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La película inicia con un error del presidente de la República al decir que “los mexicanos
estamos dispuestos a hacer todos los trabajos sucios que ni los negros quieren hacer”.
Así pues, inicia una vez más la recuperación de la imagen y la popularidad del mandatario, esto
con la ayuda de TV MX, el monopolio de la Corporación Mexicana de Televisión, para desviar la
atención de los ciudadanos a este escándalo necesitan lo que ellos llaman la “caja china”, es
decir, un distractor para contrarrestar dicho alboroto, así la televisora da a conocer en su
noticiero estelar un vídeo que involucra al Gobernador Carmelo Vargas en crímenes y negocios
ilícitos.
Él a su vez preocupado por su futuro político, (pues quiere ser presidente de la República),
decide negociar una cantidad exorbitante con los dueños de la televisora precisamente para
limpiar su imagen pública, no solo en su estado o contra sus adversarios, sino que pretende que
en todo el país se le admire y se borre esa imagen falsa (según él), de corrupto y hasta inepto.
Necesitará la ayuda de un conductor de noticias, del reportero estrella y de todo su gabinete.
Ahora bien, a mi parecer la película muestra una clara utilización del marketing, pues necesitan
una investigación concisa, una planificación, pero sobre todo necesitan comunicar y hacer creer
a los ciudadanos que aquella figura pública atiende las demandas que se le confieren.
Si bien, cabe aclarar que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, pero tanto en
la película como en la vida real los funcionarios públicos se encuentran a la mira, de todo,
absolutamente todo lo que hacen y dicen.
Y en un país donde desgraciadamente sigue arraigado el dicho “el que no tranza no avanza” la
credibilidad de la clase política queda por los suelos, por ello los funcionarios necesitan de la
complicidad de los medios de comunicación.
En la página de dicha película el director nos da su opinión sobre qué circunstancias lo llevaron
a realizarla. Nos hace mención de que la televisión se le considera como “el cuarto poder”, pero
al igual que él, creó que esto va más allá, que incluso esté llega a superar a los otros poderes.
Si bien contamos con nuevos medios de información como son las redes sociales, la televisión
sigue siendo mayor en cuanto a usuarios se refiere y por lo tanto tiene una mayor influencia
sobre la opinión pública, pero las televisoras no sólo son poseedoras de la opinión pública, sino
inclusive de los medios de producción, pues cuentan con bancos, casas de bolsa, casinos,
laboratorios farmacéuticos, empresas de telefonía o Internet y no nos olvidemos de sus tan
famosas fundaciones, que no descarto la labor humanitaria que hacen pero a mi parecer lucran
con las necesidades de las personas, ya bien lo dijo la ONU en su recomendación de no apoyar
al teletón. Pero esa es otra historia que contar.
Debemos tratar de entender el cómo y él porqué de esta relación, la del poder político y los
medios de comunicación.
Es por ello por lo que los invito a reflexionar más allá de la calidad de los actores, de los
escenarios o de los momentos graciosos, la película nos muestra nuestra realidad, esa realidad
que trasciende de los acontecimientos buenos y bonitos, aquella que nos tratan de ocultar las
televisoras, hagamos una reflexión crítica.
Hasta aquí mi columna de la semana, en donde me despido con una invitación a ver “la dictadura
perfecta”, que lejos de disfrutarla analicemos los hechos presentados con nuestra sociedad
actual.