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PSICOLOGIA GENETICA
•
L. MERANI
PSICOLOGIA GENETICA
PRIMERA EDICION
TRATADOS
ti
y
~
EDITORIAL GRIJALBO, S. A.
MÉxrco, D. F., 1962
@ 1962 por Editorial Grijalbo, S. A.
Avenida Granjas, 82. México, 16, D. F .
IMPRESO EN MEXICO
PRINTED IN MEXICO
INDICE GENERAL
~FACIO ... ~ . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 9
Prir:iera parte
Segunda parte
LA EDAD EVOLUTIVA
5
6 INDICE GENERAL
Tercera parte
ORIGENES DE LA SOCIABILIDAD
Cuarta parte
LOS INSTRUMENTOS INTELECTUALES
Quinta parte
Sexta Parte
Ya es lugar común decir que el mal del mundo de hoy se llama miedo,
odio, cólera, aburrimiento; demasiado se ha insistido sobre la "angustia vital",
con olvido de · que si esas entidades existen, y existieron sien:ipre bajo otras
denominaciones o con otra intensidad, es porque si las condiciones hacen a
los hombres, nunca la humanidad las tuvo humanas y representan el camino
ancho de la alienación ·en su más amplio sentido. En tanto haya hambre,
ignorandia, desequilibrio del hartazgo y la miseria, la psicología será para
los males del hombre un sucedáneo similar a los calomelanos y al jaborandí
para la medicina de hoy. Sin duda la mayoría de estos deberes y responsabi-
lidades atañen a otros más que al psicólogo, pero en tanto el día venga, y
vendrá, el hombre de nuestra época, momento histórico de transición, requiere
atención más compleja que no podrá lograrse sin que los estudiosos se interesen
directamente por la psicología. .
Y sin irnos hacia el futuro, sin bu"'cear en las implicacfomes que configuran
el hecho humano, ocuparse del hombre comporta siempre un acto psicoló-
gico. No basta llegar a una ·solución ideal de los problemas sociales, no es
suficiente indicar la norma adecuada, es necesario aplicar el procedimiento,
y éste, filosófico, pedagógico, sociológico o político, supone tanto conocer las
más diversas reacciones del hombre, las diferencias individuales y propiamente
psicológicas, como modelar la existencia a través de un régimen que no sólo es
un conjunto de prescripciones, de voluntades aunadas, sino una manera de vivir.
Pero una "manera de vivir" no depende únicamente de la voluntad, de
las directivas que se dan, sino de las circunstancias que moldearon al indi-
viduo, que lo acogen en este momento, y las que lo recibirán en el futuro.
Estas circunstancias son tanto de la especie, más precisamente del género
H omo al que perteneoemos, como de la sociedad en que vivimos, que nos
modela y a la cual modelamos con nuestra acción. La r.elación dialéctica
de ambos factores ofrece el ejemplo de cómo de la cantidad nace la cuali-
dad: el fenómeno psíquico como realidad sustancial de lo humano. Y este
fenómeno preside cualquier acto en que esté presente la esencia humana,
principio y fin de la actividad dirigida hacia el hombre, por el hombre y
para el hombre. ·
Comprender al ser humano significa ahondar en la esencia y significado
de cada una de las edades del hombre, de las etapas y periodos que las com-
ponen. La tarea, sin embargo, no se agota con ello; lejos de eso, ni siquiera
se logra con la descripción fenomenológica, porque a diferencia del animal,
cuyas transformaciones siguen el carril biológico, nuestra especie ha trasla-
dado el centro de gravedad de su evolución al plano social. Si bien los orígenes
son comunes, el desarrollo de mano, cerebro y lenguaje, causa y efecto a la
vez, productos del vivir en sociedad y razón de nuestra sociabilidad, traslada
el baricentro a la historia y modifica en su estructura íntima la trabazón de la
vida psíquica. Por lo demás, la razón, fen6~o humano por excelencia, orien-
ta la praxis y otÓrga a la actividad humana capacidad para transformar las
circunstancias según las necesidades. La historia hace al hombre, y éste hace
a la historia.
PREFACIO 11
*
Si bien tácitamente todas las filosofías han terminado por considerar al
hombre como ser natural, el conflicto entre su esencia inmanente y trascen-
dente subsiste en las disciplinas que se suelen agrupar bajo el marbete común
de '"conocimiento del hombre": psicología, antropología, caracterología, etc.,
expresándose en la doctrina del pa¡alelismo psicofísico que, con matices y
gradacion-es más o menos atenuados o disimulados, cobra nuevo cuerpo en
la moderna psicosomática analítica, y si bien pierde profundidad conceptual
no deja de ahondar en la clásica escisión bajo el aspecto práctico al quitar al
hombre autonomía como ser pensante, y asentar la premisa de un irracio-
nalismo biológico que lev'a nta barreras insalvables entre la conciencia y el
mundo, entre su destino y la capacidad para forjarlo. El hombre depende
en última instancia de la historia, pero es incapaz de hacer historia, tanto en
lo breve de la existencia personal- como en lo infinito de la colectiva. Vive de
acuerdo con las circunstancias, las pone en marcha a veces, pero nunca las
crea o las modifica.
El paralelismo psicofisiológico representa un compromiso entre materia-
lismo e idealismo; comparte con el primero el concepto de evolución aplicado
a la materia, y sostiene con el segundo la trascendencia e incognoscibilidad
del acto de pensar. Nada se le puede objetar como hipótesis general de que
a todo fenómeno psíquico corresponde un conjunto de fenómenos biológicos o,
más explícitamente, neurocerebrales. Es demasiado evidente que si para
una correcta función fisiológica debe existir sinergia funcional de los órganos,
para una correcta expresió:q del , pensamiento debe preexistir una armonía
.EL HOMBRE , FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 17
*
El salto que significa el pensamiento, y que distancia a la especie humana
de las otras especies animales, no rep~nta una ruptura: de la continuidad
filogenética·. Por el contrario, señala una de las tantas posibilidades en que
conjugados medio, variación y herencia, fue posible un fenómeno digresivo
por el cual surgió un nuevo espécimen. Este nexo de continuidad fue desta-
cado a fines del siglo pasado por el evolucionista alemán Haeckel, y desde
entonces su importancia en la embriología comparada es harto conocida.
Según esta teoría, la ontogénesis de los seres superiores reproduce la filogé-
nesis de los inferiores : la evolución del individuo abrevia la de · la especie .
que le precedió en el camino de la evolución.
. Trasplantada a la psicología junto con otros aportes de la biología, la
hipótesis del paralelismo ontofilogenético, o hip6tesis de la recapitulaci6n, cobró
en ésta acepción particular. Se trató de comparar únicamente el desarrollo
del individuo con el de su propia especie o, a lo sumo; con especies muy cer-
canas, los monos antropoides de mayoría de las veces. Agreguemos que esta
comparación se realiza de preferencia sobre el plano de las actividades men-
tales o sociales, puesto que como en el caso del paralelismo psicofísico, apenas
EL HOMBRE, FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 19
*
te a la imposibilidad de establecer una correlación ontofilogenética
Ja evolución de la vida psíquica permita formular leyes o normas a
de lo que ocurre en embriología, y por influjo de los . estudios
~ ~JS de Émile Durkheim, se quiso demostrar que las representaciones
colectivas y las individuales presentan idénticos caracteres y obede-
las mismas leyes de · formación :·en todos los estadios del desarrollo
Individúo y ~ colectividad pasarían por las mismas etapas, sometidos
20 PSICOLOGIA GENETICA
*
vacío que separa la neurofisiología de la psicología, y la
de la sociología y de la antropología, se requiere una hipótesis
que retomando el hilo que pretendieran desenrc:>llar el paralelismo
. la teoría de la recapitulación ontofilogenética y el paralelismo
jlllciolié'ígi"1co, teja nueva malla prescindiendo de la trama idealista,
•1111sta o no, y asegure un enfoque racional lógico en todos sus presu-
"f GJnclusiones. Cada uno de los planteamientos analizados ofrece una
••c:ión filosófica característica que demasiado a menudo desvía a cien-
m .la tarea de dar coherencia a los propios hallazgos. Los propugnadores
.-.msica, de la recapitulación, del paralelismo psicosociológico, fueron
te deterministas en fisiología, biología y sociología, y místicos en
*
Sabemos que el pensamiento es la coronación de unos dos mil millor1es
de años de evolución biológica de la especie humana; además, la historia nos
11Dieña que en el relativamente brevísimo período de desarrollo de nuestro
ll&iero ---el hombre, en el sentido de Homo sapiens, apareció tal vez hace
cuarto de millón de años--, un nuevo proceso de transformación aceleró
llDS cambios de la base común de evolución animal, medio natural-individuo,
ISto es, la experiencia acumulativa aunada con una finalidad consciente --el
llibajo- en continuo ascenso. Este fenómeno destaca dos características que
IDU piedra de toque para comprender el proceso psicogenético que terminf)
separarnos radicalmente de las especies más próximas en la escala zoológica;
9:anzada la fase humana, el principio central de la evolución deja de ser
lnlógico para convertirse en cultural, y los cambios genéticos ceden en pre-
9Bnencia a las técnicas ele transmisión del progreso cultural. De este modo
persona humana traslada el eje de su praxis al campo de la actividad psico-
:ml, y nos encontramos· con un acrecentamiento enorme en el grado y
91óedad de los estados psíquicos en consonancia con los niveles que va esca-
flndo la organización sociocultural. La adaptación del animal se realiza cen-
trada en el equipo individual y restringido que proporciona su organización
•
0
'ca; a las funciones de órganos y sistemas apenas agrega la acción ins-
9Dnental de garras, picos, etc., que aseguran la continuidad de una conducta,
pro al mismo tiempo restringen todo cambio en la misma excluyendo de la
- tac.íón la posibilidad de cambios individuales. El. animal está rígidamente
a la actividad que le prescribe su organización corporal, sus acciones
9JacCiones carecen de proyección sobre las acciones y reacciones de la des-
cia. El aprendizaje debe ser recomenzado en cada generación y por ende
•el de los resultados se mantiene siempre idéntico. La relación individuo-
es constante, y cuando se presenta un cambio está dado en las condi-
~ biofóricas y nunca en la estructura del animal en sí, que como indi-
lliloo debe adaptarse o perecer, y como especie sobrevive a través del grupo
* los más aptos. El equilibrio para la supervivencia está dado por las con-
~es ecológicas; quebradas éstas, y a menudo las quiebra la misma especie
& 9lra que irrumpe en el hábitat, se destruyen las bases .de la continuidad
24 PSICOLOGIA GENETICA
base de la contiu~ad d:
vital, origen al devenir psíquico que culmina con
el pensamiento? Pensar significa elaborar racionalmente las características
del mundo exterior e interior --como factor fisiológico y biológico-- refle-
jados en la conciencia. Para que dicha elaboración se produzca, a diferencia
del animal en cuya mente también se refleja el mundo exterior e interior,
es menester un proceso asentado en tres etapas psicobiológicas:
1~ La sensación, o transformación de la energía exterior en función de
lo real;
2~ La generalización, o elaboración del concepto que refleja las leyes
del mundo objetivo ; .
3" La actividad práctica, o comprobación en los hechos de la veracidad
de las leyes obtenidas por la generalización.
La sensación es el puente tendido entre el individuo, el medio interno y ·
el externo; en su calidad de estímulos intero o propioceptivos, o protopáticos
para denominarlos globalmente con Head, representa el camino por el cual
cambios de medio se traducen en estímulos. que llegan a centros nerviosos
de niveles diversos según la especie. Este proceso, común a hombres y ani-
males, es posible por la actividad de los receptores internos y externos --quimio,
baro, foto, audiorreceptores, etc.- y determina el equilibrio entre los diversos
medios Internos, el cual una vez logrado por obra de la sinergia funcional de
aparatos y sistemas, lo adecua a las circunstancias biofóricas del medio externo.
Representa un proceso moderador y regulador cuya · acción se re.aliza por y
para el individuo.
La generalización representa la asociación de dos o más sensaciones, cuya
complejidad está determinada por el grado de cerebración de la especie, y
quen en el hombre ha llegado al más elevado nivel con las funciones especí-
ficas de la corteza cerebral, que se pueden resumir en funciones de análisis y
funciones de síntesis. Este esquema, anclado en la teoría de la función diná-
mica de los niveles corticales, de Pavlov, nos explica de qué manera cada
individuo, según el medio que le es propio -estímulos- y su capacidad
neurofuncional -herencia biológica y psíquica-, elabora las propias cone-
xiones temporarias y constituye el fenotipo o personalidad, punto de arranque
de las reacciones propias del individuo frente al ambiente.
Este proceso se traduce en la actividad volitiva a través de la comproba-
ción de la veracidad de las leyes reflejadas o actividad práctica, que se mani-
fiesta de dos modos: por la praxis o acción instrumental, que revela una
adecuación directa entre la respuesta y el conjunto de circunstancias de que
derivó el estímulo y cuya gama puede ir del reflejo primario o innato (por
ejemplo, retirar la mano que toca un objeto ardiente, lo cual revela la unión
temporaria de un estímulo interoceptivo que señala un desequilibrio del medio
interno por acción del calor, con una circunstancia externa que provoca ese
desequilibrio) a los más elevados y complejos, en cuya génesis se asocian
excitaciones anteriores denomina.das estereotipos funcionales o dinámicos -me-
moria-, con los del momento, exteriorizándose a través de la conducta o
inteligencia práctica que representa la actividad organizada de los animales
EL HOMBRE, FENOMENO BIOPSICOSOCIAL 27
CRECIMIENTO Y DESARROLLO
Para el estudio del crecimiento son posibles dos caminos, señalados por
Quetelet y Camerer, y respectivamente designados como método generaliza-
dor e individualizador. El primero, más empleado por las escuelas constitu-
cionalistas, consistente en someter a determinadas mediciones gran número de
sujetos de la misma edad y del mismo grupo étnico, elaborando con los datos
obtenidos medias aritméticas y seriales. El segundo sigue únicamente unos
pocos individuos durante varios años con investigaciones especiales y en con-
diciones óptimas desde el nacimiento hasta la madurez absoluta o término del
crecimiento que se alcanza, para poblaciones europas~ entre los 40-45 años
para los hombres y 28-35 para las mujeres. En estas determinaciones cobra
grandísima importancia el concepto de normotipo, esto es, de individuo sano
de cuerpo y psiquis, crecido y desarrollado de manera armónica en relación
co~ el individuo promedio de su edad, y de sus grupos racial y social. De este
modo el crecimiento se valora con la determinación sucesiva de las progre-
siones que revelan en el tiempo longitud y peso del cuerpo, y que se traducen
gráficamente por una curva sigmoide o en forma de S, cuyo análisis muestra
dos segmentos principales: el primero señala un período de autoaceleración;
el segundo, otro de autoinhibición, con un punto intermedio en que cesa el
aumento de la velocidad de crecimiento y todavía no está iniciada la dismi-
nución del mismo. Esta curva tiene su punto de inflexión hacia los 14 añ0s,
edad en que --<:on diferencias para los sexos, variaciones individuales, de raza,
de clima, de alimentación, etc.- irrumpe la pubertad, estado fisiológico del
que se resiente tanto el soma como la psiquis.
La curva sigmoide de que hablamos describe el crecimiento de cualesquiera
ser vivo, e incluso de comunidades, pero ofrece particularidades en lo que al
hombre respecta. La excepcional duración del crecimiento y desarrollo de
éste permite apreciar saltos bruscos, seguidos de períodos de gran frenamiento
o detención temporaria, lo cual da origen a curvas secundarias que, como ob-
servan Pende y De Toni, des.tacan la irregularidad del crecimiento que se
produce ora en largo, ora en ancho, por etapas sucesivas en las que estatura
y peso aumentan .oponiéndose según prescriben las leyes de Viola: de antago-
nismo entre masa y forma, de Godin: grandes y pequeñas alternancias, y de
Pende: acción de constelaciones hormónicas morfo y troforreguladoras.
Si encaramos el crecimiento desde el punto de vista de la ontogenia, esto es,
el crecimiento del ser humano como individuo provisto por herencia de una
posibilidad de crecimiento y desarrollo peculiar -exceptuadas las posibilida-
des exógenas que favorecen o retardan el procescr-, y dentro de las variacio-
nes reguladas por los factores intrínsecos del crecimiento (hormonas, vitaminas,
alimentos, ambiente, enfermedades, etc.), encontramos etapas que han sido
limitadas de muy diven;as maneras por los investigadores. De todas estas clasi-
ficaciones y desde el punto de vista tanto auxológico como psicológico, ninguna
se adecua mejor por su sencillez y precisión que la división del crecimiento
humano en nueve períodos, propuesta por Pende:
32 PSICOLOGIA GENETICA
El tercer período, que termina a los tres años y medio o cuatro, según los
casos, ofrece como característica más fácilmente observable la dentición. En el
aspecto ponderal, el niño gana cinco gramos por día, con un peso promedio
de once kilogramos. Aparte de la adquisición de caracteres esencialmente
humanos, ·como la marcha con el cuerpo y la cabeza erectos, se instaura un
fuerte crecimiento longitudinal. El cuarto período, conjuntamente con el sexto,
constituyen, tanto auxológica como biológicamente, fases . somatogénicas de
singularísima importancia.. Hacia los cinco años y medio, el crecimiento pre-
senta un nuevo impulso de máxíma actividad y es el momento cuando se
aprecian las diferencias entre individuos corporalmente grandes y pequeños.
A los seis años y medio, el cuerpo adquiere el tipo morfológico que tendrá
en la edad adulta.
En líneas generales, el crecimiento del niño sufre un cambio tan acen-
tuado que muestra el prototipo morfológico de la infancia a los seis, y a los
siete ya parece un adulto en sus proporciones.
Con sentido morfobiotipológico, Pende ha destacado, por primera vez, que
desde la mitad del cuarto año al séptimo comienza la aparición de caracteres
sexuales secundarios, aunque bien entendido sin psicosexualidad, lo cual lo
lleva a considerar esta etapa como pequeña pubertad, por el hecho de que a
semejanza de la pubertad propiamente dicha y en especial del primer período
de ésta, se instaura un fuerte crecimiento estatural y ponderal con predominio
del primero, que llegaría a ocho ce_Qtímetros en los varones y a 10 en las mu-
jeres. Al igual que la pubertad, la pequeña pubertad de Pende presenta la
existencia de formas individuales. En este período no es difícil observar pre-
cocidades físicas, sexuales y psíquicas, en especial artísticas. En · escala redu-
cida se bosqueja lo que somáticamente debe verificarse en la pubertad verda-
dera. La endocrinología explica este proceso por iniciarse hacia los siete años
la involución del cuerpo pineal, glándula frenadora de la constelación hor-
mónica sexual.
En relación con la psicobiología el quinto período carece de relieves espe-
cíficos; el biotipo queda asentado en la etapa crucial de los siete años y la
característica más saliente la constituye una notable adquisición en la acele-
ración del peso. El sexto período, señalado por el segundo alargamiento pre-
valeciente, entraña para el organismo humano una grave crisis fisiológica, la
pubertad, cuyo fin promedio auxológicamente considerado sólo se alcanzará
hacia los diecinueve años. Entran en actividad las glándulas sexuales, que,
bosquejadas desde la vida embrionaria y después de una acción exclusiva-
mente morfogénica en el cuarto período, cobran función específica de · regular
la capacidad reproductora de los individuos, con todas las consecuencias fisio--
lógicas y psicológicas implícitas en la misma. La pubertad se traduce sobre el
crecimiento global por un aumento muy neto que alcanza su máximo hacia los
dieciséis años; entre los trece y los catorce años la ganancia. ponderal es por
término medio de cuatro kilogramos por año. Después de este impulso acele-
:rador, el crecimiento humanQ continúa hasta finalizar con ritmo decreciente,
tanto en velocidad como en las tasas resultantes.
Paicologla genttica.-3.
34 PSICOLOGIA GENETICA
*
. El ~riáls · at1Xológico y dinámico del creim~nto únicamente .aclara la ·
modalidad géneral delmismo, y. si bien permite· determinar.los pas_os de la m_or-
fogénesiS, . no hace luz sobre la situación ·específica de cada especie' género,
raz~ : y dentro dé ellas de cada individuo en le> referente a l<!, paú.ta intrínseca
por .Iá cual alcaniará· una' talla determinada en una época pr~cisa de su evolu-
ción. Por·ser la talla específica
. .
U:n
~
carácter .ne-rita~o
. se . procuró . aplicarle
36 PSICOLOGIA GENETICA
los métodos del análisis genético, pero los resultados fueron harto desalenta-
dores. Los híbridos o mestizos de primera generación presentan, por .lo gene-
. ral, una talla intermedia a la de los padres, pero la descendencia de los híbri-
dos no permite descubrir una disyunción neta de los factores celulares. Además
puede ocurrir que el híbrido de primera generación tenga una talla superior
a la del más grande de sus progenitores. Este fenómeno, conocido en genética
como heterosis, se observa tanto en animales como 'en vegetales, y también en
el mestizaje de razas humanas; los mestizos entre europeos e indios de la
América del Norte, entre bóers y mujeres hotentotes en Africa, son de mayor
talla que sus padres. De aquí que se deba admitir que los caracteres de la talla
-que tipifica etapas y formas del crecimiento-- dependen de numerosos fac-
tores cuya acción se adiciona y en cuya interacción los factores celulares sólo
serían catalizadores que intervienen en los procesos químicos del crecimiento
en determinada fase de la evolución del individuo, y que en los vertebrados
aparecen, por lo común, ligados a una modificación del equilibrio hormonal.
El enanismo congénito en ratones y en el hombre está determinado por
una insuficiencia hipofisiaria que entraña insuficiencia de la tiroides y de las
suprarrenales. El injerto de hipófisis permite a los individuos de esta línea
un crecimiento normal. Elementos del mismo tipo intervienen en la diferen-
ciación de las razas humanas; los mogoles son en general hipotiroides, y en el
metabolismo de base de las diferentes razas se observa una amplitud de osci-
lación del 25%, superior en todo sentido a las diferencias producidas dentro
de una misma raza por estados patológicos. Hindúes, chinos y filipinos pre-
sentan un metabolismo basal inferior al de los blancos; los esquimales, superior.
Los trabajos de Ch. Stockard sobre los caracteres hereditarios de diversas
razas de perros son muy significativos. Los daneses y los San· Bernardo resul-
taron afectados de gigantismo hipofisiario acompañado en los segundos de
acromegalia. En cuanto a los bassets y bull-dogs, representarían dos aspectos
de un mismo trastorno endocrino que se instaura precozmente en el basset e
ínhibe el desarrollo de las extremidades, y más tardíamente en el bull-dog,
afectando el esqueleto de la cabeza. El cruzamiento de estas dos razas brinda
individuos más anormales todavía y por lo común poco viables.
El estudio comparado del crecimiento en el hombre y otros mamíferos
ofrece comprobaciones igualmente sugestivas e incluso permite presumir el
camino por e1 cual, junto y gracias a la modalidad de crecimiento humano,
se instauró la evolución del sistema nervioso que nos es característica. La inte-
gración morfológica del animal se logra en breve lapso; la del hombre, por
el contrario, exige una serie de años suplementarios que señalan, morfológica-
mente, una extrema lentitud del período de crecimiento, muchísimo mayor
que el de los mamíferos de talla equivalente. En todos los estadios de la evo-
lución embrionaria y postembrionaria el crecimiento humano está caracterizado
por su lentitud y débil rendimiento energético. Estudios comparativos entre
el hombre y los monos ~tropides muestran la enorme diferencia que separa
a la infanci_a de ambas especies. Los- antropoides alcanzan la pubertad a los
seis años y la talla mfucima a los diez. El gorila posee todos los dientes de leche
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 37
al año, el chimpancé a los diez meses; el hombre, solamente a los dos años y
medio. La osificación, tanto del cráneo como de los miembros, en el mono
de cuatro años alcanza la etapa que el hombre cumple a los veinte.
Además, el antropoide se separa mucho más de las proporciones de su pro-
pio feto que el hombre del suyo y del de los monos, lo cual indica que con
razón auxológica el crecimiento no está más restringido en los antropoides,
sino en los humanos.
La diferencia fundainental entre los dos géneros está en la duración de
las etapas de crecimiento, puesto que no cabe duda que a la extensión en el
hombre corresponde el alargamiento relativo de los miembros posteriores, que
hacen posible la estación bípeda y la reducción de la laringe, base orgánica
del lenguaje articulado. Además, la lentitud de osificación del cráneo permite
al hombre mayor desarrollo de la corteza cerebral. Por otra parte, no resulta
extraño al desarrollo psíquico el largo proceso de maduración e integración
humanas que imprimen al sistema nervioso la plasticidad que le permite su-
perar al animal en la formación de reflejos condicionados y de estereotipos
din{unicos. Las múltiples experiencias de laboratorio de las escuelas pavlo-
viana y behaviorista, así como la prueba empírica de Ja enseñanza en el hom-
bre y el amaestramiento en los animales, demuestran el papel fundamental
que tal plasticidad desempeña en el desarrollo del psiquismo.
*
Por regla general, los estudios del crecimiento somático y del desarrollo
psíquico han seguido caminos paralelos, pero divergentes. Pese a que hace
más de una centuria ilustres fisiólogos, psicólogos, pedagogos y pediatras reac-
ciona~ contra la absorbente independencia de soma y psiquis, fuera de las
"declaraciones" que propugnan lá. unidad indisoluble de ambos procesos, la
metodología de . las dos ra.nlas observa la más completa discrepancia de pro-
cedimientos, propósitos y fines. El concepto de paralelismo psicofisiológico está
tan arraigado que cuando la "unidad" se insinúa a través de experiencias o
aparece como punto de prueba, la más extrema conexión se reduce a inter-
icambios cuantitativos, a la equivalencia de estructuras anatómicas o psíquicas,
pescindiendo del carácter cualitativo de ambos fenómenos y, por lo mis-
mo, con absoluta desvinculación de un punto de partida común en cuanto
a la interacción que preside el proceso del crecimiento y desarrollo. La moder-
na psicosomática americana, el psicoanálisis en cualquiera de sus exprsion~
wtodoxas y heteredoxas, la testología psicométrica o proyectiva, escamotean
el problema y en todos los casos resultan dualistas en sus conclusiones. A veces
lJarten de una declaración que señala la unidad, pero una unidad rígida,
pecanicista, de equivalencias, que concluye siempre, y lógicamente debe ser
mí, dentro del principio del paralelismo que acatan implícita o explícitamente,
por destacar la irreductibilidad de ambos procesos en cuanto a origen y últi-
mas consecuencias.
Ahora bien, .:yendo al meollo de la cuestión, cabe preguntar: ¿ cómo . pro-
lhar la unidad psicofísica a partir del origen mismo del fenómeno mental? Si
38 PSICOLOGIA GENETICA
consideramos que el antepasado animál del hombre poseía los caracteres ge-
nerales de un antropoide y nos atenemos a los hechos señalados · de Ja relación
entre estado adulto y embrionario, estamos obligados a reconocer que el pro~
. ceso evolutivo que creó al hombre es, como afirmara Devaux, un proceso de
pedomórfosis, de ''infantilización" del individuo ·adulto, . o según la denomi-
nac.ión de .Bolk, :de "fetalización". En pocas palabras, ·este. proceso consiste
en que ciertas disposiciones anatómicas fetales propias de los antropoides y
de los antepasa4os probables del hombre perduran en éste mientras desapa-
recen en el mono adulto,- lo cual nos enfrenta con una variante de las leyes
de filogénesis y ontógénesis al . afirmar que la evolución humana se produjo
. por sucesivas infantilizaciones y no . por remodelamientos de formas adultas.
