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TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO

INSTITUTO TECNOLÓGICO DEL ISTMO

MATERIA:
ECONOMIA INTERNACIONAL

UNIDAD VII
CRISIS ECONOMICAS Y
FINANCIERAS

CATEDRÁTICO:
LOPEZ PONEDA EXZAL

PRESENTA:
FELIPE POSADA ALEXIA
JIMENEZ LOPEZ KARLA
VELAZQUEZ ARAGON ARANZA
ESTEBA LOPEZ MARISELA
ARANGO TOLEDO CARLOS
DANIEL BRAVO LAZARO
MARGARITA CARRASCO LÓPEZ
CITLALLI MONTESINOS FUENTES
MAYTE RODRIGUEZ JIMENEZ ANA
KAREN RUIZ MARTINEZ LINDA
PATRICIA

CARRERA:
CONTADOR PÚBLICO.

JUCHITÁN DE ZARAGOZA, OAXACA. A JUEVES 09 DE MAYO DE 2019.


7. CRISIS ECONOMICA Y FINANCIERA

Crisis económica:

Como crisis económica se denomina la fase más depresiva que experimenta una economía
en recesión. La economía es cíclica y, como tal, experimenta fluctuaciones constantemente,
que pueden ser de recuperación y prosperidad (evoluciones positivas), o, por el contrario,
de recesión y depresión (evolución negativa)

Crisis financiera

Es la parte financiera de toda crisis económica. Tratándose de crisis estructurales, involucra


al sistema bancario y al sistema monetario, manifestándose con quiebras de bancos y con la
reducción del crédito; provocando, cuando los Estados se hacen cargo de las quiebras y
rescates bancarios, el aumento del déficit público y, con él, de la deuda soberana, afectando
en segunda ronda a la economía real o no financiera, también llamada economía
productiva, por referirse al mundo del trabajo y la empresa.

CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS:

Por muchos años México ha sido considerado un ejemplo exitoso de apertura comercial y
financiera. Se argumenta que ha alcanzado una inserción competitiva en el mercado
mundial, aunque con rezagos en la productividad que deben ser enfrentados con diversas
reformas estructurales. De entre ellas, las más importantes tienen que ver con la
privatización de las empresas y servicios públicos. De manera que la mayoría de las
actividades que aún desempeñan los gobiernos deben ser contratadas con el sector privado;
reformas recaudatorias de manera que el presupuesto público permanezca equilibrado o
superavitario; el mercado de laboral y los servicios financieros deben ser integralmente
desregulados.

Impacto sobre la actividad económica real en México

La crisis financiera se transformó en una crisis de la producción y de empleo en Estados


Unidos porque el sistema bancario suspendió de manera súbita los flujos de crédito, por lo
que toda la actividad económica que depende del crédito para operar tuvo que detenerse. La
crisis actual ha generado una gran volatilidad en los mercados de valores, en los precios y
en
los tipos de cambio, el dólar se ha fortalecido fuertemente frente a casi todas las monedas
del mundo, el precio del petróleo ha caído fuertemente desde mediados del 2008 y los
precios de la mayoría han seguido la misma dirección con la consecuente baja en los
ingresos de los países exportadores de estos bienes, pero reduciendo al mismo tiempo las
presiones inflacionarias en el resto del mundo.

7.1 La Crisis de 1929

La Gran Depresión, también conocida como Crisis del 29, fue una crisis económica
mundial que se prolongó durante la década de 1930, en los años anteriores a la Segunda
Guerra Mundial. Su duración depende de los países que se analicen, pero en la mayoría
comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años treinta o
principios de los cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y
la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido utilizada
como paradigma de hasta qué punto se puede producir un grave deterioro de la economía a
escala mundial.

La llamada Gran Depresión se originó en Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa


del martes 29 de octubre de 1929 (conocido como Crac del 29 o Martes Negro, aunque
cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se
extendió a casi todos los países del mundo.

La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la
inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron: la
renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. El comercio
internacional descendió entre un 50% y un 66%. El desempleo en Estados Unidos aumentó
al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%.1 Ciudades de todo el mundo se vieron
gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la industria
de la construcción se detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas
rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó aproximadamente un
60%.234 Ante la caída de la demanda, las zonas dependientes de las industrias del sector
primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.5
Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la década de 1930,
pero sus efectos negativos en muchas zonas duraron hasta el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial.6 La elección de Franklin D. Roosevelt como presidente y el
establecimiento del New Deal en 1932, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en
Estados Unidos. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior a
principios de la década de 1930 y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la
aparición del nacional- socialismo y la llegada de Adolf Hitler al poder.

El 24 de octubre de 1929 (jueves negro) se produjo una quiebra del mercado de valores de
Nueva York, que provocó un prolongado período de deflación. La crisis se trasladó
rápidamente al conjunto de la economía estadounidense, europea y de otras áreas del
mundo. Una de sus consecuencias más inmediatas fue el colapso del sistema de pagos
internacionales

Después de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos de América era el principal país
productor y exportador mundial de materia prima, productos industriales y alimenticios,
pero el gran endeudamiento que alcanzaron las principales naciones con ese país originó
que el bloque europeo suspendiera las compras a la potencia, por lo que no tenía dónde
colocar el excedente de producción dado el descenso de las ventas al exterior.

Algunos autores afirman que fue a consecuencia de un bajo consumo, más que de
superproducción; es decir, el problema no fue el exceso de oferta, sino más bien la
reducción de la demanda: al presentarse bajos niveles de consumo, no se adquiere todo lo
que se produce.

Endeudamiento

 Interno: en Estados Unidos los inversores norteamericanos invierten todo el ahorro de


su vida ya que, con poco dinero, se podían amasar grandes fortunas; estos comenzaban
a comprar por medio de créditos, pero sin suficientes garantías ni medios para pagar;
los agentes de préstamos acudían a su banco y entregaban las fichas de préstamos sin
garantías, los bancos acudieron a la Reserva Federal de oro, pero al no haber demanda,
los inversionistas se quedan sin dinero para pagar sus préstamos, y los bancos no
podrían pagar a la Reserva Federal, que se quedó sin capital, y los bancos se
endeudaron con el país; los inversionistas endeudados con los bancos son obligados a
vender y la bolsa sufre
un importante descenso, perdiendo los países gran parte de sus reservas de oro por
la inflación.

 Externo: una excesiva oferta y muy poca demanda provocó endeudamiento y deflación
que hizo que los países tomaran medidas drásticas para cubrir su endeudamiento; los
países europeos piden dinero, sobre todo a EE.UU. después de la guerra, debido a la
reconstrucción.

Inflación

 Consecuencias: la oferta excesiva, junto con la sobreproducción, causaron la


devaluación de las monedas europeas frente al dólar, la excesiva producción y la escasa
demanda hicieron que la inflación de los préstamos creciera aún más; las deudas crecen
y los valores de las distintas materias bajan en el mercado, provocando la ausencia de
ventas de productos.

Sobreproducción
La producción superó las necesidades reales de consumo a partir de 1925, sobre todo en los
Estados Unidos, donde los stocks aumentaban conforme se reconstruían las economías
europeas.

Las causas de esta sobreproducción son:

 Distribución desigual de las rentas, que lleva implícita la limitación del consumo a las
capas sociales más ricas, que en la mayor parte de los países no eran muy numerosas.
 Mantenimiento de precios de monopolio, tipo cartel, que obligaba a la existencia de
grandes cantidades de stocks sin vender, al comprometerse los fabricantes a mantener
unos precios pactados de antemano.
 Desfase entre precios agrícolas e industriales: los primeros crecen más lentamente que
los segundos y hacen disminuir, por tanto, el poder adquisitivo de los campesinos
(importante clientela de la industria)
 La reconstrucción de las economías europeas, y el incremento de producción de
algunos países menos desarrollados o coloniales durante la guerra, junto con el
desenfreno productivo de los Estados Unidos.
El sector agrario fue el más perjudicado por los excedentes sin vender y la consiguiente
baja de precios, cuyo índice pasó de 147 en 1925 a 138 en 1929.

Cargas financieras[editar]

 Los estados europeos se ven acuciados por la necesidad de pagar pensiones, por llevar a
cabo la reconstrucción, etc.

Fragmentación en diversos estados de Europa central y oriental:

 Esto supone la ruptura de circuitos oro.

Destrucción del sistema patrón oro:

 Sobre este sistema descansa el sistema de pagos internacionales y el equilibrio


financiero del siglo XIX.

 Causas de la crisis
El 24 de octubre de 1929 (con el Dow Jones que había pasado su pico del 3 de septiembre
de 381.17), el mercado finalmente cayó y empezó el pánico que llevó a la venta masiva de
acciones. En un solo día se negociaron 12.894.650, al tratarse desesperadamente de mitigar
la situación. Esta venta masiva fue considerada como un factor central que contribuyó a
la Gran Depresión; sin embargo, los economistas e historiadores con frecuencia difieren en
sus interpretaciones de la significancia del crac a este respecto.

Entonces, los factores que ocasionaron la crisis se pueden resumir en los siguientes:

 Crisis de subconsumo: Al lado de la superproducción también encontramos


un subconsumo, la demanda de productos desciende motivado por la desigual
distribución de la renta.

 Comercio internacional: Falta de dinamismo en esta época debido a la caída de la


demanda exterior y al proteccionismo.

 Especulación bursátil: A pesar de los problemas, los valores en bolsa no dejan de subir.
La bolsa sube pero no los beneficios reales de las empresas sino por la expectativa de
beneficio. Las inversiones en bolsa se hacen a partir de préstamos concedidos por los
bancos por lo que el dinero no va a los inversores productivos, sino a la especulación.
El desastre “bursátil” provocó una grave crisis económica y financiera en EE.UU. Las
principales manifestaciones de la crisis en EE.UU. entre el 1929-1932:

 Sector financiero (los bancos): en 1929 habían quebrado cuarenta bancos, en el 1931
eran dos mil. La quiebra tiene lugar porque los particulares retiran sus depósitos ante el
temor de perderlos. Por otra parte, los bancos no pueden recuperar los préstamos
concedidos a los especuladores en bolsa, ni los invertidos a largo plazo en la industria.
La quiebra bancaria paraliza la inversión de la cual redujo drásticamente la producción
a la mitad y cerca de cien mil empresas cerraron sus puertas.

