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Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Políticas


Carrera de Derecho

Trabajo De Gestión De Aula


Primer Parcial

Asignatura:

Derecho Constitucional I “B”

Elaborado por:

Carpio Vélez María Guadalupe

Albán Reyes, Adriana Carolina

Tema:

Principios de aplicación de los derechos humanos

Docente:

Dr. Iván Castro Patiño

Semestre B-2022
Tabla de Contenidos

Introducción e información general.................................................................................................1


Los principios como normas jurídicas.........................................................................................1
Principios de aplicación de los derechos humanos..........................................................................4
Surgimiento y evolución de los derechos humanos.....................................................................4
Definición de los derechos humanos.........................................................................................13
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos................................................................14
Principio de ejercicio de los derechos.......................................................................................15
Principio de igualdad y no discriminación................................................................................18
Principio de aplicabilidad directa e inmediata...........................................................................18
Principio pro homine.................................................................................................................20
Inalienabilidad, irrenunciabilidad, indivisibilidad, interdependencia e igual jerarquía de los
derechos.....................................................................................................................................21
Derechos implícitos...................................................................................................................24
Principio de progresividad: a. ¿los derechos son de aplicación directa o de aplicación
progresiva?.................................................................................................................................26
Deber y responsabilidad del estado en respetar los derechos. La responsabilidad
extracontractual del estado........................................................................................................26
Lista de referencias........................................................................................................................29
Introducción e información general

La Constitución del Ecuador reconoce desde el año 2008 una serie de mecanismos

hermenéuticos a los que les asigna la categoría de principios de aplicación. Tal como

sugiere su denominación, estos principios son aquellos preceptos constitucionales que

determinan la forma en que han de ejercerse e interpretarse los derechos; por lo que, su

establecimiento responde a la necesidad de crear una base normativa que favorezca y

facilite la aplicación idónea y eficaz de los derechos.

Si bien es cierto que el actual texto constitucional presenta un novedoso y

desarrollado conjunto de principios de aplicación, fue la Constitución Política de 1998 la

que introdujo este tipo de postulados por primera vez en la historia constitucional del

país. Así, el Título III de la Constitución de 1998, que se refería a los “Derechos,

Garantías y Deberes”, incorporó un capítulo inicial denominado “Principios generales”,

los mismos que han sido desarrollados y ampliados en el actual texto constitucional.

En este contexto, para comprender adecuada e íntegramente los aspectos

inherentes al ejercicio, interpretación y aplicación de los derechos, es necesario examinar

cada uno de los principios que conforman esta categoría, puesto que estos mecanismos

son un elemento fundamental para la materialización y exigibilidad de los derechos.


Los principios como normas jurídicas

Antes de estudiar cada uno de los principios de aplicación de los derechos

reconocidos en la Constitución de la República, es necesario conocer qué tipo de normas

son los principios y cuál es su finalidad en el ordenamiento jurídico, específicamente, en

el texto constitucional.

La literatura jurídica sobre la teoría de las normas, se ha decantado por

conceptualizar a los principios en base a sus rasgos distintivos que los diferencian de las

reglas por lo que, para abordar y definir cada una de estas categorías normativas,

conviene hacerlo en conjunto, esto es, analizando las características de ambos tipos de

normas.

En este contexto, es importante señalar que los principios constituyen una clase

singular de normas que, por su objeto jurídico y estructura, se diferencian

sustancialmente de las reglas.

En cuanto a su objeto jurídico, los principios sirven de sustento de las reglas, es

decir, constituyen postulados cuyo contenido se refleja y se desarrolla normativamente en

el resto de preceptos jurídicos. Por otra parte, los principios poseen una estructura

indeterminada o abierta, en contraposición a las reglas, cuya composición se caracteriza

por la presencia de una hipótesis o condición que, al verificarse, produce una

consecuencia jurídica específica.

En este contexto, los principios no establecen una forma inequívoca, absoluta e

incuestionable de alcanzar el objeto por el cual fueron previstos, sino que permiten una

amplia gama de opciones, que tendrán que ser valoradas en cada circunstancia. Por ende,
los principios deberán ser aplicados e interpretados en la medida que, en conjunto con el

resto de principios y normas, permitan una solución óptima y armónica en cada situación.

A manera de ejemplo, el derecho a la libertad de opinión y expresión, tiene la

finalidad esencial de permitir que cada individuo manifieste libremente su pensamiento y

forma de concebir determinados aspectos, evitando que agentes externos limiten aquella

potestad. Ahora bien, este derecho, por su condición de principio, tendrá un grado de

materialización y protección dependiendo de la circunstancia en que se lo pretenda

ejercer, ya que, si las expresiones vertidas por una persona versan sobre su gusto personal

acerca de literatura o música, no es asimilable a si tienen como propósito disminuir la

reputación de un tercero.

