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Primera Parte Del Año
Primera Parte Del Año
Con anterioridad a nuestros días se había procurado contemplar esos hechos de diferentes
maneras.
En primer término, por sistemas privados de prevención. Ante todo por medio del ahorro
individual. Cada jefe de familia reservaba parte de sus ingresos ordinarios para formar un
pequeño capital que le permitiera atender a sus necesidades durante los años finales de su
vida. Se creía que la ayuda mutua de padres, hijos y hermanos alcanzaba para cubrir todas
las grietas de ese sistema individual de previsión.
Poco a poco se advirtió que ese sistema teóricamente ideal era inaplicable. Faltaba uno de
los supuestos básicos de sistema: la gran mayoría de los trabajadores apenas ganaba para
atender a sus necesidades inmediatas, desapareciendo la posibilidad de formar ese fondo de
reserva que lo pudiera habilitar para sus necesidades futuras. Suponiendo que el trabajador
hubiera ganado un salario que le cubriera holgadamente su presupuesto y le dejara un margen
para el ahorro; suponiendo que hubiera tenido fuerza de voluntad como para guardar ese
margen de reserva para mejorar su nivel de vida, podía ocurrir que, como consecuencia de la
desvalorización de la moneda, o de la pérdida de su poder adquisitivo, ese capital le resultara
insuficiente para el fin para el que se lo destinara.
Una pequeña variante que tendía a introducir una forma de distribución o desplazamiento de
los riesgos lo constituyó la introducción de los seguros mercantiles. A través de ellos el
interesado abona una prima mensual destinada a cubrir un riesgo. Pero eso solo servía para
algunos riesgos y cuando se inició no ofrecía todas las posibilidades mucho más matizadas
que luego pudo presentar, la generalización de este sistema requería un espíritu de previsión
que todavía no estaba difundido entre los trabajadores.
El creador de los seguros sociales fue Bismarck (Alemania, 1870), creando un sistema que
incluye a los trabajadores como forma de evitar que los mismos tuvieran intención de
revelarse; se logró creando lo que al a postre sería un sistema de bienestar, atención a las
contingencias sociales, y mejoras de las condiciones de trabajo.
El seguro social supone la existencia de una ley que establece con carácter obligatorio la
afiliación y contribución al sistema jubilatorio.
El seguro social pudo definirse como un régimen legal y obligatorio por el que se cubrían
determinados riesgos de los trabajadores mediante el triple aporte de los patrones, de los
propios trabajadores y del Estado.
Era un régimen legal, lo que permitía que los beneficios otorgados pudieran ser exigidos
como derechos y cumplidos como obligación. Era un régimen obligatorio, lo que excluía las
actitudes diversas e individuales que quebraban y debilitaban los sistemas anteriores desde
que dependían del capricho, la visión, la generosidad o la solidaridad cambiante de los
interesados. Y era un régimen costeado por el triple aporte.
Pero las grandes conmociones económicas a que ha asistido nuestra generación, así como los
nuevos vínculos de interdependencia social y económica cada vez más intensos y vastos,
demostraron que ese sistema del seguro social era perfectible, apareciendo por encima del
mismo y como un ideal a alcanzar, lo que se llamó desde 1935, la seguridad social.
Este concepto es dado por William Beveridge, al plantear la idea de la seguridad social, en
Inglaterra, como una universalidad de prestaciones, que abarca a toda la población (y no solo
a los trabajadores) y a todas las contingencias.
Unificación de los seguros sociales existentes, con cotización única y gestión centralizada
dependiente de un Ministerio de Seguridad Social.
Financiación tripartita: con importancia creciente de la aportación estatal, se trata de una
financiación de la economía en su conjunto, viendo a la seguridad social como un instrumento
de redistribución de la renta, lo que llamamos “solidaridad vertical”, que se traduce en el
traslado de los recursos de los sectores sociales de mayores ingresos a los de menores
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ingresos; diferente de la “solidaridad horizontal”, que son los activos que, a través de sus
prestaciones, financian a los pasivos.
Denominación.
Hay diversas denominaciones utilizadas.
1. Seguros sociales.
Los seguros representan una etapa anterior a la seguridad social, diferenciable de la misma
por la falta de unidad y de generalización y por suponer una financiación uniforme mediante
el sistema de triple aporte oficial, patronal y obrero.
De modo que se ha entendido que no se puede conservar una denominación que era apropiada
para un instituto, cuando ese instituto sufre una transformación importante u recibe otra
denominación distinta.
