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Luis Agüero Wagner

Luis Agüero Wagner


EL CASO
DEL SENADOR
HUEY LONG
Una novela de no ficción sobre la guerra del Chaco

EL CASO DEL SENADOR HUEY LONG

JOEL FILARTIGA
EDICIONES
Luis Agüero Wagner

EL CASO
DEL SENADOR
HUEY LONG
Una novela de no ficción sobre la guerra del Chaco

JOEL FILARTIGA
EDICIONES
Tapa y dibujos: Joel Filártiga y Hernán E. Achucarro

© Luis Agüero Wagner


El caso del senador Huey Long

© JOEL FILÁRTIGA EDICIONES


Tacuary 783
Asunción, Paraguay
Teléfono: 595 982 291 316

Setiembre 2020
ISBN: 978-99925-202-4-6
El director del FBI J. Edgar Hoover, sobre el atentado contra el Senador Long.
Introducción

El 8 de septiembre de 1935, habiendo abandona-


do el senador Long con sus guardaespaldas una se-
sión especial en el Capitolio Estatal de Baton Rouge,
adonde había arribado desde Washington buscando
zanjar en cuestiones locales de su estado, un descono-
cido se le acercó al amparo de la oscuridad y en ese
momento se escuchó un disparo. La guardia de Long
abrió fuego contra el sospechoso ocasionándole a su
turno 51 heridas de bala antes de ser éste identifica-
do como un joven y respetado médico, Carl Austin
Weiss, proveniente de una familia de reconocida al-
curnia en la sociedad local.
Dos meses antes del asesinato, Huey Long denun-
ció de la existencia de unas cintas de grabación donde
Walmsley, dos ex gobernadores de Louisiana (Par-
ker y Sanders) y cuatro representantes del Gobierno
Americano, planeaban su asesinato. Y a mediados de
1934, había realizado incendiarias acusaciones en el
Senado estadounidense con sede en Washington, res-
ponsabilizando a empresas petroleras y a los amos
de las finanzas de Wall Street de haber propiciado la
guerra entre Paraguay y Bolivia por el Chaco.
Quien tiene deseos de adentrarse en las contro-
versias casi infinitas que rodean a este asesinato, que
inspiró películas y guiones laureados en Hollywood,
puede hacerse una idea solo con detenerse en el re-

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ciente documental “61 balazos” producido por una


descendiente de Weiss, Yvonne Boudreaux.
El documental defiende la difundida tesis de que
Weiss había actuado como cabeza de turco y que las
balas que impactaron en Long tenían otra proceden-
cia. En las primeras horas del día 10 fallecía el sena-
dor en el Hospital Our Lady of the Lake, según la
memoria popular de Louisiana como víctima de la
avidez sin límites del imperialismo petrolero.
El relato de la historia siempre tiene incrustada fic-
ción, asi como la ficción esta siempre impregnada de
realidad histórica. De ahí que estas páginas puedan
considerarse una novela de no ficción, tal vez una no-
vela testimonial, o quizás no. Todo quedara supedita-
do a la consideración del lector, a su imaginación y a
su valoración subjetiva, que es en definitiva la que da
vida y animo a personajes que aquí aparecen devuel-
tos a la vida, por deber de memoria, en la quietud
mortuoria de la palabra escrita.
Aquí presentamos la versión que más circuló en
Paraguay desde la guerra del Chaco, es que la Stan-
dard Oil estuvo detrás de este asesinato para quedar-
se con el subsuelo del Chaco, en tanto en Luisiana la
teoría más difundida coincide con señalar como res-
ponsable de los sucesos a la misma empresa petrole-
ra.
Huey Long la había enfrentado como gobernador
de Luisiana con tanta energía como cuando fue Sena-
dor en Washington.

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el caso del senador huey long

A esta interpretación de los hechos, sin duda, ha


contribuido la historia del siglo XX pues nos ha de-
mostrado una y otra vez que las materias primas bien
valen guerras y magnicidios.

La foto prohibida de Long en su ataúd, que también tiene su historia. Fue


obtenida por Oscar Valenton, periodista de The New Orleans State, desde un
balcón, contaviniendo disposiciones de la policía de Louisiana. Al percibir el
flash, la policía subió para aprehenderlo, pero en pocos segundos él reemplazó
la película por otra, guardando la que contenía esta foto. Así la policía le
incautó un rollo falso, y se pudo conservar esta imagen.

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Dr. Carl Weiss, médico otorrino, supuesto asesino del senador Huey Long. Del
cuerpo de Long se extrajeron balas calibres 45 y 38, que no correspondían con
el arma que Weiss portaba el domingo 8 de septiembre de 1935 a las 21 y 30 de
la noche, que era calibre 32.

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I. LA AUTORIDAD SIEMPRE OLVIDA
AL REY QUE AGONIZA

LA ESCENA DEL CRIMEN - NUEVO CAPITOLIO ESTATAL, BATON


ROUGE, LOUISIANA. FECHA 8 DE SEPTIEMBRE DE 1935

REPARTO DE ACTORES
Huey: Huey P. Long, Jr., gobernador de Luisiana
desde 1928 hasta 1932. Durante el período fue elegido
senador de los Estados Unidos, pero continuó como
gobernador hasta concluir su mandato. Fue el gran
elector para que lo sucediera Oscar K. Allen, consi-
derando el imponente peso de su aparato electoral, y
siguió ejerciendo gran influencia en los asuntos de su
estado. Le dispararon en un pasillo del nuevo capito-

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lio estatal el 8 de septiembre de 1935 y murió el 10 de


septiembre.
Los oponentes de Huey lo consideraban un demagogo extra-
vagante y despiadado. Cargó la nómina estatal con sus com-
pinches, presionó a una legislatura supina para que aprobara
sus propuestas y gradualmente extendió su poder hasta que
prácticamente todos los funcionarios, tribunales y gobiernos
municipales del estado estuvieron bajo su control. Algunos
analistas políticos comparaban su régimen con las dictaduras
fascistas europeas de Benito Mussolini en Italia, Engleburt
Dollfus en Austria (que fue asesinado en 1934) y Adolph Hit-
ler. Weiss había estado expuesto a estos dictadores cuando hizo
una pasantía en Europa antes de regresar a Luisiana. No había
duda de que la política despiadada de Huey engendró legiones
de enemigos acérrimos. Entre ellos se encontraban maestros
de escuela y trabajadores estatales despedidos porque sus polí-
ticas estaban “equivocadas”, líderes anti-Huey de parroquias
rurales se volvieron a pastorear y miembros genuinamente
perturbados de la clase media.

Weiss: Carl Austin Weiss, M.D., el presunto asesi-


no de Huey aunque una abrumadora mayoría duda
de las versiones oficiales. Era un especialista en ojos,
oídos, nariz y garganta y en 1932 se unió a la práctica
de su padre en Baton Rouge. Era detractor de Huey
y fue asesinado a tiros por sus guardaespaldas en el
mismo pasillo del capitolio estatal el domingo 8 de
septiembre de 1935. Su hijo pequeño se llamaba Carl
Austin Weiss, Jr.
Había sido un Boy Scout, un grupo que enfatiza el servicio a
los demás. Cuando era niño tenía un temperamento rápido,
que a veces parpadeaba si pensaba que un subordinado estaba
siendo intimidado. Su madre dijo que se tomaba la vida en
serio: lo justo con él estaba por encima de todo lo demás.
Era religioso e inherentemente una persona idealista y sensi-
ble. Yvonne dijo que siempre fue muy tranquilo y deliberado.

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el caso del senador huey long

Se convirtió en interno habitual en el Bellevue Hospital de


Nueva York durante dos años y se ganó la reputación de ser
detallista y minucioso, un perfeccionista. La enfermera de su
oficina en Baton Rouge dijo que en las operaciones más delica-
das, sus manos estaban perfectamente firmes. Tenía una pro-
funda preocupación por sus pacientes e hizo visitas a domicilio
para comprobar su estado. Un colega dijo que siempre fue una
persona decidida y de voluntad fuerte, y se dijo que odiaba a
Huey con vehemencia. Estaba profundamente angustiado por
la forma represiva de gobierno que sentía que existía en el es-
tado debido a Huey.
Le gustaban las armas de fuego y pasaba mucho tiempo con su
pistola calibre 32, pero no era un disparo excepcional porque
era miope. Era de estatura pequeña con 5’10 “, 132 libras.Es-
tuvo rodeado a diario de informes sobre los abusos de Huey y
su dictadura. Dentro de su edificio de oficinas había una de las
mayores concentraciones de sentimiento anti-Huey en Baton
Rouge. La mayoría de sus contactos sociales eran anti-Huey.
Debido a Huey, en enero de 1935 se declaró la ley marcial en
Baton Rouge y parecía que los camisas pardas de Alemania y
los camisas negras de Italia habían sido trasplantados a la ciu-
dad. En casa, Weiss y su familia hablaban de política a la hora
de comer. Weiss padre, sentía que Huey representaba todo lo
que estaba mal, era deshonesto y malintencionado. Aunque
el edificio del capitolio estatal estaba a solo unas cuadras de
distancia, su madre dijo que nunca había puesto un pie en el
edificio porque para ella era un símbolo gigante del ascenso al
poder de un dictador.
Percibir como dictador a un líder político imposible de ser de-
rrotado por las urns es una valoración recurrente en la histo-
ria y el caso de Huey Long es solo uno de tantos
La hermana de Yvonne, Marie, era maestra de escuela y su tío
Paul Pavy era director de escuela en la parroquia St. Landry,
pero un mes antes del tiroteo ambos fueron despedidos por una
junta controlada por Huey.
Casi al mismo tiempo, una de las amigas cercanas de Yvonne
en Baton Rouge perdió su trabajo en una purga escolar ma-
siva.
Un artículo en New Orleans Item-Tribune el 13 de septiembre
decía que una paciente de Weiss, una maestra que era el único

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sostén de su madre viuda, sintió que había perdido su trabajo


debido a Huey y expresó su angustia. en la oficina de Weiss
el viernes, dos días antes del tiroteo. Había sido despedida por
una junta controlada por Huey que seleccionaba a los maes-
tros para el servicio en el sistema escolar. que este incidente le
demostró a Weiss que nadie estaba a salvo de los tentáculos de
Huey y que lo único que podía detener al monstruo era una
bala.

Weiss padre: Carl Adam Weiss, el padre de Weiss.


Era un destacado especialista en ojos, oídos, nariz y
garganta con una oficina en el séptimo piso del edifi-
cio Reymond en el centro de Baton Rouge. También
era opositor a Huey Long.
Tom Ed: Thomas Edward Weiss, era el hermano
menor de Weiss. En 1935 estudiaba en la Louisiana
State University (LSU) en Baton Rouge.
Juez Pavy: Benjamin Henry Pavy, era en 1935 juez
de distrito en St. Landry Parish y llevaba unos vein-
ticinco años en el cargo. Era un recalcitrante enemigo
de Huey Long.
Yvonne: Louise Yvonne Pavy, hija del juez Pavy y
esposa de Weiss.
Forense Bird: Thomas B. Bird, M.D. era el forense
responsable de Baton Rouge Este, y fue quien iden-
tificó el cadáver de Weiss y luego realizó una inves-
tigación sobre su muerte. También era detractor de
Huey Long.
Fiscal de distrito Odom: John Fred Odom, fiscal
de distrito de East Baton Rouge Parish, fue quien in-
terrogó a los testigos en la investigación forense sobre
la muerte de Weiss. Un mes antes había estado pre-
sente en una reunión realizada en el Hotel De Soto en

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Nueva Orleans, donde según Huey Long, un grupo


de notables había conspirado contra él y planeado su
asesinato.
BCI: la Oficina de Identificación e Investigación
Criminal, que un año después se convirtió en una
división de la Policía Estatal de Louisiana. Los guar-
daespaldas de Huey respondían a esa organización.
General Guerre: El General de brigada Louis F.
Guerre era el jefe del BCI en 1935. Abandonó el cargo
en 1940 por discrepancias con un gobernador electo
ese año.
Roden: Murphy Roden, un guardaespaldas, que
testificó que estaba frente a Huey cuando le dispara-
ron. Dijo haber portado una pistola automática cali-
bre 38 y haber disparado diez veces contra Weiss.
Messina: Joe Messina, también guardaespaldas,
testificó que estaba a unos dos metros y medio de
Huey cuando le dispararon. Descargó dos balas de
su pistola sobre Weiss que se encontraba a dos me-
tros de distancia.
Coleman: Elliot D. Coleman, otro guardaespal-
das, que testificó que estaba a escasos metros de
Huey cuando le dispararon. Disparó su pistola contra
Weiss tres veces.
Bates: Joe Bates, guardaespaldas, testificó que es-
taba a unos metros de Huey cuando le dispararon,
pero no usó su arma.
Voitier: Paul Voitier, guardaespaldas, testificó que
estaba a menos de un metro detrás de Huey cuando
le dispararon. Portaba una pistola automática calibre

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38 y disparó a Weiss cinco veces desde una distancia


que no alcanzaba los dos metros.
McQuiston: George McQuiston, guardaespaldas.
Cuando se le llamó para testificar, rechazó presentar-
se, siendo el único de los custodios que tuvo esa acti-
tud. Fue excusado por el fiscal de distrito Odom.
Frampton: Charles Frampton, reportero del pe-
riódico New Orleans considerado un secretario de
prensa oficioso de Huey. Testificó que estaba en la
sala de recepción fuera de la oficina del gobernador
y mientras se preparaba para abrir la puerta al pasi-
llo escuchó un disparo, luego abrió la puerta y vio a
Huey desplazándose por el pasillo con las manos en
el abdomen.
Fournet: John B. Fournet, juez de la Corte Supre-
ma de Luisiana y aliado cercano de Huey, testificó
que estaba frente a Huey cuando le dispararon.
Riddle: C. A. Riddle, representante estatal, testifi-
có que estaba a menos de dos metros de Huey cuan-
do le dispararon.
Wimberly: L. M. Wimberly, representante estatal,
testificó que estaba a unos tres metros de Huey cuan-
do le dispararon.
O’Connor: James “Jimmy” O’Connor, miembro
de la Comisión de Servicios Públicos de Luisiana y
cercano a Huey. Antes del tiroteo estaba en el umbral
de la Cámara, momento en el cual Huey lo envió al
restaurante del sótano a buscar cigarros.
Dr. Vidrine: Arthur Vidrine, M.D., médico de
confianza de Huey que lo había nombrado director

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del Hospital de la Caridad de Nueva Orleans y la


nueva Escuela de Medicina en la misma ciudad.
Fue el cirujano principal cuando operaron a Huey
después del atentado.
Dr. Cook: William H. Cook, M.D. de Baton Rou-
ge, participó en la cirugía de Huey.
Prof. Starrs: el profesor James Starrs, abogado y
experto forense de la Universidad George Washing-
ton en Washington, D.C. Exhumó el cuerpo de Weiss
en 1991 con el permiso de la familia y dictaminó que
era improbable que haya sido el asesino.
Teniente Moreau: Teniente Don Moreau, inves-
tigador de la Policía Estatal de Luisiana, fue asigna-
do para investigar la balacera del 8 de Septiembre de
1935 cuando se reabrió el caso. Escribió el informe de
la investigación final, fechado el 5 de junio de 1992.
La transcripción de la investigación de Weiss rea-
lizada por el taquígrafo oficial de la corte, fue ingre-
sada en el Registro del Congreso del Senado de los

1 Fue la investigación de un forense sobre la muerte de Weiss, no fue un jui-


cio. Fue realizado por el forense Bird y el fiscal de distrito Odom, ambos
anti-Huey, ante un jurado de cinco personas. Es posible que los testigos no
hayan sido secuestrados antes de declarar, pero cualquier crítica por eso debe
dirigirse hacia Odom, quien tenía la autoridad para hacerlo.
La investigación estaba programada para las 10:00 a.m. del lunes 9 de sep-
tiembre, el día después del tiroteo y el día antes de la muerte de Huey. Su-
puestamente sus últimas palabras antes de ser operado el domingo por la
noche prohibieron cualquier declaración sobre el tiroteo por parte de nadie
más que él, por lo que no apareció ninguno de sus cohortes o guardaespaldas.
Dos personas testificaron, una de las cuales era Frampton, pero ninguna de
las dos había visto el primer disparo. Se reinició para el martes por la tarde,
pero Huey murió temprano esa mañana y todo estaba alborotado, por lo que
no apareció nadie. Se reinició para el jueves, pero su funeral se llevó a cabo ese
día y se necesitaron guardaespaldas para el funeral, por lo que nuevamente
no apareció nadie. Se reinició para el lunes 16 de septiembre a las 10:00 a.m. y
esta vez los guardaespaldas estaban presentes

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Estados Unidos por el senador Russell Long, hijo de


Huey, el 10 de septiembre de 1985, el 50 aniversario
del luctuoso suceso.

