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Gótico sureño

S. XIX y XX

John Steinbeck

John Steinbeck, nació en Salinas California, una zona fértil de excelente clima que
delimita al sur con el río del mismo nombre, al este con una zona montañosa, y al
oeste con el oceano pacífico. La ciudad se caracterizaba por la preponderancia de
granjas y ranchos en los que el autor norteamericano trabajó desde muy joven. En
la década de 1930 Steinbeck se formó como escritor creando historias cortas que
publicaba en revistas y periódicos locales. Esos primeros cuentos hablaban sobre
las bondades de la tierra, las particularidades de la geografía montañosa, y las
costumbres de los lugareños en esta especie de tierra prometida, el valle de Salinas.
Efectivamente, con estos cuentos el joven escritor se ganó la vida durante los
terribles años de la gran depresión económica. Todas las historias se ambientan en
su ciudad natal y cada personaje equivale a un microcosmos de la vida americana
en esos años tan difíciles. Hay que decir que esos relatos (posteriormente
compilados en un sólo libro) no muestran la destreza técnica que Steinbeck
desarrollaría en el futuro. Sin embargo en ese primer intento encontraremos al
menos un puñado de historias magníficas por las cuales vale la pena consultar las
doscientas páginas del volumen titulado, «El largo valle», un libro que puede leerse
en español gracias a la edición de Navona Editorial  traducida por José Luis
Piquero.
Los personajes de estos cuentos son simples granjeros, prósperos terratenientes,
jóvenes cuatreros y afrodescendientes oprimidos, quienes se enfrentan a la
adversidad social
Sin embargo, en «El largo valle» las verdaderas estrellas son seres especiales que
personifican una imagen literaria muy significativa: mujeres casadas que se dedican
a sembrar flores y a cuidar de sus jardines.
Estos personajes femeninos representan escenas inocentes que esconden una
sexualidad latente y una autoridad en potencia. Las mujeres de Steinbeck son
fuertes y liberadas protagonizando dos de los mejores cuentos de esta colección.
“Los crisantemos” es una breve y enigmática analogía sobre el deseo sexual
femenino (en esa época reprimido y supeditado a la voluntad del varón).
Naturalmente el tema se maneja de manera simbólica y con extrema sutileza, con el
fin de librar la censura y la crítica puritana.
Por su parte “La codorniz blanca” trata sobre una mujer de posición acomodada
que va perdiendo el juicio mientras se obsesiona con la perfección de su jardín
repleto de flores. Algunos especialistas dicen que las esposas de hombres muy ricos
son las mujeres más propensas a la depresión (más aún si ese marido les provee
todo lo que sus necesidades y caprichos le sugieran). Sea como fuere, el autor
muestra una gran sensibilidad para entender los sentimientos femeninos de quien
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vive en la opulencia de una llanura tan rica capaz de engendrar las flores más
vistosas de todo el país. Como es de suponer, la codorniz no es un personaje real
sino un símbolo del deterioro mental de la protagonista.
Ahora hablemos de los personajes masculinos: “Johnny el oso” se inscribe en esa
serie universal de cuentos que giran en torno a personajes raros de comportamiento
desquiciado. El curioso protagonista, tiene la facultad de acechar la intimidad de los
habitantes del pueblo, y para ello se vale de una prodigiosa memoria y una increíble
capacidad para imitar las voces ajenas. De esta manera los secretos quedan al
descubierto por su culpa. A pesar de la indudable inverosimilitud de la historia, este
cuento puede contarse entre los mejores del libro.
Otros cuentos notables son «El justiciero» y «La incursión», los cuales muestran
la cualidad social que caracterizaría al escritor en años posteriores. El primero de
ellos habla sobre los sentimientos de culpa de un hombre tras haber participado en
un infame linchamiento. El segundo, habla sobre un par de disidentes políticos que
a pesar de ser traicionados, no se corrompen y se mantienen extrañamente firmes
ante la represión.
Como ya mencionamos, «El largo valle» es un libro que muestra altibajos. Entre
los cuentos fallidos podemos mencionar «La huida», «La serpiente» y «El
asesinato», que por ser demasiado lineales y excesivamente descriptivos, carecen
de la sagacidad técnica que caracteriza a un buen escritor. Lo mismo podemos decir
de «Santa Katy virgen» un relato que ejerce una jocosa crítica a la religión
medieval, pero que se encuentra totalmente fuera de contexto.
Sin embargo, en este libro podremos apreciar una indiscutible obra maestra: «El
arnés», conmovedora historia sobre un hombre próspero, ampliamente respetado
por la sociedad de su entorno pero maniatado por su vida doméstica.
Este alto y fornido terrateniente usa un arnés debajo de sus ropas con el propósito
de corregir su postura y esconder su vientre. Y ese objeto sofocante es un símbolo
de la represión que sobre él ejerce su diminuta y enfermiza mujer. Vaya, este es el
Steinbeck de la introspección psicológica profunda y la fina sensibilidad humana
que todos conocemos.
En tiempos de depresión económica hasta el valle más fértil puede convertirse en
una sucursal del infierno. Con estos cuentos John Steinbeck descubre su voz
literaria; psicológicamente sutil y contundentemente social. En el imaginario de su
ciudad natal ocurre toda la dinámica del mundo americano, y sus cuentos (tanto los
bien logrados como los técnicamente deficientes) tienen cosas importantes que
decir prefigurando lo que grandes cuentistas americanos como John Cheever,
Raymond Carver y Alice Munro escribirían después.

