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un método espacialmente explícito, que tiene en cuenta la posición es- Estimadores de los componentes de la diversidad de
pacial de las especies en el área de estudio, para identificar entre todas especies a distintas escalas. A escala local, dentro de comunida-
las combinaciones posibles de cuadrantes, aquella/s combinación(es) des, localidades o sitios de muestreo, la diversidad de especies frecuen-
cuyos límites delimitan un área de endemismo de manera más óptima, temente se estima por simple conteo de entidades taxonómicas. Cuan-
de acuerdo con un puntaje determinado por el número de especies do la distribución geográfica de las especies ha sido archivada en forma
endémicas presentes en dicha combinación. Básicamente, el método de datos de presencia (1)/ ausencia (0) en cada una de ls cuadrantes de
consta de los siguientes pasos: una cuadrícula superpuesta a un mapa de base de la región estudiada,
1. Cuadricular un mapa de la región a analizar, considerando solo es posible estimar la riqueza de especies por cuadrante contando sim-
aquellos cuadrantes donde se registra al menos una localidad de reco- plemente el número de especies coexistentes en cada una. En la prác-
lección de una especie. tica, esta medida puede considerarse una estimación de la diversidad
2. Construir una matriz de datos, donde las columnas representan las alfa (sensu Whittaker, 1972) si se asume –en sentido amplio– que cada
especies y las filas representan los cuadrantes. Registrar la presencia (1) o cuadrícula representa la ‘escala local’. A escala regional, el recambio o
ausencia (0) de cada especie en cada una de las cuadrículas de estudio. remplazo de especies entre unidades de muestreo o cuadrículas de un
3. Establecer algún criterio para definir endemicidad. Szumik et al. mapa grillado (= diversidad beta, sensu Whittaker, 1972) suele estimar-
(2002) proponen cuatro criterios, que van desde asumir un criterio es- se a partir de índices que cuantifican el grado de diferenciación o, alter-
tricto de endemismo con máxima congruencia geográfica entre las es- nativamente, la similitud entre los sitios de estudios (e.g. Wilson y Shmida,
pecies en el área de estudio, hasta aquellos más laxos que permiten 1984; Magurran, 1988; Gaston y Blackburn, 2000; Vellend, 2001).
cierto nivel de incongruencia. Algunos de los índices que cuantifican el grado de diferenciación
4. Evaluar todas las combinaciones posibles de celdas contiguas en entre cuadrantes de un mapa cuadriculado derivan de la relación mate-
la cuadrícula y asignar a cada conjunto un ‘puntaje de endemicidad’, mática de Whittaker; ésta expresa el cociente entre el número total de
contando el número de especies endémicas presentes en el conjunto especies en el área de estudio (diversidad gamma) y el número prome-
de acuerdo con alguno de los cuatro criterios establecidos a priori: dio de especies en cada localidad dentro del área de estudio (diversidad
Criterio 1: supone que la distribución de una especie debe ajustar- alfa). Por su simplicidad, es uno de los estimadores más utilizados para
se perfectamente al área seleccionada para contribuir al puntaje. cuantificar heterogeneidad en la composición de especies a lo largo de
Criterio 2: igual al anterior, pero ‘permite’ que el área de distribu- gradientes geográficos (Magurran, 1988; Arita y Rodríguez, 2001;
ción de la especie se extienda a alguna celda fuera del área, siempre y Murguía y Rojas, 2001).
cuando ésta sea adyacente al área en cuestión. De esta manera, todas La diversidad beta también puede estimarse a partir de la aplicación
las especies que contribuyen al puntaje no tienen necesariamente idén- de índices de (di)similitud y/o su complemento. Mientras que la fórmula
tica distribución. de Whittaker (y/o sus derivados, más abajo) se calcula para el conjunto
Criterio 3: igual al anterior, pero permitiendo que dos celdas adya- total de cuadrantes simultáneamente, los índices de similitud se calculan
centes difieran en su composición específica. para cada par de cuadrantes comparados dentro de una transecta o cua-
Criterio 4: no es necesario que todas las especies estén presentes drícula bidimensional; por lo común aplicando fórmulas matemáticas sen-
en cada una de las celdas que constituyen un área de endemismo. Una cillas sobre los datos de presencia (1)/ ausencia (0) de especies registra-
especie puede contribuir al puntaje de endemicidad si tiene una distri- dos en cada celda. A menudo se utilizan índices que consideren relacio-
bución geográfica equitativa dentro del área analizada, aun cuando pue- nes entre el número de especies compartidas entre ambos cuadrantes
da estar ausente en algunas celdas del conjunto analizado debido a es- del par comparado y exclusivas para uno u otro miembro del par; se
fuerzo de recolección pobre, o haberse extinguido localmente (para descartan en lo posible estimaciones basadas en ausencias compartidas
una descripción formal y detallada de los cuatro criterios, consultar Szumik dado que en este caso la similitud entre el par de cuadrantes comparados
et al., 2002). representa un mayor grado de incertidumbre biogeográfica –i.e. no es
5. Los conjuntos de celdas que resultaran con mayor puntaje de posible determinar si la ausencia de la especie ‘x’ en la celda ‘i’ se debe a
endemismo son considerados para definir ‘áreas de endemismo’ den- que dicha especie aún no fue todavía recolectada, o existía previamente
tro del área de estudio. pero se extinguió, o nunca existió en ese lugar. Para una revisión de fór-
El criterio de optimalidad de Szumik et al. (2002) es susceptible de mulas de otros índices de (dis)imilitud, se recomienda consultar a Crisci y
ser mejorado en el futuro para incluir otros aspectos de la distribución López Armengol (1983), Magurran (1988), Pielou (1984) y Murguía y
geográfica de las especies, así como de las áreas a investigar. Actual- Rojas (2001). Aquí citamos dos índices de similitud muy conocidos:
mente, el método se halla en etapas iniciales de desarrollo y varios tra-
bajos relacionados dentro la misma línea conceptual se llevan a cabo El índice de Jaccard, J = a/(a + b + c)
por los mismos autores.
