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Problemas más frecuentes en la

adolescencia
1. ¿Qué es la salud mental?
La salud mental es la capacidad de sobrevivir, readaptarse y convivir con las
emociones vividas. Por lo tanto, no es la ausencia de malestar o sufrimiento, sino que,
pese a la existencia del mismo, ser capaz de sobrellevarlo, readaptarse, con sus más
y sus menos, habiendo aprendido a abrazar a la tristeza.

Hay muchas teorías acerca de la salud mental, por ejemplo, como que todos nos
movemos en un constructo en el que, a veces, por circunstancias de la vida, hay más
estrés, tristeza o ansiedad que nos hacen parecer que perdemos la salud mental, pero
esta salud mental es el asentamiento general de los sentimientos, no de un
sentimiento puntual.

El 50% de los trastornos mentales aparece antes de


los 14 años y el 75% antes de los 25 años, por lo
que debemos de ser conscientes de que, como
profesores, vamos a encontrarnos con alteraciones
de la salud mental de forma habitual.

Dos de cada diez españoles entre 10-19 años


padecían problemas de salud mental en 2019,
siendo el porcentaje más elevado de los 33 países
europeos analizados por Unicef en su informe sobre
el Estado mundial de la infancia en 2021. Sin
embargo, el último baremo acerca de los problemas
de salud mental arroja un dato preocupante: el
porcentaje de población joven que declara haber
tenido problemas de salud mental con mucha
frecuencia ha pasado del 6.2% en 2017 al 15.9% en
2021, casi el doble de mujeres que de hombres.

1.1. Últimos datos en salud mental


La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de
los diagnósticos de salud mental en los servicios de urgencia pediátrica españoles
desde marzo de 2019 a marzo de 2021 arrojando los siguientes resultados:

- Los diagnósticos realizados con trastornos mentales en urgencias pediátricas


aumentaron un 10%.
- En un análisis desglosado, los diagnósticos que más se incrementaron fueron:
o Intoxicación no accidental por fármacos. 122%.
o Suicidio, intento de suicidio, ideación autolítica. 56%.
o Trastorno de la conducta alimentaria. 40%.
o Depresión. 19%.
o Crisis de agresividad. 10%.
El por qué de estos datos pueden deberse a varios factores precipitantes:

- El confinamiento domiciliario de hace dos años y las posteriores medidas de


restricción han afectado especialmente a una población tan vulnerable como
la infancia y la adolescencia.
- La interrupción de las rutinas y restricciones sociales se han asociado al uso
excesivo de tecnologías y la limitación de la actividad física.
- Además, algunos niños y adolescentes ya estaban expuestos a situaciones de
pobreza, abuso o violencia que empeoraron en la pandemia.

1.2. Principales enfermedades de salud mental entre los


adolescentes europeos
Observamos que las principales enfermedades serían la ansiedad o depresión que
lo encontramos casi en un 70% en mujeres y un 40% en hombres. Después iría el
trastorno por déficit de atención e hiperactividad, con un 30% en hombres y un
10% en mujeres. El trastorno de conducta es también representativo, con algo más
del 20% en hombres y del 10% en mujeres. El resto de enfermedades mentales se
distribuyen en un promedio del 10% o inferior.

La pandemia de COVID-19 ha suscitado una gran preocupación


por la salud mental de una generación de niños. Sin embargo,
puede que la pandemia represente solo la punta del iceberg que
hemos pasado por alto demasiado tiempo.
Según el anterior informe elaborado por Unicef, nueve millones de adolescentes
europeos entre 10-19 años padecen una enfermedad mental. Por grupo de edad y
género, estas enfermedades son más comunes entre los chicos de 10-14 años (15.6%
frente al 14.8% entre mujeres) y en las chicas en el grupo de 15-19 años (18.6% frente
al 16.1% en hombres) La ansiedad y la depresión son las enfermedades de salud
mental más comunes según Unicef entre los adolescentes europeos, estimándose
que el 54.8% de los adolescentes las padecían, siendo más comunes en chicas
(70.1%) que en chicos (39.6%)

Según el colegio oficial de psicólogos español, cada 40 segundos una persona se


quita la vida en el mundo, pero, durante el 2020, las tentativas de suicidio aumentaron
un 250% en la población infantojuvenil. Además, se piensa que por cada suicidio hay
20 intentos del mismo. Este documento también se detiene en señalar que el suicidio
es la segunda causa de muerte en los jóvenes entre 15-19 años, solo superado por
los accidentes de tráfico y que cerca de 1200 niños entre
10-19 años se quitaron la vida en Europa en 2019.

