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Manual Hablar en Publico (Malta2003)
Manual Hablar en Publico (Malta2003)
Hablar en Público
Schering Plough
(Malta, marzo 2003)
INTRODUCIÓN A LA COMUNICACIÓN
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los receptores depositan unas expectativas en los
contenidos que van a recibir y en la persona que los va a transmitir. Por ello, de forma voluntaria o
involuntaria, vamos a estar sometidos a un examen o a un juicio crítico, o cuando menos a un
dictado de opinión.
EMISOR: el orador
Ambos tienen la misma importancia para que la comunicación sea posible y para que se consigan
los resultados previstos. Las claves del éxito de la comunicación pública son el intercambio de ideas
y sentimientos entre el orador y el auditorio. Para ello se emplean sonidos y significados (a través
de las palabras) y recursos (gestos)
ORADOR :
La salida al escenario.
Recursos y gestos.
AUDITORIO:
DISCURSO:
Tipos de discursos.
Orador es toda persona que, por distintas circunstancias, se ve conducida a hablar en público.
Evitar (en lo posible) el alcohol, el tabaco y ciertos alimentos. No comer frutos secos,
picantes o aceitunas (se empasta la voz) ni tomar bebidas con gas inmediatamente antes de
hablar en público. Evitar las bebidas muy frías.
Evitar ambientes cargados (humo, polución, polvo), los cambios bruscos de temperatura,
excesiva calefacción o aire acondicionado. Cuidado con las alergias.
Los recursos fonéticos nos permiten utilizar la expresividad del sonido de nuestra voz, jugar con
ella, variar el tono intencionadamente para enfatizar, dar emoción, subrayar algo importante,
sembrar la duda, provocar expectación, etc.) Una voz con numerosos registros será muy útil para
hablar en público.
Después de conocer cómo suena nuestra voz hay que educarla y adiestrarla para que obedezca a
nuestros deseos y para ello es fundamental dominar las técnicas de respiración.
VOZ Y RESPIRACIÓN
Al hablar en público es necesario inspirar el aire rápidamente por la nariz y en silencio y espirarlo
por la boca de manera dosificada. Cuanto más aire logremos tomar, mayor potencia y posibilidades
tendrá nuestra voz. Cuanto más tiempo empleemos en expulsarlo, más podremos jugar con las
pausas y los tonos. Por tanto, es fundamental que el orador aprenda a respirar bien, con tranquilidad,
aprovechando al máximo la capacidad pulmonar.
A continuación se proponen algunos ejercicios para conseguir una respiración diafragmática y por
tanto, una buena fonación:
- Ejercicios Prácticos –
De pie, sin rigidez, dejando colgar los brazos,) realizar una expulsión brusca del aire de
nuestros pulmones, empujando hacia dentro la pared abdominal.
A continuación, realizar una aspiración profunda por la nariz (como al oler una flor),
manteniendo inmóviles las clavículas y costillas, dilatando al máximo la pared abdominal. Para
conseguir esto, ayuda imaginar que se tiene un balón en el estómago y que hay que inflarlo.
Retener el aire.
El mismo ejercicio pero tomando el aire en dos tiempos. Retenerlo y soltarlo suavemente.
(si no se consigue así la respiración abdominal, hacerlo en posición horizontal, tumbado sobre una superficie
dura y realizando una ligera presión sobre el estómago con la mano o con un libro)
- Ejercicios Prácticos –
Tomar aire. Retenerlo. Soltarlo hasta que se agote enumerando los días de la semana.
Tomar aire. Retenerlo. Soltarlo hasta que se agote contando en voz alta.
Tomar aire. Retenerlo. Soltarlo hasta que se agote leyendo un texto sin hacer puntos ni comas.
- Ejercicios Prácticos –
Rotación completa (hacia adelante, hacia la derecha, hacia atrás y hacia la izquierda)
(Repetir tres veces cada uno)
ARTICULACIÓN Y DICCIÓN
Consiste en pronunciar sonidos claros y precisos, tanto en las consonantes, como en las vocales. La
nitidez de estos sonidos depende de cómo empleemos el maxilar, el paladar, los dientes y sobre todo
los labios y la lengua, variando el tamaño y la forma de la cavidad bucal. Las alteraciones de estos
sonidos son: la nasalidad, la guturalidad o engolamiento y el falseteo.
Para conseguir precisión, fuerza y agilidad en la pronunciación puede ser imprescindible ejercitarse,
sobre todo en el uso de la lengua, corrigiendo los posibles defectos de dicción que tengamos.
Articular bien supone hacerse comprender, incluso cuando se habla en voz baja. No debemos
amontonar y atropellar los sonidos. Sólo con la práctica podremos aumentar la velocidad sin que la
dicción empeore.
Aconsejamos algunos ejercicios para ejercitar la boca y la lengua (órganos que juegan un papel
fundamental en la fonación)
- Ejercicios Prácticos –
Relamer dientes superiores por dentro y por fuera. Lo mismo con los dientes inferiores.
A E I U O
“Círculos Timbres Básicos”
En cualquier momento se puede interrumpir el paso del aire por la nariz, colocando los
dedos sobre las fosas nasales. El sonido de los timbres básicos no ha de variar en lo más
mínimo.