EN LA ESCENA DEL CRIMEN


El 6 de Septiembre de 1935 Huey Long, quien ejer-
cía una banca como Senador en Washington, arribó
a Baton Rouge, capital del estado de Luisiana, para
saldar cuentas pendientes con adversarios políticos.
Huey Long, quien era el que cortaba el bacalao en
su estado, exhortó a su aliado el gobernador Allen,
que dispusiera una sesión especial de la Legislatura
para el sábado 7 de septiembre de 1935 a la hora vein-
tidós.
En la fecha y hora señaladas, fueron presentados
cuarenta y dos proyectos de Ley, de los cuales treinta
y nueve habían sido redactados por Huey y sus parti-
darios. Todos ellos fueron remitidos a las comisiones
pertinentes para su estudio, y la cámara alta del es-
tado convino que el lunes por la mañana se reuniría
para discutirlos con la base de lo ya decidido por los
representantes.
La Cámara baja se reunió el domingo 8 de sep-
tiembre por la mañana y en presencia de Huey, los
treinta y nueve proyectos de ley por él solicitados fue-
ron fácilmente aprobados. Se programó una segunda
reunión para ese mismo día domingo a las veinte,
donde se entregarían los informes de las comisiones

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y se pondrían a punto los argumentos para el debate


al día siguiente en el Senado Estatal.
Se logró el quórum para las veinte y treinta, nue-
vamente con la presencia del Senador Long. Cerca de
una hora más tarde, habiendo alcanzado todos sus
objetivos políticos y notando que los representantes
daban señales de encontrarse a punto de levantar la
sesión, Huey salió del recinto por una puerta lateral y
tomó rumbo hacia el oeste por el corredor que llevaba
a la oficina del gobernador.
Se caracterizaba por un paso rápido cuyo ritmo
inusual resultaba difícil mantener, aún para los cus-
todios. Roden testificó posteriormente que había he-
cho el mismo recorrido varias veces esa noche. En
ese momento quería dar instrucciones al periodista
Frampton que se encontraba en las oficinas del gober-
nador, pero como lo vio al teléfono, dio media vuelta
y volvió por el mismo recorrido en sentido inverso.
El sector del corredor donde se desplazaba en-
tonces es una bahía delimitada por cuatro pilares de
mármol travertino. Se detuvo cerca de donde un ro-
setón se dibuja en el suelo y habló con un activista
sobre un mitin de sus seguidores que debía realizarse
a la mañana siguiente.
De acuerdo con la versión oficial Fournet y Roden
estaban entonces directamente frente a él, cuando un
joven delgado, de traje blanco y con una pistola en la
mano derecha, se le acercó en diagonal, se la clavó en
el abdomen y disparó. Segundos antes, Fournet y Ro-
den vieron que la persona que se acercaba al amparo

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Los actores más cercanos entre los involucrados en la escena del atentado del
8 de Septiembre de 1935: 1- Huey Long 2- Carl Weiss 3- Paul Voitier 4- John
Fournet 5- Murphy Roden

de la penumbra portaba un arma, pero al intentar in-


tervenir ya se había escuchado un disparo.
Huey acusó el impacto de bala, para luego des-
plazarse con dificultades en dirección oeste. Lo hizo
caminando con el torso encorvado y sosteniendo las
manos contra el abdomen.
Roden forcejeó con el atacante y ambos cayeron
al piso luchando por la posesión del arma, instante
en el cual algunos testigos dicen haber escuchado un
segundo disparo. Es poco realista pretender haberlo
distinguido, pues inmediatamente una ráfaga de ba-
las retumbó en el estrecho pasillo, haciendo bailotear

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por breves segundos la figura del agresor, que fue


empujado por la descarga hasta caer aparatosamen-
te en la esquina sureste del espacio. Ya tendido en el
piso, siguió recibiendo municiones que hoy sabemos,
superaron las sesenta.
Allí quedó el cadáver en escena hasta que llegó el
forense Bird quien lo identificó como Weiss.
Fournet, Roden, Coleman, Bates, Voitier y Wim-
berly testificaron posteriormente que vieron a Weiss
disparar contra el Senador Long. En contrapartida,
Riddle y Messina testificaron no haber visto a Weiss
disparar contra Huey, aunque si se percataron que
portaba un arma.
Coleman testimonió que durante el lapso que
duró el tiroteo lanzó un golpe de puño contra Weiss
golpeando a otra persona, pero en un segundo inten-
to logró su objetivo. Voitier dijo al respecto que vio a
Coleman lanzar los puñetazos, pero que fue el primer
golpe el que logró acertar.
Se deduce que esos golpes fueron los que hicieron
caer a Weiss y Roden durante el forcejeo.
Roden testificó que pensó que Weiss disparó solo un tiro, pero
en dos entrevistas separadas con años de diferencia, dijo que
todo el tiroteo lo cegó temporalmente, después de lo cual un
policía estatal lo llevó al cercano Hospital Our Lady Of The
Lake para recibir tratamiento. Allí notó que faltaba su reloj
y vio un surco sangrante en el dorso de su muñeca, que le
dejó una cicatriz. Dos días después, el jefe de policía de Baton
Rouge devolvió el reloj y dijo que alguien lo había encontrado
en el suelo y se lo había dado a la policía. Roden notó una abo-
lladura en el marco del reloj, que aparentemente fue causada
por una bala de pequeño calibre. Había visto salir un proyectil
cuando el hombre le disparó a Huey, y le dijeron que cuando

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recuperaron el arma del suelo, otro proyectil quedó atrapado


en el mecanismo de expulsión, lo que significaba que se habían
disparado dos cartuchos. A partir de entonces, creyó que el
hombre disparó un segundo disparo durante la pelea, que es
la única conclusión que se ajusta a las dos heridas leves que
sufrió en la mano derecha y la muñeca izquierda.
El cargador de cartuchos normalmente contiene siete, y el
forense Bird dijo que cuando se recuperó la pistola del suelo
después del disparo, el cargador contenía cinco cartuchos y
un cartucho vacío estaba atascado en el eyector. (Un perfec-
cionista en una misión se aseguraría de que un arma estuviera
completamente cargada con siete cartuchos, lo que indica que
se dispararon dos tiros). La propiedad de la pistola se rastreó
hasta Weiss, y ella y el cargador, cinco cartuchos, y el reloj es-
tán en una vitrina en la “Exhibición de Asesinatos” en el Old
State Capitol, Viejo capitolio estadual, en North Boulevard.
Un cartucho de armas pequeñas consiste en una carcasa de
metal (proyectil) que sostiene una bala de plomo, y cuando
se dispara el arma, la bala se separa del proyectil y sale por el
extremo del cañón. En un revólver, cada cartucho se carga en
una cámara separada dentro de un cilindro y cuando se dis-
para el arma, el cartucho vacío permanece dentro de la cáma-
ra. En una pistola automática, los cartuchos se cargan en un
cargador de cartucho, y cuando se dispara el arma, el cartucho
vacío se expulsa de la pistola mediante un mecanismo de ex-
pulsión. Si el eyector se atasca, el proyectil permanece dentro
de la pistola y evita que se vuelva a disparar.
Cuando McQuiston fue llamado a testificar, dijo: “No me im-
porta hacer declaraciones de ningún tipo”. El fiscal de distrito
Odom no forzó el asunto y lo excusó de testificar. Roden y
Messina testificaron que McQuiston estaba cerca de la escena
del tiroteo, y Frampton testificó que McQuiston tenía una pis-
tola en la mano, pero nadie testificó que la disparó.

Todos los testigos coincidieron en que Weiss era


el agresor, que se acercó a Huey sin decir una palabra
y le disparó, para ser luego abatido por los guardaes-
paldas. Ninguno de los testigos recordaba que un al-
tercado entre los dos hubiera precedido al tiroteo.

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el caso del senador huey long

La mayoría de los testimonios señalaron que se


oyeron dos disparos casi simultáneos, y luego de una
breve pausa se inició la ráfaga de más de sesenta ba-
lazos2
El forense Bird dijo que encontró en el cuerpo de
Weiss dos orificios de bala en la cabeza, treinta en la
parte delantera del cuerpo y veintinueve en la espal-
da, pero era imposible saber cuáles eran heridas de
entrada y cuáles eran de salida porque había dema-
siadas. (Si las heridas en la parte delantera y trasera
fueron hechas por la misma bala, entonces le dispa-
raron treinta y una o treinta y dos veces). Se recupe-
raron dos balas justo debajo de la piel, una calibre 38
y una calibre 45. Al concluir la investigación, el jura-
do emitió este veredicto: “El Dr. Carl A. Weiss murió
como resultado de heridas de pistola en la cabeza, el
pecho y el abdomen (mortales)”
Aunque algunas personas pueden estar preocu-
padas porque casi todos los testigos eran pro-Huey y
no testificaron hasta una semana después del tiroteo,
debe tenerse en cuenta que Frampton testificó la ma-
ñana siguiente.
Aunque era partidario de Huey, como periodista
también tenía la obligación de informar un hecho de
manera justa y precisa.

2 El pasillo donde ocurrió el tiroteo mide 8’ pies de ancho en la mayor parte de


sus 150’ de largo, excepto fuera de la sala de recepción, donde se ensancha a
12‘para formar una bahía de aproximadamente 12’ x 20 ‘de largo. La bahía
donde confluyen corredores está enmarcada en cada una de las cuatro esqui-
nas por un pilar de mármol travertino, y en el hueco junto al pilar en el lado
sureste es donde Weiss estaba esperando.

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DUDAS SOBRE UN CORTE EN LOS LABIOS


En la investigación, Frampton y Bates testificaron
que después de los disparos contra Huey Long, éste
se dirigió hacia el oeste para ingresar a un pasadizo
a unos diez metros del lugar del tiroteo, accediendo
a una escalera de cuatro niveles para bajar los veinti-
nueve escalones que conducían al sótano.
O’Connor volvía con los puros que Huey le había
enviado buscar y estaba regresando a la cámara cuan-
do escuchó los disparos, para luego encontrarse con
el Senador Long que bajaba tambaleante las escaleras.
Huey le explicó que le habían disparado e inme-
diatamente después, escupió sangre manchando la
chaqueta que vestía O’Connor, quien de inmediato le
ayudó a llegar a la puerta trasera.
Afuera, O’Connor se acercó a un automóvil de
cuatro puertas y su dueño accedió a llevarlos al Hos-
pital Our Lady Of The Lake.
Se sentaron en la parte trasera con Huey reclina-
do en el asiento trasero, con las manos presionando
el abdomen y apoyando la cabeza en el hombro de
O’Connor.
O’Connor testimonio más tarde que con el correr de los años,
conoció una docena de personas que afirmaron haber estado
en el automóvil con ellos, aunque él no recordaba a ningún
acompañante más que el conductor.

Recién en el hospital se enteró que Huey no había


recibido disparo alguno en el rostro ni en los labios,
pero que en la refriega sufrió un corte en el labio in-
ferior, causa de un profuso sangrado. Otras versiones

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el caso del senador huey long

afirman que el corte en los labios había sido acciden-


tal.
El Dr. Cook testificó que en el hospital otro médi-
co le señaló la herida en el labio inferior de Huey, que
parecía reciente, y cuando se limpió con una esponja
húmeda sangró un poco. Como nadie en la escena del
atentado pudo certificar que fue allí donde Long reci-
bió un golpe en la boca, se especuló que pudo produ-
cirse en algún tropiezo mientras bajaba las escaleras.
El fiscal general del estado, Gaston Porterie, pre-
guntó al médico si tras recibir disparos y verse obli-
gado a bajar cuatro tramos de escaleras sinuosas, era
posible presumir que la herida fuera debida a un
golpe. El corte en los labios podía ser relevante para
determinar si hubo o no discusión previa entre Huey
y Weiss, dada las versiones que se debió a un golpe
previo a los disparos lanzado por el atacante.
Podría también haber sido un golpe contra una
superficie dura como un pasamano, ángulo de már-
mol o hierro la causa de la lesión. Cook respondió
que cualquier contusión o trauma como ese podría
haberlo causado.
Debido a las heridas, Huey se había desplazado
penosamente por el pasillo, en una posición agacha-
da y con una mano sostenida contra la herida. Cuan-
do llegó al sector de la escalera estaba tambaleándo-
se, visiblemente dolorido. Es lógico suponer que al
bajar las escaleras lo hizo prácticamente en cuclillas
con una mano llevada a la herida, mientras trataba de
sujetarse a la barandilla con la otra.

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Un movimiento en falso en esa condición pudo


haber sido la causa de un golpe contra la barandilla
que causó la herida en los labios.

IDENTIFICACIÓN DEL ASESINO


Frampton testificó que el cuerpo del agresor yacía
inerte boca abajo en el suelo y no fue tocado hasta que
llegó el forense Bird y ordenó que lo retiraran. Los
guardaespaldas y la policía despejaron el piso princi-
pal de curiosos y evacuaron el pasillo.
El general Guerre desplegó entonces a sus hom-
bres en todas las salidas y cerró el edificio.
También prohibió la circulación de personas no
identificadas, de tal forma que solo accedían los fun-
cionarios estatales y los encargados de servicios den-
tro del Capitolio Estatal.
El jefe de la policía caminera, E. P. Roy, desplegó
su personal alrededor del cuerpo y quedó sin identi-
ficar hasta que llegó el forense Bird.
Bird recurrió a Helen Gilkison, reportera del New
Orleans Item-Tribune, para que lo ayudara a regis-
trar el cuerpo.
En los bolsillos se encontraron una billetera con
seis dólares, una pluma estilográfica, una tarjeta de la
sociedad médica, una navaja de bolsillo con mango
de hueso, una licencia expedida para ejercer la medi-
cina que se encontraba al día, tarjetas personales y un
comprobante de haber pagado impuestos.

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el caso del senador huey long

Bird testimonió que fue hallada una pistola auto-


mática Browning belga de calibre 32 junto al cuerpo,
luego identificada como perteneciente a Weiss.
Los detectives de la policía de Baton Rouge se lle-
varon la pistola de la escena, y de acuerdo a los docu-
mentos quedo en posesión de la BCI.
El fiscal de distrito Odom en una declaración es-
crita en noviembre de 1944 dijo que la BCI guardó
todas las balas disparadas y luego encontradas en el
lugar, negándose a entregarlas.
Se conservan fotografías del cuerpo después de
haber sido volteado y yaciendo boca arriba, con un
sombrero a su lado.
El joven médico tenía apenas veintinueve años.
Estaba vestido con la ropa que usó para la iglesia esa
mañana, un traje de lino blanco con un sombrero Pa-
namá y zapatos negros.
El tiroteo ocurrió aproximadamente a las 9:22 p.m.
El forense identificó el cuerpo unos treinta minutos
después del tiroteo, que serían las 21:52. Sin embar-
go, en el informe de investigación final emitido por
la policía estatal en junio de 1992, se hace referencia a
una llamada telefónica desde Washington, D.C. a una
persona en Baton Rouge que identificó a Weiss como
el agresor.
La llamada se recibió a las 21:33 horas, aproxima-
damente once minutos después del tiroteo, que es
diecinueve minutos antes de la hora en que el forense
lo identificó. Un corresponsal de United Press Inter-
national supuestamente obtuvo la información del

27
luis agüero wagner

presidente de la Cámara, Allen Ellender, en el Hospi-


tal Our Lady Of The Lake, donde fue llevado Huey.
Al parecer, alguien en el lugar del tiroteo recono-
ció al agresor como Weiss, aunque su cuerpo yacía
boca abajo hasta que llegó el forense. Persisten dudas
de quien podría haber sido, ya que la mayoría de las
personas en el pasillo eran guardaespaldas y aliados
políticos de Huey, quienes supuestamente no cono-
cían a Weiss.
Se consigna en los testimonios que Mildred Sán-
chez, de quince años, había llegado al capitolio con su
hermana y otra adolescente y los padres de esa niña.
Su propósito era tratar de conseguir el autógrafo de
Huey, por lo que los adolescentes se separaron.
Mildred conocía a Weiss y lo vio en la rotonda
del primer piso (Memorial Hall). Cuando se acercó a
él, tras reconocerlo, intercambió saludos, para luego
despedirse y alejarse por el pasillo.
Al parecer, se encontraba cerca cuando comenzó
el tiroteo, porque un policía testificó que al escuchar
los disparos, la cubrió y empujo contra la pared.
Cuando cesó el tiroteo, es muy posible que haya
sido la primera persona en identificar a Weiss. Como
luego se dirigió rápidamente al hospital donde se
encontraba Huey, pudo haberse encontrado con el
reportero y relatar los hechos, explicándose así la lla-
mada telefónica de las 21 con 33.

