Queridos hermanos; les damos una fraternal bienvenida a
este lugar Santo en el que nos congregamos para que el Señor, nuestro Dios, por medio de su Palabra y de su entrega en el altar, nos recuerde que su corazón es abundante tanto en justicia como en generosidad. Dejemos que su misericordia, rebase todo cálculo y medida humana y nos llene de alegría y paz en esta celebración que ahora comenzamos, tenemos por delante la tarea de aprender, de ser mejores amigos, de esforzarnos y crecer en todos los sentidos. Pero necesitamos que el Señor nos acompañe, nos anime, nos dé fuerza. Por eso nos reunimos hoy aquí en la casa del señor, para pedir que por medio de Él, y su Madre, la Santísima Virgen María, nos ayuden a fortalecer nuestros procesos, sin olvidar que cada día debemos ser mejores seres humanos, crecer como personas y como cristianos.
Con gozo y enalteciendo a Dios nuestro Señor presentemos
confiados nuestras intenciones y recibamos a Cristo en nuestro corazón y participemos con fe. Bienvenidos