En varios casos se sigue utilizando la expresión “seguros sociales”, ya que en esos países las
instituciones no han sufrido las transformaciones necesarias para convertirlas en un régimen
de sociedades.
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2. Seguro total.
Esta denominación intenta evitar la crítica derivada de la idea de fragmentación o
particularismo que está consustanciada con la institución de los seguros sociales.
Pero si bien se supera esa crítica, no se eluden otras dos series de objeciones.
Una de ellas es que la denominación podría referirse a un seguro mercantil integral o contra
todos los riesgos. Si no se agrega la palabra “social” es siempre posible la confusión.
La otra objeción es que la expresión “seguridad social” posee ya un contenido ideológico
mucho más rico que el que evoca esta denominación que pone el acento sobre el aspecto
puramente formal.
3. Previsión social.
Es éste el nombre tradicional con el que se designa tanto a la asistencia, como al mutualismo
como a los seguros sociales. Bajo esta denominación genérica de previsión social, se
comprendía toda una serie de institutos, múltiples por su número y diversos por su especie.
La seguridad social viene a reemplazar esa denominación porque alude a un régimen unitario
y general de cobertura de los riesgos. Se sustituye la pluralidad de sistemas por un enfoque
conjunto de todos los riesgos dentro de un único régimen general.
4. Pleno empleo.
Alguna vez se ha propuesto esta denominación empleada por Keynes, como sinónimo o
sustitutivo de la seguridad social.
Pero esta designación revela un enfoque parcial de la seguridad social. Al destacar que el
remedio de los males sociales radica en la eliminación de la desocupación, causa más o
menos directa de la inseguridad individual del trabajador, se pone de manifiesto una visión
puramente económica de la seguridad social.
Por otra parte, hay algunos riesgos como el de vejez o de natalidad, que no caben dentro del
término de pleno empleo.
5. Política social.
Esta denominación debe descartarse por excesivamente amplia e imprecisa.
La seguridad social está inserta dentro de la política social, pero no toda política social cabe
dentro de la seguridad social.
6. Protección social.
Esta expresión, nueva, es más restringida, en cuanto alude a toda la infinita gama de
instrumentos con los que la sociedad protege al individuo. Posee un contenido “paternalista”.
7. Seguridad social.
Esta expresión, si bien fue usada incidentalmente por Simón Bolívar en 1819, recién aparece
en el sentido actual en la ley estadounidense de 15/08/1935, llamada Security Act.
Lo que le dio más resonancia fue el haberla utilizado en la Carta del Atlántico dentro de la
cual se señala la seguridad social como uno de los objetivos sustanciales en el mundo futuro.
Poco después, la difusión de los planes de seguridad social, especialmente del Plan
Beveridge, le dieron al término, en muy poco tiempo, una aceptación universal que lo ha
convertido en insustituible.
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En la propia denominación se alude a la concepción de que la seguridad individual interesa
a la sociedad, o sea, que la seguridad de la sociedad solo puede lograrse garantiendo a todos
los individuos, su propia seguridad.
Contenido.
Para delimitar el contenido de la seguridad social, es necesario averiguar el sentido de las
palabras que la designan.
La frase en su sentido actual fue utilizada inicialmente en inglés. “Security” significa
literalmente “freedom from worry”. Por consiguiente, se designa con la expresión “seguridad
social” el programa de liberar a la sociedad, o sea, a los individuos de cualquier comunidad
organizada, de las preocupaciones que los acompañaban en la vida y el ordenamiento
jurídico-administrativo debe organizarse con tal fin.
La frase “seguridad social” alude al fin que persigue.
Cabe precisar también que la expresión “seguridad social” no es sinónimo de reforma social
o de bienestar económico.
La finalidad que corresponde a la expresión “seguridad social” es la de garantir al individuo
ante las vicisitudes de la visa, o sea, ante las consecuencias dañosas que se derivan de hechos
inciertos ya sea en su existencia, ya sea en el momento de producirse, ya sea por el tiempo
durante el cual pueden verificarse.
Dentro de esos hechos hay algunos que son inseparables de la vida humana y respecto de los
cuales no hay posibilidad de evitarlos o de eliminar o reducir sus consecuencia. Pero en
cambio, hay otros que son susceptibles de ser afrontados, ya sea impidiendo la producción
del riesgo, ya sea reduciendo las consecuencias dañosas que se derivan de él.
