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HISTORIA Y CRÓNICA
de
CHAC-XULUB-CHEN
Prólogo, Versión y Notas
de Héctor Pérez Martínez
México-1936
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HISTORIA Y CRÓNICA
DE
CHAC XULUB CHEN
OBRAS DEL AUTOR
HISTORIA Y CRÓNICA
de
CHAC-XULUB-CHEN
Prólogo, Versión y Notas
de Héctor Pérez Martínez
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México-1936
LA TROBE UNIVERSITY
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PROLOGO
E STAMOS frente a uno de los documentos más extraordina-
rios referentes a la Conquista de México: la Crónica de Chac
Xulub Chen, escrita por el cacique del pueblo de ese mismo nom-
bre, N a k u k Pech, a raíz de los acontecimientos que dieron nuevos
rumbos a la vida del pueblo aborigen maya.
Si se ha dicho que es un documento extraordinario no se
ha exagerado. Su redacción fué hecha bajo la influencia de los
frailes — p u e s ellos fueron quienes fonetizaron, adaptándolo al
alfabeto castellano, el secular idioma nativo y enseñaron a los
indios a escribirlo así— pero su realismo logró sostenerse no
obstante y aun conservar un tono patético que expresa, mejor
que las claras palabras de protesta, la actitud de los indios y sus
reacciones ante el fenómeno de la Conquista.
Es, pues, sobre todo, un documento de intimo carácter so-
cial; pero al mismo tiempo refleja la condición de sojuzgamiento
y explotación —cosas, ambas, que dieron perfiles tan propios y
característicos a la Conquista y la Colonización— a que desde
un principio se sometió a las masas aborígenes.
Si de la empresa de Cortés sobre el Anáhuac nos queda, pal-
pitante, el libro de Bemol Díaz del Castillo, del apoderamiento
del territorio del M a y a b por las huestes de los Montejo quedan,
también, en toda la pureza de su espontaneidad y con el vigor
de su exactitud y verismo, crónicas redactadas por indígenas
entre las cuales la de N a k u k Pech ocupa sitio preponderante. Y
9
si el de Bernal es el testimonio del conquistador, el de Pech es
el del atropellado en su cultura — q u e es como decir en su espíritu
y en su carne— por la Conquista.
Esta Crónica se descubrió incluida entre un legajo de pa-
peles antiguos colectados por don Juan Pío Pérez y por él titu-
lados "Documentos de Chicxulub, 1542." Estaba acompañada
de una lista parcial de los conquistadores españoles de Yucatán,
y de un mapa que han desaparecido. El legajo contenía, además,
otros documentos relativos a la familia Pech. El original de la
Crónica constaba de 2,6 pliegos en 4* y era propiedad de la fa-
milia de don José Rafael de Regil, de Mérida, Yucatán. Existe
una copia fot o st ática en la "Colección Gates." Berendt (18-68,
v. 2, pp. 47-86, en la "Biblioteca Británica," N9 43-44), copió
parte del manuscrito.
De ella hizo, en 1860, una traducción don Manuel Encar-
nación Avila, pero al decir de Brinton, "aunque Avila estaba
muy familiarizado con la lengua maya moderna, era evidente
que no lo estuvo con los términos usados para explicar los signos
del calendario, ni los usos de los antiguos indios. En consecuencia
incurrió en muchos errores y para ajustarse a una traducción
completamente literal, sacrificó la claridad y la corrección y mu-
chos pasajes son ininteligibles." La traducción de Avila es, por
lo demás, rarísima hoy y no hemos podido consultarla.
El abate Brasseur de Bourbourg (1869-70, t. 2, pp. 110-
120) publicó en el mismo volumen que el "Códice Troano," el
texto maya y una traducción francesa de las primeras cinco pá-
ginas del original con otros documentos conectados con la fami-
lia Pech.
Daniel G. Brinton {"The Maya Chronicles," 1882, pp. 187-
259), hizo una descripción del manuscrito, publicó su traducción
al inglés, apegada al texto de la de Avila aunque con notables
rectificaciones, y le añadió un vocabulario y una serie importante
de notas que aclaran conceptos y hechos encerrados en la Crónica.
10
El conde H. de Charencey ("Chrestomathie Maya" París;
1891) hizo una versión al latín de la edición de Brinton, reafc
zando, por su parte, un análisis gramatical (basado, en su ma-
yor extensión, en el diccionario maya compuesto por el abate Bras-
seur) a la cual agregó, igualmente, un vocabulario.
Fiske (1892, t. 1, p. 138), hace alusión al manuscrito. Juan
Francisco Molina Solís en su "Historia del Descubrimiento y
Conquista de Yucatán" y en "El Primer Obispado de la Nación
Mexicana" (artículos "Yucalpetén no fué el nombre antiguo de
la Península" y "Maxtunil") traduce y comenta, apoyándose
en ellos para sus conclusiones propias, algunos párrafos de la
Crónica.
Gustavo Martínez Atomía, ("Historiadores de Yucatán,"
Campeche, 1906), hace una reseña genealógica de Nakuk Pech,
una síntesis de las noticias sobre el manuscrito y diversos comen-
tarios a sus traducciones. Juan Martínez Hernández, en "Los
Grandes Ciclos de la Historia Maya según el Manuscrito de
Chumayel" Mérida, 1910, traduce otros párrafos y se refiere
también a la obra del cacique de Chac Xulub Chen, en su versión
de la "Crónica de Yaxkukul."
William Gates, en "The William Gates Colecction" (Ma-
nuscripts, Documents, etc.,) proporciona una novelesca relación
en torno al manuscrito. En "A Maya Grammar" (1921, Papers
of the Peabody Museum of American Archaelogy and Ethno-
logy, Harvard University, v. IX, pp. 202-203), de Alfred M.
Tozer, se ofrece una magnífica bibliografía de la Crónica, sólo
equivocada cuando afirma que la traducción de Charencey fué
hecha al francés. Por último, Eduardo Noguera, ("Bibliografía
de los Códices y Documentos Indígenas posteriores a la Conquisa
ta," México, 1933), cita, bajo común ficha, las "Crónicas de los
Pech," entre las que está comprendida la de Chac Xulub Chen.
Nakuk Pech fué miembro de una vieja y prominente familia
maya, aunque de ascendencia náhoa, cuyos fundadores llegaron
a Yucatán con las mesnadas que contrató el rey Cocom, de M a ^
n
yapan, para que le auxiliaran en su reyerta armada con Tutul
Xiú, rey de Uxmal. Los contratos de Cocom y los guerreros
náhoas están perfectamente estudiados por Carrillo y Ancona
en su "Historia Antigua de Yucatán" Mérida, 1883, quien al
referirse a las ligas del rey de Mayapán, dice: "Llevado pues de
esta mira, celebró alianza con el soberano del Anáhuac, México,
quien dispuso que pasaran a Yucatán todas las fuerzas necesa-
rias de Tabasco y Xicalango. Landa y Herrera dicen, con este
motivo, hablando del rey de Mayapán, que "trató con la gente
de guarnición que los reyes de México tenían en Tabasco y Xi-
calango, y que así trajo gente mexicana y oprimió los pobres e
hizo muchos esclavos; pero que el señor de los Tutul Xiú no lo
consintió entre los suyos con lo que se ganó el amor de la tierra."
(Landa, "Relación de las Cosas de Yucatán," párrafo VII; He-
rrera, "Década" IV, Libro X, Cap. II).
"No sabremos decir —prosigue Carrillo y Ancona— cier-
tamente, cuántas y cuáles fueron las peripecias de esta guerra;
pero debió extenderse a muchos años y a varios reinados de los
reyes de Mayapán como de los de Uxmal, que llevaban los pri-
meros el nombre de Cocom y todos los segundos el de Tutul Xiú.
como hemos advertido."
"Cayó, pues, este- Cocom sobre Tutul Xiú con su ejército;
arruinó la gran ciudad de Uxmal, objeto de su encono y de su
envidia".... y muchos de los guerreros náhoas que le dieron
tan oportuno auxilio quedáronse establecidos en Yucatán, en tie-
rras del vencido, que Cocom cedió en pago de la ayuda.
La antigüedad de la familia Pech en Yucatán, pues, se re-
monta a buena cuenta de años anteriores a la llegada de los espa-
ñoles; esa misma antigüedad está garantizada en las referencias
que hace Pedro Sánchez de Aguilar en su "Informe Contra
Idolorum Cultores del obispado de Yucatán" (en Madrid, 1639,
por la viuda de Juan González, — h a y una reimpresión del Mu-
seo Nacional, México, 1 9 0 0 — ) . Efectivamente, Sánchez de Agui
lar, nacido de uno de los primeros conquistadores de Yucatán.
12
el año de 1555, en la villa de Valladolid, dice al respecto: "Go-
bernábanse por señores como duques y condes, que llamaban
batabes, que son caciques: cuyos hijos y descendientes les suce-
dían en este oficio, y a falta dellos entraba el más cercano parien-
te de su sangre; y estos fueron conocidos en nuestros tiempos
por nobles, como fueron los Xiúes de Maní, los Cocomes de Zo-
tuta, los Peches de Concal... . y otros muchos señores que no
me acuerdo, los quales no tenían rey."
El abate Brasseur, al comentar los papeles de la familia
Pech dice: "Entre las familias poderosas que se dividían en la
época de la Conquista el litoral situado entre Dzilam y Campe-
che,, estaban los Pech, señores de Chicxulub y de Conkal, no
lejos de Mérida, que se vanagloriaban de haber sido los conquis -
tador es de sus tierras." Y Carrillo y Ancona, completando el
párrafo, agrega: "Si éstos (los Pech) se vanagloriaban de ha-
ber sido los conquistadores de sus tierras, ena una jactancia: se
creían acreedores a 'ellas por haber sido traídos a Mayapán sus
padres a prestar sus servicios como guerreros, desde cuya época,
probablemente, se les dio el nombre de Pech, esto es, garrapata,
que es lo que significa esta palabra en el idioma indígena, por-
que los hijos del país los habrán comparado (al verlos llegar en
tropas y son de guerra) a dicho insecto. Ellos fueron, en efecto,
quienes siendo aliados de los mayalpanenses destruyeron U x m a l
3/ otras grandes ciudades del país."
La explicación que encuentra Carrillo y Ancona al hecho
de que esta familia nahoa haya sido llamada con el nombre de
la garrapata — n o m b r e totémico, dice Antonio Médiz Bolio, y
siendo recientes entre los mayas estos Pech no podríamos asegu-
rar el totemismo de su nombre pues ignoramos el patronímico
náhoa— no nos parece muy acertada; más bien el apellido debió
salir de la contemplación realizada por los mayas de cómo los
extranjeros se tomaban de la tierra; de cómo fueron introducién-
dose en el 'espíritu del pueblo; de cómo, en. fin, nutridos por el
jugo de la raza y en su cultura, vinieron a identificarse con ellos.