El mismo principio tendrá un alcance distinto para cada caso, puesto que, en la

segunda situación, el principio en referencia riñe con el derecho a la honra y reputación,

lo cual obligará a buscar una solución que satisfaga de manera equilibrada ambos

principios, lo que se logrará mediante el libre flujo de ideas y expresiones siempre que no

atenten contra el honor ajeno, es decir, a través de una interpretación del principio en

función del contexto que lo rodea.

Por lo tanto, es de suma utilidad comprender adecuadamente la naturaleza

jurídica, características y objeto de los principios, puesto que será su intérprete y ejecutor

el que deba delimitar de la mejor manera su alcance y contenido, en función de las

circunstancias que presente cada caso. Dicha importancia, evidentemente, se traslada

también a los principios de aplicación, los cuales, como se verá a continuación, tienen

ciertos matices que los diferencian de otros principios.


Principios de aplicación de los derechos humanos

Como ha quedado descrito, todos los principios que se examinarán a

continuación, constituyen parámetros de interpretación y aplicación de los derechos,

motivo por el cual, deben ser observados en cualquier escenario en que se discuta sobre el

alcance o la pertinencia de los mismos. Estos principios cuentan con un capítulo

específico en la Constitución de la República; puntualmente, se encuentran reconocidos

en su artículo 11.

Surgimiento y evolución de los derechos humanos

Los derechos humanos son ininteligibles sin el concepto derecho subjetivo, que

se gestó en la modernidad (siglo XVII), si bien tiene ciertos precedentes importantes en la

Edad Media. Sólo fue posible hablar de derechos humanos una vez que se consideró que

el hombre, por el simple hecho de serlo, tiene una serie de prerrogativas naturales o

derechos subjetivos que deben ser reconocidos, respetados y protegidos por el poder

soberano.

Derecho subjetivo

El derecho subjetivo madura en el siglo XVII con el nacimiento de la Escuela

Racionalista de Derecho Natural, cuyo fundador, para muchos historiadores, es el

humanista holandés Hugo Grocio.


En sentido estricto, no hubo en la Edad Media un concepto de derecho subjetivo.

Hubo, eso sí, figuras jurídicas y conceptos teóricos que dejan entrever los primeros visos

de una versión de libertad que dará paso al moderno concepto de derecho subjetivo. Para

los medievales, el derecho era esencialmente una relación con una cosa, y consideraban

que el medio propio de la justicia era un medio real (médium reí),3 es decir, que lo

importante no eran tanto las pretensiones subjetivas de cada uno de los que entraban en

un trato jurídico cuanto las cosas y las relaciones con ellas que eran objeto del

mencionado negocio

La justicia era un acto virtuoso que buscaba dar a cada quien lo suyo, generando

“una cierta igualdad de la proporción de la cosa exterior a la persona exterior”. La

justicia, a diferencia de otras virtudes, tenía como finalidad inserir en lo real, modificarlo,

generar un estado de cosas nuevas: realizar el ius o derecho. Ius es precisamente eso: lo

que es de cada quien. No es lo que yo pretendo que sea mío, sino lo que de hecho es mío

por algún título jurídico que lo ampara, sea éste el trabajo, una donación o un contrato,

entre otras formas de adquisición de la propiedad.

El primer precedente claro que podemos hallar en la historia del pensamiento de

una noción de derecho subjetivo es la distinción entre fas y ius que hizo San Isidoro de

Sevilla en sus Etimologías, 7 obra en la que el obispo español pretendió compilar toda la

sabiduría del Alto Medievo. Fas es lo lícito, la autorizado por Dios al hombre, mientras

que ius es lo legal, esto es, aquello que está en las leyes.
(San Isidoro de Sevilla) ejemplica: un hombre cualquiera que, por necesidad,

cruce por un terreno privado, lo hace de manera lícita pero ilegal, es decir, por ser

hombre y libre puede, siempre y cuando esté justificado, invadir un terreno que no es

suyo, si bien con ello está violando una ley y cometiendo una ilegalidad.

Que es fas y ius, en resumen: Fas es una facultad anterior al derecho que posee

todo ser humano y que tiene que ver con la dignidad que implica ser libre y racional;

dicho, en una palabra, lo lícito es una prerrogativa exclusiva de las personas. Ius, por el

contrario, se refiere a los preceptos que los hombres han pactado; si se quebrantan,

imponen una carga, un castigo justificado por la vida en sociedad.

Otro origen que podemos encontrar es en el derecho canónico A diferencia del

derecho común —es decir, el constituido por los usos y costumbres que los pueblos

habían elevado a la categoría de normas jurídicas— y de los ordenamientos locales, el

derecho canónico no dependía de pactos entre las partes, pues su autoridad no residía en

la voluntad humana sino en la voluntad divina. En el cuales sus integrantes como obispos

gozaban de un abanico de derechos entregados por la máxima autoridad

Como autor principal de la teoría del derecho subjetivo tenemos a Guillermo de

Ockham, debido a su definición del Derecho como una potestad sobre lo individual. La

importancia de esta obra reside en la distinción entre la propiedad civil, que tiene su

fundamento en el Derecho, y el dominio primero o primera potestad, la cual fue dada

originalmente a Adán y Eva por Dios para dominar el mundo, según el relato del Génesis.
Por tanto, al lado del dominio jurídico existe una libertad original, connatural a

todo hombre, que permite usar de todas las cosas mundanas de forma voluntaria y sin

ninguna relación mediada, sino directa.

