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PSICOLOGIA GENETICA

L. MERANI

PSICOLOGIA GENETICA

PRIMERA EDICION

TRATADOS

ti
y

~
EDITORIAL GRIJALBO, S. A.
MÉxrco, D. F., 1962
@ 1962 por Editorial Grijalbo, S. A.
Avenida Granjas, 82. México, 16, D. F .

Reservados todos los derechos.


Este libro no puede ser reproducido, en todo o en parte,
en forma alguna, sin permiso.

IMPRESO EN MEXICO
PRINTED IN MEXICO
INDICE GENERAL

~FACIO ... ~ . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 9
Prir:iera parte

ETAPAS Y FORMAS DEL DESARROLW PSIQUICO

~PÍTuLo I: EL HOMBRE, FENÓMENO BIOPsÍcosocIAL . . . . . . . . . . . . . . 15


Definición. Paralelismo entré lo físico y lo psíquico. Recapitulación
ontofilogenética. Paralelismo psicosoclológico. Enfoque psicogenético. El
hombre, fenómeno biopsicosocial.

l=&PÍTULO II: CRECIMIENTO .Y DESARROLLO


........... .. .......... 29
Definición. Etapas y formas del crecimiento. Fisiología del crecimiento.
Relaciones entre crecimiento somático y desarrollo psíquico. La cons-
titución individual.

"'PÍTULO III: EvoLUCIÓN FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO


45
Integración nerviosa y niveles funcionales. Evoiución funcional y ner-
viosa del feto humano. La evolución ne·rviosa después del nacimiento.
Las estructuras ·cerebrales y sus posibilidades.

iJu>fruLo IV; . ÜRGAN.ISMo, MEDIO y PSIQUISMO • . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55


Sinergia funcional y equilibriq orgánico. Influencia del pasado: especie
e individuo. Cuestiones generales de adaptación. Adaptación mental del
individuo y de la especie al medio natural y social.

Segunda parte

LA EDAD EVOLUTIVA

INFANCIA .................... .._ ............ ·-· ...... . 67


El niño y el adulto. Razón del desarrollo psíquico. Del acto y el efecto
a la actividad lúdica. Las disciplinas mentales. Edades de la infancia.

iru>fruLo VI: PuBE~ . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . .. .. . . · 80


Ruptura del equilibrio individuo-medio. Crecimiento y biosexuaiidad.
· Goce de la intero y propioceptividad. La evolución del pensamiento.

.................. ·. · ... ·: . . ....... . 91


Definición. Sentido y valor de la "crisis" de la adolescencia. Descubri-
miento del mundo. Hacia una personalidad cristalizada. Erotismo, sexua-
lidad, amor. Sentimientos sociales. Pasaje a la juventud y a la edad
adulta.

5
6 INDICE GENERAL

Tercera parte
ORIGENES DE LA SOCIABILIDAD

CAPÍTULO VIII: LA ACTIVIDAD PROPIOPLÁSTICA . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . • 111


Definición. Origen y mecanismo de las emociones. Expresión de las
emociones. La mímica y la imitación. Las pasiones.

CAPÍTULO IX: SOCIEDADES ANIMALES y SOCIEDADES HUMANAS 122


Definición. Interatracción e interacción; Niveles de integración. Conse-
cuencias del agrupamiento social. Sociedades animales y sociedades
humanas.

CAPÍTULO X: MANO, CEREBRO y SOCIEDAD .••. ' .•. . . . . . ·. · . . . . . ... . . 134


Definición. Praxis y evolución. Trabajo y conocimiento. Conservación
del instrumento y evolución mental.

CAPÍTULO XI: HERENCIA y DESARROLLO PSÍQUICO • . • . . . . . . . . . . • . . . • 146


Definición. Somaciones y mutaciones germinal~. Ambiente y selección.
La herencia psicológica.

Cuarta parte
LOS INSTRUMENTOS INTELECTUALES

CAPÍTULO XII: LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ •• ·• ...•••• ' . . . . . . . . . • . . 159


Definición. Organización y movimiento. La acción sobre el mundo ex-
, terior. Reacciones sensítivomotrices. Conductas instintivas e intelectuales.

GwíTULO XIII : DEL ESTÍMULO AL CONOCIMIENTO • . . . . . . • • . . . . . . . • 171


Diferenciación y progreso de la actividad sensorial. La percepción del
· espacio. De la sensación a la ·palabra. Comportamiento y grados dei ·
conocimiento.

CAPÍTULO XIV: LA ADQUISICIÓN SIMBÓLICA: EL LENGUAJE . . . . . . . . . • 181


Origen psicobiológico del lenguaje. De la onomatopeya a la palabra
articulada. Adquisición individual de la lengua. Lenguaje y cono-
cimiento.

Quinta parte

LA VIDA EN. SOCIEDAD

CAPÍTULO XV: LA VIDA SEXUAL y AMOROSA . • • . . . • . • . . . . . . . . . . . . . . 195


Definición. Hambre sexual. Equilibrio interno y externo. La "vocación"
amorosa. La palabra amorosa. El condicionamiento social. La esperan-
za amorosa. Evolución sexual y afectiva de la mujer. Equilibrio bioló-
gico y sed de ternura.

CÁPÍTULO XVI : LA FAM.I'LIA, LA EDUCACIÓN y LA, PROFESIÓN . . . . . . . . . 211


Definición. Estructura cultural de la familia humana. La familia como
institución. Educación y familia. Adaptación a la vida escolar. Profesión
y organización social. Orientación y selección profesionales,. organiza-
ción del aprendizaje y racionalización del trabajo.
INDICE GENERAL ·
7

CULTURA, CIENCIA Y EDUCACIÓN


221
Definición. ¿Qué son los valores culturales? ¿Qué son los valores cien-·
tíficos? Relación entre valores culturales y científicos en la educac,ión.

Sexta Parte

EDADES DEL HOMBRE

GÉNESIS Y FóRMAS DE LA PERSONALIDAD . 235


Definición. Génesis de la personalidad. El problema de las constitu-
ciones. Personalidad y libertad.

iJu>fruLo XIX: INVOLUCIÓN Y msoLucIÓN


246
Definición. Signos de senilidad. Senectud, señilidad y presenilidad.
Esterilización de las actividades mentales y pérdida del sentimiento cro-
nológico. Actitudes frente a la muerte.

.. ... . ....... . .... . . . .. . . . . .. . ....... . ...... .. .


-
257
DE NOMBRES ......... . .... . ...... . .. 262
DE MATERIAS . ............ . .. .. .. 265
PREFACIO

LAs CIENCIAS HUMANAS conocen actualmente un favor que no es producto


de la moda, sino consecuencia natural de la situación en que el mundo se
encuentra. La psicología, como eje de todas ellas, está en plena valorización
y reconstrucción; de apenas dos o tres decenios a esta parte, muchos de sus
arcanos se han abierto a la investigación, y la clásica postura del psicólogo
de gabinete, entregado a la introspecció!l. como único método y al análisis de
testimonios literarios como sola fuente, así como el afán iconoclasta del expe-
ri!nentador que tras fas huellas de Wundt se abocó a la medición matematizante,
pretendiendo explicar el fenómeno psíquico por medio de ecuaciones y coor-
denadas, han cedido a la búsqueda paciente, racional, de causas y consecuen-
cias a través de la evolución de la especie y del individuo, de sus interacciones
con el medio natural y social.
Un concepto evolutivo y genético, dinámico y .dialéctico, prende las múlti-
ples facetas del Proteo mental para explicar al hombre en función de los
hombres, a éstos en razón de la biología y la histqria. Los compartimientos
estancos de las especializaciones se han resquebrajado, y si bien continúan
siendo imprescindibles como norma de trabajo, la necesidad de síntesis ha
superado los resultados parciales, por admirab.les que fuesen, porque a la
altura de nuestros conocimientos en todas las ramas del saber las partes úni-
camente pueden ser comprendidas en función del todo, y éste como fénómeno
en constante devenir ..
La psicología es ahora una ciencia de síntesis; sus resultados se apoyan
en todos los hallazgos. Sin ser extraña a la biología y a la física, a la histo-
ria y a la filosofía, pasando por los demás campos del saber y de la cul-
tura, confronta la realidad humana como efecto y causa a la vez. Sin ' duda
tal situación impone al psicólogo responsabilidades y deberes distintos de los
del filós0fo, del educador, del sociólügo y del médico. Al filósofo corresponde
encontrar, dentro de las condiciones de existencia, un sentido a la vida; al
,educador, encender la llama de un ideal y hacerlo amar por los jóvenes
lo suficiente para que P!Jeda inspirar sacrificios o constituir una norma de
vida. Al sociólogo, enseñar a todos la manera de ser eficaz . .El médico debe
aplicar en el momento oportuno medidas para que la salud no resulte alterada.
Mas también existen deberes psicológicos para ellos porque sus quehaceres
apuntan a todos los momentos, a todas las actividades de los hombres, y allí
donde éstos ·se desenvuelven deben estar presentes. Como la raíz de las difi-
cultades o éxitos humanos concierne a lo más singular de su esencia, a la
vida psíquica, o repercuten en ella, ~ods deben conocer la psicología.
9
10 PREFACIO

Ya es lugar común decir que el mal del mundo de hoy se llama miedo,
odio, cólera, aburrimiento; demasiado se ha insistido sobre la "angustia vital",
con olvido de · que si esas entidades existen, y existieron sien:ipre bajo otras
denominaciones o con otra intensidad, es porque si las condiciones hacen a
los hombres, nunca la humanidad las tuvo humanas y representan el camino
ancho de la alienación ·en su más amplio sentido. En tanto haya hambre,
ignorandia, desequilibrio del hartazgo y la miseria, la psicología será para
los males del hombre un sucedáneo similar a los calomelanos y al jaborandí
para la medicina de hoy. Sin duda la mayoría de estos deberes y responsabi-
lidades atañen a otros más que al psicólogo, pero en tanto el día venga, y
vendrá, el hombre de nuestra época, momento histórico de transición, requiere
atención más compleja que no podrá lograrse sin que los estudiosos se interesen
directamente por la psicología. .
Y sin irnos hacia el futuro, sin bu"'cear en las implicacfomes que configuran
el hecho humano, ocuparse del hombre comporta siempre un acto psicoló-
gico. No basta llegar a una ·solución ideal de los problemas sociales, no es
suficiente indicar la norma adecuada, es necesario aplicar el procedimiento,
y éste, filosófico, pedagógico, sociológico o político, supone tanto conocer las
más diversas reacciones del hombre, las diferencias individuales y propiamente
psicológicas, como modelar la existencia a través de un régimen que no sólo es
un conjunto de prescripciones, de voluntades aunadas, sino una manera de vivir.
Pero una "manera de vivir" no depende únicamente de la voluntad, de
las directivas que se dan, sino de las circunstancias que moldearon al indi-
viduo, que lo acogen en este momento, y las que lo recibirán en el futuro.
Estas circunstancias son tanto de la especie, más precisamente del género
H omo al que perteneoemos, como de la sociedad en que vivimos, que nos
modela y a la cual modelamos con nuestra acción. La r.elación dialéctica
de ambos factores ofrece el ejemplo de cómo de la cantidad nace la cuali-
dad: el fenómeno psíquico como realidad sustancial de lo humano. Y este
fenómeno preside cualquier acto en que esté presente la esencia humana,
principio y fin de la actividad dirigida hacia el hombre, por el hombre y
para el hombre. ·
Comprender al ser humano significa ahondar en la esencia y significado
de cada una de las edades del hombre, de las etapas y periodos que las com-
ponen. La tarea, sin embargo, no se agota con ello; lejos de eso, ni siquiera
se logra con la descripción fenomenológica, porque a diferencia del animal,
cuyas transformaciones siguen el carril biológico, nuestra especie ha trasla-
dado el centro de gravedad de su evolución al plano social. Si bien los orígenes
son comunes, el desarrollo de mano, cerebro y lenguaje, causa y efecto a la
vez, productos del vivir en sociedad y razón de nuestra sociabilidad, traslada
el baricentro a la historia y modifica en su estructura íntima la trabazón de la
vida psíquica. Por lo demás, la razón, fen6~o humano por excelencia, orien-
ta la praxis y otÓrga a la actividad humana capacidad para transformar las
circunstancias según las necesidades. La historia hace al hombre, y éste hace
a la historia.
PREFACIO 11

Dominar estas interacciones en toda complejidad, captarlas en los cambios


suc;esivos que hacen de cada persona un ser singular que no se repite, es
cuestión de método, y en ello asienta el valor primero de la nueva corriente
genética que se impone en. psicología, así como de la pretensión de originali-
dad de este libro. Superar la heterogeneidad de los diferentes ·niveles de exis-
tencia, asentar que la vida no es algo inerte y estable, postular como conse-
cuencia de la evolución el pasaje de una forma a otra, sin poner en duda
la utilidad de definiciones conceptuales, significa manejar la herramienta
dialéctica implícita en la investigación contemporánea; y sin escindir al hom-
bre en dos, según sea considerado su ser corporal o espiritual, estudiarlo a
través de ambas facetas como cualidad y causalidad recíprocas,
Si como autor nos arror:amos una pretensión, es la de haber llevado a sus
últimas consecuencias lo que ya fuera norma en· nuestras obras anteriores y
que destaca Henri Wallon al escribir sobre ellas: "He podido admirar la
exactitud de la información y la amplit11d de las perspectivas. He encontrado
las ideas y los ~étods que me paree.en fecundos, entre otros el manejo de la
dialéctica."
Noblesse oblige, y obligados estamos al viejo y sabio profesor del College
de France, que distinguiera con un prefacio a nuestra Introducción a la psico-
logía infantil. Que estas páginas, profondamente inspiradas en sus enseñanzas
y ejemplo, sean nuestro homenaje para quien la psicología contemporánea
tiene la mayor de las deudas.
ALBERTO L. MERAN!
Prin.i era parte

ETAPAS Y FORMAS DEL DESARROLLO PSIQUICO


CAPITULO PRIMERO

EL HOMBRE, FENOMENO BIOPSICOSOCIAL

Definición. Paralelis'mo entre lo físico y lo psíq ~ ico. Recapitulación onto-


filogenética. Paralelismo psicosociológico. Enfoque psicogenético. El hombre,
fenómeno biopsicosocial.

La idea de hombre, la procedencia de éste, su puesto en el cosmos y su


destino final como individuo y especie, han sido desde el alba de la historia
punto neurálgico del filosofar. El hecho de que represente al único ser vivo
capaz de reflexionar sobre la propia esencia y valor le confirió diversas pre-
eminencias dentro de las jerarquías del pensamiento. Las primeras cosmolo-
gías, concepcidnes teológicas o filosóficas acerca del mund·o y sus problemas,
se ocuparon más de la estructura del universo que de la posición del hom-
bre en el mismo y procuraron, a través de aquélla, explicar a éste. Se le
convirtiese con Protágoras en el H omo mensurai, el hombre medida de todas
las cosas, "de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que
no son", o con Sócrates, en el objeto más directo de la preocupación filo-
~fica, preguntar por el hombre es interrogar sobre las cosas porque es, en
última instancia, una de las cosas, aunque sea la que dice· lo que son las
demás y ella misma. '
Con el advenimiento del cristianismo, el problema sufre un giro de no-
venta grados para la cultura occidental; la concepcicSn grecorromana resulta
"1fi!trada, transmutada por elementos orientales, y el hombre deja de ser una
icosa, un objeto, para transformarse en sujeto. Se le concibe como fin supremo
de la creación, algo que está en el mundo y trasciende al mundo, y cuya
twopia esencia, a través de la reencarnación del Hijo de Dios, concreta lo
~o. No cabe entonces deducir la esencia del hombre de la esencia del
toiverso, pues se confunde con Dios mismo y únicamente corresponde ave-
taguar el significado des.u pasaje temporal por el mundo; la historia se ocupa.
llcl puesto del hombre en el cosmos, la teología de su origen, la filosofía de
su f"malidad, y las tres explican, a través del hombre, cómo y por qué se jus-
~ca el mundo. El hombre se convierte en "ciudadano de dos mundos", que
IB;ila entre lo finito y lo infinito, que une a su inmensa miseria, represen-
llada por la adscripción a este mundo, una inmensa grandeza dada por la
f,mortalidad del alma y la posibilidad de alcanzar, los elegidos, la visión
lt°Piterna de Dios. "La naturaleza del hombre -escribirá Pascal- se con-
liidera de dos maneras: una según su fin, y entonces e-s grande e incomparable;
15
16 PSICOLOGIA GENETICA

otra según la muchedumbre, ~orn se juzga de la naturaleza del caballo y del


perro por su carrera, y entonces es abyecto y vil. He aquí los dos caminos ·
que hacen juzgar del hombre tan diversamente y que 'h acen discutir tanto
a los filósofos."
La filosofía moderna, sin desechar por completo la idea judaicoaristotélica
del hombre, asentada por el cristianismo, retoma en parte la cosmovisión
antigua y lo considera como el ser pensante por excelencia, como la razón
que explica el mundo y se comprende a sí misma. Por la primera y a través
de su trascendencia cobra carácter histórico, distinguiéndose de los demás
seres y cosas; por la segunda, vuelve a ser cosa entre las cosas, una sustancia
más en el universo, compartiendo de tal manera la dualidad que encarna
lo divino y lo demoníaco. Todavía Goethe, en su Fausto, pudo hacer girar la
· esencia de lo humano en torno de este conflicto.
La irrupción del materialismo diaiéctico, los progresos en el conocimiento
científico del fenómeno vida, terminaron contemporáneamente por indepen-
dizar la definición del hombre del dualismo que escindiera su personalidad,
y de fin trascendente, de justificación para la existencia del universo, des-
ciende nuevamente a la categoría de cosa entre las cosas, pero de cosa sui
generis, peculiar, por ser la única capaz de pensar acerca de su esencia y de
elaborar, a través de la acción, su propio destino .

*
Si bien tácitamente todas las filosofías han terminado por considerar al
hombre como ser natural, el conflicto entre su esencia inmanente y trascen-
dente subsiste en las disciplinas que se suelen agrupar bajo el marbete común
de '"conocimiento del hombre": psicología, antropología, caracterología, etc.,
expresándose en la doctrina del pa¡alelismo psicofísico que, con matices y
gradacion-es más o menos atenuados o disimulados, cobra nuevo cuerpo en
la moderna psicosomática analítica, y si bien pierde profundidad conceptual
no deja de ahondar en la clásica escisión bajo el aspecto práctico al quitar al
hombre autonomía como ser pensante, y asentar la premisa de un irracio-
nalismo biológico que lev'a nta barreras insalvables entre la conciencia y el
mundo, entre su destino y la capacidad para forjarlo. El hombre depende
en última instancia de la historia, pero es incapaz de hacer historia, tanto en
lo breve de la existencia personal- como en lo infinito de la colectiva. Vive de
acuerdo con las circunstancias, las pone en marcha a veces, pero nunca las
crea o las modifica.
El paralelismo psicofisiológico representa un compromiso entre materia-
lismo e idealismo; comparte con el primero el concepto de evolución aplicado
a la materia, y sostiene con el segundo la trascendencia e incognoscibilidad
del acto de pensar. Nada se le puede objetar como hipótesis general de que
a todo fenómeno psíquico corresponde un conjunto de fenómenos biológicos o,
más explícitamente, neurocerebrales. Es demasiado evidente que si para
una correcta función fisiológica debe existir sinergia funcional de los órganos,
para una correcta expresió:q del , pensamiento debe preexistir una armonía
.EL HOMBRE , FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 17

entre la actividad del sistema nervioso superior y la actividad psíquica. La


neuropat6logía y la psicopatología informan de las desviaciones que uno u
otro sentido, y siempre revelan consonancia entre lo orgánito y lo psíquico.
Si enfocado en su totalidad el paralelismo psicofisiológíco aparece como
definición general de la relación entre soma y psiquis, como hipótesis es tan
amplio que implica interpretaciones metafísicas y psicológicas. En el primer
caso se supone la existencia de una correspondencia entre materia y espíritu,
por el hecho de que ambos se consideran modos de la extensión y del pen-
samiento, modos finitos de los atributos de la sustancia única e infinita que
es Dios, como formulara Spinoza hace siglos. En el plano psicológico encon-
tró su más acabado expositor en F~chner, quien supone la correspondencia
fisicopsíquica y llega a admitir inclusive la relación de causalidad o la acción
recíproca, explicando esta correspondencia ·mediante el ejemplo ya clásico
de la esfera cuya cara es a la vez cóncava y convexa, y resulta modificada en
ambos aspectos al alterarse uno de los lados.
Planteada la cuestión a la· luz de la psicología contemporánea, o más pre-
cisamente de la psicología genética, resulta relativamente fácil señalar un
paralelismo estricto en el primer año de vida, periodo en que la actividad .
pñquica se distingue por su carácter eminentemente organoafectivo, y en el
cual los límites entre reacciones bi9lógicas de base y psíquicas propiamente
dichas aparecen es:J:umados, imprecisos, y el fenómeno de la reacción circular
(vid. cap. V) caracteriza la actividad conativa. Mas, en cu';i.nto llega a la esta-
ción erecta que cambia el eje de equilibrio del cuerpo, y a los comienzos
de la deambulación que transforma las relaciones del individuo con el mundo
it:xterior, se inicia un complicado proceso de maduración nerviosa, con el
cual la función de la corteza cerebral gana paulatinamente en complejidad
hasta que alcanzan los hemisferios su completa organización neurocitoarqui-
lliectónica. La creciente nivelación cronógena · de las funciones nerviosas, que
llesemboca en la cerebración, el establecimiento de los procesos corticales de
llcción e inhibición, las ligazones o bahnung entre las diferentes áreas funcio-
nales de la corteza, y los procesos fisicoquímicos que acompañan acciones y
~ciones excluyen, de antemano, toda asimilación esquemática y global
mmo propugna el paralelismo psicofisÍOlógico. Resulta imposible suponer 'ac-
itiones directas, establecer un "vocabulario" de equivalencias físicas y psíquicas,
,-=eptar la fórmula de que el órgano es al pensamiento como la pólvora a la
pq>losión. Desconocemos en su esencia qué acciones mecánicas, físicas y qlÚ-
JDicas acompañan la función de la inteligencia o de la voluntad; pero a la
fdtura de los conocimientos actuales de la fisiología del sistema nervioso supe-
rior y de la psicología, no podemos admitir que los procesos psíquicos sean
tro<Iucto de un centro morfológica o fisiológicamente unitario. Por el con-
pio, se pre~nta como expresión de una gran variabilidad de uniones
lmcionales entre órganos corticales aislados. .
Aceptar la hipótesis del paralelismo psicofísico sería suponer que las va-
faciones y m<!,rcha de la estructura del pensamiento están rigurosa y única-
.-eri.te reguladas por el crecimiento y maduración de órganos y sistemas. Cada
18
•.. P S I COL O G I A G EN ET I CA

etapa morfofisiológica .representaría un paso para el psiquismo y caeríamos,


~gún el ángulo de donde se enfoque el problema, en el planteo metafísico
de considerar la .actividad psíquica como revélación de "facultades innatas",
posible gracias al perfeccionamiento de aparatos naturales que actuarían
>implemente como transmisores, o en la tesis de un puro biologismo que, con
Tyndall, la presenta como "secretación del cerebro". La primera posición
no supera las crítjcas recientes de las filosofías existencialistas, que situán-
dose en el plano fenomenológico destacan, como hecho de experiencia, ciertas
relaciones entre mi "yo" y mi "cuerpo": puedo "acceder" o "resistirme" a
los requerimientos de éste, o éste a los de aquél. En cuanto a la segunda,
sabemos después de Pavlov que la actividad de la corteza cerebral consiste
en un análisis y una síntesis incesante de los estímulos provenientes del medio,
con lo que se establece un equilibrio entre la función cortical y las excita-
ciones ambientales --con previa o contemporánea irrupción de las proto-
páticas- que brinda, como síntesis dialéctica, la transformación de lo cuan-
titativo (excitación) en cualitativo (reacción mental). También vale lo upues-
to; es decir, la producción de cambios orgánicos (cantidad) por acción del
lenguaje (valor cualitativo del símbolo expresado fonéticamente) a través
del sistema nervioso, o por la misma vía merced a la acción de actitudes
como señalan cambios psíquicos ( masculinipción femenina, o viceversa)
derivados de actividades profesionales. Además, en el estricto plano psicoló-
gico, el lenguaje coloca al hombre en una etapa mental inalcanzable para el
animal,.: la abstracción, .fenómeno de cuyos alcances la hipótesis del parale-
lismo psicofísico no puede dar cuenta, y que condiciona una orientación ili-
mitada en el medio y crea un nivel de adaptación exclusivo del hombre: el
pensamiento.

*
El salto que significa el pensamiento, y que distancia a la especie humana
de las otras especies animales, no rep~nta una ruptura: de la continuidad
filogenética·. Por el contrario, señala una de las tantas posibilidades en que
conjugados medio, variación y herencia, fue posible un fenómeno digresivo
por el cual surgió un nuevo espécimen. Este nexo de continuidad fue desta-
cado a fines del siglo pasado por el evolucionista alemán Haeckel, y desde
entonces su importancia en la embriología comparada es harto conocida.
Según esta teoría, la ontogénesis de los seres superiores reproduce la filogé-
nesis de los inferiores : la evolución del individuo abrevia la de · la especie .
que le precedió en el camino de la evolución.
. Trasplantada a la psicología junto con otros aportes de la biología, la
hipótesis del paralelismo ontofilogenético, o hip6tesis de la recapitulaci6n, cobró
en ésta acepción particular. Se trató de comparar únicamente el desarrollo
del individuo con el de su propia especie o, a lo sumo; con especies muy cer-
canas, los monos antropoides de mayoría de las veces. Agreguemos que esta
comparación se realiza de preferencia sobre el plano de las actividades men-
tales o sociales, puesto que como en el caso del paralelismo psicofísico, apenas
EL HOMBRE, FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 19

papera.das las primeras etapas de la psic0génesis se quiebra la analogía entre


1as más simples funciones psíquicas del hombre y de las especies filogené-
lkamente más· fomecJiatas. De este modo la aplicación sin cortapisas de la
(lüpótesis de la recapitulación exige la introducción de un presupu!!sto meta-
~ bajo la forma de una memoria social hereditaria, en función de la
cual el individuo en las' diferentes fases del desarrollo psíquico reproduciría
la etapas por que atravesó la humanidad, para llegar del psiquismo n.idi-
9Rntario del hominida al nivel del hombre contemporáneo. ·
Stanley Hall fue el primero en introducir este presupuesto al considerar
'Ple el juego infantil repite, bosquejándolas, las etapas por que pasó la praxis
Rl filium. De esta manera, la actividad lúdica del niño representaría etapas
91z:¡ivas y consecutivas de preparación para la acción, · etapas que graduaJ:
9Blte lo acercarían al acto consciente del adulto c;ontemporáneo. Las más
9Eientes investigaciones sobre la sucesión de los juegos según edades prueban
~ el ludismo mfantil no se homologa con actividades ancestrales; remeda
lllllllctií1.c-ulos o acciones propias de la actividad social contemporánea, y si
elemento más o menos "antiguo" se manifiesta, pronto descubrimos
representa la supervivencia de rasgos del pasado en la colectividad del
- o y de ninguna manera es producto de una supuesta memoria ances-
En sentido más amplio, Carl Gustav Jung sostiene la tesis de una
•m1.n'a colectiva que explicaría los problemas del subconsciente planteados
su maestro, Freud, y daría razón, con prescindencia de los factores de
•rc1eión, integración y de la herencia psicológica, de las etapas que carac-
la evolución del pensamiento infantil, amén de explicar superviven-
paágicas en el razonar adulto. :
La razón primera del fracaso de la hipótesis ontofilogenética en psicología
abstracción de las reservas formuladas en el terreno puramente bio-
estriba en que para ver repetidas en los estadios del desarrollo psi-
del niño las etapas por que pasó la evolución de la mente en la
habría que postular una evolución uniforme y continua del género
:.;,~

, por presentarse en todas las líneas idénticas bases psicogenéticas.


d pmtrario, sabemos con certeza que cada grupo soci,al ofrece un origen
· le a otros, con historia natural y social propia, y que los diversos
~es -en términos psicológicos equivale a decir mentalidades--
den a líneas históricas que casi nunca se encuentran.

*
te a la imposibilidad de establecer una correlación ontofilogenética
Ja evolución de la vida psíquica permita formular leyes o normas a
de lo que ocurre en embriología, y por influjo de los . estudios
~ ~JS de Émile Durkheim, se quiso demostrar que las representaciones
colectivas y las individuales presentan idénticos caracteres y obede-
las mismas leyes de · formación :·en todos los estadios del desarrollo
Individúo y ~ colectividad pasarían por las mismas etapas, sometidos
20 PSICOLOGIA GENETICA

a leyes particulares y comunes que éngendrarían efectos semejantes tanto


en la evolución mental individual como en la colectiva. .
Negada en genética, por Weissmann y su escuela, la transmisión heredi-
taria de los cara_cteres adquiridos (vid. cap. XI)~ rechazada por su base la
hipótesi!! ontofilogenética en psicología, la idea de la recapitulación mudó
del plano historicobiológico al social. La evolución de la. mentalidad infantil
no recapitularía, en forma abreviada, las fases recorridas por la evolución
psicogenética de la humanidad, pero si reproduciría los estadios primarios
de la mentalidad colectiva actual, porque idénticas serían las leyes que deter-
minaron la eclosión del pensamiento en nuestras estructuras sociales y en el
niño que a ellas pertenece. ·Las investigaciones etnográficas de Lévy-Bruhl
dieron espaldarazo consagratorio a esta concepción que Piaget, en sus pri-
meros trabajos sobre el pensamiento del niño, desarrolló en el plano psico-
lógico al presentar ambas mentalidades, la infantil y la de pueblos primitivos
que todavía subsisten, como igualmente sincrétícas y egocéntricas. Así, las
etapas individuales del pensamiento reproducirían en sus grandes rasgos las
etapas históricas de la evolución mental del grupo a que el individuo pertenece,
o, por lo menos, de la línea social de que deriva. Dichos estadios estarían
sujetos a las mismas leyes y evolucionarían en escala distinta pero equivalente
hacia un mismo fin. El "prirnitivismo" del pensamiento infantil se convierte
en contemporáneo del primitivismo de la mentalidad colectiva a que per-
tenecerá.
Es verdad que en las descripciones de pueblos de culturas primarias,
en los mismos trabajos de Piaget acerca del niño y en las interpretaciones de
psiquiatras se encuentran abundantes datos que pueden aducirse como prue-
bas aisladas de . la hipótesis del paralelismo psicosociol6gico, que acabamos de
esquematizar; pero aparte de las objeciones que invalidan tanto la hipótesis
ontofilogenética como ésta, cabe preguntar en primer término:· ¿qué se en-
tiende por "mentalidad primitiva"?
Los pueblos de culturas arcaicas que sobreviven ofrecen, de manera in-
negable, un elevado grado de socialización, tanto que únicamente forzando
los términos se puede descubrir en algunos vestigios todavía latentes de la
horda primitiva. En ellos, como en el niño, se descubre preponderancia
de la vida emocional sobre la intelectual: autismo, actividad colectiva de
bases lúdicas, indistinción entre el deseo y la creencia, tendencia al simplismo
y al animismo, percepción sincrética antes que analítica, en una palabra,
preponderancia del pensamiento mágico sobre el lógico. Pero de aquí a
considerarlos radicalmente "primitivos'', en el sentido de que están estruc-
turando una experiencia psicosocial, media un abismo. Por el contrario, poseen
una concepción del mundo, mágica sin duda, pero no por ello desprovis1:31
de racionalidad. Han llegado a una etapa de estancamiento socioeconómico
perfectamente explicable dentro del marco ·de la evolu.ción cultural de nues-
tras sociedades, pero no carecen de pasado histórico ni de experiencia men-
tal. Sus modos de pensamiento reflejan la calidad de su praxis sobre el mundo
circundante, pero están lejos de reproducir la etapa prehistórica de cuand«I
EL HOMBRE , FENOMENQ· BIOPSICOSOCIAL 21
. .
91menzó a estructurarse la mente humana. Son "primitivos" en relación con
la .x:iedad civilizada contemporánea, ¡)ero entre sus sociedades y el· modo de
.ida realmente primario se extiende el enorme lapso de los procesos que
n, en la evolución del género humano, de la posición erecta, y a través
*1 uso instrumental de la mano, al lenguaje articulado. La diferencia que los
pme al margen de nuestra civilización es, como indica el mismo concepto
• pvilización, cuántitativa y no cualitativa: media un fenómeno de desa-
.-Jo socioeconómico y no de evolución psicogenética.
.Asimilar la "mentalidad primitiva" a la mentalidad infantil, o viceversa,
• llDfucir al absurdo una u otra: negar al "primitivo" su evidente grado de
- · ción -base de la cohesión del grupo-- u otorgar al niño todavía
• llJCializado una conciencia de grupo inexistente en él. Una vez más y
pr la. puerta de una analogía arbitraria se introduciría subrepticiamente
pn.::epto metafísico de memoria ancestral, cuando lo que se interpone
la mentalidad del niño y la del adulto, civilizado o no, es precisamente
llllida colectiva que comporta conocimientos positivos, creencias, hábitos de
....mi.ento y de acción, y que con conl;tante presión e interrelación moldea
1t-3miento infantil dentro de las normas racionales de la cultura a que
-~aec,. Al nacer el pequeño de ahora o de otras épocas, el "primitivo"
el de las culturas desarrolladas,. lo hace en un medio historicosocial sui
- • Luego, con el desarrollo de la sensibilidad exteroceptiva se establece
~ión con el medio físico para, gradualmente, insinuarse el medio
• con el condicionamiento de la conducta infantil a base de acciones y
que llevan, por medio de las conexiones nerviosas fundidas en
·entos funcionales (estereotipos dinámicos de Pavlov ), a la adapta-
del individuo en un mundo en cambio continuo. Se llega así a lo que
•.i:i::ni,ente . se denomina en psicopatología constitución, o sea la expre- .
llel equilibrio alcanzado por la acción recíproca entre medio e individuo.

*
vacío que separa la neurofisiología de la psicología, y la
de la sociología y de la antropología, se requiere una hipótesis
que retomando el hilo que pretendieran desenrc:>llar el paralelismo
. la teoría de la recapitulación ontofilogenética y el paralelismo
jlllciolié'ígi"1co, teja nueva malla prescindiendo de la trama idealista,
•1111sta o no, y asegure un enfoque racional lógico en todos sus presu-
"f GJnclusiones. Cada uno de los planteamientos analizados ofrece una
••c:ión filosófica característica que demasiado a menudo desvía a cien-
m .la tarea de dar coherencia a los propios hallazgos. Los propugnadores
.-.msica, de la recapitulación, del paralelismo psicosociológico, fueron
te deterministas en fisiología, biología y sociología, y místicos en

~tud logicocientifica para resolver problemas no demuestra que


· 'n sea imposible, y, pruebas al canto, la psicología moderna admite
22 PSICOLOGIA GENETICA

plenamente la correlación entre la función neural y la psíquica, así como el


condicionamiento por una y otra parte, amén de la interrelación con el medio
sociocultural, que poniendo alas o barreras a la función mental adelanta o
atrasa la neural. Sumada a .esto la aceptación de la heredabilidad de los
caracteres psíquicos adquiridos, se estructura una explicación racional y
lógica. Sin concesiones metafísicas o místicas, sin plantear el quid apriorístico
de un alma inmanente o trascendente, sin considerar una fuerza vital indi-
vidual capaz de obligar al organismo a realizar lo que por sí mismo no haría,
se llega a una comprensión coherente de la conducta y el pensamiento, la
praxis .Y la gnosis, del género humano. ·
Empero, no basta la explicación de los modos y causas del psiquismo,
no es suficiente excluir de la psicología presupuestos metafísicos o fines su-
puestamente considerados propios del género humano en general. Si las expli-
caciones idealistas o materialistas del siglo pasado y principios de éste se
revelaron insuficientes, no fue sólo por la parcialidad de los enfoques, sino
en gran parte por ser psicología cuyo objeto ha sido, y todavía es para algunas
escuelas, el hombre en general, llegado a su completo desarrollo y en la espe-.
cíe adulto occidental o, más precisamente, europeo. El psiquismo infantil;·
las circunstancias de medio y sociedad, la patología mental y orgánica, las
etapas del crecimiento, únicamente son invocados para aportar ejemplos más
o menos anecdóticos, y el método por excelencia, el que vertebra la · descrip-
ción fenomenológica, es la introspección que siempre lleva implícita la con-
sideración de razones o fines. Una psicología de este tipo queda por definición
ajena al sentido de evolución, a la consideración de las etapas y sucesión de
las formas mentales. Es estática y, sin embargo, debe afrontar lo dinámico,
es unifacética y debe abarcar lo polifacético; considera lo mental . como
dado de una vez para siempre y alcanza su máxima expresión científica
cuando expresa leyes concretadas en tipos generales agrupados en esquemas
abstractos. Resulta una psicología de espaldas a 1a vida, un cartabón para
medir hombres, un pretexto científico, y de ninguna manera un intento para
aproximarse a Juan o a Pedro, a ese hombre concreto que vive circunstancias
también concretas, que tiene un pasado, que elabora un porvenir y, en todos
los casos, hace historia.
A la psicología general y generalizadora se opone la psicología genética,
cuya finalidad es explicar la función mental por la historia de su desenvol-
vimiento a través de las edades. Deja de lado temas favoritos de la psicología
abstracta, umbrales de sen~ció, ideación, imaginación, ensoñación, etc.,
suprime distinciones sutiles y siempre teóricas, y se aplica a distinguir la
integración ·de las funciones psíquicas a través de la sinergia orgánica, de
la maduración neuroendocrina y de la interacción con el medio social. Es,
destaca René Huber, una psicQlogia del devenir menta~ porque procura ex-
plicar al adulto por el conjunto de su pasado y teniendo en cuenta por igual
los factores físicos, biológicos y sociales que actúan sobre esas transforma-
ciones; gfobal, porque considera al individuo como unidad y cada aspecto
particular lo hace en su integración con el todo: dinámica, porque no admite
,p
EL HOMBRE, FENOMENO ·BIOPSICOSOCIAL 23

Ja existencia de elementos psíquicos atomizados, por ejemplo sensaciones e


Imágenes, sino gradaciones en las interacciones que los modifican incesante-
mente; funcional, porque tiene más en cuenta la fisiología de los difernt~
modos de acción que la anatomía de las estructuras que subyacen. Por nuestra
parte agregamos que es histórica, porque no separa al individuo del pasado
y de la dinámica evolutiva de la especie y de la sociedad a que pertenece, y
tlia/.éctica ---en nuestro enfoque--, porque considera premisa sine qua non
la transformación ontológica de lo cuantitativo en cualitativo, y viceversa, ·
Jit:versibilidad de la unidad de la materia que se expresa como síntesis evo-
lutiva en la dinámica de la praxis y la gnosis concretadas en el pensamiento.

*
Sabemos que el pensamiento es la coronación de unos dos mil millor1es
de años de evolución biológica de la especie humana; además, la historia nos
11Dieña que en el relativamente brevísimo período de desarrollo de nuestro
ll&iero ---el hombre, en el sentido de Homo sapiens, apareció tal vez hace
cuarto de millón de años--, un nuevo proceso de transformación aceleró
llDS cambios de la base común de evolución animal, medio natural-individuo,
ISto es, la experiencia acumulativa aunada con una finalidad consciente --el
llibajo- en continuo ascenso. Este fenómeno destaca dos características que
IDU piedra de toque para comprender el proceso psicogenético que terminf)
separarnos radicalmente de las especies más próximas en la escala zoológica;
9:anzada la fase humana, el principio central de la evolución deja de ser
lnlógico para convertirse en cultural, y los cambios genéticos ceden en pre-
9Bnencia a las técnicas ele transmisión del progreso cultural. De este modo
persona humana traslada el eje de su praxis al campo de la actividad psico-
:ml, y nos encontramos· con un acrecentamiento enorme en el grado y
91óedad de los estados psíquicos en consonancia con los niveles que va esca-
flndo la organización sociocultural. La adaptación del animal se realiza cen-
trada en el equipo individual y restringido que proporciona su organización

0
'ca; a las funciones de órganos y sistemas apenas agrega la acción ins-
9Dnental de garras, picos, etc., que aseguran la continuidad de una conducta,
pro al mismo tiempo restringen todo cambio en la misma excluyendo de la
- tac.íón la posibilidad de cambios individuales. El. animal está rígidamente
a la actividad que le prescribe su organización corporal, sus acciones
9JacCiones carecen de proyección sobre las acciones y reacciones de la des-
cia. El aprendizaje debe ser recomenzado en cada generación y por ende
•el de los resultados se mantiene siempre idéntico. La relación individuo-
es constante, y cuando se presenta un cambio está dado en las condi-
~ biofóricas y nunca en la estructura del animal en sí, que como indi-
lliloo debe adaptarse o perecer, y como especie sobrevive a través del grupo
* los más aptos. El equilibrio para la supervivencia está dado por las con-
~es ecológicas; quebradas éstas, y a menudo las quiebra la misma especie
& 9lra que irrumpe en el hábitat, se destruyen las bases .de la continuidad
24 PSICOLOGIA GENETICA

El aparato evolutivo que estudia la biología y ciencias conexas no es di-


rectamente aplicable al hombre, porque, como dijéramos, el eje de su evolución
se trasladó al plano cultural. La capacidad instrumental dt la mano, cere-
bración progresiva de las funciones nerviosas adaptativas y desarrollo del
lenguaje crearon un medio específico, la sociedad, a través de cuya evolución
y continuidad histórica se afianzan los cambios individuales. Tenemos, es ver-
dad, grupos animales, comunidades que superficialmente pueden parangonarse
con las sociedades humanas (vid. cap. IX), pero a las más perfectas entre
ellas, ya sea desde el punto de vista de la mecánica comunitaria -termitas,
abejas, etc.-, o las más dúctiles en cuanto a variabilidad de acciones indi-
viduales -monos antropoides--, les falta la transmisión de la experiencia
individual y colectiva a través de una síntesis conceptual. El "lenguaje" de
gestos o de sonidos de significación afectiva alcanza para llamar la atención
y .1ada más. En cambio la palabra, síntesis objetiva de la praxis subjetiva
(vid. cap. XIV), asegura la transmisión de experiencias, abrevia el proceso
de adaptación a las condiciones naturales y socioculturales que acogen al
individuo, y en cuya transformación debe a su vez después colaborar. Com-
prendemos así por qué el Horno sapiens es el único género animal que, me-
diante la praxis objetivada en el conocimiento -la palabra como señal de
señales, elemento capaz de conservar y transmitir experiencias-- diera origen
a tribus, naciones, civilizaciones, esto es, al acervo cultural humano. La praxis
es, pues, el elemento esencial de este progreso creciente, la que determina
. la capacidad de actuar dentro de la sociedad, transformando y transformán-
dose al concretarse en gnosis, o sea la experiencia acumulada y transmitida
por el lenguaje y que documenta la historia. Como seres animales que somos
estamos asentados en la biológico, como individuos provistos de pensamiento
en lo psicológico, y como hombres capaces de transformar la actividad in-
terpersonal en lo social. Sin discutir la importancia que se conceda a cada
uno de estos elementos en las sucesivas fases que desembocaron en el estado
actual de la humanidad, no cabe duda que él individuo terminó por repre-
sentar el equilibrio armónico de los tres elementos. Si pensamos en término~
biológicos, encontramos que la estructura del organismo es capaz de adecuar
respuestas a determinados estímulos y que los cambios que caracterizan el
CW'so de la vida individual son sucesivos perfeccionamientos, modificaciones
e involuciones de esta reactividad, que depende del predominio de distintas
'etapas y niveles funcionales del sistema neuroendocrino. Los estímulos, en
tanto que provenientes del medio natural, son prácticamente constantes, y su
acción, tanto para el animal como para el humano, representa una constante
común. Sin embargo, cambia la reactividad, puesto que la capacidad de reac-
ción del animal humanizado está acrecentada, afinada, por dos elementos
conexos y fundamentales: desarrollo superior del cerebro --que implica pen-
samiento y lenguaje- y desarrollo de la mano --que representa poder instru-
mental. De este modo tenemos que la relación entre posibilidades biológicas
y acción del medio deja de ser directa, de realizarse simplemente a través
de la ecuación estímulo-respuesta, para convertirse en conjugación. Cada
EL HOMBRE , FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 25

paso del aprendizaje humano va más allá del rígido encuadre de una actividad
¡oeurofuncional, que se establece o asienta porque sus resultados siempre
superan el límite d e_ la respuesta exigida por el estímulo a través de la inten-
ponalidad, individual o colectiva, que subyace en el gesto. La actividad adap-
tativa se transforma de este modo en trabajo, forma de respuesta y de acción
que carece de significado en el individuo aislado y sólo adquiere valor por
medio del juicio colectivo que hace del mismo una necesidad de tipo común
· objetivo. El animal actúa según motivaciones circunstanciales, también el
Jiombre en lo fundamental de su conducta, pero las transforma porque las
t:ircunstancias ya estaban preformadas en el medio social por la actividad de
otros hombres - la historia- y su dirección apunta al " yo", al individuo
como plenitud psicobiológk.:t, y por intermedio del "nosotros", del indivi-
duo como ser socializado que prepara con la acción el destino del grupo
•· concede trascendencia a la actividad de cada uno de los componentes,
¡porque se ensambla con las necesidades comunes y excede, con la producción,
Ja necesidad de momento que mueve a la acción animal.
El desarrollo de la función asienta de este modo en la maduración de ór-
lflllºS y sistemas -teniendo como eje el sistema neivioso--, y en la integración
de los niveles funcionales propios de la especie, en cada paso de dicha ma-
lnración, con el medio-- teniendo como eje el medio sociocultural para el
pero humano. Interacción reversible ésta, que convierte en actuante al acto
en potencia y en potencial, en momentos determinados, al que en otras etapas
fue actuante. De este modo la actividad del ser humano trasciende la· rela-
s:ión estímulo-respuesta que caracteriza al fenómeno vida en su proceso básii;:o
mantener el equilibrio entre medio interno y medio externo, adquiriendo
Ja capacidad de actuar sobre el medio según necesidades objetivas deriva-
das de la actitud individual en su interacción con la evolución colectiva.
IJlarecen así los fines que, motivados históricamente, condicionan la mani-
istación psíquica, la actividad mental propia del hombre.
De este modo, si la psicología estudia en última instancia la personalidad,
~ es, las constantes y variables de la conducta del hombre, no puede reducir-
se a un análisis de factores biológicos, sociológicos o historicoculturales tomados
~entarim. El hombre vive en interdependencia con lo:- demás hom-
- -, con todos sus antepasados y contemporáneos, elaborando desde el naci-
91iento hasta la muerte nuevas uniones condicionales sobre las que asienta
llfim.ero el desarrollo y después la actividad del sistema nervioso superior,
_ w involucra la función social porque su actividad únicamente cobra sentido

IPando se ejercita en el medio propio del hombre: la sociedad. De aquí que


tricotomía soma-psiquis-socieqad, enraizada en viejos conceptos filosóficos
IJOetafísicos, desemboque en una psicología abstracta, que falsea su finalidad,
toniue los hombres son acción y pensamiento a la vez, y estudiar esa relación
un el medio contemporáneo al individuo es la única manera de interpretar
ID lmmano.
Ahora bien, ¿qué proceso psicobiológico preside en el hombre la interac-
Diío biosocial que aparte del equilibrio entre medio interno y medio externo,
26 PSICOLOGIA GENETICA

base de la contiu~ad d:
vital, origen al devenir psíquico que culmina con
el pensamiento? Pensar significa elaborar racionalmente las características
del mundo exterior e interior --como factor fisiológico y biológico-- refle-
jados en la conciencia. Para que dicha elaboración se produzca, a diferencia
del animal en cuya mente también se refleja el mundo exterior e interior,
es menester un proceso asentado en tres etapas psicobiológicas:
1~ La sensación, o transformación de la energía exterior en función de
lo real;
2~ La generalización, o elaboración del concepto que refleja las leyes
del mundo objetivo ; .
3" La actividad práctica, o comprobación en los hechos de la veracidad
de las leyes obtenidas por la generalización.
La sensación es el puente tendido entre el individuo, el medio interno y ·
el externo; en su calidad de estímulos intero o propioceptivos, o protopáticos
para denominarlos globalmente con Head, representa el camino por el cual
cambios de medio se traducen en estímulos. que llegan a centros nerviosos
de niveles diversos según la especie. Este proceso, común a hombres y ani-
males, es posible por la actividad de los receptores internos y externos --quimio,
baro, foto, audiorreceptores, etc.- y determina el equilibrio entre los diversos
medios Internos, el cual una vez logrado por obra de la sinergia funcional de
aparatos y sistemas, lo adecua a las circunstancias biofóricas del medio externo.
Representa un proceso moderador y regulador cuya · acción se re.aliza por y
para el individuo.
La generalización representa la asociación de dos o más sensaciones, cuya
complejidad está determinada por el grado de cerebración de la especie, y
quen en el hombre ha llegado al más elevado nivel con las funciones especí-
ficas de la corteza cerebral, que se pueden resumir en funciones de análisis y
funciones de síntesis. Este esquema, anclado en la teoría de la función diná-
mica de los niveles corticales, de Pavlov, nos explica de qué manera cada
individuo, según el medio que le es propio -estímulos- y su capacidad
neurofuncional -herencia biológica y psíquica-, elabora las propias cone-
xiones temporarias y constituye el fenotipo o personalidad, punto de arranque
de las reacciones propias del individuo frente al ambiente.
Este proceso se traduce en la actividad volitiva a través de la comproba-
ción de la veracidad de las leyes reflejadas o actividad práctica, que se mani-
fiesta de dos modos: por la praxis o acción instrumental, que revela una
adecuación directa entre la respuesta y el conjunto de circunstancias de que
derivó el estímulo y cuya gama puede ir del reflejo primario o innato (por
ejemplo, retirar la mano que toca un objeto ardiente, lo cual revela la unión
temporaria de un estímulo interoceptivo que señala un desequilibrio del medio
interno por acción del calor, con una circunstancia externa que provoca ese
desequilibrio) a los más elevados y complejos, en cuya génesis se asocian
excitaciones anteriores denomina.das estereotipos funcionales o dinámicos -me-
moria-, con los del momento, exteriorizándose a través de la conducta o
inteligencia práctica que representa la actividad organizada de los animales
EL HOMBRE, FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 27

superiores y la c~nduta primaria del hombre. Ahora bien, este es un sistema


biológico que se perfecciona, que logra superar a las demás formas animales
por el pensamiento que enraíza en la palabra. Producto del vivir en sociedad,
la palabra representa la síntesis abstracta de la acción instrumental, engloba
t.odas las experiencias pasadas y presentes de la especie y del individuo. Posee
tan grande valor de síntesis que con razón Pavlov pudo denominarla "señal
de señales", señal humana por antonomasia, que en su contenido semántico
y afectivo reúne la experiencia de individuos y colectividades, presente y
pasado de la especie e individuo (vid. cap. XIV). La movilidad, plasticidad,
y el margen de carga conceptual y afectiva de esa "señal de señales", cons-
tituyen el pensamiento simbólico, cuya acción se ejerce según los mismos
mecanismos combinados de excitación, inhibición e inducción que caracte-
rizan al proceso de elaboración antes asentado.
El cuadro actual del mundo viviente nos muestra una escala de seres en
la que el psiquismo se enriquece en directa relación con el desarrollo de los
centros nerviosos superiores. La evolución es un hecho cuyo retoño terminal
es la aparición de los primates, que con la posición erecta pudieron liberar la
mano, desarrollar la capacidad craneana, formar un rostro y coronarlo con
tma frente, signo distintivo de un cerebro mayor, esto es, de un cerebro más
rico en neuronas interconectadas. Mas el cerebro permite la conciencia como
6rgano de integración, pero no la crea; sus funciones pueden quedar al nivel
de los antropoides separados de~ hombre por formas intermedias como las de
los Pitecanthropos y Sinanthropos, o permitir la acción del hombre verdadero
r--Homo neanderthalensis y Horno sapiens- según la modalidad de las rela-
ciones individuo-condiciones biororicas. La sociedad, prototipo de organización
fmmana, dio origen al trabajo : empleo con finalidad preconcebida de ins-
!rUmentos, y concomitantemente con la creación del lenguaje, que elevó la
111Ctividad mental del plano práctico y concreto al abstracto y general, per-
Jnitió sumar a la tarea de la evolución la no menos compleja acción de la
historia. De tal manera la aparición de un psiquismo superior caracteriza
la relación entre lo biológico y lo social,- y determina la dirección de la evo-
hición humanizante que pone frente al dilema de decidir si el hombre difiere
ssencialmente del animal.
Al margen de hipótesis que todavía debaten argumentos espiritualistas o
piaterialistas mecarticistas, la ciencia moderna de la persona humana destaca
la analogía. de constitución, pero pone al hombre en cuadro aparte en razón
de la máxima complejidad de su cerebro, base de la interacción dialéctica
ron el medio que trastrueca. la dependencia cuantitativa característica de la
1t1>Dducta animal, en relación cualitativa a través del pensamiento y la apre-
ciación abstracta de cosas y fenómenos, que permite la formulación de leyes
generales y la creación de conductas, individuales y sociales, cada vez más
•ersificadas. De hecho, el animal humanizado manifiesta su superioridad
tanto en el plano biológico como en el social y psíquico, pero solamente se
Epara radicalmente de las otras especies por la estructura de sus comuni-
dades, caracterizadas por el factor historia, que revela la acción de grupos
28 PSICOLOGIA GENETICA

e individuos, y tipifica una acción dirigida según principios y fines generales;


la actividad consciente que ha terminado por trasladar el eje de la evolución
del plano ecológico al sociocultural. De si se trata de un fenómeno de emer-
gencia o de verdadera trascendencia, queda como tema de discusión para
filósofos y psicólogos que aún están al margen de los progresos de fas modernas
neurofisiología y sociología; para nosotros, con sentido psicogenético, se nos
presenta como el ejemplo má~ acabado de la característica dialéctica del fenó-
meno vida, que a través de la ecuación reversible cuyos términos €xtremos
son lo cuantitativo y lo cualitativo, permite construir lo más subjetivo, lo más
característico que existe en nosotros, nuestra personalidad, hecha de pensa-
miento, conciencia y sentido de libertad frente a los demás seres y al mundo
de las circunstancias físicas y sociales.
CAPITULO II

CRECIMIENTO Y DESARROLLO

Definición. Etapas y f armas del creimnto~ Fisiología del crecimiento. Rela-


ciones entre crecimiento somático y desarrollo psíquico. La constitución in-
dividual.

La modalidad del crecimiento humano es signo de imperfección biológica


y razón de nuestras más elevadas funciones psíquicas, cuya actividad presu-
pone la te.cminación del lento ·trabajo de maduración que caracteriza a las
etapas que desembocan en el estado adulto. Desde el punto de vista biológico,
d crecimiento se presenta como fenómeno vital universal de equilibrio inesta-
ble entre la materia viva y las condiciones biofóricas, dentro del cual la esta-
bilidad del adulto en los seres organizados, y sobre todo en el hombre, aparece
como etapa excepcional innecesaria para la reproducción, pero imprescindible
para crear las circunstancias sociales que aseguran la supervivencia de la es-
pecie, caracterizada por un ser desvalido en su larga infancia y prácticamente
indefenso en la no menos extensa niñez, y solamente apto para la acción que
asegura la continuidad del fenómeno vital que representa después de la
pubertad. ·
No obstante, esta falta de efectividad biológica del crecirmento humano
permite un mayor desarrollo del sistema nervioso superior, que asegura el
dominio de la especie Horno sobre las demás especies animales. En efecto,
inferior a los insectos y otros mamíferos en capacidad reproductiva, privado
del equipo insti;umental natural -garras, mandíbulas poderosas y guarne-
cidas de dientes fuertes, piel acorazada, velocidad de desplazamiento reducida,
sentidos semiatrofiados o de acuidad escasa, etc.- que asegura a sus prede-
cesores en la escala animal un promedio de vida apto para la reproducción,
el hombre ha logrado crear instrumentos infinitamente más adecuados, de
uso más específico y preciso, gracias al desarrollo mental que le es propio,
y trasladar el eje de su evolución del plano biológico al social. Claude Ber-
nard pudo afirmar que "la característica de la máquina viviente no es la
naturaleza de sus propiedades fisicoquímicas, sino la creación de esa máqui-
na" . De aquí que el crecimiento animal sea inseparable de la construcción
de una forma específica, patrón que comparte el hombre, pero a través de
un largo e inadecuado proceso que llegó a convertir en superior la vida en
sociedad, a través del dinamismo psíquico caracterizado por la gnosis: palabra
29
30 PSICOLOGIA GENETICA

y pensamiento, y por la praxis: acción instrumental que excede a los reflejos


innatos con fines prefijados por el conocimiento.
Del crecimiento en general Verworn ha dado la caracterización más sim-
ple: "aumento de la sut~cia viviente", de la que derivan definiciones que
según provengan del campo de la embriología, la fisiología, la bioquímica, la
genética, la citología, dan preferencia a expresiones más complejas y par-
ciales, descriptivas, pero casi todas concordes con la milenaria opinión de
Aristóteles de que el estudio del crecimíento es el estudio mismo de la vida.
Mas hemos ~entado que el crecimiento humano oscila pendularmente entre
el polo . biológico y el social, influido siempre en mayor grado por los pro-
gresos socioeconómicos y socioculturales, transformadores de las condiciones
biofóricas en tal grado que desde la fecundación del óvulo hasta la edad
adulta está presente la acción preventiva, profiláctica y educadora de la
sociedad.
Si bien la base del concepto estrictamente biológico de Verwom sigue
rigiendo para el hombre, las sucesivas etapas que caracterizan el "aumento
de la sustancia viviente" señalan la relación entre factores biológicos y so-
ciales, práxicos y gnósicos, cuantitativos y cualitativos, capaces de influír
directa o indirectamente sobre el proceso del crecimiento que aparece, de
este modo, intrínsecamente ligado al desarrollo de las funciones psíquicas
superiores. Desde el ángulo de la psicobiología y de manera genérica podemos
definir el crecimiento humano como "aumento completivo en cantidad y
cualidad del fenómeno de asimilación".
Cuando hablamos de "aumento completivo en cantidad y cualidad", nos
referimos tanto al crecimiento como al desarrollo, que considerámos con
Necdham como "una coordinación de procesos diferentes, dirigida a pro-
ducir una heterogeneidad organizada", que tiene como pivote, agregamos,
los procesos neuroendocrinos y cuyo nivel está señalado por · la marcha pro-
gresiva de las especies animales hacia la cerebración, que culmina en el
hombre y se logra anatómica y funcionalmente a través de la maduración
-proceso psicobiológico- y de la integración -proceso psicosocial. En
cuanto al "fenómeno de asimilación'', caracteriza la actividad de la materia
viviente que aumenta indefinidamente su masa por transformación de mate-
riales extraños a su propia sustancia específica, pero conservando la materia
viviente continuamente formada todos los caracteres distintivos de la célula
inicial, a los cuales se agregan caracteres individuales, diferenciales. De esta
manera el crecimiento del ser humano a partir del huevo, cuya masa inicial
es del orden de un milésimo de miligramo, comporta una actividad en la cual
ésta se multiplica millones de veces conservando los caracteres distn~vo de
la especie, que a través de los elementos sexuales darán origen, en el adulto,
a un nuevo ciclo de síntesis; el desarrollo, involucrado dentro de este pro-
ceso, señala el perfeccionamiento de un sistema de órganos y aparatos, los
nerviosos, que dando la pauta mental de la actividad de la especie, señala
dentro del ciclo cuantitativo del crecimiento individual la norma cualitativa
que impünen la maduración y la integración.
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 31

Para el estudio del crecimiento son posibles dos caminos, señalados por
Quetelet y Camerer, y respectivamente designados como método generaliza-
dor e individualizador. El primero, más empleado por las escuelas constitu-
cionalistas, consistente en someter a determinadas mediciones gran número de
sujetos de la misma edad y del mismo grupo étnico, elaborando con los datos
obtenidos medias aritméticas y seriales. El segundo sigue únicamente unos
pocos individuos durante varios años con investigaciones especiales y en con-
diciones óptimas desde el nacimiento hasta la madurez absoluta o término del
crecimiento que se alcanza, para poblaciones europas~ entre los 40-45 años
para los hombres y 28-35 para las mujeres. En estas determinaciones cobra
grandísima importancia el concepto de normotipo, esto es, de individuo sano
de cuerpo y psiquis, crecido y desarrollado de manera armónica en relación
co~ el individuo promedio de su edad, y de sus grupos racial y social. De este
modo el crecimiento se valora con la determinación sucesiva de las progre-
siones que revelan en el tiempo longitud y peso del cuerpo, y que se traducen
gráficamente por una curva sigmoide o en forma de S, cuyo análisis muestra
dos segmentos principales: el primero señala un período de autoaceleración;
el segundo, otro de autoinhibición, con un punto intermedio en que cesa el
aumento de la velocidad de crecimiento y todavía no está iniciada la dismi-
nución del mismo. Esta curva tiene su punto de inflexión hacia los 14 añ0s,
edad en que --<:on diferencias para los sexos, variaciones individuales, de raza,
de clima, de alimentación, etc.- irrumpe la pubertad, estado fisiológico del
que se resiente tanto el soma como la psiquis.
La curva sigmoide de que hablamos describe el crecimiento de cualesquiera
ser vivo, e incluso de comunidades, pero ofrece particularidades en lo que al
hombre respecta. La excepcional duración del crecimiento y desarrollo de
éste permite apreciar saltos bruscos, seguidos de períodos de gran frenamiento
o detención temporaria, lo cual da origen a curvas secundarias que, como ob-
servan Pende y De Toni, des.tacan la irregularidad del crecimiento que se
produce ora en largo, ora en ancho, por etapas sucesivas en las que estatura
y peso aumentan .oponiéndose según prescriben las leyes de Viola: de antago-
nismo entre masa y forma, de Godin: grandes y pequeñas alternancias, y de
Pende: acción de constelaciones hormónicas morfo y troforreguladoras.
Si encaramos el crecimiento desde el punto de vista de la ontogenia, esto es,
el crecimiento del ser humano como individuo provisto por herencia de una
posibilidad de crecimiento y desarrollo peculiar -exceptuadas las posibilida-
des exógenas que favorecen o retardan el procescr-, y dentro de las variacio-
nes reguladas por los factores intrínsecos del crecimiento (hormonas, vitaminas,
alimentos, ambiente, enfermedades, etc.), encontramos etapas que han sido
limitadas de muy diven;as maneras por los investigadores. De todas estas clasi-
ficaciones y desde el punto de vista tanto auxológico como psicológico, ninguna
se adecua mejor por su sencillez y precisión que la división del crecimiento
humano en nueve períodos, propuesta por Pende:
32 PSICOLOGIA GENETICA

lQ Período neonatal, que comprende los primeros 15-16 días de vida;


29 Período del primer alargamiento, que va del final del período anteriór
al duodécimo mes, y que está dividido en un primer semestre o período pre-
dentario, y un segundo semestre, o período de dentición inicial;
39 Período del primer llenamiento, o turgor p1rimus, que va de los comien-
zos del segundo año a los tres y medio para ambos sexos;
49 Período del primer· alargamiento prevaleciente o proceritas prima, o
pequeña pubertad de Pende, que va del segundo semestre del cuarto año al
final del séptimo para los dos sexos;
59 Período del crecimiento acelerado en peso, o turgor secundus, que va
del noveno al undécimo años en los varones, del noveno al décimo en las mu-
jeres;
69 Período del segundo alargamiento prevaleciente o proceritas secunda,
o fase prepuberal, que va del duodécimo al décimo tercer año en los varones,
y del undécimo al duodécimo en las mujeres;
79 Período de la pubertad o turgor tertius, que va del décimo cuarto al
décimo séptimo año en los varones, y del décimo tercero al décimo quinto
en las mujeres;
89 Período de la época postpuberal, o internúbilopuberal de Godin, que
va del décimo séptimo al vigésimo pnmer años en el varón, y del décimo quinto
al décimo octavo en la mujer;
99 Período del último crecimiento prevaleciente en longitud o turgor quar-
tus, fase de madurez completa de las formas masculinas y femeninas, que va
hasta los cuarenta o cuarenta y cinco años en los varones, y de los veintiocho
a los treinta y cinco en las mujeres.
Estos períodos se refieren a las épocas· de mayor relieve para el crecimien-
to, a momentos que, tanto desde el punto de vista auxológico como clínico
y psicológico, podemos considerar cruciales para el crecinúento y desarrollo
del individuo.
De estos nueve períodos, los seis primeros interesan directamente a las eta-
pas del crecinúento infantil. Si bien las fases del neonato y el primer año de
vida son considerados como continuación y complemento del desarrollo fetal,
no cabe duda que, tanto auxológica como psicobiQlógicamente, representan
etapas de verdadera construcción y no de continuación de la vida intrauterina,
aunque en algunos aspectos todavía se observen desequilibrios. propios del
crecimiento fetal.
La primera infancia, etapa de alimentación exclusivamente láctea en los
mamíferos, y que en el hombre dura por término medio un año, presenta su
fisiología enteramente dominada por la función digestiva. En condiciones nor-
males, el peso del nacimiento es duplicado al sexto mes de vida y triplicado
al año; en cuanto a la talla, el recién nacido gana por término medio cuatro
centímetros el primer mes, tres el segundo y el tercero, y un centímetro los
siguientes hasta completar el año.
Un recién nacido cuya talla promedio es de cincuenta centímetros se alarga
veinte centímetros en un año.
CRECIMIENTO Y DESARROLLO · 33

El tercer período, que termina a los tres años y medio o cuatro, según los
casos, ofrece como característica más fácilmente observable la dentición. En el
aspecto ponderal, el niño gana cinco gramos por día, con un peso promedio
de once kilogramos. Aparte de la adquisición de caracteres esencialmente
humanos, ·como la marcha con el cuerpo y la cabeza erectos, se instaura un
fuerte crecimiento longitudinal. El cuarto período, conjuntamente con el sexto,
constituyen, tanto auxológica como biológicamente, fases . somatogénicas de
singularísima importancia.. Hacia los cinco años y medio, el crecimiento pre-
senta un nuevo impulso de máxíma actividad y es el momento cuando se
aprecian las diferencias entre individuos corporalmente grandes y pequeños.
A los seis años y medio, el cuerpo adquiere el tipo morfológico que tendrá
en la edad adulta.
En líneas generales, el crecimiento del niño sufre un cambio tan acen-
tuado que muestra el prototipo morfológico de la infancia a los seis, y a los
siete ya parece un adulto en sus proporciones.
Con sentido morfobiotipológico, Pende ha destacado, por primera vez, que
desde la mitad del cuarto año al séptimo comienza la aparición de caracteres
sexuales secundarios, aunque bien entendido sin psicosexualidad, lo cual lo
lleva a considerar esta etapa como pequeña pubertad, por el hecho de que a
semejanza de la pubertad propiamente dicha y en especial del primer período
de ésta, se instaura un fuerte crecimiento estatural y ponderal con predominio
del primero, que llegaría a ocho ce_Qtímetros en los varones y a 10 en las mu-
jeres. Al igual que la pubertad, la pequeña pubertad de Pende presenta la
existencia de formas individuales. En este período no es difícil observar pre-
cocidades físicas, sexuales y psíquicas, en especial artísticas. En · escala redu-
cida se bosqueja lo que somáticamente debe verificarse en la pubertad verda-
dera. La endocrinología explica este proceso por iniciarse hacia los siete años
la involución del cuerpo pineal, glándula frenadora de la constelación hor-
mónica sexual.
En relación con la psicobiología el quinto período carece de relieves espe-
cíficos; el biotipo queda asentado en la etapa crucial de los siete años y la
característica más saliente la constituye una notable adquisición en la acele-
ración del peso. El sexto período, señalado por el segundo alargamiento pre-
valeciente, entraña para el organismo humano una grave crisis fisiológica, la
pubertad, cuyo fin promedio auxológicamente considerado sólo se alcanzará
hacia los diecinueve años. Entran en actividad las glándulas sexuales, que,
bosquejadas desde la vida embrionaria y después de una acción exclusiva-
mente morfogénica en el cuarto período, cobran función específica de · regular
la capacidad reproductora de los individuos, con todas las consecuencias fisio--
lógicas y psicológicas implícitas en la misma. La pubertad se traduce sobre el
crecimiento global por un aumento muy neto que alcanza su máximo hacia los
dieciséis años; entre los trece y los catorce años la ganancia. ponderal es por
término medio de cuatro kilogramos por año. Después de este impulso acele-
:rador, el crecimiento humanQ continúa hasta finalizar con ritmo decreciente,
tanto en velocidad como en las tasas resultantes.
Paicologla genttica.-3.
34 PSICOLOGIA GENETICA

Las mediciones auxológicas demuestran qu.e existe una cierta independen-


cia entre el crecimiento en talla, que depenqe del crecimiento del tejido óseo,
y el crecimiento en peso. Como vemos en los períodos somatogénicos clasifica-
dos por Pende, en el momento de una fase de crecimiento rápido, éste se
refleja primero en la talla para luego trasladarse al peso, cumpliéndose las
leyes auxológicas fundamentales de que antes hiciéramos mención:
lQ Ley de Viola del antagonismo entre crecimiento morfológico y creci-
miento de la masa. La relación entre estos dos procesos del crecimiento es
tal que, cuando por un defecto de formación o una anomalía hereditaria o
adquirida está en exceso el crecimiento en masa, hay carencia en el desarrollo
de las formas. El individúo sufre un r~tado o una detención en la evolución
de las formas corpóreas que normalmente deben al~jrse cada vez más del
tipo infantil. Resulta así un hipoevolucionado o atacado de infantilismo en las
proporciones. Por el contrario, si falta el crecimiento en , masa, se presenta
una rápida y gran diferenciación de las formas y proporciones; el individuo
se acerca aceleradamente a las proporciones del adulto, pero con deficiencia
en la masa general del cuerpo.
Trasladada al plano psicobiol6gico, la ley de Viola se explica por el hecho
de que el sistema de la vida vegetativa (vísceras torácicas y abdominales, y
aparatos · de la asimilación y acumulación de energía) estimula el aumento
de la masa corpórea durante el crecimiento, en tanto que el sistema de la vida
de relación (miembros y aparatos sensomotores y psíquicos, órganos del con-
sumo de energía) rige la diferenciación de las formas del tipo infantil al
adulto. De aquí que las hipoevoluciones neuropsíquicas se presenten la mayo-
ri~ de las veces acompañadas de infantilismo morfológico.
2Q Ley de las alternancias de Godin, que señala en el crecimiento períodos
alternados de crecimiento en \ongitud y en ancho, tanto en la totalidad del
cuerpo como en cada uno de los segmentos que lo componen, amén de las
alternancias entre el crecimiento de un segmento corpóreo y la del segmento
que le está superpuesto o subpuesto. Así, cuando, por ejemplo, los miembros
inferiores se alargan se frena el crecimiento en longitud del busto, o viceversa;
cuando un segmento se alarga se frena el crecimiento en anchura del mi~o,
y viceversa. Estas, alternancias son las responsables de toda la serie de apa-
rentes desarmonías del crecimiento del niño, en especial de la figura siempre
en desequilibrio morfológico de los adolescentes. Si esta ley rio .se cumple
por factores patológicos hereditarios o adquiridos? surge toda una serie de
desarmonías morfológicas'.
3Q Ley de Pende de la actividad rítmica y equilibrada de · las dos c_onste-
laciones harmónicas morfogénicas. Se apoya en el h~co de que existen, des-
de la vida fetal, dos grupos harmónicos: uno que favorece el· desarrollo de la
masa total del cuerpo y el desarrollo del sistema de la vida vegetativa-anabó-
lica ( endomesoblasto) . Al primer grupo pertenecen el timo, la corteza supra-
rrenal, las hormonas andrógenas, los islotes pancreáticos, las hormonas sexuales
masculinas y las parátiroides, así como las hormonas de las glándulas linfátiCas,
del hígado, del bazo y de la prehipófisis. Al .segundo grupo corresponden la
CREC !MIENTO Y DESARROLLO 35

tiroides, la hipófisis con la corticotrofina y la tireotrofina, y las hormonas


glicoactivas de la corteza suprarrenal. ·
o
pe la acción armónica desarmónica1 ya sea por intensidad o por ritmo, .
. de esos dos grupos hormórucos morforreguladores, Pende hace depender la
norinalidad. o anormalidad de las relaciones entre crecimiento y desarrollo,
de la alternancia de crecimiento entré. los grandes segmentos corpóreos, entre .
longitud y ancho. De esta manera se explicarían las alternancias acotadas por ·
la ley de Godin. Si predomina la función del grupo hormónico de la ·vida
vegetativa-anabólica; se presenta exceso e~ Iá. masa y, naturalmente, deficien-
cia en la diferenciación morfológica. Si _el grupo cuya función : predomina es
el del sistema animal y neuropsíquico; esto (:8, excitocatabólico, se presenta una
rápida y .precoz diferenciación de formas con masa corpórea deficiente. En
ambos casos la ley de las alternadas .está destruida; ·
En los períodos del transcurrir de la ·ontogenia, la acción de las hormonas .
mórforreguladoras actúa de manera diversa. En el. crecimiento del embrión· y
del feto la tónica está dada por las genohonnonas y hormonas tisulares, espe-
cíficas p0r lo demás para cada especie animal. La acción . de las .hormonas
glandulares que tiene en cuenta · la. ley aweológica de Pende, úniC:amenté se
inicia hacia el tercer mes de vida fetal, .con la formación de la placenta, que
permite el pasaje de las. hormonas .·maternas y la consecutiva . acción de la
hormona tímica; insulínica y andrógena de ·1a. cortical. La situación hormónica,
· del ·feto responde a la preválencia del grupo hormónico excitoailabólico, que
acelera el . crecimient() en masa y a5egura el predominio del sistema ner\rio50
· vagál o vegetativo, situación · ésta que se prolonga en el reden nacido y en el
lactante, y que· favorece, como es de conocim.iento empírico, el desarrollo de
fa masa y de la vida ·vegetativa. Poco después del primer año de vida~
la hormona prehipofisiaria acelera el crecimiento del esquéleto ·y establece la
armonía de acción entre los dos grupos horniónicos antagónicos. que prescribe
la ley de la actividad rítmica y . equilibrada · de las constelaciones hormónicas
morfo génicas. ·
Los comienzos de acciórt de fa hormona ·prehipofüiaria del crecimiento
señalan un hecho capital en la historia _neuromorfológica del horribré, pues-
to que a partir de entonces · se inicia gradualmente un individuo cada vez .
menos ·subordinad() al · sistema vagal y
a lás hor1nonas vag~trópic's, y . cada
vez más .sometido a las directivas del siStema- nerviOso simpátic<? y a{l las
hormonas con él . relácionadas. Morfogenéticamente, el crec4)µento . humano
·nega a su fin por .neto· predominio de la actividad funciónal éxcitocafabólica. ,·
. . . ~ .

*
. El ~riáls · at1Xológico y dinámico del creim~nto únicamente .aclara la ·
modalidad géneral delmismo, y. si bien permite· determinar.los pas_os de la m_or-
fogénesiS, . no hace luz sobre la situación ·específica de cada especie' género,
raz~ : y dentro dé ellas de cada individuo en le> referente a l<!, paú.ta intrínseca
por .Iá cual alcaniará· una' talla determinada en una época pr~cisa de su evolu-
ción. Por·ser la talla específica
. .
U:n
~
carácter .ne-rita~o
. se . procuró . aplicarle
36 PSICOLOGIA GENETICA

los métodos del análisis genético, pero los resultados fueron harto desalenta-
dores. Los híbridos o mestizos de primera generación presentan, por .lo gene-
. ral, una talla intermedia a la de los padres, pero la descendencia de los híbri-
dos no permite descubrir una disyunción neta de los factores celulares. Además
puede ocurrir que el híbrido de primera generación tenga una talla superior
a la del más grande de sus progenitores. Este fenómeno, conocido en genética
como heterosis, se observa tanto en animales como 'en vegetales, y también en
el mestizaje de razas humanas; los mestizos entre europeos e indios de la
América del Norte, entre bóers y mujeres hotentotes en Africa, son de mayor
talla que sus padres. De aquí que se deba admitir que los caracteres de la talla
-que tipifica etapas y formas del crecimiento-- dependen de numerosos fac-
tores cuya acción se adiciona y en cuya interacción los factores celulares sólo
serían catalizadores que intervienen en los procesos químicos del crecimiento
en determinada fase de la evolución del individuo, y que en los vertebrados
aparecen, por lo común, ligados a una modificación del equilibrio hormonal.
El enanismo congénito en ratones y en el hombre está determinado por
una insuficiencia hipofisiaria que entraña insuficiencia de la tiroides y de las
suprarrenales. El injerto de hipófisis permite a los individuos de esta línea
un crecimiento normal. Elementos del mismo tipo intervienen en la diferen-
ciación de las razas humanas; los mogoles son en general hipotiroides, y en el
metabolismo de base de las diferentes razas se observa una amplitud de osci-
lación del 25%, superior en todo sentido a las diferencias producidas dentro
de una misma raza por estados patológicos. Hindúes, chinos y filipinos pre-
sentan un metabolismo basal inferior al de los blancos; los esquimales, superior.
Los trabajos de Ch. Stockard sobre los caracteres hereditarios de diversas
razas de perros son muy significativos. Los daneses y los San· Bernardo resul-
taron afectados de gigantismo hipofisiario acompañado en los segundos de
acromegalia. En cuanto a los bassets y bull-dogs, representarían dos aspectos
de un mismo trastorno endocrino que se instaura precozmente en el basset e
ínhibe el desarrollo de las extremidades, y más tardíamente en el bull-dog,
afectando el esqueleto de la cabeza. El cruzamiento de estas dos razas brinda
individuos más anormales todavía y por lo común poco viables.
El estudio comparado del crecimiento en el hombre y otros mamíferos
ofrece comprobaciones igualmente sugestivas e incluso permite presumir el
camino por e1 cual, junto y gracias a la modalidad de crecimiento humano,
se instauró la evolución del sistema nervioso que nos es característica. La inte-
gración morfológica del animal se logra en breve lapso; la del hombre, por
el contrario, exige una serie de años suplementarios que señalan, morfológica-
mente, una extrema lentitud del período de crecimiento, muchísimo mayor
que el de los mamíferos de talla equivalente. En todos los estadios de la evo-
lución embrionaria y postembrionaria el crecimiento humano está caracterizado
por su lentitud y débil rendimiento energético. Estudios comparativos entre
el hombre y los monos ~tropides muestran la enorme diferencia que separa
a la infanci_a de ambas especies. Los- antropoides alcanzan la pubertad a los
seis años y la talla mfucima a los diez. El gorila posee todos los dientes de leche
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 37

al año, el chimpancé a los diez meses; el hombre, solamente a los dos años y
medio. La osificación, tanto del cráneo como de los miembros, en el mono
de cuatro años alcanza la etapa que el hombre cumple a los veinte.
Además, el antropoide se separa mucho más de las proporciones de su pro-
pio feto que el hombre del suyo y del de los monos, lo cual indica que con
razón auxológica el crecimiento no está más restringido en los antropoides,
sino en los humanos.
La diferencia fundainental entre los dos géneros está en la duración de
las etapas de crecimiento, puesto que no cabe duda que a la extensión en el
hombre corresponde el alargamiento relativo de los miembros posteriores, que
hacen posible la estación bípeda y la reducción de la laringe, base orgánica
del lenguaje articulado. Además, la lentitud de osificación del cráneo permite
al hombre mayor desarrollo de la corteza cerebral. Por otra parte, no resulta
extraño al desarrollo psíquico el largo proceso de maduración e integración
humanas que imprimen al sistema nervioso la plasticidad que le permite su-
perar al animal en la formación de reflejos condicionados y de estereotipos
din{unicos. Las múltiples experiencias de laboratorio de las escuelas pavlo-
viana y behaviorista, así como la prueba empírica de Ja enseñanza en el hom-
bre y el amaestramiento en los animales, demuestran el papel fundamental
que tal plasticidad desempeña en el desarrollo del psiquismo.

*
Por regla general, los estudios del crecimiento somático y del desarrollo
psíquico han seguido caminos paralelos, pero divergentes. Pese a que hace
más de una centuria ilustres fisiólogos, psicólogos, pedagogos y pediatras reac-
ciona~ contra la absorbente independencia de soma y psiquis, fuera de las
"declaraciones" que propugnan lá. unidad indisoluble de ambos procesos, la
metodología de . las dos ra.nlas observa la más completa discrepancia de pro-
cedimientos, propósitos y fines. El concepto de paralelismo psicofisiológico está
tan arraigado que cuando la "unidad" se insinúa a través de experiencias o
aparece como punto de prueba, la más extrema conexión se reduce a inter-
icambios cuantitativos, a la equivalencia de estructuras anatómicas o psíquicas,
pescindiendo del carácter cualitativo de ambos fenómenos y, por lo mis-
mo, con absoluta desvinculación de un punto de partida común en cuanto
a la interacción que preside el proceso del crecimiento y desarrollo. La moder-
na psicosomática americana, el psicoanálisis en cualquiera de sus exprsion~
wtodoxas y heteredoxas, la testología psicométrica o proyectiva, escamotean
el problema y en todos los casos resultan dualistas en sus conclusiones. A veces
lJarten de una declaración que señala la unidad, pero una unidad rígida,
pecanicista, de equivalencias, que concluye siempre, y lógicamente debe ser
mí, dentro del principio del paralelismo que acatan implícita o explícitamente,
por destacar la irreductibilidad de ambos procesos en cuanto a origen y últi-
mas consecuencias.
Ahora bien, .:yendo al meollo de la cuestión, cabe preguntar: ¿ cómo . pro-
lhar la unidad psicofísica a partir del origen mismo del fenómeno mental? Si
38 PSICOLOGIA GENETICA

consideramos que el antepasado animál del hombre poseía los caracteres ge-
nerales de un antropoide y nos atenemos a los hechos señalados · de Ja relación
entre estado adulto y embrionario, estamos obligados a reconocer que el pro~
. ceso evolutivo que creó al hombre es, como afirmara Devaux, un proceso de
pedomórfosis, de ''infantilización" del individuo ·adulto, . o según la denomi-
nac.ión de .Bolk, :de "fetalización". En pocas palabras, ·este. proceso consiste
en que ciertas disposiciones anatómicas fetales propias de los antropoides y
de los antepasa4os probables del hombre perduran en éste mientras desapa-
recen en el mono adulto,- lo cual nos enfrenta con una variante de las leyes
de filogénesis y ontógénesis al . afirmar que la evolución humana se produjo
. por sucesivas infantilizaciones y no . por remodelamientos de formas adultas.
ESta hipótesis, que ha sido denominada .de la "degeneración física del
hombre'', llama la atep.ción sobre el largo período de gestación y de amaman-
tamiento humanos, durante el cual el . cerebro, por no desempeñar ningún
, papel en la vida de relación, multiplicó en la filogénesis sus células nerviosas
hasta un número no alcanzado por ninguna otra especie animal. El hombre
sería un antropoide que bajo la acción de un cliiria d~avorble, de subali-
mentación o de cualquier otra caus.a análoga, habría . sido afectado de infan-
tilismo. En este sentido apo.z:tan sorprendente apoyo recientes estudios a.cercá
de la etiología del mogolismo. En 1951, Sergio Levi, basado en una adverten-
cia de Bleyer, sostuvo que el problema del m()golismo era de la competencia
del citólogo, que la modalidad de aparición, .las características somatoclín.icas
. . de los niños mogólicos eran de origen cromosómico, y formuló la hipótesis de
que fuera de las leye5 de transmisión hereditaria se producía un proiceso
aceidental .de deSequilibrio cromosómico y resultaba un tipo 'digresivo.
·Los peifeccionamiento5 técnicos de la investigación citológica, derivados
principalmente . del estudio de las. consecuencias de las radiaciones atómicas y
.basados sobre cultivos in vitro de tejidos humanos, han .permitido estab.Iecer
con exactitud, en .el laboratorio atómico 'de Harwell, Inglaterra, que el .nú-
mero de eromosomas humanos es tanto de 46 como de 48. Además, en el
Instituto · de Genética Médica de París; se pudo comprobar en las células cu-
táneas · de mogólicos la pre8ellcia de un cromosoma suplementario, anómalo,
pequeño y sutil, que eleva o disminuye. en estos sujetos el número de cromo-
somas a 47. El hallazgo fue corroborado por Book, en el Instituto de Genética
cie Upsala, y ·realizando el recuento en células cutáneas y de la médula ósea,
con lo que. excluyó la presundón de que el fenómeno se presentara en un ·Único
· tipo de tejido. Este singular proceso dig:resivo -recordemos que el mogolismo
comporta .una . reestructuración anómala . de la morfología corporal, de la . si-
nergia hormóni<;a y del desarrollo nervioso-- provocado por la presencia de
un crom<>sofua supemuriierario revela, pues, una enibriogénesis profunda,..
mente. alterada. Si sumamos· a la hipótesis , de · Devaux la :razón de este "error
citológico"ha5ta hace poco sqlamente c;onocido en el reino vegetal y én algu-
. nos anirriales ü:ifei:iores, encontramos una eiplicación del origen del hominjja
'prixÍiitlvo y de las particularidades morfológicas, somáticas y fisiológicas · que
lo caracterizaron; : .
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 39

A esta profunda modificación del crecirrúento animal, que precisamente


caracteriza por pedomórfosis a la especie humana, se suma el fenómeno que
Ed. Perrier definió como taquigénesis y según el cual el sistema nervioso de
los vertebrados -y teniendo en cuenta que el desarrollo embrioge:µétieo de
las especies superiores, en especial del hombre, por el proceso de pedomórfosis
tiende a efectuarse con el mínimo de reestructuraciones-- en lugar de apare-
cer por emigración individual, simultánea, de elementos procedentes de las
profundidades del exodermo, se forma en su totalidad a partir de un canal
longitudinal mediano o por el hundimiento de una placa exodérmica que se
transforma de inmediato en un tubo más o menos cerrado, el eje cerebro-
espinal. Por el fenómeno de taquigénesis, el feto humano posee a los cinco
meses de vida intrauterina los doce mil millones de células que constituyen
el equipo cortical del hombre, y que subsistirán después sin dividirse aunque
el individuo continúe su crecimiento.
Estas explicaciones bastarían p01 sí mismas para hacemos comprender en
bloque las relaciones entre crecimiento somático y desarrollo psíquico, si su-
cesivas valoraciones estadísticas de datos recogidos en centros de estudios del
crecimiento y correlativas mediciones psicométricas no hubiesen dado un co-
ciente de correlación demasiado pobre para llegar a la conclusión de la exis-
tencia de una relación inseparable entre crecimiento somático y desarrollo
psíquico. No obstante, lejos de invalidar la sinergia de ambos fenómenos, tales
apreciaciones, que niegan casi de plano lo que es de observación corriente y
empíriea, y que hablan, refiriéndose a la primera infancia, en . favor de una
interdependencia entre los dos fenómenos, prueban de hecho un pecado ca-
pital y un olvido inexcusable con los que se pretende acarrear agua hacia
los cangilones del desvencijado molino del paralelismo psicosomático.
El pecado está én la transformación lógica del interés por la estadística
en un culto monoteísta por los índices abstractos y gen~rals erigidos en summa
suminarun, aceptados en sus resultados sin discusión crítica ni examen heu-
rístico. De aquí que podamos concluir con De Toni que los resultados ne-
~tivos o casi negativos obtenidos en este campo sean consecuencia de la
imperfección del método estadístico mismo, por cuanto los medios y los
indices de correlación son instrumentos groserísimos, incapaces d_e apreciar
las variaciones peculiares que se presentan en el individuo cómo expresión
unitaria. No basta la determinación de las tasas de crecimiento con el método
generalizador en grupos homogéneos, y las de desarrollo psíquico en i1_1dividuos
singulares, para obtener índices de correlación o divergencia. Ambos aspectos
deben ser medidos sobre la rrúsma individualidad somatopsíquica y según· lai.
normas del método individualizador. , .
Por lo tocante al ·olvido inexcusahle, está en no tener presente que del creci-
miento y del desarrollo psíquico sólo adquirimos cabal comprensión si rela-
cionamos al individuo con la especie a que pertenece y con el medio social
que esa misma especie creara a través de sus sucesivas adaptaciones históricils.
Ambas etapas tienden a · la formación del adulto, pero alcanzada la plena
madurez, .este individuo ofrece características muy diversas en cuanto al tipo
40 PSICOLOGIA GENETICA

logrado en uno y otro aspecto. La dirección progresiva del crec1m1ento está


determinada de antemano en la constitución original; el individuo se realiza
con pequeñas variantes en torno del biotipo que prescribe el nivel de evolu-
ción a que ha llegado la especie de que es representante. Por el contrario,
desde el ángulo del desarrollo psíquico, el camino hacia el nivel del adulto
promedio · está sometido a la influencia que el medio ejerce sobre el individuo
como persona . y no como especie.
Las condiciones que dentro del género humano pueden hacer variar las
características del crecimient9 son propias de todo un grupo, cubren un linaje .
y pueden manifestarse dentro de una linea pura, para el hombre, claro está,
dentro de los limites restringidos que la variabilidad de uniones permite hablar
de línea pura humana. En cambio, las transformaciones del desarrollo atañen
particularmente al individuo; los cambios actúan, es verdad, sobre una colec-
tividad, pero de manera acentuada y particular se dejan sentir sobre los indi-
viduos. Entre ambos aspectos la diferencia básica es el factor tiempo; el cre-
cimiento señala el tipo de adulto a que tiende la culminación estructural de
la especie, organizada sobre un tiempo prácticamente infinito. La. sucesión
de individuos representa etapas hacia un prototipo biológiCo que transporta de
manera. hereditaria las adquisiciones positivas. Lo psíquico también está sos-
. tenido por sumaciones hereditarias, pero de posibilidades estructurales y no
de estructuras ni funciones desarrolladas individualmente. Cada generación
parte en el crecimiento de una piedra angular asentada por las anteriores; en
el desarrollo arranca de un núcleo de posibilidades heredadas que los cambios
· del medio pueden anular, dejar como virtuales o realizar. Además, si la vida
con sus caracteres específicos es hereditaria, la mente no lo es. Cada indi-
viduo que se desarrolla debe adquirir nuevamente lo que sus padres adqui-
rieron antes de él, aunque la herencia psicológica facilite la tarea, lo cual
señala Ja diferencia fundamental entre el tiempo del individuo, subjetivo, psi-
cológico, y el tiempo de la especie, objetivo, biológico. Agreguemos · que las
modernas investigaciones pedopsiquiátricas soviéticas indicarían que la ma-
yoría de los individuos que se presentan como mentalmente insuficientes ha
sufrido durante la vida infrauterina 'o sucesivamente lesiones orgánicas · del
sistema nervioso. Se ·trataría cási siempre de procesos patológicos extraños al
mecanismo hereditario. Según Pende, un amplio porciento de niños oligo-
frénicos, caracteriales y delincuentes precoces mostrarían, en la radiografía
craneal, signos indicativos de una meningopatía fetal de prevalencia basilar,
responsable de una situación cerebro-endocrinopática insmpechada.
El desarrollo implica un tiempo personal que, a diferencia del crecimiento
con su tiempo objetivo y común a todos. los miembros de la especie, puede
ser abreviado o alargado según el patrimonio cultural de la sociedad que sobre
él se proyecta. Nacimiento y plenitud de la mente están condicionados por el
cúmulo de observaciones de otras mentes que nos precedieron y que es .trans-
mitido por la palabra oral o escrita. Sobre el plano mental, la cultura llega a
desempeñar el papel de la herencia sobre el biológico; pero mientras que ésta
se realiza directamente, _bajo la forma de estructuras viables o no, la mente
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 41

como expresión máxima del desarrollo únicamente se logra a base de tres


condiciones sine qua non: la realización normal del crecimiento, un mínimo
de capacidades psicobiológicas heredadas o de carencia de procesos cerebrales,
fetales, morbosos, y la acción favorable del medio sciciocultural.
La psiquis alcanza sus etapas neurológicas en el primer plano, la capacidad
funcional en el segundo, y la función individualizadat la personalidad, en la
;interacción con el tercero, y es evidente que para el pleno logro de cada uno
de estos niveles debe existir una correlación cuantitativa y cualitativa entre
cre:.imiento y desarrollo. De los qatos recogidos, hasta ahora, se deduce que
!lil niño sin lesiones neurorgánicas aparentes, sin trastornos psicopáticos o bio-
páticos, que se encuentre ligeramente detenido en el desarrollo psíquico y
cuyos progresós anuales en relación con la edad mental sean pobres, debe
ser considerado desde el punto de vista prognóstico favorablemente, ~iempr
que en el crecimiento exista una lentitud correspondiente. Al alcanzar Ja ma-
durez el individuo podrá presentar una aceleración en ambos aspectos capaz
de compensar la lentitud inicial. Por el contrario., es de consenso general que la
prognosis resulta desfavorable en los casos en que un progreso mental lento
Porresponde a un crecimiento normal o incluso exuberante.

