El templo es el lugar de encuentro entre Dios y los hombres, es la morada en la
que Dios habita y en la cual él deja entrever su misterio totalmente incomprensible para el hombre. Cristo es ahora el nuevo templo, Él es quien nos acerca al Padre; Él es el camino al cielo. El cuerpo resucitado de nuestro Señor Jesucristo es el lugar del verdadero encuentro entre Dios y los hombres, es la fuente inagotable y definitiva donde se lleva a cabo la salvación perpetua. Se pone ahora frente a nosotros y quiere que le veamos, que lo reconozcamos y que le amemos. Oremos en esta Hora Santa por toda nuestra Iglesia universal, por los sacerdotes, por las vocaciones a la vida religiosa y encomendemos también la vida y vocación de nuestro compañero Ronald Ballesteros. Vivamos al máximo este momento de adoración.