Los Pech, para mayor abundancia, "eludieron la prohibición de
13
emparentar con los naturales" y así se transformaron y fueron
absorbiéndose. De esta manera los guerreros vencedores de los
mayas, por paradoja del destino, tornáronse en hombres que ha-
brían de salvar para la Historia la crónica de las vicisitudes su-
fridas por las tribus de su elección, al empuje de la Conquista
española.
No se les quitó nunca, eso sí, la jactancia. N a k u k Pech re-
cordará, cuantas ocasiones sean propicias, que proviene de un
antiguo linaje de conquistadores; pero realmente de ningún mo-
do fueron esto último, ni constituían una entidad política aparte,
o un clan autónomo, sino que, establecidos bajo condiciones en
la provincia de Acanul y correspondiendo ella a Izamal, y ésta a
Mayapán, a la que con sus mesnadas ayudaron, se creyeron con
título a ostentarse conquistadores.
Mas hasta qué punto llegaron a dominar, se revela en el
hecho de que ellos dieron nombre, después, a dos de las provin-
cias más importantes en que estaba dividida la Península en el
momento de la Conquista: ellas eran las de K i m Pech o Cam-
pech (hoy Campeche) y la de Quepech. Además, uno de los Pech,
Nahau Pech, fué gran sacerdote de A h K m , cargo de los más
cerrados en la teo-aristocracia nativa y al que sólo tenían acceso
hombres de limpio linaje y colocados muy por encima de las per-
sonas de vulgar condición.
Nakuk Pech fué hijo de A h K o m Pech (Don Martín Pech
después de bautizado), cacique de Xulkum Cheel, y nieto de A h
Tunal Pech. Tuvo por hermanos — d e los conocidos— a A h M a -
can Pech, cacique de Yaxkukul, y a Ixkil Ytzám Pech, cacique
de Conkal. La mujer de Nakuk se llamó Úrsula Pech y su hijo,
el que heredó la gobernación de Chac Xulub Chen, Don Pedro
Pech. De esta familia se distinguieron A h Macan Pech por haber
escrito la "Crónica de Yaxkukul" que ha sido vertida al caste-
llano por don Juan Martínez Hernández (publicada primera-
mente en las páginas de "La Semana Ilustrada," suplemento
del "Diario de Yucatán," de Mérida, y luego en folleto especial),
14
y N a k u k Pech, autor de la Crónica de Chac-Xulub Chen, que en
lengua maya se titula U BELIL U KAHLAIL CHAC XULUB
CHEN: esto es, Historia y Crónica de Chac Xulub Chen.
Ambas crónicas son casi idénticas en muchos de sus frag-
mentos; pero la de Nakuk se aparta de la hecha por su hermano
en múltiples párrafos principales, lo que ha hecho suponer al
propio Martínez Hernández que debió existir un documento ori-
ginal que se tomó como guía o dechado y sobre el cual se hicie-
ron, siguiendo su modelo, ambas crónicas. Según las afirmacio-
nes del mismo Martínez Hernández, el original debió haber sido
escrito — y demos al verbo su significación precisa, es decir, to-
mándolo en la mera acción de escribir— por Gaspar Antonio
Chí, discípulo del P. Herrera, maestro en la primera escuela de
letras que se estableció en Yucatán.
La presente versión, hecha directamente del maya y lanza-
da al público con natural temor, fué compuesta sin perder de
vista las traducciones de Brinton y Charencey y la de la "Crónica
de Yaxkukul," de Martínez Hernández. No es, desde luego,
una traducción literal. Ello atestigua que nuestros motivos no
fueron los de realizar una tarea filológica sino los de interpretar,
dentro de nuestras capacidades y al servicio de miras no por
personales desprovistas de honradez y elevación, el documento
que signa N a k u k Pech. Hemos conservado, no obstante, cierta
literalidad que resguarda el sabor del documento.
Seguramente quienes conozcan con perfección y habilidad
la lengua maya, habrán de encontrar numerosos errores en nues-
tro trabajo; que de ellos nos justifiquen la pasión y el desinterés
que nos movieron.
Hemos creído necesario agregar una serie de notas, muchas
de ellas extensas, pero que aclaran y sitúan partes importantes
de la Crónica. Los desconocedores de la historia local de Yuca-
tán — u n a de las más brillantes dentro de la historia del país—
agradecerán lo que a otros podrá parecer fatigoso e inútil.
15
Y no debe cerrarse este prólogo sin que hagamos presentes
nuestros agradecimientos a Antonio Médiz Bolio y a Alfredo
Barrera Vázquez, quienes, dejando trabajos propios, acudieron
cada vez que sus conocimientos fueron solicitados, a esclarecer
una duda o a fijar el sentido de un párrafo que nuestra traduc-
ción presentaba erróneo u obscuro.
16
HISTORIA Y CRÓNICA
DE
CHAC XULUB CHEN
1
Era la quinta división del 'Katún n Ahau (i), cuando se
asentaron los españoles en la gran ciudad de T-Hó (2). A sa-
ber, en el 9 Ahau. Este fué el momento de la entrada del-cris-
tianismo. A saber, nuestros señores los españoles vinieron a esta
tierra en 1511 años.
2
Yo soy Nakuk Pech, descendiente ,de los antiguos hidalgos
conquistadores de esta tierra, en la región de Maxtunil. Y o fui
puesto para guardarlo por mi señor Ah Naum Pech. Y de bue-
na voluntad hago aquí la crónica y la historia de Chac Xulub
Chen. Y o fui el primero en recibir la gobernación de esta tierra
que tiene dos provincias: Chichinica y Chac Xulub Chen.
3
Yo, por mi nombre, soy Nakuk Pech y no porque entrase
el agua en mi cabeza (4). Soy hijo de Ah Kom Pech, D o n Mar-
tín Pech, del pueblo de Xulkúm Cheel. Nosotros fuimos puestos
19
a gobernar en la cabecera de los pueblos por mi señor Ah Naum
Pech, del pueblo de Motul. Cuando yo fui puesto a gobernar en
Chac Xulub Chen, aún no venían los españoles a esta tierra de
Yucatán; y yo era príncipe en este pueblo, en esta tierra de
Chac Xulub Chen, cuando llegó nuestro señor el Adelantado a
la comarca, en 1519 años. Nosotros les recibimos con palabras
de paz y dimos tributos y veneración y alimentos a los capitanes
de los españoles; el cual Adelantado vino hasta Maxtunil donde
residía Ñachi May. A su llegada nosotros les llevamos presen-
tes con la intención de que estuviesen contentos para que no
entrasen en toda la extensión de la tierra. Desde el primer mo-
mento ellos dieron la vuelta y tres veces devastaron la tierra
de Maxtunil. Entonces ellos se fueron a la puerta del mar (5)
de: Dzüám, donde estuvieron la mitad de tres años.
4
Estando allá, nuestros padres se entregaron a ellos. El de
nombre Adelantado regresó aquí, a la tierra. Ixkakuk, una m u -
chacha de este nombre, les fué dada para servirles y para pre-
pararles sus alimentos. Pero ellos comenzaron a ser hostiliza-
dos por los cupules (6) y entonces se fueron a vivir a Ecab-
Kantenenkín, nombre de la tierra donde residieron; y en ella
estaban cuando fueron combatidos por los de Ecab, y se marcha-
ron y llegaron a Cauacá, y a ella entraron. D e allá se pasaron
a la ciudad que se nombra Dzekóm, de la que salieron y llegaron
a la ciudad que se nombra Tixcuumcuuc. Y ellos partieron y
llegaron a la ciudad que se nombra Tinún y todavía ellos siguie-
ron buscando la nombrada Chichén Ytzá. E n ella pidieron al
rey un sitio para aposentarse, y se les dijo: "Ese es el rey y
señor." Les fué dicho: "Ese es el rey Cocom Aun Pech, Namox
Cheel, rey Cheel de Dzidzamtún. Guerreros extranjeros, quedaos
en estas casas de escaleras" (7). Así se les dijo por mediación
2'Ó
1
del nacón (8) Cupul. Y ellos salieron de Chichén Ytzá. Con ellos
venía el príncipe Ixcuat Cocom, de Aké. "Señores, no podéis
iros; os perderíais," les fué dicho por el príncipe Ixcuat Cocom.
Y ellos volvieron sobre sus pasos y se fueron, y llegaron por
segunda vez a Cauacá, y ellos alcanzaron la puerta del estuario
nombrado Catzím, donde termina el mar, y fueron y vinieron a
Dzelebná que así se nombra allí donde por primera vez se asen-
taron la primera vez que vinieron a esta tierra.
&
21
Kom Pech, que era el más grande entre todos; cuando nos
fuimos.
e
Y yo, Ixnakuk Pech (10), por mi nombre, era el señor
principal cuando ellos impusieron por la primera vez el tributo,
cuando fuimos a Campeche a entregar el tributo. Todos nos-
otros volvimos para atrás cuando los españoles venían por el
camino de Campeche hacia los pueblos, para asentarse en Ich-
canzihoo, la ciudad grande de T-Hó. Cuando se oyó que los
españoles venían por el camino de Campeche, nosotros fuimos
a ellos para darles regalos, y por segunda vez les dimos el tri-
buto. Y yo, Ixnakuk Pech, de este pueblo de Chac Xulub Chen,
y Ah Macan Pech, del pueblo de Yaxkukul, e Ixkil y Itzám
Pech, el principal señor de Conkal, y yo también, Ixnakuk Pech,
señor de esta ciudad de Chac Xulub Chen, entramos en el com-
promiso de darles por la segunda vez los regalos fijados en
Dzibilkal. Y ellos los querían en abundancia y por la segunda
vez les fueron dados, y pavos silvestres y miel y comidas sabro-
sas, y los recibieron en Dzibilkal, cuando entraron en la pro-
vincia de T-Hó. Fué D o n Francisco de Montejo, primer Capitán
General el primero en venir a esta provincia de T-Hó, y D o n
Francisco de Bracamonte y Francisco Tamayo y Juan de Pache-
co y Perarberes. Estos capitanes vinieron en 1541 años.
