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¿Qué significa “zen”?

La palabra “zen” es la pronunciación japonesa de la palabra china “Ch’an”, la cual significa


“meditación”. Ch’an llegó a Japón y se convirtió en “zen” alrededor del siglo ocho. Hoy en
día, la palabra “zen” se usa más generalmente en Occidente.

¿Cuáles son las características del budismo zen?


El budismo zen es un budismo esencial, minimalista, determinado, intransigente, al-grano,
basado en meditación y que no se interesa en refinamientos doctrinales. No depende de
escrituras, doctrinas o rituales; el zen se verifica por la experiencia personal y se pasa de
maestro a discípulo, de mano a mano, inefablemente, a través de un trabajo duro e íntimo.

Aunque el zen reconoce -tan siquiera de un modo libre y general- la validez de las
escrituras budistas normativas, ha creado sus propios textos durante generaciones. Con un
sabor liberal y una dosis de taoísmo, confucianismo y poesía china. Escrito en un lenguaje
informal salpicado de dichos populares chinos y lenguaje callejero, mucha de la literatura
clásica zen está construida sobre anécdotas legendarias de los grandes maestros. El Buda es
raramente mencionado. 

Aquí hay cuatro máximas zen, atribuidas al fundador legendario del zen, Bodhidharma, las
cuales se citan siempre para ilustrar el espíritu zen esencial:

Una transmisión especial fuera de las escrituras.

No dependencia en palabras y letras.

Apuntando directamente a la mente humana.

Viendo la naturaleza de uno mismo y logrando la budeidad.

Este espíritu de hablar rápida e imprudentemente apela a la mente americana, que es tan
iconoclasta y anti-autoritaria como es religiosa. También ha apelado, durante muchas
generaciones, a millones de practicantes budistas en el lejano Oriente, quienes,
condicionados por el taoísmo y el confucianismo que ha sido importado a todas partes
desde China, pueden relacionarse al mensaje y al estilo zen. 

¿Cuáles son los métodos de la práctica zen?


ZAZEN, O MEDITACIÓN ZEN 

Aunque eventualmente el budismo zen desarrolló tradiciones de estudio y ritual, su énfasis


en la experiencia personal siempre lo ha hecho una tradición orientada a la práctica. La
práctica es la meditación. “Sentarse en zen” (en japonés: zazen) siempre ha sido central en
los centros de entrenamiento zen, donde los monjes se levantan temprano cada mañana para
practicar meditación y hacen retiros largos que consisten en muchas, muchas horas en
silencio y sin moverse del cojín. 

¿Qué es Zazen? Literalmente significa “sentarse en zen”. Puesto de una manera simple, es “meditación
sentada” como se hace en el estilo zen -erguido en buena postura, poniendo una atención cuidadosa a la
respiración en tu vientre hasta que estás plenamente alerta y presente.

Zazen es una práctica intensamente simple. Generalmente se enseña sin pasos, etapas ni
olanes. “¡Sólo siéntate!” El maestro exhorta, con lo que él o ella se refiere a sentarse
erguido en una buena postura, poniendo una atención cuidadosa a la respiración en tu
vientre hasta que estés plenamente alerta y presente. Este sentido de estar presente, con
iluminación e intensidad, es la esencia del Zazen, y aunque hay muchas aproximaciones a
la meditación zen, todas regresan a esto. 

En el monasterio zen, la vida está enteramente organizada alrededor del sentarse en la sala
de meditación. Pero el Zazen también es entendido como algo más que sentarse. Es
concebido como un estado mental o un estado de ser que se extiende hacia todas las
actividades. El trabajo es Zazen; comer es Zazen, dormir, caminar, ponerse de pie, ir al
baño – todas son prácticas Zazen. En el zen Soto, la escuela japonesa extensamente
practicada en el Occidente, hay un fuerte énfasis en este “zen en movimiento”. La vida
monástica Soto tiende a ser altamente ritualizada para promover la concentración en todas
las cosas. Hay, por ejemplo, una práctica especial, elegante y de atención plena llamada
oriyoki, para comer comidas ritualizadas en la sala de meditación. 
Oroyoki set. Photo by David Gabriel Fischer.

LA PRACTICA KOAN

En el zen de koan, la contemplación de un koan comienza con práctica Zazen. El


practicante llega a una presencia intensa con el cuerpo y la respiración, y luego trae el koan
casi como si fuera un objeto físico, repitiendolo una y otra vez con la respiración, hasta que
las palabras y el significado se disuelvan y el koan se pueda “ver”.