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El índice de Sørensen, S = 2a/(2a + b + c) ción espacial. Al incorporar la información sobre la posición geográfica
donde: de cada cuadrante y estimando la distancia geográfica que separa las
a, representa el número de taxones compartidos entre las dos mues- integrantes de cada par comparado, se puede medir la variación de la
tras o celdas del par comparado, (1,1); similitud en función de la distancia para visualizar la tasa de cambio en la
b, representa el número de taxones presentes en la primera mues- composición de especies a lo largo de gradientes ambientales (e.g.
tra pero ausente en la segunda muestra del par comparado, (1,0); Vellend, 2001).
c, representa el número de taxones presentes en la segunda mues- Varias modificaciones del índice de Whittaker pueden aplicarse so-
tra pero ausente en la primera muestra del par comparado (0,1). bre datos de presencia-ausencia o riqueza de especies espacialmente
Estos índices expresan la máxima similitud entre pares de muestras estructurados, i.e. cuando las estimaciones provienen de cuadrículas
como 1 y la mínima como 0. adyacentes ordenadas en transectas lineales (Harrison et al., 1992) o
La selección de índices de similitud o diferenciación debe ser cuida- de vecindades de cuadrículas adyacentes dentro de una grilla bidi-
dosa dado que los resultados dependen fuertemente de la métrica em- mensional (Williams, 1996). En particular, Harrison et al. (1992) modi-
pleada; algunos índices no resultan útiles para discriminar entre verda- fican el índice de Whittaker para aplicarlo a gran escala, sobre una grilla
dero remplazo espacial de especies y cambios en la composición de con cuadrículas de 50 km x 50 km dispuestas en transectas lineales en
especies debidos a ganancias o pérdidas. Por lo tanto, es útil analizar la Gran Bretaña, y formulan dos índices:
interacción entre los patrones espaciales de variación en la riqueza de
especies y los estimadores de diversidad beta empleados en cada caso (1) beta-1 = 100 [(S/amean) – 1] / [C-1]
(Gaston y Blackburn, 2000; Vellend, 2001).
(2) beta-2 = 100 [(S/amáx) – 1] / [C-1]
Detección y análisis de zonas de transición biogeográfica:
Comparación de estimadores en datos espacialmente donde
estructurados. El supuesto implícito para la identificación de zonas de S = Número de especies en una región,
transición en el contexto de la ecología geográfica es que las provincias, amean = número promedio de especies por cuadrante en una
regiones o cualquier otra división biogeográfica considerada, en lo interno transecta
son relativamente homogéneas, con poco cambio en la estructura de las amáx = número máximo de especies por cuadrante en una transecta
áreas de distribución geográfica. La congruencia en los patrones de distribu- C = el número de cuadrantes en una transecta
ción de los taxones redunda en una alta similitud biótica entre celdas adya- Según Harrison et al. (1992; también Williams, 1996),betaH-1 y be-
centes dentro la región. Alternativamente, cambios fuertes en la estructura taH-2 permiten comparar estimaciones de diversidad entre transectos
de las áreas de distribución geográfica se predicen en las zonas de transi- de distinta extensión, a la vez que betaH-2 reduce el efecto de tenden-
ción, que pueden estar representados por fuertes ‘gradientes en la riqueza cias debidas a diferencias en la diversidad alfa. Sin embargo, Vellend
de especies’, alto remplazo espacial de especies o una combinación de (2001) sugiere la posibilidad de un error lógico en estas modificaciones,
ambos procesos (Williams et al., 1999; Linder, 2001). dado que la corrección por el tamaño de la muestra -división por el
Dado que los conceptos de ‘gradiente en la riqueza de especies’ y término [C-1]- solo es posible cuando se conoce la forma de la relación
de ‘remplazo espacial de especies’ definen una tasa o magnitud de cam- entre el número de especies y el área, que en general no es lineal; por
bio en la riqueza y/o composición de especies a lo largo de gradientes otra parte, la segunda modificación del índice (alfaH-2) no incluye infor-
ambientales o espaciales predefinidos, esto implica que metodológi- mación sobre la configuración espacial de los sitios de estudio y por lo
camente el análisis de zonas de transición biogeográfica es un problema tanto, de acuerdo con Vellend (2001), no permite reflejar el concepto
espacialmente explícito, i.e. implica el reconocimiento de una estructu- de remplazo espacial de especies. Basándose en simulaciones, Vellend
ra espacial en los datos (Vellend, 2001). Una distinción importante en- (2001) concluye que la fórmula de Whittaker y sus derivados no miden
tre las familias de métodos disponibles para la identificación de zonas de con exactitud el ‘remplazo espacial de especies’ sino simplemente hete-
transición depende de la incorporación explícita de la estructura espa- rogeneidad en la composición de especies.