El suicidio afecta más a los hombres y principalmente los


adolescentes, así, del 71% de los que se quitaron la vida
estaban en la franja de 15-19 años, siendo hombres,
mientras que en la franja de 10-14 años que se quitaron la
vida, el 59% eran hombres.

La organización inglesa de prevención del suicidio puso en marcha una exposición en


Londres llamada La última foto, en la que se muestra una galería de fotografías
sonrientes tomadas en los últimos días por personas que se quitaron la vida, como
Paul Nelson, un hombre de 39 años que se quitó la vida, quien cumplía el mismo
patrón: la imagen perfecta de alguien que nunca imaginarías que se quitara la vida,
felizmente casado, con una hija preciosa, un hogar perfecto, un negocio exitoso, una
casa vacacional y seguridad económica.

La conclusión es que hay diferencias entre hombres y mujeres en cuanto al acto del
suicidio. En tanto que los hombres tienden a consumar el suicidio con mayor
proporción, las mujeres lo intentan con más frecuencia. En este enlace hay una guía
de prevención o duelo del suicidio: BVCM017534_Guía de autoayuda. Prevención del
suicidio. ¿Qué puedo hacer? (Oficina Regional de Salud Mental) (madrid.org)

1.3. Protocolo para la prevención del riesgo de conducta suicida y


autolesiones del alumnado
El centro está obligado a poner en marcha una serie de mecanismos de atención,
cuidado y protección especial del alumnado afectado, pero, ¿cuándo es necesario
tomar las decisiones sobre la apertura del protocolo?

- Conocimientos de intento de conductas suicidas previas.


- Comunicación por cualquier medio del entorno (familia, docentes, amigos,
compañeros, sobre intencionalidad de conducta suicida)
- Conocimiento de planificación de posible conducta suicida.
- Detención de ideación suicida recurrente.
- Detección de autolesiones recurrentes (tanto en el domicilio familiar como en
el centro educativo)

1.3.1. Otros programas de innovación en marcha. PSICE


La psicología basa en la evidencia en contextos educativos (PSICE) para la
prevención de problemas emocionales se va a llevar a cabo en diferentes centros
educativos de la comunidad de Madrid a lo largo de los tres próximos cursos
escolares.

Este programa, llevado a cabo por el colegio de psicología, está realizando este
programa en centros tanto públicos, como concertados y privados a nivel nacional
(empezando por la comunidad de Madrid) para hacer un estudio de la salud mental
de los adolescentes para dar recursos de intervención en el entorno educativo,
generando herramientas para aplicarlas en el aula. Conforme esta investigación
obtenga resultados, se va a imperar en el resto de los centros a modo de necesidad
primaria.
2. Los principales problemas psicológicos en adolescentes
En general, la mayoría de los trastornos se dividen en dos tipos:

- Emocionales y de comportamiento. Se encuentran aquí trastornos del


ánimo, de conducta alimentaria (anorexia, bulimia), la llamada crisis de la
adolescencia (aislamiento, agresividad, rebeldía, ansiedad conflictiva en
relación a la identidad y orientación sexual), trastornos por sustancias como el
alcohol o las drogas.
- Aprendizaje.

2.1. Problemas psicológicos


Las enfermedades psíquicas merman de forma importante la capacidad de
aprendizaje, pero una cuestión que hay que considerar en casos con mala evolución
sería: ¿es el problema emocional la causa o la consecuencia de los problemas
escolares? Cuando estos aparecen, se genera una situación de ansiedad y comienzan
a alterarse las relaciones son maestros y padres. La autoestima de los adolescentes
desciende, y si la presión de los adultos centrada en el rendimiento escolar se
mantiene, se le añaden sentimientos de culpabilidad.

Todo ello puede provocar distintas formas de reaccionar: puede generar ansiedad,
irritabilidad y rechazo hacia el estudio o bien una actitud pasiva con sensación de
impotencia y desmotivación. En cualquier caso, empieza a desconfiar que pueda
superar nuevos obstáculos, no ve la salida, tiene una sensación de pérdida de control,
y acaba por interiorizar el fracaso escolar como suyo, asumiéndolo como algo peor:
un fracaso existencial.

En estas condiciones, es difícil que el adolescente sea capaz de dominar los impulsos
(soledad-tristeza, rabia-agresividad…) y esto puede llevarle a diversas conductas de
riesgo (borracheras, abuso de sustancias, huidas, accidentes, intentos de suicidio…)
de consecuencias imprevisibles.

