Está en la página 1de 4

HeartsOnVenezuela - Loncho Navarro

Muchos me conocen como Loncho Navarro, pero mi nombre realmente es Leoncio Alejandro
Navarro Raleigh The Third, que no los engañe mi titulo, yo simplemente soy un comediante de
stand up, podcaster, guionista y a veces gígolo por Zoom de 32 años, que por casualidad de la
vida y algo de suerte dejó su ciudad natal (Maracaibo) y está viviendo en Caracas desde hace
más de 11 meses sin haber planificado su repentina estadía en la capital.

Inicialmente no sabía que quería hacer stand up hasta el día que denominé “El día del clic”, fue
en una reunión familiar donde conté mi primer chiste en vivo porque desde el 2011 estoy
contando chistes en Twitter, pero no es lo mismo hacerlo en una red social que frente a un grupo
de personas. Recuerdo que el chiste era sobre la Virgen de Chiquinquirá e inesperadamente todos
se rieron, digo “inesperadamente” porque en un acto de rebeldía decidí contarlo
independientemente del público que tenía en frente: a mis tías fanáticas de la religión, a mi primo
monaguillo y a un tío muy enamorado de Dios, a quien le decimos de cariño el tío Flanders. La
reacción de todos ellos fueron carcajadas y lagrimas de risa. Fue en ese momento que me dije a
mí mismo: “casi estás en Bel-Air”, no mentira, realmente dije: “coño se rieron, ¿ahora qué hago
con este poder?” Y ahí me entró la curiosidad por conocer un poco más sobre el mundo de la
comedia, especialmente, el del stand up.

Al principio de mi carrera como comediante en Maracaibo las oportunidades para hacer este tipo
de comedia eran tan escasas como la gasolina actualmente, ya que la oferta de shows en la
ciudad era casi nula y los esfuerzos más grandes que habían en cuanto a producciones de
comedia de stand up eran de artistas de la capital que hacían sus shows en teatros y nada más. No
habían circuitos consolidados, ni bares de comedia ni mucho menos shows semanales, lo que
hacía que el consumo de comedia fuese muy limitado y fue ahí que vi una oportunidad de hacer
lo que más amo hacer en el mundo: imitar a Juan Gabriel (mentira, hacer stand up)

Esta pasión sigue activa desde el 2017 cuando tuve mi primera presentación, recuerdo que fue
sin luz, me tocó hacerlo a oscuras ya que vivía en una ciudad donde el servicio eléctrico es tan
malo como el Panettone de frutas o el Onlyfans de Vanessa Senior. Al principio me estaba
cargando de los nervios ya que tenía que hacer el show sin micrófono y debía gritar mi rutina,
pero al final todo salió bien ya que una de las ventajas de hacer un show sin luz es que si la cagas
no le vas a ver la cara de decepción a la gente y es como si no hubiese pasado nada.

Desde ese momento me di cuenta que hacer stand up es lo mío, es mi pasión, mi cosa favorita en
la vida aparte de chismear con mis hermanos y comer en la calle. Creo que es difícil saber qué es
lo que realmente quieres hacer con tu vida, sobretodo si vives en un país en donde la calidad de
vida se ve minimizada con el paso del tiempo y que pareciera que el futuro cada vez es mas
incierto para muchos de los jóvenes venezolanos, en especial para aquellos que quieren iniciar
una carrera tan difícil como lo es la del comediante o para cualquier artista que quiera lograr sus
sueños en Venezuela.

A pesar de todas las dificultades que conllevaba iniciar una carrera como comediante en el Zulia,
pude manejar tres circuitos de comedia en Maracaibo, realizar varios shows en la ciudad y viajar
en repetidas ocasiones a Caracas y Valencia a presentarme. Fue en este momento que decidí
tomarle la palabra a varios amigos comediantes y probar suerte mudándome a Caracas. Para mi
la idea de vivir en la capital de la comedia y los motorizados no parecía tan descabellada,
sobretodo si apartaba el hecho de que iba a dejar a mi familia, a mis amigos y a la comida
maracucha… Oh sí, sobretodo la comida, hoy en día extraño más a una hamburguesa de Cecilio
Acosta que a mi mamá. Creo que la sensación de dejar atrás muchas cosas o metas sin conseguir
es lo que te hace dudar sobre si irte o no, sumándole a eso la sensación de estancamiento que
puedes sufrir en una ciudad que no evoluciona, que está estancada y que cada día al parecer está
peor.

Una de las razones que más motivó mi partida de Maracaibo fue que la ciudad que alguna vez
me pudo dar todo, actualmente no me puede dar mayor cosa, a veces pienso que en vez darte
realmente te quita. A medida que la crisis en el país se intensificaba cada vez más, para mi la
ciudad se iba convirtiendo en una ilusión, en una ciudad fantasma de lo que alguna vez fue algo
grandioso, pero que con el tiempo se convirtió en la ciudad que pudo ser algo y no fue. Yo
empecé a tener una relación de amor-odio con ella, como si se tratase de una ex que quieres
mucho, pero que sabes que te hace daño. Recuerdo que en un momento de descarga en un show
dije que yo amaba mucho a Maracaibo, pero que en ese momento ella no se dejaba querer, que
era mejor dejarla sola un rato y que se le pasara lo que sea que tenía, como cuando tu novia anda
molesta y no quiere saber nada de ti y su actitud es totalmente hostil y cuando le pides una
explicación te dice que es la regla la que la tiene así. Yo entendí en ese momento que Maracaibo
tenía una mancha roja que la estaba molestando y que no sabía cuándo se le iba a quitar, a
diferencia de mi novia que en dos días esos arranques se le quitan.

