Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
K1IIi-r /
k.ou WN ¡UD Lit L/1!VIUJLK
•1
£. ¡
PROSA
e.
40-
.3L
:
4' 1
tora Cultural' por la Honorable Cámara de
Diputados de la Pcia. de Bs. As. y la Comisión
Permanente de la Mujer de la Ciudad de la Plata
- 2000.
Premio Nacional 'MADRE TERESA DE CALCU-
TA, otorgado por la Biblioteca Popular 'r'1adre
Teresa" por 'la defensa de las letras y los
talleres literarios", La Matanza - 2008.
'Propuesta Mujer en Homenaje al Día de la
Mujer - gobierno Municipal del Dr. Gustavo
Posse - San Isidro — 2014 — Pcia. de Bs. As.
Gobierno de General Las Heras. Región de Las
Lagunas - Reconocimiento a su labor educativa
y literaria - Las Heras - 2012.
ISBN 978-987-729-053-0
Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio o
procedimiento sin permiso escrito del autor.
[(
J.
CUENTOS DE LA MUJER
(Acerca de los problemas femeninos)
PROSA
AMERÍAN EDITORES
• María Lydia Torti •
7
*CUENTOS DE LA MUJER .
8
. María Lydia Torti .
CARTA DE MAMÁ
a está. Cae un sobre más chico del otro sobre más grande. Lo
Ylevanto. Era una carta de mamá dirigida a mí.
Dra. Nilda Sosa de Hartz
Centro Atómico de Cabo Kennedy
Miami
Florida
Es una larga misiva escrita con su letra inolvidable, aunque aho
ra desleída y garrapatosa.
Cañuelas 1-1-2014-
Querida hija:
Me cuesta escribir un poco por la artritis que no me
abandona. Es un dolor que extraño por lo consecuente.
Cuando no tengo de qué hablar es mi tema predilecto de conver
sación. Pero no te escribo para hablarte de mis reumas. Te escribo
para tenerte más cerca en este inicio del nuevo año y para que tú me
tengas más cerca, aunque sea al calor de la tinta (esta lapicera está
tan jodida como su dueña). Hija, aunque estás muy lejos de mí, te
siento sin embargo y te traigo todas las noches cuando rezo el rosa
rio pidiendo por todos Uds. Una decena por Octavio, una por Die
go, una por Mario, una por Salvador, una por Tito, una por Nacho.
Si vos fueras también varón, el Presidente de la República, hubiera
sido el padrino del séptimo hijo. ¡Mirá qué lujo! Comadre de Perón.
"Qué grande sos, mi general!". Un epitafio para mi tumba.
Sé que pensarás 'para que mierda te escribo estas charadas'. No
sé. No te voy a contar que mi compañera de pieza murió la semana
pasada de un síncope o que ahora nos dan de postre sólo dulce de
membrillo o gelatina porque la fruta está muy cara. La cocinera se
fue porque no le pagaron el mes de diciembre y le deben hasta el
medio aguinaldo. Hay lío con Moyano, Scioli y las paritarias. Pro
metieron darnos el 82% móvil a los pensionados, creo que para el
quince de enero. Cocinan las señoras de la comisión, con buena
voluntad y nosotros comemos con buena voluntad hasta la sopa de
agua o los fideos pegoteados con salsa de tomate, sin tomate.
. CUENTOS DE LA MU J ER *
10
. María Lydia Torti .
EL CUMPLEAÑOS
1
ra una ceremonia. Un rito para festejar el cumpleaños de mi
E abuela Dominga, que arribaba a los 97 años. Casi un siglo y
todos pensaban que pisaría el 2015, cobijada en esa inmensa cama
barroca, debajo de las sábanas de hilo y del artesanal edredón.
Era un bultito, un conjunto de huesos y pellejos amarillentos,
según la perspectiva de mis escasos diez años. Se pasaba horas
quietecita, moviendo los labios, como si rezara.
Ninguno de nosotros lograba descifrar su baboso parloteo.
De vez en cuando un hilito caía del costado de sus labios.
Poco a poco dejó de ser alguien en la casa y pasó a ser algo más,
como el florero o la radio.
Mamá, con gran sentido de culpa le leía algunas poesías o no
ticias del diario, pues sus ojos estaban desgastados y no veía ni si
quiera las imágenes de la T.V.