cial de los datos, e.g. construcción de curvas de similitud-distancia, mé- Williams (1996) propone otra variante que permite medir el
todos de comparación por vecindad, o la ausencia de tal consideración, remplazo espacial de especies entre conjuntos de nueve celdas vecinas
e.g. aplicación de técnicas de clasificación (Vellend, 2001). dentro de un cuadriculado bidimensional:
Por ejemplo, después de estimar la riqueza de especies por celda (3) beta -3 = 1 - (amáx/S)
en un mapa cuadriculado, se pueden construir curvas de nivel donde,
(=isogramas o isolíneas de riqueza de especies) uniendo con una línea S = es el número de especies en un conjunto de nueve celdas
de contorno celdas con iguales valores de riqueza de especies y/o apli- vecinas
cando técnicas geoestadísticas de interpolación como el ‘kriging’ o la amáx = es el número máximo de especies por celda en la vecindad
‘distancia inversa’ (Matheron, 1963; Rossi et al., 1992). Esto permite Este método de comparación por ‘vecindad de celdas’ considera a
analizar visualmente las tendencias de variación espacial en la riqueza cada una de las celdas de un mapa cuadriculado, alternativamente, como
de especies a escala continental teniendo en cuenta la configuración ‘muestra central’ constituyendo una ventana móvil que recorre las filas
espacial de las celdas, a fin de analizar gradientes en la riqueza de espe- sucesivas de la cuadrícula, de a una por vez. En cada momento en que
cies (e.g. Simpson, 1964; Rabinovich y Rapoport, 1975; Ruggiero, 1999; una celda del mapa es considerada como ‘muestra central’ se estima la
Diniz-Filho et al., 2002). Si se asume que cualquier variación en la com- diversidad beta (beta–3) de acuerdo con la fórmula (3) o algún otro
posición de especies conlleva a una variación en la riqueza de especies estimador (Williams et al., 1999).
(supuesto no siempre válido) es posible predecir que las zonas donde Una variante dentro de esta familia de métodos ‘de vecindad’ es el
ocurren gradientes acentuados en dicha riqueza están asociadas a zonas aplicado en Ruggiero et al. (1998) y Ruggiero (2001a), resultante de
de transición biogeográficas. Así, los patrones espaciales de variación en la una modificación de la aplicación de los índices de ‘resistencia ambiental’
riqueza de especies pueden utilizarse para corroborar los límites entre y ‘anisotropía’ estimados a partir de la elaboración de mapas equipro-
regiones biogeográficas previamente establecidas (e.g. Rabinovich y babilísticos (Rapoport, 1975, 1979, 1982). El primer paso para la cons-
Rapoport, 1975). trucción de un mapa equiprobabilístico es considerar como 100% la
Por otra parte, la construcción de curvas de similitud-distancia es riqueza de especies de un punto arbitrario del mapa (=celda) conside-
una de las formas más sencillas de comparar los índices de similitud rado como ‘muestra central’. Luego, se calcula la proporción de espe-
calculados entre pares de cuadrantes teniendo en cuenta su configura- cies en ese punto central presente en cada una de las restantes celdas
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del mapa, obteniendo una probabilidad de encontrar una especie pre- ciones de similitud (o diferencias) en la composición taxonómica entre
sente en la muestra central en el resto del continente. Las celdas con las celdas de un mapa cuadriculado; sin embargo, no tienen en cuenta
igual probabilidad se unen por líneas de contorno, usualmente por la las relaciones espaciales entre las celdas para elucidar dichas relaciones
aplicación de técnicas geoestadísticas de interpolación como el ‘kriging’: (i.e. la contigüidad espacial entre las celdas no es una restricción
Matheron (1963) y Rossi et al. (1992). Luego se construye una ventana metodológica), aunque a posteriori del análisis puede verificarse si los
móvil que recorre las filas sucesivas de la cuadrícula, de a una por vez, agrupamientos de celdas susceptibles de ser considerados como regio-
considerando a cada una de las celdas de un mapa cuadriculado, alternati- nes biogeográficas tienen ‘coherencia espacial’ (e.g. McLaughlin, 1992;
vamente, como ‘muestra central’. Esto permite construir un mapa equi- Horta et al., 2000; Linder, 2001).
