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Regiones y transiciones biogeográficas:


Complementariedad de los análisis en
biogeografía histórica y ecológica

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Adriana Ruggiero Cecilia Ezcurra


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REGIONES Y TRANSICIONES BIOGEOGRÁFICAS:


COMPLEMENTARIEDAD DE LOS ANÁLISIS EN BIOGEOGRAFÍA HISTÓRICA Y ECOLÓGICA
Adriana Ruggiero y Cecilia Ezcurra

L a identificación de áreas de endemismo permite dividir al mundo en


regiones biogeográficas. Un área de endemismo se define por la con-
En general, las áreas de endemismo que definen unidades
biogeográficas a escala continental o intercontinental comprenden
gruencia en la distribución geográfica de al menos dos taxones endémicos conjuntos faunísticos y florísticos característicos, diferenciados en su
(discusión y ejemplos en Cracraft, 1985; Harold y Mooi, 1994; Morrone, composición y niveles de endemismo, que habitan áreas distintas
1994; Stattersfield et al., 1998; Crisci et al., 2000; Linder, 2001; Szumik delimitadas por barreras físicas o bióticas actuales o pasadas. En con-
et al., 2002). El concepto de ‘endémico’ alude al hecho de ‘habitar en un secuencia, la biota de una unidad biogeográfica es taxonómicamente
único lugar’, sin importar cuan grande o chico sea éste; es un concepto más homogénea (internamente) respecto de otras biotas en unida-
relativo y que depende de la escala de análisis porque implica que los des adyacentes. Los taxones que pertenecen a cada unidad biogeo-
taxones endémicos poseen áreas de distribución geográfica restringida gráfica se denominan elementos faunísiticos o florísticos. Por lo co-
comparados con el tamaño del área de estudio. Por ejemplo, el oso hor- mún, se interpreta que éstos no son meras asociaciones aleatorias
miguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) es una especie ampliamente de especies sino conjuntos seleccionados a través de su pasado co-
distribuida en el Neotrópico, encontrándose desde Belice y Guatemala mún, representando una asociación histórica que pudo responder
hacia el sur a través del Chaco paraguayo y provincias del norte de la similarmente a cambios en las condiciones ambientales (Darlington,
Argentina. Sin embargo, a escala global, es una especie endémica de 1957; Müller, 1973; Good, 1974; Szafer, 1975; Frey, 1992). Las di-
América porque solo se encuentra en este continente (ver Rapoport, ferencias entre biotas pertenecientes a distintas unidades biogeo-
1975, 1982 y Szumik et al., 2002) para una discusión del término ‘endé- gráficas pueden estar determinadas por una combinación de facto-
mico’con otros ejemplos). res, incluyendo condiciones ecológicas únicas, barreras a la disper-
La naturaleza jerárquica de las categorías taxonómicas determina sión y aislamiento. Cuanto mayor tiempo ha estado aislada una re-
que las distribuciones geográficas de los taxones también se ordenen gión, una historia de evolución diversificadora de mayor o menor
jerárquicamente. La distribución geográfica de una familia contiene den- longitud puede determinar que su biota se diferencie a niveles taxo-
tro de sus límites las áreas de distribución de todos sus géneros y espe- nómicos cada vez más altos, de especie a género y familia, lo que
cies. Asimismo, las categorías taxonómicas más bajas, i.e. especies, tien- determina su inclusión en la categoría de distrito, provincia, dominio
den a representar endemismos más restringidos geográficamente que o región (Cox, 2001).
los taxones de rango superior, i.e. géneros y familias (Brown y Lomolino, Las condiciones ambientales que actualmente se encuentran en cual-
1998 para una discusión y ejemplos). Por estas razones, las áreas de quier área de endemismo son adecuadas para todos los taxones miem-
endemismo utilizadas para definir unidades biogeográficas a escala conti- bros de su elemento y, por lo tanto, puede asumirse que representan
nental o global suelen agruparse en sistemas jerárquicos; las de mayor las condiciones ambientales donde esos taxones evolucionaron (Frey,
jerarquía y superficie tradicionalmente se denominan reinos o regiones, 1992). Esta idea está implícita, por ejemplo, en la hipótesis de refugios
que incluyen dominios divididos en provincias, y dentro de las provincias pleistocénicos de Haffer (1969, 1974), que afirma que algunas áreas de
se distinguen distritos. A menudo, los reinos y regiones se caracterizan endemismo en los bosques tropicales de América del Sur y África pu-
por endemismos a nivel de familias y géneros, mientras que las provincias dieron haber actuado como ‘refugios’ (i.e. pequeños parches boscosos
y distritos se reconocen por las especies endémicas que contienen (e.g. aislados donde prevalecieron condiciones más mésicas durante perio-
Cabrera y Willink, 1980). Por ejemplo, la región Holártica ocupa los con- dos climáticos áridos del pleistoceno) actuando como centros de dife-
tinentes e islas del hemisferio norte desde aproximadamente los 30º de renciación taxonómica. La hipótesis considera que durante periodos
latitud norte hasta el polo, y comprende el área de distribución geográfica relativamente más secos los bosques se contrajeron, produciendo la
de familias endémicas de plantas como las pináceas y de géneros endémi- fragmentación de la biota original ampliamente distribuida y promoviendo
cos de algunos animales (e.g. Alopex). Esta correspondencia entre la jerar- la especiación alopátrida; durante periodos húmedos, la expansión y
quía de los grupos naturales y la jerarquía de las regiones biogeográficas coalescencia de refugios promovió formas de intergradación o contacto
se ha considerado como una de las evidencias más convincentes para secundario. En general, las áreas que en la actualidad tienen precipita-
reconocer la influencia de la historia sobre los patrones de distribución ción uniforme, alta y regular –superior a 1500 mm anuales- y que se
geográfica contemporánea (Brown y Lomolino, 1998). corresponden con la superposición geográfica de un amplio número de
La mayor o menor extensión de los patrones de congruencia en la taxones endémicos (e.g. especies o géneros de insectos, mamíferos,
distribución geográfica de taxones endémicos no es un atributo restrictivo plantas y aves) constituyen evidencia suficiente para inferir la localiza-
en la definición de área de endemismo. Así, se pueden detectar patrones ción de refugios (Haffer, 1969, 1974).
a partir de la congruencia geográfica entre taxones endémicos a escalas La hipótesis que las áreas de endemismo se han originado por
espaciales pequeñas como son, por ejemplo, los refugios pleistocénicos, vicarianza de biotas ampliamente distribuidas es muy aceptada. Esta idea
hasta patrones por congruencia geográfica de taxones endémicos a esca- —que subyace a la teoría de refugios pleistocénicos— se ve reforzada
la continental o intercontinental, a menudo utilizados para delimitar y ca- cuando se observa que las áreas de endemismo están delimitadas por
racterizar distintas unidades biogeográficas en el globo (ejemplos en la barreras fisiográficas muy evidentes (e.g. Cracraft, 1985). En este contex-
figura 1). Se necesita una visión abarcadora y holística de la biogeografía to, se asume que las áreas de endemismo representan regiones de dife-
para elucidar la totalidad del espectro de procesos ecológicos e históricos renciación común, vale decir que, idealmente, las relaciones biogeográ-
involucrados en el origen y mantenimiento de las áreas de endemismo a ficas de todos los elementos de su biota deberían reflejar una historia
distintas escalas espaciotemporales (e.g. Myers y Giller, 1990). única, signada por procesos de especiación que han estado causados
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taxonómica entre las regiones que separan. Por ejemplo, tanto zoólo-
gos como botánicos han discutido sobre la localización de los límites
entre los reinos (o regiones) que separan la fauna y flora holárticas de
las africanas: algunos biogeógrafos dibujan la línea en el borde septen-
trional del Sahara, otros la dibujan siguiendo el límite sur y otros la ha-
cen pasar cruzando justo por el medio del desierto (ver Cox, 2001 para
una revisión).
La localización de las líneas de transición entre regiones biogeográ-
ficas siempre ha sido motivo de controversia, debido a la falta de barre-
ras climáticas, ambientales o bióticas netas (actuales o pasadas) entre las
regiones, y/o a que distintos grupos de organismos utilizados para tra-
zarlas responden (o respondieron en el pasado) en forma diferente a
los mismos factores climáticos, ambientales o bióticos (Brown y Lomoli-
no, 1998). Estudios cuantitativos del nivel de ‘permeabilidad’ taxonómica
en las zonas de transición pueden ser útiles para elucidar algunos de los
patrones más sutiles involucrados. Por ejemplo, Rapoport (1975, 1982)
estimó que la efectividad de la doble barrera paralela constituida por el
Mediterráneo y el Sahara para la dispersión de aves paleárticas con direc-
ción N-S, desde Europa hacia África, es del 97%. Encontró que de un
total de 246 especies de paseriformes paleárticos que habitan el sur de
Europa, 27% se queda en la costa Mediterránea y no cruza hasta el N de
África; el 45% se queda en la costa nordafricana, el 6% se ‘infiltra’ en
algunos puntos del Sahara y el 22% lo ‘cruza’ hasta las estepas del sur del
desierto. Estos resultados indican que el Sahara es una barrera menos
porosa que el Mediterráneo y esto explicaría, en parte, porqué el norte
de África ha sido poblado por más elementos paleárticos que etiópicos.
Claramente, el análisis de los procesos de especiación y/o diferen-
ciación que determinan el surgimiento de áreas de endemismo, y que
Fig. 1. Grandes unidades biogeográficas del mundo. Arriba: reinos florísticos (Engler, en última instancia explican la regionalización del globo en grandes uni-
1879, 1882; modificados por Diels, 1918); abajo: regiones zoogeográficas (Wallace, 1876). dades biogeográficas, debería incluir la consideración de los patrones y
procesos que ocurren en las zonas de transición entre dichas áreas.
