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COMISIÓN ESPECIAL DISCIPLINARIA

RADICACIÓN: 9-46442/00
DISCIPLINADO: EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA
CARGO: Alcalde de la localidad de Antonio Nariño de Bogotá
FECHA HECHOS: 25 de Agosto de 2000
ASUNTO: Fallo de Primera instancia

Bogotá, D.C.,

1. OBJETO DE LA DECISIÓN

Procede la Comisión a proferir fallo dentro de la investigación No. 009-


46442, adelantada en contra de EDUARDO AUGUSTO SILGADO
POSADA, en su condición de Alcalde de la localidad de Antonio
Nariño de este Distrito Capital.

2. ORIGEN Y OBJETO DE LA INVESTIGACIÓN

Mediante auto de 27 de julio de 2000, el alcalde local de Antonio


Nariño, EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA, en cumplimiento
a lo ordenado en Resoluciones 202 y 335 de 1996 y 1999,
respectivamente, proferidas por la Alcaldía Local de ANTONIO
NARIÑO, dispuso llevar a cabo diligencia de restitución del espacio
público el 25 de agosto del mismo año, en una extensión aproximada
de cien metros, sobre la margen derecha del canal del Río Fucha,
entre las carreras 16 a 20, con diagonal 12A Sur de esta ciudad.

En tal virtud, contando con el apoyo logístico de la Policía Nacional y


la Secretaría de Obras Públicas del Distrito y ante la oposición por
parte de la comunidad al desarrollo de la diligencia ya anotada, se
derribó un muro, acción que ocasionó como resultado la muerte de
IRMA ROSALBA PRIETO MENDIETA y WILLIAM VILLALOBOS
GARZÓN, así como lesiones a los miembros de la Policía Nacional,
JOSÉ ANZOLA GONZÁLEZ, YESID CASTILLO CASAS, LUIS
CASTAÑEDA LARROTA, LUIS CASTAÑO FORIGUA y ALEXANDER
HENAO ESCALANTE.

Constituye objeto de la investigación disciplinaria, determinar si el


actuar del señor SILGADO POSADA, funcionario a cargo de la
diligencia, consistente en la determinación de la acción que produjo el
daño ocasionado, vulneró la Ley Disciplinaria y por ende merece la
imposición de sanción.

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3. CARGOS IMPUTADOS

En auto de noviembre 15 de 2000 (fl. 1 ss. C.O No. 3), se imputó a


EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA, en su condición de
alcalde de la localidad de Antonio Nariño, el incumplimiento de lo
dispuesto en los artículos 2 y 209 de la Constitución Política;
numerales 1 y 22 del artículo 40 de la Ley 200 de 1995; numeral 1º.
del artículo 86 del decreto 1421 de 1986, Estatuto Orgánico de
Bogotá, al posiblemente haberse abstenido de ejercer el cargo y
cumplir la función pública de conformidad con los postulados
axiológicos contenidos en las normas constitucionales citadas, lo cual
pudo llevar a ocasionar el daño mencionado.

4. PRUEBA RECAUDADA

Prueba documental

Fórmulas Médicas, Boletas de Excusa Médica, Historia Clínica, Hojas


de Enfermería (folios 10 – 20, c.o. 1); copia expediente administrativo
038-95, Secretaría de Gobierno, Alcaldía Mayor de Bogotá (fls. 24 –
73; fl 132 - 183 c.o. 1); Oficio de 16 de agosto de 2000 dirigido por
Eduardo Augusto Silgado Posada al Mayor Orlando Polo Obispo ,
solicitando apoyo de unidades policiales (fl. 74 c.o. 1); Oficio sin fecha
y sin número dirigido por la Defensora del Espacio Público al alcalde
local Eduardo Silgado Posada (fl. 75 c.o. 1); Oficio de 22 de agosto de
2000 dirigido al representante legal de la Urbanización Lunapark por la
asesora jurídica de la alcaldía local Antonio Nariño (fl. 76 c.o. 1);
Oficio de 24 de agosto de 2000 dirigido al Personero Local de Antonio
Nariño por la asesora jurídica de la alcaldía local (fl. 77 c.o. 1);
diligencia de restitución del espacio público de 25 de agosto de 2000
en la avenida 12 sur, con carrera 16, conjunto residencial Lunapark, de
la alcaldía local Antonio Nariño (fl. 78 c.o. 1); Protocolos de Necropsia
y diligencia de Inspección de Cadáver (fls. 81 a 120 c.o. 1); acta de
visita a la Concentración Escolar República de Panamá de 11 de
Octubre de 1995 de la alcaldía local Antonio Nariño (fl. 122 c.o.1);
oficio de diciembre 12 de 1997, suscrito por el representante legal del
conjunto residencial Lunapark, dirigido a la alcaldía local XV (fl. 124
c.o. 1); Oficio de marzo 30 de 1998 dirigido por el representante legal
del conjunto residencia Lunapark a la Empresa de Acueducto y
Alcantarillado de Bogotá (fl. 127 c.o. 1); oficio de 13 de marzo de 1996
dirigido por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá a la
administradora del conjunto residencia Lunapark (fl. 128 c.o. 1);

Relación del personal de Policía en servicio el 25 de agosto de 2000,


diligencia de restitución espacio público, barrio Lunapark (fl 197 c.o. 1);
informe novedad suscrito por el mayor Polo Obispo (fl. 199 c.o. 1);
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orden de servicios de 24 de agosto de 2000, suscrita por el mayor
Polo Obispo (fl. 210 c.o. 1); oficio de 18 de agosto de 2000 suscrito por
el mayor Orlando Polo Obispo, dirigido al comandante de Policía
Tequendama (fl. 207 c.o. 1); decreto de nombramiento 411 de 13 de
abril de 1998 de Eduardo Silgado Posada como alcalde de la localidad
XV Antonio Nariño (fl. 210 c.o. 1); acta de posesión correspondiente al
anterior nombramiento (fl. 211 c.o. 1); contrato 272 de 9 de noviembre
de 1999, contratista: Unión temporal nuevo Milenio (fl. 221 c.o. 1);
Informe Operativo Localidad Antonio Nariño dirigido a la Sub
Secretaría de Asuntos Locales de la Secretaría de Gobierno de
Bogotá, suscrito por Representante Legal e Interventor de la Unión
Temporal Nuevo Milenio (fl. 226 c.o. 1).

Informe Oficina Permanente de Derechos Humanos del Ministerio


Público (fl. 93 c.o. 2); Oficio suscrito por la jefe de la Dirección de
Bienes Raíces de Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá
(fl. 106 c.o. 2); Certificado de antecedentes disciplinarios de Eduardo
Augusto Silgado Posada (fl. 127 c.o. 2).

Documento: “Infancia, formación académica y desempeño profesional”


allegado por el disciplinado (fl. 18 – 30 c.o. 3); carta de renuncia de
Eduardo Silgado Posada al cargo de alcalde local XV (fl. 31 c.o. 3);
cartas suscritas por particulares y servidores públicos en apoyo a le
gestión del alcalde local Eduardo Silgado Posada (fl. 32 – 52 c.o. 3);
comunicación de 27 de agosto de 2000 dirigida por el disciplinado a
diversos servidores públicos y medios de prensa, en donde resalta los
logros de su gestión (fls. 53 – 105 c.o. 3); comunicación de 28 de
agosto de 2000 suscrita por ediles de la localidad XV, Antonio Nariño;
documento: “Que Peñalosa responda por los muertos del Luna Park”,
suscrito por el edil Álvaro Amarís Rojas (fl. 200 c.o. 3).

Acta de diligencia de demolición de tres de julio de 1998 (fl. 19, 24, 26


c.o. 4); Acta de diligencia de demolición de 20 de octubre 1999 (fl. 21
c.o. 4); acta de demolición de 9 de noviembre de 1999 (fl. 27 c.o. 4);
artículo de prensa diario El Espectador de domingo 31 de diciembre de
2000 (fl. 30 c.o. 4); trascripción del contenido de los videos allegados a
la investigación (fl. 32 – 49 c.o. 4); comunicación de 15 de junio de
2001 suscrita por el Sub Director Operativo de Tránsito y Seguridad
Vial y anexo “Informe General del Conductor” (fl. 94 c.o. 4); circular
MTT 2261 de 18 de noviembre de 1998 de la Dirección General de
Transporte y Transito Terrestre y Automotor (fl. 97 c.o. 4);
comunicación de julio 6 de 2001, Oficina Jurídica Ministerio de
Transporte (fl. 100 c.o. 4);

4.2 Prueba Testimonial

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Evelio Pulido Rincón (fl. 185 c.o. 1); Orlando Jesús Polo Obispo (fl.
190 c.o. 1); Sara Ibeth Rodríguez Rivera (fl. 230 c.o. 1, fl. 90 c.o. 4));
Yesid Castillo Casas (fl. 233 c.o. 1); José Alexander González Anzola
(fl. 236 c.o. 1); Alexander Henao Escalante (fl. 239 c.o. 1); Luis Alberto
Castañeda Latorre (fl. 243 c.o. 1); José Joaquín Neira Sánchez (fl. 91,
fl. 184 c.o. 2); versión libre y espontánea de Eduardo Augusto Silgado
Posada (fl. 128 c.o. 2); Carlos Alberto Martínez Rodríguez (fl. 177 c.o.
2); Delfín Alberto Muñoz Betancur (fl. 181 c.o. 2); Yazmín Silva
Martínez (fl. 192 c.o. 2); Jimmy Anthony Pérez Solano (fl. 195 c.o. 2);
Maritza Romero Pineda (fl. 201 c.o. 2); John Fredy Cortés Flórez (fl.
208 c.o. 2); Flavio Gómez Vargas (fl. 211 c.o. 2); Luis Fernando Díaz
Marín (fl. 228 c.o. 2); Guillermo Zapata Rodríguez (fl. 235 c.o. 2).