De esta clasificación de los riesgos surge un doble camino:
a) Un primer camino tendiente a eliminar las condiciones generales de las
cuales surgen el cese, la interrupción, o la reducción de los ingresos o la existencia de
necesidades frente a las cuales se considera que el ingreso es inadecuado. Este
camino comprende aquellas medidas que se traducen en una acción de gobierno, más
que en la creación legislativa de instituciones y normas.+
b) Un segundo camino tendiente a la prevención directa e individual del riesgo,
y en cuanto ello no sea posible, a la eliminación o reparación de sus consecuencias.
Este segundo camino comprende, en cambio, una actividad legislativa a través de la
cual se le reconoce a cada uno de los integrantes de la sociedad el derecho a percibir
prestaciones de las que la colectividad se hace responsable.
De la existencia de estos dos caminos, deriva a su vez, que se puedan distinguir dos
significados de la seguridad social. En sentido amplio, comprende los dos caminos que se
ha descripto, en sentido estricto, abarca únicamente el segundo camino, o sea la función
legislativa de reconocer derechos subjetivos destinados a percibir prestaciones concretas.
La tendencia predominante es a considerar seguridad social solo aquellos que se han
comprendido en el sentido estricto.
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Derecho de la seguridad social.
De lo expuesto, se deduce que el tema de la seguridad social puede encararse en dos planos
diferentes:
• El plano de los fines o de las metas, que conduce a la política de la seguridad
social y que tiene contornos muy amplios, los cuales pueden irse extendiendo
indefinidamente.
• El plano de los sistemas que describe las instituciones establecidas por el
derecho positivo para prevenir directamente los riesgos y, sobre todo, para reparar las
consecuencias económicas derivadas de la aparición de los riesgos. Todas esas
normas tienden a organizar una redistribución económica sobre la base de garantir la
seguridad económica individual de sus beneficios.
El derecho a la seguridad social se refiere a éste último aspecto. Y como toda disciplina
jurídica, comprende el conjunto de normas referentes a este tema y una serie de estudios y
conocimientos que versan sobre el objeto, el contenido, la evolución, la aplicación y los
resultados de esas normas.
Caracteres.
1) Es un derecho reciente.
El desarrollo de los planes de seguridad social recién se produjo después de la última guerra.
El calificativo “nuevo” no era suficientemente expresivo como para indicar la extrema
juventud de esta rama jurídica. Se trata, en todos los casos, de un derecho muy reciente.
2) Es un derecho de origen etático.
Es un derecho de origen legislativo, si bien admite en algún grado la presencia de convenios
colectivos pero dentro del marco normativo de carácter legal.
La seguridad social se disciplina preferentemente por normas de carácter legal, sin que
exista en el mismo grado la pluralidad de fuentes con que nos encontramos en el derecho
laboral.
3) Es un derecho de tendencia unificadora.
La seguridad social posee una tendencia al englobamiento. Venturi expone seis principios
inspirados en esa idea unificadora.
Sin embargo, últimamente se advierte una tendencia inversa, o sea hacia la desconcentración.
Esa tendencia se orienta en dos direcciones: por una parte, hacia los seguros privados
complementarios destinados a mejorar las prestaciones generales; y por otra parte, hacia la
participación de entidades profesionales empresariales y sindicales o de los representantes
de ambos sectores.
Ello no impide el esfuerzo coordinador del estado, pero muestra una orientación distinta que
en un principio.
4) Es un derecho que tiende a la internacionalización.
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En este aspecto, la seguridad social se asemeja al derecho laboral en cuanto que provoca y
estimula la equiparación internacional de los niveles de protección logrados por medios de
los sistemas de seguridad social.
Un aspecto exclusivo de la seguridad social, versas sobre la necesidad de que los servicios
prestados en un país sean reconocidos en el país donde se produce el riesgo para que cada
persona pueda moverse de un territorio a otro con entera libertad, sin temor de pérdida de los
beneficios que otorga el régimen de la seguridad social. El problema puede resolverse por
acuerdos bilaterales o por tratados multilaterales; pero de uno u otro modo, debe ser resuelto.
Autonomía.
La autonomía del derecho de la seguridad social con el derecho del trabajo es un problema
dinámico y polémico.
Dinámico, porque ha ido evolucionando a medida en que se transforma la disciplina.
Cuando se estaba en la etapa previa a la seguridad social, llamada Previsión Social, la
temática derivaba claramente del derecho del trabajo, constituyendo una especie de capítulo
dentro del derecho del trabajo.