La traducción de José Luis Piquero es muy buena, pero presenta algunas


anomalías en la captura del texto (principalmente en el último relato «Santa Katy
virgen»). Nada demasiado grave que evite disfrutar de nuestra lectura.
Cormac McCarthy es uno de esos escritores norteamericanos inaccesibles que
mantienen su historia personal bajo el velo del misterio. Sin embargo, este artículo
no pretende profundizar en los detalles de su frugal y retirada vida privada, sino
que se centra en algo más importante: su literatura.
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Su fama está claramente establecida. Se trata de un novelista recio en toda la
extensión de la palabra; arrollador, contundente. Su género es el gótico sureño y sus
temas favoritos son la violencia, la crueldad y la extravagancia.

Cormac McCarthy

McCarthy es un escritor violento nacido en uno de los países más violentos del
mundo: los Estados Unidos de América. Sus libros no son reconfortantes ni nos van
a ofrecer el rayo de luz que pudiera inspirarnos algún tipo de esperanza. Para él la
humanidad está condenada, y los hombres (es decir los varones) son esclavos de
sus instintos destructivos. Aún así, con un imaginario reducido a cuestiones
brutales y grotescas, este autor es considerado legítimo heredero de los grandes
novelistas norteamericanos como Herman Melville, Mark Twain y William
Faulkner. ¿cómo es esto posible?
Es posible, porque sus novelas son -a su manera- majestuosas. Pues dentro del
sinsentido de los hechos narrados, se esconde una advertencia, que nos hace
reflexionar sobre la inutilidad de los instintos destructivos que azotan al ser
humano. Además Cormac McCarthy no está haciendo apología de la violencia.
Sus obras literarias logran rebasar cualquier señalamiento de incorrección política.
La palabra es un instrumento de belleza artística, sin importar la dureza, o la
suavidad de los temas que se traten. Al final cada lector decidirá si le interesa o no
leer a Cormac McCarthy. No obstante, evaluar su literatura como mala,
simplemente por no ofrecer sosiego, no parece ser un criterio sensato.
Su prosa es compleja pero no pretenciosa. McCarthy se muestra proclive a escribir
párrafos largos, pero logra comunicar con efectividad gracias a sus sentencias
contundentes. Su caso es semejante al de José Saramago, puesto que desarrolla un
particular sentido de la puntuación. En muchos casos, nuestro escritor omite
deliberadamente las comas sustituyéndolas por conjunciones. Y su finalidad es
asegurarse de que su público lea atentamente, y con ritmo pausado.
Nuevamente reconocemos que la razón le asiste. En la actualidad, los lectores
exhibimos una prisa injustificada que nos lleva a intentar acelerar el proceso de
asimilación de los libros, cosa que siempre resulta contraproducente. En este blog
hemos insistido en que la lectura veloz es un recurso que nos ofrece muy poca
utilidad.
Leer literatura velozmente no tiene sentido; mucho menos al leer a un escritor
como Cormac McCarthy.
Al igual que todos los escritores sureños, McCarthy ha incluido en sus novelas el
elemento religioso tan presente en las comunidades del sur de los estados Unidos.
Resulta muy natural que estas novelas desarrollen una crítica al comportamiento
religioso, pero también se nutren de la influencia estrictamente literaria que
proporciona la biblia. De vez en cuando nuestro escritor expresará símbolos cuyo
origen proviene del antiguo testamento o del evangelio. El lector debe estar alerta
para captar la alegoría.

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Sin embargo, el elemento más importante en la literatura de McCarthy es el
paisaje, tal como lo hacía Edgar Alan Poe. Nuestro autor sobredimensiona las
cualidades del desierto convirtiéndolo en un vehículo más de su desolador mensaje.
Como sabemos, el sureste de los Estados Unidos se distingue por sus desiertos
áridos y hostiles, los cuales adquieren en estos libros una cualidad sobrenatural.
Aquí es conveniente hacer notar que el personaje «macartiano» también será un
ente estéril que no podrá ofrecernos más que remedos de vida.
Hay otro aspecto que debemos advertir: los diálogos de estas novelas se
caracterizan por una peculiar jerga sureña cargada de terminología hispano-
mexicana. Razón por la cual los traductores deben observar especial cuidado. Hasta
el momento sólo existe un grupo editorial que ha publicado sus obras (Rándom
House/Debolsillo). De manera que hemos de atenernos a la única traducción
disponible.

Ahora hablemos de sus novelas más importantes:


Desde instancias muy tempranas McCarthy dejó de escribir cuentos. Su obra se
prodiga casi por entero al género de la novela.
La primera obra importante, es “Hijo de Dios” en la que desarrolla (además de su
acostumbrada brutalidad) los temas del aislamiento y la perversión. Es común que
en estas historias los personajes sean seres marginados o individuos que por su
propia voluntad se apartan de la sociedad. En este caso, el infame protagonista de
«Hijo de Dios» intenta quebrantar todo lo que tenga que ver con el orden social,
creando una existencia infernal para él y para quién tenga la mala fortuna de
atravesarse por su camino.
Durante muchos años, la cultura del Oeste fue una de las más efectivas fuentes de
propaganda. Las historias de pioneros y cowboys llevadas a la pantalla, justificaban
las atrocidades cometidas por el régimen. En cambio, la novela “No es país para
viejos” cumple cabalmente con uno de los propósitos de la literatura gótica sureña:
desmentir el heroísmo y la valentía de los personajes del lejano oeste. En su lugar,
nos muestra el infame paso depredador del hombre blanco que mata y despoja de
sus tierras a los pueblos originarios.
Su obra maestra y también su novela más atroz, es “Meridiano de sangre“. Este
libro nos recuerda que para lograr la conquista del oeste, sacar adelante la gloriosa
guerra civil y anexarse los inmensos territorios del norte de México, se habrían
necesitado infamias corruptelas y sobre todo, matanzas terribles. El antagonista de
esta novela (el juez Holden) podría ser el personaje más terrorífico de la literatura
americana; una especie de demonio que colma de odio, maldad (y también de
filosofía) al resto de los personajes. Esta historia nos recuerda que la violencia es
un mal difícil de erradicar, porque es un mal sistémico. Es decir, alentado por los
poderes. El famoso crítico literario Harold Bloom en su ensayo titulado «Cómo
leer y porqué», dedica un capítulo completo a “Meridiano de sangre“. Con esto
podemos darnos una idea de la importancia de esta novela.