 Crisis industrial: Incrementa el desempleo en índices hasta entonces desconocidos. En


1932 doce millones de desempleados en EE.UU. que constituían el 25% de la
población activa. A este desempleo se sumó la ruina de millones de agricultores más la
caída de los precios agrícolas.

 Salida de la crisis
En la década de los 30 los países ensayaron distintas formas para salir de la depresión
económica:

 Liberalismo económico clásico ensayado por los países democráticos en el primer


momento de la crisis (Gran Bretaña, Francia, EE.UU.). Las primeras soluciones que
adoptan casi todos los países ante la crisis fue la adopción de típicas recetas del
liberalismo clásico.
o Reducción del gasto público.
o Restricción de los créditos.
o Disminución de los gastos sociales y salarios.
o Disminución de las importaciones.

La clave era actuar sobre la oferta, promoviendo una disminución de su volumen. Las
políticas liberales fracasaron y generaron aún más paro y recesión, Gran Bretaña mantuvo
esta política económica hasta 1931, EE.UU. hasta 1933 y Francia hasta 1936.
La política económica llevada a cabo por Roosevelt se denominó New Deal, estuvo basado
en cuatro tipos de medidas:

 Financieras:
o Ayuda a los bancos mediante una participación en su capital.
o Devaluación del dólar, con el objetivo de crear inflación que a su vez estimule la
economía.
 Agrícolas:
o Estimuló el descenso de la producción pagando a los agricultores una
indemnización por dejar de producir. El objetivo era que los precios aumentaran.
 Industriales:
o Se promovió el aumento de salarios.
o Disminución de las horas de trabajo.
 Sociales:
o Se llevan a cabo grandes inversiones en obras públicas.
o Se promueven medidas de protección social que aseguran el poder adquisitivo de la
población, el objetivo es que aumente el consumo.

 Resultados

 Recuperación de la economía de EE.UU. desde 1938 y sobre todo desde 1940 por el
rearme para la guerra. Gracias al New Deal ideado por el presidente Roosevelt, EE.UU.
es capaz de regenerarse como potencia fuerte de la economía mundial. A pesar de no
alcanzar de nuevo el pleno empleo (hecho que en EE.UU. siempre se había dado,
debido a las grandes demandas de trabajo para cubrir las necesidades de un país
bastamente expandido), sí se consiguió restablecer un orden económico que, basado en
el funcionamiento de las economías de escala y en la intervención regulada del Estado
(sistema mixto), garantizaba la creación de demanda pública, que impulsó
posteriormente el desarrollo del sector industrial privado.
 Sistemas Autárquicos (el país produce lo que necesita, independientemente de otros
países). Modelo ensayado por las potencias fascistas (Italia y Alemania). Estas políticas
son llevadas a cabo por las dictaduras fascistas. El objetivo de esta política es lograr la
autosuficiencia económica y el relanzamiento de la industria militar con el fin último de
la expansión territorial. Las medidas que toman se basan en una intervención y en un
control autoritario de la economía: construcción de obras públicas; fomento de la
industria militar; autosuficiencia agraria e industrial y centralización empresarial. No
obstante, los países no lograron la autosuficiencia y esto les llevó a la exposición
militar.

7.2 CRISIS FINANCIERA DE MÉXICO 1995-1996

Antecedentes y desarrollo de la crisis

El antecedente inmediato y determinante principal de la política monetaria del periodo que


nos interesa, es la crisis monetaria vinculada con la devaluación del peso del 20 de
diciembre de 1994 y con la adopción, dos días después, del sistema de flotación. Los
factores determinantes de dicha crisis, la puesta en marcha del nuevo sistema para fijar el
tipo de cambio y las condiciones en las que se llevó a cabo, impusieron una serie de
condicionantes a la política del banco central. Más precisamente, los cambios se derivan,
sobre todo en los meses que siguieron al estallido de la crisis, de los compromisos
financieros que debían cubrirse en el corto plazo; de la situación de desconfianza que
precedió y acompañó la devaluación de finales de 1994; del control del crédito interno neto
(cin) que retomó el Banco de México con el sistema de flotación y, por último, pero no
menos importante, del límite que se impuso a la expansión de dicho crédito a partir de
enero de 1995. Durante este año el aumento del cin no podía exceder la cifra de 10 mil
millones de pesos.

A la desconfianza en la política que precedió y sucedió a la devaluación del 20 de


diciembre de 1994, debe atribuirse una parte importante de la pérdida del valor del peso en
el mercado y de las elevadas tasas de interés subyacentes a lo largo de 1995. Frente a esta
realidad, el instituto central (y el gobierno en su conjunto) debieron tomar una serie de
medidas tendientes al restablecimiento de las expectativas favorables respecto a la moneda
y la economía mexicanas. Una de ellas concierne directamente a la credibilidad de la
política monetaria. Con la adopción del régimen cambiario de flotación, el banco central
adquiría el
control sobre la base monetaria, al no estar obligado, como hasta entonces, a inyectar o
sustraer liquidez mediante intervenciones en el mercado de cambios.

Mediante el manejo de la base monetaria, entre otros instrumentos, las autoridades


monetarias podían limitar el golpe inflacionario provocado por la devaluación. Por eso, tal
vez, a partir de 1995, dicha base pasó a formar parte de los acuerdos con los organismos
internacionales que apoyaron a México para pagar los tesobonos. Como parte de esos
acuerdos, se impuso un límite a la expansión del cin. Como consecuencia, si el banco
central quisiera expandir la base monetaria más allá del límite impuesto al cin, quedaba
obligado a acrecentar sus reservas internacionales. De otro modo, dicha expansión no
podría realizarse.

Esta restricción constituyó un cambio significativo respecto a la situación anterior. Una de


las razones que pudieron haber influido en la imposición de este candado parece haber sido
el excesivo margen de maniobra del que gozaba el instituto central para establecer su
política monetaria. Gracias a ese poder, las autoridades pudieron aplicar una política de alto
riesgo frente a los movimientos especulativos que caracterizaron los ocho meses que
precedieron a la devaluación.

Una manera de medir la política seguida durante ese periodo, se obtiene observando la
expansión del cin: hasta diciembre de 1994, es decir, mientras estuvo en vigor el régimen
de tipo de cambio fijo, las variaciones del cin estaban determinadas en primera instancia
por la necesidad de mantener el tipo de cambio dentro de la banda anunciada. Eso significa
que las variaciones registradas por el cin entre marzo de 1990 y marzo de 1994 debían
explicarse por los efectos de la política de esterilización que durante ese periodo adoptó el
instituto central para amortiguar los efectos de los grandes flujos de capital registrados
durante ese periodo.

Por lo que se refiere a los meses previos a la devaluación del peso, es decir entre abril y
diciembre de 1994, el cin mostró un movimiento opuesto al ocurrido en los años anteriores,
es decir, se registraron aumentos sucesivos en su saldo. Para las autoridades, dichos
aumentos fueron resultado exclusivamente de la caída de las reservas y no de un
incremento excesivo en el dinero primario. Según ellas, la oferta monetaria se mantuvo
básicamente inalterada. En los términos del banco central: “Durante los periodos de 1994,
en que el instituto central
se vio obligado a efectuar ventas cuantiosas de moneda extranjera para defender el techo de
la banda, la liquidez perdida fue repuesta en el mercado de dinero, para lo cual se amplió el
crédito interno neto”.

El banco aclara que la reposición de la liquidez se efectuó a tasas superiores a las de


mercado: “En las etapas de pérdidas de reservas, el Banco de México reponía la liquidez a
tasas de interés lo suficientemente altas para restaurar el equilibrio del mercado cambiario.”

Sin embargo, todo parece indicar que la política seguida no se limitó, estrictamente
hablando, a reponer la liquidez perdida. El propio banco central compara los datos de
diciembre de 1994 con los de diciembre de 1993. De dicha comparación se deduce para la
base monetaria un crecimiento en términos reales de 20.6%. Adicionalmente, respecto a lo
que el mismo instituto central sostiene en relación con las tasas de interés, a partir del
segundo trimestre de 1994 se registraron, en efecto, incrementos en las principales tasas,
que reflejan el comportamiento de la economía. Tal como se reconoce en sus informes, el
instituto central desempeñó un papel importante en esos aumentos. Sin embargo, las
mayores tasas que consideró prudentes esa institución no interrumpieron el largo ciclo de
expansión del crédito que venía registrándose desde 1988, y cuyo crecimiento se mantuvo
para 1994. En ese año el financiamiento interno total creció 21.6% respecto a 1993,
propiciando que la demanda agregada creciera al 4.9%. Ambos indicadores sugieren que el
instituto central optó por tasas de interés que no detuvieran esa expansión, con lo cual
asumía los riesgos asociados a dicha expansión en un contexto de elevada especulación
contra la moneda.

La pregunta que surge es si la política de reposición de liquidez y de tasas de interés que


siguió el instituto central a lo largo de 1994, incluso durante las fases más agudas de
especulación contra el peso (y que acompañaron la expansión de crédito), era la actitud más
indicada para apoyar la política cambiaria, mientras ésta era cuestionada por un segmento
importante de los agentes económicos. El comportamiento seguido por el instituto central
indica que operó a contracorriente de los indicadores del mercado de cambios y de las
tendencias macroeconómicas fundamentales. Este comportamiento y los argumentos
utilizados por el Banco de México para defenderlo, han sido sujetos a numerosas críticas.
Algunas de ellas centradas en las contradicciones y los altos riesgos que eso implicaba.
Otras se orientan a mostrar que, para principios de 1994, cuando comenzaron los
movimientos
especulativos más fuertes, el peso había perdido 40% de la ventaja cambiaria que tenía a
finales de 1988. Frente a esa realidad, más allá de los efectos derivados del alza en las tasas
de largo plazo de los mercados financieros internacionales o el asesinato del candidato del
PRI a la presidencia de la República, la alternativa menos costosa era la devaluación. Y,
finalmente, otras dirigidas a responsabilizar a las autoridades financieras de provocar una
más de las crisis monetarias sexenales que el país ha vivido desde 1976, llegando incluso a
proponer la instauración, en lugar del Banco de México, de un Consejo Monetario.

la política monetaria seguida a partir de 1995 cambió claramente respecto a la de 1994,


retomando la orientación conservadora que caracterizó la actuación del banco central hasta
principios de ese año. La diferencia no se explica solamente por la adopción del sistema de
flotación. La prioridad al combate del golpe inflacionario sobre cualquier otra
consideración llevó al instituto central a imponer una política monetaria restrictiva, sin
buscar limitar el impacto que tendría en los sectores real y financiero, como ocurrió con la
política seguida en 1994. En ese sentido, se dice aquí que se trata de un regreso a la
ortodoxia puesto que la política de 1994 constituye un paréntesis de lo que ha sido su
política habitual, motivado muy probablemente por las condiciones políticas que vivió el
país.

