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NL ATT 226k GS 5tse RUDOLF SCHNACKENBURG Ra EL EVANGELIO SEGUN SAN JUAN ° Version y comentario TOMO PRIMERO Introduccién y capitulos 1-4 ean & CORPORACION UNIVERSITARIA R BIBLIOTECA aaa “ALFONSO LLORF Qa : BARCEL RAL! Mutat a: EDITORIAL HERDER 1980 06 ~-Vi- 72 ri : Introducci6n al comentario minos que nos abren los métodos cientificos mo- f cuenta el examen de los materiales utilizados , Ia investigacién de sus fuentes en compa- Sunder. y sobre todo la de Ja historia del origen del racién con Jos cuestién del autor, aunque, Por supuesto, por si sola 3m otras muchas cosas de que vamos a tratar a con. jos Jos cal rer tod vemos. Entre ellos S CO er lidad més sefialada de este modo de pr ‘Ahora an cave certeza hist6rica, sino la de nar ae no es la ee mds profundamente la indole y el modo de pensar, el y comprent enunciado teolégicos del evangelista. También el EvIn tie. lenguaje 2. de insercién histérico que conviene determinar con mayor ne su pute mo él mismo quiere expresar la revelaci6n escatologica exactitud. eramiento y actividad histérica del verbo encanado, asi también nosotros debemos percibir en su revestimiento temporal el mensaje eterno que quiere comunicarnos. . SUPLEMENTARIA: G. Richter, Recension en: MUTHZ 18 (1967 pi oeeo, especialmente 249 no admite tocante al Evin el género liter. re aEvangelion y prefiere Ilamarlo una «forma de escrito doctrinal cna. toldgico». Cf, en cambio, entre otros, O. Cullman, Heil als Geschichte, Tubinga 1967, p. 245-267; SS. Smalley, Diversity and Development in Joha: NTSt 17 (1970-1971) 276-292, especialmente 290. 2. RELACION CON Los SiNépticos Una vez que hasta aqui hemos destacado la afinidad estructural del EvJn con los Sindpt. bajo el aspecto de evangelio fijado por escrito, ahora debemos hacernos cargo también del contenido material de su relato en relacién con los Sinépt., es decir, de los contactos o coin- Neidencias y de las diferencias que resultan de su seleccién y presen- tacién de los materiales, asi como de las razones de ello: yTenia el autor conocimiento de los Sindpt., de modo- que pudiera utilizarlos literariamente 0 de memoria, o bien ofrece una tradicién totalmente distinta de Ja de éstos? Caso que se admita lo primero, habré que a seguir preguntando qué postura adopta frente a ellos. yTenia la in- * tencién de completarlos®,- de competir con ellos, de superarlos*! o incluso de suplantarlos®? También podria darse que sdlo hubiese conocido uno u otro de los Evangelios sindépticos o que hubiese dis- puesto de fuentes que tuviesen afinidad con ellos, Finalmente, yqué x hay entre sus tradiciones especiales, sobre las que no poseemos mate- tial de comparacién con los Sindpt., y las secciones sindpticas que tienen puntos de contacto con dichas tradiciones? Por qué dio cabida en su Evangelio a éstos y no a otros materiales? 56 er, g oe gs s 2 : F . 2 Introduccién al comentario \we da vag al in Se trata de un arduo conjunto de problemas sobre ¢! Se no ha podido ponerse de acuerdo Ja investigacion, HO OPT ie aie posibilidades de exacta comparacin. En general © a heres tn épocas anteriores se propendia a suponer que Jn aera nocimiento de los Sinépt. y sobre esta base se procuraba eevaitimos con mayor exactitud la relacién con ellos, mientras que oa eta tiempos hay mis tendencia a negar absolutamente Ja relacién diets “~y a sostener una tradicién jonica_auténoma, cuyos contal cn Sinépt. se explicarian por el proceso de tradicién_oral, quizd Yo Vy anterioridad al origen de los Evy. sindpticos 0 al lado de éste : ae juicio en cierto modo seguro deberia basarse en Ja exacta compar! de las diferentes piezas; este trabajo no podemos ofrecerlo aqui ¥ debe quedar reservado a estudios especiales. Asi, lo que vamos a escrl- bir a continuacién habr4 de entenderse como orientacién y cautelosa formacién del juicio, Por razones materiales creemos conveniente dis- tinguir aqui las piezas narrativas mayores y los contactos menores ¢p determinados logia («sinépticos») y tratar por separado los unos y los otros. = 1. Piezas narrativas comunes Del relato mismo sobre Juan Bautista, cuya figura y actitud ocupa también a los Sinépt., se pueden deducir ya varias cosas relativas al procedimiento det cuarto evangelista. En conjunto este autor aporta algo nuevo, propio e independiente: falta la descripcién sinéptica de la forma de vida del predicador del desierto, asi como Ia de su pre- dicacién de penitencia y de su actividad bautismal; ni siquiera se narra el bautismo de Jesus. El interés se concentra en cambio en el atestimonio» del hombre enviado por Dios en favor de Jesis como Mesias prometido que bautiza en el espiritu. Sin embargo, ef bautismo de Jestis se presupone conocido por los lectores (cf. 1,325), de modo que se podria pensar en una intencién