Luz Stella Villamil (fl. 65 c.o. 4); Fernando Felipe Salas Quin (fl. 69 c.o.
4); Jicelle Manrique Vaca (fl. 76 c.o. 4); Gloria Helena González
Hurtado (fl. 83 c.o. 4);

4.3 Visitas Especiales

Oficina Permanente de Derechos Humanos del Ministerio Público (folio


4, cuaderno original 1); Hospital Central Policía Nacional (folio 9, c.o.
1); Oficina de Administración Conjunto residencial Lunapark (fl. 21, c.o.
1); Oficina Jurídica, Alcaldía Local Antonio Nariño (fl. 22 c.o. 1);
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (fl. 80 c.o. 1);
Alcaldía Local Antonio Nariño (fl 184, 209 c.o. 1); Dirección de Gestión
Humana, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía Mayor de Bogotá (fl.
215 c.o. 1); Subsecretaría de Asuntos Locales y Desarrollo Ciudadano
(fl 218 c.o. 1).

Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía General de la Nación,


sede centro (fl. 3 c.o. 2); diligencias correspondientes a la
investigación penal adelantada por el Fiscal 28 Seccional (fls. 5 – 84
c.o. 2); acta diligencia de restitución espacio público de 25 de agosto
de 2000, avenida 12 sur con carrera 16, barrio Lunapark, llevada a
cabo por la alcaldía local Antonio Nariño (fl. 87 c.o. 2); Oficina de la
Dirección de Bienes Raíces de Empresa de Acueducto y Alcantarillado
de Bogotá (fl. 105 c.o. 2); Fiscalía 52 Seccional, Unidad IV de Vida (fl.
138 c.o. 2); Acta de Inspección de Cadáver y resolución de situación
jurídica dentro de la investigación penal (fls. 139, 153,
respectivamente, c.o. 2); Documento suscrito por la Junta
Administradora Local de Antonio Nariño (fl. 165 c.o. 2);

4.4 Prueba Técnica

Protocolos de Necropsia (fls. 81 a 120 c.o. 1); reconocimientos médico


legales de lesiones personales (fl. 204 c.o. 1); Informe evaluativo de
29 de agosto de 2000 dirigido por ingeniero asesor a la jefe de
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Investigaciones Especiales y Apoyo Técnico, Personería de Bogotá (fl.
95 c.o. 2); Informe de Inspección sobre el terreno suscrito por
Ingeniero Asesor de la Dirección Nacional de Investigaciones
Especiales (fl. 100 c.o. 2); peritaje sobre máquina retroexcavadora (fl.
103 c.o. 4); aclaración del anterior peritaje (fl. 134 c.o. 4); estudio
técnico sobre el contenido de cintas de video, practicado por el Área
de Acústica Forense del Grupo de Criminalística del Departamento
Administrativo de Seguridad, DAS (fl. 196 al 204 del c.o. 6)

5. ANÁLISIS JURÍDICO PROBATORIO

De conformidad con lo establecido en el artículo 118 de la ley 200 de


1995, son presupuestos del fallo sancionatorio en materia disciplinaria,
la existencia de prueba que conduzca a la certeza de la falta y a la
certeza de la responsabilidad del disciplinado. En consecuencia,
procede la Comisión Especial a evaluar el mérito de la prueba obrante
en las diligencias, con el fin de establecer si se acreditan los
presupuestos mencionados.

En primer término resulta necesario precisar que no es objeto de


cuestionamiento disciplinario la legitimidad de la diligencia de
restitución del espacio público, ya que ésta fue legalmente ordenada a
través de Resoluciones 202 y 335 de 1996 y 1999, respectivamente,
proferidas por la alcaldía local de ANTONIO NARIÑO, dentro de
sendos procesos policivos, ni tampoco lo es la gestión desarrollada
por el implicado como alcalde de la localidad de ANTONIO NARIÑO
en otras actividades diferentes al comportamiento desplegado en la
diligencia de restitución de espacio público que se desarrolló el 25 de
agosto de 2000 en la avenida 12 sur con carrera 16 de esta ciudad y
que produjo la muerte de dos ciudadanos y lesiones personales a
otros tres.

5.1 Materialidad de la infracción disciplinaria

En estas condiciones, la materialidad de la infracción, esto es, la orden


proferida por el alcalde local SILGADO POSADA para derribar el muro
en cuestión, se deriva de la valoración de diversos medios probatorios,
así:

5.1.1 Valoración de la prueba documental

Constituye prueba documental de la materialidad de la infracción el


video obtenido del canal de televisión Canal Capital, en el que se
observan las imágenes sin editar correspondientes a la diligencia de
restitución del espacio público llevada a cabo por la alcaldía local XV
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ANTONIO NARIÑO el 25 de agosto de 2000 en la calle 12 sur con
carera 16.

Antes de avanzar en torno a la valoración del contenido de las cintas


de video, estima la Comisión necesario precisar la naturaleza
probatoria de éstos. Sin duda las cintas de video tienen la naturaleza
de prueba documental puesto que traen a la investigación la
representación de hechos capaces de producir efectos dentro de la
actuación. La calidad de documento que tienen las cintas de video no
se adquiere por el hecho de que su contenido aparezca en un escrito,
ya que la cinta (con las imágenes y sonidos que contiene) es en sí
misma un documento que puede apreciarse directamente por el
fallador y los sujetos procesales. Su valoración y sus efectos
procesales no están sujetos a la trascripción de su contenido;
correlativamente, la ausencia de trascripción de su contenido en nada
degrada su aptitud probatoria. Ello es así, por cuanto nuestro
ordenamiento jurídico ha abandonado la tesis literalista en cuanto a la
concepción del documento y ha acogido la tesis de la
representatividad. Quiere ello decir que no solamente son documentos
los escritos provenientes de autor conocido, sino todo sustrato material
que contenga representaciones capaces de producir efectos
probatorios.

Así, el registro de impulsos magnetofónicos, en esencia lo que es una


cinta de video, tiene en sí mismo la naturaleza de documento, sin que
para su apreciación, existencia o validez se requiera su transliteración.
Antes, por el contrario, pretender derivar efectos probatorios de una
cinta de video, a partir de la lectura de su trascripción, sería una
apreciación incompleta e inapropiada. La valoración del documento
fílmico sólo podrá hacerse de manera completa observando
directamente su contenido, el cual no es de una naturaleza tan
especializada que requiera la participación de expertos en la materia,
como si se tratara de valorar, por ejemplo, un documento contable, un
plano arquitectónico o un electrocardiograma.

Así las cosas, debe la Comisión enfatizar que las conclusiones


probatorias aquí expresadas, provienen de la apreciación directa de
los documentos fílmicos, conforme lo exige su naturaleza.

Hechas las anteriores consideraciones, encuentra la Comisión, luego


de analizar el contenido del documento fílmico en cuestión, que en él
se observan apartes del desarrollo de la diligencia en los que el
alcalde SILGADO POSADA explica el fundamento administrativo de la
diligencia a la comunidad que se opone a la misma; razona el alcalde
que en diversas oportunidades la diligencia se ha suspendido, pero
que en esta oportunidad no puede dejar de cumplir con su obligación
de restituir el uso público del espacio.
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Se observa la oposición de hecho de numerosos miembros de la
comunidad, quienes aducen la necesidad de la presencia del muro por
motivos de seguridad; solicitan dialogar con el alcalde y forcejean con
los integrantes de la Policía Nacional en su esfuerzo por evacuarlos
del área del muro que posteriormente sería derribado.

Muestran las imágenes la presencia de una pareja de muchachos


quienes se ubican en la parte superior del muro de aproximadamente
4 metros de altura con el fin de evitar su derribamiento; enseguida
algunos miembros de la Policía Nacional intentan persuadirlos para
descender del muro, mientras el brazo de la pala se moviliza y se
acerca a escasa distancia de los ciudadanos que se muestran
renuentes bajar del muro y de los miembros de la Policía que intentan
dicha labor; se escucha al alcalde requerir a la joven para que
descienda del lugar donde se encuentra, así como a los funcionarios
de la Policía para que no la maltraten en el procedimiento.

Una vez la joven es retirada de la parte superior del muro por los
miembros de la Policía, se escucha al alcalde SILGADO POSADA de
frente al muro haciendo ademanes con su mano, diciendo:

“… de aquel lado que no haya nadie, de aquel lado”

Enseguida, sin solución de continuidad, gira dando la espalda al muro


y agrega:

“Va, la pared p´al suelo”

Cerca de 20 segundos después la pala mecánica de la


retroexcavadora es accionada y se ubica sobre el muro y con un
movimiento hacia sí misma golpea la parte superior del muro,
produciéndose una grieta de forma vertical y la caída inmediata de la
pared.

Observa la Comisión que las expresiones del alcalde SILGADO


POSADA son claras al expresar la intención de que se derribara el
muro inmediatamente; si bien es cierto, sus primeras palabras
denotaban indicación en el sentido que se despejara el costado
opuesto del muro (“… de aquel lado que no haya nadie, de aquel
lado.”), ellas no suponen un mandato en el sentido de que el muro
fuera necesariamente derribado hacia ese lado, ya que no se
expresan ideas en tal sentido.

Tal conclusión se corrobora con las palabras que pronuncia el alcalde


enseguida: “Va, la pared p´al suelo ”, expresión conclusiva que indica
mandato de derribar el muro, sin especificar hacia cuál de sus
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costados; de hecho, las primeras palabras pronunciadas por el
alcalde, advierten la necesidad de que el costado opuesto del muro,
hacia donde no se tenía completa visibilidad, estuviera despejado,
mas no deja entrever orden en el sentido que el muro tuviera
necesariamente que ser derribado hacia ese lado. Ello resulta lógico,
por cuanto a nadie escapa que la caída hacia un determinado costado
de una pared de cerca de 4 metros de altura, no garantiza
necesariamente que las personas ubicadas en el costado opuesto, no
resulten afectadas: es previsible suponer, por reglas de experiencia,
lógica y de sentido común, que, no obstante se intente derribar un
muro de aproximadamente 4 metros de altura hacia un determinado
costado, los escombros, durante su caída, pueden afectar
indistintamente a quien se encuentra a uno u otro de sus costados.