Esto permitiría una comprensión mejor de la interacción entre las causales
por factores comunes (e.g. Linder, 2001; Szumik et al., 2002). Algunos ecológicas e históricas que determinan el origen de las áreas de
autores consideran que el análisis exhaustivo de reconstrucciones endemismo y sus zonas de transición, y que suelen interpretarse a tra-
filogenéticas de los taxones y la superposición de cladogramas biológi- vés del efecto de varios factores coincidentes sobre un espacio, pudien-
cos y geológicos (i.e. biogeografía cladística), es la única opción para do haber actuado reforzadamente a través del tiempo. Por ejemplo, la
descubrir la teoría subyacente al cambio de forma [de las áreas y regiones transición entre dos regiones biogeográficas pudo originarse de un evento
geográficas] en el espacio y el tiempo... Si el objetivo final es proveer de un vicariante que fragmentó la biota en un pasado lejano, resultando pos-
sistema de clasificación para todas las regiones del mundo, se necesita una teriormente en una barrera para la dispersión, en coincidencia con un
idea precisa de qué constituyen las relaciones (homologías de área para los cambio de gradiente en la temperatura y humedad que se mantiene en
cladistas) y qué se está relacionando en el análisis (áreas de endemismo) la actualidad.
(Humphries, 2000). De esta manera, la identificación y delimitación de Aunque los límites o zonas de transición entre dos o más unidades
áreas de endemismo se constituye en el punto de partida para elaborar biogeográficas suelen representarse como una línea estática dibujada
hipótesis acerca de sus interrelaciones históricas y la forma en que se sobre la superficie de un mapa, dichos límites representan zonas con un
diferenciaron los elementos de sus biotas (e.g. Crisci et al., 2000). Sin interés particular donde potencialmente pueden ocurrir interacciones
embargo, Endler (1977) ha sugerido una alternativa a la hipótesis de biológicas y otros procesos que podrían afectar las dinámicas
vicarianza para explicar el origen de los refugios cuaternarios y, por ex- poblacionales de las especies a gran escala como sugiere, por ejemplo,
tensión, de las áreas de endemismo (Cracraft, 1985). De acuerdo con su el modelo de gradientes de Endler (1977). Cambios pronunciados en
hipótesis, los patrones congruentes en la distribución geográfica de espe- la estructura de las áreas de distribución se predicen en las zonas de
cies endémicas son el resultado de gradientes geográficos en ‘presiones transición entre regiones biogeográficas; dichos cambios comúnmente
de selección’ que exhiben su influencia sobre muchos taxones en un área están representados por gradientes pronunciados en la riqueza de espe-
geográfica amplia. Endler notó que, en América del Sur, las zonas de inter- cies, alto remplazo espacial de especies o una combinación de ambos
gradación o contacto secundario identificadas por Haffer coinciden ma- procesos (e.g. Williams, 1996; Mourelle y Ezcurra, 1997; Ruggiero et al.,
yormente con gradientes ambientales, i.e. por lo general climáticos y aso- 1998; Williams et al., 1999; Linder, 2001). Como, además, la diversidad
ciados a cambios en la vegetación, que pueden combinarse con el efecto adaptativa dentro de especies a menudo está bien representada a lo largo
de barreras espaciales fisiográficas (e.g. ríos y montañas). Estos gradientes de gradientes ambientales que representan zonas de transición, la con-
serían suficientes para mantener la diferenciación entre áreas de ende- servación de estas regiones en asociación con puntos calientes de diversi-
mismo; los eventos de vicarianza podrían acelerar el proceso, pero no dad (‘hotspots’) podría ser la mejor estrategia para maximizar la probabi-
serían un requisito indispensable para explicar la ocurrencia de diferencia- lidad de respuestas viables de las especies a condiciones ambientales –i.e.
ción poblacional y especiación (Endler, 1977; también Cracraft [1985] climáticas- cambiantes (Smith et al., 2001).
para una revisión crítica de esta hipótesis). El objetivo de este trabajo es revisar conceptos y métodos de trabajo
Sugestivamente, los límites entre reinos o regiones biogeográficas a en el campo de la biogeografía histórica y ecológica que se emplean para la
veces coinciden con la presencia de desiertos que representan fuertes identificación de áreas de endemismo y análisis de zonas de transición
barreras ecológicas para la dispersión de los taxones, pudiendo de esta biogeográfica. En los últimos 50 años, la biología ha avanzado en forma
manera favorecer el origen y mantenimiento de la diferenciación inimaginable en los campos de la ecología, la genética y la sistemática. De
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estas disciplinas han surgido metodologías novedosas más explícitas y obje- esta idea, propuso dividir el mundo en 20 regiones biogeográficas, y
tivas para estudiar las unidades biogeográficas y sus áreas de transición, pero observó la existencia de familias y géneros endémicos de cada región,
el gran crecimiento y especialización de cada disciplina han producido una dando ejemplos como los géneros Cinchona y T illandsia para América
cierta falta de comunicación entre los distintos enfoques. Aunque varios ecuatorial. Pocos años después Schouw, en 1823 (citado en Good,
autores han discutido sobre la necesidad y posibilidades de una interacción 1974), también reconoció reinos florales según sus plantas característi-
y síntesis teórica entre la biogeografía ecológica e histórica (e.g. Brooks, cas, como los Andes centrales, el reino de las compuestas leñosas, o el
1988; Myers y Giller, 1990; Espinosa y Llorente, 1993; Morrone, 1993, este de América del Sur, el reino floral de las melastomatáceas.
2001a; Crisci et al.,2000; Crisci, 2001), raramente se encuentran propues- De Candolle propuso por primera vez una explicación histórica para
tas concretas de compatibilidad entre ambos programas de investigación. explicar las áreas de distribución de los taxones (=las ‘habitaciones’),
Para contribuir a dicha síntesis en forma práctica, en este trabajo mostrare- argumentando que éstas bien podían haber sido en parte determinadas
mos los aspectos complementarios entre los esquemas biogeográficos clá- por causas geológicas que no existen más hoy día: Toda la teoría de la
sicamente establecidos para América del Sur con base en endemismos y geografía botánica se basa en la idea que uno tenga sobre el origen de los
los resultados de un análisis cuantitativo —menos convencional— que apli- seres vivos y la permanencia de las especies. No pretendo discutir aquí
ca técnicas comparativas de similitud extraídas de la ecología. La consisten- estas cuestiones fundamentales y tal vez insolubles, pero no puedo dejar de
cia entre los esquemas biogeográficos obtenidos desde estos distintos cam- remarcar sus implicaciones en el estudio de la distribución de los vegetales
pos de trabajo refuerza la noción de ‘iluminación recíproca’ de Hennig (1968), (De Candolle, 1820: 416-417). Su hijo Alphonse (De Candolle, 1855)
sugiriendo que las hipótesis y métodos de la biogeografía histórica pueden también señaló que la meta principal de la geografía botánica era mos-
proveer nuevas perspectivas a las hipótesis ecológicas y viceversa, a fin de trar qué parte de las distribuciones actuales de los vegetales se podían
lograr una mejor comprensión de los factores que contribuyen al origen y explicar por las condiciones climáticas actuales, y qué parte por las con-
mantenimiento de los patrones de diversidad a escala continental (ver diciones climáticas del pasado.
Morrone, 2001a para una discusión del tema de complementariedad). A mediados del siglo XIX, El Origen de la Especies de Darwin (1859)
revolucionó el pensamiento científico, marcando el inicio de una nueva
etapa en la historia de la biogeografía, y poniendo énfasis en la impor-
Sobre ‘regiones’ y ‘transiciones’ biogeográficas tancia de la historia como determinante de las distribuciones geográficas
de las especies. Siguiendo a Hooker, botánico y explorador inglés que
Durante el siglo XIX el conocimiento de la biodiversidad existente en reconoció que las floras de las áreas circumantárticas compartían muchas
el globo y de la distribución geográfica de sus taxones se incrementó de familias y géneros, Darwin concibió esa similitud como resultado de dis-
manera exponencial gracias a las exploraciones que se venían realizando persión a partir de la flora de una antigua Antártida sin hielo: I am inclined
desde el siglo XVIII, especialmente en el Nuevo Mundo. Estas explora- to look in the southern hemisphere, to a former and warmer period, ...when
ciones aportaron información sobre la flora y la fauna de regiones con una the Antarctic lands, now covered with ice, supported a highly peculiar and
altísima diversidad biológica hasta ese momento casi desconocida, permi- isolated flora. I suspect that before this flora was exterminated by the Glacial
tiendo su descripción. También hubo avances notables en el campo de la epoch, a few forms were widely dispersed to various points of the southern
geología, la geografía y la climatología. Este cúmulo de información permi- hemisphere by occasional means of transport, and by the aid, as halting-
tió la división del mundo en regiones que realizaron los biogeógrafos clá- places, of existing and now sunken islands, and perhaps at the commencement
sicos de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, of the Glacial period, by icebergs. By these means, I believe, the southern
cuya historia resumimos brevemente a continuación. shores of America, Australia, [and] New Zealand have become slightly tinted
La primera regionalización de la biota del mundo se debe al botáni- by the same peculiar forms of vegetable life.
co suizo Augustin De Candolle (1820), quien sintetizó sus ideas sobre Esta idea de un origen histórico de las distribuciones geográficas de
la geografía de las plantas en el Dictionnaire des Sciences Naturelles. Allí las plantas tardó en ser retomado por los fitogeógrafos posteriores. Por
utilizó el término habitación, ya creado por Linneo, para indicar el territo- ejemplo, Grisebach (1872), a pesar de aceptar la teoría de la evolución
rio donde cada planta crece naturalmente, es decir el área natural de de Darwin, prefirió basarse en diferencias climáticas actuales para la
distribución de una especie (De Candolle 1820: 391). De Candolle re- delimitación de regiones biogeográficas sin pretender remplazar los he-
calcó varias veces la importancia de la temperatura en la delimitación de la chos por simples hipótesis. De esta manera, los límites entre dos regio-
distribución geográfica de las plantas, observando el hecho que en las nes se encontraban donde el clima hacía de barrera o donde el mar u
cimas de las montañas ecuatoriales se encuentran géneros y familias ca- otro obstáculo se oponía a la extensión de sus taxones.