Parece que en el pensamiento de Ockham terminan por identificarse dominio y

libertad. Esto significa que se contempla al hombre como un individuo pleno en sí mismo

y dotado de una totalidad de soberanía. La libertad, entonces, es un dominio propio que

dota de autonomía e independencia a cada individuo.

El derecho natural en la Segunda Escolástica Española ,este nuevo concepto de

libertad tuvo gran influencia en toda Europa y generó, a la larga, una nueva visión del

derecho natural.

Una de las ideas que mayormente influyó en esta escuela fue que la libertad era

una facultad originaria anterior al derecho humano. Sabemos ya que tal visión del libre

arbitrio es factura de Guillermo de Ockham, como expusimos recién. Asimismo, otra

tendencia que se dejó sentir con fuerza en los escolásticos tardíos fue la de considerar que

el valor de toda ley residía en su carácter de ordenada por una voluntad superior.

En esta Escuela se afianzó la noción de derecho subjetivo, es decir, la libertad

entendida como la facultad o potencia de hacer lícitamente cualquier cosa que no se

oponga al derecho natural o divino. Partiendo del derecho subjetivo, la gran mayoría de

los autores que la integraron sostuvo que la libertad, la igualdad y la propiedad —al
menos alguna de sus especies— son de derecho natural, pues se derivan de la libertad

natural de todo hombre.

Sus integrantes cuestionan, de una u otra manera, la plena potestad del Rey y del

Papa. Y aún más: muchos de ellos niegan el derecho divino de los reyes y proponen, por

el contrario, el principio republicano de la constitución de la autoridad gubernativa a

través del pacto social. Aquí se ve claramente una filosofía de los límites del poder.

Por último, una tendencia que, si bien no fue asimilada por todos los pensadores

de la Segunda Escolástica, representa un antecedente imprescindible para el nacimiento

de los derechos humanos fue el objetivismo metafísico, esto es, la afirmación de que del

ser o la naturaleza de las cosas se puede conocer o derivar racionalmente un deber ser o

norma

moral

Por último, una tendencia que, si bien no fue asimilada por todos los pensadores

de la Segunda Escolástica, representa un antecedente imprescindible para el nacimiento

de los derechos humanos fue el objetivismo metafísico, esto es, la afirmación de que del

ser o la naturaleza de las cosas se puede conocer o derivar racionalmente un deber ser o

norma moral.

Como bien se ha explicado hasta antes de la edad moderna ya existían distintas

dignidades del ser humanos desde el punto de vista de la iglesia y meramente filosóficos,

en la edad media se consideró la libertad como el primerísimo de los derechos del


hombre, pero fue hasta la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América

que se enlistaron los derechos fundamentales que pertenecían a todo hombre. Las

posteriores, tomando como modelo la norteamericana, hicieron lo mismo, aunque cada

una con su propio tema ideológico de fondo y su particular contexto histórico.

Leyes que protegían derechos ya habían existido, pero sin que ninguna de ellas

tuviera la pretensión de universalidad. Es absolutamente novedosa la formulación “todos

los hombres”, pues trasciende el ámbito meramente local para abrazar a toda la

humanidad. Los derechos ya no se atribuyen por la pertenencia a una Corona, a un Estado

o un Estamento, o por una posición social o económica particular, sino que se reconocen

como existentes en todos los hombres por el simple hecho de serlo.

Declaraciones de independencia de las colonias norteamericanas

Durante el siglo XVII y hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la Corona inglesa

no se había preocupado sino superfluamente de establecer un control político y

económico sobre las colonias norteamericanas. No obstante, al terminar la guerra con

Francia, Inglaterra quiso recuperar de nuevo el control sobre ellas.

Debido a la distancia que habían tomado las colonias respecto de la Metrópoli, en

aquéllas ya se había generado una tendencia hacia el autogobierno. En ese sentido, los

deseos independentistas afloraron una vez que Inglaterra pretendió hacerse de nuevo con

el control económico y político de las colonias.


Así, la Corona aprobaría una serie de cargas fiscales que pusieron en advertencia

a los pobladores de Norteamérica, quienes comenzaron a reflexionar sobre la

conveniencia de autogobernarse.

La tensión fue creciendo y en 1774 se celebró en Filadelfia el Primer Congreso

Constituyente Continental, el cual representó el paso inicial dado para la Independencia.

En él se adoptó una “Declaración” que estaba influenciada por el pensamiento de

John Locke y de otros autores ingleses, y en la cual se destacaba la importancia del

consentimiento, así como del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad que poseían

los habitantes de las colonias inglesas de Norteamérica, “por las inmutables leyes de la

naturaleza, los principios de la Constitución inglesa, y las diversas cartas y convenios”.

