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La vigencia de la tradición y reparación colectiva en Yawar Fiesta (novela)

de José María Arguedas.

El héroe cultural en la historia peruana del siglo XX, José María Arguedas,
rescata aspectos importantes de nuestra cultura en su vasto trabajo
antropológico y literario. Su misión está íntimamente ligada a su experiencia de
vida. Este rescate de la cultura indígena es el rescate de su propia identidad,
ser exponente del indigenismo es expresar ese apego que lo acompaña desde
su niñez.

La justicia reparativa que transmite la obra Yawar Fiesta radica su


compensación a través de la cultura popular tradicional de los comuneros como
un instrumento que permita restaurar la dignidad de aquellos que han padecido
enormes abusos y maltratos por parte de los mistis. Esta búsqueda de la
reparación colectiva presenta un reto muy interesante.        

Si bien esta celebración es asumida por todos, es incesante la lucha del pueblo
por restaurar su tradición ante la irrupción de una modernidad que refleja una
amenaza de identidad. Para lo cual, se comprenden acciones directamente
orientadas a mantener la práctica y pervivir el gozo en el marco de la festividad.
En tal sentido, ¿Hasta qué punto la vigencia del Yawar Fiesta garantiza una
reparación colectiva? Ciertamente, la vigencia del Yawar Fiesta garantiza
determinantemente la reparación colectiva. Esto lo podemos encontrar en
diversos momentos cuando para mantener la tradición y lograr la reparación
colectiva entran en conflicto las ciudades y los protagonistas, acecha una
amenaza de prohibición y se logra la vivencia de la celebración, la
reivindicación.

Anticipadamente, el conflicto entre las 4 comunidades busca mantener la


tradición en pro de un bien común. Ante esta amenaza: “Señor alcalde y
señores vecinos: tengo que darles una mala noticia...Y les aviso con tiempo
para que contraten a un torero en Lima, si quieren tener corrida en fiestas
patrias. La circular será pegada en las esquinas del jirón principal.”  (pp.164-
165) donde el nuncio del subprefecto ordena la suspensión de la corrida por ser
signo de inhumanidad y provocar matanzas entre los indios, impidiendo la
corrida tradicional y cambiar por la occidental(española) apoyado en una
directiva gubernamental, el discurso del subprefecto va a impulsar más bien
impulsó un apego hacia la tradición. El anuncio inmediatamente levantó el
revuelo de los vecinos notables y del alcalde, dividiéndose unos a favor y otros
en contra de las corridas y otros en plena ignorancia pues no estaban
enteradas de la disposición. La resolución del conflicto entre comuneros
permitió los planes para la tradición. “El subprefecto vio, desde el corredor de
su despacho, entrar a la indiada de los barrios a la plaza; llegar en tropas
grandes, hablando entre todos, y reunirse al pie de la alcaldía...De rato en rato
se levantaba la voz de la indiada, desde la plaza.” (p.210). Consecuentemente,
otro misti se suma a la réplica, “...levantó eco en el atrio de la iglesia. Los ayllus
hicieron bulla en la plaza cuando oyeron la risa de don Julián.” (p.212). Como
vemos, se destaca la fuerza del pueblo indígena por mantener sus costumbres,
por atender a todas esas voces que toman parte de su denuncia social, “…sus
posibilidades y su futuro dependen en gran medida de la acción colectiva”
(Tanaka, 2016). Juntos están buscando transmitir el perdurar del gozo de su
costumbre ya que forma parte de ellos.

De la misma manera, mantener la tradición frente a la prohibición constituye


una prioridad colectiva. El deseo de los comuneros enfoca una rebeldía:

—¡Puquio! ¡Pueblo e’porquerías! 

