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Cuentos de reflexión

El Bambú Japonés 
“Hay algo muy interesante que sucede con el  bambú japonés y que nos enseña una
importante lección. Cuando un cultivador planta una semilla de este árbol, el bambú
no crece inmediatamente por más que se riegue y se abone regularmente.
De hecho, el bambú japonés no sale a la superficie durante los primeros siete años. Un
cultivador inexperto pensaría que la semilla es infértil, pero sorprendentemente, luego
de transcurridos estos siete años el bambú crece más de treinta metros en solamente
seis semanas.
¿Cuánto podríamos decir que tardó realmente en crecer el bambú? ¿seis semanas? ¿o
siete años y seis semanas? Sería más correcto decir que tardó siete años y seis
semanas. ¿Por qué? Porque durante los primeros siete años el bambú se dedica a
desarrollar y fortalecer las raíces, las cuales van a ser las que luego de estos siete años
pueda crecer tanto en solamente seis semanas. Además, si en algún punto en esos
primeros siete años dejamos de regarlo o cuidarlo, el bambú muere”
El bambú japonés nos enseña que no debemos desistir fácilmente de nuestros proyectos
o metas.
Recuerda; si no consigues lo que aspiras, no desesperes… quizá sólo estés echando
raíces.

El Cojo y el Ciego
En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo;
durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía
escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se
había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar,
pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo
único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina
claridad: «el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver». Olvidaron toda su
competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte,
necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se
pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así
funcionarían como un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así
salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su
antagonismo.

Acuérdate de soltar el vaso: Cuento con moraleja


Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba
la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: –
¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo
respondió: «El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo.
Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo.
Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia,
es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de
soportar se vuelve.»
Y continuó: «Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el
resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si
piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana,
acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.» ¡Acuérdate de soltar el vaso!

40 proverbios japoneses llenos de


sabiduría
 Verificado Redactado por Marta Guerri. Este artículo ha sido revisado, actualizado y verificado por
nuestro equipo de psicólogos por última vez el 1 mayo 2021.

Los proverbios japoneses son conocidos por su sabiduría, pues su


filosofía ayuda a comprender mejor el mundo y a afrontar la vida. En
este artículo hemos recopilado algunos de los principales
proverbios japoneses que existen. ¡Esperamos que los disfrutes!

Los mejores proverbios japoneses


La lluvia es un problema solo para quienes no
quieren mojarse.
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Haz bien lo que esté en tu mano, el resto lo hará


el destino.

Mientras se está acostado en la cama, nadie se


tropieza.

Si piensas en ello, decídelo. Si ya lo decidiste,


deja de pensarlo.

El significado de rápido es ir lento, pero sin


pausa.

Una palabra dicha con bondad puede suponer


el calor de tres meses de invierno.

Antes de cuestionar a otra persona, verifica lo


que piensas siete veces.

Los ríos que son muy profundos fluyen de forma


lenta.
La risa llama a la felicidad.

El sol no sabe ni de buenos ni de malos: calienta


e ilumina a todos por igual.

Aquel que es capaz de esperar media hora más


que su oponente conseguirá la victoria.

El viaje más largo comienza con un primer


paso.

Deja que los tontos y los locos pasen primer en


cualquier camino.

Puede que solo necesites tu espada una vez en tu


vida, pero es necesario que la lleves siempre.
No son las flores más bonitas las que dan los
mejores frutos.

La tristeza es algo parecido a un vestido


rasgado: es mejor no salir con él.

El amor es que hasta las cicatrices de viruela no


sean más que hoyuelos en las mejillas.

Es mejor no detener a quien quiere irse, ni echar


a quien acaba de llegar.

No digas que es imposible, mejor di que aún no


lo has hecho.

Es preferible ser el enemigo de alguien bueno,


que el amigo de alguien que es mala persona.
Si quieres subir y no tienes cómo, inventa la
escalera.

Un matrimonio ha de ser como las manos y los


ojos. Si duele la mano, los ojos lloran, y si estos
lloran, la mano seca sus lágrimas.

Para alguien preparado no existe el peligro.

Antes de romper un silencio, procura que tus


palabras sean mejor que este.

Si te crees todo lo que lees, entonces es preferible


que no leas.

No merece la pena preocuparse por un


problema si este tiene solución. Y si no lo tiene,
tampoco vale de nada preocuparse.

Un barco con cien marineros es capaz de subir


hasta una montaña.
Una palabra dicha con bondad puede suponer
el calor de tres meses de invierno.

La piedra que rueda no puede hacer un montón.

Estudiar el pasado es la mejor forma de


aprender para el futuro.

La disciplina acabará venciendo a la


inteligencia.

Pasar tiempo riéndose es como pasarlo con los


dioses.

Hay una puerta por la que pueden entrar la


buena o la mala fortuna, pero tú tienes la llave.

La leña prometida no calienta el hogar.

El mar es así de grande porque no menosprecia


los riachuelos.
La victoria no es lo que enseña, se aprende más
con la derrota.