2.2. Trastorno de ansiedad generalizada


El trastorno de ansiedad generalizada es uno de los principales representantes del
grupo de alteraciones conocidas como trastornos de ansiedad, categoría a la que
también pertenecen las fobias. Los síntomas típicos del TAG pueden ser divididos en:

- Fisiológicos. Temblores, sudoración, mareos, taquicardias.


- Cognitivos. Pensamientos catastróficos, ideas intrusivas que no pueden ser
disipadas de la consciencia, creencia en que se corre un grave peligro.
- Conductuales. Tendencia al aislamiento y evitación de lugares estresantes en
los que podrían surgir las crisis de ansiedad.

En los adolescentes, el trastorno de ansiedad generalizada suele estar vinculado al


hecho de ir a la escuela, tener que hablar frente al resto de la clase, realizar exámenes
o exponerse al riesgo de sufrir bullying.

2.3. Depresión
La depresión es uno de los males psicológicos que más afectan a las personas, y los
adolescentes no escapan de esta realidad. Este trastorno consiste en los síntomas y
presencia de un estado de ánimo patológicamente bajo. A su vez, existen diferentes
tipos de depresión que se presentan en los jóvenes, pero también en los niños y
personas de edad avanzada. Además, se prevé que desde el año 2020, la depresión
pase a convertirse en la segunda causa más común de discapacidad, después de las
enfermedades cardiovasculares. Se estima que afecta a 1 de cada 6 españoles en
algún momento de su vida. Los tipos de depresión son:

- Distimia. Una de las características de la distimia es que las personas que la


sufren se sienten tristes, o al menos, anímicamente decaídos en la mayor parte
del día y la mayoría de los días durante al menos 2 años. Incluso, esta afección
de salud mental puede no causar tristeza, sino falta de motivación y propósito,
pérdida o aumento del apetito, sentimiento de desesperanza y baja
autoestima.

Otros de los síntomas son la desesperanza, el insomnio o la hipersomnia y falta de


energía.

- Depresión mayor. Suele comenzar durante la adolescencia y puede durar


hasta décadas si no se atiende a tiempo, sometiendo a los individuos a
constantes episodios de tristeza aguda de mínimo 2 semanas de duración. En
estas etapas en que el trastorno se agudiza, las personas pueden presentar
síntomas realmente preocupantes, entre ellos:
o Pensamientos suicidas.
o Pérdida de interés en la familia y actividades que antes eran
gratificantes.
o Retrasos psicomotores.
o Sentimientos de culpabilidad.

2.3.1. De la tristeza al suicidio


Según los datos del instituto nacional de estadística, en 2019 en España hubo 3671
suicidios. Durante los meses de enero y mayo de 2020, coincidiendo con la
pandemia, el suicidio se mantuvo como primera causa de muerte no natural entre
los jóvenes de 15-29 años. Este paso al suicidio se compone de tres partes:

- Dolor. Vivir una situación que genera malestar.


- Desesperanza. Desánimo relacionado con la impotencia de no poder
cambiar las cosas.
- Desconexión. Con la realidad.

Todo esto hace que nada parezca tener sentido y que aparezcan ideas
relacionadas con las autolesiones, para poder conectar con algo, o con el
suicidio, para poder dejar de sufrir.

2.4. Fobia social


La fobia social es un tipo de trastorno de ansiedad en la que los contextos de
interacción social con las personas que no forman parte del círculo social más cercano
pueden producir una gran ansiedad y estrés, pudiendo desencadenar una crisis de
pánico. La persona con fobia social experimenta pensamientos catastróficos acerca
de lo que puede pasar si inicia una conversación con alguien o si interactúa de alguna
manera con gente desconocida, por ejemplo, entrando en su campo de visión y
estando más o menos cerca. De manera resumida, es un fenómeno psicológico
parecido a una timidez extrema, aunque sus efectos aparecen incluso sin que haya
nadie cerca, mediante la evitación de las situaciones en las que hay interacción social.
A diferencia de lo que ocurre con el trastorno de ansiedad generalizada, aquí existe
un tipo muy concreto de contexto que produce siempre una alta ansiedad:
interacciones y comunicación con otras personas.

