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Viva Villa...

A Villa también lo mató la historia oficial, pero el pueblo lo


resucitó
Los de abajo, libro de Mariano Azuela, fue aprovechado por el gobierno para
denostar al general

Francisco Villa con sus hijos y Miguel Trillo, retrato de grupo fechado en 1920.Foto
Colección Archivo Casasola-Fototeca Nacional INAH
ÁNGEL VARGAS Y REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2023, p. 2

El asesinato de Francisco Villa, la mañana del 20 de julio de 1923, fue un crimen de


Estado, dice el historiador chihuahuense Jesús Vargas Valdés, uno de los principales
especialistas en el líder revolucionario.

Se trató de una emboscada cobarde que se preparó desde los más altos niveles del
gobierno en 1923, cuando estaban a la cabeza Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, así
como tres gobernadores infames de Zacatecas, Durango y Chihuahua.

De acuerdo con el autor del libro Villa bandolero, quienes se encargaron de organizar a
los pistoleros que dieron muerte al Centauro del Norte fueron, principalmente, Gabriel
Chávez, jefe de la logia masónica en Parral y aspirante a gobernador de Chihuahua, muy
cercano a Obregón, y Jesús Herrera.

También participó un grupo numeroso de empresarios parra-lenses, de los cuales se


conocen los nombres de siete u ocho, aunque está convencido de que fueron más, añade el
historiador en entrevista con La Jornada al sostener que con la muerte de Villa, cuando
menos, simpatizaron varias decenas y otros tantos hicieron oídos sordos sabiendo que se
estaba preparando el complot.

El investigador también menciona la participación del Ejército en los hechos, no sólo


porque el contingente militar en Parral se retiró de forma inexplicable a hacer sus ejercicios
a un poblado cercano a la hora del asesinato, sino porque hay serias sospechas de que desde
un edificio que estaba enfrente de donde se acomodaron los pistoleros hubo disparos con
parque del Ejército, que pegaron en la parte trasera del vehículo donde fue ultimado Villa.

De acuerdo con Jesús Vargas, Pancho Villa murió a balazos, pero también lo matan
históricamente, pues a partir de 1923 comenzó una campaña desde el gobierno para
denostarlo, acusándolo de antirrevolucionario, bandolero y otra serie de adjetivos con el
objetivo de desaparecer su figura como héroe.
Lo que contribuyó a que esa campaña tuviera efectividad fue, en primer lugar, que el
villismo en todo el país fue prácticamente eliminado, fue un movimiento derrotado. La
mayor parte de los generales que acompañaron a Villa, de los grandes personajes, habían
muerto ya; no tenía escritores para la causa, menos periodistas, explica en entrevista.

Entonces, a través de la prensa, la literatura y de los discursos oficiales, Villa quedó


asesinado de la historia. Quien lo va a resucitar es el pueblo, como lo hace también con
Emiliano Zapata, sobre todo a partir de finales de los años 60 y las décadas de los 70 y 80
con los grandes movimientos sociales.

Villa fue y ha sido todos los pobres de México: bandolero, minero, albañil, carnicero.
Todas las actividades que identifican a los humildes de la etapa porfirista, pues sufrió la
injusticia y la persecución, por eso su capacidad de identificarse con los de su clase. El
personaje tuvo y tiene la capacidad de interpretar los anhelos, inquietudes y deseos de toda
la gente que se va a ir sumando a la Revolución, además de las enormes capacidades
militares que lo hicieron famoso.

De bandolero a revolucionario

Vargas es corresponsal en Chihuahua de la Academia Mexicana de la Historia. Detalla que


Doroteo Arango fue hijo de peones, tuvo cuatro hermanos y muy pronto le tocó hacerse
cargo de ellos y de su madre.

“Fue un niño muy precoz, según las pocas informaciones que se tienen. Creció muy
rápido física y mentalmente. A los 16 años se va de su tierra, San Juan del Río, donde vivía
la familia y durante los siguientes 16 años se dedica al bandolerismo.

Se pudo haber perdido en la nada si no hubiera surgido un movimiento social que se


convirtió en una revolución. En ese momento, el bandolero, el hombre anónimo que dejó su
huella en las cárceles, en los caminos, en las serranías, se convirtió en un jefe
revolucionario.

El autodenominado historiógrafo, originario de Parral y cuyo abuelo fue miembro de la


legendaria División del Norte, apunta que durante gran parte de la pasada centuria los libros
de texto no hablaban de Villa ni de Zapata en buenos términos, y si lo hacían era en
términos muy superficiales.

Incluso sostiene la tesis de que Los de abajo, el libro de Mariano Azuela con el que se
dice empezó la novela de la Revolución, fue aprovechada por el gobierno, luego de la
muerte de Villa, para denostarlo.

“Es una obra que presenta un villismo salvaje, destructor, sin criterio, sin conciencia, y
a las mujeres las muestra como viles prostitutas. Aunque no se diga, Los de abajo está
dirigida a mostrar al villismo de mala manera”, comenta.

“Se publicó por entregas en un periódico en 1914, luego como libro sin ningún éxito y,
de pronto, tras la muerte de Villa, se fue como espuma a las alturas. Mariano Azuela se
convirtió de buenas a primeras en el escritor más importante de México, aunque los
intelectuales de la época no se explicaban el porqué. Los de abajo es un mensaje subliminal
en contra de Villa, ese es mi punto de vista.”

Autor también del prólogo del libro Seis años con el general Francisco Villa, escrito
por José María Jaurrieta –el último secretario personal del líder revolucionario–, Jesús
Vargas subraya que la grandeza del líder de la División del Norte, a 100 años de su
asesinato, se explica desde el punto de vista social, no político.

Lo primero que magnifica a Villa es que nunca olvidó a su clase; no olvidó de dónde
venía, nunca se hizo fifí, para usar términos contemporáneos; nunca acumuló joyas, barras
de oro ni de plata para irse al extranjero, vivir con lujos y dejarles a sus hijos, nietos y
bisnietos garantizada la vida de rico, indica.

“Villa fue un patriota que nunca traicionó a su país, tampoco mató por poder económico
ni político; todos los actos deleznables en que usa la pistola los hace impulsado por un
código: él no perdonaba la deslealtad ni la traición; se equivocó a veces, pensó que lo
habían traicionado cuando no era cierto.

Y en sentido contrario, nunca dejó desprotegidos a quienes habían sido leales y


valientes con él. Era un código muy simple, y lo aplicó tanto con hombres como con
mujeres. Villa no dejaba desprotegidas a sus mujeres ni a su familia, y estoy hablando no
sólo con las que se unió y tuvo hijos. Según Paco Ignacio Taibo II fueron 25 mujeres con
las que vivió en pareja, pero son incontables con las que estuvo. Tenía una memoria
inaudita y la aplicaba con quienes le eran leales y no lo traicionaban.

Últimos tres años en la hacienda Canutillo

Resalta que los últimos tres años de la vida del prócer en la hacienda de Canutillo, de 1920
a 1923, muestran su lado más humano, a un hombre al que le llegó la paz después de la
muerte de Venustiano Carranza, a quien combatió hasta el final considerándolo un dictador,
como lo hizo asimismo Zapata.

Hasta que firma los convenios de paz en mayo de 1920, Villa actúa como un derrotado,
un guerrillero marginado, acosado y aislado. En algunos momentos logró reunir 5 mil
soldados (1916-1917), pero esos años fueron de una tragedia tremenda para los últimos
villistas que acompañaron a su jefe.

Cuando le entregaron la hacienda de Canutillo se transforma. “A los 42 años desea


hacer lo que ha soñado que podía ser la Revolución: en trabajos del campo, en
organización, y se empeña en convertir Canutillo en un centro de actividad y de
organización. En lo personal empieza a vivir la vida de un jefe de familia, que no había
vivido en ningún momento.

“Me conmueve mucho esa etapa, en la que como padre de familia se hace cargo con
todo el cariño de su hijo Francisco Villa Rentería, al que atiende y de quien es muy
cercano, pero además de los niños que no son suyos y están en la escuela en Canutillo; en
ningún momento tiene ideas de organizar otro levantamiento.
Se desprendió del odio que le tenía a Carranza. No se dio cuenta de que el odio más
cabrón era el de Obregón. Pero él sintió paz. Incluso, tras firmar el acuerdo mediante el que
depone las armas, escribió una carta a Obregón en la que, si bien reconoce que es su
enemigo personal, le dice que llegó el momento de la paz, le extiende su amistad y le
expresa que su deber como buen patriota es retirarse a la vida privada sin estorbarle en
nada.

Sin embargo, fue víctima de un complot en el que Regino Hernández Llergo jugó un
papel infame como periodista. En 1922 divulgó declaraciones que Villa no había hecho y
prepararon a la sociedad para pensar que su asesinato era necesario. Fue una muerte que
estaba programada desde antes y esas entrevistas contribuyeron mucho a la versión de que
habían sido siete enemigos de Villa quienes lo asesinaron.

Vargas afirmó que la eliminación de la memoria de Villa y Emiliano Zapata, así como
el enaltecimiento de los logros de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías
hasta los años 70, coincidió con un México sumamente injusto y desigual.

De los últimos 50 años para acá, insistió, ya muy pocos piensan que Carranza, Obregón,
Calles y otros políticos que surgieron en el partido oficial realmente representaron los
anhelos de los revolucionarios que lucharon primero contra la dictadura de Porfirio Díaz y
luego la de Victoriano Huerta.

“Las nuevas generaciones se apropian de la imagen del zapatismo y el villismo hasta


explotar tanto en el norte como en el sur, casi coincidentemente en los años 90. En el sur,
con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y en Chihuahua con el surgimiento de las
Jornadas Villistas, un acontecimiento casi espontáneo que provocó que buena parte de la
sociedad del norte volteará la mirada hacia Villa.

Aquí tenemos que recordar lo que decía Adolfo Gilly: la Revolución se interrumpió con
el triunfo del carrancismo.

Amor y odio

Para concluir, el historiógrafo aseguró que aunque la aversión hacia Pancho Villa se
mantendrá entre cierto sector de la sociedad mexicana, cada vez saldrá más a flote su
grandeza.

El odio y el amor hacia Francisco Villa continuarán indefinidamente. Los que lo aman
son los que encuentran en él la figura de un líder en el pueblo que no se dejó, que derrotó a
los ricos y les quitó sus tierras; y quienes lo odian son, en primer lugar, los descendientes
de quienes fueron afectados porque les quitó sus tierras, pero también los que tienen una
ignorancia hacia la historia y se dejan jalar por la propaganda y todos los ataques que se
lanzan contra Villa. Es, pues, un tema sin solución. Fi n
Viva Villa...AMLO encabezó el acto por el centenario luctuoso. El general
tuvo un profundo amor a la patria y los pobres/ EMIR OLIVARES ALONSO-
Enviado- Jornada Viernes 21 de julio de 2023, p. 2

Hijo de peones, a los 16 años abandonó a su familia; se negó a ser esclavo


San Juan del Río, Dgo., Un disparo rugió en honor del general Francisco Villa en el
centenario de su asesinato. Fue una salva de fusilería disparada por elementos del Heroico
Colegio Militar para rendir homenaje al hombre que se negó a ser esclavo desde la misma
tierra que hace 145 años lo vio nacer.

El presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó el acto para conmemorar los 100
años de que ocho hombres emboscados lograron lo que no pudo ni el ejército
estadunidense: matar al legendario revolucionario en Parral, Chihuahua. El mandatario
rindió honores al líder de la División del Norte al depositar una ofrenda floral y montar una
guardia al pie de su efigie.

El hombre nacido bajo el nombre de José Doroteo Arango Arámbula abandonó el seno
familiar cuando apenas tenía 16 años, para convertirse en una leyenda en medio de las
sierras de Durango y Chihuahua: un Robin Hood a lo mexicano.

Ese hombre que había roto su destino –no permanecer en la esclavitud que en aquella
época significaba el nacer como hijo de peones– se volvió 16 años más tarde un
revolucionario, que a la postre trascendería en la historia.

Espíritu rebelde

La historia es mejor que la leyenda. Ese hombre que no quiso ser esclavo se convirtió en
revolucionario en 1910, delineó el historiador Pedro Salmerón, orador principal en la
ceremonia.

El espíritu del histórico rebelde está vigente entre la población duranguense. Unas
decenas de ellos se apersonaron a las afueras de la ex hacienda La Coyotada, donde se
mantiene la casita en la que nació el pequeño que se convertiría en Pancho Villa. Ahí hay
ahora un museo de sitio.

Algunos de los presentes en realidad pretendían manifestarse. En un principio se les


negó el acceso, exigían respuesta ante diversas injusticias que dijeron padecer. Al llegar al
lugar, fue el propio López Obrador quien instruyó que se les permitiera el ingreso para que
atestiguaran el acto.

El mandatario tuvo que ordenar el paso de Francisco Villa Campa, nieto del general, y
de su familia, pues los militares también les negaban el acceso.

En medio de la intervención del orador principal, una niña vestida de adelita saltó hasta
el templete donde se encontraba el jefe del Ejecutivo y los funcionarios que lo
acompañaban. La pequeña le entregó un papel con una petición de unos hombres
caracterizados de villistas, que se encontraban entre los manifestantes.

López Obrador leyó el mensaje y no pudo contener una ligera sonrisa. Fijó su mirada en
el punto donde los villistas se apostaron y, contundente, negó con una seña de su
índice. ¡Relección, relección!, lanzaron los villistas, apenas a unos metros de distancia, y la
ceremonia continuó.

Villa y Madero

Salmerón hizo un apretado recuento de pasajes de la vida de Villa, como su alianza con
Francisco I. Madero, aquel hombre que llamó a tomar las armas contra Porfirio Díaz. Todo
parecía estar en contra de ese encuentro. ¿Qué tenían en común el perfumado vegetariano
que nació en sábanas de seda con el criador de gallos finos que dormía al raso, con la silla
de montar como almohada y el sarape como cobija? Tenían en común el amor a la patria y
a los pobres.

Durante el homenaje en San Juan del Río, Durango, López Obrador entregó al secretario de la Defensa
Nacional, Luis Cresencio Sandoval, un revólver calibre .38 especial, marca Eibar, que perteneció a Madero.Foto
Luis Castillo
La historia recuerda que, al entrar triunfantes hacia el Zócalo los ejércitos de Villa y de
Emiliano Zapata, el primero acuñó un nuevo nombre a la hasta entonces avenida Plateros.
El duranguense se subió a una escalera y colocó una placa con el nuevo nombre –Avenida
Francisco I. Madero– en honor de su amigo, que un año antes había sido asesinado y
traicionado por Victoriano Huerta.

Durante el acto un gesto simbólico honró esa amistad. López Obrador entregó al
secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, un revólver calibre .38
especial, marca Eibar, que perteneció a Madero y que se presume había regalado a Villa
tras la primera etapa del movimiento revolucionario.

El arma estaba en Cuba, fue devuelta recientemente a México y quedará como parte del
patrimonio nacional, bajo resguardo de la Defensa, en el Museo Histórico de la Revolución
con sede en Chihuahua.

La lección de Columbus

Salmerón no podía dejar fuera el ataque del ejército villista a Columbus en marzo de 1916,
lo que provocó la furia del gobierno estadunidense, que empeñó, sin éxito, todos los medios
para atrapar al general revolucionario.

El fracaso de la expedición punitiva fue uno de los temas que hizo que los altos mandos
políticos y militares de Estados Unidos entendieran, en los años siguientes, que a Estados
Unidos bajo ninguna circunstancia le conviene invadir México. Que nunca, no hay forma
de que lo hagan, no les conviene y aunque sólo sea por eso debemos recordar la memoria
de Pancho Villa.

Salmerón citó a Adolfo Gilly, cuando se refirió a la División del Norte como una de las
mayores hazañas históricas mexicanas. Su organización fue el punto de viraje en la guerra
campesina y en la Revolución. Las masas del norte del país y las que se sumaron en su
avance, la organizaron de la nada y contra todos. Le dieron su tremendo empuje, alzaron a
uno de sus propias filas, Francisco Villa, como el mayor jefe militar de la Revolución.
Barrieron en el camino con cuanto se les puso por delante.

El gobernador de Durango, Esteban Villegas Villarreal, surgido de la alianza PRI-PAN,


oriundo de San Juan del Río, destacó que, desde su infancia, escuchaba la leyenda de que
unas bolas amarillas que se posaban sobre los cables de luz de la comunidad representaban
la visita de algún presidente a esta tierra.

A mí nunca me tocó ver a ninguno y creo que, igual que yo, es un sueño para muchos
que, después de más de 40 años, pueda estar una vez más un presidente de la República,
que entiende de la historia, que entiende de la lucha y que siempre ve por las personas más
necesitadas: el presidente Andrés Manuel López Obrador. Gracias, Presidente, gracias por
estar aquí.

La ceremonia no podía cerrar de otra manera y, como lo hacían los efectivos de la


División del Norte, los presentes corearon: ¡Viva Villa! ¡Viva Zapata! ¡Viva México! Fin

Viva Villa...De niño evitó la violación de su hermana. Llevan al teatro


su valor y lucha para liberar a su pueblo/ JESÚS ESTRADA
Corresponsal Periódico La Jornada Viernes 21 de julio de 2023, p. 3

La escenificación se realizó en el mismo lugar donde nueve sujetos le dispararon


más de 100 veces

Actores del grupo de teatro Guillermo Baca recrearon, como cada 20 de julio, el asesinato del general
Francisco Villa, en la localidad de Parral, Chihuahua. En esta ocasión se conmemoró el centenario de su
muerte.Foto Afp
Chihuahua, Chih., Actores del grupo de teatro Guillermo Baca escenificaron este jueves el
asesinato del general Francisco Villa, ante cientos de personas en el cruce de las calles
Gabino Barreda y Juárez, en la ciudad de Parral, Chihuahua, en la misma esquina donde fue
emboscado y murió acribillado a bordo de su automóvil hace 100 años, el 20 de julio de
1923.

Pancho Villa estaba en Parral para acudir a un bautizo y fue asesinado por al menos
nueve hombres que atacaron su vehículo, en el que iba acompañado de su secretario
particular, el coronel Miguel Trillo, y tres integrantes de los Dorados de Villa, su escolta
personal.

Un hombre salió al paso del automóvil Dodge Brothers, que conducía el propio Villa,
en la esquina de Juárez y Gabino Barreda, se quitó el sombrero y lo levantó para saludar a
los tripulantes con el grito de guerra de la División del Norte: ¡Viva Villa!, la señal para
que los asesinos, algunos parapetados en edificios contiguos, dispararan más de 100 veces.

Manuel Octavio Aguirre, representante de los histriones, explicó que la dramatización


histórica la realizan cada 20 de julio, pero este año estrenaron cinco escenas nuevas, y
participaron 30 actores y actrices, en dos presentaciones o simulacros del asesinato, la
primera a las 8:30 de la mañana y la segunda a las 6 de la tarde.

Entre los personajes de la dramatización presentaron a La Adelita, el general Fierro y al


propio Francisco Villa, entre otros, en una relato que abarcó toda la vida del héroe de la
Revolución Mexicana.

El ayuntamiento de Parral patrocinó la dramatización, meticulosamente preparada, la


cual abarcó momentos cruciales de la vida de Villa, desde sus hazañas militares hasta el
fatídico día en que fue emboscado y asesinado.

La obra representó desde los primeros años de su vida, cuando el joven Doroteo Arango
defendió a su hermana de una violación que pretendía consumar el hacendado Agustín
López Negrete, hasta la traición y el asesinato en una emboscada que planearon el diputado
Jesús Salas Barraza, familiares de Maclovio Herrera y con la aprobación del entonces
presidente Álvaro Obregón.

Además de la dramatización en el lugar del homicidio, el grupo de teatro Guillermo


Baca escenificó también el velatorio, en el mismo edificio donde fue el funeral hace 100
años y que hoy es un museo de sitio, así como el entierro en el Panteón de Dolores.

“Se trata del acto más emotivo y el evento central para conmemorar el centenario de la
muerte del general Francisco Villa, en Parral, un impresionante simulacro que revivió los
pasajes más importantes en la vida y la muerte del legendario centauro del Norte.

“Francisco Villa dejó a Parral un profundo legado de lucha y valentía en la búsqueda de


la libertad para su pueblo, y el simulacro se efectuó justo donde fue asesinado hace 100
años, también como forma de rendirle homenaje.

La recreación histórica recibió una respuesta positiva por parte del público, que quedó
maravillado con las actuaciones de los talentosos actores y la meticulosa atención al detalle
en la ambientación de época, una obra teatral que aportó a la conmemoración del centenario
de la muerte de Francisco Villa, destacó el ayuntamiento de Parral. Fin
Viva Villa...Tenía una ideología bien definida pero poco
valorada ÁNGEL VARGAS Periódico La Jornada Viernes 21 de julio de 2023, p. 4

Su nieta documentó la campaña lanzada para desprestigiarlo


Elogiar las cosas que hizo bien Francisco Villa se ha convertido en una de las principales
causas de la historiadora Guadalupe Villa Guerrero, nieta del líder revolucionario.

Villa se ha ido viendo como en una luz más favorable, pero nunca faltan aquellos que lo
siguen denostando. Entonces, siempre digo que mi cruzada en esta vida es hablar bien de
las cosas que él hizo, porque son muchas cosas positivas. A lo largo de todos estos años que
he estudiado la Revolución y a Villa, sí me ha quedado muy claro que hubo una campaña
para desprestigiarlo, sostuvo la investigadora.

Esto no quiere decir que no haya habido actos reprobables, pero tenemos que entender
la época, no justificar, pero sí entender, qué es lo que lleva a un personaje a actuar de tal
manera.

Para la investigadora, un aspecto muy importante es nunca ver con los ojos actuales ni
juzgar la historia del pasado, porque antes no existían los derechos humanos, los machos
eran machos. Eso lo tenemos que entender, o sea, a lo mejor no estamos de acuerdo, pero
pues así fue, ¿no? Entonces, tratar de juzgar con los ojos de ahora esa historiografía o ese
modo de ser de una época no nos lleva a nada bueno.

