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tiahuanaco

Cultura de Paracas
Cultura de Paracas, antigua cultura peruana que tuvo lugar en el actual departamento costero y meridional de Ica, cuya
datación a cargo de los especialistas ha ofrecido distintas cronologías que oscilan, para su nacimiento, desde el 1200 a.C.
hasta el 600 a.C., y, para su final, desde el 100 d.C. hasta el siglo VI de nuestra era. Se trata del antecedente directo de otra
importante cultura precolombina, la Nazca. Sus vestigios fueron descubiertos en 1927 por el arqueólogo peruano Julio
César Tello, quien observó la existencia de dos yacimientos de características diferentes que representaban aparentemente
dos fases sucesivas de desarrollo: Paracas Cavernas y Paracas Necrópolis, nombres que responden a las distintas
tipologías de los enterramientos que contienen los hallazgos. En tanto que en Paracas Cavernas los cadáveres aparecen en
pozos excavados en la roca, en Necrópolis lo hacen en verdaderos mausoleos en forma de grandes cámaras funerarias de
arquitectura más compleja. En cualquier caso, aunque hay evidentes indicios de evolución entre una y otra fase, lo más
destacado del conjunto son los objetos de cerámica y, principalmente, los bellos tejidos de lana o algodón de vivos
colores, que suponen unas elevadas dotes de calidad técnica en la confección textil. Los temas que aparecen en esas ropas
son mitológicos o simbólicos, combinándose el naturalismo con lo geométrico, todo ello con una utilización variadísima
de numerosos colores y tonos.

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Chavín de Huantar
Chavín de Huantar, antiguo centro ceremonial localizado cerca del callejón de Huaylas, al norte de los Andes peruanos, y
en la actualidad municipio de la provincia peruana de Huari, en el que se encuentra dicho yacimiento arqueológico. Los
restos hallados en Chavín constituían un complejo templo formado por diversas estructuras rectangulares de piedra, con
habitaciones interiores y pasadizos subterráneos de estructura laberíntica. El templo está decorado con esculturas que
representan figuras antropomorfas con rasgos de felino y serpiente, a éstas se les conoce como ‘cabezas clavas’. En el
interior se encuentra clavado al suelo El Lanzón o ‘felino sonriente’, una escultura de más de dos metros de altura que
muestra rasgos de felino, serpiente y ave de rapiña. El yacimiento ha dado nombre a la cultura Chavín, que se desarrolló,
aproximadamente entre el año 900 y el 200 a.C., en el área andina septentrional e incluso en la zona costera del norte de
Perú. El estilo Chavín, caracterizado por una cerámica monocroma negra y el motivo decorativo de jaguares en tejidos,
objetos metálicos y óseos, se extiende hasta el norte de Perú, lo que indica que Chavín de Huantar fue el centro de un
culto religioso que estaba extendido por toda el área y que unificó comunidades previamente aisladas. El sitio
arqueológico fue declarado, en 1985, Patrimonio cultural de la Humanidad.

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La mampostería en Tiahuanaco revela uno de los más hábiles trabajos constructivos en


América del Sur. Algunos sistemas de unión de los bloques de piedra reflejan un muy
antiguo uso del metal con fines constructivos. El Acapana, la más grande construcción, es
el vestigio de una pirámide con terrazas de 15 metros de altura y 152 metros por cada lado.
El más famoso monumento es la Puerta del Sol, colosal escultura tallada en un bloque de
piedra de nueve toneladas y decorado con un friso en bajorrelieve con la figura de un dios
rodeado de cabezas humanas y de cóndor que miran hacia él. Este motivo fue repetido
muchas veces en los tejidos y la cerámica de esta cultura. El significado del simbolismo de
tiahuanaco
la decoración es incierto. Otra estructura, el Calasasaya, es un gran espacio cuadrado,
delimitado por monolitos (simples bloques de piedra) verticales que aparentemente
formaban parte originalmente de un muro continuo. Se ha restaurado un templo
semisubterráneo cercano. También se ha encontrado en el yacimiento estatuaria
antropomórfica, la mayoría con una simetría muy característica de estilo hierático.
Tiahuanaco fue un centro religioso con enorme poder y su influencia se extendió hacia el
sur de Perú y el norte de Chile.

