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El Infierno en el Paraíso

Claudia A. Pérez R.
El Infierno en el Paraíso

Copyright © Claudia Angélica Pérez Rivera


Primera Edición 2016

Diseño de Portada
Saúl Torres Vázquez

Correcciones
Swedhen Estevez
Wendi Sofia Blas Mercado

Todos los derechos reservados.


Prohibida la edición total o parcial de esta obra en cualquier
forma electrónica o mecánica, incluso fotocopia o sistema para
recuperar información sin permiso escrito del autor.

ISBN: 978-1539991816
DEDICADO A…

Hay grandes personas a quienes podría dedicarle este libro, pero


éste ha sido creado solo gracias a él.
Por acompañarme desde hace años en esta gran aventura que es la
vida y porque a tu lado, la he disfrutado aun más.
Por ser parte de mí, porque por ti, mi mundo ha dado giros
inesperados y satisfactorios.
Este libro va dedicado a Terry Grandchester, porque ahora, no solo
yo puedo escucharlo y verlo, también ustedes…
AGRADECIMIENTOS

Alumnas Emerson:

Amigas de Whatsap “Las citas del Paraíso”:


Sin ustedes, esta historia no se habría escrito, cientos de lectoras no
conocerían la historia de nuestro Terry, y yo no habría descubierto esta
gran pasión, por sacar las ideas locas de mi cabeza para plasmarlas
en papel.
Sin duda, algún día tendré la oportunidad de agradecerles en
persona, con un GRAN abrazo, todo el apoyo brindado durante este
más de un año de amistad, en que hemos compartido cientos de cosas
importantes, entre ellas el gusto por la lectura, pero sobre todo nuestro
día a día.

¡Las quiero!

Mi querida Wen, ¡Gracias! por tu tiempo, y ese 3er. ojo que sin duda
hace la diferencia.

Swedhen…
Swe… No cualquiera se atreve a luchar por vivir, pero vivir con una
sonrisa en el rostro y ser capaz de disfrutar cada segundo es un
privilegio que pocos tienen y tú eres una de esas afortunadas.
Gracias por el enorme clavado que te echaste en estas páginas, por
el apoyo incondicional, las porras, pero sobre todo por tu amistad y
ese enorme cariño que recibo atrevés de la pantalla y que puedes estar
segura, es recíproco.
¡¡Te quiero mi Rocky!!

A ti, Mi Kchorro
Mi compañero de vida, mi mejor amigo, mi apoyo, mi amor y ahora
también representante, fotógrafo, diseñador y todos los etc. que se
puedan agregar, ¡Gracias! Por el tiempo invertido, por creer en mi No
sueño y abrazar este proyecto como tuyo, ¡Gracias! por compartir tu
libertad conmigo y enriquecer la mía con tu presencia.
CAPÍTULO I
TERRY
u respiración está perfectamente acompasada con la mía, su rostro descansa en mi pecho,
Sel despertador no tarda en sonar, me muevo con cuidado para poder contemplar su dulce
rostro, me encanta despertar con esta imagen. El hombro molesta muy poco, pero trato de
centrarme en ella, sólo en ella, en la paz que le regala a mis sentidos, a mi alma. Suena el
despertador con música clásica y abre lentamente sus adormilados ojos.
Paty: Buenos días mi Sr.
Terry: Buenos días hermosa.
Le robo un pequeño beso y me levanto de la cama, comienzo a cambiarme, mientras ella con todo
el dolor de su corazón se levanta para ir por mi desayuno, y comenzamos con mi patético ritual. A
veces me pregunto, ¿Cuánto tiempo aguantará esta maldita rutina?
Terry: ¿Te he dicho que odio esa pijama?
Me encanta su cuerpo, odio que cubra sus piernas con pantalón de pijama.
Paty: Si, varias ocasiones.
Terry: Explícame, ¿Por qué sigues usándola entonces?
Paty: Porque aún es invierno y a veces me da frío.
Terry: Esto es la Riviera Maya, aquí no hace frío.
Paty: En las madrugadas refresca.
Terry: Yo puedo mantenerte caliente.
Paty: ¿Toda la noche Sr.?
Pregunta pícara.
Terry: No me retes nena, no me retes.
Me puso los ojos en blanco y sonrió. Se iba a cambiar para bajar a ejercitarse. Finalmente la
había convencido de que lo hiciera, antes de salir del cuarto le di un rápido beso y un pequeño azote
en el trasero, me gusta cómo se escucha el choque de mi mano contra esa suculenta parte de su
cuerpo.
Bajando, Toretto me estaba esperando para irnos a correr. Cuando regresé a casa la encontré en
el gimnasio sobre la bicicleta estática con los audífonos puestos . Esas licras empapadas en sudor,
siempre la hacían lucir muy sexy y mi entrepierna estaba de acuerdo con eso.
Le hice una seña para que me viera arriba en 15 minutos, cuando entré a la habitación, ya estaba
mi atuendo del día listo. Me gustaba que escogiera mi ropa, tenía buen gusto y reducía mi tiempo de
arreglo personal, ademásme aseguraba que le gustaba lo que veía el resto del día. Después del baño,
colocó nuevamente la pomada y el vendaje . Terminé de vestirme mientras ella se duchaba. No
entendía porque no le gustaba que la viera arreglarse, así que bajé antes para esperarla en el jardín
mientras revisaba las notas importantes en el Smartphone. Aunque ese momento en el que llegaba tan
linda a desayunar, me encantaba. Después de tomarme la pastilla, para calmar un poco el dolor que
comenzaba a ser demasiado molesto, desayunamos contemplando la perfecta imagen que el jardín nos
regalaba, es “Viernes”, el primer fin de semana de Febrero. No he discutido con ella los últimos… 3
días. Iremos a bailar en la noche y nos espera un perfecto fin de semana.
Desde que le regalé la cadena con el dije el fin de año, no se lo ha quitado, más que en una
ocasión en la que me recalcó que no le combinaba consu vestido y la verdad tenía razón. Me agrada
saber que siempre tenía presente lo que significa para mí. Estas semanas no han sido perfectas y
hemos tenido una que otra discusión, pero es que ella siempre escupe lo primero que se le viene a la
mente. Pareciera que disfruta refutar mis órdenes. Aunque también debo admitir que yo en ocasiones
me altero muy fácilmente . Es un estira y afloja constante, pero cuando estamos así, nada de eso
importa.
Paty: Está muy callado.
Terry: Me encuentro admirando tu belleza.
Me sonríe dulcemente. Terminamos y nos dirigimos a la oficina después de un breve recorrido
por el Paraíso. Me gusta hacerlo, es como observar el porqué de todo ese trabajo que en ocasiones
resultaba fastidioso en la oficina. Tenía que ver por qué me iba a encerrar 6 horas en 4 paredes,
cuando podía estar tumbado en la playa y… valía la pena. Mi Paraíso valía la pena y desde que Paty
había llegado a mi vida, todo se “magnificaba”. Lo bueno ahora es extraordinario y lo malo, bueno,
es aún más difícil controlarlo.
Lía: Buenos días Sr. Grandchester, buenos días Paty.
Terry: Buenos días Lía, al fin Viernes, ¿Tienes planes para este fin?
Lía: Algunos Sr.
Terry: Me alegro. Disfruta, porque no sabemos si esta hermosa creatura me haga enfadar para el
lunes.
Dije levantando la mano de Paty la cual sujetaba con los dedos entrelazados.
Paty: Yo no lo hago enfadar, usted se enfada de la nada.
Terry: ¡Lo ves! Siempre está poniendo a prueba mi paciencia.
Paty puso los ojos en blanco y Lía se limitó a sonreír. Pasamos a los asuntos de la oficina y en el
mes de enero el número de huéspedes había disminuido; aunque a decir verdad era un alivio.
Diciembre estuvo a reventar, pero para el 14 de febrero todo estaba reservado. Así que otra vez Paty
tenía un mundo de trabajo con todo lo que se tenía que exponer para ese día, “el día del amor”.
Mercadotécnica estúpida y ridícula, pero buena para el negocio a fin de cuentas.
A las once en punto entra mi hermosa chica a la oficina, con esa seguridad que la caracteriza y
que me hipnotiza. Yo estoy en una llamada con un importante ejecutivo, no puedo colgar, trato de
concentrarme en lo que estoy hablando y de dejar de mirar sus perfectas piernas. Me he percatado
que ha dejado mi capuchino del lado izquierdo, levanto la mirada y me encuentro con su sonrisa
pícara, no puedo evitar sonreírle de regreso y tampoco dejar de hablar (ella lo sabe). Levanto una
ceja y le hago un gesto hacia la taza para que la cambie de lugar, ella cierra los ojos y me lanza un
beso. Sigo sonriendo, es estúpido, meses atrás le habría gritado. Repito el gesto y me vuelve a
mandar un beso, después hace una seña con el índice en su mejilla para que yo le mande un beso. La
llamada es importante, no puedo estar jugando ahora y reiterando la seña, ella vuelve a mandarme un
beso, pero continúa tocándose la mejilla con el índice. ¡No es momento de jugar¡ Comienzo a
exasperarme, ¡Esta es la oficina, no nuestra habitación! Me tenso. Estoy tratando de hablar de asuntos
financieros, el dolor en el hombro se incrementa en un segundo y ella sigue sonriendo como si esto
fuera gracioso.
Terry: Permítame un segundo Sr. Oseguera.
Tapo la bocina del auricular. Cierro los ojos y respiro profundamente, trato de relajar los
músculos para que el dolor disminuya, pero es inútil, abro los ojos y mi cara lo debió decir todo
porque su sonrisa pícara ha desaparecido, toma la taza y la coloca en su lugar. Se disculpa en un
susurro y se dirige a la puerta. Intento levantarme pero una punzada en el hombro me lo impide, así
que dejo que salga. Me sujeto el hombro me recargo lentamente y respiro profundo, maldito dolor,
recobro el control y regreso a mi llamada.
Una vez que finalmente termino de hablar con el Sr. Oseguera, me aseguro de poder levantarme y
caminar sin que se me note el dolor. Aunque no sé si lo consigo, porque es muy fuerte. Salgo de mi
oficina y me dirijo directo al escritorio de Paty que al verme se levanta de un salto, veo
perfectamente como traga saliva, me acerco a su costado y le doy un beso en la mejilla.
Terry: Hace un rato no podía dártelo.
Veo como suelta el aire, creyó que estaba enfadado y por un momento lo estuve.
Paty: Creí que venía a gritarme.
Terry: ¿Crees que debería hacerlo?
Paty: Nunca creo que debería hacerlo.
La sujeto de la barbilla para que voltee a verme, ya que ha mantenido la mirada fija hacia el
frente.
Terry: ¡Cierto¡ y tú nunca deberías sacarme de mis casillas.
Paty: Esa no era mi intención.
Terry: Lo sé, por eso estoy aquí.
Paty: Solo estaba jugando.
Terry: Esa era una llamada importante y trataba de hablar de finanzas, finanzas con muchos,
muchos ceros.
Paty: No volverá a suceder.
Terry: Eso espero.
Me incliné y le di un dulce beso en los labios. Regresé a mi oficina. Estaba entrando mucho
dinero a mis cuentas, y si algo he aprendido es que el dinero hay que moverlo. Estuve todo el día
analizando las mejores opciones para su uso, y cuando me di cuenta ya eran las 2 de la tarde, hora de
comer, tomé mis cosas y al llegar al escritorio de Paty que tenía mil documentos sobre el
escritorio…
Terry: Nos vamos nena.
Paty: Si, si, solo deme 2 segundos.
Terry: Uno… dos… listo vámonos.
Paty: Es que no encuentro una tarjeta, y necesito el número.
Terry: Debes tenerlo apuntado en el móvil. Vámonos.
Paty: No, es un proveedor nuevo y aún no lo apuntaba, necesito esa tarjeta.
Terry: Esta es la cuarta vez que te lo digo, ¡Vá-mo-nos!
Tomó sus cosas de mala gana y subimos al ascensor.
Paty: ¡¿Le he dicho que odio que me hable en sílabas?!
Terry: ¡Sí! y yo te he dicho que tengas ese escritorio ordenado, por eso no encuentras nada.
Paty: Mi escritorio está ordenado.
Terry: Tienes documentos regados por todas partes… por eso no encuentras una estúpida tarjeta.
Paty: Es una tarjeta, es pequeña, por eso no la encuentro.
Terry: Y los números se apuntan en el móvil, para eso se inventaron.
Dije sarcásticamente moviendo mi móvil frente a ella.
Paty: Eso iba hacer cuando la dichosa tarjeta desapareció.
Me colmó, la estúpida alegata me colmó, y el dolor se agudizaba cada vez más, le extendí el saco
y levantando dedo por dedo:
Terry: Uno, deja de refutar todo lo que te digo. Dos, escucha, aprende y calla. Tres, dame una
maldita pastilla que estás a dos segundos de sacarme de mis casillas.
Parpadeo un par de veces, saca las pastillas de su bolso y una pequeña botellita de agua que
siempre traía consigo y me las extiende, la tomé, ¿Cómo demonios logra exasperarme en tan poco
tiempo?, el dolor se incrementa y se me ha ido el apetito, ¡¡Demonios!! Necesito un respiro, si abre
una vez más la boca, voy a explotar.
Terry: Come tú, yo voy a estar en mi habitación.
Me dirijo hacia a las escaleras cuando escucho un -¿Quiere que le suba…
La sangre me hierve en un segundo, el dolor me quema la mitad del torso y la ira se apodera de
mí, me acerco a ella dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo.
Terry: ¿¿Cuándo demonios vas a dejar de hacer preguntas estúpidas?? No voy a seguir
soportando tus insolencias, TODO lo que yo diga se obedece, te parezca o no, y si tienes algún
ingenioso comentario, hazte el favor de reservártelo, evítame la pena de hacerte ver lo estúpida que
puedes llegar a ser. ¡¿¿TE-QUEDÓ-CLA-RO??!
Se quedó muda, mirándome fijamente a los ojos, lo que sólo me hacía enervar más.
Terry: ¡¡¡No te escucho!!!
Paty: Sí, Sr.
Di media vuelta, Frankco estaba a mis espaldas, me dio el paso y subí las escaleras. Cuando
finalmente llegué a mi habitación, me recargué en la puerta sujetándome el hombro y solté desde el
fondo de mi garganta los gruñidos de dolor que solo reservaba para mi habitación solitaria. Me
acerqué a la cama y tomé un par de pastillas e intenté quitarme la camisa, pero estaba en medio de
una crisis, la mano izquierda me temblaba y no tenía la suficiente fuerza en el brazo en ese momento,
así que solo me quité los zapatos y me recosté; traté de relajar los músculos, eso siempre ayudaba.
Era más fácil, estando así, recostado, tenía espasmos y sudaba por el dolor casi intolerable. No sé,
¿Si es el dolor o mi carácter explosivo?, lo que me hace enfurecer en un segundo. Han sido
demasiados años que es prácticamente imposible distinguirlo, pero eso sólo me provoca más dolor y
es un maldito círculo vicioso que nunca se rompe. Después de un rato, toco mi pecho, el dolor
comienza poco a poco a descender, la mano ya no me tiembla y puedo levantar el brazo lo suficiente
para desabotonar la camisa, pero estoy cansado, así que lo dejo. Esta fue solo una pequeña crisis,
pero aun así me agota.
Abro los ojos y en la habitación todo está a oscuras, debí quedarme dormido después de… siento
la boca seca y mis labios están resecos. Sujeto mi hombro nuevamente, el dolor ha regresado a la
normalidad, es patético, pero así es, ¡Es Viernes!, se supone que es un maldito buen día. Me levanto
lentamente, no hay punzada de dolor. Tomo un vaso de agua, y mi estómago me recuerda que no he
comido; son las 5, aún es temprano, bajo al comedor y solo Frankco se asoma en una esquina para
asegurarse que soy yo, y que estoy bien, pero no dice nada, ¿Por qué no todos son tan eficientes como
él? Entro a la cocina y la chica del servicio de la cual no recuerdo su nombre se congela, Adele se
acerca a mí.
Adele: Niño, ¿En qué le puedo servir?
Terry: Hace mucho dejé de ser un niño Adele, sírveme la comida.
Adele: Sí Sr. el menú del día es…
Terry: ¡¿¿A todo el mundo se le está pegando la estupidez de Paty aquí??! Di una orden clara;
sírveme-la-comida, no que me des el estúpido menú, ¡¡Carajo!!
Cuando me giro para regresar al comedor, unos penetrantes ojos verdes se clavaron en los míos,
llenos de reclamo.
Terry: ¿¿Tienes algo que decir??
Pregunté más alto de lo normal.
Paty: No, Sr.
Terry: Entonces re-ti-ra-te.
Obedeció de inmediato. Me senté a la mesa y Adele con la mirada baja me sirvió la comida, la
probé, estaba deliciosa como siempre, pero mi maldito mal genio me impedía disfrutarla. Toretto
apareció y se sentó a mi lado, él siempre estaba ahí. Me observaba, bajé la mano y se acercó
lentamente; hasta él sabía cuándo tenía que andarse con cuidado. Lo acaricié, separé un poco la silla
de la mesa y puso su cachetona cara sobre mi pierna, era un perro adulto, pero cuando se acercaba de
esta forma, tendía a hacer ruiditos de cachorro, dejé la comida y me centré en él.
Necesito controlarme. Sé que tengo que hacerlo, pero a veces es demasiado complicado. Anda,
hoy no voy a entrenar así que vamos por tu pelota.
Salimos al jardín, tomé su pelota y comencé a lanzarla para que me la trajera, después de un rato,
me había relajado. Paty debe estar molesta conmigo y con justa razón, espero que aún podamos
cerrar bien el día.
Subo a nuestra habitación y no está, así que toco en la suya.
Paty: ¿En qué le puedo servir Sr.?
Sus ojos verdes aceituna se clavan en los míos, su gesto serio, la ceja izquierda levantada y su
tono de voz me lo dice todo, no está molesta, está que se la lleva la chin…
Terry: Venía a preguntarte a dónde quieres salir esta noche.
Paty: Lo está diciendo ¿¿En serio??
Terry: Vamos nena, entiendo que estés enfadada, me exasperé, pero aún podemos disfrutar del
“Viernes” por la noche.
Extendí mi mano para tocar su mejilla, pero se giró y se alejó unos pasos. Vaya que estaba
molesta.
Paty: ¡¡Se exasperó!! ¿¿Y cada vez que se exaspere me va a insultar??
Terry: No te insulté.
Paty: Me llamó estúpida, y no solo me lo dijo a mí, se lo dijo a Adele y el resto del personal lo
escucho. ¡No voy a permitir que me hable de esa forma!
Su voz era fuerte, decidida y tajante, con un demonio, tenía razón, ¿¿Cómo demonios la había
insultado de esa forma??
Terry: Tienes razón, apenas y me percaté… yo… me sacaste de mis casillas y…
Paty: ¿¿Yo lo saqué de sus casillas?? Era una tontería de lo que estábamos hablando y de la nada
se enfureció.
Terry: No fue de la nada.
Paty: Entonces ¿Tengo qué aplaudir cada palabra que usted dice para no terminar siendo una
estúpida?
Terry: No… yo, no debí insultarte, no sé cómo demonios pasó eso, pero te aseguro que no
sucederá más.
Paty: Eso espero, porque no lo voy a tolerar.
Terry: ¿Qué me estás queriendo decir?
Paty: No le estoy queriendo decir nada, se lo estoy diciendo, no le voy a permitir que me insulte.
Terry: Y yo ya te dije que no volverá a suceder. Mira fue un día complicado.
Paty: Explíqueme Sr. Grandchester porque no lo entiendo de verdad, una cosa es que por su
padecimiento tienda a explotar más fácilmente y otra muy diferente a que sea de la nada, y además se
encontraba bien.
¿Bien?, ¿Me encontraba bien? ¿Qué demonios quiere que le diga?, qué el maldito dolor se
disparó en un segundo, qué traté de controlarme pero esto me supera, qué me quemaba la mitad del
pecho y espalda, qué me vuelve un inútil porque ni siquiera pude quitarme la maldita camisa, y me
enfurece la impotencia que me… Respiro hondo.
Terry: Estoy tratando de arreglar las cosas, de terminar bien el día.
Paty: ¿Ah, sí? ¿Así de sencillo?
Terry: ¿Qué quieres que te diga? Fue un día complicado caray.
Paty: Yo fui la que de la nada terminó siendo insultada por el hombre que se supone que me
quiere, y para usted fue un día complicado, no pues discúlpeme Sr. Grandchester.
Terry: Aquí el único sarcástico soy yo, y si estoy aquí tratando de arreglar las cosas es
precisamente porque te quiero, ya te dije que no volverá a suceder, necesito salir, distraerme,
démosle vuelta a la página ¡¿Vas a querer salir Si o No?!
Paty: Pues si tanto necesita salir y distraerse, hágalo, pero conmigo no cuente.
Terry: Como quieras.
Salí de su habitación, tomando las cosas lo más tranquilamente posible, estaba muy enfadada y lo
último que necesitaba es que el dolor regresara ahora, era viernes y no pretendía quedarme aquí, sólo
porque ella no quiere bajar la guardia. Fui a mi habitación, leí un rato y más tarde me di una ducha.
Mensaje de Whatsapp:

*Terry: ¿Te veo en una hora en “El Reino de la Salsa”?


*Dimitry: Tu mensaje llega justo a tiempo, me estaba preguntando que iba hacer con estos 3
bombones.
*Dimitry: (Imagen de 3 Mujeres)
*Terry: Excelente variedad, justo lo que necesito, te veo en mi privado.

Terminé de arreglarme y cuando salí de mi habitación estuve tentado a tocar a su puerta, habría
querido salir esta noche con ella, pero… si voy de nueva cuenta, tal vez solo empeore las cosas.
Antes de llegar al último escalón Frankco apareció en menos de un segundo.
Terry: Saca el Lamborghini LP Huracán.
Frankco: Enseguida Sr.
Jesse apareció detrás de él, me acerqué lentamente a su cada vez más molesto rostro.
Terry: ¿Ves aquí a Paty?
Jesse: No Sr.
Terry: ¡Exacto!, está en su habitación. Espero que en esta ocasión puedas asegurarte de que se
encuentra en perfecto estado, hasta que tu papá Frankco regrese y pueda hacerse cargo de la
seguridad como el profesional que es, no como el incompetente que eres tú ¿Será posible?
La rabia e impotencia se reflejaba en su rostro y eso me proporcionaba satisfacción, sí, soy un
hijo de puta y me gusta serlo.
Jesse: Sí Sr.
Con un movimiento despectivo de los dedos, le ordené que se retirara. Frankco debía caerme
demasiado bien, para que yo siguiera teniendo a este idiota aquí, después de lo que pasó con Paty.
Una vez que llegué al antro y pedí mi botella en el privado, Dimitry no tardó en llegar con las
chicas.
Dimitry: Les presento al “Sr. del Paraíso”, así tienen que llamarlo “Sr.” si no quieren ser
expulsadas. Ella es Wendy, Mexicana.
Sensual de piel bronceada, con una melena negra que atraía las miradas, le llegaba casi a la
cintura y ondulado, enormes y expresivos ojos oscuros que estaban gritando lo que venía a buscar,
sexo, una fina cintura y pronunciadas curvas.
Dimitry: Dayana, Venezolana.
Alta, largas y perfectas piernas adornadas con una pequeña minifalda, enormes y suculentos
senos; casi podía sentirlos practicándome una rusa, cabello castaño al hombro y el toque final, lentes,
la imagen perfecta de la zorra secretaria de las películas porno, me gusta.
Dimitry: Swedhen, Puertorriqueña.
Una deliciosa mulata con unas caderas hipnotizantes, unos labios carnosos pintados de rojo, se
perfectamente donde quiero que deje huella ese color, cabello corto y rizo.
Con este trío de mujeres mí entrepierna y yo estábamos listos para comenzar la noche.
Después de las presentaciones comenzamos a beber, tenía ganas de acabarme la botella de coñac
y olvidarme del mal sabor de boca que tenía, una vez que bebí un par de tragos, tomé a Swe por las
cintura y me la llevé a la pista de baile, que manera de mover las caderas tenía esta mujer. Bailamos,
disfruté de la música, me olvidé de todo por un momento, hasta que Swe me pidió un descanso,
subimos al privado y Dimitry ya estaba agasajando a Wen y Daya. Este amigo mío, no perdía el
tiempo, tenía sentada una chica en cada pierna, mientras el besaba a una, la otra le besaba el cuello y
le masajeaba los senos a la chica que tenía enfrente, no podía evitarlo, la imagen me excitaba y Swe
lo sintió en su firme trasero, se pegó más a mí para provocarme, nos acercamos a la mesa, tomamos
nuestras copas y las chocamos brindando por el sexo que íbamos a compartir esta noche. Mientras
observábamos como se encendían nuestros amigos.
Terry: ¿Qué te gusta que te hagan Swe?
Swe: ¿Quiere qué se lo diga con detalle Sr.?
Terry: Me gusta saber que le complace a la dama que tengo entre manos, me excita escucharlo,
pero si prefieres puedo ir descubriéndolo.
Dije mientras bajaba lentamente un tirante de su blusa y besaba su deliciosa piel tostada.
Swe: Me gusta el servicio completo Sr.
Su voz sensual, me provocaba arrancarle la ropa de una vez por todas, pero este juego apenas
comenzaba.
Terry: ¿Me estas dejando acceder a todas las parte de tu cuerpo Swe?
Swe: Puede hacer conmigo, lo que le plazca Sr.
La boca de Dimitry succionaba uno de los grandes senos de Daya.
Terry: Creo que es hora de retirarnos, a mí me gusta dar el servicio completo en mejores
instalaciones. Dimitry, hora de irnos.
Las chicas se levantaron y comenzaron a acomodarse la ropa. Wen se acercó a mí preguntando a
dónde iríamos mientras aprovechaba para frotar mi miembro erecto que a estas alturas era muy
notorio en mi pantalón, eso se sentía bien, le aclaré que iríamos a una suite, Dimitry se levantó y
comenzamos a salir del lugar, escoltados por Frankco, él generalmente es muy discreto, pero vi
perfectamente cómo se quería meter entre el escote de Daya, y es que era imposible no voltear a
verlas.
Una vez que llegamos a la suite del Delux, ordené que entraran, antes de cerrar la puerta le
pregunté a Frankco.
Terry: ¿Quieres ser parte de la fiesta? Son 3.
Frankco: No Sr. estaré vigilando
Terry: ¿Estás seguro? Sabes que yo no tengo problema al respecto.
Frankco: Seguro Sr.
En raras ocasiones Frankco había convivido con mis amigos y conmigo como uno más, incluso
compartimos chicas, siempre guardando el debido respeto hacia mí, él acostumbraba a ir al Bar del
Delux de vez en cuando y aunque era alrededor de 10 años mayor que yo, nos llevábamos muy bien.
Terry: Bien, como ves, será una noche larga, deja un par de guardias y ve a conseguirte una chica.
Lo pensó por un momento.
Terry: Anda, todo ha estado muy tranquilo, despreocúpate, necesitas relajarte un rato, disfruta del
paraíso.
Frankco: Dejaré el par de guardias, y estaré al pendiente del celular por cualquier cosa Sr.
Entré a la habitación, las 3 chicas estaban desnudándose para entrar al jacuzzi mientras Dimitry
se servía un trago sin quitarle los ojos de encima, y es que era un platillo demasiado suculento como
para perder detalle. Me acerqué al bar con Dimitry y me senté en un banco al lado de él.
Terry: Siento que estoy teniendo un deja-vú.
Dimitry: Justo eso iba a decirte.
Terry: ¿Algo que comentar, antes de entrar en materia?
Dije señalando con la mirada a las chicas.
Dimitry: He seguido viendo a Nois, la abogada de tu lista. ¿Y tú? ¿Qué dice Paty de que estés
aquí?
Terry: Nois es de las que saben justo lo que quieren, es buena divirtiéndose. Paty y yo
discutimos, esto no le gusta, pero hace un esfuerzo por entender que sexo es sólo sexo, le dejé claro
que no lo iba a dejar.
Dimitry: También fui al cine y a cenar con Nois. ¿Y Crees que llegue a aceptarlo del todo, algún
día?
Terry: Entonces te gusta Nois para algo más que solo sexo… Y espero que sí, por el bien de
ambos, porque la gente no cambia.
Dimitry: A Nois le gusta este tipo de vida sexual, y nos llevamos bien fuera de la cama, así que a
ver qué pasa con ella. Y tú lo has dicho, la gente no cambia, sólo que aquí los dos son gente.
Terry: Pocas veces te escucho decir palabras razonables, pero tienes razón, sólo que yo soy más
obstinado y para ser sincero, no sé si pueda.
Dimitry: Tienes a decenas de pervertidas, ¿Por qué elegir a la dulce chica?
Porque la quiero.
Terry: Eso mismo me pregunto yo, suficiente charla por una noche.
Mientras nos quitamos los zapatos y relojes.
Dimitry: Si Dereck estuviera aquí, diría que tenemos una forma muy extraña de comunicación.
Terry: Somos directos y claros, además, generalmente tenemos prisa por comenzar algo.
Dije refiriéndome claramente a las chicas que nos esperaban. Entré en el jacuzzi y Daya se me
acercó, la sujeté del cabello y devoré su cuello, con succiones y mordiscos hasta sus enormes senos,
naturales, lo cual era raro encontrar en ese tamaño, los disfruté mientras mi mano encontraba su
entrepierna.
Mientras tanto Dimitry se había sentado en el jacuzzi, las chicas se quedaron una a cada lado de
él, con las piernas abiertas para que él pudiera degustarlas por turnos, mientras lamia a una, jugaba
con la mano con la otra, mientras estas se acariciaban y besaban.
La habitación era todo gemidos, podría apostar que en cuestión de segundos la temperatura del
lugar había subido 10° grados.
El movimiento de las caderas de Daya se aceleraba cada vez más, no le faltaba mucho para
llegar.
Terry: ¿Me quieres dentro?
Afirmó con dificultad, paré mi juego entre sus piernas, tomé un preservativo que estaba al pie del
jacuzzi lo coloqué y la senté sobre mí de una sola estocada. Su rostro y gemido de placer me
perdieron en la dimensión de la lujuria, entraba y salía a un ritmo lento pero con fuerza mientras la
sujetaba del trasero, Wen apareció a mi lado, acariciaba la espalda de Daya, me deseaba, estaba
esperando su turno para ser poseída, la sujeté del cabello y la atraje a mi boca, la besé con
desesperación mientras Daya aceleraba el ritmo sobre mí, estaba a punto de llegar, podía sentirla, me
separé de Wen para disfrutar de su llegada al éxtasis...
Terry: Mójame Daya, mójame.
Dije entre dientes, tratando de controlarme para no derramarme dentro de ella, mientras su
interior me succionaba y sus gemidos explotaban.
Regresé a devorar la boca de Wen mientras Dimitry seguía degustando la humedad de Swe.
Llevé mi mano a la entrepierna de Wen y la penetré con un dedo, su beso exigente me pedía más,
así que utilicé dos, su respiración agitada me mantenía al borde, aún seguía dentro de Daya, salí de
ella, me quité el preservativo y le ordene que se arrodillara frente a mí, lamió mi erección lentamente
haciendo delicioso el tormento de la espera, regresé a la boca de Wen y a poner atención a su
entrepierna con una mano mientras con la otra guiaba el ritmo de las succiones que recibía. Los
gemidos inconfundibles de una mujer al llegar al orgasmo me volvieron loco, esa había sido Swe y
desinhibieron las caderas de Wen, que se descontrolaron exigiendo explotar. Salí de la boca de Daya
y me coloqué entre sus senos, ella los estrechó a mi miembro, los gemidos de Wen me extasiaban.
Terry: Mójame Wen, mójame
Sentí alrededor de mis dedos como se contraía y no pude alargarlo más, aceleré el movimiento
de caderas entre los senos de Daya mientras mis músculos se tensaban, y exploté de placer y lujuria
derramándome entre sus senos entre roncos gruñidos de alivio.
Bebimos, hablamos, cogimos, bebimos, hablamos, cogimos, aunque no sé si fue exactamente en
ese orden… estaba exhausto, con el cuerpo ligero y relajado, tenía que salir de ahí, había sido
suficiente por hoy, iba a levantarme cuando unos labios húmedos y calientes comenzaron a succionar
mi miembro provocando una rápida erección, a veces tiene vida propia, tenía los ojos cerrados, bajé
la mano y el cabello corto y rizado me hizo saber que era la excelente compañera de baile Swe, no
me molesté en abrir los ojos, disfruté, mientras sus manos recorrían mis muslos y abdominales, y
entraba y salía de su boca, su lengua experta recorrió mi entrepierna mientras su mano no dejaba de
subir y bajar por mí ya duro y expectante miembro.
Swe: Hay un lugar de mi cuerpo que le faltó tocar, Sr.
Terry: Excelente bailarina, experta lengua y pervertida Swe… No voy a permitir que te vayas
diciendo que el Sr. del Paraíso no te dio tu servicio completo.
Me levanté de la cama, tomé un lubricante y lo extendí por mi miembro, ella me observaba,
recostada en la cama.
Terry: Déjame verte Swe.
Ordené, y abrió lentamente los muslos, su piel oscura y tostada por el sol, brillaba con las luces
tenues. Un suculento chocolate y a mí me encanta el chocolate.
Terry: Tócate para mí.
Comenzó a jugar lentamente con su sexo mientras me observaba hacer lo mismo, su respiración
se iba acelerando y el placer se iba apoderando de su cuerpo, estaba al borde de la cama, así que me
acerqué a ella y sujetando mi erección la froté por su centro una y otra, y otra vez, el movimiento de
sus caderas me decían cuánto le gustaba nuestro roce. Observé la habitación a media luz, los cuerpos
de los demás estaban entrelazados, Dimitry y Daya nos observaban entre besos mientras Wen lo
cabalgaba, mi sangre ardió de deseo por alcanzar el éxtasis, la jalé del brazo de un tirón y la
arrinconé en la pared restregando mi miembro contra su trasero firme, sujeté su cabello con fuerza
hacia un lado para que me diera acceso a su cuello.
Terry: ¿Te gusta así?
Swe: Sí, así lo quiero.
Terry: Si quieres que pare, sólo dilo.
Dije mientras colocaba un preservativo y más lubricante en él, dirigí mi miembro a su trasero y
comencé a entrar lentamente, pero ella empujó las caderas hacia atrás, gruñí mientras ella exhaló con
fuerza.
Terry: ¿Lo quieres duro?
Swe: Sí, lo quiero duro.
Tiré nuevamente de su cabello, pasé la otra mano a su entrepierna acariciándola con movimientos
circulares y comencé a atravesarla con fuerza, una y otra y otra vez, sin piedad. Envuelto entre
gemidos y lujuria, la tenía empotrada en la pared, no le permitía moverse, pero los exaltados sonidos
de su garganta me lo decían todo, pedía a gritos explotar y yo se lo iba a dar, profundicé las
embestidas y la sentí, la sentí convulsionar de placer entre mis brazos y me dejé derramar dentro de
ella, mientras mordía su cuello.
Después de unos segundos, que nos quedamos inmóviles para recobrar el aliento, salí de ella.
Terry: Espero haber brindado el servicio completo que mereces.
Swe: Ha sido el mejor servicio completo que me han dado.
Terry: Lo sé, se quedan en su casa.
Me retiré a dar una rápida ducha, si antes estaba exhausto, ahora camino solo por instinto.
Necesito regresar a casa, meterme a la cama y dormir por horas y si eso fuera al lado de mi chica,
sería perfecto.
CAPÍTULO II
PATY

S ábado y yo despierta a las 8 de la mañana, así nada más, maldito despertador


biológico. Anoche me dormí alrededor de las 3 de la mañana y no había llegado,
es la primera vez que sale sin mí, y la primera noche que dormimos separados.
Me abrazo a mi almohada, un hueco profundo me invade el pecho, paciencia, todo el mundo me
ha dicho que debo tener paciencia, incluso él, pero no puedo tenerla si no lo entiendo, cuando sé que
está adolorido lo entiendo, pero cuando es de la nada, como ayer es imposible y yo no soy ni una
dejada, ni una santa.
No sé cuánto tiempo tengo abrazada a mi almohada, pero no cené y tengo hambre, así que decido
bajar a la cocina por algo, al entrar Adele me recibe con una dulce sonrisa.
Adele: Buenos días niña, que le apetece de desayunar.
Paty: Buenos días Adele, no sé, algo dulce que me quite el mal sabor de boca.
Adele: Hay mi niña, el Sr. en ocasiones es complicado, pero no es malo, y te quiere.
Paty: ¿Complicado Adele? Es un maldito laberinto, habíamos estado muy bien, tuvimos algunas
diferencias de opinión, pero nada serio, pero lo de ayer, como me habló, fue demasiado despectivo.
Adele: El Sr. puede ser muy hiriente, pero seguro hoy arreglan las cosas.
Paty: No lo sé Adele, estoy muy sentida con él, nadie me había hablado así.
Adele: Vamos niña, con estos Hot cakes que le estoy preparando con fresas, miel de abeja y un
poquito de crema batida, seguro se le pasa el mal sabor de boca.
Paty: Mmmm, el coma diabético valdrá la pena. ¿Sabes a qué hora llego?
Adele: No niña, no me di cuenta, pero Frankco hace un rato me dijo que ya estaba en su
habitación.
Después de desayunar, y jugar un rato con Toretto en el jardín, mi mente no dejaba de darle
vueltas, él, el curso en línea, él, los mil pendientes en el trabajo, él… el siguiente fin de semana es
14 de Febrero, día del amor, Mercadotecnia como él le llama, será que tendría que preocuparme por
comprarle un obsequio o me lo aventará en la cara, porque ya me dejó claro que el amor no es más
que un desequilibrio mental, no me ama, está claro, ¿Y yo? ¿Yo lo amo a él? ¿Sólo por cariño estoy
aguantando sus malos modos? Tal vez su forma de ver el amor, tenga un ápice de razón, lograr un
armonioso equilibrio entre lo que se siente y lo que se piensa, debería hacer las cosas más sencillas,
necesito pintar.
Subí a mi habitación y abrí la ventana de par en par, para que entrara la mayor luz posible. Prendí
un incienso con olor a canela, encendí la laptop con música de José José y Joaquín Sabina, tomé un
lienzo en blanco y me perdí.
Tocaron a la puerta, era él, el montón de estúpidas mariposas comenzaron a revolotear en mi
estómago, me levanté a abrir.
Terry: Hola hermosa.
Su cálida voz, mezclada con miles de feromonas entrelazadas con Abercrombie, impecable estilo
e imponente presencia me desarmaban.
Paty: Hola.
Terry: ¿Pintando?
Asentí.
Terry: Eso pensé, ¿Te he dicho que me encanta tu estilo al pintar? ¿Sabes qué hora es?
Bajé la mirada, traía puesta solo una playera larga y un bóxer ajustado, Negué con la cabeza.
Terry: ¿Puedo pasar a ver tu obra?
Me hice a un lado para darle paso, no sabía que decirle, no sabía si seguía enfadada o no, no
sabía si me afectaba más su ausencia o su presencia, no quería saber, solo quería sentirlo, sentir sus
fuertes brazos alrededor de mí…
Se quedó observando la pintura.
Pintura realizada por la Autora, Claudia A. Pérez R. en ténica mixta, en Enero del 2012.

Terry: Interesante, ¿algún mensaje subliminal?


Paty: ¿Qué? El mundo no gira alrededor suyo Sr.
Bajó un momento la mirada, mi comentario lo descolocó.
Terry: Son las 7 de la tarde y aún no has comido, ¿Me permites invitarte a cenar a algún lugar?
Paty: La verdad no tengo ganas de salir.
Terry: Vamos, es fin de semana, has tenido mucho trabajo, necesitas distraerte un poco.
Paty: La pintura me distrae.
Terry: Estoy seguro de eso, pero también es bueno salir, anda, vístete y vamos a algún lado.
Respiré profundamente, y asentí, aunque no estaba muy segura de la decisión tomada. Me di una
ducha rápida, las noches eran frescas, dejé mi cabello suelto, un maquillaje natural, un vestido por
debajo de la rodilla, azul marino de la parte del busto y en colores café, crema y capuchino,
dibujando mándalas en la parte de abajo, una chalina café, a juego con las zapatillas abiertas y mi
bolsa tejida.
Bajé las escaleras y como siempre, me estaba esperando, tan guapo e imponente mi Sr., me dio la
mano para ayudarme a bajar los últimos escalones, y la besó.
Terry: Estás preciosa.
El contacto de sus labios, me hizo tragar saliva, mi piel los extrañaba.
Paty: ¡Gracias!
Terry: ¿A dónde quieres ir a cenar?
Paty: Al restaurante italiano ¿le parece bien?
Terry: El italiano es perfecto.
Frankco le extendió las llaves de su auto, me abrió la puerta y nos dirigimos al restaurante.
Terry: ¿Qué te apetece beber?
Paty: Una limonada natural está bien para mí.
Terry: Una copa de vino tinto y la limonada para la señorita.
Le ordenó al mesero. El ambiente entre nosotros era tenso, como hace mucho no lo estaba.
Terry: ¿Sabes dónde colocarás la pintura?
Paty: En mi habitación.
Terry: Me gustaría poder admirarla, ¿por qué no la colocas en los pasillos de las habitaciones?
Se verá bien.
Paty: Tal vez.
Me tomó de la mano, y con la otra chasqueó los dedos. Se bajaron las luces del lugar, ¿Qué era
esto? se iluminó solo el pianista que comenzó a tocar, apareció un violinista y guitarrista, las notas
eran suaves, las había escuchado antes, pero no sabía que canción era, un chico y una chica
aparecieron al frente de los músicos... Estar contigo, es como tocar el cielo con las manos, como el
primer día en verano, como un cuento… Si, la había escuchado antes, “Estar contigo” de Alex
Ubago.
Llevó mi mano a sus labios, mientras su mirada cálida me llenaba de sensaciones el alma. Un
mesero se acercó detrás de él y le acerco un ramo que me entregó con ocho tulipanes rosas, atados
con un gran moño blanco, mis ojos se humedecieron, estaba precioso, como podía hacerme sentir
tantas cosas.
Terry: Son para ti.
Paty: Son hermosas.
Terry: No nena, aquí la hermosa eres tú.
Terminamos de escuchar la canción, con la mirada fija el uno en el otro, al terminar la canción,
las luces se encendieron, los huéspedes aplaudieron y los más cercanos nos observaban.
Paty: Nos están mirando.
Terry: Deben estar envidiándome, por tener el privilegio de tu compañía.
Paty: ¿Cómo puede hacer todo esto?
Terry: ¿Te gustó?
Paty: Mucho, gracias.
Terry: No me agradezcas, regálame una sonrisa, ilumina mi Paraíso nena.
El momento había sido tan mágico y me había hecho sentir tan especial, que no pude más que
sonreír. Se acercó a mí, con sus ojos azul profundo, absorbiendo mi aliento y mi alma en ese beso
pausado que tanto anhelaban mis labios.
Terry: Te quiero nena.
Paty: Y yo a usted mi Sr.
El mesero se acercó y pedimos de cenar, Linguini con Langosta. El ambiente entre nosotros había
pasado de tenso a ridículas burbujas lilas en forma de corazón, su mirada era dulce y no perdía
oportunidad para decirme lo hermosa que era y lo mucho que me quería. Pareciera que tengo a dos
Sr. Grandchester, y los dos me volvían loca, de formas completamente opuestas, pero cuando se
comportaba así tan galante y dulce, era imposible no quererlo.
Al terminar la cena, me preguntó si quería ir a algún otro lugar, pero la verdad es que estaba
cansada, no había dormido mucho y había pasado horas frente al caballete, así que regresamos a
casa, subí las escaleras bajo su brazo, es ridículo, pero había extrañado la sensación de protección
que me proporcionaba su contacto.
Al entrar a la habitación, me pidió una pastilla, ya en el auto había comenzado a darse toquecitos
en el pecho.
Paty: ¿Le pongo la pomada antes de dormir?
Asintió con una media sonrisa, me acerqué a él y embriagándome de su aroma le quité la camisa,
me encantaba ver su abdomen y esa “V” que parecía de fantasía, se sentó frente al tocador y frote la
pomada, el hombro estaba inflamado, debía dolerle mucho y su ceño fruncido reflejado en el espejo
me lo confirmaban, o yo no estaba poniendo la suficiente atención en esto o él se estaba volviendo un
experto ocultándolo.
Paty: No pensé que estuviera así.
Terry: Está un poco inflamado, eso es todo, estoy bien.
Dijo tomándome de la mano y sentándome en su regazo.
Terry: Te extrañé anoche.
Con una mano recorría mi espalda, mientras con la otra me tomaba por la mejilla y besaba mi
cuello, si sigue haciendo eso me voy a derretir entre sus manos… anoche... ¿Me extrañó anoche?
Paty: ¿En dónde estuvo extrañándome Sr.?
Siguió besándome el cuello, mientras bajaba el cierre de mi vestido, su contacto quemaba mi
piel, pero necesitaba saber.
Paty: Le hice una pregunta Sr.
Terry: Y yo no la estoy contestando nena, solo deseo seguir saboreando tu dulce piel.
Paty: ¡¡Espere!!
Me levanté de su regazo y subí el tirante de mi vestido que ya comenzaba a caer.
Paty: Yo estuve aquí en mi cuarto, dándole mil vueltas a las cosas, mientras no sabía, ni sé aún,
en dónde estuvo, se fue con Dimitry, ¿Cierto? Se acostó con otra.
Terry: No es un tema del que te guste hablar, no tiene caso.
Paty: ¿Entonces fue eso lo que hizo? ¿Mientras a mí me dejó aquí?
Terry: Te pedí que saliéramos, tú fuiste la que no quiso ir conmigo, dijiste claramente que me
fuera y te recuerdo que nunca he dicho que dejaría de acostarme con otras.
Sus palabras me taladraban la mente y el alma, ¿Qué demonios estoy haciendo? Lo quiero, pero a
veces esto me sobrepasa, yo… necesito pensar.
Caminé hacia la puerta de la habitación.
Terry: ¿A dónde vas?
Paty: A mi habitación.
Terry: Ésta es tu habitación.
Paty: Necesito estar sola, necesito pensar.
Terry: ¿Pensar? ¿Ahora? ¿Qué carajos necesitas pensar?
Paty: Todo, todo lo que tengo que aceptar, en la noche maravillosa que me acaba de regalar, es
mentira que me extrañó, si lo hubiera hecho no se habría ido a acostar con otra.
Terry: Yo no miento Paty, si ese fuera el caso, no te habría ido a buscar a tí primero, ya lo hemos
hablado, lo has aceptado así. Fue un maldito día difícil, carajo, no puede ser tan complicado de
entender.
Ya se había exasperado y presionaba su pectoral izquierdo, no quería provocarle más dolor que
el que seguramente ya tenía, pero tampoco podía quedarme. Tenía que aceptar que se acostara con
otras mujeres, tenía que aceptar que se exasperara fácilmente, pero ayer tuve que aceptar que me
insultara de la nada, ¿Vale la pena todo esto? ¿Por qué es tan difícil quererlo mi Sr.?
Paty: Lo sé, lo he aceptado, pero eso no significa que sea fácil, buenas noches Sr.
Terry: ¡Paty espera!
Paty: ¡¡No!!
Prácticamente grité para que no me tocara, si lo hacía, no iba poder resistirme. Se quedó inmóvil,
sus penetrantes y necesitados ojos azul profundo, tan necesitados de mí como yo de él, y aun así, no
podía quedarme. Salí de su habitación y me dirigí a la mía, me desvestí automáticamente, abracé mi
almohada, su suave tela me había consolado en tantas ocasiones últimamente que era como si
estuviera esperando recibir mis lágrimas, pero no quería llorar, quería entender, quería ver las cosas
tan sencillas como él, como un 2+2, tal vez mi mente alcanzaba a comprenderlo, pero mi alma no
dejaba de estrujarse.
No sé a qué hora me quedé dormida, pero milagrosamente desperté hasta las 11 de la mañana,
bajé a desayunar y el Sr. no se encontraba en casa, había salido con Toretto, Frankco me comentó que
lo más seguro es que hubiera ido a la Isla, me preocupé de inmediato, pero él me tranquilizó, me dijo
que le había dado un frasco de pastillas, no quería volver a verlo con tanto dolor, recordarlo así, me
partía el alma.
Frankco: ¿Se encuentra bien Srta. Paty?
Paty: Sí. (Dije automáticamente)
Frankco: No se oye muy convencida.
Paty: Estoy confundida Frankco, el Sr. es…
Frankco: “Complicado”.
Paty: Complicado, desconcertante, irritante, dulce, tengo tantos sentimientos encontrados.
Frankco: Entiendo.
Paty: ¿De verdad? Explícame por qué yo no.
Frankco: No sabe si vale la pena o no lo que siente. Eso es algo que sólo usted podrá decidir, en
ocasiones la razón es más fuerte que los sentimientos y en otras, no hay razón lo suficientemente
lógica, para detenernos, cualquiera de las dos, será la correcta, siempre y cuando sea su decisión,
deje de juzgarse, pero entre menos se demore será mejor, porque él ya decidió.
Tenía razón, debía dejar de pelear conmigo misma.
Paty: Gracias Frankco, siempre tienes las palabras correctas.
Frankco: Cuando guste, estoy para servirle.
Estaba cansada, cansada de pensar en mí, en nosotros, tomé un libro y comencé a leer,
perdiéndome entre una historia de vampiros, no sé cuál de las historias era más complicada, si la de
los vampiros o la mía. Me encantan los vampiros. Después de mucho rato, y de que ya había
cambiado de posición un sinfín de veces me necesitaba estirar, así que fui a caminar por la playa y en
mi celular busqué la canción de Alex Ubago, esa que me dedicó anoche, la letra era preciosa.
Regresó en la tarde, pero no lo vi, preferí evitarlo, Frankco me aseguró que se encontraba bien.
Al llegar la noche fui a mi habitación, supuse que iría a buscarme, a pedirme que fuera a pasar la
noche con él, pero no lo hizo, no me buscó…“Caí en los brazos de Morfeo”.
Escuché un ruido en la habitación y me senté de golpe asustada, en medio de la oscuridad, estaba
ahí parado, se arrodilló a un lado de la cama y me abrazó, hundiendo el rostro en mi vientre, ¡Dios
mío!, estaba temblando, lo abracé y acaricié su cabello tratando de tranquilizarlo.
Paty: Está bien, está bien.
Pasó mucho tiempo así, su respiración entrecortada se acompasó poco a poco.
Paty: ¿Fue una pesadilla?
Terry: No… Un mal recuerdo.
Lentamente se separó de mí, aún arrodillado a un lado de la cama, aferrándose a mi mano.
Terry: Sé que no querías verme, no debí entrar así, no quería asustarte, yo…
Paty: Está bien.
Su mirada y voz eran de desesperación, como la de un animal acorralado.
Terry: ¿Puedo sentarme?
Asentí y se sentó frente a mí, tomándome por la mejilla.
Terry: No quiero alejarte, no quiero ser el culpable de que me dejes, tú no nena, no podría…
Paty: Mi Sr.
Terry: Prometiste que te quedarías a mi lado, pero yo sé que he sido un imbécil, trato, de verdad
trato, pero cuando tengo una crisis como la del viernes, no puedo, debí decírtelo antes, en ocasiones
la intensidad del dolor simplemente explota de la nada, sin haber salido del gimnasio, o haber hecho
algún esfuerzo, sólo aumenta en un segundo y… lo único que puedo hacer es tomarme la pastilla,
recostarme y aguantar hasta que pase. Cuando la crisis es muy fuerte, Frankco me ha inyectado, el
medicamento me duerme y una vez que despierto la crisis ha pasado.
Paty: ¿Por qué no me lo dijo?
Terry: Hacía mucho que no pasaba, he estado bien, al menos controlado, además las excusas por
mi maldito hombro ya deben tenerte fastidiada.
Paty: No, no diga eso, lo que usted padece no es una excusa es algo real. ¿Cómo no me di cuenta?
Terry: Porque no quería que lo hicieras, porque no tienes por qué demonios estar soportando
esto, pero sé, que necesitas entender, traté de alejarme antes de que el dolor me superara, pero ya era
demasiado intenso.
Presionaba mi mano en su pecho, pegó su frente a la mía, su rostro reflejaba angustia, mi Sr., me
dolía pensar en él, en su habitación pasando por esto solo.
Paty: Yo no me voy alejar, lo quiero y como se lo dije antes, quiero estar en los momentos buenos
y en los malos.
Forzó una sonrisa.
Terry: Ya todos los días pasas momentos malos a mi lado, tener que atenderme, en las mañanas y
en las noches.
Paty: No diga eso por favor, lo hago con gusto, lo quiero. Prométame que la siguiente vez que
ocurra, me lo dirá y dejará que lo acompañe.
Se apartó un poco de mí.
Terry: No, eso no va a pasar.
Paty: Pero Sr.
Terry: No Paty, no tienes idea lo difícil que es admitir lo incapacitante que es esto, no quiero que
me veas así.
Paty: Pero Sr…
Terry: ¡¡¡No!!! El dolor en esas crisis es peor de lo que has visto. Lo que tú has visto es gradual,
las crisis son en segundos, me atraviesa el pecho, la espalda, son punzadas y ardor al mismo tiempo,
no puedo moverme, tengo espasmos, comienzo a sudar, he devuelto el estómago, es… es humillante,
no quiero que me veas así, no insistas Paty, no insistas.
Paty: Sr. por favor.
Terry: Te diré cuando suceda, para evitar una discusión, pero me iré solo a mi habitación, y
prométeme que no insistirás, porque no tengo idea de cómo demonios voy a reaccionar estando así.
Paty: Qué pasaría si fuera yo la que estuviera en esa situación.
Terry: Pero no lo estas. Prométemelo, no quiero ofenderte nunca más, ayúdame en esto nena.
Paty: Eso es lo que quiero hacer.
Terry: Esa es la única forma, prométemelo.
Sus ojos suplicaban comprensión y mi alma se desquebrajaba al escucharlo con esa
desesperación, una lágrima rodó por mi mejilla mientras accedía a su petición, con todo la pena del
mundo.
Me envolvió entre sus fuertes brazos presionándome contra su pecho, me necesitaba y yo lo
necesitaba a él.
Al separarse, su rostro no reflejaba más angustia, ahora era de alivio y cansancio.
Terry: Pensé que ya habrías decidido irte.
Paty: ¿Por qué cada vez que pasa algo, piensa que me voy a ir?
Terry: Podrías estar tranquila en cualquier lugar, sin que siempre esté pasando “algo”.
Paty: En todos los lugares siempre pasa “algo”.
Terry: Sí, pero no de este tipo.
Paty: Además yo quiero estar a su lado.
Cerró los ojos e inspiró profundamente, como si mis palabras lo aliviaran.
Paty: Necesita descansar.
Asintió
Terry: Sí. La verdad es que estoy agotado, no me he repuesto del todo y no he podido descansar.
Acaricié su mejilla, no me miraba a los ojos, le costaba mucho trabajo admitir su debilidad, pero
al menos lo estaba intentando, supongo que eso es un avance.
Paty: Vamos, vamos a que descanse.
Sus ojos se clavaron en los míos y frunció el ceño.
Terry: No quiero tu lástima Paty.
Paty: ¿Lástima? Pero ¿Cómo se le ocurre? ¿Por eso no quería decirme nada? Usted es un hombre
capaz de provocar todos los sentimientos que puedan existir, desde el odio y el rencor, hasta el
agradecimiento y el amor, pero jamás pasaría por lastima.
Terry: Preferiría tu odio, antes que tu lástima.
Paty: No diga eso por favor, que no pasará ni una ni otra cosa, yo lo quiero, y eso no va a
cambiar, por más insoportable que pueda ser. Y quítese de la cabeza que me voy a ir, porque no se
va a deshacer de mí, tan fácilmente.
Su gesto se suavizó un poco, se levantó con cuidado de la cama y yo tras él, me abrazó y fuimos a
su habitación, a “Nuestra habitación”. Se recostó con cuidado, tomé la pomada sin preguntar y
comencé a frotarla, soltó un gemido de alivio, mí siempre duro Sr. Grandchester.
CAPÍTULO III
TERRY
a mañana siguiente, aún me sentía agotado, pero al menos ella seguía aquí, a mi lado,
L debía tomar las cosas con calma. Me quiere, me lo ha dicho y me lo ha demostrado, tengo
que despreocuparme un poco de las finanzas con los bancos internacionales, la mayoría de
los mortales se preocupan por no tener dinero y yo por tener demasiado. Tal vez solo debería
incrementar mis donativos a las asociaciones que acostumbro.
El día transcurrió tranquilo, en la cena…
Paty: Quería hacerle una pregunta.
Terry: Dime nena.
Paty: Nosotros no festejaremos el 14 de Febrero, ¿Verdad?
Mi Club Sandwich Special quedó suspendido en su transcurso del plato a mi boca.
Definitivamente no esperaba esa pregunta, festejar el 14 de Febrero era algo que siempre había visto
como absurdo, pero bueno, si deja tantas ganancias es porque a las chicas les gusta.
Terry: Nena, si te soy sincero, no lo había pensado… (Me interrumpió)
Paty: Entiendo, sé perfectamente lo que piensa al respecto, solo quería estar segura.
Terry: No me dejaste terminar, yo no necesito un día en específico o “especial” (dije dibujando
unas comillas con los dedos). Para darte un obsequio y ese día vas a tener que encargarte de muchas
cosas. La verdad es que dudo mucho que tengas tiempo, a menos que quieras que alguien más se haga
cargo de todo eso, y si es así, podemos celebrarlo si tú quieres, dime que quieres hacer y tus deseos
son órdenes, nena.
Paty: No, yo quiero hacerme cargo personalmente de todo. Tiene razón, solo quería asegurarme.
Si quería asegurarse es porque guardaba la esperanza de que yo le diera otra respuesta.
Terry: De verdad podríamos ir a algún lado, seguro habrá varios conciertos en diferentes
ciudades, o la ópera, lo que quieras nena.
Paty: No, no, olvídelo, de verdad.
Terry: ¿Segura?
Paty: Sí, segura.
Tomé su mano.
Terry: Nena, si es importante para ti, lo es para mí.
Paty: No, lo que sí quiero festejar es su cumpleaños que ya se acerca.
Terry: ¡Ah, sí! ¿Y tú cómo sabes eso? No recuerdo habértelo dicho.
Paty: ¿Qué asistente personal sería si no supiera su fecha de cumpleaños?
Terry: ¿Estuviste inmiscuyéndote en mis documentos? O ¿Tengo un soplón en casa?
Paty: No me inmiscuyo. Por el puesto que desempeño en esta compañía tengo acceso a cierta
información y me reservo mis fuentes.
Me encantaba su tono de voz divertido, su sonrisa y sus ojos brillantes entusiasmados.
Terry: Bueno, la verdad es que no acostumbro a hacer mucho, Dereck y Carlo vienen, y lo
tomamos de pretexto para embriagarnos. En algunas ocasiones hemos ido a algún otro lado, pero la
verdad es que no me apetece salir.
Paty: ¿Cuántos años cumple?
Terry: ¿Pero cómo? ¿Tus fuentes no te revelaron la información completa?
Paty: Me faltó ese pequeño detalle, vamos, dígame cuántos años cumplirá.
Terry: ¡Frankco!
Se apareció en un segundo a un lado de mí.
Terry: Informa inmediatamente a todo el personal que tenga acceso a esta información, que el que
le revele cuantos años cumpliré próximamente a la Srta. Paty queda inmediatamente despedido.
Vi claramente como abrió enorme los ojos y casi cayó su quijada al suelo.
Paty: ¡¡No puede hacer eso!!
Terry: Puedes retirarte Frankco. Soy el Sr. del Paraíso, puedo hacer lo que me plazca, supongo
que no quieres ver rodar cabezas.
Paty: ¿Por qué no quiere decirme su edad? no me diga, es un vampiro y tiene 287 años.
Terry: Estoy comenzando a ponerme celoso de esos vampiros de tu libro, y no, no soy un vampiro
y quiero tus fuentes de consulta.
Paty: Eso no es justo.
Terry: “Nadie dijo que la vida fuera fácil”, nena… y tampoco justa.
Me hizo un puchero, se veía tan dulce.
Paty: Porfa, odio quedarme con la duda.
Terry: Lo sé, y a mí me gusta tener la información completa, así que dime de dónde sacaste ese
dato y yo puedo considerar el revelarte mi edad.
Se levantó de la silla, se acercó e hizo que yo separara un poco mi silla de la mesa para que se
pudiera sentar en mi regazo, me estaba viendo con esa mirada dulce, los labios en puchero y con una
voz como de niña pequeña me pidió nuevamente que le dijera mi edad, era ridículo y era aún más
ridículo que me gustara que lo hiciera.
Terry: Creo que si quieres esa información, vas a tener que convencerme.
Cambió la mirada dulce a felina, irguió la espalda y deslizó mi lóbulo entre sus dientes, una
descarga de electricidad me recorrió el cuerpo, la deseaba, mi entrepierna estaba de acuerdo y ella,
estoy seguro, que sentada en mí regazo pudo notarlo.
Paty: ¿Qué tengo que hacer para convencerlo Sr. Grandchester?
Terry: Desnudarme, desnudarte para mí, y después de eso, dejarme saborear cada centímetro de
piel. ¿Crees que es justo el acuerdo?
Paty: Creo que acaba de convencerme.
Nos levantamos entre besos y subimos así a la habitación.