Se reitera aquí lo dicho en el auto de cargos de noviembre 15 de 2000,


en cuanto a que cualquier discusión sobre a cuál de los costados
debió derribarse el muro resulta inocua, por cuanto el funcionario
disciplinado bien estaba en posición de representarse, por sentido
común y por su propia experiencia en asuntos similares, que el área
que puede resultar afectada con ocasión del derribamiento de una
obra resulta impredecible, de modo que le era exigible asegurarse,
previamente a dar la orden, que la totalidad del área de influencia de la
obra, incluyendo sus dos costados, estuviera efectivamente
despejada.

En estas condiciones, es claro para la Comisión que la orden de


despejar uno de los costados del muro, no hace referencia a que hacia
tal costado debía derribarse el muro, sino a que el mismo debía estar
despejado en momento en que se produjera su caída.

Pero no sólo esto, que es crucial, sino algo todavía de mayor


trascendencia. Era preciso que se tuviera certeza de la inexistencia de
personas, en cualquier lado, que pudieran resultar afectadas con la
actuación oficial. No resulta necesario profundizar ahora respecto de
los análisis de ponderación que todo servidor público debe ejecutar,
cuando ha de cumplir sus funciones misionales, en punto a determinar
o calcular los costos y los beneficios de sus actos, prever la posibilidad
de daños a bienes constitucionales de igual o mayor significado y
jerarquía, etc., de tal manera que cuando se llega al momento de
concluir, todas esas valoraciones estén totalmente hechas y
discernidas.

La prudencia que reclama la función pública, comporta deberes


conexos de abstención cuando no es posible decidir con plena
certeza si se afectan o no derechos fundamentales de los
administrados, que puedan derivarse del cumplimiento de las
funciones propias del cargo. Sólo en el más irracional de los
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absolutismos, las órdenes del poder soberano deben cumplirse a
rajatabla. Si algo dimana de la noción ESTADO SOCIAL Y
DEMOCRÁTICO DE DERECHO, es el protagonismo de la dignidad de
la persona humana, como centro y razón de ser de toda actuación
jurídica, lo que comporta como consecuencial el que haya de
respetarse la misma, a ultranza, cuando la función pública pueda
irrogar perjuicios irrazonables, desproporcionados o en todo caso
excesivos. No es pues la legalidad misma, la que ya legitima la
actuación; es preciso hacer valoraciones de oportunidad y
conveniencia; de coherencia con la totalidad del sistema jurídico.

Siguiendo con el relato anterior, las palabras expresadas a


continuación por el disciplinado, son claras en ordenar el
derribamiento del muro, dando por hecho que el costado opuesto del
muro se encontraba despejado. De acuerdo con su disposición
anterior, procedió a ordenar el derribamiento, sin distinguir hacia cuál
de sus costados, de conformidad con el conocimiento que el
encargado de manipular la pala mecánica tuviera para llevara cabo
dicha labor. Sin embargo, la orden en el sentido que se despejara el
muro del costado opuesto, tenía por objeto retirar a las personas que
aún pudieran encontrarse allí y que, independientemente de a qué
lado cayera la pared, pudieran resultar afectados.

En estas condiciones no existió una expresión del alcalde que


permitiera entender a los que allí se encontraban, que la pared
necesariamente iba a caer específicamente hacia uno de sus
costados, ya que las primeras palabras pronunciadas por el
funcionario no iban en el sentido de comunicar tal circunstancia, sino
sólo en el sentido de que las personas que se encontraban al otro lado
fueran evacuadas ya que, independientemente del costado hacia el
cual cayera la edificación, las personas ubicadas a cualquiera de sus
costados, podrían resultar afectadas. No obstante, luego de creer
erróneamente que ambos costados del muro estaban evacuados, dio
la orden de que se procediera a su derribamiento.

He ahí uno de los mojones de la imprudencia, pues, resulta de la


mayor relevancia dejar claro que al servidor público, en quien recae un
cúmulo de deberes, le es exigible un mayor grado de prudencia
que al simple hombre de la calle, cuando se encuentra en frente de
la manipulación de derechos ajenos. En efecto, el ciudadano de a pie
tiene genéricos deberes de actuación conforme a la norma de cuidado,
en sus ámbitos de dominio, siéndole prohibido desarrollar actos (u
omisiones) que puedan comprometer derechos ajenos; el servidor
público, investido de autoridad y con potestad para recortar, restringir,
limitar o reglar el contenido y límites de derechos fundamentales o
actuar conforme a las reglamentaciones, al representar al Estado,
asume sus deberes misionales de protección de los derechos
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Cra. 5ª. No. 15-80 Tel. 3 360011 www.procuraduria.gov.co
fundamentales de los ciudadanos (Art. 2 C. Pol.). Por lo mismo
puede postularse que su actuar, al representar el imperium estatal no
sólo ha de estar animado por el cumplimiento de los fines propios del
Estado sino que además recae en él, un mayor grado de exigencia
de cuidado en su actuar al interferir en órbitas ajenas por
autorización legal, pues, no sólo, no puede ir más allá de lo
autorizado por la regla, sino que además toda actuación suya debe
exacerbar el cuidado y la prudencia que demanda el manejo de los
derechos ajenos.

Existe certeza en cuanto a que el alcalde SILGADO POSADA asumió,


como autoridad administrativa, la dirección de la diligencia; así lo
reconoce el funcionario en su versión libre y en memorial de
descargos. En consecuencia, al asumir tal función era su obligación
sujetar la actuación desarrollada, a principios de diligencia, eficiencia,
prudencia y razonabilidad, en atención a la protección debida a los
derechos de las personas que, a través de acciones de hecho, se
oponían al cumplimiento de la misma. Mayor cuidado y diligencia eran
exigibles al funcionario, cuando era evidente la oposición de varios
ciudadanos al desarrollo de la diligencia aún a través de la puesta en
riesgo de su propia integridad.

Esto último, que también es claro en el informativo, antes que ser un


freno para la actuación finalmente evidenciada, acicateó el ejercicio de
la autoridad legítima, que ciertamente encarnaba el disciplinado, pero
en lugar de moverlo a actuar con prudencia, incluso para cesar la
diligencia y postergarla, prefirió su desarrollo a rajatabla, sin que las
voces que demandaban audiencia, concertación y participación,
fueran escuchadas; precisamente quien era llamado a realizar los
valores constitucionales que entraña el Estado democrático-
participativo, actuó con desdeño de tan altos principios, para
simplemente realizar la autoridad sin tamices, sin reparar en que una
pertinaz e incesante oposición, incluso por la vía de la fuerza,
exteriorizada por los ciudadanos presentes, reclamaba de quien
encarna la autoridad del Estado, mejores razones que el simple
ejercicio de la misma, pues, entremedio existían razones de mayor
peso, a saber, derechos fundamentales de mayor valía como la vida.

Ciertamente no se descarta la evidente imprudencia de numerosos


ciudadanos al enfrentar la actuación legítima de miembros de la
Policía Nacional y oponerse al derribamiento del muro; reitera la
Comisión Especial, que no se encuentra en discusión la legitimidad de
la procedibilidad de la diligencia ni la actuación dentro de ella de
miembros de la Policía Nacional encaminada al éxito de la misma. Sin
embargo, no obstante la actuación posiblemente imprudente de los
ciudadanos, tal como se observa en los videos obtenidos, ella no
alcanza a justificar la adopción deliberada, por parte del alcalde local
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SILGADO POSADA, de órdenes de cuyo cumplimiento claramente
podía anticiparse un resultado antijurídico; antes, por el contrario,
siendo evidente la oposición de los ciudadanos al desarrollo de la
diligencia y la adopción, por parte de éstos, de comportamientos que
ponían en riesgo su propia seguridad, mayor cuidado y ponderación
eran exigibles al alcalde local, antes de ordenar de manera enfática y
concluyente el derribamiento del muro.

Si bien es cierto que ante la presencia de autoridad pública y la


existencia de un mandato legal para proceder a llevar a cabo cierta
actuación, resulta exigible que los ciudadanos no incurran en actos
encaminados a obstaculizar el desarrollo de la misma, debe tenerse
en cuenta que, evidenciado el incumplimiento de esa expectativa,
mayor cuidado y diligencia está obligado a observar quien tiene a
su cargo la conducción de la actividad desplegada en
cumplimiento del mandato legal.

Por lo anterior, a pesar de que eventualmente pudiera calificarse de


imprudente el comportamiento de quienes de hecho se opusieron al
desarrollo de la diligencia de restitución, no puede tal circunstancia
convertirse en una situación que, bajo la figura jurídica del caso fortuito
o culpa exclusiva de la víctima, excluya la responsabilidad disciplinaria
de quien estaba obligado a comportarse con especial prudencia.

Esto ha de reafirmarse, porque diferente es la valoración que a los


efectos de verificar la existencia de imprudencia, se hace en el
derecho penal y en el derecho disciplinario, pues, al paso que en el
derecho penal la conformación del cuidado objetivamente exigido se
hace sobre bases generales –pues es criterio general aunque no
pacífico que los conocimientos especiales se ubican en el ámbito de la
culpabilidad—en el derecho disciplinario la prudencia se mira desde el
prisma de los deberes claramente discernidos y reglados que recaen
en el servidor público, y en tal sentido el universo de lo que ha de
conocerse se reduce y por ende la exigencia de conocimiento de
aquellos –los deberes—se aumenta severamente, con la
consustancial reducción de las posibilidades de error.

5.1.2 Prueba testimonial

La anterior valoración del contenido del documento fílmico en cuestión,


encuentra respaldo en prueba testimonial obrante en las diligencias:
fueron allegadas, como prueba trasladada, numerosas declaraciones
de personas que, como testigos presenciales, estuvieron en el
momento de los hechos. No obstante, la gran mayoría de ellas
resultan ser vecinos, conocidos o parientes de las personas que
resultaron directamente afectadas con ocasión de los hechos ya
conocidos, lo cual lleva a esta Comisión a considerar la posibilidad que
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las manifestaciones contenidas en tales declaraciones, puedan
revestir un cierto interés en el resultado de las investigaciones
adelantadas por las diversas autoridades que han conocido de los
hechos que se analizan.

