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“El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que

éste conlleva, le da la gran oportunidad para añadir a su vida un sentido


más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O
bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad
humana y ser poco más que un animal. Aquí reside la oportunidad que el
hombre tiene de aprovechar o de dejar pasar las ocasiones de alcanzar los
méritos que una situación difícil puede proporcionarle." - Viktor Frankl

Respons(h)abilidad incondicional

La respons(h)abilidad es la habilidad para responder ante una situación. Si


se trata de una oferta, puedes responder decidiendo comprar o no
comprar. Si recibes un reclamo, puedes elegir entre escuchar o discutir.
Cuando hablo de responsabilidad incondicional, me refiero a que las
respuestas no están determinadas por circunstancias externas. Si bien los
factores externos influyen en nuestra conducta, siempre tenemos la
posibilidad de elegir.

Tener la habilidad para responder no significa tener la habilidad para ser


exitoso. Nada garantiza que lo que hagas te depare lo que deseas. Pero te
asegurará que, en tanto estés vivo y consciente, tu respuesta ante
cualquier circunstancia tenga por finalidad el logro de la felicidad. La
respons(h)abilidad es la expresión directa de racionalidad y voluntad. Ser
humano es ser respons(h)ábil.

La respons(h)abilidad incondicional permite que te concentres en los


aspectos de una situación sobre los cuáles puedes influir. Cuando juegas a
las cartas, no puedes controlar qué cartas recibirás. Si el reparto no te
favorece y pasas el tiempo quejándote, lo más probable es que pierdas el
juego y te sientas sin poder. Pero si comprendes que puedes elegir tu
manera de jugar con esas cartas, tu predisposición será distinta. Y aun
cuándo podrías no ganar, siempre podrás hacer lo mejor posible con las
cartas que tienes.
En esta vida no tienes ningún control sobre la mano que te toca. Vas a vivir
una vida triste si sigues culpando al destino por la injusticia que te tocó.
Respons(h)abilidad es mirar tu vida y sacar lo mejor de ella.
Respons(h)abilidad es saber que no importa cuan mal las cosas parezcan,
siempre hay una posibilidad de expresar tus valores frente a un desafío.

Sin culpa

La respons(h)abilidad no implica culpa. No eres responsable de tus


circunstancias, sino de la manera de enfrentar esas circunstancias. Para
dar un ejemplo extremo, no eres responsable del hambre en el mundo. No
la causaste y tampoco la empeoraste. Existe independiente de ti. Eres, sin
embargo, capaz de responder al hambre en el mundo. De hecho, el
hambre mundial es un problema tan generalizado que no se puede no
tomar posición frente a él. Puedes ser indiferente ante esta situación. Dejar
de responder a ella. Puedes ignorar la situación, puedes leer sobre ella,
puedes donar dinero, puedes trabajar en un comedor comunitario, puedes
ser voluntario en el Peace Corps o puedes dedicar tu vida a alimentar a los
hambrientos. Hagas lo que hagas, es tu elección, tu expresión de tu
respons(h)abilidad frente al hambre en el mundo.

La respons(h)abilidad es fuente de poder e integridad: el poder de influir en


tu situación y la integridad de hacerlo de acuerdo con tus valores.

