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Danita Julie
Pame .R.
Anna Karol
Eimy Justice
INDICE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Hooking Up
Sobre la Autora
SINOPSIS
La fiesta favorita de Ruby Scott ha llegado, todo lo que necesita es
una excusa moderadamente buena para organizar una fiesta. Con la
ayuda de su mejor amiga Amalie, y el presupuesto del prometido de
Amalie, ambas organizan una recaudación de fondos inspirada en
Halloween. Pero ningún evento sale sin un par de problemas…
***
Mimi ofrece otra ronda de abrazos una vez que hemos acordado la
hora de la cena. A Gwendolyn no le hace gracia que lleguen tarde a su
cita y Mimi le recuerda que es dueña del maldito hotel, que pueden llegar
tarde si lo desean.
Tan pronto como estemos solas, me marchitaré como una flor
debajo de una lámpara de calor.
—Me pregunto si podrían inyectarle una nueva personalidad la
próxima vez que vaya a un retoque de Bótox —murmura Ruby una vez
que se alejan del alcance del oído.
Tomo un sorbo de mi agua y suspiro. Me he preguntado lo mismo
en muchas ocasiones. —Sabes, sigo pensando que tarde o temprano le
caeré bien, pero parece que nunca va a pasar.
—No creo que pueda acercarse a nadie. Es realmente un misterio
cómo logró procrear. —Ruby recoge el menú de aperitivos que nos dejó el
mesero.
Estamos probando un poco de todo para reducir el menú a algo
razonable. Bueno, Ruby lo probará todo. Estoy en un régimen alimenticio
muy estricto porque se acerca la boda.
—No quiero pensar en cómo luce la procreación con ella.
—Me imagino que no es muy diferente de como luce la mayor parte
del tiempo, excepto que estaría desnuda. —Ruby toma un sorbo de su
mimosa. Se ve deliciosa.
—O tal vez no. Tal vez solo usa bragas sin entrepierna para que
Fredrick pueda entrar sin molestarla —susurro.
Ruby resopla y sonríe. —Oh Dios mío. ¿Te lo imaginas? —Se pone
seria de nuevo—. Sin embargo, no lo entiendo. Todo el mundo te quiere.
Todos, excepto la madre de Armstrong.
—A Armstrong le parece que se siente amenazada porque lo estoy
alejando de ella, pero creo que simplemente no le gusto. Parece que
cuanto más lo intento, peor se pone.
—Entonces, ¿has hablado con él al respecto?
—Lo he intentado. No parece pensar que sea un gran problema,
pero pasamos mucho tiempo con su familia. Solo quiero agradarle.
Dado que Armstrong tiene una relación muy cercana con su madre,
tengo un nivel irrazonable de perfección que compensar ante sus ojos. Es
difícil ver a la madre de Bancroft con Ruby. Es evidente que le agrada, y
que es recíproco. De hecho, su familia actúa como si el sol saliera y se
pusiera con Ruby. No necesito que Gwendolyn me adore, quiero tener un
tipo de relación con mi suegra que no implique excesiva ansiedad. Por
desgracia, no sé cómo hacerlo posible.
Ruby me acaricia la mano y sonríe. —Es imposible no quererte,
Amie. Tal vez planear esta fiesta juntas ayude.
—Tal vez. —Tengo mis dudas.
—¿Cómo va la planificación de la boda? —pregunta—. Debes estar
emocionada ahora que solo faltan unos meses.
Debería estar emocionada. Por desgracia, los planes de la boda me
llenan de temor en estos días. No es que me esté arrepintiendo. Al menos,
no más de lo normal. Es que cedí mucho más control sobre los planes de
lo que nunca pretendí solo para facilitar las cosas con Gwendolyn, y
claramente no ha mejorado nuestra relación en absoluto.
Decido concentrarme en lo positivo. —Se supone que los vestidos
van a llegar en un par de semanas. Si tenemos suerte, tendremos una
prueba antes de la velada de Halloween.