28
el caso del senador huey long

LA MANIOBRA DE REDISTRIBUCIÓN DE LOS


DISTRITOS ELECTORALES
La maniobra para redistribuir los distritos electo-
rales, que perjudicaba al suegro de Weiss, es conside-
rada por algunas versiones como determinante en los
hechos. El médico habría reaccionado violentamente
ante las intenciones de Long y sus partidarios de ha-
cer a un lado al Juez Pavy, tomando la determinación
de perpetrar el atentado.
Una famosa obra de literatura que se supone ins-
pirada en el asesinato de Long fue la que popularizó
este intento de explicarlo.
El domingo por la tarde, el día del tiroteo, Huey se
reunió con un grupo de líderes legislativos y durante
la reunión telefoneó al editor Joe David en Nueva Or-
leans y le dijo que pronto se enviaría la copia de una
circular importante sobre el juez Pavy.
Huey ideó un plan para frustrar la reelección del
juez Pavy, suegro de Weiss, de tal suerte que el desti-
no de su detractor resultaba inexorable. El plan con-
sistía en redistribuir distritos electorales de tal mane-
ra que quedaría extinta la clientela política del Juez
Recto, pues todos los votantes serian trasladados a
tres parroquias adyacentes. Esta reorganización ten-
dría su punto de partida con un proyecto de Ley a ser
presentado el fin de semana del atentado.
En la ficción de Robert Penn Warren el juez recto es el
alter ego de Pavy, que opta por el suicidio al ser descu-
bierto un soborno recibido por él muchos años atrás. Lo
había intuido Willie Stark cuando afirmaba que el hom-
bre siempre es concebido en el pecado y nace en la corrupción,

29
luis agüero wagner

para pasar de la fetidez de los pañales al hedor del sudario.


Siempre se encuentra una mancha en cualquier hombre, por
mas impoluto que parezca. La explicación difundida de
que Weiss actuó para vengar la afrenta a su suegro, es
un subproducto de esta ficción literaria.

El periódico Baton Rouge State-Times del sábado


por la tarde en su portada anunció que la legislatura
se reuniría esa noche a las 10:00 p.m. El medio im-
preso ampliaba la noticia en su interior, en la página
nueve, informando que en esa sesión se plantearía el
reordenamiento de distritos electorales que sacaría
de en medio al Juez Pavy.
La versión derivada de la ficción literaria de Ro-
bert Penn Warren, afirma que al leer esa noticia Weiss
decidió acabar con la vida de Huey Long.

EL PLAN HOMICIDA
De acuerdo a la versión cuyas raíces se encuentran
en la novela de Warren, Weiss planificó el ataque de-
cidido a vengar a su suegro.
Fiel a su estilo meticuloso, según esta versión,
Weiss hizo planes de manera precisa y completa.
Como era miope y no era un buen tirador a distancia,
necesitaba acercarse lo más posible a Huey. También
necesitaba apuntar a un área grande del cuerpo por-
que probablemente solo tendría posibilidad de reali-
zar un disparo, después de lo cual los guardaespal-
das que siempre acompañaban a Huey reaccionarían
de inmediato.

30
el caso del senador huey long

Senadores y representantes de la legislatura se re-


unieron a las 10:00 pm del sábado, y todos los pro-
yectos de ley se presentaron en la Cámara Baja, por lo
que el Senado aplazó rápidamente la sesión hasta el
lunes a la espera de la acción de los representantes so-
bre los proyectos de ley. Era de conocimiento común
que cuando la legislatura estuviera en sesión, Huey
establecería su PC en parte de la oficina del goberna-
dor, que estaba ubicada al noroeste de la Cámara con
un corredor en el medio. Huey estuvo en el recinto de
la Cámara el sábado por la noche e hizo varias veces
y en ambos sentidos el trayecto por el pasillo hasta
la oficina del gobernador, con los guardaespaldas y
algunos de sus partidarios a cuestas.
Henry Larcade era un senador pro-Huey y an-
ti-Pavy de la parroquia St. Landry.
La familia Pavy residía en Opelousas y, dado que
Weiss e Yvonne se casaron allí hacía entonces casi
dos años y visitaban el lugar con frecuencia, habían
sido vistos juntos varias veces por Larcade.
En una entrevista, dijo que el sábado por la noche,
mientras caminaba por el pasillo, vio a Weiss de pie
en el recreo justo enfrente de la entrada de la sala de
recepción de la oficina del gobernador.
Esto indicaría que Weiss estaba en una misión de
reconocimiento, y notó que al pararse en el hueco al
lado del pilar sureste estaría protegido de la vista de
una persona que caminara por el pasillo desde la cá-
mara hasta la oficina del gobernador

31
luis agüero wagner

También notó que la


mayoría de las personas
en el pasillo que espera-
ban a Huey estaban ves-
tidas de traje y que deam-
bulaban por el pasillo sin
ser molestados por nadie
La casa de Weiss en 527 Lake-
land Drive (hoy señalizada)
estaba a solo unas cuadras del
capitolio, a unos cinco minu-
tos a pie, por lo que pudo haber
caminado allí el sábado por la
noche. Pero si lo hacia esa no-
che, podría despertar sospechas
de su esposa Yvonne, especial-
mente si salía de casa vestido
de traje.

Se dio cuenta de que las dos calles que conducían


al capitolio estaban llenas de automóviles, algo que
siempre sucedía cuando Huey estaba allí, por lo que
tenía que encontrar un lugar de estacionamiento de
fácil acceso.
El gran estacionamiento frente al capitolio esta-
ba cerrado al público cuando la legislatura estaba en
sesión, solo los legisladores y otras personas auto-
rizadas podían estacionar allí, y ambos accesos que
conducían al estacionamiento estaban bloqueados y
custodiados por guardias.
El sábado por la noche asistieron 30 de los 39 se-
nadores, por lo que nueve plazas de aparcamiento
quedaron vacías. De los 105 representantes estaban

32
el caso del senador huey long

presentes solo 85, dejando otras veinte plazas de apar-


camiento vacantes, sumando un total de veintinueve
lugares disponibles. Había al menos esa cantidad el
domingo por la noche porque la reunión del Senado
estaba suspendida hasta el lunes.
Weiss llevaba su licencia para ejercer la medicina
y una tarjeta de visita, y una calcomanía en el auto-
móvil lo identificaba como profesional médico.
La Cámara estaba programada para reunirse a las
8:00 pm del domingo. Si se acercaba a la barricada
alrededor de las 9:00 p.m. con su maletín médico a
la vista en el asiento, se identificaba como médico,
presentaba su licencia médica y su tarjeta de visita y
decía que tenía una cita adentro, tenía muchas posibi-
lidades de acceder al estacionamiento.
También había espacios reservados para el perso-
nal médico, algo que había notado el sábado.
Las dos familias Weiss vivían a pocas cuadras de
distancia y compartían el único automóvil familiar,
un Buick negro de 1931, y cada familia tenía un juego
de llaves. Weiss solo tenía un activo, una póliza de se-
guro, por lo que probablemente el automóvil estaba
registrado a nombre de Weiss padre.
Es posible que el automóvil solo requiriera una
llave para funcionar, porque en la década de 1930 la
mayoría de los automóviles tenían una llave que ac-
cionaba el encendido y las cerraduras de las puertas.
Un médico no dejaría su maletín en un vehículo
sin llave, por lo que resulta obvio que Weiss dejó con
llave su vehículo al descender.

33
luis agüero wagner

LA INTRAHISTORIA DEL AUTOMóVIL


Después de que Tom Ed estuvo seguro de que
su hermano había sido asesinado, fue al capitolio en
busca de información, pero el acceso al edificio ya es-
taba bloqueado. Él y su primo llegaron entre las 10:30
p.m. y las 11:30 p.m.
El automóvil fue encontrado en el estacionamien-
to contra la acera directamente en frente del edificio
y era el único automóvil en el estacionamiento. Al
respecto, hay versiones contradictorias, una de ellas
afirma que el auto se encontraba cerrado con llave
y otra dice lo contrario. Incluso que el automóvil se
encontraba con las dos puertas abiertas y que varias
pertenencias de Weiss se encontraban esparcidas a su
alrededor.
Weiss usualmente guardaba la pistola en su ma-
letín médico o en un compartimiento del tablero, y
Tom Ed afirmó que la guantera estaba abierta, con
signos de que alguien había hurgado en su interior.
El forro de algodón blanco que usualmente conte-
nía la pistola estaba en el piso. La pistola se aceitaba
regularmente para mantenerla en buenas condicio-
nes de funcionamiento, y el forro cumplía la función
de evitar que el arma manchara otros objetos.
Si Weiss dejó el forro y guardó la pistola en el bol-
sillo, sus intenciones eran obvias.
Tom Ed envió al primo a la casa de su padre para
obtener una llave del auto mientras caminaba al ex-
tremo norte del edificio para hablar con algunos poli-

34
el caso del senador huey long

Buick modelo 1931. En este automóvil se desplazó Weiss la noche del


atentado, a pesar de que podía haber llegado caminando al Capitolio Estatal
de Baton Rouge en cinco minutos, y un intenso tráfico y barreras policiales
dificultaban el paso.

cías, pero éstos no quisieron darle ninguna informa-


ción.
Cuando regresó al frente del edificio, el auto ya no
estaba.
Debieron entonces buscar el automóvil por espa-
cio de una hora, hasta hallarlo en una amplia pasarela
peatonal en los jardines al sur del estacionamiento.
Obviamente la policía fue quien lo movió, pero
las motivaciones siguen en la nebulosa de las espe-
culaciones. Si consideraban que podían hallar más
pruebas, la policía podía haber dejado un guardia en-

35
luis agüero wagner

cargado de pasar la noche custodiando el automóvil


para evitar que se lo llevaran.
La Cámara suspendió la sesión aproximadamente
en el momento del tiroteo y las reuniones fueron pos-
puestas para el día siguiente. Una explicación sería
que, como una cuestión de rutina, los guardias del es-
tacionamiento tenían la orden de retirar todos los ve-
hículos del estacionamiento al final de la jornada. De
esta manera el estacionamiento estaría vacío cuando
los legisladores y otros funcionarios llegaran por la
mañana.
Por experiencia, los policías sabían cómo desblo-
quear un automóvil rápidamente. Revisaron en el
maletín médico y en los compartimentos exteriores
del vehículo en busca de una llave para arrancar el
coche, lo que explica por qué se encontró el forro del
arma en el suelo en el caso de que Weiss no lo haya
dejado allí.
Tom Ed dijo que Weiss era meticulosamente orde-
nado y una vez lo reprendió por dejar el mismo forro
en el asiento.
La policía sabía cómo dar arranque directo a un
automóvil para ponerlo en marcha, o tal vez tenía fá-
cil acceso a una grúa.
Sea como sea, la amplia pasarela peatonal era un
lugar conveniente para transferir dichos vehículos, y
el cambio de lugar del automóvil se realizó durante
el tiempo que Tom Ed estaba en el extremo norte del
edificio.

36
el caso del senador huey long

LA INTRAHISTORIA DEL ARMA HOMICIDA


La intrahistoria del arma homicida, al igual que
la del automóvil, tiene también más preguntas que
respuestas.
Mientras Weiss realizaba estudios médicos en el
extranjero, visitó una planta de armas en Bélgica que
fabricaba armas de diseño estadounidense para los
mercados europeos, y allí compró el arma que supues-
tamente se usó para disparar a Huey. Era una pistola
automática Browning belga calibre 32 (7,65 mm).
Al regresar a los Estados Unidos, Weiss presentó
una declaración de aduana el 19 de mayo de 1930 en
la que enumeraba la pistola con un valor de ocho dó-
lares.
La pistola que supuestamente se usó para asesinar
a Huey, desapareció desde 1935 hasta 1991, cuando
se encontró en posesión de la última hija supervivien-
te del general Guerre, Mabel Guerre Binnings.
Weiss, Jr. presentó una demanda contra ella re-
clamando la propiedad de la pistola, tras lo cual la
Policía Estatal y el Secretario de Estado se unieron a
la demanda, también reclamando la propiedad o po-
sesión.
La demanda se resolvió cuando se firmó una sen-
tencia aprobando una estipulación escrita entre las
partes en la que Weiss Jr. fue reconocido como dueño
de la pistola, con la condición de que sería donada
por él a la Policía del Estado que tras aceptar la dona-
ción, la transferiría para su custodia y control al Se-
cretario de Estado, quien la entregaría para ser exhi-

37
luis agüero wagner

Arma comprada por Weiss en una planta Belga que fabricaba armas de diseño
estadounidense para los mercados europeos, y supuestamente se usó para
disparar a Huey. Era una pistola automática Browning calibre 32

bida al Museo donde hoy se encuentra, en el edificio


del Antiguo Capitolio del Estado.
Antes de que Weiss, Jr. hiciera la donación, que-
ría que se valuara la pistola para declararla como una
cancelación de impuestos.
Se contactó a un tasador local (Charles Elliot) y
después de que se llegó a un acuerdo sobre el valor
de tasación, se hizo la donación.
Nunca trascendió el valor que alcanzó el arma en
la tasación.
Leslie J. Schiff de Opelousas fue el abogado de
Weiss, Jr. en la demanda judicial y fue quien entregó
la pistola a la oficina del Secretario de Estado en 1993.

38
el caso del senador huey long

El fiscal de distrito Odom que había sido derrota-


do cuando se presentó para su reelección en 1936 se
había pronunciado respecto al arma en aquel tiempo.
Ese noviembre, mientras se preparaba para dejar
el cargo, hizo una solicitud por escrito al general Gue-
rre pidiendo que la pistola automática de Weiss fuera
devuelta a la custodia del tribunal. Guerre declinó la
solicitud por escrito diciendo que era necesario rete-
ner la pistola para realizar una investigación balística
adicional.
Guerre dejó el cargo recién en 1961. Tiempo des-
pués le preguntaron qué había sido de la pistola, y
él respondió que se había quedado en el cuartel ge-
neral de la policía estatal. Los funcionarios de dicha
repartición dijeron que no tenían constancia de ello ni
sabían dónde se encontraba el arma.
Guerre murió poco tiempo después, en 1966.
En 1991, un investigador del Prof. Starrs descubrió
la sucesión legal de Guerre en los registros del Tribu-
nal de Distrito Civil de Nueva Orleans y el expedien-
te de la investigación. Fue entonces que el arma se
encontró en posesión de su última hija sobreviviente,
Mabel Guerre Binnings.
La pistola que coincidía con la descripción y ca-
racterísticas de la pistola de Weiss fue encontrada en
su caja de seguridad en un banco.
El hallazgo propició la reapertura de la investiga-
ción, y se inició el juicio por su posesión.

39
luis agüero wagner

Con la pistola había una grapa, seis cartuchos y


una bala calibre 32 que ya había sido disparada (“la
bala de caja”).
El teniente Moreau dijo que los cartuchos eran ca-
libre 32, estañados, revestidos de cobre, pistola auto-
mática, y la bala coincidía con el tipo de arma.
Cuando se recuperó la pistola del suelo la noche
del tiroteo, se consignó que el cargador contenía cin-
co cartuchos y un proyectil vacío estaba atascado en
el eyector. Por lo tanto, desde esa noche, se agregó al
menos un cartucho a los cinco originales.
Es posible incluso que los seis cartuchos sean nue-
vos (si es así, la bala disparada también puede ser
nueva).
La nariz de la babosa estaba ligeramente desafila-
da, una indicación de que había golpeado una super-
ficie dura como un piso o una pared.
Las Babosas son municiones que están diseñados para la caza
deportiva, la defensa personal, y otros usos. Wilhelm Brenneke
introdujo la primera bala de escopeta moderna y efectiva en
1898, y su diseño sigue en uso hoy en día.

A juzgar por el daño moderado que sufrió la bala,


los expertos en armas de fuego coincidieron en que
pudo haberse ralentizado al pasar primero por una
sustancia blanda, como el tejido de una persona, aun-
que un examen microscópico no mostró ningún ras-
tro de piel o sangre. Incrustados en la babosa había
granos de calcio, un mineral que se encuentra en la
piedra caliza, que es un ingrediente importante en el
mármol, la lava y el hormigón.

40
el caso del senador huey long

Los pisos del capitolio están hechos de lava y las


paredes y los pilares están hechos de mármol traver-
tino.
Patrick Lane, del laboratorio de criminalística de
la policía estatal, dijo que la pistola fue disparada en
prueba con uno de los seis cartuchos encontrados con
el arma. También se disparó con un cartucho similar
de la policía estatal.
Cuando una bala viaja a través del caño de la
pistola, las ranuras internas propias del tubo gra-
ban marcas distintivas en ella. La babosa resultante
se comparó bajo un microscopio de precisión con la
babosa de la caja, pero las marcas distintivas no coin-
cidían, lo que significaba que la babosa de la caja no
provenía de la pistola.
Ambas balas están ahora en un escaparate de “ba-
bosas que no coinciden” en la Exhibición del museo
del viejo capitolio estatal donde se encuentra la pis-
tola de Weiss.
La policía estatal asumió la posición de que la bala
de caja no podía estar vinculada al tiroteo con ningún
grado de certeza porque no había “cadena de custo-
dia”, no se sabía qué arma había disparado la bala
o quién había manejado el arma o la bala por lo que
no fue posible relacionarla concluyentemente con el
disparo.
La Sra. Binnings dijo que después de que la pistola
llegó a su poder, se había ofrecido a la venta al menos
dos veces y que había sido disparada, lo que puede

41
luis agüero wagner

explicar por qué se encontraron seis cartuchos, en lu-


gar de cinco, con la pistola.
En la investigación, cuatro guardaespaldas decla-
raron que dispararon contra Weiss: Roden, Voitier,
Messina y Coleman. Roden y Voitier dijeron que es-
taban armados con pistolas automáticas calibre 38. El
forense Bird dijo que encontró dos balas disparadas
justo debajo de la piel, una calibre 38 y otra calibre 45,
por lo que se deduce que Messina o Coleman estaban
armados con un arma de calibre 45.
Messina estaba armado con una pistola calibre 45,
y Coleman estaba armado con un revólver de servi-
cio. En la década de 1930, el revólver de servicio era
calibre 38 por lo que ninguno de los cuatro guardaes-
paldas portaba un arma de calibre pequeño.
Weiss recibió más de treinta balazos, quizás trein-
ta y dos.
En su testimonio, Roden dijo que le disparó diez
veces, Voitier cinco y Coleman tres para un total de
dieciocho, lo que deja un saldo de trece o catorce ti-
ros. Messina testificó que vació su pistola con una ca-
pacidad de ocho cartuchos disparando a Weiss.
Frampton dijo que después de que Weiss cayó al
suelo, vio a Messina y McQuiston acercarse y dispa-
rarle. Los disparos de McQuiston fueron cinco o seis,
con lo cual se explicaría el saldo.
Hay un informe de que McQuiston estaba armado
con un revólver de pequeño calibre en una pistole-
ra. Un coleccionista de armas ahora tiene en su poder
ese revólver. Se fabricó en Gran Bretaña antes de 1920

42
el caso del senador huey long

y generalmente se usaba como “arma de respaldo”.


