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Los mitos y

leyendas de la
región Orinoquía
de Colombia
La Sayona:
Cuenta la leyenda que una mujer muy
hermosa dio a luz un bebé.
Para ganarse el afecto y la confianza
de la mujer, un pretendiente de la
joven madre inventó una historia falsa
sobre el supuesto amorío que
mantenía su esposo con su propia
suegra, lo que provocó un sentimiento
de odio de la mujer hacia su madre.
La hija, cegada por los celos y
enfurecida, atacó a su madre y la
asesinó con un puñal. Luego prendió
fuego a la humilde casa de palma
donde vivía.
La mujer huyó desesperada cuando
la casa comenzó a arder, pero en
ese instante recordó que dentro de
la vivienda estaba su propio hijo.
Entonces intentó ingresar a la casa
en llamas para rescatarlo, pero fue
imposible. Y solo alcanzó a escuchar
los gritos y el llanto desgarrado del
niño mientras era consumido por las
llamas.
Esta tragedia sumió a la mujer en
una pena tan grande que perdió la
razón y de pronto desapareció en la
extensa llanura.
Desde entonces aparece en los
caminos para asustar a los
hombres parranderos y
mentirosos. Pero en otras
ocasiones los seduce con su
hermosura y encanto.
Cuando comienza el romance y
los hombres están a punto de
besarla, entonces la mujer se
transforma y sus dientes
comienzan a crecer para
devorarlos, tras lo cual huye del
lugar emitiendo desgarradores
gritos de dolor.
El mito de
Rompellanos:
Rompellanos era un antiguo
guerrillero de los años 50 que
estuvo combatiendo entre
el departamento de Arauca y
el de Casanare.
Su verdadero nombre era
Eduardo Fernández, pero se le
conoció con el apodo de
Rompellanos cuando se
convirtió en un mito.
Era un hombre generoso con
los pobres y robaba a los ricos
hacendados del llano para
ayudar a los humildes.
Luego de acogerse al decreto de
amnistía del gobierno colombiano
en el año 53, se fue a Arauca y
estuvo bebiendo por tres días.
Era el 22 de septiembre cuando lo
vieron tomando acompañado de
dos funcionarios del servicio
secreto SIR (DAS).
Esa noche el Rompellanos fue
asesinado y su cadáver
permaneció tendido bajo la lluvia
hasta la mañana. Dicen que la
intensa lluvia purificó su alma.
Nadie reclamó su cadáver, por lo
cual fue enterrado sin urna en el
cementerio del pueblo. Años más
tarde llegó una mujer que dijo ser
su esposa e intentó llevarse el
cuerpo, pero la gente del pueblo
no lo permitió.
Desde su muerte se convirtió en
benefactor de los pobres y
necesitados, y en su memoria se
canta la canción del cantautor
Juan Farfán, que añora los
tiempos pasados y aboga por el
rescate de las costumbres y las
virtudes del Rompellanos.
Juan Machete:
Juan Francisco Ortiz quiso ser el
hombre más poderoso de la
región, a pesar de ser ya bastante
rico.
Entonces hizo un pacto con el
Diablo: a cambio de entregar a su
mujer e hijos, pidió al Diablo más
tierras, dinero y ganado.
Juan cumplió al pie de la letra el
ritual para lograr el objetivo.
Debía tomar una gallina y un
sapo, coserles los ojos y luego
enterrarlos vivos invocando al
Diablo, un Viernes Santo a la
medianoche.
El ambicioso hombre lo hizo.
Luego de varios días
comenzó a ver cómo su
fortuna aumentaba.
Una mañana se levantó muy
temprano y observó un toro
negro grande e imponente al
cual no le prestó mayor
atención.
Mientras tanto, sus negocios
siguieron prosperando y
llegó a ser el hombre más
rico de la región.
Un día la buena fortuna
comenzó a desaparecer, hasta
que el hombre quedó al borde
de la miseria. Arrepentido por
el pacto diabólico que había
hecho, enterró el dinero que le
quedaba y desapareció en la
selva.
Cuentan que a veces se ve a
Juan Machete vomitando
fuego y deambulando por el
lugar en donde enterró el
tesoro para impedir que lo
desentierren.
Florentino y el Diablo:
Florentino tenía fama de ser el mejor
coplero y jinete del llano. Una noche,
mientras cabalgaba solo por la sabana
para asistir a un joropo en un pueblo, él
notó que era seguido por otro hombre
vestido de negro.
De pronto, cuando se preparaba para
cantar, el misterioso hombre desafió a
Florentino a un contrapunteo.
Florentino aceptó, y al comenzar el
cruce de coplas se dio cuenta de que en
realidad estaba contrapunteando con el
Diablo. Si perdía, este robaría su alma.
A pesar del peligro, Florentino
no se amilanó y mantuvo su fe
en sí mismo como
improvisador.
Entre copla y copla fue
transcurriendo la noche. El
Diablo estuvo ocupado toda la
noche intentando derrotar a
Florentino.
Pero este no se rindió y logró
cansar al Diablo, que tuvo que
retirarse totalmente derrotado
al salir el sol.
La Candileja:
Mártir de la violencia, la Candileja es
el espectro de una mujer asesinada
en el Valle de las Tristezas. Dicen que
fue quemada viva por sus dos nietos
dentro de su casa. Desde entonces,
convertida en fuego, frecuenta los
lugares en ruinas, las crecientes de los
ríos y los caminos solitarios.
Aparece en el alba, cuando aún el
gallo no ha cantado, y como un
meteoro se estrella con los cercos; se
agita en el copo de los árboles o se
echa a rodar por los pastos.
Reina salvaje coronada de rescoldos
que se avivan con la memoria, la
Candileja, sin embargo; espanta a los
caballos y los jinetes que se aventuran
en la noche.
Inicia las quemas de los bosques:
Grandes incendios, grandes sequías,
precipita su presencia de llama en los
tiempos en que se aviva su dolor. Por
eso los hombres le temen. Saben que
ni los rezos ni las bendiciones
ahuyentan su furia.

Se le ve siempre acompañada de dos


bolas mas pequeñas, los dos nietos
que no pudieron escapar de su broma
tan pesada.

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