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el Minotaur
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Traducido por Amalia Bermejo

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Para loe, Robbie, Rachel y Megan

Como moscas para chicos travíesos


somos nosotr\s para los dioses.

Eseuro
Dirección editorial: M." Jesús Gil Iglesias
Colección coordinada por M." Carmen Díaz-Villateio

Diseño de cubierta: Estudio SM


oQué locos s0m0s aI vívír en una generación
Traducido del inglés por Amalia Bermelo en que la guena es un
Título original: Shadow of the Minotaur
iuegl ile ordenador
pnra nuestros hiios.,
Publicado por primera vez en Gran Bretaña en el año 2000 Torw BrmN, miembro del parlamento
en Dolphiñ paperback, piopiedad de Orion Children's Books

@ AIan Gibbons,2000
@ Ediciones SM, 2002
Joaquín Turina, 39 - 28044 Maüid

Comercializa: CESMA, SA - Aguacate, 43 - 28044 Madrid

ISBN: 84-348-8789-4
Depósito legal: M-13969-2002
Preimpresión: Grafilia, SL
Impreso en España I Printed in Spain
Imprenta 5¡4 - ¡oaquín Turina, 39 - 28044 Madrid

No está permitida la reproducción total o parcial de este iibrc, n] sq hata-


miento informático, ni la transmisión de ninguna forma o Por cualquiel me-
dio, ya sea elechónico, mecánico, por fotocopia, por registo u otros métodot
sin ei permiso previo y por escdto de los ütulares del coryighL
LIBRO UNO

EL LIBRO DE PHOENIX
n
I

i
:
1

E
lir primer rugido de la bestia casi le ananca la carne de los
huesos. El segundo, un bramido capaz de destrozar los nervios,
retumbó dentro de su cerebro y casi le hizo darse por vencido
antes siquiera de háber comenzado su intento. Miró hacia atrás,
hacia el ventanuco de la puerta por la que acababa de pasa¡ y
vio al otro lado la sonrisa tranquilizadora de la chica de oios
oscuros. Él también trató de'sonieír y se arrodilló para ,..og.,
las cosas que había dejado caer: una espada con un pomo fina-
mente labrado y un ovillo de cuerda fuerte y gruesa.
hacerlo -se dijo a sí mismo-. Claro que puedes.
-fuedes
Pero no había convencido de ello a su cuetpo. Su primer in-
tento de atar la cuerda a la puerta falló. Estaba tan nervioso que
sus dedos no respondían. Era como llevar manoplas y hatar de
atar salchichas. Poi fin, respiró profundamente y Consiguió pasar
la cuerda por el ventanuco y asegurarlo a uno de los pequeños
barrotes. Sopesando con inseguridad la espada en la mano y de-
jando caer la cuerda tras é1, dio unos primeros pasos vacilantes
por el oscuro callejón. La negrura se espesaba a su alrededor,
hataba de deslizarse baio su piel. El laberinto de tuneles era todo
lo que había esperado, y más. Tenían el misterio de la noche, el
terror de la soledad. Estaban en la profundidad de la tierra, don-
de el sol nunca brilla y el fresco viento nunca sopla, y el silencio
era allí más pesado. El aire estaba cargado con un sofocante olor
animal. Junto a la entrada, las paredes del túnel eran lisas y re-
gulares, construidas con enormes bloques de piedra. pero al pe-
netrar más en la penumbra, detectó un cambio. Las paredes es-
taban desgastadas y se notaban resbaladizas, impregnadas de algo
espeso y pegajoso. Sangre quizá. Vaciló antes de seguir su cami-
no, dejando caer los pies torpemente en el aire frío y quieto. El

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que p1- Necesitaba pocos ánimos. Se habría escondido dentro de sí
eco de los pasos sacudía la incómoda y cenada ne$ura mismo, de haber sido posible.
pasos de
recía aganarlo como una mano. A no más de cincuenta Pero siguió adelante. Y todavía agotó el hilo, marcando su
iá pu.ia, el túnel se ramificaba en media docena de diferentes camino de tegreso a la puerta. En cualquier caso, sabía que tenía
áit'e..ioner. Avanz' desenrollando el oviilo de cuerda al moverse que conservar el ovillo de cuerda. Era su seguro de vida.
ñ p.;¿. odaviaestaba considerando las opciones cuando oyó
i estás? -murmuró por lo baio, pero no hubo res-
á. nu.oo a la bestia. Esta vez fue un gruñido baio y amenazador' -¿Dónde
puesta. La bestia no estaba dispuesta a delatarse tan fácilmente.
Estabamáscercaysemovíahaciaélcondeterminación. Pasaron varios minutos y, en ese tiempo, la bestia no hizo
está acechando.
-Me mucho más que resoplar una vez con fuerza. Conocía su juego
Dio un tropezón en la oscuridad y trató de buscar apoyo pala
con y ese juego era el del gato y el ratón.
no cae$e. En el momento que su mano entró en contacto El conünuó, mirando primero adelante, luego atrás, inseguro
Sin duda
I;fti^ superficie de piedra, ie echó atrás honorizado' de por qué dirección vendría el ataque. Y cuanto más se inter-
;;;"gÉ Esa supeificie resbaladiza no podía ser otra cosa. Las
naba en los túneles, más confuso estaba. La oscuridad le hacía
y también el suelo' Y eso no era todo;
ñJdil.r.urridirut, pelos cosquillas.en la piel, le atormentaba. ¿O solo era miedo? ¿Dónde
irubíu hu.tos astillados, enmarañados, pedazos de came
estaba? ¿Habia empezado su camino desde la izquierda o desde
desgarrada. Los túneles eran un matadero'
la derecha? Cada uno de los pasajes tenía la misma construcción
-¡Puagh! de piedra y cada uno de ellos estaba deteriorado. Quizá porque
Inmediatamente deseó no haber dado vía libre a
su sensación
invitando la bestia raspaba las paredes con sus cuemos o con sus poderosos
de disgusto. Su voz resonó con fuerza en los túneles'
hombros. Al andar, oía crujir de vez en cuando trozos de huesos
a la bestia a atacar' baio sus pies. Incluso dio una patada a una calavera, haciéndola
1o sabe Ahora sabe dónde estoy'
-murmuró-.
-Ahorapara confirmar eI hecho, la bestia rugió en los pasa- rodar delante de é1. Imaginó la mueca boquiabierta y blanque-
Cámo cina y las cuencas de los ojos mirándole, fiiando su oscuridad en
fue tan fuerte y
dizos, loca de rabia y hambre' Esta vez el ruido su alma y produciéndole un escaloftío.
punto de ve-
tan destructivo que a su airededor todo parecía a déjate ver, por Dios.
nirse abaio. -Vamos -susurrfi
Pero el sonido quedó colgado en el denso vacío, para extin-
;Fi;; empezó a caer en finas espirales desde el techo.
y
Es-
preparan- guirse después. La bestia era salvaje e indomable, pero no era un
taba ailí fuera en la oscuridad, resoplañdo iadeando, animal estúpido. Era en parte humana y su pensamiento parecía
dose para atacar.
----i[qtC ser astuto y calculador.
estás esperando? ¿Por qu9lo 1o haces ya?
Su'reqpiración eñ iadeanté' Agárró la.espada t:t
ry:'^?.I
Este monstruo capaz de pensar era peligroso.
estás?
en la ilumlnaclon -¿Dónde
avanzl.Fue entonces cuando notó un cambio Al apartarse de uno de los hediondos tuneles, se encontró en
deltúnel.Unrayo¿etuzdifusaloenfocabadesdeaniba.Miró un cruce del laberinto. Entonces, al mirar en tomo suyo, su co-
t;;;"; .uru qu.espadale observaba ,la cata amable de la chica que razón dio un welco. Acababa de tropezar en la cuerda que mar-
ie había dado li y el ovillo de cuerda'
caba su propio camino. El hilo estaba enhecruzado sobre sí
bestia se está acercando -diio ella' mismo.
-La
sé.
-Lo
Sintiólaurgenciadeagacharse,derodearseconiosbrazosen -Me estoy moviendo en círculos -diio con desaliento, y su
voz rebotó en los fríos túneles. Miró dentro de cada uno de los
tenía una voz'
un débil intenó de pioteciión. Ahora la oscuridad pasadizos que partían del cruce. Ignoró aquel donde el hilo acu-
ahí abaió -decía-, encógete, chico'
-Sigue
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i0
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sador estaba en el suelo y emprendió el camino por un segundo y- pezuñas que hacían salpicar el bano. El morro era enorme y,
túnel. Este se inclinaba hacia abajo gradualmente. al abrirlo, dejaba ver los dientes afilados y fltrvos, no de un toró,
Hacia cada vez más fuío y el suelo de piedra estaba grasiento sino de un gran gato. Eran los colmillos de un león o un tigre,
y con charcos de agua sucia. En su superficie flotaban gotas bri- hechos para desganar la carne. sus ojos eran amarillos y briilaüan
llantes de algo incalificable. El tocar antes las paredes ie había impávidos a través de las tinieblas. Luego estaban lós grandes
revuelto el estómago y no tenía intención de cometer el mismo cuemos, centelleantes y afilados, dibuiando una curva désde su
error con el suelo. monstruesa frente. Con ser grueso y musculoso, el cuello apenas
Aigo se movió. ¿tJna l:ita? Nunca se le había ocunido, ni parecía capaz de sostener tan temible cabeza y se tensabá uisi-
en sueños, que podría desear que fuera una mta; pero entonces blemente bajo el insoportable peso.
habúa aceptado cien de ellas antes que la pesada figura que le Dios...!
esperaba en la oscuridad. Unas pezuñas arañaron el suelo. Un
-¡Oh,
La bestia salió del túnel y el chico dio un par de pasos hacia
sonido producido por algo grande y poderoso. No era una rata. atrás. Era como si su alma hubiera salido de su cuerpo y estuviese
Entonces oyó la respiración. Lenta y regular, calculada y pau- tirando de é1, suplicándole que se apartara. A la escasa luz que
sada, la respiración de un depredador. Habia cazado antes, sí, y se filtraba desde las rejillas del techo, la bestia parecía aún más
babía matado. El pensamiento hizo que sus piemas temblaran. espantosa. Se veía el sudor que, en gotas brillantes, resbalaba por
Dio vuelta a una esquina y se encontró en otro cruce, del que su enorme cuello y sus hombros.
salían varios pasillos como los radios de una rueda. Pero eso no era todo. La criatura estaba manchada de pies a
poddá seguir para siempre. cabeza con suciedad y sangre seca. Cada centímetro refleiába al
-Esto
QuizáIa bestia compartiese su sensación de que la persecu- asesino. La besüa empezó a avanzar golpeando el suelo de piedra
ción había ido bastante leios, porque eligió ese momento para con sus pezuñas. Levantó la cabeza hasta arañar el techo con los
move$e. Hubo un sonido chiniante en la penumbra, el más qremos y soltó un bramido que pareció triturar el aire.
fuerte hasta ahora.
Dio un salto en redondo. Enmarcada en la media luz de una -Yo no puedo hacer esto...
Cayó hacia atrás, gateó sobre los obstáculos del suelo y huyó.
de las aberturas, la bestia daba zarpazos al suelo. _
Entonces se dio cuenta de que había deiado caer el ovillo. Su
estoy asustado.
-No
No era verdad. Y es más, la besüa Io sabía. Su voz temblorosa
cuerda de salvamento había desaparecido.
no!
quedó en el aire, pintando el cuadro de su creciente miedo. Aga- -¡Oh,
La bestia bajabala cabeza parc atacat.
rraba ia empuñadura de la espada lo mismo que un hombre que
u¡Hay que salir de aquí!,
se ahoga agafia un pedazo de madera flotante. Como consuelo.
Como supervivencia. Y, por primera vez, sentía su peso. Hacía Con los ojos de su mente podía verse a sí mismo atravesado
que su brazo temblara. Su fuerza se estaba agotando. Intentó su- por las puntas de esos horibles cuernos, pataleando débilmente
jetar la empuñadura con ambas manos para mantener finne el en el aire, la cabeza echada hacia atrás y sus ojos abiertos, sin
afma. üda.
ya, ¿a qué estás esperando? De repente, empezó a coner para salvarse, resbalando en el
-Ven suelo fangoso.
Pero la bestia seguía en la arcada, pateando el suelo. Era más
grande que un hombre. Casi alcanzaba tres metros de alto y de -¡Ayudame!
constitución maciza, con el pecho y los hombros musculosos. Vio los oios pardos y asustados de la chica encima de la reja.
Por debaio del pecho, era como un toro. Tenía una cola oscilante
-¡No conas! -le grito-. Pelea. Tienes que pelear.
12, 13
Él se moría de vergüenza. Esto no tenía que haber sucedido. 2
No estaba previsto perder y tampoco tener testigos de su derrota'
ella-. Ese es el modo de hacer las cosas.
-Pelea -repitió
El modo de hacer las cosas. Era cierto, él tendría que quedarse
y luchar. Estaba en su naturaleza como héroe. Pero no podía'
Contra eso no.
favor -rogó volviendo la cara avergonzado-, que al-
-Por
guien me ayude.
La bestiá corúa a toda velocidad por los túneles, bramando D*num de anancarse la máscara y los güantes, phoenix se
estrepitosamente por el laberinto. Su ataque era furioso, impa- agachó dos veces tragando aire como si hubiese estado racio-
rable. Ya casi estaba sobre é1. nado. La malsana media luz de los túneles fue reemplazada
u¡Sacadme de aquílu por el agradable brillo de una lámpara... en el estudio de su pa-
-Eso
es -gritó tirando la espada-. Ya he tenido bastante' iSe dre. Miró el brazalete de puntuación de su muñeca. Un fracaso
acabó el juego! total: 000000. Por unos momentos todo estuvo dando weltas,
las garras del juego se hundían en la came del aquí y ahora.
Luego, todo a su alrededor se convirtió en hanquilizadoramente
familiar.
Estaba fuera.
un juego!,
u¡Era

-¿Y bien? -preguntó su padre-. ¿Qué te parece?


Phoenix-. Era todo tan real... Era como
-Asombroso -jadeó
otro mundo. Quiero decir, yo era Teseo. He entrado en el palacio
del rey Minos. Podía realmente tocar las colurnnas de piedra,
sentir el calor de los braseros, oler el incienso.
Sabía que estaba hablando a golpes, balbuceando como un
niño pequeño, pero no se preocupó.
-La hija del rey, Ariadna, me ha ayudado, y no era solo una
imagen en una pantalla. Era una chica de verdad. Luego me he
visto cara a cara con el Minotauro. Estaba sucediendo realmente.
Yo lo creía -se estremeció-. Todavía Io creo.
yo podría decir lo convincente que ha sido -dijo su pa-
-Sí,
dre, disfrutando la mezcla de excitación y temor en la voz de su
hijo-. Al final estabas gritando como un loco. Seguro que tu ma-
dre ha pensado que te estaba matando.
Phoenix enroieció y empezó a controlar por fin su respira-
ción; recogió la máscara y los guantes y volvió a colocar los ca-
bles en el ordenador, donde las imágenes del laberinto seguían
iluminando la pantalla.

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F;r
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verdad era solo un iuego? la,ndo de averiguar qué hacía la gente por allí. euizá sacaban una
-¿De silla a la calle y se ponían a mirar las-luces del tráfico.
Su padre echó la silla atrás y le dedicó una sonrisa de supe-
rioridad. Había pasado de una ciudad que nunca duerme a un pueblo
un sofisticado sofrware, colocado en un
es todo. Solo que nunc¿ despierta. Eso era lo que no podía perdonar a su pa-
-Eso más sofisticado' dre. Londres era lo que Phoenir reclamaba -algo grande e im-
hardware todavía
A pesar de haber estado tan asustado, Phoenix no quería que portante- y su padre se lo había quitado. No solo se había apar_
fuese un juego. Quería que fuese real. Real y lleno de vilalidad, tado de la competencia: se babia aputado de la vida.
como siempre le habían parecido las antiguas leyendas. Pasólos -De todas maneras -dijo su padre desenchufando la máscara
dedos por ia suave textuia de los guantes y la máscara que ha- y los guantes del PC-, ahora estamos aquí y será mejor que le
bían creado la ilusión. saques el mayor partido posible.
t6vas a con todo esto mientras vivas? Phoenix le observaba mienhas envolvía con cuidado el equi-
-¿Y iugar
toda segrlridad. Y mucho más que vendrá. Por citar a po del juego.
-Óon Reede: oEsta es la prirnera fase en el de' algo que no entiendo -dijo.
mi jefe, el señor Ólen -Hay
sarrollo del fuego final,'r qué es?
-¿Y
Phoenix miió en la pantalla la figura del Minotauro' ¿De eso -- -Lo rápidamente que has hecho este iuego. yo pensaba que
llevaría meses preparar algo así, años quizá.
había tenido miedo? Esé ridículo monstruo de peiícula de dibu-
pero
jos animados haciendo guiños en la paltalla. -Así es -asinüó su padre-, con la tecnología coniente.
esta está varios pasos por encima de la media. La mitad del tra-
ahora de queiarte por habernos mudado a Broum-
-¿Deiaús bajo estaba hecho ya. Más de la mitad incluso. La compañía ha
leigh?
ito .tu pedir demasiado. Cuando su padre deió su empleo en desarollado un entomo básico. Es tan flexible que, en iemanas,
se puede programar la nueva historia para un yo tomo las
Compu-soft y aceptó la lucrativa oferta de Magna-com, vio cum- iuego.
plido el sueno dé t'da su vida. Pero era solamente su sueñ0. líneas del argumento que me sugiere fu madre y, con un poco
bhoenix y su madre aborrecían deiar Londres, apartarse de- {a- de ayuda por mi parte, el soflware parece desanollarse en éi.
miliares y amigos, especialmente cuando eso significaba estable- Phoenix frunció el ceño al oír mencionar las historias de su
cerse de nuevó en un agUiero olvidado en medio de ninguna
madre. Ella y Phoenix se parecían. Los dos tenían sueños, los dos
parte. La vida es un iuegó, pensó Phoenix, un abunido iuego de tenían sentido del desiino. El sueño de ella em ser escritora, es-
paciencia. critora de cualquier clase. Desde siempre había intentado publi-
habemos quedado en Londres -argumenló.Phoe- car. Primero una novela romántica, después algunos poemas, por
-Podíamos fin ganar un concurso de novela corta, pero nunca légaba a nin-
nix-. Después de todo, tú éstás Úabaiando desde casa' ¿Qué tenía
de malo la casa donde vivíamos?
guna parte. Guardaba los papeles de rechazo como si fueran una
dónde quieres empezar? -preguntó su padre-' EI ruido, especie de trampolín al éxito. Escribir era solo otra decepción,
-¿Por junto con Brovmleigh...y su padre.
la polución, la competencia, ia delincuencia.
'Phoenix Su padre no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de
movió 1a cabeza. La ciudad había depritnido a su
padre, pero él podría haber conservado su paz y quietud' Phoenix y continuó indiferente:
' grornmleighera un poblacho. Sin cine, sin centro deportivo,
-Yo no necesito proponer la mitad de los gráficos. Las imá-
sin estación de tren. No había nada que hacer en absoluto, y genes ya han sido almacenadas en la memoria del ordenador. yo

ruando se intentaba escapar del abunimiento, los autobuses a la soy poco más que un hamoyista. Hago converger la historia con
ciudad más cercana salían a las diez. Phoenix todavía estaba tra- las imágenes ya preparadas. Glen Reede es uno de los creadores,

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r

él es el genio. Te aseguro que cuando salga esto, a finales del oldenador en el que realmente puedes entrar> _su
Dadre sara-
mes que viene, Reede va a cambiar la cara a los iuegos de or- bateó en un cuaderno de. espiral_.
¿y qué dices de la'má;d;;
denador. los guantes? ¿Te han hechojudar?"
que a finales del mes que viene?
-¿Dices
es. La publicidad ya está hecha. Por eso estoy trabajan-
-No, nada de eso-. Son cómodos, el material es muy suave,
casi como una segunda piel.
-Eso
do a todas horas. Es una fecha de entrega endemoniada, pelo
-Esa la idea -explicó su padre_. Se trata de que sean có-
es
Reede quiere estat seguro de que se cumple. Puedes apostar lo modos y fáciles- de poner y quitar; si no, los chicós p.niiriu"
que quieras a que es así. Es un gigante. No puedo entender por que es demasiado engorro y sé quedarían con sus vieiós juegos.
qué antes no había oído su nombre. Ni artículos en ComPute$
. -No es probable que pase esó _di¡o nfroenix, todaiiaí;r;;*
and Computíng, nadie ha hablado de é1. Creo que es americano, de apartar los oios de la pantaila der monitor-.
Quiero oecir {ue
pero no hay biografía en Internet. Ha salido de la nada. Pero a me sentía como si de verdad estuviera moviéndome por
ailí. iás
quién le importa mientras esté dispuesto a tenerme a bordo. gráficos eran asombrosos.
Phoenix sonrió cuando su padre desconectó el equipo. Había buenos como la realidad?
-¿Tan
algo curioso en que precisamente su padre ffease iuegos sobre Mgior -Phoenix enrojeció al darse cuenta de lo que había
-. _
héroes. Sería difícil imaginar a nadie menos parecido a un héroe. $ichg_. Ya sabes, es la verdad. Las historias pueden ,., á.¡o, qu.
Tenía el aspecto del auténtico chiflado informático, con pelo roio la vida real -hizo una pausa, incapaz de resistir la tentaóión'de
y desordenado, barba descuidada, pantalones de pana y una ca- meter un pullazo-: Especialmente cuando la vida real significa
misa de leñador que se esforzaba por contener su abultada cin- Brownleigh.
tura. Un tiempo atrás, en sus primeros veinte años, había sido Su padre ignoró la última observación.
un jugador de tenis prometedor, pero de eso hacía muchísimo -No estoy leguro de que todos los chicos sean como tít, cla-
tiempo. Phoenix no estaba seguro de si el hombre de entonces ro. ¿cuántos adolescentes pasan la mitad de la tarde con la nariz
había tratado de parecer un maiadelo, o si había ocurrido na- metida en un libro sobre los mitos griegos? pero, por otro lado,
furalmente. Cualquiera que fuesen sus intenciones, se las ane- un iuego de ordenador... Esta vez no tienen que iener ra nani
glaba para volver loca a la madre de Phoenix con su comporta- en un übro, estarán ellos mismos dentro de la ^historia. Eso
es lo
miento excéntrico y palurdo. Podría haber tomado parte en una que no ha funcionado .-o¡ los üdeojuegos hasta ahora. por
muy
telecomedia , Padres Enloquecidos o algo así. Pero algo le tenía que buenos que sean los gráficos, siempre iabes que se trata de un
funcionar bien. Había sido captado por ese tipo, Glen Reede, el juego. Pero si puedes_ convencer a tu jugadof de que
está real_
jefe multimillonario de Magna-com, que le había oftecido una mente dentro, viviéndolo, entonces sabeJque has áado con un
pequeña fortuna por unirse a la compañía como creador de iue' éxito.
gos de ordenador. también lo creo -diio phoenix, desanimado ante ra olea-
-Yo
Habían renovado el chalé con el "dotado saludo" que papá da de entusiasmo de su padre-. pero tiene que ser tan bueno
había recibido de Magna-com. como-este con el que acabo de jugar. Tiene que poder competir
Así era. ¡Un héroe informático! con el mundo real.
que dime -continuó su padre-; al tener catorce años,
-Así -Exactamente -intemrmpió su padre-. No tanto rearidad ür-
estás en nuestro obietivo de público. ¿Se venderá? tual como realidad paralela. Eso es ib que estoy haciendo ahora:
Como churros. Un iuego en el que realmente deshacerme de cualquier aspecto bonoso, cualquier sensación
de
-¡Venderse!
puedes entrar... que esto es una distracción electrónica. Ahorala mayoúade
los
esa sería una buena frase publicitaria: <El iuego de chicos no se pueden separar de sus pantallas de
-Mira, iíegos. pero

i8 19
r

cuando saiga esto, olvidas la vida. Todos tendrán uno en su casa, .Phoenix miró hacia fuera. Era verdad. La oscuridad iba ca-
eliuego te"rá todo. En menos de seis semanas será un nombre yendosobrelos teiados al final de la calle. Era algo que se notaba
familiar. Nos hará ganar una fortuna. en un buen juego de ordenador. parecía podei defoimar el tiem-
razón én eso difo Phoenix-. Es una experiencia sor' po, amoldarlo o rehacerlo lo mismo que un alfarero hace un vaso
-Tienes en el tomo. Podía convertir las horas en minutos y los minutos
prendente. Yo no solo he visto el laberinto, he estado allí. Podía
ientirlo, podía olerlo. Eso es lo que lo hace tan pavoroso' ¿Cómo en horas. Phoenix había pasado a veces un día completo ante la
io hiciste? pantalla, escatimando incluso el tiempo dedicado alas comidas.
Su padre se rascó la barbilla. 9o*9la mayor parte de los chicos, hábía perfeccionado la rutina
te digo la verdad, en realidad no 1o sé. Tienes que recor- de solo-cinco-minutos-más. Al levantarse de la silla, pensó en lo
-Si
dar que yo no soy más que una parte del equipo. Yo juego con agradecido que estaba por parecerse a su rnadre en eiaspecto. En
el rompécaberas, btras pérsonas proporcionan la mayoría de las brusco contraste con su padre, pelinojo y fofo, ella erailta,.del_
piezas. gada y morena. La esplendidez meditenánea, como solía decir
un equipo extraño, si nunca os reunís -concluyó uno de sus profesores de Londres.
-Yaya
Phoenix-. ¿Oe veidád no conoces a nadie de la empresa? -¿Nohas cerrado?
inadie *diio su padre-. Reede contrata todo fueta, a
-No es necesario -diio su padre-. Comeré y vendré inme-
-No,
gente como yo, que trabaiamos desde casa. Quizá no quiere que diatamente. Hay una fecha límite de entrega, Christina.
águi.n tengá uná visión completa del iuego. Sean las que.sean no vas a estar ahí toda la noche, ¿o sí?
-Pero
,ui r.on.rl a mí solo me ha dado los dos niveles superiores, Él se encogió de hombros.
nueve y diez. Ni siquiera sé los nombres de las personas que -Uno de estos días -dijo ella dirigiéndose a la cocina- em-
hacen ios niveles más baios. En realidad no importa. Yo solo pezaremos a vivir. Trabaio, trabaio y trabaio, eso es todo lo que
torno las líneas de la historia, las hago adaptarse a la animación te preocupa. Vamos, ciena, solo por una hora.
y lo envío. Magna-com hace el resto, y lo hace a una velocidad Su padre cedió. Al cerrar, la pantalla estaba llena con una
ásombrosa. Esoi mitos griegos parecen un tema tan bueno como secuencia de números.
cualquiera pata empezar. era eso? -preguntó phoenix. Le intrigaba, como la
-ZQué
Séguramente lolran para Phoenix y su madre, que se enor-
primera parte de un puzle-. ¿No irá nada mal?
gullecian de sus raíces giiegas. La mayor p-art9 de sus parientes -No tengo ni idea -admitió su padre-. Una especie de men-
saie cifrado, aunque haúa falta ser un experto para descifrarlo.
íe habían establecido eá Lóndres, pero todavía intercambiaban
tarjetas de Navidad con el leiano tío o tía de una isla del Egeo. Uno de los pequeños secretos de Glen Reede.
Esá era otra de las cosas que su padre les había anebatado
al salir ¿Pero no era su padre un experto? phoenix frunció el ceño.
de la capital: su Pasado. Aquí había algo que él no entendía y solo quería disimular.
argumentos, grandes monstruos, grandes héroes -Bueno,_ ¿y
los personaies? -preguntó su padre después, ya
-Gándes en la mesa de la cocina-. ¿Funcionan bien?
{ontinuó su padre-. Y contigo y con tu madle tengo cerca una
pareia de expértos si necesito echar mano de los conocimientos -Si creo que sí -diio Phoenix. Era dificil tomarle en serio
áe aig'ien. i
en cuanto a toda esta tecnolo gía, yo mismo no sé con esas hebras de salsa de queso colgadas de la barba-. pero yo
cómo lo hace Reede. solo he jugado con un episodio de la leyenda, acuérdate. Tes'eo
La madre asomó la cabeza por la puerta: estaba bien. Y la princesa fuiadna hace que Lara Croft parezca
dispuestos a comér algo? Ya lleváis dos horas aquí una cursi.
-¿Estáis cierto, Reede acaba de anunciar el título...
encerrados. -Por
z0 21
mr
p"-
ll ,

-Et Legendano -diio


la madre en tono distraído, con los oios . -Además -dijo
ella con brusquedad-, tienen dos de los me_
fiios en la calle y la mente en algún lugar leiano. jores monstruos en el asunto: Medusa y el Minotauro. Eso es lo
es que sabes eso? -diio el padre boquiabierto. que engancha en primer lugar.
-¿Cómo
La mad¡e se sobresaltó, como si la arrancasen de un sueño
.-Haré algunos ajustes -concluyó su padre-. Supongo que no
mágico. te importa ser mi conejillo de Indias, phoenix.
¿Estárás preparado
-No tengo ni
idea -dijo, confusa por su propia intuición-. para jugar en los dos niveles cuando hagamos los retoques fi_
Tienes que haberlo mencionado alguna vez' nales?
eso es imposible. Estaba prohibido. Yo..' de broma? -exclamó Phoenix-. ¡Me encantará!
-No, bueno, -¿Estás
-Oh, ¿qué importa? -diio mamá bruscamente. Fue entonces cuando recordó los ojos amarillos del Minotau-
Semiraron con hostilidad. Por alguna nz6n, importaba mu- rc y su feroz gruñido. Desde luego le gustaba, pero siempre que
cho. no fuese demasiado real.
todas maneras -interrumpió Phoenix en un esfuerzopot
-De
evitar una pelea-, EI Legendario es formidable. Tienes mucha suer-
te por tener que trabaiar en los niveles de Teseo y Perseo.
eso por qué?
-¿Y
dos son héroes todavía muy jóvenes, de mi edad
-Bueno,los
más o menos. Yo creo que atraerán a ese público al que tu te
refieres siempre, los adolescentes.
Su padre fuunció el ceño.
héroes, ¿eh? ¿No crees que parecen demasiado
-Muchachos
viejos?
ya un poco tarde para pensarlo -sonrió la madre-.
es
-Ahora
La verdad, ie haces cargo del desanollo de la historia para el
juego, y ni siquiera lees como es debido las fuentes literarias. Eres
un filisteo, John.
vamos -replicó el padre-. Es un juego de ordena'
-Vamos,
dor, no una novela. Paso por alto toda esa lectura abunida.
aburrida, muchas gracias! Es de mi herencia griega
-¡Lectura
de lo que estás hablando; verdades que nos hablan desde cien
generaciones atrás. Son algunas de las mejores historias.que- se
ñan contado nunca. Sobre el principio de la humanidad, sobre
las pruebas que los ióvenes pasan al hacerse hombres para so-
breüvir en un mundo hostil. Acerca de la amistad y la traición...
Al notar la mirada divertida del padre, titubeó. Parecía que él
nunca la tomaba en serio. Ni lo que escribía, ni a sus antepasa-
dos. Ella creía en la magia y ei misterio de las cosas, las distancias
entre lo que podía explicarse, mientras que el padre de Phoenix
lo reducía todo a series de hechos demostrables'

22 23
3 4

D
l' ¡no iba a ser real, y más pronto de lo que Phoenix o su padre ((Lo, leyendas no son solo una de mis aficiones, son mi
soñaban. Había un mensaie escondido entre aquellas desconcer- vida.u
tantes secuencias de números, una señal codificada que podía ¿De dónde venía esto?
haber hecho pensar dos veces aJohn Graves sobre la convenien- Phoenix sacudió la cabeza. ¿De dónde diablos venía y por qué
cia de seguir trabajando para Glen Reede. Un mareante desfile tenía él que ir a contarlo delante de toda la clase?
¿ritáua tra-
de treses, seises y nueves lanzaba destellos desde la pantalla cuan- tando de aparecer como un completo idiota? Si conocía a Steve
do el ordenador se apagó. Ad_ams -y por desgracia conocerlo era una de sus cargas en la

T{u l pagaia por ese pequeño anebato. ¿En qué estabi pensan-
¿Has disfrutado en el laberinto, mi valiente y ioven Teseo? ¿Te do? Una cosa era tragarse lo que su madre dlcía acercá de hs
ha gustado la emoción de la oscuridad, el atracüvo olor de tu leyendas que les hablaban desde más de cien generaciones atrás,
prlpia muerte? Qué afortunado eres al poder entrar en los ni- y pasar horas sobre viejos volúmenes polvorientos y detedorados,
veles más avanzados. Están reservados a los iugadores que me- dioses crueles, héroes valerosos y fabulosos, monstruos sedientos
recen una muette gloriosa. Puo tú, insignificante microbio, vas de sangre. Y oha muy distinta exhibirse en clase como tal. Este
a enfrentarte a los más grandes peligros. Qué curioso que tu era el mundo en que tenía que vivir, no un país de nunca-iamás
padre sea el programador más capaz que he tenido; así comien- lleno de templos y demoni.os. Aunque eso es lo que había hecho,
zas en Io más alto. Pero no te coffis. Solo te estoy deiando mostrarse como un completo idiota en mitad de la clase. Mirad_
catar eI iuego, eso es todo. Es patéüco, realmente patético ob- me, el chico nuevo, estoy tras el premio al idiota del año.
servarte, a tí, un simple muchacho, tratando de resísür a mi Y esto es lo que había dicho para ganarlo: u¿No lo enüende,
magnífica besüa. Puedo deiarte pisar las fangosas piedras de su señorita? Esos mitos no son solo historias. Son reales. Nos mues-
reino algun üempo má¡ atormentarte. No hay paseos gratis en tran como héroes, son nuestra verdadera nafuraleza>.
este juego.
Esa es la consecuencia de estar tan absorto en el proyecto
Te lo prometo, esto es solo el principio.
Legendario de su padre. Phoenix había
iugado tres veceidurante
la semana pasada y habia empezado a imaginarse a sí mismo
como uno de esos héroes. Desgraciadamente, la sola idea de
Phoenix como un héroe había hecho explotar en carcajadas a
Adams y a su corte de idiotas. La mayor parte de los chicos en
la clase de Phoenix ni siquiera admitirían que leían. No estaba
bien visto para su buen nombre en la calle. Eso era cosa de chi-
cas. Y por supuesto no creían que lo que leían fuese real. ¿y qué

24 25
W
ffi
I:,
r1r .

había hecho Phoenix? Anunciar al mundo entero que los libros entrar un rato esta tarde. No importaba que el laberinto fuera
eran mejor que la vida, que él se veía como Teseo o Hércules. tenorífico, acabaúa con ese estúpido Minotauro. Había estado
Todavía con carne de gallina por la vergüenza de esa tarde hablando con su madre, preparando sus movimientos, y estaba
horrible, Phoenix salió del colegio como alma que lleva el diablo. seguro de tener un plan. Conquistaría a la bestia con cerebro, no
i

l
Estaba a punto de comenzar una de sus jaquecas. Eran la plaga con fuerza. En casa al menos, en la intimidad del esfudio, podrla
de su vida. Venían sin saber cómo y duraban unas cuantas horas, ser un héroe.
dejándole completamente agotado. Le habían hecho toda clase
de pruebas en el hospital, pero los médicos no habían sido ca- -Anda -dijo ella dándole un golpecito en las costillas-, dime
en qué estabas pensando.
paces de explicarlas. O tratarlas. Con el paso de los años, la fa-
La amistad de Laura Osibona era casi lo único que hacía me-
milia se había resignado a vivir con el problema. Dolores de ca- dio tolerable la vida en Brownleigh. Sus ojos oscuros, casi negros,
beza y vergüenza, ¡vaya una vida! Phoenix recordó el brazalete chispeaban cuando señaló el libro medio abierto en el asiento.
de puntuación que se había puesto durante el juego. Por segunda
es esto, Phoenix? -preguntó-. Déjame echar un vis,
vez en esos días había registrado los fatales números: 000000. -iQué
tazo. ¡Dios mío!
Un asqueroso perdedor. Hizo una mueca con fingida desaprobación.
Incluso ser un perdedor no sería tan malo; pero Phoenix su-
fría por algo más. Un exagerado sentido de su propia importan- -¡Oh, no, otra vez esas espantosas bestias!
Le estaba tomando el pelo, pero a Phoenix le resultaba más
cia. Toda su vida esa idea le había estado machacando desde el
fácil aceptarlo de ella que de Steve Adams y sus amigos. Ellos
fondo de su mente.
uülizaban el humor como un cuchillo, retorciéndolo hasta hacer
<Yo tengo una misión en la vida. Algo grande.n
sangre. Sin embargo, Laum no sabía lo que era la crueldad.
Precisamente eso hacía todavía peor la abunida realidad.
uAlgo grande...> Phoenix miró la anodina cubierta verde aceituna del libro y
recordó el ruido de las pezuñas del Minotauro en el suelo del
-Seguro-resoplG, algo grande, como quitarme del camino
de Adams.
laberinto. Si ella supiese lo que se escondía entre esas páginas...
Ei autobús 221estaba esperando en la parada. uSi coio este>, En realidad, Phoenix nunca había leído por placer. Leía para su-
pensó Phoenrx, uquizá me haya ido antes de que Adams salga mergirse en mundos que le parecían tan reales como aquel don-
de la escuelau. Se sentó observando a los grupos de niños que de había crecido. Ahora, el juego le había abierto la puerta hacia
venían empujándose. Pronto se dio cuenta de que el conductor ellos. ¿Se atrevería a contárselo a Laura? Pero su padre le había
no iba a moverse hasta que el autobús estuüese lleno. hecho prometer guardar en seffeto todo el proyecto.
vamos ya -dijo Phoenix. <Secreto industrial.u
-Oh,
Pero los niños seguían entrando en tropel. Finalmente, sacó -Sí, Laura, esas espantosas bestias.
un libro y empezó a leer. Eran los mitos griegos, por supuesto. Era un aliüo hablar con ella, tomar a broma sus temores,
Phoenix se estremeció al recordar su numerito en clase. Después poner a sus demonios en su lugar. Por mucho que hubiese dis-
de unos minutos, oyó un golpe en la ventanilla. Era Laura. frutado el encuentro con el Minotauro, también le parecía es-
un sitio. peluznante. La única lazón para sentirse dispuesto a jugar otra
-Guárdame
Enseñó su billete y se abrió paso en el autobús. vez era que el dedo de su padre estaía apretando el botón.
como a kilómetros de distancia. abreviado de mitos y leyendas -leyó Laura-. Una
-Estabas -Diccionario
¿Kilómetros? Siglos seúa más exacto. En su mente estaba ya lectura ligera, ¿eh? -hojeó algunas páginas-. Se parece a ti -dijo
pisando el laberinto otra vez. Esperaba que su padre le dejara mostrándole la ilushación de uno de los héroes legendarios.

26 27
W
N\'.'

{i'
li

-Es Teseo -diio Phoenix-. ¿Crees de verdad que se parece . -Por supuesto.
a mí? Phoenix sabía que su padre le mataría, pero se estaba mu-
vivo retrato -confirmó Laura. riendo de ganas de hablar del Legmdario con alguien.
-Tu
Luego le dio un codazo para empujarlo en el asiento.
-Es de verdad -insisüo-. No puedes decírselo a nadie, ni s!
quiera a Kathy.
a dejar que me siente o qué?
-Bueno, ¿vas
Entre él y la mochila de la escuela ocupaban todo el asiento. prometo, pero no me asustes.
-Lo
Phoenix
Phoenix. miró a los chicos de su alrededor. Estaban demasiado
-Muévete,
¡Phoenix! No era solo de sus monstruos de lo que se reían los enfrascados en los últimos cotilleos como para escucharle.
otros chicos. También era víctima de su propio nombre. ¿No que mi padre hace iuegos de ordenador?
-¿Sabes
sabían sus padres lo importante que era pára iaer bien? Adáms ya me lo dijiste.
-Sí,
se lo pasaba en grande con é1. Colocó la mochila en el suelo tendúas que ver el último que ha hecho.
-Bueno,
y se movió hacia la ventana. qué? ¿Es bueno?
-¿Por
no! no: asombroso.
-¡Oh, -Bueno
pasa? Phoenix se inclinó hacia delante y siguió en tono confiden-
-¿Qué
quién entra. cial:
-Mira esos juegos en los que puedes ponerte un guante
Adams acababa de aparecer con su habitual corte de amigotes.
-¿Conoces
El jefe de la banda era álto y delgado. Un lobo vesüdo de lobo. en vez de usar un mando de control?

-No hagas caso -dijo Laura.


-Claro. Y también puedes entrar en la realidad virtual con
Phoenix suspiró: esa especie de cascos.
Phoenix, muy excitado-. La compañía de mi
-Es fácil decirlo.
Nos están mirando.
-Bien -siguió
padre ha sacado algo todavía mejor. Es algo dificil de, explicar.
Solo tienen envidia -Laura se lo tomaba con más
-Déjalos.
calma. Se tiene la sensación de estar dentro del juego.
que hay aigo de lo que puedan tener envidia? Laura le miró intrigada.
-¿Es
Laura le dio oho codazo. es?
-ZQué iuego
-Ahora
no vamos a contarlo.
-Se llama El Legendario.
Phoenix sonrió a pesar de todo. Habían hecho buenas migas Solo mencionar el juego le produio un curioso tirón en los
desde el principio. Cuando él estaba maldiciendo su suerte por rincones de la memoria. Como su madre, estaba empezando a
haber ido a parar a una ciudad tan aburrida, llena de üpos in- pensar que había oído ese nombre con anterioridad.
soportables como Adams, había llegado Laura para sacarle del Eso parece como hecho a tu medida
-Leyendas, ¿eh?
agujero. Kathy, su meior amiga, se había ido, así que había un lo es. He estado ayudando a mi padre con la historia. yo
-Y
asiento reservado junto a ella. Kathy nunca recuperó su sitio, tengo que hacer el papel de Teseo y enhar en el laberinto para
Phoenix y Laura habían sido inseparables desde entonces. Las pelear con el Minotauro -sabía que estaba hablando con dema-
lenguas se pusieron en funcionamiento, pero a ellos no les im- siado entusiasmo, pero no le importaba. Por mucha propaganda
portaba; sabían que eran buenos amigos y eso era todo. Pero que hiciera de EI Legendario,'nunca podría excederse-. El juego
siendo tan amigos, ¿no debería é1...? No, su padre le mataría. es increíble. La princesa fuiadna, la hija del rey Minos, me ayuda
Bah, qué demonio, era demasiado importante para saberlo él a matar a la bestia. Parece tan real como tú o como yo. Hablo
solo. Diio con mirada de conspirador: con ella en carne y hueso, totalmente en tres dimensiones. po-
te cuento aigo, ¿me prometes no decírselo a nadie? drías jurar que hay pe$onas de verdad en el iuego.
-Si
28 29
-¿Podría lugar
yo? . Phoenix se puso rígido. Eso era exactamente su padre, un sal-
Phoenix frunció el ceño. to atrás a los días en que la gente llevaba el pelo largo y andaba
temo que no. Está en una fase experimental, es una por ahí en camisas de colorines. Realmente había unas gafas azu-
-Me les a lo John Lennon en algun cajón.
especie de secreto.
Ahora fue Laura quien anugó la frente. Laura apretaba el brazo de Phoenix, como un ruego silencioso
si no querías dejarme jugar, ¿por qué me estás con- para impedir la pelea.
-Pues hagas caso.
tando todo esto? -No
Phoenix estaba empezando a preguntarse lo mismo. Pero Phoenix se sentía insultado. Era susceptible en 1o tocante
que contárselo a alguien. Es tan fantástico... Ves hasta a su padre, el pelinojo extravagante que solía presentarse en su
-Tenía escuela primaria llevando aquel enorme gono de esquiar. ¡Qué
la guarida del monstruo. Puedes olerlo, sentirlo.
es imposible. vergüenza le daba! Era cierto, su papá había sido un poco hippy,
-Eso solo que con veinte años de retraso.
lo es.
-Ya no la boca, Adams!
Laura le miró ladeando la cabeza: -¡Cierra
quedando conmigo. qué?
.l
-Te estás
no, de verdad -dijo Phoenix-. Es lo más apasionante
-¿O.
O nada. Phoenix estaba enfadado, pero no era suicida.
I -Que Phoenix -insisüó Laura-. Esta es nuestra panda.
ir que he hecho nunca. -Déjalo,
1.
pruébalo. Pero Adams no sabía dejarlo, era como un peüo con un hue-
-Entonces so: mordía y mordía hasta llegar al tuétano.
quieres decir?
-iQué decir Laura con intención- que si quieres mira esa cara -dijo Adams riendo-. Calma, listillo. No
-Quiero ese -aclaró
gran secreto tuyo, tienes que dejarme jugar.
-Pero
es necesario que te alteres por mí.
que me
trague
Phoenix se estaba preguntando cómo salir del atolladero en Phoenix observó el brillo burlón de los ojos de Adams y le
que se había metido, cuando Adams y su banda aparecieron de- odió. Odiaba que le recordaran que no era especial, que no ven-
lante de é1. cería a los demonios. A los de verdad. Odiaba a Adams por ser
listillo -Adams sonrió afectadamente-' Sí que te has un bravucón vulgar o provinciano. Le odiaba y basta.
-Hola, esta tarde. Nadie me creía cuando les decía que elas las manos de encima.
descubierto -Quítame
un raro ejemplar, y ahora ya lo han descubierto. ¿Has visto fan- seas tan delicado, listillo, viejo colega. Solo siéntate ahí
-No
como un buen chico mientras yo hablo con la bonita Laura.
tasmitas y espíritus rnalos últimamente? ¿Alguno de tus libros ha
cobrado vida? Vamos, Iistillo, haznos reír un rato a todos. De repente, Phoenix lo vio todo a través de una niebla roja.
llamo Phoenix -gruñó. ¡Buen chico! Buen chico, La cara de Adams, tan cruel y provo-
-Me
Senfa la punzada del dolor de cabeza avanzando en la forma cadora. Sus amigos, apremiándole con sus burlas y risas. Y Adams
ya familiar que le había atormentado toda su vida. La cosa más empujaba a Lauta, tratando de hacerse sitio en el asiento.
mínima podía desatarlo: la fuerte luz del sol, los nervios, un rui- En realidad no em que a Adams le gustase Laura. Adams era
do exceslvo. Entonces se producían sarpullidos y dolor de cabeza. un completo racista y soiía meterse con Laura por ser una de las
Con ftecuencia pasaba horas tumbado en el sofá con la habita- pocas chicas ne$as del colegio, y si podía utilizarla para molestar
ción a oscuras y un paño húmedo en la frente, oyendo cómo su a Phoenix, lo haría. Phoenix rniró hacia la calle, fuera. El autobús
madre despedía a sus amigos diciendo: oUna de sus iaquecas>,. estaba frenando al acercarse a la parada de Laura y la suya.
listillo, lo que sea. Además, ¿qué nombre es ese? te importa, ¿verdad?
-Phoenix,
.¿Tus -No
Adams se mofaba de Phoenix, curvaba sus delgados labios.
viejos son hippies o algo así?

30 31
r

Una sonrisa debería ser señal de amistad. En é1, era un arma tan .-¿Y__de qué te serviría? -preguntó Laura_. Tú no puedes con
afilada y efecüva como un escalpelo. todos. Ya me las aneglo yo cón Steve, [evo haciéndoio anos.
No
por supuesto que no te importa. soy una damisela en apuros y tú no eres un caballero de
-No, brillante
Phoenix notó la anogancia en la voz de Adams. Era el gallito armadura.
de la escuela, un chico acostumbrado a seguir su propio camino; podría serlo>, pensó phoenix. uSi dominase este juego,
.uPero
incluso con los profesores era un experto en ponerlos nerviosos realmente lo sería.u
y salirse con la suya. Así que Phoenix se dijo: uSe cree incom-
bustible, ¿no?r. Le ardía el cuello de vergüenzay nbia, y el dolor
de cabeza iba aumentando.
uNo puedo dejar que haga esto.u
pensando, Laura, ¿por qué no te libras de tu viejo
-Estaba
amigo listillo y te vienes a la ciudad conmigo? Los chicos y yo
haremos que pases un buen rato.
El autobús se estaba parando. No podía permitir que Adams
siguiera, pero ¿qué podía hacer él? Y, en efecto, no hizo nada.
Laura se hizo cargo.
Sieve -dijo ella sacudiendo su pelo alborotado-.
-Olvídalo,
Mi madre no quiere que me cite con chicos. Además, tú eres el
último chico con quien yo saldría -hizo una pausa y ható de
levantarse-. Perdona, esta es mi parada.
Phoenix se imaginó a sí mismo golpeando con el puño la cara
lasciva de Adams, pero ese no era su estilo. El leía sobre peleas
o participaba en ellas luchando conha los demonios en la pan-
talla. Esa era la mejor clase de pelea, la que uno lpuede detener
apretando un botón.
Cuando la banda se echó atrás, siguió a Laura dócilmente
hasta salir del autobús, ignorando un puntapié sigiloso en la pan-
tonilla y ardiendo de indignación por ios insultos que gritaban
a su espalda.
miradlo -se reía Adams-, escondiéndose detrás de las
-Pero
faldas de Laura.
¡Escondiéndose! Phoenix no queúa esconderse. No quería es-
conderse o coner nunca mas. Había probado el peligro en el
iuego. Le hacía pensar que, después de todo, quizá él tuviera un
destino.
haberle dado una paliza -gruñó Phoenix al llegar
-Debería
al cruce.

32 33
W
Hr
F;
:'..
;l-
5 l_hoeryx
pensó que no era muy sorprendente: ella enseñaba
a niños de diez años..pero no quería qüe causara problemas.
i, -
tli
-No, mamá +ogó-, no lo hagas.
.

iI
¿Es que no sabía su madre qué podía empeorar las cosas?
I
r. que tenemos que hácer algo.
l.
t -Bueno.,-es
qué? Crrando vivía1 en Londres, tenían
tl:
-¿Por un vecino que
iI solía poner música a todas horas. y a todo vorumen. su paáre
I
/
,'i
pasó por su casa una vez y el vecino empezó a molestarleimás.
que hacer algou, dijo él a su piOre. pero su padre no
il
I
I
-¿"ry* tu' Phoenix? "Tendrás
hizo nada. uY ahora estoy siguiendo las
-huenas
del viejór, pensó
fr'
I Su madre salió a su encuentro en el pasillo' Puso la ca{peta Phoenix. Grandes ideas, peró nada de acción.
il
yez -diio su madre.
l.
i
de anillas que llevaba en uno de los montones de notas apiladas -Cuéntamelo si ocune oúa
a lo largo de la pared. Phoenix asintió a medias. Eso no quería decir nad4 pero al
:

i uY, ¿algo va mal? parecer su madre se quedó satisfecha.


-Uy,
á su padre tecleando en el otdenador. Era la rutina
I.
Se óía - -ZQué hacéis? -preguntó su padre enhando desde el estu_
dio-. ¿Estabais discutiendo?
i acostumbrada: sü madre con su trabaio de la escuela o escribien-
do en la mesa de la cocina, su padre en el estudio tratando de -No es nada: un chico que molesta un poco, ya me orupo
:i.
i.

ir perfeccionar el iuego. Lo único que nunca parecían hacer era yo del asunto. Tú sigue con tu trabaio y déiame a iní et **áo
I
irablar uno con otro. Phoenix deseaba que alguna vez deiaran a real.
T

un lado el trabaio Y vivieran. Su padre le miró con gesto de dolor.