VELOCIDAD
Se trata de la rapidez o lentitud con que se articulan las palabras. La mayoría de las personas habla a
una velocidad de entre 120 y 180 palabras por minuto, pero nadie logra mantener una velocidad
uniforme. Inconscientemente, la velocidad con la que hablamos varía en función de las
circunstancias, pero también podemos cambiarla de manera voluntaria, para dar mayor flexibilidad
a nuestra voz y lograr una comunicación más efectiva.
- Ejercicios Prácticos –
Lectura silábica: consiste en leer las frases de un texto sílaba a sílaba. Las consonantes se
pronuncian de forma suave y breve y las vocales con plena sonoridad. Separaremos los
diptongos para asegurarnos de que todas las vocales están bien impostadas.
Lectura con palabras: la frase se lee palabra a palabra. El ritmo debe ser lento (como cuando
hablamos a un niño pequeño). Hay que pronunciar las palabras con voz impostada y mucha
sonoridad.
Hay que evitar los extremos y lograr una velocidad que combine la buena dicción con la vivacidad
y que se adapte a la audiencia, al tema y a la complejidad de las ideas. Cuando éstas son difíciles o
los oyentes están poco familiarizados con el contenido, es recomendable hablar más despacio para
facilitar la comprensión. Cuando el tema es conocido o más superficial, puede hablarse más rápido.
Leer primero sílaba a sílaba, después palabra a palabra y por último a velocidad normal.
TRABALENGUAS
El trabalenguas añade al problema de precisión de los fonemas, propio del ejercicio de dicción, la
dificultad de la combinación de fonemas ya sea aislados, o bien agrupados en sílabas.
Fonemas semejantes
CONIMA Y COLIMA COLINDAN CON LIMA? NI CONIMA COLINDA CON LIMA, NI
COLIMA CON LIMA COLINDA ¿PERO SÍ COLINDAN CONIMA Y COLIMA? TAMPOCO
COLIMA Y CONIMA COLINDAN.
SI SANSÓN NO SAZONA SU SALSA CON SAL, LE SALE SOSA; LE SALE SOSA SU SALSA
A SANSÓN SI LA SAZONA SIN SAL.
OJALÁ ESAS LAJAS ALEJASES, ALEJO; OJALÁ ALEJASES, ALEJO, LEJOS ESAS LAJAS;
LAS LAJAS ALEJA, ALEJO, ALEJA LAS LAJAS; LAS LAJAS OJALÁ ALEJASES, ALEJO.
Sílabas semejantes
CUANDO CUENTES CUENTOS, CUENTA CUÁNTOS CUENTOS CUENTAS; CUENTA
CUÁNTOS CUENTOS CUENTAS CUANDO CUENTOS CUENTAS
INTENSIDAD O VOLUMEN
Depende fundamentalmente de la cantidad de aire que logremos espirar y de su dosificación
adecuada. El orador debe proyectar el chorro de aire hacia los oyentes (no al cuello de su camisa)
para que no pierda potencia o naturalidad, sin necesidad de gritar.
El volumen (nivel sonoro de las palabras) deberá incrementarse cuanto mayor sea la distancia que
nos separa de los oyentes o cuando exista ruido ambiental. Pero también podemos modificar la
intensidad de la voz para dar más sentido y expresividad a nuestro discurso.
TONO O ENTONACIÓN
Cada persona tiene su propio tono, más grave (bajo) o más agudo (alto) y no debe salirse de él, a
menos que se proponga dramatizar o imitar. También cada idioma o lengua tiene una entonación
peculiar. Lo importante es adecuar la entonación al sentido de las palabras. A partir de la última
sílaba acentuada, el tono suele caer y es frecuente que se pierda algún sonido, por ello es preciso
dar mayor intensidad y cuidar la pronunciación.
Las entonaciones ascendentes suelen emplearse para sugerir interrogación, indecisión, duda o
sentimientos eufóricos. Las entonaciones descendentes, por su parte, se emplean para la
La expresividad propia de la persuasión o la cordialidad puede reflejarse con una subida brusca de
tono, en la palabra que se quiere destacar. La exclamación supone una distancia muy acentuada
entre los tonos más bajos y los más altos.
PAUSAS Y SILENCIOS
Es imposible hablar sin pausas, pues necesitamos hacer paradas para respirar.
Las pausas pueden ser de varias clases: psicológicas (propician un momento de reflexión en los
oyentes), lógicas (vienen determinadas por el sentido de lo que se dice), afectivas (desean provocar
emoción en el auditorio) y respiratorias (cuando el orador ha de tomar aire, preferiblemente en un
punto o una coma). Estas últimas son inevitables, pero conviene que coincidan con alguno de los
tipos anteriores para que el discurso no pierda efectividad, ya que un uso inadecuado de las pausas
resulta enormemente perjudicial.
Por el contrario, las pausas bien colocadas ayudan a los receptores a seguir el hilo del mensaje.
Sirven para enfatizar y mantener el interés y ayudan a modular la voz, variando la entonación y
creando un ritmo flexible que evite la monotonía.
Al comenzar el discurso, no empezaremos a hablar hasta que la atención del público esté centrada
totalmente en nosotros. Si debemos interrumpir la charla (por el cierre de una puerta, un avión, un
teléfono móvil, la interrupción de una persona, etc.) esperaremos de nuevo a que se haga el silencio.