La mañana siguiente en cuanto abrió los ojos.


Paty: ¡Anoche me hizo trampa!
Terry: No tengo idea de que hablas nena.
Paty: No me dijo cuántos años va cumplir.
Terry: Si no te lo dije, fue porque te quedaste dormida, no porque no quisiera hacerlo.
Paty: Mmmm, bueno ahora estoy despierta, así que dígame, ¿Cuántos años cumplirá?
Terry: ¿Mueres de la curiosidad verdad?
Paty: Siiii, ya dígame.
Sonreí, se veía tan dulce ahí arrodillada en la cama, con sus hermosos ojos verdes iluminados
por las tenues luces de la habitación.
Terry: Treinta, voy a cumplir 30.
Paty: ¿¡Me lleva 9 años!? Con razón el Doctor Tarson decía que yo era una niña para usted.
Terry: ¿Ahora te importa la edad? Anoche no te quejabas.
Paty: Sí, lo hacía, ¿No me escucho?
Terry: Sí, si no fuera por las paredes gruesas, te habrían escuchado en toda la casa.
Paty: No es para tanto.
Terry: ¿Quieres que te lo recuerde? Si sigues por ese camino no saldremos de la habitación.
Paty: No, mejor me lo recuerda en la noche, porque tengo mucho trabajo en la oficina.
Terry: Entonces vamos, no quieres hacer enfadar a tu jefe.
Le di un pequeño beso en los labios y un azote en el trasero antes de salir de la habitación para
comenzar con mi entrenamiento.
La semana transcurrió tranquila no volvimos a discutir, ella tenía mil pendientes, pero a mí no me
dejaba de dar de vueltas en la cabeza su pregunta del 14 de Febrero. Lo consulté con Carlo y Dereck,
a Dimitry ni siquiera lo tomé en cuenta, tal vez él sabía menos de estas cosas que yo. Después de
morirse de risa y burlarse de mí, porque nunca creyeron verme en esta ridícula situación, me
aconsejaron comprarle un enorme oso de peluche, ¿Para qué carajos sirve un enorme oso de peluche?
Sólo para ser habitado por ácaros y polvo. Que le comprara una joya en forma de corazón, pero ya
le había dado el eclipse… Flores, le acababa de dar flores… Ropa, se la obsequiaba cada vez que
se me daba la gana, esto del 14 de Febrero es una ¡¡¡idiotez!!! Hasta que en una publicación de arte vi
la nota de un reconocido artista de Pop Art. Justo lo que estaba buscando…
El dichoso 14 de Febrero llegó, desde el Sábado en la noche anduve con Paty, yendo y viniendo
de un lugar a otro revisando que todo estuviera saliendo como ella lo planeó. El Paraíso, estaba a
reventar, incluso Lía y Frankco tuvieron que supervisar algunos eventos mientras nosotros estábamos
en otros. Se supone que los fines de semana son para disfrutar con ella, pero de eso no iba a ver nada
este par de días. Prácticamente el 14 de Febrero me había robado a mi chica, pero se veía tan
profesional, hermosa, independiente, segura. A cada segundo me encantaba más.
El domingo Paty había convertido mi Paraíso en un lugar lleno de corazones y con el estúpido
angelito del arco. Los empleados obsequiaban flores y chocolatitos a las huéspedes y traían consigo
un distintivo rojo. Los postres de todos los restaurantes estaban hechos en forma de corazón. Incluso
Toretto traía un pequeño moño rojo en el cuello tipo smokin, no pude aguantar las carcajadas y Paty
lo único que dijo fue -¿A poco no se ve hermoso?-. Esto comenzaba a darme nauseas, pero la cara de
todas las huéspedes demostraba lo mucho que les gustaban todas estas ridiculeces, así que no me
quedaba más que felicitarla por el buen trabajo realizado, había puesto mucho empeño y dedicación
a todo. El domingo tampoco paramos, y el broche de oro fue el concierto que dio Ricardo Arjona en
el Delux, terminamos tardísimo, pero al fin íbamos de regreso a casa.
Paty: ¡¡Estoy muerta!!
Terry: Lo sé nena, ahora te das un baño con agua tibia y a dormir.
No necesitaba decirlo, se notaba. Sólo espero que la sorpresa le agrade.
Entrando a casa, lo primero que hizo fue quitarse las zapatillas, creo que es la primera vez que
veía a una mujer quitarse las zapatillas antes de entrar a una habitación, por muy cansadas que
estuvieran por bailar. Siempre conservaban el glamour, pero ella no tenía nada que aparentar, y eso
me gustaba. La levanté en brazos para que no caminara descalza, el hombro dolía, como siempre,
pero eso no me iba impedir consentir a mi chica, me pidió que la bajara.
Terry: Déjame consentirte, te lo has ganado.
Se abrazó a mi cuello y descansó su hermoso rostro en mi pecho. Al llegar a la habitación, la
senté en la cama y prendí las luces. Había mandado a poner frente a la cama, sobre un caballete una
pintura que mandé a traer de forma exprés desde Miami, donde Romero Britto tiene su galería y en
ella la pintura que se llama “Love is in the air too” con fondo morado y cinco corazones con alas en
ese estilo tan particular del artista.
Vi claramente cuando sus pupilas se dilataron al verlo y sus labios se separaron de la impresión.
Paty: Es… es un ¡¡Britto!!
Terry: Feliz 14 de Febrero nena.
Se echó a mis brazos, los ojos se le llenaron de lágrimas, la abracé; estaba emocionada y le di un
casto beso en los labios.
Paty: Es… es… es perfecto, muchas gracias.
Terry: Sabía que te iba a gustar, creo que es tu estilo, y ese sí puedes conservarlo en tu
habitación, combina muy bien.
Paty: Me dijo que no lo festejaríamos, yo no tengo nada para usted. (Dijo apenada).
Terry: Tu eres mi obsequio nena, ahora vamos por esa ducha con agua tibia.
Paty: Yo estoy hecha polvo y usted sigue fresco como una lechuga, ¿Cómo lo hace?
Terry: No entrené ni ayer ni hoy, pero es fastidioso tener que hablar y hablar con tanta gente.
Anda, vamos.
Tal vez no estaba cansado físicamente, pero estaba harto, pareciera que algún nervio de mi
hombro estaba conectado con la palma de mi mano derecha, porque cada vez que tenía que saludar a
alguien éste me punzaba. Hacía mucho tiempo que no tenía un día fastidioso como el de hoy. Esta es
una de las razones por las que odio la burguesía inglesa.
Después de una ducha tibia y de hacerle el amor a mi chica de forma lenta y pausada, quedamos
rendidos.
CAPÍTULO IV
PATY
a confianza que el Sr. me ha demostrado al dejar que me hiciera cargo de tantos eventos a
L la vez, aparte de mis ocupaciones comunes es indicio de la confianza que está depositando
en mí, claro que ha estado al pendiente del trabajo realizado en todo momento, pero me ha
dejado hacer y deshacer a mi antojo. Estoy muerta, pero me ha hecho sentir realizada
profesionalmente, y como mujer... bueno, cada noche disfruto más entre sus brazos, de pronto es tan
dulce como ardiente. Ahora el mayor de mis problemas es encontrar un buen regalo, ¿¿Qué se supone
que se le debe regalar a un hombre que literalmente tiene cuanto desea??, su cumpleaños es el
siguiente “Lunes 22 de Febrero”. Tengo una semana exacta para elegir un regalo pero por más que le
doy vueltas, no tengo idea de qué le podría gustar.
La semana laboral transcurrió tranquila, mi Sr. durmió mucho mejor y el dolor en su hombro
estuvo controlado, pero es Miércoles y yo por más que recorro las tiendas del Paraíso entero, no
encuentro que regalarle. Me quedan pocos días y sus amigos llegan el sábado. Ya le pregunte a Lía, a
Jesse a Adele, incluso al Dr. Tarson y nadie tiene idea. Frankco es mi última opción.
Paty: Frankco dime que tienes alguna idea de un buen regalo para el cumpleaños del Sr.
Frankco: Esa es una pregunta complicada.
Paty: Eres mi última opción Frankco.
Frankco: No lo sé, recuerde algo que él le haya dicho. Sólo le puedo recomendar que le regale
algo sencillo no piense en algo ostentoso, como sabemos él ya lo tiene todo.
Paty: Bueno, en esta ocasión no has sido de mucha ayuda Frankco.
Frankco: No puedo tener las respuestas a toda Srta., lamento decepcionarla.
Lo decía en broma, sonreímos… el Miércoles terminó al igual que el jueves y yo seguía sin idea
de que regalarle.
El Viernes en la tarde mientras mi Sr. entrenaba. Decidí tomarme un tiempo para mí, así que me
perdí en mi habitación a jugar a las pinturitas, tomé un lienzo en blanco y…
Pintura realizada por la Autora, Claudia A. Pérez R. en técnica mixta, en Septiembre del 2013

Un fondo con textura en diferentes tonos de morado y en el centro una pluma, pero no era
cualquier pluma. No, ésta era la pluma de un ave mitológica llamada ”Fénix”, ese Fénix que tan
sexymente portaba mi Sr. en la espalda, que cubría sus cicatrices y enmarcaba sus bien formados
músculos. Pero esta pluma era mía y a diferencia de su fénix mi pluma es en colores brillantes, rojos,
naranjas y amarillos, con el contorno resaltado en negro. Simbolizaba la libertad, la creación, la
fortaleza de levantarse de entre las cenizas y una parte importante de Mí, mi Sr…
¡Éste era su regalo!, ¡Yo era su regalo!
El Sábado el Sr. amaneció con una enorme sonrisa en el rostro, hoy llegaban sus amigos y eso lo
tenía muy entusiasmado, me encantaba verlo así. Frankco fue por ellos al aeropuerto, llegaron justo
para la hora de comer y Adele ya les tenía preparado un súper menú. Que cariño y que manera de
consentir tenía esta mujer. Mi Sr. debía reconocérselo más.
Cuando llegaron, Carlo fue el primero en entrar, asegurando que había llegado el alma de la
fiesta, detrás de él, el más mesurado pero igual de entusiasmado Dereck, ambos abrazaron a mi Sr.
con cariño, y yo casi podía sentir como el Paraíso comenzaba a prepararse para lo que se avecinaba.
Después de saludarme y antes de que Frankco les trajera sus bebidas, fueron directo a la cocina a
saludar a Adele. Me gustaba ver como ellos le demostraban cariño, muy distinto a la indiferencia que
la mayoría del tiempo mi Sr. le daba.
Finalmente tomamos asiento en el comedor y después de disfrutar los manjares de la mesa que
Adele con toda la dedicación había preparado.
Carlo: Bueno ya vámonos que el Paraíso no puede aguardar más por mí.
Dereck: Acabamos de comer hombre, estoy que no puedo moverme.
Terry: Les parece si se instalan, descansan un rato y nos vemos a las 8 en el bar del Delux.
Carlo: Va, tomaré fuerzas para la noche.
Dereck: Allá nos vemos entonces.
Frankco los llevó a su Suite. Se iría con ellos al Bar del Delux, eso significa que yo no estaba
invitada y que comenzarían los festejos del cumpleaños… a su manera.
Terry: Te quedaste muy callada, ¿Pasa algo?
Paty: No, nada.
Soné justo como todos los hombres dicen que sonamos las mujeres, “NADA”, cuando en realidad
tengo mil ideas NO claras en mi cabeza, quiero que salga y se divierta, pero no que tenga una orgía
con ellos cuando yo voy a estar aquí sola deseando estar con él, ¿Por qué entonces, contesté con un
simple “nada”? Tal vez porque sé, que así es y así lo acepté, o porque mis ideas no son lo
suficientemente congruentes para que él las entienda. Apenas las entiendo yo.
Más tarde alrededor de las 7, vi como de su despacho, subió a su habitación, seguro iba a
comenzar a arreglarse, yo seguí leyendo en el jardín. Media hora más tarde bajó como siempre,
impecable, con unos mechones de cabello, extremadamente sexys sobre la frente, un pantalón de
mezclilla oscura, una camisa blanca y un aroma embriagador.
Terry: ¿Pensé que estarías arreglándote en tu habitación?
Paty: ¿Por qué habría de hacerlo?
Terry: No me contestes con otra pregunta, ¿No quieres venir con nosotros?
Paty: Usted nunca ha querido que vaya al bar del Delux y nunca me dijo que quería que fuera.
Terry: No pensé que fuera necesario decírtelo, siempre salimos juntos, a menos que no lo desees.
Sus palabras me acariciaron el ego, quería que fuera con él, no quería estar con nadie más.
Sonreí y el alma me volvió al cuerpo.
Paty: Subiré a arreglarme entonces.
Terry: Avisaré que llegaremos tarde.
Después de un dulce beso y de recibir un ya acostumbrado azotito en el trasero subí corriendo
entusiasmada a bañarme, pero fue entonces cuando me entró la duda de que pensaba hacer el Sr.
conmigo en el Delux, ¿No pensará compartirme? No creo que eso aún esté pasando por su cabeza,
¿Querrá que veamos a otras parejas teniendo sexo? No sé si pueda con eso. Comenzaba a ponerme
nerviosa por no saber que esperar de la noche. Cuando salí de la ducha, el problema no era que
ponerme, el problema como siempre era mi cabello. Finalmente como no había mucho que hacer con
él, me hice una coleta alta y punto. Además no tenía tiempo, los chicos nos estaban esperando y una
de las muchas cosas que le molestaban a mi Sr. era la impuntualidad.
Al bajar las escaleras el dueño de mis “suspiros matutinos y orgasmos nocturnos” me estaba
esperando. Su mirada cautivada por mi presencia me enamoraba cada día más. “ENAMORABA”, sí,
enamoraba. Hay mareas tan fuertes que arrasan con todo a su paso, y la fuerza de ese carácter y la
dulzura de su alma han llegado a mí arrasando con todo, con mis limitaciones, con mi escepticismo,
esos ojos azul profundo se apoderaron de mis miedos destruyéndolos y han logrado quebrantar
cualquier lógica.
Parada en el último escalón, hundí mis dedos entre sus sedosos mechones de cabello y lo atraje a
mis labios, necesitaba sentirlo y un remolino de sensaciones bajaron desde mis labios, hasta mi
vientre, me encantaba todo lo que este hombre provocaba en mi cuerpo y en mi alma.
Terry: Me encanta cuando me besas así.
Paty: ¿Así como?
Terry: Saboreándome
Paty: Supongo que he tenido un buen maestro.
Terry: Has tenido al mejor nena.
Dijo arrogante guiñándome un ojo. Llegamos al bar, finalmente pisaba los terrenos prohibidos
del Paraíso, oscuro, con una enorme barra, algunos grandes espejos, enormes jaulas, en su interior
una chica bailando en bikini con pintura especial en el cuerpo que brillaba la luz negra. Las mesas
altas normales de bar, algunas salitas lounge, pero lo que realmente llamó mi atención, era una
enorme pecera con una chica en su interior, nadando con cola de sirena, eso no me lo esperaba. Nos
dirigimos a la barra, ahí estaban los 3 chicos, Dimitry ya se les había unido y por supuesto ya se
encontraban bien acompañados, mujeres guapas, sexys y desinhibidas; los saludamos y nos
presentaron a sus nuevas amiguitas.
Dereck: Ella es Kary, Venezolana.
Chica alta, delgada, con un mini short, piernas largas, caderas y bubis perfectamente
proporcionales, cabello castaño claro; súper lacio. En fin cuerpo de modelo.
Carlo: Ella es Aleja, Colombiana.
De cabello negro, ojos oscuros y una dulce sonrisa, pero vestida con una sensualidad que dejaba
ver a lo que venía, con un escote en la espalda que llegaba justo a donde ésta, cambiaba de nombre.
Carlo: Y Alita, Argentina.
Delgada, blanca, arriba de unos enormes tacones, tan enormes como sus senos, con unos aretes de
plumas tipo hippie, muy lindos, claro que eso es lo que menos están observando los chicos.
Dimitry: Carolina, Mexicana
¿¿¿Esta niña es mayor de Edad??? Súper linda, pero se ve que es muy chica para andar aquí; con
los labios en un rojo potente, cabello largo y ojos color miel.
Dimitry: Y Mónica, Colombiana.
Y la mujer fatal, una mujer madura pero con un cuerpazo que ya quisieran las de 20.
Saludé a todas con una sonrisa. Al menos eso traté. El Sr. nos dijo que pasáramos a su privado.
Una salita que se encontraba un poco más en alto, para que seguramente Frankco y Jesse pudiera
tener visión de toda el área.
Me detuvo unos pasos antes de sentarnos.
Terry: ¿Todo bien?
Paty: ¿Por qué lo pregunta?
Terry: Deja de contestarme con otra pregunta y dime, ¿Te sientes incómoda?
Paty: No, todo está bien, ¿Esa niña será mayor de edad?
Terry: Por supuesto, nunca dejarían pasar a un menor de edad, debe tener 19.
Paty: Una interesante mezcla de nacionalidades.
Terry: Bueno, aquí siempre encuentras personas de todas partes del mundo y a los chicos les
gusta el buffet cultural.
Paty: ¿¿Cultural?? Y de “Edades” también.
Terry: Bueno, digamos que enriquece los encuentros.
Pedimos de beber y la conversación iba muy casual, las preguntas de siempre, ¿De dónde eran?,
¿Cuánto tiempo tenían en la ciudad? ¿Cuánto tiempo se quedarían? ¿A qué se dedicaban? Como si se
estuvieran conociendo en la playa, casual, mientras chocaban las copas y las terminaban a grandes
tragos. Mientras yo prestaba atención a todo a mí alrededor, sentía como si en cualquier momento una
chica iba aparecer desnuda en medio de la barra con un hombre entre las piernas.
Terry: Esta es un área común, pasa exactamente lo mismo que en cualquier bar, seleccionas con
quién quieres relacionarte, solo que los que vienen aquí saben exactamente lo que quieren, y una vez
acordado, pasan a las habitaciones que están por aquellas puertas, una es un área común parecida a
esta, con una gran barra, sólo que en vez de mesas, tiene camas y sofás, donde todos practican
encuentros sexuales frente a los demás.
Me estaba tronando los dedos al escucharlo, Sodoma y Gomorra, como lo había bautizado Alicia.
Terry: Y la otra te lleva a un largo pasillo, donde encuentras habitaciones privadas, de diferentes
tamaños, dependiente la cantidad de personas que vayan a acceder.
Eso sonaba un poco más razonable… creo…Me tomó de los brazos y mirándome fijamente a los
ojos.
Terry: ¿Estás nerviosa?
Asentí.
Terry: ¿Confías en mí?
Tragué saliva, Dios, ¿Qué tiene pensado hacer? Pero sí, confío en él así que asentí.
Terry: Bien, porque vamos a entrar a una habitación con todos ellos.
Sentí como si la sangre me bajara a los pies, abrí la boca para decir algo, pero las palabras no
salían, -Yo… Sr…- Su mirada intensa clavada en la mía, mis manos heladas. Y de pronto comenzó a
carcajearse, ¿¿¿Dónde chingados está lo gracioso en todo esto???
Me besó la frente aún entre risas y me abrazó. Se estaba burlando de mí.
Paty: Me quiere explicar, ¿¿Cuál es la gracia??
Terry: Tu cara nena, te pusiste pálida.
Dijo mientras seguía riendo, comenzaba a molestarme y mucho su chistecito.
Paty: Es que yo…
Me interrumpió tomando mi rostro entre sus manos.
Terry: Lo sé nena, lo sé, jamás te pondría en una situación de esas, ni de ningún otro tipo,
sabiendo que no estás lista y mucho menos si no estás de acuerdo.
Besó dulcemente mi frente y lo repitió en mi nariz.
Terry: Además, no estoy dispuesto a compartirte, me molesta que te observen más de lo
necesario, no podría soportar que alguien te tocara, “Eres mía nena”, sólo mía.
Me envolvió entre sus fuertes brazos.
Paty: Por qué entonces, usted no es sólo mío.
Me tomó de la barbilla y levantó mi rostro.
Terry: Soy tuyo, de eso no te quepa la menor duda, nuestros estilos de vidas han sido muy
diferentes nena. La gente no cambia, aunque tú perfectamente sabes que mis encuentros sexuales se
han reducido al mínimo, pero no quiero prometerte algo que no sé si voy a cumplir, has puesto mucho
de tu parte para entender esto, pero tienes que darme también algo de crédito.
Me dio un dulce beso en los labios, sé que tenía razón en mucho de lo que decía.
Paty: ¿Entonces entrará usted con ellos? ¿Para qué me trajo?
Terry: ¿¿Por quién carajos me tomas?? Nunca me he comportado como un patán, he sido un
imbécil… muchas veces, pero no un patán, nunca te haría algo así, estaremos solo aquí en el área
común. Cuando decidan entrar al privado, regresaremos a casa, y si te traje es porque quería
divertirme con los chicos, pero también quería estar contigo.
Paty: Si no entra es para no dejarme sola, no porque no quiera hacerlo.
Terry: Si no entro, es porque prefiero estar contigo, no te hagas ideas erróneas, te quiero y no hay
nada que disfrute más que estar a tu lado nena.
Me besó, fue uno de esos besos que solo necesitan una caricia para incendiarlo todo.
Paty: Me gusta cuando me besa así…(sonrió)
Terry: ¿Así como?
Paty: Saboreándome.
Terry: Tengo una muy buena alumna.
Paty: Tiene la mejor Sr.
Terry: En ocasiones como esta, me excita que cites mis frases, así que mejor regresemos con los
chicos, antes de que te cargue y te lleve a uno de esos privados.
Carlo con sus ocurrencias nos hacía reír. Bebimos, bailamos y la pasamos de maravilla, mi Sr.
estaba muy relajado y se veía guapísimo, las chicas no dejaban de observarlo, pero él nunca dio pie
a que se acercaran a él, así que se mantuvieron al margen. Además no se podían quejar, Carlo,
Dereck y Dimitry eran muy atractivos. Cuando la temperatura en el ambiente comenzó a elevarse. Las
lenguas de Kary y Dereck no se separaban, Carlo no dejaba de acariciar la espalda de Aleja y besar
el cuello de Alita y Dimitry tenía a una chica sensual e inexperta pero con muchas ganas de instruirse
sobre una rodilla y en la otra a la mujer fatal, dispuesta a ilustrar a la que seguro sería su compañera
de cama esta noche. Comprendí que era momento de retirarnos, los observé por un momento, no me
sorprendían tanto como la primera vez y no podía negar que las imágenes eran sensuales, pero eso
era suficiente para mí, vi la hora en el celular las 2:00 de la mañana, el Sr. debió notarlo.
Terry: Creo que es hora de irnos, porque si seguimos aquí, no voy a poder evitar que mis manos
se deslicen por tu maravillosa piel.
Salimos del bar del Delux y regresamos a casa, le pidió a Frankco que fuera a descansar, Jesse se
había quedado a resguardar la seguridad de los muchachos, se arrodilló ante mí y me quitó las
zapatillas. Me sorprendió su gesto, pero a decir verdad lo agradecía, estar arriba de unos altos
tacones, te alarga las piernas, te afila la figura y te hace sentir hermosa, pero después de una noche de
baile con mi Sr. termino muerta, me levantó entre sus fuertes brazos y mientras subía las escaleras su
mirada no se separó de la mía, estábamos absortos el uno en el otro, me depositó en la cama, yo me
arrodillé en ella y comencé a quitarle la camisa mientras besaba su pecho, su sabor mezclado con su
perfume, coñac, deseo y lujuria, hacían que mi vientre se contrajera por la necesidad de tenerlo en mi
interior. Nuestras prendas fueron cayendo al suelo, mientras nuestra respiración llenaba de vapor la
habitación, ardíamos de deseo… Finalmente tomándome con una mano por la mejilla me besó con
pasión, apoderándose de mí, sentí su mano deslizarse entre mis piernas.
Terry: Estás muy húmeda nena.
Me dijo al oído entre jadeos, mientras frotaba su rostro con el mío.
Paty: Lo deseo, lo deseo dentro…
Terry: Tus deseos en esta cama son órdenes, y no pienso hacerte esperar.
Me tomó por las caderas y me levantó, lo rodeé con las piernas, caminó hacia la pared más
cercana, mientras nos besábamos con la necesidad de nuestra unión. Una de sus manos subió hasta mi
nuca y con la otra me sostenía dejándome caer lentamente sobre su dura erección, pegamos nuestras
frentes mientras soltábamos un largo y ahogado gemido por su lento y tortuoso recorrido a mi
interior, cuando llegó al fondo de mí a ese lugar donde solo él había llegado y que tanto lo
necesitaba. Un extasiante dolor se apoderó de mí y arañé su espalda, ¡Dios que placer! Después de
un momento en que ambos disfrutamos saborear la unión de nuestros cuerpos, sentidos y almas,
aparecieron sus movimientos lentos mientras yo me aferraba a su cabello, a su nuca, a su espalda,
gemía, gemía por las descargas de placer que el choque de nuestros cuerpos me provocaban, sus
movimientos se aceleraban y yo pegaba más mis caderas a las suyas, estaba cerca, todas mis
terminaciones nerviosas lo exigían, mi cuerpo gritaba su nombre, mordisqueaba mi cuello mientras
cada segundo me acercaba más, mis gemidos retumbaban en la habitación…
Terry: Me voy a correr contigo.
Paty: Sí…sí mi Sr.
Me embestía con fuerza y yo lo recibía delirante por la inminente explosión de nuestros cuerpos,
el oxígeno no me bastaba… –Ahora nena, mójame, mójame. Sus palabras exigentes y suplicantes me
volvían loca, mis muslos se tensaron y mi interior estalló succionando sus palpitaciones, que
placer…
Permanecimos así unos momentos, besábamos nuestros rostros, mientras nuestras respiraciones
se acompasaban, regresó a la cama y se recostó en ella conmigo encima aún en mi interior. Descansé
mi rostro en su pecho y sus grandes manos me mimaban con caricias, recorriendo mis piernas,
caderas y espalda. Después de unos minutos, aún seguía duro en mi interior, entraba y salía muy
lentamente…
Terry: Nunca había disfrutado de estos momentos con nadie, ni siquiera imaginaba que existían.
Su comentario me sorprendió, levanté el rostro para verlo, sus facciones relajadas y su mirada
dulce acompañada de sus suaves caricias recorriendo mi piel desnuda me hacían sentir querida,
segura, venerada.
Paty: ¿A qué se refiere?
Terry: A esto…
Me tomó por la mejilla, profundizó su lenta penetración.
Terry: A no querer separarme de ti, aunque ya hayamos terminado, a sentir como tus latidos y tu
respiración se acompasan con los míos después de haberte hecho el amor, a no querer salir de ti,
porque me perteneces, me perteneces como yo te pertenezco a ti, soy tuyo nena, no lo dudes.
Cuánta sinceridad y cariño envolvían sus palabras.
Terry: No importa cuántas pieles haya tocado, esta conexión, esta necesidad de quererte y
adorarte, nunca la había tenido por nadie, es sólo tuya.
Besaba mi rostro con dulzura mientras me decía aquellas palabras repletas de sentimientos
reales, veraces. –Mi Sr…
Terry: Siéntate, déjame admirarte un momento.
Me sostuve de su pecho y me senté sobre él, sentí como su dureza cobraba fuerza dentro de mí,
ahogué un gemido al sentirlo crecer en mi interior.
El cabello cubría mis senos, mi Sr. se levantó un poco para colocarlo tras de mis hombros.
Terry: Vaya que eres hermosa Paty, jamás me cansaré de admirarte.
Mis caderas cobraron vida propia y lentamente comenzaron a moverse sobre él, apretó mis
muslos con sus grandes manos, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos para disfrutar de mis
movimientos. Me apoyé en sus piernas, inclinándome un poco hacia atrás y lo imité, cerré los ojos
disfrutando de las sensaciones y el sonido de nuestros cuerpos… poco a poco nuestras caderas se
aceleraban, sus manos aparecieron en mi cintura subiendo hasta mis senos, cubriéndolos,
acariciándolos, oprimiéndolos, pellizcando mis pezones. Abrí los ojos, su mirada ardiente me
recorría la piel quemándome con ella, se levantó un poco llevando uno de sus pulgares a mi boca, lo
chupé y lo bajó para estimular justo esa zona que me llevaba a otra dimensión, esa que solo él me
había llevado a conocer. La dimensión del placer y la pasión de mi Sr. del Paraíso…
Un fuego ardiente me envolvió, sudaba, mis caderas se aceleraban cada vez más, las sensaciones
que su dedo me provocaban y la dureza de su hombría en mi interior, me estaban llevando al límite…
Terry: Vamos nena, mójame, ¡¡Mójame!!
Ahí estaban, esas palabras que me hacían perder cualquier pizca de control. Mi cuerpo estalló en
un torbellino de placer… Me atrajo a su pecho, me abrazó con fuerza y levantando las caderas me
penetró con aceleradas y fuertes embestidas hasta que expulsó un grave sonido desde del fondo de su
garganta, y lo sentí palpitar en mi interior mientras se derramaba.
Aún agitado, me tomó por la barbilla y levantó mi rostro, -Te quiero nena- y me besó, fue un
largo y profundo beso.

CAPÍTULO V
TERRY
omingo, antes de abrir los ojos ya podía sentir un dolor constante en el hombro, no había
D tomado mi pastilla antes de dormir, mi mejor medicina era ella.
Sus piernas entrelazadas con las mías, su rostro sobre mi brazo, prácticamente dormido,
el cabello le cubría casi todo el rostro, su espalda desnuda, su respiración tranquila ¡Mi hermosa
Paty! Me llena de paz, una paz que nunca había experimentado, al menos cuando está dormida…
Deslicé con cuidado el brazo para no despertarla, el dolor en el hombro parecía aumentar cada
segundo, me tomé una pastilla y me dirigí a la ducha, dejé que el de agua tibia se deslizara sobre mi
espalda, me ayudó a relajar los músculos y con la ayuda de la pastilla el dolor regresó a la
normalidad.
Al salir, después de lavarme los dientes, me enrede en una toalla y regresé a la cama, seguía en la
misma posición en que la dejé, dormía tan tranquila, aparté el cabello de su rostro para poder
admirarla, se movió un poco.
Terry: Shhh… sigue durmiendo.
Paty: Buenos días mi Sr.
Me encantaba escuchar esas palabras cada mañana, se habían vuelto un aliciente para mis
tortuosos días, cada minuto que pasaba la quería y la necesitaba más.
Terry: Buenos días hermosa.
Abrió sus dulces y adormilados ojos verdes, sonriendo.
Paty: Ya se duchó ¿Tiene mucho despierto?
Terry: No, no mucho, es domingo, puedes seguir descansando.
Ronroneó como una gatita consentida abrazando la almohada.
Paty: ¿Cuál es el plan para hoy?
Terry: Los chicos se despertarán tarde, así que... Comer cuando ellos se levanten, y tirarnos en la
playa, supongo.
Paty: ¿En el Delux?
Terry: Sí, ¿Te molesta? Anoche la pasamos muy bien, ¿O no?
Paty: Fue una noche perfecta mi Sr. pero la última vez que estuvimos en la playa…
Terry: No estábamos juntos, eso no volverá a pasar.
Paty: Aun así, prefiero solo comer con ustedes y seguro tendrán cosas de chicos que platicar, yo
prefiero ir a comprarme algo lindo, para la noche.
Terry: No creo que haya nada de chicos, que no puedas escuchar, pero eso de que compres algo
lindo para la noche me gusta como suena.
Me puse un traje de baño, tomé el libro de mi buro y bajé a la piscina, necesitaba relajarme un
rato, Toretto me hizo compañía, junto con un delicioso Club Sándwich que Adele me preparó.
Habían pasado alrededor de dos horas cuando finalmente aparecieron los mensajes de Dereck,
diciendo que querían desayunar tacos de cochinita pibil, excelente opción para la cruda que
seguramente tenían. Me di un chapuzón en la alberca, un par de vueltas en ella y subí a la habitación
para despertar a mi chica, pero ella estaba saliendo de la ducha, envuelta en una esponjosa toalla
blanca, el cabello húmedo y los ojos brillantes, siempre estaba hermosa, no importaba el momento o
la situación, me encantaba en cualquier circunstancia.
Terry: Nos vamos a comer cochinita pibil con los chicos, ponte algo cómodo nena.
Paty: Pensé que comeríamos algo preparado por Adele.
Terry: Eso será mañana, la cochinita, es un platillo típico de la región y según me comentó Adele
debe estar bajo cocción por muchas horas, así que cuando los chicos tienen ganas de cochinita,
vamos a otro lado, te gustará.
Mientras ella se vestía, yo me di una rápida ducha, para enjuagarme el cloro, una vez los dos
listos, bajamos. Jesse iba llegando con los chicos a la casa, Carlo entró, con lentes oscuros, al igual
que los demás detrás de él, pidiendo de antemano “La Ferrari”.
Dereck: Te lo cedo, pero yo me llevo el Lamborghini Veneno.
¡Genial!, ahora se reparten mis autos.
Terry: ¿Será que puedo escoger alguno? O ¿Tendré que pedirle ride a Frankco??
Dije con sarcasmo mientras los saludaba.
Terry: ¿Qué tal esa cruda?
Carlo: ¿Cruda? No sé qué es peor, ¿Si el dolor de cabeza? O ¿El de muslos? Que mujeres
hermano, lástima que no te quedaste.
Dimitry: Si viejo, esas mujeres no nos dieron tregua.
Dereck: Carlo estuvo a punto de llamarte para que le dieras una ayudadita.
Todos comenzamos a reír.
Carlo: Solo sugerí el mandarle un mensaje para que la pasara tan bien como nosotros.
Seguimos riendo con sus comentarios, tomamos los autos y nos dirigimos a los famosos tacos de
cochinita, estaban fuera del Paraíso, sobre la carretera en un restaurante modesto, pero delicioso.
Paty: ¿No le parece esto irreal?
Preguntó mi chica, observando la imagen de los cuatro autos de lujo, junto con la camioneta de
escoltas, estacionados en fila, a un lado de la carretera para comer tacos en un puesto, sonreí, no lo
había visto desde ese punto hasta que ella lo mencionó. –Mmm bueno, siempre venimos así.
Los chicos saludaron a las cocineras, ya nos conocían, pedimos de beber y comer, esos
deliciosos y jugosos tacos acompañados de su cebolla morada con un toque picoso por el chile
habanero, esto era un manjar de los dioses Mayas, creo que perdí la cuenta de cuantos tacos me comí,
estaban deliciosos.
Carlo: No puedo más, me voy a ir al infierno de los gordos.
Reímos, pero los demás estábamos igual de satisfechos que Carlo.
Dereck: Creo que necesito descansar de la comida.
Dimitry: A encallar a la playa entonces.
Paty: Tenía razón, la mejor cochinita que he probado.
Terry: Te lo dije.
Dije guiñándole un ojo, regresamos al Paraíso, pasé a dejar a mi chica a la casa, le di estrictas
instrucciones a Jesse de que no la perdiera de vista, y a ella de que fuera buena chica y no me diera
dolores de cabeza.
Paty: Se portará bien, ¿Verdad?
Terry: Me ofendes con tu comentario, yo siempre me porto bien nena, jamás he tenido alguna
reclamación.
Frunció los labios, haciendo un delicioso puchero que mordí con delicadeza.
Terry: No te preocupes, vendré por ti más tarde para ir al bar, te mando un mensaje para que estés
lista. Dame una pastilla antes de irme.
El dolor comenzaba a aumentar y quería estar relajado con los muchachos.
Nos despedimos y alcancé a los muchachos en la playa, como bien dijo Dimitry estaban
encallados en la playa, bajo una gran palapa, y yo no pude hacer otra cosa más que unírmeles. Pero
no tenían remedio, ya unas chicas estaban untándoles el bloqueador, y bueno, yo también necesitaba
que alguien lo pusiera en mi espalda, y no se lo iba a pedir a Frankco, una de ellas me abordó y le
ordené que lo hiciera, me coloqué los lentes y me acosté en el camastro, los cuatro, estábamos con
ganas de tomar una siesta pero las chicas exigían atención. Dereck que se encontraba a mi derecha
no encontraba la forma de zafarse de la rubia, así que optó por abrazarla y acurrucarla a su lado,
siempre le ha gustado dormir acompañado, sin importarle el tener unas cuantas horas de conocerla,
completamente diferente a mí, que siempre me he retirado a dormir solo, y como a todos, le gusta la
acción en grupo, pero prefiere dormir solo con una. Dimitry a mi izquierda como siempre con dos
chicas, le encantaban los tríos, y Carlo, bueno, creo en verdad estaba muerto, porque a su chica en
turno, la puso a hacerle piojito para dormir, mientras que la joven a mi lado tenía ganas de conversar
yo no podía dejar de ver el diamante que tenía en la diminuta cintura, con ese traje de baño naranja
perfectamente a juego con su cabello, pelirroja, con hermosas pecas que resaltaban sus finas
facciones y senos deliciosos, ojos azules… Definitivamente todo un pecado puesto en bandeja de
plata listo para tomarlo, pero casi podía escuchar la vocecita de Paty pidiéndome que me portara
bien, aunque al parecer mi entrepierna no tenía la misma audición que yo… No Terry, las cosas están
muy bien en este momento, como para provocar una nueva discusión.
Terry: Eres muy atractiva, pero la verdad es que no me interesas, así que si no te molesta
pretendo dormirme un rato.
Casi pude ver como cayó su mandíbula al piso, definitivamente no estaba acostumbrada a recibir
negativas, y a decir verdad yo estaba tan sorprendido como ella de rechazarla, y no es que no hubiera
rechazado un sinfín de mujeres antes, pero esta estaba hecha un volcán de chocolate y a mí me
encanta el chocolate.
Cuando abrí los ojos, los 3 seguían dormidos, Dereck es el único que aún tenía compañía, al
parecer esa rubia necesitaba dormir tanto como él, levanté la vista y Frankco se puso de pie de
inmediato, le hice un gesto con la mano para que volviera a descansar, llamé a una mesera y le pedí
una cerveza, poco después los chicos despertaron e hicieron lo mismo.
Carlo: Bueno que plan tenemos para esta noche ¡¡Sr. del Paraíso!!
Los otros dos comenzaron a reír.
Terry: No veo por qué la gracia, pero contestando a tu pregunta, supongo que lo mismo que
anoche.
Dereck: ¿Le hablamos a las chicas de anoche? ¿O vemos que aparece?
Dimitry: ¿Porque habríamos de repetir platillo habiendo buffet?
Volvimos a reír, ese era un buen punto.
Carlo: ¿Y otra vez nos vas a dejar a media fiesta Terry?
Terry: Yo seguí la fiesta Carlo, solo que en privado.
Carlo: ¿Eso significa que sí?
Terry: Bueno, no me voy a quedar con Paty ahí, a ella no pretendo compartirla, y aunque así
fuera, ella no está dispuesta.
Dereck: ¡¡Te pegó el amor viejo!!
Terry: No digas tonterías, no voy a negar que la quiero, es… diferente.
Dimitry: Sí claro, al ratito estaremos festejando tu boda.
Terry: Eso no lo verán tus ojos.
Carlo: ¡¡¡Nooo hermano!!!, no cometas esa tontería.
Todos reímos por su tono de voz exagerada.
Terry: Eso no va a pasar y ella lo tiene muy claro.
Dereck: Como si eso sirviera de algo, todas lo han tenido claro.
Terry: Exacto Dereck, yo nunca le he mentido a nadie, si alguna se ilusionó demás, ha sido cosa
suya.
Se hizo un silencio incómodo, Dereck y yo teníamos nuestra historia al respecto…
Carlo: Bueno, ya que descansamos comencemos el festejo de los 30.
Nos acercamos a la barra y pedimos un par de cervezas más.
Dereck: Bueno, al menos, dime que le pediste el teléfono a la pelirroja que mandaste a volar,
¿Cómo te atreviste?
Carlo: Yo también la vi, te vas a ir al infierno de los desperdiciados, era… era… era… como la
sirenita.
Como lograba sacarnos tantas carcajadas.
Dimitry: No mames, pensé que dirías el nombre de alguna artista porno y sales con “La Sirenita”
Carlo: Weeeey, no todo es depravación, la chica estaba perfecta, apunto estuve de ir tras ella.
Volvimos a reír, después de un rato, en que no dejaron de molestar por no haberle hecho caso a la
pelirroja, regresaron a su habitación, nos veríamos un rato más tarde en el Bar, la idea seguía siendo
la misma, beber, bailar, beber, bailar y… estaban rogándole a los dioses mayas volverse a encontrar
con la pelirroja, para ver quien lograba llevársela, y bueno, parecían aun universitarios, pero la
chica valía la pena el esfuerzo, yo también estaba deseando que apareciera, sería divertido ver la
cara de los dos derrotados.
Paty, ya me había avisado que estaba en casa, aunque la mayoría de sus miedos se habían
erradicado, si no era necesario salir de noche o bien conmigo, prefería permanecer en casa después
del atardecer, el dolor comenzaba aumentar nuevamente, necesitaba el medicamento, cuando entré a
casa Toretto me recibió muy animado, después de darle unas palmadas en su cachetona cabezota, subí
a nuestra habitación, no estaba en ella, toqué en la puerta de la suya y me dijo que pasara, estaba
sentada frente al tocador, alisando su cabello, cuando me vio, se puso de pie y se acercó a mí, con
esa sonrisa radiante que iluminaba mi Paraíso, traía puesto un jumper de pantalón negro, sin mangas
con el dije que yo le regalé, -¿Se divirtió con sus amigos en la playa? Escuché muy apenas su
pregunta, mientras me daba un pequeño beso en los labios, la tomé por la cintura, se veía hermosa,
como siempre, pero ¿Por qué pantalón? Cuando sabe que no me gusta que los use, ¿Qué pretendía
desafiándome? -Sr… Sr.
Terry: ¿Puedo saber por qué elegiste usar pantalón?
Paty: Estuve buscando en las tiendas, y ya tengo muchos vestidos, así que elegí este atuendo para
lucir diferente en su festejo, ¿No le gusta cómo me veo?
Terry: Tú siempre te ves hermosa… pero yo preferiría…
Se dio media vuelta y el escote de la parte de atrás era muy pronunciado, hasta donde no podía
serlo más, dejaba ver los dos hoyuelos al final de la espalda que tanto me gustaban, recorrí su
espalda con el dorso de la mano y el contacto con su piel mando señales de placer inmediatas a mi
entrepierna, calmando instantáneamente la ira que comenzaba a despertar, comencé a besar su nuca,
una de sus manos se deslizó por mi cabello –¿Eso es un Sí?
Terry: Te ves preciosa y estas deliciosa.
Bajé por su espalda, llenándola de besos y mordiscos suaves.
Paty: Sr. me estoy peinando para la noche, y sus amigos nos van estar esperando.
Me detuve en seco, me estaba despreciando?, primero me sale con un pantalón, yo rechazo a una
deliciosa pelirroja en la playa por ella, el maldito hombro no deja de joderme la existencia con
punzadas que cada minuto son más fuertes y ahora no quiere que la toque.
Cerré los puños, mi sangre comenzaba a hervir ¿Que maldita necesidad tenía yo de esta mierda?
Las muelas se me iban a reventar de tanto apretar la mandíbula. Giró para verme y mi cara debió
decírselo todo, me di media vuelta y me dirigí a la puerta, si escuchaba una estupidez más el Paraíso
iba arder. Me tomó de la mano, la izquierda.
Terry: Sigue arreglándote, yo voy hacer lo mismo.
Paty: Sr. es que…
Terry: ¡¡Mejor no digas nada Paty!! (Dije alzando la voz) y suéltame.
Me estaba jalando el brazo hacia abajo y eso solo aumentaba el dolor.
Paty: Lo siento, es que no quiero que se vaya molesto, con una idea que no es.
No me iba a quedar a discutir, no hoy, no con los muchachos aquí, no con el dolor que sentía,
necesitaba una pastilla y la necesitaba ¡YA! Entré a mi habitación, me sujeté el hombro, dolía, la
mano me comenzaba a temblar, y fui directo al tocador a tomarme el medicamento, me recosté un
momento intentando calmarme, unos minutos después cuando pude levantarme sin tanto dolor, me
metí a la ducha, el agua tibia ayudo a relajarme, aún me sentía molesto, pero el dolor había regresado
a la normalidad.
Cuando salí de la ducha, Paty estaba sentada en la cama, enrede mi cintura con una toalla y me
pasé de largo al vestidor, fue a alcanzarme, -¿Le coloco el vendaje? Preguntó, a lo que le contesté
con un rotundo –No.
Paty: Al menos déjeme ponerle la pomada.
Me quedé observándola, seguía enfadado con ella, pero a decir verdad si necesitaba la pomada,
así que sin responderle me fui a sentar frente al tocador, me siguió y comenzó a frotar la pomada por
el omoplato, la sensación era relajante.