I
I
-Nada
va mal. -Enha un momento a vetme cuando hayas terminado, hiio,
: -No tenielo he dicho:¿Qué
engañes. ha sucedido? _- Después de otros cinco minutos de sernoneo de su madre,
nada. Phoenix se escapó al estudio.
i -Ya sido otra vez Steve Adams, bien? -preguntó su padre.
¿verdad? -¿Estás
-Ha
Phoenix asintió. muy bien.
-Sí,
te habrá hecho dano? Le habda gustado que su padre escuchara sus problemas aho_
i -¿Noexactamente. ra que habían salido a laluz, preguntarle cómo maneiaba él esta
l

i
-No exactamente? clase de asuntos cuando era adoléscente. pero su padre no valía
-Entonces, ¿qué que
i
No te gustabá tener contfuselo. Sería como revivir la hu' gran cosa en el apartado de conversación hombre-a-hombre.
.
millación. Hizo como si nada hubiese sucedido.
ha dedicado a acorralarnos, más o menos. A mi y a -Bueno.
Tengo que enseñarte algo.
-Se Su padre estaba casi temblando de emoción. Una parte de
Laura. _-
sabía. Una mala persona, ese Adams. Phoenix compartía la excitación por un nuevo juguete, pero otra
-Lo
Phoenix miró a otro lado. <Dime algo que yo no sepa.> parte se quedaba atrás, todavía molesto porque su padré no qui_
cuantos eran esta vez? siera escuchar sus problemas.
-¿Y
-Cuatro. -iAhí tienes!
a tener que hablar con alguien del colegio. No tenemos Su padre sostenía lo que parecía un traie díbuceo muy ligero.
-Voy
ese tipo de comportamiento en mi centro. es eso?
-ZQué

34 35
-¿No te lo imaginas? . Phoenix metió los pies en el traie y ro subió
hasta sus axilas.
Phoenix sacudió la cabeza. Deslizó los brazos y finalmente se iorócó h máscara,
ru¡icn¿oü
su padre señalando con un dedo la máscara pa-
-Aquí -dijo sobre la línea de la mandíbula.
recida a un pasamontañas encima del traie-. ¿Reconoces esto?
que yo llevaba para iugar.
-¿Cómo te sientes?
ilr
-Es el casco Phoenix miró a su alrededor. La boca y los ojos
estaban cu_
,irti
estos? -su padre empujó los guantes hacia é1. biertos por una gasa muy fina.
-¿Y
decir que es un traje de realidad virtual?
-¿Quieres
que eso. Hemos creado un traje de realidad paralela.
-Casi no-noto que lo llevo puesto. ¿Estoy
" conectado al pC?
-Mejor Voy a enganchartelhora.
-Espera.
Phoenix tocó el material. Era igual que la máscara y los guan- Ploefx !Ió el zumbido del ordenador al despertar a la vid.a.
tes. Una segunda piel. Excepto que esta vez era una piel com- ^
Se suietóel brazalete de puntuación. Estaba impáciente po. uoi
pleta. Estaba destinado a hacer la ilusión todavía más convin- ver a ent¡ar en er mundo de E/ Legndario. Esta vez
nb ibu a
cente. punfuar con un gran cero.
has hecho esto? ya lo tienes todo -diio papá_.Toma, la aventura
-¿Tú -Bueno,
yo mandé la idea por e-mail a Magna-com y esta puede empezar.
-Bueno,
ha sido la respuesta. Phoenix cargo el disco. otras veces había entrado directa-
ha llegado? mente en el laberinto. Ahora era diferente. Los créditos
-¿Cuándo comen-
tarde, en el segundo coüeo. Apenas podía creerlo. Se zaron a aparecer en la pantalla.
-Esta
ha hecho en menos de un día.
Phoenix miró el traie. Manufacüred by : Magna-com Intemaüonal.
ellos no podrían haber conseguido algo como esto tan Dir: Glen Reeile.
-Pero
rápidamente. Tienen que haber estado trabaiando en ello ya. Marketing: Arcadia Computas.
claro, yo estoy segiro de eso. Pero están preparados Copyright T artarus Applications.
.$
-Oh,
para ponerlo a prueba. Con suerte, este equipo estará listo para
i
el día del lanzamiento. Es mucho más avanzado que el primer la pantalla aparecieron claves. Señales de tráfico que se
.: ,-.--l-T
equipo que probamos. ¿Quieres hacer de coneiillo de Indias? burlaban de las reglas del iuego. phoenix sonrió.
I
-¿Ahora? ¿Todo gnego pa:ia mí?
Su padre se echó a reír. Creo que no.
hay mejor momento que el presente. comenzó la secuencia del fturo. phoenix miró la pantaila
-No
Phoenix examinó el traje. con una mezcla de ansiedad y excitación al aparecer un
rostro
me lo puedo poner? No veo nada para abrocharlo. con cuemos. se estremeció. observó la extraña figura emerger
-¿Cómo
ha llevado un buen rato descubrirlo -sonrió su padre-. sonriendo de una ardiente nube. Su pelo era oscuró y tieso,
-Me ie_
Mira -guió las manos de Phoenix a una línea apenas visible en teado de gris. Y además-re_ baiaba por ta frente hastá
er puente
la parte delantera del traie-. Tira de elio como si estuvieses de la nariz en forma de v. su raryaiaizganchuda
también tenía
abriendo una bolsa de palomitas. pelos,-y su piel estaba quemada por el soiy curtida por
el üento,
Phoenix dio un ürón y el naie se abrió con un leve silbido. surcada por arrugas y patas ae gáilo. to más notabli de
todo erá
es, velcro? su sonrisa, amplia, de gruesos rabios.,Era el dios de lós pastores,
-ZQué
sabría decírtelo. No se nota pegaioso ni nada. Es más profético y travieso: pan. su voz ronba y cascada
-No chirrió en loi
avanzado que el velcro, eso seguro. auriculares.

36
37
w
m
F$.¡
lfi{
ffi
sl amigo, al mundo de EI Legendario. Phoenix levantó los ojos. Allí estaban, ensalzados en el cielo,
-Bienvenido, jos héroes de la Antigüedád: Hércules,
tr Pan sonreía. Era perfecto. Phoenix solo había iugado hasta Oúeo, Aquiles, Jasón, per-
Pr
t. seo, Teseo. La lista seguía. Estaban dispuestos en gupos. Todos
ahora una parte del iuego. Esto era el iuego completo, con in-
menos Perseo y Teseo se hallaban ligeramente borrados. No se
F,
g, troducción y guía para el iugador.
podía acceder a ellos.
$ Pan.
Y¡ -Hola, bien. Me quedaré con los héroes ióvenes.
í' introducirte en mis dominios. -Muy
-Déjame Ante él aparecieron imágenes de los héroes. Recordó lo que
uNueitros dominiosu, pensó Phoenix al ver levantarse ante él
!

li había dicho Laura sobre la ilushación de su libro. Examinó Con


¡, una escarpada pared de róca con 1a cima envuelta por la niebla.
I
la introducción-. El Olimpo cubierto de nu- detalle a los héroes. Teseo tenía más que un. ligero parecido
i
i -Atento -séguíayunque tarda siete días y siete noches en caer con é1. Impresionado ante la imagen flotante, Phoenix se decidió
¡r, bes. Se dice que ün
\ por Teseo.
; del cielo a la tiena.
t;
por aniba dijo Pan-. No hay nada como la am-
sí, ya sé todo eso. Ahora vamos con el juego.
N
{i -Empezar
l.
lr
-Sí,juegoi Ya no más dolores de cabeza. Phoenix casi temblaba bición. Ahom, tú eres Teseo de Tracia. Tu padre te dejó aquí
¡El
i;
cuando eras un bebé. Él es el rey Egeo de Ateñas. No le hás visto
il de emoción.
t:
más abaio, mi querido discípulo -continuó Pan-, durante catorce años.
-Mucho <.Justo mi edad>, pensó Phoenix. uEl juego me sienta como
está el tenebroso Tártaro, el país de las almas muertas. Este triste
¡\lr

)
r
lo está sobre ella. un guante.>
país está tan leios baio la tierra como^el cielo
-Ya es hora de reclamar tus derechos de nacimiento -resu-
i,
Ir
¿Recuerdas cómo de lejos,
amigo mío?
I que lo recuerdo -contestó Phoenix-. Nueve días y
mió Pan-. Tú eres el auténtico heredero del hono de Atenas.
i -Claro
noches cuando cae el yunque.
Sígueme, príncipe Teseo.
nueve
ii
Phoenix -¿o era Teseo?- sinüó que le estaban tomando el
I Por una décima de segundo recordó la presencia de su padre
pelo. Pero estaba enganchado. Empezó a seguir a Pan por un
{ en la habitación, pero daba igual: él estaba también disfrutando.
i sendero de üena entre cipreses. La neblina brillaba baio el calor.
tarea es sencilla, iugador: tienes que eiecutar los muchos
,{
{. -Tu
trabajos del héroe, seguir.adelante enhe las mismas ganas_de-la
Él podía senürla en su piéI. Y oía el chinido de los griitos. Y olía
t a las oveias en la ladera cercana. La ilusión era incluso mejor que
i'
*u.tt. y reclamar tr lugar en el Olimpo en compañía de los
la primera vez. Además de los olores y sonidos, podía notar real-
dioses. ¿Estás listo Para actuar?
i mente el sabor del polvo. ¿Mejor que la vida real? De eso no
I sonrió:
i -Phoenix cabía duda.
señor Pan, estoY colgado.
I
i
t'
-Oh,
cuando la pantalla se oscureció y luego volvió a iluminarse, -Aquí -diio Pan saltando al saliente de una roca- debo de-
jarte. Bienvenido a tu primer desafio.
la ilusión del juego comenzó a absorber a Phoenix. Fue intro-
I
t'
Señaló a un enorme canto rodado.
l
i
ducido en la exterxa falda de una montaña brillante bajo el ardor
i del sol y él ya no estaba mirando a la pantalla. Estaba allí, de -Baja esta piedra y descubrirás la prueba que demostrará tu
identidad al rey de Atenas. Tu épico viaje comienza aqui.
,
pie en ús laderas donde pastaban las ovejas. Pan estaba presente,
Phoenix miró la piedra. Era imposible. Al menos debería ha-
irombre de cintura paralrriba, cabra de cintura para abaio' Es-
berlo sido, pero esto era un juego, y los iuegos eran lugares don-
taba bailando en la óima de la montaña, tocando la flauta arcadia
de podían suceder milagros. Dio un paso adelante y tensó sus
de siete cañas. Y a Phoenix se le ocunió el más extraño pensa-
hombros contra la roca. Forzando cada músculo, empujó la pie-
miento: <EstoY en casa).
dra. Nada. Una vez más le sobrecogía la total realidad del iuego.
joven amigo? Elige a tu héroe.
-¿Listo,
39
38
Esta roca estaba físicamente allí. Aspiró profundamente y plantó Phoenix se quitó el brazalete de mala gana, se anancó
la más-
con firmeza los pies en la tierra reseca por el sol. Cuando empujó cara y empezó a librarse del haje. Estaba Judoroso, el sudor
de nuevo, notó que sus zapatos se deslizaban y
arrastraban del miedo. Y todo por una llamada de teléfono.
' agrio
e
por el sueio. Esta vez se estaba moviendo. Gradualmente al prin-
¡una llamada de verdad! casi había olvidado la existencia del
cipio, luego la piedia rodó sin parar hacia una abrupta ladera. chalé en Brownleigh.
Con un último empujón, Phoenix la envió dando saltos colina
abajo. Sintió el ruido dei brazalete en su muñeca. uEstoy pun-
tuando.o
Se puso de rodillas para examinar lo que había debaio: un par
de sandalias y una espada. El puño de marfil de la espada llevaba
el sello del rey Egeo, tres serpientes entrelazadas. El brazalete se-
guía marcando puntos. Llevaba buena marcha. Levantó el arma
én la mano, recordando la terrible prueba que le esperaba: su
entrada en el laberinto para enfrentarse al Minotauro.
Su mente estaba concentrada en la bestia que frecuentaba los
tuneles osüilos, cuando una mano cayó sobre su hombro. Una
sensación de agonía le oprimió el pecho.
oEs el juego. No te soltará.u
De repente, se le ocunió pensar cómo sería un ataque al co-
nzón.La cabeza zumbaba y la sangre le ardía. Veía el estudio de
su padre a través de una ardorosa bruma. ¡Y ese dolor! Era como
li
si estuviesen partiendo en dos, como si el iuego hubiese pe'
netrado en él y le desgarrase la came al salir'
pasa, Phoenix? Tienes un aspecto tenible.
-iQué
Por fin, Phoenix miró el rostro ansioso de su padre. Estaba a
punto de hablarle del dolor, pero algo le detuvo' El juego se le
había metido bajo la piel y tenía que iugar de nuevo, sin im-
portarle el daño que pudiera sufrir. Había estado en casa, había
sentido la promesa de su destino.
va bien -iadeó, tratando desesperadamente de reco'
-Todo
brarse de la impresión de la mano sobre su hombro-. Me has
dado un buen susto.
mí me patece que ha sido más que un susto. Tu aspecto
-A
es honible.
verdad, me has pitlado por solpresa, eso es todo.
-De
siento haberte asustado, Phoenix. Te llaman por te-
-Bueno,
Iéfono.

40
41
r 7
I
II
r
s
s
$
$
m
k
ü
s
I que estaban haciendo
A, A.rp.rtarse la mañana siguiente, Phoenix oyo el sonido del
:l
l{ St fo, números pueden chiniar, eso es lo viento en las cortinas. Estaba terriblemente cansado y tenía la
cenar' Sabía
cuando Phoenix tu. ;i diéf""o' Su .padre'decidió
d
uno al cabeza como un bombo. Era como si algo estuviese tanteando su
ifi
Sri
ilil; q;; ñ us fami¿as de tetéiono de los chicos,
brilló en la pantalla;
mente, vaciándola de üda. Sentía un agotamiento profundo y
lr
oti*ipi.', f"ego otro ¿e tos mrituplos de tres entumecedot. ¿Qué había hecho el juego con él? Pasó un cuarto
t'
il ie preguntó qué significarían' de hora antes de que pudiera sacar las piemas de la cama y andar
l.i
t.
)ti penosamente hasta el baño. Se sintió un poco mejor después de
Estaba diciendo \auoz escondida' ¿Cómo
i.\
h
¿Cómo te atreves?
lavarse y cepillarse los dientes y por fin pudo pensar.
J] del iuego tan fácilmmte'
te atreves a cofta;?Ño puedes apartarte
claro, es sábado.
fi,
Hay todo un itierando'Parliu8.a:'Tmdtás que aryendet -fues
[t ^'nai q": La idea empezó a aliviar su dolor de cabeza.
to que es respeto, ioven gttenero' Tendrás '!-'y!l:::Y puedo jugar todo el día si quiero.
H,

ilr
et ¡uego liora is una parte de tt' .como es una pafte 4e rn'' -Sí,
Recordó cómo se había enfadado con Laura la tarde anterior
ü:r
{' iiÁíi¿n yo Io simto caándo te apartas' ylv y!':::?:i:'"":8:
tiemuo''lu estaoas aes' por distraerle del juego con una llamada de teléfono innecesaria.
iiil qiu yo nó hrbío sentido durante mucho
Esta vez iba a declararse libre de ataduras durante todo el día.
{i
ttnado a iugar. Disftútalo mimtras puedás' -iovm- lucha.dor'
ti
I i;;;;;t peneiaraáio poxe más w'Iierable de tu despreaable Nadie, nadie en absoluto iba a separarlo del ordenador hasta que
él fuera bueno y estuviera preparado.
Tienes que iugar este
i mundo. No habrá paz'para el inocp;nte'
I Hasta el amargo pn' días -saludó a su madre mientras baiaba las esca-
i' iuego hastn el fin' -Buenos
leras-. ¿Está papá en el estudio?
I
quieto! -dijo su madre saliendo en bata de la cocina
I -iEh,
i:
con una tazay un paño en la mano-. ¿A qué viene tanta prisa?
t
-El iuego -contestó Phoenix al entrar detrás de ella en la
cocina-. Voy a desayunar algo y después a jugar.
i
que vas a tener una pequeña decepción -dijo su ma-
-Creo
dre tomando un sorbo de cafi. Tu padre ha salido hace una
li

I media hora y se ha llevado todo ese juego.

-¿Qué?
ha empaquetado todo y lo ha meüdo en el coche. Tiene
' -lro
que haber estado habajando hasta bastante después de mediano-
che, porque cuando me fui a la cama eran más de las once y media.

43
42
La lluvia había cesado cuando llegó a la High Street. Había es-
NomepleSuntesquéhizo.Volvióaljuegodespuésdedejarlotú perado hes horas antes de renunciar a ver a ru padre. No había
y esta manana no me ha dictro ni una palbm'
' o. pronto, todas las expectativas de Phoenix para ese día se señales de él y tampoco había telefoneado. Después de una ter-
cera pequeña pelea con su madre, Phoenix había decidido llamar
vinieron abaio. a Laura. Había salido el sol, chillón y deslumbrante sobre las
Pan solo me había introducido en el iuego'
-Pero calles húmedas. EI caior le ponía de peor humor y hacía que se
su madre reaccionó como si hubiera sufiido una descarga le extendiese por el pecho el sarpullido que le había salido.
Pareció articular el nombre de Pan. La
jana que estaba
eléctrica. Se sentía incómodo por el picor y le estaba rondando un dolor
---
secando cayó y se estrelló en el suelo' de cabeza. La fatal mañana se refleiaba en é1, no solo porque le
putundo los dedos baio el grifo-' Ahora me he habían deiado fuera del estudio y no podía seguir con el juego,
-iVuyÁ-gtitó
cortado. sino porque también había hecho un descubrimiento inesperado
Phoenix la miraba incrédulo. Vaya una reacción' en el cobertuo.La rueda trasera de su bicicleta estaba pinchada
enferma oír hablar de ese iuego --diio su madre
-fuf, pon. Desearía que tu padre nunca hubiese empezado
y no había con qué arreglarla.
bruscamente-. que voy a ten$ que ir andando a casa de Laura.
-Parece
con é1. O quizá coniendo. Vio a Steve Adams y a sus colegas pasar
Phoenix esPeró a que se calmara' delante de la oficina de Correos. Puede que no lo hubieran visto.
unos
adénde ibá? -se atrevió a preguntar después de sorpresa, solpresa, aquí tenemos al listillo.
-iOi¡o -Eh,
No hay cosa peor que desear algo con intensidad.
minutos.
de estar de broma. Ni siquiera ha desayunado con- por él!
-Debes -¡A
migo. Ese padre tuyo cada vez está peor' Eran cinco y venían a la canera. A ellos les gustaba la dife-
se 1o ha llevado todo? rencia y a Phoenix no. Esta vez no. Recordó la advertencia de
-¿Y tendría
Ph"oenix no podía creerlo' El único día qt'9- ll:3p: Laura: Steve llevaba un cuchillo.
suficiente para meterse realmente en el iuego' El' el coneiillo cle vez te vas a enterar, lisüllo.
-Esta
Indias. Y su padre se había ido con todo el equipo' Phoenix miró al semáforo esperanzado. No eran buenas no-
qué voy a hacer durante todo el día? ticias: <Esperau, le decía.
-¿Y Adams estaba dándole palmaditas en la chaqueta.
Su madre sonrió:
qu. hacías antes de tener el juego, supongo' Leer' ir a
-No te has enterado todavía, ¿verdad? Aquí no te queremos.
-Lollamar a tus amigos... Un farol, esperaba Phoenix, pero no estaba dispuesto a decir-
nadar,
_EstonoesLondres-_obietóPhoenix-.Solotengounaamiga lo. Por una vez no em el miedo lo que le empujaba; era algo que
había sentido en el laberinto: la vergüenza de ser vencido.
aquí.
quédate ahí -ordenó Adams.
-fues
entonces, ilámala. -Tú
Phoenix fijó la posición de su enemigo con una mirada. Ocho
EI Legendario.
-Preferiúa la metros y se acabó. Miró al cn¡ce: todavía en rojo. El sábado por
En la cara ¿e sri madre apareció otta vez esa expresión'
unos momentos la mañana el tráfico era más peligroso que Adams, pero, sin em-
misma que cuando dejó caer la iana' Pasaron
bargo, se lanzó ala calzada. No podía dar a Adams la satisfacción
antes de decidirse a contestar.
de deiarse pegar.
deia de queiarte. Solo es un iuego estúpido'
-Vamos, Nadie que hubiese lu- Oyó a sus espaldas voces de advertencia y un grito de houor:
phoenix mirb a otio Íado. ¿Estupido?
chico está loco... Lo van a matar.
gado diría eso. -El
45
44
Pasó andand o en zig-zag, eludiendo los coches y levantando " Su padre se levantó la manga de la camisa para mostmr un
Ia mano ante los conductóres sorprendidos y furiosos' Oyó el largo arañazo en la parte de arriba del brazg. Parecía inflamado:
chirrido de frenos. Uno estuvo a punto de failar. Pero nada iba te has hecho eso?
-¿Cómo
a detenerlo ahora. Había conseguido llegar al medio de la cal- Las luces cambiaron a verde.

zada. Alli tragó una bocanada áe aire contaminado y se- abrió -Eso es lo
que me gustaría saber. Estaba practicando con el
gra- y de repente sentí una sensación de calor en el brazo.
camino hastala leiana acera. Lo había conseguido, pero solo iuego
Phoenix empezó a recordar la sacudida de dolor que había
ciasal frenazo de un taxi'
reconido su propio cue{po. No 1o había mencionado todavía.
un idiota, chico!
-¡Eres Cuando el semáforo cambió, su padre condujo sobre el puen-
ojos son Para mirar!
-¡Los te y volvió a la izquierda hacia casa.
Pero Phoenix no se quedó a escuchar' Tenía que poner dis-
yo no noté ningun anfiazo.
tancia entre la banda de Adams Y é1. -Pero
tampoco. Pero algo causó esto. Una cosa es segura: tú
sin una sola mirada atrás, echó a conef, cortó por el calleión -Yo
de la no vas a usar ese iuego hasta que yo tenga algunas garanlas
entre el banco y la iglesia y bai6 gateando por el_terraplén sobre su seguridad.
anügua línea fénea. Un rápido sprint cwzando el aparcaqlenlo Phoenix se quedó de pie en la acera mienhas su padre cenaba
de ü fábrica de galletas y ya estába en la esquina de
la calle de
en casa el coche y conectaba la alarma. Su frustración le hizo saltar:
Laura. La banda no le seguía. Pero tampoco hubo suerte Te arañas un poco y lo devuelves todo. ¿No crees
de Laura. No había nadie. -Típico.
que te has pasado?
-gruñG, absolutamente maravilloso' -contestó su padre hatando de dominarse. Todos los
-Maravilloso -Mira
Estaba .*pe,a'-do a volver a High Street, mirando a derecha accesorios esüán hechos del mismo material. No quiero aniesgarme.
e izquierda .n but.u de Adams, cuando oyó Ia bocina de un nunca 1o haces.
coche. Era su Padre.
-No,
basta!
_Has vuelio _dijo phoenix entrando en el asiento del pasa- -¡Ya
Phoenix miró el corte. Apenas le preocupaba el peligro. Había
por mucho quá t. hubiese molestado la desaparición de-su algo en el juego, algo escondido y excitante. Lo único que im-
iero.
padre, no le coméntó nada. No quería aniesgar su oportunidad portaba era jugar.
de jugar de nuevo. lo estropeas todo! Primero nos arrasbas hasta aquí, y
'Su"
padre miró al espeio y echó un vistazo por encima del
-¡Tú
luego echas a perder la única cosa buena que me ha sucedido.
hombro antes de salir al tráfico. A Phoenix no ie gustaba el sonido de su propia voz; habia
una cn¡eldad que él no pretendí4 pero estaba furioso con su
-Mmm. padre. El juego había desaparecido, un iuego que había empe-
Suvoz sonaba dePrimida.
algo? zado a convertirse en parte de é1.
-¿Pasa Todavía luchando por dominar su cólera, su padie dio welta
-Tú Podrías decirlo.
Phoenix sintió una punzada de desasosiego' a la llave en la cenadura. Había una nota de su madre en la mesa
algo que ver con el iuego? de la entrada.
-¿Tiene y se detuvo ante el semáforo que acababa de uVoy a la compra. Vuelvo en una hora.u
su padre urintió
cambiar a rolo. Su padre pasó los oios por el. post-it amarillo, luego se volvió
devuelto el traie esta mañana' hacia Phoenix.
-He algo que no te he dicho.
dices! ¿Por qué? -Hay
-iQué
47
46
-No puedo esperarme. . -¡No puede ser!
-Solo
escúchame, ¿quieres?
-Sí puede ser, créeme -iisistió papá-. Toda sensación fisica
Phoenix hizo una mueca. Sabía que se estaba comportando parece haber sido incorporada al iuego. yo tuve, efectivamente,
mal, pero no podía evitarlo. una cena en el castillo de Procrustes, pero seguramente echa-
te escucho. ron una droga al vino, porque cuando me desperté estaba ten-
-Vale,
el viaie de Teseo he llegado a cruzar los páramos camino dido en la cama. Y antes de que lo digas, sí, él me estaba est!
-En
de Atenas. ¿Sabes dónde quiero decir? rando. Afortunadamente, mis manos estaban todavía libres y me
que luchar con los banüdos. solté. Entonces Procrustes vino con una afilada cuchilla. Fue en
-Sí, donde él tiene ese momento cuando sentí el dolor en el brazo. pero es de locos,
es. De todos modos, no fuve ningun problema con la
-Eso
mayor parte de los tipos malos. Pasé ante Perifetes, el hombre el juego no puede cortarte.
del garuote, y Sinis, que ható de atarme a un par de árboles para Phoenix no estaba tan seguro. No podía apartar de su cabeza
cortarme por la mitad. Lo estaba pasando bien debilitándolos. al Minotauro. Los oios amarillos, el bramido que sacudía las pa-
Estaba ganando muchos puntos, un superhéroe. Entonces em- redes, la piel manchada de sangre. No es que él hubiera querido
pez6 a ocurrir algo... algo raro. correr, había tenido que coner. Phoenix estaba empezando a
Phoenix estaba intrigado, tan intrigado que se oividó de que pensar que el fuego tenía vida propia. Pero no iba a decirle eso
estaba enfadado. a su padre. Quería jugar otra vez. Tenía que hacer algo. Era el
quieres decir con raro? momento de calmar a su viejo.
-ZQué
al principio solo era divertido. Ya sabes, los malos que no -diio en tono tranquilizador-. Será algun hilo
-Bueno, -Claro
aparccen de pronto, el héroe mata a los malos. La madre de todas del traie, nada más.
Ias batallas es divertida si sabes que naCie sufre daño. Después
-Mmm -contestó su padre dudoso.
llegué a ese castillo. Un vieio me invitó a enftar. Se llamaba... qué otra cosa podría ser? -se apresuró a decir
-Bueno, ¿y
Sí, conozco la historia. Phoenix.
-Procrustes.
sabrás que tiene esa bonita costumbre de atar a es la cuestión. No puedo imaginarlo. Lo único que sé
-Entonces -Esa
la gente a una cama mágica. es que algo funcionaba mal en el traie, y no estoy dispuesto a
cierto. Si eres demasiado bajo para ella, te esüra las pier- coner riesgos. He escrito a Reede diciéndole lo que pienso de
-Es
nas. Si eres demasiado alto, te... este iuego.
te corta los pies. Bueno, yo desearía haber sabido algo -¡No habrás hecho eso!
-Sí, viejo
sobre el Procrustes...
-Claro que sí. Le dije que estaba muy preocupado por la
tú tenías que haberlo sabido -interrumpió Phoenix-. seguridad.
-Pero Phoenix se tranquilizó. Muy preocupado... ¿Era eso todo lo
Tú haces las historias.
es lo que yo pensaba, pero parece que hay más de uno que se le ocurría a su padre? Con una protesta tan débil, Reede
-Eso lo tendría pronto cantando a su son.
de nosotros habajando en el argumento, incluso en mis niveles.
Yo no soy como tu madre y tú. Yo echo una ojeada a las leyen- que lo arreglarán pronto -dijo, ansioso por volver a
-Seguro
das y coio las partes emocionantes, el material que hará buenos jugar.
episodios para el ordenador. No había oído nada de Procrustes y -Puede
ser -murmuró su padre mirando pensativo al iardín.
su cama mágica. De todos modos, tu sabes de qué manera puedes Phoenix sonrió para sus adentros. Si conocía bien a su padre,
tocar y oler las cosas en el juego; hasta llegas a poder comer y estaba destinado a hacer lo que quisiera Reede. Después de todo,
beber también. su padre no era un héroe.

48 49
B p*rggrama hasta tener absolutas garantías acerca de la seguridad
del juego.
muy bien. Te mantienes firme.
-Haces
-Eso es exactamente lo que intento hacer _dijo su padre
mientras abría la puerta del estudio y guardaba el paquete den_
tro.
Pero esa decisión solo duró unas cuantas horas. El padre de
Phoenix recibió el e-maíl de Reede sobre las nuevas me-didas de
A
.Cl, la mañana siguiente, la familia estaba en el salón cuando seguridad del Magna-com a las tres en punto. A las cuatro estaba
su padre saltó de la silla y fue disparado hacia la puerta. siguiendo la pista otra vez.

- _-Daños producidos por el transporte -explicó a phoenix-. Se


-iQué está haciendo ahora? -gruñó mamá. había soltado un hilo de metal muy fino. neéde ha hecho fonar
alucinado -dijo Phoenix.
-Estoy completamente el traje para que no vuelva a pasar. Mira.
-lncreíble-se oyo la voz de su padre-, sencillamente in-
creíble. -. Sacó el traje y mostró el nuevo fouo, una capa de tejido tan
fino y suave como el original.
Phoenix y su madre salieron juntos al pasillo.
-¿Qué
pasa? -Y he recibido garantía total de que el fallo será eliminado
antes de la fecha de lanzamiento del juego.
Estaba arrodillado en el suelo, rode¿do de embalajes de po-
liesüreno y revolviendo en una caia de cartón. -No me puedo creer que tengamos ya los nueves trajes -co-
mentó Phoenix-. No pierden el tiempo, ¿eh?
-Esto. un segundo.
Sujetó en alto un nuevo traje de realidad paralela. Era idén- -Ni
El padre de Phoenix olvidó rápidamente sus preocupaciones
tico al anterior, pero en rojo. _
sobre el haje con la emoción de recibir los nuevos, pelo sobre
-Sí que es raro -dijo la madre de Phoenix-. No hay reparto todo estaba enfusiasmado con las meioras anunciadas en el
de paquetes en domingo. ¿Has podido ver quién lo ha traído? e-mail. Fuera lo que fuera, parecía haber inclinado la balanza.
-La verdad es que no -contestó su padre-. Todo lo que he
visto ha sido una furgoneta que se detenía delante de casa. Antes
John estaba de nuevo a bordo.
phoenix
de llegar yo a la puerta ya estaba bajando la calle. Y mira esto: -Entonces, ¿voy a intentarlo ofta vez? -preguntó
ansiosamente-. Soy tu conejillo de Indias.
esta vez hay dos trajes.
hay una carta o alguna nota?
:Lo probaremos los dos 4ijo papá-, ahora que hay dos tra-
jes. Esta vez no voy a dejar nada al azat Vayas donde vayas,
-¿No
de nada. Solo el paquete. Sinceramente, ¿qué clase de hagas lo que hagas, yo estaré detrás, siguiéndoté. En el momento
-Nada
disparatada operación está preparando este Glen Reede? en que algo parezca solo ligeramente sospechoso,
¡fuera!
-Una bastante eficiente, según parece -dijo su madre-. Tie- Phoenix pensó que em un poco extraño decir <vayas donde
nes que admitir que es impresionante reemplazar el traje en vein- vayas>. Después de todo, los dos estarían aquí, en el estudio. Su
ticuatro horas. padre había insistido en ello con bastante frecuencia; la sensa-
Su padre no contestó. En vez de eso, dobló el traje y volvió ción de movimiento em una ilusión.
a ponerlo en la caja. saltar directamente al laberinto? yo quiero ha-
-¿Podríamos
tengo que admitir nada. Mañ¿na por la mañana, este cer otro intento con el Minotauro.
-No
paquete va a volver por donde vino. Ni siquiera voy a tocar ese seguro?
-¿Estás

50 51
Phoenix asintió. Agradecido por el e-mail de Glen Reede, se
. -¿De qué murió tu último criado? -preguntó su padre frun-
deslizó dentro del traje. Y deslizarse era la palabra exacta. Apenas ciendo el ceño.
se sentía ei roce.
Como una segunda piel.
-De abunimiento -contestó Phoenix sarcástico-. Algún idio-
ta le envió a vivir a Brownleigh. ¿Ahora podemos seguir con el
antes de empezar, echa un vistazo a esto. Es la pró- juego?
-Pero
xima etapa en el desarrollo del iuego y te va a entusiasmar. Su padre cargó el disco.
Tendió a Phoenix un cuestionario. olvides saltar adelante.
léelo.
-No
Su padre asinüó:
-Vamos,
laberinto espera.
-¿Ahora? -El
Estaba impaciente por alcanzar al Minotauro.
ahora. No te va a decepcionar.
-Sí,
-Pero ¿de qué trata?
-Ot¡a innovación de la férül mente de Glen Reede -sonrió
su padre-. No vas a creer lo que se le ha ocurrido esta vez. No
está saüsfecho con el juego tal como está. Ahom está planeando
que pueda estar hecho a la medida de cada iugador.
imposible!
-iEs
Su padre asintió.
Tú mandas una lista de 1o que querrías tener
-lmagínatelo.
en tu juego y a quién quenías en é1, y Magna-com lo diseña para
ti. Nunca he visto nada como este equipo. Las ideas surgen a
raudales y la tecnología está evolucionando de un día para otro.
Asombroso.
Intrigado, Phoenix empezó a rellenar el cuesüonario ense-
guida.
juego para varios jugadores. Tienes que
-Mira esto -dijo-. Un
nombrar a tu heroína y a tu villano.
candidatos?-preguntó su padre.
-¿Tienes
Phoenix sonrió:
-Oh, claro que sí.
Para heroína, escribió Laura Osibona.
Para villano, sin duda alguna, escribió Steve Adams.
Para papeles secundarios, añadió en broma lohn Graves.
Después de completar la última pregunta, acerca de las tram-
pas que quieres programar en el juego, Phoenix pasó ei formu-
lario a su padre.
nervioso-, carga el disco.
-Vamos -dijo
52 53
9 es este?
-¿Quién
Ah, es mi sirviente.
-¿Este?
fuiadna conünuó lanzando miradas de sospecha al padre de
Phoenix. Aceptando su presencia de mala gana, puso una mano
en el brazo de Phoenix.

-Que los dioses te acompañen. Golpea fuerte y golpea bien.


Haz corta la agonía de la bestia. Debes recordar quién es.
D Cuando fuiadna abrió la puerta, Phoenix notó el ceño frun-
Iir palacio de Minos estaba oscuro y phoenix tardó unos mo-
cido de su padre.
mentos en acosfumbmrse a la penumbra.
pasa?
ahí, papá? -susurró. -¿Qué
-¿Estás Su padre sacudió la cabeza.
--justo detrás de ti. Phoenix sabía lo que quería decir: uDelante de la chica nor.
Estaban bajando con cautela un tramo de escaleras de piedra.
Esperó hasta que la puerta estuvo cerrada antes de preguntar.
-Yo creía que estábamos entrando en el laberinto -siseó
Phoenix. -Vamos,
papá. ¿Qué pasa? Algo te preocupa.
lo que ha dicho fuiadna. Quería que mataras al Mino-
-Y estamos. Son las escaleras que conducen a la entrada. yo
debo saberlo. Ayudé a diseñarlas.
-Es
tauro rápidamente.
natural. No me digas que has olvidado la leyenda: él es
-¿Y esa luz? -Phoenix señalaba un débil resplandor por de- -Es
su hermanastro.
bajo de ellos.
princesa fuiadna. Está esperando con el oüllo de hilo y Pero yo suprimí esa parte de la leyenda. Pensé
_ -La
la espada.
-Exactamente.
que era demasiado complicada para un juego de ordenador. He
intentado simplificarla, quería pasar directamente a la acción.
-Vale -dijo Phoenix impaciente-, no necesitas decírmelo
todo. Solo queúa saber dónde estaba. Yo conozco la leyenda me- Chico pelea con monstruo, así lo harán la mayoria.
jor que tú, acuérdate. Al menos el Minotauro también quería entrar en acció4. Ape-
i.
I El final de las escaleras estaba más iluminado. Había antor- nas su padre había terminado de bablar, cuando oyeron el bra-
{,
chas en soportes de hierro que llameaban con cada soplo de aire. mido amenazador de la bestia en las oscuras profundidades del
, A su resplandor vio que la muchacha de ojos oscuros lo obser- laberinto.
vaba, se apartaba y echaba a correr. Era difícil creer que no fuera importa eso? -preguntó Phoenix-. Alguien ha añadi-
I
más que una proyección gráfica.
-iQué
do unos trozos extra.
i - -Príncipe Teseo dijofuiadna acercándose a él-. Solo he po- este no es mi juego, Phoe,nix; eso es lo que digo. Algo
dido escabullirme du¡ante unos minutos. Mi padre sospecha. -Pero
va mal.
Toma esto -le tendió el hilo y la espada. Sintió la vibración acos- Por unos momentos, Phoenix vaciló. Después, dejando a un
tumbrada en la muñeca cuando su puntuación aumentG. El hilo lado sus propias dudas, suplicó a su padre:
I
I
te conducirá de regreso a la entrada. La espada... y
-Oh, vamos, solo unos cuantos minutos más, si todavía
i
-Sí -diio Phoenix-. Creo que sé lo que puedo hacer con la
espada.
no estás tranquilo, lo dejamos. Ese era el acuerdo.
i Su padre pareció dudar, pero finalmente asintió. Phoenix sin-
Cuando vio al padre de Phoenix salir de la oscuridad de la
tió cómo cambiaba de idea unos segundos más tarde. La bestia
escalera, Ariadna se echó aftás.
estaba cerca, bufaba y jadeaba en los túneles. Después bramó, un
I

54
55
sonido-tan fuerte y áspero que se meüó en lo más profundo de piedra. Un mornento más tarde, apareció un hocico oscuro. Los
su cerebro. oios amarillos brillaron en la oscuridad, intensos bajo las
$uesas
la espada -dijo su padre. cejas.
-Dame
Sin duda se había puesto nervioso. está. Phoenix, prepárate, está aquí.
Ni hplar -respondió phoenix exhibiendo su puntuación_. -Aquí
_ -.
Me ha dado cincuenta puntos. Toma el hilo si quiéres.
Phoenix sentía el puño de la espada risbalar en sus manos
pegajosas. Le acuciaba la necesidad de huir, como le había ocu-
Ya era bastante penoso luchar con su propio miedo. No ne_ rrido otras veces, pero tenía que sobreponerse.
cesitaba que su-padre empeorara las cosas.
¿por qué tenía que ser Tenía que hacerlo.
tan nervioso? Phoenix respiró profundamente, tratando -de so_ uVamos, bazlo. Tienes que moverte.>
segarse. Conocía cada línea de la cara de la bestia. Al pensar en
Pero la bestia se mantenía firme, midiendo a sus víctimas con
sus oios amarillos, sintió una úfaga de teruor.
una mirada larga y ftia. La mirada del depredador.
uSolo es un juegor, repitió una y otra vez mentalmente. <Es
soio un iuego.u cenar el juego -murmuró su padre.
-Podemos
u¿Estás seguto de eso?n, pensó Phoenix recordando el dolor
Pero todas las pequeñas cosas que habían sucedido habían
incrustado el miedo en su cerebro profundamente. Al cerrarse de punzante de la última vez.
golpe la puerta, fue como si la tapa de un ataúd se hubiese un poco más de tiempo -dijo Phoenix-. fuedo ganar.
-Dame
dejado caer. Y la inquietud de su padre acerca de la reescritura Esta vez lo conseguiré.
del iuego era preoüpante, a pesar de las valientes palabras de Algo brilló entonces.
Phoenix. armado.
-Está
Phoenix observó honorizado cómo los enormes brazos ner-
_ iEse olor! -jadeó su padre-. Apenas puedo respirar.
Phoenix sabía lo que era. Era el olor fétido de la carne po- vudos balanceaban un pesado ganote tachonado de metal.
drida. Quizá Magna-com estaba exagerando un poco los efeitos no es corecto! -exclamó su padre-. yo no le di ningun
-¡Eso
especiales. Era sofocante. arma. Ya tiene bastantes ventajas. Te lo estoy diciendo, phoenix:
bien? alguien ha estado enredando con el juego. Está amañado.
-¿Estás
Se había puesto pálido.
verdad es que no. -No digas eso -dijo Phoenix con un nudo en la garganta.
-La La bestia avanzaba levantando el ganote a la altura del hom-
solo un poco más. bro, juntando los fuertes brazos. Phoenix miró su brazalete.
-Vamos,
Estaban deslizándose hacia delante, phoenix agachado con la
Ochenta puntos. Iba a defenderlos con su vida.
espada en la mano, su padre acabando ya el hiló. Seguían por
ya -diio rechinando los dientes-. Esta vez no voy a
los interminables pasadizos, giraban a la izquierda, deipués á la -Vamos
huir.
derecha, sin saber nunca el paradero de la besüa.
oigo moverse -susuuó su padre-. Está detrás de nosotros.
Con un rugido ensordecedor, la bestia hizo girar el garrote y
-Le rompió la espada en varios pedazos. Phoenix miró incrédulo la
También Phoenix oyó ala bestia. Bramó de nuevo, como un
gran bue¡ haciendo saltar la argamasa entre los bloques de pie- palma de su mano y los cascos de metal en el suelo del laberinto.
dra de las paredes de la mazmona. El polvo caía comó una ilüvia Su puntuación estaba en franca caída. El ataque estaba borrando
fina y seca. Igual que la primera vez. sus preciosos puntos.
basta! -gritó su padre-. Esta vez voy a cerrarlo defini
-¡Escucha! -¡Ya
Era el roce inconfundible de pezuñas gigantes en el suelo de tivamente. ¡Se acabó el juego.

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r
I I

Momentos más tarde, Phoenix y su padre se arrancaban las más- 10


caras, un poco asustados por el trabaio que les costaba hacerlo.
puedo quitármela --exclamó el padre de Phoenix.
-No lo sé.
-Ya decir que esto mismo ya te ha sucedido antes?
-¿Quieres
-preguntó su padre librándose por fin de su máscara.
Phoenix no habló del dolor que él había sentido, pero ad-
mitió la dificultad en quitarse la máscara.
fue cuando Laura llamó por teléfono.
-Sí, todos los santos! Tenías que haberme comentado cual-
-¿Q* soy qué? -estaba claro que Laura no sabía cómo
-¡Por interpretaÍ la noticia-. ¿Yo soy tu heroína?
quier cosa que pasara.
es -asintió Phoenix-. Estoy impaciente por ver cómo lo
si no me hubieras dejado jugar más? -Eso
-¿Y hacen. No entiendo cómo tú y Adams...
para que el juego sea seguro, nafuraimente.
-Si es necesario -Espera. ¿Qué
tiene que ver Steve Adams con todo esto?
Phoenix puso los ojos en blanco. cuando yo escribí tu nombre como heroína, puse a
-Bueno,
-Típico. Adams como villano. Pero ya te lo he dicho: no sé cómo puede
Su padre prefirió ignorar el comentario. funcionar. Quiero decir que si van a pro$amar personajes en
-Es un nuevo fallo
que tengo que comunicar -gruñó, po- esos juegos personalizados, necesitarán al menos una foto. A no
niendo mala cara al sacar la mano del traie-. ¿Por
qué demonios ser que se dediquen a coger a la gente misma.
no me lo diiiste? A pesar del ligero dolor de cabeza que le había estado moles-
nPorque tenía que iugar otra vez.> tando desde que se levantó, Phoenix sonrió. Esa era la clase de
Cuando por fin se libraron de los trajes, estaban iadeando. cosas que su padre podía estar esperando. Estaba de un humor
Antes de poder hablar, su madte asomó en la puerta con cara de como para pensar que hasta el rapto iba bien con Magna-com.
ansiedad. Era inceíble lo en serio que se torüaba este juego. Aunque en
ha sucedido? realidad no se le podía culpar. El Legendario era, sin duda, adic-
-ZQué
es nada -jadeó Phoenix*, solo el juego. tivo. Le hacía sentirse más vivo de lo que había estado nunca.
-No juego en el que alguien se ha entrometido -añadió su Si ni siquiera el dolor podía alejarlo de é1, ¿qué iba a poder?
-Un
padre-. Hay algo muy raro y voy a descubrir qué es. seguro de que todo eso va en serio? -preguntó Lau-
Phoenix no dijo nada. Por muy furioso que estuviera su pa- -¿Estás
ra-. ¿No te lo estás inventando?
dre, en una cosa tenía razón. Este no em un juego coniente. claro que no lo invento! ¿Por quién me has tomado?
-¡Pues
Laura-, tú diiiste delante de toda la clase que
-Bueno -dijo
las historias eran mejor que la vida.

-Sí, pero eso es...


Miró en tomo suyo a la gente en el autobús abarrotado y se
dio cuenta de que ninguno de ellos se preocuparía por mitos y
monstruos. No era la clase de cosas en que pensaban un lunes
por la mañana en su camino al colegio o al trabajo.
-Todo lo
que puedo decir es que mi padre está trabafando
en un iuego y es tan fantástico como te he contado. O más.

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l
l
Laura lo miró escéptica: lárgate, Steve -le increpó Laura-. ¿No crees que te estás
sé si creerte o no.
-Oh,
]
pasando?
-Nunca I
Phoenix-. Hay una
-Laura -dijo cosa que deberías saber de i,
-Claro
que no-la sonrisa de Adams se borró instantánea-
mí. Yo nunca miento. mente-.Ni siquiera he empezado. Te pillaré, listillo.
Lo diio con tanta seriedad que la reacción de Laura fue sor- Consciente de que Laura lo estaba observando, Phoenix de-
prendente. Se echó a reír. Aunque la palabra ,,teir,, no es muy cidió tomárselo con calma.
apropiada para definir lo que hizo. Soltó una especie de relincho ftíamente-, yo elegiré mis propios amigos, mu-
-Adams -dijo
estridente que hizo volverse hacia ella a la mitad del autobús. chas gracias.

-Lo siento, Phoenix, pero todo el mundo miente.


El siguió en sus trece:
: -Tú harás lo que te he dicho. Te crees el más listo, pavo-
neándote aquí como en tu propia casa. Pues yo voy a enseñarte
I

no. exactamente quién manda en Brownleigh. Te espero esta tarde.


-Yo
tienes que ser una especie de santo. Y para estar seguro de que no intentas escabullirte, voy a hacer
-Entonces
<Un santo no, solo alguien con un destino.u correr la voz por toda la escuela. T:úy yo en el descampado frente
-Te estoy diciendo -insistio- que Magna-com existe y mi a las puertas. Ni se te ocurra pensar en esconderte o nunca po-
padre está metido en el desanollo de un juego personalizado. drás volver a asomar la cabeza por aquí. Nos vemos, listillo.
que me estás diciendo que puedes ponerme a mí en Cuando Phoenix observaba cómo Adams volvía a su sitio en
-¿Así
tu juego? el autobús, Laura reclamó su atención:
Y alguna ve4 muy pronto, podran hacer a tu medida tu te des por enterado. Es un bocazas.
-Sí. -No
propio juego. segura de eso?
-¿Estás
-Bien, pues El mago de 0z es mi película favorita. podrías Phoenix! ¿No pensarás hacerlo? ¿No irás a pelearte
hacer algo así. Yo seré Dorothy. Tú puedes ser el león buscando
-¡Pero
con él?
su valor. Phoenix estaba luchando con el malestar detrás de sus ojos.
Phoenix fuunció el ceño. Ya tenía bastante dolor de cabeza parece que no me ha dejado elección.
sin que Laura le pusiera nervioso. -Me
Laura suspiró.
-Ahora te estás portando como una tonta. -Bueno,
haz lo que quieras. Pero nadie v4 a culparte. Steve
verdad? Bueno, ponte en mi lugar. Me hablas de Adams es un bruto, procura evitarlo.
-Yaya, ¿de
ese juego sorprendente, pero no me dejas jugar. lo haré. Si me deja.
ya te lo expliqué -dijo Phoenix-. Mi padre me mataría -Claro,
-Eso
si tan soio supiera que te he hablado de é1.
a
-Vamos cambiar de tema, ¿eh? -diio Laura-. No quiero Adams no tenía intención de dejar olvidado a Phoenix. Durante
pelearme contigo, eres mi meior amigo. todo el día, los amigotes de Adams estuvieron apareciendo aquí
Phoenix acogió sus palabras ávidamente: y allá, pan recordarle que se le esperaba en el descampado a las
soy? tres y cuarto. Por una vez, Adams se quedó en segundo plano en
-¿Lo
-Ya sabes que sí.
Phoenix quería oír más, pero no había contado con Steve
el continuo aguiioneo.

Adams.
-No dejes que te afecte -le dijo Laura a la hora del almuer-
zo-. No tienes buen aspecto, ¿sabes?
vaya, si es la encantadora Laura. Y mira que tienes Phoenix tuvo la tentación de contarle que no era a causa de
-Yaya,
mal gusto. ¿Qué puedes estar haciendo con este mentecato? Adams. El dolor de cabeza con que se había despertado se había

60 61.
I
I
i:
I.
i
¡ vio algo durante un segundo. No estrel,las, sino números, los nú-
convertido en un estado febdl. Le picaba la piel y tenía la sén- I
i
sación de que sus ojos se iban hundiendo en las cuencas. Su J.
merod de la pantalla del monitor.
intuición le decía que podía tener algo que ver con el juego. uZQué me está pasando?,
Incluso de pequeño, las crisis nunca habían sido tan frecuentes. Era como si el juego le buscase, le estuviese llamando.
bien. Por un momento, estuvo entre dos mundos.
-Estoy Adams tomó ventaia de inmediato, se colocó detrás de su
Pero el dolor de cabeza no disminuía, ni tampoco el acoso.
,

'.i

Continuó por la tarde, con notas que pasaron de mano en mano oponente y le suietó los brazos. Phoenix luchó, pero Adams le
en la clase. apretaba con fuerza. Consiguió soltar un brazo y abrió las manos
Laura en un descanso. de Adams. El respiro no duró mucho. Cuando Phoenix se vol-
-lgnóralo -aconsejó vié de cala a su adversario, Adams saltó sobre el y la fuerza del
Pero a la hora de ir a casa, Phoenix sabía que haría falta un :

milagro para impedir la pelea. ataque le empujó al suelo.