Doctora en historia de México por la Universidad Nacional Autónoma de México


(UNAM) y coordinadora académica de la licenciatura en historia en el Instituto Mora,
Guadalupe Villa participó en el conversatorio Otras historias del villismo, organizado por
el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm).

El acto se realizó como parte de la conmemoración del centenario luctuoso del caudillo,
que se cumplió este 20 de julio, con la participación asimismo de los historiadores Pavel
Navarro y Ana Salinas Alverdi. Al terminar, fue inaugurada en ese mismo sitio la
exposición pictórica Villa, Centauro del Norte.

La nieta del líder de la División del Norte destacó que algo que le granjeó a Pancho
Villa la simpatía de la gente en su etapa como gobernador de Chihuahua fue que, a pesar de
que nunca había sido administrador, era un hombre pragmático y práctico que resolvía las
cosas no pensando en el largo plazo, sino en el momento que se requería.

“Lo primero que hace –explicó– es confiscar las propiedades de los grandes
terratenientes como Luis Terrazas y los Creel, y pone en administración esas haciendas, es
decir, no las confisca para enriquecerse, sino para que no decayera la producción, siguiera
la gente teniendo trabajo y el ingreso de los productos de la hacienda sirvieran para su
ejército y ayudar a viudas y huérfanos de la Revolución”.

En un hecho curioso, mencionó, también abarató el precio de la carne de res, porque,


aunque Chihuahua es un estado ganadero, la población la consumía poco y más bien optaba
por la de cerdo, debido a lo costoso de aquélla.

Guadalupe Villa refutó la idea de que Francisco Villa careciera de ideología, a


diferencia de Emiliano Zapata, que tenía el Plan de Ayala, e inclusive Pascual Orozco.
Detalló que el líder de la División del Norte, siendo gobernador, mandó a hacer una serie de
estudios que, aunque no tuvieron aplicación, hablan precisamente de sus intereses y, por
consecuencia, de su ideario.

Por ejemplo, una ley para la protección del patrimonio familiar; otra para modificar los
contratos de aparcería, él mismo había trabajado como aparcero, entonces sabía de qué se
trataba; una legislación para el revalúo de la propiedad rústica, porque cuando se detona la
Revolución en Chihuahua habían subido mucho los impuestos de las propiedades rurales y
la gente pobre no tenía manera de sufragar ese gasto tan grande, y por eso él hace ese
estudio, detalló.

De acuerdo con la especialista, es necesario poner atención a lo que Villa fue


construyendo a lo largo de la Revolución, como su ley agraria, por ejemplo, que se
pronunciaba por la división de las haciendas, aunque sólo las improductivas, pues
consideraba que no por solucionar un problema, se iba a crear otro.

Entonces, si hay haciendas productivas no se dividen, sólo las que no están productivas.
Contrario al programa agrario de Zapata, lo que le interesaba a Villa era crear una sociedad
de pequeños productores y de pequeños propietarios, para que sintieran la tierra como suya,
señaló la historiadora.

“Todo lo que hizo en Chihuahua cuando fue gobernador fue muy exitoso. No se quedó
en el gobierno, pero dijo: ‘yo me voy a tener que separar para atender las cuestiones de la
guerra’, y hubo otros hombres que se ocuparon de dirigir el gobierno, pero, claro, siempre
sobre la atenta vigilancia de Villa.” fin

Viva Villa...Villistas,
zapatistas y magonistas seguimos en
pie, sostiene Taibo II ÁNGEL VARGAS-Jornada Viernes 21 de julio de 2023, p. 4
Francisco Villa sustituyó la placa de la antigua calle de San Francisco y la nombró Francisco I.
Madero, el 8 de diciembre de 1914.Foto de Casasola, Fototeca Nacional INAH
La conmemoración este año de Francisco Villa, con motivo del centenario de su muerte, es
lo mejor que pudo habernos pasado como país, afirmó el escritor Paco Ignacio Taibo II, al
hacer un llamado al pueblo de México para construir y defender su identidad histórica.

Levantamos la historia de alguien irredento, atrabiliario, a ratos loco, pero siempre fue
un caudillo del movimiento social, un hombre del pueblo, un hombre, vamos a decirlo
claro, de primero los pobres, resaltó.

Sostuvo que, como pueblo, los mexicanos provenimos de personajes históricos como
Villa, Felipe Ángeles y Emiliano Zapata, e hizo un llamado a la sociedad para no sólo leer e
informarse al respecto, sino también para contarlo, difundirlo.

Tenemos que ganar las batallas en los camiones, los salones de clase, las peluquerías, el
mercado. Ante la luz de desinformación que anda por este país como si fuera burro
desatado, hay que volver a decir la verdad, contar la historia y devolvernos el orgullo de
decir que hoy en este país los villistas, los zapatistas, los magonistas seguimos en pie,
remarcó.

Autor de la que es considerada una de las más importante biografías del Centauro del
Norte, Taibo II participó por la tarde en un conversatorio al lado del historiador
chihuahuense Jesús Vargas Valdés, realizado en el contexto de la conmemoración luctuosa
del líder revolucionario, este 20 de julio, en la capital del país.

El acto tuvo lugar en la explanada del Monumento a la Revolución, como parte de un


programa artístico y cultural organizado por el Frente Popular Francisco Villa.

Entre arengas y vivas a Pancho Villa por parte de la multitud allí reunida, el escritor y
director del Fondo de Cultura Económica consideró que para decidir hacia dónde vamos
como nación, es importante la conciencia histórica, ya que genera amarre a nuestra tierra e
identidad.

Resaltó que estamos ante una de las más grandes batallas de identidad libradas en
México, toda vez que el conservadurismo tiene también a sus personajes, aunque en su
opinión no se atreven a revelarlos porque son muy pinches.

Entre ellos mencionó a Victoriano Huerta, Hernán Cortés, Maxilimiano de Habsburgo,


además de asegurar que esos sectores extrañan en lo cercano a Carlos Salinas de Gortari,
Ernesto Uruchurtu o esa época del “uca, uca, el que se lo encuentre se lo emboruca” y del
neoliberalismo de las manos sucias.
Jesús Vargas, luego de hacer un repaso somero por la vida y obra de Pancho Villa,
reiteró su hipótesis de que Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles estuvieron involucrados
en el complot para asesinar al líder de la División del Norte

No solamente lo mataron físicamente: después del 20 de julio de 1923 se inició también


la muerte de Francisco Villa en la historia; lo mataron dos veces, y si estamos aquí
recordando ese hecho de hace 100 años es porque también estamos celebrando que el
pueblo de México lo ha resucitado, lo mismo que a Zapata. La memoria de Villa y Zapata
es del pueblo, porque son del pueblo, exclamó.

La realizada este jueves fue la primera de una serie de charlas que Taibo II y Jesús
Vargas, a los que se sumará en adelante el historiador Pedro Salmerón, realizarán en los
siguientes días por la ruta seguida por Villa, que incluye las ciudades de Zacatecas,
Durango, Torreón, Parral, Chihuahua y Ciudad Juárez. fin

6 momentos que explican la leyenda de Pancho Villa, el líder de


la Revolución Mexicana al que mataron con 150 balazos hace un
siglo/Historia de Darío Brooks - BBC News Mundo en El universal/18-7-2023

Un héroe de la lucha social mexicana, o un bandolero capaz de cometer


los peores asesinatos.

Las definiciones pueden ser extremas cuando se habla de José Doroteo


Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, uno de los líderes
de la Revolución Mexicana, el cual fue asesinado el 20 de julio de 1923,
hace ahora 100 años.
Nacido en la pobreza en un rancho del norteño estado de Durango, desde
adolescente Pancho Villa se involucró en actividades ilegales, ya sea para
conseguir dinero o para hacer justicia por propia mano.

“Un revolucionario con mentalidad de asaltabancos”, lo define el


escritor Paco Ignacio Taibo II, autor de una de las investigaciones
documentales más extensas sobre la vida del jefe de 30.000 hombres que se
atrevió a invadir EE.UU. (la única intervención extranjera que ha
experimentado ese país en los últimos dos siglos).

“Un hombre al que odiaban tanto que para matarlo le dispararon 150
balazos al coche en que viajaba; al que tres años después de asesinarlo le
robaron la cabeza”, añade Taibo II en su obra “Pancho Villa: una biografía
narrativa”.

Pero como el mismo autor reconoce, es tanto lo que se dice de tal figura de
la historia de México “que a veces parece imposible” desentrañar sus
historias.

Algunos momentos, sin embargo, definen quién fue Doroteo Arango y cómo
llegó a ser el legendario Pancho Villa.

En BBC Mundo seleccionamos 6.

1. El día que marcó su vida


Doroteo Arango nació en junio de 1878 en el seno de una familia pobre que
vivía en un caserío de La Coyotada, en el estado de Durango (en el norte del
país, que para él “era toda la vida”).
Desde adolescente se hizo jugador de cartas, y como tal, las manos no
siempre estaban a su favor, por lo que se involucró en el robo de ganado
para saldar deudas.

“Son demasiadas las historias que nos hacen pensar que antes de
septiembre de 1894 el joven Doroteo Arango tuvo sus encontronazos con la
ley y el orden de los hacendados”, explica Taibo II.

Pero el día 22 de aquel mes de septiembre es clave por un incidente que se


ha contado de diversas formas: uno de los jefes de la hacienda Gogorito
de la familia López Negrete (no es claro si fue Laureano, o uno de sus hijos,
Agustín) intentó abusar de Martina, la hermana de Arango.

Esta foto es de las pocas de las que hay registro de Doroteo Arango siendo muy

joven.© INAH

Cuando Doroteo Arango, de 16 años, llegó a su casa, encontró a aquel


hacendado y, sin pensarlo demasiado, fue a buscar un arma y le disparó:
“Le puse balazos de los cuales le tocaron tres”, contó Pancho Villa años
después.

Aunque no lo mató, el ataque en defensa de su hermana lo condenaba a ser


un enemigo del hombre poderoso del lugar. Huyó hacia la sierra de La Silla
para salvar su vida.

Este es considerado un momento clave en la vida del joven Arango y que


lo marcó en su personalidad para el resto de su vida.
Algunos escritores de la época, como Luis Aguirre Benavides o Jesús Vargas,
cuestionan la idea de que aquel adolescente hubiera podido evadir a la
gente al servicio del hacendado. Benavides dice que pudo ser una historia
para esconder su “borrascoso pasado”.

Francisco I. Madero, el político que años después lanzaría el llamado a la


Revolución Mexicana, a la que se sumaría Villa, también llegó a hablar sobre
este episodio de defensa de la honra de la hermana de Villa, que solo tenía
12 años.

“El caso es que la historia tiene demasiadas fuentes paralelas que tienden a
confirmar que en 1894 Doroteo Arango se confrontó definitivamente con
el poder de la hacienda”, apunta Taibo II.

2. El surgimiento de “Pancho Villa”


Antes de sumarse a la Revolución Mexicana, las andanzas de Doroteo
Arango en distintos puntos de Durango y Chihuahua son relacionadas con el
hurto de ganado y otras tropelías solitarias o en gavilla.

“Su historia antes de la revolución es vulgar, llena de crueldad y de infamias.


