Está en la página 1de 5

13/4/2021 Amor, lujo y buena conciencia | Cultura | EL PAÍS

CULTURA
AVANCE Consulte la portada de EL PAÍS, Edición Nacional, del 14 de abril  »

Te quedan 8 artículos SUSCRÍBETE


gratis este mes

PENSAMIENTO

Amor, lujo y buena conciencia


El mal ejemplo nos absuelve mientras que el bueno nos obliga a
responder de nuestra vida, nos señala con el dedo acusador y nos
condena
JAVIER GOMÁ LANZÓN

24 MAR 2012 - 08:36 EDT

Casarse por dinero es una ordinariez. Pero casarse por amor sincero con alguien que
tiene mucho dinero es toda una fortuna (una palabra que significa tanto buena
suerte como vasto patrimonio). Hay un ardid para granjearse esos dos bienes sin
renunciar a ninguno, el que usan los padres ambiciosos con retoños casaderos:
conseguir que éstos, desde la infancia, se rodeen sólo de personas muy ricas porque
al final el tiempo hará su trabajo y el rapaz acabará enamorándose perdidamente de
alguien perteneciente a su exclusivo círculo. Y entonces, ¡eureka!, los dos
significados de la mencionada palabra venturosamente se alían, la buena suerte del
amor y de la prosperidad en un mismo golpe de fortuna. Ya no te casas por dinero
sino por sentimiento y además mantienes incólume tu conciencia, que ya se sabe
que no tiene precio, aunque sí mucho valor.

Rodearse de personas ricas puede servir para casarte con una de


ellas, pero rodearte de personas virtuosas genera gran cantidad
de problemas

https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332333677_183424.html 1/5
13/4/2021 Amor, lujo y buena conciencia | Cultura | EL PAÍS

Realmente no hay placer más exquisito que el de una buena conciencia: los hombres
virtuosos, los santos de la historia, son sólo un hatajo de sibaritas. Pero, ay, esos
gozos morales son difíciles de conseguir. Y ahora quizá esperéis el socorrido sermón
sobre el esfuerzo que en esta vida es necesario realizar para elevarse a los bienes
más altos o sobre cómo la ausencia de esas cualidades en nuestra extraviada
juventud nos aboca a la actual mediocridad ambiente. Nada de eso. En mi opinión, el
mayor obstáculo para disfrutar de una buena conciencia se halla en los demás. Los
otros son el estorbo.

Rodearse de personas ricas puede servir para casarte con una de ellas, pero
rodearte de personas virtuosas genera gran cantidad de problemas. Por eso resulta
más cómodo, más reconfortante y más tranquilizador contemplar en nuestro
entorno ejemplos de conductas vulgares. ¿Por qué tienen tanto éxito los realities
shows? Porque el espectáculo de esa mediocridad moral, de esas vidas rotas y
deformadas, produce sobre nuestro ánimo un efecto sedante. ¡Qué horror!, nos
decimos mientras apagamos la tele, y a continuación nos metemos en la cama
acunados por el sentimiento de nuestra superioridad moral. El escándalo que nos
suscitan las noticias sobre la corrupción de los políticos queda parcialmente
compensado por cierta sensación de autocomplacencia: son unos golfos,
murmuramos con desprecio como quien mira el mundo a sus pies. Un compañero
de trabajo negligente; un cuñado machista y desagradable; un vecino polémico o
ruidoso; un amigo arruinado por su imprudencia: todo esto constituye un universo
gratificante porque rehabilita ante los demás mi desmedrada imagen y en todo caso
me dignifica coram populo por cuanto muestra una variedad de comportamientos
reprochables que están ahí delante, próximos y posibles, y que yo, honesto sin
alharacas, me abstengo de realizar.

Las perspectivas se presentan mucho más sombrías, como nubes espesas y


amenazantes, si, por desgracia, nuestro entorno se compone de dechados de virtud:
un colega que destaca en su profesión; un cuñado cariñoso y servicial; un vecino
cívico que separa la basura en tres coloridas bolsas; un amigo modélico, ponderado
por todos. Este otro universo nos perturba, debilita nuestra posición en el mundo y
hace nacer en nuestro interior el gusano de la mala conciencia. En efecto, el buen
ejemplo nos interpela y nos obliga a responder de nuestra vida: ¿por qué no practico

https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332333677_183424.html 2/5
13/4/2021 Amor, lujo y buena conciencia | Cultura | EL PAÍS

yo ese ejemplo si está visto que es bueno y además posible, como constata
precisamente ese precedente? Si uno como yo es justo, ecuánime, leal, ¿por qué no
lo soy yo?; si otro es solidario, humanitario o compasivo, ¿qué me impide serlo a mí
también?; si un tercero exhibe bonhomía y urbanidad, ¿dónde queda mi barbarie?
Definitivamente, el mal ejemplo nos absuelve mientras que el bueno nos señala con
el dedo acusador y nos condena.