ESta hipótesis, que ha sido denominada .de la "degeneración física del
hombre'', llama la atep.ción sobre el largo período de gestación y de amaman-
tamiento humanos, durante el cual el . cerebro, por no desempeñar ningún
, papel en la vida de relación, multiplicó en la filogénesis sus células nerviosas
hasta un número no alcanzado por ninguna otra especie animal. El hombre
sería un antropoide que bajo la acción de un cliiria d~avorble, de subali-
mentación o de cualquier otra caus.a análoga, habría . sido afectado de infan-
tilismo. En este sentido apo.z:tan sorprendente apoyo recientes estudios a.cercá
de la etiología del mogolismo. En 1951, Sergio Levi, basado en una adverten-
cia de Bleyer, sostuvo que el problema del m()golismo era de la competencia
del citólogo, que la modalidad de aparición, .las características somatoclín.icas
. . de los niños mogólicos eran de origen cromosómico, y formuló la hipótesis de
que fuera de las leye5 de transmisión hereditaria se producía un proiceso
aceidental .de deSequilibrio cromosómico y resultaba un tipo 'digresivo.
·Los peifeccionamiento5 técnicos de la investigación citológica, derivados
principalmente . del estudio de las. consecuencias de las radiaciones atómicas y
.basados sobre cultivos in vitro de tejidos humanos, han .permitido estab.Iecer
con exactitud, en .el laboratorio atómico 'de Harwell, Inglaterra, que el .nú-
mero de eromosomas humanos es tanto de 46 como de 48. Además, en el
Instituto · de Genética Médica de París; se pudo comprobar en las células cu-
táneas · de mogólicos la pre8ellcia de un cromosoma suplementario, anómalo,
pequeño y sutil, que eleva o disminuye. en estos sujetos el número de cromo-
somas a 47. El hallazgo fue corroborado por Book, en el Instituto de Genética
cie Upsala, y ·realizando el recuento en células cutáneas y de la médula ósea,
con lo que. excluyó la presundón de que el fenómeno se presentara en un ·Único
· tipo de tejido. Este singular proceso dig:resivo -recordemos que el mogolismo
comporta .una . reestructuración anómala . de la morfología corporal, de la . si-
nergia hormóni<;a y del desarrollo nervioso-- provocado por la presencia de
un crom<>sofua supemuriierario revela, pues, una enibriogénesis profunda,..
mente. alterada. Si sumamos· a la hipótesis , de · Devaux la :razón de este "error
citológico"ha5ta hace poco sqlamente c;onocido en el reino vegetal y én algu-
. nos anirriales ü:ifei:iores, encontramos una eiplicación del origen del hominjja
'prixÍiitlvo y de las particularidades morfológicas, somáticas y fisiológicas · que
lo caracterizaron; : .
CRECIMIENTO Y DESARROLLO 39
TEMPERAMENTOS HIPERCRÍNIOOS :.
TEMPERAMENTOS . HiPOCRÍNICOS:
*
Para· unir l_os dos aspectos de la integración y maduración neurofuncional:
filogénesis y ontogénesis, Minkowski estudió los movimientos fetales de ani-
males de diferentes especies y encontró el automatismo muscular de los pri-
meros movimientos en los vertebrados no mamíferos. En los anfibios halló
que los movimientos del tronco estaban cronológicamente precedidos por mo-
vimientos de las extremidades, en especial . anteriores, y señaló que en éstos
.aparecen los primeros bosquejos del sistema nervioso como tal. En los mamí- .
feros Im¡ movimientos precoces de las extremidades aparecen a partir de la
-cuarta semana y se revelan simétricos y bilaterales; en la sexta ya son asimé·
tricos, arrítmicos y muy variados. Después, Minkowski llega· al hombre ·y
distingue cinco fases en la evolución neurofuncional del feto humano, las q'Je
..
48 PSICOLOGIA GENETICA
males superiores que le están más próximos en la escala zoológica, los monos
antropoides, para precisar mejor.
I. Fd.se del recién nacido o fase cortical inicial, que corresponde a las
seis u ocho primeras semanas de la vida extrauterina en los niños nacidos a
término. En primer lugar está caracterizada por la mielinización de los he-
misferios cerebrales que, después de un esbozo en los "campos primordiales".
antes del nacimiento, progresa ahora rápidamente y en un orden determinado.
Como observara Flec4sig, completa los "campos primordiales" y se propaga
a los "campos intermedios". Desde el punto de vista funcional resalta un
comienzo de influencia de la corteza cerebral sobre las estructuras y funciones
subcorticales y espinales, en particular de la corteza de la región motriz sobre
los movimientos y los reflejos de las regiones sensitivas y sensoriales sobre la
evolúción de la sensibilidad, que inicia en base de la maduración y actividad
de los estímulos ambientales su pasaje de la etapa protopática a la epicrítica.
II. Fase del lactante o córtico-subcórtico-espinal con preponderancia sub-
cortical, que corresponde al período que va de las seis u ocho semanas de vida
postnatal hasta el año. Es. un período caracterizado por movimientos - ~e pata-
leo, coreiformes, atetósicos o espasmódicos, por reflejos de postura, de orien-
tación, de locomoción, de defensa, etc., y por un predominio neto de la
forma dorsal del reflejo plantar, con signo de Babinski fisiológico. En lo
que a la anatomía respecta, durante esta fase la mielinización adelanta mucho
más rápida,mente en las diferentes regiones y vías · subcorticales o extrapira-
midales que en el haz piramidal. En los hemisferios cerebrales, la mieliniza-
ción progresa rápidamente en los campos donde antes comenzara y se extiende
a nuevas áreas, a los "campos terminales" de Flechsig.
III. Fase de transición, que se inicia hacia el fin del primer año o co-
mienzos del segundo, y cuya duración varía entre algunas semanas o meses.
La acción de la corteza cerebral comienza a prevalecer sobre .los sistemas sub-
corticales. El reflejó plantar es índice de esta evolución, ya que gradualmente
adquiere su forma definitiva normal, que alcanza hacia los dos años en el
niño y se continúa en el adulto; el signo de Babinski deja de ser fisiológico
y únicamente aparece como expresión de retraso en la maduración o de in-
volución patológica.
IV. Período córtico-subcórtico-espinal con predominip cortical. A partir
del segundo año de vida comienza este período, que dura hasta la vejez. La
evolución de las funciones mentales en esta etapa se la puede definir como
el conjunto de las fases ulteriores del niño, del adolescente y dél adulto, que
estudiamos en este libro. Su interacción se caracteriza por el desarrollo suce-
sivo de los movimientos aislados, de movimientos de dexteridad, del lenguaje
y la escritura, de formas superiores de sensibilidad, reflejos condicionados,
funciones mnémicas y asociativas, etc. Desde el punto de vista de la locali-
zación anatómica, este período está caracterizado por el desarrollo progresivo
de las funciones superiores de la corteza cerebral y por la afirmación ·del
papel dominante que estas funciones nerviosas deben desempeñar superpo-
niéndose completamente a los factores subcorticales y espinales. Funcional-
EVOLUCION ;F u :NCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO 51
*
La superioridad del hombre, la diferencia que entre él y los demás animales,
incluso sus m ás próximos antecesores hominidas, establece el calificativo de
sapiens, la debe únicamente a un órgano, el cerebro, que sin ser extr~odina
en su constitución anatómica o fisiológica, en las que nada fundamental se
a grega a lo que existe en la medula espinal o en el cerebro animal, pone en
actividad tal número de conexiones neuronales y son tantas las reservas fun-
cionales de sus 12 o 14 mil millones de células, que es capaz de permitir la
adecuación más delicada, más compleja y de mayores alcances para el indi-
viduo y la especie. El pensamiento, traducible en praxis cuya acción cambia
Jas circunstancias -renueva, transforma, crea o anula estímulos- y, dialéc-
~ment, éstas condicionan nuevas formas de la gnosis, la transformación
de lo cuantitativo en cualitativo, de lo concreto en abstracto, y viceversa, en
ambos casos, la creación de una sociedad histórica, la capacidad de producir
~gún fines y no necesidades, son características que únicamente el cerebro
~umano hace posible. ·
Sería pueril, sin embargo, confundir la actividad cerebral con la mente,
1-Jentificar la función -cuantitativa- con el pensamiento --cualitativo-- ;
llratar de encontrar en el cerebro conciencia, voluntad, recuerdos, ideas, querer
fK:Plicar lo fisiológico por lo psicológico, da por resultado un psicologismo tan
f11!opomórfico como falso, amén de demostrar una ceguera de método y
lógica que reduce las causas a los efectos, y únicamente permite invocar el
lamino del creacionismo con desmedro de la investigación neurofisiológica y
i=s<:onocimiento del dominio propio de la psicología. Todos los progresos de
la n eurofisiologfa y de la psicología modernas se han logrado gracias a este
~damiento que, no obstante, hace que ambas ciencias se eleven confron-
lindose. Los procesos neurofisiológicos son estudiados en relación con su valor
lficógeno ; los psicológicos, asentados en su base neurofisiológica. Las tenta-
lhas por edificar una psicología profunda sin base orgánica o a lo sumo de
llllR organicidad difusa, como las de arrancarle toda preocupación de inte-
!1-ídad, asimilando reacciones nerviosas a estímulos exteriores idénticos, ~an
lfll>alado, respectivamente, por el tobogán del psicoanálisis y del conductismo,
~do en una psicología ilusoria del individuo-conciencia como célula ais-
llllda o del individuo-acto reflejo. En ambas corrientes se reduce al mínimo el
tq>el del cerebro, y se consideran los centros o aparatos nerviosos como sim-
llks estaciones de enlace, núcleos de encarrilamiento automático de estímulos
pspuestas. Por el contrario, todos los progresos modernos de la neurofis}o-
~' a partir de Sherrington, Pavlov y Lapicque, así como de la psicología
9-ética, han valorizado considerablemente los centros nerviosos como órga-
52 PSICOLOGIA GENETqJA
*
Aunque el camino que va de una a otra etapa eri la evolución se nos pre-
sente a primera vista como esencialmente biológico, lá transformación que
lleva de una especie a otra, 'y en el caso particular humano· del homi:nida pri-
mitivo al Horno faber, y posterionnerite al sapiens, revela la acción distintiva
de condiciones exógenas, propias del medio externo. Desconocemos parte de
las fases del proceso de humanización, :Pero aunque dispongamos de unos
pocos hechos aislados, resultan bastante significativos y permiten bosquejar
la "gran aventura" del animal que comienza a abandonar la marcha en cua-
tro patas, y erecto el cuerpo, la cabeza erguida, adelanta unos miembros
anteriores que han de ser sígno distintivo, junto con la marcha bípeda y el
lenguaje, de su género.
Desde· los comienzos de la vida, incluso antes de haber adquirido una
estructura definitiva, el animal soporta un verdadero "modelamiento" por
ORGANISMO, MEDIO Y PSIQUISMO 57
*
En todo proceso de adaptación encontramos un optimum que representa
el conjunto de los valores individuales y sociales, y de los ~lemntos del am-
60 PSICOLOGIA GENETICA
Psicolog ia genética.-5.
CAPITULO V
INFANCIA
*
La personalidad tiene carácter de síntesis y como resultante refleja la
interacción, de factores biológicos y del medio. Está ligada a las circunstancias
que rodean al individuo, y aunque lo mismo podemos afirmar del hombre
y del animal, la personalidad únicamente pertenece al primero. Al nacer
ambos, parten de un estado apenas superior al parasitismo, pero la marcha
hacia el nivel adulto de la . especie muestra aceleración diversa porque las
circunstancias qué rodean crecimiento y desarrollo humano no son inmuta-
bles, proceden de una sociedad compleja e inestable, y al traducirse en estímu-
los varían dentro de una gaina imprevisible. El animal nace, crece y se re-
produce en un medio prácticamente constante ; las coordenadas biológicas del
crecimiento se repiten con uniformidad sorprendente de individuo a indivi-
duo, de generación en generación; los estímulos que actú~n como cataliza-
dores revelan la constancia propia de la naturaleza, a la que únicamente
cambian larguísimos períodos. El medio del animal es natural; el del hombre
social, inestable y cámbiante. En tanto que la ascensión neurobiológica del
animal debe alcanzar niveles que apenas están en los albores del psiquismo,
la del hombre debe siempre insinuarse por lo menos en una etapa superior.
;El tiempo que rige los cambios de medio para ·1a vida animal, y por ende
J:Ualidad de los estímulos, es el geológico, extremadamente lento, dilatado a
lo largo de evos cósmicos. La uniformidad biológiea representa, en este caso,
70 PSICOLOGIA GENETICA
*
Cada día son menos los psicólogos que subestiman la maduraci6n neu-
rofuncional y procuran, además, formular hipótesis al margen del concepto
de integración, tal como lo hemos delineado. En el desarrollo de los movi-
mientos y de los reflejos en el recién nacido y en el lactante, los pasos de la
maduración neurofuncional están jalonados por una desaparición .paulatina
PSICOLOGIA GENETICA
una abstracción de cuyo nivel todavía está lejos el infante. Toda acción se
mide por los cambios subjetivos u objetivos que produce o tiende a producir;
en el infante únicamente cuentan los segundos. Si bien es cierto que a las
acciones repetidas o abandonadas de inmediato podemos sumar la sensación
de agrado o desagrado, la subjetividad necesaria para alcanzar el placer, y
en un plano racional la satisfacción de la acción cumplida, está en sus pri-
meros bosquejos. El gran valor del efecto sobre la evolución mental está,
precisamente, en que activando la afectividad primaria del agrado y des.-
agrado, y llevando paulatinamente al distingo entre efecto y acto, conduce a
la distinción de sujeto y objeto, echando las bases del pensamiento racional.
Todavía en el adulto los más primitivos de los efectos son los más subjetivos;
el gesto puede encontrar finaliJ.ad en -la cadencia, el ritmo, en las figuras que
traza --como en la danza- y ser fuente de actividad en el párvulo, y en
muchos idiotas, aunque también perdure como tal en adultos cuyo pensa-
miento está lejos de un grado de abstracción suficiente.
- De aquí al juego, el paso es inmediato. La evidencia de la relación está
en que se confunde con la actividad total del niño en tanto es espontánea
y no queda sometida a disciplinas educativas. En cuanto a su gradación -den-
tro de las distinciones que es de uso establecer- se rige por el patrón de las
etapas que caracterizan la evolución acto-efecto. En primer término están los
juegos · exclusivamente funcionales, después vienen los de ficción, los de ad-
qu!sición, y, por último, como actividad práxica directa, los de fabricación,
Los juegos funcionales están representados por movimientos simplicísimos
como extender y flexionar brazos y piernas, agitar las manos, mover los dedos,
tocar objetos en rápida sucesión acompañada de movimientos corporales, o
balancearlos, hacerlos caer con la consecutiva producción de ruidos. La bús-
queda del efecto, la necesidad de ejercer una· acción sin que una finalidad
la guíe,_ la sorpresa que casi siempre produce el efecto sin que el niño logre
establecer una relación causal con la acción, señalan la indistinción entre el
p-opio cuerpo y las cosas, la expresión primaria de una afectividad todavía
basada en el agrado-desagrado, que aún no ha establecido en un plano supe-
rior el distingo de sujeto-objeto, la antinomia placer-desagrado. En los jue-
gos de ficción, cabalgar un palo, jugar a las muñecas o al médico, interviene
lllla actividad más compleja; el niño conoce la relación cau_sal, busca pro-
ducir un efecto predeterminado que, sin embargo, permanece en el ámbito
de la subjetividad cuando incluso el pequeño cabalga sin siquiera montar un
palo o cuando la acción es tan poco acusada que solamente el actor es capaz
de reconocer a través de ella el efecto buscado. En los juegos de adquisición,
el objeto domina totalmente; el niño es todo atención, escucha, mira, se es-
fuerza por comprender. Las cosas, los seres, los relatos y canciones "bobas"
Jo fascinan. La acción queda relegada en segundo plano y el niño vive inten-
lilIIlente el embrujo del efecto que no produjo, que no puede producir hasta
'lanto. lo haya asimilado y ponga en juego la propia acción. Los términos de
la relación causal aparecen invertidos porque ha comenzado el aprendizaje,
,,. de las causas se deducen los efectos, y no viceversa. Los juegos de fabric~
74 PSICOLOGIA GENETICA
.ción inician la etapa racional; se unen, reúnen objetos, se los modifica, trans-
forma y crean nuevas combinaciones. LaJ relación causa-efecto ya es clara: el
efecto está predeterminado en el acto y no se lo busca como tal, sino que se
persigue una variante. La acción es intencional, se ha convertido en praxis
y abre las vías para la actividad instrumental. La actitud lúdica del niño,
la persecución del efecto para motivar la acción, cede a una nueva etapa en la
que intervienen reglas que fijan el tipo y modo de acción admitiendo única-
mente efectos por todos esperados. El juego se vuelve colectivo, el niño pasó
del acto subjetivo a la acción objetiva e inicia a través de la praxis la marcha
hacia la gnosis. Comienza el momento cuando la imposición del medio puede
sustraerlo de las ocupaciones espontáneas y hacerle seguir otras con no me-
nor interés. La educación introduce el cultivo de las disciplinas mentales.
*
Cuando el niño logra independizarse de las circunstancias, esto es, el mo-
mento én que no está acaparado por la búsqueda del efecto, sino que puede
cambiar la atención y centrarla en otros intereses, es posible la sustitución de
necesidades actuales por necesidades fundadas en anticipaciones o conven-
ciones. El juego de fabricación se introduce como expresión espontánea de
la etapa cronógena en que acción y conocimiento reunidos revelan pleno
grado de maduración cortical; época del verdadero aprendizaje, en las co-
munidades subdesarrolladas o coloniales la iniciación del trabajo infantil, y
en los puebfos con status social elevado la mayor incidencia del proceso edu-
cativo.
Hasta entonces la nota mental característica es de inestabilidad; los actos
motores sobre los cuales reposan actitudes y acciones infantiles resultan difu-
sos, discontinuos. La puesta en marcha de Jos mecanismos motrices en forma
tónica carece de continuidad y revela arranques súbitos seguidos de rápido
relajamiento. De consuno la acomodación perceptiva se relaja rápidamente,
no se fija con certeza en el objeto y oscila de un estímulo a otro. La jerarqui-
zación de los centros nerviosos está acabada, pero la actividad funcional to-
davía es anárquica y fácilmente el control cortical cede a instancias de cen-
troo inferiores. Es sabido que Pavlov explica la diferenciación de los reflejos
condicionados por zonas corticales de excitación e inhibición que se delimitan
recíprocamente. Más especial resulta el excitante, más se extiende la zona
de inhibición a expensas de la excitación. La dificultad de crear un reflejo
condicionado aumenta con la selectividad del excitante. Este fenómeno, que
estudiado en . la filogénesis revela el proceso ascendente de cerebración, se
presenta cualitativamente idéntico en la ontogénesis, de donde resulta que
con la misma progresión del fenómeno de mielinización en las áreas cortica-
les del cerebro progresa la capacidad de inhibición y, por consiguiente, la
atención se focaliza. La inestabilidad derivada de amplísimas zonas de exci-
tación en el párvulo cede gradualmente a un equilibrio con la inhibición.
En otros términos, el umbral de las cronaxias corticales se eleva y el estímulo
capaz de pasarlo se vuelve cada vez más específico. Las ligazones, los bahnung
INFANCIA 75
*
El pasaje del acto al pensamiento no deja lugar a dudas; los hitos que
jalonan la conversión de la praxis en gnosis están señalados por etapas suce-
sivas discernibles tanto en el crecimiento corno en el desarrollo. Las del pri-
mero son un hecho de observación_empírica, las segundas se caracterizan por
estadios menos netos, tasas sucesivamente crecientes que alcanzan el nivel
máximo aproximadamente a los quince años, momento en que la arquitectó-
nica neurofuncional llega prácticamente a la edad adulta. Si bien es viable
establecer un criterio objetivo para las etapas del crecimiento, es difícil con-
cretar aquellas del desarrollo. Por lo demás, crecimiento y desarrollo coinciden
grosso modo aunque no existe entre ellas paralelismo absoluto, lo cual obliga
a introducir en la psicogénesis divisiones más numerosas que en la ontogénesis,
ias que resultan de acontecimientos estrictamente psicobiológicos, del surgir de
nuevas síntesis mentales cuya acción sobre la evolución es considerable desde
INFANCIA 77
PUBERTAD
*
Desde el punto de vista biológico, la atracción sexual y el despertar amoroso
están condicionados por la aptitud para la procreación, caracterizada por el
comienzo de la menstruación en la hembra y la primera emisión de <¡ferma
en el macho. La ovulación coincide casi siempre con la menarquia y por lo
mismo es viable fijar una data; en el varón, por el contrario, no es fácil esta-
blecerla porque puede haber en un principio eyaculaciones sin espermato-
zoides capaces de fecundar. Sea como fuere, la pubertad no puede ser redu-
cida a una fecha, ya que no es justo limitarla a la aparición del flujo mens-
trual o, respectivamente, a la eyaculación de esperma, porque se trata de una
transformación de todo el organismo y no de un único aparato. Además, y
este aspecto es de suma importancia clínica y psicológica, la pubertad está
5ometida a diversos influjos entre los que cabe recordar raza, clima, condicio-
nes alimentarias y socioeconómicas. En h..s razas nórticas, la pubertad se ma-
nifiesta, por ejempio, Cúll un retardo de uno o dos años en relación con los
pueblos centroeuropeos, y cuanto más nos acercamos al Ecuador, tanto m;Ís
precoz es su aparición, cualquiera sea la latitud. La acción de las condiciones
socioeconómicas ha sido comprobada en sperimento naturae durante las dos
guerras mundiales en los países sometidos a graves restricciones alimentarias!
aparte de ser observación empírica corriente en las diversas capas sociales de
todos los países, y más todavía en los subdesarrollados o los directamente co-
loniales que ofrecen el constraste de superriqueza y supermiseria coetáneas.
Tanto en el varón como en la mujer, la pubertad casi siemp~ se manifiesta
en las épocas más cálidas del año, verano o primavera para las zonas tem-
pladas o frías.
Considerada desde el ángulo de la bioenergética, la pubertad se inicia
cuando la curva sigmoide del crecimiento (vid. cap. 11) llega al punto de
inflexión, momento en que cesa el aumento de velocidad del crecimiento y
no ha comenzado todavía la disminución. Este fenómeno no se presenta en
todos los sujetos a la misma edad, y únicamente puede ser puesto en evidencia
midiendo a los individuos cada seis meses. Estas apreciaciones auxológicas han
permitido establecer que la población blanca de la Tierra -se carece todavía
de datos relativos a las otras razas- alcanza la pubertad más precozmente
que a comienzos de siglo. Las causas de este fenómeno de "aceleración" son
aún poco conocidas y tanto se imputan a una mejor alimentación, mayor uso
de vitaminas, mejor higiene general, mayor exposición del cuerpo al aire, al
sol, que estimularían los factores del crecimiento, como a· Iá remoción de
!111gunos factores negativos por efecto del actual sistema de vida, que, presentes
y operantes, impiden al crecimiento somático desenvolverse en condiciones óp-
llimas. Cualquiera sea la causa, el resultado final es que er crecimiento tiende
a aumentar en alto, como demuestran las medidas medias de los jóvenes
~lutados para el servicio militar.
Junto a las modificaciones harto conocidas de los caracteres sexuales se-
sundarios (aparición de los pelos pubianos y axilares, bozo, cambio del timbre
84 PSICOLOGIA ' GENETICA
*
Agudizada al extremo la sensibilidad orgánica pone el sello de la insegu-
ridad en los actos del púber. Es la etapa de la vida en que todo se cae de
las manos, que los objetos delicados se quiebran entre los dedos que procuran,
sin embargo, asirlos suavemente, que los Portazos, sin querer, hacen temb-lar
las paredes y no se dan tres pasos sin atropellar un mueble. Hasta los últimos
momentos de la niñez el reciente púber había logrado un equilibrio psico-
motriz completo. Después de los inseguros tanteos del párvulo, la noción de
t"Spacio y el · dominio de músculos y articulaciones le aseguran la precisión
de movimientos, pero llegando a la pubertad todo cambia, las reacciones a
los estímulos no c:onservan la debida proporción y, roto el equilibrio que debe
adecuarlas, la respuesta se exagera o inhibe la acción del músculo.
- Pareciera que la firme noción de espacio tan trabajosamente lograda por
el niño se derrumba de improviso. Si el pequeño inició la marcha entre las
cosas ignorándolas como ta~es, el púber, por el contrario, les concede exage-
86 PSICOLOGIA GENETICA
rado valor. Personifican algo con realidad extraña, un mito, y por ello las
teme, cree adivinar detrás de las mismas una segunda forma, y por consi-
guiente también duda de su yo, de su físico que ve tr:ansformatse como si nunca
llegara a cristalizar, como si fuera subjetivamente una excepción, ~ fenó-
meno del 5énero humano. El equilibrio de la relación entre sujeto y objeto
del adulto, relación cargada por partes iguales de subjetividad y objetividad,
tan distinta a la del niño, desprovista de realidad objetiva, que se establece
exclusivamente por captación, sin entrega al mismo tiempo de algo propio,
todavía está lejano. Para captar globalmente la objetividad es menester haber
consolidado la subjetividad: Basta que alguien sugiera que romperá el vaso en
que bebe para que la desgracia ocurra. Por cierto, no es menester ojos de
lince para percibir lo desmañado de los movimientos del púber, y tam-
poco para descubrir que su motricidad la preside una acentuada incoordina·
ción, algo así como una pereza a veces, como un exceso de actividad otras.
El púber vive estos conflictos, quisiera caminar con garbo y los pies se le
escapan, desearía saludar con estudiada reverencia y el sombrero se le cae
de la mano. Toda "filosofía" de la vida es una justificación a posteriori; los
juicios de la solterona sobre el amor, del banquero sobre la legitimidad de la
usura. que llama préstamo; y el púber, dentro de los marcos de una sociedad
que impone probanza de los propios actos, elabora también su "filosofía" de
la vida. Incapaz de encontrar apoyo en las cosas que se le antojan cambian-
tes, de proyectarse en los demás seres a los que se aproxima, pero no es igual,
de alcanzar un sentido social de la existencia a través de la comunidad de
ideas, de sentimientos, busca crearse en sí mismo un mundo de acción. Actuar
significa acompasar el propio existir a algo que está fuera de nosotros, sean
los sentimientos, las ideas o el afán de cosas, pero estos puntos de referencia
que llevan el adulto al amor, aI pensamiento, o impelen a la adquisición de
bienes, .son ·extraños al púber, o a lo sumo se le presentan como inalcanzable
irrealidad. Su único centro de gravedad, la sola realidad que le es asequible
de modo inmediato, es la orgánica, la~ sensibilidades intero y propioceptiva
qne le permiten sentirse como algo real, organizado. Las percibe en el silencio
de la alcoba, escucha los latidos del pulso que le hincha las venas de las mu-
. ñecas, que redobla en las sienes cuando pone la cabeza en la almohada; per-
cile contracciones musculares y el roce de las articulaciones cuando se dis -
tiende, encuentra en ellas satisfacción porque se percibe a sí mismo como
unidad. El movimiento le procura conciencia personal y la psicoceptividad
es primaria, de estados orgánicos, de sucesión mecánica de movimientos y
ritmos, sin alcanzar todavía valor de existencia. De aquí la necesidad de
movimiento, dé desarticularse en el juego deportivo, de emulación con cabrio-
las y piruetas, carreras, único medio de gozar la propioceptividad, de percibir
la propia existencia.
De la importancia de esta fase de goce de la intero .y propioceptividad
nuestra cultura no es consciente. La pedagogía absurda de dómines . imbuidos
de fines únicamente ideales e ignorantes de la realidad puberal, los constriñe
PUBERTAD 8?