Esta práctica se hace usualmente en el contexto de un retiro intensivo guiado por un


maestro calificado de zen de koan, a quien el practicante visita en entrevistas privadas. El
estudiante presenta su entendimiento del koan (por pésimo que sea) y recibe una respuesta
del maestro (tan entendido como sea) que re-orienta la búsqueda. 

Eventualmente, con suerte, diligencia y algunas pistas acertadas, la esencia del koan es
penetrada.

Como todos los sistemas, el sistema koan puede degenerar en un cercado auto-referencial y
de autoprotección. Es la labor del maestro ver que esto no suceda, pero a veces es
inevitable. Hay muchos sistemas diferentes de estudio de koan, pero la mayoría de ellos
enfatizan el humor, la espontaneidad y la apertura. El método koan es, en su mejor caso,
una expresión única y maravillosa de la sensibilidad humana religiosa. 

¿Cómo surgió el budismo zen?


A través de los siglos, la India, el primer país budista, gradualmente engendró cientos de
sectas y sub-sectas, miles de escrituras y diez miles comentarios a aquellas escrituras.
Cuando el budismo se extendió por las vías de comercio de Asia Central a China, todo este
material llegó de repente. Los chinos siempre habían valorado sus propias tradiciones
gemelas de confucianismo y taoísmo, y se resistían a ideologías introducidas por bárbaros
de más allá de las fronteras del “Reino Medio”. También había un reto lingüístico severo
para los chinos en digerir el mensaje budista del extranjero. El lenguaje sánscrito era muy
diferente del chino en sensibilidad y sintaxis, por lo que la traducción era casi imposible. 

Gradualmente, el budismo de la India y de Asia Central empezó a tomar una nueva forma
por su encuentro con la cultura china. Esta remodelación eventualmente condujo a la
creación del zen, una escuela de budismo enteramente nueva, la cual, eventualmente, se
convirtió por mucho en la escuela de budismo más exitosa en China, Corea, Japón y
Vietnam.

Si el zen es su propia escuela, ¿quién fue su fundador?


Aunque no podemos estar seguros de si realmente existió, Bodhidharma es el fundador
legendario del budismo zen en China. Se dice que él llegó a China alrededor del año 520
(para entonces, el budismo había sido conocido en China por alrededor de 400 años). Él
pronto fue convocado por el emperador, quien tenía preguntas para él. 
Norman Fischer. Photo by Laura
Trippi.

“De acuerdo a las enseñanzas, ¿cómo comprendo el mérito que he acumulado al construir
templos y hacer donativos a los monjes?” preguntó el emperador.

Bodhidharma, usualmente representado frunciendo el ceño, con capucha y barbado, le


disparó de vuelta, “No hay mérito”.

“Entonces ¿cuál es el significado de las Verdades Sagradas del Buda?” preguntó el


emperador.

“Vacío, nada es sagrado”, respondió Bodhidharma.

En shock, el emperador le preguntó imperiosamente, “¿Quién se dirige a mí así?”

“No lo sé”, respondió Bodhidharma, giró sobre sus talones y dejó la corte, a la cual nunca
regresó. Él se fue a un monasterio distante donde, se dice que se sentó frente a una pared
por nueve años en meditación constante. Un sólo discípulo lo buscó, y para poner a prueba
la sinceridad del discípulo, Bodhidharma se negó a verlo. El discípulo estuvo de pie afuera
en la nieve toda la noche. En la mañana él se presentó a Bodhidharma con su brazo cortado
como prueba de su seriedad. El monje se convirtió en el heredero de Bodhidharma, y luego
empezó la transmisión del zen en China. Por lo menos así va la historia.

Escuelas de budismo zen


Las escuelas de zen más o menos se pueden dividir en aquellas que enfatizan un currículum
de objetos verbales de meditación – como koans – y aquellas que no lo hacen.

Enfatizando la práctica de zazen en la vida diaria, los centros zen Soto generalmente no
trabajan con un currículum de koan establecido ni un método, aunque los koans son
estudiados y contemplados. Debido a esto, el zen Soto a veces es criticado por las escuelas
de koan (la más conocida siendo la escuela Rinzai de Japón) como opaco, demasiado
precioso y quietista, en contraste al involucramiento dinámico y muy vívido del camino del
koan. Pero el camino de koan también tiene sus críticas, quienes ven el énfasis en las
palabras, el significado y la visión profunda como algo que trabaja en contra de la vida zen
no-conceptual. El sistema de entrenamiento de koan también tiene la desventaja de alentar
la competencia y la obsesión con el avanzar en el sistema. 