CAPÍTULO VI
PATY
uando comencé a frotar la pomada pude ver su expresión de alivio reflejado en el
C espejo, mi Sr., seguramente regresó porque tenía dolor, pero ese ceño fruncido me indica
que sigue enfadado, pero que carácter de hombre, paciencia Paty, paciencia… Además esta
noche salimos a festejar su cumpleaños.
Paty: ¿Sabe lo difícil que es comprarle un obsequio a una persona que lo tiene todo?
Frunció aún más el ceño, Dios, quiero contentarlo, no que se enfade más.
Terry: Yo no necesito obsequios.
Paty: Lo sé, pero es su cumpleaños y yo quería obsequiarle algo, lo único que encontré, que
espero le guste fue un babydoll, que me gustaría me viera antes de… ya sabe.
Su gesto cambió de enfado a sorpresa y después a pícaro, mientras se ponía de pie y se giraba
para verme de frente, me tomó de la barbilla y me levantó el rostro para que lo mirara a los ojos. -
¿Antes de qué? Le encantaba que fuera clara en cuanto a sexo se refería, no sé si lo hace porque en
verdad le gusta o porque sabe que me sonrojo al hacerlo.
Paty: Antes de que me desnude por completo.
Una sonrisa apareció en su rostro, -Pensé que…
Paty: Qué no quería que me tocara y por eso se enfadó.
Asintió apenado, y como lo he visto hacer en varias ocasiones levantando dedo por dedo…
Paty: A ver Sr. Grandchester, Número Uno: Usted tiene una forma tan deliciosa de tocarme, que
hace imposible no desearlo, Dos: Y si no quisiera que me tocara, por cualquier razón, creo que lo
primero que debería hacer es preguntarme qué pasa, en vez de enfadarse a la primera y número Tres:
Me arruinó la sorpresa (hice un puchero).
Su gesto de arrepentimiento, ese que apenas podía creer que existiera me enternecía, debería
estar enfadada con él, pero en esta ocasión era imposible, había actuada como un niño al hacer una
rabieta.
Terry: Tienes razón, te pudiste haber sentido mal y yo ni siquiera me tomé la molestia de
preguntar qué pasaba, me enfadé en un instante, pero traté de no explotar, no quería ser grosero, ni
comenzar una discusión, por eso opté por salir de la habitación.
Pobre mi Sr. en lo primero que pensó, es que me pude haber sentido mal…
Terry: Pero te equivocas en una cosa.
Dijo tomándome por la cintura y pegándome a su cuerpo, haciéndome sentir su dura hombría,
¡¡Dios que calor!! Que no me siga provocando o le arranco la bendita toalla.
Terry: No te eché a perder ninguna sorpresa, al contrario, voy a pasar toda la noche imaginándote
en babydoll.
Me guiñó un ojo, es tan intimidante cuando está echando chispas, pero aún no me decido como se
ve más guapo, si enfadado, o coqueto, este hombre me tiene loca.
Regresó al vestidor y cuando salió portaba elegantemente como solo él sabía hacerlo, un pantalón
de lino negro, con una guayabera negra de manga larga, con solo unas finas costuras al frente, en
color blanco, Dios, que manjar, observaba su duro trasero mientras se ponía perfume frente al
tocador, como dicen los chicos, todo eso me ando comiendo, no pude evitar sonreír.
Terry: ¿Contenta?
Paty: Encantada con la vista.
Terry: Me vas a sonrojar, ¡¡No soy solo un cuerpo para satisfacer tus más bajas pasiones!!
Ambos reímos, nos dirigimos al bar del Delux, con Frankco y Jesse a nuestras espaldas, los
chicos ya estaban listos, esperándonos en la barra, lo que me sorprendió es que aún no tuvieran
chicas a su alrededor.
Carlo: ¿Ahora se visten igual? (Preguntó Carlo, divertido)
Terry: Lo dirás de broma, pero se ve bien una pareja combinada.
Paty: Estás en todo Carlo, mejor dime ¿Por qué tan solitos?
Dimitry: Acabamos de llegar, pero no te preocupes que ahorita conseguimos compañía.
Dereck: Luces hermosa Paty, pero no sé qué es más sorprendente, que no tengamos compañía o
que tu traigas pantalón.
Paty: Qué bien conoces al Sr.
Dereck: Te vas a ir al cielo con todo y zapatos por aguantar al loco de tu Sr.
Nos dirigimos al privado, nos estaban esperando cuatro botellas diferentes ya enfriándose, una
mesera nos preparó las bebidas, y la música volvió a cambiar de pop a ritmos latinos, bachata, salsa,
reguetón… que consentido tienen a mi Sr.
Brindamos por la noche que nos esperaba, mientras los chicos se tomaban su bebida, los vi estar
al acecho, eran como tigres cazando a la presa, entonces Carlo –Bueno creo que la pelirroja no
llegará, así que no seguiré esperando. Se abalanzó al ruedo, y se acercó a un par de chicas que
estaban en una salita lounge, no entendí lo de la pelirroja, pero ellos tres se rieron, le pregunté a mi
Sr. pero me dijo que no tenía importancia. Dimitry fue el segundo en salir al ruedo, se abalanzó sobre
dos chicas que estaban solas en la barra, Mi Sr. le pidió a Dereck que me hiciera compañía un
momento en lo que el regresaba.
Paty: ¿A qué pelirroja esperaban?
Dereck: Una que Terry despreció en la playa, estaba preciosa, sin ofender, claro, Carlo la
comparó con la sirenita (dijo en forma de burla) La verdad es que estaba muy muy guapa. He visto a
Terry despreciar a muchas mujeres, pero nunca a una así, debe quererte mucho Paty.
La respuesta me sorprendió.
Paty: ¿De verdad lo crees?
Dereck: Te lo digo yo, por las manos de Terry han pasado muchas chicas maravillosas, que
merecían mucho más que solo sexo, eres una chica muy especial, lograste entrar en sus sentimientos,
no le falles Paty, él es la persona más complicada que he conocido, pero también la más leal y
honesta, que lo aceptes con todo el mundo de defectos que tiene, entre ellos las chicas, no tiene
precio, ese cabrón tiene suerte de haberte encontrado y creo que está consciente de eso.
Paty: Gracias Dereck.
Era verdad, es de lo más complicado, pero honesto, aunque Dereck me estaba poniendo en un
lugar muy alto, yo amo a mi Sr. pero aún no termino de aceptar a… las chicas, claro que ha cambiado
mucho. Llegó por detrás de mí, abrazándome por la cintura y mordisqueando mi oído. – Bien, ya que
tu príncipe azul ha regresado, yo voy a… ¿¿Quién crees que acaba de cruzar la puerta?? Preguntó
Dereck entusiasmado.
Ambos nos giramos para ver de quien hablaba y la hermosa chica que hace unos instantes había
descrito estaba justo acercándose a una salita lounge junto con dos chicas más. Carlo tenía razón,
bien podía representar a la sirenita, traía un vestido corto de fondo blanco y flores grandes y rojas,
straple, no muy entallado, con unas enormes zapatillas, blancas, se veía muy guapa, instintivamente
miré de reojo a mi Sr. estaba sonriendo. –Es muy guapa, la pelirroja. Comenté.
Terry: Lo es, pero nunca tan hermosa como tú nena.
Sonreí, los ojos le brillaban y sabía que lo decía de verdad, Dereck la siguió con la mirada, y una
vez que se sentó, -La apuesta la gano yo. Comentó, y no esperó un segundo más, se fue tras ella.
Paty: ¿Apuesta? ¿Cuál apuesta?
Terry: Nada de importancia.
Paty: Apostaron quién se llevaba a la pelirroja, ¿Cierto?
Terry: Ya sabes cómo son los chicos, a veces pueden ser muy infantiles.
Paty: ¿Usted también apostó?
Terry: Te la pasas ofendiendo mi caballerosidad nena, ellos jamás apostarían algo así conmigo...
Saben que perderían.
Esa bendita arrogancia, - Ja-Ja. Le enseñé la lengua como una niña tonta y el pellizcó mi nariz,
que enamorada estaba de este hombre con todo y sus ínfulas de todopoderoso. Observábamos a los
chicos mientras convencían a sus víctimas de la noche, el Sr. me comentaba las tácticas de cada uno.
–En este momento Dimitry le está diciendo a las chicas, que tiene un restaurante bar y que pueden ir
cuando gusten, que él las va a recibir personalmente. Reíamos mientras él lo imitaba. Le pregunté
cuál era la táctica de Carlo, me comentó que siempre las hacía reír, y bueno, eso ya podía imaginarlo,
a las mujeres nos gusta un chico que nos haga reír. Pregunté por Dereck, -Cuando son extranjeras
comienza hablar de lo maravilloso que es México, y las envuelve, les dice que él puede llevarlas a
conocer cualquier lugar que gusten.
Interesante las tácticas de conquista de los chicos, estábamos bailando cuando Carlo y Dimitry
regresaron al privado con sus respectivas chicas, dos cada quien, nos las presentaron, seguimos
bebiendo y bailando, Frankco y Jesse siempre al pendiente de nosotros. Más tarde Dereck se acercó
de la mano con la pelirroja y una sonrisa de: “Me los chingué cabrones” en el rostro, mientras a
Dimitry y a Carlo se les caía la mandíbula por la sorpresa y el coraje, la pelirroja se llamaba
Ximena, supongo que en la noche Dereck le dirá ¡¡Xime-Xime!! Me reí yo sola, Dios, estar entre
puros chicos me está haciendo pensar puras tonterías.
Seguimos bailando y bebiendo, Carlo con sus comentarios seguía haciéndonos reír, mientras
Dimitry parecía que no podía esperar por entrar a una habitación, en cambio Dereck trataba a la
pelirroja como si fuera su novia, le besaba la mano, le hablaba al oído, le acariciaba el cabello, se
ve que es un chico romántico. Faltando cinco minutos para las doce, llenaron nuestras copas con el
mejor champán, obvio yo no tengo la menor idea de cuál es mejor o peor, pero eso escuché decir a
Dimitry, para brindar por los 30 años de mi Sr. al dar las doce en punto, como si fuera año nuevo,
juntamos las copas y brindamos, ¡¡¡Que cuarteto de testosterona es este!!! Después de que terminaron
su copa de un solo trago, se abalanzaron sobre él, lo abrazaron, le palmearon la espalda, le
alborotaron el cabello, y una vez que terminaron de felicitarlo entre risas, se giró hacia mí, rodeé su
cuello con mis brazos.
Paty: Feliz cumpleaños mi Sr.
Terry: Es Feliz porque estás aquí.
Tan lindo que es cuando se lo propone, me abrazó por la cintura y me levantó unos centímetros
del suelo, después de un largo beso, del que no me quería separar…
Carlo: Este es nuestro regalo hermano.
En el centro del bar, ya habían separado las mesas y habían dejado un espacio libre, las luces
apuntaron hacia allí y salieron dos chicas, con micrófono en mano, una bachata comenzó a sonar, No
sabes cuantas cosas, tengo que hacer para alejarme de ti… tu olor me persigue, donde quiera que
yo voy me persigue… y es que mi cama huele a ti, a tu perfume de miel a tííí… Eran las reinas de
la bachata, todo mundo comenzó a aplaudir, mi Sr. tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras me
tomaba por la cintura y comenzamos a bailar, que rico movía las caderas este hombre. Las chicas se
encargaron de que todo el bar le dedicara un aplauso al Sr. del Paraíso por su cumpleaños. Después
de 5 canciones el par de chicas se acercó al privado, saludando a los chicos, le presentaron a mi Sr.
y lo abrazaron para felicitarlo. Carlo se encargó de tomar, según él, la foto del recuerdo, después de
eso una de ellas comentó –Me han dicho que eres muy buen bailarín, así que queremos ver que tan
bueno eres con dos chicas a la vez. Dimitry se burló, asegurando que él era el maestro teniendo dos
chicas a la vez, en doble sentido por supuesto, creo que eso me incomodaba todavía, lo tomaron
ambas una de cada mano y lo llevaban a la pista, pero antes de salir del privado, se soltó de ellas,
me tomó de la mejilla me dio un rápido beso –Solo será una canción y regreso en un momento ¿Está
bien? Asentí, estaban sus amigos y todo mundo aplaudiendo para que el dueño del lugar pasara a la
pista, ¿Que se supone que hiciera? ¿Que me negara? No podía hacerlo, pero eso no significaba que
me agradara que me dejara ahí mientras él se iba a bailar bachata con dos mujeres, fueran quien
fueran, también le dijo a Dereck –Te la encargo. Claro, como él me estaba dejando sola, mi sentido
lógico me dice que no debería molestarme, que es su cumpleaños y no se podía negar, aunque eso no
me quitaba el enfado.
La música comenzó a sonar, por supuesto, una bachata sensual, se colocó una detrás de él y la
otra al frente, él tomaba sus caderas, una con cada mano, mientras ellas aprovechaban para acariciar
su pecho y espalda respectivamente, sus movimientos sexys me molestaban cada vez más, -Yo dije
que no era buena idea, pero este par no me escucharon. Dijo Dereck solo para mí. Le dije que no se
preocupara, que era su cumpleaños y yo entendía que siempre lo había festejado de esta forma. No
me creyó del todo, no tenía un espejo en frente, pero estaba segura que mi cara decía todo lo
contrario a mis palabras, un poco de humo y las luces hacían lucir el baile aún más sensual, mi Sr. se
quitó a la chica de detrás de él y las hizo girar frente a sus costados, mientras ellas parecían hacer el
baile de los siete velos con ese movimiento de caderas, el las acariciaba, se puso de rodillas, las
hizo girar tomándolas de las piernas, se levantó y terminaron abrazados, ambas lo besaron en las
mejillas, la gente aplaudía su espectacular y caliente baile, mientras yo ya no sabía cómo disimular el
coraje, llegó con ambas chicas tomadas de sus brazos, ¡¡¡Igualadas!!! Al llegar frente a mí, se libró
de ellas y me sonrió cauteloso, sabía que haberme dejado ahí como estúpida no había sido una de sus
más brillante ideas.
Carlo: Hermano tienes que enseñarme un par de pasitos bachateros.
Terry: Porque no mejor le dices a ellas que te los enseñen.
Refiriéndose a las cantantes que entusiasmadas respondieron que cuando quisiera, después de un
par de tragos en los que todos comentaron el baile mientras yo tenía una enorme falsa sonrisa
dibujada en la cara, las cantantes finalmente se retiraron.
Terry: ¿Estoy en problemas?
Me pregunto al oído, mientras me abrazaba por la cintura desde la espalda.
Paty: ¿Usted qué cree?
Terry: No tenía opción nena, lo sabes.
Paty: ¿Ah sí? Pensé que lo más importante para usted, era yo y me dejó aquí sola, mientras yo me
tuve que tragar verlo fajoneando a ese par, enfrente de todo el mundo.
Terry: No me estaba fajoneando, la bachata es así nena, y no quería dejarte sola, pero no tenía
opción.
Paty: Sí la tenía, pudo haber dicho que no y punto.
Terry: Iba quedar como un estúpido.
Paty: ¿Estúpido? ¿Por qué? ¿Por qué prefería quedarse conmigo?
Terry: No es para tanto, fue solo un baile.
Paty: Entonces si viene un chico y me saca a bailar así, no habrá problema porque es solo un
baile, ¿Cierto?
Yo en verdad estaba molesta y levantando dedo por dedo dijo…
Terry: Uno, nadie se te va acercar. Dos, tu no vas a bailar con nadie, que no sea yo. Y Tres, tienes
razón, todo mundo nos observaba e iba quedar en mal si el dueño no salía a bailar como ellas lo
estaban pidiendo, pero te aseguro que no volverá a suceder, no volveré a dejarte sola.
Paty: ¿¿Por qué nadie habría de acercárseme??
Terry: Porque antes de que eso pase, le trituro los huesos… simple.
Su seguridad me enerva, acarició mi cabello…
Terry: Vamos nena, he estado imaginándote en babydoll desde que me lo dijiste, no quiero que
esto nos eche a perder la noche.
Genial, yo estaba molesta y a él solo se le venía a la cabeza el dichoso babydoll.
Terry: Anda, regálame una sonrisa de cumpleaños.
Me dijo juguetón y a mí la cara no me cambiaba ni un ápice. Me tomó las comisuras de los labios
con los pulgares y los levantó haciéndome sonreír forzosamente.
Terry: Una sonrisita para tu Sr. ¿Sí?
Pero que tonto se portaba a veces, con ese tonito de niño consentido, me estaba haciendo caer
pero aun así me negué -No, no quiero.
Terry: Anda, ¡una chiquita! ¿Sí?
Dijo mientras me volvía alzar la comisura de los labios, y no me pude resistir más a sus tonterías
y finalmente sonreí.
Paty: Se la voy a pasar por esta ocasión sólo porque es su cumpleaños, pero si vuelve a dejarme
sola como estúpida, para irse con otra, le juro que va a conocer lo que es que arda El Paraíso.
Abrió los ojos sorprendido.
Terry: Yo no quiero que arda El Paraíso nena, seré un buen chico, lo prometo.
Me guiñó el ojo, me abrazó y comenzó a besarme el cuello. Después de que se me pasara el
coraje, bebimos, bailamos y seguimos bebiendo, pero que manera de beber de este cuarteto, ¿A
dónde se les va tanto alcohol? Y las chicas, ni se diga, todas, excepto la pelirroja, ella al igual que
yo, bebía moderadamente, si me pongo a beber a su par, terminaría en estado de coma, si así como
voy, me siento más alegre de lo normal, la música fue cambiando, paso por todos los géneros, y todos
los bailamos, los chicos también tenían un ritmazo, creo que el menos rítmico es Dimitry, pero con
esas dos mujeres a su lado, pasa más tiempo metiéndoles mano y lengua, que bailando. La música
ahora es romántica, y bailo suavemente con mi Sr. rodeando su cuello con los brazos, mientras el me
abraza de la cintura, los chicos besan y acarician a las chicas, las expresiones de ellas lo dicen todo,
lo disfrutan, quieren más, y la temperatura del ambiente se eleva, el bar entero está en la misma
sintonía, -¡¡Te deseo nena!! Me dice al oído, mientras sus grandes y fuertes manos recorren mi piel, -
Y yo a usted mi Sr. Al terminar la canción, se separa de mí…
Terry: Chicos, que sigan disfrutando de la noche.
Dereck: Del día hermano, del día.
Veo la hora en mi celular, por Dios, son las 5:30 de la mañana, hacía mucho que no disfrutaba
tanto una fiesta, el tiempo se ha ido volando.
Terry: Cierto, del día, nosotros regresamos a casa, cualquier cosa, les dejo a la mano izquierda,
me avisan cuando despierten para lo de la cena.
¿¿Mano izquierda?? Busqué a Frankco y Jesse, estaban sentados cada uno en una mesa, Frankco
cerca de nosotros y Jesse cerca de la puerta, pobres, nosotros divirtiéndonos y ellos desvelándose,
sin beber ni platicar con nadie. Mi Sr. me tomó por la cintura y salimos del bar, comenzaba a
amanecer y Frankco nos proporcionó lentes oscuros, que consentido que tenían a mi Sr.
Paty: ¿Va a dejarles a Jesse? Pero no a dormido nada, los chicos aún se van a tardar.
Terry: Es su trabajo.
Paty: Pero han sido muchas horas…
Terry: Paty, su contrato es de tiempo completo y se le paga muy bien por ello, agradecido debería
de estar de seguir aquí, ahora deja de interceder por el inútil ese y baja del auto.
Puse los ojos en blanco, no tenía caso discutir con él, no lo iba a convencer, pobre Jesse, pensar
que fue mi culpa que el Sr. le tomara más coraje del que ya le tenía.
Al bajar del auto de la mano de mi Sr. me mareé un poco, él lo notó y me sostuvo.
Terry: ¿Estás bien?
Paty: Si, estoy bien, creo que me excedí de bebidas.
Terry: Puedes retirarte a descansar Frank.
Me levantó entre sus fuertes brazos y me recargué en su pecho, cuando hacía eso, me sentía como
una princesa entre nubes con el príncipe azul que Disney se encargó de dibujar en la mente de cientos
de niñas. Cuando entramos a la habitación me depositó en la cama, moría de sueño, en verdad ya los
ojos se me cerraban, me quitó las zapatillas y … espera, ¡Su regalo! Me senté como un resorte en la
cama.
Terry: ¿Qué pasa? ¿Vas a devolver el estómago?
Paty: ¿Qué? ¡¡No!! ¡Su regalo!
Terry: No te preocupes, podrás dármelo mañana, ahora, estás que te caes de sueño.
Paty: No, quiero dárselo, ahora, así que póngase cómodo.
Me levanté de la cama y me fui corriendo descalza a mi habitación mientras lo dejaba
sorprendido por mi repentino desadormilamiento, incluso yo me sorprendía, pero quería que me
viera, quería darle su obsequio.
Me desvestí a prisa en mi habitación, me enjuagué el cuerpo en la ducha, saque el babydoll de su
caja, estaba tan lindo, negro, de tirantitos, de encaje suave, bajo el busto se abrían unas cortinas que
llegaban a la cadera, dejando parte del abdomen al descubierto, con una linda tanga con sutiles vistas
rojas, me subí a unas enormes zapatillas rojas a juego, y ya con todo el look de “Hazme tuya” me
paré frente al espejo, ¡¡Ohh por Dios!! Me observo, el ejercicio ha tonificado mis músculos, y me
siento orgullosa por ello, acomodo mi cabello, el labial indeleble que compré en la tarde es
buenísimo, porque sigue intacto, y más le valía después de lo carísimo que estaba, estoy nerviosa,
pero confiada, me gusta lo que el espejo refleja, me coloco la bata de seda roja, levanto el mentón y
camino con decisión a nuestra habitación, antes de girar la perilla, respiro profundamente y exhalo, el
estómago me da vueltas. Entro y las luces son sutiles, huele a canela, seguramente prendió un
incienso, mi Sr. me espera en el reposet con solo su bata de seda, el cabello húmedo, la pierna
cruzada y esa sonrisa torcida de Todopoderoso que me derrite, la expectativa de lo que va a suceder
me contrae el vientre, me acerco lentamente y cuando estoy a escasos dos metros de él, me quito la
bata y la dejo caer al suelo, sus ojos azul profundo que tantos suspiros me han arrebatado se clavaron
en los míos, comenzaron a bajar por mi cuerpo lentamente, acariciándome, transmitiéndome un calor
que iba aumentando, bajo, por mis senos, mi abdomen, suspiró cuando llegó a mi entrepierna, me
ponía la piel chinita, con tan solo esa mirada, bajo por mis muslos y cuando llego justo a donde
quería, sus cejas formaron una V.
Terry: Qué… ¿Qué tienes en la pierna?
Se acercó, colocando una rodilla en el suelo, levantó mi pierna para que la descansara sobre la
suya. –¡¡Te tatuaste!! Asentí –¿Le gusta? Lo admiró en silencio, como cuando contempla una de mis
pinturas, después de unos segundos que me parecieron horas -Es perfecto nena, los tatuajes de pluma
significan libertad, ¿Puedo saber el resto?
Paty: La pluma le pertenece a un ave, libre, indomable, arrogante, tenaz y fuerte, tan fuerte que es
capaz de regresar de entre las cenizas, siempre erguida, poderosa y bella.
Mientras hablaba su mano presionaba con más fuerza mi tobillo –Un Fénix. Dijo en un
susurro, apretando con fuerza los ojos y besándome la rodilla con adoración.
Paty: Por eso los colores vivos, en rojo, naranja y amarillo, la acuarela que sale de la pluma son
mis ideas, mis pinturas, mi segundo pasatiempo favorito.
Levantando la mirada, preguntó –¿Cuál es el primero?
Paty: Estar en sus brazos, mi Sr.
Contempló una vez más el tatuaje, colocó mi pie en el suelo, con sumo cuidado, se levantó
recorriendo mi cuerpo con sus manos.
Terry: Nunca hubiera imaginado que hicieras algo así. Un tatuaje es para siempre nena.
Paty: Igual que lo que yo siento por usted.
Tomándome de la mejilla, pegó con fuerza y desesperación sus labios a los míos.
Terry: Esto significa mucho para mí.
Paty: Feliz cumpleaños mi Sr.
Me tomó entre sus fuertes brazos –Sí, es Feliz, porque estás a mi lado, nena.

CAPÍTULO VII
TERRY
n dolor agudo me atravesó el pecho, desde el hombro, lo oprimí y maldije entre dientes
U para no despertarla, no estaba entre mis brazos, el ardor del tatuaje la incomodaba, dormía,
dulce y tranquila, me levanté lentamente, tratando de evitar más dolor. Me tomé una
pastilla, la observé, las sábanas oscuras cubrían la mayoría de su blanca piel, a excepción de su
pierna, el tatuaje se podía contemplar, era perfecto, adornando el interior de su pierna, no había
podido escoger mejor lugar para hacérselo, mi hermosa Paty.
Abrió dulcemente sus ojos encontrándose con los míos.
Paty: Buenos días mi Sr.
Terry: Buenos días hermosa, ¿Dónde está la pomada para tu tatuaje?
Paty: La dejé en mi habitación.
Le di un beso en la frente y fui por ella, al regresar estaba sentada sobre la cama, con la pierna
cruzada observando el tatuaje, me senté a su lado, -¿Te arrepientes? Pregunté con temor a su
respuesta, pero su dulce sonrisa me tranquilizó.
Paty: ¿Bromea? me encanta, siempre había querido uno, y no pude escoger mejor.
Terry: ¿Te arde?
Paty: Un poco.
Terry: ¿Te pusieron anestesia cuando te lo hicieron?
Paty: Sí, el artista me preguntó y le dije que sí, aún así ardió, pero fue menos molesto.
Terry: Debí haberte acompañado… pero no hubiera podido soportar ver como sufrías en el
proceso.
Paty: No estaba sufriendo, le digo que con la anestesia no dolió tanto, además usted tiene media
espalda tatuada.
Terry: Es diferente.
Paty: ¿En serio? ¿Por qué?
Terry: Cuando se tiene algún dolor extra, al dolor crónico, suele ser… mitiga el… distrae a tu
mente del dolor crónico.
Paty: No sabía eso, ¿Tiene muchos años con el tatuaje?
Terry: Me lo hice después de que logré recuperarme de… Sí, algunos años.
Paty: ¿Cuando logró recuperarse de qué?
La besé en la frente, terminé de aplicar la pomada sobre el tatuaje, -Nada, descansa otro rato,
los chicos aún no dan señales de vida. Leí en su rostro las ganas de seguir preguntando, pero se
contuvo, me metí a dar una ducha, el dolor había regresado a la normalidad. Al salir, Paty había
vuelto a quedarse dormida, tomé mi celular y el libro en turno y bajé las escaleras, al cruzar la sala
me topé con Adele.
Adele: Sr… ¡¡Muchas felicidades!!
Me le quedé observando por un momento, Adele, parecía temerosa a mi reacción, siempre dulce,
siempre presente, siempre preocupada y atenta.
Terry: ¿¿No me vas a dar un abrazo?
Sonrió y me dio un cálido abrazo, lo más cercano que podía tener al de una madre, -Qué este
nuevo año, esté lleno de felicidad y bendiciones niño. Besé su frente, su cariño y ternura siempre me
llenaba de sentimientos encontrados, pero hoy no quería pensar en eso, en este momento mi vida,
estaba tranquila, y solo quería disfrutar de las cosas buenas que tenía, incluyendo su cariño. Tomé sus
manos entre las mías, esas que tantas noches me reconfortaron cuando a nadie más le importaba, las
que tantas veces aliviaron mi dolor, las que limpiaron mis heridas y secaron mis lágrimas…
Terry: A veces me pregunto, ¿Como es que sigues a mi lado?
Adele: No diga eso niño, usted sabe cuánto lo quiero.
Terry: Sí Adele, lo sé y me lo demuestras todos los días con tus atenciones, yo en cambio…
Adele: Yo soy feliz atendiéndolo, y viéndolo así, riendo y bromeando con sus amigos, enamorado
de una mujer buena que le corresponde y orgulloso de su Paraíso.
Terry: Ay Adele, no sé qué habría sido de mí vida, si tú no te hubieras quedado a mi lado.
Adele: Yo no podría estar en otro lado niño. Y ya le tengo preparada su cena, vendrá el Dr.
Tarson ¿Verdad?
Terry: Sí, te aviso cuando los muchachos reaccionen, después de la desvelada de anoche.
Salí al jardín, me acerqué al quiosco al final de éste, y contemplé la perfecta vista que tenía, no
me cansaba de ella, el cielo claro y despejado, el mar turquesa, la arena blanca, mi Paraíso, tenía una
vida casi perfecta… casi…
Me senté a tomar un jugo de arándano, bien frío para recuperarme después de tremenda noche, y
seguí con mi lectura, hasta que Toretto apareció exigiendo atención, me puse a jugar un rato con él, el
Doc, me escribió, preguntando a qué hora sería la cena, le pedí que llegara alrededor de las 8,
supongo que a esa hora los chicos ya estarán aquí o al menos ya estarán por venir.
A las 7 subí a ver como seguía mi bella durmiente, acaricié su rostro y la besé lentamente, ella
respondió a mi beso e inmediatamente mi entrepierna reaccionó, era inevitable, -Hora de despertar
hermosa.
Paty: ¿Qué hora es?
Terry: Las 7, el Doc llega en una hora.
Se levantó, cuarenta y cinco minutos después estaba lista, con su cabello al natural, suelto, un
vestido azul marino un poco arriba de la rodilla, con bolitas blancas y un listón en color salmón que
terminaba en moño en su cintura, arriba de unas zapatillas altas en el mismo tono, dejándome ver sus
torneadas piernas con parte de mí, tatuado en ella. Elegante, femenina, sensual y dulce, la mujer
perfecta.
Bajamos a esperar al Doc. y a los chicos al jardín, después de 10 minutos Frankco me avisó que
estaba entrando al Paraíso y que los chicos ya venían en camino, al llegar el Doc. me felicitó con un
fuerte abrazo y me dio un obsequio, Paty me animó a abrirlo, era una pluma azul marina, con mi
nombre grabado “Sr. Grandchester” en oro, de muy buen gusto, Frankco que aún no me había
felicitado se acercó para hacerlo, de igual forma me dio un fuerte abrazo y me extendió un obsequio,
la verdad no me lo esperaba, Paty sonreía encantada y una vez más me animó a abrirlo, era una
navaja Swiss Army con un montón de aditamentos, que seguramente me serán útil la siguiente vez que
vaya a la isla.
Unos minutos más tarde llegaron los chicos, con la mano izquierda escoltándolos, el cual traía
una cara de muerto que no podía con ella, lo cual definitivamente me causaba satisfacción, en cambio
los chicos, estaban listos para disfrutar la noche. Después de los saludos, Frankco se encargó de
prepararnos las bebidas, brindamos y disfrutamos de unos deliciosos canapés de salmón con queso
crema que Adele nos había preparado y sabía que me encantaban.
Carlo se percató del tatuaje de Paty, los chicos lo admiraban y preguntaban por su significado,
mientras el Doc. Casi escupe su bebida al escuchar que la niña de sus ojos se había tatuado,
obviamente no se hizo esperar el sermón de la mala influencia que era yo para ella, increíble como
en pleno 2016 las personas aún tenían prejuicios sobre los tatuajes, cuando simplemente es una
expresión artística más, claro que hay muchos de mal gusto, pero el de Paty, el de Paty era una obra
de arte, así que la plática se centró por un buen rato en los tatuajes, todos los teníamos, comenzaron a
explicar ¿Cuándo?, ¿Cómo? y ¿Por qué? se los habían hecho. Salió a la luz, como es que en algunas
borracheras de la universidad, la mañana siguiente los primeros que habían caído por los efectos del
alcohol terminaban con tatuajes indeseables y ridículos, que obviamente algunos chicos sin que hacer
y ganas de burlarse les había hecho, por supuesto, nosotros, y es que la universidad había sido muy
divertida, desde que los conocí.
Mientras reíamos y brindábamos, Frankco se acercó, avisándome de forma discreta, –La Srta.
Sofí está en el portón de la casa. ¿¿Sofí?? No había avisado que venía, ya me había extrañado la
ausencia de su llamada. –Qué pase. No podía negarle la entrada, solo espero que esto no se vuelva
demasiado incómodo.
Terry: Sofí está entrando a la propiedad.
Avisé, para que a Dereck no le tomara por sorpresa su llegada, había una historia detrás de ellos,
sus ojos se abrieron como platos, pero trató de disimular su nerviosismo, hacía mucho tiempo que no
la veía.
Finalmente entró al jardín, con sus lindas y largas piernas, cubiertas por una falda negra debajo
de la rodilla, con flores grandes en color blanco y una blusa blanca con los hombros caídos, enormes
tacones y bolso de sobre, su cabello rubio natural, perfectamente liso y lindos ojos azul claro, toda
una dama Inglesa, me rodeó el cuello y abrazó con fuerza, me daba gusto verla, si había viajado hasta
acá, es porque se encontraba bien, al menos eso esperaba, me dio un beso en la mejilla y felicitó con
cariño.
Sofí: No creías que me había olvidado de tu cumpleaños ¿Verdad?
Terry: En ningún momento me pasó por la cabeza.
Sofí: Te traje tus chocolates favoritos.
Me extendió una caja grande de mis chocolates favoritos, los había traído de Inglaterra, con un
moño dorado encima, me conoce y sabe que me encanta el chocolate.
El Doc. Y los demás la saludaron con el mismo cariño de siempre, y aunque Dereck trató de
ocultar su nerviosismo por tenerla tan cerca, lo conocía demasiado bien, era una situación un tanto
incómoda, pero somos adultos, y lo que pasó fue hace mucho.
Terry: Sofí te presento a Paty, Paty ella es Sofí una buena amiga de Inglaterra.
Sofí: Mucho gusto Paty, debes ser su asistente ¿Verdad? Seguro tienes una paciencia privilegiada.
Las afirmaciones y risas por todos no se hicieron esperar.
Paty: Pues sí, a ambas cosas.
Adele, salió a avisar que pasáramos a la mesa, y Sofí se lanzó a sus brazos, Adele la quería
mucho, y habían hablado algunas ocasiones después de nuestro último viaje a Inglaterra, por el
fallecimiento de su padre.
Pasamos a la mesa, Sofí, claramente pretendía tomar el lugar a mi derecha, pero Dereck atento a
cada uno de sus movimientos, la tomó del brazo y le separó la silla para que se sentara a su lado, yo
hice lo propio con Paty. La mesa estaba elegantemente presentada, Adele nos indicó el menú, por
supuesto, lo más suculento de los frutos del mar, y los meseros se encargaron de servirnos.
Después de que todos halagan las delicias que Adele había preparado, la conversación se centró
en Sofí, los chicos tenían mucho tiempo sin verla y la habían conocido en la universidad, al igual que
a mí, a excepción de Dimitry, al cual había conocido al llegar a México. Dereck no perdía detalle de
sus delicados movimientos, mientras ella me dedicaba cada una de sus sonrisas. Paty se estaba
percatando de todo, así que le tomé la mano y me la llevé a los labios, tratando de que Sofí notara
que era alguien importante para mí, ya que yo no acostumbraba a tener este tipo de cercanía con
ninguna chica frente a ella o el Doc. y así Paty se sintiera más cómoda.
Paty: Dereck me extraña que no hayas traído a la pelirroja.
Mi chica le dio un giro a la conversación de 180 grados, y los comentarios de los muchachos no
se hicieron esperar.
Dr.: ¿Qué pelirroja? ¿Ya tienes novia Dereck?
Dereck: ¿¿Novia?? ¡No!
Carlo se encargó de ponernos al tanto de lo que pasó, cuando nosotros nos despedimos del Bar.
Al seguir aumentando la temperatura en el ambiente, Dimitry y Carlo estaban listos para entrar a uno
de los privados, pero Dereck decidió no acompañarlos…
Carlos: Ok, ganaste, la pelirroja es tuya, pero llego el momento de compartir hermano.
Dereck: No lo creo, no entraré con ustedes.
Carlo: No me vengas con mamadas, el plan de la noche era compartir, ya ganaste hermano, a
Terry se lo pasamos porque es su chica, pero a ella apenas la conoces.
Dimitry: Además los tres la queríamos.
Dereck: Es la primera vez que Ximena viene a un lugar de estos, no está lista para entrar a
follar con tres tipos y cuatro mujeres.
Dimitry: Te está viendo la cara.
Carlo: Y tú de pendejo que le crees a la Sirenita.
Dereck: ¿Me ven cara de idiota? He tratado con la misma cantidad de mujeres que ustedes o
más, la chica es nueva en esto, no la voy a meter con ustedes a un privado.
Carlo: Genial, ¿Entonces te la llevaras a la suite?
Dereck: No lo sé, talvez solo la acompañe a su habitación…
Carlo: Si haces eso, te iras al infierno de los desperdiciados.
Carlo: ¡¡Y se fue!! ¿Puedes creerlo hermano? Se llevó el premio mayor de la noche.
Yo moría de risa, pero al Doc. y a Paty no le hacía tanta gracia, Sofí en cambio no se sorprendía,
estaba acostumbrada a esto, lo hacíamos todo el tiempo desde la universidad.
Sofí: Terry y Dereck siempre han sido unos caballeros, al contrario de ustedes dos, que solo
buscan acostarse con cualquiera que les pasa por el frente.
Carlo: Eso es mentira, tenemos altos estándares de calidad, justo como me lo enseñaron en
Harvard.
Yo seguía riendo, hasta que me percaté de la mirada nada feliz de mi chica.
Dr.: Como es posible que se comporten así, tienen más de 30 muchachos, las mujeres no son
objetos.
Dimitry: Las chicas con las que nos metemos Doc., buscan exactamente lo mismo que nosotros,
no nos estamos metiendo con jovencitas inexpertas.
Terry: Exacto Doc., pero es lo que usted nunca ha entendido.
Dereck: Precisamente por eso, me llevé a Ximena de ahí.
Carlo: Debería de venir una noche con nosotros, seguro se divierte.
Dr.: Están locos, ahora entiendes por qué no te quería, ¡Con éste!
Le dijo a Paty, que estaba sentada justo enfrente de él, a lo que ella no respondió, -Vamos Doc.,
eso ya es tema viejo. Le dije.
Dimitry: Bueno y ¿A dónde te la llevaste? Por qué tardaste en regresar.
Sofí: Dimitry, pero que preguntas son esas, a dónde se la llevo es asunto suyo.
Dereck: Íbamos caminando a su habitación, pero nos detuvimos a ver el amanecer, y después
regresé al bar.
Sofí: ¿Entonces? ¿La chica te gustó en serio?
Paty: Era una chica muy linda, y no se veía como las demás.
Dereck: No, no era como las demás que estaban en el bar y talvez nos veamos más tarde.
Sofí parecía sorprendida, la atención de Dereck siempre estaba puesta sólo en ella, aunque la de
ella, siempre estaba puesta en mí…
Adele llegó con mi pastel de cumpleaños, por supuesto de chocolate, con cerezas, me encanta
este pastel y todos se lo estaban devorando con la mirada. Paty sugirió que nos tomáramos fotos con
el suculento postre, así que todos se levantaron y se colocaron a mi lado para la foto del recuerdo,
creo que era la primera vez que tendría una foto así. Yo no era muy afecto a estas cosas pero a Paty
le gustaba y a mí me encantaba darle gusto, después de tomarnos fotos a todos juntos Dereck se
ofreció a tomarnos fotos a nosotros dos solos, la cara de descontento de Sofí era notoria, siempre que
ella estaba a mi lado, generalmente tenía toda mi atención, pero esta vez era diferente, Paty era mi
chica, la mujer que yo quería, ya la había hecho sentir mal anoche por dejarla sola, no iba a cometer
el mismo error, claro que todo esto Sofí no lo sabía.
Después de deleitarnos con el delicioso pastel de chocolate pasamos nuevamente al jardín, el
dolor en el hombro ya era muy incómodo, pero no quería que se percataran de ello, mucho menos con
el Doc. aquí. Fue una noche amena, en algún momento mientras Paty conversaba con el Doc. Sofí me
tomo del brazo y la mirada de indignación de Paty no se hizo esperar, los chicos lo notaron y Carlo
se encargó de relajar el ambiente con sus bromas. La velada no duró demasiado, el Doc. fue el
primero en despedirse, más tarde Dimitry tenía que regresar a verificar las cuentas de su restaurante-
bar, Carlo quería ir al Bar del Delux pero Dereck le salió con la noticia de que vería a la pelirroja.
Carlo: Pues llévala al Delux, no me vas a dejar morir solo ¿Verdad?
Dereck: Para que me quieres ahí, ¿No puedes conseguir una chica tú solo?
Sofí: ¿Tú también irás al Delux Terry?
Terry: No, yo no iré.
Siguieron con la alegata Carlo y Dereck y aproveché para tomar a mi chica por la cintura y
llevarla al quiosco al final del jardín, estaba incómoda, la tomé del rostro para que me mirara directo
a los ojos.
Terry: ¿Qué pasa?
Paty: Nada.
La abracé de frente por la cintura.
Terry: No me salgas con esa respuesta, cuando es obvio que estas molesta, y hasta donde sé, he
sido un buen chico.
Paty: ¿Por qué soy la única que le habla de usted?
Me sorprendió su pregunta, supuse que me iba a mencionar la familiaridad de Sofí.
Terry: ¿Pero qué pregunta nena? Porque obviamente no eres como ellos.
El rostro se le transformó en milésimas de segundos, me miró como si la hubiera ofendido y me
empujó desde el pecho, regresó con los demás, se despidió de ellos y entró a la casa, su reacción me
sorprendió, me dejo parado como imbécil, ¡¡Mierda!! ¡¡¿Pero qué demonios le pasa ahora?!!
Un momento después Sofí me alcanzó y me tomó del brazo.
Sofí: ¿Se molestó tu asistente?
No tenía por qué darle explicaciones.
Terry: ¿Se puso de acuerdo ese par?
Sofí: Al parecer Dereck está muy interesado en la famosa pelirroja e irá a verla al bar de trova.
Carlo se irá al Delux.
Solo asentí, mi mente estaba trabajando en el por qué demonios Paty se había ofendido de esa
manera y lo peor, porque carajos me había dejado ahí, como imbécil frente a los demás.
Sofí: Y tú y yo ¿Qué haremos?
¿Qué haremos? Sofí está viendo a Paty como a una más, tengo que aclarárselo de una vez, antes
de que esto se complique. Los chicos se nos acercaron para despedirse.
Dereck: Bueno nos vamos, que disfruten el resto de la velada.
Carlo: ¿Nos vemos mañana para ir a la playa?
Terry: Sí, claro, mañana nos vemos allá, ¿Siempre que harán?
Dereck: Iré al bar de trova.
Carlo: Yo me voy al Delux.
Terry: ¿Porque no se van los 3 al bar de trova?
Sofí: ¿Tu que harás? ¿Te quedarás a contentar a tu asistente?
Me molestó su comentario…
Terry: ¡Paty no solo es mi asistente Sofí!
Sofí: Por supuesto que no, es tu amante como todas las demás.
Terry: No te atrevas a llamarla así, no es mi amante, es mía, es mi chica.
Mi tono de voz fue más alto de lo normal, nunca le hablaba así a Sofí, pero no iba a permitirle, ni
a ella ni a nadie que hablara mal de Paty. El dolor aumentaba y mi rabia con él. Los chicos se
quedaron mudos, sabían lo importante que era Paty para mí, Sofí claramente sorprendida por mi
respuesta y actitud parpadeó dos veces.
Sofí: A qué te refieres exactamente.
Terry: He sido muy claro, que Paty es mi chica, trabaja conmigo sí, es mi asistente, pero aparte
de eso es mi pareja.
Sofí: Tú no eres un hombre que tenga pareja Terry.
Terry: Pues ella lo es, así que respétala y trátala como tal.
Aún confundida y apenada por cómo le estaba hablando y la noticia que le estaba dando, bajo la
mirada, Dereck la tomó por la cintura, sé que a él le pesaba su reacción.
Carlo: Cierto, es una gran chica, y creo que es buena idea eso de ir los 3 al Bar de Trova, así que
mejor nos vamos porque tu pelirroja debe estar esperándote Galán.
Dereck asintió, nos despedimos, los acompañé a la puerta, Sofí no volvió a mirarme a la cara.
Terry: ¡Jesse! Acompáñalos y no te les despegues hasta que cada uno esté en su habitación,
¿Entendido?
Jesse: Sí Sr.
Frankco me observó queriendo impedir que lo mandara con ellos, tenía dos días sin dormir, pero
me importaba una mierda, que se joda. Una vez que se retiraron y autoricé a Frankco a que fuera a
descansar, subí a la habitación, como era de esperarse Paty no estaba, toqué en su alcoba y no
contesto, -¡¡Maldita Sea!! Entré, ella salía del cuarto de baño.
Terry: ¿¿Quieres explicarme por qué carajos me dejaste ahí parado como imbécil frente a mis
invitados??
Grité exasperado, su mirada desafiante se clavó en la mía.
Paty: Y usted quiere explicarme ¿Qué carajos hace conmigo?, si no soy como ellos.
Terry: Aquí el único hijo de puta que grita soy yo, así que bájame el pinche tonito.
Paty: Está equivocado si cree que va a venir a gritarme, como el Sr. todopoderoso que se CREE,
yo no soy Adele que todo le soporta.
Cerré los ojos y apreté la mandíbula para no contestar una tontería más grande que solo
empeorara las cosas, necesitaba calmarme, el dolor aumentaba, -¡Mierda!-. Froté mi frente, me
acerqué a la cama y me senté en ella, contrólate Terry, maldito dolor, contrólate o vas a mandar todo
al carajo.
Terry: Dame una pastilla.
Me la acercó junto con la botella de agua y la tomé, respiré profundamente un par de ocasiones.
Cuando volteé a verla, me estaba dando la espalda, observando la oscura noche por la ventana.
Terry: Me quieres explicar ¿Qué pasó? ¿Qué dije para que salieras así?
Pregunté en tono más sereno, aún dándome la espalda contestó.
Paty: ¿Le parece poco? Qué yo no soy como ellos, me queda claro que su mundo y el mío son
completamente diferentes y más aún cuando me enteré que usted era un Conde, lo que no entiendo, es
porque me humilla de esa forma.
Terry: ¿Humillarte yo? ¿Pero de qué hablas nena?
Se giró, me observaba con una mezcla de rabia y dolor.
Paty: De que todas las personas importantes para usted tienen derecho a hablarle por su nombre,
pero como yo no pertenezco a su estatus, como yo soy solo su empleada no puedo hacerlo, ¿No? Por
eso a Adele tampoco se lo permite, ¿Cierto? Porque solo es una empleada.
Creo que estaba entendiendo su enfado, pero, era absurdo pensar de esa forma, ese no era el
motivo. Me levanté con cuidado, el dolor seguía siendo muy incómodo, me presioné el pecho, hasta
ahí llegaba el dolor. Me acerqué a ella, tratando de encontrar las palabras adecuadas para que me
entendiera.
Terry: Creo que tenemos una perspectiva de las cosas muy diferentes nena.
Paty: Claro, a usted le importa una mierda.
Terry: ¿Qué? No nena, escucha… me gusta que me hablen de usted por, respeto, no por una
posición económica, o estatus social.
Paty: ¿¿Respeto??
Su tono de sarcasmo e incredulidad eran exagerados.
Terry: No entiendo de donde sacas que es humillante, cuando se respeta a una persona se le habla
de usted.
Paty: ¡Ay por favor! Entonces por qué no le habla de usted al Dr. Tarson, ¿No lo respeta? ¿O a
mí? ¿Yo no me merezco su respeto?
Una punzada en el hombro me impidió responder de inmediato, cerré los ojos para contenerme de
quejarme, pero ella debió notarlo.
Paty: Si no se siente bien, podemos dejarlo para mañana.
Terry: No, quiero que esto quede claro de una vez, es solo un malentendido nena. (Respiré
profundamente) Al Doc. Le dejé de hablar de usted, en la adolescencia, tuve un tiempo de rebeldía y
soberbia, después de eso, me acostumbré a hacerlo así, y a ti, bueno, llegaste como mi empleada, y
obviamente exijo respeto a todos mis empleados.
Paty: Y eso sigo siendo, su empleada, porque a su amiguita, eso le dijo.
Terry: No, ella lo dedujo, porque mi Asistente personal siempre pasa la mayor parte del tiempo
conmigo, y no, ya no eres mi empleada, eres mi pareja.
Paty: Entonces ¿Por qué demonios tengo que seguir hablándole de usted?
Terry: Te lo acabo de decir, por respeto, ellos son mis amigos, no mis empleados, ni mi pareja.
Paty: ¿Cuándo ha visto que las parejas se hablan de usted?
Me tomé un momento para contestar…
Terry: Mi madre le hablaba de usted a… el Conde, lo veía con… respeto y admiración, como si
el mundo se detuviera cuando él hablaba. Yo le hablaba de usted a ambos, nunca me imaginé que ese
fuera un problema, hasta hoy que lo mencionaste, por eso me desconcertó y enfadó que te fueras así, y
sí, también por egocentrismo, pero no es tu caso.
Paty: ¿Su madre le decía Sr. a su padre?
Terry: No, le hablaba de usted y le llamaba Conde, como todos los demás.
Paty: Aquí, eso no se acostumbra, las parejas siempre se hablan de tu.
Terry: Lo entiendo, pero nunca antes habías mencionado que te molestara.
Paty: La verdad es que no me había molestado, hasta que su amiga, lo trató con esa familiaridad.
Terry: Sofí es amiga mía desde la infancia, y por cierto, antes de que se fuera le aclaré que no
eres mi asistente, que eres mi pareja.
Paty: ¿Ah sí?
Terry: Sí nena, mira, no quiero discutir por esto, si quieres hablarme de tú, adelante, entiendo que
aquí no se acostumbra, es parte de mi educación, un recuerdo y no voy a obligarte a seguirlo, así que
puedes hablarme por mi nombre si eso te hace feliz. Aunque para mí, que me llames, Mí Sr., me
resultaba… cariñoso, íntimo. Pero como gustes.
Se quedó en silencio observándome.
Terry: Pero no se te vuelva ocurrir pensar que yo podría hacer alguna diferencia entre cualquier
persona y tú, y si la hubiera, serías tú quien estuviera por encima. ¿O acaso no te lo he demostrado?
Asintió, mientras acariciaba su mejilla.
Paty: Ahora me siento ridícula.
Terry: Anda, necesito recostarme, volvamos a la habitación.