racterísticas de regiones templadas. Sustentó su hipótesis con datos nu- Drude (1890), discípulo de Grisebach, avanzó en este sentido y
méricos, mostrando diferencias latitudinales y altitudinales en la riqueza simplificó aquel esquema basándose explícitamente en estudios
de especies de diferentes familias de plantas, sugiriendo la importancia de climáticos. Dibujó los límites entre las principales regiones florales del
la distinción entre taxones microtérmicos, mesotérmicos y megatérmicos, mundo siguiendo el curso de isolíneas de precipitación y temperatura.
idea que fue retomada por su hijo (De Candolle, 1855). Según Drude, la flora de la actual Latinoamérica se dividía en las regio-
De Candolle (1820) también indicó que las plantas tienen la pro- nes florísticas de América Septentrional Templada, América Tropical,
piedad de ampliar sus límites de distribución por medio de la dispersión, Andina y Antártica. La región floral Andina la constituía aproximadamen-
que puede realizarse a través de movimientos del agua, de la atmósfe- te la región de la diagonal árida que comprende las zonas de América
ra, de los animales y del hombre. Discutió el papel de las principales del Sur con menos de 600 mm de precipitación anual. En su mapa
barreras a la dispersión de las plantas, como los mares, los desiertos, las sobre los límites principales de las floras terrestres, Drude (1890: carta
cadenas montañosas, es decir, todos los obstáculos que producen am- 1) dibujó los límites entre las regiones con líneas ondulantes para suge-
bientes hostiles a características fisiológicas propias de cada taxón. A partir rir la ausencia de límites netos, debido a que en sus migraciones incesan-
de esta introducción, dedujo la existencia de regiones botánicas a las tes las plantas pasan de una a otra región, y es un hecho comprobado que
que definió como áreas de endemismo que poseen un cierto número de es imposible establecer líneas de demarcación absolutas.
plantas aborígenes que les son particulares. Aunque las plantas de una El botánico alemán Engler (1879, 1882) remarcó el factor histórico
región tienden, según su naturaleza y con más o menos energía, a traspa- al clasificar las 32 regiones en que dividió a las floras del mundo dentro
sar sus límites y extenderse por el mundo, en general son frenadas por de cuatro reinos. Éstos eran el reino Extratropical Nórdico (las regiones
barreras físicas, o porque encuentran espacios ya ocupados por plantas de templadas y frías del hemisferio norte), el reino Paleotropical (los trópi-
otra región. Hay regiones perfectamente circunscritas y otras que solo se cos del viejo mundo), el reino Sudamericano o Neotropical (América
aprecian por un cierto conjunto de plantas en común. De acuerdo con Central y la mayor parte de América del Sur) y el reino Antiguo Oceánico
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(las regiones más australes de América del Sur, Nueva Zelanda, Australia unos pocos relictos de distribución paleantártica (Cox, 2001). Por otro
y África, y las islas de la porción austral de los océanos). Según Engler, el lado, con técnicas moleculares se ha mostrado que algunos taxones
origen de cada reino podía remontarse al terciario a partir de diferentes cogenéricos compartidos entre regiones australes pueden ser producto
elementos florales antiguos: el Ártico, el Paleotropical, el Neotropical y el de dispersión a larga distancia relativamente reciente (Wardle et al., 2000).
elemento del Antiguo Océano austral. Esta idea sugería que las floras del Morrone (2002) propone un sistema biogeográfico único para
norte y del sur de la actual Latinoamérica tenían un origen complejo a todos los organismos, a partir de las conclusiones extraídas de tra-
partir de elementos florísticos distintos ya diferenciados en el terciario. bajos relativamente recientes en biogeografía cladística y panbiogeo-
Esta clasificación jerárquica, en reinos florales subdivididos en regiones grafía (referencias en Morrone, 2002). En este sistema la biota del
(Fig. 1), es el esquema que con pocas variaciones mantuvieron otros au- mundo se clasifica en tres reinos biogeográficos que sugieren su ori-
tores alemanes (e.g. Diels, 1918; Melchior, 1964), y con poco cambio gen por su posición geográfica (Fig. 2): (1) Holártico, derivado de la
también fue adoptado por otros fitogeógrafos del siglo pasado, como Good antigua biota de Laurasia; (2) Holotropical, derivado de la antigua
(1974), Szafer (1975) y Takhtajan (1978). biota de Gondwana oriental; y (3) Austral, derivado de la antigua
Los zoogeógrafos clásicamente dividieron el globo en forma similar. biota del oeste de Gondwana. América del Sur es considerada como
El trabajo de Sclater (1858) con base en distribuciones de aves difundió un área biogeográfica compuesta, con una biota austral cercana-
una división del globo en seis regiones: Paleártica, Etiópica, Oriental, mente relacionada con la de otras regiones templadas del hemisfe-
Australiana, Neártica y Neotropical (Fig. 1). Este esquema fue aceptado rio sur, y una biota septentrional más relacionada con los trópicos
por Wallace (1876) como representativo de las distribuciones de otros del Viejo Mundo.
grupos de animales, especialmente mamíferos. Para Wallace, las regiones
biogeográficas dependían del grupo de animales analizados, pero su ca-
racterística principal siempre era la presencia (o ausencia) de un determi- Métodos para identificar áreas de endemismo
nado género o familia. En particular, consideraba que los mamíferos eran
un grupo especialmente adecuado para los análisis biogeográficos porque En la actualidad al menos existen nueve enfoques y treinta técni-
su distribución se ajustaba mucho a las características físicas actuales en la cas diferentes en biogeografía histórica; muchas de las técnicas re-
superficie de la Tierra; su abundancia en depósitos del terciario permitía quieren del reconocimiento explícito o implícito de áreas de
tener en cuenta la historia biogeográfica pasada de la Tierra y su biota, y endemismo como unidades básicas de estudio (Crisci et al., 2000).
finalmente, porque en esa época eran un grupo lo suficientemente cono- Con frecuencia se considera que una delimitación óptima de áreas de
cido a niveles sistemáticos superiores (género y familia) a escala mundial endemismo debería resultar en un conjunto de áreas que reflejara
(Wallace, 1876: 56-57). adecuadamente las relaciones biogeográficas de todos los elementos
Siguiendo el esquema clásico, los zoogeógrafos en general consi- de su biota a través de una historia única; esto es, una delimitación
deraron que América del sur comprendía una sola región, la Neotropical que —idealmente— permitiese reconstruir la historia de relaciones
(e.g. Beaufort, 1951; Darlington, 1957), aunque dividida en una biogeográficas entre las áreas maximizando los eventos de vicarianza
subregión Guyano-Brasileña y una Andino-Patagónica (o Chilena, y minimizando aquellas incongruencias que pudieran deberse a even-
Wallace,1876) (e.g. Sclater, 1858, Wallace, 1876, otras referencias en tos de dispersión (e.g. Linder, 2001 para una discusión). Esto ayuda a
Rapoport, 1968). Sin embargo, no existió uniformidad de criterios, y comprender por qué es motivo actual de controversia la definición de
los que trabajaron en grupos de invertebrados a veces reconocieron áreas de endemismo y su delimitación correcta (revisiones y discu-
una tercera región en el sur del continente similar a la reconocida por sión en Espinosa y Llorente, 1993; Morrone et al., 1996; Morrone y
los botánicos, a la que denominaron Antartándica, Holantártica o Crisci, 1995; Crisci et al., 2000; Crisci, 2001).
Araucana (Rapoport, 1968, y autores allí citados). En este trabajo, fundamentalmente nos centraremos en recapitular
Los últimos 30 años testimoniaron un renovado interés en revisar aquellas técnicas que pueden utilizarse para la delimitación de áreas de
las grandes regiones biogeográficas del globo al considerar nuevos en- endemismo y que –según nuestra opinión- ofrecen la mayor posibilidad
foques y programas de investigación. La incorporación de información de articulación conceptual y metodológica con los métodos empleados
detallada sobre deriva continental y paleoclimas (e.g. Parrish, 1987), el en ecología descritos en la sección siguiente; éstas son: el análisis de par-
desarrollo de técnicas moleculares de reconstrucción filogenética (e.g. simonia de endemismos basado en cuadrículas (Morrone, 1994; ver Crisci
Chambers et al., 2001; Swenson y Hill, 2001) y la revolución concep- et al., 2000), el análisis panbiogeográfico de trazos (Croizat, 1958; ver
tual promovida por la panbiogeografía y biogeografía cladística (Espinosa
y Llorente, 1993; Morrone et al.,1996; Crisci et al., 2000; Humphries
2000; Crisci, 2001; Morrone, 2001a; Nelson y Ladiges, 2001) han per-
mitido un análisis más objetivo de las regiones biogeográficas (entendi-
das como áreas de endemismo) y sus áreas de transición (ejemplos en
Crisci et al., 1991; Morrone, 1996, 2000a,b, 2002; Brown y Lomolino,
1998; Cox, 2001). Básicamente, la tendencia actual es hacia la elabora-
ción de esquemas generales de síntesis que permitan la mayor cohe-
rencia entre clasificaciones zoogeográficas y fitogeográficas (e.g. Cabre-
´
ra y Willink, 1980; Cox, 2001; Morrone, 2002).
Por ejemplo, Cox (2001) propone una clasificación nueva de los
reinos florales que resulta más congruente con la delimitación clásica en
regiones de los zoogeógrafos. Su propuesta extiende el límite de la flora
tropical de América del Sur hasta más allá del extremo sur del continen-
te, porque considera que el gradiente latitudinal de variación florística
que se reconoce en el continente deriva de una única paleoflora que se
diferenció hacia el norte y el sur en respuesta a la diferenciación climática
gradual sobre una superficie casi continua de territorio (i.e. América del
Sur unida a la Antártida a principios del terciario). La presencia actual de
taxones de distribución austral como Nothofagus en el sur del territorio Fig. 2. Esquema biogeográfico único para animales y plantas que divide al mundo en
no invalidaría su idea, porque considera que éstos constituyen apenas tres reinos biogeográficos, propuesto por Morrone (2002).