También es aconsejable acudir al uso de la pausa antes de decir las últimas palabras del discurso,
dirigiendo la mirada al auditorio, esperando su aplauso, por ejemplo.
Por el contrario, la pausa no suele ser muy efectiva en el caso del abucheo. En este caso hay que
dirigir la mirada fijamente hacia quien nos recrimina y pedirle de forma enérgica o cortés (según el
caso) que nos deje terminar nuestro argumento.
Si la interrupción es porque alguien entra o abandona la sala, puede aprovechar la distracción para
contar alguna anécdota o hacer una broma. La eficacia será mayor cuanto más rápida y espontánea
sea la réplica.
RITMO
El ritmo es la cadencia o compás que imprimimos a nuestra voz. Viene determinado por la
variación en los acentos y las entonaciones, la colocación de las pausas y silencios, y los cambios en
la velocidad del habla.
No deben confundirse ritmo y velocidad. El ritmo rápido viene determinado por grupos fónicos
breves, con acentos y pausas frecuentes. Puede denotar precisión y energía, pero también puede
hacerse monótono si los intervalos son siempre iguales. El ritmo lento se consigue con grupos
fónicos largos, separando las pausas y los acentos.
La monotonía en el ritmo, tanto en uno como en otro extremo, es una traba importante para la
expresividad de nuestro discurso. Debe buscarse un ritmo flexible, que comunique la convicción y
el sentimiento del orador en cada momento, que se adapte a los contenidos del mensaje y utilice el
contraste para atraer y retener la atención del auditorio.
Los gestos son, tras la palabra, el segundo elemento con el que cuenta el orador.
Acompañan a la palabra, la complementan, le dan nuevos matices o reafirman lo
expresado verbalmente. Pero la gesticulación puede jugarnos malas pasadas si en lugar
de reforzar, contradice aquello que comunica nuestra voz.
Los gestos son movimientos “a propósito” realizados con alguna parte del cuerpo (cabeza, hombros,
brazos, manos...) para fortalecer o demostrar lo que decimos. Tienen siempre un significado, aun
cuando los hagamos de forma inconsciente. También lo tiene la ausencia de gestos. Un orador
inmóvil, de rostro impenetrable, comunica falta de entusiasmo o distanciamiento con respecto a los
oyentes.
La primera impresión producida por el orador en su público (se le ve antes de oirle) influirá
poderosamente en cómo se reciben sus mensajes. Los gestos nos trasladan mejor que las palabras
los diferentes estados de ánimo y ayudan a captar y retener la atención de la audiencia.
Entre los significados de la comunicación no verbal o gestual existen tres tipos principales:
1. EMBLEMÁTICOS: el gesto simboliza una idea o mensaje que queremos transmitir (ej. signo
de victoria con los dedos).
2. ILUSTRATIVOS: el gesto acompaña, matiza o complementa las palabras, sin sustituirlas (ej.
indicación de que algo es pequeño, redondo, etc.)
3. EMOTIVOS: el gesto comunica nuestro estado de ánimo, nuestros sentimientos (mano al
corazón, apretón de manos o saludo, lágrimas, etc.)
Los gestos salen de dentro, no se pueden prever por adelantado, porque pierden su
eficacia y se nota que son artificiales. El lenguaje gestual es riquísimo, pero en él
no existen reglas fijas. Hemos de buscar siempre la naturalidad y espontaneidad,
evitar el gesto forzado y aprendido de memoria.
La mejor manera de aprender a ser naturales es vernos. Otros métodos que nos irán perfeccionando
son la práctica, la autocrítica y el consejo de los demás. Sin embargo debemos tener cuidado para
no caer en la gesticulación excesiva. El movimiento incontrolado resulta grotesco y termina siendo
inexpresivo.
Hablar de pie
Es la mejor postura cuando hablamos a un gran auditorio. Ofrece mayor
visibilidad, se consigue mejor respiración y aporta más posibilidades
expresivas al orador. Da más sensación de dinamismo y cercanía con el
oyente. Sin embargo debemos evitar la rigidez propia de esa postura y
ciertos movimientos como balanceos o inclinarse hacia adelante, sobre
todo si estamos en un estrado. Es aconsejable mantener los pies algo
separados para evitar balancearse.
Hay movimientos positivos, como acercarse a los oyentes para destacar un punto concreto o
retroceder para dar una visión de conjunto.
Debe evitarse ofrecer el perfil o la espalda al público. Debemos mantener el contacto visual con el
auditorio. Si hay que señalar a la pantalla o a la pizarra, se hará tipo “hombre del tiempo”. Por otro
lado, hay que evitar acciones como agarrarse con fuerza al micrófono o al atril, porque denotan
nerviosismo e inseguridad.
Hablar sentados
Si hablamos sentados debemos buscar una posición cómoda, pero no excesivamente relajada. Se
debe mantener el torso derecho, algo separado del respaldo y sin volcarse sobre la mesa. Debemos
cedernos estos espacios para que el cuerpo avance y retroceda. Tampoco hay que recostarse en el
sillón (trasmite indolencia) ni cruzar los pies (denota nerviosismo).