CAPÍTULO VIII
PATY

L e desabroché la camisa, mientras admiraba sus fuertes pectorales y bien


definidos abdominales, siendo la joya de la corona, esa suculenta “V”, ¡¡nunca
me cansaré de esto!! Le quité la camisa con cuidado –¿Le coloco la pomada?
Asintió y se sentó frente al tocador, después de frotar la pomada me tomó de la mano y me sentó en su
regazo, nos quedamos en silencio, mientras me embriagaba con su aroma y me perdía con las
sensaciones que sus manos me provocaban mientras recorrían mis brazos y bajando el zipper de mi
vestido...
Paty: Veo que se siente mejor.
Terry: Tú eres todo lo que necesito para sentirme mejor…
La mañana siguiente, nos levantamos un poco más tarde de lo normal, hoy tampoco iríamos a la
oficina, pero no por eso, me iba a perdonar el gimnasio matutino... Pero estaba bien, después de ver
todos los espectaculares cuerpos que rondan a mi Sr. no me iba a quedar con los brazos cruzados.
Bajamos a desayunar al jardín, sus ojos azul profundo, resplandecían como la espuma del mar, estaba
feliz, y yo estaba feliz por él, por nosotros.
Frankco se acercó a su oído y su expresión cambió, frunció el ceño, -Es Dereck, viene para
acá, talvez necesitemos hablar a solas. Dijo muy serio, se escuchó como azotaron la puerta principal
y sus pasos apresurados, -¡¡Terry!! Gritó Dereck, su voz era de claro enfado, mi Sr. se levantó de la
mesa –Será mejor que te metas. Me dijo mientras se alejaba unos pasos.
Dereck apareció en la entrada al jardín con los ojos llenos de furia.
Dereck: ¡Eres un hijo de puta!
Terry: Puedo saber, a qué debo el honor de tus halagos, esta mañana.
Dereck: No te hagas el chistoso, que no te queda.
Terry: Paty, métete.
Dijo sin apartar la vista de su amigo, me puse de pie, expectante a lo que iba a pasar, Dereck
bajó los escalones, fulminándolo con la mirada.
Terry: No quieres hacer esto Dereck.
Dereck: ¡Vete a la mierda!
Dereck le lanzó un puñetazo, mi Sr. lo esquivó alejándose un par de pasos, Frankco que ya estaba
en el lugar dio un paso hacia adelante y Dereck apuntándole con el brazo extendido le advirtió –¡Tú
no te metas! Mi Sr. lo vio por un instante haciéndole una seña con la cabeza para que no se
acercara. Yo estaba muda, ¿Qué demonios había pasado para que Dereck estuviera así de furioso?
Terry: Quieres decirme ¿Cuál es tu problema? ¡Carajo!
Le exigió en un tono desafiante, mientras le paraba una patada y se alejaba un par de pasos.
Dereck: ¡¡Pelea!!
Terry: No digas pendejadas Dereck, no voy a pelear contigo.
Dereck seguía lanzando golpes y patadas mientras mi Sr. se dedicaba a pararlos y esquivarlos.
Terry: ¡¡¿¿Quieres terminar con esto??!!
Dereck: Te importa una mierda cómo pasó la noche, después de que salió de aquí.
Terry: ¿De qué demonios estás hablando?
Dereck: De Sofí no te hagas pendejo.
Se escucharon los ladridos de Toretto que se acercaba corriendo hacia ellos, mi Sr. lo vio y le
ordenó que se detuviera a escasos metros, el perro se detuvo pero seguía ladrando excitado, Frankco
lo tomó por el collar, mientras el perro se jalaba con fuerza.
Dereck: Hasta el perro te protege ¿Y quién carajos protege a los demás de ti?
Lanzó una patada que mi Sr. tuvo que parar con el brazo izquierdo, vi su expresión de dolor.
Terry: Ya estuvo viejo, tu problema siempre ha sido ella.
Dereck: Y el de ella siempre has sido tú.
En la inercia de los movimientos mi Sr. estuvo a punto de golpearlo pero detuvo el puño a
escasos centímetros de su rostro – ¡¡Dale Carajo!! Gritó Dereck encolerizado, lo empujó del pecho,
yo no podía hablar, ni moverme, las perlas de sudor aparecieron en la frente de Dereck.
Terry: Con una chingada Dereck, ¿Quieres decirme que carajos pasó ahora?
Se abalanzó sobre él, otra vez.
Dereck: Te parece poco, vino del otro lado del mundo a pasar tu cumpleaños contigo y no tenía
idea de que Paty existía.
Terry: Yo no tenía por qué carajos avisarle que tenía pareja.
Una nueva patada y nuevamente la esquivó. ¿Todo esto era porque Sofí no sabía que yo estaba
con él?
Terry: Además yo no la invité.
Dereck: ¡Desgraciado!
Mi Sr. lo empujó y Dereck se tambaleó, los dos respiraban agitados.
Dereck: Venía con la ilusión de pasar unos días contigo.
Terry: Ese es el problema con Sofí, ha vivido de ilusiones conmigo y tú lo sabes.
Dereck: Tú has alimentado esas ilusiones.
Dereck lanzó un golpe, mi Sr. le dobló el brazo hacia atrás, haciendo una especie de llave
mientras que con la otra le sujetaba el cuello para inmovilizarlo, mientras lograba que pusiera una
rodilla al suelo.
Terry: De que mierda hablas, Sofí ha sabido toda la vida que solo es una amiga para mí, casi una
hermana.
Dereck: ¡¡Hijo de puta!!
Dereck tenía libre la mano izquierda y la llevó al hombro lesionado, lo oprimió con fuerza,
logrando que éste lo soltara, mientras se levantaba giro hacia atrás propiciando un codazo al mismo
hombro, vi su gesto de dolor mientras caía con una rodilla al piso mientras se sostenía el hombro –
¡¡Basta!!- Grité mientras corrí hacia él, lo abracé arrodillada, -¡Su hombro Dereck!- ¿Cómo había
podido golpearlo justo ahí? Sus gruñidos de dolor que apenas se contenían en la mandíbula apretada
me dolían en el alma. Rodeó mi espalda con su brazo derecho, tenía espasmos por el dolor y con
dificultad me dijo –Estoy bien, estoy bien. Levanté el rostro para poder verlo a los ojos, trató de
ocultar su dolor sin éxito. Le supliqué con la mirada que detuviera esto de una buena vez. Besó mi
frente y comenzó a levantarse lentamente, lo ayudé a hacerlo.
Terry: Entra a la casa.
Su mirada ardía, pero su dolor era palpable.
Paty: Por favor Sr. no siga con esto.
Dereck nos observaba a unos cuantos pasos. Mi Sr. al ver que yo no me apartaba, le dedicó una
mirada a Frankco que me tomó por el brazo y me alejó –No Frankco, ¡Detenlos! No pueden seguir
con esto. Nos detuvimos en la entrada del Jardín. Frankco seguramente quería seguir al pendiente por
si se necesitaba su intervención.
Terry: Pensé que nunca la usarías.
Dereck: Te atreves a llamarla ¡¡Hermana!! Después de que te acostaste con ella, ¡Al día siguiente
de que cremaran a su padre! ¡¡No tienes madre cabrón!!
¿¿Qué Terry qué?? Sus cuerpos volvieron a enfrentarse frente a mí, mientras yo seguía
procesando lo que acababa de escuchar.
Terry: Tú no estabas ahí, no sabes cómo carajos pasaron las cosas.
Mi Sr. le dio un codazo en la espalda, justo como el que había recibido, Dereck se desequilibró y
cayó de rodillas.
Dereck: Te acostaste con ella, estando vulnerable, necesitada. ¡Te quiere, te ha querido siempre
y te aprovechaste de eso!
Se levantó, yéndose de nuevo al ataque.
Terry: Tienes una puta idea muy distorsionada de las cosas.
Mi Sr. lo golpeó con una patada en la parte de atrás de la pierna, haciendo que Dereck volviera a
caer de rodillas.
Terry: Ya basta, talvez no debí acostarme con ella, pero esa fue su decisión, y yo no tengo por
qué carajos darte explicaciones.
Dereck: Ella no se merece esto.
Quiso golpearlo pero nuevamente falló, y mi Sr. le propició una patada en las costillas haciendo
que cayera una vez más, pero esta vez no se levantó.
Terry: Ni tu tampoco hermano.
Se observaron con severidad. Dereck se levantó sosteniéndose el costado con un gesto de dolor.
Dereck: Siempre te ha querido.
Terry: Igual que tú a ella, y yo nunca le he mentido a ninguno de los dos.
Dereck: Eso no ha hecho más fáciles las cosas.
Terry: ¿Y qué se supone que debo hacer? (Grito exasperado) La he tratado bien, y ha salido mal,
la he tratado mal y ha salido peor, incluso la alejé por mucho tiempo, pero con lo que pasó, no podía
no ir.
Dereck: ¿Por qué no me avisaste? Yo hubiera ido a acompañarla.
Terry: No tenía caso hermano, iba ser peor para ti, lo sabes.
El gesto de dolor de Dereck se profundizó, mientras mi Sr. oprimía su hombro y yo seguía sin
poder creer lo que había escuchado.
Dereck: Sí, ella solo te quería a ti a su lado, siempre ha sido así.
Terry: No la culpes, tiene buen gusto.
Su tono ya no era enfado, y la ira del rostro de Dereck desapareció.
Dereck: Eres un imbécil arrogante.
Terry: Lo sé.
¿En qué momento la furia de los ojos de estos dos había desaparecido? Querían asesinarse hace
un minuto.
Terry: ¿Estás bien?
Preguntó refiriéndose al costado de su amigo, este asintió.
Dereck: Veré si la pelirroja quiere ponerme la pomada esa que tu usas en el hombro.
Terry: Llévate una antes de irte, la vas a necesitar.
Dereck: Hijo de puta, me pegaste con saña.
¿¿Ahora estaban bromeando?? ¿En serio? ¿Y Dicen que las bipolares somos las mujeres?
Terry: Si te hubiera pegado con saña, tendrías las costillas rotas, da gracias de que me caes bien.
Dereck: Pero te hice sudar.
Terry: Nunca me habías aplicado la del hombro.
Dereck: Pasé mala noche y alguien tenía que pagarla.
Terry: Hijo de puta, nena regálame una pastilla.
Lo observé, talvez a Dereck se le había pasado el coraje, pero yo me acababa de enterar, que él
se había acostado con su mejor amiga, su “casi hermana”, con la que había compartido la mesa
anoche, la que lo tomó del brazo frente a mis narices, ¿Que tipo de sujeto hace eso?
Terry: ¡Paty!
Paty: Vete al carajo Terry.
Me zafé del brazo de Frankco que aún me sostenía y subí corriendo a mi habitación, ¿Cómo había
podido? Casi lo vi llorar por la muerte de ese Señor, sentí pena por él, incluso por la amiga que no
conocía, mientras él a los dos días se revolcaba con ella, ¿Que tienen en las venas?

TERRY
Terry: ¡Mierda! ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?
Dereck: Creo que se molestó.
Terry: Teníamos dos días sin discutir.
Dereck: Pensé que aceptaba que te acostaras con otras.
Terry: Bueno, tanto como aceptar no, pero estamos trabajando en ello.
Le hice un gesto a Frankco para que soltara a Toretto, se acercó corriendo, subió sus patas a mi
abdomen aun dedicando algunos ladridos a Dereck, -Estoy bien, así jugamos nosotros de vez en
cuando. Le dije mientras trataba de calmarlo un poco.
Dereck: Te dejo para que contentes a tu mujer, ¿Nos vemos en la tarde?
Terry: Vienes a interrumpir el tranquilo desayuno que estaba teniendo con mi hermosa y dulce
chica, transformándola en una fiera, pones en alerta a mi jefe de seguridad, alteras a mi perro, me
jodes el puto hombro y te vas tranquilamente diciendo ¿Qué, nos vemos en la tarde? No tienes madre
cabrón.
Dereck: Bueno, como siempre dices “Nadie dijo que la vida fuera fácil” y tú me jodiste las
costillas.
Terry: No tienes nada, te veo en la tarde.
El dolor en el hombro era constante y comenzaba a extenderse por mi pecho, subí las escaleras,
toqué a la puerta de la habitación de Paty, no respondió, quería verla, pero el dolor iba en aumento,
necesitaba una pastilla y recostarme, así que di media vuelta y me metí a mi habitación.

PATY
Había tocado a la puerta, esperé a que entrara como siempre, pero no lo hizo, mejor… ¡¡imbécil!!
Pero no me aguanté la curiosidad y me asomé al pasillo, ahí estaba Frankco a unos pasos de su
puerta, nuestras miradas se cruzaron y se acercó, lo dejé acceder a la habitación.
Frankco: La necesita.
Paty: ¿Estás loco? ¿No escuchaste lo que hizo?
Frankco: No hizo nada nuevo.
Paty: Por Dios Frankco quieres por una vez dejar de defenderlo, el tipo se fue de aquí deprimido
por la pérdida de un ser querido y terminó acostándose con la hija de ese Señor, con su ¡¡Amiga!!
¿Cómo demonios pudieron hacer eso?
Frankco: Yo no soy quien para juzgar, entiendo que para usted es difícil, pero recuerde que todos
lidiamos con nuestras emociones de diferentes formas y ya sabemos cómo lo hace el Sr.
Grandchester.
Paty: Sí, tirándose a quien se le ponga enfrente.
Frankco: Usted lo aceptó así.
Paty: Sí, lo sé, Frankco lo sé, pero no es fácil.
Frankco: Dereck práctica Tae Kwon Do, lo golpeó con fuerza necesita que le quiten ese vendaje
y le ponga la pomada, ya debió tomarse la pastilla.
Recordé su rostro de dolor al caer, mi Sr…
Paty: ¿Por qué no lo haces tú?
Frankco: Porque no me necesita a mí.
Asentí, –Iré a verlo–. Frankco salió de la habitación, respiré profundamente y toqué a su puerta,
entré y estaba recostado a media luz sujetándose el hombro, no dijo nada, agarré la pomada y me
acerqué a él mientras me observaba con el ceño fruncido tratando de ocultar el dolor sin éxito, me
senté a su lado, quitándole uno a uno los botones de su camisa, tenía espasmos por el dolor, me partía
el alma verlo así.
Cuando desabroché su camisa por completo lo ayudé a incorporarse, soltó un quejido de dolor,
mientras recargaba su barbilla en mi hombro y yo lo abrazaba para ayudar a sostenerlo, le quite con
cuidado la camisa y el vendaje, su hombro estaba inflamado y rojo en la parte de atrás, donde Dereck
lo golpeó, le coloque la pomada, tomé la venda para colocarla, pero me sujetó la mano negando con
la cabeza, –¿Me ayudas con las almohadas?–.
Preguntó con dificultad en un tono bajo, tomé un par de almohadas y las coloqué para que se
recargara, se acomodó con el rostro contraído por el dolor.
Paty: ¿Necesita algo más?
Me tomó nuevamente de la mano y con sus ojos suplicantes –A ti–. Mi corazón latía acelerado,
me pesaba tanto verlo así, amaba a este hombre.
Paty: No entró a mi habitación.
Terry: No respondiste, asumí que no querías verme.
Paty: Eso nunca le ha importado.
Hubo un esbozo de sonrisa, pero el dolor no la dejaba resplandecer.
Terry: Necesitaba descansar, antes de mi segundo combate del día.
Ese comentario aligeró la tensión que se sentía en la habitación, llevó mi mano a su pecho.
Terry: Escucha, lo que pasó…
Paty: Por favor Sr. ¿Qué me va decir? que fue solo sexo, ¿Qué a la que quiere es a mí?, Su padre
acababa de ¡Morir! ¿Quién piensa en sexo en un momento como ese? Cené con ella mientras ella
pensaba meterse en su cama.
Terry: No se piensa en sexo, se piensa en no sentir, tal vez no debía pasar, pero en ese momento
ella lo necesitaba y yo… Yo tenía dolor y… Sé que no es excusa, pero te aseguro que no volveré a
tocarla, por Dereck, por ella, pero sobre todo por ti nena. No la tomes a mal, Sofí es una dama, no
tenía idea y si no lo hubiera visto con sus propios ojos, y yo se lo hubiera asegurado como lo hice,
seguramente no creería que tengo una pareja.
Paty: Preferiría no tener que verla más.
Terry: Dale una oportunidad, Sofí es muy linda, estoy seguro que podrían ser buenas amigas.
Paty: ¡¡No!!, está pidiendo demasiado.
Terry: Vamos nena, ella no sabía que existías.
Paty: Porque usted no se lo dijo.
Terry: Porque no era el momento, pero ahora lo sabe y estoy seguro que se mantendrá al margen.
Hizo un gesto de dolor y reprimí mis objeciones, el corazón se me contraía cada vez que lo veía
sufrir, necesitaba descansar y esta conversación no estaba ayudando.
Paty: Después vemos eso, ahora descanse.
Asintió con los ojos cerrados y el ceño fruncido, llevó mis nudillos a sus labios y los besó.
Terry: ¿Te quedas?
Paty: No pensaba irme a ningún lado.
Más tarde, me encontraba arreglándome mientras maldecía y refunfuñaba… ¿¿¿Cómo había
logrado convencerme de ir a cenar con ellos??? Es que a ese hombre no le puedo negar nada y
menos cuando se pone todo lindo y juguetón.
Cuando bajé las escaleras, era increíble lo magnético de su mirada, una sensación cálida recorría
mi cuerpo al verlo esperarme de esa forma, su perfume me inundaba y yo caminaba entre estúpidas y
ridículas nubes esponjosas rosas, besó mi mano y me atrajo hacia él, atrapando mi boca,
seduciéndome, provocándome, dejándome sin aliento y con ganas de más. –Llenas mi mirada y todos
mis sentidos, eres ¡preciosa!–Cada vez que me halagaba de esa forma me dejaba muda, ¿Qué se
supone que se conteste a tan bellas palabras?
Paty: Gracias mi Sr.
Terry: Pensé que me llamarías por mi nombre.
Paty: Lo haré… de vez en cuando.
Lo tomé del brazo, Frankco le dio las llaves de uno de sus autos y nos dirigimos a alcanzar a los
chicos y a Sofí, mira que no aceptar el amor de Dereck cuando es tan lindo.
Llegamos a uno de los bares del Hotel Delux, pero no al de intercambio de pareja, esta vez el
plan era algo tranquilo. Ellos ya nos esperaban, Dereck, Carlo y Sofí, más tarde llegaría Dimitry.
Dereck y mi Sr. se saludaron como si nada hubiera pasado esta mañana, ¡¡Hombres!!
La conversación se centró en anécdotas de su tiempo en la universidad y de cómo Sofí les cuidó
en varias ocasiones la cruda a los tres. Cuando me levanté para ir al baño, Sofí se ofreció a
acompañarme, estaba a punto de decirle que no era necesario, pero mi Sr. me apretó la mano y me
dirigió una mirada que claramente interpreté, como “Ni se te ocurra”, así que para evitar una
discusión sonreí y asentí. Esta mujer sí que era alta, me sacaba al menos una cabeza y desprendía
elegancia por cada poro. Entré al sanitario y cuando salí a lavarme las manos.
Sofí: Lamento el malentendido de anoche no sabía que eras la pareja de Terry, él nunca había
tenido una.
Paty: Lo sé, no hay problema.
Era incómodo hablar con ella, hice el intento por salir de ahí pero estaba parada justo frente a mí.
Sofí: Yo conozco muy bien a Terry y nunca había visto que mirara a una mujer como te mira a ti.
Paty: Será porque me quiere.
Dije con toda la seguridad del mundo y alzando una ceja.
Sofí: Sí, te quiere, por eso quiero pedirte un favor.
¡¡Genial!! ¿Ahora con qué me va salir?
Sofí: Tenle mucha paciencia y si tú lo quieres tanto como él a ti, no le falles, no le mientas,
porque Terry no sabe perdonar.
Paty: ¿De dónde sacas que yo habría de fallarle?
Sofí: De ningún lado, solo que se ve tan feliz a tu lado que si algo malo llega a pasar entre
ustedes, no quiero ni imaginar cómo se pondría.
Paty: Y tu estarías encantada de venir a consolarlo, ¿No?
Sofí: ¿Qué?, no Paty, no te voy a negar que lo quiero y mucho, pero jamás haría nada para
interferir en su relación, además no tendría caso yo sé que Terry me quiere, pero como lo que soy y
he sido siempre su amiga, en cambio a ti te quiere como mujer.
Paty: Eso espero, porque no pienso permitírtelo.
Sofí: No soy una amenaza Paty, nadie lo es, Terry es tuyo, los ojos le brillan como zafiros recién
pulidos cuando te observa, su atención es completamente tuya, soñé por muchos años que me mirará
así, pero los sentimientos no se pueden forzar y estoy feliz de que haya encontrado a una mujer que lo
haga brillar de esa forma. Me gustaría que nos pudiéramos llevar bien, por mi parte, puedes contar
conmigo para lo que se te ofrezca.
La observé, no soy la típica buena y noble de la novela, aprendí a no confiar en la gente desde
hace mucho tiempo, pero tampoco podía decirle que se fuera a la mierda con sus buenas intenciones,
finalmente mi Sr. la apreciaba y además no vivía a la vuelta de la esquina.
Paty: Supongo que podemos llevarnos bien.
Me ofreció la mano y se la estreché, eso había sido raro, nunca me imaginé que un día tendría una
conversación de este tipo.
Regresamos a la mesa y abracé a mi Sr. era verdad su atención era toda mía. Un momento
después llegó Dimitry, bebimos y pedimos botanas, la conversación era divertida, amena y fluida.
Dimitry: Y la pelirroja, creí que la vería aquí.
Dereck: Tal vez la vea más tarde para despedirme.
Carlo: Dime que ya la agregaste a todas tus redes sociales y la volverás a ver, porque si no es así
de una vez te digo que yo quiero su número.
Dereck: Claro que la volveré a ver.
Sofí: Ya me dio curiosidad conocer a la pelirroja.
Mi Sr. me pidió una pastilla al oído y se la di por debajo de la mesa, antes de salir me aseguró
sentirse mejor, pero después de la pelea con Dereck había estado muy mal.
Carlo: Bueno y ¿Cuándo será la siguiente reunión?
Terry: En un par de meses Paty cumple años, no sé si quieran venir a felicitarla.
Carlo: No se diga más en un par de meses aquí estamos.
Dereck: Cuenten conmigo.
Terry: Nena ya tienes fiesta de cumpleaños.
Paty: Sí, eso veo.
Carlo: Invita a tus amigas y que se arme la “Party”.
Paty: En realidad yo no tengo muchas amigas.
Dimitry: Bueno si no tienes amigas yo consigo a las chicas.
Carlo: Como si yo necesitara que me consiguieras chicas.
Terry: Bueno alguna debes tener, invita a quien quieras y aquí organizamos algo.
Paty: ¿De verdad?
Terry: Claro nena, tú ya conoces a mis amigos, me gustaría conocer a los tuyos y que mejor
pretexto, diles que todo va por cuenta de la casa, si necesitan que mandemos el jet por ellos, no hay
problema.
Dereck: Ahora por quedar bien con sus amigos, ¿Nos vas a dejar a nosotros sin Jet? Noo
hermano.
Terry: Jamás haría algo así, mandaré por ustedes y después por ellos. (Dijo de forma sarcástica).
Reímos, la velada siguió de maravilla, Dereck observaba a Sofí con una mezcla de amor y
nostalgia, mientras ella se limitaba a sonreírle sin demasiado afán. Nos despedimos, los chicos que
saldrían temprano por la mañana y un poco más tarde Sofí también lo haría.
Abracé a todos con cariño, había aprendido a apreciarlos en tan poco tiempo.
Una vez en la habitación, mientras mi Sr. me ayudaba a desabrochar el zipper del vestido me
preguntó.
Terry: ¿Te gusta la idea de tu cumpleaños aquí con los amigos de ambos?
Paty: Sí, es una gran idea.
Terry: ¿Segura? Si quieres hacer alguna otra cosa podemos cambiar el plan, no quise forzarte a
que aceptaras, debí consultarlo contigo antes de comentárselo a los chicos.
Paty: No, de verdad me gusta la idea solo que tendremos que omitir lo del bar del Delux.
Terry: Claro, no te preocupes por eso, ¿Y a quién invitarás?
Paty: Solo tengo un par de amigos, Ángel y Alicia.
Terry: ¿Ángel?
Paty: Sí, Ángel, ¿Por?
Terry: Porque no mejor invitas a dos o tres amigas, para que le hagan compañía a los chicos.
Paty: Porque no tengo, ellos dos son mis amigos y pensé que había dicho que podía invitar a
quien yo quisiera.
Me abrazó y su mirada era dulce, pero no brillaba, seguramente el dolor había aumentado.
Terry: Claro que puedes invitar a quien quieras nena.
Paty: ¿Se siente bien?
Pregunte mientras acariciaba su pecho cerca del hombro lesionado.
Terry: Sí, pero conozco un lugar donde estaría mejor.
Su tono sensual y su sonrisa juguetona me lo decía todo.
Paty: ¿Qué lugar es ese mi Sr.?
Terry: Dentro de ti.
Esas palabras eróticas con su voz ronca, me hacían arder la sangre en milésimas de segundos,
dejo caer mi vestido, desabroché su camisa y besé su pecho, me tomó entre sus fuertes brazos y me
deposito en nuestro lecho, para amarnos, para adorarnos entre caricias, gemidos, sensaciones, saliva,
lujuria y besos.

CAPÍTULO IX
TERRY
e regreso a mi maldita rutina del vendaje, la pomada, el dolor, disimular… y a trabajar.
D Pobre Lía, parecía demonio de Tasmania en la oficina así que nos dedicamos a sacar los
pendientes el resto de la semana. Este cumpleaños había sido perfecto aún con la discusión
que tuve con Dereck, siempre hace falta un poco de adrenalina, ojalá Sofí le hubiera dado una
oportunidad, él la habría hecho muy feliz.
Llegó el fin de semana y como el anterior lo habíamos prolongado y yo había bebido más de lo
normal la verdad es que no me apetecía mucho salir y Paty estuvo de acuerdo.
Terry: Creo que es la primera vez que estás de acuerdo conmigo, sin provocar una discusión
anterior.
Paty: Eso no es verdad y bueno la idea de jacuzzi con música suave entre velas e inciensos es
demasiado tentadora, pero después de eso, palomitas y películas.
Terry: Tus deseos son órdenes hermosas.
Después de cenar algo ligero, me adelanté a la habitación la preparé con incienso, velas, un poco
de jazz.
Paty: Me gusta. (Suspiró).
Terry: Fue una semana ajetreada en la oficina ya necesitábamos un poco de intimidad.
Paty: Tenemos intimidad todas las noches mi Sr.
Terry: Estoy tratando de ser romántico nena.
Paty: Me encanta cuando es romántico.
Me senté frente al tocador, la tomé de la mano y la senté sobre mí regazo con las piernas abiertas,
el color de sus mejillas se intensificaba mientras me desabrochaba la camisa y yo acariciaba su
espalda, besé su cuello, –Me encanta tu olor a chocolate–. Su respiración se agitaba a cada beso y
cada caricia, me gustaba sentirla así, vibrante entre mis manos, deseosa de que la poseyera, si por mi
fuera la tomaba en este momento, pero había prometido una noche de jacuzzi así que tenía que
prolongar el placer.
La solté una vez que se deshizo del vendaje, yo hice lo propio con su blusa y con fuerza atraje sus
caderas a las mías, estaba duro y quería que me sintiera entre las piernas, ahogó un gemido, la puse
de pie para tomarla entre mis brazos y la llevé al cuarto de baño una vez ahí terminé de desvestirme
mientras su mirada lasciva me excitaba aún más. Entré al jacuzzi y me acomodé en él, para
contemplar el delicioso espectáculo que mi hermosa chica me ofrecía al desnudarse lentamente frente
a mí, es perfecta, hermosa y sensual. Una vez desnuda la ayudé a entrar al jacuzzi y se sentó entre mis
piernas dándome la espalda, solté su cabello de la coleta que lo mantenía atado, –Lo prefiero
suelto–. Le dije al oído, la sentí estremecerse, –El agua está deliciosa.– Tomé una esponja y froté
sus hombros, –Tú estás deliciosa nena. –
Froté lentamente y con delicadeza cada parte de su cuerpo, besaba su nuca, escuchaba sus
gemidos de placer y pegaba su trasero a mi entrepierna que palpitaba por la necesidad de sentirse
sumergido en ella.
Atrapé su boca y me perdí en ella, una mano pellizcaba sus duros y erectos pezones y la otra se
deleitaba acariciando ese punto lleno de terminaciones nerviosas que la hacían agitar con un
placentero movimiento las caderas, apretaba mis muslos con sus manos, jadeaba, sus caderas poco a
poco aumentaban el ritmo, podía hacerla llegar al éxtasis del placer así, pero quería escucharla. –¿Te
hago terminar así o quieres sentirme dentro nena?– Abrió sus maravillosos ojos verdes y entre jadeos
–Quiero sentirlo dentro mi Sr.–
Dejé de estimularla y la giré, tomé mi miembro para dirigirlo a su interior, pero ella colocó su
mano sobre la mía, fijando su mirada en mis ojos, quité mi mano y pude sentir el calor de la suya
aprisionándome, mis caderas se movieron instintivamente, cerré los ojos, dejé caer la cabeza hacia
atrás y por primera vez disfruté de sus caricias, de su delicada mano dándome placer, noté que no se
movía, abrí los ojos, erguí la espalda, la abracé y la levanté un poco para que se sentara sobre mí,
ella me dirigió al lugar correctos dejándose caer lenta y tortuosamente, sin prisas, disfrutando
centímetro a centímetro de nuestra unión, cuando llegó al final empujé y el choque de nuestros
cuerpos me provocó descargas de placer, de intimidad, de lujuria, recargué la espalda sobre el
jacuzzi hice gala de todo mi autocontrol y dejé que ella guiara el ritmo por completo, mientras yo
acariciaba sus muslos, su cintura y suculentos senos –Vaya que eres hermosa. – Su largo cabello
enmarcaba sus delicadas facciones que entre gemidos me dejaban saber lo mucho que estaba
disfrutando, echó la espalda hacia atrás y apoyó las manos sobre mis piernas, la inclinación que su
cuerpo provocaba, aumentaba el roce y el placer, el agua se agitaba con nuestros movimientos, llevé
el pulgar a su centro para estimular aún más su vaivén de caderas que se aceleraba más a cada
segundo, mi sangre hervía, su garganta emitió esa nota que me hacía saber que estaba cerca de
explotar, me erguí, la abrace con fuerza, mi excitación era tanta que era imposible contener los
movimientos de mis caderas, –Sigue nena, voy a llegar contigo–. El agua se salía del Jacuzzi,
nuestros jadeos retumbaban en el cuarto de baño, sentí la presión alrededor de mi miembro, tras un
par de embestidas más me derramé en su interior, mientras sus contracciones aumentaban el huracán
de placer que se extendía por todo mi cuerpo.
Con las manos guiaba sus caderas con lentos movimientos, nuestras respiraciones se
desaceleraban y yo disfrutaba a toda plenitud de su belleza, de sus facciones relajadas y extasiadas
después de alcanzar el punto más alto. –Te quiero nena, te quiero. –
Después de nuestra sesión de Jacuzzi intentamos ver una película de acción que no pude terminar
de ver por las ganas de probar su sabor, así que le hice el amor nuevamente, intentamos seguir viendo
la película, pero al intentar hacer un movimiento sentí como si se me desgarrara el hombro, me tomó
por sorpresa, Paty lo notó y me ofreció una pastilla –No es necesario, tu eres mi medicina–. La
abracé contra mi pecho y mi hermosa chica se quedó dormida. Definitivamente la televisión no es
para nosotros.
El fin de semana transcurrió excelente, teatro, salsa, tragos, pasión, playa, caballos, mi chica y lo
mejor, sin discusiones.
En el transcurso de la semana no se aguantó más y finalmente preguntó por el pasado entre de
Dereck y Sofí. Esa era una historia complicada, además de que no era mía por lo que no me parecía
correcto hablar de ella.
Terry: No hay mucho que decir nena.
Paty: Pero ¿Qué pasó con ellos? ¿Dereck le dijo que la quería? ¿Ella nunca le dio una
oportunidad?
Terry: Nena, no me corresponde hablar de terceros, lo que te puedo decir, es que fue complicado,
incómodo, ambos son mis amigos y fue difícil lidiar con eso, algunas ocasiones discutí con Dereck
por Sofí, pero supongo que nuestra amistad fue más fuerte.
Paty: Pero Sofí sabe ¿Que él la quiere? ¿Verdad?
Terry: Sofí es una mujer inteligente, en varias ocasiones creí que terminaría perdiendo a alguno
de los dos, pero como ves, seguimos siendo amigos.
Paty: ¿Por quién se habría decidido, si hubiera tenido que elegir?
Terry: No habría podido elegir a uno.
Paty: Pero si hubiera tenido que hacerlo.
Terry: No lo sé, creo que habría preferido irme, alejarme de los dos a tener que elegir a uno
solo.
Paty: ¿De verdad?
Terry: Sí, llegué a pensarlo, cuando estaba… Tranquilo, pero afortunadamente no fue necesario.
Paty: ¿¿Tranquilo??
Terry: En ese tiempo, entrenaba como loco, el dolor no era tan intenso, buscaba el combate.
Después de eso venía el dolor y era Sofí quien siempre estaba ahí cuando eso pasaba, y una vez que
estaba bien, me iba de fiesta con los chicos, y en las fiestas me volvía a pelear con cualquier
pretexto… Al menos los dos primeros años de la universidad fueron así, no prestaba demasiada
atención a los sentimientos de los demás, estaba cegado por la ira. Cuando finalmente me percaté de
lo que estaba pasando entre ellos, fue muy incómodo, pero los tres en un acuerdo silencioso,
llevamos las cosas de la mejor manera. Cuando Dereck no podía más con lo que sentía nos
agarramos a golpes, pero nunca pasó a mayores.
Paty: ¿Por qué estaba enojado?
Terry: No podía sentir nada más.
Paty: No me va decir ¿Qué lo provocó?
Sus ojos llenos de interrogantes se clavaron en los míos esperando respuestas, respuestas que yo
no quería compartir, no podía.
La atraje hacia mí, pegué mi frente a la suya.
Terry: Es complicado nena.
Paty: ¿Tiene qué ver con sus pesadillas?
Su comentario me sorprendió y me despegué de ella.
Terry: ¿He vuelto a hablar dormido?
Paty: Un par de ocasiones, pero se ha tranquilizado después de un rato y ha seguido durmiendo.
Volví a abrazarla.
Terry: Soy un tipo complicado de día y ahora no te dejo descansar por las noches.
Paty: No diga eso (Dijo acomodando un mechón de cabello que tenía en la frente) Yo solo quiero
que usted esté bien.
Terry: Sabes que podrías estar con el tipo que quisieras. Eres una mujer maravillosa, inteligente,
tierna, hermosa.
Me regalo esa sonrisa llena de seguridad que hacía que mi Paraíso se iluminara.
Paty: Sí, lo sé… Pero yo solo quiero estar con usted.
Terry: Te has vuelto muy modesta a mi lado (Dije con sarcasmo). Algo bueno debí haber hecho en
mi otra vida y el universo me lo está recompensando contigo… En cambio tú, debiste haber hecho
algo muy malo.
Ambos sonreímos.
Marzo pasó de la mejor manera, claro, no podía faltar mi maldita rutina con el dolor que no
cesaba, pero a pesar de eso, lo disfrutamos ejercitándonos, yendo a montar a caballo, visitando a
homero, entre otras actividades. Las cosas en la oficina controladas. Le enseñé a Paty la buena
pronunciación del francés entre sus piernas, aunque no estoy muy seguro de que me haya puesto
demasiada atención en las lecciones. Recuerdo que una bella vedet francesa me hizo repetir un sinfín
de ocasiones la misma lección, en la misma posición, cuando tenía unos 17 años, desde entonces mi
acento francés, es insuperable y sin duda las chicas me lo han agradecido desde entonces. Los chicos
con sus tonterías y locuras de siempre, al parecer Dereck seguía viendo a la pelirroja, el Doc había
estado comiendo con nosotros los Domingos y yo cada día me sentía más hipnotizado por mi hermosa
chica, el sonido de su risa, sus hermosos ojos aceituna, su dulzura y sensualidad me desarmaban cada
día más.
Faltaba solo semana y media para su cumpleaños pensaba, mientras ella me colocaba la pomada
después de una tarde agitada al ritmo de salsa de “Sábado por la noche”.
Terry: ¿Ya le avisaste a tus amigos que están invitados para tu cumpleaños? Ya falta poco y los
chicos están más que apuntados.
Paty: Sí, hablé con ellos en la tarde.
Terry: Bien, que te digan que día y a qué hora quieren el Jet, allá.
Paty: Muchas gracias mi Sr.
Terry: No tienes nada que agradecer hermosa, ahora ven acá, necesito mi medicina.
La tomé de la mano y la senté en mi regazo para besar su cuello y acariciar su espalda, pero no
estaba del todo relajada, le pregunté al oído qué pasaba y solo negó con la cabeza, la seguí
seduciendo, pero no terminaba de sentirla del todo cómoda, aunque comenzaba a vibrar en mis
manos. Hice memoria rápidamente y no tenía el período, no habíamos discutido, nos habíamos
divertido en el Delux o tal vez algo la había molestado y no me di cuenta, dejé de besarla y centré mi
mirada en la suya.
Terry: Vamos nena, dime ¿Qué pasa?
Paty: Nada, solo estoy cansada.
Hizo el intento de besarme, pero fui yo el que con sutileza se apartó.
Terry: No, no lo estás, tu cuerpo está conmigo y disfrutando, puedo sentirlo, pero tu mente…
Dime que está pasando por esa loca cabecita, ¿Te preocupa algo?
Paty: Es que… Tiene semanas repitiendo algo, y no deja de darme vueltas en la cabeza.
Terry: ¿Qué cosa?
Paty: Qué soy su medicina.
Terry: Ajá, ¿Y?
Paty: ¿Usted se acuesta conmigo, solo para aliviar su dolor?
Me congelé al escuchar sus palabras, su mirada reflejaba vergüenza y esperaba una respuesta.
Pero ¿Cómo demonios podía preguntarme algo así? ¿Qué había hecho mal con ella? Creí que todo
iba bien, había estado controlando mi carácter, le demostraba en cada momento lo mucho que la
quería o al menos eso intentaba, siempre he sabido tratar a una dama, soy un maldito genio al
momento de hacerlas sentir de la realeza, soy experto en llevarlas al clímax, pero al parecer no tengo
la menor idea de cómo demostrarle que la quiero.
Acaricié su mejilla y cerré los ojos confundido.
Terry: Me equivoqué.
Paty: ¿Qué?
Me puse de pie lentamente, le di un beso en la frente –Descansa–. Salí de la habitación,
dirigiéndome al jardín, al llegar me recargué en el quiosco a contemplar la plateada luna reflejada en
el mar.
En mi cabeza se repetían sus palabras una y otra y otra vez, “¿Se acuesta conmigo, solo para
aliviar su dolor?”. Cómo demonios podía preguntarme algo así, tal vez no he sabido demostrarle
cuanto la quiero, tal vez soy incapaz de hacerlo. Cada noche me he deshecho en caricias, en mimos,
creí que teníamos una conexión más allá de lo carnal ¿Y me pregunta eso?
Tenía una sensación en el pecho que no recordaba haber sentido antes, pesaba, dolía, dolía que
no reconociera lo mucho que la quería, que creyera que la estaba utilizando, como si fuera una
muñeca inflable. Nunca lo he hecho, ni siquiera cuando me he llevado a la cama a una desconocida,
mi prioridad siempre ha sido deleitarlas, y ella ha sido la más…
Paty: Sr…
Inmiscuido en mis pensamientos no la había escuchado salir, estaba a unos pasos tras de mí, no
giré para verla, no tenía claro que decirle, ni que sentía, no estaba molesto, ella no tenía la culpa de
que yo no supiera demostrarle mi cariño o tal vez si lo estaba, porque se lo demostré de todas las
formas posibles y aún así, ella no lo vio, no lo sabía. El dolor en el hombro aumentaba al igual que la
opresión en el pecho, en el alma, lo único que he conocido por años es dolor, dolor y rabia.
Paty: Sr…
Terry: Sube a dormir Paty.
Paty: Pero…
Terry: Es una Or-den.
Traté de no levantar la voz, lo dije lo más sereno y tranquilo que pude, escuché sus pasos
alejarse… Seguí contemplando mi Paraíso, ese que ella había iluminado con su llegada, con su
sonrisa, te quiero tanto y soy incapaz de demostrártelo, ¿Cómo vas a quedarte al lado de un tipo
enfermo que ni siquiera sabe demostrarte su cariño?
No sé cuánto tiempo estuve ahí, divagando, recordando desde que salió de detrás de la espalda
del Doc vestida con tenis, la primera vez que vi sus bien torneadas piernas, la primera noche que
caminamos junto al mar, lo nerviosa que estaba la primera vez que fue al teatro, la primera vez que
bailamos, sus pinturas, la semana que pasamos juntos en el D.F., los museos que visitamos, la ópera,
los besos que me consumían por dentro, mis manos que ardían por tocar su piel y tenían que
contenerse a pesar de saber cuánto me deseaba, la maldita tormenta que nos llevó a pasar la noche en
la isla, cuando me confesó que aquel hijo de puta la había atacado, la noche que me dio el privilegio
de hacerla mi mujer, la pelea que tuve con el Doc por ella, la noche de año nuevo. Me he desvivido
por ella, ¡No es posible que no se dé cuenta!… Me sujetaba el hombro y no me había percatado de
eso, dolía, dolía demasiado, necesitaba con urgencia mi medicamento. Di media vuelta para
encontrarme con Toretto que estaba echado a unos pasos atrás de mí, tampoco me percaté de cuando
llegó, se puso de pie al verme caminar, le di unas palmadas en la cabeza –Ve a descansar, mañana
iremos a correr–.
Cuando estaba ante la puerta de la habitación me tomé un momento antes de entrar, espero que ya este
durmiendo. Estoy muy adolorido y aún no tengo claro que sentimiento me ha provocado su
comentario.
La habitación estaba a oscuras, ella se encontraba acostada, parecía dormir. Me acerqué a mi
buro y tomé una pastilla, cerrando los ojos eché la cabeza hacia atrás, era de esos momentos en que
deseaba que la pastilla fuera mágica e hiciera efecto en segundos, pero debía esperar, me senté con
cuidado en la cama para no despertarla, sin éxito, comenzó a moverse y se recargó en la cabecera
mientras yo me recostaba tratando de no provocarme más dolor.
Paty: Sr…
Terry: Duerme Paty.
Paty: Por Favor.
Terry: Ahora no, duerme.
No contestó simplemente se acomodó entre las sábanas boca abajo justo a mi lado pero sin llegar
a tocarme, su presencia era cálida y al mismo tiempo sentía una barrera fría entre nosotros, mi
hermosa Paty estaba ahí, quería tocarla, la necesitaba, pero no debía, no después de lo que me había
dicho.
A la mañana siguiente había salido a correr antes de que ella despertara, cuando regresé a darme
una ducha, estaba sentada en la cama.
Paty: Fue a correr, me hubiera despertado para ponerle el vendaje.
Terry: No era necesario.
Se levantó de un salto de la cama, me dirigí al cuarto de baño.
Paty: Sí, lo era, ¿Podemos hablar ahora?
Terry: No.
Me metí bajo la regadera, el dolor aumentaba a intervalos, había dormido no sé cuánto tiempo,
pero no fue mucho y no descansé lo suficiente, por otro lado tenía razón, sí necesitaba el maldito
vendaje, intente relajarme sin éxito, era imposible, sabía que me estaba esperando afuera y lo que
menos necesitaba ahora era una discusión.
Cuando salí, estaba sentada frente al tocador, con un short pequeñito morado y una blusa de
tirantes a juego, simplemente hermosa…
Paty: ¿Me deja ponerle la pomada al menos?
Lo necesitaba, me acerqué y tomé asiento en su lugar, comenzó a frotar la pomada, era refrescante
sentirla, evité su mirada frente al espejo, cuando terminó me puse de pie y tomé una pastilla del buro,
me observaba atentamente; sentía su mirada penetrante sobre mi. Me recosté con cuidado, se acercó y
se sentó a mi lado en la cama.
Paty: ¿Podemos hablar ahora?
Terry: No.
Paty: ¿Por qué no?
Terry: Porque necesito descansar y no quiero discutir.
Paty: Yo tampoco quiero discutir y lo necesito a usted.
Me senté en un solo movimiento provocándome una fuerte punzada en el hombro, lo sujeté, su
comentario me había encendido la sangre.
Terry: ¿¿Me necesitas?? ¿¡A mí!? Al tipo que ha tratado por todos los medios de demostrarte
cuanto te quiere y aún así te has sentido utilizada todo este tiempo.
Paty: ¿Qué? No Sr. yo…
Terry: Mira Paty, aún no tengo claro si yo no he sabido demostrártelo o tú no has sido capaz de
verlo, pero hablar en este momento es una de tus peores ideas, ¡Así que déjame descansar que el
maldito hombro me está matando!
Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero mi rabia y dolor nublaban la ternura que esto en otro
momento me hubiera provocado. Vi como una lágrima rodó por su mejilla mientras se levantaba,
salió de la habitación con paso lento, yo volví a recostarme, esperando que la maldita pastilla hiciera
efecto.

CAPÍTULO X
PATY
i Sr… Bajé las escaleras con un nudo en la garganta, ahogando las ganas de llorar.
M Entré a la cocina para desayunar algo de forma automática, en realidad no tenía apetito y en
la frente debí tener grabado “Problemas” por qué Adele en cuanto me vio entrar me
preguntó qué había pasado, –Una tontería, un mal entendido que seguro arreglamos más tarde, ahora
no se siente bien–. Realmente esperaba que fuera así.
Después de desayunar me encerré en el despacho para estudiar Francés, mi celular sonó con la
alarma de la comida. A estas alturas mi celular estaba lleno de alarmas para que no se me olvidaran
los horarios de mi Sr. y así evitarme problemas con él. Realmente había funcionado. Salí del
despacho y el Sr. junto con el Dr. Tarson estaban tomando una copa en la sala, ambos se veían muy
animados conversando, me acerqué a saludar y pasamos a la mesa.
Dr.: ¿Problemas en el Paraíso?
Terry: No, ninguno.
Dr.: ¿Por qué esas caras entonces? ¿Qué le hiciste a mi niña Terry?
El Sr. me obsequió una fugaz mirada, iba a responder, pero me le adelante.
Paty: El Sr. no me ha hecho nada todo está bien entre nosotros ¿Cierto?
Dije colocando mi mano sobre la suya en la mesa, observó por un instante mi mano acariciándolo
–Cierto.– Asintió.
Comimos los manjares que había preparado Adele, Lomo de cerdo en salsa agridulce con un puré
de coliflor delicioso.
Paty: ¡¡De Teta y Nalga!!
Al Dr. Tarson le hizo gracia mi expresión, el Sr. simplemente me ignoró.
Dr.: ¿Qué harás para tu cumpleaños?
Paty: Al parecer vendrán Ángel, Alicia y los amigos del Sr.
Dr.: Conclusión, se emborracharán.
Paty: No lo ponga de esa manera que se escucha muy feo, además Ángel y Alicia no beben tanto,
solo celebraremos entre amigos.
El Sr. se encontraba muy callado con la mirada perdida en un punto de su copa.
Dr.: ¿Te encuentras bien Terry?
Asintió.
Terry: Sí, tengo algunos pendientes que resolver, se queda en su casa Doc. con permiso.
Se levantó sin esperar a que respondiéramos y se dirigió al despacho.
Dr.: ¿El hombro? O ¿tú?
Paty: Tuvimos un pequeño malentendido, pero se resolverá.
Me repitió lo mismo que todos decían siempre, “Tenle paciencia” pero era yo la que se había
equivocado esta vez o no me dio tiempo a explicarme, me dejó sin darme la oportunidad de más y no
ha querido hablar conmigo.
Salió ya tarde del despacho, no me había pedido ninguna pastilla para el dolor y eso me
preocupaba, lo vi subir las escaleras a paso lento, esto no podía seguir así, subí atrás de él. Se
quitaba la camisa frente al tocador, me acerqué y me hice cargo desabotonarla, no dijo nada, solo me
observaba con sus facciones serias y el ceño fruncido, me intimidaba, pero el aroma de su piel
desnuda me incitaban a besar esos duros pectorales, me resistí, no tenía idea de cuál sería su
reacción y no quería llevarme un desaire de su parte. Me ordenó que le diera una pastilla y le
colocara la pomada, obedecí, seguramente el dolor era intenso.
Se recostó solo con los boxers puestos, era un deleite observarlo entrar a la cama, a nuestra
cama, después de ponerme la pijama lo seguí y me recosté a su lado.
Paty: ¿Podemos hablar ahora?
Terry: No.
Paty: Vamos, ¿No le parece esto infantil?
La mandíbula le tembló por lo fuerte que la apretaba, su ceño fruncido y su mirada fulminante me
lo dijeron todo.
Apagó la tenue luz que había con un par de aplausos, sin dirigirme una sola palabra.
En medio de la oscuridad escuché balbuceos y su respiración agitada, me incorporé en la cama,
encendí la lámpara a su lado, “¡Ya no!, ¡ya no!... Llévame contigo, no me dejes”. Son las palabras
que alcancé a entender, se le veía angustiado, desesperado, me dolía verlo así. Lo llamé muy
despacio para no asustarlo pero no despertaba, acaricié su rostro y lo llamé en un tono más fuerte,
abrió de golpe sus angustiados ojos turquesa, –Tranquilo, está bien solo fue una pesadilla–. Su
respiración seguía agitada, parpadeo un par de veces, cerró los ojos con fuerza, tomó mi mano que
tenía en su mejilla y la besó.
Terry: No quería despertarte.
Paty: Está bien, no importa.
Terry: ¿Qué fue lo que dije?
Preguntó atormentado, quería saber qué era eso que no lo dejaba descansar por las noches, pero
no deseaba angustiarlo más.
Paty: Nada o al menos no entendí lo que decía.
Mentí, su semblante se relajó un poco, pero se oprimió el hombro.
Terry: Vuelve a dormir.
Giró el rostro hacia la lámpara del buro, iba a apagarla pero me le adelante a hacerlo, no quería
que se lastimara más.
Esperé en la oscuridad un abrazo, algún tipo de acercamiento, una caricia, pero no llegó, solo
alcance a escuchar un leve quejido, un estremecimiento. Tenía mucho dolor y me mataba no poder
ayudarlo, su sufrimiento era el mío.
El Lunes en la oficina, no fue nada bien, las horas se me hicieron eternas, prácticamente no me
dirigió la palabra, ni siquiera me volteaba a ver y el resto del día siguió igual. Se veía cansado,
podía adivinar que no había dormido nada anoche, pero aún así entrenó, guardé la esperanza de que
esta noche fuera diferente, pero no fue así.
Intenté hablar con él dos o tres ocasiones más, pero fue inútil, su negativa era rotunda. Conforme
pasaban los días, lo notaba más cansado y adolorido.
El Jueves por la noche al quitarle la camisa, mi piel ardía y dolía por la falta de su contacto, lo
deseaba, mis labios extrañaban su néctar, besé su pecho, acaricié sus abdominales, pero no
respondió. Se alejó un paso hacia atrás y sus ojos azul profundo recorrieron mi cuerpo
transmitiéndome calor. Se acercó nuevamente, quedándose de pie a un lado mío, aspiró
profundamente y salió de la habitación.
Me quedé sola en esa fría habitación que sin él era demasiado amplia, me metí entre las sábanas
esperando su regreso, pero no llegó. Me quedé dormida, cuando abrí los ojos y vi el reloj eran las
3:00 de la mañana, su lado de la cama estaba vacío, frio, no había regresado. Me puse la bata para
salir a buscarlo, en la planta alta no estaba, bajé al despacho, el gimnasio y la cocina, por supuesto
terminé encontrándolo en el quiosco del jardín, contemplando la hermosa postal que la Riviera Maya
nos regalaba. Me acerqué lentamente, me detuve unos pasos antes de que él se volviera para verme.
Terry: Deberías estar durmiendo.
Paty: Y usted debería estar a mi lado.
Se tomó un momento para contestar.
Terry: Sube, no tardo.
Paty: Yo sé que me quiere, pero las últimas semanas me había estado repitiendo que soy su
medicina antes de llevarme a la cama, me hacía sentir como si sólo se acostara conmigo para aliviar
su dolor y no porque en realidad me deseara a mí. Al final del día, si no se acuesta conmigo, lo hace
con cualquiera.
Terry: Jamás te he utilizado para aliviar mi dolor y nunca pretendí hacerte sentir de esa manera,
es verdad que el dolor prácticamente desaparece cuando estoy excitado, pero lo nuestro es diferente,
creí habértelo demostrado.
Seguía sin voltear a verme, así que me acerqué y acaricié su espalda.
Paty: Lo sé, lo lamento y lo extraño.
Besé su espalda, arañé con delicadeza sus costados, deslicé su piel entre mis dientes, mientras su
respiración se profundizaba.
Terry: ¿Me deseas?
Paty: Lo deseo mi Sr.
Giró, me tomó por las mejillas y se apoderó de mi boca dejándome sin aliento, me hizo caminar
hacia atrás hasta que mi espalda se pegó a uno de los muros del quiosco, sus manos recorrieron mis
hombros, bajaron por mis senos con desesperación, a mi cintura y caderas, mientras besaba con
maestría mi cuello, mi sangre hervía, mi piel vibraba de deseo y mi interior se deshacía por sentirlo
dentro.
Levantó una de mis piernas y pegó su cuerpo al mío, haciéndome sentir su hombría, su dura
excitación, abrió mi bata, bajó mi blusa y mis senos quedaron al descubierto, lleno su mirada con la
imagen y después los llevó a la boca succionándolos con fuerza, mordisqueándolos con suavidad,
podía escuchar su respiración agitada, desesperado por poseerme. –¿Sr. aquí?–... Alcancé a decir
entre jadeos, –Nadie nos ve, jamás te expondría y no puedo esperar más, ¡Te necesito!–.
Metió su mano entre mis piernas, eché la cabeza hacia atrás disfrutando de sus diestros dedos
acariciándome, provocándome vibraciones de placer, esas que mi cuerpo tanto necesitaba, su ronca
voz me dijo al oído -Estás muy húmeda, ¿Me deseas hermosa?-. –Sí, sí, lo deseo–. Bajó el short de
mi pijama, se deshizo de su pantalón, me cargó haciendo que envolviera sus caderas con mis piernas
y apretando la mandíbula y mirándome fijamente a los ojos, separó mis pliegues con su miembro,
penetrándome lentamente, gemí de placer sin importarme si alguien podría oírme. Habían pasado 5
largos días desde que mi piel no sentía sus caricias, su pasión. Amaba a este hombre con todos sus
defectos, con cada poro de mi piel y la luna, el viento y el mar estaban siendo testigos de este amor,
de esta necesidad imperiosa por tenerlo dentro de mí; enrede mis dedos entre sus sedosos mechones
de cabello, gimiendo con cada choque de nuestros cuerpos, sintiéndolo en lo profundo de mi interior,
deseándolo más y más cada vez; me aferré a su espalda y cada célula de mi cuerpo necesitando
explotar, -¿¡Estás cerca nena!?-. –Sí, sí– . Sus embestidas se aceleraban y mis caderas cobraron
vida propia, mis músculos se tensaron –¡Mójame hermosa, mójame!–. Y esas palabras mágicas
llenas de lujuria me hicieron perder cualquier ápice de razón, llegué al éxtasis entre gemidos y
convulsiones, sus brazos fuertes se aferraban a mi cuerpo. –¡Te quiero nena!–. Esperó a que mi
respiración se acompasara un poco, salió de mi y me depositó con cuidado en el suelo, lo atraje
hacia mí y uní mis labios a los suyos enrojecidos por la pasión, en un largo y profundo beso. Apretó
la mandíbula con fuerza y aspiró profundamente.
Paty: Pensé que me necesitaba con urgencia y se va a esperar hasta la habitación.
Terry: Te necesito, siempre lo hago y no vamos a seguir en la habitación, a menos que tú lo
quieras de nuevo.
Paty: A qué se refiere, no terminó ¿O No lo sentí?
Se agachó para recoger mi short, estaba de rodillas frente a mí colocándomelo.
Terry: No me sentiste porque no lo hice y no lo voy hacer, hasta que tengas claro que estoy
contigo por tí, no por mí.
¿Lo estaba diciendo en serio? Se levantó y comenzó a colocarse el pantalón.
Paty: Eso es absurdo, ya le dije que…
Terry: No lo es, no pensaba tocarte, pero yo nací para adorarte, me deseabas y cada vez que lo
quieras me tendrás, no puedo negarme a complacerte, pero no me derramaré en ti, hasta que no tengas
dudas, de que tú eres lo más importante.
Paty: Yo lo sé.
Acarició mi mejilla.
Terry: Si lo supieras, no habrías dudado de mí.
No me dejó hablar más, subimos a la habitación, moría de sueño, nos metimos entre las sábanas y
me acurruqué en su pecho, extrañaba esa sensación de protección bajo su brazo, besó mi frente, –
Descansa hermosa–.
La mañana siguiente mi Sr. estaba de mejor humor, pero aún se notaba el dolor que se esforzaba
por ocultar, me partía el alma verlo así y peor aún no poder hacer nada para ayudarlo, si al menos
aceptara la operación…
Después de su entrenamiento de la tarde lo veía peor, con el ceño fruncido, los músculos tensos,
solicitándome un par de pastillas más para el dolor.
Terry: ¿A dónde quieres ir esta noche?
Paty: ¿Por qué no nos quedamos a ver películas con palomitas?
Terry: ¿No quieres salir?
Paty: Preferiría quedarme.
Su actitud hacia mí, había regresado a hacer la misma de siempre, pero no me tocaba. El sábado
por la noche habíamos ido al bar del Delux, con Dimitry y Nois una abogada muy agradable, la
primera que le conocía con cerebro, al parecer salían juntos a menudo, pero su relación era abierta,
se notaba lo bien que se la pasaban juntos. Cuando la noche comenzó a calentarse entre ellos, supuse
que mi Sr. no podría resistirse y llegaríamos directo a hacer el amor como las anteriores ocasiones
en las que habíamos ido ahí, pero no fue así. Mi piel lo extrañaba demasiado, el domingo por la
noche y después de darle un masaje en la espalda, no me resistí más a esa bien trabajada espalda y
comencé a besarlo, su cuerpo reaccionó al instante y sin más comenzó a besarme, a acariciar cada
centímetro de piel y me hizo el amor pero una vez más no terminó, aunque le pedí que lo hiciera, se
limitó a complacerme.
Miércoles, hoy llegaban Ángel y Alicia. Mañana es mi cumple años y tenía muchas ganas de
verlos. Arriban a las 2:00 de la tarde así que Jesse sería el encargado de recogerlos en el aeropuerto.
Nosotros ya los estábamos esperando en casa.
Terry: ¿Contenta?
Paty: Sí, ya quiero verlos, muchas gracias.
Terry: No tienes nada que agradecer nena, me encanta verte feliz.
Estábamos tomándonos una cerveza en la sala mientras los esperábamos, ya los había puesto al
tanto de mi relación con el Sr. y de lo egocéntrico que podía ser en ocasiones, pero estaba tranquila,
seguramente se llevará tan bien con ellos como yo lo he hecho con sus amigos. Adele por supuesto ya
les tenía preparada su famosa mariscada.
Frankco se acercó para avisar que estaban entrando en el Paraíso. Que emoción tener nuevamente
a mis amigos cerca, se quedarán una semana, Alicia seguía sin trabajo y Ángel había logrado que le
dieran vacaciones en el hospital privado donde estaba trabajando.
Abrieron la puerta de la entrada y la primera en cruzarla fue Alicia, me lancé a abrazarla, estaba
lindísima con un short de mezclilla, sandalias y una blusa de Star Wars, SI, soy de ese mínimo
porcentaje de la población que no ha visto una sola película de esas y no creo que eso vaya a
cambiar. Llevaba su larga, manejable y negra cabellera suelta, tan diferente a la mía nunca podía
controlar. Atrás de ella apareció Ángel, tan guapo como siempre, alto, fuerte, por los entrenamientos
de fútbol americano, con el cabello negro y corto, meticulosamente peinado, un perfecto bronceado y
esa enorme y blanca sonrisa, nos abrazamos y me levantó del suelo. Estaba feliz, sentía como si
hubieran pasado años desde la última vez que los vi.
Después del largo abrazo Ángel finalmente me dejó en el suelo.
Paty: Miren les presento a él Sr. Terry Grandchester.
Cuando giré a verlo tenía el ceño fruncido, la mandíbula y los puños apretados, debía sentirse
mal, pero estaba disimulando lo mejor posible.
Tan caballeroso como siempre besó la mano de Alicia –Un placer Alicia, siéntete como en tu
casa–. Saludó a Ángel. –Mucho gusto–.
Alicia: Muchas gracias por mandar por nosotros.
Terry: No hay nada que agradecer, pero pasen ¿Qué les ofrezco de beber?
Me abrazo por la cintura y pasamos a la sala.