Y es que para McCarthy no existe el sueño americano.

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La frontera es tierra de nadie; el mal se anida con mayor facilidad en esa franja de
impunidad en la que ningún país se responsabiliza por impartir el orden. Uno de los
puntos estelares de la obra de McCarthy es la “Trilogía de la frontera» cuyo primer
volumen se titula “Todos los hermosos caballos“. Posiblemente ésta sea la novela
menos agresiva de nuestro autor y en la que por fin desarrolla un personaje
femenino de mayor profundidad. Aunque parezca increíble, aquí encontraremos
una historia de amor. Por supuesto, el resto de la trilogía será mucho más dura.
La gema perdida en la producción de nuestro autor es «Suttree«, novela que nos
ofrece mayores elementos autobiográfico, pues al igual que el renegado
protagonista Cornelius Suttree, nuestro autor vivió en la ciudad de Knoxville,
Tennessee en completa soledad, y durante una época económicamente muy crítica.
En esta historia podemos encontrar un inusual humor (por supuesto más negro que
colorido).

Finalmente comentemos su obra más popular: “La carretera” ganadora del premio
Pulitzer en el año 2007. Esta es la única de sus novelas que sugiere un punto de
vista más humanitario, y quizás por ello los lectores mas “duros” consideren este
libro como su obra más floja, mientras que el grueso del público la mencione como
su favorita. La historia no deja de ser terrible pues muestra un escenario
apocalíptico, pero destaca el sentimiento protector que todo progenitor bien nacido
experimenta con sus hijos. Cabe hacer notar que el objeto de esta tutela es un hijo
varón, por lo tanto todo sigue quedando entre hombres.

Como vemos, la ficción de McCarthy no debe recomendarse al público en general.


Se necesita de un estómago resistente y de cierta pericia lectora para asimilar su
agresividad y sus licencias estilísticas. Debido a sus temas sórdidos, la ausencia de
epifanías, y su original estilo modernista, debemos advertir que estas novelas están
diseñadas para satisfacer a los lectores más duros; aquellos que piensan que la
auténtica literatura debe consagrarse a los aspectos más negativos de la condición
humana. Sin embargo los lectores que decidan correr el riesgo descubrirán historias
grandiosas y espléndidamente narradas. Quizás tengan razón los críticos más
radicales, Quizás Leyendo a Cormac McCarthy descubriremos, que para llegar a
la luz es necesario pasar primero por la total oscuridad.

Erskine Caldwell

Este escritor norteamericano de extraño nombre y escasa fama en mi país, es en


realidad uno de los baluartes indiscutibles del gótico sureño, posiblemente el más
crudo y descarnado. Sus novelas más citadas (por controvertidas) son «El camino
del tabaco» y «La parcela de Dios», siendo además  reconocido por sus relatos
cortos. De esta última producción destaca el relato experimental «El sacrilegio de
Alan Kent», una obra difícil de clasificar, pero (para beneplácito de nosotros los
lectores) breve y fácil de leer.
Las peculiaridades de esta obra son muchas: por su extensión podríamos decir que
se trata de un cuento, pero por la estructura diríase que se trata de una novela corta.
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El texto se divide en tres partes y cada una de ellas se fragmenta en numerosos y
diminutos «capítulos» (por así decirlo). A su vez, cada «capítulo» contiene apenas
un microrrelato de unos cuantos renglones de extensión. Tan sólo la primera parte
puede abarcar treinta y siete episodios, pero estos abarcan sólo quince páginas. Esta
estructura tan curiosa implica un estilo minimalista en extremo, como si al narrador
le estuvieran arrancando la información a cuentagotas. No obstante, para alguien
acostumbrado a novelas extensas cargadas de información, la forma escueta de
escribir puede resultar novedosa y refrescante.
Lo deseable sería que estos microrrelatos enlazados fueran capaces de expresar
mucho más de lo que las palabras dicen a simple vista y Caldwell logra este
objetivo con creces, recurriendo a la metáfora, el símbolo y la poesía.
Generalmente leeremos cada episodio dos veces, para poder captar en toda su
dimensión lo que el escritor trata de decir y con ello poder saborear la lectura con
mayor placer.
De esta manera tan original, Caldwell enumera los sucesos que marcan la vida de
un vagabundo. El joven Alan Kent ha perdido su hogar y su sentido de
pertenencia, entonces trata de recuperarlos en el rostro de una mujer. Como cabe
esperar, la mayoría de sus vivencias son desgracias y frustraciones. Los
sentimientos más presentes en la obra son la pérdida y lo inalcanzable; todo esto
como alegoría de la época de la gran depresión (década del 30), cuando tanta gente
en el sureste de los Estados Unidos se vio despojada de su tierra, su nivel de vida y
su modo de vivir. Cabe mencionar que la novela no habla en absoluto de economía
ni política, sino que se limita a describir el mundo sórdido, seco, caluroso, violento
y socialmente descompuesto que surge a consecuencia de esta crisis.
Como único detalle negativo, el autor circunda peligrosamente en el tremendismo.
La presencia continua de sucesos violentos no ayuda a Caldwell a sacudirse su
reputación de escritor descarnado e iracundo. Sin embargo, su gran capacidad
expresiva y su habilidad para condensar palabras sin achicar las ideas, le otorgan
notable belleza literaria a la rudeza de sus historias. Este libro es una pequeña
muestra de literatura minimalista de excelente nivel, aunque al final, después de
tanto incidente, no nos queda claro ¿Cuál es exactamente el sacrilegio que cometió
Alan Kent? Buena pregunta.