Hay múltiples gestos que tienen uno o varios significados. Estos son los más comunes:
BRAZOS CRUZADOS
Indican estar a la defensiva si se hace de forma permanente
MANOS CRUZADAS
Delante de la pelvis: transmiten timidez. Puede usarse en un primer momento del discurso, pero
no hay que abusar de este gesto.
PUÑO CERRADO
ÍNDICE EXTENDIDO
Sirve para señalar pero también para acusar.
MANOS UNIDAS
Si se juntan las palmas de las manos y se tienden hacia adelante se conseguirá un gesto de
petición de perdón o disculpa. Es un gesto de carga simbólica (en la cultura asiática es un
saludo, en Occidente es también un gesto de oración)
MANOS EN LA CARA
Deben evitarse a toda costa (salvo que sea imprescindible, como retirarse el pelo de la cara o
ajustarse las gafas), pues transmiten mensajes negativos. Tocarse o rascarse partes como la
barbilla, la nariz o la oreja o la propia cabeza indican ansiedad o nerviosismo; frotarse la frente
transmite cansancio o calor y ponerse la mano delante de la boca denota inseguridad.
Todos estos significados no deben tomarse de manera rígida. El lenguaje de las manos es
tremendamente subjetivo y cada receptor hace una interpretación de ellos.
Para el orador, este tipo de lenguaje es fundamental. El rostro permite una conexión inmediata con
el público. Los recursos faciales son muy útiles, pero deben ser espontáneos y utilizados con
prudencia, sin caer en la mueca.
Es fundamental evitar la
C) ELEMENTOS EXTERNOS. LA PRESENCIA FÍSICA tensión y el agotamiento,
que nos restarán
capacidades. El orador
debe presentarse en
condiciones físicas
excelentes y habiendo
dormido lo suficiente.
Hablar en Público o Cómo ser un Comunicador Eficaz 21
La primera impresión que produce el orador cuando se presenta ante el público puede condicionar
la posterior recepción de su mensaje. Se trata de causar buena impresión sin caer por ello en la
afectación.
El orador debe representar su papel, ha ido a un acto para hablar y superar ese “miedo escénico” y
tiene que dominar la escena, adueñarse del ambiente y sobre todo de la situación. No se trata de
engañar a los demás, pero sí debemos pensar que el orador dirige el acto, es el protagonista y tener
el uso de la palabra le pone en situación de privilegio (no es el “acusado” sino el “abogado
defensor”)
Vencer el miedo
El miedo no se quita, se aprende a hablar en público a pesar del miedo y gracias al miedo. Cuando
el orador está ante el público ya no se puede escapar, hay que sacar fuerzas de donde sea para no
quedarse en blanco y huir del “miedo al miedo”. Como en otras situaciones de la vida real, el ser
humano se esfuerza por salir del peligro.
Hay que mantener el autocontrol. Esos desconocidos que tanto nos asustan son personas normales,
que comprenden la situación y que, generalmente, saben igual o menos que nosotros del tema en
cuestión. Por eso desean oírnos y entienden la dificultad y el mérito de lo que estamos haciendo.
Sus miradas, que al orador le parecen amenazadoras, son sólo curiosas y expectantes.
Además, existen técnicas que permiten superar la ansiedad. Tenemos que evitar el cansancio, las
tensiones y las preocupaciones durante las horas o los minutos previos al discurso. Si debemos
hablar y ya no hay marcha atrás, tendremos que hacerlo en las mejores condiciones físicas. La
respiración debe ser regular y tranquila para que las palabras afloren con naturalidad. Realizar
ejercicios respiratorios, de relajación de cuello y ejercitar la boca y la lengua antes de salir a escena,
ayuda. Muchos bloqueos se deben a causas físicas aunque lo achaquemos a los nervios.
El receptor del mensaje que el emisor intenta transmitir es tan protagonista como el orador en el
proceso de comunicación.
En un auditorio que se encuentra sentado frente al orador hay que dejar deslizar la mirada sobre sus
rostros. Nuestros ojos se irán fijando alternativamente en las caras de los asistentes, no sólo en los
de la primera fila. Con el efecto de distancia, cada oyente recibirá la impresión de que es observado
particularmente, lo que refuerza el mensaje.
Si durante un discurso se produce un alboroto, el orador corre peligro de perder los nervios. Hay
que mantener la calma, hacer una pausa y pedir con tranquilidad y firmeza que nos escuchen. El
moderador sólo debe intervenir cuando el orador no es capaz de defenderse, está desbordado o
pierde el control de la asamblea. Sólo entonces, ordenará la salida de los alborotadores.
Cierto es que nunca sabremos con exactitud cuáles son los sentimientos y pensamientos de nuestros
oyentes. Si uno es invitado a hablar ante un grupo o ante un público numeroso, puede obtener
información directa de aquellos mismos que le invitan.
Edad
Es un dato muy importante, sobre todo si se quiere hablar sobre acontecimientos históricos.
También influirá a la hora de utilizar el tú o el usted en el tratamiento.
Género (sexo)
Es importante prever las reacciones de ambos sexos a nuestro discurso. Es aconsejable incluir
referencias de género (hombres y mujeres, niños y niñas, etc.).
Nivel educativo:
Debe tenerse siempre en cuenta la educación, tanto en el nivel escolar como la derivada de
experiencias a la hora de elaborar el mensaje.