*
Bajo todos los aspectos la pubertad aparece como fase en que el creci-
miento y desarrollo desvinculan al individuo de la realidad en que había
terminado por asentarse el mundo del niño. Todo lo adquirido es visto bajo
una nueva dimensión con resultados, por lo demás, ambiguos en sus manifes-
taciones, ambigüedad que también es posible encontrar en la evolución del
pensamiento, caracterizado por una neta transición de lo concreto a lo abs-
tracto. Hasta los once o doce años las operaciones mentales del niño se rea-
lizan en el plano de lo concreto y dependen de la acción sobre los objetos.
La acción (vid. cap; V) está dirigida a la obtención del efecto, que se con-
sidera de cumplimiento ineludible. A partir de ese momento comienza lo que
Piaget denomina "constitución de operaciones formales", lo cual exige toda
una reconstrucción destinada a transportar los agrupamientos "concretos"
sobre el plano de los pensamientos. Esta transposición es posible para el púber
porque resulta capaz de asir los fenómenos reales, · las cosas en su devenir,
y diferenciar entre lo esencial y lo accesorio. Al mismo tiempo está apto,
apoyado por una curiosidad que emana de su propia inseguridad, para la
observación precisa. Por ello, a diferencia del niño, el púber es un individuo
que reflexiona fuera del presente, lo cual lo aleja de las cosas y hace que
elabore teorías sobre las mismas. Este pensamiento, posible en cuanto el sujeto
es capaz de razonar de manera hipotético-deductiva, permite la estructuración
de un mu:ÍJ.do en que la forma sostiern; la materia y da lugar a una· represen-
88 PSICOLOGIA GENETICA
ADOLESCENCIA
que no logró convertir en hecho ni siquiera las secuelas del nunca imaginado
desajuste de comunidades enteras. Los adolescentes se transformaron en el
período bélico ccn velocidad inusitada y cuando aparec..ieron los trastornos
resultaron fiel reflejo del hastío, de la decadencia, de la derrota moral del
• grupo o clase a que pertenecían. Allí donde hubo sentido firme de la digni-
dad humana, allí donde con ruinas todavía humeantes se comenzó a edificar
en seguida el mañana, los adolescentes retomaron al ritmo de siempre o, :
mejor dicho, se acompasaron sin la carga de "represiones" a la marcha de
los nuevos tiempos. Ya antes los etnólogos habían observado pueblos en que e
la adolescencia 'Únicamente existe en el ritual que concede derechos de adulto d
al hasta ese día niño, y en los trópicos las adolescentes no juegan con muñecas b
ni sueñan casi con el "príncipe azul'', porque en plena pubertad amamantan
al hijo y afrontan los deberes del hogar.
La teoría del origen endógeno de la adolescencia ha cedido, por obra de
los hechos, al aserto que prescribe y determina la acción de causas exógenas.
Esta segunda hipótesis parte dt- consideraciones opuestas; son las exigencias
de las relaciones en la familia o en la sociedad, la clase social o el nivel eco-
nómico del medio inmediato, los ·que provocan --determinando intensidad,
duración y cualidad- los cambios comprobables en el comportamiento de
los adolescentes. De aquí las diferencias individuales generales según los me-
dios en que actúan y sus condiciones de existencia, amén de que dicha acción
se ejerce sobre elementos que biológicamente pueden ofrecer características
hereditarias o congénitas positivas o peyorativas. Los adolescentes estarían
modelados desde el exterior por las actitudes que las circunstancias los Jlevan
a adoptar, por el género de posibilidades que se les ofrecen.
· El enfoque endógeno riñe con los postulados de la psicobiología genética
porque busca reducir a un estímulo común los comportamientos del adoles-
cente, cualesquiera pueda ser la diversidad. Considerado como producto de
estímulos exógenos, el problema de la adolescencia se reduce al problema de
circunstancias y deja salvada la cualidad psicológica del acto. En efecto, la
piedra de toque de la psicología, como destacara primero Pierre Janet y re-
calca Henri Wallon, es la dualidad que a menudo preside los resultados de
investigaciones psicológicas: el contenido, la sustancia del 4acto y su cualidad
psíquica, su nivel de organización y de personificación. El desconocimiento
u olvido de esta distinción fundamental lleva a razonar alternativamente so-
bre los dos términos, llegándose así a la sustitución de uno por otro. Lejos
de presuponer una equivalencia de contenido o de terminología, ambos aspec-
tos representan la tesis y la antítesis del hecho dialéctico que configura la
síntesis psíquica. No existe, destaca Wallon, acto sin objeto, aunque éste
sea ficticio, función capaz de manifestarse sin ocasión externa de ejercerse,
sea ésta factible o ilusoria. El gesto está psicológicamente determinado por su
contenido, y éste cobra significado en relación con el estímulo que lo produjo.
La'.l categorías psicológicas se escalonan en consonancia con los niveles de las
categorías sociales de donde derivó la circunstancia propia del estímulo,
ADOLESCENCIA 93
*
¿Cómo se produce, desde el punto de vista psicológico, la transformación
que acabamos de delinear? El enfoque tradicional se centra en el concepto
de crisis, designando con él un cambio decisivo en el curso de la edad evolu-
lliva, lo que implica un estado de trastornos profundos o de conflictos agudos,
una discontinuidad total, una ruptura completa con lo que precede y, para
111uchos autores, con lo que sigue. Esta concepción, cuya paternidad se ad ju-
dica por lo común · a Stanley Hall, tiene su verdadero origen en Rousseau,
94 PSICOLOGIA GENETICA
*
La pubertad se caracteriza por una actitud frente al mundo, por un pe-
ríodo más o menos largo en el cual el individuo está absorbido por la prepon-
derancia de la sensibilidad protopática, que lo acoraza contra estímulos del
medio ambiente, humano o natural. En el lubricán de la adolescencia aparece
una nueva actitud y se perfila una etapa de transición que bajo ciertos aspee-
96 . PSICOLOGIA GENETICA
tos se revela más serena y tranquila. Acalladas las urgencias de las sensibilil
darles intero y propioceptivas, el adolescente comienza a sentir de pleno ell
impacto del mundo, a descubrir la existencia de semejantes, porque comieDll
a comprender que sus problemas son también problemas de otros. El priindl
índice es la amistad con coetáneos, con jovencitos incluso mayores, en los q1ll
descubre afinidades a veces inexistentes, peto en todos los casos basadas en
necesidad de apoyo. Por la brecha que se abre en el círculo de hierro de Ja
personalidad enclaustrada en la sensibilidad orgánica, comienza a insinuanl
el reflejo de las cosas y, en primer término, de las afectivamente más pró~
mas, las humanas. Pero también otro signo de esta transformación es el delli
cubrimiento afectivo, estético, de la naturaleza. El niño goza del sol, del ain
libre, del agua, sin percatarse de lo que son y lo que representan, sin gustar
la belleza. Su apreciación de la naturaleza está restringida a la actividad que
le permite, y la justiprecia según se adecue o no a la búsqueda del efeebl
(vid. cap. V). En cambio, el adolescente descubre por primera vez en Ja
naturaleza un elemento afectivo e intelectual; la sola contemplación avi\fll
en él la puesta en marcha de experiencias intelectuales, y los valores estéticai
se insinúan por primera vez. Si existe una época de esteticismo en la vidil
mental del .hombre es la del primer descubrimiento del mundo como alga
más que montañas, bosques, mares, ríos o claros de luna.
Detrás de este comportamiento se esconde el núcleo positivo de la men-
talidad del adolescente, su curiosidad sin límites. Ella lo arrastra por las gran-
des avenidas del saber, y si bien su primer contacto es ·estetizarse y poco lo
positivo que asimila, la iniciación tuvo lugar. Adulto, tendrá que desprende1'91i1
de muchos· falsos conceptos, pero en el trasfondo quedará indeleble el inm-
rés primario. Esta es la primera etapa de la verdadera formación, y de cómo
sepa aprovecharla el educador -la familia, la escuela, la sociedad--' serán las
futuras proyecciones. Además, y este además plantea una bifurcación de ca-
pital importancia para la psicosociología de los sexos, está presente una doble
fa.:eta de la curiosidad, la masculina y la femenina. Idénticas en sus funda--
mentos, surgidas ambas de la irrupción de estímulos ambientales que desqW..
cían el ensimismamiento en el "yo" y arrollan al individud con lás cosas que
por primera vez se animan y adquieren significado propio, se desarroJlan, sin
embargo, sobre planos diversos por presión de las circunstancias que prescri-
ben actitudes diversas a Jos sexos.
Al analizar la gracia de la adolescente, veremos que es una expresión for-
mal que tiene su contraparte y equivalente en la dialéctica del jovencita
Ahora bien, el meollo de la dialéctica del adolescente es la curiosidad, que
tan,bién está emparentada con la gracia. Curiosidad intelectual, objetiva, de-
bemos llamar a la primera; afectiva, de formas y efectos ' subjetivos, a la
segunda, y tal diferencia imprime a los sexos su conducta privativa, les marca
delimitados centros de interés. Mucho se ha discutido sobre si esta diferencia
es natural, realmente psíquica, o está. impuesta por f~cto;res externos, sociales.
Para adoptar Ja primera hipótesis sería menester eliminar el influjo del me-
ADOLESCENCI A 91-
*
En un delicado dibujo, La coquetilla, Goya reflejó toda la ingenua
de una adolescente que por primera vez esgrime las armas de sus encaDt
Sentada en cuclillas, parece avergonzada de la atención que provoca, coroim
quisiera desvanecerse físicamente, pero dejando el inusitado hálito de su •
sencia. Afán de aventura y temor de la misma, expresan los trazos del dih1111
Por su parte, Fragonard dejó en La coquette una pintura opuesta. Ya DO
trata de la adolescente, sino de una mujer; no está en cuclillas, sino de
El cuerpo se muestra airoso, las manos en las caderas llevan el busto
adelante, y el rostro no se vela con la mirada baja; por el contrario, es d
fiante. La _actitud de La coquette denota el aplomo del duelista que
adoptar la postura adecuada y maneja el florete. Seguridad y afán de pr
cia, en el cuadro de Fragonard; afán de aventura y temor de la misma,
el dibujo de Goya, son las expresiones típicas de dos etapas de la coque
femenina. En uno, la mujer triunfante, dueña -de sus sentimientos, que
al galán: -"puedes conquistarme, pero de mí depende la entrega"; en el o~
jovencita temerosa porque, conquistada de antemano, sabe que de ella -
depende la entrega. Ambas situaciones revelan el nacimiento y perf
de la coquetería. La coqueta "quiere agradar", pero por sí solo ese a
no imprime a su 'conducta el sello característico. Para agradar, una n ·
puede valerse de los medios más espirituales o de las más procaces exhib.
nes, pero no por eso habremos de decir que es coqueta. Aquella que se o
agradando no coquetea, la entrega sin melindres excluye ese matiz de la ='
quis femenina. En cambio, la verdadera coqueta se vale de antinomias, ofd
_ciéndose y negándose simultáneamente, pero conservando siempre las rie
del sí y del no. Sabe que al intentar la conquista, el hombre apuesta a -
posibilidades: ganar o no ganar, y ella quiere ser, por supuesto, el obj
couquistado, pero sin dejar en el contrincante la sensación del triunfo,
la de una concesión que puede retirarse en cualquier momento. Decimos •
el hombre apuesta a ganar y no ganar, no a ganar o perder, porque en
intimidad, aun en el rechazo, alienta la .esperanza de reanudar el asalto.
coqueta lo sabe y por ello nunca decepciona completamente. Mantiene
latencia la esperanza, concede y se niega, puesto que sin este doble juegQ
desvanecería el interés masculino y su coquetería carecería de ~entido.
En la adolescente, el problema es distinto; la mujer representa su papel
coqueta; la jovencita lo desempeña espontáneamente, por imperativo de .llil
_nueva afectividad que en ella asoma. Los gestos de la coqueta son estudi a ~
dosificados por una larga observación de los efectos que producen. Aprendi
esos gestos no procuran agradar, están dirigidos a excitar; carecen de gr
aunque posean encanto. La mirada y el contoneo son su núcleo esencial.
frentándose a esta .típica expresión de la mujer adulta, la adolescente es t
graci~ ya que quiere agradar con su persona íntegra. Ignora que la po
ADOLESCENCIA 99
*
Dos fuerzas fundamentales, un sentimiento y una tendencia, subyacen ~
la base de las relacion . ~s ___humanas: simpatúz y hambre sexual. La prim
reúne a los seres sin importar el sexo, crea los lazos de la amistad y de
colaboración; lá segunda da lugar a un proceso selectivo dentro de la amist:al
separa y reúne por pares sexualmente diferenciados. Una no excluve a la o~
por el contrario, cuando aparece el "amor", ambas se equilibran en la relaci/JI
establecida. En resumen, el amor exige la confluencia de la simpatía y del
hambre sexual, ya que ambas, como entidades separadas, sólo crean relacio~
peculiares y precisas: amistad y atracción sexual (vid. cap. XV).
La pubertad se caracteriza por un individualismo agudo; con la adoleil
cencia nace el reconocimiento de los demás seres como personas y cobra cuelll
po la noción de responsabilidad social. En la muchacha la gracia, en el lIJCll4
zalbete la dialéctica, son las típicas expresiones del reconocimiento de q~
más allá ,de los límites propios existe una humanidad para con la cual nOI
unen derechos y deberes. La gracia presupone seres a quienes agradar, hal~
la dialéctica exige interlocutores, un pensamiento que no sea el propio, y q~
incluso puede ser el de la colectividad .. En ambas situaciones el adolescenll
concede autonomía al .prójimo y se siente solidario con sus éxitos y desgraciall
Nunca la simpatía será mayor; es la época cuando con más fuerza se vivell
los problemas sociales y, también, la decisiva en la futura postura: atonía de
-· -=~ - -- -
ADOLESCENCIA 103
*
La adolescencia marcha por caminos en zigzag; los jóvenes, unas veces
deslumbrados, otras vencidos, van captando gradualmente la realidad. Cada
una de las etapas de la adolescencia es un paso hacia el adulto, y ser tal es el
Jan. Eso sí, llegado a una posición clave, si sus asentaderas soban un sillón de
director, el tímido muestra las garras, la sombra cobra tenácul~s de acero
Sus medidas serán drásticas, su vanidad .ilimitada. El respeto al cargo será
respeto a su persona, y detrás de toda esa mascarada estará el juego de los
resortes de la~ aspiración de dominio del adolescente domesticada, pero no
canalizada, que por fin ve llegado el momento del desquite.
Lo opuesto, y también con signo negativo, resulta cuando la tesis, la "pre-
sión interna", domina de manera absoluta. Antisocial, egoísta, desligado de
todo y de todos, el individuo vive un anarquismo psíquico peligroso. El pre·
dominio del individualismo le estampa un sello inconfundible. Si el entregado
al. medio concede incluso gustos y pasiones para triunfar con la complacencia
de los .poderosos, éste sacrífic.0 lo más esencial de sus afanes de superación
para imponer su "yo". Diséonforme por antonomasia, negador por sistema,
se siente único. Sus pasiones no conocen límites y los altibajos de su carácter
semejan a una veleta volteada por un huracán.
En estos dos aspectos extremos de la síntesis resaltan netas las característi-
cas unilaterales de la adolescencia, puesto que aparecen convertidas en for-
mas estables del carácter la necesidad de apoyo, de simpatía y calor colectivo,
y el autismo, rasgos que alternándose columbran a lo largo de la edad evo-
. lutiva. · Empero, esta apreciación exacta en sus líneas generales, raras veces
se presenta con 'perfiles tan definidos y en gran parte de los casos hay una
conjunción compensatoria .. Si bien la domesticación es más frecuente que b
ruptura orgullosa con la sociedad, un gran porciento de individuos, los "nor-
males", presentau un saludable equilibrio que les permite la valoración obje-
tiva de las circunstancias en que deben actuar. Si ejemplificamos con casos
exrremos es porque en los fenómenos patológicos resaltan mejor las fuerzas
que componen el carácter y permiten fundamentar una psicología de la
adc!escencia.
*
Si en el salto del niño al púber encontramos un corte neto, en el paso del
adolescente al adulto descubrimos· intrincadas ramificaciones en las que sr
entrelazan elementos subjetivos y sociales. Entre éstos se establece una rela-
ción causal recíproca: cada manifestación de la estructura social actúa direc-
tamente sobre la configuración de los factores psíquicos y, a su vez, cada
cambio de éstos se traduce por nuevas acciones sociales. De tal manera, causa
y efecto son reversibles, y en lo que atañe a la formación del carácter, psiqui5
e historia constituyen el par dialéctico que con sus "interacciones conforma a
la persona humana, al individuo que supera lo biológico y trasciende lo social
contingente.
Sin duda el equilibrio completo se da difícilmente y el balance nos señala
indisoluble maridaje entre temperamento y clima social, mostrándonos que
por reservarse este último la mayor parte del botín, la adolescencia, sus pro- .
blemas, la persona resultante, reflejan directamente las condiciones del medio.
Són la resultante cualitativa de los cambios cuantitativos que condiciones socio-
108 PSICOLOGIA GENETICA
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA
Lás relaciones del hombre con el mundo físico nunca son directas m sim-
ples e inmediatas como las del animal. El medió social se superpone al natural
y la organización de la vida colectiva señala el momento en que el individuo
contribuirá con su trabajo a la existencia de todos con el fin de asegurar la
suya propia. El animal, que provee solitariamente a sus necesidades, establece
relaciones dire.ctas con el medio natural desde la más temprana edad; el niño,
por el contrario, apenas llega en el curso del segundo año a desplazars.e por sí
mismo, y la prensión, necesaria para una acción inmediata sobre las cosas,
únicamente se logra después de largas etapas de maduración de los centros
nerviosos y a través de innumerables ejercicios coordinados con los niveles
de integración neuromuscular.
Durante todo ese tiempo, la existencia del niño no está privada de nece-
sidades ni de deseos, a los cuales naturalmente no puede proveer por sí mismo.
La condición de continuidad de vida durante toda la infancia está respaldada
por la sociedad, a través de la tutela familiar y, en mayor o menor grado,
~egún las formas y etapas de cultura y civilización. El animal adelanta rápi-
damente en sus. relaciones con el mundo físico, y sus primeras reacciones están
dirigidas a él; los polluelos picotean el suelo apenas salidos del cascarón y el
cabrito trisca la hierba a la par de la madre. Para el hombre, por el contrario,
la vida se abre necesariamente por reiaciones de sociabilidad y es inevitable
que las posibilidades psíquicas del moen~ estén orientadas en tal sentido.
Desde el nacimiento está dotado de movimientos que responden tanto a los
mecanismos de la vida vegetativa como a órganos de la vida de relación; esta
segunda fase de la motricidad infantil está, aunque de manera muy rudi-
mentaria, en relación con detrmin~a forma del comportamiento, esto es,
las relaciones vitales del niño con el ambiente. A los seis meses de edad, la
relación es. netamente identificable y aparece, psicológicamente considerada,
como primer paso para despertar el interés del prójimo por necesidades Y
deseos vitales inexpresables de otro modo que no sea a través de la tonicidad
muscular.
Para muchos investigadores se trataría de mecaniso~ perfectamente bien
adaptados a las necesidades de la acción. Cannon fue el primero en demos-
111
112 PSICOLOGIA GENETICA
trar que no existe emoción sin una descarga masiva en la circulación de pi:o-
·ductos endocrinos, . en especial de adrenalina, que estimula el ortosimpático
y en consecuencia dilata los bronquiolos, intensifica los movimientos cardía-
cos, al mismo tiempo que por su acción vasoconstrictora reparte el caudal
sanguíneo entre la periferia, las vísceras y los centros nerviosos, ampliando así
el campo de la hematosis. Correlativamente aumenta la cantidad de glucosa
en la sangre y en los tejidos, con lo cual las disponibilidades energéticas se
acrecientan en favor de automatismos útiles al organismo. Otros autores, tras
las huellas de J. R. Kantor, se ubican en el polo opuesto. Las emociones serían
manifestaciones de desorden, nocivas o por lo menos molestas. En todos los
aparatos funcionales aparecen temblores, pérdida de tonicidad muscular, falta
de precisión en los gestos, obnubilación e ilusiones sensoriales, trastornos del
juicio, y esto ,sin hablar de perturbaciones viscerales y glandulares. Según
Lapicque, el influjo nervioso, en lugar de quedar localizado en los aparatos
de relación; hace efracción en el aparato neurovegetativo; la gran diferencia
de cronaxia que existe entre ambos quedaría salvada por una excitación ma-
siva como la que subyace en las emociones. Pagano, par su parte, demostró
que interviniendo en el núcleo caudado se pueden obtener manifestaciones
de cólera o de miedo, según el punto excitado. Lapicque mismo llegó a acep-
tar c¡ue en las formadones subcorticaJes, en la región optoestriada y particu-
larmente en el tálamo, existen neuronas cuya función sería modificar el nivel
de la~ cronáxias, de donde la aparición de las emociones dependería de un
órgano regulador. En tal caso se presentarían como reacciones organizadas,
aunque queda por explicar los efectos nocivos que destacan los partidarios de
la explicación mecánica y catastrófica de Kantor.
Frente al problema cabe plantear con Wallon que, útil o nociva, la inter-
vención de las funciones neurovegetativas en las emociones es reconocida por
todos, y ya sea que provean de energía o perturben la puesta en marcha de
mecanismos oportunos, están identificadas con la acción sobre el inundo exte-
rior. y precisamente en esta concordancia que une lo negativ<;> y lo positivo
de lo observado en el desarrollo de las emociones en relación con una fina-
lidad vital, la acción sobre el mundo exterior, se habría afinado por diversi-
ficación y especialización en el pasaje del acto al pensamiento (vid. cap. XIII ),
en la transición que va del hominida al hombre, hasta transformarse de algo
más o menos accesorio, accidental, en función desarrollada y sistematizada.
Nocivas en unos aspectos, positivas en otros, en el hombre las emociones
terminaron por convertirse en una forma nueva de actividad, la primera
de significación social para nuestra especie.
*
Origen y mecanismo fisiológico de las emociones se revelan como reaccio-
nes orgánicas a estímulos periféricos que de carácter agradable o desagrada-
ble pertenecen a los circuitos sensitivomotores de la vida de relación. Esta
manera de reaccionar aparece en el niño hacia los seis o siete meses de edad
y ~e la considera como prototipo de emoción primitiva, estrictamente, debida a
circunstancias periféricas que nacen y. se extinguen con ella. El ejemplo c~á-
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA li3
En tanto que las emociones son circunstanciales, se motivan por un estímulo !llC
que actúa en un momento dado y se debilitan después para desaparecer to- su
talmente al cambiar la situación; los sentimientos son constantes y reflejan de
el consenso y constancia de la actividad social que los propicia, máxime cuan-
do se refieren a ideas abstractas, a principios morales sancionados por una ·os
ética heterónoma. Cuanto mayor es la densidad psicológica de un pueblo, me
los sentimientos res~ltan ligados en la misma proporción a la actividad cog- pre
LA ACTIVIDAD PROPIOPLASTICA 115
*
Se trate de la emoción más primitiva o del sentimiento más intelectualiza-
do, en su producción se sigue una serie de actitudes posturales, lo que es tó-
nico, según la amplia definición de Sherrington, que coloca entre las funciones
posturales las contracciones de todas las vísceras por serlo de naturaleza tónica.
En efecto, las reacciones orgánicas, en especial la actividad contráctil del
aparato circulatorio, del tubo digestivo, de la vejiga, del útero, de las vísceras .
de fihras lisas, desempeñan papel tan preponderante en el mecanismo de lai;
emociones como las variaciones del tono en el apárato muscular de las acti-
tudes y del equilibrio. Todavía más, se puede decir con Franck que en las
manifestaciones fisiológicas de la emoción hay una serie profunda, orgánica,
disimulada, que requiere un examen general para ser percibida objetivamente,
y una serie exterior, inmediatamente visible, audible, sensible, a la que se
da el nombre de e:cpresión.
En la serie exterior se puede a la vez distinguir . entre expresiones comu-
nes y especiales. Las primeras, como el enrojecimiento, la palidez, la horripi-
lación, el temblor, se encuentran en todas las categorías de emociones, a lo
largo de la serie filogenética y, con excepción del temblor, son reacciones
inervadas por el simpático, propias de la vida vegetativa. Representan un
patrimonio común de animales y hombres; en ambos, por ejemplo, la horripi-
lación se encuentra en el miedo; en la sorpresa grata, en la cólera, en la espera,
en el orgasmo sexual, en los deseos imperiosos de evacuar; el sudor aparece en
el miedo, en el dolor, en la incertidumbre; el rubor traduce la cólera, la
alegría, la timidez, el miedo de ruborizarse, en tanto que el temblor surge
en el terror, así como en las grandes tristezas, la cólera., la alegría intensa,
el deseo, la esperanza.
De acuerdo con el análisis psicológico, la mayoría de estas reacciones son
fenómenos de derivación que se agregan o re.<;ultan subsidiarios de las causas
que provocan la actitud postura! correlativa de 1a emoción que acompañan.
La fisiología no agrega por su parte nada nuevo al análisis psicológico y per-
manece en el mismo plano cuando dice, con otra terminologfa, que en el
caso del rubor y del sudor la derivación nerviosa va de la región optostriada,
centro probable de la emoción, a los centros bulbares o bulbomedulares vaso-
motores o sudoríparas, El temblor escapa a las reacciones vegetativas, pero
su causa no está mejor conocida. Para Mosso, que desarrolló una observación
de Descartes, resulta de la desarmonía que se produce en el funcionamiento de
músculos antagónicos normalmente asociados en la ejecución de movimien-
tos, ló que deriva en desajuste, pérdida de precisión y gradación de los mis-
mos. Empero Busquet ha demostrado que el temblor existe en músculos des-
provistos de antagonistas, como el cremáster, y afirma que se produce cuando
11,6 PSICOLOGIA GENETICA
*
La expresión de las emociones puede ser remedada, espontánea o delibera-
damente y, en ambos casos, persigue la finalidad de crear un clima expresivo
que ayude a la comprensión de la actividad postura! adecuada a la circuns-
tancia. Toda vez que el individuo necesita reforzar o acentuar un concepto o
una idea que requiere aval emotivo, la mímica ayuda a destacarlo; si, por el
contrario, es la actitud la que debe crear el clima apropiado, la imitación
desempeña su papel. La mímica reproduce las expresiones espontáneas de la
emoción y se pueden distinguir tantas especies como categorías emotivas imi-
tables existen. Su finalidad, como la de las emociones propiamente dichas,
consiste en crear un público y en despertar por simpatía las mismas vivencias
emotivas. La imitacióU: es la mímica con mayor amplitud; procura reprodu-
cir el verdadero estado emotivo, y su finalidad es más amplia porque está en
relación con la sociabilidad. No se imita para crear un clima afectivo que
predomina en un grupo determinado. Imitar significa llevar el tono neuro-
muscular propio al nivel a que ha llegado en el grupo a que se pertenece o
pretende introducirse.
Existe una mímica y una imitación del gesto, de la voz, de las c;ontrac-
ciones espasmódicas de los m~sculo estriados que actúan sobre la risa, la
secreción lagrimal, etc. De todas las mímicas, la de los músculos estriados
es la más fácil, por lo mismo la más común, y su prototipo es la del gesto.