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Crisci et al., 2000) y el criterio de optimalidad para la determinación de 2001; Grehan, 2001) es un método gráfico de análisis de las áreas de
áreas de endemismo de Szumik et al. (2002). distribución geográfica de las especies. A diferencia del método descrito
anteriormente, es un enfoque espacialmente explícito que reconoce la
Análisis de parsimonia de endemismos. Morrone (1994) necesidad de comprender el papel de la ‘localidad’ y ‘lugar’ en la historia
propuso extender el análisis de parsimonia de endemismos (PAE) desa- de la vida como precondición fundamental a cualquier análisis (discu-
rrollado por Rosen (1990) para delimitar áreas de endemismo, usando sión en Crisci, 2001). El análisis panbiogeográfico de trazos involucra
cuadrículas como unidades operacionales básicas y empleando conjun- los siguientes pasos:
tos de cuadrantes agrupados por esta técnica como base para seleccio- 1. Construir un trazo individual para cada taxón estudiado (e.g. espe-
nar las especies que delimitan a dichas áreas (ejemplos de trabajos apli- cies, géneros, o familias); el trazo representa las coordenadas geográficas
cando PAE se encuentran en Crisci et al., 2000). Básicamente, el méto- del taxón en el espacio, i.e. el lugar geográfico donde ocurre la evolución
do consiste en los siguientes pasos: de dicho taxón. Operativamente, se representa como una línea que co-
1. Cuadricular un mapa de la región a analizar, considerando sola- necta las localidades de recolección disyuntas del taxón considerado. En
mente aquellos cuadrantes donde se registra al menos una localidad de general, se construye dibujando un árbol de distancias mínimas entre to-
recolección de una especie. das las localidades de recolección de cada taxón considerado.
2. Construir una matriz de datos, donde las columnas representan 2. Los trazos individuales deben orientarse de acuerdo con la pre-
las especies y las filas representan los cuadrantes. Registrar la presencia sencia de cuencas oceánicas que el trazo cruza o circunscribe. Éstas
(1) o ausencia (0) de cada especie en cada uno de los cuadrantes de representan las líneas de base que permiten diagnosticar homología
estudio. Un cuadrante hipotético codificado como 0 para todas las co- biogeográfica para el grupo bajo estudio. También pueden utilizarse otros
lumnas se agrega para enraizar el árbol. criterios adicionales para orientar los trazos, como el concepto de cen-
3. Aplicar un análisis de parsimonia sobre la matriz de datos. tro de masa (i.e. el trazo se orienta desde un centro de alta diversidad
4. Delimitar los grupos de cuadrantes definidos por al menos dos genética, taxonómica o morfológica para el grupo de estudio hacia una
especies (= ‘sinapomorfías’). región de menor diversidad) o la filogenia (i.e. el trazo se orienta desde
5. Superponer los grupos delimitados en el cladograma sobre los el taxón más primitivo al más evolucionado).
cuadrantes y representar en un mapa las especies endémicas de cada 3. Cuando un conjunto de trazos individuales para varios grupos
grupo de cuadrantes para delinear los límites de cada área. taxonómicos comparten la misma línea de base (i.e. se orientan de la
Para este análisis todas las especies se utilizan en forma equivalente, misma manera), define un trazo generalizado. El trazo generalizado re-
i.e. las especies de distribución geográfica restringida contribuyen al análi- presenta una biota ancestral fragmentada por eventos físicos o geológicos.
sis con el mismo peso que las especies ampliamente distribuidas. Morrone 4.En aquellas regiones geográficas donde se superponen dos o más
(1994) sugirió utilizar el árbol de consenso estricto, que preserva el agru- trazos generalizados se reconocen nodos. Éstos constituyen zonas de
pamiento más robusto de cuadrículas, cuando la superposición de la dis- transición biogeográfica, interpretados como el lugar donde los frag-
tribución geográfica de especies ampliamente distribuidas pudiera gene- mentos remanentes de dos o más biotas ancestrales diferentes se po-
rar como resultado del análisis muchos cladogramas igualmente parsi- nen en contacto.
moniosos. Sin embargo, Linder (2001) introdujo una modificación al El concepto de trazo generalizado en parte es analogable al de
método argumentando que las especies ampliamente distribuidas dentro área de endemismo, dado que el mismo resulta de la superposición
del área de estudio pueden complicar la identificación de centros de de dos o más trazos individuales (e.g. Morrone, 1996, 2000a,b,
endemismo por introducir homoplasia en el conjunto de datos. Por lo 2001a,b; Crisci et al., 2000). Sin embargo, cabe enfatizar que el
tanto, propuso ponderar por distintos criterios la distribución geográfica concepto de trazo generalizado es más restrictivo que el de área de
de las especies de acuerdo con su extensión geográfica (i.e. número de endemismo, dado que la simple congruencia geográfica no es un
cuadrantes ocupadas). requisito suficiente para adjudicar varios trazos individuales a un mis-
El análisis de parsimonia de endemismos (en la versión de Morrone, mo trazo generalizado; para esto, los trazos individuales además
1994 o modificado por Linder, 2001) permite revelar la estructura je- deben estar orientados de la misma manera y deben compartir la
rárquica de los datos al igual que los métodos de agrupamiento jerár- misma línea de base. En sentido estricto, los trazos generalizados se
quico (dendrogramas) aplicados en ecología (sección siguiente). Sin interpretan como fragmentos vicariantes de regiones biogeográficas
embargo, ambos enfoques comparten la desventaja de no tener en o áreas de endemismo existentes en el pasado pero que, actual-
cuenta la estructura espacial de los datos en el análisis, i.e. la localización mente, se corresponden con cuencas oceánicas u otros atributos
espacial de las especies y la contigüidad espacial entre las celdas no son fisiográficos de la tierra que pueden haber actuado como eventos
propiedades explícitamente consideradas a priori del análisis. Szumik et de vicarianza. Por lo tanto, las clasificaciones biogeográficas resul-
al. (2002) explican las consecuencias negativas que esto trae aparejado, tantes de un análisis panbiogeográfico de trazos pueden ser com-
dado que las especies que aparecen como ‘sinapomorfías’ de un con- pletamente diferentes de los esquemas establecidos en la biogeografía
junto dado de celdas también pueden aparecer como sinapomorfías de clásica. Las divisiones panbiogeográficas se basan en un concepto
muchos otros que no están estrechamente relacionados y son geográ- relacional de espacio que sintetiza las regiones biogeográficas y sus
ficamente distantes, violando así el requisito principal para una defini- elementos en un único concepto (Fig. 3). Puede darse el caso de
ción de endemicidad. La consecuencia más inmediata es que no todos varios taxones que, según clasificaciones biogeográficas clásicas son
los agrupamientos construidos por PAE podrían ser verdaderas áreas reconocidos como elementos de distintas regiones, se constituyen
de endemismo. Aunque contar el número de especies endémicas en miembro de la misma región panbiogeográfica. Inversamente, el
los distintos agrupamientos de celdas es un criterio que podría utilizarse análisis panbiogeográfico puede ser útil para revelar la naturaleza
para evaluar los resultados, éste debería emplearse para seleccionar compleja de algunas áreas que habiendo sido consideradas previa-
entre todas las posibles combinaciones de celdas y no solo para aque- mente como áreas de endemismo (e.g. Nueva Zelanda ha sido con-
llos agrupamientos aparentes en un dendrograma o cladograma (para siderada como una región o subregión biogeográfica en distintas cla-
una discusión más extensa de éstas y otras desventajas consultar Szumik sificaciones) representan zonas dinámicas de fusión biogeográfica
et al., 2002). donde confluyen varias entidades históricas, cada una asociada con
una cuenca oceánica particular (Craw, 1990).
Análisis de trazos. La panbiogeografía (Croizat, 1958; también
Craw, 1990; Morrone y Crisci, 1990; Espinosa y Llorente, 1993; Criterio de optimalidad para la determinación de áreas
Morrone y Crisci, 1995; Morrone et al., 1996; Crisci et al., 2000; Crisci, de endemismo. Recientemente, Szumik et al. (2002) propusieron
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Métodos para el análisis de zonas de transición

Existen varios estimadores y métodos para la localización y exten-


sión de las transiciones biogeográficas en ecología (consultar e.g. Williams
et al., 1999, para una revisión y discusión de las potencialidades y limita-
ciones de cada uno). En este trabajo nos centraremos en mostrar la
utilidad del análisis de la variación espacial de los distintos componentes
de la diversidad de especies (diversidad alfa y beta, sensu Whittaker,
1972). Ejemplificaremos algunos de los diversos índices disponibles para
estimar la diversidad y dos de los métodos para comparar dichos esti-
madores a partir de datos espacialmente estructurados; en particular,
Fig. 3. Relaciones de los continentes según Croizat (1958). Las líneas rayadas arriba y discutiremos las potencialidades de las técnicas de (1) comparación por
abajo del mapa representan trazos generalizados (transártico y transantártico). De izquier- el método de la vecindad de cuadrantes (también llamados ‘índices de
da a derecha, a: trazo transatlántico, b: trazo transíndico y c: trazo transpacífico. Los vecindad’: Williams et al., 1999), y (2) agrupamiento jerárquico (uso de
números 1 a 5 indican la posición de nodos donde los trazos generalizados se intersectan. dendrogramas) para identificar, asociar o caracterizar la extensión y fuerza
de las zonas de transición biogeográficas.