probabilístico alrededor de cada celda del mapa. En forma práctica, los datos de presencia(1)/ ausencia (0) de espe-
Una vez elaborados todos los mapas equiprobabilísiticos, se estima cies registrados en cada una de los cuadrantes se utilizan para calcular
la magnitud de resistencia ambiental (abreviada R50) en cada celda con- cualquiera de los índices de similitud, para todos los pares posibles de
siderada como ‘muestra central’, seleccionando el nivel de probabilidad cuadrantes. Los resultados pueden ordenarse en forma tabular para
del 50% correspondiente para cada mapa. La selección del nivel del constituir una matriz de similitud donde los cuadrantes, en un mismo
50% es arbitrario (Rapoport, 1975, 1979, 1982). Midiendo el área orden, ocupan tanto las filas como las columnas y la diagonal principal
encerrada por el nivel de probabilidad del 50% (a50), R50 se estima como corresponde a cada cuadrante comparado consigo mismo (máxima si-
R50 = 1- (a50/ac), donde ac es el área continental total. Claramente, R50 militud) (Crisci y López Armengol, 1983). Existe una amplia variedad de
depende del tamaño de las áreas de distribución geográfica de todas las técnicas de análisis de agrupamiento para analizar y sintetizar la informa-
especies que se registran en la muestra central y la pérdida de similitud ción contenida en las matrices de similitud a fin de elucidar las relaciones
biótica que ocurre desde ese punto al resto de la superficie continental. entre la totalidad de las cuadrículas del mapa (Sneath y Sokal, 1973;
R50 puede tomar valores entre 0 (indicando máxima expansión de es- Crisci y Lopez Armengol, 1983; Pielou, 1984). Son muy conocidas las
pecies, y baja pérdida de similitud faunística con la distancia desde la técnicas de agrupamiento jerárquico cuyos resultados se representan
muestra central) y 1 (máxima resistencia y rápida pérdida de similitud gráficamente por medio de un diagrama arborescente llamado
faunística). Una vez obtenidos los valores de R50 se unen celdas con dendrograma. Este muestra celdas o conjuntos de celdas agrupadas en
iguales valores para obtener un mapa de isolíneas de contorno de R50. conjuntos anidados (=‘clusters’) a distintos niveles de similitud o distan-
La variación espacial de la resistencia ambiental permite inferir los efec- cia. Cuando se aplican técnicas aglomerativas se parte de n celdas sepa-
tos de las barreras físicas o biológicas sobre el tamaño de la distribución radas que se agrupan en subconjuntos sucesivos hasta llegar finalmente
geográfica de las especies. a un único conjunto de n celdas; en este caso los agrupamientos de
La anisotropía en cada celda considerada como ‘muestra central’ se celdas resultantes maximizan la similitud en la composición de especies.
estima usando la longitud del perímetro del nivel de probabilidad del En cambio, las técnicas divisivas parten de un único conjunto de n celdas
50% (i50) correspondiente para cada mapa. La anisotropía (A50) para esa para dividirlo sucesivamente en subconjuntos; en este caso, los
celda se estima como A50 = (i50/va50) – 3.54, donde va50 es la raíz cua- agrupamientos reflejan diferentes tendencias en la distribución geográfi-
drada del área cubierta por el nivel de probabilidad del 50% y 3.54 es ca de las especies (e.g. Williams et al., 1999; Linder, 2001). Ambas téc-
aproximadamente el cociente perímetro/ cuadrícula va50 para un círcu- nicas resultan en agrupamientos de cuadrículas susceptibles de ser con-
lo. A50 se aproxima a cero cuando las áreas de distribución geográfica de siderados como divisiones biogeográficas. Pero, en sentido estricto, so-
las especies que habitan la muestra central tienden a ser circulares. Cuan- lamente definen divisiones biogeográficas aquellos agrupamientos que
to más se apartan de la circularidad las áreas de distribución geográfica son corroborados a posteriori como áreas de endemismo, i.e. que son
de las especies que habitan la muestra central, más se incrementa la sustentados por al menos dos taxones endémicos pertenecientes a di-
anisotropía. Al calcular valores de A50 para todas las celdas del mapa ferentes clados o linajes (e.g. Linder, 2001).
cuadriculado, y unir con una línea cuadrantes de igual valor es posible Los límites entre las divisiones biogeográficas constituidas por mé-
obtener un mapa de isolíneas de contorno de A50. Bajos niveles de todos de agrupamiento jerárquico necesariamente aparentan ser abrup-
anisotropía para una determinada localidad o celda del mapa sugieren tos dado que cada cuadrante del mapa cuadriculado queda clasificada
que las especies que habitan ese sitio enfrentan la misma cantidad de dentro de un único conjunto, i.e. no puede pertenecer simultáneamente
resistencia ambiental en todas las direcciones desde el centro hacia los a dos regiones. Sin embargo, cuando se utilizan técnicas divisivas -como
límites externos de su distribución. La presencia de una barrera física o en Williams et al. (1999)- se puede examinar la contribución neta de los
biológica, que limita la expansión de las especies a lo largo de una di- gradientes en la riqueza de especies y el remplazo espacial de especies
mensión lineal particular, distorsiona las áreas de distribución geográfica en las zonas de transición. Al examinar el cociente entre la riqueza de
de las especies que habitan ese punto y esto se refleja en un incremen- especies de cada grupo ‘hermano’ de cuadrantes, en cada división del
to en el valor de A50. dendrograma, se obtiene información acerca del grado de simetría en
Los índices de resistencia ambiental y anisotropía son descriptores las distribuciones preferenciales de las especies entre las dos divisiones
independientes de la geometría de las áreas de distribución geográfica de biogeográficas. Así, si el cociente es cercano a 1 la zona de transición