Aunque si eso sucede, estoy segura de que pasaré aún más tiempo
con la madre de Armstrong. Ella tiene una opinión sobre todo y, dado que
la recepción se lleva a cabo en uno de los hoteles Mills, ha estado muy
involucrada en todos los aspectos de la planificación, lo que Armstrong
cree que es totalmente razonable. Como mi familia vive fuera del estado,
mi propia madre no ha estado muy involucrada.
—Y debes estar súper emocionada por la luna de miel, ¿verdad? —
Baja la voz a un susurro para que solo yo pueda escucharla—. Por fin te
van a desflorar después de todos estos años.
Resoplo sin delicadeza. Ruby es muy consciente de que no hay flor
que arrancar en lo que a mí respecta. Salí mucho en la secundaria. Y
normalmente no con el tipo de chicos que podía o debía llevar a casa para
conocer a mis padres. Pensaba que si se suponía que no debería tener
sexo, no se sentiría tan bien. Hablando de eso, me vendría bien un poco
pronto.
—Espero que una vez que nos casemos, las cosas se recuperen en
el dormitorio.
—¿Qué quieres decir? —Ruby deja de beber su mimosa, la cual ya
va a la mitad.
Agito la mano en el aire como si mi comentario no importara. —El
estrés de la boda hace las cosas... difíciles.
Frunce el ceño y me presta toda su atención. —¿Eso significa que
no tienes mucha acción?
Jugueteo con mi servilleta para no tener que mirarla. Ruby y yo
siempre hemos sido muy abiertas entre nosotras sobre nuestras vidas
sexuales. Probablemente he compartido mucho más con ella de lo que
necesita saber, pero entonces, hemos sido amigas durante más de una
década.
Ella fue la primera persona a la que le dije cuando me desfloraron
en mi tercer año de preparatoria. Bueno, estábamos en la secundaria. El
chico al que le di mi virginidad era el hijo del mecánico de mi padre. Brent
Harper era un chico malo en serio, y tan bueno con sus dedos. Eso se
tradujo muy bien cuando estuvimos totalmente desnudos. Por desgracia,
esa reputación de “chico malo” era bien ganada. Lo último que supe fue
que se encontraba en prisión por malversación de fondos sin posibilidad
de libertad condicional. Irónicamente, no es el único novio que he tenido
con una foto policial. Los malos siempre eran difíciles de resistir.
—¡Hola! ¿Amalie? —Ruby agita su mano frente a mi cara.
—¿Qué?
—¿Tienes poca acción?
—No sé. Tal vez soy demasiado exigente. Quiero decir, sé que tengo
un deseo saludable, quizás un poco demasiado saludable a veces. Es por
eso que voy tanto al gimnasio en estos días, pero correr y hacer yoga no
son un reemplazo para el sexo y los orgasmos. —Me doy cuenta de que
estoy jugando con mi cabello y doblo las manos en mi regazo para detener
el comportamiento ansioso.
Ruby mira alrededor del restaurante, tal vez para asegurarse de
que tengamos privacidad. —¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?
—Umm... —Miro al techo mientras reflexiono sobre la respuesta a
esa pregunta. Más allá de la mamada que le di a Armstrong en el auto el
lunes, ha pasado un tiempo—. ¿Tal vez hace una semana?
Ruby levanta una ceja. —¿Tal vez?
Consulto el calendario en mi teléfono, solo para estar segura de la
precisión. —Oh. Guau.
—Oh guau, ¿qué?
El último día marcado con una “O” fue hace casi dos semanas.
—Han pasado trece días.
—¿Desde que tuviste sexo? —pregunta, tal vez un poco demasiado
fuerte. Afortunadamente nos encontramos en un rincón privado del
restaurante—. ¿No te quedaste en su casa el fin de semana?
—Sí, pero tuvo una semana ocupada y se quedó dormido antes de
que pudiera saltarle encima, y no. Tenía razón, tuve sexo hace una
semana.
—Entonces, ¿de qué han pasado trece días? —Sus ojos se abren
aún más y se aferra al borde de la mesa—. No me digas que tu período
está retrasado.
Sacudo la cabeza. —Eso es la próxima semana. Han pasado trece
días desde que tuve un orgasmo.
—Oh. —Se hunde con alivio. Y luego su boca se abre—. ¿Trece
días?
Asiento.