-Márchate
y ya está -rogó Laura cuando iban hacia las puer- -Vas a lamentar siempre haber venido a Brownleigh -gruñó
tas del colegio. Adams¡
Phoenix esbozó una sonrisa. El dolor de cabeza le quitaba las Eso era casi divertido. Phoenix lo había estado lamentando
ganas de hablar, y hasta de asentir. Pero delante de él iba un durante meses. Sentado a horcajadas sobre Phoenix, Adams se
grupo de recepción de los colegas de Adams. Entre la multitud mantenía firme, pero Phoenix puso una mano baio la mandíbula
de alumnos se extendió un murmullo de excitación, todos esta- del otro chico empujando su cabeza hacia atrás. Sentía cómo
ban enterados de la pelea. Adams iba retrocediendo, en un movimiento que pronto Ie había
andando -le pidió Laura-. Te lo he dicho antes: lleva medio derribado, haciéndole gruñir de dolor.
-Sigue Pero Adams no estaba todavía agotado. Se puso en cuclillas
un arma.
Pero al llegar junto a los amigos de Adams, él sabía que no sobre Phoenix y golpeó con fuerza.
podía eludir la pelea. Steve!
-¡Dale,
está esperando -se burlaron. bien!
-Te -¡Pégale
Phoenix ni siquiera los miró. La cabeza de Phoenix resonaba como un tambor. El calor so-
que venir con nosotros -le anunciaron al rodearle. focante era insoportable. Y peor todavía era el olor -el almizcle
-Tienes animal del laberinto que llenaba el ambiente.
El dolor de cabeza era una cinta abrasadora detrás de sus ojos.
No tenía la fuerza o la voluntad para resistir. Al acompañarlos al <Me estoy volviendo loco.,
otro lado de la calle, se dio cuenta de que Lawa habia desapa- lo sueltes, Steve!
-¡Nopor
recido. él!
-¡A
Phoenix estaba asustado por la salvaje palua que estaba re-
-Sorpresa,
sorpresa -gritó Adams-. Mirad quién está aquí.
cibiendo, pero no estaba dispuesto a rendirse. Tenía demasiado
-No hay ninguna necesidad de hacer esto dijo Phoenix dé- orgullo para eso.
bilmente, luchando con el zumbido de su cabeza.
mientras la sangre goteaba de
-¡Suéltame! -exclamó,
Trató de romper el círculo de mirones, pero ellos le empuja- su
ron hacia adentro otra vez. nariz..

sí, claro que la hay -dijo Adams. Pero Adams dominaba la situación. Retorció los dedos alre-
-Oh,
Phoenix recibió toda la fuerza de la embestida en el lado de- dedor de la corbata de Phoenix y le golpeó la can. Fue entonces
recho, que le hizo girar en redondo. El mundo daba weltas, se cuando Phoenix empezó a tener náuseas.
sentía enfermo. Perdió el equilibrio y cayó. Al golpear el suelo, -¡Cuidado,
Steve! Va a vomitar.

62 63
Adams se apartó. Un momento después, phoenix comenzó a
vomitar violentamente.
11
qué cerdo asqueroso!
-¡Buagh,
Phoenix se inclinó a un lado, tosiendo y farfullando. Una vez
que Adams le había deiado, se limpió la cara y se dio la vuelta,
sintiéndose agotado. Se quedó mirando al cielo. Adams se había
ido. Lo único que pudo oír Phoenix eran los pasos de la banda
al marcharse. Al ponerse de pie inseguro, notó que Laura atra, ¡ñ
vesaba las puertas de la escuela en cornpañía de dos de los pro- \
fesores. Pero no los esperó. No quería compartir su humillación
tJu padre era el único que estaba en casa cuando llegó.
te ha pasado? -preguntG. No, no me lo digas. Es ese
con nadie más. De algun lugar consiguió sacar fuerzas para co- -ZQué
chico, ¿cómo se llama?
ner. No estaba de humor para hablar, quería lamer sus heridas.
No se lo contarás a mamá, ¿verdad?
Solo. -Adams.
debe saberlo, ¿no crees?
-Ella
-En cuanto lo sepa, irá directamente al colegio. Me pondrá
en ridículo.

-Eso es una tontería.


-¿Y tu qué sabes?
-Yo tuve tu edad una vez, ¿sabes?
Phoenix se rió burlón:
-Sí, seguro, apuesto lo que quieras a que nunca te encon-
traste con algo así. Mira, papá, quiero ser yo solo quien se en-
frente a mis propias batallas.

-Aunque no lo estés haciendo demasiado bien, ¿verdad?


-Todo irá bien. No me saques de quicio. Nunca te perdonaré
si lo haces.
una cosa? -diio su padre con una mirada dura-. Al-
-¿Sabes
gunas veces tu madre y tú me tratáis peor que a un trapo sucio.
¿Qué hago yo que esté tan mal?
Era una buena pregunta, pan la que Phoenix no tenía res-
puesta. Lamentó su arrebato.
siento. Solo quería aneglarlo a mi manera. Dame una
-to
oportunidad, por favor.
Su padre le examinó la can.

-Se podrá solucionar. Sí, 1o conseguirás. Habrá un par de


magulladuras que tendrás que explicar, así qr-le meior vete pen-
sando cómo. Una buena exfl$a, quiero decir; algo conüncente.
no vas a decírselo? Gracias, papá.
-¿Entonces
64
65
-No, no se lo diré. A pesar de lo que piensas de mí, lo en_ -N9 puedo hablar -contestó-. Los espías del rey Minos están
tiendo. He pasado por algo así. por todas partes.
Phoenix 1o miró. Por alguna razón, no le cabía en la cabeza. Phoenix lo encontró preocupante, una nota de desequilibrio
hay una condición. que entraba en el juego. Algo no marchaba bien. fuiadnl había
-Pero
-¿Cuál? dicho urey Minosn y no umi padren. Muy extraño.
hasta el fin de semana para poner en orden las cosas puedo deciros una cosa -concluyó fuiadna-: Este lugar
-Tienes -Pero
con ese chico, Adams, o seré yo quien vaya a llamar a la puerta es nefasto.
del director. ¿De acuerdo? Phoenix sintió que se le erizaban los pelos de la nuca.
papá, de acuerdo.
-Sí, -¿A qué viene esto? -preguntG. ¿Es un truco?
_ A iuzgar por su expresión, su padre ya estaba pensándoselo.
Phoenix tenía que actuar. El juego era lo que siempre había que-
Cuando su madre volvió de la reunión, phoenix y su padre se rido, algo grande, algo excepcional. Algo que le décía que éf no
encontraban en el estudio. Sus diferencias se habían borrado lo era la clase de chico que se dejaba golpear por tipos como
suficiente para emprender juntos la aventura de El Legendario. Su Adams. Entonces vio su ócasión. iuandó eria¿ná.rtubu a punto
madre se había dado por satisfecha con un uholau farfullado des- de intervenir, las palabras se ahogaron en su garganta. Se suie-
de detrás de la puerta cerrada. Una vez que ella había aceptado taba un lado del cuello como si le doliera. En aquel momenio,
que estaban encenados para largo, se pusieron sus trajes y se Phoenix se acordó: la llave del laberinto estaba donde siempre
adentraron de nuevo en el laberinto. había estado, colgada del collar de Ariadna.
-Esta vez voy a ganar -aseguró Phoenix mientras bajaban -Vamos,
papá, vamos a entrar.
Ios peldaños de piedra del palacio del rey Minos para encontrar furebató la llave a la jadeante fuiadna, la rnetió en la cerra-
a fuiadna. dura y se precipitó en el laberinto. La puntuación de su brazalete
su padre-. Vas a ganar.
-Seguro -dijo yahabía llegado a noventa. La meior hasta ahora. Una vez den-
Pero había intranquilidad en su voz. No podía olvidar lo que tro del túnel, empezó a gatear hacia delante. No pasó mucho
había sucedido la última vez. tiempo antes de que el bramido de la bestia llenase el laberinto.
Phoenix iba delante en el camino hasta el fondo. Era lo mis- hasta quedar ronco si quieres -diio phoenix-. Esta
mo que el día anterior. Las antorchas se encendieron, la mucha- -Brama
vez voy a terminar el trabajo.
cha de oios oscuros se acercó a é1. Sintió una ráfaga de excita- Como para animarle, los puntos se dispararon sin ninguna
ción, el juego estaba en marcha. Pero en el momento en que ella razón aparente, alcanzando el mágico 100. por primera vezhabia
empezó a habla¡ también Phoenix se acordó de la última vez puntuado tres cifras.
que habían jugado. Llegó a la unión de los caminos y se paró. Todavía se estaba
Ariadna se había apartado cornpletamente de su texto habi- preguntando qué camino tomar cuando notó un aliento cálido
tual. en el cuello. A su pesar dio un grito:
que huir -dijo apremiante, su voz normalmente can-
-Tenéis -¡No!
tarina era poco más que un gruñido ahogado-. Los dos. Salid de Pero era su padre.
aquí. No es lo que pensáis.
phoenix. -No te acerques tan sigilosamente a mí. Es la segunda vez
-iQué quieres decir? -preguntó el padre de que me das un susto de muerte.
fuiadna echó una mirada furtiva a su alrededor. Su padre no estaba de humor para disculparse. Sus ojos se

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r'
I
habían hinchado y una vena le latía en la sien. Estaba fuera . Pero el iuego no terminó. En lugar de eso, la besüa rugió con
de sí. ansias de sangre desde el corazón del laberinto.
I
joven idiota! -vociferó-. Usa un truco como ese otra acabó el iuego! -repitió su padre.
-¡Tú, -¡Se
vez y te quedarás sin jugar durante un mes. Pensaba decirte que Pero el laberinto no estaba por dejarlos marchar. El tenor se
no íbamos a entrar en el laberinio. ¿No crees que es un poco cerraba a su alrededor como una garra.
raro que incluso los personajes del juego empiecen a advertirte acabó el juego! ¡Se acabó el iuego!
-¡Se
de que salgas? Esa pobre chica necesitaba nuestra ayuda. Creo El grito de la bestia resonó en el laberinto, seguido de una
que la han secuestrado. ¿No te das cuenta de que he tenido que loca carrera de las atronadoras pezuñas del animal.
dejaila ahí sufriendo para venir detrás de ti? su padre-, quítate la máscara.
-Phoenix -ordenó
está bien -replicó Phoenix acallando sus propias du- Sus manos ya estaban tirando de la piel alrededor de su bar-
-Ella
das-. Solo es parte del juego. No vas a deiar que te gane, ¿verdad? billa.
¿No reconoces una iugada cuando la ves? Mira, ya tengo cien -iQué es esto? -dijo, y su voz revelaba verdadero miedo-.
No puedo tocar la apertura. No puedo sentir la máscara en ab-
puntos. No voy a dejarlo ahora.
no estoy discutiendo contigo. Vamos a salir de soluto.
-Phoenix, Phoenix lo intentó. También él se estaba hundiendo en el
aquí.
lu si quieres -contestó Fhoenix enfadado, decidido panico ante el hormigueo en la piel.
-Retírate
a encontrar el valor que le había faltado en la pelea contra -Yo tampoco.
Adams-. Yo voy a quedarme. Los dos oian a la bestia pateando los túneles, anastrando su
Estaba claro que su padre había decidido que no iba a mal- garrote detrás de ellos.
gastar una palabra más con Phoenix, porque empezó a arrastrario va mal -diio su padre-, muy mal.
-Eslo
hacia la puerta. Incluso Phoenix se lo estaba pensando ahora. El horror hacía
vas a venir conmigo. latir su corazón desaforadamente.
-Tú quienquiera que seas! -gritó su padre gol-
-No -gritó Phoenix esforzándose en soltarse de su padre-, -¡Abre aquí, t(s.,
peando la puerta con los puños-. Esto no es una broma. Déjanos
no voy a ir y no puedes obligaune.
salir ahora mismo.
Su padre sigriió tirando de é1.
Por un momento, Phoenix vislumbró unos ojos mirándolos
modo que no puedo, ¿eh? -y entonces le soltG. ¿Qué...?
-De a havés de la ventanilla en la puerta, pero no eran los dulces
La puerta se había cerrado detrás de ellos.
ojos oscuros de fuiadna. Estos ojos ardían, igual que los de la
cerrada con llave.
-Está bestia. Por alguna nz6n, estaban hechos de la misma brutalidad
Dio unos golpes en ella. primitiva.
-Ariadna, ¿puedes oírme? Déjanos salir. que echar a correr -diio papá-. Si nos quedamos
Sonó una risa de muier, peto no eran los suaves tonos de -Tenemos
aquí, nos embestirá.
Ariadna lo que oyeron. Había un deje de crueldad en la voz fe- En alguna parte en el fondo de su mente, Phoenix sabía que
menina. aquello no tenía sentido.
es esto? -preguntó su padre-. ¿Quién está ahí? Basta nNo puede hacernos daño. No es real.u
-ZQué
de bromas y déianos salir. ¡Ahora! El terrible bramido se reanudó, peor que nunca.
Pero la risa continuó resonando en la oscuridad. uEs un juego, solo un juego.,
otra forma -dijo su padre-. Se acabó el iuego. Pero ese simple pensamiento de sentido común fue eclipsado
-Hay
68 69
por una oleada de terror. El miedo los anolló en la oscuridad al aventura elaborada por el ordenador. Él podía vencer a la bestia.
estallar sobre ellos con imparable poder. Y aunque perdiera, siempre había otro día.
Vamos, por aquí. El padre de Phoenix no compartía con él esa esperanza. En-
-¡Phoenix!
Y los dos corieron, corrieron para salvar su vida. Notó la
-
ftentarse a la bestia era morir.
puntuación del brazalete. ¡Ochenta! -No seas tan estúpido...
¿Pero cómo? Entonces se acordó. -No lo soy -gritó Phoenix-. Si no te gusta mi idea, busca tú
He dejado caer el hilo. una mejor.
-¡Papá! Su padre dudó, después enhó de mala gana en el túnel más
Se puso entonces de rodillas buscando la cuerda en la oscu-
ridad. Apenas se atrevía a extender lo! dedos, por miedo a Íozar próximo,. Phoenix suietó con fuerza el puñode la espada y siguió
las pezuñas manchadas de sangre de la besüa. moviéndose de un lado a otro, saltando como un acióbata. Hábía
aprendido algo del úlümo enfrentamiento: no medirse con la
-Oivídalo-dijo su padre-. Ahora no puede ayudarnos. Solo
cofre. besüa directamente. Recordó los pedazos de la espada chocando
contra el suelo.
Oyeron el golpeteo de la bestia en el suelo, muy cerca, detrás
Si pudiese evitar el golpe asesino de la porra, si pudiese rom-
de ellos.
per las defensas del Minotauro... Pero h béstia no li dio tiempo
alcanzándonos. ¡Cone!
-Está para pensar. Se abalanzó sobre él súbitamente, agitando la pona
Fueron a dat a un amplio espacio abierto, de forma hexago-
como un loco. En la penumbra volaban trozos de mampostería
nal. En el centro había un mugriento colchón de paja. El corazón
y polvo, desprendidos de las paredes. Phoenix estaba agobiado,
del laberinto.
era imposible mantenerse firme bajo el frenético ataque.
a pensar -dijo su padre-. Vamos, Phoenix, a ü te
-Ponte -¡No, nooo!
gustan estos iuegos. ZQUé haces cuando te encuentras atascado?
La puntuación había baiado a setenta.
un truco, claro.
-Jugar
es. Los trucos también han sido progamados. Pero -Phoenix -le llamó su padre desde el túnel-, ¿qué te pasa,
-Eso algo va mal?
¿cómo podemos utilizarlos? La porra pasó cerca de su cabeza. Los puntos eran ya sesenta.
-Ya me has cogido dijo Phoenix-. Quiero decir que no hay -Papá,
ayudame.
teclado. Estamos en el juego. La besüa aremetió de nuevo, arrancando la espada de las
eso significa que los trucos tienen que estar den- manos de Phoenix. La rompió como si fuera un palillo de dien-
-Entonces,
tro también. Físicamente. tes.

-Me suena bien -dijo Phoenix, mienúas su valor se demrm- La puntuación se hundía. Cincuenta. Cuarenta y cinco.
baba al agarrarse a las paias del suelo. u¿Qué voy a hacer? Soy solo un crío, no puedo pelear con
míal monstruos.>
-¡Madre
El cuerpo de su padre se hundió contra el suyo como un Phoenix fue anashándose hacia atrás, golpeando débilmente
pesado saco de desesperación. La bestia había aparecido en el con los pies a la besüa que se acercaba.
lugar. El Minotauro bajó la cabeza y avanzó para matar.
Phoenix-, empieza tú a buscar. Yo trataré de
-Papá -jadeó -¡Papá!
mantenerlo alejado de ti. Entonces unas manos sorprendentemente fuertes le anastra-
A pesar de todo el miedo metido en su cuerpo, Phoenix to- ron desde ahás. Los cuemos chocaron en la piedra sólida. Con
davía estaba medio convencido de que todo aquello em una un chillido de rabia, la bestia se volvió y embistió el suelo. A su

70 7T
alrededor se levantó una nube de bano, piedras y agua sucia. La puerta todavía briilab4 era un évalo de luz en mitad del
Phoenix -gritó su padre mientras le soltaba-. Solo estudio. Todavía estaba abierta. Phoenix hundió la mano en la
-Corre,
corre. luz, buscando en el mundo paralelo del monstruo. Nada. Miró
En su huida, chocaban con paredes y pilares escondidos en la pantalla del ordenador. Su padre huía hacia la puerta, la bes-
la oscuridad, pero se levantaban y seguían, olvidando el hombro tia ya casi estaba sobre é1. Era imposible separar las dos figuras
golpeado o la rodilla anñada. Y todo el rato la bestia se acercaba,
borrosas.
graflia, bramaba, rugía con odio y hambre.
es eso, papá? -gritó Phoenix de repente. -¡Papá!
-iQué Después apareció una silueta oscura en la puerta.
¿Su padre
Había algo en la pared. Era del tamaño de una caja de teléfono,
o la besüa? Phoenix se cayó de espaldas. <Por favor, eso no.,, Era
pero con forma de pirámide: un tetraedro. Era plateado y diferente
tal su pánico que casi anancó el enchufe de la pared. pero su
a la pared donde estaba, y llevaba en la parte de aniba el símbolo
padre estaba todavía alli en algun lugar. No podía abandonarlo
de una cabeza de toro. De él salía un zumbido electrónico, el pri-
así. Entonces la silueta tomó una forma reconocible.
mer recordatorio de que aquello era, en efecto, un juego.
gracias
a Dios!
es -dijo su padre, y por primera vez su voz aguda de- -iPapá,
-Eso -ordenó su padre bruscamente-. Quítate el traie.
notaba esperanza-. Tiene que ser algun tipo de terminal. Hará -Phoenix
funcionar el fruco, la escapatoria. ¡Ahora!
La besüa estaba al final del túnel, oscura e imponente a la Mientras Phoenix se quitaba el traje, su padre fue hacia el
media luz. Parecía despedazar el aire con su presenci4 cortando ordenador y lo apagó. El óvalo de luz desapareció. Esta vez
la respiración a sus futuras víctimas. el juego había terminado realmente.
primero, hijo.
-Tú
Phoenix entró y sintió una úfaga de energía a su alrededor.
Conía otra vez por los túneles.
esto! -exclamó, y su grito era mitad de alegía y mitad
-¡Es ulo he abandonado a su suerte, lo he deiado solo.>
de honor al ver avanzar ala bestia.
pasa -gritó su padre-, y coge mi mano. Cuando Phoenix oía a su espalda los gritos de su padre mezclados con
-Entonces los bramidos de la bestia.
hayas pasado, sigue tirando. Hagas lo que hagas, no me sueltes.
uEstá descuartizándole y yo lo he abandonado,n
Phoenix se lanzó en la trémula y blanda explosión de energía,
la puerta entre el juego y su casa. Phoenix apoyó la f¡ente contra la piedra viscosa.
sueltes! u¿Cómo pude hacerlo?u
-¡No <Tengo que volver.,
Pero la bestia rugió de nuevo y el rancio calor de su aliento
rc26 la cara de Phoenix. Gritó y pasó a través de la puerta, de Volvió sobre sus pasos a havés de los oscuros túneles, hatando
vuelta al estudio de su padre. Vio honorizado que la habitación de oír alguna señal del paradero de la bestia. Pero el laberinto estaba
estaba vacía. Esta vez su padre y él no habían estado allí, tirando silencioso. Tropezó con algo en la oscuridad. O con alguien.
de sus trajes de realidad virtual. Se habían desvanecido corpo-
-¿Papá?
ralmente en el juego. Se anodilló y examinó el cuerpo, forzándose a tocar el rostro
Phoenix tendió la mano hacia la puerta, pero sus dedos solo cubierto de sangre.
aganaron el vacío. Lo había hecho. Había hecho algo tenible, No era su padre.
¡Lo había soltado! nQuizá yo no te haicioné.u
ahogado por la culpa-.
-¡Papá! -gritó ¡Papá!
-¿Papá?

72 73
Siguió adelante, descubriendo ohas cuatro víctimas de la bes- Pero Phoenix no quería dejarle marchar sin t¡atar de discul-
üa. El pánico le atenazaba. parse otra vez. Una parte de él estaba todavía metida en el juego.
estás? Podía sentir la mano de su padre deslizándose de la suya, todo
-¿Dónde su ser anegado con la agonía de esa pérdida.
Entonces un rayo deluz cayó sobre su cara. Su padre estaba
con Laura. haberte soltado. En el laberinto, quiero decir.
-Siento
vivo. -Olvídalo.
-Estás Pero no sonaba como si su padre lo hubiera olvidado. Había
Pero ellos no le miraban. Sus ojos estaban fijos en un punto
justo detrás de é1. Se voMó lentamente: dos ojos amarillos le un curioso vacío en su voz, como si algo en él hubiera desapa-
estaban mirando. Un aliento cálido y repugnante salía de su ho- recido. La confianza quizá. Su padre estaba ya a punto de cerrar
cico, ¡La bestial Phoenix observó horrorizado cómo sus enormes la puerta cuando se detuvo.
brazos musculosos se curvaban alrededor de su padre y de Laura, -Olvida también el iuego. No vas a volver a entrar en el
aplastaban las costiilas y trituraban la came. estudio, ¿entiendes? Nunca.
Esta vez no hubo discusiones. En ese momento, Phoenix pen-
;¡Phoenix! -gritaban los dos-. ¡Ayudanos!
El se agarró a sus brazos, pero la bestia era demasiado fuerte. só que ninguno de ellos tendúa ocasión de jugar de nuevo.

-No sueltes. Por favor, no sueltes. -Sí, papá. Enüendo.


Pero su valor falló. La bestia desapareció en la oscuridad y sus -Ya estoy harto de esto, Phoenix. Eso no era realidad virtual.
víctimas habían desaparecido. Nosotros estábamos en algún otro lugar.
u¡No!u Phoenix asintió.
Phoenix se sentó en la cama rígido. Estaba cubierto de sudor por la mañana voy a ir hasta el fondo del asunto.
-Mañana
y la cabeza le zumbaba. Voy a descubrir exactamente a qué está iugando el señor Glen
me está pasando? Reede.
-ZQué
-¿Y si no
Momentos después, su padre entró coniendo en la habita- quiere decírtelo?
ción, en pijama. lo descubriré yo solo. Descubriré qué está pasan-
-Entonces
pasa? ¿Qué te ocune? do. De no ser así, lo destruiré.
-iQué Incluso entonces, Phoeni¡ no podía librarse de la sensación de
Phoenix se sintió como un tonto.
sido un sueño, papá; he tenido una pesadilla. Siento que el juego era parte de é1. El en el único que podía iugar y ganat.
-Ha
haberte despertado. no lo intentes siquiera!
-¡Papá,
La tensión cedió en la cara de su padre. qué no? Yo he cunplido con Magna-com. No les debo
-¿Por
nada. De todos modos, mañana voy a tratar una vez más de
-Malos sueños, ¿eh? Yo también he tenido una pesadilla. entender este juego, y después voy a decirle al señor Glen Reede
Estoy trabaiando con el juego cuando se me oflrre un tenible
pensamiento. Yo no estoy iugando con el juego: él está jugando que he terminado con é1.

conmigo. Debo de estar chiflado. a dimitir?


-¿Vas
vale por los dos. lo estoy pensando.
-Eso -Me
todos modos, intenta dormir algo. Ha sido un día tre- Phoenix notó una cierta decepción en lavoz de su padre. La
-De distancia entre ellos pareció crecer. Su voz tembló al contestar:
mendo.
Phoenix sonrió. noches, papá.
-Buenas
lo creo.
-Ya
noches, hiio -dijo su padre al dirigirse a la puerta.
-Buenas
74 75
l

12 Phoenix dio unos golpecitos en la puerta.


-¿Papá?
puedo hablar ahora, hiio -su voz era distante, como si
-No
estuviese hablando totalmente desde otro mundo.
uYo no quería traicionarte.n
u¿Por qué no me mantuve firme? ¿Por qué tuve que soltarte?u
trabajando en el fuego? Yo...
-¿Estás
esto a mí, Phoenix.
-Déiame
D*ro. que habían regresado del laberinto, solo el padre de oNo puedo dejártelo a ti. Yo soy el que iuega.u
Phoenix entraba en el estudio. Se había convertido en un hom- papá...
-Pero,
bre obsesionado. Esto era peligroso y tenía que saber hasta qué ¿Por qué no escuchaba? De pronto, Phoenix no quería guar-
punto lo era. Así que John Graves se impuso una tarea: iba a dar ningun secreto, ni el dolor, ni la sensación de pertenencia.
Tenía que detener el iuego de su padre.
descifrar el secreto del juego y después iba a destruirlo. Es más,
de peros, Phoenix; deja que yo lo resuelva.
él sabía que los números emn un trampolín: una vez descifrado -Nada
Así que Phoenix volvió a bajar hasta el recibidor y se dejó
su misterioso código, estaría en camino de frustrar a Reede. Así
caer en el sofá. Igual que lo había hecho la noche anterior, y la
que se encerraba solo y miraba el mensaje oculto, y solo luchaba
noche anterior a esa y la noche anterior a esa. A excepción de
con los núrneros.
unas pocas horas de sueño, su padre apenas había salido de su
estudio desde su última escaramuza con el Minotauro. Una vez
Te gustaría leer mis pensamientos, ¿n0 es cierto, lohn Graves?
había dicho algo extraño:
Te gtstaría hurgar en mí cerebro y después destruirme.lncluso
preparando una bomba para Glen Reede.
tuve que recordar a la pobre Ariadna a quién debe lealtad. Es -Estoy
Después de eso, escasamente otra palabra. Había empezado
verdad, tle pronto parece que a mis qiaturas les gustaría tener
incluso a comer en el estudio. Cualquier cosa con tal de poder
una mente prlpia. Pero el ioven Phoenix üene sensibilídad para permanecer cerca del ordenador. Phoenix sabía que su padre iba
mi mundo. No, más que sensibilidad. Es cierto, nuestro pequeño ahondando más y más en algo que no entendía y que le asus-
Teseo üene insünto. Con el üernpo podría resultar un adversario taba.
esümable. Es lo que yo he estado buscando, un crqtente, alguien le deiaría en
-Yo paz, -advirtió su madre.
que puedo utilizar para probar el iuego. El Legendario es su des- voy a hacerlo? -gruñó Phoenix-. Se suponía
tino. El lo sabe, yo lo sé. ¿Por qué no? No puedo líbuar el juego -Pero ¿cómo
que iba a estar con é1. Es mi iuego tanto como el suyo. Más
durante un meg he esperado tanto üernpo que puedo permitirme incluso. Papá no sabe con lo que se está enfrentando.
ser p aciente. Un fácíl deporte, después llegará la hora de abordar importaúa explicarme eso?
el verdadero asunto. Pronto llegará, el negocio del siglo. Mi mun-
-¿Te
<Francamente, no>, pensó Phoenix. En cierto modo, el iuego
do para vosotros. ie daba una sensación de ser alguien, de lo que é1 podía hacer.
Sin duda le asustaba, pero aun así sentía que él podía vencerlo.
John Graves continuaba mirando la pantalla. Quién sabe, si Podía ser un héroe. Pero su padre, no; él era un intruso.
hubiera entendido siquiera un poco del significado de la proce- toda oídos -diio su madre.
-Soy
sión de números, podría haber trabajado incluso con mayor ra- En algunas cosas, ella era la más fuerte de los tres. Era callada
pidez. y discreta, pero sus ojos oscuros veían dentro de su marido y de

76
f

su hijo y, rin? vez que había formado su opinión, rara vez la nuestra. Pero estaban alli, ala cabeza de las opciones, junto con
cambiaba. Tranquilamente y sin alborotos, mantenía unida a la los vampiros y todas las otras leyendas. Estábamos destinados a
familia incluso cuando las tensiones emn tan obvias como en el elegirlos. ¿Te acuerdas de io que dijo papá?
presente. Ahora se daba cuenta de que algo marchaba mal y que- Mamá sacudió la cabeza lentamente.
-
ría que Phoenix lo explicara. El sabía que no tenía elección. -Dijo que él era solo un tramoyista. Algun otro hizo el rom-
pecabezas. Todo lo que él hizo fue mover las piezas.
-Es la sensación
que tengo cuando estoy iugando -le dijo
Phoenix-. Yo soy de allí, yo estoy... estoy en casa. Pero ¿cómo Para entonces, Phoenix podía esperar que su madre dudara
puedo senürme en casa en el infierno? Parece una estupidez. de su cordum, pero en vez de eso le estaba escuchando atenta-
mente.
-No, en realidad no -contestó su madre-. Es nuestro iuego.
Todos nosotros hemos participado en crearlo, acuérdate.
-Continúa.
tanto como nosotros pensábamos dijo Phoenix. Animado, Phoenix dejó fluir sus ideas. Todas las cosas que
-No sé lo que quieres decir. Pero has tenido la misma im- había sentido o medio pensado. El Legndario era más que un
-Ya
presión que yo tenía cuando estaba escribiendo el guión para tu asunto de gráficos y una historia. Siempre lo había sido. Era algo
padre. No era corno si yo estuviese contando las historias. Ellos vivo, algo con poder y una vida independiente del ordenador.
las contaban a través de mí. La máquina en un vehículo para el juego, la funda de su etapa
Su mirada y la de Phoenix se encontraron. de crisálida, y eso era todo. En cierto modo, EI Legenilarto en al
es, mamá, exactamente eso. Nosotros somos parte de mismo tiempo primitivo y omnisciente. Podía extenderse. Podía
-Eso deformar tiempo y espacio. Jugaba en lugar del jugador.
todo ello.
Descorrió las cortinas de un tirón y mhó afuera, a los árboles cierto! -exclamó Phoenix-. Ha estado jugando con no-
-¡Es
que agitaba el fuerte viento nocfumo. Su madre sabía escuchar, sotros.
y hablar con ella parecía aclararlo todo. Le contó sus incursiones Su padre lo había mencionado en más de una ocasión: el
en el juego y la creciente sensación de que era más fuerte que modo en que el juego cambiaba constantemente, evolucionaba;
é1. Ella no decía una palabra, pero de vez en cuando abúa más la manera en que se añadían partes sin que él lo supiera. Era
los oios, especialmente cuando él mencionó al malicioso dios evidente.
Pan. juego está vivo!
-¡El
Phoenix como si por primera vez lo viera El'pensañriento dejó honorizado a Phoenix. W naUia luchado
-Espera -dijo consigo mismo durante días. Una parte de é1, la parte instintiva,
claro-, ¿qué es lo que has dicho antes?
de qué exactamente? quería jugar, cumplir su destino. Pero la mayor parte de él estaba
-¿Acerca haciéndose con el control. Lo que él quería era coger un martillo
sé. Hasdicho que era nuesúo juego, pero no lo es. No-
-Ya
sotros mismos nos hemos estado engañando. Quizá nos parece y aplastar el ordenador para que nadie pudiese nunca jugar oha
que somos parte de é1, pero yo no creo que nosotros creáramos vez, paÍa que nadie pudiese nunca ponerse en peligro.
el juego. No creo que nosotros creáramos nada. Contamos unas -¡Papá! -gritó Phoenix-. Tenemos que apartarle de ese or-
cuantas leyendas, papá manipuló los elementos del iuego, pero denador.
no hicimos nada nuevo. Todo estaba allí para nosotros, ya Su madre no discutió y los dos fueron deprisa hacia el es-
hecho. tudio.
Su madre ie miró intenogante. háblame. Estoy preocupada por ü.
-John,
el padre de Phoenix-. No necesitas
-Ahora
parece tan obvio... -continuó Phoenix-. Claro, cuan-
-¿Preocupada? -repitió
do seleccionamos los mitos griegos, pensábamos que era elección preocuparte por mí, soy mayorcito.

78 79
Dio una vuelta a la llave, abrió la puerta despacio y se quedó en el juego. Yo la descubriré, veréis cómo lo hago. ya no estoy
mirándolos a los dos. habajando para Glen Reede y Magna-com, estoyáabajando coí-
papá -dijo phoenix sin rodeos-, yo creo que el ta ellos.
-Mira,
está vivo. Piensa. Hace cosas. podría incluso ser peligroso. '
iuego
puedes habaiar contra ellos -intem"rmpió su mu-
Su padre sonrió torvamente. -Mañana
jer*. John, esto da miedo. Me has tenido tan preocupada... yo
ahora no te habías dado cuenta? no entiendo este juego y tampoco quiero hacerlo, pero tú no
-¿Hasta
que lo sabes! -exclamó mamá. puedes trabajar noche y día en é1. Tómate un poco de tiempo
-¡Así
-Oh, si lo sé muy bien. Lo sabía antes que cualquiera de para pensar.
vosotros -abrió del todo la puerta y los miró con oiós duros, El padre de Phoenix la miró. Estaba dudando.
desorbitados-. Os diré lo que sé. No existe Magna-com. No hay
oficina, no hay fábnca, no hay nada. Solo uná dirección en li -Por favor. Por mí y por Phoenix. Tienes que cortar. Solo
por una noche.
red y una cuenta en el banco que me paga cada mes por medio
John tardó unos momentos en decidirse, pero finalmente ac-
de una transferencia por ordenádor. cedió. Por primera vez en meses, los tres se sintieron como una
Su madre reaccionó primero. familia.
-Pero... no lo entiendo.
-Bueno, entonces ya somos tues. Es la pura verdad. Ni si-
quiera existe un Glen Reede. ¿eueréis saber lo que es Glen Se encontraba de nuevo en el laberinto. Esta vez estaba conien-
Reede? Es un anagrama, un estúpido anagrama bien sencillo. do, saltaba por los túneles apoyando las manos en las paredes.
Tendió a Phoenix una hoja de papei. uTienen que estar aquí. Tienen que estar.>
Las letras cLEN REEDE estaban reagrupadas para leer LEGENDEER. Los úucos -eran las únicas vías de escape.
eso no había oído nada de é1, porque no existe. Pero la bestia estaba allí también, detrás de é1, muy cerca.
-Por
un momento, papá. ¿Cómo se te...? Phoenix la oía desplaza$e en la oscuridad, acechándole.
-Espera
crees que he estado haciendo aquí dentro? He inten_
-ZQué
tado construfu un arma, un antídoto para el veneno que hay en -Por aquí -gritó una voz, una contenida voz masculina-.
Ven hacia mí.
el juego. uAlguien me echa una mano>, pensó Phoenix. Pero ¿dónde?
?hoenix no podía creer lo que estaba diciendo su padre. eu! Por fin locaiizó lavoz en una reia del techo.
.
zá la última vez en el laberinto algo le había afectadó.
-¿Papá?
-John, ¿de qué estás hablando? Pero no era é1, en la voz de un muchacho.
-Sí, la víctima de ia broma soy yo. Estoy trabajando para un
-¡Sorpresa,
sorpresa!
fantasma. En cuanto al iuego... estás haciendo aquí?
Phoenix-. ¿Qué pasa con el iuego? -¡Adams! ¿Qué
-¿Sí? -preguntó -¿No te acuerdas, listillo? Tú me invitaste.
-dijo su padre-. Escuchad los dos: yá sé que es Entonces se oyo hablar a alguien más. Esta vez la voz era
-OMdalo
extraño, pero puedo controla¡lo. Tengo que seguir con mi tra_ femenina. ¿Laura? ¿fuiadna? Desde luego era una voz de muier,
bajo. pero le faltaba cordialidad. La hostilidad vibraba en ella.
-Pero ¿qué trabajo? -preguntó su madre-. Si no existe Mag_ -Aquí viene la besüa, chico. Reza lo que sepas porque está
na-com/ entonces ¿para quién estás trabaiando? a la welta de la esquina.
John se pellizcó encima de la nauz. parecía cansado. Phoenix se detuvo iunto a la reja, jadeando honorizado.
yo desearía saberlo. pero hay una forma de vencer
-También ¿Dónde estaba la bestia? ¿Debía ir hacia delante o hacia atrás?

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uiQué voy a hacer?, Ella asintió.
Entonces la pregunta quedó contestada. Estaba allí, en la pe- pesadilla es lo que hemos traído a esta casa.
ntrmbra. La enorme cabeza fue lo primero en hacerse visible; des- -Una
Phoenix la siguió hasta la cocina. En la mesa había una taza
pués, ios hombros; luego, los poderosos brazos y la descomunal de café recién hecho, colocada junto al contenido de una vieja
pQrra. caia. Habia un par de cuadernos de notas, doblados y descolo-
me deiéis aquí! ridos. Un montón de fotografias en blanco y negro le parecieron
-¡No
Sevolvió y echó a corer. intrigantes, pero quería saber dónde estaba su padre.
Laura, quienquiera que sea! ¡Ayudadme! en la cama?
-¡Papá, -¿Está
Entonces vio a su padre. Estaba al otro lado de una de esas Su madre suspiró profundamente.
rejas. De alguna manera babia arcancado la ventana de metal y par de horas, y luego
tendía las manos desde arriba, hacia Phoenix. se
-Ha estado dando weltas durante un
ha levantado otra vez.
de aquí! decir que ha vuelto al estudio?
-¡Sácame -¿Quieres
mis manos -diio su padre. Su madre asinüó.
-Agara
me sueltes -suplicó Phoenix al oír acercarse a la bestia. hecho lo que he podido... -se intem¡mpió, a punto de
-No -He
Sentía su aliento, las salpicaduras de su saliva. llorar.
o¡Suiétame, por amor de Dios, sujétame!, llores, mamá. Estará bien.
Pero de repente Phoenix cayó sobre ei suelo de piedra delante
-No
u¿Por qué he dicho eso? ¿Cómo voy a saberlo?o

-No es solo tu padre dijo ella.


de la bestia, respirando anhelante.
u¡Papá! ¡Me has soltado!> Cogió una fotografia, fechada en 1969. Se veía en ella a un
Phoenix salió de golpe de su sueño. hombre en un iardín. Sin duda, griego. Phoenix notó el parecido
pesadilla -jadeó aliviado-, otra pesadilla. familiar.
-Una
Miró a su alrededbr, esperando casi que la bestia atacara de es, un pariente?
nuevo. Un sueño dentro de un sueño. Pero había pasado. Estaba
-¿Quién
el hermano de mi padre.
a salvo.
-Tu tío Andreas,
No me has hablado de é1.
Por aho¡a. -¿Andreas?
gemelos. Estaban muy unidos. Cada uno pensaba los
Dobló las piemas sobre el borde de la cama y se sentó allí -Eran
pensamientos del otro y sentía lo mismo que é1.
unos momentos, antes de comprobar la hora. Eran más de las dónde está ahora este Andreas?
dos. Por hacer algo, salió hasta el final de las escaleras. ¿Habia -¿Y
*Está muerto.
alguien levantado aún? Se veialuz en el piso de abajo. Su madre tocó los cuademos de notas.
llamó en voz baja, por si acaso estaba acosta-
-¿Mamá? -la familia siempre pensó que estaba loco. Ahora, |o oo
da-. ¿Mamá? -La
estoy tan segura.
Bajó las escaleras y se detuvo delante del estudio. La luz del qué pensaban que estaba loco?
techo permanecía apagada, pero la pantalla del ordenador estaba
-Pero ¿por
cosas, apariciones, fantasmas. Había sido siempre es-
iluminada. ¿La habría dejado encendida su padre? Phoenix es- -Veía
tudioso y teniblemente sensible. Estaba obsesionado con la mi-
taba a punto de volver a subir las escaleras cuando su madre salió tología antigua. Después empezí a creer que esos dioses y de-
de la cocina. monios hablaban con é1.
haces levantado? Phoenix sintió que una sombra le oprimía el corazón.
-Phoenix, ¿qué
tenido una pesadilla. está en su diario -mfuó a los ojos de Phoenix-. Y hay
-He -Todo
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*4r:..., algo que tu deberías saber. Durante toda su vida, Andreas
sufrió agotadores dolores de cabeza. -¡Un^manicomio!
Phoenix se sobresaltó. -Un hospital -le conigió mamá-. No, ¿por qué voy a ocultar
yo lo que hicieron ellos? Eso es exactamente lo que emn enton-
Phoenix, yo no sé si esto tiene algo que ver con ces esos lugares. La familia lo apartó. Él veía cbsas y ellos 1o
-Escucha,
' el juego, pero tu abuelo me dio el diario de Andréas cuando nos llevaron a un manicomio. Todos los años que estuvo allí siguió
mudamos de Londres. No me explicó por qué. Solo me dijo que contando a todo el que quiso escucharle que había un mu-ndo
lo guardara en lugar seguro, y lo leyera algo sucedía. Cieo
ii de pesadilla y sus criaturas le visitaban. Pobre Andreas. Murió en
que siernpre tuve una idea de lo que se trataba. Era una especie ese horrible lugar.
de instinto, un sexto sentido. A Phoenix le costaba trabajo respirar.
Phoenix sonrió débilmente. demonios se lo llevaron.
-Los
-Traté de no admitirlo, de negar los exhaños pensamientos Su madre sonrió.
que me venían a la cabeza. pero cuando empezaste a hablarme hubo un incendio.
sobre Pan, cogí el diario y lo leí. No necesité mucho üempo para -No,
entendff la verdad. Andreas no estaba loco. para emperar, ibdo -Eso terrible. Pero ¿por qué nunca me lo habías contado?
es
porque yo no quería admitirlo. Nadie quiere creet en
que yo sabía era que a la familia no le gustaba hábhr de é1. -Quizá
lo demonios, ¿verdad? -hizo una pausa-. Todavía hay algo más.
Era una especie de oveja ne$a. _¿Sí?
Acarició el dorso de la mano de phoenix, como para tran_
quil2arle. -¿No lo ves?
quería...
Las leyendas, los dolores de cabeza. Yo no

-Había solo una excepción, tu abuelo. Eran gemelos, acuér- -¿No querías que yo siguiera el mismo camino?
date. Incluso cuando Andreas empezó a escaparse del mundo Ella no contestó hasta después de acercarse a é1 y quedar sen-
normal y a ver esas cosas, mi padre sabía en el fondo de su tados uno al lado del ot¡o en la mesa:
corazón que su hermano no estaba loco.
-Hay una última cosa que quiero enseñarte.
-Pero ¿qué veia Andreas? Cogió una fotogafia que había estado boca abaio delante de
Sumadre le acercó la fotografía por encima de la mesa. ella y le dio la vuelta.
-Mírala más de cerca. Mi padre me señaló esto cuando me Phoenix sintió que la cabeza le daba vueltas. Era un retrato
dio el diario. Es un completo misterio. de Andreas a los catorce años. No era que Phoenix y él se pa-
-Yo no... -empezó Phoenix frunciendo el ceño. recieran. Eran idénticos.
detrás de é1, a las sombras de la pared. Era como mirar en un espejo.
-Mira
El corazón de Phoenix dejó de latir. La imagen era confusa y
fantasmal, casi perdida entre las sombras de un naranjo, pero nó
era posible confundir esos rasgos. Era el guía del
iuego, Pan.
-No puede ser.
-La fotografía ha estado guardada
durante
en manos de la familia
años. Yo habia apafiado de mi pensamiento a Andreas
hasta que tú me contaste lo que pasaba én el
iuego.
-Pero ¿qué le sucedió?
-Su obsesión con los fantasmas y demonios fue a peor. Al
final, la familia lo llevó a... una insütución.

84 85
13 *ZQué pasa contigo, Laura?
¿Es que no entiendes? Está su-
cediendo algo realmente extraño. ¿No puedes imaginar algo que
se salga de lo ordinario?

-No la tomes conmigo, Phoenix -replicó Laura-. Nada de lo


que cuentas es culpa mía, ¿sabes?
Sus voces initadas fueron un regalo para Adarirs. Se apartó de
sus colegas en la parte de atrás del autobús y avanzó por el pa-
sillo.
-¿T gustaría hablar de elo?
Al oír la voz -iQué es esto? -pregunto-. ¿Conflictos en el paraíso? No me
de Laura, Phoenix levantó la vista. El camino a digáis que estáis enfadados.
la escuela a las ocho y media de la mañana era una prueba dura Adams -advirtió Phoenix-. No es asunto tuyo.
en el meior de los casos. Esta particular mañana ventosa iba a -Lárgate,
mía, sí que estamos susceptibles esta mañana! -se
serlo tanto como Phoenix podía soportar. Su padre aún no había -¡Madre
burló Adams.
salido de su estudio. Había pasado la noche entera sin dar señales Phoenix se volvió a mirarle. Le recordaba al antiguo espíritu
de vida. A iuzgar por la expresión de la cara de su madre y su que acosaba a un hombre hasta la muerte y más allá, Némesis.
nerviosa y entrecortada manera de hablar, estaba tan intranquila Adams era su Némesis.
por la última escapada de su marido como lo estaba phoenix.
Esta vez se había pasado con su excenhicidad. -Quizá necesites otra lección, listillo. Te has olvidado de
cómo hablai con tus superiores.
, -Creo que ni siquiera se ha lievado algo de comer -había Phoenix bajóla mirada. Todavía le escocía la humillación de
ücho su madre a la hora del desayuno, después de un vano la pelea.
intento por hacerle salir-. Y se ha encerrado ahí dent¡o. por im- quiero más problemas *murmuró. Ya tenía bastante con
portante que sea su trabajo, no puede quedarse allí para siempre. -No
el juego.
Pero tampoco una segunda visita le había animado, y etta
. -
había tenido que irse a trabajar. -Deberías
haber pensado en eso antes de empezar a andar
por ahí pegado a Laura.
Phoenix miró a Laura. Estaba moviendo la boca, pero él no madura de una vez, Steve -dijo Laura.
había oído ni una soia palabra. -Vamos,
Adams soltó una risita y volvió con sus amigotes.
estabas diciendo? -preguntó. puedes ignorarlo? -preguntó Laura-. Meior que no di-
-ZQué -¿No
pensando -diio Laura sentándose junto a él- que a
- -Estaba
lo mejor te apetecía hablar. Está claro que algo te preocupa-.
gas nada.
Phoenix solo asintió.
preocupado por mi padre -dijo é1.
-Estoy
ha pasado? Yo creía que todo iba sobre ruedas. ya -De todas maneras, olvida a Adams. Quiero oír el resto de
la historia.
-ZQué
sabes, con ese juego maraülloso y todo eso.
Phoenix volvió la cabezay frunció el entrecejo en la dirección
Phoenix frunció el ceño. de Adams.
el juego es el problema. hay mucho más qué contar. Solo que mi padre no ha
-Precisamente -No
Laura escuchó mienhas él daba una balbuceante explicación
salido del estudio desde hace días.
falseada de los tejemaneies de la semana. pero cuandb eila le
seguro? Quiero decir que tendrá que comer, dormir,
intemrmpió por tercera vez pa::a preguntarle si no estaba exa- -¿Estás
usar el baño.
gerando un poco, perdió la paciencia.
lo entiendes. Está obsesionado.
-No
86
87
sea yo precisamente quien diga esto....>, pensó phoenix.
, -"Que
Incluso ahora tendría la tentación de volver a jugar.
hay una manera de descubrirlo -dijo Laura. pero cuan-
-Solo
do empezó a abrir el sobre, Fhoenix la aganó del brazo.
lo que necesitas? -dijo Laura. no.
-¿Sabes -Laura,
dímelo tú.
-No,
un cambio de decorado. Salir de casa. Olvidar tus
-No me digas que estás esperando que un monstruo
sobre mí.
salte
-Necesitas
problemas durante un rato. que no -contestó Phoenix.
-Pues claro
cómo voy a hacer eso? Pero ella continuó:
-¿Sí? ¿Y
venir a cenar a mi casa esta noche. ya he comen- ver lo que es. Me gustan los regalos.
-Puedes -Déiame
tado a mis padres que te preguntaría y diieron que estaban de Había dos cosas. Sacó primero una caja pequeña de plástico.
acuerdo.
-Es un CD.
-Es verdad diio Phoenix examinando la caia negra-. Es un
que telefonear a mi madre -dijo phoenix.
-Tendré
Pero dime rnás tarde si lo has aneglado. juego de ordenador. El juego -Laura sacó un envoltorio más
-Vale.
El autobús estaba subiendo por Brownleigh High. Al pararse, grande de celofán-. Es el juego -murmuró Phoenix lanzando una
Phoenix sintió un codazo de Adams: mirada cautelosa al traje de realidad paralela.