Alternaba con las sagradas escrituras y algunos autores actuales,
pero si a abuelita no le gustaban, se los arrancaba de las manos y los
tiraba contra la pared.
¡Parece mentira! A su edad se daba cuenta de las engalanadas
palabras que encubrían la estupidez del escritor.
La Dominga se las traía con la lectura y mi pobre madre se pasa
ba de disgusto en disgusto.
Consultado el clan familiar le compramos unos ¡WALKMAN!;
genial idea del tío Ernesto.
Esos aparatitos de genial invención, hicieron el milagro de si
lenciar y entretener a la nonagenaria, sin sentirnos espiritualmente
como unos hijos de puta.
11
•CUENTOS DE LA MUJER •
II
El cumpleaños era una ceremonia pequeña que se celebraba to
dos los años. Había sido una fiesta bastante importante en un tiem
po, cuando la casa se llenaba con sus hermanos y hermanas y las
familias de cada uno de ellos, con caras siempre nuevas de chicos
en distintas etapas de crecimiento. El sonido de las risas, el cuento
de anécdotas desconocidas, pequeños secretos y chusmeríos inva
dían los patios y las salas.
Ahora, sólo era una reunión de viejos. Se iniciaba a las 17 horas,
con largos intercambios de besos y saludos y alguna que otra lágri
ma.
Mientras tomaban el té, acompañado por la torta de naranja de
tía Elvira y los ponderados scons de la tía Ofelia, recordaban algún
lejano tiempo de juventud. Finalmente el encuentro caía en largos
y tristísimos silencios.
Dominga había protagonizado el mismo ritual en los últimos 50
años. Pero ya no participaba; no le quedaban ni interés ni fuerzas.
Sin embargo la seguían colocando allí, en el rincón sombrío, opues
to a la puerta principal, donde casi no podían verla. A poco de llegar
nadie recordaba su presencia.
De la cama la habían sentado en el sillón de ruedas, con aque
llos bracitos, con aquellas piernecillas filosas y la cara de piel aper
gaminada. La cubrieron con una manta tejida al crochet. Abuelita
miraba y miraba. De vez en cuando, mamá se levantaba de la mesa
y colocaba algún bocadito entre sus manos o le sostenía la taza de
té tibio para que ella pudiera beber algunos tragos. Pero, aparte de
eso, nadie la tomaba en cuenta ya ella, yo creo que no le importaba.
Sólo hubiera querido que la dejaran en su habitación, en la cama
barroca de torcidas columnas, escuchando el golpetear de las hojas
de otoño, sobre su ventana.
Mamá, entonces fue a la cocina a buscar la torta con el núme
ro 97 de plástico dorado y una enorme vela que la agasajada debía
apagar de un soplo, mientras todos nosotros le cantábamos el feliz
cumpleaños.
12
María Lydia Torti .
III
Aburrida miré a mi alrededor; el tío Enrique estaba más flaco y
lo veía sobar de tanto en tanto su vientre fofo. ¿Tendrá cáncer? La
tía Elena se había teñido el pelo de rojo a los sesenta años. También
estaba "la Elidita", con su hijo Sebastián y los nietos, ya todos unos
señoritos.
Escuché al pasar que le contaba a mamá que uno de mis primos
tenía novia, pero que no la querían, porque era una negrita de ba
rrio. Una chirucita.
Tío Alberto, marido de Elena, comía masa tras masa, a pesar de
la diabetes y robaba trozos de torta de manzana, que era la única
que sabía hacer la esposa, con receta de la abuela. Pero sabés, vieja
querida, nunca le salió tan sabrosa y acaramelada como vos me la
preparabas, por las tardes, al regreso de la Escuela.
¿Me parece que "la abu" está más chiquita en la silla de ruedas
o es que el rincón se está poniendo más oscuro?
IV
Sigo aburrida. Las conversaciones son un abejorreo ensordece
dor. Té y risitas, risitas y té. Mucha mentira y simulación.
Cuando se vayan, después del abrazo, cada uno hará su viaje y el
olvido caerá sobre el manojito de huesos corrugados que se llama
Dominga.
Me tiré en el sofá, como una niña buena, y miré el cuadro, antes
de dormitar un poco.
Era una escena de campo, desolada. Ni un mísero arbolito, ni
un verde, ni un colorado. Hasta el cielo era amarronado y hacia el
ángulo superior volaban, como queriendo escapar un bandada de
pájaros negros.
