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Inmunización

Ya sabemos que existe una inmunidad innata y una inmunidad adaptativa. Esta
inmunidad específica va aumentando a lo largo de la vida y se puede adquirir
de forma natural o artificial, activa o pasivamente. La inmunidad adquirida de
forma pasiva suele ser a corto plazo y de corta duración. La adquirida
activamente tiene una permanencia mucho mayor, a veces de por vida.
1. Inmunidad artificial activa: vacunas
Este tipo de inmunidad se produce por inoculación de una vacuna. La
inmunidad generada por la vacuna es efectiva al cabo de varios días, pero,
al crear memoria inmunológica, su capacidad de acción es duradera.
La vacuna contiene antígenos contra los que reacciona el sistema inmune.
Estos antígenos inducen a la formación de sus anticuerpos
correspondientes, que activarán a los linfocitos T y B, creando las "células
de memoria". Si el antígeno vuelve a presentarse, el organismo está
preparado para actuar sobre el patógeno de forma rápida y selectiva,
impidiendo su propagación.
El término vacuna designa a todo preparado de antígenos (es decir,
cualquier sustancia que estimula la producción de anticuerpos), los cuales
una vez que se encuentran en el interior del organismo tienen la
capacidad de generar defensas contra el microorganismo nocivo.
Las vacunas suelen administrarse de manera preventiva, en campañas
programadas por cada comunidad autónoma. La finalidad es que el
patógeno desaparezca cuando se quede sin huésped en una comunidad, por
ejemplo, vacunación de la viruela.
La vacuna ideal debe tener las siguientes propiedades:
– Protección: debe ser efectiva para la detección del microorganismo.
– Duración: la inmunidad producida debe ser duradera en el tiempo.
– Seguridad: no debe producir enfermedad, síntomas de autoinmunidad
ni efectos secundarios.
– Estabilidad: suelen tener problemas con la cadena de frío.
– Precio no elevado.
• Según su composición podemos distinguir distintos tipos de vacunas:
– Vivas atenuadas
– Muertas o inactivas
– Toxoides
– Subunitarias y conjugadas.
• Vacunas vivas atenuadas
Las vacunas atenuadas se pueden producir de varias maneras. Algunos de los
métodos más usuales involucran pasar el virus que provoca la enfermedad a
través de una serie de cultivos celulares o embriones animales (por lo general,
embriones de pollo). Al usar embriones de pollo como ejemplo, el virus crece
en diferentes embriones en serie. Con cada pasada, el virus mejora su
replicación en las células del pollo, pero pierde la capacidad de replicarse en
células humanas. Un virus que se vaya a usar en una vacuna puede crecer (o
“pasar”) hasta en 200 embriones o cultivos celulares diferentes. Con el
tiempo, el virus atenuado irá perdiendo la capacidad de replicarse
correctamente (o en lo absoluto) en células humanas, hasta que finalmente se
pueda usar en una vacuna. Todos los métodos que involucran pasar un virus
por un huésped no humano produce una versión del virus que todavía puede
reconocer el sistema inmunológico humano, pero no puede replicarse
correctamente en un huésped humano.
Cuando el virus de la vacuna resultante se aplica a un humano, no podrá
replicarse lo suficiente como para provocar la enfermedad, pero todavía
provocará una respuesta inmunológica que pueda proteger contra infecciones
futuras.
Una inquietud que debe tomarse en cuenta es el potencial del virus
proveniente de la vacuna para revertirse a una forma capaz de provocar la
enfermedad. Las mutaciones que puedan surgir cuando se replica el virus de
la vacuna en el cuerpo pueden tener como resultado una cepa más
virulenta. Esto es muy poco probable, pues la capacidad que tiene el virus
de la vacuna para replicarse es muy limitada; sin embargo, se toma en
consideración cuando se desarrolla una vacuna atenuada. Vale la pena
señalar que las mutaciones son un tanto usuales en la vacuna oral contra la
polio (OPV), una vacuna viva que se ingiere en lugar de inyectarse. El virus
de la vacuna puede mutar en una forma virulenta y dar como resultado
casos raros de poliomielitis paralítica. Por esta razón, ya no se usa la OPV en
Estados Unidos, y ha sido reemplazada por recomendación del programa de
inmunización infantil de EE.UU. por la vacuna contra la polio inactiva (IPV).
Por lo general, la protección de una vacuna viva atenuada supera la que
brinda una vacuna muerta o inactiva
• Vacunas muertas o inactivas
Una alternativa para las vacunas atenuadas es una vacuna muerta o
inactiva. Las vacunas de este tipo se producen inactivando un patógeno,
normalmente mediante calor o productos químicos, como formaldehído o
formalina, que destruyen la capacidad del patógeno para replicarse, pero
lo mantienen “intacto” para que el sistema inmune todavía lo pueda
reconocer (por lo general se usa el término “inactiva” en vez de “muerta”
para referirse a las vacunas virales de este tipo, pues por lo general no se
considera que los virus estén vivos).