1. 1. No hay problema - Enfrenta el desafío. No hay tal cosa como un problema. A


lo que llamas "problema" no es algo independiente de ti, sino una situación que te
desagrada. Se trata de un "problema para ti". Para lidiar con él de una forma más
efectiva, incluyete en la situación. Míralo como tu desafío. Toma la dificultad como
una oportunidad para mostrar lo que llevas dentro. Con frecuencia me encuentro
diciendo: "el verdadero problema es..." a lo que le sigue el pensamiento "... ¡que tú
no estás de acuerdo conmigo!". Así mismo, con frecuencia mi contraparte arguye
que "el verdadero problema es..." que yo no estoy de acuerdo con él. A menos que
reconozcamos y abandonemos estas malas historias, ambos emplearemos nuestra
fuerza para derrotar al otro. Fuerza contra fuerza produce estancamiento: un punto
muerto muy caro en el que ambos gastamos una tremenda cantidad de energía que
no produce ningún resultado.
2. Olvídate de "¿Quién es responsable?" -Sé responsable. No fuiste tú quien lo
hizo. ¿Qué importa? Tú estás sufriendo las consecuencias. Las personas y las cosas
están fuera de control. Es tentador culparlos a ellos y jugar el papel de víctima
inocente. No lo hagas. El precio de la inocencia es la impotencia. A quien culpas,
empoderas. Conviértete en el héroe de la historia, enfócate en lo que tú puedes
hacer para responder a tu desafío. La pregunta inspiradora no es "¿por qué me
pasa esto a mí?" sino "¿qué es lo mejor que yo puedo hacer cuando esto pasa?"
En una ocasión fui coach de un ejecutivo de servicios financieros que siempre
culpaba a los factores externos: regulaciones, competencia, la economía, sus
empleados, su jefe, sus compañeros. Todas estas fuerzas sí tenían un efecto en sus
metas. Era la verdad, pero no toda la verdad. La verdad que él se negaba a aceptar,
la que obstruía su progreso, era el hecho de que él era capaz de responder aesas
fuerzas.

3. Olvida lo que no quieres - Enfócate en lo que quieres. Piensa en un asunto que


te preocupe. ¿Qué te gustaría que pasara? Siempre que hago coaching planteo esta
pregunta. Indefectiblemente me entero de lo que a mi cliente no le gustaría que siga
pasando. Este es un mal fin para la travesía de un héroe. Evitar lo que no quieres
alejará la energía que necesitas para obtener lo que quieres. Tu cerebro es incapaz
de procesar un "no". Inconscientemente creas lo que tratas de evitar. Si no lo crees,
trata de no pensar en un oso blanco en este momento y date cuenta de qué es lo
que aparece en tu mente. Define de manera precisa un desenlace positivo.
Pregúntate, "¿qué es lo que realmente quiero?" y visualízalo con tanto detalle como
puedas. Esto te obligará a darle forma a la estructura conceptual. En adición,
pregúntate, "¿Cómo sabré que ya obtuve lo que quería?, ¿Qué veré?, ¿Qué
sentiré?". De esta manera te aseguras de que tu visión tenga estándares
perceptibles que te sirvan para medir el éxito.

4. Quítale por un momento la vista a la pelota -Apúntale al oro. No se trata de


pegarle a la pelota; se trata de ganar el juego. Ocupa tu mente en lo que finalmente
estas tratando de conseguir. Construye una cadena de medios a fines que te lleve
de: obtener el trabajo, a avanzar en tu carrera, a sentirte realizado profesionalmente,
a ser feliz. El objetivo final y la medida del éxito es la felicidad. "¿Qué obtendrías si
obtuvieras X que es aún más importante para ti que X?". Plantéate esta pregunta y
descubrirás que nunca pides lo que realmente quieres —ni lo hacen los demás.
Todos pedimos aquello que creemos que nos va a dar lo que realmente queremos.
¿Alguna vez compraste palos de golf esperando que te hicieran jugar mejor? ¿Y qué
obtendrías si jugaras mejor; qué es aún más importante para ti que jugar mejor?

5. El fracaso no es una opción - Sé exitoso más allá del éxito. Comprométete


enteramente a alcanzar lo que realmente quieres. Sabe que lo mereces y dale tu
mejor esfuerzo. Esto hará más probable que lo obtengas. El éxito, sin embargo, no
es lo más importante. Para ser un héroe, persigue tu meta como una expresión de
tus más altos valores. El éxito puede complacerte, pero la integridad conduce a la
felicidad.

No le apuntes al éxito. Mientras más le apuntes y lo conviertas en tu meta (final), más


fallarás. Pues le verdadero éxito,como la felicidad, no se persigue, sino se sigue. Y
eso solo es posible como efecto secundario de la dedicación personal a una causa
mayor que uno mismo. Escucha lo que manda tu conciencia y llévalo a cabo con lo
mejor de tu conocimiento. - Viktor Frankl

Escribe en tu cuaderno de aprendizaje

¿Cuáles son las formas más comunes en las que ves a quienes te rodean
evitar la responsabilidad y tomar posturas de víctimas tanto en su vida
profesional como personal?

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