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CUBA Y EL

RÉGIMEN
INTERNACIONAL
DE CONTROL DE
DROGAS
MELISA DENISE NAVEIRAS

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1. INTRODUCCIÓN

Es de pleno conocimiento que Cuba posee una tolerancia cero hacia la cuestión de las drogas. Esto
es así que la producción, consumo y tráfico es inaceptable en éste Estado socialista. De esta manera,
al efectuar una tolerancia cero a dicho problema mundial, ha construido un “fuerte” para pelear la
batalla contra las drogas. O así lo hacen parecer.
Durante años ha demostrado al contexto internacional que la presencia de drogas en su país es muy
limitado. “Por muchos años, hemos desarrollado una política basada en un trabajo mancomunado
entre nuestras instituciones de salud pública, educación, justicia y orden interior, con la activa
participación de las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil de nuestro país. De igual
manera, se han desarrollado programas de prevención con resultados positivos en la materia. Por
ello, en Cuba el consumo ilícito y tráfico de drogas no constituye un problema social de importancia.
En nuestro país no existe la producción ilícita de drogas, el consumo ilícito de sustancias prohibidas
presenta una prevalencia muy reducida y nuestro Estado dispone de los medios apropiados para el
estricto control de la producción y comercialización de sustancias psicoactivas. Nuestro sistema de
salud pública universal y gratuita asegura el adecuado tratamiento de las víctimas” (Posición de Cuba
sobre el problema mundial de las drogas).
Mientras un país afirma que en su territorio las drogas no son un problema como en otros países del
mundo, de una manera “subterranea” la droga existe. La pregunta que podría plantear es: ¿No
aceptar lo que pasa detrás es una estrategia a nivel doméstico o internacional?.
Asimismo, la importancia de este trabajo es apreciar la participación de Cuba en el régimen
internacional de control de drogas de una manera formal como sus posicionamientos y prácticas.
Incursionando en esta participación intentaré responder la pregunta en cuestión que formulé.

2. DESARROLLO

I. Ratificaciones/adhesiones y enmiendas a las tres convenciones de fiscalización


internacional de drogas y la Convención de Palermo.

La página de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas tiene en sus recursos detallados

distintas Convenciones. La primera de la que hablaremos es la Convención única sobre

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estupefacientes de 1961. Como se menciona, tiene como objetivo combatir el abuso de drogas

mediante una acción internacional coordinada. Hay dos formas de intervención y control que

funcionan juntas. Primero, busca limitar la posesión, uso, comercio, distribución, importación,

exportación, fabricación y producción de drogas exclusivamente para fines médicos y científicos. En

segundo lugar, combate el narcotráfico a través de la cooperación internacional para disuadir y

desalentar a los narcotraficantes. Dicha Convención se firmó el 30 de marzo de 1961 en Nueva York

contra la manufactura y el tráfico ilícito de drogas estupefacientes que conforman el fundamento del

régimen global de control de drogas. Asimismo, fue modificada por el Protocolo de 1971. La

participación de Cuba fue el 14 de diciembre de 1989. Aún así, Cuba no lo ha ratificado.

Una segunda Convención fue la de Sustancias Psicotrópicas. Adoptada y abierta a la firma por la

Conferencia de las Naciones Unidas para la Adopción de un Protocolo sobre Sustancias Psicotrópicas,

celebrada en Viena del 11 de enero al 21 de febrero de 1971. La Conferencia fue convocada de

conformidad con la resolución 1474 (XLVIII) 1 del 24 de marzo de 1970 del Consejo Económico y

Social de las Naciones Unidas. Cuba, la ha ratificado el 26 de abril de 1976 pero con reserva, la cual

expone “El Gobierno Revolucionario de la República de Cuba no se considera obligado por las

disposiciones del artículo 31 de la Convención, ya que, en su opinión, las disputas entre las Partes

solo deben resolverse mediante negociación directa a través del canal diplomático”. Por esto declara

“El Gobierno Revolucionario de la República de Cuba considera que, a pesar de que la Convención

trata asuntos que afectan los intereses de todos los Estados, las disposiciones del artículo 25, párrafo

1, y el artículo 26 de la Convención son de carácter discriminatorio, ya que niegan algunos Estados

tienen derecho a la firma y la adhesión, violando así el principio de igualdad soberana de los Estados”.
Ahora bien, la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y
sustancias psicotrópicas de 1988. Como informa la Agencia, esta Convención proporciona medidas
integrales contra el narcotráfico, incluidas disposiciones contra el lavado de dinero y el desvío de
precursores químicos. Proporciona cooperación internacional mediante, por ejemplo, la extradición
de narcotraficantes, entregas controladas y transferencia de procedimientos. La Convención fue