Es por ello, que la Comisión se abstiene de tomar dichos medios


probatorios como sustentáculos definitivos y definitorios de lo que aquí
ha de concluirse; por el contrario, obran testimonios de servidores
públicos, entre ellos, funcionarios al servicio de la alcaldía, que
igualmente hicieron presencia en la diligencia en cuestión, en cuyo
contenido no encuentra la Comisión ánimo o motivo que lleve a inferir
interés alguno en el resultado de las indagaciones o a tergiversar u
ocultar los hechos percibidos; sobre tales medios probatorios efectúa
la Comisión una valoración que corrobora la conclusión obtenida del
estudio de la prueba documental referida en párrafos anteriores.
Veamos.

JIMMY ANTONY PÉREZ SOLANO, abogado de la Defensoría del


Espacio Público, presente al momento de la diligencia, afirma que
nunca, en diligencias de esta naturaleza, el operario toma por sí
mismo la iniciativa de derribar un muro, sino que tal decisión proviene
de la autoridad que asume la conducción del operativo; sobre el
asunto que se analiza, señala que, de acuerdo a lo visto en la prensa
televisiva, considera que hubo algo parecido a una orden de derribar el
muro (folios 198, 199, cuaderno original 2).

Es claro que el declarante, si bien pudo no percibir directamente el


momento en que el alcalde local pronunció las palabras que esta
Comisión ha interpretado como una orden, debe tenerse en cuenta
que sí es claro al explicar, a través de una inferencia con fundamento
en su propia experiencia, que, toda vez que la orden de derribar una
edificación, en general siempre la profiere el funcionario a cargo de la
diligencia, si el muro efectivamente de derribó, fue por que
necesariamente el alcalde así lo dispuso. Ello lo corrobora al apreciar
el documento fílmico y señalar que dentro del él se escucha una
expresión que se puede asimilar a una orden.

MARITZA ROMERO PINEDA señala estar segura que el alcalde no


pudo dar la orden por que aún faltaban pasos por cumplir dentro de la
diligencia (folio 207, c.o. 2).

No obstante lo anterior, dicha afirmación debe ubicarse dentro del


contexto del testimonio, dentro del cual la funcionaria, lejos de afirmar
que el alcalde no dio la orden, señala que ella no la escuchó, puesto
que en el momento en que cayó el muro ella se encontraba a más de
diez metros del mismo, atendiendo a la inminente agresión física de un
ciudadano y entre ella y la pared se encontraba la máquina
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retroexcavadora, miembros de la Policía Nacional y numerosas
personas, lo que le impidió escuchar la expresión proferida por el
alcalde “El muro pa´l suelo” (folio 205 c.o. 2). En estas condiciones,
resulta probatoriamente diferente asegurar que el alcalde no dio la
orden, cuando a lo que se hace referencia es a que no se encontraba
en posición para escuchar o darse cuenta que el alcalde hubiera dado
la orden.

El hecho de que la declarante no hubiera escuchado la orden, no


descarta que ésta efectivamente se hubiera producido, circunstancia
sobre la que, como se ha dejado explicado, la Comisión tiene certeza
con fundamento en la valoración de otros medios probatorios.

JOHN FREDY CORTÉS FLÓREZ, asesor de prensa de la alcaldía


local de ANTONIO NARIÑO, testigo presencial de los hechos, afirma
que escuchó del alcalde local SILGADO POSADA, la expresión “la
pared va pa'l suelo” momentos antes de que el muro fuera derribado
(folio 210 del cuaderno original 2), palabras de las que, en el lenguaje
ordinario hablado y de conformidad con el entendimiento común de
todas las personas, no puede inferirse cosa distinta a una orden en tal
sentido.

CARLOS EDUARDO ORTIZ, PIEDAD GALINDO, MARIA EUGENIA


CASTILLO, en sus declaraciones dentro de la actuación penal
adelantada por la Fiscalía General de la Nación (fls 6, 17-18 y 22-23
c.o. 2), coinciden en asegurar que la orden del derribamiento del muro
se dio con un ademán de la mano del alcalde SILGADO POSADA.

Aunque, reitera la Comisión, estos testimonios provienen de vecinos


del sector a quienes pudiera asistir algún interés en el presente
asunto, circunstancia que obliga a apreciar su dicho con especial rigor,
vale la pena poner de relieve un detalle en ellas contenido, que resulta
corroborado por lo que la Comisión directamente puede apreciar en el
documento fílmico, esto es, que la orden de derribar el muro fue
acompañada de un ademán de la mano del alcalde, gesto que
refuerza la orden de la caída del muro y corrobora la certeza que
asiste a la Comisión en el sentido de que el disciplinado sí profirió el
mandato, cuya ejecución produjo los resultados ya conocidos.

No es pues que el testimonio de estos ciudadanos sea el fundamento


para dar por acreditada la materialidad de la infracción; no obstante,
no puede desconocerse que aquellos, en el punto específicamente
analizado, coinciden con lo observado en otros medios probatorios, lo
que refuerza la conclusión de la Comisión obtenida de otros medios
probatorios.

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JORGE ENRIQUE GAMBOA SALAZAR, abogado, Personero de la
localidad de ANTONIO NARIÑO, presente como los anteriores en el
lugar de los hechos, expresó que el alcalde no dio la orden de derribar
el muro y que en el evento de que él se hubiera dado cuenta de ella,
se hubiera opuesto (folio 51 c.o. 2).

El dicho que antecede no tiene la suficiente entidad para desvirtuar las


conclusiones que hasta aquí se han expresado, puesto que él mismo
se contradice, ya que, si el declarante aduce que no se dio cuenta que
el alcalde local hubiera dado la orden en cuestión, puesto que, según
sus propias palabras, se encontraba en el costado opuesto del muro
(fls. 47, 48 c.o. 2), tampoco, por el mismo motivo, está en posición
para asegurar que no la hubiera proferido: la ubicación espacial de
este testigo, en el momento en que el alcalde pronuncia las palabras
“… va la pared pa´l suelo” permiten deducir que a éste no asiste
certeza en cuanto a que el funcionario aquí disciplinado no hubiera
dado la orden.

En estas condiciones, no puede otorgarse plena credibilidad a la


afirmación del testimonio que se valora en el sentido de que el alcalde
SILGADO POSADA no profirió la orden que se cuestiona, puesto que
la fuente de la prueba no estaba en posición de percibir directamente
el hecho que asegura. Por el contrario, a conclusión opuesta llega la
Comisión a partir de la valoración de los demás medios probatorios.

JOSÉ JOAQUÍN NEIRA SÁNCHEZ, conductor de la retroexcavadora


que derribó el muro, no fue vinculado a esta actuación disciplinaria por
no ser sujeto disciplinable en razón de la naturaleza de su vinculación
con la persona jurídica para la cual prestaba sus servicios; por tal
motivo rinde declaración bajo la gravedad del juramento, en la que
indica que el alcalde SILGADO POSADA, a través de la expresión “el
muro se va pa´l piso” le dio la orden de derribar el muro por lo que
procedió a accionar el brazo de la máquina hacia la pared cuando ésta
cayó (folio 186 c.o. 2).

Aunque el declarante es claro al aseverar que en tres ocasiones


recibió de parte del alcalde la orden de derribar el muro, debe tenerse
en cuenta que aquel se encuentra vinculado al proceso penal que
investiga los mismos hechos en el cual se encuentra comprometida su
responsabilidad, circunstancia que necesariamente obliga a valorar su
dicho con especial rigor y eventualmente a limitar el alcance de su
relevancia probatoria.

La vinculación de NEIRA SÁNCHEZ a la actuación penal que por los


mismos hechos cursa ante la justicia ordinaria no permite a la
Comisión otorgar a su declaración la relevancia probatoria suficiente
como para encontrar en ella la certeza de la materialidad de la
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infracción, elemento necesario para deducir responsabilidad
disciplinaria. No obstante, la situación descrita no impide a ese
medio probatorio ser objeto de una valoración que delimite su alcance
y le otorgue un justo valor.

En estas condiciones, el valor probatorio del testimonio de NEIRA


SÁNCHEZ, está dado, no tanto, por la apreciación que se hace de su
contenido intrínseco, sino por las coincidencias que ofrece con otros
medios probatorios diferentes: coincide el testimonio del conductor de
la retroexcavadora con lo que directamente se observa del documento
fílmico allegado, así como con los testimonios de CARLOS EDUARDO
ORTIZ, PIEDAD GALINDO, MARIA EUGENIA CASTILLO (folios 6, 17-
18 y 22-23 cuaderno original . 2) relacionados en párrafos anteriores,
en el sentido de que la orden verbal de derribar el muro fue
corroborada o reforzada por el alcalde SILGADO POSADA a través de
un ademán de su mano; así, aunque en los testimonios mencionados
pudiera recaer algún interés, por los motivos que han quedado
explicados, no puede desconocerse el valor probatorio que debe
asignárseles, en la medida en que son coincidentes y concordantes
con el contenido de una prueba documental, concretamente las cintas
de video analizadas, cuya relevancia probatoria ha sido ampliamente
sustentada.

También aparece respaldado el testimonio de NEIRA SÁNCHEZ en el


documento fílmico en comento, en cuanto a la expresión verbal
pronunciada por el alcalde veinte segundos antes de la caída del
muro. Aunque bien es cierto, el declarante asevera que la expresión
pronunciada por el alcalde fue: “el muro se va pa'l piso” (folio 186 c.o.
2) y en la parte pertinente del video se escucha que la expresión fue
“Va, la pared pa´l suelo”, tal incoherencia no alcanza a revestir el
mérito suficiente como para no asignar ningún valor probatorio en este
aspecto a la declaración del maquinista.

Bien puede explicarse la no coincidencia exacta de los términos


precisos en la explicable imposibilidad de retener de manera textual
unas pocas palabras pronunciadas bajo circunstancias apremiantes,
pero cuyo sentido fue explícito y claramente percibido por el
declarante; obsérvese que, en todo caso, la frase que asegura el
declarante haber escuchado no es del todo diferente a aquella que se
escucha en el video y, con todo, guarda con ella alguna similitud.