Los cambios operados en 1995 y 1996 se sintetizan en los siguientes elementos: i) la base
monetaria, que a partir de 1995 se convirtió en el agregado monetario privilegiado para
instrumentar esta política, registró un decrecimiento real del 23%, mientras que en 1994
había crecido 20.6%; ii) las tasas de interés que hasta 1994 eran objeto de regulación por
parte del Banco de México, sobre todo para evitar que impactaran la ya frágil situación del
sistema bancario, dejaron de ser un precio objetivo y quedaron a merced del mercado.
Como consecuencia, se registraron aumentos muy graves. Por ejemplo, la tasa de los Cetes
a 28 días, representativa de la evolución general, aumentó de un promedio de 14.1% en
1994 a 48.5% en 1995; iii) la contracción monetaria y el aumento de tasas provocaron una
disminución abrupta del financiamiento interno (de -23.6% en 1995, frente a un
crecimiento de 21.6% en 1994) y pusieron al sistema bancario en la antesala de la quiebra.
iv) Esta contracción, explicada en parte por la menor disponibilidad de recursos del
exterior, hizo que la demanda agregada se redujera 10.2%, después de haber aumentado
4.9% en 1994. v) Todo
ello influyó para que en 1995 el producto cayera 6.9%, cuando había crecido al 3.5% el año
precedente.

En 1996, a diferencia de 1995, la base monetaria, que coincidió con la cantidad de billetes y
monedas en circulación, tuvo un decrecimiento en términos reales de sólo 1.6% respecto al
año anterior. Esta evolución contrasta con la fuerte contracción del año anterior y parece
mostrar una relativa flexibilización de la política monetaria. En parte, esa política llamada
“neutral” por el instituto central debe haber favorecido la recuperación del producto, que
registró un crecimiento del 5.1%, con lo cual se compensó en parte la caída de 1995. Por su
parte, la inflación de 1996 se redujo al 27%, casi la mitad de la observada en 1995. En
buena parte, la evolución de la inflación estuvo influida por la relativa estabilidad del tipo
de cambio, que pasó de 7.64 a 7.85 entre diciembre de 1994 y el mismo mes de 1996.

Por otra parte, durante los dos años que abarca nuestro estudio, la nueva política cambiaria
se mantuvo como se había previsto, es decir, dejando que las fuerzas del mercado fijaran el
tipo de cambio, salvo por intervenciones marginales por parte del Banco de México,
realizadas a partir del segundo semestre de 1996.

7.3 Crisis de Argentina

La crisis económica argentina fue una situación financiera que afectó severamente a
la economía de Argentina durante fines de los años noventa y principios de los 2000.
Macroeconómicamente hablando, el período crítico se inició con la disminución
del PBI (producto bruto interno) real en 1998 y terminó en 2002 con el final de
la convertibilidad y el regreso al crecimiento del PBI, pero el origen del colapso de la
economía de la Argentina, y sus efectos sobre la población, se puede encontrar muchos
años antes.

ORIGENES

En 1983, la democracia en el país fue restaurada con la elección del presidente Raúl
Alfonsín. Los planes del nuevo gobierno incluyen la estabilización de la economía de
Argentina, incluyendo la creación de una nueva moneda, el austral (primera de su clase en
no llevar la palabra peso como parte de su nombre), para lo que se requirieron de nuevos
préstamos. El
Estado llegó a ser incapaz de pagar los intereses de esta deuda y la confianza en el austral
cayó. La inflación, que había aumentado entre un 14 y 20% en un mes, creció fuera de
control, provocando una hiperinflación. En el mes de julio de 1987, la inflación de la
Argentina llegó a 200%, superando el 5.000% para 1989.2 Los salarios reales cayeron a casi
la mitad (el nivel más bajo en cincuenta años) y se produjeron diversos paros laborales. En
medio de los disturbios el presidente Alfonsín renunció cinco meses antes de terminar su
mandato y Carlos Menem, quien ya era presidente electo, tomó posesión.

DECADA DE 1990

Después de un segundo combate ante la hiperinflación en 1990, Domingo Cavallo fue


nombrado Ministro de Economía. En 1991 tomó las medidas de ejecución que fijaron el
valor de la moneda argentina a 1 peso por dólar estadounidense. Para garantizar esta
"convertibilidad", el Banco Central de Argentina tuvo que mantener sus reservas de dólares
en divisas en el mismo nivel que el efectivo en circulación. El objetivo inicial de estas
medidas era asegurar la aceptación de la moneda nacional, ya que durante el periodo entre
1969 y 1990, con múltiples picos de hiperinflación de por medio, la gente había comenzado
a rechazarlo como pago y exigía dólares en su lugar. Este régimen fue fijado más tarde por
la Ley de Convertibilidad del Austral, que restauró el peso como la moneda argentina con
un valor monetario fijado por la ley para el valor del dólar estadounidense.

Como resultado de la ley de convertibilidad la inflación se redujo drásticamente, la


estabilidad de precios fue asegurada y el valor de la moneda fue preservado. Esto logró una
mejor calidad de vida de muchos ciudadanos, que pudieron viajar al extranjero, comprar
bienes importados o solicitar créditos en dólares a tasas de interés muy bajas.

Argentina todavía tenía que pagar la deuda externa y para mantener al pueblo era necesario
pedir dinero prestado a casi la mitad de América Latina. El tipo de cambio fijo hacía las
importaciones más baratas, produciendo un vuelo constante de dólares fuera del país y una
pérdida progresiva de la infraestructura industrial de la Argentina, lo que llevó a un
aumento del desempleo.

Mientras tanto, el gasto público seguía siendo alto y la corrupción fue rampante. La deuda
pública de Argentina creció enormemente durante la década de 1990 y por falta de fondos,
el país no mostró signos verdaderos de poder pagarla. El Fondo Monetario
Internacional (FMI), sin embargo, mantuvo los préstamos de dinero a la Argentina y difirió
su calendario de pagos. Un comité del Congreso inició investigaciones en 2001 sobre las
acusaciones de que el presidente del Banco Central, Pedro Pou, como así parte de la junta
directiva, no había investigado los casos de supuesto lavado de dinero a través del sistema
financiero de Argentina.5 El banco alemán Clearstream también fue acusado de cumplir un
papel decisivo en este proceso financiero mundial.

Otros países, como Cuba y Venezuela (dos de los cuales también resultan ser importantes
socios comerciales de la Argentina), ante las crisis económicas propias, desconfían de otros
países de América Latina y eso afecta a la economía general de la región. La afluencia de
divisas proporcionadas por la privatización de empresas estatales se había secado. Después
de 1999 las exportaciones argentinas fueron perjudicadas por la devaluación del real
brasileño y una considerable revalorización internacional de la libra, que provocó una
revaluación del peso frente a su principal socio comercial, Brasil (30% del total de flujos
comerciales) y la zona del dólar (23% del total de flujos comerciales).

El 10 de diciembre de 1999 asumió como presidente Fernando de la Rúa cuando la recesión


ya se notaba con fuerza (1999 cerró con una caída del PBI del 4%). La estabilidad
económica se convirtió en el estancamiento económico (incluso deflación en algunos casos)
y las medidas económicas adoptadas no hicieron nada para impedirlo. 6 De hecho, el
gobierno continuó con las políticas de contracción económica de su predecesor. La posible
solución (abandono del cambio fijo, con una devaluación voluntaria del peso) se consideró
un suicidio político y una receta para el desastre económico. A finales del siglo, un espectro
de monedas complementarias había surgido.

Mientras que las provincias siempre habían emitido moneda complementaria en forma de
bonos y letras para hacer frente a la escasez de dinero en efectivo, el mantenimiento del
régimen de convertibilidad provocó que esto se hiciera en una escala sin precedentes. Esto
llevó a que fueran llamadas “cuasi-monedas”, siendo el más fuerte el Bono Patacón de
la provincia de Buenos Aires. El Estado nacional también emitió su propia cuasi-moneda,
el Bono Lecop.
LA CRISIS

Argentina perdió rápidamente la confianza de los inversores y la fuga de capitales fuera del
país aumentó. En 2001, la gente temiendo lo peor comenzó a retirar grandes sumas de
dinero de sus cuentas bancarias, dando vuelta de pesos a dólares y enviándolos al
extranjero, provocando una corrida bancaria. Luego, el gobierno promulgó un conjunto de
medidas, informalmente conocido como el "Corralito", que restringió la libre disposición
de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros.

Debido a este límite de indemnización y de los graves problemas que causó en algunos
casos, muchos ahorristas argentinos se enfurecieron y salieron a protestar a las calles de las
ciudades más importantes del país, sobre todo Buenos Aires. Esta forma de protesta popular
que se conoció como "cacerolazo" (golpeando ollas y cacerolas) y se produjeron sobre todo
en 2001 y 2002. Al principio, los cacerolazos fueron simplemente manifestaciones
ruidosas, pero pronto se incluyó la destrucción de propiedad y los saqueos, a menudo
dirigida a bancos, empresas extranjeras privatizadas, y empresas estadounidenses y
europeas, especialmente las más grandes. Vallas publicitarias de empresas multinacionales
como Coca-Cola y otras fueron destruidas por las masas de manifestantes y muchas
empresas instalaron barreras de metal, porque sus ventanas y fachadas de cristal estaban
completamente rotas.