las especies: por ejemplo, una localidad dada puede tener un valor bajo entre ambas regiones se caracteriza por un remplazo espacial de espe-
de anisotropía y, a la vez, puede tener un valor alto de resistencia ambien- cies, en cambio si el cociente se aleja de 1, la transición se corresponde
tal. Ambos índices han probado ser útiles para revelar aquellas caracterís- con un gradiente en la riqueza de especies (Williams et al., 1999)
ticas de América del Sur que podrían representar restricciones mayores
sobre los efectos ecológicos locales (Ruggiero et al., 1998 y Ruggiero,
2001). En la última sección de este capítulo mostraremos cómo los pa- La linea subtropical en América del Sur
trones espaciales de variación en R50 y A50 corroboran las grandes divisio-
nes biogeográficas clásicamente reconocidas en América del Sur. Las regiones bióticas principales que actualmente se distinguen en
América del Sur y la posición y amplitud de las zonas de transición entre
Técnicas de clasificación y ordenación. Otra familia de ellas, son el resultado de una interacción espacial y temporal compleja
métodos comúnmente utilizados para identificar zonas de transición entre características climáticas y geomorfológicas contemporáneas y fe-
biogeográfica involucra el uso de técnicas de clasificación y ordenación nómenos ocurridos en el pasado. La historia biogeográfica de América
(e.g. Sneath y Sokal, 1973; Crisci y López Armengol, 1983; Pielou, 1984; del Sur está muy ligada a los eventos geológicos y paleoclimáticos que
Murguía y Rojas, 2001). A diferencia de los métodos anteriores, estas tuvieron lugar principalmente desde fines del cretácico y a través del
técnicas permiten delimitar regiones biogeográficas con base en rela- terciario hasta la actualidad, cuando se originaron y diversificaron la mayor
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parte de las familias de angiospermas, mamíferos y aves actuales; revi- ubica el límite austral de la región Neotropical? Nunca hubo coincidencias en
siones mayores de la historia de la biota en relación con estos eventos la localización de dicho límite, denominado ‘línea subtropical’ por algunos
se encuentran en Raven y Axelrod (1974), Solbrig (1978), Simpson autores (Rapoport, 1968). En general, los fitogeógrafos siguieron la tradi-
(1983), Shmida (1985), Parrish (1987), Pascual y Ortiz-Jaureguizar ción de Engler, delimitando la transición entre la región florística (o reino)
(1990), Romero (1993), Arroyo et al. (1996), Hinojosa y Villagrán Neotropical y la región (o reino) Antártico; los zoogeógrafos siguieron a
(1997), Poulin et al. (2002); también figura 4. Wallace y Sclater y distinguieron la transición entre la subregión Neotropical
En este trabajo discutiremos algunos aspectos relevantes al tema, cen- y la Andina (Fig. 1). Sin embargo, un análisis más detallado del problema
trándonos en una pregunta, formulada y tratada extensamente por Rapoport muestra amplias discrepancias según el autor considerado.
(1968), pero que todavía tiene vigencia: ¿Hasta dónde llega exactamente la Engler (1879, 1882) y la escuela alemana limitaron el reino Antártico
influencia tropical en América del Sur? o, dicho en otras palabras, ¿dónde se al extremo sudoeste del continente, donde se encuentran los bosques
Fig. 4. Principales eventos climáticos y ambientales durante el Terciario en América del Sur. Representación esquemática del registro del isótopo de oxígeno (ä18O) que provee
una estimación de las variaciones de temperatura en latitudes altas (redibujado de Poulin et al., 2002). La transición entre el cretácico y el terciario (65 Ma) fue una época de gran
estabilidad, quietud climática y temperaturas globales cálidas (Parrish, 1987). En esta época, gran parte de las familias de angiospermas actuales ya se habían establecido. A principios
del eoceno (aprox. 50 Ma), el óptimo climático del terciario coincide con el origen y diversificación de muchos géneros de plantas tropicales, y la formación de una flora mixta con
elementos tropicales y templados en el sur (Romero, 1993). Al final del eoceno (ca. 36 Ma), comenzó un ciclo de clima más frío relacionado con la apertura del pasaje de Drake
y la formación de la Corriente Circumpolar Antártica (Poulin et al., 2002). La zonación climática comenzó a marcarse con la presencia de aridez en latitudes subtropicales. Esto se
reflejó en el remplazo de la paleoflora mixta por elementos templados en el extremo sur (Romero, 1993; Parrish, 1987). A partir de mediados del mioceno (ca. 15 Ma.) hubo
importantes glaciaciones en la Antártida que condujeron a un proceso de deterioro climático progresivo, acentuándose el gradiente térmico e incrementándose las condiciones de
frío y aridez. Esto produjo cambios sustanciales en la composición de la biota de América del Sur.
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templados de Nothofagus. En cambio, Good (1974) trazó el límite aproxi- géneros encontrados a ambos lados. Wallace (1876) argumentó que era im-
madamente a los 40ºS, incluyendo en el reino Antártico toda la Patagonia. posible dividir las porciones tropicales del continente en subdivisiones
Takhtajan (1978) extendió la frontera hacia el norte, hasta cerca de los zoogeográficas más finas, aunque recordó que Sclater, Salvin y Newton
30ºS, para abarcar también toda la zona subtropical del centro de Ar- reconocieron tres subdivisiones para aves (Brasílica, Amazónica y Colom-
gentina, el Uruguay y el sur de Brasil (Fig. 5). Wallace (1876) trazó su biana). Sugestivamente, el mapa de isolíneas de R50 permite reconocer
línea desde Ecuador hasta el sur de Brasil casi a la altura del trópico, aproximadamente las mismas tres subdivisiones para mamíferos (Fig. 6).