¿Cuervos? No sé. Tal vez serían cuervos.
y
Dormí largo rato hasta que unos graznidos extraños me desper
taron angustiada. Con temor, observé uno a uno a mis familiares.
13
. CUENTOS DE LA MUJER .
14
* María Lydia Torti .
15
.CUENTOS DE LA MUJER .
16
. María Lydia Torti *
17
. CUENTOS DE LA MUJER .
18
. María Lydia Torti .
EL CUADRO
A Dora de la Torre
19
.CUENTOS DE LA MUJER .
HEI
María Lydia Torti .
21
. CUENTOS DE LA MUJER •
BESTIARIO
22
.María Lydia Torti .
23
. CUENTOS DE LA MUJER .
Juancito corrió tras ella. Pero era la siesta y era verano. El quios
co estaba cerrado. El gallego del almacén no les abrió aunque casi
les sangraron las manos de tanto golpear.
Caminaron unas seis cuadras más hasta el pequeño supermer
cado de Don Damián. Éste estaba sentado en el patio. Suspiraron
aliviados.
-Por favor Don Damián, déme una botella de vino de cualquier
marca, por favor, pero que sea tinto; el comerciante miró el cuadro
de esos dos deshechos humanos, flacos, descarnados.
-Quién sos che? -preguntó el hombre.
-La mujer de Gonzáles del Warnes.
-Pero ¿qué Gonzáles, che? Hay miles en la guía.
-De Pedro Gonzáles, el mecánico.
-Ah, de ese borracho, haragán. Ni me cuentes. Me debe una for
tuna. No te doy ni las buenas tardes.
-Pero por favor...
El hombre flO la dejó terminar y se metió para adentro de su
casa.
Como una pequeña procesión de mendicantes volvían a la casa,
arracimados en la impotencia.
Le quedaba una última esperanza en ese cosmos de amarguras
Doña Encarna podía salvarla. Ella tenía bebidas y el marido no vol
vía hasta la noche. Después había tiempo para devolverle el litro
prestado.
-Encarna, soy Filomena -sonaron sus palmas.
-Abra Doña, soy el Juan -gritó el chico.
Eran vecinos, vivían en pisos distintos pero en el mismo edificio
y siempre se encontraban a la hora del acarreo del agua o de las
escupideras con la orina de la mañana.
-Qué quieren a esta hora, caramba? No respetan ni la siesta.
Protestó la señora.
-Prestame un litro de vino, que esta misma tarde te lo devuelvo.
-No tengo -contestó enojada- y por favor vayan a joder a otro
lado.
24
. María Lydia Torti .
25
. CUENTOS DE LA MUJER .
26
•María Lydia Torti •
27
* CUENTOS DE LA MUJER .
-Lo dices para rebajarme ¡Sos mala abu!; no creés en nada. Mari
na me quiere más que a sus otras compañeras, que son unas inútiles
mantequitas. Ni hablar saben. Parecen idiotas.
-Idiotas o no, son ricas, querida mía. Contestó abuela.
Con un berrinche de aquellos, casi lagrimeando me fui a dormir,
con el olor a la canela del dulce de higo. No me quiere comprar un
vestido; es una tacaña, esa vieja gorda. No quiere que yo luzca her
mosa en el salón, bailando con un joven de cabello dorado y traje
azul perfecto.
Llegó el gran día. Corridas, bajadas de escaleras, vueltas a subir.
Flores, regalos principescos, oro, plata, alfombra roja, la orquesta.
Casi no pude ver a la niña. Si yo la llamaba, ella pretextaba una
excusa y se escurría como una anguila. Además no decía de prestar
me nada de su amplio guardarropa.
Comencé a dudar. ¿No me invitaría? ¿Sólo porque soy pobre?
¿Sólo porque mi abuela es la cocinera? ¿Sólo porque mi madre era
trotacalles? (Hace tiempo que busqué en el diccionario el signifi
cado y se me hizo un nudo en la garganta). En la cocina nadie daba
bolilla a mi angustia con tanto ajetreo.
Llegó la misa; el reloj de pared cantó las 22 horas y fue entonces
cuando entró la Señora, como una tromba.