de «completar», suposicién aplicable también a Ja narracién subsiguiente de la adhesién a Jess de algunos de los discipulos de Juan (1,35-41). Ahora bien, el evange- lista no tiene interés en completar el saber histérico; por “ejemplo, no se dice nada de por qué Jestis se sometié al bautismo de peniten- cia, aunque segin Mt 3,14s esta cuestién preocupaba a la Iglesia pri- mitiva, ni se da la menor informacién sobre el contenido exacto de la voz del cielo, aunque ésta no se halla reproducida un4nimemente en los Sinépticos *. Tampoco Ja indicacién del lugar, Betania, en 1,28 revela Ja intencién de colmar una laguna de los relatos sindpticos, sino que tiene més bien el aspecto de informacién conclusiva que da 57 wh Be 3a SR FUMIE g BIARHOY a Introduccién al comentario al interrogatorio del Bautista Por los enviados de un testimonio fidedigno, El interés cristologi aparecer a Juan Bautista co; con tanta fuerza que no es relatos sindpticos. La pieza siguiente que tiene contacto con la tradicién sindptic te iptica es oo del templo (2,13-22). Aqui nos Hama la atencién Ia cién al comienzo de la actividad Publica de Jesis; sin embargo, no hay el menor indicio de que el evangelista quisiera hacer la competencia a los sinépticos ofreciendo un planteamiento diferente. En Juan se ilustra también la situacién peligrosa para Jess, aunque no tanto con el inmediato interrogatorio por «los judios» (2,18), sino mas bien con la subyacente cita de la Escritura en 2,17, que alude sin duda a Ja muerte de Jestis en conexién con 2,22 (v. Coment). El que la purificacién del templo se relate ya al comienzo tiene que tener otros motivos que el de una correccién cronolégica deliberada de los Sindpticos. La descripcién del proceder de Jess contra los mer- caderes y cambistas contiene otros rasgos (vendedores de bueyes y ove- jas, latigo de cuerda, otro dicho de Jesis) y vocablos (xepuatieral, dvarpérw),de modo que no se puede deducir un conocimiento lite- ratio de los Sindpticos. El relato de la curacién a distancia (4,46-54) en la que la investigacién moderna propende a ver el mismo aconte- cimiento narrado en Mt 8,5-13 y en Le 7,1-10, es tan diferente de la exposicién sinéptica que no se puede pensar en una relacién de de- pendencia literaria, Este hecho, en conexién con el otro de referirse este milagro como «segundo signo» después del milagro det vino en Can4 (2,11; 4,54), hace que se deba tener pricticamente por cierto que el cuarto evangelista disponia de informaciones propias indepen- dientes de los Sindépt. (quiz4 una «fuente de onpeiar) 5, Tanto m4s imposible es hacer remontar la curacién del paralitico del cap. 5 al relato sinéptico de Mc 2,1-12, o Ja curacién del ciego de nacimiento en el cap. 9 a una curacién de ceguera en los Sindpt., sobre todo porque es bastante f4cil reconocer auténticos paralelos sindpticos. Un grave problema plantea en nuestro andlisis el complejo narra- tivo de Jn 6. Aqui no se trata sélo de detalles en la exposicién de la multiplicaci6n de Jos panes y del caminar sobre las aguas, sino tam- bién del mismo orden de sucesos que acompafian a la accién principal, tal como se narran en el «cuadro de Marcos»: i de Jerusalén el cardcter ; ico, el empefio en hacer mo «testigor en favor de Jests, domina creible una reflexién deliberada sobre los Multiplicacién de los panes Jn 6,1-13; Mc 6,34-44 Caminar sobre las aguas Jn 6,16-21; Mc 6,45-52 Regreso a la orilla del lago Jn 6,24s (Cafarnatim); Mc 6,53 (Gene- saret) 58 Introduccién al comentario Peticién de signos Jn 6,30; Mc 8,11 Confesién de Pedro Jn 6,688; Mc 8,29. {Conocié el cuarto evangelista Ja exposicién de Mc’y Ja elaboré a su manera? Desde luego, hay que tener en cuenta que en nuestro EvMc canénico se intercalan algunas piezas entre el retorno a la ribera occidental y Ia peticién de signos (el sector m4s doctrinal 7,1-23; la» sirofenicia 7,24-30; la curacién de un sordomudo 7,31-37; alimenta- cién de cuatro mil personas 8,1-10), como también después de la con- fesi6n de Pedro el didlogo sobre la levadura (8,14-21) y el ciego de Betsaida (8,22-26). ~ ¢Conocié nuestro evangelista un relato mds breve (con una sola multiplicaci6n de los panes)? 