En ella se encuentra una imitación directa, por ejemplo, cuando en una visita
de cortesía nos mostramos sonrientes para demostrar simpatía y satisfacción
¡cualesquiera sea en ese momento nuestro estado afectivo, o a la inversa
cuando en una visita de duelo adoptamos una actitud compungida. La mí-
mica representa una imitación de transferencia si traducimos a través de
¡expresiones propias de sensaciones físicas sentimientos morales, cuando para
expresar amargura moral elevamos el velo del paladar y bajamos la lengua,
romo para repeler o evitar que toquen una sustancia amarga, o si para expresar
satisfacción nos chupamos los labios o los repasamos con la punta de la len-
gua. Cuando la mímica es rica y cambiable, utilizada todas las veces que
traducimos en símbolos musculares sentimientos, o el carácter moral de un
IUjeto, e incluso ideas abstractas, nos encontramos frente a una imitación
metafórica. Por ejemplo, los músculos oculares, de por sí ricos en expresiones
118 PSICOLOGIA GENETICA
*
En el siglo xvrr el término pasión tenía un sentido muy amplio, pues desig-
naba, ~ant a las emociones como a las pasiones propiamente dichas, signifi-
cado dual que a veces difcult~ la comprensión de autores que como 'Bos-
suet, Descartes y Malebranche se dedicaron con ahinco al problema. La difi-
cultad perduró. casi hasta nuestros días en que los psicólogos se preocupan por
restringir y precisar su significado, que podemos considerar aclarado en la
definición de Lalande de que "una pasión es una tendencia de cierta dura-
ción, acompañada de estados afectivos e intelectuales, de imágenes en par-
ticular, y bastante poderosa como para dominar la vida del espíritu (pudiendo
esta potencia manifestarse tanto por la intensidad de sus efectos como por la
permanencia de su acción)". Definida de esta manera, la pasión se distingue
de la emoción y de la tendencia. Difiere de la emoción porque ésta es ll¡n
estado logrado, que se vive como tal y se presenta ·estático, sin que tienda a
convertirse en nada ni posea finalidad alguna fuera de la propia realización.
La alegría, la tristeza, el 'miedo, se extinguen con las circunstancias que los
provocaron, y la situación de exaltación o depresión orgánica y psíquica que
les son propias ceden a la desaparición del estímulo. La pasión, P.ºr el con-
trario, tiende hacia un objeto, representa un estado continuo de exaltación
que incluso, sin el acicate del estimulo, mantiene el tono que impulsa al apa-
sionado hacia la consecución de a 1go. Dinámica por excelencia, la pasión no
representa una respuesta, sino una búsqueda, no se agota en la posesión del
objeto, sino que lo transforma, le concede nuevas facetas y, en consecuencia.
procura siempre la posesión de algo nuevo. Se exterioriza por emociones, agra-
dables o penosas, con una intensidad que depende directamente del grado de
la pasión y cuya alternancia co~respnd a la esperanza o desesperanza en el
éxito. No obstante la expresión, la pasión no se confunde con la emoción; y
sea ésta exaltadora o depresiva, el tono afectivo se mantiene siempre elevado.
Por otra parte, la pasión se distingue de la tendencia porque el impulso que
la anima es una tendeneia hipertrofiada, gobernada además por representa-
ciones que la convierten en deseo. De aquí que ciertas emociones pueden dar
lugar a pasiones siempre que el deseo vaya más allá de ellas, las busque, las
prolongue, las renueve. La relación entre pasión y emoción puede esquema-
tizarse con Dumas, si consideramos que la emoción resulta de la detención
120 PSICOLOGIA GENETIC¡'\
b
CAPITULO IX
n
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS
d
Definición. Interatracci6n e interacción. Niveles de integración. Consecuencias
del agrupamiento social. Sociedades animales y. sociedades humanas.
El ser vivo está inmerso en un medio físico y un medio social que ejercen
grandísima influencia sobre su existencia y psiquismo; el primero representa
la acción de condiciones biofóricas que actúan sobre el ser aislado; el segundo.
Ge presiones biosociales que se ejercen por la relación más o menos estrecha
que señala a los agrupamientos y crea acciones reciprocas que vuelven a todo
ser vivo solidario con los demás en su existencia y comportamiento. En rea-
lidad, la solidaridad o influencia recíproca también está determinada por con-
diciones biofóricas y puede ser muy estricta como en ciertos tipos de parasi-
tismo, o variar en amplia gama de formas y de grados, pero en este caso se
destaca siempre una rigidez derivada de las normas de subsistencia propias
del hábitat. En cambio, las presiones biosociales comportan en sí misma!; una
gran diversidad que se expresa por el gregaris.m o, formación de agrupamientos,
e con mayor precisión de sociedades, siempre que no adjudiquemos al término
sentido antropomórfico. Siempre ha sido evidente que las sociedades deter-
minan el comportamiento de los individuos dentro y fuera del grupo a que
pertenecen, así como representan en su conjunto de presiones la transmisión
de la acción más general, pero no por ello menos importante, de las condicio-
nes biofóricas.
El individuo aislado está sometido directamente a las presiones del medio
natural, responde y se defiende de ellas con el equipo instrume~al propio;
la adaptación se realiza a través de sucesivas adecuaciones morfofisiológicaS¡¡
que viables se perpetúan de generación en generación, e inadecuadas termi-
nan con la extinción total de la especie o, por lo menos, con su desaparición
en uri determinado hábitat. El ser gregal sufí-e idénticas modificaciones, corre
los mismos avatares, pero las modalidades a través de las cuales se realizan los
i:ambios varían fundamentalmente. En primer término, la relación con el me-
dio no está directamente expresada por las necesidades del individuo; sino por
las del grupo; en segundo lugar, las modificaciones exclusivamente individua-
les no bastan para asegurar la subsistencia de la sociedad, y para que sean
viables deben reflejar un cambio general en todos los individuos del grupo
De este modo, el fenómeno de adaptación se transfiere a un nivel distinto, al
del agrupamiento, y los intereses ¡:>rimordiales son los de la asociación cuya
122 .
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 123
posibilidad de subsistencia está así asegurada por una mayor cohesión de las
relaciones interindividuales. La acción práxica del individuo adquiere carác-
ter colectivo y termina, en muchas especies, por convertirse en sine qua non
de la existencia individual.
El análisis biológico de las asociaciones. anímales, incluída la sociedad
hutnana, puede reducirse a asociaciones simples y directas de acomodación
individual al grupo -castas, división del traba jo, familias, etc.- , para que,
a través de éste, se logre la acomodación general y visible a las condiciones
naturales, o se realicen en éstas las modificaciones que la praxis colectiva
dt:;termina. Pero, llevando el problema al terreno psicológico, cabe preguntar,
(en qué medida y cómo estas sociedades influyen en el comportamiento y
el psiquismo de sus componentes? ¿Cuál es el comportamiento particular que
lleva a su constitución? ¿Qué grado de subordinación o de independencia co-
rresponde a los individuos en relación con las expresiones de la vida comuni-
taria? .
Para el biólogo, tomemos · por ejemplo a Espinas o a Girod, las colonias
de animales, de las que son buen ejemplo los corales, entrarían dentro del
fenómeno social y, yendo todavía más lejos," encontramos que Edmond Pe-
rrier considera el cuerpo de un metazoario como una colonia y una sociedad
de células. Estos puntos de vista, que revelan cierto interés para la morfolo-
gía y la fisiología, resultan extraños a la preocupación del psicólogo, para el
cual una sociedad es un agrupamiento más o menos estable ·de individuos,
perfectamente distinguibles en sus individualidades y capaces de actuar ais-
lada y colectivamente, y de reconstituir el grupo cuantas veces las circunstan-
cias lleven a su desmembramiento. Dentro de este concepto corresponde acla-
rar la diferencia entre sociedades y multitudes. Degener, por ejemplo, considera
sociedades el conjunto de insectos arrastrados por una inundación o el en-
jambre de mariposas que se forma en torno. de una lámpara, masas de ani-
males que bautiza con los términos un tanto extraños de heterosympotium
y symphotium. Para Rabaud, por el contrario, existe una sociedad cuando se
ejerce una atracción recíproca, más o menos marcada, entre los individuos
que componen el agrupamiento. Las multitudes en que esta situación falta
únicamente están reunidas por el azar o por la presión de circunstancias ex·
ternas. Así, los insectos en torno de la lámpara están agrupados por el foto-
tropismo positivo que los caracteriza y por la acción de la fuente luminosa.
En cambio, un rebaño de gibones es una sociedad porque su existencia depen-
de menos de circunstancias externas que de una atracción mutua entre los
gibones. Con esta distinción Rabaud quita al término gregarismo su sentido
etimológico y no lo aplica a las multitudes, sino únicamente a las sociedades
verdaderas.
El concepto de atracción mutua o interatracción aparece confundido mu-
chísimas ·veces con la interacción, e incluso dicha confusión es empleada para .
establecer que las sociedades son núcleos cerrados y ·negar que. puéda existir
un intercambio entre éstas, concediéndoles sólo una composición regular Y
estable. ·Por principio, siempre existe interacción entre seres vivos bastante
124 PSICOLOGIA GENETICA
cercanos y entre éstos y el medio. En ciertos casos, por ejemplo las multitudes de
oca5ionales o accidentales, la interacción puede ser mínima y por consiguiente ve;
la composición del conjunto irregular e inestable, pero a medida que la inter- el
acción se revela mayor, más se influyen los individuos y de ello resulta para
el agrupamiento una composición definida y estable que biológicamente se me
denomina biocenosis. Ahora bien, la biocenosis es propia de todas las socie- a .
dades aunque no constituya el carácter distintivo de las mismas, porque tam- po
bién se revela en los agrupamientos vegetales y, salvo licencias del lenguaje jas
que poco ayudan a la claridad del pensamiento, no podemos hablar, como pa:
algunos botánicos, de fenómenos sociales en la vegetación de la selva o la épc
sabana. Las sociedades, para que sean tales, deben presentar siempre, incluso vec
en la forma más elemental, el carácter particular de la atracción recíproca on.
de sus constituyentes. poi
La atracción recíproca llamó ya la atención de los observadores de anta- ter:
ño, pero casi siempre se le dio, bajo el nombre de "tendencia al agrupamiento", <lis
un sentido teleológico e incluso místico. Réaumur invocaba el "espíritu de la 1as'
colmena"; Bergson, sin crítica del concepto, proclama que "la naturaleza se
preocupa más de la sociedad que del individuo", Espinas sostiene la existen-
cia de "inclinaciones sociales o asociativas", Wheeler aplica 'el término "ape-
tición", al que otorga sentido de finalidad inconsciente. Cuando Rabaud ex-
de
plica el hecho social por una atracción recíproca o interatracción, excluye me1
to<la intl:'.rpretación teleológica y mística, traslada su significado al terreno
fon
material y sensorial, recalcando que el fenómeno social no tiene finalidad .
ció1
En efecto, el fenómeno social en sí no representa una finalidad si considera-
tica
mos que los medios de interatracción tienen base sensorial. La olfacción
ron
desempeña papel fundamental entre las hormigas, que aceptan elementos ex-
cias
traños a la colonia si previamente han sido impregnados con el olor caracte-
r.on
r\stico del hormiguero, o rechazan a los propios congéneres perfumados con
térr.
olores de otros géneros. El mismo resultado se obtiene cortándoles las antenas,
con1
que son órganos olfatorios; las del género Myrmica, después de la misma
mer
mutilación, atacan indistintamente a sus congéneres y a las hormigas extran-
mee
jera~. Idéntico fenómeno se observa para las abejas y las termitas, mientras
rela
que en las bandas de aves y de mamíferos el mismo papel es desempeñado
en 1
por la vista y el oído. Una vez constituido el agrupamiento, incluso las sensa-
inte
ciones táctiles y gustativas pueden contribuir a mantenerlo. Rabaud y Whee-
!er insisten a propósito de las sociedades de avispas, hormigas y termitas,
c¡ue
acerca de la importancia de los intercambios de alimentos entre los miembros
detf
de la sociedad: papilla dada a las larvas y adultos, absorción de productos re·
De
gurgitados o expelidos por el ano, lamida por los adultos de las secreciones de y p
las larvas, etc. Los caballos cimarrones pertenecientes a un mismo rebaño cxcl
se reúnen al relincho de uno de ellos, y así para todos los mamíferos que corr
constituyen sociedades. en
Esta concepción concuerda con lo que se observa en conjunto sobre las juni
agrupaciones animales y excluye la opinión de Espinas de que "la vida social matii
es un hecho normal, constante, universal". Sobre medio millón de especies dife
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 125
*
La vida social resulta de la interatracción de seres vivos en particular y
de la interacción de éstos, como conjunto, con los mecanismos naturales del
medio que los rodea. La sociedad se presenta, pues, en sus orígenes, como una
forma del fenómeno de adaptación, derivada en primer término de la atrac-
ción mutua a partir de estímulos sensoriales y por transformaciones filogené-
ticas que engloban cambios bio y psicosociales. El individuo debe ajustar su
conducta a otras conductas y éstas, como conjunto, adecuarse a circunstan-
cias !>iofóricas cambiadas por la acción del grupo sobre el medio. Ahora bien,
c:omo la acción se traduce en cambios materiales y la materia se define en
términos de acción, el mecanismo por el cual se produce la interacción debe
concebirse en términos dinámicos. Lo que en realidad interesa no es única-
mente la atracción mutua de los individuos, ni solamente su acción sobre el
medio y la de éste sobre aquéllos, sino los niveles en que se establecen las
relaciones y sus ajustes recíprocos que definimos como procesos de integraci6n,
en los cuales se funden las dos modalidades antes descritas -interatracción e
interacción.
Puede suceder por caso que un agente externo inicie el proceso, pero lo
que ha de ocurrir con la sociedad -y con los individuos en particular- está
determinado por la propia estructura social, en última instancia, es organización.
De aquí que todos los cambios se ajustan a condiciones de organización social
y psicobiológica, cuya potencia virtual depende de los niveles alcanzados,
excluyendo cualquier agente causal que actúe sobre los procesos integrativos
como un deus ex machina. La acción iritegrativa reside en el proceso; es,
en realidad, el proceso mismo. En el reino animal, considerado en su con-
junto, reconocemos integraciones progresivas orientadas en dos direcciones
satisfactorias desde el punto de vista de la supervivencia, pero radicalmente
diferentes. Las integraciones del primer tipo son las de una especie o grupo
126 PSICOLOGIA GENETICA
*
Estamos acostumbrados á considerar con sentido antropomórfico que
los agrupamientos sociales poseen una finalidad y, ya sea en el plano bióló-
gico o mental, les concedemos acciones positivas o negativas para con los com-
ponentes. Rabaud ha repetido, en los más sobresalientes de sus trabajos, que
el fenómeno social "es sin importancia y sin consecuencia". Esta negación
absoluta es útil contra la imaginación desbordante que campea en algunas
descripciones, las de Maeterlinck en el campo literario, las de Espinas· en el
zoológico, amén de servir de valla a concepciones metafísicas que, tras las
128 PSICOLOGIA GENETICA
Si
dadas de aves, resulta de la actividad de tales sociedades. No ocurriría lo
mismo en lo que Picard ha llamado "agrupamientos organizados", y cuyo_s
ejemplos más complejos, más estables y comunes están constituidos por insec-
tos, en espet:iaf las termitas, las abejas y avispas sociales. A pesar de que estos e
casos han llamado profundamente la atención en razón de su trabajo social e
y la literatura que se les ha dedicado es abundantísima, tampoco explican de
manera satisfactoria las raíces mismas del fenómeno social, porque entre los
mismos insectos los hay solitarios que en relación con la crianza de las larvas
y de los jóvenes realizan tareas tanto o más sorprendentes.
Otro origen que se ha buscado a} fenómeno social, tanto por zoólogos
como por sociólogos, ha sido en torno de la familia, y no pocos malentendidos
surgieron al respecto, sobre todo después que Le Play elevara el grupo fami-
liar a la condición de célula originaria y estructural de las comunidades. Es
un hecho que muchas Sóeiedades de insectos son familiares, si como familia
consideramos al enjambre fundador de la colonia, constituido por una hembra
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 129
y obreras que son sus hijas. Pero incluso en esos insectos la naturaleza fa-
núliar de la sociedad no es fundamental, sino que resulta de las circunstancias
en que por lo común se forma la colonia. Sea como fuere, en sociedades de
aves y de mamíferos es muy grande la variedad de relaciones que puede tener
la estructura social con la vida sexual y fanúliar.
En el trabajo social y la división d~l trabajo en las sociedades de animales
se ha buscado sentido y finalidad a las núsmas, discutiendo si se trata de mo-
narquías, repúblicas o de estados anarquistas coordinados, y se habla con toda
$Oltura de comunismo, de división del trabajo, de fines y de espíritu colectivo;
sin que la mayoría de las veces se haga el menor esfuerzo para evitar de
recargar las tintas antropomórficas de la terminología; Se habla, por parte
de vulgarizadores y de no pocos biólogos, de reinas, de reyes, de obreras y de
soldados, categorías morfológicas que en sentido estricto deben ser designadas
como castas, con lo cual se evita el adjudicar una finalidad de organizaci6n
jurídicosocial que el agrupamiento animal no posee. Estas castas no derivan
de fines sociales, sino que su diferenciación proviene del polimorfismo que ya
se encuentra en insectos so.litarios y que hace, por ejemplo, que hembras o
machos de dos o varias clases, exteriormente distintas, con características morfo-
lógicas que pueden parecer adecuadas para esta o aquella ftinción de la co-
o
munidad humana, se les adjudica el papel de obreras de soldados. Ahora
bien, de este polimorfismo comenzamos a tener ideas bastantes precisas que
para nada lo ligan con un determinismo social, sino a la constitución genética
del huevo, como es regla en todo el género animal. Además, sabemos que de-
terminadas condiciones genéticas pueden a su vez deternúnar un polimor-
tismo en el interior del sexo, digamos por caso la diferenciación de dos clases
de hembras fecundas, aladas y ápteras, en algunas hornúgas del género Ponera,
o de sexuados y de diversos neutros en las termitas. Por lo demás, este poli--
morfismo · DO es enteramente genético y en parte debe ser atribuido a condi.
cicmes de alimentación. De .este modo las castas de los insectos sociá.Ies no
se presentan como resultado de upa división del trabajo de carácter finalista,
sino que resultan de un complejo de condiciones genéticas o tróficas que no
son necesariamente solidarias con el estado soéial.
Es lógico que en una soci¡xlad en que las castas se encuentran diferen-
ciadas las relaciones entre los individuos estén en parte modificadas. Cada
casta posee su estructura y reacciones propias, pero éstas no siempre corres-
ponden a las denonúnaciones antropomórficas que es usual adjudicarles. Si
en el termitero hay soldados que combaten, en otras especies las enormes
mandíbulas y las cabezas acorazadas parecen no servir para nada y se pr~
sentan aparentemente como un luxo naturae. Reyes y reinas no gobiernan,
ni siquiera en la colmena donde su papel parece más específico, y las expli-
caciones tantas .veces adelantadas, y que Forel fuera el primero en precisar,
de ·que; por ejemplo, entre las hormigas, las obreras, más activas, poseen gan-
glios cerebroides más desarrollados que las reinas, aparecen contradichas por
Wheeler y otros. Llevada la cuestión al plano de las conductas, las relaciones
de las diversas castas no responden siempre al principio de la interatracción,
Psicofogla gen.ética.'-9.
130 PSICOLOGIA GENETICA
sino que muchísimas son comparables con las de las especies más insociables.
En determinadas condiciones, las abejas obreras matan a los machos, en
muchas especies de hormigas las hembras se matan entre ellas o son destrui-
das por las hembras, entre las abejas dos reinas no pueden vivir en la misma
colmena y su repulsión provoca la enjambrazón. Estos y muchísimos otros
ejemplos, tomados de la ayuda mutua y de la división del trabajo, han servido
a Rabaud para destruir la leyenda de la mística del espíritu colectivo en las
sociedades de insectos y para llegar a considerar. que en agrupamientos de
este tipo los individuos trabajan como si estuviesen solos por contiguas que
sean sus tareas. "Se comportan -afirma- como las larvas parásitas de un
insecto del género Microgaster, que, ligadas en un agrupamiento muy simple
por una interatracción elemental, tejen sus capullos una al lado de la otra."
Adaptar al pie de la letra la afirmación de que en estas sociedades los
individuos actúan como si estuviesen solos no deja de ser una actitud peli-
. grosa, porque en tren de eliminar la mística finalista, se corre el riesgo
de abrir una puerta a la noción no menos mística del "espíritu colectivo",
que desde afuera coordinaría los actos de los individuos en todo aquello que
realmente tie.'.len de sociales. Todavía no estamos en condiciones para deter-
minar exactamente los problemas que plantea la vida en comunidad de los
animales inferiores, pero dejando de lado las fáciles comparaciones antropo·
mórficas, la vía más segura para encarar la verdadera cuestión es aquella de
las condiciones materiales que determinan los trabajos sociales.
*
Si en las . colectividades de insectos la edificación de una obra colectiva
puede ser considerada como rasgo distintivo de la sociabilidad, este aspecto
es una excepción en las sociedades de aves y de mamíferos para cuya estruc-
tura es menester considerar otras razones, sobre todo si tenemos en cuenta
que su composición no es caprichosa, presenta rudimentos de organización
interna basada en esbozos de afectividad y a menudo en relación con las
condiciones de la sexualidad y la crianza de la descendencia. Este aspecto
ha hecho sostener a no pocos biólogos, y es opinión por lo demás corriente,
que las sociedades de mamíferos responden al tipo de familia polígama, en
la que un macho se rodea de hembras y reina soberano sobre ellas y los jó-
venes. Por el contrario, en lugar de ser la regla, este tipo de organización
es la excepción y casi nunca comporta un status continuo, sino que, pasada la
época del celo, los individuos se vuelven solitarios. Una de las excepciones la
constituyen las focas, que forman rebaños compuestos por múltiples familias
poligámicas con una cierta y particular unidad dentro del grupo. Hecho cu-
rioso, los machos jóvenes, incapaces de encabezar un conJunto de hembras,
están excluidos del rebaño, pero como de todos modos la interatracción es
grande en la especie, forman entre ellos rebaños distintos que se mantienen a
cierta distancia del rebaño principal.
Largo seria el análisis de los ejemplos y está, por lo demás, fuera de nues-
tra finalidad, pero en todos los casos encontramos que en su mayor parte la
estructura de sociedades de mamíferos y de aves está en relación cori los
SOCIEDADES ANIMALES Y SOCIEDADES HUMANAS 131
pPecta al lenguaje animal como a los orígenes del habla humana (vid. capí-
llulo XIV). El equívoco fundamental proviene de estimar necesariamente al
tnsuaje como conjunto de gestos, símbolos o sonidos de contenido abstracto.
- _ partimos de esta consideración, necesariamente debemos negar de plano
loguaje a los animales, por elevada que sea su jerarquía filogenética.
1 La palabra articulada, la más rica de las formas biológicas de expresión,
rs casi específica del hombre; los monos antropoides carecen, por ejemplo,
de la suficiente movilidad de los cartílagos aritenoides; pero, como muestra
d ejemplo de loros y urracas, la posibilidad de articular palabras no es la
loica condición orgánica del lenguaje: falta el desarrollo concomitante de
mano y cerebro y las condiciones psicosociales de él derivadas que han desem-
iucado en el lenguaje histórico y abstracto que utilizamos. La biología ha
lemostrado definitivamente el origen animal del hombre, y si bien el .len-
tJaje humano establece diferencias claras y distintas entre los objetos y los
l'°ceptos, creando la necesidad de una palabra más compleja, no cabe duda
l'guna que sus orígenes están en los pocos y muy generales sonidos artícubd'os
gue emiten animales superiores, en especial los monos antropoides.
Si a pesar de las profundas diferencias que hoy existen entre lenguaje
animal y humano, podemos rastrear las raíces de éste en aquél, lo mismo cab~
~ir - de la sociedad humana en relación con la sociedad animal. Los soció-
p>gos las distingueri radicalmente y, con Durkheim a la cabeza, considcr:w
l:gítima toda comparación entre ellas. La actitud es correcta si tenemos rn
tuenta que el grado de evolución alcanzado por la sociedad humana la a !('ja
lanto de sus orígenes que dentro de los tiempos históricos únicamente aparece
iromo institución jurídica y moral. Pero esta sociedad, lejos de ser una crca-
ición voluntaria, propia del hombre, es, bajo una forma modificada, lwrcncia
de antepasados animales. Como afirma Prenant, en razón de afinidadcs :. - o,,-
fgkas, el prototipo de la sociedad humana primitiva debe ser buscad0 en
las sociedades de monos que, libres de la rigidez de las de insectos, son t·ntrc
Is agrupamientos de los mamíferos los más organizados y poseen diycr~ ; 1s
i.perioridades psíquicas: sentido geométrico más preciso, un cerebro m.'t'
fomplcjo y manos aptas para manejar instrumentos. Lo que falta a las socí,·
lades de monos para evolucionar como lo hizo la humana es, sobre tod0. la
1Dnservación social liel instrumento, una representación más amplia de b d11 -
.-ación y, por lo demás, la conformación de la laringe qUe permite la palabra
El día en que un antropoide conservó el instrumento) que con gruñidos de
pnayorcs matices llegó a comunicarse .de manera más precisa con sus compa-
fieros, la banda de simios perfeccionó poco a poco ese instrumento, modificó
sus relaciones con el medio, creó una técnica rudimentaria, conceptos m ;'1>
llhstractos y un lenguaje más rico, el grupo estuvo en los comienzos de la
imarcha que llevó a la sociedad actual. Sin duda biólogos, antropólogos, sociú-
l>gos y psicólogos carecen de documentos sobre ese estadio primitivo del hom-
~e, pero, a la luz de la reconstrucción a base de lo demostrado hasta l10v
es la hipótesis más plausible.
CAPITULO .)¡;
f
enético al cultural y que una especie relativamente poco fecunda como la
nuestra, que constiu~ó en sus primeros estadíos grupos débiles y poco nume·
osos, llegara a dommar el planeta. · .
Ahora que la humanidad sobrepasa los dos mil millones de individuos,
organizados en su mayoría en sociedades altamente evolucionadas, no mueve
a sorpresa hablar de dominio de la especie humana. Pero nuestros antepasa-
dos simiescos nunca fueron tantos y además debieron resultar particularmente
penosas las etapas por las cuales grupos aislados, dispersos en áreas continen-
tales, repitieron la aventura de abandonar los árboles, adoptar la posición
' erecta, adquirir hábitos carnívoros, acrecentar la masa encefálica, fabricar y
utilizar instrumentos, nuevo crecimiento del cerebro, capacidad de captar la
duración en grado superior al simio y con ello la posibilidad de ·conservar el
instrumento fabricado, descubrimiento. del fuego, creación de un lenguaje,
y todc al mismo tiempo que la naciente organización social se estructuraba a
través de jerarquizaciones de neto corte cultural, esto es, de adaptación co-
lectiva al medio ambiente a través de la acción práxica individual convertida
en patrimonio común por la evolución de las capacidades psicobiológicas . re-
sultantes de la.<; adquisiciones antes enumeradas.
Admitido esto, y subrayado, acudiremos muy poco en este capítulo a las
enseñanzas de la sociología, que al respecto son oscuras y disputan acerca de
si a los orígenes del fenómeno social se le debe dar sentido inmanentista o tras-
cendentalista, nominalista o realista. Nos limitaremos a destacar que por lo
menos se deben · distinguir tres aspectos que a menudo se confunden en un
solo vocablo: el biológico, el psíquico y el social propiamente dicho. Antes
que los agrupamientos humanos hubiesen adquirido el estado de multitud,
una "conciencia colectiva", es evidente que la unidad común se sitúa netamente
en el plano biológico porque el individuo encuadrado en la masa pierde, en
el ~entido fisico del término, la característica de su unidad orgánica y comien-
za a realizar su equilibrio con el medio a través de las adaptaciones del grupo
136 PSICOLOGIA GENETICA
*
La historia biológica y social del hombre nos demuestra claramente que la
praxis precedió a la teoría en la marcha que jalona las diversas etapas por que
pasó la humanidad. En el estado actual de la evolución de nuestra especie
no podemos anteponer ia práctica a la teoría, puesto que el orden de la adqui-
sición del conocimiento se ha invertido a consecuencia de la acumulación
cultural que a través de la ciencia y de la filosofía desemboca en. el esclare-
cimiento de los fenómenos naturales y problemas humanos. Pero -y este pero
es muy importante---, sea en el momento cuando la praxis abrió la primera
~nda, fue sólo acción, sea en éste, en que fundida con la teoría señala rumbos,
la unidad de ambas, la actividad gnosicopráxica, facultó la ascensión del gé-
nero H omo en el proceso que va de los hominidas primitivos a nosotros.