Era una serpiente azul emplumada. Dio las órdenes de rigor y ya
cuando se retiraba me miró. ¡Esta chica, sin hacer nada! Querida en
esta casa todo el mundo se gana el pan de cada día. Ana búsquele
un delantal y una cofia a su medida. Retirarás las copas vacías en
una bandeja, ¡sin romper nada! ¿Me entendiste? Dio media vuelta
y desapareció.
Entonces entendí. Entendí las huidas de Marina. Entendía la
mirada llorosa de mi abuela. Pero no entendí ese gran cuchillo, que
para siempre desgarró en mil pedazos mi adolescente corazón.
El delantal, la cofia y las copas vacías me transformaron en mu
jer, en aquella cocina de la calle Marcelo T. de Alvear.
De repente un dolor agudo perforó mi espalda. Grité dos veces
y me toqué dos pequeños bultitos, que crecían desde dos huecos
profundos, en mi propia carne.
Eran plumosos. Eran suaves.
28
. María Lydia Torti .
29
* CUENTOS DE LA MUJER .
30
María Lydia Torti .
31
.CUENTOS DE LA MUJER *
32
. María Lydia Torti .
33
* CUENTOS DE LA MUJER .
34
.María Lydia Torti .
35
• CUENTOS DE LA MUJER •
36
. María Lydia Torti .
LA VIDENTE
37
. CUENTOS DE LA MUJER .
-Mirá el agua, señora y no cierres los ojos. Hay que mirar fijo,
para que el aceite copie los males que te han hecho y los lave en el
agua. Tarda un poco. Tené fe.
Entretanto venía una dama muy elegante, con un tapado de piel
que cantaba a dólares y un juego de zapatos y cartera de buche de
avestruz.
Fica me indicó un rincón y allí fui con plato y todo.
Observé el lugar con más cuidado. Había velas encendidas de
distintos colores y tamaños. Un sahumerio repartía olor a incienso
y ruda. Numerosas plantas caían de las repisas con sus flores de
plástico.
Cuando la dama le contó que su hija había quedado embarazada
del chófer de la casa, la curandera, quedó con los ojos en blanco y
tiró la cabeza para atrás, como si le hubiera tomado un colapso.
La ayudante gritó:
-¡Está en éxtasis! ¡Está en éxtasis!
Entonces escuché una voz como de ultratumba que salía de la
boca de la mujer, entre escupitajos de tabaco.
La ayudante gritó:
-Bajó el espíritu! ¡Bajó el espíritu!
No entendí el aquelarre de palabras deshilvanadas que llenaron
la habitación. Pero el sonido era ronco. Tal fue la impresión, que un
muchacho "gay", que esperaba su turno, se puso blanco de miedo
y vomitó.
La ayudante pidió a la Señora que escribiera en un papel el nom
bre de su hija y del enamorado.
La pluma de la madre consultante apenas si trazó lo pedido: Ma
ría y Miguel.
La seudosanta, levantando la cabeza, pidió ginebra en una bote
lla y la hizo circular entre todos nosotros; yo le pegué un trago que
me quemó el pecho y hasta el homosexual se puso más coloradito.
El espíritu habló:
-Quema la vela de los siete días y si en el plato ves alas de ánge
les, tu hija está salvada. Si no sucede esto, vuelve a mí. Mi dueño te
acompañará".
38
. María Lydia Torti .
39
* CUENTOS DE LA MUJER .
40
LA VIDENTE DE ANTONIO BERN!
. CUENTOS DE LA MUJER *
42
.María Lydia Torti .
43
• CUENTOS DE LA MUJER •
44
* María Lydia Torti .
1
eunión formal. Larga mesa de trabajo. Ejecutivas frente a las
Rtazas de café. Mucho humo.
Aire de intranquilidad, de espera impaciente.
-Ya hace más de una hora y el presidente no llega.
-Es raro, tiene fama de ser hombre puntual.
-Lo que sucede es que como hoy reúne al sector femenino de la
Empresa cree que puede hacernos esperar. ¡Cómo siempre el senti
do machista del argentino!
-¡Bah! ¡De poco les sirve! A la postre, están a nuestros pies, si
somos mujeres inteligentes.
-Es que muchas veces -casi siempre-nos falta raciocinio, porque
nos gana el corazón.
-El corazón, chicas, debe transitar primero por el cerebro y luego
por el sexo.
Risas de aprobación. Señales de cansancio. Conversaciones en
tre dos.