Y cuando estaba maldiciendo, desde los cuatro ayllus, la voz de los


wakawak’ras subió a la plaza, entró a la subprefectura, y cada vez
más claro, más fuerte, la tonada de yawar fiesta crecía en el pueblo.”
(p.221)

Esta rebeldía no es otra cosa que la necesidad de vigencia de la tradición, el


claro convencimiento que la fiesta de sangre es el camino para la reparación.
“La rebeldía personal se hace presente a través de algunos (Tanaka, 2016), la
“indiada” demuestra su coraje extremo al celebrar el festival del 28 ejecutando
“la acción colectiva como fuerza liberadora, la resistencia y posibilidad de la
cosmovisión andina (Castillo, 2018). En tal contexto, la poderosa capacidad de
protestar todos unidos provoca incomodidad de la autoridad y debe llevar a
cabo la festividad a la usanza tradicional.
Análogamente, la vivencia de la tradición confirmó la reparación. El fracaso de
Ibarito permitió pervivir la tradición. “Ibarito echó el trapo sobre la cabeza del
toro; de tres saltos llegó al burladero y se ocultó en las tablas. El toro revolvió el
trapo con furia, lo pisó y lo rajó por todas partes, como al cuerpo del layk’a.”

—¡Nu carago!

—¡Maula carago!

—¡K’anra!

—¡Atatau carago! ¡Maricón, carago!

“Los capeadores gritaron desde las barreras.” (p.564) ante está decepción del
torero, los pobladores se burlaban y exigían que el pueblo deslumbre en la
corrida al estilo indígena, el subprefecto avergonzado por el acto y el
entusiasmo de los mistis para que realicen la corrida a la forma indígena,
gritaron:

—¡Que entre el «Honrao», carajo!

—¡Que entre el Tobías! —gritó don Félix de la Torre.

—¡Que entre el Wallpa!

—¡El K’encho! (p.566)

Finalmente se realiza la corrida de toros al modo indígena de forma festiva y


carnavalesca donde se hizo posible la tradición a lo indígena, y a pesar de que
morían indios para ellos era un ritual de agradecimiento a la pachamama, ya
que para la indiada reservar un espacio religioso para las grandes fuerzas de la
tierra es bueno y sagrado.

De esta manera, el antagonismo en la novela no se queda en el mero plano


simbólico, sino que requiere de la acción colectiva de los indios comuneros,
quienes vencerán al elemento opresor en el día de la independencia (Castillo,
2018). De esta manera, esta práctica se convierte en un magno hecho para
revitalizar la tierra, ofrendar la valentía y la fuerza del pueblo indio a la
naturaleza.
Por consiguiente, mantener la tradición ancestral en base a las acciones
colectivas para lograr un bien común es un imperativo en la obra. Hay que
rescatar que esta práctica es un acto honorable puesto que involucra a todos
los agentes a todas las voluntades y a todos los propósitos para lograr una
satisfacción colectiva: demostrar que la identidad resiste la adversidad. Este
tema de la vigencia y de la resistencia se puede apreciar no solo en los
indígenas de la obra sino en la actitud de todo ser humano por trascender.

 Al principio, se estableció que mantener la fiesta de sangre más allá de un


mero rito es generar una resistencia de la tradición y buscar subliminalmente, al
eliminar al bovino, la justicia popular de aleccionar al invasor (la tradición
andina vence a la tradición occidental). Esta máxima se cumple cuando las
comunidades confluyen por lograr un bien común, por mantener la tradición
frente a la prohibición y vivir la experiencia como colofón de una reparación
colectiva. 

Después de todo lo expuesto, la obra nos invita a considerar que solo en


nuestras raíces podemos unirnos para lograr un bien común. Esta manera de
leer la realidad nos permite tomar los esfuerzos de propios y extraños, sumar
para un proyecto de país. Tomando el modelo de la obra, todo acto de
cooperación es una reivindicación por todo lo luchado en favor de un encuentro
de todos los mundos. 

Leona

Referencias bibliográficas:

Arguedas, J.M. (2015) Yawar Fiesta. Recuperado de

http://files.comunicatodos.webnode.es/200011834-6ab036ba9f/Yawar%20fiesta

%20-%20Jose%20Maria%20Arguedas%20(1).pdf

(Consultado el 10 de octubre del 2020)

Castillo, G. (2018) Mundos sociales y espacios festivos en el Yawar fiesta de


José María Arguedas. Recuperado de
http://www.scielo.org.pe/pdf/letras/v89n130/a11v89n130.pdf (Consultado el 10
de octubre del 2020)

Tanaka, M.(coord.2016) Antología del pensamiento crítico peruano


contemporáneo. Recuperado de
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20161027035821/AntologiaPensamient
oCriticoPeruano.pdf (Consultado el 10 de octubre del 2020)

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