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HIPERMEDIACIONES

CARLOS A. SCOLARI CONTACTO OTRAS COSAS

OCTUBRE 22, 2020 / 18 COMMENTS

CULTURA SNACK. LO BUENO, SI BREVE 1

Cultura Snack (La Marca, 2020) es un libro dedicado a


los formatos breves de la comunicación. Como
un entomólogo textual, desde hace unos cuantos
años colecciono microtextos de todo tipo, desde
imágenes hasta relatos breves y miniobjetos. Quizás
todo comenzó con una revista italiana de diseño que
cayó en mis manos a finales de los años noventa. En
la portada solo había una aguja de gancho y un
título: «Piccoli oggetti«.
Cuando comencé a
interesarme por las
narrativas transmedia
allá por 2006 (el año en que Henry
Jenkins publicó Convergence Culture) ya hacía varios años que venía recolectando
pequeñas piezas textuales. Muchos de esos objetos (mobisodios, webisodios, tráilers,
recaps, etc.) se prestan muy bien para llenar los intersticios de las grandes narrativas
que se expanden en muchos medios y plataformas. Los usuarios, por su parte, se
destacan por la producción de micropiezas narrativas (parodias, finales alternativos,
falsos tráileres, etc.). Contenidos intersticiales, los bauticé.

1
https://hipermediaciones.com/2020/10/22/cultura-snack-lo-bueno-si-breve/

1
El primer capítulo, una (breve)
introducción a la micrología, se
abre con el siguiente párrafo:

Como cualquier otro texto éste


también es el resultado de un
trabajo intertextual. El lector no
tardará en verificarlo: el autor ha
saqueado textos a diestra y
siniestra. Descubrió que es
relativamente sencillo tomar prestados textos breves. Entran sin mayores problemas en
la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. En cambio, los textos largos… ¿Probó
alguna vez el lector a robar las obras completas de Kant? Al final del volumen el lector
encontrará una lista alfabética con los nombres de todos los afectados, a quienes desde
ya se agradece su involuntaria colaboración.

En el primer capítulo se habla de


Borges, microjardines, bonsai,
reliquias cristianas, Wunderkammer,
maquetas, Hitler, casas de muñecas,
bolas de cristal nevadas, los
Simpsons, The Incredible Shrinking
Man, marionetas, Fucking Hell y
Borges, again.

“También podría decirse así: los


bárbaros trabajan con esquirlas del pasado transformadas en sistemas de paso.”
Alessandro Baricco

Y así llegamos al capítulo dos, una (breve) presentación de lo que he


bautizado micromediología:

micromediología. Del griego micro (pequeño), mesos (medio) y logos (palabra,


estudio, tratado). Disciplina que estudia los contenidos breves, los dispositivos
mediáticos de reducidas dimensiones y otros fenómenos vinculados al carácter

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efímero y fragmentario que suelen
asumir los procesos de comunicación.

La historia de la humanidad está sembrada de


pequeñas piezas mediáticas que esconden
grandes significados. En el Renacimiento,
pocos años después de
que Gutenberg revolucionara la cultura
gracias a unos minibloques de metal fundido,
el italiano Aldo Manuzio dio vuelta el mundo
de la edición de libros con sus obras in ottavo; un par de siglos más tarde la literatura
popular de cordel marcaría el camino de los futuros libros de bolsillo (pocketbooks). ¿Y
qué decir de los diarios, esas publicaciones periódicas de pocas páginas comparadas
con un libro pero con mucha información crucial para la vida política y económica de
la sociedad de masas? Los ejemplos son interminables. La propagación del telégrafo en
la primera mitad del siglo XIX generó un
nuevo tipo de formato informativo: la
cápsula periodística. De este y
otros microformatos informativos trata el
capítulo tres.