Los enfrentamientos entre la policía y los ciudadanos se convirtieron en algo común, y los
incendios también se establecieron en las principales avenidas de Buenos Aires. Fernando
de la Rúa declaró el estado de sitio, pero esta situación solo empeoró las cosas, ya que
precipitó las violentas protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la plaza de Mayo,
donde los manifestantes se enfrentaron con la policía, lo cual terminó con varios muertos, y
precipitó la caída del gobierno.11 El 20 de diciembre De la Rúa tuvo que salir de la Casa
Rosada en un helicóptero.

La crisis política se acentuó el 7 de octubre del 2000 con la renuncia del vicepresidente
Carlos Álvarez.14 Tras los procedimientos de la sucesión presidencial establecida en la
Constitución, el presidente del Senado, Ramón Puerta, asumió el cargo y la Asamblea
Legislativa(un cuerpo formado por la fusión de las dos cámaras del Congreso) fue
convocada. Por ley, los candidatos fueron los miembros del Senado, además de los
gobernadores de las provincias, quienes finalmente nombraron a Adolfo Rodríguez Saá,
gobernador de San Luis. El
presidente interino, Rodríguez Saá, declaró el default financiero, con lo que Argentina se
declaraba insolvente para pagar las deudas contraídas. Esta acción fue muy popular entre
los argentinos. Sin embargo, solo unos pocos días después de establecer el default, se
descubrió que Rodríguez Saá había pagado US$ 150 millones al FMI. También
designó al ex intendente de Buenos Aires, Carlos Grosso, como miembro del gabinete de
ministros, con el cargo de Jefe de Asesores, hecho que motivó nuevas protestas, debido a
que Grosso tenía por entonces una imagen muy negativa y su figura era asociada al
menemismo.

Rodríguez Saá presentó un proyecto diseñado para preservar el régimen de convertibilidad,


apodada la "tercera moneda". Consistía en la creación de una nueva moneda no convertible
llamada «Argentino» conviviendo con el peso convertible y el dólar estadounidense. La
única diferencia sería que circularía como dinero en efectivo (cheques, pagarés u otros
instrumentos podrían ser nominados en pesos o en dólares, pero no en Argentinos) y se
utilizaría para el pago de salarios en la administración pública y las jubilaciones y para
financiar los planes sociales.

Se esperaba que la preservación de la convertibilidad restauraría la confianza pública,


mientras que la naturaleza no convertible de esta moneda permitiría una medida de
flexibilidad fiscal (impensable con el peso) que podría mejorar la agobiante recesión de la
economía. Los críticos llamaron a este plan "devaluación controlada". Había partidarios
entusiastas del plan de la "tercera moneda" entre ellos Martín Redrado, quien
posteriormente llegaría a ser presidente del Banco Central. Sin embargo, nunca pudo
aplicarse porque el gobierno de Rodríguez Saá carecía del apoyo político necesario.

Rodríguez Saá, totalmente incapaz de hacer frente a la crisis y sin el apoyo de su propio
partido, renunció antes de que finalizara el año. La Asamblea Legislativa fue convocada
nuevamente, y se nombró al exgobernador y excandidato presidencial Eduardo Duhalde, en
ese entonces senador por la provincia de Buenos Aires para tomar su lugar.

FIN DE LA CONVERTIBILIDAD

Después de mucha deliberación, el 6 de enero de 2002, el presidente interino Eduardo


Duhalde decidió dar fin a la Ley de Convertibilidad que había estado en vigor durante diez
años. En cuestión de días, el peso perdió una gran parte de su valor en el mercado no
reglamentado. Un provisional "oficial" del tipo de cambio se fijó en 1,40 pesos por dólar.
Además del corralito, el Ministerio de Economía dictó la pesificación, por la cual todos los
saldos bancarios en dólares se convertirían a pesos al tipo de cambio oficial. Esta medida
enfureció a la mayoría de los ahorristas y se hizo un llamamiento por muchos ciudadanos
para declarar su inconstitucionalidad.

Después de unos meses, el tipo de cambio se dejó flotar más o menos libremente. El peso
sufrió una devaluación enorme, y a su vez subía el índice de inflación (ya que Argentina
dependía fuertemente de las importaciones y no tenía medios para sustituir a nivel local en
el momento).

La situación económica era cada vez peor en lo que respecta a la inflación y el desempleo
durante el año 2002. En ese momento la tasa de cambio se había disparado a cerca de 4
pesos por dólar, mientras que la inflación acumulada desde la devaluación fue del 35,2%.
La calidad de vida de la media de los argentinos se redujo proporcionalmente, muchas
empresas cerraron o se declararon en quiebra, muchos de los productos importados
se hicieron prácticamente inaccesibles y los sueldos se quedaron como estaban antes de la
crisis.

La desocupación y la pobreza llegaron en dicho momento a su récord histórico. En


Argentina había 3.036.000 desempleados y el 21,5% de la población era económicamente
activa. La pobreza, alcanzó en junio de 2002 el 52,8% en Capital y GBA, así, a 1 de cada 2
personas no le alcanzaban sus ingresos para cubrir sus necesidades básicas.

Muchas empresas privadas se vieron afectadas por la crisis: Aerolíneas Argentinas, por
ejemplo, fue una de las empresas argentinas más afectadas, teniendo que parar todos los
vuelos internacionales durante varios días en el año 2002. La aerolínea estuvo a punto de
quebrar, pero sobrevivió.

Varios argentinos sin hogar y sin trabajo optaron como salida laboral más rápida la de
recolectores de cartón, más conocidos como cartoneros. Según una estimación de 2003,
entre
30.000 y 40.000 personas recolectaban cartón de la calle para ganarse la vida mediante la
venta a plantas de reciclaje. Este método se tenía en cuenta como solo una de las muchas
maneras de hacer frente a un país que en ese momento sufría de una tasa de desempleo del
21%, con 54% de la población debajo de la línea de pobreza y 27% en pobreza extrema.

El saldo global del balance de pagos de Argentina durante la época de la convertibilidad


(1991-2002) fue superavitario. El continuo déficit de la balanza comercial se compensaba
en
ese período por una entrada masiva de capital extranjero proveniente, sobre todo, de
préstamos y privatizaciones. Con la devaluación de 2002, las importaciones se derrumbaron
en un 60% respecto al año anterior. Ello posibilitó la acumulación de un importante
superávit comercial durante los últimos años, que se encontró alrededor de los 11.500
millones de dólares anuales en 2005.

Históricamente, Argentina se caracterizó por el bajo nivel de desocupación, de ahí su


condición de receptor de inmigración. Sin embargo, a partir de mediados de la década de
1980 la desocupación empezó a ser un factor creciente de preocupación, como
consecuencia de las sucesivas crisis económicas. El pico del desempleo se produjo en el
2002, cuando llegó a medir 20,8%. Más recientemente, la exclusión en el mercado laboral
logró perforar el piso de los dos dígitos, con una tasa oficial de desocupación del 9,8% y de
subocupación del 9,3%, a valores de mayo de 2007.

Argentina se declaró en default en enero del 2002, en lo que se conoció como la mayor
cesación de pagos soberana de la historia. A partir del 2004, el gobierno de Néstor
Kirchner empezó la reestructuración de la deuda externa. La tendencia desde entonces es la
reducción del pasivo, ayudada en parte por la cancelación total de la deuda con el Fondo
Monetario Internacional en 2006 y por la renegociación con otros organismos
internacionales y con bonistas privados. En septiembre de 2007, las obligaciones totales
ascendían a 118 mil millones de dólares, equivalente al 55% del PBI argentino.

Los productores de canales de televisión se vieron obligados a producir más reality


shows que cualquier otro tipo de espectáculos, ya que estos eran por lo general baratos para
producir en comparación con otros programas. Prácticamente todos los programas de
televisión relacionados con la educación fueron cancelados.

El 27 de agosto de 2002, el New York Times publicó una noticia falsa titulada "Algunos en
Argentina ven la secesión como una respuesta al peligro económico" (Some in Argentina
See Secession As the Answer to Economic Peril), afirmando que existía un movimiento para
declarar la independencia de la Patagonia, poniendo énfasis en el hecho de que la mayor
parte de la tierra patagónica y de sus recursos naturales estaba en manos extranjeras, como
los grupos Benetton y Turner. La operación, de acuerdo al New York Times, se completaría
con
una base militar de Estados Unidos en Tierra del Fuego y la renuncia a los derechos
argentinos en la Antártida, en pago de la deuda externa.272829

La recuperación
Eduardo Duhalde convocó a elecciones. El 25 de mayo de 2003 asume el nuevo presidente
electo, Néstor Kirchner. Kirchner mantuvo a Roberto Lavagna, Ministro de Economía de
Duhalde, en su puesto. Lavagna, un economista respetado, mostró una considerable aptitud
en el manejo de la crisis, con la ayuda de medidas heterodoxas.

El panorama económico era totalmente diferente a la década de 1990, la devaluación del


peso hizo que las exportaciones argentinas sean más baratas y competitivas en el extranjero,
mientras que desalentaba las importaciones. Además, el alto precio de la soja en el mercado
internacional produjo una inyección de enormes cantidades de moneda extranjera
(con China, convirtiéndose en un importante comprador de productos de soja de
Argentina). El gobierno alentó la sustitución de importaciones y el crédito accesible para
las empresas, organizó un plan para mejorar la recaudación de impuestos y dejar de lado
grandes cantidades de dinero para el bienestar social.

Como resultado del modelo productivo de la administración y las medidas de control (venta
de dólares de reserva en el mercado público), el peso lentamente revalorizado, alcanzó un
valor de 3 unidades con respecto al dólar. Las exportaciones agrícolas crecieron y se volvió
al turismo.
7.4. CRISIS DE ASIÁTICA:

La crisis financiera asiática fue un período de dificultad financiera que se apoderó de Asia
en julio de 1997 y aumentó el temor de un desastre económico mundial por contagio
financiero. También conocida como la crisis del Fondo Monetario Internacional, comenzó
el 2 de julio de 1997 con la devaluación de la moneda tailandesa. Por efecto dominó, le
sucedieron numerosas devaluaciones en Malasia, Indonesia y Filipinas, lo que repercutió
también en Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur. Sin embargo, lo que parecía ser una crisis
regional se convirtió con el tiempo en lo que se denominó la "primera gran crisis de la
globalización”, y existe una gran incertidumbre sobre la verdadera magnitud del impacto de
sus efectos en la economía mundial. Sólo durante las primeras semanas un millón de
tailandeses y 21 millones de indonesios pasaron a engrosar las filas de los oficialmente
pobres.