II
En la oficina privada, el presidente se entretenía con la joven
secretaria. Dulce, agacelada. De piernas largas y móviles, caderas
estrechas.
El viejo abría la blusa y besaba los pechos con perfume y forma
de peras maduras.
Prometía un ascenso y la muchacha se abría a sus arrugadas ma
nos sarmentosas.
45
*CUENTOS DE LA MUJER .
III
En la sala de conferencias... Enojo, mal humor.
-Pienso que debemos retirarnos. Esto es una falta de respeto.
-¿Es que hay respeto para nosotras, como seres independientes
de nuestra función receptiva en la cama?
-Pero en algo triunfamos sobre el hombre, la maternidad les
está vedada.
-No te confies, por ahora solamente. Con las operaciones, fe
cundación in vitro y esas transformaciones, obra de la genética, ya
veremos a los homosexuales con los bebés en la panza.
-Además, el hijo siempre fue el collar del esclavo para la mujer.
Fue gloria y renuncia al mismo tiempo. ¿Cuántos maridos embara
zan a la mujer para que ésta no salga a trabajar o a destacarse en una
profesión de igual a igual?
-Señoras, la reunión se ha suspendido por una indisposición del
Presidente -avisó nerviosa la prosecretaria-, mujer avezada en el
cargo y cargada de años.
Un murmullo de desaprobación subió entre ramalazos de carte
ras, tacones y portazos.
En breves momentos la escena quedó vacía.
II!1
Por la puerta de servicios, en una camilla dos enfermeros trans
portaban al "Gran Jefe" con la boca torcida y salivosa, paralítico de
medio cuerpo. Una ambulancia esperaba en la puerta y en ella la
esposa, lo acompañaba en su infortunio y escuchaba con dignidad
las disculpas llorosas de la jovenzuela.
Las ropas desajustadas del viejo denunciaban el acto interrum
pido por la debilidad de sus arterias desgastadas.
46
. María Lydia Torti .
47
. CUENTOS DE LA MUJER .
48
.María Lydia Torti .
49
• CUENTOS DE LA MUJER •
o la idolatraba.
yCuánto más amor le demostraba, más me despreciaba. La
mujer es como el mármol, fría y dura; sólo ama al campeón. Cada
amor debe ser un triunfo sobre ella misma y logrado por ella mis
ma.
El laurel de la victoria sobre la cerviz de la víctima y de rodillas.
Pero en mi caso no hubo conquista sino una entrega total desde el
momento en que la vi. Me miró, me habló con su voz de susurro y
me acarició con sus dedos de rosa. Olía a rosas.
Al principio de nuestra relación fui importante en su vida. Al
morzábamos y cenábamos juntos. Los fines de semana íbamos al
río a pescar o al campo de cacería, a la casa de la hermana.
¡Qué mañanitas de sol, corriendo uno al lado del otro!
Por las noches, mirábamos TV, mientras tomaba café y yo apo
yaba mi cabeza entre sus pechos o en su falda.
Ella me daba besitos y reía de mis manotazos y mi fuerza bruta
desplegada. Los dos rodábamos abrazados frente al fuego crepi
tante.
Cuando mi dueña volvía tarde del trabajo, la esperaba ansioso
en la puerta y desde la esquina me gritaba:
jHola, mi amor! ¡Mi tesoro!
Entrábamos a la casa, comíamos algo, yo generalmente tomaba
un tazón de leche y nos íbamos a la cama. Me embargaba su per
fume a fruta recién cortada y gozaba contemplando sus cabellos
rubios desparramados en la almohada. Apenas me movía para que
no se despertara, Ya que descansaba su brazo sobre mi cuerpo;
De pronto apareció Él. Pasé a un segundo plano. Ni me hablaba.
Apenas una caricia de vez en cuando. Como un regalo o una dádiva
me dejaba acariciarle la cara, las manos, las piernas...
Cuando yo protestaba me gritaba como loca y se encerraba en
su dormitorio.
50
*María Lydia Torti •
51
. CUENTOS DE LA MUJER .
VENTANAS
52
*María Lydia Torti .
53
* CUENTOS DE LA MUJER .
54
.María Lydia Torti .
No fue una idea brillante venir a vivir junto a mis padres. Creí
que mi mujer iba a estar acompañada, mientras yo trabajaba tanto
tiempo afuera, en las obras. Especialmente en este momento que
hay tanto que hacer en el Country Club de Moreno. Realmente re
conozco que convivo poco con la familia. Cuando llego a las diez
de la noche estoy reventado, deseando acostarme y dormir. Sólo
dormir.
