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Esteban Lema

Para Fuentes, la dimensión praxeológica de la comunicación parte de la práctica social, desde


el análisis e interpretación de la complejidad humana. En su camino a la teorización, es vital
ubicar la comunicación como un evento sociocultural y no desde un enfoque positivista que se
limite a un hecho mecánico y generalista de intercambio de información. El autor problematiza
el reduccionismo del campo académico, exponiendo que las áreas relacionadas a estudiar
este tópico se remiten a la enseñanza instrumental, desplazando la profundidad de la
interpretación del acto comunicativo, olvidando aspectos como la precisión y las condiciones
en la producción de sentido.

Tomando la comunicación como un objeto de estudio, la cataloga como una “Disciplina


práctica” que se asienta en los principios de la “Doble hermenéutica” de Giddens (1984), la
cual es común para las ciencias sociales y concibe todo acto de investigación como un doble
proceso de traducción en el cual el acto de reinterpretación sucede desde los hechos ya
interpretados por otros actores sociales, bajo marcos referenciales en un acto acumulativo y
reintegrador en simultáneo.

El contexto sociocultural desde donde se enuncia y sucede el evento comunicativo abraza y


determina la complejidad de asumir la comunicación como ciencia. En el cine como forma de
expresión, el imaginario del autor, es un potente recurso subjetivador a través del cual se
interpretan hechos sociales que mediante el lenguaje cinematográfico inteligible logran
establecer un acto comunicativo en sí mismo.

El oficio del cine en Venezuela, como el de toda la región, se ha enfrentado a regímenes


escópicos que impone la industria. No obstante, la crisis política y económica ha significado el
surgimiento de una nueva etapa para la realización audiovisual en el país. La creación basada
en las limitaciones de producción, discursos más reflexivos sobre el cine como un acto
político, la autoreferencialidad, la denuncia, entre otros tópicos y modos de contar, se han
convertido en un acto de resistencia ante un cúmulo de restricciones y obstáculos impuestos
que promueven la desinformación y la sumisión. Sin embargo, las obras que se logran concluir
distan de las convenciones narrativas tradicionales y no son aceptadas comercialmente,
convirtiéndose en material para grupos con un capital cultural distinto al de las masas, sin por
ello dejar de contar o reflejar los fenómenos sociales que emergen en la realidad país.

Por otra parte, la comunicación está sumergida en un control mediático, gatekeeper


promovido por el régimen político, donde todas las esferas disidentes o mínimamente
opuestas son censuradas, disminuidas y limitadas, lo cual conlleva a la ausencia de espacios
para la formación, reflexión, apoyo y difusión de contenidos, en contraste con un cúmulo de
detonantes creativos que parten de la descomposición social y e institucional del país.

Preguntas, ¿Cuáles efectos causa la censura propiciada por el estado en la percepción de la


realidad comunicativa de un país que vive un escenario de crisis sanitaria?, ¿Cómo influye la
propaganda política en redes sociales en la generación de sentido en la sociedad
venezolana?, ¿De qué manera se fortalece un proyecto audiovisual con una abordaje
etnográfico?, ¿Cómo interfieren los algoritmos digitales en la censura de contenidos en
plataformas de difusión como Youtube?, ¿Cómo ha influido la diáspora venezolana en el
imaginario de los realizadores venezolanos?, ¿Cuál es el alcance del dispositivo audiovisual
para el resguardo de la memoria oral de los pueblos y nacionalidades?, ¿Cómo los
dispositivos móviles han permitido una nueva forma de documentar la pandemia?.

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