—Eso no tiene sentido si tuviste relaciones sexuales la semana
pasada. ¿Cómo es eso posible si no has tenido un orgasmo? ¿Y cómo
puedes sobrevivir tanto tiempo sin tener un orgasmo?
Tal vez este no era el mejor lugar para mencionar esto.
El mesero se detiene en nuestra mesa con un surtido de aperitivos
y se toma la molestia de describir cada uno de ellos.
—¡Dios mío! ¡Son adorables! —Algunos son adorables, otros son un
poco espeluznantes. Todos tienen temática de Halloween. Hay tartas con
forma de ataúd, las tapas de hongos se parecen mucho a los globos
oculares, lo cual es muy poco apetitoso, y hay algo en el plato que parece
inquietantemente una araña. Esperamos con paciencia mientras habla.
Me doy cuenta que a Ruby le cuesta mucha moderación no meterse de
lleno y probar todo.
Creo que me las arreglé para librarme de nuestra discusión acerca
de mi falta de orgasmos, pero tan pronto como el mesero ha desaparecido,
Ruby se inclina y susurra: —¿Se te ha roto el chupa clítoris o algo así?
Ese es el término cariñoso con el que se refiere a mi dispositivo de
placer personal favorito. En mi opinión, no hay mejor manera de correrse.
Aparte del sexo real, obviamente. —No. No está roto.
—¿Entonces tu clítoris está roto?
—Tampoco está roto.
—Tienes que explicarlo. ¿No eres tú quien dijo que un orgasmo al
día mantiene a raya los cambios de humor o algo así?
Ese es por completo mi mantra. Lo he vivido durante años. Desde
que tuve mi primer orgasmo, para ser sincera. Aprendí exactamente lo
que se necesitaba para hacerme acabar cuando tenía diecisiete años. Fue
una casualidad, y por lo general no me cuesta llegar al orgasmo. Bueno,
últimamente con Armstrong ha sido un pequeño problema, pero creo que
es psicosomático de mi parte.
Suelo correrme en menos de tres minutos en las condiciones
adecuadas. No necesito los típicos diez a quince o a veces más que parece
ser la media general, al menos no cuando estoy excitada, y ¿quién no está
excitada cuando existe la posibilidad de un orgasmo?
—Intento algo nuevo —murmuro.
—¿Algo nuevo? Bueno, seguro que no puede ser bueno si no has
tenido un orgasmo en trece malditos días. —Ruby se mete un champiñón
en la boca y gime—. Definitivamente necesitamos más de estos. Estos
van a la lista. —Se limpia las comisuras de la boca con una servilleta.
—Creo que debemos considerar la apariencia de algunos de estos.
Podríamos dejar los temas de terror para las bebidas —sugiero. Recojo
algo que se parece mucho a un corazón apuñalado. Sabe delicioso. Creo
que es un pimiento relleno.
—¿Qué es esta nueva tortura sin orgasmos que estás probando?
Esto suena peor que el régimen de ejercicios del mes pasado.
Elijo uno de los aperitivos de aspecto normal, una endibia con
camarones por encima, y mordisqueo el extremo. —Bueno, últimamente
he tenido dificultades para llegar al orgasmo con Armstrong.
—¿Como si tuviera un calambre en el dedo por todo el roce? Solo
saca el chupa clítoris y ya está. Mejor aún, haz que él sea el chupa clítoris.
—No sabe sobre el CC.
Parpadea mirándome. —Espera un segundo. ¿No le has presentado
tu colección de juguetes?
Siento que mis mejillas se sonrojan. La respuesta honesta a esto
es no, no lo he hecho. Lo intenté una vez, pero no le hizo gracia cuando
vio el tamaño de mi vibrador, que le supera tanto en longitud como en
grosor. —Me quedo en su casa todo el tiempo y mi colección está en mi
casa.
—Entiendo que acarrear tu baúl de trucos de magia sería un poco
engorroso. Oh, Dios mío. ¿Recuerdas aquella vez que olvidaste quitarle
las pilas a tu amante del punto G?
—Oh, lo recuerdo. —El vibrador al que se refiere Ruby tiene una
cabeza en ángulo redondeada que golpea el punto G. Es bastante preciso
en su curvatura.
