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Alquimia de la felicidad

Del gris mate, opaco, del plomo, minusvalorado metal,


que a partir de algunos esfuerzos,
propiedad de los más soñadores vivientes,
alienados en lo privado de sus pensamientos más obstinados,
escudriñan los más profundos secretos de la transformación,
con el fin de conquistar el exterior a partir de sus áureos afanes.
Conquistas inexplicables, para los extraños puertas afueras.
Portadores de otros deseos y poseedores de las más variadas
seguridades, los ajenos a los sueños de la alquimia, para aquellos,
devienen en recalcitrantes calumniadores.
Transformar la realidad, mito o leyenda, es un arrojarse de la más
férrea seguridad de lo posible a un mar embravecido, arrastrado
por el canto de la sirena. Último destino para quienes lo hagan;
las rocas serán las tumbas de los soñadores de la felicidad.
No obstante, para los atiborrados en sus propias seguridades,
a quienes es menester interpelarlos a causa de sus sueños,
menester es advertirles que la llanura de sus apetencias,
les tiene como destino también una piedra con sus nombres.
Para los ateos de la alquimia y los devotos de ella, la felicidad
sigue siendo una incógnita. Para unos implicará salir de sí mismos,
y para otros entrar en ellos. En algún momento han de lograr
transformar su gris corazón en uno que late de felicidad.

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