“Todos somos aficionados. La vida es tan


corta que no da para más.”
Charles Chaplin

El gran maestro que le tomó el pulso al microperiodismo fue el francés Félix


Fénéon con sus Nouvelles en Trois Lignes.  Tipo raro este Fénéon: era funcionario
público, prolífico escritor con un buen ojo para las nuevas tendencias artísticas -editó
las Illuminations  de Rimbaud y los Chants de Maldoror de Lautremont, descubrió el
puntillismo de Seurat y defendió/difundió las obras de los postimpresionistas- y,
como si esto fuera poco, ferviente anarquista. Fénéon era un anarquista puro y duro
que no dudaba en poner bombas en lugares públicos y hacer saltar por los aires las
vísceras de sus víctimas. En 1906 comenzó a trabajar en Le Matin, un periódico liberal
en el cual se encargaba de una columna de noticias breves condensadas. Será ahí, en la

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página tres de Le Matin, donde nacerán las nouvelles de Fénéon, un formato donde
jugará con el doble sentido del término (nouvelle = novela corta / noticia). 
En el capítulo tres analizo la obra de Fénéon y… no puedo decir nada más.
El capítulo cuatro, Feroces y caprichosas criaturas, es un mapa del burbujeante territorio

de la microficción. El título, solo cuatro palabras, fue extraído de un texto de Ana


María Shua. O sea, cultura snack al cuadrado.
Y, sí, en este capítulo hablo del dinosaurio. Cuenta Juan Villoro que una vez cometió la
torpeza de repetir a Monterroso su obra maestra agregando una palabra: “Y cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Monterroso reaccionó de la única manera
posible:
– ¡Carajo! ¡Lo hiciste sonar como una obra de Tolstoi!

“El tweet es para semiólogos, el retweet para sociólogos”.

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Vicente Luis Mora, El lectoespectador

Tweets and shouts es el título del capítulo cinco. Si hubo un medio que llevó el formato
breve a su máxima difusión,  ese fue Twitter, el pajarito que resiste los embates de
poderosas redes sociales con muchos más usuarios y ganancias. Pero… ¿Qué es
Twitter? ¿Un egomedia para informar del contenido calórico del desayuno? ¿Un
sistema de broadcasting de segunda generación que funciona sobre una base
colaborativa? ¿Un tool para la construir relaciones, encontrar buenas conversaciones y
hacer mejores negocios? ¿Una conversación pública entre dos o más sujetos? ¿Un
dispositivo de filtraje informativo? ¿Una red social? ¿Una marca? ¿Una plataforma con
más de trescientos millones de usuarios activos que apenas genera ganancias y siempre
está al borde del cierre? Twitter es todas estas cosas (y algunas más), y dada su
constante evolución cuesta bastante encontrarle un lugar dentro de las colecciones de
microespecies textuales. En cierta forma Twitter es un ornitorrinco, una especie
mediática híbrida que rompe los esquemas y nadie sabe bien cómo clasificarla.
El capítulo cinco dialoga (bah, le clava un par de colmillos) al capítulo cuatro. Sobre
todo a los que sostienen que la microficción solo se expresa en libros impresos y
descartan la literatura breve
que emerge de las redes
sociales.

Video killed the radio star


Video killed the radio star 
In my mind and in my car
We can’t rewind we’ve gone too far
Pictures came and broke your heart

Put the blame on VTR.

The Buggles, Video Killed The Radio Star (1979)

El capítulo seis está dedicado a los formatos audiovisuales breves. Spots,


tráileres, teasers,  videoclips, lipdubs, webisodios, sneak-peeks, mobisodios, credits  y… el
malvado spoiler, un virus capaz de matar la mejor experiencia de consumo televisivo.
También las videoproducciones de  Enrico Ghezzi  para la RAI3 (Blob, Schegge y Fuori
Orario) entran en el radar del capítulo seis, junto a un viejo conocido de las redes:
el GIF animado.

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El éxito de los microvídeos de Vine impulsó el retorno de este formato ochentero en
vías de extinción. Creado en 1987, con la llegada de la web el GIF animado no tardó en
animar banderitas estadounidenses, casillas postales y carteles de Under
Construction en las pantallas de todo el planeta. Sin embargo, su éxito fue efímero: los
gurúes de la usabilidad como Jakob Nielsen lo crucificaron en nombre de la
legibilidad y el desembarco de la tecnología Flash, que permitía crear animaciones
mucho más sofisticadas, terminaron de remachar el ataúd del GIF animado. Como la
estética Polaroid o los discos de vinilo, los GIFs no tardaron en regresar bajo forma de
expresión artística o producción de usuarios que quieren dar un toque retro a sus

creaciones en Tumblr o Facebook.