A veces me olvido que ella es joven y vital; una pantera por lo
felina, con sus piernas largas y sus brazos de helechos. Huele a he
lechos.
Me espera con la cama perfumada y su camisón transparente.
Realmente tengo una alhaja por esposa. Cuida los menores detalles
para que me sienta feliz. ¡Qué mujer atiende hasta a los amigos del
marido! Los muchachos del estudio vienen a cualquier hora a to
mar un café, a charlar conmigo y aunque yo no esté, Lola los atiende
de maravillas. Y además con el agravante de los celos de mamá, que
no le perdona que haya conquistado a su bebé. ¡Su bebé! Semejante
boludo de casi cuarenta, su único hijito varón. Freud tenía razón
con su complejo de Edipo. Realmente la vieja es digna de lástima".
55
. CUENTOS DE LA MUJER .
56
María Lydia Torti *
57
. CUENTOS DE LA MUJER •
58
. María Lydia Torti .
CARTAS DE AMOR
Carta NL, i
Carta N 2
Dante:
Estoy asombrada de tu desparpajo y atrevimiento. ¿Te ol
vidaste que soy una señora de su casa, con marido en la cama y
tres hijos creciendo? ¿Te olvidaste que somos dos profesionales,
maduros ya, y fundamentalmente educadores? Pero no te asustes,
no estoy enojada contigo. Tu posición de hombre separado y libre,
salta todas las vallas y todos los obstáculos. Pero obviamente no has
pensado en mí. No me tienes ninguna piedad ni consideración. Ya
sé que no puedo impedir tus miradas como soles ardientes, que me
59
. CUENTOS DE LA MUJER .
Carta N2 3
Queridísima Más querida todavía!:
Estoy que bailo, brinco, sal
to, revoloteo, vuelo, vuel000 en el aire.
Me contestaste. Te intereso. No lo puedes negar. Y yo percibo tu
perfume en mis manos, tu saliva dulce en mi boca, la presión de tu
pecho en mi pecho.
El tiempo es todo nuestro. El futuro es una chimenea y una sá
bana de alucemas.
Quiero conocer el límite de tu cuerpo y tu geografía. Nos iremos
hacia otro horizonte.
No escuches nada más que mi voz.
Mil besos son pocos
Dante
Carta N 4
Dante:
Esto es imposible. Creo que todo el colegio habla
de nosotros. Ayer me acompañaste hasta el coche, me llevaste el
portafolio y me apretaste la mano fuertemente. Raquel sospecha
pues me mira socarronamente cada vez que me entrega tus líneas,
en nombre del "Departamento".
No me hables más por teléfono a casa; pero te diré la verdad,
no te haré sufrir sin sentido; yo también te amo más que a mi vida.
Suena a telenovela de las cuatro.
Cuando siento tu calor ¡deliro!
Be
60
. María Lydia Torti
Carta N!?
Beatriz:
Como te dije por teléfono, nada en el planeta es más impor
tante que nuestro amor. Lo hemos hallado entre los dos.
61
. CUENTOS DE LA MUJER .
62
. María Lydia Torti .
63
.CUENTOS DE LA MUJER *
La ropa que sea liviana, recordá que allá hace mucho calor. Ha
blá con Daniel y Rosa para cancelar la ida al Delta el fin de semana.
Anotá en tu agenda, hablar por telex con nuestra oficina en Mia
mi y dales la dirección del Hotel donde voy a estar. Después te dejo
el dato preciso; creo que es el Hilton.
Mandá el smoking a la tintorería que se manchó y no te olvides
de pasar por el Banco para renovar los plazos fijos...
Y así siguió una interminable lista de pequeñas y grandes ocupa
ciones que la mujer debía cumplir sin chistar, como corresponde a
una buena compañera de un buen negociante argentino.
Alfa colgó al auricular y miró la foto de su marido. Descubrió
entonces que él la miraba con ojos duros, la boca como dándole
instrucciones y hasta el dedo de la mano derecha, se había elevado,
señalándola.
-¡Estoy loca!-pensó la pobre -Loca de remate y puso el retrato
mirando hacia el espejo del tocador.
Pegando un portazo salió de la habitación matrimonial.