7
En este año fué cuando.estos capitanes vinieron a aposen-
tarse en T-Hó. Fué antes de que ellos mandasen cuando vinieron
a T-Hó. Entonces yo, Ixnakuk Pech, era el jefe; y cuando vi-
22
nieron los españoles a T-Hó, yo pagué el tributo a los conquis-
tadores en T-Hó. Y yo era el señor aquí, en la ciudad de Chac
Xulub Chen. Entre tanto (vino) el escribano Rodrigo Alvarez
en 1542 años.
s
Entonces el Adelantado comenzó a repartir los pueblos en-
tre los conquistadores ( n ) , y el escribano Rodrigó Alvarez es-
cribió la lista de los tributos con lo que tocaba pagar a cada
pueblo. Todos mis compañeros y los de mi linaje pagaron el
grande tributo según la distribución de los tributos hecha cuan-
do los capitanes, el Adelantado y el escribano Rodrigo Alvarez
vinieron a T-Hó. Todos los de mi tierra y yo, Nakuk Pech, fui-
mos dados a D o n Julián Doncel, encomendero y nuevo señor de
Chac Xulub Chén. El nuevo encomendero tomó mi mano delan-
te del capitán D o n Francisco de Montejo. Yo, pues, fui dado
en la mano a D o n Julián Doncel, y el tributo comenzó a ser pa-
gado por mi a los señores, los santos hombres. (12)
o
Y, a saber, yo, Nakuk Pech, era el jefe cuando Alvarez,
primer Alcalde Mayor, vino a T-Hó; y cuando vino Alvara de
Carvayor, Alcalde Mayor; y después, cuando vino el Oidor D o n
Tomás López, también yo era el jefe y m e nombraba Nakuk
Pech; pero cuando entró el agua en mi cabeza, y cuando recibí
el bautismo, fui llamado D o n Pablo Pech y cesaron de nom-
brarme Nakuk Pech. Los jefes principales fuimos hechos hidal-
gos por los capitanes, cuando ellos se establecieron aquí, en la
comarca, y fuimos los primeros en pagar el tributo a los señores
23
extranjeros. Después, nos fué dado el poder por Dios y por el
rey que gobernaba. Nosotros engendramos hidalgos y todos mis
hijos lo serán hasta que el sol llegue a apagarse, a destruirse.
Y nosotros éramos los jefes principales en esta tierra cuando
aún no había Santa Iglesia en estas regiones; cuando estas tie-
rras no estaban gobernadas por los españoles; en los tiempos
en que ellos no se reunían para la adoración. Y antes de que
los hombres fuesen cristianos, yo gobernaba la región y los
hombres, porque antes de recibir el cristianismo, yo, Nakuk
Pech, era el jefe. Cuando recibí los santos óleos y la santa fe
para enseñarla a quienes gobernaba, fué el primero en asir la
vara en favor de la justicia para que se conociera la palabra de
Dios, la palabra de nuestro gran príncipe y rey, el que reina.
Entonces fué cuando nuestro señor el Oidor D o n T o m á s López
fué el primero que repartió los tributos entre los caciques de
los pueblos. Y he aquí que, cuando satisfactoriamente entre nos-
otros el tributo estuvo establecido por el gobierno del Oidor D o n
T o m á s López, luego yo entregué mi vara a mi hijo, D o n Pedro
Pech, en 1552 años.
ÍO
Esta era la cuenta del año cuando, a saber, recibí de mi
padre, Nakuk Pech, y Úrsula Pech, su mujer, la vara, aquí en
el pueblo de Chac Xulub Chen, para servir a Dios y a nuestro
gran príncipe, el rey que reina; para gobernar este pueblo, a
saber, aquí, en la provincia de Chac Xulub Chen.
11
He aquí que, con sus letrados y sus maestros de ceremonias
(13), los del linaje antiguó de Macan Pech y Ah Kom Pech.
24
llegaron a la ciudad de Yaxkukul, y a la de Xulkúm Cheel, y a la
de Maxtunil. Y los subditos de ellos que venían detrás, llegaron
a esta región. Con ellos vinieron sus sacerdotes, sus maestros
de ceremonias, sus letrados y sus gobernadores, cuando llega-
ron a este país de Yaxkukul. Y así nosotros, también vinimos
a este pueblo de Chac Xulub Chen. Y cuando nos aposentamos
aquí, yo, a saber, Ah Nakuk Pech, fui puesto por mi padre, Ah
Kom Pech, hijo de Ah Tunal Pech, del antiguo linaje de Max-
tunil, para gobernar la tierra.
12
A saber, después vinieron a esta tierra, a esta provincia.
los señores extranjeros; pero no eran los hombres mayas, en
su corazón, para entregar su tributo a los señores extranjeros
recién llegados. Inmediatamente los señores extranjeros, los
españoles, contaron hasta el cabo las tierras gobernadas y lo
que debía ser pagado. Yo, que soy Ah Nakuk Pech, fui el pri-
mero en recibir la ciudad, aquí en la provincia, de Chac Xulub
Chén cuando vinieron los (que fundaron) el mayorazgo, y sus
subditos y sus letrados y sus maestros de ceremonias y sus sa-
cerdotes, a saber, y eran nombrados el letrado Matú y el letrado
Che; y vinieron sus sacerdotes, el sacerdote Cocom y el sacer-
dote Takú; y vinieron los maestros de ceremonias, el maestro
de ceremonias Nachán Cen y el maestro de ceremonias Xuluc;
así eran sus nombres. Los maestros de ceremonias eran los que
gobernaban cuando vinieron aquí, a su tierra de Maxtunil, con
el letrado Chuc y sus subditos y los letrados. Son los que habi-
taron en el pueblo, aquí, de Chac Xulub Chen, cuando vinieron
los soldados, los nacones, el nacón Kan, el nacón Xuluc, el nacón
Fot, el nacón May, el nacón Ek, que así eran nombrados los
nacones cuando yo gobernaba, cuando comencé a ser el señor,
el príncipe Nakuk Pech; cuando vine aquí, a la tierra de Chac
25
Xulub Chen. Y he aquí que, (recordando) las cosas que fueron
pasadas, pongo, ay, fuerzas en mi corazón. Después vine a ha-
bitar aquí, a la ciudad, aquí, a la provincia de Chac Xulub Chen
(14).
13
Yo, a saber, Nakuk Pech, era el señor cuando vine aquí a
gobernar para hacer fuerte la ciudad de Chac Xulub Chen. En
el pasado, los ancianos no tuvieron señal de que vendrían los
españoles aquí, a la tierra; y la ciudad de Chac Xulub Chen no
estaba fortificada. Y, a saber, de (improviso) fuimos enterados,
por los rumores que se extendieron, de la llegada de los españo-
les a la gran ciudad de T-Hó, y de que los hombres de Ah Ceh
Pech estaban recibiendo el cristianismo. Determiné reunir a to-
dos los de la ciudad de Chac Xulub Chen, yo, D o n Pablo Pech,
y mi padre, D o n Martín Pech, conquistador de Xulkúm Cheel.
14
Y, a saber, entonces, a saber, fué que por este tiempo co-
menzaron la guerra contra los españoles los de Ichmul; y enga-
ñados fuimos detrás de la guerra yo y mi señor Ah Macan Pech,
del antiguo linaje de Yaxkukul, e Ixkil Itzám Pech, del antiguo
linaje de Conkal. Fue cuando entró el tributo a los cochuahes.
Gobernaban como dueños de la tierra los santos hombres cuan-
do fuimos a hacer la guerra bebiendo todos hiél a causa de que
nos odiaban los santos hombres (15). Durante seis (¿meses?)
fui con mis compañeros detrás de los santos hombres, lleno de
fatiga. M i señor gobernaba por medio de los que son el tronco
de las órdenes. Y fueron muchos quienes miraron cumplidos los
26
sucesos que cuento dentro de mi información, a saber, para que
sean conocidos por los de mi linaje y por mis hijos, y por los
que vengan detrás hasta que tenga lugar la muerte aquí, en la
tierra. Y , a saber, porque mi título, mi probanza m e fué entre-
gada por nuestro señor Dios y nuestro gran príncipe y rey, el
que reina, no doy el tributo, no puedo pagar el tributo, ni lo
pagarán mis hijos, ni mis hijas. Por el temor que hay en mi
corazón, de él m e ha librado nuestro padre Dios. Antes de que
con mis ojos viese el rostro de los españoles, m e entregué en
sus manos y di las tierras todas de mi pueblo para que habitaran
los capitanes y el Adelantado, cuando los nuevos conquistadores
vinieron aquí, a la tierra de Yucatán. Y el año en que vinieron
los señores extranjeros aquí, a la tierra de los capules, fue en
1511 años.
15
En este tiempo no había sido visto ninguno de los señores
extranjeros hasta que fué aprehendido Jerónimo de Aguilar por
los de Cozumel. Y ésta, a saber, fué la causa de que se conocieran
en la comarca, porque terminaron por caminar todos por la tie-
rra; pero no todos palparon la tierra de la región. Entonces yo
conté ante el príncipe que habían venido, en tanto que el prín-
cipe Ah Macan Pech, D o n Pedro Pech, y sus subditos, los del
antiguo linaje, y sus nacones y todos los que les seguían se fue-
ron detrás a saludar al príncipe para que conociera las caras
de sus sirvientes. Y entonces cincuenta principales hombres fue-
ron hacia donde está el príncipe y rey, el que reina, y le sir-
vieron en la mesa, allá lejos, en España, y éstos son los que se
quedaron a servir detrás del rey, el que reina. Entonces ordenó
el príncipe que todos pagaran los tributos, hijos, mis hijos, todos,
hasta nosotros los Ah Pech, los del antiguo linaje de esta tierra,
y los del antiguo linaje de los cupules. Y dio su alta orden para
27
que se ordenaran las cuentas de las cosas y de los hombres ma-
yas delante del príncipe, y vinieron y dividieron y se asentaron
en la tierra. D e este modo, nuestra tierra fué descubierta, a sa-
ber, por Jerónimo de Aguilar, quien, a saber, tuvo por suegro
(16) a Ah Naum Ah Pot, en Cozumel, en 1517 años. Este año
se terminó de llevar el katún; a saber, se terminó de poner en pie
la piedra pública que por cada veinte tunes (17) que venían, se
ponía en pie la piedra pública antes de que llegaran los señores
extranjeros, los españoles, aquí, a la comarca. Desde que vinie-
ron los españoles fué que no se hizo nunca más.
1®
En 1519 años fué el primer año en que vinieron los espa-
ñoles aquí, a Cozumel. E n la tercera vez vinieron Fernando Cor-
tés y Espoblaco Lara. Y fué el 28 de febrero que vinieron por
la primera vez los que saben decir bien la palabra. Este año fué
que vinieron a Chichén los comedores de anonas. Entonces, lo
primero que conocieron los grandes españoles D o n Francisco
de Montejo, el Adelantado, y los altos jefes, fué Chichén Ytsá,
donde se asentaron.
17
En 1521 años, el día 31 de agosto, los españoles se adueña-
ron de la tierra de México después de que por tercera vez los
hombres de, todos los pueblos les hicieron la guerra aquí, en la
ciudad de los cupules, cuando interrogaron a Ah Ceh Pech por
lo de la matanza de Zalibná, y a su compañero el príncipe Cen-
Pot, de Tixkochoh, en la ciudad de Tecantó, el lugar en Kjm
Ich Kakmó, Itzmal, la ciudad que era la igual de Holtún Aké.
28
Este año, a saber, tuvo, lugar por la segunda vez la llegada de
los españoles a Chichén Itzá, cuando por segunda vez se apo-
sentaron en Chichén Itzá: cuando vino el capitán don Francisco
de Montejo, el que es justo y es severo; cuando vino el nacón
Cupul. A los veinte años después de que llegaron a Chichén Ytzá
vinieron a la ciudad, cuando fueron nombrados comedores de
anonas, chupadores de anonas.
is
1542 años fué el año en que se aposentaron los españoles
en la tierra de Ichcanzihoo (lugar cuyo) Chuncán era el igual
de Kin Ich Kakmó, sacerdote, y el príncipe Tutul Xiú, príncipe
de la ciudad de Maní, encogió la cabeza y se asentaron los del
nuevo linaje. Fue, que entonces llegó y entró por primera vez el
tributo, cuando ellos, a saber, por la tercera vez vinieron a esta
tierra y para siempre se asentaron; esto es, se aposentaron.