Confundida, a veces, con el problema del crecumento y con significativa


~rta.nci'1 yara el desarrollo psíquico, se plantea .la cue~ti?n de la consti-
tucron individual, que ha dado lugar a una rama bien defm1da del saber, ·la
Fciencia de las constituciones", y la correlativa aplicación al campo médico
y psicológico con la medi'cina constitucion·a1 y la psicología diferencial de los
llfiversos biotipos. La ciencia de las constituciones debe su mayor incremento e
~portanci a la labor de investigadores italianos, De Giovanni, Viola, Pende;
posee métodos de investiga<>ión y fines que no son, precisamente, los de la
puxología. Parte del presupuesto, rico en observaciones antropológicas, clíni-
.cas y psicológicas, de que el hombre normal, considerado en su relación con
el grupo étnico y social a que pertenece, presenta tipos morfológicos y psico-
lógicos diferentes dentro de una amplia gama, expresados por características
pnorfológicas y psicológicas individuales.
Cada tipo morfológicb es definido por medio de relieves antropométricos
~plejos y diversos según los métodos de investigación, y la definición refleja
las modalidades ·individuales del crecimiento y las cualidades particulares
de la estructura corpórea, en las que subyacen correlativamente predisposi-
ciones peyorativas o positivas capaces de determinar situaciones patológicas
o de superación especifica del biotipo.
En cuanto a las raíces mismas del fenómeno .biotipológico, es neta la dis-
tinción entre las escuelas constitucionalistas germanas e italianas; para Taud-
h, Bauer, la constitución únicamente refleja caracteres genotípicos, esto es,
p.ereclitarios, y representa por consiguiente un fenómeno regido por las leyes
de la genética; para De Giovanni, Viola, Pende, la constitución está íntima-
mente ligada al fenotipo, siendo el resultado de factores ambientales que
42 PSICOLOGIA GENETICA

actúan sobre una situación hereditaria predeterminada. De aquí que algunos


investigadores afirmen que durante el crecimiento se suceden fases obligadas
de tipos constitucionales diversos, mientras otros, Franconi en especial, las
consideran sólo un enmascaramiento del tipo morfológico constitucional here-
ditario que encontrará completa expresión en el adulto.
Frente al interés clínico de esta y demás clasificacfones constitucionalistas
-se plantea el problema psicobiológico de los factores constitucionales que in-
tervienen en el desarrollo psíquico. La complejidad del problema asume ma-
yores proporciones que en lo referente a la interacción de crecimiento y des-
arrollo, por mayor inseguridad en el manejo y estudio de los hechos acotados,
y por una mayor indeterminación de los valores comparativos. Además, se
agrega como nueva cuestión la relación entre hábito corpóreo y estructura
men1jal, entrevista en la antigüedad, e individualizada a través de la escuela
hipocrática en cuatro tipos de temperamentos, relacionados con los tipos cons-
titucionales: optimista el sanguíneo, pesimista el bilioso, indiferente el linfá-
tico, inestable el nervioso. En nuestros días, tres importantes contribuciones
(vid. cap. XVIII) han llevado el enfoque de la constitución y su correlativo
psicológico al plano psiquiátrico, endocrino y nervioso, siendo Krestschmer,
Pende y Pavlov los iniciadores y, respectivamente, figuras indiscutidas de
dichas orientaciones.
A partir de las relaciones morfológicas de psicópatas, Krestschmer creyó
individualizar cuatro tipos fundamentales, susceptibles de variantes: el asté-
. nico, el atlético, el pícnico y el displástico, cuyo correlativo psíquico está sobre
todo en el reflejo de enfermedades mentales. Por lo demás, todas las ten-
tativas para derivar de estos tipos caracteres psicológicos no han pasado del
nivel de la afectividad. Pende, por su parte, amplió y profundizó los concep-
tos de Krestschmer, y haciendo hincapié en la situación endocrina individual,
determinó la correspondencia entre tipo morfológico y constitución endocrina,
inc;l.icando además las características psicológicas, con lo cual deterinina una
sene de biotipos "somatopsíquicos". Después de indicar que la velocidad de
todos los procesos nerviosos y psíquicos depende de la acción prevaleciente
de la tiroides y del ortosimpático, que directamente o por intermedio de una
mayor irrigación sanguínea del cerebro estimulan su metabolismo, establece
dos grandes categorías de individuos: el taquipsíquico, de mentalidad rápida,
inteligencia sintética, tendencia a la imaginación y a la fantasía, y el bradipsí-
quico, de mentalidad lenta, inteligencia analítica, tendencia ·a la racionalidad.
Cada uno de estos tipos encuentran su correspondiente morfológico:. longi-
líneo, catabólico, hipovegetativo, el taquipsíquico; brevilíneo, anabólico, hi-
pervegetativo, el bradipsíquico . . Por último, y a partir de esta distinción.
preliminar, describe una serie de temperamentos endocrinos, dotados cada uno
de peculiares características somáticas y psicológicas definidas, que en su
aspecto estrictamente psicológico son:
CRECIMIENTO Y D~SAROL 43

TEMPERAMENTOS HIPERCRÍNIOOS :.

Hipertiroideo: taquipsiquismo de fácil agotamiento, desarrollo precoz del


lenguaje y de la inteligencia, hiperemotividad e hiperexcitabilidad psíquica,
fantasía acentuada, voluntad fuerte, tendencia al altruismo, sexualidad psí-
quica precoz; inteligencia sintética, temperamento pasional, patético, artístico-
inluitivo. . .
· Hiperpituitario': caracteres instintivos primitivos, frío, ~gresivo, egoísta, re-
belde con voluntad a .menudo fuerte; inteligencia analítica, hipercrítica, poco
capaz d<;! abstz:acción y .de síntesis; memoria casi siempre muy activa. ·
Hipertímico: voluntad } afectividad inestables, defecto de inhibición de
l'os instintos, egoísmo exagerado, a menudo puerilismo mental, a veces des-
a
arrollo intelectual. óptimo de tipo intuitivo-artístico; tendencia pervertimien-
tos sexuales y. morales. .
Hipergenitales: psiquismo vivaz de tipo fantásiC~uvo, carácter voli-
tivo y agresivo. '
Hipersuprarrenáliao: carácter hiperesténico e hiperactivo, con tendencia al
o¡>timismo.

TEMPERAMENTOS . HiPOCRÍNICOS:

Hipotiroideo: bradipsiquismo con inteligencia de tipo mediocre, de des-


arrollo lento y analítica, emotividad pobre, catácteres en complejo ·dulces,
apáticos, optimistas.
Hipopituitario: · tendencia al puerilismo psíquico, .con carácter inestable,
inquieto, caprichoso, volunta~ débil, falta de ate?ción y de poder de c.oncen-
tra~ión, sugestibilidad fácil. ·
Hipogenital: inteligencia a menudo buena y también hipernorinal, con
buena voluntad de aprender, pero con carácter débil, dépresivo, pueril.
· Hiposuprarrenal: inteligencia y voluntad normales, con emotividad exa-
gerada, tendencia melancólica-pesimista-artística.
Es pasmó filo: inteligencia buena, pero a menudo obstaculizada y :unilateral,
carácter calmoso, frío, paciente pero predispuesto a crisis de depresión y de
sobreexcitación, y.sobre todo a espasmos psíquicos bajo la for~ de ideas obse'>-
sivas y estereotipadas; eipresión del rostro seria, contraída, adusta.
La apreciación global del .aporte brindado por el estudio d~ las constitu-
ciones a la psicología normal es bastante modesto . .Los atributos psíquicos.refe-
ribles a las diversas variantes de las constituciones . aparecen lábiles, esfuma·
dos, demasiado generales para una apreciación real, valedera, de la persona-
lidad psíquica. Si bien en la clasificación de Pende el reconocimiento del bio-
tipo proviene de una valorci~n destacada de datos morfológicos, y en la
de Pavlov (vid. cap. XVIII), de características· funcionales, es fácil entrc'/er
el peligro de que proponiéndose llegar por estos caminos a las raíces psicobio-
lpgicas de la expresión del fenómeno mental, se termine por incluir en el
44 PSICOLOGIA GENETICA

concepto de constitución toda la realidad psíquica individual. Pende advierte


el riesgo cuando concluye que el paralelismo entre biotipo somático y psíquico
es frecuente, pero no constante, y en especial cuando sostiene que la síntesis
de la personalidad humana se realiza a base de la constitución, mas bajo el
influjo de la educación, del ambiente familiar, social y cósmico. Idéntica
conclusión surge de los estudios experimentales de Pavlóv con respecto a la
relación entre tipos de actividad nerviosa y neurosis experimentales. Si bien
en su esquema el tipo es rasgo constitucional de la actividad nerviosa superior,
del genotipo, no se. debe olvidar que desde el nacimiento el individuo está
sometido a distintas acciones ambientales, a las que responde invariablemente
con actitudes y propiedades definidas que frecuentemente quedan fijadas para
toda la vida, el fenotipo en una palabra, que resulta eventualmente modi·
ficable. ·
CAPITULO ill

EVOLUCION FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO

Integración nerviosa y niveles·funcionales. Evolución funcional y nerviosa del


feto humano. La evolución nerviosa después del nacimiento. Las estructuras
cerebrales y sus posibilidades.

Durante el desarrollo del individuo, la función despierta con el crecimiento


del órgano, y los límites de la posibilidad de su ejercicio aparecen fijados por
los estímulos provenientes del medio que, en mayor o menor grado, aceleran,
retardan o desvían el crecimiento. Si por vía. del estudio seriado del desarrollo
del sistema nervioso central llegamos a la. conclusión de que el ser vivo al-
canza la plenitud de sus funciones neuropsicológicas mediante sucesivas etapas
de maduración, y descartamos definitivamente la presunta acción de una ca-
pacidad contenida o latente que el ejercicio o la ocasión revelarían a su arbi-
trio, por el fenómeno psicopatológico de la desintegración desembocamos en
la noción capital de integración biologicosocial,. único mcx:lo de explicar cómo
alcanzado en cada etapa el nivel óptimo de maduración neural, el ser hu-
mano puede traducir su capacidad neurobiológica en gnosis y praxis, pensa-
miento y acción.
Sabemos que en su jeraqui~cón funcional la actividad de los aparatos
nerviosos depende de los progresos de la mielinización de los respectivos cilin-
droejes, observación que nos permite concluir que la dirección del desarrollo
individual no está dada por el presente, por el ser concreto que posee deter· ·
minada organización bioquímica y anatomoestructural, sino por el tipo de es-
pecie a que pertenece el adulto y por la calidad de . los estímulos del medio
propio y característico de esa especie, el social en el caso humano.
De esto surge la importancia de la maduración nerviosa como substrato
individual de las funciones psíquicas y como canon de observación para inter-
pretar toda integración organicofuncional. Lo "instintivo", lo "compulsivo",
lo egocéntrico y abstracto, en una palabra, debe ser reemplazado por obser-
YaCiones que respondan objetivamente a una finalidad; para el niño, primer
escalón en la gradería de este proceso, lo constituye la cronología de su des- -
arrollo. Por lo demás, la actividad mental infantil no se desenvuelve en un
plano único por m~io de un incremento continuo, sino de sistema en sistema,
de período en período de maduración e integración funcional, lo cual permitió
a Eergeron sostener, con justeza, que en el análisis de la actividad infantil lo
que menos interesa es la semántica del gesto, esto es, el posible significado que
45
46 PSICOLOGIA GENETICA

podamos adjudicarle. frnporfa el sistema orgánico funcional .a que pertenece


en el momento mismo que . se manifiesta y la cualidad .del estímulo .que . lo
desencadena.. ·
Por lo demás, los factores del desarrollo psíquico son múltiples · y comple-
jos, revelándose como más importante con sentido de base de lá acción inte-
ligente el equilibrio .entre las posibilidades del individuo y las condiciones del
medio, es decir, la concordancia entre niveles de maduración funcional y
'etapas de integración biosociales. Demás está decir ·que este equilibrio no es
en
constante, sufr~ primer término alteraciones 'por . causas intrínsecas a la
función de órganos y sistemas: a) factores generales _aceleradores o retarda-
dores del crecimiento. orgánico y morfológico; b) desarrollo y jerarquización
de los niveles nerviosos y funciones consecutivos; e) sucesivo desarrollo y si-
nergia de las funciones de la constelación endocrina. .
La armonía del desarrollo y funciones de estos tres factores constituye la
base del desarrollo e integración psíquica; no obstante, la importancia de cada
uno de ellos está discutida. La corriente auxológica pone la · tónica en la es-
tructuración morfológica, la psicogenética en la evolución y desarrollo ner-
viosó, la constitucional en lo endocrino. Cada una .de e.stas posioones acepta
la necesidad de relación unitaria de los respectivos procesos y únicamente
de:;taca el propio punto de vista como factor aglutinante' o desencadenante,
pero, sea como fuere, la posición que cada vez se discute menos y encuentra
mayor apoyo en Jo biológico y psicológico es la que acentúa .la maduración
nerViosa, tanto filogenética como ontogenéticamente, concepto avalado por
las más recientes investigaciones de la embriofisiología nerviosa, cuyos datos
representan la introducción indispensable para todo estudio de psicología. ·
Desde el punto de vista de la filogénesiS nos encontramos con ]os trabajos
de Gurevish, de Moscii, quien destaca que en los vertebrados la evólución de
las funciones motrices -básicas para el desarrollo psíquico animal. y huma-
. nó-o- está ligada ala formación de centros y sistemas nuevos cuya .integración
y complicación crecientes señala la m¡\~cha de un proecso de Cerebración pro-
gresiva, tal como lo : definiera Von Economo, y ·que en síntesis, - según las
premisas de lá teoría evoluéionista de los niveles fui1cionalesjerarquizaJos ~e
Huglins Jackson, significa que la integr~ó neurofunéional tiende a poner
bajo dependencia de .la corteza cerebral todas ·las fund~es · neurodinámicas.
Guiado por este concepto, Gurevish encuentra que en los peces la motricidad
es rítmica, automática, de tipo netamente pallidal, y síguiendo los grados
ascendentes de la escala zoológica,. halla que en los reptiles, en los cuales la
acción del cuerpo estriado ya se . manifiesta funcfonalmente; aparecen movi-
mi~ntos inconstantes, cor:tados por moeri~s de reposo y alternando a veces
con reacciones atetósicas, de tipo pallidal como en los peces, y que señalan
un equilibrio de ambos. sistemas, sin haberse dado todaVía, y dentro de la
evolución .de las especies, el paso decisivo al predominio del striaturri. En las
aves el -control del cuerpo estriado y del cerebelo está más acentuado, para
desembocar e~ -el predominio neto de Ja corteza motriz y del.haz piramidal
en los mamíferos. Por último, en el hombre, todos los sistemas están contro-
EVOLUCION FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO 47

lados por mecanismos frontales íntimamente relacionados con la actividad


psíqúica, que brinda a los movimientos unidad y orientación hacia un fin
prefijado. El cerebro actúa como órgano de integración después de haber
sufrido una reconstrucción estructural de los diferentes aparatos, en particu-
lar del sistema estriado.
Pasando del plano filogenético al ontogenético, de la evolución de la · es-
pecie al crecimiento del individuo, el desarrollo de la motricidad del recién
nacido y del lactante repite hasta cierto grado, para Gurevish, la filogénesis
y atraviesa etapas análogas. Afirma que el pallidum es el órgano i;notor süpe- .
rior, puesto que la.S vías estriadas y corticales no poseen todavía vaina. de
mielina, de aquí que los movimientos del recién nacido tengan carácter palli-
dal, sean en cadena, atetósicos, incoordinados y posean, como signo distintivo,
el reflejo de atrapamiento, el signo de Moro, los reflejos cervicales de Kleijn
y Magnus. Pronto, en la etapa de lactante, aparece ya la influencia del cuer-
po estriado, centr<J subcortical más organizado que ejerce acción reguladora
sobre el striatum y señala una regularización de los movimientos.
Para completar esta visión evolucionista y dinámica del problema de la
integración y maduración de los aparatos nerviosos en el sistema propio de la
especie humana, debemos acudir a Miécislas Minkowski, que para coordinar
los numerosos hechos observados en lo que se refiere a la elaboración del sis-
tema nervioso, acude también a la teoría de Jackson. Para éste, el sistema
nervioso se integra en una evolución que va desde los elementos y sistemas fi-
logenéticamente más primitivos de la organización neural a los ontogenética-
mente más recientes: neopallium o corteza cerebral. El proceso evolutivo fue
demostrado por el gran neurólogo inglés al observar el camino inverso, la
disolución de funciones por enfermedad, en la que desaparece gradualmente
el predominio de niveles nerviosos sucesivamente más arcaicos a rriedida que
progresa el mal. Minkowski agrega a este concepto el de localización cro-
nógena de Von Monakow: cada función deja de ser virtual para convertirse
en real en el mismo momeuto en que coincidan las evoluciones filo y ontoge-
nétiCas del sistema nervioso, esto es, cuando el desarrollo individual alcanza
cada una de las etapas por las que atravesó la evolución de la especie.

*
Para· unir l_os dos aspectos de la integración y maduración neurofuncional:
filogénesis y ontogénesis, Minkowski estudió los movimientos fetales de ani-
males de diferentes especies y encontró el automatismo muscular de los pri-
meros movimientos en los vertebrados no mamíferos. En los anfibios halló
que los movimientos del tronco estaban cronológicamente precedidos por mo-
vimientos de las extremidades, en especial . anteriores, y señaló que en éstos
.aparecen los primeros bosquejos del sistema nervioso como tal. En los mamí- .
feros Im¡ movimientos precoces de las extremidades aparecen a partir de la
-cuarta semana y se revelan simétricos y bilaterales; en la sexta ya son asimé·
tricos, arrítmicos y muy variados. Después, Minkowski llega· al hombre ·y
distingue cinco fases en la evolución neurofuncional del feto humano, las q'Je

..
48 PSICOLOGIA GENETICA

coinciden, de manera cronógena, con la evolución neurofuncional en las eta-


pas de la filogénesis.
19 Fase inicial o de motricidad aneural, en el feto de cinco a ocho se-
manas. Se caracteriza por movimientos precoces del tronco y de las extre-
midades, lentos, equivalentes al automatismo muscular de los primeros movi-
mientos en los vertebrados no mamíferos y en los dos casos de naturaleza
ideomuscular, sin influjo nervioso.
29 Fase de transición neuromuscular, en el feto de aproximadamente dos
meses. Los movimientos son lentos, a veces vermiculares, asimétricos, arrít-
micos, sin plasticidad y muy variables en la cabeza, en el tronco y en las
extremidades. Tanto la lentitud de estos movimientos como su carácter ver-
micular revelan la excitación propia de los músculos, si bien la variabilidad,
la irregularidad aparente y la tendencia a la generalización indican una acti-
vidad inicial, aunque incierta y discontinua, del sistema nervioso. Esta etapa
de la ontogénesis corresponde en la filogénesis a la estructuración neuro-
muscular de los anfibios, con acción bastante acentuada del cuerpo estriado,
tal corno observara Gurevish en los reptiles.
39 Fase fetal precoz o espinobulbar, en el feto de tres a cuatro meses. Los
movimientos se revelan más activos, más generalizados, de mayor amplitud
y plasticidad; son más rápidos, algo bruscos y a veces coreiformes. Los ·ele-
mentos del arco reflejo están desarrollados en la medula, donde, al iniciarse
el quinto mes, ya aparecen las primeras vainas de mielina en las raíces anterio-
res o motrices de los centros de inervación espinal, seguidas en breve tiempo
por la mielinización de las raíces sensitivas correspondientes. Desde el punto
de vista de la filogénesis, esta etapa ontogénica corresponde al estadio de las
aves, en las cuales Gurevish destaca que el control estriado y cerebeloso está
muy acusado.
49 Fase fetal media o tegmento-bulbo-espinal, en el feto de cuatro a seis
meses. Aparecen movimientos bien caracterizádos y rápidos, con coordinación
de los reflejos (plantares, diagonales, cervicales), además de fenómenos mo-
tores, movimientos respiratorios y evolución de la $ensibilidad. Existe influen-
cia manifiesta y neta de la medula alargada y del mesencéfalo sobre la me-
dula. El proceso de maduración nerviosa mue:::tra progresos notables en la
medula, cuya mielinización se prosigue en la medula alargada. Aparecen fi-
bras de mielina en la formación reticulada de la calota ( tegmentum) , del
bulbo y del puente. En la filogénesis, esta etapa corresponde al nivel de los
mamíferos primarios.
59 Fase fetal tardía o pallido-mesencéfalo-cerebelo-tegmento-espinal, en el
feto de seis a nueve meses. El estudio funcional de esta · fase está menos ade-
lantado de lo que se podría esperar. Es . de destacar la precisión creciente
de los reflejos, la primera intervención de los sentidos; ·la mielinizació.n pro-
!5fesa rápidamente en todos los sistemas subcorticales. En .los hemisferios cere-
brales sólo aparecen los prime•·os esbows de mielinización poco antes del
nacimiento en el área de la frontal ascendente y en la región parietal. Desde
el punto de vista de la ontogenia, este peóodo debe ser considerado como fase
EVQLUCION FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO 49

subcortical, pues la mayoría de las formaciones . subcorticales participan acti-


vamente en el funcionamiento nervioso, aunque . a veces únicamente sean in-
fluencias iniciales y lábiles; mot0r, ·sensitivo y reflejo. Este período, situado
en la filogénesis, repite el de los mamíferos, pero ya con acusada acción del
striatum, . que regulariza los movimientos.
Las fases sucesivas corresponden a períodos que siguen al nacimiento, y
e~ los cuales los mecanismos nerviosos se someten a una acción cortical cada
vez más acentuada. Reflejan la estructura nerviosa propia de los animales
superiores y destacan la. evolución cronógena, en especial del hombre. A partir
del nacimiento, la filogénesis cede en todos los campos ai la ontogénesis; ya no
se trata de una integración de sistemas, sino de una jerarquización de niveles
estructurales. En el mismo grado que estos niveles se integran funcionalmente
se establecen, con su predominio, las jerarquías respectivas. La integración
deja abierto el camino a la maduración, base innegable de la actividad psí-
quica superior.
-~

Después del nacimiento, la evolución de las funciones nerviosas y el desarro-


llo anatómico del sistema nervioso sigue, en líneas generales y salvo caracte-
rísticas peculiar~ que precisaremos, fa marcha señalada por el principio de
cerebración creciente. Mas a 'los factores antes indicados se suma la presen-
cia del estímulo, que desencadenando las funcio~s -anatómica y fisiológi-
camente posibles--- interviene como acelerador .·de procesos anatomofuncio-
nales que, de otra manera, hubieran sufrido una maduración más lenta, e
incluso frena en algunos niveles el crecimiento que antes fuera preponderante.
En efecto, la .vida del recién nacido prolonga en sus rasgos esenciales la del
feto . a término, pero señala una variante fundamental: la actividad senso-
motriz, cuyo valor gnósico y práxic:o está asentado en las. estructuras nervio-
sas superiores que preponderan, y cuyo ejercicio, debido a estímulos propios
del medio específico de la especie, señaia el tipo de actividad cerebral que
caracteriza al individuo. Si durante el procese> de la evolución fetal la dife-
renciación del desarrollo nervioso entre ·fetos humanos y de animales supe-
riores no alcanza a establecer un distingo funcional neto, es, precisamente,
porque a pesar de los matices motivados por situaciones genéticas diversas, la
especificidad del medio como fuente de estímulos no está diferenciada, es
común, y únicamente responde a cambios hematógenos y hormonales que en
su valor como estímulo únicamente se diferencian de una especie a otra
cuantitativamente, pero no· cualitativamente.
Basado en observaciones fisiológicas y clínicas, y en estudios anatómicos, en
particular sobre la mielinización, análogos por lo demás a los que realizara
en el feto, Minkowski, de Zurich, pudo distinguir en la evolución postnatal
varias fases que destacan y acentúan la intervención de los estímulos en rela-
ción con los niveles funcionales, y que señalan, por ser cada una un paso
adelante en la cerebración progresiva, la diferencia que. gradualmente im-
pulsa por caminos anatomofuncionales al cachorro humano y al de los ani-
P.sicologia genética.-'4.
50 PSICOLOGIA GENETICA

males superiores que le están más próximos en la escala zoológica, los monos
antropoides, para precisar mejor.
I. Fd.se del recién nacido o fase cortical inicial, que corresponde a las
seis u ocho primeras semanas de la vida extrauterina en los niños nacidos a
término. En primer lugar está caracterizada por la mielinización de los he-
misferios cerebrales que, después de un esbozo en los "campos primordiales".
antes del nacimiento, progresa ahora rápidamente y en un orden determinado.
Como observara Flec4sig, completa los "campos primordiales" y se propaga
a los "campos intermedios". Desde el punto de vista funcional resalta un
comienzo de influencia de la corteza cerebral sobre las estructuras y funciones
subcorticales y espinales, en particular de la corteza de la región motriz sobre
los movimientos y los reflejos de las regiones sensitivas y sensoriales sobre la
evolúción de la sensibilidad, que inicia en base de la maduración y actividad
de los estímulos ambientales su pasaje de la etapa protopática a la epicrítica.
II. Fase del lactante o córtico-subcórtico-espinal con preponderancia sub-
cortical, que corresponde al período que va de las seis u ocho semanas de vida
postnatal hasta el año. Es. un período caracterizado por movimientos - ~e pata-
leo, coreiformes, atetósicos o espasmódicos, por reflejos de postura, de orien-
tación, de locomoción, de defensa, etc., y por un predominio neto de la
forma dorsal del reflejo plantar, con signo de Babinski fisiológico. En lo
que a la anatomía respecta, durante esta fase la mielinización adelanta mucho
más rápida,mente en las diferentes regiones y vías · subcorticales o extrapira-
midales que en el haz piramidal. En los hemisferios cerebrales, la mieliniza-
ción progresa rápidamente en los campos donde antes comenzara y se extiende
a nuevas áreas, a los "campos terminales" de Flechsig.
III. Fase de transición, que se inicia hacia el fin del primer año o co-
mienzos del segundo, y cuya duración varía entre algunas semanas o meses.
La acción de la corteza cerebral comienza a prevalecer sobre .los sistemas sub-
corticales. El reflejó plantar es índice de esta evolución, ya que gradualmente
adquiere su forma definitiva normal, que alcanza hacia los dos años en el
niño y se continúa en el adulto; el signo de Babinski deja de ser fisiológico
y únicamente aparece como expresión de retraso en la maduración o de in-
volución patológica.
IV. Período córtico-subcórtico-espinal con predominip cortical. A partir
del segundo año de vida comienza este período, que dura hasta la vejez. La
evolución de las funciones mentales en esta etapa se la puede definir como
el conjunto de las fases ulteriores del niño, del adolescente y dél adulto, que
estudiamos en este libro. Su interacción se caracteriza por el desarrollo suce-
sivo de los movimientos aislados, de movimientos de dexteridad, del lenguaje
y la escritura, de formas superiores de sensibilidad, reflejos condicionados,
funciones mnémicas y asociativas, etc. Desde el punto de vista de la locali-
zación anatómica, este período está caracterizado por el desarrollo progresivo
de las funciones superiores de la corteza cerebral y por la afirmación ·del
papel dominante que estas funciones nerviosas deben desempeñar superpo-
niéndose completamente a los factores subcorticales y espinales. Funcional-
EVOLUCION ;F u :NCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO 51

mente este período es neta y exclusivamente humano; la _posición erecta, la


mano con capacidad instrumental, el lenguaje articulado, representan las
últimas conquistas filogenéticas que desembocan en la especie Romo, y apun-
talan el pensamiento abstracto, característico de nuestro género, a través de
nuevas estructuras y funciones cerebrales.

*
La superioridad del hombre, la diferencia que entre él y los demás animales,
incluso sus m ás próximos antecesores hominidas, establece el calificativo de
sapiens, la debe únicamente a un órgano, el cerebro, que sin ser extr~odina
en su constitución anatómica o fisiológica, en las que nada fundamental se
a grega a lo que existe en la medula espinal o en el cerebro animal, pone en
actividad tal número de conexiones neuronales y son tantas las reservas fun-
cionales de sus 12 o 14 mil millones de células, que es capaz de permitir la
adecuación más delicada, más compleja y de mayores alcances para el indi-
viduo y la especie. El pensamiento, traducible en praxis cuya acción cambia
Jas circunstancias -renueva, transforma, crea o anula estímulos- y, dialéc-
~ment, éstas condicionan nuevas formas de la gnosis, la transformación
de lo cuantitativo en cualitativo, de lo concreto en abstracto, y viceversa, en
ambos casos, la creación de una sociedad histórica, la capacidad de producir
~gún fines y no necesidades, son características que únicamente el cerebro
~umano hace posible. ·
Sería pueril, sin embargo, confundir la actividad cerebral con la mente,
1-Jentificar la función -cuantitativa- con el pensamiento --cualitativo-- ;
llratar de encontrar en el cerebro conciencia, voluntad, recuerdos, ideas, querer
fK:Plicar lo fisiológico por lo psicológico, da por resultado un psicologismo tan
f11!opomórfico como falso, amén de demostrar una ceguera de método y
lógica que reduce las causas a los efectos, y únicamente permite invocar el
lamino del creacionismo con desmedro de la investigación neurofisiológica y
i=s<:onocimiento del dominio propio de la psicología. Todos los progresos de
la n eurofisiologfa y de la psicología modernas se han logrado gracias a este
~damiento que, no obstante, hace que ambas ciencias se eleven confron-
lindose. Los procesos neurofisiológicos son estudiados en relación con su valor
lficógeno ; los psicológicos, asentados en su base neurofisiológica. Las tenta-
lhas por edificar una psicología profunda sin base orgánica o a lo sumo de
llllR organicidad difusa, como las de arrancarle toda preocupación de inte-
!1-ídad, asimilando reacciones nerviosas a estímulos exteriores idénticos, ~an
lfll>alado, respectivamente, por el tobogán del psicoanálisis y del conductismo,
~do en una psicología ilusoria del individuo-conciencia como célula ais-
llllda o del individuo-acto reflejo. En ambas corrientes se reduce al mínimo el
tq>el del cerebro, y se consideran los centros o aparatos nerviosos como sim-
llks estaciones de enlace, núcleos de encarrilamiento automático de estímulos
pspuestas. Por el contrario, todos los progresos modernos de la neurofis}o-
~' a partir de Sherrington, Pavlov y Lapicque, así como de la psicología
9-ética, han valorizado considerablemente los centros nerviosos como órga-
52 PSICOLOGIA GENETqJA

nos de integración que poseen autonomía y espontaneidad, y la noción sim¡:4


de reflejo que desde Descartes y Willis ·presidía el estudio de la función nel'll
viosa, ha llegado al concepto complejo y dinámico de . reflejo condicionatlj
asentado por el · pavlovismo.
El método de Pavlov, acusado tantas veces sin análisis heurístico de cm111
cepción mecanicista simplista, tiene por el contrario el valor de permitir
análisis de los complicados procesos de excitación e inhibiCión que en el c.c-
rebro modifican el curso de los reflejos condicionados, 'y esto mu.cho anta!
que la electrofisiología permitiera una verificación directa. Gracias a· la ol:Q
de Pavlov, que··a partir de 1950 recibió un aporte consagratorio con la ªP'lt
rición de la microelectrofisiología cerebral, que al decir de Chauchard es al
rmsmo tiempo una electrofÚiología cerebral del comportamiento, va~os COIJlllt
prendiendo los procesos nerviosos tanto en . el plano analítico como en el s-
temático, y escapamos de presupúestos metafísicos para asir los elementos
una psicobiología esencial de lo real humano. ·
Razonamiento, conciencia, actividad volitiva y gnósica, . dep~n de -
sinergia funcional de la capa de sustancia nerviosa gris que cubre exteriam
mente los hemisferios cerebrales .Ó cerebro propiamente dicho, llamada corte:llll
cerE-bral . o neopallium. Las neuronas o células nerviosas independientes de _
corteza forman a través de sus prolongaciones o fibras nerviosas una inextd
cable red que comporta inm~erabls interconexiones por medio de punut
de contacto llamados sinapsis, constituyendo un todo funcional que a pesar di!
su anatomía e histología · comunes permiten distinguir zonas y capas caractal
rísticas. En cuanto a la capacidad de funcionamiento, la corteza cerebral Illl
la encuentra en ella misma, debe ser excitada, activada, y esta activación C11
de carácter reflejo, provocada por estímulos internos o externos, protopátiatl
o epicríticos, transmitidos por los sentidos a través de fibras sensitiyas y sensil
riales. La actividad sensorial desencadena pulsaciones nerviosas que se :PC8'
pagan al nivel de las S>inapsis y por i.n termedio de cambi()s fisicoquimicot
cuando tales estímulos faltan en absoluto, son debilísimos o se repiten ccf
marcada insistencia, se irradia a través de la corteza una onda de inhibicióe
neurónica que constituye el sueñ~. También sabemos que aparte del estímull
sensorial directo, la activación de la corteza depende de otras estructuras ceo,
rebrales. En la base del. cerebro, por ejemplo, está la formación reticu13111
verdadero centro de la vigilia y del sueño, que forma con los estímulos SeDi
soriales especie de reservas y que actuaría como mecanismo regulador
armonizador de la corteza. Junto a esta formación están los núcleos ~
centrales: cuerpos estriados, tálamo e hipotálamo, tres núcleos de sustanc:il
gris que con la corteza coordinan el comportamiento. Su ausencia no alteQI
los reflejos coordinados, pero el ir¡.dividuo carece de iniciativa, la conducit
tiende únicamente a la satisfacción de necesidades vegetativas y la afectiv ~
desaparece. Es verdad que los procesos intracorticales son los responsahlll
directos del psiquismo, y que resulta imposible en la práctica disociar el fUJll
cionamiento de los centros basilares, que si bien no intervienen en la marchil
de psiquismo verdadero están necesariamente en su génesis.
EVOLUCION FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO 53

En la escala animal, la importancia funcional de los centros subcorticales -


disminuye con el grado de· "cerebración" y aumenta en razón inversa de
ésta. Tanto · en el hombre como en los monos, los centros de la base tienen
mayor complejidad que en los demás animales inferiores, pero no pueden
asegurar las funciones que les son propios en ausencia del neopallium. En el
perro, el gato, la ablación de la corteza no perturba el comportamiento ins-
tintivo y afectivo elemental regulado por los núcleos grises centrales, y cuanto
más inferiores son los a.nimales, por ·debajo de los mamíferos que ostentan
como· privilegio un neocortex, nos encontramos aquellos en los cuales la cor-
teza está casi ausente, reducida a núcleos olfativos como en los peces y ba-
tracios, a · ganglios cerebroides como en los invertebrados --cefalópodos e
ins~to sociales en pa¡ticular. El psiquismo animal, cualesquiera sean su grado
y apreciación que del mismo se haga, está siempre en relación con el fun-
cionamiento de la parte · del sistema nervioso filo y ontogénicamente más
desarrollada ~n su especie.
·Si a primera . vista pareciera que el viejo sueño de la frenología, de en-
co~tra en el cerebro lo psicológico mismo repartido, encasillado en zonas
precisa,s, estuviese a punto de cumplirse en la medida que adelanta el cono-
cimiento de. las funciones cerebrales, pronto descubrimos que aunque centros
sensoriales y gnósicos, motores y práxicos, tienen la localización global que les
fuera atribuida, sus funciones dependen del conjunto, de la sinergia de las
interconexiones neurónicas. La delimitación topográfica, llamémosla localiza-
ción, zona q área, . es pura y exclusivamente de neuronas psicomotoras o de
puntos a los que llegan fibras sensoriales derivadas de neuronas corticales.
Hablar de un cerebro instintivo y afectivo, de un cerebro noético (inteligencia
y lenguaje), .de un cerebro prefrontal (inteligencia suprema y unidad), refi-
rténdose, respectivamente, al rinencéfalo, a la mayor porción de la cara externa
de 'los hemisferios, y a la parte anterior del área frontal por delante de la
zona . motriz, es establecer una . gradación filogenética de la importancia de
las funciones, pero de · ninguna .manera delimitar categorías funcionales psí-
quicas estrictas;
El hombre no es sapiens por algo que existe materialmente en el cerebro,
por una estructura determinada, anatómica, fisiológica o funcional estudiable
en el encéfalo en reposo o bajo loo electrodos, sino por el funcionamiento en
pxmjunto y sinérgico de cada neurona o grupo de neuronas reunidas en apa··
ratos y en relación con · el Juncionamiento de la corteza. Cuando excitaciones
o lesiones localizadas desencadenan o inhiben comportamientos complejos no
se alcanzó el "centró"" la "localización", el "grupo neurónico", única y ex-
flusivamente responsable de tal comportamiento, sino que se trata de un
punto crucial y por lo mismo electivo de los- circuitos neurónicos complejos
IJUe aseguran la función cerebral. Se trata de puntos que por su origen filo-
~ético o sus conexiones sirven especialmente de coordinadores de determi-
flladas funciones psíquicas.
Considerado en sú estructura anatómica, el cerebro representa únicamente
(losibilidades que se revelan por activación, ya sea debida a cambios de ero-
54 PSICOLOGIA GENETICA

naxias en el nivel sináptico, a ondas de influjo nervioso que van de uno


otro ·conjunto neurónico, a puntos de "excitación estancada", para vale
de una expresión pavloviana, pero que en última instancia .siempre· son a
vadas, desencadenadas, provocadas por estímulos provenientes de los re
tores sensoriales. La inteligencia viene del medio exterior a través de loo Selll
tidos. Todavía más, _el desarrollo final del proceso embriológico de las est~
turas cerebrales depende de la activación funcional: un mono joven cu
párpados fueron cosidos al nacimiento, tendrá una atrofia definitiva de demll
minadas capas neurónicas occipitales que lo convierten en ciego para siem
Los estímulos sensoriales engendran el pensamiento; aunque loo que lle
a la medula y al cerebro son idénticos, loo resultados varían por el pro
de utilización que ocurre en ambos centros. La médula. los encauza por . '
preestablecidas y siempre la relación causa-efecto depende de la intes~
y es previsible. El cerebro no los deja actuar pasivamente, sino que los detieul
concentra, anula, suma, encauza según circunstancias que dependen de
propio estado, ya sea sensibilidad humoral innata, ocasional, cambios físi
químicos, experiencias anteriores que a través de los estereotipos dinámicos
esquemas espacio-temporales conducen los estímulos a través de ligazo
de aiguitlages totalmente diferentes. El cerebro actúa por reflejos condi •
nados, pero no los difunde automática, pasivamente, sino que interla~
nándolos crea categorías superiores, complejas; los modifica activamente
introduce así en el comportamiento de la conducta personal la respu
unívoca que revela la capacidad individual para resolver nuevos problei4
que llamamos inteligencia.
CAPITULO IV

ORGANISMO, MEDIO Y PSIQUISMO

Sinergia funcional y equilibrio orgánico. Influencia del pasado: especie e


individuo. Cuestiones generales de adaptación. Adaptación mental del indi-
viduo y de la especi.( al medio natural y social.

Toda conducta organizada refleja una doble faz: sinergía funcional y


equilibrio orgánico, aspectos que representan la unidad intrínseca de órga-
nos, aparatos y sistemas, asentada en correlaciones específicas propias y en
el mundo externo. Esto implica, como asentara por primera vez y definitiva-
mente Claude Bernard, que el análisis no es el único trabajo_ del biólogo, y
del psicólogo añadimos nosotros, sino que cuando han encontrado un meca-
nismo o una función elemental deben volver a colocarlo en el seno del todo
para observar, con visión sintética, su papel en el conjunto. En el plano psi-
rológico, conocer la mente corresponde a una rama específica, la psicobio-
logía, de la que resultan múltiples aspectos: investiga las estructuras y funcio-
nes de donde emerge, establece para las correlaciones anatómicas y funcionales
grados de importancia en relación con el fenómeno mental. Del análisis, etapa
pbligatoria en la búsqueda de individualidades elementales, pasa a Ja síntesis
que señala el parentesco de esas individualidades dentro ele la especie y a
través de la ontogenia. Destaca así las variaciones, tanto en los elementos
como en la arquitectura, y señala el continuo proceso de integración que, como
llriéramos al estudiar la evolución funcional del sistema nervioso (vid. capítulo
ID), se realiza por el sucesivo predominio de estructuras que varía la im.
ptancia de las relaciones psicofisiológicas y tiende a establecer la sinergia
..-Vpia del organismo adulto que, en nuestro caso, prescribe la especie Hamo.
En psicobiología, c'omo en anatomía comparada, ·rige la tesis fundamental
que proclamara Vicq d'Azyr, y adaptara Cuvier, la ley de correlación de las
farits del organismo. Los órganÜs no . son entidades aisladas, no funcionan
de manera separada, sino que representan partes de complejos orgánicos
fvientes, con definidas relaciones mutuas fundamentales y típicas para el
..00.o de vida del animal dado. Aplicada al hombre, y en lo que a lo psico-
~co respecta, esta tesis se cumple tanto en las etapas auxológicas (vid. capítu-
JI) como en la evolución funcional del ·sistema nervioso, donde desemboca
en la división clásica de sistema neurovegetativo y sistema cerebroespinal,
1fUe reproduce con las debidas correcciones las antiguas ideas · de Aristótele5
labre el alma sensitiva de los animales, y la sensitiva y racional del hombre.
55
56 PSICOLOGIA GENETICA

De aquí se deducen dos principios fundamentales, el de la subordinación y


el de las condiciones de existencia; según el primero, órganos y sistemas resul-
tan para la vida del organismo unos dominantes y otros subordinados, de tal
manera que las cualidades de los órganos, en cuanto a su significación psico-
génica, no son iguales, y en cuanto a los dominantes varían esencialmente
dentro. de la filogénesis e inclusive ontogénesis. El proceso de cerebra¿ión
progresiva señala el primer aspecto filogenético, el desarrollo de los campos
de mielinización el segundo ontogenético.
ta individualidad del organismo pluricelular no está, sin embargo, ase-
gurada por la correlación de las partes, ni por el proceso de subordinación
que en última instancia tiende a la formación de un medio interior, cuya
autonomía e independencia de circunstancias externas está asegurada en ma-
yor grado cuanto más evolucionado es el organismo. En el hombre, regulacio-
nes humorales, endocrinas y nerviosas del sistema simpático aseguran la
armonía de conjunto, pero resultan factores subordinados porque todas . esas
regulaciones están bajo control de centros superiores, los núcleos del hipotá-
lamo, que por intermedio de la hipófisis regulan la armonía de las constela-
ciones nerviosas y humorales. En efecto, en los seres superiores las partes del
organismo no solamente están coordinadas entre ellas de manera equilibrada,
sino que también lo están con el medio externo. La ley de las condiciones de
existencia, en cuya base se encuentra el principio aristotélico de "causa fina-
lis", representa. esta última correlación, que en lo psieobiológico se realiza a
través del sistema nervioso superior que es fisiológica y funcionalmente acti-
vado por los estímulos sensoriales. En el hombre, el cerebro es el órgano del
psiquismo, del comportamiento superior de relación, . y centro integrador de
todas las funciones que representan la sinergia de óiganos y aparatos, así
como del equilibrio orgánico con el medio externo. Carácter . dófninante por
excelencia, el cerebro o, mejor dicho, sus posibilidades psicogénicas son la base
de clasificación de las especies humanas, que agrega la caraéterización de
sapiens como hito del desarrollo mental alcanzado por el hombre.

*
Aunque el camino que va de una a otra etapa eri la evolución se nos pre-
sente a primera vista como esencialmente biológico, lá transformación que
lleva de una especie a otra, 'y en el caso particular humano· del homi:nida pri-
mitivo al Horno faber, y posterionnerite al sapiens, revela la acción distintiva
de condiciones exógenas, propias del medio externo. Desconocemos parte de
las fases del proceso de humanización, :Pero aunque dispongamos de unos
pocos hechos aislados, resultan bastante significativos y permiten bosquejar
la "gran aventura" del animal que comienza a abandonar la marcha en cua-
tro patas, y erecto el cuerpo, la cabeza erguida, adelanta unos miembros
anteriores que han de ser sígno distintivo, junto con la marcha bípeda y el
lenguaje, de su género.
Desde· los comienzos de la vida, incluso antes de haber adquirido una
estructura definitiva, el animal soporta un verdadero "modelamiento" por
ORGANISMO, MEDIO Y PSIQUISMO 57

parte del medio. Su constitución limita, en algunos aspectos, reacciones que


podrían originar una diferencia marcada de individuo a individuo, y mantiene
la continuidad del tipo específico dentro de límites que determinan la siner-
gia funcional y el equilibrio orgánico. Pero sabemos que el estímulo es con-
dición esencial para lograr el máximo de desarrollo de órganos y funciones,
y evidentemente las características de éste varían dentro de. un amplio ·margen
p or completo ajeno a las posibilidades receptivas del organismo. Circunstan-
cias por entero ajenas al fenómeno biológico imponen condiciones que, de
una manera u otra, representan una disminución o elevación de determinados
estímulos, incluso la desaparición de algunos y el surgimiento de otros.
Sin duda caeríamos en un finalismo pueril si creyéramos que únicamente
!as circunstancias actúan como remodeladoras de formas y funciones, pero de-
bemos ceder a la evidencia de que profundas transformaciones dependen, pre-
cisamente, de esa acción que en cada uno de sus cambios actúa con singular
constancia. No es Ótra la condición del psiquismo; los órganos cerebrales
han adquirido una acción psicógena, pero, a diferencia de las glándulas, no
son responsables únicos de su producción. La mente sólo tiene de cuantita-
tivo la posibilidad de realizarse a base de determinadas funciones, pero el
material que elabora rio es propio, sino recibido a través de los receptores
sensoriales. Toda excitación está seguida por una reacción que se acentúa
o atenúa con la repetición y que señala a partir del tropismo la génesis de la
afectividad. En efecto, la reaéción que sigue a todo estímulo es, objetivamente
considerada, una respuesta de adaptaci6n, esto es, . una manera de mantener
el equilibrio entre medios interno, orgánico y ~edio externo, natural o social.
Medida en sus alcances biológicos, está representada por patrones. cuantita-
tivos, que de individuo a individuo apenas ofrecen una variabilidad aprecia-
ble. La uniformidad de la: reacción está en razón directa con la primitividad
del mecanismo biológico e inversa a su complejidad creciente, según líneas
evolutivas más perfeccionadas. En la misma medida que progresa el proceso
de cerebracióri, la indiviciualidad reactiva se acentúa y la reacción se produce
ante estímulos menos acusados o más indirectos. Psicobiológicamente están
presentes los primeros rudimentos de la afectividad, lo agradable o desagrada-
ble aparece condicionado por la respuesta. Recordemos, para no pecar . ni
siquiera en apariencia de antropomorfismo, que lo agradable o desagradable
representan tanto én el infusorio como en el hombre un estado de equilibrio
o desequilibrio .de los medios internos en su mutua relación y en relación
con el medio externo.
Toda explicación dd origen de las emocio?es (vid. cap. VIII) reposa
precisamente en un estado de equilibrio que, . ya sea humoral con Cannon,
0 de tono nervino con Wal.lon, tiene en su base la relación respuesta-estímulo.
Cuando el estíi;nulo supera el nivel de la respuesta o se repite con insistencia
que termina por estereotiparla llevando al máximo lás respuestas que procu-
ran un equilibrio sin lograrlo, aparece lo que cualitativamente y bajo forma ·
de p~nsamieto expresamos como desagrado; así, cuando entre estímulo y
respuesta 5e alcanza un equilibrio, tenemos lo que cualitativamente llamamos
58 PSICOLOGIA GENETICA

agradable. Las gradaciones de la afectividad que se desarrollan en relación


con los procesos filo y ontogenéticos del desarrollo nervioso representan, mer-
ced a la acción ,de niveles nerviosos más complejos y menos estereotipados en
sus funciones, posibilidades de variación cada vez más amplias. Tanto el para-
mecio que se retira del lugar donde se eleva Ia temperatura del agua, o sigue
la marcha de la luz sobre la misma, como el hombre que huye aterrorizado
de un incendio o se extasía ante una puesta de sol, reaccionan fundamental-
mente en razón de la misma búsqueda de equilibrio entre el medio interno y
externo; claro está que la diferencia cualitativa es inmensa, precisamente por
íos niveles de integración en juego y por el fenómeno del psiquismo. El "des-
agrado" y el "agrado" del paramecio están representados por índices de pre-
sión, temperatura, fluidez de humores, en tanto que el miedo y éxtasis del
hombre llevan incorporados valores que representan la estructura psíquica
creada a través de la interacción individuo-medio social. Por supuesto, no
unificamos la conducta celular y la humana, ni siquiera vemos en la segunda
una reacción directa a circunstancias externas como quiere el conductismo,
:>ino que señafamos el común patrón filogenético de las reacciones básicas de
animales y de hombres, reacciones que evolucionarán después y' a través de la
integración social, en este último, hacia el plano de la vida afectiva que será,
no obstante, siempre el primer eslabón -a base del agrado y desagr~
del desarrollo mental del niño (vid. cap. V).
Simple o compleja, ya sea la reacción animal apenas un cambio fisico-
químico del equilibrio interno como en el paramecio, o alcance las infinitas
posibilidades de la afectividad humana, no basta para explicarla la doble
componente individuo-medio. En la medida que el animal, incluido el hom-
bre, siente. o piensa, actúa, lo hace con todo su organismo y en relación con
el ambiente presente. Mas ese organismo y ese ambiente no son creación
ex nihilo, proceden de otros, y en la sucesión han sufrido cambios que a su
vez repercuten en la reacción. El pasado de la especie como el pasado del
medio están siempre vivos y presentes en la conducta actuaL Esta presencia,
observada tantas veces por investigadores apasionados, ha sido, sin embargo,
muy poco tenida en cuenta hasta nuestros días por biólogos e historiadores.
El determinismo en biología y en historia -natural y humana- terminó por
señalar una repetición cuya constancia explicó la teoría de la inmutabilidad
de los instintos y fa suposición de condiciones orgánicas múltiples y precisas.
Para cada especie se acepta la condición de estructura y desarrollo sine qua
non de . determinados aparatos: acuidad visiva, olfativa, auditiva, cuyas posi-
bilidades se repiten de generación en generación imponiendo siempre el mis-
mo límite, obligando á las mismas e invariables reacciones. La noción de
instinto con su concepto de rigidez, de invariabilidad, de repetición mecánica
sin importar las circunstancias en que se realiza la acción ni el pasado que la
1
prescribe o moldea al medio, ha terminado en bancarrota frente al enfoque
psicogenético en psicología y evolutivo en .biología. Las condiciones orgánicas
primarias se revelan insuficientes para explicar la conducta básica de los indi-
viduos como revelan el amaestramiento y el aprendizaje. El amaestramien-
ORGANISMO, MEDIO Y PSIQUISMO 59

to, al establecer nuevos reflejos condicionados, puede acrecentar, por ejemplo,


la acuidad auditiva de los peces; las abejas pueden ser llevadas a reconocer
figuras geométricas que están fuera de sus posibilidades visivas usuales, y
sería repetición inútil referirnos a lo que puede el aprendizaje en el hombre,
en especial a través del niño.
Fácil es comprender que el ser vivo no es una máquina idéntica a sí
misma e independiente de su funcionamiento. No caer en la cuenta de esto
y considerarlo lisa y llanamente predeterminado anatómica y funcionalmente
en todos sus aspectos es destruir por la base la razón de la evolución mental
que lleva en el individuo y en la especie del acto al pensamiento, descuidar
sobre todo el delicado problema de la inteligencia. En experiencias seleccio-
hadas el fisiólogo y el psicélogo pueden demostrar la constancia de los reflejos
y de sus series, pero, como prueban los trabajadores de la escuela pavloviana, no
existen para el caso esquemas rigurosos en condiciones psicobiológicas nor-
males. La posibilidad de condicionar reflejos, de asegurar su estabilidad, de
crear inhibiciones corticales, de extinguirlos, aumenta con la complejidad del
sistema nervioso y resulta infinita en cuanto a respuestas y condicionantes
en el hombre, tanto en la vía experimental como en las condiciones corrien-
tes de la vida en sociedad.
Antes de nacer, todavía más cuando aún el embrión no tiene su estruc-
tura definitiva, el ser vivo está sometido al dominio del medio. La . constitu-
ción límite, posibilidades psicógenas, motrices, están señaladas a t~avés de la
herencia (vid. cap. XI), biológica y psicológica, por huellas en la materia
viva. Si una misma excitación se repite de generación en generación,
la reacción consecuente se facilita o dificulta; tal es el caso de las ratas
criadas por Pavlov, que de padres a hijos requerían siempre menor número
de aplicaciones del condicionante para establecer el reflejo condicionado. Tal
es el hecho fundamental de la herencia de los caracteres psíquicos, del psi-
quismo mismo. Representa la expresión cualitativa de dos fenómenos cuanti-
tativos: excitación-reacción, pero en este juego dialéctico la síntesis, la mente,
tiene valor relativo e histórico. Relativo, puesto que depende en su expresión
de estímulos perfectamente determinados por las circunstancias; histórico
porque en lo biológico trae como posibilidad la capacidad funcional que pre-
determinan estructuras heredadas y que desarrollarán estímulos nuevos en
los antepasados. Además, la función se desarrolla y perfecciona en relación
con los estímulos, que varían con el medio. En lo que respecta al hombre,
que ha prolongado sus reacciones a través de la acción instrumental de las
manos, y a éstas por herramientas y máquinas, las relaciones con el medio
son muchísimo más variadas. El medio humano cambia constantemente por-
que cada generación lo transforma. Una diferencia tajante entre animal y
hombre está en que las circunstancias configuran a ambos, pero el hombre
es el único capaz de modificarlas o de crearlas.

*
En todo proceso de adaptación encontramos un optimum que representa
el conjunto de los valores individuales y sociales, y de los ~lemntos del am-
60 PSICOLOGIA GENETICA

biente, en razón de los cuales la adaptación del individuo y del grupo se


realiza mejor.
Este concepto, cuya importancia los botánicos fueron los primeros en
comprender y que llaman efamorsis, según la denominación propuesta por
Vesque, designa un estado de equilibrio entre los caracteres somáticos y fun-
cionales, · y los recursos y caracteres del medio. La realización de la efamorsis
supone una cierta estabilidad del medio y del grupo. Antes que una especie
alcance el optimum que asegura condiciones viables de supervivencia, se
requiere un proceso a través del cual la incorporación del tipo social o de grupo
se integra por· completo en el tipo individual, proceso que se cumple con
mayor intensidad y más acabadamente en relación directa coh el nivel en
la escala zoológica; esto es, cuanto más. inferiores los seres vivos, mayor la
uniformidad de caracteres .entre individuos y grupo. '
El Romo sapiens ~eprsnta una gran especie, como la llaman los natura-
listas, que se compone de grupos aparecidos ·en épocas diversas y en el inte-
rior de los cuales todavía hoy se distinguen formas arcaicas y progresivas,
caracterizadas por procesos de adaptación biológica y cultural muy dispares
induso en medios geográficos de gran similitud. Esta disparidad se explica
psicológicamente por el hecho de que el pasaje del acto al pensamiento, del
hominida al hombre, representa el salto de la actividad vegetativa a la cog-
noscitiva y, contemporáneamente, .una pérdida de la estricta adaptación bio-
lógica a las circunstancias ambientales, que pasa a producirse en niveles más
plásticos, menos rígidos y estables, éomo son los mentales. En efecto, cuanto
m~nos . inteligente es la conducta del animal, más estabilizados son los patro-
nes de la misma y, correlativamente, está menos desarrollado el sistema ner-
vioso superior. En este sentido, los insectos resultan los organismos más afor-
tunados en la lucha por la existencia, puesto que abarcan más de las dos
quintas. partes de los 2.500.000 especies existentes; las hormigas solamente
involucran 3.500 de esas líneas. , El estudio de estas últimas revela un doble
fenómeno: como grupo muestran gran plasticidad adaptándose a circunstan-
cias muy diversas, pero dentro de la especie existen castas con una constitu-
ción bien definida, con capacidad únicamente para tareas rígidamente cir-
cunscriptas. Las adaptaciones de la especie están determinada.s por factores
estables ~genéticos, de nutrición, temperatura, etc.-,-,. pero dentro de ésta
los individuos carecen de toda posibilidad de variación, ·de modo que la
actividad queda prescrita por la estandarización de la. colonia· y nunca por
los intereses o capacidades de . los individuos, genéticamente prefijados. El
sistema nervioso de los ·insectos enseña que los reflejos determinantes de la
conducta ·con tan exacto determinismo están controlados por una rígida dis-
posición funcional, la misma en todos lo~ individuos de la casta, que cierra el
paso a. cualquier proceso de adaptación diversificada. Son líneas filogenética-
mente terminadas ..:.:.según la ·expresión de Jeannel- cuya supervivencia está
asegurada únicamente por una enorme fecundidad que compensa dentro del
equilibrio ecológico las grandes pérdidas de individuos a que da lugar la
conducta estereotipada que les es propia.
ORGANISMO ; MEDIO ·Y PSIQUISMO 61
..-<
Si de los invertebrados pasamos a los vertebrados, encontramos, a medida
que éstos se elevan en la escala zoológica, diferencias cada · vez más funda-
mentales. En los invertebrados los cambios adaptativos son cambios dd grupo
como comunidad, que han terminado en una especialización funcional de
los individuos con órganos que los dividen naturalmenté en castas y cuya
acción instrumental es nula fuera de la actividad comunitaria: abejas y
hormigas recolectoras, ponedoras, etc. Estos cambios individuales vedan toda
posibilidad de supervivencia aislada de los individuos y solamente aseguran la
subsistencia del grupo. Ningún Robinson Crusoe abeja u hormiga podría
vivir aislado de sus compañeros. El individuo es un engranaje en la actividad
adaptativa del ,grupo, subsiste y se adapta en función de éste. Si de la función
pasamos a los órganos de adaptación por excelencia, al sistema nervioso, des-
cubrimos que su plan es similar en invertebrados y vertebrados, . pero con
modificaciones cuantitativas y cualitativas que se revelan sorprendentes en
la adaptación a los diversos modos de vida, para culminar con la estructura-
ción y funciones de la corteza cerebral. La paleontología revela que de rep-
tiles primitivos desaparecic!.os partieron dos líneas .evolutivas divergentes; una
condujo a las aves, y la otra a los mamíferos actuales. Ambas líneas se carac-
terizan porque la porción peduncular de los hemisferios cerebrales aparece
extraordinariamente desarrollada1 . pero con la diferencia de que la cm::teza
cerebral que la cubre es apenas notable en algunas especies, más conspicua
en otras; inferi9r en las aves, superior en los mamíferos, y extendiéndo.se, di-
versificándose en éstos a medida que pasamos de los inferiores a los supe-
riores.
El desarrollo. y diversificación de la corteza cerebral en los vertebrados
está en dir~ta relación con ' 1a estructura corpórea y el grado de adaptación
a las circunstancias biof6ricas. La fábrica ··corpórea . de los pájaros ofrece un
grado de especialización más acentuado que el de los mamíferos, y en co-
nexión la porción peduncular de los hemisferios y las estructúrás del tálamo
están mucho más diferenciadas. Estas estructuras se encuentran en directa
relación con el control de los reflejos innatos y las reacciones organoafectivas,
componente que en las aves es más patente que en otros animales. Esta cere-
braCión progresiva, que abre un abismo entre invertebrados y vertebrados,
pone de manifiesto un nuevo tipo de adaptación al medio ambiente. Las
especies de aves, sin ser tant;¡i.s como las de insectos, son numerosísimas y se
ada,ptan a una muy amplia gama de condiciones ambientales. Tal adapta-
ción procede en sus lineamientos generales de la misma manera para ambas
líneas, realizándose a través de la especie, pero el pájaro como individuo
revela una capacidad para resolver nuevas dificultades, esto es, inteligencia,
superior a la del insecto. Sus "experiencias personales", o dicho sin presu-
puestos antropomórficos, sus reacciones como unidad organopsíquica, y no
como unidad psicosocial, son más ricas, más variadas y menos uniformes.
Los mamíferos poseen un grado elevado de cerebración; la corticalización
de los hemisferios cerebrales aumenta en relación directa con el nivel evolu-
tivo y señala en cada escalón una conducta de carácter cada vez más indivi-
62 PSICOLOGIA GENETICA

dual, menos spmetida a la plasticidad adaptativa de la especie y que reposa,


por consiguiente, en la capacidad del individuo para variar las circunstancias
que lo rodean. La acción inteligente desplaza gradualmente al factor genético
en el papel adaptativo y culmina con la praxis, que da lugar a la ubicuidad
de la especie humana.
*
La especie humana está repartida en todo el globo, aunque todavía se
discute de áreas geográficas más o menos favorables para el desarrollo del
hombre. Sin duda el medio físico ejerce innegable influencia sobre la evo-
lución de las especies, pero en lo que al psiquismo humano se relaciona,
nuestro bagaje de conocimientos es todavía pobre. Sabemos que se observan
variaciones de intercambios osmóticos con la carga eléctrica del medio, que
d comportamiento de animales varía según sea positivo o nega:tivo el campo
eléctrico atmosférico. Los hombres se deprimen cuando el gradiente es nulo;
la electricidad positiva excita el simpático, el aumento de iones positivos eleva
la cronaxia de los nervios motores y sensitivos, así como su umbral de recep-
tividad. La actividad sexual de la rata se acrecienta por absorción prolongada
de aire ionizado negativamente. En el fondo, poseemos pocos datos experi-
mentales y es aventurado reunir esta.s evidencias con otro aspecto que tuvo
grande influencia en los estudios de psicología social de hace unos decenios,
las acciones telúricas a través de la composición del suelo, · cuya riqueza o
pobreza en oligoelementos actuaría a través del régimen alimentario sobre el
equilibrio humoral y las funciones mentales, caso concreto del bocio y el ere"
tinif.mo. La facilidad creciente del transporte de alimentos y los intercambios
más fáciles de personas no parecen haber influido radicalmente en la situación;
resulta, pues, prematuro explicar, a través de la unión de estos elementos con
los relativos al estado eléctrico de la atmósfera, la idiosincrasia de las pobla-
ciones de los litorales, desiertos y montañas.
La precariedad de datos y nueva3 pruebas que sacuden la firmeza del
determinismo geográfico en lo que respecta a la actividad propiamente mental
de las comunidades humanas, ha llevado a considerar dos aspectos diversos
en el proceso de adaptación biológica y mental de los individuos al medio:
alimentación y estructuras sociales. La subalimentación es demasiado frecuen-
k en las clases populares y, como observara agudamente Sion; el "pintores-
quismo" de los pueblos "indolentes", la pereza telúrica de los indios y negros,
por ejemplo, el determinismo étnico que tantas veces se utilizó como argumen-
to literario y justificación racional de la situación de poblaciones que vegetan
o. se destruyen paulatinamente, está en realidad en la disminución de la ca-
pacidad de esfuerzo continuo y regular debida al hambre endémica. Desde
los magníficos trabajos de- Josué de Castro, la atención se ha vuelto hacia
los asaltos del hambre en la superficie del globo. Para una porción impor-
tante del género humano el horizonte mental está restringido por la necesi-
dad de hallar el alimento cotidiano. Existe una psicobiología del hambre, y
si las enormes zonas de las carencias alimentarias no bastaran como prueba,
ORGANISMO, MEDIO Y PSIQUISMO 63

están los hechos observados en Europa, en el transcurso de la última guerra,


en que psicosis graves se revelaron como índice de pelagra, enfermedad ca-
rencial por excelencia. .
Jtmto ' a este fenómeno de carencia no motivada por hábitos individuales
o comunitarios está, además, presente el que deriva de la relación de todo un
complejo de "ideas y de sentimientos relativos a la alimentación, condicionados
por el medio en que se desenvuelven grupos humanos. Tabús alimentarios
inciden profundamente sobre este aspecto y llevan a considerar la cuestión
alimentaria desde otro ángulo que el clásico balance de calorías. Las rela-
ciones entre el complejo social, los fenómenos mentales y el proceso de adap-
tación son insolubles y la interacción adquiere caracteres dialécticos de inne-
gable resonancia para el presente y futuro de esos grupos, con el horizonte
a veces limitado por prohibiciones de naturaleza religiosa o social. Dentro
de este cuadro, dos aspectos son dignos de destacarse: las poblaciones some-
tidas al hambre endémica señalan un índice de natalidad superior al de
regiones no carenciales; los períodos difíciles, desastres, guerras, etc., señalan
en otras poblaciones iguales resultados. Existe una relación directa entre exa-
cerhación del apetito sexual y carencia alimentaria. La explicación basada
en pautas culturales se quiebra ante este hecho irrefutable.
Por otra parte, estructuras sociales imprimen su sello en . el complejo psí-
quico de los individuos y determinan conductas específicas fuera del medio
social, económico y físico que pudo determinarlas. Tal es el caso de los hin-
dúes en Guadalupe, que diluidos por ' el mestiz~j siguen, sin embargo, _las
normas de una sociedad encasillada en capas jerárquicas. Si bien el régimen
de las castas no rige jurídica ni moralmente en Guadalupe, subsiste la resig-
nación milenaria de shudras y shandalas. E>te hecho muestra hasta qué pun-
to las estructuras sociales pueden gravar el patrimonio hereditario del indi-
viduo (vid. cap. XI). En este sentido, el habitante de las ciudades brinda
el ejemplo más acabado; está sustraído por completo de la presión del medio
natural e inmerso en una atmósfera social cuya complejidad, comparada con
el medio natur~ es tan grande que lo aísla de todo contacto con la natura-
leza y la agrupación espontánea de semejantes. En esta estructura, los grupos
pi<>rden la unidad psicobiológica, que aparece suplantada por lazos psico-
sociales: grupos de oficios, religiosos, con independencia del nivel social de
los miembros de la cofradía, lo cual otorga al hombre de ciudad una menta-
lidad totalmente socializada. El individuo no se interrelaciona directamente
con el medio, lo hace a través del grupo específico al que pertenece, e incluso
sus necesidad.es vegetativas, alimentarias y sexuales, por ejemplo, aparecen
regidas por normas que caracterizan concepciones del mundo y de la socie-
dad determinadas por la acción práxica común al grupo. La cuestión sexual
es un ejemplo sorprendente; la pequeña burguesía está sometida a una serie
de reglas y principios que en nada o poco cuentan para el proletariado y las
clases superiores, y que· en su esencia poseen sentido patrimonial: virginidad
femenina, legitimidad de los hijos, adulterio femenino penado con rigor sin
igual en su equivalente masculino. Estas normas tienden a evitar la división
64 PSICOLOGIA GENETICA

del patrimonio, la intromisión de herederos de filiación dudosa, y procuran


suplantar con la creación de · valores morales la práctica del mayorazgo, que
persigue idénticos fines y todavía existe en grupos intrínsecamente rurales o
que fuera de ellos as~ent su patrimonio en bienes raíces.
Dentro del juego de las fuerzas "urbanizadoras", la marca del oficio y
de la categoría social ponen su sello al individuo, crean lo que Diderot lla-
maba la condición, y que es tan· apreciable en el habitus corporis como en la
estructura mental y reacciones que de ambos derivan. Este modelado se ejerce
de dos maneras: una directa, que opera a través de la repetición de los mismos
gestos y actitudes profesionales centrad.os en un mismo objetivo y persiguiendo
valores comunes; la otra, a través de una ideología sirnilhr derivada de la
común responsabilidad, interacciones, tabús y . prejuicios de clase. Represen-
taciones colectivas señalan en cada caso normas y obligaciones, e imprimen
una escala peculiar de valores; así como estereotipan la praxis, encauzan el
pensamiento que de ella deriva por carriles más o menos uniformes, pero
en todo caso convergentes. El análisis psicológico . de cada oficio y profesión,
todavía no realizado en sus aspectos más profundos y singulares, explicaría
con meridiana claridad este proceso cuyo mecanismo compete a la sociología
y a la psicología social aclarar.
Si una conclusión puede y debe establecerse, es que tan~o las funciones
biológicas como las mentales están enraizadas con el medio natural y sociai,
de los que reciben estímulos aceleradores, retardadores u. orientadores de su
desarrollo. Los encuadres ofrecidos por el medio físico · y humano no son for-
mas muertas, modeladoras por . inercia. Vivas, cambiables por la praxis a
través de la acción de individuos y generaciones, su presión se refleja en la
cohesión de la personalidad -tanto física como mental~ que se logra. Cuando
estcis cuadros se desintegran, sobre todo los sociales en épocas de transición.
de · profundos cambios económicos e ideológicos; u · ofrecen simplemente cam-
bio~ de equilibrio, los efectos se hacen sentir prímerameilte· y sobremanera
en lo mental. Las personalidades menos resistentes pierden cohesión psico-
ceptiva, se alienan del grupo y se multiplican en consecuencia las psicosis.
Las personalidades lá!liles se desintegran.
De este modo todos los elementos del medio -físico y social- actúan so-
bre todos los aspectos de la vida ..:.:_psíquica y biológica- y en todos los grados
de su desarrollo, acción que se ejerce directamente sobre el individuo e indi-
rectamente a través de la especie. La acción directa se observa más fácil-
mente en lo mental, la indirecta se canaliza en lo biológico y actúa por he-
renci:i a través de somaciones (vid. cap. XI) . De ambos aspT!ctos todavía
existen puntos que cabe cuestionar, fenómenos cuyo . mecanismo intrínseco
se nos escapa o se interpreta por lo común metafísicamente, y valga para
el caso el ejemplo espectacular de los genes, pero de todos modos ta accióo
del medio aparece cada día como algo más que una .hipótesis de trabajo.
Segunda parte
LA EDAD EVOLUTIVA

Psicolog ia genética.-5.
CAPITULO V

INFANCIA

El nino y el adulto. Razón del desarrollo psíquico. Del acto y el efecto a


la actividad lúdica. Las disciplinas mentales. Edades de la infancia.

Especulativa, sometida · a los avatares de la introspección o de la experi-


mentación . como únicos métodos hasta bien entrado nuestro siglo, y para
corroborarlo basta echar una mirada a los más importantes manuales publi-
cadas en casi todo el primer cuarto de centuria, la psicología sostuvo la afir-
mación racionalista de la identidad ingénita del pensamiento humano. A
pesar del gran acopio de datos sobre el niño y sus manifestaciones psíquicas,
los hechos de observación producían la impresión de una masa que aumentaba
incesantemente y sin que se encontrara en ella el cabo de un hilo conductor
fuera de que una hipotética línea continua que partía del niño hasta alcanzar
al adulto. Esta apreciación diferenciaba las diversas edades únicamente por
el volumen de los contenidos de conciencia y, por supuesto, por el grado de
experiencias que podían recoger los individuos en el lapso vivido. El niño
resultaba una reducción homotética del adulto, y con una imagen del más
puro corte pitagórico podemos decir que se lo consideraba una esfera cuya
fJUperficie ~apcides mentales--- aumentaba en razón directa del diá-
metro --experiencias personales. El pensamiento de Rousseau, de que todo
.m;ultado en la formación intelectual depende del desarrollo individual de
[lacultades innatas, sella su alianza con el sensualismo de Condillac. Bajo una
u otra forma, ya fuese con enfoque idealista o materialista, el "espíritu" del
Jliño aparecía como tabula rasa. ·
El niño, observado como germen que encierra en potencia o en cantidades
"1ínimas todas las posibilidades del adulto, aparecía a través de la evolución
¡IDental con los mismos modos de sentir y de pensar de los contemporáneos
payores, con los de su medio y de su época. Si una diferencia se establecía
aa aberrante, y se terminó por reconocer que tal aberración, por ser constante,
aa ineludible, necesaria. La psicología se abocó a demostrar el mecanismo
de dicha aberración y a través del experimento, en especial del análisis de
las sensaciones, procuró detallar las diferencias cuantitativas que cavan la
lusa entre el niño y el adulto.
Desde el punto de vista biológico, la evolución del individuo está deter-
~da por la constitución genotípica, presenta el carácter de una apogénesis
fijación de cualidades que se desarrollan sobre las líneas de fuerza de las
67
68 PSICOLOGIA GENETICA

energías embrionarias. No obstante, la epigénesis, o adición de partes que no


preexisten en el esquema originario, cobra preponderancia en el desarrollo
mental. •
Basta detenerse en el proceso de socialización a que esté sometido cl
niño para comprender que su postura frente a las cosas y a sí mismo difiere
radicalmente de la del adulto, detrás de la cual actúa un proceso de madu·
ración sometido a doble juego de influencias: el sistema nervioso, que coa
la jerarquización de sus diversos niveles crea cada vez nuevas posibilidadet
de acción que, a su turno, solamente se revelan viables en la praxis, cuando
el individuo las ejercita integrándose al medio. La maduración tiene signifi-
cado biológico con respecto a las funciones mentales en la medida en que
éstas, como "materia" del pensamiento, dependen de la anatomía y la ·fisi°"'
logía del sistema nervioso superior. Sin duda en la primera infancia· 10 bioló-
gico es constante primordial, y la nota saliente está dada por las sucesival
etapas de integración neurofuncional. El niño aprende, se socializa, según ~
permiten el desarrollo nervioso y la consecuente evolución de la motricidadi
Las posibilidades funcionales abren, contemporáneamente, nuevas vías de j~
rarquización mental; con cada nivel integrativo se amplían los campos de
acción del estímulo. Alcanzadas jerarquías neurofuncionales óptimas (vid. ca-
pítulo III), las que poseerá sin variantes el adulto, cobra importancia decisi\131
el factor social y se convierte en dominante a partir del primer quinquenit
de vida, cuando el niño entra en la comunidad escolar.
· Para quien considera estos momentos en su totalidad; la sucesión es· d]s.,
continua, el pasaje de uno a otro no se realiza por simple ampliación, sinQ
por reestructuración. A medida que progresa la ontogénesis y se . s uce d~
nuevas etapas neurodinámicas, actividades preponderantes de una edad da¡
aparecen a veces súbitamente. El reemplazo, que afecta a menudo la COiloi!
ducta total del individuo, señala crisis que de antaño han sido empíricamenJI
descritas por los educadores. El desarrollo aparece jalonado por conflictQI
que ponen en evidencia la pérdida de las motivaciones de una conducta y -
inseguridad para asumir otra. Tales conflictos están provocados por el am-
biente, por los hábitos educativos que imponen los adultos; el niño dejadl
a su arbitrio pasa insensiblemente de un período a otro, abandona modos di:
acción con la misma natural indiferencia con que asume nuevos. Mas lal
normas del aprendiza je, y en especial de la escolaridad, están edificadas sobail
un concepto de continuidad justificado culturalmente y cuyos carriles exiget
prosecución sin hiatus. El debe ser pedagógico choca con la evo~ución net.-
rodinámica y aparecen inseguridades, crisis en las cuales la conducta resul•
visiblemente afectada. La resolución no es necesariamente uniforme, aunqtJI
sigue en todos los casos dos caminos posibles. Por un lado lo resuelve la es.
pecie; la estratificación de las preponderancias neurofuncionales a lo la11111
del eje cerebroespinal pone en acción y de manera sucesiva integraciones q~
quiebran y superan toda imposición educativa. Las crisis ·resultan absolutail
destacan la marcha del proceso .ontogenético, y aunque el ejercicio aisladl
de los efectos parciales prontamente modificados sea inútil desde el Pllllllll
INFANCIA 69

de vista de la conducta, representa en cada caso la afirmación de una indi-


vidualidad lograda a través de la diversidad de complexiones psicomotrices.
Cuando la imposición normativa del medio es demasiado rígida, el con-
flicto se agudiza a través del enlace de las funciones mentales y emotivas. Las
primeras corresponden a los niveles psicomotrices superiores, las segundas
señalan la actividad de sistemas arcaicos, pertenecen a dos etapas diversas de
la integración, y el mundo de los adultos impone uniformidad en la forma-
ción mental, pero se destacan las diferencias emotivas que tiñen de matices
diversos la conducta afectiva.
Sometida a un doble proceso de maduración neurofuncional y de integra-
ción social, la evolución del niño oscila pendularmente entre uno y otro;
la amplitud de la oscilación en este o aquel sentido depende de la presión
de cada factor, pero es innegable que por su constancia el medio de los adul-
tos termina por imponerse aunque no implica reconocer lo dado en lo asi-
milado por el niño. Las posibilidades derivadas de la integración neurofun-
cional al medio son tan amplias en el. niño que superan en mucho la capa-
cidad de adaptación del adulto. Representan en cada etapa un nivel de inte-
gración diverso e indican la posibilidad de cambios mentales cuya limitación
está sólo señalada por la cantidad y cualidad del estímulo. La evolución
psicobiológica prepara al individuo adulto; la integración psicosocial, la men-
talidad adulta, y la interacción dialéctica de ambos aspectos ofrece como
sintesis la personalidad.

*
La personalidad tiene carácter de síntesis y como resultante refleja la
interacción, de factores biológicos y del medio. Está ligada a las circunstancias
que rodean al individuo, y aunque lo mismo podemos afirmar del hombre
y del animal, la personalidad únicamente pertenece al primero. Al nacer
ambos, parten de un estado apenas superior al parasitismo, pero la marcha
hacia el nivel adulto de la . especie muestra aceleración diversa porque las
circunstancias qué rodean crecimiento y desarrollo humano no son inmuta-
bles, proceden de una sociedad compleja e inestable, y al traducirse en estímu-
los varían dentro de una gaina imprevisible. El animal nace, crece y se re-
produce en un medio prácticamente constante ; las coordenadas biológicas del
crecimiento se repiten con uniformidad sorprendente de individuo a indivi-
duo, de generación en generación; los estímulos que actú~n como cataliza-
dores revelan la constancia propia de la naturaleza, a la que únicamente
cambian larguísimos períodos. El medio del animal es natural; el del hombre
social, inestable y cámbiante. En tanto que la ascensión neurobiológica del
animal debe alcanzar niveles que apenas están en los albores del psiquismo,
la del hombre debe siempre insinuarse por lo menos en una etapa superior.
;El tiempo que rige los cambios de medio para ·1a vida animal, y por ende
J:Ualidad de los estímulos, es el geológico, extremadamente lento, dilatado a
lo largo de evos cósmicos. La uniformidad biológiea representa, en este caso,
70 PSICOLOGIA GENETICA

la uniformidad de estímulos. Por el contrario, la sociedad pone al individuo


a cubierto de los estímulos naturales; le pertenecen todas las fuerzas, acciones
que impulsan al crecimiento y, sobre todo, el desarrollo, en tal grado que
superan o anulan los estímulos del medio natural. A través de los cuidados
maternos más simples, la malla que separa individuo y medio natural está
tendida. El tiempo del desarrollo humano resulta histórico, en constante de-
venir para los individuos por su brevedad, y el nivel que deben alcanzar para
ser persona se escalona de manera ascendente de generación en generación.
En cuanto a factores del desarrollo, hombre y animal comparten grosso
modo idénticas proyecciones aunque· cuantitativamente diversas en los resul-
tados. Como ser biológico, el animal representa a especies de evolución ter-
minada. La amplitud de duración del tiempo geológico en que transcurre
su existir excluye cambios continuados; la persistencia de estímulos idénticos
determina el nivel de ll:!.s reacciones. Por el contrario, las transformaciones
cualitativas constantes del medio social se traducen, mutatis mutandi, en trans-
formaciones cuantitativas de tipo neurobiológico. Las enormes posibilidades
de un sistema nervioso superior que carece ·de especificidad funcional se re-
vela en cambios continuos y la actividad nerviosa superior como proceso
mental aparece así históricamente condicionada. El desarrollo del niño im-
plica la interacción de factores de origen biológico y social, que se desplazan
en relación con la especie sobre una coordenada histórica.
Al mismo tiempo que en cada etapa de la infancia se realizan espontánea.
mente las posibilidades de reacción del equilibrio estable entre factores bio-
lógicos y condiciones biofóricas, se tiende a producir cambios ajenos a esta
reacción natural y que derivan, a la vez, de causas orgánicas y de la variación
cualitativa de los estímulos. La razón del crecimiento no está, pues, en el
presente sino en el tipo de especie a que pertenece el adulto a lograr, y dentro
de la ontogenia en cada etapa se logra un tipo filogenéticamente acabado.
La relación órgano-estímulo asegura la actividad presente, pero al mismo
tiempo la dinámica de órganos y estímulos prepara reacciones que únicamente
tendrán razón de ser en edades ulteriores. Dentro de la apogénesis, el tipo
de adulto a lograr es previsible, está representado por lo que se ha dado en
llamar genotipo, y que representa el plan según el cual se desarrollan las dis-
posiciones que cada ser recibe en el acto mismo de la fecundación. Si el
genotipo se logra sin cambios, trastornos o modificaciones, se obtiene el adulto
uniforme; característico en sus reacciones, previsible sin variaciones cualitativas
de generación en' generación, propio de la norma animal. Pero en la marcha
onto y filogenética del ser humano interviene con carácter de epigénesis la
historia, que al cambiar en su cualidad a los estímulos varía la respuesta y
modifica al organismo. De tal modo, la realización del genotipo no es nece-
sariamente sucesiva, puede no ser total en una o varías etapas y las .circuns-
tancias --educación, por ejemplo-- variarla en más o menos, con · lo cual
se constituye el fenotipo. La existencia del ser está basada en el genotipo y
constituída por el fenotipo. En el primero se halla inscripta la · crónica de la
espeeie, en el segundo la del individuo, y la mutua acción y reacción, dentro
INFANCIA 71

del margen de mayores o menores diferencias que los separen, conforma la


personalidad, perfil psicobiológico que destaca constantes invariables en cada
edad y se realiza como individualidad en el tipo adulto.
Aunque el perfil psicobiológico del niño y correlativamente el desarrollo
mental suponen la interacción de factores internos y externos, no es difícil
distinguir la participación respectiva. A los primeros es imputable el orden
riguroso de las fases, de las cuales el crecimiento de los órganos es condición
fundamental; a los segundos es dado atribuir valor y alcance de las reaccio-
nes en cada fase, de las cuales el contenido psicosocial es condición sine qua
non. La maduración del sistema nervioso, con sus etapas implícitas de cere-
'- bración progresiva, señala el plano de relación de la somatogénesis con el valor
cuantitativo del estímulo. La integración del individuo al medio representa
el punto de partida de la psicogénesis, momento en que los factores internos
y externos cuantitativos devienen cualitativos, en que la vida mental surge
como característica de la e&pecie, y su nivel determina el grado alcanzado por
el individuo dentro de la misma.
El hombre adulto dispone de actividades que le permiten desviar, dete-
ner o superar estímulos del ambiente inmediato; esta acción, ejercida a través
de la praxis y la gnosis, permite determinar, en relación con el niño, grado,
cualidad y duración del estímulo, con 10 cual se varía el equilibrio entre
factores internos y externos, y establece, según necesidad, la preponderancia
de los segundos. La educación es el vehículo, y los fines de la misma el grado
asignado al alcance de la acción ortopsicogenética; claro está que su fuerza,
con ser grande, únicamente se ejerce plenaniente cuando su ritmo se acom·
pasa al de la somatogénesis. Los motivos que el adulto descubre en sí
mismo, y son los reguladores internos de su conducta; apuntalan la acción
educadora que ejerce sobre las generaciones qui; le siguen. No obstante, existe
una relación inversa entre riqueza en posibilidades y terminación de órganos
y sistemas; cuanto más grande el número de posibilidades, mayor la indeter-
minación orgánica y, por ende, más amplio el margen de progreso, puesto
que una función que todavía no se fijó en un objetivo puede adaptarse a
circunstancias diversas. No es otro el valor de la educación que comienza con
los primeros pañales, ni diversa la posibilidad de desarrollo mental caracte-
rística de la especie humana, asentada en el neopallium, o última adquisición
filigenética del sistema nervioso, sin funciones de expresión que precedan con.
gran antelación a las de realización. Se preludia de esta manera la acción
instrumental de la mano y la gnósica del lenguaje, que califican netamente
a1 hombre, animal social por excelencia.

*
Cada día son menos los psicólogos que subestiman la maduraci6n neu-
rofuncional y procuran, además, formular hipótesis al margen del concepto
de integración, tal como lo hemos delineado. En el desarrollo de los movi-
mientos y de los reflejos en el recién nacido y en el lactante, los pasos de la
maduración neurofuncional están jalonados por una desaparición .paulatina
PSICOLOGIA GENETICA

de la gran excitabilidad refleja que caracteriza al párvulo, y señalan la auto-


nomía funcional de diversos y sucesivos niveles nerviosos, pero sin que to~
vía intervenga la acción reguladora de la corteza cerebral. El último pa!q
la cerebración, está alcanzado cuando comienzan la marcha y el lenguajq
Desde el nacimiento hasta ese momento el tono muscular desempeña un pa~
importantísimo; durante los primeros doce meses de vida la característiail
saliente está dada por la hipertonía, que revela una contractura fisiológicic
de la musculatura infantil. A partir del año o año y medio, se instaura é
estado contrario, la hipotonía, que permite las actitudes acrobáticas típiC311
del pequeño y dura, aproximadamente, hasta el primer trienio. Para cuanda
llega este momento, la estática -producto de las sensibilidades intero y pro-o
pioceptiva-, la posición erecta -resultado de la tonicidad muscular-, están
coordinadas y se les suma la precisión de los movimientos, producto de la
noc}ón de cuerpo propio y de la exploración del espacio circundante por me-
d~o de la sensibilidad exteroceptiva. El niño ha alcanzado la etapa de la
locomoción en el sentido estricto del término.
El desplazamiento representa al movimiento intencional; la dirección estí
dada por la actividad mental. La respuesta directa a excitantes resulta supl~
tada por. la necesidad que deriva del pensamiento, elaboración racional de
estímulos del mundo exterior e interior --como factor biológico- reflja~
en la .conciencia. Para que esta elaboración tenga lugar es menester que 1CJ1
receptores exteroceptivos alcancen pleno ejercicio funcional, para el cual es in-
dispensable el desarrollo motriz, en cuya base está la maduración del sistema
nervioso, La senib~da realiza el primer paso de la integración entre el
ser biológico y el mundo circundante, intercalándose entre ambos, y coill<J
condición indispensable, el movimiento. Mas, sin una relación exacta entre
cada sistema de contracciones musculares y las impresiones corespndit~
la finalidad del movimiento 'carece de significado, valor de la acción qw:
únicamente puede calificarse a través del efecto, cuya influencia sobre e•
desarrollo mental del niño es muy grande. ·
El efecto representa . un cambio en el campo de la percepción, porqu-t
transforma al medio y por ende varía la cualidad de los estímulos. C om ie~
por ser algo sorprendente, inesperado para el niño, que se detiene muchail
veces anonadado por el cambio que la acción introduce en el campo de so
.actividad, y pareciera ser que precisamente ese cambio lo impulsa a repeU..
el movimiento gue fuera la causa. Retomo espontáneo a la fuente de la
acción que también se observa cuando la causa ha sido extraña al individl.Hll
y revelador de que en los albores de la conciencia de cuerpo propio, cuandci
todavía el sujeto y el objeto aparecen indivisos para la psicoceptividad, única-
mente el ejercicio del movimiento permite distinguir entre el acto y el efecm.
Meses después el efecto es esperado, aparece estrechamente ligado al ac ~ o del
pequeño, que ya tiene por finalidad producirlo, por lo cual .provocar hasta el
cansancio un efecto logrado se convierte en ocupación favorita. No obstanb;¡
sería absurdo considerar como actuante la distinción del efecto y de la ac-
ción .establecida a través de una relación causal, que únicamente representa
INFANCIA 73

una abstracción de cuyo nivel todavía está lejos el infante. Toda acción se
mide por los cambios subjetivos u objetivos que produce o tiende a producir;
en el infante únicamente cuentan los segundos. Si bien es cierto que a las
acciones repetidas o abandonadas de inmediato podemos sumar la sensación
de agrado o desagrado, la subjetividad necesaria para alcanzar el placer, y
en un plano racional la satisfacción de la acción cumplida, está en sus pri-
meros bosquejos. El gran valor del efecto sobre la evolución mental está,
precisamente, en que activando la afectividad primaria del agrado y des.-
agrado, y llevando paulatinamente al distingo entre efecto y acto, conduce a
la distinción de sujeto y objeto, echando las bases del pensamiento racional.
Todavía en el adulto los más primitivos de los efectos son los más subjetivos;
el gesto puede encontrar finaliJ.ad en -la cadencia, el ritmo, en las figuras que
traza --como en la danza- y ser fuente de actividad en el párvulo, y en
muchos idiotas, aunque también perdure como tal en adultos cuyo pensa-
miento está lejos de un grado de abstracción suficiente.
- De aquí al juego, el paso es inmediato. La evidencia de la relación está
en que se confunde con la actividad total del niño en tanto es espontánea
y no queda sometida a disciplinas educativas. En cuanto a su gradación -den-
tro de las distinciones que es de uso establecer- se rige por el patrón de las
etapas que caracterizan la evolución acto-efecto. En primer término están los
juegos · exclusivamente funcionales, después vienen los de ficción, los de ad-
qu!sición, y, por último, como actividad práxica directa, los de fabricación,
Los juegos funcionales están representados por movimientos simplicísimos
como extender y flexionar brazos y piernas, agitar las manos, mover los dedos,
tocar objetos en rápida sucesión acompañada de movimientos corporales, o
balancearlos, hacerlos caer con la consecutiva producción de ruidos. La bús-
queda del efecto, la necesidad de ejercer una· acción sin que una finalidad
la guíe,_ la sorpresa que casi siempre produce el efecto sin que el niño logre
establecer una relación causal con la acción, señalan la indistinción entre el
p-opio cuerpo y las cosas, la expresión primaria de una afectividad todavía
basada en el agrado-desagrado, que aún no ha establecido en un plano supe-
rior el distingo de sujeto-objeto, la antinomia placer-desagrado. En los jue-
gos de ficción, cabalgar un palo, jugar a las muñecas o al médico, interviene
lllla actividad más compleja; el niño conoce la relación cau_sal, busca pro-
ducir un efecto predeterminado que, sin embargo, permanece en el ámbito
de la subjetividad cuando incluso el pequeño cabalga sin siquiera montar un
palo o cuando la acción es tan poco acusada que solamente el actor es capaz
de reconocer a través de ella el efecto buscado. En los juegos de adquisición,
el objeto domina totalmente; el niño es todo atención, escucha, mira, se es-
fuerza por comprender. Las cosas, los seres, los relatos y canciones "bobas"
Jo fascinan. La acción queda relegada en segundo plano y el niño vive inten-
lilIIlente el embrujo del efecto que no produjo, que no puede producir hasta
'lanto. lo haya asimilado y ponga en juego la propia acción. Los términos de
la relación causal aparecen invertidos porque ha comenzado el aprendizaje,
,,. de las causas se deducen los efectos, y no viceversa. Los juegos de fabric~
74 PSICOLOGIA GENETICA

.ción inician la etapa racional; se unen, reúnen objetos, se los modifica, trans-
forma y crean nuevas combinaciones. LaJ relación causa-efecto ya es clara: el
efecto está predeterminado en el acto y no se lo busca como tal, sino que se
persigue una variante. La acción es intencional, se ha convertido en praxis
y abre las vías para la actividad instrumental. La actitud lúdica del niño,
la persecución del efecto para motivar la acción, cede a una nueva etapa en la
que intervienen reglas que fijan el tipo y modo de acción admitiendo única-
mente efectos por todos esperados. El juego se vuelve colectivo, el niño pasó
del acto subjetivo a la acción objetiva e inicia a través de la praxis la marcha
hacia la gnosis. Comienza el momento cuando la imposición del medio puede
sustraerlo de las ocupaciones espontáneas y hacerle seguir otras con no me-
nor interés. La educación introduce el cultivo de las disciplinas mentales.