Asegura el implicado SILGADO POSADA que entre el momento en


que pronunció la expresión “Va la pared pa'l suelo” y la caída del muro,
transcurrieron 20 segundos dentro de los cuales se acercó al
maquinista NEIRA y le indicó que el muro sería derribado, una vez las
personas que se encontraban en sus inmediaciones fueran retiradas.
Explica NEIRA SÁNCHEZ que después de que escuchó la expresión
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“el muro se va pa'l piso”, procedió a accionar el brazo de la máquina,
el cual derribó la pared apenas ésta fue alcanzada. No encuentra la
Comisión en las dos narraciones, en lo que respecta a este asunto,
contradicción de la suficiente relevancia que le permita desvirtuar las
conclusiones hasta el momento alcanzadas, ya que el lapso
transcurrido a que se refiere el alcalde local bien puede corresponder
al tiempo necesario para que el maquinista, atendiendo a la orden
verbal proferida y de acuerdo a sus conocimientos técnicos sobre la
materia, se representara la forma más apropiada para dar
cumplimiento al mandato y pusiera en movimiento el aparato. No era
de esperarse que ante la orden del funcionario, la máquina o el
maquinista actuaran inmediatamente, como si se tratara de un acto
reflejo; lo que sí resultó claro al conductor de la retroexcavadora fue la
orden recibida, la cual, acompañada de un ademán de la mano del
alcalde, fue suficiente para comprender el contenido de su voluntad y
la necesidad de darle cumplimiento.

El declarante FLAVIO GÓMEZ VARGAS (fl. 211 c.o. 2) asegura haber


escuchado la expresión proferida por el alcalde SILGADO POSADA
(“… de aquel lado que no haya nadie, de aquel lado. Va la pared pa'l
suelo”) y, al ser preguntado al respecto, asevera que la misma fue una
instrucción a los miembros de la Policía en el sentido de que la pared
caería hacia el costado opuesto. Reitera el dicho del implicado en el
sentido que con posterioridad a dicha expresión se acercó al
maquinista para indicarle que el muro decía ser derribado una vez el
área fuera despejada.

No encuentra la Comisión coincidencia en el dicho del testigo con


aquello que se aprecia del contenido del video. En efecto, de las
palabras expresadas por el alcalde no se puede inferir que fueran una
indicación en el sentido de que la pared sería derribada hacia el
costado opuesto, ni tampoco que dicha expresión estaba dirigida a los
miembros de la Policía que se encontraban sobre el muro, comoquiera
que tales circunstancias señaladas por el testigo no se aprecian ni se
infieren de la apreciación del contenido de los videos que la Comisión
ha tenido de presente. Como se ha señalado, en el audio del citado
documento fílmico se escucha la orden “Va la pared pa'l suelo”, la
cual, se percibe en su sentido separada de la expresión anterior “de
aquel lado que no haya nadie, de aquel lado”, por lo que, estima la
Comisión, es clara la orden que de ella se desprende.

Además de lo anterior, encuentra la Comisión que el mismo declarante


asegura que en el momento en que el muro fue derribado, él se
encontraba en un lugar distante conversando con Edilberto Echeverry
(fl. 213 c.o. 2), por lo que mal hubiera podido darse exacta cuenta de
lo acontecido segundos antes de la caída de la pared.

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Así las cosas, encuentra la Comisión que el señor EDUARDO
AUGUSTO SILGADO POSADA, como alcalde de la localidad de
Antonio Nariño, en ejercicio de la dirección de la diligencia de
restitución de espacio público llevada a cabo el 25 de agosto de 2000
en la avenida 12 sur con carrera 16 de Bogotá, al proferir
imprudentemente la orden del derribamiento de un muro, se abstuvo
de cumplir sus funciones con el cuidado y eficiencia que le era
exigible, toda vez que la misma no fue antecedida de la verificación de
las condiciones en las que de manera segura podía llevarse a cabo la
acción ordenada, siendo previsible que la inobservancia de esa
medida de seguridad podía ocasionar daños a la vida e integridad de
los ciudadanos.

Con lo anterior, igualmente se abstuvo de ejercer sus funciones


teniendo de presente la obligación de proteger el derecho a la vida y la
integridad de los ciudadanos que resultaron afectados.

Responsabilidad del disciplinado

Acreditada en grado de certeza la materialidad de los


comportamientos constitutivos de las faltas imputadas al alcalde local,
EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA con fundamento en los
hechos ya identificados, encuentra la Comisión que el disciplinado
reconoce, tanto en su versión libre como en memorial de descargos, la
autoría de las palabras que se escuchan en el video “de aquel lado
que no haya nadie, de aquel lado. Va la pared pa´l suelo”, expresión
que la Comisión, de acuerdo con la valoración expuesta en acápite
anterior, interpreta como una orden de derribar la pared, conclusión
que se corrobora con el análisis de los testimonios señalados en el
numeral anterior. En estas condiciones, no ofrece dificultad la
imputación del comportamiento constitutivo de infracción disciplinaria
al funcionario disciplinado.

Si bien el funcionario investigado reconoce la autoría de las palabras


señaladas, ha objetado su interpretación como una orden de derribar
el muro, asegurando que tal expresión no fue más que una
explicación dirigida a los miembros de la Policía Nacional en cuanto al
sentido en que más adelante se derribaría el muro, es decir, que el
mismo debía ser derribado hacia “aquel lado”, en otras palabras,
hacia atrás.

Explica el disciplinado la interpretación de la expresión por él


pronunciada (folio 185 c.o. 3), asegurando que las palabras “de aquel
lado va la pared pa'l suelo”, debe interpretarse bajo una sola unidad de
sentido y hace una análisis sintáctico y gramatical de la oración,
concluyendo que una interpretación diferente supondría un error en la
correcta conformación de la frase.
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Al respecto, precisa la Comisión Especial, luego de apreciar el
documento fílmico donde aparece la expresión proferida por el alcalde,
que la interpretación sugerida por el investigado no corresponde a lo
que materialmente se aprecia del citado medio probatorio. En efecto,
escuchado el contenido del video, en su parte pertinente, se aprecia
que la expresión proferida por el alcalde SILGADO POSADA debe
entenderse como quedó transcrita en acápites anteriores, es decir:

“… de aquel lado que no haya nadie, de aquel lado.”

palabras que pronuncia dirigiéndose a los miembros de la Policía


Nacional que allí se encuentran; enseguida, sin solución de
continuidad, gira dando la espalda al muro y agrega:

“Va, la pared p´al suelo”.

Cierto es que la expresión pronunciada por el alcalde, tal como


encuentra la Comisión se desprende del documento en cuestión,
adolece de imprecisiones sintácticas y gramaticales que, sin duda,
serían extrañas al lenguaje escrito o al análisis puramente académico.
Sin embargo, no puede dejar de considerarse que las palabras que se
analizan no fueron proferidas con el objeto de resistir un análisis
académico o dentro del contexto de un salón de clases, como lo
sugiere el implicado, sino que fueron pronunciadas dentro de una
situación de especial tensión, en la cual naturalmente mal se puede
exigir excesivo rigor en la estructura gramatical de las expresiones que
se profieren o su total conformidad con las enseñanzas de las
autoridades lingüísticas.

Las palabras, en el lenguaje verbalizado, son la expresión de


intenciones que no dejan de percibirse por un simple error sintáctico,
contrariamente a lo que ocurriría en el lenguaje académico escrito.
Así, no solamente del estricto sentido de las palabras, sino de los
ademanes, gestos y, en general, del entorno de la situación, se
deducen los propósitos del agente que complementan y clarifican sus
expresiones verbales, de modo que se hacen comprensibles para
quienes, no solo escuchan sus palabras, sino que deducen la
intención que hay detrás de éstas a través de la percepción simultánea
de los ademanes y gestos del agente y además se encuentran
apremiados por las mismas circunstancias externas que recaen en el
agente, de modo tal que se crea un lenguaje común que constituye
una comunicación comprensible para todos los que se encuentran en
la misma situación y que va más allá de las meras palabras y el
análisis sintáctico o gramatical que éstas puedan soportar. Bien se
sabe que el lenguaje no tiene por qué ser en si mismo evidente.

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“Hay un lenguaje simbólico, no verbalizado, pero de nuevo, sí
verbalizable, en el sentido de que quien esté en el secreto
del significado de los signos empleados puede poner por
escrito el significado de dichos signos. Estar en el secreto de
los signos es condición para entenderlos y después ponerlos
por escrito. Todo signo representa algo, significa algo.” 1

Teniendo en cuenta lo anterior, al observar las imágenes contenidas


en el video, se observa una escena compleja en donde predomina la
tensión generada por la oposición de la comunidad al desarrollo de la
diligencia y el intento de las autoridades civiles y policiales para
evacuar a las personas de las inmediaciones del muro. Se observa al
alcalde local SILGADO POSADA, casi simultáneamente, atendiendo a
las manifestaciones de los ciudadanos, ocupándose de las gestiones
secretariales de la diligencia, coordinando la gestión de la fuerza
pública e incluso atendiendo reportajes de la prensa.

Es dentro del ambiente, en ocasiones confuso y caótico, generado por


la concurrencia de todas estas circunstancias, que el funcionario en
cuestión, luego de requerir a una joven que se encuentra en la parte
superior del muro para que descienda de él, así como a un miembro
de la Policía Nacional para que no la lastime en su intento de
persuadirla para ello, que profiere la expresión “de aquel lado que no
haya nadie, de aquel lado. Va, la pared, pa´l suelo”, la cual, vista en el
contexto de la situación vivida, no indica nada diferente a una orden
para derribar el muro.

Téngase en cuenta que, además de las palabras pronunciadas, el


funcionario refuerza su intención de ordenar el derribamiento del muro,
con un ademán de su mano, situación que claramente se observa en
el video y que coincide con el contenido de varios testimonios,
relacionados en párrafos anteriores. No solo sus palabras y el
ademán de su mano, sino la actitud que asume mientras pronuncia
las palabras “va la pared pa´l suelo”, esto es dando la espalda al muro
y alejándose del mismo dejando el espacio necesario para que se
cumpliera la orden, dejan entrever que era su intención que se
procediera conforme lo ordenado.