un método espacialmente explícito, que tiene en cuenta la posición es- Estimadores de los componentes de la diversidad de
pacial de las especies en el área de estudio, para identificar entre todas especies a distintas escalas. A escala local, dentro de comunida-
las combinaciones posibles de cuadrantes, aquella/s combinación(es) des, localidades o sitios de muestreo, la diversidad de especies frecuen-
cuyos límites delimitan un área de endemismo de manera más óptima, temente se estima por simple conteo de entidades taxonómicas. Cuan-
de acuerdo con un puntaje determinado por el número de especies do la distribución geográfica de las especies ha sido archivada en forma
endémicas presentes en dicha combinación. Básicamente, el método de datos de presencia (1)/ ausencia (0) en cada una de ls cuadrantes de
consta de los siguientes pasos: una cuadrícula superpuesta a un mapa de base de la región estudiada,
1. Cuadricular un mapa de la región a analizar, considerando solo es posible estimar la riqueza de especies por cuadrante contando sim-
aquellos cuadrantes donde se registra al menos una localidad de reco- plemente el número de especies coexistentes en cada una. En la prác-
lección de una especie. tica, esta medida puede considerarse una estimación de la diversidad
2. Construir una matriz de datos, donde las columnas representan las alfa (sensu Whittaker, 1972) si se asume –en sentido amplio– que cada
especies y las filas representan los cuadrantes. Registrar la presencia (1) o cuadrícula representa la ‘escala local’. A escala regional, el recambio o
ausencia (0) de cada especie en cada una de las cuadrículas de estudio. remplazo de especies entre unidades de muestreo o cuadrículas de un
3. Establecer algún criterio para definir endemicidad. Szumik et al. mapa grillado (= diversidad beta, sensu Whittaker, 1972) suele estimar-
(2002) proponen cuatro criterios, que van desde asumir un criterio es- se a partir de índices que cuantifican el grado de diferenciación o, alter-
tricto de endemismo con máxima congruencia geográfica entre las es- nativamente, la similitud entre los sitios de estudios (e.g. Wilson y Shmida,
pecies en el área de estudio, hasta aquellos más laxos que permiten 1984; Magurran, 1988; Gaston y Blackburn, 2000; Vellend, 2001).
cierto nivel de incongruencia. Algunos de los índices que cuantifican el grado de diferenciación
4. Evaluar todas las combinaciones posibles de celdas contiguas en entre cuadrantes de un mapa cuadriculado derivan de la relación mate-
la cuadrícula y asignar a cada conjunto un ‘puntaje de endemicidad’, mática de Whittaker; ésta expresa el cociente entre el número total de
contando el número de especies endémicas presentes en el conjunto especies en el área de estudio (diversidad gamma) y el número prome-
de acuerdo con alguno de los cuatro criterios establecidos a priori: dio de especies en cada localidad dentro del área de estudio (diversidad
Criterio 1: supone que la distribución de una especie debe ajustar- alfa). Por su simplicidad, es uno de los estimadores más utilizados para
se perfectamente al área seleccionada para contribuir al puntaje. cuantificar heterogeneidad en la composición de especies a lo largo de
Criterio 2: igual al anterior, pero ‘permite’ que el área de distribu- gradientes geográficos (Magurran, 1988; Arita y Rodríguez, 2001;
ción de la especie se extienda a alguna celda fuera del área, siempre y Murguía y Rojas, 2001).
cuando ésta sea adyacente al área en cuestión. De esta manera, todas La diversidad beta también puede estimarse a partir de la aplicación
las especies que contribuyen al puntaje no tienen necesariamente idén- de índices de (di)similitud y/o su complemento. Mientras que la fórmula
tica distribución. de Whittaker (y/o sus derivados, más abajo) se calcula para el conjunto
Criterio 3: igual al anterior, pero permitiendo que dos celdas adya- total de cuadrantes simultáneamente, los índices de similitud se calculan
centes difieran en su composición específica. para cada par de cuadrantes comparados dentro de una transecta o cua-
Criterio 4: no es necesario que todas las especies estén presentes drícula bidimensional; por lo común aplicando fórmulas matemáticas sen-
en cada una de las celdas que constituyen un área de endemismo. Una cillas sobre los datos de presencia (1)/ ausencia (0) de especies registra-
especie puede contribuir al puntaje de endemicidad si tiene una distri- dos en cada celda. A menudo se utilizan índices que consideren relacio-
bución geográfica equitativa dentro del área analizada, aun cuando pue- nes entre el número de especies compartidas entre ambos cuadrantes
da estar ausente en algunas celdas del conjunto analizado debido a es- del par comparado y exclusivas para uno u otro miembro del par; se
fuerzo de recolección pobre, o haberse extinguido localmente (para descartan en lo posible estimaciones basadas en ausencias compartidas
una descripción formal y detallada de los cuatro criterios, consultar Szumik dado que en este caso la similitud entre el par de cuadrantes comparados
et al., 2002). representa un mayor grado de incertidumbre biogeográfica –i.e. no es
5. Los conjuntos de celdas que resultaran con mayor puntaje de posible determinar si la ausencia de la especie ‘x’ en la celda ‘i’ se debe a
endemismo son considerados para definir ‘áreas de endemismo’ den- que dicha especie aún no fue todavía recolectada, o existía previamente
tro del área de estudio. pero se extinguió, o nunca existió en ese lugar. Para una revisión de fór-
El criterio de optimalidad de Szumik et al. (2002) es susceptible de mulas de otros índices de (dis)imilitud, se recomienda consultar a Crisci y
ser mejorado en el futuro para incluir otros aspectos de la distribución López Armengol (1983), Magurran (1988), Pielou (1984) y Murguía y
geográfica de las especies, así como de las áreas a investigar. Actual- Rojas (2001). Aquí citamos dos índices de similitud muy conocidos:
mente, el método se halla en etapas iniciales de desarrollo y varios tra-
bajos relacionados dentro la misma línea conceptual se llevan a cabo El índice de Jaccard, J = a/(a + b + c)
por los mismos autores.
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El índice de Sørensen, S = 2a/(2a + b + c) ción espacial. Al incorporar la información sobre la posición geográfica
donde: de cada cuadrante y estimando la distancia geográfica que separa las
a, representa el número de taxones compartidos entre las dos mues- integrantes de cada par comparado, se puede medir la variación de la
tras o celdas del par comparado, (1,1); similitud en función de la distancia para visualizar la tasa de cambio en la
b, representa el número de taxones presentes en la primera mues- composición de especies a lo largo de gradientes ambientales (e.g.
tra pero ausente en la segunda muestra del par comparado, (1,0); Vellend, 2001).
c, representa el número de taxones presentes en la segunda mues- Varias modificaciones del índice de Whittaker pueden aplicarse so-
tra pero ausente en la primera muestra del par comparado (0,1). bre datos de presencia-ausencia o riqueza de especies espacialmente
Estos índices expresan la máxima similitud entre pares de muestras estructurados, i.e. cuando las estimaciones provienen de cuadrículas
como 1 y la mínima como 0. adyacentes ordenadas en transectas lineales (Harrison et al., 1992) o
La selección de índices de similitud o diferenciación debe ser cuida- de vecindades de cuadrículas adyacentes dentro de una grilla bidi-
dosa dado que los resultados dependen fuertemente de la métrica em- mensional (Williams, 1996). En particular, Harrison et al. (1992) modi-
pleada; algunos índices no resultan útiles para discriminar entre verda- fican el índice de Whittaker para aplicarlo a gran escala, sobre una grilla
dero remplazo espacial de especies y cambios en la composición de con cuadrículas de 50 km x 50 km dispuestas en transectas lineales en
especies debidos a ganancias o pérdidas. Por lo tanto, es útil analizar la Gran Bretaña, y formulan dos índices:
interacción entre los patrones espaciales de variación en la riqueza de
especies y los estimadores de diversidad beta empleados en cada caso (1) beta-1 = 100 [(S/amean) – 1] / [C-1]
(Gaston y Blackburn, 2000; Vellend, 2001).
(2) beta-2 = 100 [(S/amáx) – 1] / [C-1]
Detección y análisis de zonas de transición biogeográfica:
Comparación de estimadores en datos espacialmente donde
estructurados. El supuesto implícito para la identificación de zonas de S = Número de especies en una región,
transición en el contexto de la ecología geográfica es que las provincias, amean = número promedio de especies por cuadrante en una
regiones o cualquier otra división biogeográfica considerada, en lo interno transecta
son relativamente homogéneas, con poco cambio en la estructura de las amáx = número máximo de especies por cuadrante en una transecta
áreas de distribución geográfica. La congruencia en los patrones de distribu- C = el número de cuadrantes en una transecta
ción de los taxones redunda en una alta similitud biótica entre celdas adya- Según Harrison et al. (1992; también Williams, 1996),betaH-1 y be-
centes dentro la región. Alternativamente, cambios fuertes en la estructura taH-2 permiten comparar estimaciones de diversidad entre transectos
de las áreas de distribución geográfica se predicen en las zonas de transi- de distinta extensión, a la vez que betaH-2 reduce el efecto de tenden-
ción, que pueden estar representados por fuertes ‘gradientes en la riqueza cias debidas a diferencias en la diversidad alfa. Sin embargo, Vellend
de especies’, alto remplazo espacial de especies o una combinación de (2001) sugiere la posibilidad de un error lógico en estas modificaciones,
ambos procesos (Williams et al., 1999; Linder, 2001). dado que la corrección por el tamaño de la muestra -división por el
Dado que los conceptos de ‘gradiente en la riqueza de especies’ y término [C-1]- solo es posible cuando se conoce la forma de la relación
de ‘remplazo espacial de especies’ definen una tasa o magnitud de cam- entre el número de especies y el área, que en general no es lineal; por
bio en la riqueza y/o composición de especies a lo largo de gradientes otra parte, la segunda modificación del índice (alfaH-2) no incluye infor-
ambientales o espaciales predefinidos, esto implica que metodológi- mación sobre la configuración espacial de los sitios de estudio y por lo
camente el análisis de zonas de transición biogeográfica es un problema tanto, de acuerdo con Vellend (2001), no permite reflejar el concepto
espacialmente explícito, i.e. implica el reconocimiento de una estructu- de remplazo espacial de especies. Basándose en simulaciones, Vellend
ra espacial en los datos (Vellend, 2001). Una distinción importante en- (2001) concluye que la fórmula de Whittaker y sus derivados no miden
tre las familias de métodos disponibles para la identificación de zonas de con exactitud el ‘remplazo espacial de especies’ sino simplemente hete-
transición depende de la incorporación explícita de la estructura espa- rogeneidad en la composición de especies.
cial de los datos, e.g. construcción de curvas de similitud-distancia, mé- Williams (1996) propone otra variante que permite medir el
todos de comparación por vecindad, o la ausencia de tal consideración, remplazo espacial de especies entre conjuntos de nueve celdas vecinas
e.g. aplicación de técnicas de clasificación (Vellend, 2001). dentro de un cuadriculado bidimensional:
Por ejemplo, después de estimar la riqueza de especies por celda (3) beta -3 = 1 - (amáx/S)
en un mapa cuadriculado, se pueden construir curvas de nivel donde,
(=isogramas o isolíneas de riqueza de especies) uniendo con una línea S = es el número de especies en un conjunto de nueve celdas
de contorno celdas con iguales valores de riqueza de especies y/o apli- vecinas
cando técnicas geoestadísticas de interpolación como el ‘kriging’ o la amáx = es el número máximo de especies por celda en la vecindad
‘distancia inversa’ (Matheron, 1963; Rossi et al., 1992). Esto permite Este método de comparación por ‘vecindad de celdas’ considera a
analizar visualmente las tendencias de variación espacial en la riqueza cada una de las celdas de un mapa cuadriculado, alternativamente, como
de especies a escala continental teniendo en cuenta la configuración ‘muestra central’ constituyendo una ventana móvil que recorre las filas
espacial de las celdas, a fin de analizar gradientes en la riqueza de espe- sucesivas de la cuadrícula, de a una por vez. En cada momento en que
cies (e.g. Simpson, 1964; Rabinovich y Rapoport, 1975; Ruggiero, 1999; una celda del mapa es considerada como ‘muestra central’ se estima la
Diniz-Filho et al., 2002). Si se asume que cualquier variación en la com- diversidad beta (beta–3) de acuerdo con la fórmula (3) o algún otro
posición de especies conlleva a una variación en la riqueza de especies estimador (Williams et al., 1999).