La adolescencia es una etapa vital en la que este trastorno puede aflorar como
consecuencia de la preocupación excesiva por la imagen de uno mismo que se va a
dar ante los demás. Hay una autoestima muy baja, debido a los traumas, que hacen
crear barreras emocionales y mentales entre el resto de la sociedad y ellos. Es tal la
magnitud de este trastorno que los jóvenes pueden presentar crisis de angustia y
taquicardia cuando se ven obligados a comunicarse con los demás.

2.5. Trastornos de la conducta alimentaria


Durante la adolescencia suelen ganar importancia temas como la aceptación por
parte de los demás y la posibilidad de ser un miembro respetado dentro de un
grupo social compuesto por los pares (jóvenes de la misma edad que suelen estar en
contacto día a día). Además, la preocupación por la propia imagen también cobra
protagonismo y se asume que la apariencia es la carta de presentación que implicará
tener más o menos apoyo en estos grupos de adolescentes.

Esta presión por ofrecer la mejor versión de uno mismo vuelve a los jóvenes,
especialmente a las mujeres, más vulnerables a los trastornos de la conducta
alimentaria, cuyos síntomas acostumbran a estar ligados a una necesidad obsesiva de
control del propio peso corporal.

Si bien los trastornos de alimentación pueden aparecer en cualquier momento de


la vida, están mayormente asociados a la juventud. Esto se debe a que, en etapas
como la adolescencia, la aprobación social y el despertar del interés físico en otras
personas son algunas de las prioridades. Además, es frecuente que estos
adolescentes tengan baja confianza en sí mismos y no puedan controlar la ansiedad.

2.5.1. Anorexia y bulimia


Son los trastornos de alimentación más comunes en jóvenes, aunque no son los
únicos. Se trata de enfermedades en las que la comida y el peso se transforman en
una obsesión. Las personas más predispuestas a sufrir estas enfermedades son
perfeccionistas, inseguras, dispuestas a cumplir lo que los demás esperan de ellas y
muy controladoras de sus pensamientos y apariencia. Claves para sospechar de una
anorexia nerviosa:

- Rechazo a mantener el peso corporal por encima de un valor mínimo normal,


teniendo en cuenta la edad y la talla.
- Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obesa, incluso estando por
debajo del peso normal.
- Alteración en la percepción o la silueta normal (se ve gorda o se siente gorda)
- Si han tenido la primera regla, ausencia de por lo menos tres ciclos
menstruales consecutivos.

En el caso de la bulimia hay que tener cuidado porque puede permanecer en secreto
durante mucho tiempo hasta que comienzan a aparecer los problemas de salud. Esta
enfermedad se caracteriza por tremendos atracones de comida y, después, el temor
a que la comida les haga engordar, por lo que se desarrollan actitudes para evitarlo
(vómitos, periodos de ayuno, laxantes…)
2.5.2. Anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa es la pérdida abrupta y significativa de peso corporal que está
acompañada de problemas de salud, principalmente de desnutrición. A su vez, esta
pérdida desproporcionada de peso está asociada a una conducta patológica dañina
que lleva a los jóvenes a realizar un control minucioso de su ingesta de alimentos por
el temor de aumentar de talla. Al igual que la vigorexia, supone una distorsión de la
imagen corporal real asociada a la baja autoestima. Las personas anoréxicas
consideran que tienen sobrepeso, aunque en realidad luzcan muy delgadas. Aunque
se trate de un trastorno predominante en mujeres, también se da en hombres.

2.5.3. Bulimia nerviosa


La bulimia nerviosa tiene mucho parecido con la anorexia nerviosa. Suele aparecer
en la adolescencia, siendo más común en mujeres y está asociada a la baja autoestima
y a la distorsión de la imagen corporal propia. Sin embargo, tiene una gran
singularidad: quienes la padecen no intentan disminuir su ingesta de alimentos, y en
cambio, sufren pequeñas crisis en las que abusan de la comida, principalmente dulces
o recetas elevadas en grasa.

Lo más grave de este trastorno es que, luego de estos atracones de comida, los
jóvenes realizan rituales de purga para evitar ganar peso, como provocarse el vómito.
Otro aspecto curioso de la bulimia es que quienes la sufren son conscientes de que
su conducta alimentaria es patológica y errada, pero aun así no logran mejorarla.

2.5.4. Vigorexia
La vigorexia es un trastorno de la conducta alimentaria que implica la dismorfia
muscular, que se conoce como síndrome de Adonis o anorexia inversa. Las personas
con vigorexia padecen una obsesión por lucir fuertes y con grandes músculos, lo que
los lleva a abusar de sustancias dañinas o a tener regímenes de alimentación
extremista. El dilema que enfrentan los jóvenes con este mal es que, aunque
aumenten su musculatura, no dejan de verse delgados y débiles.