Entonces, en la primera vez, cuando vinieron a Chichén Ytzá,
fue cuando por primera vez comieron anonas, y como no eran
comidas estas anonas, cuando los españoles las comieron fueron
nombrados comedores de anonas. La segunda vez que vinieron
a Chichén Ytzá fué cuando despojaron al nacón Cupul. E n la
tercera vez que vinieron fué cuando para siempre se asentaron
y, a saber, fué en 1542 años; año en que para siempre se apo-
sentaron aquí, en la tierra de Ichcanzihoo, siendo el 13 Kan el
porta-año, según la cuenta maya.
1»
1543 años fué el año en que los españoles fueron al norte
(hacia la tierra de los) che ele s a buscar hombres mayas para
siervos pues que no había siervos, hombres esclavos en T-Hó.
29
Ellos vinieron y buscaron hombres para esclavos en un m o m e n -
to. Cuado llegaron a Popoce, los que salieron de T-Hó impusie-
ron pesados tributos cuando llegaron a Popoce. Y entonces fue-
ron y vinieron a Tikom muchos días; y después de que llegaron
a Tikom, a los veinte días, fué cuando, a saber, se partieron los
españoles.
2#
Fue en 1544 años, a saber, el año en que se dio Cauacá al
señor extranjero, al capitán Asiesa. E n Cauacá fueron amon-
tonados los señores y a causa del tributo ellos dieron miel, pavos
silvestres y maíz. Estaban en Cauacá, después, cuando encerra-
ron en la prisión al letrado Caamal, de Sisal, y pidieron la cuenta
de todos los pueblos. U n año lo tuvieron preso y él guió el cami-
no de los españoles cuando fueron a la tierra de Zací. Este letra-
do Caamal, a saber, fué hecho príncipe de Sisal, en Zací, y lo
nombraron D o n Juan Caamal de la Cruz porque hablaba m u y
verdaderamente. Fué el primero que adoró la cruz en Cauacá
y tenía muchas palabras para los señores extranjeros. Y , a saber,
luego que fué entrado en el principado de Sisal, estuvo muchos
días fijo en su cacicazgo cuando murió. El, también, guió el
camino de los españoles cuando les hicieron la guerra a los
cochuáhes. Los señores extranjeros estuvieron, a saber, un año
aposentados en Cauacá y partieron y vinieron a Zací para siem-
pre y encerraron a los hombres en la prisión para que lo viera
el príncipe Caamal.
21
A saber, en 1545 años se aposentaron los señores extran-
jeros en Zací y también este año comenzó el cristianismo por
los padres de la orden de San, Francisco, en la puerta del mar
30
de Champotón. Allí fué donde primero llegaron los padres que
empuñaban a nuestro redentor Jesucristo en sus manos, y asi
lo mostraban a los hombres esclavizados cuando primero vinie-
ron a la puerta del mar de Champotón, a saber, al poniente dé
esta provincia nombrada Ichcanzihoo. Y, a saber, los nombres
de estos padres que comenzaron el cristianismo aquí, en la tie-
rra, en la comarca de Yucatán fueron, a saber, por sus nombres,
Fr. Juan de la Puerta y Fr. Luis de Villalpando y Fr. Diego de
Becal y Fr. Juan de Guerrero y Fr. Melchor de Benavente. Ellos
fueron los que comenzaron (18) el cristianismo aquí, al ponien-
te de la región, cuando aún no venía el cristianismo aquí, a los
cupules. Estábamos atrasados de que viniera el cristianismo, así
como se dice, y fué cuando comenzó en nosotros, aquí, en los cu-
pules.
31
y manos eran débiles. Y una noche vino el día de la guerra en
toda la región. (20)
23
1547 años es el año en que naufragó el bajel de los negros
en Ecab (21). Y vinieron los españoles a coparlos por el temor.
Y les dieron la guerra a los negros en Ecab, después Ekboxil.
24
A saber, en 1548 años vino el padre ermitaño a Zací, a co-
menzar el cristianismo (22).
25
A saber, 1550 años fué el año en que se congregaron los
pueblos todos que estaban atados y que tocaron a Maní.
2G
En 1551 años fué que vino el padre guardián Fr. Fernando:
Guerrero a Zací, en Sisal. Fué que entró el agua en las cabezas
de los hombres. Fué que comenzó el cristianismo aquí, en la
comarca toda de Zací. Y vinieron del poniente, de los cheelés.
vinieron de Ecab, vinieron de Cozumel, vinieron del norte, vinie-
ron del sur. Y luego fué cuando comenzó a ser plantado el mo-
nasterio de Zací, en Sisal (23).
32
27
A saber, 1552 años fué el año en que se establecieron los
padres arriba del pueblo. Entonces fué el año en que vinieron
los maestros de escuela y cantaron aquí, en Sisal. Vinieron del
poniente y ellos enseñaron a cantar misa y vísperas y canto con
órgano y flauta y canto llano que de ninguna manera conocíamos
aquí, en nuestro asiento. A saber, 1553 años fué el año en que
vino el Oidor T o m á s López aquí, a la tierra de Yucatán (24).
A saber, vino de Castilla y llegó como mensajero de nuestro
gran príncipe y rey, el que reina en Castilla, a protegernos de
las manos de los españoles. Y puso término a que nos quemaran
los españoles; y puso término a que nos mordieran los perros
(25). Y comenzó a poner príncipes de pueblo en pueblo. Y aquí
dio la vara y aquí dio la medida de los nuevos tributos por la
tercera vez (26). Cuando comenzó el tributo para los españoles,
mantas, cera, pavos silvestres, maíz, cubos, sogas, sal de espuma,
chile, frijoles, habas, ollas, comales y cántaros nosotros llevába-
mos, atentos al tributo, a nuestros amos, los señores extranjeros.
Y era lo que nosotros pagábamos antes de que el Oidor diera
la declaración de la cantidad. Después de que éste vino fué cap-
turado el letrado Chuc por Ah Macan Pech cuando dejamos Si-
sal; y él prendió al letrado Chuc, porque éste impidió la captura
de Ah Ceh Pech aquí, en Cupul. Y éste vino detrás del sacerdote
Pech, de Macan Pech, como siervo de Ah Macan Pech, con sus
nacones, a la comarca de Yaxkukul, a saber.
28
De 1519 años fué el año en que vinieron los españoles aquí,
a la ciudad de nosotros los At Ytzá, aquí, a la tierra de Yuca-
tán. Yo, D o n Pablo Pech, hijo de D o n Martín Pech conquistador
33
3
de Xulkum Cheel, aquí, a saber, en Maxtunil y Chac Xulub Chen,
señalé arriba el día, mes y año en que recibimos a los señores
extranjeros con afecto y corazón. Y nosotros no dimos guerra
contra ellos: D o n Juan de Montejo (27), el Adelantado, y los
demás capitanes como son nombrados en el libro. Nosotros, los
conquistadores, D o n Martín Pech, hijo de D o n Fernando Pech,
D o n Pablo Pech, hijo de D o n Martín Pech, fuimos los prime-
ros en recibir el cristianismo. A los trece días de octubre de
1518 (?) entró el agua en la cabeza de quienes gobernábamos
las ciudades congregadas en Maxtunil. Aquí entró el agua en
las cabezas el primer obispo de los hombres mayas, D o n Fran-
cisco Toral (28). Cuando por nuestro padre obispo entró el
agua en las cabezas, éste, después, mostró las imágenes de los
santos a los pueblos todos: imágenes de San Pedro y San Pablo
y San Juan y San Luis y San Antonio y San Miguel y San
Francisco y San Alfonso y San Agustín y San Sebastián y San
Diego; y desearon los óleos. Entonces m e nombré Pablo y hube
de tomar los óleos.
29
Esta es la crónica de todo lo que reúno aquí, en los libros,
para que los mismos hombres entiendan, y quien quiera saberlo
después, el cumplimiento de la fama de nuestro alto príncipe Dios
que tiene poder sobre todo. L a declaración de que vinieron los
españoles aquí, a la tierra, a saber, por la voluntad de nuestro
señor Dios, el que reina aquí, en la comarca y, a saber, según las
órdenes de nuestro a m o y señor D o n Juan de Montejo y D o n
Francisco de Monte(jo), que fueron los primeros en venir aquí,
a la tierra. A saber, entonces fueron dadas las órdenes para el
asiento de las iglesias en diversos lugares, en las cabezas de los
pueblos, y la casa del pueblo, y el templo de nuestro señor gran
príncipe, y un mesón, casa de los caminantes.
34
3#
Así, también, dijeron nuestro gran señor Ah Naum Pech,
D o n Francisco de Montejo Pech, y D o n Juan Pech, como fueron
nombrados cuando les entró el agua en sus cabezas por los pa-
dres. Y el Adelantado es el capitán que vino cuando llegaron
aquí, a la tierra de Yocol-Petén, que fué nombrada de Yucatán
por nuestros primeros amos, los españoles. Cuando hicieron y
dijeron que nosotros viviríamos siempre con Dios, y los hombres
mayas oyeron los cuales nombres, a saber, entonces dijo Naum
Pech a los gobernados de los diversos pueblos: "Conoceréis que
viene el único Dios a la comarca, el cual es el verdadero Dios, el
señalado verdadero Dios. Id a vivir y consideradamente acep-
tadlo. N o deis guerra contra ellos. Si no tienen su comida y su
bebida, maíz, gallinas, pavos silvestres, miel, frijoles, (dádse-
los) para comer para que entre el cristianismo y seamos siervos
de nuestro Dios." Así lo concedieron y ninguno hizo la guerra
ni se amotinó y fueron a la conquista con los españoles, y fueron
por el camino con los señores extranjeros.
31
Así el Ñachi Cocom que habita en la cabeza de la provincia
de Sotuta, en la región de Chichén Ytzá, la cual se llama Chichén
Ytzá, y Ah Cahout Cocom, se sometieron a la palabra de Dios
y de nuestro gran príncipe y entregaron sus insignias y sus ban- ,
deras por nuestro gran príncipe y por la conquista, y al Ade-
lantado, a los amos-y a los padres clérigos, los pueblos que go-
bernaban no les hicieron la guerra ni se amotinaron, y para ellos
sus subditos edificaron el templo y las casas.
35
32
Cuando Nadzi Mábun Chañe sentó su residencia en la pro-
vincia, entendió que el Dios de certidumbre había llegado para
toda la vida y quiso entregarle a los de Catzim y a los de Chulim,
de la provincia de Maní, y a Tutul Xiú, y también aquí a los del
oriente de los cheeles, y adelante, a los cupules, y también a
Nadzacab Canul. Según fué dada la palabra del verdadero Dios
(29), fué extendida aquí, en la comarca, en la tierra de Sacu-
holpatal y Sacmutixtún. Y, a saber, Ah Tunal Pech sentó resi-
dencia aquí, en la tierra.
