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CARTAS A
CLEMENTINA OTERO
Prólogo
Gilberto Owen
ESCENA DE MELODRAMA
Gilberto
i
Dionisia o Denise. N o m b r e del p e r s o n a j e f e m e n i n o , r e p r e s e n t a d o p o r C l e m e n t i n a O t e r o , en la obra El
peregrino, d e Charles Vildrac, en la q u e O w e n tenía el papel d e tío d e la p r o t a g o n i s t a . La f o t o g r a f í a de la
página 6 c o r r e s p o n d e a una escena d e esa o b r a .
2
Desvelo. T í t u l o del primer libro de versos d e Gilberto O w e n .
México, Junio 10
Clementina:
Adorada Romée:
Gilberto
Celesara/ Goroceli. F o r m a festiva para referirse a Celestino G o r o s t i z a , director del t e a t r o Ulises, y a su es-
posa Araceli Otero, h e r m a n a de Clementina.
Todavía El Infierno, julio 2/1928
Clementina:
Gilberto
(San Antonio, Texas), julio 2 de 1928
Querida Clementina:
Gilberto.
Julio 3 de 1928
Clementina:
Gilberto
(New York), julio 5 de 1928
Gilberto
escríbame, o m e m a t o .
(New York), julio 6 de 1928
Clementina:
Gilberto
Clementina:
Gilberto
(New York), julio 10 de 1928
Clementina:
G. Owen G O.
Adorada Clementina:
Clementina:
Gilberto Clementina:
Adorada Clementina:
Gilberto Gilberto
No le escribo más para escribirle a Celestino y saber chis-
mes. P.D. de la carta a Dionisia: Mi mejor lectura sigue sien-
do la Biblia. Hay una parábola en San Mateo (21-28) en
Querida Clementina: Me molesta más que a usted mi in- que el padre ordena a sus dos hijos: "vé a labrar la viña", y
discreción de esa horrible tarjeta de Washington? No sé el primero contestó: "no", y va, sin embargo. Y el otro hi-
cómo me la perdonará usted, y estoy sin embargo seguro jo obedecía de palabra la orden del padre, no haciéndolo
de que ya lo ha hecho. Me duele a mi la contrariedad que de hecho. No amo a ninguno. Yo sería un tercer hijo que
le haya causado recibirla. Y no tengo ninguna escusa. Ese diría "sí" e iría, o, acaso, "no", y no iría. Y usted se parece
último día, en Washington, después de escribirla y echar- demasiado al primero, en amor a
la al correo, tuve ganas de llorar y me castigué encontran-
Gilberto Owen
do aburrida la ciudad y estúpido mi paseo.
Perdóneme, siquiera, porque la adoro. Otra indiscreción: (Me acuerdo también de San Dionisio, en las vidas de
Fernando llegó, de pronto, hasta mi mesa en el Consula- santos que leí una vez, llevando en la mano, decapitado,
do. No pude evitar que viera, también allá, su retrato. Ha su cabeza para ir a decir un "sí" que había olvidado.)
de estar ahora convencido de que somos novios, y me de-
sespera no poder aclarar esta inocente mistificación. Es-
toy muy triste de mi torpeza y de soñar involuntariamen-
te, Clementina, en usted yéndoseme. Es para matarse. 9
Se trata d e una t a r j e t a postal, impresa con la típica pareja de e n a m o r a d o s , q u e . tal ve? en un r a p t o d e
Fernando me dejó a guardar su pistola. Yo no puedo h u m o r , envió O w e n a C l e m e n t i n a O t e r o .
(New York), septiembre 11 de 1928
Gilberto
(en viaje) (sin fecha)
Clementina:
Mi mejor ternura la
he sentido cantándome en usted, una tarde, en una playa
desierta que todavía no han descubierto los turistas aca-
lorados y apresurados. A cada hija mía en el mar le he da-
do su nombre, escrito y borrado por las olas cien veces y
una nomás inborrable en el alma, que debajo de su arena
está mi amor a usted, en roca viva. Alegría enternecida de
sentirme voluble como el mar con una roca, adentro, in-
mutable. Y usted tan triste, alegrándome la esperanza de
esperarla alegre. Una vez oí el himno nacional aquí, por-
que me aseguraban que estaba yo de luto, y no sentí nin-
guna emoción. Otra vez venía en un barco chiquito, que
sí podía caminar, en el que apenas cabían tres salones de
baile como el México, y así de llenos. Y yo no pensaba en
nadie ni en nada, y tocaron entonces ese Blue Heaven que
le oí a usted, y usted llenaba el mar, y su recuerdo sí era
la Patria y yo me sentía emocionado y canté muy recio un
corrido que empieza: Desterrado me fui para el muey.
He pensado en sueños su carta, muchas horas, y siempre
es lo que ya pensaba yo, despierto, aquella noche en que nando no he podido verlo; luego de su carta hablé por te-
le propuse casarnos. Todavía insisto —toda mi vida suya léfono a la casa en que trabaja y me dijeron que está de
en ello— dulce de pensar los silencios sin vacío que traería vacaciones. Y yo que deseaba tánto su amistad. G O.
usted a mi sueño. Ya tendremos tiempo de hablar en el
transmundo, y también en la noche se abren las ventanas. * ¿Se acuerda de la cita de D'Ors? Eloísa escribía a Abe-
De mí sé decirle que el silencio me vende; al hablar las pa- lardo: Haz lo que quieras, menos olvidarme. Owen.
labras me hacen un velo retórico, o lógico, o simplemen-
te un velo de ruido, que me es máscara no siempre propi- Otra: Mi vida es un limón. Esto explica que no les haya
cia. Pero callo y es como si de pronto me quedara desnu- escrito a los amigos más queridos. ¿Quiere excusarme
do a mis propios ojos, que es la desnudez más absoluta con su mamá, Celis, Araceli, Lupita, todos? Gracias. G'°
que conozco. Y tampoco el espejo está nunca vacío. Mire,
mire, mire usted con atención y quítese el pesimismo que
se ha puesto (que yo le aseguro que no está enferma de la
vista) y mírese largamente, como yo sabría mirarla, como
voy sabiendo mirarla en el recuerdo y en la esperanza. Y
mi amor subsiste independientemente de la posibilidad
o imposibilidad del suyo, como se lo he demostrado, y
me duele en él que lo baje usted hasta el capricho. Y se lo
perdono porque todo lo suyo, lágrima o sonrisa, es sano
y consuela de la ausencia. Y la adoro, Clementina, y es-
pero sin prisa que un día me encuentre lleno de manzana,
y tengo para usted un sueño que me voy a soñar ahora
mismo. Y la amo en extensión de eternidad, no todo su-
yo, sueño siempre suyísimo, besando su huella
Gilberto to
G i l b e r t o O w e n se casó el 2 de d i c i e m b r e d e 1935, en Bogotá, con Cecilia Saladar R o l d á n . hija del general
Víctor M a n u e l Salazar, ex-presidente d e C o l o m b i a , y t u v o d o s hijos. El m a t r i m o n i o f r a c a s ó y Owen vivió
luego en M é x i c o (1942-1943) y, d e nuevo, en C o l o m b i a (1944-1946). En 1947 se instaló c o m o "oficial can-
P.D. Es imposible ver a quien no quiere dejarse ver si no ciller d e p r i m e r a " en Filadelfia, cerca d e sus hijos y de su m u j e r , q u e vivían en Nueva York. Muere ciego,
víctima d e una cirrosis hepática, el 9 de m a r z o de 1952, en Filadelfia.
hay un amor como el mío a usted que quiera ver. A Fer-