Cuando un remotísimo antepasado nuestro utilizó por primera vez el
puño como masa y el pulgar y el índice en movimiento de pinzas, quedó
creada la técnica que; en su estricto significado, representa la acción inst.r u-
mental sistematizada y dirigida con fines preconcebidos. No sabemos en qué
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 137
momento preciso ocurrió, ni tampoco cuándo ese ser se separó de sus her-
manos arborícolas y emprendió la conquista del suelo erguido en dos piernas,
. mas es filogenéticamente cie.r-to que desde ese instante mano y cerebro, influ-
yéndose .recíprocamente, die.ron paso a la serie de Hornos que posteriormente,
y con la creación de un instrumento más útil, más eficaz, único en su origi-
nalidad, la palabra, die.ron paso al tronco de nuestro linaje, al Horno sapiens,
hombre de pensamiento.
Sin duda, circunstancias especiales imprimieron a los primates primitivos,
esto es, a los antepasados comunes de antropoides y de nuestra especie, nuevas
condiciones de vida. Tal vez cambios en la corteza terrestre dificulta.ron la
posibilidad de vida arbórea y con ello disminuyó la importancia del olfato,
en la filogénesis el más arcaico de los sentidos, y se acentuó la del oído y de
la vista, que entonces debieron ser .rudimentarios. Por otra parte, el pulgar )'
el índice adquirieron la capacidad de oposición, de formar pinza. Mas, aquí
no paró la aventura, ya que de los primates en tren de transformarse algunos
perdieron por entero la capacidad de marcha en cuatro patas, adquiriendo
definitivamente la posición e.recta que modificó su esqueleto. El cambio .re-
presentó una desventaja para subsistir en el medio de sus iguales, ya que no
fue más par ínter pares, y el primate imperfecto se vio lanzado por las cir-
cunstancias a la conquista de nuevos horizontes. Aquí comienza nuestra histo-
ria, la historia de la humanidad. Innecesarios para la marcha, los miembros
anteriores se transforma.ron, y mientras los dedos de las extremidades poste-
riores perdían movilidad, adaptándose al suelo pla'no, los de las anteriores
se agilizaron extraordinariamente. Las garras, inútiles para sustentar al hom-
bre en cierne, se acorta.ron, las yemas ·de los dedos .y la palma de la mano
adquirieron gran sensibilidad táctil.
Con esto no se completó la transformación. La mano es solamente un
instrumento, un medio de acción, y de ninguna manera una finalidad bio-
1ógica en sí. Cada transformación orgánica repercute sobre las cor.relaciones
biológicas y es tan íntima la sinergia de las mismas que el desarrollo o atrofia
de una se refleja sobre las otras. La libe.ración de la mano trajo aparejado el
desarrollo del cerebro. Una simple experiencia de Anthony demuestra, de
manera espectacular, lo que debió ocurrir a nuestra especie en sus albo.res;
seccionado el músculo c.rotáfico (temporal) de un lado en un cachorro de
perro de pocos días, fue dado comprobar que el cor.respondiente hemisferio
craneal se había desarrollado más que el otro. Por un mecanismo similar, al
asumir las manos funciones antes .reservadas a las mandíbulas, desgarrar,
arrastrar, etc., en el hombre primitivo debió producirse un debilitamiento
de los músculos temporales que se tradujo por menor presión en las insercio-
nes, lo cual posibilitó un mayor desarrollo .de la cavidad craneana. El rostro
llodavía bestial de nuestro antecesor comenzó a afinarse y gradualmente debió
,Wquiri.r cierta nobleza, reflejo de nuevas funciones intelectivas que iba ad-
~irendo.
Que las cosas debieron transcurrir así, nos lo demuestra el estudio de la
estructura de nuestro cerebro. Cuanto más importante es la función de un
138 PSICOLOGIA GENETICA
pre, conquistó el mundo exterior tocando cada objeto con su mano) y fue por
ella como la vida se abrió un camino hacia la inteligencia. La mano es la guía
de nuestras experiencias que constituyen, por una parte, reacciones en relación
con sensaciones físicas y del mundo exterior y, por otra, la facultad imagina-
tiva, puesto que todas nuestras imágenes están tomadas de la realidad.
A través de la mano y por millares de años se ha elaborado el conocimiento
del mundo objetivo; llevó al cerebro estimula.ciones que, a diferencia de las
de otros sentidos, no eran pasivas, recibidas tal cual se producían, sino pro-
vocadas, modificadas, y el órgano nerviogo central respondió a esas excita-
ciones, localizándolas en el área misma donde se producían. La situación
frontal del proceso gnósico deriva de la posición frontal del área de represen-
tación cortical de las manos. La fisiología de los músculos revela que cada
emoción se expresa sobre el sistema motor de las manos. Por lo demás, las
enfermedades del acto motor revelan con meridiana claridad la relación en-
tre acción manual y conocimiento del mundo exterior, cuya génesis acabamos
de establecer. El estudio del desarrollo del sistema nervioso muestra la super-
posición de diferentes dispositivos a lo largo del neuroeje, siendo los más re-
cientes, desde el punto de vista de l.a ontogénesis como de la filogénesis, los
situados en las regiones anteriores del eje cerebroespinal, estructuras que pue-
den ser consideradas como expresión morfológica de funciones motrices o, más
específicamente, de la acción manual. Que esta ordenación no se produce al
azar y responde a las etapas sucesivas del perfeccionamiento motriz de la es-
pecie, lo puso en claro Huglings Jackson y lo corroboró en la filo y onto-
génesis Gurevish.
El mecanismo de la prehensión es para los humanos, y entre muchos otros,
la estapa final de una serie de reacciones jerarquizadas que en todos los niños
se repiten de manera siempre análoga. La independencia de la mano coincide
con la época en que el niño permanece sentado sin ayuda, alrededor de los
siete meses. Entonces la mano adquiere máxima libertad y desplaza comple-
tamente a la boca como instrumento táctil. Para ese momento la filogénesis .
repite la de los mamíferos, pero con acusadísima acción del cuerpo estriado
que regulariza los movimientos y, ·gradualmente, tales mecanismos se someten
a una acción cortical cada vez más acusada, reflejando la estructuración ner-
viosa propia de los animales superiores y, en especial, la del hombre. Desde
ese instante la filogénesis cede en todos los campos a la ontogénesis. Ya no
se trata de la integración de sistemas, sino de una jerarquización de niveles
pstructurales que, en el mismo grado que se integran funcionalmente, estable-
cen con su predominio las jerarquías respectivas. La integración deja abierto
rl camino de la maduración, base innegable de la actividad psíquica superior
J que, desde el punto de vista funcional, traza el final de la actividad filo-
piética.
La ontogénesis pone en primer plano los procesos individuales y señala los
IUDienzos de la madurez cortical. La actividad práxica está, hasta este pe-
"3do, ligada a la actividad vegetativa y su acción carece de expresión indivi-
liu.al voluntaria, que corresponde a la etapa posterior, denominada por Walton
140 PSICOLOGIA GENETICA
*
El hominida primitivo se humanizó en la misma medida que con la acción
fue capaz de cambiar las condiciones del medio que lo acogía, y este paso
representa la transformación del esfuerzo individual en colectivo. A duras
penas podemos en la actualidad comprender cómo, desde el punto de vista
psicológico y social, trabajo y conocimiento estuvieron en un principio tan
íntimamente unidos que no se los podía diferenciar. Nacemos en un medio
altamente culturalizado y nuestros primeros contactos con el mundo se reali-
zan a través de lo gnósico; en los tiempos que corren, incluso para el niño
más humilde de los países civilizados la radio y la escuela lo ponen en relación
directa con la teoría antes que con la praxis. Toda la enseñanza comienza por
ser teórica y termina, en el mejor de los casos, en la práctica. Sin ninguna
duda ocurre algo. similar a lo que podemos observar entre lenguaje y escri-
tura; dependemos para nuestro saber en tan alto grado de ésta, que apenas
podemos concebir que en una etapa dada de la humanidad únicamente exis-
tiera Ja palabra hablada y que incluso se desarrollaran culturas, como la
védica y la incásica, que desconocieron los signos gráficos del lenguaje.
La evolución mental del hombre refleja la historia del esfuerzo mancomu-
nado de trabajo y conocimiento que permitió la supervivencia de nuestra
especie.
El hecho de que casi la cuarta parte o más de la vida humana promedio
transcurra como período de aprendizaje y de formación física e intelectual,
y que de este lapso más del primer decenio sea de incapacidad absoluta para
buscar la subsisteencia, destacan que el desarrollo psíquico del niño, y por
extensión de la humanidad, resultan de la interdependencia de mano y cere-
bro. En la medida que ésta adquirió capacidad instrumental, el desarrollo de
MANO, CEREBRO Y SOCIEDAD 141
la mente ganó en jerarquía. Las matemáticas, ciencia que está en los cinúentos
mismos del saber, no surgieron de ninguna filosofía; antes que nuestros ante-
pasados descubrieran la relación abstracta que existe entre dos lagunas y dos
patos: el número, en la práctica la necesidad de realizar mediciones, aparece
como primera consecuencia en la simplicísima tarea de levantar la tienda del
nómada, al comparar los palos que la sostendrán y el tamaño de las coram-
bres con el espacio a cubrir. La astrofísica, que hoy nos permite proyectar el
pensamiento a las regiones más infinitas, que junto con la física nos habilita
para lanzar satélites artificiales, nació de las necesidades prácticas del agri-
cultor egipcio que sembraba en el limo del Nilo y debía coordinar épocas de
creciente y de germinación de las semillas, del pastor caldeo y del navegante
fenicio que buscaban en la noche un punto de referencia para no extraviarse
en la uniformidad del desierto o en la inmensidad del mar.
El trabajo es el que pone al hombre y a su cerebro, a través de la mano,
en contacto directo con el mundo que lo rodea. Trabajar sign~a establecer
una interacción con objetos concretos, modificar y ser modificado por las
nuevas circmnstancias creadas que exigen, a su vez, adaptación. Adaptacio-
nes repetidas llevan al establecimiento de una ley de constancia: para tales
acciones, tales resultados. La acción deja de .ser entonces pura y exclusivamen-
te práxica para adquirir la categoría de proceso intelectual: el trabajo tiende
a realizar fines predeterminados. La sistematización, ordenación y generali-
zación de esos fines constituyen el basamento de la ciencia en el más primario
y amplio concepto del conocer. Tal es el proceder del niño en la primera
infancia, antes de que la adquisición completa del lenguaje le permita recibir
teóricamente y sintetizadas las experiencias prácticas del grupo social.
Por lo demás, el pasaje de la acción al conocimiento por medio del trabajo,
y la transformación .consecutiva de la praxis inicial en actividad gnosicoprá-
xica, debió entrañar profundas modificaciones en la interatracción, similar a
la del animal, de tipo sensorial, que aún debió subsistir en las comunidades
primitivas. El trabajo, que convierte la praxis en relación colectiva con el
mundo a través de las modificaciones que introduce en el medio circundante,
cambia el plano de la interatracción, que de respuesta sensorial se convierte
en necesidad de lo$ mismos objetos y lleva la relación de los individuos al plano
mental a través del interés común. De este modo los productores actúan sobre
los consumidores creando necesidades nuevas, y éstos sobre aquéllos con las
exigencias de cantidad y variedad. Los comienzos de la interacción social, que
sin duda debieron a.sentar en el simple intercambio de productos, devinieron
gradualmente en requerimiento colectivo de los mismos y afinaron los princi-
pios de la división del trabajo. En un comienzo, ésta debi6 corresponder a
posibilidades práxicas; el individuo hábil en un menester sobresalió y fue el
primero de los artesanos, pero al mismo tiempo que la próducción aumentó
y sus productos se acumularon en algunas manos, las del jefe por ejemplo, o
de aquellos capaces de producir más y por lo mismo de intercambios mayores,
la interacción. cambió de objetivo y la categoría de la· misma pasó del nivel
práxico al gn6sico con la fijación de valores de cambio.
142 PSICOLOGIA GENETICA
*
No cabe duda que el pasaje de la acción al conocimiento y la transforma-
ción consecutiva de la praxis inicial ~n gnosicopráxica debió entrañar pro-
fundadas modificaciones en la todavía casi desconocida bioquímica del cerebro,
y aunque aparentemente la figura del hombre prehistórico se reproduzca en
nosotros, la condÍción cualitativa de la personalidad sufrió una revolución co-
pernicana. No tenemos ninguna evidencia directa de cómo fue la estructura
cerebral de los hominidas, pero de cualquier manera su desarro!lo debe haber
sido un proceso extremadamente lento, si consideramos lo poco que progresó
en los tiempos históricos. En cuanto a la evolución de la inteligencia, posee-
mos el testimonio no siempre bien aprovechado en psicología del origen y
evolución de las lenguas. Con la semántica nos adentramos en el problema
de si las palabras nuevas expresan cosas nuevas,' hechos, ideas, sentimientos,
o son modos nuevos de volver tangibles cosas viejas. ¿El desarrollo de palabras
nu('vas, los cambios de significado, la evolución misma de las lenguas, su dife-
renciación, responden a cambios que afectan el pensamiento de un pueblo,
su manera de sentir, de actuar, a las etapas históricas de su praxis y gnosis?
Todo cambio lingüístico, de cualquier orden que sea, fonético, morfoló-
gico, sintáctico, lexicográfico, tiene por origen una acción que revela un
cambio en los individuos porque, para que tenga porvenir, requiere que la
acción, el pensamiento de la sociedad, se hayan también transformado. No es
otro el origen y destino del neologismo. Origen de las palabras y evolución
de su significado ejemplifican el pasaje de la praxis a la gnosis. Desde el
punto de vista que nos ocupa, la marcha del pensamiento es más fácil de asir
en el sustantivo, por ser la parte del discurso más fecunda en cambios y la
más importante para estudiar. Además, todo lo que de él podemos decir se
aplica con ligeros cambios a las otras partes de la oración.
En su origen, el sustantivo designa un objeto por una cualidad particular
que lo determina, llamada en filología determinante porque hace conocer un
carácter especial del mismo. Para la formación de un sustantivo, tanto en los
orígenes del lenguaje como en la actualidad, la elección de un determinante
y el olvido de la significación etimológica es el paso decisivo que sirve, para
denominar un objeto. Por lo demás, no es necesario que esa cualidad sea e5en-
· MANO, "CEREBRO Y SOCIEDAD 143
de productos orgánicos. Razón de más ésta para que los griegos y los pueblos
que les .sigtiieron no realizaran el distingo neto. La fijeza de los colores na.ce
con las anilinas y también la precisión de los términos que a ellos se refieren.
El diccionario histórico de una lengua es la cripta donde yacen, como las
generaciones de hombres que actuaron y pensaron, las sucesiones de voces y
Significados que en cada etapa representaron la abstracción del pensamiento
en función directa con el grado de praxis alcanzado. Si la psicología clásica
pudo estudiar el acto de pensar como facultad, con prescindencia de lo pen-
sado, la psicología genética no puede dejar de lado la palabra y su signfc.a~
ción; como problema ps.icogenético, revela los extremos que delimitan el pasaje
del acto al pensamiento; c~mo fenómeno psicosocial, establece los alcances de
la memoria colectiva que recibe y moldea en sus cuadros la función menta1
de cada generación en relación con el nivel de ,la praxis que ha llegado a
desarrollar. ·-
P•icolog:I• t:1enética.-JO.
CAPITULO XI
De este modo, para muchos genetistas las mutaciones aparecen en la na- ge1
turaleza al azar, espontáneamente, y aunque algunos aceptan que en cierta má
medida pueden sobrevivir, sólo consideran a sus portadores como "predispues- rre
tos", esto es, poseedores de una cualidad que los hace adaptarse a tal o cual del
modo de vida. Los "preadaptados" se repartirían los lugares vacíos en todos did
COI
los dominios, y serían las características innatas las que determinarían sus con-
diciones de existencia, y de ninguna manera ellos los que habrían desarrollado cor
col,
caracteres de adaptación. Llegamos nuevamente, y por este camino, al pro-
im1
blema de la herencia psicológica y descubrimos que el neurótico, por ejemplo,
do
sería un preadaptado, lo mismo que el niño turbulento que entra en conflicto
de
co~ las influencias del medio ambiente a base de una. mutación innata e cnf
inmutable del equilibrio neuropsicológico. Aquí está patente un prejuicio ni
·. biológico de profunda raigambre metafísica: la vieja teoría de la preforma- su
ción, que resurge en la adualidad en biología con la hipótesis de los genes y estt
encuentra eco en psicología con la tesis de estructuras que predeterminarían briI
el perfil psicológico de los individuos. Ambas aserciones confluyen en la hi- estt
pótesis psicobiológica de Piaget que ve en la asimilación biológica e intelectual qui
la acción de estructuras preformadas que la acomodan a las circunstancias que
externas.
La concepción ·que acabamos de reseñar choca, por lo demás, con grandes den
dificultades cuando se trata de explicar la ontogénesis de las variaciones y llega her•
a negar, contra toda verosimilitud, que los factores del medio circundante ello
hayan tenido la menor acción sobre la evolución. Este rechazo sistemático ca.
. de adint~ que las somaciones puedan inscribirse en el patrimonio heredi- con
org;
tario tiene por fundamento la teoría metafísica que impone una separación
llar:
absoluta entre soma y germen que, proyecta.da sobre el terreno psíquico, se
virt
traduce por la clásica doctrina de la separación de lo psíquico y lo físico, ya
las
sea bajo la forma de paralelismo psicofísico o simplemente de equilibrio psí-
rige
quico y corpóreo, como a.sienta la pretendida modernísima medicina psico- Cor
somática.
HERENCIA Y ·nESARROLL<::I PSIQUICO 149
tipo humano, tal como sucede, por ejemplo, con los cuatro grupos sanguíneos
que existen en todas las razas y se transmiten de una generación a la siguien"
te, · según reglas bien precisas. Si necesitáramos un ejemplo más para reafir-.
inar lo dicho, lo tendríamos en que los reflejos innatos -instintos en la ter-
minología corriente- que se heredan más fácilmente que las particularidades
psíquicas superiores, por el hecho de ser constitutivamente más simples y tam-
bién de estar más profundamente fijados en la especie, en razón de su más
remota adquisición. Además, los instintos rep¡-esentan condiciones indispen-
sables para la existencia misma del individuo animal y el mantenimiento
relativo de la especie, lo cual hace que estén en función permanente de nece-
sidad. No podemos decir lo mismo en cuanto a las gradaciones del psiquismo
superior, cuyos factores constitutivos ofrecen una variedad muy amplia. Basta
el predominio o equivalencia de algunos factores dispares provenientes de la
· rama genitora que no posee la adquisición para condicionar las características
estructurales de las bases psicobiológicas del nuevo individuo. Los humanos
nunca se unen eugenésicamente: lo hacen por amor o por conveniencia.
*
"Interminable discusión" llamó W. R. Brooks al problema que nos ocupa
y, sin duda, también podríamos llamarla discusión estéril de lo no probado.
En efecto, hasta ahora el argumento más· poderoso que se ha podido esgrimir
contra la tesis de la transmisión de los caracteres adquiridos, y en especial
de los caracteres psíquicos, es no probado. Por singular coincidencia, las más
prometedoras experiencias en sentido positivo o negativo no han sido repetidas
ni verificadas; los "a priori" y las polémicas semánticas han· desplazado a los
hechos en el terreno de la verificación.
En el T eeteto, Platón destaca que permanecer sentados en la orilla del
mar no nos enseña nada, mientras que entrar en el agua, circular dentro de
ella en todos los sentidos, es el medio más seguro para conocer profundidades
y corrientes. Si nos movemos y nos esforzamos podremos encontrar algo. Sin
duda, la cuestión de la herencia va más allá de la necesidad de "encontr:µ-
algo", pues representa en el entronque psicobiológico la aceptación o nega-
ción del determinismo mental. Si la función psíquica está predeterminada, si
las bases físicas de la mente están decididas desde la eternidad, la psicología
misma queda fuera de órbita y debe necesariamente convertirse en antropología
social. La tarea entera del psicólogo -como hacen por lo demás las corrien-
tes freudianas y la psicobiología de Piaget- consistiría en averiguar cómo se
injertan los hombres, "preadaptados", en las nuevas condiciones del me<fio.
Todo cambio en las sucesivas generaciones solamente representaría cambios
externos, accesorios a la esencia psicobiológica humana, mientras ·que derriere
la fafade, los hechos seguirían monótona repetición.
Sabemos, por ejemplo, que de cuarenta años a esta parte la talla de las
poblaciones de raza blanca de todo el mundo ha aumentado y se conocen
lüS factores (alimenticios, sanitarios, etc.) que en ello tienen mucho que ver.
¿Quedaría, pues, inmutable la evolución psíquica? Los hechos tienden a de-
HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 153.
pucio, Se olvida que la somaci6n heredada está en· el modo de la cicatriza- tos,
ci6n, en la mayor resistencia de los tejidos a las infecciones y no en la perdida ni da
del 6rgano que, pese a la intervenci6n, sigue llenando en caqa generación de t
sus funciones y que las observaciones antes acotadas establecen que se produce, la e
a la larga, un efecto hereditario bajo la forma de una facilitación en los pro- mm:
cesos reparadores de los tejidos. ficac
La herencia peyorativa, estudiada por Pende, afirma en el plano somático del:
un jalón más en favor de la transmisibilidad de caracteres adquiridos: dis- med
funciones adquiridas por los genitores, como la obesidad, se transmiten, al igual here
que predisposiciones para muchas enfermedades, de manera latente, es decir, dese
que aparecerán de la misma manera e incluso con mayor gravedad en los capa
descendientes si las circunstancias ambientales o la carencia de cuidados hi- elem
giénicos las favorecen. Necesariamente el individuo no nace enfermo, pero mier
· es presa fácil y segura de la diátesis morbosa que lo sindica hereditariamente. tal-
La verdadera dificultad del problema d.. la transmisibilidad o no trans- una
misibilidad de los caracteres adquiridos está en que resulta dificilísimo ima- fijad
ginar el modus operandi por el cual una modificación local puede transformar pucli
el equilibrio de la unidad orgánica. Con toda evidencia este argumento nada tal f
prueba en sentido negativo; pero el hecho de que aceptemos prescindiendo mad,
. · de él la herencia de los caracteres psíquicos adquiridos no significa que acep- dad.e
.ternos el determinismo hereditario de caracteres psíquicos innatos o adquiri- perrr
' dos y consideremos el individuo somct~d a la rígida férula de un destino rienc
orgánico. Si bien aceptamos como necesaria para la comprensión de la ma- s
duraci6n psíquica la herencia de los caracteres adquiridos, no compartimos de le
la concepci6n constitucionalista. determinista. Consideramos que la evolución en la
psíquica del individuo se asienta sobre el doble pedestal de la maduración neu- atávi
robiológica y la integración psicosocial (vid. caps. 111 y IV), de cuya interre- ctern
lación surge el perfil psíquico y la evolución caracterológica. Sobre la madura- Tam
ción actúa la herencia de los caracteres adquiridos y es en la integración Jéctic
donde las posibilidades latentes transmitidas se reafirman como funciones o de c
_desaparecen por falta de estímulos que las mantengan en un grado de fun- ricas.
cionalidad capaz de justificar su existencia. De aquí que, en mayor grado que
la herencia . psíquica, los factores ambientales de naturaleza psicosensorial
determinen el valor y la persistencia de las sucesivas adaptaciones que la
herencia psíquica puede .transmitir.
En efecto, sabemos que el hombre es la coronación de dos mil millones
de años de evolución biológica y también que sus desplazamientos y ·mejora-
mientos, es decir, el aparato evolutivo que estudian la biología y _ciencias co-
nexas, no es directamente aplicable a la evolución cultural. Sabemos que el
único grupo de individuos caracterizados como Horno sapiens_es aquel que
mediante la praxis dio origen al acervo histórico cultural humano. Como seres
animales estamós asentados en lo biológico, como· individuos dotados de pen-
y;
samiento en lo psicológico c~mo hombres, es decir, seres capaces de a~imlr
y de convertir los productos de la actividad interpersonal, en lo social. Sea
cual fuere la ~mportanci que se quiera conceder a cada uno de _estos elemen-
.
HERENCIA Y DESARROLLO PSIQUICO 155
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ
E
acción, campo en el cual los únicos cambios sean de perspectiva y en relación ~ple
con los propios movimientos. La noción de espacio subjetivo, de espacio pró- ion e
ximo para retomar la expresión de Stern, se ordena, objetiviza, sobre el hilo cía d
conductor del acto locomotriz. lll>bal de
p:u::pre ;
* lma~s<
llbno ni
La actividad sensomotriz objetivizada representa la base de la acción sobre l!Dles ge
el mundo exterior. En estricto sentido engloba a todas las reacciones que 9mbio, :
ponen simultáneamente en evidencia las dos propiedades fundamentales del 9nñenzo
ser vivo: irritabilidad y motilidad. En su génesis, tales reacciones no impl~ la ac1
la existencia de órganos sensoriales o motores y ni siquiera de un sistema ner-
vioso rudimentario. Son las conductas por las cuales ..el organismo reacciona
y actúa sobre su medio para conservar la vida, aprovechándolo. De estas dOI
LA ACTIVIDAD SENSOMOTRIZ 163
'
164 PSICOLOGIA GENETICA
efecto en· el animal y que la misma causa puede provocar sucesival!lente efec- rác
tos diferentes. tifii
En condiciones normales de vida estas sustituciones no se realizan en un cm;
orden cualquiera y parecen presentar una especie de embriogénesis ·de las
conductas, en el curso de las cuales se ve al animal encontrar progresivamente un
dentro de las modalidades del acto la respuesta más econ6mica. Tales susti- inst
tuciones están dictadas, en primer término, por las circunstancias que, a tint
menudo, aparecen en un orden imprevisible, y en segundo lugar observamos, tari
al pasar de una especie a otra, que progresan en la medida en que se diver- con
sifican y perfeccionan los órganos de la irritabilidad y la motilidad, esto es, his~ 1
del sistema nervioso. Resulta, por consiguiente, fácil concebir que el grado de ta t
rornplejidad de las reacciones sensomotrices es funci6n del grado de comple- inm
jidad de las sustituciones por medio de las cuales se constituyen y organizan. nún
les i
* intrt
tent;
En la misma medida que aumenta la complejidad de las reacciones senso- piad
motrices crece la dificultad para separar los componentes primarios de las ciah
ronductas animales que, según el concepto clásico, todavía se dividen en fica1
instintivas e intelectuales. En el animal que vive en un medio natural se ob- sin e
servan conductas adaptadas con mayor. o menor perfección a la realización varu
de su destino y a la conservaci6n de la especie. Por cierto que no dejan de l".OITC
producirse conductas nocivas, y adaptaciones originales, propias de los indi- I
viduos, aparecen con idéntica frecuencia. Las primeras hacen desaparecer
un ~
al individuo y las segundas, transmitiéndose por selecci6n y herencia (vide
origi
capítulo XI), contribuyen a mejorar las conductas necesarias o útiles. De
preci
ordinario no nos percatamos de estas co~dutas porque las nocivas desapare-
espf'C
cen con el ind~vuo y las adaptaci6nes útiles aparecen estabilizadas en el
está
adulto y los sujetos que observamos son los que han logrado subsistir, llevando
ta qt
ínsertas las modificaciones adaptativas, ya sea por completa adquisici6n indi- jerar,
vidual o simplemente por herencia.
ttreb
Desde el punto de vista estricam~ psicobiológico ninguna conducta es
t:apat
buena o perniciosa; por ser la resultante ineludib1e de interacciones entre de-
otros
terminadas propiedades del organismo y del medio, la respuesta siempre co-
poste
rresponde a la excitaci6n y se revela útil en todas las circunstancias en que
listen
ést:i refleja condiciones normales, tanto del medio externo como del interno.
ria., )
Por el contrario, son nocivas cuando excitaciones desacostumbradas las pro-
lllel'S<
vocan, o alteraciones del medio interno desvirtúan la respuesta. En condicio-
nes normales debemos admitir que la bioquímica, las estructuras y las fun- una 1
mitoIJ
ciones fisiol6gicas del animal son innatas, pero consideradas en sus funciones
de relación debe reconocerse que solamente existen en estado de potenciali- pquél
dad. Con un ejemplo concreto podemos tipificar el fenómeno en el "instinto ,ionm
de nidificación", por medio del cual las aves fabrican su nido de manera MÍ Ul
peculiar y distintiva para cada especie, siempre que correspondan las condi- Ei
ciones del medio. Aparentemente todas las conductas de la nidificacion apa- -=ció1
recen como innatas y adaptadas a un fin preestablecido, y a pesar de su ca-
I
niño ya permanece sentado sin ayuda. Para entonces la mano adquiere inde-
pendencia de los demás movimientos, desaparecen las sincinesias que conver-
tían la prensión en esfuerzo global del organismo y desplaza a la boca como
instrumento táciil.
