0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
2 vistas1 página
Las virtudes cardinales son prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Son valores fundamentales para las relaciones humanas y el orden social, y complementan a las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Cada virtud cardinal corresponde a sanar un elemento afectado por el pecado: la prudencia enseña a elegir el bien, la justicia a dar a cada uno lo que se merece, la fortaleza a perseverar ante dificultades y la templanza a moderar los placeres.
Las virtudes cardinales son prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Son valores fundamentales para las relaciones humanas y el orden social, y complementan a las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Cada virtud cardinal corresponde a sanar un elemento afectado por el pecado: la prudencia enseña a elegir el bien, la justicia a dar a cada uno lo que se merece, la fortaleza a perseverar ante dificultades y la templanza a moderar los placeres.
Las virtudes cardinales son prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Son valores fundamentales para las relaciones humanas y el orden social, y complementan a las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Cada virtud cardinal corresponde a sanar un elemento afectado por el pecado: la prudencia enseña a elegir el bien, la justicia a dar a cada uno lo que se merece, la fortaleza a perseverar ante dificultades y la templanza a moderar los placeres.
Las virtudes cardinales, llamadas también virtudes morales, son aquellas
virtudes que son esenciales para las relaciones humanas y el orden social. Reciben su nombre de la palabra latina “cardo”, que quiere decir principal o fundamental. Así, se entiende que las virtudes cardinales son aquellos valores principales y fundamentales. Estas virtudes, asociadas también a las virtudes teologales, son punto de referencia para la orientación de la conducta de la persona hacia una plena humanización, así como hacia la construcción de una sociedad más justa y sana. Las virtudes cardinales son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Se complementan con las virtudes teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad. Se dice, además, que las virtudes cardinales son una respuesta a las heridas propiciadas en el ser humano por el pecado. Así, cada una de ellas corresponde a la sanación de un elemento en particular. Veamos ahora cada una de las virtudes cardinales por separado. PRUDENCIA: Es la virtud que dispone a elegir nuestro verdadero bien y elegir los medios correctos para alcanzarlo. Nos enseña que debemos hacer, decir y evitar. JUSTICIA: Es la virtud que nos lleva a dar a Dios y al prójimo lo que a cada cual le es debido. Es darle a cada uno lo que se merece y no negarle a nadie aquello a lo cual tiene derecho, es necesario respetar los derechos de cada uno y esforzarse por vivir en armonía con todos. FORTALEZA: Es la virtud que concede firmeza en las dificultades y constancia para seguir buscando el bien, a través de ella sufrimos con paciencia nuestras penas sin desanimarnos y sin renegar luchando con valor contra las dificultades que se nos presentan para poder cumplir con nuestros deberes. TEMPLANZA: Es la virtud que modera la atracción hacia los placeres de la comida, de la bebida, del descanso, de la diversión, etcétera.