Se trata de un círculo psicológico dañino y vicioso, que debe ser atendido y


solucionado por los expertos.

2.6. Trastorno por estrés postraumático


Predomina en las personas jóvenes, ya que éstas tienen menos herramientas e
inteligencia emocional para enfrentar el estrés que surge a raíz de un determinado
trauma. Generalmente, los síntomas generados por algún evento traumático duran
más de un mes y estos pueden ser realmente graves, como pensamientos suicidas o
de aislamiento. Además, el trastorno por estrés postraumático puede provocar falta
de aspecto, irritabilidad, problemas de depresión o de la conducta alimentaria.

2.7. Dependencia de sustancias


El consumo de psicoactivos suele comenzar en la adolescencia y, aunque algunos
jóvenes lo abandonan con el pasar del tiempo, otros desarrollan trastornos crónicos
por el abuso de estas sustancias. Las personas que lo hacen tienen problemas
mentales compulsivos y de falta de autocontrol, que están asociados a la
dependencia de sustancias.

Uno de los grandes problemas de los adolescentes es que pueden tener dificultad
para separar la realidad de las alucinaciones y desarrollan conductas antisociales. Por
esta razón, la atención psicológica resulta fundamental para reestablecer la salud
mental de estos individuos, al igual que los procesos médicos orientados a la
desintoxicación.

2.8. Trastorno de la conducta


También conocido como trastorno disocial, este fenómeno psicológico se
caracteriza por expresarse a través de una tendencia a la agresividad y a transgredir
las normas constantemente. No se trata de una oposición a algunas leyes o reglas
consideradas injustas, sino una indiferencia generalizada ante todas las pautas de
comportamiento acordadas por la sociedad para vivir en armonía y sin generar
conflictos, a la que se suma el uso de la violencia, peleas, amenazas o robos.

2.8.1. Trastorno disocial


Este trastorno suele presentarse en la juventud y es muy preocupante, ya que puede
ser el inicio de un trastorno antisocial de la personalidad que caracteriza a los
delincuentes. Los adolescentes con este trastorno tienen problemas de conducta
agudos y se caracterizan por ser agresivos, desde el punto de vista físico como verbal.

Pueden realizar robos, destrucción de propiedad privada, violaciones graves de


normas de padres o ciudadanas, que son actos que cometen de forma natural. En
cuanto al origen de este mal, es muy variante. Podría encontrarse el abandono de los
padres, rechazo social y acoso escolar. Por otro lado, la percepción del yo interno de
un adolescente suele ser extremista, por lo que o son excesivamente narcisistas o
tienen una autovaloración de sí mismos muy negativa.

2.8.2. Medidas organizativas para el alumno con trastorno negativo


desafiante y trastorno disocial
Existen muchas medidas con un alumno de estas características, pero, sobre todo, es
muy poco recomendable entrar en una confrontación directa con el alumno. En
ocasiones, su intención es hacernos perder el control y despistarnos de la tarea que
pretendíamos que hiciera. Si esta situación aparece es mejor contar un tiempo fuera
tanto para el profesorado como para el alumnado. Es mejor recuperar el control y no
dejar ver cuáles son nuestras debilidades (nerviosismo, pérdidas de control,
amenazadas) en la interacción con los menores. De ninguna forma, esto supone que
debamos dejarle hacer a su voluntad.

3. Problemas sociales que afectan a los adolescentes

3.1. TIC y problemas


Entre los menores, el uso del ordenador es algo prácticamente universal (95%) en
tanto que el 87% emplean el internet. Esa facilidad de acceso y familiaridad con el uso
de los nuevos medios le expone a una serie de peligros sobre los que no siempre han
recibido suficiente formación. No son plenamente consciente de las consecuencias
personales y legales que pueden derivarse de determinadas prácticas y no toman en
consideración el hecho de que cualquier información que se pone a disposición de
un tercero, por la facilidad que da el medio, puede terminar siendo usada en un
contexto totalmente diferente, haciendo daño a otros o a ellos mismos.
Los riesgos más graves son aquellos que afectan a la integridad, tanto física como
emocional, de los menores, en especial el ciberbullying, grooming, sexting. No es
fácil evitarlos, no son infrecuentes, y aunque no se produzca una agresión física por
parte de los acosadores, los efectos sobre la víctima pueden ser devastadores.