La crisis comenzó en Tailandia con el colapso financiero del baht tailandés, causado por la
decisión del gobierno tailandés de hacer fluctuar el baht, cortando su clavija al dólar
estadounidense, después de esfuerzos exhaustivos para sostenerlo frente a una sobre
extensión financiera severa que era en parte obligada por el sector inmobiliario. Para ese
entonces, Tailandia había adquirido una carga de deuda externa que provocó la bancarrota
efectiva del país incluso antes del colapso de su moneda. Cuando la crisis se expandió, la
mayoría de los países del Sudeste Asiático y Japón vieron el desplome de sus monedas, la
devaluación del mercado bursátil y de otros activos y una caída precipitada de la deuda
privada.

Aunque hay un acuerdo general sobre la existencia de una crisis y sus consecuencias, es
menos claro cuáles fueron las causas de la crisis, así como su alcance y solución. Indonesia,
Corea del Sur y Tailandia fueron los países más afectados por la crisis. Hong Kong,
Malasia y Laos padecieron también la depresión. La República Popular China, India,
Taiwán, Singapur y Vietnam fueron menos afectados, aunque también sufrieron por la
pérdida de la demanda y de la confianza en la región.

Los ratios Deuda Extranjera / Producto Bruto Interno subieron desde una tasa del 100%
hasta el 167% en las cuatro economías más grandes del Sureste Asiático en el periodo
1993-1996, y luego se dispararon a más del 180% durante la peor parte de la crisis. En
Corea, el ratio
aumentó un 13-21% y, luego al 40%. Solo en Tailandia y Corea subieron los ratios del
Servicio de deuda-exportaciones.

Aunque la mayoría de los gobiernos de Asia tenían políticas fiscales bastante razonables, el
Fondo Monetario Internacional propuso iniciar un programa de $40 mil millones para
estabilizar las monedas de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia, cuyas economías habían
sido particularmente golpeadas por la crisis. Sin embargo, los esfuerzos para contener una
crisis económica global hicieron poco para estabilizar la situación doméstica en Indonesia.
Después de haber estado 30 años en el poder, el presidente de Indonesia, Suharto fue
forzado a dimitir en mayo de 1998 en la víspera de la generalización de los disturbios que
siguieron al fuerte incremento de precios causado por una devaluación drástica de la rupiah.
Los efectos de la crisis persistieron a lo largo del año 1998. En Filipinas, el crecimiento
económico cayó virtualmente a cero en 1998. Solamente Singapur y Taiwán probaron estar
relativamente aisladas del shock, pero ambas sufrieron duros golpes, la primera más
agudamente debido a su tamaño y su ubicación geográfica entre Malasia e Indonesia. Para
1999, sin embargo, los analistas vieron signos de que las economías de Asia estaban
empezando a recuperarse.

Muchos economistas creían que la crisis asiática fue creada no por la psicología o
tecnología del mercado, sino por políticas que distorsionaron los incentivos dentro de la
relación prestatario-prestamista. Las grandes cantidades resultantes de crédito que estuvo
disponible generó un clima económico de gran apalancamiento y presionó los precios de
activos al alza hasta un nivel insostenible.11 Estos precios de activos eventualmente
empezaron a colapsar, causando la suspensión de pagos de las obligaciones de deuda tanto
por parte de los individuos como de las compañías. El pánico resultante entre los
prestamistas llevó a un gran retiro del crédito de los países en crisis, causando un crédito
crunch y, luego, bancarrotas. Además, como los inversionistas intentaban retirar su dinero,
el mercado cambiario fue inundado con monedas de los países en crisis, presionando hacia
la depreciación de sus tipos de cambio. Para prevenir un colapso de los valores monetarios,
los gobiernos de estos países fueron forzados a incrementar las tasas de interés domésticas a
niveles sumamente altos (para ayudar a disminuir la fuga de capitales al volver
relativamente más atractivo a los inversionistas el préstamo a esos países) y a intervenir en
el mercado cambiario, comprando con reservas internacionales todo exceso de moneda
doméstica a la tasa de cambio fija. Ninguna de estas políticas podía ser una respuesta
sostenida por mucho tiempo. Tasas de
interés muy altas pueden ser extremadamente dañinas a una economía que está
relativamente saludable, causando estragos en un ya de por sí frágil estado, mientras que
los bancos centrales se quedan sin reservas internacionales. Cuando fue claro que la fuga de
capitales de estos países no sería detenida, las autoridades dejaron de defender sus tipos de
cambio fijos y permitieron la fluctuación de sus monedas.

7.5 CRISIS DE RUSIA

La crisis financiera en Rusia (también llamada la "crisis del rublo") golpeó a Rusia el 17 de
agosto de 1998, que refleja una de las razones principales de la quiebra financiera de Rusia,
fue una de las etapas más difíciles para el país más extenso del mundo.

Las causas de la crisis de 1998

Entre las causas que provocaron la depresión de 1998 estuvieron la enorme deuda pública
de Rusia instigada por la crisis asiática de 1997, que empezó con la devaluación de la
moneda tailandesa, lo que pronto repercutió en otras divisas de Asia; la crisis de liquidez,
que no dio la posibilidad de atraer recursos financieros a la economía nacional; y la caída
de los precios mundiales de materias primas —la base principal de la economía rusa—, que
minó el presupuesto del país.

Para Rusia la exportación de petróleo representaba su mayor fuente de ingresos al fisco y la


caída del precio de este producto tuvo un impacto muy fuerte en la economía del país.

Otro de los problemas fue la estrecha relación de los bancos rusos con las industrias,
especialmente con las petroleras.

La crisis se originó por los desajustes macroeconómicos de balanza comercial, cuenta


corriente, fiscales y monetarios. La bajada de los precios internacionales del petróleo junto
con los subsidios estatales a las empresas y a la población llevó a un exceso de
endeudamiento público (de corto plazo) viéndose afectadas las reservas internacionales.
Las obligaciones estatales a corto plazo o, en otras palabras, la pirámide financiera que
comenzó a derrumbarse, y la política populista sobre el rublo y el rumbo económico del
Estado figuran entre las razones principales de la crisis de 1998.

La causa de la crisis financiera radicó en los métodos gubernamentales para financiar el


déficit entre ingresos y gastos. Los síntomas del problema se hicieron evidentes ya a fines
de 1997, cuando la deuda interna se elevó drásticamente. El problema se ocultó porque la
deuda pública y el déficit presupuestario de Rusia no eran especialmente graves

Otras formas de financiamiento no fueron suficientes para cubrir la brecha fiscal y de


balanza de pagos.

Como resultado, Rusia no consiguió pagar sus deudas y se declaró en suspensión de pagos
el 17 agosto de 1998.

Consecuencias de la crisis de 1998

En general, la crisis de 1998 puede ser descrita como una depresión de escala local. Se
pueden destacar tanto sus consecuencias negativas como positivas.

Un proceso inflacionario, una devaluación de cerca del 300% del rublo en el lapso de tres
semanas entre agosto y septiembre de 1998, la paralización del sistema bancario, la quiebra
de numerosos bancos y empresas, la brusca caída del nivel de beneficios y de vida de la
población y el menoscabo de la confianza figuran entre los resultados negativos.

Los precios se incrementaron y el nivel de vida cayó drásticamente.

Pero también hubo ciertas consecuencias positivas como, por ejemplo, el incremento de la
competitividad de la economía de Rusia. Como resultado de la devaluación del rublo, los
precios de los artículos importados en el país subieron y los costes de las mercancías rusas
en el extranjero bajaron, lo que les permitió penetrar en nuevos mercados. La crisis de 1998
dio la oportunidad de reavivar la industria nacional y aumentar las posibilidades de
exportación.

La depresión de 1998, es decir la crisis del rublo, eliminó todos los elementos inefectivos e
ineficientes de la economía cediendo el paso a los mejores. Los pequeños negocios se
dieron
cuenta de su fuerza y comenzaron a desarrollarse en empresas grandes en direcciones
nuevas para una economía basada en materias primas.

El resultado principal es el distanciamiento del modelo de economía de materias primas y el


desarrollo de nuevos sectores y segmentos tales como el ensamblaje de diversos
automóviles extranjeros en el territorio de Rusia. Se incrementó el flujo de inversiones,
muchas compañías extranjeras empezaron a abrir sus filiales en Rusia y empresas
nacionales salieron a los mercados internacionales.

Los especialistas destacan la imposibilidad de evitar depresiones: la filosofía de la


economía estipula que durante la crisis todo lo débil y lo innecesario se evapora allanando
el camino para nuevas formas y tecnologías.

Pero según una teoría sobre las olas de crisis la economía, se basa en altibajos, como
muestra la crisis de 2008.

7.6. CRISIS DE BRASIL

La crisis económica en Brasil desde 2014 es el deterioro que se empezó a advertir en los
principales indicadores macroeconómicos de la República Federativa de Brasil a partir del
año 2014, y cuyas consecuencias se han extendido en el tiempo hasta la actualidad, no sólo
en el plano económico sino también en el político y el social

La crisis fue acompañada de una crisis política, resultando en protestas contra el gobierno
por todo el país. Dilma Rousseff, presidente en la época, fue alejada del cargo
definitivamente en agosto de 2016 con su impeachment y en su lugar asumió su vice,
Michel Temer, que prometió adoptar medidas para recuperar la economía.

Uno de los síntomas de la crisis es la fuerte recesión económica. Es la peor recesión de la


historia del país, habiendo reculo en el Producto interior bruto (PIB) por dos años
consecutivos.

La economía se contrajo en cerca de 3,8 % en 2015. En septiembre de 2016, la tasa de


desempleo llegaba a 11,8 %, alcanzando 12 millones de brasileños.