Tiene una capacidad de cinco o seis cartuchos. Se de-
terminó que podía disparar un cartucho calibre 32.
Aunque no se comparó bajo un microscopio con
la bala de caja, de alguna manera se determinó que
las marcas de las dos babosas no coincidirían. Weiss
y McQuiston fueron las únicas dos personas que, se-
gún se informó, estaban armadas con un arma de pe-
queño calibre. Dado que la babosa de caja no provie-
ne de ninguna de las armas, es posible que no tenga
ninguna conexión con el disparo de Huey o Weiss, y
solo se puede especular sobre su origen.
El fiscal de distrito Odom en una declaración es-
crita en 1944 dijo que la BCI aseguró todas las babo-
sas encontradas en la escena y se negó a entregarlas.
El forense Bird no encontró ninguna bala calibre
32 en el cuerpo de Weiss, por lo que todas las balas
de la pistola de McQuiston estaban ubicadas en otro
lugar. Ha trascendido de que el general Guerre hizo
un disparo de prueba con la pistola Weiss y comparó
las marcas de la bala resultante con las balas calibre
32 encontradas en la escena.
Como Weiss solo hizo dos disparos, no más de
dos de las balas pudieron igualar la bala resultante,
por lo que el resto tuvo que provenir de la pistola de
Mcquiston.
A menos que se pueda probar que ninguna de las
balas de Mcquiston hirió a Huey, existe esa posibili-
dad. Por ejemplo, si no había sangre en una babosa,
existe la posibilidad, ya que aparentemente una ba-

43
luis agüero wagner

bosa no puede atravesar a una persona sin recoger un


rastro de sangre.
Si había sangre en una babosa y el tipo coincidía
con el de Huey, existe una gran posibilidad, a menos
que el tipo de Weiss sea el mismo que el de Huey.
Guerre pudo haber concluido que no pudo probar
que ninguna de las babosas de McQuiston hirió a
Huey, pero el problema podría descartarse si todas
las babosas desaparecieran, incluida la resultante.
También pudo haberle sugerido a McQuiston que
no testificara en la investigación de Weiss y que per-
maneciera en silencio sobre su papel en el tiroteo, lo
cual hizo. Aparentemente, Guerre luego sacó la pis-
tola de Weiss de la oficina de BCI y la colocó con sus
efectos personales para que no la encontraran hasta
después de su muerte.
A lo largo de los años, se ha asumido generalmen-
te que la bala de pequeño calibre que atravesó a Huey
nunca fue encontrada, pero podría haber estado entre
las balas recolectadas en el lugar por la BCI.
Dado que todas las balas aparentemente fueron
descartadas, solo queda la posibilidad de que la mis-
ma bala que hirió de muerte a Huey, rozó la muñeca
de Roden y abolló su reloj. Sería una nueva versión
de la teoría de la bala mágica del caso JFK.
En contraparte, todas las balas disparadas contra
Weiss viajaron en dirección sur y probablemente fue-
ron encontradas cerca de su cuerpo. La bala que atra-
vesó el abdomen de Huey iba en dirección oeste por
el pasillo y la bala que golpeó el reloj de Roden pudo

44
el caso del senador huey long

haber hecho lo mismo, y es posible que no se hayan


encontrado ninguna de las dos simplemente porque
no fueron buscadas con empeño suficiente.
De no ser así, todas las balas calibre 32 encontra-
das provienen de la pistola de McQuiston.
Si Guerre concluyó que no podía probar que nin-
guna de esas municiones hirió a Huey, entonces el
problema solo podría resolverse si todas las balas
desaparecieran.
El archivo de la investigación está ahora bajo la
custodia de la Oficina de Archivos del Estado en Ba-
ton Rouge. En el archivo hay fotografías de las pren-
das que supuestamente llevaba Huey en el momento
del tiroteo, que también se incluyen en la Exhibición
del Asesinato. El examen de las fotografías reveló
“quemaduras de pólvora” alrededor de un aparente
agujero de bala en la parte delantera de su chaqueta,
y un aparente agujero de bala en la parte posterior de
la chaqueta que se alineaba con el agujero delantero
como orificios de entrada y salida.
La descripción de la herida dada por los cirujanos
asistentes coincidió con la ubicación de los orificios
de bala que aparecen en las fotografías.
El 5 de junio de 1992, el Departamento de Segu-
ridad y Correcciones de Louisiana emitió un infor-
me final que no alteró la conclusión original en 1935.
Concluía insistiendo con la versión de que Huey reci-
bió un disparo en la parte superior del abdomen con
una pistola de pequeño calibre, y que la bala salió por
su espalda.

45
luis agüero wagner

EL INFORME FINAL
El informe final de investigación emitido por el
Departamento de Seguridad y Correcciones el 5 de
junio de 1992 indicó que Huey recibió un disparo una
vez de un hombre delgado con traje blanco.
El disparo se realizó a una distancia menor a tres
centímetros, y todos los testigos presenciales declara-
ron que Weiss era la única persona con un arma que
se acercó tanto a él.
Aunque Weiss puede encajar en la definición de asesino, hay
quienes prefieren pensar en él como una persona de gran fuer-
za y coraje. Una especie de Héroe y mártir que se sacrificó por
su estado y su clase social.

La bala entró por el flanco derecho y tras atravesar


el cuerpo salió por la zona lumbar. La descripción de
la herida dada por los cirujanos asistentes coincide
con la ubicación de los orificios de bala en las fotogra-
fías de las prendas de Huey.
El forense Bird declaró que cuando recuperó la
pistola Weiss calibre 32 del piso la noche del tiroteo,
el cargador contenía cinco cartuchos y un proyectil
vacío estaba atascado en el mecanismo de expulsión,
lo que evitó que la pistola volviera a dispararse.
Una vez extraído el proyectil que se atascó, si la
pistola todavía no funcionaba por alguna otra razón,
se podría argumentar que Weiss no disparó a Huey.
Para resolver el problema, el general Guerre tuvo
que disparar la pistola con los cartuchos originales en
el cargador para probar el mecanismo de expulsión
y demostrar que la pistola estaba operativa desde el

46
el caso del senador huey long

principio, y es probable que todos los cartuchos se


dispararan hasta quedar vacío el cargador.
Las balas disparadas resultantes, junto con las ba-
las recuperadas en la escena del tiroteo por el BCI,
han desaparecido y aparentemente fueron descarta-
das.
Desde el momento en que Huey murió, la pistola
se convirtió en un valioso objeto de colección. Guerre
aparentemente se apropió de ella de los archivos BCI
y la puso junto a sus efectos personales. Su sucesión
legal contiene un testamento en el que dejó su patri-
monio a sus tres hijas.
El testamento no incluía ningún artículo de pro-
piedad, por lo que el albacea testamentario preparó
una lista descriptiva detallada (inventario) de la he-
rencia.
En la lista, un artículo se describe como: “Una
Browning Automatic Calibre 7.65 fabricada por ‘Fa-
brique Nationale D’Armes de Guerre, Herstal, Bélgi-
ca’, Serie 319 466.” En 1991, la pistola fue encontrada
en una caja de seguridad propiedad de su última hija
sobreviviente, Mabel Guerre Binnings.
Con la pistola había seis cartuchos y una bala.
Sin embargo, cuando la pistola se recuperó del suelo
la noche del tiroteo, el cargador solo contenía cinco
cartuchos y un proyectil vacío estaba atascado en el
eyector, lo que plantea una gran posibilidad de que
ninguno de los seis cartuchos son los originales ni es
la babosa que hirió a Huey la exhibida.

47
luis agüero wagner

La persona que puso los cartuchos y la bala con la


pistola pudo haber intentado dar la impresión de que
los cartuchos eran los originales y la bala fue la que
golpeó a Huey, lo que aumentaría materialmente el
precio de venta de la pistola. Sin embargo, la persona
aparentemente no sabía u olvidó que cuando se recu-
peró la pistola del piso, el cargador solo contenía cin-
co cartuchos y un cartucho vacío estaba atascado en
el eyector. La persona pudo haber buscado una bala
calibre 32 cuya nariz estaba ligeramente roma como
si hubiera pasado a través de un cuerpo humano, y se
convirtió en la bala de caja. En consecuencia, no solo
es posible sino muy probable que la bala de la caja no
tenga conexión con el disparo de Huey o Weiss, por
lo que la exhibición de “babosas que no coinciden”
en la Exhibición del Asesinato del Museo es falsa y
engañosa. A menos que alguien pueda probar lo con-
trario, la vitrina debe retirarse de inmediato.
No había elementos de propiedad en el testamen-
to del general Guerre, por lo que para su sucesión de
1966, el albacea testamentario preparó una lista des-
criptiva detallada (inventario) del patrimonio. Una
copia de cada documento fue entregada a Bill Sta-
fford en la oficina de Archivos del Estado en Baton
Rouge a través de una carta del 15 de febrero de 2012.
El inventario incluye una descripción específica
de la pistola Weiss, pero no contiene municiones ni
balas. El inventario no indica dónde se encontró la
pistola, pero otro documento de sucesión muestra
que alquilaba la caja de seguridad número 4139 en

48
el caso del senador huey long

el Hibernia National Bank en Nueva Orleans, que es


un lugar probable. El número de serie de la pistola
consta de seis dígitos, pero existe una discrepancia en
cuanto al quinto dígito.
En el inventario es 6, pero en algún momento des-
pués del tiroteo, el forense Bird supuestamente dijo
que era 3.
Hay un archivo que contiene parte de la demanda judicial
presentada por Weiss, Jr. contra Mabel Guerre Binnings en
septiembre de 1991 para determinar la propiedad de la pis-
tola. (Tribunal de Distrito Civil de la Parroquia de Orleans,
No. 91-16891) La petición incluye una declaración jurada del
Prof.Starrs a la que se adjunta una carta fechada el 16 de oc-
tubre de 1935 del General Guerre al Buró Federal de Investi-
gaciones (FBI) en busca de información sobre el pistola. En la
letra el quinto dígito del número de serie es un 4. (Acompa-
ñando a la carta hay una foto de la pistola, su clip de cartucho
y cinco cartuchos, lo que verifica el informe del forense Bird
de que cuando la pistola fue recuperada del piso el clip solo
contenía cinco cartuchos).

En la declaración jurada, el profesor Starrs obser-


vó la discrepancia en el quinto dígito del número de
serie, pero afirma que cree que se trata de la misma
pistola y que se cometió un error administrativo en
el inventario. El tribunal otorgó la propiedad de la
pistola a Weiss, Jr. y en una estipulación escrita que
acompaña al fallo, todas las partes acordaron que el
quinto dígito era 4, pero en el fallo se muestran como
6, constituyento un error administrativo mas.
En la estipulación, Weiss, Jr. acordó donar la pis-
tola a la Policía Estatal, luego de lo cual sería transfe-
rida a la custodia y control del Secretario de Estado
para exhibirla en el Old State Capitol, y ahora está allí

49
luis agüero wagner

en una vitrina cerrada en la Exhibición del Asesina-


to. Stafford ha proporcionado una imagen del marco
que muestra claramente que el quinto dígito es un 4,
de modo que la discrepancia en la lista de inventario,
en el supuesto informe del forense y en la sentencia
judicial fueron causadas por un error administrativo.
Por lo tanto, el número de serie correcto es 319446.
En 1991, la pistola fue encontrada en una caja de
seguridad propiedad de la última hija sobrevivien-
te de Guerre, Mabel Guerre Binnings, y con ella se
encontraban seis cartuchos y una bala disparada (la
“bala de caja”). En la Biblioteca de Investigación de
la Oficina de Archivos del Estado, en una caja se en-
cuentra el Archivo P1993-193, y la Carpeta No. 15
contiene un Informe de Análisis Científico del 18 de
febrero de 1992 por la policía estatal que muestra que
la bala y los cartuchos están revestidos de cobre con
un estañado sobre la parte de la chaqueta de cobre.
La carpeta No. 19 contiene un informe fechado el 15
de junio de 1992 por Richard H. Young, investigador
asociado en el Departamento de Geología de LSU.
Como se indica en este documento, durante el roda-
je, la parte inferior del marco del reloj que llevaba el
guardaespaldas de Huey, Roden, aparentemente fue
golpeada y abollado por una bala de pequeño calibre.
Mediante el uso de un microscopio electrónico de ba-
rrido (SEM), Young analizó el marco del reloj y no en-
contró rastros de estaño en ninguna parte, y dado que
la bala de la caja está estañada, concluyó que es muy
poco probable que la abolladura fuera causada por la

50
el caso del senador huey long

bala, lo cual es una prueba más que no tiene relación


con el tiroteo de Huey o Weiss. Si la abolladura fue
causada por una bala de la pistola de Weiss, entonces
los cartuchos de la pistola en la noche del tiroteo no
estaban estañados, lo cual es otra indicación de que
los cartuchos y la bala encontrada con la pistola no
tienen conexión con el tiroteo.
Dado que nadie puede probar que hay una cone-
xión, la exhibición de “babosas que no coinciden” en
la Exhibición de Asesinatos es un engaño.
Como ayuda para la investigación, se ha esta-
blecido un Archivo Vertical titulado “Long, Huey
P. - Asesinato” en la Biblioteca de Investigación. El
expediente incluye los siguientes documentos perti-
nentes aquí mencionados: Sucesión de Louis F. Gue-
rre; transcripción de la audiencia de investigación so-
bre la muerte de Carl Austin Weiss; su información
sobre municiones y pistola calibre 32 “; informes de
pruebas científicas sobre la pistola, municiones y ba-
las de caja; Informe final de investigación de la policía
estatal; y Sentencia judicial en la demanda Weiss, Jr.
vs. Binnings.
Lee Harvey Oswald, el presunto asesino del presidente John F.
Kennedy, fue asesinado dos días después por Jack Ruby.
Ocurrió en el pasillo de un edificio público mientras Oswald
estaba rodeado por guardaespaldas, pero Ruby irrumpió a tra-
vés de ellos y le disparó a Oswald a quemarropa en la parte de-
lantera de su cuerpo (¿le suena familiar ese escenario?) La pis-
tola que usó Ruby se recuperó e inmediatamente se convirtió
en un artículo de colección, y luego se vendió por una cantidad
de seis cifras, $ 220,000. (Zinman, 308) Huey era un senador
de los Estados Unidos que era muy conocido en todo el país

51
luis agüero wagner

por su programa “Share The Wealth” y se estaba preparando


para una candidatura presidencial en las próximas elecciones.
Su asesinato causó sensación, por lo que la pistola Weiss se
convirtió inmediatamente en una pieza de colección. Aunque
su valor puede no haber sido una cantidad de seis cifras, indu-
dablemente fue muchas veces más alto que su valor intrínseco
de $ 8,00. Presentar la pistola para su tasación o permitir que
se notificara fue una admisión tácita de que Weiss la usó para
disparar a Huey, de modo que ni Weiss Jr. ni ningún miembro
de la familia pueden argumentar justificadamente que no lo
hizo. Esta exclusión también se aplica a los miembros de la
familia Pavy y a cualquier otra persona que use rumores en
un intento de convencer al público de que Weiss no disparó
a Huey.

UNA CENA FAMILIAR


El domingo, día del atentado contra Huey Long,
Carl Weiss y su esposa cenaron en la casa del padre
de ella, el juez Benjamin Henry Pavy, recalcitrante
opositor al Senador Long.
En la sesión legislativa especial que Long había
convocado algunos proyectos de Ley presentados
estaban relacionados con distritos electorales. La in-
terpretación arraigada al respecto, en parte derivada
de la ficción de Robert Penn Warren, es que esas pro-
puestas legislativas tenían la intención de eliminar la
posición privilegiada del juez Pavy.
De acuerdo con los presentes en la cena, el juez
Pavy estaba despotricando contra Huey Long y mal-
diciendo sus implacables ataques, que se desarrolla-
ban en la sesión legislativa y trascendían por los me-
dios de comunicación.