Valoración: Bueno.
Año de publicación original: 1936.
País: Estados Unidos.
Género: Novela experimental / Microrrelatos.
Extensión: 8o páginas.
Dificultad de lectura: Poca dificultad.
Traducción: Muy buena (Navona)
Temas: Gran depresión económica / Desaraigo / Pobreza.
Autores con obras similares: William Faulkner, Flannery O’Connor.

Carson McCullers (mujer)

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Los lectores aficionados al «gótico sureño» pueden arribar a la literatura de Carson
McCullers con la seductora idea de encontrarse con un Faulkner en versión
femenina, desafortunadamente esta expectativa podría venirse abajo desde la
lectura de las primeras páginas de este libro. Si bien, la escritora estadounidense
puede recrear aquellos escenarios sureños con sus pueblos semiabandonados y sus
confundidos habitantes, su forma de narrar es mucho más sencilla. McCullers se
muestra bastante considerada con sus lectores, desarrollando temas previos y
preparando a su público antes de abordar cada escena, explicando las motivaciones
de cada personaje. En sus escritos puede encontrarse una suerte de encantadora
ingenuidad. En suma, su estilo tiene muy poco que ver con el del autor de “El ruido
y la furia”.
“La balada del café triste” contiene seis relatos cortos y como platillo principal, la
novela corta que da nombre al libro. Esta última, se ambienta en un insignificante
pueblo de Georgia; un lugar en el que “ni siquiera las nevadas se hacen presentes”.
La historia trata sobre un «triángulo no amoroso» entre personajes que parecen
totalmente incapaces de recibir afecto. A saber: una corpulenta y solitaria solterona;
un violento e hipersensible expresidiario, y un jorobado parlanchín sediento de
atención. Estos seres presas del temor, se arrastran, se atrincheran y se enfrentan
entre sí, dejando de lado cualquier rastro de dignidad. El desenlace resulta bastante
curioso en comparación con el resto del libro; lo mejor es el misterioso párrafo final
que se presta para un análisis profundo.
Da la impresión de que la escritora intenta adecuarse a la fórmula de la fábula o el
cuento de hadas, pero hablando de temas adultos. “La balada del café triste” nos
ofrece una idea del porqué no somos capaces de dar y recibir amor. Este
planteamiento bien pudo haberse desarrollado en un breve cuento, sin embargo
McCullers detallista y prolija, prefirió extenderse con 80 páginas. El resultado es
bueno, con indudables chispazos de genialidad, pero también con ciertas
deficiencias; creo que le faltó el estirón final que le permitiera pulir y concretar su
desarrollo argumental. Generalmente se piensa que una película tiene todo el
potencial para echar a perder un libro. En este caso, me parece que un buen cineasta
podría mejorar esta historia.
Usted, como entendido de la literatura, podrá cuestionar el realismo de esta
nouvelle, pues muchas de las situaciones narradas caen en la inverosimilitud.
Además, los personajes se comportan de manera estúpida e ignorante. Sin embargo,
pretender que la realidad no sea una contradicción constante y que los seres
humanos adolezcamos de imbecilidad, tampoco suena muy realista.
Por si fuera poco, el libro nos ofrece seis relatos cortos (algunos de ellos
magníficos) que en su mayor parte tratan sobre personajes peculiares,
incomprendidos, señalados o marginados por la sociedad; el sentimiento de estos
héroes bizarros es acallado por la incapacidad e insensibilidad de sus toscos
congéneres. En estos cuentos el elemento sureño es menos notorio. Por ejemplo:
“Wunderkind” es un cuento autobiográfico, sobre de la primera juventud de la
escritora, cuando pretendía ser pianista, “Madame Zilensky” habla sobre una
mentirosa compulsiva que sin embargo, no tiene ninguna maldad en su corazón,
mientras que “Un árbol, una roca, una nube” habla sobre la convincente filosofía
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del amor que desarrolla un patético y solitario bebedor de cerveza. Empero, los
momentos más brillantes del libro son “Un dilema doméstico” y “El transeúnte”,
cuentos que parecen adelantar ese estilo americano que John Cheever o Raymond
Carver desarrollarían en décadas posteriores. Estos son los relatos más “actuales”
y menos “góticos” que presenta el libro; no obstante, me parecen los mejores.
El luminoso cuento “El transeúnte” vale por todo el libro. Trata sobre un hombre
que tras cruzar el océano para asistir al funeral de su padre, se topa por casualidad
con su anterior esposa, quien le invita a cenar con su nueva familia. Ese encuentro a
todas luces incómodo, termina siendo una experiencia aleccionadora y gratificante.
Aquí podremos encontrar el elemento humano más impetuoso que nos ofrece esta
interesante colección de relatos. Creo que Carson McCullers fue una escritora que
supo captar la incomprensión, la soledad y el significado oculto de cada experiencia
humana.

Valoración: Bueno.
Año de publicación: 1943.
País: Estados Unidos.
Género: Novela costumbrista, gótico sureño.
Extensión: Breve,
Dificultad de lectura: Baja dificultad.
Traducción: Aceptable (Seix Barral/Austral)
Temas: Desamor, soledad, incomprensión.
Autores con obras similares: Flannery O’Connor, Eudora Welty.

«La balada del café triste» esta disponible en la editorial Austral y también en su
«hermana mayor» Seix Barral. Recomiendo evitar la edición «de bolsillo» de
Austral (Portada violeta) por ser un libro miniatura con tamaño de letra casi
ilegible.