*
Cuando el niño logra independizarse de las circunstancias, esto es, el mo-
mento én que no está acaparado por la búsqueda del efecto, sino que puede
cambiar la atención y centrarla en otros intereses, es posible la sustitución de
necesidades actuales por necesidades fundadas en anticipaciones o conven-
ciones. El juego de fabricación se introduce como expresión espontánea de
la etapa cronógena en que acción y conocimiento reunidos revelan pleno
grado de maduración cortical; época del verdadero aprendizaje, en las co-
munidades subdesarrolladas o coloniales la iniciación del trabajo infantil, y
en los puebfos con status social elevado la mayor incidencia del proceso edu-
cativo.
Hasta entonces la nota mental característica es de inestabilidad; los actos
motores sobre los cuales reposan actitudes y acciones infantiles resultan difu-
sos, discontinuos. La puesta en marcha de Jos mecanismos motrices en forma
tónica carece de continuidad y revela arranques súbitos seguidos de rápido
relajamiento. De consuno la acomodación perceptiva se relaja rápidamente,
no se fija con certeza en el objeto y oscila de un estímulo a otro. La jerarqui-
zación de los centros nerviosos está acabada, pero la actividad funcional to-
davía es anárquica y fácilmente el control cortical cede a instancias de cen-
troo inferiores. Es sabido que Pavlov explica la diferenciación de los reflejos
condicionados por zonas corticales de excitación e inhibición que se delimitan
recíprocamente. Más especial resulta el excitante, más se extiende la zona
de inhibición a expensas de la excitación. La dificultad de crear un reflejo
condicionado aumenta con la selectividad del excitante. Este fenómeno, que
estudiado en . la filogénesis revela el proceso ascendente de cerebración, se
presenta cualitativamente idéntico en la ontogénesis, de donde resulta que
con la misma progresión del fenómeno de mielinización en las áreas cortica-
les del cerebro progresa la capacidad de inhibición y, por consiguiente, la
atención se focaliza. La inestabilidad derivada de amplísimas zonas de exci-
tación en el párvulo cede gradualmente a un equilibrio con la inhibición.
En otros términos, el umbral de las cronaxias corticales se eleva y el estímulo
capaz de pasarlo se vuelve cada vez más específico. Las ligazones, los bahnung
INFANCIA 75

entre áreas y zonas de la corteza cerebral se acentúan, trazan su "surco", y


la percepción de analogfas, de caracteres próximos en las cosas, que destacó
el pensamiento en la primera y segunda infancia, se vuelve percepción de
diferencias. Junto al análisis se instaura la síntesis y con ella la capacidad
de abstracción que marcha paralela con el desarrollo del lenguaje. Del objeto
se pasa al símbolo.
Desde el punto de vista mental, el pasaje del objeto al símbolo señala un
hecho psicosocia1 de importancia capital : la escolarización, que cubre el pe-
ríodo que va de los seis o siete años a los once o doce. Las resultantes bioló-
gicas del crecimiento y las propias del desarrollo mental sufren, con mayor
fuerza que hasta entonces, la presión del medio social. Se establece de hecho
la interacción de lo psicobiológico con la estructura socioeconómica de la
sociedad y se instaura en el individuo un nuevo equilibrio en relación con el
plano físico y el medio social. El aprendizaje cobra definitivamente carácter
humano. Hasta este momento fue práxico, directo a través de. la acción; el
niño aprendió Por repetición de actos propios ·de quienes le rodeaban, su acti-
tud no difiere de. la del pollito que picotea, incitado por el picoteo de la
gallina. Debe rehacer cada etapa del aprendiza je y pasar sucesivamente de los
actos simples a los complejos, sucesión que· señala etapas de enlaces continua-
dos. La base del conocimiento es la yuxtaposición, y de ahí que éste sea ana-
lítico, fragmentario, y el niño no disponga de esquemas conceptuales.
. La escolarización, que señala a la vez equiÍibrio psicomotriz, dominio dd
lenguaje, estabilidad de la atención e irrupción dirigida en los intereses socia-
les, sustrae al niño de las ocupaciones espontáneas para adentrarlo en el camino
de las disciplinas mentales que suponen, inevitablemente, tal complejidad que
ya no pueden ejercerse por ellas mismas o independientemente de las circuns-
tancias. La búsqueda del efecto por la acción dej::i. gradualmente de pertene-
cer a las circunstancias actuales y el niño es capaz de perseguir fines más o
menos lejanos siempre que, como observara Leontiev, esté sostenido por es-
tímulos sensoriales que jalonen su esfuerzo de abstracción con símbolos con-
cretos. El proceso revela con claridad meridiana la unidad de praxis y gnosis
en la adquisición del conocimiento; se inicia en la edad escolar con predo-
minio del acto práxico, alcanza de ocho a nueve años un equilibrio únicamente
roto Por presión de las circunstancias educativas, según prime en ellas una
tendencia práctica o verbalista, y entre diez y trece años poco a poco domina
el aspecto gnósico, paralelamente con el desarrollo de la aptitud para la
reflexión abstracta. En la misma medida que desaparece la perseveraci6n
ligada a la inestabilidad psicomotriz se afirma la capacidad de continuar por
mayor tiempo en una misma actividad. Por su parte, la disminución de la
dependencia de lo actual concreto señala para el pensamiento el camino de
la verdadera abstracción con el empleo y perfeccionamiento del símbolo.
En la misma medida en que la conducta deja de apoyarse en la yuxta-
posición, que los actos se ordenan y combinan según esquemas generales den-
tro de los cuales los efectos parciales dejan de ser un fin para convertirse en
medio, la mentalidad infantil debe recurrir a hechos pasados que perdieron
76 PSICOLOGIA GENETICA

la calidad de concretos por ser rememorados y que llevan al empleo de solu-


ciones para cuya obtención no se recurre una· vez más a la relación acto-
a
efecto, o a la acción práxica, y que obligan la substitución del acto por la
idea, esto es, la palabra, símbolo humano por excelencia. Las relaciones con-
dicionales que se realizaban en un rhismo plano para hombres y animales a
través del "primer sistema de señales", esto es, por los sentidos, se trasladan
al "segundo sistema", representado por la palabra. La relación sensorial es
directa, concreta y actual; representa la aprehensión del objeto en su tangi-
bilidad. Por el contrario, la palabra vuelve innecesaria o secundaria a lo sumo
la presencia del objeto; su valor· conceptual aúna la síntesis de muchísimas
experiencias directas y pasadas, gracias a lo cual cobra carácter histórico y
permite coordinar acciones y efectos, relaciones causales actuales con las acae-
cidas en otro tiempo y otras circunstancias, inclusive a otros individuos. La
palabra (vid. cap. XIV), único medio de enlace entre experiencias sucesivas
e instrumento sine qua non para elaborar el pensamiento y expresarlo, refleja
la síntesis práxica que por su valor histórico, acumulativo, se convierte en
cualidad, en concepto abstracto. Este proceso que va de la praxis directa y
circunstancial a la gnosis abstracta e histórica, que permite reconstruir con
la memoria, se observa sin ambigüedades en el experimento de los esposos
Kellog. Criados el cachorro de antropoide y el propio hijo bajo idénticas con-
diciones, la superioridad correspondió al simio en tanto el proceso de desarro-
llo neurofuncional estuvo en la base de la acción. Los límites de la inteligencia
práctica fueron alcanzados por el mono antes y mejor, pero llegada la etapa
del lenguaje en el niño, y con ella la adquisición de la experiencia colectiva,
la posibilidad de apreciar actos y efectos en abstracto, de recibir con la sín-
tesis hablada resultados históricamente avalados, la inteligencia reflexiva del
humano cavó un abismo entre el hijo de los Kellog y su "hermano" mono.
El antropoide se estanca definitivamente, y el hombre, para el cual ya toda
acción manual tiene valor cognoscitivo, sigue una marcha ascendente.

*
El pasaje del acto al pensamiento no deja lugar a dudas; los hitos que
jalonan la conversión de la praxis en gnosis están señalados por etapas suce-
sivas discernibles tanto en el crecimiento corno en el desarrollo. Las del pri-
mero son un hecho de observación_empírica, las segundas se caracterizan por
estadios menos netos, tasas sucesivamente crecientes que alcanzan el nivel
máximo aproximadamente a los quince años, momento en que la arquitectó-
nica neurofuncional llega prácticamente a la edad adulta. Si bien es viable
establecer un criterio objetivo para las etapas del crecimiento, es difícil con-
cretar aquellas del desarrollo. Por lo demás, crecimiento y desarrollo coinciden
grosso modo aunque no existe entre ellas paralelismo absoluto, lo cual obliga
a introducir en la psicogénesis divisiones más numerosas que en la ontogénesis,
ias que resultan de acontecimientos estrictamente psicobiológicos, del surgir de
nuevas síntesis mentales cuya acción sobre la evolución es considerable desde
INFANCIA 77

cualquier ángulo que se la considere. Baste solamente pensar en la adquisición


del lenguaje a partir del primer año, en el descubrimiento del yo hacia los
tres, y la toma de conciencia del despertar sexual, en plena adolescencia.
Además, es menester dar cabida a diversos factores que actuando exclu-
sivamente sobre el desarrollo psíquico fo retardan o aceleran según el caso
· y que podemos captar en síntesis si consideramos que: a) las variaciones de
la velocidad de sucesión de los estadios mentales no dependen solamente de la
constitución física de los niños, sino más bien de los medios en que viven;
b) su determinación reposa siempre sobre términos medios generales en torno
a los cuales oscilan los casos particulares; c) las funciones mentales no evo-
lucionan con sincronismo riguroso para cada caso particular. Esto obliga a
aclarar que cada etapa no se caracteriza precisamente por un contenido homo-
géneo, expresado a través de niveles intelectuales determinados o por una pra-
xis característica; actúa más bien como actividad potencial susceptible de des-
embocar en este o aquel resultado según el medio en que vive el niño. Una
etapa, afirma Wallon, es un sistema mental en relación con la edad, carac•
terizado por un conjunto de necesidades y de intereses. q·ue aseguran su cohe-
rencia. Orgánicamente el adulto está latente en el niño, pero presentar a
éste como reducción homotética del primero es olvidar que la esencia del hom-
bre, o. en otros términos, su mecanismo psíquico, descansa sobre el conjunto
de las relaciones sociales. De este modo, las etapas del desarrollo psíquico, a
pesar de presentarse en una sucesión temporal y de representar para la obser-
vación genética la naturaleza del individuo, tienden como parte y conjunto
a la realización del adulto, es decir, al tipo acabado de la especie.
Descartadas las dificultades que traban una estricta delimitación de los
períodos de la psicogénesis y ateniéndonos exclusivamente a un criterio gené-
tico, encontramos que la mayoría de los investigadores concuerdan con la
sucesión siguien te:
19 Fase infantil. Va desde el nacimiento hasta aproximadamente el pri-
mer año; limitada en el común de los casos por el destete, se caracteriza,
esencialmente desde el punto de vista neuromuscular, por la adquisición dP.
la posición erecta y la marcha. Desde el ángulo psicosocial se perfilan los
primeros esbozos del lenguaje articulado. Estos acontecimientos señalan la
especificación genérica del individuo y la primera acción práxica cuya evolu-
ción desembocará en la capacidad intelectiva del Horno sapiens.
29 Fase de la primera infancia. Se extiende entre el primero y el tercer
años. Su significación psicobiológica está dada por cambios derivados de la
actitud erecta, por el desplazamiento en el espacio y por el uso de la mano,
los cuales establecen las primeras acciones y reacciones entre individuo y
medio. Otra característica . saliente es la elaboración del lenguaje articulado,
cuyo valor de síntesis práxica y mental señala lá heterogeneidad decisiva entre
el desarrollo del ser humano y del animal.
39 Fase de la segunda infancia. Cubre el lapso comprendido entre el
tercero y séptimo años. Se la puede considerar como el período de las primeras
adquisiciones verdaderamente psicológicas, especialmente la estructuración de
78 PSICOLOGIA GENETICA

la diferencia entre sujeto y objeto; el yo adquiere importancia creciente. En


la base d~ estas adquisiciones existen profundas y firmes ramificaciones de neto
corte biológico, en particular en lo que se refiere a la motricidad en general.
49 Fase de la tercera infancia. Se manifiesta por un hecho psicosocial
de capital importancia: la escolarización del niño, que cubre el período que
va de los seis o siete años a los once o doce. Los intereses biológicos y los pro-
piamente mentales sufren, con mayor fuerza que hasta entonces, la presión
del medio socioeconómico. Se establece de hecho la interacción de lo psico-
biológico con lo socioeconómico y se instaura en el individuo un nuevo equi-
librio psíquico en relación con el plano físico y el medio social concreto.
5 9 Fase de la pubertad o preadolescencia. Hacia los once o doce años
el niño ha logrado el equilibrio característico de la fase anterior, que se quiebra
de pronto, inaugurando los comienzos de la pubertad. Esta fase se extiende
has.ta los cátorce o quince años. La pubertad señala un acontecimiento a la
vez biológico y social. Biológico, porque es una crisis de base fundamental-
mente neurohormonal que comienza antes de que captemos sus manifesta-
ciones morfológicas; durante su desarrollo el organismo termina de consti-
tuirse. Es social porque entraña una nueva actitud en la relación de los sexos
y en los modos de agrupamiento de los individuos. A través de este doble
mecanismo y por intermedio del sistema nervioso superior obra en la estruc-
tura psicobiológica de los individuos.
69 Fase de la adolescencia propiamente dicha. Se extiende desde los
catorce o quince años hasta los diecisiete o dieciocho. Sus características bá-
sicas son psicológicas y sociales, con la paulatina elaboración del pensamiento
abstracto y la integración en el grupo socioeconómico como individuo pro-
ductor. Consideradas psicobiológicamente, las transformaciones tienen origen en
el adolescente como individuo más que en los adolescentes como generalidad;
si hay relaciones sexuales, especialmente en la mujer, ellas entrañan cambios
que repercuten plástica y hormonalmente en las esferas mental y volitiva. En
los varones resulta más patente el predominio de las secreciones internas
masculinas sobre las femeninas, lo cual desemboca en la quiebra de la equi-
polaridad bisexual que hasta entonces presidía la esfera neuroendocrina.
79 Fase de la postadolescencia o de la maduración. Está encuadrada
entre los diecisiete o dieciocho años y los veinticmco aproximadamente. Sus
rasgos esenciales son exclusivamente mentales y sociales; psicobiológicamente,
la evolución del individuo ha terminado cuando comienza esta fase.
Si bien las tres últimas fases escapan del campo de la infancia y, por con-
siguiente, de los limites de este capítulo, es didácticamente imposible truncar
la enumeración de las etapas del des.arrollo. La confrontación de las mismas
muestra que logrado hacia los once o doce años un firme equilibrio psíquico,
colocado el niño en el mundo de las cosas y de las ideas con perfiles caracterís-
ticos que se diferencian netamente de los del adulto, sufre de pronto un
colapso. La uniformidad mental que permite medir con un mismo cartabón
a todos los niños se trastrueca y da lugar a individualidad psicobiológicas y
psicológicas. Este fenómeno, que veremos en detalle más adelante, indica,
INFANCIA
79
como señalan los pasos sucesivos del desarrollo acotados, que globahnente el
período de la infancia está caracterizado por el crecimiento y el desarrollo
como fenómenos de base, y que si bien es cierto que el medio sociocultural
actúa de una manera u otra sobre los mismos, las· coordenadas biológicas son
las que llevan a la definición del tipo de la especie. La adquisición de un bio-
tipo señala una individuación morfológica, pero este biotipo representa en
última instancia la característica biológica de la especie. Genéticamente ha-
blando, llegamos a ser representantes del género Horno a través de la infancia.
CAPITULO VI

PUBERTAD

Ruptura del equilibrio individuo-medio. Crecimiento y biosexualidad. Goce


de la intero y propioceptividad. La evolución del pensamiento.

Al eclipsarse el primer decenio de vida, el niño alcanza un equilibrio per-


fecto; por primera vez desde el nacimiento y por última, las constantes bio-
lógicas, psicológicas y sociales concuerdan en un polígono de fuerzas equiva-
lentes. En lo biológico se ha definido el género humano con la adquisición
de un biotipo, en lo psíquico y en lo social la interacción resulta concordante
y la mentalidad del niño está sólidamente asentada en la época histórica que
le pertenece. Vive, además, en el presente; pasado y futuro son eventualidades
que nunca van más allá del ayer y del mañana. La afectividad alcanza un
clímax regido por los ritmos vitales; afectos y sentimientos se encienden y sa-
tisfacen con la misma alternancia del sueño y la vigilia. El pensamiento,
anc!ado en .una relación causal sui generis, únicamente acude a causas inme-
diatas, o mejor dicho se vuelca totalmente en el efecto. Imagen de la sere-
nidad y el equilibrio, los individuos semejan como una gota de agua a otra
y las previsiones que caben para uno caen como sayo uniforme a todos. Carente
de individualidad psicosocial, el niño ·de 11 ó 12 años sólo muestra rasgos de la
especie. Las diferencias, al igual que las similitudes, son biogenéticas y señalan
la conservación de niveles de desarrollo según líneas específicas. Al final de la
infancia, el tipo humano se ha definido psicológicamente como género humano.
El panorama mental de un chiquillo de diez años está circunscrito por
seguras y rígidas barreras. El mundo se le presenta al alcance de las manos,
conoce todos sus ·vericuetos, los ha recorrido con paso firme y la duda nunca
planteó un instante de inseguridad. Sólidamente asentado en la vida, razo-
nable, con ~onducta ~ ide":s s?c.ialzd~, goza del equilibrio de una personaU.,
dad concluida. ·Su c1clo b10log1co esta cerrado y la calma de funciones qllf4
nada altera o transforma se transparenta en su actitud. Su pensamiento fi-
nalista -para qué y no por qué- supera fácilmente las posibilidades de
duda. Repetidor incansable, acepta todo, incluso lo absurdo, siempre que esté
al ~ervico de sus necesidades: antepone la forma al fondo. Realista ingeu~
aplomado en la sociedad, únicamente se ocupa de lo ·actual, de lo inmediatG.
Ignora el pasado como vector del presente y no puede comprender en q~
relación con éste se encuentra el futuro, próximo o lejano. La realidad es para
él y en todo momento como la entregan los sentidos.
80
PUBERTAD 81

De pronto, bruscamente, casi sin preludios, al cabo de dos . o tres años,


aparecen trastrocadas las cosas. La serenidad y la confianza del niño ceden
a Ja inquietud y desconcierto del púber. Las respuestas que ponían dique a la
curiosidad no bastan, el nuevo ser las desborda, las persigue anheloso de cal-
mar su inquietud y, sin embargo, Ja inseguridad subsiste. Un vuelco se ha
producido: el niño ordenado, juicioso, se vuelve turbulento, grosero; el que
tenía el "diablo en el cuerpo" está triste, melancólico, aplastado por innúme-
ras vacilaciones. Las cosas le muestran signos extraños; las más familiares,
incluso los seres más cercanos y queridos, le parecen demudados, fundamen-
talmente extraños, como si surgiesen de las antípodas o perdiendo una máscara
. revelaran un misterio celosamente escondido. Comienza a sospechar que algo
pasó sin atisbar dónde está el punto de giro. Las cosas, los demás seres, la
sociedad con sus imposiciones y norma5 aparecen en tan corto lapso invaria-
bles, como talladas en granito para la eternidad. No, no cabe pensar que cam-
biaron, el secreto está en otra parte, y de pronto he aquí que el niño, azorado
ante un panorama que día a día se vuelve más incomprensible, descubre que
en él mismo se está produciendo el cambio. ·
Los primeros signos que preludian la pubertad son orgánicos; ·Jos múscu-
los, a medida que aumenta su grosor y peso, se vuelven ·asiento de un meta-
bolismo más intenso que eleva el tono vital. Se acentúan las reacciones celu-
lares y el cambio se observa con mayor claridad en los aparatos circulatorio
y respiratorio. El corazón crece con rapidez y alcanza hacia los dieciséis años
el máximo de su peso relativo. El número de latidos disminuye en consecuencia,
pero las pulsaciones contra la pared torácica se vuelven más fuertes. La pre-
sión sanguínea aumenta, excepto en los pulmones, y los vasos que antes de la
pubertad eran grandes resultan pequeños; como en el músculo cardíaco se.
produjo el fenómeno .inverso, la onda sanguínea es más intensa. Los tejidos ·
del pulmón adquieren una superficie más amplia, en relación con la caja
torácica, que aumenta sus diámetros'. A la chita callando se produce en las ca·
pas más profundas del organismo un trabajo de sedimentación, fenómenos que
en sus comienzos no son visibles desde el exterior, pero que al actuar confir-
man la actividad del individuo, Un nuevo elemento irrumpe en el torrente
sanguíneo, se distribuye por todas las células, excita o inhibe funciones; las
hormonas, que se convierten en catalizadores insustituibles y en breve plazo
han de acelerar la violenta crisis neurofuncional de la pubertad.
¿Tantos y tan profundos cambios pasan inadvertidos para el púber? ¿Los .
ignora como el niño las etapas del crecimiento y desarrollo? No, y aquí co-
mienza el cuadro que preludia al segundo acto del drama · que ..pondrá en
escena la adolescencia. Se despierta un conocimiento profundo del propio or;. .
ganismo, y . si el clínico establece el estado de las vísceras por palpación y
auscultación, el púber lo vive. Bruscamente se agudiza en él la sensibilidad
protopática, y percibe el funcionamiento de los órganos con la misma nitidez
que ojos y oídos le entregan colores y armonías. Tan variados y tan intensos
son los estímulos intero y propioceptivos que de pronto en el púber se des-
pierta un interés inusitado por la propia figura y se abre con ello una nueva
P1!cologla genttlca.-6.
82 PSICOLOGIA GENETICA

fase de desconcierto. En una página maestra, Jules Renard condensó


. de una púber frente al propio cuerpo que comienza a cobrar nuevas fonnail

Marta sale, con su madre, de la Exposici6n de Pintura, muy seria. Desclil


hace una temporada se hace a sí misma una pregunta indiscreta e intenta, em
vano; responder a ella. Aquel paseo entre cuadros aumenta todavía más su t ·
bación. Ha visto a las más bellas mujeres que existen, sin velo alguno y taal
claramente· dibujadas que hubiera ella podido seguir, con la puntá del dedill
las venas azules bajo las pieles blancas, contar los dientes, los rizos y hasta bl
sombras sobre los labios.
Pero a todas les falta algo.
¡Y, sin embargo, ha visto las más bellas mujeres que existen!
Marta da a su madre unas "buenas noches" tristés, entra en su
desnuda llena de temor.
La luna, luminosa y fría, .refleja las imágenes, apresándolas. Marta, ínquietl
alza sus brazos puros, como una rama que, con un esfuerzo lento, se mueve
muestra un nido.
Marta, candorosa, apenas se atreve a mirar su vientre
a la avenida de un .jardín donde crece la hierba fina.
Y Marta se dice:
-¿Seré yo un monstruo, entre todas las mujeres?

Como Marta, todas las púberes viven la sorpresa de un cuerpo que se


transforma, de una función _que se organiza. Nuevas preocupaciones se s~
al cavilar; una gran inquietud, afirmaba Rousseau, precede a los primenl
deseos; una gran ignorancia los defrauda: se desea sin saber qué. Aquí1se es.-
donde el quid de toda la psicología del púber. Los deseos no son siempre, coIDllll
suelen afirmar los fisiólogos, la resultante de excitaciones periféricas, ligacbl
a la función que despiertan. Muchísimas veces la · afectividad se adelanta
las representaciones capaces de darles un objetivo, y entonces son mayores 1a
turbaciones. El púber siente así avivadas las ansias que consumen su espenll
¿Sabe qué espera? ¿Aunque vaga, tiene una noción de su expectativa? ÚI
imaginado nunca suple la realidad; perdido el equilibrio individuo-medio ~
caracteriza la última etapa de la niñez, precisamente por cambios e_n el indl
viduo, la personalidad del púber se presenta como una esfera. Todos los p~
tos de la superficie tienen contacto con el exterior, pero los del interior ignorat
ese roce, están supeditados a sus experiencias de puntos encarcelados. A me-
dida que el radio de la esfera crece -madurez de funciones- aumentan la1
pu.ntos de contacto con lo objetivo, pero llega el momento en que la tensi~
de la superficie se quiebra y queda abierto un camino de contacto para la1
puntos "encarcelados". Los cambios biopsíquicos y la conciencia del sexo s<m
ese .camino, la nueva vía de enlace de la interno con lo externo. Por meru.
de su conjuro ei púber comienza á comprender que también más allá existel
excitantes, que su desasosiego, producto de una interoceptividad exacerbachl
puede volcarse hacia fuera, en otros seres, y aparece una nueva · compliaó~
la atracción sexual y el despertar amoroso.
PUBERTAD 83

*
Desde el punto de vista biológico, la atracción sexual y el despertar amoroso
están condicionados por la aptitud para la procreación, caracterizada por el
comienzo de la menstruación en la hembra y la primera emisión de <¡ferma
en el macho. La ovulación coincide casi siempre con la menarquia y por lo
mismo es viable fijar una data; en el varón, por el contrario, no es fácil esta-
blecerla porque puede haber en un principio eyaculaciones sin espermato-
zoides capaces de fecundar. Sea como fuere, la pubertad no puede ser redu-
cida a una fecha, ya que no es justo limitarla a la aparición del flujo mens-
trual o, respectivamente, a la eyaculación de esperma, porque se trata de una
transformación de todo el organismo y no de un único aparato. Además, y
este aspecto es de suma importancia clínica y psicológica, la pubertad está
5ometida a diversos influjos entre los que cabe recordar raza, clima, condicio-
nes alimentarias y socioeconómicas. En h..s razas nórticas, la pubertad se ma-
nifiesta, por ejempio, Cúll un retardo de uno o dos años en relación con los
pueblos centroeuropeos, y cuanto más nos acercamos al Ecuador, tanto m;Ís
precoz es su aparición, cualquiera sea la latitud. La acción de las condiciones
socioeconómicas ha sido comprobada en sperimento naturae durante las dos
guerras mundiales en los países sometidos a graves restricciones alimentarias!
aparte de ser observación empírica corriente en las diversas capas sociales de
todos los países, y más todavía en los subdesarrollados o los directamente co-
loniales que ofrecen el constraste de superriqueza y supermiseria coetáneas.
Tanto en el varón como en la mujer, la pubertad casi siemp~ se manifiesta
en las épocas más cálidas del año, verano o primavera para las zonas tem-
pladas o frías.
Considerada desde el ángulo de la bioenergética, la pubertad se inicia
cuando la curva sigmoide del crecimiento (vid. cap. 11) llega al punto de
inflexión, momento en que cesa el aumento de velocidad del crecimiento y
no ha comenzado todavía la disminución. Este fenómeno no se presenta en
todos los sujetos a la misma edad, y únicamente puede ser puesto en evidencia
midiendo a los individuos cada seis meses. Estas apreciaciones auxológicas han
permitido establecer que la población blanca de la Tierra -se carece todavía
de datos relativos a las otras razas- alcanza la pubertad más precozmente
que a comienzos de siglo. Las causas de este fenómeno de "aceleración" son
aún poco conocidas y tanto se imputan a una mejor alimentación, mayor uso
de vitaminas, mejor higiene general, mayor exposición del cuerpo al aire, al
sol, que estimularían los factores del crecimiento, como a· Iá remoción de
!111gunos factores negativos por efecto del actual sistema de vida, que, presentes
y operantes, impiden al crecimiento somático desenvolverse en condiciones óp-
llimas. Cualquiera sea la causa, el resultado final es que er crecimiento tiende
a aumentar en alto, como demuestran las medidas medias de los jóvenes
~lutados para el servicio militar.
Junto a las modificaciones harto conocidas de los caracteres sexuales se-
sundarios (aparición de los pelos pubianos y axilares, bozo, cambio del timbre
84 PSICOLOGIA ' GENETICA

de la voz en los varones, desarrollo notable de las glándulas sudoríparas, etc. ),


es menester recordar las que se verifican en los órganos sexuales primarios.
En la púber, los ovarios aumentan 34 veces su peSo en relación con el valor
del nacimiento; el útero también acrecienta su volumen y el clítoris engruesa
y se vuelve eréctil. La vulva, que al nacimiento está orientada hacia delante,
termina su · cambio de orientación, que se realiza paso a paso con el creci-
miento y queda mirando hacia abajo. Transformaciones análogas acaecen en
el \•arón; los testículos alcanzan casi el peso del adulto, que es 40 veces d.
del nacimiento, el escroto aumenta de volumen y se pigmenta fuertemente
de negro, el .pene acrecienta su tamaño y en muchos casos presenta en estado
de reposo un turgor superior al que tendrá en la edad adulta. El hígado, prin-
cipal asiento de las síntesis que ayudan al crecimiento, aumenta también de
volumen al aproximarse la pubertad, para alcanzar su peso máximo a los
11 ó 12 años; consecuentemente, el metabolismo se acelera a tal grado que
un púber de 35 kilos debe consumir tantas proteínas como un hombre de
75 kilos. En las púberes, las necesidades metabólicas son algo inferiores.
Estas variaciones somáticas son el . substrato necesario · de las transforma-
ciones de orden psíquico, que encuentran la mejor interpretación en el de-
sarrollo de la biosexualidad, ineludible fin del proceso de reintegración y ma-
duración que caracteriza . a la pubertad. Desde los comienzos de la endocri-
nología dominó el concepto de bisexualidad, según el cual el soma posee
ambos sexos, uno de ellos desarrollándose intensamente y el otro permane-
ciendo en estado latente .. Hoy, los investigadores se inclinan a considerar que
la sexualidad como fenómeno biológico es fundamentalmente una, y que la
diferenciación masculina . y femenina representan fases cualitativamente di-
versas que señalan dos etapas de desarrollo que, en última instancia, en sus
caracteres psíquicos, quedan fijadas por la estructura sociocultural del medio
en que evolucionan. Para Marañón, en tOdo ser humano, cualquiera sea el
sexo, l.a$ dos sexualidades, o, dicho con la terminología moderna, las fases feme-
nina y masculina, coexisten, pero se desenvuelven independientes y con cro-
nología diversa. En el hombre, la fase femenina es. de rápida evolución y de
poca intensidad en el momento de · 1a pubertad, llevando desde el comienzo
la voz cantante la masculinidad, que declinaría en el pasaje. hacia la vejez.
En la mujer, el despertar sexual de la pubertad comienza desde el primer
momento con la fase femenina. que sigue en gradual desenvolvimiento hasta el
climaterio, cuando surge de manera súbita y pasajera la fase viril. Este con-
cepto explica cómo en condiciones normales la fase intersexual, el pasaje
de una sexualidad a otra, se produce .en el varón en el momento de la puber-
tad y en la mujer en la época .de la menopausia.
Las consecuencias de esta interpretación son fundamentales; señalan de
manera precisa el problema sexual y afectivo de los. púberes. Contrariamente
a l<;> que sostiene Freud y el psicoanálisis de todos sus acólitos, la verdadera
homosexualidad por instinto, dada como base de tod<:>s los conflictos pubera-
les, no existe en la pubertad y únicamente puede observarse una . tendencia
sexual indiferenciada, producto de la sexualidad única a la que todavía edu-
PUBERTAD 85

cación y normas sociales no impusieron el sello de un matiz preciso. De aquí


que el púber, se trate de varón o mujer, sea fl.ll).damentalmente un tímido que,
incapaz para la acción sexual, se siente incomprendido y vive en profunda .
soledad interior que puede llevarlo incluso a decisiones extremas Por falta de
confianza en quienes procuran guiarlo. Estas características, tanto más se-
vera.s y más desconcertantes cuanto más capaz es el púber y más cultivado su
ambiente, han sido motivo de innúmeras interpretaciones, casi todas erróneas,
o por lo menos inexactas y siempre literarias antes que psicológicas. El pro-
blema psíquico de la pubertad no es un problema de la fantasía, ni siquiera
de desajuste con el medio en que vive como ocurre al adolescente, sino un
fenómeno de aislamiento. Hasta llegar a la pubertad el niño vivió bajo el es-
tímulo directo de la exteroceptividad; sin "vida" interior, su existir trans-
currió ligado a las circunstancias y de aquí que toda ruptura de las mismas,
toda grieta en el mundo de las cosas, de los hechos y los hombres, se traduzca
Por desórdenes psíquicos. La vida afectiva del niño se estructura, descansa y
apoya en la estabilidad y permanencia del medio.
El púber, por el contrario, descubre su persona; por primera vez el orga-
nismo se le presenta como tal, con urgencias diversas y, sobre todo, con una
excitabilidad pronunciada en función del despertar sexual. La sensibilidad
protopática pone en primer plano órganos y sistemas, la función genésica ac-
túa, su cuerpo se vuelve adulto, y no obstante, aunque apto para la repro-
ducción, mentalmente no está maduro para la sexualidad. Es adulto sin dejar
de ser niño, puede, pero no quiere, pDrque para aspirar a la sexualidad se
requiere desprenderse de las propias sensaciones y percibir las del partenaire
en una transferencia que convierte el gesto de significado amoroso en satisfac-
ción de la propia aspiración de ternura. El púber está lejos de esta entrega
porque no puede desprenderse de su interoceptividad; constituye un circuito
cerrado que encuentra en· sí mismo el estímulo y la respuesta.

*
Agudizada al extremo la sensibilidad orgánica pone el sello de la insegu-
ridad en los actos del púber. Es la etapa de la vida en que todo se cae de
las manos, que los objetos delicados se quiebran entre los dedos que procuran,
sin embargo, asirlos suavemente, que los Portazos, sin querer, hacen temb-lar
las paredes y no se dan tres pasos sin atropellar un mueble. Hasta los últimos
momentos de la niñez el reciente púber había logrado un equilibrio psico-
motriz completo. Después de los inseguros tanteos del párvulo, la noción de
t"Spacio y el · dominio de músculos y articulaciones le aseguran la precisión
de movimientos, pero llegando a la pubertad todo cambia, las reacciones a
los estímulos no c:onservan la debida proporción y, roto el equilibrio que debe
adecuarlas, la respuesta se exagera o inhibe la acción del músculo.
- Pareciera que la firme noción de espacio tan trabajosamente lograda por
el niño se derrumba de improviso. Si el pequeño inició la marcha entre las
cosas ignorándolas como ta~es, el púber, por el contrario, les concede exage-
86 PSICOLOGIA GENETICA

rado valor. Personifican algo con realidad extraña, un mito, y por ello las
teme, cree adivinar detrás de las mismas una segunda forma, y por consi-
guiente también duda de su yo, de su físico que ve tr:ansformatse como si nunca
llegara a cristalizar, como si fuera subjetivamente una excepción, ~ fenó-
meno del 5énero humano. El equilibrio de la relación entre sujeto y objeto
del adulto, relación cargada por partes iguales de subjetividad y objetividad,
tan distinta a la del niño, desprovista de realidad objetiva, que se establece
exclusivamente por captación, sin entrega al mismo tiempo de algo propio,
todavía está lejano. Para captar globalmente la objetividad es menester haber
consolidado la subjetividad: Basta que alguien sugiera que romperá el vaso en
que bebe para que la desgracia ocurra. Por cierto, no es menester ojos de
lince para percibir lo desmañado de los movimientos del púber, y tam-
poco para descubrir que su motricidad la preside una acentuada incoordina·
ción, algo así como una pereza a veces, como un exceso de actividad otras.
El púber vive estos conflictos, quisiera caminar con garbo y los pies se le
escapan, desearía saludar con estudiada reverencia y el sombrero se le cae
de la mano. Toda "filosofía" de la vida es una justificación a posteriori; los
juicios de la solterona sobre el amor, del banquero sobre la legitimidad de la
usura. que llama préstamo; y el púber, dentro de los marcos de una sociedad
que impone probanza de los propios actos, elabora también su "filosofía" de
la vida. Incapaz de encontrar apoyo en las cosas que se le antojan cambian-
tes, de proyectarse en los demás seres a los que se aproxima, pero no es igual,
de alcanzar un sentido social de la existencia a través de la comunidad de
ideas, de sentimientos, busca crearse en sí mismo un mundo de acción. Actuar
significa acompasar el propio existir a algo que está fuera de nosotros, sean
los sentimientos, las ideas o el afán de cosas, pero estos puntos de referencia
que llevan el adulto al amor, aI pensamiento, o impelen a la adquisición de
bienes, .son ·extraños al púber, o a lo sumo se le presentan como inalcanzable
irrealidad. Su único centro de gravedad, la sola realidad que le es asequible
de modo inmediato, es la orgánica, la~ sensibilidades intero y propioceptiva
qne le permiten sentirse como algo real, organizado. Las percibe en el silencio
de la alcoba, escucha los latidos del pulso que le hincha las venas de las mu-
. ñecas, que redobla en las sienes cuando pone la cabeza en la almohada; per-
cile contracciones musculares y el roce de las articulaciones cuando se dis -
tiende, encuentra en ellas satisfacción porque se percibe a sí mismo como
unidad. El movimiento le procura conciencia personal y la psicoceptividad
es primaria, de estados orgánicos, de sucesión mecánica de movimientos y
ritmos, sin alcanzar todavía valor de existencia. De aquí la necesidad de
movimiento, dé desarticularse en el juego deportivo, de emulación con cabrio-
las y piruetas, carreras, único medio de gozar la propioceptividad, de percibir
la propia existencia.
De la importancia de esta fase de goce de la intero .y propioceptividad
nuestra cultura no es consciente. La pedagogía absurda de dómines . imbuidos
de fines únicamente ideales e ignorantes de la realidad puberal, los constriñe
PUBERTAD 8?

a la inmovilidad de los bancos de escuela que no se adecuan a una talla que


crece a diario, a programas verbalistas y a repeticiones abstractas para las que
no está ni puede ·estar preparado. Se le "enseña" geografía frente al mapa1
inmovilizándolo en el dibujo de fronteras y relieves, se le hace practicar geo-
metría construyendo figuras y cuerpos de cartulina, se le brindan "lecciones"
de gramática y de idiomas repitiendo reglas o copiando textos descarnados,
insoportablemente fríos por lo estúpidos -¡existe en los textos de gramá-
tica algún ejemplo que no sea estúpido!-. Se inmoviliza al púber cuando más
requiere de la movilidad y dos veces a la semana se le saca la manea con una
hora de gimnasia o se le impulsa al deporte competitivo de desastrosas conse-
cuencias para la salud orgánica y mental. Por el contrario, bastaría el cono-
cimiento acabado de la edad puberal y sentido común para aplicar nna pe-
dagogía ortogenética. Que adquiera la geografía recorriendo con compañeros
y maestros el lugar donde vive, que aprenda las matemáticas midiendo el
terreno con sus pasos, que encuentre el área de figuras y cuerpos en terrenos,
caminos, puentes, edificios, por él medidos, . que capte el lenguaje y los idio-
mas extranjeros a medida que se mueve entre las cosas y les agregue los
toques de imaginación que ya está en condiciones de captar, sobre todo a
través de la poesía que posee ritmo y concuerda precisamente con su nece-
sidad de acción que expresa un ritmo orgánico.

*
Bajo todos los aspectos la pubertad aparece como fase en que el creci-
miento y desarrollo desvinculan al individuo de la realidad en que había
terminado por asentarse el mundo del niño. Todo lo adquirido es visto bajo
una nueva dimensión con resultados, por lo demás, ambiguos en sus manifes-
taciones, ambigüedad que también es posible encontrar en la evolución del
pensamiento, caracterizado por una neta transición de lo concreto a lo abs-
tracto. Hasta los once o doce años las operaciones mentales del niño se rea-
lizan en el plano de lo concreto y dependen de la acción sobre los objetos.
La acción (vid. cap; V) está dirigida a la obtención del efecto, que se con-
sidera de cumplimiento ineludible. A partir de ese momento comienza lo que
Piaget denomina "constitución de operaciones formales", lo cual exige toda
una reconstrucción destinada a transportar los agrupamientos "concretos"
sobre el plano de los pensamientos. Esta transposición es posible para el púber
porque resulta capaz de asir los fenómenos reales, · las cosas en su devenir,
y diferenciar entre lo esencial y lo accesorio. Al mismo tiempo está apto,
apoyado por una curiosidad que emana de su propia inseguridad, para la
observación precisa. Por ello, a diferencia del niño, el púber es un individuo
que reflexiona fuera del presente, lo cual lo aleja de las cosas y hace que
elabore teorías sobre las mismas. Este pensamiento, posible en cuanto el sujeto
es capaz de razonar de manera hipotético-deductiva, permite la estructuración
de un mu:ÍJ.do en que la forma sostiern; la materia y da lugar a una· represen-
88 PSICOLOGIA GENETICA

taci6n distinta de las cosas. El realista ingenuo que se albergaba en el nmQ


desaparece fren¡e a un pensamiento que emplea consideraciones sin relación
necesaria con la realidad, que únicamente confía en la necesidad del razona-
miento, sin conceder importancia al acuerdo · de las conclusiones con la ex-
periencia. ·
Razonar de esta manera, a base de simples proposiciones, supone otras
operaciones que razonar sobre la acción y la realidad. El razonamiento del
niño, fundado en las c"osas, consiste en agrupamientos funcionales concretos
que responden, se ordenan, yuxtaponen y superponen obedeciendo al estímulo
directo de los objetos. Por el contrario, el pensamiento formal consiste en re-
flexionar sobre esas operaciones, en operar con operaciones, y sus resultados
son, lógi<:amente, proposiciones. En ninguna de las actividades de la puber-
tad se manifiesta con mayor claridad el divorcio entre el individuo y el mundo
de las cosas; incapaz de actuar sobre ellas, con eHas, por la incoordinación
psicomotriz que lo caracteriza, se refugia tras Ja representación de las mismas
y ejercita su _capacidad de actuar valiéndose exclusivamente de esquemas men-
tales. En las puertas de la adolescencia, el pensamiento llega a ser todo y su
vitalidad se vuelca íntegra en la persecución de ideas, de principios. No existe
sofisma que no descubra alborozado, y valiéndose de tan endeble instrumento
pasa apresurada revista a teorías y sistemas. Las hipótesis más dispares, las
orientaciones más opuestas se mezclan en su inquirir sobre la cosa y las ideas,
y lo característico -¿podría ser de otra manera dada la extensión de los
propósitos?- es que de todas sólo considera lo epidérmico, la forma. Así
llega a estar dominado por una manía formalista, y el "delirio metafísico", so-
bre el que tanto han insistido los psiquiatras con relaci6n a la patología mental
de les adultos, se revela -por supuesto libre de expresión morbosa- como
período propio de la evolución psíquica del púber, cuya curiosidad se dis-
tancia con pasos agigantados de la del niño, y en poco se acerca a la del
adulto. Cabeza de puente entre ambos, no arrastra en este aspecto resabios
de uno y gérmenes del otro. La etapa del porqué satisfecho con explicaciones
realistas pertenece al pasado, y el inquirir que procura aunar definiciones
con expe_riencias del adulto es todavía cosa del futuro. La posición del púber
es nominaiista: todo hecho, físico o social, queda para él explicado si acierta
a encasillarlo en una clasificación. Las denominaciones son todo y pone en ellas
una fruición que podríamos llamar sensual.
Una inteligencia en camino de formarse es el fenómeno mental que brin-
da la pubertad; desaparici6n gradual de la sugestibilidad propia del niño,
aunque muestre repentinas agudizaciones en el momento más importante de
la pubertad fisiológica, resistencia consecutiva a las opiniones y conceptos
establecidos y gusto por la deducción y el razonamiento, aunque únicamente
en el aspecto exclusivamente formal del pensamiento, con lo que suple la
falta de organización neuromotriz de su percepción y Ja pobreza de su memo-
. ria. Estos rasgos traducen el predominio de la subjetividad, que se revela por
la inconsistencia de la vida intelectual en comparación con la riqueza de la
PUBERtAD 89

vida afectiva. Y es precisamente este desequilibrio el que mantiene al púber


alejado de las preocupaciones especulativas que lo asaltarán en breve, apenas
pasado el umbral de la adolescencia. La subjetividad puberal es diametralmente
opuesta a la del adolescente o del adulto; la del primero tiene como núcleo
·- la personalidad, que en el transcurso de la adolescencia se afirma con la ad-
quisición de una conciencia social; la del segundo asienta en la noción de
ley natural, sobre la cual basa la acción que deliberadamente ejerce sobre las
cosas. El púber, desvinculado de lo objetivo, encerrado en el círculo mágico
de la sensibilidad orgánica, queda a mitad del camino en la lucha por asir
los fenómenos reales, las cosas en su devenir, y aparece indefectiblemente
atado al fenómeno psicobiológico que preside todo el período que considera-
mos: la definición de la sexuaiidad, que pone a hombres y mujeres en dos
planos distintos, tanto en lo biológico como en lo social. La propia evolución
funcional y somática empuja al púber en este camino, avanza por él dando
tropezones, y como su inestabilidad apenas comienza a teñirse de sexualidad,
únicamente vive la urgencia de un erotismo difuso, incapaz de transformarse
en caricia e ignorante de que hallará plenitud en el complemento de los
sexos, que se autoexacerba con la facilidad de las representaciones, ·sin una exi-
gencia de reflexión y de autocrítica. La fantasía del púber es, por consiguiente,
pobre; falta de vínculos sociales verdaderos, se satisface con los datos primarios
del estímulo. No es prÓductora, creadora, y en su paupérrima originalidad
él repite sin cesar el leitmotiv de imágenes bien definidas, sobre todo visivas y
acústicas. Poco importa que estas imágenes sean muy pobres en contenido;
la actividad fantasiosa se reserva la parte leonina en el desenvolvimiento de
la vida mental del púber, tanto que, a pesar de estar bien desarrolladas, las
!unciones inteiectivas y volitivas aparecen paralizadas en su ejercicio, como
prueba, por ejemplo, cuando en la escuela permanece aturdido, desatento,
desorientado frente a cuestiones que fácilmente resolvería.
Esta pobreza de elementos intelectuales constructivos, por una parte, y la
intensa resonancia afectiva impiden que la fantasía del púber encuentre for-
mas artísticas adecuadas. La exuberancia afectiva que siempre desemboca
en un sentimentalismo fácil, junto con una fantasía cuyas imágenes son po-
bre., y poco variadas, impiden que la "ensoñación" del púber encuentre expre-
sión artística original y se vuelque, por lo común, en poesías e intentos auto-
biográficos en forma de diarios íntimos, que nunca pasan de algunas pocas
páginas -tendrán expresión más amplia en la adolescencia-, pretenden ser
afirmación trunca de ese proteo anímico que es el púber, y a lo sumo revelan
fu,,.aces momentos de crisis rápidas y se presentan como material bruto, pri-
º .
vado de la decantación de una inteligencia paralizada por el predominio de
la vida afectiva. Este desequilibrio entre afectividad y razón, expresión del
subjetivismo propiopático del púber, impide --eomo hemos destacado- una
consideración ecuánime de la realidad; las ideas del púber están adherid.as a
una realidad contingente y en sus matices fantásticos, peculiares, muestran la
irrupción de una individualidad que se afirma día a día, pero que carece
90 PSICOLOGIA GENETICA

de andamiaje seguro. En la niñez se define el individuo como género humano,


en la pubertad como tipo humano, y solamente con el correr de los años,
m la adolescencia y la juventud, se encauzará como persona humana, corno
ser que equilibra lo subjetivo y lo objetivo a través del análisis y de la síntesis,
de la conclusión dialéctica que deriva de tales opuestos como psicoceptividad.
CAPITULO V1I

ADOLESCENCIA

Definición. Sentido y valor de la "crisis" de la adolescencia. Descubrimiento


del mundo. Hacia una personalidad cristalizada. Erotismo, sexualidad, amor.
Sentimientos sociales. Pasaje a la juventud y a la edad adulta.

Hasta hace un decenio el estudio de la adolescencia siguió las sendas más


peregrinas; desde que Mendousse planteó el problema en tocios sus alcances
con dos obras tociavía clásicas, hasta que Spranger generalizó el . concepto
fenomenológico de las vivencias del adolescente, tocios concordaron en con-
siderar que el período de la existencia que se intercala entre el fin de la
pubertad y la edad adulta resultaba de la acción de factores endógenos, era
debido a la intervención de procesos específicos destinados a estructurar el
perfil psíquico del adulto. Esta hipótesis, la tradicional, es la de poetas y
novelistas que han tejido con Ja lanzadern de las "pulsiones tociavía ignoradas
de Ja sexualidad" el cañamazo de una vida que despierta a la realidad bru-
tal, constreñidora, pedestre y enemiga de la ensoñación, del mundo que acoge
al adolescente. Primer contacto con el fuego graneado de la sociedad, con sus
reglas, primer choque con su moral utilitaria, Ja adolescencia sería la primera
y última rebelión del hombre "natural'', la destrucción patética del desinterés
humano, la quiebra de ideales, para uncirse en el yugo de las conveniencias,
de las simulaciones.
Las "mentiras convencionales de la éivilización", de que hablara Max
Nordau, terminabal'l por cegar y destruir al "único y su propiedad" que can-
tara Max Stimer. Freud, hijo fiel de la época, hizo suya esta interpretación
y convirtió la adolescencia en el momento de las sublimaciones eróticas que
·uevan a los goces y a las creaciones estéticas y, por ello, sería una edad que no
puede ser acortada o ahogada sin gravísimas consecuencias para el individuo
e incluso para el porvenir de la civilización. La acción cada día más firme y
más absorbente de la sociedad sobre los niños y adolescentes representaría el
enorme peligro de generaciones prematuramente obligadas a sufrir las expe-
riencias del adulto. La alternativa trágica y tan explotada en psicología y
en pedagogía, como ~ arte y sociología, terminó por derrumbarse con la
brutal y gigantesca experiencia de Ja última guerra mundial; sufrieron los .
niños, los adolescentes y los adultos; surgieron infinitos problemas, pero el
temido desastre de generaciones aniquiladas no pasó de una amenaza más
91
92 PSICOLOGIA GENETICA

que no logró convertir en hecho ni siquiera las secuelas del nunca imaginado
desajuste de comunidades enteras. Los adolescentes se transformaron en el
período bélico ccn velocidad inusitada y cuando aparec..ieron los trastornos
resultaron fiel reflejo del hastío, de la decadencia, de la derrota moral del
• grupo o clase a que pertenecían. Allí donde hubo sentido firme de la digni-
dad humana, allí donde con ruinas todavía humeantes se comenzó a edificar
en seguida el mañana, los adolescentes retomaron al ritmo de siempre o, :
mejor dicho, se acompasaron sin la carga de "represiones" a la marcha de
los nuevos tiempos. Ya antes los etnólogos habían observado pueblos en que e
la adolescencia 'Únicamente existe en el ritual que concede derechos de adulto d
al hasta ese día niño, y en los trópicos las adolescentes no juegan con muñecas b
ni sueñan casi con el "príncipe azul'', porque en plena pubertad amamantan
al hijo y afrontan los deberes del hogar.
La teoría del origen endógeno de la adolescencia ha cedido, por obra de
los hechos, al aserto que prescribe y determina la acción de causas exógenas.
Esta segunda hipótesis parte dt- consideraciones opuestas; son las exigencias
de las relaciones en la familia o en la sociedad, la clase social o el nivel eco-
nómico del medio inmediato, los ·que provocan --determinando intensidad,
duración y cualidad- los cambios comprobables en el comportamiento de
los adolescentes. De aquí las diferencias individuales generales según los me-
dios en que actúan y sus condiciones de existencia, amén de que dicha acción
se ejerce sobre elementos que biológicamente pueden ofrecer características
hereditarias o congénitas positivas o peyorativas. Los adolescentes estarían
modelados desde el exterior por las actitudes que las circunstancias los Jlevan
a adoptar, por el género de posibilidades que se les ofrecen.
· El enfoque endógeno riñe con los postulados de la psicobiología genética
porque busca reducir a un estímulo común los comportamientos del adoles-
cente, cualesquiera pueda ser la diversidad. Considerado como producto de
estímulos exógenos, el problema de la adolescencia se reduce al problema de
circunstancias y deja salvada la cualidad psicológica del acto. En efecto, la
piedra de toque de la psicología, como destacara primero Pierre Janet y re-
calca Henri Wallon, es la dualidad que a menudo preside los resultados de
investigaciones psicológicas: el contenido, la sustancia del 4acto y su cualidad
psíquica, su nivel de organización y de personificación. El desconocimiento
u olvido de esta distinción fundamental lleva a razonar alternativamente so-
bre los dos términos, llegándose así a la sustitución de uno por otro. Lejos
de presuponer una equivalencia de contenido o de terminología, ambos aspec-
tos representan la tesis y la antítesis del hecho dialéctico que configura la
síntesis psíquica. No existe, destaca Wallon, acto sin objeto, aunque éste
sea ficticio, función capaz de manifestarse sin ocasión externa de ejercerse,
sea ésta factible o ilusoria. El gesto está psicológicamente determinado por su
contenido, y éste cobra significado en relación con el estímulo que lo produjo.
La'.l categorías psicológicas se escalonan en consonancia con los niveles de las
categorías sociales de donde derivó la circunstancia propia del estímulo,
ADOLESCENCIA 93

La función neuropsíquica se diferencía a medida que el desarrollo la aleja


de los efectos de base. La estricta relación estímulo-respuesta, que está en los
fundamentos de la actividad mental del infante (vid. cap. V), cae bajo
las leyes del reflejo innato, y en la misma medida que la sensación pierde
especificidad y se adecua a gamas diversas de estímulos, la' función se vuelve
mas polivalente, más rica en posibilidades, más libre en la elección de adap-
taciones, quedando al mismo tiempo cada vez menos determinada en sus
reacciones originales. La aparición del "segundo sistema de señales" (vide
cap. XIV) indica el camino de esta polivalencia, y la sustitución en el acto
del objeto por el concepto representa la condición del progreso mental del
hombre (vid, cap. XIII).
Esta jerarquización cualitativa se realiza en la psicogénesis por fases suce-
sivas sustentadas por los niveles neurodinámicos y las posibilidades funcionales
que de ellos derivan y que permiten superar en el plano mental el determi-
nismo del estímulo. La pubertad pone fin a la etapa en que el niño no puede
desligarse del presente en su relación con las cosas, la gente, y está estricta-
mente determinado por circunstancias comunes a todos los individuos de la
misma edad, como prueban las múltiples experiencias de la testología, que
desembocan en la aplicación general ·del mismo reactivo para todos los niños
de una misma edad. Con la adolescencia, la suplantación del objeto por el
concepto llega al nivel máximo, la mentalidad del adulto queda prefigurada y
Ja orientación hacia el porvenir, esto es, a nuevas circunstancias deducidas
o imaginadas, cobra preponderancia. El concepto de responsabilidad, que se
desarrolla, modifica las relaciones con los demás y lo lleva a imaginar situa-
ciones creadas a su antojo. El devenir es el dominio de las circunstancias en
que se prepara a actuar, y precisamente este devenir choca con la realidad
presente de las circunstancias que como objeto obran sobre él. Del choque
de estos aspectos antagónicos resulta la personalidad del adolescente, síntesis
provisional por lo demás, porque es evidente_ que la duración e intensidad
de este período de indeterminación entre objetivos reales e ideales depende . de
la situación social del sujeto, y de Jos cambios que la sociedad o el' grupo
sufran de generación en generación o dentro de una misma generación.
Este enfoque, que parte del elemento común y circunstancial del estímulo,
permite una apreciación centrípeta de la adolescencia y considera en sus ver-
daderos alcances las componentes fisiológicas y sociales que convierten al in-
dividuo específico, delineado en la pubertad, en persona humana.

*
¿Cómo se produce, desde el punto de vista psicológico, la transformación
que acabamos de delinear? El enfoque tradicional se centra en el concepto
de crisis, designando con él un cambio decisivo en el curso de la edad evolu-
lliva, lo que implica un estado de trastornos profundos o de conflictos agudos,
una discontinuidad total, una ruptura completa con lo que precede y, para
111uchos autores, con lo que sigue. Esta concepción, cuya paternidad se ad ju-
dica por lo común · a Stanley Hall, tiene su verdadero origen en Rousseau,
94 PSICOLOGIA GENETICA

que, en el Emilio, compara el advenimiento de la adolescencia con una tem-


pestad que se desencadena, y ve en ese "momento de crisis" una "tremenda
revolución", un "segundo nacimiento". Se vio en ella hasta nuestros días, y
es todavía incomprensiblemente firme en el mundo médico, al mismo tiempo
que peligros posibles, la esperanza de una renovación.
La idea de "crisis de la adolescencia" choca con gralll número de obje-
ciones; en primer término, no todos los adolescentes presentan una crisis, un
trastorno profundo y violento de la personalidad. En especial, lo que comen-
zamos a saber del adolescente obrero no corresponde al cuadro psicológico
de los dramas intelectuales, culturales y morales de origen burgués que hasta
ahora fuera costumbre trazar. Además, una crisis es por definición algo bre-
ve por lo menos cuando se trata de un individuo, y no resulta fácilmente com-
prensible que se extienda durante un lapso de años, inclusive si se la limita
al primer período de la adolescencia como hace Bühler con su "fase de nega-
tivismo". Admitir una sucesión de crisis seguidas por períodos de serenidad
es, por otra parte, sobrestimar la acción de algunos factores y minimizar otros,
precisamente los que actuarían en los momentos de calma. No se puede negar
que la adolescencia irrumpe, a través de I~ pubertad, por profundos cambios
en el organismo, que en rigor permiten hablar de una crisis fisiológica, pero
no representan una razón suficiente para postular por analogía y en nombre
· del paralelismo psicofisiológico una revolución en lo psicológico. Apoyado en
la clínica psiquiátrica, Heuyer ha rechazado la idea de que la adolescencia
aportaría cosas realmente nuevas e importantes en la vida mental, y no titu-
bea en afirmar que es el fin de una euoluci6n y el comienzo de un estado.
Del nacimiento a la adolescencia, la evolución psíquica no se cumple como
un continuo regular; hemos destacado la ·importancia de períodos "perturba-
dos", como la segunda infancia y la pubertad, y de períodos "calmos", de
equilibrio en todo sentido, como los que van de los 7 a los 12 años y al final
de la adolescencia. Mas estas alternancias no señalan crisis, cambios cuanti-
tativos y cualitativos que transformen la crisálida en mariposa, como en la
metamorfosis de los insectos, sino que indican una reestructuración en planos
neuroarquitectónicos y funcionales jerárquicamente mis elevados de los mis-
.mos elementos y, por consiguiente, un cambio en el valor de la interacción
ca1;tidad-cualidad. La· "pequeña pubertad'' de Pende, y la pubertad propia-
mente dicha, son el mejor y más . claro ejemplo. Toda alteración en la rela-
ción dialéctica de cantidad-cualidad se traduce por un cambio en la síntesis,
en los resultados; por consiguiente, cada uno de esos períodos no puede inter-
pretarse como de presencia o de ausencia de crisis, siendo como son estadas
sucesivos en los que un cambio en el equilibrio de las fuerzas brinda una
faceta diversa del proceso evolutivo. Si un concepto debiera aplicarse, sería
el de "alternancias", similar en su significado heurístico al que encontramas
en el crecimiento (vid. cap. II).
Retornando al momento preciso de la adolescencia, si no cabe hablar de
"crisis" como algo monolíti.co, general y absoluto, como "nuevo nacimiento";.
ADOLESCENCIA · • 95

tampoco es posible la interpretación sistemática de la noc1on de alternancias


de estados, porque sería hacer intervenir con mayor rigidez la preponderancia
de constantes como el medio familiar o social, factores que no en todos los
casos ocupan el mismo nivel en la escala de la determinación en un momento
dado, porque el valor de su influencia es histórico. Si este valor fuera socio-
lógico tendría por su estabilidad dentro del cuadro del medio idéntica in-
flut::ncia cuantitativa. Empero la historicidad implícita en la valoración cua-
litativa de los mismos cambia radicalmente su valor determinante. Las angus-
tias metafísicas de los adolescentes descritas por Spranger, el "Diario íntimo"
de una María Barskiseff, están en el polo opuesto de la "expansividad" del
rock and roll de los admiradores de Elvy Presley, de la violencia .de los Teddy
boy, de la "revuelta sin causa" de los adolescentes nórdicos. Corresponden por
cierto a otros medios sociales, pero en esas sociedades no se produjo un cam-
bio de estructuras, no hubo una revolución de base, la única transformación
ha sido el pasaje a otra época histórica, y nada más. Los medios a que per-
tenecen los adolescentes varían sensiblemente en el interior de un país y en
una época social dada: un colegial, un aprendiz de obrero, presentan rasg:>s
comunes que deben a la edad, pero innúmeras cosas que corresponden a los
modos de vida los diferencian como al día de la noche. Estos adolescentes
pertenecen al mismo momento histórico, pero viven en una etapa diven¡a en
la evolución de los cuadros sociales y, por ende, de los valores socioculturales.
La ubicación de un colegial, de un aprendiz, corresponde a fines diversos e
incluso antagónicos· en su raíz y valoración para la misma categoría, según
vivan en los Estados Unidos, en Rusia o en Indoamérica.
Con sentido amplio y para no caer en la estrechez de limitar el estudio
de la adolescencia a sus relaciones con el medio, debemos también tener en
cuenta las relaciones que cada ser humano mantiene consigo mismo y que .
pueden, como las anteriores, dar nacimiento a conflictos de intereses y tenden-
cias. Cuando los conflictos consigo mismo se suman en un mismo vientre
de la onda del desarrollo con los originados por la relación con el medio, se
puede, entonces, hablar de crisis, pero el fenómeno ya adquiere sentido psico-
patológico o está en los linderos de la anormalidad. En este caso la "crisis"
señala el momento en que comienza la ruptura, el desajuste de las sensibili-
dades protopática y exteroceptiva. Claro está que incluso en esta eventualidad
no debe considerarse toda desadaptación como forma más o menos patoló-
gica de la conducta por ser, precisamente, una edad en que las conductas ima-
ginarias, entre otras, tienen amplio margen de acción.

*
La pubertad se caracteriza por una actitud frente al mundo, por un pe-
ríodo más o menos largo en el cual el individuo está absorbido por la prepon-
derancia de la sensibilidad protopática, que lo acoraza contra estímulos del
medio ambiente, humano o natural. En el lubricán de la adolescencia aparece
una nueva actitud y se perfila una etapa de transición que bajo ciertos aspee-
96 . PSICOLOGIA GENETICA

tos se revela más serena y tranquila. Acalladas las urgencias de las sensibilil
darles intero y propioceptivas, el adolescente comienza a sentir de pleno ell
impacto del mundo, a descubrir la existencia de semejantes, porque comieDll
a comprender que sus problemas son también problemas de otros. El priindl
índice es la amistad con coetáneos, con jovencitos incluso mayores, en los q1ll
descubre afinidades a veces inexistentes, peto en todos los casos basadas en
necesidad de apoyo. Por la brecha que se abre en el círculo de hierro de Ja
personalidad enclaustrada en la sensibilidad orgánica, comienza a insinuanl
el reflejo de las cosas y, en primer término, de las afectivamente más pró~
mas, las humanas. Pero también otro signo de esta transformación es el delli
cubrimiento afectivo, estético, de la naturaleza. El niño goza del sol, del ain
libre, del agua, sin percatarse de lo que son y lo que representan, sin gustar
la belleza. Su apreciación de la naturaleza está restringida a la actividad que
le permite, y la justiprecia según se adecue o no a la búsqueda del efeebl
(vid. cap. V). En cambio, el adolescente descubre por primera vez en Ja
naturaleza un elemento afectivo e intelectual; la sola contemplación avi\fll
en él la puesta en marcha de experiencias intelectuales, y los valores estéticai
se insinúan por primera vez. Si existe una época de esteticismo en la vidil
mental del .hombre es la del primer descubrimiento del mundo como alga
más que montañas, bosques, mares, ríos o claros de luna.
Detrás de este comportamiento se esconde el núcleo positivo de la men-
talidad del adolescente, su curiosidad sin límites. Ella lo arrastra por las gran-
des avenidas del saber, y si bien su primer contacto es ·estetizarse y poco lo
positivo que asimila, la iniciación tuvo lugar. Adulto, tendrá que desprende1'91i1
de muchos· falsos conceptos, pero en el trasfondo quedará indeleble el inm-
rés primario. Esta es la primera etapa de la verdadera formación, y de cómo
sepa aprovecharla el educador -la familia, la escuela, la sociedad--' serán las
futuras proyecciones. Además, y este además plantea una bifurcación de ca-
pital importancia para la psicosociología de los sexos, está presente una doble
fa.:eta de la curiosidad, la masculina y la femenina. Idénticas en sus funda--
mentos, surgidas ambas de la irrupción de estímulos ambientales que desqW..
cían el ensimismamiento en el "yo" y arrollan al individud con lás cosas que
por primera vez se animan y adquieren significado propio, se desarroJlan, sin
embargo, sobre planos diversos por presión de las circunstancias que prescri-
ben actitudes diversas a Jos sexos.
Al analizar la gracia de la adolescente, veremos que es una expresión for-
mal que tiene su contraparte y equivalente en la dialéctica del jovencita
Ahora bien, el meollo de la dialéctica del adolescente es la curiosidad, que
tan,bién está emparentada con la gracia. Curiosidad intelectual, objetiva, de-
bemos llamar a la primera; afectiva, de formas y efectos ' subjetivos, a la
segunda, y tal diferencia imprime a los sexos su conducta privativa, les marca
delimitados centros de interés. Mucho se ha discutido sobre si esta diferencia
es natural, realmente psíquica, o está. impuesta por f~cto;res externos, sociales.
Para adoptar Ja primera hipótesis sería menester eliminar el influjo del me-
ADOLESCENCI A 91-

dio, pero aun así se insinuaría el problema de la herencia de estructuras men-


tales (vid. cap. XI), como bien revela la persistencia de hábitos y tendencias
mucho más allá de la duración de las circunstancias que los engendraron. Es
indudable que la dispar posición del hombre y la mujer dentro de nuestra
sociedad se apropia de la parte leonina en la estructuración de la mente de
ambos. En la niñez no observamos puntos antagónicos en lo que a la curiQ..
sid::.d .se refiere, y la bifurcación se inicia en la adolescencia para presentár-
senos después como hecho consumado. Que un gran porciento de mujeres
posea una curiosidad inferior, de la cual la novela picaresca y el teatro sacan
abundante material; que invierta sus mejores horas atisbando en vidas ajenas,
no es prueba absoluta y sólo señala los resultados de una actividad mental
que no está encauzada en ningún sentido útil, libre de las preocupaciones y ·
cuidados que el medio impone al varón.' En la sociedád burguesa, el hombre
monopoliza las actividades culturales, sociales, políticas, y la mujer, artículo
de lujo o reducida a los menesteres caseros, se ve obligada a ocuparse de frus-
lerías hasta el .acaecer de su gran revelación biológica: la maternidad.
"La evolución de la curiosidad -escribió. José Ingenieros- muestra un
paralelismo entre ella y el desarrollo mental, así como el advenimiento pau-
latino de curiosidades cada vez más indirectamente utilitarias. La curiosidad,
como la vida, tiene innumerables gradaciones: desde el anim~ que palpa y
husmea hasta la genialidad de un. Aristóteles o un Bacon que ansiosamente
anhelan conocer los misterios de la naturaleza". l,a gracia de la adolescente
--qui! desemboca en la coquetería- y la dialéctica del jovenzuelo -que lleva
al ejercicio pleno · de la intelgca~ sólo so.n gradaciones de la curiosidad
propia del ser humano. Las circunstancias socioeconómicas provocan una u
otra derivación, pero ambas son en su base cualitativa maneras de adentrs~
en los laberintos del mundo y de la vida. Cuando la plenitud afectiva brota
en el amor, opuesta es también la actitud masculina y la femenina, como son
opuestas sus formas de curiosidad, y si en la adolescencia tal antagonismo
carece de perfiles netos, es porque en ella, adelantamos la premisa; el amor
no representa la forma más intrínseca y peculiar de la experiencia afectiva y
de las relaciones de los dos seres en juego con la sociedad. ·
En resumen, el contacto del adolescente con el mundo, su descubrimiento,
depende del ambiente en que vive; las influencias interindividuales -'-familia,
escuela, ·fábrica, sindicato- y. las del medio sociocultural, menos precisadas,
pero de acción . tanto o más acusada, determinan 1a cosmovisión y los con-
flictos de adecuación entre la realidad cotidiana y la anhelada. Abarcan estos
conflictos todas las gradaciones del actuar humano y pueden centrarse en
problemas metafísicos o en simples actitudes de renuncia o de rebelión sin
causa aparente, porque en todos los niveles mentales, dentro de todos los . gra~
dos de densidad cultural, incluso en los más simples y bastos, está. implícita
una filosofía de la vida, filosofía folklórica si se quiere, y la necesidad de col-
mar apetencias que ella indica como más urgentes.

Pakol9gla genttica .-7.


98 PSICOLOGIA GENETICA

*
En un delicado dibujo, La coquetilla, Goya reflejó toda la ingenua
de una adolescente que por primera vez esgrime las armas de sus encaDt
Sentada en cuclillas, parece avergonzada de la atención que provoca, coroim
quisiera desvanecerse físicamente, pero dejando el inusitado hálito de su •
sencia. Afán de aventura y temor de la misma, expresan los trazos del dih1111
Por su parte, Fragonard dejó en La coquette una pintura opuesta. Ya DO
trata de la adolescente, sino de una mujer; no está en cuclillas, sino de
El cuerpo se muestra airoso, las manos en las caderas llevan el busto
adelante, y el rostro no se vela con la mirada baja; por el contrario, es d
fiante. La _actitud de La coquette denota el aplomo del duelista que
adoptar la postura adecuada y maneja el florete. Seguridad y afán de pr
cia, en el cuadro de Fragonard; afán de aventura y temor de la misma,
el dibujo de Goya, son las expresiones típicas de dos etapas de la coque
femenina. En uno, la mujer triunfante, dueña -de sus sentimientos, que
al galán: -"puedes conquistarme, pero de mí depende la entrega"; en el o~
jovencita temerosa porque, conquistada de antemano, sabe que de ella -
depende la entrega. Ambas situaciones revelan el nacimiento y perf
de la coquetería. La coqueta "quiere agradar", pero por sí solo ese a
no imprime a su 'conducta el sello característico. Para agradar, una n ·
puede valerse de los medios más espirituales o de las más procaces exhib.
nes, pero no por eso habremos de decir que es coqueta. Aquella que se o
agradando no coquetea, la entrega sin melindres excluye ese matiz de la ='
quis femenina. En cambio, la verdadera coqueta se vale de antinomias, ofd
_ciéndose y negándose simultáneamente, pero conservando siempre las rie
del sí y del no. Sabe que al intentar la conquista, el hombre apuesta a -
posibilidades: ganar o no ganar, y ella quiere ser, por supuesto, el obj
couquistado, pero sin dejar en el contrincante la sensación del triunfo,
la de una concesión que puede retirarse en cualquier momento. Decimos •
el hombre apuesta a ganar y no ganar, no a ganar o perder, porque en
intimidad, aun en el rechazo, alienta la .esperanza de reanudar el asalto.
coqueta lo sabe y por ello nunca decepciona completamente. Mantiene
latencia la esperanza, concede y se niega, puesto que sin este doble juegQ
desvanecería el interés masculino y su coquetería carecería de ~entido.
En la adolescente, el problema es distinto; la mujer representa su papel
coqueta; la jovencita lo desempeña espontáneamente, por imperativo de .llil
_nueva afectividad que en ella asoma. Los gestos de la coqueta son estudi a ~
dosificados por una larga observación de los efectos que producen. Aprendi
esos gestos no procuran agradar, están dirigidos a excitar; carecen de gr
aunque posean encanto. La mirada y el contoneo son su núcleo esencial.
frentándose a esta .típica expresión de la mujer adulta, la adolescente es t
graci~ ya que quiere agradar con su persona íntegra. Ignora que la po
ADOLESCENCIA 99

lidad de ganar es el precio que por singular valoración psicológica vuelva


apreciable la conquista. En ella hay una sensación de plenitud que excede el
fuero íntimo: ·se siente mujer, como tal objeto de posesión, y sin dosificar sus
actos se ofrece espontáneamente. Sin ser insinuante, la coquetería de la ado-
lesr.ente es, como el proceso biológico que la preside, natural. Excluye todo
cálculo y no busca "el juego del .amor" o algo que ocupe el lugar de éste,
sino que quiere sentir el amor como su imaginación lo forja.
Así, pues, la esencia de la coqueter_Ía de la adolescente se asienta sobreJa--
gracia, sobre el ajrnle<ll'mOnioso de todos sus movimientos. Ya hemos visto
cómo la incoordinacrón de la personalidad se traduce sorñáticamente por in-
coordinación de movimientos. Tal fue la primera etapa de la adolescencia, la
pubertad, el cambio que quebró la propioceptividad regulada del niño. Ahora,
pasado ese período, nos enfrentamos de nuevo con lo proporcionado, con la
seguridad, y más todavía, con el desenfado de los movimientos. ¿Cómo se
produjo este cambio? Problema intrincado en su aparente sencillez, justifica
la atención que se le ha prestado en los últimos ciento cincuenta años. Muchos
autores, entre ellos Spencer con una página famosa de sus Ensayos, dieron
por resuelto el problema.
No obstante, lo que hoy sabemos al respecto nos P.One al margen de toda
opinión estrictamente fisiológica. La seguridad de los que sus;entaron el cri-
terio anatomofisiológico nace de la confusión entre destreza y gracia. Adqui-
rir la maestría de un movimiento significa un largo proceso selectivo; al prin-
cipio hay una tensión de toda la musculatura dirigida al esfuerzo que se
realiia: basta pensar en el niño que aprende a escribir. Después, a medida
que el automatismo se va estableciendo, son menos los músculos que entran
en juego y asi, a medida que músculos y actividad nerviosa van cumpliendo
adecuadamente su tarea, aquellos que no son nece.<>arios se desligan de la
tensión en que cooperaron. En una palabra, la destreza es el establecimiento
de un automatismo cada vez más perfecto; llegará el momento en que incluso
se volverá inconsciente, y entonces la finalidad quedará alcanzada: sólo se
sino realizarán los movimientos imprescindibles. Sin derroches de fuerzas, el indi-
que viduo perdurará más en la labor.
- su La destreza corresponde, pues, a una respuesta exacta, a la perfección de
La la función de músculos y sistema nervioso; péro ¿diremos acaso que cuando
una mecanógrafa escribe ochénta o más palabras por minuto lo hace con
gracia? Su golpear de las teclas se cumple con la precisión de cualquier re-
flejo vegetativo, con avaro control de fuerzas. En cambio, cuán distinta es la
actitud de esa misma mecanógrafa, adólescente, al caminar. Realiza, por
supuesto, otro automatismo, pero esconde su esencia de reflejo detrás de un
derroche inusitado de gestos, de movimientos. A la exactitud de la destreza
se agrega una variación ilimitada dentro de la posibilidad de cada movimiento.
Con desprecio del principio de economía sobreagrega gestos, posiciones, que
para nada requiere la marcha, pero que le dan un matiz especial. En el fondo
están siempre los fundamentos fisiológicos de la destreza, pero ahora se suman
nuevos elementos que proclaman un alarde de adorno, de lujo. Tal es la gra-
100 PSICOLOGIA GENETICA

cia: intenciones estéticas voluntariamente yuxtapuestas a los


como asentara Aníbal Ponce.
Mas, para que estos sobreagregados no se conviertan a su vez en refl
para que signifiquen siempre un adorno, exigen una invención contin
Los movimientos graciosos, nacidos precisamente frente a la situación que
requiere, caracterizan la necesidad más íntima de la adolescente que comí
a comprender ese sordo rumor que le anuncia su sensibilidad organoafe
que-rur-se asomora)'a ante sus -nue-vas forma_s, que comienza a sentirse e
del interés masculino y le urge la necesidad de darse en espectáculo. De
a Ja _intención erótica únicamente media un paso, pero la diferencia es
cial para caracterizar la coquetería de la adolescente que todavía no se
del sí y del no sabiamente administrados. Darse en espectáculo es propio
la plenitud orgánica, de la marejada de deseos e· inclinaciones todavía
definidos de la adolescente, que se ofrece íntegra a propios y extraños, '
implicar su embriaguez de formas, como único fin, la sexualidad. Cuandd
gracia se carga con tintes eróticos pierde espontaneidad y aparece la coq
en el estricto sentido del término. Los mimos a las flores, a los libros, a
animales y también a los hombres, ya no están destinados a esas cosas y
sino que llevan la intención de provocar admiración, despertar celos. Se
quetea con uno para atrapar a otro; entonces el paso fue dado, la adole
cedió su puesto a la mujer.
En la jovencita, la primera etapa hacia una personalidad autónoma.i
constituye la gracia. Manifestación primaria de la coquetería, revela en
esencia la necesidad de individualizarse de la adolescente que comienza a
del anonimato en que ocultaba sus. vacilaciones, y que al darse en espect'
reafirma, por primera vez, sus derechos de persona. La futura mujer, coq
o simplemente mujer, aparece así reivindicando su papel en la vida por
de atributos físicos. Esta peculiar forma de "personalidad somática" plan
sin · embargo, serios interrogantes: ¿es un fenómeno propio de la psiquis
menina 6 simplemente producto de la coacción social? La respuesta acos
brada, unívoca en uno u otro· sentido, confunde todavía más las cosas, p
que es necesario conceder a ambos factores el peso que Ja balanza -de la
les asigna.
· La percepción · femenina es. eminentemente sincrética; la "intuición•
la mujer no es, como a menudo se afirma, predominio de lo irracional s~
. razón, sino que revela bien a las claras que sus juicios no son analíticos. :
ello las formas, arquetipos "de la totalidad, son el elemento básico de su I• _
bración y adquieren la misma categoría que en el pensamiento del varóa
análisis cualitativo. Cantidad por un lado, cualidad por el otro, son las
rencias psicológicas que tipifican el pensamiento femenino y masculino, re
tivamente. Sin embargo, ello no basta para explicar por qué el fenómeno
la gracia, una manifestación física, es el primer paso hacia la persona ·
femenina. Aquí debemos considerar otro factor, la coacción del grupo. -
estru~a propia de la sociedad burguesa señala al varón y a _la mujer
bos distintos. Al primero, la palestra de la . competición abierta que <lesa
ADOLESCENC.IA 101

como pri~odales los dones del intelecto; a la segunda, la educación hogareña


le inculca como única ocupación la de . ama de casa y, en el mejor de los
casos.. añade la conciencia de que es un objeto frágil, digno de lujos y de
i;uidados. Por consiguiente, no resulta singuiar que esta forma de acción so-
cial, repetida de generación en generación, sugiera la necesidad de desarro-
llar en primer plano la personalidad física, necesidad que, repetida incesante-
~ent por las madres, termina por adquirir la autonomía de proceso psíquico.
Sm ::mondar en el fenómeno, aquí nos basta señalar su importancia en la
gracia de la adolescente, expresión formal que tiene su contraparte y equiva-
lente en la dialéctica del adolescente.
Si exceptuamos el pisaverde, para el cual el largo de la chaqueta es todo
un problema y la raya del pantalón una cuestión de dignidad, el adolescente
común, pasado el primer momento de sorpresa ante la evolución que lo llevó
al espejo con frecuencia desacostumbrada, desdeña lo que atañe al físico y .
se entrega· airoso al juego de la discusión, cuyo proceso dialéctico le ofrece la
oportunidad única de recalcar su autonomía frente a los iguales.
La primera preocupación del púber por el lenguaje es la de encontrar una
expresión para su confusa sensibilidad orgánica; el neologismo, lenguas extran-
jeras, el argot, ·son los medios consabidos. Pero ahora su problema es otro:
acaba de descubrir detrás de cada palabra una vida que no sospechaba, y en
el discurso una potencia transformadora que transporta más allá de sus cir-
cunscritos límites. El lenguaje que fuera hasta entonces, para él, un instru-
mento grosero, se convierte de pronto en hontanar de maravillas. Lo que el
idioma corriente no expresa, la metáfora lo hará con una ampulosidad que,
incluso, sorprende a su propio autor. Además, detrás de cada palabra el ado-
lescente·comienza a descubrir una historia que ignoraba. La filología --como
la filatelia- es una epidemia de los años juveniles, y si bien sólo algunos bien
dotados seguirán cultivando esa disc.iplina, o serán escritores, lo cierto es que
a Ios diecisiete años todos los varones cultivados tienen el prurito de sentirse
filólogos. La causa primera es que el adolescente comienza a comprender
la historia: junto a la fuerza de los hechos contemporáneos descubre la pu-
janza deÍ pasado, pasado que en ninguna manifestación se vuelve tan palpa-
ble como en la vida de las palabras. Si un diccionario etimológico está a sus
;tlcances, tal afán se convierte en manía.
¿Se encierra aquí acaso un verdadero núcleo de saber? Si el adolescente
quisiera apuntalar conocimientos que adquiere en la escuela o en el medio,
la pregunta sería obvia, pero no ocurre así. Saber de dónde deriva una palabra,
conocer raíz y origen de un neologismo, poco ayuda a sus conocimientos esco-
lares pero brinda en cambio interminable material de discusión. Las ciencias
'
naturales y exactas dejan en los años estudiantiles poco margen a la propia .
interpretación; sus esquemas y fórmulas frenan demasiado la imaginación. En
cambio, ¿qué pone vallas a una discusión sobre la mayor o menor eufonía
de entomología o insectología? En el umbral de la pÚbertad, el niño llega a
ser .razonable; pasada la etapa de los porqué, acepta pasivamente todo aque-
llo que está sustentado con aparato científico. Ahora, adolescente, se vuelve
102 PSICOLOGIA GENETICA

razonador. No niega las conclusiones del saber, pero quiere llevarlas a


últimas causas, y armado con escaso bagaje científico hace nominalismo..
el adulto acepta vocablos sancionados por el uso sin preocuparse p0r el res
etimológico, el jovenzuelo, en cambio, indaga, discute. ¿Es mero deseo
.precisión? Nada de eso, pocas son sus luces para querer expresarlas ·
prochablemente, simplemente ha descubierto un filón de discusiones y
explcta.
La dialéctica --en su sentido restringido- atrae la apetencia del ad
cente, puesto que concreta su afán de discusión. El diálogo no sirve para -
orpósit~. dado que exige un tácito acuerdo sobre Ja resolución final; ·
gar es aclarar algunas proposiciones accesorias; discutir es plantear de e
manera; no implica aceptación, sino imposición de puntos de vista. En el ju
de la dialéctica, el adolescente descubre la ·aplicación de su capacidad de
zonar. Además, el hombre como elemento humano comienza a interesarlll
el adolescente se desliga de todo aquello en que la humanidad está ausen11
la paleontología, la mineralogía, por ejemplo, no le interesan; la política, -
el contrario, absorbe toda su atención, puesto que en ella se descubre có
ser capaz de actuar. La conciencia de su valor como individuo se le ap
a través del influjo que crea actuar políticamente sobre los demás. Se siaijl
persona porque se sabe miembro activo de la comunidad, como la adolesce:lll
se percibe en calidad de tal brindándose en el espectáculo de la gracia y
tiéndase centro de admiración. Ambos acaban de descubrir que son a _
porque pueden actu~r a través del pensamiento o der interés · que despiertil

*
Dos fuerzas fundamentales, un sentimiento y una tendencia, subyacen ~
la base de las relacion . ~s ___humanas: simpatúz y hambre sexual. La prim
reúne a los seres sin importar el sexo, crea los lazos de la amistad y de
colaboración; lá segunda da lugar a un proceso selectivo dentro de la amist:al
separa y reúne por pares sexualmente diferenciados. Una no excluve a la o~
por el contrario, cuando aparece el "amor", ambas se equilibran en la relaci/JI
establecida. En resumen, el amor exige la confluencia de la simpatía y del
hambre sexual, ya que ambas, como entidades separadas, sólo crean relacio~
peculiares y precisas: amistad y atracción sexual (vid. cap. XV).
La pubertad se caracteriza por un individualismo agudo; con la adoleil
cencia nace el reconocimiento de los demás seres como personas y cobra cuelll
po la noción de responsabilidad social. En la muchacha la gracia, en el lIJCll4
zalbete la dialéctica, son las típicas expresiones del reconocimiento de q~
más allá ,de los límites propios existe una humanidad para con la cual nOI
unen derechos y deberes. La gracia presupone seres a quienes agradar, hal~
la dialéctica exige interlocutores, un pensamiento que no sea el propio, y q~
incluso puede ser el de la colectividad .. En ambas situaciones el adolescenll
concede autonomía al .prójimo y se siente solidario con sus éxitos y desgraciall
Nunca la simpatía será mayor; es la época cuando con más fuerza se vivell
los problemas sociales y, también, la decisiva en la futura postura: atonía de
-· -=~ - -- -

ADOLESCENCIA 103

esyiectador insensible o afanes de luchador. La simpatía es, pues, a través


de la gracia y la dialéctica, el primer lazo que une al adolescente con los
demás hombres, le abre nuevos caminos, ya que lo pone en el mundo, rompe
su coraza de individualismo, lo convierte en un hombre más.
Junto ·con el despertar de la simpatía aparecen las primeras urgencias del
instinto sexual. EL comienzo de la función fisiológica sexual se verifica para
las mujeres entre los 12 y los 14 años; para los varones, entre los 14 y los 16.
Paralelamente· con el factor fisiológico actúa el psíquico, cuyos primeros pasos
son algo más tardíos que la función fisiológica sexual. En un principio se
presenta como deseo, necesidad, aspiración de ternura, de amor y de ser
amado; privado de inclinación al acto sexual. Para las mujeres aparece entre
los 14 y 16 años; para los varones, entre los 15 y los 17. Esta fase es la llamada
por muchos psicólogos del erotismo., que no debe, por supuesto, confundirse
con el concepto de libido sustentado por el psicoanálisis, y que se acompaña
de sensaciones peculiares en algunas zonas del cuerpo llamadas erógenas, en .
particular los órganos genitales.
El adolescente, demasiado preocupado por comprenderse, no las deja pasa1
por alto y ello le suma un motivo más de turbación. En su esencia, el pro-
blema sexual le es desconocido y se encuentra ante un nuevo misterio. Frente
a la compañerita había llegado a comportarse con naturalidad, y ahora esa
relación sufre un quebranto. Se siente intimidado por una pregunta que in-
tuye en labios de la amiga y que en secreto él también se formula: ¿cuál es
el "misterio"? Ambos acarician la esperanza de la mutua revelación, pero al
comprobar la respectiva ignorancia corren presurosos a buscar, cada uno por
su lado, quien les brinde un poco de luz. Si se presenta la oportunidad, el
muchacho adoptará frente a la niña las posturas más viriles y muchas veces ·
las más inconvenientes, pero de allí a sofaldada, aunque tenga la ocasión,
media un abismo. Podemos decir con Bcrtrand Russell que "con respecto a
la tendéncia sexual el adolescente se encuentra en la situación de un recién
nacido que para saciar su hambre tuviese que aprender los movimientos de
succión y deglución". Este solo hecho bastaría para frenarlo en la búsqueda
del sexo opuesto, si no viniera a agregarse el sambenito que la religión primero
y la opinión social después cuelgan al problema de la sexualidad. Sin embargo,
la urgencia del organismo es demasiado perentoria para que se detenga radi-
calmente ante esas prescripciones; además, la calle, los amigos y familiares le
enseñan que es lícito burlar todo eso con un rodeo. Resulta de ahí un fertó-
111er-
mo- mr.no especialísimo: deseo y al mismo tiempo miedo del sexo opuesto. Mientras
vive orgías con la imaginación, siente la mayor de las vergüenzas al acercarse
que
al sexo opuesto. En los muchachos, la reacción es más patente y su mejor
nos
ejemplo es el donjuanismo intrascendente que los anima. Acuciados por sm
deseos, por el afán de demostrar al prójimo virilidad, siguen y pi~ean a
cuanta mujer cruza su paso. Mas, ¿cómo reaccionan .si son correspondidos?
¡Triste espectáculo de la incapacidad de amar! Si no huyen con cualquier
pretexto, las pretensiones naufragan en balbuceos y con el ridículo termina
la promisoria aventura.
t04 PSICOLOGIA GENETICA

Por supuesto, semejante situación no ·se prolonga. Asediado por el deseo,


.frenado por la sociedad, las prácticas vicarias traen al muchacho más exci-
;tación que calma y entonces descubre la burda solución de la prostitución.
Así llega a un desdoblamiento inusitado: la sexualidad y la ternura marchan
por sendas· divergentes. La misma aberración del amor caballeresco, la misma
separación ficticia de lo físico y lo psíquico, impulsan al jo.venzuelo que pone
en un pedestal a la novia y derrocha las fuerzas del sexo en la complacencia
,venal. Esta dualidad, propia de una moral asexuada para seres sexuados,
moral burguesa por excelencia, incide profundamelllte en el desarrollo de la
vida afectiva: el adolescente -varón o mujer- cree que solamente se llega
al amor después de avasallar los sentidos. Dicotomía peligrosa que plantea
problemas que sin duda luego corregirá armonizando tendencias, pero que
prueba la premisa que antes adelantáramos, de que el amor no representa la
más intrínseca y paculiar forma de la e:~princa afectiva de nuestros adoles-
centes, ya que no rige en él el principio de equilibrio que señalamos al defi-
nir el sentimiento amoroso.
El adolescente, como más tarde el joven, llega muchas veces a atisbar
la vida sexual en su complejidad, pero 'por lo común en estos períodos de la
. edad évolutiva la vida sexual se manifiesta únicamente en algunos de sus
aspectos, y por faltarle el equilibrio y la armonía del todo puede aparecer a
veces como morbosa o extraña e injustificada. Los adolescentes, varones so-
bre todo, suelen ser atormentados por representaciones de contenido sexual,
que retornan con obsesiva frecuencia y llegan hasta asumir la apariencia de
ideas obsesivas que por lo común desembocan en la masturbación y en casos
extremos .llegan a actos inmorales de diverso tipo. Las niñas, por su parte,
se abandonan: no pocas veces a un · sentimentalismo excesivo, sueñan lo im-
posible, se irritan si son contrariadas en lo que hacen para corresponder a
su~ fantasmagorías. En ellas se despierta a menudo una verdadera repugnan-
cia sexual, con rechazo explícito de relaciones de este cariz, e ignoran en
tales casos, hasta llegadas al matrimonio, las sensaciones agradables que acom-
pañan los prolegómenos del coito y la relación sexual misma, atrincheradas
como están en que el amor consiste en un vago sentimiento erótico. De este
modo las expresiones del erotismo y de la sexualidad son dos modos de mani-
festarse un mismo sentimiento, pudiendo definirse con Gemelli al primero
como una disposición afectiva que caracteriza todas las actitudes de la perso-
nalidad, pero sin particular referencia a los órganos genitales y a sus funciones.
En tanto que el erotismo caracteriza la vida de las adolescentes, la sexuali-
dad, con sus manifestaciones más explícitas, destaca la vida del adolescente.