3. yCreé é1 para sus fines una unidad coherente? La comparacién en detalle conduce también a observacio- nes exasperantes. En Ja multiplicaci6n de los panes Iaman la aten- cidn algunos rasgos comunes: En el lugar hay «hierba verde» (Mc 6,39) 0 «mucha hierba» (In 6,10); se dispone de cinco panes y dos peces (Mc 6,38; Jn 6,9); la observacién de los discipulos (Mc 6,37; Jn 6,7) alude a «200 denarios»; se recogen «12 canastos» con los pe- dazos que habian sobrado (Mc 6,43; Jn 6,13); el namero de los que habian comido hasta saciarse se eleva a «5000 hombres» (Mc 6,44; In 6,10). A Ja vez se observan diferencias nada insignificantes: En Jn procede la entera accién de Jestis, todavia no es muy tarde, Jess pone a prueba a los discipulos, al fin emprenden los participantes la ten- tativa de proclamar a Jestis rey Mesias, etc.3’. El caminar sobre las aguas viene configurado en conjunto de manera muy diferente; sdlo es idéntico el motivo central, la frase de Jesis a los discipulos: «Soy yo, no temd4is» (Mc 6,50; Jn 6,20). A diferencia de Ja multiplicacién de los panes, el caminar sobre las aguas hace en Jn el efecto de algo mAs auténomo, quiz4 mis original. Todo el resto en el complejo narrativo es de tipo enteramente jo4nico, incluso la peticién de signos y la confesién de Pedro. Asi quedan abiertas toda clase de posibilida- des de explicacién: conocimiento de la exposicién de Mc con nueva configuracién deliberada; conocimiento sumario, y hasta quiz4 sdlo por recitacién oral (p.e., en la liturgia); contactos con la tradicién oral, que precisamente aqui mantiene bastante constante la sucesién de los hechos; utilizacién de una fuente especial (fuente de onpeia), que representaba los acontecimientos de manera andloga, aunque con desviaciones (caminar sobre el agua). En todas estas respuestas hay que tener naturalmente en cuenta Ia propia configuracién formal del evangelista (sobre todo en cuanto al didlogo y discurso en la sinagoga de Cafarnatim; confesién de Pedro). Todavia mAs fuertes resonancias con respecto a Mc acusa la na- Introduccién al comentario rracién de la uncién (Jn 12,1-8). El aceite viene designado con el ai mino inusitado vép30u morixg (Mc 14,3; Jn 12,3); la indicacién valor «(més de) 300 denarios» sdlo se halla en Mc 14,5 y en Jn 12,5; en la respuesta de Jestis a los comensales indignados oa Judas se halla el mismo giro &pere adtiy (Mc 14,6); dpe adthy (In 12,7), que en Jn casa dificilmente, pero no en Mc®, Estos son fuertes indi- vcios de conocimiento literario del EvMc por Jn, aunque en realidad el relato de Jn difiere a su vez notablemente en la exposicién de con- junto y en Ja tendencia. Tales sorprendentes resonancias verbales del EvMe son s6lo excepciones y quiz4 no autoricen a suponer un cono- cimiento literario del EvMc. En ningan otro lugar, ni en Ja entrada triunfal en Jerusalén ni en Ja historia de la Ppasién, se hallan tan claras resonancias del EvMc. Los contactos especiales entre el EvMt y el EvJn son raros e in- significantes. Entre las piezas narrativas sdlo tienen importancia dos Tasgos concretos: al ser arrestado Jesus, dice éste a Pedro, segan Mt 26,52: ¢iVuelve tu espada a su sitiol...», y segin Jn 18,11: ¢|Mete la espada en Ja fundal»; en Mt siguen todavia palabras especiales, Juan afiade Ja conocida imagen sobre el cdliz que tiene que beber, que nos €s conocida también por los Sindpt. (cf. Mc 10,38 par Mt 20,22; Mc 14,36 parr), de modo que aquella coincidencia no deberia significar mucho. Més importante es el contacto en el relato de Ja aparicién del Resucitado a Maria Magdalena o a las mujeres (Jn 20,14-17; Mt 28,8ss). Una tradicién, muy probablemente la misma, de tal aparicién viene ofrecida con mayor exactitud por Jn y referida a Maria Mag- dalena; Mt la refiere a las mujeres que regresan del sepulcro (suma- riamente). Hay resonancias sorprendentes (adoracién, palabras de Je- sis: «Id y anunciadlo a mis discipulos», pero también divergencias: En Mt abrazan las mujeres los pies de Jestis (v. 9); a Marfa Magdalena dice Jestis segin Jn: «jSuéltamel» (v. 17). La tradicién podria proce- der del mismo estrato de la transmisién oral, y en Jn da la sensacién de ser més primigenia ”. Mayor atencién merece la proximidad de Ja tradicién lucana a Tak { joénica, La lista siguiente se refiere sdlo a las piezas nafrativas ma- yores: a) Proclamacién mesidnica del Bautista. En Le 3,15 emerge, al igual que en Jn 1,19s, la cuestién de si el Bautista es el Mesias. 5) Pesca abundante, Sélo Le 5,1-11 habla de una Pesca abundan- te, por cierto at comienzo de la actividad de Jess, de la que hay un cierto paralelo en el capéndice> jodnico 21,1-19. c) Relato de la uncién. En Ja uncién por Ja pecadora anénima Le 7,36-50 resaltan dos fasgos que se hallan también luego sorpren- dentemente en la uncién de Jess en Betania por Marfa, hermana de 60 Introduccién al comentario Lézaro y de Marta: La pecadora riega los pies de Jestis con sus lagri- mas y los enjuga con sus cabellos, y luego Jo unge (Le 7,38); en Jn 12,3 unge también Maria los a - Jestis (en Mc/Mt en cambio ta los enjuga con sus cabellos. : as fees de Betania. En Ja uncién jodnica se habla de las hermanas, Marta, que «servia> (12,2), y Maria, que derramé el precioso ungilento (12,3), lo cual nos hace recordar la escena lucana Le 10,38-42, Es sorprendente que sdlo en estos dos evangelistas se mencione por su nombre a estas dos mujeres. A ello se afiade el relato de la resurreccién de Lazaro, su hermano, en