Como los patógenos muertos o inactivos no se pueden replicar en lo
absoluto, no pueden revertirse a una forma más virulenta, capaz de
provocar enfermedades (como se vio anteriormente para el caso de las
vacunas vivas atenuadas). Sin embargo, tienden a brindar protección por
un tiempo más breve que las vacunas vivas, y hay más probabilidades de
requerir refuerzos para crear inmunidad a largo plazo. Las vacunas
muertas o inactivas recomendadas por el programa de inmunización
infantil de EE.UU. incluyen a la vacuna inactivada contra la polio y la
vacuna contra la influenza estacional (en forma de inyección).
• Toxoides
Algunas enfermedades bacterianas no son provocadas directamente por
una bacteria, sino por una toxina producida por la bacteria; un ejemplo es
el tétanos, sus síntomas no son provocados por la bacteria Clostridium
tetani, sino por una neurotoxina que produce (tetanospasmina). Las
inmunizaciones para este tipo de patógeno se pueden obtener inactivando
la toxina que provoca los síntomas de la enfermedad. Tal como los
organismos o virus utilizados en vacunas muertas o inactivas, esto se
puede hacer mediante un tratamiento con una sustancia química como la
formalina, o empleando calor u otros métodos.
Las inmunizaciones creadas empleando toxinas inactivadas se llaman
toxoides. En realidad, los toxoides pueden considerarse como vacunas
muertas o inactivas, pero a veces reciben su propia categoría para resaltar
el hecho de que contienen una toxina inactiva, y no una forma inactiva de
la bacteria.
• Vacunas subunitarias y conjugadas
Las vacunas subunitarias y conjugadas contienen solamente piezas de los
patógenos contra los cuales brindan protección.
Las vacunas subunitarias usan solamente parte del patógeno objetivo para
provocar una respuesta del sistema inmunológico. Esto se puede lograr aislando
una proteína específica de un patógeno y presentándola como antígeno por su
cuenta. Las vacunas contra la tos ferina y la influenza (en forma de inyección) son
ejemplos de vacunas subunitarias.
Se puede crear otro tipo de vacuna subunitaria por medio de ingeniería genética.
El código genético de una proteína para una vacuna se inserta en otro virus, o en
las células productoras en cultivo; cuando se reproduce el virus portador, o
cuando se metaboliza la célula productora, se crea también la proteína de la
vacuna. El resultado final de este criterio es una vacuna recombinante: el sistema
inmunológico reconocerá la proteína manifiesta y brindará protección futura
contra el virus objetivo.
Otra vacuna que se produce con ingeniería genética es la del virus del papiloma
humano (HPV). Cuando se manifiestan las proteínas viricas, se generan partículas
parecidas a un virus (VLP, por sus siglas en inglés). Las VLP no contienen material
genético de los virus, y no pueden provocar enfermedades, pero impulsan una
respuesta inmunológica que brinda protección en el futuro contra el HPV.
Las vacunas conjugadas son un tanto similares a las vacunas recombinantes: se
producen utilizando una combinación de dos componentes diferentes. Sin
embargo, las vacunas conjugadas se producen usando piezas de los
recubrimientos de las bacterias. Estos recubrimientos se enlazan químicamente
con una proteína portadora, y la combinación se usa como una vacuna. Las
vacunas conjugadas se usan para crear una respuesta inmunológica combinada
más poderosa; por lo general, la “pieza” de la bacteria que se presenta no
generaría una respuesta inmunológica intensa por su cuenta, mientras que la
proteína portadora sí lo haría. La pieza de la bacteria no puede provocar
enfermedades pero, al combinarse con una proteína portadora, puede generar
inmunidad contra una futura infección. Las vacunas que se usan actualmente para
los niños en contra de infecciones bacterianas por neumococo se producen
siguiendo esta técnica.
• El futuro de las vacunas
Durante más de 200 años, las vacunas han formado parte de la lucha humana
contra las enfermedades. La campaña de vacunación a nivel mundial erradicó la
viruela, y la inmunización ha eliminado la poliomielitis en muchos países. De
igual forma, la vacunación infantil ha reducido sustancialmente las tasas de
morbilidad y la mortalidad por enfermedades infecciosas en gran parte del
mundo desarrollado.
Aunque a la vacunación podemos atribuirle muchos éxitos en el área de salud
pública, el futuro presenta desafíos continuos. Todavía existen enfermedades
para las cuales los investigadores no han podido encontrar vacunas eficaces
(como VIH/SIDA, malaria y leishmaniasis), o para las zonas del mundo donde la
infraestructura para la vacunación es mala o nula, e incluso las vacunas
disponibles actualmente no pueden aplicarse. En otros casos, el costo de las
vacunas es demasiado alto para que las puedan pagar los países más pobres, aun
cuando a menudo es donde las necesitan más. Por supuesto, aunque muchas de
las vacunas actuales son altamente eficaces, continúan los intentos por
desarrollar vacunas que sean más eficaces que las que se tienen disponibles hoy
en día. Consecuentemente, los investigadores continúan explorando nuevas
posibilidades. Algunas de las metas principales son: mayor eficacia, menor costo
y aplicación oportuna.
http://elpais.com/elpais/2015/07/24/ciencia/1437727425_562266.html
A parte de los tipos de vacunas comentados anteriormente, también se están
empleando técnicas nuevas para crear tipos diferentes de vacunas, algunos son:
• Vacunas recombinantes vivas
Las vacunas recombinantes vivas usan virus atenuados (o cepas bacterianas)
como vectores: un virus o forma bacteriana de una enfermedad actúa, en
esencia, como dispositivo de transmisión para una proteína inmunogénica
de otro agente infeccioso. Por ejemplo, se puede usar un baculovirus (un
virus que solamente infecta a insectos) como vector, y se puede insertar un
gen para una proteína superficial inmunogénica particular de un virus de
influenza.