En todas estas actitudes, aparte del aspecto de maduración neurológica
(vid. cap: III), se vislumbra un componente que resultará fundamental para
la futura acción del niño en· el mundo objetivo: la apreciación de las dimen-
siones y las distancias. Por la visión entrevé ambas, por el tacto también, pero
la dificultad está, para el pequeño, en ¡x>der ordenar dos series de nociones
diversas, de lo cual es prueba el hecho de que cada esfuerzo en ese sentido
no es seguido por un progreso. El niño no ceja en su afán anterior de palpar,
de empuñar objetos, de restregarlos contra su cuerpo y labios, de agitarlos, de
atraerlos y arrojarlos como si quisiera probar la totalidad de los efectos posi-
bles en el campo de todas sus posibilidades. Mientras que a los cuatro mese5
lleva sin vacilaciones el puño a la boca, si quiere hacer lo mismo con un
objeto tropieza con la nariz o la barbilla. Aquí está implícito el problema de
la percepción del espacio y del uso adecuado de dicha percepción, que, como
demostrara Stem, está en estrecha dependencia eón la capacidad del movi-
miento.
*
En tanto que el infante solamente ha coordinado los movimientos de los
labios y de la boca, su espacio es puramente oral, "subjetivo". Sólo llega al
espacio concreto, "próximo", como lo llama Stern, a medida que es capaz
de conjugar los· movimientos de las manos y brazos, lo cual supone la sufí~
ciente estabilidad del tronco y de la espalda. Es el momento en que, sentado,
arroja los objetos a su ¡i.lcance; pero tengamos en cuenta que nunca los pro-
yecta hacia adelante, hacia atrás o hacia los costados, sino que simplemente
los deja caer dentro del perímetro de su campo de acción sensomotora. De
este modo prueba que sus experiencias espaciales no van más allá de donde
llegan las manos y toda la actividad se circunscribe al semicírculo que trazan
los brazos con centro en el cuerpo. Lo alejado no le atrae para entonces, sino
que busca lo próximo. La atracción por lo lejano se desarrolla paralelamente
con la marcha y. es su consecuencia inmediata, porque opera la yuxtaposición
de! espacio inmediato en espacios sucesivos. Por ello es imprescindible que el
pequeño se desplace, es el único medio para que su noción de espacio se
convierta en una unidad continua, la que se extiende más allá del alcance
de las manos. Así, pues, cuando la madurez neurofuncional permite al niño
caminar, la inseguridad en la marcha proviene de que su esquema espacial
todavía no es homogéneo, sino que se trata de secciones, de espacios próximos
que transporta, pero carentes -de la articulación que brinda la continuidad.
Esta articulación se logra por la práctica del movimiento. De aquí que el
niño vacile menos y camine mejor en un espacio lleno de obictos oue en ouo
completamente libre. En el primero posee puntos de referencia inmediatos
que le permiten ir jalonando la continuidad de los espacios ·próximos y le
demuestran paulatinamente la integridad del ~cio lejano. Este fenómeno
174 PSI COLOGI A GE.N ET ICA
ellas nuestra especie se apartó del f ilium primitivo y surgió el individuo capaz
de acción instrumental y con intereses psíquicos que determinan la actividad
mental. Mas la existencia de la actividad . mental no significa que domine y
oriente intrínsecamente la conducta del individuo. Marcha y prensión, a tra-
vés de la sensibilidad, están tan estrecha.mente unidas a las necesidades orgá-
nicas, que accionar, hacer actuar los músculos y sentidos, es casi la principal
finalidad. Como fin, estas accion:es presentan triple carácter: . son una nece.
sidad que corresponde al acrecentamiento de las energías físicas, a la madu-
ración del sistema neurocerebral y a la coord_inación progresiva de los organis-
mos motores y a las posibilidades de acci6n que dicha coordinación engendra.
De este modo la actividad sensomotriz, que es al mismo tiempo acción sobre
el mundo exterior, se desarrolla ·en dos sentidos diversos, aunque en cierta
medida complementarios: por una parte los automatismos especializados, por
otra la invención de conductas apropiadas en presencia de nuevas situaciones
que crea, a través de la interacción individuo-medio, el conocimiento.
La constitución de automatismos es condición necesaria e imprescindible
para la existencia y continuidad de las conductas apropiadaS--en presencia de
situaciones nuevas, o má~ simplemente de actos inteligentes. La adquisición
.de la marcha, las reacciones posturales, de equilibrio, la estación erecta en
el antropoide, el desarrollo de los mecanismos de prensión, brindan los funda-
mentos motores sobre los cuales han surgido los intereses mentales de la
especie humana y que en el niño se manifiestan por una sucesión de estruc-
turas. La primera es la función pura; el pequeño manipula obie ~ os indiscri-
minados. A partir del primer año intervienen en la manipulación las cualida-
des específicas de los objetos. Del segundo año en adelante comprende que
puooe crear a partir de la manipulación y agrega a la acción de esta "inte-
ligencia práctica" el complemento del lenguaje; és~e es primero puramente
afectivo (expresiones· de agrado, desagrado o necesidad) y después sintético,
gradualmente abstracto. hasta convertirse en función instrumental de la in-
teligencia (vid. cap. XIV) .
El lenguaje, que l!lanifiesta un desarrollo paralelo al de la motricidad y
que presenta los mismos caracteres evolutivos de necesidad y de ejercicio, crea
un tipo netamente sin~ular de medio ambiente: la comunidad humana o
sociedad. Por medio de la marcha y de la prensión el individuo modifica con-
tinuamente sus situaciones en relación con el medio físico y crea con el mismo
relaciones de necesidad regidas por la constancia o variabilidad de dicho
medio. En este aspecto, hombre y animal no se diferencian, y las acciones y
reacciones del individuo están supeditadas a los contactos sensoriales. Por el
lenguaje, el individuo modifica su actitud frente a las cosas y a sí mismo, pero
modifica al mismo tiempo las reacciones y actitudes de los otros seres que
poseen la palabra. La palabra actúa directamente sobre el desarrollo motriz,
como éste sobre aquélla de manera todavía más directa, apreciable y, funda-
mentahnente, sobre la capacidad mental y de interacción entre medio e indi-
viduo, y de individuo a individuo. Además, por su capacidad de síntesis, que,
abrevia el aprendizaje, el lenguaje cobra, junto con la motricidad, una im-
176 PSICOLOGIA GENETICA
*
Sherrington solía recordar a menudo que la fisiología como ciencia na-
tur:il sólo estudia fenómenos físicos, que la mente únicamente puede ser estu-
diada a través del comportamiento y, sin tener presente en su afirmación
ningún concepto dialéctico, asentaba, empero, una verdad que los psicólogos
y las "psicologías" olvidan o desdeñan demasiado a menudo. A base de
una u otra afirmación se considera que el conocimiento existe o no existe y
se comete el error común de negar o afirmar el conocimiento como· entidad,
cuando en realidad, y en condiciones normales, tenemos en cada momento
un conocimiento diverso. Así el conocimiento no debe ni puede medirse de
manera absoluta, sino en grados, y mientras notamos únicamente los gr~des
cambios, como el que ocurre cuando pasamos del automatismo a fa praxis,
nuestra atenci6n no se detiene en fluctuaciones menores que se suceden con-
tinuamente.
El conocimiento es un estado de actividad sensomotriz y, pof ello, depende
Pslcologia gentUca.-12.
178 PSICOLOGIA GENETICA
por completo de las informaciones que los sentidos le brindan; tanto de los de n
· fenómenos protopáticos como exteroceptivos. De aquí que . la percepción de fone1
nuestro cuerpo desempeñe una función especialísima. Los neurólogos han un <:
demostrado que si se nos priva de las sensaciones . que recibimos del cuerpo bién
cuando actúa, por ejemplo, un contacto, uria presión, un movimiento, etc., :e
y del sentido del oído, perdemos la capacidad del conocimiento, aunque sigan al m
funcionando sentidos como la vista y el olfato. Deducimos, en consecuencia, pecul
que cualquier alteración física que actúe sobre nuestros sentidos afectará tam- psi eo
bién, dentro de ciertos límites, el con~miet. Eri este sentido, el conoci- por I
miento se confunde con lo que es clásico llamar conciencia, de la cual es como
corriente afirmar que sólo puede ser experimentada subjetivamente en tanto porta
que sabemos muy poco de la medida en que somos conscientes. No ·obstante, icultu1
los efectos del conocimiento pueden ser observados objetivamente, porque re-
D
presentan la finalidad ·misma del comportamiento. índivi
Podemos aplicar esta comprobación en el fenómeno del lenguaje en el ción :
niño, tal vez el más interesante, el que da mayor peculiaridad al período de travé~
la edad infantil, y que puede ser rastreado de dos maneras: filogenética y fica e
ontogenética. Desde el punto de vista de la filogénesis se nos plantea, en El ce1
primer término, el origen del lenguaje; encarada ontogenéticamente, la inves- de la
tigación se dirige a la adquisición de la palabra por el individuo, sin plantear entre
la cues:ión del lenguaje que se da ya estructurado históricamente. En efecto, lación
el niño no debe crear una lengua, sino aprender la del medio. Soslayando !Como
plan:eamientos filológicos o históricos encaramos en este caso un complejo de el desi
fenómenos que en orden de sucesión temporal y de valoración filogenética p¡adm
deben ser considerados esenciales para la función -no estructuración- del ~oluc
lenguaje. Abarcamos en primer término los fenómenos nerviosos elementales del ap
(auditivos, visivos, táctiles), y los de movimiento (actos fonéticos, mímicos, grá- plo, p•
ficos), ligados a núcleos bulbares o espinales; luego cons'.deramos los fenómenos 9Jeimi1
neuropsíquicos (fijación y elaboración de símbolos externos que ·sintetizan rm~
semaciones o experiencias) y los de movimientos (realización motora de las suaje
im;1genes verbales) ligados a procesos corticales, para desembocar ·en proce- 11111bie1
sos enteramente psíquicos que se revelan en la interacción, tantas veces apun- conoce
tada, entre individuo y medio social, depositario del lenguaje que se adquiere. conver
Prescindiendo de toda especulación metafísica o teleológica, encon- Sin
tramos que el primer grito del neonato representa el comienzo de la respira- de tod;
ción pulmonar; como manifestación fonética, si es que puede llamársele así, 111.ffrma
en nada se diferencia del ronroneo del cachorro de tigre o del b1lido del lficdac
ternero: es un reflejo estimulado por sensaciones nuevas (aire, temperatura, rinent(
luz) . Por el contrario, en el vagido del lactante descubrimos una .evolución, '"5ultei
puesto que gradualmente se welve menos automático, más expresivo, car- imestie
gándose de tonalidad afectiva, pero sin llegar, de ninguna manera, todavía .-uídad
a uresentar carácter de fonesis. Este vagido exterioriza, en todos los casos, un lambié1
reflejo defensivo que al comenzar la primera infancia se vuelve voluntario, ~Iica
como expresión de actitudes de agrado o desagrado. El vagido subintra la 1BOCimi1
vocalización y a ésta la balbucencia en el segundo trimestre de vida, sin que foental :
DEL ESTIMULO AL CONOCIMIENTO 179
los animales, sin que ni siquiera podamo¡. suponer cuáles serán sus límites
superiores, aunque con criterio psicogenético y dialéctico debemos afirmar
que tales límites no existen, porque cada nivel del conocimientb resulta de
un nivel diverso de interacción, y las posibilidades de adaptación y evolución
no conocen más límite que la posibilidad de acción mutua.
Origen
"
Nad:
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mento e
.acción e
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lres ·hechc
lllesarrollo
fomproba,
lle los sin
~en tal
CAPITULO XIV
separa al hombre --en cualesquiera de las etapas por que pasó su especie- taria e
de los animales que le son más próximos, reside en el neopallium y se revela: lacion
a) por un desarrollo progresivo de las áreas cortieales especializadas que reci- presen
ben las impresiones exteroceptivas transformadas en superiores (audición, rias p:
visión, tacto) en detrimento del olfato y su concomitante, el gusto; b) desarro- ción d
llo cada vez más acentuado de las áreas corticales motrices, lo cual asegura de toe
un:i regulación más precisa de los movimientos que, correlativamente, aumen- prensic
tan en complejidad; e) amplísimo desarrollo de la región anterior del cerebro, En
del área prefrontal, zona particularmente rica en fibras asociativas. en los
Los pasos de esta evolución podemos seguirlos en el estudio de vaciados tal sot
endocranianos, por los cua~es se puede comprobar que hominidas primitivos las tra'
como el pitecántropo y los sinantropos conservaron muy salientes las carac- cráneo
terísticas de simios antropomorfos: pequeña altura del cerebro, inclinación )izada
acusada del eje de la región temporal, mayor prominencia por la línea media el debi
.. de la región orbital, comisura interhemisférica amplia, área occipital saliente,
estructura borrosa de la cisura frontal media. Para esos "hombres" el lenguaje
sobre l
miento
únicamente debió ser asequible en sus formas más primarias, esto es, inar- lóbulos
ticulado, porque las características señaladas indican que las regiones parie- punto
tal temporal y frontal están relativamente poco desarrolladas. De hecho, el tectura
· lenguaje del pitecántropo y de los sinantropos no debió requerir el trab'.ljo carecer
de los órganos de la articulación, porque faltó en sus cortezas cerebrales cuanto
suficiente crecimiento de las partes relacionadas con la función del habla y emitir
con el proceso de pensar. Por lo demás, el progreso en la citoarquitectura del la esca:
cerebro humano está íntimamente vinculado con las características esenciales modific
de los hominidas: estación erecta y adecuación de la mano al uso instrumen- tambié1
tal con la oposición del pulgar y el índice, y a los delicados movimientos de vocand
ajuste que de ello derivan. Si bien es cierto que los antropoides pueden sos- Toe
tenerse en pie,. ninguno posee la estación erecta como base primordial y única mos de
de la ambulación. El hombre goza de una adaptación específica a la marcha homini1
bípeda facilitada por caracteres estructurales que alcanzan a todas las porcio- sulta 01
nes del esqueleto, en especial l,a columna vertebral, insertada debajo y no en que el
la parte posterior del cráneo, como en los cuadrúpedos. El hombre posee el hace d1
agujero occipital y el eje de la cabeza casi horizontal y perpendicular al raquis, la pala
cuyo eje presenta cuatro curvaturas alternativamente cóncavas y convexas. en los i
De este modo la cabeza cae en equilibrio, más o menos estable, sobre la extre- jecciorn
midad superior de la columna vertebral, y solamente se requieren acciones aún del
musculares relativamente débiles para mantenerla en posición. Los músculos del que
cervicales y el gran ligamento cervical se encuentran muy desarrollados en ya estw
los cuadrúpedos, cuya cabeza está permanentemente arrastrada por su peso, cac!a v1
qut> gravita sin apoyo en la horizontal. En el hombre, en cambio, la muscu- <lucida
latura cervical se reduce notablemente y deja de comprimir las caras superim el proc1
y laterales del cráneo, y éste puede crecer en todo sentido.
Al fenómeno resultante de la .posición erecta se agrega otro que también
deriva de ella y cuyo valor para la humanización ya · destacamos: la mano. La:
· En el hombre, los miembros posteriores pierden el carácter de mano rudimen- animal e
LA ADQUISICION SIMBOLCA~ EL LENGUAJE 183
taria que poseen en los simios; al mism<;> tiempo los ligame~tos y las articu-
laciones están dispuestos de modo tal que se sustituye la flexibilidad . que
presentan en los antecesores arborícolas por la solidez y la estabilidad necesa-
rias para el mantenimiento en tierra firme. A consecuencia de la especializa-
ción de los miembros posteriores para la marcha, las manos quedan liberadas
de toda función de sostén y convertidas exclusivamente en instrumento de
prensión.
En esta nueva función los miembros anteriores no solamente permitieron
en los comienzós de la evolución humana una rudimentaria acción instrumen-
tal sobre el mundo circundante, sino que coadyuvaron en la disminución de
las tracciones que los músculos elevadores de las mandíbulas ejercen sobre el
cráneo. Como el equilibrio de la cabeza sobre la columna vertb~al vertica-
lizada redujo la acción de los músculos cervicales y del gran ligamento cervical,
el debilitamiento de los elevadores de las mandíbulas disminuyó las tracciones
sobre la región anterior del cráneo, donde se insertan, facilitando ·el creci-
miento en altura del mismo y, naturalmente, del cerebro, sobre todo de los
lóbulos frontales. Los éambios que acabamos de sintetizar in:eresan desde el
punto de vista de la génesis del lenguaje no sólo en relación con la citoarqui-
tectura del cerebro, sino también con el aparato fónico periférico. Los monos
carecen de áreas cerebrales del habla, en especial de la zona de Broca; en
cuanto al aparato fonador, es un tanto parecido al humano, lo que les permite
emitir sonidos diversos, pero el papel del resonador bucal está limitado por
la escasa distancia que separa al velo del paladar de la ab~rtu de la laringe,
modificada esta última en el hombre a consecuencia de la posición erecta, y
también en razón de que el aire espirado pasa sobre todo por la nariz, pro-
vocando sonidos guturales.
Todas las transformaciones que acabamos de enumerar y que encontra-
mos definitivamente estabilizadas en el último eslabón de una larga serie de
hominidas, el Horno sapie~, se produjeron con una lentitud que 'incluso re-
sulta ocioso calcular. Tanto es así que el estudio de los fósiles parece indicar
que el cerebro humano no ha sufrido cambios estructurales notables desde
hace doscientos mil años. No obstante, en ese lapso, el instrumento esencial,
la palabra, sufrió transformaciones tan radicales que resultaría inútil buscar
en los idiomas conocidos el proceso que diferenció las onomatopevas e inter-
jecciones de los hominidas de los sonidos difusos de los antropoides, y más
aún del lenguaje articulado que se supone poseyó el hombre de Neanderthal,
del que caracteriza a cualquiera de las hablas actuales. En este lapso, en que
ya estuvieron fijadas las bases bioestructurales del lenguaje, actuó de manera
cada vez más acentuada la praxis individual y colectiva, gradulmen~ tra-
ducida en gnosis. Entre la onomatopeya y la palabra articulada se intercala
el proceso de sociabilidad.
*
La señal fónica representa un progreso notable en la vida gregal de los
animales (vid. cap. IX), pero de ninguna manera se debe perder de vista
\
secuencia del cual surge; el ~n_ido _ :" El sonido, sea interjección u onomatopeya, r parti1
carece de valor representativo y de significación concreta, representando una 1iilidad1
consecuencia secundaria del estado orgánico que acompaña a la praXis o a Ira.liza
la gnosis, con lo que adquiere el valor de expresión de las emociones. de trar
Sabemos, además, que el influjo concreto de tales o cuales excitantes pro- un len¡
voca reacciones emotivas .que en el transcurso de la vida del animal terminan purque
por convertirse en estímulos incondicionados, con la consiguiente reversibili- ti-> inst1
dad de la acción, puesto que si la emoción desencadena la expresión, ésta Yerl
puede a su vez desencadenar aquélla por las leyes de los reflejos que estudiara "3cerlo
Pavlov, y que se encuentran en la base de la atracción mutua que car~ del ase1
riza al fenómeno social (vid. cap. IX) . Cualquier reflejo puede condicionar- 11n>lladc
se, y el valor emotivo del sonido queda así en relación mediata con el gesto JWje a
o la acción que acompaña, en tanto éstos se relacionan directamente con el les veda
. fenómeno que para el organismo adquirió significación biológica inmediata.
Los sonidos y ·los ademanes no poseen, de por sí, significación biológica in-
ª· y
.las circt
i
mediata, pero el hecho de que acompañan situaciones que poseen este_carác- "3, aun1
ter hace que la adquieran mediata, pues sirven de señal para indicar la pre- ¡tambio
sencia de aquello que puede servir para Ja satisfacción de una ·necesidad o para un nue'
provocarla. De este modo la señal fónica se . relaciona con procesos cognos- ..Utieror
eitivos, con la percepción concreta, pero sin implicar por ello la existencia a transf
de un pensamiento. El estudio de los sonidos que emiten en diversas circuns- lcs indi
tancias los monos superiores y el análisis de la correlación de los mismos con f:citacic
las consecuencias permiten establecer que carecen . de sentido instrumental de relac
porque no poseen significación abstracta alguna. El animal emite sonidos flocho, l
peculiares en una u otra situación que comunican a los congéneres el estado tos imp
1 emotivo que excitantes exteriores le provocan, pero de ninguna manera revela ar-1ll.Ítiv1
la situación en sí, ni está movido por consideraciones finalistas o abstractas.. ID los so
El sonido que produce el chimpancé frente a un peligro es una consecuencia de la rn
de su actitud orgánica, que, a través de un reflejo incondicionado, despierta mo y vi:
en el compariero idéntica actividad biológica del organismo, preparándolo de ínter
por vía indirecta para la defensa, Los sonidos animales, premisa psicogené- mecesari4
'
LA ADQUISICION fil:MBOr.ICA: EL LENGUAJE 185
hemos visto es propio del animal y del hombre en su primera etapa del
desarrollo ~traueino.
Si en una isla solitaria hubiese una comunidad de sordomudos no reedu-
carlos para la palabra, y un naufragio, propio de los viajes de Gulliver, dejase
allí recién nacidos normales, ningtino de éstos, al volverse hombres, llegaría
a crear un lenguaje abstracto y simbólico; sus expresiones seguirían siendo
afectivas, similares a las del animal. Solamente la vida social, a través de
millones de años, puede llevar a la síntesis abstrac!a de la praxis que significa
hablar. Y la posesión de tal síntesis abstracta la adquiere el niño en un período
de pocos años, durante los cuales aprende a articular sonidos, a crear pala-
bras, emplear denominaciones, utilizar frases, para quedar finalmente dueño
de los fundamentos esenciales del tesoro lingüístico acumulad9 por sus ante-
pasados. Claro está que el niño, y ya lo Vimos, no crea el lenguaje, lo aprende.
La diferencia, tan enorme que es obvio recalcarla, tiene por base un fenó-
meno psicobiológico y otro psicosocial: herencia y estructura de la sociedad.
Por here.ncia biológica recibe condensadas las estructuras orgánicas ·que sus
remotísim9s _ a~ecsor adquirieron lenta y penosamente; la_:;inergia orgáni~
ne<..esaria para el lenguaje es para él _una realidad virtual en el momento de
~e!• ~ _ h~encia_psológ es dueño de una capacidad fonda~ de la
posibilidad de adquirir y utilizar cualquier lengua articulada de manera in-
mediáti,- graCías--áT hecho - dé ra· .preeminencia funcioñal cfeuñ - -h.~i;fero
cerebral é]_ue facilita clestablecuruento óe-las- Ilgazónés -corfacafe5 unprescm-
dibj;;; .tal es, y no otra, fu razÓn de la ·"a petncia~' por el Ieñguaje,..Já.3>..ece,,_
sid~' .Jk_~abjrg1:! _ amP.ti[c . ~ el _-ªPrcndizaje. ~sta _ ca~idepor . lo
íde'más -y!~tuales al nacimiento, adquieren v~ia en razón del medio social
que y~ - P!'see estructurado un lenguaje y lo emplea como instrumento coti-
diano .Y h~bitual.
Del encuentro de estas posibilidades surge como síntesis el lenguaje infan-
til. Los fenómenos que entonces ocurren han sido divididos por Pichon en dos
períodos: el locutorio, que se inicia entre el séptimo y el noveno mes, y el
delocutorio, que marca sus comienzos a los dieciocho o veinte meses. La ca-
racterística única del período locutorio es la imitación de sonidos con repe-
tición articulada alterada o deformada, pero lograda siempre después que
el niño oyó repetidamente la palabra o el fonema que utiliza con valor ex-
clusivamente afectivo y no de relación. Si fuera del hecho de la repetición
(y no de la creación de fonemas o palabras) necesitáramos una prueba más
para · demostrar que son los símbolos lingüísticos del medio social los que
se imponen, la tenemos en el hecho de que, fuera de la vocalización y la bal-
bucencia, los niños sordos no aprenden a hablar. .
El período delocutorio comienza precisamente, y aparte de la cronología
orgánica, con expresiones que indican relaciones y que alcanzan la designa-
ción or:¡LI de los objet0s y de los acontecimientos. A partir de este momento,
el patrimonio verbal del niño se acrecienta rápidamente por dos motivos, uno
de orden p~icoblóg, y otro de carácter netamente ambiental. Por el pri-
mero, el niño estaba en posesión de palabras no expresables, oídas, fijadas en
190 PSICOLOGIA GENETICA
...
la zona au.ditiva cortical antes que el centro motor alcanzara suficiente ma- es útil
durez para permitir su expresión. Por el aspecto ambiental está supeditado al desead
caudal de expresividad del medio familiar, esto es, por el carácter y valor del Jos ca1
"estímulo acústico" que recibe. Entre los treinta y treinta dos meses comienza La
1a diferenciación entre sujeto y objeto con el uso y comprensión del pro- eerialic
nombre "yo"; hacia el fin del quinto año el lenguaje puede considerarse com- 6:ganc
pleto con respecto al ambiente en que vive el niño. A partir de entonces se la furn
trata únicamente de adquisiciones propiciadas por el medio y la educación : se trar
el niño se convierte en individuo plenamente social, poseedor de símbolos Jnejore
abstractos que le ¡:iermiten todo tipo de relación y de aprendizaje. ronexic
Al dar
* peejora
PJ>lica
E_!_ le!i~a _ está ind~IE _ bleJ!nt lka_do, a través de la praxis, con el dalidac
pensamiento, y. e~ta cone~ó es~nia! la ~ determina_!a _cualid_ad y cali- púen to,
dad del c2no~imet. El pensamiento representa la transposición ideal de la '3Ptad<
realidad material en la mente humana y señala, con sus etapas y grados, un
cambio esencial en el proceso cognoscitivo. La praxis permitió al hombre fa ~:ax
lrcc1on .
reconocer cualidades propias de los objetos, de los fenómenos, clasificar los 1a trarn
hechos según una relación sensorial y establecer similitudes a ,base de la lluiento.
yuxtaposición; el pensamiento hizo posible extraer de los objetos determina- liluciblei
das propiedades y distinguir relaciones con exclusión de las cosas, lo cual fue l=onvert
factible por el lenguaje como prueban los progresos cognoscitivos que derivan tiibilidac
de adelantos de la lengua. Las cualidades percibidas y reconocidas tienen va- la acció;
lidez subjetiva: únicamente · se objetivizan cuando la lengua las expresa. El '6a]éctic
subjetivismo del conocimiento se convierte en objetividad a través de las pro-
piedades y cualidades de los objetos expresados: el concepto. Con los con-
ceptos la actividad práxica se generaliza, transmite, conserva y permite la
transposición que señala el abismo que separa el pensamiento primitivo del
actual.