-Nos veremos, listillo. Muy pronto. -Así que este es el famoso juego -exclamó Laura-. Por fin.
Laura tenía nzón: necesitaba un cambio. Pero antes de que pudiesen continuar la discusión, sus padres
los llamaron para la merienda.
. -No, no -dijo el señor Osibona al terminar-, no os levantéis.
tú, Lauta? -llamó la señora Osibona. Nosotros nos encargaremos de los platos.
-¿Eres
-Sí. Phoenix ha venido conmigo. -¿Cuándo
encargaste ese juego? -preguntó la señora Osibo-
Los Osibona saiieron de la cocina llevando delantales. phoe- na-. Ni siquiera sabía que tuvieras interés en esas cosas, Laura.
nix sonrió. Laura ie había hablado de ellos, de su forma de ha- Laura miró a Phoenix de soslayo.
cerlo todo juntos. uComo una pareia de pájaros enamoradosu,
pensó. -Me interesa este dijo señalando el ordenador de la familia.
-No creo que esto sea muy prudente -se atrevió a decir
-Me alegro de que hayas podido venir -diio el señor Osi-
bona, secándose una mano en el delantal para estrechar la de
Phoenix, y le temblaban las piernas mientras la seguía.
qué? -preguntó Laura-. ¿Qué puede pasar?
Phoenix. -¿Por
Phoenix inspeccionó el aparentemente inofensivo disco y el
por invitarme. más que sospechoso traje de realidad paralela. Incluso ahora una
-Gracias
-Esto ha llegado para ti en el correo de la tarde dijo la vocecita en su interior le animaba a iugar.
señora Osibona.
Laura cogió el gran envoltorio de burbujas y le dio la vuelta.
-Te sorprenderías -dijo resistiendo la tentación.
Pensativa, Laura sujetaba el disco entre los dedos. Después de
Examinó las etiquetas de la parte de ahás mienhas sus padres unos momentos, lo dejó sobre el ordenadot y empezó a msgar
voMan a la cocina. la envoltuia que contenía el traie.
caso de devolución -leyó-, enviar a Magna-com pro-
-En
ducts Limited, apartado postal...
-Voy a probarlo -diio excitada.
Phoenix sintió un nudo en la garganta. De repente, todas las
-¡Magna-com! -exclamó Phoenix-. ¿eué hacen escribién- agobiantes imágenes de su última expedición en el iuego inun-
dote a ü? daron su mente. El juego estaba vivo,.sin duda, y estaba exten-

88 89
diendo su territorio..Estaba a su lado. Al ver el cable, se agachó
14
y lo desenchufó de un tirón.
Laura-, ¿por qué haces eso? Imagina que
-Phoenix -jadeó
mis padres te hubieran visto.
-Lo siento -contestó, a sabiendas de que su respuesta sonaría
completamente descabellada-. Pero tenía que hacerlo. Era cues-
tión de vida o muerte.
-Oh, por favor -se burló Laura-, no seas tan melodramáüco.
Lo que no quieres es que yo juegue tu precioso juego.
Q^., minutos después, Phoenix estaba a la puerta del es-
Antes de que su desacuerdo pudiera agmvarse, oyeron un gol-
tudio.
pecito en la puerta y el señor Osibona asomó la cabeza.
a enfiar.
tu madre está al teléfono. -Voy
-Phoenix, Su madre lo miró dubitativa:
En un día tan agitado, esto era de lo más molesto. Ya antes
un rato has dicho que me mantuviera aleiada.
de que Phoenix cogiera el auricular, sabía que algo iba mal. Ins- -Hace
que descubrir algo.
tinto. -Tenemos
Su maüe suspiró.
-Mamá, ¿qué es 1o que quieres?
ya te lo he dicho. Él no estaba ahí dentro.
La voz en el teléfono sonaba angustiada. -Pero
de que é1... -su voz se apagó. No
-Phoenix, ¿puedes venir a casa? Estoy preocupada. -No, quiero decir antes
qué? ¿Qué ha pasado? tenía objeto recordar a su madre que su padre había estado pre-
-¿Por parando wa bomba para Glen Reede. Ya estaba ella bastante
tu padre. Ha desaparecido.
-Es preocupada-. Antes de que se fuera.
dejado una nota.
-Habrá Su madre lo observó oha vez con la misma mirada precavida.
y se ha ido sin
estoy diciendo que el estudio está vacío
-Te
decir ni una palabra. qué si...?
-¿Y
Phoenix recordó el juego y a su padre buscando febrilmente Phoenix asintió. Los dos abrigaban la misma sospecha dis-
un anldoto a su veneno. ¿Represalias? No podía ser. Simple- paratada. Phoenix no estaba seguo de lo que esperaba, pero en
mente no podía ser. cualquier caso entrar en el estudio fue una decepción. Todo pa-
a casa ahora mismo. Ah, y mamá... recía encontrarse igual que unos días antes. Había unas cuantas
-Voy notas garabateadas en su bloc, pero emn completamente indes-
-¿Sí? ciftables. Con la única excepción de lataza de café con sus posos
fuera del estudio.
-Mantente marrón oscuro, habúa sido dificil notar alguna diferencia. El or-
denador estaba encendido, peto no se veía nada; solo el salva-
pantallas ofrecía sus vacilantes y ya familiares líneas de números.
haber echado la puerta abajo -diio ella-. Cual-
-Debeúamos
quier cosa para sacarlo de aquí.
üenes por qué culparte, fue decisión suya -diio Phoe-
-No
nix.
Se volüó para salir de la habitación. Fue entonces cuando se

fijó en la caja que contenía los traies de realidad paralela.

90 91.
el iuego, nada es imposible -diio Phoenix baiando los
-Cqn
-Espera. oios.
-¿Qué
pasa?
En ese momento sonó el teléfono y su madre corrió a con-
esioy seguro todavía. Tengo que comprobar algo'.
-Ño
Sacó un tiaiey después revolvió en el paquete de poliestireno.
testar.
es usted, señora Osibona. ¿Lauta? No, aquí no está'
ocúnó? -pieguntó su madre-. ¿Qué estás haciendo? -Oh,
-ZQué Phoenix, ¿sabes dónde está Laura?
que es raro -diio Phoenix.
-Sí raro, -Nq t. ha quedado en casa al salir yo -en su mente la estaba
No era ela inquietante. El modo en que el aire se calga
viendo de pie, iünto al ordenador, deseosa de comenzar a iugar'
antes de la tormenta es inquietante. quó es óxtraño -diio la madre-de-Phoenix-' Pero mi hiio
pasa? -Sí
dice que estaba todavía en casa cuando él se fue'
-¿Qué
haber dos trajes en la caia, y aquí solamente hay phtenix estaba a punto de dar más información cuando oyó
-b.U.ti:u
uno. y uno de los brazaletei de puntuación también falta. Tú no la voz de Laura.
has cambiado nada, ¿verdad? uAsí que estás aquí. Me has segui-do'1
nada. Está todo igual que estaba. Excepto"'
-No, fue a ta puerta áe ta calle y ú abrió, pero no había señaies
-¿Qué? de eila. Phoenix frunció el ceño. No se lo estaba imaginando.
Su madre miró al ordenador.
Había oído su voz.
algo que me ha extrañado. Eso estaba encendido,
-Había -Entonces ¿dónde...?
igual que ahora.
Su corazón dio un salto. Sabía de dónde había
venido la voz.
" _¿gl ordenador? _phoenix se sentó en la silla giratoria.delan- Ella le estaba lla-
Del estudio, de los altavoces del ordenador.
te de ia pantalla, la inquietud se estaba convirtiendo en pánico-. mando desde dentro del iuego.
que tu no lo has encendido? ¿Ha estado así desde
¿Quieres^ decir Momentos después esiabá sentado delante de lapantalla con
que papá 1o usó Por última vez? .l üf d; realidaá paralela extendido sobre sus rodillas. Miraba
estoY segura...
con incredutidad tai imágenes en la pantalla. Lo que -trublu
p.1-
-No mamá; podría ser importante' después
sado acerca de su padre-no era una teoría dispantada,
-Piensa,
La disparatada sospecha los atormentaba a los dos' de todo. Era verdaá. Una espeluznante verdad'
pensarás... Nb, John no sería tan estupido' que no iugaras?
-No -Oh,énLaura, ¿no te he advertido
Phoenix levantó la mano. Ailí, h pan:talla, Laura estaba coniendo aniba y abaio por
-.:Ten paciencia conmigo, ¿vale? Ahora vuelve atrás mental- una playa deslerta, gritando a-pieno pulmón:
mente. ¿iabíaalgo en la pantalia cuando tú has enüado?
¿Puedes oírme?
solo un momento. ¡Sí, ya lo tengo! -¡Phoenix!
pasótos ded-os por el traie. Era una pesadilla convertida en
-Dame
Phoenix tenía una idea de lo que ella iba a decir' realidad. El iuego eitaba vivo. Podía alcat.u,arle. Pero no solo
lle'
eI palacio -empezÓ su mádre-. En las paredes había un gaba al tiempp"V al lugar que eran el tiempo y el lugarde Phoe-
-Era
símbolo deia cabeza de toro. El palacio del rey Minos' uii*iítáUu de"elloi. Buscaba a sus iugadores, iugaba al
sus ojos se abrieron, como si su peol pesadilla se hubiera con'
il;
gato y al ratón con ellos y después los devoraba'
flrmado. "- lpttoettix! ¡Ayudame! ¡Qui ulqtt:t m9 ayude! -la voz de
sabía -murmuró Phoenix. 'dólotosamente
desáe los altavoces-. Por favor'
-Lo
El laberinto. Donde el Minotauro espera, repelente y san' Laura estallaba
Phoenix sabía 1o que tenía que hacer. Le temblaron los dedos
griento. 1o ponía
" ligeiamente al abrir ei tra¡e y meterse en é1. Mientras se
-No puede ser -di!o su madre-. No, es imposible'
93
92
r
:'

no dejó de mirar al fuente, con los ojos apagados, como un so-


námbuio.
-¡Phoenix!
Se sentó delante de la pantalla y tomó una decisión. El juego
tenia a su padre y aLauta. Ahora le quería también a é1. Pero él
no iba a entrar como una víctima. De alguna manera, sabía que
podía vencerlo. ha a entrar para pelear. Miró a la figura de la
chica que conía en círculos en una playa desconocida y le hizo
una solemne ptomesa:
LIBRO DOS
voy, Laura.
-Ya
Se colocó la máscara-pasamontañas sobre la cabeza y se co- EL LIBRO DE EL LEGENDARIO
locó junto. al ordenador. Su madre acababa de colgar el teléfono
y llegó a üempo de verle desde la puerta abierta del estudio.
no!
-¡Phoenix,
Pero era demasiado tarde. Una décima de segundo más tarde,
la habitación estaba vacía.

94
LOS NIVELES

Nivel Nueve
La mirada de la Gorgona

uI ,srA vez no había elección. Delante de Phoenix, brillando so-


bre el cielo wul, habia un menú. Solo una opción estaba subra-
yada.
Nivel nueve: La mirada de la Gorgona.
En cuanto lo aceptó, se encontró tumbado boca abajo, pe-
gado a un suelo húmedo y duro.
<Ya estoy otra vez. Estoy en el juego.>
Gateó hasta pone$e de pie y abarcó con la mirada los alre-
dedores. Estaba en una playay el viento del mar resonaba en sus
oídos. Miró en tomo suyo buscando a Laura. No tuvo que buscar
mucho tiempo.
*Oh, Phoenix.
Dio unos cuantos pasos hacia él y luego se paró bruscamente.
que no estoy loca. Estamos iunto al mar, ¿no es
-Dime
cierto?.
-Es cierto.
posible? No lo enüendo.
-Pero ¿cómo es
el juego, Laura. Todo es parte del juego -entonces se
-Es
acordó de su advertencia-. Creo que te he dicho que no jugaras.
Ella no contestó. Se había agachado y estaba metiendo las
manos en las olas de la rnarea alta.

97
-Pero esto no es un
juego. Es agua de verdad, arena de pleto. ¿Qué esperabas después de tantas veces como has huido
verciad.
del Minotauro con el rabo entre las piernas? Has sido degradado
-O agua en una verdad paralela y arena en una verdad pa- -se puso a examinar a Phoenix-. Oh, disculpame. Tír no tienes
ralela. rabo, ¿verdad?
Ella le fulminó con la mirada.
-Vale, vale -contestó bruscamente Phoenix, molesto al oír
-No sé de qué estás hablando, Phoenix. Lo único que sé es
que estamos en una playa en algun iugar.
hablar de sus fallos en el laberinto-. Déjate de bromas. Así que
estoy haciendo el papel de Perseo. ¿Eso está por debajo de Teseo?
nY yo sé dónden, pensó Phoenix.
Pan asintió sin darle importancia.
Laura-, estoy asustada. Esto no tiene nada de
-Phoenix -dijo -Eso es
lo que significa degradado -sacó de algún sitio un
divertido. Llévame a casa. diccionario de bolsillo-. Sí, degradado. Rebajado. Ahora mira
es el problema -dijo Phoenix-. No sé cómo. esto. Rebaiado también significa suprimido. Totalmente exacto.
-Ese
puedes simplemente apretar un botón o algo así? ocurre ahora?
-¿No -Entonces, ¿qué
pudiera. peleas para volver a subir. Me temo que tu puntuación
-OiaIá -Tú
Laura estaba perdiendo la paciencia. no quedó muy brillante en el nivel diez de La sombra del Mino-
me has metido en esto, Phoenix. Ahora tienes que sa-
-Tú
carme.
tauro. Tuviste oportunidades de sobra, pero apenas te acercaste a
ia bestia. Es el nivel superior, claro, y tu seguiste insistiendo, pero
Laura. fallaste, así que este es el nivel nueve.
-Cálmate,
me caime! ¡Estoy perdida en un loco juego de orde-
-iQue
nador y tú me pides que me calme! -iQué es nivel nueve? -preguntó Laura.
Pan brincó alegremente.
El sonido de una flauta puso fin a la discusión. phoenix oyó enseñarte un truco. Vamos, me muero de ganas de
una voz familiar. Era el ruía, Pan. Tenía que haber estado obser- -Déjame
hacerlo.
vándoios desde i.i posición ventajosa, encaramado a una roca
-No -dijo Laura moviendo la cabeza-, no
quiero saber lo que
que dominabala playa. hay en el nivel nueve.
-¡Túl es precisamente dijo Pan-. Ese es el truco.
¿Es esa la manera de hablar a tu guía en este tur- -Eso
-¡Yaya! déjale hacer ei estupido truco -dilo Phoenix.
bulento país? -Vamos,
se rió entre dientes-. No te decepcionará.
Laura rniraba fijamente sus pezuñas hendidas y los pelos tie- -Gracias -Pan
Y empezó a olfatear y a resoplar.
sos que cubrían sus patas. está haciendo? -preguntó Laura.
a ti gué te pasa, muchacha? ¿Nunca habías visto un -jQué
-¿Y Tuvo una respuesta inmediatamente, y de la manera más dra-
sátiro? mática, cuando Pan sacó de sus narices dos serpientes retorcién-
Eila sacudió la cabeza despacio, ab¡iendo mucho los ojos. dose.
real? qué_asco!
-¿Eres -¡Oh,
lo es, querida? ¿Algo lo es? Panpalmoteó ante la expresión de disgusto de Laura.
-¿Algo
Phoenix se decidió por una pregunta más práctica: lo mejor todavía no ha llegado -anunció.
esto Serifos? -Pero
-¿Es Inmediatamente, docenas de culebras empezaron a brotar de
Es el destino que tu has elegido. su pelo.
-Naturalmente.
Serifos, hogar de Perseo. a decírselo, Legendario?
veo que tus facultades no te han abandonado por com- -¿Vas
-Ya Phoenix asintió ceñudo.

98 99
-¿No io has comprendido aún, Laura? Es la Medusa.
Las serpientes se retiraron de la cabeza de pan tan rapida_ -¿Y tú eres el héroe? ¿puede descansar
giles hombros?
tal peso en tan frá_
mente corno habían aparecido.
Phoenix frunciendo el ceño y deiando a un lado
-Exacto,
La mirada de Ia Gorganc. Si quieres probar fu suerte -Mira-dijo
su curiosidad-, fú puedes ser un dios, pero no es necesario que
una vez más en la guarida de la bestia, tieñes que vencer primero
a la Gorgona, Medusa.
me lo pases por las narices. Dame solo una pista. dóri¿e
¿por
empezamos?
-Entonces, ¿para volver al palacio del rey Minos tengo que
completar este nivel? -Primero -indicó Pan-, esas ropas. Tan de otro mundo,
tan terrenales -con un chasquido de sus dedos, los vaqueros y
-Más o menos eso. camisetas de Laura y Phoenix fueron sustituidos por-túnicai
phoenix_. Tú men_
-¿Y qué pasa con mi padre? -preguntó blancas.
cionaste a mi padre.
-,Llega
al corazón del laberinto y tus preguntas serán con- -¿Togas? -preguntó Laura.
phoenix-. Así que mejor
testadas. -Las togas son romanas -le diio
quitones.
queél está allí?
-¿Así pan contemplando su obra.
. -Cgmpleta
el juego, Phoenix Graves. No hay otro camino -Ahora encajarás mejor dijo
hacia delante. -Lo dudo -dijo Phoenix.
quieres decir?
Laura se volvió a Phoenix: -ZQué
-¿Está
tratando de decimos que no podemos pararlo? . -Puu
de que no lo hayas notado, pero está ei pequeño detalle
de que Lirura es negm. ¿No queda un poco fuerá ¿i lugar en la
Phoenix la miró con una histe sonrisa antes de volverse a
antigua Grecia?
Pan.
ser persa dijo Pan irnprovisande. A los helenos no
-V¿mos a dejar esto daro. ¿Estoy aquí por haber fallado -Podía
les importa el color de la piel.
como Teseo?
pan con una risita_. pasará por pe$a -contestó phoenix.
-Oh, sí, lo has entendido bien -afirmó
El laberinto es demasiado difícil para un principiante.
-Tampoco
.-Es un imperio extenso -dijo
pan-. Di que ella viene de un
euien te país extranjero. Eso funciona por lo general
dejara intentarlo era malvado o tonto. -lo pensó una vez
más-. Sí, con eso conseguiréis pasar.
La idea sacudió la mente de phoenix. Glen Reede o su padre.
Pero pensara io que pensara de Glenn Reede, no era . -¡Conseguir pasar! -cxclamó Laura-. yo no quiero pasar. Ni
iustb con siquiera quiero estar aquí. Quiero irme a casa.
su padre. El no era tonto. Era simplemente que había perdido el
control, como lo habría hecho cualquier persona normal. -¡A casa! -dijo
Pan desde su roca-. Eso podría ser dificil, lle-
varía su tiempo -se levantó con intención de marcharse.
-No -continuó Pan-. Para ti es la cabeza de la Gorgona, y
. que estás haciendo? -preguntó Laura fuera de
hasta eso es mucho pedir. Necesitas un poco de prácticá antei -ZQué crees
sí-. No puedes largarte sin más.
de estar preparado para matar dernonios.
Pan saludó son la mano.
Cuando Pan sacó su acero invisible, phoenix recordó su ver-
gonzosa denota a manos de Adams. -Oh, ¿no puedo? -y se fue.
se supone que vamos a hacer después de todo esto?
-Lámalo entrenamiento dijo Fan cornpletando una de sus -¿Qué
-preguntó Laura-. ¿El es real?
exageradas vueltas-. ¿Seguro que estás preparado?
quién le preguntas?
-Yo no estoy seguro de nada. -¿A
Pan echó atrás su desgreñada cabezay soltó una risa bronca: -Un momento -diio Laura-. Alguien viene.
Phoenix entrecenó los oios para evitar el sol.
100
101
¡:.

dos -dijo. :-Es... -Phoenix recordó la advertencia de pan- una sirviente


:
-Son
-¿Cómo
vamos a explicarles quiénes somos? -preguntó ella. lxplicó, hatando de dominar el temblor de su voz_. Traída de
Phoenix estaba a pünto de decir que él era el héroé, pero no lugares leianos.
Le- divirtió el gesto de furia reprimida en la cara de Laura
i,
l estaba seguro de creerlo.
cuando él contaba el cuento.
¡sirvilnte! Lo importante era que
los dos soldados se quedaron conformes.
Phoenix se protegió los ojos con la mano contra la fuerte luz del perseo.
-Bien. Acompáñános, joven
l

I
sol y observó a los dos hombres que se acercaban entre la ne- Se pusieron en fila detrás de los dos soldados. phoenix se
blina. Dos lanzas, dos espadas. A la vista de sus armas y las piezas preguntaba qué significaúa el extraño tatuaie en el cuello de los
i
del casco que protegían el rostro y daban un aspectoinhumano dos hombres, cuando uno de ellos se dirigió a é1.
a sus cabezas, sinüó que su estómago empeziba a descompo_ hecho alguna diablura hoy? -pieguntó.
-¿Has
nerse. Hay preguntas que lo desarman a uno, y ñi los libros de phoe_
mejor que nos escondiéramos -dijo. Después, sin nix ni su recién eshenada intuición suponian una defensa contm
. -Sería
saber cómo, encontró el valor para quedarse en su sitio-. No, esta.
quizá no. clase de diablura?
-¿Diablura? ¿Qué
uAsí está bien. Yo no necesito inventarme una historia. Soy El segundo soldado se echó a reír con ganas. Su casco cayó
Perseo. Yo soy la historia.>
-hacia atlás, deiando al descubierto
el tatuajé. Una lechuza.
los hombres-. Te buscan en la corte. clase de diablura, dice! Bonacheras, peleas, juergas...
-Perseo -gitaron -iQué
corte? -cuchicheó Laura. Tu habitual estilo, muchacho. ¡eué clase de diabiura ou'u,.i! Lu
-¿La que puede_hagr que te encienen en las celdas del palacio para
isla de Serifos es un país desdichado -explicó phoenix_.
-Esta toda tu vida. Te lo digo, ioven pícaro: esta vez te hás pasadb.
Está gobernada por un rey ürano y cruel. Se láma polidectes.
Laura miró intenogante a phoenix, pero él estaba perplejo.
--Tirano -repitió Laura levantando los ojos al cielo-. Debía
habérmelo figurado. Lndugo
en lo más profundo para descubrir lo que habíi hecÍro
quedarte callada -advirtió phoenix cuando se apro_ (lo que Perseo había hecho), pero salió con hj manos vacías.
. -Procura
ximaron los dos hombres armados-. Déjame hablar a mí. Ahora era el tumo del primer soldado de darle conversación:
El juego estaba allí para ganarlo, pero no podían permiürse no ffeo que esa madre fuya se esté haciendo ningun
ningún enor.
-favor-Yo
tampoco. No se me ocurre ninguna oha muier en estalsh
capaz de rechazar la oferta de matrimonio del rey polidectes. Es
-Oh, no te preocupes -diio Laura-, no quiero tener nada que
ver con esta locura. Es todo tuyo, muchas gacias. valiente...
Llegaron los soldados, sudorosos bajo sus cascos y armaduras. -O muy necia -intemrmpió su compañero.
madre
uTengo que encontrar las palabras.> -cuchicheó Laura-. ¿De qué están hablando?
-Tu es m|madte
-contestó phoenix en el mismo tono-. Es
_ -El rey Polidectes no está contento de que desaparecieras así.
Exige tu presencia ahora mismo.
-No
la madre perseo. yo
en el iuego, la madre de solo estoy desem_
Laura miró de soslayo a phoenix. Estaba cla¡amente impre- peñando un papel, recuerda. Nunca pierdas de üsta un hecho:
sionada al ver que él conocía el nombre del rey. Él estuvo ien- todo esto es parte del iuego.
tado de decirle que conocía la leyenda en que je habían sumer- Laura frunció el ceño. Phoenix le apretó el brazo pam tmn_
gido, pero muy poco más. Por alguna razón no se atrevió. quilizarla.
en mí.
-¿Quién es esta? -preguntó uno de los lanceros. -Confía
702
La corte del rey Polidectes era menos un palacio que una for-
ialeza. Sus imponentes almenas estaban guardadas por centinelas
-Sí, por aquí es.
que llevaban grandes lanzas y macizos escudos, cuidadosamente lo
-Pero ¿cómo sabes?
forjados. Pendones escarlata ondeaban desde las murallas y, alo El señaló hacia arriba, a la cabeza de la Gorgona, y después
largo de eiias, coigaban amenazadoras banderas negras. La señal a las enormes puertas.
de la muerte y ei luto. Mientras seguía los pasos de los soldados, es un armario para escobas, puedes estar segura.
-No
Phoenix se daba cuenta de que sus piernas temblaban. Una cosa Laura sonrió por primera vez desde que habían entrado en el
eia encontrar las palabras o hacer el papel del héroe, pero los iuego.
héroes tienen que luchar. Los penachos de crines de caballo que guardia dijo que te habías pasado esta vez. ¿Por qué?
-Ese
se balanceaban en los brillantes cascos de los soldados solo aña- a mí me gustaría saberlo -dijo Phoenix encogién-
-También
día-n una nueva amenaza al ambiente. Phoenix abarcó la escena dose de hombros.
y recordó la misión de Perseo. Poco después se estremeció al pararse y dudar ante varias
o¿Cómo voy a entregarle yo la cabeza de Medusa? Solo soy puertas.
un chico., -¿Phoenix?
Ei primer guardia irnimpió en sus pensamientos: Le miraba expectante y eso le dolió. u¿Y si le fallo a ella tam-
bién?n Y después el inevitabie sentimiento de culpa. uComo hice
-Ya has llegado, muchacho. Entra tu mismo. No me gustaría con papá.n
estar en tu lugar.
oYa somos fls5r, pensó Phoenix cuando los guardias los de- Se preparó para entrar y empujó la puerta. Era como si hu-
jaron a la entrada ciel palacio. biese entrado en una tumba. La corte del rey Polidectes ocupaba
qué estás esperando, Perseo? Ya conoces el camino desde un vasto salón. Sus oscuras y cavemosas profundidades estaban
-¿A iluminadas por braseros colocados por encima de los centinelas
aqui.
Phoenix le miró fijamente. ¿Lo conozco? Entró en la enorme que estaban de pie alrededor de las paredes. Relieves esculpidos
y hosiil f.oúaleza. Las monstruosas almenas bailaban ante sus representaban a las tres Gorgonas, las nefastas hermanas que mo-
ojos. Pero sería una equirzocación comentar sus dudas en voz taban al final del mundo. La suerte estaba echada. Polidectes se
alta. sentaba en una elevada plataforrna flanqueada por sus guardaes-
claro. paldas. Estaba repantigado en su trono, solo sus ojos se movían.
-Sí, Tenía cara de lobo, eniuta y afeitada, y no em un alivio que su
Inició el camino hacia ei inierior del castiilo, fuera del bri-
llante sol de la tarde. La penumbra del interior pareció abra- pelo negro estuviera tomando un ligero tono gris. Polidectes te-
zarlos. nía el aspecto de un cazador implacable. La edad solo atestiguaba
ahora ¿adónde? -preguntó Laura. experiencia y astucia. Pero no fue el rey quien infundió temor
-Y
Phoenix miró a su alrededor. Había pasillos a derecha e iz- en el corazón de Phoenix. En el centro del salón había un gran
quierda, y uno más ancho con dirección hacia el frente. A pesar lecho donde yacía un cuerpo, inmóvil. Era el cadáver de un jo-
de todo el pavor que se iba acumulando en su interior, consiguió ven de su rnisma edad, ungido con aceite, vestido y adornado
controlar su voz. Por Laura. con flores, guirnaldas y joyas de bronce. El rostro sin vida, par-
hacia allí. cialmente cubierto por sus atavíos fúnebres, resultaba extraña-
-Vamos mente famiiiar. Por un momento, Phoenix estuvo convencido de
Pasaron bajo un arco adornado. La paite superior central lla-
mó su aiención: la cabeza de la Gorgona. Sintió el ruido recon- que reconocía sus rasgos. Luego desechó la idea tan rápidamente
fortante dei brazaiete al subir su puntuación. como había entrado en su cabeza.
(¿No me digas que Perseo ha hecho algo?n

104
10s

É;.
contigo a causa de tu_pobre madre, pero tienes que ver que mis
- _Un sudario negro cubría el cadáver hasta el pecho. Los ojos
de Phoenix se cruzaron con los de polidectes. manos están atadas. un padre desconsolado impiora justicia.
La mirada de lobo
Por fin Phoenix encontró su voz.
yrejo iba y venía desde el cadáver a phoenix. Sin duda, el joven
había muerto a manos de Perseo. En el juego le habían cbnes- uEl odio es fuerza.o
pondido las cartas perdedoras. Polidectes -empezó vacilante, tanteando el teneno_.
-Señor
soy un... Yo siento la desgracia de la familia, pero defiendo mi inocencia.
-Yo
. -¡Asesino! -gritó un hombre viejo que había estado de pie -¡lnocencia! -exclamó el padre dél chico muerto_. Media do_
junto al c'irerpo. cena de hombres te vieron sacar la espada. Media docena te vie-
Una muier, probablemente la madre del muchacho, avanzó ron asestar un golpe y vieron la punta oscurecida por la sangre.
y levantó la mano para pegar a Phoenix. Solo la intervención de ¡Asesino!
un fornido guardia detuvo el ataque. Phoenix era consciente de Aganándose a lo que recordaba de la leyenda, phoenix con_
que Laura le estaba mirando, pero él siguió mirando de frente. tinuó tenazmente su defensa.
que el hijo de Cronos, el gran Zeus, decida mi des_
-¡Se ruega silencio en nombre del rey! -vociferó uno de los -Permite
tino. Yo me abandono a la misericordia de los dioses. Apelo a
guardias.
Phoenix observó ansiosamente cómo polidectes se levantaba los dioses del alto olimpo para pesar mi vida en sus balinzas.
de su trono. Phoenix apenas podía creer lo que decía. Le había costado
joven Perseo, se han presentado serias acusaciones extraerlas de lo más profundo de su mente, pero, una vez en_
-Bien,
contra ti. contradas, se soltaban fácilmente de su lengua.
Polidectes se unió a la afligida familia junto al cueqpo. pasó
el viejo otra vez-. Señor polidectes, yo pido
-¡Asesino! -rugló un brazo alrededor de los hombros de la triste madre. Era un
iusticia.
El grito fue repeüdo por cada miembro de la familia del chico
abtazo consolador, pero los ojos del tirano transparentaban la
falsa apariencia.
muerto. Phoenix se echó atrás, queriendo declarar su inocencia,
u¡Como si te importara!>
pero fue incapaz de pronunciar una palabra.
-¡Justicia, iusticia! -Solo hay un castigo para los asesinos en mi reino...
Era como si todo fuese una coreografia. upapeles de una obra muerte! -gritaron las plañideras todas a una.
-¡Muerte,
de teatro>, pensó Phoenix. uTodos vosotrós estáis representando -Sí -diio Polidectes-. Es la muerte, pero mi veredicto debe
esperar. Estamos a punto de entenar a esta víctima. Es un acto
papeies.u
Polidectes levantó la mano. solemne y.sagrado y yo prohíbo cualquier disputa impropia du-
rante los ritos. Celebraré el iuicio después det funeral.
-Lloro por vosoúos y vuesha desgracia. La procesión funeraria comenzó a salir del salón a toque de
¿Llorar Polidectes? ¿Desde cuando lloran los tiranos? phoenix
solo conocía a este rey a través de las leyendas, pero ya detestaba tambor. Laura miró a Phoenix dudando. fi h cogió de la mano.
-ZQué todo esto? -preguntó ella.
es
su cara de lobo. Y Polidectes tenía la falsa sonrisa de un hipócrita
próximo episodio en el juego. Todo este nivel está de-
y un tramposo. El odio ardía en el corazón de phoenix. por pr! -El
dicado a Perseo. Eso es lo que nos diio pan. El tirano polidectes
mem vez se sintió dispuesto a defender su causa. El odio era
quiere forzar al matrimonio a la madre de perseo. Solo el héroe
fuelza.
se inteqpone en su camino. AIgo me dice que esto es un asunto
-Ahí lo tienes, Perseo. ¿Ves el resultado de ese temperamen-
to tuyo? Lo que empezó como una reyerta de taberna ha llevado amañado. Polidectes va a quitarme de en medio para poder se-
a la muerte a un ioven de buena familia. Yo he sido paciente guir adelante con sus planes matrimoniales.

106 107
a una misión imposible? de sange del sacerdote levantaban en alto la cabeza del animal.
-¿Enviándote
Phoenix asintió. Phoenix olía el humo de la madera quemada y sentía la brisa en
-Medusa. sus mejillas. La ilusión de realidad era más fuerte que nunca.
Laura sacudió la cabeza: Aterradoramente fuerte. Y también había algo más. El sacerdote
-Me estoy pellizcando. Solo necesito despertar y me iré a tenía una lechuza tatuada en el cuello, 1o mismo que los guardias
casa. Como Dorothy en El mago de Oz.
de Polidectes. Phoenix había podido verlo cuando el hombre le-
yellow
-OMdalo -le diio Phoenix-. Aquí no hay ningún vantó el sacrificio por encima de su cabeza.
Brick Road. Estamos caminando a oicuras, peio esdes todo lo *Alto Oiimpo, acepta nuestra ofrenda.
que yo sé. Una vez que el juego ha cornenzado, tenemos que
Después las piezas de came se asaron al fuego. La grasa sal-
seguir jugando hasta terminar. picaba y chisponoteaba como un nido de víboras. Phoenix par-
Laura le miró fijamente. padeó cuando las llamas se encendieron y el humo comenzó a
-Es un iuego de locos, Phoenix. ¿Qué podemos hacer no- picarle en los ojos. Al elevarse el fuego y hundirse el sol en el
sotros contra esto? horizonte, el funeral llegó a su final.
Algo se removía dentuo de é1. Una fuerza y un conocimiento ahora qué? *preguntó Laura
que venían de su amor a los mitos. ¿Pero sería suficiente? -¿Y
lo sé.
eso es lo que vamos a hacer. Por muy terrorífico -No
Había estado muy ocupado
-Pensar, tratando de resolver un enig-
que parezca, no deja de ser un juego. Tiene que haber formas de ma. ¿Qué clase de cremación era esa, si no se había quemado el
aumentar nuesüo poder. También habrá trucos. Ese es el sentido "'tüéipo?
dei juego: el iugador debe tener una oportunidad. De otro modo, visto lo que ha sucedido realmente
¿qué sentido tendría iugar?
-Laura -preguntG, ¿has
con el cadáver del muchacho?
seguro de eso? Ella le miró un momento, con los oios muy abiertos.
-¿Estás
No, ni mucho menos, pero no se lo diio aLaura. Cuando el raz6n, no lo han puesto en la pira funeraria. Hay
cortejo se encaminó a los acantilados al borde del mar, el sol -Tienes
algo muy sospechoso en todo esto.
estaba comenzando a ponerse. Los murciélagos volaban incan-
como un cadáver que no está muerto, quizá.
sablemente ent¡e los árboies retorcidos por el viento. pronto tu- -Sí,
Y el tatuaje de una lechuza que parecía la marca de una so-
vieron que continuar con la ayuda de las brillantes antorchas en ciedad secreta. Algunos de los acompañantes en el duelo también
manos de los guardias. Una fina lluvia de chispas iluminaba su llevaban la señal. Antes de que Phoenix pudiera investigar más
camino. Delante de ellos, donde los portadores del féretro ascen- el misterio, se acercó un guardia.
dían con firmeza hacia la cima de los acantilados, se había cons- Perseo. El rey Polidectes quiere verte en sus estan-
truido una enoflne pira. Phoenix no pudo evitar sorprenderse -Sígueme,
cias privadas.
ante la intensidad de sus sensaciones. Un sacerdote encabezaba Iban siguiendo al guardia cuando Laura le tiró de la tunica.
las lamentaciones dirigiendo a la multitud. Phoenix.
a llorar iunto a la pira de nuestro pobre hijo ase- -Mira,
-Deteneos El canciller del rey estaba repartiendo puñados de monedas
sinado. Con sagrada miel, vino y aceite, yo le unjo. en las ávidas manos de los acompañantes del cortejo fúnebre. El
Levantó un cuchillo por encima de los hombros de un buey cadáver -ese cadáver parcialmente disfrazado, pero extrañamente
atado ante é1.
familiar* fue el primero en tender la mano.
-Con la sangre de este animal yo le honro. -Está
pagandoles -exclarnó Phoenix-. Lo sabía. Todo el
Cayo el cuchillo. Momentos después, las manos manchadas asunto no era más que ün montaie.

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vamos a probarlo? embargo, yo estoy conmovido por tu súplica de clemencia. Tam-
-Pero ¿cómo
esta es la corte de un tirano. El tiene el poder ab- bién deseo ahonar cualquier dolor a tu pobre madre.
-Laura,
soluto. Lo que él dice, vale. No vamos a probar nada. Phoenix miró los ojos atormentados de Dánae. Notaba su de-
El guardia les hizo apartarse con su lanza. Minutos más tarde sagrado hacia el rey tirano, su cautividad. Lo que é1 daría por
eran conducidos ante el rey. borrar la sonrisa de la cara del tirano...
es esa? -preguntó Polidectes cuando Phoenix entró :Tú mismo te has acogido a la misericordia de los dioses
-¿Quién
seguido de Laura. -continuó Polidectes-. Todo lo que queda es cenar un trato.
compañera -tartamudeó. Dime la prueba que quieres soportar para expiar tu crimen y yo
-Mi...
una esclava -corrigió Laura sarcástica. aceptaré tu petición de piedad. Y recuerda: solo la mayor prueba
-Soy
El rey no pareció muy feliz con su interrupción. La chica no de valor puede limpiar tu pecado.
sabía eúI era su lugar. ¡En este mundo no exisla igualdad de Phoenix no tuvo que rebuscar esta vez en su memoria. Gra-
oportunidades! cias a Pan, la leyenda estaba clara, y con ella el próximo paso en
el iuego.
-Mmm. el fin del mundo -declaró Phoenix-, hay una cueva. En
Phoenix fue el siguiente en hablar: -En
esa cueva habitan tres monstruosas hermanas, las Gorgonas.
-Me han dicho que querías veflne, señor Polidectes -ahora La respiración de Dánae se aceleró. Sus manos apretaban tan-
no había temblor en su voz. El temor persistía, pero había algo
más. Algo que podía ser incluso más fuerte. La sensación de estar to las de Phoenix que la presión le resultó molesta.
donde Ie conespondía. Gorgonas dijo Polidectes lamiéndose los labios-. Tú
-Las
aspiras a mucho, joven Perseo.
uEso es. ¡Estoy en casalu
Phoenix vio la sed de sangre en los ojos de Polidectes. Le
-Yo te quiero, Perseo -dijo el rey en un tono zalamero que llenaba de terror, pero había también algo más. Estaba vivo. Cada
hacía que sus palabras resultaran ridículas-. Serías bienvenido
pulgada de su cuerpo ardía de vida. uTengo que aspirar a mu-
como rni hijo. Por supuesto, si tu querida madre estuviese de
chou, pensó. uHay un iuego que ha de ganarse.u
acuerdo con mi proposición de matrimonio.
serpientes en lugar de cabello -exclamó, y su voz re-
Se oyó un ruido a su izquierda. Una mujer apareció por detrás -Con
sonó con fuelza en el salón de Polidectes-. Con dientes que pue-
de una pesada cortina. El corazón de Phoenix dio un salto. ¿Po-
den rasgar por la mitad a su presa y ojos tan tenibles que pueden
dría ser? ¿Había leído su madre la nota y le había seguido al
convertir a un hombre en piedra, las Gorgonas pueden competir
juego? Pero no era en realidad su madre.
con cualquier héroe. ¿Estás de acuerdo, señor Polidectes?
Aunque tenía una cierta semejanza con su verdadera madre, Los pequeños ojos del rey brillaron de placer. Casi podía sa-
esta era Dánae,la madre de Perseo. Phoenix recordó su propia borear la sangre del muchacho.
advertencia: uNunca pierdas de vista un hecho: esto es un jue- sí, estoy de acuerdo.
goo. Tomó la mano de la mujer y sonrió. Sentía que estaba en -Oh,
<Disfruta ahora, Polidectesu, pensó Phoenix lanzando una mi-
deuda con ella. Dánae le miró a su vez, cansada, sin sonreír. Sus rada tranquilizadon a Dánae. uNo olvidaré esta acusación inven-
ojos claros eran como estanques agitados. Algo pasaba entre tada y ese cadáver üviente. Vivirás para lamentar tu engaño.u
Phoenix y Danae. El podía percibir sus sentimientos. Miedo al vamos a cerar el üato -declaro-. Dos de las in-
-Entonces
tirano. Horror al pensamiento de ser suya. females hermanas son inmortales y no se las puede matar. Te
Polidectes se aclaró la garganta y empezó a hablar: üaeré la cabeza de la tercera, la Medusa de honibles oios.
castigo por asesinato es la muerte, como ya sabes. Sin acuerdo! -rugió Polidectes.
-El -¡De
110 111
dos condiciones -intem¡mpió Phoenix.
-Con
Polidectes estaba casi fuera de sí. De un golpe tendría la mano
2
de Dánae y se libraría de Perseo.
cuáles.
-Dihabrá boda hasta que yo welva.
-No
Phoenix leyo en los ojos del tirano. Sabía el destino de todos
los que habian desafiado a la Gorgona. El muchacho no tendría
ocasión de volver.
acuerdo. ¿Cuál es la segunda condición?
-De entregar la cabeza de Medusa, habré probado mi inocen-
A ooo lado de la pantalla del monitor, los ojos de Christina
cia.
-Al Graves se llenaron de lágrimas. Su primer pensamiento fue des-
truir el ordenador, hacerlo pedazos y terminar con la pesadilla.
y superado los obstáculos para el próximo nivel del iuego.
Sí,
Pero un momento después comprendió que coger un martillo no
-Es un trato dificil -dijo Polidectes-, pero estoy de acuerdo. resolvería nada. La sola idea de un juego que se tragaba a sus
¡Hecho! ¿Cuándo comienza tu misión?
Phoenix se apartó de Dánae y miró directamente a los oios iugadores vivos era una locura, pero había sucedido. Su hiio y su
marido estaban allí dentro, perdidos enhe la niebla de una época
de Laura.
pasada. No era tampoco un accidente. Pasó los dedos sobre las
-lnmediatamente. fotografias y periódicos que contaban la historia de la vida de
esta misma noche?
-¿Partes Andreas. El destino estaba habafando agú, y pintaba en un lien-
noche.
-Esta zo mucho más grande que su imaginación.

¡Qué actrnciónl, declaraban los números, no leídos ni oídos.


Oh, habrías estado tan orgullosa, mí afligida Chrisüna. Era tu
niño quin hablaba. Rulmmte he tmido ganas de aplaudir. Es
cierto. Yo quuía que él fuese mejor que el vieio canalla Polídec-
tes. iHacía tnnto tiempo que n0 había encontrado un ügno ad-
vusario, y ahora ha llegado en la figura de un muchacha im-
berbe! ¿Que opnrtunidades había? ¿Sabes lo que voy a hacu,
Christina? Deiaré que lo veas. Ahora, madre llorosa, míra a
través de los números y observa a tu hiio.

La pantalla se aclaró y Christina pudo ver una figura familiar


en la desolada cumbre de un acantilado.
Christina con la cara iluminada por la
-Phoenix -exciamó
alegría-. ¡Mi Phoenix!
Pero Phoenix no podía oír. Había estado sentado en el acan-
ülado mirando al mar durante una hora, quizámás, cuando Lau-
ra le hizo una pregunta obvia:

r12 113
ahora qué? Phoenix extendió ambos brazos, como exhibiendo ra ampli-
-¿Y
Las oscuras olas se rompían a sus pies y phoenix escuchaba tud de^la tiena y su propio tamaño insignificante.
tristemente el rumor del üento y el estrépiio de la marea. La sal es lo que ves, Laura?
mezclada con el humo de la madera le eicocía en los ojos. -iQué
mar.
¿qué hacemos?
-El qué mas?
-Phoenix, -¿Y
-No lo sé. -Elcielo, los acantilados, una ciudad.
¿Adónde vas a parar?
lo sabesl m9n9s que tú seas clariüdente o tengas a mano un dic-
-¡No . -A
Había quedado bien decir todo eso de volver con la cabeza cionario de la antigua Grecia, tenemos un pequeño problema.
de Medusa. En la casa del rey, exaltado por los acontecimientos
e impulsado por su sentido del destino, realmente phoenix lo -¿Cuál?
había creído. El instinto había sido muy fuerte. pero aquí, bajo -Que yo no sé siquiera dónde está el fin del mundo.
Apenas había terminado de hablar, cuando el sonido de un
un cielo estrellado, esa sensación de estar en casa se hábía eía- caramillo y una fuerte tos a sus espaldas le hizo ponerse de
porado, deiándole solo temor e inseguridad. No se sentía corno pie. una figura familiar salió a trompicones de la oscuridad de la
un héroe. Sentado ante el teclado de un ordenador, podía ser un noche.
gigante. Pero esto era diferente. Era un chico de catórce años en
un país extraño, quizá incluso un mundo extraño, nada más que -Pan, me has dado un buen susto.
Tras la sonrisa malévola, la consabida pregunta:
una mota de polvo baio esos cielos de intenso azul. creídoentender que estabas perdido?
¿eué sabía -¿He
él acerca de matar monstruos? luego, lo estamos -intervino Laura.
tú has dicho... -Desde
yo estoy aquí para servirte.
-Pero
Había una cosa peor que el convencimiento de phoenix de -Entonces no busques más.
Phoenix estaba dispuesto a seguir cón ét jüego, pero Laura
su debilidad, y en Ia confianza de Laura en él y la idea de que tenía otras ideas.
le estaba fallando.
lo que he dicho.

-¿Servirme? -exclamó-. ¿y cómo funciona eso exactamente?
-Ya Vamos a aclarar las cosas. Tú eres un dios,
¿no es cierto?
Tiró de un hilo suelto de su túnica. Le recordó un hilo suelto Pan reflexionó sobre esto.
en otro traie. las necesidades del iuego, sí.
he sido igual. Cuando era pequeño, había una ace- -Para
-Siempre tú haces que todo esto ocurra?
quia al foldo del jardín. Yo sabía que podía saltarla, yo era es-
-¿Y
eso no es estrictamente verdad -dijo pan_. yo soy
plci.af Siempre tuve esa sensación dentro de mí. Así que -Bueno,
vuestro guía, eso es todo.
^¿sabes?
salté. ¿Sabes qué pasó?
-ZJod9? -gritó Laura-. Pero tú eres un üos. yo pensaba que
Laura estaba unos pasos delante de é1. eras sobrehumano.
-Te caíste dentro. -¿Sobiehumano? -Pan se rió entre dientes-. Es una buena
-Eso es, Laura, me caí dentro. Así soy yo: la cabeza en las ocunencia.
nubes, los pies en el bano. te parece tan divertido? -preguntó Laura-. Este estú_
parecías tan convencido allí dentro -se quejó Laura -ZQué
-Pero pido juego nos ha hecho desaparecery todo lo que se te ocure
con amargura-. Se suponía que iríamos hasta el fin del mundo, hacer es reírte. ¿Dónde están tus poderes?
¿No puedes llevamos
¿no es verdad? al fin del mundo por arte de magia y seguir coñ todo esto?
_Sí. Pan se rascó la hirsuta barba.
qué? que entender con qué os estáis enfrentando. yo ten-
-¿Y -Tenéis
114
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go conocimientos, y algo de poder también. Como vosotros, soy ticas, estrategia, un plan de juego. y, sobre todo, tiene que
haber
parte del juego y estoy suieto a sus reglas. Este es un mundó rdeas. Aunque este mundo pueda toca¡ la más dulce-melodía,
donde los dioses existen, pero no se tratá aquí de dioses. se trata nunca tenéis que caer en la trampa de sus terrores o sus
encan-
de los ho¡nbres y muieres que entran en el
¡uego y los modos tos, nunca confundir el iuego con la realidad.
en que ellos resuelven su destino. yo no puedo áeii¿ir el resul- Phoenix había escuchado pacientemente hasta entonces. pero
tado. Solo vosotros podéis hacer eso. esa frase, <nunca confundir el
iuego con la realidadu, no em co_
Laura se levantó agitando los brazos. necta. Recordó de repente la fotografia del tío Andreas y la
ex-
-¡Pero esto es una locura! El juego trata de hombres y mu_ haña figura en segundo plano.
jeres, según dices. Nosotros somos dos adolescentes. uTú, Pan. Eras tú.n
¿eué se su_
pone que tenemos que hacer?
Pan la miró de soslayo.
-Usad el mito como vuestra estrella polar _continuó pan,
inconsciente de las preguntas que asaltaban a phoenix-. Es uná
. -Simplemente esto: tenéis que seguir el juego hasta su con_
clusión.
ayuda_para navegar en aguas tráicioneras. No es, en sí misma,
la
verdad completa.
, no puedes pararlo? -preguntó Laura-. ¿eué pasa si Phoenix establ a punto de intenogarle sobre la aparición fan_
-¿Pero
decimos ulo siento, pero no sigo"? tasmal en un iardín de Grecia cuando pan se agaché, como si
se
Se puso a gritarle al cielo: escondiese. Baió la voz, mirando inquieto a deiecha e izquierda.
-¿fuede oírme alguien? No iba en serio. Solo queremos imos Habíaun tono de determinación en su voz. El temor eriiaba su
a casa. Todo esto es una equivocación. pelo como un fuerte viento.
Pan sacudió la cabeza. trabajo está hecho por ahora. preparaos, el dios olím_
phoenix es un ya tuvo . -Mi
-No es una equivocación.
una buena cantidad
iugador. pico se acerca.'
de avisos en sus pequeñas clorerías por el Phoenix miró al negró mar que chocaba abaio contra las ro_
laberinto, pero no los tomó en cuenta. Se le han dado todas las cas,la espuma que llegaba hasta los acantilados, y se esüemeció.
oportunidades para aparta$e, pero no pudo dejarlo. Ha elegido 0bservó córno Pan se escabullía, y volvió su miraáa hacia el mar.
este camino. Este es su destino. quién viene.>
<Sé
Phoenix escuchaba. Pan tenía ruzón. La suerte estaba echada. mira.
-Laura,
-Entonces, ¿cuál es el próximo movimiento? -preguntó. Las nubes se estaban separando y una figura sobrecogedora
Pan ie dirigió una de sus inquietantes sonrisas. bajaba suavemente desde ellielo. Aunque su iorma era hnllana,

-Mi poder es el de la profecía dijo-. Conozco tu desüno


denho de las reglas del juego. Tienes que matar a la Gorgona
su presencia era inmensa. Su llegada cargaba el aire de una osürra
intensidad. Laura tenía que notarlo también, porque se encogió
Medusa y v-olver con su cabeza a la corte de polidectes. yo puedo y dio_unpaso atrás. Phoenix dio un nombre á h presencia: '
señalarte el camino. En cuanto al resto, está en fus propiás ma-
nos. Tú tienes que encontrar el valor para matarla. -La diosa Atenea.
La diosa llevaba armadura y su alto casco plateado reflejaba
es el obieto de todo esto? -exclamó Laura-. la luz de la luna. Llevaba espada y lanza. suspendida sobre eilos,
-Pero ¿cuál
qué no podemos interrumpirlo? ¿por qué no podemos simple-
¿por
empezó a hablar:
mente irnos a casa? eres Perseo?
Pan frunció el ceño: -¿Tú
Phoenix recordó lo que había dicho pan: <para los propósitos
-Olvidas algo, niña. Esto es un iuego. Vuestras mentes deben del juego, sí>.
ser tan claras corno un arroyo de montaña. Tiene que haber tác- diio solamente.
-Sí
116
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-¿Y tú te has comprometido a traer Ia cabeza de la Gorgona
manas, solo Medusa es mortal. No intentes matar a sus herma-
Medusa?
_Sí. nas, Esteno y Eurivale. Seguramente tal enor te costaría la vida.
elio pudiera amenazar tu propia existencia? Phoenix asintió.
-¿Aunque Samos has de ir al monte Atlas. Allí encontrarás a las
Una nota de inseguridad se deslizó en su voz. -Desde
_Sí. Greas, las hermanas de las Gorgonas. A través de ellas descubrirás
dioses saludan tu valor, Perseo. el paradero de Medusa.
-Los Después, la diosa se fue, regresando a las nubes tormentosas
<¡Mi valorlu
Phoenix se recordó caído de espaldas, mirando la desagrada- que se cernían sobre el mar. Phoenix estaba examinando las ar-
ble cara de Adams. Se recordó fallándole a su padre. mas cuando oyó pasos.