*
La adolescencia marcha por caminos en zigzag; los jóvenes, unas veces
deslumbrados, otras vencidos, van captando gradualmente la realidad. Cada
una de las etapas de la adolescencia es un paso hacia el adulto, y ser tal es el

llegar al equilibrio psicológico, al de las funciones orgánicas, reconocerse como


"peúona", adecuar las urgencias del ''yo'' a las del medio_. La adaptación del l
ADOLESCENCIA 105

nmo al ambiente es espontánea e inmediata; no existen conflictos entre el


querer y el actuar que no solucione vicariamente. Los padres, Ja escuela, la
sociedad en una palabra, _coartan sus tendencias anárquicas, señalan los res-
tringidos límites de su libertad, pero él se evade con el pensamiento y los
juegos. Desligado de todo y de todos, escinde fácilmente su persona en el
autismo del monólogo para conservar inviolado lo propio, la fantasía, y en-
tregar el resto a la educación con que se pretende obtener de él un determi-
nado tipo de hombre. En cambio la situación del adolescente es trágica; .
no puede prescindir lisa y llanamente de los demás, no puede encerrarse en
una torre . de marfil, y cuando se ofrece íntegro, los mayores ríen o lo corrigen.
El niño no tiene problemas biológicos, no vive día a día, hora a hora, su
crecimiento; el adolescente, por el . contrario, atisba a cada minuto en su
organismo, pulsa las fluctuaciones del mismo, y cuando cree haberlas com-
pr~ndio, dominado, un nuevo cambio lo vuelve a arrojar en la incertidum-
bre. Así, de salto en salto, sus funciones psíquicas no llegan a estabilizarse
ha ! ~ ta que se regulariza la marea de cambios que encrespa la sensibilidad pro-
topática. Cuando ese momento llega, la adolescencia terminó, los problemas
del pasado caen en el olvido y comienza el lento pero firme proceso de la.
socialización. ·
La estructura de la sociedad en que vivimos no tolera "originales"; si al
niño le está permitido mucho y ya menos al adolescente, es porque del _pri-
mero nada teme, pero al jovenzuelo y al hombre impone sumisión. De allí
vi en.e el choque de los adolescentes con el medio: en la ininterrumpida aus-
cultación de su organismo cobra límpida conciencia del individuo y de sus
funciones naturales, pero en el momento en que pretende actuar conforme
a dichos cánones, moral, religión, sociabilidad, le cierran el camino -con puerta
de siete llaves. En la época, por ejemplo, en que está a punto de comprender
el valor· y alcance de la sexualidad, todo se confabula para destruir. la imagen
primaria: vetos, supersticiones, conveniencias sociales, desvían y confunden
su atención. De aquí, sin duda, nacen los más agudos problemas de la ado-
lescencia, los fenómenos cuya génesis esbozamos. Solamente un psicólogo mio-
pe puede prescindir de este choque entre el despliegue orgánico del adoles-
cente y el medio social. Un proceso de tesis, anthesis y síntesis se cumple así
cabalmente. Mas, ¿cuál es el aporte de la tesis y de la antítesis, de este modo
planteadas, a la síntesis? En la psicología de la adolescencia, la tesis se pre-
senta como las fuerzas del organismo que perfecciona funciones, en el des-
borrle de entusiasmo que sigue a cada situación superada. Por el contrario,
la antítesis es el grupo social, la coacción de los demás individvos y, por sobre
ellos, el conglomerado de normas, de situaciones de hecho que exigen respeto
y por ende, para que el respeto exista, acatamiento, puesto qµe con bases tan
impersonales s~ría ilusorio pretender respeto por admiración.
En la interacción de ambos factores, la tesis lleva la peor parte; aislado,
el adolescente se domestica. Uno de sus grandes descubrimientos fue la uni-
versalidad del hombre, y la antítesis le impone el apego a facciones; otro de
sus hallazgos fue la legítima aspiración al amor, y nuevamente la antítesis
106 PSICOLOGIA GENETICA .

antepone conveniencias, mitos, dilaciones en el cumplimiento del ansia afec-


tiva, mientras para "entretenerlo" le muestra el camino de la satisfacción
venal. Lo mismo también ocurre con la gracia de la adolescente. Hemos lle-
gado a la conclusión de que la gracia eran intenciones estéticas voluntaria-
mente yuxtapuestas a los automatismos, la necesidad de darse en espectáculo
y en él afirmar su persona; pero en seguida la educación burguesa, el hogar,
la cultivan y desvían con miras a la coquetería, a la captura del "buen par·
tido". Auténtica expresión de un equilibrio psicobiológico que en su verdadero
aprovechamiento pudo servir para agregar ritmo y colorido a la tarea diaria,
para quebrar la monotonía de los automatismos del trabajo, se la convierte
en producto de tocador, en sésamo ábrete para un matrimonio socialmente
ventajoso. ·
Si este es uno de los tantos ejemplos con relación a la niña, qué diremos
de la dialéctica del muchacho. Esa fecunda necesidad de explorar tras la
fachada de las cosas es desvirtuada o contenida por el formalismo de la ense-
ñanza. No es casual que sólo los adolescentes que descubren un maestro afir-
men su personalidad, que tantas promesas concluyan- en tantos fracasos. La
antítesis actúa aquí con todas sus fuerzas negativas.
Ahora bien, ¿cuál es el resultado de la síntesis? De suyo se impone la
rn;puesta: una personalidad epidérmica. Las características netas del tipo
psicológico humano no están definidas, puesto que el adolescente marcha ha-
cia el adulto por sucesivas aproximaciones. En él, lo que podríamos llamar
·"presión interna" y la resistencia del medio llegan sin duda a contrabalan-
cearse, pero tal equilibrio es inestable. Uno de ambos factores puede imponer
su ~eñorfa y entonces la resultante será una conducta opuesta, pero en los dos
casos negativa. Si en el choque de tesis y antítesis domina un medio pesada-
mente burgués, la síntesis dará un · domesticado. Como esos fantasmas del
Erebo que evocaba Ulises, el individuo, mera sombra animada, vivirá arras-
trado por: la corriente mundana. Falto de decisiones, a la espera del momento
oportuno, genuflexo y trepador, las sendas trilladas serán su camino, el favor
de poderosos e influyentes sus armas. Presto para aceptar cualquier régimen
social, todas las encrucijadas de la política le serán propicias: carecerá de
valor para la crítica e incapacidad para la autocrítica. Mediocre en ideas,
gustos, navegará con los vientos de la moda siempre a la popa. Sus convic-
ciones serán las de la mayoría o conservará un término medio que nunca
resulte lesivo para los extremos; en toda contingencia estará dispuesto a con-
ceder razón, pero, eso sí, siempre al más poderoso. Figura de plastilina, toda
mano dejará huellas bien visibles. En cuestiones estéticas e incluso eri aque-
llas de mero gusto personal adoptará lo que la "gente chic" pone de actuali-
dad; sus vestimentas copiarán el último figurín y sus lecturas -ideas, cono-
cimientos-- llevarán, en el mejor de los casos, la impronta del mayor éxito
literario, o del Reader . Digest por lo -común. No vive, piensa o actúa por
sí mismo; vive, piensa, actúa, según digan los demás. Sombra entre sombras,
el número le da fuerzas y le impone gustos. Cuando una corriente política
llega a imponer su coacción, engruesa la legión de burócratas que la apunta-
ADOLESCENCIA 107

Jan. Eso sí, llegado a una posición clave, si sus asentaderas soban un sillón de
director, el tímido muestra las garras, la sombra cobra tenácul~s de acero
Sus medidas serán drásticas, su vanidad .ilimitada. El respeto al cargo será
respeto a su persona, y detrás de toda esa mascarada estará el juego de los
resortes de la~ aspiración de dominio del adolescente domesticada, pero no
canalizada, que por fin ve llegado el momento del desquite.
Lo opuesto, y también con signo negativo, resulta cuando la tesis, la "pre-
sión interna", domina de manera absoluta. Antisocial, egoísta, desligado de
todo y de todos, el individuo vive un anarquismo psíquico peligroso. El pre·
dominio del individualismo le estampa un sello inconfundible. Si el entregado
al. medio concede incluso gustos y pasiones para triunfar con la complacencia
de los .poderosos, éste sacrífic.0 lo más esencial de sus afanes de superación
para imponer su "yo". Diséonforme por antonomasia, negador por sistema,
se siente único. Sus pasiones no conocen límites y los altibajos de su carácter
semejan a una veleta volteada por un huracán.
En estos dos aspectos extremos de la síntesis resaltan netas las característi-
cas unilaterales de la adolescencia, puesto que aparecen convertidas en for-
mas estables del carácter la necesidad de apoyo, de simpatía y calor colectivo,
y el autismo, rasgos que alternándose columbran a lo largo de la edad evo-
. lutiva. · Empero, esta apreciación exacta en sus líneas generales, raras veces
se presenta con 'perfiles tan definidos y en gran parte de los casos hay una
conjunción compensatoria .. Si bien la domesticación es más frecuente que b
ruptura orgullosa con la sociedad, un gran porciento de individuos, los "nor-
males", presentau un saludable equilibrio que les permite la valoración obje-
tiva de las circunstancias en que deben actuar. Si ejemplificamos con casos
exrremos es porque en los fenómenos patológicos resaltan mejor las fuerzas
que componen el carácter y permiten fundamentar una psicología de la
adc!escencia.

*
Si en el salto del niño al púber encontramos un corte neto, en el paso del
adolescente al adulto descubrimos· intrincadas ramificaciones en las que sr
entrelazan elementos subjetivos y sociales. Entre éstos se establece una rela-
ción causal recíproca: cada manifestación de la estructura social actúa direc-
tamente sobre la configuración de los factores psíquicos y, a su vez, cada
cambio de éstos se traduce por nuevas acciones sociales. De tal manera, causa
y efecto son reversibles, y en lo que atañe a la formación del carácter, psiqui5
e historia constituyen el par dialéctico que con sus "interacciones conforma a
la persona humana, al individuo que supera lo biológico y trasciende lo social
contingente.
Sin duda el equilibrio completo se da difícilmente y el balance nos señala
indisoluble maridaje entre temperamento y clima social, mostrándonos que
por reservarse este último la mayor parte del botín, la adolescencia, sus pro- .
blemas, la persona resultante, reflejan directamente las condiciones del medio.
Són la resultante cualitativa de los cambios cuantitativos que condiciones socio-
108 PSICOLOGIA GENETICA

económicas e históricas imponen a las comunidades. En suma, la adolescencia


trasciende lo biológico y lo psicológico y se presenta como problema educativo.
Ahora bien, educar significa transmitir valores culturales, crear el concepto
de la inseparabilidad de gnosis y praxis, integrar al individuo con el grupo a
que pertenece abriendo su mente, la de cada generación, para la recepción
<le! pasado y fundamentar la proyección de la misma hacia el futuro, esto es.
hacia la interacción con nuevas y posibles circunstancias. Educar es despertar
la conciencia de la noción de esfuerzo colectivo Y. de la organizaci6n de ese
esfuerzo, enseñar a pensar en escala nacional y universal, ampliar e intensi-
ficar los movimientos del pensamiento individual y colectivo, empujar a la
búsqueda de fórmulas de pensamiento nuevas, de aspiraciones comunes que
permitan acrecentar las posibilidades de acción a base de nuevas técnicas.
armónicas con la condición humana. Esta marcha que exige actuar de acuer-
do con perspectivas desconocidas hasta ahora en el mundo occidental impon!:'
una adecuación constante del pensamiento y de Ja acción frente a la adoles-
cencia y a sus intereses cambiantes. Los educadores deben ser educados, ha-
cerles comprender de una vez por todas la necesidad de ubicar sus esfuerzos
no sólo en el marco pedagógico que les es propio, sino también en relación
con la historia de la humanidad, que es la síntesis del esfuerzo para crear
valores culturales. Comprender, en suma, todos que el ser y el conocer son,
respectivamente, la faceta cuantitativa del fenómeno dialéctico que a través
de la adolescencia configura como síntesis al hombre.
Tercera part e
ORIGENES DE LA SOCIABILIDAD
CAPITULO VIII

LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA

Definición. Origen y mecanismo de ·tas emociones. Expresión de las emociones.


La mímica y la imitación. Las pasiones.

Lás relaciones del hombre con el mundo físico nunca son directas m sim-
ples e inmediatas como las del animal. El medió social se superpone al natural
y la organización de la vida colectiva señala el momento en que el individuo
contribuirá con su trabajo a la existencia de todos con el fin de asegurar la
suya propia. El animal, que provee solitariamente a sus necesidades, establece
relaciones dire.ctas con el medio natural desde la más temprana edad; el niño,
por el contrario, apenas llega en el curso del segundo año a desplazars.e por sí
mismo, y la prensión, necesaria para una acción inmediata sobre las cosas,
únicamente se logra después de largas etapas de maduración de los centros
nerviosos y a través de innumerables ejercicios coordinados con los niveles
de integración neuromuscular.
Durante todo ese tiempo, la existencia del niño no está privada de nece-
sidades ni de deseos, a los cuales naturalmente no puede proveer por sí mismo.
La condición de continuidad de vida durante toda la infancia está respaldada
por la sociedad, a través de la tutela familiar y, en mayor o menor grado,
~egún las formas y etapas de cultura y civilización. El animal adelanta rápi-
damente en sus. relaciones con el mundo físico, y sus primeras reacciones están
dirigidas a él; los polluelos picotean el suelo apenas salidos del cascarón y el
cabrito trisca la hierba a la par de la madre. Para el hombre, por el contrario,
la vida se abre necesariamente por reiaciones de sociabilidad y es inevitable
que las posibilidades psíquicas del moen~ estén orientadas en tal sentido.
Desde el nacimiento está dotado de movimientos que responden tanto a los
mecanismos de la vida vegetativa como a órganos de la vida de relación; esta
segunda fase de la motricidad infantil está, aunque de manera muy rudi-
mentaria, en relación con detrmin~a forma del comportamiento, esto es,
las relaciones vitales del niño con el ambiente. A los seis meses de edad, la
relación es. netamente identificable y aparece, psicológicamente considerada,
como primer paso para despertar el interés del prójimo por necesidades Y
deseos vitales inexpresables de otro modo que no sea a través de la tonicidad
muscular.
Para muchos investigadores se trataría de mecaniso~ perfectamente bien
adaptados a las necesidades de la acción. Cannon fue el primero en demos-
111
112 PSICOLOGIA GENETICA

trar que no existe emoción sin una descarga masiva en la circulación de pi:o-
·ductos endocrinos, . en especial de adrenalina, que estimula el ortosimpático
y en consecuencia dilata los bronquiolos, intensifica los movimientos cardía-
cos, al mismo tiempo que por su acción vasoconstrictora reparte el caudal
sanguíneo entre la periferia, las vísceras y los centros nerviosos, ampliando así
el campo de la hematosis. Correlativamente aumenta la cantidad de glucosa
en la sangre y en los tejidos, con lo cual las disponibilidades energéticas se
acrecientan en favor de automatismos útiles al organismo. Otros autores, tras
las huellas de J. R. Kantor, se ubican en el polo opuesto. Las emociones serían
manifestaciones de desorden, nocivas o por lo menos molestas. En todos los
aparatos funcionales aparecen temblores, pérdida de tonicidad muscular, falta
de precisión en los gestos, obnubilación e ilusiones sensoriales, trastornos del
juicio, y esto ,sin hablar de perturbaciones viscerales y glandulares. Según
Lapicque, el influjo nervioso, en lugar de quedar localizado en los aparatos
de relación; hace efracción en el aparato neurovegetativo; la gran diferencia
de cronaxia que existe entre ambos quedaría salvada por una excitación ma-
siva como la que subyace en las emociones. Pagano, par su parte, demostró
que interviniendo en el núcleo caudado se pueden obtener manifestaciones
de cólera o de miedo, según el punto excitado. Lapicque mismo llegó a acep-
tar c¡ue en las formadones subcorticaJes, en la región optoestriada y particu-
larmente en el tálamo, existen neuronas cuya función sería modificar el nivel
de la~ cronáxias, de donde la aparición de las emociones dependería de un
órgano regulador. En tal caso se presentarían como reacciones organizadas,
aunque queda por explicar los efectos nocivos que destacan los partidarios de
la explicación mecánica y catastrófica de Kantor.
Frente al problema cabe plantear con Wallon que, útil o nociva, la inter-
vención de las funciones neurovegetativas en las emociones es reconocida por
todos, y ya sea que provean de energía o perturben la puesta en marcha de
mecanismos oportunos, están identificadas con la acción sobre el inundo exte-
rior. y precisamente en esta concordancia que une lo negativ<;> y lo positivo
de lo observado en el desarrollo de las emociones en relación con una fina-
lidad vital, la acción sobre el mundo exterior, se habría afinado por diversi-
ficación y especialización en el pasaje del acto al pensamiento (vid. cap. XIII ),
en la transición que va del hominida al hombre, hasta transformarse de algo
más o menos accesorio, accidental, en función desarrollada y sistematizada.
Nocivas en unos aspectos, positivas en otros, en el hombre las emociones
terminaron por convertirse en una forma nueva de actividad, la primera
de significación social para nuestra especie.

*
Origen y mecanismo fisiológico de las emociones se revelan como reaccio-
nes orgánicas a estímulos periféricos que de carácter agradable o desagrada-
ble pertenecen a los circuitos sensitivomotores de la vida de relación. Esta
manera de reaccionar aparece en el niño hacia los seis o siete meses de edad
y ~e la considera como prototipo de emoción primitiva, estrictamente, debida a
circunstancias periféricas que nacen y. se extinguen con ella. El ejemplo c~á-
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA li3

sico es la experiencia de Insabato, de cosquilleo obtenido por fricción pro·


funda de regiones ricas en aponeurosis y en inserciones musculares, como son
las partes laterales del tórax. La sensibilidad puesta en juego está pura -y ex-
clusivamente relacionada con los órganos del movimiento, es orgánica y nada
tiene que ver con estímulos del mundo circundante. Específicamente propio-
ceptivo, el cosquilleo de la experiencia de Insabato no desemboca en gestos
de aproximación ni de huida, y en lugar de representar una actitud cada vez
más completa hacia la fuente que lo provoca se amplifica de manera difusa
hasta llegar a un espasmo y pasar luego a explosiones de risa forzada que
concluye en llanto y lágrimas; Una misma excitación alcanza los dos polos
opaestos de la vida afectiva, la alegría y el sufrimiento.
Durante todo este proceso, la excitación es la misma, y la única diferencia
entre la risa y el llanto es que la reacción se amplificó según una progresión
que corresponde a la estrecha reciprocidad que existe entre sensibilidad orgá-
nica y actividad tónica. El efecto, que de ningún modo correspondtl a la vida
de relación, se acumula en el organismo bajo la forma de tono que sin la
desrnrga exterior de gestos y actos, sin la acción dirigida hacia el objeto,
termina por invadir todo el aparato motor, y superada la capacidad tonígena
de éste, se resuelve en un· espasmo que se agrega a la excitación orginaria y
?rovoca otro espasmo más extendido. Se establece un circuito cerrado de sobre'-
alimentación de tono, y la descarga, sin objetivo, se traduce en risa convplsiva.
Con el acceso de risa los músculos .se distienden, la actitud de esfuerzo desapa-
rece. Pero si la risa no llega a liquidar el exceso de tono y la excitación toní-
gena continúa, como en la experiencia de Insabato, sus efectos se propagan a
los músculos del esqueleto y de las vísceras, el organismo queda hipertónico
y estallan !os sollozos, única manera de liquidar el exceso de tono que en· la
hipertonía, la angustia, el miedo, provoca calambres cardíacos y viscerales,
ahoga la respiración y crea un bolo esofágico.
Todas las emaciones: placer, alegría, cólera, angustia, miedo, timidez,
pueden ser reducidas a la manera como el tono se forma, se consume o eon-
serva, y en todas puede señalarse la expresión dialéctica de un fenómeno cuan-
titativo único ~carg de tono-- que según su grado y nivel se descarga a
través de expresiones cualitativas que ocupan una amplia gama y cuya valo-
radón no expresa siempre la reacción del estado de ánimo concomitante . al
estímulo, esto es, dirigida hacia el objeto, sino una situación orgánica, subje~
tiva, derivada del grado de carga tonígena; a veces se llora de alegría y · se
rie de miedo, aparte de que en los estados de extrema angustia hay un mo-
mento en que llanto y risa se confunden en un rictus mixto que revela alter-
nativamente. ambos tipos de descarga.
La emoción es un . fenómeno vegetativo y como tal depende de proces~
nervioso5 subcorticales, constituyendo las vivencias afectivas más simples, re-
lacionadas con la satisfacción o insatisfacción de necesidades orgánicas. Agra-
do y desagrado son su expresión psicológica, y como reacción afectiva forma'Il
el equipo básico común de animales superiores y el hombre. Empero, a me~
dida que el proceso de cerebración creciente (vid. cap. III) señala en la
Palcologla genétfca.-8.
114 PSI COL O GIA GEN ET IC A

filogenia el predominio de los hemisferios cerebrales, se acrecienta la posibi- il


lidad de establecer reflejos condicionados y de suplantar el estímulo directo,
específico, por otro que circunstanciadamente estuvo conectado con el pri- la
mero. La intervención de la corteza cerebral está demostrada por el hecho ];:
de ·que aunque al principio las emociones nacen como reflejos incondiciona-
dos;· después aparecen a base de reflejos condicionados, e incluso el mismo
estímulo puede, según las circunstancias en que se produjo el condicionamien-
to, estq es, las conexiones temporales, traducirse por satisfacción o insatisfac-
d1
ción. Una limonada, por ejemplo, resultará refrescante o nauseosa según al-
rn
guna vez haya sido empleada para calmar la sed o para disimular una pócima pt
de pésimo sabor. E
Las conexiones temporales cambian fundamentalmente la función de los
estados emotivos, y en el hombre dichas conexiones son de carácter social, ªI
d1
derivadas de las relaciones recíprocas de la gente, de donde su cualidad vege-
CI.
tativa pasa al plano de la vida de relación; la sonrisa amistosa, los gestos de
desagrado, aceleran o detienen actitudes o actividades del prójimo, y estas
m
actividades despiertan en nosotros alegría o cólera. En ambos casos, por el -:r
estímulo, graduamos la carga de tono orgánico y la reacción vegetativa corres- y
pond~et. Ocurre también que el recuerdo de un gesto amistoso o inamis-
toso, o la simple circunstancia ambiental del lugar en que se produjeron, des-
pierta la reacción vegetat4va correspondiente por. obra y gracia de un estímulo ne
indirecto, de una conexión temporal, lo cual revela con hermoso ejemplo a(
dialéctico la transformación de lo cuantitativo -reacción vegetativa- en
.cualitativo -reacción .p síquica-, y viceversa. illl
En su aspecto cualitativo, las reacciones afectivas son típicamente huma- pa
na:s, se relacionan con objetos o personas y, por consiguiente, tienen finalidad. J.ac
Están unidas con necesidades que han aparecido en el curso del desarrollo en
histórico de la humanidad y se transforman en lo que llamamos sentimientos. el
La aparición de los sentimientos depende, pues, de las condiciones en que ale
vive el hombre y está ligada a necesidades culturales o sociales. En tanto que en
la emoción surge siempre como reacción a estímulos aislados y específicos, el el
~entimo refleja la frustración o el logro de la acción que el individuo
quiso realizar sobre las cosas o- la gente. El hecho de ser sociales en cuanto fcr.
al origen del estímulo y a la expresión crea la infinita variabilidad histórica
de la gama de los sentimientos en su valoración social, estética o moral. A no a
pocos sorprenderá saber que el trato muy cristianísimo dado a moribundos o ID<l
dementes hace apenas tres centurias está ahora desterrado por monstruoso ca!
e inhumano. ~

En tanto que las emociones son circunstanciales, se motivan por un estímulo !llC
que actúa en un momento dado y se debilitan después para desaparecer to- su
talmente al cambiar la situación; los sentimientos son constantes y reflejan de
el consenso y constancia de la actividad social que los propicia, máxime cuan-
do se refieren a ideas abstractas, a principios morales sancionados por una ·os
ética heterónoma. Cuanto mayor es la densidad psicológica de un pueblo, me
los sentimientos res~ltan ligados en la misma proporción a la actividad cog- pre
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA 115

noscitiva de las personas, su aparición y mantenimiento aparecen unidos a la


satisfacción de intereses racionales y se confunden en muchos aspectos con
la consecución de valores, aunque a veces los individuos no lleguen a captar
la diferencia: ontológica entre uno y otro tipo de vivencia.

*
Se trate de la emoción más primitiva o del sentimiento más intelectualiza-
do, en su producción se sigue una serie de actitudes posturales, lo que es tó-
nico, según la amplia definición de Sherrington, que coloca entre las funciones
posturales las contracciones de todas las vísceras por serlo de naturaleza tónica.
En efecto, las reacciones orgánicas, en especial la actividad contráctil del
aparato circulatorio, del tubo digestivo, de la vejiga, del útero, de las vísceras .
de fihras lisas, desempeñan papel tan preponderante en el mecanismo de lai;
emociones como las variaciones del tono en el apárato muscular de las acti-
tudes y del equilibrio. Todavía más, se puede decir con Franck que en las
manifestaciones fisiológicas de la emoción hay una serie profunda, orgánica,
disimulada, que requiere un examen general para ser percibida objetivamente,
y una serie exterior, inmediatamente visible, audible, sensible, a la que se
da el nombre de e:cpresión.
En la serie exterior se puede a la vez distinguir . entre expresiones comu-
nes y especiales. Las primeras, como el enrojecimiento, la palidez, la horripi-
lación, el temblor, se encuentran en todas las categorías de emociones, a lo
largo de la serie filogenética y, con excepción del temblor, son reacciones
inervadas por el simpático, propias de la vida vegetativa. Representan un
patrimonio común de animales y hombres; en ambos, por ejemplo, la horripi-
lación se encuentra en el miedo; en la sorpresa grata, en la cólera, en la espera,
en el orgasmo sexual, en los deseos imperiosos de evacuar; el sudor aparece en
el miedo, en el dolor, en la incertidumbre; el rubor traduce la cólera, la
alegría, la timidez, el miedo de ruborizarse, en tanto que el temblor surge
en el terror, así como en las grandes tristezas, la cólera., la alegría intensa,
el deseo, la esperanza.
De acuerdo con el análisis psicológico, la mayoría de estas reacciones son
fenómenos de derivación que se agregan o re.<;ultan subsidiarios de las causas
que provocan la actitud postura! correlativa de 1a emoción que acompañan.
La fisiología no agrega por su parte nada nuevo al análisis psicológico y per-
manece en el mismo plano cuando dice, con otra terminologfa, que en el
caso del rubor y del sudor la derivación nerviosa va de la región optostriada,
centro probable de la emoción, a los centros bulbares o bulbomedulares vaso-
motores o sudoríparas, El temblor escapa a las reacciones vegetativas, pero
su causa no está mejor conocida. Para Mosso, que desarrolló una observación
de Descartes, resulta de la desarmonía que se produce en el funcionamiento de
músculos antagónicos normalmente asociados en la ejecución de movimien-
tos, ló que deriva en desajuste, pérdida de precisión y gradación de los mis-
mos. Empero Busquet ha demostrado que el temblor existe en músculos des-
provistos de antagonistas, como el cremáster, y afirma que se produce cuando
11,6 PSICOLOGIA GENETICA

causas fisiológicas o patológicas como el frío, la fatiga o las emociones diso-


cian las excitaciones psicomotrices o motrices que condicionan las constrac-
ciones normales propias de la función muscular.
Las expresiones especiales son las que corresponden a una emoción deter-
minada, como la tristeza, la alegría, la cólera o el miedo. Suele considerarse
como tales las expresiones comunes de grupos de músculos que se destacan
más o menos durante la expresión de cada emoción en particular, especial-
mente los correspondientes a los-músculos de la cara que, por su movilidad,
son los más aptos para traducir expresiones generales, pero que se prestan por
su inmediata asociación con el resto de la expresión a dar la impresión de
que sus contracciones son particulares, específicas del estado emotivo, cuando
en realidad son expresiones generales que, bien observadas, las encontramos en
la cara en polos opuestos de la vida afectiva como la alegría y la tristeza.
En realidad, la cualidad de. las expresiones especiales no está determinada por
uno o varios grupos de músculos, ni depende de determinadas contracciones,
sino que se refleja en la excitación o depresión general del sistema neuro-
muscular que caracteriza al plano psicoafectivo en que se desarrolla el fenó-
meno emotivo. Por consiguiente, estas expresiones son globales, imposibles de
separar en grupos y solamente perceptibles por el individuo emocionado. Pre-
sentan, además, un neto carácter de revsib~da; es suficiente que por cir-
cunstancias no emotivas el tono neuromuscular alcance el nivel que le es
propio en una emoción para que el sujeto perciba el estado orgánico de la
misma sin estar, por ejemplo, alegre ni triste) tal como acaece en las exci-
taciones o depresiones endógenas. Basta, por otra parte, adecuar el pensa-
miento a una escena pasada o imaginada de alegría o tristeza para percibir
en cierto grado el tono neuromuscular correspondiente al estado afectivo ra-
cionalmente previsto.
En resumen, las expresiones emocionales revelan la acción del simpático
en la horripilación, del sistema cerebroespinal con la sonrisa; perturbaciones
localizadas del tono nervioso como el temblor, parecen explicarse por inhibi-
ciones, excitaciones, reacciones de protección, de agresión o de defensa aso-
ciadas a reacciones específicamente emocionales y sometidas a la acción inhi-
bidora o desencadenadora de la corteza cerebral. En efecto, la cuestión ·de
los centros em~cionals ha sido muy bien estudiada por Pagano para el miedo
y la cólera, y por Bard para la cólera, pero por más que admitamos centros
para estas emociones y las expresiones directamente unidas a la agresión, a
la protección, cabe pensar con Wallon que las leyes de la excitación, de la
depresión, de la inhibición, no dejarán de verificarse en la medida que de-
penden de la actividad de un nivel nervioso jerárquicamente superior, que
gobierne al mismo tiempo los reflejos y psicorreflejos de agresión y protec-
ción. Las experiencias con reflejos condicionados de Pavlov y su escuela no
dejan dudas en lo que a esta sistematización se refiere y al papel rector de
los hemisferios cerebrales en su función de adecuadores generales de la con-
dücta del individuo en relación con los estímulos protopáticos y exterocep-
tivos. Los estudios de leroteeva, Pchonik, Korst y Grinstein abonan en este n
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA 117

sentido. Ieroteeva logró elaborar en un perro un reflejo de inhibición condi-


cionado por estímulos dolorosos intensos combinados con un alimento que
obraba como estímulo incondicionado. "El resultado obtenido de la experien-
cia -escribió Pavlov- fue que un estímulo muy intenso de la piel, eléctrica.
térmico o mecánico, provocó no dolor, como era de esperar, sino como única
respuesta una reacción alimentaria, motriz y secretora, sin el menor movi-
miento de defensa ni la menor modificación cardiorrespiratoria, propias de
dicha reacción defensiva." En modo inverso, Pchonik pudo comprobar que
en el hombre un estímulo subliminal indoloro puede transformarse en dolo-
row si está convenientemente condicionado.

*
La expresión de las emociones puede ser remedada, espontánea o delibera-
damente y, en ambos casos, persigue la finalidad de crear un clima expresivo
que ayude a la comprensión de la actividad postura! adecuada a la circuns-
tancia. Toda vez que el individuo necesita reforzar o acentuar un concepto o
una idea que requiere aval emotivo, la mímica ayuda a destacarlo; si, por el
contrario, es la actitud la que debe crear el clima apropiado, la imitación
desempeña su papel. La mímica reproduce las expresiones espontáneas de la
emoción y se pueden distinguir tantas especies como categorías emotivas imi-
tables existen. Su finalidad, como la de las emociones propiamente dichas,
consiste en crear un público y en despertar por simpatía las mismas vivencias
emotivas. La imitacióU: es la mímica con mayor amplitud; procura reprodu-
cir el verdadero estado emotivo, y su finalidad es más amplia porque está en
relación con la sociabilidad. No se imita para crear un clima afectivo que
predomina en un grupo determinado. Imitar significa llevar el tono neuro-
muscular propio al nivel a que ha llegado en el grupo a que se pertenece o
pretende introducirse.
Existe una mímica y una imitación del gesto, de la voz, de las c;ontrac-
ciones espasmódicas de los m~sculo estriados que actúan sobre la risa, la
secreción lagrimal, etc. De todas las mímicas, la de los músculos estriados
es la más fácil, por lo mismo la más común, y su prototipo es la del gesto.
En ella se encuentra una imitación directa, por ejemplo, cuando en una visita
de cortesía nos mostramos sonrientes para demostrar simpatía y satisfacción
¡cualesquiera sea en ese momento nuestro estado afectivo, o a la inversa
cuando en una visita de duelo adoptamos una actitud compungida. La mí-
mica representa una imitación de transferencia si traducimos a través de
¡expresiones propias de sensaciones físicas sentimientos morales, cuando para
expresar amargura moral elevamos el velo del paladar y bajamos la lengua,
romo para repeler o evitar que toquen una sustancia amarga, o si para expresar
satisfacción nos chupamos los labios o los repasamos con la punta de la len-
gua. Cuando la mímica es rica y cambiable, utilizada todas las veces que
traducimos en símbolos musculares sentimientos, o el carácter moral de un
IUjeto, e incluso ideas abstractas, nos encontramos frente a una imitación
metafórica. Por ejemplo, los músculos oculares, de por sí ricos en expresiones
118 PSICOLOGIA GENETICA

directas o de transferencia, pueden, aislados o asociados con los músculos


perioculares, el orbicular, el frontal, el supraciliar, llegar a crear una mímica
metafórica rica en matices, que expresa en signos simbólicos comprensibles
por todos sentimientos y juicios· de valor: "¡Está bien! ¡No vayas! ¡Ve, pero
cuídate! ¿Cómo? ¡No digas nada-! ¡Ya verás! ¡Te desprecio!", etc.
En cuanto al origen de la mímica y la imitación, es común considerar que
cuando expresan emociones imitamos siempre la expresión espontánea· de
nuestras propias emociones, hecho que la experiencia no confirma. Un ciego se
de nacimiento es incapaz de realizar por la mímica expresiones de alegría, de -d
cólera, de tristeza, aunque posee las expresiones espontáneas de esos mismos ci
estados afectivos: Además, vemos que la mímica y la imitación están ausentes
en el recién nacido y en el lactante y que se van adquiriendo en la misma
medida que progresa la socialización del sujeto. Esta observación prueba que
la mímica y la imita<;:ión no tienen su origen en la memoria social ni en la
muscular de nuestras propias emociones, sino que son visuales y exteriores y,
sobre todo, sociales. Tomamos nuestra mímica imitando expresiones consti-
tuidas desde siempre con temas mímicos colectivos, formados por la expe-
riencia de cada uno y de todos. La mímica es, pues, una lengua basada en
representaciones colectivas que se imponen a los individuos, los anteceden y
los sobreviven.
El origen social de la mímica y de la imitación es todavía más senibl~
en esta última que en la primera. En la imitación propiamente dicha, el pa-
recido que se logra en la actitud y en el comportamiento está en directa rela-
ción con la sociabilidad; aparente en los animales gregales por el paralelismo
de sus actitudes y com¡)ortamiento frente a objetos y estímulos exteriores, cuyas
reacciones expresivas y manifestaciones vocales sugieren la idea de que se
imitan, en la vida humana el papel de la imitación se extiende y vuelve in-
negable. En sociología, Tarde llevó el análisis de la imitación a sus últimas
consecuencias: "Una sociedad -afirma- es antes que nada un conjunto de
hombres que se imitan; sus límites reales están donde se detienen las corrientes
de imitación, partidas de un centro moral del cual radian las inven:::iones en
todos los dominios, modos,' costumbres, lene;ua, arte, moral y técnica." Durk-
heim, por su parte, ha ins:stido sobre el carácter oblig;atorio, ritual. de esas imi-
taciones impuestas al individuo tanto por el prestigio de la sociedad a los ojos
de sus miembros como por las sandoncs morales de que dispone. Con sentido
temporal, la imitación adquiere el carácter de tradición, cuya transmisibilidad
diferencia a las sociedades humanas de las animales y hace posible un pro-
greso que la herencia biológica resulta incapaz de acumular y transmitir (vide
cap. XI). Toda la educación es una asimilación, una síntesis que surge del
choque dialéctico de factores orgánicos perpetuados, mejorados o disminuidos
por herencia y vec~ors sociales conservados, transformados y pasados de ge-
neración en generación por imitación pasiva o coactiva, social.
La imitación y la mímica, com'o toda función, tienen sus grados y su pato-
logía. Pueden representar una forma superior de la acción cuando, controla,..
das por la razón, mueven tras el ejemplo de actos realmente .elevados; puedea
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA 119

aparecer degradadas si se convierten en repetición irreflexiva de actos circuns-


tancialmente prestigiosos. Entre la imitación de la "dama chic" y del peti-
metre que calcan los últimos figurines y copian las maneras del "círculo de
moda" y el sabio que repite una experiencia y verifica o saca de ella nuevas
ideas, se extienden todos los grados de la imitación que van desde la repeti-
ción monótona y grotesca del simio, pasando por la automática, incoercible,
de actos, de actitudes, de palabras que en el adulto son signo de puerilismo y
se observan de común en idiotas e imbéciles, hasta la adopción controlada,
reflexiva y de expresa finalidad ind.ividual y social de las verdaderas educa~ ·
ción y formación intelectual. \·

*
En el siglo xvrr el término pasión tenía un sentido muy amplio, pues desig-
naba, ~ant a las emociones como a las pasiones propiamente dichas, signifi-
cado dual que a veces difcult~ la comprensión de autores que como 'Bos-
suet, Descartes y Malebranche se dedicaron con ahinco al problema. La difi-
cultad perduró. casi hasta nuestros días en que los psicólogos se preocupan por
restringir y precisar su significado, que podemos considerar aclarado en la
definición de Lalande de que "una pasión es una tendencia de cierta dura-
ción, acompañada de estados afectivos e intelectuales, de imágenes en par-
ticular, y bastante poderosa como para dominar la vida del espíritu (pudiendo
esta potencia manifestarse tanto por la intensidad de sus efectos como por la
permanencia de su acción)". Definida de esta manera, la pasión se distingue
de la emoción y de la tendencia. Difiere de la emoción porque ésta es ll¡n
estado logrado, que se vive como tal y se presenta ·estático, sin que tienda a
convertirse en nada ni posea finalidad alguna fuera de la propia realización.
La alegría, la tristeza, el 'miedo, se extinguen con las circunstancias que los
provocaron, y la situación de exaltación o depresión orgánica y psíquica que
les son propias ceden a la desaparición del estímulo. La pasión, P.ºr el con-
trario, tiende hacia un objeto, representa un estado continuo de exaltación
que incluso, sin el acicate del estimulo, mantiene el tono que impulsa al apa-
sionado hacia la consecución de a 1go. Dinámica por excelencia, la pasión no
representa una respuesta, sino una búsqueda, no se agota en la posesión del
objeto, sino que lo transforma, le concede nuevas facetas y, en consecuencia.
procura siempre la posesión de algo nuevo. Se exterioriza por emociones, agra-
dables o penosas, con una intensidad que depende directamente del grado de
la pasión y cuya alternancia co~respnd a la esperanza o desesperanza en el
éxito. No obstante la expresión, la pasión no se confunde con la emoción; y
sea ésta exaltadora o depresiva, el tono afectivo se mantiene siempre elevado.
Por otra parte, la pasión se distingue de la tendencia porque el impulso que
la anima es una tendeneia hipertrofiada, gobernada además por representa-
ciones que la convierten en deseo. De aquí que ciertas emociones pueden dar
lugar a pasiones siempre que el deseo vaya más allá de ellas, las busque, las
prolongue, las renueve. La relación entre pasión y emoción puede esquema-
tizarse con Dumas, si consideramos que la emoción resulta de la detención
120 PSICOLOGIA GENETIC¡'\

o de la satisfacción de determinadas tendencias, en tanto la pasión, que surge


de la hipertrofia de una tendencia, es fuente de emociones agradables o pe-
nosas, según resulte contrariada o favorecida.
El deseo es elemento esencial de la pasión siempre que sea intenso y dura-
ble, presentando, como dijéramos, una. tendencia consciente gobernada por
representaciones, pero cabe agregar que de ninguna manera es necesario que
esas representaciones provengan de la experiencia: simplemente pueden ser
imaginadas. En tendencias instintivas como las sexuales, el deseo que impulsa
a satisfacer la necesidad puede ser una tendencia consciente hacia un fin co-
nocido o imaginado; lo es hacia un fin conocido cuando el interés del indi-
viduo se centra en un partenaire sexual determinado, hacia uno imaginado
. cuando genéricamente el impulso lleva a la búsqueda del partenaíre en· abs-
tracto para luego cristalizar en uno individualmente caracterizado. No siem-
pre es regla el pasaje del fin imaginado al conocido ; muchas veces, y siempre
dentro del ejemplo anteiior, existen individuos cuya pasión se prolonga tras
fines imaginarios y otros que nunca pasan por dicha etapa y siempre se apa-
sionan por fines tangibles (vid. cap. XV).
Desde que Ribot señaló dos modos de nacimiento para las pasiones: la
"acción lenta" y el "flechazo", se corrige, se amplía el esquema, pero se lo
acepta, en suma, cualesquiera sea la postura ideológica de l~s autores. En el
primer caso, una tendencia hipertrofiada, que pudo estar ignorada como tal
hasta entonces, despierta por excitaciones aptas para revelarla y, según sea el
caso, el odio, el amor, la .ambición, etc., comienza a dejar el estado de larva
y a tejer el capullo de la crisálida. En este estado, la pasión despierta por ex-
. citaciones directas: el amor frente a cualidades de forma y de belleza, la
ambición ante las posibilidades de un éxito, el odio a consecuencia de una
ofensa. Mas sería erróneo considerar tales estímulos como creadores de la
tendencia hipertrofiada que marcha hacia la pasión; simplemente son reve-
ladores, pretextos afectivos antes que causas, y por lo mismo su acción de
estímulo no siempre directa y el deseo pasional para alcanzar su objetivo
puede seguir diversos caminos con tal que el instinto que lo sostiene encuentre
en ellos razones de analogía o de semejanza. Es la ley que Sully llamó de la
transferencia y ·cuyos ejemplos abundan en la vida cotidiana; la persona
adorable o antipática por el timbre de la voz, la cadencia del caminar, el
perfil de la nariz, o simplemente por motivos más o menos imaginarios como
creerla enormemente desdichada o inmensamente dichosa sin razón justa,
causa de que en amor tantos jóvenes anhelen regenerar rameras maridánd0 las,
o tantas jóvenes sueñen con ser asilo y consuelo de libertinos desgastados.
Acerca del "flechazo", pese a haberlo señalado como una causa de la pasión,
Ribot permanece escéptico; sin negar que a veces se lo encuentra en las ma-
nifestaciones pasionales súbitas, estima que existe un trabajo preparatorio de
inclinaciones y que el sujeto ha madurado en silencio la pasión que estalla
de golpe. Para comprender este mecanismo, así como el de la acción lenta
y de la transferencia, debemos recordar el carácter estático de la emoción y
el dinamismo de la pasión. La emoción es un hecho psicobiológico realizado,
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA 121

se lo vive y no se duda de su certidumbre. La pasi6n, al contrario, deviene


porque la acunan el deseo, la esperanza, y no es una realizaci6n, sino una
búsqueda de la misma, lo que obliga a encontrar en los hechos que son dados
razones para fortificar el deseo y alentar la esperanza. Acude de consiguiente
a !a interpretación y, a partir de un hecho real, le encuentra por hip6tesis un
sentido determinado; este proceder, el mismo de las ciencias, está en la pasi6p
desprovisto de 16gica racional, y una gramática parda, la de los sentimientos,
señala las pautas a seguir. Las hip6tesis están subordinadas a las necesidades
de la pasi6n, y el gesto en que todos ven una cortesía aparece al apasionado
como signo de aliento o de esperanza, el rechazo normal se transforma en
ofensa. El celoso interpretará un cambio de tocado, un sueño acompañado
de una sonrisa o de un suspiro, como prueba de que dej6 de ser amado, de
que otro ocupa su lugar, de que es traicionado. Tolstoy, en la Sonata a
Kreutzer, señala magníficamente c6mo una vez entrado en el delirio de in-
terpretación Pozdnichev exacerba sus celos y se vuelve asesino.
Cuando la pasión se separa de la tendencia se intelectualiza o socializa;
en el primer caso, la transformación se debe a la concurrencia de recuerdos,
de imágenes, de cálculos, de proyectos que se le asocian, y por influencias filo-
sóficas, literarias, estéticas, religiosas, que sufre. La socialización se produce en
la medida que se desprende de la tendencia, y la satisfacción egoísta, que es
su carácter primordial, se ve suplantada por fines humanos generales, abs-
tractos o concretos, pero fines objetivos que suplantan la satisfacción en pro
del yo por el esfuerzo, el renunciamiento e incluso el sacrificio en aras del
nosotros. La pasión .preñada de tendencias brinda personalidades plenas de
amor, de odio, de ambición subjetivos; la pasión intelectualizada ofrece el pro-
totipo del hombre dedicado por entero a una actividad filos6fica, científica,
artística, pero con fines abstractos, desligados del mundo y de sus seres. Por
último, la pasión socializada confunde en un único impulso el afán que mue-
ve a la intelectualizada con el ansia de prodigarse al prójimo; filosófica, cuaja
en el reformador social; científica, en el sabio que mira al hombre antes que
a las cosas; artística en el esteta que trabaja para su tiempo.
p
r
t~
d

b
CAPITULO IX

n
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS
d
Definición. Interatracci6n e interacción. Niveles de integración. Consecuencias
del agrupamiento social. Sociedades animales y. sociedades humanas.

El ser vivo está inmerso en un medio físico y un medio social que ejercen
grandísima influencia sobre su existencia y psiquismo; el primero representa
la acción de condiciones biofóricas que actúan sobre el ser aislado; el segundo.
Ge presiones biosociales que se ejercen por la relación más o menos estrecha
que señala a los agrupamientos y crea acciones reciprocas que vuelven a todo
ser vivo solidario con los demás en su existencia y comportamiento. En rea-
lidad, la solidaridad o influencia recíproca también está determinada por con-
diciones biofóricas y puede ser muy estricta como en ciertos tipos de parasi-
tismo, o variar en amplia gama de formas y de grados, pero en este caso se
destaca siempre una rigidez derivada de las normas de subsistencia propias
del hábitat. En cambio, las presiones biosociales comportan en sí misma!; una
gran diversidad que se expresa por el gregaris.m o, formación de agrupamientos,
e con mayor precisión de sociedades, siempre que no adjudiquemos al término
sentido antropomórfico. Siempre ha sido evidente que las sociedades deter-
minan el comportamiento de los individuos dentro y fuera del grupo a que
pertenecen, así como representan en su conjunto de presiones la transmisión
de la acción más general, pero no por ello menos importante, de las condicio-
nes biofóricas.
El individuo aislado está sometido directamente a las presiones del medio
natural, responde y se defiende de ellas con el equipo instrume~al propio;
la adaptación se realiza a través de sucesivas adecuaciones morfofisiológicaS¡¡
que viables se perpetúan de generación en generación, e inadecuadas termi-
nan con la extinción total de la especie o, por lo menos, con su desaparición
en uri determinado hábitat. El ser gregal sufí-e idénticas modificaciones, corre
los mismos avatares, pero las modalidades a través de las cuales se realizan los
i:ambios varían fundamentalmente. En primer término, la relación con el me-
dio no está directamente expresada por las necesidades del individuo; sino por
las del grupo; en segundo lugar, las modificaciones exclusivamente individua-
les no bastan para asegurar la subsistencia de la sociedad, y para que sean
viables deben reflejar un cambio general en todos los individuos del grupo
De este modo, el fenómeno de adaptación se transfiere a un nivel distinto, al
del agrupamiento, y los intereses ¡:>rimordiales son los de la asociación cuya
122 .
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 123

posibilidad de subsistencia está así asegurada por una mayor cohesión de las
relaciones interindividuales. La acción práxica del individuo adquiere carác-
ter colectivo y termina, en muchas especies, por convertirse en sine qua non
de la existencia individual.
El análisis biológico de las asociaciones. anímales, incluída la sociedad
hutnana, puede reducirse a asociaciones simples y directas de acomodación
individual al grupo -castas, división del traba jo, familias, etc.- , para que,
a través de éste, se logre la acomodación general y visible a las condiciones
naturales, o se realicen en éstas las modificaciones que la praxis colectiva
dt:;termina. Pero, llevando el problema al terreno psicológico, cabe preguntar,
(en qué medida y cómo estas sociedades influyen en el comportamiento y
el psiquismo de sus componentes? ¿Cuál es el comportamiento particular que
lleva a su constitución? ¿Qué grado de subordinación o de independencia co-
rresponde a los individuos en relación con las expresiones de la vida comuni-
taria? .
Para el biólogo, tomemos · por ejemplo a Espinas o a Girod, las colonias
de animales, de las que son buen ejemplo los corales, entrarían dentro del
fenómeno social y, yendo todavía más lejos," encontramos que Edmond Pe-
rrier considera el cuerpo de un metazoario como una colonia y una sociedad
de células. Estos puntos de vista, que revelan cierto interés para la morfolo-
gía y la fisiología, resultan extraños a la preocupación del psicólogo, para el
cual una sociedad es un agrupamiento más o menos estable ·de individuos,
perfectamente distinguibles en sus individualidades y capaces de actuar ais-
lada y colectivamente, y de reconstituir el grupo cuantas veces las circunstan-
cias lleven a su desmembramiento. Dentro de este concepto corresponde acla-
rar la diferencia entre sociedades y multitudes. Degener, por ejemplo, considera
sociedades el conjunto de insectos arrastrados por una inundación o el en-
jambre de mariposas que se forma en torno. de una lámpara, masas de ani-
males que bautiza con los términos un tanto extraños de heterosympotium
y symphotium. Para Rabaud, por el contrario, existe una sociedad cuando se
ejerce una atracción recíproca, más o menos marcada, entre los individuos
que componen el agrupamiento. Las multitudes en que esta situación falta
únicamente están reunidas por el azar o por la presión de circunstancias ex·
ternas. Así, los insectos en torno de la lámpara están agrupados por el foto-
tropismo positivo que los caracteriza y por la acción de la fuente luminosa.
En cambio, un rebaño de gibones es una sociedad porque su existencia depen-
de menos de circunstancias externas que de una atracción mutua entre los
gibones. Con esta distinción Rabaud quita al término gregarismo su sentido
etimológico y no lo aplica a las multitudes, sino únicamente a las sociedades
verdaderas.
El concepto de atracción mutua o interatracción aparece confundido mu-
chísimas ·veces con la interacción, e incluso dicha confusión es empleada para .
establecer que las sociedades son núcleos cerrados y ·negar que. puéda existir
un intercambio entre éstas, concediéndoles sólo una composición regular Y
estable. ·Por principio, siempre existe interacción entre seres vivos bastante
124 PSICOLOGIA GENETICA

cercanos y entre éstos y el medio. En ciertos casos, por ejemplo las multitudes de
oca5ionales o accidentales, la interacción puede ser mínima y por consiguiente ve;
la composición del conjunto irregular e inestable, pero a medida que la inter- el
acción se revela mayor, más se influyen los individuos y de ello resulta para
el agrupamiento una composición definida y estable que biológicamente se me
denomina biocenosis. Ahora bien, la biocenosis es propia de todas las socie- a .
dades aunque no constituya el carácter distintivo de las mismas, porque tam- po
bién se revela en los agrupamientos vegetales y, salvo licencias del lenguaje jas
que poco ayudan a la claridad del pensamiento, no podemos hablar, como pa:
algunos botánicos, de fenómenos sociales en la vegetación de la selva o la épc
sabana. Las sociedades, para que sean tales, deben presentar siempre, incluso vec
en la forma más elemental, el carácter particular de la atracción recíproca on.
de sus constituyentes. poi
La atracción recíproca llamó ya la atención de los observadores de anta- ter:
ño, pero casi siempre se le dio, bajo el nombre de "tendencia al agrupamiento", <lis
un sentido teleológico e incluso místico. Réaumur invocaba el "espíritu de la 1as'
colmena"; Bergson, sin crítica del concepto, proclama que "la naturaleza se
preocupa más de la sociedad que del individuo", Espinas sostiene la existen-
cia de "inclinaciones sociales o asociativas", Wheeler aplica 'el término "ape-
tición", al que otorga sentido de finalidad inconsciente. Cuando Rabaud ex-
de
plica el hecho social por una atracción recíproca o interatracción, excluye me1
to<la intl:'.rpretación teleológica y mística, traslada su significado al terreno
fon
material y sensorial, recalcando que el fenómeno social no tiene finalidad .
ció1
En efecto, el fenómeno social en sí no representa una finalidad si considera-
tica
mos que los medios de interatracción tienen base sensorial. La olfacción
ron
desempeña papel fundamental entre las hormigas, que aceptan elementos ex-
cias
traños a la colonia si previamente han sido impregnados con el olor caracte-
r.on
r\stico del hormiguero, o rechazan a los propios congéneres perfumados con
térr.
olores de otros géneros. El mismo resultado se obtiene cortándoles las antenas,
con1
que son órganos olfatorios; las del género Myrmica, después de la misma
mer
mutilación, atacan indistintamente a sus congéneres y a las hormigas extran-
mee
jera~. Idéntico fenómeno se observa para las abejas y las termitas, mientras
rela
que en las bandas de aves y de mamíferos el mismo papel es desempeñado
en 1
por la vista y el oído. Una vez constituido el agrupamiento, incluso las sensa-
inte
ciones táctiles y gustativas pueden contribuir a mantenerlo. Rabaud y Whee-
!er insisten a propósito de las sociedades de avispas, hormigas y termitas,
c¡ue
acerca de la importancia de los intercambios de alimentos entre los miembros
detf
de la sociedad: papilla dada a las larvas y adultos, absorción de productos re·
De
gurgitados o expelidos por el ano, lamida por los adultos de las secreciones de y p
las larvas, etc. Los caballos cimarrones pertenecientes a un mismo rebaño cxcl
se reúnen al relincho de uno de ellos, y así para todos los mamíferos que corr
constituyen sociedades. en
Esta concepción concuerda con lo que se observa en conjunto sobre las juni
agrupaciones animales y excluye la opinión de Espinas de que "la vida social matii
es un hecho normal, constante, universal". Sobre medio millón de especies dife
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 125

de insectos actualmente conocidos, apenas algunos millares son en algún grado


verdaderamente sociales; por lo demás, el resto de los invertebrados no conoce
el fenómeno social.
Múltiples son las variaciones de la tendencia social en relación con los
modos de vida, y se puede deducir tanto que es favorable como desfavorable
a la vida de los individuos y a la conservación de la especie. Sin considerar
por ahora la sociedad humana, no cabe duda que la vida social brinda venta-
jas a muchas especies. En el caso de algunos herbívoros, por ejemplo, el agru-
pamiento protege contra ataques de los carniceros, pero, por otra parte, en
épocas de sequía el agrupamiento constituye un grave inconveniente que a
veces lleva a la extinción de la manada. En suma, el fenómeno social en su
origen parece ser la resultante de mutuas atracciones de tipo sensorial, sin que
por ello deba excluirse totalmente la consecuencia posible de excitaciones ex-
ternas que sufran los animales, como se observa en bandas de aves que se
diSpersan en parejas, como los renos en la época de la reproducción, o como
las avispas, que son insectos sociales típicos e hibernan aislados.

*
La vida social resulta de la interatracción de seres vivos en particular y
de la interacción de éstos, como conjunto, con los mecanismos naturales del
medio que los rodea. La sociedad se presenta, pues, en sus orígenes, como una
forma del fenómeno de adaptación, derivada en primer término de la atrac-
ción mutua a partir de estímulos sensoriales y por transformaciones filogené-
ticas que engloban cambios bio y psicosociales. El individuo debe ajustar su
conducta a otras conductas y éstas, como conjunto, adecuarse a circunstan-
cias !>iofóricas cambiadas por la acción del grupo sobre el medio. Ahora bien,
c:omo la acción se traduce en cambios materiales y la materia se define en
términos de acción, el mecanismo por el cual se produce la interacción debe
concebirse en términos dinámicos. Lo que en realidad interesa no es única-
mente la atracción mutua de los individuos, ni solamente su acción sobre el
medio y la de éste sobre aquéllos, sino los niveles en que se establecen las
relaciones y sus ajustes recíprocos que definimos como procesos de integraci6n,
en los cuales se funden las dos modalidades antes descritas -interatracción e
interacción.
Puede suceder por caso que un agente externo inicie el proceso, pero lo
que ha de ocurrir con la sociedad -y con los individuos en particular- está
determinado por la propia estructura social, en última instancia, es organización.
De aquí que todos los cambios se ajustan a condiciones de organización social
y psicobiológica, cuya potencia virtual depende de los niveles alcanzados,
excluyendo cualquier agente causal que actúe sobre los procesos integrativos
como un deus ex machina. La acción iritegrativa reside en el proceso; es,
en realidad, el proceso mismo. En el reino animal, considerado en su con-
junto, reconocemos integraciones progresivas orientadas en dos direcciones
satisfactorias desde el punto de vista de la supervivencia, pero radicalmente
diferentes. Las integraciones del primer tipo son las de una especie o grupo
126 PSICOLOGIA GENETICA

como tocio en su capacidad de adaptarse a determinadas peculiaridades del


ambiente o algún modo característico de vida que señale un mejor aprovecha-
miento de las condiciones biofóricas. Este tipo de integración lo observamos,
por ejemplo, en la colmena y en el hormiguero. El segundo tipo de integración
se realiza primordialmente en interés del individuo, de su supervivencia como
tal y no como especie, y en beneficio de una ampliación de su radio de ac-
ción, lo cual implica un incremento de la autosuficiencia y nna independencia
gradual del adulto, en relación con sus congéneres, para la satisfacción de
necesidades vitales.
Ambos tipos de integración no se excluyen; aunque se prysente con más
fuerza el primero en sociedades constituidas por animales inferiores en la
escala zoológica y patente, en mayor grado el segundo, en las asociaciones de
animales superiores y en la sociedad humana; todos los animales presentan,
aunque sólo sea rudimentaria, una especie de aptitud para moclificar su con-
ducta. Pero en las categorías superiores de asociación, y en la humana princi-
palmente, ambas tendencias se equilibran claramente.
Ahora bien, y dando un salto dentro de la filogénesis del sistema nervioso,
en el hombre el aparato que ejecuta los dos tipos de integraciones es el cere-
bro . Como señala Judson Herrick, los actos reflejos o instintos están contro-
lados por una disposición relativamente rígida de células y fibras nerviosas
que es, sustancialmente, la misma en tocios los individuos, estructura estable,
impregnada por una retícula, la neurópila, que de una manera todavía des-
conocida hace viable el funcionamiento de los reflejos y demás rasgos mo-
dificables de la conducta. Por sobre ella, y envolviendo el pedúnculo cere-
bral, está la corteza cerebral, con una estructura que varía muchísimo de
individuo a individuo y que surge como órgano específico de las funciones
' mentales superiores. Aunque visibles en todos los animales superiores los dos
tipo~ de estructura nerviosa, en el hombre la capa gris, el órgano de control
inteligente de la conducta, constituye más de la · mitad de la masa del cere-
bro. Este hecho significativo de por sí deriva en el pr~domin de uno de los
dos modos de integración que antes señaláramos; en tanto está menos organi-
zada la porción cortical del cerebro, mayor es el predominio de la estructura
neuropílica y, por consiguiente, la conducta se rige principalmente por fenó-
menos reflejos comunes a tocios los individuos de una especie. A medida que
descendemos en la escala animal se vuelve más patente este hecho y, trasla-
dados sus resultados a la organización colectiva, se traduce por la uniformidad
comunitaria de los insectos sociales como ejemplo distintivo. Por el contrario,
ert la misma medida que la corteza cerebral cobra la parte del león en el
dominio de la conducta, que ésta se vuelve inteligente, se inicia distinta y cla-
ramente el segundo tipo de integración. Nos encontramos ya en el plano de
la conducta humana.
La importancia creciente de la corteza cerebral como aparato integrador
t:eñala los niveles en que dicha función se realiza; en tanto que los sistemas
primarios, neuropílicos, condicionan la capacidad reactiva del individuo, la
integración se realiza por medio de interatracciones e interacciones biológi-
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 127

cas. Los niveles 'de la educación individuo-medio aparecen rígidamente con-


dicionados por circunstancias externas sustentadas por la lenta variación pro-
pia del medio natural y por la estabilidad concomitante de estructuras trans-
mitidas por herencia, en cuyo mecanismo, por la poca diversificación de es-
tímulos, está reducida al mínimo la incorporación de caracteres adquiridos
(vid. cap. XI). La incorporación de procesos corticales, para reducirnos a
nuestra especie, de la actividad mental inteligente, lleva a un nuevo nivel el
proceso de integración. La acción . práxica de los individuos transforma con
ritmo acelerado las condiciones del medio. El tiempo geológico, patrón ex-
clusivo de los cambios naturales, se transmuta en tiempo histórico; los evos
ceden a milenios, y dentro de éstos los adelantos de la técnica reducen las
etapas de las transformaciones del medio a siglos; generaciones y años, como
ocurre en nuestros d!as. Este proceso engendra condiciones bio y psicosocia-
les nuevas. En primer término, el vector biológico queda desplazado como
factor que, a través de la herencia, asegura la variabilidad y constancia de la
especie; la reducción del tiempo en que se producen los cambios y la multi-
plicación de los estímulos acrecienta la interacción individuo-medio, que del
plano de adaptación biofórica se traslada al de adaptación bio y psicosocial.
La intervención .del individuo como persona, la creación de condiciones cada
vez más "humanas'', termina por cavar un abismo entre hombre y animal;
la importancia del instrumento natural ---.reflejos innatos, instintos, sensibili-
dad, emociones-- desaparece ante el predominio de la corteza cerebral. El
neopallium crea las nuevas condiciones biopsicosociales del hombre; la pala-
bra, a través del pensamiento abstracto, asegura la ·conservación de . la expe-
riencia individual y social, y un nuevo elemento, la historia, se introduce como
vector de adaptación: El género humano realiza su adaptación en . el plano ·
histórico, y su lucha ya no es para adaptarse a las condiciones .n aturales, sino
para transformarlas radicalmente, superarlas, anularlas. La adaptación se
cumple dentro de circunstancias sociales y el nivel de integración cambia por
las bases mismas. .El instrumental natural. evoluciona: los reflejos condicio-
nados se imponen a los innatos, la conducta racional anula la instintiva, la
sensibilidad se atrofia, las emociones se convierten en .sentimientos y pasiones.
Nuestro género deja de depender de las condiciones naturales para entrar en
la órbita de las sociales; el hominida cede el puesto al H omo faber y éste al
sapiens. El nivel de integración pasa por entero al plano histórico.

*
Estamos acostumbrados á considerar con sentido antropomórfico que
los agrupamientos sociales poseen una finalidad y, ya sea en el plano bióló-
gico o mental, les concedemos acciones positivas o negativas para con los com-
ponentes. Rabaud ha repetido, en los más sobresalientes de sus trabajos, que
el fenómeno social "es sin importancia y sin consecuencia". Esta negación
absoluta es útil contra la imaginación desbordante que campea en algunas
descripciones, las de Maeterlinck en el campo literario, las de Espinas· en el
zoológico, amén de servir de valla a concepciones metafísicas que, tras las
128 PSICOLOGIA GENETICA

huellas de Bergson, consideran lo social dominando lo individual desde el


exterior y en correspondencia con una especie de "alma" del agrupamiento.
Llegando a un equilibrio de las apreciaciones no cabe duda que la fórmula
de Rabaud va más allá del pensamiento mismo de este autor, que, como vié-
ramos, insiste sobre la solidaridad que en ·el con junto de los seres vivos une
unos a otros a través de la interatracción. Sería además comprender mal este
fenómeno si consideráramos que la socialización no modifica en nada el com-
portamiento de los individuos en ella implicados. Sin duda en ciertas formas
sociales muy simples, la atracción recíproca no parece crear nada fuera de sí
misma, pero experiencias de Drzewina y Bohn, como de Allee, muestran que
las funciones fisiológicas de algunas especies animales pueden variar según los
individuos estén agrupados o no. Efectos mínimos pueden pasar inadvertidos
a la observación, pero no cabe duda que, por ejemplo, el grado de actividad
de los individuos varía dentro o fuera del agrupamiento, como ocurre con los
canguros, que constituyen grupos fugaces, o con pájaros hibernadores, que
unidos en invierno como las golondrinas, se dispersan en verano. De estas
modificaciones de la conducta, la más notable es la que ha sido dado en llamar
"fenómeno de Panurgo", en recuerdo del inmortal episodio de los carneros
relatado por Rabelais. En muchos casos los animales de una bandada, una
tropa, se siguen de muy cerca reproduciendo los movimientos y gestos del que
encabeza el desfile; muchas veces aparece una coordinación y un sincronis-
mo en los detalles que no se explica por el fenómeno de la interatracción.
En las bandadas de patos, todos los individuos corren al- mismo tiempo, levan-
tan vuelo al unísono y descienden en conjunto, lo cual implica un elevado
grado de átención recíproca, e incluso, si se prefiere, de imitación incons-
ciente. Empero la imitación, pese a lo -que insistiera Tarde sobre ella como d
base del fenómeno socia~ no se revela de tal calidad porque existen sociedades o
animales solitarios como la urraca y el loro, capaces de notables imitaciones. n
Ofrezcan movimientos coordinados o no, los agrupamientos inferiores no c
muestran una estructura aparente, y ninguna obra común, como en las ban- ~

Si
dadas de aves, resulta de la actividad de tales sociedades. No ocurriría lo
mismo en lo que Picard ha llamado "agrupamientos organizados", y cuyo_s
ejemplos más complejos, más estables y comunes están constituidos por insec-
tos, en espet:iaf las termitas, las abejas y avispas sociales. A pesar de que estos e
casos han llamado profundamente la atención en razón de su trabajo social e
y la literatura que se les ha dedicado es abundantísima, tampoco explican de
manera satisfactoria las raíces mismas del fenómeno social, porque entre los
mismos insectos los hay solitarios que en relación con la crianza de las larvas
y de los jóvenes realizan tareas tanto o más sorprendentes.
Otro origen que se ha buscado a} fenómeno social, tanto por zoólogos
como por sociólogos, ha sido en torno de la familia, y no pocos malentendidos
surgieron al respecto, sobre todo después que Le Play elevara el grupo fami-
liar a la condición de célula originaria y estructural de las comunidades. Es
un hecho que muchas Sóeiedades de insectos son familiares, si como familia
consideramos al enjambre fundador de la colonia, constituido por una hembra
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 129

y obreras que son sus hijas. Pero incluso en esos insectos la naturaleza fa-
núliar de la sociedad no es fundamental, sino que resulta de las circunstancias
en que por lo común se forma la colonia. Sea como fuere, en sociedades de
aves y de mamíferos es muy grande la variedad de relaciones que puede tener
la estructura social con la vida sexual y fanúliar.
En el trabajo social y la división d~l trabajo en las sociedades de animales
se ha buscado sentido y finalidad a las núsmas, discutiendo si se trata de mo-
narquías, repúblicas o de estados anarquistas coordinados, y se habla con toda
$Oltura de comunismo, de división del trabajo, de fines y de espíritu colectivo;
sin que la mayoría de las veces se haga el menor esfuerzo para evitar de
recargar las tintas antropomórficas de la terminología; Se habla, por parte
de vulgarizadores y de no pocos biólogos, de reinas, de reyes, de obreras y de
soldados, categorías morfológicas que en sentido estricto deben ser designadas
como castas, con lo cual se evita el adjudicar una finalidad de organizaci6n
jurídicosocial que el agrupamiento animal no posee. Estas castas no derivan
de fines sociales, sino que su diferenciación proviene del polimorfismo que ya
se encuentra en insectos so.litarios y que hace, por ejemplo, que hembras o
machos de dos o varias clases, exteriormente distintas, con características morfo-
lógicas que pueden parecer adecuadas para esta o aquella ftinción de la co-
o
munidad humana, se les adjudica el papel de obreras de soldados. Ahora
bien, de este polimorfismo comenzamos a tener ideas bastantes precisas que
para nada lo ligan con un determinismo social, sino a la constitución genética
del huevo, como es regla en todo el género animal. Además, sabemos que de-
terminadas condiciones genéticas pueden a su vez deternúnar un polimor-
tismo en el interior del sexo, digamos por caso la diferenciación de dos clases
de hembras fecundas, aladas y ápteras, en algunas hornúgas del género Ponera,
o de sexuados y de diversos neutros en las termitas. Por lo demás, este poli--
morfismo · DO es enteramente genético y en parte debe ser atribuido a condi.
cicmes de alimentación. De .este modo las castas de los insectos sociá.Ies no
se presentan como resultado de upa división del trabajo de carácter finalista,
sino que resultan de un complejo de condiciones genéticas o tróficas que no
son necesariamente solidarias con el estado soéial.
Es lógico que en una soci¡xlad en que las castas se encuentran diferen-
ciadas las relaciones entre los individuos estén en parte modificadas. Cada
casta posee su estructura y reacciones propias, pero éstas no siempre corres-
ponden a las denonúnaciones antropomórficas que es usual adjudicarles. Si
en el termitero hay soldados que combaten, en otras especies las enormes
mandíbulas y las cabezas acorazadas parecen no servir para nada y se pr~
sentan aparentemente como un luxo naturae. Reyes y reinas no gobiernan,
ni siquiera en la colmena donde su papel parece más específico, y las expli-
caciones tantas .veces adelantadas, y que Forel fuera el primero en precisar,
de ·que; por ejemplo, entre las hormigas, las obreras, más activas, poseen gan-
glios cerebroides más desarrollados que las reinas, aparecen contradichas por
Wheeler y otros. Llevada la cuestión al plano de las conductas, las relaciones
de las diversas castas no responden siempre al principio de la interatracción,
Psicofogla gen.ética.'-9.
130 PSICOLOGIA GENETICA

sino que muchísimas son comparables con las de las especies más insociables.
En determinadas condiciones, las abejas obreras matan a los machos, en
muchas especies de hormigas las hembras se matan entre ellas o son destrui-
das por las hembras, entre las abejas dos reinas no pueden vivir en la misma
colmena y su repulsión provoca la enjambrazón. Estos y muchísimos otros
ejemplos, tomados de la ayuda mutua y de la división del trabajo, han servido
a Rabaud para destruir la leyenda de la mística del espíritu colectivo en las
sociedades de insectos y para llegar a considerar. que en agrupamientos de
este tipo los individuos trabajan como si estuviesen solos por contiguas que
sean sus tareas. "Se comportan -afirma- como las larvas parásitas de un
insecto del género Microgaster, que, ligadas en un agrupamiento muy simple
por una interatracción elemental, tejen sus capullos una al lado de la otra."
Adaptar al pie de la letra la afirmación de que en estas sociedades los
individuos actúan como si estuviesen solos no deja de ser una actitud peli-
. grosa, porque en tren de eliminar la mística finalista, se corre el riesgo
de abrir una puerta a la noción no menos mística del "espíritu colectivo",
que desde afuera coordinaría los actos de los individuos en todo aquello que
realmente tie.'.len de sociales. Todavía no estamos en condiciones para deter-
minar exactamente los problemas que plantea la vida en comunidad de los
animales inferiores, pero dejando de lado las fáciles comparaciones antropo·
mórficas, la vía más segura para encarar la verdadera cuestión es aquella de
las condiciones materiales que determinan los trabajos sociales.
*
Si en las . colectividades de insectos la edificación de una obra colectiva
puede ser considerada como rasgo distintivo de la sociabilidad, este aspecto
es una excepción en las sociedades de aves y de mamíferos para cuya estruc-
tura es menester considerar otras razones, sobre todo si tenemos en cuenta
que su composición no es caprichosa, presenta rudimentos de organización
interna basada en esbozos de afectividad y a menudo en relación con las
condiciones de la sexualidad y la crianza de la descendencia. Este aspecto
ha hecho sostener a no pocos biólogos, y es opinión por lo demás corriente,
que las sociedades de mamíferos responden al tipo de familia polígama, en
la que un macho se rodea de hembras y reina soberano sobre ellas y los jó-
venes. Por el contrario, en lugar de ser la regla, este tipo de organización
es la excepción y casi nunca comporta un status continuo, sino que, pasada la
época del celo, los individuos se vuelven solitarios. Una de las excepciones la
constituyen las focas, que forman rebaños compuestos por múltiples familias
poligámicas con una cierta y particular unidad dentro del grupo. Hecho cu-
rioso, los machos jóvenes, incapaces de encabezar un conJunto de hembras,
están excluidos del rebaño, pero como de todos modos la interatracción es
grande en la especie, forman entre ellos rebaños distintos que se mantienen a
cierta distancia del rebaño principal.
Largo seria el análisis de los ejemplos y está, por lo demás, fuera de nues-
tra finalidad, pero en todos los casos encontramos que en su mayor parte la
estructura de sociedades de mamíferos y de aves está en relación cori los
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 131

reflejos de reproducción, en tanto que la existencia misma de los componentes


es independiente y la relación entre el reflejo de reproducción y la atracción
mutua se establece de las maneras más dispares. Entre los elefantes y monos,
por ejemplo, machos y hembras conviven en igualdad de condiciones y cons-
tituyen dentro del agrupamiento parejas en tanto dura la estación de la
reproducción. Además, aunque estos agrupamientos posean una cierta esta-
bilidad, sus miembros, al contrario de los insectos que componen sociedades,
pueden subsistir aisladamen te. Cuando las circunstancias separan a estos in-
dividuos, pronto buscan un rebaño al cual unirse, e incluso a veces deben
someterse a determinadas pruebas, como acompañar al grupo de lejos y por
cierto tiempo, lo que tal vez implicaría una cierta atención recíproca que
exige un grado de acostumbramiento, hecho por lo demás compatible con el
psiquismo bastante elevado que los zoopsicólogos conceden a estos animales.
Aunque la obra coléctiva esté excluida de los agrupamientos de aves y
de mamíferos, en sus sociedades se encuentra un comportamiento colectivo
que va más allá de las especificaciones propias de la atracción mutua. Cuando
los lobos cazan en manadas saben repartir la presa; los pelícanos pescan en
círculo y rodean · así a los bancos de peces, las palomas resisten con éxito a
los rapaces · cuando están agrupadas. Entre los caballos salvajes, los potros
hacen frente a los carniceros y protegen a la manada rodeándola; entre los
ovinos, los adultos, machos y hembras, hacen lo mismo para resguardar las
crías. Este comportamiento de solidaridad colectiva se diferencia radicalmente
por su calidad psíquica del aspecto similar que puede observarse en los insec-
tos sociales, que únicamente actúan en defensa de la obra común y no de los
individuos, a los cuales se puede destruir sin provocar reacción, en tanto
se les mate sin aplastarlos Y' haciéndoles despedir humores odorantes que exci-
ten a los congéneres, cuya actitud de ataque depende de estímulos sensoriales
directos. En las sociedades de aves y mamíferos existe ofro tipo de atracción
mutua que, propio de un psiquismo en cierto grado elevado, revela además,
y como destacamos, que el grupo y los individuos cuentan en la acción con-
;unta y no exclusivamente la obra colectiva. Se trata del papel efectivo de
iefes, ojeadores y guías; aunque las observaciones de exploradores y zoólogos
~yan a menúdo recargado con sentido antropomórfico estas funciones, no
icabe duda que entre las aves migradoras que vuelan en fo¡mación triangular,
el individuo situado en el ápice desempeña un papel director, al mismo tiem-
po que debe desplegar una fuerza notable contra la resistencia del aire, que
'l'eJl.ce en provecho de la bandada. A esto se agrega que regularmente es suplan-
tado para que el promedio de velocidad no sufra merma. Entre los elefantes
llirve de guía uno de los individuos de mayor edad, macho o hembra. De
estas particularidades se ha sacado a menudo, y por analogía con el papel
de los reyes y ancianos en las tribus ulvajes, el, concepto de que la fortaleza
y la experiencia, en especial esta última, desem¡)eñan papel primordial dentro
de las sociedades animales que consideramos; es verdad que los jefes, ojea-
liores y guías existen, pero es una exageración humanizante atribuirles cuali-
dades de dominio o de experiencias particulares que, hasta ahora, la zoopsi-
13Z PSICOLOGIA GENETICA

cología no ha llegado a comprobar y que incluso como hipótesis aparecen


dúdosas.
La única. conclusión de hecho que · podemos obtener es que, a medida
que el psiquismo se va introduciendo en la serie de reflejos que representan. la
conducta de los animales inferiores, el comportamiento mecánico es suplan-
tado por una conciencia cada vez más clara del peligro y de la solidaridad
sociaLque .implica, de una manera o de otra, el problema de la comunicación
interindividual, porque ya en un plano psíquico elevado pasaría a realizarse
por medio del lenguaje, que supera en mucho el alcance de las reacciones y
condicionamiento pura y exclusivamente sensoriales. El problema del lenguaje
en los· animales se plantea en términos similares al problema de las relaciones
de subordinación dentro de las sociedades que éstos constituyen. Son muchos
los biólogos que admiten que diversas especies animales poseen lenguaje, aun-
que necesariamente no deba ser sonoro, y no exclusivamente para los grupos
zoológicamente superiores, sino también para los inferiores. La palpación por
las antenas según Forel, el intercambio de alimento para Wheeler, tendrían
ese sentido entre insectos sociales. Von Frisch describe danzas de las abejas
recolectoras que incitarían en la colmena a sus compañeras a seguirlas en
busca de un buen botín. Ya en el siglo pasado Huber admitía el uso frecuente
· de un lenguaje para los insectos y Lubbock asentaba que, para atraer la aten-
cit)n de un compañero o comunicarse noticias, las hormigas . se golpean las
antenas.
De aceptar la existencia de un lenguaje animal, deberíamos dar un giro
de noventa grados a nuestra apreciación de las sociedades animales; la exis-
tencia de un lenguaje, por rudimentario que fuese, señalaría la transmisión
de conocimientos individualmente adquiridos y la conservación de los mismos
a través de generaeiones, lo que implica un cambio radical en la interacción
individuo-medio, y una nueva perspectiva de la interacción. No obstante, a
pesar de que cierto grado de memoria debe ser reconocido en los animales
superiores, ninguna prueba concreta, objetiva, permite hablar de lenguaje
animal, de otra manera que extrapolando, y al hacerlo una vez más caemos
en el antropomorfismo que traslada por analogía de situaciones las soluciones
humanas a diversos problemas de conducta animal. Rabaud, autoridad que
no puede dejarse cJ; citar en relación con estos temas, únicamente concede
lenguaje al hombre, y bajo una forma más que rudimentaria a unos poquí-
simos animales, el perro entre ellos, y considera tal lenguaje como producto
de una excitación emocional que se transmite sin llevar significado alguno y
cuya finalidad sería provocar el mismo tipo de reacción emotiva eri los con-
géneres. .
Si estimamos que un verdadero lenguaje es un código convencional de
signos que permiten a los individuos intercambiar informes, caemos indefec-
tiblemente en .la consideración de que la convención inicial fue producto de
una revelación. Ahora bien, todo lo que sabemos en cuanto a orígenes del
lenguaje nos aieja de esta hipótesis, por Jo demás caducada; pero si amplia-
mos el concepto podemos llegar a una síntesis satisfactoria, tanto en lo que
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 133

pPecta al lenguaje animal como a los orígenes del habla humana (vid. capí-
llulo XIV). El equívoco fundamental proviene de estimar necesariamente al
tnsuaje como conjunto de gestos, símbolos o sonidos de contenido abstracto.
- _ partimos de esta consideración, necesariamente debemos negar de plano
loguaje a los animales, por elevada que sea su jerarquía filogenética.
1 La palabra articulada, la más rica de las formas biológicas de expresión,
rs casi específica del hombre; los monos antropoides carecen, por ejemplo,
de la suficiente movilidad de los cartílagos aritenoides; pero, como muestra
d ejemplo de loros y urracas, la posibilidad de articular palabras no es la
loica condición orgánica del lenguaje: falta el desarrollo concomitante de
mano y cerebro y las condiciones psicosociales de él derivadas que han desem-
iucado en el lenguaje histórico y abstracto que utilizamos. La biología ha
lemostrado definitivamente el origen animal del hombre, y si bien el .len-
tJaje humano establece diferencias claras y distintas entre los objetos y los
l'°ceptos, creando la necesidad de una palabra más compleja, no cabe duda
l'guna que sus orígenes están en los pocos y muy generales sonidos artícubd'os
gue emiten animales superiores, en especial los monos antropoides.
Si a pesar de las profundas diferencias que hoy existen entre lenguaje
animal y humano, podemos rastrear las raíces de éste en aquél, lo mismo cab~
~ir - de la sociedad humana en relación con la sociedad animal. Los soció-
p>gos las distingueri radicalmente y, con Durkheim a la cabeza, considcr:w
l:gítima toda comparación entre ellas. La actitud es correcta si tenemos rn
tuenta que el grado de evolución alcanzado por la sociedad humana la a !('ja
lanto de sus orígenes que dentro de los tiempos históricos únicamente aparece
iromo institución jurídica y moral. Pero esta sociedad, lejos de ser una crca-
ición voluntaria, propia del hombre, es, bajo una forma modificada, lwrcncia
de antepasados animales. Como afirma Prenant, en razón de afinidadcs :. - o,,-
fgkas, el prototipo de la sociedad humana primitiva debe ser buscad0 en
las sociedades de monos que, libres de la rigidez de las de insectos, son t·ntrc
Is agrupamientos de los mamíferos los más organizados y poseen diycr~ ; 1s
i.perioridades psíquicas: sentido geométrico más preciso, un cerebro m.'t'
fomplcjo y manos aptas para manejar instrumentos. Lo que falta a las socí,·
lades de monos para evolucionar como lo hizo la humana es, sobre tod0. la
1Dnservación social liel instrumento, una representación más amplia de b d11 -
.-ación y, por lo demás, la conformación de la laringe qUe permite la palabra
El día en que un antropoide conservó el instrumento) que con gruñidos de
pnayorcs matices llegó a comunicarse .de manera más precisa con sus compa-
fieros, la banda de simios perfeccionó poco a poco ese instrumento, modificó
sus relaciones con el medio, creó una técnica rudimentaria, conceptos m ;'1>
llhstractos y un lenguaje más rico, el grupo estuvo en los comienzos de la
imarcha que llevó a la sociedad actual. Sin duda biólogos, antropólogos, sociú-
l>gos y psicólogos carecen de documentos sobre ese estadio primitivo del hom-
~e, pero, a la luz de la reconstrucción a base de lo demostrado hasta l10v
es la hipótesis más plausible.
CAPITULO .)¡;

MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD

Definición. Praxis y evolución. Trabajo y conocimiento. Conservación del


instrumento y evolución mental.

Si damos un salto feérico sobre etapas de la evolución del género humano


que Huxley, por ejemplo, estima duraron medio millón de años, en tanto
unos cien mil debieron transcurrir desde que realmente nuestro antepasadó
más inmediato mereciera la denominación Hamo, y de apenas unos diez mil
desde que el adjetivo sapiens corresponde a su real capacidad de dominio,
llegamos, de las primeras organizaciones semíanimales o comunidades del
hominida que logró crear un instrumento y, lo que todavía es más impor-
tante, conservarlo, a la verdadera socialización del género· humano.
Hoy nadie discute que todos los aspectos de la realidad están sometidos
a evolución, se trate de los átomos o de las estrellas fijas, de los peces o de
las flores, de la sociedad y los valores cult~raes. El mito de la fijeza de carac-
teres que aparecieron por creación ex nihilo y se transmiten por herencia
est{i definitivamente desterrado del saber moderno. Los biólogos han descu-
bierto la existencia de un proceso que se manifiesta en el pasaje de la vida a
través de una serie de etapas, cada una de las cuales está ocupada por un
grupo de seres cuya organización señala un progreso en relación con la de
los grupos precedentes. Ningún filósofo, por "existencialista" que sea, puede
ahüra despreocuparse de la influencia de la organización, la sociedad en el
caso de animales superiores y d~I hombre, en la elaboración del espíritu huma-
no, o dicho con un término que no acusa nigu~ resonancia metafísica, de
la mente humana. Nadie, ni siquiera el más ingenuo dé los pedagogos que 51
. todavía se inspiran en Rousseau, es capaz de imaginar, como en el siglo xvm,
un "hombre natural" en posesión de todas las facultades de la especie, antes
que se estableciera la sociedad. si
Una organización mejor da a los seres una ventaja biológica, y si dentro
de una especie un grupo la consigue, éste se convierte en dominante, multi- Ir
plicándose y extendiéndose en una serie de ramas que representan, con adap-
taciones a circunstancias semejantes, pero diversas, distintos progresos. Estos

progresos no son ineludiblemente idénticos y tampoco se encuentran destinados
a desembocar en un mismo fin. Además, pueden coexistir con el viejo tronco
dominante del cual se desprendieron, y aunque todo adelanto se realiza a
expensas del antecesor, la ruptura completa puede postergarse a través de
134
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 135

etapas indefinidas que están en relación con la transformación paulatina o


radical de las circunstancias que llevaron al cambio. Este proceso, común a
todas las especies vivientes, continúa en nuestros días y continuará mientras
la vida exista sobre el planeta, cuya perdurabilidad aparece a los estudiosos
cada vez más libre del Mors imperator que a fines del siglo pasado procla-
maban las cosmogonías en boga.
Desde la aparición del hombre como tal, la evolución ha continuado para
él_, pero con una diferencia importante: no sólo fue biológica, sino gradual-
mente como recibió el aditamento psicoea~ efectuándose cada vez en ma-
yor grado por el mecanismo de la interacción cultural que implica la autorrepro-
ducción acumulativa y la autotransformación de la actividad mental y de sus
productos. Las grandes etapas de la evolución humana están n;,;r.rcadas por
da aparición de sistemas mentales dominantes que en tiempo relativamente
~revísimo realizan transformaciones que nuevas organizaciones biológicas nun-
~ a hubieran logrado concretar. La imposición del factor mental en el pro-
v ceso evolutivo ha hecho que las últimas etapas de éste se trasladen del plano

f
enético al cultural y que una especie relativamente poco fecunda como la
nuestra, que constiu~ó en sus primeros estadíos grupos débiles y poco nume·
osos, llegara a dommar el planeta. · .
Ahora que la humanidad sobrepasa los dos mil millones de individuos,
organizados en su mayoría en sociedades altamente evolucionadas, no mueve
a sorpresa hablar de dominio de la especie humana. Pero nuestros antepasa-
dos simiescos nunca fueron tantos y además debieron resultar particularmente
penosas las etapas por las cuales grupos aislados, dispersos en áreas continen-
tales, repitieron la aventura de abandonar los árboles, adoptar la posición
' erecta, adquirir hábitos carnívoros, acrecentar la masa encefálica, fabricar y
utilizar instrumentos, nuevo crecimiento del cerebro, capacidad de captar la
duración en grado superior al simio y con ello la posibilidad de ·conservar el
instrumento fabricado, descubrimiento. del fuego, creación de un lenguaje,
y todc al mismo tiempo que la naciente organización social se estructuraba a
través de jerarquizaciones de neto corte cultural, esto es, de adaptación co-
lectiva al medio ambiente a través de la acción práxica individual convertida
en patrimonio común por la evolución de las capacidades psicobiológicas . re-
sultantes de la.<; adquisiciones antes enumeradas.
Admitido esto, y subrayado, acudiremos muy poco en este capítulo a las
enseñanzas de la sociología, que al respecto son oscuras y disputan acerca de
si a los orígenes del fenómeno social se le debe dar sentido inmanentista o tras-
cendentalista, nominalista o realista. Nos limitaremos a destacar que por lo
menos se deben · distinguir tres aspectos que a menudo se confunden en un
solo vocablo: el biológico, el psíquico y el social propiamente dicho. Antes
que los agrupamientos humanos hubiesen adquirido el estado de multitud,
una "conciencia colectiva", es evidente que la unidad común se sitúa netamente
en el plano biológico porque el individuo encuadrado en la masa pierde, en
el ~entido fisico del término, la característica de su unidad orgánica y comien-
za a realizar su equilibrio con el medio a través de las adaptaciones del grupo
136 PSICOLOGIA GENETICA

que crean lazos de dependencia fisiológica a través de la interatracciór. asen- JI


tada en la satisfacción colectiva de necesidades vegetativas. Es la etapa social JI
de los antropoides actuales y de la que partió nuestra especie. • II
Empero, en la misma medida que el progreso de la actividad nerviosa ye
superior desplazó la interatracción basada en la sensibilidad (vid. cap. IX), y
y la organización del grupo se centró en la interacción del individuo con una n
estructura cultural, cuanto menos desarrollada más estricta, a la que debió hr
plegarse y cuyo efecto fue uniformar totalmente el comportamiento de la CO·
munidad, se creó un género de unión nuevo, basado en la sinergia de estados ·
mentales comunes, que podemos llamar "individualidad psicosocial". El tra-
bajo impuso la comunidad de esfuerzos; la acción dirigida, con finalidad pre-
concebida, se vio afirmada, fortificada. Desarrolló virtualidades praxicog-
nósicas en lot' individuos, a ·cuya acción, cada vez menos concreta y tendiente
a posibilidades que superan la fuerza del grupo como posibilidad actuante,
impuso limitaciones. La dialéctica de esta acción mutua terminó ,por encon-
trar su equilibrio en una síntesis cuyos alcances son, precisamente, de con"
cretar esas virtualidades y de autorizar dentro del grupo su pleno efecto.
Aparece de este modo la tercera y última etapa, la social, que libera al
hombre de la servidumbre de la biosfera y lo introduce en el medio intangible
pero omnipresente del pensamiento, que es expresión colectiva. El hombre no
puede existir solo como animal pensante, está inmerso en el medio que Teilhard
de Chardin bautizó con el nombre de "noosfera" y representa las especulacio-
nes e ideas de antepasados desaparecidos, la praxis y la gnosis de todos los
hombtes que vivieron antes de él, de los que conviven, de los que· hicieron
historia como la hace cada individuo en el momento en que le toca vivir.
Este hombre nuevo somos ~ostr, es decir, seres con menos de cien mil años
de pasado, con un lapso de existencia que representa segundos, menos de un
minuto en la marcha del reloj de la evolución.