TERRY
¿Por qué demonios Paty permite que este imbécil la abrace de esa forma?, me arde la sangre de
ver a mi chica en brazos de otro, además ¿No se supone que no dejaba que nadie la tocará?
Traté de ser lo más cordial y amable posible, pensé las cosas fríamente, el sujeto acababa de
llegar, es el único amigo de Paty, mañana es su cumpleaños y no le iba a romper la cara, no al menos
en este momento.
Ya en la sala Frankco les preparó un par de clamatos.
Alicia: El Paraíso es impresionante.
Ángel: Sí es muy bonito el lugar.
Terry: Bueno, la Riviera Maya es hermosa por sí sola, solo le metí un poco de infraestructura,
¿Ya habían estado aquí antes?
Ángel: No, es la primera vez que venimos.
Alicia: Sí, yo ya tenía muchas ganas de conocer y más con todas las fotos que nos ha mandado
Paty del lugar.
Terry: Bueno el Paraíso tiene de todo, playa, albercas, deportes, tiendas, shows acuáticos,
zoológico, paseo a caballos, bares, restaurantes, antros, en fin, todo lo que necesitan para pasar unas
excelentes y completas vacaciones.
Paty: Sí el lugar es precioso, mi Sr. se ha encargado de que así sea.
Ángel: ¿Mi Sr?
Preguntó en un tono burlón ¿Qué se creía este imbécil? solo un pretexto necesitaba para partirle
la cara y estaba pidiendo a gritos que me lo diera.
Terry: Sí, su Sr. ¿Algún problema?
Su sonrisa estúpida desapareció.
Ángel: No, es solo que…
Paty: Así es como lo llamo de cariño, Mi Sr. ya que todo mundo por aquí le llama así, El Sr. o El
Sr. del Paraíso.
Alicia: Nos comentó Paty que es Inglés, la vida allá debe ser muy diferente, ¿Cómo es que
terminó aquí en México?
Preguntó Alicia, tratando claramente de cambiar el tema, relaje el gesto y le agradecí con una
sonrisa.
Terry: Cuando conocí el lugar me encantó, como le comenté a Paty, he estado en varios lugares
del mundo, pero ninguno es tan mágico y perfecto para vivir como la Riviera Maya.
Ángel no le quitaba la vista de encima a mi chica, la recorría de pies a cabeza, no solo la veía, la
observaba, justo como Dereck se derretía frente a Sofí. La plática se centró por un momento en el
tatuaje de Paty, si llegaba a tocarle la pierna, así como lo mandé a traer lo iba a mandar de regreso
pero con un par de costillas rotas.
Una vez que terminamos la bebida pasamos a la mesa, Toretto por supuesto nos acompañó. Nos
deleitamos con una exquisita ensalada de mariscos, los aguachiles que tanto me gustaban y unos
pulpos en su tinta. De postre tarta de manzana con helado de capuchino, ¿Que más se podía pedir?
Al terminar de comer Paty insistió en que sus amigos vieran la vista que ofrecía el jardín, era un
día soleado, las diferentes tonalidades de azul entre el cielo y el mar se mezclaban a lo lejos, los
colores brillante de las palmeras, el aire puro y fresco, las aves…–Definitivamente viven en el
Paraíso–. Afirmó Alicia y así era.
Paty: ¿Les parece si vamos a dejar sus cosas a la suite y de ahí les damos un recorrido por el
lugar?
Tenía más de una semana sin un orgasmo, peor que eso, he estado a punto de tenerlo entre las
piernas de mi chica y he tenido que contenerme para demostrarle que ella es lo más importante que
tengo, sin mencionar el dolor de pelotas que esto termina ocasionando. El maldito hombro no me ha
dejado descansar del todo, desde entonces, no he dormido bien por lo mismo, este imbécil de Ángel
no deja de ver a Paty como si fuera una Diosa y no es que no lo sea, pero es “MI DIOSA”. Aún tengo
un par de cosas que cuadrar para su obsequio de cumpleaños y ahora se supone que tengo que hacerla
de guía de turistas, ni madres, si voy con ellos terminaré partiéndole la cara a este imbécil solo por
pararse a su lado, me conozco y no necesito quien me la haga si no quien me la pague, será mejor que
descanse, este maldito dolor que no baja.
Le pedí una pastilla a Paty la sacó del bolsillo del short y Frankco se acercó con la botella de
agua.
Terry: Jesse los llevará nena yo tengo un par de pendientes que atender.
Ángel: ¿Enfermo?
¡Que te valga madre! Estuve a punto de contestarle mientras lo tragaba con la mirada, contrólate
Terry, contrólate.
Terry: No.
Paty: Bien, tal vez nos pueda acompañar más noche.
Terry: Tal vez, ustedes tendrán muchas cosas de que platicar, me avisas más tarde donde estarán.
Me despedí de Alicia con un beso en la mejilla de Ángel con un fuerte, muy fuerte apretón de
manos y con un largo beso de mi chica.
Cuando salieron por la puerta principal vi como el imbécil ese, posó su mano sobre la espalda
baja de mi chica para darle el paso. –Si vuelvo a ver que la toca le voy a romper los dedos uno por
uno–.
Frankco: No creo que eso le agrade a la Srta. Paty.
Me froté la frente, el dolor no cedía, ¡Demonios!
Terry: Necesito descansar o terminaré haciendo una estupidez de la cual NO voy a arrepentirme.
Subí a mi habitación y logré descansar un rato. Más tarde terminé de cuadrar los últimos detalles
para el festejo de Paty y los chicos llegarían mañana al mediodía, a partir de ese momento
comenzaría la fiesta.
Más tarde cuando terminé mi entrenamiento, llegó Paty, quería que nos diéramos una ducha y
fuéramos al bar de trova donde quedó de verse con sus amigos, pero no me apetecía ir, además la
sorpresa que le tenía preparada sería aún mayor si no iba.
Terry: La verdad no tengo ganas de salir, ve a festejar con tus amigos, mañana festejamos juntos
tu cumpleaños nena.
Paty: Si no se siente bien, preferiría quedarme con usted.
Terry: No digas tonterías, estoy bien, ve y diviértete.
La note nerviosa, inquieta, la tomé de la mano y la senté en mi regazo.
Terry: ¿Qué pasa? ¿Algún problema?
Bajó la mirada, apenada.
Paty: No he salido de noche sin usted.
Mi hermosa Paty… La tomé de la barbilla y levanté su rostro, era perfecta con las mejillas
sonrojadas por el sol, sus ojos verdes luminosos y esos labios que pedían a gritos los besara, me
acerqué a ellos y los rocé con los míos.
Terry: Necesitas empezar a hacerlo sola… Aunque yo tampoco me sentiría muy seguro con el
estúpido de la mano izquierda a cargo de mi seguridad.
Finalmente me regaló una sonrisa.
Terry: Te acompañará Frankco esta noche, si aún así necesitas que vaya, solo tendrás que llamar
y ahí estaré, pero al menos inténtalo, ¿De acuerdo?
Asintió, me dio un rápido beso, se levantó para darse un baño, pero antes de eso le di un
delicado azote en el trasero, me estoy volviendo adicto a ese sonido.
Salió y fue a arreglarse a su habitación, le pedí que viniera a despedirse antes de irse. Cuando
volvió 30 minutos después, traía puesto un pantalón de manta con un montón de figuras raras en tonos
morados, lilas y rosas, unas plataformas y una blusa de tirantes rosa, maquillaje natural, su cabello
suelto y aún húmedo, se veía muy joven y lo era, mañana cumpliría 22 años.
Paty: No llevo falda porque usted no me quiere acompañar.
Dijo con una fingida cara de inocencia.
Terry: Conmigo no funcionan los chantajes nena y estas hermosa, como siempre, así que ven,
dame un beso y ve a divertirte con tus amigos, antes de que me arrepienta y te arranque la ropa.
Le di un largo y profundo beso, cuando la vi salir de la habitación fue extraño, ella nunca salía
sin mí, pero yo necesitaba descansar para poder estar bien al siguiente día y ella necesitaba
divertirse con sus amigos, aunque uno de ellos fuera el imbécil que no le quita la mirada de encima,
sé que si se lo pidiera, se quedaría a mi lado, pero no podía ser egoísta, ella se no se lo merecía.

PATY
Al principio de la noche me sentía inquieta, Ángel lo notó, pero conforme fueron transcurriendo
los minutos me fui tranquilizando, había estado en este bar en varias ocasiones es de los más
tranquilos del Paraíso. Frankco está atento a cualquier movimiento por lo que no hay de qué
preocuparse, así que bebo y brindo con mis amigos por mis ya casi 22 años.
Alicia: ¿Qué se siente tener guardaespaldas?
Ángel: ¿No es exagerado? Estas dentro de las instalaciones de un hotel 5 estrellas con un montón
de seguridad por todas partes.
Paty: El Sr. es muy cuidadoso con la seguridad.
Ángel: Y eso de llamarle “SR.” ¿No te parece ridículo? Ni que fuera tu dueño.
Paty: Bueno al principio sólo era su asistente, ahora puedo llamarlo por su nombre, pero la
verdad es que ya me acostumbré a llamarlo así y a él le gusta.
Ángel: Me parece demasiado egocéntrico.
Paty: No te parece, lo es, pero como él dice: “Es parte de su encanto”.
Alicia: Pues que suerte amiga, porque te sacaste el premio gordo con él, es guapo, millonario,
caballeroso, ¿Qué más puedes pedir?
Paty: Lo mejor de todo es que me quiere.
Ángel: ¿Y tú lo quieres a él?
Paty: Sí, lo quiero mucho.
Seguimos conversando, brindando por estar nuevamente juntos y en este hermoso lugar. A las
doce de la noche, justo cuando iban a levantarse mis amigos para darme el abrazo de cumpleaños, se
apagaron las luces, un reflector apuntaba a nuestra mesa ¿Ahora qué?... Y el mariachi se escuchó
entrar al bar, tocando las mañanitas, mi corazón retumbaba en mi pecho con fuerza, me puse de pie,
los reflectores los apuntaron eran 12 mariachis vestidos de blanco con vistas doradas, entraron al bar
acercándose lentamente a mi mesa, con mi Sr. al frente, vestido completamente de negro, traía entre
las manos un enorme ramo de tulipanes rojos con blanco, no sabía si llorar o reír, a decir verdad
estaba haciendo las dos cosas, no pude contener la enorme y estúpida sonrisa en mi rostro y al mismo
tiempo mis ojos se inundaron de lágrimas, soy fan de Pedro Infante y las películas de la época de oro
del cine mexicano, en las cuales no puede faltar el mariachi, no sé las demás chicas, pero para mí,
que me trajeran mariachi era un sueño, estoy realmente emocionada, no lo podía creer. Se paró frente
a mí –¡Feliz cumpleaños hermosa!–. Me abrazó y yo respondí a su abrazo con las piernas temblando
–¡¡Gracias!!–. Me entregó las flores y se colocó a mi espalda, abrazándome desde la cintura,
mientras todo el mundo y yo contemplábamos el mariachi, cuando terminaron las mañanitas, los
aplausos no tardaron en aparecer, siguieron con un clásico “Hermoso cariño” una lágrima de
felicidad rodó por mi mejilla, interrumpí su camino de inmediato, tenía la piel de gallina y todos en
el bar comenzaron a cantar, al terminar la canción se apoderaron del escenario y siguieron con un
clásico repertorio de esas canciones que todo mundo conoce, y hacen vibrar el corazón al
escucharlas con mariachi.
Mis amigos me abrazaron para felicitarme, el Sr. pidió algo de beber y brindamos por mis 22
años.
Terry: Espero que te haya gustado la sorpresa.
Paty: ¿Bromea? Nunca me lo hubiera imaginado ¡Me encantó!
Nos fundimos en un largo beso.
Alicia: El mariachi es un detallazo. Cuando tenga un novio le pondré como cláusula que para mi
cumpleaños deberá llevarme mariachi.
Pasamos una noche agradable, mi Sr. se veía muy relajado, espero que en verdad se sienta mejor
y no se esté ganando un óscar por la excelente actuación. Nos quedamos un par de horas más y nos
retiramos a descansar. Mañana llegarían los chicos y esos sí que son de carrera larga.
CAPÍTULO XI
TERRY

L a mañana siguiente me levanté temprano para seguir con mi tortuosa rutina,


era su cumpleaños, pero no podía dejar de entrenar, lo necesitaba. Mi chica
dormía plácidamente así que no la desperté y me fui sin el vendaje, cuando
terminé de ducharme, el dolor iba en aumento, después de tomarme una pastilla, la observé con el
cabello revuelto cubriéndole parte del rostro, la espalda desnuda y las sábanas oscuras cubriendo el
resto de su delicada piel, era perfecta, dormía con tanta calma que provocaba ternura, un sentimiento
que descubrí con ella.
Me recosté a su lado con cuidado de no despertarla retiré el cabello de su rostro, la contemplé, la
admiré, acaricié su espalda y comenzó a moverse y abrir sus adormilados ojos verdes que tanto me
gustaban.
Terry: ¡Buenos días hermosa!
Paty: Buenos días, ¿Fue a entrenar?
Terry: Sí, y sólo porque es tu cumpleaños te dejé descansar.
Paty: Debió despertarme para colocarle el vendaje.
Terry: Estoy bien, no te preocupes.
Se metió a bañar en lo que yo me vestía. Era un día soleado así que una bermuda azul marino,
camisa blanca y sandalias serían suficientes. Nos quedamos de ver con sus amigos en el restaurante
de la playa a las 3:00 de la tarde, calculando más o menos la hora en que llegarían Carlo y Dereck,
así que al menos la tendría solo para mí en el desayuno.
Bajé y todo estaba como lo había solicitado, la casa inundada de tulipanes de todos los colores,
espero que le guste, es muy difícil elegir un obsequio así que espero que este tipo de detalles lo
compense.
Cuando bajó las escaleras, aún no sabía si la sorpresa le había gustado o no, pero definitivamente
se veía sorprendida, estaba radiante, con un hermoso vestido salmón con detalles en blanco, unas
zapatillas blancas que alargaban y hacían resaltar aún más sus bien torneadas piernas, finamente
adornadas con ese tatuaje que hinchaba mi ego aún más, el cabello suelto y un olor a chocolate que
provocaba probarla.
Paty: ¡¡Mi Sr.!! ¡Están hermosas!
Terry: Su belleza se ha opacado cuando tú apareciste.
Se echó a mis brazos y me besó provocándome sentimientos que sólo ella podría.
Definitivamente le había gustado el detalle.
Terry: Vamos a desayunar, déjame disfrutar de los últimos minutos que te tengo para mí.
Paty: Exagerado.
Terry: No soy exagerado, tus amigos estarán aquí una semana y me robarán tu atención.
Paty: Nadie puede robarle mi atención.
Me gustaba escuchar eso, aunque sabía que la mayoría del tiempo la pasaría con sus amigos, lo
cual definitivamente no me gustaba, sobre todo porque el imbécil de Ángel estaba enamorado de ella.
Toretto apareció por un poco de atención y después de darle los buenos días a él también, pasamos al
jardín. Adele se acercó a felicitarla, se abrazaron con cariño y Adele le obsequió una cadenita de
oro con un dije religioso, además de un delicioso desayuno jarocho con enchiladas de pipián
incluidas, según mi chica les llamaban empipianadas, estaban deliciosas, a medio desayuno su
celular comenzó a vibrar, observó la pantalla y giró para observarme, ¡¡Demonios!! Solo la iba a
tener para mí en el desayuno y ya nos estaban interrumpiendo. –¡Es mi papá!– Genial, el suegro, no
podía negarme a eso, así que asentí, para que contestara.
Agradeció, seguramente por una felicitación de su papá y después enmudeció mientras se le
llenaron los ojos de lágrimas –¿Qué pasa?–. Pregunté preocupado, negó con la cabeza y puso por un
momento el altavoz del celular, se escuchaban las mañanitas con “Pedro Infante”, desactivó el
altavoz y agradeció nuevamente, asegurando que se encontraba bien y que sus amigos habían venido a
pasar una semana de vacaciones al Paraíso.
Paty: Mi papi siempre me ha despertado con las mañanitas de Pedro Infante, sabe que me
encanta, es un amor.
Terry: Sabes que puedes ir a verlo cuando gustes, ¿Verdad?
Asintió, seguimos desayunando y después de pedirle una pastilla para el dolor que cada segundo
aumentaba más, su celular continuó vibrando, pero ahora con mensajes de WhatsApp, al menos esos
los ignoró, seguimos conversando sobre los planes para hoy, comeríamos en la playa y después de
eso iríamos a pasar la tarde en el yate y en la noche al “Reino de la Salsa” seguramente los chicos
preferirían ir al Bar del Delux, pero Paty se rehúsa a llevar ahí a sus amigos.
Terry: ¿Segura que a tu amigo Ángel no le agradaría ir al Delux?
Paty: No creo… Tal vez si fuera con puros hombres pero con nosotras no será cómodo.
Terry: ¿Por qué no? A tí ha terminado por gustarte y Alicia no se ve que sea una chica que se
asuste por ese tipo de cosas.
Paty: Él siempre nos ha cuidado mucho, en verdad preferiría no ir, a sus amigos no les importa
ponerse cariñosos enfrente de los demás y puede ser un tanto incómodo.
¿¡Cuidado!? Cuando debió cuidarte no lo hizo.
Terry: Estás consciente de que tu “Amigo” Ángel está enamorado de ti ¿Verdad?
Su cara de sorpresa me demostró que definitivamente no esperaba ese comentario.
Paty: Él no está enamorado de mí, nos queremos mucho y se preocupa por mí, eso es todo.
Terry: Claro que está enamorado de ti, hasta un ciego se daría cuenta de eso, pero por lo que
dices, entonces nunca te lo ha dicho.
Paty: No lo está, por eso nunca me ha dicho nada.
Terry: Y si lo hubiera hecho, ¿Le habrías correspondido?
Paty: Usted sabe por lo que pasé y él estuvo ahí para ayudarme, nos queremos mucho, eso es
todo.
Terry: Estoy consciente de eso aunque no concuerdo del todo, pero no contestaste a mi pregunta,
¿Habrías aceptado tener una relación con él?
Dejó la mirada fija en el plato vacío, pensando en la respuesta, un momento que se me hizo
eterno.
Paty: No, Ángel es una excelente persona, lo quiero mucho, pero se merece a alguien que lo ame
en verdad.
Solté el aire que sin darme cuenta había contenido, pero tuvo que pensar en la respuesta y eso no
me gustaba.
Cuando nos levantamos de la mesa apareció Frankco para felicitarla junto con Jesse, ambos lo
hicieron con mucho respeto, pero ella feliz y sencilla como siempre, los animó a darle un abrazo de
felicitación, cuando Jesse lo hizo casi podía imaginar su rostro salpicando con sangre las paredes
después de una patada. Últimamente no había hecho nada mal, pero aún seguía sin disculparle el
haber perdido de vista a Paty aquel día de la tormenta.
Se dedicó un rato a observar y acariciar sus flores, su sonrisa iluminaba como nunca mi Paraíso y
eso ameritaba perpetuar esa imagen en fotografías, así que le pedí que modelara para mí en una
pequeña sesión de fotos, justo iba abrazarla cuando una llamada entró a su celular, era el Doc,
definitivamente tenía que olvidarme de nuestra privacidad el resto del día y quizá del resto de la
semana.
Llegó la hora de reunirnos con sus amigos y esperar a los chicos en el restaurante, ya teníamos
listos los trajes de baño y demás para cambiarnos en el yate.
Le ordené a Jesse ir a recoger a los chicos mientras nosotros nos dirigimos al restaurante,
llegamos 5 minutos antes de la hora acordada y Ángel y Alicia llegaron 25 minutos después,
detestaba la impuntualidad y seguramente se me notaba.
Alicia: Lo sentimos, fuimos a pasar un rato a la playa y se nos hizo tarde.
Paty: No hay problema chicos.
Ángel: Se dice que los ingleses son muy especiales con la puntualidad, ¿Es verdad?
Terry: No es cuestión de Países es cuestión de educación y respeto.
Contesté con todo el sarcasmo que me caracterizaba, mientras Paty me hizo una cara de pocos
amigos, la cual ignoré por completo, era la verdad, llegó el mesero justo en el momento indicado
para aligerar la tensión, pedimos algo de beber y los chicos no tardaron en llegar, Dimitry había
avisado desde temprano que llegaría después de la comida, la sorpresa de la tarde fue que Dereck
que venía acompañado de la pelirroja, al parecer se habían seguido viendo. Al terminar las
felicitaciones y las presentaciones pedimos de comer y al finalizar, por supuesto no podía faltar el
pastel, Adele se había encargado de hacerlo, con queso crema y duraznos, exquisito.
El Doc, se había disculpado por no poder llegar a la comida, le había salido una operación
urgente de último momento y le sería imposible acudir.
Lía me escribió diciendo que necesitaba que le firmara unos documentos, no podían esperar y a
decir verdad no sabía si iría a trabajar mañana, así que le ordené a Jesse fuera por ellos en lo que
Dimitry llegaba.
La segunda sorpresa de la tarde, Dimitry apareció con Nois, la abogada que yo le había
presentado y con la que habíamos hecho un trío, al parecer se estaban llevando muy bien y eso me
daba gusto, al fin había encontrado una mujer con mente abierta y que le gustaba lo mismo que a él.
Regresó Jesse con los documentos, los revisé rápidamente, los firmé y Frankco se ofreció a
llevarlos de regreso. –No, que los lleve Jesse con Lía y de ahí que regrese a la casa, nosotros nos
vamos al yate–.
Antes de retirarnos del restaurante le pedí una pastilla a Paty, el dolor volvía a aumentar y
necesitaba estar tranquilo para no aventar por la borda al imbécil de Ángel que no disimuló al tratar
de ver que pastilla era la que estaba tomando.
Nos dirigimos al yate que era una belleza de blanco impecable con vistas azul marino, moderno,
con 5 pequeños camarotes y el principal más amplio; camastros alrededor el Jacuzzi en el exterior,
un bar muy completo y cuatro motos acuáticas. El capitán y dos chicas que se encargarían de nuestro
servicio ya nos esperaban, subimos, las chicas fueron a cambiarse de ropa a los camarotes, mientras
nosotros comenzábamos el festejo con una cerveza bien helada. La entrada de la primavera, el día
perfecto, soleado y por supuesto el cumpleaños de mi chica lo ameritaba.
Carlo: Sé que se supone que no se pregunta, pero Paty es muy joven, ¿Cuántos años cumple?
Me preguntaba a mí, pero el imbécil de Ángel se adelantó a responder.
Ángel: Lo es, cumple 22 y tú Terry, ¿Cuántos años tienes?
Que carajos le importa mi edad.
Terry: 30, ¿Por qué lo preguntas?
Ángel: Solo curiosidad.
Dereck: ¿Y tú a qué te dedicas Ángel?
Ángel: Soy médico.
Dimitry: Excelente, siempre es bueno tener a un médico cerca, ¿Tienes alguna especialidad?
Carlo: Sobre todo por aquello de las congestiones alcohólicas.
Dijo alzando su cerveza, reímos.
Ángel: Aún no, acabo de graduarme en medicina general, pero pienso hacerlo en traumatología, y
¿Ustedes?
Dimitry: Tengo una cadena de restaurantes-bar.
Carlo: Yo vivo en Guadalajara, tengo cría de caballos, ganado y también producimos un
excelente Tequila.
Dereck: Una constructora en el DF.
Terry: ¿Y tu Ángel? ¿Tienes tu consultorio o una clínica?
Por supuesto que sabía dónde trabajaba y no acostumbraba a joder a las personas por su situación
económica, pero este imbécil me tenía jodidas las pelotas.
Ángel: No, yo trabajo en una clínica particular.
Terry: Aaah, ya veo.
Dije minimizando su trabajo, si los chicos no lo habían notado, en ese momento se dieron cuenta
que el sujeto no me simpatizaba en lo más mínimo.
Las chicas aparecieron con bikini envueltas en pareos, las cuatro muy guapas, pero ninguna tan
hermosa y radiante como Paty, con un bikini en colores fosfo con vistas negras, estilo cómic, el
trabajo en el gimnasio se le notaba. Las chicas del servicio les trajeron sus bebidas y la música
comenzó a sonar, el azul del mar, la música, la bebida, las aves, era una tarde casi perfecta, si no
fuera porque el imbécil de Ángel también había notado el trabajo en el gimnasio de mi chica.
Terry: Si sigue viéndole el trasero de esa forma, voy a romperle un par de costillas y a cerrarle
los ojos a puñetazos.
Le dije con discreción a Dereck, él se río, lo estaba disfrutando.
Dereck: No me digas que el Conde Grandchester está celoso.
Mi sangre comenzaba a encenderse y levantando dedo por dedo le contesté.
Terry: Uno, no me llames así, si no quieres que te reviente a ti también, dos, no estoy celoso y
tres, no me molesta que admiren a mi chica, es hermosa, lo que me molesta es que se la quiera tragar
con la mirada desde que llegó.
Dereck: Es solo su amigo, igual que tú de Sofí.
Su sarcasmo era notorio.
Terry: No me jodas Dereck, ¡No-me-jo-das!
Comenzó a reír más fuerte, en verdad lo disfrutaba.
Dereck: El karma existe, nunca creí ver esto.
¡¡Genial!! Dereck se burla de mí, el imbécil ese no deja de devorarse a mi chica y el dolor en el
hombro no ha cedido. Me acerco a Paty que está con Alicia, Ángel y Carlo, la abrazo por la cintura
desde la espalda y al oído le pido una pastilla, asiente y se va al camarote por ella.
Llegó una de las meseras a ofrecernos canapés de salmón, camarón y ostión, estaban deliciosos.
Intenté ser amable.
Terry: Espero estén disfrutando del lugar y el paseo.
Alicia: Por supuesto, todo ha sido perfecto.
Paty regresó con las pastillas, una botella de agua y el bloqueador solar, tomé la pastilla y se
acostó en un camastro yo me senté a su lado para colocarle el bloqueador.
Ángel: No deberías tomar medicamento mientras bebes, ¿Qué es lo que estás tomando?
¿Qué coño acababa de decir este imbécil? Giré, me iba a levantar pero Paty se sentó de
inmediato abrazándome desde la espalda.
Paty: Está bien Ángel, nada de qué preocuparse.
Ángel: ¿Están seguros? No es…
Terry: Todo lo que alcanzas a ver, es mío, ¿De verdad crees que necesito la opinión de un
mediquito recién graduado? Los consejos se dan, cuando se han pedido, si no ha sido así, mejor
ahórratelos.
Lo dije con todo el despotismo que tan fácilmente me brotaba.
Ángel: Yo no soy…
Paty: ¡Ángel! Gracias por preocuparte, pero de verdad todo está bien.
Paty me abrazó con fuerza y el silencio se apoderó del lugar mientras nos fulminamos uno a otro
con la mirada, Frankco se acercó, siempre pendiente de cada movimiento, ¿Qué se creía este
imbécil?
Nois: Olvidé mi protector solar, ahorita que termines de aplicarlo ¿Me puedes regalar un poco?
Le preguntó a Paty –Claro–. Volvió a recostarse y yo giré para seguir aplicando el bloqueador en
su espalda, con la sangre hirviendo, ese tipo no iba a salir completo del Paraíso.
Cuando terminé Dimitry tomó el bloqueador y se lo aplicó a Nois, mientras Dereck hacía lo
propio con la pelirroja y Carlo por supuesto no perdía el tiempo con Alicia, le hice un gesto negativo
dándole a entender que no se le ocurriera jugar al galán con ella.
Poco a poco la tensión se suavizó, entre copas todos comenzamos a conversar, la pelirroja
resultó ser agradable, vivía en Cuernavaca, Morelos, cerca del DF. donde vivía Dereck y gracias a
eso habían seguido viéndose, Nois y Dimitry se veían muy cómodos y cariñosos juntos, después de
un buen rato el yate se detuvo en un lugar donde se podía snorkelear, estaba lleno de coral y peces de
colores, las chicas querían bajar.
Paty: Vamos Ángel, ven con nosotras, te encantará es una experiencia inigualable.
Y con una cara de estúpido le contestó –Contigo al infinito y más allá–. ¿Quién contesta con una
frase tan estúpida? ¡¡¡Le voy a reventar las pelotas!!!
Cuando finalmente bajaron.
Carlo: Es solo mi impresión o ¿¡No te cae bien el mediquito de Ángel!?
Preguntó con Burla y todos se rieron.
Dimitry: Te valió madre, que manera de joderlo.
Terry: ¡Qué se cree el pendejo ese dándome consejos a mí?
Dereck: Bueno ¿Ya vas a admitir qué estás celoso?
Terry: ¿Celoso? ¿De quién? ¿Un mediquito recién graduado? Sin mundo ni educación, no digas
tonterías Dereck.
Dimitry: Dudo que Paty sea de las que se fije en lo económico y admitámoslo el tipo no está mal.
Carlo: Respeto las preferencias sexuales de la gente, pero no me siento cómodo con otro hombre
que en cualquier momento pueda meterme mano.
Dimitry: Idiota, tiene un cuerpo trabajado y no es feo, Nois me lo dijo.
Terry: ¿Ahora lo quiere invitar a él a la cama?
Dimitry: Ni de broma, no pervertimos “criaturitas del señor”.
Carlo: Igual y si lo ilustran un poco se entretenga y deje de caérsele la baba cada vez que Paty
habla.
Terry: Hasta Carlo lo notó. (Le dije a Dereck)
Después de eso, nos pusimos al día con la relación de Dimitry, ya tenían unos meses juntos y todo
iba muy bien entre ellos, Dereck aún iba con cautela con la pelirroja.
Carlo: Te das cuenta que eres su premio de consolación ¿Verdad? Por qué iba tras de Terry.
Dereck: No me friegues lo dices porque prefirió salir conmigo que contigo, en ese viaje ella
acababa de pasar por una mala experiencia, vino con sus amigas a la despedida de soltera de una de
ellas y por eso estaban en el desmadre, sinceramente ¿Qué opinan?
Carlo: Que está re-bue-na.
Dereck le metió un zape, mientras Dimitry y yo reíamos.
Dimitry: Es muy agradable.
Terry: ¿Te interesa para una relación seria?
Dereck: Bueno, estamos conociéndonos, pero sí, para algo serio, si no, no la hubiera traído en
este viaje.
Carlo: Se dan cuenta que soy el único que no trajo pareja, ¿Por qué carajo no me dijeron que
había que traer a una chica?
Terry: Te dije que sería algo tranquilo, sin ir al Delux.
Carlo: Eso no significa, traer pareja.
Dereck: Tú no tienes pareja.
Carlo: No, pero pude haber invitado a cualquiera.
Dimitry: Es el cumpleaños de Paty, no era el momento de traer a cualquier chichona que ya
estuviera en topless.
Carlo: Se están volviendo muy aburridos y tengo amigas con cerebro no solo con grandes
atributos.
Dijo abriendo los 10 dedos simulando unos senos.
Dereck: Sinceramente tengo mis dudas al respecto.
Después de un buen rato, finalmente las chicas y su imbécil acompañante regresaron al yate.
Alicia: ¡¡Vi a Nemo!!
Comentó Alicia entusiasmada a su regreso, seguimos el recorrido en el yate, después de más
tragos.
Ximena: Bueno y ¿Cómo es que se conocieron chicos?
Terry: Estudiamos juntos en Harvard.
Dereck: No nos conocimos precisamente por estudiar juntos, fue porque nos estaban pateando el
trasero en un bar por culpa de Carlo.
Carlo: Esos tipos nos estaban menospreciando por ser mexicanos y tenía que darles una lección.
Dereck: La lección la recibimos nosotros y fue la de no meternos con más de cuatro si no viene
Terry con nosotros.
Todos comenzaron a reír.
Carlo: La madre de Dereck y la mía se conocen de toda la vida, así que nos mandaron a estudiar
juntos a la universidad y en un bar cerca de Harvard, nos estábamos agarrando a madrazos…
Dereck: ¡¡Corrección!! Nos tenían prácticamente en el suelo, cuando Terry entró, les rompió unos
cuantos huesos…
Carlo: Y entonces decidí que era buena idea hacernos su amigo.
Dereck: Lo que yo no entiendo es ¿Por qué esperaste a que estuviéramos en el suelo, para entrar?
La anécdota me causaba mucha risa y al parecer a todos los presentes también.
Terry: Bueno, aún no terminaba mi bebida y… Quería ver si tenían con que responderle a esos 5
tipos, de hecho pensé en dejarlos ahí, eso fue muy estúpido, pero como bien dijo Carlo, ellos habían
comenzado y solo por ser mexicanos, así que sí, había que darles una lección.
Ximena: ¿No sabía que eras un peleonero de bar?
Dereck: No lo soy, Carlo comenzó todo.
Carlo: Ésa la comencé yo, pero varias otras fue cosa tuya. La verdad es que nos gustaba practicar
lo entrenado en bares, como bien dicen, estábamos chavos y se nos hacía fácil.
Alicia: ¿Qué entrenaban?
Carlo: Aún lo hacemos, Dereck Tae Kwon Do, Terry Kung Fu y a mí me gusta el boxeo.
Ximena: ¿Y tú Dimitry?
Dimitry: Yo conocí a Terry, cuando comenzó el Paraíso y él me presentó a estos dos.
Nois: ¿Y a ti también te gusta patear traseros?
Dimitry: Yo prefiero darles nalgadas a las chicas que se portan mal, como tú. (Dijo dándole un
pequeño azote en el trasero). También he practicado el boxeo, pero no me ha apasionado, a mi lo que
me gusta es el tenis.
Carlo: Y el Ballet, ¿No?
Preguntó con burla y todos reímos.
Dereck: Te verías precioso de tutú.
Nois: No me lo imagino con balerinas, pero de tenista se ve guapísimo.
Seguimos riendo, mientras le acercaba una bebida a mi chica y la abrazaba desde la espalda, por
la cintura.
Ximena: Y tu Ángel, ¿Practicas algún deporte?
Ángel: Yo practico desde niño el Fútbol americano.
Alicia: Es muy bueno, Paty y yo siempre lo íbamos a ver a sus juegos.
Dereck: Hey, ¿Recuerdan nuestros juegos de americano? Deberíamos de recordar viejos tiempos.
Dimitry: Ustedes son muy apaches.
Carlo: Tú eres una niña chillona.
Dimitry: Buscar romperle las costillas al otro no es muy civilizado.
Carlo: ¡¡Ooh!! Vamos juguemos mañana.
Alicia: Nosotras podemos jugar también.
Dereck: Claro, será entretenido, sirve que así Dimitry nos pierde el miedo.
Paty: Yo estoy puesta.
Ximena: Cuenten conmigo.
Nois: Yo también juego.
Dimitry: Yo le cedo mi lugar a Ángel, mejor sus costillas que las mías.
Carlo: Mañana, antes de la comida entonces.
Ángel: Hecho.
Este idiota no sabía dónde se estaba metiendo, pero Dereck y Carlo me brindaron una sonrisa,
ellos sabían exactamente lo que hacían, me lo estaban regalando en bandeja de plata, ¡¡Estos son
amigos!!
La conversación siguió amena, entre copas y canapés, después de un rato, Dereck, la pelirroja,
Carlo y Alicia, bajaron a dar una vuelta con las motos acuáticas.
Nois y Paty comenzaron a platicar, así que a Dimitry y a mí no nos quedó más remedio, que unir a
la plática al imbécil de Ángel, a decir verdad no hizo ningún comentario estúpido, pero el dolor
comenzaba a aumentar, no quería que Paty se preocupara por esto, al menos no este día, así que
decidí aguantar un poco más.
La puesta de sol comenzó y los colores cálidos inundaron el ocaso, mientras regresábamos al
embarcadero. Una vez que llegamos…
Dimitry: Y ahora, ¿Cuál es el plan?
Terry: “El Reino de la salsa” Por supuesto.
Acordamos que nos veríamos en un par de horas, después de refrescarnos un poco. Llegamos a
casa y mientras Paty entraba a ducharse yo me tomé una pastilla para el dolor y me recosté un rato, lo
necesitaba…

PATY
La tarde había sido perfecta… Casi, si no fuera por la mala vibra que Ángel y mi Sr. Proyectan,
pareciera que en cualquier momento se iban a echar uno sobre otro… “Hombres”, pero es obvio que
el cariño que le tengo a ambos es completamente diferente.
Me observo en el espejo y mi vestido tipo halter tiene un escote demasiado pronunciado,
definitivamente tendrá que ir sin sostén, afortunadamente no hay mucho que esconder, me hice una
coleta en lo alto junto con un maquillaje sutil y lista. Un toque a la puerta y se que es mi Sr. –
Adelante–. Entró y su mirada ardiente me quemó al recorrer mi piel, se acercó lentamente como un
tigre acechando a su presa y yo era esa presa. Mi vientre se estremeció al sentir su aliento cerca de
mi oído.
Terry: Hoy no solo estás preciosa, estás suculenta…
Tragué saliva, mi temperatura corporal aumentaba.
Terry: Quiero arrancarte la ropa, que observes como saco mi miembro duro y deseoso de entre
los pantalones y empotrarte en la pared mientras te penetro con fuerza y hasta el fondo.
Imaginar lo que me decía con esa voz ronca me excitaba, deseaba verlo, sentirlo.
Terry: ¿Te gustaría?
Asentí, rozó con el índice un camino sediento de deseo desde mi oído, pasando por mi cuello,
hasta la orilla de mi escote, separó la tela y mi seno derecho quedó expuesto, me apretó con ambas
manos la cintura, y succionó con fuerza el pezón, cerré los ojos y disfruté de la sensación dura y
exigente, deseando sentirlo entre mis piernas, deslizó el pezón entre los dientes, soltando suavemente
para cubrirme y dejando la mirada a la altura de la mía.
Terry: ¿No te da miedo que lo haga?
Paty: No, usted nunca me lastimaría.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro.
Terry: Así es, yo nunca te lastimaría nena, pero no será esta noche, tal vez más adelante. Hora de
irnos.
Me extendió el brazo y lo tomé, pensé que me haría el amor ahora mismo, debió notar mi cara de
decepción, porque tomándome desde la barbilla levantó mi rostro.
Terry: Prometo complacerte a nuestro regreso, ahora se nos hace tarde nena.
Mi Sr. y sus horarios perfectos, en ocasiones como ésta, no me gustaba tanta formalidad.
Finalmente llegamos a “El Reino de la Salsa” y pasamos directamente a su privado, donde Carlo
ya estaba esperándonos junto con Dereck y Ximena quien resultó ser muy guapa como los chicos la
habían descrito, pero también muy agradable, Dereck y ella hacían una linda pareja. Después de
pedir nuestras bebidas llegaron los demás, Ángel se veía muy guapo con su sonrisa Colgate y
perfectamente peinado como siempre.
Mi Sr. no perdió el tiempo y comenzamos a bailar ahí en el segundo piso, al lado de su privado,
me encantaba la luz de sus ojos que resplandecía entre la oscuridad del bar, lo delicioso que se
movía y la delicadeza con que me trataba en el baile. Cuando la sed era insoportable volvimos a la
mesa, Dimitry y Nois estaban bailando, no se movían nada mal.
Alicia: Y ¿Cuál es el plan para mañana?
A decir verdad no lo sabía a ciencia cierta, supongo que descansar después de este día, lleno de
tan agradables sorpresas que mí Sr. me ha dado. Es Viernes y ya me advirtió que ni de broma iré a
trabajar, de hecho, mientras mis amigos estén aquí, me ha advertido que no me quiere ver en la
oficina, la que me preocupa es la pobre de Lía.
La conversación era amena, incluso la vibra entre Ángel y mi Sr. se relajó, todos platicábamos,
brindábamos y bailábamos por turnos, hasta que en un momento en que mi Sr. se levantó a darle una
indicación a Frankco, Ángel me tomó del brazo y –Me encanta verte así de feliz, anda vamos a
bailar–. Me congelé por un momento, no sabía que responder, Dereck se dio cuenta y se quedó
observando esperando mi respuesta. Al principio cuando nos conocimos Ángel, Alicia y yo íbamos a
antros y bares, bailábamos, cantábamos y nos divertíamos todo el tiempo, cuando me atacaron…
Todo cambió, me recluí en mi habitación por un mes entero, al que solo Ángel tuvo acceso, mientras
recordaba y casi podía sentir cada golpe, cada insulto, el aliento putrefacto, su asquerosa saliva, sus
palabras “Me la vas a mamar puta”, Ángel curó mis heridas y poco a poco, gracias a sus cuidados y
paciencia, salí de esas cuatro paredes, pero me dediqué a estudiar y trabajar únicamente, cuidándome
las espaldas todo el tiempo, no entablé amistad con nadie más, tenía miedo de que cualquiera pudiera
ser él, no quería que nadie me tocara, me resistía al contacto. ¡¡Cuánto me había ayudado mi buen
amigo!! Mi Ángel… Seguramente a mi Sr. no le gustará si salgo a bailar con él, pero si él se ha
acostado con otras chicas estando conmigo, supongo que bailar con mi amigo, no tiene porqué ser una
tragedia, además no puedo hacerle una grosería a Ángel, no se lo merece.
Asentí y vi claramente como Dereck movió la cabeza negativamente, él también sabía que a mi
Sr. no le haría gracia, pero bueno, es mi cumpleaños y no es todos los días.
Íbamos a la mitad de la canción cuando en un giro, lo vi de pie al lado de su privado con la
mirada fija en nosotros, con Dereck tomándolo del brazo, prácticamente podía verlo echando humo
por los oídos.
Ángel: ¿Te trata bien?
Paty: ¿Terry? Por supuesto, tiene sus arranques medio locos, pero claro que me trata bien, ¿No lo
has notado?
Ángel: Es demasiado egocéntrico, ¿No crees?
Paty: Es un millonario Inglés, claro que es egocéntrico, pero me quiere y yo a él.
Ángel: Sí, es millonario, no hay nada que compita con eso.
Paty: No soy del tipo de chica que se fija en eso, creí que me conocías.
Ángel: Lo sé y te conozco, pero no puedes negar que deslumbra a cualquiera tener un Paraíso.
Paty: No te lo voy a negar, pero si no lo tuviera, seguiría estando con él.
Ángel: No me cae bien del todo, tal vez sea muy pronto para dar una opinión justa, pero le
agradezco que te haya librado de tantos miedos… Miedos que yo no pude borrar.
Paty: Sí, me ha ayudado mucho y me ha tenido mucha paciencia. Dale una oportunidad, estoy
segura que terminarán llevándose muy bien.
Bailamos una canción más, nos abrazamos con fuerza y me tomó del brazo, volvimos al privado,
mi Sr. estaba parado justo en el mismo lugar en que lo había visto desde la primera canción, con las
facciones endurecidas, fulminaba con la mirada a Ángel, él le dio mi mano y mi Sr. la tomó –Gracias
por hacerla feliz–. La confusión se hizo presente en su rostro así que solo asintió y Ángel pasó de
largo a tomar asiento y servirse una nueva bebida.
Me observó, acarició mi mejilla, bajó la mirada por un instante y cuando la levantó me besó,
apoderándose por completo de mi boca, recorriendo con su lengua cada centímetro de ella,
apretándome con fuerza a su cuerpo, haciéndome notar su hombría y dejándome sin aliento.
Paty: ¿A qué se debió eso?
Terry: A que eres mía, solo mía.
Me tomó de la mano y como un gran actor sonrió frente a los demás, sabía que estaba muy lejos
de estar contento, le había enfurecido verme bailar con Ángel, pero no dijo nada y se lo agradecí en
silencio. Seguimos bebiendo y disfrutando de la noche, a las dos de la mañana…
Terry: Bueno chicos, ha sido un placer compartir con ustedes y que nos hayan acompañado a
festejar el cumpleaños de mi hermosa chica, pero es hora de festejarla en privado.
Carlo comenzó a silbar, Ximena a aplaudir y los demás a hacer ruidos extraños eso hacía que me
ruborizara, nos despedimos de todos y bajamos al auto.
Paty: ¿A qué se refiere con eso de festejar a solas?
Terry: Si te digo ya no sería sorpresa.
Dijo coqueto guiñándome un ojo . Llegamos al teatro perfectamente iluminado como si fuera a
haber función, pregunté en un par de ocasiones más de que se trataba pero era inútil, no diría nada, se
veía relajado, pero no podía evitar darse pequeños toques en el pecho, no estaba bien, pero ya me
había dado cuenta del gran actor que puede llegar a ser, entramos y tomamos asiento en el centro de
la primera fila, el telón estaba cerrado y yo moría por saber que había detrás de él.
Las luces se apagaron y comenzaron a escucharse las notas de un violín, ¿¡No era verdad!? O
¿¡Sí!?, volteé a ver a mi Sr. que me tomaba de la mano, tenía una amplia sonrisa y me guiñó el ojo, –
¡¡Feliz cumpleaños nena!!–. El rojo y pesado telón se abrió, la imponente orquesta comenzó a tocar,
busqué al violinista pero no estaba en el escenario, un reflector apuntó en un lugar detrás de nosotros
y nos dimos la vuelta para ver que justo en la entrada del lugar “David Garrett” hacia su aparición
mientras tocaba “Viva la Vida” de una forma incomparable, no lo podía creer, camino lentamente al
compás de las notas, se paró a un escaso metro de nosotros, leí en sus labios “Felicidades” y subió
por un lado al escenario.
Escucharlo tocar a tan poca distancia, acompañado de esa maravillosa orquesta, hizo que mi piel
se pusiera chinita y mis ojos se llenaran de lágrimas por la emoción, aún no lo podía creer, cuando
terminó la canción, me volvió a felicitar y siguió con el concierto, giré para agradecerle a mi Sr.,
pero me dio un rápido beso y me giró el rostro para que siguiera contemplando el espectáculo. Mis 5
sentidos estaban sobre ese escenario, observando, sintiendo, oliendo, degustando y escuchando las
maravillosas notas que salían de los instrumentos, transportándome entre nubes mil sensaciones.
Después de 40 minutos de un increíble concierto, me felicitó nuevamente y la orquesta entera se puso
de pie, se inclinaron y mi Sr. y yo aplaudimos con fuerza, el telón se cerró frente a mis ojos y yo me
quedé inmóvil aún sin poder creer lo que había pasado.
Terry: ¿Te gustó?
Reaccioné al escucharlo, parpadeé un par de veces y me lancé a sus brazos llenando sus mejillas
de besos.
Paty: ¡¡Fue increíble!!
Terry: Me alegro que te haya gustado, escuché sin querer cuando se lo recomendabas a Lía y yo
tampoco había tenido la oportunidad de oírlo en vivo, así que creí que sería una linda sorpresa.
Paty: Me ha estado llenando de hermosos detalles, pero si sigue así, va a terminar mal
acostumbrándome.
Terry: Yo me voy a encargar de mal acostumbrarte todo el tiempo.
Después de un largo beso, salimos del teatro y nos dirigimos a casa.
CAPÍTULO XII
TERRY