ANTECEDENTES
En 2016 los efectos de la crisis económica fueron ampliamente sentidos por la sobrecarga
en los servicios públicos y por la población, que necesitó adaptar las cuentas para la
realidad financiera. En consonancia con investigación realizada por la Confederación
Nacional de la Industria (CNI) el año, casi mitad de los entrevistados (48 %) pasó a usar
más transporte público y 34 % dejaron de tener plan de salud.

La profundización de la crisis económica llevó 14 % de las familias a intercambiar la


escuela de los hijos de particular para pública en junio, con porcentual superior a los
verificados en 2012 y 2013, antes de la crisis. Además de eso, los consumidores
intercambiaron productos por similares más baratos (78 %), esperando liquidaciones para
comprar bienes de mayor valor (80 %) y ahorrando más para el caso de necesidad (78 %).

En 2015, la crisis económica, así como el avance de la Lava Jato, hizo con que, al largo del
año, millones de personas fueran a las calles protestar contra el gobierno en todo territorio
nacional. Manifestaciones en defensa de Dilma también ocurrían. En diciembre, el
presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, aceptó un pedido de
impeachment contra Dilma por crimen de responsabilidad.

En 12 de mayo de 2016, Senado Federal alejó Dilma Rousseff del cargo de presidente por
180 días. Inmediatamente, su vice Michel Tema asume interinamente el cargo. En 31 de
agosto, Senado hizo el juicio final que removió Dilma del cargo en carácter definitivo. Sus
primeros meses frente a la presidencia de la república, Temer se envolvió en controversias
debido a ministros de su gobierno que estaban siendo investigados en el ámbito de la Lava
Jato, así como el propio presidente. El escándalo vino a público con áudios divulgados del
expresidente de la Transpetro, Sérgio Hacha, en delação premiada.

En 2017, nuevos escándalos sacudieron el gobierno. En 17 de mayo, los propietarios del


frigorífico JBS dijeron, en delação, que grabaron el presidente Michel Tema autorizando la
compraventa del silencio del diputado cassado y expresidente de la Cámara de los
Diputados, Eduardo Cuña, cuando él ya se encontraba prendido pela Lava Jato. En una
grabación de áudio, uno de los dueños de la empresa habría dicho a Temer que estaba
pagando una "mesada" la Cuña a fin de que permaneciera callado en la prisión. Ese
escándalo generó varias protestas populares e hizo con que se fuera cuestionado si Tema
podría continuar en
el cargo de presidente. El escándalo afectó la tramitación de las reformas propuestas por el
gobierno que visan la recuperación económica.

Causas

No hay un consenso claro entre los especialistas sobre cuáles fueron las causas de la crisis.
Sin embargo, diversas fuentes confiables pueden ayudar a esclarecer los motivos que
llevaron el país a pasar por graves dificultades en la economía. Se puede dividir las causas
apuntadas entre internas y externas.

Internas

En 2013, antes del inicio de la crisis, la revista británica The Economist ya había hecho
críticas a la gestión económica del gobierno, habiendo lanzado un informe de 14 páginas
sobre el asunto, que fue materia de portada.

La materia hace contraste entre dos momentos discrepantes de la economía brasileña.


Antes, el país señalizaba un futuro bastante prometedor al registrar un crecimiento del 7,5%
en 2010, siendo el mejor desempeño en décadas. Para aumentar el entusiasmo, Brasil fue
escogido para acoger tanto la Copa del Mundo en 2014 como las Olimpíadas en 2016. Sin
embargo, Brasil hizo pocas reformas durante los años de boom económico. La materia
afirma también que el sector público brasileño impone un fardo particularmente pesado en
el sector privado.

Externas

La The Economist afirmó más tarde, en 2015, que las causas inmediatas de la crisis eran
externas. La publicación dice que a presidente Dilma Rousseff podría haber aprovechado
mejor la onda de commodities del primer mandato de ella para disminuir el Estado
hinchado, que traga 36% del PIB. En vez de eso, el gobierno optó por garantizar préstamos
subsidiados e incentivos fiscales onerosos para industrias favorecidas. La subsequente caída
de los precios de las commodities explica, en parte, la crisis.

Otro factor externo apuntado fue la desaceleração de la economía china. Desde el final de la
década de 90 hasta el inicio de 2012, hubo un aumento significativo en el precio de
las commodities en el mercado internacional, impulsado por la creciente demanda de China.

Características
Recesión

Las señales de que una fuerte recesión vendría ya se percibió en 2014, cuando el
crecimiento del PIB fue de sólo 0,4 por ciento. En 2015, la economía se contrajo en 3,8 por
ciento, siendo la peor recesión desde 1990, durando el gobierno Collor. Sin embargo, en
2016, el PIB tuvo otra caída fuerte, lo que hizo con que la recesión se hiciera la peor de la
historia. Fue la primera vez, desde la década de 30, que el país estuvo en recesión por dos
años seguidos. En este período, el PIB per cápita cayó 11 por ciento.

En el primer trimestre de 2017, fue registrado un aumento del PIB de 1 por ciento, siendo el
primer aumento desde el inicio de 2015.

Desempleo

El desempleo, el año de 2014, aún no había dato señales que iría a aumentar. En la media
del año, la tasa quedó en 6,8 por ciento, siendo la más pequeña tasa de entre los dos años
anteriores. En el cierre del año, fue registrado una tasa de 4,8 por ciento en las grandes
metrópolis, tales como São Paulo y Bello Horizonte. Fue la más pequeña tasa de desempleo
desde 2003, año en que el IBGE adoptó la actual metodología de análisis.

Sin embargo, los años de 2015 y 2016, la crisis económica hizo el desempleo disparar.
2015 concluyó con una tasa de 8,5 por ciento y 2016 concluyó con número más alarmante,
11,5 por ciento, según el IBGE. En números absolutos, eso representa 12,3 millones de
brasileños despejados.

El auge del desempleo fue verificado en marzo de 2017, cuando el país contaba con
aproximadamente 14 millones de desempleados. El mes siguiente, abril, fue registrado una
pequeña caída en la tasa de desempleo. Si trata de la primera caída desde 2014. El
desempleo en abril, que fue de 13,6 por ciento, aún era considerado muy elevado.

Durante todo el período de crisis, se notó que, antes de la crisis, en febrero de 2014, había
6,6 millones de desempleados en el país. Ese número más que dobló desde entonces hasta
marzo de 2017, cuando se contabilizó 13,4 millones de personas sin trabajo.

Recuperación

Desde el impeachment de Dilma Rousseff y la consecuente llegada de Michel Temer al


poder, varias medidas, en su mayoría vistas como impopulares, fueron propuestas visando
la
recuperación de la economía del país. En el comienzo de 2017, ya había señales de
recuperación económica, pero se concuerda que el proceso sería muy largo y lento. Fue
propuesto, entre otras medidas:

 La PEC del Techo de los Gastos — propuesta de enmienda a la constitución, aprobada


en diciembre de 2016, que establece un límite para el crecimiento de los gastos del
Gobierno Federal por los próximos 20 años.
 Terciarización — proyecto, ya aprobado, que permite la terciarización del trabajo
también para actividades-fin.
 Reforma laboral — flexibiliza algunas leyes laborales, alterando la CLT.
 Reforma de la sanidad — establece criterios más rigurosos para la jubilación y sanidad,
estableciendo, entre otros puntos, una edad mínima para jubilarse.

En junio de 2017, fue divulgada la información que el PIB subió uno por ciento en el
primer trimestre del año. Fue el primer aumento del PIB, después de ocho caídas
consecutivas. El ministro de la hacienda, Henrique Meirelles, dijo que el país "salió de la
mayor recesión del siglo".Sin embargo, economistas alertan que el crecimiento del PIB
caracteriza sólo el fin de la "recesión técnica" y que aún es pronto para decretar que la crisis
acabó. El desempleo continúa alto y aún hay incertidumbres en cuanto al futuro de la
economía, especialmente después de escándalos políticos provocados por la delação de la
JBS que envuelven el presidente Temer.

7.7. CRISIS DE ESTADOS UNIDOS.

La crisis se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de Wall Street de
1929 (conocido como Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había
producido el Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.

La coyuntura del alza, denominada allí Big Bull Market, descansaba así sobre una base
sumamente frágil. Todo el sistema se derrumbó en octubre de 1929, y en pocos días —en
cuestión de horas, incluso— las cotizaciones perdieron todo cuanto habían ganado durante
meses o, mejor dicho, durante años. Los pequeños especuladores quedaron arruinados y
tuvieron que vender con enormes pérdidas, y al cundir el pánico los grandes capitalistas se
encontraron también con dificultades.

El 23 de octubre de 1929 las cotizaciones registraron una pérdida media de 18 a 20 puntos,


y pasaron de mano en mano unos seis millones de títulos; al día siguiente, nueva caída de
las cotizaciones, entre 20 y 30 puntos, e incluso de 30 a 40 para las grandes empresas.

En tan crítico momento, los primeros bancos del país y los corredores de bolsa más
destacados intentaron salvar los negocios y reunieron 240 millones de dólares para sostener
las cotizaciones mediante compras masivas, y en aquella sola jornada cambiaron de mano
trece millones de acciones.

Tan desesperada tentativa produjo sólo resultados de carácter momentáneo; el lunes 28 de


octubre, se produjo un nuevo descenso de 30 a 50 puntos, y al día siguiente -que pasó a la
historia con el nombre de "Martes Negro"- fue la jornada más sombría de Wall Street. El
pánico fue absoluto: en pocas horas, dieciséis millones y medio de acciones se vendieron
con pérdidas a un promedio del 40 por ciento.

Más tarde, en noviembre, cuando se habían calmado un poco los ánimos, las cotizaciones
habían descendido a la mitad desde el comienzo de la crisis de la bolsa, y no menos de
50.000 millones de dólares se habían desvanecido como el humo, con lo que quedaron en
evidencia la inseguridad y fragilidad de los sistemas financieros.

La quiebra de la Bolsa de Nueva York fue el momento más dramático de una crisis sin
precedentes; de todos modos, el derrumbamiento de Wall Street no fue el prólogo ni la
causa de la crisis económica mundial: fue sólo su más espectacular síntoma.