*
La historia biológica y social del hombre nos demuestra claramente que la
praxis precedió a la teoría en la marcha que jalona las diversas etapas por que
pasó la humanidad. En el estado actual de la evolución de nuestra especie
no podemos anteponer ia práctica a la teoría, puesto que el orden de la adqui-
sición del conocimiento se ha invertido a consecuencia de la acumulación
cultural que a través de la ciencia y de la filosofía desemboca en. el esclare-
cimiento de los fenómenos naturales y problemas humanos. Pero -y este pero
es muy importante---, sea en el momento cuando la praxis abrió la primera
~nda, fue sólo acción, sea en éste, en que fundida con la teoría señala rumbos,
la unidad de ambas, la actividad gnosicopráxica, facultó la ascensión del gé-
nero H omo en el proceso que va de los hominidas primitivos a nosotros.
Cuando un remotísimo antepasado nuestro utilizó por primera vez el
puño como masa y el pulgar y el índice en movimiento de pinzas, quedó
creada la técnica que; en su estricto significado, representa la acción inst.r u-
mental sistematizada y dirigida con fines preconcebidos. No sabemos en qué
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 137

momento preciso ocurrió, ni tampoco cuándo ese ser se separó de sus her-
manos arborícolas y emprendió la conquista del suelo erguido en dos piernas,
. mas es filogenéticamente cie.r-to que desde ese instante mano y cerebro, influ-
yéndose .recíprocamente, die.ron paso a la serie de Hornos que posteriormente,
y con la creación de un instrumento más útil, más eficaz, único en su origi-
nalidad, la palabra, die.ron paso al tronco de nuestro linaje, al Horno sapiens,
hombre de pensamiento.
Sin duda, circunstancias especiales imprimieron a los primates primitivos,
esto es, a los antepasados comunes de antropoides y de nuestra especie, nuevas
condiciones de vida. Tal vez cambios en la corteza terrestre dificulta.ron la
posibilidad de vida arbórea y con ello disminuyó la importancia del olfato,
en la filogénesis el más arcaico de los sentidos, y se acentuó la del oído y de
la vista, que entonces debieron ser .rudimentarios. Por otra parte, el pulgar )'
el índice adquirieron la capacidad de oposición, de formar pinza. Mas, aquí
no paró la aventura, ya que de los primates en tren de transformarse algunos
perdieron por entero la capacidad de marcha en cuatro patas, adquiriendo
definitivamente la posición e.recta que modificó su esqueleto. El cambio .re-
presentó una desventaja para subsistir en el medio de sus iguales, ya que no
fue más par ínter pares, y el primate imperfecto se vio lanzado por las cir-
cunstancias a la conquista de nuevos horizontes. Aquí comienza nuestra histo-
ria, la historia de la humanidad. Innecesarios para la marcha, los miembros
anteriores se transforma.ron, y mientras los dedos de las extremidades poste-
riores perdían movilidad, adaptándose al suelo pla'no, los de las anteriores
se agilizaron extraordinariamente. Las garras, inútiles para sustentar al hom-
bre en cierne, se acorta.ron, las yemas ·de los dedos .y la palma de la mano
adquirieron gran sensibilidad táctil.
Con esto no se completó la transformación. La mano es solamente un
instrumento, un medio de acción, y de ninguna manera una finalidad bio-
1ógica en sí. Cada transformación orgánica repercute sobre las cor.relaciones
biológicas y es tan íntima la sinergia de las mismas que el desarrollo o atrofia
de una se refleja sobre las otras. La libe.ración de la mano trajo aparejado el
desarrollo del cerebro. Una simple experiencia de Anthony demuestra, de
manera espectacular, lo que debió ocurrir a nuestra especie en sus albo.res;
seccionado el músculo c.rotáfico (temporal) de un lado en un cachorro de
perro de pocos días, fue dado comprobar que el cor.respondiente hemisferio
craneal se había desarrollado más que el otro. Por un mecanismo similar, al
asumir las manos funciones antes .reservadas a las mandíbulas, desgarrar,
arrastrar, etc., en el hombre primitivo debió producirse un debilitamiento
de los músculos temporales que se tradujo por menor presión en las insercio-
nes, lo cual posibilitó un mayor desarrollo .de la cavidad craneana. El rostro
llodavía bestial de nuestro antecesor comenzó a afinarse y gradualmente debió
,Wquiri.r cierta nobleza, reflejo de nuevas funciones intelectivas que iba ad-
~irendo.
Que las cosas debieron transcurrir así, nos lo demuestra el estudio de la
estructura de nuestro cerebro. Cuanto más importante es la función de un
138 PSICOLOGIA GENETICA

órgano, mayor es el área de su representación en la corteza cerebral. Las ye-


mas de los dedos, con ser muchísimo menos extensas que la piel de la espalda,
poseen, por ejemplo, una localización cerebral mayor, precisamente por la
riqueza de sus receptores sensoriales. Los músculos de los dedos de la mano,
a pesar de su relativa debilidad, poseen un área cortical mayor que los muy
potentes del tronco, y que equivale a la de todos los músculos de la pierna.
La focalización cerebral está, pues, en relación con la importancia psicobio-
lógica de la función. El área cortical de la mano está situada en torno de la
cisura de Rolando, es particularmente extensa y sigue al área facial. Esta
situación es de por sí significativa, puesto que señala, por su cuasi frontalidad,
el carácter filogenéticamente reciente de la adquisición, demostrado además
por la consecuencia fisiológica de la importancia de la mano como guía de
orientación del hombre en lo que concierne a sus relaciones con el mundo
exterior y su propio cuerpo.
El anatomista inglés Wood Jones pudo afirmar que "la mano no sola-
mente ocupa una parte extraordinariamente extensa de la región cortical,
sino que también posee una influencia directriz sobre la representación cor-
tical de otras partes del cuerpo". El estudio del área cortical en tomo de la
cisura de Rolando permite trazar el esquema de la marcha filogenética del
hombre. La representación del espacio bucal, que se inserta en el área facial,
es la más antigua. El antecesor todavía no evolucionado del hombre recibía
sus impresiones del mundo exterior a través del olfato; la nariz alojaba el
sentido guía y es así como las representaciones corticales del mismo pueden
ser consideradas las más primitivas. Tanto la filogénesis como la ontogénesis
revelan con el orden de aparición del· área funcional su origen arcaico. Del
animal primitivo microsmático derivó el hominida macrosmático, que no
puede orientarse en el espacio con la nariz, y cuyas manos y ojos ocupan su
lugar. Los sentidos de la vista y del tacto, este último específicamente repre-
sentado por la mano, se convirtieron en avanzadas para la orientación.
Si .de las hipótesis pasamos a los hechos, encontramos en la filogénesis cito-
arquitectónica, como ya destacáramos, que el área de representación manual
sigue a la bucal, y en la ontogénesis descubrimos el mismo orden de preceden-
cia: olfato y gusto, que son las formas más primitivas de la sensibilidad ex-
teroceptiva, como prueba el hecho de que dejan indivisa, psicológicamente
hablando, la separación entre sujeto y objeto. La mano, por el contrario, se
convierte a partir de los tres meses de edad en el principal instrumento de
exploración táctil y con su actividad co:ipienza la fase del reconocimiento,
esto es, la separación entre sujeto y objeto, que exige un acabado desarrollo
de las vías de conducción, así como la acción conjunta de la sensibilidad y la
motricidad, únicamente posible después de la soldadura de Von Monakow,
que reúne con significación espacial y corporal las sensibilidades intero, pro-
pio y exteroceptivas. Aparece entonces la sensibilidad epicrítica -para que
sea tal deslig3.da de contenidos organoafectivos-- como función activa, capaz
de desencadenar las interacciones propias de la acción del medio sobre el
individuo, y de éste sobre aquél. El hominida, como el niño de hoy de siem-
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 139

pre, conquistó el mundo exterior tocando cada objeto con su mano) y fue por
ella como la vida se abrió un camino hacia la inteligencia. La mano es la guía
de nuestras experiencias que constituyen, por una parte, reacciones en relación
con sensaciones físicas y del mundo exterior y, por otra, la facultad imagina-
tiva, puesto que todas nuestras imágenes están tomadas de la realidad.
A través de la mano y por millares de años se ha elaborado el conocimiento
del mundo objetivo; llevó al cerebro estimula.ciones que, a diferencia de las
de otros sentidos, no eran pasivas, recibidas tal cual se producían, sino pro-
vocadas, modificadas, y el órgano nerviogo central respondió a esas excita-
ciones, localizándolas en el área misma donde se producían. La situación
frontal del proceso gnósico deriva de la posición frontal del área de represen-
tación cortical de las manos. La fisiología de los músculos revela que cada
emoción se expresa sobre el sistema motor de las manos. Por lo demás, las
enfermedades del acto motor revelan con meridiana claridad la relación en-
tre acción manual y conocimiento del mundo exterior, cuya génesis acabamos
de establecer. El estudio del desarrollo del sistema nervioso muestra la super-
posición de diferentes dispositivos a lo largo del neuroeje, siendo los más re-
cientes, desde el punto de vista de l.a ontogénesis como de la filogénesis, los
situados en las regiones anteriores del eje cerebroespinal, estructuras que pue-
den ser consideradas como expresión morfológica de funciones motrices o, más
específicamente, de la acción manual. Que esta ordenación no se produce al
azar y responde a las etapas sucesivas del perfeccionamiento motriz de la es-
pecie, lo puso en claro Huglings Jackson y lo corroboró en la filo y onto-
génesis Gurevish.
El mecanismo de la prehensión es para los humanos, y entre muchos otros,
la estapa final de una serie de reacciones jerarquizadas que en todos los niños
se repiten de manera siempre análoga. La independencia de la mano coincide
con la época en que el niño permanece sentado sin ayuda, alrededor de los
siete meses. Entonces la mano adquiere máxima libertad y desplaza comple-
tamente a la boca como instrumento táctil. Para ese momento la filogénesis .
repite la de los mamíferos, pero con acusadísima acción del cuerpo estriado
que regulariza los movimientos y, ·gradualmente, tales mecanismos se someten
a una acción cortical cada vez más acusada, reflejando la estructuración ner-
viosa propia de los animales superiores y, en especial, la del hombre. Desde
ese instante la filogénesis cede en todos los campos a la ontogénesis. Ya no
se trata de la integración de sistemas, sino de una jerarquización de niveles
pstructurales que, en el mismo grado que se integran funcionalmente, estable-
cen con su predominio las jerarquías respectivas. La integración deja abierto
rl camino de la maduración, base innegable de la actividad psíquica superior
J que, desde el punto de vista funcional, traza el final de la actividad filo-
piética.
La ontogénesis pone en primer plano los procesos individuales y señala los
IUDienzos de la madurez cortical. La actividad práxica está, hasta este pe-
"3do, ligada a la actividad vegetativa y su acción carece de expresión indivi-
liu.al voluntaria, que corresponde a la etapa posterior, denominada por Walton
140 PSICOLOGIA GENETICA

estadio afectivo ligado a la actividad de relación. Aparecen las primeras rela- la I


ciones entre los deseos del niño y el medio exterior: es posible establecer refle- mis.
jos condicionados y la mano alcanza definitivamente el carácter de órgano hu- pas:
mano por excelencia. La .actividad práxica revela el carácter de exploración pat1
IX>n;
del mundo circundante y dentro del esquema filogenético pasa por la etapa
de la humanización definitiva. El hominida cede paso al Romo faber, y toda món
acción manual tiene entonces valor cognoscitivo. Por último, adviene el · esta- bres
dio sensomotor, que aparece aproximadamente a los nueve meses y que permite pern
al niño la exploración y asimilación del mundo exterior más cercano. Des- pan
pués, con la eclosión del lenguaje y la relación entre la percepción y la mano, ltlllt1
logra la objetivización de deseos que configura el estadio humano por exce- be<::
lencia, la etapa perceptiva y proyectiva.
Estos tres estadios patentizan la relación entre motricidad y evolución ~:
psíquica. Señalan en cada caso un paso adelante en la integración y madu- l
ración del sistema. nervioso, e indican el camino por el cual del acto reactivo
-movimientos ligados a la actividad vegetativa- se marcha al acto proyectivo
- movimientos con finalidad- que, al integrarse con la sensibilidad, abre las
puertas del psiquismo.

*
El hominida primitivo se humanizó en la misma medida que con la acción
fue capaz de cambiar las condiciones del medio que lo acogía, y este paso
representa la transformación del esfuerzo individual en colectivo. A duras
penas podemos en la actualidad comprender cómo, desde el punto de vista
psicológico y social, trabajo y conocimiento estuvieron en un principio tan
íntimamente unidos que no se los podía diferenciar. Nacemos en un medio
altamente culturalizado y nuestros primeros contactos con el mundo se reali-
zan a través de lo gnósico; en los tiempos que corren, incluso para el niño
más humilde de los países civilizados la radio y la escuela lo ponen en relación
directa con la teoría antes que con la praxis. Toda la enseñanza comienza por
ser teórica y termina, en el mejor de los casos, en la práctica. Sin ninguna
duda ocurre algo. similar a lo que podemos observar entre lenguaje y escri-
tura; dependemos para nuestro saber en tan alto grado de ésta, que apenas
podemos concebir que en una etapa dada de la humanidad únicamente exis-
tiera Ja palabra hablada y que incluso se desarrollaran culturas, como la
védica y la incásica, que desconocieron los signos gráficos del lenguaje.
La evolución mental del hombre refleja la historia del esfuerzo mancomu-
nado de trabajo y conocimiento que permitió la supervivencia de nuestra
especie.
El hecho de que casi la cuarta parte o más de la vida humana promedio
transcurra como período de aprendizaje y de formación física e intelectual,
y que de este lapso más del primer decenio sea de incapacidad absoluta para
buscar la subsisteencia, destacan que el desarrollo psíquico del niño, y por
extensión de la humanidad, resultan de la interdependencia de mano y cere-
bro. En la medida que ésta adquirió capacidad instrumental, el desarrollo de
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 141

la mente ganó en jerarquía. Las matemáticas, ciencia que está en los cinúentos
mismos del saber, no surgieron de ninguna filosofía; antes que nuestros ante-
pasados descubrieran la relación abstracta que existe entre dos lagunas y dos
patos: el número, en la práctica la necesidad de realizar mediciones, aparece
como primera consecuencia en la simplicísima tarea de levantar la tienda del
nómada, al comparar los palos que la sostendrán y el tamaño de las coram-
bres con el espacio a cubrir. La astrofísica, que hoy nos permite proyectar el
pensamiento a las regiones más infinitas, que junto con la física nos habilita
para lanzar satélites artificiales, nació de las necesidades prácticas del agri-
cultor egipcio que sembraba en el limo del Nilo y debía coordinar épocas de
creciente y de germinación de las semillas, del pastor caldeo y del navegante
fenicio que buscaban en la noche un punto de referencia para no extraviarse
en la uniformidad del desierto o en la inmensidad del mar.
El trabajo es el que pone al hombre y a su cerebro, a través de la mano,
en contacto directo con el mundo que lo rodea. Trabajar sign~a establecer
una interacción con objetos concretos, modificar y ser modificado por las
nuevas circmnstancias creadas que exigen, a su vez, adaptación. Adaptacio-
nes repetidas llevan al establecimiento de una ley de constancia: para tales
acciones, tales resultados. La acción deja de .ser entonces pura y exclusivamen-
te práxica para adquirir la categoría de proceso intelectual: el trabajo tiende
a realizar fines predeterminados. La sistematización, ordenación y generali-
zación de esos fines constituyen el basamento de la ciencia en el más primario
y amplio concepto del conocer. Tal es el proceder del niño en la primera
infancia, antes de que la adquisición completa del lenguaje le permita recibir
teóricamente y sintetizadas las experiencias prácticas del grupo social.
Por lo demás, el pasaje de la acción al conocimiento por medio del trabajo,
y la transformación .consecutiva de la praxis inicial en actividad gnosicoprá-
xica, debió entrañar profundas modificaciones en la interatracción, similar a
la del animal, de tipo sensorial, que aún debió subsistir en las comunidades
primitivas. El trabajo, que convierte la praxis en relación colectiva con el
mundo a través de las modificaciones que introduce en el medio circundante,
cambia el plano de la interatracción, que de respuesta sensorial se convierte
en necesidad de lo$ mismos objetos y lleva la relación de los individuos al plano
mental a través del interés común. De este modo los productores actúan sobre
los consumidores creando necesidades nuevas, y éstos sobre aquéllos con las
exigencias de cantidad y variedad. Los comienzos de la interacción social, que
sin duda debieron a.sentar en el simple intercambio de productos, devinieron
gradualmente en requerimiento colectivo de los mismos y afinaron los princi-
pios de la división del trabajo. En un comienzo, ésta debi6 corresponder a
posibilidades práxicas; el individuo hábil en un menester sobresalió y fue el
primero de los artesanos, pero al mismo tiempo que la próducción aumentó
y sus productos se acumularon en algunas manos, las del jefe por ejemplo, o
de aquellos capaces de producir más y por lo mismo de intercambios mayores,
la interacción. cambió de objetivo y la categoría de la· misma pasó del nivel
práxico al gn6sico con la fijación de valores de cambio.
142 PSICOLOGIA GENETICA

Además, el trabajo representa una acción predeten,ninada sobre el medio


y, por lo mismo, exige conocimiento de las circunstancias. La praxis empe-
ñada en semejante actividad lleva al desarrollo concomitante de la noción de
duración en grado mayor que en el antropoide, lo cual presupone una última
evolución y reestructuración del sistema nervioso superior. La acción manual
hizo posible el desarrollo de la porción frontal del encéfalo, y las comecuen-
cias de la misma, colectivizadas, crearon los valores que representan la acti-
vidaa mental, esto es, la traducción funcional de un fenómeno citoarquitec-
tónico. En la filogenia, como en la ontogenia, primero fue la acción y des-
pués el conocimiento.

*
No cabe duda que el pasaje de la acción al conocimiento y la transforma-
ción consecutiva de la praxis inicial ~n gnosicopráxica debió entrañar pro-
fundadas modificaciones en la todavía casi desconocida bioquímica del cerebro,
y aunque aparentemente la figura del hombre prehistórico se reproduzca en
nosotros, la condÍción cualitativa de la personalidad sufrió una revolución co-
pernicana. No tenemos ninguna evidencia directa de cómo fue la estructura
cerebral de los hominidas, pero de cualquier manera su desarro!lo debe haber
sido un proceso extremadamente lento, si consideramos lo poco que progresó
en los tiempos históricos. En cuanto a la evolución de la inteligencia, posee-
mos el testimonio no siempre bien aprovechado en psicología del origen y
evolución de las lenguas. Con la semántica nos adentramos en el problema
de si las palabras nuevas expresan cosas nuevas,' hechos, ideas, sentimientos,
o son modos nuevos de volver tangibles cosas viejas. ¿El desarrollo de palabras
nu('vas, los cambios de significado, la evolución misma de las lenguas, su dife-
renciación, responden a cambios que afectan el pensamiento de un pueblo,
su manera de sentir, de actuar, a las etapas históricas de su praxis y gnosis?
Todo cambio lingüístico, de cualquier orden que sea, fonético, morfoló-
gico, sintáctico, lexicográfico, tiene por origen una acción que revela un
cambio en los individuos porque, para que tenga porvenir, requiere que la
acción, el pensamiento de la sociedad, se hayan también transformado. No es
otro el origen y destino del neologismo. Origen de las palabras y evolución
de su significado ejemplifican el pasaje de la praxis a la gnosis. Desde el
punto de vista que nos ocupa, la marcha del pensamiento es más fácil de asir
en el sustantivo, por ser la parte del discurso más fecunda en cambios y la
más importante para estudiar. Además, todo lo que de él podemos decir se
aplica con ligeros cambios a las otras partes de la oración.
En su origen, el sustantivo designa un objeto por una cualidad particular
que lo determina, llamada en filología determinante porque hace conocer un
carácter especial del mismo. Para la formación de un sustantivo, tanto en los
orígenes del lenguaje como en la actualidad, la elección de un determinante
y el olvido de la significación etimológica es el paso decisivo que sirve, para
denominar un objeto. Por lo demás, no es necesario que esa cualidad sea e5en-
· MANO, "CEREBRO Y SOCIEDAD 143

cial, verdaderamente de~ominatv; basta que tenga capacidad para impre-


sionar los sentidos. Cuaderno, por ejemplo, es etimológicamente un grupo de
cuatro cosas, lo mismo que carill&n, que significa un grupo de cuatro ( cam-
panas)), y que proviene del latín vulgar quadriliomem, reunión de cuatro. Sol-
dado es un hombre pagado, a sueldo, pues proviene del italiano soldato, que
deriva de soldo, moneda. En ninguno de estos nombres~ y la larguísima serie
que podríamos enumerar, nada indica etimológicamente las ideas que hoy
_ nos parecen esenciales en los cuadernos, las campanas y los militares.
La lista de ejemplos no tiene fin a causa de que el determinante no expresa
necesariamente la naturaleza íntima del objeto; el sustantivo no define la cosa,
sino que trae a la mente la imagen de la misma. De aqµí que el menor signo
sensible, el menosi~prta casi siempre en lo que respecta a la esencia del
objeto, pero el más accesible a la sensibilidad del observador, sirva como deter-
mina~e y determine el nombre. Este fenómeno se basa en el hecho de que
e1 lenguaje no tiene necesidad de decir todo y tampoco puede decirlo, y
que como señal sirve para caracterizar las cosas, y en plano más evolucionado
las ideas por medio de rasgos y conceptos que inás fácilmente hieren los sen-.
tidos del grupo humano que debe manejarlos.
Este proceso que asienta sobre un fenómeno psicobiológico común al hom-
bre y al animal: la sensibilidad, y específico del hombre, la comunicación
oral del .símbolo, aclara perfectamente el camino de Ja socialización de nuestra
especie a través de la acción mancomunada de mano y cerebro, y demuestra
cómo la praxis, la acción, estuvo antepuesta en la fllogenia -:-'Y lo está en la
ontogenia- a la gnosis, al conocimiento. El hombre primitivo comenzó por
manipular objetos que, de manera espontánea, por su forma o tamaños natu-
rales, se ofrecían para un uso adecuado a sus necesidades; las etapas de la
edad de piedra lo ilustran perfectamente: terminó por transformar esos mis-
mos objetos en ·instrumentos, como ejemplifica el uso de la piedra pulida,
precedido por el de la tallada. El instrumento presupone la praxis intencio-
nada, esto es, el trabajo, que significa acción dirigida hacia algún fin: pro-
ducción de objetos de consumo -alimentos, pieles, construcción de defensas
contra las bestias y otros hombres-, aúna las necesidades de los individuos
y crea el grupo productor que fue contemporáneamente consumidor en la
comunidad primitiva, para adquirir posteriormente -en largo transcurrir de
milenios-- la característica de productor de bienes de consumo y de inter-
cambio con la división del trabajo. No es difícil comprender a partir de este
fenómeno cómo cualidades de objetos que más herían la sensibilidad, desig-
nadas con un vocablo que tuvo auge, terminaron por convertirse en determi-
nantes y determinar el símbolo, la señal que sirvió para denominar el objeto
de manera abstracta, sin que su presencia fuera necesaria. Creado el sustan-
tivo, es facíl comprender el camino hacia la formación de expresiones que
repc~nta Ja acción, el verbo.
Sea como fuere, el hecho básico para el desarrollo psíquico· del género
Horno está en la capacidad instrumental adquirida por la mano, que hizo
posible la ·acción sobre el medio circundante y dio lugar de esa manera a
144 PSICOLOGIA GENETICA

transformaciones que obligaron al individuo a transformarse a su vez. Aquí


está presente, una vez más, la diferencia entre trabajo humano y praxis ani-
mal. El hornero construye su nido, pero de ninguna manera transforma al
medio natural, ni adapta a él forma y materiales; estos últimos los encuentra
al azar, pero no provoca su producción; las dificultades que debe resolver son
incambiables, se resuelven con el instinto, es decir, desencadenando un reflejo
innato. El hombre, al poder expresar de manera abstracta objetos y la acción
de · producir, crea un nuevo plano de la praxis, el mental. La acción se sin-
l
tetiza en el símbolo, la ejemplificación que el animal debe transmitir a sus
descendientes de manera instrumental, haciendo: la gallina incita a los pollue- e
los a picotear picot~nd, en el hombre se logra por una "señal de señales", e
la palabra, que designa al objeto y a la acción instrume;tal que es susceptible
de brindar o a la que puede ser sometido, e
En el plano de las relaciones mentales, la acc1on instrumental es todavía (
la que está en la base del determinante de las expresiones abstractas, en su
empleo desligadas de significación de cosa u acción de, o sobre la misma. En
los idiomas romances la idea de pensar, por ejemplo, está dada por la de pesar
("pensare", de pensum, peso), por la de sacudir, de mover de aquí para allá
corno en latín ("cogitare", de cuider cum agitare). Las metáforas ilustran del
mismo modo el origen práxico del pensamiento y señalan en el fondo con
precisión y seguridad los orígenes historicosociales del grupo humano que las
emplea. Algunas, tomadas al azar del latín, bastan para demostrar cómo su
modo de pensar nació de la praxis de un pueblo de agricultores: callere (tener
callos en las marias), ser hábil; cohors (cerco de granja, corral), división de
la legión; manipulus (gavilla de trigo), división de la "cohors"; lacertus (la-
garto), brazo; musculus (ratón), músculo, etc.
Por último tenemos un ejemplo que se encuen.t ra sin dificultad en todas las
lenguas: los nombres de los colores, que en su aplicación son dudosos, impre-
cisos, que pasan fácilmente de la designación de uno a otro. Nada más oscuro
que definir la significación exacta de palabras como gris, azul, verde, rubio,
que han designado colores diferentes a los que designan actualmente en épocas
históricas relativamente cercanas como la Alta Edad Media. Los griegos del
período clásico no distinguían el azul del verde; glauc6n, kuan6n, determinan
cada uno el verde y el azul indistintamente. Todavía nuestro "glauco'', deri-
vado a través del latín glaucus, de glaukón, identifica una coloración verde
clara y denomina al mismo tiempo un molusco gasterópodo marino de color
"azul". ¿A qué atribuir esta confusión de significados en idiomas que hacen
gala de denominaciones precisas en hechos menos comunes? ¿Acaso la indis-
tinción fue solamente en la lengua y estuvo neta la diferencia en el pensa-
miento, o bien la evolución mental de los pueblos modernos ha permitído ad-
quirir la idea de matices y sensaciones desconocidas a los antiguos? Esta últi-
ma presunción es la viable, pero no en ·razón de ·una mayor sutileZa. mental,
sino a base del desarrollo de la praxis con la química de los colorantes que
permite fijar y uniformar colores, tonos y matices. En la riatUraleza los tonos
nunca son netos: ¿azul o verde?, y tampoco lo fueron las tinturas obteruda9
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 145

de productos orgánicos. Razón de más ésta para que los griegos y los pueblos
que les .sigtiieron no realizaran el distingo neto. La fijeza de los colores na.ce
con las anilinas y también la precisión de los términos que a ellos se refieren.
El diccionario histórico de una lengua es la cripta donde yacen, como las
generaciones de hombres que actuaron y pensaron, las sucesiones de voces y
Significados que en cada etapa representaron la abstracción del pensamiento
en función directa con el grado de praxis alcanzado. Si la psicología clásica
pudo estudiar el acto de pensar como facultad, con prescindencia de lo pen-
sado, la psicología genética no puede dejar de lado la palabra y su signfc.a~
ción; como problema ps.icogenético, revela los extremos que delimitan el pasaje
del acto al pensamiento; c~mo fenómeno psicosocial, establece los alcances de
la memoria colectiva que recibe y moldea en sus cuadros la función menta1
de cada generación en relación con el nivel de ,la praxis que ha llegado a
desarrollar. ·-

P•icolog:I• t:1enética.-JO.
CAPITULO XI

HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO

Definición. Somaciones y mutaciones germinales. Ambiente y selección. La .


herencia psicológica.

En el siglo pasado, Spencer juzgaba que una respuesta acertada al pro-


blema de saber si los carac.teres . adquiridos son o no hereditarios es funda-
mental para pensar correctamente en biología y en psicología. La afirmación
conserva la validez de entonces y, más aún, el problema ya no es de interés
puramente' académico; saber si los caracteres adquiridos durante la vida del
individuo, en tanto que resultados de cambios debidos a influencias del medio
ambiente o funcionales, a/ eetan o no la descendencia, implica una postura ra-
dical frente al estudio de la psicología. El criterio genético y el concepto dia-
léctico que hemos asentado al respecto conservan plena validez siempre que
aceptemos la herencia de los caracteres neuropsicológicos adquiridos. La dis-
cusión no es nueva; muy por el contrario, remonta precisamente a los primeros
pasos científicos en el campo de la herencia psicológica, se trate desde el punto
de vista normal o patológico. Prosper Lucas abrió la primera brecha; su Trai-
té philosophique et physiologique de l'hérédité naturelle, cuyo primer volumen
apareció en 1847, asienta que en 'el desarrollo del "carácter moral" -hoy
decimos características psíquicas- la naturaleza primero, la educación y las
influencias del medio en general tienen gran importancia, pero el modo
como el individuo reacciona depende sobre todo de la herencia. Para Lucas,
todo ser vivo; considerado en su origen, es el producto de dos leyes naturales,
el innatismo, mediante el cual la naturaleza crea e inventa sin cesar, y la
herencia, a ·través de la cual la naturaleza se imita y se repite continuamente.
Ambos principios explicarían cómo todos los seres vivos de la misma especie
pueden ser a la vez semejantes entre sí por sus caracteres específicos, y ·dife-
rentes por sus car~es individuales. La regla de que "lo semejante produce
· lo semejante" fue un axioma para sus continuadores; More!, Galton, De Con-
dolle, Davemport, pudleron afirmar, con Ribot, que dentro de una misma
especie, animal o humana; las razas conservan sus caracteres psíquicos lo mis-
mo que los fisiológicos. La herencia transinite, conserva, acumúla, repite, afir-
man todavía, como entonces, gran número de biólogos y psicólogos.
El hombre no es un imperio dentro de un imperio, afirmó Spinoza, y su
anticipación metafísica se convierte actualmente en concepto científico. Hemos
aprendido a considerar el individuo en relación con su medio natural y social;
146
HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 147

comprendemos lo arbitrario de afümaciones que desglosan soma y psiquis,


soma y plasma genninativo. Si, como demostráramos, lo biológico y lo psíquico
son expresiones distintas de un mismo fenómeno natural: cantidad y cualidad,
resalta con nitidez lo impreciso del concepto de individualidad en que necesa-
riamente debe apoyarse la doctrina de la herencia como conservadora de ca-
racteres biológicos o cualidades psíquicas inalterables. Incluso en biología ha
sido demostrado lo fugaz e inasible de la nocióu misma de individualidad.
Nadie duda que existe continuidad entre la materia de los genitores y el huevo
fecundado, incluso en los casos en que· el fenómeno se produce sin que inter-
venga la sexualidad (estacas, acodos, injertos). La similitud de las generacio-
nes nada tiene así de misterioso por tratarse del mismo caudal orgánico que se
desarrolla bajo circunstancias más o menos similares. La disparidad también
se explica si tenemos en cuenta que en la descendencia escalonada los frag-
mentos del mismo caudal no son idénticos porque sufre modificaciones deriva-
_das de sucesivas adaptaciones. La semejanza casi absoluta en lo físico y psíqui-
co de los gemelos univitelinos, la disparidad somática y psíquica de diversos
hermanos, la eventualidad de un mogólico antecedido y seguido por hermanos
normales, quedaría así explicada. La herencia no sería una causa, ni la va-
riación un accidente, sino un hecho normal dentro de las etapas del creci-
miento y desarrollo de los individuos que engendran; aparecen cuando las
condiciones de interrelación entre medio e individuo se modifican, esto es,
cuando el individuo mismo está sometido a un proceso de transformación. El
fenómeno que llamamos herencia -ha escrito Rabaud- no corresponde a
ninguna influencia. La herencia es un hecho, pero un hecho de continuidad
y de similtud entre porciones de materia viva que derivan unas de otras.·
Hablar de continuidad y de similitud, como determinantes de la herencia,
significa plantear de manera totalmente diversa el habitual enfoque del · pro-
blema. Sin entrar en detalles que con mayor provecho se pueden consultar
en cualquier manual de genética, los conceptos de inriato y de. hereditario
sobre los que se basa la estructura de la hipóte.Sis corriente de herencia bioló-
gica y psicológica, . basada en la hipótesis del plasma germinativo de Weiss-
mann, aparecen con todo su carácter restrictivo. De hecho no son sinónimos
como es común verlo_s utilizar; hereditario designa algo_especifico -genotí-
Jñco-, inscrito en la estructura de la célula germinal, que necesariamente
debe aparecer en la descendencia. Lo hereditario es innato aunque no se ma-
nifieste desde el instante mismo del nacimiento. A su vez lo innato ·puede no
ser hereditario, debido a variaciones de la -célula germinal o a influencias su-
úidas por el ser durante la gestación. Dentro de este planteamiento,- los carac-
teres adquiridos por el individuo no pueden incorpararse a la descendencia
y deben desaparecer con él. Nos enfrentamos con un enfoque que niega la
adaptación biológica y se opone directamente a la evolución psicogenética
de la especie humana.

Los partidarios de la continuidad inmutable del plasma germinativo a


través de las generaciones reconocen, es verdad, dos aspectos diferentes de las
148 PSICOLOGIA GRNETICA

variaciones. Unas son individuales, en el sentido de que se producen en el


curso de la vida de los individuos, determinando caracteres que son la res- ge
puesta del organismo .a las influencias del medio. Son las "somaciones", así VIC

llamadas porque traducen cambios que afectan el soma, es decir, al cuerpo la


COl
de los seres vivos. Por el contrario, otros cambios estarían determinados desde
el principio de la ontogénesis por transformaciones localizadas en el plasma toe
germinativo, en las células sexuales que transmiten la vida en generaciones las
sucesivas, y son las llamadas "mutaciones germinales" que aparecen en el soma lac
durante la vida de los individuos. Tales mutaciones tendrían por efecto una
diversificación de los individuos que nacerían afectados por ellas, pero no sig
~rían hereditarias, lo cual significa que, tanto las somaciones como las muta- psí
ciones, representan la adaptación o perturbación precaria del individuo, pero ter
de ninguna manera un cambio en la corriente de la especie que sigue repi- sió
tiéndose de manera inmutable. COI

De este modo, para muchos genetistas las mutaciones aparecen en la na- ge1
turaleza al azar, espontáneamente, y aunque algunos aceptan que en cierta má
medida pueden sobrevivir, sólo consideran a sus portadores como "predispues- rre
tos", esto es, poseedores de una cualidad que los hace adaptarse a tal o cual del
modo de vida. Los "preadaptados" se repartirían los lugares vacíos en todos did
COI
los dominios, y serían las características innatas las que determinarían sus con-
diciones de existencia, y de ninguna manera ellos los que habrían desarrollado cor
col,
caracteres de adaptación. Llegamos nuevamente, y por este camino, al pro-
im1
blema de la herencia psicológica y descubrimos que el neurótico, por ejemplo,
do
sería un preadaptado, lo mismo que el niño turbulento que entra en conflicto
de
co~ las influencias del medio ambiente a base de una. mutación innata e cnf
inmutable del equilibrio neuropsicológico. Aquí está patente un prejuicio ni
·. biológico de profunda raigambre metafísica: la vieja teoría de la preforma- su
ción, que resurge en la adualidad en biología con la hipótesis de los genes y estt
encuentra eco en psicología con la tesis de estructuras que predeterminarían briI
el perfil psicológico de los individuos. Ambas aserciones confluyen en la hi- estt
pótesis psicobiológica de Piaget que ve en la asimilación biológica e intelectual qui
la acción de estructuras preformadas que la acomodan a las circunstancias que
externas.
La concepción ·que acabamos de reseñar choca, por lo demás, con grandes den
dificultades cuando se trata de explicar la ontogénesis de las variaciones y llega her•
a negar, contra toda verosimilitud, que los factores del medio circundante ello
hayan tenido la menor acción sobre la evolución. Este rechazo sistemático ca.
. de adint~ que las somaciones puedan inscribirse en el patrimonio heredi- con
org;
tario tiene por fundamento la teoría metafísica que impone una separación
llar:
absoluta entre soma y germen que, proyecta.da sobre el terreno psíquico, se
virt
traduce por la clásica doctrina de la separación de lo psíquico y lo físico, ya
las
sea bajo la forma de paralelismo psicofísico o simplemente de equilibrio psí-
rige
quico y corpóreo, como a.sienta la pretendida modernísima medicina psico- Cor
somática.
HERENCIA Y ·nESARROLL<::I PSIQUICO 149

Mas, ¿dónde está la barrera que mantendrá la independencia total ·del


germen y del soma, del soma y la psiquis, durante la existencia de los indi-
viduos? Ningún medio, fuera del artifieio de la glándula pineal de Descartes,
la ha descubierto y, muy por el contrario, la .existencia del medio interior,
constituido por los humores que bañan todos los órganos, hace prever que
toda clase de influencias recíprocas se ejercen durante la vida entre las célu-
las germinales y las del resto del cuerpo, en especial por medio de la circu-
lación de hormonas dirigida por la actividad nerviosa, en especial superior.
No obstante, pese a los esfuerzos desplegados a lo iargo de más de .un
siglo, las conclusiones relativas a la transmisión hereditaria de los caracteres
psíquicos aparecen menos precisas, más transitorias que las observadas en el
terreno biológico y animal. Frente al hombre se debe tener en cuenta la exten-
sión y la movilidad de sus agrupamientos que favorecen el mestizaje, así
como las complicadas reglas de la convivencia sexual que introducen, al mar-
gen de las leyes de Mendel, una extrema diversidad en los individuos. Ade-
más, la fijeza de caracteres que observamos en el filium animal y que co-
rresponde a una permanencia adaptativa motivada por la continuidad estática
del medio ambiente natural, desaparece para nuestra especie en la misma me-
dida en que el medio sociocultural exige cambios constantes, en los cuales se
confunde gradualmente aquello que puede ser característica psíquica heredada
con lo que representa adaptación. De esta manera cada individuo resulta psi-
cológicamente, y desde el punto de vista genético, una realización única e
imprevista, prácticamente sin ninguna posibilidad de repetirse. Por ello, cuan-
do hablamos de herencia de caracteres psíquicos nos referimos a la herencia
de estructuras mentales fisicoquímicas, porque de cualquier manera que se
enfoque la cuestión, sin medios materiales no se construye una mentalidad
ni una herencia. Si admitimos que las funciones mentales superiores tienen
su base anatómica y funcional en la corteza cerebral, cabe considerar que el
estudio anatómico, citoarquitectónico, fisicoquímico y funcional de Ja misma
brindará seguras y oportunas indicaciones, y de ninc-.ma manera "elementos
estructurales" hereditarios que formarían el "inconsciente colectivo", según
quiere Jung, para explicar el problema de la universalidad de los símbolos
que encuentra en las mitologías y en los suefi.0°.
Sería, por supuesto, pueril pretender que las facultades intelectivas resi-
den en tal o cual punto de la corteza cerebral y que basta el mayor desarrollo
heredado de una cisura para hacer de un individuo un talento superior. Por
ello debemos precisar definitivamente lo que entendemos por herencia psíqui-
ca. Al traspasarse la estructura de órganos de padres a hijos, se traspasa la
correlativa función, o mejor dicho la posibilidad orgánica -entendido como
orgánico la estructura fisicoquímica para que dicha función pueda desarro-
llarse. No se heredan ideas, talentos particulares, gustos, sentimientos como
virtuosidades abstractas, sino posibilidades materiales para el desarrollo de
las mismas en función de la interacción individuo-medio. No se hereda en
rigor una entidad formal, sino posibilidades para el desarrollo de la misma.
Con un ejemplo propio de la biología podemos repetir que con la masa ger-
150 PSICOLOGIA GENETICA

minal no se traspasa la saliva ni la pepsina, sino las disposiciones celulares


gair
para una .capacidad salivar y péptica.
taci
bºér
* su ~

Frente a la negación apriorística de que las cualidades adquiridas indivi-


dualmente se heredan, podemos oponer el testimonio de los criadores de ani·
males. Las razas y variedades domésticas difieren de las especies salvajes de
las cuales derivan ·en cuanto a los hábitos (yacija, alimento, en los perros), dad
por dotes de c~ráte (obediencia, afectividad, _en perros y gatos) y por capa- arg1
cidad (carrera, trote, salto, en los caballos) que involucran en todos los casos vid~
variaciones neuromusculares y psíquicas que, como bien saben los criadores, tod1
se heredan. Estos cambios fueron obtenidos por medio de variaciones ambien- dier
tales y por la educación (esclavitud, alimento regulado, horas de trabajo y can
de reposo; la fusta, el collar, la cadena, etc.)" Con toda evidencia no se puede hen
hablar de modificaciones orgánico-funcionales espontáneas, mutaciones para filie
la genética clásica y ensayos para la psicología de . la forma, sino de ambiente en l
· y de selección artificial por parte del hombre, que logró hacer pasar esas ello
. cualidades de padres a hijos por medio de ayuntamientos regulados y así mio
fijarlas, volviéndolas hereditarias, estables. No es de otra manera corno procede patc
la educación de los humanos y como, obtenidos por presión de las circuns-
tancias socioculturales niveles psicofuncionales, dentro de un determinado la l
grupo social, se los perpetúa por las uniones dentro del mismo grupo. No se de
explica de otra manera la perseverancia de determinadas tonalidades psíqui- nat
cas en clases socioeconómicas . muy estratificadas a pesar de las transforma- cul1
ciones de los métodos y procedimientos educativos. La "nobleza de sangre" ad<i
no es otra cosa que la herencia de capacidades psicofuncionales desarrolladas tid:
· por la educación, transmitidas por una relativa consanguinidad, y afian.zadas zan
en su funcionalidad nuevamente por la educación. gen
Sin duda, estos ejemplos se prestan a ciertas objeciones; se puede discutir terí
. si constituyen características verdaderamente adquiridas y transmitidas por En
lo$ individuos, o si simplemente se trata de aprovecha.Iniento, por la educa- con
. ción y el medio, de cualidades ya propias de esas especies o de esos grupos ma:
de individuós'. . En cuanto a los animales, hallamos apoyo en el experimen- ger:
to. Pavlov encontró que Jos conejillos de Indias conservan hereditariamente qm
la facilitación de . un reflejo condicionado. La actividad refleja al estímulo
. sonoro se reveló más fácil y más frecuente en generaciones sucesivas, lo cual ma
demuestra cómo el estímulo sonoro, suplantando en la corteza al estímulo Al
natiiral (alimento), produjo en el sistema nervioso superior de los conejillos rah
cambios fisicoquímicos que fueron traspasados hereditariamente al sistema · An
nervioso de los descendientes. Mac Dougall realizó experiencias similares, y en pu1
ambos casos, ·animales de control revelaron estadísticamente la veracidad del nac
hallazgo. · En cuanto al aspecto humano que antes acabamos tle mencionar, his1
basta rastrear y comparar orígenes de diversas ramas de la nobleza para en- de
coritrar que, a pesar de las diferencias de época del ennoblecimiento y del pÓI
origen plebeyo de todas, las cualidades adquiridas en la ascensión se prolon· ger

HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 151

garon en la· descendencia, incluso cuando finalizaron los privilegios y la edu-


cación que podían ser factóres de continuidad y mantenimiento. Viene tam-
bién al caso la observación del fácil poliglotismo de los hebreos, impuesto por
su secular supervivencia entre grupos de lengua dispar y · que se conserva en
generaciones que de largo tiempo se encuentran arraigadas en medios de idio-
ma indistinto que convierte en innecesario tal poliglotismo.
De todas maneras, la herencia psíquica adquirida se ha mostrado, es ver-
dad, menos estable que la biológica y no pocas veces se ha esgrimido este
argumento para negarla. Pero para admitir la heredabilidad de ciertas acti-
vidades psíquicas específicas adquiridas no es menester que se transmitan en
todos los casos de los genitores y progenitores inmediatamente a los descen-
dientes. En el terreno de la herencia biológica normal y patológica, ciertas
éaracterísticas y peculiaridades descienden o no en línea familiar : de padres
hermosos no nacen necesariamente hijos hermosos, ni los hijos de los · hemo-
fílicos, de los albinos y de los miopes tienen siempre fatalmente impreso
en la sangre, en el pelo y en los ojoo los caracteres de la familia. A pesar de
ello, la belleza es considerada hereditaria, y la hemofilia, el albinismo y la
miopía son parte del grupo de alteraciones llamadas heredofamiliares en
patología.
Resulta, pues, comprensible la diferencia que convierte en más constante
la herencia somática que la psíquica: La primera depende casi exclusivamente
de factores intrínsecos a la especie en su adaptación a condiciones exógenas
naturales; la segunda se liga a la especie en relación con la organización socio-
cultural. Para la herencia de un carácter somático adquirido como valor de
adaptación nos enfrentamos con una unidad hereditaria ampliamente repar-
tida en los grupos humanos, de manera que, a través de los innúmeros cru-
zamientos a que está sometido nuestro f ilium, siempre existe un amplio mar-
gen de posibilidad de que los genitores posean, actuante o latente, esa carac-
terística. Son, en suma, particularidades de la especie y no de grupos huma.;,os.
En cambio, frente a la herencia de las cualidades psíquicas nos encontramos
con. adquisiciones individu.ales que no· tuvieron tiempo ni modo de transfol'-
m.a r la materia profundamente y con pocas posiblda~e de unir la materia
germinal portadora <le . ese progreso con otra que lo posea o, por lo menos,
que no lleve modificaciones digresivas o regresivas que la anulen.
Estos razonamientos nos llevan a precisar en sus correctos límites el proble-
ma .de la raza y de su influencia sobre las características psíquicas individuales.
Al concepto de pureza racial la realidad humana opone agrupamientos "natu-
rales" que presentan un conjunto de caracteres físicos más o menos comunes.
Analizados en sus raíces son agrupamientos históricos cuya comunidad y
pureza de sangre está suplantada por costumbres, nacionalidades y, antes que
nada, por un lenguaje común. La unidad racial humana no es zoológica, sino
historicqcultural. En .esto se ve claramente la dificultad para la trartsmis;ión
de cualidades psicológicas, pues los ·caracteres relativos a la estructura cor-
pórea, los relativos al funcionamiento de los órganos, los patológicos, son
generales, pertenecientes, con ligeras variaciones de agrupamientos, al gen0-- ·- ---.:

152 PSICOLOGIA GENETICA

tipo humano, tal como sucede, por ejemplo, con los cuatro grupos sanguíneos
que existen en todas las razas y se transmiten de una generación a la siguien"
te, · según reglas bien precisas. Si necesitáramos un ejemplo más para reafir-.
inar lo dicho, lo tendríamos en que los reflejos innatos -instintos en la ter-
minología corriente- que se heredan más fácilmente que las particularidades
psíquicas superiores, por el hecho de ser constitutivamente más simples y tam-
bién de estar más profundamente fijados en la especie, en razón de su más
remota adquisición. Además, los instintos rep¡-esentan condiciones indispen-
sables para la existencia misma del individuo animal y el mantenimiento
relativo de la especie, lo cual hace que estén en función permanente de nece-
sidad. No podemos decir lo mismo en cuanto a las gradaciones del psiquismo
superior, cuyos factores constitutivos ofrecen una variedad muy amplia. Basta
el predominio o equivalencia de algunos factores dispares provenientes de la
· rama genitora que no posee la adquisición para condicionar las características
estructurales de las bases psicobiológicas del nuevo individuo. Los humanos
nunca se unen eugenésicamente: lo hacen por amor o por conveniencia.

*
"Interminable discusión" llamó W. R. Brooks al problema que nos ocupa
y, sin duda, también podríamos llamarla discusión estéril de lo no probado.
En efecto, hasta ahora el argumento más· poderoso que se ha podido esgrimir
contra la tesis de la transmisión de los caracteres adquiridos, y en especial
de los caracteres psíquicos, es no probado. Por singular coincidencia, las más
prometedoras experiencias en sentido positivo o negativo no han sido repetidas
ni verificadas; los "a priori" y las polémicas semánticas han· desplazado a los
hechos en el terreno de la verificación.
En el T eeteto, Platón destaca que permanecer sentados en la orilla del
mar no nos enseña nada, mientras que entrar en el agua, circular dentro de
ella en todos los sentidos, es el medio más seguro para conocer profundidades
y corrientes. Si nos movemos y nos esforzamos podremos encontrar algo. Sin
duda, la cuestión de la herencia va más allá de la necesidad de "encontr:µ-
algo", pues representa en el entronque psicobiológico la aceptación o nega-
ción del determinismo mental. Si la función psíquica está predeterminada, si
las bases físicas de la mente están decididas desde la eternidad, la psicología
misma queda fuera de órbita y debe necesariamente convertirse en antropología
social. La tarea entera del psicólogo -como hacen por lo demás las corrien-
tes freudianas y la psicobiología de Piaget- consistiría en averiguar cómo se
injertan los hombres, "preadaptados", en las nuevas condiciones del me<fio.
Todo cambio en las sucesivas generaciones solamente representaría cambios
externos, accesorios a la esencia psicobiológica humana, mientras ·que derriere
la fafade, los hechos seguirían monótona repetición.
Sabemos, por ejemplo, que de cuarenta años a esta parte la talla de las
poblaciones de raza blanca de todo el mundo ha aumentado y se conocen
lüS factores (alimenticios, sanitarios, etc.) que en ello tienen mucho que ver.
¿Quedaría, pues, inmutable la evolución psíquica? Los hechos tienden a de-
HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 153.

mostrar que no. En efecto, es creciente el número de subdotados en relación


con el aumen.to de la densidad psicológica de las poblaciones. Un análisis
serio del fenómeno revela que las "posibilidades puras" de la inteligencia son
idénticas en todos los medios, incluso entre niños europeos por un lado y sal-
vajes africanos por otro. Pero la diferencia de capacidades se vuelve patente
cuando se plantea el problema del aprendizaje. Aprenden; es verdad, lo mismo,
pero el tiempo insumido se inclina en su brevedad en favor del niño blanco
y entre éstos, pese a los artilugios metodológicos puestos en práctica, en pro
de aquellos que pertenecen a grupos tradicionalmente más cultivados. Frente
a la 'alternativa -no cabe asentar por caso una minusvalía del hombre de
cokr- sólo queda la posibilidad de aplicar el concepto de herencia de me-
jores disposiciones neurop;;íquicas logradas a través de siglos de aprendizaje
y tendientes a conservar un sentido determinado a los cambios socioculturales
que abonan dicho aprendizaje.
No se trata de una mayor capacidad intelectiva, no se trata de que el
mayor esfuerzo intelectual se incline a transmitirse como una tendencia a la
creación de talentos en mayor número, sino simplemente de niveles funcio-
nales que, sin alterar básicamente la capacidad mental, facilitan el apren-
dizaje. Toda la pedagogía encuentra su justificación en este postulado, in-
dispensable para comprender en sus más amplios alcances el concepto de
formación del hombre. La biología puede ayudarnos una vez más en la
comprensión de este fenómeno. Dejando de lado las pruebas de laboratori!J,
der.iasiado complejas en este caso para una exposición sintética, acudamos
a las pruebas directamente brindadas por la naturaleza. Jeannel señala el
ejemplo de las tribus de los Kikuyos del Africa oriental inglesa. Los hombres
son sometidos desde la adolescencia a mutilaciones de las orejas que provocan
en algunos meses increíbles deformaciones que se cumplen sin ningún acci-
dente infeccioso, mientras que en alienados europeos, como el mi.9mo Jeannel
pudo comprobar en el asilo de Bicétre, mutilaciones análogas de las orejas
provocan terribles erisipelas. Por lo demás, los Kikuyos son tan sensibles a
infecciones por heridas en el res~o del cuerpo como cualquier otro mortal
de su medio geográfico y étnico que no practique la mutilación de las orejas.
No cabe duda, pues, que la mutilación de los Kikuyos, acción puramente
somática, ejerciéndose desde generaciones, ha determinado un carácter here-
ditario que consiste en una mayor maleabilidad de los tejidos de la oreja y
su creciente resistencia a las infecciones. ·
La circuncisión, que pueblos enteros practican desde tiempos inmemoriales,
y casi siempre en medio de repugnante condición no ya de asepsia, sino de
limpieza, es, entre los cristianos, una operación quirúrgica que necesita cui-
dados de asepsia tan minuciosos como los de no importa qué otra intervención
del bisturí y da también un ejemplo de reacción somática transformada por
herencia en permanente. En estos casos, mutilación de los Kikuyos y circun-
cisión, como hizo el propio Weissmann cortando la cola a numerosas genera-
ciones de ratones, se niega la herencia del carácter adquirido porque los
Kikuyos siguen naciendo con orejas normales y judíos y musulmanes con pre-
154 PSICOLOGIA GENETlCA

pucio, Se olvida que la somaci6n heredada está en· el modo de la cicatriza- tos,
ci6n, en la mayor resistencia de los tejidos a las infecciones y no en la perdida ni da
del 6rgano que, pese a la intervenci6n, sigue llenando en caqa generación de t
sus funciones y que las observaciones antes acotadas establecen que se produce, la e
a la larga, un efecto hereditario bajo la forma de una facilitación en los pro- mm:
cesos reparadores de los tejidos. ficac
La herencia peyorativa, estudiada por Pende, afirma en el plano somático del:
un jalón más en favor de la transmisibilidad de caracteres adquiridos: dis- med
funciones adquiridas por los genitores, como la obesidad, se transmiten, al igual here
que predisposiciones para muchas enfermedades, de manera latente, es decir, dese
que aparecerán de la misma manera e incluso con mayor gravedad en los capa
descendientes si las circunstancias ambientales o la carencia de cuidados hi- elem
giénicos las favorecen. Necesariamente el individuo no nace enfermo, pero mier
· es presa fácil y segura de la diátesis morbosa que lo sindica hereditariamente. tal-
La verdadera dificultad del problema d.. la transmisibilidad o no trans- una
misibilidad de los caracteres adquiridos está en que resulta dificilísimo ima- fijad
ginar el modus operandi por el cual una modificación local puede transformar pucli
el equilibrio de la unidad orgánica. Con toda evidencia este argumento nada tal f
prueba en sentido negativo; pero el hecho de que aceptemos prescindiendo mad,
. · de él la herencia de los caracteres psíquicos adquiridos no significa que acep- dad.e
.ternos el determinismo hereditario de caracteres psíquicos innatos o adquiri- perrr
' dos y consideremos el individuo somct~d a la rígida férula de un destino rienc
orgánico. Si bien aceptamos como necesaria para la comprensión de la ma- s
duraci6n psíquica la herencia de los caracteres adquiridos, no compartimos de le
la concepci6n constitucionalista. determinista. Consideramos que la evolución en la
psíquica del individuo se asienta sobre el doble pedestal de la maduración neu- atávi
robiológica y la integración psicosocial (vid. caps. 111 y IV), de cuya interre- ctern
lación surge el perfil psíquico y la evolución caracterológica. Sobre la madura- Tam
ción actúa la herencia de los caracteres adquiridos y es en la integración Jéctic
donde las posibilidades latentes transmitidas se reafirman como funciones o de c
_desaparecen por falta de estímulos que las mantengan en un grado de fun- ricas.
cionalidad capaz de justificar su existencia. De aquí que, en mayor grado que
la herencia . psíquica, los factores ambientales de naturaleza psicosensorial
determinen el valor y la persistencia de las sucesivas adaptaciones que la
herencia psíquica puede .transmitir.
En efecto, sabemos que el hombre es la coronación de dos mil millones
de años de evolución biológica y también que sus desplazamientos y ·mejora-
mientos, es decir, el aparato evolutivo que estudian la biología y _ciencias co-
nexas, no es directamente aplicable a la evolución cultural. Sabemos que el
único grupo de individuos caracterizados como Horno sapiens_es aquel que
mediante la praxis dio origen al acervo histórico cultural humano. Como seres
animales estamós asentados en lo biológico, como· individuos dotados de pen-
y;
samiento en lo psicológico c~mo hombres, es decir, seres capaces de a~imlr
y de convertir los productos de la actividad interpersonal, en lo social. Sea
cual fuere la ~mportanci que se quiera conceder a cada uno de _estos elemen-
.
HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 155

tos, en las sucesivas fases que desembocaron en el estado actual de la huma-


nidad, resulta innegable que el individuo representa el equilibrio armónico
de esos tres elementos. Si pensamos en términos biológicos, encontramos que
la estructura del organismo lo vuelve capaz de adecuar respuestas a deter-
minados estímulos y que los cambioo sufridos en el curso de la vida son modi-
ficaciones de esta reactividad, correspondiendo a distintas y sucesivas etapas
de··la capacidad neurofuncional. Los estímulos, en tanto que provenientes del
medio natural, son práctimamente constantes; de aquí la posibilidad de que la
herencia de caracteres adquiridos, ya sea en sentido peyorativo o positivo,
desempeñe un papel de importancia en el determinismo biológico. Pero la
capacidad de reacción específica del animal humano está acrecentada por dos
elementos conexos y esenci;;.les : desarrollo del cerebro -que .implica pensa-
miento y lenguaje-, desarrollo de la mano -que implica poder instrumen-
tal-. La relación entre leyes biológicas y condiciones del medio .deja de ser
una yuxtaposición para convertirse en conjugación. El desarrollo de la función,
fijado por la situación social condicionante de los antepasados para que ésta
pudiera realizarse en cierta dirección, depende, sin embargo, del ejercicio de
tal función y por consiguiente de las solicitaciones del medio. Este, transfor-
mado en el ínterin por la praxis de los demás hombres, crea o anula posibili-
dades, cambiando la situación reacciona! del individuo como ser singular,
permitiéndole además con la técnica del aprendizaje saltar etapas de la expe-
riencia que recibe condensadas, gracias al lengua je, en forma simbólica.
Surge de este modo una posición clara frente al problema de la herencia
de los caracteres psíquicos. No basta con esperar la superación o disminución
en la descendencia en razón de lo adquirido o recibido como parte de Ja línea
atávica. La función psíquica no se presenta como un fenómeno unívoco y
eterno capaz de deambular a través de los siglos, como patrimonio de la raza.
Tampoco es un mero hecho constitucionalista, sino que es un fenómeno dia-
léctico condicionado por una constante temporal. Su punto de arranque es
de carácter biológico, sus proyecciones son siempre transformaciones histó-
ncas.
Cuarta part e

LOS INSTRUMENTOS INTELECTUALES



CAPITULO XII

LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ

Definición. Organización y movimiento. La acCión sobre el. mundo exterior.


Reacciones sensitivomotrices. Conductas instintivas e intelectuales.

Las primeras gesticulaciones del niño carecen de objetivo en el mundo


exterior, incluso cuando están provocadas por estímulos periféricos. Fuera de
algunos reflejos de defensa, corresponden a reacciones dinamógenas tradu-
cidas por contracciones globales y espasmódicas del tronco, de los brazos, de
las piernas, que se resuelven -cuando no basta el movimiento para descargar
el tono nervino y muscular- en espasmos viscerales, respiratorios y. gritos.
Durante la vida del neonato estas reacciones adquieren carácter afectivo y
gradualmente configuran la actividad propioplástica (vid. cap. VIII). De
hecho, todo acto y toda percepción están vedados al niño en tanto es incapaz
de coordinar sus impresiones y gestos; únicamente a partir de los seis meses,
y en relación con la posibilidad de tener la cabeza levantada., que señala un
lapso de períodos en que gradualmente se vuelve capaz de combinar los movi-
mientos del tronco y de las extremidades, sus medios de investigación y de
acción se desarrollan. El primer aprendizaje motor es sólo de equilibrio y,
una vez realizado, lo cual ·se comprueba a través de la sinergia tónica de los
diversos segmentos corporales, puede man~ers de pie y marchar. Entonces
los gestos de manos y brazos encuentran en el cuerpo un punto de apoyo
suficiente para conjugarse con la mirada y prolongar, a través de la pren-
!ión, junto con la manipulación y examen de las cosas, la sensomotricidad
desligada de reacciones puramente afectivas que llamamos actividad obje-
tivizada. · ·
Entre sensibilidad y movimiento_existe una subordinación mutua; si bien
la primera es considerada guía del segundo, necesita de éste para definirse,
espcif~ar. En tanto la sensibilidad carece de proyección a través del movi-
miento, y ló observamos en el lactante hasta el momento de la "soldadura
mielínica" de Von Monakow, su carácter protopático no posee significación
objetiva. Para que sus reacciones ·dejen de ser fortuitas, se les encuentre una
finalidad y sirvan de punto de partida para una acción, es necesario que
puedan ser mantenidas, reproducidas y modificadas en relación con las nece-
sidades del sujeto, tanto en el orden afectivo como en el pi:áxico. Surge de
esta manera una actividad di5criminativa de los sistemas sensoriales en rela-
ción 'con la .naturaleza de los excitantes y se estable-:e un corte neto entre las
159
160 PSICOLOGIA GENETICA

conductas instintivas e intelectuales. Comienza de esta manera el valor per- qt


ceptivo del acto; el movimiento se transforma en praxis y ésta desemboca en co
el conocimiento, que es, en última instancia, la actividad motriz traducida en VII
acción objetiva, capaz de crear nuevas condiciones para el ejercicio de la F1
percepción. ' df
l
qt
sir
ps
La percepción comienza con una actividad de control y ajuste de la sen- tic
sación a las circunstancias del estímulo y con una acomodación muscular qu.c ta
limita y precisa la excitación a través de gestos orientados hacia el punto de ra
procedencia para verificar su causa y asiento, y que Baldwin llamó reacción df
circular. Este proceso, que en etapas avanzadas de la maduración nerviosa ni
descansa en la distinción sujeto-objeto, se inicia en el niño precisamente a
base de las sensaciones que gradualmente deben ser reducidas en el curso de de
la evolución y representadas por estímulos organoafectivos (vid. caps. V y víc
VIII), sensaciones cuyo objeto es el cuerpo mismo del sujeto. La organo- re
afectividad es la primera realidad percibida, al mismo tiempo que representa qt
en tal carácter la única más inmediata y concreta para la cual ningún cir- de
cuito se interpone entre el excitante y la reacción, de modo que siempre se ac
confunde la impresión. con eI objeto. En tanto el proceso ·de mielinización no pa
alcanza para habilitar nuevos circuitos sensoriales, la sensibilidad protopá- cié
tica acapara la actividad sensomotriz que se impone como fuente y finalidad taJ
de la acción perceptiva. Confinada en el circuito de la reacción circular, la loi
actividad sensomotriz de la primera infancia se manifiesta confusa y entre- vu
mezclada con toda clase de manifestaciones; únicamente aparece precisada pa
en este sentido como actividad predominante centrada en un estímulo único en de
los casos de las "reacciones negativas" del recién nacido, o cuando el desarro- ob
llo psíquico se detiene al nivel neurodinámico que le es propio y brinda ce
con algunos idiotas la repetición estereotipada, incansable, de un mismo cir- da
.cuito reactivo. Las "reaccfones negativas" del recién nacido, observadas ya fn
por Preyer, y que fuéramos los primeros en explicar (vid. Alberto L. Merani: diJ
Qu' est-ce qui provoque les réactions negatives du petit enfant?), representan
fa más completa expresión de actividad sensomotriz desencadenada por una re•
excitación protopática cuyo foco está en estados pasajeros y fisiológicos de SOi
hipoglucemia. En lo que respecta. a los idiotas, el predominio del circuito Po
organoafectivo asienta en la incapacidad de allá.lisis y síntesis de la corteza ce:
que erige una barrera entre los estímulos exteroceptivos y protopáticos, para ler
dejar libre y única la acción de los circuitos primarios de la actividad nerviosa. na
Las funciones digestivas han sido consideradas durante mucho tiempo COi
como piedra de toque de la actividad sensomotriz del recién nacido. El papel de:
que el psicoanálisis atribuye a las sensaciones orales y anales en el desarrollo tiv
psíquico del individuo pareció sindicarlas como la más importante fuente de ya
reacciones circulares y campo posible de "fijaciones" durables en torno de las fw
cuales se estructura'ría toda la evolución ulterior de la vida mental. Sabemos ce¡
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 161

que, aunque son de prime!' orden en lo que respecta a ritmar y regular el


comportamiento del neonato, nada permite extralimitar sus alcances como acti-
vidad destinada a centrar y modificar el compOI:tamiento futuro del individuo.
Fuera del caso antes citado de algunos idiotas cuyas regurgitaciones, seguidas
de rumiación, señalan la presencia y valor sensomotriz de la. reacción circular
que tiene -por asiento el tubo digestivo, en el individuo normal desaparecen,
sin dejar rastros ni haber sido catalizadores de ninguna estructuración neuro.
psíquica o funcional. El mismo caso se repite para las excitaciones laberín-
ticas; áunque fáciles de provocar, no existe en r alidad una sensibilidad dire::-
0

tamente relacionada con ellas. Su único efecto es provocar reacciones visce-


rales cuya sensación más común es el vértigo. Su persistencia, como aquella
del circuito visceral, es índice de que la evolución nerviosa está detenida aJ
nivel subcortical.
En tanto que prcxlucto de reacciones circulares; la sensomotricidad carece
de finalidad objetiva y sólo expresa la actividad de sistemas y aparatos toda-
vía no integrados y, por lo mismo, fuera de la organización sensomotriz cuya
resultante es la relación sujeto-objeto, con la incorporación del objeto al es-
quema individual y la proyección' ulterior del mismo sobre las cosas a través
de la acción práxica. Tanto es así, que el interés del pequeño está totalmente
acaparado por movimientos que ejecuta de improviso y a cuya rep::tición
parecen estar dedicados sus esfuerzos. En la medida que progresa la elabora-
ción del sistema nervioso (vid. cap. III), la motricidad se vuelve más cons-
tante en la repetición de movimientos y se alcanza a medir la amplitud de
los mismos y, por su intermedio, tamaño y forma de las cosas. Las manos 'se
vuelven .e n este respecto instrumento predilecto ·y antes de que asuman el
papel de herramienta práxica ejercitan la función táctil en la exploración
del individuo mismo y orientan la superficie del cuerpo hacia la percepción
objetiva. Como prueba Wallon, en las regiones donde estos contactos con-
certados son más difíciles y más raros, la percepción resulta más obtusa, que-
da en el plano afectivo, en tanto que donde dichos contactos resultan más
frecuentes toda impresión aparece como netamente localizada, delimitada,
diferencia.da, unida a las cualidades de su causa e~trio.
Antes que la mano libere a la sensomotricidad de la unilateralidad de la _
reacción circular, la lengua y los labios representan órganns cuyos movimientos
son más ágile!:, más precisos y, al mismo tiempo, de sensibilidad más acusada.
Por lo mismo representan el instrumento de conexiones temporales que ofre-
cerán posibilidades singulares a la vida mental. Preyer pudo decir que la
lengua es el jueguete .preferido del niño. A partir del nacimiento, la coordi-
nación .entre sensaciones y contracciones bucales tiene la suficiente perfección
como para permitir la succión del pezón y la llevada de la leche hasta su
deglución. La ejercitación de la sensibilidad bucal aparece pronto como mo.
tivo de actividad coordinada, la única a que el lactante puede · dedicarse,
ya que no existe conexión entre sus otros gestos; una vez alcanzada la sinergia
funeional, la boca queda por mucho tiempo como único instrumento de per-
cepción definida, put$to que pasará por ella todo lo que agarre.
Psicologia geniHica.-11.
162 PSICOLOGIA GENETICA

Los movimientos de que es asiento la boca producen otros efectos que el


niño aprovechará más tarde, pero cuyo porvenir es inmensamente mayor que
la simple sensibilidad táctil: los sonoros. Su emisión representa la coordina-
ción de las impresiones kinestesicas; en un comienzo son sonidos que tienen
por base las contracciones más globales y menos afinadas de la musculatura
bucal, los guturales. Después aparecen los dentales, provocados, según Gui-
llaume, por irritación de las encías durante la dentición. En todos los casos
el punto de partida es la sensibilidad de los órganos, y su modulación única-
. mente progresa en la medida en que se establece el vínculo audiokines:ésico
para, finalmente, alcanzar el nivel de exploración fonética en el momento
que, atento el niño sólo al factor auditivo: amplificaciones, contrastes, ritm05,
las sensaciones musculares únicamente actúan con sordina y se revelan en
los esfuerzos y dificultades de acomodación. Ltan1
En tanto que la boca es el único asiento de sistemas sensomotores bien -... pre
coordinados, representa el único aparato de investigación. Su predominio
señala el estadio que W. Stern llama período del espacio bucal, al que sigue
el del espacio próximo, en el que las manos adquieren fa suficíente maestría
de sus movimientos como para explorar sistemáticamente las cosas. Entre las pusa, e
sensaciones visivas y las que resultan de la acción manual sobre los objetos ~e nec
se establecen conexiones semejantes a las de músculos bucales y oído, que ter- llfJejos
minan por delegar en la dirección habitual de las relaciones con el medio lindos(
circundante. Esta actividad conjunta de manos y ojos se revela tan necesaria pmplic;
para dar a los estímulos visuales significado objetivo que, según Stern, nunca, estrm
durante este período, el niño hará un gesto de prensión dirigido a objetos llados. ve
que estén fuera de su alcance. Los que a veces son tomados como tales re- iian en 1
presentan gestos de sorpresa o de admiración. tción, r
Larga es la serie de ejemplos de organización del mov1m1ento y, si insis- llllD.o re
timos en detalle en los antes mencionados, es porque revelan con claridad y 9inismo
sin requerir un análisis neurológico profundo que, para alcanzar la coordi- de la es
nación de la sensomo:ricidad, el niño necesita suprimir las distancias por su ~?, r.
propia actividad, que la apreciación subjetiva del espacio deje de aparecer lr=1c1as i
como simple sucesión de lugares y se convierta en un campo unificado . por la llillares

E
acción, campo en el cual los únicos cambios sean de perspectiva y en relación ~ple
con los propios movimientos. La noción de espacio subjetivo, de espacio pró- ion e
ximo para retomar la expresión de Stern, se ordena, objetiviza, sobre el hilo cía d
conductor del acto locomotriz. lll>bal de
p:u::pre ;
* lma~s<
llbno ni
La actividad sensomotriz objetivizada representa la base de la acción sobre l!Dles ge
el mundo exterior. En estricto sentido engloba a todas las reacciones que 9mbio, :
ponen simultáneamente en evidencia las dos propiedades fundamentales del 9nñenzo
ser vivo: irritabilidad y motilidad. En su génesis, tales reacciones no impl~ la ac1
la existencia de órganos sensoriales o motores y ni siquiera de un sistema ner-
vioso rudimentario. Son las conductas por las cuales ..el organismo reacciona
y actúa sobre su medio para conservar la vida, aprovechándolo. De estas dOI
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 163

propiedades inalienables de la materia viva procede por evolución y adap-


taciones sucesivas el sistema nervioso, cuya jerarquización en aparatos cada
vez más complejos y menos es~ialzdo (vid. cap. II) desemboca en .las
estructuras materiales de la ménte humana. •
Fuera de la irritabilidad y motilidad como simple expresión de vida que
ya se encuentra en los microbios, en los animales superiores provistos de sis- .
tema nervioso, cualquiera sea el nivel en la escala zoológica, las conductas
más simples son, sin asomo de duda, los reflejos que representan la unión del
proceso de irritabilidad y motilidad con la complejidad agregada de un apa-
rato intercalar (vías nerviosas centrípetas, medula espinal, vías nerviosas
centrífugas), que asume la recepción y conduccióR del estímulo de manera
focalizada hacia el centro y después hasta el órgano que pone en movimiento.
En tanto que la irri_tabilidad y motilidad sin intervención del sistema nervioso .
son propiedades globales del organismo viviente, cuya acción se ejerce de
n:ianera masiva, el reflejo representa una adecuación precisa, limitada y más
efectiva del proceso acción-reacción. ·
El reflejo sería, pues, un automatismo elemental, innato, tanto en la
causa, el mecanismo y la respuesta como en el quimismo y las estructuras de
que necs~iamt parece proceder. Cada animal poseería al nacer ciertos
reflejos propios de la especie, que permanecen aislados entre ellos, o bien aso-
ciándose con otros factores, mecanismos o reflejos, edificarían conductas más
complicadas. Los reflejos así definidos presentan formas particulares, según
la estruct':ll'a de los aparatos motores que ponen en acción. Los reflejos son
todos vegetativos y se les puede definir en relación con el papel que desempe-
ñan en el cumplimiento del destino de los individuos que los poseen (alimen-
tación, reproducción, defensa, etc.). Desde siempre se ha descrito a los reflejos
como reacción necesaria, ineludible para todo ser vivo, a base de un deter-
minismo mecanicista detrás del cual plasma lá presunción de un "espíritu
de la especie" que vela por su conservación. No obstante, hablamos de su ·
origen, mecanismo y finalidad en condicional porque las más modernas expe-
rie:'lcias revelan que en el individuo se encuentran decenas, centenas y a veces
millares de reflejos que no han· cristalizado y por lo mismo su colección es
incompleta o de mala factura, o porque están bajo la dependencia de otras
funciones que no se han realizado en ellos. Cada día está más firme la ten-
dencia de suplantar la explicación aislada dél reflejo por el funcionamiento
global del organismo, del cual no es, en suma, más que un elemento y no
siempre imprescindible. Esta apreciación toca directamente al problema del
innatismo. Como demostramos e11 otra parte (vid. cap. XI), innato y here-
ditario no son sinónimos; lo innato puede no ser hereditario, debido a varia- '·
ciones germinales o a influencias sufridas por el ser durante la gestación; en
cambio, lo hereditario· es siempre innato: Además, todo reflejo revela en sus
comienzos un polimorfismo causal que evoluciona hacia un proceso ii.nico
por la acción directa del medio. Un ejemplo de Verlaine lo ilustra claramente.
pii aplicamos un cue-rpo caliente en la cara anterior de las antenas de una
t-1ariposa adulta, ésta retira de inmediato sus apéndices hacia atrás; si, por el

'
164 PSICOLOGIA GENETICA

contrario, aproximamos la fuente de calor a la cara posterior de sus apéndi- rados


ces. los retira también hacia atrás y los enrolla. En el orden de los contactos
tació1
del animal con el medio no es común que las antenas sean lesionadas por
df:trás. Tal como está constituido el mecanismo de las antenas parece perfec- El
esped
tamente adaptado a las necesidades del animal y a sus condiciones de exis-
tencia. Según todas las apariencias, es uno de los reflejos más puros. sido e
_para
Ensayemos ahorá la experiencia en una mariposa que acaba de nacer
de un
y comprobaremos que, sin titubeos, aparta las antenas del calor excesivo
defern
hacia atrás, hacia adelante, lateralmente, o en ambos sentidos, según se las
mienti
irrite de adelante, de atrás, del exterior o del interior. Mucho más todavía,
saliva,
si excitamos desde el comienzo varias veces seguidas los apfodices exclusiva-
timos
mente por detrás, la mariposa continúa luego inclinándolos hacia adelante y
cualqt
los posa sobre el cuerpo caliente cuando por primera vez colocamos éste por
asocia<
delante.
elimin:
Esta simple experiencia demuestra que el reflejo posee una historia
por sí
insospechada que se ha organizado por lo menos parcialmente en el curso
m ovim
de la misma hasta adquirir las apariencias de un automatismo elemental,
tpr'!ciso
innato. Las antenas san capaces de moverse en cualquier dirección bajo la
obstan1
aci::ión de un excitante nocivo, pero la respuesta protectora, típica, el "refle-
el anin
jo". se ha constituido por la interacción de propiedades internas, innatas,
La pri
irritabilidad y motilidad, con determinadas propiedades de un ambiente par-
:aferent
ticular. Ahora bien, estas propiedades internas y externas presentan, en estado
directa
potencial, un polimorfismo causal notable, que gradualinente disminuye en
seña q1
relación con los excitantes del medio ambiente. De este modo se constituye.
91clleio
el reflejo como proceso único, el más económico y seguro en dependencia de
Jambio
condiciones externas a las que debe adaptar el animal sus necesidades. Resalta,
llucciór
pu~, claramente que el reflejo no es una actividad dada, tal cual la obser-
llerebra
vamos, sino la culminación, la resultante de una elaboración en la que debe
Enta 1:
participar todo el organismo en interacción con las condiciones del medio.
"Los mecanismos que posee el animal al nacer -afirma L. Verlaine- no son l'f>ecífi
todavía verdaderos reflejos, aunque a menudo podamos describir reflejos des-
de dos
~ina
pués de algunas horas de existencia. Si el animal debiera comenzar · a vivir
Es,
ún:camente con mecanismos de este tipo perecería con seguridad a los pri-
illf&onadc
meros contactos con el ambiente. El condicionamiento inn;¡lto de sus reacciones
de un (
sensomotrices más elementales posee, en principio, un polimorfismo insos-
pechado, a expensas del cual se elabora el condicionamiento especial del re-
llio pai
IDnstitu
flejo automatizado, adaptado."
lle! mee
Si reflexionamos sobre el fenómeno de anticipación que acabamos de estu-
diar en la mariposa, comprendemos que los individuos de cada especie animal
no han venido al mundo en posesión de procesos de actividad sensomotriz
totalmente constituidos y capaces de asegurarle un mínimo indispensable de
su destino. Por el contrario, es menester aceptar la constitución de reflejos
coD.dicionados. Todavía más, corresponde conceder que en las funciones de
relación no existen reflejos puros y condicionados, sino únicamente condicio-
.. nados,más () menos estabilizados, con apariencia de reflejos innatos y elabo-
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 165

rados en qetrimento del polimorfismo inicial de las potencialidades de adap-


tación de las capacidades irritativa y motriz.
El reflejo condicionado es UTla reacción sensomotriz en la cual el estímulo
específico, normal, está sustituido por otro cualquiera. El ejemplo clásico ha
sido dado por Pav1ov en sus investigaeiones sobre la "salivación psíquica" y,
. paro comprenderlo, veamos dos simples experiencias. Se vierte en las fauces
de un perro una solución ácida débil y se ve inmedat~ la reacción de
defensa: con movient~ eTlérgicos de la cabeza el animal expele el líquido,
rllientras que en la boca y fuera de ella se desparrama abundante cantidad de
saliva, que diluye el ácido introducido y limpia las mucosas. Después repe-
timos varias veces la misma experiencia, pero precedida de inmediato por
cualquier estímulo (un sonido. un desteJlo luminoso, etc.). Ilas~ repetir la
asociación ácido-luz (ácido-sonido. etc.) cierto número de veces para observar,
eliminada Ja soluc:ón ácida al cabo de varias pruebas, que la luz o el sonido
por sí solos producen la misma y ún;ca reacción con el comahido corteio de
movimientos de la cabeza. boca v secreción salival. Ambos hechos Ígnalmente
pr~ciso y consta~ se lo~ define con la común expresión de reflejo. No
obstante, existe una neta diferencia entre ambos: el primero se provoca r:n
el animal adulto sin previa preparación: el segundo exige medios csneciales.
La primera experiencia muestra el nasaje de la acción nervios'l de las vías
aferentes a las eferentes dP. manera directa a través de una estación de enlace
directa y común, la medula oblonga en es~ caso. La segunda exneriencia en-
seña que es condición esencial una preparación deterÍninada. En el nrimer
refleio existe una simple y rlirecta cnnrl.ucción nerviosa: en el se""undo, en
cambio, es patente que se debe constituir una vía para el pasaje de . Ja con-
ducción nerviosa, cuva "estación dP. enlace" se encuentra en los hemisferios
cerebrales. Así resulta claro oue se llame. reflejo absoluto al innato que repre-
senta la unión nermanente de un ageTlte externo con una reacción or.qánir.a
específica. y refl11jo condicionado, tempnral, al que exige la previa secur·nr-ia
de dos efrctos en el tiempo, uno e~pófico y el otro no. con la consecutiva
elir.1Ínación del primero v la obtención de la respuesta absoluta por r:l seguTldo.
Es, pues, condición fundamental para la formación de un reflejo condi-
cionado la coincidencia de la sucesión en el tiempo, una o varias veces,
de un estímulo indiferente (condicional) con otro adecuado (absoluto), pro-
pio pafa desencadenar la reacción orgánica. El reflejo condicionado puede
constituirse con todos los reflejos absolutos y con todos los estímulos posibles
del medio externo o interno. Las combinaciones pueden ser elementales o com-
plejísimas, siendo la única limitación que los estímulos condicionales caigan
dentro del umbral mínimo y máximo que prescribe la capacidad receptiva
de las células corticales, porque a diferencia del reflejo absoli.ito, en el con-
dicionado la onda de excitación condicionadora va· primero a la corteza cere-
bral y de ésta al centro donde se concentra el estímulo absoluto. En esto
estriba, justamente, la condición sine qua non para la constitución de la.
conexión temporaria. Teóricamente y de manera general se puede decir que
cualquier causa puede engendrar por vía del reflejo condicionado un mismo
166 PSICOLOGIA GENETICA

efecto en· el animal y que la misma causa puede provocar sucesival!lente efec- rác
tos diferentes. tifii
En condiciones normales de vida estas sustituciones no se realizan en un cm;
orden cualquiera y parecen presentar una especie de embriogénesis ·de las
conductas, en el curso de las cuales se ve al animal encontrar progresivamente un
dentro de las modalidades del acto la respuesta más econ6mica. Tales susti- inst
tuciones están dictadas, en primer término, por las circunstancias que, a tint
menudo, aparecen en un orden imprevisible, y en segundo lugar observamos, tari
al pasar de una especie a otra, que progresan en la medida en que se diver- con
sifican y perfeccionan los órganos de la irritabilidad y la motilidad, esto es, his~ 1
del sistema nervioso. Resulta, por consiguiente, fácil concebir que el grado de ta t
rornplejidad de las reacciones sensomotrices es funci6n del grado de comple- inm
jidad de las sustituciones por medio de las cuales se constituyen y organizan. nún
les i
* intrt
tent;
En la misma medida que aumenta la complejidad de las reacciones senso- piad
motrices crece la dificultad para separar los componentes primarios de las ciah
ronductas animales que, según el concepto clásico, todavía se dividen en fica1
instintivas e intelectuales. En el animal que vive en un medio natural se ob- sin e
servan conductas adaptadas con mayor. o menor perfección a la realización varu
de su destino y a la conservaci6n de la especie. Por cierto que no dejan de l".OITC
producirse conductas nocivas, y adaptaciones originales, propias de los indi- I
viduos, aparecen con idéntica frecuencia. Las primeras hacen desaparecer
un ~
al individuo y las segundas, transmitiéndose por selecci6n y herencia (vide
origi
capítulo XI), contribuyen a mejorar las conductas necesarias o útiles. De
preci
ordinario no nos percatamos de estas co~dutas porque las nocivas desapare-
espf'C
cen con el ind~vuo y las adaptaci6nes útiles aparecen estabilizadas en el
está
adulto y los sujetos que observamos son los que han logrado subsistir, llevando
ta qt
ínsertas las modificaciones adaptativas, ya sea por completa adquisici6n indi- jerar,
vidual o simplemente por herencia.
ttreb
Desde el punto de vista estricam~ psicobiológico ninguna conducta es
t:apat
buena o perniciosa; por ser la resultante ineludib1e de interacciones entre de-
otros
terminadas propiedades del organismo y del medio, la respuesta siempre co-
poste
rresponde a la excitaci6n y se revela útil en todas las circunstancias en que
listen
ést:i refleja condiciones normales, tanto del medio externo como del interno.
ria., )
Por el contrario, son nocivas cuando excitaciones desacostumbradas las pro-
lllel'S<
vocan, o alteraciones del medio interno desvirtúan la respuesta. En condicio-
nes normales debemos admitir que la bioquímica, las estructuras y las fun- una 1
mitoIJ
ciones fisiol6gicas del animal son innatas, pero consideradas en sus funciones
de relación debe reconocerse que solamente existen en estado de potenciali- pquél
dad. Con un ejemplo concreto podemos tipificar el fenómeno en el "instinto ,ionm
de nidificación", por medio del cual las aves fabrican su nido de manera MÍ Ul
peculiar y distintiva para cada especie, siempre que correspondan las condi- Ei
ciones del medio. Aparentemente todas las conductas de la nidificacion apa- -=ció1
recen como innatas y adaptadas a un fin preestablecido, y a pesar de su ca-
I

LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 167

rácter adaptativo. no se las puede atribuir a la inteligencia, ni tamp0co jus-


tificar por una acción fortuita de causas internas y externas que, de produ-
cirse, excluiría la finalidad.
Hasta hace casi medio siglo pareció necesario someterse a los dictados de
un factor interno, misterioso, por lo mismo magnificado siempre, que se llamó
instinto. La complejidad de las conductas que realizan la finalidad del "ins·
tinto" pareció inextricable y se atribuyó a un conocimiento innato y . heredi-
tario de los fines la realización del acto calificado como instintivo. Hoy, esta
complejidad se revela exclusivamente teórica, si establecemos el determinismo
histórico de esas conductas y consideramos que obligatoriamente toda conduc-
ta está en correlación con propiedades químicas, estructurales y funcionales
innatas, con las cuales el animal hereda, y en razón de las mismas, un cierto
número de ·conductas posibles que prefiguran los fines a lograr y sin las cua-
les no es apto para vivir. Claro está que estos fines los ignora el animal; los
introducimos nosotros después de haber observado el resultado de. innúmeras
tentativas. Para él se trata de descubrir con la acción la conducta más apro-
piada en relación con los estímulos provenientes del medio que circunstan·
cialmente le corresponde. Si una prueba se requiriera, ésta bastaría para cali-
ficar la invariabilidad de los pretendidos instintos como un mito, puesto que,
sin excepción, todas las conductas calificadas como tales son susceptibles de
variar en el individuo y a veces en la especie, variación que en todos los casos
corresponde a una transformación del complejo organismo + medio.
Las conductas pueden ser divididas en dos clases: generales, comunes a
un gran número de circunstancias, y particulares, que revelan adaptaciones
originales, resultando tanto más complejas cuanto más precisas son las causas,
precisión que desde el punto de vista psicobiológico exige cada vez menos
especialización funcional de los órganos nerviosos. Cuanto :más especializado
está un centro u órgano del sistema nervioso, más automatizada es la respues-
ta que corresponde a uno o a un número muy restringido de estímulos. La
jerarquización de los niveles nerviosos · funcionales desemboca en la corteza
cerebral, órgano plástico, que responde a todo y a cualquier estímulo, con una
capacidad de análisis y síntesis que hace posible variar la respuesta según
otros fines que aquellos del automatismo, e incluso puede derivar, suprimir,
postergar ·o acelerar la reacción. Sin embargo, no debemos olvidar que el
sistema nervioso es fundamentalmente uno y sus porciones funcionan solida-
ria~ y fundidas en otra unidad: el organismo como totalidad biológica, in-
mersa a su vez en el medio natural o social. De este modo nos enfrentamos con
una peculiar situación que distingue la conducta particular de la general, al
automatismo de la actividad inteligente, al animal del hombre. Mientras
aquél vive subsumido en un medio natural cuya acción sufre easi sin trans-
formarlo, .éste no sólo . es transformado, sino que transforma para establecer
así un ciclo ininterrumpido de interacciones.
En el proceso psicobiológico que preside en la esfera del individuo la inter-
acción con el medio, los reflejos condicionados constituyen en el hombre y
animales superiores las reacciones psíquicas elementales y en su continuo e
l6B PSICOLOGIA GENETICA

incesante perfeccionailiento entrañan en la especie, como en · el individuo, fi.versa


la caracter:stica fundamental del hombre: el pensamiento. Pensar significa fsíernc
elaborar racionalmente las características del mundo exterior e interior --a)mo del suj
factor fisiológico y biológico- reflejadas en la conciencia. Para que dicha un pur
elaboración se produzca ---diferencia básica con el animal, en cuya mente tam- (iarse,
bién se refleja el mundo interior y exterior- es menester un proceso psico- ~me
biológico asentado en tres etapas: TO(
1;¡. La sensaci6n, o transformación de la energía exterio.r en "función ~, o
de lo real", en hecho de conciencia para la psicología cláska; P>rteza
2¡¡. La generalizaci6n, o elaboración del concepto que refleja las leyes del el obje1
mundo objetivo; ir:ste úl~
31! La actividad práctica, o comprobación activa de la veracidad de las t:stado
leyes reflc jadas. , · que la
La semaci6n es un estado de reacción cortical, función de lo real, provocado ~ncia.
pür la percepción de un estímulo a través de los receptores sensitivos externos "T~
o internos. En términos psicobiológicos significa que una estimulación cual- fq>erie
quiera del receptor alcanza un punto de la cor.:eza cerebral anteriormente llwtores
excitado por estímulos semejantes, o bien, en el caso de una sensación total- lncondi
mente nue\ra, crea un centro de excitación cuya acción inmediata o mediata -=stablec
se refleja en la conducta, en las reacciones del individuo. En resumen, la sen- ser con:
sación ofrece un hermoso ejemplo dialéctico concretado en l~ transformación pienipor;
de un e>tímulo ~tida- en función de lo real ---cualidad. lleJVios;
La generalización, por su parte, representa la asociación de dos puntos de frná[ísis
excitación corticales cuya unión constituye la ·más elevada categoría de reflejo les", ca
condicionado. En efecto, el reflejo condicionado más simple, por ejemplo, pigen
salivación al oír un determinado sonido, puede, según el esquema de :M:eignant, de los
especializarse de la siguiente manera: el reflejo incondicionado de base (la prganisi
secreción de saliva a la vista de la carne) no es un reflejo cuyo arco se Par:
encuentre en la corteza cerebral, pero posee un centro de control cortical que ir:xterocc
podemo:; representar por A. Todas las veces que el reflejo sea puesto en mar- !Dámica
éha, el punto de excitación cortical será activado. Además, la audición de un '1-a.bajo
sonido dado excita otro punto de la corteza B. Cada excitación de cualquiera tas se b
de esos dos puntos se traduce por una irritación de los mismos; de tal manera de la Íl
que cuando remltan excitados casi simultáneamente se estab1 ece una unión tituir ce
entre ambos, se abre un camino, un bahnung, según la expresión de la fisiolo- IOlÍcos".
gía clásica adoptada por Pavlov. En primer término ocasional, y a medida que organiz
se repite más constantemente, esa unión presenta siempre gran fragilidad, del gen
comprobada por la rápida extinción del reflejo si se deja de condicionarlo prociuc1
cierto tiempo. No obstante, toda vez que una excitación alcance el centro B~ o persc
encontrará un camino trazado y se difundirá hasta alcanzar el centro de exci- frente
tación A, cuya reactivación desencadenará inmediata.niente la acción del re- Est(
flejo de base, incondicionado, la salivación en este caso. Esta unión no sólo animal
se produce por irradiación de un punto de excitación referido a un reflejo excitac:
incondicionado, sino que también se extiende a cualquier · punto de excita- dera ce
ción creado por estímulos sensoriales externos o internos. De esta manera peculia
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 169·

diversas ~ensacio se ligan y crean una compleja representación del medió


externo o interno. La generalización se basa, pues, en la experiencia previa
del sujeto, representada por puntos latentes que se unen por irradiación con
un punto nuevo de excita¡;ión, o la reactivación de uno existente que, al irra-
diarse, alcanza otros puntos y crea la representación del mundo interno o
externo, o conjuntamente de ambos.
Toda función de lo real para se~ tal debe traducirse como actividad prác-
tica, o sea la comprobación por la acción de las leyes objetivas ref!ejadas en la
corteza. Esta actividad representa la respuesta, la acción del sujeto wbre
el objeto que, como vimos y volveremos a ver, implica una 'transformación de ·
este último que, al ser percibido en sus variantes, crea un nuevo y comp'ejo
estado mental, exige una nueva praxis, y así indefinidamente, de tal modo
que la corteza cerebral se convierte en el vínculo fisiológico que asocia expe-
riencias previamente vi.v idas y determina la conducta-reacción del sujeto.
"Tal es -escribe Cossa- la hipótesis propuesta por los reflexólogos. Las
experiencias de Nikitris, de Puusep y de Gerwe parecen confirmarla: estos
autores han logrado extirpar una zona de corteza correspondien:e al reflejo
incondicionado de base, y esta extirpación no impide al reflejo condicionado
establecerse. La explicación de Pavlov· es, pues, totalmente admisible. Debe
ser considerada como una de las más brillantes conquistas de la fisiología con-
temporánea." Por otra parte, el papel que asume la corteza en la actividad
nerviosa superior se puede ·resumir ha jo dos formas esenciales: funciones de
análisis y funcion es de síntesis. El análisis tiene por base exci~aons o "seña-
les" , como las llama Pavlov, que son, a rn vez, de dos órdenes distintos: de
origen externo, nexo entre el medio circundante y el órgano por intermedio
de los sentidos, y de origen interno, que patentizan los propios cambios del
organismo.
Para la terminología. habitual, las primeras señales son las sensaciones
exteroceptivas; las segundas, las in tero y propioceptivas. Así, la función di-
námica de la corteza parte del análisis de los estímulos, que es su primer
trabajo, para crear uniones entre ellos y elab:)rar conexiones temporarias. Es-
tas se hallan sometidas a infinitas variaciones: pueden desaparecer por acción
de la inducción negativa o persistir y organizarse, entrelazándose hasta cons-
tituir complejas asociaciones denominadas "estereotipos funcionales" o "diná-
micos". Un estereotipo representa una conducta organizada. Cada individuo
organiza de es:e modo sus propias conexiones temporarias. De la combinación
del genotipo y sus reflejos absolutos, instintos, con las conexiones temporarias,
producto del ambiente -por ejemplo, educación-, se constituye el fenotipo
o personalidad, de reacciones propias e individuales -función de lo real-
frente al ambiente.
Este esquema, por breve, no deja de indicarnos la verdadera pos.ición del
animal y del hombre en el mundo real circundante. Frente al cúmulo de
excitaciones reacciona aparentemente .de manera automática, pero su verda-
dera conducta está diferenciada: depende del "estilo" personal, de la manera
peculiar e inalienable de establecer reflejos, estereotipos, de las reacciones
170 PSICOLOGIA GENETICA

imprevisibles, nacidas de lo que con una expresión de Janet se denomim


función de lo real, o sea actitud autocontrolada frente a los hechos.
Cada nivel intelectual corresponde a la solución de ciertos problemas ca-
racterísticos de cada especie animal y, por lo mismo, de cada etapa ont~
nética. El animal ofrece soluciones inteligentes, pero se detiene en tanteas
r.onfusos frente a problemas superiores a su nivel, lo que destaca la diferencia
fundamental con el hombre, cuya pasibilidad de encontrar soluciones es po-
tenrialmente infinita por ser un sistema que se perfecciona, que logra superar
a las otras formas animales par el desarrollo de la corteza cerebral, de las
áreas frontales en particular, que hace posible el pensamiento, esto es, la con-
versión del lenguaje -de hecho superior por ser articulado- en pensamien1111
abstracto. Elemento de síntesis no superado, el pensamiento representa la
mayor jerarquía en conductas inteligentes señalando, a través de la génesil
de los reflejos y automatismos, la enorme pasibilidad de las combinaciones•
interacciones de elementos y funciones psicobiológicamente simples y comune1
a todos los seres vivos en su interacción dialéctica con el mundo de los obje~
primero, de las ideas pasteriormente, a través del proceso de análisis y de
síntesis que caracteriza a la actividad perviosa superior y representa las baseii
físicas de la mente.
CAPITULO xm

DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO

Diferenciaci6n y progreso de la actividad sensarial. La percepción del espacio .