Jn (cap. 11), y también este nombre se menciona tnicamente aqui y en la pardbola de Le 16, 19-31. En las palabras finales de Le 16,30s han querido descubrir al- gunos investigadores criticos el «fundamento» para el relato «simbé- licor de Jn 11, hipétesis que no es en modo alguno segura, aunque pudiera existir alguna conexién ®, e) Entrada triunfal de Jestis en Jerusalén. Una nota singular de Jos relatos lucano y jodnico es el hecho de que en las aclamaciones que la multitud tributa a Jests se le designe expresamente como «el rey (de Israel)» (Le 19,38; Jn 12,13). La mencién de los fariseos (sélo en Le 19,39; Jn 12,19) tiene, por lo dems, diferente resonancia. f) En el cendculo. En Le se halla ya una compilacién de palabras de despedida (22,24-38), que aparece como estadio preliminar para los discursos de despedida jodnicos, Difieren en cuanto al contenido, pero el dicho sobre el servir (Le 22,27) hace pensar en el Javatorio jodnico de los pies (In 13,4-15). 8) Judas y el arresto de Jesiis. Segtin Le 22,3 entra Satan en Judas Tscariote; segiin Jn 13,2, el diablo le mete en el corazén Ia idea de entregar a Jestis, Al ser arrestado, pronuncia Testis, segin Le 22,53, estas palabras: «Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblasy, ie gual es una idea jodnica (cf. Jn 13,30; 19,11; también 9,4; 11,10; 12, 35). También se pueden sefialar coincidencias externas, comp. Lc 12.39 con Jn 18,2; no se menciona el beso del traidor (contrariamente a Mc/Mt; Anis, al que es conducido Jesis segtin Jn 18,13-24, recibe en Act 4,6 la designacién de «el sumo sacerdote» #, h) Proceso judio contra Jests, negacién de Pedro. ‘Los dos evan- gelistas silencian un procedimiento judicial formal det sanedrin contra Jestis durante Ja noche; falta el interrogatorio de los testigos; tampoco se dice que Jesus estuviese callado. Es que se basan los dos evange- listas en otra tradicién que la de Mc/Mt? (Aqui no podemos tratar de este problema.) En la pericopa de las negaciones de Pedro, ni Le ni Jn ponen la observacién que dio lugar a la segunda en boca de una sir- Vienta, sino que Le 22,58 la atribuye a un Erepog, en cambio Jn (18, 18 25) a criados y servidores, y la que dio pie a Ja tercera no la ponen 61 Introduccién al comentario “ en boca de los que rodeaban a Pedro, sino 7 que Le la atribuye a &A0¢ tug (22,59) y Jn (18,26) a un ctiado di it Hines hao lo del sumo sacerdote, pariente de i) El Proceso ante Pilato. Ambos evangelistas aducen tres veces una declaracién de inocencia de Jesus por parte del procurador roma- no; y aunque no figura en el mismo lugar (Le 23,4 14s 22; Jn 18,38; 19,4 6), esté formulada en términos semejantes, La entera exposicién, bese a todas las divergencias en el desarrollo concreto, acusa una cierta afinidad: El pueblo, no sus jefes, actia con mayor fuerza; contra , Jestis se formulan mds acusaciones; al juez romano se le disculpa con més decisién atin que en Mc/Mt. i) La pasién. Aqui concuerdan Le y Jn en supresiones negativas en comparacién con Mc/Mt: No se dice nada de la bebida estupefa- ciente ni de las mofas al pie de la cruz. Por lo dems, la exposicién acusa diferentes acentos. k) Entierro y resurreccién. Le 23,53 y Jn 19,41 acentian mis marcadamente que Mt 27,60 la circunstancia de que Jestis fue ente- trado en un sepulcro nuevo, en el que todavia no se habia puesto a nadie. De gran peso es la otra circunstancia de que en Le y Jn sélo se narran apariciones del Resucitado en Jerusalén o en sus cercanfas. Evidentemente esto obedece en Lucas a razones teolégicas (comp. Le 24,6 con Mc 16,7; Mt 28,7); pero también el EvJn apunta en general més a Jerusalén. Esta coincidencia entre el tercer evangelista y el cuar- to no es ciertamente casual, sino que se basa en su concepcién teo- Iégica de conjunto. Tras estas observaciones es imposible negar la existencia de co-), nexiones de historia de la tradicién entre Le y Jn, las cuales sin embar-\ go no pueden ir tan lejos que haya que suponer que el cuarto evange- lista tuviera ante los ojos y utilizara el EvLc“, También Ja idea de que el cuarto evangelista conociera el EvLc y lo utilizara de memo- ria © est4 sujeta a graves reparos. La tradicién de Betania con los tres hermanos es en él ms concreta y firme, por la cual dificilmente “ habria sido combinada y configurada conforme a datos lucanos. Tam- bién sobre Jerusalén esté m4s al corriente y se apoya sin duda en ciertos grupos de disciputos de esta ciudad (cf, Nicodemo 3,1; 7.50; 19,39; los discipulos judios 7,3; el discipulo relacionado con el sumo sacerdote 18,15). Del proceso y de la pasién ofrece um relato mis auténomo y personal; si hubiese conocido a Le, mal se explicaria que hubiese desperticiado la pericopa sobre Herodes (Le 23,6-16), que le venia como anillo al dedo para Ja exposicién de Ja realeza de Jests. Habr4 