En la medida en que se iban desarrollando los nuevos institutos (protección ante la
enfermedad, accidentes de trabajo, desempleo o las cargas de familia), que se ampliaban los
beneficios, que se buscaban nuevas formas de financiación, etc., se fue produciendo un
proceso de independización y desligamiento que justifica un enfoque y perspectiva distintos.
Fue polémico, porque como consecuencia de esa evolución han ido surgiendo tesis distintas
sobre el tema de la autonomía.
Entiende Alonso Olea, si bien reconoce que la generalización del ámbito de cobertura y la
uniformidad de la protección conducen hacia la afirmación de la autonomía, que la seguridad
social sigue en gran medida, anclada en el trabajo, por cuenta ajena; que junto a riesgos
generales hay riesgos específicos sólo concebibles respecto del trabajador por cuenta ajena;
que por razones de política social continúan ensambladas reglas del trabajo y de seguridad
social; que el trabajo en general o la incapacidad para el mismo es el supuesto de los riesgos
cubiertos. Y además agrega que estas dos ramas se conectan en la admisión y utilización de
los convenios colectivos, instrumento propio del derecho del trabajo, dentro del marco de la
seguridad social.
Saint-Jours invoca dos razones fundamentales que han militado para que el derecho de la
seguridad social se desprenda progresivamente del derecho del trabajo y constituya una
disciplina jurídica autónoma:
El hecho de que bajo la reserva de la prevención de los accidentes de trabajo ligado
al problema de las condiciones de trabajo así como las prestaciones en especie, el
derecho de la seguridad social evoluciona hacia un derecho, si no a la salud, al menos
de la salud.
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El hecho de que la seguridad social se haya convertido en un servicio público ha
determinado que el derecho a la seguridad social que tiene raíces en el mutualismo,
evolucione hacia un derecho administrativo sin haber “cortado su cordón umbilical
con el derecho privado”.
No cabe duda de que la dirección del movimiento lleva hacia la distinción o la separación, lo
que conduce, con el transcurso del tiempo, a la acentuación de la autonomía.
Debe destacarse que diversas instituciones del derecho laboral, destinadas a cubrir riesgos,
han pasado a formar parte de la seguridad social. Ocurre con los accidentes de trabajo, o las
asignaciones familiares y las indemnizaciones por despido, incluso.
Fuentes.
Dado el carácter predominantemente etático de la regulación de las instituciones de
seguridad social, la principal fuente es la ley, complementadas por decretos reglamentarios,
que deben estar subordinados a las leyes.
Fuera de ellas, cabe solo mencionar la existencia de normas internacionales y los convenios
colectivos.
Con respecto a las primeras, se destacan las de la OIT. Pero también cabe mencionar los
tratados bilaterales aprobados por países cuya población intercambia fácilmente su
residencia, como países limítrofes.
Se ha previsto que algunos temas sean resueltos o regulados por convenios colectivos.
Interpretación.
Todavía no existe una teoría de la interpretación de las normas de la seguridad social. Le son
aplicables son principios expuestos en relación a las normas de previsión social.
Deveali: Debe estarse a la orientación legislativa. Si ella no resulta clara, cabe efectuar una
distinción fundamental entre los beneficios destinados a solucionar necesidades urgentes y
primarias de los trabajadores y sus familias (ej., asistencia médica) y aquellos destinados
simplemente, a ofrecer comodidades en proporción a los aportes abonados (ej., jubilaciones).
En el primer caso, si hay dudas, debe resolverse a favor del afiliado. En el segundo caso, a
favor del instituto de previsión, que es el deudor.
Videla Morón, entiende que ese razonamiento es equivocado, y que siempre debe resolverse
a favor del afiliado. El Estado busca por medio de la previsión social mantener a cada
trabajador en el mismo nivel de vida que poseía mientras trabajaba; de modo que no se trata
de comodidades, sino de alcanzar o no los fines de la previsión social.
La posición de Videla Morón parece estar más de acuerdo con la concepción actual de la
seguridad social.
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Seguridad Social concepto, contenido y principios
Barbagelata: “Es el conjunto de medios y técnicas, fundados en la solidaridad social,
que se organizan jurídicamente (normas, leyes…) con el propósito de proporcionar a
los individuos prestaciones monetarias (son las clásicas: jubilación, pensión, subsidio,
asignación familiar…) o servicios (cobertura médica, cuidados…), razonablemente
suficientes para promover la igualdad (principio de igualdad, que consisten en la
mayor igualdad en las personas que integran un colectivo) de oportunidades y
configurar una respuesta satisfactoria ante contingencias existenciales”.