La praxis inició la marcha del conocimiento de objetos y fenómenos sin-
gulares; el pensamiento lo generalizó en forma de conceptos a través ~e la
palabra que ·les dio representación abstracta. De este modo la percepción fue
el primer paso, la guía en el conocimiento del medio, y la objetivización a
través del pensamiento permitió la inversión del proceso gnósico. Generalizado
el conocimiento de las cualidades singulares, sirvió de pauta para el recono-
cimiento de las mismas en otros fenómenos, y así planteadas las cosas, de ins-
trumento de descubrimiento, la praxis se convirtió en proceso de verificaci6o.
La palabra, a su vez, brinda el nexo necesario; sin ella, el conocimiento no
habría alcanzado una visión d~ _ cop.jl!_n .!Q_ d~ _L a inj inita v~ !:_ ieda de las cosas
y fenómenos particulares del mundo real y o\;>jetiv~ -~ l J en~ d i o~a
bilk!ad de fija.I._k>_gent:i:al en los fenómenos, _d~ _ ~tab!c ! _ l ~ ~iferca con
~ u1ar __y~ ~ cer s:us concatenaciones. Al condicionar el origen del _
samiento, al suplantar el estímulo directo a través de la praxi.$ con la gn~
la palabra adquirió valor material ·de instrumento del pensamiento. ·Como ID>
<liante el instrumento del trabajo se transforma· un objeto en el sentido que
·--
LA ADQUISICION SIMBOLICA: EL LENGUAJE 191
es útil, por medio del lenguaje, un individuo iiifluye sobre otro en el sentido
deseado, y también sobre las cosas, porque permite establecer de antemano
Jos cambios a realizar.
La palabra sintetiza la relación acto-pensamiento y, a pesar de su inma-
teriald~, imprime su huella en la estructura y en el funcionamiento de los
órganos del cuerpo, el cerebro en primer término. El perfeccionamiento de
la función motora y refleja, que depende del "segundo sistema de señales",
se transmite por herencia (vid. cap. XI); cada generación se encuentra en
mejores condiciones para reconocer la realidad y transformarla, para que sus
conexiones condicionales temporales adquieran cada vez forma más compleja.
Al dar a la educación el papel que siempre se le otorgó como patrón de
mejoramiento individual y colectivo, se aplicó empíricamente el aserto que
explicamos. En su conjunto, lenguaje y conocimiento --el lenguaje, como mo-
dalidad del pensamiento y a la vez base inseparable del mismo; el conoci-
miento, como traslación en conceptos, a través de la palabra, de la realidad
captada sensorialmente-- permiten, por interacción dialéctica, el progreso de
la praxis traducida en trabajo. El signo distintivo de la actividad humana: la
acción intencionada y finalista, el trabajo, asienta en el lenguaje, que permite
la transmisión de generación en generación del desenvolvimiento del pensa-
miento. Como no concebimos un pensamiento sin palabras, o conceptos intra.
ducibles en palabras, tampoco podemos concebir un lenguaje sin pensamiento.
Convertida la praxis en gnosis, traducido el pensamiento en palabra, la rever-
sibilidad de lo cuantitativo --orgánico- en cualitativo -pensamiento-, y
la acción inversa, quedaron afirmados de una vez para siempre como actividad
dialéctica del obrar humano.
Quinta parte
LA VIDA EN SOCIEDAD
CAPITULO XV ·
sistei
* · divic
anin
El equilibrio del medio interno es básico para la sinergia· orgánica y la equil
continuidad vital del ser: Mas éste vive inmerso en un medio externo cuyos mel
factores pueden serle favorables o adversos y a los cuales debe adaptarse que
transformándose y transformándolos. La acción de tales factores se traduce
de manera directa o indirecta. La primera representa lo positivo o negativo
adquirido por ingesta, a través de la alimentación o absorción, y lo expelido
por excreta, a través de deyecciones o cualquier otra manera de liberarse de
lo superfluo o tóxico. Este mecanismo, presente ya en las formas más simples
E
distir
de vida, propio del unicelular o del más complejo organismo, estab1ece la pri-
y ma
mera interrelación entre individuo y medio; el segundo brinda al primero
subsistencia, y aquél dewelve los materiales transformados y cambia las con- de la
diciones biofóricas o de posibilidad de vida, volviendo pósible la ulterior sub-
las p1
pode1
sistP-ncia por sucesivas adaptaciones, amén de la existencia misma de seres
más complejos que requieren materiales ya elaborados como base de su meta- y se l
bolismo por incapacidad de sintetizarlos. Con un ejemplo típico y casi esco- horro•
doel 1
lar el vegetal depende de la luz solar para el proceso de la fotosíntesis en que
romet
asienta su evolución, el herbívoro requiere al vegetal para ·alimentarse y el
la sec
carnívoro al herbívoro, cuya destrucción para servir de alimento asegura
el equilibrio entre medio vegetal y animal. Cada uno de esos eslabones de- que d
pende de materiales y condiciones que elabora el anterior y que por sí mismo y vari
no so.
es incapaz de procurarse.
sinteti
No obstante, si tal es el principio de la vida, no representa la continuidad La
. de la misma; dentro de las formas animales y cuanto más elevada la escala ligan .
zoológica, más complejo se presenta el fenómeno de la reproducción y, por a basf
consiguiente, sometido en mayor grado a la acción de factores de acción indi- cada
recta, de estímulos externos que, a través de los receptores sensoriales, modifi- acciór
can las funciones de órganos y aparatos, dirigiendo la conducta biológica del rienci:
organismo en relación con los cambios del medio. Aquí se intercala un nexo, indivi1
una estructura que sirve de puente entre el organismo y el medio: el sistema les re;
nervioso. Cuanto más elevada es la organización animal. más complejo re- como
sulta su aparato nervioso. Entre la capacidad de irritabilidad de la ameba la sínt
y la conducta racional del hombre se intercalan, en cada etapa de la evolu- siones
ción zoológica, estratos nerviosos de creciente complejidad anatómica y fun- plante
cional; del ganglio cerebroide de los cordados se llega a la corteza cerebral antect
del hombre. Cada una de estas etapas señala un proceso de adaptación activa, social.
a través de la conducta, al medio, y un proceso de acción gradualmente más guaje
complejo del individuo sobre el medio: de la acción transformadora de los frase
suelos por las lombrices, que tan admirablemente aclarara Darwin, hasta la el act.
técnica del hombre moderno. del gi
El individuo es producto de las circunstancias, pero· cambia esas circuns- ducta
tancias por el solo hecho de actuar, y dentro del juego de esa acción recíproca simbó
transforma y adapta continuamente las funciones de los mecanismos de sub- del fe
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 199
*
El hombre está dotado de pensamiento, característica psíquica esencial y
distintiva que representa la interrelación de un factor interno · --evolución
y maduración del . sistema nervioso- y otro externo -formación y evolución
de la sociedad-, que se concreta en la palabra, y a través de la cu~l prolonga
las percepcio:rtes y las emociones, las elabora, y en consecuencia aumenta su
poder, convirtiéndose en acción continuada del estímulo que estuvo presente
y se. ha extinguido. Si la acción del choque _amoroso se limitara al problema
hormonal o a la sobrecarga 'de tono, para desaparecer instantáneamente logra-
do el equilibrio interno con el orgasmo, el ser humano estaría, como los animales,
rnmetido únicamente al hambre sexual y no conocería la emoción amorosa,
la sed de ternura que lo caracteriza. No seríamos ce monstre d'inquiétude
que define Charles Péguy. Pero la palabra representa el medio más completo
y variable de relación interindividual; erigida en "segundo sistema de señales",
no solamente sustituye Ja percepción directa de los fenómenos, sino que al
sintetizarlos les otorga carácter histórico.
La palabra actúa como señal que resumé las acciones y reacciones que ·
ligan al individuo con su medio y cuyo efecto puede ser previsto de antemano
a base de la experiencia colectiva en el uso de la expresión. Cada sociedad,
.cada agrupamiento humano, posee términos de valor específico de probada
acc;ión intelectiva o emocional. Además, Ja palabra va más allá de la expe-
riencia personal : acumula la experiencia de generaciones y condiciona al
individuo ante estímulos que pudo no percibir ni conocer, pero ante los cua~
les reacciona como si estuviesen presentes en su · relación sensorial, porque
como tales fueron apreciados por los antepasados, que acuñaron en la palabra
la síntesis de sus alcances nocivos o positivos. T~das las lenguas poseen expre-
siones de este tipo y, por ejemplo, · el insulto verbal que nos lleva a la ira
plantea una situación que tal vez no hayamos vivido, pero que, sufrida por
antecesores, se nos evoca en todos sus alcances de denigración individual Y
social. Lo mismo, y es experiencia cotidiana, vale para los vocablos del len-
gua je amoroso. El hombre o . la mujer que por primera vez escuchan una
frase de amor reaccionan como si por enésima vez hubiesen experimentado
el acto amoroso que no conocen. El vocablo sintetiza la experiencia amorosa
del grupo a que pertenecen y les brinda abreviados los avatares de la con-
ducta que paso a paso llevó a acuñarle y a concederle valor de representación
simbólico. Además, por poseer valor histórico supera a la percepción directa
del fenómeno y habilita para la adecuación inmediata a nuevas circunstancias.
202 · PSlCOLOGIA GENETICA
cuando los olores parecen cobrar cierto valor erótico, la relación amatoria De
comienza por un acto gnósico: la , palabra, que establece el puente sexual nes co
porque obra como señal de señales que sintetiza lo biológico y lo social. jidad,
La palabra amorosa, símbolo de una acción convertida en concepto, su- nante--
planta a la caricia primitiva que carga de tono el sistema nervioso, y a través suplan
de éste acentúa el desequilibrio hormonal que desemboca en la erotización. Ja pal<
Empero, al mismo tiempo presenta valor sociocultural, porque no solamente nal. }.i
indica que el consenso del grupo es propicio para la relación -las conversa- las net
ciones ambivalentes de las reuniones de salón, por ejemplo--, sino que varía animal
según la clase. El folklore erótico ilustra muy bien a través de las canciones disposi
la rica gama que acabamos de señalar. Establecida la relación, la pareja re- cae en
corre en sentido descendente el camino que primitivamente llevó de la caricia dad U1í
*
La experiencia y la biología demuestran que un organismo en estado de
salud Po puede vivir en equilibrio estático. La vida de todo ser, y cuanto
más complejo y más jerarquizado en los niveles en mayor grado, presupone
un impulso a nuevas formas de equilibrio que superan el alcanzado. La per-
sonalidad humana ofrece, precisamente, claro ejemplo de tal comportamiento
y Ja misma interacción entre individuo y sociedad es el impulso de base que
acucia hacia nuevos cambios de situación, de equilibrfo entre medio interno
y externo, en una palabra. Este impulso desempeña un gran papel como acti-
vador de las funciones biológicas, y no son pocos los médiCos que han trope-
zado con pacientes que relativamente poco dañados orginicamente, pero presa
de grandes decepciones, terminan por morir sin motivos biológicos suficientes.
El caso inverso lo brinda el ejemplo de la llama de la vida penosamente man-
tenida, cuando el organismo está destruido, por la esperanza o la necesidad
de una misión importante. En los campos de concentración que la Alemania
nazi sembró por toda Europa, y en las cárceles que mantienen los "Tirano
Banderas" de América, aquellos prisioneros que poseyeron o poseen una con-
vicción intensa, animados por ideales políticos o simplemente por amor a algo
o alguien, han sobrevivido o sobreviven muclúsimo mejor que los carentes
de e'sa fuerza renovadora del equilibrio vital, vuelto estático por presión de
las circunstancias.
La esperanza, la tensión hacia el porvenir, la ansiedad justa y necesaria
para quebrar el equilibrio sin caer en lindes patológicos, son fuerzas incon-
mensurables cuya potencia converge en el amor. Ya hemos visto que el hambre
sexual representa la ruptura del equilibrio interno e impulsa a la búsqueda
del componente heterosexual; pero este aspecto es pura y exclusivamente sub-
jetivo, pertenece a la sinergia biol6gica del individuo, a la consecución del
equilibrio justo entre humores y órganos. Pero también .conocemos el papel
que en la vida del organismo desempeñan los estímulos exteriores, simple-
mente sensoriales, señal.es, o la palabra condensadora de experiencias e ideas,
señal de señales o como acabarnos de ver, la fuerza moralizadora de la espe-
ranza, de la fe 'en' no importa qué, de todo lo que prolonga la vida más allá
de las coordenadas de tiempo y espacio, y que carecen de plazo en el cum-
plimiento y de forma concreta en el logro, porque de pooeerlas dejarían de
206 PSICOLOGIA GENETICA
ser atendibles -que en su etimología significa tender hacia algo-- para con-
vertirse en realidad, esto es, en una nueva forma de equilibrio.
Y precisamente el amor participa de estas fuerzas, desborda toda la per-
sonalidad, la esfera sexual incluso, presentándose como característica única-
más ~
mente humana y, por lo mismo, de valor soci~l considerable. En efecto, el
hombre es sujeto, está sometido a las avatares biológicos como individuo, al obra la
hambre sexual desde el punto de vista amoroso; también es objeto, puesto cultur:a
que su equilibrio vital lo logra en la interacción con el medio natural y social, generai
las normas y hábitos amorosos de cada grupo. Pero al mismo tiempo el ser tividad
humano es sujeto y objeto, cabalga en el filo de ambos, porque su vida psí- que los
qujca es la resultante dialéctica de este encuentro, y ella, a través de la fun- mismo,
ción de lo real, de la personalidad, refleja y transfonna en parte los factores aman l
subjetivos y objetivos que la conforman. que se
La tensión amorosa supone cierto grado de emoción y de participación present
en la vida de los semejantes. Por ser el hombre objeto y :mjeto presenta ca-
que exi
racterísticas emotivas peculiares del grupo y suya propias; las primeras están pecto n
m la base de la conducta general, más o menos estandarizada de todos los de la ::
humanos en una sociedad dada y en un momento histórico determinado. La penoso
representa la transformación que las circunstancias socioeconómicas y socio- nes,.. re]
culturales han obrado sobre el impulso de hambre sexual, convirtiéndolo de en la .a
fenómeno biopsíquico en psicosocial. Las vírgenes del paleolítico cultural que llegar e
para adquirir el derecho de maridarse debían primero entregarse en el templo simbofü
al primer extranjero que pasara, porque así se volvían fecundas, las que en amar, IJ
. el medievo acataban el derecho de pernada, sus hermanas indígenas de la ten el •
selva guayanesa que al alcanzar la nubilidad sufren encierro y ayuno que, como i1
hubiera:
como a las crisálidas, ha de convertirlas en adultas aptas para el amor, las
que todavía en diversas comunidades campesinas de Europa, una vez pro- ya la tI
como 01
metidas, marchan a la gran ciudad a ganarse la dote prostituyéndose, o las
modernísimas semivírgenes ele la burguesía actual que llegan al límite de Por
roso las
todas las sensaciones amatorias, pero conservando la ilusoria íntegridad del
traduciC
himen como trofeo para el tálamo nupcial, todas, las de hace diez mil años
r~lizat
o más y las actuales, responden, al igual que los hombres que aceptan y pro-
renciadc
pician esas formalidades, a la evolución socioeconómica del grupo que hace
a la mu
de la necesidad de amor un instrumento de sus intereses. La comunidad pa·
sea cual
'leolítica, requerida de individuos para ser - fu~rte por el número, propicia la
matrimc
fecundidad que asegura la presencia· de un tercero en Ja unión; la medieval
lación e
reafirma la posesión del siervo por el señor con la concepción del . jus prima
y prepai
note; la indígena .propicia la intervención de los espíritus de la selva para que
Su acti~
brinden hijos que serán proveedores de la familia de la iniciada, y la semi·
heroico e
virgen moderna, en apariencia libre de todo prejuicio y dueña de rechazar de un (
al hombre o de entregarse al mismo sin que medie ritual de ninguna especie, George
representa, no obstante, un estado intermedio en la liberación de estas orda- comedia
lías porque goza de los halagos del amor e~ lo que tiene de · precoito, mas policiacl3
conserva celosamente --de hecho muchas veces, en apariencia · otras, pero
formalmente siempre-- la virginidad, que para el grupo social a5entado so-
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 207
* su
es
Un estudio de la representación del tipo femenino a través del arte de
todas · las épocas, y de los testimonios literarios así como jurídicos de grandes lib
procesos, brindaría valiosos aportes a este capítulo de la evolución afectiva la
de la humanidad; mas, faltos de ello, podemos presentar a grandes rasgos los der
prototipos de las edades antigua, medieval, ·moderna y contemporánea. Grecia pre
y Roma, basadas en lo familiar en el concepto de la autocracia paterna, en ser]
lo social sobre el predominio de una clase y la privación de condición humana y fa
al bárbaro que no pertenecía a la Polis ni a la Urbs, relegaron en amor a bre
la mujer a la función de proveedora de hijos y sacerdotisa de los dioses me
hogareños. La estatuaria de la época la representa con rasgos matronales,
predominio de los atributos sexuales femeninos secundarios, al decir de Pende, de
mujer madre cuyo único equilibrio a conservar era el interno, el hormonal, mir
que se satisface con la procreación. La Edad Media mantuvo el patrón, pero ter
despojada de la alegría pagana del vivir, perseguidora de Pan y de Eros, con
suplantadora con sucios e ignorantes monjes de las ideales ninfas y sátiros pos
de los bosques, destructora del amor terreno como fuerza demoníaca que con- des.
turoa el ideal cristiano del ascetismo, hizo de éste un sacrificio, claro está del
que querido la mayoría de las veces, pero sacrificio al fin, y al proclamar el me1
matrimonio de las almas en Dios, rebajó el amor terreno a la simple unión Fre
de los cuerpos. La mujer, más que nunca, siguió siendo un ser de segundo brii
orden y nada más que mujer, carne frente a la sociedad y al hombre, y tan
carnal debieron hacerla que los cruzados se veían obligados a recurrir al
cinturón de castidad para salvaguardar de tentaciones a la castellana que
dejaban al cuidado de la integridad de su patrimonio. Epoca de divorció en-
ys
tre la realidad y el pensamiento filosófico, se llegó también a dicotomizar el
mit
amor· en lo sexual y lo espiritual. Los torneos galantes en que mujeres actua-
mi1
ban como jueces y cuyos dictámenes coinciden en que la vida sexual comporta
de1
matrimonio y el amor algo ideal y poético que subsiste al margen del séptimo
al
sacramento, muestran en lo absurdo del distingo la primera tendencia libe-
an:
radora de la mujer que, por primera vez, se arroga el derecho de disponer,
aunque en teoría, de sus sentimientos. l>ri
qu
La Edad Moderna, que conoce el derrumbe del feudalismo y el. surgir de
de la burguesía con el advenimiento del tercer estado en la cosa pública,
conserva la imagen carnal con prescripciones que cristalizan en el Código de bii
Napoleón, aunque cede a ·la libertad femenina en la medida que apareciera Sel
como aspiración de determinación sentimental en el medievo. · El derecho m:
de autodeterminación amorosa femenina es aceptado como base del contrato pe
matrimonial, aunque después quede sujeto con grillos de acero y las liafons m
en la medida que no constituyan escándalo público y vituperio para_el ma- so
rido y señor de una honra. Por primera vez la necesidad de equilibrio psico- ce
físico como expresión amorosa apunta en el horizonte femenino, pero dentro SÍJ
de las limitaciones · de una sociedad que con mayor fuerza que nunca afirma y
y
P1
LA VIDA SEXUAL Y AMOROSA 209
, :
..
CAPITULO XVI
*.
La familia Clásica de Occidente en los tiempos· mOdernos, la sometida a
la ·patria potestas del abuelo o del padre, no sólo constituye una unidad en lo
relativo a la vida afectiva, social y económica de los componentes, · sino que
también representa el núcleo formativo en cuanto a educación de los hijos
·se refiere. Todos los actos de la vida de relaci6n son aprendidos y desarrolla-
dos en, por y a través de la familia. L.as relaciones interindividuales tienen
por escenario al grupo familiar, y las sociales se ejercen preferentemente por
medio del grupo como unidad funcional. El var6n recibe .su educaci6n en . la
familia y desarrolla la actividad laborativa en la misma; el régimen de cor-
poraciones, régimen familiar en sus rasgos más salientes, excluye a la mujer
del trabajo de tipo social, y cuando lo ejerce su producto pasa a la colectivi-
dad por medio del varón. Soltera o maridada, la mujer está sometida· en el
mismo grado que los incapaces a la tutela de la patria potestas, y los varones
menores, libres en teoría para elegir destino, · quedan en lo económico sojuz-
gados al sistema familiar por la práctica del .mayorazgo. ·
En tantó las formas de producción fueron artesanales; la educación de-
pendió del grupo. Como bajo el mi:i;mo techo eran muchos los que vivían, la
direcci6n de la economía familiar entregada a las mujeres fue una verdadera
función pública, socialmente tan necesaria como la producción de víveres,
y compartida por los niüos, que después de la segunda infancia debían vivir
a sus expensas acompañando a los adultos en los trabajos que compartían en
la medida de sus fuerzas. En tales condiciones, la libertad de la mujer y del ·
niño está equiparada a la . del varón adulto, y la educaci6n de este último
no queda confiada a nadie en particular y resulta impartida· por la acción
difusa del grupo. La enseñanza aparece así da.d a para la vida y por la vida;
se aprende haciendo, participando de :las ·actividades de la comunidad. De
este modo los individuos ~ moldean, aunque . parezca· paradójico, con una
216 PSICOLOGIA GENETICA
uniformidad que los hace adultos tan idénticos como los otros miembros de (vid. (
la tribu, porque la educación es función espontánea de la sociedad en su con- termin
junto, como fue entonces y es hoy el aprender el lenguaje. ción ce
La conversión del grupo agnático en familia sometida a la patria potestas, famifü
y respectivamente en "familia conyugal", responde a la evolución de los me- la vid~
dios de producir. En la misma medida que la producci6n se mecaniza, que en .sus
la pluricapacidad individual de producir debe ceder a la división del trabajo, El
que la· familia no se autoabastece, la educación pasa de las manos de ésta algo d1
a las del grupo profesional. Los aprendices en las corporaciones medievales y la div~
modernas ilustran con meridiana claridad el proceso y señalan la aparición, ejecuta
por primera vez, de la educación dirigida a un fin que trasciende las metas ticular1
clásicas de la familia y configura la apreciación del valor social de la misma. siempr1
La enseñanza común, dirigida a crear posibilidades iguales para todos, es tan observ ~
reciente, de apenas hace un siglo, que sorprende no haya sido emprendida fuerza
con anterioridad, por lo menos en algunos países. Corresponde al desarrollo senta <
del maquinismo, que al revolucionar los métodos de producción transforma hibrida
la economía y las leyes del consumo, desarticula la familia patriarcal, herida cambia
en el fundamento mismo de su razón de ser, y abre paso a la "familia con- con la
yugal" contemporánea, cuya actividad productiva está alienada por el salario. la atra,
La máquina exige individuos cada vez más capaces, potenciahnente aptos elegir 1
para cualquier tarea, y la educación debe, en consecuencia, especializarse y ponerSt
elevar su nivel, con lo cual el viejo sentimiento de la educación primitiva mutuai
de que no· había nada superior a los intereses y necesidades de la tribu o la de ritrr
familia, se transforma en la misma medida que se acentúa la división en cla- para si
ses, que la familia patriarcal se disuelve consecuentemente en la pareja bio- agrupa
lógica y sobrevienen relaciones en las que, como demostrara Marx, el sobre- parar !
trabajo del uno es la condición de la existencia del otro. En tales condiciones El 1
la ooucación espontánea de la familia, mediante la cual los niños se asemejan misma,
a los adultos, resulta a todas vistas insuficiente; el trabajo del hombre, al gradaci
aumentar su rendimiento, adquiere cierto valor, y la conservación, así como estructt
el acrecentamiento del mismo, exigen una educación dirigida, cuyo principio a éste <
básico es dar conocimientos en relación con la función social y no la actividad socializ
productiva, lo que trae necesariamente desigualdad en las educaciones respec- les act1
tivas, crea la educación sistemática --organizada y violenta al decir de Saverio en la a
de Dominicis--, que pierde su carácter homogéneo e integral. como h
liar. Er
* que an
por exc
En las condiciones socioculturales contemporáneas, la escuela representa la
cediera
prolongación necesaria de la familia y el interregno propedéutico para la so-
corriiID
cialización unívoca del individuo. Las actividades controladas y controlables
coces c1
de la mente .hacen su aparición en los comienzos de la llamada edad escolar,
aproximadamente entre los seis y siete años, y si bien son ejercitadas y des- laridad
arrolladas por las disciplinas de la escul~ comienzan por ser la condición del ind
net"esaria para el éxito de ésta. La edad escolar corresponde a una etapa de tanto ci
madurez mental, estadio asentado en un proceso psicobiológico evolutivo sobre e:
FAMILIA, EDUCACION Y PROFESION 217
* nmci
que el
La profesión es la praxis del individuo dirigida hacia una y misma finali- zaje y
dad, y resulta de la división del trabajo, que exige la asociación de esfuerzos corres¡:
particulares para el logro de un objetivo común: la producción. En tanto ción dt
que la producción llena exclusivamente las nece5idades del grupo, la acción
de producir corresponde a todos los individuos en igual medida y ·está ex-
cluida la especialización. Pero cuando se inicia el intercambio con otra:s co-
munidades, o miembros de otros grupos, se crea la necesidad de producir La
para mantener constante ese intercambio y por lo menos una parte de los o rrof1
productos es elaborada para ese solo propósito. Consecuentemente se crea un socioec1
fondo social de producción y reserva -base de todo progreso social, político para ui
e intelectual al decir de Engels.-, para cuyo mantenimiento se requiere la pro- procura
ducción ininterrumpida de determinadas mercancías, creándose la especiali- dio. de
zación en la tarea de producir, esto es, el trabajo profesional. elabora;
En cuanto ·a la elección de las profesiones, escapó a toda consideración de perman
orden psicológico en tanto que el acceso a los oficios y su ejercicio estuvo en cons1
sometido a .prescripciones sociales rígidas: castas en el antiguo Egipto y la a los ir,
India, corporaciones, privilegios en. la Edad Media. Solamente a partir de humana
1789, cuando la Revolución francesa decretó, con la Déclaration des droits trabajo
de l'homme et du citoyen, q1,1e siendo todos los ciudadanos iguales ante la yan en
ley "son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos diferent•
públicos sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos", se crean las los sere!
condiciones que liberan a las profesiones, cualesquiera sean sus cá.lificaciones. gicos pr
de todo determinismo de clase. sos; 311)
El hermetismo de las viejas corporaciones medievales, que incluía tanto de éxito
a los oficios má~ simples como a las hoy llamadas profesiónes liberales, se quie- Las
bra ante las nuevas normas de ·producción, y por imperio de la ley fa posibj... los ofici•
lidad de cualquier trabajo queda abierta a . todos bajo la úniéa condición dd particufa
revelar competencia. Es también el momento en que por primerá vez se estu- profesior
dia el aspecto psicofisiológico del trabajo humano. Euler ensaya definir el de hábit
. trabajo máximo, Lavoisier establece las relaciones entre consumo de. oxígena organiza,
y r.cndimiento, Coulomb formula las reglas que se deben observar en el es- hasta ah
fuerzo físico. Estas tentativas, emprendidas desde el ángulo de las mate~ y el métc
ticas, la química y la física, quedaron aisladas; la. gran conmoción que en el brindan
orden humano produjo la Revolución francesa se estancó con el XVIII Bru- la ley de
mario, al que siguió el imperio de las águilas napoleónicas. Hacia fines del yor efica
siglo xvm y principios del XIX se inician investigaciones sistemáticas impult en lugar
sadas por el auge de la gran industria, que comienza a sup1antar la fueraj ratorio d
humana con la motriz y necesita, a la vez que rendimiento, individuos aptm cuando 1
para cada tarea o máquina. En primer término están las tentativas de orga- se adquit
nización del trabajo, emprendidas por ingenieros, en las que descuellan Ta - un ciertc
lor y sus discípulos; después los estudios de Marey y demás fisiólogos solae Por iJ
el motor humano, para culminar con el descubrimiento de las diferencias inli- aprendiz¡
viduales por la psicología experimental. que, a m
FAMILIA, EDUCACION Y PROFESION 219
*
La orientación profesional consiste en dirigir una persona hacia el oficio
o profesión que mejor le conviene, según sus aptitudes y las posibilidades
socioeconómicas del medio; la ~elción profesional tiene por finalidad elegir
para un empl~o, las personas más aptas para desempeñarlo. La orientación
procura estabilizar mental y afectivamente al individuo, brindándole el me-
dio de descubrir sus verdaderos intereses profesionales, de lograr · estabilidad
elaborativa por medio de un mejor rendimiento ·y de asegurar una situación
permanente y satisfactoria del sujeto dentro de los cuadros profesionales y,
eri consecuencia, un elevado nivel de adaptación social. La ·selección responde
a los intereses de la producción, se desentiende del individuo como persona
humana, busca el rendimiento como plusvalía y sacrifica al individuo en el
trabajo en cadena. Tanto la selección como la orientación profesional se apo-
yan en las mismas premisas psicológicas: 1") en condiciones similares, los
diferentes trabajadores no akanzan el mismo grado de éxito profesional; 2~)
los seres humanos düieren entre ellos por numerosos caracteres psicofisioló-
gicos propios de las diferencias individuales y apreciables con métodos preci-
sos; 3~) los individuos que poseen algunos caracteres tienen más posibilidades
de éxito que otros en un oficio.