mds bien que remontarse a Ja temprana historia del origen de ~ los dos Ewv., a la formacién de sus tradiciones m4s o menos tangen- tes entre si y suponer ciertos contactos dentro de este estrato profundo 62 Introduccién al comentario que ya no poseemos. Ambos evangelistas tuvieron sin duda acceso a 4 una tradicién concentrada en Judea y en Jerusalén, Si se puede cole- gir una temprana forma «presindptica» (independiente de los Sinépt.) del EvIn“, es obvio conjeturar que Lucas tuviera acceso a fuentes “ que estaban préximas a esta «tradicién jodnica» (v. después). La expli- cacién segin la cual Lucas escuché al sujeto mismo de Ja tradicién y se dejé influir por él en varios de sus conceptos basicos, pre- supone, desde luego, ciertas ideas sobre é1 (Juan el Zebedeo) y sobre Lucas mismo (estancia en Judea), que todavia habria que verificar. También se podria salir del paso con la hipétesis de que Lucas pudo utilizar fuentes e informaciones procedentes de aquella regién y de. aquellos circulos cristianos primitivos. Los relatos de Lucas, que en parte dan la sensacién de ser mds primigenios y precisos (por ejem- plo, el relato de Ja uncién, de Le 7,36-50; los datos sobre las muje- res, especialmente sobre Maria Magdalena, 8,1ss) se podrian entonces explicar diciendo que en este caso eran sus fuentes mas copiosas que la «tradicién jodnicay en su forma temprana. También en el caso de Mt 28,8ss se podria suponer analégicamente una tradicién «jodnicay dispersa, conocida por el primer evangelista. En todo caso, en conc, junto las piezas narrativas de Jn, incluso donde acusan sorprendentes + contactos con la tradicién sindptica, dificilmente se pueden hacer re- ‘|montar a un conocimiento literario o a reminiscencias de los Sinép- ticos. rt 2. Logia comunes Aparte de los paralelos y los contactos en la materia narrativa se hallan también en el EvJn breves dichos que evocan sorprendente- mente textos sindpticos, por lo cual no’sin razén se han designado como «logia ‘sindpticos» “. Para una comparacién exacta y precisa hay que utilizar una sinopsis; aqui nos limitaremos a caracterizar el tipo de afinidad, o sea la substancia comin y las divergencias. Un primer dicho de esta clase es el del Bautista en Jn 1,27, cf. Mc 1,7 par. La expresién figurada «desatar la correa de la sandalia» la tiene Jn en comin con Mc/Le, mientras que Mt 3,11 dice: «llevarle las sandalias»; con Mc/Mt concuerda Jn en el giro «et que viene de- trés de mi» (en Mt, participio presente; en Mc Epyerat). Llama la atencién que Jn, para decir «digno» emplee el término é£to¢ (con una oracién en tva), mientras que los Sindpt. dicen txavég (con infiniti vo). También Lucas emplea d&tog en.el mismo logion en Act 13,25 asi, en el relato sindptico del Bautista ixavéc sugiere una influencia literaria (cf. también Mt 8,8 par Le 7,6), a la que no se sujeta Jn. 63 Introduccién al comentario El cuarto evangelista conoce el mismo logion, pero lo reproduce de manera propia. Lo toma seguramente de Ja tradicién @ no ser que Jn 1,27 se explique, desde una perspectiva critica literaria, como una adicién redaccional posterior) y Jo utiliza a su manera; también se puede conjeturar que su propio logion del Bautista 1,15-30 sea una interpretacién del loyupdtepoc (cf. Coment.). De Jn 1,33 (cf. 26a 31c) se puede concluir que es la misma sen- tencia que transmite Mc 1,8 (0 sea, como adicién). «Yo os he bauti- zado con agua, pero él os bautizar4 con Espiritu Santo» (Mt 3,11/Le 3,16 afiaden ademas cy con fuego»). Una vez mis se confirma el co- nocimiento del logion sinéptico, pero también una utilizacién libre del mismo. Probablemente también en Jn 1,34 late en el fondo Ia voz del bautismo, tal como est4 atestiguada en los Sindpticos. In 1,42 (imposicién del nombre de Cefas a Simén Pedro) men- ciona el mismo hecho que Mc 3,16 y que Mt 16,18, Pero en otro con- texto. No parece deberse a una correccién deliberada, el que este nombre no aparezca impuesto en la primera eleccién de los Doce (Mc) 0 en Cesarea de Filipo (Mt). El logion Jn 1,51 ha dado lugar a diferentes conjeturas, entre otras la de una refundicién de Mc 14,62 par. Seguramente habr& que ad- mitir que los logia del «Hijo del hombre» jo4nico se hallan en una determinada tradicién®, en la que la transmisién sindptica representa un estadio intermedio, pero que el dicho de Jn 1,51 tenga una depen- dencia directa respecto de la respuesta de Jestis al sanedrin, atestigua- da por los Sindpt., es improbable en razén de su estructura y de su contenido interno. En cambio, el «logion del templo» Jn 2,19 es seguramente el mismo que transmiten, aunque de diferente manera, Mc 14,58 par Mt 26,61; Mc 15,29 par Mt 27,40; cf. Act 6,14. Tal dicho de «destruir el tem- plo» y «reedificarlo en tres dias> corria en Ja Iglesia primitiva; pero precisamente aqui muestra el