esto en la vida y ministerio de algunos de los Apóstoles (Hch. 3.3-11; 5.12-15;
20.6-12). Temprano en sus ministerios manifestaron el don de sanidades. Pero
hacía el fin de su vida, el Apóstol Pablo no podía sanar su propio “aguijón de la
carne” (2 Co. 12.7-10). Él animó a Timoteo a tomar “un poco de vino por causa

Neumatología 18
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

de tu estomago” (1 Ti. 5.23) y tuvo que dejar a su compañero Trófimo en Mileto


enfermo (2 Ti. 4.20). El Omnipotente Dios es y siempre ha sido el Dios de
milagros pero hoy en día los milagros son respuestas de la oración. El creyente
debe orar que Dios haga lo que solamente Él puede hacer. Dios es el único
Hacedor de milagros. Los milagros no son hechos por medio de Hacedores
humanos de milagros porque el don no está vigente.

3. Descripción de los Dones

Hay tres pasajes en el nuevo Testamento que hacen referencia a lo que son los
dones que el Espíritu Santo da a los creyentes para la edificación del cuerpo de
Cristo (Ro. 12.6-8; 1 Co. 12.4-11; 1 P. 4.11). Pero vamos comenzar donde se
encuentra cuatro puestos o oficios que Dios ha dado a su pueblo a través de la
historia. “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4.11-12). En
este pasaje, Cristo cumplió con la voluntad del Padre y posee toda la autoridad para
dar dones a los hombres (Ef. 4.7-8). Acá es evidente que ha dado no solamente
dones a la iglesia sino también hombres capacitados para establecer a la iglesia y
llevar a cabo el ministerio de la iglesia.

Apóstol. La palabra “apóstol” significa “uno enviado con un propósito, como


representante de otro.” Esta palabra aparece 75 veces en el Nuevo
Testamento, y casi siempre se refiere a aquellos que ocuparon la posición de
apóstol como oficio, es decir los doce escogidos por el Señor Jesucristo.
Fueron hombres que acompañaron a Cristo durante su ministerio y fueron
testigos personales de su resurrección. Este don estuvo limitado a la Iglesia
primitiva en un tiempo cuando el canon no había terminado, ya que tuvieron
un ministerio fundacional. Tenía a cargo el revelar la Palabra de Dios
(Hch. 2.41). Sus ministerios fueron acompañados y autenticados por
señales (Mr. 16.15-20; 2 Co. 12.12; He. 2.3-4). Por lo tanto fue un don
fundamental en el nacimiento de la Iglesia (Ef. 2.20), eran los
representantes de Cristo en la tierra, hablaron con autoridad absoluta acerca
de los asuntos de la fe y la práctica, debido a su conocimiento íntimo de
Cristo y Sus enseñanzas. Hoy este don no está vigente.
También, encontramos a otros hombres que son llamados apóstoles
o hombres que sirvieron como representantes o mensajeros de sus iglesias.
Algunos ejemplos fueron Tito (2 Co. 8.23), Epafrodito (Fil. 2.23), Jacobo
(Gá. 1.19) y Bernabé (Hch. 14.14).

Profeta. Un profeta fue capacitado por el Espíritu de Dios para comunicar la


revelación de Dios. Era un hombre que proclamaba la Palabra de Dios, la
cual era recibida por revelación, con el fin de advertir, exhortar, consolar,
enseñar y aconsejar. Dios había prometido a su nación que levantaría de
entre su congregación profetas para hablarles Su palabra. Tenían un
ministerio de predicar la Palabra de Dios. Pero también, tenían un
ministerio de predicar y escribir con respecto al destino interno de la nación

Neumatología 19
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

de Israel y con respecto a la manifestación del Mesías. A veces incluyó la


escatología, es decir los eventos futuros. Tenían la autoridad divina porque
fueron llamados por Dios (Jer. 1.4-9; 20.7) e inspirados por Dios
(2 P. 1.21). Dios hablaba a Su pueblo través de ellos (Dt. 18.18). También,
Dios dio a su pueblo ciertas maneras de saber si un hombre fue profeta
verdadero o no.

a) Cualquier profeta que predicó en contra de la Palabra revelada de


Dios no era profeta verdadero (Dt. 13.1-3; 18.20-22).

b) Cualquier profeta que dirigió al pueblo de Israel hacia otros dioses


ajenos era profeta falso (Dt. 13.1-3).

c) Cualquier profeta que predijo algo y no se cumplió lo que dijo no


era profeta de Jehová (Dt. 18.20-22).