"¿Qué
valor?, -Ya estás armado -dijo Pan-. Eso es bueno. Por eso fuiste
elegido para jugar. Tus conocimientos son sólidos. pero, por sí
-Si estás dispuesto a aceptar tu misión, yo te equiparé con
los útiles necesarios. mismo, el conocimiento no es suficiente. Es el valor lo que debes
Pero a pesar de todas las imágenes vergonzosas que lo per- descubrir por encima de todo. Cuando huiste del laberinto, casi
seguían, Phoenix sabía que había algo más dentro de é1. Una agotaste tu fuerza vital al hacerlo. Si tu valor falla de nuevo,
determinación, una convicción de que él tenía un desüno. pierdes. Espero que me entiendas bien, te estoy hablando de vida
dámelos -diio Phoenix-. Me esforzaré por encon- y muerte. Si echas a correr esta vez, lo pierdes fodo.
-Entonces
trar el valor. Cerró los ojos y aspiró profundamente el aire de la noche,
Cuando Atenea lo conduio a la entrada de una cueva, Laura dando tiempo a Phoenix para asimilar esta información. Y üem-
se quedó atrás. po para preparar su pregunta acerca de su tío Andreas.
tienes tus armas -anunció Atenea apartando un paño.
-Ahí
Las enumeró, pero no era necesario. Phoenix las conocía, del
-La única manem de concluir el juego -resumió Pan- es
completar este nivel y volver a Knosos para enfrentarte al Mi-
mismo modo que un hombre ciego conoce su camino a casa. notauro. Tienes el tiempo que tarda la luna en cruzar tres veces
Por una especie de enorme instinto. el cielo. Para entonces tienes que tener la cabeza de Medusa o
De Atenea misma recibió un escudo bruñido en el que ver el no podrás conünuar.
reflejo de Medusa sin tener que mirar en los tenibles ojos. Ojos Phoenix sonrió:
que podían converür en piedra a una persona. De las ninfas es-
tigias recibió un par de sandalias aladas, un casco que le dotaba -Entiendo.
Pan se dio la vueltapata marcharse.
del poder de hacerse invisible y un moÍal mágico -una pesada una cosa más.
bolsa de cuero- para llevar la cabeza de la Gorgona. Finalmente, -Hay
de Hermes, mensajero de los dioses, recibió una hoz adamantina -Sigue.
gustaría saber cómo es posible que estuvieras en un jar-
para matar a Medusa. -Me
dín de mi mundo hace cincuenta años.
Cuando Phoenix posó sus ojos en las armas, oyó el grato mur-
Pan dio unos pasos aüás sobre sus hendidas pezuñas, como
mullo de los puntos en el brazalete. Su marca estaba subiendo.
si se volviera inseguro repentinamente. Entrecenó los oios y dejó
-No hay otra ayuda que yo pueda darte -dijo Atenea antes
de marchar-. Las sandalias aladas te llevarán a la ciudad de Deic-
pasar algun tiempo antes de dar una respuesta.

terión, en Samos. AIlí verás representaciones de las Gorgonas. -Es una buena pregunta, pero desgraciadamente no tengo
libertad para contestarla.
Recuerda bien sus imágenes, Perseo. De las fres espantosas her-
tienes libertad! ¿Qué clase de respuesta es esa?
-¡No
118
779
h.v"
Extendió los brazos hacia el cielo
. .=1r la respuesta de un sirviente. Gana el iuego y tendrás
todas las respuestas que encima del borde del acanülado.
y su amigo se lanzó por
quieras.
-Pero... ;¡Phoenix!
Antes d-e Que phoenix pudiera completar su El se hundió en la oscuridad. El üento de
.
desaparecido.
frase, pan había
peaba el rostro,y le escocían ros oios.
la noche le gol_
Las rocas parecían abalan-
Laura le siguió en la oscuridad y después preguntó: zarse sobre él' su caída era tan npiaa
que teníira sensación áe
qué iba todo eso? que la came se desprendía de los t u.ró.
-¿De
único que sé -contestó phoenix_ es que solo hay -¡Phoenix!
-Lo. un Lavoz de Laura se perdía en el viento. casi se había
medio de salir de aquí. Ganamos el encontramos acabado.
iuego, a mi Sentía el azote del mai en sus mejillas,
padre y nos vamos a casa. el sabor de la sal ;;;;
Laura señaló las cinco cosas que había traído labios. Entonces, tan rápidam.nt. óo*ó
Atenea. había empezu¿o,.iruilo
hacia abaio terminó y se sintió affastrado rru.iá
-¿Cómo sabes siquiem que vin a funcionar? como una pluma.
a-rriuá,-r€.;;
-Pan parecía muy impresionado.
¡Estaba en el aire!
-¿Me estás diciendo que te fías de ese... ese... viejo cabrito?
u.g que tengamos mucho donde elegir. ves ahora, Laura? ¡Estoy volando!
-Io ^ ¿,.Me
Se levantó en el ai1e,
.-Pero, Phoenix, él nos metió en esto. ¿y ii toda esta locura 3g91do por la sensación de ingravidez.
es idea suya? ¿y si él es el enemigo? te lo he dicho? Sabía que podía confiarse en"pan. yo
-¿No
puedo volar.
Phoenix intentó explicarse. só trataba de cómo
se sentía ér
Después fue baiando en círculos alrededor de
desde_ que entró en el juego por primera
vez. . ra asombrada
<Yo estaba hecho pará
¡ugar.-
yo soy er matador de los de- Laura.
monios, el Legendario.o piensas que pan es un impostor? Vamos,
1Jo$avíl dime.
observó la expresión de la cara de Laura. Eila todavía ;No lo
sé -respondió Laura insegura.
pensaba
que todo era una ilusión. r.,d:ig caer al.suelo y alanzó hacia ella. La puntua_
.,t::n, Laura, *.11o:t]]*
cron del brazalete había subido vertiginosamente
¿quieres pruebas? yo te daré pruebas.> a 550.
otra cosa, phoenix -diio Láura_.
-Phoenix, ¿qué estás haciendo? -Hly pasa conmigo?
ieué
El chico empezó a ata¡se las sandalias aladas
en los pies. -¿Contigo?
-Oh, no, solo estás bromeando. -Podrías llamarlo un problema de transporte. Nos falta un
par de sandalias mágicas.
-Apártate, Laura. De_repente, Phoenix tenía respuesta para todo.
Se aleió a grandes zancadas hasta el borde del
acantilado.
uSolo hay una manera de hacer que
me crea.) -Yo-he conquistado el cielo nocturno, ¿no? He desafiado la
favor, phoenix, no hagas eio. T". coge solamente mi mano y cruzaremos juntos
-Por ,gt^1":9,r4 i?"1
tos cielos. Hasta el fin del mundo.
Su amigo miró hacia á las impresionantes
. lluio, oias negras
y las rocas dentadas. El chico a quien Adams había vencioJno Ptoenix podía ver su destino. Era algo superior a é1, fuera
de
se atrevería. El chico que había sbltado ia su alcance, algo decidido por el juego. Éra suyo y se aganaba a
mano de su padre se
quedaría- sentado para siempre en esa solitaria ello.
roca. peio él no
era ese chico. Ya no. se estaba convirtiendo en sé, Phoenix. parece peligroso.
algo mas. rauia -No
seguía suplicándole: . -Claro que es peligroso -exciamó él_. yo he olido el hedor
favor. de la muerte en el laberinto. Los dos hemos
-Po¡ oído la traición en

120 tzl
lavoz de Polidectes y visto de lo que será capaz por conseguir
lo que quiere. Todo este mundo es peligoso.
3
Laura le miraba, preguntándose si Phoenix se había welto
completamente loco. Pero no estaba loco, había renacido.
Brownleigh, esa ciudad pequeña y abunida, había muerto, de-
saparecido. uEso es cierto>, pensó Phoenix. <Este mundo de en-
cantamientos y monstruos no es el mito, el mito es Brownleigh.>
Conió por la hierba óorta y tiesa hacia la cueva donde había
deiado suslegalos. Después de meter el casco y Laboz en la bolsa
de cuero y atarse el escudo a la espalda, Phoenix saltó hacia Lau-
A la mañana siguiente, lo primero que vio Phoenix a la hn
del amanecer fue el interior de la cabaña de pastores donde se
ra con la mano extendida.
habían cobiiado para pasar la noche. Laura estaba todavía dor-
lista? -preguntG. ¿Lista para una aventura en el fin
-¿Estás mida, con la nariz tapada por una piel de color blanco amari-
del mundo?
llento en la que se había envuelto. Lo segundo que vio le hizo
saltar de alegría. Comida. Digna de un rey. ¡Mejor aún, de un
héroe! Queso, pan negro y ordinario, aceitunas, uvas, naranjas,
incluso una jarra de vino aguado. Al parecer, su proveedor no
quería que se embonacharan. Había solamente un ligero olor a
piel de cabra para dar una pista sobre su identidad.
Eh, Laura. El desayuno está servido. Cortesía de un
-Laura.
dios menor, Pan.
'l
Observó cómo los ojos cargados de sueño de Laura se entre- 'il.
,1,
abrían, pero los abrió asombrada al descubrir la mesa del desa-
.l
yuno.
j,.
es un sueño. ¡Tiene que ser un sueño!
-Estoes
un sueño...
-No
En el momento en que las palabras salían de la boca de Phoe-
nix, se dio cuenta de algo más.
<Ningún sueño.>
Por primeia vez en muchos días, la noche anterior había dor-
mido tranquilo, mecido por su nueva identidad. Los dolores de
cabeza habían desaparecido. El héroe se había despertado recu-
perado. Saltó hasta la mesa y se puso a bailar alrededor de los
platos.
Con la boca llena de pan y queso, Laura acertó a decir:
qué te pasa?
-¿Pero
Phoenix saltó de la mesa sin dejar de sonreír.
pesadillas acerca de haber abandonado a mi padre,
-Esas
Laura. Esta noche no las he tenido.

rzz r23
Laura no se deió impresionar. Sus palabras expresaban autén- . -Tú estás aquí por culpa mía. ¿Te acuerdas del cuestionario
tica indignación: del que te hablé?
Laura asintió lentamente, al darse cuenta de lo que él estaba
-No me extraña -señaló aLaluz briilante que se colaba por
la puerta abierta-. La pesadilla está ahí fuera. ¿O has olüdado a punto de decir.

dónde te encuentras? -tragó saiiva antes de añadir-: ¿Y a lo que -Yo te incluí como mi heroína, no estáraQuí por accidente.
Es el destino. Tenía que ser.
tenemos que enfrentamos?
Phoenlx llenó dos vasos de vino, escuchando ei chocar del Laura se quedó quieta y silenciosa digiriendo la información
durante unos momentos; después bebió su vino de un trago y
líquido en las copas de barro. Si era una pesadilla lo que veía
sin una palabra más se fue hacia la fuente para iavarse la can.
Laura a través de la puerta, io que veía él era un emocionante
que Pan no habrá deiado un cepillo de dientes...
mundo nuevo. Su mundo. -Supongo
Phoenix se echó a reír. El mundo de Brownieigh había que-
Hizo lo que pudo por disimular su entusiasmo por lo que les
dado atrás y, con é1, las rutinas de la escuela, la casa... y la pásta
rodeaba al contestar tajantemente:
de dientes.
-No olvido nada.
-Tendrás
que frotártelos con los dedos.
sí que lo olvidas -le contradijo Laura.
-Oh, Esperó unos momentos a que Laura terminara y después le
-¿Qué? tendió la mano:
que mis padres estarán pensando. Estarán enfermos de
-Lo
preocupación. -¿Estás
lista?
Laura miró las sandalias con cierta desconfianza.
Sin saber qué contestar, Phoenix fue hacia la puerta con un *¿Estás seguro de que esto es fiable?
cuenco de pan, queso y fruta. juntos anoche.
*Deberíamos estar en Deicterión al anochecer. -Ya volamos
Fue como si él hubiera nacido para volar. Habia saltado por
;ZCómo lo sabes? encima de las olas y subido hacia las estrellas, burlándose del
El se puso las sandalias aladas. Los regalos de Atenea le re- viento y del cielo abierto. Y todo el rato Laura iba colgada de su
cordaban su identidad. El era ahora el Legendario, en la forma mano, apretándola con furia.
de Perseo. y tenía el corazón en la boca.
el momento en que me puse estas sandalias supe -Si
<¿Asustada?> Phoenix sonrió para sí mismo. <Tú no sabes lo
-Desde
todo tipo de cosas. que es estar asustada, Laura. Al final del mundo, tres hermanas
por ejernplo? están esperando. Saben que el héroe va a llegar, han nacido para
-¿Cuáles,
es una ciudad sin ley. Un puesto fronterizo del esperar mi llegada. Sus alas doradas golpean conünuamente el
-Deicterión
saivaie oeste, si te gusta más. Habrá bandidos y asesinos. No se aire pútrido. Sus manos de bronce acarician las figuras petrifi-
te ocurra mirar a nadie a los ojos. No sería una buena idea. cadas de aventueros que vinieron antes y fueron lo bastante
Laura sacudií la cabeza. temerarios para mirar en los ojos de las Gorgonas. Las hermanas
puedo esperar yo aquí hasta que vueivas? esperan y respiran el viento del oeste como tres peros infemales.
-¿No Sus lenguas cuelgan y se apoyan en sus quijadas curtidas. Saben
Tenemos que seguir iuntos. Tú estás aquí con una fi-
-No.
nalidad, lo mismo que yo. que voy a llegar y están preparadas, esperando., Al pensar en las
ya estamos otra vez. ¿Qué finalidad? Gorgonas, sus nervios se tensaban. El tenor y la esperanza iu-
-Yaya, chaban dentro de é1 como gatos monteses en un saco. El vieio
Phoenix masculló sus siguientes palabras como un escolar
culpabie: Phoenix le decía que se quedara, que se esconüera en un rincón.

124 125
uPero yo soy mejor que todo eso.> remos este lugar sin enfrentamos al peligro.
euizá incluso a la
bueno -dijo poi fin-. Si quieres quedarte, es cosa tuya. muerte.
' -Ah,
Los ojos de Laura echaban chispag. ha sido eso?
-ZQué
una cosa más. Laura estaba agitada, voivió la cabeza en redondo.
-Solo
-Dime. ;Nos están siguiendo -dijo él-, pero eso ya lo sabías.
Laura no quería que él supiera que estaba ásustada a causa de
-¿Conoces
el viejo refrán? -
las calles solitarias y los. sigilosos pasos detrás de ellos. sin em-
pero estoy segura de que vas a decírmelo.
-No, bargo, se acercó más. A él le gustó el roce de su brazo cont¡a el
Phoenix se aclaró la garganta y miró significativamente a los
suyo.
rebaños que pastaban en la ladera de la colina.
puedo ver a nadie, Phoenix.
.-Donde hay ovejas, hay cíclopes. -No
El cogió una vela de junco de su soporte en la pared de una
verdad decían eso?
-¿De casa.
Phoenix cruzó los dedos a su espalda.
toda seguridad. -Toma esto -señaló en voz baja-. Cuando yo te lo diga,
-Con tíralo.
hay cíclopes por aquí?
-¿Y Esperaba matones saüendo de las tabemas,
ióvenes peleones
Era el momento de cargar las tintas:
en las calles, no este silencio perturbador.
-Un solo ojo gigantesco, dos filas de dientes para masticar
los huesos, un cue{po de seis metros de poderosob músculos. Sí, -¡Allí! -diio Laura-.AIgo se ha movido.
Phoenix también lo había visto. Desatíla hoz adamantina
la hermandad de los cíclopes ronda por estas colinas. que colgaba en su cinturón.
Laura le miró con el ceño fruncido y le cogió de la mano:
-Es un chico -susunG, alguien de nuestra misma edad.
-Vamos. La grava cruiió bajo los pies del extraño.
-¡Ahora!
Laura lanzó la vela de iunco en el oscuro rincón. Al chocar
Fue de lomás extraño. Phoenix no tuvo que imaginar Deicte- contla el suelo reveló una cara familiar.
rión. Lo recordaba. Las sombras de este nuevo mundo parecían
haberse reunido a su alrededor desde que él había nacido. A ton- -¡Adams!
estás haciendo aquí?
tas y a locas, pero las confusas imágenes eran al fin y al cabo -ZQué
deberías saber la respuesta. Después de todo, fuiste tú
recuerdos. Se acordaba de cosas anteriores al tiempo histórico. -Tú
quien me invitó a entrar.
Deicterión era una ciudad amurallada. Sus calles pedregosas Phoenix le miró asombrado:
estaban casi desiertas cuando los pebeteros empezaron a llamear cuestionario!
a la hora del crepúsculo. Una lechuza chilló y bajó en picado a
-¡El
-Chico listo -asintió Adams. En sus labios se dibuió una son-
un bosquecillo de cipreses. Su ulular de cazador taladró la noche. risa astuta-. Aunque no lo bastante atento,
¿verdad? Nos hemos
Phoenix recordó los exüaños tatuajes. encontrado antes.
parece bastante tranquilo diio Laura al pasar iunto a Phoenix seguía mirándole. Entonces cayó en la cuenta:
-Me
sus almenas. tú. Tú eras el cadáver en el palacio de polidectes.
-Eras
por la lechuza. Adams cnrzó los brazos sobre el pecho y ceró los oios.
-Excepto
No permitas que te engañen las apariencias, Laura. Recuerda -Fue un trabaio agradable, por decirlo así. No hay nada
como un buen funeral, especialmente cuando es el propio -ab¡ió
la advertencia de Pan. Es un juego, todo es un juego. No deia-

126 127
los ojos y su expresión cambiG. Un funeral, ¿eh? ¿No es eso qspada. El segundo dudó y recibió de plano en la cara la espada
ahora una buena idea? Te dejé marchar fácilmente la última vez de Laura. Los puntos del brazalete eslaban subiendo fuenéiica-
que peleamos. Ahora es de verdad -sacó una espada corta y pun- mente. Phoenix estaba empezando a disfrutar.
zante y se lanzó contra Phoenix-. ¡Sorpresa, sorpresal baies la guardia -grito-. ¡pega en el blanco!
Phoenix paró el golpe con lahoz. A Adams le cogió por sor- -No
En la confusión, los cuerpos caían como flores cortadas. La
presa la rapidez de refiejos de Phoenix. usorpresa para ti>, pensó escaramuza terminó con gritos roncos y pies coniendo.
Phoenix. uAhora no estamos a las puertas del colegio.n Adams
arremetió de nuevo, y una vez más su espada chocó contra la -¡Ha sido tan fácil! -exclamó Laura-. No estamos peleando
como la gente de verdad. No puede ser. Es como cowbiys contra
hoz. Phoenix vio un chispazo de desaiiento en los ojos de su indios: bang bang tu estás muerto; después, todos se levantan
adversario y le desarmó de un golpe seco. Adams miró incrédulo otra vez.
su espada hecha añicos en el suelo. Era un Phoenix muy dife- Phoenix no estaba tan seguro. Se conformó con un comen-
rente el que estaba luchando. Después, con un grito gutural, se tario neutral:
apartó corriendo. ganando puntos en el juego. No podemos enfren-
por él! -Estamos
-¡A tarnos a Medusa sin más. Tenemos que fortalecer nuestto poder.
Desde el principio del ataque, los sentidos de Phoenix se ha-
bían agtdizado. Oía con toda intensidad y sentía cada tirón de -Pero ¿cómo vamos a saber si es suficiente?
pregunta -dijo Phoenix-. Me gustaría tener la res-
sus músculos. Su cerebro se llenó del sonido de pies coniendo.
-Buena
puesta.
Hombres armados salían de las puertas osfltras. Cinco, diez, Sin decir nada mas, empezó a andar.
quince. Había traído a sus matones. En su ansia de matar, un vamos? -preguntó Laura nerviosamente.
hombre se había adelantado a los demás. Su chaqueta desabro- -¿Adónde
que echar un vistazo a algo.
chada deiaba ver una familiar marca azul en la garganta, la le-
-Tengo
Examinó al primer atacante. Quería ver el tatuaje. Volvió ha-
chuza tatuada. Despertó la curiosidad de Phoenix, pero no había cia un lado la cabeza del ioven caído e inspeccionó la señal. Al
tiempo para preocuparse de ello. Tenía que deshacerse del ata- inclinarse hacia delante, su víctima gruñó.
cante en el espacio de un segundo. Lahoz adamantina silbó en volviendo en sí.
el aire al esgrimirla y dirigió un goipe oblicuo al atacante. El -Está
En el momento en que el joven se recuperó, dio un grito
joven se desplomó de rodillas con un gruñido; luego cayó a los sobresaltado. Phoenix tenía la hoz en su garganta.
pies de Phoenix. El éxito le animó, especialmente cuando sumó de esto.
cincuenta puntos en su marcador. -Háblame
El ioven iuntó las manos, como si suplicara por su vida.
espada,Lauta, coge su espada! tatuaje, ¿para qué es? ¿Qué significa?
-¡Su -Este
qué voy a hacer con ella? Su prisionero empezó a tartamudear rogando piedad:
-¿Y
No había tiempo para una lección de artes marciales. preguntes, por favor, no lo hagas. Me costará la vida.
cosa, con tal de que te parezca que hace algun
-No
-Cualquier Phoenix desdeñó la mirada de horor. Estaba actuando, como
daño. el grupo de dolientes en la corte de Polidectes.
yo no...
-Pero
Laura. Recuerda: tómalo como lo que es, un
-No seas idiota -dijo Phoenix-. Solo quiero saber más sobre
el tatuaie, ya lo he visto antes. ¿Para qué es?
-Concéntrate,
juego. Pero antes de que pudiera conseguir una respuesta del joven,
Los dos atacantes siguientes ya se encontraban sobre ellos. un ruido sordo salió de su garganta. Tendió las manos hacia
Phoenix hizo caer al primero con un golpe de su centelleante Phoenix y se aganó a su túnica.

rz8 1,29
favor. Ayudame. No... quiero... morir.
-Por _ .4qui estamos demasiado al descubierto -urgió en voz baia-.
Puso los ojos en blanco y dejó caer la cabeza. Las palabras
¿Dónde está el pomo de la puerta?
sonaban grotescamente en su garganta. usolo un juegou, siguió Fue Laura quien lo encontró y los dos se dejaron caer dentro
diciendo Phoenix para sí mismo, a pesar de la evidencia ante sus del edificio. No había tiempo para buscar en los alrededores. El
ojos. Solo un juego. Pero la garganta del joven emitía un espan- sonido de pies corriendo los alertó de ot¡o ataque. Después, la
toso ruido y un hilillo de sangre salía de su boca. Todo esto era cara de Adams con su afectada sonrisa apareció en la ventana.
demasiado real.
-Lo has hecho bien -dijo-, mejor de lo que yo esperaba.
-No lo creo -Phoenix bajó 7a cabeza del joven hasta el suelo
y retrocedió-. Algo le ha matado.
Pero todavía no se ha acabado -rió.
Estaban arrojando teas encendidas en el edificio, que chis-
quieres decir con que le ha matado? -preguntó Lau- ponoteaban al golpear el suelo.
-ZQué
ra-. Es como indiosy cowboys. Todos van a levantarse. sorpresa!
-¡Sorpresa,
era eso lo que nosotros pensábamos, pero esto no es A su luz resplandeciente, Phoenix y Laura empezaron a dis-
-Quizá
fingido -dijo Phoenix mirando horrorizado al cuerpo-. Es como tinguir las formas de la habitación. En la pared opuesta había
si una baia se hubiese disparado dentro de é1. numerosas vasijas altas. Phoenix metió la mano en la más cer-
Laura le interrumpió con un grito agudo. Le üraba de la tú- cana a ellos.
nica con la rnano. granero -dijo a Laura-. Estamos en un almacén de ali-
-Un
mentos.
-¡Phoenix! mira allí. Una puerta. Todavía podemos escapar.
Justo cuando él se preguntaba qué pasaba ahora, una flecha -Phoenix,
atravesó el aire de la noche y vino a estrellarse en un dintel, Demasiado fácil. Sus sitiadores la tendúan vigilada desde el
astillando la madera. Laura había reaccionado rápidamente, le principio del ataque.
había empujado hacia atrás con fuerza inesperada. Laura. Estarán esperando que tratemos de salir por
-Escucha,
El brazalete añadió cincuenta puntos extra. Su recompensa ahí. Cuando yo dé la señal, ábrela con cuidado solo un poco y
por burlar a la muerte. luego aléjate de la puerta.
puntos habríamos perdido si la flecha te hubiera ;iQué vas a hacer?
-¿Cuántos El sonrió. Era una sonrisa insegura. No entendía nada, pero
alcanzado? -preguntó ella.
aprendía deprisa, recurriendo al recuerdo que no podía ser un
Phoenix, desbordado ahora con la nueva in-
-Todos -jadeó recuerdo, imaginando un duelo en una tranquila arboleda.
terpretación-. Yo estaría muerto. ,

haber pensado antes en esto -sacó del saco de cue-


Durante todo este tiempo, él pensaba que dominaba el juego -Debería
ro el casco que le hacía invisible y se lo puso, rezando para que
y solo había estado engañándose a sí mismo. uOlvida los indios
funcionara. Arrastró una vasija de grano hasta la ventana más
y cowboys., Sus primeras sensaciones habían estado más cerca de próxima y se preparó parula batalla.
la realidad..Era real. El juego iba en serio.
-¡Ahora!
-Pero... Cuando unos dedos empujaron la puerta, Phoenix usó la va-
él-. Yo no lo comprendo tampoco.
-Escucha -interrumpió sija como peldaño para subir al alféizat de la ventana y saltó a
Vale, un juego es un juego, pero la muerte es la muerte -tiró de la calle. La hnz hizo de nuevo su trabajo, haciendo morder el
la flecha-. No hay nada de ürtual en esta realidad. Toca. polvo al enemigo que no le había visto. El casco funcionaba.
Mientras Laura exarninaba la flecha, él apoyó la espalda en
la puerta. -¡Phoenix!
Llegó a la puerta entreabierta y vio a tres hombres rodeando

130 131
a Laura. Ella empuñaba la espada y retrocedía. Ellos se divertían daba al Minotauro. Ella tenía también dientes asesinos como un
con el juego. Era el momento de hacer su entrada. gran gato, un león o un ügre. De su boca salía una lengua hin-
quien buscáis -anuncifi y aquí estoy.
-Es a mí a chada como una soga. Pero había un detalle que no podía re-
El tdo se dio la welta. Phoenix disfrutó al verlos confusos. cogerse en los gigantescos relieves: sus oios. El escultor no había
Se dirigían hacia su voz, pero apuñalaban el aire. Protegido por intentado siquiera rehatar los ojos que podían convertir a un
su invisibilidad, asestó un golpe, dos golpes, tres golpes con la hombre en piedra. Había dejado sin ojos a sus criaturas. Debajo
hoz. Con cada corte de la feroz hoja, el nivel de puntos registraba de cada una de las hermanas estaba grabado un nombre: Esteno,
otra subida. Eurivale y Medusa.
Laura.
-Vámonos,
Huyeron por la calle principal de Deicterión, esperando más
ataques en cualquier momento. Pero no llegaron. Se hizo el si
lencio.
qué lo han dejado? -preguntó Laura-. No hemos ven-
-¿Por
cido a todos.
Phoenix no sabía más que ella. Pero de hecho habían aban-
donado. Era como si hubieran querido traerlos a este lugar. Su
ansiedad volvió a crecer. Se quitó el casco.
no me gusta, Laura.
-Esto
Elia estaba muerta de miedo. Incapaz de creer que la lucha
había terminado, se acercó a una esquina... y gritó.

Phoenix miró arriba, a las honibles caras que aparecían ante


ellos, y dio un suspiro de alivio.
pasa nada, Laura, no son reales. Esto es lo que veníamos
-No
a buscar.
En las paredes de piedra de la ciudad se habían esculpido tres
enormes relieves, semejantes a los de la corte de Polidectes.
Gorgonas.
-Las
fi hs había visto representadas en ilustraciones de las leyen-
das, e incluso había hecho sus propios esbozos. Pero ninguna se
había parecido a esto, ni siquiera las del palacio de Polidectes.
Había aquí muchos más detalles. Todas las hermanas tenían
cuerpo de mujer, pero descansaban en colas de seqpientes en lu-
gar de piernas. Eran aladas y sus manos etan fuertes ganas. Su
pelo estaba formado por bucles hechos de víboras vivas que se
retorcían. Pero el centro del tenor estaba en el rosho de la Gor-
gona. Tenía colmillos como un iabah y había algo que le recor'

132 133
4 abrir la puerta. El pomo y la cerradura estaban atorados, sellados
en ese único momento sin tiempo.
Las siete y media.
No tenía oha elección que volver al ordenador, donde el sal-
vapantallas había saltado y comenzado a emitir las interminables
filas de números indescifrables.
Sin tratar siquiera de contener sus lágrimas, apretó el monitor
con la mano derecha y dio rienda suelta a su dolor. Estaba per-
dida, igual que John y Phoenix.
T;, unas horas en solitaria vigilia ante el ordenador, Christina
Graves hizo un descubrimiento. Mientras obsewaba a Phoenix
sentado en la cima del acantilado, miró su reloj. Las siete y me- Quizá estés unpezando a entmder. Solo hay un tiempo. El üern-
po del mito. Es tu tiempo, el üempo tan cuidadosamente cal-
dia. Vio la llegada de la diosa, la noche pasada en una cabaña
calado hasta una fracción de segundo por sofisticados ingenios
de pastores, la pelea en Deicterión. Entonces volvió a mirar el
atómicos, eI tiernpo marcado por millones de reloies, el que aho-
reloi. Todavía las siete y media. Se eshemeció hasta la médula
ra es imaginario. El iuego es real, tu mundo es un sueñ0. El
de los huesos. Tenía que haber un error. El reloj se había parado.
tiempo avanzará solo cuando yo lo quiua.
Pero ella sabía que era una explicación demasiado simple. El relof
de la pared marcaba exactamente la misma hora.
Hasta mediodía del día siguiente, Laura y Phoenix no alcan-
tonta soy!-se dijo después de unos momentos-. fues
-iQué zaron las estribaciones del monte Atlas. Había pasado otra noche
claro, son las siete y media de la mañana. He estado levantada
sin sueños, sin el laberinto. Y lo mejor de todo, sin miedo. uEs
toda la noche.
curioso>, pensó Phoenix, uhe empezado a darme cuenta al mis-
Pero en cuanto ese pensamiento pasó por su cabeza, fuvo que
ponerse a pensar de nuevo. Todavía no había oscurecido, no ha-
mo tiempo de lo peligroso que es el juego y de que no estoy
asustado. Yo había nacido para terminar este viaje. Cuanto ma-
bía tenido que encender Ia luz.
yor es el miedo, mayor es la recompensa por vencerlo. El mismo
esto es...
-Pero mundo que enfada y asusta tanto a Laura me permite a mí res-
Mientras una parte de ella trataba de encontrar una explica-
ción racional para la estremecedora quietud que la rodeaba, otra pirar de nuevo). Por primera vez desde que había llegado a
Brownleigh, furioso por tener que deiar Londres, se senla ver-
-la parte más profunda- se había apresurado a buscar una más
increíble. Dio una vuelta por la casa, en un intento de refutar daderamente vivo.
*Parece que Pan ha estado aquí antes que nosotos -observó
sus propias sospechas. Pero su primera intuición había sido co-
necta. No solo su reloj se había parado a las siete y media. Tam- señalando el festín de came y f-rutas colocado en una mesa de
bién los relojes del salón y de la cecina, el despertador del bronce.
dormitorio y los del microondas y el vídeo. Encendió incluso el Laura estaba mirando la apeütosa comida, pero no se lanzó
televisor y se encontró con las manos de Homer Simpson ro- hacia ella como había hecho la primera vez.
deando para siempre la garganta de Bart. algo?
-¿Ocune
estoy volviendo loca. Laura se pasó una mano por la cara.
-Me
Miró por la ventana. Un grito se heló en su garganta. Todo algunas respuestas -contestó, y su voz sonaba triste.
-Necesito
parecía estar congelado: los coches, la gente, las nubes, las hojas, uY yo tambiénu, pensó Phoenix. <Yo soy el aventurero, el
todo temblando en el vértice del tiempo suspendido. Trató de héroe, el Legendario, pero he entrado en una cavema ne$a y

t34 135
enorme armado con una pequeña antorcha. A pesar de todo mi
Avanzó hacia la mesa de bronce. De repente, se desató una
sentimiento de pertenencia y emoción, estoy en parte con los tomenta en su interior. Laura no era la única que estaba preo-
ojos vendados. Hay mucha más oscuridad que,luz.u
cupada. Phoenix quería aplastar cosas, ürarlas al suelo.
-iQué es todo esto, Phoenix? Primero es un iuego, después
es real. En la pelea en la que participamos, ¿hicimos daño a esa -¿Quieres
otra demostración?
Baió de golpe la hoz sobre la mesa de bronce haciends saltar a
gente? ¿Era como indios y cowboys, o qué? -movió los brazos
Laura. Al partirse, los platos de comida se deslizaron hacia el cenfio.
hacia la inmensidad del cielo-. En algun lugar ahí fuera están
mis padres enfermos de preocupación por mí. Y yo también es- -¿Satisfecha?
toy preocupada por ellos.
Miró a Laura ¡ al ver su cara, lamentó inmediatamente su
demostración de furor. Había empezado a actuar como Adams.
Phoenix bajó los ojos. Los suyos también.
siento.
-Lo
-Lo siento, Lauta, pero yo no tengo las respuestas -recordó
los ojos sin vida del ioven a quien él había estado intenogando,
Ella aceptó la disculpa con un breve gesto. Después hizo otra
pregunta:
el charco de sangre bajo su cabeza-. Lo que los dos hemos &pr€tt1 qué hay de Steve Adams? ¿Hasta dónde va a llegar? Si
dido es que no se puede confiar en el iuego. Este es un mundo -¿Y
todo esto es real, entonces él podría habemos matado.
cruel. Aquí suceden cosas terribles. tengo una explicación -dijo Phoenix-. Adams diio que
Laura se dejó caer pesadamente en la hierba, con las manos -Yo
era el cuesüonariolo que le había traído aquí. Tienen que ha-
apoyadas en las rodillas. berle enviado un paquete de sofrware, lo mismo que a ti. Ahora
que contarme algo que ya sé? Solo quiero entender el juego está siguiendo mis instrucciones al pie de la letra. Yo
-¿Tienes
1o que está sucediendo.
soy el héroe, tú eres mi heroína, Adams es el villano. Y mi pa-
¿Murió de verdad,esa gente? dre... -sintió un golpe de pesar-. También puse su nombre. El
¿Qué había dicho Pan? Para los objetivos del juego, sí. estará aquí, en alguna parte.
-Murieron. :-Esto es verdaderamente duro para mí, Phoenix. Tú te me-
Laura había preguntado con la esperanza de no tener que üste aquí, yo nq.
creerlo. Meterse. Sí, él se había metido. El era el Legendario.
fue demasiado fácil. ¿Estás seguro de que esa especie
-Pero
de hoz funciona? Quiero decir, en casa hay también juegos de -Tú lo estás haciendo muy bien, Laura -dijo Phoenix-. Ma-
neiaste bien la espada. Me salvaste de esa flecha. Y has dominado
guena. Se utilizan armas falsas y todo eso. Incluso hombres adul- tus nervios durante todo el üempo.
tos 1o hacen. No sabía cómo decírselo, pero desde que se habían conocido
Phoenix se rió desdeñosamente. sus corazones habían estado latiendo al mismo ritmo.
falsas, ¿eh? estaría perdido sin ti.
-fumas -Yo
Sacóla hoz y la esgrimió para mostrar el brillo del borde de Ella sonrió.
su hoja. a comer.
una prueba. -Vamos
-Ponme Unos momentos más tarde, Phoenix estaba señalando su pró-
Laura miró en torno suyo. ximo destino con una corteza de pan. Dibuió a los habitantes
árbol. de las laderas ocultas por la niebla. Las Greas, hermanas de las
-Ese
Un golpe de la hoja y no quedó nada más que un tocón Gorgonas, pero que no guardaban ninguna semejanza con las
donde antes crecía el árbol. Phoenix se echó a reír a pesar suyo. depredadoras de cabellos de serpientes que acechaban entre nie-
árbol? blas ponzoñosas en una cueva al fin del mundo.
-ZQué
136 r37
Eran ellas, sin duda. Tres sacos de huesos, cáscaras de seres
Tres Gorgonas -poderosas, salvaies, invencibles-' Tres Greas
vivientes. Sin dientes, sin vista, reducidas a pelearse por un solo
-marchitas, ancianas, desdichadas. ojo y un solo diente, se agarraban y arañaban unas a otras, re-
Las Greas eran los debilitados restos de sí mismas, poco más
clamando su tumo para ver o para comer. Uno de los retorcidos
que sacos de huesos. Pasaban sus vidas regañando constante-
seres se levantó de repente:
mente, forzadas a compartfu un oio y un diente. Quizá ellas so-
ha sido eso?
ñaban con sus hermanas y les envidiaban el tenor que provo- -Hermanas, Lgué
Ya te conozco, arpía. No has oído nada. Solo era un
caban en los corazones de los hombres. -Nada.
ardid para robarnos el oio.
qué las necesitamos? -preguntó Laura'
-Pero ¿por estás llamando menürosa, tu, lastimoso gusano? Es mi
Naüe há regresado nunca de la guarida de las Gorgonas para -¿Me
turno con el ojo.
hablar de su pa:radero -explicó Phoenix-. Solo las Greas pueden
Reanudaron la pelea.
indicamos el camino.
qué iban a traicionar a sus propias hermanas? -¡Tramposa!
-Pero ¿por el oio ellas están condenadas a la eterna oscu- -¡Embustera!
sin
-Porqué Pero sus chillidos se interrumpieron de nuevo.
ridad. sin el diente pasarán hambre para siempre. Nosotros.te-
ahí está otra vez. Está llegando, hermanas. El que fue
n.*o, que robarles üs únicas cosas que son preciosas para ellas' -No,
profetizado, el muchacho de Serifos.
Laura le dirigió una mirada nerviosa.
Phoenix miró a la sorprendida Laura y le hizo una seña. Se
empiéza a ser giotesco' ¿no te parece?
-Esto sentía tan üvo...
-Mucho. dando la vuelta hasta su izquierda -cuchidreo-. Cuando
Casi podía oír el aire übrando en la garganta de Laura' -Vete
te haga una señal, quiero que organices un imponente alboroto.
es mejor que sigamos con ello'
-Entonces Laura se mordió el labio, como si él le pidiese que sujetara el
mundo entero en su pulgar, y se fue a gatas por el suelo. Había
soportado bien la pelea en la calle. Esto era un asunto diferente.
La imagen que Phoenix tenía de las Gorgonas se encendió de
Por su parte, Phoenix estaba en su elemento. El papel que
nuevo ón su mente. Rodeó lentamente la cumbre de la montaña,
representaba era él mism6. uYa llego, señoras. Soy yo, ei mucha-
mirando hacia abaio entre las finas nubes. Había algo alarmante.
cho de Serifos.>
Laura apretó sü mano con más fue¡za aÚn
Las tres se habían puesto en cuclillas y olfateaban la brisa. Y
va mal?
-¿Algo No"' se arrebataban el ojo una a otra todo el tiempo, haciendo tumos
Es esa imagen que sigo teniendo en mi cabeza'
-Ñoié. para escrutar la montaña en busca de algun signo de Phoenix.
Ya 1o tengo. Ellas perciben nuestro olor.
encontrarás la cueva de las Gorgonas -cacareó una.
Las Górgonas olfateaban el viento, por eso sabían que
Laura -Nunca
también, si él no estaba tortura nos vencerá -dijo otra-. Hay un vínculo
y ftráenix iban hacia ellas. Y las Greas -Ninguna
de sangre.
equivocado. Laura había aparecido detrás de ellas, evitando sus caras. No
que baiar a üena a favor del viento de esas cria'
-Tenemos podía soportar la vista de las deformes hermanas. Phoenix levan-
turas.
t6lahoz y cogió el escudo de su espalda, volviéndolo hacia ani
tu lo dices...
-difo Laura con una mirada cautelosa'
-Si de las ba como un plato. Después levantó el brazo y lo dejó caer in-
Bordearon la ladera hacia los tres tronos de mármol
mediatamente. Laura empezó a bailar, cantando y chillando a
Greas. pleno pulmón.
-¡Allí!
139
138
te 1o diremos, pero poco bueno vas
Las Greas se deiaron caer sobre sí mismas para poder mirar
a
-Muy bien, muchacho,
a coriseguir con ello.
la extraña ioven.
prisa tienes por morir?
-¿Quién
es? -¿Tanta
El ya estaba harto de sus insultos.
está haciendo?
-iQué O nunca volveréis a ver el oio
-¿Dóhde
está el ojo? Déiame ver. -El lugar, por favor. ¡Ahora!
ni el diente.
El o¡o fue pasando de una mano huesuda a otra' Phoenix
observó cómo ie extendía una galra retorcida, y entonces saltó -Te lo diré -dijo una-, con una condición. Que yo tenga el
ojo primero.
hacia delante.
-chilló su hermana-. ¡Yo, Yo!
-Mío,
yo cteo. -No
Más chillidos y por fin, poco a poco, fueron soltando las ins-
Con uniápido movimiento de muñeca, usó la hoz como una
trucciones para encontrar la guarida de las Gorgonas en el país
espátula y \anz6 al aire el oio y el diente.
de los hiperbóreos. Satisfecho con el trabaio del día, Phoenix les
la amabilidad.
-Gracias Por lanzó su recompensa.
Observó cbmo el ojo rodaba sobre el escudo para detenerse
están.
en el centro. Ei diente traqueteaba funto a él' -Ahí
Lo último que Laura y Phoenix vieron de las Greas fue una
llegó el momento de negociar
-Señoras, andrajosa masá de harapos peleándose en el barro y el polvo, y
Las Greas se retorcían de rabia.
todo por un olo y un diente
-¡Devuélvelos! Cayó la noche una vez más y Phoenix se sentía en paz con-
esto, chico.
-Pagarás Por sigo mismo. No tenía miedo. Sus pesadillas se habían ido. Los
hasta que mis hermanas te colan' Te abrirán como
-Esiera dólores de cabeza también. Su suplicio de siempre había termi-
a un higo.
nado. Un meteoro centelleó por encima de las cumbres de las
Como Laura se quedó atrás con repugnancia, Phoenix esperó
montañas. Había un silencio que ningun sonido intemrmpía, a
a que la rabia de ias hermánas se pasara sola'
por fin, cuando se cansaron d9 iyrar^f malde- no ser el canto de los grillos. Hasta que Pan hizo una de sus
-Ahora -dijo áónde se encuentra la cueva de las Gorgonas, apariciones, claro. Phoenix se prometió a sí mismo: <Esta vez no
cir- quiero sabér
té vas sin decimos la verdad. Vas a tener que responder a mis
si no os importa.
preguntas>.
üaerá nada bueno.
-No tesé por qué tienes tanta prisa, chico'
era hora de que aparecieras -diio Laura.
-No -Ya día provechoso? -preguntó Pan.
Una se frotó el vientre escuálido. -¿Un
to que quieres decir es si hemos encontrado la cueva, la
hermanas te darán una hermosa bienvenida' -Si
-Las respuesta
--Eso es sí.
mascarán'
-Te está bien -diio Pan-. Está muy bien. El iuego puede
triturarán.
-Te seguir. Déiame ver tu Puntuación.
Je engullirán.
Examinó el brazalete.
Phoenlihizo rodar el diente y el ofo en el escudo'
Aquí tienes, un regalo para ti -y tendió algo
-lmpresionante.
-¿oísesto?Puedodeiarlosamedio.mundodedistancia. a Laura.
fofm",, me gusta la idea. Tenéis buen oído, ¿v.eid{l Imaginaos
bengala? ¿En la Grecia anügua?
á". pó¿eir óír.ó*o se caen al mar. ¡Plop! ¡Qué delicioso sonidol -¿Una
' ún nu.oo arrebato de cólera y después las tres Greas se resig- -ie olvidas de algo -diio Pan-. Esto no es Grecia. Al menos,
es una posible Grecia. Este es ei mundo del iuego. Y, como ya
naron a la derrota.
1,41
140
ha descubierto Phoenix, se os permiten pequeñas trampas. Eso .El mundo está cambiando. Las estrellas brillan y los mor-
es lo que hace que sea tan entretenido. tales preguntan.
rollo -soltó Phoenix. Dibuió el símbolo en el pol-
Pan se sentó junto a Laura y apoyó Ia cabeza en su hombro. -Corta el
gusta la aventura, guapa,? vo, la lechuza encaramada-. Lo vi en uno de los soldados.
-¿Te
Laura se encogió al contacto. El sonrió y saltó atrás, sacó un -Y en ese sacerdote -añadió Laura.
cuchillo y lo puso en su propia garganta. en el chico que peleó en Deicterión.
-Y
Pan se hacía el sueco.
con voz de gánster de Chicago-, o la cabra lo
-Atrás -ladró preguntale a é1.
sentirá. -Entonces
Phoenix le miró fijamente. uiQué es esto? Quizá Laura tiene puedo, está muerto.
-No
nzón y él no es lo que parece.> Laura se limitó a sacudir la Pan bostezó.
cabeza ante las payasadas de Pan. Luego, ios dos se quedaron sin bien. No puede hacer ningún daño. La lechuza per-
-Muy juego, y si tu llevas la marca de la lechuza,entonces
aliento. La hoja que Pan había apoyado en su garganta le había tenece al
perteneces también ai iuego. Seguramente has descubierto ya que
hecho sangrar, un único hilitlo escarlata se extendía sobre la ma-
raña de pelos de su pecho. hay un mundo aquí que baila al son de un hombre. Pero eúste
_.Haz que se pare -diio Laura-. Me está poniendo enferma. un señor del juego. Sus peones hacen lo que él dice. Por medio
Pan tambaleándose. del terror o del sobomo, ellos cumplen las órdenes de su señor.
-Solo borracho!-diio
es alegría
-exclamó Laura. si se niegan?
-¡Estás -¿Y
poco achispado diio Pan-. Pero es natural en mí. No tienen que lievar la marca de la lechuza. Si se
-Ún -Entonces
podemos escapar a nuestra nafrttaleza, Phoenix?
¿verdad, atreven a desafiar de nuevo la voluntad del señor del iuego....
Phoenix le miiaba sin saber qué decir, preguntándose adónde mueren.
-Entonces
iría a parar. lo que es de carne acaba así -hizo ademán de mar-
-Todo
Al recordar la bengala, Laura le echó una oieada y movió la charse.
cabeza; -Una cosa mas -diio Phoenix-. Dime, Pan. Háblame del tío
qué puedo hacer Yo con ella? Andreas.
-¿Y Pan pensativo-. Hace tanto tiempo que no
-fstoy seguro de que le encontrarás un buen uso. He oído -Andreas -diio
que puede iluminar la noche más negra. he oído ese nombre.
- le visitaste -diio Phoenix presionándole-, y quiero saber
P-hoenix deió que parloteara un rato y después la emprendió -Tú
por qué.
con sus preguntas: ' fos oscwos oios de Pan brillaban, se hundían hasta lo más
significa la lechuza?
-ZQué profundo del alma de Phoenix, marcándola con el sello del temor.
Pan parpadeó, tomado Por sorpresa.
Andreas -soltó por fin-, encontrarás la res-
-Erés
un chico inteligente -diio recuperándose-. La lechuza -Si tú conoces a
puesta dentro de ti mismo. Solo üenes que mirar.
es el símbolo de Atenea.
ya lo sé -respondió Phoenix-. Quiero decir aquí, en el Dicho eso, Pan se escabulló en la noche.
-Eso
iuego.
piensas tú que es?
-iQuéno
-Óh, -le advirtió Phoenix-. No te vayas por las mmas'
Nos debes una explicación. ¿Qué está pasando?
Con aire despreocupado, Pan examinó sus uñas sucias y rotas'

143
142
5 ¿Pero por qué? Se esfemeció como si se diera cuenta de que
algo terrible había sucedido.
bien, Phoenix? Tienes un aspecto honible.
-¿Estás
siento honible. Es por haber perdido esa enormidad de
-Me
puntos. De héroe a cero. Y sin ningun tipo de pelea. Fue nece-
saria toda la escaramuza de Deicterión para conseguirla. ¿Qué
puedo hacer? Quiero decir: ¿cuál puede ser el valor de las vidas
de una docena de luchadores callejeros?
A Oru siguiente, Phoenix y Laurase levantaron al amanecer ¿Cuál era realmente? Phoenix imaginó a los luchadores lan-
zados en el platillo de una balanza gigantesca. Pero ¿qué podía
y se prcpararon para completar su viaje, con dirección al oeste,
pesa$e conüa ellos?
al país de los hiperbóreos.
Phoenix sentía los ojos de Laura clavados en é1. -Oh, no, no puede ser.
-¿Qué?
-¿Nervioso? padre *diio Phoenix-. Reede le está matando.
El asintió. Tenía que admitirlo. No podía ocultar que sus ma- -Mi
nos estaban húmedas por el sudor. uEn algun lugar entre la te- -¿Reede?
Reede, te lo dije. Es é1, o quienquiela que lleve el
nebrosa niebla de estas interminables colinas grises, las hermanas -Glen
conhol de este disparatado juego. Tiene que ser. El ha matado a
están escudriñando el cielo y olfateando el aire. Se están prepa-
mi padre por habajar contra el juego. Por preparar su bomba.
rando, esperándome.u
Primero, no sabes si está
Cuando bajaba con Laura entre las nubes densas y húmedas, -Phoenix, cálmate -difo Laura-.
muerto, y segundo... -su voz se apagó.
sintió un üc-tac en su muñeca. Laura notó su preocupación.
va mal? ;ZQué? -preguntó Phoenix-. Todo es un sueño.
-¿Algo El lo sabía bien. Todavía podía sentir el choque del acero en
es imposible! -diio Phoenix mirando con honor los la lucha de Deicterión. La leyenda era real. De hecho, era lo úni-
-¡Esto
puntos de su brazalete. Estaban bajando a toda velocidad-. Es- co que seguía siendo real. Estaban viviendo en un mundo de
tamos perdiendo nuestra marca. Nuestra puntuación se está bo- leyenda.
nando. crees que vas a despertar como Dorothy en El mago
por qué? No lo entiendo. -¿Tú
-¿Pero de Oz7 ¿Crees que vas a dar un taconazo con tus zapatos roios y
Phoenix se puso a mirar a su alrededor, como si esperase que vas a salir volando a casa? Madura, Laura, ya viste a ese luchador
apareciera alguien para darle una explicación. No tenía ningun en Deicterión. No era cosa de indios y cowboys. Estaba muerto,
sentido. No estaban siendo atacados. Ninguno de ellos había su- lauta, y va a seguir muerto. Estamos iugando de veras.
frido daños. ¿Cómo era posible que estuvieran perdiendo pun- Por lo tanto, el mundo que una vez lo había sido todo no
tos? Finalmente, la caída del nivel de puntos fue más lenta, hasta era nada. Una pelota de tiena muerta. Sin sentido.
para$e después por completo. Todo esto es culpa mía. Yo le di la idea para
-Papá -gimiG.
nos ha quedado? -preguntó Laura. el juego. Y yo le dejé ir.
-ZQué
noticias dijo Phoenix-. Hemos baiado hasta unos Laura sacudió la cabeza y caminó hasta el borde de un risco.
-Malas
pocos cientos. Trató valientemente de cambiar de tema:
que estamos... crees que perder todos esos puntos afeúará a la misión?
-Así -¿Tú
la zona roja. Peligro mortal. duda. Todos los puntos que habíamos ganado estaban
-En -Sin
1.44 145
N
ri
(
p
i
i. destinados a ayudarnos. Eran como un colchón conha desastres. es?
ir
Con esa marca bajo nuestro cinturón, yo estaba ardiendo. yo era
-¿Qué
Nr EUá ie pasó una nota a Phoenix. Sorpresa, sorpresa.
I realmente el Legendario. Ahora... -se pasó la mano por la cara- era el juego, después de todo -exclamó ella cogiendo el
ya no sé qué soy. -No
hozo de papel-. No abandones, Phoenix, ni se te ocurra. No fue
seguimos? el destino, fue Adams. Fue é1 quien lo hizo.
i
-¿Entonces
i Phoenix dejó en el suelo el escudo y la bolsa de cuero. Phoenix observó a Laura, que estaba temblando de rabia.
i
que no hay elección. Tenemos que cumplir nuesha yo no sepa mucho acerca de pelear con monstruos
-Parece -Quizá
I
i
misión, la vida de papá depende de ello. Si... -dijo-, y no sé lo que hace funcionar este estúpido mundo. Pero
<Si él está vivo todavía.> sé una cosa. Adams es humano y podemos pelear contra é1.
nuestras también, espero. Y quizá muchas ohas además creo que haya elección en ese asunto diio Phoenix ali-
¡
-Las -No
t -después todo fue reuniéndose. Su sentido del destino, su fuerza viado.
creciente, su furia por volver a pelear-. Así que vamos a prepa- Otros cinco puntos se ha-
I
rarnos para la batalla.
-Sintió otro clic en el brazalete.
bían esfumado.
I
Pero cuando Phoenix desató la cuerda que sujetaba el saco, es peor de lo que yo pensaba -murmuró.
I
gritó asustado. -Esto
Laura no habló, solo esperó a que él se explicara. Por toda su
pasa ahora? -murmuró Laura. obsünada rabia, la avalancha de contratiempos le estaban cayen-
-ZQué
casco de invisibilidad no está. do a ella.
i -El puede ser. Pan -le recordó Phoenix-. No tenemos
-Es algo deldijo
que
-No
I El le dio el saco. todo el tiempo mundo para conseguir la cabeza de Medusa.