Supongamos el siguiente caso absolutamente hipotético. Vamos a cenar a casa de


unos amigos y, en el trayecto, con tacto pero con precisión quirúrgica mi mujer
señala a mi atención algunas notorias deficiencias en el cumplimiento estricto de
mis responsabilidades familiares: no es que no sepa cocinar, es que no asisto a las
reuniones que convoca el colegio de los niños, no me levanto por las noches para dar
el biberón al recién nacido, no llevo al otro a su partido de fútbol, soy un pésimo
anfitrión, me paso todo el día con gesto ausente leyendo o sentado delante del
ordenador (insisto en el carácter hipotético del caso). En el coche esbozo una
defensa pero al llegar a casa de nuestros amigos mi mala suerte quiere que el
marido, maestro cocinero, nos reciba sonriente enfundado en un delantal y nos
informe de que se ha divertido mucho esta tarde preparándonos la cena. Mientras
devoramos los deliciosos platos, Marta, su mujer —que no ha tenido necesidad de
moverse del sofá en toda la noche—, nos comenta, orgullosa, la prenda que es
Felipe: padre abnegado que se desvive por sus hijos, marido atento y tierno, yerno
intachable, etcétera. Lector amigo, ¿cuál crees que será el tema probable de
conversación entre mi mujer y yo en el trayecto de vuelta? Acorralado en la
discusión subsiguiente, sólo dispongo de tres salidas. La primera, hacer votos de
reformar mi anterior vida y emular en adelante el fastidioso modelo encarnado en
Felipe. Pero como esto comporta un gran coste personal lo más frecuente es optar
por las otras dos. O bien decir: “Felipe puede permitirse actuar así porque está en
paro, mientras que a mí se me acumula el trabajo en la oficina”, esto es, la regla
moral encerrada en su ejemplo no me es aplicable; o, si esto no funciona, apretar el
botón nuclear: “Supongo que sabes que Felipe le pone los cuernos a Marta”, en
otras palabras, intentar el desprestigio del ejemplo positivo para que deje de ser
vinculante.

https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332333677_183424.html 3/5
13/4/2021 Amor, lujo y buena conciencia | Cultura | EL PAÍS

Pero este recurso acaba dejando un poso de resentimiento, la dichosa mala


conciencia. Por eso mi consejo es: cásate por amor con alguien rico y luego rodéate
de pésimos ejemplos, y así disfrutarás confortablemente de tu buena fortuna
bendecido por una conciencia siempre limpia. O

ARCHIVADO EN:

Opinión · Familia · Cultura · Sociedad

N E W SL E TTE R
Recibe la mejor información en tu
bandeja de entrada

CONTENIDO PATROCINADO

[Fotos] A los 27, aquí está [Fotos] Este es el [Fotos] ¿Recuerdas a Los
el coche que conduce patrimonio neto de Harry y Picapiedras? Quizás nunca
Yalitza Aparicio Meghan hoy te diste cuenta de esto

(LOCK OF HEARTS) (WITTY REPORTER) (LIFESTYLE LATINO)

Y ADEMÁS...

https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332333677_183424.html 4/5
13/4/2021 Amor, lujo y buena conciencia | Cultura | EL PAÍS

Cristina Pedroche se viste 'Chuchi' consigue la tercera "La mayor ola de mi vida en
de Cupido para el estreno repetición de Charlotte 8B+ Nazaré y quién sabe si
de 'Love Island' nuevo récord del mundo"

(AS.COM) (AS.COM) (AS.COM)

© EDICIONES EL PAÍS S.L.


Contacto Venta de contenidos Publicidad Aviso legal Política cookies Mapa EL PAÍS en KIOSKOyMÁS Índice RSS

https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332333677_183424.html 5/5

También podría gustarte