Intereses profesionales
La profesión puede sugerir intereses y grado de conocimiento, para adecuar el mensaje a estas
circunstancias, dando por sabidos algunos conceptos.
Además de lo señalado, es importante plantearnos otra serie de cuestiones que atañen tanto al
auditorio como a las circunstancias. Son éstas:
No vale llevar la lección aprendida y aplicarla a cualquier circunstancia. Un discurso que ha tenido
éxito ante un auditorio puede fracasar ante otro. El orador debe ajustar su comportamiento,
adaptándolo a las particularidades del público, a la naturaleza de las ideas que pretende exponer y el
ambiente u ocasión en que va a pronunciar su discurso.
El objetivo es sintonizar con el público al que nos dirigimos. El esfuerzo ha de orientarse a hacernos
entender y no caer en el lucimiento personal. Es preciso ponerse en el lugar del oyente para
comprender sus sentimientos.
La falta de costumbre ante la propia voz ampliada puede cohibir la soltura del orador, hasta el
punto de ponerle nervioso. Sin embargo, no debemos ver al micrófono como un elemento hostil, al
contrario, ya que permite amplificar nuestra voz para que el mensaje llegue a todo el mundo,
incluso a los más alejados, utilizando un tono y un volumen de voz normal.
Es importante no volcarse ante el micrófono. Hay que hablar para y hacia el público, con
naturalidad, ya que el micro se encargará de captar y recoger nuestras palabras.
La distancia adecuada es a un palmo de la boca. No debe moverse ni alejarse demasiado, ni hay que
mover en exceso la cabeza. Lo mejor es conocer la posición del micrófono y después olvidarlo. No
hay que mirarlo.
Tipos de micrófono:
DE SOBREMESA
DE MANO
Si necesitamos movernos para apuntar en una pizarra o señalar en una pantalla de video o
diapositivas, el micro se coge con una mano y se sitúa en el pecho, a la altura del esternón,
donde se mantendrá siempre para que la voz se capte bien, aunque nos movamos por la sala.
Los cantantes y los vendedores de feria son los que se acercan el micro a la boca, no los
oradores.
DE PINZA O CORBATA
Es un micrófono en miniatura provisto de una pinza que se sujeta en la solapa, la camisa, la
corbata, etc. Lleva una petaca que se coloca detrás. Es el mejor porque no se ve ni hay que
agarrarlo. Se utiliza generalmente en televisión.
1. Mantener la calma y enfrentarse a la realidad (perder los estribos nos enfrentará más a la
audiencia, es mejor adoptar una actitud de indiferencia)
2. Analizar la audiencia (tipo de personas, qué les motiva, qué intereses tienen) para abordar el
problema de cómo establecer el contacto
3. Analizar el medio (asamblea, mítin, convención, conferencia, reunión en despacho) para
sopesar los puntos fuertes y débiles
4. Determinar la razón aparente de la hostilidad (por si tiene remedio) y la razón real
5. Determinar los objetivos de la comunicación (establecer un nivel de credibilidad, posibilidad de
convencer)
6. Identificar las soluciones que parecen tener posibilidad de éxito (no perder el tiempo en las que
no tienen posibilidad de funcionar)
7. Reconocer y compartir las preocupaciones de la audiencia
DISCURSO LEÍDO
Se redacta por escrito y el orador lee el texto directamente. Sólo es recomendable para discursos
que deban pronunciarse en ocasiones especiales en las que un error pueda causar consecuencias
desagradables, cuando se requiera una expresión muy exacta o cuando el límite de tiempo sea
muy estricto. Exige una gran soltura al leer y aún así, presenta graves inconvenientes. Se pierde
el contacto visual con el público, el tono de voz es distinto al tono de la conversación y aparece
el peligro de monotonía.
DISCURSO MEMORIZADO
El orador redacta el texto y lo aprende al pie de la letra. Sus desventajas son aún mayores
porque el lenguaje es artificial y queda poca variedad para hacer inflexiones de voz. Además,
cualquier fallo de memoria o una reacción inesperada de la audiencia puede traer consecuencias
catastróficas. Se corre el riesgo de perder el hilo del discurso y no volver a retomarlo.
DISCURSO IMPROVISADO
El orador debe saber de antemano las ideas que va a expresar pero confía en su formulación
para el momento de exponerlas. Se dicen palabras que no estaban previstas, pero sobre
conceptos que tenemos muy claros. Sólo es preciso que el orador cuente con una riqueza de
vocabulario media y fluidez.
DISCURSO EX-TÉMPORE
Se trata de un discurso a medio camino entre el leído y el improvisado. Se prepara en todos sus
detalles (ideas, estructura, argumentos, recursos expresivos) escribiendo generalmente la
totalidad del discurso. Pero el orador no confía las palabras a la memoria sino que practica el
discurso en voz alta, siguiendo el plan trazado, pero expresándose con pequeñas diferencias cada
ver que lo ensaya, para no perder espontaneidad. Se pueden aprender algunas partes de memoria,
como citas textuales, pero deben ser reducidas.
ESQUEMA
Los errores más comunes son los gramaticales: falta de concordancia entre sujeto y verbo
(“la mayoría de los jóvenes no toman verduras”, cuando lo correcto es no toma); mala
utilización del modo impersonal (“han habido problemas”, en vez de “ha habido”); entre verbo
y preposiciones (“se sorprendió con lo que oyó”, en vez de por) y también la falta de
concordancia interna de la frase (“se seguirá así hasta que no se decida otra cosa”, en vez de “se
seguirá así hasta que se decida otra cosa”).