Flannery O’Connor

De las “cuatro damas del sur” de la literatura norteamericana, quizás la que más
presencia haya logrado sea Flannery O’Connor, escritora nacida en Georgia en
1925 y cuya producción narrativa incluye dos novelas y treinta y dos relatos cortos.
Estos últimos son los que mayor popularidad han logrado entre los lectores de
habla hispana, pues la Editorial Debolsillo recientemente ha editado los volúmenes
de “Cuentos completos” y “Cuentos escogidos”, mientras que Editorial Nórdica ha
seleccionado el relato “La buena gente del campo” para formar parte de sus
peculiares ediciones en miniatura; libros que pese a su tamaño resultan muy
cómodos para leer.
Este relato publicado originalmente en 1955, se distingue por contener abundancia
de elementos autobiográficos; la escritora se identifica a plenitud con su personaje
–Joy “Hulga” Hopewell– quien “hereda” el temperamento insociable, introvertido
e ingenuo de su creadora, y también el conflicto de ser una mujer con ambiciones
intelectuales pero que (para su desgracia) vive en un ambiente rural. Lo que más
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llama la atención es la abismal diferencia entre el pensamiento oscuro y pragmático
de Hulga con la claridad anodina pero perfectamente funcional del resto de los
personajes. Me parece un gran acierto la manera en que la escritora representa la
resignación hermética y (a pesar de todo llena de fe) de la “buena gente del
campo”.
Sin embargo, la frase que da título al libro esconde una gran ironía, pues entre estos
obstinados hijos de Dios, existen peligrosas anomalías; la «no tan buena gente» que
ruin y aprovechada se esconde tras una piel de oveja antes de mostrar los dientes.
De todos los cuentos que he leído, éste es el que más veces enfatiza su título, pues
el dogma de “la buena gente del campo” acecha constantemente a los personajes y
amenaza con doblegar a nuestra protagonista.
El estilo, a diferencia de otros escritores sureños, es muy descriptivo y conciso. No
presenta los vacíos de información y la rudeza argumental típica del género. No
obstante, la psicología está perfectamente descrita, valiéndose de esa sensibilidad
femenina que sabe expresarse con sutileza incluso en los ambientes más sórdidos.
Por último, la traducción es buena, logrando una solución decorosa a los
barbarismos rurales utilizados por los personajes, dando por resultado una lectura
ágil y agradable. Si bien, el relato no es una obra perfecta (pues para ser un cuento,
creo que la autora se ocupa demasiado de los personajes secundarios), sin embargo,
demuestra el talento y la brillantez suficiente para estimular mi inquietud por leer
más de sus cuentos. Muy recomendable para quién ha leído a Truman Capote,
Alice Munro y Carson McCullers.

Valoración: Muy bueno.


Año de publicación original: 1955.
País: Estados Unidos.
Género: Gótico sureño.
Extensión: 72 páginas.
Dificultad de lectura: Fácil de leer.
Traducción: Muy buena (Nórdica)
Temas: Marginación / Religión / Relaciones humanas.
Autores con obras similares: Carson McCullers, Alice Munro.

Harper Lee (mujer)

Si en algún foro usted lee que «Matar un ruiseñor» es una novela sobrevaluada, le
aconsejo que desestime esa opinión. No todo lo popular es necesariamente malo.
De hecho, producir una obra literaria con alto nivel de calidad y que al mismo
tiempo llegue a ser tan universal, no es cosa corriente. Harper Lee, la escritora
norteamericana (amiga entrañable del mismísimo Truman Capote) creó una obra
maestra del gótico sureño, escrita con una sencillez admirable y una fluidez de
lectura que resulta ideal para quien desee iniciarse con este género. El libro fue
publicado en un momento histórico crucial (1960), un poco antes de que iniciara la
lucha por los derechos civiles, convirtiéndose en una obra artística de gran

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influencia para el avance del pensamiento contemporáneo (Tal como lo fue «La
cabaña del tío Tom» cien años antes).
Esta obra muestra dos cualidades especialmente notables: Primero,
su extraordinaria capacidad de organización novelística. La escritora desarrolla y
finiquita su trabajo sin dejar cabos sueltos, con un control absoluto del entramado
de su historia y del abanico de personajes. A juzgar por esta maestría académica,
«Matar a un ruiseñor» podría colocarse más cerca de los grandes escritores
europeos del siglo XIX (Flaubert, Dickens) que de las obras de los escritores
americanos de su época (Faulkner, Flannery O’Connor). El otro aspecto
sobresaliente es la rotunda y convincente radiografía de la sociedad de su tiempo,
enfatizando el aspecto de los prejuicios segregacionistas que caracterizaron al
herido y derrotado sur de los Estados Unidos. La visión crítica de la escritora no es
mordaz sino más bien apremiante; la escritora convence no por la virulencia de
señalamientos, sino por la gravedad de lo que apenas sugiere.
Para lograr esta sutil crítica persuasiva, la escritora recurre a los personajes
infantiles: La narradora Jean Louise Finch es una perspicaz niña que aprende de la
vida a través de las experiencias de su padre, el abogado Atticus Finch (el
verdadero protagonista de esta historia) y de su hermano Jeremy. Los sucesos
narrados corresponden a lo que estos niños pudieron ver e interpretar. Jean Louise
da cuenta de la mezquindad de las personas con un filtro de candorosa inocencia,
pues sólo con esa cualidad puede medirse la atrocidad de la injusticia. Su visión
infantil evidencia como los adultos nos hemos acostumbrado a la iniquidad de la
sociedad, solapándola con resignación.