Las aptitudes no liberan de la necesidad de aprendizaje; en la gama de
los oficios, todos exigen la adquisición de algún conocimiento o de hábitos
¡taiticulares, así corno muchos de ambos a la vez. En la base del aprendizaje
IJrofesional se encuentran las leyes generales de la memoria y de la adquisición
.de hábitos, poi lo que es menester la división de la materia a aprender y la
trganización de !ºs ejercicios. En uno como en ot~ aspecto las ,experienci.as
flasta ahora real~zd<,S_ pueden agruparse en dos sistemas: el metodo global
y el método parcial de aprendizaje. Los resultados comparativos de uno y otro
lrindan a menudo conclusiones contradictorias. En relación con los ejercicios,
la ley de Jost, tan a menudo desconocida en la enseñanza, indica que la ma-
p eficacia. se obtiene cuando los ejercicios están espaciados en el tiempo
lugar de sucederse ininterrumpidamente. Además, las experiencias de labo-
río demuestran que el aprendizaje se efectúa de manera más satisfactoria
do el esfuerzo. del prin,cipiante está dedicado a la exactitud; la rapidez
plquiere después y, por el contrario, los sujetos que se inician procurando
cierto grado de· rapidez se encuentran pronto frenados en sus progresos.
Por importantes que .sean la orientación profesional y la organización del
dizaje, los resultados. finales dependen de la organización del trabajo,
. a medida que 5e prolonga y bajo la acción de las condiciones materiales
220 PSICOLOGIA GENETICA
Definición. ~ · Qué son los valores culturales? ¿Qué son los valores científicos?
Relación entre valores culturales y científicos en la educación.
No
* turales,
cómo s
En menos de medio siglo el concepto de cultura ha variado fundamental- lores dt
mente; de algo tangible, que obligaba a una respuesta rápida y categórica, vidad }
se ha convertido en una entelequfa, detrás y sobre la cual se agazapan y pla- históricc
nean conceptos metafísicos y teológicos. Cultura fue el nombre que los etnó- modo n
logos dieron a una organización de objetos; de actos, de sentimientos que lidad q1
<lependen del uso de símbolos y, como tales circunscritos únicamente a la
po que J
especie humana. Las herramientas y utensilios, normas de conducta, costum• grupo d
bres y códigos, creencias y conocimientos, constituían a principios de siglo un diversas
conjunto estable y dinámico que adquiría sentido objetivable. Rickert, pese
de la ac.
al idealismo de su filosofía; llegó a definir la cultura como •!el conjunto de turales c
lo nacido del hombre y entregado por obra del mismo ·a su propio crecimien-
De este i
to o devenir".
del noso¡
Si, tras .huellas de Morgan, los etnólogos de principio de siglo "vieron"
interatra•
la cultura, para una gran parte de .los antropólogos de hoy se ha convertido las socie(
·en una abstracción intangible, imperceptible y prácticamente irreal: "se pueden tos. anim
ver los individuoo que estructuran. una sociedad, mientras que nunca puede revela la
verse la cultura", afirmaron Kluckhohn y Kelly. Para Ralph Linton es algo
litar obli!
·que se encuentra completamente fuer:;¡. del radio de acción de los fenómenos cuya can
físicos. La forma, . el contenido y .hasta la existencia de las culturas única- más. En
mente pueden deducirse de las conductas a que dan origen; tendrían en suma los indivi1
·" la. realidad de toda abstracción", como proclama enfáticamente Herskovits, etc .. cons1
o afirma la doctrina del libre albedrío que, a partir de los trabajos del padre asegura fa
· Schmidt, ha irradiado hasta las investigaciones de Margaret Mead .y. Franz des el ind
Boas. Los conflictos raciales, apunta éste, se deben a una "tendencia (sic} de transfom ~
1a mente humana". supeiviven
Mientras historiadores de moda olvidan los ciclos de Spengler, que ayer individuos.
· 1es sirvieron para teñir de ·pesimismo irracionalista su visión de la humanidad, munitario,
y adhieren al concepto colonialista de Toynbee, al sustentar la tesis de "líneas" ción de la
-sociales agotadas, de pueblÓS sin remisión histórica, antropólogos y filósofos incapaz de
parecen haber firmado d pacto diabólico que presupone ocuparse del hom- medio .dist
·bre con abstracción o ignorancia de ' su praxis, que constituye los grupos únicamente
·sociales,· construye la herramienta, la utiliza, engendra el pensamiento y le adaptación
·da significado; acapara los medios de producción, enajena la fuerza-trabajo, a través d{
' . ·elabora. en síntesis las circunstancias en cuyo marco se mueve y cuya presión
· ~o moldea. Funcionalistás sin redención se preocupan de fa relación entre los
e lementos . culturales y no de la relación entre cultura y naturaleza, hombre
y medio social y natural a través del puente de praxis y gnosis, de técnica y constituidoi
<Ciencia. . es el mismc
Frente a este subjetivismo que desconoce consonancia y raz6ri a las fen6-
flementos i
menos culturales, que niega las leyes sociales y explica con Lowie el fenómeno
recen de la
.. ·sociocultural como "mescolanza caótica", cabe . una interpretación objetiva y
racional del fenómeno concreto que llamamos. sociedad y de los valores uni- terizan al n
·. -vérsales, culturales, que d~ él se derivan. cidad en. e
CULTURA, CIENCIA Y EDUCAClON 223
•
CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 2~
flejos de base, instintiva como es clásico pero discutible afirmar, los grandes
cambios adaptativos los realiza la comunidad salvando así la valla que im-
plica la poca o ninguna plasticidad funcional de los individuos que la com-'
ponen. La adaptación se realiza por sumaciones y somaciones, por adecuación
del grupo y por transformación hereditaria de las condiciones de resistencia
o adaptabilidad de los individuos que mejor sobreviven al cambio.
Las sociedades humanas, por el contrario, muestran un mecanismo de
adaptación más delicado, complejo y de jerarquización progresiva. En la base
está el mismo modo de adaptación, pero se agrega el trabajo, que, como diji-
mos, aparte de la praxis implica la actividad gnósica. Lo previsto se verifica
o no en la acción y de ello resulta la experiencia, que sintetizada conceptual-
mente y transmitida gracias a la palabra de generación en generación, señala
pautas, evita la repetición de tentativas verificadas inútiles y asienta el esca-
lón jerárquicamente cada vez más elevado que pennite el progreso. Se cons-
tituye así Iu educación, que posee carácter histórico, mudable, y que sirve
a la conservación del instrumento. La calidad dialéctica que une gnosis y
praxis, y de donde resulta el trabajo, es propia del hombre, único ser que
posee la palabra, "señal de señales'', que habilita -aparte de otros factores
de origen y concomitantes- el pensamiento. El hombre transforma según
necesidades previstas, y la interacción lo obliga a transformarse para respon-
der a las nuevas condiciones que surgen ,de su actividad.
Ahora bien, los medios práxicos y gnósicos, la actividad que les dio origen
o exigió su creación, deben conservarse como base de futuros cambios y se
conservan como mitos y leyendas, técnicas y conocimientos .científicos cuya
transmisión; la educación, realiza tanto la poética popular, la erudita síntesis
9e los tratados, como la conservación de la herramienta a través de los cam-
bios que impone el uso colectivo. Existe, por consiguiente, un doble proceso
de adaptación para el hombre: 'l:omunitario, al i~al que en los animales so-
ciales, e individual, que le es propio e inalienable: Por el primero sé adapta
el grupo, condición sine qua non del zoon politik6n que somos los hu-
manos; por el segundo se elevan los individuos, capaces de sintetizar. y de
prever. Ambas modalidades constituyen la manera de relacionarse c:on el me-
dio, tangible, observable, factible de ser apreciada históricamente, que llamamoJ
cultura, y cuya gradación en más o en menos constituye la ciuilizaci6n. La
cultura explica un hecho, la civilización establece un juicio en . relación con
ese hecho y da origen a valores que sintetizan las experiencias positivas o via-
ble5 del pasado y crean pautas para desarrollos futuros. La cultura y la civi-
lización repreSentan las experiencias vividas colectiva e individualmente y de
aplicación inmediata; los valores sintetizan los resultados del conjunto de
las e.'Cperiencias colectivas e individuales en su interacción gnosicopráxica y
ofrecen carácter general, de cosmovisión, son mediatos y normativos.
*
Las culturas se nos aparecen constituyendo sistemas cerrados de adapta-
ción del grupo humano al medio; por consiguiente, sus partes están correla-
l'slcologla genética. -15.
226 PSICOLOGIA GENETICA
• ·1
CULTURA, CIENCIA Y EDUCACION 229
- - -
CAPITULO XVIII
"
GENESIS Y FORMAS DE LA PERSONALIDAI 237
*
El estudio de la actividad nerviosa superior no solamente brinda la prueba
material, objetiva, de la superioridad humana en relación con los demás se-
res vivos; también demuestra que la misma no es una cualidad estática, in-
mutable, una esencia de carácter genético que se realiza por herencia, sino
una aptitud que se elabora primero por el desarrollo del órgano cerebral y
luego por una incesante tarea de interacción en la que el hombre aprende a
utilizar su cerebro para desarrollar; junto con las cualidades mentales here-
dadas, la unidad distintiva que dentro de las características generales de la
especie y del medio le otorgan una actividad singular e indivisa: la persona-
lidad. Si razones orgánicas o de medio no permiten esta elaboración humani-
zante, se despersonaliza y pierde la aptitud recibida. El cerebro es el órgano
de la personalización; los pasos de su desarrol!o señalan en la ontogenia los
grados a 'que llega la personalidad, pero ésta es, al mismo tiempo, producto de
la filogenia, de la mircha hacia el Horno sapiens, en la que se entrecruzan la
evolución biológica y la historia sociocultural del género humano. Este fenó-
meno dialéctico, de cuyo equilibrio depende el equilibrio de la personalidad,
está lejos de haber alcanzado un límite. Se ofrece siempre con características
dinámicas, renovadoras, y su grado es, de igual manera, producto de la evo-
lución filogenética, de la ontogenética y . de la sociocultural.
238 PSICOLOGIA GENETICA
*
Los valores clásicos de la reflexión filosófica sobre lo que es el hombre
y su espíritu se afirma primordialmente en conceptos de pers~alid y li-
bertad. El humanismo tradicional, al margen de la biología y la psicología,
todavía discute sobre determinismo y libre albedrío en función de entelequias.
La disputa sobre la naturaleza del hombre, la libertad, los fundamentos del
deber, requiere para el humanismo moderno el conocimiento de la natura-
leza psicobiol6gica del ser humano, una base firme y aceptable para todos _..,
244 PSICOLOGIA GENETICA
cuanto más joven es el sujeto. El fenómeno es tan preciso, escribe Chauchard, macic
que se puede afirmar -en el caso de una cicatrización anormal- que el adqui
individuo tiene una edad fisiológica diferente de su edad real. "En edades di- de lo:
ferentes, son necesarios tiempos diferentes para .cumplir el mismo trabajo." minui
Esta comprobación de Lecomte de Néiuy nos demuestra que existe un tiempo la pie
fisiológico variable ligado a la actividad del protoplasma en función de la tivas 1
edad, y en razón del cual se modifica el organismo y, concomitantemente, ción i
la vida mental y afectiva, equivalente cualitativo de los fenómenos cuanti- cías d
tativos que acabamos de señalar. o hep;
La detención del crecimiento indica el fin del proceso evolutivo del psi- señala
quismo, y después de la etapa de madurez -período del tiempo fisiológico con el
sin retrasos ni adelantos-- comienza una aceleración en la edad fisiológica raciom
que desemboca en la muerte. La vejez es la reciproca del estado de creci- o difu:
miento; al ascenso del organismo sucede el descenso, tanto en el plano fisio- En
lógico como en el psíquico. El organismo ha cumplido su destino, la vida fía, pei
ha sido transmitida, y debe desaparecer. natura]
lesiona¡
pesor e
* aparect
En las especies anímales en que la muerte sigue inmediatamente a la sas. Coi
reproducción, la vejez falta. En el hombre, las edades de la vida están se- unifom
ñaladas pero no limitadas por la función sexual: pubertad y menopausia. La ducción
menopausia indica el final de la actividad genésica, pero de ninguna manera en el h
representa la extinción del individuo, cuya muerte está precedida por una ltiperac1
curva de declinación que para los humanos representa una conquista del también
individuo sobre el destino de la especie, que es perpetuarse. En la misma me- todos es
dida que las relaciones del individuo con el medio se diversifican, se vuelven ~ mino
menos directas, adquiere una estructura más independiente que rompe la fdaptac¡
estricta asimilación con la reproducción. Importa la adquisición de un apa- ~ rmaln
rato psíquico cuyo poder, logrado ontogenéticamente a través de años de desa- feme ti vi
rrollo y maduración, se pierde, cuando se llega a la vejez y en condiciones nor- Estas
males, también lentamente. El grado de evolución mental alcanzado por fiejo, pe
nuestra especie, dentro del cual la actividad se centra en intereses intelec- ¡pieden
tuales, los signos de senilidad aparecen ligados a modificaciones del meta- ID05trara
bolismo y de la actividad neurovegetativa. La menopausia, que solamente en fbhsiste.
la mujer muestra con certeza un límite preciso a la reproducción, sirve aún ~ánica
dentro de las costumbres como señal de envejecimiento; tanto es así que lieran e:¡¡
cuanto más primitiva es una comunidad, más unidas aparecen al ciclo de fables su1
ovulación las edades femeninas: actividad sexual y envejecimiento precoces. lle] acto,
Idéntica acción desempeñan factores psicósociales derivados de la estimación re tod1
colectiva de la capacidad del hombre, como es el caso de los jubilados, que s sabe
ven aumentar sus achaques y acelerar el ritmo del envejecimiento apenas
se retiran de la actividad útil que desempeñaron dentro de la comunidad.
Por lo demás, todos reconocemos a un viejo, pero es difícil precisar las
causas de su vejez. Se observa como norma una atrofia general de los teji-
dos con degeneración . y reducción de células nobles e hipertrofia de las ' for-
INVOLUCION Y DISOLUCION 249
el desarrollo de las funciones puede realizarse dentro de ciertos límites es- bajo la
tructurales en razón de territorios nerviosos subyacentes, las de la vejez repre- ladón.
sentan modificaciones sustentadas por automatismos y hábitos irreversibles, setenta
cuya desaparición condena la suplencia. Cuanto mayor es el equipo inte- de su
lectual elaborado por el individuo, más amplios y diversos son los medios de guiente,
suplencias y compensaciones de que puede disponer en la vejez. todo uIJ
y emoc:
* el estad
directa ,
El concepto de vejez representa una noción cronológica que de ninguna
manera ilustra a-cerca del estado y capacidades del sujeto, cuya edad fisio- c.ión cer
lógica puede estar avanzada o retrasada en relación con los años vividos. aunque
Este estado, que revela el mayor o menor grado de las modificaciones fisio- vimiento
lógicas, tisulares y metab6!icas, es la senectud, perspectiva biológica bajo la cascada,
cual aparece en su edad avanzada el hombre que conserva los atributos de sensibilid
Úna salud perfecta. Dentro del campo de la geriatría, la senectud está carac- revelan <
terizada por un aspecto positivo y otro negativo, que por lo común se equi- ronales.
libran en tanto no aparecen factores de franca senilidad. El estudio de suje- presenilic
tos en plena actividad a una edad avanzada muestra que el tonus, menos suplencia
disperso, libera al individuo de complicaciones heterosexuales, lo que le per- lo demái
mite dedicarse a trabajos puros de la inteligencia -en el caso de intelec- avances i
tuales-, a tareas que sin requerir una hiperactividad exigen el esfuerzo de menos re
una atención libre de distracciones circunstanciales. Tratándose de las obras La gr
de la inteligencia, como prueba la senectud provechosa de tantos talentos, lógica irr
resulta al individuo más fácil orientarse en el sentido de las funciones tiva, y re
de síntesis, de la racionalización, aunque sea apreciable un detrimento está el "e
de las funciones analíticas. El senescente, libre de apremios afectivos y sexua- gicas don
les, considera los hechos en perspectiva, en cierto modo por encima de los punto de
mismos, desde el ángulo de una serenidad teñida de desinterés intelectual y emotivo, a
afectivo, expresión de la "sabiduría" que tanto loaran los antiguos. a un esta1
No obstante, los aspectos positivos de la senectudr salvo excepciones, no acota bles
aparecen espontáneamente porque están en relación; y sobre todo en los su- las faculta
jetos en quienes no primó la vida intelectual, con la interactividad social, de fijaciór
que debe ofrecerles posibilidades de renovación. Capítulo éste fundamental recuerdos,
de la higiene mental, previene o retarda la baja de tonus, favorece su eco- bilita. Mru
nomía por reducción racional de las fuentes .de interés, evitando al mismo el senil es
tiempo la inacción con la búsqueda de una ocupación compensadora o me- testigo del
jor, todavía, una reubicación en el oficio antes desempeñado. Es un hecho o tentativa
comprobado que el interés del individuo no se opone en este punto al de la La cap,
economía social, puesto que los trabajadores de edad avanzada, colocados serva mejo
en su oficio según posibilidades laborativas, compensan con la calidad de la emotivídad
pr.oducción y un mejor uso de las herramientas la disminución comprobada psicosis: te
en su rendimiento cuantitativo. con aquellc
La senilidad es el aspecto patológico de la senectud; por lo común, nunca serenidad e
se presenta de improviso, se instaura por grados, pero a veces presenta ca- dades del 1
rácter masivo. En ·sí, la senilidad no es una entidad nosológica, ya que está lleva a la :
INVOLUCION Y DISOLUCION 251
los recuerdos, son casi la única realidad mental de la edad avanzada; des-
aparece la tendencia profunda de la vida humana a buscar su eje en el
porvenir, y éste es el punto de giro de toda ve]ez, el momento en que se revela
el valor o la vaciedad de toda existencia. Elíseo Redus, que al escuchar en
estado de coma la noticia de la sublevación del acorazado Potemkin cobra
fuerzas y lucidez para erguirse y exclamar como acto final de su vida: "¡ La
revolución, al fin!", muestra el ejemplo de los que saben envejecer, porque
al llegar a viejo la actitud frente a la muerte es el resultado de una larga
preparación. que insume toda la vida. Quien pueda recordar el pasado sin Esta 1
necesidad de plazos en el futuro, puede repetir con Leonardo de Vinci : · mente con
Come una giornata bene spesa da lieto a dormire, una vita bene usata da citados en
lieto a morire.
ABELOos:
ALLEN: Ti
AMALDI: L
ANDREWS;
ARMSTRONt
B.\STAL ET
BELL: Essa
BERGER ET
BERGERON:
Enfant
BERGERON:
BINr E BA2
BIRMAN: "
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BLONDEL: J
BoAs: Rae,
BoLAPPro,
Archivi
BoNAVENTU
Boar: Fatto
1948.
BoUTONIER:
BouvrER: 1
Baoov: Bio
BRUNET, o.
BuNAX: ''C
antiguo
Moscú,
BuRLOUD: '
BuscArNo:
año 19:
BunENDrrx
CANNON: B
CAtJLLERY:
CoLLIN: Le
CossA: Du
CossA·: La
CRUCHET: '
CHAMBRE: 1
CHAUCHARD
<lHAUCHARD
BIBLIOGRAFIA
Esta bibliografía no representa una recopilación de libros relacionados directa-
mente con el tema de esta obra, sino que indica los trabajos implícita o explícitamente
citados en. el texto y que, por una razón u otra, fueron consultados.
...
258 BIBLIOGRAFIA
V Kammer
Kantor,
Kellog,
Kohler,
INDICE DE NOMBRES Korst, 1:
Krestchn
Allee, 128 Espinas, 123, 124, 127
Allendy, 241 Engels, Federico, 185, 245 Lalande,
Anthony, 137 Euler, 218 Lapicque
Aristóteles, 240 Lavoisier.
Fechner, 17- Laugier, .
Bauer, 41. Forel, 129, 132 Lecomte
Bard, 116 Fragonard, 98 Leonardo
Barskisef'f, Marfa, 95 Franconi, 42 Leontiev,
Bergson, 124, 128 Franck, 1Í5 Lériche, :
Bemard, Claude, 29, 55, 246 Freud, 84, 91, 201 Levi, S.,
Bichat, 246
Lévy-Brul
Boas, F., 222 Galeno, 240, 241 Le Play,
Bogen, · H., 242 Galton, 146 Le Senne
Bohn, 128 Garibaldi, 207 Linton, :R
Bolk, 38 Gemelli, 104 Lowie, 22
Broca, 187 Gerwe, 169 Luhbock,
Brooks, W. R., 152 Gesell, A., 1 72 Lucas, P.,
Biihler, K.; 174 Giese, 242 Lucrecio,
Busquet, 115 Girod, 123
Godin, 31
Camerer, 31 Mac Doui
Goethe, 16
Cannon, 57, 111 Malebranc
Goya, 98
Malinowsk
Castro, J. de, 62 Guillaume, 162
Cossa, 169 Maeterlinc
Gulliver, 189 Marafíón.
Condillac, 67 Gurevish. 46; 139, 188, 242
Marey, 21 :
Coulomb, 218 Guyau, 254
Cuvier, 55 Marx, 216
Grinstein, 116
Chauchard, 52, 248 Mead, M ..
Meignant, ·
Haeckel, 18
Darwin, 198 Mendel, 1•
Herskovits, 222
Davemport, 146 Merani, 11
Heuyer, 94
Davy, 214 Metalnikov
Heymans, 242
Degener, 123 Mingazzini
Hipócrates, 240
Descartes, 52, 115, 119, 149 Minkowski,
Homero, 228
Devaux, 38 Monakov,
Huber, R., 22, 132
Drzewina, 128 Morel, 141
Huxley, J., 134
Diderot, 228 Morgan, 2
Dumas, G., 119 Ieroteeva, 116, 11 7 Mosso, 11!
Durkheim. 19, 118, 214, 215 Ingenieros, 97 Mourge, 2'
De Candolle, 146 · Insabato, 113 Nikitris, 16
De Dominici!, S., 216 Nordau, 91
De Giovanni, 41, 241 Jackson. H., 46, 139, 249
De Toni, 31, 39 James, W., 254 Ovidio, 20i
Janet, P., 92
Economo, Von, 46 Jeannel, 60, 153 Pagano, 11:
262
INDICE DE NOMBRES 263
Bahnun
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INDICE DE MATERIAS
Abstracción, capacidad de, 75 Basilares, centros, 52, 53
Abstracta, psicología, 22, 23
Biosocial, interacción, 25, 27
Actividad cerebral y ment~ 51
Bisexi:ialidad, 84
Actividad mental, esterilización de la,
252 Broca, zona de., 183
Actividad práctica, 168
Actividad propioplástica, 111 Castas, 63, 129
Actividad sensomotriz, 159, 181 Cavidad craneana, desarrollo de la, 137
Actividad sensorial, 171 Cerebro, 51
Acto, el, . 72 Cerebro, desarrollo de la estructura del,
Acto, pasaje al pensamiento, 76 137
Acto; sustitudón por la idea, 76 Cerebración, 72
Adaptación, la, 23, 25, 224 Ciencia, cultura y educación, 221
Adolescencia, 91 Civilización, 225
Adolescencia, amor en la, 102 Condición, según Didero.t., 64
Adolescencia, amistad en la, 96 Condicionamiento social, el, 201
Adolescencia, erotismo en la, 103 Condiciones de existencia, principio de
Adolescencia, filosofía de la vida en la, las, 56
97 Conducta, 75, 166
Adolescencia, personalidad en la, 104 Conducta y conocimiento, 179
Conocimiento, el, 177
Adolescencia, sexualidad en la, 104
Constitución individual, 41
Adolescencia, sublimación freudiana de
la, 91 Constituciones, problema de las, 237
Constitucionalistas, escuelas, 41
Adólescencia, teorías del origen de la,
92 Coquetería, 98
CorrP.laciones, anatómicas y funcionales,
Adolescencia, valores estéticos en la, 96
55
Adolescente, dialéctica del, 96, 102
Corteza cerebral, 52
Adolescente, coquetería de la, 98
Corteza, ablación de la, 53
Adolescente, destreza de la, 99
Corteza, activación de la, 52
Adolescente, gracia de la, 96
Corteza, desarrollo en los vertebrados,
Adolescente, lenguaje en el, 101 61
Adolescente, personalidad de la, 100 Corteza, como aparato integrador, 126
Agrupamientos primarios, 172 Crecimiento, curva sigmoide del, 84
Aiguillages, 54 ·
Crecimiento, definición del, 30
Amor, la palabra de, 200 Crecimiento, estudio del, 31
Análisis, funciones de, 26 Crecimiento, etapas del, 32, 3 7
Animal, adaptación del, 23 Crecimiento, modalidad del, 29
Apogénesis, 67 Crecimiento, raz6n del, 70
Aprendizaje, 25, 75 Crisis, de la adolescencia, 93
Asimilación; fenómeno de, 30 Cristianismo, problema del hombre en
Asociación, 122 el, 15
Atracción sexual, 83 Cromosomas, 38
Automatismos, 175 Cronaxia, 74
Cronógena, localización, 4 7
Bahnung, 74 Cualidade.1 adquiridas, 150
265
266 . INDICE. DE MATERIAS