La seguridad social sus prestaciones están ligadas a la economía, al grado de desarrollo del
país, ejemplo: la jubilación intermedia está aprox en $9000. La seguridad social herramienta
de solidaridad dentro de la sociedad.
Elementos comunes
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dirigidas a dar cobertura a las personas frente al acaecimiento de contingencias
(ejemplo: concubinato, las contingencias son dinámicas van cambiando, la flia fue
cambiando, la sociedad se va transformando por ello el ejemplo del concubinato) o
riesgos sociales;
mediante prestaciones en dinero o en especie;
de entidad suficiente para satisfacer las necesidades individuales y familiares y
promover el desarrollo pleno del individuo y de la sociedad, con igualdad de
oportunidades (principio de igualdad).
La seguridad social tiende a contemplar los riesgos de las personas económicamente débiles
de un país; entendiendo por riesgo todo acontecimiento que provoque una disminución de
ingresos o un exceso de gastos en el presupuesto de una familia. También puede ser un evento
venturoso (un matrimonio, un nacimiento…), como un hecho lamentable (un accidente, una
enfermedad, la muerte, la incapacidad total o parcial para el trabajo por obra de la vejez o de
cualquier otra circunstancia del empleo, etc.).
El seguro social pudo definirse como un régimen legal y obligatorio por el que se cubrían
determinados riesgos de los trabajadores.
Jurídicas:
◼ Derecho del Trabajo
◼ Derecho Público:
⚫ Constitucional
⚫ Administrativo
⚫ Tributario
Otras ciencias sociales:
◼ Ciencias políticas
◼ Sociología
◼ Demografía
◼ Economía
Los principios son normas que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible,
de acuerdo con las posibilidades jurídicas y fácticas.
En caso de contradicción, la solución no se encuentra haciendo prevalecer uno de los
principios, sino determinando el peso relativo de cada uno de los principios en la solución
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del caso concreto, y estableciendo de esa forma una relación de precedencia (buscar una
solución equilibrada que contemple uno y otro principio).
Los principios permitirían (o deberían permitir) dar soluciones coherentes tanto a los casos
no previstos cuanto a los dudosos (funciones interpretativa o integradora), e inspirarán y
determinarán (o deberían inspirar y determinar) las nuevas normas a dictarse (función
informadora).
Inspiradora o rectora para el legislador, informadora. Es una guía para el legislador.
Criterio de interpretación dirigido al operador del derecho, desentrañar el sentido de
la norma.
Criterio de creación dirigido al operador del derecho. En caso de “laguna jurídica” se
resuelve con la ayuda de los principios (“doctrinas más recibidas”, en los términos
del art. 16 C. Civil).
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- el de solidaridad intergeneracional, según el cual los activos proveen a la tutela de
los pasivos, mediante el pago de contribuciones especiales para financiar las
pasividades;
- el de solidaridad horizontal, entre sanos y enfermos, ocupados y desempleados, etc.
Principio protector: propio del Derecho del Trabajo, cuyos principales efectos habilitan
a aplicar la norma más favorable, en caso de que dos o más personas pretendan competencia
o aplicabilidad a una misma cuestión, a resolver las dudas interpretativas a favor de la
solución más favorable al trabajador. El problema de la aplicabilidad del principio protector
en materia de seguridad social ha sido objeto de discusión.
En general se admite por:
- el Derecho de la Seguridad Social constituye un estatuto protector, como lo es el
Derecho del Trabajo; cuya finalidad es la ayuda de los necesitados, de coberturas de
riesgos, de seguridad económica y de la redistribución del ingreso.
- la Seguridad Social guarda una estrecha relación con el Derecho del Trabajo, regido
por el principio protector; ya que ambos derechos tienen como finalidad la protección
habilita su aplicación a los dos.
- entre los sujetos de la seguridad social (el organismo competente y el afiliado)
existe una desigualdad semejante a la que existe entre empleador y
trabajador. Barbagelata ha dicho que “pensar que el afiliado de un servicio de
seguridad social está en igualdad de condiciones con el servicio, parece
absolutamente fuera de lugar. El afiliado esta allí, pobrecito solo frente al monstruo
de la afiliación, al monstruo burocrático, que es su enemigo natural. El principio de
igualdad en esta situación tiene que acudir al principio “in dubio pro operario”.
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servicio por testigos, salvo en los casos de los trabajadores cuya actividad laboral era previa
a ese año (art. 77 de la Ley).