Además de la segregación racial, los temas que aborda esta novela son: la ineficacia
del sistema educativo, las deficiencias de las leyes y la ruindad de ciertas personas
que viven a costa de la beneficencia del estado (Quizás la despectiva expresión
«basura blanca» se afianza a propósito del odioso y malvado personaje de Bob
Ewell). El tópico que mayormente llama la atención es ese concepto que
caracterizó a la colectividad sureña blanca por tanto tiempo: El abolengo.

Cuando en la guerra civil lo han perdido todo, cuando el enemigo ha humillado su


cultura y su forma de vida, dejándoles en condición paupérrima, lo único que queda
es imaginar un pasado noble y aferrarse a él. Todavía en el siglo XX muchos
sureños creían que proceder de una familia antigua era una señal de dignidad, y que
esa pertenencia familiar designaba irremediablemente las cualidades y defectos que
todos sus miembros habían de disfrutar o padecer. Casi todos los personajes
femeninos de esta novela giran entorno a este concepto de Abolengo, profiriendo
frases como: «Eso es tan típico de los Cunningham» o «Todos los Merrywheather
cojean del mismo pie». Por supuesto, con esta mentalidad prejuiciosa los más
desfavorecidos son los miembros de las comunidades negras, sobre quienes pesa la
presunción de criminalidad y el revanchismo.

Hablando de su estructura, la obra está dividida en dos partes de aproximadamente


doscientas páginas. La primera parte se asemeja a una novela de aventuras al estilo
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de Huckleberry Finn. Destaca el personaje de Boo Radley, un huraño que vive
encerrado en su casa. El capitulo final es extraordinario ya que convierte la
travesura infantil en una inesperada lección de vida; un pasaje luminoso que el
mismo Tolstoi no podría haber escrito mejor. La segunda parte es más social y
detectivesca, la escritora maneja la creciente expectación rematando con dos
estupendos desenlaces, cuál más interesante de los dos. Otro detalle muy
interesante es que, el conflicto principal (la injusta acusación hacia un hombre
negro) se maneja en la mayor parte del libro solo en el trasfondo. Esto permite que
la historia sea en su mayor parte agradable y con ciertos toques de humor. De usted
por descontadas dificultades; este es un libro muy fácil de leer.
«Matar a un ruiseñor» es una obra gratificante y educativa, pues combate de
manera eficaz los prejuicios y los estereotipos, producto de la ignorancia y el rencor
social. De manera muy acertada, Harper Lee toma parte en el debate histórico y
cultural de su tiempo. Si usted es un lector avanzado, tal vez deseará que la
narración no fuera tan transparente y tuviera más artificios. Sin embargo, también
reconocerá que se trata de una obra es de alto nivel literario. Un buen lector de
clásicos jamás debe subestimar una historia que trate sobre niños.
La traducción de Ediciones Zeta –aún con ciertas deficiencias- resulta aceptable.

Valoración: Excelente.
Año de publicación original: 1961.
País: Estados unidos.
Género: Gótico sureño, novela de aventuras, realismo social
Extensión: 410 páginas.
Dificultad de lectura: Fácil de leer,
Traducción: Aceptable.
Temas: Segregación, racismo, abolengo, justicia.
Autores con obras similares: Harriett Stowe, Mark Twain, Carson McCullers.

John Fante

Tal como sus personajes, John Fante fue un humilde gladiador anónimo, al que no
le fue dado el reconocimiento que realmente merecía. Fue hasta el final de su vida -
cuando Bukowski lo citó como su principal influencia- que el gran público conoció
sus libros. Con esta referencia, uno supondría que novelas como «Espera a la
primavera, Bandini» debieran considerarse como antecedentes del Realismo Sucio.
Sin embargo, el estilo de Fante no me parece tan desaseado, sino más bien
dramático, honesto y especialmente intenso. La impresión que me llevo es la de
encontrarme con un estupendo escritor, capaz de transmitir emoción a raudales; al
leer puedes sentir la rabia, la impotencia y el drama a flor de piel. No cabe duda de
que Fante sabía transmitir.
Esta es una excelente novela para comprender la psicología de la pobreza: Los
Bandini son una familia de inmigrantes italianos que vien en Colorado, E.U.
durante la época de la gran depresión económica. Sus miembros constantemente
manifiestan los estragos del orgullo herido, ya sea por las deudas, por las carencias
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o por los prejuicios. La familia anhela obtener un poco más de dinero, pero cuando
por fin llega, viene acompañado de contrariedades y desgracias. Además, los
Bandini confunden la vergüenza con la dignidad, pues prefieren soportar el frío y
las privaciones, antes de aceptar la ayuda de sus semejantes. Para ellos es preferible
que el clan se rompa o se pudra en la pobreza, con tal de que uno de ellos pueda
vivir (aunque sea por unos días) en un mundo diferente; un lugar americano,
refinado y próspero.
El libro narra una profunda crisis familiar en pleno invierno. La estrechez
económica es tan sólo una de las contrariedades que la familia debe afrontar. Los
personajes pasan una navidad y año nuevo frustrantes y sólo cuando la naturaleza
empieza a despuntar por debajo de la nieve, es cuando empieza a recomponerse el
atribulado universo de los Bandini. Quizás esta sea la historia más anti-navideña
que haya leído.
El protagonista es Arturo, el hijo mayor con catorce años cumplidos, quien
enfrenta la desconfianza de lugareños, por su apellido y su aspecto humilde. Sus
pantalones remendados, sus cabellos desordenados y su obsesión por jugar béisbol
en pleno invierno, no ayudan mucho para que pueda sentirse aceptado. Los
extranjeros son vistos con recelo, especialmente en épocas de crisis. Si a los
oriundos de Oklahoma que emigraban a california se les conocía con el
discriminatorio mote de oakies, a los talianos se les senalaba con el  apelativo de
«macarronis».
La religión católica que por su origen profesan los Bandini, se torna un elemento
agobiante que llena de angustia el mundo interior del protagonista. Fante describe
con desparpajo el mecanismo moral al que se somete Arturo y sus pequeños
hermanos cuando cometen (o creen cometer) un pecado; la religión hace más
pesadas sus vidas. En cambio, esas demandantes creencias proporcionan una tabla
de salvación para su madre, que aferrada a su rosario encuentra en su religión el
único consuelo para proseguir con su vida.
La novela es muy fácil de leer pues el estilo de John Fante es muy conciso.
Através de diez no tan extensos capítulos, el autor narra cualquier cantidad de
escenas sobrecogedoras. El tiempo es lineal y el narrador en tercera persona. No
hay artificios ni innovaciones estilísticas, excepto en el capítulo ocho que trata
sobre hechos a posteriori y en donde el narrador se dirige a un personaje en
especial (a la madre) con el fin de justificar al padre de Arturo. Quizás esta sea la
única falla que puediera tener esta magnífica obra: el punto de vista parece ser
demasiado masculino. En efecto, algunas mujeres son dotadas de una maldad
desproporcionada; especialmente el personaje de la suegra, demasiado grotesco y
perverso, totalmente folletinesco.
Sin embargo, el resultado final es el de una espléndida novela, que hurga de manera
simple en las profundidades de la psicología humana, recreando el drama intenso
(por momentos tragicómico) de la caída del sueño americano. Es posible que esta
novela se asemeje más a las obras de Dickens o Steinbeck que a las de Bukowski.
Sin embargo, la crudeza de los hechos y el sentimiento de veracidad que el autor
transmite, le colocan en la antesala del realismo moderno. Super recomendable.

