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Un análisis rápido de la situación mundana actual nos lleva a suponer que vivimos en el peor

de los mundos posibles. Así como la violencia ha penetrado en todos los ámbitos de nuestra
vida, incluso en tiempos de paz, porque es verbalmente violenta. , puede ver que el logotipo
se usa como un artefacto de guerra y lo usan los humanos para continuar la guerra. Siglos de
coerción, enemistad y diferencias de opinión. Eduardo Nicolle, en su idiosincrásico ensayo
'El futuro de la filosofía', llama a esto el contraste que caracteriza nuestro tiempo.
Anteriormente, la violencia era explosiva pero discontinua. La palabra pertenecía al orden de
la paz y, al fin y al cabo, a su agresividad, y en estado de guerra era metamorfosis y anomalía
transitoria. La violencia es universal y duradera, pública y privada, y las palabras violentas no
solo se escuchan en tiempos de guerra, sino que se convierten en instrumentos de guerra en
tiempos de paz. Entonces lo que está desapareciendo es la plenitud de esta paz real.
Parece que vivimos en un mundo que siempre se derrumba con las acciones de hombres
violadores, insensibles, enojados, que desprecian la felicidad humana y carecen de respeto
por la vida. Un mundo donde la guerra es una palabra de telemática, muerte virtual y artillería
pesada. Vivimos en un entorno paradójicamente inhabitable, donde los más altos valores
éticos, morales, estéticos y vitales sufren en el calabozo helado del pragmatismo, y las
ambiciones humanas se hunden en el abismo del utilitarismo.Lo que el pensador puede
vislumbrar en el horizonte no es nada corto. de extinción y desesperación. Porque es como si
la razón se disolviera y un velo de negatividad invisible pareciera cubrir nuestro
entendimiento, como si fuera imposible de mantener. La relación entre vida y verdad, es
decir, todo indica que el futuro de la actividad libre, especialmente de la actividad filosófica,
está en peligro. Su futuro es incierto y amenazado no solo porque lo que sucederá es, por
supuesto, impredecible, sino también porque estos signos presagian una catástrofe inevitable.
Una catástrofe significa la imposibilidad del hombre de cumplir libre y manifiestamente su
misión, y da razón al mundo ya la existencia misma del hombre.

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