33
El cual Ah Naum Pech llamó a los jóvenes y les dijo: "Co-
noceréis que el día nombrado hun imix (30), al amanecer, ven-
drá de las tierras del oriente un hechicero con barbas, signo de
Dios en la comarca. Id y recibidlo con alegría cierta." Y fueron
y caminaron bajo los árboles y bajo las ramas y llegaron a la
región de Nadzacab Canul, y dijeron: " H e aquí que ya viene tu
huésped, Ah Nadzacab Canul: manda que le reciban con pres-
teza," dijeron, a saber, cuando aparecieron en lo alto de la puer-
ta del mar de Campeche, los bajeles. Así dijeron cuando agita-
ban los blancos estandartes y las banderas y cuando se arrodilla-
ron (31). El Adelantado preguntó en la lengua de Castilla por
los cristianos, por si les había entrado el'agua en la cabeza. N o
comprendieron y vinieron en responder con estas palabras: " N o
entendemos las palabras" (32). Entonces hablaron así y fué lla-
mada de Yucatán, aquí, la tierra del pavo silvestre y del venado.
36
34
Entonces los capitanes y nuestro amo el Adelantado Don
Francisco de Montejo, se fueron. Este último partió muchas
medidas de paños para cubrir los caballos porque osaban ir a
la ciudad de Maní, asiento de Tutul Xiú. Cuando llegaron a
Yiba, hablaron en Yiba. Vinieron a Nohcacab desde Becal. Pa-
saron (adelante) los españoles y llegaron a Maní, en el asiento
de Tutul Xiú y fueron designados el nacón Ikeb y el nacón Cai-
xicum y el nacón Chuc, a saber, para irse a llamar a Ah Cuat
Cocom. Y he aquí que, entonces, los subditos (de Ah Cuat Co-
com) primeramente los arrojaron en las cuevas y les destruye-
ron los ojos en la gran cueva de la Comadreja. N o hubo uno a
quien los ojos no hubiesen destruido en la cueva de la Comadre-
ja. Les destruyeron los ojos y les dieron el camino para que
fuesen saltando hasta el asiento del Adelantado, en Maní. Y así
volvieron del camino los que fueron arrojados del lugar de Cuat
Cocom. Entonces se levantó Ah Naum Pech y con dos de ellos
fué y llegó hasta Ah Cuat Cocom. Cuando llegaron, éste dijo a
Ah Naum Pech que no lo miró ni lo oyó y dijo que había ido a
Chichén Ytzá. Presto vino al asiento de los Pech y fueron a
Maní para entregar prontamente (a los culpables). Dijo Ah
Cocom que no lo miró ni supo lo acontecido en el lugar, y dio
su poder para aprehender a quienes lo habían hecho.
35
Entonces Ah Pech vino a los pueblos a ver las regiones go-
bernadas y a los hombres, y después, también vinieron los seño-
res extranjeros. Pero luego de que los subditos mataron a los
señores extranjeros, pasaron finalmente al asiento de Ah Batun
Pech Cay Cheel. Entonces miraron y pasaron y fueron a Max-
37
tunil, asiento de Ñachi May y con Ah Macan Pech regresaron
entonces a los tierras gobernadas en la ciudad de Yaxkukul. H e
aquí que, (yo) D o n Pablo Pech, como gobernador de Macan
Pech, mandaba todo lo que está aquí, al occidente de Campeche.
Y no se partía el espíritu de sus nacones. A saber, fué cuando yo
fui puesto a guardar, a saber, la provincia de Chac Xulub Chen
con los hombres esclavos, a saber, sobre quienes impusieron tra-
bajos con el fin señalado por la voluntad de Dios en los pueblos.
3G
Y, a saber, esta es toda la historia de cómo pasaron los se-
ñores españoles y cómo fueron recibidos los primeros padres.
Y los nombres de los primeros señores extranjeros los pongo en
orden para ser mostrados. (Esta es la historia que) aderezo para
que se conozca cómo vino la conquista, y cuántas angustias pa-
samos aquí, bajo los árboles, bajo los bejucos, bajo las ramas,
dentro de este tiempo y además los hombres principales y los
mayores, porque pasaron dos, tres años de que estaban estable-
cidos (los españoles) entre tanto que se daban por nuestros
amos, los señores extranjeros, los pueblos, a saber. Y mientras,
los pueblos y los montes se midieron por el Oidor T o m á s López,
quien trajo cédula de mano de nuestro gran príncipe para que
los montes se cortaran, para que se establecieran aquellos que
no tuvieran lugares antes; y entonces nos empezaron los cargos
públicos para todos. E n el reinado de Naum Pech, cuando (aún)
no veían los señores extranjeros a afirmar el cristianismo, aquí,
en la tierra, entonces llegaron los días en que vinieran los señores
extranjeros aquí, a la tierra de Yucatán, y, a saber, nosotros les
recibimos con temor en nuestro corazón. Enseguida se cumplió
el cristianismo aquí, en la tierra, y, a saber, enseguida fuimos
dados a guardar los pueblos. Donde no había santa iglesia aca-
38
bó la población y los que ejercían los cargos públicos se queda-
ron sin pueblos.
37
Y así llegó lo que declaro: cómo aconteció la conquista,
cuánta angustia pasamos nosotros y los señores españoles, por-
que los hombres mayas no tenían voluntad para entregarse a
Dios. Y , finalmente, yo, D o n Pablo Pech, di la orden para que
la oyesen los de la región de Maxtunil.
38
De este modo no se aposentaron allí y entonces bajamos a
la provincia de Chac Xulub Chén, acabando entonces de cons-
truir la Sa. Iglesia. Y entonces ellos midieron con su medida los
alrededores y los lados, y esa es la señal de mis hijos hasta que
llegue la muerte del mundo. Y para no ser cercados por los
hombres mayas, para no ser hechizados ni apedreados, fué que
nos dimos a nuestro a m o Dios con temor en el corazón, y eí
poder nos fué dado por nuestro gran príncipe y rey, el que reina.
Y entonces se asentó la santa iglesia, para adorar a nuestro a m o
Dios y se asentó la casa del pueblo al oriente de la iglesia, y el
templo de nuestro gran príncipe, y el mesón.
39
Así, también, yo trabajé en mi casa, en las paredes de mi
casa, al norte de la iglesia, para que no dijesen los hombres
mayas en los días (por venir) que era para ellos. Es por eso,
entonces, el manifiesto que yo hago diciendo que no es para
ellos, (como lo hice en lo tocante a mi) (33) padre, (yo), D o n
39
Pablo Pech y Ah Macan Pech, y mi padre D o n Martín Pech, y
Ah Kom Pech y mi señor D o n Ambrosio Pech, Op Pech, según
su nombre maya, e Ixkil Ytzám Pech y don Esteban Pech, el le-
trado Pech.
4®
Cuando recibieron las grandes comisiones midieron los mon-
tes según la licencia dada por nuestro gran príncipe y rey, el
que reina, y nuestro a m o el primer Oidor T o m á s López, quien
nos la dio a conocer en nuestra lengua; (licencia) para medir
lo de detrás de nuestras casas abandonadas para que se estable-
cieran detrás de los pueblos y para saber dónde pasaban las
medidas de la tierra de nuestros antepasados, y para que se
mantuvieran y les diesen su comida a nuestros encomenderos.
Por esto hago juramento en medio de todos los hombres, de esta
mi información, a saber. L a verdad es que vieron sus casas
abandonadas donde no han entrado otras casas abandonadas.
Por eso dan su verdad.
41
El cual primer encomendero aquí, en la región de Chac
Xulub Chen fué, a saber, D o n Julián Doncel (34), el encomen-
dero. Fue él quien dijo aquí, en nuestra tierra, al príncipe y a
los caciques, que pusieran signos en las orillas de los montes
y de las tierras de aquí, de atrás del pueblo que gobernaba, por-
que quienes las habitaban medían las orillas de las tierras y las
orillas de los montes por el oriente, el sur y el occidente. Fué
cuando se acabó de fijar el cristianismo aquí, en la tierra de
Chac Xulub Chen. Y así nuestro santo, nuestro señor, nuestro
patrón fué Santiago, y es el que guarda la ciudad de D o n Pa-
blo Pech.
40
NOTAS
(1). Dice el texto maya: U hotzuo ca culhi ah buluc ahau la-i katun
ca VtU españolesob ca caMob te ti noh eah te ti Ho, qne Brinton tradu-
ce así: "The fifth división of the llth Ahau Katun was placed when
the Spaniards arrived and settled the city of Merida," y Charencey de
este modo: "Quinta- divisio (erat) quando positus-fuit undecimus
vigesimalis cyclus; est periodus in-qua venerunt Hispani, quando
steterunt in metrópoli, in (provincia) Merida." Avila, citado por Brin-
ton, traduce a su vez: "A la quinta división que sentó el noveno rey
en la guerra cuando llegaron los españoles que se poblaron en la ciudad
de Merida." T, finalmente, Martínez Hernández, en su traducción de
la "Crónica de Yaxkukul," dice: "A la quinta división cuando se es-
tableció el ídolo de Buluc Ahau fué pues cuando "volvieron los españo-
les y se establecieron allí en aquella ciudad de Tihó."
Se mirará desde luego que, por demasiado literal, la traducción
de Avila no tiene sentido. Ello hace que nos quedemos con dos versio-
nes distintas, descartada la anterior: las de Brinton y Charencey y
la de Martínez Hernández. El texto maya que traduce Martínez Her-
nández escribe katún empleando c en lugar de Je; es decir, catún, que
en maya significa después, luego, finalmente. Cierto que en la "Rela-
ción de las Cosas de Yucatán," de Landa., se habla del establecimiento
del ídolo de Bwluc Ahau, ceremonia que puede tomarse como una data
cronológica, más empleando el texto de la "Crónica de Chac Xulub
Chen" la palabra katún escrita con k, que es un siglo de veinte años como
más adelante diremos, y estando agregada a esta palabra el numeral
buluc, once, fijándose así, por ello mismo y por el contexto, una fecha,
nos creemos obligados a respetar el original y de allí que, aun tradu-
ciendo de otro modo el mismo párrafo, no discrepemos de Brinton:
"Era la quinta división del katún 11 ahau cuando se ausentaron los
españoles en la gran ciudad de T-Hó." Y así quedan explicadas las di-
ferencias existentes en las traducciones.