cuarto evangelista su libertad en Ia re- produccién e interpretacién, de modo que esta coincidencia no pre- juzga en nada la dependencia literaria o la mera reminiscencia con respecto a los sinépticos. Jn pudo también haber tomado el logion de la tradicién oral (o de alguna otra fuente). La relacién de Jn 3,3 5, con Mt 18,3; cf. Mc 10,15; Le 18,17, que en época reciente se ha afirmado repetidas veces, no se puede cierta- mente excluir, pero tampoco demostrar con certeza (v. Coment, al pasaje); caso que el cuarto evangelista transformara este logion sinép- tico, lo hizo en forma libre y con mayor alcance teolégico, De aqui no se puede concluir nada sobre su conocimiento de los Sindpticos. Un verdadero «logion sinéptico» se nos ofrece de nuevo en el EvJn en Jn 4,44, cf. Mc 6,4; Mt 13,57; Le 4,24. Bl versiculo resulta 64 Jatroduccion al comentario a lo considera como glosa EI texto literal no con- pt. y es una reproduccié6n 0 recoge claramente un tr 4s de un exege! dificil ea el Sa ‘Coment. al pasaje) redaccional posterior OY sn de los Sind) uerda con ninguna formula n todo cas ; libre de Ja misma idea, aundue al no es aqui Nazaret, sino la «pa- jcho tradicional de Yesis (la marple 9° 1° ETN toria de la tradicién tian, Galilea), Desde el punto de vista de Sindpt., como lo prueban triax, Gall ae ‘seguramente conexién con los a oes montane (cE ia ote ‘palabras de 6,42, que forman parte de! las 42, ic indptic los los ee wHelaate no hallamos ya ningin elogion ane pal es dichos que se pueden comparar so hallan dentro et nese) piezas narrativas de que hemos tratado eee Ey carernie ee is imiento y se explican por el mismo. El requeri See a pet 5,8, que suena casi literalmente como las pa! ‘ nee de tico de Mc 2,9, resulta de la situacién, que en realidad es distinta la de los Sindpticos. En el caminar sobre Jas aguas coinciden io - Sinépt. en estas palabras: «Soy yo, no temdis» (Jn 6,20; Mc 6,. . * aunque con la afiadidura @xpcette); pero el resto de Ja exposicion acusa notables desviaciones. La confesién del Mesias por Simon Pedro en Jn 6,69 difiere precisamente en el titulo o Jos titulos que emplea. Sin embargo, en el mismo capitulo de Jn no hay que pasar por alto el hecho de que 6,51c 53ss parecen presuponer un relato de la insti- tucién de la eucaristia, que en Ja terminologia difiere caracteristica- mente (odp£ en lugar de cia), referencia importante a una tradicién Joanica auténoma. Hay también otros dichos que en el EvJn podrian haber pasado de su puesto anterior en el relato de la pasion a la predicacién publica de Jestis. En 8,28 se quiere ver una alusién a la respuesta de Jesus ante el sanedrin especialmente segiin Le 22,698, y en el giro especial en Le 22,67 una referencia en Jn 10,24b-25a; sin embargo, todo lo que puede admitirse es la posibilidad de reminiscencias, sea en Le o la sobre que Jn 12,27 en Jn. En cambio, apenas si queda la menor dud: en el huerto de los olivos> es Ja configuracién «jodnica> de Ja «hora de los Sinépt.; 1a eturbacin> de Jestis (rdpaccew, cf. 11,33; 13,21; 14,1 27) remite a Jas angustias de muerte de Jestis en el relato sindp- tico, el sugsiguiente didlogo con el Padre Tefleja la oracién de Jesus en Getsemani; también la Spa, de tan honda trascendencia, viene mencionada en este contexto de la misma manera que en los Sinépt. (Mc 14,35 37 41 par Mt; cf. Le 22,53). Pero jcémo se transforma toda esta escena a Ia Juz de Ia teologia jodnical La hora de la turbacién es ahora Ja hora de Ja glorificacién.., En el cendculo anuncia Jestis Ja traicién de Judas en Jn 13,21 con las mismas palabras de Mc 14,18 par Mt 26,21 («uno de vosotros me Introduccién al comentario mente a Simén). También en la formulacién del dicho sobre el canto del Ballo, comin a todos los evangelistas, es Lucas el que ms se aproxima a la redaccién jodnica. La sentencia sobre la dispersién de los discipulos, que Le no menciona en absoluto, conforme a su enfo- que teoldgico, se halla en Jn (@ diferencia de Mc 14,27s par Mt 26, 31s) todavia entre las Palabras de despedida (16,32), pero con una formulacién totalmente diferente. En todas partes se observa el in- flujo de la teologia jodnica. Especial consideracién merecen todavia algunas palabras generales dirigidas a los discipulos, de las que puede negarse su préximo paren- tesco con los logia sinépticos. Entre ellas se cuenta la sentencia de Jn 12,25 sobre el eperder Ja vida y salvarla>, cf. Mc 835 parr; Mt 10,39 par Le 17,33. Bl cuarto evangelista emplea otra antitesis (amar- odiar), en lugar de odtew o etploxew dice pvddecew e introdu- ce la distincién: év + xéou@ robtw —elg Cody alévoy, que es una consciente creacién jodnica, Las palabras que vienen a continua- cién sobre el servicio y el seguimiento de Jests levando la cruz, que en los Sinépt. se hallan en el mismo contexto (Mc 8,34 par ademés, tomado de «Qo: Mt 10,38 par Le 14,27), pero que estén muy modifi- cadas, principalmente por la idea jo4nica: <«Y donde yo esté, alli estaré también mi servidor> (cf. 14,3; 17,24; también 13,36). La idea del «servir> est4 quizd tomada de otro logion, que tiene igualmente un Paralelo em Jos Sindpt: «El esclavo no es mayor que su sefor...