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adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas para la Adopción de una Convención contra el
Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, celebrada en Viena del 25 de noviembre

al 20 de diciembre de 1988. La Conferencia se convocó de conformidad con la resolución 1988/8 del


25 de mayo de 1988 del Consejo Económico y Social, sobre la base de las resoluciones de la Asamblea
General 39/141 de 14 de diciembre de 1984 y 42/111 de 7 de diciembre de 1987. La Convención
estuvo abierta a la firma en la Oficina de las Naciones Unidas en Viena, del 20 de diciembre de 1988
al 28 de febrero de 1989, y posteriormente en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, hasta
el 20 de diciembre de 1989. Además de la Convención, la Conferencia adoptó el Acta Final que se
publicó en el documento E / CONF.82 / 14. Con respecto a esto, Cuba firmó dicha Convención el 7 de
abril de 1989 y la ratificó el 12 de junio de 1996. Pero declaró “El Gobierno de la República de Cuba
declara que no se considera obligado por las disposiciones de los párrafos 2 y 3 del artículo 32, y que
las disputas que surjan entre las Partes deben resolverse mediante negociación por vía diplomática”.
Por último, Cuba ratificó la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada
transnacional, más conocida como Convención de Palermo en febrero de 2007. Seis años después se
adhirió a los protocolo complementarios. Dichos protocolos se enmarcan en los esfuerzos de las
Naciones Unidas por elaborar instrumentos para luchar contra el fenómeno de la delincuencia
trasnacional, y están destinados específicamente a la lucha contra la trata de personas
(especialmente de mujeres y niños), las redes criminales implicadas en el tráfico ilícito de emigrantes
y su explotación.

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II. Participación de los países asignados en las Sesiones de la Comisión de
Estupefacientes de Naciones Unidas.

§ Sesión 59 (14/22 marzo de 2016) – Declaración de Cuba

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§ Sesión 62 (14/22 marzo de 2016) – Declaración de Cuba

Intervención del Ministro de Justicia de la República de Cuba,


Exmo. Sr. Oscar Manuel Silvera Martínez, durante el Segmento
Ministerial del Sexagésimo Segundo Período de Sesiones de la
Comisión de Estupefacientes.

Viena, 15 de marzo de 2019.

Excelencias, distinguidos delegados,

Señor Presidente:

Nos complace verle presidiendo nuestras sesiones de trabajo, le


auguramos éxitos en su labor y podrá contar con todo el apoyo de
nuestra delegación.

Asistimos a esta Sesión Ministerial con altas expectativas y con el


interés de fortalecer la cooperación internacional para poder
abordar y contrarrestar de manera efectiva, el terrible Problema
Mundial de las Drogas, que lejos de atenuarse se profundiza y
recrudece.

El flagelo de las drogas se extiende a todas las regiones


geográficas, genera y reproduce ciclos de pobreza, violencia,
diversas conductas criminales, exclusión social y delicadas
situaciones sanitarias.

Será muy difícil resolver los problemas de la producción y tráfico


masivo de drogas desde el Sur, sin eliminar la demanda mayoritaria
en el Norte. Hoy más que nunca es importante reconocer y aplicar
el principio de responsabilidad común y compartida.

No se solucionará este flagelo en todas sus facetas, si se continúa


politizando el Problema Mundial de las Drogas, si se siguen
militarizando países, arrasando a campesinos, irrespetando las

soberanías nacionales, y obviando las particularidades de cada


región.

Tampoco se resolvería a través de la legalización, o asumiendo a


las drogas como sustancias inofensivas. Entender esto como una
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solución implica aceptar que los Estados no pueden o no quieren
cumplir con sus obligaciones de abordar y combatir el delito y
proteger la salud de sus ciudadanos.

Por eso, Cuba no favorece ese enfoque que abre espacios de


mayor peligro para la estabilidad de nuestras naciones y que puede
incidir en otros crímenes transnacionales igualmente complejos.

Es injusto generalizar y afirmar que el enfrentamiento con rigor al


Problema Mundial de las Drogas es el responsable de la magnitud
actual de este flagelo. Se requiere de un análisis más profundo,
incluido la forma en la que las políticas antidrogas se han
interpretado y aplicado en algunos países y regiones.