Lo que tiene de pintoresco es el paisaje. Lo que tiene de atenuante es el
sentimentalismo con el que actúa en muchos de sus actos”, escribió el
ensayista Ramón Puente en una de sus reseñas de la Revolución de aquella
época.

El origen de la identidad Francisco "Pancho" Villa tiene varias versiones.© Getty Images
“Al pasarme a Chihuahua queriendo que se perdiera mi huella mudé mi
nombre por el de Francisco Villa [en México, a los Francisco se les suele
decir Pancho]”, relató alguna vez, según Taibo II, que encontró una decena
de versiones sobre de quién tomó el nombre: de su padrino, de un militar
valiente o hasta de un temido ladrón fallecido.

“Sea quien fuere el que le prestó el nombre, lo claro es que en esta etapa de
su vida lo usó a ratos, y a ratos utilizó otros nombres y apodos, porque uno
es y no es, se llama y deja de llamarse, dependiendo en donde ande”, explica
Taibo II.

Se sumó a la lucha armada ya siendo conocido en la región norteña de


México por su habilidad de buen estratega al liderar hombres. Protagonizó
varios triunfos del movimiento de Madero, uno de los primeros de la
revolución, con su temida División del Norte, que llegó a estar conformada
por unos 30.000 elementos.

La toma de Ciudad Juárez con el “Tren de Troya”, con el que asaltó por
sorpresa la urbe fronteriza, dio muestra de su ingenio.

3. La invasión a EE.UU.
Uno de los episodios que hay alrededor de Villa como leyenda
revolucionaria fue una osadía impensable: emprender una intervención
militar a territorio de Estados Unidos, país que desde que los británicos
intentaron reconquistar en 1812 no había experimentado presencia armada
ajena.

La misión “peliaguda”, como la describió Villa, se dio como una suerte de


venganza contra el gobierno de EE.UU., por apoyar la campaña bélica de su
enemigo, Venustiano Carranza, pero también para localizar a un proveedor
de armas, Sam Ravel, que les vendió material defectuoso.
Villa era bien conocido entre militares de EE.UU., como el general John J. Pershing

(a su derecha), que tiempo después lo persiguió.© Getty Images

En marzo de 1916, cientos de villistas (las cifras varían alrededor de 500)


cruzaron la frontera en dirección al poblado de Columbus, Nuevo México.
El día 9 atacaron la población, en la que la brigada 13 de caballería
estadounidense tenía una guarnición.

“¡Viva Villa!”, “¡viva México!”, “¡yanquis hijos de la chin****!”, fueron algunos


gritos que rompieron la madrugada. Los villistas arrasaron el lugar, en
particular las propiedades de Ravel, a quien no encontraron, pero sí a uno de
sus hermanos, Louis, que lo tomaron como prisionero.

Después de hacerse con armas y otros valores en Columbus, y al ver que la


brigada estadounidense que salió a la defensa de la ciudad era más
numerosa de lo que pensaban, los villistas emprendieron la retirada hacia
México. El combate entre bandos duró unas tres horas.

Los historiadores debaten sobre las intenciones de Villa: si planeaba una


simple venganza al sentirse traicionado por Washington, que le había dado
concesiones en el pasado; o una gran provocación a EE.UU. para que
interviniera en el conflicto armado que se desarrollaba en México, como
teoriza el historiador austriaco Friedrich Katz.

Sin descartar lo último, Taibo II considera: “El ataque estuvo pensado como
una incursión y, si de pasada se conseguía dinero y municiones y se traía la
cabeza de Ravel para México, tanto mejor”.
Villa no planeó ni ejecutó bien el ataque a Columbus, considera Taibo II.© Getty Images

Lo que sí detonó el ataque a Columbus fue la entrada del ejército EE.UU. al


norte de México y la búsqueda de Villa durante 11 meses, en la Expedición
Punitiva al mando del general John J. Pershing y en la que participaron
jóvenes militares como el futuro presidente Dwight D. Eisenhower, así
como George Patton, un destacado general de la Segunda Guerra Mundial.

Pero con su habilidad escurridiza, Villa nunca fue capturado.

En 1961, en Columbus fue erigido el Parque Estatal Pancho Villa, un


espacio para recordar aquel episodio de esa pequeña población de Nuevo
México. “Como si en un alarde de desmemoria histórica los
estadounidenses (…) quisieran homenajear al hombre que protagonizó la
última invasión a su territorio”, señala Taibo II.

4. La masacre de San Pedro


Uno de los episodios más oscuros y crueles en la trayectoria armada de
Pancho Villa fue la ejecución de unos 80 hombres en el pueblo de San
Pedro de la Cueva, Sonora, ocurrido poco después de su derrota en Piedras
Negras (que motivó la intervención en Columbus).

En la campaña contra las fuerzas de Carranza en Sonora, una avanzada de las


fuerzas de Villa fue atacada el 1 de diciembre de 1915 en San Pedro de la
Cueva, presuntamente por los propios pobladores. Villa se puso furioso al
saber que murieron seis de sus hombres y al buscar explicaciones del
ataque, su sobrino Manuel Martínez recibió un disparo y también cayó.
“¿Qué ha pasado por aquí? ¿Qué se traen por aquí?”, preguntó Villa y, sin
más, “ordenó que fusilaran a los hombres del pueblo”, según Taibo II. Niños
y mujeres fueron separados, mientras que los varones fueron llevados al
paredón a primera hora del día siguiente. Hay testimonios que señalan
que algunos menores fueron ejecutados.

La escena fue sanguinaria, con decenas de fallecidos (hay recuentos de más


de 100 hombres) frente a sus familias. El hecho llevó a que se llamara al
lugar “el pueblo de las viudas”.

La ejecución sumaria de San Pedro de la Cueva es uno de los momentos más controversiales

de la lucha de Villa.© Alberto Calzadíaz

El sacerdote Andrés Avelino Flores quiso intervenir para que Villa les
perdonara la vida a los hombres, entre los que estaba su padre. Pero según
diversos testimonios, Villa terminó por matar también a ese párroco.

El cronista Alberto Calzadíaz compartió una fotografía tomada un tiempo


después con las mujeres y sus hijos frente al paredón, donde había cruces y
aún se veían las manchas de sangre.

5. Asesinado con más de 150 balazos


Para 1920 Villa finalizó sus batallas y con la firma de un pacto con el
gobierno depuso las armas. Le fue concedida la posesión de una
hacienda, El Canutillo, donde el Centauro del Norte emprendió sus
proyectos productivos y de educación.

“He terminado de luchar. Ahora sólo quiero vivir y morir aquí en paz”, le dijo
al periodista Frazier Hunt.
La influencia social que seguía arrastrando Villa, en parte por el buen
desarrollo de El Canutillo, puso nerviosos a los gobernantes de Durango,
Chihuahua y el Ejecutivo federal, que temían que buscara un pretexto para
un levantamiento o para lanzarse en la política.

Ya para 1923 hubo diversos planes para atentar en su contra.


“Persecuciones a la sombra”, decía Villa, consciente de que no tenía el afecto
de políticos, potentados ni militares de la región.

Villa fue gobernador de Chihuahua por un periodo de dos meses, entre diciembre de 1913 y enero de

1914.© Getty Images

Una confabulación de personajes con cuentas pendientes con Villa,


encabezados por el empresario Jesús Herrera, avanzó hasta la ejecución por
parte de un hombre llamado Melitón Lozoya. Reunió a un grupo de hombres
que planearon emboscar a Villa en una de las visitas regulares que hacía a la
ciudad de Parral, Chihuahua.

El 20 de julio de 1923, Villa iba al volante de su auto Dodge cuando en una


calle de Parral se desató una balacera en su contra. Más de 150 disparos
contra el automóvil.

El Centauro del Norte recibió 14 disparos, muriendo en el lugar al


instante.

“El país se sacudió y conmovió”, dice Taibo II al reseñar las reacciones que
causó el asesinato del legendario Pancho Villa en Parral. “El gobierno de
Álvaro Obregón prometió una investigación. Pero la investigación nunca se
hizo”.
6. El robo de su cabeza
Villa fue enterrado en el cementerio de Parral, pero no tuvo eterno descanso.

Tres años después, como parte de una presunta apuesta entre militares, o
por una supuesta recompensa, según Taibo II, el coronel Francisco Durazo
Ruiz, jefe militar de Parral, organizó una operación nocturna para decapitar
el cuerpo de Villa y robarse la cabeza.

"Aún no se cumplían tres años del asesinato. Las portadas de todos los
diarios del país reseñaron el hecho. El escándalo puso en tensión a la nación.
Los militares supervivientes del villismo amenazaron marchar en armas sobre
Parral", relata Taibo II.

La tumba de Pancho Villa en Parral, Chihuahua, fue profanada tres años después de su

entierro.© INAH

Empezaron a surgir versiones y sospechosos, como que estadounidenses


ofrecían recompensas como venganza, o que científicos de ese país querían
estudiarla. Pero también que los jefes militares en México habían hecho un
acuerdo para sacarla.

"La imaginación popular se desbordaba. En Parral todo eran rumores", sigue


Taibo II. El propio coronel Durazo era el encargado de la investigación,
que nunca ofreció un resultado.

De los distintos testimonios y entrevistas surgidos en meses y años


siguientes, "casi todos ellos incriminaban al coronel Durazo". Presuntamente,
mandó a enterrarla en su rancho, El Cairo, a las afueras de Parral, luego de
que no obtuvo ninguna ganancia por hacer el trabajo sucio.
Sea como fuere, hasta hoy sigue siendo desconocido el paradero de la
cabeza del general Francisco Villa.

Mucho tiempo después, en 1961, el gobierno mexicano trasladó los restos


de Pancho Villa al Monumento a la Revolución de Ciudad de México, donde
ha reposado lejos del norte del país que tanto amaba.

MEMORIAS DE PANCHO VILLA. MOCHILAZO AL TIEMPO./ Universal 06-07-2023

“Las memorias de Francisco Villa” parte 1 de 6: La niñez del Centauro del


Norte.
Para conmemorar el 2023, Año de Francisco Villa y los 100 años de la
muerte del caudillo, publicamos 6 entregas, una por semana, que
retoman las “memorias narradas por el mismo” que dioa conocer El
Universal Gráfico una semana después de su muerte.
La primera parte revela las palabras con las que describió su 8infancia:
dieciséis años de pobreza extrema, trabajo y su primer delito. Texto J.
Fontecilla.

Aunque es común que los medios de información


publiquen semblanzas sobre personajes relevantes una vez que fallecen,
el caso del general Villa resaltó porque además de haber sido asesinado
se desconocía mucho de su pasado. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
El próximo 20 de julio se cumplen cien años del asesinato de Francisco
Villa, a quien acribillaron junto a sus escoltas al interior de su automóvil
Dodge. Una semana tras el magnicidio, EL UNIVERSAL GRÁFICO se
dio a la tarea de publicar las memorias del polémico personaje, según se
las dictó a su amigo, el también luchador de la Revolución Mexicana, el
doctor Ramón Puente.
Las páginas de EL GRÁFICO, diario de alta circulación en la ciudad de
México de la década de 1920, difundieron detalles -para entonces
inéditos- sobre la vida de Doroteo Arango, desde sus primeros años de
vida hasta las hazañas revolucionarias que le dieron fama.