En efecto, cuando los colonos ingleses partieron de la Gran Bretaña, lo hicieron

acompañados de sus derechos de súbditos ingleses, por lo que tenían que ser tratados

como tales.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789

La relevancia de esta declaración para la historia de los derechos fundamentales

tiene un carácter decisivo y difícilmente se le puede atribuir a otro texto, la cual viene de

la mano del fenómeno político que la hizo posible: la Revolución francesa

El motivo que impulsó a la Asamblea Nacional francesa —constituida el 17 de

junio de 1789— a aprobar una declaración de derechos fue dotar a Francia de un nuevo
régimen político. El resultado final fue la creación de una novedosa forma de concebir la

política en todos los sentidos. Los asambleístas tenían plena conciencia de que su

actuación representaba los sentimientos nacionales. El 27 de junio siguiente todos los

diputados de la asamblea juraron no desintegrarse hasta haber dotado a Francia de una

nueva Constitución, la cual debía contener una declaración de derechos.

El debate se centró sobre qué debería hacerse antes: la Constitución o la

Declaración, y fue por fin esta última la que ocupó en primer lugar las mentes de los

asambleístas. La Declaración tiene intenciones respecto del pasado, del presente y del

futuro. En lo que respecta a lo pretérito, la Declaración pretendió la destrucción del

Antiguo Régimen, es decir, de la monarquía absoluta y sus valores políticos y morales

anejos. Si tenemos en cuenta los acontecimientos que vivían los diputados, la Declaración

les permitió legitimar el proceso revolucionario.

Por último, respecto del tiempo futuro, la Asamblea Nacional pretendió abrir la

brecha para la nueva Constitución y las leyes que darían una nueva organización al

Estado.

Ahora bien, sí hay una diferencia esencial entre la intención de declarar de los

franceses y de los americanos: los primeros querían generar una nueva forma de concebir

la política, al hombre y al Estado, mientras que los del Nuevo Continente solamente

tenían la pretensión de procurar a la materia jurídica heredada de la tradición inglesa otro

fundamento de legitimación.
En efecto, los franceses aprobaron la Declaración con vistas a fundar un nuevo

orden social, político y jurídico, de suerte que tuvieron que articular su contenido,

primero, teorizando sobre la necesidad moral de cambiar la forma de concebir al hombre

y su relación con los demás y con el poder político; segundo, proponiendo una teoría

política que señalaba las nuevas bases que suplantarían a las antiguas, y tercero,

generando una nueva teoría jurídica que diera forma legal a las dos ideas anteriores.

La Declaración Universal de Derechos Humanos

Otro de los hitos en la historia de los derechos humanos es la creación, en 1945,

de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que dos años después de su fundación,

presentará al concierto de las naciones la Declaración Universal de los Derechos del

Hombre. A partir de ese momento comienza la internacionalización de los derechos

fundamentales.

La ONU nació como respuesta a las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra

Mundial. Su finalidad fue, en resumidas cuentas, la creación de un sistema internacional

para la efectiva promoción y defensa de los derechos humanos.


Definición de los derechos humanos.

El Departamento de Información de las Naciones Unidas. Derechos Humanos.

afirma. que los Derechos Humanos, son los derechos que son inherentes a nuestra

naturaleza y sin los cuales no podemos vivir como seres humanos.

Antonio Pérez Luño. afirma que. se pueden señalar tres tipos de definiciones de

Derechos Humanos:

I. Tautológicas: No aportan ningún elemento nuevo que permita caracterizar

tales derechos. Una definición tautológica muy repetida en la doctrina es

la que afirma que “los derechos del hombre son los que le corresponden al

hombre por el hecho de ser hombre”

II. Formales: No especifican el contenido de los derechos. limitándose a

alguna indicación sobre su estatuto deseado o propuesto.

Una definición formal es la que afirma que “los derechos del hombre son

aquellos que pertenecen o deben pertenecer a todos los hombres y de los

que ningún hombre puede ser privado”

III. Teleológicas: En ellas se apela a ciertos valores últimos. susceptibles de

diversas interpretaciones. Una definición teleológica es la que dice que

“los derechos del hombre son aquellos que son imprescindibles para el

perfeccionamiento de la persona humana para el progreso social. o para el

desarrollo de la civilización”
Una definición que pretende ser descriptiva. aunque tiene una fuerte carga

teleológica. y que ha sido generalmente aceptada por la doctrina es la que propone Pérez

Luño quien entiende que los Derechos Humanos son:

“Un conjunto de facultades e instituciones que en cada momento histórico

concretan las exigencias de la dignidad. la libertad y la igualdad humanas las cuales

deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e

internacional”.