En el período del Nuevo Testamento, Dios continuó comunicando


Su voluntad a través de ellos (Hch. 13.1). Dios predecía algunos eventos
futuros a través de ellos (Hch. 11.28; 21.10-11). Al mirar los escritos de
Pablo en el Nuevo Testamento, encontramos que los profetas tenían un
ministerio de gran importancia (1 Co. 12-14), pero también se nota que
poco a poco hubo menos y menos profetas prediciendo los eventos del
futuro. Estos hombres se convirtieron en predicadores itinerantes,
edificando a las iglesias en la fe por medio de la Palabra (1 Co. 13.3).
Proclamaban el mensaje de Dios para edificar, consolar, exhortar, e instruir
al pueblo de Dios (1 Co. 14.3). Por la naturaleza de este don, no es difícil
pensar que muchos podían engañar al pueblo de Dios distorsionando la
Palabra de Dios. Para prevenir lo que fueron las enseñanzas falsas de los
falsos profetas, Dios exhortó a la iglesia “No menospreciéis las profecías.
Examinadlo todo; retened lo bueno…” (1 Ts. 5.20-21). El estandarte para
evaluar cualquiera profecía siempre ha sido la Palabra de Dios.

Hoy en día existen los que son llamados y capacitados a proclamar la


Palabra de Dios. Pero el don de profeta como alguien que puede predecir
el futuro no está vigente. Llegamos a esta conclusión debido a su carácter
milagroso y fundacional (Ef. 2.20). Sirvieron y cumplieron su propósito
dentro del plan de Dios (Ef. 3.5). Dios no está dando nueva revelación
específica hoy en día y los que predican al pueblo de Dios proclaman y
exponen la Biblia o “la fe que ha sido una vez dada” al pueblo de Dios (Jud.
3).

Una vez puesto el fundamento su ministerio no sería necesario. Apocalipsis


22:18 indica que la predicación profética terminó con la conclusión del
mismo libro. Cuando el canon del Nuevo Testamento fue completo, el don
de profecía pasó a la historia. Hacía al fin del período de la transición,
Pedro advirtió diciendo “hubo también falsos profetas entre el pueblo,
como habrá también falsos maestros” (2 P. 2.1).

Neumatología 20
Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

Evangelista. Es un hombre llamado por Dios y especialmente capacitada por el


Espíritu de Dios para comunicar el evangelio en forma privada o
públicamente en forma clara, precisa y con resultados. Un ejemplo de un
evangelista es el caso de Felipe (Hch. 8.26-40; 21.8) El don de evangelista
sí está vigente hoy en día. La persona con este don es caracterizada por una
pasión por las almas y tiene facilidad de hacer amistades con los incrédulos.
El no está tranquilo sin hacer nada.

Pastor-maestro. Persona llamada por Dios capacitada por el Espíritu de Dios


para pastorear a un grupo local mediante la enseñanza de la Palabra de
Dios. Esta frase pastor–maestro “se entiende mejor en el contexto
(Ef. 4.11) de un solo ministerio o cargo de liderazgo en la iglesia”
(MacArthur, Biblia de Estudio, página 1660). Este hombre de Dios ejerce
tanta influencia que guía a un grupo hacia una meta. Se puede ser maestro
sin ser pastor, pero no un pastor sin ser maestro. Tiene un llamado personal
(Hch. 20.28; 1 Ti. 1.12) que se manifiesta en su carácter y su preparación
(1 Ti. 3.2; 4.15). El también es llamado por dos otros términos: anciano u
obispo en el Nuevo Testamento (Hch. 20.28; 1 P. 5.1-2). Este don también
está vigente hoy en día.

Ahora, después de haber considerado lo que el Nuevo Testamento enseña en cuanto


a hombres dotados para servir a Dios o en fundar la iglesia (apóstol y profeta) o
llevar a cabo su ministerio (evangelista y el pastor–maestro) queremos considerar
los diferentes dones que el Espíritu Santo da a los creyentes para su servicio dentro
de la iglesia. El Señor Jesucristo es el ejemplo perfecto de cada uno de estos dones.