De la sensación a la palabra. Comportamiento y grados del con~miet.

Para el común de los manuales la sensación es un fenómeno pasivo, sepa-


rado de toda actividai:l mental, con el único papel de excitante neurofuncio-
nal. Se deja de lado que pensar significa elaborar racionalmente las carac-
terísticas del mundo exterior e interior --como factor biológico- reflejadas
en la cor~eza. Para que esta elaboración tenga lugar es necesario que los
receptores exteroceptivos alcancen pleno ejercicio funcional, del cual es indis-
pensable el desarrollo motriz, en cuya base está la maduración del sistema
nervioso. Por la sensibilidad se realiza el primer paso de la integración entre
el ser y el mundo circundante, intercalándose entre ambos, como condición
indispensable, el movimiento. El niño adapta la reacción motriz a la sensación
y ésta a la reacción motriz, lo cual configura la llamada reacción circular,
que diferencia la sensación del simple reflejo innato y señala el progreso
ontogenético del individuo, porque en la adquisición. de la prensión, por ejem-
plo, una cosa es rep:!tir --como destaca Piaget- indefinidamente una manio-
bra que tuvo éxito y otra el intento de asir un objeto en una situación nueva.
Puesto que la sensación no puede ser separada del movimiento, es imposible
concebir una sensación que no se prolongue en la percepción, esto es, en la
incorporación del objeto sentido al psiquismo del individuo a través de la
generalización. Aquí rozamos el problema del automatismo, pero no debemos
confundir éste con la reacción a un estímulo sensorial. El automatismo es la
reacción que se basta a sí misma e ignora toda distinción entre ella y el acto
que la desencadena; la sensación, por el contrario, no asimila el objeto como
toté:!lidad, como excitante físico, para desintegrarlo en la interacción del sujeto-
objeto que está en la base de toda evolución psíquica. Cada etapa en el pro-
greso de las sensaciones señala un paso más hacia una sensibilidad de tipo
sen¡:omotor, a la vez que un constante retroceso de la motricidad de tipo afec-
tivo, automático, cuyas circunstancias dejan inextricable la separación entre
~u jeto y objeto (vid. cap. VIII).
La analogía y, en ciertos casos, la concordancia entre las formas primiti-
vas de la sensibilidad exteroceptiva y el automatismo está avalada por el
hecho de que, llegado el niño a los tres meses de edad, se presenta un cambio
radical: comienza la soldadura mielínica entre los campos propio e intero-
171
DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO 173

niño ya permanece sentado sin ayuda. Para entonces la mano adquiere inde-
pendencia de los demás movimientos, desaparecen las sincinesias que conver-
tían la prensión en esfuerzo global del organismo y desplaza a la boca como
instrumento táciil.
En todas estas actitudes, aparte del aspecto de maduración neurológica
(vid. cap: III), se vislumbra un componente que resultará fundamental para
la futura acción del niño en· el mundo objetivo: la apreciación de las dimen-
siones y las distancias. Por la visión entrevé ambas, por el tacto también, pero
la dificultad está, para el pequeño, en ¡x>der ordenar dos series de nociones
diversas, de lo cual es prueba el hecho de que cada esfuerzo en ese sentido
no es seguido por un progreso. El niño no ceja en su afán anterior de palpar,
de empuñar objetos, de restregarlos contra su cuerpo y labios, de agitarlos, de
atraerlos y arrojarlos como si quisiera probar la totalidad de los efectos posi-
bles en el campo de todas sus posibilidades. Mientras que a los cuatro mese5
lleva sin vacilaciones el puño a la boca, si quiere hacer lo mismo con un
objeto tropieza con la nariz o la barbilla. Aquí está implícito el problema de
la percepción del espacio y del uso adecuado de dicha percepción, que, como
demostrara Stem, está en estrecha dependencia eón la capacidad del movi-
miento.
*
En tanto que el infante solamente ha coordinado los movimientos de los
labios y de la boca, su espacio es puramente oral, "subjetivo". Sólo llega al
espacio concreto, "próximo", como lo llama Stern, a medida que es capaz
de conjugar los· movimientos de las manos y brazos, lo cual supone la sufí~
ciente estabilidad del tronco y de la espalda. Es el momento en que, sentado,
arroja los objetos a su ¡i.lcance; pero tengamos en cuenta que nunca los pro-
yecta hacia adelante, hacia atrás o hacia los costados, sino que simplemente
los deja caer dentro del perímetro de su campo de acción sensomotora. De
este modo prueba que sus experiencias espaciales no van más allá de donde
llegan las manos y toda la actividad se circunscribe al semicírculo que trazan
los brazos con centro en el cuerpo. Lo alejado no le atrae para entonces, sino
que busca lo próximo. La atracción por lo lejano se desarrolla paralelamente
con la marcha y. es su consecuencia inmediata, porque opera la yuxtaposición
de! espacio inmediato en espacios sucesivos. Por ello es imprescindible que el
pequeño se desplace, es el único medio para que su noción de espacio se
convierta en una unidad continua, la que se extiende más allá del alcance
de las manos. Así, pues, cuando la madurez neurofuncional permite al niño
caminar, la inseguridad en la marcha proviene de que su esquema espacial
todavía no es homogéneo, sino que se trata de secciones, de espacios próximos
que transporta, pero carentes -de la articulación que brinda la continuidad.
Esta articulación se logra por la práctica del movimiento. De aquí que el
niño vacile menos y camine mejor en un espacio lleno de obictos oue en ouo
completamente libre. En el primero posee puntos de referencia inmediatos
que le permiten ir jalonando la continuidad de los espacios ·próximos y le
demuestran paulatinamente la integridad del ~cio lejano. Este fenómeno
174 PSI COLOGI A GE.N ET ICA

es más patente en el pequeño que pasa directamente de la silla a la marcha; ellas IJ


en cambio, en el que gateó, la marcha se afirma más rápidamente porque al de acc
gatear el niño funde en una unidad continua las experiencias con espacios menta
parciales y cuando adquiere la posición erecta marcha a través de un espacio orient1
homogeneizado. Las dificultades que entonces encuentra en la marcha son vés de
típicas de la maduración neurofuncional, pues el espacio homogéneo no es nicas,
ya una noción a adquirir, sino a completar. fina lid
Mucho antes de qúe inicie este período, alrededor del sexto mes, se observa sidad'
una actitud bien precisa: el niño es capaz de anticiparse a la percepción di- ración
recta de las COS<!S y, por consiguiente, entra en la etapa que se acostumbra a mos m
llamar instrumental. <;;uando le van a sacar del lecho, a vestir para el paseo, De est1
!a sola espera del acontecimiento lo pone en esta.do d~ excitación y el interés el mm
por las cosas cambia; la prensión como derivado del acto táctil cede a una medid;
manipulación curiosa de los objetos; El interés que demuestra por las cosas otra la
no es solamente consecutivo de la impresión que causan sobre él, sino que que en
las trata como si procurara descubrir algo atrayente. Se adelanta a la exci- La
tación para provocarla. para h
Aunque fundamental, esta nueva actitud es en sus comienzos pasiva; sólo situacic
se convierte en activa, en instrumental, cuando el desarrollo de la prensión .de la l
y de la marcha introduce los objetos en el circuito de las acciones del niño · el antrc
que, .con la mano, opera los primeros cambios en el mundo circunda'hte. Al mentos
mc.iVer, arrojar, actúa directamente sobre las cosas que, recíprocamente, por especie
medio de la atención que presta a su movimiento, lo modifican IJ6Íquicamente. turas. 1
Sin la previa intromisión manual en el mundo de las cosas, el niño sería inca- minad e
paz de anticiparse con sus expresiones de sorpresa, de alegría o de disgusto, a des esp
las acciones. Además, desde el momento en que dos objetos pueden ocupar puooe e
la atención del niño, éste no hace otra cosa que combinarlos y procura, por Iigencia
disímiles que sean, reunirlos en un todo homogéneo. El éxito de tales aco- afectivo
plamientos de objetos se logra por ·grados; entre los siete y ocho meses única- gradual
mente es capaz de la simple . yuxtaposición o de la dilaceración. Amontona teligenc
los objetos en series informes o los comprime unos contra otros. Semanas más El ¡,
tarde procura encajarlos unos en los otros: es la etapa de la inclusión. Des- que pre
pués las combinaciones se vuelven más específicas, se rigen primero por la un tipo
configuración de los objetos, para desembocar luego en un uso reaimente sociedac
instrumental. Para entonces el objeto prolonga la acción de las .manos; es el tinuame
estadío que Karl Bühler llamó del chimpancé, y que se alcanza aproximada- relacion
mente al año. Para entonces es capaz de encontrar las mismas soluciones que medio. l
los monos estudiados por Kohler. Si retrogradamos en la escala filogenética, reaccion
esto corresponde al momeneto en que el hominida primitivo se humanizó, se lenguaje
transformó en Homo faber, es decir, fue capaz de crear un~ técnica rudimen- modific::
taria y de producir.
poseen 1
como és
* mentahr
La marcha erecta y la prens1on ejecutada con el pulgar y el índice, a viduo, y
modo de pinza, son características motrices específicamente humanas; por abrevia
DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO 175

ellas nuestra especie se apartó del f ilium primitivo y surgió el individuo capaz
de acción instrumental y con intereses psíquicos que determinan la actividad
mental. Mas la existencia de la actividad . mental no significa que domine y
oriente intrínsecamente la conducta del individuo. Marcha y prensión, a tra-
vés de la sensibilidad, están tan estrecha.mente unidas a las necesidades orgá-
nicas, que accionar, hacer actuar los músculos y sentidos, es casi la principal
finalidad. Como fin, estas accion:es presentan triple carácter: . son una nece.
sidad que corresponde al acrecentamiento de las energías físicas, a la madu-
ración del sistema neurocerebral y a la coord_inación progresiva de los organis-
mos motores y a las posibilidades de acci6n que dicha coordinación engendra.
De este modo la actividad sensomotriz, que es al mismo tiempo acción sobre
el mundo exterior, se desarrolla ·en dos sentidos diversos, aunque en cierta
medida complementarios: por una parte los automatismos especializados, por
otra la invención de conductas apropiadas en presencia de nuevas situaciones
que crea, a través de la interacción individuo-medio, el conocimiento.
La constitución de automatismos es condición necesaria e imprescindible
para la existencia y continuidad de las conductas apropiadaS--en presencia de
situaciones nuevas, o má~ simplemente de actos inteligentes. La adquisición
.de la marcha, las reacciones posturales, de equilibrio, la estación erecta en
el antropoide, el desarrollo de los mecanismos de prensión, brindan los funda-
mentos motores sobre los cuales han surgido los intereses mentales de la
especie humana y que en el niño se manifiestan por una sucesión de estruc-
turas. La primera es la función pura; el pequeño manipula obie ~ os indiscri-
minados. A partir del primer año intervienen en la manipulación las cualida-
des específicas de los objetos. Del segundo año en adelante comprende que
puooe crear a partir de la manipulación y agrega a la acción de esta "inte-
ligencia práctica" el complemento del lenguaje; és~e es primero puramente
afectivo (expresiones· de agrado, desagrado o necesidad) y después sintético,
gradualmente abstracto. hasta convertirse en función instrumental de la in-
teligencia (vid. cap. XIV) .
El lenguaje, que l!lanifiesta un desarrollo paralelo al de la motricidad y
que presenta los mismos caracteres evolutivos de necesidad y de ejercicio, crea
un tipo netamente sin~ular de medio ambiente: la comunidad humana o
sociedad. Por medio de la marcha y de la prensión el individuo modifica con-
tinuamente sus situaciones en relación con el medio físico y crea con el mismo
relaciones de necesidad regidas por la constancia o variabilidad de dicho
medio. En este aspecto, hombre y animal no se diferencian, y las acciones y
reacciones del individuo están supeditadas a los contactos sensoriales. Por el
lenguaje, el individuo modifica su actitud frente a las cosas y a sí mismo, pero
modifica al mismo tiempo las reacciones y actitudes de los otros seres que
poseen la palabra. La palabra actúa directamente sobre el desarrollo motriz,
como éste sobre aquélla de manera todavía más directa, apreciable y, funda-
mentahnente, sobre la capacidad mental y de interacción entre medio e indi-
viduo, y de individuo a individuo. Además, por su capacidad de síntesis, que,
abrevia el aprendizaje, el lenguaje cobra, junto con la motricidad, una im-
176 PSICOLOGIA GENETICA

portancia decisiva en el desarrollo de la primera infancia, cuyos intereses se y esci


reve!an exclusivamente kinoperceptivos y kinoglósicos. Esto muestra q\le el nuev~

desarrollo del movimiento es primordial (como acción motriz, instrumental y sino<


postura!) a través del excitante sensorial o perceptivo y glósico, o del lenguaje nica e
haúlado y comprendido, en los primeros pasos del desarrollo. de un
El hecho de que en el hombre las manifestaciones psíquicas elementales lapo:
constituyan reflejos condicionados y que su continuo e incesante perfecciona- El
miento posibilite en la especie, como en el individuo, la característica humana lóg~co
del pensamiento a través de la palabra, no basta para explicar el fenómeno pensa'
de una inteligencia que abstrae y elabora las leyes, que las coordina y modifica mero
á través de la praxis. El animal está dentro de este esquema; también para despm
él t>xiste un mundo objetivo al que capta, a través de la sensación, y en el como
que actúa práxicamente: analiza y sintetiza'j>or medio de su inteligencia. No un:i. 5"
obstante, una diferencia radical separa ambas especies: la praxis humana la pal
se revela como un perfeccionamiento continuado, la acción animal se repite tanto,
invariable, de generación en generación, y señala para los actos individuales Ja esp1
cuánt~
un nivel nunca superado por el individuo porque la inteligencia sensomotriz,
qu:: podemos llamar pensamiento concreto elemental -y es común tanto al cómo
animal como al hombre-- trabaja sobre la realidad misma; cada uno de sus de vid
actos cubre distancias indiferenciadas entre el sujeto y los objetos, pone de La
manifiesto, como destaca Piaget, una carencia total de perspectiva temporal. pudo '
Objeto y sujeto aparecen confundidos en una unidad atemporal e inespacial. Con die
muestr
El concepto de perspectiva tempo-espacial que proyecta al individuo hacia
el pasado y el futuro, necesaria para toda acción consciente sobre el medio, cífao,
sólo se logra en función de la estructuración de las nociones de espacio y cadem
tiempo, que comienzan a configurarse en la primera infancia, para adquirir categoi
su verdadera expresión con el lenguaje organizado. Solamente la palabra per- tiva d(
se real
mite abstraer la duración, incluyendo las categorías sociales de "antes" y "des-
e indu,
pués'', del pasado y del porvenir. Vemos, pues, que la acción sobre el mundo
exterior no está solamente basada en sensaciones y movimientos; a éstos se
superponen estructuras que se ordenan en conjuntos cuya complejidad au-
menta en las etapas sucesivas del desarrollo y que ~ri ligadas a una madu- Sh~
ración progresiva de la actividad mental que la ejercitación no puede suplir. tur::l] se
El niño no aprovecha, no comprende sugestiones, no recuerda éxitos eventua- diada
les que correspondan a tareas que estén más allá de su edad, como el animal ningún
no conserva experiencias de un nivel superior. al que prescribe la evolución y las '
de la especie, aunque ocasionalmente llegue hasta ellas. En diversos grados, una u
esa maduración es función del lenguaje en primer término, de la motricidad se com1
en segundo lugar. cuando
El aprendizaje por ensayo y error, tan minuciosamente descrito por Mor- un con
gan, indica las etapas del establecimiento de refleios condicionados: el amaes- manera
tramien~o de animales presenta características similares, pero los rápidos pro- cambio
gresos del hombre, y por consiguiente de la construcción voluntaria de actos, nuestra
dependen del desarrollo de métodos, de técnicas que faciliten las adquisicione11 tinuam
superiores, de las cuales son índice los símbolos verbales: la palabra hablada El e
l'lllcología
DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO 177

y escrita. El aprendizaje o coordinación compleja de reflejos adquiere a~í .una


nueva fornia, puesto que no se realiza según el patrón fiel de un modelo
sino de acuerdo con indicaciones sintéticas y abstractas. La repetición mecá-
nica del · gesto es insuficiente para todo progreso y se le debe agregar la idea
de un fin, la repsn~ació conceptual de un "modelo" que está en la base de
la oosesión del vocablo.
-El Horno sapiens se nos presenta de este modo como un sistema psicobio-
lóg~co que se perfecciona y que supera .a las otras formas animales por e) .
pensamiento, adquisición' a la que_llegó a través del lenguaje hablado. Pri-
mero fue la acción -Ja actitud del animal evolucionado, el Horno faber-,
después el verbo --el animal evolucionado, el Horno sapiens-. Entre ambos,
como el hombre y el animal, se eleva la muralla de un estímulo externo, de
una señal propia, peculiar, que es la palabra. Producto del vivir en sociedad,
la palabra representa la más abstracta de las "señalizaciones"; es, por lo
tanto, u~ símbolo que engloba todas las experiencias pasadas y presentes de
la especie y del individuo; de aquí deriva la conducta individual. Basta pensar
cuántas interpretaciones puede recibir una expresión para damos cuenta de
cómo la palabra puede condicionar los más diversos y hasta opuestos modos
de vida.
La palabra posee tan grande valor de síntesis que con razón Pavlov
pudo denominarla "señal de señales", esto es, señal humana por excelencia.
Condiciona la actividad psíquica del hombre: así como el reflejo sonosalivar
muestra la acción cortical de un estímulo inespecífico en lugar de uno espe-
cWco, el lenguaje --que sintetiza Ja experiencia mental de la especie-- desn~
cadena en la corteza cerebral reflejos condicionados superiores, de segunda
categoría. La movilidad, la plasticidad, el grado de carga conceptual o afee-
tiva de esa señal de señales constituyen el pensamiento simbólico, cuya ácción
se realiza según los mismos mecanismos combinados de excitación, iÍlhibición
e inducción. ·

*
Sherrington solía recordar a menudo que la fisiología como ciencia na-
tur:il sólo estudia fenómenos físicos, que la mente únicamente puede ser estu-
diada a través del comportamiento y, sin tener presente en su afirmación
ningún concepto dialéctico, asentaba, empero, una verdad que los psicólogos
y las "psicologías" olvidan o desdeñan demasiado a menudo. A base de
una u otra afirmación se considera que el conocimiento existe o no existe y
se comete el error común de negar o afirmar el conocimiento como· entidad,
cuando en realidad, y en condiciones normales, tenemos en cada momento
un conocimiento diverso. Así el conocimiento no debe ni puede medirse de
manera absoluta, sino en grados, y mientras notamos únicamente los gr~des
cambios, como el que ocurre cuando pasamos del automatismo a fa praxis,
nuestra atenci6n no se detiene en fluctuaciones menores que se suceden con-
tinuamente.
El conocimiento es un estado de actividad sensomotriz y, pof ello, depende
Pslcologia gentUca.-12.
178 PSICOLOGIA GENETICA

por completo de las informaciones que los sentidos le brindan; tanto de los de n
· fenómenos protopáticos como exteroceptivos. De aquí que . la percepción de fone1
nuestro cuerpo desempeñe una función especialísima. Los neurólogos han un <:
demostrado que si se nos priva de las sensaciones . que recibimos del cuerpo bién
cuando actúa, por ejemplo, un contacto, uria presión, un movimiento, etc., :e
y del sentido del oído, perdemos la capacidad del conocimiento, aunque sigan al m
funcionando sentidos como la vista y el olfato. Deducimos, en consecuencia, pecul
que cualquier alteración física que actúe sobre nuestros sentidos afectará tam- psi eo
bién, dentro de ciertos límites, el con~miet. Eri este sentido, el conoci- por I
miento se confunde con lo que es clásico llamar conciencia, de la cual es como
corriente afirmar que sólo puede ser experimentada subjetivamente en tanto porta
que sabemos muy poco de la medida en que somos conscientes. No ·obstante, icultu1
los efectos del conocimiento pueden ser observados objetivamente, porque re-
D
presentan la finalidad ·misma del comportamiento. índivi
Podemos aplicar esta comprobación en el fenómeno del lenguaje en el ción :
niño, tal vez el más interesante, el que da mayor peculiaridad al período de travé~
la edad infantil, y que puede ser rastreado de dos maneras: filogenética y fica e
ontogenética. Desde el punto de vista de la filogénesis se nos plantea, en El ce1
primer término, el origen del lenguaje; encarada ontogenéticamente, la inves- de la
tigación se dirige a la adquisición de la palabra por el individuo, sin plantear entre
la cues:ión del lenguaje que se da ya estructurado históricamente. En efecto, lación
el niño no debe crear una lengua, sino aprender la del medio. Soslayando !Como
plan:eamientos filológicos o históricos encaramos en este caso un complejo de el desi
fenómenos que en orden de sucesión temporal y de valoración filogenética p¡adm
deben ser considerados esenciales para la función -no estructuración- del ~oluc
lenguaje. Abarcamos en primer término los fenómenos nerviosos elementales del ap
(auditivos, visivos, táctiles), y los de movimiento (actos fonéticos, mímicos, grá- plo, p•
ficos), ligados a núcleos bulbares o espinales; luego cons'.deramos los fenómenos 9Jeimi1
neuropsíquicos (fijación y elaboración de símbolos externos que ·sintetizan rm~
semaciones o experiencias) y los de movimientos (realización motora de las suaje
im;1genes verbales) ligados a procesos corticales, para desembocar ·en proce- 11111bie1
sos enteramente psíquicos que se revelan en la interacción, tantas veces apun- conoce
tada, entre individuo y medio social, depositario del lenguaje que se adquiere. conver
Prescindiendo de toda especulación metafísica o teleológica, encon- Sin
tramos que el primer grito del neonato representa el comienzo de la respira- de tod;
ción pulmonar; como manifestación fonética, si es que puede llamársele así, 111.ffrma
en nada se diferencia del ronroneo del cachorro de tigre o del b1lido del lficdac
ternero: es un reflejo estimulado por sensaciones nuevas (aire, temperatura, rinent(
luz) . Por el contrario, en el vagido del lactante descubrimos una .evolución, '"5ultei
puesto que gradualmente se welve menos automático, más expresivo, car- imestie
gándose de tonalidad afectiva, pero sin llegar, de ninguna manera, todavía .-uídad
a uresentar carácter de fonesis. Este vagido exterioriza, en todos los casos, un lambié1
reflejo defensivo que al comenzar la primera infancia se vuelve voluntario, ~Iica
como expresión de actitudes de agrado o desagrado. El vagido subintra la 1BOCimi1
vocalización y a ésta la balbucencia en el segundo trimestre de vida, sin que foental :
DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO 179

de ninguna manera represente un progreso en el sentido de la adquisición de


fonemas con significado propio para todos los individuos, ya que denuncian
un ejercicio de músculos articulares carente de valor imitativo, pues tam-
bién se manifiesta, y con idénticos fonemas, en los niños sordos.
Después de estas fases pnra y exclusivamente neurornusculares asistimos
al nacimiento del verdadero y propio lenguaje de la especie humana, con
peculiaridades que justamente interesan a la antropología, la glotología y la
psicología; comporta variedades y variaciones en un aprendiza je condicionado
por reglas intrínsecas al medio, esto es, a la lengua que dicho medio utiliza
como instrumento abstracto de contactos colectivos, y que configura un com-
portamiento sensomotriz adaptado a las características del medio socio-
cultural.
De la conducta deducimos los grados del conocimiento; en efecto, muchoe
individuos sen enteramente finalistas, sus actitudes responden a la adecua-
ción más estricta entre estímulo y respuesta, en tanto que otros se elevan a
través de la abstracción, y la respuesta refleja una actitud gnósica que signi-
fica elaboración más elevada de las características que se perciben del medio.
El cerebro es responsable de estas modificaciones en el grado de conocimiento
de la realidad y en la finalidad del comportamiento. Diferencias de conducta
entre uno y otro individuo pueden reducirse tanto a la organización y regu-
lación de las glándulas endocrinas (vid. cap. II) como al mismo cerebro.
Como fenómeno psicobiológico ejemplificado en el desarrollo del lenguaje,
el desenvolvimiento normal del proceso de aprendizaje del lenguaje requiere la
madurez y la integración de las funciones: aparatos nerviosos y musculares,
evolución del área del lenguaje en el hemisferio cerebral-izquierdo, integridad
del aparato sensitivo, del motor otorrino-faríngeo-laríngeo. Deben, por ejem-
plo, poseer el mismo nivel de acción lo~ aparatos nerviosos y musculares que
penniten la reproducción de la palabra hablada, al mismo tiempo que es
imprescindible la función acústico-motora para el desarrollo del área del len-
gua je en el cerebro. A todo .esto se yuxtapone la incitación por parte del
ambiente que crea la condición de apetencia, esto es, el interés de hablar y
conocer, en estrecha relación con la atención voluntaria, cuyo dominio ilustra
convenientemente acerca del reflejo condicionado complejo.
Sin duda, nuestras conclusiones no nos llevan a explicaciones definitivas
de todas las etapas por que pasa la adquisición del conocimiento y no se puede
afirmar lo que en el futuro puedan aportar nuevas investigaciones. La ambi-
güedad y contradicciones implícitas. en el uso de palabras como "conciencia",
"mente'.', "comportamiento", podrán ser superadas, o acaso esas expresiones
reSultei:i abandonadas por revelarse simples formas verbales que esconden
cuestienes equivoeadas. Todo lo que hasta ahora sabemos explica la conti-
nuidad filo y ontogenética que va d~l estímulo al conocimiento y asienta
llambién, en este aspecto, que la relación entre cuerpo y mente sólo puede
pPlicarse considerando ambas entidades como un todo único. Cuando el co-
¡aocimiento alcanza cierto grado de complejidad comienza a presentar aspecto
!JDental; en . cuanto a los grados inferiores, los observamos en el infante, en
180 PSICOLOGIA GENETICA

los animales, sin que ni siquiera podamo¡. suponer cuáles serán sus límites
superiores, aunque con criterio psicogenético y dialéctico debemos afirmar
que tales límites no existen, porque cada nivel del conocimientb resulta de
un nivel diverso de interacción, y las posibilidades de adaptación y evolución
no conocen más límite que la posibilidad de acción mutua.

Origen
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CAPITULO XIV

LA ADQUISICION SIMBOLICA: EL LENGUAJE

Origen psicobiológico del lenguaje. De la onomatopeya a la palabra articulada.


Adquisición individual de la lengua. Lenguaje y conocimiento.

Nadie discute ahora el origen social del lenguaje; su génesis y desarrollo


representan la génesis y desarrollo de la sociedad humana. En el mismo mo-
mento en que un hominida fue capaz de crear un instrumento, realizar una
acción con él y atraer con una onomatopeya la atención de sus congéneres
sobre el instrumento, la acción y su persona, el lengua je estu~o creado. Esos
primeros vestigios de la palabra han desaparecido con sus creadores; la huma-
nidad pasó tal vez un millón de años entre el momento en que la praxis quedó
condicionada por un sonido vocal y este sonido adquirió definitivamente ca-
rácter de señal abstracta, forma específicamente humana de reflejar la reali-
dad y de actuar sobre ella sin la acción directa del acto, a través . del poder
co:r.ceptual del pensamiento. De este modo el problema del origen del lenguaje
se convierte, a la vez, en problema del origen del pensamiento abstracto, y la
resolución de uno implica la solución de ambos aspectos, a la vez. ·
De antaño, hipótesis de todo género pretendieron explicar el fenómeno
y dos son las. teorías fundamentales acerca del origen del lenguaje: la onoma-
'°péyica y la ,interjectiva. Para la primera, el lenguaje nació de la imitación
de los sonidos del medio natural; para la segunda, de sonidos emitidos espon-
fáneamente al expresar el hombre sus emociones. Ambas teorías, a las que
s:ada día .se concede una parte equivalente de razón, atañen al mecanismo de
la formación del lenguaje, pero no rozan el problema de las condiciones de su
pición. En relación con éstas cabe delimitar la prehistoria historicosocial,
ato es, las premisas biológicas que lo hicieron posible, y las causas objetivas,
~enits del nuevo modo de vida de los hominidas, que crearon la nece-
lidad de una comunicación que fuera más allá de la simple expresión emotiva
su resonancia con la creación de un público (vid. cap. VIII).
La actividad sensomotriz del hombre se distingue radicalmente de aquella
iie Jos animales que incluso le son más cercanos en la escala filogenética por
~ hechos capitales: posición erecta, manos con capacidad instrumental y
~oli del cerebro con características citoarquitectónicas nuevas. Estas

•los mmprobaciones bastan para explicarnos en sus principales aspectos el pasaje


simios primitivos a los horninidas, al ser bípedo capaz de acción ins-
lmnental práxica y oral. La característica neuropsicológica primordial · que
181
182 PS-ICOLOGIA GENETICA

separa al hombre --en cualesquiera de las etapas por que pasó su especie- taria e
de los animales que le son más próximos, reside en el neopallium y se revela: lacion
a) por un desarrollo progresivo de las áreas cortieales especializadas que reci- presen
ben las impresiones exteroceptivas transformadas en superiores (audición, rias p:
visión, tacto) en detrimento del olfato y su concomitante, el gusto; b) desarro- ción d
llo cada vez más acentuado de las áreas corticales motrices, lo cual asegura de toe
un:i regulación más precisa de los movimientos que, correlativamente, aumen- prensic
tan en complejidad; e) amplísimo desarrollo de la región anterior del cerebro, En
del área prefrontal, zona particularmente rica en fibras asociativas. en los
Los pasos de esta evolución podemos seguirlos en el estudio de vaciados tal sot
endocranianos, por los cua~es se puede comprobar que hominidas primitivos las tra'
como el pitecántropo y los sinantropos conservaron muy salientes las carac- cráneo
terísticas de simios antropomorfos: pequeña altura del cerebro, inclinación )izada
acusada del eje de la región temporal, mayor prominencia por la línea media el debi
.. de la región orbital, comisura interhemisférica amplia, área occipital saliente,
estructura borrosa de la cisura frontal media. Para esos "hombres" el lenguaje
sobre l
miento
únicamente debió ser asequible en sus formas más primarias, esto es, inar- lóbulos
ticulado, porque las características señaladas indican que las regiones parie- punto
tal temporal y frontal están relativamente poco desarrolladas. De hecho, el tectura
· lenguaje del pitecántropo y de los sinantropos no debió requerir el trab'.ljo carecer
de los órganos de la articulación, porque faltó en sus cortezas cerebrales cuanto
suficiente crecimiento de las partes relacionadas con la función del habla y emitir
con el proceso de pensar. Por lo demás, el progreso en la citoarquitectura del la esca:
cerebro humano está íntimamente vinculado con las características esenciales modific
de los hominidas: estación erecta y adecuación de la mano al uso instrumen- tambié1
tal con la oposición del pulgar y el índice, y a los delicados movimientos de vocand
ajuste que de ello derivan. Si bien es cierto que los antropoides pueden sos- Toe
tenerse en pie,. ninguno posee la estación erecta como base primordial y única mos de
de la ambulación. El hombre goza de una adaptación específica a la marcha homini1
bípeda facilitada por caracteres estructurales que alcanzan a todas las porcio- sulta 01
nes del esqueleto, en especial l,a columna vertebral, insertada debajo y no en que el
la parte posterior del cráneo, como en los cuadrúpedos. El hombre posee el hace d1
agujero occipital y el eje de la cabeza casi horizontal y perpendicular al raquis, la pala
cuyo eje presenta cuatro curvaturas alternativamente cóncavas y convexas. en los i
De este modo la cabeza cae en equilibrio, más o menos estable, sobre la extre- jecciorn
midad superior de la columna vertebral, y solamente se requieren acciones aún del
musculares relativamente débiles para mantenerla en posición. Los músculos del que
cervicales y el gran ligamento cervical se encuentran muy desarrollados en ya estw
los cuadrúpedos, cuya cabeza está permanentemente arrastrada por su peso, cac!a v1
qut> gravita sin apoyo en la horizontal. En el hombre, en cambio, la muscu- <lucida
latura cervical se reduce notablemente y deja de comprimir las caras superim el proc1
y laterales del cráneo, y éste puede crecer en todo sentido.
Al fenómeno resultante de la .posición erecta se agrega otro que también
deriva de ella y cuyo valor para la humanización ya · destacamos: la mano. La:
· En el hombre, los miembros posteriores pierden el carácter de mano rudimen- animal e
LA ADQUISICION SIMBOLCA~ EL LENGUAJE 183

taria que poseen en los simios; al mism<;> tiempo los ligame~tos y las articu-
laciones están dispuestos de modo tal que se sustituye la flexibilidad . que
presentan en los antecesores arborícolas por la solidez y la estabilidad necesa-
rias para el mantenimiento en tierra firme. A consecuencia de la especializa-
ción de los miembros posteriores para la marcha, las manos quedan liberadas
de toda función de sostén y convertidas exclusivamente en instrumento de
prensión.
En esta nueva función los miembros anteriores no solamente permitieron
en los comienzós de la evolución humana una rudimentaria acción instrumen-
tal sobre el mundo circundante, sino que coadyuvaron en la disminución de
las tracciones que los músculos elevadores de las mandíbulas ejercen sobre el
cráneo. Como el equilibrio de la cabeza sobre la columna vertb~al vertica-
lizada redujo la acción de los músculos cervicales y del gran ligamento cervical,
el debilitamiento de los elevadores de las mandíbulas disminuyó las tracciones
sobre la región anterior del cráneo, donde se insertan, facilitando ·el creci-
miento en altura del mismo y, naturalmente, del cerebro, sobre todo de los
lóbulos frontales. Los éambios que acabamos de sintetizar in:eresan desde el
punto de vista de la génesis del lenguaje no sólo en relación con la citoarqui-
tectura del cerebro, sino también con el aparato fónico periférico. Los monos
carecen de áreas cerebrales del habla, en especial de la zona de Broca; en
cuanto al aparato fonador, es un tanto parecido al humano, lo que les permite
emitir sonidos diversos, pero el papel del resonador bucal está limitado por
la escasa distancia que separa al velo del paladar de la ab~rtu de la laringe,
modificada esta última en el hombre a consecuencia de la posición erecta, y
también en razón de que el aire espirado pasa sobre todo por la nariz, pro-
vocando sonidos guturales.
Todas las transformaciones que acabamos de enumerar y que encontra-
mos definitivamente estabilizadas en el último eslabón de una larga serie de
hominidas, el Horno sapie~, se produjeron con una lentitud que 'incluso re-
sulta ocioso calcular. Tanto es así que el estudio de los fósiles parece indicar
que el cerebro humano no ha sufrido cambios estructurales notables desde
hace doscientos mil años. No obstante, en ese lapso, el instrumento esencial,
la palabra, sufrió transformaciones tan radicales que resultaría inútil buscar
en los idiomas conocidos el proceso que diferenció las onomatopevas e inter-
jecciones de los hominidas de los sonidos difusos de los antropoides, y más
aún del lenguaje articulado que se supone poseyó el hombre de Neanderthal,
del que caracteriza a cualquiera de las hablas actuales. En este lapso, en que
ya estuvieron fijadas las bases bioestructurales del lenguaje, actuó de manera
cada vez más acentuada la praxis individual y colectiva, gradulmen~ tra-
ducida en gnosis. Entre la onomatopeya y la palabra articulada se intercala
el proceso de sociabilidad.

*
La señal fónica representa un progreso notable en la vida gregal de los
animales (vid. cap. IX), pero de ninguna manera se debe perder de vista
\

184 . PSICOLOGIA GENETICA

que dentro de este aspecto las reaccione5 sensomotrices siguen estando en la


base de las relaciones interindividuales. Los gestos, la númica, la pantomímica
constituyen la forma primordial con que el animal -y también el hombre--
expresa sus reacciones elementales y concretas frente al mundo real, y estos :_ón
movimientos expresivos, como ya demostrara Daiwin, resultan siempre de ijilíü
estados emotivos. Toda emoción {vid. cap. VIII) se caracteriza por un cam- de est<
bio total ~n el organismo, y el · esfuerzo pone en tensión o en re'ajación los ll:lació
órganos de la voz, con lo cual involuntariamente, y por obra de la actividad pides
propioplástica, cada especie produce idénticos y determinados sonidos a con- mal p
secuencia de idénticas y determinadas situaciones. "Un cambio de profun- .-itua
didad y de frecuencia en la a ~pi'aón -escrib ~ Bunak- va acompñª-Q~ parerpe
encogimiento o dilatación de la gloti~ _~ e . aun_i_ e_l!t<? de t(!_nsión o relajamiento des CXI
de las cuerdas vocaies, de un mo~i _ e E !_o de l_~
del velo del paladar, conjui:itamente con un cambio de la eplig!otis, fon- ª
manc1íbuJas,_ ~ J ª- ~"-fil! ª -l' las
Y no d
que

secuencia del cual surge; el ~n_ido _ :" El sonido, sea interjección u onomatopeya, r parti1
carece de valor representativo y de significación concreta, representando una 1iilidad1
consecuencia secundaria del estado orgánico que acompaña a la praXis o a Ira.liza
la gnosis, con lo que adquiere el valor de expresión de las emociones. de trar
Sabemos, además, que el influjo concreto de tales o cuales excitantes pro- un len¡
voca reacciones emotivas .que en el transcurso de la vida del animal terminan purque
por convertirse en estímulos incondicionados, con la consiguiente reversibili- ti-> inst1
dad de la acción, puesto que si la emoción desencadena la expresión, ésta Yerl
puede a su vez desencadenar aquélla por las leyes de los reflejos que estudiara "3cerlo
Pavlov, y que se encuentran en la base de la atracción mutua que car~ del ase1
riza al fenómeno social (vid. cap. IX) . Cualquier reflejo puede condicionar- 11n>lladc
se, y el valor emotivo del sonido queda así en relación mediata con el gesto JWje a
o la acción que acompaña, en tanto éstos se relacionan directamente con el les veda
. fenómeno que para el organismo adquirió significación biológica inmediata.
Los sonidos y ·los ademanes no poseen, de por sí, significación biológica in-
ª· y
.las circt
i

mediata, pero el hecho de que acompañan situaciones que poseen este_carác- "3, aun1
ter hace que la adquieran mediata, pues sirven de señal para indicar la pre- ¡tambio
sencia de aquello que puede servir para Ja satisfacción de una ·necesidad o para un nue'
provocarla. De este modo la señal fónica se . relaciona con procesos cognos- ..Utieror
eitivos, con la percepción concreta, pero sin implicar por ello la existencia a transf
de un pensamiento. El estudio de los sonidos que emiten en diversas circuns- lcs indi
tancias los monos superiores y el análisis de la correlación de los mismos con f:citacic
las consecuencias permiten establecer que carecen . de sentido instrumental de relac
porque no poseen significación abstracta alguna. El animal emite sonidos flocho, l
peculiares en una u otra situación que comunican a los congéneres el estado tos imp
1 emotivo que excitantes exteriores le provocan, pero de ninguna manera revela ar-1ll.Ítiv1
la situación en sí, ni está movido por consideraciones finalistas o abstractas.. ID los so
El sonido que produce el chimpancé frente a un peligro es una consecuencia de la rn
de su actitud orgánica, que, a través de un reflejo incondicionado, despierta mo y vi:
en el compariero idéntica actividad biológica del organismo, preparándolo de ínter
por vía indirecta para la defensa, Los sonidos animales, premisa psicogené- mecesari4
'
LA ADQUISICION fil:MBOr.ICA: EL LENGUAJE 185

tica de los estadios iniciales del lenguaje humano, no constituyen un lenguaje


por su función ni por su estructura.
Los s_Qnidg_s _fól!.icQ!i animales y el l~k_fo!:an un sisteina de señali-
zac!ón; ambas formas sirven para creai: una relación entre el individuo __y_tl_
mefüo q!le To~ ré)_oea:~ E._ero entre unos y otros media el abismo de la manera
de establecer la relación. Los animales perciben el mundo concretamente, la
relación es directa, e incluso aquellos que constituyen sociedades, los antro-
poides incluidos, no poseen en la vida comunitaria un principio en torno del
cual pueda concentrarse el interés de todos. De origen afectivo, la atracción
mutua representa una fuerza cohesiva que solamente asienta en las relaciones
interpersonales. Aun viviendo en sociedad, el animal superior tiene finaiida-
des exclusivamente vegetativas, y todavía en las sociedades de insectos, en
las que el proceso de adaptación sigue lineamientos propios de la comunidad
y no del sujeto, prima el destino genético de ·1a especie sobre las necesidades
y particularidades del individuo. En suma, no poseen un fin común ni posi-
bilidades comunes para alcanzarlo; su adaptación resulta pasiva, esto es, se
réaliza a base del cambio del individuq o de la comunidad, y no por medio
de transformaciones de las circunstancias, lo cual explica que no requieran
un lenguaje para comunicarse, que no posean experiencias para transmitir,
porque todas las posibilidades del acto quedan agotadas con el uso del equi-
po instrumental que les es propio y común. . _
· Yerkes llegó a afirmar que los monos tienen qué decir, pero no pueden
hacer lo; empero, la experiencia del trato con animales demuestra la verdad
del aserto de Engels, de que lo poco que los animales, incluso los más desa-
rrollados, tienen que comunicarse, puede ser transmitido sin recurrir al len-
gua je articufado. En efecto, lo restringido de las posibilidades instrumentales
les veda el trabajo, la actividad transformadora con finalidad común y obje-
tiva, y solamente poseen como acervo a comunicar los estados emotivos que
las circunstancias provocan y de ninguna manera una interpretación subjeti-
va, aunque no fuese racional, de la realidad que se refleja en su mente. En
cambio el hombre, al separarse del antecesor simiesco, lo hizo impelido por
un nuevo poder instrumental: la mano, cuyas posibilidades no sólo le per-
mitieron el desarrollo del< cerebro, sino crearon la actividad conjunta, dirigida
a transformar las ciru~stan, y factible de ser repetida por cualquiera de
los individuos prescindiendo de la reacción orgánica motivada por una
ex::itación directa, específica. El acto convertido en praxis crea un nuevo tipo
de relación entre el individuo y las cosas, y entre los individuos mismos. De
hecho, la situación es comprensible, pues el paso a la creación de instrumen-
pos implicó una transformación radical en los modos de · vida del hombre
p-;.mitivo que debió reflejarse en los medios de comunicación mutua. · En tan-
to los sonidos fónicos acompañaron únicamente estados emotivos fueron parte
de la mímica, pero en la misma medida que la construcción de instrumentos,
mo y vigilancia de los mismos creó ' la necesidad de contactos más frecuentes,
4lc intercambio de experiencias, los sonidos se transformaron en lenguaje,
-.cesario para pensar. A su vez el pensamiento, posible ya por el desarrollo
186 PSICOLOGIA GENETICA

neurocitoarquitectónico alcanzado por el hominida,' requería su instrumenbl


para expresarse y cobrar realidad: el lenguaje. A medida que progresaba d
pensamiento sobre la base del desarrollo del trabajo en sociedad, progresli
el lenguaje, y en la misma relación en que éste resultó superado se elrriqU&o
cieron las formulaciones abstractas de la praxis convertida en gnosis. La es l
evolución de las lenguas históricas prueba que el origen de los vocab!os siem-
pre está en un sustantivo, llamado determinante. Las palabras, incluidas las
más abstractas de los vocabularios actuales, tienen en su raíz un fenómeno
concreto verificado o producido por la praxis, gracias al cual, y por regla
general, la denominación de los objetos está plenamente justificada. De este
modo los sonidos fónicos de carácter afectivo adquirieron valor semánti~
se desprendieron de la significación mímica y objetivaron su sentido a medida
que el hominida dejó de enfrentar la realidad cara a cara, individualmente, de
y se inició el proceso de separación entre lo subjetivo y lo objetivo por medio
del acto motor transformado en praxis a través de la actividad colectiva, el
trabajo. _er
e_skobilógcaEJ.~nt el proceso de la formació~-dl le_ngu_aje se explica
CO_!Io~sultad de_~r en el cerebro un determinado sonido que el individuo -n
oyó o provoi:ó ~u_r:a!te la _ pr~i_cs _ ~on el movi_~n ~us!_ar _ de los órganos la e
d~ ~ fona~ió, l~,!ge ~ _ del _o_blet~ o cambio _g_ue provocó ~a reacc:_i§n _fó- no
nica, y el resultado de las consecuencias de la acción identificado con el sonido al ;
_emitido. No -resulta, por consiguiente:-dÍfíci(comprend~l val~ ~á:gic-atr­ ( t~
buido a los vocablos, en sus orígenes, por estar identificados con la acción. El e.a
hominida en sus comienzos humanos debió atribuir tanta importancia al acto !as
como al vocablo en la producción de un cambio, y la separación de los alcan- la
ces de ambos fue un proceso lento, largo, como demuestra la historia y la ser
semántica, producto de la personalización a través del progreso de la gnosis en
y de la praxis. La actividad de análisis y de síntesis que caracteriza a nuestros des:
analizadores auditivo y fónico-motor se desarrolló bajo la verificación perma-
nente de la praxis, como vemos todavía en el niño (vid. cap. V). De medio rece
de expresión espontánea de las emociones, el sonido se convirtió en instrumen- pon
to para designar intencionadamente los objetos, convirtiéndose en lenguaje. cid:
pen
* o Il

Acción instrumental e intereses psíquicos que determinan la actividad


Jo i
mental son características gracias a las cuales nuestra especie se apartó del que
filium primitivo. Sin embargo, la existencia de una actividad mental no sig- de
::iifica que ésta domine y oriente intrínsecamente la conducta del individuo, hir
porque la actividad sensomotriz (vid. cap. XII), que es al mismo tiempo ac- .k-J
ción sobre el mundo exterior, se desarrolla en dos sentidos diversos, aunque zon
complementarios: por una parte lbs automatismos especializados, por otra el 1
la inve11ción de conductas apropiadas en presencia de nuevas situaciones. La del
constitución de automatismos es condición necesaria e imprescindible para de
la existencia y continuidad de las conductas apropiadas en presencia de situa- En
ciones nuevas, o más simplemente de actos inteligentes. La adquisición de la izqi
LA ADQUISICION SIMBOLICA: EL LENGUAJE 187

marcha, las reacciones posturalf:s, de equilibrio, la estación erecta en el antro-


poide, el desarrollo de los mecanismos de prensión, brindan los fundamentos
motores sobre los cuales se afirman los intereses mentales de la especie humana
y que en el niño se manifiestan por una sucesión de estructuras. La primera
es la función pura que se manifiesta, inicia y consolida con la manipulación
indiscriminada de objetos, que dura todo el primer año de vida y solamente
después da paso a las cualidades específicas de los 'objetos en el proceso de
manipulación. Del segundo año en adelante, a la acción de esa "inteligencia
práctica", común al hpmbre y animales superiores, se agrega el conocimiento
de! lenguaje que, en el individuo como en la especie, comienza por ser pura-
mente afectivo (expresiones de agrado, desagrado o necesidad) y después
sintético, gradualmente abstracto, hasta convertirse en función instrumental
de la inteligencia. ·
El lenguaje, que en~ niño manif~st.1:! desarrollo paralelo_ al de! L::i.. II}9':
tricd~ y_ que presenta los mismos caracteres evolutivos de necesidad y de
ejercicio, crea un .!!E<> c~rteísio de medio ambiente: la comunrdad huma-
na o sociedad. Por medio de la marcha y de la prensión cl-indiVláÜo modifica
continuamente sus relaciones con el medio y elab<;fra conductas regidas por
la constancia o variabilidad de dicho medio. En tal aspecto, hombre -y animal
no se diferencian y las acciones y reacciones del individuo están supeditadas
al alcance de los contactos sensoriales; actúa lo que Pavlov llama "primer
sistema de señalización". Por medio del lenguaje el individuo también modi-
fica su actitud frente a las cosas y a sí mismo, pero modifica al mismo tiempo
fas reacciones y actitudes de los congéneres, sin que previamente hayan vivido
la experiencia. Por su capacidad de · síntesis que abrevia el aprendizaje, por
ser "señal de señales", por constituir el "segundo sistema de señalización"
en la denominación pavloviana, el lenguaje cobra importancia capital <?n el
desarrollo de la primera infancia. -
Sin entrar en consideraciones acerca de la fisiología del aparato fónico,
recordemos que en la formación del lenguaje individual entran, como com-
ponente, las imágenes mnemónicas de la palabra hablada y e~crita, la capa-
cidad de realizar movimientos coordinados para hablar y escribir, que de-
pende, en última instancia, del control de excitaciones de origen centrípeto,
o mejor dicho, -cortical. Refiriéndonos al aspecto cerebral del lenguaje, todo
lo que sabemos. al respecto ha nacido de la doctrina clásica de las afasias,
que fuera estructurada y apuntalada por las observaciones anatomoclínicaºs
de Broca y de Wernicke. De la enorme cantidad de datos acumulados y de
hirótesis enunciadas solamente nos interesa aquí, desde el punto de vista de
._1ª psicobiología, el problema del hemisferio donde se localizan los centros o
zonas del lengu~_ los dextrimanos, dichos centros estarían situados en
el hemisferio izquierdo, lo cual le da primacía funcional como órgano propio
del desarrollo intel.ectuaL Esta opinión, sostenida en un principio con carácter
de razón anatómica y citoarquitectónica, cede hoy primacía a otro concepto.
En vez de estar ubicados los centros del dextrismo en el hemisferio cerebral
izquierdo, se admite la posibilidad de un despertar funcional de dichos cen-
188 PSICOLOGIA GENETICA

tros en el hemisferio derecho. Ha sido Mingazzini, apoyado en observaciones


propias y de otros investigadores, quien puso la tónica en el hecho de que
las lesiones de la zona i.z¡¡uierda en que se localiza el lenguaje son compen-
sadas por la acción funcional de zonas análogas en el hemisferio derecho, lo
cual explica el conocido restablecimiento funcional en muchos casos de
afasia motora. La hipótesis de Mingazzini se origina en la comprobación de
que la afasia motora de los individuos zurdos está ligada con lesiones cere-
brales derechas, y de que la afasia motora, que se verifica en los niños por
lesiones de reblandecimiento del centro de Broca, muchas veces desaparece
en breve tiempo. Mingazzini sostiene que hasta cierto período de la infancia
las dos regiones, derecha e izquierda, son iguahnente eficientes y que sólo con
el tiempo, de manera gradual, la sede del lenguaje se reduce preponderante--
mente al hemisferio izquierdo, lo cual reporta una economía de función al
no tener necesidad de depender simultáneamente de dos centros simétricos.
La sede del lenguaje termina por asentarse .ú nicamente en aquel hemisferio
cuya preponderancia rige para todas las funciones vitales del hombre normal.
El dextrismo es una cualidad normal, la zurdería implica siempre trastornos
en la maduración o integración nerviosas y, con sentido filogenético, tiene
simi:ular significado: en la escala zoológica, después del hombre, y en menor
grado, solamente el chimpancé y el gorila son dextrimanos.
La preeminencia del hemisferio cerebral izquierdo sobre el derecho sería,
pues, un fenómeno de adaptación funcional que en el niño simplificaría el
proceso de adquisición del lenguaje, aQreviaría en suma el establecimiento
ele los mecanismos corticales· sobre Jos que asienta la posibilidad de adquirir
la fonesis articulada. En la ontogenia, como demostraron Gurevish y Min-
kowski, se pasa en el desarrollo neurológico por niveles de integración que
señalan las etapas de la filogenia, y es evidente por ello que, en los vagidos
del recién nacido, en los balbuceos y gritos del lactante y de la primera in-
fancia, cuando todavia no se estableció la preeminencia de uno u otro hemis-
ferio, no se pueden sospechar las bases del lengua je articulado, salvo la similitud
de órganos fonadores, ni tampoco una "preparación" para hablar en un futuro
próximo. El grito y el balbuceo son respuestas afectivas, con tono, pero sin
articulación, idénticas en sus raíces psicobiológicas al "lenguaje" de los ani-
males. No representan una etapa previa de la palabta, sino una forma de expre-
sión afectiva. tlª!>lar _simifica J~.aber llegado a un grado determina.do 9e.
maduración neuroló~ y_de _inte~ó social ~Pª - d~r!ig:_ l~ B_raxh_
y la comunicación abstracta de la misma. El niño no habla espontáneamente para
como camina por-imperio dela sin~guromcla: anrende a hablar. y se im¡
est~ndizaj está ~ioló y psíquicamente ~aªlitdo .en Ja ontogenia, bucen
con respecto al esfuerzo que <i~!.,ldó a la es~i llegar_a él._poLla herencia, El
~i9lógca -por ejemplo, movilidad suficiente del cartílago aritenoide, orgárn
que ni siquiera los primates presentan- como psíguica, transmisora de_~ ción e
cione~ po~i!>les -~c!g_ulxj.< (vid. cap. XI) que se desarol~ _ al _ encotru:_ _ un el .pat:J
medio con estímulos adecuados. Los sordomudos no hablan porque no oyen de ore
y los "hÍjos de lobOs'' so~ent demostraron poseer el lenguaje afectivc que mero,
LA ADQUISICION SIMBOLICA: EL LENGUAJE 189

hemos visto es propio del animal y del hombre en su primera etapa del
desarrollo ~traueino.
Si en una isla solitaria hubiese una comunidad de sordomudos no reedu-
carlos para la palabra, y un naufragio, propio de los viajes de Gulliver, dejase
allí recién nacidos normales, ningtino de éstos, al volverse hombres, llegaría
a crear un lenguaje abstracto y simbólico; sus expresiones seguirían siendo
afectivas, similares a las del animal. Solamente la vida social, a través de
millones de años, puede llevar a la síntesis abstrac!a de la praxis que significa
hablar. Y la posesión de tal síntesis abstracta la adquiere el niño en un período
de pocos años, durante los cuales aprende a articular sonidos, a crear pala-
bras, emplear denominaciones, utilizar frases, para quedar finalmente dueño
de los fundamentos esenciales del tesoro lingüístico acumulad9 por sus ante-
pasados. Claro está que el niño, y ya lo Vimos, no crea el lenguaje, lo aprende.
La diferencia, tan enorme que es obvio recalcarla, tiene por base un fenó-
meno psicobiológico y otro psicosocial: herencia y estructura de la sociedad.
Por here.ncia biológica recibe condensadas las estructuras orgánicas ·que sus
remotísim9s _ a~ecsor adquirieron lenta y penosamente; la_:;inergia orgáni~
ne<..esaria para el lenguaje es para él _una realidad virtual en el momento de
~e!• ~ _ h~encia_psológ es dueño de una capacidad fonda~ de la
posibilidad de adquirir y utilizar cualquier lengua articulada de manera in-
mediáti,- graCías--áT hecho - dé ra· .preeminencia funcioñal cfeuñ - -h.~i;fero
cerebral é]_ue facilita clestablecuruento óe-las- Ilgazónés -corfacafe5 unprescm-
dibj;;; .tal es, y no otra, fu razÓn de la ·"a petncia~' por el Ieñguaje,..Já.3>..ece,,_
sid~' .Jk_~abjrg1:! _ amP.ti[c . ~ el _-ªPrcndizaje. ~sta _ ca~idepor . lo
íde'más -y!~tuales al nacimiento, adquieren v~ia en razón del medio social
que y~ - P!'see estructurado un lenguaje y lo emplea como instrumento coti-
diano .Y h~bitual.
Del encuentro de estas posibilidades surge como síntesis el lenguaje infan-
til. Los fenómenos que entonces ocurren han sido divididos por Pichon en dos
períodos: el locutorio, que se inicia entre el séptimo y el noveno mes, y el
delocutorio, que marca sus comienzos a los dieciocho o veinte meses. La ca-
racterística única del período locutorio es la imitación de sonidos con repe-
tición articulada alterada o deformada, pero lograda siempre después que
el niño oyó repetidamente la palabra o el fonema que utiliza con valor ex-
clusivamente afectivo y no de relación. Si fuera del hecho de la repetición
(y no de la creación de fonemas o palabras) necesitáramos una prueba más
para · demostrar que son los símbolos lingüísticos del medio social los que
se imponen, la tenemos en el hecho de que, fuera de la vocalización y la bal-
bucencia, los niños sordos no aprenden a hablar. .
El período delocutorio comienza precisamente, y aparte de la cronología
orgánica, con expresiones que indican relaciones y que alcanzan la designa-
ción or:¡LI de los objet0s y de los acontecimientos. A partir de este momento,
el patrimonio verbal del niño se acrecienta rápidamente por dos motivos, uno
de orden p~icoblóg, y otro de carácter netamente ambiental. Por el pri-
mero, el niño estaba en posesión de palabras no expresables, oídas, fijadas en
190 PSICOLOGIA GENETICA
...
la zona au.ditiva cortical antes que el centro motor alcanzara suficiente ma- es útil
durez para permitir su expresión. Por el aspecto ambiental está supeditado al desead
caudal de expresividad del medio familiar, esto es, por el carácter y valor del Jos ca1
"estímulo acústico" que recibe. Entre los treinta y treinta dos meses comienza La
1a diferenciación entre sujeto y objeto con el uso y comprensión del pro- eerialic
nombre "yo"; hacia el fin del quinto año el lenguaje puede considerarse com- 6:ganc
pleto con respecto al ambiente en que vive el niño. A partir de entonces se la furn
trata únicamente de adquisiciones propiciadas por el medio y la educación : se trar
el niño se convierte en individuo plenamente social, poseedor de símbolos Jnejore
abstractos que le ¡:iermiten todo tipo de relación y de aprendizaje. ronexic
Al dar
* peejora
PJ>lica
E_!_ le!i~a _ está ind~IE _ bleJ!nt lka_do, a través de la praxis, con el dalidac
pensamiento, y. e~ta cone~ó es~nia! la ~ determina_!a _cualid_ad y cali- púen to,
dad del c2no~imet. El pensamiento representa la transposición ideal de la '3Ptad<
realidad material en la mente humana y señala, con sus etapas y grados, un
cambio esencial en el proceso cognoscitivo. La praxis permitió al hombre fa ~:ax
lrcc1on .
reconocer cualidades propias de los objetos, de los fenómenos, clasificar los 1a trarn
hechos según una relación sensorial y establecer similitudes a ,base de la lluiento.
yuxtaposición; el pensamiento hizo posible extraer de los objetos determina- liluciblei
das propiedades y distinguir relaciones con exclusión de las cosas, lo cual fue l=onvert
factible por el lenguaje como prueban los progresos cognoscitivos que derivan tiibilidac
de adelantos de la lengua. Las cualidades percibidas y reconocidas tienen va- la acció;
lidez subjetiva: únicamente · se objetivizan cuando la lengua las expresa. El '6a]éctic
subjetivismo del conocimiento se convierte en objetividad a través de las pro-
piedades y cualidades de los objetos expresados: el concepto. Con los con-
ceptos la actividad práxica se generaliza, transmite, conserva y permite la
transposición que señala el abismo que separa el pensamiento primitivo del
actual.
La praxis inició la marcha del conocimiento de objetos y fenómenos sin-
gulares; el pensamiento lo generalizó en forma de conceptos a través ~e la
palabra que ·les dio representación abstracta. De este modo la percepción fue
el primer paso, la guía en el conocimiento del medio, y la objetivización a
través del pensamiento permitió la inversión del proceso gnósico. Generalizado
el conocimiento de las cualidades singulares, sirvió de pauta para el recono-
cimiento de las mismas en otros fenómenos, y así planteadas las cosas, de ins-
trumento de descubrimiento, la praxis se convirtió en proceso de verificaci6o.
La palabra, a su vez, brinda el nexo necesario; sin ella, el conocimiento no
habría alcanzado una visión d~ _ cop.jl!_n .!Q_ d~ _L a inj inita v~ !:_ ieda de las cosas
y fenómenos particulares del mundo real y o\;>jetiv~ -~ l J en~ d i o~a
bilk!ad de fija.I._k>_gent:i:al en los fenómenos, _d~ _ ~tab!c ! _ l ~ ~iferca con
~ u1ar __y~ ~ cer s:us concatenaciones. Al condicionar el origen del _
samiento, al suplantar el estímulo directo a través de la praxi.$ con la gn~
la palabra adquirió valor material ·de instrumento del pensamiento. ·Como ID>
<liante el instrumento del trabajo se transforma· un objeto en el sentido que

·--
LA ADQUISICION SIMBOLICA: EL LENGUAJE 191

es útil, por medio del lenguaje, un individuo iiifluye sobre otro en el sentido
deseado, y también sobre las cosas, porque permite establecer de antemano
Jos cambios a realizar.
La palabra sintetiza la relación acto-pensamiento y, a pesar de su inma-
teriald~, imprime su huella en la estructura y en el funcionamiento de los
órganos del cuerpo, el cerebro en primer término. El perfeccionamiento de
la función motora y refleja, que depende del "segundo sistema de señales",
se transmite por herencia (vid. cap. XI); cada generación se encuentra en
mejores condiciones para reconocer la realidad y transformarla, para que sus
conexiones condicionales temporales adquieran cada vez forma más compleja.
Al dar a la educación el papel que siempre se le otorgó como patrón de
mejoramiento individual y colectivo, se aplicó empíricamente el aserto que
explicamos. En su conjunto, lenguaje y conocimiento --el lenguaje, como mo-
dalidad del pensamiento y a la vez base inseparable del mismo; el conoci-
miento, como traslación en conceptos, a través de la palabra, de la realidad
captada sensorialmente-- permiten, por interacción dialéctica, el progreso de
la praxis traducida en trabajo. El signo distintivo de la actividad humana: la
acción intencionada y finalista, el trabajo, asienta en el lenguaje, que permite
la transmisión de generación en generación del desenvolvimiento del pensa-
miento. Como no concebimos un pensamiento sin palabras, o conceptos intra.
ducibles en palabras, tampoco podemos concebir un lenguaje sin pensamiento.
Convertida la praxis en gnosis, traducido el pensamiento en palabra, la rever-
sibilidad de lo cuantitativo --orgánico- en cualitativo -pensamiento-, y
la acción inversa, quedaron afirmados de una vez para siempre como actividad
dialéctica del obrar humano.
Quinta parte

LA VIDA EN SOCIEDAD
CAPITULO XV ·

LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA

Definición. Hambre sexual. Equilibrio interno y externo. La "vocación"


amorosa, La palrzbra amorosa. El condicionamiento social. La esperanza amo-
rosa. Evolución sexual y afectiva de la mujer. Equilibrio biológico y sed de
ternura.

El sentimiento amoroso se distingue de la sexualidad porque arrastra a la


persona en su integridad biológica y psíquica hacia el objeto que ama; reprt>-
senta la entrega del propio ser y la apetencia del amado. La sexualidad está
en la base como lo está el requerimiento de ternura. La fusión de los amantes
representa el doble juego de la dádiva y la exigencia; el hombre o la mujer
St' entregan físicamente y exigen Ja recompensa afectiva, estableciendo así una
interrelación entre lo somático y lo psíquioo, lo cuantitativo y lo cualitativo
que, en el plano de la afectividad, se traduce por la completud amorosa y en
el orgánico por la subsiguiente pasividad erótica. Se satisface de este modo,
en lo biológico, con la descaTga del tono nervino y, en lo psíquico, con la
apetencia de ternura que traduce el agradecimiento del partenaire que, a su
ve:>:. también ha descargado su tono nervino, conjunción de donde surge
el valor subjetivo y objetivo, 'egoísta y altruista al decir de los filósofos, de la
relación amorosa: Se aplaca el hambre sexual y se sacia la sed de ternura.
Mas este esquema no deja de tener complicaeiones que precisamente no
derivan de él, sino de la maraña de malentendidos, de incomprensiones y de
absurdos que, desde Platón hasta Freud incluido, ciencia, filosofía y literatura
entretejieran. Tanto es así que cada pareja en tren de repetir la experiencia
que avalan milenios se descubre con asombro columpiándose al borde de un
abismo. Según el caso, lo biológico ha sido denigrado, lo psíquico exaltado,
o viceversa, y quebrada la interrelación precisa, el amor reducido a la con-
!Emplación ideal o al coito que, en el plano de la fecundación, iguala a hom-
F'es y animales. Disgregada la doble fuente de los sentimientos amorosos,
~ad o exaltada, ya sea en sus raíces biológicas o espirifoales, se traduce
en el desacuerdo, la insatisfacción, la búsqueda de compensaciones vicarias,
la neurosis en una palabra, y co.ncluye con el descubrimiento del propio fra-
caso afeetivo. ·
El sentllni_e nto amoroso exige la confluencia de dos honta~es: sexo y
JlaSión, que, bifurcados en la existencia ootidiana, reúnen sus caudales en la
195
196 PSICOLOGIA GENETICA

entrega amorosa. Hambre sexual y S<..'Ci de ternura se injertan en el proceso


psicoafectivo que llamamos amor.
duc
* acc1
Despertamos a la sexualidad en la edad puberal, cuando la maduración c1as
neuroendocrina florece en la menarquia femenina y la primera polución tad~
masculina. El proceso, que viene preparándose desde los albores de la exis- teste
tencia, entra definitivamente en el camino de las realizaciones posibles y jane
señala a los humanos que llega a su fin Ja maduración sexual biológica y se alte1
inicia la maduración sexual psíquica. Pubertad y adolescencia representan las clúsi
épocas en que l~ primera se completa y la segunda levanta el andamiaje de la p
su futura estructura adulta. Por primera vez sentimos hambre sexual y des- dos
cubrimos una inextinguible sed de ternura. inte1
La muchacha pizpireta que, de pronto, se sorprende abismada en la con- de I<
templación de su cuerpo que adquiere formas nuevas; el muchacho que se acc1<
asombra con los cambios repentinos de su voz y afeita rabiosamente el bozo viose
que a fuerza de rasurarlo quiere convertir en bigote;. la niña callada por cuyo no s
cuerpo .corren a veces estremecimientos, el jovencito tímido que de pronto se sino
sorprende contemplando a una mujer, la adolescente a la que turba una mirada I
masculina, el adolescente al que torturan imprevistas erecciones, se mueven horn
aguijoneados por el hambre sexual. También la mujer, el hombre maduro, cual1
descubren cíclicamente el desasosiego de una carencia, la indefinible necesi- duce
dad de un equilibrio que busca su or~ism, como procura glucosa haciendo bajo:
apetecer dulces o proteínas con la necesidad de carne, y se encuentran bus- cem
cándose para formar la pareja que recreará por enésima vez la vieja expe- vino.
riencia amorosa de la humanidad. . nism
Todos, la niña y el muchacho, la mujer formada y el hombre virilmente 1
hecho y derecho, vibran el compás del hambr_e sexual. La vida como fenó- dese;
meno biológico es la búsqueda de un equilibrio interno y externo; desde el vulsi
punto de vista interno está representado por la sinergia orgánica y de los
heª'
humores; del externo, wr la interrelación con el medio físico y social que le acun
son propios. cífic;
Sinergia orgánica significa acción conjunta y armónica de la función de nerv.
todos bs órganos. El músculo cardíaco, por ejemplo, late con ritmo normal
I
si el nervio neumogástrico no altera sus impulsos, y éste los conserva sin alti-
resta
ba jqs si el otro no cambia su ritmo por una lesión. De tal manera, desde
puls;
la más simple célula al más complejo de los órganos, desde las glándulas
con ti
lagrimales que humedecen el ojo hasta la complicadísima función neuroen-
m1er
docrina, la sinergia representa el equilibrio vital interno que asegura fünciones
desd
y salud a la ·fábtjca corpórea. Mas no Se trata únicamente de funciones, de
taria
órganos que cumplen sincrónicamente una tarea; · sino también del producto resta
de esas funciones, ya sea la pepsina del estómago o las toxinas que la fatiga tono
acumula en el músculo. En todo caso es requisito sine qua non un equilibrio, del
una sinergia humoral, porque humores son esos productos coma lo es la san- ten si
gre, y su falta como su exceso aµmentan o disminuyen la función de los órga- que(
nos, desequilibran, en una palabra, la sinergia orgánica. ·
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 197

Organos y humores actúan de consuno o, mejor dicho, los órganos pro-


ducen o incitan la producción de humores y éstos, a su turno, determinan, por
acción química, función y estado de los primeros. De tales humores o sustan-
cias químicas del organismo interesan para nuestro tema las hormonas secre-
tadas por las glándulas conexas al aparato genital; masculino o femenino,
testosterona· y estrógenos, respectivamente. Y entre los órganos o sistemas, de-
jando de lado las propias glándulas productoras de hormonas sexuales, cuya
alteración, en más o en menos, es asunto de la patologia, tenemos en estre--
chísima relación con ellas el sistema nervioso, cuya acción deprime o aumenta
la producción hormonal. Se présentan así, dentro del equilibrio vital interno,
dos tipos de proceso: químico y nervioso, que se asocian y complementan. Las
interrelaciones químicas se establecen por medio de las hormonas a través
de la sangre, que las arrastra de una a otra parte del organismo, y su modo de
acción ei, fisiológicamente hablando, lento, mientras que los elementos ner-
viosos, cuya distribución es la más amplia que posee el organismo, consiguen,
no sólo provocar rápidamente reacciones, entre ellas la secreción glandular,
sino también aumentarla o disminuirla, según necesidad.
Dentro de la sinergia necesaria de órganos y humores, sistema nervioso y
hormonas sexuales mantienen un equilibrio inestable, pronto a romperse en
cualquier instante. El aumento o disminución de la cuota hormonal se tra-
duce por disminución o ·aumento de la actividad nerviosa, y los mismos alti-
bajos de ésta por aumento o disminución de hormonas. Cúmplese un ciclo
cerrado de acciones recíprocas cuya resultante es la sobrecarga de tono ner-
vino. De tal manera se altera un aspecto de la sinergia fisicoquímica del orga-
nismo y se vuelve imperioso el restablecimiento del equilibrio básico.
Toda sobrecarga de tono nervino, cualqier~ sea Ta causa, exige rápida
descarga, so pena de perturbaciones funcionales; la risa, el llanto, las con-
vulsiones del miedo o los arianques de la ira, son ejemplos claros. Empero,
he aquí que ninguna actividad funcional llega a descargar por entero el tono
acumulado por la excitación de los hormonas sexuales; únicamente una, espe-
cífica, el orgasmo, producto del coito, liquida por completo la sobrecarga
nerviosa a que dan origen las hormonas sexuales.
La sinergia destruida por sobrecarga de tono nervino de origen sexual debe
restablecerse y el organismo lo logra equilibrando los factores en acción, im-
pulsando a la búsqueda del componente trófico; esto es necesario para la
continuidad de funciones y la normalidad del medio interno. El comporta-
miento de cualquier organismo animal que procura su equilibrio interno,
desde la simple ameba al más complejo, el hombre, se traduce de manera uni-
taria a través del hambre, la apetencia de la sustancia. o del proceder que
restablezca el equilibrio humoral o, en este caso, lleve a la liquidación del
tono excesivo. Nace de este modo la atracción sexual primaria, la búsqueda
del complemento het~rosxual, la provocación del orgasmo que libera de
tensiones. El hombre o Ja mujer padecen de hambre se.xual, y se inicia la bús-
queda del equilibrio neuroendocrino.
198 PSICOLOGIA GENETICA

sistei
* · divic
anin
El equilibrio del medio interno es básico para la sinergia· orgánica y la equil
continuidad vital del ser: Mas éste vive inmerso en un medio externo cuyos mel
factores pueden serle favorables o adversos y a los cuales debe adaptarse que
transformándose y transformándolos. La acción de tales factores se traduce
de manera directa o indirecta. La primera representa lo positivo o negativo
adquirido por ingesta, a través de la alimentación o absorción, y lo expelido
por excreta, a través de deyecciones o cualquier otra manera de liberarse de
lo superfluo o tóxico. Este mecanismo, presente ya en las formas más simples
E
distir
de vida, propio del unicelular o del más complejo organismo, estab1ece la pri-
y ma
mera interrelación entre individuo y medio; el segundo brinda al primero
subsistencia, y aquél dewelve los materiales transformados y cambia las con- de la
diciones biofóricas o de posibilidad de vida, volviendo pósible la ulterior sub-
las p1
pode1
sistP-ncia por sucesivas adaptaciones, amén de la existencia misma de seres
más complejos que requieren materiales ya elaborados como base de su meta- y se l
bolismo por incapacidad de sintetizarlos. Con un ejemplo típico y casi esco- horro•
doel 1
lar el vegetal depende de la luz solar para el proceso de la fotosíntesis en que
romet
asienta su evolución, el herbívoro requiere al vegetal para ·alimentarse y el
la sec
carnívoro al herbívoro, cuya destrucción para servir de alimento asegura
el equilibrio entre medio vegetal y animal. Cada uno de esos eslabones de- que d
pende de materiales y condiciones que elabora el anterior y que por sí mismo y vari
no so.
es incapaz de procurarse.
sinteti
No obstante, si tal es el principio de la vida, no representa la continuidad La
. de la misma; dentro de las formas animales y cuanto más elevada la escala ligan .
zoológica, más complejo se presenta el fenómeno de la reproducción y, por a basf
consiguiente, sometido en mayor grado a la acción de factores de acción indi- cada
recta, de estímulos externos que, a través de los receptores sensoriales, modifi- acciór
can las funciones de órganos y aparatos, dirigiendo la conducta biológica del rienci:
organismo en relación con los cambios del medio. Aquí se intercala un nexo, indivi1
una estructura que sirve de puente entre el organismo y el medio: el sistema les re;
nervioso. Cuanto más elevada es la organización animal. más complejo re- como
sulta su aparato nervioso. Entre la capacidad de irritabilidad de la ameba la sínt
y la conducta racional del hombre se intercalan, en cada etapa de la evolu- siones
ción zoológica, estratos nerviosos de creciente complejidad anatómica y fun- plante
cional; del ganglio cerebroide de los cordados se llega a la corteza cerebral antect
del hombre. Cada una de estas etapas señala un proceso de adaptación activa, social.
a través de la conducta, al medio, y un proceso de acción gradualmente más guaje
complejo del individuo sobre el medio: de la acción transformadora de los frase
suelos por las lombrices, que tan admirablemente aclarara Darwin, hasta la el act.
técnica del hombre moderno. del gi
El individuo es producto de las circunstancias, pero· cambia esas circuns- ducta
tancias por el solo hecho de actuar, y dentro del juego de esa acción recíproca simbó
transforma y adapta continuamente las funciones de los mecanismos de sub- del fe
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 199

sistencia y reproducción. De la bipartición de los unicelulares, cuyo cuerpo


dividido da origen a dos nuevos seres, se llega a la heterosexualidad de los
animales superiores y al amor del hombre, que representa la búsqueda del
equilibrio interno en conjunción con el externo, en el plano sexual y afectivo,
en el polo biológico que comparte con todos los aniinales, y en el sociocultural
que le es ÍI).trínseca y únicamente propio.

*
El hombre está dotado de pensamiento, característica psíquica esencial y
distintiva que representa la interrelación de un factor interno · --evolución
y maduración del . sistema nervioso- y otro externo -formación y evolución
de la sociedad-, que se concreta en la palabra, y a través de la cu~l prolonga
las percepcio:rtes y las emociones, las elabora, y en consecuencia aumenta su
poder, convirtiéndose en acción continuada del estímulo que estuvo presente
y se. ha extinguido. Si la acción del choque _amoroso se limitara al problema
hormonal o a la sobrecarga 'de tono, para desaparecer instantáneamente logra-
do el equilibrio interno con el orgasmo, el ser humano estaría, como los animales,
rnmetido únicamente al hambre sexual y no conocería la emoción amorosa,
la sed de ternura que lo caracteriza. No seríamos ce monstre d'inquiétude
que define Charles Péguy. Pero la palabra representa el medio más completo
y variable de relación interindividual; erigida en "segundo sistema de señales",
no solamente sustituye Ja percepción directa de los fenómenos, sino que al
sintetizarlos les otorga carácter histórico.
La palabra actúa como señal que resumé las acciones y reacciones que ·
ligan al individuo con su medio y cuyo efecto puede ser previsto de antemano
a base de la experiencia colectiva en el uso de la expresión. Cada sociedad,
.cada agrupamiento humano, posee términos de valor específico de probada
acc;ión intelectiva o emocional. Además, Ja palabra va más allá de la expe-
riencia personal : acumula la experiencia de generaciones y condiciona al
individuo ante estímulos que pudo no percibir ni conocer, pero ante los cua~
les reacciona como si estuviesen presentes en su · relación sensorial, porque
como tales fueron apreciados por los antepasados, que acuñaron en la palabra
la síntesis de sus alcances nocivos o positivos. T~das las lenguas poseen expre-
siones de este tipo y, por ejemplo, · el insulto verbal que nos lleva a la ira
plantea una situación que tal vez no hayamos vivido, pero que, sufrida por
antecesores, se nos evoca en todos sus alcances de denigración individual Y
social. Lo mismo, y es experiencia cotidiana, vale para los vocablos del len-
gua je amoroso. El hombre o . la mujer que por primera vez escuchan una
frase de amor reaccionan como si por enésima vez hubiesen experimentado
el acto amoroso que no conocen. El vocablo sintetiza la experiencia amorosa
del grupo a que pertenecen y les brinda abreviados los avatares de la con-
ducta que paso a paso llevó a acuñarle y a concederle valor de representación
simbólico. Además, por poseer valor histórico supera a la percepción directa
del fenómeno y habilita para la adecuación inmediata a nuevas circunstancias.
202 · PSlCOLOGIA GENETICA

cuando los olores parecen cobrar cierto valor erótico, la relación amatoria De
comienza por un acto gnósico: la , palabra, que establece el puente sexual nes co
porque obra como señal de señales que sintetiza lo biológico y lo social. jidad,
La palabra amorosa, símbolo de una acción convertida en concepto, su- nante--
planta a la caricia primitiva que carga de tono el sistema nervioso, y a través suplan
de éste acentúa el desequilibrio hormonal que desemboca en la erotización. Ja pal<
Empero, al mismo tiempo presenta valor sociocultural, porque no solamente nal. }.i
indica que el consenso del grupo es propicio para la relación -las conversa- las net
ciones ambivalentes de las reuniones de salón, por ejemplo--, sino que varía animal
según la clase. El folklore erótico ilustra muy bien a través de las canciones disposi
la rica gama que acabamos de señalar. Establecida la relación, la pareja re- cae en
corre en sentido descendente el camino que primitivamente llevó de la caricia dad U1í

al concepto -amatorio y, en la misma medida que la emoción amorosa anula tivos q


el pensamiento, la caricia suplanta a la palabra. La gnosis se transforma en crimim
praxis, la expresión cualitativa retorna al valor cuantitativo y la relación represic
sexual se convierte en hecho. Entre el "te quiero" o "me agradas" y el beso jando
more colombino se extiende, en sentido inverso, toda la gradación sensorial presión
que llevó del apareamiento liso y llano de las bestias a la conceptuación amo- Sin
rosa del hombre. En su esencia biológica, el proceso es el mismo; la diferencia como si
-y no es poca- está en que en el primer caso el estímulo es directo y cuantita- condici<
tivo, en el segundo comienza por crear la emoción amorosa en su doble aspecto irespectc
ind.ividual y social, es indirecto y cualitativo. En el animal, el estímulo amo- que se}
roso se resuelve, por ser directo, en el coito inmediato; en el hombre, por su ansieda<
razón de cualidad que significa una conceptuación psicosocial de la unión cor.dicic
sexual, comienza por crear la circunstancia o aprovecharla y, en escala des- frontal.
cendente, va del requiebro a la posesión. frontale:
!ación d
te enfen
* -En e
Lejos de ser la emoc1on amorosa un epifenómeno superfluo y a veces ñorío qt
nocivo, como se cree a menudo por la asimilación con la libido que proclama o extern
el psicoanálisis, constituye la toma de conciencia de cambios interiores, cor- nes, el i1
porales o psíquicos, en su relación con hechos ambientales aparentes o inapa- incoercil
rentes _ Hemos demostrado que el hombre se enamora porque posee una enor- tiolables.
me riqueza de representaciones mentales, de ideas y de conceptos que, a base que de :
de la palabra, le permiten reevocar el pasado e incluso prever en parte el
psicológi
porvenir, la aceptación o rechazo posibles de su actitud erótica. Imbuidos necesita
de una filosofía que consiste en destruir -sistemáticamente todo motivo de dispuestc
razón, aun a riesgo de aniquilar la vida pensante, muchos consideran que DISIDO e:x
esa riqueza de -pensamientos representa una complicación nociva porque pue- ración d1
de ser fuente de sufrimientos y frustraciones. Mas, ¿qué sería el hombre sin
plica, las
la razón? Incapaz de evocar el pasado y, por consiguiente, de sacar provecho
de un irr.
de su experiencia y de la acumulada por sus iguales bajo forma de cultura
de un e1
y, en consecuencia, de preparar el porvenir por la acción, quedaría reducido
o en la i
a la situación del animal que obra por instinto -reflejos innatos- y que
da.ron se:
únicamente posee reacciones condicionadas de primer grado .. -
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 203

Después de Pavlov conocemos la importancia y el interés de esas reaccio-


nes condicionadas y sabemos también que, en creciente gradación de comple-
jidad, van de la suplantación del estímulo por otro inespecífico --condicio-
nante-- en el simple ejemplo de la salivación provocada por un sonido que
suplanta la visión u olfacción del alimento, a los complicados procesos de
la palabra como condicionante abstracto de la conducta que llamamos racio-
nal. Mas sabemos que estas reacciones condicionadas comportan ansiedad;
las neurosis exprimntal~u provocara Pavlov demuestran que cuando un
animal ha sido condicionado por una determinada acción y se perturba el
dispositivo que debió desncar!~, el animal se vuelve ansioso y hasta
cae en verdadera catatonía. Encontramos aquí -un ejemplo concreto de ansie-
dad unida a la imposibilidad de realización, la raíz de los desequilibrios afec-
tivos que jalonan la trayectoria amorosa del hombre y que, con ligereza
criminal en lo moral, individual, y en lo social, los .psicoanalistas atribuyen a
represiones de ~a libido y remedian, o mejor dicho creen remediar, aconse-
jando la "liberación del . yo profundo" aprisionado en el subconsciente por
presión de las normas socioculturales.
· Sin embargo, no es suprimiendo, destruyendo la posibilidad de la ansiedad,
como se asegura el pmvenir afectivo del sujeto, sino poniéndolo dentro de
condiciones en que la posibilidad de realización esté restablecida. A este
respecto es imprescindible citar la célebre experiencia de Jacobsen, por la
que se ha visto que ' en animales privados de los lóbulos frontales desaparece la
ansiedad, aunque fracasen en la realización del acto para el cual estaban
cor.dicionados y que, en parte, ha contribuido al desarrollo de la psicocirugía
frontal. Pero el animal privado de la ansiedad por lesiones de los lóbulos
frontales, o el hombre en la misma situación por obra del bisturí o por anu-
lación de la razón por pretendidas liberaciones subconscientes, son simplemen-
te enfermos.
-En est~do de salud el hombre se siente dueño de su cuerpo y mente, se-
ñorío que le brinda seguridad y calma. Mas, cuando circunstancias internas
o externas actúan sobre el tono nervino o el control racional de las reaccio-
nes, el individuo queda dominado por reacciones involuntarias, muchas veces
incoercibles, que no puede controlar o, por lo menos, aparentemente incon-
trolables, lo cual deriva en una ansiedad intensa o la favorece, desasosiego
que de alguna manera requiere solución. En los momentos de gran tensión
psicológica, guerras, desastres, crisis políticas o económicas, la gente exige,
necesita con urgencia una solución, y todos, los más timoratos inclliso, están
dispuestos a terminar, de una vez por todas, con la expectativa. Este meca-
nismo explica las revueltas súbitas, los entusiasmos que acompañan una .decla-
ración de guerra aun con conciencia del desastre social e individual que im-
plica, las decisiones casi heroicas que individualmente llevan al sacrificio detrás
de un imposible, que atan, por ejemplo, una mujer joven y hermosa al tálamo
de un enfermo, que sacrifican la virilidad masculina en la c~tida ·querida
o en la impuesta por una compañera a la que circunstancias de salud invali-
daron sexualmente. La misma ansiedad por la resolución es la que, frente al
PSICOLOGIA GENETICA

desahuciado, hace esperar el milagro o, imponiéndose sobre el afecto y la


piedad que inspira el sufrimiento, el desenlace de la muerte.
La ansiedad es siempre mayor frente a un acontecimiento temido o que
tarda en producirse, y precisamente la excitación amorosa comparte ambos cartas y
aspectos en nosotros, los hombres socializados del siglo x.x, o mejor dicho, en mente t
muchas de las capas de nuestra sociedad. Al socializarse los hombres la unión te qued
sexual ha pasado del plano biológico al cultural y, perdiendo el carácter de compon
búsqueda directa del equilibrio interno y externo, ., procura a través de cau- element
ces seña1ados, prescritos por la convivencia y normas del grupo. Si la mujer
y el hombre de la horda se unieron al iniperio de impulso sexual, si la pareja
de la tribu lo hizo después de cumplir iniciaciones mágicas, fos enamorados
de nuestras sociedades lo hacen pasada la ordalía de la legislación y some- La•
tidos a normas morales basadas en la obligación y sanción. De aquí que el salud n
amor deje de ser una fuerza libre para encaminarse en el campo de las res- más cm
tricciones y se convierta en actividad condicionada en el verda"1ero significado un imp1
sonalida
fisiológico de la expresión : un acontecimiento penoso se produjo en un lugar
y la mii
determinado y, a la vista de ese lugar, tiende a reevocar la imagen del in-
acucia 1
cidente, un mom6nto de alegría o placer tuvo por fondo una música ocasional,
y extern
y la melodía, toda vez que es escuchada, los revive. La mongai~ impone la
fidelidad amatoria, y cada vez que alguien que ama o es maridado despierta vador d
zado coi
la atracción del que no amó todavía o es soltero, la obligación y la sanción
consecuentes condicionan su conducta y lo llevan a la renuncia del impulso de gran
e incluso a la neurosis de ansiedad, porque esa renuncia representa un des- El caso
tenida,
ajuste, ya que el equilibrio de medio interno y externo no se logra. El individuo
de una .
queda sometido a la tensión de recrear un nuevo camino que lleve a la liqui-
nazi sen
dación de la tensión nerviosa, que logrará agotándose en el trabajo, buscando
nuevas aventuras amorosas, entregándose a la creación artística o intelectual Bandera
vicción i
o, i-.implemente, sufriendo las consecuencias del desequilibrio que se traducen
en perturbaciones _más o menos acentuadas de la sinergia vital, o para utilizar ~ alguie
una expresión que no aceptamos, pero que el uso impone a la mayoría de de e:sa f
los lectores, de lo orgánico y lo psíquico. las circu
La experiencia amorosa de generaciones muestra al que por primera vez La e
pisa la trillada senda del amor estos riesgos y, antes de tentar la experiencia, para qu
vive la expectativa de los resultados que crea una ansiedad condicionada que, mensura
en el plano psicosocial, se traduce por la duda en la expectativa y actúa como sexual .ri
excitantes nervino, sobrecarga de. tono al sistema nervioso y, por vía neuro- del COm)
hormonal, prepara el organismo para el amoj:. Es de conocimiento común jetivo, p
que los impedimentos reafirman la atracción amorosa, que las puertas de siete cq1úlibri'
llaves aguzan la necesidad -de abrirlas, que la adolescente a la que niegan el que en
derecho de amar ama con desesperación, que el adulto en igual situación mente st
llega a la violación de normas que hasta entonces respetara y sustentara, con- señal de
ductas cuya base y justificación· está en la ansiedad condicionada de que ranza, d
haremos referencia. de las c1
Mas he aquí que todo fenómeno de condicionamiento se extingue si .el plimient1
condicionante no act{la de vez en cuan.do para ref0f7.al' la a.cyión; entonces
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 205

se presenta el hecho de las pasiones que se esfuman por efecto de la distancia y


del tiempo. Dos amantes separados condicionan su ansiedad reevocando los
momentos de amor, pero la acci6n de excitante directo que fuera la presencia
del amado se extingue, se debilita gradualmente por la ausencia, y aunque
cartas y pensamientos brinden estímulo, el condicionante directo falta, gradual-
mente el condicionamiento se extingue, hasta que de la pasión habida sol.amen-
te queda el recuerdo, grato, es verdad, pero sin emoci6n porque está ausenté el
componente de ansiedad y ha desaparecido la necesidad de ternura, único
elemento capaz de condicionarla.