Gracias a que el doctor Puente se esforzó en ser fiel a las palabras


originales, conservó “el estilo llano, en algunos puntos hasta vulgar” del
hablar cotidiano que los lectores de EL UNIVERSAL le conocieron a Villa
un año atrás con nuestra exclusiva “Una semana con Pancho Villa en
Canutillo”.

La primera entrega de estas Memorias, aquel 26 de julio de 1923, fue


una página que dedicaron a los recuerdos que guardaba Arango de su
niñez y de cómo, ya siendo un joven, comenzó sus encontronazos con la
ley, que caracterizaron la polémica de su vida desde antes de ser un
adulto.

Los Arango Arámbula vivían en una comunidad donde


escaseaban las oportunidades de trabajo, a diferencia de pueblos
duranguenses como Mapimí, a unos 100 kilómetros de San Juan del Río,
que subsistió varios siglos gracias a las labores mineras. Foto: Wikimedia
Commons.
Trabajó para sacar a su familia de la pobreza
extrema
Después de su nacimiento en un rancho del pueblo de San Juan del Río,
Durango (1878), lo primero que Francisco Villa diría es que su padre
murió cuando él y sus cuatro hermanos eran muy pequeños, de modo
que ellos cinco y su madre fueron una familia que definió como
“sumamente pobre”.

De aquella pérdida, agregó, “no puedo olvidar que esa orfandad fue
causa de que en nuestra miserable choza hubiera días en que ni siquiera
había qué comer”.

Las escenas con que Villa dio a conocer sus primeros años concuerdan
con la situación tan difícil que describió. Sus primeros pesos, para ayudar
a su madre, los ganó recolectando y vendiendo zacate en el monte.

De niño, Doroteo Arango no creció rodeado de minas, ganado o


libros. Los recursos de los que se valía su familia eran zacate y leña del
monte. Imagen elaborada por Iván Vargas/ EL UNIVERSAL.
Con el tiempo juntó suficiente dinero para comprar un burro que,
aseguró, fue su primer amigo y compañero. Los años le dieron el oficio
de leñador y se sentía satisfecho de que tal esfuerzo le permitía comprar
“unos trapos para cubrir nuestros cuerpos”.

El adolescente Doroteo y sus hermanos lucían la conocida imagen, que


hoy se considera estereotipo, de mexicanos vestidos con ropa de manta
blanca muy sencilla, huaraches, rebozos y sombreros tejidos.
En algún punto se cansó de la vida de leñador y decidió ser comerciante,
luego de llegar a la conclusión de que “si uno sigue trabajando como
burro, uno mismo llega a ser burro también, y no puede salir de su
miseria ni satisfacer sus deseos”.

Sus primeras mercancías las consiguió con el apoyo de un tal “don Pablo
Valenzuela de Canatlán”, que habría conocido a su padre. En memoria
de que el difunto amigo era honrado, así como enterado de las
dificultades de los Arango, don Pablo le hizo favores al muchacho que le
ayudaron a salir adelante.

La distancia entre Canatlán y San Juan del Río ronda los 40


kilómetros. Aquí vivió don Pablo, un amigo de Agustín Arango, el padre
de Pancho Villa. Foto: Jose Badillo/Wikimedia Commons.
Fue gracias a aquellos primeros negocios que el futuro caudillo compró
“poco a poco” sus primeros zapatos y pantalones. Pese a que no tuvo
educación escolar, explicó que llevaba sus cuentas anotando “rayitas” en
un papel, y el éxito fue suficiente para “mandar a mis hermanitos a la
escuela, para que siquiera aprendieran a leer y escribir”.

De pensador a fugitivo, desde los 16 años


Villa le aseguró al Dr. Puente que desde su adolescencia ya reflexionaba
en temas que sin duda se perciben como un vínculo con su futuro
guerrillero. En su época de leñador, dijo, tuvo muy pocos amigos y por lo
tanto platicaba consigo mismo o “con el burro, mi amigo de siempre”.

De ese modo llegó a reflexionar en “la enorme diferencia que existe entre
los ricos y los pobres, y pensé en las injusticias del mundo”.
“No podía entender bien por qué las pobres gentes que trabajan en las
haciendas todo el día, bajo los ardientes rayos del sol, no ganan ni lo
suficiente para ganarse unas cuantas tortillas, y otros ni siquiera para
eso, mientras que sus jefes viven, sin hacer nada, en sus palacios, y
nunca carecen de nada”.

Este sería el paisaje en el que creció el general Francisco


Villa, que como gran parte de Durango tiene clima semi árido: calor y no
mucha vegetación. Se trata de Llano del Pino en San Juan del Río. Foto:
Wikimedia Commons.
Si bien podría considerarse esto como un posible antecedente que
explica por qué el eventual bandolero se unió a la causa de la
Revolución, lo cierto es que el joven no encaminó sus pasos a la vida
intelectual.

A sus dieciséis años, por idea de su madre, la familia comenzó a trabajar


para una hacienda es decir, como medieros. Ahí tuvo lugar un suceso
que involucró a una de sus dos hermanas, que empezó a recibir la
atención del hijo del patrón “quien, como otros hijos de hacendados ricos,
gozaban en deshonrar a las hijas y esposas de los peones”.

Villa aseguró que el hombre en cuestión era consciente de los malos ojos
con que Doroteo miraba la situación, pero que sólo actuaba de manera
más insolente. Una noche el joven jornalero descubrió al “hijo del amo”
rondando la casa de los Arango y lo regañó.

Tras hacerse de palabras comenzó una pelea en que Doroteo arrebató la


pistola del joven hacendado y le disparó. Consciente de que la ley daría
prioridad al rico y no al pobre, caminó sin rumbo por días, sin comer y
bebiendo sólo agua de charcos. Hasta aquí la primera entrega, de seis,
la segunda la próxima semana. Fin (1ª parte bien)

“Las memorias de Francisco Villa” parte 2 de 6: el Caudillo del Norte


pudo morir ejecutado a sus 16 años. (13-07-2023)

La segunda entrega de esta serie conmemorativa revela el encuentro


entre el futuro guerrillero y la infame “Ley fuga”, el método con el que el
gobierno porfirista encubría el asesinato de prisioneros: texto Raúl J.
Fontecilla.

El inicio de las Memorias escritas por el mismo “Centauro del Norte”


reveló los orígenes de Francisco Villa en la pobreza extrema y su primer
delito, que fue dispararle al hijo de un hacendado que pretendía
deshonrar a su hermana en medio de la noche. Tras comprender que las
autoridades no se interesarían en los Arango Arámbula, pero sí en la
familia hacendada, huyó al desierto.

Días después, aún vagando, le pidió comida a un hombre que se le cruzó


en el camino, conduciendo un burro cargado de alimentos. En vista de
que, además de negarse, el desconocido lo insultó, el joven Arango
decidió amenazarlo con el revólver que portaba desde la pelea contra el
rico, de modo que ahuyentó al extraño.

Hace cien años, EL UNIVERSAL GRÁFICO publicó esta foto del


arma que llevaba Pancho Villa -y que no llegó a usar- al momento de la
emboscada en que lo asesinaron. Décadas antes, el primer disparo que
realizó salió también de un revólver. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Al ver el arma, el hombre huyó sin pensar dos veces en sus posesiones,
sobre decir que, por su parte, el muchacho forajido “comió hasta
hartarse”, según relató.
Lee también: “Las Memorias de Francisco Villa” parte 1 de 6: la niñez
del Centauro del Norte

Para su sorpresa, al día siguiente las autoridades dieron con él y lo


arrestaron, en atención a la denuncia de la víctima del asalto. Llevaron al
entonces muchacho de 16 años a la ciudad de Durango y lo identificaron
como agresor del hijo del hacendado, así como culpable del robo del
burro de los comestibles.

Un detalle curioso es que, por lo visto, en aquella época las autoridades


se tomaban mucho más en serio un caso de robo que una riña a mano
armada. De ese modo lo resalta el protagonista de esta historia, pues
comentó que reflexionó una vez que le “pusieron fierros en las manos”.

Fue en ese momento, dijo, que comprendió que los crímenes por lo que
lo acusaban eran bastante serios, pero señaló “en especial el negocio del
burro”.

Antiguo Palacio de Gobierno de Durango, también


conocido como Palacio de Zambrano, que desde 2013 dedica su espacio
al Museo Francisco Villa. Se encuentra en el centro histórico de la capital
de este estado, de modo que es posible que el joven Villa lo conociera en
la época de cárcel. Foto: Wikimedia Commons.
En la cárcel los otros presos le advirtieron que los guardias llamaban
“darle agua” al acto de matar prisioneros, pues se les convencía de tener
permiso de beber agua para dispararles por sorpresa en el momento en
que se agachaban al río.

Villa aprendió que todo esto era el manejo de la “Ley Fuga”, una
estrategia en que los oficiales de la cárcel “lo llevan a uno por caminos
solitarios”, con el objetivo de abrir fuego y más tarde alegar que el
infortunado trató de escapar.

Se salvó “por dar lástima”


Dicho y hecho, llegó un día en que, con ardor de sed por pasar horas en
el desierto, el guardia Octaviano Meraz lo mandó llamar y le preguntó si
tenía sed. Villa narró el momento con estas palabras al Dr. Ramón
Puente:

Sin escrúpulos, sin transparencia, así se realizaron


sinnúmero de ejecuciones en la época porfirista: el momento en que los
presos se hallaban más vulnerables era el que sus custodios
aprovechaban para tomar sus vidas. Imagen: Iván Vargas/EL
UNIVERSAL.
“Más muerto que vivo me acerqué con dificultad a él y le pregunté

- ¿Piensa matarme ahora?

Me miró detenidamente; pero su mirada no era amenazadora, y dijo


sonriéndose:

- Anda muchacho, bebe que yo no te voy a hacer daño.”

Lee también: “El general Villa no quiere a los periodistas”: 100 años de
la exclusiva entrevista (parte 1 de 7)

El remate del relato, según explicó tiempo después, consiste en que


Meraz, el guardia, le confesó que aquella ocasión lo invitó a tomar agua
bajo las órdenes del gobernador de Durango, don Carlos Santa Marina,
de aplicarle la “ley fuga”.
Sin embargo, el revolucionario detalló que el propio Meraz le confesó que
“le había dado lástima porque estaba yo ‘tan acabado’ y tan joven que
no tenía valor para matarme”.

Hasta aquí la segunda parte de las “Memorias de Francisco Villa”.


Espere la tercera entrega este viernes para saber cómo fue el primer
escape de Pancho Villa de una cárcel. FINNNNNNNNNNNNNNN

“Las memorias de Francisco Villa” parte 3 de 6: así fue el primer escape


del joven Pancho Villa. (13-7-2023)

Luego de librarse por poco de ser ejecutado, con sólo 16 años, Pancho
Villa escucho de sus compañeros reclusos los relatos de escapes de la
prisión de Durango, por lo que se decidió seguir el ejemplo. Este
espisodio de sus Memorias recuerda su primer escape de una cárcel.
Texto. Raúl J. Fontecilla

Francisco Villa, a raíz de su primer delito, pasó parte de su


juventud con imágenes como esta: militares y fuerzas del orden
custodiando edificios del gobierno, como la cárcel donde él mismo fue un
preso. Hemeroteca EL UNIVERSAL.