-Míralo misma, si no me crees. -Entonces, ¿cuánto
tiempo tenemos?
i'

i Phoenix cerró los ojos y vio su destino. En algun lugar


li
cer- Phoenix repitió las palabras de Pan:
f cano, las hermanas estaban esperando, relamiéndose ante el re- la hora en que la luna haya cruzado tres veces el
i
vés del héroe. Sus alas doradas brillaban de satisfacción. Pronto
-Hasta
cielo. Eso es esta noche.
i\
I habria acabado. Otros cinco puntos se perdieron.
uTe estarnos esperando, chico. Ven y haz lo que quieras., un favor -dijo él-. Cuenta hasta diez.
-Hazme
Ahora le tocó a Laura desesperarse. En el mismo momento en que Lawahabia llegado a diez, el
no tiene sentido. Lo pusiste debajo de tu cabeza mien- nivel cayó otros cinco puntos.
-Pero
tras dormías, como una almohada. Nadie pudo haberlo cogido. tenía rw6n el iuego está siendo cronomeúado.
Phoenix se volvió a mirarla.
-Yo
Aturdida por el giro de los acontecimientos, Laura se cubrió
juego lo cogió. las oreias con las manos.
-El te refieres a Pan? Yo nunca me he fiado de éi. me digas nada más -gimió-. Solo decide un plan de
-¿Qué,
Pan no. El juego siempre ha sido mucho más que cual-
-Noy lo haremos.
acción
-No,
quier fugador. Está jugando con nosotros. Yo no lo enüendo to- Phoenix no pudo evitar una sonrisa. Dentro de Laura había
davía, pero sé que los puntos no mienten. Hemos sufrido un un corazón tan fiel como el acero y daba gracias al cielo por ello'
fracaso. El casco es el precio que tenemos que pagil. Es dema- tenemos tiempo que perder, no podemos esperar más.
siado, Laura. Todo es demasiado.
-No
Tenemos que hacerlo ahora.
Laura echó un último vistazo al saco.
es esto? ¡Oh, tenía que haberlo imaginado!
-ZQué
146 147
Todo el tiempo que estuvieron trepando hacia la cueva de
las
Gorgonas, las palabras de pan no deiaban de rondar por la
cabeza
-¿Y nosotros vamos a entrar ahí?
de Phoenix: <El mito es una estreúa polar para airigr vt¡esüo -Ya te lo dije: no tenemos elección.
Otro clic en el brazalete. Cinco puntos menos.
caminou.
Y susegunda advertencia, todavía más inquietante: <A la hora -¿Lo ves?
en que la luna haya cruzado tres veces el ciáou. -¿Y si no completamos a tiempo nuestra misión?
perdemos -contestó phoenix-, o peor.
Phoenix repasó cada detalle de lo que él había leído sobre la -Entonces
-. Examinó la hoz y pasó la mano por la conei del escudo.
historia de Perseo e hizo una lista mentalmente.
<Mi objetivo es Medusa. Si eliio la Gorgona equivocada, -Ahora quédate cerca de mí.
me Le latía el corazón con fuerza, pero para Laura era todavía
matná." peor. Ante la idea de lo que les esperaba, sus piemas flaqueaban.
<No tengo que mirarla directamente a los ojos. Solo puedo
. Su determinación anterior se estaba desplomándo.
mirar su reflejo en el escudo.>
uCuando corte la cabeza, debo tener cuidado de no -Phoenix, yo no estoy segura de poder entrar ahí.
man- que
entrar.
charme con la sangre de Medusa. euema como el ácido más -Tienes
qué? La búsqueda es tuya, no mía.
poderoso., -Pero ¿por
El respiró profundamente.
llegó a rrr-r detalle que le heló la san$e. El casco que
. ,Después
le hacía ser invisible le proteguía de la mirada áe hs Gorgorias. -Te lo he dicho, Laura. Te guste o no, eres parte de esto.
no puedo.
Pero no podría utilizarlo, había desaparecido. y eso por cuipa de -Phoenix,
El la miró a los oios y le habló tan simple y directamente
Adams.
como pudo:
uEl no es una pequeña molestia>, pensó phoenix. uEstá
ahora eres la única que tiene miedo. Lavta,
yo te necesito.
en el juego. Ya no es el insignificanté peleón de pueblo; es real- -No
Ellase mordió los labios y asintió brevemente. Los dos co-
mente mi Némesis.u
menzaron a andar entre el aire emponzoñado.
Laura miró hacia una loma.
eso? -Toma -susurró Phoenix-, ponte esto sobre la cara -y le pasó
-¿Es un trczo de tela.
-Eso es. -¿De dónde lo has sacado?
es toda esa gente?
-Pero ¿quién -Bueno, mi
quitón es hoy un poco más corto.
Entre la niebla se distinguían las siluetas de diez o quizá vein-
Habían llegado al bosque de las almas petrificadas.
te figuras inmóviles.
Hombres armados sorprendidos en el momento de tenor en
los aventureros que han venido a buscar a Medusa. que miraban a los oios de Medusa; hechiceras que habían co-
-Todos
qué están haciendo?
-¿Y menzado, pero nunca terminado, su sortilegio para exorcizar al
Laura? No están haciendo nada. Están muertos, demonio; incluso animales fantásticos congeládos en el lugar
-¿Haciendo,
vícümas de la mirada de la Gorgona.
donde se habían cruzado con las Gorgonas. A lo largo de los
Laura entrecerró los oios.
años, la lluvia había erosionado aquí un brazo, allí parte de la
son... cara. Pero una cosa permanecía en cada uno de los rostros: la
-Entonces
Muchas veces ha venido gente aquí para matar al expresión de absoluto honor ante la vista de las repugnantes
-Estatuas.
demonio; todos ellos han mirado sus ojoi y tran iufrido la misma
hermanas.
suerte. Ella les ha convertido en piedra.
piensas de verdad que tenemos una posibilidad? -jadeó
Laura miró atentamente a través de la hedionda bruma. -¿Tú
Laura con lavoz entrecortada.
148
r49
claro. Si no, yo no estaría aquí -las palabras salían con vez, chico. ¿Qué importa que otra
-Pues
facilidad; ¿las seguiría el valor?-. Ahora, ni un sonido más hasta -Acaba con esto de una
ma&e pierda un hijo en este mundo de dolor?
que abandonemos la cueva con la cabeza de Medusa. podría cos. <No quiero escucharos, retorcidos demonioso, pensaba Phoe-
tarnos la vida. nix. uConozco vuestro juego. Queréis sembrar el tenor en mi
Laura le tomó la palabra, pero su siguiente intento de co- cabeza, helar mis músculos y matar mi valor. No puedo, no ten-
municación estuvo a punto de dislocar el hornbro de Phoenix. go que permitirlo.o
El porrazo para atraer su atención ie produjo un dolor punzante Pero Laura todavía notaba el ruido y seguía lanzando miradas
en el brazo y en el cuello. Al volver hacia ella sus ojos inteuo- a sus espaldas.
gantes -y heridos- descubrió movimiento alrededor de la entrada uPor favor, Laura, el peligro está ahí enfrente. Justo delante
de ia cueva. Las Gorgonas. de ti.,
-Hermanasss,
él está aquí. Le dio un golpecito en el brazo, que la asustó de muerte.
Instintivamente, él se pegó a la tiena empapada y viscosa. Esperó un momento a que se recuperara y señaló un nicho den-
Laura siguió su ejemplo. to de la üreva. Ella asintió. Pero cuando gateaban sobre las res-
escondes, muchacho? Eso no te ayudará. Más pronto o baladizas rocas, Phoenix perdió el equilibrio y cayó pesadamente.
-¿Te
más tarde tendrás que dejarte ver.
-Allí-declaró Medusa triunfalmente-. Ya lo tengo, herma-
El rodó para apoyarse en la espalda y empuñó la hoz. Con nasss.

un movimiento de cabeza, ordenó a Laura que le siguiera entre Phoenix se estremeció al sentir que se acercaba, sibilante
la niebla. como una serpiente, y apretó el mango de la hoz.
<Estará sobre mí en un segundo.,
-se oyó la voz de Medusa. Le oigo. Está llegando.
-¡Allí!
Sus hermanas olfateaban el aire. Como penos. Y excitadas muchacho; bienvenido a mi casa, tu mausoleo.
-Bienvenido,
como perros. Se empinaban y estiraban para divisar al héroe. Él volvió la cabezay miró en el escudo. Su figura se levantaba
sobre é1, las serpientes se retorcían como si se abriesen camino
-Sí, sí, es verdad. Ya viene. Casi puedo saborear su carne. dentro de su cerebro. Echó el brazo atrás para asestar un golpe,
Phoenix apartó ia mirada de Laura. Lo último que necesitaba
pero el golpe nunca cayo. En su lugar sintió como si alguien le
era demostrar su creciente terror. Procurando ügerar el paso so-
hubiese pegado con fuerza en la muñeca. La hoz se clavó en el
bre el suelo esponioso, pasaron coniendo entre las petrificadas
suelo empapado y desigual de la cueva.
víctimas de las Gorgonas y se agacharon Ías un pedrusco a la
Laura, olvidando toda precaución-. Eso era
entrada de la cueva. Estaban a la izquierda de las hermanas y un -¡Phoenix! -gritó
lo que trataba de decirte. Alguien ha estado detrás de nosotros
poco detrás de ellas. Mientras Phoenix luchaba por conholar su
todo el üempo, siguiendo nuestros pasos.
respiración, se dio cuenta de que Laura miraba a su alrededor,
Medio paralizado por el temor a la cercanía de Medusa, a
alarmada por algo a sus espaldas. Frunció el ceño interrogante y
Phoenix le costó enterarse de lo que su amiga queúa decir.
ella se encogió de hombros.
Laura-. El casco no desapareció, lo
ver, chico. -Escuchame -continuó
-Déjate robaron. Alguien 1o está usando contra nosotros. Aquí, en la cue-
passsa? ¿Estás asustado? Sí, eso es, ¿verdad? La piel se
-ZQué va, tenemos un enemigo invisible. Y creo que tu sabes quién es.
te desprende de los huesos, ¿eh? Desearías ser un bebé otra vez, Phoenix sintió una ráfaga de aire cuando Medusa atacó con
guardado por los brazosss de tu madre.
una garra de bronce. Se apartó de su alcance y trepó hasta un
Las otras Gorgonas hicieron de coro: saliente de la roca.
mami! -después, una risa aguda y triunfal.
-Naturalmente -jadeil,
-¡Mami, Adams.

1s0 151
claro. Si no, yo no estaría aquí -las palabras salían con con esto de una vez, chico. ¿Qué importa que otra
-Pues -Acaba
facilidad; ¿las seguiría el valor?-. Ahora, ni un sonido más hasta madre pierda un hijo en este mundo de dolor?
que abandcnemos ia cueva con la cabeza de Medusa. podúa cos- uNo quiero escucharos, retorcidos demoniosn, pensaba Phoe-
tamos la vida. nix. <Conozco vuestro juego. Queréis sembrar el. terror en mi
Laura le tomó la palabra, pero su siguiente intento de co- cabeza, helar mis músculos y matar mi valor. No puedo, no ten-
municación estuvo a punto de dislocar el hombro de Phoenix. go que permitirlo.,
El porrazo pata atraer su atención le produio un dolor punzante Pero Laura todavía notaba el ruido y seguía lanzando miradas
en el brazo y en el cuello. Al volver hacia ella sus ojos inteno- a sus espaldas.
gantes -y heridos- descubrió movimiento alrededor de la entrada oPof favor, Laura, el peligro está ahí enfiente. Justo delante
de la cueva. Las Gorgonas. de ti.>

-Hermanasss,
él está aquí. Le dio un golpecito en el brwo, que la
asustó de muerte'
Instintivamente, él se pegó a la tierra empapada y viscosa. tsperó un momento a que se lecupemra y señaló un nicho den-
Laura siguió su ejemplo. tro de la cueva. Ella asintió. Pero cuando gateaban sobre las res-
--¿Te escondes, muchacho? Eso no te ayudará. Más pronto 0 baladizas rocas, Phoenix perdió el equilibrio y cayó pesadamente.
más tarde tendrás que dejarte ver. declaró Medusa triunfalmente-. Ya lo tengo, herma'
-Allí
El rodó para apoymse en la espalda y empuñó la hoz. Con NASSS.

un moümiento de cabeza, ordenó a Laura que le siguiera entre Phoenix se estremeció al sentir que se acercaba, sibilante
la niebla. como una serpiente, y apretó el mango de la hoz'
uEstará sobre mí en un segundo.,
-¡Allí! -se oyó la voz de Medusa. Le oigo. Está llegando.
Sus hermanas olfateaban el aire. Como perros. Y excitadas muchacho; bienvenido a mi casa, tu mausoleo.
-Bienvenido,
como perros. Se empinabany estiraban para divisar al héroe. Él volvió la cabeza y miró en el escudo. Su figura se levantaba
sobre é1, las serpientes se retorcían como si se abriesen camino
verdad. Ya viene. Casi puedo saborear su came.
-Sí, sí, es dentro de su ceiebro. Echó el brazo atrás para asestar un golpe,
Phoenix apaftó la mirada de Laura. Lo último que necesitaba
pero el golpe nunca cayó. En su lugar sintió como si alguien le
era demostrar su creciente terror. Procurando aügerar el paso so-
iiubiese pelado con fuerza en la muñeca. La hoz se clavó en el
bre el suelo esponioso, pasaron corriendo entre las petrificadas
suelo empapado y desigual de la cueva.
vícümas de las Gorgonas y se agacharon tras un pedrusco a la
Laura, olvidando toda precauciQn-. Eso era
entrada de la cueva. Estaban a la izquierda de las hermanas y un -¡nhóeñixl -gritó
lo que trataba de decirte. Alguien ha estado detrás de nosotros
poco detrás de ellas. Mientras Phoenix luchaba por controlar su
todo el tiempo, siguiendo nuestros pasos'
respiración, se dio cuenta de que Laura miraba a su alrededor,
Medio páraüzado por el temor a la cercanía de Medusa, a
alarmada por algo a sus espaldas. Frunció el ceño interrogante y
Phoenix le costó enterarse de lo que su amiga queúa decir'
ella se encogió de hombros. Laura-. El casco no desapareció, lo
ver, chico. -Escuchame -continuó
-Défate robaron. Alguien lo está usando contra nosotros' Aquí, en la cue-
passsa? ¿Estás asustado? Sí, eso es, ¿verdad? La piel se va, tenemos un enemigo invisible. Y creo que tu sabes quién es'
-ZQué
te desprende de los huesos, ¿eh? Desearías ser un bebé otra vez, Phoenix sintió una táfaga de aire cuando Medusa atacó con
guardado por los brazosss de tu madre. una gara de bronce. Se apartó de su alcance y trepó hasta un
Las otras Gorgonas hicieron de coro: saliente de la roca.
mami! -después, una risa aguda y triunfal. Adams.
-¡Mami, -Naturalmente -iadeó-,
150 151
es-se oyó una voz de muchacho, como la suya, pero El corazón le golpeaba con fuerza en el pecho. O era muy
-Así
ya empezando a cambiar-. Sorpresa, sorpresa. valiente, o estaba loco.
vez lít. Las Gorgonas se volüeron y Phoenix se refugió en el reflejo
-Otra
Pero no había tiempo para fijarse en su inoportuna llegada. del escudo. Podía distinguir las monstruosas formas que se apro-
Las Gorgonas se estaban moviendo, rodeando a phoenix. pbr el ximaban. Satisfecho de que Adams hubiese podido escapar,
rabillo del ojo pudo ver cómo Laura se deslizaba hacia delante Phoenix se preparó para la pelea. Recordó lo que había visto en
tratando de alcanzar la hoz. Justo cuando sus dedos se iban a Deicterión y grabó en su mente cada detalle de la Gorgona Me-
cerrar sobre el mango, lahoz se apartó como si tuviera vida pro- dusa.
pia. Adams de nuevo. Phoenix oía sus pasos, pero Tenía que elegir con acierto. Pero mientras se preparaba para
¿cómo enéon.
trarle? Al apartarse de las Gorgonas, se encont¡ó con el agua has- la lucha, su corazón se helaba. Fuera de la cueva la luz estaba
ta las rodillas. desapareciendo, reemplazada por una noche densa, sin luna.
¡Eso es, así es como puedo verle! -Phoenix -advirtió Laura dándose cuenta de la situación-,
Con el saco recogió parte del líquido estancado y esperó. ya es de noche.
pelea es bastante floja -se burló Medusa-. ¿De verdad ¿Cómo iban a reconocer a Medusa en la oscuridad?
-Esta
será este el héroe que nos habían prometido? Los otros libraron
una pelea mucho mejor.
Ignorando sus palabras, Phoenix se fijó en las huellas de las
pisadas de Adams. ¡Ahí! Sin un momento de duda, lanzó el agua
y observó su golpe contra la invisible forma. Después, él mismo
se arroió contra Adams, lo sujetó en el suelo y le arrancó el casco.
matarte por esto -vociferfi ¡podría matarte, Adams!
-Podría
Pero Adams se retorció hasta librarse y se precipitó hacia la
cueva. Atraídas por el movimiento, las hes Gorgonas iniciaron
la persecución.
bien, Laura?
-¿Estás
estoy bien, pero ¿y Steve?
-Yo
Phoenix se puso el casco.
pasa con él?
-ZQué
sé lo que ha hecho, pero no puedes deiar que le maten.
-Ya
qué no? Solamente volverá para perseguimos.
-¿Por
Laura como si leyera su mente-. Es as-
-¡Phoenix! -exclamó
y
tuto repulsivo. Pero mira lo que está sucediendo. Le harán tri-
zas. No se merece eso. No es malo.
Phoenix cogió la hoz.
bien, le salvaré.
-Está
Se subió al punto más alto de la cueva y desafió a gritos a las
hermanas.
os pasa? ¿Elegís otro bocado?
-ZQué
1.52 153
6 nuevo el clic del brazalete. Quedaban cuarenta y cinco puntos.
H tiempo casi se había agotado. La tarea era enorme. Sentía que
el héroe en él se estaba apartando. Su fuerza para pensar y actuar
le estaba siendo arrebatada. No podía seguir.
<Y si perdemos, ¿qué perdemos?u
Quizá fuera mejor tirar las armas y dejarse ver
Estaba desolado. Todo lo que quería hacer era rendirse a la

I
I-re pesadilla había recomenzado. Phoenix pensaba que antes
mirada de la Gorgona.
u¿Perdemos solo el juego, o nuestras vidas también?>
había estado asustado, ¡pero esto! Cada momento le llenaba de uNou, pensó rechazando mentalmente tal cobardía. uNo pue-
desesperanza, de un honor que le denetía las tripas. Era como do dejarlo aquí. Hay que pelearu. Se movió hacia el punto de
estar de regreso en el laberinto, anastrando su miedo por la donde provenía el ruido con la hoz en alto, dispuesto a golpear.
oscuridad. Cada sonido parecía más cercano. Podía distinguir Al avanzar oyó un grito ahogado. <Gracias a Dios, es Laura.u
el deslizarse de las Gorgonas en el fondo de la cueva inundado soy yo -la tranquilizó.
-Sssh,
hacemos ahora?
de agua, el silbido de su pelo serpentino, sus espelumantes chi -¡Phoenix! ¿Qué
llidos. Pero él tenía la mente en blanco. Laura estaba desarmada.
¿Qué podía hacer ella? Entonces sus pensamientos se vieron in-
-No vas a escapar ahora, muchacho. No creas que el casco
de invisibilidad te salvará. Podemos olerte, chico. Podemos olel
temrmpidos por la voz de Medusa.
tu miedo. -Ven, hermana, él está aquí. Lo huelo. Sí, huelo su temot,
ácido y nauseabundo.
-No hay salida -le dijo la segunda Gorgona-. ¿Conoces tu
destino, chico? Tu muerte no será rápida. Primero destruiremos
Phoenix solo podía distinguir dos sombras repelentes. ¿Cuál
era Medusa? Comenzó a retroceder hacia lo más profundo de la
tu mente, después devoraremos el resto de tu ser. ¿Sabes lo que
cueva. Laura se movía también hacia atrás, acompasándose al
te resewamos? Para ti no es el bosque de estatuas. No, mereces
paso de é1. Los pensamientos de Phoenix se aceleraron.
un trato especial. Primero nos oirás alimentarnos con el conzón <¿Cómo puedo distinguir a una hermana de otra? ¿Cómo?,
de la muchacha, luego iremos a por ti.
Le quedaban cuarenta púntos.
uSé lo que estás buscandou, pensó Phoenix. uQuieres que lla-
ser este el héroe? -la voz de Medusa de nuevo-.
me a Laura en voz alta para delatar mi posición. Pero no voy a -¿fuede
¿Este chico desdichado escondido en la oscuridad? Seguramente
caer en la trampa. ¿Me oís, monstruos? No voy a hacerlo.n
no lo es.
ver, héroe; tú sabes que el tiempo corre. y sus ecos llegaron a lo
Sus risas afectadas llenaron la cueva
-Déjate
Phoenix miró los puntos en el marcador. Solo quedaban cin- más hondo del alma de Phoenix.
cuenta. Efectivamente, el tiempo pasaba. Miró intensamente ha- hermana. El muy cobarde apenas puede respirar
cia la penumbra. Una de las Gorgonas se había instalado en la -Escuchale,
después la voz tenue e insinuante fue susütuida por un ensor-
boca de la cueva para evitar su huida. Podía apartarla fácilmente, decedor rugido-. ¡DÉ¡ere ven!
pero ¿y las otras? Se estaban moviendo sin ser vistas, amparadas vrn!
por la mayor oscuridad del interior. Podían estar en cualquier -¡DÉ¡ere
vnn!
sitio. Oyó movimiento a su derecha. ¿Las Gorgonas? ¿Y si era -iDÉ¡¡rE
El eco retumbó por todas las paredes de la cueva, las vibra-
Adams? ¿Y si volvía para terminar el úabajo? Phoenix sintió de ciones temblaban baio su piel. El marcador bai6 a treinta y cinco.

154 155
tiempo se termina. Phoenix echó a correr de lado como un can$eio, volviendo
-El
tenemos que hacer algo. el cuello y la cabeza para guardarse de los tenibles-oios. Miró al
-Phoenix,
Pero el miedo le aganotaba la'garganta. Solo podía pensar en escudo bruñido. Se detuvo solo para sofocar una última duda e
una cosa. Escapar. Un final para el tenor. hizo girar la hoz.
estás, pequeño héroe? -llamaron las hermanas-. Te El marcador brilló de rnanera inquietante. Diez puntos.
-¿Dónde
asusta la oscuridad, ¿verdad? Nunca sabes lo que hay cerca de ti, Con un grito, Phoenix asestó un golpe ascendenie, poniendo
.
nzón -iadeó Phoenix-. Necesitamos algo de luz. hasta el último gramo de temor y rabia en la anemetidi
-temor,
-Tienen
y coraie.
-Luz 4ijo Laura muy nerviosa-.
pero tenemos luz, la ben- rabia
gala que me dio Pan. Un aullido de dolor, tan lasümero como repelente, estalló en
es eso? ¿Qué está diciendo ella? la cueva: las angustias de muerte de Medusa.
-ZQué Cinco puntos.
-Lua ¿Qué quiere decir la chica?
Las Gorgonas estaban preocupadas. por primera vez, la duda uOtra vez, golpea otra vez.)i
sonaba en sus voces. Calculando el golpe, Phoenix cortó carne, músculo, hueso.
Decapitó a la Gorgona. Pero al hacerlo provocó un tonente de
-Laura -cuchicheó Phoenix-, tienes que haber dado con
sangre hirviendo, venenosa y espesa. El brazalete estaba emba-
algo. Están asustadas.
El tenor estaba empezando a afloju sus ganas. lado, sentía la vibración tan claramente en la muñeca como si
fuera a perforarla.
te
-Cuando dé la orden -siguió Phoenix-, suelta la bengala apáTtate.
y tápate los oios. -Laura,
Se lanzaron fuera del camino del veneno sanguinolento y ob-
Su marcadorbabía bajado a heinta.
servaron fascinados cómo abrasaba el suelo de piedra de la cueva.
Se preparó,midiendo la distancia hasta las dos sombras que
I
surgían en la oscuridad. Se volvió de espaldas y miró a la super- -¿No hay peligro?
-Eso creo. Aunque solo hay una manera de descubrirlo.
I
I ficie pulida del escudo.
Al coger la cabeza segada sinüó las contorsiones de las ser-
-¡Ahora! pientes sobre su mano. Luchando con las ganas de vomitar, me-
La intensa luz de la bengala explotó en la cueva y le causó
tió la cabeza en el saco.
un dolor punzante en los oios. Por un momento estuvo casi ce.
Su marcador seguía subiendo.
gado; luego volvió a mirar al escudo. Las veía, veía a las Gor.
gonas. -Vámonos, Laura.
Pero la batalla no había acabado. Laura estaba gritando:
o¿Esa es ella?u
de ti!
Más baja que sus hermanas, la lengua sobresalía más grotes- -¡Detrás
Phoenix sinüó un golpeteo de alas, un gruñido desconsolado.
camente, la forma de retorcerse las serpientes era más densa y Una de las hermanas de Medusa estaba preparando su propio
más repugnante. ataque.
<¿Esa es ella?u
Los puntos eran solo veinticinco.
-Laura, coge mi mano. ¡Ahora!
Las sandalias los elevaron en el aire en el mismo momento
qué estás esperando? en que la gana de la Gorgona destrozaba la roca que tenían de-
-Phoenix, ¿a
oSí, es ella. Tiene que ser. Golpea. Hazlo ahora.u lante. La fuerua del golpe los hizo girar y quitó limpiamente el
El brazalete comenzó a brillar. Veinte. Quince. casco de la cabeza de Phoenix. Una vez más se quedó sin disfraz.

156 757
te sueltes. Hagas lo que hagas, sulétate bien, Laura. -Laura -exclamG. La luna, mírala. Ha salido la luna.
-No la tercera Gorgona. ¿Dónde está? t¡o hábía más tiempo que perder. Aprovecharon el momento
-Phoenix, y se abalanzaron afuera en la noche helada. Su marcador había
Veían a la segunda hermana coniendo tras ellos, demasiado
lejos para suponer un peligro. Pero ¿y la tercera? Se había que- vuelto a los miles y subía rápidamente. Saltaron sobre las nubes
dado en su puesto a Ia entrada de la cueva. ¿Por qué? iluminadas por la luna.
<¡Victoria!>
-¡Mira!
El agua estancada junto a ellos estaba empezando a hervir.
De repente, la cabeza de la Gorgona surgió del suelo lanzando
piedras que se precipitaban a lo largo de la cueva. Su cara apa. Cuando Phoenix inició su descenso, estaban de regreso sobre
reció violentamente ante ellos. Deicterión.
los ojos, Laura. Hagas lo que hagas, no mires. estás haciendo?
-Cierra -Phoenix, ¿qué
Protegiéndose los ojos con el reflejo del escudo, Phoenix bus- algo que tengo que ver.
-Hay
có la boca de la cueva para escapar. -¿Y esos luchadores callejeros? ¿Por qué ponemos otra vez
ula salida. No la veo. No Lr v¡o.u en peligro? -señaló la tela manchada de sangre en el brazo de
Sintió la tentación de volver la cabeza. La Gorgona leía su Phoenix-. Especialmente con esa herida.
mente. Phoenix señaló la escultura de las Gorgonas.

-Eso
es, chico, vuéivete. ¿Quieres salir? Bien, déiame ayu- -Se trata de eso.
darte. Por aquí. Solo tienes que mirar aquí. La llevó hasta las gigantescas imágenes.
Pero las Gorgonas no esperaron a que él se volviera. Se reu- Medusa -dijo ella-. Pero ya no necesitamos la escultura,
-Es
nieron junto a su hermana muerta y después prepararon su ata- porque...
que, elevando sus colas de seqpiente y golpeando con las man- -Mira -dijo Phoenix-, en la base. No había nada la úlüma
díbulas. El sonido era ensordecedor, como puertas de hierro que vez.

se golpearan una y otra vez. Pronto los gritos de Laura y el mis- Habíaun número. Una señal. 5000.
mo Phoenix se añadieron al estrépito de la cueva. el marcador -diio Laura con entusiasmo.
-Comprueba
uiNo saldremos nunca!, -Cinco mil cinco -leyó Phoenix-. Pero ¿cuál es el resultado
La hermana que estaba más cerca se enroscó y luego lanzó ganador?
hacia arriba su grotesco cuerpo en un asalto decidido. Un afilado Comenzó a andar por la calle que bordeaba la muralla de la
colmillo se clavó en el hombro de Phoenix. ciudad. Laura iba delante de é1.

-iAAAAH! -Phoenix -dijo de repente-, ven aquí.


Phoenix dio un salto atrás y consiguió librarse de daños ma- Otra escultura, tan imponente como la de las Gorgonas. Esta
yores, pero el dolor abrasador se extendía hombro abajo. Recordó vez representaba al Minotauro.
la herida de su padre en el castillo de Procrustres. Si todavía abri- -Pero no hay ninguna señal.
gaba algunas dudas, el ataque terminó con ellas. El juego era real. -Está aquí -dijo Laura.
<Estamos acabados., En la esquina de la escultura había un pequeño detalle: la
Phoenix luchaba por evitar a la segunda de las Gorgonas puerta del laberinto y debajo el número 7000.

-¡Siete mil! -exclamó Phoenix-. Siete mil


cuando divisó un resplandor plateado. para entrar en el
Por supuesto. La luna. Lista para cruzar el cielo por tercera laberinto. ¿Pero qué más tenemos que hacer? Nos faltan dos mil
vez. para nuestra puntuación.

158 159
la respuesta -anunció Laura caminando a lo
-Aquí tienes
largo de la muralla.
Phoenix llegó a su lado y pasó los declos sobre los números.
Dos mil. Después siguió las líneas de un rostro familiar. El rey
tirano de Serifos.
claro -suspiró Phoenix recordando el mito-. Oüo tie'
-Pues
ne que morir. Polidectes.
rr
f¡N et estudio de John Graves, la madre de Phoenix se reía
histéricamente, grandes lagrimones bajaban por las meiiilas. Sen-
tía el deseo de correr hacia alguien, abrazarle, decirle que su hiio
estaba bien. Pero no había nadie con quien hablar. Todos esta-
ban momificados, sepultados en un único instante inalterable.
Por una vez, la voz del ordenador no tenía palabras para con-
memorar la muerte de Medusa. En su lugar, como para llorar su
desaparición, las irnágenes de la pantaiia se empañaron y las se-
cuencias de números corrieron más enloquecidas que nunca, la-
tiendo y brillando hasta que Christina Graves tuvo que taparse
los oios.
vayas a fallar ahora! -exclamó al perder de vista a Phoe-
-¡No
nix.
Hubo un fogonazo y todos los reloies de la casa comenzaron
a andar simultáneamente. El üempo comenzaba de nuevo. Su
madre lo había notado, estaba tratando de hacer funcionar el
ordenador.
Pero el fogonazo no era un fallo técnico.
Era un grito desesperado.
Dentro del ordenador, algo estaba vociferando.

vez no había banderas negras sobre el palacio del tirano.


Esta
Cuando Phoenix y Laura se aproximaban a la ciudadela de Po-
lidectes, había alegúa en el aire. Roios estandartes alternaban con
amarillos, sacudidos por la fuerte brisa del mar. Se dejaron caer
a tieüa iunto a un bosquecillo de olivos.
seguro de que quieres intentarlo? -preguntó Lauta.
-¿Estás
preguntas por mi brazo? Está bien, un poco rígido, pero
-¿Lo

160 167
esto lo alivia -y levantó a peso la cabeza de la Gorgona en el de Brownleigh. Papá y mamá no están para resolverlo. No puedes
saco de cuero. telefonear aemergencias. Las leyes normales no se aplican aquí.
lo que tenemos que hacer? 0 aprendes las reglas del juego o pereces.
-¿Sabes
Vio los ojos bajos de Laura y sintió cierta simpatía. Matar a vas a tener la razón todo el tiempo? Tú no eres
un hombre a sangre ftía podía resultar dificil. . _;_ifor-qué
infalible. Yo fui quien supo que había alguien en la cueva, no
cerca de completar nuestra misión. Tenemos que tú. Yo pensé en la bengala, no tú. y también la flecha. fó ne
-Estamos
hacerlo. salvado la vida más de una vez, acuérdate.
es tan premeditado. Convertir a un hombre en pieüa.
¿eué te hace pensar
-Pero que lo sabes todo?
Y sin darle ninguna oportunidad.
es peor que lo que hemos hecho con Medusa. -Está bien -contestó Phoenix a gritos-. Soy humano, cometo
-No
Lawa
erores. Pero soy el único que puede hacer que regrcsemos a casa.
daba muestras de frustración. Soy el Legendario. No intentes detenerme, iaura. polidectes tiene
era un monstruo. que morir.
-Ella
lo es Polidectes. Laura se apartó de é1. La distancia entre ellos era insalvable.
-También
-Quizá -dijo Laura-, pero en cualquier caso es un ser hu-
-Haz 1o que tengas que hacer.
mano -puso una mano en el brazo de Phoenix-. iQué ha hecho Aquí te deio todo esto -gruñó Phoenix poniendo en el sue-
que sea tan tenible? Quiere casarse con Dánae. No puede decirse . -_
lo el escudo y la hoz. Se quitó las sandalias y las lanzó hacia
que sea una gran ofensa. Y claro, te tendió una hampa, pero Laura. Finalmente cargó a hombros la cabeza de Medusa-. To-
todo eso es parte del juego. Adams ha hecho cosas peores, pero no davía puedes venir conmigo.
tuatamos de matarle. Tienes que reconocerlo, Phoenix. ¿Cómo sa.
bemos que es un tirano? Porque la leyenda lo dice así. ¿Cómo -No -dijo Laura con la espalda welta hacia él-. Esta vez no.

sabemos que tenemos que destruirle? Porque el juego lo dice así.


Todo es porque el juego io dice. Sin una palabra más, Phoenix se encaminó hacia el palacio con
Phoenix persistía en su plan de acción: el espantoso regalo de bodas. Cuando llegó a las almenas exte-
es suficiente para mí. doreq la fiesta ya había comenzado. Oyó el sonar de ftompetas
-Eso
pues para mí no. Tú mismo lo has dicho: el juego y el batir de tambores. Se estaban anojando pétalos de ñores
-Bueno,
es cruei. No puedes fiarte de é1. sobre los huéspedes que llegaban. Miró ariba,á las muchachas
crees que yo ya sé todo eso? que vaciaban cestas de pétalos sobre la gente, y frunció el ceño.
-¿No
Se miraron el uno al otro, airados y tensos. uHe llegado, Polidectes.>
preguntarte algo muy simple, Laura. ¿Quieres que. Estaba a las puertas de la gran sala antes de que
-Debes lo recono-
darte aquí para siempre? ¿Quieres? cieran.
que no. Pero eso no significa que tengamos que hacer
-Claro -El ioven Perseo, ¿eh? -dijo el guardia-. No esperaba verte
esto. Está mal. de nuevo.
Con un resoplido de impaciencia, Phoenix se adelantó hasta
el borde del acantilado. Deió que el viento le diera en la cara; -Vuelvo para dar al señor Polidectes su regalo de bodas -y
.levantó la bolsade cuero.
sabía que tenia nz6n. será mejor que entres, aunque solo el Olimpo
-Entonces
"¡Polidectes tiene que morir!> sabe lo que el rey Polidectes hará con é1. Éfcree que has ido a
Se dio la vuelta en redondo. buscar la cabeza de Medusa. Qué idea, enviar a un muchacho
qué no quieres comprender? Ahora no estás en tu casa a matar al demonio.
-¿Por
762
163
(l
$
I
f
il
t Phoenix sondó. honor. se reflejaba en los ojos de cada uno de los presentes en
li
sabe, mi loco orgullo. Ia corte de Polidectes. En un abrir y cerrar de ojos se había pro-
$ -Ya
El guardia sonrió a su vez.
¡ ducido una fantástica transformación. La piel, que era broncéada
I
verdad. Entra, chico. y suave, se volvía tan arrugada como el pellejo de un elefante.
i -Es
El salón
estaba lleno de guardias y cortesanos de polidectes. Tan dura como el granito. Donde había habido cien cortesanos
li De toda aquella gente, solo Dánae era inocente. phoenix se acer- risueños, había ahora cien estatuas de piedra.
ll có a ella. Phoenix estaba guardando ofta vez la cabeza en el saco y
{
il Dánae -susurró-. Cuando yo empiece a hablar, apar- sonriendo torvamente ante los puntos que subían en su rnarca-
$ -Señora
I ta la mirada. dor, cuando Dánae salió de su escondite.
$
i Ella miró al saco.
¡ decir...
-Señora -dijo él-, estás libre.
I -Quieres Ella tomó su mano, pero no para darle las gracias.
$
Mi búsqueda ha tenido éxito.
-Escucha -dijo
I -Sí. apresuradamente-, solo tengo unos minutos
t:
Ella se alefó de la mesa sin mediar palabra y se retiró a un -y se levantó el pelo para enseñarle una lechuza tatuada-. Es
I nicho cubierto por cortinas de seda. Satisfecho de que ella estu-
i
i
cierto. Podúa morir aquí mismo por hablar conügo. Pero hay
viese a saivo, Phoentx avanzó a grandes zancadas hacia el trono demasiadas vidas en iuego. Deseaúa haber ienido valor antes.
t
t,
de Polidectes. Tengo que decir lo que pienso, cueste lo que cueste. Ya basta de
he vuelto con la cabezade la Gorgona.
l' -Polidectes -declaró-, esta comedia. Nadie puede ser libre hasta que el señor del juego
Polidectes se volvió, y todos sus huéspedes con é1. sea destruido. Aun cuando mates al Minotauro, no habrás ga-
l.
l,
atreves a regresar a mi corte? -gritó mostrando sus dien- nado. Tienes que saberlo, Legendario. El laberinto no es el final.
-¿Te
tes de lobo-. Y con semejante cuento acerca de traer la cabeza puedes estar segura? ¿Cómo sabes lo del Minotau-
-¿Cómo
t',

de ia Gorgona. Harías mejor en correr, chico, porque mis guar. to? ¿Cómolo sabes? Tú eres...
t"
I dias te datán caza hasta el fin del mundo o cualquier otro sitio hay üempo para eso. Escúchame, pero escucha bien -se
ii

donde te escondas. -No


inclinó hacia delante y susurró al oído de Phoenix-: Solo un
I

;
i
Se oyeron risas entre los presentes. hombre sabe cómo ganar el juego. Encuéntralo y nos liberarás a
es verdad -insistió Phoenix-. Tengo la cabeza. todos.
-Pero
Más risas burlonas. quién?
l

y señores de Serifos -gritó Phoenix-, invitados y -¿Pero


-Señoras Un ruido sordo, repentino y nauseabundo salió de la garganta
i huéspedes. Podéis elegir. Yo os juro que tengo aquí la cabeza de de Dánae. Sus bellos ojos claros quedaron en blanco y su respi-
:
i
ia Gorgona Medusa. Ei rey Poiidectes parece dudar de mí. Per- ración se agitó, mientras su voz suave y tranquilizadora se aho-
mitidrne un iuego: todos los que creáis al rey, quedaos con él; gaba en sangre.
I
todos los que os fiéis de mí, quedaos a mi lado.
Hubo risas estridentes de parte de los testigos cuando se acer.
-¡No! -gritó Phoenix.
Recogió en sus brazos a la mujer moribunda.
caron a Polidectes. El lado que Phoenix ocupaba en el salón se
fue vaciando hasta que se quedó solo.
-Por favor, no te mueras.
Ella sonrió y la sangre manchó sus labios entreabiertos.
-Ahí lo tienes, muchacho -se jactó Polidectes-. Esto es lo
que muchos creen del joven héroe. Haz lo que quieras, héroe. -Demasiado
tarde. Pero el hombre que puede ganar el juego
es tu padre.
Phoenix hizo lo que había dicho. Meüó la mano en la bolsa Después, un desesperado esfuerzo por respirar, un último mo-
y sacó la cabeza de Medusa. Observó con saüsfacción cómo el mento críüco antes de morir.

764 165
<No te mueras. No me dejes.,
LOS NIVELES
Phoenix se deió caer de rodillas. Estaba solo y abrumado por
la muerte de Dánae. Todavía estaba tratando de entender lo que
le había dicho Dánae, preguntándose por la identidad del señor
Nivel diez
del iuego, cuando oyó ala guardia del palacio llegar a la carrera. En el laberinto
contra el rey!
-¡Traición! -gritaban-. ¡Traición
Furioso por la muerte de Dánae, Phoenix les mostró la cabeza
y no gritaron más. Otras diez estatuas se añadieron a las cien del
salón.
1

desde el sendero que conducía a la playa-,


-Laura -llamó ya
estoy de vuelta. Todo ha terminado.
No hubo respuesta.
de nuevo. Su corazón empezó a acelerarse.
-Laura -gritó
u¿Por qué no me contesta?>
Echó a coffer.
-¡Laura!
Al llegar ala playa, sus peores temores se vieron confirmados.
-iLou*r
Phoenix había reconido durante horas las playas vacías de
Había un mensaie escrito en letras enormes sobre la arena: Serifos, pero no había señales de ella. Hasta entró dando tumbos
entre las olas, golpeando el agua con los puños. Ahora no era
SORPRESA, SORPRESA ningun héroe, era un muchacho y estaba solo. Incluso peor que
eso. Ahora que había conocido la verdadera amistad, su pérdida
era aún más dolorosa. Era como si le hubieran arrancado una
parte de él y todo su cuerpo estuviese dañado por la herida abier-
ta y palpitante. Cayó de rodillas iunto al mensaje escrito en la
alena:

SORPRESA, SORPRESA

uDesearía matarte, Adams.n


Esta vez Phoenix lo pensaba realmente. Dondequiera que hu-
biese peligro, dondequiera que estuviese el mal, allí estaba Adams
para empeorar la situación. Al otro lado de la pantalla, en un
lugar remoto como Brownleigh, había sido un matón de pueblo.
Aquí, bajo la influencia del juego, él era mortal. Era un discípulo
de Reede. Su padre podía tener la llave del iuego, pero, como
Laura, era un jugador secundario.

166 167
(Esun juego para dos, Adams, y es entre nosotros.> Con ella s.e habían ido las sandalias aladas, el ca$co, el escudo y
uTú eres mi Némesis.> lahoz. Todas las cosas que Ie habían hecho progresar en el
iuego.
Un terrible pensamiento lo sacudió. Pero no podía terminar aquí.
es culpa mía. ¡Yo te invité a entrar! <Yo he ganado, ¿no?u
-Y
Cuando Adams entró en el juego, comenzó a beber en la copa Entonces, ¿por qué no se había movido hasta el nivel siguien-
dei mal. No había ninguna duda, se había intoúcado con su -
te? ¿Por qué estaba todavía en la playa de Serifos? Comprobó los
sabor. Eso era. Los dos chicos eran enemigos hasta el último la- puntos del marcador. ¡Allí estaban! Siete mil puntos. Su sensa-
tido de su corazón, hasta el último aliento de sus cuerpos. ción de injusticia le enfureció. Tenía que enfrentarse al Minotau-
¿Más que solo un juego? ¡Adams, tú no sabes hasta qué ro una última vez. Tenía que destruir a la criatura que atormen-
puntol taba sus sueños.
Fhoenix acarició el saco que conteníala cabeza de Medusa. (¿Pero cómo?>
<Mátale>. Quizá debería. Estaba hecho polvo, mirando las letras en la arena y sintiendo
Hundió los dedos en la arena plateada y se sintió totalmente su suerte como un castigo, cuando oyó un chillido agudo y pe-
deshecho y derrotado. Sentía tanta lástima de sí mismo como la nehante. Allá en lo alto, un gran páiarc bajaba desde un cielo
había sentido toda su vida. Quería maldecir a los dioses, o a sin nubes. Como un águila, pero más grande aún, con una en-
Reede, o a quienquiera que hiciese dar vueltas a este mundo loco, vergadura al menos dos veces mayor. El pájaro describía ampiios
pero no iba a darles la satisfacción de oír su dolor resonando por círculos en el cielo. Phoenix observó fascinado cómo se acercaba
encima de la marea. Ellos se creían muy listos con su iuego, ¿ver- planeando, un enorme depredador con el plumaje más brillante
dad? Tenían a su héroe, alguien a quien hacer pasar por cual- que había visto nunca: azul, púrpura, escarlata y dorado.
quier prueba. Ahora tenían también a su villano, para seguirle ave Fénix! Tú eres el Fénix, mi tocayo. El pájaro que
durante todo el camino. <Adams y yo,,, pensó Phoenix, (somos
-¡El
resurge de sus cenizas.
las dos caras de ia moneda, adversarios en un juego mortal>. Miró hechizado cómo el gran pájarc se abalanzaba sobre la
Pensó en Dánae muerta y en Laura secuestrada. Su creciente atena. Phoenix corrió hacia é1, rodeando los salientes rocosos
confranza se había evaporado hasta el último $amo. hacia un tramo de playa que no había visto ni había pensado en
uNo puedo soportarlo más. Tiene que terminar. Todo esto es explorar. Cuando dio vuelta, exhausto y tambaleándose, a un
demasiado. Quiero salir.u saliente rocoso, no pudo contenq un grito. En la playa, el Fénix
Pero ¿cómo podía escapar? ¿Y cómo podía irse sin su padre había construido una pira funeraria. Phoenix observó cómo su
y sin Laura? Solo entonces, cuando abandonó toda esperanza de tocayo reunía los ingredientes de la pira: plantas aromáticas, in-
encontrarla en la isla, fue cuando investigó con detalle la playa. cienso y bálsamo, enheteiidos en un nido de mmas. Aspiró el
Era obvio que había omitido algunas cosas. Como las huellas. aloma misterioso pero familiar, el olor confuso de la vida y la
Estaban las suyas, por supuesto. Luego, las de Laura. Unas cuan- muerte. Estaba empezando a sentirse somnoliento, agotado por
tas de Adams. Y había marcas de un par de pezuñas hendidas. los acontecimientos de los úlümos días.
Pan. Volvió a revivir todo mentalmente: la pelea en Deicterión, la
Laura había tenido ruz6n acerca de él todo el tiempo. En el degollación de Medusa, su venganza contra Polidectes, y ahora
mejor de los casos, era un guía poco fiable; en el peor... No ie el secuestro de Laura. Estaba cayendo en un sueño nebuloso, mi-
gustó pensar en ello. Phoenix se sentó observando la marea, pre- tad dormido, mitad despierto.
guntándose qué hacer a continuación. Empezaba a darse cuenta Jugando de nuevo...
del gran revés que había sufrido. No solo había perdido a Laura. ... el hedor de la prisión subterránea...

i68 169
... sus interminables pasadizos... 2
... ¡Er nnavno DE LA snsrtA!
Phoenix se despertó asustado. La pesadilla había vuelto. Pero
no sentía horror, sentía esperanza. Se apoyó sobre un codo y
comenzó a fijarse en la escena que tenía ante sus ojos. El fuego
de la vida y la muerte chamuscaba la arena. El humo se ondulaba
hacia el cielo, las llamas rugían bailando al borde del agua, ar-
diendo con tal furia que las aguas de la marea hervían. Y allí en
su centro estaba el gran páiarc, batiendo las alas entre el rojoy Or* búsqueda, otro bosque de banderas negras ondeando
natanja del fuego. Las llamas le lamían todo alrededor, pero él bajo la brisa del mar. Phoenix sacudió la cabeza. La muerte se
no se quemaba. Era un fuego lento, curativo. Al mirar entre cernía sobre el iuego como una nube.
el humo acre, vio que una figura familiar había llegado para pre-
senciar ei suceso. -¡Eh! ¡Oye! -gritó Phoenix a un chiquillo que pasaba por la
calle-. ¿Dónde estoy?
Pan estaba de pie al borde del agua, silencioso y atento.
El chico se rascó la cabeza.
Ahora Phoenix lo entendió. La muerte del pájaro era su re-
en serio?
nacer. No todo era malo en este mundo de leyenda. También -¿Hablas
quiero saber dónde estoy.
había algo bueno, y estaba surgiendo a través de é1. Cuando el -Solo
mortal chillido del pájaro llenó el cielo, Phoenix vio desvane- -Mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Solo la ciudad más grande
de toda Grecia, la preferida de Palas Atenea, la misma pesarosa
cerse sus brazos, convertirse en transparentes.
Atenas.
A havés dei humo, Pan hizo una inclinación breve y enig-
Aunque desde el momento en que pisó la calle estaba seguro
mática, como si atestiguase formalmente el progreso del Legen-
de cómo respondería el chico, Phoenix necesitaba oírlo de sus
dario; después se alejó a gandes zancadas entre los rompientes.
labios.
¡Al fin! Phoenix estaba pasando al nivel siguiente. qué pesarosa?
-¿Por
has estado, extraniero? Porque el rey Minos exige
-¿Dónde
su tributo, ese es el porqué. Este año, como todos los años, siete
jóvenes y siete doncellas serán transportados al palacio de Kno-
sos en un barco de la muerte con velas negras. En esta ciudad,
toda familia bien nacida ha perdido un hijo o una hiia. Allí, en
el palacio del despiadado rey Minos, el destructor de ciudades,
serán arroiados a la besüa que habita en el laberinto.
Phoenix respiró profundamente. Ahora sabía por qué la pe-
sadilla había comenzado de nuevo. Casi había completado el
círculo para reanudar su misión donde Iahabia interrumpido al
huir aterado.
uDonde supliqué por mi vida.u
Sentía profundamente su cobardía. Había dejado a su padre,
le había abandonado a su suerte. Soio había un modo de recti

170 t7t
ficar. Tenía que ser el héroe que afirmaba ser, el Legendario. Ha- en la primera fila de una multitud reunida ante la proximidad
bía hecho de Perseo hasta el final y representado valientemente del corteio real. Pero no había ovaciones ni aplausos. El humor
su papei. era sombrío. Cada edificio lucía una bandera negra. Después de
Había vencido a la Gorgona Medusa y destruido a Polidectes. unos momentos descubrió al chiquillo con el que había hablado
Solo había una forma de rectificar: tenía que ganar el iuego. antes de la aparición de Pan.
dónde se va al palacio real? -preguntó. que eres? -preguntó el chico mirando hacia atrás, al
-¿Por -¿Tú
Pero el chico estaba mirando más allá de é1, con los ojos muy rincón-. ¿Un dios?
abiertos. Phoenix se volvió para ver lo que absorbía su atención. -No dijo Phoenix con una sonrisá-, un dios no.
El chico no pareció tranquilizarse con la respuesta.
-Pan. zarpa eI barco de la muerte? -preguntó Phoenix.
Se acercó deprisa al rincón sombrío donde le esperaba su guía. -¿Cuándo
de mis trucos, Legendario? al amanecer.
-¿Otro -Mañana,
Phoenix no contestó. Se limitó a observar cómo la nariz de No había tiempo que perder. Phoenix recordó las palabias de
su guía se hinchaba hasta parecer un hocico monstruoso y de su Pan: nUsa el mito como una estrella polar para encontrar tu ca-
cab eza brotaban cuemos. mino>. Repasó mentalmente la leyenda. El rey Egeo de Atenas
El Minotauro. engendra a Teseo en una ciudad lejana llamada Trezena, pero no
Volviendo a su estado normal, Pan habló, pero sin la alegría se queda para verlo nacer. Deja al niño una espada y un par de
que había demostrado en sus primeras apariciones. sandalias escondidas baio una gran roca para que recuerde quién
o¿Es posible?u es. Cuando Teseo se aproxima a la pubertad, apafia la piedra y
<¿Realmente estás empezando a temerme?> descubre el secreto de su nacimiento.
al próximo escenario de tu viaje. Recordando cómo Pan había tocado la bolsa de cuero que
-Bienvenido contenía la cabeza de Medusa, Phoenix metió la mano dentro.
Phoenix contestó fríamente a la mirada de Pan. Recordaba las
huellas en la piaya. Estaba en presencia de un dios traicionero. Ln lugar del sangriento trofeo descubrió el puño de una espada
está Laura? rota y un viefo par de sandalias.
-¿Dónde Phoenix las contempló. Las pertenencias que Egeo había de-
debes encontrarla -replicó Pan sin una huella de emo-
-Tú
ción en su voz-. Fue tu descuido lo que dejó a la muchacha jado ocultas bajo la piedra en Trezena.
abandonada a su suerte. <Mi destino.>
Phoenix-. Te atreves a acusatme. ¿Por qué...? uSi voy a ganar el juego, tengo que reclamar mi destino.u
-¡Yo! -exclamó Los primeros soldados entmban enlaplaza llevando banderas
Pan agitó las manos rechazando su furiosa protesta.
seguro de que has descubierto dónde estás y quién ne8ras.
-Estoy paso al rey Egeo y a la reina Medea.
eres -echó un vistazo al saco con la cabeza de Medusa y lo tocó -Abdd vio entonces al re¡
suavemente-. Eso no lo necesitarás aquí, Legendario. Es hora de Phoenix enveiecido y encorvado. No ha-
que el héroe tome una nueva forma. Te saludo, Teseo, heredero bía más remedio. Tenía que darse a conocer. Si podía matar a la
dei trono de Atenas. Gorgona, podría habiar con el rey. Dio un paso adelante e in-
Phoenix estaba a punto de acribillar a preguntas a Pan cuan- mediatamente atrajo ia atención de tres de los guardias del rey'
Phoenix cuando se dirigían a él espada en
do fue intemimpido por los ruidos de un cortejo. Retumbaban -Esperad -gritó
ios tambores y sonaban las trompetas. mano-. Deseo presentar una peticiÓn al rey.
rey? -preguntó. Los soldados se volvieron a mirar a Egeo.
-¿El hablar al muchacho.
No hubo contestación. Pan se había ido. Phoenix se encontró -Deiad
173
t72
-Mi nombre es Teseo -anunció.
-Híblur.ros más tarde de tus aventuras y tu derecho al
Un murmullo recorrió la multitud. El rey se inclinó hacia de- trono.
lante, examinando con detenimiento la caia de Phoenix. Egeo dio unas palmadas.
de Trezena para reclamar mis derechos de nacimien- llevad a nuestro visitante a sus habitaciones y ha-
-Vengo -Guardias,
to como tu hijo y heredero al trono de Atenas. ced que se sienta cómodo. Te veremos esta noche, vencedor de
Vio fijos en él los ojos ardientes de la esposa del rey, la reina bandidos.
Medea. Esos ojos... él los había visto antes... en algun sitio... Des- Al paso de Medea, Phoenix captó de nuevo la mirada de sus
concertado por la penetrante mirada de la reina, Phoenix trató ojos. Ahora supo dónde la había visto antes. Fue allí, en el la-
de seguir, pero incluso cuando habló se sentía intranquilo por berinto, entre la sangre y los huesos astillados. Eran sus ojos los
esos negros y centelleantes ojos. que él había visto mirándole a través de los banotes de la ven-
viajado muchos días y muchas noches hasta llegar a tu tanilla.
-F{e
corte.