siguiendo aproximadamente el curso de la línea de Sclater (1858); en Tal como fue sugerido por Ringuelet (1961), la separación entre las
cambio, Mello-Leitão y Ringuelet la corrieron hacia el sur (Rapoport, dos subregiones no es meramente una línea, sino una región en sí mis-
1968 y Fig. 5). Cabrera y Willink (1980) siguieron la tradición botánica ma. La mayoría de las líneas subtropicales dibujadas en la figura 5 y ana-
para establecer los límites entre las dos regiones, Antártica y Neotropical, lizadas por Rapoport (1968) coinciden con zonas de cambio en el
pero reconocieron los límites de varios dominios de la tradición zooló- gradiente de resistencia ambiental y anisotropía (comparar Figs. 5 y 6).
gica, como el Andino-Patagónico y el Amazónico (Fig. 5). Al menos para el caso de la fauna de mamíferos sudamericanos el límite
Un análisis de los patrones espaciales de variación en la resistencia entre las subregiones Guyano-Brasileña y Andino-Patagónica puede idea-
ambiental (R50) y anisotropía (A50) basado en la distribución geográfica lizarse como una región comprendida entre la línea de Wallace al norte
de especies de mamíferos (N = 577; Ruggiero et al., 1998 y Fig. 6) y la de Mello-Leitão (o Morrone) al sur.
ayuda a comprender el origen de las discrepancias entre los distintos Los patrones de variación espacial en A50 indican un patrón de picos
autores. Los patrones espaciales de R50 y A50 emergen de un análisis en coincidencia con el límite entre las dos subregiones biogeográficas
objetivo y cuantitativo de las áreas de distribución geográfica de las es- (Fig. 6). Esto indica grandes distorsiones en las distribuciones geográfi-
pecies, a partir de la aplicación de técnicas de tradición ecológica, que cas de las especies sobre la zona de transición, que podrían estar deter-
no involucran el supuesto a priori de reconocer la ‘singularidad’ minadas por causas históricas y ecológicas. Sugestivamente, esta área
(=endemicidad) de ciertas especies en ciertas áreas. Todas las especies de rápido cambio en las áreas de distribución geográfica de las especies,
se consideran equivalentes en el análisis, y en este sentido el enfoque al igual que todas las líneas de transición entre las principales regiones
puede considerarse ‘neutral’ (Hubbell, 2001). Este tipo de análisis tam- biogeográficas (o reinos) previamente reconocidas en América del Sur
bién difiere del enfoque conceptual que en biogeografía cladística per- por distintos autores (Figs. 5 y 6), en su mayoría se acercan a la diagonal
mite definir relaciones jerárquicas entre distintas áreas de endemismo árida que marcó Drude (1890) como zona de transición entre regiones
(Morrone y Crisci, 1995; Crisci et al., 2000; Crisci, 2001). florísticas, con precipitaciones menores a 600 mm (Shmida, 1987) (Fig.
A pesar de la simplicidad del enfoque, el esquema biogeográfico 5, centro).
producido por los patrones espaciales de variación en la resistencia Esta diagonal incluye un régimen climático templado-frío al sudoes-
ambiental (R50) es consistente con la mayoría de las clasificaciones te (la zona Andino Patagónica) y uno subtropical o templado-cálido al
zoogeográficas clásicas propuestas para el continente. La similitud más noreste (la zona Chaqueña), y probablemente ha sido una barrera más
notoria es la coincidencia entre la región de mayor cambio en los valo- o menos marcada entre la biota higrófila de América del Sur septentrio-
res de R50 y la separación entre las subregiones Guyano-Brasileña y nal y la de América del Sur austral, por lo menos desde el oligoceno o
Andino-Patagónica y/o reinos o dominios propuesta por varios autores mediados del terciario, es decir, desde hace más de 30 millones de años
(comparar Figs. 5 y 6). Los patrones de variación en la resistencia am- (Parrish 1987) (Fig. 4). A fines del oligoceno hubo un aumento relativo de
biental y anisotropía (R50 y A50) cuantifican lo que Wallace (1876) descri- la temperatura hasta la mitad del mioceno (aproximadamente 15 Ma), y a
bió como...uniformidad notoria de la vida animal sobre todas las porciones partir de allí comenzó un gran ciclo de deterioro climático que condujo a
continentales tropicales de América del Sur...donde... aún los Andes no una máxima aridez, clima más frío y mayor heterogeneidad ambiental. Se
parecen formar una barrera como ha sido supuesto, con la mayoría de los formaron extensas glaciaciones en la Antártida, que determinaron un
Fig. 5. Límites entre regiones (izquierda), reinos (centro) y dominios biogeográficos (derecha) propuestos por diversos autores para América del Sur. En gris se representan zonas
con precipitaciones menores a 600 mm.