Los primeros indicios de recesión se dejaban sentir ya en los países productores de materias
primas, mientras Wall Street vivía aún en plena euforia, primer síntoma de la falta de
vigilancia y prevención de las situaciones cambiantes, por exceso de confianza. La
depresión tenía causas múltiples: tras un periodo de fuerte expansión, sobrevino una crisis
de coyuntura y adaptación, que podría decirse "normal", pero que estalló con violencia
inaudita. De todas formas aquella crisis "normal" hasta cierto punto, era asimismo
estructural, resultado de la guerra y sus funestas consecuencias, tales como la presión
fiscal, las deudas de guerra y las reparaciones alemanas.
La racionalización y las nuevas técnicas industriales y agrícolas contribuían igualmente a la
crisis. El aumento de producción por hora trabajada, sin aumentar la mano de obra, es
beneficioso para la industria, pero no en todas las circunstancias. Un ritmo de expansión
demasiado rápido acarrea dificultades de transición y adaptación. La racionalización del
trabajo suprime empleos, y los trabajos disponibles para otros sectores de la producción, al
haber desempleo, no pueden adaptarse siempre con suficiente rapidez; por tanto, este
problema de readaptación provoca, en la mayoría de los países, un bache importante apenas
transcurre el periodo de alta coyuntura. Aparte de ello, las dificultades internas y la
inestabilidad de la política mundial impedían entonces la elaboración de cualquier
planificación a largo plazo.

La quiebra estadounidense no fue en sus comienzos sino una quiebra de índole bolsística, el
brusco estallido y desmoronamiento de un mito creado por los especuladores; no obstante,
sus consecuencias fueron hondas y duraderas. Las personas arruinadas a causa del
derrumbamiento de la bolsa de valores limitaron sus gastos, los afortunados que todavía
disponían de algún capital quedaron atemorizados y se negaban a invertirlo de nuevo, y las
fuentes de crédito se agotaron. Las consecuencias de todo ello fueron fatales en general
para Europa y en particular para la economía alemana, que dependía casi por entero de los
préstamos de los Estados Unidos a corto plazo.

LA QUIEBRA DEL SISTEMA BANCARIO.

La inexistencia en Estados Unidos de un sector bancario fuerte de ámbito nacional y la


quiebra inicial de algunos bancos hizo que la crisis bancaria se extendiera por todo el país,
lo que multiplicó los efectos de la crisis. La Reserva Federal era la única que podía haber
evitado una caída en cadena de los bancos mediante concesión de liquidez de forma masiva
a los bancos, pero los gestores de la Reserva Federal, muy al contrario, redujeron la oferta
monetaria y subieron los tipos de interés, y provocaron una oleada masiva de quiebras
bancarias. Esta reducción de la oferta monetaria también provocó el inicio de un proceso
deflacionista y la reducción drástica del consumo y el comienzo de una intensa depresión.
EFECTOS DE LA CRISIS

La depresión subsiguiente fue la peor de la historia estadounidense. Durante al menos tres


años y medio todos los indicadores sociales y económicos reflejaron un progresivo
deterioro de la situación. En 1932 el producto interno bruto (PIB) había disminuido un 27
por ciento, y la producción industrial, un 50 por ciento. La inversión ni siquiera alcanzaba
para el mantenimiento de las instalaciones existentes. Bajo estas presiones, el sistema
bancario acabó por derrumbarse. En 1933, el desempleo llegó al 25 por ciento. Solo en
1940 se recobró el nivel de producción previo a 1929, y esto se debió al estallido de la II
Guerra Mundial. Durante los primeros años de la depresión, entre 1929 y 1932, el índice
general de precios en Estados Unidos disminuyó el 35,6 por ciento.9 Muchos economistas
piensan que este proceso de deflación fue responsable de la profundidad y duración de la
depresión, y también parece probable que esta prolongada deflación sólo fue posible por la
política del Sistema de Reserva Federal de disminuir la oferta monetaria.10

Reducción del PIB en Estados Unidos durante la depresión

Año Reducción del PIB (%)

1930 9,9

1931 7,7

1932 14,9

Instituto Universitario de Análisis Económico y Social. Universidad de Alcalá11

Los sectores más gravemente afectados por la depresión fueron la agricultura, la


producción de bienes de consumo y la industria pesada. Esto provocó que ciudades
como Detroit y Chicago, que dependían de la industria pesada, sufrieran la crisis con más
intensidad. A su vez, hubo ciudades dependientes de una sola industria que terminaron
totalmente arruinadas. En 1932, el nivel de actividad al que estaba funcionando la industria
era tan bajo que incluso una eventual demanda del mercado podía ser satisfecha sin
necesidad de inversión y sin recurrir a más mano de obra. De modo semejante, el sector de
la vivienda estaba también saturado de casas vacías cuyos propietarios no habían podido
hacer frente a las hipotecas. Sin embargo, lo que más se resintió fue la confianza de los
empresarios, quienes poseían grandes dudas sobre la utilidad de nuevas inversiones. El
hundimiento de la bolsa fue además una causa directa de la reducción de los beneficios
empresariales y destruyó el incentivo individual al ahorro, y se redujo así el volumen de los
recursos destinados a la inversión. El nivel extraordinariamente bajo de los ingresos
agrícolas fue decisivo y retardó considerablemente la recuperación. La agricultura fue el
sector más deprimido de la economía, y los productores habían disminuido sus ingresos en
un 70 por ciento. Gran parte de las cosechas no se vendían, y comenzaron a disminuir la
producción demasiado tarde. A su vez, como la gran mayoría de los pequeños agricultores
estaban endeudados, se veían forzados a vender sus productos o a perder sus propiedades.

El funcionamiento del sistema bancario estadounidense fue el factor individual que mayor
influencia tuvo sobre la profundidad alcanzada por la depresión. Los bancos se apoyaban en
unas pocas industrias locales y eran muy susceptibles a las retiradas de fondos. Al
producirse una corrida bancaria masiva, los ahorros se tornaron menores que los ingresos y
los bancos no podían prestar dinero. A su vez, las garantías, como las casas, contra las
cuales se habían vendido los préstamos eran invendibles. A pesar de la debilidad del
sistema bancario, su derrumbamiento pudo haberse evitado, pero el gobierno no hizo nada
para rescatar a los bancos. Es más, lo que se pensaba en ese entonces era que la depresión
suponía una purga que desembarazaría a la economía de sus aspectos menos eficientes, y
que las bancarrotas y los despidos eran parte necesaria de este proceso de retorno al
equilibrio.

LA DIFUSIÓN DE LA CRISIS.

La depresión estadounidense de la actividad económica fue acompañada por una reducción


adicional del préstamo hacia el extranjero y una fuerte contracción de la demanda de
importaciones. Esto produjo una gran reducción del flujo de dólares hacia Europa y el resto
del mundo. Dada la importancia de Estados Unidos en la economía mundial, el impacto de
su crisis sobre el resto del mundo fue fuerte; por eso se dice que Estados Unidos exportó su
crisis. Prácticamente todos los países padecieron declives tanto en la producción industrial
como en el PIB, y la URSS fue la principal excepción al estar aislada de los estragos
del capitalismo moderno. El siguiente cuadro muestra la caída de la renta y la producción
industrial entre el comienzo de la crisis en 1929 y 1932, año que marcó el momento de
mayor profundidad en el descenso de los indicadores económicos.

Producción industrial 1932


País PIB 1932 (1929 =100)
(1929=100%)

Austria 80 62

Francia 86 74

Alemania 77 61

Japón 101 -

Reino Unido 95 89

Italia 98 86

Países Bajos 93 84

España 97 84
Estados Unidos 73 62

Fuente:12

A principios de 1931, si bien persistía la deflación y la desocupación era alta, los países
más afectados eran los exportadores de materias primas, y varios de ellos debieron
abandonar el patrón oro. Sin embargo, con la quiebra del Credit Anstalt, el principal banco
de Austria, se produjo una fuga de capitales en Alemania, Gran Bretaña y en Estados
Unidos, quien decidió terminar con el patrón oro. Hacia finales de 1932, casi todos los
países del mundo lo habían hecho.

Alemania, logró una moratoria en el pago de las reparaciones de la deuda, pero igual
decidió aumentar las tasas de interés. Esto provocó una profundización en la caída de la
actividad económica y un incremento de la desocupación. La devaluación del marco fue
descartada por temor a la inflación. La alta desocupación creó un clima de conflictividad
social y política que allanó el camino a la llegada de Hitler al poder. Gran Bretaña, por su
parte, abandonó el sistema monetario tradicional dejando flotar la libra, esto produjo su
depreciación. Esto fue la demostración del liderazgo británico y permitió que la economía
británica se recuperara de forma razonable librada de las condiciones impuestas por una
moneda sobrevaluada y altas tasas de interés.

En poco tiempo se produjo la desorganización y la destrucción parcial de la maquinaria que


movía la economía internacional. Los países buscaron una salida individual a la crisis al
desaparecer la cooperación financiera. Esto produjo un deterioro de los términos de
intercambio y significó el descenso de los precios de las materias primas respecto a los
productos manufacturados. En un contexto de escasez de crédito, el resultado para los
países periféricos fue la pérdida de reservas y la depreciación del tipo de cambio. Los
países periféricos adoptaron dos tipos de políticas: las pasivas y las activas. La pasividad
fue el mantenimiento de la ortodoxia monetaria y cambiaría con respecto a los países
centrales, y fue realizado por países pequeños con alta dependencia del mercado como
Haití, Honduras y Panamá. Las políticas activas fueron modificar el tipo de cambio,
controlar las
importaciones, intervencionismo estatal e industrialización por sustitución de importación.
Estos fueron el caso de Argentina, Brasil y Uruguay.

EL HUNDIMIENTO DEL COMERCIO INTERNACIONAL.

Unos de los factores de propagación de la crisis fue el hundimiento brutal del comercio
internacional; que llegó a perder dos terceras partes del valor alcanzado en 1929. Este
descalabro del comercio trasladó los efectos de la crisis hasta aquellos países que tenían sus
economías abiertas al exterior.