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos

Conjunto de normas internacionales que se basan y reafirman en los derechos y la

dignidad de los seres humanos, ya sean estos, hombres, mujeres o niños, sin distinción y

sin discriminación. Establecen las obligaciones que los Estados deben respetar, ya que, al

pasar a ser partes en los tratados internacionales, los Estados se hacen cargo de las

obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de proteger, respetar y

poner en marcha la realización de los derechos humanos.

Al hablar de la obligación de respetarlos, quiere decir que los Estados deben

privarse de intervenir en el disfrute de los derechos humanos o de limitarlos, puesto a que

esta obligación de protegerlos exige que los Estados impidan de manera rotunda los

abusos de los derechos humanos contra cualquier individuo o grupo, a su vez los Estados

deben adoptar medidas positivas para proveer el disfrute de los derechos humanos

básicos. Fueron evolucionando gracias a la adopción de la Declaración Universal de

Derechos Humanos de 1948, y se ampara actualmente en una variedad de instrumentos


universales y regionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales

y Culturales y a su vez, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

A través del establecimiento de los tratos internacionales de derechos humanos,

los gobiernos se ven en la obligación de adoptar medidas y leyes internas que sean

compaginables con las obligaciones, así como los deberes dimanantes de los tratados.

Esto se da en caso que los procedimientos nacionales no logren abordar los abusos contra

los derechos humanos, existen mecanismos y maneras en el plano regional e

internacional para presentar denuncias individuales o grupales, que procuren garantizar

que estas normas internacionales sean debidamente respetadas, aplicadas y obedecidas en

el plano local.

Principio de ejercicio de los derechos

Art. 11 #1 CRE
Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
1. Los derechos se podrán ejercer, promover y exigir de forma individual o colectiva
ante las autoridades competentes; estas autoridades garantizarán su cumplimiento.

Como bases doctrinales en el Ecuador, se ha estudiado de manera sistemática

distintos derechos reconocidos dentro de nuestro sistema jurídico, sin embargo, el

desarrollo en torno a los principios que viabilizan el desempeño de estos mismos, sigue

siendo bastante limitado. Dentro de la Constitución Ecuatoriana, estos principios son

previstos a forma de postulados rectores y transversales, los cuales se encuentran

destinados a crear condiciones normativas y de interpretación optimas, para que los

derechos sean correcta y plenamente ejercidos, y, si es el caso, reparados y protegidos. El

alcance de todos los principios de aplicación de los derechos reconocidos en la


Constitución Ecuatoriana, viéndolo desde una perspectiva doctrinaria y jurisprudencial,

evidencia la forma en la que han sido concebidos.

La constitución del Ecuador reconoce desde el año 2008, una variedad de

mecanismos hermenéuticos, o de interpretación, a lo que se les confiere la categoría de

principios de aplicación, pues tal como su denominación lo dice, estos mismos son

aquellos preceptos constitucionales que dictan la forma en que deberán tomarse a cabo e

interpretarse los derechos; por lo consiguiente, su establecimiento respondería a la

necesaria creación de una base normativa que favorezca y efectivice la aplicación idónea

de los derechos.

Ahora bien, los principios como normas jurídicas, quiere decir que los principios

de aplicación de los derechos reconocidos en la Constitución de la República, nos

facilitan el conocimiento sobre qué tipo de normas son los principios y cuál es su

finalidad en el ordenamiento jurídico, de manera clara, en el texto constitucional.

Es importante precisar, que los principios constituyen una clase singular de

normas que, por su objeto jurídico y su base, se diferencian de manera sustancial de las

reglas, en cuanto a su objeto jurídico, los principios funcionan de sustento de las reglas,

esto quiere decir, que constituyen postulados cuyo contenido se manifiesta y se realiza

normativamente en el excedente de preceptos jurídicos. Por otra parte, los principios

cuentan con una estructura indeterminada o abierta, esto de forma contraria a las reglas,
cuya elaboración se caracteriza por la presencia de una hipótesis o condición, que, al

lograr ser evaluada y verifica, ocasiona una consecuencia jurídica específica.

Los principios de aplicación y derechos, no son normas adjetivas, pues su

contenido y alcance involucra a su vez, aspectos sustantivos, es decir, no busca basarse

en manera directa y única si no de manera general, no obstante, la categorización señala

la facilidad para la comprensión sobre la función que desempeñan los principios de

aplicación con relación a los principios constitucionales sustantivos, que, en dicho caso,

se refieren a los derechos. Comparando de lado y lado, los principios de aplicación

vendrían a equivales para los derechos, lo que, en teoría de las normas, las disposiciones

jurídicas adjetivas a los preceptos sustantivos, por lo cual los primeros prevén un

conjunto de pautas de interpretación y de ejercicio orientadas a que los derechos se

puedan desarrollar de manera óptima y eficaz, de aquí rádica su importancia en el sistema

constitucional, puesto a que gracias a esto, su actuación es como un complemente de los

derechos y resultan primordiales para lograr suplir o satisfacer su pleno goce y ejercicio.
Principio de igualdad y no discriminación

Principio de aplicabilidad directa e inmediata

Art.11.3 CRE

Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
3. Los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos
internacionales de derechos humanos serán de directa e inmediata aplicación por y ante
cualquier servidora o servidor público, administrativo o judicial, de oficio o a petición
de parte. Para el ejercicio de los derechos y las garantías constitucionales no se exigirán
condiciones o requisitos que no estén establecidos en la Constitución o la ley. Los
derechos serán plenamente justiciables. No podrá alegarse falta de norma jurídica para
justificar su violación o desconocimiento, para desechar la acción por esos hechos ni
para negar su reconocimiento.

