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GUIA DE APRENDIZAJE #3
LENGUA CASTELLANA
OCTAVO
AÑO 2021
1.
Los pecados estarán contigo siempre, buscar escapar de ellos no es mas que un acto en vano.
Esta frase fue mi condena y el resumen de mi vida desperdiciada por la codicia, la lujuria y todos
los instintos que llevan a creerse al hombre superior.
Soy Juan Fernando de Saavedra, un hombre que lo menos interesante, pero de lo mas importante,
manejo la mayoría del comercio en la ciudad de Cádiz donde nací, crecí, me casé y formé una
familia. Pero mi vida daría un rombo inesperado el día en que me daría cuenta que por orden de la
misma corona española, los reyes católicos francisco y la reina Isabel, me mandarían a ejecutar ya
que se enterarían del negocio de contrabando del que mi persona estaba involucrada y sacaba
riquezas. Como administrador del puerto de Cádiz para mí era trabajo fácil facilitar la entrada de
contrabando evadiendo las nuevas leyes impuestas por nuestros reyes. Apenas fui enterado de mi
búsqueda empaque cosas y eché fugarme de mi vivienda buscando embarcarme en algún navío
que fuera a ciudad lejana.
Sin percatarme este preciso día Colón había llegado al puerto para partir en su viaje ordenado y
financiado por los mismos reyes, el puerto estaba engalanado por toda una flota de barcos
dispuestos a zarpar a tierras desconocidas, era una completa fiesta de despedida lo que se estaba
viviendo aquel día. Yo con mi tormento encima y sin calcular, pensé echarme a la tripulación para
huir de mi fatal destino que me esperaba en está ciudad, agarré prendas de marinero que fui
encontrando en el muelle y con completo disimulo me logro enfrascar en un barco de Colón.
Sin tener ningún espíritu aventurero, conocimientos para navegar y menos sin instinto de
supervivencia me estaba metiendo en un destino que no tendría vuelta atrás, los barcos zarparon
un 3 de agosto de 1492 y fui viendo como dejaba toda mi vida atrás, en ese preciso momento
pude pensar que sería bueno lo que fuera acontecer en tierras lejanas, un nuevo comienzo y
esperanza para este hombre con los pecados de la corrupción, avaricia y codicia encima.
Después de casi tres interminables meses logramos ver las primeras costas de una isla que Colón
habría bautizado como “La Española”, mis ojos empezaron a ver maravillas que solo podían ser
explicadas como la misma creación de Dios. Flores con retoños que jamás hubiera visto, Animales
de lo más imaginables, un aire cálido y agradable, las aguas claras como los mantos de la virgen,
habíamos descubierto una nueva ruta hacia la india.
Al llegar salieron un grupo de personas, no entendía su lenguaje, iban desnudos, con la piel
pintada, armas parecidas a lanzas y piezas de oro encima, Cristóbal los bautizo como indios, nunca
antes había visto un humano con tales características, mi estado era completamente impactado y
en alerta, todo era desconocido para mí.
Ya las razones por las que había tomado tal decisión apresurado de partir a este nuevo mundo
habían quedado en el olvido y mi mente estaba concentrada en todo lo que mis ojos estaban
viendo. Llegamos a la tierra de los indios y todos estábamos maravillados por las riquezas que
tenían, no había indio que no tuviera su trozo de oro colgando de su cuello u orejas, pero también
inmediatamente supe el motivo de este viaje, la cara de los españoles al ver el oro era como ver a
un lobo listo para atacar a su presa, pobre de aquellos indios que creían en el acto noble de los
españoles con su gente.
La misión allí era descubrir donde los indios sacaban tanto oro, si en estas tierras hubiera una
fuente de oro de tanta magnitud sería urgencia absoluta para los españoles hacerse con el poder
de esta. Al pasar los días los indios seguían negándose a mostrar donde sacaban tanto oro y la
paciencia de los españoles se iba agotando, después de un mes decidimos tomar el oro por la
fuerza, sin ningún escrúpulo y con armas en mano se desató una barbarie que nunca había visto,
se derramó demasiada sangre por la avaricia española, se violaron las mujeres, no se dejaron ni
niños ni ancianos, todo indio que mostraba resistencia fue reducido y sometido. No podía creer
tanta crueldad, mi mente no supo que hacer y quede quieto durante todo esto.
Mi trabajo durante la expedición fue de utilero, llevar todas las cosas de los soldados, suministros
y víveres que iban encontrando por el camino, así estaría distante del campo de batalla que los
mismos españoles habían creado. Seguimos entrando isla a dentro y fui descubriendo cada vez
mas maravillas que mis ojos no podrían creer, el sentimiento de ser de las primeras personas que
se encontraran con este mundo, pero la realidad en que estaba sumergido, me ponía a pensar que
si de verdad esto era lo que merecía.
Caigo inconsciente y no me doy cuenta que pasó después, despierto y estoy en una jaula de palos
de madera y con otros dos españoles más. Ninguno de los tres entendía que pasaba y menos que
estaban diciendo aquellos indios, pero lo más seguro que nos fuera a pasar es que termináramos
muertos. Después de dos días se acerca el que creo yo era el jefe y parece hacer un juicio con
nosotros. Ese mismo día se llevan al soldado español Francisco de Sepúlveda, pensamos que en un
instante nos iba a tocar a nosotros, pero pasó toda la noche y no se acercó ningún indio. Al otro
día el Marinero Ruy López es llevado por los indios dejándome a mi solo en aquella celda, logro ver
a lo lejos minutos más tarde como aquellos indios ofrecen como sacrificio a aquel hombre a sus
dioses paganos y beben de su sangre, ya entendí el porque nos dejaron allí esperando, ya entendí
cuál iba a ser mi destino.
Estoy pasando mis últimos momentos antes de mi trágico final, he agarrado unas hojas que habían
en mi cargadera de viaje que usaba para hacer inventario y me he puesto a escribir el transcurso
de mi viaje, pero ahora en el ocaso de mi vida solo queda esperar el destino y maldición que fue
impuesto desde España, una condena de muerte que me perseguiría hasta el nuevo mundo, ya no
sería en una orca en Cádiz, sería un indio ofreciéndome de sacrificio, mis pecados me perseguirían
por toda mi vida, fue totalmente en vano tratar de huir de ellos.
2.
Pecados de lo avaro
Viviré en desagrado
Pensar en huir
Tarde o temprano
Se acabaría mi vivir