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Cultura mochica o Cultura moche, cultura precolombina que tuvo lugar en la costa
septentrional del Perú durante el periodo transcurrido, aproximadamente, durante los siete
primeros siglos de la era cristiana, y que recibe el nombre de uno de los valles más
importantes donde se desarrolló (Moche). Ocupó una franja costera de unos trescientos
kilómetros que iba desde el valle de Lambayeque hasta la cuenca del río Nepeña, siendo la
zona central la comprendida entre los valles de Chicama y Trujillo. La base de su economía
fue la agricultura por irrigación que les permitió ampliar los terrenos utilizables más de un
50 por cien. Las grandes construcciones de ingeniería hidráulica —como el reservorio de
San José, el acueducto de Ascope y la acequia de la Cumbre—, la utilización de
fertilizantes (guano) y una racional organización del trabajo permitieron la obtención de
excedentes y la formación de una sociedad compleja. La economía se completaba con un
comercio muy activo, la pesca, la recolección de productos vegetales y la domesticación de
animales como el pato, el cuy y la llama.

Sus realizaciones arquitectónicas fueron monumentales y de una gran complejidad. En el


valle de Moche encontramos las huacas del Sol y la Luna, inmensas plataformas de carácter
piramidal construidas en adobe. Otros centros importantes son Pañamarca, en el valle de
Nepeña, Huaca Cortada, Huaca Blanca y Mocollope. La cerámica ha sido dividida en cinco
fases (de Mochica I a Mochica V) y tanto su decoración pictórica como escultórica han
permitido conocer con bastante precisión la vida y el pensamiento de aquellas gentes. En
ellas encontramos personajes, templos, viviendas, escenas cotidianas, rituales, mitológicas,
animales y plantas. Su organización política fue estatal, predominando los estamentos
militares y sacerdotales, y contando con especialistas y artesanos capaces de plasmar en
diferentes soportes los mensajes fundamentales destinados al grupo. Una visión de su
concepción religiosa nos la proporciona la excavación de la tumba del Señor de Sipán
(1987) donde un importante monarca aparece enterrado en compañía de dos mujeres y dos
hombres sacrificados para acompañarle. Está cubierto de mantas preciosas, abanicos,

Huari o Wari, antigua ciudad sudamericana, situada en las tierras altas del sur de Perú, y
capital de la denominada civilización Huari entre el 650 y el 800. Es conocida por sus
construcciones, su vistosa cerámica y sus típicos y elaborados tejidos. Las civilizaciones
Huari y Tiahuanaco dominaron los Andes durante el periodo comprendido entre los
siglos VI y XI.

Huari se halla en las proximidades de lo que actualmente es la ciudad de Ayacucho, a unos


2.800 m sobre el nivel del mar. Tiene una extensión aproximada de 2 km2 y está formada
tiahuanaco
por recintos rectangulares, dispuestos en bloques, que componen una rejilla irregular junto
con las calles y caminos. Los recintos están cerrados por muros de entre 6 y 12 m de altura
y contienen habitáculos que se elevan varios niveles sobre los patios abiertos. Tanto los
muros como las construcciones están hechos de piedra. En las edificaciones más
sofisticadas se empleaba piedra tallada y decorada.

Tiahuanaco, asentada en las tierras altas de Bolivia, comenzó a extenderse hacia la zona
meridional de los Andes, mientras que Huari se expandió rápidamente para dominar la
región central, desde Cuzco a Cajamarca. La construcción de estas ciudades rigurosamente
planificadas (como Azángaro, Jincamocco y Pikillacta), que servían como centros
administrativos provinciales en la mayoría de los territorios, permitió a la civilización Huari
ejercer un control directo sobre una amplia área. Sus pobladores también construyeron
numerosos canales de riego y plantaron sus cultivos en grandes bancales para obtener
mejores rendimientos agrícolas.

La influencia de esta cultura puede apreciarse en la cerámica, tejidos y otros objetos


artesanales. La cerámica se caracteriza por su vistosidad y elaboración; las piezas están
decoradas con dibujos de figuras humanas, pájaros, felinos y otras criaturas, e imágenes de
personajes mitológicos. Dentro de la producción textil destacan las túnicas y camisas, así
como tapices, sombreros, cinturones y otras prendas, muchas de las cuales están adornadas
con símbolos y figuras con connotaciones rituales, similares en algunos casos a los motivos
empleados en la cerámica. A pesar de su breve existencia, esta civilización tuvo una gran
repercusión en las culturas andinas contemporáneas y posteriores.

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