52
el caso del senador huey long

Pero a pesar de su matrimonio con la hija del juez,


Weiss minimizó las acciones de Long y trató de cal-
mar a su suegro, algo que no concuerda con su su-
puesta participación en el asesinato.
A pesar de esta actitud, apenas unas horas des-
pués, inexplicablemente Weiss yacía muerto en un
corredor del capitolio estatal, y con la amenaza de
quedar en la historia bajo el peso de memorias infa-
mantes.
Weiss tenía mucho que perder: una esposa y un
hijo, Carl Weiss, Jr., además de un reconocido presti-
gio profesional y social.
“Naturalmente, la mayor parte de lo que sé de mi padre es de
segunda mano. Pero, deben comprender que ha sido uno de
mis principales intereses en la vida. Puse mucho interés en to-
dos los detalles, minuto a minuto, de ese último día de vida de
mi padre. Indagué toda mi vida sobre dónde fue, que hizo, etc.
Sé que pasó la tarde en casa y que luego se fue a visitar la casa
de un hombre llamado Morgan que era paciente suyo. Y creo
que mi padre hizo una llamada telefónica desde la casa de Mor-
gan para hacer planes para una cirugía a la mañana siguiente.
Ahí salió de ese lugar y por razones que ya no sabremos nunca,
no fue directamente a casa. El resto es, como dicen, historia”
testimonió Weiss Jr.

Esa noche, en el Capitolio del Estado, estaba en


entredicho la carrera del padre de Yvonne Weiss, el
juez Henry Pavy. El proyecto de ley número uno de
la Cámara, un plan de redistribución de los distritos,
era la máxima prioridad de los partidarios de Huey
Long. Si pasaba, el juez Pavy sería removido. A las
9 de la noche, la sesión seguía siendo intensa. Huey
Long no notó la llegada a esa hora del Dr. Weiss.

53
luis agüero wagner

Unos dicen que Weiss recibió una llamada en la


que le dijeron que Huey Long lo esperaba esa no-
che para una conversación. Otros afirman que Weiss
fue amenazado por una sociedad secreta y obligado
a presentarse en el capitolio estatal con la misión de
golpear a Huey, señal para que un guardaespaldas
que también pertenecía a esa cofradía inicie el tiroteo.
Otras de las tantas versiones afirman que Weiss
fue a la capital, no para dispararle a Huey Long, sino
para defender el caso de su suegro:
“Carl Weiss tomó su posición fuera de la oficina del goberna-
dor. No estaba escondido fuera de la oficina del gobernador.
Estaba a la vista porque se le acercaron otras personas que lo
conocían, que lo vieron allí, se acercaron a él, le estrecharon la
mano y hablaron con él”.

Algunos testimoniaron que tres veces Weiss se


acercó a Huey Long esa noche, y tres veces fue des-
airado.
“En la segunda oportunidad, Weiss evidenció una ansiedad
más urgente. Y le dijo a Long que realmente tenía que hablar
con él. Y Long, una vez más, dijo que no tenía tiempo para
hablar con Él. Una nebulosa envuelve el resto de la historia, es
verdad. No estamos seguros de lo que pasó. Pero así es como se
estableció la escena para ese momento en particular en el cual
sucedió la tragedia” dice un testimonio.

A las 9:20 PM, el Dr. Weiss se acercó a Long por


tercera y última vez. Algunos testimonios recogidos
por los historiógrafos dicen que Long insultó verbal-
mente a Weiss en esta tercera aproximación, y en ese
momento Weiss perdió los estribos y lo golpeó. Fue
ese golpe en realidad el que desencadenó la lluvia de
disparos de los guardaespaldas de Long, quien fue

54
el caso del senador huey long

herido accidentalmente por una de las balas de sus


propios custodios.
Huey Long fue llevado a un hospital cercano, pero
a pesar de sus heridas, los testimonios dicen que en
ese lapso se mantuvo muy conciente y actuó como si
tuviera la situación bajo control. También existe una
versión opuesta.
Huey Long inmediatamente fue informado de
quién era el hombre que, según las fuentes a mano,
le había disparado. Recibió en esos momentos toda la
información. El atentado se perpetró alrededor de las
9:20 de la noche de ese domingo, y alrededor de las 23
horas Huey ingresó al quirófano.
Los cirujanos descubrieron dos perforaciones del
colon que suturaron y luego declararon que su asis-
tencia al herido había sido exitosa. Sin embargo, los
médicos habían pasado por alto una herida grave en
el riñón del senador.
Un día y medio después, el 10 de septiembre de
1935, murió Huey Long. La investigación oficial, con
muchos claroscuros, concluyó que Carl Austin Weiss
había sido el asesino.
A diferencia de la mayoría de los asesinos de la
historia, Weiss no dejó rastros ni pistas de lo que hizo
ni por qué lo hizo. Era un médico con mucho que per-
der, un ejemplo de autocontrol y un hombre a quien
nadie veía en el papel de asesino.
Había pasado un día con absoluta calma, y tenía
muchos planes para su promisorio futuro profesio-
nal, familiar y social. La única explicación aparece

55
luis agüero wagner

en una novela sicológica de Robert Penn Warren que


evoca a Fiódor Dostoyevski.
Nadie discute que Carl Weiss era dueño de una
pistola, una pistola calibre 32 que guardaba en la
guantera de su automóvil. Sin embargo, algunos
creen que existe evidencia de que el arma de Weiss
no fue la responsable de la muerte de Huey Long.
La versión oficial de la operación no hace mención
de una bala extraída del cuerpo del Senador Long que
no coincide con la supuesta pistola homicida. Incluso
se habla de dos balas extraídas que no coinciden con
el arma de Weiss.
Weiss fue identificado media hora después del
tiroteo, y los rumores se extendieron por la ciudad
de Baton Rouge. Estas versiones llegaron a oídos del
hermano y del primo de Weiss, quienes se dirigieron
al Capitolio a corroborar los trascendidos.
A la media hora del tiroteo, el Dr. Weiss había sido
identificado tentativamente como el agresor de Long.
El hermano y primo de Weiss escucharon los rumores
y fueron directamente al Capitolio. Allí encontraron
el automóvil de Weiss, luego intentaron averiguar so-
bre los hechos y se dirigieron a una entrada posterior
del edificio caminando. Al regresar, el vehículo había
sido llevado a otro lugar.
El hermano y primo de Weiss descubrieron que
faltaba la pistola del doctor en la guantera. Hasta el
día de hoy, nadie puede estar seguro de quién sacó
la pistola del automóvil. Elois Sahuk, un guardia de

56
el caso del senador huey long

seguridad en el Capitolio estatal esa noche, aseguró


que no fue Carl Weiss:
“Uno de los guardaespaldas, que ya no está en el mundo de
los vivos, dijo que percibió la pistola como un arma deportiva,
y que vio a uno de los guardaespaldas de Huey dirigirse esa
noche hasta el vehículo para extraer de la guantera esa pistola
y luego arrojarla al lado del cuerpo de su propietario”.

Si Weiss realmente estaba en el capitolio estatal


para matar a Huey, tuvo oportunidades mucho más
propicias la misma noche del atentado. Tuvo al sena-
dor Long de espaldas, a corta distancia, pudiendo ha-
ber perpetrado el atentado con posibilidades de esca-
par. Por otra parte, el mismo Long había denunciado
poco tiempo antes que existía un complot para acabar
con su vida, por lo cual sus partidarios y custodios
vivían días con los nervios crispados.
Tal vez Weiss intentó golpear a Huey, o hizo mo-
vimientos sospechosos y los guardaespaldas de Huey
estaban demasiado tensos y con poco entrenamiento
para situaciones como aquella. Pudieron haber reac-
cionado de manera equivocada. Existe mucha evi-
dencia de que las heridas mortales fueron ocasiona-
das a Long por sus propios guardaespaldas.
Mucha gente cree, en Luisiana y en Paraguay, que
se trató de un complot orquestado por la Standard
Oil.
De acuerdo a varias versiones historiográficas,
cuando ingresó Huey al hospital sangraba profusa-
mente en los labios. Una enfermera dijo recordar ha-
ber escuchado al senador Long decir que allí lo había
golpeado su agresor.

57
luis agüero wagner

Según una declaración jurada de un testigo, Huey


se refería a Weiss.
En retrospectiva, se han acumulado un gran volu-
men de incógnitas respecto a quién realmente atentó
aquella noche de 1935 contra Huey Long.
Pero en ese momento, fue considerado inmediata-
mente un caso resuelto.
No se profundizó debidamente en las investiga-
ciones y todos los registros oficiales, e incluso el arma
del Dr. Weiss, desaparecieron algunos años después
de la investigación y permanecieron ocultos duran-
te más de medio siglo. Incluso un experto forense, el
profesor James Starrs, decidió investigar el caso:
“Al tratar de encontrar el arma y los archivos de la policía
estatal, decidí que ellos son los principales sospechosos a los
que se debe prestar atención desde arriba hacia abajo. Y literal-
mente hice una lista de las personas con Louis F. Guerre en la
parte superior de esa lista”.

Louis F. Guerre era el jefe de la Oficina Criminal


de Investigación en Louisiana en el momento de la
muerte de Huey Long. Años después de la muerte de
Guerre, un investigador contratado por Starrs encon-
tró el testamento de Guerre en los registros públicos.
Según el Prof. Starrs:
“Había una lista en el inventario de archivos misceláneos, sin
valor. Ahora, siendo un abogado y un científico, me di cuenta
de que los inventarios de propiedades no enumeran artículos
sin valor. Ciertamente no los listan de esta forma misteriosa
como archivos misceláneos. Y me dije a mí mismo: ‘Esos son
los archivos de la policía estatal”.

58
el caso del senador huey long

El testamento de Guerre mencionaba algo de


sumo interés: el arma de Carl Weiss. Así reapareció
la pistola con varias balas de calibre 32 sin usar, y
una babosa 32 ya disparada. Al principio se asumió
que esta era la bala que mató a Huey Long, pero las
pruebas de balística mostraron que no provenían de
la pistola del Dr. Weiss.
Las preguntas obvias fueron: ¿de dónde vino y
por qué se guardó con el arma?
Algunos creyeron que la respuesta se encontraría
con los archivos estatales oficiales, que también fue-
ron recuperados por la investigación de Starrs. Sin
embargo, la Policía del Estado de Louisiana revisó
los archivos y concluyó que no hay nada en ellos que
modifique la resolución original. El capitán Ronald B.
Jones habló en nombre de la policía estatal de Loui-
siana:
“Es mi opinión que el Dr. Weiss fue el asesino en este caso.
Creemos desde el punto de vista de la aplicación de la ley que
tenía motivos. Creemos que tuvo oportunidad. Y creemos que
él tenía los medios para hacer el trabajo. Y sabemos que él es-
taba allí”

El Dr. Carl Weiss Jr. siempre buscó evidencia que


limpie el nombre de su padre y nunca aceptó la ver-
sión oficial:
“La cantidad de tiempo que puede haber transcurrido desde
que ocurrió un hecho realmente no cambia el deseo de ver la
verdad revelada. Y probablemente me importa más hoy que
cuando era joven acerca de la verdad sobre mi padre. “Si me
preguntaran si mi padre le disparó a Huey Long, hoy diría
categóricamente que no, no lo hizo”.

59
luis agüero wagner

El Coronel Francis Grevemberg, jefe de la Policía


del Estado de Louisiana durante los primeros años de
la década de los 50, se encontraba entre los que creían
que los guardaespaldas de Long lo mataron acciden-
talmente. Era una autoridad que estaba en condicio-
nes de saberlo.
El coronel afirmó que dos policías estatales que
fueron testigos presenciales del tiroteo, le dijeron que
el doctor Carl Weiss estaba desarmado cuando dis-
pararon contra Long. Los agentes del estado confir-
maron que después de que los guardaespaldas dis-
pararon a Long, colocaron un arma junto al cadáver
de Weiss. A pesar de contar con esta información, la
Policía del Estado de Louisiana sigue sosteniendo
como versión oficial de que el Dr. Carl Weiss asesinó
a Huey Long.
Para las empresas aseguradoras, a pesar de la versión oficial,
la muerte de Huey fue un accidente. Los registros descubiertos
décadas después de los hechos revelaron que se otorgó un pago
de seguro de vida de $ 40,000 a la familia de Huey Long. Para
el efecto, los investigadores de la compañía de seguros conclu-
yeron que la muerte de Huey Long fue “accidental”.

60
el caso del senador huey long

II. LEJANOS SOLDADITOS


DE PLOMO

Avance relámpago del Segundo Cuerpo hacia Carandaty, dividiendo en dos al


ejército boliviano. En la foto los camioncitos Ford con que las tropas de Franco
consumaron el Blietzkrieg en los talcales del Chaco. El Paraguay amenazaba
al nervio motor del conflicto: el área petrolífera y demás recursos minerales
bolivianos que buscaban una vía de salida comercial al Atlántico. El ataque
se realizaba en base a lo denunciado por Huey Long en Washington, y la
desesperación boliviana ante este giro que toman las acciones evidencia que
había quedado al descubierto el verdadero leitmotiv de las acciones bélicas.

Corría mayo de 1934, y León Trotski deambulaba


por varios países europeos huyendo de su poderoso
y mortal adversario, Joseph Stalin. El gran ideólogo
nacido en Bereslavka subestimó siempre a su antago-
nista, que aunque no era una lumbrera, era un gran
estratega cuando se trataba de maniobrar dentro del
partido comunista.

61
luis agüero wagner

Explotaba los celos, la envidia y otros rasgos nega-


tivos de la sicología humana de manera magistral. Es
bien sabido que no es bueno hacerse de enemigos que
están a la altura del conflicto.
Cuando Trotski descubrió su equivocación, ya
se encontraba desterrado en Kazajistán y sin tener a
donde ir. El insistente hostigamiento lo obligó a salir
de la Unión Soviética para establecerse en Turquía.
Errando por Europa Occidental, las controversias
sobre la guerra entre Paraguay y Bolivia relativas al
Chaco Boreal, elevadas a la Liga de las Naciones, lo
sorprendieron a mediados de 1934 exiliado en Fran-
cia.
Fue en aquel tiempo que sus emisarios se presen-
taron en el consulado paraguayo en París, de acuerdo
al documento diplomático cuya copia publiqué en mi
libro Fuego y Cenizas de la Memoria.
El cónsul responsable de apellido francés, se jactó
ante las autoridades paraguayas de haber negado la
visa al “peligroso agitador” Leon Trotski.
En esos mismos días de mayo de 1934, la olvidada
guerra del Chaco había alcanzado su cumbre de vi-
sibilidad en la prensa mundial, pues un embargo de
armas en perjuicio del Paraguay se debatía en la Liga
de las Naciones.
También por las mismas fechas, en el mismo sena-
do norteamericano Huey Long lanzaba sus acusacio-
nes contra Wall Street acusando a grandes empresas
y banqueros estadounidenses de haber inspirado y
sufragado la matanza que se consumaba en el Chaco.

62
el caso del senador huey long

El célebre intelectual, escritor y revolucionario


ruso Leon Trotski, finalmente debió viajar a México
donde sería asesinado en 1940 por un agente español
de Stalin.
El mismo mes (mayo de 1934) se inició la serie
de denuncias de Huey Long relativas a la guerra del
Chaco.
El 30 de mayo de 1934 hizo su primer discurso,
demostrando profundo conocimiento de los mecanis-
mos y estrategias inescrupulosas de los empresarios
petroleros, a quienes había enfrentado y salido airo-
so.
La guerra del Chaco, que muchos definieron como
una guerra olvidada, había cobrado su mayor desta-
que en la prensa internacional por esos días, dado
que el 9 de mayo la Sociedad de las Naciones había
presentado un informe hostil hacia el Paraguay.
Un congresista presentó pocos días después en el
Senado norteamericano un pedido de embargo de ar-
mas contra el Paraguay, alegando “el pacifismo” esta-
dounidense. Fue la pista que puso en la ruta a Huey,
quien tenia acceso a toda la información necesaria
dado que obraba en la Biblioteca del Congreso nor-
teamericano el legajo relacionado con el laudo Hayes.
Un sustancioso informe sobre la Guerra de la Tri-
ple Alianza contra el Paraguay había sido presentado
por el Ministro Martin Mc Mahon a sus superiores.
Fue McMahon el único diplomático extranjero que
acompañó al gobierno de López hasta Piribebuy, rea-

63
luis agüero wagner

lizando a su regreso a Estados Unidos una ardiente


defensa del Paraguay.
Informado del carácter venal de la propuesta de
aislar al Paraguay a través de un embargo de armas,
Huey Long ironizó en plena sesión del senado de que
Estados Unidos era un país “beatíficamente neutral”
y “amante de la paz”, que sin embargo nunca está
ausente en disputas territoriales violentas de ningún
territorio cuyo subsuelo sea rico en recursos mine-
rales, en ningún lugar del mundo. Rockefeller había
contratado a sus asesinos para una matanza masiva
en Sudamérica, aseguró.
Alan Brinkley, historiador doctorado en Harvard, fue galardo-
nado en 1983 con el National Book Award por su libro “Voces
de protesta y la Gran Depresión”, donde realiza una magistral
descripción de la atmósfera imperante en Estados Unidos du-
rante los años en que la guerra del Chaco se desarrollaba en
Sudamérica. Solo entre octubre de 1929 y septiembre de 1931
cerraron 4.835 bancos estadounidenses, la industria quedó en
quiebra y cuando la guerra del Chaco empezaba en Sudamé-
rica el desempleo alcanzaba un treinta por ciento en Estados
Unidos. Para paliar la crisis se puso de moda derrocar gobier-
nos latinoamericanos buscando materias primas de más bajo
precio, y de allí a la guerra solo había un paso.
Es sabido que los momentos de grandes crisis o conflictos se
traducen en expresiones descollantes en todos los ámbitos de
una cultura. La gran depresión dio origen a un movimiento
cultural estadounidense donde por primera vez estuvo presen-
te el compromiso social y político.
Esta ola relegó al progreso material a un segundo plano, y
puso en el centro del debate a los antiguos valores como la
pureza. Muchas vertientes artísticas exploraron la forma de
despertar la conciencia social y como es natural, esta corriente
tuvo su vertiente política.