Es notable cuán esencialmente similares pueden ser los varios maestros dentro de una “familia de
dharma” zen particular en su estilo personal y su modo de expresión, aunque, paradójicamente, cada
uno sea muy distinto e individualista.

El budismo zen ha tenido una larga y variada historia en muchas culturas diferentes del
Lejano Oriente. Cada cultura ha producido una tradición que es reconocible como zen, pero
difiere ligeramente de todas las demás. El zen vietnamita es el más influenciado por la
tradición Theravada. Tiende a ser gentil en expresión y método, para enfatizar la pureza y
el cuidado, y para combinar el zen con algunas enseñanzas y metodologías Theravada.

En China, eventualmente el zen se volvió la única escuela budista, inclusiva de todas las
demás, así que el Ch’an contemporáneo incluye muchas prácticas Mahayana basadas en la
fé que existían inicialmente en otras escuelas budistas, especialmente fé en la repetición del
nombre del Buda Amida [Amithaba], el Buda salvador quien asegura el renacimiento en el
cielo auspicioso a aquellos quienes lo veneran. 

Especialmente estilizado, dramático y austero, el zen koreano incluye la práctica de


postración (postraciones de veneración repetidas, enérgicas y de cuerpo completo hasta el
piso) y una práctica intensa de cantos, además tiene una tradición de ermitaños, algo
virtualmente desconocido en el zen japonés.

Dentro de cada una de las tradiciones del zen asiático, hay muchas escuelas, y en cada
escuela, los estilos de maestros individuales a menudo difieren significativamente. Aún así,
es notable cuán esencialmente similares son los varios maestros dentro de una particular
“familia de dharma” zen pueden ser en su estilo personal y su modo de expresión, aunque,
paradójicamente, cada uno es muy distintivo e individualista. Este hecho extraño -
individualidad radical dentro del contexto de un entendimiento común – parece ser una
característica indeleble del zen. 

Maestros zen y linajes de enseñanza


Una historia zen clave compartida por todas las escuelas: En una ocasión, el Buda estaba
dando una enseñanza en Vulture Peak. En medio de la enseñanza él hizo una pausa y
sostuvo una flor. Todos estaban en silencio. Sólo Mahakasyapa rompió en una sonrisa.
Entonces Buda dijo, “Tengo el Tesoro del Verdadero Ojo del Dharma, la mente inefable del
Nirvana, la forma real de la No Forma, la puerta impecable de la Enseñanza. No
dependiente de palabras, es una transmisión especial fuera de la tradición. Ahora la confío a
Mahakasyapa”. 

Esta historia, aunque no sea históricamente verificable, representa el principio de la


transmisión zen, la cual se dice que empezó directamente del Buda. La historia nos dice dos
cosas: primero, aunque el Buda dio muchas enseñanzas verdaderas y útiles, así como
técnicas, la esencia de lo que enseñó es simple e inefable. Sostener una flor es una
expresión de esta esencia. Segundo, la verdadera simplicidad e inefabilidad de esta
enseñanza esencial requiere que se otorgue en un linaje de maestro a discípulo en un
entendimiento mutuo sin palabras. No puede haber un programa zen con exámenes y
certificaciones, con objetivos, metas y una maestría medible y demostrable.

(Aunque el entendimiento sin palabras quizás se vea un poco místico y precioso, realmente
no es tan extraño. A todos nos es familiar la transformación que sucede en las relaciones de
aprendiz y mentor; unos procesos que involucran un dar y recibir sin palabras entre
individuos, y en los que se transmite algo muy difícil de definir. Mi propio maestro una vez
me hizo una caligrafía que decía, “No tengo nada que darte más que mi espíritu zen”.
Aunque el “espíritu zen” pueda ser difícil de definir, medir y verificar explícitamente,
puede ser apreciado cuando lo sientes).

-Que el maestro deba ser apreciado como un adepto espiritual realizado y, al mismo tiempo, como un
individuo ordinario con sus partes difíciles y sus peculiaridades de personalidad – parece ir hasta el
corazón de la singularidad del zen.

Mientras que la práctica zen puede ser realizada sin el beneficio de un maestro, tener un
maestro es importante, y, al final, crucial si uno quiere realizar la profundidad de la práctica
zen y hacerla completamente propia. 