Indudablemente, la revolución francesa fue un hito en el establecimiento del

Estado de Derecho, antítesis del antiguo régimen caracterizado por el absolutismo. Entre

sus postulados principales destacan la división de poderes y la soberanía nacional,

mediante los cuales se delegó la soberanía a la nación, que fue representada por un

parlamento.

En este contexto, al inicio los cuerpos constitucionales establecieron enunciados

generales sobre el funcionamiento orgánico del Estado y reconocieron los derechos a los

ciudadanos. El parlamento asumió un rol sustancial, pues representó la “voz” y

“voluntad” del soberano y, bajo tal justificación, reguló aspectos más específicos y

concretos a través de la ley.


Por tal razón, durante mucho tiempo se consideró que la constitución era un

programa político y que la regulación jurídica concreta correspondía a la Ley, como

expresión de la voluntad soberana. No obstante, el desarrollo del constitucionalismo ha

dejado insubsistente aquella concepción, pues la fuerza normativa de la constitución se

asocia indisolublemente a la idea del Estado Constitucional de Derecho, en el cual existen

valores e intereses fundamentales previstos en un texto supremo que no pueden quedar

supeditado a mayorías legislativas coyunturales.

En efecto, la constitución es la manifestación plena y pura del poder democrático

plasmado en un acto constituyente, por lo que cuenta con legitimación democrática para

organizar y limitar el poder.

Una vez establecido el marco conceptual precedente, corresponde señalar que el

art. 11.3 del texto constitucional vigente, prevé que “los derechos y garantías establecidos

en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos serán de

directa e inmediata aplicación. No podrá alegarse falta de norma jurídica para justificar su

violación o desconocimiento”. Por lo tanto, los derechos son de aplicación directa y, bajo

ningún punto de vista, pueden ser concebidos como normas programáticas.

Por lo tanto, no cabe justificar su inobservancia o incumplimiento, en la falta de

desarrollo normativo infra constitucional. Además, el enunciado constitucional establece

que todos los derechos son justiciables, lo cual, en mi opinión, contrasta con los sistemas

constitucionales en los que únicamente puede exigirse de manera directa el cumplimiento

de los derechos considerados fundamentales, categoría que no está prevista en la

Constitución ecuatoriana pero que sí ocurre, por ejemplo, en la Constitución española.


En consideración a lo señalado, todos los derechos son exigibles a través de los

mecanismos respectivos, aspecto similar a lo que ocurría en el texto de 1998, puesto que

la acción de amparo procedería para tutelar cualquier derecho constitucional.

Principio pro homine

Art. 11.5 CRE


Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
5. En materia de derechos y garantías constitucionales, las servidoras y servidores
públicos, administrativos o judiciales, deberán aplicar la norma y la interpretación que
más favorezcan su efectiva vigencia. 6. Todos los principios y los derechos son
inalienables, irrenunciables, indivisibles, interdependientes y de igual jerarquía.

El principio pro homine se erige como un elemento transversal a lo largo de todo

el sistema jurídico, conformado en su integridad tanto por normas nacionales como

internacionales, dotadas sin distingo de idéntica obligatoriedad, que exigen a los

operadores jurídicos aplicar en todos los casos, la disposición más favorable a la vigencia

de los derechos humanos, incluyendo en todos los casos, la disposición más favorable a la

vigencia de los derechos humanos, incluyendo en lugar de excluir otro tipo de

ordenamientos, estableciendo para cada caso una jerarquía móvil y otorgando al derecho

una dimensión dúctil.

El Principio Constitucional Pro Homine, es un criterio interpretativo que informa

todo el derecho de los derechos humanos, en virtual del cual se debe acudir a la norma

más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de reconocer derechos

protegidos. Este principio también puede manifestarse o ser aplicado por el resto de

operadores jurídicos. Sin lugar a duda, es un principio que debe ser observador a su vez
en el legislador a fin de no crear normas regresivas - limitantes de la protección y

vigencia de los derechos humanos. Las medidas de protección son disposiciones y

órdenes creados para proteger la seguridad de las personas, a fin de hacer efectivo el

cuidado y protección de la víctima de la agresión, con respecto a la agresión misma y su

agresor.

Este principio enseña el fundamento para interpretar los derechos fundamentales y

a su vez tiene un sentido protector, que debe adjudicarse la interpretación a favor del más

débil y como debe dirimir una decisión jurisdiccional, se debe dar la solución más

beneficiosa a los derechos del individuo.