Los sistemas previsionales de América Latina enfrentan problemas de corto, mediano y largo
plazo. En el mediano y largo plazo, existen problemas de financiamiento y de cobertura,
asociados, principalmente, a dos factores: el envejecimiento de la población, con el
consiguiente aumento de la tasa de dependencia (relación entre pasivos y activos), y la
creciente precarización e informalización del mercado de trabajo. Las reformas estructurales,
que han sustituido total o parcialmente el esquema de reparto por la capitalización plena
individual, no han garantizado la solución de estos problemas, y están acompañadas de un
importante costo, financiero y social. En el corto plazo, plantean problemas de
financiamiento, por el "costo de la transición": los beneficios adquiridos por el régimen
anterior deberán ser cumplidos durante un largo plazo, mientras una parte importante de las
contribuciones (en los regímenes mixtos y alternativos) o la totalidad (en los regímenes
sustitutivos), se desvían hacia el régimen de capitalización individual. Ello incrementa el
déficit de la seguridad social, que debe ser financiado por el conjunto de la población, a través
de los impuestos o la deuda pública. Por otra parte, estas reformas han abandonado el
principio de solidaridad, tradicional fundamento de la seguridad social.
En el informe de CEPAL, del 2006, titulado "La protección social de cara al futuro. Acceso,
financiamiento y solidaridad", se señala que los cambios demográficos han impuesto
reformas paramétricas o estructurales, aumentando los requisitos para acceder a una
adecuada jubilación (principalmente por el aumento de la edad de retiro, la disminución de
la tasa de reemplazo, y la consideración de períodos más largos para el cálculo del sueldo
básico jubilatorio), al tiempo que la precarización e informalización de los mercados de
trabajo tienen por consecuencia una menor capacidad contributiva, o una menor densidad de
contribuciones, de aquellos trabajadores con menor capacidad de inserción en el mercado
laboral y en consecuencia, más expuestos al desempleo o al empleo pre- cario o informal.
Ello traerá aparejado, para lograr una adecuada cobertura, una modificación del sistema de
pensiones no contributivas, de modo de evitar la pobreza de aquellos sectores de la población
que no están en condiciones de trabajar, y que no reúnen una historia de contribuciones
suficiente para acceder a los beneficios jubilatorios.
B) Riesgos e incertidumbres.
En el sistema de capitalización, las pensiones son el resultado de la inversión de las
contribuciones en el mercado financiero. Los riesgos económicos y financieros recaen sobre
los propios trabajadores.
Los sistemas de capitalización no disminuyen la incertidumbre en cuanto al futuro
previsional, porque no son una respuesta adecuada al problema demográfico. Las
conclusiones de la 89a Conferencia Internacional del Trabajo (OIT, 2001) han sido que "el
envejecimiento de la población en muchas sociedades es un fenómeno que está repercutiendo
significativamente tanto en los sistemas financiados por capitalización como en los sistemas
basados en el reparto..." "Esto es obvio en los sistemas basados en el reparto donde se produce
una transferencia directa de los cotizantes a los pensionistas. No obstante, es igualmente
cierto en los sistemas financiados por capitalización, donde los activos financieros se venden
para pagar las pensiones y son comprados por la generación trabajadora" (párrafo 11 de las
Conclusiones relativas a la Seguridad Social
C) Sostenibilidad fiscal.
Las reformas realizadas en los años 90 tuvieron como objetivo principal enfrentar los
problemas financieros de la seguridad social. A una década de su informe de 1994, el Banco
Mundial, propulsor de las reformas, ha reconocido que "la sostenibilidad fiscal de las
reformas no está asegurada" ya que aún en el largo plazo "un impacto positivo en la solvencia
no es tan obvia como afirman los modelos".
Al modificar el régimen de reparto introduciendo un componente de ahorro individual, la
reforma ha traspasado la carga de financiamiento de pensiones futuras, que antes eran de
cargo de las generaciones venideras, hacia la generación presente, que debe hacer su ahorro
previsional, además de financiar las prestaciones de los actuales pasivos.
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En el corto plazo, CEPAL señala que el "costo de transición" del modelo de reparto al de
capitalización puede adquirir dimensiones significativas. La experiencia regional reciente ha
puesto en evidencia que, a corto y mediano plazo, el financiamiento de la reforma estructural,
combinado con los altos déficits acumulados por sistemas de reparto insuficientemente
financiados, hace peligrar la trayectoria financiera de las reformas previsionales. La creciente
relevancia del componente no contributivo como mecanismo de extensión de la cobertura
planteará desafíos adicionales en materia de financiamiento sostenible.