Es por lo anterior que la Comisión se aparta de la interpretación que


sobre sus propias palabras sugiere el disciplinado, resultando claro, en
grado de certeza, que su intención fue la de ordenar el derribamiento
del muro.

La valoración que se hace de tal contexto situacional, confluye de


manera necesaria en la generación de hechos indicadores a partir de
los enunciados hechos indicadores, los cuales bien demuestran el
planteamiento inicial de responsabilidad que se ha anunciado. Y es
1
GREGORIO ROBLES. El Derecho como texto (Cuatro estudios de Teoría Comunicacional del
Derecho). Madrid, Civitas, 1.998, p. 44.
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que, en efecto, la actitud global del señor Silgado Posada en el
desarrollo de esta diligencia era el producto de una serie de fracasos
en el éxito de la misma, para cumplir el cometido axial de la misma, a
saber, restablecer el uso del espacio público a la comunidad general;
la diligencia, como se sabe, había sido torpedeada y bien puede
pensarse que la impaciencia ya empezaba a colmar los niveles
máximos de tolerancia del servidor aquí disciplinado; el haber llevado
la máquina necesaria para el fin, el aprovisionamiento de los
materiales necesarios para ello, la demanda de colaboración de la
fuerza pública, etc., bien indican que el señor SILGADO POSADA
estaba poco dispuesto a aplazar de nuevo esta diligencia.

La actitud entonces de tratar de despejar, de ordenar que quien se ha


subido al muro descienda, de gesticular cómo y adónde caerá el muro,
son todos hechos indicadores de algo claro: LA INTENCIÓN DE
CUMPLIR A RAJATABLA con el acto administrativo que ordena la
demolición de la obra.

Comoquiera que guarda estrecha relación con el presupuesto de la


responsabilidad, esto es, de la atribuibilidad al investigado del
comportamiento reprochable, es preciso analizar en este punto de la
valoración probatoria, el estudio técnico elaborado por el Área de
Acústica Forense del Grupo de Criminalística del Departamento
Administrativo de Seguridad, DAS, sobre los documentos fílmicos
relacionados en el numeral 4.4 de esta decisión, en cumplimiento a lo
ordenado en decisión segunda instancia de 20 de septiembre de 2002,
proferida por la Sala Disciplinaria de este organismo de vigilancia y
control (folio 172 del c.o. 6), en el sentido de llevar a cabo las
diligencias solicitadas por el investigado EDUARDO SILGADO
POSADA en los numerales 2.32, 2.34 y 2.47 del memorial petitorio
que obra a folios 1 al 8 del cuaderno original 4.

Consistió el objeto de prueba en realizar análisis de espectrografía de


voces sobre un fragmento de sendas cintas de video en los que se
escucha la expresión “Listo, bájese chino…”, con el fin de verificar la
identidad de quien hubiere proferido dicha expresión con el fin de
determinar que quien finalmente dio la orden de derribar el muro no
habría sido el investigado SILGADO POSADA.

Al respecto, concluye el estudio técnico, luego de analizar


científicamente el contenido de los videos en su parte pertinente, que
dichos documentos fílmicos no son aptos o idóneos para efectuar
sobre ellos un análisis de espectrografía de voces (folio 201, del
cuaderno original 6) y señala además que para que dicho estudio sea
posible se requiere que la emisión sonora del documento dubitado sea
superior a los 2000 Hertz de frecuencia, los cuales no se alcanzan en
este caso, y de por lo menos quince parámetros lingüísticos, esto es
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de elementos acústicos dubitados, por lo que la cantidad ofrecida en el
material estudiado no resulta suficiente. Al respecto dice el estudio
técnico:

“Por otro lado, el contenido de dicha emisión no es óptimo


para ser tomado en cuenta como material para un estudio de
identificación de voz. La cantidad y calidad de este registro,
no presenta las condiciones sonoras necesarias para
adelantar un estudio de esta naturaleza” (folio 201, c.o. 6)

No obstante lo anterior, el estudio es claro al precisar que la expresión


“Listo, bájese chino, listo, hágale hermano, mueva esa vaina” sí aparece en
los documentos fílmicos analizados y que la misma es pronunciada
por una voz masculina, aunque, por los motivos explicados en
precedencia, es científicamente imposible determinar, a través del
análisis del espectro electromagnético de las voces, la identidad de
quien la pronuncia, conclusión que en lo fundamental coincide con
aquella expresada por los funcionarios de la Dirección Nacional de
Investigaciones Especiales en la trascripción que obra a folios 48 y 49
del cuaderno original 4.

El resultado del estudio técnico elaborado por el DAS no tiene la


fuerza probatoria para desvirtuar las conclusiones hasta ahora
esbozadas por esta Comisión, ya que el comportamiento que se
imputa al disciplinado, esto es, el impartir imprudentemente la orden
de derribar el muro, orden cuya ejecución acarreó los resultados ya
conocidos, se materializa en la expresión: “Va, la pared pa'l suelo”,
que pronuncia SILGADO POSADA tal como claramente se observa en
los documentos fílmicos que obran en la investigación, y no en la
expresión “Listo, bájese chino, listo, hágale hermano, mueva esa vaina”, que
se escucha mucho tiempo después y cuyo origen resultó imposible
establecer según lo determinó el DAS.

Según las consideraciones probatorias hasta el momento expuestas,


la orden de derribar el muro provino de la expresión “Va la pared pa´l
suelo”, cuya autoría reconoce el funcionario investigado y se
desprende claramente de las imágenes y sonido contenidos en las
cintas de video, de modo que cualquier expresión posterior a la
misma, así no proviniera del servidor público procesado, no constituiría
más que en la ejecución de una orden ya proferida.

Quiere decir lo anterior que, aún cuando fuera científicamente posible


acreditar que la autoría de la expresión “Listo, bájese chino, listo, hágale
hermano, mueva esa vaina”, no correspondiera al entonces alcalde local
SILGADO POSADA, ello de ninguna manera tendría la virtud de
transferir la responsabilidad disciplinaria al autor de la aludida
expresión, o de exculpar al investigado, puesto que no es sobre tal
expresión que se edifica el reproche disciplinario, sino sobre aquella
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varias veces citada “Va, la pared pa´l suelo”, sobre cuya autoría,
alcance y consecuencias ya se ha pronunciado la Comisión.

Por lo anterior, no encuentra la Comisión que con fundamento en la


existencia de la expresión analizada por el laboratorio de acústica
forense del DAS, pueda edificarse duda probatoria alguna que
permitiera dar aplicación al principio conocido como In dubio pro reo
que diera lugar a proferir decisión absolutoria. Ello, por cuanto dicha
figura supone un estado de duda probatoria, imposible de resolver
pese a los esfuerzos adelantados, con origen en pruebas de cuya
valoración se obtienen conclusiones tanto incriminatorias como
exculpatorias; ante tal supuesto probatorio se impone dar aplicación a
la decisión favorable al investigado.

En este caso no caben los presupuestos del principio en estudio,


puesto que la valoración probatoria del experticio técnico en cuestión,
no se contrapone a la valoración que ha sustentado la Comisión a la
largo de esta decisión en torno a la materialidad y responsabilidad del
servidor público investigado por los hechos que se le imputan, sino
que le resulta indiferente, esto es, inidónea para desvirtuar las
conclusiones esbozadas. Es por ello que la prueba técnica aludida no
logra desvirtuar la acreditación de los presupuestos consagrados en el
artículo 143 de la ley 734 de 2002, esto es la certeza en torno a la
materialidad y responsabilidad por los hechos investigados.

Similar conclusión obtiene la Comisión de las pruebas practicadas con


posterioridad al auto de cargos. En efecto, el disciplinado allega, a
folios 19 y siguientes del cuaderno original 4, diversas actas
correspondientes a diligencias de demolición en las que él mismo
intervino. Dichas diligencias no son objeto de investigación o reproche
disciplinario dentro de esta actuación, ni tienen la virtud de disipar la
conducta imprudente desplegada por el doctor SILGADO POSADA en
la diligencia del 25 de agosto de 2000, aunque aquellas se hubieren
llevado a cabo sin ningún contratiempo. Ello no quiere decir que la
buena gestión administrativa anterior no tenga ninguna relevancia en
el caso en estudio: ella será tenida en cuenta al momento de dosificar
la sanción a imponer, pero no es procedente desconocer los
presupuestos que permiten deducir responsabilidad disciplinaria en el
hecho que aquí se investiga con fundamento en que actuaciones de la
misma naturaleza, llevadas a cabo en diferentes circunstancias de
tiempo, modo y lugar, se hubieren evacuado adecuadamente.

En el mismo sentido puede apreciarse la prueba testimonial que obra


a folios 65, 69 Y 83 del cuaderno original número 4 en donde los
deponentes LUZ STELLA VILLAMIL, FELIPE SALAS QUIN y GLORIA
HELENA GONZÁLEZ HURTADO relatan los hechos acontecidos con
ocasión de diligencias de demolición diferentes a aquella que aquí nos
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ocupa, por los que las circunstancias de su desarrollo no inciden en
los presupuestos de materialidad y responsabilidad disciplinaria que
aquí se ventilan; la buena o inadecuada gestión administrativa
desplegada por el investigado u otras personas no puede aplicarse por
analogía a los hechos objeto de esta actuación.

Por su parte, la declaración de SARA HIBETH RODRÍGUEZ RIVERA


(folio 90, cuaderno original 4) no aporta elementos que se
contrapongan a las conclusiones probatorias que aquí se han
expresado y, por el contrario, resultan concordantes con las mismas,
es decir que apuntan hacia la atribuibilidad de la orden de derribar el
muro al servidor público EDUARDO SILGADO POSADA.