—Estoy bastante segura de que el guardia de seguridad del
aeropuerto se enamoró de ti esa noche. Quería darte el tratamiento con
guantes de goma. —Menea las cejas.
—Era sexy, ¿no?
—Muy sexy. Y esos tatuajes. Dios mío. Simplemente delicioso. —
Toma una tarta de tomate y da un pequeño mordisco—. Casi tan delicioso
como estas. También van a la lista. Volvamos a tu sequía de orgasmos.
No entiendo por qué no has tenido uno solo porque a Armstrong le cuesta
llevarte ahí.
—Creo que es solo el estrés. Pensé que tal vez si no me ayudaba a
mí misma todos los días, sería más fácil para él hacerlo realidad.
—Pero no has tenido relaciones sexuales en una semana.
—No.
—¿No te quedaste en su casa el lunes?
—No me quedo en su casa los lunes porque tiene squash el martes
por la mañana y si me quedo no dormirá lo suficiente.
Ruby deja el tenedor y me mira durante unos largos segundos
antes de soltar un largo y lento suspiro. —Por favor, no te ofendas, pero
¿estás segura de que quieres casarte con este tipo?
Sé que solo trata de ser una buena amiga, pero cuando dice cosas
así, con esa expresión, me hace preguntarme si mis dudas son algo más
que los nervios normales de una boda. Armstrong es una buena elección;
es estable, sólido, inteligente, organizado y orientado a objetivos. Es todo
lo que mis otros novios no han sido. Y nunca ha sido arrestado, así que
es un punto a favor. Además, mis padres aprueban incondicionalmente
mi elección, otro gran punto.
—Pasamos por una fase. Lo hago sonar peor de lo que es. Los dos
hemos estado ocupados. Planear una boda es estresante, especialmente
con Gwendolyn involucrada.
—Si tú lo dices. Nunca es tarde para echarse atrás y encontrar un
nuevo pene en el que sentarse el resto de tu vida.
El mesero regresa con un nuevo plato de aperitivos, finalizando la
conversación. Pero ahora no puedo evitar preocuparme: ¿Y si la cosa no
mejora? ¿Y si las cosas no vuelven a ser como antes del compromiso? El
CC es asombroso. Siempre cumple con su cometido, pero no quiero que
sea mi principal fuente de orgasmos durante el resto de mi vida sexual.
5
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Danita
***
***
—Sostén esto por mí. —Las palabras son confusas en tanto las
manos de Ruby me pasan un alfiletero. Tiene tres alfileres listos entre
sus labios. Me pone nerviosa. La imagino inhalándolos y accidentalmente
tragándose uno.
Quita uno de entre sus labios y lo pasa cuidadosamente por la tela,
después, hace lo mismo en el otro lado. —¿Puedes hacerme un gran favor
y no perder peso entre ahora y la fiesta de Halloween?
Es consciente de que no puedo prometérselo. Faltan dos semanas,
son catorce días de yoga intenso. En tanto se acerca la fiesta y aumenta
la implicación de mi futura suegra en este acontecimiento, soy cada vez
más consciente de cuánto más implicada estará en la boda a medida que
se acerque la fecha. Me causa estrés. Ya está demasiado involucrada.
Cualquiera diría que es ella la que se casa, no yo. Así que he estado
doblando las sesiones de yoga y cardio. He perdido accidentalmente dos
kilos en la última semana y media. He estado añadiendo proteínas a mi
batido de la mañana para compensarlo, pero ha sido en vano.
Ruby me palmea el trasero. —Vas a lucir maravillosa.
Sonrío.
—El vestido va a quedar maravilloso. —No entiendo cómo consiguió
convertir un viejo traje del sótano de un teatro ya cerrado en algo tan
increíble. Tiene un talento oculto. Sabe coser. Creo que si no hubiera
estado en el escenario podría haber estado detrás, diseñando trajes. Su
personalidad es demasiado grande para ser confinada.
