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Las universidades en Colombia tienen enfrente un gran reto; llevar a síntesis el crecimiento
de la cultura cannábica dentro de sus estudiantes, el aumento del consumo de marihuana,
las ambigüedades de la ley y las libertades de su comunidad.
Como ya es costumbre las calles de Bogotá se pintan de un frígido azul que marca las seis
de la tarde. Las actividades laborales del día terminan, y como estrellas en el firmamento,
miles de luces a lo lejos comienzan a resplandecer titilantes marcando el fin de aquel día.
Con las manos un poco temblorosas por el helaje, David acomoda un poco de marihuana
dentro de un papelito al que llama cuero. Enrolla hábilmente con una mano un pedazo de
cartón que hará las veces de filtro, mientras que en la otra sostiene con firmeza lo que en
unos instantes será transformado en un cigarro de hierba. Mientras el acto se consuma en
el tiempo, las ideas vienen y van volando por el aire en distintos tonos.
Desde hace años, dentro de la Universidad Externado de Colombia existe una comunidad
que se reúne prácticamente todos los días. Sus miembros pertenecen a distintos programas
de formación que ofrece la universidad, y las motivaciones para reunirse se alejan por
completo de los compromisos académicos con la institución. Muchos de esta comunidad
hablan de su agrupación como “El grupo estudiantil más grande de la universidad”, sin
embargo, en ningún lugar existe un registro que los catalogue oficialmente como tal.
Las risas, los debates y las discusiones de aquel grupo giran en torno a la consumación de
la marihuana. El consumo de cannabis, y todos los derivados de aquella colectividad, sirven
de excusa para reunirse una vez al día y convivir en comunidad. Las personas que allí se
encuentran se sienten seguras bajo el manto de la institución en la que estudian, sus
charlas y debates se convierten en álgidas discusiones gracias a la tranquilidad que otorga
la academia. Pero esta academia, entendiendo la como una institución sujeta a la ley, se
encuentra más bien preocupada por el aumento de aquel grupo que se reúne día a día a
consumir marihuana.
“Durante las últimas semanas del semestre pasado, la universidad utilizó todo su arsenal de
cámaras para montar una persecución contra los estudiantes que nos encontrábamos en el
G pegandolo”, manifiesta con disgusto David Pinilla, estudiante de FIGRI (Finanzas,
Gobierno y Relaciones Internacionales), agregando también, sentirse perseguido por la
universidad a la cual le paga semestre a semestre para estar allí.
Para David, se ha convertido en una situación ridícula toda la confrontación generada por la
Universidad contra sus estudiantes. El único lugar en el cual él, y muchos de sus
compañeros, pueden llegar e integrarse con estudiantes pertenecientes a otras carreras,
todos reunidos en el mismo lugar, es precisamente este espacio de consumo. “Lo más
bacano es que mientras rotamos el porro, la conversación se volvía cada vez más
interesante, todos hablábamos desde lo que aprendimos en nuestras carreras. Lo que
hacíamos allí era promover la discusión, inclusive más que en las clases”.
Dicho espacio de diálogo representa una oportunidad interesante para ambas partes, tanto
para la institución, como para los estudiantes. “El trabajo más importante que nos gustaría
llevar a cabo en la universidad, es la eliminación del estigma social hacia la persona que
fuma marihuana” manifestó ante Bienestar Universitario el estudiante David Pinilla. Es por
esto que el pasado martes 22 de agosto se citaron de manera informal estudiantes
consumidores de cannabis, el coordinador de desarrollo humano de la universidad
Leonardo Díaz y Julian Quintero, fundador de la organización Échele Cabeza.
1) Disminuir los efectos negativos producto del uso de drogas y así mejorar la calidad
de vida de las personas que las consumen.
El tono de la reunión fue calmado y amable, ambas partes se escucharon, y se logró llegar
a una especie de puntos centrales que serán ampliados en próximas reuniones. Con el
acompañamiento de Échele cabeza los estudiantes esperan que se comiencen a explorar
nuevas alternativas para tratar el consumo dentro de la universidad, y sobre todo, se trabaje
en la eliminación de estigmas y persecuciones hacia los consumidores de cannabis de esta
institución. “Universidades de contexto liberal basadas en los derechos, reconocidas
ampliamente por este enfoque, puede ser una universidad vanguardista y disruptiva en
quebrar el statu quo y materializar el discurso de cambio de paradigmas en la reforma de
política de drogas”, expresó Julian Quintero.