El inicio de las Memorias escritas por el mismo “Centauro del


Norte” reveló los orígenes de Francisco Villa en la pobreza
extrema y su primer delito, que fue dispararle al hijo de un hacendado
que pretendía deshonrar a su hermana en medio de la noche. Tras
comprender que las autoridades no se interesarían en los Arango
Arámbula, pero sí en la familia hacendada, huyó al desierto.

Días después, aún vagando, le pidió comida a un hombre que se le cruzó


en el camino, conduciendo un burro cargado de alimentos. En vista de
que, además de negarse, el desconocido lo insultó, el joven Arango
decidió amenazarlo con el revólver que portaba desde la pelea contra el
rico, de modo que ahuyentó al extraño.

Hace cien años, EL UNIVERSAL GRÁFICO publicó esta foto del


arma que llevaba Pancho Villa -y que no llegó a usar- al momento de la
emboscada en que lo asesinaron. Décadas antes, el primer disparo que
realizó salió también de un revólver. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Al ver el arma, el hombre huyó sin pensar dos veces en sus posesiones,
sobre decir que, por su parte, el muchacho forajido “comió hasta
hartarse”, según relató.

Para su sorpresa, al día siguiente las autoridades dieron con él y lo


arrestaron, en atención a la denuncia de la víctima del asalto. Llevaron al
entonces muchacho de 16 años a la ciudad de Durango y lo identificaron
como agresor del hijo del hacendado, así como culpable del robo del
burro de los comestibles.

Un detalle curioso es que, por lo visto, en aquella época las autoridades


se tomaban mucho más en serio un caso de robo que una riña a mano
armada. De ese modo lo resalta el protagonista de esta historia, pues
comentó que reflexionó una vez que le “pusieron fierros en las manos”.
Fue en ese momento, dijo, que comprendió que los crímenes por lo que
lo acusaban eran bastante serios, pero señaló “en especial el negocio del
burro”.

Antiguo Palacio de Gobierno de Durango, también


conocido como Palacio de Zambrano, que desde 2013 dedica su espacio
al Museo Francisco Villa. Se encuentra en el centro histórico de la capital
de este estado, de modo que es posible que el joven Villa lo conociera en
la época de cárcel. Foto: Wikimedia Commons.
En la cárcel los otros presos le advirtieron que los guardias llamaban
“darle agua” al acto de matar prisioneros, pues se les convencía de tener
permiso de beber agua para dispararles por sorpresa en el momento en
que se agachaban al río.

Villa aprendió que todo esto era el manejo de la “Ley Fuga”, una
estrategia en que los oficiales de la cárcel “lo llevan a uno por caminos
solitarios”, con el objetivo de abrir fuego y más tarde alegar que el
infortunado trató de escapar.

Se salvó “por dar lástima”


Dicho y hecho, llegó un día en que, con ardor de sed por pasar horas en
el desierto, el guardia Octaviano Meraz lo mandó llamar y le preguntó si
tenía sed. Villa narró el momento con estas palabras al Dr. Ramón
Puente:

Sin escrúpulos, sin transparencia, así se realizaron sinnúmero


de ejecuciones en la época porfirista: el momento en que los presos se
hallaban más vulnerables era el que sus custodios aprovechaban para
tomar sus vidas. Imagen: Iván Vargas/EL UNIVERSAL.
“Más muerto que vivo me acerqué con dificultad a él y le pregunté

- ¿Piensa matarme ahora?

Me miró detenidamente; pero su mirada no era amenazadora, y dijo


sonriéndose:

- Anda muchacho, bebe que yo no te voy a hacer daño.”

Lee también: “El general Villa no quiere a los periodistas”: 100 años de
la exclusiva entrevista (parte 1 de 7)

El remate del relato, según explicó tiempo después, consiste en que


Meraz, el guardia, le confesó que aquella ocasión lo invitó a tomar agua
bajo las órdenes del gobernador de Durango, don Carlos Santa Marina,
de aplicarle la “ley fuga”.

Sin embargo, el revolucionario detalló que el propio Meraz le confesó que


“le había dado lástima porque estaba yo ‘tan acabado’ y tan joven que
no tenía valor para matarme”.

Hasta aquí la segunda parte de las “Memorias de Francisco Villa”.


Espere la tercera entrega este viernes para saber cómo fue el primer
escape de Pancho Villa de una cárcel. fin

Viva Villa...No hay otro pinche dato sobre el asesinato del


revolucionario; cada uno hace su hipótesis: Taibo II
El escritor reunió 400 fotos de Villa con las que se divierte recreando la historia
Francisco Villa, Eulalio Gutiérrez y Emiliano Zapata en su llegada al Palacio Nacional en
1914.Foto Fototeca Nacional INAH
REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2023, p. 3

A un siglo del asesinato del revolucionario Francisco Villa no hay pruebas que apunten de
forma directa al entonces presidente Álvaro Obregón o a su sucesor Plutarco Elías Calles
con el crimen en Parral, aseguró en entrevista a La Jornada el historiador Paco Ignacio
Taibo II.

El autor de la acuciosa investigación Pancho Villa: Una biografía narrativa (2006)


señaló que tenemos los datos y cada uno hace su hipótesis. Las pruebas llegan hasta aquí:
¿Obregón sabía? Sí, sabía que algo se estaba cocinando. ¿Calles sabía? Sí, sí sabía.

El escritor reconoció que fuera de la posibilidad de que a través del gobernador de


Durango le hicieran llegar rifles de alto poder a los asesinos, no hay otro pinche dato. Si
sabían, la tumba se llevó la información. ¿Les gustó? Sí, se pusieron bien contentos. Villa
era un peligro para ellos.

Consideró que ya no se esperan hallazgos documentales en torno al dirigente


revolucionario. Nada trascendente. Algo siempre aparece y yo lo he estado reuniendo para
algún día hacer una revisión del libro. Encontré 20 o 30 materiales interesantes, cuatro o
cinco fotos, ocho o 10 documentos.

Recordó que se aproximaba la sucesión presidencial, que se iba a decidir entre que
Obregón mantuviera el poder, la elección de Calles o la de Adolfo de la Huerta. Era claro
que Villa simpatizaba con De la Huerta. Le parecía el más decente de los sonorenses. Por
eso era un peligro. Tan es así que luego en la revolución delahuertista le hacen el fraude los
sonorenses malos al sonorense bueno.

A pesar del exterminio físico, afirmó Taibo II, el Centauro del Norte reaparece porque
Villa es el ejército del pueblo, es la justicia más allá de las formas, es la sensibilidad.
Vuelve una y otra vez pese a los editorialistas de los periódicos de derecha que lo odian.
Está bien. Que cada quien odie a quien quiera. Yo odio a Maximiliano y a Limantour. Ellos
que odien a Villa.

El director del Fondo de Cultura Económica refirió que para el centenario luctuoso del
líder de la División del Norte le pidieron impartir conferencias en muchos lugares, junto
con Pedro Salmerón y Jesús Vargas. Aceptaron las de Zacatecas, Parral, Chihuahua, Ciudad
Juárez y algunos lugares más. Ahí estarán distribuyendo los libros sobre Villa de los tres
historiadores.
Con la biografía Pancho Villa, Taibo II transmitió el conocimiento del personaje clave
en la Revolución Mexicana a los lectores no especializados. Sobre el texto, editado por
Planeta, el autor recordó: “Cuando trabajas en profundidad un tema como este, tienes
acceso a materiales muy diversos. Tienes la estructura periodística de la época, las
memorias a lo largo de muchos años, testimoniales, archivos, pero yo dije: ‘También tienes
las fotos’.

“Reuní 400 fotos de Villa que cuentan parte de la historia y ahí tuve unas reuniones
divertidísimas en el museo de la fotografía del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, diciendo: ‘Esa foto está al revés porque Villa no llevaba la rienda en la derecha,
sino en la izquierda para tener libre la del revólver’, o ‘eso no es Torreón, como ustedes
dicen, eso que se ve al fondo es Ojinaga y el que está a la izquierda de Villa es el que sería
el alcalde de Ciudad Juárez’. Cada foto era un reconocimiento, una discusión.”

Mencionó que de la revolución maderista de 1910 en Chihuahua hay un registro


fotográfico invaluable y que encontró fotos perdidas en archivos. La foto del submarino en
el archivo de Nueva York, la del tipo que le quiso robar el dinero a Villa y se ocultó en una
casa en Los Ángeles, oficina financiera de la División del Norte... Iban apareciendo cosas
sorprendentes. La foto es un elementos narrativo.

Reflexionó respecto a que en las más de 400 fotos sólo en algunas Villa no usa
sombrero. Cuando está nadando, jugando frontenis o frente a la tumba de Madero, por
respeto, porque es un hombre de sombrero, acostumbrado a vivir a la intemperie y al sol. El
sombrero era fundamental. Las fotos registran 72 clases de sombreros a lo largo de su vida.

Relató que el dirigente le robó a los federales un tren lleno de salacots del ejército
británico que había comprado el hijo de Victoriano Huerta como un negocio turbio. Villa se
los tumbó todos y andaba con un salacot de corcho, blanco, o una guaripa norteña, que le da
sombra a él y a los tres que van al lado suyo.

Cuando le toman una foto junto a Zapata en la entrada de Palacio Nacional, ¿qué ves en
esa foto? Villa está mirando con cara de envidia el sombrero de Zapata, porque él trae un
kepí militar chafón y Zapata un sombrero de piel de castor bordado en plata, de charro. Hay
que saber leer la foto. Fin

Viva Villa...
Acompañada de adelitas y barrileras llega la Gran
Cabalgata Villista a Parral
En su edición 28 pretenden romper un récord Guinness al sumar más de 10 mil
jinetes

Francisco Villa trabaja con el arado en su hacienda de Canutillo, 1920.Foto Colección Archivo
Casasola-Fototeca Nacional INAH
JESÚS ESTRADA Y ROLANDO MEDRANO
Corresponsal y enviado
Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2023, p. 4

Parral, Chih., Miles de jinetes de los municipios del sur de Chihuahua y del norte de
Durango, de la fronteriza Ciudad Juárez y de estados como Nuevo León, Zacatecas y
Tamaulipas, ingresaron ayer al mediodía a Parral para conmemorar 100 años del asesinato
del general Francisco Villa.

La mañana del 20 de julio de 1923, en esta población del sur de la entidad, el Centauro
del Norte fue ultimado en una emboscada; según los parralenses, el líder de la División del
Norte llegó a decir: “Parral me gusta hasta pa’ morirme ahí”.

Los contingentes de la 28 edición de la Gran Cabalgata Villista los integraron jinetes


que llegaron de municipios como Valle de Zaragoza, Satevo y de la capital del estado, junto
a otros de demarcaciones a 600 kilómetros de distancia como Ciudad Juárez y Villa
Ahumada, quienes iniciaron el periplo el 2 de julio.

La movilización, que se llevó a cabo por primera vez en 1996, propuesta por José
Socorro Salcido Gómez, pretendió en esta edición establecer un récord Guinness al sumar
más de 10 mil jinetes a su llegada al centro histórico de la ciudad de Parral, por lo que un
notario público acompañó a los jinetes para certificar la cifra.