4. Dones Vigentes

Servicio o ayuda. Varias palabras griegas son usadas en el N.T. para comunicar lo
que es este don pero las palabras “servir” o “ministrar” o “ayudar” traducen
bien el concepto (1 Co. 12.28; Ro. 12.7). Podemos definirlo como una
persona capacitada por el Espíritu de Dios para apoyar una obra existente,
básicamente en áreas de ayuda práctica o física. Estas personas prefieren
apoyar en el ministerio de otros y no buscan estar a la cabeza de aquella
obra ni la recompensa.

Enseñanza. La palabra “enseñanza” describe el don y la persona con el don es


llamado un “maestro”. Podemos definirlo como, una persona capacitada
por el Espíritu de Dios para explicar o exponer claramente lo que la Biblia
dice (1 Co. 12.28-29; Hch. 13.1). Hay varios aspectos que se destacan en lo
que es el don del maestro. El maestro tiene una capacidad dada por el
Espíritu Santo de entender las verdades bíblicas y de comunicarlas con
claridad. También se preocupa de lo que es la aplicación que corresponde.

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Este don fue enfatizado tanto en la iglesia primitiva por su importancia en


llevar a los creyentes a la madurez (Hch. 2.42; 4.2; 5.42; 11.26; 13.1; 15.35;
18.11, etc.).

Exhortación. Este don que el Espíritu de Dios da a algunos creyentes es para


motivar a acción el pueblo de Dios por medio de la Palabra de Dios
(Ro. 12.8). Iimplica hablar en el nombre de Dios, y con el poder del
Espíritu. Este don puede manifestarse de varias formas, ya sea en público o
en el aconsejamiento privado. El discípulo de Cristo con el don de la
exhortación llega al corazón de otros y les da la confianza de aplicar los
principios bíblicos a sus vidas.

Repartir o dar. Refiere a la capacitada dada por el Espíritu de Dios de dar de sus
bienes o posesiones con alegría (Ro. 12.8). Este don no está limitado a los
ricos (2 Co. 8.2) y lleva gran promesa para los que lo ejercen bien
(Fil. 4.10-19). Los que tienen el don de dar son normalmente sensibles a las
necesidades de otros. El es normalmente un buen administrador de sus
bienes.

Presidir – administrar – gobernar. Habla de una persona capacitada por el


Espíritu de Dios para liderar o gobernar en la obra de Dios. Básicamente en
su liderazgo está colocando hombres y mujeres de Dios en el servicio según
sus dones para que alegremente sirvan a Dios. Es necesario que los líderes
manifiesten este don. Involucra la capacidad de tomar decisiones, controlar
a otros o situaciones y tomar la iniciativa. Él tiene la tendencia de organizar
con facilidad y es capaz de motivar al pueblo de Dios en llevar a cabo sus
ministerios. Normalmente, son personas de visión y a la vez puede ver los
detalles relacionados con una obra o ministerio (Ro. 12.8; 1 Co. 12.28;
1 Ti. 5.17).

Misericordia. Este don describe la persona capacitada por el Espíritu de Dios para
sentir y ayudar a los que sufren, animar a los caídos y levantar al
quebrantado de corazón. Sin duda alguna la misericordia debiera estar en
todos los creyentes, pero el don es la dedicación a esa vida de bondad, de
benignidad, es la expresión práctica del amor de Dios. El es conmovido por
oír de las heridas de otros y se provoca a una acción de socorro. Su
ministerio produce gozo en su vida y en la vida de otros. Es grato estar en
su presencia por su cariño y preocupación (Ro. 12.8).

Fe. Todos los creyentes tienen fe salvadora (Ef. 2.8-9) y deber estar creciendo
continuamente en su fe (He. 11). Sin embargo, hay algunos creyentes que
tienen el don de fe (1 Co. 12.9). Estas personas son capacitadas por el
Espíritu de Dios para hacer cosas extraordinarias confiando en la
provisión de Dios. En otras palabras es una persona que cree en el poder
de Dios en circunstancias especiales. Él cree de corazón lo que dice Dios
en Su Palabra. Él confía que Dios va a obrar en una situación que otros

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consideran imposible. Es una persona de oración y acción. Esteban era


reconocido como “varón lleno de fe” (Hch. 6.5).

5. Dones No Vigentes

Dentro de las listas de dones que encontramos en el Nuevo Testamento, hay varios
dones que los apóstoles, profetas y la iglesia primitiva ejercieron. Pero algunos de
estos dones del Espíritu Santo caracterizaron la iglesia primitiva menos y menos y
eventualmente cesaron con la terminación del Nuevo Testamento
(1 Co. 13.8-10).