E l concierto había estado estupendo, pero el dolor en el hombro era intenso


y no me había dejado disfrutarlo como me hubiera gustado, aún así, la sonrisa
de Paty valía la pena. Llegamos a casa, la inundación de tulipanes la hacían ver
muy diferente, pero llena de vida, le di la indicación a Frankco para que fuera a descansar, me
arrodillé frente a ella para quitarle las zapatillas, la tomé en brazos sin importarme el dolor y sus
protestas, quería consentirla hasta en el más mínimo detalle, se lo merecía. Cuando entramos a la
habitación me besó con pasión, con necesidad, podía sentirla vibrar de deseo entre mis brazos, la
deposité con cuidado en la cama, me deshice desesperado de la camisa y los zapatos, necesitaba
sentir su cálida piel rozar con la mía, –¡¡Mi hermosa Paty!!–. Nos sentamos uno frente al otro en la
cama, mi piel dolía por la ausencia de su contacto, pero era mejor tomarlo con calma, me excitaba la
forma en que recorría mi piel desnuda con su mirada, solté la coleta que tenía en lo alto, movió con
delicadeza la cabeza y su cabello largo enmarcando sus femeninas facciones me invitaba a tocarlo, lo
hice, lo acaricié, lo olí, llenándome los pulmones de ese adictivo olor a chocolate que tanto me
gustaba. Recorrí su cuello con un dedo de la misma forma que lo había hecho más tarde, sintiendo
como dejaba de respirar, expuse uno de sus senos, succioné con fuerza su pezón mientras ellas
enredaba sus dedos en mi cabello, cuando terminé de degustarlo, hice lo mismo con el segundo, las
notas de su garganta por la satisfacción que esto le provocaba no se hicieron esperar, desaté el nudo
de su nuca, que mantenía el vestido en su lugar y cayó al frente, dejando expuestos ambos senos,
cubiertos solo por las ondas de su cabello, la seguridad de su mirada y verla ahí con su piel blanca,
sonrosada por la excitación me volvían loco. Bajé de la cama, y tomándola de la mano hice que se
pusiera de pie, deslicé el vestido por sus bien torneadas caderas, quedándose frente a mí solo con
una tanga de encaje blanco, me tomé mi tiempo para observarla, me quite el pantalón y el bóxer, me
observaba con deseo y eso me excitaba, bajé con cuidado la última prenda de encaje que podría
separarnos, al enderezarme no pude evitar pasar la nariz por su entrepierna, mientras me llenaba con
su olor, recorrí sus piernas con ambas manos desde los tobillos hasta sus caderas, la sentí vibrar
cuando deslicé mi lengua entre sus pliegues y un gemido salió sin ningún pudor de su garganta, le
gustaba y a mí me volvía loco su sabor, su olor y su disfrute, antes de hacerla terminar me detuve, se
acostó boca arriba y recorrí con hambre los huesitos de sus caderas, subí por su abdomen, me deleité
nuevamente con sus senos, –¿Quieres qué me hunda en ti?– Asintió, –Quiero escucharte nena–.
Paty: Quiero sentirlo dentro mi Sr.
Sus palabras entre gemidos, me hipnotizaban, me arrodillé entre sus piernas, levanté sus caderas
y separando con cuidado sus pliegues húmedos, la penetré con lentitud, disfrutando centímetro a
centímetro de su calidez, de su opresión, mientras erguía su espalda al recibirme y nuestros gemidos
de placer inundaban la habitación, empujé con fuerza al llegar al fondo, el choque de nuestra piel
sensible me estimulaba a querer más y más de ella, la jalaba hacia mí y una vez en el fondo, volvía a
empujar.
Terry: ¿Vas a mojarme nena?
Paty: Sí… sí.
Terry: Como siempre lo haces, ¿Verdad?
Paty: Sí… Pero quiero sentirlo.
Terry: Siénteme nena.
Dije entre dientes empujando con fuerza en su interior, se irguió recargándose en sus brazos,
clavando su mirada en mis ojos llenos de desesperación por las sensaciones que le provocaba.
Paty: Quiero que termine conmigo.
Terry: Nena…
Paty: Quiero sentir como se estremece entre mis piernas.
Su mirada lujuriosa y sus palabras calientes me estaban haciendo perder el poco autocontrol que
me quedaba.
Terry: Nena… no…
Paty: Quiero sentirlo derramándose en mi interior.
Terry: Demonios… nena…
Nuestros gemidos y caderas aceleradas me estaban acercando cada instante a explotar, trataba de
mantener el ritmo sin descontrolarme pero era imposible.
Paty: ¡¡Quiero sentirlo!!
Terry: No puedo más nena…
Me fui sobre ella, levantando una de sus piernas para que me rodeara con ella la cadera con una
mano sujeté su trasero y con la otra su nuca dejando nuestras miradas fundirse –¡¡Mójame nena,
mójame!!–. Nuestros gemidos retumbaban en la habitación, empujé con fuerza y desesperación,
nuestros cuerpos se contrajeron, los espasmos en su interior me succionaban, me derramé entre
gemidos explotando de placer… Me quedé inmóvil en su interior por un momento, disfrutando de su
imagen, besé su frente, su nariz y su boca, observé como su respiración agitada se acompasaba con la
mía, pegué mi frente a la suya, no quería salir aún de ella, había prometido no terminar, hasta que ella
no estuviera segura de lo que me hacía sentir, pero no había podido resistirme.
Terry: Nunca había perdido el control…
Sus manos recorrían con suavidad mi espalda, me gustaba la sensación de sus caricias.
Paty: Lo necesitaba.
Terry: Sí, pero…
Paty: Nunca había estado más segura de lo que siente por mí y me gusto sentirlo así.
Terry: ¿Desesperado?
Paty: Aliviado, por haber llegado al clímax en mi interior.
Nos fundimos en un largo beso, dejando mi esencia a sus pies. ¡¡Mi hermosa Paty!! Nunca me
cansaré de su perfecta imagen.
La mañana siguiente, Paty ni siquiera escuchó el despertador, estaba agotada y para ser sinceros
yo también, el dolor en el hombro un par de horas después de habernos quedado dormidos me había
despertado, me desayuné una pastilla, me vestí sin despertarla, y salí a correr con Toretto, pensando
en todo lo que había pasado el día anterior, me ardía la sangre al recordar a Paty en brazos del
imbécil de Ángel, el estúpido ese había sido el culpable de que la atacaran, si él no la hubiera
dejado salir sola esa madrugada, nadie le hubiera maltratado de esa forma, tenía los puños y
mandíbula apretados al llegar a la casa, quería romperle los huesos y destrozarle la estúpida sonrisa.
Entré a la habitación.
Paty: ¿Fue a entrenar? ¿Por qué no me despertó para vendarlo?
Preguntó aún somnolienta, iba a ignorar su pregunta, estaba adolorido, agotado y furioso.
Terry: No era necesario.
Me metí directo a la ducha, necesitaba relajarme y traté de hacerlo bajo el agua tibia, pero el
maldito dolor no cedía, al salir Paty se levantó, me senté frente al tocador y comenzó a colocar la
pomada, lo que era un alivio, el dolor no bajaba, ¡¡Demonios!!
Paty: ¿Está todo bien?
Terry: ¿Por qué no habría de estarlo?
Paty: No lo sé, por eso pregunto.
No contesté, esperé en silencio a que terminara de colocar el vendaje, ella no tenía la culpa de mi
dolor, ayer fue su cumpleaños y me abstuve de romperle la cara al imbécil de su amigo. Un amigo al
que ella cree que la salvó de ser violada, cuando en realidad fue él, el culpable de su ataque. Entré al
vestidor y cuando salí, se colocó la bata.
Terry: ¿A dónde vas?
Paty: A desayunar con usted.
Terry: Tampoco es necesario, sigue durmiendo, avísame cuando salgas de casa, Jesse te
acompañará.
Paty: Al menos dígame que lo puso de mal humor.
Me acerqué a ella y mirándola fijamente a los ojos.
Terry: No quiero que el imbécil de Ángel ni ningún otro vuelva a tocarte, ¡Eres MIA¡ ¿Te quedó
claro?
Sonrió… se atrevió a sonreír, mientras yo estaba que me llevaba el demonio.
Paty: ¿Celoso mi Sr.?
Preguntó juguetona, y me llené de ira.
Terry: No digas idioteces, me contuve ayer de no romperle los huesos, pero no va a volver a
correr con la misma suerte, así que si lo aprecias tanto como dices, asegúrate de que tenga las manos
alejadas de ti.
Paty: Ángel…
No la dejé hablar más.
Terry: De ti depende de que salga entero del Paraíso, te veo a la una, junto con los demás.
Di media vuelta y salí de la habitación, desayuné sin mucho afán y me dirigí a la oficina, era uno
de esos días en que hasta el zumbido de una mosca me haría explotar.
Lía: Buenos días Sr.
¿¿Qué tenían de buenos?? Su minifalda y su sonrisa no me distrajeron de la furia que sentía, fui
directo a mi despacho, pero antes de cerrar la puerta, alcancé a escuchar...
Lía: ¿Qué le pasó?
Le preguntaba a Frankco, regresé enardecido y prácticamente gritando, a escasos centímetros de
su rostro.
Terry: ¿¿Acaso ésta es una lavandería de vecindad?? Te pago para trabajar, no para estar
inmiscuyéndote en asuntos que no te conciernen.
Frankco se acercó demasiado a nosotros, alerta a mis movimientos, ¿¿Qué carajo le pasaba a
todo el mundo?? Me giré y lo encaré.
Terry: ¿Qué pendejada crees que estás haciendo? El Sr. aquí Soy-Yo, que no se te olvide
Frankco, no hagas que cambie el concepto que tengo de ti, mira que no estoy buscando quien me la
hizo, sino quien me la pague.
Sin bajar la mira y la mandíbula apretada contestó –Sí Sr–.
La sangre me ardía de rabia y el dolor aumentaba con él. Froté mi frente, necesito tranquilizarme
o voy hacer una pendejada, respiré profundamente en varias ocasiones, ¿¿Qué me estaba pasando??
Traté de perderme entre los documentos pendientes y así logré distraerme un rato. Comeríamos
en casa, los chicos insistieron en comer un menú de Adele y el Doc nos acompañaría. Lo que me
faltaba, al Doc, estudiando cada uno de mis movimientos.
Cuando llegué a la casa, estaban todos reunidos en el jardín, incluso el Dr. Tarson, saludé, Paty
se acercó a darme un beso, pedí un coñac, necesitaba algo fuerte. Me divertía el tiempo que pasaba
con los chicos, pero esta ocasión preferiría estar en mi habitación… A oscuras, sin tener que fingir el
sentirme bien, el maldito dolor no cedía, tenía todo el día así, ¡¡Me estaba volviendo loco!! y ese
imbécil se desvivía por tener atenciones con Paty.
Dr.: Terry… Terry…
Sin darme cuenta me había dejado la mirada fija en mi vaso de coñac, tratando de no perder la
compostura y fingir lo mejor posible.
Terry: ¿Sí?
Dr.: ¿Te encuentras bien?
Di una rápida mirada y todos me observaban, el rostro de Paty reflejaba una clara angustia,
sonreí lo mejor que pude.
Terry: Sí, me quedé pensando en un negocio que me están proponiendo, ¿Qué me decían?
Hice un ademán con la mano quitándole importancia, traté de concentrarme en la conversación,
pero el dolor era demasiado, comencé a sudar, no iba a poder seguir disimulando.
Carlo: Bueno, ¡Hora de jugar!
Nois: Pensé que nunca lo dirían.
Excelente, tal vez romperle los huesos a Ángel aliviaría mi dolor, le pedí a Frankco que trajera el
balón de fútbol Americano. Y nos dirigimos a un lado de la alberca, ese espacio era lo
suficientemente amplio, nos dividimos en dos equipos.
Equipo 1: Paty, Dereck, la pelirroja y yo.
Equipo 2: Alicia, Carlo, Nois y Ángel.
Dimitry ya había terminado demasiadas veces en el suelo en estos juegos y prefería no ensuciarse
las bermudas, la alineación era fácil, dos atacando y dos defendiendo, dejar salir nuestro lado animal
causaba euforia, Carlo se tronaba el cuello, nos pusimos en posición, El equipo dos comenzaba,
Alicia le pasó el balón a Carlo de entre sus piernas, éste comenzó a correr y Dereck se fue tras él,
después de unos cuantos metros Dereck lo tackleó con fuerza, mucha fuerza, ambos terminaron en el
piso, las chicas hicieron un gesto de dolor, el Doc, preguntó si estaban bien, pero antes de levantarse
comenzaron a reír entre insultos, Carlo a pesar del fuerte golpe que se llevó, no había soltado el
balón, así que seguirán tratando de anotar. Ángel me dirigió una mirada desafiante, idiota. Nois le
pasó el balón a Ángel, en cuanto tomo el balón Paty gritó que era suyo y se fue tras él, me quedé
parado como imbécil observando como mi chica iba corriendo, pretendiendo tacklearlo, el idiota ese
era de mi tamaño, al verla sonrió, soltó el balón, la recibió prácticamente con los brazos abiertos y
cayó con ella arriba de él entre risas.
Toretto apareció a un lado del jardín, ladrando eufórico, al parecer no era el único que quería
arrancarle la cabeza.
Le acababa de advertir en la mañana que no quería ver sus asquerosas manos sobre ella, no me
acerqué, si lo hacía lo agarraría a patadas.
Ángel: Nosotros también jugábamos en la universidad, Paty siempre logró derribarme.
Paty: Siempre me has dejado ganarte, eres un lindo.
¿¿Lindo?? ¿¿Me quería reventar las pelotas?? Cuando Paty encontró mi mirada, supo que se
había equivocado y Ángel también.
Toretto estaba listo para atacar, solo necesitaba mi señal y estuve tentado a hacerlo, pero iba ser
yo quien le haría tragarse la sonrisita estúpida.
Ximena: ¡¡Yo corro!!
Terry: ¡No!, tú pásame el balón.
Paty quiso acercarse, pero le hice un movimiento negativo y se quedó parada a un par de metros
de mí, la mirada de Ángel y la mía se encontraron, Ximena me lanzó el balón de entre sus piernas, lo
tomé y comencé a correr, Ángel gritó que era suyo, pretendía tacklearme, corrió con todo lo que tenía
hacia a mí, con qué gusto le voltearía la cara con una patada, cuando estuvo demasiado cerca, se
inclinó hacia adelante, levanté una rodilla, se le clavó justo en la boca del estómago, ambos caímos
por el impacto, era fuerte, más de lo que esperaba, pero no solté el balón. En el piso podía escuchar
como inhalaba por la boca, le costaba trabajo respirar por el golpe.
El maldito hombro me recordó su presencia con una punzada, pero esto apenas comenzaba. Me
levanté, Alicia le preguntó si se encontraba bien y con las manos en el estómago y todo rojo, aún sin
poder articular palabra, asintió.
Terry: Vamos, no me dejes ganar a mí también.
Dije sarcástico, sonreí y regresé a la línea de salida. Le indiqué a Ximena que volviera a
lanzarme el balón.
Paty: No es necesario ser tan rudos, es sólo un juego.
Terry: Esto no es ser rudo, nena.
Nos pusimos en posición, recibí el balón y volví a correr, Ángel fue tras de mí nuevamente, no
aprendió la lección, así que habría que repetirla, me encantaría tener un impacto directo con él, pero
mi hombro no lo soportaría, al tenerlo cerca me hice a un lado, le dejé nuevamente la rodilla arriba,
volvió a clavársela, giré para no caer con él librándome de su agarre y seguí corriendo hasta anotar.
Cuando giré para verlo en el suelo, Paty y Alicia estaban con él y Carlo, Dereck y Dimitry muertos
de risa en silencio.
Dr.: Basta de juegos, van a salir con un hueso roto.
Carlo: Doc. es usted un aguafiestas, apenas comenzábamos a divertirnos.
Ángel se levantó con trabajo, sujetándose el estómago, pasé al lado de él palmeando su espalda,
–Buen intento–.
Regresamos a la mesa por algo refrescante de tomar, el Doc insistió en revisar a Ángel, pero este
aseguró que se encontraba bien, Paty parecía que quería tragarme con la mirada, se lo había
advertido y además, había sido condescendiente con él, no le había roto ningún hueso… todavía.
El dolor después de la euforia del momento, me reclamaba el esfuerzo, el sudor que aparecía en
mi frente no era precisamente por haber corrido un poco, si no por estar soportando las fuertes
punzadas, me estaba matando lo incesante que eran, necesitaba salir de ahí. –Con permiso–.
Entré a la casa con calma, pero a la mitad de las escaleras no pude evitar sujetarme el hombro y
ahogar un gruñido en la garganta, me recargué en el barandal, apenas pude sostenerme.
–¡¡Hijo!!– El Dr. Tarson me había descubierto, pero a estas alturas, no tenía caso y no podía
fingir más, me sujetó, –Estoy bien–. Dije con dificultad, era más que obvio que no era así, me ayudó
a subir las escaleras y a recostarme.
Dr.: Cuando vas a…
No lo dejé terminar, no necesitaba sermones ahora.
Terry: Ahora no Doc, solo necesito unos minutos.
Dr.: Lo que necesitas es la operación que te niegas a aceptar.
Los espasmos por el dolor eran incontrolables, las punzadas fuertes, me quemaba la mitad del
pecho y el Doc con sus estupideces.
Terry: Con un demonio, ¡¡Ahora no Doc!!, deme las malditas pastillas.
Me acercó en silencio un par de pastillas, las tomé y cerré los ojos, necesitaba relajarme, tenía
que volver al jardín con los demás, Cómo carajo voy hacer eso?
El Doc se sentó en el reposet en lo que yo aguardaba a que el medicamento hiciera efecto,
después de varios minutos en los que había logrado relajarme.
Dr.: Déjame revisarte.
Terry: Estoy exactamente igual que la última vez.
Dr.: ¡Terry!
Terry: Estoy bien, el siguiente mes me haré los estudios como cada año, ahí revisará lo que
quiera. Aunque ya sepamos que no hay nada por hacer, mejor regrese al jardín en unos minutos más
bajo.
Dr.: Necesitas descansar.
Sí, lo necesitaba, aunque el dolor había bajado con el medicamento, estaba agotado, pero no
podía, más tarde, cuando los chicos se fueran, tal vez.
Terry: Ni una palabra de esto… Y en un momento lo alcanzo Doc.
Hizo un movimiento negativo con el rostro, pero sabía que no me iba hacer cambiar de opinión.
Unos minutos después me puse de pie, me mareé un poco, respiré profundamente, tenía que hacer
esto y tenía que hacerlo bien, me enderecé y bajé con toda la seguridad que me caracterizaba. Paty
venía entrando a la casa cuando me la topé, iba a buscarme, la ignoré, estaba furioso y a los demás
les dije.
Terry: Qué pena, pero tenía que hacer unas llamadas importantes.
Alicia: No se preocupe, hacerse cargo de todo esto es mucha responsabilidad y debe quitarle
mucho tiempo.
Adele finalmente sirvió la comida era uno de sus típicos menús deliciosos, pero no pude
disfrutarlo al cien, tenía que fingir una sonrisa, tratar de poner atención y reír con los ingeniosos
comentarios, apagar las ganas de romperle la cara al imbécil de Ángel e ignorar la mirada del Doc,
el dolor había cedido, pero el cuerpo me pesaba, estaba agotado.
Finalmente llegó la hora de despedir a los chicos, después de llenar de besos y halagos a Adele
por la comida, Dereck, me pidió que me cuidara y me recordó que cualquier cosa, le llamara, él
sabía exactamente lo que estaba pasando, Carlo, me dijo que descansara, que me tomara unos días de
los negocios, ambos de forma discreta me demostraron su apoyo, como siempre, Dimitry también se
despidió, quedamos de llamarnos para salir el siguiente fin de semana, Alicia ya estaba haciendo
planes para irse a tomar el sol el resto de la tarde, junto con Ángel y obviamente Paty no podía
dejarlos, así que el Doc también se retiró, con una mirada acusadora. A Paty le puse a Jesse a su
disposición para que los llevara a la playa.
Ángel: ¿No nos acompañas?
Odiaba dejar a mi chica sola con este idiota, pero el cuerpo no me daba para más.
Terry: No, tengo pendientes que atender, tal vez mañana, diviértanse.
Paty quiso hablar a solas conmigo, cuando me retiré de la mesa tardé demasiado, seguramente
intuía lo que había pasado y querría quedarse conmigo, pero no lo iba a permitir, así que no la dejé
hablar, hasta que finalmente salieron de la casa.
Subí a mi habitación con la compañía de Toretto, me senté en el reposet, tomé el libro en turno y
traté de leer, lo conseguí por un rato, pero el cuerpo me pesaba como si hubiera pasado horas en el
gimnasio, después de un regaderazo, me metí bajo las sábanas, necesitaba dormir.
Apenas y la sentí entrar a la cama, acercó su cuerpo tibio al mío.
Terry: Es tarde.
Paty: Lo siento, no quería despertarlo.
Terry: ¿Te divertiste con tus amigos?
Paty: Estaba preocupada por usted, ¿Cómo se siente?
Terry: ¿Ah, sí?
Mi sarcasmo era notorio.
Paty: Sí mucho, hoy en la tarde…
Terry: No pasó nada hoy en la tarde, ¿Quedaste en hacer algo con tus amigos mañana?
Se quedó en silencio por un momento.
Paty: No, solo que nos mensajearíamos mañana después de desayunar.
Terry: Bien, iremos a Bacalar.
Paty: ¿La laguna? Hay fotos increíbles del lugar.
Terry: Ya había pensado en llevarte, queda a pocas horas de aquí, el lugar es hermoso, no hay
grandes hoteles, pero seguro la pasaremos bien.
Paty: Lo de esta tarde…
Terry: Te lo advertí en la mañana y en la tarde ¡¡Te lanzaste a sus brazos!!
Paty: Era solo un juego, no pensé que…
Terry: Por salud y estoy hablando específicamente de-su-salud, PIENSA bien las cosas.
Necesitaba recuperar la compostura o el paraíso iba arder. La mañana siguiente me sentía mejor,
al menos había podido descansar, no entrenaría hoy, no quería volver a pasar por un episodio como
el de ayer.
Así que le avisó a sus amigos que pasaremos por ellos a las 11 de la mañana, así les daría tiempo
de desayunar tranquilamente y hacer una pequeña maleta para pasar la noche en Bacalar y regresar
mañana después del mediodía, mientras tanto Paty se encargaría de nuestro equipaje y yo de hablar
con el dueño de las cabañas que se encuentran prácticamente sobre la laguna, no sería fácil que
tuviera lugar disponible, pero tampoco sería fácil para él, negarle una cabaña a El Sr. del Paraíso.
Después de desayunar y tener todo listo, le indiqué a Frankco que solo él iría con nosotros y que
su estúpida mano izquierda se quedaría a cargo de la seguridad del Hotel, Paty y yo iríamos en uno
de mis autos y Ángel y Alicia con Frankco en la camioneta.
Paty se veía relajada y hermosa, yo estaba mucho más tranquilo y dispuesto a pasar un buen día
con mi chica, en el camino me contó su tarde de ayer, esa en la que no pude estar por culpa de mi
maldito hombro, pasaron el resto de la tarde en la playa y más tarde se tomaron unos cuantos tragos
en el bar del hotel. Prefiero no imaginarme la escena de mi chica al lado del idiota ese.
Casi a punto de llegar al pueblito que era Bacalar, desde la carretera se podía ver parte de la
laguna, la majestuosidad de los colores era impresionante, la cara de asombro de Paty lo decía todo,
nada me producía más satisfacción que verla feliz.
Antes de llegar a las cabañas, di un recorrido por la calle que circulaba a la orilla de la laguna,
al final de esta me estacioné, había un par de pequeños muelles, algunas pocas personas de la
localidad, se encontraban ahí.
Cuando Alicia y Ángel bajaron de la camioneta tenían en los rostros la misma expresión que Paty,
de incredulidad ante tanta belleza natural.
El cielo despejado, el sol brillante, el aire puro y fresco… Caminamos sobre los viejos tablones
que formaban los modestos muelles, seguramente hechos por las personas del pueblo.
Alicia: Nunca imaginé un lugar así.
Terry: La laguna de Bacalar se caracteriza porque en ella pueden distinguirse 7 tonos de azul,
desde el más claro y brillante, hasta el más oscuro, debido a su gran profundidad, por las
características del agua, prácticamente no hay vida marina, así que como pueden contemplar es una
piscina natural.
Paty: ¡¡Quiero meterme ya!!
Terry: Espera a que lleguemos a las cabañas nena.
Alicia: Dan ganas de llorar ante tanta belleza.
Terry: Las lágrimas estropearían tu visión, además de que no soporto ver a una dama llorar.
Paty y Alicia me dedicaron una sonrisa, mientras Ángel seguía inmerso ante los colores brillantes
lugar.
Unos minutos después regresamos a los autos y nos dirigimos a las cabañas que estaban entre
senderos empedrados, con lindos jardines y palmeras alrededor. El dueño del lugar me estaba
esperando, cordialmente nos mostró nuestras cabañas, literalmente estaban sobre la laguna,
amuebladas con un exquisito gusto en color marfil, al salir de la habitación, una hamaca, un paso más
y estabas nadando en la espectacular laguna, un lugar perfecto para descansar que era justo lo que yo
necesitaba.
Dejamos nuestras cosas y fuimos a comer. Por supuesto ceviche de pescado y camarón, langosta,
clamatos, una espectacular vista, mi chica, lo último que podía pedir era que el resto de la vida
humana desapareciera…
Al terminar, se acercó el capitán de meseros indicando que el pequeño yate se encontraba listo
para cuando yo lo indicara, él dueño del hotel nos tenía preparado un recorrido por la laguna, de esa
forma podrían contemplar, nadar y disfrutar de los 7 majestuosos colores, había hecho ese recorrido
en varias ocasiones, pero ellos 3 se mostraban emocionados por hacerlo, los invité a que lo hicieran
de una vez, yo no iría, no me apetecía estar nuevamente en un yate con este imbécil, además de que
este era mucho más pequeño que el mío, Paty iría y no la dejaría ir sin escolta, así que le ordené a
Frankco que fuera con ellos, no le gustaba dejarme solo, pero obedeció sin chistar, Paty insistió en
quedarse conmigo, pero no se lo permití, finalmente aunque no me gustara la idea, esos eran sus
invitados, más adelante tendríamos la oportunidad de recorrer la laguna, ella y yo a solas, por lo
pronto aprovecharía ese tiempo, acostado en la hamaca, descansando, el dolor de ayer me
demostraba que me he estado excediendo, no fue un episodio de dolor repentino, fue gradual, nunca
bajó, aún con las pastillas, el dolor ha ido aumentando de intensidad, ahora estoy evitando unos
cuantos entrenamientos para mantenerme estable, no quiero ni pensar en tener que suspenderlos por
completo por esta maldita lesión, en poco tiempo me haría los estudios, si mi condición ha
empeorado, el Doc insistirá en su tortuosa operación y no estoy dispuesto a realizármela, no voy a
volver a pasar por ese infierno, ¡¡¡Quiero una maldita vida normal!!! Sin dolor, sin pastillas, sin
vendajes… sin pesadillas…
Cuando mi chica volvió 4 horas después, el sol había terminado su jornada, dejando un suculento
bronceado sobre la blanca piel de mi hermosa dama, la recosté sobre mí para contemplar el ocaso
juntos, solo el sonido del agua tranquila rebotando ligeramente en los tablones que sostenían la
cabaña se escuchaban, este era uno de los pequeños momentos perfectos que hacían que todo valiera
la pena, solo vestía su bikini aún húmedo, su rostro cálido sobre mi pecho desnudo, acariciaba su
espalda y su aroma a exquisito chocolate me llenaba.
Terry: ¡¡Te quiero Paty!!
Paty: Y yo a usted mi Sr.
No sé cuánto tiempo disfrutamos así, en silencio, cuando todo se oscureció, me levanté a prender
las luces y traerle agua para beber, necesitaba hidratarse después de haber pasado tanto tiempo bajo
el sol, su celular que había dejado sobre la cama comenzó a vibrar, lo tomé para llevárselo y en la
pantalla apareció la estúpida sonrisa de Ángel, le extendí la botella de agua y observó su celular en
mi mano, no quería que este momento de intimidad entre nosotros terminara, la sentí mía, no solo
acariciaba su piel, lograba acariciar su alma en el silencio de la noche, con ganas dejaría caer el
celular a la laguna…
Levanté el celular, le mostré quien era el que llamaba y contesté.
Terry: ¿Sí?
Ángel: ¿¡Terry!?
Terry: Salgan a divertirse, Paty y yo lo haremos en privado, mañana nos vemos para desayunar.
Colgué sin esperar su respuesta, clavé mi mirada en la de Paty, para descifrar si se había
molestado por lo que acababa de hacer, pero su mirada cálida me hizo saber que le había gustado.
Paty: ¿Cómo es que nos vamos a divertir en privado mí Sr.?
Terry: Voy a acariciar cada centímetro de tu piel.
Se levantó de la hamaca.
Paty: ¿Qué más me hará mi Sr.?
Terry: Voy a degustar tu sabor.
Se quitó la parte de arriba del bikini, su mirada ardiente, su voz sensual y sus movimientos
provocadores me transportaban a otra dimensión, la bermuda me estorbaba y su mirada bajó justo al
lugar donde comenzaba a ser incómoda, con toda esa seguridad que me encantaba de ella,
desabrochó mi bermuda y bajó el zipper.
Y pensar que la primera vez que me vio duro, se giró para evitar mirarme. Cuánto han cambiado
las cosas desde entonces… Afortunadamente. Frotó mi miembro por encima del bóxer, sus caricias
lentas me encendían la sangre como un volcán preparándose para la erupción.
Paty: ¿Qué más mi Sr., quiero escucharlo?
Me estaba citando.
Terry: ¿Te excita escuchar que deseo hacerte?
Asintió.
Terry: Después de degustar hasta la última gota del éxtasis de entre tus piernas sobre estas tablas,
mientras el viento se lleva tus gemidos, nos meteremos a la laguna, para que el agua controle la lava
ardiente que recorre mis venas, frotaremos nuestros cuerpos, nos llenaremos de caricias, me
apoderare de tu boca, te sujetaré con fuerza por el cabello, enredaras tus piernas sobre mis caderas,
me sentirás duro y lleno de necesidad por hacerte mía, entraré y saldré de ti, mientras nuestras
lenguas danzan reclamándose, aceleraremos los movimientos sin proponérnoslo, necesitaremos más,
el calor de nuestros cuerpos provocará que el agua a nuestro alrededor se evapore, flotaremos,
gemiremos uno al oído del otro, sin importarnos que alguien pudiera escuchar la necesidad de
expulsar tanto deleite, te pediré que me mojes en tu interior, lo harás para mí, disfrutarás como nunca
lo has hecho, mientras tu imagen y cada poro de tu piel me hechizan, haciéndome perder el control, la
luna reflejada en la laguna cristalina será testigo de mi adoración por ti y te haré el amor, como si
fuera el último día de mi vida.

PATY
Lo sentía acariciar mi cabello, su respiración serena y su mirada cálida, sin abrir los ojos le di
los buenos días.
Terry: Buenos días, ¡Tramposa!
Paty: ¿Por qué tramposa?
Terry: Creí que dormías.
Paty: No quiero despertar, pasé una noche deliciosa y no quiero que termine.
Terry: Los buenos momentos, sólo son eso, momentos.
Paty: Eso no suena muy alentador.
Terry: “Nadie dijo que la vida fuera fácil”, anda, es tarde y tu amigo seguro no tarda en
llamarte.
Paty: ¡¡No quiero!!
Hice un puchero y tiré de una almohada para ponérmela sobre la cara.
Terry: No seas malcriada y levántate, en verdad es tarde nena.
Paty: Para usted las 6 de la mañana, es tarde y usted tiene la culpa por desvelarme tanto.
Terry: Anoche no te quejabas, despierta por las buenas o te despertaré por las malas.
Paty: ¿Y qué va hacer? ¿Me va echar agua?
Terry: Esa es una excelente idea.
¡¡Idiota!! Me arrepentí en cuanto escuché sus palabras, me levantó en brazos en un solo
movimiento mientras yo me aferraba a su cuello. Le pedí, una y otra vez que me bajara, que no
estuviera jugando, pero salió conmigo en brazos, no tuve más alternativa que abrir los ojos, la vista
impresionante en primer plano me dejó muda.
Alicia y Ángel nadaban en la laguna, frente a su cabaña, al lado de la nuestra, espero no nos
hayan visto o escuchado anoche.
Terry: Es un lindo día. ¿Quieres nadar un rato antes de irnos?
Asentí, giró el torso para regresar a la cabaña, pero un instante después estaba volando sobre el
agua, diferentes tonos de azul pasaron frente a mí. El contacto con el agua terminó de despertarme y
poner alerta cada uno de mis sentidos, me había aventado el hijo de su #$%&/(#%&. Salí a flote
queriéndomelo comer con los ojos mientras él se doblaba de risa, Alicia se reía a mis espaldas,
incluso Francko parado afuera de su cabaña se reía de mí, Ángel era el único que no lo hacía. –
¡¡¡Terry Grandchester!!!–. Fue lo único que se me ocurrió decir. Los rayos del sol hacían brillar su
oscuro cabello y sonrojaban su piel, solo traía puesto el traje de baño y una vez que pudo dejar de
reír se lanzó al agua, salió a la superficie justo frente a mí tomándome por la cintura, –¡¡Te ves
preciosa haciendo puchero y te quiero!!– Esas palabras pronunciadas con tanto sentimiento
desarmaron el enojo que había provocado antes.
Estuvimos nadando y conversando dentro de la laguna, incluso invitamos a Frankco a que se nos
uniera, pero él siempre tan profesional, no aceptó. Más tarde, cuando estábamos esperando la
comida, mi Sr. estaba de excelente humor y muy cariñoso, me tenía abrazada y besaba los nudillos de
una de mis manos.
Alicia: Me encanta verlos así de enamorados.
Terry: El dichoso amor está sobrevalorado.
Me dio un besó en la frente.
Terry: Paty me quiere y yo a ella, somos perfectamente conscientes de nuestros sentimientos.
Ángel: ¿Estás diciendo qué no amas a Paty?
Terry: Entendiste el punto.
Ángel: ¿Y tú estás de acuerdo con eso?
Me preguntó.
Paty: Es una forma de ver las cosas.
Dije sin darle importancia y así quería verlo, aunque casi podía asegurar que me amaba, me
amaba tanto como yo.
Finalmente regresamos al Paraíso, no sin antes dejarles en claro a mis amigos, que el resto del
día me secuestraba solo para él, pero que ya mañana, después del desayuno podrían tener el
privilegio de mi compañía. ¡Pero bueno con mi Sr.! El agua de la laguna de Bacalar debe tener
poderes cursis y románticos, porque mi Sr. estaba vuelto todo miel conmigo, al llegar a la casa,
bajamos del auto, me cargó sobre sus fuertes brazos. –Hoy tú serás la que me digas, qué quieres que
te haga–.
Sus ojos brillaban y mi vientre se contrajo ante esas palabras.

La mañana siguiente, siguió su rutina como de costumbre y yo también me levanté a hacer


ejercicio, no quería que lo que con tanto esfuerzo había logrado, se viniera abajo, hablando
específicamente de mi trasero, claro, desayunamos después de que se tomara su pastilla.
Pasaría el día con los chicos, pero antes de eso iría a la oficina, necesitaba arreglar un par de
cosas que había dejado pendientes y ya Lía tenía muchísimo trabajo sin mí estos días, me sentía
culpable por ello.
Llegamos a la oficina y la pobre Lía me vio con cara de AUXILIO, así que le escribí a los chicos
pidiéndoles que alrededor de las 12:00 pasaran por mí, ahí a la oficina y me puse manos a la obra,
contestando correos, archivando algunos documentos, firmando otros, regresando llamadas, etc., etc.,
etc. Al medio día se abrió el elevador revelando a Ángel y Alicia, querían conocer mi oficina, les
presenté a Lía y pretendía ir a despedirme de mi guapo jefe, cuando salió hecho un energúmeno de la
oficina.
Terry: ¿¡Quién de ustedes dos, fue la incompetente a la qué se le olvidó avisarme de la llamada
del Sr. Slim¡?
Preguntó prácticamente a gritos, ignorando por completo a mis amigos, Lía se quedó congelada y
yo en ese momento recordé la llamada de la asistente del Sr. Slim, debí avisarle enseguida, pero me
distraje y se me había olvidado por completo, la sangre se me bajó a los pies, me iba a matar.
Paty: Yo recibí esa llamada.
Contesté con voz baja y temblorosa, había metido la pata y lo había hecho hasta el fondo.
Terry: ¿¡Tienes una puta idea de quién es el Sr. Slim¡? Noo espera, claro que sabes quién es el Sr.
Slim, hasta el barrendero sabe quién es el Sr. Slim.
Paty: Lo lamento Sr.
Se me acercó imponente, amenazante y furioso.
Terry: ¿Lo lamentas? ¿Lo lamentas? No es el hombre más importante del país, Nooo, tal vez es el
hombre más importante de América, ¿Qué carajos tienes en la cabeza? ¿Palomitas acarameladas? No
me jodas Paty.
Siguió acercándose pero Ángel se interpuso entre los dos.
Ángel: No es necesario que le hables de esa forma, cualquiera se equivoca…
Terry: ¿¿Tú que carajos haces en mi oficina??
Paty: Venían por mí, yo les dije que podían pasar.
Dije, saliendo de detrás de la espalda de Ángel.
Terry: ¿¿Tú les dijiste que?? Esta es mi puta oficina, yo decido quien cruza por ese ascensor y
quien ¡¡NO!!
Paty: Lo lamento Sr.
Terry: Tus estúpidas disculpas no solucionan que el Sr. Slim tenga esperando una semana a que le
regrese la llamada. ¡¡Carajo Paty!! Estamos hablando de negocios de miles de Euros.
Ángel: ¿No eres ya lo suficientemente millonario?
Terry: Cierra la puta boca y sal de mi oficina.
Ángel: Paty se va conmigo, no voy a permitir que le sigas hablando así.
Mi Sr. se acercó demasiado a Ángel.
Terry: Le hablo a mis empleados como se me da la puta gana, LAR-GA-TE de i oficina, no voy a
repetirlo.
Tomé a Ángel del brazo, y lo halé al elevador junto con Alicia que se había quedado inmóvil
desde que mi Sr. salió de su oficina.
Paty: Los veo más tarde, yo les escribo.
Ángel: No te vas a quedar aquí con este animal gritándote.
Paty: Ángel, por favor.
Le supliqué con la mirada que se fuera, que no hiciera más complicadas las cosas y finalmente
salieron de la oficina.
Mi Sr. volvió a recordarme lo incompetente que había sido y que nadie, excepto él, podía
autorizar a alguien entrar a ese piso, que no me tomara atribuciones que él no me había dado, me
ordenó que me retirara de la oficina, no quería verme. Hacía mucho tiempo que no lo veía así de
furioso.
Así que me fui junto Jesse a alcanzar a mis amigos, estaba avergonzada por lo que habían
presenciado, Ángel seguía indignado.
Ángel: ¿Cómo es posible que te hable así? Y qué tú se lo permitas.
Paty: Es el jefe y yo cometí un error, un grave error.
Alicia: ¿¿Estaba hablando de él Sr. Slim, el hombre considerado más rico del mundo en entre los
años 2010 al 2013??
Paty: Sí, ese Slim.
Alicia: Weeeeey yo te hubiera despedido en ese momento.
Ángel: ¡¡Alicia!!
Alicia: ¡¡Ángel!! Tiene razón de estar así de enfadado.
Paty: Lo sé, lo sé, metí la pata y la metí hasta el fondo.
Más tarde, después de debatir si mi Sr. tenía razón o no por querer cocerme en aceite hirviendo
por mi estúpida omisión, Alicia tenía una gran curiosidad por ir a la playa del Delux y Ángel lo dejó
a nuestra consideración, así que fuimos a caminar por ahí, solo chicas en topless, afortunadamente,
Ángel no se aguantó las ganas de preguntarme si había ido al bar del Delux así que les platiqué mi
experiencia en el lugar, Alicia parecía curiosa, pero no tanto como para ir, Ángel en cambio parecía
no gustarle la idea. Más tarde tomamos unas clases de esquí que resultaron muy bien, deslizarse
sobre el agua a esa velocidad, fue increíble, también anduvimos en moto acuática y más tarde
después de comer, recorrimos tiendas, le mandé un mensaje a mi Sr. para avisarle donde me
encontraba, pero no obtuve respuesta.
Regresé ya tarde a casa, mi Sr. acababa de ducharse, llegué justo para colocarle la pomada,
parecía un poco más relajado que en la tarde, me comentó que había podido hablar con el Sr. Slim, el
cual estaba interesado en adquirir algunas propiedades de él en Inglaterra e iba a pensar si se las
vendía o no. Después de darme un regaderazo, me metí entre las sábanas le platiqué mi día, la estaba
pasando muy bien con los chicos, pero ya mañana se regresaban a Monterrey, lo cual parecía
aliviarle.
Terry: Mañana, después de que tus amigos se vayan quiero que regresemos a mi rutina habitual,
¿De acuerdo?
Se notaba preocupado, pensativo, era raro verlo así, acaricié su rostro, su cabello.
Paty: ¿Qué le preocupa mi Sr.? ¿Es por lo del Sr. Slim?
Terry: No, eso ya quedó solucionado, solo… Necesito que todo regrese a la normalidad.
Paty: Así será.

El día siguiente nos veríamos para comer en la casa, a las 6:00 de la tarde mis amigos se irían al
aeropuerto para regresar a Monterrey. A las dos en punto estábamos esperando a mi Sr. con una
bebida refrescante. Ya les había aclarado que el malentendido estaba solucionado y mi Sr. y yo
estábamos nuevamente bien.
Cuando llegó, saludó amablemente y a mí me dio un cálido beso.
Ángel: No siempre aplica lo de la puntualidad inglesa, ¿Verdad?
Terry: Le avisé a “MI” mujer que llegaría antes de las 3, no di una hora en específico, tenía que
dejar resuelto un negocio de…(Hizo un ademán para quitarle importancia) Bueno, igual no
entenderías.
Su tono fue despectivo.
Ángel: No soy estúpido.
Respondió Ángel, indignado.
Terry: Eres médico, no se supone que lo seas, pero dudo que entiendas de divisas y de jugar en la
bolsa de valores.
Ángel: Claro, cada quien en su ramo, aunque usted me lleva ventaja, debe estar muy bien
informado sobre, músculos, tendones, ligamentos, e incluso huesos, por su problema en el hombro
izquierdo. ¿Qué es lo que padece? Bursitis de hombro, capsulitis retráctil, tendinopatía…
Casi pude ver como se le encendía la sangre a mi Sr. Frankco intervino para ofrecer algo de
beber.

CAPÍTULO XIII
TERRY

E ste imbécil se ha propuesto salir por partes del Paraíso, sería muy fácil
romperle los huesos, ya se la había perdonado dos veces, no se la iba a
perdonar una tercera.
Terry: No es un tema que vaya a discutir contigo.
Sonrió burlón... Te voy a joder niño estúpido, no vas a salir limpio de aquí. Besé a mi chica con
profundidad frente a sus narices, irradiaba celos y entonces fui yo quien sonrió.
Adele nos sirvió la comida, estábamos disfrutándola, la conversación fluía, pero cada vez que
nuestras miradas se encontraban, ambos queríamos arrancarle la cabeza al otro. Los días anteriores
no habían sido agradables, claramente no habíamos simpatizado eso quedó claro desde el primer
momento.
Terry: Yo podría ofrecerte trabajo.
Alicia comentaba que tenía ya 7 meses que no encontraba un empleo donde pudiera ejercer su
carrera y fuera más o menos decente el sueldo, así que sólo se encontraba estudiando Alemán.
Alicia: ¿De verdad? ¿Tiene vacantes disponibles?
Terry: No lo sé con exactitud, pero estoy seguro que podríamos acomodarte con facilidad.
Paty: ¿Lo dice en serio mi Sr.?
Terry: Claro nena, Alicia, tendrías un buen empleo, te aseguro que aprenderás mucho aquí, tu
tendrás cerca a tu mejor amiga y el Paraíso ganará a una excelente empleada. Todos ganamos.
A ambas se les iluminaron los ojos.
Alicia: Eso sería estupendo.
Terry: Puedo ofrecerte una habitación sencilla de uno de los hoteles para vivir, sería parte de tus
prestaciones, así que tú decides, eso sí, yo te doy la entrada, tú tienes que mantener el empleo.
Alicia: Muchas gracias Terry, pero…
Paty: ¿Pero qué? Sería genial.
Alicia: Tengo que consultarlo con mis padres, cambiar de residencia no es cualquier cosa,
aunque, si por mi fuera me quedaba ya mismo.
Terry: No hay prisa, regresa a Monterrey, termina tu curso de Alemán, mientras tanto, convence a
tus padres y después te vienes para acá. ¿Te agrada la idea?
Alicia: Sí, claro, es perfecto, muchas gracias Terry.
Mi chica se me fue encima a besos, habíamos terminado de comer y Paty le pidió a Alicia que la
acompañara a su recámara, tenía algo que mostrarle. Así que nos quedamos solos el imbécil éste y
yo.
Ángel: Acaba de comprarle la mejor amiga a su novia.
Terry: No se la compré, ella ya la tenía, solo la acerqué, claro que también la alejé de ti, espero
no me guardes rencor por eso.
Estaba usando todo mi sarcasmo y su cara de asombro me hacía disfrutar aún más.
Ángel: ¿Por eso? No, por supuesto que no.
Terry: Claro que no, tu a la que quieres tener cerca es a Paty, a “MI” mujer.
Clavaba la mirada en la mía y apretaba los puños.
Ángel: Con que orgullo la llama, su mujer, así deberías respetarla, a una mujer como ella, no se
le habla como lo hace y mucho menos se le trata como si no tuviera valor, pero dime Terry, ¿Estás
celoso?
Mantenía mi rostro impasible, aunque quería arrancarle la cabeza por atreverse a preguntarlo.
Terry: ¡Siempre la he respetado! ¿Y de quién estaría celoso? De un tipo que ha permanecido en la
Friendzone, por ¡¡Años!!
Me burlé, lo estaba sacando de sus casillas y eso quería, una sola excusa para poder quitarle la
estúpida sonrisa a golpes, solo necesitaba empujarlo un poco más.
Terry: Dime una cosa, nunca le has dicho que estás estúpidamente enamorado de ella, ¿¿Por qué
sabías que no te iba a corresponder?? O ¿Por qué te sentías culpable?
Los ojos casi le salieron por las órbitas, apretaba tan fuerte los descansabrazos de la silla que los
nudillos se le pusieron blancos, compórtate como hombre y arreglemos esto de una buena vez
imbécil.
Ángel: ¿De qué crees que habría de sentirme culpable?
Terry: ¿De verdad lo preguntas? (Levanté la voz, me puse de pie y lo señalé) Esa noche la
atacaron por TÚ culpa.
Se levantó, solo la mesa nos separaba, podía descifrar su rostro, confusión, culpa, pero la más
sobresaliente, unas inmensas ganas de golpearme, vamos, dame una excusa, sólo una.
Terry: La golpearon por Tú culpa, casi la…
–¡¡¡Terry!!!– Gritó Paty a mis espaldas, pero a estas alturas mi sangre hervía, la ira que había
contenido toda la semana estaba a punto de desbordarse, quería triturarlo con mis propias manos.
Paty caminó hacia mí, quedándose a unos escasos pasos de mi costado.
Paty: ¿Qué estás diciendo? ¡Eso es mentira! Él…
Terry: ¡¡Mentira!! ¿Qué clase de idiota deja ir sola a una jovencita en plena madrugada? Si éste
imbécil se hubiera comportado como hombre esa noche no te hubieran lastimado.
Paty: ¡¡Basta Terry!! Eso es demasiado cruel.
Giré para enfrentarlo, pero su rostro desencajado había contestado mi pregunta.
Terry: Así que era eso, por eso nunca le confesaste tu patético amor, te sentías culpable.
Ángel: Paty, yo…
Bajó la mirada.
Terry: Culpable de no haberlo previsto, de no haberlo evitado y una vez hecho, ni siquiera,
haberlo hecho pagar. Lo tenías ahí y se te fue de tus maricas manos. (Caminé hacia él, lo iba a…)
¿¿Con qué cara te dices su amigo??
Paty se interpuso entre los dos –¡Basta Terry, ya basta, él me salvó!–.
Terry: ¿¿De qué carajos te salvo?? Te limpió las heridas y te dio palmaditas en el hombro,
¡¡¡Cuando fue él quien te había empujado a eso!!!
Paty: ¿Cómo puedes decir todo eso? ¡Tú no estuviste ahí!
Terry: No, pero este cobarde al que tú llamas amigo, sí, y no te sirvió de nada.
Paty iba a defenderlo una vez más, cuando él la interrumpió.
Ángel: Tiene razón.
Terry: Claro que tengo razón.
Paty se giró para verlo de frente.
Paty: No Ángel, no.
Ángel: Yo no debí dejarte ir sola esa noche y cuando lo tuve enfrente, no pude hacerlo pagar por
lo que te había hecho, estaba demasiado ebrio… ¡Lo siento Paty!
Terry: ¡Sentirlo no arregla nada!
Paty: ¡¡Basta Terry!!
Terry: Y después de eso, te traigo aquí y me agradeces teniendo el cinismo de desear a mi mujer
frente a mis narices.
Ángel: Tal vez yo no la merezca, pero tú no la mereces más que yo.
Terry: ¿¿¡Qué carajos¡??
Ángel: Porque bajas el dinero de los árboles, ¿¡Crees qué debe hacerte reverencias!? Ella es una
mujer a la altura de cualquiera, NO tienes derecho a tratarla como lo haces, la has humillado
pasándole infinidad de mujeres frente a sus narices. Ella no se merece algo así. Y no puedo creer
que tú se lo hayas permitido Paty. ¡¡Te metió a un burdel!! Solo faltó que te ofreciera a otros como un
trozo de carne.
Paty aún seguía en medio de ambos, pero mi límite había sido rebasado, esquivé a Paty y como
pude lo tomé de la camisa. ¿¡Quién rayos se creía este hijo de puta!? Iba a reventar su rostro de un
solo golpe pero Paty dándole la espalda y tomándome por el brazo con que lo sujetaba –¡No lo
hagas! No lo toques Terry, o…–
Ángel: Déjanos arreglar esto.
Paty: ¡¡NOO!! Terry basta, deja que se vaya de una vez.
Lo solté, nos desafiabamos con la mirada, ambos queríamos destrozar al otro.
Terry: ¿¿O qué?? No va a salir del Paraíso entero.
–Después de lo que se ha dicho aquí, dudo mucho que siga entero–. Se escuchó la voz de Alicia
de detrás de mí. Se hizo un silencio por un momento.
Paty: ¡¡Jesse!! Lleva a mis amigos al aeropuerto por favor.
Ángel: Ven con nosotros, tu mereces un hombre que te amé, que te dé tu lugar, ¡¡Que te respete!!
Una sola palabra más y lo mataba con mis propias manos, Paty leyó perfectamente mis
pensamientos.
Paty: Te quiero mucho Ángel, pero eso no te da derecho a juzgarme. Alicia váyanse, después
hablamos.
Alicia tomó del brazo a Ángel y lo sacó de la casa, no sin antes dedicarnos una mirada, me las
vas a pagar, tarde o temprano tu asquerosa sangre manchará mis nudillos.
Terry: Si vuelvo a verlo…
Paty: ¿Cómo te atreviste a decir todo eso?
Su tono de voz era más alto de lo normal, tenía los ojos llenos de rabia diluida en lágrimas.
Terry: Es la verdad, una que te has empeñado en oscurecer queriéndolo tener como un héroe
cuando no fue más que un cobarde.
Paty: ¡¡No tenías derecho de hablarle así!!
Estaba lleno de rabia, las punzadas en el hombro me estaban matando y a ella se le ocurría decir
que ¡¡No tenía derecho!!
Terry: ¡Eres mía, tengo todo el derecho!
Paty: ¡NO!, yo no soy una de esas pinturas que compró en alguna subasta en New York, Ángel es
muy importante para mi, el me salvó de ser violada, curó mis heridas, gracias a él pude salir de mi
habitación, él…
Terry: El hijo de puta no dejó de tragarte con la mirada desde que llegó.
Paty: ¿No se suponía que a un hombre de mente abierta como a usted, eso no le molestaba?
Terry: No me jodas con eso Paty, me esforcé por ignorarlo, ¿Quién carajos se cree ese imbécil
para desafiarme? Ese cabrón se empeñó en provocarme, tú lo viste ¡¡Carajo!!
Paty: Ángel no quería provocarte, me defendió de ti y de la forma en como me hablaste.
Me paré frente a ella, nuestras miradas se retaban.
Terry: ¿¿Te defendió de mí?? ¿Estás consciente de la estupidez qué hiciste? eso no era
defendible. El tipo es un imbécil, ¿Por qué carajos insistes en verlo como un héroe, como un amigo,
cuando ha sido tu perro todo este tiempo?
Paty: Ángel ha sido el mejor amigo y tú no tenías derecho de hablar de eso, ni siquiera con él, lo
hizo con la intención de lastimarlo, joderlo de una forma cruel y todo ¡¡Por sus estúpidos celos!!
Terry: ¿¿¡¡Celos!!?? ¿¡Celos!?
Paty: Siiii, celos, ni siquiera tiene los pantalones para admitirlo, (Mi sangre hervía de rabia a
cada palabra) Y ahora puede entrar a su maldito gimnasio y destrozarse como siempre lo haces…
Pero no espere que al terminar vaya a ayudarlo.
Se fue dejándome con su nombre en la boca, los puños me temblaban de coraje, de impotencia y
el hombro a cada segundo dolía más, necesitaba sacar todo esto de alguna maldita forma y sí, el
gimnasio era la única opción que tenía.
Entré y prácticamente me arranqué la camisa, me quité los zapatos y el cinto, comencé lanzando
patadas, el dolor en el hombro no me dejaba usar el brazo, era demasiado, en cada patada veía el
rostro de ese imbécil queriéndose llevar a la cama a mi mujer, queriendo alejarla de mí, pateé con
furia una y otra y otra vez, hasta que la imagen de Frankco apareció a la entrada del gimnasio.
Me detuve, mi respiración era agitada y el sudor empapaba mi vendaje, me sujeté el hombro,
dolía, dolía demasiado, el pecho me quemaba y era doloroso mover cada músculo de la espalda, –
¿Dónde está?–. Pregunté, percatándome del temor que sentía al terminar las palabras. Se acercó,
tomando una toalla y ofreciéndomela.
Frankco: En su habitación.
Tomé la toalla y sequé mi rostro, sacó un par de pastillas y me las tomé.
Terry: ¿Por qué me interrumpes entonces?
Frankco: No necesita hacerse esto.
Era la primera vez que Frankco intervenía, lo que me faltaba...
Terry: El único que considero competente se está volviendo ¡¡Estúpido!!
Frankco: Sr…
Terry: No te tomes atribuciones que no te corresponden.
Frankco: No era esa mi intención Sr.
Terry: ¡¡¡Lar-ga-te!!!
Quiso decir algo más, pero se contuvo, iba a seguir golpeando pero al intentarlo una punzada en
el hombro me lo impidió, me abracé a uno de los costales para no caer, el mundo me dio vueltas, no
estaba exhausto, pero el dolor era demasiado, tenía que detenerme, necesitaba detenerme.
Subí a mi habitación, las pastillas no parecían disminuir el dolor, con trabajos pude quitarme el
vendaje y entré a la ducha, no cedía, el maldito dolor no cedía, chequeé la hora, no había pasado
mucho tiempo en el gimnasio, Frankco me había detenido a tiempo, aunque tal vez hubiera sido mejor
que no me dejara entrar ahí… A quien quiero engañar, le hubiera reventado los dientes si se hubiera
atrevido. Me sequé y con cuidado me puse la bata, me recosté, pero la cama parecía demasiado fría
sin ella a mi lado, seguía dándole vueltas a todo lo que había pasado, por qué carajos una vez más,
habíamos terminado discutiendo Paty y yo, cuando el día debió haber terminado con los dientes del
imbécil ese tirados en mi jardín. Me levanté con esfuerzo y dolor, mucho dolor…

PATY
En cuanto pusieron un pie en tierras regias Ángel me mandó un mensaje, hablamos por video-
llamada un muy buen rato, estaba apenado por lo sucedido. Anoche, después de acompañar a Alicia a
su habitación se había ido a tomar un trago al bar del Delux, quería saber de primera mano que tipo
de lugar era ése, vio lo que ahí pasaba y por supuesto que se sorprendió. Ángel era un chico alto y
atractivo, por supuesto que no tardaron en acercársele, una chica llamada Aury se sentó con él, con
toda la intención de llevárselo a la cama, comentó que era invitado de Terry Grandchester y ella al
conocerlo muy bien por pertenecer a su lista de citas, el lugar en donde se encontraban y con varias
copas de más, le platicó sobre su variada vida sexual.
Ángel me quería, lo había hecho siempre y al enterarse de todo lo que mi Sr. acostumbraba a
hacer, y ver lo que en ese lugar se practicaba se llenó de indignación, no podía creer que yo me
hubiera prestado a todo esto.
Pero aún así, se disculpó, admitió que no era nadie para juzgarme, no quería perder mi amistad
por lo sucedido y yo quería seguir contando con su cariño, habíamos pasado por demasiadas cosas
juntos, aceptó que me quería, que me ha querido siempre, pero que precisamente por eso quería lo
mejor para mí, sobre todo que fuera feliz y se lo agradecí, había perdido por un momento la cabeza
pero volvía a ser el chico lindo que siempre estaba ahí para apoyarme en cualquier decisión que
tomara.