Mesa-Lago plantea que en los países del grupo pionero-alto, socialmente más desarrollados
en la región (Argentina, Brasil, Costa Rica, Cuba, Chile y Uruguay) los gobiernos deberían
universalizar sus programas de pensiones no contributivas para que cubran a todos los
ancianos y discapacitados sin re- cursos propios o familiares.
La necesaria extensión del pilar no contributivo no está exenta de problemas, y debe hacerse
en el marco de una reforma más general. Como señala R. Arim, investigador del Instituto de
Economía de la Universidad de la República, una nueva oleada de reformas sustentada
exclusivamente en la expansión del pilar no contributivo, generaría una profunda
segmentación del sistema de protección social. Se consolidaría un pilar contributivo
cubriendo los riesgos de los estratos medios y altos y de los trabajadores con una inserción
laboral estable, y otro pilar no contributivo para los sectores más bajos que constituyen la
mayor parte de la población. Esta fragmentación lleva implícita una profunda inequidad,
por- que una parte significativa de los trabajadores aportan al sistema de seguridad social
pero no lograrán acceder a una prestación.
Un sistema mínimo de tres pilares, permite armonizar un primer pilar no contributivo, que
brinde prestaciones que permitan superar la línea de pobreza a todas las personas que no están
en edad de trabajar (mayores de 65 años), un segundo pilar contributivo, bajo el régimen de
reparto, que busque el equilibrio actuarial entre contribuciones y beneficios, y un tercer pilar
complementario, de carácter voluntario (u obligatorio hasta cierto nivel de ingresos), que
puede funcionar bajo el régimen de capitalización colectiva o individual.
Propuestas de este tipo se han formulado en el marco de la OIT, que sugieren la instauración
de un sistema mixto con los siguientes niveles o pilares:
a) un nivel inferior de lucha contra la pobreza, en el que las prestaciones estén sujetas a una
comprobación de los recursos y se financien con cargo al presupuesto general del Estado;
b) un segundo pilar, de prestaciones definidas de reparto, de administración pública, que
aportaría una tasa de sustitución moderada, a todos los que hayan cotizado, y que se ajustaría
según el costo de la vida;
c) un tercer pilar, de capitalización, basado en cotizaciones definidas y beneficios
indefinidos, obligatorio hasta cierto nivel de ingresos;
d) un cuarto pilar, también de capitalización, voluntario, posiblemente administrado por
gestoras privadas
La solución para Mesa Lago a toda la problemática pasa por crear un sistema basado en la
capitalización individual.
El sistema de reparto con contribuciones definidas nocionales es un sistema en el cual los
asalariados pagan contribuciones según una tasa fija, las que se acreditan a sus cuentas
individuales. Los valores contables del año anterior se ajustan anualmente aplicándoles un
índice de la evolución salarial (Suecia) o la variación de PBI (Italia). El saldo acumulado se
llama "nocional" o ficticio, porque, a diferencia del régimen de capitalización, no se
encuentra materialmente afectado o invertido. La acumulación en la cuenta individual es
meramente contable, y sirve para calcular el capital acumulado. El capital acumulado se
transforma en una renta vitalicia, calculada según el saldo de la cuenta a la fecha de jubilarse,
y la esperanza de vida a la edad de retiro. De esta forma se garantiza la estabilidad financiera
en el largo plazo del pilar contributivo, y se facilita la instauración de la jubilación parcial:
el beneficiario puede reducir su tiempo de trabajo, y comenzar a sustituir progresivamente
sus ingresos con los beneficios jubilatorios, convirtiendo parte del saldo en una renta vitalicia.
El sistema de contribuciones definidas nocionales conjuga algunos beneficios de la
capitalización, atenuando sus riesgos y costos administrativos. Sus características lo hacen
especialmente flexible, permitiendo solicitar cualquier porcentaje de la prestación en
cualquier momento después de cumplida la edad mínima para optar a ella es relevante tener
en cuenta la finalidad de cada uno de los pilares.
El pilar no contributivo, que otorga prestaciones mínimas, tiene por fin combatir la pobreza
de los adultos mayores, y debe otorgar prestaciones suficientes para cumplir este fin.