El hundimiento del comercio internacional se prolongó durante mucho tiempo. En 1938 el


valor del comercio mundial se situaba todavía por debajo de la mitad del nivel del año
1929. La razón del mantenimiento de la caída fue la adopción generalizada de políticas
comerciales proteccionistas encabezadas por Estados Unidos y Gran Bretaña que
desencadenaron una guerra comercial que junto con la bajada de la demanda (economía)
demanda por la propia depresión redujo el comercio mundial. 13 Durante la década se
tomaron diversas medidas:

Control de cambios: diferentes formas de restricciones oficiales sobre las transacciones


privadas de divisas extranjeras. Los gobiernos exigieron de los exportadores las divisas
recibidas por sus ventas entregándoselas a los importadores como pago de sus compras, en
ambas operaciones el precio era fijado por el gobierno. Esto produjo aislamiento y
favoreció el desarrollo de las industrias internas al limitar la entrada de mercaderías.

Acuerdos bilaterales: buscaban el equilibrio entre las cuentas mutuas de dos países que
querían mantener alto el nivel de comercio sin movilizar oro ni divisas. Un ejemplo son los
acuerdos de compensación que consistía en una forma moderna de trueque en los cuales no
era necesario ningún tipo de movimiento monetario. Otro tipo de acuerdo bilateral era el
clearing, que consistía en abrir una cuenta en cada país a través de los cuales se efectuaban
los pagos por exportación e importación. Alemania fue uno de los que utilizó estos dos
tipos de acuerdos. Finalmente, los acuerdos de pagos, que se establecían entre países con
tipo de cambio fijo y países con controles de cambio, buscaban resolver los problemas de
deudas congeladas e intereses impagos de los últimos países. Fueron utilizados
preferentemente por Gran Bretaña.
Aranceles al comercio: las tarifas fueron el mayor obstáculo para el intercambio
internacional de bienes. Incluso Gran Bretaña, país con fuerte tradición liberal, aprobó una
ley de derechos de importación que imponía una tasa del 10% sobre todas las
importaciones fuera de la Commonwealth.

El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendiendo la idea de que era
necesaria la colaboración internacional para combatir la crisis comercial y financiera. Por
esta razón, se convocó a la Conferencia económica mundial en 1933. Pero como Estados
Unidos salió del patrón oro convirtiendo al dólar en una moneda fluctuante, la reunión se
clausuró sin ningún éxito.

Tres años más tarde, con el dólar estabilizado, se produjeron nuevos intentos de
cooperación internacional como el acuerdo tripartito entre Francia, Gran Bretaña y Estados
Unidos, con el objetivo de regular los tipos de cambio. Varios países hicieron acuerdos
regionales como el de la Cuenca del Danubio en el cual Hungría, Rumania, Bulgaria y
Yugoslavia concedieron preferencias arancelarias a sus productos. Pero el pacto más
famoso fue el realizado por los países de la Commonwealth en la Conferencia de Ottawa
celebrada en 1932, donde se acordó un sistema de preferencias mutuas para las
importaciones provenientes de los miembros de la comunidad.

7.8. CRISIS ACTUALES.

Las 7 crisis que explican el mundo que vivimos

La disrupción tecnológica
Este apartado requiere poca presentación. Lo avanzábamos en nuestro artículo sobre El
Datalítico.No obstante, debemos tener presente que la radical disrupción que representa la
transformación tecnológica actual se encuentra en el origen de todos los cambios. Esto ha
sido siempre así a lo largo de la Historia. Lo fue cuando el desarrollo de la agricultura
provocó el paso del Paleolítico al Neolítico. También estuvo
detrás del advenimiento de la Ilustración. Asimismo, es evidente que también tuvo mucho
que ver con la aparición y desarrollo de la sociedad industrial.
Actualmente, el avance tecnológico se está produciendo más rápidamente que nunca y está
provocando el advenimiento de un mundo exponencialmente más complejo. La
complejidad desencadena transformaciones profundas y repentinas. La transformación
tecnológica se encuentra, por tanto, en la base de todas las demás crisis que veremos a
continuación.

Crisis de las instituciones

La tecnología está modificando nuestras vidas. Los cambios de la anterior revolución


tecnológica – básicamente, la asociada a la segunda revolución industrial, el motor de
explosión y el despliegue de la electricidad – transformaron la vida de nuestros abuelos de
manera espectacular. Lo hicieron impactando físicamente en sus vidas.

Esta nueva tecnología que nos invade es menos visible, pero impacta en aspectos muy
sutiles de la Humanidad. Lo hace sobre la forma en que nos informamos o la forma en que
nos comunicamos, nos relacionamos e interactuamos. Cambia incluso la manera en que
sentimos y nos emocionamos. En definitiva, se altera nuestra propia interpretación del
mundo que vivimos.

Como consecuencia, se transforman los modelos de negocio y los mecanismos de relación


social. Finalmente, entran en crisis las instituciones sociales que heredamos de un mundo
completamente distinto y representaron los cimientos en los que se sustentó la convivencia
social durante mucho tiempo. El organismo social se tensiona y se acerca a un punto de
bifurcación.

Crisis del capitalismo

Una de las primeras instituciones que entra en crisis es el capitalismo. El capitalismo se


encuentra muriendo de éxito. Según los fundamentos de este modelo de división social del
trabajo, las rentas no consumidas se convierten en ahorro y nutren nuevas inversiones que
mejoran la eficiencia de los medios de producción. Todo ello provoca un círculo virtuoso
que incrementa el acceso de la población a nuevos y mejores bienes y servicios.

El actual incremento de la eficiencia está siendo exponencial por efecto del desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así como el de todas las
técnicas que se derivan de las mismas: entre otras, la nanotecnología, la robótica y la
inteligencia
artificial. Esto nos conduce a un nuevo escenario donde los precios se reducen de forma
progresiva, rápida e inexorablemente. Es un escenario, por decirlo de alguna manera,
estructuralmente deflacionista. Entramos en lo que Jeremy Rifkin denomina la sociedad de
coste marginal cero, donde las recetas propias del paradigma económico imperante ya no
resultan.
Crisis de identidad

Según algunos estudios, el 70% de los actuales alumnos de secundaria van a trabajar en
profesiones que aún no existen. Según otras versiones, el 60% de las ocupaciones que
tendremos dentro de 20 años (o menos) aún no han sido inventadas.

A esto debemos añadir que, ante un entorno incierto y cambiante, las personas deberán
habituarse a cambios continuos en su carrera profesional, siendo capaces de adaptarse a
diferentes ocupaciones, desempeños y profesiones a lo largo de su vida.

Como resultado de esta nueva realidad, las nuevas generaciones se enfrentan a un escenario
tremendo de pérdida de identidad. En efecto, la profesión ha sido tradicionalmente un
elemento esencial en la conformación del sentimiento de identidad individual. Al referirnos
a San José no decimos que trabajaba de carpintero; de él decimos que era carpintero.

Crisis intergeneracional

La incertidumbre que viven las nuevas generaciones da lugar a la siguiente crisis. Por
primera vez existe una generación que va a vivir peor que sus padres. Los avances
tecnológicos hacen la vida más fácil, pero los progenitores de las nuevas generaciones
tuvieron una vida más estable y un acceso más predecible a factores transcendentales como
una profesión o la formación de una familia.

La crisis de identidad, la incertidumbre y el peso de la deuda que recae sobre sus hombros,
lamina sus expectativas de futuro y provoca grandes dosis de frustración. Así es como brota
un sentimiento de rechazo de unas generaciones contra otras. En palabras de Gabriel
Masfurroll: “en todas partes hay una lucha entre la renovación y el establishment que
lógicamente se resiste a cambiar”.
Crisis moral
En el mundo actual la religión está en crisis. Desde el punto de vista del presente artículo,
poco importa si las creencias que sustentan nuestras religiones son ciertas o no. A los
efectos de lo que estamos analizando, la cuestión relevante es el impacto que tuvo en la
humanidad la emergencia de lo que Karl Jaspers vino a denominar el pensamiento axial.
Este fenómeno tuvo lugar hace dos mil años aproximadamente. El conjunto de religiones
surgido (más o menos) simultáneamente en distintos puntos del planeta, constituyeron los
fundamentos de los marcos de relación social, las normas de conducta y códigos de
comportamiento de todas las civilizaciones humanas. Sirvieron asimismo como aglutinante
de grupos humanos; elementos que vertebraban a las diferentes civilizaciones. De este
modo, grandes cantidades de personas eran capaces de movilizarse y comportarse de
manera colectivamente eficaz gracias a un acervo de símbolos y creencias compartidas que
les movían en una misma dirección.

El declive de las religiones nos trae algo más que una crisis de espiritualidad. Nos trae
profundas consecuencias desde el punto de vista de la evolución de nuestra civilización.

Crisis del dinero fiduciario


Existe otra institución heredada del Siglo XX que se encuentra atravesando una profunda
crisis. Me refiero al dinero fiduciario. Para los economistas de la Escuela Austríaca el
dinero fiduciario es, en realidad, un sustitutivo del dinero, en el sentido de que, lo que no
tiene valor de uso, no puede tener estrictamente la consideración de dinero real. El dinero
fiduciario no tiene una contrapartida real. Cuando creamos dinero artificialmente fijamos
como contrapartida una serie de compromisos futuros de pago. De este modo, la impresión
de dinero legal comporta la creación de deuda.

Siguiendo la ortodoxia del paradigma económico actual, los bancos centrales están tratando
de combatir la deflación para activar el crecimiento económico. Para ello crean cantidades
crecientes de dinero. Sin embargo, cometen un error de principio. Cierto, están tratando de
corregir un fenómeno de carácter tecnológico –la reducción de los costes provocada por el
incremento exponencial de la eficiencia– con medidas de política monetaria. Ese esfuerzo
es vano. No se puede compensar un efecto tecnológico estructural con un mecanismo de
una naturaleza completamente diferente. En el camino, se está generando una burbuja de
deuda que nunca se podrá devolver. El sistema colapsará. Cada nueva burbuja es mayor, su
efecto dura menos, tiene un impacto menor en el crecimiento económico y sus efectos
colaterales son mayores.

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