II
Me llamó Omega hace un momento para decirme que se que
dará una semana más, porque el trámite se ha complicado. En vez
de sentirme triste, es como si me sacara un peso de encima. Bueno
tengo un poco más de tiempo para llevar la ropa a la tintorería, pa
sar por el Banco, hablar por el asunto del week-end.
Los primeros días realicé todo lo pedido y me hice un cronogra
ma de actividades día por día. Así cuando él regresara no tendría
que acusarme de indolente o cabeza de chorlito o cabeza fresca
como suele gritarme fuera de sus carriles.
Pero yo no sé si es que estamos en primavera, pero cuando salí
para llegar hasta la casa de Daniel y Rosa, me enganché con las
vidrieras de Santa Fe y me compré un montón de ropa súper mo
derna. Hasta unos vaqueros con agujeritos que mi marido no me va
a dejar poner nunca, pero que estaban lindísimos.
Ayer fui yo misma al mercado con una remera Adidas, zapatillas
y con poca pintura, canasta en mano; parecía una señora ocupada
64
María Lydia Torti
III
Cuando llegó el Señor Omega de Arabia traía todo el malhumor
del mundo, acumulado por días de grandes tensiones, un trato co
mercial poco beneficioso para la empresa, el maldormir del avión,
la diferencia horaria.
-Alfa, querida ¿dónde estás? - llamaba muy entusiasmado el
viaj ero.
Pero le respondió el silencio. Con un raro presentimiento, re
corrió la cocina, la habitación, el escritorio y allí encontró la breve
misiva de despedida.
No podía creer que su dócil compañera lo hubiera abandonado.
Así, sin una explicación frente a frente, cara a cara. Sin un reproche
siquiera: ¿Por qué?, se preguntaba una y mil veces. ¿Por qué?
65
. CUENTOS DE LA MUJER .
Iv
Inmobiliaria Gómez y del Viale Asociados. Alquiler, Com-
pra y Venta de Departamentos, Casas, Terrenos, Permutas.
66
* María Lydia Torti •
67
.CUENTOS DE LA MUJER .
68
. María Lydia Torti *
LA FOTO
69
*CUENTOS DE LA MUJER *
70
* María Lydia Torti •
NO SE LO DIGAN A NADIE
71
•CUENTOS DE LA MUJER •
72
-
N.
DIBUJO DE SOLDI
. CUENTOS DE LA MUJER, .
UN PARAÍSO PROPIO
74
.María Lydia Torti .
Por eso, esa tarde fui a verlo al Padrecito y me dijo que le contara
qué me pasaba, que no tuviera vergüenza, porque bueno... ¿te ha
besado tu novio?, ¿te ha manoseado?, ¿cómo? ¿dónde? ¿cuántas
veces?...
Como yo callaba me tranquilizó con un Padre Nuestro, cinco
Ave Marías y el Pésame golpeándome bien fuerte el pecho.
Entonces yo le dije que no quería hablar de eso, que eso era pro
pio de varones.
Que sólo los muchachos con la fricción del pene...
Y el sacerdote aconsejándome que no olvidara de contarle nada...
nada... na... daa...; como hija del Corazón de María no podía guar
dar una culpa tan difícil, porque él sabía que yo... me masturbaba.
Al fin lo dije: masstuturbabaaa... Y que cuántos placeres lograba,
y si dos o tres y si...?
No le contesté nunca y me fui a casa. No cené, soñé con el infier
no y la cola roja del Diablo y el fuego que me consumía.
Después me levanté y fui al baño. Y pasó lo peor. Se me cayó la
mano cuando oriné y al apretar el botón del inodoro se fue por el
agujero. Me quedó una sola mano, cinco dedos y me tapé desespe
rada el pubis sagrado.
Grité de dolor y de gusto al acariciarme nuevamente y entonces
corrió la sombra de mamá y me gritó si estaba loca, parada, desnu
da, tocándome la vulva entreabierta.
Lloré de arrepentimiento, le pedí disculpas porque como Adán
había comido la manzana prohibida: mi propio cuerpo.
Por eso maté a mamá, con mi propio paraíso.
75
. CUENTOS DE LA MUJER •
FROU - FROU
76
.Iviaría Lydia Torti
77
. CUENTOS DE LA MUJER *
79
* CUENTOS DE LA MUJER .