Es curioso como a veces funcionan las cosas, durante todo el 2018 y 2019, a pesar de los
apagones, racionamientos y escasez de gasolina, estuve haciendo stand up en varios locales de
Maracaibo, ya para finales de ese año había gestionado tres circuitos de comedia en la ciudad, y
aun así nunca pude presentarme en un teatro, fue Caracas quien me brindó la oportunidad de
hacerlo y fue una de las razones por las cuales cada día mis ganas por estar en esta ciudad
aumentaban.

Llevo solo tres años haciendo stand up, dos sí eliminamos el 2020 ya que este año ha sido un
poco difícil para quienes vivimos de aglomerar personas en locales comerciales. Es un poco
injusto para nosotros los comediantes que vamos empezando que nos metan este año como un
año de “experiencia”, a menos que aprender a hacer pan de cambur y yoga me ayude en mi
carrera profesional.

La falta de experiencia no me frenó en ningún momento, a pesar de que debía llegar a una ciudad
que no conocía, sin trabajo y sin muchas amistades a diferencia de mi vida en Maracaibo. Yo
tenía las ganas de comerme al mundo pero al mismo tiempo tenía miedo de comerme mis
ahorros. Sin embargo, estaba enfocado en mi meta, en hacer stand up la mayor cantidad de veces
que fuera posible, ganar mucha experiencia y eventualmente tener mi propio circuito de
comedia.

Al igual que mi colesterol, mi empeño en convertirme en un reconocido comediante de stand up


en Venezuela iba creciendo. Estaba claro que lo primero que debía hacer era que me
reconocieran como un comediante que quiere aprender y que quiere ser alguien en el mundo de
la comedia y gracias a Dios así sucedió. A medida que me iban dando oportunidades yo las
aprovechaba: show en el que me necesitaban porque alguien les quedó mal ahí estaba yo de
primero, no me perdía un show de micrófono abierto en Pizpa y siempre estaba pidiendo pautas
en los locales de comedia de Caracas.

Los primeros meses del 2020 para mi resultaron ser muy fructíferos, para marzo tenía dos
propuestas de trabajo como guionista, me gané un puesto en La Quema de Budú y tenía
aseguradas cinco fechas como abridor del Tour del Ombligo de Gabo Ruiz, todo eso en apenas
dos meses de estar presentándome en la capital, pero como no todo puede ser color de rosa, llegó
la pandemia y con ella el mi desdicha (como para muchos, porque así se sienten estos últimos
meses). Las propuestas se cayeron así como el tour de Gabo, Budú se salva porque el show fue
justo en la ultima semana de pre-pandemia en Venezuela.

Después de eso mi vida cambió por completo, de estar haciendo stand up casi todas las semanas
pasé a hacer shows por Zoom los cuales odio con todas mi fuerzas (la cual no es mucha así que
el odio no es tanto), pero sí, adaptarme a hacer shows por Zoom es una lucha que aún no lo logró
dominar. Para un comediante la retroalimentación está en las risas que genera en el público que
lo ve, de esa forma uno sabe si un chiste funciona o no. En Zoom las risas a veces no se
escuchan, o si se escuchan vienen con retraso y eso hace que pierdas el ritmo. Ese es otro detalle,
el ritmo, para que un chiste funcione debes tener un buen ritmo y sin él, el chiste se pierde y no
se termina de entender, esto es sucede a cada rato en Zoom.

Si hacer stand up con público en vivo ya era un reto, imagínense hacerlo a través de una pantalla,
sin escuchar risas y corriendo el riesgo de que alguien te interrumpa durante la rutina. De mi
parte esta adaptación la hago a regaña dientes para no oxidarme, es como una forma de
obligarme a seguir escribiendo así sea para Zoom porque eso es lo que hay. Entender y aceptar
que hay situaciones que no puedes cambiar es una de las mejores cosas que he aprendido durante
la cuarentena. Ver como todo puede cambiar de un día para otro me ha dado una perspectiva
menos egoísta de la vida, me hizo ver que hay otras cosas más allá del stand up o de hacer reír,
como lo es estar en paz con tu mente.

Durante el encierro volví a terapia, algo que pensé que nunca haría debido a mis pasadas malas
experiencias, pero lo hice y me ha ayudado mucho, sobretodo a no pensar en lo que pudo ser y
que por la pandemia no fue. También me refugié en la administración de mis finanzas
personales, entendí durante la cuarentena que debemos ser financieramente inteligentes, cosa que
no te enseñan en los colegios, ni siquiera en la universidad, pero una de las cosas que más me ha
ayudado es tener presente todos mis logros de vida; a veces perdemos el tiempo en pensar en
aquello que no pudimos alcanzar y eso te desgasta mucho mentalmente.

A pesar de ser algo que hacía casi que por inercia, mi actividad favorita se convirtió en escribir,
escribir lo que sea, sobre cualquier tema; antes solo escribía cosas que me parecían graciosas y
ya, pero no, ahora anoto lo más mínimo, como si fuese una especie de Pascualina para
comediantes, esto me ha ayudado a sobrellevar el encierro de forma mas ligera y menos intensa.
Para alguien que hacía de su vida un chiste es difícil hacerlo ahora que estamos viviendo menos.
Estoy seguro que eventualmente esto va a cambiar y todo volverá a ser normal, no como antes,
pero sí menos caótico que ahora.
Creo que en estos tiempos tan difíciles debemos ser más conscientes de nuestras acciones, pensar
más en lo que hemos logrado y disfrutar de ello, debemos darnos un tiempo y dejar de ser tan
duros con nosotros mismos por no haber conseguido lo que teníamos planeado para este año.
Recuerden que siempre vendrá otro año en el que podremos hacer las cosas mejor, siempre y
cuando tengamos presente todo lo que aprendimos en el 2020, porque al fin y al cabo, todo fue
un viaje lleno de aprendizaje.

También podría gustarte