Mi vestido es enorme, azul y acampanado. Va a ser increíblemente
incómodo. Pero estoy acostumbrada a la ropa incomoda. Lo soportaré
durante una noche. Habría preferido ir como una pareja más interesante
como Harley Quinn y el Guasón, pero Armstrong nunca aceptaría teñirse
el cabello de verde, ni siquiera temporalmente, así que me toca ser
Cenicienta.
—¿Has decidido quién quieres ser?
—Creo que lo he reducido. La Mujer Maravilla es una rival fuerte,
pero tengo que probarme el traje y ver qué piensas. Podría ser un poco…
revelador.
—Bueno, ahora necesito verlo.
—Cuando termine contigo.
—Puedes tomar un descanso de clavarme alfileres hasta la muerte.
—La empujo en dirección a la cama, donde están tendidos todos los
trajes.
Ruby no pide privacidad. Nos hemos visto desnudas una a la otra
probablemente más veces que mi prometido y yo. Lo cual es un poco
desconcertante, claro que, Ruby y yo hemos sido amigas desde hace más
de una década, con Armstrong, hemos estado juntos por menos de un
año.
Se desviste hasta su ropa interior, lo que resulta ser una pequeña
tanga de encaje con estampado de cebra rosa intenso y lacitos negros en
las caderas. Echo de menos llevar ropa interior divertida. Armstrong cree
que todo lo que no sea encaje pálido o satén es vulgar. Me vuelvo hacia
mi reflejo y mi vestido de gran cobertura. No puedo moverme mucho o
acabaré con más agujeros en la piel.
—De acuerdo. Échale un vistazo. —Salta frente a mí.
—Está bien. Guau. —Ruby tiene un increíble cuerpo de bailarina.
Es casi exasperante lo tonificada, musculosa y en forma que está, sobre
todo con toda la basura que se mete constantemente en la boca.
—¿Eso es un buen guau, o un mal guau?
—Bueno, supongo que depende. Tu culo está condenadamente
fantástico, pero no estoy segura de que Gwendolyn sobreviva viéndote
así. También me preocupa que Bancroft tenga cero flujo sanguíneo en
cualquier parte de su cuerpo, aparte de su pene.
—Se sube un poco en la parte de atrás, ¿verdad? —Se revisa el
trasero en el espejo, moviéndolo un poco.
—Solo un poquito. —La mitad de su trasero está a la vista. Aunque
hubiera sido algo que se hubiera puesto para ir a una fiesta cuando
estábamos en la universidad, habrá demasiada gente influyente como
para que ninguna de las dos intentemos algo tan atrevido.
Frunce el ceño. —Creo que es más como un traje de baño que un
disfraz.
—O lencería. —Estoy siendo un poco sarcástico. Más o menos.
Recuerdo cómo reaccionó Bancroft cuando llevaba el traje de hada. No
pudo quitarle las manos de encima en toda la noche.
—¡Dios mío! Eso es una fantástica idea. Bancroft se volverá loco.
—Me reacomoda, aún con el disfraz puesto y retoma los alfileres—. Podría
hacer lo mismo con el disfraz de Harley Quinn si quieres.
—No te molestes, a Armstrong no le gusta. —Frunzo los labios por
mi accidental amargura.
—No seas tonta. A todos los hombres les gusta la lencería. Incluso
a los Armstrong de este mundo.
—¿Que significa eso? —Trato de mirar sobre mi hombro y un alfiler
se clava en mi costado—. ¡Ay!
—Deja de moverte y no te pincharé.
Me chupo los dientes, pero me doy la vuelta y permanezco quieta
para no desangrarme antes de que consiga alterar el vestido.
—No respondiste mi pregunta.
—¿Qué pregunta? —dice distraídamente.
—Sobre los Armstrong de este mundo.
—Es un poco reprimido, ¿verdad? No es un tipo original por lo que
he visto. Tradicional.
—Ah. Sí. Eso creo. —Esa fue una buena manera de decirlo. Esas
cosas son las que me atrajeron de él inicialmente. Era tan diferente de
los chicos con los que normalmente salía.
—Es gracioso ¿no? Todos estos años saliendo con el chico malo y
terminas con el príncipe azul por excelencia.