Hemos quedado, entonces, en que la frase katún 11 ahau es una
data cronológica. Landa, en su "Relación," explica así lo que es un
katún'. "Que conforme a la cuenta de los indios aura C. y X X años
que se despobló Mayapán, y que se halla en la plaza de aquella cibdad
VII o VIII piedras de a X pies de largo cada una, redondas por la
una parte, bien labradas y que tienen algunos renglones de los carac-
teres que ellos usan, y que por estar gastadas de la agua no se pueden
leer, más piensan que es memoria de la fundación y destrucción de
43
aquella cibdad, y que otras semejantes están en Zilam, pueblo de la
costa, aunque más altas, y que los naturales preguntados qué cosa era,
responden que acostumbraban erijir de X X en X X años, que es el
número que tienen de contar sus edades, una piedra de aquellas." "Re-
laciones de Yucatán, tomo 13, II, Madrid, 1900, pp. 289."
Por su parte, Enrique Juan Palacios, en "El Calendario y los
Jeroglíficos Cronográficos Mayas," editorial "Cvltvra," México, 1933,
pp. 48 y siguientes, dice: "Al tenor de esta naturaleza vigesimal de la
cuenta hablada, entre los mayas, el sistema numérico escrito también
fue vigesimal en esencia." "Consiste el sistema en una serie de pe-
ríodos expresados por los respectivos símbolos y fundamentalmente
dispuestos en escala vigesimal. H e aquí su enumeración: kin, vinal,
tun, katún, baktún, pictún, etc."
"Expresado en tabla, he aquí el desarrollo del sistema:
1 día o kin
20 kines 1 uinal 20 días.
18 uinales 1 tun 360 días.
20 tunes 1 katún 7,200 días.
20 katunes 1 baktún 144,000 días.
20 bactunes 1 pictún 2.880,000 días.
44
lapsos de esa magnitud (caso en que se encuentran algunas de las
crónicas que se llaman Libros de Chilam Balam), escritos por indíge-
nas bajo la dominación española, pero utilizando elementos de la sabi-
duría antigua, conservados por tradición, o bien salvados a la catástro-
fe de las incineraciones dispuestas por Landa y otros frailes (quienes
destruyeron implacablemente cuantos códices prehispánicos llegaron a
sus manos), la referencia del suceso ocurrido en cualquiera de aquéllos
resulta fijada relativamente pero con suficiente exactitud dentro del
margen de los 7,200 días que el período comprende.
Supongamos que se afirma, en alguna crónica que el abandono de
cierta ciudad ocurrió en el katún 8 ahau. Esto significaría que el evento
tuvo lugar en cualquiera época dentro del término de los 7,200 días
—poco menos de 20 a ñ o s — que, integrando el período, concluyeron en
el citado día 8 ahau. H a y precisión relativa en el acontecimiento. La
confusión no sobrevendría antes de 13 katunes, al repetirse otro katún,
con final también en 8 ahau. Pero si los sucesos narrados llenaran, en se-
rie rigurosa, un lapso de varios grupos de. 13 katunes — c o m o en efecto
ocurre en las crónicas—, el inconveniente prácticamente desaparece; en-
tonces la posición de los acontecimientos queda relativamente bien pre-
cisada dentro del mencionado término de 7,200 días."
"A la fecha es cosa bien averiguada la duración del katún. Com-
pónese de veinte tunes, es decir, veinte períodos de 360 días. El conjun-
to suma 7,200 días, o 19 años y 265 días." Hasta aquí Palacios.
Nos falta por señalar la etimología de katún: de kal, veinte, y
tun, piedra.
45
(5). La puerta del mar, t'uhol upayil; el puerto.
46
Los indios que voluntariamente se sometían al poder de los conquis-
tadores eran encomendados; aquéllos que se tomaban en guerra, eran
esclavizados.
N o obstante, los tratadistas contemporáneos a los sucesos que glo-
samos, consideraban la encomienda como "una esclavitud cualificada,"
aceptándose el principio de la compulsión estatal para el trabajo del
indígena, en sustitución del régimen contractual del libre salariado, y
así, el trabajo quedaba bajo la vigilancia oficial, y la retribución del
jornalero era tasada por el Estado y no por acuerdo libre entre patro-
nes y trabajadores.
La institución de la encomienda, por sus mismas modalidades, flo-
reció a causa de su utilidad para los colonos y la Corona. Mediante
los indios repartidos prosperaban las labranzas, las ganaderías, casas y
minas de los españoles. El rey cobraba impuestos, tenía a su vez indios
propios, y con los repartimientos pagaba los sueldos de los principales
jueces y oficiales de las Indias y aun favorecía a personajes de España.
Además de la prestación obligatoria del trabajo bajo las condicio-
nes que hemos señalado, los indios encomendados tenían obligación de
contribuir con un tributo determinado por las tasas especiales que se
formularon, tributo cuyo pago era vigilado por los frailes quienes, ade-
más, se encargaban de la recolección de los diezmos.
Es m u y importante el estudio de la encomienda e imposible de abar-
car siquiera, en sus aspectos fundamentales, en una nota como ésta. Se
recomienda, pues, el magnífico ensayo realizado por Silvio A. Zavala,
"La Encomienda Indiana," ediciones de la Junta para Ampliación de
Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos,
Sección Hispanoamericana, Madrid, 1935, del cual se hicieron los bre-
vísimos extractos anteriormente transcritos.
47
E n 1643, según el testimonio de Cogolludo, hallóse que "tributaban
los indios quince mil trescientos ochenta y una mantas y dos P iernas -
Cada manta se entiende cuatro varones casados, u ocho personas. Manta
se-llama una tela de algodón delgada (que algunas parecen rúan m u y
bueno) y cada una tiene cuatro piernas o telas por sí, cada una de tres
cuartas de ancho y cuatro varas de largo, y cada tributario da una pier-
na de estas por San Juan y otra por Navidad, y por ano una gallina
de la tierra y dos de Castilla, y a la cosecha de maíz, dos cargas cada
uno que es una fanega, porque cada carga es media. La jurisdicción de
la ciudad de Merida tenía aquel año diez mil seiscientas noventa y ocho
mantas y una pierna. La de Campeche tenía mil seiscientas cincuenta
y dos mantas y tres piernas. La de Valladolid tenía tres mil y treinta
y dos piernas. La de Salamanca tenía solamente de tributos cuatro-
cientos sesenta pesos. Estas mantas, a razón del precio que se tenía
determinado, que es a diez pesos por año, cinco la de San Juan y cinco
la de Navidad, valen cada año ciento cincuenta y tres mil ochocientos
diez y seis pesos, que juntos con lo que rentaban los indios de Salaman-
ca, montan ciento cincuenta y cuatro m ü doscientos setenta y seis pe-
sos. De estas mantas están en la corona real mil ochocientas veinte y
una, que al dicho precio montan diez y ocho mil diez pesos. Estaba
también en la corona real la encomienda que vacó por muerte del capi-
tán Hernando Muñoz Zapata, que tenía trescientas ochenta y siete
mantas, que valían tres mil ochocientos setenta pesos, y hoy la tiene
encomendada el general D. Enrique Dávila Pacheco E n la cabe-
cera de Tiab, ciento diez y seis mantas, y así se daban a la caja real
cada año de los tributos de los indios veinte y tres mil doscientos cua-
renta pesos. Danse a diferentes personas que residen fuera de esta tie-
rra, por diversas cédulas reales, que lo han mandado, veinte y un mil
setecientos treinta y dos pesos, que con los de la caja real son cuarenta
y cuatro mil novecientos setenta y tres pesos, que quitados de la gruesa
de las rentas de los tributos, quedaban ciento nueve mil trescientos y
tres pesos que son los que la liberalidad real de nuestro rey y señor, etcé-
tera, daba en aquellos años de renta en toda esta tierra a los méritos de
todos los descendientes de los conquistadores que la pacificaron y po-
blaron la ciudad de Merida y tres villas de españoles como se ha dicho."
"Historia de Yucatán," Merida, Imp. de Manuel Aldana Rivas, 1869,
tomo II, pp. 34-36.
48
dido en cosas sagradas." Es, sin embargo, frecuente oír kulel por solici-
tar, abogar, gestionar.
Holpop.—Charencey traduce Magistrado. Del maya Hool, cabeza,
cabo, extremidad, fin y Pop, estera. El que se sienta en la cabeza de
la estera. Martínez Hernández — y m e parece más apropiado y justo—
traduce: Maestro de Ceremonias.
Ahkin, de Ah, prefijo que indica procedencia; Kin, el sol. El que pro-
viene del sol. Sacerdote.
49
4
cosa amarga, y significar, también, hiél. Citamos como autoridades el
"Diccionario de Motul," edición del señor Martínez Hernández, y la
"Coordinación Alfabética de las voces del idioma maya que se hallan
en el arte y obras del padre Fr. Pedro Beltrán de Santa Rosa, con las
equivalencias castellanas que en las mismas se hallan, compuesta por
J. P. Pérez, Merida de Yucatán, Imprenta de la Ermita, 1898."
Tuce, a su vez, podría traducirse por montón, todos, y el mismo
"Diccionario de Motul" dice: Tucen, tuc, cosa amontonada. Y a admiti-
das las equivalencias de las palabras y aceptadas las mismas, sí se en-
cuentra no sólo la relación y claridad, pero perfecta armonía entre la
frase y la mentalidad maya: "Cuando fuimos a hacer la guerra bebien-
do todos hiél porque nos odiaban los santos hombres "
(16). Brinton traduce así este párrafo:: "Thus the land was discor-
ered by Aguilar, who was eaten by A h N a u m A h Pat at Cuzamil en
the year 1517." Charencey, siguiendo a Brinton, hace esta versión: "Tune
repertor nostras-terrae ecce este Aguilar, ecce hic voratus-est a A h
N a u m At Pot (in) Cozunel in anno 1517 anriis." Ambos pues sostie-
nen, contra una verdad históricamente establecida, que Jerónimo de
Aguilar, quien con Guerrero naufragó en la Costa de Yucatán y fué
rescatado más tarde por la expedición de Hernán Cortés (no así Gue-
rrero que ya había fundado familia, se había embijado y tatuado y
decidió ligarse a la tribu de su elección) fué comido por A h N a u m
A h Pot.
La confusión de Brinton y Charencey consiste en el modo en que
traducen la palabra maya que califica y sitúa el destino de Aguilar en-
tre los indígenas. H e aquí la frase en el idioma nativo: "BayPun cha-
canhic calumil lae lai Aguilar, loe te hantabi turnen Ah Naum Ah Pot
Cusamile t'uyabil 1517 Años." Todo depende de cómo se traduce la
palabra hantabi. Hanoi, en maya, quiere decir comer; hanzah, hacer
comer, pero hantah significa tomar o tener por suegro el varón ("Dic-
cionario de Motul"), de han, yerno, suegro. D e esta afinidad entre las
palabras mayas ha nacido, sin duda, el error. Y a pesar de que aun
Martínez Hernández, al traducir la parte gemela de la "Crónica de
Yaxkukul" diga: "Así fué, pues, cómo se descubrieron estas tierras.