“La primera ley es adecuar el estilo al
asunto. No hay mayor impertinencia
que tratar menudencias con palabras
grandilocuentes.”

Voltaire

El capítulo siete recoge todo lo que no


entró en las páginas precedentes. O
sea, el capítulo siete está dedicado a las
menudencias nanotextuales. Otra lista:
postales, microlibros, minicómics,
pequeñas obras artísticas, los mecheros
grabados por los soldados en Vietnam,
las ilustraciones de Pictoline y las adaptaciones breves de Shortology. Los

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micropoemas de Ajo y las miniobras de teatro
de Mauricio Kartun. También repaso las diferentes
formas que adoptan los paratextos breves nacidos al
calor de las superproducciones de Hollywood:

 Logline: “Naufragio del Titanic


más Romeo y Julieta”.
 Slogan: “Nada en el mundo podría
separarlos”.
 Spoiler: “Jack muere”.
 Aforismo: “El agua del mar es mala para
los hombres y saludable para los peces” (Heráclito).

“Si al exprimir una buena nueva reflexión


resulta que no gotea ni un buen aforismo,
podemos hallarnos ante el indicio de que a la
reflexión le falta todavía un hervor.”
Jorge Wagensberg, Más árboles que ramas

Esto se acaba (estamos en la página 157). El


capítulo ocho se titula Cultura snack en diez
píldoras  y se organiza alrededor de una serie
de conceptos clave para comprender no sólo el
universo de los microtextos sino lo que está
pasando en la esfera mediática y cultural.
Última lista de esta entrada:
Brevedad, Miniaturización, Fugacidad,
Fragmentación, Viralidad, Remixabilidad,
Infoxicación, Movilidad, Velocidad
y Afterpost.
#Aullido
 “Las mejores ideas de mi generación:
destruidas por la fragmentación.
Las mejores ideas fragmentarias de mi generación:
Destruidas por el afán de completud.”

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Eric Jarosinski, Nein. Un manifiesto

Epílogo. Universo Snack. El libro culmina


con una reflexión sobre el tiempo que nos
toca vivir (¿Modernidad tardía?
¿Postmodernidad? ¿Algo que está más allá
pero todavía no podemos poner a foco?) y
se despide de los lectores y lectoras con una
(breve) exposición de la hipótesis gaseosa:
La explosión de la cultura snack podría
considerarse el caldo de cultivo de una
forma cultural “original” que emerge de la nueva ecología mediática. La fragmentación
y velocidad del videoclip, que tanto sorprendía a los analistas e intelectuales en las
últimas décadas del siglo XX, era solo la antesala de una textualidad que está llevando
el culto de la brevedad hasta sus últimas consecuencias. La cultura snack, desde esta
mirada, se presenta como un espacio aún más enloquecido, recombinatorio y acelerado
que deja atrás la época dorada de la neotelevisión y anuncia una nueva configuración
cultural. La cultura snack como algo que viene después (after) el postmodernismo
(afterpost). La metáfora líquida, con todo el respeto que le merece al autor el
señor Bauman, ya no basta: los nanocontenidos salen disparados como moléculas en
estado gaseoso y chocan entre sí formando una interminable carambola textual.
Hasta aquí llegamos. Yo me divertí mucho escribiendo, buscando, recopilando,
editando, escribiendo, cortando, descartando, descubriendo, escribiendo, corrigiendo,
comparando. Reescribiendo. Espero que todos esos buenos momentos se hagan
presentes a la hora de leer Cultura Snack, un libro-mosaico, fragmentado y
caleidoscópico editado por La Marca (Buenos Aires) en octubre del 2020.
Entonces, buena lectura.

Nota
Cultura Snack acaba de llegar a las librerías argentinas y
está disponible online en la web de La Marca. En unos días estará
disponible en otras plataformas y, a partir de febrero, también en
España y otros países.

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Carlos A. Scolari

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