Cuando se introduce el virus
modificado en el cuerpo de una
persona, el inmunogen es
expresado y presentado,
generando una respuesta
inmunológica contra el
inmunogen y, como resultado,
contra el patógeno de donde se
origina.
• Vacunas de ADN
Las vacunas de ADN contienen codificación de ADN para un antígeno en
particular, el cual se inyecta directamente en el músculo. El ADN mismo se
inserta en las células de la persona, quien posteriormente produce el
antígeno del agente infeccioso, y como este antígeno es un cuerpo
extraño, genera una respuesta inmunológica.
Este tipo de vacuna tiene el beneficio de
ser relativamente fácil de producir, ya
que el ADN es muy estable y fácil de
fabricar, pero todavía es experimental
porque ninguna vacuna con base en
ADN ha demostrado producir una
respuesta inmunológica sustancial,
requerida para prevenir la infección. Sin
embargo, los investigadores tienen
esperanzas de que las vacunas de ADN
podrían generar inmunidad contra
enfermedades parasitarias como la
malaria
2. Inmunidad artificial pasiva: sueros
Consiste en la protección obtenida a través de la transferencia de
anticuerpos humanos o de animales. Genera una resistencia rápida sin
que se ponga en marcha una respuesta inmunitaria activa. La protección
es temporal y puede durar semanas o meses.
La sueroterapia se utiliza con fines curativos en individuos enfermos
obteniéndose una inmunidad artificial pasiva cuya duración es limitada.
Algunos ejemplos son el suero para el botulismo, el tétanos y el utilizado
contra diversos venenos de serpientes.
Las indicaciones para el uso de inmunización pasiva son:
• Déficits en la síntesis de anticuerpos por defecto en las células B ya sea
de origen congénito o adquirido.
• Exposición a una enfermedad que puede complicarse (paciente con
leucemia expuesto a varicela o sarampión).
• Presencia de una enfermedad donde el anticuerpo puede mejorar o
ayudar a suprimir los efectos de la toxina (como en el caso del tétanos,
etc.).
• Ventajas y desventajas de la inmunización pasiva

Normalmente, las vacunas necesitan tiempo (semanas o meses) para


producir inmunidad en una persona, y podrían requerir varias dosis sobre
cierto periodo de tiempo para que se obtenga la protección máxima. Sin
embargo, la inmunización pasiva tiene la ventaja de actuar rápido porque
produce una respuesta inmunológica en cuestión de horas, o días, es decir,
actúa más rápido que una vacuna. Además, la inmunización pasiva puede
actuar de forma efectiva en un sistema inmunológico deficiente, lo cual
ayuda especialmente a alguien que no responde a la inmunización.
Sin embargo, los anticuerpos tienen ciertas desventajas. En primer lugar,
puede ser difícil y costoso producir anticuerpos; aunque las nuevas técnicas
pueden ayudar a producir anticuerpos en el laboratorio. En la mayoría de los
casos, los anticuerpos para las enfermedades infecciosas deben recolectarse
de la sangre de cientos o miles de donadores humanos; o bien, deben
obtenerse de la sangre de animales inmunes (como los anticuerpos que
neutralizan venenos de víbora). En el caso de los anticuerpos recolectados
de animales, el receptor podría generar reacciones alérgicas graves. Otra
desventaja es que muchos tratamientos con anticuerpos deben aplicarse
mediante inyecciones intravenosas, lo cual es un procedimiento que
necesita más tiempo, y podría ser más complicado que la inyección de una
vacuna. Por último, la inmunidad que confiere la inmunización pasiva es a
corto plazo, y no conduce a la formación de células inmunes con memoria
duradera.
• La sueroterapia puede administrarse de varias formas:
– Como un plasma sanguíneo humano o animal.
– Inmunoglobulina humana de banco para uso intravenoso o intramuscular.
– En forma de anticuerpos monoclonales. Los anticuerpos monoclonales
son inmunoglobulinas homogéneas secretadas por un solo clon celular
(células B y plasmáticas) en las que todas sus reacciones con un Ag
definido son siempre las mismas.
La producción de anticuerpos
monoclonales se estableció con la
tecnología creada en 1975 por
Georges Köhler y César Milstein,
que consistía en la generación de
una línea celular estable, secretora
de un isotipo determinado de
inmunoglobulina contra un
antígeno específico, fruto de la
fusión de dos células diferentes
por medios físicos y químicos.

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