64
el caso del senador huey long

Brinkley destaca en su libro el papel desarrollado por aquellos


años por el senador Huey Long, quien inspirara una famo-
sa novela de Robert Penn Warren que llevada al cine sería
ganadora de varios reconocimientos en Hollywood. Michael
Gillette en su monografía “Huey Long and the Chaco War”
específica que la figura extraordinaria de Long fue producto
del ambiente creado por la gran depresión y considerar esa
etapa histórica es clave para comprender muchos de sus posi-
cionamientos..

Huey Long, ciertamente, había ideado un plan de


seguridad social que debía proteger a todo el mun-
do, hablaba de repartir la riqueza y tenía el balance
de poder de cara a las elecciones de 1936. Se hablaba
incluso de un tercer partido que podía dividir el voto
demócrata y dar la presidencia a los republicanos.
El miedo en el Partido Demócrata fue real, dado
que si Long y otros populistas como el padre Gou-
ghlin y Francis Townsend se unían como tercera op-
ción, garantizaban el triunfo republicano.
Eso no sucedió, en parte porque Roosevelt fue ca-
paz de cooptarlos, y giró hacia la izquierda en res-
puesta a ese movimiento.
Michael Gillette narra en “Huey Long y la guerra
del Chaco” que por instrucciones del secretario de
estado de Franklin Roosevelt, Cordell Hull, el sena-
dor de Arkansas Joseph Robinson, recibió la misión
de refutar las afirmaciones de Long sobre el involu-
cramiento de la empresa petrolera Standard Oil en la
guerra paraguayo-boliviana.
El mismo Michael Gillette reconoce que Robinson
se preparó muy poco para semejante discusión, con-
siderando la envergadura del antagonista, y que sus

65
luis agüero wagner

argumentos estaban basados en informaciones pro-


vistas por el diplomático boliviano Enrique Finot.
Robinson argumentó algo que ingenuamente mu-
chos repiten hasta hoy, que los campos petroleros de
Standard Oil estaban a 400 millas de distancia de los
territorios laudados por el presidente estadouniden-
se Rutherford Hayes.
La respuesta de Long sigue tan vigente como en-
tonces.
La guerra no había estallado por la posesión de esos campos,
sino por la necesidad de transportar el petróleo y otros recur-
sos del subsuelo de sus entrañas hasta aguas profundas del río
Paraguay.

Para reforzar su argumentación, Long también ex-


hibió publicaciones y documentos que confirmaban
que la Standard Oil proveyó armas y municiones al
ejército boliviano, y que el mismo Senado de Estados
Unidos intentó dejar indefenso al Paraguay con un
embargo de armas.
Otro de los argumentos ingenuos de Robinson fue
la peregrina argumentación de que la Liga de las Na-
ciones y la Corte Mundial no tenían vinculación algu-
na, que sería como decir hoy que tanto las Naciones
Unidas como la Corte Internacional de La Haya están
exentas de influencias externas.
Sintiéndose derrotados, los detractores de Huey
Long apelaron a los típicos manotazos de ahogados.
Robinson, que solo había leído un pobre folleto de
pocas páginas sobre el litigio, manifestó lamentar que
Long haya tomado partido en un problema que en-

66
el caso del senador huey long

frenta a dos países que gozan de la amistad de Esta-


dos Unidos en partes iguales.
Que paraguayos hayan contribuido al posiciona-
miento del Senador Long, lo desmiente el hecho de
que Max Insfrán, representante diplomático del go-
bierno conservador de Paraguay en Washington en
1935 (luego devenido en historiador), afirmara en
sus crónicas que las afirmaciones de Long eran “pura
demagogia”. Insfrán acompañaba en aquel tiempo al
embajador Bordenave, con el rango de Consejero de
la Embajada.
El Senado de Estados Unidos rechazó, insóli-
tamente, una moción de Huey Long, que proponía
declarar inaceptables decisiones de la Corte Mun-
dial que colisionen con laudos arbitrales de Estados
Unidos. Estamos hablando de un país que ha ido a
la guerra pasando por encima de resoluciones de la
ONU más de una vez, pero al parecer entonces, su-
perponer sus propias decisiones arbitrales en mate-
ria internacional a lo que digan terceros, hería su fina
susceptibilidad.
En esos días, la versión de Long ya había ocupado
titulares en The New York Times, así como en impor-
tantes diarios de México, Costa Rica y Argentina.
Fue entonces que en un desesperado intento por
refutarlo, algunos Senadores involucraron a una de
las más notorias voces de protesta durante aquella
Gran Depresión económica norteamericana, el sacer-
dote católico Charles E. Coughlin.

67
luis agüero wagner

Coughlin era uno de los más populares locutores


radiales del país, en un tiempo en que la radiodifu-
sión era casi el único medio masivo de comunica-
ción. Coughlin había renunciado a su espacio en la
CBS para montar su propia emisora de radio, en De-
troit, debido a la censura que intentaron imponerle.
Su popularidad fue tan grande, que cuando difundió
la versión de Huey Long sobre la guerra del Chaco
entre Paraguay y Bolivia, lo consideraron un peligro
para la Seguridad Nacional.
Aprovechando la reputación de agitador que se
había ganado el cura, los adversarios de Huey Long
lo responsabilizaron en el senado –en aquel enero de
1935–, de las consecuencias que tendría la propaga-
ción de ideas anti-capitalistas vía ondas de radio, y a
nivel nacional.
Los discursos de Huey Long relacionados con la guerra del
Chaco han sido publicados en Paraguay por Alfredo M. Seifer-
held, entre otros. Tambien se conoce la clausura de una esta-
ción radiotelegráfica argentina de Tartagal por haber tomado
partido por Bolivia. La estación radiotelegráfica pertenecía a la
Standard Oil, y fue clausurada por la Dirección de Correos y
Telegrafos de Argentina que invocó su neutralidad en la gue-
rra.

La guerra del Chaco llegaría a su fin en junio de


1935, con resultados desfavorables para quienes la
habían inspirado y sufragado. El Paraguay había pa-
sado de la extrema defensa a la ofensiva, y terminaba
la guerra amenazando ocupar los territorios más ri-
cos de Bolivia.

68
el caso del senador huey long

Los estados beligerantes se aprestaban a negociar


límites cuando el 8 de septiembre de 1935, el inespe-
rado defensor de la integridad territorial paraguaya
recibe dos de las sesenta y un balas que se disparan
en un estrecho pasillo revestido de mármol travertino
en el capitolio estatal de Baton Rouge.
Lo que vino después es historia relativamente co-
nocida. El 23 de diciembre de 1936, el mismo Franklin
Delano Roosevelt inauguraría la Conferencia Intera-
mericana para mantener la Paz, cuya primera misión
fue resolver la cuestión paraguayo-boliviana sobre el
Chaco. Tres décadas más tarde, lo documentaría Les-
lie B. Routh.
El presidente de la conferencia para dar un corte
definitivo a la historia fue Spruille Braden, quien pre-
servó los intereses de la empresa de la cual era per-
sonero.
Cuando un gobierno boliviano amenazó con ex-
propiar los campos petrolíferos de la Standard Oil,
años después de concluida la guerra, los responsa-
bles de la misma ya estaban fuera del juego.
Hace pocos años, el catedrático estadounidense de periodismo
Nikolas Kozloff publicó un análisis sobre los intereses nortea-
mericanos en el Chaco, recordando la participación de los in-
tereses petroleros en una guerra olvidada, entre Paraguay y
Bolivia, hace más de siete décadas.
Kosloff había descubierto, en los cables filtrados por Wikileaks,
un fuerte interés de Estados Unidos en el Chaco Boreal, e in-
dagando sobre el tema llegó a las causas de la guerra del Chaco.
La Historia a gusto del trono lo negó siempre, pero las explica-
ciones al interés por el Chaco tenía el inequívoco antecedente
de la disputa entre la Standard Oil y la Shell, ocultas entre los

69
luis agüero wagner

pliegues de las banderas paraguaya y boliviana, en una guerra


ignota y olvidada que estalló hace más de siete décadas.
Para Kosloff es absolutamente natural que un desacuerdo en-
tre la Standard Oil y la Shell haya llevado a una guerra entre
dos países antes derrotados, que habían sufrido guerras des-
iguales y buscaban revancha contra un adversario del mismo
tamaño.
El petróleo ha sido explicación de tantas guerras y golpes de
estado en todo el mundo, que hoy sería descabellado negar su
protagonismo en guerras como aquella, de no ser por los ses-
gos impuestos por décadas de adoctrinamiento anticomunis-
ta y la filiación ideológica de los empresarios que manejan la
prensa en Paraguay, adictos al colonialismo liberal.
Kosloff está muy lejos de ser el único autor estadounidense
de renombre en corroborar la versión del inter-imperialismo
petrolero como detonante de la última guerra de Sudamérica.
El conocido autor de “Sister Carrie” y “An american Tra-
gedy”, dos de las obras más importantes de la ficción literaria
estadounidense de principios del siglo XX, había llamaba a
reflexionar sobre aquello miles de paraguayos y bolivianos que
se mataban unos a otros en el infierno de la guerra del Chaco,
solo para decidir si Deterding o Rockefeller habrían de quedar-
se con el petróleo.
A las incógnitas que plantean algunos pasajes de la carrera de
este senador que iría a envolverse en la guerra entre Paraguay
y Bolivia, se suma el laberinto literario y cinematográfico que
lo envuelve bajo el ropaje de personajes y relatos de ficción que
se confunden con la realidad histórica y el hombre de carne y
huesos.
Quizás el más influyente en impregnar de ficción al Huey
Long real haya sido Robert Penn Warren, con su novela “To-
dos los hombres del Rey” que fue llevada al cine en más de una
oportunidad.
El considerado Alter Ego de Huey, Willie Stark, fue encarna-
do por Broderick Crawford en 1949 y por Sean Penn en 2006.
Además de haber sido laureada en los círculos literarios y cine-
matográficos, la novela de Warren también tuvo éxito en im-
poner su explicación sobre las motivaciones de Weiss (Adam
Stanton, en la ficción) para asesinar a Long. De ahí que se

70
el caso del senador huey long

considera que Weiss apretó el gatillo buscando reivindicar a


su suegro –el Juez– como si de un relato histórico se tratase.
El premio Nobel de Literatura, Sinclair Lewis, también es
invocado en esa búsqueda de Huey Long, quien según algu-
nos aparece como Windrip en su novela “It cant hapen here”.
Coincidentemente, la periodista Dorothy Thompson que esta-
ba casada con Lewis tuvo oportunidad de entrevistar a Huey
para los medios en los cuales publicaba.
Se insiste también en que el personaje Hank Martin creado por
Adria Locke Langley en su novela “A Lion is in the streets” es
una representación ficcionalizada de Huey Long. El libro fue
Best Seller en 1945 y su versión cinematográfica de 1953 fue
dirigida por Raoul Walsh, con James Cagney en el personaje
principal.
Por si todo lo expuesto fuera poco, en 1995 el canal TNT pro-
dujo la película “KINGFISH” con John Goodman en el papel
de Huey Long.
Lejos de constituir un Filme testimonial, también contiene
fuertes dosis de ficción y énfasis en caracteres de los personajes
fabulados de la literatura.
El Senador Long no estuvo solo cuando denunció
a los señores de la guerra.
Un célebre escritor norteamericano también
acompañó sus denuncias y escribió sobre la guerra
del Chaco: Theodore Dreiser, quien había nacido un
27 de agosto de 1871.
Su obra más famosa, “Una tragedia america-
na”(1926) fue llevada al cine por George Stevens en
A Place in the Sun (1951) (“Un lugar en el sol”), con
afamadas estrellas tales como Montgomery Clift y
Elizabeth Taylor.
Sus escritos periodísticos sobre la guerra del Cha-
co denunciaron a las empresas petroleras como parte

71
luis agüero wagner

del conflicto y ampliaron las acusaciones de Huey P.


Long.
Aunque sigan siendo desconocidos, negados y
censurados para la historia que se enseña en Para-
guay.
La empresa Standard Oil Company, antagonista
favorita de Huey Long, nunca fue un monasterio de
beatíficos mojigatos.
Si alguien quiere profundizar al respecto, una va-
liente mujer, Ida Tarbell, considerada precursora del
periodismo de investigación, publicó un catalogo de
sus fechorías en su Historia de la Standard Oil.
No es un libro cualquiera, está considerada una
de las cinco mejores investigaciones periodísticas del
Siglo XX por la Universidad de New York.
Cuando el 15 de enero de 1935, en el contexto de la guerra
paraguayo-boliviana, la Sociedad de las Naciones decidió le-
vantar el embargo de armas que pesaba sobre Bolivia, man-
teniendo el mismo sobre Paraguay, el senador Long declaró a
la prensa: “Esta decisión de la Liga de las Naciones no es más
que un mensaje dirigido al Paraguay y firmado por Rockefeller
que dice: No toquen los lugares donde hemos localizado pozos
del petróleo”.
En enero de 1935 pocos tenían tan clara la naturaleza de la
luego disuelta Liga como este senador norteamericano. En ju-
lio de 1935, Huey Long denunció la existencia de unas cintas
de grabación donde Walmsley, dos ex gobernadores de Loui-
siana (Parker y Sanders) y cuatro representantes del Gobierno
planeaban su asesinato. Pronto esas denuncias, que la prensa
intentó descalificar, probarían su certeza.

En la madrugada del 9 de julio de 1938, un acuer-


do secreto para que Bolivia y por su intermedio, la
Standard Oil company, preservaron la zona petrolífe-

72
el caso del senador huey long

ra del Chaco, fue firmado en Buenos Aires. El acuer-


do firmado en el más estricto sigilo, era notoriamente
favorable para quienes fueron acusados por Huey
Long del estallido de la guerra, incluía además una
cláusula de permanecer para siempre en secreto. En
él Paraguay renunciaba a todo arbitraje y cedía a Bo-
livia un extenso territorio entre la frontera actual y
el límite natural e histórico del Chaco al noroeste, el
río Parapití, muy renombrado en la cultura popular
paraguaya.
El territorio había sido ocupado por el Paraguay
en la guerra que enfrentó a paraguayos y bolivianos
entre 1932 y 1935, y durante todo el tiempo que duró
el conflicto la propaganda oficial paraguaya había
propagado la consigna que su ejército combatía por
su integridad territorial y por preservarla “ni mas
allá ni mas acá del Parapiti”.
El documento secreto se salvó para la historia por-
que el secretario de la embajada norteamericana en
Buenos Aires, Allen Haden, envió una copia a sus su-
periores del Departamento de Estado. Varias décadas
más tarde, el historiador Leslie Rout lo publicó en su
Tesis presentada en la Universidad de Michigan, y la
obra terminó editada en Texas.
De esta manera los paraguayos se enteraron, mu-
chos años después de los hechos, que los territorios
que habían arrebatado a su ocasional enemigo en una
guerra a un alto costo de sangre y muerte, habían
quedado finalmente en manos de las mismas empre-

73
luis agüero wagner

sas que sufragaron con créditos la movilización béli-


ca boliviana.
En 1971 Braden acabó publicando sus memorias,
que llevaron el título original de “Diplomats and De-
magogues: the Memoirs of Spruille Braden” (New
Rochelle, Arlington House). En las páginas del libro
los paraguayos pudieron constatar, confesado por el
mismo interesado, lo que siempre habían sospechado
con respecto a las negociaciones para la paz del Cha-
co en 1938.
La indefensión diplomática paraguaya había aca-
bado con los nuevos vientos que soplaban desde
febrero de 1936, dado que el nuevo presidente, Co-
ronel Rafael Franco, había definido una férrea línea
diplomática que rechazaba discutir el territorio hasta
donde habían llegado las tropas guaraníes durante su
guerra con Bolivia, entre 1932 y 1935.
Intempestivamente la posición argentina, favora-
ble al Paraguay durante la guerra variaría sustancial-
mente al inicio de las negociaciones diplomáticas de
Buenos Aires, sobre todo a raíz de acuerdos argen-
tino-bolivianos sobre el petróleo que iría a extraerse
precisamente de los territorios inoportunamente ocu-
pados por los paraguayos. Esta defección dejaría al
Paraguay sin su más significativo respaldo en la pug-
na por el Chaco.
El ambiente a partir de entonces empezaría a cal-
dearse y la animosidad contra Paraguay subiría tanto
de tono que el 11 de Junio de 1937, el representante
paraguayo J. Isidro Ramírez tuvo que preguntar al