Hay algo en la forma en que lo dice, como si hubiera algo más bajo
las palabras, pero entonces me revuelve el pelo en un nudo medio tonto
y me dedica una de sus sonrisas genuinas y llenas de picardía. —Vas a
ser la novia más hermosa, ¿lo sabes verdad? Podrías ponerte una bolsa
de papel y seguirías siendo la mujer más despampanante de la sala. Y
mira tu delantera. —Me aprieta las tetas a través de los millones de capas
de tela y el sujetador incorporado.
Aparto la mano y me estremezco al sentir el pinchazo de un alfiler
en las costillas. —¿Estás coqueteando conmigo?
—No se lo digas a Bane. Todavía no ha superado el momento que
interrumpió donde te maquillaba entre mis piernas.
—Todos tienen mentes tan sucias, ¿no es así?
—Con un poco de suerte. —Me dedica otra sonrisa maliciosa.
Sinceramente espero poder sacar el lado sucio de Armstrong con el
tiempo. —Entonces… —Cambio de tema nuevamente—. Ya que la Mujer
Maravilla va en tu colección privada de lencería, ¿qué otras opciones
tienes por ahí?
—Aún no lo he ordenado todo, pero segura que habrá algo.
Hay un traje de princesa, de Blancanieves para ser exactos. Veo
una máscara negra sobre la cama. Me recuerda a Batman. —¡Vaya! Tengo
una asombrosa idea. —Hago un gesto hacia el montón.
Ella echa un vistazo, luego me mira. —No voy a ir de Blancanieves.
Nadie debería ser tan despistada. Y debería haber acabado con el
Cazador, no con ese príncipe idiota.
—No iba a sugerir eso. ¿Qué tal si Bane va de un personaje de
Batman? ¿Qué tal si va de Bane?
—¿Te refieres al tipo que viste esa araña de metal en la cara?
—No es una araña de metal.
Apoya una mano en su cadera. —¿Cómo va a respirar? O comer.
O hablar. ¿O besarse conmigo?
—De acuerdo. Buen punto. —Me doy un golpecito en el labio—.
Aunque, podría ser Batman, ¿no?
—¿Quién sería yo? No quiero usar un vestido aburrido. —Hace una
mueca dándose cuenta de lo que estoy usando—. Lo siento. Pero esto no
es aburrido. Va a ser increíble cuando lo acabe. Halloween es mi fiesta
favorita. Quiero ir de algo divertido.
—¿Podrías ser Gatúbela?
Se le iluminan los ojos. —¡Oooh! Eso funcionaría perfectamente. Y
no sería nada difícil hacerlo realidad. Estoy segura de que tengo todas las
piezas aquí. Solo tengo que juntarlas.
Finalmente termina de pincharme. —Vamos a quitar esto y luego
podemos probarnos otros disfraces divertidos.
En cuanto me quito el vestido (y ya no corro el riesgo de morir
pinchada, cosa que a Ruby le pone histérica) me lanza un disfraz para
que me lo pruebe. Acabo de ponerme lo que creo que es una especie de
disfraz de bruja sexy cuando la voz de Bancroft resuena en el pasillo
llamando a mi mejor amigo.
Debe de haber acabado pronto de trabajar. No esperaba estar aquí
cuando llegara a casa.
—¡Estoy aquí! —Se muerde el labio, mirando su traje y el desorden
de la cama.
—¡Tengo un hurón que quiere jugar! —irrumpe por la puerta.
Espero que esté sujetando a Francesca, su hurón mascota, que ha
sido encerrada en su jaula porque no es seguro para ella con todos los
alfileres y demás. Pero aparentemente Bane no se refiere a su mascota.
Es con la que tiene en los pantalones con la que le gustaría que Ruby
jugara. Y lo estoy mirando ahora mismo.
—¡Virgen santa! —Subo la mano para taparme los ojos porque soy
incapaz de apartar la mirada. Creo que podría estar teniendo un sofoco.
Lo único que he conseguido ver es la cabeza, porque el enorme puño de
Bancroft la cubre por completo. Pero solo eso ya me dice mucho sobre el
tamaño de esa cosa.
Me siento mal por haber comparado inmediatamente el pene de
Armstrong con lo que he visto del de Bancroft.
8
Traducido por Ivana
Corregido por Anna Karol
***