151
Fig. 6. Patrones espaciales de variación en la resistencia ambiental,R50, (izquierda) y anisotropía ,A50, (derecha), obtenidos a partir de datos de distribución de 577 especies de mamíferos. Los
valores de R50 y A50 se obtuvieron a partir de la isolínea del 0.5 de cada uno de los mapas equiprobabilísticos calculados sobre el mapa base del continente (redibujado de Ruggiero et al., 1998).
gradiente térmico marcado entre el polo sur y el ecuador. A partir de esa ticidad demográfica y ambiental se hace más importante para determi-
época se desarrolló el sistema actual de vientos y corrientes marinas, y la nar la longevidad de las poblaciones; compresiones y distorsiones en las
elevación de los Andes comenzó a detener los vientos y las lluvias y a áreas de distribución geográfica tienden a estar acompañados por un
producir climas desérticos a sotavento de la Cordillera. Al final del tercia- decrecimiento en la abundancia de las poblaciones, que se hacen más
rio se produjo la extensión máxima de la diagonal árida que actualmente vulnerables al efecto de disturbios deletéros, mucho más fuertemente
recorre América del Sur del noroeste al sudeste del continente (Solbrig, en los bordes de tales áreas (Soulé y Simberloff, 1986; Graves, 1988).
1978; Shmida, 1987). La consecuencia de este proceso de deterioro En consecuencia, desde el punto de vista histórico y ecológico, esfuer-
climático en el sur del continente sudamericano fue la ocurrencia de gran- zos futuros para delimitar regiones y zonas de transición biogeográfica
des extinciones locales de la flora de origen tropical y sustanciales cambios en América del Sur no deben considerarse como una forma ‘antigua’ de
en la composición de la fauna asociada (e.g. Pascual y Ortiz Jaureguizar, hacer biogeografía. Los límites entre grandes unidades biogeográficas
1990), lo que llevó a la preponderancia de una biota de origen endémico, son mucho más que una línea estática dibujada sobre la superficie de un
austral y andino con aportes del elemento boreal luego de la ascensión mapa para indicar cambios en la composición faunística; potencialmen-
del istmo de Panamá que unió a América del Norte con América del Sur te representan zonas de intensas interacciones faunísticas y dinámicas
hacia fines del terciario (Hinojosa y Villagrán, 1997; Villagrán e Hinojosa, poblacionales a gran escala que requieren de análisis más intensivos y
1997; Aizen y Ezcurra, 1998). extensivos en el campo de la biogeografía ecológica e histórica.
La diagonal árida puede considerarse una barrera presente y pasa-
da a la expansión de la flora neotropical higrófila (y su fauna asociada) en
periodos climáticos más cálidos, y una barrera presente y pasada a la Consideraciones finales
expansión de la flora Antártica higrófila en periodos más fríos. Por otro
lado, es una zona donde una flora xerófila (y su fauna asociada) pudie- Tanto la biogeografía histórica como la ecológica han abordado el
ron desarrollarse y diversificarse a través del tiempo. Los picos de problema de identificar áreas de endemismo y sus zonas de transición.
anisotropía (A50) indicativos de cambios notables en la estructura de las Sin embargo, por razones que principalmente tienen que ver con la his-
áreas de distribución geográfica de las especies de mamíferos en esa toria de desarrollo de ambas subdisciplinas, los análisis se realizaron desde
región (Fig. 6), podrían reflejar alguna clase de ‘efecto de intereferencia marcos conceptuales distintos, en forma separada, y con poca comuni-
faunística’ sobre las áreas de distribución geográfica de las especies. Este cación e intercambio de ideas. En general, los biogeógrafos históricos
efecto podría resultar cuando las especies que habitan la mitad septen- siempre están más interesados en delimitar e identificar cualitativamente
trional del continente se encuentran con las especies que habitan la las áreas que con mayor probabilidad pueden considerarse áreas de
mitad austral. El efecto final sería la existencia de zonas de penetración endemismo, sin prestar demasiada atención a los fenómenos ecológicos
local de una fauna por la otra ‘escurriendo’ las áreas de distribución que ocurren en las zonas de transición. La naturaleza cualitativa última
geográfica de los taxones que se pierden en la transición. de este tipo análisis se mantiene aun cuando se apliquen algoritmos
Se ha sugerido que cuando el cociente perímetro/ superficie de las cuantitativos para distinguir entre conjuntos de celdas de un mapa cua-
áreas de distribución geográfica de las especies se incrementa, la estocas- driculado que con mayor (o menor) probabilidad pueden considerarse
152
áreas de endemismo (e.g. calculando un puntaje de endemicidad para latitudinal en la riqueza de especies entre biomas al sur y al norte de los
cada agrupamiento de celdas: Szumik et al. [2002], o aplicando técnicas trópicos depende de la extensión de las tierras ocupadas por los distintos
de agrupamiento jerárquico: Morrone [1994], Linder [2001]). Indepen- biomas extratropicales (Rosenzweig, 1975, 1992, 1995; Blackburn y
dientemente de la técnica, el objetivo final en todos estos casos es distin- Gaston, 1997; Ruggiero, 2001b).