> (15,20), cf. Mt 10,24/Le 6,40. El mismo dicho se halla todavia en Jn 13,16, donde se afiade: «ni el enviado es mayor que el que Jo envia> *, La misma idea esté asumida en otra sentencia que tiene paralelos sindpticos: «El que recibe at que yo envie, a mi me recibe; y el que a mi me recibe, recibe al que me envids (13,20), cf. Mt 10, 40; Le 10,16; Mc 9,37/Le 9,48. La idea, que proviene en general del Ambito de conceptos implicados en el envio (cf. también Jn 94; 17, 18; 20,21) varia en los diferentes logia y hallé en la Iglesia primitiva un eco pluriforme, sin que por ello se deba concluir que Jn conoce 6 Pe oe hae Introduccién al comentario Jos Sinépt. 0 que depende de su tradicién. Los logia joinicos Mevan su propio cufio (cf. el tipicamente jodnico AauPdvety tie en vez de Séxea8a1) y sélo muestran una cosa, a saber, que la tradicién jodnica tiene un fondo comin con la sindptica. En el relato de la pasién debe mencionarse la expresién figurada, antes brevemente mencionada, sobre el céliz que Jesus tiene que beber (Qn 18,115), que recurre también en diferentes pasajes de la tradicion sinéptica, una vez en Ja respuesta a los hijos del Zebedeo (Mc 10,38 par Mt 20,22), luego en Ia escena del huerto de los olivos (Mc 14,36 par, aqui en la oracién al Padre, cf. In 18,11 6 5é8wxév por 4 natyp). Una vez mas es inverosimil que fuese tomado de los Sindpt., mien- tas que dificilmente se podré negar una conexién de historia de la tradicién. Algo parecido se puede decir finalmente sobre las palabras det Resucitado relativas al poder de perdonar los pecados (Jn 20,23), que seguramente tendrin una conexién, sea cual fuere, con la senten- cia sobre «atar y desatars en Mt 18,18; cf. 16,195. Por el material de los logia podria tal vez estar justificada en teoria la conclusién de que Jn conocié los Sinépt. por lo menos por via de recitacién oral o por lecturas anteriores; sin embargo parece mejor ;responder que ambas tradiciones coincidian en algunos dichos de Je- sis, en definitiva en la transmisién_oral_primigenia, En realidad, po- ‘dria también ocurrie que el cuarto Evangelio, en la forma en que actualmente Jo poseemos, se haya basado en alguna compilacién es- crita mas reducida de dichos 0. sentencias que nuestro evangelista habria utilizado a su manera; en efecto, los (is 40,3); 12,15 (comp. Mt 21,5) en la entrada triunfal en Jerusalén: «Mira que viene tu rey» (cf. Zac. 9,9); 12,40 (comp. Mc 4,12 par): sentencia sobre el endurecimiento del corazén, de Is 6,95; 13,18 (comp. Mc 14,18, aunque sdlo una alusién; diversamente Le 22,21, de forma muy indirecta): el dicho sobre el traidor segun Sal 41(40),10; 19,24 (comp. Mc 15,24 par, aunque sin férmula de citacién): la sentencia sobre el sorteo de los vestidos segin Sal 22(21),19. Ahora bien, ninguna de estas citas concuerda literalmente con los Sin6pt. (aqui_podemos renunciar a una comparacién minuciosa). La sentencia de Is 40,3 la profiere en Jn el Bautista Mismo como testi- monio sobre su persona, mientras que en los Sinépt. se la cita como cumplimiento de Ja Escritura relativa a 41; la cita sobre el endureci- miento se halla en los Sindpt. en el contexto de las pardbolas, en Jn en cambio en la mirada retrospectiva a la actividad publica de Jesus. Zac 9,9 constituiria en todos los evangelistas él trasfondo de teologia _biblica de Ja entrada triunfal de Jesus en Jerusalén sobre un pollino de asna, pero en Mt viene ofrecido expresamente como cita de re- flexién (sin duda en conexién con Is 62,11) yen Jn en otra forma (sélo libremente segiin Zac 9,9). En el sorteo de Jas vestiduras sdlo Jn cita con exactitud y expone el parallelismus membrorum del ver- siculo del salmo literalmente en el sentido de la repartici6n de las " vestiduras y del sorteo de la tunica inconsitil 2, he Otros’ contactos_(materiales) m4s remotos pueden hallarse en Jn 7,42 (procedencia del Mesias de Belén, cf. Miq 5,1) con Mt 2,6 (en un contexto totalmente diverso en Ja historia de la infancia), y en Jn 8,17 (el testimonio de dos testigos es fiable) con Mt 18,16 (segin Dt 19,15, aunque también en un contexto totalmente diferente), Por consiguiente, no se puede pensar en que haya una dependencia del cuarto evangelista con respecto a los Sindépticos. Todas Jas demés citas son «patrimonio» jo4nico. Pero si examina- 68 Introduccién al comentario mos més de cerca los pasajes aducidos por el cuarto evangelista, po- demos hacer con Dodd una importante observacién: Casi_sin excep- / cién estan