-Tu venida ha sido anunciada -dijo Egeo-. El oráculo habló


del joven héroe y sus proezas. Hemos estado esperando tu lle-
gada.
Phoenix sabía exactamente qué decir, ninguna de sus lecfuras
había sido desperdiciada. Era el momento de recunir a ellas. Re-
cordó sus primeros intentos en este nivel, al lado de su padre.
venido por el camino de la costa, un lugar infestado de
-He
bandidos. Derroté a Perifetes, el hombre del garrote; a Procrustes,
con su cama mágic&, y d Sinis, que ata a sus víctimas a los ár-
boies. Destruí a una cerda salvaje y al ladrón Escirión.
En reaiidad iodo eso lo había hecho su padre, pero el cuento
venía a sus labios tan fácilmente como la haición a los labios de {'.
Adams. Los dos se estaban convirtiendo en hábiles jugadores. \
dominé a Cerción de Arcadia y a Polifemo, ase-
-Finalmente
sino de viajeros.
aventl¡ras realmente -dijo Egeo-, y los viajeros ala-
-Grandes
barán tu nombre largo tiempo. fuede que la reputación del gran
Teseo resuene a través del tiempo. Pero ¿cuál es tu misión?
Antes de que Phoenix pudiese responder, Medea empezó a
hablar:
valiente Teseo. Esta calle no es lugar para sa-
-Bienvenido,
ludar al héroe. Ven al palacio esta tarde. Prepararemos un ban-
quete en tu honor.
Sus palabras eran de bienvenida, pero sus intrigantes ojos re-
flejaban odio. El podía sentirlo como una carga eléctrica en el
aire.

774 t75
3 vivo.> Tiró a un lado el plato y recuperó el puñal que había caído
de la mano de Adams.

-iQué estás haciendo aquí?


Adams luchó en vano por levantarse.
mi papel -dijo aceptando la denota y dejándose
-Represento
caer de espaldas-. Soy Medus, el hijo de Medea y Egeo. Tu rival.
<Mi rival. ¿Qué más?,
matarte aquí mismo -gruñó Phoenix.
-Debería
D", horas más tarde, Phoenix estaba ante la ventana de su Adams no mostraba ni pizca de arrepentimiento. Ni tampoco
habitación, contemplando la oscuridad que caía sobre Atenas. El miedo. De hecho era tan anogante como si fuese él quien estu-
viese a horcajadas sobre Phoenix.
barco de la muerte zarpaba al día siguiente y él tenía que estar
de muerte de la pobre Laura?
a bordo. En algun lugar, el juego retenía a su padre y a Laura. -¿Y firmar la sentencia
Phoenix recordó las cosas tan crueles que él había dicho a papá A Phoenix se le hizo un nudo en la garganta.
está aquí?
y la noche se llenó de remordimientos. Pero el arrepentimiento -¿Laura
levantarme y te lo contaré todo.
no iba a resolver nada. Si alguno de ellos iba a salir alguna vez -Déjame
De mala gana, Phoenix liberó a su gran enemigo. A Adams
de esta pesadilla, él tenía que llegar al laberinto. Miró hacia fuera,
no parecía importarle ser vencido tan fácilmente. Solo eso hizo
alaplaza pavimentada donde ardían enormes pebeteros que lan-
ponerse en guardia a Phoenix.
zaban chispas hacia el cielo crepuscular.
A lo largo de ia amplia avenida que conducía al palacio, la -Habla.
Adams lo llevó hasta la ventana y señaló las banderas negras
fuerte brisa marina hacía ondular ias grandes banderas negras.
que se ondulaban bajo las estrellas.
Una brisa que sopiaba hacia Creta y la guarida de la bestia. Pro-
esas banderas. Son por Laura.
bablemente ya podría oler su miedo. -Mira
decir...
De repente, Phoenix se estremeció. Las bisagras de Ia puerta -Quieres
zarpe mañana el barco de la muerte, ella estará a
de la habitación habían chiniado. Sin apartarse de la ventana, -Cuando
bordo. Pero no te preocupes; la verás esta noche.
palpó la mesa que había junto a él en busca de un arma. Sus la fiesta, quieres decir? ¿Cómo?
dedos entraron en contacto con un gran plato. El chirido había -¿En
Adams se sentó en un sofá y se puso a comer uvas.
cesado, pero unos pasos sigilosos se estaban acercando por el lo que recuerdes de la historia de Teseo.
suelo. -Cuéntame
no voy a...
usolo un poco más cerca.> -Yo
solo la historia, Legendario. Recuerda: los mitos son
Volviéndose a medias, Phoenix divisó una mano levantada y -Cuenta
tu guía.
el briilo de un puñal. Giró en redondo levantando la pierna iz- Otra vez de vuelta a 1o mismo, contar historias de dioses y
quierda e hizo caer al asaltante. demonios. Pero ese era su papel. Adams teníanzón. El era Phoe-
-Adams. nix, el Legendario. Empezó a hablar.
Al contrario que allá en casa, ahora Phoenix estaba sentado iey Minos es el soberano de Creta. Hace muchos años
a horcajadas sobre Adams, sujetando sus hombros. uNada de do-
-El
su hijo Androgeus visitó Atenas, pero fue asesinado en esta mis-
lores de cabeza ahorau, pensó. <Ni uno desde que entré en el ma ciudad. Para vengarse, Minos hizo la guena hasta que se acor-
juego. A pesar de todo el horror, nunca me había sentido tan dó pagar un tributo: cada año, siete ióvenes y siete doncellas

176 777
u

eran llevados a la ciudad de I(nosos, en su reino, en el barco de estab¿ en la leyenda era parte de su destino. En el banquete de
la muerte. Con ellos se alimenta al Minotauro. Los huesos de sus esta noche, la reina intentaría envenena¡ a Teseo. Pensó en la
:
víctimas cubren el suelo de su laberinto. ¿Cómo lo estoy ha- teina bruja y sus oios llenos de odio. Sí, ella planeaba matarle.
ciendo? Cuando los pasos de Adams dejaron de oírse en el pasilio,
pero
-La historia te viene como anillo al dedo -dijo Adams-.
no esperaba nada menos. Así es exactamente como me la contó
Phoenix inspeccionó el contenido de su bolsa de cuero. El puño
de la espada era hermoso, con serpientes gemelas talladas deli-
el rey Egeo. Y aquí está la primera parte de las noticias. Laura ha cadamente en marfil. Junto con las sandalias, era su salvaguardia.
sido elegida como una de esas doncellas. Está noche aparecerá En el momento en que el rey Egeo las reconociese, le aceptaría
junto a las demás.
como hijo. Después, el laberinto y el Minotauro, la llave para
-Más te vale que sea la verdad -advirtió Phoenix. encontrar a su padre de verdad. Phoenix se echó la bolsa al hom-
-Oh, lo es -contestó Adams-. Ahora sigue con la historia. bro y esperó que vinieran a buscarle. El banquete sería otra
rey Egeo, padre de Teseo, gobierna Atenas, una ciudad
-El
agobiada por el terrible tributo. El se casa dos veces, pero no hay
prueba.

heredero al trono. Medea, su tercera esposa, es una hechicera.


Ella le da el hijo que él ha deseado, Medus...
Estaba otra vez en los tuneles, corriendo en la penumbra. La bes-
Adams se levantó y saludó.
tia le pisaba los talones. Vio una espada en el suelo y se agachó
-Su seguro servidor. Yo soy el hiio de la reina bruja.
Adams ya no tenía el aspecto del peieón pueblerino que había
a cogerla. Pero al levantarla cobró vida en sus manos. ¡Una ser-
piente, muchas serpientes! Se retorcían, subían desliándose por
sido antes. El juego le había transformado. Tal era el poder del
su brazo. No era una espada, estaba sujetando la cabeza de Me-
mal. Pero había transformado también a Phoenix.
dusa.
o¿Soy yo mejor, o simplemente más fuerte?>, se preguntaba.
Mientras mi¡aba a Adams, Phoenix pensó que su enemigo for- -¡No!
maba parte de una mágica trinidad del mal. Variaciones de un
Con una sacudida se desprendió de las cadenas del sueño y
único nombre monstruoso. se sentó. Estaba cubierto de un sudor frío. ¿No iba a librarse
Medusa... Medea... Medus. nunca de aquella pesadilla?
De todas las cabezas del mal, esas tres cobraban mayor im- Un golpe en la puerta banió los últimos vestigios de som-
portancia en la imaginación de Phoenix. Muerta Medusa, la Gor- nólencia.
gona, Medea aparece en su lugar. Finalmente, esperando subir al príncipe'de Atenas, te esperan en palacio.
-Teseo,
üono, está Medus. Como el príncipe hechicero, Adams estaba Siguió al guardia a través de los jardines del palacio hasta el
ahora encenado en el juego. El mal continuaría en una línea gran salón. Recordó a Polidectes y sonrió al pensar en la silen-
ininterrumpida. ciosa corte petrificada.
joven Teseo -dijo Egeo-. Toma asiento en
-Tú no puedes ganar, ¿sabes? dijo Adams con una sonrisa
afectada-. Piensa en ello. Si el viejo Egeo te nombra su heredero,
-Bienvenido,
nuestra mesa.
el hijo de la reina queda en segundo lugar. Y puedes creerme, Phoenix reconió con la vista a los huéspedes y se detuvo en
Medea no es la clase de mujer que acepte segundos puestos -se un adolescente que le miraba con ojos maliciosos. Adams.
dirigió hacia la puerta-. Que disfrutes de tu comida. -dijo Egeo al darse cuenta del interés de Phoenix-, este
-Ah
Phoenix le vio salir y volvió a sentarse sin dejar de darle vuel- es mi hijo Medus.
tas a la advertencia. Tenía que tomarla en serio. Todo lo que Phoenix cambió gestos de saludo con Adams y luego dirigió

178 179
una mirada cautelosa a la mujer que se sentaba a su lado. La vas a hacer el sacrificio más grande por tu ciudad.
-Mañana
reina bruja Medea. Tienes permiso para hablar.
de la comida -difo Egeo-, tengo un triste deber. Todos los oios se volüeron hacia Laura. Era la ocasión de
-Antes
Levantó una mano y los guardias del palacio hicieron entrar Phoenix. Se inclinó hacia delante, empujó la copa y observó
a los catorce atenienses que habían de morir a manos del Mi cómo el vino corría sobre la mesa. Adams también estaba miran-
notauro. Laura erc la tercera del grupo. do. Cuando estaba a punto de llamar para pedir más vino, Phoe-
de Atenas -proclamó Egeo-, mi corazón os saluda nix alcanzó la iana y llenó su prcpia copa.
-Jóvenes
con profundo pesar. Una vez al año digo adiós a lo más florido estará bien -dijo con una sonrisa.
-Así
de esta ciudad cuando ellos sacrifican sus vidas en el matadero Laura daba un débil discurso balbuceante en alabanza de
dei cruel rey Minos. Sed valientes, hijos míos. Entregáis vuestras Egeo, pero el truco había sido efectivo. El vino, con su dosis de
vidas para que los ciudadanos de Atenas puedan dormir tran- veneno, se estaba filtrando pcr una grieta del suelo embaldosado.
quilos en sus camas, libres de guerras y horribles matanzas. de este brindis -dijo Phoenix sonriendo triunfalmen-
-Antes
Los catcrce jóvenes estaban en fila fuente a los huéspedes. En te a Adams-, permíteme mostrarte la prueba de que soy el he-
sus rostros se leía ei temor. redero del trono de Atenas.
Teseo, tienes aigo que contar. Pero cuando echó mano del saco de cuero, su cara enroieció.
-Ahora,
es, rey y padre. Yo... La trinidad del mal: Medusa, Medea, Medus. ¡En lugar del puño
-Así
de que continúes -interrumpió Egeo-, un brindis al dt la espada y las sandalias, tocó las serpientes del pelo de Me-
-Antes
valor que te trajo a mi cofte. dusa! El brazalete registró el peligro al que se encaraba. Estaba
Phoenix vio que lvledea se inclinaba hacia el rey. Una pun- perdiendo puntos.
zadale traio un presentimiento. Una sirvienta llenó su copa. Me- pasa, Teseo? -preguntó Medea con un gesto de satis-
-iQué
dea cuchiclieaba al oído de su esposo. Adams observaba la escena facción.
y sonreía. IJhoenix sabía lo que le estaban preparando. va mal? -preguntó Adams.
-¿Algo
joven Teseo -exclamó Egeo-. Un brindis: por el Estaban disfrutando y sus voces Io reflejaban. En el mismo
-Te saludo,
vencedor de banciidos, Teseo de Trezena. momento en que Phoenix pensaba que ellos habían perdido, de
El corazón de Phoenix dio un salto. El vino. ¿Estaba allí el nuevo habían cambiado las tornas. Vio que Adams daba golpe-
veneno? Miró a Lawa y articuló la palabra. citos en un saco de cuero igual al que él suietaba. De alguna
<Veneno.> manem se las habían arreglado para hacer el cambio.
Por un momento, la cata de la muchacha expresó descon- Egeo con la sospecha escrita en cada arTuga
-Bien -continuó
ciertc; después entendió. Sí, veneno para el héroe. de su viejo rostro cansado-, ¿puedo ver esa prueba?
gran Egeo -exclamó Phoenix levantando la copa. El pensamiento de Phoenix era tumultuoso. Si sacaba la ca-
-Salve,
Pareció dudar. beza, todos los que la üeran morirían. Su imaginación vio la
valiente Teseo -dijo Adams-. Este banquete es en tu imagen grotesca del ioven héroe convertido en piedra ante toda
-Bebe,
honor. Ia reunión. O, peor aírn,la corte entera destruida y sin esperanzas

-Sí -añadió Medea-, apura tu copa. de completar la misión.


Otra mirada a Laura. ¿Qué podía hacer él ahora? Pero ¿cómo habían hecho esto? Phoenix vio los ojos ardien-
Egeo dijo elia de repente-, ¿puedo habiar? tes de Medea y recordó las palabras de Adams. Esta hechicería
-Rey
Sorprendido, Egeo dio su consentimiento: era obra de la reina. Su mirada se cruzó con la de Laura, pero

180 181
t
I
I

l ella no podía hacer nada esta vez. No podía aportar más ideas,
I era el momento de intercambiar papeles.
4
t:

Egeo, comprendo que mi llegada tiene que preocupar


I

i
-Gran
a tu esposa, la reina. Después de todo, es su hijo quien está a
I
l punto de perder el trono. El saco es suyo.
I
!
Al ver la rnirada de sorpresa de Medea, se sintió más fuerte y
I
il
se dirigió a ella:
i examinar la prueba?
I -Señora, ¿queréis A
Tenriió el saco a ia sobresaltada reina. Sobrecogida por el pá-
I

nico, miró el pesado saco de cuero. Le tocaba a ella sacar el ma-


Ar día siguiente, cuando las nieblas matinales se aclararon en
I el puerto de Atenas, Phoenix se encontró en medio de una gran
cab¡o trofeo que había dentro.
'
muchedumbre. Había sido una noche de júbilo. Egeo Ie había
I
-Yo..' . aceptado como su legítimo heredero, el príncipe Teseo de Atenas.
Sus ojos se encontraron con los de Phoenix. Elodio era más Phoenix había seguido el juego, completando su papel íntegra-
fuerte que nunca, sabía que se habían burlado de ella. Cerró los
mente. Fue el brindis de la ciudad entera. Se encendieron fuegos
ojos y puso una mano en cada uno de los sacos. Phoenix sentía
en todos los altares y templos de la ciudad. Se habían amonto-
una extraña carga de poder en el aire. La magia de esta mujer
nado ofrendas ante las imágenes de los dioses. El aire todavía
estaba actuando; había cambiado de nuevo los sacos. Desatando
estaba lleno del humo acre de los bueyes sacrificados y asados
la cuerda, Medea colocó sobre la mesa el puño de la espada y las
ante el Olimpo. Ahora los ciudadanos de Atenas se abrían paso
sandalias.
a empujones en busca de un lugar en el puerto. Quedaba una
El marcador del brazalete hizo un ruido tranquilizador.
úitima ceremonia por ejecutar: el destierro de un traidor. Se ha-
Phoenix levantó la copa en triunfo y brindó por Egeo:
bían preparado dos barcos en el muelle. El barco de la muerte
-Por ti, rey y padre. para Creta y el barco del exilio, el barco de Medea.
los dioses del gran Oiimpo! -exclamó Egeo-. Es verdad.
-¡Por Medea -dijo Egeo-, tu has compartido mi vida, pero
Tú eres mi hijo. -Reina
ahora se ha demostrado tu traición. Has tratado de envenenar a
Miró fijamente las sandalias y el puño de la espada y entonces Teseo, mi primer hijo y legítimo heredero al trono de Atenas.
se fijó en la copa que Phoenix sostenía en la mano. Intentaste emponzoñar mi mente contra é1, diciéndome que era
-¡No! -gritG. ¡No bebas! un espía. O, peor todavía, un asesino. ¿Tienes algo que decir
Se abalanzó para tirar la copa de la mano de Phoenix. antes de ser anojada de la ciudad?
bebida está envenenada. Yo creía que eras un impostor. Medea y Adams estaban juntos, vigiiados por la guardia ar-
-La
Te lo juro, muchacho, ha sido idea de la reina. Me ha dicño que
mada.
eras un granuja embustero que venía a asesinarme. voz quebrada por la rabia-.
Phoenix le dejó tirar la copa al suelo, con su líquido inofen- -Tú, viejo loco -diio Medea conpoder
¿Quién eres tu para destenarme? Mi es mucho más grande
sivo. Era parte de la leyenda, después de todo, así que ¿por qué que el tuyo. Yo debería haber gobernado aquí, y no tú. En cuan-
negarle al viejo su papel en ella? Cuando el rey lo abrazó, Phoe- to a ti, Teseo, disfruta ahora de tu victoria, porque tu destino es
nix miró a Adams. Era un hijo adecuado para Medea, compartía negra y traicionera desesperación.
su sed de maI. Sus ojos brillaban con el mismo odio. En el muelle, Laura retrocedió. La bruja estaba de pie, orgu-
llosa, con el largo cabello ondeando al viento, sin avergonzarse
de nada.

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Teseo, estás maldito. Tú y todos los que te sigan. dido una reina y un heredero. Ahora tengo que decir adiós a lo
-Óyeme,
Egeo sacudió tristemente la cabeza. más florido de nuestra juventud.
te amaba, Medea, como esposa y reina... y madre de mi Laura anastraba los pies hacia el barco. Phoenix sabía lo que
-Yo
hijo Medus. tenía que hacer. Su destino yacía en esos interminables y torcidos
Miró a Adams, que apartó la cara. Había hecho su papel du- corredores al otro lado del mar. Elevó su voz contra el viento:
rante bastante tiempo. No pertenecía a nadie, pero el espíritu del Este cruel tributo tiene que terminar. Atenas no
-¡Esperad!
mal se había apoderado del juego. puede seguir durante más tiempo entregando a sus hijos para
tengo que perderos a los dos. morir en el laberinto.
-Ahora
nos has tenido -respondió Medea furiosa-. Con mis podemos hacer? -preguntó Egeo-. Es la voluntad de
-Nunca -ZQué
sortilegios hice que me amaras. Pobre üejo loco, eras como un Zeus, que se deleita en el trueno. No nos atrevemos a contradecir
pelele para mí. Eso es todo. al ceñudo señor del Olimpo. ¿Sabes lo que sucedió la última vez
Egeo pareció tambalearse bajo el impacto de su ácida lengua. que le negamos el tributo? El hambie y los temblores de tierra
de tu triunfo, Teseo -gritó Medea-, pero no olvides devastaron el país. Nuestras calles estaban cubiertas de muertos.
-Goza
que hay otro barco en este puerto y, cuando zarpe, se llevará con ¿Serías tít capaz de traerme por segunda vez la ira de los dioses
él el corazón roto de Atenas. Echame si quieres, Egeo, pero no hasta Atenas?
vivirás para disfrutar de tu recién hallado hijo. El Minotauro me *Yo no estoy hablando de rehusar el tributo -le contestó
vengaú. Phoenix-. Deja que yo sea el tributo.
Todos ios ojos se volvieron hacia el barco de velas negras Dio un paso adelante y agan6 a uno de los jóvenes que es-
anclado en el muelle, un poco más alejado. La fiesta de la noche taban embarcando.
anterior parecía haberse evaporado. El barco de la muerte estaba te llamas?
-¿Cómo
iisto para zarpat, ikvándose a catorce de sus hijos e hijas. Egeo
-Temón.
saludó con la mano a la tripulación de la primera nave que iba con tu familia, Temón. Yo voy a ocupar tu lugar.
-Vuelve
a llevar al exilio a Medea.
-No, hijo mío -exclamó Egeo-. No puedo permitir este sa-
haceros ala mar. Llevad a esta pérfida bruja al otro crificio. ¿Qué ocuniría si pereces?
-Podéis
-¿No limpié la costa de bandidos? -preguntó
lado del mar. Fuera de aquí, proscrita. Phoenix, dis-
entonces {hilló Medea agitando los brazos-. frutando de su papel-. ¿No he desenmascarado a Medea como
-Destiérrame
Pero oye esto, Egeo: no hay cárcel en la Tiena que pueda rete- hechicera y traidora?
nerme, ni grilletes que, puedan atarme. Circe, mi madre, me en- Mentalmente había regresado a Serifos y ahazafias de las que
señó ias artes y misterios de la hechicería. Yo vuelo con el cuer- no podía alardear. ¿No destruyó él también a Medusa y a la corte
vo, nado con el tiburón, me arrastro como la víbora. Al cambiar del cruel Polidectes?
el año, el trono de Atenas estará vacío y tú estarás en el fondo
-Es mi destino enfrentarme a la bestia en su
guarida. Tengo
del mar. Así es, Egeo: tu cuerpo destrozado será comido por los que hacerlo, o Atenas sufrirá el peso de esta carga durante ias
cangrejos y yo volveré para sentar a mi hijo en el trono. futuras generaciones.
El barco que se llevaba a Medea estaba zarpando, pero la ma- Y lo que era más importante: Phoenix, su padre y Laura es-
yor parte de la gente ya habia vuelto los ojos hacia el barco de tarían atrapados en aquel mundo salvaje para siempre.
la muerte. Egeo encabezabala procesión hacia el navío de velas Egeo consultó con sus cortesanos.
neSras. bien, tienes mi bendición para fu aventura. Pero pro-
-Muy
corazón está abatido este día -proclamó Egeo-. He per. mete una cosa: debes volver sano y salvo a Atenas -llamó con
-Mi
184 185
t
.

l
l'

un gesto a sus servidores-. Lleva esto contigo -añadió cuando del Minotauro. Témelo porque pronto triturará tus huesos y ce_
ellos lanzaban un pesado envoltorio en la cubierta del barco. iebraráun fesln con tu carne.
es?
-¿Qué En un instante, ella había desaparecido y el toro estaba de
veia blanca. Cuando mates a la besüa, coloca esta en
-Una nuevo tendido en el suelo, muerto.
Iugar de la negra y yo sabré que estás a salvo. Estaré esperándote
vayas -suplicó Egeo.
encima de ese acantilado. -No
volvió e hizo señas a un hombre de pelo gris que estaba
Se -Tengo que ir -le dijo Phoenix-. Es mi destino.
Cuando se preparaban para zarpat, se confió aLaura.
junto a la multitud. Era el sacerdote de poseidón, dioi del mar.
El sacerdote se lavó las manos en una iofaina de plata y echó -Mi destino -repiüó-, y mi pesadilla.
granos de cebada en las llamas de un brasero. Levantó los brazos
y dio una orden:
Esa noche la pesadilla volvió. El valor de phoenix falló de nuevo.
la
-Traed ofrenda. Esta vez había otros rostros en la oscuridad, no solo Laura. Dánae
Hicieron entrar en el muelle a un toro que agltaba su gran
estaba allí, y también Egeo. Todos confiaban en é1. Todos eran
cabeza.
traicionados por é1.
Poseidón, hijo de Cronos y Rea, tú que dominas las (iPero yo no fallé!
-Señor ¡No traicioné a nadielu
olas, concede a nuestros hijos e hijas un viaje seguro y que pue-
Entonces, en Ia neblina del sueño, su padre se volvía hacia
dan regresar de é1.
é1, pero no el John Graves de ojos brillantes que se había emo-
Después de matar al animal, el sacerdote arrojó a las llamas
cionado tanto con el Legendario. Este era su fantasma. Sus ojos
algunos de sus pelos. Phoenix observó el espectáculo durante
estaban muertos, vacíos de vida. Su piel pecosa estaba pálida y
unos momentos y después se acercó a Laura. Antes de podei
ftía.
hablar, se oyó un grito de espanto desde la multitud.
me traicionaste -gimio-. Y tú les traicionarás también.
-¡La reina ha vuelto! ¡Mirad! iEs Medea! -Tú
En el humo ondulante sobre la llama del sacrificio, se estaban Y Phoenix gritó y gritó hasta que la luz del sol se filtró entre
formando los rasgos de la reina bruja.La muchedumbre quedó sus párpados y pudo ver la vela negra ondeando por encima de

horrorizada. su cabeza.
Atenas! Te batiste en retirada
ante los ejércitos de -Phoenix.
-¡Cobarde El grito seguía y
Minos el Conquistador. Ahora vuelves a retirarte ante mi furia. seguía.
Mira a tus hijos e hijas, porque nunca los verás de nuevo. pronto -Phoenix, despierta.
estarán tan muertos como la tripulación de este barco del exilio. Ante sus ojos estaba Laura, mirándole.
Egeo dio un paso adelante, pero ella le cortó en seco: pesadilla? -preguntó.
-¿La
-Sí, tú también, Egeo. Di adiós a tu hijo. ¿Deseas conocer su
Por supuesto, era la pesadilla. Nunca iba a abandonarle. Laura
destino? Entonces observa. se sentó a su lado en la cubierta del barco. Una gaviota daba
De sus ojos saltaron chispas y cayeron sobre el cadáver del vueltas sobre ellos, repitiendo extrañamente el grito de phoenix.
toro que estaba en el suelo. El cuerpo muerto adquirió nueva preparado para eso, Phoenix? ¿Estás seguro de que
-¿Estás
vida y comenzó a levantarse. Pero al mismo tiempo tenía lugar puedes matar a la bestia?
una terrible transformación. Al levantarse sobre dos patas como
un hombre, los ojos obsesivos del toro buscaron a pñoenix. -No lo sé.
pensando en la maldición de Medea, ¿veñad?
-Estás
-Mira a esta criatura -gritó Medea-. Tiembla ante la fuerza -En esoy en mi padre -contestó Phoenix.

1.86
187
Se estremeció al pensar en ei John Graves de ojos muertos Están congelados en una era de terror. pero
¿qué pasa si algunos
que le había asusado en su sueño. deciden que ellos no quieren jugar más?
¿Si éttoi quieren-saiir?
todavía no 1o entiendo -suspiró Laura-. ¿eué está pa- Laura f¡uncía el ceño.
-Yo
sando aquí? No tiene ningun sentido.
-Continúa.
-Ya sé -diio Phoenix-. Algunas veces yo creo que esto es
1o aquel chico en Deicterión. Se negó y el juego hizo
soio un juego. Pero ningún programa de ordenador puede ser así
. -Estaba
algo con trató de decirme algo y muriO de la-misma
é1. Dánae
de real. O así de malvado. Estamos en otro mundo. Tenemos que manera. Y todo üene algo que ver con ese tatuaje. Es por lo que
estar. nadie consigue librarse.
es un mundo dei que vamos a salir -dijo Laura con Fue interrumpido por lavoz del capitán.
-Y
retador.
aire

Phoenix bajó la cabeza.


. -Espero
destino.
que hayáis dormido bien. Hemos llegado a nuestro

segura de eso? Laura y Phoenix fueron los primeros en subir a cubierta. Los
-¿Estás
Laura pareció impacientarse con él por un momento. Después demás pasajeros los siguieron hasta la barandilla unos minutos
su cara se anirnó. después. Se reunieron a lo largo de la borda, mirando a la costa
se me olvida. Vine a despertarte por una raz6n. de Creta.
-Casi
es?
-¿Qué -¡Mirad a estribor! -gritó uno de los marineros-. Uno de los
que verlo tu mismo. barcos de guerra de Minos.
-Tendrás
La siguió a los cuartos bajo la cubierta, donde dormía el resto Phoenix observó los remos del barco cortando las olas. Se
de ia triste carga del barco. acercaba para llevarios al puerto.
<Mi destino me está tendiendo la mano."
-Mira.
Phoenix exaininó a los doce pasajeros dormidos. No era de Pero el barco de guerra no era lo único que podía verse ese
extrañar que Laura quisiera que lo viera. día en el mar. Las aguas comenzaron a bullir ante ellos, tiñén-
eilos
-jadeó. dose de un rojo sangre. Los otros pasajeros se echaron atrás ho-
-Todos
uno -asintió Laura. rrorizados. Dentro de unos mornentos, la causa de ia mancha
-Cada
Phoenix siguió mirando fijamente. Era verdad. Todos lleva- escarlata sería obvia.
ban la misma marca. Una lechuza tatuada. sorpresa.
-Sorpresa,
es un mundo real. Siempre lo he sabido. Pero hay una Phoenix miraba la escena como si estuviese presenciando una
-Este
inteligencia trabajando aquí. Reede, el Señor del Juego, los dio- tercera pira funeraria.
ses, llámalo como quieras, pero esa inteligencia está manejando estaba esperando.
a cada uno de nosotros como si se tratase de un juego.
-Te
Su Némesis se aproximaba. En un carro tirado por delfines,
Laura escuchó sin interrumpir una sola vez. El había hablado Adams y Medea se estaban acercando al barco.
de un instinto, una sospecha. Ahora se estaba convirtiendo en
conocimiento.
-Así que estás aquí, Teseo -dijo Medea-, presuroso por en-
contrar la muerte.
en ello -siguió Phoenix-. Todos están representando Phoenix podía ver ahora por qué el mar se había vuelto rojo.
-Piensa
un papei. Yo fui Perseo, ahora soy Teseo. Adams era Medus. Es En las ensangrentadas aguas empezaron a distinguirse figuras hu-
rnás, el juego nunca termina. Nada ha cambiado desde el tiempo manas. Primero aparecieron caras, con ojos fijos y sin vida, como
de las leyendas, hace cincuenta o hace cien sigios. La gente de eran los de su padre en el sueño de Phoenix.
este rnundo está condenada a jugar una y otTa vez, por siempre. yo -gritó Laura-. Yo y...
-Soy
188 189
-Lo sé -murmuró Phoenix-. Cada uno de los catorce sacri- 5
ficios humanos -mir{ a los demás-. Todos vosotros.
Pero Medea no había terminado todavía. Hundió la mano en
la sanguinolenta sopa y sacó una cabeza de todos conocida. Lau-
ra gritó. Los otros pasajeros cayeron de rodillas.
príncipe! -exclamaron.
-¡El
Phoenix nopodía dejar de mirar al rostro joven y atrevido
como si estuviese mirando en un espejo distorsionado. Estaba
mirando su propia máscara de la muerte.
rl-¿ossiete jóvenes y las siete doncellas pisaron el suelo de Creta
Medea dio la welta a su cano y lo condujo hacia la costa. encadenados unos a otros y vigilados per catorce soldados, cada
-Me despediré de ti ahora -gritó alegremente-. Quiero estar uno de los cuales llevaba un escudo de cuero de buey brillante-
segura de tener un asiento de primera fila. Quiero contemplar tu mente adomado, un venablo de aspecto mortífero y una espada.
cara cuando mueras. Aniba, en los acantilados, había muchos arqueros probando las
Nadie habló. Ninguno de ellos. cuerdas de sus arcos. Minos no quería correr riesgos con su tri-
Cada uno se enfrentaba a su destino a su propia manera. buto.
al rey Minos! -gritó de pronto uno de los soldados-.
-¡Salve
Gran re¡ legislador, conquistador de Megara, señor de Atenas.
Phoenix sintió el pinchazo de una punta de lanza en su es-
palda.

-¡De rodillas,
westro señor.
cobardes atenienses! Bajad las cabezas ante

Laura se puso rabiosa.


de quién? No es mi señor.
-¿Señor
La protesta le valió una patada que le hizo caer al suelo. El
incidente fue visto por una figura alta y barbuda, vestida de ma-
nón. A iuzgar por la forma en que la muchedumbre se apartaba
a su paso, solo podía tratarse de un hombre: el mismo Minos.
causando problemas? -preguntó al soldado.
-¿Está
señor.
-No,
Phoenix vio relampaguear los ojos de Laura.
¿por qué maltrataste así a la prisionera?
-Entonces,
provocadora. Se negó a jurar lealtad, señor.
-Fue
El corazón de Phoenix dio un welco. Laura había ofendido
a Minos, rey de Creta, vencedor de Atenas. Podían atravesarla
con la espada allí mismo.
rey Minos -dijo adelantándose hasta donde las ca-
-Salve,
denas le permitían-. La culpa no es de mi amiga, yo he incitado
su orgullo.

190 191
-¿Y tu
quién eres? Phoenix estaba a punto de seguirle cuando recordó a sus com-
Estaba a punto de jugar subaza, reclamando una especial po- pañeros.
sición como Teseo, príncipe de Atenas, cuando unavoz familiar
-¿Y ellos?
se interpuso:
-Bueno, ellos serán encerrados en las mazmonas hasta...
Teseo de Trezena, vencedor de bandidos. -guiñó los ojos-, hasta la hora de la comida.
-Es
Medea -dijo Minos-. Supongo que os conocéis. yo compartiré su encieno -dijo Phoenix parán-
-Gracias, -Entonces
Medea miró a Phoenix con sus ojos ardientes. dose en seco.

-Oh, sí, nos conocemos, rey Minos. El chico es responsable


de mi destierro.
-Así que un ateniense con espíritu. Muy bien, todos vosotros
disfrutaréis de habitaciones en mi palacio. Puedo permitirme ser
vaya -dijo Minos acariciándose la barba-. Dos visi- generoso -hizo un gesto de asentimiento-. Además, será solo por
-Yaya,
tantes reales en mi corte. Los dioses me han bendecido. De ver- una noche.
dad lo han hecho -se volvió hacia Laura-: Levántate, muchacha. Sonó otro bramido del demonio aprisionado en los sótanos.
Guarda tus orgullosos gestos para el Minotauro. uUna noche; después nos enconüaremos cara a cara.>
Phoenix tendió una mano para ayudarla, pero Laura estaba Las risas se extendieron entre la multitud. Dos voces reían
decidida a levantarse por sí misma. más y más fuerte, las de Adams y Medea.
aquí, Teseo -ordenó Minos-. Deja que te mire.
-Ven
Phoenix se paró delante del rey.
que tu eres el vencedor de bandidos, el héroe de Atenas. Minos cumplió su palabra. Cuando diio que disfrutarían de ha-
-Así bitaciones en el palacio, realmente queúa decir disfrutar. Se sir-
Medea ha contado tus hazañas. Estoy impresionado, joven prín-
cipe. ¡Y haberte ofrecido como parte del tributo! Me pregunto si vieron mesas con carnes asadas, vino, ftuta, verduras, pan y
es vaior o es locura. queso.
Phoenix se había hecho la misma pregunta más de cien veces. siento como un pavo engordado para Navidad -se que-
-Me
jó Laura.
es portarse como un caballero, Teseo. Nunca tan noble
-Esto Phoenix-. Yo desearía que tuviéramos
sangre ha aplacado la sed de la bestia.
-¿Navidad? -exclamó
Phoenix compuso su propio gesto de desafío: tanto tiempo.
rey dijo que teníamos una noche más. ¿Cuándo exac-
-Yo no vengo para satisfacer el apetito de la bestia, rey Mi- -El
tamente vamos a ir al laberinto?
nos, sino para matarla.
Un murmullo reconió ia multitud hasta que fue cortado en ¿De verdad quería saberlo?
seco por un ruido de debajo de la tierra. Bajo sus pies, el suelo al amanecer.
-Mañana
tembló con un tenible bramido, mitad animal, mitad humano. Laura recibió la noticia con tranquilidad, pero fue incapaz de
En él había ferocidad, pero también tristeza. La bestia esperaba terminar su comida. Phoenix trataba de encontrar algún modo
en la oscuridad. de consolarla, cuando le distrajo un ruido en la puerta.
vaya, Teseo -se rió Minos-. Temo que hayas asustado levantaos ante su majestad el rey Minos, gran
-Vaya, -Prisioneros,
a nuestro monstruoso hijo. rey y legislador.
El bramido había penetrado en el alma de Phoenix. Podía Laura sacudií la cabeza.
sentir desmoronarse su valentía. que soltar cada vez toda esta sarta de disparates?
-¿Tienen
Teseo, seguramente estás cansado después de tu via- Laura, siempre -sonrió Phoenix-. Son las reglas del
-Ahora, juego.
-Sí,
je. Permíteme llevarte a tus habitaciones.

L92 193
Entró Minos, seguido por los miembros de su corte. nervioso, joven Teseo -dijo Minos con una sonrisa
-Pareces
Teseo -dijo-, perdón por interrumpir tu comida, astuta-. No pareces disfrutar de tu última noche en la tierra.
-Príncipe
tu última comida,"pero quería presentarte a mi familia y a mi Las dudas de Phoenix aparecieron de nuevo al oír las palabras
corte. del rey. Sus ojos se fijaron en Adams y Medea y en las frías son-
Phoenix se levantó y se acercó al rey. risas de sus rostros. ¿Qué iban a hacer?
presentarte a mi esposa, la reina Parsifae; a mis Laura se unió a él y miró a Minos y a sus cortesanos.
-Permíteme es esto? -cuchicheó-. ¿Tienen que ver cómo come-
hijos Catreo, Deucalión y Glauco -Minos hizo una pausa-, y a -ZQué
la flor de mi corte, mi hiia Ariadna. mos?
Phoenix se estremeció al reconocerla. Sinüó los ojos de Ariad- Phoenix estaba a punto de contestar cuando Ariadna se se-
na en su rosfto, los mismos ojos que había visto la primera vez paró del resto del grupo. Dio una vuelta alrededor de la habita-
que entró en el juego. ción y finalmente se acercó a Phoenix. Al pasar iunto a é1, un
Minos acarició el pelo de su hija. diminuto pedazo de papel cayó de su manga y aterrizó a sus pies.
Ariadna. Tan noble, tan leal. Una súbita alegría le inundó. ¿Cómo podía haber olvidado la
-Dulce leyenda? Ariadna estaría allí con la espada y el hilo, ayudándole.
La princesa tembló ante la caricia, pero Minos no lo notó.
Ella sería su salvación.
Estaba deseoso de representar su papel.
<El mito es una estrella polar para seguir mi camino.u
-Sin duda el destino es cruel, bravo Teseo. El príncipe de
Atenas vencedor de bandidos y la princesa de Creta. En otro -Dejad
que se diviertan -contestó aLaura, ya más tranquilo
por el encuentro con Ariadna y su padre; ¿o sería en realidad
tiempo esto habría sido un encuentro hecho por el Olimpo, un
Dédalo?-. Nosotros seremos los últimos en reír.
matrimonio para unir nuestros dos países en guerra.
Era tarde y la corte de Minos se había retirado. Mientras las
Las presentaciones continuaron. Phoenix evitó a Medea y a
luces se apagaban en el corredor y cambiaba la guardia, Laura se
Adams. Cuando se aproximaba al final de la hilera, tuvo que
dirigió al lado de Phoenix.
esforzarse para sofocai un bostezo. Entonces Minos exhibió un qué venía todo eso? ¿Cómo vamos a ser nosotros los
golpe maestro. -¿A
últimos en reír?
último, pero no el menos importante, el gran Dédalo. acuerdas de lo que siempre decía Pan, Lawa? uUsa el
-Ei
Phoenix se volvió, tratando de prestar atención. -¿Te
mito como la estrella polar que te guíe en tu camino.>
-Pa... Laura le dedicó una sonrisa indulgente.
Era su padre, pero los familiares ojos verdes cortaron en seco
a Phoenix con una mirada de advertencia. Nada de emociones, -No es probable que se me olvide, ¿verdad?
a la princesa fuiadna?
-¿Recuerdas
nada de abrazos. Tenían que continuar en sus papeles.
Minos estaba de buen humor.
-Mmm, ¿qué le pasa? ¿Asuntos de amor?
Laura parecía un poco irritada. Así que se había fijado en la
-Veo que reconoces el nombre de nuestro sabio amigo. princesa. ¿No sería por celos?
Nervioso por la presencia de su padre, Phoenix tartamudeó
una respuesta:
-En realidad, supongo que sí -contestó Phoenix divertido al
tomarle el pelo-, upor necesidades del juegor.

-Sí, rey Minos, había oído hablar de é1. ¿Quién no? Se le -Mmm.
conoce en toda Grecia. Te saludo, gran inventor y arquitecto del Laura se sentía molesta.
laberinto. Phoenix sacó la nota que fuiadna le había pasado. Laura es-
oTe saludo, padre.u taba decidida a no deiarse impresionar. Apenas levantó una ceia.

194 195
-¿Qué
es? . -Pero ¿cuál
es el truco? -preguntó Laura-. No podemos es-
seguro de que ya lo has imaginado. La parte de la perar que nadie nos saque del apuro. Ni el arquitecto, ni una
-Estoy
historia que yo casi había olvidado. princesita enamorada. No, resulta demasiado repentino, dema-
Quizá no 1o había ¡ecordado por estar medio paralizado por siado oportuno.
ei temor ante la perspectiva de volver al laberinto. Phoenix estaba furioso con ella. Se había sentido tan feliz...
se enamora de Teseo. Se había convencido a sí mismo de que estaban prácücamente
-Ariadna
Laura puso los olos en blanco. en casa. ¿Cómo podía Laura dudar de él? ¿No se daba cuenta?
claro, cómo no. El era el Legendario. Resentido, se acercó en dos zancadas a la
-Pues
déjalo. Son buenas noticias, Laura. Es la parte más ventana y miró al mar. ¿Era demasiado esperar que tu mejor
-Vamos,
conocida de la leyenda. El laberinto se ha construido como un amiga crea en ti?
paciencia contigo, Laura, pero tengo que decír-
lugar enrevesado e imposible. Dédalo lo hizo de esa manera. Pero
-He tenido
entre los dos, Ariadna y Dédalo, trazan un plan para salvar a telo. Tú no sabes de lo que estás hablando.
Teseo y a sus compañeros. Eso es lo que dice la nota. Van a venir. Estaba a punto de decirle unas cuantas verdades más, cuando
Y pronto. oyó pasos que resonaban debafo de é1. A la luz de las antorchas
refieres a tu padre? de las almenas pudo distinguir un gupo de soldados que se lle-
-¿Dédalo? ¿Te
Phoenix asintió. vaban a dos prisioneros encadenados. Un nuevo horror le arañó
contéstame a esto. Si él puede salvarnos ahora, ias entrañas.
-Entonces es imposible.
¿por qué no ha hecho algo?
-No, por las antorchas del
lo sé -admitió Phoenix, mientras las imágenes de sus Pero allí
estaban, claramente iluminados
-No
peieas anteriores en el laberinto empezaron a perturbarle-. Lo palacio de Minos: la princesa y el arquitecto. Eran ellos, su padre
importante es que están planeando un rescate. y Ariadna, acompañados por cuatro guardias.
apostar: con un helicóptero. pasa, Phoenix?
-Déjame -ZQué
digas estupideces. No. Todo tiene que seguir las reglas padre y fuiadna. Se los lievan baio guardia. No lo en-
-No -Mi
tiendo, no puede ser. Se supone que ellos son los que van a
del juego. En la leyenda, Ariadna da a Teseo un ovillo de hilo y
una espada. Teseo ata el hilo a la puerta del laberinto y lo va ayudarnos.
desenrollando detrás de é1. Utiliza la espada para matar a la bestia Sedevanó los sesos tratando de encontrarle sentido. Se pasaba
y sigue el hilo para regresar a la entrada. las manos por la cara, se pellizcaba la piel, mientras una oleada
Estaba cuchicheando muy excitado, pero Laura no estaba tan de pánico le recorría. Se puso a tartamudear, como pidiendo a
seSura. Laura que lo arreglase todo.
sé. Recuerda lo dificil que fue vencer a Medusa. Tú mis- Ariadna se enamora de Teseo y consi-
-No -La leyenda es clara.
gue la ayuda de Dédalo. El hilo... la espada... No estoy soñando.
mo has dicho que el Minotauro era demasiado fuerte para ti.
Quiero decir, ¿cuántas veces has huido de él? Laura, así es como es, como tiene que ser. Es la única forma en
no voy a correr más -dijo Phoenix-. Esta vez tengo la que podemos esperar completar el iuego.
-Pero Fuertes risas llenaron la habitación. A1 volverse, Phoenix y
intención de ganar.
ha cambiado? Laura vieron abombarse la pared de enfuente, derretirse y con-
-ZQué vertirse en fluida. Dos rostros aparecieron, dos rostros familiares.
primer lugar, esto -dijo Phoenix moviendo el brazalete
-En
ante su cara-. Hemos conseguido una puntuación enorme. Esta Las risas eran más fuertes ahora, les rodeaban como una manada
vez voy a ganar, lo sé. de hienas.

196 197
,i

.i
,il
,ü'
-Como debería ser -rió Medea-. Como habría sido si yo no :¡' 6
hubiese ditho una palabra al oído del rey Minos. Olüda todas i
T
esas cosas que oíste en Atenas,'príncipe mío. Es un encanto, real- .l
I
mente, el viejo Minos. Haría cualquier cosa por una bruja en .!
apuros. I
{
decir...
-Quieres
querido Teseo, no creerías que yo iba a permitir a una
-Mi i

¿verdad? O a
chiquilla interferir para hacer fracasar mis planes, I

ese loco de Dédalo. ¿Todavía crees en finales felices? Ha sido


divertido contemplar tu estupida cara iluminada por la alegría,
,'{

,i
E- la pantalla, en ese viejo mundo congelado en el tiempo, la
voz en la máquina emitía en su impenetrable código:
pensando que estabais salvados, y ver después la realidad: que t.