Es necesario ir también a las causas raigales y no olvidar, en este


contexto, la incidencia de un orden internacional injusto, egoísta e
inequitativo, y de un modelo político, económico y social, impuesto
universalmente, donde prevalece el poder corruptor de quienes
buscan ganancias a toda costa. Estos factores constituyen caldo de
cultivo básico del Problema Mundial de las Drogas y otros flagelos
conexos.

Señor Presidente:

Existen experiencias que demuestran que sí es posible el abordaje


efectivo a las drogas, cuando se desarrollan y aplican políticas
integrales, preventivas, educativas, conducidas por el Estado.
También cuando hay inclusión social, participación popular
comunitaria, tratamiento y rehabilitación de salud accesibles,
universales, sin discriminación de ningún tipo, complementados con
un firme enfrentamiento al delito y una amplia cooperación
internacional.

Bajo estos preceptos y con mucho esfuerzo, nuestro país ha


logrado que la producción, el tráfico o el consumo de sustancias
ilícitas no sean un problema social significativo, y ha impedido que
su territorio constituya una plataforma de criminales para el tráfico
de drogas y sus delitos conexos.

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La Revolución cubana, sin abundantes recursos y bajo un férreo
bloqueo económico, comercial y financiero, ha tenido éxito en el
enfrentamiento a las drogas por la firme voluntad política de su
gobierno y el apoyo del pueblo.

Señor Presidente:

Este es el momento para reafirmar el compromiso político de los


Estados y otros actores, con el Marco Jurídico Internacional para el
control de las drogas, del cual las tres Convenciones de Naciones
Unidas en esta materia, constituyen la piedra angular para abordar
este flagelo.

Reiteramos nuestra convicción profunda que debe tener igual


jerarquía la Declaración Política de 2009, la Ministerial de 2014 y el
documento final emanado de UNGASS 2016, el que reflejó un digno
consenso global.

De igual forma ratificamos nuestro compromiso con las


declaraciones en materia de droga de los líderes de la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Concluyo reiterando también el compromiso de Cuba y la legítima


aspiración de lograr sociedades libres del uso de drogas ilícitas, un
elemento vital para alcanzar un desarrollo sostenible y el bienestar
de nuestros pueblos.

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III. Referencias a los países asignados realizadas en sus informes por la Junta
Internacional de Fiscalización de Drogas (JIFE) en los últimos cinco años.

§ Año 2014: Lo que pude observar es que se habla de muchos países de América Latina,
especificando muchos en particular, pero de Cuba no hay menciones. Salvo la mención
del Caribe, interpretando que estaría dentro de lo que detalla cada párrafo. Por ejemplo,
el 434 de las sustancias sicotrópicas dice: Si bien la región de Centroamérica y el Caribe
se ve menos afectada que otras por la fabricación y el trá- fico de estimulantes de tipo
anfetamínico, en los últimos cinco años algunos países han notificado con frecuencia”.
Asimismo, el 443 que dice: “Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2018, la mayor
prevalencia anual de consumo de drogas en Centroamérica y en el Caribe en 2016
correspondió al cannabis, con el 2,8 % y el 2,2 %, respectivamente. Des- pués del
cannabis, la cifra de prevalencia más elevada en Centroamérica fue la de la cocaína (0,7
%), seguida de las anfetaminas y los estimulantes sujetos a prescripción médica (0,2 %) y
el éxtasis (0,1 %). En el caso del Caribe siguieron al cannabis las anfetaminas y los
estimulantes sujetos a prescripción médica (0,9 %), la cocaína (0,6 %) y el éxtasis (0,1 %).”
§ Año 2015: De este informe me parece correcto destacar el párrafo 354, de como van
tomando más presencia los países del Caribe, “354. La región de Centroamérica y el
Caribe sigue siendo utilizada como una de las principales zonas de reexpedición de
remesas de drogas provenientes de Amé- rica del Sur con destino a América del Norte y
Europa. Los países del Caribe han comenzado a desempeñar un papel cada vez más
importante como puntos de distribu- ción secundarios de las remesas de cocaína

destinadas a Europa26. La impunidad, la corrupción y la debilidad de las instituciones


socavan el estado de derecho y la labor de lucha contra la droga en la región, a pesar de
los inten- tos de reforma de los sistemas judiciales y de aplicación de la ley. Las
actividades relacionadas con el tráfico de drogas muchas veces se realizan bajo la
protección de pandillas locales (maras), que operan en las zonas fron- terizas,
especialmente en El Salvador, Guatemala y Honduras”
§ Año 2016: El párrafo 406 afirma que “La región de Centroamérica y el Caribe sigue siendo
una de las principales zonas de reexpedición de las drogas ilícitas procedentes de los