tomados de piezas (salmos o capitulos de los profetas que desempefian también un papel en otros lugares del NT). Los versicu- Jos citados por Jn (en la medida en que se puede verificar una cita) provienen de un circulo o de un medio que gozaba ya de. importancia ‘en la Iglesia primitiva. Las palabras de la Escritura citadas en 2,17 estan tomadas del importante salmo de pasiém 69(68) (v. 10), que aparece también citado en 15,25 (v. 5) y probablemente en 19,28 («tengo sed», cf. Sal 69,22, preferible a la otra posibilidad de Sal 22 [21],16 por su asociacién con Ia hiel y vinagre de Jn 19,29). Jn 6,31 se refiere a Sal 78(77),24, el mismo salmo que pudiera hallarse también en el trasfondo del enigmtico pasaje de Jn 7,38 (a saber, Sal 78,16, cf. 20). Ahora bien, con sélo consultar el Index locorum de Nestle, veremos que casi todos los pasajes biblicos aducidos por Jn estén tomados de salmos o de capitulos de Jos profetas que también son directa o indi- rectamente explotados en otros pasajes del NT: Jn 6,45, segtin Is 54, 13; Jn 7,38, posiblemente también segin Zac 14,85; Jn 12,38 segdn Is 53,1; In 19,36 segin Sal 34(33),21; Jn 19,37 probablemente seg Zac 12,10 (cf. Mt 24,20; Ap 1,7). Slo Jn 10,34, segtin Sal 82(81),6, invoca un salmo que no se cita en otros lugares; aqui, incluso por Ia peculiaridad del pasaje, podria tratarse de una reflexién especial del evangelista sobre Ja Escritura. De este estado de cosas se puede con- cluir sin demasiada audacia que Jn no hizo su seleccién arbitraria- mente, sino que se guiaba de acuerdo con una tradicién doctrinal de * > Ia cristiandad primitiva, que consistia en utilizar ciertas secciones del Antiguo Testamento (y no s6lo versiculos aislados) para las fundamen- taciones biblicas de la cristologia *, Con frecuencia se contenta el cuarto evangelista con una alusién genérica_al testimonio de la Escritura, cf. 1,46; 2,22; 5,39 46; 209 (también 17,12 podria incluirse aqui), Sin embargo, también estas ob- servaciones generales permiten descubrir su asociacién con una tradi-{ “feién cristiana primitiva. Que la mesianidad de Jests (cf. 1,46; 5,39) est4 atestiguada en Ja Escritura lo tiene por cierto la Iglesia primitiva en conjunto (cf. Le 24,27; Rom 1,2s; 1Pe 1,11 etc.), y el testimonio especia] de Ja Escritura tocante a la resurreccién de Jestis (209; cf. 2,22), que a nosotros se nos hace dificil de captar, era para ella seguro ya en fecha temprana, segtin el testimonio de 1Cor 15. El testimonio de Moisés (5,46) podia buscarse concretamente en Dt 18,15 18, tanto mds que «et Profeta> es citado varias veces como figura mesidnica en el EvJn (1,21 25; 6,14; 7,40; cf. 7,52 varia lectio); ahora bien, esta mesiologia dejé también huellas en el restante NT (Mc 9,7 par, Act 3,22; 7,37). Todo esto apoya la idea de que si bien Jn utilizs el AT 69 Antroduccién al comentario sentencias, En general diferencia que salta a Ja similes 0 parébolas y los especificamente jodnicos, ¢ met ger sse a del pastor y las ovejas (10,1-18), el de Ja vid’ y los tarmientes (51-9), el de la luz (8,12; 9,48; 12,35s 46), tienen un cardcter muy diferente, marcado por la reflexién teolégica. Esto depende sobre todo de su asociacién a Ja autorrevelacién de Jesus jodnico con tyw elu-y Sin duda se podr4 asegurar que fue este principio «cristolégico» el que acarreé el cambio, como resulta de una comparacién entre 10,1-5 y 10,7-18. Sin embargo, com frecuencia se pasan por alto las sentencias Parabélicas o incluso alegéricas, que tienen mucha mayor afinidad con Jas formas sinépticas. CH. Dodd ha destacado 7 de tales «formas ParabSlicas» (parabolic Forms): 3,29 _ El esposo y el amigo del esposo; 5,19-20a el hijo que aprende de su padre (7); 8,35. esclavo e hijo en la casa del padre; 10,1-5 el pastor, el ladrén y el guardian de Ja puerta; 11,98. el viajero sorprendido por la noche; 12,24 el grano de trigo; 16,21 la mujer en medio de dolores de parto. Entre estos casos pareceré dudoso 5,19-20a, porque, al hablar del «padre» y del chijo», es posible que Jestis quisiera referirse inmedia- tamente a si mismo y a su Padre celestial (cf. v. 17). En cambio, pode- mos afiadir todavia otros pasajes que Dodd menciona en otro lugar: 3,8 el simil del viento; \ 5,35 Juan Bautista, la ldmpara que arde e ilumina; 10,11b-12 el verdadero pastor y el asalariado; 21,18 el dicho figurado sobre el cefiirse. Finalmente, se pueden afiadir algunas sentencias y proverbios que son también caracteristicos de la tradicién sindptica *; 3,27 «Nadie puede asumir nada. 435a el dicho sobre Ia siega (2); ‘ 70 Introduccién al comentario 4,44 el profeta en su patria (mencionado ya entre los ¢logia sindpticos») ; 7,4 «nadie hace nada en secreto...; i 13,16. el siervo y el sefior, el enviado y el que envia (mencionado ya entre los

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