J
pese a todo vais a morir. ii Se ha hecho Ia voluntad de los dioses. Pobre, pobre Phoenix,
I
bruja! esperando que y0 iugase limpio. Creías, esperabas realmente que
-¡Maldita 1

Medea ronroneó como un gato. Ariadna viniese cln su híIo y su espada. Esta vez no, Legen-
por el amable cumplido, Teseo. Buenas noches, dul- I

-Gracias dario. Este mundo de mitos es fieI en cada detalle a los relatos
ce príncipe. Que duermas bien. Confío en ti para proporcionar-
que tanto amas. Un universo congelado en el tiempo, como tú
nos mañana una buena diversión. Prepárate para una buena pe- i
i mismo lo haces representando hasta el final las viejas verdades
lea, aL menos hasta que pierdas.
una y otra vez. Pero todavía es mi mundo de mítos, y esas
'i
t
Cuando las caras se estaban borrando de la pared, Adams gri- .i
.i
I criaturas son mis súbditos, mis peones, que han de moverse
tó su frase de despedida: l
c0m0 y0 desee. Tiembla ahora ante mi poder, Legendaio, por-
-El juego ha terminado, Teseo. ¿O debería decir Phoenix?
Ariadna y Dédaio están encerrados donde no puedan interferir.
1

,t
que soy el ángel de la muerte que va a cruzar sobre tu casa y
.,1
tu mundo. Ahora sé que n0 fue un accidente que entraras en mi
No hay esperanza. Se ha hecho la voluntad de ios dioses. Sor- ]
mundo, Estamos unidos, tu y yo, paladines de nuestros rueles
presa, sorpresa.
dioses, Las dos caras de Ia moneda del destino. Así pues, iu-
guemls a cara 0 cruz y veamls cuál de nosotros termína este
iuego boca arriba.

Mientlas tanto, Christina Graves miraba a su hijo tratando


de dormir, y anhelaba tenderle la mano y tocar su meiilla. Si el
dolor de perder a su marido era fuerte, esta agonía era aún peor.
Ver a su hijo pasar por tales pruebas y no poder ayudarlo, era la
más tenible tortura que podía sufrir. Incapaz de apafiarse de la
pantalla, apenas había comido durante todo ese tiempo. Se sentía
mareada, su mente pasaba de una cosa a otra cuando intentaba
verle sentido a Io que le estaba sucediendo a su familia. De vez
en cuando echaba un vistazo al diario del tío Andreas, releyendo
continuamente su historia. Le dolía oír la voz del hombre muer-

i98 199
to, resonando a través de los años. Siguió el rastro de su bajada
.1' rayos de la mañana. Desde las cocinas salía humo y los criados
a los infiernos, cuando él vio a los demonios golpeando la puerta
preparaban el desayuno para la corte. Lo vio elevarse hacia el
de su mundo y fue etiquetado como loco por hatar de dar la I
cielo y recordó la pira funeraria en la playa de Sefiros. Cuando
alarma. Pero la sección que estudió más detenidamente fue la de
había venido el páiaro y él había recuperado la esperanza.
los dolores de cabeza. La parte donde él creía que sufría <porque
había nacido en el mundo equivocadou -Todo ha desaparecido -dijo con un suspiro.
Descorazonado y cansado, Phoenix apoy1la espalda contra
Era eso. Todos esos años la familia había cerrado los ojos a la
la pared y se dejó caer hasta ei suelo. Allí se quedó cbn h cabeza
verdad.
en las rodillas.
Andreas había tenido razón todo el tiempo. Había otro mun- i

do, quizá muchos mundos. Pero allí la vida bailaba a un son es lo que queda?
-iQué
diferente, más macabro. Ei tiempo no avanzaba de generación .l
En respuesta a esta pregunta, un indeseado huésped entró en
en generación, parecía dar vueltas en un círculo sin fin. Lo mis- la habitación. Phoenix volvió la cara hacia la pared.
mo hombre que monstruo estaban condenados a enfrentarse en es esto, Legendario? -preguntó Pan-. ¿No te sientes
-iQué
una lucha sin final, esperando el tiempo de empezar de nuevo. feliz al ver a tu viejo amigo?
'
Entonces Christina entendió. Había un modo de que el tiem- Tú no eres un amigo. Tú le sirves a é1, al Señor
: -¿Amigo?
po continuara su marcha hacia delante. del Juego.
santo cielo -murmuró. sirvo al poder más grande. Sirvo a esa fuerza que puede
-Oh, -Yo
Porque ese modo era escapa$e del mundo de los mitos y l
escaparse de esta prisión sin tiempo.
seguir la lucha en este. Phoenix volvió los ojos hacia Pan.

-Tú sirves al mal.


-Yo sirvo a la vida -replicó Pan-. Cuando tú y tu especie
Fue difícil conciliar ei sueño, al menos para Laura y Phoenix. :
seáis solo un recuerdo, esa cosa que tú llamas mal estará todavía
Hablaron en voz muy baja casi hasta las primeras horas de la ahí. Sin duda la sangre de Andreas corre por tus venas: eres un
mañana, pero al fin incluso Laura se acunucó, inquieta y sin loco sentimental lo mismo que é1.
parar de dar weltas, es verdad, pero finalmente dormida. En que tú le visitaste?
-¿Así
cuanto a sus doce compañeros, se habían quedado dormidos in- I intenté. Nosotros lo intentamos. Pero la pared entre los
mediatamente. Hasta se habían perdido la aparición de Adams y
-Lo
mundos era demasiado fuerte. No hubo manera de atravesarla.
Medea. Phoenix se dedicó a pasear a lo largo de la habitación, Mi especie solo podía aparecérsele como sombras de nosotros
examinando la lechuza tatuada que llevaban todos ellos. ¿Podría mismos, fantasmas, si es que quieres llamarnos así. Luego encon-
explicar eso que durmieran tan profundamente? Sin duda era tramos la magia que podía hacer las paredes cadavez más finas
una ventaja. Al menos no tenían que soñar y revivir el tenor de hasta romperlas.
los túneles que tenían debajo. juego! -exclamó Phoenix-. Te refieres al juego,
Sonrió a pesar suyo. -¡El ¿no?
Pan asintió gravemente.
no es un sueño. Es real.
-Ahora
Había perdido toda esperanza. En algun lugar en las entrañas -Una extraña ironía, ¿verdad?, que ese ordenador, esa caja
que zumba, el punto cumbre de westra tecnología y westra
del palacio, dos personas yacían encadenadas, las únicas dos per- ciencia, el descubrimiento que os hace civilizados, sea la misma
sonas en el mundo que podían haberle ayudado: la princesa y el cosa que pone en libertad nuestro poder. Vuestros ordenadores,
arquitecto. Phoenix levantó los ojos para saludar a los primeros las máquinas más complejas que habéis inventado, abrirán las

204
201,
ll

I
I

puertas para nosotros. Entonces westro mundo débil y pagado m.irando al frente. Unos cuantos puntapiés bien dirigidos en la
de sí mismo será nuestro. espalda y en las rodillas, y los dos amigos se vieron forzados a
Phoenix miró horrorizado a su torturador. arrodillarse también.
t
volverás a saber de mí -dijo Pan-. El destino te espera. desafiante, príncipe? -preguntó Minos-. Veremos
i -No
Escucha.
-¿Todavía
para qué te sirve ahí dentro tu orgullo ateniense -y señaló con
I

I En respuesta a sus palabras, una llave hizo chirriar la cerra- un dedo en dirección al laberinto-. He üsto antes estas demos-
I dura. Algunos soldados entraron en la habitación para llevarse a traciones de valentía, recuerda. Es cierto, los demás eran como
las víctimas de la bestia. tú, respirando fuego cuando estaban ante esa puerta. Pero una
I
i Phoenix sabía lo que les esperaba. vez dentro...
La muerte. Golpeó ruidosamente la puerta de madera con adornos de
Medea y Adams entraron detrás de los soldados. Contempla- metal, para excitar al Minotauro en lo profundo de su guarida.
ron el resplandor rojizo del amanecer extendiéndose por el suelo -Oh, sí, entonces cantan a otro son -se inclinó hasta que su
de mosaico alrededor de los catorce atenienses. cara estuvo cerca de la de Phoenix y después repitió la operación
i' en honor a Laura-. Los he oído suplicar, gritar, sollozar. Sí, hasta
sucede? -preguntó Adams con sarcasmo-. ¿Algo te
il -iQué
preocupa, Teseo? los más fuertes.
I
El capitán no tenía tiempo para chanzas inútiles. Laura trató de ponerse de pie.
I
eres un rey -gritó-, eres un monstruo.
El Minotauro se está impacientando. Quiere su de- -Tú no
tr

I -¡Deprisa! querida; el monstruo está aquí dentro.


sayuno. -No,
I Casi era la hora. El séquito del rey Minos fue llenando el área
Adams triunfalmente-, y adivina quién es el primer
I
I -Sí -dijo
plato. exterior del laberinto. Medea y Adams estaban allí, hambrientos
I
I de espectáculo. Pero Minos todavía les reservaba una sorpresa.
t de que nos dejes, bravo príncipe, quizá desees decir
-Antes
t En pocos minutos estaban moviéndose hacia abaio, siempre ha- adiós a tus únicos amigos en esta corte.
I
cia abajo, por una escalera de piedra en la pestilente oscuridad. Hizo un gesto a los guardias, que hicieron entrar a papá y a
t
Phoenix notó el calor empalagoso y húmedo dei laberinto. Su Ariadna, que luchaban y se resistían.
i Aquí están los dos, después de su
pesadilia se precipitaba a su encuentro. -Qué oportunos, ¿verdad?
I
bien, Phoenix? breve estancia en mis mazmorras. ¡Qué amigos tan leales para
t -¿Estás su soberano!
I Asintió con un gesto a la pregunta de Laura, pero su cotazón
I
le goipeaba en el pecho y sus rodillas parecían torcerse a cada Phoenix logró sonreír al arquitecto y a la princesa.
['
Medea regocijada.
paso. En la cueva de la Gorgona fue Laura la que había desfalle- -¡Conmovedor! -intervino
ti'
i
i cido de terror. Ahora era el furno de Phoenix. Al andar, sus pier- Adams-, apenas puedo contener las lágrimas.
-Sí -convino
nas eran tan elásticas y tan débiles que apenas podían sostenerle. ir también! -gritó el padre de Phoenix-. Mi iugar
i -¡Dejadme
u¿Cómo puedo afrontar mi destino? No tengo el valor., está con ellos.
;
rey Minos! -aulló el capitán de la guardia al llegar Minos sonrió satisfecho.
-¡Salve, que queréis morir juntos? ¿Por qué no?
, al fondo del último y más empinado tramo de escaleras-. Incli- -¿Así
nad vuestras cabezas, atenienses. Pero antes de que el padre pudiera unirse a su hiio Phoenix,
I

Mientras los doce compañeros de Phoenix y Laura se dejaban Minos tenía un regalo de despedida. Levantó su cetro y lo pre-
caer obedientes de rodillas ante el rey, eilos se quedaron de pie, sionó en la garganta del prisionero. Chisporroteó como un hierro

203
202
candente. Cuando Minos lo levantó, el tatuaje de la lechuza que- Tocó la mano de Laura. Estaba fría como el hielo.
dó impreso en el cuello de John Graves. también -murmuró Phoenlx.
es solo por si lograras escapar del Minotauro -diio
-Yo
que no se te note -dijo John uniéndose a ellos-.
-Esto -Procura
Minos. Quieren divertirse a costa nuestra. Quieren oírnos suplicar por
del Minotauro -repitió Medea con su risa estriden- nuestras vidas. No les demos esa satisfacción.
-Escapar
te-. Qué imaginación tienes, señor. La bestia rompió el silencio con un bramido atronador. Es-
A pesar dei dolor, John Graves se reunió con Phoenix y Lawa taba empezando a moverse, sus pezuñas de toro retumbaban en
y iuntos se acercaron lentamente a la puerta. El capitán de la los túneles-. Por aquí. Venid todos por aquí.
guardia estaba haciendo sonar sus llaves, buscando la que daba seguro de que sabe lo que está haciendo? -cuchicheó
entrada a la pesadilla. Dio una welta a la llave. -¿Estás
Laura a Phoenix.
-Todo listo, señor. -Yo no estoy seguro de nada.
Los guardias estaban aguifoneando a las víctimas del Mino- Llegaron a un cruce de caminos. Había cuatro salidas.
tauro con la punta de la espada, cuando Adams se adelantó y ahora adónde?
murmuró una última pulla al oído de Phoenix: -¿Y
El rugido de la bestia resonó bajo la galería que acababan de
vas a detener a un toro del que vas a cobrar, Phoe- dejar.
-¿Cómo
nix? -guiñó los ojos-. ¡Claro, rompiendo su tarjeta de crédito! lejos de eso como podamos.
Phoenix trató de encajarle un puñetazo, pero fall6 y cay6 -Tan
Phoenix y su padre iban a la cabeza del grupo en un pozo
contra el guardia que sujetaba a Ariadna. Ella reaccionó con ra- que se hundía profundamente hacia abajo.
pidez, cogió la espada del soldado y se la tendió a Phoenix. É1
llevándonos hacia la bestia -gritó de repente uno de
miró sus oscuros ojos y sonrió. -Están
Ios ióvenes-. ¿Cómo vamos a saber si podemos fiarnos de ellos?
ola leyenda iodavía puede seguir su verdadero curso.>
favor -suplitó Laura-, tenemos que hacer lo que ellos
El soldado desarmado ható de recuperar su arma, pero Minos -Por
nos digan.
io llamó.
Phoenix se acercó a su padre para hablarle al oído:
que se queden con el palillo de dientes -dijo enfre
-Deja
risas-. Para lo que les va a servir contra la bestia...
has estado?
-¿Dónde
las mazmorras de Minos. Es donde Glen Reede se per-
Phoenix apretó los dedos de la mano derecha alrededor del -En
puño de la espada y sintió el frío tranquilizador del acero. La mitió darme un informe total de sus planes.
no existe!
gran puerta se cerró tras él y entró tambaleándose en la penum- -¡Le has conocido! ¡Pero si
bra, tocando las pegajosas paredes con la palma de su mano iz- -Ya lo sé. Puedes verio de ofta manera: conocí al espíritu
quierda. Al buscar a los demás, oyó el sonido que le había ate- que utiliza su nombre, el Señor del Juego. Éi me ofreció una
norizado durante tanto tiempo. La llave estaba dando vueltas de conexión, una especie de e-maíl escrito en el aire.
nuevo, encerrándolos dentro del laberinto. Le tocó a Laura el turno de preguntar:

-iQué es lo que
quiere?
-¿Phoenix? Phoenix ya lo sabía, pero dejó que su padre contara su
Eralavoz de Laura.
cuento.
-Aquí.
Ei iaberinto estaba silencioso, un silencio tan completo como -La clase de cosas que se pueden esperar de un loco. Con-
quista, dominio del mundo... ¿Sabéis lo que hemos estado dise-
la negrura de los túneles.
temblando. ñando los otros del grupo y yo? tJna puerta de doble dirección.
-Estoy
za4 205
. i-
.t
ü

. ,\l[,i;
;
Pensad en ello: si podemos entrar en el juego, ¿por qué entonces .{
, ;{j
cuando ante los ensordecedores bramidos que parecían estallar
no puede el juego salir de nosotros? +
.,!'
desde la oscuridad como disparos de cañón.
iw razón -gimoteó otro de los compañeros-. Va-
Al recordar Phoenix las palabras de Pan, Laura le miró con -Ellos tenían
incredulidad. i.
^
mos hacia el peligro. Desearía haberme ido con los otros.

-Es
verdad. ¿Cómo lo expresó? Sí, difo: uDentro de pocos rl
$i
-No seas loco -le regañó Phoenix-. Tenemos que quedarnos
juntos.
meses, cada adolescente del planeta estará jugando El Legendaria. ,$i
{,.
Cáda individuo se enfrentará a su Armageddon personal. En cier- ,..t. ."1"
Apenas habia acabado de hablar cuando brotaron de la os-
to momento algun desafortunado joven estará matando demo-
irtl
curidad los giitos y chillidos de la pareja que había roto filas.
nios, y en el siguiente, se los encontrará en su dormitorio.> "t:,
ri*:l Entre sus gritos'desesperados llegaba el sonido de gorgoteos, de
De pronto, Phoenix pudo verlo todo mentalmente. Los doi i't' gargantas llenas de sangre. La bestia los tenía en su poder.

-Ahí lo tenéis diio


mundos, la pared reduciéndose, los números que eran más que Phoenix al grupo-. Eso es lo que sucede
:,i.
una serie de mensajes codificados: eran un código de acceso. )l si os vais por vuestra cuenta. Tenemos que confiar en... Dédalo.
a haber una consola de juegos en cada habitación -diio
,'{ es -dijosu padre admirando la rápida reacción de su
-Va rf -Eso
su padre tratando de aceptar lo que había oído-. El juego es tan hijo-. Seguir el juego hasta el final.
i vamos? -preguntó Phoenix-. ¿Es esta... la
convincente que todos querrán jugar. Pensad lo que significa ' .ri
-Pero ¿adónde
esto. Será el tenor sin límites, una guerra de aniquilación hecha bomba para Glen Reede?
.,i
desde dentro de tu propia casa. Reede ha creado una quinta co- Su padre asintió.
lumna de demonios para destruirnos desde dentro. l. los trucos?
{
-¿Recuerdas
eso es posible? -a Laura le temblaba la voz. I
-¿Cuáles?
-¿Y I yo creo que ese terminal es la llave. Nos condujo a
El padre.de Phoenix miró a su alrededor en el laberinto. -Bueno,
a decirme que no lo es?
iil
casa una vez. Solo tenemos que encontrarlo. Entonces me tocará
,i
-¿Vas jugar a mí, como tú dijiste, una bomba para John Reede.
Phoenix-, espero que tengas un plan.
-Papá -dijo
:{

claro que tengo un plan -contestó su padre-, si el Mi- lo que tengas que hacer -diio Phoenix, seguro al fin
-Oh,
,l:

l -Tihaz
de su destino-. Yo me encargaré del Minotauro.
notauro nos deja el tiempo suficiente para llevarlo a cabo. I
tienes pensado? -preguntó Phoenix, pero un joven i Habían avanzado otros veinte o treinta pasos, cuando una
-iQué
asustado intemrmpió la respuesta de su padre.
ri.
.i ráfaga de luz entró inesperadamente en el laberinto.
't
totalmente histérico-. No 1o haré. El camino es .it diviertes, mi píncipe? -preguntó Medea con sus verdes
-¡No! -gritó .t -¿Te
ojos fijos en él-. ¿Pero qué es esto? Ahora sois menos. Qué falta
este. ¿Quién está conmigo? l:l
'.trj

Una de las chicas se, separó del grupo. de cuidado.


\
tampoco me fio del príncipe.
i
Detrás de é1, en la penumbra, se oyeron sollozos' El ioven
-Yo ti.

que se había quejado antes se adelantó y cayÓ de rodillas bajo


Sin una palabra más, la pareja asustada desapareció por un rl
tercer tunel,,el único de los cuatro donde brillaba una luz tenue.
I
I
la rela.
l
1
favor -rogó con voz temblorosa-, no nos deies morir
-Volved -gritó John.
{
1
-Por
tiene razón -aseguró Phoenix-.Laluz solo sirve para ha- 'I aquí.
-El
ceros pensar que hay una salida. Señaló con un dedo acusador aLavra, Phoenix y su padre.
que l hay que culparlos a ellos, no a nosotros. Deia que nos
-No hay nada hacer, Phoenix -diio Laura suavemente-. -Solo
.i

El terror les ha puesto fuera de sí. No puedes detenerlos. :


sustituyan ante el Minotauro.
El grupo avanzaba con cautela, sobresaltándose de vez en Phoenix estaba enfadado. Enfadado porque recordaba el sue-

207
206
i

ño en que había estado paralizado por el miedo. Enfadado por- 7


que se acordaba de haber suplicado para salir. Enfadado por lo
mucho de sí mismo que podía ver en aquel joven lloroso. oPero
yo estoy cambiandor, se dijo. <La transformación tiene que ser
ahora completa.u
nDe cero a héroe.,
Phoenix-. No te servirá de nada.
-Levántate -ordenó
' -Eso es cierto -dijo Medea-, pero es tan divertido verlo.
Pisadas precipitadas en la oscuridad, pezuñas hendidas gol- dices que te tengo que cortar? -exclamó Phoenix
peando cerca, a sus espaldas, y esta vez no era Pan.
-¿Du*a
honorizado.
por aquí, deprisa. me había equivocado con ellos -jadeó el atenado mu-
-Vamos -apremió John-, -No
Echaron a corer también, respirando apresuradamente, ja- chacho que había pensado en huir. Estaba horrorizado por lo que
deando. El mugido de la bestia parecía más distante. acababa de oír-. Yo encontraré el modo de salir.
el aliento -les sugiiió Phoenix en voz baia-, y El sonido de los pies corriendo resonó en el laberinto' Dos o
-Recuperad
no digáis ni una palabia. Tenemos que escuchar, tratar de des- quizá tres del grupo le seguían huyendo por los pasadizos. John
cubrir dónde está. miró tristemente en esa dirección y después agarró a Phoenix por
qué nos va a servir? -contestó alguien con desespera- ambos brazos.
-¿De
ción-. Nos cogerá de todas maneras. Ninguno de nosotros te- que Minos me ha hecho -se echó hacia atrás
nemos forma de salir.
-Tú has visto lo
el cuello de su túnica para mostrar el tatuaie de la lechuza-. Aho-
Phoenix hubiera querido hacer que el chico se tragara las pa- ra deja de discutir, Phoenix. Sabes lo que es esto. Si algulo de
labras, pero se limitó a contestar secamente: los peones de Reede se resiste, él los destruirá con esto. Tienes
bastai que cortármelo rápidamente o estoy muerto.
-¡Ya
Estaba escuchando, tratando de descubrir el paradero del Mi- ¿Pero estás seguro de que funcionará?
-¿Cortarlo?
notauro, cuando Laura se puso a su lado. Pero tengo que intentarlo. Si no hago nada,
-iQuien sabé?
estamos haciendo, Phoenix? De seguir así, solo es soy hombre muerto.
-ZQué
cuestión de tiempo que nos encuentre. Antes de que Phoenix pudiese contestar, un segundo coro de
que no 1o sé? Papá, no queda mucho tiempo. gritos retumbó en las paredes del laberinto, seguido por más gru-
-¿Crees
aquí. Es al torcer en la próxima esquina. ñidos y bramidos. Más muerte.
-Por
Llegaron al tetraedro plateado, con su símbolo de la cabeza Fué Laura quien habló ahora, iadeante y preocupada:
de toro. Phoenix volvía a tener esperanzas, pero justo entonces, dependemos de ti. Hazlo.
-Phoenix,
y helándole el corazón, le respondió: papá poniendo el cuchillo en la mano de
-Hazlo -ordenó
tienes que hacerme un corte en Ia garganta -y sacó Phoenix. Ahora. Antés de que alguien vea lo que estamos ha-
-Ahoia
una afilada navaia de afeitar. ciendo.
Otro bramido, más fuerte que nunca. La bestia iba a atacar a
muerte. Una puerta escondida se abrió detrás de ellos, astillando
la madera, llenándoles de polvo y haciendo volar por el aire tro-
zos de metal que arañaban y cortaban la piel' Alií estaba, justo
entre ellos.

209
208
Phoenix iba a enfrentatse a su destino.
menzó a repartir golpes con la espada, desganando la piel de la
que ayudar a mi padre. yo trataré de
-Laura -gritó-, tienes bestia. Una vez más sintió el reconfortante laüdo de su brazalete.
mantener al Minotauro a distancia.
a distancia -gritó su padre. Había sacado algo del
Phoenix percibía a su padre y a Laura en la oscuridad, los -Mantenlo
forro de su tunica, del tamaño de una moneda. Un CD diminuto.
amaba. Había un vínculo de acero y le daba fuerzas para hacer
bomba? -preguntó Phoenix.
frente a su pesadilla. -¿La
Papá asintió.
verte -gritó. lo cierto, tendremos apro-
-Déjame
Las patas de la bestia estaban arañadas y cubiertas de pelo -Un virus informático. Si estoy en
ximadamente un minuto para escapar a través del terminal antes
duro y tieso. Phoenix sintió el roce de sus gruesos y poderosos
de que empiece a funcionar y cierre la puerta para siempre.
dqdos y el tacto le hizo estremecer de pánico cuando la bestia
Phoenix asintió. Todo lo que tenía que hacer era dar tiempo
cometió el error de pasar a su lado, en busca de signos de vida. a su padre para utilizarlo.
Al no encontrarlos, retomó la caza golpeando sordamente con terminar esto dijo.
sus pezuñas en la oscuridad. -Déjame
El Minotauro empuñaba su arma, la enorme porra claveteada.
Phoenix-, va
-Laura -susurró ¿cómo eso? Mientras Phoenix se agachaba frente a la bestia, su padre corúa
lo tengo. Es un implante, justo debajo de la piel. Afor- a la pared. Sus dedos estaban tratando de abrir un panel en el
-Casi
tunadamente, es poco profundo. terminal.
Los supervivientes de los ataques de la bestia estaban agacha- a los demás-. Esto tiene que encajar en al-
dos detrás de ellos y ninguno protestaba ya.La suerte de los otros -Vamos -gritó
guna parte.
había puesto el punto final a su resistencia, era una obediencia El Minotauro se movía deprisa hacia é1, haciendo oscilar el
dictada por el teror. garrote en grandes arcos que arrancaban ladrillos de las paredes
<Date prisa, Laura.n y removían piedras del suelo.
Los bramidos dei Minotauro comenzaron de nuevo, justo de- sirve -gritaba Laura tirando del panel-. No se moverá.
trás de ellos. -No
EI garrote oscilaba otta Yez, obligando a Phoenix a aplastarse
-¿Lawa? contra la pared y, ante un nuevo movimiento, a tirarse al suelo.
-¡Hecho! Cuando la bestia avanzó pesadamente, éi rodó por el fangoso
Phoenix vio los dedos de Laura sosteniendo el cuchillo. Su paümento. Podía ver manchas de la sangre del Minotauro en los
padre apareció con un paño manchado de sangre en el cuello. charcos. Pero no le aterraba. El corte con la espada había enfu-
está -dijo-. Es hora de poner fin a todo esto. recido a la bestia, que agitaba su garrote sin un obieüvo.
-Ya
Pero apenas habían salido las palabras de su boca, cuando otra vez, Laura! -gritó John-. No hay duda de que
el aliento fétido y caliente de la bestia llegó hasta la cara de -¡Prueba
esto es un terminal. Es la conexión entre los antiguos poderes y
Phoenix. la tecnología moderna. Este disco encaiará en algun sitio. Tiene
-¡Retrocede! -gritó
Laura. que funcionar.
-No hay tiempo -dijo Phoenix-. He acabado con ias retira-
das. Es el momento de resistir.
La porra bajó casi rozando la cara de Phoenix.
uAhora, el golpe de graciau, se diio a sí mismo preparando la
Apretó el puño de la espada. espada.
El Minotauro estaba tan cerca que Phoenix podía ver sus ojos que intentarlo en otro sitio -se quejó Laura.
amarillos, su hocico negro, los dientes afilados en las poderosas -Tenemos
probando -contestó su padre rehusando darse por
quijadas. Juntando a los supervivientes detrás de é1, Phoenix co- -Sigue
vencido.

210 271
Phoenix lanzó una estocada que cortó a la bestia en el brazo. sobre.todo el grupo de atenienses, que se tambalearon como bo-
Enioquecida por el dolor, fue tambaleándose hasta un rincón. los. Phoenix llegé vacilante hasta Laura y cenÓ la mano alrede-
Pero cuando Phoenix levantó la espada con las dos manos dis- dor del puño de la espada.
puesto a asestar el golpe final, una flecha chocó con el puño de o¿Cómo detienes a un toro embistiendo?>
la espada cortando la piel de los dedos de Phoenix. bestia!
Cuando Phoenix se demlmbó contra la pared, la espada cayo -¡Mírame,
Agotado por sus heridas, el Minotauro se tambaleó'
de sus manos. está abierta -avisó su padre-. Podemos pasar.
-La puerta
-¡Señor
Graves! -le llamó Laura-. Creo que lo he conseguido. Phoenix sentía intensamente su destino dentro de é1, y ane-
Mienhas tanto, Phoenix gateaba por el suelo, apartándose del metió contra el Minotauro. Empujó la hoia aniba y abajo, sin-
garrote y buscando la espada. Un garrotazo oblicuo le machacó tiendo cómo rechinaba contra las costillas de la bestia. Después,
músculos y huesos. Estaba de rodillas y el dolor le recorría el ei enorme cuerpo se hundió y sus oios se empañaron.
costado izquierdo. Dando tumbos hacia atrás, cayo pesadamente donde tantas
su padre, olvidando rnomentáneamente el
-Sí, eso es -gritó de sus víctimas habían caído antes.
peligro que acechaba a su hijo-. ¡Eso es! muerto? -Preguntó Laura.
-¿Está
La bestia tenía a Phoenix. Retorció la túnica enúe sus dedos, Phoenix vigilaba lamaciza figura del Minotauro.
lo levantó dei suelo y resopló en su cara todo su odio.
-Casi.
En ese momento Phoenix oyó un arma batiendo el aire y vio Vio desconcierto y dolor en sus ojos amarillos; luego, el largo
su reflejo a la media luz. Su espada en manos de Laura. Phoenix suspiro cuando se celraron.
se retorcía y daba rtleltas entre las manos del Minotauro, tratan- ha terminado.
-Se
do de ganar tiempo para que ella golpeara. La bestia le miraba su padre les estaba haciendo señas, llamándolos hacia el ter-
como si viera en Phoenix algo de sí mismo, su parte humana. minal, transformado ahora en una resplandeciente puerta de re-
Ahora no bramaba, solo deiaba oír un ronco bufido mientras $eso a casa.
examinaba la can de Phoenix. vosoftos dos. Hemos ganado.
-Vamos,
Laura! verdad -se oyó Ínavoz de muchacha-, habéis ganado'
-¡Ahora, -Es
Pero ella no golpeó todavía. Phoenix se estaba balanceando Ahora salid de este tenible lugar mientras podáis -fuiadna estaba
en las garras de la bestia. mirando a través de una de las reias.
uAquí está; mi pesadilla, pero no he echado a correr. Me he con nosotros -diio Phoenix'
quedado. Peleé.n
-Venpuedo. Tienes que deiarme atrás. Es la leyenda, mi des-
-No
"Quizá yo tenga que moriru, pensó Phoenix,
upero al menos tino. Mi lugar está aquí.
no he sido un cobarde. He deiado de huiru. segura?
-¿Estás
Temiendo que el Minotauro terminase con é1, cerró los ojos estoy.
y gritó desesperadamente: -Lo
Phoenix le devolvió la sonrisa.
uHemos ganado.u
-¡Laura!
Ella dio un golpe con la espada en el muslo del Minotauro, Pero no iabía contado con Adams. Con el rabillo del ojo'
pero no pudo hundir la hoja en el denso bloque de músculo. Phoenix le vio tensar el arco.
Sin embargo, la bestia bramó. Cuando se volvió para enfrentarse sorPresa.
-Sorpresa,
a su atacante, Laura cortó sus tobillos. Herida por el inesperado ta flecha ,umbó en el aire viciado golpeando los ladrillos, a

golpe, la bestia vaciló y soltó a Phoenix. Un gran puño cayó un pelo de la cabeza de Phoenix.

212 213
entrado aquí?
has
-¿Cómo Epílogo
has olvidado de la magia de Medea?
-¿Te
A1 perder su última flecha, Adams echó mano de ia espada.
_
Parecía un poseso, golpeando con rabia ciega, sus rasgos defor-
mados por el odio. Dos sonidos llenaban loi pasadizosl uno, los
golpes de las espadas cuando phoenix le hizó frente; y otro, la
corriente de aire a través de la puerta.
Papá y Laura ya estaban dentro de la puerta, tendiéndole sus ¡l't
manos.
Phoenix. )r,, ,.*unas más tarde, Phoenix subía por un sendero polvo-
-Varnos, dento al borde de un descuidado huerto de naranios. Por un
Adams no podía aceptar la derro,ta. Lo que quedaba de
.Pero
su lddo humano parecía estar consumiéndose cuandoialtó hacia breve momento recordó a Adams. Durante semanas, la policía
delante espada en mano. Ahora pertenecía al mundo del mito. había estado rastreando los bosques y drenando los canales con
se estaba convirtiendo rápidamente en una criatura demoníaca. la vana esperanza de encontrar algun rastro de é1. Pero Phoenix
Phoenix luchaba por parar el ataque, pero la puerta entre los apartó pronto a Adams y a sus acongoiados padres de sus pen-
mundos le estaba llamando. Era ahora o nunca. Casi podía oír sámienios. No podía hacer nada por ellos, por ninguno de ellos.
al virus haciendo su trabajo. Reunió toda su fuerza pari anancar Detrás de él podía divisar, a través de la cálida neblina, las aguas
la espada de la mano de Adams y después se tiró so-bre é1. Cuan- azules del Egeo. Pensó en un desconsolado rey descansando baio
do retrocedieron dando tumbos, phoenix abofeteó a su Némesis las olas.
y trat6 de arrastrarlo a la puerta. muy leios aún? -Preguntó.
-¿Está
sobre esa colina -contestó su madre.
-Ya te has divertido -dijo-. Pensaba que la muerte sería tu
castigo, pero hay algo peor. Vas a ser otra vez un perdedor pue-
-Justo
a Dios -iadeó su padre eniugándose la frente-' Es-
-Gracias
blerino. Vas a volver a casa. toy agotado.
Phoenix divisó a Ariadna al fondo. En un momento de honor Pero Phoenix no estaba cansado y echó a correr. En pocos
recordó la vela negra. Pero era demasiado tarde. El papel del rey minutos estaría en el iardín del tío Andreas, donde Pan había
Egeo en la leyenda no se cambiaría. Apesadumbrado, 6uscaría su estado una vez.
muerte. te hagas muchas expectativas -le diio su madre-' Ha
Aprovechando la duda de Phoenix, Adams se liberó de un
-No
estado abandonado desde hace años'
tirón y volvió atrás, al mundo del mito. Como phoenix, él había que haber algo -gritó Phoenix-. Tengo qle saberlo
-Tiene
elegido su destino. Entonces todo empezó a borrarse. Lo último todo -record-ó el comienzo del diario, unas cuantas líneas abru-
que Phoenix pudo ver fue una neblina dorada y, brillando dentro madoras acerca de los dolores de cabeza.
de ella, los números. El juego se desvaneció en tomo a ellos y
se encontraron de regreso en el estudio. Cuanto más pienso en ella, en la mala salud, en esa banda
El nivel estaba completado. dolorosa, la lxtaña ftebre que me despiertay ha estado conmigo
El juego había terminado. toda mi wda, mós me doy cuenta de que tiene algo que ver czn
Ios fantasmas. Cuando se reúnm, cuando salen de la luz tré-
mula y me hablan, entonces enüendo' Yo pertenezco a su mun-
do, siempre ha sido así. Siempre seré un extraño en mi propía

2L4 n5
piel. Tngo una misión. Por cada
fantasma que cree en la vida
Graves, coniendo las cortinasy encendiendo luces; una precau-
y en la jusüci,a y me advierte de los peligroi de Ia puerta, hay ción contra el robo mientras estaban fuera. Laura se detuvo un
otros que están llenos de muerte y destrucción. Ettos están lla- momento en el estudio. Si sus padres supieran lo que había pa-
mando a Ia puerta. sado...
Pero no les dejaré pasar. yo soy el Legendario. Mi
tarea es Todo aquel horror, todos esos demonios... y, pila sus padres,
clnseryar la puerta cenada, deiar fuera a las legiones de de- nada de eso había sucedido. Los días de terror habían pasado
monios. Aunque se me rlmpa el corazón cada día de mi vida, volando en un solo segundo de üempo registrado a este lado de
nunca abandonaré mi vigilancia. Deiar mi puestl sería entregar la pantalla. Así estaban las cosas con Laura. Cada día cumplía
este mundo al honor. con sus tareas habituales, sin dejar de oír el rumor enloquecido
de ese otro mundo, y todo el rato tenía que guardarse para sí
Phoenix miró atrás. misma sus pesadillas. Laura se libró bien de tocar qada. Aunque
que descubrir quién soy.
-Tengo John Graves había puesto a buen recaudo los trafes de realidad
decían que tío Andreas era un loco -había comen- paralela y el resto del equipo, todavía tenía cuidado al acercarse
-Todos
tado su madre refiriéndose a los diarios-. Murió sin que nadie le al ordenador.
creyera. ha terminado? -murmuró a media voz.
<Pero nosotros te creemos ahora, Andreas>, pensó phoenix -¿Se
la señora Osibona.
mientras se esforzaba en una cafiera final hasta la cima de la -iQué dices, Laura? -preguntó
mamá.
colina. Y allí estaba, el jardín con su pared de piedra y la casa. -Nada,
prisa, tenemos que irnos.
No había mucho que ver. Las tejas habían desaparecido y las -Date
voy.
maderas estaban podridas. La puerta principal estába destrozada -Ya
Pero cuando los Osibona cerraron la puerta de la calle al salir,
desde mucho üempo atrás. Era la imagen del abandono.
el ordenador comenzó a zumbar. Al mismo tiempo que ellos en-
que haber algo -dijo Phoenix en voz alta.
-Tiene haban en el coche, la misma secuencia de números que Phoenix
Después, atravesó la pueria. Unos momentos más tarde lle-
estaba leyendo en una pared encalada en Grecia brillaba en el
garon sus padres.
cuarto vacío de su lejano hogar. Y cuando la señora Osibona giró
-Phoenix, ¿dónde estás? -le llamó su madre. en High Street, los números estaban coniendo por la pantalla,
-Aquí, en el cuarto de atrás. vibrando como una amenaza.
Finalmente llegó su padre.
encontrado algo?
-¿Has ¿Así que piensas que has ganado, Legendario? Yo puedo haber
a verlo.
-Ven abandonado mi tentaüva de entrar en tu mundo plr la puerta
Luego, los tres de pie en la habitación. El asombro les obligó
principal, pero hay otros camino* Dlcenas de ellos. ¿Crees que
a guardar silencio. Pintadas en las paredes, había imágenes de
estás seguro? ¿Crees que tu mundo está a salvo? Bien, pimsa
Pan, Medusa y el Minotauro. Pero eso no era todo. A su alrede-
dor, garabateados febrilmente, había miles de números, todos otra vez.
múltiplos de tres. El lenguaje del juego. Por cada mundo como el tuyl, plr cada planeta que gira
sobre su eie satisfecho de sí mismo, hay cinco, diez, veinte mun-
dos míücos. Y no son solo relatos, Legendario. Son reales,
A cientos de kilómetros, enese mismo momento, los Osibona tan reales como puedas serlo tú. Incluso ahora estoy llaman-
estaban completando su ruünaria visita de la tarde a casa de los do a la puerta de otro mundo como el tuyo. Y cuando haya

216 277
terminado allí, cuando mis demonios hayan visitado cada INDICE
casa y anancado los corazones de sus propietarios, entonces
tmdré por ü.

Después, en el torbellino de números, la voz añadió su ad-


vertencia final:

No necesitas estar dormido para tener pesadillas.


Ltsno LrNo

El líbro de Phoenix 7

LrsRo nos

El libro de El Legendario 95

Los ¡uverns. Nv¡r Nuni,'¡

La mirada de Ia Gorgona 97

Los mvrrm. NIvsr DIEz

En eI laberinto 767

Epílogo 215

219
218
Si te ha gustailo este libro, tambien te gustarán:

Las hiias de Tara, de Laura Gallego García


Gran Angular, núm.225

El mundo natural de Mannawinard lleva mucho üempo enfrentado al mundo


tecnológico de las dumas. Cinco humanos de diferentes orígenes y un androide
tienen la solución; pero antes debe¡án encontrane y emprender iuntos un viaje
lleno de peligros donde mercenarios, mutantes y robots destructivos intentarán
acabar con sus vidas.

En un lugar llamado Tiena, de Jordi Sierra i Fabra


Gran Angular, n:úm.32

La convivencia social entre hombres y máquinas ha alcanzado un alto nivel de


armonía tras la sumisión voluntaria de los primeros a las segundas. Pero un
suceso inesperado pone en peligro la paz: un hombre y una máquina regresan
en una nave de un viaie por el espacio exterior. El hombre vuelve dormido; la
máquina, muerta...

La noche del eclipse, de Joan Manuel Gisbert


Gran Angular, núm. 111

En las postrimeúas del siglo xr, el joven persa Alfandor llega a Nankin, capital
del imperio chino, huyendo de los sicarios que lo persiguen. Las toÍuosas ca-
llejas se conüerten en una Íampa y üene que fingirse participante en un ex-
traño certamen. Aüapado así en un laberinto, tiene que dar respuesta a tes
enigmas insolubles relativos a la misteriosa Naxcida del Cielo, hija del empe-
rador.

zLt
l4lLdn Gonzálq Gufuüte de los irlus 185 I Judy AIkn, I¿ búsquda e¡ Escncia
Colección GRAN ANGULAR 147 lRfurWesall,tJn lugarpara mí L86 l lohn Masfuit Cartas d€sde el i¡krior
lSlloln Ma¡rda" Mañana cuando empiee la guena L87 l Luchy Núñ4 No es bn lícil saltane un e¡nne¡
l49lllaite Canailz4 thn4 Cándid4 ft€na IS lFedetico hllalfus Go¡vnola Un carlisfa en el
lllwn-ClaudrAkia Los muchadros de Dublín UlMaít G4pq Aque[as blancas sonür¿s en el
lfilPonA PMs, Memorial de Tabad{a Pacífico
3 I Eve Dessane,Da¡iéle en la isla bosque
l5Ll lñjam Prada Si llega la suertg ponle una silla 189 I Batbara Ware Holnws Cartas a Jr¡lia
7 lLuce FilloL Ma¡ía de Amorcira S6lJonTe¡law, Barrohs de banbú
l52lM. Attgels Boouratyá, Cinc¡¡enta nil pelas por un lXllom Bo,ril,Tcdrcslos puertos se llaman Helena
BICIL Grenis-W. Cant4 úqmrs6112 ü lJdtn Hooks, EI capitrán Janes Cook bigote 191 I Femanno Inlana, Conspiración Ctufarinas
l0lJohnR Towam4 El castillo de Noé ffi lCatos hllanes Cain, D,estina la Plaza Roja
hhe¡ly,la
l53lBqIie serpiente de piedra 192 \úrnnz van do Vh.g1 Dinem nundado de
I lWilliam Canw ün hueso en la aulopida % lltfi.geln dcl Bwgo, Adiós, Araro
lY I Andreu MülL H üejo que jugaba a mahr
1

sangre
lan Talouw, trnvisno e¡ tiunpo de guerra
1.4 l 91, lAndy Tlble\ Voy a vivir
indios I93lfuMf Connier, Fn medio ile Ia noche
15lMaría Ha&ri Priner nporhje 9lTlnrrcs Jeiq, B apa&e blanco
l$ Calos Guilermo Doninga, fucr¡l¡¡ro l% lBlanm Alvara, Sbcr¡est¡o en et Madmúo Club
I
16 l,Annre Mzssepai4 I¡s fiübustems del ura¡io % I Un M. FíPthflEr, Hrslor:i^ & !ú
156lt;issi nqe| El secrcto del tab€rinto l% llgnacb Martina dz Pisory Am guen:n africana
17 lhtcít Baqknmo, Cinco pales de cúada % lFmando l¿hnny Luis Puenle, Hubo ua vez
157 I lacryrs Vánldh l.as piedras ilel sitencio 1% lAildra4 Mafírl, Tres Pi ent que erre
LBlRaenaty futtffi Aquila, el rúltimo mmano oba guerr¿ lfilCnlat Pue,'to, Gran drag6n de hielo 197 ll{nn$n Sarfe( Mosje y Reizele en el viente de la
19 llordi Sima i Faba, El naz¡dor 96lRodt$o ktbio, [a puerta 159 I Angla Val]:rE, Vrda s€nt¡mental rte Bugs Bunny balle¡¿
n lAnle de tráb, k[edonne habihción 16 97 IAW Gotna, Cerúí Pupila de águila lglludy Allil,Ia brúsqueda en París 1981Níl<olaus Hp, félk m la Bolsa
2l lWilü Falnnann, Aio de lobos I I l-iva llíllens, A veces soy un jaguar lílllttlián lbáña, iNo dispaÉis conha Caperucita! 19 llmchin Friednda El cí¡q¡lo mto
2ilMoía Gnpq EI abrigoverde \N llorü Sima i Fabrq I¿ balaü de Sieb m 162lfumis HanlE, Balada mortal 2lü l Matifn Aldwnne, La band¿ sin fuh¡m
241W. Canus-ClL Grcnic,Unz india en las estellas ñZlFqnqndo lalarg Morinás en Ch¡h¡inas 163lÁ,mando B0ü I]l Jaldfu de los Autématas Nl llain lnwence Piratas de tierra
?ÁlWilliFahrnnm, B largo cannino de l¡cas B, l03lGenna Lienag kies la vidq Cadota lülNncla Docwq De welh a la s¡era 2fZlCé:ar ManüEÁ L¿ cat€dr"t
29 lTh(n BeclotwL Cnrzada en <jens' lM I losep Frwrcac Delgado, las voces del Eler€sl 165 I lordi Sima i Fabrd, la vo¿ intcrior 2BlAndrus Stltuthófel EI pahon de los ladmnes
30llonp tq Haar El nundo de Ben tigbthaú 16 lEmüTeixidar,F) mldailo de hielo 166lHamcioVázlW-Rit! B
maesho de los ríngetes 2M lDoiliel i Bmún Romaní ¿Sl!
31, I Moía Qipe lns escarabajos vuelan al ah¡decer lMlCanosnllmzs Cain, Retorno a la lib€riad 161 lAlfuno GenE Cetd| Con los ojm cerndos 2MlNanqWelinla prina dd asesino
32lJordi Sima i Faba, -S,¡ rm lugar llamado fierra lU7 lSheik Gordon, iNi una hora m.'ás! lSlEvalbban¡ Adopta un faúasm¡ 2M I lain l,autrence I¡s mnhabandistas
13 I Anle de Zn@ El pasado quedé ahrás lW lAlittUw;¡l, Úrrlul^ 169lKzztmiYundo,Trc amigos en busca de un W7 I Fdsim Vütlafut la ccarapela blanca
Y lC.arnun KnE, Querido II¡n L@ I Müío Gr?q Camlin, Berta y las mmbras muerto MlEmiliTeixidor, llm¡iets de nue¡te
36 I MonfieÍü dzl Anto, La piedra de toque 110 luan M. San l/frguel, Cbrco de fuego
1 l?ll.AntlwE Horowfu H intero¡nbio 2ffi lCarnm Gótnez Ajen, Para Betina
38 I Maña Gnpe, FI rcy y el cabeza de turco 12lCanos Puefto, Akuna mahta lTLlAndft.n MütíL Me llaman Tns Catore 210 lAfi?no Gónw Cqdí la puerta falsa
q lMoría G4pe, Agnes C€cilia 114 l Sigü Heutk f,l enigme del naestro Joaquín lTlllwp M. Bai Un lugar en mis s¡eúos 2ll I lacqueline Wílso\ üic¡s enamoradas
44lKirh¿ Reduir, El lobo blanco 115 lFrancesc &/¿¡ Diario de Albe¡to IBlBedi¿ Dúoty,I¿ hiia del mar 2X2 I laryeline lUilwt Chirrs con inoagen
47 lMüít Gtlps la sonbm sobre el banco de piedra lISlMaiu Ca¡rützqfa selva de los arutams 174 I Gattma liaa& iErts galáctic4 Carloh! 2l3lJacqtelinzllilson üic:rs que llegan tarde
49lMaTít Gnp, FI tinel de cristal 119 lJun Ma¡uel Gisfut la frontera invisible lT5lDennis Hannq, Penalti mortal 214lCanas Ronlat, Uanadne Fede¡io
511Foms:t Carts, la eshella de los cleroquis ln lPets Dickinpa M maüt es la grrna 116lMgel Aryl Müdo, Ia luz incomplefa 215lNacln Drnw, I¿ sombra del rtlínpago
52lLercE Naniok4 En el puólo del gaúo vunpim lzL lMcd¿ Meiso, I¿ historia de Mon ITI lMottulPeñt Müe,Mígr@ $tr 216llose his de Juan Recordando a I,anpe
54lFsttwtdo InfuqB]ztno 122 I Mete Navtlt S€s¡esto nSlMM de PaW [a fort¡na rlel Seior trilenón Zn I Bernntdo A*np
Un espía llamado Sara
55 I Co¡los-Guillemn Doninga !úacr@ l?3 I Wsds I. E/a Tanntino IRICo¡las RDuW llislán
en Fgrpto 2lBlAndteu Mü1írq F) terce¡o de bes
56 lAlfiena Gúna, C,ad{ la casa de verano 1?5tMauelAlfonreca Bqjo un cieto anara$ado lWlút¿y Anq,Ia Msqueda en Ans-tcrda¡r 219 lTbn lllrualona Una fua y nn¡ nsntim
58 llordi Siera i Fob¡a, Rqgrffi a un hiEr ll¡mailo 1:26lMqci Canel4 Parnhrra para silo lSIlAmatdo Bah, El sello de Salo¡nón 22A IFrwnrs Mary Hatdry, C,ahas
trena ln lXnvis Alul| Conha el viento MIA¡ttonb Afuscal Día Bamirc, I:s leyes del Z)l lSitrcn¿ von da I4ugl h
guinodna
62lJue Luis Mattín ltg¡¿ Habla mi üejo I?BlGinian C¡ass, L¿ hija del lobo n¡rino ?2.lJan Tabuw, iC\rlpable o no?
64 I Albrt Payson Toluna lsd, w prtn Inllose hlisVelosca,H guardián del paraíso lSllwdi Sima i Fobro,Yíú¡r I^n 'Z?3lChrisWding @üas*no
67 lMonnmat dzl Ano,Ia eucnrciiaila L3l I Metl@ lu@ A veces tago el nundo a mis pie l?A llun-Fmnpü Mbar4 El vagabundo del Miülle
6S lJudi Sima i Fobrq Fl testamento de un lugar l9lJmdtin niedtid\ Fl tango de I¿üa W€st

llamado fierra l33lInlr Gonzóle, Bnnas de ocü¡bre


69 lHebn kisq, I¡
ll¡mada del nuecí¡ lA lJordi Sima i Fabo, Malas tierras
70llne Mayr-Sfunana Barm entre las manos I35 lNinr fuuprícla Um Erü¡úa bavesía
'14
| borcr Mmtdo, Cuailemo de bitácora 1361Gíllinn Cross Nuwo muntlo
75 lColos-Guill¿tma Domiguq fualr 137 lEmü Teixidar, C.üs¿.in rcbrc e
76 lAnke dz I'n?s, Conplice l3S lBalie Dolwty, Queddo nadie
7'l llordi Siem i Fabru, El último rtrano miuok 739 I Jose Luis Velasco, El misterio del a¡nuoo
'19
lIuü Sima i Ibáro, El joven l¡nnon 141,lNada Duno, Murió por los pelos
Sl lInlde Hefie Cita eü Bedín W l Átgda Vahq, I(jp@ y h mirada eledrónia
S2lJuan M. San Miguel, Aleio lEllesth Fmsq I¿s veinte fuas de Básil
83 lFe¿sitn fu Cesco, N caballo de om 145 I Wanq I. Eg[ Sólo vuehe u¡o

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