*
La experiencia y la biología demuestran que un organismo en estado de
salud Po puede vivir en equilibrio estático. La vida de todo ser, y cuanto
más complejo y más jerarquizado en los niveles en mayor grado, presupone
un impulso a nuevas formas de equilibrio que superan el alcanzado. La per-
sonalidad humana ofrece, precisamente, claro ejemplo de tal comportamiento
y Ja misma interacción entre individuo y sociedad es el impulso de base que
acucia hacia nuevos cambios de situación, de equilibrfo entre medio interno
y externo, en una palabra. Este impulso desempeña un gran papel como acti-
vador de las funciones biológicas, y no son pocos los médiCos que han trope-
zado con pacientes que relativamente poco dañados orginicamente, pero presa
de grandes decepciones, terminan por morir sin motivos biológicos suficientes.
El caso inverso lo brinda el ejemplo de la llama de la vida penosamente man-
tenida, cuando el organismo está destruido, por la esperanza o la necesidad
de una misión importante. En los campos de concentración que la Alemania
nazi sembró por toda Europa, y en las cárceles que mantienen los "Tirano
Banderas" de América, aquellos prisioneros que poseyeron o poseen una con-
vicción intensa, animados por ideales políticos o simplemente por amor a algo
o alguien, han sobrevivido o sobreviven muclúsimo mejor que los carentes
de e'sa fuerza renovadora del equilibrio vital, vuelto estático por presión de
las circunstancias.
La esperanza, la tensión hacia el porvenir, la ansiedad justa y necesaria
para quebrar el equilibrio sin caer en lindes patológicos, son fuerzas incon-
mensurables cuya potencia converge en el amor. Ya hemos visto que el hambre
sexual representa la ruptura del equilibrio interno e impulsa a la búsqueda
del componente heterosexual; pero este aspecto es pura y exclusivamente sub-
jetivo, pertenece a la sinergia biol6gica del individuo, a la consecución del
equilibrio justo entre humores y órganos. Pero también .conocemos el papel
que en la vida del organismo desempeñan los estímulos exteriores, simple-
mente sensoriales, señal.es, o la palabra condensadora de experiencias e ideas,
señal de señales o como acabarnos de ver, la fuerza moralizadora de la espe-
ranza, de la fe 'en' no importa qué, de todo lo que prolonga la vida más allá
de las coordenadas de tiempo y espacio, y que carecen de plazo en el cum-
plimiento y de forma concreta en el logro, porque de pooeerlas dejarían de
206 PSICOLOGIA GENETICA

ser atendibles -que en su etimología significa tender hacia algo-- para con-
vertirse en realidad, esto es, en una nueva forma de equilibrio.
Y precisamente el amor participa de estas fuerzas, desborda toda la per-
sonalidad, la esfera sexual incluso, presentándose como característica única-
más ~
mente humana y, por lo mismo, de valor soci~l considerable. En efecto, el
hombre es sujeto, está sometido a las avatares biológicos como individuo, al obra la
hambre sexual desde el punto de vista amoroso; también es objeto, puesto cultur:a
que su equilibrio vital lo logra en la interacción con el medio natural y social, generai
las normas y hábitos amorosos de cada grupo. Pero al mismo tiempo el ser tividad
humano es sujeto y objeto, cabalga en el filo de ambos, porque su vida psí- que los
qujca es la resultante dialéctica de este encuentro, y ella, a través de la fun- mismo,
ción de lo real, de la personalidad, refleja y transfonna en parte los factores aman l
subjetivos y objetivos que la conforman. que se
La tensión amorosa supone cierto grado de emoción y de participación present
en la vida de los semejantes. Por ser el hombre objeto y :mjeto presenta ca-
que exi
racterísticas emotivas peculiares del grupo y suya propias; las primeras están pecto n
m la base de la conducta general, más o menos estandarizada de todos los de la ::
humanos en una sociedad dada y en un momento histórico determinado. La penoso
representa la transformación que las circunstancias socioeconómicas y socio- nes,.. re]
culturales han obrado sobre el impulso de hambre sexual, convirtiéndolo de en la .a
fenómeno biopsíquico en psicosocial. Las vírgenes del paleolítico cultural que llegar e
para adquirir el derecho de maridarse debían primero entregarse en el templo simbofü
al primer extranjero que pasara, porque así se volvían fecundas, las que en amar, IJ
. el medievo acataban el derecho de pernada, sus hermanas indígenas de la ten el •
selva guayanesa que al alcanzar la nubilidad sufren encierro y ayuno que, como i1
hubiera:
como a las crisálidas, ha de convertirlas en adultas aptas para el amor, las
que todavía en diversas comunidades campesinas de Europa, una vez pro- ya la tI
como 01
metidas, marchan a la gran ciudad a ganarse la dote prostituyéndose, o las
modernísimas semivírgenes ele la burguesía actual que llegan al límite de Por
roso las
todas las sensaciones amatorias, pero conservando la ilusoria íntegridad del
traduciC
himen como trofeo para el tálamo nupcial, todas, las de hace diez mil años
r~lizat
o más y las actuales, responden, al igual que los hombres que aceptan y pro-
renciadc
pician esas formalidades, a la evolución socioeconómica del grupo que hace
a la mu
de la necesidad de amor un instrumento de sus intereses. La comunidad pa·
sea cual
'leolítica, requerida de individuos para ser - fu~rte por el número, propicia la
matrimc
fecundidad que asegura la presencia· de un tercero en Ja unión; la medieval
lación e
reafirma la posesión del siervo por el señor con la concepción del . jus prima
y prepai
note; la indígena .propicia la intervención de los espíritus de la selva para que
Su acti~
brinden hijos que serán proveedores de la familia de la iniciada, y la semi·
heroico e
virgen moderna, en apariencia libre de todo prejuicio y dueña de rechazar de un (
al hombre o de entregarse al mismo sin que medie ritual de ninguna especie, George
representa, no obstante, un estado intermedio en la liberación de estas orda- comedia
lías porque goza de los halagos del amor e~ lo que tiene de · precoito, mas policiacl3
conserva celosamente --de hecho muchas veces, en apariencia · otras, pero
formalmente siempre-- la virginidad, que para el grupo social a5entado so-
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 207

bre la posesi6n individualista de bienes representa la. conservación y trans-


misión del patrimonio paterno con la seguridad juridicobiológica . de que no
se intrOcluce en el usufructo de la herencia el hijo de un tercero.
Las normas, ritoo y tabús, antiguos o modernos, que secan en su impulso
más generoso las fuentes del amor, representan la transmutación que de éste
obra la convivencia y las necesidades implícitas en cada etapa y nivel socio-
cultural de la misma, y sobre ellas se plasma el concepto amoroso de cada
generación. Mas dentro del mismo caben y están las individualidades, la afec-
tividad y la razón del hombre, que los aceptan, rechazan o superan. Aquellos
que los aceptan pasan sin pena ni gloria por las horcas caudinas del confor-
mismo, son por lo general los indiferenciados que sin alarde de imaginación
aman las mujeres o los hombres como, en y a· través de las circunstancias
que se ofrecen. Los que rechazan el planteamiento amoroso de la época, que
presentan precisamente un desacuerdo entre el juicio moral y· la conducta ·
que exigen las circunstancias, se abocan a un conflicto de desequilibrio cuyo as-
pecto más grave suele ser el conflicto moral que plantea el rechazo consciente
de la acción requerida, y de donde resulta un sentimiento de culpabilidad
penoso por no aceptar las circunstancias y que, motivado en mil y unas razo-
nes,.. religiosas, morales, o simplemente personales, termina por desembocar
en la agresividad, que puede traducirse en todos los matices imaginables y
llegar desde el escepticismo amoroso al odio por todo lo que represente o
simbolice amor. Fracasados en su anhelo, condicionados en su necesidad de
amar, no por las circunstancias, sino por ideas, conceptos o preconceptos, sien-
ten el desequilibrio interno y externo que los separa de la realidad social
como inferioridad o culpabilidad, en virtud de la cual no realizan lo que
hubieran debido realizar y acuñan un rencor sin justificación objetiva que
ya la tradición bíblica hebraica designaba con el nombre de Sinat Rhínam,
como odio por nada, semejante al que impulsó al rey Saúl contra David.
Por último, tenemos a los diferenciados que superan en el plano amo-
roso las restricciones de la época, que actuando sobre el medio por la acción
traducida en ideas y actos hacen las circunstancias en las que actuarán y se
realizarán ellos mismos, transformándose en interacción dialéctica. Son dife-
renciados por antonomasia, afirman su derecho a través de la acción, aman
a la mujer o al hombre singulares que buscan y cuando encuentran atrapan,
sea cuales fueren las circunstancias. Rechazan un trono cambiándolo por un
matrimonio burgués, burlan las diferencias raciales o religiosas, saltan la legis-
lación e incluso llegan al adulterio, afirmando siempre su derecho de amaÍ'
y preparando, de una manera u otra, el porvenir afectivo de la comunidad.
Su actividad puede ser constructiva o destructiva, llegar a los límites de lo
heroico con Garibaldi raptando a Anita, resultar nada menos que el Ars amandi
de un Ovidio, a la afirmación de .los derechos femeninos a través de una
George Sand, o simplemente la relación oscura que termina con ribetes de
comedia en el ménage a trois, si los _ prota_gni~s son :W!li%'._r~ . .9 gJJ. smce
p>fic1aca, si" ef cframa se representa entre violentos y celosos.
208 PSICOLOGIA GENETICA

* su
es
Un estudio de la representación del tipo femenino a través del arte de
todas · las épocas, y de los testimonios literarios así como jurídicos de grandes lib
procesos, brindaría valiosos aportes a este capítulo de la evolución afectiva la
de la humanidad; mas, faltos de ello, podemos presentar a grandes rasgos los der
prototipos de las edades antigua, medieval, ·moderna y contemporánea. Grecia pre
y Roma, basadas en lo familiar en el concepto de la autocracia paterna, en ser]
lo social sobre el predominio de una clase y la privación de condición humana y fa
al bárbaro que no pertenecía a la Polis ni a la Urbs, relegaron en amor a bre
la mujer a la función de proveedora de hijos y sacerdotisa de los dioses me
hogareños. La estatuaria de la época la representa con rasgos matronales,
predominio de los atributos sexuales femeninos secundarios, al decir de Pende, de
mujer madre cuyo único equilibrio a conservar era el interno, el hormonal, mir
que se satisface con la procreación. La Edad Media mantuvo el patrón, pero ter
despojada de la alegría pagana del vivir, perseguidora de Pan y de Eros, con
suplantadora con sucios e ignorantes monjes de las ideales ninfas y sátiros pos
de los bosques, destructora del amor terreno como fuerza demoníaca que con- des.
turoa el ideal cristiano del ascetismo, hizo de éste un sacrificio, claro está del
que querido la mayoría de las veces, pero sacrificio al fin, y al proclamar el me1
matrimonio de las almas en Dios, rebajó el amor terreno a la simple unión Fre
de los cuerpos. La mujer, más que nunca, siguió siendo un ser de segundo brii
orden y nada más que mujer, carne frente a la sociedad y al hombre, y tan
carnal debieron hacerla que los cruzados se veían obligados a recurrir al
cinturón de castidad para salvaguardar de tentaciones a la castellana que
dejaban al cuidado de la integridad de su patrimonio. Epoca de divorció en-
ys
tre la realidad y el pensamiento filosófico, se llegó también a dicotomizar el
mit
amor· en lo sexual y lo espiritual. Los torneos galantes en que mujeres actua-
mi1
ban como jueces y cuyos dictámenes coinciden en que la vida sexual comporta
de1
matrimonio y el amor algo ideal y poético que subsiste al margen del séptimo
al
sacramento, muestran en lo absurdo del distingo la primera tendencia libe-
an:
radora de la mujer que, por primera vez, se arroga el derecho de disponer,
aunque en teoría, de sus sentimientos. l>ri
qu
La Edad Moderna, que conoce el derrumbe del feudalismo y el. surgir de
de la burguesía con el advenimiento del tercer estado en la cosa pública,
conserva la imagen carnal con prescripciones que cristalizan en el Código de bii
Napoleón, aunque cede a ·la libertad femenina en la medida que apareciera Sel
como aspiración de determinación sentimental en el medievo. · El derecho m:
de autodeterminación amorosa femenina es aceptado como base del contrato pe
matrimonial, aunque después quede sujeto con grillos de acero y las liafons m
en la medida que no constituyan escándalo público y vituperio para_el ma- so
rido y señor de una honra. Por primera vez la necesidad de equilibrio psico- ce
físico como expresión amorosa apunta en el horizonte femenino, pero dentro SÍJ
de las limitaciones · de una sociedad que con mayor fuerza que nunca afirma y
y
P1
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 209

·su cohesi6n en la transmisi6n patrimonial por vía masculina. Su concepto


es de matrona y madre a la vez.
Pdr último llegamos a la mujer contemporánea que todavía lucha por
liberarse en lo social y en lo espiritual, que apunta hacia un nuevo tipo con
la introducción de la igualdad jurídica frente al hombre y el disfrute de los
derechos de la inteligencia corno instrumento de trabajo que también le es
propio. Sigue siendo mujer carne y mujer madre, porque biol6gicamente debe
serlo, pero con el aditamento de la raz6n que le negaran el derecho romano
y las legislaciones históricamente sucesivas, y que de partenaire sexual del hom-
bre y de madre de sus hijos la eleva a compañera de sus actos, a ser social-
mente activo, sexual 'f afectivamente aut6nomo.
¿Por qué hemos trazado a grandes rasgos la evoluci6n sexual y afectiv~
de la mujer y dejamos en discreta penumbra la del varón? Porque ya al ter-
minar la prehistoria nuestra sociedad se estructura bajo moldes exclusivainen-
te masculinos. Es una sociedad de hombres y para hombres y, por consiguiente,
con privilegios sexuales y afectivos para el macho y su jeci6n en ambos cam-
pos para la hembra. Si una contraprueba fuese necesaria bastaría decir que
desde Hipócrates, en el siglo v a. de Cristo, la histeria -palabra que deriva
del nombre griego del útero-- fue considerada hasta casi nuestros días única-
mente como enfermedad femenina, de desajuste sexual, y que al poner, incluso,
Freud detrás de las neurosis 1a insatisfacci6n sexual y afectiva, cree descu-
brir que atacan más a las mujeres que a los hombres.
, .
Si bien la acci6n de las hormonas, al igual que la integridad de aparatos
y sistemas nerviosos; es indispensable para la excitación que lleva al cumpli-
miento del equilibrio nervioso, en la especie humana el mecanismo ha ter-
minado por adquirir características psíquicas, mentales y afectivas que, como
demostráramos antes, -~quva!e a decir d~ irt_e~cn. psicosocial. Ya n~ basta
al hombre el deseqmhbno interno que la penod1c1dad del estro senala al
animal, y si bien todavía pasamos por épocas de excitación sexual como en la
'J>rimavera, el macho o la hembra humanos no desdeñan la c6pula en cual-
quier momento, porque el centro de su fuente de excitaci6n se ha trasladado .
de lo biol6gico a lo social, de lo hormonal a lo psíquico.
El desequilibrio interno se traduce por carga de tono nervino, pero tam-
bién se lo provee por medio de la actividad psíquica. Ideas, imágenes, repre-
sentaciones, la núsma imagiruici6n proyectando actos, ideas o esperanzas, ter-
minan por crear el clírna ideal que condiciona la carga de tono afectivo y
por vía nerviosa desencadena la reacci6n hormonal. Sabemos que ciertas hor-
monas actúan innegablemente sobre la regulaci6n del dinamismo psíquico y
sobre el carácter, en especial las hormonas sexuales, pero conocemos con igual
certeza que el dinamismo psíquico ·y el carácter actúan de consuno sobre Ja
sinergia hormonal sexual. Inmerso en la sociedad, moWeado en . su psiquismo
y carácter por la interrelaci6n con sus iguales, sometido al peso de la historia
y obligado a elaborarla cada día, el hombre ha terminado por un proceso
Ps!cologla genética.-11.
210 . PSI ,OOLOGIA GENETICA

de adaptación a equilibrar la excitación sexual con las posibilidades que ofreee


el medio. ' ·
El solo hecho de la monogamia, cuyos orígenes socioeconómicos nadie
disrnte, terminó por completar fa transformación biopsicológica . del proceso
.amoroso. La necesidad ·de convivencia prolongada de una pareja va más allá
de los imperativos del estro animal. qui'< se agota en. la cópula y exige una
complementación mental, moral y afectiva que aún hoy se señala como fun-
damento del matrimonio y que de factores accidentales en la conjugación
de la pareja primitiva; regida por el desequilibrio dé la sinergia interna, se
han transformado en causales de la erotización humana. La palabra, ya .lo
destacamos, terminó por suplantar en la sociabilidad al excitante directo del
sistema nervioso en lo sexual, la caricia de las zonas erógenas y, por la magia
de representar ideas, afectos, y de sugerirlos, · creó l;:¡. necesidad de ternura,
esto es, de c.o ntacto afectivo con el resto o algunos de los humanos, contacto
qu~ va más allá del intercambio de ideas, de la acción conjunta, para con-·
·vertirse en comunidad de excitación. Los hombres concuerdan ideológcamn~
te sin necesidad de apoyo mutuo, pero para quebrar el aislamiento que re:· De
presenta la relación impersonal a través de ideas, se ven impelidos al contacto
activo de la transferencia de emociones, a la comunión de apetitos y senti-
mientos a través de los cuales ·su · organicidad se objetiviza y puede proyectarse
en busca del elemento que la complemente, devolviéndole el equilibrio que
requiere ·µara iniciar ·una nueva proyección, y así sucesivamente.
_ Este juego, pura expresión dialéctica, adquiere los matices más insospe-
chados y se concreta en las representaciones más variadas. De. la poesía eró-
tica ·al intercambio de miradas solamente cabe la diferencia de expresión, mos p:
porque en cuanto a señal de señales representan uno y mismo anhelo, la de con
necesidad de complemento heterosexual que de búsqueda de equilibrio bio~ En
· lógico ha concluido por convertirse en necesidad de afecto, en ·sed de ternura. oondic
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..
CAPITULO XVI

LA FAMILIA, LA EDUCACION Y LA PR.OFESION

Definición. E.rtructura cultural de la .familia humana. La familia como


institución. Educación y familia. Adaptación a la vida escolar. Profesión y
órganización $Ocial. Orientación y selección profesiónales, organiiación del
aprendizaje y racionalización del trabajo. ·

De primera intención la familia humana se ·presenta como un grupo na-


tural de individuos unidos por una doble relación psicobiológica. El amor,
quP genera a los componentes del grupo, origina los afectos qüe mantienen la
cohesión del mismo y estructura las interacciones . psicológicas necesarias para
sostener la unidad y continuidad de Ja asociación a través de los cámbios men-
tales que la evolución de las edades prescribe, sucesivamente, a padres e hijos;
las condiciones del medio, que moldean . el carácter de las relaciones, postulan
el desarrollo de los jóvenes y establecen el grado de madurez en que los· mis-
mos pasan a integrar la colectividad como individuos prOductores y capaces
de constituir a su vez un nuevo núcleo familiar.
·En los animales, estas mismas· funciones dan origen a comportamientos
condicionale8 por lo general muy complejos, y de los cuales ha resultado im-
po~ible derivar los demás fenómenos sociales observados entre ellos. Por lo '
mismo, se acepta la plena vigencia del fenómeno llamado de interatracción
{vid. cap, IX). En la especie humana, la agrupación familiar se caracteriza
por un desarrollo singular de las relaciones sociales, que confluyen a través
de diversas instituciones, modos de pensar y de actuar, a la consolidación de
la familia presentada y aceptada como eje · de la estructura social mis1:fiª·
Sería ocioso preguntar si el gr1Jpo familiar originó la sociedad humana; · sa-
bemos que es de aparición tardía, que se relaciona con la evolución de las
relaciones sodoeconómicas, ·y que los factores psicobiológicos apuntados, que
están en los fundamentos mismos, representan tanto una imposición genética:
Ja heter<>sexualidad, como una fuerza social derivada de las circunstancias de
adapta()ión de los individuos y de las modalidades tanto individuales como
colecti* de tia. misma adaptacién.. J.,a conservación y progreso de la aso-
ciación familiar depende, en última instancia, de la evolución mental de las
generaciones y de las condiciones socioambientales que preforman y canalizan ·
Ju int«aecienee '<:le tipo toCial y afo«ivo en . que se basa el grupó ~liar
pimariO: el matrimonio. ·
211
212 p s I e o L o ·G I A GEN E TI e A

Sexualidad, procreac:ión y matrimonio aparecen tan íntimamente unidos evol1


por obra de una larguísima evolución histórica, que resulta difícil compren- que
derlos separadamente. No obstante, en sus orígenes, !' como prueban los estu- Corn
dios acerca del problema en una época relativamente cercana como es el biolé
paleolítico cultural, del cual apenas nos separan diez mil años, estas entidades rmsn
representaron tres finalidades separadas e incluso divergentes. La sexualidad las fi
fue para el primitivo lo que es para el animal, una función biológica sin rela- sen ti
ción directa con la procreación. Deb~os llegar hasta Pasteur para ver defi- cáno
nitivamente destruido el mito de la generación espontánea y, si bien en todas este
las épocas los hechos demostraron a los hombres una relación constante entre que
coito y generación, este lazo no siempre fue considerado directo. En el paleo- en n
lítico -c ultural el coito. propiciatorio de las vírgenes dentro del templo con un sorne
forastero tenía por finalidad "despertar" la fecundidad. De aquí que el ma- B
trifuonio, en sus orígenes, no estuviese relacionado con la generación, sino con den ti
la constitución de un grupo productor y que sus modalidades: matriarcado, del h
patriarcado, dependieran de la modalidad de producción, adquisición y con- impo
sen·ación de bienes. En cuanto a lás formas de unión sexual: endogamia, de la
exogamia, representan un proceso de interacción mutua dirigido a asegurar modc
la continuidad patrimonial a través de la diversidad de las uniones y alianzas los c1
que de ellas derivan. De la familia primitiva, en sus orígenes, a _la actual, de la
media un abismo que las vuelve irreconciliables: la evolución histórica y del n
cultural, que termina por dar dirección unívoca a la sexualidad, la procrea- etnog
ción y el matrimonio. Como el término medio de la gente actual no concibe !ogía,
sin confluencia estas tres ·vertientes de la familia, tampoco el hombre primi- que,<
tivo pudo imaginarlas como tendientes a un mismo y único fin. Constituyeron fenón
y constituyen la raíz de la interacción mutua que forma el grupo familiar, T,
pero representaron y representan una estructura social, mental y afectiva mues1
totalmente diversas. Definir la familia por sus orígenes significa desconocer mient
que las circunstancias hacen las relaciones humanas y que la acción del hom- :tsent:
bre crea, desvía o anula esas circunstancias. Si en un comienzo la familia fue lucior
un fenómeno de asociación psicobiológica, para luego transformarse en una la pn
estructura económica, hoy, conservando de alguna manera esos componentes laciór
según. lugares y tradiciones, resulta específicamente un fenómeno cultural. nado.
nut>st
* pone1
Reducir la familia a un hecho biológico o a un elemento teórico de. la padre:
sociedad, son tentativas filosóficas que, a pesar de encerrar ciertas apariencias requi1
del fenómeno familiar, nunca llegan a captar la dimensión que especifica a direc1
la familia como a todos los demás fenómen6s de la sociedad humana. Nuestra de he
· especie se caracteriza por un desarrollo singular de las relaciones sociales, liar. :
fecun
apoyado en capacidades excepcionales de comunicación: la palabra articu-
ción 1
lada, que correlativamente permite una economía inusitada en todos los tipos
de actividad de la vida organizada y crea, al mismo tiempo, una relación ral. I
insoluble entre afectividad, pensamiento y modos de organización. De esta nea·
manera, infinitos modos adaptativos nuevos están permitidos, y su continuidad, delirr
FAMILIA, EOUCACION Y PROFESION 213

evolución y progreso son parte de la obra colectiva que constituye la cultura,


que introduce una nueva dimensión en la realidad social y la vida psíquica.
Como todos los hechos humanos, incluso aquellos de carácter estrictamente
biológico, participan del fenómeno cultural y terminan por adquirir en el
mismo v¡tloración cualitativa, la familia no queda excluída. En efecto, todas
las funciones familiares, aun aquellas ligadas a efectos psicobiológicos como los
sentimientos maternal o paternal, responden en su desarrollo y alcances a
cánones culturales. µor ende colectivos, que señalan su devenir y fines. En
este dominio, las instancias culturales dominan a las naturales en tal grado
que la sexualidad, procreación y crianza dejan de ser fines para convertirse
en medios y determinar únicamente aspectos parciales cuya realización está
sometida a instancias y pautas culturales.
Basta con observar la extensa gama de las normas de conducta sexual
dentro y fuera del matrimonio, la diversidad de las mismas según se trate
del hombre o de la mujer, la regulación de los nacimientos, la mayor o menor
importancia social del sexo de los hijos, para convencernos de que la estructura
de la familia humana, tal como se presenta desde hace siglos, es cultural. Los
modos de organización de la autoridad familiar, las leyes de su transmisión,
los conceptos de descendencia y parentesco que le son inherentes, las leyes
'de la herencia y de la sucesión que combinan sus fines con las leyes y normas
del matrimonio, requieren para su interpretación los datos cqmparados de la
etnografía, de la historia, del derecho, de la estadística social y de la psico-
logía, que coordinados por el método sociológico terminan por revelarnos
que, de hecho biológico, la familia ha terminado por convertirse en institución,
fenómeno social y cultural por excelencia.
Todos los datos que es . posible obtener en la historia y la prehistoria nos
muestran inequívocamente que la asociación por parejas, según los linea-
mientos biológicos que observamos en las sociedades de animales superiores,
asentada en la inte~racó sexual, respondió a necesidades altamente evo-
lucionadas del hecll'f> social. De tal manera que la familia, en lugar de ser
la pretendida "célula" social, es una consecuencia de las modalidades de re-
lación y su valor dentro del grupo no es determinante, sino que está determi-
nado. Una similitud completamente contingente, que desde Le Play hasta
nut>stros días sirvió para apuntalar la concepción "celular", se ve en los com-
ponentes normales de la familia tal como la observamos en Occidente: el
padre, la madre y los hijos son los mismos de la. asociación biológica. No se
requiere mucho esfuerzo para reconocer en esta estructura una comunidad
directamente fundada sobre la constancia de los "instintos'', constancia que
de hecho debe encontrarse en las formas más primitivas de la asociación fami-
liar. Sin embargo, hoy tienen para nosotros, que conocernos el proceso de la
fecundación y encontramos en las leyes de la herencia biológica una aplica-
ción de la continuidad familiar, significado biológico y valor de relación natu-
ral. Para la estructura familiar primitiva, esta identidad fue solamente numé-
rica y valió tanto para considerar la pareja más o menos estable como para
delimitar las relaciones inherentes a la promiscuidad. Sobre esas premisas
214 PSICOLOGIA GbNETICA

han sido fundadas teorías puramente hipotéticas aeerta


mitiva como imagen especular de la promiscuidad observable en · 1os aniniml
les. así cómo crític'as tendientes a sostener el orden fámiliar histórico en
deÍ · modelo de la pareja estable, .base de la institución considerada · ~
célula social.
*
La promiscuidad, a la que tantas veces se a~ud i ó para explicar los oríge&I
de la familia, no ha podido ser hallada en ninguna paite y ni siquiera sosm.
. nida por la prueba documental de los llamados matrimonios de grupo. nesia.
los orígenes que es dable rastrear existen interdicciones y leyes al respect19
más aún, las formas primitivas de la ·familia presentan, según Rivers, los r.m..
gÓs esenciales. para defin~las .como for.mas ª. cabadas: autoridad. ~eprsnta4
por un concejo, un matriarcado o sus delegados varones; modalidad de Pi
rentesco, herencia, sucesión según una línea maternal o paternal. Cuanto ndll
primitivas se revelan las formas famiHares, menos presente está en su cons-
titución la pareja biológica, ya que no solamente se presentan como un va.!1111
agregado de cónyuges, sino que el parentesco concuerda cada vez menos .c oa
los laws naturales de la consanguinidad.
El primer caso ha sido clemosttado por Durkheim, a partir del ejempll
histórico de la familia romana. Por el examen de los nombres de familia
del .derecho de sucesión se ve la aparición sucei~a . de tres grupos que van del
agregado familiar más amplio al más restringido: la gens,. reunión muy ampliil!
. de capas paternas; la familia agnáJica, más restringida, más indivisa, y por
último la familia que somete a ia patria potestad del abuelo las parejas con-
. yugales de todos sus hijos y nietos. En lo que respecta a los lazos biológiedll
de 1a paternidad, aparte de lo que antes sefialamos, se la recónoce por me-
dio de ritos que legitiman los lazos de sangre o los crean si es necesario, comD
observaran en algunas culturas matriarcales Rivers y Maiinowski. Totemismo.
adopción) constitución artificial de un grupo agnático ~mo la zadruga eslava,.
revelan la complejidad que preside a la fiiiaci6n ptimi!iva, totalmente .aparte
de l_a unidad biológica: de la pareja cdftyligaJ. Todavía hoy en el C6digQ de
Napoleón, y en la mayoría de los estructurados según su mOdelo, la filiaciéo
es demostrada únicamente por el matrimoriio: Pater est quem nuptiae de-
mostrant. ·. '. .
Largo sería el artális!S de las formas más primitivas de la familia, ~ inútil
y !!ngorroso continuarlo para ·nuestro propósito, porque de todos los casos
lunc
surge: la convicción de que la fa1riilia primitiva ya constituía Qna iÍlstitución
J CO.
y, más todavía, como demostrara Davy en · el ·caso de fos clanes, debe ser con-
a su:
siderada una asociación política. .De más está decir que la extensión y estruc-
la IIl
tura de los agrupamientos familiares primitivos no excluye la eXistencia de
niño
parejas limitadas a sus miembros biol6gicos -necesidad t~ innegable como
DO C
· la reproducción bisexuada_:., pero pretender sacar de' este hecho ~nsecu:­
cias psicológicas para· la realización de las interacciones humana$, ·es t~ arbi- difm
trario como pretender, y el psicoanáliais lo pretende, deducir el comporta- se a·
miento y estructura mental de los indMduoa a partir de un rupoté~ origen este
FAMILIA, E:r>UCACION Y PRO'FESION

de la uni6n conyugal proyectado sobre el d~venir de la sociedad. Una vez ·


más se cae · ~m la suposkión ·de la familia. como '.'célula" social, se le otorga
el papel de generadora de formas de vida, y se olvida o desconoce que la aso-
ciación familiar 'solamente puede ser comprendida en el ~rden original de
realidad que constituyen laS relaciones sociales. Proceder de esta manera e8
caer en el plan de las simplificaciones, y el grupo reducido que compone la
familia moderna, por disímil que sea con la primitiva, no se presenta; empero;
como una simplificaci6ri, sino más bien como una ·contracción de la institución
familiar a base de la infllienc.ia . que adquiere el matrimonio convertido a
su vez· en institución que se debe distinguir de la familiar, y dentro de cuyas
normas se impone en los tiempos modernos la elección amorosa, quedando
así sometida la "familia conyugal", como designa Durkheim, a esta nueva
forma, tanto a la presión de-la legislación como a las leyes psicobiológicas de
la vida sexual y amorosa (vid. cap. XIV), según las prefiglira Ja evoluci6rt
histórica y social de la humanidad.

*.
La familia Clásica de Occidente en los tiempos· mOdernos, la sometida a
la ·patria potestas del abuelo o del padre, no sólo constituye una unidad en lo
relativo a la vida afectiva, social y económica de los componentes, · sino que
también representa el núcleo formativo en cuanto a educación de los hijos
·se refiere. Todos los actos de la vida de relaci6n son aprendidos y desarrolla-
dos en, por y a través de la familia. L.as relaciones interindividuales tienen
por escenario al grupo familiar, y las sociales se ejercen preferentemente por
medio del grupo como unidad funcional. El var6n recibe .su educaci6n en . la
familia y desarrolla la actividad laborativa en la misma; el régimen de cor-
poraciones, régimen familiar en sus rasgos más salientes, excluye a la mujer
del trabajo de tipo social, y cuando lo ejerce su producto pasa a la colectivi-
dad por medio del varón. Soltera o maridada, la mujer está sometida· en el
mismo grado que los incapaces a la tutela de la patria potestas, y los varones
menores, libres en teoría para elegir destino, · quedan en lo económico sojuz-
gados al sistema familiar por la práctica del .mayorazgo. ·
En tantó las formas de producción fueron artesanales; la educación de-
pendió del grupo. Como bajo el mi:i;mo techo eran muchos los que vivían, la
direcci6n de la economía familiar entregada a las mujeres fue una verdadera
función pública, socialmente tan necesaria como la producción de víveres,
y compartida por los niüos, que después de la segunda infancia debían vivir
a sus expensas acompañando a los adultos en los trabajos que compartían en
la medida de sus fuerzas. En tales condiciones, la libertad de la mujer y del ·
niño está equiparada a la . del varón adulto, y la educaci6n de este último
no queda confiada a nadie en particular y resulta impartida· por la acción
difusa del grupo. La enseñanza aparece así da.d a para la vida y por la vida;
se aprende haciendo, participando de :las ·actividades de la comunidad. De
este modo los individuos ~ moldean, aunque . parezca· paradójico, con una
216 PSICOLOGIA GENETICA

uniformidad que los hace adultos tan idénticos como los otros miembros de (vid. (
la tribu, porque la educación es función espontánea de la sociedad en su con- termin
junto, como fue entonces y es hoy el aprender el lenguaje. ción ce
La conversión del grupo agnático en familia sometida a la patria potestas, famifü
y respectivamente en "familia conyugal", responde a la evolución de los me- la vid~
dios de producir. En la misma medida que la producci6n se mecaniza, que en .sus
la pluricapacidad individual de producir debe ceder a la división del trabajo, El
que la· familia no se autoabastece, la educación pasa de las manos de ésta algo d1
a las del grupo profesional. Los aprendices en las corporaciones medievales y la div~
modernas ilustran con meridiana claridad el proceso y señalan la aparición, ejecuta
por primera vez, de la educación dirigida a un fin que trasciende las metas ticular1
clásicas de la familia y configura la apreciación del valor social de la misma. siempr1
La enseñanza común, dirigida a crear posibilidades iguales para todos, es tan observ ~
reciente, de apenas hace un siglo, que sorprende no haya sido emprendida fuerza
con anterioridad, por lo menos en algunos países. Corresponde al desarrollo senta <
del maquinismo, que al revolucionar los métodos de producción transforma hibrida
la economía y las leyes del consumo, desarticula la familia patriarcal, herida cambia
en el fundamento mismo de su razón de ser, y abre paso a la "familia con- con la
yugal" contemporánea, cuya actividad productiva está alienada por el salario. la atra,
La máquina exige individuos cada vez más capaces, potenciahnente aptos elegir 1
para cualquier tarea, y la educación debe, en consecuencia, especializarse y ponerSt
elevar su nivel, con lo cual el viejo sentimiento de la educación primitiva mutuai
de que no· había nada superior a los intereses y necesidades de la tribu o la de ritrr
familia, se transforma en la misma medida que se acentúa la división en cla- para si
ses, que la familia patriarcal se disuelve consecuentemente en la pareja bio- agrupa
lógica y sobrevienen relaciones en las que, como demostrara Marx, el sobre- parar !
trabajo del uno es la condición de la existencia del otro. En tales condiciones El 1
la ooucación espontánea de la familia, mediante la cual los niños se asemejan misma,
a los adultos, resulta a todas vistas insuficiente; el trabajo del hombre, al gradaci
aumentar su rendimiento, adquiere cierto valor, y la conservación, así como estructt
el acrecentamiento del mismo, exigen una educación dirigida, cuyo principio a éste <
básico es dar conocimientos en relación con la función social y no la actividad socializ
productiva, lo que trae necesariamente desigualdad en las educaciones respec- les act1
tivas, crea la educación sistemática --organizada y violenta al decir de Saverio en la a
de Dominicis--, que pierde su carácter homogéneo e integral. como h
liar. Er
* que an
por exc
En las condiciones socioculturales contemporáneas, la escuela representa la
cediera
prolongación necesaria de la familia y el interregno propedéutico para la so-
corriiID
cialización unívoca del individuo. Las actividades controladas y controlables
coces c1
de la mente .hacen su aparición en los comienzos de la llamada edad escolar,
aproximadamente entre los seis y siete años, y si bien son ejercitadas y des- laridad
arrolladas por las disciplinas de la escul~ comienzan por ser la condición del ind
net"esaria para el éxito de ésta. La edad escolar corresponde a una etapa de tanto ci
madurez mental, estadio asentado en un proceso psicobiológico evolutivo sobre e:
FAMILIA, EDUCACION Y PROFESION 217

(vid. cap. V) y sustentado por la acción modeladora de la familia. En de-


terminada medida' el niño está socializado, pero de todos modos su interac-
ción con el medio se realiza a través de las formas peculiares de la interacción
familiar y de ninguna manera directamente. De aquí que la adaptación a
la vida escolar suponga, en primer término, un nuevo poder de adaptación
en .sus relaciones con el medio.
El resultado de este nuevo proceso de adaptación expresa, necesariamente.
algo del carácter de cada uno de los niños que actúan; se pone en evidencia
la diversidad de sus personalidades: unos dominan o quieren dominar, otros
ejecutan o están obligados a ejecutar. De estas acciones mutuas han sido par·
ticularmente estudiadas las correspondientes a los que se imponen, y no
siempre sin lucha, como gu ~ a de juegos o jefe de banda. Resulta de takt;
observaciones que en realidad no se impone masivamente la personalidad o
fuerza de un sujeto, sino que su rango es función del grupo entero que pre-
senta condiciones propias de existencia, está constreñido a variar, a sufrir
hibridaciones, e incluso a disolverse en relación con las circunstancias siempre
cambiantes de las nuev~s interacciones que surgen e imponen en relación
con la gradual maduración mental de los componentes, con las escisiones, con
1'1 atracción de otro grupo que lleva al primero a desagregarse. Obligados a
elegir perpetuamente en el curso de tales vicisitudes, los niños no dejan de
ponerse continuamente a prueba en su capacidad adaptativa, de controlarse
mutuamente, de medir los alcances de su conducta. Dentro de esta variedad
de ritmos, los individuos no conservan las posiciones conquistadas de una vez
para siempre; por el contrario, pueden pertenecer simultáneamente a varios
agrupamientos en los que desempeñan papeles disímiles, habituándose a com-
parar superioridades de diverso tipo.
El carácter y dirección de la adaptación escolar los determina la escuela
misma, que señala con sus fines y ubicación dentro de las clases sociales la
gradación de la inserción del individuo en el medio colectivo. Según sea su
estmctura acortará o ex~ndrá el período de adaptación, e incluso convertirá
a éste en definitivo o requerirá la inserción de otro período que complete la
socialización de los educandos. De esta manera la escuela en todos sus nive·
les actúa como prolongación y sustituto de la familia, y tanto es así que
en la actualidad, con el advenimiento de la "familia conyugal'\ asume tareas
como la formación de los niños, que antaño fueran privativas del grupo fami-
liar. En nuestra época deja de tener como principal finalidad la información,
que antes fuera el núcleo de su tarea, para devenir institución modeladora
por excelencia. De aquí que el interés absoluto que en un momento dado con-
cedieran la psicología infantil y la sociología a la familia, sufra ahora un
corrimiento hacia la escuela, que asume todavía responsabilidades más pre-
coces con el incremento de la educación preescolar. Sea como fuere, la esco-
laridad representa el trampolín que faé:ilita el salto a la inserción completa
del individuo en la comunidad, cuya total adaptación es obra del trabajo,
tanto con su función productora como con la acción modeladora de la praxis
sobre el medio y sus circunstancias. ,
218 p s I e o Lo G'I A GEN.ET le A

* nmci
que el
La profesión es la praxis del individuo dirigida hacia una y misma finali- zaje y
dad, y resulta de la división del trabajo, que exige la asociación de esfuerzos corres¡:
particulares para el logro de un objetivo común: la producción. En tanto ción dt
que la producción llena exclusivamente las nece5idades del grupo, la acción
de producir corresponde a todos los individuos en igual medida y ·está ex-
cluida la especialización. Pero cuando se inicia el intercambio con otra:s co-
munidades, o miembros de otros grupos, se crea la necesidad de producir La
para mantener constante ese intercambio y por lo menos una parte de los o rrof1
productos es elaborada para ese solo propósito. Consecuentemente se crea un socioec1
fondo social de producción y reserva -base de todo progreso social, político para ui
e intelectual al decir de Engels.-, para cuyo mantenimiento se requiere la pro- procura
ducción ininterrumpida de determinadas mercancías, creándose la especiali- dio. de
zación en la tarea de producir, esto es, el trabajo profesional. elabora;
En cuanto ·a la elección de las profesiones, escapó a toda consideración de perman
orden psicológico en tanto que el acceso a los oficios y su ejercicio estuvo en cons1
sometido a .prescripciones sociales rígidas: castas en el antiguo Egipto y la a los ir,
India, corporaciones, privilegios en. la Edad Media. Solamente a partir de humana
1789, cuando la Revolución francesa decretó, con la Déclaration des droits trabajo
de l'homme et du citoyen, q1,1e siendo todos los ciudadanos iguales ante la yan en
ley "son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos diferent•
públicos sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos", se crean las los sere!
condiciones que liberan a las profesiones, cualesquiera sean sus cá.lificaciones. gicos pr
de todo determinismo de clase. sos; 311)
El hermetismo de las viejas corporaciones medievales, que incluía tanto de éxito
a los oficios má~ simples como a las hoy llamadas profesiónes liberales, se quie- Las
bra ante las nuevas normas de ·producción, y por imperio de la ley fa posibj... los ofici•
lidad de cualquier trabajo queda abierta a . todos bajo la úniéa condición dd particufa
revelar competencia. Es también el momento en que por primerá vez se estu- profesior
dia el aspecto psicofisiológico del trabajo humano. Euler ensaya definir el de hábit
. trabajo máximo, Lavoisier establece las relaciones entre consumo de. oxígena organiza,
y r.cndimiento, Coulomb formula las reglas que se deben observar en el es- hasta ah
fuerzo físico. Estas tentativas, emprendidas desde el ángulo de las mate~ y el métc
ticas, la química y la física, quedaron aisladas; la. gran conmoción que en el brindan
orden humano produjo la Revolución francesa se estancó con el XVIII Bru- la ley de
mario, al que siguió el imperio de las águilas napoleónicas. Hacia fines del yor efica
siglo xvm y principios del XIX se inician investigaciones sistemáticas impult en lugar
sadas por el auge de la gran industria, que comienza a sup1antar la fueraj ratorio d
humana con la motriz y necesita, a la vez que rendimiento, individuos aptm cuando 1
para cada tarea o máquina. En primer término están las tentativas de orga- se adquit
nización del trabajo, emprendidas por ingenieros, en las que descuellan Ta - un ciertc
lor y sus discípulos; después los estudios de Marey y demás fisiólogos solae Por iJ
el motor humano, para culminar con el descubrimiento de las diferencias inli- aprendiz¡
viduales por la psicología experimental. que, a m
FAMILIA, EDUCACION Y PROFESION 219

De este cúmulo de estudios e ·investigaciones se desprende que en Ja o'rga-


nÍzaci6n actual de la sociedad y de la producción, tres etapas son previas para
que el hombre pueda desempeñar un oficio: elección ·del oficio, su aprendi-
zaje y su ejercicio. En el orden de la psicología aplicada a estas tres etapas
~orespnd tres problemas: orientación y selección j>rofesionales, organiza-
ción del aprendizaje y racionalización del trabájo.

*
La orientación profesional consiste en dirigir una persona hacia el oficio
o profesión que mejor le conviene, según sus aptitudes y las posibilidades
socioeconómicas del medio; la ~elción profesional tiene por finalidad elegir
para un empl~o, las personas más aptas para desempeñarlo. La orientación
procura estabilizar mental y afectivamente al individuo, brindándole el me-
dio de descubrir sus verdaderos intereses profesionales, de lograr · estabilidad
elaborativa por medio de un mejor rendimiento ·y de asegurar una situación
permanente y satisfactoria del sujeto dentro de los cuadros profesionales y,
eri consecuencia, un elevado nivel de adaptación social. La ·selección responde
a los intereses de la producción, se desentiende del individuo como persona
humana, busca el rendimiento como plusvalía y sacrifica al individuo en el
trabajo en cadena. Tanto la selección como la orientación profesional se apo-
yan en las mismas premisas psicológicas: 1") en condiciones similares, los
diferentes trabajadores no akanzan el mismo grado de éxito profesional; 2~)
los seres humanos düieren entre ellos por numerosos caracteres psicofisioló-
gicos propios de las diferencias individuales y apreciables con métodos preci-
sos; 3~) los individuos que poseen algunos caracteres tienen más posibilidades
de éxito que otros en un oficio.
Las aptitudes no liberan de la necesidad de aprendizaje; en la gama de
los oficios, todos exigen la adquisición de algún conocimiento o de hábitos
¡taiticulares, así corno muchos de ambos a la vez. En la base del aprendizaje
IJrofesional se encuentran las leyes generales de la memoria y de la adquisición
.de hábitos, poi lo que es menester la división de la materia a aprender y la
trganización de !ºs ejercicios. En uno como en ot~ aspecto las ,experienci.as
flasta ahora real~zd<,S_ pueden agruparse en dos sistemas: el metodo global
y el método parcial de aprendizaje. Los resultados comparativos de uno y otro
lrindan a menudo conclusiones contradictorias. En relación con los ejercicios,
la ley de Jost, tan a menudo desconocida en la enseñanza, indica que la ma-
p eficacia. se obtiene cuando los ejercicios están espaciados en el tiempo
lugar de sucederse ininterrumpidamente. Además, las experiencias de labo-
río demuestran que el aprendizaje se efectúa de manera más satisfactoria
do el esfuerzo. del prin,cipiante está dedicado a la exactitud; la rapidez
plquiere después y, por el contrario, los sujetos que se inician procurando
cierto grado de· rapidez se encuentran pronto frenados en sus progresos.
Por importantes que .sean la orientación profesional y la organización del
dizaje, los resultados. finales dependen de la organización del trabajo,
. a medida que 5e prolonga y bajo la acción de las condiciones materiales
220 PSICOLOGIA GENETICA

y morales en que se desenvuelve, varía en sus efectos: efectos psíquicos sufri-


dos por el que trabaja, efectos exteriores que se traducen por variaciones en
la rapidez y cualidad de la producción. Las- curvas de trabajo, la fatiga, a
menudo mal definida y que engloba los efectos negativos de todo orden de
una actividad que se prolopga, la duración de la jornada y el tiempo de re>
poso, los métodos y herramientas de trabajo, los factores económicos, -afecti-
vos, así como el ambiente material --condiciones de luz, temperatura, venii-!
!ación, estado higrométrico, etc.-, determinan un complejo de elementos en
cuyo estudio la aplicación de la psicología, aunque relativamente recientem
ha alcanzado un desarrollo considerable, y cuyo porvenir dependerá de que
todas las investigaciones concuerden para que el estudio del funcionamien1mi
del organismo humano, en relación con el trabajo, desemboque en resultadOI
El pr
cuya meta sea que las máquinas sirvan al hombre en lugar de esclavizarlo.
ación ÍI1
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cultural e
ciales o e
en comp~
zación cu
CAPITULO XVII

CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION

Definición. ~ · Qué son los valores culturales? ¿Qué son los valores científicos?
Relación entre valores culturales y científicos en la educación.

El problema de la relación entre valores científicos y culturales en la edu-


cación interesa y compete tanto a la pedagogía como a la sociología, sin ex-
cluir, por supuesto, a la psicología. De primera intención toda respuesta im-
plica una relación de igualdad o de suboro.inación y, en uno u otro sentido,
significa confundir la relación lógica entre lo general y lo particular. Si se
~tn a la primacía de los valores científicos, lo generar queda ab3orbído por
lo particular; si se proclama la superioridad de los valores culturales, lo ge-
neral absorbe totalmente a lo particular. Los postulados del positivismo por
un lado, de _la Naturphilosophie por el otro, se enfrentan una vez más, y en-
~ran, con el estatismo de la rigidez sistemática o la generalización arti-
p l , la falta de conocimientos concretos sobre la naturaleza del fenómeno
mlucativo que, en su fluir, acusa los impactos alternativamente cualitativos y
titativos de las ciencias de la naturaleza y de la evolución social.
La educación surgió de la experiencia práctica de los hombres, y por un
eso progresivo, al incorporar fines, dejó de ser transmisión para transfor-
en formación. Su carácter pasivo, asentado en la cantidad, se trans-
, en activo, basado en la cualidad, lo que incluso a priori representa la
ración de valores y configura el proceso educativo tal cual hoy se nos
ta. En tanto las ciencias fueron ancilla phüoso pharum, los valores edu-
- os tuvieron carácter metafísico, tendieron a la formación de un hombre
. .veirsal y utópico. La historia de las ideas educativas es la historia de uto-
en el plano teórico y de la inciden¡::ia de los cambios socioeconómicos en
praxis pedagógica. A la orgullosa proclama de fines generales ideales se
siempre la labor tenaz, esforzada, de los pedagogos prácticos, y de aquí
cuando en teoría se debió formar un determinado hombre, en la práctica
lllituvo otro. Que el divorcio de fines y medios fue tan absoluto nos lo prue-
d fracaso de la educación occidental en todos sus niveles, fracaso al que
'a vuelve más patente el hecho de que, desconociendo la evolución psi-
, tica del ser humano, y negando que la enseñanza en todos sus niveles,
mmo está organizada, responde a intereses de clase y no tiende a la síntesis
1 que debe representar, se pretende salvar el escollo con reformas par-
o especializaciones cuya unilateralidad profesional deforma y encastilla
· "entos estancos que destruyen la personalidad con la dicotemi-
cultural.
221
222 PSICOLOGIA GENETICA

No
* turales,
cómo s
En menos de medio siglo el concepto de cultura ha variado fundamental- lores dt
mente; de algo tangible, que obligaba a una respuesta rápida y categórica, vidad }
se ha convertido en una entelequfa, detrás y sobre la cual se agazapan y pla- históricc
nean conceptos metafísicos y teológicos. Cultura fue el nombre que los etnó- modo n
logos dieron a una organización de objetos; de actos, de sentimientos que lidad q1
<lependen del uso de símbolos y, como tales circunscritos únicamente a la
po que J
especie humana. Las herramientas y utensilios, normas de conducta, costum• grupo d
bres y códigos, creencias y conocimientos, constituían a principios de siglo un diversas
conjunto estable y dinámico que adquiría sentido objetivable. Rickert, pese
de la ac.
al idealismo de su filosofía; llegó a definir la cultura como •!el conjunto de turales c
lo nacido del hombre y entregado por obra del mismo ·a su propio crecimien-
De este i
to o devenir".
del noso¡
Si, tras .huellas de Morgan, los etnólogos de principio de siglo "vieron"
interatra•
la cultura, para una gran parte de .los antropólogos de hoy se ha convertido las socie(
·en una abstracción intangible, imperceptible y prácticamente irreal: "se pueden tos. anim
ver los individuoo que estructuran. una sociedad, mientras que nunca puede revela la
verse la cultura", afirmaron Kluckhohn y Kelly. Para Ralph Linton es algo
litar obli!
·que se encuentra completamente fuer:;¡. del radio de acción de los fenómenos cuya can
físicos. La forma, . el contenido y .hasta la existencia de las culturas única- más. En
mente pueden deducirse de las conductas a que dan origen; tendrían en suma los indivi1
·" la. realidad de toda abstracción", como proclama enfáticamente Herskovits, etc .. cons1
o afirma la doctrina del libre albedrío que, a partir de los trabajos del padre asegura fa
· Schmidt, ha irradiado hasta las investigaciones de Margaret Mead .y. Franz des el ind
Boas. Los conflictos raciales, apunta éste, se deben a una "tendencia (sic} de transfom ~
1a mente humana". supeiviven
Mientras historiadores de moda olvidan los ciclos de Spengler, que ayer individuos.
· 1es sirvieron para teñir de ·pesimismo irracionalista su visión de la humanidad, munitario,
y adhieren al concepto colonialista de Toynbee, al sustentar la tesis de "líneas" ción de la
-sociales agotadas, de pueblÓS sin remisión histórica, antropólogos y filósofos incapaz de
parecen haber firmado d pacto diabólico que presupone ocuparse del hom- medio .dist
·bre con abstracción o ignorancia de ' su praxis, que constituye los grupos únicamente
·sociales,· construye la herramienta, la utiliza, engendra el pensamiento y le adaptación
·da significado; acapara los medios de producción, enajena la fuerza-trabajo, a través d{
' . ·elabora. en síntesis las circunstancias en cuyo marco se mueve y cuya presión
· ~o moldea. Funcionalistás sin redención se preocupan de fa relación entre los
e lementos . culturales y no de la relación entre cultura y naturaleza, hombre
y medio social y natural a través del puente de praxis y gnosis, de técnica y constituidoi
<Ciencia. . es el mismc
Frente a este subjetivismo que desconoce consonancia y raz6ri a las fen6-
flementos i
menos culturales, que niega las leyes sociales y explica con Lowie el fenómeno
recen de la
.. ·sociocultural como "mescolanza caótica", cabe . una interpretación objetiva y
racional del fenómeno concreto que llamamos. sociedad y de los valores uni- terizan al n
·. -vérsales, culturales, que d~ él se derivan. cidad en. e
CULTURA, CIENCIA Y EDUCAClON 223

No podemos hablar de cultura o, ciñéndonos más al tema, de valores cul-


turales,. si no consideramos la génesis de su producción ·y tenemos présente
cómo se estructur.a una sociedad capaz de elaborarlos. Por definición, los va-
lores de cualquier tipo se refieren íinicamente al hombre, derivan de su acti-
vidad y encuentran el consenso que los vuelve universales en el significado
histórico del grupo que los engendra o hace suyos representándolos. De este
modo nos encontramos con categorías cuya validez descansa en la universa-
lidad que le concede la circunstancia histórica (político-económica) del gru-
po que las representa y cuyo significado se traduce en la acción que ese mismo
grupo desarrolla · par;1. transformar las condiciones que lo engendraron. Las
diversas etapas históricas por que atraveSó nuestra cultura y los fines explícitos
de la acción que las impulsó representan la puesta en marcha de valores cul-
turales concretados por el ideal de vida que adjudicamos a cada uno de. _ellos.
De este modo, tenemos que su universalidad está basada en e l valor genérico
d el nosotros, anteripr en la psicogénesis al subjetivismo del Yo, y base de ·la
interatracción que, al decir de Rabaud (vid. cap. IX) , preside la unidad de
las sociedades animales definibles como tales. Si desechamos los agrupamien-
tos. animales y humanos, cuyo carácter precario y circunstancial únicamente
rt"\'ela la acción de agentes accidentales (inundaciones, -sequías, servicio mi·
litar obligatorio, etc.), nos encontramos frente a grupos animales y humanos
aiya característica común es, precisamente, la de constituir grupos y nada
~s. En las comuni.d ades ·animales prima la férrea adaptación biológica de
Jos individuos a una función dada: reinas, guerreros, recolectoras, zánganos,
ar.te.. constituyen entre las abejas ·y las hormigas la gradación de castas que
pegura la cohesión, eficacia y supervivencia del grupo. En estas comunida-
ides el individuo no cuenta como factor de adaptación; el grupo entero debe
13-nsformarse y adaptarse· a las circunstancias que cambian o perecer. La ·
ltJ>er~ivnca está sie~pr basada en la es~ctura del g1:1po y nu~ en los
!dividuos. Los cambios que observan los zoologos se realizan en el mvel co-
itario, y el mecanismo por el cual un termitero afronta una transforma-
D6n de las condiciones biofóricas es colectivo. Cada una de las termitas es
paz de sufrir de por sí transformaciones que la llevan a sobrevivir en un
'o distinto, pero la <0lectividad en conjunto sí lo puede. De aquí que
"ca.mente la comunidad sea plástica y represente la rigidez extrema de una
ptación biológica desprovista de fines individuales. El individuo sobrevive
jk:avés de la especie porque toda la actividad de la comunidad tiende, pre-
ente; a eso: salvar individuos que nacerán de la postura de una reína .
proveerán de alimentos las cosechadoras y criarán las nodrizas. La adap-
'dad es colectiva, y no individual. Genéticamente los individuos están
'tuidos ·para una función o aptitud; el sistema nervioso, cuyo plán ·general
el mis~ para todas las· especies, detiene su desarrollo ~n la· completud de
tos indispensables para .una conducta organizada, y esos elementos ca-
. de la enorme posibilidad de sucesivas y futuras adaptaciones que cara.c-
al neopallium, 'ú tima adquisición filogenética y de insospechada capa-
en el hombre, . que posee en "mayor grado que ningún otro ser· la
224 PSICOLOGIA GENETICA

posibilidad de funciones derivadas del psiquismo, y tanto producto de la acti- ~ d e


vidad del neuroeje como de la interacción dialéctica con medio ambiente y !Sllmbios
sociedad, a través de la gnosis y de la praxís, que le otorgan carácter evolutivo lllica la
e histórico. 1D1en. 1
En la misma proporción que nos elevamos en la escala animal, la ad a ~ del grui:
tación se cumple en mayor grado a través de los individuos y por lo mismo se o adpt~
vuelve más compleja, más heterogénea, y el factor común se traslada a con- Las:
diciones que revelan un creciente grado de abstracción. En los agrupamientol Jk)aptaci1
de animales inferiores (corales, insectos, etc.) la cohesión del grupo deriva de está el rn
actividades vegetativas comunes: alimentación, reproducción, y a medida que mos, apa
ascendemos se agregan funciones de relación, primero de grupo con el me- ono enl
dio ambiente, después del individuo con éste. No obstante, la relación indivi- mente y 1
duo-medio ambiente no es unívoca ni aislada, sino interactiva y colectiva. Toda pautas, e'
actividad de la colectividad o del individuo, a través de la praxis o de la Jón jerárc
gnosis, se traduce por un cambio en el medio, natural, social o económicq¡ lituye así
medio que al reflejarse transformado en la mente del individuo o en la acciÓll a la cons
del grupo obliga a un cambio de la praxis y de la gnosis y, por ende, de la praxis, y
conducta colectiva e individual. Se introduce de este modo un nuevo factor pose~ la F
de adaptación, la historia. La acción de sociedades e individuos aparece a!Í .de origen
condicionada por lo biológico, lo psíquico y lo social, cuya resultante es una l:lecesidade
continuada interacción dialéctica en niveles cada vez más elevados y com- der a l~s r
plejos. , Ahora
Estas normas de adaptación colectiva e individual tienen su reflejo ma- O exigió Sl

terial, cuantificable y objetivo, en el instrumento, práxico o gnósico, que sirve conservan


para transformar y conocer la naturaleza. De la piedra tallada convertüM transmisiór.
en hacha a la máquina que se autocontrola, de la primera abstracción que de los tra~
sirvió para comparar dos patos y dos lagunas, el número, a la teoría de la bios que ir.
economía política o de la relatividad, a las categorías ontológicas o del cono- de adaptac
cimiento, media la perfección del instrumento, ya sea como herramienta c. dales, e ini
palabra concretada en pensamiento, y sirve de eslabón unificador el traba.iaa el grupo,
esto es, la acción instrumental, según fines previstos. Una diferencia fundaíl manos; po1
mental entre comunidades animales y humanas resalta, pues, con el trabajoQ prever. Am
las primeras actúan en respuesta a estímulos del medio ambiente, su con- dio, tangibl.
ducta estereotipada responde a la acción de lo que Pavlov llamó "p~ cultura, y e
sistema de señales". Su acción es un proceso continuado de · adaptación a cultura eXp
circunstancias incambiables por sí mismas. El animal aprovecha lo que bDl!- ese hecho y
namente se le ofrece en el medio, y se trate de insectos, de aves o de maDJ5.. ble~ del pas
feros sociales, su .tarea de construcción carece de fines teóricamente prefij~ lización rep
Cuando transforman el medio y lo hacen muchísimas veces con su actuar, no aplicaci6n i
ex:ste intencionalidad y, muy por el contrario, suelen ser víctimas del cam- l~s e.'<}lerien
bio al que únicamente sobreviven unos pocos o ninguno de los individual ofrecen cari
que lo pusieron en marcha. La adecuación individuo-medio es unilateral. !
en su univocidad el solo proceso que preside los cambios es la mayor o menar
plasticidad de la conducta individual. Rígida en los animales inferiores p:w Las cult1
obra y gracia de · un sistema nervioso en cuyas funciones predominan los re- ción del gru
!'sicolo¡¡fa ¡¡enétic


CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 2~

flejos de base, instintiva como es clásico pero discutible afirmar, los grandes
cambios adaptativos los realiza la comunidad salvando así la valla que im-
plica la poca o ninguna plasticidad funcional de los individuos que la com-'
ponen. La adaptación se realiza por sumaciones y somaciones, por adecuación
del grupo y por transformación hereditaria de las condiciones de resistencia
o adaptabilidad de los individuos que mejor sobreviven al cambio.
Las sociedades humanas, por el contrario, muestran un mecanismo de
adaptación más delicado, complejo y de jerarquización progresiva. En la base
está el mismo modo de adaptación, pero se agrega el trabajo, que, como diji-
mos, aparte de la praxis implica la actividad gnósica. Lo previsto se verifica
o no en la acción y de ello resulta la experiencia, que sintetizada conceptual-
mente y transmitida gracias a la palabra de generación en generación, señala
pautas, evita la repetición de tentativas verificadas inútiles y asienta el esca-
lón jerárquicamente cada vez más elevado que pennite el progreso. Se cons-
tituye así Iu educación, que posee carácter histórico, mudable, y que sirve
a la conservación del instrumento. La calidad dialéctica que une gnosis y
praxis, y de donde resulta el trabajo, es propia del hombre, único ser que
posee la palabra, "señal de señales'', que habilita -aparte de otros factores
de origen y concomitantes- el pensamiento. El hombre transforma según
necesidades previstas, y la interacción lo obliga a transformarse para respon-
der a las nuevas condiciones que surgen ,de su actividad.
Ahora bien, los medios práxicos y gnósicos, la actividad que les dio origen
o exigió su creación, deben conservarse como base de futuros cambios y se
conservan como mitos y leyendas, técnicas y conocimientos .científicos cuya
transmisión; la educación, realiza tanto la poética popular, la erudita síntesis
9e los tratados, como la conservación de la herramienta a través de los cam-
bios que impone el uso colectivo. Existe, por consiguiente, un doble proceso
de adaptación para el hombre: 'l:omunitario, al i~al que en los animales so-
ciales, e individual, que le es propio e inalienable: Por el primero sé adapta
el grupo, condición sine qua non del zoon politik6n que somos los hu-
manos; por el segundo se elevan los individuos, capaces de sintetizar. y de
prever. Ambas modalidades constituyen la manera de relacionarse c:on el me-
dio, tangible, observable, factible de ser apreciada históricamente, que llamamoJ
cultura, y cuya gradación en más o en menos constituye la ciuilizaci6n. La
cultura explica un hecho, la civilización establece un juicio en . relación con
ese hecho y da origen a valores que sintetizan las experiencias positivas o via-
ble5 del pasado y crean pautas para desarrollos futuros. La cultura y la civi-
lización repreSentan las experiencias vividas colectiva e individualmente y de
aplicación inmediata; los valores sintetizan los resultados del conjunto de
las e.'Cperiencias colectivas e individuales en su interacción gnosicopráxica y
ofrecen carácter general, de cosmovisión, son mediatos y normativos.

*
Las culturas se nos aparecen constituyendo sistemas cerrados de adapta-
ción del grupo humano al medio; por consiguiente, sus partes están correla-
l'slcologla genética. -15.
226 PSICOLOGIA GENETICA

cionadas e integradas. ·Como tales pueden estancarse, enquistarse y sobrevivir lillpeIVh


cual sistemas arcaicos cuando las formas de adecuación al medio no logran iajes pe
rebasar un determinado nivel, y las posibilidades del individuo dentro de la c:imient<
comunidad "quedan sometidas al rígido patrón de una necesidad de trabajo antes dt
que únicamente permite la continuación de la existencia, de ninguna manera lllfía) a
la acumulación de energía bajo la forma de bienes colectivos que aseguren que sefü
la posibilidad de "ocio" capaz de permitir innovaciones. Dentro de una cul- histórico
tura las posibilidades del elemento creador, y por consiguiente evolutivo, están licos, a
determinadas por el crecimiento de las posibilidades tecnológicas. Mas aquí namente
cabe establecer el distingo entre posibilidades tecnológicas propias e impor- acuerdo
tadas; las primeras reflejan la actividad colectiva, las segundas implican el mi gmei
interés de un grupo o clase y de ninguna manera crean los medios adapta- nuevas e
tivos y de progreso culturai, tal como es el caso de las explotaciones técnicas nuevos e
avanzadas en países subdesarrollados: petróleo, minería, monocultivo, etc. base de<
Las . posibilidades técnicas autóctonas, cualquiera sea su grado de desarrollo, se convie:
aunque no superen el nivel del paleolítico, representan un aumento activo o vela útil,
negativo en el proceso de adaptación del grupo que las maneja, mientras que La ci~
las importadas, que están por encima de las pautas de adaptación, aparecen tiene en ,
como excrecencias no asimiladas y dan origen a una economía de disloca- ciencias p
miento que no resulta una estructura base para la evolución del grupo, sino tlelphini,
que, invirtiendo los términos, aparecen como superestructura impuesta, seu- hacer ere
dopodios de otra cultura que resquebraja la unidad del grupo en que se aden- revela cor.
tra y anulan su proceso de interacción con el medio, anarquizándolo. céntricos }
Este fenómeno, que tanta sangre y dolor cuesta a nuestros pueblos de y su expe1
Indoamérica, revela con claridad meridiana las dos etapas del proceso socio- que incide
económico que subyace en la evolución cultra~ de una sociedad: 19) búsqueda estuvo pre:
y descubrimiento de productos; 29) control tecnológico sobre la naturaleza el medio 11
para -asegurar una producción constante d~ bienes. La organización social introduccié
representa el esfuerzo humano en la tarea de vivir, y como "la subsistencia y cía históric
los actos defensivos y ofensivos se expresan por medio de herramientas y ar- presidieron
mas, la forma y el contenido del sistema social correlativo están determina- circunstanc
dos por la tecnología empleada". El animal se vale de su organismo para Las ciei
adecuarse al mundo exterior: sentidos, músculos, glándulas y sistema ner- trumental;
vioso obran de consuno, y la transmisión biológica de aptitudes desarrolla- ayudan al
das o adquiridas es la única vía de supetvivencia individual frente a los cam- complejas,
bios propios del medio o resultantes de migraciones. El hombre, animal momento o
también, pone en acción mecanismos similares, pero en la interacción ha a los estím1
desarrollado la actividad mental superior, producto de la interacción de mano, sidades gen
cerebro y lengua je (vid. cap. X), que lo capacita para pensar, esto es, tra- del primati
ducir la pra.Xis en símbolos abstractos. deseo, espe:
Dijimos que la cultura es una organización de objetos y acciones tradu- y ::ímbolos,
cidos en símbolos, de los cuales la palabra es el más importante por repre- etc., de los
sentar un medio de transmisión y acumulación más flexible, más adaptable, de la cultu:
más · abstracto y, por consiguiente, de más fácil manejo. El lenguaje, con su forma espec
carácter histórico, refleja el esfuerzo pasado y. presente en la lucha por la nismo por«
CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 227

supervivencia; al condensar experiencias; al evitar la repetición de aprendi-


zajes por el método de "pruebas y errores", da. origen a un sistema de cono-
cimientos que gradualmente se perfecciona y cuyo proceso de estructuración,
antes de constituir el saber, ha pasado de lo general (teogonía, teología, filo-
sofía) a lo particular (técnica y ciencia) . Que este cambio siguió las sendas .
que señalamos está harto probado por la evolución del saber . en los tiempos
históricos. Comenzó por ser una aplicación de elementos humanos, somá-
tico<:, a la explicación del cosmos (antropocentrismo), · para devenir paulati-
namente una continuidad de elementos extrasomáticos que se ajustan de
acuerdo con sus propios principios, sus propias leyes, convirtiéndose en algo
sui gPneris. Sus elementos ejercen entre ellos una acción recíproca, forman
nuevas combinacioens y síntesis vivificadas cada vez con la introducción de
nuevos elementos y el abandono de antiguos. La praxis humana está en la
base de cada adquisición, y sólo cuando se transforma en símbolo abstracto
se convierte en ciencia: es el momento en que la experiencia repetida se re-
vela útil, necesaria y de carácter general. · /
La ciencia se revela producto de la acción instrumental del hombre y
tiene en cada una de sus fases carácter aplicado. La vieja discusión entre
ciencias puras y aplicadas resalta como tautología; de ciencia pura, ad usum
delphini, sólo cupo hablar en períodos en que .la estructuración social pudo
hacer creer en la producción de bienes prescindiendo del trabajo y se
revela como yuxtaposición y no relación entre conceptos generales antropo-
céntricos y teológicos con la praxis, verbigracia la teoría médica de los caldeos
y su experiencia quirúrgica, la alquimia medieval y moderna, .y hallazgos a
qu~ incidentalmente dio fugar. En todos y cada uno de estos casos la acción
estuvo presidida por la necesidad y el afán de cambiar, transformar, adaptar
el medio natural, y fuese el lapis philosoplzarum, la teoría heliocéntrica, o la
traducción de instrumentos cuya familiaridad nos hace olvidar la importan-
histórica, como la rueda, o la pechera para aprovechar la fuerza equina,
idieron o siguieron en cada caso a una revolución socioeconómica de la!
unstancias que rodean al hombre.
Las ciencias representan modos particulares de adaptación, de acción ins-
ental; prolongan y amplían la potencia de la mano y del pensamiento,
dan al cambio de las condiciones de vida. Simplifican o vuelven más
plejas, según el caso, las interacciones humanas, y se revelan en todo
ento como una modalidad de adaptación, de respuesta del Homo sapiens
los estímulos del medio. Sus valores se escalonan en relación con las nece-
es generales de la conducta· humana, que es simplemente la respuesta
primate a los estímulos culturales. Mas la ·cultura no es producto del
, esperanza, temor, etc., del hombre aislado que emplea instrumentos
¡Dmbolos, sino la conjunción dialéctica de los deseos, voluntades, temores;
de los hombres socializados. El hombre es, desde luego, el prerrequisito
Ja cultura, pero no su determinante, sino su receptor. La cultura es una
especial de interacci6n del grupo humano con el medio, es el meca-
por el cual una especie animal capta y utiliza la energía (biológica y
228 PSICOLOGIA GENETICA

ambiental) con el objeto de dar seguridad y perdurabilidad a la vida. Dentro


de este esquema, los valores científicos, como los filosóficos, folklóricos o blo todo. S
del capital
cualesquiera . manifestación del hombre social, se revelan modos particulares
relación inv
del proceso de captación, adaptación y transformación de energía que tipifica
a todas y cada una de las culturas habidas y las existentes. únicamente
va más allá
La ínter:
* en niveles d
Todas las etapas de la educa~ión constituyen una unidad inseparable en des de evoh
compartimientos estancos, cuyo pasaje por el individuo asegura a éste y a la tración obvi
sociedad la captación y transmisión global del fenómeno histórico de adapta- producción l
ción que llamamos cultura. Las divisiones clásicas de primaria, secundaria innecesaria, '
y superior responden a la evolución socioeconómica de las sociedades que dieron trans;
primero se adelantaron en el camino de la jerarquización de valores cultura- apuntaron en
les. Mientras la técnica fue rudimentaria, los elementos a transmitir y los mo- precisado a '
dos de transmisión quedaron relegados al aprendizaje artesanal y sujetos al pudo ser igu<
método de la repetición. Tal fue la pedagogía durante milenios, y únicamente nio de ancian
una clase recibió la instrucción que iba más allá de la simple producción de ger.te o, meje
cosas. En la misma medida que la unidad de gnosis y praxis se reveló como la praxis colee
única manera de resolver problemas de complejidad creciente porque la tra- Si damos 1
dición, la mano de obra esclava o servil no bastaron para afrontar las nuevas brevedad, ene
necesidades socioeconómicas, · derivadas precisamente de las nuevas circuns- bases de la eni
tancias creadas, se fue jerarquizando la educación y sus niveles. El pedagogo plo para Amé
comenzó siendo un esclavo que transmitía lo esencial para el ajuste del indi- en elevar el n
viduo al medio y terminó, solicitado por las circunstancias, convirtiéndose funcionarios. I
en receptáculo de los valores culturales de su sociedad. Los rapsOdas anóni- llerato una pn
mos que a fuerza de repetir versos crearon y condensaron en los Vedas, la de nivel social
Ilíada, la Odisea, en todas las grandes epopeyas y sagas, el pasado, presente tiende a elevru:
y aspiraciones de sus pueblos, los maestros del trivium y del quadrivium me- sus. Ahora, cu:
dievales, los enciclopedistas, o los autores de los mariuales que inundan las mar la socieda
librerías de hoy, han sido y son transmisores de valores culturales. Se llamen sistema de ed\
Valrnild, Hornero, Lucrecio, Diderot o Juan Pérez, su tarea educativa apunta ci6n entre los
a una necesidad de clase o· de Estado, pero en última instancia siempre a la superior; Si se
primera, porque ineludiblemente el Estado representa los intereses y finalida- ticarnen te insos
des de una clase, ya sea bajo la forma del despotismo oriental, la democracia compromiso, u
ateniense, la monarquía absoluta moderna, las democracias parlamentarias o Con un tour dt
populares contemporáneas. comienzo dijim
La complicación creciente de los mOdos de producción exigió cada vez ticular en lo ge
obreros más capacitados; la ley de educación común, sancionada por primera hablar en la pi
vez en Francia, representa al mismo tiempo una necesidad de producción y gramas, denosta
de consumo. La era del maquinismo exigía obreros con mentalidad capaz de frenado en ed\
comprender la complicación de la máquina, directivos por encima de la mis- · generaciones qt
ma y consumidores preparados para adoptar los nuevos productos. El refina- sobre ambas ra:
miaito de las ' costumbres comenzó a descender de la alta sociedad al pueblo. Y bien, ¿cu
Si en una época el baño fue prerrogativa y señal distintiva de las_ hetairas, mundo, los perí
después lo fue de las damas nobles y hoy necesidad impostergable del pue- ticular, han coi

• ·1
CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 229

blo todo. Si Sombart pudo hablar de la influencia del lujo en el desarrollo


del capitalismo, nosotros podemos asentar, sin temor de equivocarnos, la
relación inversa. La producción crea la necesidad, pero esa necesidad aparece
únicamente cnmo tal en aquellos pueblos madurados por una educación que
va más allá de la transmisión pasiva, folklórica, de pautas culturales.
La interacción de este proceso trae, como síntesis, la extensión y división
en niveles del proceso educativo. Que estos niveles responden a las necesida-
des de evolución socioeconómica y técnica de los grupos sociales es demos-
tración obvia. Mientras existieron sociedades estructuradas sobre modos de
producción basados en la mano de obra esclava, incluso la escritura resultó
innecesaria, y grandes culturas como la védica, la incásica, por ejemplo, pu-
dieron transmitirse oralmente. Pero cuando la técnica, y con ella la ciencia,
apuntaron en el horizonte, el hombre dejó de deambular entre mitos y se vio
precisado a valerse de fórmulas cada vez más precisas. La educación ya
pudo ser igual para todos, y aunque la "sabiduria" continuó siendo patrimo-
nio de ancianos y sacerdotes, la "especialización" correspondió a la clase diri-
ger.te o, mejor dicho, a aquellos en quienes ésta delegaba la tarea de dirigir
la praxis colectiva.
Si damos un salto feérico en la historia, y debemos darlo por razones de
brevedad, encontramos que en pleno siglo XIX, cuando Napoleón echó las
bases de la enseñanza secundaria moderna francesa --que ha servido de ejem-
plo para América y gran parte del mundo-- no pensó, en primter término,
en elevar el nivel de cultura colectivo, sino en asegurar el reclutamiento de
funcionarios. De entonces a hoy, la Universidad, por su parte, hizo del bachi-
llerato una prueba, un certificado de cultura general, de buena educación y
de nivel social, como demuestra el aferramiento desesperado al mismo que
tiende a elevar murallas con el maltusianismo de los cupos y numerus clau-
sus. Ahora, cuando comprendemos que la educación no basta para transfor-
mar la sociedad y que, por el contrario, es la sociedad la que determina el
sistema de educación, muchos se ven abocados al interrogante de la rela-
ción entre los valores culturales y los valores científicos en la educación
superior. Si se mantiene la división históricamente consagrada, pero heurís-
ticamente insostenible, entre gnosis y praxis, es evidente que debe buscarSe un
compromiso, una "relación", entre valores culturales y valores científicos.
Con un tour de force es posible, por lo menos en teoría, repetir lo que en un
comienzo dijimos hicieran la Naturphilosophie y el positivismo: diluir lo par-
ticular en lo general, o abismar lo general en lo particular. Llegaremos así a
hablar en la práctica de equilibrio entre humanidades y ciencia en los pro-
gramas, denostaremos contra el humanismo avasallador o el cientifismo desen-
frenado en educación y, tras la grande ilusión del equilibrio, formaremos
generaciones qtie no serán cientifistas ni humanistas, simplemente a caballo
sobre ambas ramas, incapaces en técnica y miopes en filosofía.
Y bien, ¿cuál es el quid de la cuestión? En Indoamérica, Y. en todo el
mundo, los períodos de desarrollo de la educación, de la Univ.ersidad en par-
ticular, han coincidido con el avance de las fuerzas populares. Su entrada
230 PSICOLOGIA GENETICA

en el ·escenario sociocultural transforma las circunstancias y crea categ


cuya validez, lo explicamos antes, descansa en la universalidad que les a..
cede el papel histórico del grupo que las representa y cuya significación •
traduce en la acción que ese mismo grupo desarrolla para transformar 1-
condiciones que Jo engendraron. Nos enfrentamos de este modo con una reV9o
lución sociocultural precedida por una revolución científica que se inició el
mismo día en que Rutherford logró la transformación de átomos de hidrógemt
en otros de helio. Mas, para concluir, debemos preguntamos si es necesa-
rio adaptar la educación a las necesidades de la cultura, o limitar las nece9-
dades de la cultura a las posibilidades de la educación. Es preciso adapt31111
la educación superior a las necesidades urgentes de la cultura. En una é~
en que presenciamos grandiosas transformaciones debidas en buena parte al
· desarrollo de la investigación científica y de la técnica, es asunto fundamentaa_
porque esta ciencia y esta técnica son modos de adaptación de las colectivi-
dades al medio y de transformación del mismo, que, a su vez, exige nuevas
adaptaciones.
Si imaginamos la evolución humana como una espiral que en cada vuelta
repite la misma necesidad de asegurar la subsistencia en un nivel superior,
descubrimos que los ·valores científicos son, lo afirmamos una vez más, un
modo ·particular de adaptación, y todas las constantes de la conducta humana
configuran el fenómeno que definiéramos como cultura. Estas constantes ja-
mái1 actúan por separado y de h~co sus valores no representan . fuerzas con-
vergentes ni yuxtapuestas, sino la actitud global e indivisa del Hamo sapüms
frente a la naturaleza. Con un· artificio didáctico podemos disecarlas, pero la
anatomía caracteriza la negación de la vida, y pretender que la r~lación entre
este y aquel factor representa el primum movens, es tan unilateral y artificioso
Como representar la praxis humana cual relación entre voluntad y tono muscu-
lar, entre necesidad y posibilidad, con olvido de que únicamente existe por
·ser expresión biologicosocial, por configurar el acto dirigido según fines pre-
vistos por ·Ja gnosis, que solamente es posible en niveles adecuados cuando la
interacción individuo-medio adquirió carácter social, esto es, histórico, y creó
los valores culturales que engloban, definen y encaminan la marcha de la
tbciedad dentro de la espiral evolutiva. Tales valores se repiten una y mil
veces, como un helicoide de revolución equidistan de un eje único, el hom-
bre como ser social, pero siempre y a cada vuelta de la espiral tienden hacia
· el infinito en un plano diverso, porque distintas son las circunstancias. .
Es petición de principio definir lo general por lo partticular, o viceversa, .
y precisamente cometeríamos esta falla, incluso imperdonable en el liceísta
que aprende los rudimentos de la lógica, si pretendiéramos asentar una relación
de compromiso entre valores culturales y valores científicos en la eduC'.ación
superior. Educar significa transmitir valores culturales, crear el concepto de
la inseparb~d de gnosis y praxis, integrar al individuo con el grupo a
que pertenece, abriendo su mente, la de cada · generación, para la recepción
del pasado y fundamentando la proye~ción de la misma hacia el futuro, esto
es, hacia la interacción con nuevas y posibles circunstancias. Educar es des-
CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 231

pertar la conciencia de l:;t noción de esfuerzo colectivo y de la organización


de ese esfuerzo, enseñar a pensar en escala nacional y universal, ampliar e
intensificar los movimientos del pensamiento individual y colectivo, empujar
a !a búsqueda de fórmulas de pensamiento nuevas, de aspiraciones comunes
que permitan acrecentar nüestras posibilidades de acción a base de nuevas
técnicas armónicas ·con la condición humana. Se necesita saber pensar más,
má!' y mejor cualitativa y cuantitativamente, para poder más, para obtener
un equilibrio real entre la experiencia del grupo que se sintetiza en los valores
culturales y está señalada pcr un acrecentamiento aritmético y la competi-
ción técnica ciue progresa según una ley exponencial y refleja, a través de los
valores científicos, una modalidad particular de adaptación.
Esta marcha forzada, que exige actuar de acuerdo con perspectivas des-
conocidas hasta ahora, impone una adecuación constante del pensamiento y
de la acción a los esfuerzos colectivos nuevos que exigen por retroacción, por
/eed-back diríamos con término caro a los cibernetistas si no prefiriéramos la
expresión legítima y propia de nuestra lengua. Los educadores deben ser
educados; los científicos comprender la necesidad de situar sus investigaciont!!'
pirticulares, no sólo en el marco que les es propio, sino en relación con la
lústoria de la humanidad, que es la síntesis del esfuerzo para crear . valores
p.dturales; los filósofos, abandonando el "mejor de los mundos posibles" de
la cosa en sí, retornar al hombre concreto que en la actividad cotidiana crea,
[lllJStenta y recrea valores, y los pedagogos, en el sentido primigenio del término
que engloba a todos· los que actuando enseñan a actuar, convertir en carne
G! su carne que el paralelismo entre valores culturales y científicos es dicoto-
~ía nacida del divorcio en clases de la sociedad, que exige una forma de
9msamiento para éstos y otra para aquéllos, que la relación entre los mismos
IS simplemente la interacción entre lo general y lo particular, que los valores .
iculares son función y acto de los generales. Comprender, en suma, todos
e el ser y el conocer son, respectivamente, la faceta cualitativa y cuantitativa
l fenómeno dialéctico que configura como síntesis al hombre.
Sexta parte

EDADES DEL HOMBRE


~- -~ ~

- - -

CAPITULO XVIII

GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAD

Definición. Génesis de la personalidad. El problema de las constituciones.


Personalidad 'Y libertad.

La vida mental, aunque considerada genéticamente, lejos de ser una sim-


ple sucesión de acontecimientos, estadios, etapas y ·edades, representa la inte-
gración de todos los factores estructurales, biológicos y psicológicos en una
persona cuyas características, pese a la existencia de circunstancias externa.E
e internas sinúlares a las de otras, resultan únicas. La adquisición de la indi-
vidualidad configura la conquista de caracteres distintivos únicos que dentro
de las diferencias y semejanzas de nuestra especie, en épocas históricas deter-
núnadas y dentro de un núcleo social específico, confluyen para dar a la
conformación mental de un sujeto fisonomía propia apuntalada por las afe-
rer.cias sensitivo-sensoriales y protopáticas, modos de . reacción, y las conse-
cuencias de todas las experiencias vividas que jalonan la existencia individual.
· Esta integración puede ser más o. menos firme, exclusiva y rigurosa, pero
cualquiera sea su grado es indispensable para tipificar la existencia y concien-
cia adultas. Su devenir vuelve infructuosa la tarea de corrientes psicológicas
estáticas, que; como la escuela introspectiva, toman por principio de la vida
psíquica la conciencia personal del sujeto, adquisición· relativamente tardía
que únicamente corresponde a un punto de llegada, de ningún -modo definitivo
y en todo caso frágil. La . definición de persona está ligada a ~na afirmación
de identidad que la distingue de cada una de las experiencias particulares y
8Ucesivas vividas, separa al sujeto del contenido de su actividad, representa-
~ones, y señala una determinada coherencia a través de los acontecimientos
del propio existir. De este modo la personalidad se distingtie de la individua-
fídad, que es una entidad biológica dentro de la especie, y de la "persona
~man", que representa una entidad'social y moral consciente de su papel
1 independencia dentro de los acontecimientos que le son contemporáneos,
ilentada en un principio de dignidad que le impide dejarse absorber o disol-
wer en el conformismo que caracteriza al elemento inerte de cada generación.
Una vez formada la personalidad, puede estar' sometida a oscilaciones en-
f6genas, como variaciones de ritmos psicobiológicos, caídas o exaltaciones de
IDoo que a veces llegan a convertirse en periódicas, . así como a influencias
nas derivadas de cambios en las circunstáncias biofóricas o las exclu-
te ambientales, sociales, englobando dentro de éstas desde la inter-
235
236 PSICOLOGIA GENETICA

acción socioeconómica hasta el grado de cohesión cultural del grupo. De tal sí de 1


manera, pot el impacto de causas patológicas o disociadoras end6genas o ciacioz
exógenas, la personalidad puede sufrir perturbaciones o degradaciones de quicas
carácter temporario o definitivo. La personalidad nonnal reposa sobre el c)
equilibrio y sinergia de cuatro elementos fundamentales representados por la que re
unidad e identidad, que hacen del complejo psicobiológico un todo coherente, estadm
organizado, capaz de resistir la insinuación o avance de deterioros endógenos mitivO!
o exógenos; la vitalidad, que es el equilibrio jerarquizado de medio interno y les, de
externo, y cuya constancia está condicionada por oscilaciones endógenas y por o de lo
los estímulos exógenos a los que el ser organizado responde y reacciona; la los del:
función de lo real, en virtud de la cual y por medio de las sensibilidades d)
protopática y exteroceptiva el individuo se crea una representación mental a todo
de todas sus actividades fisiológicas ·y psíquicas; las relaciones con el medio el equi:
ambiente, a través de las cuales se delinea la separación de sujeto-objeto, es- persona
tableciéndose un equilibrio inestable que provoca la oposición dialéctica de algunas
fa acción y la reacción, para desembocar en la síntesis que configura la actitud lectiva ·
de equilibrio personal. tanto S<
De la existencia como entidad real de estos cuatro caracteres atestiguan con el r
los trastornos de la personalidad que se agrupan, de acuerdo con Porot y e)
Kammerer, según su incidencia total o prevaleciente en uno de dichos ca- frccuern
racteres de la manera que sigue: vos. Se
a) Trastornos en el desarrollo de la continuidad. Pueden afectar el cruelme
aspecto orgánico o el funcional. En el primer caso tenemos a los frenasténi- modific2
coc;, cuya personalidad nunca llega a un desarrollo completo y armonioso por esquema
deficiencia hereditaria, congénita o adquirida en la maduración e integración
del sistema nervioso superior. Este hecho también explica las lagunas que
observamos en algunos desequilibrados. En sujetos normalmente dotados, pero
col! deficiencias sensoriales o provenientes de medios pobres en estímulos
(aislados, ilegítimos, hospitalizados, abandonados), así como educaciones de-
ficientes o unilaterales, configuran el cuadro de los falsos frenasténicos o defi-
cientes pedagógicos, que entraña consecuentemente desviaciones en el desarro-
llo de la personalidad. Perturbaciones en la Íi.fectividad pueden involucrar
reacciones susceptibles de constituir personalidades neuróticas, aparte de las
discciaciones más o menos rápidas de tipo regresivo, aunque reversibles, que
ofrecen las confusiones mentales de origen tóxico o infeccioso, de las disolu-
ciones bruscas de la epilepsia, las más lentas e insidiosas de las demencias, y
las desagregaciones propias de los estados deficitarios juveniles. Todos estos
deterioros de la personalidad pueden realizarse de manera global o parcial.
Las mutilaciones sistemáticas sobre el lóbulo frontal con fines terapéuticos
(lobotomía, leucotomía, topectomía) provocan trastornos importantes de la
personalidad.
b) Trastornos de la unidad. Comprenden todos los fenómenos de des-
doblamiento de la personalidad: creencia en la existencia de dos seres dife-
rentes en el sujeto, que viven cada uno vida propia (maniqueísmo delirante).
sucesión en el tiempo de dos o más personas diferentes, proyección fuera de

"
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAI 237

sí de la imagen del pr<?pio cuerpo (heotoscopia). También se presentan diso-


ciaeiones fragmentarias como el automatismo mental y las alucinaciones psí-
quicas o verbomotrices.
c) Trastornos de la identidad. Revisten diversas formas y tipos: sujetos
que reniegan del "yo" anterior, se desprenden de él y llegan a verdaderos
estados delirantes de negación; delirios .. de transformación, propios de los pri-
mitivos, sugestionables, accesibles a influencias mágicas, de los débiles menta-
les, de los histéricos y mitómanos; -el importante grupo de los megalómanos
o de los místicos, de los reformadores inspirados por Dios, que caen dentro de
los delirios de imaginación sistematizados por Dupré.
d) Trastornos en las relacwnes con el mundo exterior. Ya destacamos
a todo lo largo de este trabajo el valor de la interacción con el ambiente para
el equilibrio de la personalidad. Las alteraciones más o menos graves de la
personalidad en sus relaciones con el medio ambiente se pueden observar en
algunas formas de la esquizofrenia, con alejamiento completo de la vida co-
lectiva y cultivo de un "yo" deformado y disociado. Estos trastornos asientan
tanto sobre la estructura interior de la personalidad como en su integración
con el medio ambiente.
e) Trastornos en la percepción protopática y consciente. Aparecen con
frecuencia en los estados depresivos, en la melancolía y en los estados obsesi-
vos. Se manifiestan con claridad en la conciencia del paciente, que sufre
cruelmente al apreciarlos y no poder actuar contra ellos. Al grupo de las
modificaciones protopáticas se pueden adjudicar todas las perturbaciones del
esquema corporal.