Actualmente, las prestaciones no contributivas alcanzan sólo a aquellas personas que no
puedan "subvenir a sus necesidades vitales" (art. 43, ley 16.713), y esta expresión
frecuentemente se ha interpretado en el sentido de la indigencia o pobreza extrema,
excluyendo de los beneficios a quienes se encuentran bajo la línea de pobreza, pero pueden
adquirir la canasta básica alimentaria. Por otra parte, la cuantía de las prestaciones no
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contributivas es insuficiente para superar la línea de pobreza, según las estimaciones
estadísticas.
El pilar contributivo tiene por fin la sustitución moderada de los ingresos perdidos por quien
ha debido abandonar, por razones de edad, el mercado de trabajo. Para ello, debe otorgar
prestaciones suficientes, con tasas de reemplazo razonables, y que guarden una relación
actuarial con los aportes efectuados.
El pilar de capitalización (individual o colectiva) debe estar reserva- do para una franja de
ingresos elevada, como mecanismo de ahorro voluntario u obligatorio. Para cumplir
adecuadamente este objetivo, la capitalización debe reducir los altos costos percibidos
actualmente por las administradoras de fondos de ahorro previsional. De mantenerse la
administración privada, debería introducirse una mayor competitividad.
La reforma en Uruguay
La reforma constitucional de 1989 acerca del reajuste de pasividades por IMS (Índice Medio
de Salarios), en el que se modifica el art. 67 de la Constitución: “Las jubilaciones generales
y seguros sociales se organizarán en forma de garantizar a todos los trabajadores, patronos,
empleados y obreros, retiros adecuados y subsidios para los casos de accidentes,
enfermedad, invalidez, desocupación forzosa, etc.; y a sus familias, en caso de muerte, la
pensión correspondiente. La pensión a la vejez constituye un derecho para el que llegue al
límite de la edad productiva, después de larga permanencia en el país y carezca de recursos
para subvenir a sus necesidades vitales.
Los ajustes de las asignaciones de jubilación y pensión no podrán ser inferiores a la
variación del Índice Medio de Salarios, y se efectuarán en las mismas oportunidades en que
se establezcan ajustes o aumentos en las remuneraciones de los funcionarios de la
Administración Central.
Las prestaciones previstas en el inciso anterior se financiarán sobre la base de:
a. Contribuciones obreras y patronales y demás tributos establecidos por ley.
Dichos recursos no podrán ser afectados a fines ajenos a los precedentemente
mencionados, y
b. La asistencia financiera que deberá proporcionar el Estado, si fuera
necesario.”
La ley 13.720 (1968) crea el índice medio de salarios, representa la tendencia (crecimiento)
de los salarios en forma promedial. Con la reforma se pretende eliminar la discrecionalidad
del Poder Ejecutivo. Ya que la ley de pasividades móviles (régimen anterior), establecía que
el Poder Ejecutivo debería hacer un reajuste tomando en cuenta (criterios) el modo de vida,
los salarios, pero no lo fijaba directamente, el P.E. actuaba con discrecionalidad, razón por
la cual los pasivos se manifestaban, y por ello se crea la ley del índice medios de salarios.
La mini reforma de la ley 16.320 (1992), es una ley de presupuesto de rendición de cuentas;
establecía que serían nulas las modificaciones que se introdujeran a la seguridad social
mediante leyes de presupuesto o rendición de cuenta (proclamando su inconstitucionalidad).
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En 1995 se sanciona la ley 16.713 (denominada ley jubilatoria), que instaura un régimen
mixto entre las prestaciones que brindaba el BPS con el régimen de capitalización individual
que pasó a denominarse AFAP.
La idea de Beveridge es la REDISTRIBUCIÓN DE LA RENTA empleando la solidaridad
vertical como uno de sus instrumentos, mediante el principio de que quienes tienen más
ingresos contribuyen a sostener la seguridad social de aquellos que tienen menos ingresos,
planteada por Ermida Uriarte como uno de los estandartes de la Seguridad Social
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Se trata de un sistema de capitalización de carácter colectivo (al igual que el anterior), pero
con la particularidad de que en lugar de destinar los recursos a la acumulación, lo que hace
es pagar prestaciones, y solamente destina una parte de lo recaudado a hacer reservas.
Cuando el sistema ya empieza a madurar y a tener 10, 20, 30 años comienzan a pagarse la
prestaciones, pero destinando una importante parte a las inversiones.
El dinero ingresa por los aportes de los trabajadores, empleadores, impuestos afectados, al
organismo previsional, se pagan las prestaciones, pero un porcentaje significativo se destina
a invertir en distintas actividades, ejemplo: inmobiliaria, bonos del tesoro, forestación.
Protección social.
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