Aunque el maestro zen debe encarnar el zen y expresarlo en todas sus palabras y acciones,
un maestro zen no es exactamente un gurú, un arquetipo del Buda en el centro de la práctica
del estudiante. Para estar en terreno seguro, respeto y confianza en el maestro es esencial, si
uno quiere atravesar la transformación de consciencia que promete el zen. Pero el maestro
zen también es un ser humano ordinario y condicionado; una persona simple, no importa
cuánto hayan realizado el zen. Esta paradoja -que el maestro debe ser apreciado como un
adepto espiritual realizado y, al mismo tiempo, como un individuo ordinario con sus partes
difíciles y sus peculiaridades de personalidad – parece ir hasta el corazón de la singularidad
del zen. A través de la relación con el maestro, el estudiante llega a abrazar a todos los
seres, incluyéndose a sí mismo o misma, de esta manera. 

En la etapa temprana de la transmisión del zen al Occidente, era típico para los maestros de
distintos linajes el desdeñarse unos a otros. Hubo siglos de tradición detrás de este
prodigioso fracaso de comunicación. En Asia, los linajes a través de generaciones tendían a
estar separados y, usualmente, en congregaciones opuestas. Afortunadamente, en el
Occidente ahora hay mucho más intercambio entre varios linajes. En años recientes en
América dos organizaciones fueron creadas para promover una comunicación cálida entre
los linajes zen: la American Zen Teachers Association, la cual incluye maestros de todos los
linajes, y la Soto Zen Buddhist Association, la cual está formada por maestros de varios
linajes del zen Soto, la tradición zen más grande en Occidente. 

El budismo zen llega a Norte America


Una ola zen arribó a las costas de Norte América a mediados del siglo veinte.
Probablemente no empezó como una ola zen, sino más bien como un reflejo ante la
violencia sin precedentes que se vio en la primera parte del siglo. Tras dos guerras
mundiales devastadoras, pequeños grupos de personas aquí y allá en el Occidente se
empezaron a dar cuenta, como saliendo del aturdimiento, que la cultura modernista en la
que habían dependido para humanizar y liberalizar el planeta no estaba logrando esto en
absoluto. En vez de ello, estaba trayendo sufrimiento y deshumanización a gran escala.
¿Cuál era la alternativa?

A principios de la década de 1950, D.T. Suzuki, el gran académico y practicante del zen
japonés, llegó a Columbia University en Nueva York a enseñar acerca del zen. Las
personas que lo conocieron, atendieron a sus clases, o fueron influenciadas de alguna otra
manera por su visita, se convirtieron en el Quién es Quién de la innovación cultural
Americana en aquel periodo. Uno de ellos fue Alan Watts, cuyos populares libros acerca
del zen fueron enormemente influyentes. También John Cage, quien, a partir de entonces,
escribió música basada en las operaciones del azar, en la teoría de que el estar abierto al
momento presente, sin un control consciente, es esencial en el mensaje zen de Suzuki.

Cage influenció a Merce Cunningham, el bailarín-coreógrafo, quien, a su vez, influenció a


muchos otros en el campo del arte escénico. La noción derivada del zen de improvisación
espontánea se convirtió en la esencia del bebop, el movimiento de jazz de la postguerra.
Para Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gary Snyder, Philip Whalen y los otros poetas de la
generación Beat, el zen era una fuente principal, una herramienta pertinaz para destapar la
cultura literaria del modo en que era conocida.

En diez años, maestros zen llenos de vida estuvieron viniendo a América a establecerse.
Con la década de 1960 y la llegada a la mayoría de edad de una nueva generación
radicalizada por la guerra de Vietnam y las drogas psicotrópicas, lo que se venía gestando
bajo la superficie por décadas rompió en un glorioso y exhilarante ramillete. Los primeros
centros zen en América estaban estallando de alumnos dispuestos a hacer compromisos
serios inmediatamente. Era un tiempo excitante y confuso, quizás sin precedentes en la
historia de las religiones del mundo. 

Para mediados de la década de 1980, las tradiciones zen de China, Corea, Japón y Vietnam,
todas habían sido transmitidas a América. 

Tomando el camino zen en Occidente


He dicho más arriba que el budismo zen es esencialmente monástico y depende en la
práctica intensiva de la meditación sentada. En Occidente, sin embargo, la mayoría de los
practicantes zen no son monásticos. Mientras que esto puede parecer extraño, no es extraño
para nada, si consideramos “monástico” como una actitud y un nivel de seriedad, más que
un estilo de vida en particular. 