TERRY
Lentamente y sin estar seguro que demonios voy a decirle toqué a su puerta, –Adelante–. Al
menos me permitió pasar, estaba de pie frente a la ventana abierta, contemplando las estrellas
mientras su cabello ondeaba con el aire fresco que se colaba a su habitación, saber que estaba aquí a
pesar de todo me reconfortaba.
Paty: Pensé que estarías destrozándote el hombro en el gimnasio.
Claramente seguía molesta, y yo… Yo solo quería ocultar mi rostro en el hueco de su cuello,
mientras sus caricias apagan la intensidad de este maldito dolor que me agobia.
Terry: No quiero discutir.
Mi voz resultó apagada, no tenía fuerzas para hacerlo, los minutos que parecían formados por
horas, transcurrían demasiado lento sin proporcionarme ningún descanso.
Se giró, nuestras miradas se encontraron, la suya estaba llena de reclamos, la mía de cansancio…
Se acercó, mi rostro debía decirlo todo, preguntó con preocupación si me encontraba bien,
¿Bien? ¿Qué demonios era estar bien? No tenía una respuesta exacta, pero definitivamente no lo
estaba. Negué con la cabeza. La tomé de la mano y la llevé conmigo de regreso a nuestra habitación.
Paty: ¿No dirá nada?
Terry: ¿Podrías colocarme la pomada?
Asintió, preparó la cama, con cuidado me quitó la bata y me recosté lentamente, se sentó a mi
lado y comenzó a frotar la pomada, me centré en su dulce aroma y lo finas de sus facciones. Una
nueva punzada que me quemaba del hombro hasta el pecho, me hizo tensarme y ahogué un gruñido en
la garganta.
Paty: ¡¡Perdón!! Lo lastimé.
Una vez que pude hablar…
Terry: No… No has sido tú nena.
Terminó con la pomada y siguió con el vendaje, el reclamo en su mirada había sido sustituido por
preocupación. Una vez en la cama, me abrazó, acarició mi frente, peinó mi cabello con sus dedos,
acarició mi pecho, el cansancio me estaba venciendo y sus caricias suaves me relajaban, el dolor
finalmente comenzaba a ceder.
Estaba a punto de dormir y su rostro descansaba en mi pecho…
Terry: No eran celos, si hay alguien seguro de sí mismo en este planeta, soy yo, y confió
plenamente en ti, pero… Tenía miedo y odio tener miedo.
Paty: ¿Miedo a qué?
Terry: A que te dieras cuenta, que podrías estar mejor con él, sin tener que atenderme como lo
acabas de hacer.
Levantó su rostro y me observó fijamente, acarició mi mentón.
Paty: Te quiero Terry Grandchester, Lo quiero mi Sr. y si quisiera estar en otro lugar, lo estaría,
pero quiero estar aquí, atendiéndolo mañana, tarde y noche, aguantando sus gritos, su mal genio,
disfrutando de sus caricias y esa forma que tiene de mirarme y hacerme sentir que floto entre nubes
de algodón, no quiero estar en ningún otro lado y no voy a cambiar de opinión.
Escucharla decirlo una vez más me reconforto y me ayudo a descansar.

PATY
Finalizamos la semana sin más discusiones, volvimos a su rutina, pero en ocasiones lo notaba
distraído, preocupado, aunque claramente trataba de disimularlo, le pregunté qué pasaba, pero
aseguró que todo se encontraba bien.
El Domingo en la mañana, mientras nos dábamos un chapuzón en la alberca se acercó Frankco
para pedirle el resto del día, él no acostumbraba a pedir días libres, pero claro que debe tener cosas
personales que hacer y por supuesto que se le autorizó a salir dejando a Jesse a cargo, parecía que
entre más pasaban los días más mal le caía a mi Sr.
Terry: Mañana no iremos a la oficina, después de desayunar iremos a la clínica del Doc.
Paty: ¿Finalmente va aceptar la operación?
Pregunté esperanzada, pero el ceño fruncido de sus cejas me dejaba claro que eso no pasaría.
Terry: No, y no quiero volver a escuchar ese maldito tema. Iremos a hacernos un chequeo general,
en algún momento me hizo prometerle que me lo haría cada año, así que nos lo haremos mañana.
Paty: ¿Nos lo haremos?
Terry: Sí, ya que estamos ahí, nos lo haremos juntos.
Me limité a asentir, supongo que un chequeo general, no me caería mal, sólo espero que no
incluya que me extraigan sangre, es horrible ver como el tubito se va llenando de tu propia sangre
que se va oscureciendo más y más.
Tal vez eso era lo que lo tenía preocupado…
Paty: ¿Le preocupa?
Terry: No, sé exactamente lo que me dirán, ¿Sabes si Frankco está saliendo con alguien?
¿Frankco? Estábamos hablando del chequeo general...
Paty: Emmm no, ¿Por?
Terry: Nunca pide días libres, ha salido algunas noches, se la pasa pendiente del teléfono, chatea
a cada rato y eso no es usual en él.
Paty: No sabía que fuera tan observador.
Terry: Está conmigo todo el tiempo, desde hace varios años, es la primera vez que lo veo así.
Paty: Pues ojalá y sí, Frankco es una excelente persona, merece tener a una buena chica a su lado.
La mañana siguiente, en ayunas nos dirigimos al hospital con Frankco y Jesse escoltándonos, era
la primera vez que iba a la clínica del Dr. Tarson. Era más grande de lo que creí, Cristy la asistente
del Dr. Tarson nos hizo saber que él nos estaba esperando.
Al entrar nos recibió con una sonrisa, un beso y un abrazo, –¿Listos?–. Preguntó entusiasmado, mi
Sr. estaba serio e impasible y un minuto después entró una enfermera.
Dalia: Buenos días, Sr. Grandchester, ¿Qué brazo prefiere?
Mi Sr. Tomó asiento y le dijo que el izquierdo, se lo comía con los ojos, pero él seguía con las
facciones congeladas. Una vez que terminó con él, me hizo a mí la misma pregunta, ¿Y yo por qué
tenía que hacer esto? No podía salir corriendo, ¿O sí? Me senté lentamente, le di también mi brazo
izquierdo y giré el rostro para no ver como sustraía mi sangre, era buena en lo que hacía a decir
verdad me dolió más la liga que apretaba mi brazo. Al terminar, el Dr. Tarson nos ofreció un jugo de
naranja y nos informó que iríamos a hacernos un TAC (Tomografía Computarizada Axial). Nos
dirigimos a otro piso, entramos a la habitación en la cual estaba un médico sentado frente a algunas
pantallas y delante de él un enorme cristal translúcido que dividía el lugar dónde se encontraba la
máquina, era imponente, tenía una plancha en la que te recostabas y entrabas a un especie de tubo.
Terry: Sal de aquí.
Le ordenó al médico que se encontraba ahí, éste lo observó por un segundo, después al Dr.
Tarson el cual asintió y finalmente salió.
Dr.: No tienes que ser así de grosero con mis médicos.
Terry: No lo fui.
Dr.: Anda, ya conoces el procedimiento ve a cambiarte.
Me dio un beso en la frente y salió de la pequeña oficinita, después apareció nuevamente solo
con una bata, el Dr. Tarson fue con él a la máquina, se acostó en ella y lentamente la plancha se
desplazó dentro del tubo, el Dr. Tarson regresó conmigo a la pequeña oficina y comenzó a tocar
algunos botones y por un micrófono le pidió a mi Sr. que no se moviera que sus respiraciones fueran
lentas. Después de varios minutos, finalmente la plancha salió y mi Sr. fue a colocarse su ropa.
Le pregunté al Dr. Tarson como lo veía, pero me dijo que era mejor esperar después del
desayuno. El Sr. regresó a la oficina, –Es tu turno–. Me dijo, de verdad no creí que fuera a
pedírmelo, no le veía el caso, iba a discutirlo, pero su mirada fría me quitó las ganas de hacerlo y no
me quedó otra más que cambiarme de ropa y cuando volví a la sala de la máquina el Dr. Tarson me
alcanzó para darme algunas indicaciones sencillas, el punto aquí era estar tranquila y no moverse, así
que traté de hacerlo, aunque no pude evitar sentirme nerviosa. Cuando salí de la máquina, mi Sr. y el
Dr. Tarson hablaban, no podía escuchar que decían a través del cristal, tardaron algunos segundos en
darse cuenta que los observaba, el Dr. Tarson por medio del micrófono me informó que era todo y
podía regresar a cambiarme.
Cuando entré a la oficina con ellos, se quedaron en silencio.
Paty: ¿Pasa algo?
Terry: No, vamos a desayunar algo y lo vemos en un par de horas en su oficina.
Algo no estaba bien en todo esto, salimos del hospital y fuimos a desayunar a un restaurante
cercano, presté atención a Frankco y el Sr. tenía razón, estaba chateando desde temprano.
Desayunamos algo rico, pero en silencio, mi Sr. estaba tenso, me pidió una pastilla para el dolor.
Verlo así me mataba de ansiedad, fueron dos largas, largas horas.
Cuando finalmente regresamos a la clínica, entramos a la oficina del Dr. Tarson, estaba sentado
en su escritorio con un par de carpetas en las manos y nos invitó a tomar asiento.

TERRY
Los resultados no eran alentadores, eso ya lo sabía, el dolor tenía semanas diciéndomelo…
Dr.: Bueno, los análisis de sangre, estarán listos para mañana, pero las imágenes del TAC ya las
tengo, Paty estas en perfectas condiciones.
De alguna forma me reconfortaba saber que ella se encontraba bien. Cambió de carpeta y se
dirigió a mí, no podía evitar tener las mandíbulas apretadas y el ceño fruncido.
Dr.: Terry, el desgaste ha aumentado considerablemente, necesitas hacer cambios en tus rutinas, te
has estado esforzando demasiado.
Terry: Lo que necesito es otro medicamento.
Traté de sonar lo más tranquilo posible, tenía semanas pensando en pedirle el cambio de
pastillas, pero sabía que la conversación no terminaría nada bien.
Dr.: ¿Por qué no me habías dicho que el dolor había aumentado? Sabes que es necesario que me
mantengas informado.
Terry: Lo estoy haciendo ahora, necesito un medicamento más fuerte.
Se puso de pie, apoyándose con ambas manos en el escritorio.
Dr.: No necesitas un medicamento más fuerte, necesitas la operación que te niegas a aceptar.
El maldito tema iba salir de alguna u otra forma a la luz. Me puse de pie e imitándolo me apoyé
en su escritorio.
Terry: Cuando carajos va a entender que no voy a operarme de nuevo.
Dr.: ¿Qué pretendes Terry? Si sigues así vas a llegar a un punto en que el dolor no te dejará
mover el brazo.
Terry: El desgaste se había mantenido.
Dr.: Pero este año aumentó considerablemente, si al menos reposaras lo suficiente, pero
pareciera que te empeñas en destrozarte el brazo.
Me enderecé, el dolor aumentaba.
Terry: No pasará, haré ajustes a mi rutina y…
Dr.: ¡¡Tienes que operarte!!
Lo dijo con un tono demasiado alto, apreté los puños, ¿Quién carajos se estaba creyendo?
Terry: No me voy a someter a la tortura de su estúpida operación. (Dije entre dientes).
Después de unos segundos en que nos atravesamos con la mirada y yo me contuve para no
sujetarme el hombro por el dolor que me atravesaba, golpeó el escritorio con una mano y dio media
vuelta, se frotó la frente.
Dr.: Terry, hijo, entre más dejes pasar el tiempo, más complicada será la operación y más
dolorosa la recuperación, no tenemos que hacerla mañana, pero podríamos ir preparándote para
hacerla.
¿¡De verdad creía qué podría convencerme con eso!? El dolor me estaba matando y una punzada
me hizo inclinarme hacia adelante y sostenerme el hombro. –Mi Sr–. Paty me sostuvo y el Doc giró
para verme.
Dr.: Eso no hubiera pasado hace un año, Terry ¡Por favor! Estarás un mes con solo ejercicios de
cardio, sin esfuerzo para el tórax, espalda y brazos, después de un mes que hayan descansado tus
músculos operaremos.
Me enderecé, lo estaba diciendo como si de él dependiera la decisión.
Terry: ¿¡Qué parte no le ha quedado clara!? No me va a volver a operar.
Paty: Sr…
Terry: ¡¡No te metas en esto!!
La callé de inmediato. Suficiente tenía con estar discutiendo con el Doc.
Terry: Me he salido demasiadas ocasiones de mi rutina, voy a tratar de descansar más, pero no
voy a operarme, esa es una decisión que tomé desde hace mucho.
Dr.: ¡¡Deja de ser tan testarudo!!
Terry: ¡No voy a seguir discutiendo el maldito tema!, pero necesito otro medicamento.
Dr.: ¿Otro? Terry, por Dios, ¿Cuántas pastillas estas tomando al día!?
Terry: No lo sé.
Dr.: ¿Cuántas?
Le preguntó a Paty.
Paty: Varias, 5 ó 6.
Dr.: ¡¡Terry!! Deberías tomar dos, máximo tres diarias.
Terry: Ya no me controlan el dolor.
Dr.: Por supuesto que no, el desgaste que tienes es mucho mayor ahora que cuando te las recete, y
en vez de descansar, lo único que se te ocurre es seguir dañando tus riñones.
Terry: Receteme otras pastillas entonces.
Dr.: Te estás haciendo dependiente de ellas, sin mencionar que no paras de combinarlas con
alcohol, tus riñones están trabajando horas extras.
Terry: Necesito algo más fuerte para poder seguir.
Dr.: Lo que necesitas es ¡¡PARAR!!
La oficina se quedó en silencio…
Dr.: No puede tomar más de tres pastillas al día.
Le dijo a Paty y ella asintió, estaba ignorando deliberadamente mi petición, ni de puta broma iba
a soportar el dolor solo con tres pastillas al día.
Terry: ¡¡Recéteme algo más fuerte!! (Exigí).
Dr.: Deja de entrenar, mantente tranquilo y en reposo, eso bajará tu dolor.
Terry: Eso ya lo sé, ¡¡Carajo!! Si no me da algo más fuerte, terminaré yendo con otro médico que
sí lo haga.
Dr.: Hazlo y terminarás en algunos años necesitando un trasplante de riñón porque te acabaste los
tuyos.
Paty: Sr. por favor…
Paty tenía los ojos llenos de lágrimas y el rostro desencajado. Acaricié su mejilla y besé su
frente. Lo menos que quería era verla así.
Terry: Voy a estar bien, no te preocupes nena.
Traté de tranquilizarla, aunque eso parecía imposible dada la situación en la que estaba.
Paty: Por favor, acepte la operación, yo…
Terry: No sabes lo que estás diciendo, y no voy a seguir con ese tema.
El dolor estaba volviéndose insoportable, le pedí una pastilla, observó al Dr. Tarson, este se giró
dándonos la espalda y negando con la cabeza, me dio la pastilla y la tome, me senté y eché la cabeza
hacia atrás tratando de contenerme, tenía demasiado dolor.
La habitación volvió a quedarse en silencio. Hace algunos meses el medicamento bajaba la
intensidad del dolor en poco tiempo, ahora cada vez tardaba más en hacer efecto y controlaba menos
la agonía.
Después de unos minutos de completo silencio y tensión, cuando me consideré capaz de
levantarme y salir por mi propio pie, lo hice.
Terry: Nos vamos.
Dr.: Terry, piensa las cosas.
Terry: No hay nada que pensar Doc.
Dr.: Hijo, sabes que si hubiera otra opción, la que fuera, en cualquier remoto lugar, yo te la daría,
pero no la hay.
Terry: Y usted sabe que yo no voy a cambiar de opinión.
Tomé a Paty de la mano y antes de abrir la puerta…
Dr.: Por favor, al menos descansa.
Terry: Lo haré.
Salimos de la clínica y regresamos en silencio al Paraíso, no quería escuchar más acerca de la
estúpida operación y al parecer a Paty le había quedado claro.
Llegamos a casa, le abrí la puerta del auto para que bajara, entramos y me fui directo al quiosco
del jardín, necesitaba un respiro, una oleada de aire fresco como la que me brindaba ese lugar, aspiré
profundo, ¿Qué demonios voy hacer ahora? Toretto apareció, frotándose contra mi pierna, me agaché
para acariciarlo, –¿Qué hago ahora?–. Me observó como queriendo responder, como si en verdad
entendiera por lo que estaba pasando, tal vez era el único que lo hacía.
Transcurrieron un par de semanas en las que me dediqué a apegarme a mi rutina, sin esforzar el
torso, solo correr, nadar y ejercicios de estiramiento y meditación, no podía negarlo, estaba
preocupado por mi condición. En la oficina estaba ausente, perdido en mis pensamientos,
alimentando el odio por el hijo de puta que me había causado todo esto, trataba de bajar la cantidad
de medicamento, pero me era imposible, el dolor era sofocante, agotador, combatir con él por mi
vida, por mi calidad de vida, estaba siendo extenuante. Cada vez que pedía una pastilla, la mirada de
Paty con ganas de objetar el que yo la tomara me enfurecía, ella “no entendía”, “nadie podía”, las
pesadillas no me dejaban descansar, controlar mi carácter cada segundo se hacía más complicado, no
quería discutir, tenía claro que el maldito problema era yo, Lía me hablaba y observaba con cautela,
Frankco estaba más cerca y al pendiente de mí, Paty estaba llena de preocupación, esto no iba a
poder conmigo, mi fénix interior que estaba combatiendo con las llamas aún tenía varios combates
que ganar, no estaba dispuesto a consumirse en cenizas, aún no.
Una tarde después de comer entré directo a mi despacho, tenía algunos documentos que revisar y
necesitaba dejar de pensar, de sentir… Tocaron a la puerta, era Paty –Pasa–.
Paty: Ya es tarde y no ha comido nada.
Miré mi reloj eran las 9:00 de la noche, no había comido, ni entrenado y apenas me había dado
cuenta del tiempo transcurrido. Estaba decidiendo si venderle las propiedades o no al Sr. Slim,
quería el castillo y las residencias, estábamos hablando de una gran cantidad de dinero, dinero que a
decir verdad no me hacía falta, siempre había querido deshacerme de ellas, pero en el fondo algo me
detenía.
La mirada de Paty estaba cargada de preocupación, le hice un gesto para que se acercara, la senté
en mi regazo, aspiré profundo su aroma dulce que me inundó y de alguna forma me tranquilizaba, le
di un casto beso en los labios. –Anda, vamos a cenar–.
Nos dirigimos al comedor, Adele se presentó preguntando que nos apetecía, hasta ese momento
me di cuenta de que en verdad tenía apetito, así que pedí un club sándwich, cuando me lo sirvió, se
quedó parada a mi lado, como queriendo decirme algo, lo había hecho ya varias veces y eso me
sacaba de mis casillas. Ya estaba harto de las miradas de lástima de todos a mí alrededor.
Terry: ¡Adele!, ¿Qué es lo que quieres decirme?
Adele: Yo…(titubeó) No, nada Sr.
Terry: Tienes días queriéndome decir algo, dilo de una buena vez.
Adele: Quería pedirle permiso para tomarme el día libre el siguiente Domingo.
Terry: ¿Eso era todo? ¿Necesitas salir del Paraíso?
Adele: No, lo pasaré aquí.
La rabia se apoderó de mí, el siguiente Domingo… era…
Terry: ¿Este año no irás a Inglaterra a visitar su tumba?
Bajando la mirada hizo un gesto negativo.
Terry: ¿Por qué no? Vas cada año a rezarle a ese hijo de puta.
Paty: ¡¡Terry!!
Terry: Tú te callas (le grité a Paty). ¡Contesta! ¿Por qué no?
Adele: Yo… Prefiero quedarme con usted.
Terry: ¡Ahora prefieres quedarte conmigo? ¡Vaya! ¿Por qué? (Se quedó congelada con la mirada
baja) ¡¡Contesta carajo!!
Adele: Sus últimos resultados no fueron los esperados y…
Terry: ¿¿Quién carajos te informó de mis resultados??
Paty: Fui yo.
Golpeé la mesa exasperado.
Terry: ¿¡Y a ti quién carajos te dio autorización de hablar sobre asuntos confidenciales con la
servidumbre!?
El despotismo me brotó, el dolor me quemaba y las ganas de destruir todo a mi alrededor
aumentaba.
Paty: Ella tiene derecho.
Terry: ¿¡Derecho!? Es una cocinera, ¿Por qué carajos tendría derecho a algo aquí?
Paty: Por favor Sr. no le hable así, ella lo quiere como a un hijo.
Terry: ¡¡Hijo!! (Reí con burla) ¿Me quieres como a un hijo Adele?
Adele: Sí… Yo siempre lo he querido como a un hijo.
Me levanté aventando la silla hacia atrás, estaba encolerizado como pocas veces.
Terry: No vuelvas a insultar la memoria de mi madre llamándome así, no eres más que una criada
y una ramera.
Abrió los ojos asombrada, me miró por un instante y volvió a bajar la mirada.
Paty: Terry por Dios, ¿¡Cómo te atreves a insultarla!?
Terry: ¿¿Cómo?? ¿Cuántos años han pasado Adele? ¿¡Cuántos!? ¿Desde que el desgraciado se
murió y sigues llorándole?
Adele: Sr…
Di unos pasos hacia adelante y me incliné para que nuestros rostros se encontraran.
Terry: ¿Aún lo amas cierto? Sigues sufriendo por su muerte, ¡¡A pesar de todo!!
Los ojos se le llenaron de lágrimas y mi cólera aumentaba, necesitaba escupirle a la cara lo que
por tantos años había guardado. –Sr…– Dijo en un susurro.
Terry: ¡Oh!, de verdad ¿Creías que no lo sabía? ¡¡De verdad creías que soy tan imbécil como
para creerme el cuento de tu gratitud!! Creí que tarde o temprano admitirías que era un hijo de puta,
pero ¡¡Noo!! Eres tan estúpida, que sigues llorando por él.
Paty: Basta Terry, ¡No tienes derecho a insultarla así!
Adele comenzó a sollozar.
Terry: ¿No tengo derecho Adele? Por qué no le cuentas ya que tienen tan buena comunicación.
Siguió llorando, negando con la cabeza, mientras yo la rodeaba a paso lento.
Terry: ¿No? Bueno yo te voy a contar Paty, los padres de Adele fueron criados de mi familia y
ella se crió en el castillo, sirviendo, el Conde Grandchester, la tomó como amante, una simple
diversión, pero ella estúpidamente se enamoró.
Paty: Ya para Terry, no es necesario todo esto.
Terry: Tal vez tengas razón Paty y ella me quiera como a un hijo, el hijo que pudo tener con el
Conde, pero que perdió, dejándola sin posibilidad de volver a quedar embarazada.
Paty: Esto es demasiado cruel Terry.
Terry: No, si la historia apenas comienza, eso fue un par de meses antes de que el Conde se
casara con mi madre y una vez que se casaron permaneció viviendo en el castillo, el Conde era
bastante práctico, tenía a su esposa y a su puta bajo el mismo techo.
Negó con la cabeza –No Sr. eso no fue así–.
Terry: ¿Me vas a negar qué perdiste un hijo del Conde semanas antes de su boda?
Adele: No… Pero después de eso, el Conde y yo no volvimos a estar juntos, él amaba a su madre
Sr.
Terry: Si hubieras tenido un poquito de dignidad te hubieras largado del castillo, pero
permaneciste ahí, enamorada como estúpida de ese hijo de puta.
Adele: ¡No tenía dinero, ni lugar a donde ir!
Terry: Te quedaste por que no querías separarte de él. Sin importarte que estuviera casado con mi
madre. Me viste nacer, cuidaste mis primeros pasos como si fuera el hijo que perdiste de él.
Cuidarme era tu premio de consolación por haberle servido en la cama.
Adele: ¡Sr. por favor!
Terry: Pero el Conde siempre te trató como lo que eras, una criada y una RAMERA.
Paty: Basta Terry, ¡¡Basta!! (Dijo abrazándola)
Terry: Y a pesar de eso, a pesar de lo que te hizo, a pesar de lo que me hizo, lo sigues
defendiendo, ¡¡Le sigues llorando!!
Adele: Yo siempre respeté a la Señora Renata.
El hombro me estaba partiendo en dos y la cólera seguía aumentando.
Terry: No te atrevas a mencionar a mi madre.
Adele: Yo se lo juro mi Sr.
Terry: Y después de tantos años. ¿¡Cómo es posible que lo sigas amando aún con todo lo que me
hizo!?
Adele: Usted no lo recuerda, pero era un buen hombre.
Terry: ¡¡Me desgració la vida Adele!!
Adele: Él se volvió loco de dolor.
Terry: ¡¡Y sigues defendiéndolo!!
Adele: ¡Era su padre! ¡Necesita perdonarlo!
Terry: Váyanse al carajo tú y él, ¡Lárgate a Inglaterra a verlo y quédate en el castillo a
recordarlo!
Di media vuelta y comencé a caminar…
Adele: ¿¿Qué me quiere decir con eso Sr.??
Sin voltear a verla contesté.
Terry: Que te vayas a Inglaterra y ¡No regreses! ¡¡Frankco!! Prepara el Jet para mañana.
Subí, aventé la puerta al entrar a mi habitación, estaba lleno de rabia, asco, indignación, el dolor
me hizo caer de rodillas a un costado de la cama, me estaba matando, no pude contener más los
gruñidos de dolor, el hombro se me estaba desgarrando y con él la mitad del torso. Se habían burlado
de mi madre bajo su mismo techo y no sólo eso, había sido Adele, la única persona que me brindó
cariño al quedarme solo, la que se había quedado a mi lado durante ese infierno cuando mi madre
falleció, ¿Se había quedado por lástima o por cariño? ¿Por mí o por él? Porque yo era lo más
cercano al hijo que perdió, el premio de consolación que la muerte de mi madre le trajo, o
simplemente ¿Por el dinero? He tenido demasiados años estas incógnitas dando vueltas en mi cabeza,
desde que supe la historia de ella con el Conde he estado lleno de sentimientos encontrados. Con
esfuerzo pude levantarme, tomar una pastilla del buro y recostarme. Un remolino de emociones me
apuñalaban, ese hijo de puta me jodió la vida y Adele la que asegura quererme como a un hijo,
después de tantos años le sigue llorando, ese maldito no lo merecía, no se merecía tanto cariño, el
maldito amor te hace perder la realidad. Intenté quitarme la camisa pero el dolor era demasiado, me
sujeté el hombro, ¿Cuándo se va acabar esta tortura?! –¡¡¡Carajo!!!–.
No supe cuánto tiempo pasé recostado, aguantando, soportando y esperando a que el suplicio
pasara, cuando finalmente pude moverme, me metí a la ducha, la simple caída de agua directa en el
hombro era dolorosa, los días en que eso era reconfortante habían pasado, al salir entendí que Paty
no pasaría la noche conmigo y ni siquiera tenía fuerzas para ir a buscarla, estaba demasiado
agobiado, confundido y adolorido para hacerlo, tomé la pomada y puse lo que pude, tocaron a la
puerta, era Frankco.
Frankco: El Dr. Tarson está entrando al Paraíso Sr.
Terry: ¿Qué hace aquí?
Frankco: Adele se sintió mal y la Srta. Paty le llamó.
Terry: ¿Adele? ¿Qué le pasó?
Frankco: Se mareó, casi se desmaya, la llevé a su habitación, pero no mejoró, no dejaba de
llorar, así que la Srta. Paty llamó al Dr. Tarson.
Terry: ¡¡Demonios Frankco!! ¡Vamos!
Di unos pasos hacia adelante, pero él no se movió de enfrente de mí.
Frankco: No creo que sea buena idea bajar ahora, eso solo la alteraría más.
Yo había sido el culpable de esto, si algo le llega a pasar… No me lo voy a perdonar.
Terry: Entiendo… Dejaré que el Dr. Tarson la revise y después bajaré a ver como está.
Frankco: ¿Le coloco el vendaje Sr?
Asentí, con cuidado terminó de ponerme el vendaje y bajó, tomé otra pastilla, el dolor aún era
demasiado intenso, ¿Qué demonios había hecho? Los minutos se hicieron horas, bajé con cautela las
escaleras, al acercarme a la habitación de Adele, el Dr. Tarson estaba saliendo de ella, al verme se
le encendieron los ojos y vino por mí, vi venir el empujón, pero no metí las manos para detenerlo, me
empujó con ambas manos por el pecho lo que me provocó una punzada, cerré un momento los ojos
para soportarlo, lo merecía.
Dr.: ¿¿Qué demonios le dijiste para ponerla así??
No me sentía digno de responderle, tenía toda la razón de estar furioso.
Terry: ¿Cómo se encuentra?
Dr.: Ahora te preocupa? Qué carajos le dijiste?
Terry: ¿Cómo-se-encuentra?
Estaba demasiado cerca de mí, Frankco estaba pendiente de cada movimiento.
Dr.: ¡Me vas a decir que carajos le dijiste!
Exigió casi a gritos.
Terry: Nada que no fuera cierto, que fue amante del conde.
Dr.: ¿Cómo te atreves? ¡Esa mujer ha sido como una madre para ti todos estos años!
La rabia me invadió nuevamente.
Terry: ¡¡Pero no lo es!! Y mientras mi madre vivió, la ofendió con su presencia.
Dr.: ¡Se quedó contigo!
Terry: ¿Por qué? ¿Por qué se quedó? ¿Por lastima? ¿Por qué yo era lo único que le recordaba a
él? ¿Por qué yo era el hijo que no pudo tener? ¿Por el dinero? ¿Por qué?
Dr.: ¡Esa mujer te ha dado su vida!
Terry: ¿A mí? ¿¿O al recuerdo del maldito Conde??
Dr.: ¡Tiene años que murió!
Terry: ¡Y no ha dejado de pensar en él un solo día!
Nos retábamos con la mirada, demasiado cerca uno del otro, Paty salió de la habitación de
Adele.
Paty: ¡Sus gritos se escuchan adentro! ¡Van a despertarla!
Terry: ¿Cómo se encuentra?
Paty: Se quedó dormida con el calmante, pero si siguen discutiendo así, solo van a provocar
volver a alterarla.
El Doc dio media vuelta dándome la espalda y frotó su frente, yo presioné mi pecho, el dolor no
me daba tregua. Pregunté si iba a estar bien, esta vez con un tono más sereno. El Doc asintió –Eso
espero, dormirá toda la noche con el calmante que le di–.
Crucé una mirada con Paty, estaba llena de reclamos, no podía tener una discusión más esta
noche, estaba exhausto… Tanto física como emocionalmente. Sin decir más subí a mi habitación y
traté de dormir.

–¡¡Sácame de aquí Adele, por favor, sácame de aquí!!


Suplicaba entre sollozos sentado a un lado de la cama, lleno de temor, mientras ella me
abrazaba.
–No puedo mi niño, no puedo.
Me decía mientras acariciaba mi cabello tratando de consolarme.
–Quiero irme con mi mamá.
–¡No diga eso niño!
–Yo no la quería matar, ¡yo no quería!
–¡No fue su culpa!

Desperté sobresaltado con la mano de Paty sobre mi frente, estaba sentada a un lado de mí. Nos
miramos en silencio por un momento, me levanté lentamente, con cuidado, el hombro dolía, siempre
dolía… No lograba descifrar su mirada y su silencio me descolocó.
Terry: ¿Cómo se encuentra?
Paty: Sigue durmiendo.
La habitación se invadió de silencio, quería abrazarla, pero a pesar de tenerla al alcance de la
mano una muralla helada nos separaba. Se metió al cuarto vestidor, al salir, tenía puesta la pijama y
se dirigió directo a la puerta de la habitación.
Terry: Podrías…
No supe que más decir, ¿Qué le iba a pedir? ¿Qué se quedara? ¿Qué me abrazara?
Regresó a mi lado, tomó una pastilla del buro y me la ofreció, negué con la cabeza, ya había
abusado del medicamento.
Terry: El dolor aún es soportable, no es eso lo que necesito ahora.
La tomé de la mano, pero la apartó.
Paty: Nunca creí que pudiera ser tan cruel, con alguien que lo quiere tanto.
¿Cruel? Sí, siempre lo he sido y nunca me ha importado, incluso lo he disfrutado, pero esta vez es
distinto, no sé qué sentir, son demasiadas cosas.
Terry: Tú no lo entiendes.
Paty: ¿Y usted sí? Sus amigos, Frankco, Jesse, el Dr. Tarson, todo mundo ve como esa mujer se
preocupa y se desvive en atenciones por usted, ¿Cómo puede ser tan ciego?
Yo sé que me quiere, ha estado a mi lado toda mi vida, pero ¿me quiere por mí?, o ¿Por lo que ve
en mí de él?, o ¿Al hijo que perdió? Si me quiere tanto, porque aún le llora al tipo que me jodió la
vida.
Terry: Es más complicado de lo que parece.
Paty: Con usted, todo es complicado Sr.
Dio media vuelta y salió de la habitación, eché la cabeza hacia atrás, observando la oscuridad de
la habitación, de mi interior…

CAPÍTULO XIV
PATY

S entada a un lado de la cama de Adele, cuidándola después de la crisis que


había tenido, recordaba todo lo que el Sr. le había dicho con ese tono
implacable, déspota y con toda la intención de humillarla. Eso había sido hace
años, su madre murió cuando él era un niño, ¿Cómo podía guardar tanto rencor?
Adele despertó lentamente, mucho más tranquila que la noche anterior, la pobre se apenó al
verme ahí, cuidándola, la tranquilicé, lo importante es que ella se encontrara bien, se disculpó
conmigo por cómo había reaccionado ayer, lamentaba que el Dr. Tarson hubiera tenido que venir a
atenderla, pero creo que llorar en el hombro de su amigo de toda la vida le había servido un poco
para tranquilizarse, comenzó a darme explicaciones de lo que el Sr. la había acusado, insistí en que
no era necesario, que a mí eso no me cocernia, pero ella se empeñó y me contó su historia.
Adele: Como bien lo dijo el Sr. mis padres fueron empleados de la familia Grandchester y antes
de ellos sus padres también lo fueron, les servíamos con orgullo a una de las familias más respetadas
de la nobleza, yo seguiría con esa tradición, serviría a la familia, así me lo habían hecho ver mis
padres. El Conde Grandchester era un hombre muy atractivo, caballeroso, educado, pero frío con la
servidumbre, el Sr. heredó sus maravillosos ojos, solo que él era de cabello castaño claro, alto,
gallardo, yo lo veía siempre en la distancia, aún no tenía la edad suficiente para servirles
directamente a los señores de la casa, era una jovencita que deseaba ser una de las chicas que
llevaba a montar alrededor de su castillo, tenía mucho éxito con las mujeres, eso también lo heredó
de él, hasta que un día, mientras yo observaba a los animales en las caballerizas, me sorprendió
tocándome un hombro, tenía una enorme sonrisa y una mirada llena de vida, conversamos, se interesó
por lo que me gustaba. Un par de semanas después cumplió mi sueño, al ser yo quien lo abrazaba
desde la espalda, mientras cabalgábamos por sus terrenos, bajamos del cabello y frente al lago, entre
unos árboles, me besó, sabía que era el Conde Grandchester era inalcanzable para mí, pero me había
besado y eso era lo único que me importaba en ese momento. A los pocos días de nuestro primer
beso, mi padre falleció de un infarto, él siempre estuvo conmigo, me apoyó en todo, me escuchó, me
consoló y me volvió a hacer sonreír, estaba perdidamente enamorada del Conde y finalmente me
llevó a su habitación, me hizo el amor de una forma delicada y seguimos así durante algunas semanas
más, al pasar los días poco a poco me fue apartando de su lado. Nunca me prometió nada y yo estuve
con él sabiendo que tarde o temprano lo poco o mucho que tuve con él se terminaría, cuando le
confesé que estaba embarazada, me dijo que eso no podía ser, me recordó que solo era una
empleada, que el jamás reconocería a un bastardo y que ya había conocido a una mujer de la que se
había enamorado, sin embargo dijo que si lo quería tener, el me ayudaría económicamente, pero que
me olvidara de algún tipo de reconocimiento, me dolió, pero sabía que no podía esperar más de él. A
los 6 meses y medio de embarazo tuve una complicación con la presión arterial y perdí a mi bebé, el
conde nuevamente me apoyó en todo, pero te juro que no volví a estar con él. Dos meses después se
casó con la Sra. Renata una mujer hermosa con el cabello largo y sedoso, muy oscuro, llena de vida,
alegre, ambos se veían tan enamorados, se miraban con devoción, muchas veces pensé en irme, pero
no tenía a donde y sé que si le hubiera pedido dinero al Conde para irme me lo habría dado, pero en
ese caso tendría que apartarme de mi madre y mi hermana, así que me quedé en el castillo a servirle,
observando su vida de cuento de hadas. Pero te juro que nunca más volví a estar con él, y él nunca
más me buscó como mujer, amaba perdidamente a la Sra. Renata, dudo que le haya sido infiel alguna
vez. Al año y medio de matrimonio, nació el pequeño Terry un bebé precioso con unos ojos tan
hermosos y expresivos como los de su padre, y un temperamento aguerrido, que solo el canto de su
madre, podía calmar. El fallecimiento de la señora Renata, fue una desgracia.
Pobre mamá Adele a pesar de haber dormido toda la noche, se veía cansada, le pedí que no
saliera de la habitación que descansara, pero se empeñó en vestirse y salir a su cocina, yo la
acompañé a desayunar, tenía una mirada llena de tristeza, me preguntó a qué hora el Sr. había
dispuesto que saliera, por supuesto le dije que eso no ocurriría y que si ella salía de ahí, yo saldría
con ella. No ha sido justo el trato que se le ha dado, estaba indignada, Adele se había dedicado a
cuidar y educar al Sr., ¿Para qué?, para terminar siendo insultada de esa forma, NO, si el Sr. insistía
en semejante infamia, ¡Aquí iba Arder el Paraíso!

TERRY
No pude dormir y el poco tiempo que lo hice, fueron pesadillas llenas de angustia… Al menos el
dolor era soportable, estuve tentado a bajar para ver como seguía Adele, pero si le habían aplicado
un calmante, seguramente dormiría toda la noche, así que no tenía caso, sería un enfrentamiento
directo con Paty y prefería evitarlo. Me di una ducha, me froté un poco de pomada, necesitaba el
vendaje, después de ver como se encuentra Adele, se lo pediré a Paty, si es que no sigue furiosa
conmigo por lo de anoche.
Un mundo de sentimientos encontrados hacia Adele se anidaban en mi pecho, rencor, cariño,
indignación, agradecimiento, y ahora se aunaba la culpa, no podía verla mal, mucho menos ser el
culpable de algo así.
Bajé las escaleras con cautela, no me encontraba vendado y tenía que tratar de controlar la
cantidad de medicamento que estaba consumiendo.
Al entrar en la cocina, me encontré a Adele y Paty, la cual me dedico una mirada furiosa, ella no
entendía, no podía, nadie podía, pero esto no era asunto suyo. Adele en cambio bajó la mirada, se
notaba cansada. Le pedí a Paty que me dejara a solas con ella, intento objetar, pero se lo repetí
firmemente sin siquiera mirarla, esto no era asunto suyo. Adele intentó levantarse…
Terry: Sigue sentada.
Me acerqué y me senté a su lado.
Adele: ¿Gusta algo de desayunar Sr.?
Mi Adele, tan servicial como siempre, puse una mano sobre la suya.
Terry: ¿Cómo te sientes?
Adele: Estoy bien Sr., lamento que el Dr. Tarson haya tenido que venir.
Terry: No te preocupes por eso, segura, ¿Te encuentras bien?
Adele: Sí, gracias Sr.
Terry: No me agradezcas, yo… Anoche… (No encontraba las palabras adecuadas)
Adele: Está bien Sr. yo entiendo.
Terry: No, no estuvo bien, yo no debí insultarte, tengo años sabiendo esto y jamás lo había hecho.
Anoche perdí el control, exploté, fui demasiado hiriente, un… Un patán y yo… Adele… Tú no
educaste a un patán.
Una lágrima se deslizó por su blanca mejilla, la intercepté, negando para que no llorara, bajó
nuevamente la mirada.
Adele: ¿Desde cuándo sabe todo eso?
Dudé, pero era necesario, hablarlo.
Terry: Desde que salí de Inglaterra a los 15 años, quería saber todo sobre mis padres, mandé a
investigar absolutamente todo de ellos y de quien se encontraba a mi alrededor.
Adele: ¿Por qué nunca me dijo nada?
Terry: Estaba furioso… Y dolido, me sentía tracionado. Preferí irme a… No quería lastimarte…
alejarte y tampoco estaba listo para escuchar la respuesta a mis preguntas.
Adele: ¿Qué dudas son las que tiene?
Terry: Ya no tiene caso.
Adele: Sí, sí lo tiene, (Me miraba suplicante) Por favor, dígame.
La observé dudoso.
Adele: Yo le juro que nunca le falté al respeto a su madre, jamás me hubiera atrevido, ellos
estaban muy enamorados, dudo mucho que el Conde le hubiera mentido.
Su voz cansada y su mirada suplicaban que le creyera y tal vez así era, y aunque no fuera cierto,
¿Qué más daba?
Adele: ¿¿Qué puedo hacer para que me crea??
Terry: Tranquila Adele, tú siempre has sido una dama y yo no tengo derecho de poner tu palabra
en duda, si tú me aseguras que así fue yo te creo.
Adele: ¿Qué dudas son las que tiene? Por favor es momento de aclarar todo.
Tenía razón, era el momento…
Terry: Yo… Yo sé que me quieres, nunca he puesto en duda tu cariño, ¿Pero por qué me quieres?
Adele: ¿A qué se refiere mi Sr.? Yo prácticamente lo vi nacer, le cambié los pañales, escuché sus
primeras palabras, anduve detrás de usted cuando dio sus primeros pasos y empezó a correr, lo he
visto salir adelante a pesar de todos los obstáculos, y se ha convertido en un hombre, fuerte,
inteligente y justo. ¿Cómo no podría quererlo?
Sentí un nudo en la garganta, Adele, siempre ha estado incondicional a mi lado, pero eso no
aclaraba mis dudas.
Terry: ¿Me quieres porqué soy el hijo del Conde? ¿Por qué me ves como el hijo que no pudiste
tener con él?
Adele: Aunque usted no recuerda esa parte, el Conde era un hombre bueno, usted heredó el
hermoso azul de sus ojos, pero él nunca tuvo tanta expresión en ellos, tiene la frialdad y arrogancia
de él, y el calor y la sinceridad de su madre. Yo no tuve la dicha de ser madre, nunca sabré como
hubiera sido, pero me hubiera gustado que fuera como usted, yo no lo quiero por el Conde, no lo
quiero por mí, lo quiero porque fue un bebé encantador, un niño travieso y alegre, porque la fortaleza
que usted ha demostrado, pocas personas la tienen. ¡Lo quiero porque es Terry Grandchester!
Su mirada llena de ternura y sus palabras se clavaron en mi pecho presionándolo.
Terry: ¿Por qué te quedaste cuando el murió? Pudiste irte, rehacer tu vida.
Adele: Yo no podía alejarme de usted, era mi niño, usted me tenía a mí y yo lo tenía a usted.
Terry: ¿Me tenías lástima?
Adele: Le tenía y le tengo respeto, un gran respeto y un enorme cariño.
Me quedé mirando a un punto fijo en la barra desayunadora, su sinceridad me estaba llenando de
alivio, mis dudas se estaban aclarando después de años de sentimientos encontrados, de quererla y
sentir que le fallaba a mi madre por hacerlo.
Adele: ¿Me cree, verdad mi Sr.?
Por un momento mi mirada se volvió borrosa, tenía lágrimas en los ojos, pensé que hace mucho
se habían secado. ¿Cómo pude ser tan desgraciado para insultarla de esa forma? Adele me cuidó, me
crió, me educó, soy un animal.
Tomé sus manos entre las mías y besé su frente, sollozó y la abracé con todo el cariño que nunca
me había permitido demostrar, parpadeé y aclare mis ojos.
Terry: Cuánta paciencia has tenido conmigo Adele…
Adele: No diga eso Sr.
Nos separamos, la observé…
Terry: Él no se merece tanto amor Adele y tú lo sabes.
Fijó su mirada en mi pecho.
Adele: Hasta antes de que falleciera su madre, fue un buen hombre y uno no decide a quien amar,
ni por cuánto tiempo.
Terry: Nunca lo voy a entender, es demasiado irracional, me enfurezco solo de pensar en él.
Adele: Sr…
Terry: No, no hablemos de él ahora, ya ha sido suficiente y tú necesitas descansar, sobre todo de
mí.
Adele: No diga eso Sr. yo ya estoy bien.
Terry: No, lo digo en serio, cada año, vas a Inglaterra, y yo… Voy a estar bien, así que tómate
unas vacaciones de mí.
Adele: Pero Sr…
Terry: Ve, haz lo que sea que hagas cada año, rezale a mi madre, ya que eso le gustaba, y visita a
Sofí, a ella le hará bien tenerte algunas semanas a su lado, visita a tu hermana, a tus sobrinas.
Salúdame a Alita que seguro me recuerda.
Le guiñé un ojo, había estado con una de sus sobrinas en alguna ocasión, era muy atractiva y
desinhibida, Adele por supuesto se había percatado de ello.
Adele: Claro que debe recordarlo, cada año, me pregunta por usted.
Terry: Haz tu maleta, después de unas semanas ya que hayas descansado de mí, pongas en orden
el castillo y visites a tu familia, regresas.
Adele: No quisiera dejarlo Sr.
Terry: Serán unas cuantas semanas, me merezco el castigo de perderme de tu excelente cocina por
haberme comportado como lo hice. Le diré a Paty que venga a ayudarte a empacar. ¿De acuerdo?
Asintió, le di nuevamente un beso en la frente y se retiró a su habitación, sentía como si me
hubiera quitado un enorme peso del pecho, el dolor en el hombro seguía constante, aunque ya era
ganancia que no aumentara. Salí de la cocina y Paty me estaba esperando en la sala con cara de muy
pocos amigos, no quería discutir, no necesitaba alterarme y provocarme más dolor, estaba exhausto,
en verdad necesitaba recuperar el maldito control que tenía.
Paty: ¿Qué le dijo?
Preguntó desafiante, no iba a caer en provocaciones, cerré los ojos, aspiré profundamente y
respondí.
Terry: Ese no es asunto tuyo, se ve cansada, así que ve y ayúdale a empacar.
Si hubiera podido me hubiera fulminado con la mirada, dio unos cuantos pasos y me enfrentó.
Paty: Si esa mujer sale por esa puerta, yo me voy con ella.
Sus palabras me cayeron como un balde de agua helada, inconscientemente me tensé, cerré los
puños y eso trajo consigo una punzada, apreté la mandíbula para no soltar un gruñido. Había hecho y
dicho muchas estupideces en las que temí que se alejara, pero esta vez su mirada me lo confirmaba.
Terry: ¿¿Me estas amenazando??
Por más que intentaba mantener la calma, Paty siempre lograba afectarme hasta la última célula.
Paty: Le estoy diciendo que si comete la infamia de correr a esa mujer que lo crió y que tanto lo
quiere, yo también me voy.
Terry: Aquí nadie te tiene ahuevo, si te vas a ir, ¡¡Vete!! Pero mientras sigas aquí, el Sr. del
Paraíso, soy Yo. Así que ve y ayuda a Adele a empacar. ¡¡O-be-de-ce!!
Nos retamos con la mirada, pero finalmente cedió y se retiró a la habitación de Adele.
Me sujeté el hombro, aún era temprano para tomar la primer pastilla del día, tomando en cuenta
que ni siquiera me había ejercitado. Toretto apareció entusiasta como cada mañana, froté su cabeza.
–Hoy no entrenaremos… No puedo–.