(supuesto no siempre válido) es posible predecir que las zonas donde Una variante dentro de esta familia de métodos ‘de vecindad’ es el
ocurren gradientes acentuados en dicha riqueza están asociadas a zonas aplicado en Ruggiero et al. (1998) y Ruggiero (2001a), resultante de
de transición biogeográficas. Así, los patrones espaciales de variación en la una modificación de la aplicación de los índices de ‘resistencia ambiental’
riqueza de especies pueden utilizarse para corroborar los límites entre y ‘anisotropía’ estimados a partir de la elaboración de mapas equipro-
regiones biogeográficas previamente establecidas (e.g. Rabinovich y babilísticos (Rapoport, 1975, 1979, 1982). El primer paso para la cons-
Rapoport, 1975). trucción de un mapa equiprobabilístico es considerar como 100% la
Por otra parte, la construcción de curvas de similitud-distancia es riqueza de especies de un punto arbitrario del mapa (=celda) conside-
una de las formas más sencillas de comparar los índices de similitud rado como ‘muestra central’. Luego, se calcula la proporción de espe-
calculados entre pares de cuadrantes teniendo en cuenta su configura- cies en ese punto central presente en cada una de las restantes celdas
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del mapa, obteniendo una probabilidad de encontrar una especie pre- ciones de similitud (o diferencias) en la composición taxonómica entre
sente en la muestra central en el resto del continente. Las celdas con las celdas de un mapa cuadriculado; sin embargo, no tienen en cuenta
igual probabilidad se unen por líneas de contorno, usualmente por la las relaciones espaciales entre las celdas para elucidar dichas relaciones
aplicación de técnicas geoestadísticas de interpolación como el ‘kriging’: (i.e. la contigüidad espacial entre las celdas no es una restricción
Matheron (1963) y Rossi et al. (1992). Luego se construye una ventana metodológica), aunque a posteriori del análisis puede verificarse si los
móvil que recorre las filas sucesivas de la cuadrícula, de a una por vez, agrupamientos de celdas susceptibles de ser considerados como regio-
considerando a cada una de las celdas de un mapa cuadriculado, alternati- nes biogeográficas tienen ‘coherencia espacial’ (e.g. McLaughlin, 1992;
vamente, como ‘muestra central’. Esto permite construir un mapa equi- Horta et al., 2000; Linder, 2001).
probabilístico alrededor de cada celda del mapa. En forma práctica, los datos de presencia(1)/ ausencia (0) de espe-
Una vez elaborados todos los mapas equiprobabilísiticos, se estima cies registrados en cada una de los cuadrantes se utilizan para calcular
la magnitud de resistencia ambiental (abreviada R50) en cada celda con- cualquiera de los índices de similitud, para todos los pares posibles de
siderada como ‘muestra central’, seleccionando el nivel de probabilidad cuadrantes. Los resultados pueden ordenarse en forma tabular para
del 50% correspondiente para cada mapa. La selección del nivel del constituir una matriz de similitud donde los cuadrantes, en un mismo
50% es arbitrario (Rapoport, 1975, 1979, 1982). Midiendo el área orden, ocupan tanto las filas como las columnas y la diagonal principal
encerrada por el nivel de probabilidad del 50% (a50), R50 se estima como corresponde a cada cuadrante comparado consigo mismo (máxima si-
R50 = 1- (a50/ac), donde ac es el área continental total. Claramente, R50 militud) (Crisci y López Armengol, 1983). Existe una amplia variedad de
depende del tamaño de las áreas de distribución geográfica de todas las técnicas de análisis de agrupamiento para analizar y sintetizar la informa-
especies que se registran en la muestra central y la pérdida de similitud ción contenida en las matrices de similitud a fin de elucidar las relaciones
biótica que ocurre desde ese punto al resto de la superficie continental. entre la totalidad de las cuadrículas del mapa (Sneath y Sokal, 1973;
R50 puede tomar valores entre 0 (indicando máxima expansión de es- Crisci y Lopez Armengol, 1983; Pielou, 1984). Son muy conocidas las
pecies, y baja pérdida de similitud faunística con la distancia desde la técnicas de agrupamiento jerárquico cuyos resultados se representan
muestra central) y 1 (máxima resistencia y rápida pérdida de similitud gráficamente por medio de un diagrama arborescente llamado
faunística). Una vez obtenidos los valores de R50 se unen celdas con dendrograma. Este muestra celdas o conjuntos de celdas agrupadas en
iguales valores para obtener un mapa de isolíneas de contorno de R50. conjuntos anidados (=‘clusters’) a distintos niveles de similitud o distan-
La variación espacial de la resistencia ambiental permite inferir los efec- cia. Cuando se aplican técnicas aglomerativas se parte de n celdas sepa-
tos de las barreras físicas o biológicas sobre el tamaño de la distribución radas que se agrupan en subconjuntos sucesivos hasta llegar finalmente
geográfica de las especies. a un único conjunto de n celdas; en este caso los agrupamientos de
La anisotropía en cada celda considerada como ‘muestra central’ se celdas resultantes maximizan la similitud en la composición de especies.
estima usando la longitud del perímetro del nivel de probabilidad del En cambio, las técnicas divisivas parten de un único conjunto de n celdas
50% (i50) correspondiente para cada mapa. La anisotropía (A50) para esa para dividirlo sucesivamente en subconjuntos; en este caso, los
celda se estima como A50 = (i50/va50) – 3.54, donde va50 es la raíz cua- agrupamientos reflejan diferentes tendencias en la distribución geográfi-
drada del área cubierta por el nivel de probabilidad del 50% y 3.54 es ca de las especies (e.g. Williams et al., 1999; Linder, 2001). Ambas téc-
aproximadamente el cociente perímetro/ cuadrícula va50 para un círcu- nicas resultan en agrupamientos de cuadrículas susceptibles de ser con-
lo. A50 se aproxima a cero cuando las áreas de distribución geográfica de siderados como divisiones biogeográficas. Pero, en sentido estricto, so-
las especies que habitan la muestra central tienden a ser circulares. Cuan- lamente definen divisiones biogeográficas aquellos agrupamientos que
to más se apartan de la circularidad las áreas de distribución geográfica son corroborados a posteriori como áreas de endemismo, i.e. que son
de las especies que habitan la muestra central, más se incrementa la sustentados por al menos dos taxones endémicos pertenecientes a di-
anisotropía. Al calcular valores de A50 para todas las celdas del mapa ferentes clados o linajes (e.g. Linder, 2001).
cuadriculado, y unir con una línea cuadrantes de igual valor es posible Los límites entre las divisiones biogeográficas constituidas por mé-
obtener un mapa de isolíneas de contorno de A50. Bajos niveles de todos de agrupamiento jerárquico necesariamente aparentan ser abrup-
anisotropía para una determinada localidad o celda del mapa sugieren tos dado que cada cuadrante del mapa cuadriculado queda clasificada
que las especies que habitan ese sitio enfrentan la misma cantidad de dentro de un único conjunto, i.e. no puede pertenecer simultáneamente
resistencia ambiental en todas las direcciones desde el centro hacia los a dos regiones. Sin embargo, cuando se utilizan técnicas divisivas -como
límites externos de su distribución. La presencia de una barrera física o en Williams et al. (1999)- se puede examinar la contribución neta de los
biológica, que limita la expansión de las especies a lo largo de una di- gradientes en la riqueza de especies y el remplazo espacial de especies
mensión lineal particular, distorsiona las áreas de distribución geográfica en las zonas de transición. Al examinar el cociente entre la riqueza de
de las especies que habitan ese punto y esto se refleja en un incremen- especies de cada grupo ‘hermano’ de cuadrantes, en cada división del
to en el valor de A50. dendrograma, se obtiene información acerca del grado de simetría en
Los índices de resistencia ambiental y anisotropía son descriptores las distribuciones preferenciales de las especies entre las dos divisiones
independientes de la geometría de las áreas de distribución geográfica de biogeográficas. Así, si el cociente es cercano a 1 la zona de transición
las especies: por ejemplo, una localidad dada puede tener un valor bajo entre ambas regiones se caracteriza por un remplazo espacial de espe-
de anisotropía y, a la vez, puede tener un valor alto de resistencia ambien- cies, en cambio si el cociente se aleja de 1, la transición se corresponde
tal. Ambos índices han probado ser útiles para revelar aquellas caracterís- con un gradiente en la riqueza de especies (Williams et al., 1999)
ticas de América del Sur que podrían representar restricciones mayores
sobre los efectos ecológicos locales (Ruggiero et al., 1998 y Ruggiero,
2001). En la última sección de este capítulo mostraremos cómo los pa- La linea subtropical en América del Sur
trones espaciales de variación en R50 y A50 corroboran las grandes divisio-
nes biogeográficas clásicamente reconocidas en América del Sur. Las regiones bióticas principales que actualmente se distinguen en
América del Sur y la posición y amplitud de las zonas de transición entre
Técnicas de clasificación y ordenación. Otra familia de ellas, son el resultado de una interacción espacial y temporal compleja
métodos comúnmente utilizados para identificar zonas de transición entre características climáticas y geomorfológicas contemporáneas y fe-
biogeográfica involucra el uso de técnicas de clasificación y ordenación nómenos ocurridos en el pasado. La historia biogeográfica de América
(e.g. Sneath y Sokal, 1973; Crisci y López Armengol, 1983; Pielou, 1984; del Sur está muy ligada a los eventos geológicos y paleoclimáticos que
Murguía y Rojas, 2001). A diferencia de los métodos anteriores, estas tuvieron lugar principalmente desde fines del cretácico y a través del
técnicas permiten delimitar regiones biogeográficas con base en rela- terciario hasta la actualidad, cuando se originaron y diversificaron la mayor
149
parte de las familias de angiospermas, mamíferos y aves actuales; revi- ubica el límite austral de la región Neotropical? Nunca hubo coincidencias en
siones mayores de la historia de la biota en relación con estos eventos la localización de dicho límite, denominado ‘línea subtropical’ por algunos
se encuentran en Raven y Axelrod (1974), Solbrig (1978), Simpson autores (Rapoport, 1968). En general, los fitogeógrafos siguieron la tradi-
(1983), Shmida (1985), Parrish (1987), Pascual y Ortiz-Jaureguizar ción de Engler, delimitando la transición entre la región florística (o reino)
(1990), Romero (1993), Arroyo et al. (1996), Hinojosa y Villagrán Neotropical y la región (o reino) Antártico; los zoogeógrafos siguieron a
(1997), Poulin et al. (2002); también figura 4. Wallace y Sclater y distinguieron la transición entre la subregión Neotropical
En este trabajo discutiremos algunos aspectos relevantes al tema, cen- y la Andina (Fig. 1). Sin embargo, un análisis más detallado del problema
trándonos en una pregunta, formulada y tratada extensamente por Rapoport muestra amplias discrepancias según el autor considerado.