A diferencia de los practicantes laicos de zen en Asia, cuya práctica principal es, a menudo,
el apoyar un establecimiento monástico, los practicantes laicos de zen occidentales desean
practicarlo sin importar cuáles sean sus circunstancias de vida. En este sentido, todos los
estudiantes zen occidentales son “monásticos”, independientemente de sus circunstancias
de vida. Todos ellos hacen algún tipo de entrenamiento al estilo monástico en el contexto
de sus vidas laicas: se sientan a meditar regularmente, ya sea en su hogar o en un templo
local, participan en retiros y viven sus vidas diarias con atención plena (o tan siquiera, tan
cercano a esto como les es posible). Ellos toman votos laicos o sacerdotales, e incluso, a
veces entran en un entrenamiento monástico en uno o más centros zen por ciertos periodos
de tiempo. 

Mientras que hay una gran variedad entre los muchos centros zen americanos, en general,
sus programas están abiertos al público, alentando a todos los que quieran practicar zen en
cualquier nivel en el que lo deseen practicar, pero enfatizando el entrar gradualmente en un
compromiso y práctica constante como el camino principal.

OPTANDO POR UNA VIDA ZEN: QUÉ ESPERAR, DE ACUERDO A LA


VISIÓN DE UN MAESTRO ZEN 

Para alguien que está interesado en optar por una práctica zen en América, la aproximación
no es difícil: busca en internet o en tu directorio, encuentra la ubicación y horarios del
establecimiento zen más cercano a ti, date una vuelta por ahí, y sigue asistiendo mientras se
sienta bien. Eventualmente vas a aprender las formalidades de la sala de meditación zen
local (la mayoría de los grupos ofrecen instrucciones especiales para los principiantes), y, si
te sientes cómodo, puedes continuar atendiendo a meditar cuando puedas.

Eventualmente te vas a inscribir en un dokusan (una entrevista privada formal e intensiva


con el maestro). En algún momento vas a oír acerca de un sesshin de un día (retiro de
meditación) y lo vas a intentar. Sin duda te va a parecer una experiencia atemorizante, y al
mismo tiempo, inspiradora y estimulante. Después de algún tiempo estarás listo para
atender un sesshin de siete días, y tal experiencia se va a sentir como un gran logro, sin
importar cuántos koans pases o no pases, o cuán bien o nada-bien pienses que haya sido tu
práctica en el cojín. Sesshin es una experiencia que transforma la vida, no importa qué
suceda en ella.

¿Qué va a traerte todo este esfuerzo? Todo y nada.

A partir de este punto, si continúas, vas a profundizar en tus amistades con otros
practicantes. Extrañamente, estas relaciones te van a parecer ambas; más cercanas y más
distantes que otras relaciones en tu vida. Más cercanas, porque la sensación de practicar zen
juntos los vincula profundamente, y más distantes porque quizás no compartan historias
personales, opiniones y cotorreo, como quizás lo hagas con otros amigos. A medida que
pase el tiempo vas a establecer una relación con uno o más maestros zen locales, y
encontrarás estas relaciones cada vez más cálidas e importantes en tu vida, tanto que quizás
algún día quieras tomar votos como practicante zen laico, uniéndote a la familia del linaje. 

Si continúas practicando, a medida que pasen los años quizás entres en periodos de
entrenamiento monástico en alguno de los centros más grandes. Si tu vida lo permite,
quizás quieras permanecer en este centro por algún tiempo -quizás por muchos años, o por
el resto de tu vida, eventualmente tomando a los maestros y el linaje del centro como tu
linaje principal. O quizás regreses a casa y continúes tu práctica diaria, regresando a los
centros de entrenamiento más grandes periódicamente para vivir más experiencias
monásticas. O, si te es imposible alejarte de tu familia y de tu vida laboral por períodos
mayores a una semana, o si tú no quieres hacer esto, vas a continuar con la práctica de
sesshins de una semana de duración, y eso será suficiente. 

También es posible que no quieras hacer un sesshin de una semana, y que las clases de zen,
los retiros de un día, las entrevistas con el maestro de vez en cuando, y la aplicación de todo
lo que estás aprendiendo en los eventos de tu vida diaria sean el tipo de práctica que
realmente necesitas en tu vida, y que no sea necesario nada más.

¿Qué va a traerte todo este esfuerzo? Todo y nada. Te vas a convertir en un estudiante de
zen, devoto a tu práctica constante, a la bondad y la paz, y al constante e ilimitado esfuerzo
por entender el significado del tiempo, el significado de tu existencia, la razón por la que
naciste y por la que vas a morir. Todavía tendrás muchos retos en tu vida, seguirás
sintiendo emociones -posiblemente ahora más que nunca-, pero la emoción va a ser dulce,
incluso si es pena o tristeza. Muchas cosas, buenas y malas, suceden en el transcurso de una
vida, pero no te va a importar. Verás tu vida y tu muerte como un regalo, una posibilidad.
Este es el punto esencial del budismo zen. 

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