Observa finalmente la Comisión los diferentes pronunciamientos del


investigado en torno a la trascripción o transliteración de los
documentos fílmicos que hacen parte de esta actuación, cuya
valoración se hizo en acápites anteriores. Al respecto, reitera la
Comisión lo expresado anteriormente en cuanto a que la trascripción
de las cintas de video no es requisito de existencia o validez de tal
prueba documental, ni su valor probatorio se restringe o degrada por
no existir ésta, por cuanto la cinta de video es un documento en sí
mismo, cuya valoración sólo es posible de manera completa, a partir
de su directa observación y, en modo alguno, a partir de la lectura de
su trascripción; ésta será una ayuda que podrá facilitar su estudio
cuando eventualmente no se dispone del aparato idóneo para
apreciarlo, pero nunca reemplazará la observación directa de sus
imágenes y sonidos, como lo hecho esta Comisión para adoptar las
decisiones de fondo dentro de este asunto.

En estas condiciones, la eventual ausencia de trascripción de algunas


piezas fílmicas no configura violación al derecho de defensa, en la
medida en que el investigado ha tenido acceso permanente a todo el
expediente y a los documentos fílmicos que de él hacen parte, como
se desprende de las numerosas solicitudes de entrega de copia del
mismo expediente y de los videos y de las correspondientes actas de
entrega. Así mismo la valoración que de la prueba fílmica ha hecho la
Comisión, no se hacho de manera oculta o sin fundamentos; éstos han
sido conocidos por el investigado como se desprende de su activa
participación en el trámite de este asunto y de manera clara han sido
expuestos en esta decisión de fondo.

En estas condiciones, toda vez que esta Comisión encuentra


acreditadas, en grado de certeza, tanto la materialidad del
comportamiento imputado al disciplinado EDUARDO AUGUSTO
SILGADO POSADA, en su condición de alcalde de la localidad XV
Antonio Nariño, así como su responsabilidad en la comisión del
mismo, esto es, por proferir imprudentemente una orden cuyo
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cumplimiento causó detrimento a derechos fundamentales de varios
ciudadanos y comoquiera que, con lo anterior, se consideran reunidos
los presupuestos que, para sancionar disciplinariamente, consagra el
artículo 143 de la Ley 734 de 2002, se hace necesario declarar la
responsabilidad disciplinaria del disciplinado y proferir sanción de la
misma naturaleza por razón de las faltas que en acápite posterior se
detallan y se tienen por demostradas

6. ALEGACIONES DE DESCARGOS

En memorial de descargos oportunamente presentado, el disciplinado


explica los antecedentes administrativos que dieron lugar a la
diligencia en cuestión y que tuvieron su origen en queja policiva
instaurada por el Colegio Distrital República de Panamá que culminó
con la orden de restitución de espacio público en un área de cerca de
400 mt2 en el sector ubicado en la avenida 12 sur entre carreras 16 y
18 de esta ciudad, sobre la margen del río Fucha.

Solicita no se desconozcan los numerosos diálogos sostenidos con la


comunidad que hasta el último momento se opuso al desarrollo de la
diligencia, así como la suspensión de la misma en diversas ocasiones
por petición de aquella, hasta que, no concurriendo motivo alguno para
aplazar el cumplimiento de la orden y ante la insistencia de la
Personería, debió procederse a la restitución ordenada
administrativamente. Explica que la diligencia llevada acabo el 25 de
agosto de 2000 no fue un acto caprichoso, sino ordenado legalmente
que obedecía a la injustificada oposición de la comunidad a su
renuencia en ceder el espacio público indebidamente apropiado,
renuencia que se intensificó el mismo día de la diligencia, ante la
presencia de los medios de comunicación.

Al respecto, precisa el Despacho que no constituyó objeto de


investigación la actuación anterior desplegada por el funcionario
disciplinado con ocasión del proceso policivo que dio lugar a la
diligencia del 25 de agosto de 2000. No se censura la procedibilidad
de la diligencia de restitución, la cual encontraba respaldo legal en el
resultado de la actuación policiva, adelantada por la alcaldía local de
Antonio Nariño y radicada bajo el número 038 de 1995. No se
cuestionan ni se desconocen los intentos del alcalde por conciliar los
intereses de la administración pública con los de la comunidad; no
obstante, no tienen ellos relevancia en relación con los hechos objeto
de investigación. Al funcionario se imputa haber proferido, de manera
imprudente, una orden, cuyo cumplimiento dio lugar a la afectación de
derechos fundamentales de varios ciudadanos. No hay lugar a objetar
la obligación que le asistía de dar cumplimiento a la restitución de
espacio público ordenada, mas sí la manera en que profirió las
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órdenes encaminadas a perfeccionar y ejecutar materialmente el
mandato administrativo. Ya hemos enfatizado en el curso de esta
providencia, que los actos administrativos no pueden pretender
sobreponerse a derechos fundamentales como la vida, si se atienden
los fines del Estado; pero además, se hizo hincapié en el grado de
prudencia que es exigible a quienes cumplen funciones públicas y por
tanto, en aras de la brevedad, a ello nos remitimos.

Afirma además el disciplinado, que el desarrollo de la diligencia


obedeció al cumplimiento de sus funciones en ejercicio de un mandato
legal y constitucional y que la presente actuación disciplinaria le
imputa un resultado que no obedeció a incumplimiento de funciones a
su cargo. Requiere se tenga en cuenta el contenido de los reportajes
concedidos a la prensa televisiva en donde expone su intención de
acceder al interés general a través de la restitución del espacio público
en el sector donde se llevó a cabo la diligencia, lo cual enmarca su
actuación dentro de parámetros de legalidad.

Sobre las anteriores consideraciones, reitera la Comisión que no es


objeto de censura la obligación que asistía al funcionario de proceder
al cumplimiento de lo ordenado en una disposición administrativa, sino
su imprudencia en la adopción de los mecanismos encaminados a
satisfacer el requerimiento administrativo. No se imputa al funcionario
un simple resultado como fueron las lesiones y muerte de varios
ciudadanos, sino la injerencia que, en ejercicio de sus funciones, tuvo
en el resultado antijurídico; su actuación, como alcalde local, se
cuestiona en la medida en que con su comportamiento imprudente,
consistente en proferir orden para el derribamiento del muro, puede
tenerse como autor mediato del resultado causado.

Agrega el disciplinado que, contrariamente a lo afirmado por el pliego


de cargos, sí tomo las medidas de precaución necesarias, puesto que
requirió a los miembros de la Policía Nacional y a los demás
intervinientes en la diligencia para actuar bajo sus órdenes,
observando el respeto a la integridad de los ciudadanos, así como un
comportamiento prudente y que la acusación disciplinaria elevada,
obedece a una apreciación parcial de los medios probatorios. Señala
concretamente que solicitó suficiente apoyo policial para evitar que los
ciudadanos del sector impidieran la diligencia y resultaran afectados
por la legítima acción de aquellos, lo cual se evidencia en el momento
en que la menor que se ubicó en la parte superior del muro fue
finalmente retirada.

Reconoce la Comisión que diversos medios probatorios dan cuenta


del comportamiento diligente del funcionario investigado en varias
ocasiones durante el transcurso de la actuación; no obstante, no fue
esa la actitud predominante durante todo el desarrollo de los hechos,
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ya que, como quedó acreditado y con fundamento en la valoración
probatoria expuesta en numeral anterior, en un momento dado,
incurrió en un comportamiento imprudente al ordenar el
derrumbamiento del muro, cuando las circunstancias no eran las
apropiadas para que ello ocurriera de manera segura para los
ciudadanos que aún se hallaban en su área de influencia. Y ese
segmento fue definitivo, porque en tal instante fue cuando se
materializó su imprudencia con los resultados conocidos en este
dossier.

Insiste en que la decisión de derribar el muro provino exclusivamente


del conductor de la retroexcavadora, señor JOSÉ JOAQUÍN NEIRA,
afirmación que no encuentra sustento ni cabe inferir del análisis
probatorio ya que, como se desprende claramente de las imágenes y
sonido de los videos que hacen parte de la investigación, el alcalde
local SILGADO POSADA profirió verbalmente la orden en el sentido
expresado, orden cuyo cumplimiento ejecutó el aludido maquinista.
Explica el investigado que su actitud corporal y el hecho de que dentro
de la expresión “Va la pared pa´l suelo” no aparezca mencionado
expresamente el nombre del conductor de la máquina, son factores
que demuestran a las claras que sus palabras no tenían la intención
de que se derribara el muro.

No comparte la Comisión la interpretación que sugiere el investigado,


puesto que ni en el lenguaje corporal ni en el hablado existe una sola
manera de expresar voluntad. No necesariamente una orden dirigida a
otra persona debe ir precedida del nombre de ésta ni resulta
indispensable, para comprender el contenido de una voluntad, que
vaya acompañada de especiales y específicas actitudes gestuales. Tal
como se observa en la prueba documental ampliamente analizada, y
se infiere del entendimiento del lenguaje que un ciudadano promedio
de nuestra sociedad tiene, la expresión “Va la pared pa´l suelo” no
puede significar otra cosa que una instrucción en el sentido que
claramente expresan esas palabras, más aún teniendo en
consideración que quien las pronunció tenía facultad de proferir dicha
instrucción. No era exigible a quien tenía la función de ejecutar
materialmente la demolición entender en manera diferente a una orden
clara, precisa y concisa, las palabras pronunciadas por el alcalde local
SILGADO POSADA.

No se desconoce, de otra parte, que el uso de la fuerza pública


hubiera sido el adecuado y que, en ocasiones, el disciplinado dirigió
personalmente su actividad de modo que no se generaran riesgos
indebidos; sin embargo dejó de observar sus deberes legales y
constitucionales al proferir una orden cuyo cumplimiento era previsible
produjera daños inminentes.

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Aduce el implicado que las palabras pronunciadas segundos antes de
la caída del muro, deben interpretarse en el sentido que éstas no
fueron más que una orientación que explicaba hacia cuál de sus
costados aquel debía ser derribado, lo cual sustenta a través de un
análisis sintáctico y gramatical de la expresión.

Al respecto, la Comisión se remite a la valoración desarrollada en


numeral anteriores, donde se dejan en claro los motivos que llevan a
la Comisión al convencimiento que la interpretación del sentido de las
palabras pronunciadas por el funcionario es aquel de una orden
encaminada a que el muro fuera derribado, conclusión que se obtiene,
no del análisis académico de la frase emitida, sino de la intención que
se trasunta a través de las condiciones de tiempo, modo lugar en que
ésta fue proferida, según se desprende de la prueba documental y
testimonial que fue objeto de cuidadosa valoración.