Inalienabilidad, irrenunciabilidad, indivisibilidad, interdependencia e igual

jerarquía de los derechos.

Art. 11.6 CRE


Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
6. Todos los principios y los derechos son inalienables, irrenunciables, indivisibles,
interdependientes y de igual jerarquía.

El art. 11.6 de la Constitución establece una serie de características aplicables

para todos los derechos y sus principios. Es cierto que algunas de estas cualidades, como

la irrenunciabilidad de los derechos, no son nuevas en el constitucionalismo ecuatoriano;

no obstante, es novedoso que el constituyente haya recogido en este postulado todos los

elementos que constan en la Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993,

dictada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.


Las características señaladas en el texto constitucional determinan que los

derechos son:

I. Inalienables: Según este elemento, en mi criterio, no se puede vulnerar ni

restringir el contenido esencial de los derechos

II. Irrenunciables: Las personas no pueden renunciar a la titularidad y a

ejercer los derechos. Al respecto, el art. 15 de la Ley Orgánica de

Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional permite desistir de

acciones constitucionales, para lo cual, el solicitante deberá justificar que

no existe renuncia de derechos, lo que en la práctica se torna bastante

complicado, pues significa demostrar que los derechos cuya vulneración

se alegó en la acción, no serán afectados al desistir de ésta.

III. Indivisibles: Según Ramiro Ávila Santamaría en el libro “los derechos y

sus garantías: ensayos críticos” expresa que esta característica implica que

“no se puede sacrificar un derecho a costa de otro”, lo cual, a mi juicio, de

aceptarse como cierto, significa que mecanismos tales como la

proporcionalidad y la ponderación, carecen de sustento constitucional y

no son aplicables a los derechos. Considero que un derecho, en

determinadas circunstancias, sí puede sacrificarse de manera equilibrada

siempre que sea necesario para permitir un ejercicio más efectivo de otro

derecho.
IV. Interdependientes: Los derechos están vinculados entre sí, por lo que,

una vulneración a un derecho podrá afectar a otros; de la misma manera,

el ejercicio de un derecho, favorecerá la vigencia de otros.

V. De igual jerarquía: Este aspecto merece especial atención. La

constitución vigente no categorizó a los derechos como de primera,

segunda y tercera generación, por el contrario, se estableció una muy

particular clasificación de derechos (buen vivir, participación, naturaleza,

pueblos y nacionalidades, libertad y protección). Una lectura integral

evidencia que aquella categorización, sumado a la igualdad de jerarquía

en los derechos, tuvo la intención de suprimir la noción de que ciertos

derechos prevalecen sobre otros. Dicho de otro modo, lo que se buscó fue

modificar la concepción que diferenciaba entre derechos fundamentales y

derechos que no tenían aquella categoría. Por lo tanto, la igualdad de

jerarquía significa que, en abstracto, ningún derecho prima por sobre otro,

por lo que los métodos para resolver conflictos entre derechos serán

aplicables en virtud de las circunstancias concretas de cada controversia.

Por ejemplo, en la ponderación no existe un peso abstracto a priori para

cada derecho.
Derechos implícitos

Art. 11.7 CRE


Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
7. El reconocimiento de los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los
instrumentos internacionales de derechos humanos, no excluirá los demás derechos
derivados de la dignidad de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, que
sean necesarios para su pleno desenvolvimiento.

Al hablar de derechos que no se encuentran numerados o implícitos, tenemos que

afrontar una doble implicitud; siendo la de los derechos que no tienen norma que avale su

constancia y la de diversos contenidos que confieren desarrollo a derechos que si se

encuentran enumerados y que van sumándose a los contenidos que ya son conocidos. Un

derecho implícito o subjetivo no es sino el contenido de una norma que lo confiere,

entonces, un derecho implícito es aquel cuyo contenido es parte de una norma implícita.

Al referirse a la expresión “norma implícita” hacemos alusión al uso que se le da en el

lenguaje jurídico a estas dos palabras, refiriéndose indistintamente a la clase de normas

que no se encuentren expresas, o normas carentes de formulación.

Entendiendo esto, sabemos que toda norma no expresa, coincide en que no es

fruto de legislación, sino de una construcción jurídica, no es más que el razonamiento de

uno de los intérpretes.

Para lograr identificar si existen o no derechos implícitos, Manuel Atienza realiza

dos preguntas a las cuales Riccardo Guastini, responde:

Interpretación fáctica: ¿Existen -o se encuentran vigentes- en el sistema jurídico

normas implícitas adscriptivas de derechos?


Esta pregunta, necesita una respuesta empírica o relativa a la disposición de los

jueces en uno u otro sistema jurídico, para poder emplearlas a normas implícitas que

atribuyen derechos. Indica que no se debe caer en las generalizaciones, pues son

naturalmente peligrosas.

Interpretación normativa: ¿Está justificada - o aprobada en sede ético, política- la

jurisprudencia que construye derechos implícitos?