Milagros. Una persona que fue capacitada por el Espíritu de Dios para hacer
cosas sobrenaturales tuvo el don de milagros. Hay tres términos bíblicos
para describir sus obras. Fueron maravillas, prodigios o señales”
(Hch. 2.22; Ro. 15.19; He. 2.4; 2 Co. 12.12). En general, el vocabulario
destaca lo que fue los propósitos de los milagros. Fueron para “llamar la
atención” y “para apuntar a Cristo” (Jn. 5.36). La palabra “milagro”
significa poder o una obra de poder y el don de milagros (1 Co. 12.10,28)
incluyó más que solamente sanidades. Algunos ejemplos incluyen los
milagros de Pedro (Hch. 5.9-11) y de Pablo (Hch. 13.8-11). Como fue
mencionado arriba, los milagros y los hombres capacitados por Dios para
hacer milagros se encuentran en tres períodos principales cuando Dios
estaba dando nueva revelación a la humanidad. Estos milagros servían
como autenticación del mensajero y de su mensaje (Ex. 4.5,8; 1 R. 17.24;
He. 2.4). Cuando Moisés hizo milagro, sus oyentes podían estar seguros
que él fue el mensajero de Dios y que debían atender su mensaje. Con la
terminación del Nuevo Testamento, el don de milagros cesó, habiendo
cumplido su propósito temporal de autenticar el mensajero y su mensaje.
Aunque Dios no está capacitando hombres que son hacedores de milagros
hoy en día, sin lugar a dudas Dios todavía hace milagros. Dios escucha las
oraciones de Su pueblo y según Su propia voluntad responde
milagrosamente.

Sanidades. Otro don que marcó la iglesia primitiva fue el don de sanidades
(1 Co. 12.9). Refiere a una persona capacitada por el Espíritu de Dios
para sanar en forma instantánea y completa al hablar o tocar a la persona.
Este don fue independiente de la fe de la persona sanada. Este era un don
de señal y como tal los dones de señales sirvió como autenticación del
mensajero y mensaje de Dios (Mr. 16.15-20; 2 Co. 12.12; He. 2.2-4). Es
evidente que hacía al final del ministerio de los apóstoles, ellos mismos no
pudieron curar todas las enfermedades. Pablo no sanó a Epafrodito (Fil.
2.25-27); ni a Trófimo (2 Ti. 4.20); ni a Timoteo (1 Ti. 5: 23) ni a sí mismo
(2 Co. 12.7-9). Es interesante notar que después de la epístola a los
Corintios, los milagros no son mencionados como la norma para la iglesia.
Estos dones cesaron cuando las Escrituras fueron completadas

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(1 Co. 13.8-10).

Lenguas. Una persona que fue capacitada por el Espíritu de Dios para hablar un
idioma que previamente era desconocido para la persona que lo hablaba
tuvo el don de lenguas (1 Co. 12.28).
Hay varias observaciones bíblicas con respecto al don de lenguas.

1) El libro de Hechos dice que las lenguas fueron idiomas humanos.


Otros que oyeron las lenguas predicadas reconocieron el mensaje en
sus propios idiomas (Hch. 2.6-11).
2) En 1 Corintios, Pablo escribió para corregir varios problemas. Un
problema fue que algunos habían introducido en la iglesia sus
lenguas extrañas aprendidas de las religiones seculares de Corinto
(MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur, página 1601). Hubo
bastante confusión entre lo que fue el don verdadero y las lenguas
extrañas o desconocidas que algunos habían traído a la iglesia
después de recibir a Cristo. Pablo tenía que diferenciar entre el don
verdadero y lo que fue la capacidad falsa traída de las religiones
seculares. También Pablo tuvo que declarar cuál fue la manera
correcta de practicar el don verdadero (1 Co. 14.26-28).
3) Las lenguas nunca fueron para todos los creyentes (1 Co. 12.30).
4) Cuando alguien tenía el don verdadero de lenguas pero no hubo
intérprete, no podía hablar en lenguas (1 Co. 14.28).
5) Las lenguas fueron un don de señal (1 Cor. 13:8). Fueron
temporales y cesaron cuando cumplieron su propósito. Con la
terminación del Nuevo Testamento no existía propósito para las
lenguas.
6) Las lenguas sirvieron como señal para los judíos incrédulos para
mostrarles que Dios estaba obrando en la iglesia primitiva en
cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento
(1 Co. 14.21-22). Este don fue designado para dirigir a los judíos de
tal manera que creyesen en Jesús, Su Mesías.