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Valoración: Excelente.
Título(s): Espera a la primavera Bandini.
Año de publicación: 1938.
País: Estados Unidos.
Género: Novela realista, realismo americano.
Extensión: Media.
Dificultad de lectura: Muy fácil de leer.
Temas: Gran depresión, pobreza, familia.
Autores con obras similares: John Steinbeck, Truman Capote.

«Espera a la primavera, Bandidni» es el primer volumen de la saga de Arturo


Bandini. Fue editado por Editorial Anagrama. Para nosotros los lectores
latinoamericanos, la traducción peca de ser excesivamente «española»,
especialmente cuando el autor utiliza el lenguaje callejero (gilipollas, capullo,
gamberro). Salvo este detalle, la lectura es muy rápida y placentera.

Truman Capote

Vaya relato maravilloso. Truman Capote fue un extraordinario escritor de


cuentos, especialmente conmovedores cuando hablan sobre su niñez, el paso a la
adolescencia y en general, sobre los infortunios de la juventud. Sus personajes son
tan bien trazados que verdaderamente cobran vida y se quedan en la memoria del
lector. En esta oportunidad, el escritor norteamericano construyó una convincente
idealización del personaje femenino en plena infancia.
Lily Jane Bobbit es la «estrella» de este cuento; una niña bonita, ingenuamente
sofisticada y talentosa, que posee un carácter bastante maduro para su tierna edad.
Sus rasgos de astucia, sensibilidad y hasta de viril decisión, le convierten en una
clara idealización y hasta una especie de falsa divinidad (su pequeño pero brillante
discurso sobre dios y el diablo es posiblemente la pincelada más interesante del
relato). A pesar de sus numerosas cualidades, el personaje no pierde fuerza ni
humanidad al mostrar también sus rasgos excéntricos.
Siendo la chica nueva en un sombrío pueblo de Alabama, la cosmopolita Señorita
Bobbit goza de la admiración de los niños y el recelo de las niñas. Sin embargo, ella
no parece contrariarse ni modificar en lo más mínimo sus ideas y aspiraciones.
Estas ternuras y maldades de los niños, así como las incidencias en un entorno
miserable y arcaico, capturarán la atención del lector, que podría asociar este
cuento con las mejores narraciones de Mark Twain o Nathaniel  Hawthorne,
aunque tenga un tratamiento más moderno y directo.
Si en otros relatos Capote había utilizado la narración en primera persona y un
alter ego como personaje principal, ahora ha echado mano de un narrador más
convencional que aún siendo un personaje de la historia, la mayoría del tiempo se
encuentra al margen. El rasgo notable de ese narrador es que también cuenta con el
punto de vista de un niño que advierte las incoherencias del comportamiento de los
adultos y concede el justo valor a las motivaciones de los infantes.

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El tono aniñado del relato no significa que «Niños en su cumpleaños» sea un
cuento «rosa» ni mucho menos. En realidad es una gran tragedia que no obstante,
carece del sabor calamitoso de otros escritores norteamericanos. Usted puede estar
tranquilo, éste no es un melodramático ni tremendista, sino simplemente una
historia que se limita a delinear la condición humana.
La lectura es tan rápida que puede cumplirse en un santiamén y el lector termina
deseando que pudiera durar un poco más. Cuando un texto literario escrito
originalmente en lengua extranjera goza de estas caracteristicas de fluidez y
claridad, debe reconocerse el indiscutible mérito del traductor, quién resultó ser el
escritor y conferencista mexicano Juan Villoro. Con eso todo esta dicho.

Valoración: Excelente.
Título(s): Niños en su cumpleaños.
Año de publicación: 1948.
País: Estados Unidos.
Género: Cuento costumbrista, gótico sureño.
Extensión: Breve.
Dificultad de lectura: Baja dificultad.
Traducción: Excelente (Juan Villoro).
Temas: Preadolescencia, subdesarrollo, candidez.
Autores con obras similares: Mark Twain, Eudora Welty, Carson McCullers.