Esta respuesta dependería, pues lo que haría difícil aprobar o desaprobar la

construcción de derechos implícitos de manera general sería que la cuestión presenta

diversos aspectos que han de ser tomados en cuenta.

Primer aspecto de la cuestión que debe tomarse en cuenta, es el hecho de admitir

la construcción jurisprudencial de derechos implícitos que equivale a aprobar un

desplazamiento de poderes normativos de los órganos legislativos a los jurisdiccionales.

Por otro lado, el segundo aspecto que debe tenerse en cuenta es que la clase de

derechos implícitos es distinta, pues comprende libertades, pretensiones, poderes e

inmunidades.

El tercer aspecto comprende el tener en cuenta que los derechos implícitos no

siempre y no de manera necesaria tienen sólo efectos verticales, sino también

horizontales. En otras palabras, y como ejemplo: existe la posibilidad que un nuevo

derecho civil (Esto en el sentido amplio) tenga como resultado la creación de una

obligación civil correspondiente.


Finalmente, el cuarto aspecto que se debe tener en cuenta, es que todos los

derechos implícitos, de manera fatal, tienden a ingresar en conflicto con los derechos que

previamente están expresamente adscritos.

Principio de progresividad: a. ¿los derechos son de aplicación directa o de

aplicación progresiva?

Art. 11.8 CRE


Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
8. El contenido de los derechos se desarrollará de manera progresiva a través de las
normas, la jurisprudencia y las políticas públicas. El Estado generará y garantizará las
condiciones necesarias para su pleno reconocimiento y ejercicio.
Será inconstitucional cualquier acción u omisión de carácter regresivo que disminuya,
menoscabe o anule injustificadamente el ejercicio de los derechos.

Deber y responsabilidad del estado en respetar los derechos. La responsabilidad

extracontractual del estado.

Art. 11.9 CRE


9. El más alto deber del Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos
garantizados en la Constitución. El Estado, sus delegatarios, concesionarios y toda
persona que actúe en ejercicio de una potestad pública, estarán obligados a reparar las
violaciones a los derechos de los particulares por la falta o deficiencia en la prestación
de los servicios públicos, o por las acciones u omisiones de sus funcionarias y
funcionarios, y empleadas y empleados públicos en el desempeño de sus cargos. El
Estado ejercerá de forma inmediata el derecho de repetición en contra de las personas
responsables del daño producido, sin perjuicio de las responsabilidades civiles, penales
y administrativas.
El Estado será responsable por detención arbitraria, error judicial, retardo
injustificado o inadecuada administración de justicia, violación del derecho a la tutela
judicial efectiva, y por las violaciones de los principios y reglas del debido proceso.
Cuando una sentencia condenatoria sea reformada o revocada, el Estado reparará a la
persona que haya sufrido pena como resultado de tal sentencia y, declarada la
responsabilidad por tales actos de servidoras o servidores públicos, administrativos o
judiciales, se repetirá en contra de ellos.
El artículo 11.9 de la Constitución consagra un principio compuesto, que

establece algunas obligaciones del Estado en materia de la protección de derechos.

se define el deber del Estado de “respetar” y “hacer respetar” los derechos. Si bien

se podría pensar que se trata de una redundancia, ambas obligaciones son distintas y

complementarias. Al respecto, es importante recordar que el Estado de Derecho, en una

primera etapa consagró los derechos civiles y políticos de las personas, asumiendo frente

a ellos un rol de abstención. Dicho de otro modo, la manera de garantizar el goce de tales

derechos era a través de la no injerencia en su ejercicio.

Se establece la responsabilidad objetiva del Estado ante la violación de derechos,

a causa de la falta o deficiente prestación de servicios públicos, o por las acciones u

omisiones de funcionarios y servidores públicos, en el desempeño de sus cargos. Esto se

traduce en que el Estado deberá hacerse responsable y reparar la afectación de derechos,

provocada por cualquier persona que actúe en ejercicio de una potestad estatal.

de manera complementaria con el punto anterior, se establece el derecho a la

repetición. A través de esta figura, el Estado debe investigar las circunstancias en que se

provocó la vulneración de derechos, a fin de establecer las responsabilidades individuales

correspondientes para que los valores destinados a la reparación, sean reintegrados al

Estado.

Finalmente, el art 11.9 puntualiza la responsabilidad objetiva del Estado y el

derecho de repetición, en el ámbito específico del error judicial, detención arbitraria,

retardo injustificado y, de manera general, inadecuada administración de justicia y

violación de la tutela efectiva y debido proceso.


En definitiva, la actual constitución elevó al rango de principio de aplicación de

todos los derechos, a las obligaciones que tiene el Estado con relación al manejo y

protección de los mismos.

Por lo tanto, el establecimiento de las reglas sobre la responsabilidad del Estado,

forman parte fundamental para el ejercicio de los derechos, lo cual implica que sean

aplicables en todo escenario en el que un derecho esté comprometido.


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