Diferentes contingentes, uno por cada municipio que participó en la cabalgata, como
Balleza, Guadalupe y Calvo, Matamoros, Juárez, Huejotitán, Santa Bárbara, Valle de
Allende, Guachochi, entre otros, recorrieron las calles de Parral encabezados por sus
respectivos alcaldes y acompañados con bandas musicales de viento o un conjunto norteño
a bordo de un remolque.

También hubo grupos de familias de ganaderos, productores agrícolas, descendientes de


Francisco Villa, así como habitantes de ranchos y seccionales del municipio de Parral.

Otras agrupaciones de jinetes llegaron de localidades del norte del estado de Durango,
como la hacienda de Canutillo, y de los estados de Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas,
incluso de Texas, Estados Unidos.

La mayoría de los jinetes fueron varones, aunque hubo mujeres que cabalgaron, incluso
algunas adelitas y barrileras, por igual participaron adultos mayores, jóvenes y niños.
Al paso de la Gran Cabalgata Villista, miles de parralenses salieron a las calles a
recibirlos, familias completas o empleados que suspendieron labores para ver el paso de los
equinos desde azoteas, balcones o en la banqueta, algunos bajo carpas y sombrillas en
lugares que reservaron desde temprano.

El recorrido de la cabalgata ayer en su último tramo comenzó a las 10 horas en


Maturana, ubicada en la carretera federal 24, conurbada a Parral, y se prolongó hasta
después de las 15 horas, debido a la gran cantidad de jinetes.

Fue una fiesta popular en la que no faltaron música y bebidas espirituosas para amainar
el calor de hasta 34 grados que alcanzó el termómetro.

Los jinetes ingresaron a Parral por la avenida Independencia y avanzaron por la calle
Pedro de Lille, continuaron por las calles Madrazo, Primavera y Ángela Peralta, hasta llegar
al bulevar Ortiz Mena, que los condujo a la calle Juárez, en el centro histórico de Parral.

Desde ahí, la cabalgata recorrió las calles Mercaderes, Ojinaga y la avenida Héroes de
la Salud, a través de la que llegaron a la mina La Prieta.

Finalmente completaron la ruta de Valle Zaragoza a Parral y hacia la mina La Prieta,


acompañados por elementos de la Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad Pública del
Estado, Seguridad Pública municipal y rescatistas de la Cruz Roja. Fin

Repositorio digital acoge la memoria colectiva del


Centauro del Norte

Periódicos de la época incluidos en la muestra ¡Viva Pancho Villa!: Una memoria del revolucionario
del norte.Foto cortesía de Memórica, México, haz memoria
ÁNGEL VARGAS

Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2023, p. 4

Las formas en las que los mexicanos nos hemos imaginado a Francisco Villa y construido
en nuestra memoria son la piedra angular de la exposición virtual con la que Memórica,
México haz memoria, el repositorio digital del gobierno federal, conmemorará el centenario
luctuoso del líder revolucionario a partir de hoy.

¡Viva Pancho Villa!: Una memoria del revolucionario del norte, ya está disponible
en https://memoricamexico.gob.mx/, sitio que contiene una media centena de recursos
digitales, entre fotografías, libros, documentos hemerográficos y audios, varios de éstos
poco difundidos que provienen de instituciones como la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), el Instituto Mora y los institutos nacionales de Antropología e
Historia (INAH) y de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), entre
otras.

Memórica está dividida en siete salas en las que se abordan varios pasajes de la historia
del Centauro del Norte, desde sus inicios en la causa maderista y el surgimiento de la
División del Norte y del villismo como movimiento, hasta el ataque a Columbus y la
cacería que emprendió Estados Unidos en su contra, además del proyecto social que
implementó a su retiro: una comunidad agrícola en su hacienda de Canutillo, el cual
concluyó con el acribillamiento del prócer en Parral, Chihuahua.

En el recorrido también puede apreciarse la relación que ese mítico personaje ha creado
con diversas expresiones artísticas, al ser fuente de inspiración, por ejemplo, de varias obras
literarias, entre éstas Las tribulaciones de una familia decente, de Mariano Azuela; El
águila y la serpiente y Memorias de Francisco Villa, de Martín Luis Guzmán, o Cartucho,
de Nellie Campobello, primera obra literaria del suceso escrita por una mujer.

Asimismo, hay una sala dedicada a algunos corridos que aluden a su vida y sus
legendarios triunfos, y otra más a su faceta de actor con la Mutual Film Company en 1914 y
los diversos mitos que existen en torno a ese episodio.

Testimonio de las mujeres

Una de las particularidades de la muestra, señala Rubén Amador Zamora, director de


creación de contenidos de Memórica, es que se da voz a percepciones llenas de
claroscuros que se encuentran en testimonios de mujeres que confluyeron en su vida.

Tenemos no sólo a las mujeres que sentimentalmente se ligaron con el general, sino
también aquellas que escribieron o dieron su versión sobre él. Entonces, es una sala
dedicada al pensamiento y la mirada de las mujeres sobre el personaje Pancho Villa.

Para Gabriela Pulido Llano, directora de Memórica, esta muestra es una gran
provocación ante la complejidad y las controversias que suscita el Centauro del Norte.

“Sin duda es difícil, pero las dificultades con personajes como Villa son felices, porque
permiten plantear la complejidad de la historia, de lo dicho de ciertos personajes. Creemos
que esta fue una provocación que viene mucho al caso con lo que buscamos en Memórica:
crear o provocar reflexiones colectivas acerca de la memoria histórica de México. Villa
tiene infinidad de facetas y, por supuesto, construir la verdad no es nuestra intención; más
bien, es detonar el cruce de reflexiones y fuentes.

Por supuesto que el Villa de los corridos es heroico y se le mira con nostalgia, se vuelve
un personaje que no sólo hace referencia a él, sino también a momentos emblemáticos,
como la gloria que tuvo la División del Norte, que aunque haya perdido batallas es visto
por la memoria colectiva como un ejército grandioso. Fi nnn
Cuando la División del Norte invade Columbus, la liebre fusila al cazador
Incluso en la ciudad que atacó hay un parque nombrado Francisco Villa,
recordaba Friedrich Katz
REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

Periódico La Jornada
Jueves 20 de julio de 2023, p. 5

La participación revolucionaria de Francisco Villa, cuyo asesinato se cometió hace


exactamente un siglo, tuvo como uno de sus hitos el ataque a la población de Columbus el 9
de marzo de 1916. Considerada la única vez en que un ejército de América Latina atacó a
Estados Unidos, la incursión provocó insospechadas consecuencias e interpretaciones
encontradas.

La población recibió la incursión de más de 500 hombres. “Al grito de ‘¡Viva Villa!’ y
‘¡Viva México!’, el general revolucionario Francisco Villa, al frente de los invasores, libró
una batalla de aproximadamente seis horas que casi destruyó la localidad”, consigna el
repositorio digital Memórica. El gobierno estadunidense respondió con una expedición
militar en México para capturar al líder popular.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) apuntó sobre Columbus en su


magna Memoria del Fuego: “América Latina invade Estados Unidos. Llueve hacia arriba.
La gallina muerde al zorro y la liebre fusila al cazador. Por primera y única vez en la
historia, soldados mexicanos invaden Estados Unidos”.

En Pancho Villa: Una biografía narrativa, el historiador Paco Ignacio Taibo II escribió
que en la reunión de los villistas los testigos no registran disidencia ni discordancia. A
madrear a los gringos, a cobrar lo de Sonora, la traición, el reconocimiento de Carranza; a
vengarse del libre paso a los carrancistas armados que cruzaban en trenes dentro de Estados
Unidos para llegar a Agua Prieta; a devolver la afrenta a los que se quieren comer la nación
que les va a entregar Carranza.

El hecho quedó grabado en el imaginario popular y se considera que sirvió para


fortalecer una idea de nación en México frente a la intervención de Estados Unidos.

Desde entonces la historia ha registrado y explicado la invasión desde distintas


posiciones y la literatura lo ha narrado, por ejemplo, en la novela Columbus, de Ignacio
Solares; además, la persecución contra Villa por agresión se plasma en un cuento de
Ricardo Garibay que luego serviría de inspiración para la película Chicogrande, de Felipe
Cazals.

El historiador Pedro Salmerón sintetizó, en un artículo en 2016, “tanto o más que el


hecho de haber conducido un proceso de auténtica transformación social que se inició con
la confiscación de los latifundios de Chihuahua (12 de diciembre de 1913), o mandado al
más poderoso ejército revolucionario, Pancho Villa se incrustó en la imaginación colectiva
del pueblo mexicano por los hechos de aquellas seis horas de hace cien años… y porque los
gringos no lo agarraron”.
Salmerón explicó a La Jornada que el gran papel revolucionario de Francisco Villa fue
lograr que el enorme descontento armado, militante formado en pequeñas regiones, se
erigiera en una herramienta de transformación nacional.

El especialista en la Revolución Mexicana recordó que ya existía una potencia armada


de los pueblos dispersa, sin cabeza ni guía ni unidad, hasta la elección de Villa y su
capacidad de liderazgo y la manera en que dirige ese gran poder popular, que sin él muy
probablemente se hubiera dispersado o perdido en pequeñas luchas, como pasó durante el
porfiriato.

En los días previos a la acción en Columbus, Villa se encontraba en declive y en


campaña guerrillera. Dos meses antes había disuelto la División del Norte y hacía 10 que
había sufrido su gran derrota en la batalla de Celaya. El 22 de febrero el dirigente comunicó
a sus hombres su objetivo en Estados Unidos.

Caricatura que representa la Expedición Punitiva, campaña militar de Estados Unidos para capturar a
Villa.Foto Biblioteca del Congreso de Estados Unidos
El historiador Friedrich Katz sostuvo, como refirió Salmerón en el centenario de ese
hecho, que el gobierno mexicano, al que las grandes potencias veían como un instrumento
maleable para sus propias políticas, logró invertir los papeles y explotar en su beneficio las
rivalidades de aquellas.

Ni los planes estadunidenses ni los británicos ni los alemanes dieron los frutos
apetecidos. Carranza, sin embargo, obtuvo el retiro de la expedición de Estados Unidos, la
abstención de Alemania en cuanto a las actividades de sabotaje, y, por último, la
neutralidad de México.

La plataforma Memórica, en una sección dedicada a Villa


(https://acortar.link/3RNVaq), revela que la expedición punitiva estadunidense estaba
conformada por 4 mil 800 soldados que luego se convirtieron en 10 mil. El objetivo era
capturar a Villa, vivo o muerto, y destruir sus tropas.

La maniobra fue un desastre militar y político para Estados Unidos: no pudieron


capturar a Villa, sus fuerzas no fueron destruidas y la sociedad mexicana respondió de
manera hostil al ataque. Abandonaron el país 11 meses después de haber iniciado su
intervención.

En este repositorio se reúnen documentos principalmente del fondo Manuscritos del


Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, del Centro de Estudios de Historia de México
Carso, que muestran las reacciones del bando carrancista ante el ataque, que por lo general
se inclinaron hacia la reprobación.
En torno al personaje, Katz afirmó que fue el único mexicano que forma parte de la
historia de los dos países. Incluso, en Columbus, la ciudad que atacó, hay un parque que
lleva su nombre. Es un revolucionario legitimado porque hay monumentos de él dentro y
fuera de México.