Aquel Aguilar fué engordado por A h N a u m Poot de Cozumel," deja-
mos la forma de nuestra traducción pues deben recordarse los frecuentes
relatos y especial empeño que puso Aguilar, al imponer a Cortés y
compañeros de sus aventuras entre los mayas, en conservar incólume
su condición religiosa que le obligaba a la castidad; y hasta se contó
que el cacique lé había mandado a la pesca con una de sus hijas a la
que instruyó para que le sedujera, saliendo bien librado de la prueba;
castidad que lé atrajo la simpatía de Pot y el consiguiente perdón. Este
empeño de Aguilar es m u y sospechoso y lo más probable fuese que,
lejos de la sociedad ante la cual estaba precisado a guardar las aparien-
cias de castidad que su voto le imponía, fundase, como Guerrero, fami-
lia, nada menos que con una hija del cacique a la que desamparó al
tener noticia de la llegada de Cortés y leer el llamamiento que se le
hacía. Aguilar, como es sabido, prestó importantes servicios a la expe-
dición de Cortés ya que fué, con la Malinche, su intérprete.
51
fué argumento evidente de su malicia. Teníanles prevenidas dos cruces
y poniendo a cada uno en la suya, retirados los indios a tiro de arco
y flecha, disparando poco a poco en los dos crucificados mancebos, siendo
blanco de su indignación, los cubrieron de flechas
Como tenían señalado el día en que le habían de dar el mismo
en diversos pueblos, acometieron a sus encomenderos. Hernando de
Aguilar (que como se dijo fué uno de los primeros regidores de la
fundación de Merida), estaba en el de su encomienda, llamada Cehaké,
distante doce leguas de la villa de Valladolid, y la noche de aquel día
allí le dieron la muerte, y cortándole la cabeza, piernas y brazos, las
enviaron los indios a los otros pueblos confederados, para que se ani-
masen a ejecutar lo resuelto en los suyos. Juan López de Mena en el
pueblo de Piztemax, o Hemax, encomienda suya, tuvo mejor suerte.
Aquella noche entendiendo los indios, que estaba en su casa, le pegaron
fuego por todas partes, y ellos estaban prevenidos para matarle, si
salía. Quemóse todo lo que en ella había, y le mataron dos muchachos
españoles, y las demás gentes de servicio, que allí tenía
Al mismo tiempo los del pueblo de Calotmul (ocho leguas de la
villa) quisieron matar a Diego González de Ayala, su encomendero.
Habíase ido a ella aunque no sin recelo de la poca fidelidad de los
indios, pues había llevado consigo su lanza y adarga, prevención de
que necesitó bien para el suceso. Al ruido con que los indios llegaron
a su casa, salió él y un negro esclavo suyo que había llevado, y cono-
ciendo a lo que venían, mandó al negro, que mientras él defendía la en-
trada de la casa, ensillase el caballo. Hízolo el negro con toda presteza,
y trayéndolo con la lanza y adarga, subió en él Diego González, y ampa-
rándose el negro con él, rompieron por entre la multitud de indios, que
los había cercado. Defendiéronse de ella con valor, aunque con el riesgo
que se deja entender, y retirándose, ganaron el camino que va a la villa.
Fueron en su seguimiento muchos indios, quedando otros a saquearle
la casa, y el esclavo como pudo (que la necesidad parece da alas) saltó
a las ancas del caballo y apresurándose los dos se alejaron algún tanto
de los indios, que no por eso dejaron de ir en su seguimiento.... Los
españoles que en esta ocasión mataron en diversos lugares fueron diez
y seis, cuyos cuerpos sacrificaron en ofrenda a sus antiguos ídolos. Los
nombres que he podido hallar, son de los tres referidos, y Juan de la
Torre, caudillo; Pedro Zurujano, Juan de Azamar, Bernardo o Ber-
nardino de Villagómez y Pedro Duran." "Historia de Yucatán," Imp.
de Manuel Aldama Rivas, Merida, 1867, Tomo II, pp. 394-398.
Por lo demás la ocasión debe aprovecharse para expresar que entre
los indígenas mayas hubo un estado latente de rebeldía que bien podría
tomarse como un fenómeno de continuidad histórica como lo atesti-
guan los sucesivos levantamientos acontecidos al través de la Colonia
y aun durante la época ya independiente; rebeldía que culminó con la
guerra de castas.
El movimiento a que se refiere Nakuk Pech, narrado en los párrafos
anteriores por Cogolludo, abarcó a los pueblos de Chemar, Aké, Piíete-
52
max y Calotmul. Hubo, casi dentro de la misma época, otro levanta-
miento en el cacicazgo de Chetemal cuyos indígenas mataron al enco-
mendero Martín Rodríguez. E n 1585, Andrés Cocom, de Sotuta, orga-
nizó en Campeche otra sublevación que abortó. E n 1610 hubo un motín
popular en Tekax contra el cacique, don Pedro Xiú; sus inspiradores
fueron ejecutados. El 2 de febrero de 1624, durante la conquista del
Peten Ytzá, en el pueblo de Saclum, Ak Kin Pol (el sacerdote Pol)
se alzó contra el capitán Mirones. El 22 de noviembre de 1761, hubo
un levantamiento en el pueblo de Cisteil, partido de Sotuta, encabezado
por un indio nativo del barrio de San Román, en Campeche, (fundado
con los mazeguales aztecas que llevaron los conquistadores), indio lla-
mado Jacinto Canek, o Can Ek, a quien se adhirieron los pueblos de
Ichmul, Tinún, Ekpedz, Nenelá y Tahchibichén; y, por fin, en 1847
estalló la guerra de castas. Se percibe cómo, de siglo a siglo, la incon-
formidad del pueblo maya encuentra caudillos para manifestarse contra
sus opresores.
53
conventos, templos, mesones y las casas de los conquistadores costaron
al pueblo maya. Estos sacrificios son inenarrables. Sirva como una li-
gera idea de ellos, este fragmento de una carta que dirigió el arzobispo
Montúfar al Consejo de Indias el año de 1556 y que por venir de quien
viene es testimonio valioso: "Lo otro es que se debe dar remedio a las
grandes costas y gastos y servicios personales y obras suntuosas y
superfluas que los religiosos hacen en los pueblos de los dichos indios,
todo a su costa. E n lo que toca a las obras de los monasterios, van tan
soberbias en algunas partes y donde no ha de haber más de dos o tres
frailes, que para Valladolid sobrarían; y hecha una casa otro fraile
que vive, si le parece derribarla y pasarse a otra parte, lo hace, y no
tiene en nada un religioso en emprender una nueva obra que cueste
diez o doce mil ducados, que diciendo y haciendo todo es uno, trayendo
en las obras por rueda a los indios, quinientos o seiscientos y mil
hombres sin darles jornal, ni un bocado de pan que coman, y vienen
por rueda a la dicha obra de cuatro, seis y doce leguas; a otros les
echan cal y la compra a su costa y otros materiales. Dos obras he visto
ahora hechas en un monasterio, que la una tendrá de costo más de
diez mil ducados y la otra poco menos; cada una de ellas se comenzó
y terminó en menos de un año, a costa de dineros y sudor y trabajo
personal de los pobres; y algunos indios mueren en dichas obras y dicho
trabajo, por la carencia de alimentos y por el clima a que no estaban
acostumbrados. Y ahora visité otro pueblo donde se habían hecho tres
monasterios de una misma orden, el uno, y que pudiera servir para cual-
quier pueblo de Castilla; y acabado dicho monasterio todo de cal y can-
to y una huerta m u y solemne y cercada de piedras, y porque a un
religioso le pareció mejor otro, haciendo dentro del dicho pueblo,
hace cuatro años comenzó dicho monasterio y bien suntuoso y una
iglesia de las buenas que ellos tienen en su orden en España y casi todo
está acabado y el otro derribado. Vuestro Virrey, pasando por el dicho
pueblo, viendo tan gran crueldad en haber mudado un monasterio y
derribado el otro, lo riñó mucho y tasó la gente que había de andar en
dicho monasterio nuevo hasta haberse acabado, y que fuesen 120 hom-
bres cada día sin darles una blanca ni qué comer, porque solían andar
en la dicha obra ochocientos y mil indios y que la boca del guardián
era medida, y así m e lo confesó, y que el indio que no venía lo azota-
ban y lo echaban en la cárcel."
54
(25). "Y puso término, —dice Nakuk Pech— a que nos quemaran
los españoles. Y puso término a que nos mordieran los perros." El
autor de esta Crónica hace referencia aquí al aperreamiento o suplicio
ejecutado por medio de perros de presa que empleaban los conquista-
dores para bajar de los montes a los indios fugados de los pueblos de
reciente fundación. E n el libro "Proceso de Residencia contra Pedro
de Alvarado, ilustrado con estampas sacadas de los antiguos códices
mexicanos y notas y noticias biográficas, críticas y arqueológicas, por
D. José Fernando Ramírez, lo publica paleografiado del M S . original
el Lie. Ignacio López Rayón, México, Impreso por Valdés y Redondas,
1847," p. 289, al comentar la lámina 4?-, "estampa que es copia reducida
pero m u y exacta de la original que se conserva en el Museo, pintada en
papel de Castilla, y con muestras inequívocas de tener la antigüedad
que en ella misma se data," proveniente de la colección formada en
México por el caballero Boturini, en la que aparece, gráficamente ex-
puesto, este bárbaro suplicio, se dice: "En este mapa se representa el
gran destrozo que ejecutaron en los indios algunos conquistadores por
los pueblos que iban descubriendo. El señor obispo de las Chiapas dice
los llevaban en collera atados en una cadena para que trabajasen en
los astilleros, donde se tomaban las maderas para los navios, y el que
se fatigaba en el camino venía un soldado y lo dividía por la cintura,
para no tener el trabajo de apearse del caballo y desencadenarlo; otras
veces les echaban los lebreles para que los despedazaran."
Y el autor del libro que con frecuencia y más especialmente sobre
el asunto de las colleras, hace aclaraciones a la nota que se supone
fué de Boturini, deja intactos y sin comentario o crítica, los párrafos
relativos al aperreamiento.
55
indios, de sus costumbres, trato que se les daba, tributos que pagaban,
manejo de las rentas públicas, construcción de templos y otros edificios
públicos y, en fin, de todo lo que podía interesar al bienestar de la
Colonia. Como era lógico, lo que más le preocupó fué el afianzamiento
de la autoridad sobre los indios, su instrucción civil y religiosa y la
fiel y honrada administración del erario público.
Estudiada la situación de la Colonia, sus necesidades más apre-
miantes'y los males que mayor y más pronto reclamaban remedio, ex-
pidió las famosas Ordenanzas que llevan su nombre E n ellas
estableció reglas a que debían sujetarse los Ayuntamientos, Alcaldes
Mayores y Justicias en el desempeño de sus funciones, prescripciones
relativas al comercio entre españoles, y entre éstos y los indios, y pre-
ceptos que normasen las relaciones entre encomenderos y tributarios.