guir unidades discretas (=áreas de endemismo) dentro de una ‘matriz’ Es interesante que esta hipótesis asume que los biomas representan
de extensión mayor (=área de estudio). provincias bióticas en el sentido de regiones biogeográficas diferenciadas a
Los ecólogos, por otra parte, ponen mayor énfasis en analizar cuan- través del tiempo; según Rosenzweig (1995) cada una representa ideal-
titativamente los patrones espaciales en la distribución geográfica de las es- mente un área ‘autocontenida’, cuyas especies se originaron enteramente
pecies asociados con gradientes ambientales, i.e. variación en la riqueza de por especiación dentro de la región. Esto implica que, en teoría, la prueba
especies, y cambios en la estructura (forma y tamaño) de las áreas de distri- de esta hipótesis (que predice una correlación positiva entre el número de
bución geográfica asociadas a cambios en la composición específica. En ge- especies y la extensión geográfica de los ‘biomas’) debería llevarse a cabo
neral, la variación espacial en esos atributos se idealiza como una variable con base en la consideración de la superficie ocupada por cada una de las
respuesta de tipo continua (e.g. número de especies, valores de diversidad grandes unidades biogeográficas. Vale decir, se debería utilizar alguno de los
beta), y el énfasis está puesto en identificar aquellas variables ambientales esquemas biogeográficos disponibles; de preferencia aquel que describa
que son clave para entender dicha variación, vale decir, que explican una con mayor precisión la localización y extensión de grandes áreas de
proporción significativa de la variación. Solo secundariamente algunos estu- endemismo sobre la superficie del globo, y que permita reconocer inequí-
dios han relacionado cambios abruptos en los patrones observados con la vocamente las fronteras o zonas de transición biogeográfica entre dichas
naturaleza ‘discreta’ de la matriz continental subyacente, determinada por áreas. En la práctica, sin embargo, los ecólogos han prestado muy poca
la regionalización del globo en grandes unidades biogeográficas (ejemplos atención a las implicaciones históricas subyacentes a la definición de biomas
en Williams, 1996; Mourelle y Ezcurra, 1997; Ruggiero et al., 1998). de Rosenzweig (1995). En cambio, la mayoría de los análisis han identifica-
A pesar de estas diferencias fundamentales, en este trabajo mostra- do biomas utilizando límites latitudinales arbitrarios (e.g. Blackburn y Gaston,
mos varias líneas de evidencia que sugieren las ventajas que potencial- 1997) o considerando únicamente diferencias climáticas en la temperatura
mente traería acrecentar la comunicación e intercambio de ideas a través y/o precipitación (e.g. Rosenzweig, 1995; Rosenzweig y Sandlin, 1997;
de programas conjuntos de investigación. La recapitulación de técnicas Ruggiero, 1999). Solo Hawkins y Porter (2001) prueban explícitamente si
empleadas en biogeografía histórica y ecológica muestra que ambas el efecto de diferencias históricas entre los continentes podría estar oscure-
subdisciplinas enfrentan varios problemas metodológicos comunes; en ciendo el efecto del área geográfica de los biomas (derivados climáticamente)
particular, tanto para la identificación de áreas de endemismo y el análisis sobre los patrones de riqueza de especies. Es factible que mucha de la
de las zonas de transición entre ellas, es clave la necesidad de considerar controversia surgida en torno a la definición de biomas en el contexto de la
explícitamente en los análisis la ‘estructura espacial de los datos’ (=locali- hipótesis del área geográfica (Rosenzweig y Sandlin, 1997; Rohde, 1997;
zación espacial de los taxones) como un atributo inherente al sistema de Hawkins y Porter, 2001) podría haberse suplido o al menos complementa-
estudio y la naturaleza escala-dependiente de los resultados en la medida do dentro de un marco teórico más amplio y apropiado por la aplicación de
en que ambos enfoques utilizan muy frecuentemente mapas cuadricula- enfoques alternativos de análisis provistos desde hace tiempo por la
dos. En este capítulo mostramos cómo distintos autores han elaborado biogeografía histórica.
distintas propuestas para resolver (o al menos considerar) el efecto de
estos factores sobre los análisis. Pero estos problemas metodológicos
todavía merecen más atención, constituyendo una posible vía de comu- Agradecimientos
nicación constructiva entre ambas subdisciplinas.
También es evidente, a través de los ejemplos mostrados en este Pablo A. Marquet y Juan J. Morrone proveyeron material bibliográ-
capítulo, la importancia de tomar en cuenta los efectos de la estructura fico clave para la redacción de este capítulo. Claudia Szumik y Pablo
biogeográfica de los continentes en análisis de gradientes espaciales en la Goloboff compartieron su trabajo cuando aún se hallaba en prensa.
distribución geográfica de las especies. Varios análisis han mostrado que
los límites entre divisiones biogeográficas del globo reconocidas en los
esquemas clasificatorios clásicos, coinciden con regiones de cambios pro- Referencias
nunciados en la estructura de las áreas de distribución geográfica (sección
anterior del presente capítulo y también Williams, 1996; Mourelle y Aizen, M. y C. Ezcurra. 1998. High incidence of plant-animal mutualisms
Ezcurra, 1997; Williams et al., 1999). Esto sugiere que la división del glo- in the temperate forest of southern South America, biogeographical origin
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que la mayor diversidad de los trópicos podría explicarse por su mayor Arroyo, M. T. K. , L. Cavieres, A. Peñaloza, M. Riveros and
extensión. Éste es el postulado fundamental de la ‘hipótesis del área geo- A. M. Faggi. 1996. Relaciones fitogeográficas y patrones regionales de
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especiación alopátrica por formación de barreras geográficas, (ii) mayor geographic area and the latitudinal gradient in species richness in New
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