Antes Bomboná, Manuela Sáenz la Caballeresa del Sol, Libertadora del Libertador, Antonio José de Sucre amigo, hermano, compañero, vinculados con esta fecha y ciudad (1822), amor, pasión, decepción y lucha, nuestro Libertador contaba con 39 años en su haber, fogueado en el campo de batalla, forjado en la más complejas estrategias y tácticas suficientes que conlleva la experiencia, ímpetu afinado, soledad interior no manifestada en el recorrido transitado. Nos ubicamos en Riobamba, provincia de Chimborazo, Ecuador donde el Libertador estaba angustiado, sofocado por la idea que divagaba en su mente, una como tantas inquietudes lo atormentan, a sabiendas de múltiples victorias, igual vibraba en susurro el acontecimiento del Campo abierto, después de la Batalla de Carabobo, que más se pregunta Bolívar, ¿ ahora cómo hacemos para el Gran Proyecto de Colombia?, ¿qué hace falta,? ¿qué elementos tenemos a favor y en contra?, ¿con quién contamos, si estamos rodeado por fuerzas imperiales todavía? Entiendo que Carabobo es solo el comienzo, el impulso que me anima y desboca hacia el Sur, en la impaciencia, tengo un vacío inexplicable, escucho voces de lejos que me reclaman, en ese silencio que carcome los huesos. Un lugar majestuoso para el encuentro conmigo, no solo el camino, sitio, espacio, terreno, más su significancia en el mundo espiritual, científico, material, que representa ese Volcán en el Chimborazo, nombre atribuido por los quechua ( Nevada) punto del planeta más alejado de su centro y más cercano al Sol, La “Atalaya del Universo” Charles Marie de Condamine estudioso naturalista, geógrafo el que realizó la medición del meridiano terrestre en la zona del Ecuador confirmando la teoría de Isaac Newton, por lo cual la tierra era aplanada en los polos y ensanchadas en los paralelos, qué relación tiene con el Barón de Humboldt, Alexander von Humboldt, naturalista y geógrafo igualmente, quien escaló el Chimborazo 23 de junio de 1802, montaña más alta conocida en el mundo, nadie la había escalado, en esa misma fecha, Bolívar, estaba en Madrid enamorado, buscando escalar otras montañas, escalando otros compromisos, el matrimonio, mientras Humboldt refleja someramente Mi delirio más allá de la composición poética: “ Subimos aún más, pero el frio aumentaba con cada paso. También la respiración se hacía, e incluso más incómoda era que todos sentíamos nauseas, ganas de vomitar. Además, nos sangraron las encías y los labios. El blanco de nuestros ojos estaba inyectado en sangre. En Montúfar, cuyo cuerpo contenía más sangre, estos fenómenos eran peores”, se da cuenta en su ascenso que todo está conectado, múltiples correlaciones naturales formaban un todo orgánico, un cosmos, expedición geodésica que determinó la forma de la tierra, la medición del mundo, tanto simbolismo recoge el Chimborazo, confrontar a ese monumento natural, ser uno con la materia. Bolívar el Hombre de las Dificultades, se entrega a sus latidos más íntimos, enfrentando los desafíos que ofrece la montaña, solicita consejo al Dios Iris que permite la comunicación del más allá con el más acá, humilla la Diosa de la guerra Belona, porque su batalla en ese momento era espiritual, su lucha es de otra dimensión y esfera, por ello otros elementos surgen Iris, Belona, los arcanos guardianes y guías aparecen, según Platón Iris personifica la dialéctica y la filosofía, pregúntense que buscaba entonces el Libertador en el Chimborazo, desatar posiblemente esa fuerza que lo poseía sin entender que era su ego que necesitaba diálogo con el otro yo para seguir avanzando en ese punto de reflexión que expresa en el Poema, permitiéndonos dilucidar varios entes que siempre son parte nuestra de lucha esotérica en el combate frecuente, que al igual que Bolívar subimos a nuestro Chimborazo simbólico a meditar ¿qué estamos haciendo?, si estamos haciendo y ¿cómo lo estamos haciendo?, otra vez quedamos con la enseñanza de toda la historia que cada participante tiene en la obra, con sus particularidades, razones y necesidades, además de la relación con toda ese energía que gravita en el entorno. Literatura que es posible movernos en ese punto máximo para reposar, encontrar coherencia entre la acción y el discurso, develar susurros finitos en el ambiente, escuchar los silencios en el centro de la tierra, hoyar la prudencia para convertirla en escudo, exaltar el ser que convive entre tantas turbulencias, ensimismado en las sienes de la gloria. En honor saldando el tributo, como cual promesa se hace, vuelve preparado dando una demostración de su carácter y templanza. Junín y Ayacucho lo confirman en el Porvenir.