En las revoluciones todos son crueles

En cuanto a si el guerrillero fue héroe o villano, el escritor remarcó que en las revoluciones
todos son crueles; entonces, no podemos hablar ni de una cosa ni de otra, porque Villa sí
fue generoso, pero también supo ser cruel.

Pedro Salmerón hizo hincapié en que el intelectual de izquierda Adolfo Gilly, quien
falleció el pasado 4 de julio, “contribuyó notablemente a poner el villismo en el centro de la
discusión sobre la Revolución Mexicana. Después de él, siguió La ideología de la
Revolución, de Arnaldo Córdova, así como los primeros artículos de Friedrich Katz. Gilly
se adelanta por meses o por pocos años a una corriente que va a replantear el papel de la
revolución popular y campesina.

“Su libro La revolución interrumpida es un gran ensayo de interpretación. Su gran


mérito es haber colocado, más allá de muchos errores y cosas que hemos criticado en
términos historiográficos, a Villa y a Zapata (particularmente al primero) en el centro del
debate sobre el significado de la Revolución Mexicana y de esta gesta como revolución
social.”

Añadió que para estas fechas se ha reflexionado “por qué Villa y Zapata, como
probablemente ningún otro personaje de nuestra historia, siguen vivos en la memoria
popular y sus fotos están en talleres mecánicos, en fábricas, en cantinas; en las casas en
todo el país y la gente los recuerda.

Las personas entienden que ellos personifican la voluntad popular, el momento clave de
la Revolución, ahí retomamos una vez más a Gilly, en que las masas toman en sus manos
su propio destino. Eso es lo que significan Zapata y Villa. Fin

Actores de la serie Pancho Villa redescubren al héroe


JUAN IBARRA Periódico La Jornada Jueves 20 de julio de 2023, p. 5

El actor Jorge A. Jiménez interpreta a Pancho Villa en la serie que se estrenó ayer en la
plataforma Star+.

Gracias a ese papel, el histrión estableció un contacto más directo y profundo con la
figura del revolucionario, dijo en entrevista.

Lo que conocía de los personajes era lo que aprendemos de niños, lo que escuchamos
en la escuela y leímos en los libros, lo que llegamos a ver en algún proyecto o película.
Ahora aprendí una gran cantidad de cosas que ni tenía idea sobre Pancho Villa, su
trayectoria, sobre quienes lo rodearon en la Revolución. Fue un gran descubrimiento,
agregó.

La serie toca la relación que Villa tuvo con otros caudillos como Tomás Urbina y
Rodolfo Fierro, personajes que son interpretados por Armando Hernández y Leonardo
Alonso, respectivamente. Actoralmente se vuelve un atractivo, porque siempre estás
buscando ser partícipe de un proyecto que te rete personal y profesionalmente, dijo
Hernández.

El trabajo de preparar a personajes basados en personas reales requirió de mucho


estudio. Al investigar sobre quién fue Fierro, el actor Leonardo Alonso se encontró con un
hombre al que no lo querían ni en su pueblo. Era cruel y sanguinario, a su tumba nadie lo
va a ver, es el olvidado, y entonces descubres que realmente este villano está en todas las
fotos, indicó.

Una de las formas que utilizaron los intérpretes para recrear a sus personajes fue
estudiando sus gestos y expresiones en las fotografías que pudieron encontrar. Yo veía que
Rodolfo Fierro tenía una sonrisa de cuidado, no era alegre; como que analizaba a la gente y
todo lo que estaba a su alrededor. Y me di cuenta de que era muy bueno disparando con las
dos manos, añadió.

Jorge A. Jiménez pasó por un proceso similar para encarnar al Centauro del Norte. Leí
muchísimo sobre Villa, sobre la época, pero también me enfoqué mucho en las fotos que
hay en Internet, explicó.

De esta manera identificó cuándo el caudillo estaba molesto, alegre, triste o decaído.
Fue necesario recrear y tomar en cuenta la parte más humana de cada sujeto. No sabemos
cómo era, pero sí cómo fue su pasado y, así, entiendes lo que sentía en cada momento.
Fierro perdió a su hija cuando su mujer dio a luz, también perdió a su esposa, la mamá lo
abandonó, trae una carga pesadísima, señaló.

Para Armando Hernández esa labor de la serie es una de sus principales virtudes. El
objetivo es mostrar las contrariedades en las que, como humanos, tenemos decisiones
acertadas o erróneas, mostrar el lado humano de los personajes, más allá de los
acontecimientos en los que se hayan desenvuelto, sostuvo. Fin

La increíble historia del periodista que sentencio a Villa/ Héctor De


Mauleón- Universal/ 24-7-23

Villa colocó una maleta que contenía el salario de los trabajadores de la hacienda
de Canutillo en el Dodge Brother modelo 1913 con el que había ido a Parral a
ver a una de sus mujeres, Manuela Casas.
A unos metros, Juan López Sáenz hizo una señal con el sombrero a los
pistoleros que aguardaban en las ventanas de una casa de la calle Gabino
Barreda, a solo unos metros. Eran las 7:50 del 20 de julio de 1923.

Solo uno de los tripulantes del coche sobrevivió. Villa recibió 12 impactos. Se ha
vuelto famosa la fotografía del coronel Miguel Trillo, secretario particular del
Centauro, con la columna rota por las balas y el cuerpo colgando de la portezuela
del Dodge.

Este jueves se ha cumplido un siglo de aquello. Se cree que una entrevista


concedida al reportero de EL UNIVERSAL Regino Hernández Llergo fue la
que firmó la sentencia de muerte del caudillo.

No sé si lo que voy a contar ocurrió en realidad.

A fines de septiembre de 1916, el general Lucio Blanco fue sometido a un


consejo de guerra en el salón de jurados de la cárcel de Belén. Se le acusaba de
traición, desobediencia en campaña y usurpación de funciones. Blanco había
omitido las órdenes de su superior jerárquico, Álvaro Obregón, con quien, para
colmo de males, había intercambiado fuertes palabras durante la Convención de
Aguascalientes.

Se le instruyó un jurado de filiación obregonista. La intención era sentenciarlo a


la pena capital. La noche en que culminaba el juicio, el director de EL
UNIVERSAL, Félix F. Palavicini, había ido a cenar en compañía de su esposa.
Al terminar, se dio una vuelta por el diario y preguntó al jefe de redacción, un
señor Quiroz, si finalmente, como se decía, el general Blanco había sido
condenado a muerte.

Quiroz empalideció. En las órdenes de trabajo giradas aquel día por el jefe de
información, Rafael Pérez Taylor, no había mención alguna sobre el juicio de
Blanco. Pérez Taylor “tenía la desgracia de la borrachera” y después de ciertas
horas no se contaba con él. Palavicini se puso fúrico y paseó la vista por la
redacción desierta.

Ahí estaba solamente el “hueso” del diario, un joven mandadero, batidor de


tintas, que acababa de sumarse a la redacción. Se llamaba Regino Hernández
Llergo, tabasqueño como Palavicini y exalumno del Colegio Militar: como tal
había peleado al servicio de Victoriano Huerta y había evitado el paredón al
confesar que solo había cumplido con su obligación como soldado.

Un general de apellido García lo salvó: “Algo le veo. Algo grande tiene”, dijo.
Aquella corazonada, escribiría más tarde un discípulo de Hernández, el hoy
olvidado Roberto Blanco Moheno, “guardó para México al mejor de sus grandes
periodistas”.

La noche del juicio, Palavicini envió al mandadero a la cárcel de Belén. “Le


preguntas a un conserje, a un carcelero, yo qué sé a quién demonios, pero
averiguas si a Lucio Blanco lo fusilan o no mañana”.

Regino Hernández entró en la atestada sala de jurados y anotó con un lápiz lo


que estaba ocurriendo. El defensor de Blanco era el gran tribuno Jesús Urueta,
quien solía tejer con hilo de oro todo cuanto proferían sus labios: hay quien dice
que después de Urueta nadie ha vuelto a hablar así en México.

Cuando Hernández Llergo volvió a EL UNIVERSAL, el señor Quiroz le pidió


sus notas. Esa noche, en esa redacción, nacía el maestro de una generación
inmensa, Luis Spota, Edmundo Valadés, Arturo Sotomayor, Mario Escurdia —y
el propio Blanco Moheno, que a “tuerto o derecho” cubrió medio siglo de vida
periodística en México.

Hernández Llergo tecleó un mazo de cuartillas que dejó a sus jefes boquiabiertos.
Había en estas un conglomerado de emociones, de sorpresa, de suspenso. Estaba
ahí el germen de un maestro de lo que entonces buscaban los diarios: el
sensacionalismo. Alguien capaz de levantar “monumentos de belleza y emoción”
cada vez que se sentara ante una máquina.

Hernández contó que su paso por EL UNIVERSAL fue meteórico. Se volvió


estrella de un periódico de estrellas, y pronto fue ascendido a jefe de redacción. A
fines de mayo de 1922 fue enviado a Parral para buscar una entrevista con el
Centauro del Norte, que dos años antes había dejado las armas y recibido del
gobierno, a cambio, una hacienda en ruinas.

En la prensa corrían versiones de que Villa había declarado en contra de Álvaro


Obregón y Plutarco Elías Calles, y peor aún, que tenía pensado postularse a la
gubernatura de Durango.

No era fácil acercarse a Villa. Las historias sobre asesinatos a sangre fría
ordenados y cometidos por él poblaban los diarios de la capital. Martín Luis
Guzmán lo describiría como un animal impredecible y violento, “una fiera en
cubil”.

Hernández Llergo tenía, sin embargo, sus propias armas. Según Blanco
Moheno su truco consistía en guardar silencio y mirar de frente, “como
poseyendo toda la verdad del interlocutor, aunque no supiera nada”.

Villa se dejó entrevistar. Pasaron una semana juntos. Y aunque la condición era
no hablar de política, el propio Centauro se fue de la boca: habló de los “políticos
de petate”, criticó el radicalismo de Calles, dijo que el día en que él se lanzara a
la lucha, “¡uh, señor!... ¡los aplastaría!”, y aseguró que podría movilizar a 40 mil
soldados en 40 minutos…

Desde hace un siglo se cree que esta entrevista decidió el destino del Centauro en
un tiempo en el que más de 50 generales fueron asesinados. En los días en que se
publicó, Lucio Blanco acababa de morir ahogado en el Río Bravo: enviado al
destierro en Texas, conspiró para alzarse en armas contra Obregón y vengar el
asesinato de Carranza. Lo traicionaron a orillas del Bravo: él se lanzó al agua
esposado a su captor, el coronel Aurelio Martínez, y el peso del cuerpo de este
le impidió nadar.

Días más tarde apareció el reportaje que encendió señales de alarma entre los
sonorenses: la entrevista que consagró a Hernández Llergo como el gran
periodista de México.

La historia, que Regino solía contar, sería perfecta a no ser por un detalle.
Cuando Blanco fue juzgado, no existía EL UNIVERSAL. Su primer número
apareció tres días después de la conclusión del juicio. FIN

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