(1968), pero que todavía tiene vigencia: ¿Hasta dónde llega exactamente la Engler (1879, 1882) y la escuela alemana limitaron el reino Antártico
influencia tropical en América del Sur? o, dicho en otras palabras, ¿dónde se al extremo sudoeste del continente, donde se encuentran los bosques

Fig. 4. Principales eventos climáticos y ambientales durante el Terciario en América del Sur. Representación esquemática del registro del isótopo de oxígeno (ä18O) que provee
una estimación de las variaciones de temperatura en latitudes altas (redibujado de Poulin et al., 2002). La transición entre el cretácico y el terciario (65 Ma) fue una época de gran
estabilidad, quietud climática y temperaturas globales cálidas (Parrish, 1987). En esta época, gran parte de las familias de angiospermas actuales ya se habían establecido. A principios
del eoceno (aprox. 50 Ma), el óptimo climático del terciario coincide con el origen y diversificación de muchos géneros de plantas tropicales, y la formación de una flora mixta con
elementos tropicales y templados en el sur (Romero, 1993). Al final del eoceno (ca. 36 Ma), comenzó un ciclo de clima más frío relacionado con la apertura del pasaje de Drake
y la formación de la Corriente Circumpolar Antártica (Poulin et al., 2002). La zonación climática comenzó a marcarse con la presencia de aridez en latitudes subtropicales. Esto se
reflejó en el remplazo de la paleoflora mixta por elementos templados en el extremo sur (Romero, 1993; Parrish, 1987). A partir de mediados del mioceno (ca. 15 Ma.) hubo
importantes glaciaciones en la Antártida que condujeron a un proceso de deterioro climático progresivo, acentuándose el gradiente térmico e incrementándose las condiciones de
frío y aridez. Esto produjo cambios sustanciales en la composición de la biota de América del Sur.
150
templados de Nothofagus. En cambio, Good (1974) trazó el límite aproxi- géneros encontrados a ambos lados. Wallace (1876) argumentó que era im-
madamente a los 40ºS, incluyendo en el reino Antártico toda la Patagonia. posible dividir las porciones tropicales del continente en subdivisiones
Takhtajan (1978) extendió la frontera hacia el norte, hasta cerca de los zoogeográficas más finas, aunque recordó que Sclater, Salvin y Newton
30ºS, para abarcar también toda la zona subtropical del centro de Ar- reconocieron tres subdivisiones para aves (Brasílica, Amazónica y Colom-
gentina, el Uruguay y el sur de Brasil (Fig. 5). Wallace (1876) trazó su biana). Sugestivamente, el mapa de isolíneas de R50 permite reconocer
línea desde Ecuador hasta el sur de Brasil casi a la altura del trópico, aproximadamente las mismas tres subdivisiones para mamíferos (Fig. 6).
siguiendo aproximadamente el curso de la línea de Sclater (1858); en Tal como fue sugerido por Ringuelet (1961), la separación entre las
cambio, Mello-Leitão y Ringuelet la corrieron hacia el sur (Rapoport, dos subregiones no es meramente una línea, sino una región en sí mis-
1968 y Fig. 5). Cabrera y Willink (1980) siguieron la tradición botánica ma. La mayoría de las líneas subtropicales dibujadas en la figura 5 y ana-
para establecer los límites entre las dos regiones, Antártica y Neotropical, lizadas por Rapoport (1968) coinciden con zonas de cambio en el
pero reconocieron los límites de varios dominios de la tradición zooló- gradiente de resistencia ambiental y anisotropía (comparar Figs. 5 y 6).
gica, como el Andino-Patagónico y el Amazónico (Fig. 5). Al menos para el caso de la fauna de mamíferos sudamericanos el límite
Un análisis de los patrones espaciales de variación en la resistencia entre las subregiones Guyano-Brasileña y Andino-Patagónica puede idea-
ambiental (R50) y anisotropía (A50) basado en la distribución geográfica lizarse como una región comprendida entre la línea de Wallace al norte
de especies de mamíferos (N = 577; Ruggiero et al., 1998 y Fig. 6) y la de Mello-Leitão (o Morrone) al sur.
ayuda a comprender el origen de las discrepancias entre los distintos Los patrones de variación espacial en A50 indican un patrón de picos
autores. Los patrones espaciales de R50 y A50 emergen de un análisis en coincidencia con el límite entre las dos subregiones biogeográficas
objetivo y cuantitativo de las áreas de distribución geográfica de las es- (Fig. 6). Esto indica grandes distorsiones en las distribuciones geográfi-
pecies, a partir de la aplicación de técnicas de tradición ecológica, que cas de las especies sobre la zona de transición, que podrían estar deter-
no involucran el supuesto a priori de reconocer la ‘singularidad’ minadas por causas históricas y ecológicas. Sugestivamente, esta área
(=endemicidad) de ciertas especies en ciertas áreas. Todas las especies de rápido cambio en las áreas de distribución geográfica de las especies,
se consideran equivalentes en el análisis, y en este sentido el enfoque al igual que todas las líneas de transición entre las principales regiones
puede considerarse ‘neutral’ (Hubbell, 2001). Este tipo de análisis tam- biogeográficas (o reinos) previamente reconocidas en América del Sur
bién difiere del enfoque conceptual que en biogeografía cladística per- por distintos autores (Figs. 5 y 6), en su mayoría se acercan a la diagonal
mite definir relaciones jerárquicas entre distintas áreas de endemismo árida que marcó Drude (1890) como zona de transición entre regiones
(Morrone y Crisci, 1995; Crisci et al., 2000; Crisci, 2001). florísticas, con precipitaciones menores a 600 mm (Shmida, 1987) (Fig.
A pesar de la simplicidad del enfoque, el esquema biogeográfico 5, centro).
producido por los patrones espaciales de variación en la resistencia Esta diagonal incluye un régimen climático templado-frío al sudoes-
ambiental (R50) es consistente con la mayoría de las clasificaciones te (la zona Andino Patagónica) y uno subtropical o templado-cálido al
zoogeográficas clásicas propuestas para el continente. La similitud más noreste (la zona Chaqueña), y probablemente ha sido una barrera más
notoria es la coincidencia entre la región de mayor cambio en los valo- o menos marcada entre la biota higrófila de América del Sur septentrio-
res de R50 y la separación entre las subregiones Guyano-Brasileña y nal y la de América del Sur austral, por lo menos desde el oligoceno o
Andino-Patagónica y/o reinos o dominios propuesta por varios autores mediados del terciario, es decir, desde hace más de 30 millones de años
(comparar Figs. 5 y 6). Los patrones de variación en la resistencia am- (Parrish 1987) (Fig. 4). A fines del oligoceno hubo un aumento relativo de
biental y anisotropía (R50 y A50) cuantifican lo que Wallace (1876) descri- la temperatura hasta la mitad del mioceno (aproximadamente 15 Ma), y a
bió como...uniformidad notoria de la vida animal sobre todas las porciones partir de allí comenzó un gran ciclo de deterioro climático que condujo a
continentales tropicales de América del Sur...donde... aún los Andes no una máxima aridez, clima más frío y mayor heterogeneidad ambiental. Se
parecen formar una barrera como ha sido supuesto, con la mayoría de los formaron extensas glaciaciones en la Antártida, que determinaron un

Fig. 5. Límites entre regiones (izquierda), reinos (centro) y dominios biogeográficos (derecha) propuestos por diversos autores para América del Sur. En gris se representan zonas
con precipitaciones menores a 600 mm.
151

Fig. 6. Patrones espaciales de variación en la resistencia ambiental,R50, (izquierda) y anisotropía ,A50, (derecha), obtenidos a partir de datos de distribución de 577 especies de mamíferos. Los
valores de R50 y A50 se obtuvieron a partir de la isolínea del 0.5 de cada uno de los mapas equiprobabilísticos calculados sobre el mapa base del continente (redibujado de Ruggiero et al., 1998).