Entre sus disposiciones, son notables las relativas a la organización civil
y religiosa de los mayas en lo que se ocupó con especialidad. Entre ellas
merece citarse también la que ordenó a los caciques que no se ausenta-
sen sin causa justa de la cabecera de su cacicazgo, y que, según el
húmero de la población de cada lugar, se eligiesen desde uno hasta
seis individuos ancianos y virtuosos que sirvieran de consejeros al
cacique y le ayudasen en el desempeño de la gobernación. Impuso a los
indios el deber de vivir en pueblos bien trazados, en casas próximas
unas de otras y con patios sembrados, y les prohibió desavecindarse de
su pueblo sin permiso del juez. Vedó, con severísimas penas, convocar
y celebrar asambleas con objetos idolátricos, practicar, predicar o ense-
ñar pública o privadamente los ritos, doctrinas y ceremonias de la
gentilidad, así como también hacer juntas o conspiraciones con el fin
de alzarse contra la dominación española: sobre este punto llevó su
severidad hasta castigar a los que, teniendo noticia de tales reuniones,
no las denunciaban. La incolumidad de la autoridad regia y el arraiga-
miento de la fe católica movían al visitador a mostrarse m u y celoso
en esta materia; más no sólo prohibía las juntas idolátricas o políti-
cas, sino también otras reuniones que se celebraban por la noche en
casa de los caciques y señores principales, dando pretexto de su prohi-
bición que eran ocasiones de delitos y otras liviandades, y mandó a
todos los habitantes recogerse y cerrar sus casas por la noche al toque
de ánimas. Ordenó que se hiciese matrícula de todos los habitantes de
cada pueblo con expresión del número de casados, solteros, bautizados
y no bautizados, sin olvidar los pupilos y menores de edad y sus tuto-
res y curadores.
Dispuso que se edificasen iglesias y estableciesen escuelas en cada
pueblo, y esta disposición fué obedecida, porque a fines del siglo X V I
casi en todos los pueblos de Yucatán había templos y escuelas para la
enseñanza de párvulos. Si bien era m u y celoso de la conversión de los
mayas a la fe católica, no quería, sin embargo, que se les bautizase
ligeramente o con violencia, y recomendó que se les instruyese atenta
y cuidadosamente, y si después de instruidos pedían el bautismo, en-
tonces se les diese; solamente permitió que se castigase a los indios
56
que pusiesen obstáculos a la predicación, o con sus hechos perjudica-
sen el desenvolvimiento de la fe cristiana o a la perseverancia de los
indios convertidos "
"Todos los pueblos habían de estar alineados, limpios y con los
edificios públicos necesarios. N o había de faltar mesón dónde recibir
y hospedar a los pasajeros, ni mercado donde vender los comestibles
según la tasa que fijó. Repartió pesas y medidas, y mandó que se intro-
dujese entre los indios la cría de ganado y los oficios mecánicos, que
se fomentasen los tejidos de algodón, se abriesen caminos anchos y
cómodos, se fabricasen calzadas y reparos y se garantizase a todos los
indios el uso común de salinas, de modo que pudiesen obtener gratui-
tamente cuanta sal necesitasen.
Prohibió a los encomenderos vejar a los indios y encargó a los
caciques que de cualquier mal tratamiento que les hiciesen, diesen cuen-
ta a los defensores de indios que, desde luego, nombró con residencia en
Campeche, Merida, Valladolid. Estos defensores quedaban encargados
de reclamar la reparación de cualquier agravio que se hiciese a los
indios "
"Tampoco permitía que en los pueblos de indios se estableciesen
españoles, mestizos, negros o mulatos. Movía al Lie. López a tomar esta
providencia, respecto de los españoles y mestizos el evitar que vejasen
a los indios, y respecto de los negros y mulatos, que les enseñasen vicios,
errores y preocupaciones que traían de África, en donde se les cogía
casi salvajes para venderlos como esclavos"
"La libertad y justa retribución del trabajo de los indios, mereció
la atención preferente del visitador, pues en el examen minucioso que
hizo de las costumbres públicas de la Colonia, llegó a conocer que se
había introducido la mala práctica de valerse de los caciques para
obtener gratuitamente cargadores y jornaleros que construyesen edi-
ficios e hiciesen otras obras de servicios particulares, de balde y sin
la voluntad previa del trabajador. Todo lo prohibió ordenando que,
en adelante, ningún servicio prestasen los indios contra su voluntad,
a los particulares, y menos gratuitamente. Que en caso de hacer algún
trabajo* voluntario, se cuidase que el justo salario fuese pagado, y esto
en propia mano, y no por interpósita persona; que 1a paga se entregue
al mismo mazegual y no a sus justicias — d i j o — porque no se queden
con ella"
Ordenó también que todos los Ayuntamientos de indígenas cele-
brasen dos veces en el año asambleas solemnes: la una para deliberar
acerca de los edificios que convendría construir y de las cosas nece-
sarias al bien del pueblo que fuese urgente pedir al Rey o a la Audien-
cia; y la otra, para levantar una información de los agravios, malos
tratamientos, daños, robos, fuerzas, que se hubiesen hecho a los indios,
a fin de elevarla al defensor y, por su conducto, hacerla llegar a la
autoridad, a quien tocaba deshacerlos o castigarlos. Prohibió bañarse
promiscuamente, hombres y mujeres, usar insignias antiguas para los
bailes, echar suertes, celebrar la fiesta del fuego, hacerse arpaduras
57
en las narices, orejas y labios, labrarse el cuerpo, embijarse y llevar
coleta a la usanza de los antiguos indios. ° :>l '•"' ,f
'-
Prohibió soltar perros contra los indios o quemarlos ;'y tasó1Ida
1
58
este modo, en rigor, hasta la venida de Toral, le habían precedido en
el gobierno eclesiástico los obispos Fr. Julián Garcés, Fr. Juan de
San Francisco y Fr. Juan de la Puerta. Toral desembarcó en Campe-
che en los primeros días de agosto de 1562. Vide "El Obispado de Yu-
catán. Historia de su Fundación y de sus obispos desde el siglo X V I
hasta el X I X , seguida de las Constituciones Sinodales de la Diócesis y
otros documentos relativos," por Crescencio Carrillo y Ancona, etc.,
Merida de Yucatán, Imp. y Lit. de Ricardo B. Caballero, 1895.
59
ninguna haya podido satisfacer plenamente, y menos la del obispo
Carrillo y Ancona.
6o
a). 6.—Pavos silvestres. Se ha discutido mucho sobre si el nombre
maya cutz puede traducirse por faisán, y sentando un precedente, así
lo ha hecho Antonio Médiz Bolio. El cutz es la Meleagris Ocellata, una
faisánide. Nosotros hemos preferido, sin menoscabo de la exactitud que
corresponde a la traducción que del nombre indígena hace Médiz Bolio,
traducir pavo silvestre aceptando la denominación vulgar que se da
a esa ave en Yucatán.
b). 14.—Cochuahes. Los habitantes del cacicazgo de Cochuah, si-
tuado al suroeste del de los Cupules, que ya vimos anteriormente. Su
capital era Ichmul. Este cacicazgo se llamó también de Kokolá. Cochuah,
de coch, ancho; uah, pan. Tomó su nombre de ser su territorio m u y
fértil.
c). 18.—Chuncán. D e Chun, principio, causa, origen; Caan, cielo.
La divinidad, la deidad, el chuncán.
d). 19.—Cheeles. Los del cacicazgo de Ahkinchel cuyo asiento
principal se extendía a los partidos hoy denominados de Izamál y
Temax. Este territorio, dice un autor, era el de los santuarios y de
los sacerdotes. Los límites del cacicazgo eran: al norte, el mar; al
oriente, el cacicazgo de los Cupules; al sur, el de Zotuta, y al poniente,
el de Ceh Pech.
a). 20.—Zací, hoy Valladolid. Sisal, que Nakuk Pech vincula a
&ací, debería escribirse, en puridad, Zizál, de zizhá, agua fría.
/ ) . 30.—Yocol-Petén. D e yocol, yokol, encima, sobre; Peten, pet.
círculo. Se ha identificado ese nombre con el de Yucalpetén o TJcalpe-
ten, perla de la garganta de la península. Carrillo y Ancona supuso
que de él derivó el nombre de Yucatán, basándose en un párrafo, mal
interpretado, del Manuscrito de Chumayel. Molina Solís, en su "His-
toria del Descubrimiento y Conquista de Yucatán," esclarece la cues-
tión con cúmulo de sólidas razones.
g). 31.—Cacicazgo de Zotuta. Fué fundado por un Cocom después
de la destrucción de Mayapán a la cual contribuyeron los guerreros
náhoas entre los que llegó a la Península de Yucatán la familia que
después tomaría el nombre dé Pech. Lindaba por el sudoeste con el
pequeño cacicazgo de Hocabail-Humún.
fe). 32.—Maní, capital del cacicazgo de los Xiú, fundada después
de la destrucción de Uxmal. Maní quiere decir en maya "pasó, acabó."
i). 32.—Probablemente —dice Molina Solís en el tantas veces ci-
tado libro— Zacmutul —nombre del fundador de Motul, en el cacicaz-
go de Ceh Pech— es el mismo denominado Zac-u-hol-patál, Zaomutix-
tún, en la Crónica de Chicxulub. Y es ocasión, agregamos nosotros,
para aclarar que la familia Pech, a la cual perteneció el autor de la
Crónica, estaba regida por Naum Pech a la hora de la conquista, rey
en la provincia de Ceh Pech. Sobre ella proporciona interesantes datos
respecto a clima, producción, costumbres y poblados, la "Relación del
pueblo de Motul, cabecera de doctrina, donde está fundado el monas-
6l
terio de la orden de San Franisco, cuya advocación es de San Juan
Bautista," de Martín de Palomar y Francisco de Bracamonte, (sus
encomenderos). Ver las "Relaciones de Yucatán," Madrid, 1898. ^
Resta decir solamente que obstáculos por ahora insuperables im-
piden incluir en esta edición el texto m a y a de la Crónica de Chac Xulub
Chén. Faltan tipos de imprenta apropiados para reproducir las voces
nativas, v. g., de la o que se escribe al revés y que se ha tratado de
substituir por la dz, de la p, la oh y la th heridas. Pero ese texto puede
consultarse en las ediciones del documento, hechas por Brinton y Cha-
rencey.
62
IN DICE
IN D ICE
Prólogo 9
Notas 43
5
ESTA "HISTORIA Y CRÓNICA DE CHAC
XULUB CHEN," EDICIÓN DEL DEPAR-
TAMENTO DE BIBLIOTECAS DE LA
SECRETARIA DE EDUCACIÓN PUBLI-
CA, SE IMPRIMIÓ EN LOS TALLERES
GRÁFICOS DE LA NACIÓN, AL CUIDA-
DO DE LA OFICINA DE PUBLICACIO-
NES DE LA PROPIA SECRETARIA.
)— (
SE TERMINO
EL DÍA 30 DE JUNIO DE 1936.
497.4
P365H
GEN
PECH, NAKUK, FL, 1562
HISTORIA Y CRÓNICA DE
CHAC-XULUM-CHEN
011535079 (459738)