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Sofia Urbinelli

El origen del invierno y la


primavera
Hace muchos años, antes de que los seres humanos existieran, en la tierra habitaban los
dioses. Cada uno de los dioses se dedicaban a algo en
especial. Zorano era el dios de la naturaleza, apuesto y
con pelo largo al igual que su barba.

Un día Zorano paseaba por los jardines del Olimpo,


cuando de repente quedó deslumbrado por la belleza de
Amisnicea, diosa de los animales. Ella poseía una larga
melena dorada, una piel blanca y delicada; cualquier
persona que la veía la comparaba con un ángel.

Zorano se enamoró perdidamente de Aminiscea e intentó


cautivarla, pero ella una y otra vez lo rechazó aunque sabía que tenía a un hombre muy
apuesto a sus pies. Lo que realmente quería era que le regalen algo que le sirviera.

Ante tal ignorancia, el dios de la naturaleza se desesperaba y pensaba en algún plan


para que Aminiscea se enamorara de él. Después de tanto pensar, se le ocurrió un
invento para la nueva creación que Aminiscea había creado recientemente, llamadas
“abejas”, estos animales vivían poco ya que no tenían un alimento sustentable. Así,
Zorano creó las flores, las cuales contienen polen para poder alimentar a las abejas y
que puedan vivir períodos más largos.

Con estás flores, Zorano cubrió todo el jardín con ellas.


Agarró la más hermosa flor y le puso por nombre rosa que
la caracterizaba por tener un color blanco y suaves pétalos,
que le recordaban a la piel de Aminiscea.

Zorano le regaló la flor, le enseñó todo lo había hecho para


ayudar a su creación y desde ese momento ella lo vio con
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otros ojos y lo aceptó. Motivo de su amor, nacería de las flores un fruto que pasaría a
llamarse Helot.

Zorano y Aminiscea vivían felices en su jardín con su hijo Helot, que parecía que sería
un joven fuerte y valiente. Pero ajeno a todo esto estaba el Dios Cretón, que llevaba
mucho tiempo enamorado de la diosa de los animales y sentía enormes celos hacia
Zorano. Al saber que ya no tendría nada con ella, intentaría todo lo que fuera para
separarlos.

Entonces destruyó lo que más los unía, las flores, mandó un frío helado que las hizo
marchitar, creó un fuerte viento y ocultó el sol tras unas
brumosas nubes, es así, cómo se creó el invierno.

Las flores se habían convertido en su alianza, y sin ellas no


podían estar juntos, desde entonces el invierno los mantenía
separados por un corto período de tiempo, y así, esperaban con
ansias su llegada para volver a unirse (primavera).

Cada primavera, Zorano le regalaba una rosa blanca con la cual


la había conquistado, pero a Cretón se le ocurrió ponerle
espinas. El día tan esperado llegó, Zorano esperaba la llegada de su amada. Aminiscea
apareció tan bella como siempre y tomó la flor que Zorano le ofreció, y como lo había
previsto Cretón, se pinchó con una espina y murió. Con la sangre que brotaba de su
dedo la rosa se manchó totalmente de un rojo intenso. Con su amada se fue el alma de
Zorano, y este cayó en una profunda tristeza. Desde ese día Zorano vaga con aquella
rosa roja por los jardines que le creó a Amniniscea, convirtiéndose en un símbolo de
amor y la pasión de dos enamorados.

Interpretación

El mito intenta representar la creación de la primavera y el invierno, pero sobre todo se


intenta explicar el simbolismo de la rosa roja en el amor y la pasión.

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