gradiente térmico marcado entre el polo sur y el ecuador. A partir de esa ticidad demográfica y ambiental se hace más importante para determi-
época se desarrolló el sistema actual de vientos y corrientes marinas, y la nar la longevidad de las poblaciones; compresiones y distorsiones en las
elevación de los Andes comenzó a detener los vientos y las lluvias y a áreas de distribución geográfica tienden a estar acompañados por un
producir climas desérticos a sotavento de la Cordillera. Al final del tercia- decrecimiento en la abundancia de las poblaciones, que se hacen más
rio se produjo la extensión máxima de la diagonal árida que actualmente vulnerables al efecto de disturbios deletéros, mucho más fuertemente
recorre América del Sur del noroeste al sudeste del continente (Solbrig, en los bordes de tales áreas (Soulé y Simberloff, 1986; Graves, 1988).
1978; Shmida, 1987). La consecuencia de este proceso de deterioro En consecuencia, desde el punto de vista histórico y ecológico, esfuer-
climático en el sur del continente sudamericano fue la ocurrencia de gran- zos futuros para delimitar regiones y zonas de transición biogeográfica
des extinciones locales de la flora de origen tropical y sustanciales cambios en América del Sur no deben considerarse como una forma ‘antigua’ de
en la composición de la fauna asociada (e.g. Pascual y Ortiz Jaureguizar, hacer biogeografía. Los límites entre grandes unidades biogeográficas
1990), lo que llevó a la preponderancia de una biota de origen endémico, son mucho más que una línea estática dibujada sobre la superficie de un
austral y andino con aportes del elemento boreal luego de la ascensión mapa para indicar cambios en la composición faunística; potencialmen-
del istmo de Panamá que unió a América del Norte con América del Sur te representan zonas de intensas interacciones faunísticas y dinámicas
hacia fines del terciario (Hinojosa y Villagrán, 1997; Villagrán e Hinojosa, poblacionales a gran escala que requieren de análisis más intensivos y
1997; Aizen y Ezcurra, 1998). extensivos en el campo de la biogeografía ecológica e histórica.
La diagonal árida puede considerarse una barrera presente y pasa-
da a la expansión de la flora neotropical higrófila (y su fauna asociada) en
periodos climáticos más cálidos, y una barrera presente y pasada a la Consideraciones finales
expansión de la flora Antártica higrófila en periodos más fríos. Por otro
lado, es una zona donde una flora xerófila (y su fauna asociada) pudie- Tanto la biogeografía histórica como la ecológica han abordado el
ron desarrollarse y diversificarse a través del tiempo. Los picos de problema de identificar áreas de endemismo y sus zonas de transición.
anisotropía (A50) indicativos de cambios notables en la estructura de las Sin embargo, por razones que principalmente tienen que ver con la his-
áreas de distribución geográfica de las especies de mamíferos en esa toria de desarrollo de ambas subdisciplinas, los análisis se realizaron desde
región (Fig. 6), podrían reflejar alguna clase de ‘efecto de intereferencia marcos conceptuales distintos, en forma separada, y con poca comuni-
faunística’ sobre las áreas de distribución geográfica de las especies. Este cación e intercambio de ideas. En general, los biogeógrafos históricos
efecto podría resultar cuando las especies que habitan la mitad septen- siempre están más interesados en delimitar e identificar cualitativamente
trional del continente se encuentran con las especies que habitan la las áreas que con mayor probabilidad pueden considerarse áreas de
mitad austral. El efecto final sería la existencia de zonas de penetración endemismo, sin prestar demasiada atención a los fenómenos ecológicos
local de una fauna por la otra ‘escurriendo’ las áreas de distribución que ocurren en las zonas de transición. La naturaleza cualitativa última
geográfica de los taxones que se pierden en la transición. de este tipo análisis se mantiene aun cuando se apliquen algoritmos
Se ha sugerido que cuando el cociente perímetro/ superficie de las cuantitativos para distinguir entre conjuntos de celdas de un mapa cua-
áreas de distribución geográfica de las especies se incrementa, la estocas- driculado que con mayor (o menor) probabilidad pueden considerarse
152
áreas de endemismo (e.g. calculando un puntaje de endemicidad para latitudinal en la riqueza de especies entre biomas al sur y al norte de los
cada agrupamiento de celdas: Szumik et al. [2002], o aplicando técnicas trópicos depende de la extensión de las tierras ocupadas por los distintos
de agrupamiento jerárquico: Morrone [1994], Linder [2001]). Indepen- biomas extratropicales (Rosenzweig, 1975, 1992, 1995; Blackburn y
dientemente de la técnica, el objetivo final en todos estos casos es distin- Gaston, 1997; Ruggiero, 2001b).
guir unidades discretas (=áreas de endemismo) dentro de una ‘matriz’ Es interesante que esta hipótesis asume que los biomas representan
de extensión mayor (=área de estudio). provincias bióticas en el sentido de regiones biogeográficas diferenciadas a
Los ecólogos, por otra parte, ponen mayor énfasis en analizar cuan- través del tiempo; según Rosenzweig (1995) cada una representa ideal-
titativamente los patrones espaciales en la distribución geográfica de las es- mente un área ‘autocontenida’, cuyas especies se originaron enteramente
pecies asociados con gradientes ambientales, i.e. variación en la riqueza de por especiación dentro de la región. Esto implica que, en teoría, la prueba
especies, y cambios en la estructura (forma y tamaño) de las áreas de distri- de esta hipótesis (que predice una correlación positiva entre el número de
bución geográfica asociadas a cambios en la composición específica. En ge- especies y la extensión geográfica de los ‘biomas’) debería llevarse a cabo
neral, la variación espacial en esos atributos se idealiza como una variable con base en la consideración de la superficie ocupada por cada una de las
respuesta de tipo continua (e.g. número de especies, valores de diversidad grandes unidades biogeográficas. Vale decir, se debería utilizar alguno de los
beta), y el énfasis está puesto en identificar aquellas variables ambientales esquemas biogeográficos disponibles; de preferencia aquel que describa
que son clave para entender dicha variación, vale decir, que explican una con mayor precisión la localización y extensión de grandes áreas de
proporción significativa de la variación. Solo secundariamente algunos estu- endemismo sobre la superficie del globo, y que permita reconocer inequí-
dios han relacionado cambios abruptos en los patrones observados con la vocamente las fronteras o zonas de transición biogeográfica entre dichas
naturaleza ‘discreta’ de la matriz continental subyacente, determinada por áreas. En la práctica, sin embargo, los ecólogos han prestado muy poca
la regionalización del globo en grandes unidades biogeográficas (ejemplos atención a las implicaciones históricas subyacentes a la definición de biomas
en Williams, 1996; Mourelle y Ezcurra, 1997; Ruggiero et al., 1998). de Rosenzweig (1995). En cambio, la mayoría de los análisis han identifica-
A pesar de estas diferencias fundamentales, en este trabajo mostra- do biomas utilizando límites latitudinales arbitrarios (e.g. Blackburn y Gaston,
mos varias líneas de evidencia que sugieren las ventajas que potencial- 1997) o considerando únicamente diferencias climáticas en la temperatura
mente traería acrecentar la comunicación e intercambio de ideas a través y/o precipitación (e.g. Rosenzweig, 1995; Rosenzweig y Sandlin, 1997;
de programas conjuntos de investigación. La recapitulación de técnicas Ruggiero, 1999). Solo Hawkins y Porter (2001) prueban explícitamente si
empleadas en biogeografía histórica y ecológica muestra que ambas el efecto de diferencias históricas entre los continentes podría estar oscure-
subdisciplinas enfrentan varios problemas metodológicos comunes; en ciendo el efecto del área geográfica de los biomas (derivados climáticamente)
particular, tanto para la identificación de áreas de endemismo y el análisis sobre los patrones de riqueza de especies. Es factible que mucha de la
de las zonas de transición entre ellas, es clave la necesidad de considerar controversia surgida en torno a la definición de biomas en el contexto de la
explícitamente en los análisis la ‘estructura espacial de los datos’ (=locali- hipótesis del área geográfica (Rosenzweig y Sandlin, 1997; Rohde, 1997;
zación espacial de los taxones) como un atributo inherente al sistema de Hawkins y Porter, 2001) podría haberse suplido o al menos complementa-
estudio y la naturaleza escala-dependiente de los resultados en la medida do dentro de un marco teórico más amplio y apropiado por la aplicación de
en que ambos enfoques utilizan muy frecuentemente mapas cuadricula- enfoques alternativos de análisis provistos desde hace tiempo por la
dos. En este capítulo mostramos cómo distintos autores han elaborado biogeografía histórica.
distintas propuestas para resolver (o al menos considerar) el efecto de
estos factores sobre los análisis. Pero estos problemas metodológicos
todavía merecen más atención, constituyendo una posible vía de comu- Agradecimientos
nicación constructiva entre ambas subdisciplinas.
También es evidente, a través de los ejemplos mostrados en este Pablo A. Marquet y Juan J. Morrone proveyeron material bibliográ-
capítulo, la importancia de tomar en cuenta los efectos de la estructura fico clave para la redacción de este capítulo. Claudia Szumik y Pablo
biogeográfica de los continentes en análisis de gradientes espaciales en la Goloboff compartieron su trabajo cuando aún se hallaba en prensa.
distribución geográfica de las especies. Varios análisis han mostrado que
los límites entre divisiones biogeográficas del globo reconocidas en los
esquemas clasificatorios clásicos, coinciden con regiones de cambios pro- Referencias
nunciados en la estructura de las áreas de distribución geográfica (sección
anterior del presente capítulo y también Williams, 1996; Mourelle y Aizen, M. y C. Ezcurra. 1998. High incidence of plant-animal mutualisms
Ezcurra, 1997; Williams et al., 1999). Esto sugiere que la división del glo- in the temperate forest of southern South America, biogeographical origin
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que la mayor diversidad de los trópicos podría explicarse por su mayor Arroyo, M. T. K. , L. Cavieres, A. Peñaloza, M. Riveros and
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geográfica amplia está usualmente asociada con (i) alta susceptibilidad a la Blackburn, T.M. y K. J. Gaston. 1997. The relationship between
especiación alopátrica por formación de barreras geográficas, (ii) mayor geographic area and the latitudinal gradient in species richness in New
probabilidad de cubrir refugios de nicho, y (iii) mayor tamaño poblacional World birds. Evol. Ecol., 11: 195-204.
total; estos dos últimos puntos reducirían la probabilidad de extinción ac- Brooks, D. R. 1988. Scaling effects in historical biogeography: A new
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