3.2. Problemas escolares


Los problemas escolares incluyen tanto al alumno que suspende como el que ha
tenido un descenso brusco en su rendimiento. Por su repercusión en la vida del
adolescente, es obligado llegar a un diagnóstico. Se hablan de problemas escolares
aquellos que comienzan a aparecer en los dos últimos cursos de la Educación
Primaria, o lo hacen hasta que termina el periodo que el sistema educativo les impone
(Educación Secundaria Obligatoria). Estas son las edades más conflictivas para las
dificultades escolares dado que coinciden con la metamorfosis puberal, por un lado,
con los cambios de sistema educativo por otro (el paso al instituto), y todas las
enormes adaptaciones psicosociales que el adolescente va a tener que ir haciendo.
No obstante, teniendo en cuenta la gran variabilidad del desarrollo y la obligación de
que debemos respetar individualmente a cada paciente, es complicado hablar de
límites de edad. Hay dos formas de presentación:

- El que suspende. Es un alumno que, sin limitaciones intelectuales conocidas,


no alcanza los niveles de aprendizaje esperados para su edad, según un
determinado plan de estudios o institución escolar. En estos casos, todo el
mundo reconoce que hay un problema y salta la alarma.
- El que ha cambiado a peor. Alumno que, aun cumpliendo los objetivos
establecidos, tiene un descenso brusco y mantenido en su rendimiento
habitual. Aquí es posible que se tarde en reaccionar, porque los resultados se
mantienen dentro de lo aceptable. Pero también hay un problema y hay que
enfocarlo.

Las causas de estas situaciones pueden ser: déficit de conocimientos previos, falta
de interés por el área, falta de esfuerzo o trabajo, bajo autoconcepto, estrategias
de trabajo inadecuadas, técnicas de estudio inadecuadas, falta de hábito de
trabajo y estudio, inadaptación o falta de integración en el grupo. Pero también
puede darse una falta de apoyo familiar, deficiencias en comprensión de
conceptos básicos, deficiencia en compresión lectora, deficiencia en la relación
de datos, conceptos e ideas, deficiencia en expresión oral y escrita, deficiencia en
razonamiento lógico y deficiencia en identificación y resolución de problemas.

3.2.1. Factores individuales


Algunos causantes de los problemas escolares pueden ser:

- Enfermedades físicas propias de la edad. Alteraciones de la audición o


visión, enfermedades del sistema nervioso (tumores cerebrales, epilepsia),
patología de la glándula tiroidea, trastornos nutricionales (carencia de hierro),
intoxicaciones (plomo), consumo habitual de alcohol y drogas. Otras
enfermedades que al principio pueden dar síntomas poco llamativos y con la
evolución van causando cansancio progresivo y una dificultad para mantener
la atención.
Todos estos procesos pueden manifestarse inicialmente como dificultades
escolares y, por tanto, ante el problema que nos ocupa, lo primero es estar
seguros de que el adolescente no tiene una enfermedad física.

- Enfermedad psíquica. En general, en cualquier cambio a peor en un


adolescente, sea en el carácter, el comportamiento o el rendimiento escolar,
una vez descartadas las enfermedades físicas debemos pensar en una
depresión. Y esto es así, en primer lugar, por la frecuencia. En segundo,
porque a diferencia de otros cuadros psiquiátricos con unos síntomas más
evidentes, el fracaso súbito en los estudios puede ser el primer o único
síntoma de una depresión enmascarada. Y, en tercer lugar, por la relación de
las depresiones con la segunda causa de mortalidad en adolescentes, el
suicidio, aunque aquí entran otro tipo de factores como la personalidad del
estudiante y su dinámica familiar.

3.3. Actitud frente al problema


Inicialmente, los docentes podemos presentar las siguientes actitudes ante los
problemas de nuestros estudiantes:

- Con estos alumnos no hay nada que hacer.


- No hacen falta planes de refuerzo.
- Ya estoy haciendo unos planes estupendos.
- Yo no soy como los demás profesores.

Sin embargo, lo ideal sería adoptar la siguiente actitud: aceptar mis errores para
transformar desde la serenidad.

Es importante saber que los docentes no tenemos responsabilidad clínica, pero sí


responsabilidad humana. Debemos aprender a leer en los demás, dado que, de
manera silenciosa, los profesores dan vida.

No puedo meterme en tu dolor, pero sí entender lo que estás


pasando.

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