Interpretación de lenguas. Este don del Espíritu Santo capacitó a una persona
para entender, interpretar y traducir correctamente un idioma que
previamente era desconocido para lo persona que lo interpretaba (1 Co.
12.30). Cuando alguien habló en lenguas, esta persona tradujo. Si no hubo
interpreté, el que habló en lenguas tuvo que guardar silencio en la iglesia
(1 Co. 14.28).

Palabra de sabiduría. Este don fue la habilidad o capacidad dada por el Espíritu
Santo de Dios para recibir y exponer las cosas profundas de Dios
(1 Co. 12.8). El Apóstol Pablo describió y ejemplificó este don en
1 Corintios 2:6-12. Había en este don un sentido de revelación, estando
muy ligado al don de profecía, siendo de esta forma un don fundacional
hasta la plenitud del canon.

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Neumatología “La Doctrina del Espíritu Santo” FTBB

Palabra de ciencia. La persona con este don fue capacitada por el Espíritu Santo
de Dios para entender e instruir a la iglesia acerca de las verdades
profundas del Antiguo Testamento (1 Co. 12.8). Dichas verdades ya están
completamente registradas en el Nuevo Testamento. No se trata del
conocimiento adquirido a través del estudio de las Escrituras, ya que
durante el desarrollo de este don aun no se cerraba el canon del Nuevo
Testamento. Pablo dijo que este don “acabaría” (1 Co. 13.8).

Discernimiento de espíritus. En la iglesia primitiva, antes de la terminación del


canon del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo había capacitado a varios
hombres para comunicar la revelación de Dios a la iglesia. Pero ¿cómo
podía la iglesia estar segura que el que hablaba estaba hablando por Dios?
El Espíritu Santo capacitó a otras personas para distinguir o discernir
cuando un hombre hablaba de parte de Dios o no (1 Co. 12.10). Hoy todos
los que tienen la Palabra de Dios pueden saber si la enseñanza es correcta o
falsa. Fue su responsabilidad determinar si Dios había hablado por medio
del mensaje o no (1 Co. 14.29; 1 Ts. 5.20-21). Involucró una evaluación
tanto del mensajero como también de su mensaje (1 Jn. 4.1).

G. LA SANTIFICACIÓN

Otra obra del Espíritu Santo en la vida del creyente es la obra de santificación. La
santificación es la actividad del Espíritu Santo por medio de la cual Él aparta a su pueblo
para si mismo. En esta obra Él libera al nuevo creyente de la contaminación del pecado,
transforma su naturaleza a la imagen de Dios, y le capacita para hacer buenas obras. Hay
tres aspectos en la santificación.

1. La santificación instantánea. Este aspecto de la santificación describe lo que es la


posición del creyente ante Dios. Como resultado de lo que Cristo hizo en la cruz, el
cristiano es santificado desde el momento de su salvación. El es llamado un santo
de Dios (Ro. 1.7; 1 Co. 1.2,30).

2. La santificación progresiva. Este aspecto de la santificación describe la


experiencia del creyente en la cual el es continuamente librado del poder del
pecado en su vida. En este proceso el creyente está llegando a ser en la práctica lo
que es en posición. Es la obra del Espíritu Santo pero también las decisiones
diarias del creyente (Fil. 2.12-13; 1 P. 1.15). El seguidor de Cristo debe obedecer
y cumplir con la voluntad de Dios en su vida y a la vez tiene que “hacer morir”
todo lo que no es santo en su vida (Col. 3.5). Es llamado a crecer en su santidad, su
conocimiento y la gracia de Dios (2 Co. 3.18; 1 Ts. 4.3; 2 P. 3.18).

3. La santificación competa. Este aspecto de la santificación describe la glorificación


del creyente cuando él será transformado por completo en la presencia del Señor

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(Ro. 8.30; Fil. 3.20). Desde aquel momento y en adelante, el cristiano será
perfectamente santo como su Salvador (Ef. 5.26-27; 1 Ts. 5.23; Jud. 24).

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