Que y de que (se informó de que... no estaba seguro de que... correcto). (No hay duda que... no
le convenció qué... incorrecto). (Creo que... correcto) (Recuerdo de que... pienso de que...
incorrecto).
Barbarismos : son errores lingüísticos comunes que la mayoría de las veces pueden traducirse
al castellano (tour por viaje o recorrido; pasos a dar, en vez de pasos que se van a dar).
Los verbos prever y entrever se declinan como su verbo raíz, el verbo ver. No se admite, por
tanto, preveer o preveyendo y otras formas incorrectas.
Deber / deber de : deber + infinitivo significa obligación (“debe tomar este medicamento”) ;
deber de + infinitivo significa probabilidad o suposición ( “deben de ser las 8”).
No seguir el texto con el dedo, bolígrafo o una regla, pues los oyentes se darán cuenta.
Dejar los folios a un lado sin darles la vuelta (evita ruidos si hay micrófonos cerca)
Pronunciar el guión en voz alta, siguiendo la secuencia planeada de ideas, hasta haber
aprendido por completo esta secuencia.
Repasar mentalmente el discurso prescindiendo del guión, hasta asegurarnos de que todas
las ideas han quedado fijadas en nuestra mente.
Practicar hasta que todas las ideas-fuerza o conceptos básicos se encadenen en el orden
adecuado y las palabras nos salgan con facilidad.
Abstracción
Lo mejor para combatirla es crear imágenes, que la gente “vea” lo
que queremos decir
Pérdida de información
Hay que estructurar bien el mensaje e insistir en las ideas principales.
Monotonía
Hay que dar calor y vivacidad a la voz, modulándola, variando los acentos y las pausas y
aumentar el interés con anécdotas o gestos.
Para mantener la atención del auditorio a lo largo del discurso, hay que captarla desde el principio.
Una buena introducción deberá plantear el tema de forma clara y atractiva, para que el auditorio
sepa cuáles van a ser las líneas generales del discurso y las intenciones del orador.
Es el momento más importante del discurso. Por eso debe cuidarse su forma, recurriendo incluso
a la memoria. Las últimas palabras que queden en el auditorio serán las más recordadas. Por tanto,
en el cierre, debemos insistir en la idea central y en el objetivo del discurso.
Es mejor que el orador mire el reloj, que lo haga el público. Cuando preparemos
un discurso cronometraremos la exposición, teniendo en cuenta que a la hora de la
verdad, ante el auditorio, haremos pausas, habrá interrupciones, podemos perder el
hilo... así que es posible que el ensayo sea más breve que la exposición real, o al
contrario.
Conviene calcular a la baja el tiempo del discurso. Si tenemos que hablar media hora, prepararemos
un discurso de 20 minutos. A las malas, siempre se podrá rellenar con un turno de preguntas.
El orador puede dejar un reloj a la vista para ir calculando cuando finalizar o ir eliminando las
partes prescindibles. También se le puede pedir al moderador del acto o a una persona de confianza
INTRODUCCIÓN
El auge de la tecnología influye también en gran manera en la comunicación y la forma en que ésta
llega al público (radio, televisión, Internet, etc.). La tecnología implica un conocimiento previo a la
hora de hablar. Cada medio tiene unas características propias que hacen
que nuestro mensaje se reciba de diferente forma.
Además, en los medios intervienen terceras personas, intermediarias entre el emisor y el receptor de
los mensajes, que pueden manipular nuestra imagen y nuestro discurso. Estos peligros pueden
evitarse o paliarse si se conocen y pueden preverse de antemano.
Las relaciones con la prensa son complicadas para quienes ocupan un puesto público, son
portavoces de instituciones o empresas cuyas decisiones afectan a la sociedad o quienes son
susceptibles de ser noticia.
Los periodistas que no son amigos personales pueden entender que hay filtraciones interesadas o
manipulación si ellos no obtienen las mismas informaciones. Por eso, aunque las simpatías son
libres, debemos mantener una actitud de rigurosa transparencia, citando a todos los medios a las
conferencias de prensa, facilitando a todos al tiempo los datos e informes y acudiendo a las
entrevistas que nos soliciten por estricto orden de citación.
Sin duda es difícil fomentar las relaciones públicas, pero bien merece la pena intentarlo, ya que un
periodista o un medio hostiles pueden ser la peor pesadilla para un personaje público o un
profesional.
El personaje público o profesional deberá compaginar de forma exquisita las apariciones en medios
locales y nacionales. Salir en un medio de difusión nacional puede resultar muy rentable y
beneficioso para el ego del entrevistado. Pero no debemos olvidar que es muy difícil conseguir
aparecer en la primera página de EL PAIS o El Mundo y que, sin duda, una buena relación de
colaboración con la prensa local favorecerá mucho más nuestra presencia cotidiana en los medios.
El off the record fuera de la grabadora, funciona cuando la grabadora está realmente apagada.
Aunque el periodista que realiza la grabación se comprometa a que no se va a emitir, puede
ocurrir que por el sistema de archivo de su medio o por otra circunstancia pierda el control
sobre esa cinta y, al final, las declaraciones secretas vean la luz.