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países productores de la región andina (sobre todo Colombia) a los mercados de destino
final de los Estados Unidos y, en menor medida, el Canadá y Europa. Un total de 153
países comunicaron incautaciones de cocaína entre 2009 y 2014, y la mayor parte del
tráfico ilícito de cocaína partió desde Amé- rica del Sur con destino a América del Norte
y Europa. En Centroamérica y el Caribe, el mercado de la cocaína se ha desplazado
recientemente a zonas que anteriormente no se habían visto afectadas por el uso
indebido ni el tráfico de drogas”, entendiendo que Cuba podría estar dentro de la región
Caribe”. Asimismo, el párrafo 414 detalla “los Gobiernos de Centroamérica y el Caribe,
en cooperación con la UNODC, siguieron llevando a cabo iniciativas contra la delincuencia
organizada y el narco- tráfico y promoviendo medidas para reducir eficazmente la
demanda de drogas. Entre esas iniciativas figuran el Programa de Fiscalización de
Contenedores, el Proyecto de Comunicación Aeroportuaria, la Red de Fiscales con- tra el
Crimen Organizado de Centroamérica y el Pro- grama de Fortalecimiento Familiar,
orientado a reducir la demanda de drogas”
§ Año 2017: El párrafo 412 afirma “La región de Centroamérica y el Caribe sigue siendo una
importante zona de reexpedición de las drogas ilícitas procedentes de los países
productores de América del Sur, especialmente de la cocaína procedente de Colombia y
el Perú y destinada a los mercados de América del Norte y Europa”
§ Año 2018: “Las organizaciones dedicadas a la delincuencia organizada transnacional
siguen sirviéndose de Centro- américa y el Caribe para el transbordo de drogas proce-
dentes de América del Sur hasta los principales mercados de drogas en los Estados
Unidos y Europa. La cocaína y el cannabis son las drogas que con mayor frecuencia son
objeto de tráfico en grandes cantidades en la región, y también las que son objeto de un
mayor uso indebido. En algunos países se han comunicado tendencias similares respecto
de la incautación de hierba de cannabis y cocaína, lo que podría indicar que se emplea la
hierba de cannabis como pago parcial para los traficantes de cocaína dentro de la cadena
de narcotráfico.” Estipula el párrafo 411.

CONCULSIÓN: Observo que si bien se menciona el Caribe como región, nunca hay un
detalle específico de Cuba, como lo hay con otros países.

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IV. Manifestaciones oficiales recientes (últimos 5 años) sobre el abordaje del
problema de las drogas a nivel multilateral o nacional, con especial interés
en aquellos aspectos vinculados a la efectividad del régimen internacional de
control de drogas, la necesidad de su revisión y la implementación de
alternativas regulatorias al régimen prohibicionista.

Buscando información sobre Cuba para cubrir este punto, me encontré con la dificultad de leer
información desde fuentes provenientes de páginas oficiales, memorias, planes de acción que
haya realizado dicho país.
Desde artículos periodísticos pude leer una de la doctora Carmen Borrego Calzadilla, jefa de la
Sección de Salud Mental y Abuso de Sustancias, del MINSAP, la cual dijo que “como parte de
una estrategia general, coordinada por la Comisión Nacional de Drogas que preside el
Ministerio de Justicia, Salud Pública tiene a su cargo un grupo de acciones con enfoque
preventivo y de promoción, y también de asistencia especializada mediante una red de
servicios que incluye todos los niveles de atención. El consumo de drogas en Cuba no es un
problema de salud. Dentro de las directrices fundamentales trabajan por elevar la percepción
de riesgo de los grupos más vulnerables (los jóvenes) e incrementar la cultura de rechazo de
la población hacia el consumo de esas sustancias.” (De la Osa, 2011).
Asimismo, el autor Francisco Arias Fernández (2019) detalla un cambio radical a partir de 2018.
Informa que “efectivos del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en
estrecha coordinación con otras instituciones, organizaciones sociales y de masas,
incrementaron las acciones de disuasión y enfrentamiento para defender nuestras costas de la
incidencia de las operaciones internacionales de narcotráfico y de las pretensiones de tratar de
introducir drogas al país por ese canal. En ese empeño destaca la participación popular en el
enfrentamiento a los escamoteos, a través de los Destacamentos Mirando al mar y las
instituciones que inciden en zonas del litoral. Además, a través de la Jefatura de Tropas
Guardafronteras se ha mantenido el intercambio de información a tiempo real con servicios
antidrogas del área (ee. uu., Jamaica, Bahamas y México) y continúan las investigaciones para
asegurar los elementos de pruebas necesarios y solicitar mediante la cooperación operacional,
la extradición y enjuiciamiento penal de cubanos radicados en el exterior que promueven esas
operaciones de manera que no queden impunes. A su vez, en la cooperación operacional

