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El agua es la savia de nuestro mundo.

De la salud y la nutrición a la educación y las infraestructuras,


el agua es vital para todos los aspectos de la supervivencia y el bienestar humanos y para el
desarrollo económico y la prosperidad de cada país.

Pero gota a gota, este precioso recurso vital está siendo envenenado por la contaminación y
absorbido por una sobreexplotación insaciable, y se prevé que la demanda de agua supere a la
oferta en un 40 % al final de la década.

Mientras tanto, el cambio climático está causando estragos en el ciclo natural del agua. La
contaminación por gases de efecto invernadero sigue aumentando hasta niveles sin precedentes, lo
que está calentando peligrosamente el clima mundial. Este calentamiento agrava las catástrofes
relacionadas con el agua, los brotes de enfermedades, la escasez de agua y las sequías, al tiempo
que causa daños a las infraestructuras, la producción de alimentos y las cadenas de suministro.

El tema del Día Mundial del Agua de este año nos recuerda el costo de estos fracasos para los miles
de millones de personas que carecen de acceso a agua potable y saneamiento.

De cada 100 habitantes del planeta, 25 obtienen toda su agua de arroyos y estanques abiertos, o
pagan precios elevados para comprar agua de dudosa salubridad. Otros 22 hacen sus necesidades
al aire libre o utilizan letrinas sucias, peligrosas o deterioradas. Y 44 ven cómo sus aguas residuales
vuelven a la naturaleza sin haber sido tratadas, con los consiguientes efectos desastrosos para la
salud y el medio ambiente.

En resumen, el mundo está dramática y peligrosamente lejos de alcanzar nuestro objetivo de que
el agua y el saneamiento se gestionen de forma segura para todos de aquí a 2030.

El Día Mundial del Agua de este año nos recuerda nuestro papel individual y colectivo en la
protección y el uso y gestión sostenibles de este recurso vital para la humanidad en favor de las
generaciones presentes y futuras.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, que arranca coincidiendo con su día mundial,
es un momento crucial para que los Gobiernos nacionales, las autoridades locales y regionales, las
empresas, los científicos, la juventud, las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades unan
sus fuerzas y para que diseñen conjuntamente soluciones destinadas a obtener agua limpia y
saneamiento para todos e inviertan en ellas.

Mientras tanto, los Gobiernos, las empresas y los inversores, con el G20 a la cabeza, deben tomar
medidas mucho más audaces para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °

C. Debemos romper nuestra adicción a los combustibles fósiles y adoptar las energías renovables,
apoyando a los países en desarrollo a cada paso del camino.

No podemos perder ni un instante.

Hagamos de 2023 un año de transformación e inversión en la savia de la humanidad.

Actuemos para proteger, gestionar de forma sostenible y garantizar un acceso equitativo al agua
para todos.

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