LA MANCHA DE HUMEDAD
¡
a noticia corría como un reguero de pólvora en el conventi
L llo. Tantos días la puerta cerrada indicaba que se había ido
de viaje. Pero nadie sabía adónde. Don Pacual, el encargado, fue
quien dio la voz de alarma. Algo le había pasado. Jesús era muy
estricto en el pago del alquiler y ya estaban a diez y ni siquiera se lo
había visto. Cosa rara.
Lo comentó con la viuda de Álvarez y ésta a su vez con la Negra
de la N 5, que sin perder tiempo le pasó el dato a la Nena del
último cuarto, que alguna vez había dormido con el desaparecido;
en última instancia parecía que era la más perjudicada en este
suceso, pues tenía sus derechos de cama adquiridos.
Llegó el quince y cada cual barajaba las más absurdas posibili
dades. Después de mucho discutir en el patio del aljibe decidieron
dar parte a la policía.
II
Llegó un oficial con dos agentes y sin forcejeo alguno abrieron
las viejas puertas rechinantes. Con el aire revoloteaban aladas las
cortinas de amarillento crochet.
No había ningún cadáver maloliente, lo cual tranquilizó al grin
go Pascual. Si estaba vivo podría cobrar la cuota del mes.
-Están todas sus ropas colgadas en el ropero -dijo la Nena.
-Aquí también sus camisas y documentos -revisaba con ojo agu
do la Negra.
-Ah! Y hasta la radio enchufada, me deja este desgraciado -se
quejaba el responsable del edificio-¡ Claro!, total más gastos de luz
para mí.
Una suave melodía recorría el aire embalsamado.
-Señor agente, en la cocinita están los platos con restos de comi
da, totalmente podridos -avisaba la viuda, levantando una grasien
.María Lydia Torti .
III
La muchacha de la calle, la rubia oxigenada de la No 5, salió rá
pidamente con un cuaderno bajo el brazo.
Encendió la luz en su habitación, se sentó en el sofá y comenzó a
hojear las anotaciones que Jesús había hecho con su letra menuda
de oficinista. Era un diario.
La novia de unas pocas horas pasó las primeras treinta y cinco
hojas de un vistazo pues todo lo que leía era una estupidez.
-Este mojigato escribía hasta lo que compraba en el almacén, los
conflictos con sus compañeros, si hacía frío o estaba engripado. Era
un boludo -mascullaba la joven entre dientes.
Se detuvo en la página treinta y seis. Decía:
7-3
"Hoy la mancha me ha mirado disgustada. Cree que le soy infiel
con la Nena del fondo. No quiere hablarme.
Le pido perdón pero se esconde en la pared.
Le grito:
-¡No te vayas! ¡No te vayas!
8-3
Hoy se asomó redonda y plena como un seno de mujer.
Mientras estoy acostado la acaricio con mi mano derecha.
Está húmeda de alegría y crece como una matriz erecta.
Puedo acariciarla también con la izquierda.
81
. CUENTOS DE LA MUJER .
9-3
Ayer me dormí y sabía que Ella me cuidaba. Tengo fiebre. Mucha
sed.
Me dice que me vaya adentro. Allí no sufriré más de soledad.
Está preparado el hueco matrimonial.
10-3
82
. María Lydia Torti .
FREUD
83
. CUENTOS DE LA MUJER .
84
. María Lydia Torti .
85
• CUENTOS DE LA MUJER .
86
. María Lydia Torti .
87
. CUENTOS DE LA MUJER .
GENERACIONES
I]
. María Lydia Torti .
89
. CUENTOS DE LA MUJER *
90
María Lydia Torti .
91
. CUENTOS DE LA MUJER .
TRANSPOSICIÓN
92
. María Lydia Torti .
93
. CUENTOS DE LA MUJER .
94
. María Lydia Torti *
ÉL
95
.CUENTOS DE LA MUJER .
96
. María Lydia Torti .
ELLA, LA DUQUESA
97
.CUENTOS DE LA MUJER .
98
. María Lydia Torti .
99
CUENTOS DE LA MUJER .
EL REGALO
loo
*María Lydia Torti .
101
. CUENTOS DE LA MUJER *
102
ÍNDICE
RECONOCIMIENTOS
Antonio Requeni
ISBN 978-987-729-053-0
9 789877 290530
^^11 ^ ^ 1 1 I HI I 11 I 1
1 ^^^