La persona que quiere decir algo bajo esta condición debe dejar bien claro que no permite su
publicación. Muchas veces la ambigüedad del entrevistado, que entre risas o bromas dice que sí
te lo cuento, que no lo puedes contar, provoca que el periodista no entienda claramente que es
una información confidencial y la publique.
LA INTERVENCIÓN EN RADIO
La entrevista puede ser grabada y el periodista selecciona el fragmento más adecuado. Con ello, el
equivalente al titular de prensa, se consigue que sea la propia voz del protagonista que, sin excesiva
manipulación, ofrece su versión del hecho noticioso.
Puede ocurrir que el periodista le pida al orador una declaración aparte de las obtenidas en la
conferencia de prensa. Es conveniente acceder a realizar esa declaración por varios motivos:
TÉCNICOS Seguramente la voz llegará más nítidamente que si ha grabado junto a los
demás equipos o el sonido de la sala
INFORMATIVOS Nos aseguramos que ésas y no otras son las palabras que se van a emitir) e
incluso por ventajas sociales (la amabilidad con la prensa siempre es
rentable).
En la declaración hay que evitar referencias temporales del tipo: “esta tarde
nos reuniremos... ayer decidimos...”, sustituyéndolas por “en las próximas
horas nos reuniremos... “en la última reunión hemos decidido..”. para evitar
que queden desfasadas.
Para ello se llama al entrevistado por teléfono o se le invita al estudio o bien se conecta a través de
una unidad móvil. En todos los casos, las declaraciones deben avanzar y no perder el tiempo, muy
justo en informativos, en replicar lo oído anteriormente.
Se trata de dar la opinión que se pregunta, respondiendo estrictamente a la cuestión. Hay que tener
en cuenta la premura del tiempo, sobre todo si se interviene por teléfono, porque el sonido puede
tener deficiencias (especialmente los móviles). En cualquier caso, no hay que hacer observaciones
del tipo “¿se me escucha?” ; si no nos oyen bien, ya nos lo dirán. Si somos nosotros los que no
escuchamos nítidamente podemos decirlo: “lo siento, pero no recibo el retorno con claridad”, o “no
me llega bien el sonido de sus preguntas”.
Siempre que nos citen para intervenir en un programa, seamos puntuales. Tengamos en cuenta que
los periodistas habrán elaborado una escaleta o guión programando todas las intervenciones. Si
llegamos tarde a la cita o a la llamada telefónica, les obligaremos a improvisar y posiblemente
perderemos la oportunidad de intervenir o la participación se hará fuera de contexto y en menos
tiempo.
Para las intervenciones por teléfono rigen las mismas normas en programas que para informativos,
aunque dependiendo del tipo de programa, el lenguaje puede ser más coloquial.
Si el programa se hace en directo, seamos conscientes del mensaje que deseamos dar y de la
personalidad que queremos transmitir. Las anécdotas tienen que ser cuidadosamente elegidas,
porque no sabemos quién nos está escuchando. Tendremos que estar muy pendientes, además, de lo
que dicen los demás
Existe la idea errónea de que en un debate radiofónico triunfa intervinientes, para sin
quien tiene la última palabra. En algunos casos puede ser
cierto, pero en los medios audiovisuales ocurre muchas veces interrumpirles, hacer gestos
que la última frase no es la que se emite, sino la que escucha el con la mano o la mirada
oyente que abandona la emisión o que en ese preciso momento
ha bajado el volumen del receptor. solicitando nuestro turno de
intervención. Una vez en el
uso de la palabra,
aprovechemos el tiempo.
Si queremos manifestar nuestro desacuerdo lo haremos de forma clara y breve, con fórmulas del
tipo “no estoy en absoluto de acuerdo con lo dicho pero no quiero abundar más en el tema para no
cansar a los oyentes”, o “no es verdad todo lo que ha dicho el señor X. Yo les voy a dar mis
razones...”. En cualquier caso, no hay que contradecir más de tres veces a nuestro oponente, porque
puede crear un diálogo para sordos, aburrido y donde el oyente no sabrá quién tiene la razón.
Los auriculares pueden ir conectados a la mesa del estudio, donde existen unos mandos de control
del volumen que podemos utilizar. Hay que regular el volumen a una altura suficiente para oír con
claridad, pero no demasiado elevado.
Por último, hay que ser cuidadoso con el código de señales propias del medio. El piloto rojo
encendido indica que estamos en el aire (en emisión) y todo lo que se diga se está difundiendo. No
se debe entrar hablando o haciendo ruido en un estudio que muestra esa luz roja en la puerta.
El técnico del control o bien el realizador hablarán con señas al presentador. Debemos mirar sus
gestos sin distraernos. Si nos señalan el reloj, es que hay que ir terminando. Aprovecharemos al
máximo los últimos minutos.
LA INTERVENCIÓN EN TELEVISIÓN
En una entrevista en un plató de TV, el entrevistador está en su terreno. Tiene toda la credibilidad
que le ofrece la utilización de elementos como el autocue o telepronter, en el que lee sus
presentaciones y textos y que no se muestra al público. Muchos telespectadores no saben que el
entrevistador está leyendo, creen que es una eminencia y que demuestra mucha más soltura que el
entrevistado.
