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Aziraphale se fue, y dejó al demonio solo en la tierra sin saber que hacer, para
Crowley era como el fin de su mundo, porque jamás se habría imaginado que todo lo
que había hecho se le fuera de las manos en cuestión de segundos. . . Una vez ya
había perdido a su mejor amigo, pero regreso, y no fue porque él quisiera, pero
ahora . . . Él se fue porque quiso, o eso creía el demonio, y eso le partía el
corazón totalmente, se sentía destrozado, jamás se habia sentido así.

Condujo a su antiguo departamento, Shax ya no estaba ahí, así que entro y vio todo,
sintió un vacío en su interior al ver el lugar donde antes vivía, estaba vacío,
bajo sus plantas y las cosas que tenía en su Bentley, las medio acomodo y mientras
ponía a sus plantas en su lugar, no pudo evitar sentir sus mejillas mojadas, soltó
las macetas con cuidado, se recargo en una pared, se quitó las gafas y las dejo
tiradas por ahí, se dejó caer al suelo mientras cubría su rostro con sus manos, su
pecho subía y bajaba con rapidez, dejando salir algunos jadeos, los cuales fueron
haciéndose más y más rápidos y fuertes, terminando en un grito desesperado y
desgarrador, el ángel no salía de su cabeza, sentía ese horrible sentimiento que
tenía siglos no sentía, ese sentimiento que el ángel le había ayudado a olvidar,
ese sentimiento que tanto odiaba . . . Soledad, se sentía realmente solo,
abandonado, y también traicionado, él había renunciado a todo por quedarse con
Aziraphale, y él a la más mínima oportunidad de irse al cielo con ese idiota de
Megatron . . . Lo dejo . . . Lo dejo solo, después de tanto . . . Lo abandonó, o
así lo sentía él . . .

El llanto siguió y siguió hasta que los ojos de Crowley dolieron y parecían
inyectados de sangre, pero él no tenía fuerzas para levantarse, puso sus rodillas
contra su pecho y las abrazo, cerrando los ojos y suspirando. Pasaron horas,
minutos, segundos, él no sabía, solo se levantó y fue a su cama, la cual gracias a
Satán tenía sábanas, se quitó los zapatos de manera tan lenta que sus movimientos
parecían llenos de pereza, dejo por ahí su chaqueta, se puso algo de ropa cómoda y
se metió entre las sábanas, acomodándose un poco y cerrando los ojos . . .
Preparándose para una de las siestas más largas de toda su vida . . .

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