LECCIÓN 6
Cómo Dios responde
las oraciones
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto;
y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(Mateo 6:6)
Cada creyente en algún momento de su vida ha
orado y no ha visto sus oraciones contestadas.
Esto ha causado desánimo en muchos y como re-
sultado dejaron de orar. Dios quiere y desea res-
ponder a sus oraciones, pero primero debemos
aprender ciertos principios que cuando se prac-
tican provocan que las oraciones sean respondi-
das.
LA IMPORTANCIA DE
LA FE EN LA ORACIÓN
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es ne-
cesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos
11:6)
Dios recompensa a los que lo buscan con fe.
Cuando oramos, debemos hacerlo con un co-
razón y una actitud de fe. Si oramos y al mismo
tiempo dudamos, nunca recibiremos nada. De-
bemos creer que Dios está oyendo nuestras ora-
ciones y que tiene poder para responderlas.
CUATRO MANERAS DE OBTENER
RESPUESTAS INMEDIATAS A TUS ORACIONES
1. Oremos al Padre como Sus hijos.
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Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu nombre. (Mateo
6:9)
La oración es una relación entre el Padre y Sus
hijos. Dios no responde a la oración de un ex-
traño, sino a la de Sus hijos e hijas. La clave es
orar desde la posición de hijo. Cuando oras
como hijo tienes acceso a todo lo que el Padre
tiene. El padre se deleita cuando escucha a Sus
hijos pedir, y con gozo les da lo que piden.
2. Oremos de acuerdo a la voluntad de Dios
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pe-
dimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos
oye. (1 Juan 5:14)
Dios nunca ha prometido responder a una ora-
ción que no sea Su voluntad. Cuando nuestras
oraciones están alineadas a la voluntad de Dios,
Él las responde. Cuando clamamos la voluntad
de Dios a través de la oración, ésta se cumplirá
en nuestras vidas.
3. Oremos con confianza, no con culpa o conde-
nación.
Acerquémonos con corazón sincero, en plena cer-
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tidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
(Hebreos 10:22)
Muchas veces, al orar, el enemigo ataca re-
cordándonos pecados pasados, ofensas, falta
de perdón y más. Cuando eso sucede, no po-
demos orar con confianza, y la culpa viene. La
culpa es un arma poderosa que el enemigo usa
para bloquear nuestras oraciones.
¿CÓMO SUPERAR LA CULPA AL ORAR?
Arrepiéntete y pide perdón por cualquier
pecado
Acepta el perdón de Dios
Ata y echa fuera el espíritu de culpa
Aplica la sangre de Jesús a tu vida
Mientras tengamos conciencia de pecado, Dios
no podrá responder nuestras oraciones. La cla-
ve es tener la conciencia tranquila, orando con
confianza, y Dios nos oirá.
4. Oremos de acuerdo con la palabra de Dios
Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.
(Salmos 33:6)
Para ver la manifestación de las promesas de
Dios debemos orar de acuerdo a Su palabra.
Cuando oramos de acuerdo a Su palabra nues-
tras oraciones son respondidas y nuestro gozo
es completo. La clave es saber que cuando la
palabra de Dios y el Espíritu Santo se unen te-
nemos el poder creativo de Dios disponible en
nuestras oraciones.
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OBJETIVOS
Aprender cómo lograr que las oraciones sean
contestadas.
PREGUNTAS FINALES
¿Cuál es la importancia de la fe cuando oramos?
¿Cuáles son las cuatro formas de obtener
respuestas inmediatas a nuestras oraciones?
AC TIVACIÓN
El líder hará el llamado para la salvación.
Guiará al pueblo en oración para que se
comprometa a orar al Padre como Sus hijos, de
acuerdo con Su voluntad y Su palabra, creyendo
con fe que Él responderá desde el cielo.
Ore liberación sobre aquellos que luchan con
la culpa y llévelos a arrepentirse, pedir perdón,
recibir el perdón de Dios, expulsar el espíritu de
culpa y aplicar la sangre de Jesús sobre su vida.
Ore por las necesidades de la gente según el
Espíritu le guíe.
DIEZMOS Y OFRENDAS
Porque ya conocéis la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, que por amor a vosotros
se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros
con su pobreza fueseis enriquecidos. —2
Corintios 8:9
Ahora mismo rompamos con la maldición de la
pobreza y entremos en un ciclo de prosperidad,
entregando nuestros diezmos y ofrendas a Dios.