William Faulkner

Este cuento puede encontrarse en Nórdica libros, o en su defecto, en la colección


de «Cuentos completos de Truman Capote» de Editorial Anagrama. Ambas con la
misma y afortunada traducción.
La leyenda dice que al momento de escribir “Santuario” William Faulkner
sacrificó su estilo experimental, con el objeto de producir una novela más sencilla
que le permitiera ganar mayor cantidad de dinero. Pues bien, después de leerla
puedo afirmar que esa consideración no es del todo correcta. Si bien le hizo ganar
popularidad gracias a los temas escabrosos que aborda y la intensidad oscura de
muchos de sus pasajes, la verdad es que el autor norteamericano continuó
narrando con la complejidad que le caracterizaba. Con «Santuario» Faulkner no
ofreció concesiones ni comprometió su integridad artística. Por el contrario, se
tornó más agresivo escribiendo una novela “negra” en toda la extensión de la
palabra.
Comercialmente hablando, la novela negra tiene una ventaja sobre el resto de los
géneros, pues debido a la temática natural de este tipo de obras, ofrece un medio
más propenso para la explotación del morbo. Y precisamente eso fue lo que hizo
nuestro escritor: ganar atención por medio de los detalles perturbadores. De esta
manera, impulsó al gran público a interesarse por una obra tan sofisticadamente
narrada, que de otro modo jamás leería. Efectivamente, este es el tipo de novela que
al principio trataremos de evitar pero que terminaremos leyendo. Y desearemos
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llegar hasta el final, a pesar de lo desconsoladora que pudiera resultar la historia y a
pesar de las dificultades del estilo del autor.
Las novelas de Faulkner ostentan un narrador demasiado astuto (o más bien un
«anti-narrador») que deliberadamente deja vacíos de información. Su misión es la
de crear dudas e incertidumbre para motivar la expectación. En efecto, la técnica
narrativa podría calificarse de «indirecta», pues parece estar invertida. Primero
aborda los hechos omitiendo las motivaciones de los protagonistas, y después
vendrán las explicaciones; pero no por medio del narrador sino por boca de los
mismos personajes. El contexto de la historia no se describe sino que se va
deduciendo. Aunque al principio el lector no logre «atar cabos», no deberá
impacientarse, pues cuando menos lo espere empezarán a llegar las claves.
Además, en «Santuario» el tiempo está meticulosamente fragmentado; avanza y
retrocede según las exigencias de la estructura narrativa. El autor sureño reta a su
público a imaginar escenarios alternativos y a formular nuevos puntos de vista, para
así resolver el rompecabezas que le es planteado. Pese a la complejidad de todos
estos artificios, la propuesta es brillante. Hay que ver lo interesante que puede ser la
descripción faulkneriana de un accidente automovilístico, o de una intoxicación
alcohólica. Simplemente genial. Otra característica digna de ser mencionada es el
dinamismo de la prosa. Los sucesos pasan vertiginosamente frente a lector sin
formalismos ni advertencias, los vuelcos en la trama son constantes y los diálogos
no necesariamente están destacados con guiones o comillas. Por lo tanto, la lectura
de «Santuario» debe ser lenta y minuciosa.

En cuanto al argumento, la novela se ubica en el ficticio condado de


Yoknapatawpha Mississippi, durante la época de la prohibición. Allí cobra vida a
un traficante de licor acusado de asesinato, el cual es secundado por el corrupto
abogado Horace Benbow y el feroz delincuente conocido como Popeye. La
antagonista es una chica irónicamente llamada Temple, quien al ser hija de un
encumbrado juez no tendría ninguna necesidad de involucrase en estos ambientes.
Sin embargo, su malsano gusto por el peligro la llevará a conocer la destilería del
traficante, lugar en donde se desatará una serie de infamias en las que todos se
verán afectados.
Los temas que aborda son muy incómodos: el contrabando, la corrupción, el abuso,
la violación y la impotencia sexual. Para colmo (y tal como sucede en las
sociedades fallidas) el imperio de la ley es una simulación, y se aplica más por
mojigatería que por cumplir la obligación de ejercer verdadera justicia. El autor
resalta el cinismo de una sociedad que en su pasividad justifica a los malvados y
abandona a las víctimas. En suma, el pretendido «santuario» es en realidad un
museo de esperpentos; un microcosmos infernal, que en este caso representa al sur
de los Estados Unidos durante la gran depresión. Pero bien podría ser el Medellín
de los años ochenta, o algunas ciudades de México en el siglo XXI. Todo mundo
habla sobre la sofisticación y la complejidad narrativa de Faulkner, pero poca
gente destaca otra de sus enormes cualidades: su punzante y oportuna crítica social.
En esta novela negra la innovación artística se muestra incuestionable, pues ostenta
la complejidad, la audacia y la lucidez de un escritor iconoclasta. Es bien sabido
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que Faukner no menosprecia a su lector, pues lo considera lo suficientemente
inteligente para descifrar sus laberintos. Con su original forma de narrar estimulará
su inteligencia; aún cuando «Santuario» sea una historia tan sórdida, y aún cuando
su popularidad haya sido obtenida más por el morbo que por la apreciación del
genio literario de su autor.

Valoración: Muy bueno.


Título(s): Santuario.
Año de publicación: 1931.
País: Estados Unidos.
Género: Novela negra. Gótico sureño
Extensión: Extenso.
Dificultad de lectura: Dificultad media y alta.
Referencias: Época de la prohibición. Gran depresión. Estado fallido.
Autores similares: Cormac McCarthy.

La única traducción disponible es la de José Luis López Muñoz (Alfaguara /


Debolsillo) y por desgracia no puede considerarse definitiva. Faulkner puede
quedarle grande a cualquier traductor. Ojalá que muy pronto un nuevo filólogo
retome el proyecto tan demandante de traducir estas obras literarias.

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