74
el caso del senador huey long

canciller argentino Saavedra Lamas si porqué a los


mediadores se les permitía arrojar piedras contra el
Paraguay. La chocante respuesta fue que el Paraguay
podría facilitar las cosas mostrándose más concilia-
torio.
Las negociaciones quedarían así estancadas por
varios meses, para volver sobre los puntos vitales re-
cién tras un golpe reaccionario en Paraguay que des-
alojó a Franco en agosto de 1937. Las actividades de
Braden en países como Cuba, Argentina, Guatemala
o Chile nunca estuvieron desvinculadas de la política
interna y los golpes de estado.
Depuesto el régimen nacionalista en Paraguay,
volverían a la Conferencia de Paz el doctor Jerónimo
Zubizarreta y el anciano político Cecilio Báez, este úl-
timo de poca decorosa actuación por las limitaciones
propias de su avanzada edad.
El mismo Braden consignó en sus memorias, de
manera burlona, que en una oportunidad tuvo que
ayudarlo a levantarse de su silla para llevarlo al baño
y dejaron entonces una línea de orina en todo el reco-
rrido.
A la senilidad de Báez vino a agregarse el desme-
dido afán de protagonismo del secretario de la dele-
gación paraguaya Efraím Cardozo, quien informaba
al delegado norteamericano de todo cuanto acontecía
en el seno de la comisión paraguaya, comprometien-
do seriamente de esta manera los intereses de su país.
En ese contexto, Cardozo fue responsable de que sus-

75
luis agüero wagner

tituya el arbitraje de derecho por el arbitraje de he-


cho, en fórmula que llamaron “ex aequo et bono”.
Así en los primeros días de julio de 1938, un comi-
té formado por los delegados Braden, Ruiz Moreno y
Barreda Laos (de Estados Unidos, Argentina y Perú
respectivamente), empezaron a elaborar un tratado
secreto que, según ellos, proveería tanto a Paraguay
como a Bolivia, mutua satisfacción. En realidad hoy
sabemos que el tratado preservaba para Bolivia –pero
sobre todo- para la empresa petrolera Standard Oil
unos 38 mil kilómetros cuadrados de ubérrimo terri-
torio petrolífero en poder de los paraguayos.
El doctor Zubizarreta, jefe de la delegación para-
guaya, se negó a participar de semejante engaño y
viéndose presionado, el departamento de estado nor-
teamericano considerando su interés por preservar
los pozos petrolíferos para una empresa estadouni-
dense solicitó la intervención del embajador paragua-
yo en Washington, el general José Félix Estigarribia.
Éste fue comisionado de urgencia por los norteame-
ricanos a Buenos Aires donde, tras protagonizar una
fuerte discusión con Zubizarreta, lo desplazó de la
jefatura de la delegación paraguaya.
El inefable Braden afirma con ironía en sus me-
morias que tuvo que despedir al jefe de la delegación
paraguaya que entorpecía sus planes.
En la madrugada porteña del 9 de Julio de 1938,
en el más estricto sigilo, se firmaría el tratado favora-
ble al imperio petrolero que incluía una cláusula de
permanecer para siempre en secreto. En él Paraguay

76
el caso del senador huey long

renunciaba a todo arbitraje y cedía a Bolivia un exten-


so territorio entre la frontera actual y el límite natural
e histórico del Chaco al noroeste, el río Parapití, muy
renombrado en la cultura popular paraguaya.
Se había consumado lo que historiadores para-
guayos denominaron “el día de la infamia”, la trai-
ción que hoy es la mejor documentada de la historia
paraguaya. Braden lo confesaría cuatro décadas más
tarde: “Sólo la prensa y el público fueron engañados,
pero ello era vital para restablecer la paz. Una vez lo-
grado el acuerdo, ya no era necesaria mi presencia en
Buenos Aires”.
Las riquezas disputadas, después de tanto sacri-
ficio, habían quedado finalmente en manos de los
amos de las finanzas de Wall Street que pocos años
antes habían desencadenado la Gran Depresión.

77
III SOLO LOS MUERTOS VEN
EL FINAL DE LA GUERRA

Hospital Our Lady of the Lake, donde agonizó el senador Long luego del
atentado.

Exhumación del ca-


dáver de Weiss realiza-
da en el cementerio Ro-
selawn en 1991, más de
medio siglo después, por
el Dr. James Starrs, debi-
do a las dudas que siem-
pre persistieron sobre el
asesinato de Long. El es-
queleto aún contenía dos
balas que nunca fueron
extraídas, de las 61 que
recibió, debido a una in-
crustación profunda.
Las dudas aumenta-
ron debido a que el Dr.
Starss dictaminó que el

79
luis agüero wagner

Dr. Weiss se encontraba en posición defensiva al re-


cibir estos disparos, además de los calibres dudosos.
Una bala disparada por los guardaespaldas, se espe-
culó, podría haber rebotado en las paredes de már-
mol del capitolio.
El hijo del Dr. Weisss, Carl Weiss Jr, realizó es-
fuerzos por limpiar el nombre su padre, y fue reci-
bido por el hijo de Long, el también senador Russell
Long (fallecido en 2003), de allí que la investigación
se reanudara.
El dr. Starss lo documentó en su libro “Una voz
para los muertos”.
Testimonios apócrifos, o quizás no tanto, afir-
man que asesinar a Huey P. Long fue parte del 33º
ritual “Matar al rey” y en ese momento Skull and
Bones-Illuminati-New World Order hizo que Cecil
“Rhodesia” Rhodes estableciera una célula de Sku-
ll and Bones titulada Mesa Redonda. El Dr. Arthur
Vidrine, un becario de Rhodes (Mesa Redonda) del
Nuevo Orden Mundial-Skull and Bones-Illuminati
tenía órdenes de matar al senador de los Estados Uni-
dos Huey P. Long.
Los médicos y la profesión médica juegan un papel íntimo
en los asesinatos de Skull and Bones-Illuminati-New World
Order. Por ejemplo, Skull and Bones Doctor John Warren
en 1841 entrenó al Doctor Fredrick May y al espía británico
Doctor William Eustis para completar el envenenamiento con
arsénico de Caleb Cushing al presidente de los Estados Unidos
William Henry Harrison ...
Samuel Todd Churchill, declaró que en todos los asesinatos po-
líticos estadounidenses cometidos por los Illuminati -Cráneo y
Huesos- siempre había doctores en el fondo listos para com-
pletar la orden de muerte del “Asesinato del Rey”. Los médi-

80
el caso del senador huey long

cos eran una parte íntima y esencial del plan Illuminati-Skull


and Bones para matar a los líderes políticos estadounidenses
cuando estos líderes mataron, interfirieron u obstaculizaron
la toma de la República de los Estados Unidos por parte del
elitismo bancario internacional del Nuevo Orden Mundial.
Los médicos Illuminati que supervisaban su posible recupera-
ción finalmente lo hicieron tanto al presidente estadounidense
William Henry Harrison como a Zachary Taylor. Estos médi-
cos Illuminati también desempeñaron un papel mortal en los
asesinatos a tiros de los presidentes estadounidenses Abraham
Lincoln el 14 de abril de 1865 (murió el 15 de abril de 1865),
James Garfield el 2 de julio de 1881 (murió el 19 de septiem-
bre de 1881) y William McKinley Jr. el 6 de septiembre de
1901 (murió el 14 de septiembre de 1901). Teddy Roosevelt,
como vicepresidente, se convirtió en presidente de los Estados
Unidos después de que William McKinley recibió un dispa-
ro y murió. Teddy Roosevelt recibió el paso al ritual 33 y se
convirtió en un rey secreto del Mystick Krewe of Comus del
Mardi Gras de Nueva Orleans. Fue durante la presidencia de
Teddy Roosevelt que Skull and Bones se afianzó firmemente y
controló la República de los Estados Unidos.

“Mi padre, Samuel Todd Churchill, sabía bastante sobre el


asesinato del senador estadounidense Huey P. Long, el pez
rey. Afirmaba que había muchos involucrados en los planes
Illuminati-Skull and Bones-New World Order-para asesinar
a Huey Long y así eliminar su programa para compartir la
riqueza.
Mi padre dijo que para comprender el misterio oculto detrás
del asesinato de Huey P. Long, primero se debe indagar sobre
la creación de Skull and Bones en la Facultad de Medicina de
la Universidad de Tulane.
Mi padre declaró repetidamente en su lecho de muerte que
Huey Long no murió por la herida de bala, sino por las manos
de un erudito del Nuevo Orden Mundial-Illuminati-Rhodes,
el Dr. Arthur Vidrine”, dice uno de los largos testimonios.

La Sociedad Skull and Bones se estableció en se-


creto en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans
en octubre de 1907. El Dr. Isadore Dyer fue uno de los

81
luis agüero wagner

miembros fundadores. El Dr. Isadore Dyer se graduó


de la Universidad de Yale y fue miembro de la socie-
dad secreta Berzelius en Yale. Esta sociedad secreta
de Berzelius es hermana en el Capítulo 322-Skull and
Bones-la Hermandad de la Muerte. La Skull and Bo-
nes Society de la Universidad de Tulane afirma que se
había seleccionado a un hombre de cada clase 1907-
1908-1909-1910, y su identidad se mantendría en se-
creto hasta el décimo aniversario de la fundación de
la organización.
Como cuestión de registro, la identidad de los
otros miembros de Skull and Bones nunca ha sido
revelada. Un jugador clave de este capítulo de Sku-
ll and Bones de la Universidad de Tulane fue el Dr.
Rudolph Matas. Todos los médicos involucrados en
la fundación de Skull and Bones de la Universidad
de Tulane eran miembros secretos del Mystick Krewe
of Comus de Nueva Orleans. Todos se habían com-
prometido a hacer juramentos de sangre de secreto
y estaban comprometidos con el plan de los Illumi-
nati para un Nuevo Orden Mundial. El Dr. Rudolph
Matas iba a desempeñar un papel muy especial en el
asesinato de Huey P. Long.
El doctor Rudolph Matas, profesor de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Tulane, fue ora-
dor principal de la reunión secreta original Skull and
Bones de Tulane celebrada en 1914. En 1929, Matas
designó al Dr. Carl Austin Weiss, que además de in-
glés hablaba francés y alemán fluidamente oara viajar

82
el caso del senador huey long

como delegado a París, Francia. y Viena, para ser in-


tegrado en secreto a los Illuminati.
En 1931, paralelamente, Matas envió también a
Louise Yvonne Pavy, futura esposa del Dr. Carl Aus-
tin Weiss presunto asesino del senador estadouni-
dense Huey P. Long, a París, donde se encontraría sin
saberlo con encumbrados miembros franceses de los
Illuminati.
Matas, en su calidad de profesor en la Universi-
dad de Tulane, monitoreó la carrera del Dr. Carl Aus-
tin Weiss, y su futura esposa Yvonne Pavy.
A través de Matas, el Dr. Carl Weiss se incorporó
secretamente a una célula de los Illuminati.
El Dr. Rudolph Matas, como líder Illuminati, tenía
poder para determinar posibles matrimonios y rela-
ciones sexuales como parte de su modus operandi.
De acuerdo con Samuel Todd Churchill, los médi-
cos y la profesión médica siempre fueron necesarios
para desempeñar roles importantes en los asesinatos
de líderes políticos estadounidenses.
En ese contexto el doctor Carl Austin Weiss,
miembro secreto de los Illuminati de habla alemana,
recibió la orden de ir al capitolio del estado de Luisia-
na la noche del 8 de septiembre de 1935 y propinar un
golpe de puño al senador Huey Long.
Weiss había recibido amenazas contra la integri-
dad física de su familia en caso de no participar de los
planes trazados por la cofradía.

83
luis agüero wagner

La orden con esas instrucciones fue emanada des-


de los superiores que monitoreaban a Weiss en las
sociedades Illuminati-Calavera y Huesos.
Según Samuel Todd Churchill, uno de los guar-
daespaldas de Huey Long, Murphy Roden, era un
espía de J. Edgar Hoover y tenía órdenes de disparar
a Huey Long y al Dr. Carl Austin Weiss después de
que Weiss entrara en escena agrediendo al Senador.
No fue accidental, por lo tanto, que Weiss haya
recibido más de 60 balas.
Warren Delano a través del agente de Skull and
Bones, William Russell, apoyó a su nieto Franklin De-
lano Roosevelt para que se convierta en presidente de
los EE. UU. e ingrese al nivel 33 de la Casa Illumina-
ti de Rothschild. Russel y Delano eran traficantes de
opio cofundadores del Skull and Bones.
Franklin Delano Roosevelt, de acuerdo a las mis-
mas fuentes, tuvo participación en el asesinato del se-
nador estadounidense Huey P. Long acompañando
las sucias maniobras de otro conocido miembro de la
hermandad, J. Edgar Hoover.
Por su participación en el contubernio, Franklin
Delano Roosevelt fue coronado Rey junto a su 33er
hermano J. Edgar Hoover. Franklin Delano Roosevelt
fue coronado por una hermandad de Nueva Orleans
en 1937 y ascendido directamente al grado 33 por su
participación en el ritual “Jaque mate al Rey”.
El presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roose-
velt, había alcanzado el código de nivel 33. Franklin Delano
Roosevelt participó y conspiró con J. Edgar Hoover de nivel
33 para realizar y completar el ritual Matanza del King-fish

84
el caso del senador huey long

Huey P. Long, senador estadounidense. Tanto Franklin Dela-


no Roosevelt como J. Edgar Hoover por su participación y la
concreción del asesinato del pez rey, el senador estadounidense
Huey P. Long, se convirtieron en secreto en Reyes del Mystick
Krewe de Comus. Franklin Delano Roosevelt fue rey de Co-
mus en 1937. J. Edgar Hoover se convirtió en el rey secreto de
Mystick Krewe of Comus más tarde. Cuando J. Edgar Hoover
estuvo en Nueva Orleans para asumir su reinado se involucró
en una juerga sexual de homosexualidad y travestismo con va-
rios miembros elitistas de la línea de sangre de Mystick Krewe
de Comus.

El presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roo-


sevelt, conspiró con el miembro de Skull and Bones Henry L.
Stimson, quien fue designado por Franklin Delano Roosevelt
como su Secretario de Guerra, y con Winston Churchill de
nivel 33. El bombardeo de Pearl Harbor fue necesario para
destruir el movimiento aislacionista en los EE. UU. Y para
obligar a los EE. UU. A involucrarse militarmente en las
Guerras de Europa. El plan de la Casa Rothschild-Skull and
Bones-Illuminati era forzar a los Estados Unidos a entrar en
el teatro militar europeo.

LA AGONÍA DEL REY PEZ


Los cirujanos siempre han considerado la cavidad
abdominal como una de las partes más vulnerables
del cuerpo. Las heridas de bala en esta región blanda
y flexible siempre se han considerado graves.
Pero eran aun mas graves en 1935, pues los médi-
cos no tenían antibióticos como penicilina o sulfona-
midas, y la tasa de mortalidad por heridas abdomina-
les penetrantes rondaba en el 65%.
De acuerdo a los registros del hospital, la presión
arterial de Huey bajaba y su pulso aumentaba. Cuan-

85
luis agüero wagner

do estas dos lecturas se juntan, es un fuerte indicio de


hemorragia.
El Dr. Vidrine, quien estaba en la ciudad para la
sesión legislativa, fue convocado al hospital. Cuando
se informó que la cirugía sería necesaria, Huey soli-
citó que la hiciera el Dr. Urban Maes de Nueva Or-
leans, un destacado cirujano.
Se contactó con Maes y él y otro médico subieron
a un automóvil y se dispusieron a conducir desde
Nueva Orleans hasta la capital. Camino a Baton Rou-
ge, ambos galenos se vieron involucrados en un ac-
cidente automovilistico y no llegaron a tiempo, pues
cuando arribaron al hospital ya se había completado
la cirugía. Les explicaron que como el estado de Huey
seguía deteriorándose, el doctor Vidrine decidió ope-
rar.
El registro de la sala de operaciones testimonia
que la cirugía comenzó a las 11:22 p. M., Dos horas
después de que le dispararon, y terminó a las 12:25 de
la madrugada siguiente.
El Dr. Vidrine fue el cirujano jefe y le asistieron
varios médicos locales: el Dr. William Cook fue el pri-
mer asistente, el Dr. Cecil Lorio (un pediatra) dirigió
la bandeja quirúrgica y el Dr. Henry McKowen fue el
anestesiólogo.
El Dr. Clarence Lorio, amigo cercano de Huey y
hermano de Cecil Lorio, llegó más tarde y asistió al
final de la cirugía.