Mientras dibujas la rama de un árbol debes oír


el aire.

Una honestidad exagerada es lo más cercano a


la estupidez.

A los 10 años se es un milagro. A los 20, te


conviertes en un genio. A los 30, no eres más
que una persona ordinaria.

Las personas grandes existen gracias a las


personas ordinarias.

No esperes que el tiempo te espere.


Un minuto de vergüenza por preguntar algo
puede suponer toda una vida de ignorancia.

Como habrás podido ver, los proverbios


japoneses nos enseñan muchas cosas sobre
cómo vivir la vida de forma más serena y
consciente. Ahora solo tienes que anotar
aquellas frases que más te identifiquen y
aplicarlas en tu día a día. ¡A caminar!
La Rosa y el Sapo

Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa
mas bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio
cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso
que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo
que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.

Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa
totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:

Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?

La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y
nunca pude volver a ser igual.

El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y
por eso siempre eras la mas bella del jardín.

Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que
ellos,mas bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos tenemos algo que
aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a
ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera seamos conscientes.
Fábula de la Rana Sobre el Ánimo

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo
profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor el hoyo. Cuando vieron cuan
hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se
debían dar por muertas ya que no saldrían. Las dos ranas no hicieron caso a los
comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus
fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se
desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una
vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que
simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana
saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando
salió las otras ranas le dijeron: «nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que
te gritamos».

La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a
esforzarse más y salir del hoyo. Moraleja: 1. La palabra tiene poder de vida y muerte.
Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a
levantarlo. 2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado
puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado con lo que decimos. 3. Una
persona especial es la que se da tiempo para animar a otros.

La Casa Imperfecta

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su


pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para
llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario
mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le
pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El
hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo
el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo
mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner
punto final a su carrera. Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar
la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. «Esta es tu casa, querido amigo —
dijo-. Es un regalo para ti». Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su
propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir
en la casa imperfecta que había construido!

Reflexión: A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner en esa
actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor
esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos la situación que hemos creado y
descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Sí lo hubiéramos
sabido antes, la habríamos hecho diferente.
 Sería interesante conseguir actuar como si estuviésemos «construyendo nuestra
casa». La vida es como un proyecto de «hágalo-usted-mismo». Tu vida, ahora, es el
resultado de tus actitudes y elecciones del pasado. ¡Tu vida de mañana será el
resultado de tus actitudes y elecciones de hoy!  

Un Valor Perdido en la Sociedad Competitiva

Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu Africana. Puso una canasta
llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero
ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se
tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del
premio. Un valor perdido en la sociedad competitiva. Cuando él les preguntó por qué
habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: «Ubuntu»,
¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes? Ubuntu, en la
cultura Xhosa significa: Yo soy porque nosotros somos. ¿Qué reflexión te deja a ti
esta manera de comportarse?

CUANDO un niño recibe un regalo, sus padres le dicen: “¿Qué se dice?”, y él


responde: “Gracias”, aunque de manera un tanto mecánica. Al irse haciendo
mayor, empieza a comprender por qué sus padres consideran importante que
sea agradecido. Ya nadie tiene que decirle que dé las gracias, pues le sale del
corazón. ¿A qué se debe el cambio? A que ha aprendido a pensar como sus
padres y a ser agradecido.
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 De manera parecida, cuando conocemos la verdad de la Biblia,
comprendemos lo importante que es obedecer los requisitos básicos de Dios.
Pero, al ir madurando en sentido espiritual, aprendemos más sobre su modo de
pensar: lo que le gusta y lo que no, y cómo ve ciertos asuntos. Cuando
aprendemos a razonar de forma similar a la de Jehová y dejamos que su modo
de pensar influya en nuestras acciones y decisiones, demostramos que
estamos haciendo nuestros sus pensamientos.
3. ¿Por qué puede ser difícil hacer nuestros los pensamientos de Jehová?
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 Aunque disfrutamos de aprender a pensar como Jehová, no siempre resulta
fácil, pues somos imperfectos. Por ejemplo, es posible que nos cueste trabajo
entender cómo ve Dios cosas como la limpieza moral, el materialismo, la
predicación y el mal uso de la sangre. ¿Qué nos ayudará a seguir haciendo
nuestros los pensamientos de Dios? Y ¿qué efecto tendrá esto en nuestras
decisiones presentes y futuras?
¿Y nosotros? ¿Pensamos como Dios o como este mundo? Seguro que ya vivimos de
acuerdo con las normas de Jehová. Pero ¿y nuestra forma de pensar? ¿Tratamos de
ver las cosas como las ve Dios? Para lograrlo, es necesario un esfuerzo consciente.
En cambio, no hay que esforzarse casi nada para pensar como el mundo, pues su
espíritu está por todas partes (Efes. 2:2). Además, la forma de pensar del mundo
puede ser muy tentadora, pues nos empuja a centrarnos en nosotros mismos.
En efecto, es difícil pensar como Jehová, pero facilísimo pensar como el mundo.

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