*
El estudio de la actividad nerviosa superior no solamente brinda la prueba
material, objetiva, de la superioridad humana en relación con los demás se-
res vivos; también demuestra que la misma no es una cualidad estática, in-
mutable, una esencia de carácter genético que se realiza por herencia, sino
una aptitud que se elabora primero por el desarrollo del órgano cerebral y
luego por una incesante tarea de interacción en la que el hombre aprende a
utilizar su cerebro para desarrollar; junto con las cualidades mentales here-
dadas, la unidad distintiva que dentro de las características generales de la
especie y del medio le otorgan una actividad singular e indivisa: la persona-
lidad. Si razones orgánicas o de medio no permiten esta elaboración humani-
zante, se despersonaliza y pierde la aptitud recibida. El cerebro es el órgano
de la personalización; los pasos de su desarrol!o señalan en la ontogenia los
grados a 'que llega la personalidad, pero ésta es, al mismo tiempo, producto de
la filogenia, de la mircha hacia el Horno sapiens, en la que se entrecruzan la
evolución biológica y la historia sociocultural del género humano. Este fenó-
meno dialéctico, de cuyo equilibrio depende el equilibrio de la personalidad,
está lejos de haber alcanzado un límite. Se ofrece siempre con características
dinámicas, renovadoras, y su grado es, de igual manera, producto de la evo-
lución filogenética, de la ontogenética y . de la sociocultural.
238 PSICOLOGIA GENETICA

En la ontogenia, el ser humano se inicia a la vida a través de un período de deriv<


confusión; la actividad y la sensibilidad del niño (vid. cap. V) comienzan un er
por establecer relación con los objetos sin distinción posible entre la fase sub- nuará
jetiva y la objetiva de las situaciones. Un extenso período, que llega hasta posici4
casi los tres años -cuando ya la marcha y el lengua je aseguran la praxis y acción
la verificación de los resultados del acto-- lo muestran indiferente a las im- 1a per:
presiones que no ofrezcan relación con la satisfacción de sus apetitos, para lidad '
después resultar totalmente acaparado por las manifestaciones del medio que en me:
lo rodea. Sin duda representa un progreso notable de la etapa en que por encima du;iles
de sus intereses propioceptivos y alimentarios responde a una sonrisa con otra, negati'
a una reprimenda con lágrimas; a partir de entonces participa del ambiente ción pl
que le crean sus semejantes con emociones apropiadas. Empero, sería inútil La eta
buscar a través de estas manifestaciones un principio de afirmación personal. fluenci:
La recepción de las influencias es pasiv~ una especie de participación refleja, por fal
como afirma Wallon, porque entre su sensibilidad protopática y las acciones intransi
exteriores no se ha establecido todavía una delimitación precisa. estado
Es al final de esta etapa, hacia los tres años, cuando se produce el episodio qm" red
llamado crisis de la personalidad. Bruscamente el niño parece percatarse de Ha sidc
su identidad personal y de su separación de todo lo que no es él mismo. Para La:
entonces, en el uso del lenguaje le resulta familiar el empleo más o menos el que a
sutil de los pronombres personales; aprende a distribuirlos, aplicarlos y, al unidad
mi~o tiempo que a través de la integración de sus sensibilidades perfecciona de las n
la noción de cuerpo propio, la sociedad, por medio del lenguaje que representa tardía, ¿
normas estabilizadas de separación entre lo subjetivo y objetivo, le impone una lo inmec
praxis en la cual el sujeto agente, aunque causa de la acción, está desvinculado infancia
de la proyección de los resultados. Esta primera confrontación señala una nueva en la pu
actitud psicobiológica; destruida la base exclusivamente afectiva del conoci- el proble
miento, la delimitación entre sujeto y objeto cobra la forma de una oposición gatorio <
sistemática. Sin haberse desprendido todavía completamente del subjetivismo en la an
que deriva del predominio de la sensibilidad protopática, el niño parece do- entances
mmado por la necesidad de responder a las voluntades de los ·otros, a la ac- muerte,}
ción de las cosas, por una contravoluntad, una contracción. Se entrega· finita, se
obstinadamente al juego de la oposición; lo busca, provoca, como si encon- se abstraj
trara en el mismo una fuente de placer. Mas, si quitamos a esta situación la tadas por
ap!'eciación adulta de "deseos", "búsqueda", y apreciamos el fenómeno en su viduo, de
ver<ladera medida y alcances, encontramos que explora las fronteras de lo La pt
tuyo y lo mío, que simplemente tantea y reconoce un terreno en el cual se y afectiva
mueve a duras penas impulsado por el medio Y, con instrumentos sensitivos por la vi<
en los cuales todavía domina parcialmente el subjetivismo de la propiocepti- negación
vidad, que apenas comienza a perder su primer plano para cederlo a la extero- vivencia;
ce.ptividad. esa marcl
A esta fase puramente negativa sigue una actividad menos rígida, casi in- que se in
formal, cuyos fines ya no son la afirmación estéril de una personalidad de que se pu
base exclusivamente biológica, sino la adecuación de gustos y necesidades a un plante;
las posibilidades del ambiente, acompañada de la adquisición de ventajas a la ~po
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAD 239

derivadas del reconocimiento y aceptación de lo objetivo. Comienza entonces


un enriquecimiento gradual de la autodeterminación personal que se conti-
nuará hasta la juventud, cuyos grados dependerán de la edad y de las dis-
posiciones o aptitudes individuales. Se establece de 'esta manera una inter-
acción continuada entre sujeto y objeto, que ofrece como síntesis el perfil de
la personalidad individual. Producto de una relación dialéctica, esta persona-
lidad tendrá rasgos determinados por las características distintivas, en más o
en menos, de los contrarios en choque; si las disposiciones y aptitudes indivi-
du~les ofrecen carácter irreductible, si las circunstancias resultan positivas o
negativas, cualesquiera sea la razón que haga variar el equilibrio de la rela-
ción planteada, la personalidad se desarrollará según el vector de mayor fueJ7.a.
La etapa de oposición es la gran conquista de la personalidad sobre la in-
fluencia emotiva y la sugestibilidad, pero si las circunstancias socioculturales,
por falta de coherencia o por extrema rigidez, actúan de manera lábil o ·
intransigente, el individuo en evolución puede estancarse, retrogradar a un
estado de puro negativismo, o esquematizarse en una actitud rígida y vada
que reduce las relaciones o situaciones a un perpetuo conflicto con el sujeto.
Ha sido · cr~ad una personalidad neurótica.
La afirmación de la autonomía con respecto a los otros es el pilar sobre
el que asienta Ja personalidad, pero no aparece como condición suficiente. La
unidad e identidad del yo exigen el eje del tiempo, que señala la sucesión
de las relaciones con el medio e indica los grados de continuidad. Adquisición
tardía, deja por mucho tiempo al niño sin atribuirse un destino. Inmersa en
lo inmediato, falta de una proyección que trascienda la realidad del acto, la
infancia está ajena a la preocupación del fin de la existencia. Unicamente
en Ja pubertad (vid. cap. VI), con las primeras reflexiones sobre la muerte,
el problema de la personalidad cobra una nueva dimensión con el interro-
gatorio acerca de la razón del ser y las perplejidades que sumen al púber
en la ambivalencia del ser y el no ser. La inquietud de la existencia cobra
entonces carácter metafísico al enfrentar la vida y la nada, el amor y la
muerte, y, por primera vez erl la historia del individuo, la persona se descubre
finita, se concentra en ella misma, abstrayéndose en el tiempo como · otrora
se abstrajo de los otros. Las barreras rígidas del negativismo quedan suplan-
tadas por el aislamiento, menos espectacular, pero más sensible para el indi-
' viduo, del enquistarniento en el tiempo.
La pubertad y la adolesc,encia ofrecen el ejemplo de la lucha intelectual
y afectiva entre la vida y la muerte, crisis de la cual sale el adulto que opta
. por la vida. A partir de ese :momento, la actividad íntegra del hombre es la
negación de la muerte; sus actos, sus creaciones, están destinados a la super-
vivencia; ni el miedo a la nada o la desaparición de los semejantes turba
esa marcha que parece dirigida hacia la inmortalidad, hasta el momento en
que se inicia la declinación de las fuerzas y son cada vez menos los actos
que se pueden reali!ar. La ascensión vertical de la personalidad irrumpe con
un planteamiento metafísieo, la curva del descenso se insinúa cuando frente
a la imposibilidad del acto aparece, según el 'caso, un obstinado af~rmiento
240 PSICOLOGIA GENETICA
La :
a vestigios materiales del pasado o un progresivo desinterés por todo lo que atrai
no puede realizar (vid. cap. XIX). . , . entr•
Sobre la génesis de la personalidad reina acuerdo casi unamme entre los
liari1
psicólogos, pero frente a la pregunta de. si la p:rsonalidad es un result~o de e
traduce una idea directriz surgen las divergencias. En el fo~d la cues~ion
0 brim
importa poco, porque únicamente cuenta el r:sultado, y es mc?ntrovertible
table
que como producto de la evolución va de lo srmple a lo com~leJO, que toda juve1
nuestra vida orgánica y psíquica comporta notables adaptaciones. ~o ob.s-
B
tante, y sin negar tales procesos, los espirt~al sui;><>.n:n la prexis~nca
de un plan inmanente que se realiza a traves d~ las ~ic1Sltudes aleatorias de mant
los detalles. En apariencia, todo sucede como si hubies~ un plan, . Y el de~­ pírici
acuerdo entre materialistas y espiritualistas podría reducirse a la div.ergnc~a lógic:
entre la acción del azar y la normatividad de un plan. Pero la difer~ca de u:
una t
radjcal está en que Jos espiritualistas consideran ~l p~oces . ~e pe~sonah­
ción como un mecanismo al servicio del alma, pr1nc1p10 espmtual indepen- roer),
A;.. "~' • _, ...~ta _ nostura_ el a.soecto biológico y social conciernen al cuerpo Y v1osa ,
al grupo, pero el aspecto psicológico depende del alma. Los materialiStas ciplina
tienen todas las de ganar cuando atacan a los idealistas y afirman que en nos por
el organismo todo es fisicoquímico y que no existe una foerza e' piritual ac- entre el
tiva. El alma, principio metafísico, no está en el mismo plano que el cuerpo a princi
y no podría actuar sobre él. En tanto que trascendente es un epifenómeno, unieron
y la personalidad expresa, como probamos, la razón dialéctica del fenómeno los gran
de interacción que asegura el equilibrio entre la materia organizada y las tempera1
condiciones ambientales de las que esa materia es, sucesivamente, fin y causa. minan te,
Aquí abajo, podemos afirmar con Henri Roger, no existe espíritu sin mate- lioso), c.
ria. Reducido a su expresión cerebral, el proceso de personalización se vanni, \
presenta como adquisición gradual de estereotipos dinámicos, de esquemas tarse de
espacio-temporales adquiridos, pero en su totalidad psicobiológica los acon- lugar a
tecimientos de que está hecha una personalidad se integran de muy diversa parte, qi
manera para el que la vive, amalgamándose a sistemas diferentes de ten- de las gl
dencias o de necesidades, de particularidades hereditarias o congénitas _que, fológica ,
propias de cada individuo, plantean el problema de las constituciones. (linfáticc
y el long
* el caract
como lo t
El análisis de las etapas de integración anatómica y de maduración fun- interrelac
cional del sistema nervioso (vid. cap. II), así como de su concomitante tamente 1
neuroendocrino, no agota los posibles planteos de la unidad somatopsíquica. ciclad cor
El problema no es nuevo, puesto que Hipócrates, ya en el siglo v a. C., pro- quismo)
curó resolverlo por medio de la teoría de los humores. Tal intento perduró pático, d,
durante siete centurias, hasta que Galeno, inspirado en Aristóteles, y a par- miniSino
tir del concepto hipocrático, sentó las bases de la d~trina clásica de los cuatro
temperamentos, que tiene por cimiento cuatro humores de los cuales la sangre, Un a1
primero y principal, da origen a otros tres: linfa o pi tui~ o flema, bilis negra morfológi
y bilis amarilla. La preponderancia de las propiedades de los cuatro elementos
básicos de
en cada uno de los humores denuncia la filiación aristotélica de la t.eoría. lianos fut
Psicolog la ge:i:
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAJ 24'1

La sangre es caliente y húmeda; la linfa, fría y húmeda; la bilis negra o


atrabilis, fría y seca; la bilis amarilla, caliente y seca. De aquí la diferencia
entre los temperamentos sanguíneos, los linfáticos o flemátícos, los atrabi-
liarios nerviosos o melancólicos y los biliosos o coléricos. Fuera de la relación
de .estos temperamentos con los climas y las influencias astrales, que descu-
brimos incluso en los orígenes de las más antiguas cosmogonías, Galeno es-
tablece relaciones análogas con las edades de la vida: infancia = sanguíneo;
juventud = bilis; edad madura = atrabilis; vejez = linfa.
Bajo una u otra forma, la teoría cuaternaria de los temperamentos se
mantuvo siempre en el favor de los investigadores sostenida por razones em-
píricas; la vemos resurgir en nuestros días, liberada de connotaciones pre-
lógicas, en los esfuerzos para presentar al temperamento como característica
de una constitución física, como condición fundamental y determinante de
una estructura mental (Sigaud, De Giovanni, Viola, Allendy, Pende, Krestch-
mer), o bien como expresión de un tipo determinado de reactividad ner-
viosa a los estímulos ( Pavlov). Estas investigaciones fundamentan una dis-
ciplina nueva, la biotipología, aplicada a la diferenciación de tipos huma-
nos por medio de características biológicas comunes a cada uno y distintas
entre ellos. Sus bases fueron echadas simultáneamente en Francia e Italia,
a principios de siglo, por Sigaud y De Giovanni; médicos clínicos ambos,
unieron el punto de vista morfológico y la consideración de predominio de
los grandes sistemas funcionales. Sigaud retoma la distinción de los cuatro
temperamentos galénicos, que denomina, según el sistema orgánico predo-
minante, biotipo digestivo (linfático), respiratorio (sanguíneo), muscular (bi-
lioso), cerebral (nervioso). En Italia, el discípulo y colaborador de De Gio-
vanni, Viola, centró su búsqueda en las dos tendencias del hombre a dila:-
tarse de manera divergente y complementaria en largo y ancho, lo que da
lugar a su clasificación de longilíneos y brevilíneos. Pende ha sido, por su
parte, quien impulsó decisivamente la biotipología, al atribuir a la . acción
de las glándulas endocrinas el papel predominante en la constitución mor~
fológica del ser. Los cuatro tipos netos que clasifica son el ·brevilíneo asténico
(linfático), brevilíneo esténico (sanguíneo), el longilíneo esténico (bilioso)
y el longilíneo asténico (nervioso). Sin duda, tanto el perfil intelectual como
el caracterológico están influidos por la constitución néuroendocrina, así
como lo están por todos los factores orgánicos y ambientales, cuya conjunción e
interrelación estructuran la personalidad. No obstante, Pende excluye táci-
tamente esta situación de totalidad, ya que al poner el acento sobre la velo-
cidad con que se cumplen los procesos psíquicos (taquipsiquismo y bradipsi-
quismo) según predomine la acción de la glándula tiroides o del ortosim-
pático, desemboca en c.onclusiones ortodoxas que denotan un rígido deter-
minismo somático de la personalidad.
· Un aporte que dio nuevas facetas al problema de la interdependencia
morfológica y carteológi~ y que al mismo tiempo popularizó conceptos
básicos de tipología, fue el de Krestchmer. Los precursores franceses e ita-
lianos fueron clínicos; Krestchmer, que es psiquiatra, introduce en su cla-
Paicologla genttlca.-16.
242 PSICOLOGIA GENETICA

sificación conceptos psicopatol6gicos conjuntamente con consideraciones mor- por el


fológicas. Distingue para el soma el tipo corto y denso, pícnico (brevilÍDl!lll Result
de Viola y Pende), y un tipo alargado y sutil, leptosoma (longilíneo de Viola 1'
y Pende), con variedades asténicas y atléticas. Entre ambos sitúa el sint~
2'
o atlético, que sería el prototipo de la normalidad, bien equilibrado morfo.. 31
lógica y psíquicamente, y el displástico, caracterizado por predominio de la 41
cabeza en relación con el cuerpo. Desde el ángulo psicopatológico, y aqul La
reside la originalidad de Krestchmer, introduce la distinción de cuatro tipo1 tas ha
de constitución normal: cicloide, epileptoide, histeroide, esquizoide. Cada uno CO!DO :
de estos .tipos representaría la condición normal correspondiente a los grande. Sigaud
·síndromes psicopatológicos: locura maniacodepresiva, epilepsia, histeria y a los t
esquizofrenia, y señalaría, en el caso de enfermedad mental, el destino pato- (perro
lógico del individuo sano. En cuanto a la relación soma-psiquis, la consti- él cata
tuación cicloide correspondería al tipo pícnico, mientras la esquizoide, que cación
abarcaría los tres últimos tipos físicos -atlético, displástico y leptosomo-, en- si las c
cuadra predominantemente en la forma leptosómica. Estas correlaciones --es sobre 1
la objeción fundamental a la tipología de Krestchmer- carecen de causas llar un
intrínsecas y no es difícil reconocer, morfológicamente, tipos muy diferentes cual e
de esquizoides, Además, la clasificación, por la vaga amplit\ld de la descrip- de esti
ción psicológica, resulta rudimentaria y las correspondendas entre tipos fí- nista, l
sicos y tipos psicopatológicos acusan una gran labilidad. El carácter neta- tratad
mente determinista de la constitución psíquica en la teoría krestchmeriana las inf
choca con la apreciación del factor hereditario en psicología y con el papel nacimic
preponderante del medio en la formación del carácter, que deja al margen Sin
de toda investigación psicogenética, salvo en una interpretación a fortiori. liga in<
Las especulaciones biotipol6gicas a las que acabamos de pasar revista y y socia
a las cuales debemos agregar principalmente los trabajos de Helmuth Bogen, y brinc
Giese, St_ockard, Laugier, Weinberg, Le Senne, Heymans, tienen por fina- heredit
lidad la clasificación de tipos físicos para obtener indicaciones sobre el ca- convert
rácter, a partir de la consideración de estructuras y funciones corporales. pimen,
Todas concuerdan en el hecho de que estudian al individuo adulto y solamente (excitac
tienen en cuenta la fábrica corpórea en el equilibrio o desequilibrio del pleno
desarrollo. La faíia común es que no parten 'de lo más íntimo del individuo
y no responden a ese todo organizado que va, por grados, de las transfor-
maciones químicas a la mayor o menor vivacidad de las imágenes y de los
pensamientos.
Otros autores, como Pavlov y sobre sus huellas Gurevish, han procurado
establecer, respectivamente, la influencia de tipos de constitución nerviosa
y de complexión motriz sobre la personalidad; el primero, del equilibrio o Los
predominio de la excitación o inhibición de la corteza cerebral; el segundo, y su es¡
tomando como origen las deficiencias del sistema neuroce.rebral. Para Pavlov
los tipos de actividad nerviosa superior se adecuan a los temperamentos, y
'9ertad.
'1udavía
para identificarlos se basa en tres caracteres principales de los procesos de La disp
. excitación e inhibición: fuerza, equilibrio y movilidad. Su combinación o ,imer, I
predominio ofrece una clasificación cuaternaria que, de manera formal, y no ha psit
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAD 243

por el contenido, se puede asimilar a los cuatro temperamentos galénicos.


Resultan de este modo:
19 Un tipo fuerte, desequilibrado, excitable, que es el colérico;
29 Un tipo fuerte, equilibrado, vivaz, que es el sanguíneo;
39 Un tipo débil, equilibrado, calmoso, que es el flemático; ·
49 Un tipo débil, desequilibrado, inhibido, que es el melancólico.
La tipología pavloviana ofrece un único rasgo común con las descri-
tas hasta ahora: los cipos de sistema nervioso o temperamento son innatos1
como son innatas las características orgánicas o humorales de los sistemas de
Sigaud, de Giovanni, Pende, Krestchmer, etc. Por otra parte, adelantándose
a los trabajos de Stoekard, que extendió la tipología del hombre al animal
(perro) , Pavlov considera las características de reactividad neurocortical por
él catalogadas como comunes al hombre y al animai. No obstante, la califi-
cación de "innatas" no señala invariabilidad o permanencia; sólo expresa que :
si las circunstancias de desarrollo y adaptación son invariables o permanentes,
sobre la organización neurocerebral diferenciada, el individuo puede desarro-
llar uno de los cuatro temperamentos, sin ser necesariamente aquel para el
cual está hereditariamente configurado. Esto sucede de acuerdo con el tipo
de estimulaciones socioambientales que predominen. Con criterio evolucio-
nista, pero más cercano a Lamarck que a Darwin, concluye que, si bien se
trata de un tipo innato de sistema nervioso, es forzoso tomar en cuenta todas
las influencias a que ha estado sometido el organismo desde el día del
nacimiento.
Sin desconocer la importancia del factor biológico, la teoría de Pavlov
liga indisolublemente las constituciones mentales con las constantes ecológicas
y sociales -las primeras priman en el animal, las segundas en el hombre--
y brinda una teoría genética del temperamento. Este deja de ser una pauta
hereditaria e indeformable sobre la cual se asienta la personalidad, para
convertirse en una faceta saliente de las características esenciales que im-
primen, apoyados sobre la com;titución nerviosa innata al dinamismo cortical
(excitación e inhibición), los hechos extraindividuales. De. este tnodo, la
personalidad se revela como expresión formal de la interacción entre la
función nerviosa '(tipo del sistema nervioso: predominio de la excitación o
de la inhibición cortical) con el grado y fuerza de las estimulaciones extero-
ceptivas (sociales e históricas) , a través del medio ambiente físico y de la
palabra considerada como símbolo.

*
Los valores clásicos de la reflexión filosófica sobre lo que es el hombre
y su espíritu se afirma primordialmente en conceptos de pers~alid y li-
bertad. El humanismo tradicional, al margen de la biología y la psicología,
todavía discute sobre determinismo y libre albedrío en función de entelequias.
La disputa sobre la naturaleza del hombre, la libertad, los fundamentos del
deber, requiere para el humanismo moderno el conocimiento de la natura-
leza psicobiol6gica del ser humano, una base firme y aceptable para todos _..,
244 PSICOLOGIA GENETICA

que pueda testimoniar qué es lo humano y encauzar el debate a base de la necesi


valorización de todos los aspectos paralelos, contradictorios, confluyentes, cuya de un
interacción dialéctica establece la síntesis que caracteriza al fenómeno homi- cimier
nizante, de la cual es expresión la personalidad. Se trata, pues, de ver cuáles temáti
son las posibilidades de acción dadas al hombre por el desarrollo nervioso, del m
por la integración al medio y por la conversión de la praxis en gnosis, a tra- Iectuai
vés del hecho histórico. la cap:
más li;
Psicológicamente estas posibilidades están dadas por la presencia en el
cuestió
cerebro de las estructuras neocorticales; biológicamente son el desarrollo de
tras qi
una estructura cm;npleja en razón de las propiedades que posee la materia
elecció
viviente a partir del escalón celular, propiedades transformadas en el proceso
contrae
del mantenimiento de la autonomía de la interioridad orgánica estructurada
nada I
e integrada. La posesión• de un cerebro desarrolla poderosamente el valor de
pues, i
esas reacciones fisicoquímicas, puesto que abre la posibilidad de utilizar sig-
alcanz¡;
nos exteriores en la regulación del proceso trófico, permite la interiorización
de los
del mundo, la percepción de nuestra propia interioridad, volviéndonos capa-
un prii
ces de pensamiento y de acción motivada automática o conscientemente. La
din-:
integración cada vez más delicada y compleja de todos esos signos conduce
Lo que
al conocimiento de objetos y de situaciones complejas que serán, según el
es un a
caso, reconocidos como sujetos u objetos.
ciencia!
El cerebro no solamente permite que nos interioricemos en las cosas, que necesid:
' objetivemos nuestra interioridad para producir pensamientos, sino que a la
vez nos personaliza, dándonos dominio de nuestras sensaciones, sentimientos
y actos, y con ello la posibilidad de actuar libremente después de tomar una
decisión basada en un juicio. Saberse libre no es una ilusión, está asentado
sobre una propiedad cerebral humana que requiere condiciones bien precisas
y permite, como demuestra la neurofisiología, escapar al determinismo de
los automatismos. Gracias al proceso de integración e interacción de los fac-
tores biológicos, sociales y psíquicos (vid. cap. 1), el hombre puede reprimir
el impulso porque logró la posibilidad de dirigirlo en otro sentido.
Con enfoque biológico, la libertad consiste en la plenitud orgánica que
resulta de la realización · del equilibrio trófico; socialmente la libertad se
explica con la definición de Spinoza: "conocimiento de la necesidad" y, psi-
cológicamente, se revela como la posibilidad de elegir entre la realización
tr6fica y la necesidad. La reflexión, síntesis del saber y posibilidad neuropsi-
cológica, permite decidir, elegir, dirigir los actos. El grado de personaliza-
ción, que resulta ·de la interacción de factores internos y externos, señala la
prevalencia de la elección. La conciencia del acto decide, y esta conciencia
está centrada en el cerebro, que únicamente la permite por ser el órgano
de integración de lo viviente. Pero de todos modos el cerebro no posee ver-
dadera interioridad, verdadero pensamiento; en la complejidad de su activi-
dad integradora éste está presente por un proceso siempre interior motivado
--pór estímulos propios, interoceptivos, y estímulos del medio, exteroceptivos.
El hombre es un ser social y su conducta está determinada tanto por
constantes biológicas .como socioculturales que le imponen una libertad de
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAD 245

necesidad. Empero, "la libertad -escribió Engels-- no consiste en la ilusión


de una acción independiente de las leyes de la naturaleza, sino en el cono-
cimiento de esas leyes y en la posibilidad así lograda de hacerlas actuar sis-
temáticamente con fines determinados. Esto es verrladero tanto para las leyes
del mundo exterior como para las que rigen la existencia corporal e inte-
lectual del hombre. La libertad de la voluntad no es por lo tanto más que
la capacidad de decidirse con conocimiento de causa. De esto resulta que cuanto
más libre es el juicio de un hombre en lo que concierne a una determinada
cuestión, mayor es la necesidad que determina el tenor de este juicio; mien-
tras que la incertidumbre fundada en la ignorancia, que parece hacer una
elección arbitraria entre un gran número de decisiones posibles, diversas y
contradictorias, prueba por esto mismo que ella no es libre, que está domi-
nada por el mismo objeto que ella debería dominar". La libertad representa,
pues, el dominio del objeto por el individuo, y esta capacidad de dominio se
alcanza por la personalización, que resulta de crear y determinar los límites
de lo subjetivo y objetivo, abriendo así el camino de la reflexión. "Lo que en -
un principio hizo el hombre por primera vez -;-escribe Teilhard de Char-
din- sabemos que es el acceso de la conciencia individual a la reflexiva.
Lo que en el curso de los siglos siguientes mide el progreso de la humanidad
es un aumento de e_ste poder reflexivo' por la reflexión conjugada de las con-
ciencias humanas entre sí." Tenemos la libertad de la forma de satisfacer
necesidades.
tosis. En
porque e
dos, fenó
ción. Par
compleja
ciéndose
CAPITULO XIX las posibi
morir la
INVOLUCION Y DISOLUCION crea -fo
ya que de
Definición. Signos de senilidad. Senectud, senilidad y presenilidad. Esteri- plicación
lización de las actividades mentales y pérdida del sentimiento cronológico. pero una
Actitudes frente a la muerte. porción e
ducción e
La vida útil del animal concluye con la capacidad reproductora, después equilibrio
de haber dado una ínfima porción de su materia que será el origen de nue- la reprod
vos individuos; la del hombre, animal que desarrolló la mente, se prolonga células d1
como expresión de pensamiento mucho más allá del fin de la actividad ge- de cadáve
nésica. El animal vive en función de gónadas; el hombre, de ideas, y de aquí del organi
la importancia del estudio de la vejez dentro de la psicología. El joven como para conti
el anciano representan una unidad psicobiológica particular cuyo psiquismo con las d
no se advierte en sus peculiaridades si no se consideran cambios biológicos, y Este p
viceversa. Dicotomizar es destruir la realidad dialéctica que configura al fe- peculiares,
nómeno vida, y para comprender la vejez, etapa involutiva de la existencia, individuo
antesala obligada de la muerte, es necesario definir y comprender la vida. estudios bi
Para Claude Bernard, "la vida es la muerte" y, según la expresión de Bichat, mal que l:
·"el conjunto de funciones que resisten la muerte". Ambas definiciones coin- miento in<
ciden, a pesar de la contraposición ideológica de mecanicismo y vitalismo, en el que lai
un denominador común: la muerte, que de manera fundamental consiste en células qu
la pérdida definitiva de la actividad protoplasmática de las células. se dividen
La vida se mantiene únicamente dadas condiciones óptimas desde todo son elimin;
punto de vista, y uno de estos factores fundamentales es su poder de expan- la concord
sión; salvo excepciones, toda célula crece y se divide sin cesar, y todo indi- miento ópt
viduo pluricelular tiene el poder de reproducirse. Si bien el aspecto funda- perfecta n
mental del mantenimiento de la vida está representado por una incesante lógicas en
renovación de individuos, las células mismas no están inermes frente al perturban
medio. Todo cambio de éste desarrolla una modificación del quimismo celular de la vida
que puede provocar tactismos, esto es, una reacción adaptada. Metalnikov evidentes e
pudo provocarlos haciendo absorber a infusorios pártÍculas inertes que ter- de la miSIJ
minan por desdeñar sin que hubiese .producción de toxinas. El protoplasma entre la ed
se adapta, por último, a condiciones que primitivamente eran desfavorables la verdadei
y que, a la postre, terminan por convertirse en imprescindibles. ñalan una
El destino de la célula es reproducirse; cuando la masa protoplasmática . la cronolog
ha crecido lo suficiente como para romper el equilibrio de masa con el nú- de las llag::
cleo, inteIVÍene el fenómeno de la división nuclear que culmina con la mi- ción de la
24.6
INVOLUCION Y DISOLUCION 247

tosis. En el caso de los unicelulares, salvo accidente, la muerte no existe


porque el resultado final siempre es que en lugar de un individuo quedan
dos, fenómeno que hoy sabemos puede seguirse indefinidamente sin interrup-
ción. Para los seres superiores rige la misma norma de continuidad, pero la
compleja estructura de los mismos hace que esas posibilidades vayan redu-
ciéndose a medida que ascendemos en la escala animal. En los mamíferos,
las posibilidades de regeneración son muy restringidas; necesariamente debe
morir la enorme mayoría de sus células, puesto que la reproducción sexual
crea -frente a la división celular y la asexuada- un ser totalmente nuevo,
ya que dos individuos de sexo opuesto deben unirse para generarlo. La com-
plicación orgánica de los seres superiores condena su cuerpo a la muerte,
pero una. pequeñísima porción sobrevive a condición de fusionarse con otra
porción extraña. En la fecundación sexual no hay remozamiento, sino pro-
ducción de una nueva individualidad, y mientras esta posibilidad existe el
equilibrio vital del ser vivo se mantiene sin alteración. Acabado el ciclo de
la reproducción posible, a una edad característica para cada especie, las
células deben morir, desaparecer obligatoriamente el cuerpo en el estado
de cadáver, incluso sin que intervenga ninguna causa accidental. La muerte
del organismo superior es la de todas sus células; comienza con las sexuales
para continuarse de manera precipitada, y a través del estado de decrepitud,
con las demás.
Este período, la vejez, ofrece en el hombre características psicobiológicas
peculiares, puesto que el desarrollo de la inteligeneia prolonga la vida útil del
individuo mucho más allá de los límites de la capacidad sexual. Dentro de los
estudios biométricos, la edad adulta, escribe Teissier, es "el estado de un ani-
mal que ha terminado de crecer y por extensión el de un animal de creci-
miento indefinible que alcanzó la madurez sexual"; estado de equilibrio en
el que las ganancias compensan exactamente las pérdidas, en el cual las
células que han llegado a un número definitivo --elementos nerviosos-- no
se dividen más, otras solamente se dividen para reparar las que mueren y
son eliminadas. Nos encontramos frente a un estado de equilibrio en el cual
la concordancia exacta de las actividades fisiológicas asegura un funciona-
miento óptimo de la máquina orgánica. No obstante, la regulación nunca es
perfecta ni las restauraciones integrales; alteraciones morfológicas y fisio-
lógicas en un principio imperceptibles, luego sensibles y más tarde evidentes
perturban progresival!lente funciones esenciales hasta que la sinergia propia
de la vida queda destruida. El período en que las perturbaciones se vuelven
evidentes corresponde a la vejez, y el grado de evidencia señala las etapas
de la misma. De manera aproximada podemos indicar una correspondencia
entre la edad cronológica del individuo y la sucesión de estos períodos, pero
la verdadera relación está dada por los mismos procesos fisiológicos que se-
ñalan una detención progresiva de los procesos vitales independientemente de
la cronología individual. Lecomte de Nouy, por el estudio de la cicatrización
de las llagas,, llegó a una fórmula matemática que permite prever la evolu-
ción de la núsma, y demuestra que las llagas cicatrizan más rápidamente
248 PSICOLOGIA GENETICA

cuanto más joven es el sujeto. El fenómeno es tan preciso, escribe Chauchard, macic
que se puede afirmar -en el caso de una cicatrización anormal- que el adqui
individuo tiene una edad fisiológica diferente de su edad real. "En edades di- de lo:
ferentes, son necesarios tiempos diferentes para .cumplir el mismo trabajo." minui
Esta comprobación de Lecomte de Néiuy nos demuestra que existe un tiempo la pie
fisiológico variable ligado a la actividad del protoplasma en función de la tivas 1
edad, y en razón del cual se modifica el organismo y, concomitantemente, ción i
la vida mental y afectiva, equivalente cualitativo de los fenómenos cuanti- cías d
tativos que acabamos de señalar. o hep;
La detención del crecimiento indica el fin del proceso evolutivo del psi- señala
quismo, y después de la etapa de madurez -período del tiempo fisiológico con el
sin retrasos ni adelantos-- comienza una aceleración en la edad fisiológica raciom
que desemboca en la muerte. La vejez es la reciproca del estado de creci- o difu:
miento; al ascenso del organismo sucede el descenso, tanto en el plano fisio- En
lógico como en el psíquico. El organismo ha cumplido su destino, la vida fía, pei
ha sido transmitida, y debe desaparecer. natura]
lesiona¡
pesor e
* aparect
En las especies anímales en que la muerte sigue inmediatamente a la sas. Coi
reproducción, la vejez falta. En el hombre, las edades de la vida están se- unifom
ñaladas pero no limitadas por la función sexual: pubertad y menopausia. La ducción
menopausia indica el final de la actividad genésica, pero de ninguna manera en el h
representa la extinción del individuo, cuya muerte está precedida por una ltiperac1
curva de declinación que para los humanos representa una conquista del también
individuo sobre el destino de la especie, que es perpetuarse. En la misma me- todos es
dida que las relaciones del individuo con el medio se diversifican, se vuelven ~ mino
menos directas, adquiere una estructura más independiente que rompe la fdaptac¡
estricta asimilación con la reproducción. Importa la adquisición de un apa- ~ rmaln
rato psíquico cuyo poder, logrado ontogenéticamente a través de años de desa- feme ti vi
rrollo y maduración, se pierde, cuando se llega a la vejez y en condiciones nor- Estas
males, también lentamente. El grado de evolución mental alcanzado por fiejo, pe
nuestra especie, dentro del cual la actividad se centra en intereses intelec- ¡pieden
tuales, los signos de senilidad aparecen ligados a modificaciones del meta- ID05trara
bolismo y de la actividad neurovegetativa. La menopausia, que solamente en fbhsiste.
la mujer muestra con certeza un límite preciso a la reproducción, sirve aún ~ánica
dentro de las costumbres como señal de envejecimiento; tanto es así que lieran e:¡¡
cuanto más primitiva es una comunidad, más unidas aparecen al ciclo de fables su1
ovulación las edades femeninas: actividad sexual y envejecimiento precoces. lle] acto,
Idéntica acción desempeñan factores psicósociales derivados de la estimación re tod1
colectiva de la capacidad del hombre, como es el caso de los jubilados, que s sabe
ven aumentar sus achaques y acelerar el ritmo del envejecimiento apenas
se retiran de la actividad útil que desempeñaron dentro de la comunidad.
Por lo demás, todos reconocemos a un viejo, pero es difícil precisar las
causas de su vejez. Se observa como norma una atrofia general de los teji-
dos con degeneración . y reducción de células nobles e hipertrofia de las ' for-
INVOLUCION Y DISOLUCION 249

maciones conjuntivas; la motricidad se revela más le~ta y los movmuentos


adquieren gradual rigidez, que derivan de perturbaciones de 1a articulación
de los músculos y, sobre todo, del sistema nervioso. La talla y el peso dis-
minuyen, los cabellos encanecen, los dientes caen y lós maxilares se atrofian ;
la piel se seca y arruga, con una dermis en que las fibras elásticas y conjun-
tivas degeneran. Los vasos capilares aparecen salientes y nudosos, con circula-
ción más lenta. Estos diversos efectos pueden explicarse tanto por diferen-
cias de equilibrio hormónico como por insuficiencia de las funciones renales
o hepáticas. La frase de Cazalis: "el hombre tiene la edad de sus arterias'',
señala la conexión estrecha de estas modificaciones fisiológicas y orgánicas
con el estado del sistema circulatorio, responsable, en no pocos casos, de alte-
raciones más o menos sensibles de 1a actividad nerviosa por focos minúsculos
o difusos de· reblandecimiento.
En lo que respecta a los órgános en particular, en casi todos aparece atro-
fia, pero casi siempre es difícil o aventurado precisar si se trata de un estado
natural de la vejez o de una perturbación patológica. Los procesos de atrofia
lesionan también las células nerviosas, que se pigmentan, les disminuye el es-
pesor de la mielina, originándose en consecuencia zonas en que las neuronas
aparecen reemplazadas por neuroglia, tejido de sostén sin funciones nervio-
sas. Contrariamente a lo que se cree, la involución no es general, ni con limite
uniform.e para todas las glándulas endocrinas; el aspecto más sensible de re-
ducción atañe a la constelación hormónica sexual, fenómeno más tardío
en el hombre que en la mujer. Por el contrario, la suprarrenal se muestra
hiperactiva, lo que señala la tendencia a la arteriosclerosis y la hipertensión;
también la tiroides parece en ciertos aspectos más activa. Al disminuir con
todos estos cambios las posibilidades de cada órgano, comprendido en primer
término el sistema nervioso, resalta una reducción de las posibilidades de
adaptación relacionada con el hecho de que el organismo se comporta casi
pormalmente en estado de reposo, pero sufre perturbaciones a la menor su-
peractividad.
Estas lesiones o insuficiencias restringen gradualmente la actividad del
viejo, pero sus efectos no siempre son inmediatos, sino que por largo tiempo
pueden aparecer compensados. La actividad nerviosa del viejo, como . de-
mostrara Huglings Jackson, no manifiesta lo que se ha perdido, sino lo que
subsiste. De aquí que las anomalías del comportamiento no se adicionen
mecánicamente, como ocurriría si las alteraciones de los centros nerviosos de-
bieran expresarse de manera literal. Resulta de esto que se producen innume-
rables suplencias que, modificando incluso la estructura interna y la expresión
del acto,.mantienen sin embargo su eficacia dentro de ciertos límites, visibles
sobre todo en el aspecto mental, que bien contempla el dicho popular de que
"más sabe el diablo por ser viejo que por ser diablo". La existencia de tales
suplencias, escribe Wallon, se vuelve evidente cuando dejan de ser eficientes
y sólo representan una máscara, una vana pretensión, la simple parodia · de
una actividad deficiente que quiere acreditarse.
A diferencia de las suplencias que se observan en la niñe?y 1a juventud,
y las cuales derivan, según la ley cronógena de Monakow y Mourge, de que
250 PSICOLOGIA GENETICA

el desarrollo de las funciones puede realizarse dentro de ciertos límites es- bajo la
tructurales en razón de territorios nerviosos subyacentes, las de la vejez repre- ladón.
sentan modificaciones sustentadas por automatismos y hábitos irreversibles, setenta
cuya desaparición condena la suplencia. Cuanto mayor es el equipo inte- de su
lectual elaborado por el individuo, más amplios y diversos son los medios de guiente,
suplencias y compensaciones de que puede disponer en la vejez. todo uIJ
y emoc:
* el estad
directa ,
El concepto de vejez representa una noción cronológica que de ninguna
manera ilustra a-cerca del estado y capacidades del sujeto, cuya edad fisio- c.ión cer
lógica puede estar avanzada o retrasada en relación con los años vividos. aunque
Este estado, que revela el mayor o menor grado de las modificaciones fisio- vimiento
lógicas, tisulares y metab6!icas, es la senectud, perspectiva biológica bajo la cascada,
cual aparece en su edad avanzada el hombre que conserva los atributos de sensibilid
Úna salud perfecta. Dentro del campo de la geriatría, la senectud está carac- revelan <
terizada por un aspecto positivo y otro negativo, que por lo común se equi- ronales.
libran en tanto no aparecen factores de franca senilidad. El estudio de suje- presenilic
tos en plena actividad a una edad avanzada muestra que el tonus, menos suplencia
disperso, libera al individuo de complicaciones heterosexuales, lo que le per- lo demái
mite dedicarse a trabajos puros de la inteligencia -en el caso de intelec- avances i
tuales-, a tareas que sin requerir una hiperactividad exigen el esfuerzo de menos re
una atención libre de distracciones circunstanciales. Tratándose de las obras La gr
de la inteligencia, como prueba la senectud provechosa de tantos talentos, lógica irr
resulta al individuo más fácil orientarse en el sentido de las funciones tiva, y re
de síntesis, de la racionalización, aunque sea apreciable un detrimento está el "e
de las funciones analíticas. El senescente, libre de apremios afectivos y sexua- gicas don
les, considera los hechos en perspectiva, en cierto modo por encima de los punto de
mismos, desde el ángulo de una serenidad teñida de desinterés intelectual y emotivo, a
afectivo, expresión de la "sabiduría" que tanto loaran los antiguos. a un esta1
No obstante, los aspectos positivos de la senectudr salvo excepciones, no acota bles
aparecen espontáneamente porque están en relación; y sobre todo en los su- las faculta
jetos en quienes no primó la vida intelectual, con la interactividad social, de fijaciór
que debe ofrecerles posibilidades de renovación. Capítulo éste fundamental recuerdos,
de la higiene mental, previene o retarda la baja de tonus, favorece su eco- bilita. Mru
nomía por reducción racional de las fuentes .de interés, evitando al mismo el senil es
tiempo la inacción con la búsqueda de una ocupación compensadora o me- testigo del
jor, todavía, una reubicación en el oficio antes desempeñado. Es un hecho o tentativa
comprobado que el interés del individuo no se opone en este punto al de la La cap,
economía social, puesto que los trabajadores de edad avanzada, colocados serva mejo
en su oficio según posibilidades laborativas, compensan con la calidad de la emotivídad
pr.oducción y un mejor uso de las herramientas la disminución comprobada psicosis: te
en su rendimiento cuantitativo. con aquellc
La senilidad es el aspecto patológico de la senectud; por lo común, nunca serenidad e
se presenta de improviso, se instaura por grados, pero a veces presenta ca- dades del 1
rácter masivo. En ·sí, la senilidad no es una entidad nosológica, ya que está lleva a la :
INVOLUCION Y DISOLUCION 251

bajo la dependencia estrecha de múltiples factores que actúan poc acumu-


lación. Resulta arbitrario fijarle momentos de aparición, por ejemplo los
setenta años, como muchos han hecho, puesto que en el retraso o adelanto
de su eclosión desempeña papel importante la constitución y, por consi-
guiente, la herencia. Los factores de senilidad, en los que se recon~ sobre
todo una acción determinante a afecciones anteriores: traumatismos físicos
y emocionales, infecciones generales y focales, intoxicaciones, desencadenan
el estado senil por su acción sobre las células nerviosas, tanto de. manera
directa como indirecta, a través de alteraciones metabólicas o de la circula-
ción cerebral. Las llamadas grandes funciones, apetito, sueño, disminuyen,
aunque a veces, por exCPpción, aparecen exaltadas. La ineficacia de los mo-
vimientos, el temblor que se traduce por una escritura incierta, una voz
cascada, la hipoacusia y la presbicia que señalan alteraciones sensoriales, la
sensibilidad general obtusa, la pérdida de los reflejos tendinosos y oculares,
revelan que las lesiones fundamentales corresponden a las rdaciones mioneu-
ronales. En el plano psíquico, la involución acentúa los trastornos de la
presenilidad y de la senectud, pero esta vez de manera irreversible y sin
suplencias, a través de un derrumbe total de la capacidad de síntesis. Por
lo demás, la involución senil no es siempre regularmente progresiva, sus
avances suelen reflejar etapas a menudo dependientes de descensos más o
menos remisibles del régimen circulatorio.
La gran perturbación de esta etapa es la demencia senil, entidad pato-
lógica irreversible y progresiva, que destruye la vida mental, volitiva, afec-
tiva, y reduce a su mínima expresión la actividad vegetativa, en cuya base
está el "cerebro senil" de Lériche, caracterizado por lesiones anatomopatoló-
gicas dominantes del encéfalo y de sus envolturas. Los comienzos, desde el
punto de vista clínico, son insidiosos. A menudo se le ve suceder a un choque
emotivo, a una depresión de tipo neurasténico, a una enfermedad intercurrente,
a un estado de excesiva fatiga. Otras veces se pasa por transiciones apenas
acotables de la senectud a la demencia senil irreversible. En la fase inicial,
las facultades intelectuales están relativamente poco alcanzadas; la memoria
de fijación es la más alterada y el sujeto comienza a vivir mentalmente de
recuerdos, de conocimientos anteriores; consecutivamente la curiosidad se de-
biiita. Mas, como el juicio está aún vivo, en muchos casos bien conservado,
el senil es más o menos consciente de su involución y no pocas veces resulta
testigo del propio hundimiento mental, con las correspondientes intenciones
o tentativas de suicidio.
La capacidad afectiva, menos dependiente de las áreas corticales, se con-
serva mejor, aunque su disminución es patente a través de trastornos de la
emotivídad, de una sensibilización pueril, ansiedad que puede degenerar en
psicosis: temor por el porvenir, por la muerte, y que destaca el contraste
con aquellos viejos que, libres de estas manifestaciones accesorias, revelan una
serenidad digna del más puro estoicismo. La comparación de las imposibili-
dades del presente con recuerdos tiernos, de tenor idealizado, de la infancia,
lleva a la pérdida de ilusiones, al escepticismo, recortando la actividad vo-
PSICOLOGIA GENETICA

luntaria, de por sí disminuida. En consecuencia, la sociabilidad disminuye


atenaceada por un creciente egoísmo que puede expresarse por una avaricia
sórdida o una cupidiscencia risible.
Antes de la senilidad, cuando todavía la senectud no se ha instaurado,
en el período de la vida que señal.a la declinación de la edad madura antes
de la senilidad confirmada, pueden aparecer trastornos, o una serie de ellos,
que tipifican la denominada presenilidad. Etapa imprecisa, poco delimitable,
variable en su aparición y duración según los sujetos y las circunstancias,
la presenilidad o "involución presenil" resulta rica en manifestaciont!s neuro-
psíquicas de un polimorfismo singular, derivadas directamente unas de un
cerebro en vías de degradación precoz, otras de trastornos circulatorios o
autointoxicaciones que dañan el funcionamiento cerebral. Es prácticamente
imposible hablar de psicosis propias de la presenilidad, o que le sean espe-
cíficas; algunas son anteriores, y la ocasión únicamente las acentúa o favorece
la recidiva, como las psicosis periódicas, los delirios crónicos; otras le son
extrañas, y su relación con el momento es accidental, y las hay que repre-
sentan los primeros signos de un desorden en relación con procesos orgánicos
de demencia: encefalosis, arteriosclerosis, etc. No obstante, todos estos tras-
tornos, afirma Porot, presentan un rasgo común: el descenso discreto o acen-
tuado, pasajero o parcialmente reversible del trasfondo mental.
Nada más difíc~ por lo impreciso del cuadro, que establecer los trastornos
psíquicos de la presenilidad, tan frecuentes entre los cincuenta y los sesenta
años, aunque a veces bastante antes. Su variedad es extrema y recorren la cuyo
gama de simples estados de fatiga hasta el bradipsiquismo teñido de mono- 18d3mos c
tonía, a veces de melancolía, con temblores discretos de una mano, o una ,_¡etos cuy
máscara en las actitudes que puede hacer pensar en los comienzos de un fimáticas, :
parkinsonismo, pero que esconde una incapacidad mioneural de expresión. lidad madu
La responsabilidad de estos su jetos a veces aparece disminuida, lo mismo ~jida, l<
que el sentido moral con su secuela de atentados al pudor, violaciones u ea de la
otros delitos cuyas vías de hecho se logran porque, a diferencia de los seniles, "8aJmente
en los cuales muy a menudo fallan las posibilidades orgánicas de realizar- En com
los, en los preseniles este aspecto fisiológico se conserva intacto. Signos de pmológico.
caída del juicio y debilitamiento del sentido crítico o impulso delirantes ncen de h
suelen ser bien manifiestos. cap. V) est
En todos sus rasgos, la involución presenil se presenta como antesala de .Slo capta,
una senilidad prematura y puente que obvia el pasaje por la · senectud, cor- se encuentr
tando las posibilidades de que la edad madura sea seguida por una vejez otros seres 1
que, con sus compensaciones y suplencias, deje al individuo casi hasta el ¡.ectiva tem
final capacidad social, posibilidades gn6sicas, equilibrio mental y afectivo picopatolog
suficientes como para no ofrecer el espectáculo de una caída vertical de la ll edad av<
condición humana que le señalan época, nivel intelectual y adquisiciones Dadas con 1
culturales. venir y sus
sibilidad de
* Minkowski,
Lo adquirido de que dispone el senescente explica lo que posee y carac- serenidad. I
teriza los rasgos. distintivos de su vida mental. En este capital encuentra sus del porvenir
INVOLUCION Y DISOLUCION 253

recursos y también sus limitaciones; la capacidad de síntesis acrecentada


y la de análisis disminuida establecen un nuevo balance de los conocimientos,
va quedando de lado todo aquello que es provisorio, andamiaje necesario
para el análisis de los hechos, y se destacan las estructuras fundamentales,
las conclusiones que permiten un paso adelante del pensamiento. Sin em-
bargo, no siem¡>re lo puede dar el anciano, puesto que si bien psicológica-
mente es posible, tropieza con grave inconveniente derivado de que la ventaja
arrastra su contraparte. El senescente no puede renunciar a la estructura
mental que en el curso de la existencia se forjó e inevitablemente se ve con-
ducido a un callejón sin salida. Los progresos del saber marchan con anda-
dura siempre renovada, se logran por mutaciones sucesivas que exigen de
cada generación una fórmula mental nueva, y el anciano que oscila entre
el fin de una generación y los comienzos de otra se ve incapacitado de perder
algo porque posee síntesis; sin, ellas, su pensamiento queda vacío, y no puede
adquirir nada porque, debilitado al máximo el poder de análisis y la me-
moria de fijación, lo nuevo se desliza ante sus ojos sin que pueda asirlo.
Sin duda, en este proceso existen grados para la caducidad de los pensa-
·mientos individuales, determinados por el carácter de los sistemas de ideas
y conocimientos que los han engendrado; cuanto más limitada ha sido la
universalidad y fecundidad de tales sistemas, m;ls rápidamente empobrece
la mentalidad del senescente que con ellos estructuró su actividad pensante.
De aquí que obsezvemos una longevidad notable e_n el pensamiento de su-
jetos cuyo saber fue consecuencia de un trabajo incesantemente renovado, y
podamos comprobar caíd~ bruscas, verticales podemos decir, en el caso de
sujetos cuyos conocimientos de raíz eminentemente deductiva, como las ma-
temáticas, permiten una culminación intelectual precoz, incluso antes de la
edad madura. Cuando por el contrario, escribe Wallon, por su mayor com-
plejidad, las condiciones de la preparación y del conocimiento retardan la
obra de la productividad y de la síntesis, la longevidad científica puede
igualmente extenderse. ·
En compleja interacción con este proceso actúa la pérdida del sentimiento
cronológico. Existen seres que viven simplemente en el presente porque ca-
recen de horizonte temporal; tal es el caso del animal. El infante (vide
cap. V) está en la misma situación, y el frenasténico, cualquiera sea su edad,
sólo capta, como prueba Minkowski, el goce del presente, porque el resto
se encuentra práctica.mente fuera de su apreciación. Mas también existen
otros seres humanos que viven principalmente en el presente porque su pers-
pectiva temporal se acortó notablemente; los maníacos son un ejemplo de la
psicopatología, pero manteniéndonos dentro del campo de la normalidad,
la edad avanzada disloca a su manera las perspectivas temporales desarro-
lladas con la inteligencia. El senescente cuenta cada vez menos con el por-
venir y sus representaciones del pasado se borran gradualmente. Esta impo-
sibilidad de la anticipación y esta imperfección de la retrospección, escribe
Minkowski, condicionan una falta de interés que no es indiferencia, sino
serenidad. La existencia de un desprendimiento tan completo del pasado y
del porvenir, de los seres y de las cosas, con conservación de la adaptáción al
PSICOLOGIA GENETICA

presente, es tal vez el destino normal de la mentalidad humana, cuando y es motiv


el organismo desgastado por la enfermedad sufre el agotamiento de la edad. una angus
Poulet ha demostrado de manera aguda cómo de una época a otra el proporción
tiempo es vivido de manera nueva, y cómo varían de un individuo a otro los jóvenes
las perspectivas temporales. Estas consideraciones enseñan el papel del por- que tennir
venir o el pasado en las diversas edades del ser humano. El niño apenas se pueril y al
asoma al pasado lo suficiente para que le sirva de punto de referencia; solamente· ;
en el adulto, por el contrario, se observa con la ~da una disminución pro- siempre es
gresiva de la importancia concedida a lo que vendrá y un correlativo acre- por hechos
centamiento del interés por lo que pasó. Dentro de esta perspectiva, a me- la educació1
dida que avanza la senectud, los ancianos se encierran cada vez más en un Hay que
presente que únicamente viven por referencia al pasado. De este modo, afirma en los homl
Fraisse, si dejamos de lado fuertes diferencias individuales, todo transcurre de las veces
como si el hombre, situándose en el tiempo, con debida cuenta de la espe- orgánica y :
ranza de vida media, concediera la mayor importancia a la porción más equilibrio; s
larga de su vida, esto es, a la que no ha sido vivida cuando es joven, y la posible es la
que ya ha vivido cuando es viejo. Esto permite explicar cómo entre los cua- a moribundc
renta y los cincuenta años existe. en toda vida un período crítico, justamente de que, a ~
cuando se pasa progresivamente de la juventud a la vejez, con todos los acto de moz
reajustes de horizontes temporales que esa mutación entraña. sola persona ,
"A medida que se en~jc se encuentra el tiempo más corto", afirmó "vive" la mu
Williams James, observación que sería valedera para la apreciación de los El joven '
días, de los meses y de los años, pero menos cierta para la de las horas. No que no morú
conocemos experiencias de verificación, pero la observación ha sido repetida ideas de vida.
tantas veces que muy probablemente sea exacta y la interpretación corres- intermedio d~
ponda a la explicación de Guyau, de que las impresiones de la juventud son nuevo día coz
vivas, nuevas y numerosas; los años están repletos, diferenciados por mil hábitos y recn
acontecimientos. Por el contrario, para la vejez siempre se sucede lo mismo: ni tiempo par:
las semanas se asemejan, los meses se parecen. La vida sigue un tren monó- universal que
tono, las imágenes se superponen y hacen siempre una y misma. Esta bre- la edad madw
vedad absoluta del tiempo explicaría por qué el tiempo parece pasar más por el contrari
rápidamente en la senectud y por qué, a medida que declinan las posibili- cada día pier<
dades, las cualidades creadoras, el anciano busca compensaciones fuera de descubre contü
él. Se vuelve ávido de consagraciones oficiales o públicas, de honores, o se son, de muerte
aferra desesperadamente al dinero, a la propiedad cuyo disfrute no alcan- viven en el se1
zará. Lo que era efecto lo convierte en principio, lo que era medio en fin, mente más es¡
y se priva para reunir, se esfuerza para lograr reconocimientos que antaño recuerao más :
despreció, como si frente a la muerte próxima alentara la esperanza de sobre- graciada para
vivir en lo que deja. anciano se va
* samientos que,
jecimiento com
Una única palabra, muerte, significa dos hechos a la vez; indica el pro- ración natural,
ceso que pone término al encadmi 0 ~to de fenómenos que condicionan la La idea de 1
vida organizada y señala al ser consciente de esa existencia el propio e in- tud obliga desp
eludible fin que destruye sus procesos mentales. En el pi:imer caso la muerte bastaría para e
es un proceso fisiológico al que pocos tienen en cuenta; el segundo ha sido desviada, meno
INVOLUCION Y DISOLUCION 255

y es motivo de preocupación peri6dica. Claro está que la muerte, fuera de


una angustia metafísica provocada por la idea del más allá, preocupa en
proporción directa del tiempo que queda por vivir. Posibilidad remota para
los jóvenes, se presenta para los viejos como trance próximo, estado en el
que termina~ la lenta e implacable desagregación de que son objeto. Es
pueril y absurdo filosofar acerca del morir; es una realidad que como tal
solamente admite dos actitudes: terror o serenidad. La actitud del testigó
siempre es psicológi¿amente falsa porque está avalada por preconceptos,
por hechos empíricos, o simplemente por la idea que del morir le ha foriado
la educación.
Hay que convenir en que frente a la muerte el comportamiento dominante
en los hombres es la aversión, la hostilidad, el horror, matizados la mayorfa
de las veces por el miedo. La muerte es fea, sus miserias de desintegración
orgánica y mental repugnan, chocan contra todo principio de armonía y
equilibrio; solamente con esfuerzo se logra concebir que su única belleza
posible es la moral. Incluso para quien tiene el hábito de seguir de cerca
a moribundos es difícil librarse del contagio · emotivo, aunque esté seguro
de que, a pesar de las apariencias, el que muere no sufre. Ocurre que el
acto de morir excede toda imaginación y, como afirma Kellersohn, una
sola persona es capaz de hacer bien la psicología de los moribundos: el que
"vive" la muerte por su cuenta, en un secreto definitivo.
El ·joven vive aplicando .sin esfuerzo la sabiduría simple pero segura de
que no morirá; el anciano se refugia, siempre deliberadamente, entre las
ideas de vida, los proyectos de vivir hasta el limite extremo, y en el lapso
intermedio de la edad madura, para la gran mayoría de ·1os hombres, cada
nuevo día con sus exigencias, su incesante repetirse de deberes inmediatos,
hábitos y recreaciones, distrae de pensamientos metafísicos y no queda lugar
ni tiempo para considerar que la vida individual -está atada a la evolución
universal que prescribe su desaparición. Tanto para la juventud como para
la edad madura, la muerte se presenta como el morir de otros. El anciano,
por el contrario, que vive un tiempo que se ar?rta de manera sensible, que
cada día pierde más el interés por el futuro, refugiándose en el pasado,
descubre continuamente que éste está poblado por sombras de los que ya no
son, de muertos que un día fueron acción, pensamiento y ahora únicamente
viven en el seno de sus recuerdos. Sus contactos con los vivos son gradual-
mente más esporádicos, más circunstanciales, aquellos con los muertos del
recuerao mas asiduos, más profundos, y si la muerte es una sorpresa des-
. graciada para el joven o el hombre maduro que la siente venir, para ·el
anciano se va convirtiendo en la compañera cotidiana de sus actos y pen-
samientos que, de antemano, sabe tendrán un mañana restringido. El enve-
jecimiento constituye con toda seguridad, como la enfermedad, una prepa-
ración natural, orgánica y mental, para la muerte.
La idea de la muerte entraña el balance de la existencia vivida. La senec-
tud obliga despiadadamente a ello; en su brevedad, el porvenir que resta no
bastaría para cumplir una obra inconclusa, para rectificar una conducta
desviada, menos para realizar lo que nunca se quiso o pudo hacer. Afloran
256 PSICOLOGIA GENETICA

los recuerdos, son casi la única realidad mental de la edad avanzada; des-
aparece la tendencia profunda de la vida humana a buscar su eje en el
porvenir, y éste es el punto de giro de toda ve]ez, el momento en que se revela
el valor o la vaciedad de toda existencia. Elíseo Redus, que al escuchar en
estado de coma la noticia de la sublevación del acorazado Potemkin cobra
fuerzas y lucidez para erguirse y exclamar como acto final de su vida: "¡ La
revolución, al fin!", muestra el ejemplo de los que saben envejecer, porque
al llegar a viejo la actitud frente a la muerte es el resultado de una larga
preparación. que insume toda la vida. Quien pueda recordar el pasado sin Esta 1
necesidad de plazos en el futuro, puede repetir con Leonardo de Vinci : · mente con
Come una giornata bene spesa da lieto a dormire, una vita bene usata da citados en
lieto a morire.
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Jiinéncz
Judson
Jung, H

V Kammer
Kantor,
Kellog,
Kohler,
INDICE DE NOMBRES Korst, 1:
Krestchn
Allee, 128 Espinas, 123, 124, 127
Allendy, 241 Engels, Federico, 185, 245 Lalande,
Anthony, 137 Euler, 218 Lapicque
Aristóteles, 240 Lavoisier.
Fechner, 17- Laugier, .
Bauer, 41. Forel, 129, 132 Lecomte
Bard, 116 Fragonard, 98 Leonardo
Barskisef'f, Marfa, 95 Franconi, 42 Leontiev,
Bergson, 124, 128 Franck, 1Í5 Lériche, :
Bemard, Claude, 29, 55, 246 Freud, 84, 91, 201 Levi, S.,
Bichat, 246
Lévy-Brul
Boas, F., 222 Galeno, 240, 241 Le Play,
Bogen, · H., 242 Galton, 146 Le Senne
Bohn, 128 Garibaldi, 207 Linton, :R
Bolk, 38 Gemelli, 104 Lowie, 22
Broca, 187 Gerwe, 169 Luhbock,
Brooks, W. R., 152 Gesell, A., 1 72 Lucas, P.,
Biihler, K.; 174 Giese, 242 Lucrecio,
Busquet, 115 Girod, 123
Godin, 31
Camerer, 31 Mac Doui
Goethe, 16
Cannon, 57, 111 Malebranc
Goya, 98
Malinowsk
Castro, J. de, 62 Guillaume, 162
Cossa, 169 Maeterlinc
Gulliver, 189 Marafíón.
Condillac, 67 Gurevish. 46; 139, 188, 242
Marey, 21 :
Coulomb, 218 Guyau, 254
Cuvier, 55 Marx, 216
Grinstein, 116
Chauchard, 52, 248 Mead, M ..
Meignant, ·
Haeckel, 18
Darwin, 198 Mendel, 1•
Herskovits, 222
Davemport, 146 Merani, 11
Heuyer, 94
Davy, 214 Metalnikov
Heymans, 242
Degener, 123 Mingazzini
Hipócrates, 240
Descartes, 52, 115, 119, 149 Minkowski,
Homero, 228
Devaux, 38 Monakov,
Huber, R., 22, 132
Drzewina, 128 Morel, 141
Huxley, J., 134
Diderot, 228 Morgan, 2
Dumas, G., 119 Ieroteeva, 116, 11 7 Mosso, 11!
Durkheim. 19, 118, 214, 215 Ingenieros, 97 Mourge, 2'
De Candolle, 146 · Insabato, 113 Nikitris, 16
De Dominici!, S., 216 Nordau, 91
De Giovanni, 41, 241 Jackson. H., 46, 139, 249
De Toni, 31, 39 James, W., 254 Ovidio, 20i
Janet, P., 92
Economo, Von, 46 Jeannel, 60, 153 Pagano, 11:
262
INDICE DE NOMBRES 263

Jirnénez de As6.a, Luis, 201 Pascal, 15


Judson Herrick, 126 Pavlov, 18, 21, 27, 42, 43, 51, 59, 741
Jung, 19, 149 117, 150, 165, 168, 169, 177, 187,
203, 224, 241, 242
Kammerer, 236 Pchnik, 116, 117
Kantor, J. R., 112 Péguy, Ch., 199
Kellog, 76 Pende, 31, 40, 41, 42, 44, 94, 154, 241
Kohler, 174 Perrier, Ed., 39, 123 -
Korst, 116 Piaget, 20, 87, 148, 152, 176
Krestchmer, 42, 241 Picard, 128
Pichon, 189
Lalande, 119 Plat6n, 152
Lapicque, L., 51, 112 Ponce, A., 100
Lavoisier, 218 Porot, 236, 252
Laugier, 242 Poulet, 254
Lecomte de Nouy, 24 7, 248 Puusep, 169
Leonardo de Vinci, 256 Pre•ley, :E., !;3
Leontiev, 75 Preyer, 160, 161
Lériche, 251 Protágoras, 15
Levi, S., 38
Lévy-Bruhl, 20 Quetelet, 31
Le Play, 128. 213
Le. Senne, 242 Rabaud, 123, 124, 127, 128, 130, 132,
Linton, R., 222 223
Lowie, 222 Rabelais, 128
Lubbock, 132 Réaumur, 124
Lucas, P., 146 Reclus; E., 256
Lucrecio, 228 Renard, J., 82
Ribot, 120, 146
Mac Dougall, 150 Rivers, 214
Malebranche, 119 Roger, H., 240
Malinowski, 214 Rousseau, 67, 82, 93, 134
Maeterlinck, 127 Russell, B., 103
Marafi6n. 84, 200, 201
Marey, 218 Sand, G., 207
Marx, 216 Schmidt, P., 222
Mead, M., 222 Sherrington, 51, 115, 177
Meignant, 168 Sigaud, 241 .
Mendel, 149 Sócrates, 15
Merani, 160 Sornbart, 229
Metalnikov, 246 Spencer, 146
Mingazzini, 188 Spengler, 222
Minkowski, M., 47, 49, 188, 253 Spinoza, 17, 146
Monakov, V., 47, 138, 159, 249 Spranger, 95
Morel, 146 Stanley-Hall, 19, 93
Morgan, 222 Stem, W.; 162, 173
Mosso, 115 Stimer, 91
Mourge, 249 Stockard, Ch., 36, 242
Sully, 120
Nikitris, 169
Nordau, 91 Tarde, 118, 128
Taudler, 41
Ovidio, 207 Taylor, 218
Teilhard •de Chardin, 136, 245
Pagano, 112, 116 Tissier, 24 7
264 INDICE DE NOMBRES

Tolstoy, 121 Wallon, 11 , 57, 77, 92, 112, 116, 139,


Toynbee, 222 161, 238, 249, 253
Tyndall, 18 Weinberg, 242
Wemicke, 187
Ulises, 106 Weissmann, 20, 153
Valmiki, 228 Wheelre, 124, 129, 132
Verlaine, Ii..._ 163, 164 Willis, 52
Verworn, 30 Wood Janes, 138
Vicq d' A.zyr, 55 Wundt, 9
Viola, 31, 41, 241 Abstra
Van Frisch, 132 Yerkes, 185 Abstra
Activi1
Activi1
25:
Activic
Activi<
Activi<
Activi<
Acto,
Acto,
Acto,
Adap.t<
Adoles'
Ad oles,
Adoles'
Adoles1
Adoles1
97
Adoles1
Adoles1
Adolesc
la,
Adolesc
92
Adoles<
Adolesc
Adolesc
Adolesc
Adolesc
Adolesc
Adolesc
Agrupa
AiguiZZ.
Amor,
Análisii
Animal
Apogé11
Aprend
Asimila
Asociac
Atraed
Autora;;

Bahnun
\

INDICE DE MATERIAS
Abstracción, capacidad de, 75 Basilares, centros, 52, 53
Abstracta, psicología, 22, 23
Biosocial, interacción, 25, 27
Actividad cerebral y ment~ 51
Bisexi:ialidad, 84
Actividad mental, esterilización de la,
252 Broca, zona de., 183
Actividad práctica, 168
Actividad propioplástica, 111 Castas, 63, 129
Actividad sensomotriz, 159, 181 Cavidad craneana, desarrollo de la, 137
Actividad sensorial, 171 Cerebro, 51
Acto, el, . 72 Cerebro, desarrollo de la estructura del,
Acto, pasaje al pensamiento, 76 137
Acto; sustitudón por la idea, 76 Cerebración, 72
Adaptación, la, 23, 25, 224 Ciencia, cultura y educación, 221
Adolescencia, 91 Civilización, 225
Adolescencia, amor en la, 102 Condición, según Didero.t., 64
Adolescencia, amistad en la, 96 Condicionamiento social, el, 201
Adolescencia, erotismo en la, 103 Condiciones de existencia, principio de
Adolescencia, filosofía de la vida en la, las, 56
97 Conducta, 75, 166
Adolescencia, personalidad en la, 104 Conducta y conocimiento, 179
Conocimiento, el, 177
Adolescencia, sexualidad en la, 104
Constitución individual, 41
Adolescencia, sublimación freudiana de
la, 91 Constituciones, problema de las, 237
Constitucionalistas, escuelas, 41
Adólescencia, teorías del origen de la,
92 Coquetería, 98
CorrP.laciones, anatómicas y funcionales,
Adolescencia, valores estéticos en la, 96
55
Adolescente, dialéctica del, 96, 102
Corteza cerebral, 52
Adolescente, coquetería de la, 98
Corteza, ablación de la, 53
Adolescente, destreza de la, 99
Corteza, activación de la, 52
Adolescente, gracia de la, 96
Corteza, desarrollo en los vertebrados,
Adolescente, lenguaje en el, 101 61
Adolescente, personalidad de la, 100 Corteza, como aparato integrador, 126
Agrupamientos primarios, 172 Crecimiento, curva sigmoide del, 84
Aiguillages, 54 ·
Crecimiento, definición del, 30
Amor, la palabra de, 200 Crecimiento, estudio del, 31
Análisis, funciones de, 26 Crecimiento, etapas del, 32, 3 7
Animal, adaptación del, 23 Crecimiento, modalidad del, 29
Apogénesis, 67 Crecimiento, raz6n del, 70
Aprendizaje, 25, 75 Crisis, de la adolescencia, 93
Asimilación; fenómeno de, 30 Cristianismo, problema del hombre en
Asociación, 122 el, 15
Atracción sexual, 83 Cromosomas, 38
Automatismos, 175 Cronaxia, 74
Cronógena, localización, 4 7
Bahnung, 74 Cualidade.1 adquiridas, 150
265
266 . INDICE. DE MATERIAS

Cultura, ciencia y educación, 221 Evolución postnatal, fases según M. lndn .d


Cultura, definición de, 222 Minkowski, 49 Iodhid
Curiosidad, la, 97 Exógenas, condiciones, 56 Individ
Inesta.
Degeneración {ísica del hombre, 38 Familia, 128, 211
lnfanti1
Desarrollo, conflictos del, 68 Familia, como institución, 215
Infantil,
Desarrollo motriz, 72 Familia, estructura cultural de la, 214
Imtnmi
Desarrollo psíquico, 77 Familia, orígenes de la, 212 lnt.egr;u;
Desarrollo psíquico, factores del, 46 Feed-back, 231
Fenotipo, 70 J!.nltgl'a
Desplazamiento, 72
Fetalización, teoría de Bolk, 38 lnt!!gra<
Destreza, la, 99
Filogénesis,' 18, 74 Integrac
• Determinismo, 58
Filogénesis según Gurevish, 46 Minl
Determinismo geográfico, 62
lntelige1
Dextrimanos, 18 7 Filosofía moderna, problema del hombre
Inteliget
Diferenciados, 200 en la, 16
lnteliget
Disolución, 246 Frenología, 53
lntelige?
Dualismo, 37
Generalización, 26, 168 lntera.cci
Género humano, la adaptación en el, 12 7 lnteratra
Edades, diferenciación de las, 6 7 lntracor1
Edipo, complejo de, 200 Genes, 148
Genética, psicología, 22, 23 Involucii
f:ducación, 71, 211
Genético, análisis, 36 Imitació1
Educación, ciencia y cultura, 221
Educa.Ción, valores · culturales y cientifi- Genotipo, 70
Gnosis, 71 Jacobsen,
cos en, .la, 228
Gnosis, unidad con la praxis, 75 Juegos, i
Educación y familia, 216
Efamorsis, 60 Godin, ley de, 31, 34
Efecto, 72 Gregarismo, 122 Kikuyos,
Electra, complejo de, 200 Habitus corporis, 64 Lenguaje,
Electrofisiología cerebral, 52 Hambre, psicobiología del, 62 Lenguaje,
Emoción amorosa, la, 202 Hambre sexual, 196 Lenguaje
Emociones, 112 Hereditario, 147 Lenguaje,
, Emociones, expresión de las, 115 Heredofamiliares, enfennedades, 151 Lenguaje,
Emociones, origen de las, 5 7 Herencia, continuidad en la, 147 186
Emociones, origen y mecanismo, 112 Herencia, lo innato en la, 147 Lenguaje
Epigénesis, 68 Herencia peyorativa, 154 Lenguaje
Equilibrio biológico y sed de ternura, 208 Herencia psicológica, 146, 149 Lenguaje
Equilibrio interno y externo, 198 Herencia, similitud en la, 147 Lenguaje
Equilibrio orgánico, 55 Heterosis, 36 Lenguaje,
Equilibrio psicobiológico del niño, 80 Hipercrínicos, temperamentos, 43
Escolarización, 75 Lenguaje
Hipertonía, 72 Lenguaje
Espacio, formación de la noción de, 173 Hipocrínicos, temperamentos, 43
Espacio próximo, 173 Libertad
Hipotonía, 72 Lobos, "l
Especie e individuo, relación de, 39 Histeria, la, 209
Especies; origen de las, 60 Localizaci
Hombre, adaptación del, 23, 25 Localizaci
Esperanza amorosa, la, 202
Hombre, definición psicogenética del, 24 Locomoci·
"Espíritu colectivo", el, 130
Hombre, derechos del hombre, 218 Ludismo
Esquemas espaciotemporales, 54
Hombre, edades del, 233
Estadíatila, 39
Hombre, evolución del, 23, 25 Maduraci
Estereotipos dinámicos, 54
Hombre, degeneración física del, 38 Madura.ci
Estereotipos funcionales, 169
Hombre, problema del, 15, 16 Maduraci
Estímulo y maduración, 49
Hominida, humanización del, 140 Madurad
Etapa, definición de, 7.7 H omo sapiens, origen del, 60
Etapas del crecimiento, 32, 37 Mano, la,
Evolución del hombre, 23, 25 Marcha \
Inconsciente colectivo, 149
Evolución, eje de la, 28 Materialii
Indiferenciados, 200
homb1
266 INDICE- DE MATERIAS

Cultura, ciencia y educaci6n, 221 Evoluci6n postnatal, fases según M..


Cultura, definici6n de, 222 Minkowski, 49
Curiosidad, la, 97 Ex6genas, condiciones, 56 "vi
Degenetaci6n {ísica del hombre, 38 Inestabi
Familia, 128, 211
lllfan til,
Desarrollo, conflictos del, 68 Familia, como instituci6n, 215
lnfantili
Desarrollo motriz, 72 Familia, estructura cultural de la, 214
lmtrwu
Desarrollo psíquico, 77 Familia, orlgenes de la, 212
lntegrac
Desarrollo psíquico, factores del, 46 Feed-back, 231
Fenotipo, · 70 Integra.e
Desplazamiento, 72
Destreza, la, 99 Fetalizaci6n, teoría de Bolk, 38 lnregrac
• Determinismo, 58 Filogénesis,' 18, 74 lnregrac
Determinismo geográfico, 62 Filogénesis según Gurevish, 46 Minl
Dextrimanos, 187 Filosofía moderna, problema del hombre Inteliger
Diferenciados, 200 en la, 16 lnteligez:
Disoluci6n, 246 Frenología, 53 Inteligen
Dualismo, 3 7 lnteligen
Generalizaci6n, 26, 168 Interacci
Género humano, la adaptaci6n en el, 12 7 Interatra
Edades, diferenciaci6n de las, 6 7
Genes, 148 lntracort
Edipo, complejo de, 200
Genética, psicología, 22, 23 lnvolucic
Educaci6n, 71, 211
Genético, análisis, 36 Imitaci6r
Educaci6n, ciencia . y cultura, 221
Educaci6n, valores culturales y cientffi- Genotipo, 70
cos en,la, 228 Gnosis, 71 Jacobsen,
Educaci6n y familia, 216 Gnosis, unidad con la praxis, 75 Juegos, i
Eíamorais, 60 Godin, ley de, 31 , 34
Efecto, 72 Gregarismo, 122 Kikuyos,
Electra, complejo de, 200 Habitus corporis, 64 Lenguaje,
Electrofisiología cerebral, 5 2 Hambre, psicobiología del, 62 Lenguaje,
Emoci6n amorosa, la, 202 Hambre sexual, 196 Lenguaje
Emociones, 112 Hereditario, 147 Lenguaje,
Emociones, expresi6n de las, 115 Heredofamiliares, enfennedades, 151 Lenguaje,
Emociones, origen de las, 5 7 Herencia, continuidad en la, 14 7 186
Emociones, origen y mecanismo, 112 Herencia, lo innato en la, 14 7 Lenguaje
Epigénesis, 68 Herencia peyorativa, 154 Lenguaje
Equilibrio biol6gico y sed de ternura, 208 Herencia psicol6gica, 146, 149 Lenguaje
Equilibrio interno y externo, 198 Herencia, similitud en la, 147
Equilibrio orgánico, 55 Lenguaje
Heterosis, 36 Lenguaje,
Equilibrio . psicobiol6gico del niño, 80 Hipercrlnicos, temperamentos, 43
Escolarizaci6n, 75 Lenguaje
Hipertonía, 72 Lenguaje
Espacio, formación de la noci6n de, 173
Hipocrínicos, temperamentos, 43 Libertad
Espacio pr6ximo, 173
Hipotonía, 72 Lobos, "l
Especie e individuo, relaci6n de, 39 Histeria, la, 209
Especies; origen de las, 60 Localizad
Hombre, adaptaci6n del, 23, 25 Localizaci
Esperanza amorosa, la, 202
Hombre, definici6n psicogenética del, 24 Locomod
"Espíritu colectivo", el, 130
Hombre, derechos del hombre, 218 Ludismo
Esquemas espaciotemporales, 54
Estadístib, 39 Hombre, edades del, 233
Hombre, evoluci6n del, 23, 25 Madurad
Estereotipos dinámicos, 54
Hombre, degeneraci6n física del, 38 Maduraci
Estereotipos funcionales, 169
Estímulo y maduraci6n, 49 Hombre, problema del, 15, 16 · Maduraci
Hominida, hwnanizaci6n del, 140 Madurad
Etapa, definici6n de, 77
Horno sapiens, origen del, 60 Mano, la,
Etapas del crecimiento, 32, 37
Evoluci6n del hombre, 23, 25 Inconsciente colectivo, · 149
Marcha 1
Evolución, eje de la, 28 Indiferenciados, 200 Materiali!
hombt
INDICE DE MATERIAS 267

Individualidad psÍl:osocial, 80 Matrimonio y familia, 212


Individuo, evolución biológica del, 67 Medio, acción del, 5 7
Individuo y especie, relación del, 39 Medio humano, 59
Inestabilidad infantil, 74 Medio interior, 56
Infantil, mentalidad, 20, 21 Mentalidad infantil, 20, 21
Infantilización, teoría de Devaux, 38 Mentalidad primitiva, 20, 21
Instrumento, el, 143 Mente y actividad cerebral, 51
Integración, 71, 126 Métodos, 67
Integración morfológica, 36 Mímica, 117
Integración social, niveles de; 125 Mingazzini, teoría de, 188
Integración y maduración según M. Mogolismo, 38
Minkowsk.i, 4 7 Monogamia, 204
Inteligencia, 153, Movimientos, desarrollo de los, 71
Inteligencia, definición de, 5.;. Morfológica, integración, 36
Inteligencia, origen de la, 54 Mors imp~rato, teoría del, 135
Inteligencia práctica, 175 Muerte, la, 254
Interacción, 25, 27, 123 Muerte, actitudes frente a la, 254
Interatracción, 123 Mujer, evolución sexual y afectiva de la,
Intracorticales. procesos, 52 205
Involución, 246 Multitudes, 124
Imitación, 117, 128 Mundo exterior, acc1on sobre el, l p2
Mutaciones, 148
Jacobsen, experiencia de, 203
Juegos, 73 Napoleón, Código de, 208, 214
Naturphilosophie, 221, 229
Kikuyos, 153 Neanderthalensis, Homo, 27
Neocortex, 53
Lenguaje, el, 181 Neopallium, 52
Lenguaje, adquisición individual del, 186 N eurofisiología, progresos de la, 51
Lenguaje animal, 132, 184 Neurofuncional, integración y madura-
Lenguaje, aspecto cerebral del, 187 ción humana, 47, 49
Lenguaje, definición psicobiol6gica del, Neur6pila, 126
186 Niño, diferencias con el adulto, 67
Lenguaje en el niño, 178 Noosfera, 136
Lenguaje en el niño. evolución, 187 Normotipo, 31
Lenguaje humano, 133 Núcleos grises centrales, 52
Lenguaje infantil, períodos, 189
Lenguaje, origen psicobiológico del, 181 Objeto, sustitución en el acto del, 93
Lenguaje y conocimiento, · 190 Oficios, análisis psicológico de los, 64
Lenguaje y motricidad, 175 Olfato, papel en la sexualidad, 201
Libertad y personalidad, 240, 243 Onomatopeya, valor psicobiológico de la,
Lobos, "hijos" de, 188 . 183
Localizaciones cerebrales, 53 Ontogénesis, 18, 74
Localización cronógena, 4 7 Operaciones formales, constitución de las,
Locomoción, 72 87
Ludismo infantil, 19 Optimum de adaptación, 59, 60
Organos, maduración de, 25
Maduración, 71 Organos sexuales primarios, cambios en
Maduración de órganos y sistemas, 25 los, 84
Maduración nerviosa, 45 Orientación profesional, 219
Maduración y estímulo, 49 Ortopsicogenética, acción, 71
Mano, la, 137
Marcha bípeda, 182 Palabra, la, 27, 76
Materili.Iismo dialéctico, problema del Palabra amorosa, la, 202
hombre en el, 16 Palabra articulada, 183
268 INDICE DE MATERIAS

Palabras, origen de las y praxis, 142 Psicosomática, 37


Panurgismo, 128 Psicosomática, el problema del hombre
Paralelismo on tofilogenético, 18, 19 en la, 16
Paralelismo psicofisiol6gico, 16, 18 Psicosomática, medicina, 148
Paralelismo psicosocio16gico, 19, 21 Púber, afectividad del, 89
Pasión, la, 119 Púber, desequilibrio psicomotriz del, 85
Pa.si6n, transferencia de la, 120 Púber, pensamiento del, 87
Pascal, naturaleza del hombre segÚh, 15, Púber, personalidad del, 82
16 Púber, razonamiento del, 88
Pavlov, m~tod de, 52 Púber, sexualidad del, .196
Pedom6rfosis, 39 Púber, subjetividad del, 89 T ens.ió
Pende, clasificación de los temperamen- Pubertad, bioenergética de la, 83 T e$to]o •
tos según, 43 Pubertad, pedagogía de la, 86 Tiempo
Pende, división del crecimiento según, Pubertad, . primeros signos de la, 81 Tiempo
31, 32, 33 Tiempo o
Pende, ley de, 31, 34 Racial, la unidad, 151 Tiempo pi
Pemamiento finalista, /80 Reacción motriz, la, 171 Tipología,
Pensamiento, identidad ingénita del, 67 Reacciones negativas, 160 Tipo morl
Pensamiento; psicobiologia del, 168 Reflejo, 163 Tipos hun
Percepción; 100, 160 Reflejo absoluto, 165 Tipos pavl
Perfil psicobiol6gico, 71 Reflejo condicfonado, 164, 165
Perseveración, 75 Reflejos condicionados, los, 54
Personalidad, 69; 71 Reflejos, desarrollo de los, 71
Personalidad, definici6n, 235 Recapitulación, hipótesis de la, 18
Penonalidad, génesis y fonnas, 235 Representaciones mentales colectivas, 19
Personalidad, trastornos, 236 Reticular, formaci6n, 52
Personalidad y libertad, 240, 243 Retroacción, 231 "
Pinzas, movimiento de, 136
Pisaverde, 101 · Selección profesional, 219
Pitecanthropos, 27 Senectud, 250
Plasma germinativo, continuidad del, 147 Senilidad, 250
}>ostural, actitud, 115 Senilidad, signos de, 248
Práctica, actividad, 26 Sensación, la, 26, 168
Praxis, 24, 71 Sensibilidad bucal, 161
Praxis, primacía de la, 141 Sensil:>ilidad protooática, agudización en
Praxis, unidad con la gnosis, 75 la pubertad, 81
Praxis y evolución mental, 142 Sensibilidad y movimiento, 159
Preadaptados, 152 Sensomotricidad, 161
Prehensión, mecanismo de la, 139, 172 Sentimiento amoroso, 195
Presenilidad, 250 Señales, 169
Primitiva, mentalidad, 20, 21 Sexo y amor, definición, 195
Profesión, la, 211 Sexual, la. cuesti6n, 63
Profesiones, análisis psicológico de las, 64 Sexual. problema de los púberes, 84
Protágoras, Horno mensurai de, 15 Sexualidad, 84
Psicoanálisis, 37 Sexualidad puberal, 196
Psicofisica, unidad, 37 Sigmoide, curva, 31
Psicogénesis, periodos de la, 77 Símbolo, pasaje al, 75
Psicol~a abstracta, 22, 23 Sinanthropos, 27
Psicología, ecuaciones y coordenadas en. Sinergia funcional, 55
9 Síntesis, funciones de, 26
Psicología genética, definición, 22, 23 Síntesis, necesidad de, 9
Psicología, valoraci6n y reconstrucción Sistemas, maduración de, 25
de la, 9 Social. el hecho, 124
Psicólogo, deberes y responsabilidades Socializaci6n del niño, 68
del, 10 Sociedad, la vida en, 193
INDICE DE MATERIAS 269

Sociedad, orígenes de la, 125 Tono muscular, 72


Sociedades animales y humanas, 122 Trabajo, definición del, 27, 141
Sociología, enseñanzas de la, 135 Trabajo, dimión del, 129
S6crates, preocupación filosófica de, 15 Trabajo, estudios sobre el, 218
Somaciones, 148 Tnbajo, organización del, 219
Subordinaci6n, principio de la, 56 Tn bajo social, 129

Talla, aumento die la, 152. Vagido, significado del, 178
Taquigénesis, 39· Valores cientüicos, 225
Temperamentos, 42 Valores culturales, 222
Tensión amorosa, la, 206 · Vejez, causas de la, 248
Testología, la, 37 Vicq d' Azyr, ley de, 55
Tiempo animal, 69 Vida colectiva, insectos, 128
Tiempo humano, 70 Vida colectiva, mamíferos, 130
Tiempo objetivo, 40 Vida, en el púber filosofía de la, 86
Tiempo penonal, 40 Vida escolar, adaptación a la, 218
Tipología, 42 Vida sexual y amorosa, 195
Tipo morfológico, 41 Viola, ley de, 31, 34
Tipos humanos, 42 Vocabulario amoroso, estudio del, 200
Tipos pavloviartos, 242 V ~ción amorosa, la, 199
Este libro, publicado por la Editorial Gri~
jalbo, S. A., avenida Granjas, 82, México,
16, D. F., acab6se de imprimir el dia 14 de
abril de 1962 en los talleres gráficos de Im-
presora Dante, G11eiTero, 268, México, D. F.
Ejemplares : 4.000.

.. Fecha de edición: 30 de abril de 1962 .

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