86
el caso del senador huey long

Los detalles de la cirugía no se hicieron públicos


en ese momento, de acuerdo al código de ética medi-
ca.
El único informe creible fue un artículo publicado
en 1948 en una revista médica oficial por el Dr. Frank
L. Loria de Nueva Orleans, especialista en cirugía ab-
dominal, que incluyó el caso en un tratado sobre he-
ridas penetrantes del abdomen.
Había logrado entrevistar a los Dres. Vidrine,
Cook y Cecil Lorio y en el hospital habían completa-
do un cuestionario que él había enviado.
El tratado decía que se hizo una incisión en el
abdomen cerca de la herida de entrada. Se encontró
muy poca sangre dentro del revestimiento de la cavi-
dad abdominal.
El hígado, la vesícula biliar y el estómago estaban
libres de lesiones. Se encontró un pequeño coágulo de
sangre, aproximadamente del tamaño de una mone-
da pequeña, alojado en el tejido del intestino delgado.
El único daño encontrado dentro del revestimiento
abdominal fue una pequeña punción en el colon, lo
que representó un ligero escape de desechos hacia la
cavidad abdominal.
Ambas heridas de colon, de salida y de entrada,
fueron suturadas y se detuvieron los derrames adi-
cionales. El abdomen se cerró capa por capa como es
rutina.
A las 2:00 am se emitió un boletín del hospital que
decía:

87
luis agüero wagner

“El senador Long fue herido por una bala que ingresó por el
lado superior derecho, saliendo por la espalda. El colon fue per-
forado en dos lugares. La primera transfusión de sangre se ha
realizado con buenos resultados. Su estado es completamente
satisfactorio“.

El Dr. Vidrine emitió un boletín similar a las 5:15


am, en el cual agregaba que había una hemorragia
considerable en el mesenterio y el epiplón. Ese bo-
letín también se encuentra entre los documentos del
caso.
El estudio del Dr. Loria muestra que el cateteris-
mo no se realizó hasta las 6:45 a.m., casi seis horas
después de que se completó la cirugía. También con-
signó había sangre en la orina, lo que era un indicio
absoluto de lesión renal. Más tarde se determinó que
la hemorragia renal era masiva y continua, y la opi-
nión médica fue unánime de que una cirugía adicio-
nal indudablemente resultaría fatal.
El Dr. Loria concluyó que, basándose en la tra-
yectoria aparente de la bala a través del cuerpo, ha-
bría sido imposible que se hubiera salvado el riñón
derecho, lo que significaba una hemorragia interna.
Un procedimiento médico riguroso habría requerido
pruebas antes de la cirugía para verificar esta eviden-
cia clínica, pero no hay ningún registro que testimo-
nie que se realizó.
Es posible que Long ya no haya tenido posibilida-
des de sobrevivir, pero el destino fatal se selló duran-
te la cirugía, cuando no se intentó hacer una incisión
en la pared anterior de la cavidad peritoneal para ins-
peccionar visualmente el riñón.

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el caso del senador huey long

Algunos médicos se preguntaron por qué no se


hizo ningún intento de sondear las regiones posterio-
res después de encontrar una cantidad tan pequeña
de sangre en el abdomen.
Al parecer, la pared abdominal posterior, situada
entre los intestinos y el riñón, había actuado como un
biombo. La sangre había brotado sin ser vista detrás
de él, y fluyó sin control hasta que murió desangrado.
Algunas partes de la historia clinica obligan a con-
cluir que su riñón derecho había sido lesionado, cau-
sando una hemorragia interna, y la pérdida de sangre
fue la causa de la muerte.
La mayoría de los médicos no están de acuerdo
con la teoría de la muerte por peritonitis (inflamación
del peritoneo) debido a la velocidad relativa con la
que murió. Murió menos de treinta y una horas des-
pués de recibir un disparo y, en general, se cree que
habrían sido necesarios días, no horas, para que la pe-
ritonitis siguiera su curso fatal.
Después de la cirugía, un urólogo, el Dr. P. Jor-
da Kahle, hundió una aguja larga en la espalda de
Huey en la región del riñón derecho y extrajo sangre
pura. Un ex compañero de habitación de la escuela de
medicina y buen amigo de Weiss, el Dr. Edgar Hull,
dijo que estaba allí y entendió que el Dr. Kahle decía
que la aguja no extrajo sangre, lo que apoyaría el ar-
gumento de la peritonitis. Sin embargo, incluso si la
aguja no extrajo sangre, otros urólogo afirman que un
paciente puede sangrar del riñón y, sin embargo, la

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luis agüero wagner

sangre puede ser imperceptible debido a una aspira-


ción negativa.
Huey murió a las 4:06 am del martes 10 de sep-
tiembre a la edad de cuarenta y dos años. El Dr. Cecil
Lorio, entre otros, opinó que Huey estaba delirando
cuando se recuperó de la cirugía y no recuperó la con-
ciencia por completo. De acuerdo a su testimonio, no
se expresaba de manera coherente y racional. O’Con-
nor dijo lo mismo.
El Dr. E.L. Sanderson, el médico de la familia
Long de Shreveport, estaba allí y le dijo al Dr. Vidrine
que se oponía a una autopsia porque la familia estaba
en contra por principios y eso fue determinante para
que no se realice.
El cuerpo sin vida de Huey fue trasladado a la fu-
neraria Rabenhorst, el mismo depósito de cadáveres
que había preparado el cuerpo de Weiss para el entie-
rro. Más tarde, ese mismo día, el forense Bird convo-
có a un jurado de cinco personas, cuatro de las cuales
habían formado parte del jurado de Weiss.
No se escucharon testigos y la investigación solo
duró unos minutos. Explicó los hechos del caso tal
como los conocía y mostró al jurado la pistola de
Weiss.
Descubrió la sábana para exponer las heridas y
también levantó el lado derecho del cuerpo dejando
en evidencia la pequeña herida en la espalda, que el
jurado vio a una distancia de metros.

90
el caso del senador huey long

El jurado llegó a un veredicto rápido: “La muerte


fue el resultado de una herida de pistola en el abdo-
men, es decir, un homicidio”.

UNA BALA ROBADA DE LA MORGUE


Un agente especial de la Oficina Federal de Inves-
tigaciones (FBI) en Nueva Orleans envió un teletipo
al director J. Edgar Hoover a las 10:35 p.m., una hora
después del tiroteo.
Dijo que Huey había recibido dos disparos en el
abdomen y estaba en estado grave para ser operado.
Sin embargo, la cirugía no comenzó hasta las 11:22
p.m., dos horas después del tiroteo. Nunca se emi-
tió un informe médico que indicara que le habían
disparado dos veces en cualquier parte del cuerpo,
entonces, ¿de dónde sacó el agente su información?
El teletipo terminaba con esta declaración: “Ninguna
investigación por parte de esta oficina a menos que
se avise”. Unos días después, Hoover escribió en el
teletipo: “Ninguna investigación porque no se violó
ninguna ley federal”.
La copia completa del teletipo del FBI fue enviada
a la Oficina de Archivos del Estado de Essen Lane en
Baton Rouge para ser archivada.
Aunque la víctima era un senador de los Estados
Unidos a quien habían disparado en el interior de un
edificio público, no existe un registro federal de una
investigación sobre el tiroteo a pesar de las reiteradas
solicitudes para hacerlo.

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luis agüero wagner

El FBI tiene un expediente sobre Huey y sus parti-


darios, pero es inconexo con el atentado. Está dedica-
do a una investigación de presunta corrupción y su-
puesta evasión de impuestos a la renta, evidenciando
cuando menos falta de objetividad.
Así como en el caso de JFK se conoce la teoría de la bala mági-
ca, en el caso de Huey Long se habla de la teoría de las “dos ba-
las”. Esta teoría afirmaba que las heridas delanteras y traseras
en Huey eran heridas de entrada hechas por diferentes balas, y
que una de las balas fue encontrada por el Dr. Vidrine en ciru-
gía. Sin embargo, la estudiante de enfermería Melinda Delage
y Joseph Sabatier, que era un estudiante de medicina en la sala
de operaciones, declararon que, según su conocimiento, no se
encontró ninguna bala durante la cirugía.
Según los partidarios de la teoría de las dos balas, si una bala
entraba por el frente y salía por la espalda, la herida de salida
debería ser más grande. Sin embargo, los expertos en armas de
fuego dicen que no es inusual que una bala encamisada (como
la que supuestamente disparó Weiss) que no golpea el hueso
haga un agujero limpio y más pequeño en la salida. Patrick
Lane, científico forense de la Policía Estatal de Luisiana, dijo
que la chaqueta alrededor de la bala evita que se expanda, por
lo que un orificio de salida puede aproximarse mucho al diáme-
tro de la bala o parecer un poco más pequeño.
Un experto de renombre mundial en balística y heridas, el Dr.
Vincent DiMaio, escribió una carta al Dr. Donald Pavy el 29
de junio de 1998 en la que dice lo siguiente: “En 1935, se car-
gó munición automática calibre 32 con balas con cubierta de
metal, por lo general con un peso de 71 gramos. La velocidad
de salida fue de 960 pies por segundo. Si una persona recibió
un disparo en el abdomen con una bala de este tipo y no golpeó
ninguna estructura ósea significativa, la probabilidad de que
hubiera salido del cuerpo es superior al 50%.
Si bien esta munición en particular no es una bala de muy
alta energía, es un buen cartucho de perforación. La muni-
ción calibre 38 que se usaba en ese momento estaba cargada
casi exclusivamente con una bala de plomo de 150 granos. La
velocidad de salida sería de alrededor de 755 pies / segundo.

92
el caso del senador huey long

Si la bala entró por la espalda y viajó hacia arriba golpeando


el esternón, hay un 75% de probabilidad de que se hubiera
quedado en el cuerpo “.
No pudo comentar sobre las armas calibre 44 porque no estaba
familiarizado con el tipo de munición que se usaba en esos
días. Especuló que tal arma era un 44 Special que usaba una
bala de plomo que pesaba 246 granos, con una velocidad de
salida de 755 pies / segundo

En 1983, cuarenta y ocho años después, fue entre-


vistada Merle Welsh, la funcionaria de la funeraria
que tenia a su cargo embalsamar el cuerpo de Huey.
Welsh dijo que el Dr. Clarence Lorio, el amigo cerca-
no de Huey que ayudó en la cirugía, llegó al depósito
de cadáveres por la noche después de que todos se
habían ido, excepto los sepultureros.
Dijo que el Dr. Lorio deshizo las suturas, se puso
un guante de goma y después de sondear el interior
del cuerpo de Huey extrajo una bala que parecía ser
de gran calibre.
El teniente Moreau, un investigador de la policía estatal, dijo
rotundamente que no creía la historia de Welsh. Dijo que la
historia de Welsh no era creíble, era una tontería.

El profesor Starrs, el experto forense, examinó las


fotografías de las prendas que presuntamente lleva-
ba Huey cuando le dispararon. Dijo que la chaqueta
del abrigo rasgada por las balas mostraba una clara
evidencia de manchas de pólvora desde una herida
de entrada en blanco al abdomen derecho, y otra fo-
tografía mostraba lo que parecía una herida de salida
en la parte posterior de la chaqueta. Dijo que ninguna
de las imágenes respalda la teoría de las dos balas.

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luis agüero wagner

Además, dado que el Dr. Lorio era partidario po-


lítico de Huey, no se explica un testimonio por parte
suya que podría refutar la versión de una bala lo cual
podría comprometer a los guardaespaldas. La histo-
ria suena extraña cuando menos, y los reportes for-
males niegan ese hallazgo.

EL FINAL DE LA GUERRA
Así como solo los muertos ven el final de la gue-
rra, la autoridad siempre olvida al rey muerto. Es el
curioso destino final del conflicto entre poder y ética
que constituye la trayectoria de políticos como Huey,
quien decía usar la corrupción como herramienta
para combatir la corrupción. Para decirlo en palabras
de Penn Warren: “Del mal debe engendrarse el bien
porque en política es lo único que hay para engen-
drarlo”.
Long fue increíblemente popular porque creía en
reorientar la riqueza de Estados Unidos. En un dis-
curso, dijo: “A ningún hombre se le debe permitir te-
ner demasiado. Ningún hombre debe tener demasia-
do poco. A menos que limites el tamaño de lo grande,
necesariamente significa que las personas pequeñas
deben empobrecerse más y más a medida que pasa
el tiempo”.
Era una figura nacional, y se habló seriamente de
una candidatura a la Presidencia en 1936. Pero esa
idea preocupaba a algunas personas. Para los ricos y

94
el caso del senador huey long

poderosos, Long era el enemigo, y recibió numerosas


amenazas.
Resultaba obvio que algunos consideraban que
estaría mejor en un cementerio que en la Casa Blanca.
El juez Henry Pavy de la parroquia de St. Landry
fue uno de los muchos funcionarios electos que Long
contaba entre sus adversarios, y su joven yerno Carl
Weiss todavía es recordado como el hombre que ase-
sinó al Senador.
Cuatro días antes de su muerte, Long regresó a Luisiana des-
de Washington, DC y convocó una a sesión especial de la le-
gislatura estatal. Ignorando las amenazas contra su vida, el
senador Long caminó audazmente entre la Cámara de Repre-
sentantes y la oficina del gobernador Oscar Allen, donde la
historia oficial dice que el Dr. Carl Weiss estaba esperando.
Justo después de que Long habló con el gobernador, el Dr.
Weiss le disparó en el pasillo. Weiss recibió 60 balazos de los
guardaespaldas de Long. La pistola de calibre 32 de Weiss fue
encontrada a su lado.

Huey Long murió 30 horas después. Tenía solo 42


años. Su funeral atrajo a más de cien mil dolientes.
Cinco días después del funeral, una investigación
concluyó que el Dr. Carl Weiss era el único asesino.
Las denuncias sobre la guerra del Chaco tal vez
hayan sido las mas resonantes que haya realizado y
tarde o temprano, alguien aparecería para acallar re-
velaciones tan escandalosas y el relato que predomi-
na en la memoria popular narra que finalmente eso
sucedió el 8 de septiembre de 1935.
Una llamada anónima había citado en el capitolio
estatal de Baton Rouge a Carl Weiss, para que aparez-
ca en escena como cabeza de turco.

95
luis agüero wagner

Estaba desarmado, pero la policía estatal de Loui-


siana y los guardaespaldas de Long afirmaron que
llevaba un arma que escondía bajo su sombrero pana-
má. Dijeron que ello le valió la lluvia de balas, en total
sesenta y una, que acabaron con su vida. Para incri-
minarlo, abrieron su automóvil y extrajeron su arma
personal de la guantera, su hermano testificaría que
cuando se hizo presente en el lugar de los luctuosos
sucesos vio el carro con las puertas abiertas y con los
objetos personales del doctor Weiss desparramados
en su alrededor.
Según el informe oficial, Long resultó herido de
dos balazos disparados por un médico que estaba
desarmado. Para mayores controversias, el arma de
Weiss era calibre 32, y las balas que mataron a Long
eran de calibres 38 y 45.
Estas son algunas de las versiones que los cineastas Yvonne
Boudreaux y David Modigliani plantearon en su documental
“Sesenta y un balazos” (2014), presentado en el festival de
cine independiente de Boston.

Weiss era uno de los más brillantes médicos del


estado de Louisiana, la alcurnia de su familia no es-
taba en discusión, y podía perder otras cosas más
importantes que su prestigio profesional: a su bella
y joven esposa, y a un niño pequeño. La versión de
una policía considerada por muchos como corrupta
tuvo poco crédito y sigue siendo considerada como
un relato fabricado para encubrir a los verdaderos
asesinos.

96
el caso del senador huey long

Teniendo en cuenta estas versiones que siguen


vivas en la memoria e imaginario popular de los ha-
bitantes de Louisiana, no es extraño que la mayoría
de la gente crea hasta el día de hoy que la empresa
Standard Oil estuvo detrás del asesinato.
El escritor inglés John Berger dijo alguna vez que
en algunos casos extraños la tragedia de la muerte de
un hombre completa y ejemplifica el sentido de toda
su vida. Tal vez detrás de esa misma tragedia se en-
cuentra la clave para comprender mucho sobre lo que
hay de guerra y paz, de vida y muerte en un país dis-
tante pero que el mismo Huey Long sintió cercano.
Después de todo, es bien sabido que solo los muer-
tos ven el final de la guerra.

97
ÍNDICE

Introducción............................................................................. 7

I. La autoridad siempre olvida al rey que agoniza...... 11


Reparto de actores.......................................................... 11
En la escena del crimen.................................................. 18
Dudas sobre un corte en los labios............................... 24
Identificación del asesino............................................... 26
La maniobra de redistribución de los distritos
electorales......................................................................... 29
El plan homicida............................................................. 30
La intrahistoria del automovil...................................... 34
La intrahistoria del arma homicida.............................. 37
El informe final................................................................ 46
Una cena familiar............................................................ 52
Ii. Lejanos soldaditos de plomo....................................... 61

Iii. Solo los muertos ven el final de la guerra................. 79


La agonía del rey pez..................................................... 85
Una bala robada de la morgue...................................... 91
El final de la guerra......................................................... 94

99
Se terminó de imprimir en setiembre de 2020.
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