Analiza el doctor SILGADO POSADA el contenido del testimonio del


señor NEIRA SÁNCHEZ, conductor de la máquina que finalmente
derribó el muro, y asegura que dentro del mismo se incurre en
numerosas contradicciones que impiden darle el valor probatorio
suficiente para deducir responsabilidad disciplinaria en su contra.

Sobre la valoración de este medio de prueba se pronunció


ampliamente la Comisión en acápite anterior, en donde se explicaron
las circunstancias que deben tenerse en cuenta para darle un justo
valor a este testimonio, dada la calidad que tiene su autor dentro del
proceso penal que investiga los mismos hechos, circunstancias que no
pueden llevar a negar todo valor probatorio a dicha declaración.

Se explicó que el valor probatorio de la declaración de NEIRA


SÁNCHEZ no proviene de su análisis intrínseco, sino de la
concordancia que guarda con otros medios probatorios; se pusieron
de presente algunas incoherencias encontradas en el mismo y se
concluyó, luego de analizar el contexto de sus afirmaciones y su
concordancia con otros medios de prueba, que las mismas no tienen
la suficiente entidad como para desvirtuar las conclusiones obtenidas,
en cuanto a la certeza sobre la materialidad y responsabilidad del
disciplinado.

7. CARGOS DEMOSTRADOS

Con fundamento en las consideraciones expuestas en el numeral


anterior, encuentra esta Comisión Especial acreditados los
presupuestos para deducir responsabilidad disciplinaria, en contra de
EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA, en su condición de
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alcalde local de Antonio Nariño, por las faltas enunciadas en el pliego
de cargos de noviembre 15 de 2000, esto es, incumplimiento a lo
dispuesto en los artículos 2 y 209 de la Constitución Política,
concretamente los deberes de proteger la vida de todos los habitantes
del territorio nacional y abstenerse de realizar las funciones de su
cargo con eficiencia, lo que constituye desconocimiento a lo dispuesto
en los numerales 1 y 22 del artículo 40 de la Ley 200 de 1995, norma
sustancial vigente al momento de la comisión del hecho atribuido.

Así mismo, se encuentra acreditada la Comisión, en grado de certeza,


el incumplimiento a lo dispuesto en el numeral 1 del artículo 86 del
decreto ley 1421 de 1993, Estatuto Orgánico de Bogotá, que
determina que los servidores públicos del Distrito Capital deben
cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.

Lo anterior por cuanto obró de manera imprudente y no observó el


cuidado que le era exigible como director de la diligencia de restitución
del espacio público, llevada a cabo el 25 de agosto de 2000 en la
avenida 12 sur entre carreras 16 y 18, barrio Lunapark, al ordenar el
derribamiento de un muro, orden cuyo cumplimiento ocasionó lesiones
personales y muerte a varios ciudadanos.

8. NATURALEZA DE LAS FALTAS

Las faltas imputadas son de naturaleza grave, en atención a los


criterios que para graduar tal calificación se contempla en los
numerales 2, 6 y 7, literal a) del artículo 27 de la ley 200 de 1995.

En efecto, se perturbó de manera importante y ostensible el servicio


público, toda vez que el doctor EDUARDO SILGADO POSADA, en su
condición de alcalde local de Antonio Nariño, con ocasión de su
actuación imprudente dentro de la diligencia de restitución del espacio
público llevada a cabo el 25 de agosto de 2000 en el Barrio Lunapark
de esta ciudad, permitió que la gestión administrativa se apartara del
interés general al que por mandato constitucional se debe sujetar y se
abstuvo de impedir que la misma inobservara los deberes que el
Estado tiene para con los ciudadanos.

Así mismo, la jerarquía del funcionario comprometido y el mando que


ejerció sobre la diligencia, lo obligaban a observar mayor prudencia en
sus actos, siendo previsibles los resultados que podrían derivarse de
una actuación negligente, más aún ante el comportamiento
descuidado de la ciudadanía al oponerse de hecho al desarrollo de la
actuación administrativa.

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Igualmente, debe tenerse en cuenta la gravedad que revistió el
resultado antijurídico originado en las faltas cometidas, así como la
trascendencia de aquel. En cuanto a la gravedad del efecto de la falta,
debe tomarse en consideración la importancia de los derechos que
resultaron afectados, cuales fueron la vida y la integridad personal de
varios ciudadanos, derechos fundamentales de orden constitucional
por cuya protección deben propender las autoridades estatales, en
ejercicio de sus atribuciones, en cumplimiento de mandato de igual
rango.

Así mismo, se recuerda la notoriedad y trascendencia que revistió el


hecho de la caída del muro con ocasión de la diligencia administrativa
a cargo del alcalde local de Antonio Nariño, como se acredita a través
de los numerosos reportes periodísticos y cuestionamientos que
recayeron sobre la gestión de la administración municipal.

Son las anteriores las consideraciones que en el auto de cargos se


tuvieron en cuenta para otorgar a las faltas imputadas la naturaleza de
grave y que en este momento reitera la Comisión, explicando los
elementos de juicio que las sustentan.

9. GRADUACIÓN DE LA SANCIÓN

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Comoquiera que las faltas por las que se deduce responsabilidad
disciplinaria del investigado son de naturaleza grave, la sanción
principal a imponer se regula por las directrices previstas en el inciso
primero del artículo 32 de la ley 200 de 1995, es decir que consistirá
en multa cuyo monto no será inferior al equivalente de once días del
salario devengado al momento de los hechos, ni superior al valor
correspondiente a noventa días del mismo.

En consideración a los criterios de que tratan los numerales 2, 6 y 7


literal a, desarrollados en acápite anterior, esto es, la perturbación de
la eficiencia de la gestión administrativa, la jerarquía del funcionario
disciplinado y los efectos y trascendencia del hecho objeto de
investigación, los cuales impiden concretar la sanción a partir del
mínimo previsto en la norma citada, se impondrá sanción de multa
equivalente a sesenta (60) días del salario devengado por el alcalde
de la localidad XV Antonio Nariño, para el 25 de agosto de 2000,
teniendo en cuenta, como criterios reguladores de la sanción que
obran a favor del disciplinado, la buena gestión administrativa
desarrollada como alcalde local, lo cual se acredita a través de la
documentación que da cuenta de los programas adelantados a favor
de la comunidad, la comunicación dirigida por el alcalde mayor de esta
ciudad con ocasión de la renuncia presentada por el disciplinado al
cargo que ejercía (fl. 31 c.o. 3), la ausencia de antecedentes
disciplinarios, tal como se observa en el correspondiente certificado (fl.
127 c.o. 2), así como la culpa, como modalidad del elemento subjetivo,
que revistió su actuación.

El sancionado deberá cancelar el valor de la multa dentro de los 30


días siguientes a la ejecutoria de este fallo, en los términos previstos
en el inciso segundo del artículo 173 de la Ley 734 de 2002
Es claro para la Comisión que la voluntad del funcionario no estuvo
dirigida a la producción del resultado ya conocido; en efecto, así se
desprende de las palabras expresadas por el funcionario con
anterioridad a la producción del resultado antijurídico, como consta en
los video-casetes donde aparecen las entrevistas concedidas a los
medios de prensa, en el sentido de que, con ocasión de la diligencia,
nadie resultaría afectado.

No obstante, al incurrir el funcionario en la actuación imprudente


ampliamente descrita y analizada en numerales anteriores, la cual
produjo el ilícito disciplinario no querido, se genera la imprudencia
como modalidad del elemento subjetivo que supone un menor
reproche disciplinario a aquel que se deduce de la actuación dolosa.

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Por lo expuesto, esta Comisión Especial Disciplinaria, en ejercicio de
las atribuciones conferidas por el Procurador General de la Nación,
mediante auto de 27 de septiembre de 2000,

RESUELVE:

PRIMERO: Declarar disciplinariamente responsable al ciudadano


EDUARDO AUGUSTO SILGADO POSADA, identificado con cédula
de ciudadanía 6.878.773 de Montería, en su condición de Alcalde de la
localidad XV, Antonio Nariño, de este Distrito Capital, por razón de la
comisión de las faltas graves, cometidas a título de culpa, descritas en
la parte motiva de este proveído, con ocasión de la diligencia de
restitución del espacio público llevada acabo el 25 de agosto de 2000
en la Avenida 12 sur, entre carreras 16 y 18, barrio Lunapark de esta
ciudad.

SEGUNDO: En consecuencia, imponer al ciudadano identificado en el


numeral anterior, sanción principal de multa equivalente a sesenta (60)
días de su salario devengado para el mes de agosto de 2000, la cual
deberá hacer efectiva en los términos consagrados en el artículo 173
de la ley 734 de 2002.

TERCERO: Notifíquese personalmente esta decisión al sancionado de


conformidad con lo previsto en el artículo 101 de la ley 734 de 2002, o
subsidiariamente por Edicto en los términos señalados en el artículo
107 de la misma norma si concurrieren las circunstancias previstas en
su artículo 103, advirtiéndole que contra la misma procede recurso de
apelación ante la Sala Disciplinaria de la Procuraduría General de la
Nación conforme lo señala el artículo 115 de la ley 734 de 2002, en
concordancia con la competencia que fija el numeral 1 del artículo 22
del decreto 262 de 2000, el cual podrá elevar y sustentar hasta
transcurridos tres (3) días a partir de la última notificación, conforme lo
señalado en el artículo 119 del Código Único Disciplinario.

CUARTO: En firme esta decisión y para los fines previstos en el


parágrafo del artículo 172 del Código Disciplinario Único en vigencia y
artículo 174 del mismo Estatuto, comuníquese lo aquí dispuesto a la
Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C. y a la Oficina de Registro y Control de
la Procuraduría General de la Nación.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

JOSÉ FERNANDO REYES CARTAS


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Presidente de la Comisión

FRANCISCO JAVIER FARFÁN MOLINA


Miembro de la Comisión
PD Moralidad Pública
JFRC/FJFM/TABARES/ZAPATA
009-46442/00

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