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Comenzamos el año transitando el tiempo litúrgico más importante para nuestra fe.
Para tener en cuenta:
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SEMANA SANTA
Jueves Santo: Jesús celebra la última cena con sus discípulos, la cena
de la Pascua judía en la que se recuerda el paso del Mar Rojo del
pueblo Judío guiados por Moisés. Esa noche les lavó los pies a sus
discípulos par enseñarles el mandaimiento del amor sirviendo a los
demás. Nos dejó de regalo dos sacramentos: La Eucaristía y el Órden
Sagrado (el sacerdocio) y la Misa como memoria de su sacrificio.
Luego se retiró al Huerto de los Olivos a orar, y allí lo apresan a causa
de la traición de Judas Iscariote.
(Marcos 14, 12-50)
Viernes Santo: Durante toda la madrugada lo torturaron y lo
paseaban entre las autoridades judías y romanas para juzgalo y
condenarlo a muerte. Finalmente, Poncio Pilatos, por presión del
pueblo judío, lo condena a morir como el peor de los criminales.
Carga con su propia cruz hasta el monte Golgota, donde fue
crucificado. Solo lo acompañaron en sus últimos momentos, María
su madre, el discípulo Juan y María Magdalena. A las 3 de la tarde,
murió; y con su sacrificio, nos salvo a todos de nuestro pecado,
regalándonos la posibilidad de ir al cielo. (Mateo 27, 1-66)
Sábado Santo: El Señor fue sepultado. La iglesia celebra este día el misterio de su reposo,
y como rezamos en el credo, su descenso a los infiernos después de su muerte.
En este día, la iglesia celebra la vigilia pascual, una ceremonia llena de signos que nos
ayudan a vivir este hermoso misterio de la salvación de la humanidad por causa de Jesús
Domingo de Pascua: tal como lo anunció a sus discípulos mientras estaba con ellos, al
tercer día resucitó de entre los muertos. Con su resurrección nos abre las puertas de la
eternidad para participar de la gloria de Dios.
Después de resucitado se quedó unos 40 día entre ellos, para que todos lo vieran y
creyeran verdaderamente que Él había resucitado. Les regaló su paz, los mandó a
anunciar su evangelio y les prometió el Espíritu Santo.
Esta es nuestra Pascua, paso de la muerte a la vida, del pecado a la salvación eterna, de
la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios.
(Lucas 24,1-48)