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internacional se fortalecen los vínculos con 37 servicios policiales extranjeros, Interpol y otros
organismos, en función del intercambio de información, la promoción y desarrollo de
investigaciones cooperadas y la asistencia judicial recíproca. Se continuó consolidando la
obtención de información adelantada, para descubrir en frontera posibles personas
involucradas y se mantiene una sucesiva precisión al sistema de enfrentamiento para
obstaculizar y ocupar la droga. De igual forma, siguen fortaleciéndose las capacidades de
detección mediante la adquisición de medios técnicos para el control de pasajeros sospechosos
y las cargas con indicios, la técnica canina y el trabajo cooperado entre los órganos del Minint,
de conjunto con la Aduana General de la República y las administraciones de las instalaciones
aeroportuarias; además, la realización de ejercicios de comprobación en los aeropuertos y la
preparación sistemática de las fuerzas.

3. REFLEXIONES FINALES
Desde mi punto de vista, Cuba es un país que intenta luchar a “todo terreno” contra el problema
mundial de las drogas. Muchas veces, demuestran que su posicionamiento ante este conflicto
es positivo con las medidas tomadas para combatirlo. Aunque las medidas sean en su mayoría
efectiva, la droga pasa por un camino “subterraneo” y es innegable que no la haya.
Coincidiendo con Arias Fernández (2019), la posición geográfica de la Isla la ubica en el curso de
algunas de las rutas que conectan las fuentes de producción de drogas ubicadas en Sudamérica
con el mayor mercado de consumo, Estados Unidos. En un planeta donde el narcotráfico se ha
globalizado, los países de riesgo se multiplicaron en menos de una década, de una decena a más
de 170 en la actualidad; los laboratorios proliferan en el norte e invaden los mercados que se
abren en todos los puntos cardinales; las drogas sintéticas compiten y desplazan poco a poco a
la cocaína, la heroína o el éxtasis. Esas amenazas y riesgos continuarán impactando en el país
como en el resto del mundo, pero con la diferencia de que el gobierno revolucionario cuenta
con la voluntad política de enfrentar ese flagelo, con una estrategia de tolerancia cero, con la
participación mayoritaria de la sociedad, sus instituciones, organizaciones políticas, sociales y de
masas que siguen desarrollando planes de acciones concretos e inteligentes en sus respectivos
sectores, que se controlan y cuya implementación efectiva se exige; ofrece opciones gratuitas
de rehabilitación a los enfermos y aplica medidas jurídico penales severas que se cumplen con
absoluto rigor.

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Para finalizar, los resultados de 2018 confirman el compromiso absoluto de Cuba en aras de
lograr una sociedad libre de drogas ilícitas, como elemento vital para alcanzar un desarrollo
sustentable y el bienestar de nuestro pueblo.

Como punto final, me parece correcto decir que el juego de lo doméstico y lo internacional
juegan un gran partido, influenciandose entre ambas. Desde lo doméstico para demostrar a su
población que tanto el consumo, la producción y el tráfico es incorrecto, como así también,
desde el aspecto internacional plantar una bandera de que el país Cubano es eficiente en esta
lucha, mientras otros países no pueden.

Bibliografía
Radio Televisión Martí. (9 de junio de 2016). Obtenido de
https://www.radiotelevisionmarti.com/a/el-universo-oscuro-de-la-droga-en-
cuba/123752.html
Posición de Cuba sobre el problema mundial de las drogas. (s.f.). Obtenido de
http://fileserver.idpc.net/library/Zero%20Draft_Cuba_Contributions_esp.pdf.
De la Osa, J. A. (25 de junio de 2011). Diario Gramma. Obtenido de
http://www.granma.cu/granmad/2011/06/25/nacional/artic10.html
Arias Fernández, F. (19 de marzo de 2019). Granma. Obtenido de
http://www.granma.cu/cuba/2019-03-19/cuba-vs-las-drogas-la-voluntad-
politica-hace-la-diferencia-19-03-2019-20-03-52

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