Por la iluminación característica de un plató, será imprescindible el previo paso por la sala de
peluquería y maquillaje.
La naturalidad en el gesto.
Vestuario y maquillaje
Sólo hay una regla: el adecuado al momento. El traje debe ser el
conveniente para la situación (acto, lugar y hora) y para la entidad
o institución que se representa (no es lo mismo ir a dar una charla
sobre anorexia a un grupo de adolescentes de un Instituto que
presentar una comunicación en un congreso internacional). Si se
duda, es mejor la discreción que la extravagancia.
Al final de la intervención hay que mantener el gesto contenido y la mirada clavada, bien
ante la cámara, bien en el entrevistador, hasta que nos indiquen lo contrario.
El coloquio y el debate
En estos casos, el invitado a uno de estos programas juega en desventaja si debe compartir
tertulia con avezados participantes, a quienes el telespectador ya conoce y cuentan con su
Sólo es válido irse enfadando o relajando a lo largo del programa cuando el tema o las
participaciones del resto de invitados vayan subiendo de tono y el conjunto no resulte
disonante.
Puede interesarnos “chupar plano” y lo podemos hacer, pero siempre con elegancia. Intentar
salir en pantalla a toda costa puede ser contraproducente.
Para interrumpir hay que usar la inteligencia. Aprovechemos el descuido del otro (una tos,
una pérdida del hilo narrativo, cuando se ve obligado a beber agua) para intervenir. Y
cuando tengamos el uso de la palabra, aprovechemos el tiempo. La ironía es muy apreciada
por la audiencia como signo de inteligencia, educación y rapidez mental.
Es muy frecuente y muy perjudicial para la defensa de una tesis que el contertulio siguiente
rebata uno por uno los argumentos que el otro ha dado. Resulta tedioso el repaso, incluso
citando sus propias palabras, de lo recién oído y la réplica a cada uno de esos extremos. Si
queremos replicar, mejor será que globalicemos y avancemos. Tendremos que tener una
buena percepción del ritmo, que nos indicará cuando estamos introduciendo demasiados
Como principio general y útil en cualquier intervención televisiva, las pautas a tener en cuenta
en la formación de frases para TV son:
FRASES EN VOZ ACTIVA: mejor que en pasiva, que obliga al telespectador a hacer un
proceso similar al de traducción.
Reunión pública:
Además, ofreceremos varias posibilidades de elección del llamado “total” (como el “corte”
de la radio, pero televisado). En TV se llama total a la aparición en pantalla de una persona
con su imagen y voz rotulada con su nombre y cargo. Los totales no deben ser más largos
Otro aspecto que hay que considerar a veces es buscar un plano que tenga movimiento
interno, esto es, que permita ver en primer plano al entrevistado y de fondo cierta actividad
(personas pasando, coches que se cruzan, etc.) que da vida al plano y hace más amena su
emisión.
RUEDA DE PRENSA
Si no queremos contestar a una pregunta por no considerarla pertinente, es mejor decirlo a las claras
que irnos por las ramas y meter la pata.
DECLARACIONES
LA ENTREVISTA Y EL DEBATE
En las entrevistas no somos nosotros quienes tomamos la iniciativa, pero no por ello hay que estar
a la defensiva. Hay que tratar de mantener una actitud relajada.
La finalidad de la entrevista es dar a conocer las opiniones e ideas del entrevistado. Si no somos lo
suficientemente conocidos, el entrevistador debe hacer una pequeña introducción presentándonos y
explicando quienes somos y por qué nos entrevistan.
Siempre es útil conocer el tipo de programa en el que se va a intervenir para hacerse una idea del
tipo de audiencia que tiene. Estudie al presentador, su estilo, si es agresivo o cordial, si deja hablar o
es él quien se luce con las preguntas.
Para preparar a fondo nuestro hilo argumental, conviene informarnos antes del tema sobre el que
nos van a preguntar en la entrevista (aunque no hay que pedir un cuestionario previo, puede
incomodar al periodista al pensar que tenemos algo que ocultar). Eso sí, se puede pactar
previamente el contenido de la declaración que se va a realizar indicando sobre qué aspectos no se
va a hablar, para evitar preguntas incómodas.
Hay que escuchar al entrevistador para evitar referencias innecesarias a temas que ya han salido.
Puede ocurrir también que el entrevistador no formule una pregunta que consideramos trascendente.
Si eso ocurre, se puede intentar introducir el concepto con suavidad, en otra respuesta, al terminar
un razonamiento o directamente (“no me gustaría irme sin comentarle...”)
Todos estos consejos son válidos para las intervenciones en debates o coloquios. Hay que recordar
que es fundamental respetar el turno de palabra para evitar atropellos y el tan extendido efecto
“gallinero”. Cuando nos toque hablar podremos defender mejor nuestros argumentos que tratando
de imponernos a otros entrevistados. No interrumpir al entrevistador, salvo que los datos que esté
facilitando sean erróneos, y aún así, hay que procurar ser elegante y evitar un mal trago al
presentador.
STUDER, Jürg: Oratoria. El arte de hablar, disertar, convencer. Ed.El Drac (Madrid, 1996)
VALLEJO-NAJERA, Juan Antonio: Aprender a hablar en público hoy. Ed. Planeta (Barcelona,
1994)