PATY
Me fui directo a ver a Adele, estaba sacando su maleta, creí que la encontraría hecha un mar de
lágrimas, un manojo de nervios como la noche anterior, pero al contrario, se veía muy tranquila. Me
explicó lo que había hablado con el Sr. a grandes rasgos, habían hecho las paces y ella iría a
Inglaterra de vacaciones, serían algunas semanas, tal vez mes y medio. Se encontraba nostálgica, no
quería irse y dejarlo en la condición que se encontraba, me hizo recordar lo delicado de su condición
física, en ocasiones me hace enfadar tanto que me olvido de ello, pero era verdad, se encontraba muy
adolorido, su lesión ha empeorado el último año según el Dr. Tarson, necesita reposo y estar
tranquilo. Animé a Adele a que se fuera tranquila, le prometí que yo me encargaría de que mi Sr.
descansara.
Adele: ¡Por favor Paty, solo a ti te va a escuchar!
Paty: ¿¿Lo dices en serio?? Como si no lo conocieras, ese hombre no escucha a nadie, el Dr.
Tarson se ha cansado de pedirle que se opere.
Adele: Tú no lo viste después de la operación, fue un infierno para él, es comprensible que no
quiera volver a pasar por lo mismo, no se operará, esa decisión ya fue tomada. Pero puedes
ayudarlo a controlar el dolor que padece ahora. Solo necesitas aprender a hablarle.
“Aprender a hablarle” ¿Cómo? ¿Cómo Ella, como Lía? ¡¡No puedo!!
Paty: Yo no soy como tu Adele, no soy tan buena.
Adele: Te quiere por ser como eres, pero va necesitar de tu paciencia y comprensión. Por favor
Paty, prométeme que lo cuidarás.
Se lo prometí, estaba preocupada por él, pero también tenía muchas ganas de ver a su familia y a
Sofí, cuando terminamos de hacer su maleta, salió a la cocina a dar indicaciones, quería que todo
siguiera tal y como si ella estuviera aquí, lo cual por supuesto sería imposible.
Necesitaba hablar con mi Sr. anoche cuando subí a cambiarme de ropa, estaba teniendo una
pesadilla o algo así, balbuceaba y su rostro reflejaba desesperación, se me estremece el pecho cada
vez que lo veo así, pero anoche estaba tan molesta, que pudo más mi coraje que mi preocupación,
seguramente no durmió mucho y el dolor que no lo deja.
Estaba de pie en el quiosco del jardín, contemplando la majestuosa vista, la mañana soleada y el
viento fresco, revitalizaban después de la pésima noche que pasamos. Me acerqué, no sabía a
ciencia cierta que decirle, quería saber cómo se encontraba, si necesitaba algo. Me quedé de pie a
su lado, ambos en silencio, llené mis pulmones de aquel aire puro mezclado con su varonil aroma,
era embriagador, adictivo, solo una noche habíamos pasado separados y ya lo extrañaba.
Paty: ¿A qué hora sale el vuelo de Adele?
Terry: A las 4… ¿Cómo la viste?
Paty: Mucho más tranquila, aunque preocupada, por dejarlo.
Terry: ¿Y tú?…
Seguía con la vista clavada en el cielo, no entendía a que se refería con eso.
Paty: ¿Yo?
Terry: ¿Te irás?
Su pregunta me hizo un hueco en el estómago, había estado aquí, ¿Esperando a ver si me iba a ir?
Estaba tan furiosa con él, que si en verdad la hubiera corrido, sin pensarlo me hubiera ido, pero
ahora que lo preguntaba así, con voz serena y pausada, casi indiferente, me dolía imaginarme lejos de
él. –¡No!–. Giré para verlo, esperando alguna reacción de su parte, pero nada. Me ordenó seguirlo
hasta la habitación, le apliqué la pomada y coloqué el vendaje, cerraba los ojos y fruncía el ceño, se
veía cansado, muy adolorido y eso me estremecía el alma.
Paty: ¿Quiere desayunar?
Negó con la cabeza.
Paty: ¿Se le ofrece algo más?
Se encontraba sentado frente a mí, finalmente levantó la mirada, penetró mi alma con esos
hermosos ojos azul profundo que tantos suspiros me han arrebatado, me tomó por la cintura con una
mano y eliminó el espacio entre nosotros, pegó su frente a mi pecho, sentí como soltó el aire, como si
tuviera demasiado tiempo con él en el pecho, lo abracé, hundí mis dedos entre sus sedosos mechones
de cabello oscuro, envolvió mi cintura con su brazo y me abrazó con fuerza, con necesidad…

TERRY
La senté sobre mi pierna derecha, acaricié su mejilla, convenciéndome de que aún se encontraba
aquí y finalmente acaricié sus suaves labios con los míos.
Terry: ¿En verdad te habrías ido?
Me observó por un momento y finalmente asintió.
Paty: Si hubiera seguido con la absurda injusticia de correrla, sí, me habría ido.
Terry: La pobre Adele… Tienes razón, tendría merecido perderlas a las dos.
Me imaginaba la escena de ambas saliendo por la puerta principal y mi orgullo no me habría
permitido detenerlas.
Paty: Ya no se martirice, lo bueno es que recapacitó.
¿¿Recapacitar?? No…
Terry: Si ella no se hubiera sentido mal, si no hubieras llamado al Dr. Tarson, no habría
cambiado de opinión… Con la rabia que tenía en ese momento, hubiera dejado que salieran del
Paraíso.
Me observaba confundida, en silencio.
Terry: Desde hace 15 años estoy enterado del pasado de Adele, de la relación que tuvo con el
Conde, me llené de resentimientos, aún cuando creí que no podía guardar más, y aún en ese momento
no me atreví a echárselo en cara… Lo que trato de decirte, es que anoche perdí el control, exploté,
no me importó ofenderla, lastimarla de la forma tan baja como lo hice, siempre he sido explosivo,
nunca me ha importado joder a las personas, pero jamás se lo he hecho a la gente que me importa, no
al menos en ese nivel y anoche eso era lo que quería, lastimarla, y por un momento lo disfruté.
Paty: Sr…
Terry: Sé que mi condición física, no debería ser un pretexto para esto, pero…
Paty: No es un pretexto, su lesión es real.
Terry: Sí… Lo es, el problema se ha agravado… y…
Paty: ¡Entiendo!
Terry: ¡No! No lo entiendes, soportar esta maldita lesión día y noche en el nivel en que se
encuentra, me está volviendo loco y pierdo los estribos, el medicamento no me alivia como antes, y
ya escuchaste al Doc, no me va a recetar nada más fuerte, “Te quiero” y voy a hacer todo lo
humanamente posible por controlarme contigo… Pero no puedo prometer lo mismo con los demás y
tú no puedes condicionar lo nuestro en base a eso nena, porque seguramente cometeré otras
estupideces y no quiero perderte por algo así.
Acarició mi mejilla, tomé su mano y la besé.
Terry: No quiero sonar prepotente, pero no vuelvas a amenazarme, porque no sé cuál será mi
reacción, pero seguramente no será la mejor, ni sigas poniéndote a favor de los demás.
Paty: ¿Qué se supone que haga entonces?
Terry: Mantente al margen, cuando me tranquilice, si es que lo hago, entonces hablamos, mientras
tanto, mantente al margen.
Se quedó observando mi hombro, sin contestar, en silencio.
Terry: No quiero perderte por algo así, por algo ajeno a nosotros.
Paty: Yo tampoco quiero perderlo, lo que necesita es descansar, yo…
Terry: Sé exactamente lo que necesito, solo mantente al margen, ¿De acuerdo?
Finalmente asintió, necesitábamos descansar, así que me levanté, la tomé de la mano y la guíe a la
cama, nos metimos entre las sábanas, apoyó su hermoso rostro sobre mi pecho y cuando su
respiración fue acompasada y serena, finalmente pude descansar.
Más tarde después de comer, despedimos a Adele, le pidió a Paty que me cuidara y a mí, a mí
sólo me regaló una tierna sonrisa y su mirada preocupada.
Estuve 3 días sin ejercitarme, me estaba volviendo loco, demasiada energía sin quemarse, mucho
dolor sin medicamento que me aliviara, aunque reposar me ayudaba a solo tomar 4 pastillas al día,
aún así, debía bajar la cantidad. Me concentré en la oficina, en mantener todo al día y por las tardes
en la lectura.
Al cuarto día salí a trotar con Toretto, no fue una buena idea, llegue a la oficina con mucho dolor,
el resto de la tarde la pasé en reposo, pasé tres días más así, sintiéndome como un Fénix enjaulado en
su propio cuerpo, tenía que mantener la calma o iba a cometer alguna estupidez, o peor aún, alguna
injusticia como la que pretendía con Adele. “Aguanta un poco más Terry, esto va a pasar y
recuperarás el control”, me lo repetía una y otra, y otra vez como mantra.
Un par de días más y el dolor no mejoraba, nunca he sido un tipo paciente y estar esperando a que
esto mejorara sin obtener resultados, me irritaba, hasta la estúpida sonrisa que a Frankco le aparecía
cada vez que observaba el celular me molestaba.
Un día más y llamé al Doc, sabía que seguramente seguía molesto conmigo por lo de Adele, pero
era eso o buscar a otro médico. Le comenté que el dolor no mejoraba que había estado en reposo la
última semana y el maldito dolor no bajaba de intensidad, había decenas de medicamentos más
fuertes para controlar el dolor, pero aún así no me quería recetar ninguno, no es que necesitara
específicamente su aprobación, podría conseguir el medicamento con cualquier otro médico, pero lo
respetaba como profesional, es él quien ha visto mi lesión toda la vida y aunque me jodiera, sabía
que tenía razón, han sido demasiados años consumiendo medicamentos, me recordó que mis riñones
han trabajado horas extras, se atrevió a decir que debería depurarme de tanto medicamento, estoy a
punto de destruir la oficina y se atreve a sugerir que deje de medicarme.
Lía estaba siendo más eficiente que nunca, en la oficina todo estaba perfecto, Paty no objetaba
nada de lo que yo ordenaba y aún así quería golpear algo, hasta caer por el cansancio.
Dimitry me invitó a salir, ya fuera solos o en parejas, no estaba de humor ni para una ni otra cosa.
Los chicos en ocasiones me distraían un poco con sus estupideces, pero no demasiado, la
preocupación en los hermosos ojos de Paty por momentos me enternecía, en otros me parecía ver
lástima en ellos y algunos más me frustraba, no debería estar preocupada por mí, debería estar feliz
conmigo, eso era lo que yo quería para ella, no estar padeciendo con un maldito enfermo.
Aguanté una semana más, mientras todos a mi alrededor marchaban como soldados romanos,
estaban haciendo su mayor esfuerzo porque todo estuviera perfecto y justo como a mí me gustaba,
había que reconocer que estaban haciendo un buen trabajo, me había rodeado sólo de personas
competentes, con excepción del imbécil de Recursos Humanos, alcancé a escuchar que Lía se
quejaba de él por un mal contrato, así que me fui directo a su oficina y le ordené me redactara su
renuncia en ese momento, dudó en hacerlo unas cuantas milésimas de segundo, pero creo que mi
rostro lo persuadió... Ahora necesitaba un gerente para esa área. Le pregunté a su asistente si ella
podría hacerse cargo del puesto, y muy segura me respondió que sin lugar a dudas ella era capaz, le
di 3 meses de prueba, si lo hacía bien, se quedaba con el puesto, si no, quedaría despedida por
incompetente y mentirosa.
Estaba en la tercer semana, volviéndome loco, por las noches no tenía ganas de hacerle el amor a
Paty, me la quería coger, quería cogerla de todas las formas posibles, no tenía ganas de
romanticismos, necesitaba puro y vil ¡¡SEXO!! Había estado siendo un poco más tosco de lo normal,
pero al terminar me preocupaba haberla sujetado demasiado fuerte o que en algún momento ella se
asustara y yo por la euforia del momento no me diera cuenta.
Bajé a contemplar el amanecer desde el Quiosco del jardín, mientras Paty se encontraba en el
gimnasio, iba a regresar para meterme a bañar cuando la escuché hablar, me acerqué… Felicitaba a
su amigo Ángel por algún logro, la sangre me hervía con solo escuchar su nombre.
Terry: ¿¿Aún no hablas conmigo y ya estás hablando con ese imbécil??
Paty: Sólo lo estaba felicitando, consiguió un mejor empleo y…
Lo decía entusiasmada y yo me enfurecía aún más, me acerqué hasta quedar a escasos centímetros
de su rostro.
Terry: ¡Me vale madre, lo que haya conseguido ese estúpido muerto de hambre, no quiero volver
a escuchar su nombre!
Paty: Usted no va a decirme con quien o no hablar y no le voy a permitir que lo ofenda, solo
porque no ha tenido ¡¡UNA VIDA PERFECTA como usted!!
Terry: ¡¡¡Vida Perfecta!!! ¿¡Le llamas a esta mierda, vida perfecta!?
Le grité mientras golpeaba el manubrio de la bicicleta estática en la que se encontraba sentada.
Tenía que salir de ahí, subí a mi habitación, tomé una ducha que no ayudo en nada a relajarme, “Vida
Perfecta”; He pasado la mayor parte de mi vida con dolor crónico y se le ocurre decir que he tenido
una “Vida Perfecta”; Salí de la ducha y ya estaba en la habitación, la ignoré, me metí al vestidor, salí,
tomé un par de pastillas del buro, intento hablarme –No te quiero ver en la oficina–. Bajé y tomé un
vaso de jugo de naranja que ya estaba en el jardín, le quité las llaves de las manos a Frankco y le
ordené que no me siguiera, tomé el auto y me fui directamente a la oficina, necesitaba quitarme de
alguna manera la rabia que sentía y no lo podía hacer en el gimnasio, solo quedaba una opción.
Cuando llegué al piso de mi oficina, Lía iba saliendo de mi despacho con algunos documentos en
las manos, se sorprendió al verme, pero me sonrío como de costumbre, era sexy y me excitaban sus
largas piernas, no contesté a su saludo, me agaché, la eché sobre mi hombro derecho –¡¡Sr.!!–. La
bajé, presionando su cuerpo entre el ventanal y el mío, tiré de su cabello hacia un lado para poder
lamer su cuello –¡¡Sr. Por favor!!– Tiré de su blusa y los botones saltaron, bajé las manos a sus
caderas. –¡¡Sr. Basta!!–.
Terry: ¡¡Siempre te gustó duro y es justo lo que necesito ahora!!
Recorrí sus caderas y me pegué a su cuerpo.
Lía: ¡No puedo Sr. tengo pareja ahora!
Terry: ¡¡No me importa con quién te acuestes, sé que me deseas!!
Estaba a punto de meter la mano entre sus piernas cuando.
Lía: ¡¡Deténgase, por favor!!
Lo hice, la sujeté por ambos brazos mientras contemplaba sus senos cubiertos por encaje blanco.
Terry: ¿Vas a despreciar una buena cogida por un imbécil, que no tiene por qué enterarse?
Lía: ¿Y Paty?
Terry: Yo no prometo lo que no doy.
Lía: Aún así, no puedo.
Terry: ¡Sí meto la mano entre tus piernas y estas húmeda te voy a coger hasta que hagas retumbar
los ventanales!
Lía: ¡Es Frankco!
¿¿¿Qué??? La solté y di un par de pasos hacia atrás, mientras ella se cerraba la blusa sin botones.
Terry: ¿Sales con Frankco? ¿Desde cuándo?
Lía: 2 ó 3 meses.
Froté mi frente, las ganas que tenía de cogérmela desaparecieron en ese momento ¿Cómo no me
había dado cuenta?
Terry: A Frankco no le va a gustar que te haya arrancado la blusa, pide que te traigan una nueva.
Salió de mi despacho mientras yo armaba el rompecabezas, ahora entiendo por qué cada vez que
yo le gritaba Frankco se ponía a la defensiva, pero tienen años de conocerse, Frankco literalmente la
sacó de la casa, cuando dejó de ser mi asistente personal.
No me apetecía pasar el resto de la mañana en estas 4 paredes, así que revisé y firmé los
documentos que Lía había dejado en mi escritorio, al salir Frankco estaba parado frente al escritorio
de Lía, la cual se cerraba la blusa con una mano.
Al verme, empezó a caminar hacia mí, estaba furioso, era la primera vez que lo veía así. –
Espera, no me hizo nada–. Dijo Lía, pero Frankco en ese estado, no escuchaba, si yo hubiera visto a
Paty de esa forma tampoco habría escuchado. Me quedé esperándolo, instintivamente en posición de
combate, era lo que había estado deseando desde hace mucho y Frankco me lo estaba obsequiando,
me quería romper en dos, me lanzó un golpe y lo esquivé, Lía gritaba que se detuviera, esquivé un
par de golpes más y la adrenalina me invadió, Frankco era muy bueno, pero yo era mejor, detuve uno
de sus golpes y lo pateé en el pecho, chocó con la pared de la cual cayó una pintura, di unos pasos
atrás y entramos a mi oficina, Lía nos siguió. –¡Ya basta Frankco!– . Pero siguió sin escuchar, tuve
que detener su siguiente golpe con el brazo izquierdo, el dolor me recorrió del brazo al hombro y
parte del pecho, caí en una rodilla, me iba a reventar el rostro de una patada, pero la detuve, salté y
fui yo quien le volteó la cara de una patada, dio algunos pasos hacia atrás, si estuviera en mejor
condición, la fuerza del golpe, en otro momento lo habría tumbado, el dolor en el hombro era muy
intenso. Lía se colocó frente a él.
Lía: ¡¡Ya basta Frankco!! No me hizo nada.
Frankco: ¿Traes la blusa desgarrada y no te hizo nada??
Lía: Lo conoces, sabes que no me haría nada.
Me observó aún con los ojos llenos de rabia, los cerró y se frotó el golpe que acababa de
propinarle.
Frankco: Déjanos solos.
Le pidió a Lía, dudó por un momento, giró para ver mi reacción y yo asentí para que saliera,
cerrando la puerta tras de ella.
Frankco: ¿Qué le hizo?
Preguntó exigiendo, el dolor estaba a punto de doblarme, el combate había llegado a su fin.
Terry: Llegué y casi le arranco la blusa, no sabía que salía contigo, cuando me pidió que me
detuviera lo hice, fin de la historia.
Me sujeté el hombro y me incliné hacia adelante, el dolor era demasiado, Frankco buscó en su
saco las pastillas, pero negué con la cabeza, caí de rodillas, gruñí, la mano izquierda me temblaba,
sudaba, la agonía del dolor quemaba mi pecho y la mitad de la espalda, –Inyéctame–.
Logré decir entre dientes, mientras me contenía para no gritar de dolor. Frankco sacó de mi
escritorio la inyección, me colocó la liga en el brazo, mientras yo me aferraba a la solapa de su saco
para no caer, inyectó el líquido que quemaba mis venas, un ardor que resultaba placentero, me
quejaba y no podía evitarlo, el dolor era asfixiante…
Abrí los ojos y parpadeé para aclarar la imagen, estaba en mi oficina, recostado en el sofá, me
sentía un poco mareado, algo de nauseas, esos eran los efectos que provocaban la inyección.
Frankco: Siga recostado Sr.
Terry: ¿Me vas a asfixiar con un cojín?
Frankco: Lamento el arrebato de hace un rato.
Paty entró en la oficina, se arrodilló a mi lado y deslizó sus dedos entre mi cabello. –¿Qué fue lo
que paso? ¿Cómo se siente?–. Observé a Frankco.
Terry: No era necesario que la llamaras.
Frankco: Fue ella quien llamó a la oficina.
Paty: Lamento mucho lo que dije en la mañana, pero por favor, tiene que dejar de lastimarse,
había estado descansando los últimos días, y yo…
Terry: ¡Estoy bien!
Paty: ¿Qué fue lo que pasó?
Frankco bajó la mirada apenado.
Terry: Nada, Frankco me puso la inyección que le pedí, ese tipo de cosas que les pasa a las
personas con vidas perfectas.
Dije con sarcasmo.
Paty: Lo lamento.
Estaba apenada, mientras yo intentaba incorporarme, logré sentarme y sujetándome aún el hombro
mientras la oficina daba vueltas a mí alrededor, después de un rato en que el mareo y las náuseas
bajaron, regresé a casa con Frankco y Paty pendiente de cada uno de mis movimientos, el dolor era
soportable aún por los efectos de la inyección que era bastante fuerte. Necesitaba cambiar de actitud
de alguna u otra forma, o me volvería loco, el dolor no va a desaparecer y no la quiero perder.
Estaba molesto, no con el mundo como los últimos días, si no conmigo mismo, había sido patética mi
actuación al intentar combatir con Frankco, del campeón de kung fu, no quedaba nada…

PATY
Ha pasado una semana desde aquel día en que Frankco tuvo que ponerle la inyección para el
dolor, ha estado tranquilo, aunque casi ausente, nunca supe que pasó ese día, pero ya que Frankco
tenía un golpe en el rostro, deduzco que nada bueno, es viernes, pero mi Sr. no sonríe, en otro
momento estaría planeando irnos a bailar, pero hoy no, está de pie en el quiosco del jardín, viendo el
atardecer con una copa de coñac en la mano, me preocupa, me angustia y me duele verlo así.
Paty: Hoy se estrena la obra de Hamlet, ¿Quiere ir?
Negó con la cabeza y dio un nuevo trago a la copa, necesito sacarlo de aquí o en verdad se
volverá loco.
Paty: Sería bueno distraernos y la obra promete mucho.
Me observó por un momento.
Terry: Debes estar aburrida, no hemos salido, pero tú eres libre de hacerlo, ve si gustas que te
lleve Jesse.
No quiero ir con Jesse, quiero ir con él.
Paty: A mí me gustaría ir de su brazo.
Terry: Hoy no… Tal vez mañana.
La salida del Sábado tampoco llegó, la mayoría del día se la paso en su despacho, el Domingo el
Dr. Tarson avisó que vendría a comer, me preocupaba que tuvieran una nueva discusión, me
preocupaba la actitud de mi Sr., creo que prefería que estuviera molesto con el mundo, irritable a
esta indiferencia a la vida que estaba mostrando.
Comimos, el Dr. Tarson llevó las riendas de la conversación hablando de la clínica, un par de
pacientes, y finalmente en la sobremesa.
Dr.: Y bien, ¿Cómo te has sentido?
Terry: Usted es el experto en la materia.
Dr.: ¿Has bajado el consumo de medicamento?
El Sr. observaba fijamente su vaso de agua, sin responder.
Dr.: Si sigues en reposo, poco a poco…
Se levantó de la mesa, nos observó un segundo a cada uno, y…
Terry: Se queda en su casa Doc, con permiso.
Dr.: Terry, Terry espera…
Pero siguió caminando hacía su habitación.
Paty: Necesitamos hacer algo, desde que fuimos a su revisión está mal, al principio quería
arrancarle la cabeza a todos y ahora desde hace una semana es como si no estuviera, como si ya nada
le importara.
Dr.: ¿Ha entrenado?
Paty: No.
Dr.: Al menos, ha estado descansando.
Paty: No tiene opción, el dolor no lo deja, ¿Qué podemos hacer para ayudarlo?
Dr.: Nada Paty, él sabe cuál es la única opción que tiene, si sigue en reposo en un par de semanas
verá resultados, el dolor bajará un poco, quizás, no como estaba antes, pero no será tan intenso como
ahora.
Paty: Me preocupa mucho, no puedo seguir viéndolo así.
Dr: A mí también, pero no es un niño, está haciendo lo que debió hacer desde hace mucho,
¡¡Descansar!!
Una semana más transcurrió y su actitud era la misma, me preocupaba, me angustiaba verlo así,
quería sacarlo de ese estado, quería verle algún interés, pero nada, se centraba solo en la oficina, su
frialdad me congelaba el alma, me dolía, no me miraba, no había frases lindas, ni miradas coquetas,
la luz de sus ojos se apagaba, lo veía observar el horizonte por el ventanal, como si añorara algo…
Su vida.
Tuve un error en la oficina, por un momento vi rabia en sus ojos y un segundo después, volvió a
la indiferencia, nunca creí desear que me gritara, que explotara, pero no pasaba nada, sus amigos me
llamaron preocupados porque ya no contestaba a los mensajes, ese fin de semana no insistí en salir,
tenía miedo a que se negara y seguramente lo habría hecho.
Sofí me llamó a la oficina, después de un saludo cordial, me comentó que Adele le dijo la
situación en la que estaba, ella le había escrito, pero habían pasado días y no tenía respuesta, Dereck
le comentó que a ellos también les había dejado de escribir, estaba preocupada, todos lo estábamos.
Debería estar molesta por recibir su llamada, pero a estas alturas, estaba desesperada, cualquiera
que lo hiciera reaccionar, sería bien recibido. Le expliqué la situación, intenté pasarle la llamada,
pero se negó, no quería hablar ni con ella, ni con Adele, ni con los chicos, en ocasiones sentía que no
quería hacerlo ni conmigo.
Un viernes más en que observaba el atardecer desde el quiosco del jardín, con su copa de coñac
y Toretto a un lado.
Paty: Hoy se estrena otra obra de teatro “El amor de Gonzalo”, según he leído, tiene muy buenas
críticas.
Terry: Sí, las leí.
Paty: Me gustaría que fuéramos.
Después de un trago de coñac, vio su reloj –En una hora salimos–. No podía creer su respuesta,
había accedido, después de semanas y así de pronto sin más, aceptó, sentía temor de lo fácil que
había sido, subí a mi habitación, me metí a bañar como de rayo, busqué un lindo vestido, mientras los
descartados caían uno sobre otro en la cama, me medí uno, no me gustó, me puse otro y tampoco,
miré el reloj, tenía que apresurarme, finalmente, me quedé con uno verde aceituna, con pequeñas
bolitas negras, de cuello redondo y entallado en la cintura con un delicado cinturón, arriba de la
rodilla, un maquillaje ligero, el cabello suelto, zapatillas abiertas y mi cartera de sobre. Cuando
comencé a bajar las escaleras el embriagador y masculino aroma de su perfume, mezclado con su
piel y el coñac me hicieron suspirar, estaba esperándome con aquel brillo en sus ojos azul profundo
que tanto extrañaba, me electrizaba la piel, parpadeé para aclarar su imagen, que por un momento se
volvió borrosa por las lágrimas que inundaron mis ojos, me extendió la mano para ayudarme a bajar
los últimos escalones y la besó.
–Estas preciosa, como siempre–. Sonreí, lo tomé del brazo y nos dirigimos al teatro en silencio,
estaba nerviosa, no sabía que esperar de esta noche. Entramos a su palco, me tomó de la mano, ese
contacto cálido que no había tenido desde hacía días me removió sentimientos y recuerdos, como la
primera vez que me senté en esta butaca, prácticamente obligada por él, tenía tanto miedo y cuantas
cosas habían pasado desde entonces, mis ojos se inundaron, me tomó por la barbilla y giró mi rostro.
–Sé que estás preocupada–. ¡Me miraba!, finalmente lo hacía. –Y odio que lo estés, pero no sé cómo
evitarlo nena–.
Paty: Prefiero que me grite, a que siga así de indiferente a todo… A mí.
Terry: Controlarme es imposible, no, no puedo, o me aisló de todo o voy a terminar quemando el
lugar, me conoces, lo has visto.
Paty: ¿También quiere aislarse de mí?
Terry: ¡¡No!! No nena, no, lo que no quiero es lastimarte.
Paty: Lo hace aún más con esta frialdad.
Terry: No era eso lo que quería.
Paty: ¿Qué es lo que cree que hace, cuando prácticamente me ha ignorado las últimas semanas?
Terry: Protegerte… Protegerte de mí.
Paty: No necesito que me proteja de usted, ¡¡Lo necesito a usted!!
Su mirada cálida y una pequeña sonrisa aparecieron.
Terry: He sentido un poco de mejoría, al menos ayer y hoy, el dolor sigue siendo intenso, pero ya
no tan desesperante.
Acaricié su rostro, de alguna manera estaba funcionando.
Terry: Ten me paciencia.
Paty: Usted tiene todo de mí.
Me observó con ternura, acarició mi cabello y besó mi frente. La obra de teatro comenzó,
contaba la historia de un mafioso enamorado de estatura pequeña, que tenía a dos enormes
guardaespaldas, fue muy cómica y después de semanas volví a escuchar la risa de mi Sr.
Al salir de la obra caminamos un poco por los jardines cercanos, me abrazó por la espalda y
hundiendo la nariz entre mi cabello inhaló profundamente.
Terry: Eres por lo único que no mando todo al carajo.
Paty: No diga eso.
Terry: Hubiera sido más fácil, perderme entre morfina y demás sedantes, mandar todo a la mierda
y dejar de sentir.
Giré para verlo de frente, –Mi Sr…–
Terry: Pero te quiero demasiado como para perderte por mi maldita lesión. Voy a salir de esto,
no sé cómo carajos, pero voy a salir de esto nena, solo… Solo dame tiempo.
Su voz angustiada me partía el alma, pero sus palabras me regresaban la esperanza, estaba
luchando, a su manera esa que tal vez no logro entender, por qué no estoy en sus zapatos, porque
nunca he sufrido y padecido la agonía constante por la que él está sufriendo, pero no se estaba
dejando caer.
Paty: Usted no es de los que se dejan vencer y yo voy a estar aquí, en las buenas, en las malas y
en las peores, todo el tiempo.
La semana transcurrió más relajada, seguía ausente, pero ya no mantenía esa frialdad que me
estaba quemando. En el transcurso de la semana observé miradas, demasiado largas entre Lía y
Frankco, algo estaba pasando ahí.
Paty: ¿Sabe si Frankco sale con alguien en especial?
Terry: Pensé que lo sabías, sale con Lía.
¿¡WTF!?
Paty: ¿Cómo es que ella no me ha dicho nada? Pensé que eramos amigas, ¿Desde cuándo salen
juntos?
Terry: No lo sé, 3 ó 4 meses, yo me enteré no hace mucho. Frankco siempre ha sido muy
reservado, al igual que Lía, es su vida personal, no tienen por qué publicarla.
Al siguiente día, prácticamente les reclamé el no haberme dicho que estaban saliendo, Frankco
respondió que eran compañeros de trabajo y que no querían que su relación afectara su vida laboral,
¡¡Tonterías!!, Frankco y Lía siempre tan profesionales, abracé a ambos y los felicité, ambos son
excelentes personas se merecían tener consigo a una persona que los quisiera, cuidara y apapachara,
se lo merecían, además yo les estaba muy agradecida por la enorme paciencia que han tenido con mi
Sr.
Ahora cuando Frankco pedía la tarde o los Domingos libres, sabíamos, justamente a donde iba y
me daba gusto, los dos sonreían y emanaban esa luz que solo el amor bien correspondido emite,
estaba feliz por ellos.
Transcurrieron un par de semanas más y mi Sr. poco a poco se iba relajando, salimos al teatro, a
cenar, a caminar al zoológico, solo hacía bicicleta por las mañanas, nada que le provocara esfuerzo
de la cintura hacia arriba, en ocasiones se mostraba cariñoso, algunas más… Ausente.
Aún lo veía mirar hacia el horizonte, añorando, extrañándose, pero yo no lo iba a dejar caer, él
iba a conseguir salir de esto y yo lo iba ayudar, halandolo, empujándolo o simplemente
permaneciendo a su lado, esperando que él a su manera lo hiciera, pero siempre a su lado, porque
esto es el amor, cualquiera puede estar en los momentos sencillos, en las lunas cargadas de miel,
seguir adelante de la mano ante los huracanes que se presenten, atravesarlos y seguir así, unidos, eso
es el amor.

CAPÍTULO XV
TERRY

el dolor.
N o sé cuántas semanas han pasado, desde la última vez que abrí los ojos y
contemplé la oscuridad tranquilamente, escucho su acompasada respiración y
no tengo la imperiosa necesidad de tomarme inmediatamente una pastilla para

Después de pasar por la rabia y sentir un inmenso temor a dañarla, a perderla, tuve que
apartarme, despegarme de todo y de todos para no destruir aquello que me importa, tal vez no haya
sido la mejor de las formas, pero es la única que podía tomar. Sentir el calor de su cuerpo y su tersa
piel desnuda a mi lado, aún después de todo por lo que ha tenido que pasar al estar junto a mí, vale
todo el esfuerzo, y finalmente después de este tortuoso tiempo estoy sintiendo algo de resultado.
Enciendo una luz tenue para observarla, admirarla, colmar mis 5 sentidos de su esencia, mientras
la despierto a besos recorriendo su espalda, para hacerle el amor…

Esta semana me he dado a la tarea de contestar los mensajes de los chicos y Sofí, entendían por
lo que estaba pasando, pero afortunadamente son lo suficientemente prudentes para no llenarme de
preguntas absurdas que de antemano saben no responderé. Les hice saber que me encontraba bien y a
final de cuentas, eso era lo que querían saber. También llamé a Adele, estaba muy preocupada y ya
quería regresar de Inglaterra, pero no la dejé, era justo que tuviera tiempo para ella, le pedí que
tomara algún curso de esos que le encantaban de repostería, para que a su regreso me consintiera con
su deliciosa cocina, que para ser honesto ya extrañaba, los chefs de aquí son buenos, pero ninguno
como ella.
Finalmente después de semanas fuimos a bailar y se que era estúpido, pero me sentía nervioso.
Aún me costaba controlarme y temía que el dolor no me dejara disfrutar la noche, “Temor” odiaba
ese sentimiento, y desde muy pequeño tuve que aprender a enfrentarlo, pero al verla bajar por las
escaleras con esa sonrisa que iluminaba la noche de mi Paraíso, todo el esfuerzo valía la pena por
esa sonrisa. Me hipnotizaba ese aroma a chocolate, esa dulce sensualidad que poseía, esas caderas
que danzaban entre mis manos, era perfecta, era mía y quería hacerla feliz.
Tomábamos una copa, mientras descansábamos del baile.
Paty: ¿Cómo se encuentra?
Terry: Estoy bien, no te preocupes nena.
Seguimos disfrutando de la noche, parecía que hubieran pasado años desde la última vez que
pude hacerlo, hasta que el maldito dolor me impidió seguir, debió notarlo, porque…
Paty: Ya es tarde, ¿Regresamos?
No era tan tarde, pero con la intensidad del dolor era imposible seguir, no respondí solo asentí,
la tomé del brazo y salimos del lugar, regresamos a casa en silencio. Me llenaba de rabia esta
maldita situación, su mirada preocupada y no poder aliviar esta agonía me llenaba de impotencia y
frustración, por lo que debía disimular para tratar de no hacerle la vida más complicada de lo que ya
era estar con un enfermo.
Una vez que llegamos a casa, ordené a Frankco y Jesse que fueran a descansar.
Terry: Sube, te alcanzo más tarde.
Paty: ¿Qué va hacer?
Terry: Estaré un rato en el bar.
Me observó por un momento, asintió y la vi subir por las escaleras observando la pluma en el
interior de su pierna que parecía arder como yo en este momento. Me dirigí al bar y me serví una
copa de coñac, froté mi hombro punzante, respiré profundamente, “Contrólate Terry, Contrólate”
Necesitaba hacerlo o en un arranque de rabia y frustración iba a mandarlo todo al demonio. Toretto
apareció y se echó a mi lado, bebí mi copa en silencio, aguantando la rabia, el dolor y la
desesperación… Finalmente, cuando me sentí un poco más aliviado subí, ella ya se había dado una
ducha y estaba con el cabello húmedo recostada observando el celular, me metí directo a la regadera,
cuando salí, se levantó para aplicarme la pomada, me sente frente al tocador.
Terry: ¿Cuánto tiempo vas a soportar esto?
Paty: No estoy soportando nada, ¿Cuándo va a entenderlo?
La acerqué y hundí el rostro en su pecho, me abrazó y acarició el cabello. –Tranquilo, yo estoy y
voy a seguir aquí, además nos divertimos un buen rato ya mañana descansaremos y en la noche
iremos al teatro, todo saldrá bien–. Sus palabras me regresaron un poco la cordura que quería
abandonar mi cuerpo agotado, asentí no del todo convencido, pero ahí estaba y yo tenía que seguir
“Nadie dijo que la maldita vida, fuera fácil”.
El Sábado afortunadamente el dolor no me volvió loco, se mantuvo como los últimos días,
desayunamos a un lado de la alberca, leímos en los camastros, nos dimos un chapuzón y más tarde al
teatro a ver una tragicomedia, humor negro, justo lo que necesitaba. Me sentía mejor, y verla sonreír
siempre era un aliciente.
El Domingo estábamos desayunando en el jardín.
Terry: ¿No me vas a pedir este Domingo libre?
Frankco: No Sr.
Terry: ¿Se te enojó la princesa?
Paty no pudo contener una risita y Frankco se notaba incómodo, lo que sinceramente disfrutaba.
Frankco: No Sr.
Terry: ¿Entonces? A las mujeres no hay que descuidarlas Frankco, ¿No has aprendido nada todos
estos años?
Frankco tragó saliva.
Terry: Dime una cosa, ¿Sientes maripositas en el estómago cómo colegial? ¿Te vas a tatuar su
nombre en la nalga izquierda?
Paty: ¡Ya no lo moleste!
Frankco: ¿Se le ofrece algo más Sr.?
Terry: Anda, tómate el día libre, regresa mañana en la mañana para irnos a la oficina.
Lo pensó por medio segundo, agradeció y se fue. Lo único malo de que se fuera era que el
imbécil de Jesse se quedaba a cargo, pero bueno era justo que Frankco descansara un poco, aunque
conociendo a Lía, dudo que descanse mucho cuando va a verla, ella era de esas a las que les gustaba
que las cogieran duro, sin llegar al sado, pero unas cuantas nalgadas, nunca le caían mal.
Pasamos un rato más en el jardín, Paty quería que fuéramos al zoológico, en Domingo con un
montón de niños corriendo y haciendo preguntas absurdas, la verdad no me apetecía, me gustaría ir a
cabalgar, tenía mucho de no hacerlo, pero el movimiento del caballo después de un rato seguramente
me molestará, tal vez ir a snorkelear o bien ir de shopping, verla probarse mini shorts y vestiditos me
parecía la mejor idea para un Domingo, y después de brindarle una sonrisa del tipo a la que ninguna
chica se resiste, aceptó.
Ella estaba perfecta para salir, yo subí a cambiarme las sandalias por unos mocasines. Escuché
ladrar a Toretto, muy rara vez lo hacía y menos con esa intensidad, baje, corrí al ventanal para salir
al jardín, la furia me inundó y mi sangre ardió como lava quemando mis venas, mi hermosa Paty
estaba en medio del jardín, con el rostro pálido y un cuchillo pegado a su garganta, 5 orientales
comandados por KoreShiga, estaban alineados frente a mí, con sus impecables trajes negros de
Kung-Fu, ¿Cómo demonios habían logrado entrar? Toretto gruñía agazapado listo para atacar,
atravesé la puerta lentamente y KoreShiga sacó de la espalda una pistola apuntándome, los preciosos
ojos verdes de mi chica se inundaron y ahogó un grito. Toretto sólo esperaba mi señal para atacar, le
hice un ademán con la mano para que se sentara y obedeció al instante. Miré fijamente al sujeto que
tenía sometida a Paty…
Terry: ¡Si lastimas uno solo de sus cabellos, te rompo en 2!
KoreShiga: ¡Terry Grandchester, preocupado por una mujer! (La observó con asco y escupió al
césped)
Terry: Tú tienes 2 años y medio preparando esta venganza, ¿Qué crees que sea más estúpido?
Di unos cuantos pasos más hacia adelante mientras me apuntaba. ¿Dónde carajos estaba el
imbécil de Jesse? ¿Y cómo se coló un arma al Paraíso?
Terry: ¿A qué quieres jugar?
KoreShiga: A que te rompo las piernas.
El traía un bastón para caminar porque yo le había destrozado la pierna derecha hace dos años y
medio, en la final del campeonato mundial de Kung-Fu y él casi logró arrancarme el brazo. Ninguno
de los dos fuimos los mismos después de ese combate, sólo que él se había ganado con creces lo que
le hice, lesionó con sadismo a cada competidor con el que combatió.
Terry: ¿Tú? ¿O tus gatos?
KoreShiga: Esto será lento Terry, vas a pagar por esto. (Dijo levantando el bastón)
Sonreí, estos 5 idiotas deben estar muy bien entrenados para haberse tomado la molestia de
traerlos hasta aquí. A decir verdad KoreShiga era un excelente peleador, dudo que haya dejado de
entrenar a pesar de su lesión, pero eso era lo de menos, lo que realmente me preocupaba era Paty en
las manos de ese imbécil ¿Dónde carajos estaba Jesse?
Terry: Bien, para darles una cátedra de verdadero Kung-Fu no la necesitamos a ella, suéltala.
KoreShiga: ¡No! Ella va a observar cómo te destrozan mis muchachos.
Si no tuvieran armas ya me habría encargado de ellos, pero necesitaba hacer tiempo para que el
imbécil de Jesse apareciera.
Terry: Gastaste todos tus ahorros para poder volar hasta aquí con tus mascotas.
KoreShiga: Hay trabajitos que mis muchachos hacen, que dejan muy buena paga. No soy el mismo
que conociste hace tiempo.
Terry: No, ¡¡Ahora estás lisiado!! ¿Cómo metiste esa arma aquí?
Frunció el ceño y apretó la mandíbula, no era buena idea hacerlo enfadar más, con Paty aún aquí,
pero no pude evitarlo.
KoreShiga: Tienes muchas preguntas y como no vas a salir vivo de esta, te voy a cumplir la
última voluntad. ¡¡Corrupción!! Uno de tus empleados, un tal Jesús de los guardias de seguridad que
rodea tu casa, la metió por mí, también me avisó que Frankco tu guardaespaldas, estaba saliendo
frecuentemente los domingos, y aquí estamos visitando tu Paraíso. Aaaah, y antes de que se me olvide
tu otro guardaespaldas quedó inconsciente allá atrás, así que no lo esperes.
Genial, siempre supe que era un imbécil. Observé a los 5 tipos, 3 de estatura media y 2 más altos
y con mayor masa muscular.
Terry: Bien, comencemos el baile.
KoreShiga: ¡¡Quítate la camisa!!
Sabía exactamente qué era lo que quería ver y teniendo a Paty entre sus manos, no era momento
de seguir discutiendo, obedecí, desabotoné la camisa y cuando vio el vendaje sonrió burlonamente.
KoreShiga: ¿Y tú te atreves a llamarme lisiado? Todos los días te has tenido que acordar de mí.
Terry: No te cuelgues medallas ajenas, esta lesión no me la hiciste tú, si hubiera llegado sin ella a
esa final, estarías en silla de ruedas.
–¡¡Shiru!!– Gritó y el chico se apresuró hacia el frente obedeciendo al grito de su amo,
descuidando la guardia, así que antes de que pudiera darse cuenta lo derribé de una patada con la
quijada seguramente dislocada.
El hombro quemaba, Paty seguía pálida con el cuchillo amenazante en su garganta y a KoreShiga
le brillaban los ojos por la sed de venganza, de sangre, de “mi sangre”. La adrenalina me recorre el
cuerpo y la rabia de ver así de asustada a mi hermosa Paty despertó todos mis instintos asesinos y
unas imperiosas ganas de aniquilar a este ¡¡Hijo de puta!! Como se atrevía a venir aquí, “A mí
Paraíso”, a amenazar “A mi mujer”, el que no va salir vivo de aquí es él y esta bola de idiotas que
quieren jugar a ser matones a sueldo.
Me troné el cuello de un solo movimiento y me puse en guardia, esto apenas iba a comenzar.
Terry: Viajaste desde muy lejos, vamos, al menos hazme sudar.
–¡¡kazuho y Masaho!!– . Se acercaron lentamente una vez visto lo que le acababa de pasar a su
compañero, comenzaron a atacarme intercalandose, eran veloces, me estaban midiendo como yo a
ellos, detuve algunos de sus golpes y ellos esquivaron varios míos. Esto comenzaba a ponerse
bastante interesante, hacía mucho tiempo que no tenía contrincantes con esta calidad, pero el hombro
quemaba y me impedía moverme con la agilidad y la fuerza que debería, ¡¡Carajo!! Si no hubiera
dejado de entrenar, ya estarían en el piso. Ataqué con una patada frontal a uno, mi pie se hundió en su
costado, rompiendo al menos 2 costillas, quedaba uno, estaba agitado, sudoroso, lleno de rabia.
Alcancé a ver al idiota de Jesse acercarse a lo lejos, por detrás de KoreShiga, si lo veían, estos eran
capaces de lastimar a Paty, no podía arriesgarla más.
Terry: Si mi Jefe de Seguridad estuviera aquí, les habría dado una paliza a tus gatos.
Hablé fuerte, para que Jesse me escuchara, afortunadamente lo hizo y se ocultó.
KoreShiga: Me dijeron que era bueno, pero no me interesaba averiguarlo.
Terry: Después de romperles un par de huesos, los habría entregado a la policía.
Seguía esquivando golpes, el tipo era corpulento y fuerte, estaba al pendiente de que no
lastimaran a Paty y esperando que el idiota de Jesse estuviera captando el mensaje, tenía que
mandarle un mensaje a Frankco y éste a su vez llamar a la policía.
Necesitaba deshacerme de una vez de este imbécil con el que estaba combatiendo, o el hombro
me iba a partir en dos antes de que pudiera enfrentarme con KoreShiga, era grande, así que
esquivando un golpe, terminé a un costado suyo, salté y caí en su pierna, justo arriba del tobillo,
quebrándole el peroné y la tibia, el grito de dolor que emitió retumbó por toda la casa, me hinché de
orgullo y satisfacción por eso, mientras la rabia y frustración de KoreShiga aumentaban.
Terry: ¿¡2 años y medio para esta mierda!? ¡Debiste quedarte donde estabas!
Lo dije sin pensar, burlándome, no debí, ¡Paty seguía aquí!!
–¡¡Ikki Destrózalo!!– El tercero se acercó ágilmente, en guardia, intercambiamos golpes, él
detenía los míos y cada vez que yo paraba los suyos, sentía como si el hombro se me desgarrara,
Jesse apuntaba su arma hacia acá, le hice un gesto negativo con la cabeza, debía esperar a que yo
terminara con ellos o alguno podría lastimar a Paty. Ambos sudábamos, logré conectar un par de
golpes, pero no con la suficiente fuerza para derribarlo, era veloz…
Terry: Te voy a dar una última oportunidad. Si la dejas ir, solo saldrás de aquí en silla de ruedas.
Si no, ¡No saldrás de aquí!
KoreShiga, se burló ante mi amenaza. –¡¡Ya no puedes con Ikki, estas acabado Conde
Grandchester!!-
¡¡Conde!! Esquivé un golpe de Ikki, quedando a sus espaldas, golpeé una de sus piernas por
debajo de la rodilla, provocando que cayera de rodillas al piso y solté un grito al saltar para golpear
con todo lo que tenía en la espalda baja de mi contrincante, logré escuchar cuando su columna se
quebró, el grito de lamento de Ikki le siguió.
El dolor era demasiado, me estaba matando. Una lágrima en la mejilla de Paty me quemaba el
alma. Estaba agitado, Jesse seguía ocultándose apuntando en esta dirección, Koreshiga le entregó el
arma al que tenía sometida a Paty, la soltó, – ¡Si huye, mátala!–. Fue la orden de Koreshiga. El sujeto
asintió, la apuntaba sólo unos cuantos pasos de distancia. –¡¡Se te acabó la buena suerte niño rico!!–.
¡¡Suerte!! Suerte era lo que menos había tenido en esta vida, KoreShiga se acercó para quedar
frente a mí levantando un poco la pierna derecha y se puso en guardia, usando el bastón como arma.
Finalmente estábamos frente a frente, nos observamos detenidamente y comenzamos una danza de
golpes, esquivar, detener, golpear, era increíblemente veloz, me golpeó con el bastón en el brazo
izquierdo y caí al piso, antes de que volviera a golpearme, lo derribé pateando su pierna derecha,
ambos estábamos exhaustos, seguramente yo más que él, dolor era insoportable, me sujete el hombro.
Se estaba levantando y yo no podía quedarme en el suelo, estuvimos un buen rato, dando y recibiendo
golpes. Paty se tapaba la boca con ambas manos, asustada, preocupada y con un tipo a escasos 3 ó 4
metros apuntándole, al pendiente del combate, por si tenía que dispararme a mí también.
KoreShiga: ¡Ese campeonato era mío!
Terry: ¿Toda esta mierda es por el estúpido campeonato?
KoreShiga: Un maldito Inglés, no debía tener el derecho ni siquiera de competir por un
campeonato de Kung-Fu.
Volvimos a intercambiar golpes.
Terry: ¡Este Inglés ha sido y seguirá siendo mejor que Tú!
De una patada partí en dos su bastón y no le quedó más remedio que aventar los pedazos de
madera a un lado, a pesar de su cojera era ágil y fuerte, había seguido entrenando, logró golpearme el
hombro desde la espalda, el dolor me recorrió hasta el pecho, caí de rodillas, –¡¡¡Nooo!!!– Gritó
Paty y pude esquivar un codazo que iba justo sobre mi hombro, no sé cómo, pero me puse de pie,
estaba exhausto, no iba aguantar mucho tiempo, el dolor era agónico… Volvimos a enfrentarnos,
haciendo gala de nuestros mejores movimientos en artes marciales, con golpes estratégicos, finos,
elegantes, ágiles, certeros y fuertes.
Ambos éramos muy buenos, sus golpes se dirigían a mi hombro y brazo izquierdo. El ya cojeaba
de su pierna derecha, así que iba a destrozar la izquierda, vi la oportunidad, mis entrenados reflejos
hicieron que saltará para esquivar una patada que lanzó, haciéndome caer justo a su lado izquierdo,
nuevamente salte y caí sobre su rodilla, cayó, soltando alaridos de dolor, sujetándose con fuerza la
rodilla dislocada, era su fin y él lo sabía. –¡¡Mátala!!–. Gritó. El sujeto con el arma, lo vio, me miró
y después regresó la mirada a Paty, vi en sus ojos la decisión, corrí hacia Paty, mientras él apuntaba
–¡¡¡Terry!!!–. Gritó Paty asustada, alcancé a empujarla, oscuro, todo se volvió oscuro…

PATY
Un sonido ensordecedor, ¡¡Un disparo!! retumbo en la momentánea quietud.
Cayó sobre mí en el césped, –¡¡Terry, Terry!!–. Un segundo Disparo y Frankco corría hacia
nosotros, grité desesperada –¡Terry!–. No respondía, no se movía, Frankco llegó, lo movió con
cuidado de encima de mí, estaba sangrando de la cabeza. –Despierta Terry, por lo que más quieras
despierta, quédate conmigo, ¡¡Por favor quédate conmigo!!– Jesse llegó detrás de mí queriéndome
apartar de mi Sr. que yacía inconsciente y sangrando, me zafé. –¡¡No lo mueva!!–. Me ordenó
Frankco, asentí. –No te puedes morir Terry, no me dejes, ¡¡Por favor Terry no me dejes!!- Suplicaba
llorando, estaba más que aterrorizada. Se escucharon sirenas, policías aparecieron, ¡Esto no puede
estar pasando!
Llegó la ambulancia y los paramédicos –El Dr. Tarson nos está esperando–. Dijo Frankco, fue lo
único que alcancé a comprender, mi blusa y mis manos estaban manchadas con sangre, la sangre de
mi Sr. Me apartaron de él para revisar sus signos vitales, –¡¡Está vivo!!–. Dijo uno de los
paramédicos, lo subieron a una camilla, lo inmovilizaron, le pusieron un suero, un policía quiso
detenerme, pero Frankco no se lo permitió y subió conmigo a la ambulancia mientras salíamos a toda
velocidad con la sirena encendida, yo solo podía repetir –No me dejes Terry, por lo que más quieras
¡¡No me dejes!!–. Los paramédicos no lo tocaban, el camino rumbo al hospital se me hizo eterno y
no estaban haciendo nada por él, –¿¡Por qué no hacen nada, Carajo!?-
Frankco: Tranquila, va a estar bien.
Paty: ¡¡Que no se muera Frankco, que no se muera!! (Me abrazó)
Frankco: Es demasiado testarudo para morir en manos de ese cobarde.
Llegamos al hospital y el Dr. Tarson lo recibió, corrimos con él a los laterales de la camilla,
mientras los paramédicos informaron de su estado, hasta que llegó un punto en que ya no me dejaron
entrar, ni a mí ni a Frankco, estaba llorando, no sé desde hace cuánto, pero era un llanto
incontrolable, Frankco me abrazó con fuerza –Va a estar bien, tiene que estar bien.–
¡Era un disparo en la cabeza! Nadie salía bien de un disparo en la cabeza…

CAPÍTULO XVI
PATY

F rankco hacía llamadas, yo caminaba de un lugar a otro y después me sentaba


mirando a un punto fijo en la nada, por momentos rezaba, mientras en mi mente
aparecían imágenes de sus hermosos ojos azul profundo, sus arrebatos de ira,
esa deliciosa “V”, su sonrisa torcida, su dolor, su forma de seducirme, en como los últimos días se
había estado controlando, Dios por favor, no me lo quites…
Frankco me dio una muda de ropa, no sé de dónde la saco, la sangre que manchaba la mía ya se
había secado, fui al baño para cambiarme de ropa. Él siempre pensaba en todo, no en vano lo tenía
mi Sr. a su lado, los minutos parecían horas, al regresar Frankco me ofreció un té, no podía ni pasar
saliva de la angustia, mucho menos tomar un té, pero lo acepté sin decir nada, –Esta espera me va a
volver loca Frankco–.
Frankco: Está en las mejores manos que podría estar.
Miraba fijamente la puerta por la que atravesaron mi Sr. y el Dr. Tarson, esperamos noticias, no
tengo idea cuánto tiempo había pasado, era una eternidad, hasta que finalmente el Dr. Tarson
apareció, me puse de pie y Frankco se nos acercó quería preguntar, ¿Cómo estaba? ¿Estaba vivo? ¿Se
recuperará? Pero mis labios no se abrían, tenía pánico, terror a las respuestas.
El Dr. Tarson me sujetó del brazo.
Dr.: ¡Está vivo! Tranquila (Sentí que volví a respirar, desde que lo vi caer sobre mí en el jardín
de la casa) La bala rozó el hueso temporal izquierdo del cráneo, afortunadamente no penetró, pero el
impacto del proyectil, provocó presión intracraneana, es decir una inflamación cerebral,
afortunadamente fue atendido y trasladado a tiempo.
Paty: ¿Va a estar bien? ¿Se va a recuperar verdad?
Dr.: Debido a la presión, tuve que inducirlo a un coma, de esta forma se reduce el consumo de
oxígeno y energía, poniendo al cerebro a dormir, esto ayudará a que los vasos sanguíneos se
adelgacen, disminuyendo la hinchazón y evitando un potencial daño cerebral.
Paty: ¿En coma? (asintió) ¿Cuánto tiempo?
Dr.: Aún no lo sé, el tiempo necesario, puede ser una semana, un mes, dos, el tiempo que necesite
para recuperarse.
Me senté tratando de asimilar la información que me acababa de dar el Dr. Tarson.
Paty: ¿Se va a recuperar al 100%?
Dr.: Es muy pronto para saberlo, tendremos que esperar a ver como evoluciona.
Paty: ¿Qué secuelas podría tener?
Dr.: De todo tipo Paty, pero aún es muy pronto, Terry no se dará por vencido y necesitará de toda
nuestra atención, se recuperará, yo sé que mi muchacho se recuperará.
Paty: ¿Puedo verlo?
Dr.: Aún no, está en cuidados intensivos, mañana cuando lo traslade a una habitación. Frankco,
voy a avisarle a Adele.
Frankco: Ya le avise al piloto que prepare el Jet para ir por ella.
Dr.: Bien, voy a cambiarme y enseguida regreso contigo Paty.
Asentí, estaba vivo y se iba a recuperar, él tenía que salir de esto.
Frankco: Tengo un par de cosas que hacer, vendré por usted más tarde, la policía necesitará su
declaración de los hechos, ahora están con Jesse.
Paty: ¿Jesse? ¿El dónde estuvo todo ese tiempo?
Frankco: Detrás de usted, apuntando al que la tenía sometida.
Paty: Hubo un segundo disparo.
Frankco: Fue él, le disparó al tipo que le disparó al Sr.
Paty: ¿Qué vas hacer?
Frankco: Hablar directamente con Jesse, atar los cabos sueltos y terminar lo que el Sr. no pudo.
Tenía la palabra venganza dibujada en la frente, no tenía idea de que era lo que iba a hacer, pero
fuera lo que fuera, esos tipos lo tenían merecido, todo por un estúpido torneo de Kung-Fu, mi Sr.
estaba tendido en una cama, en coma, por ese estúpido torneo.
El Dr. Tarson regresó, –¡Por favor, necesito verlo!– Supliqué, pero no aceptó. Me llevó a su
oficina, y ahí me pidió que le contara lo sucedido, el pobre estaba tan preocupado como yo, más
tarde regresó Frankco por mí, necesitaba hacer mi declaración, en un principio insistieron en que
tenía que ser a solas, pero Frankco realizó un par de llamadas y finalmente lo dejaron estar a mi lado,
me preguntaron una y otra, y otra vez las mismas cosas, estaba cansada y necesitaba ver a mi Sr.,
sentirlo vivo. Cuando me pidieron que relatara todo por una cuarta vez, Frankco me tomó del brazo y
me puso de pie.
Frankco: La señorita ya ha dado su declaración y está cansada, nos retiramos, si tienen alguna
otra duda, comuníquense conmigo más tarde.
Dejó su tarjeta en el escritorio y salimos del lugar. –¡¡Llévame con él, por favor!!–. Asintió y así
lo hizo, regresamos al hospital.
Dr.: ¿Qué haces aquí Paty? Deberías irte a descansar.
Paty: No puedo, necesito verlo.
Dr.: Está en terapia intensiva, está estable, mañana lo trasladaré a una habitación y ahí podrás
verlo.
Paty: Por favor, solo un momento.
Frankco: Necesita verlo.
Asintió y me llevó al lugar. Me coloqué ropa especial para entrar, me dio las indicaciones y entré
a la habitación, impecablemente blanca con un montón de pantallas a su lado monitoreándolo, un
suero con medicamento, una diadema de oxígeno, se veía tan vulnerable, toqué su mano, estaba tibia,
mis ojos derramaron lágrimas al sentirlo vivo, estaba aquí, seguía aquí, conmigo, verlo así tan…
Vulnerable e indefenso me rompía el alma, habíamos empezado el día tan bien y ahora estaba aquí,
postrado en esta cama inconsciente por… Por salvarme la vida, si no se hubiera interpuesto, si no
hubiera corrido hacia mí, seguramente estaría muerta… –Vas a recuperarte mi amor, yo voy a estar
aquí todo el tiempo–.
Sentí que había pasado solo un instante cuando el Dr. Tarson me tocó por el cristal para que
saliera. Me acerqué a su rostro y acaricié su mejilla sólo rozando su piel con dos dedos, con temor a
lastimarlo, -Descanse mi Sr., mañana estaré aquí–. Salí de la habitación y me refugié en los
brazos del Dr. Tarson, verlo así había sido demasiado impactante. –¡¡Dígame que se va a recuperar,
se tiene que recuperar!!–
Dr.: Terry es un joven fuerte y testarudo, no se va a dar por vencido, anda, ve a descansar, ha sido
un día muy difícil.
Regresé a casa con Frankco, íbamos en silencio yo estaba exhausta, todo el cuerpo me pesaba, no
quería llegar a casa, sin él…
Al bajar de la camioneta de la mano de Frankco, Jesse abrió la puerta de la casa, ¿Dónde había
estado todo ese tiempo?, ¿Por qué no los había detenido?, él era el jefe de seguridad en ese momento,
¡¡Era su trabajo!!! Todo el cansancio y la frustración se convirtió en rabia, lo abofeteé, -¿Dónde
estabas?-.
Jesse: Srta. Paty, yo…
Paty: .¡¡Era tu trabajo!!
Jesse: Lo lamento, yo….
Dijo en voz baja con la mirada al piso.
Paty: ¡¡Sentirlo no lo sacará del coma!! ¡¡Está en coma!!
Grité empujándolo por el pecho, no se movió, rompí en llanto quería a mi Sr. de regreso,
Frankco me abrazó. –Shhh está bien, todo va a estar bien–. Me cargó entre sus brazos mientras yo
seguía llorando en su pecho, me llevó a la habitación, traté de recuperar la compostura que había
perdido, sequé mis ojos y respiré profundamente. –Lo siento Frankco, tengo que disculparme con
Jesse–.
Frankco: No tiene que disculparse con nadie, tranquila, tuvo un día con demasiadas cargas
emocionales es comprensible. Tome un baño con agua tibia y trate de dormir, se vienen días muy
largos y necesita estar bien, para cuando el Sr. despierte.
Tenía razón, tenía que armarme de paciencia, fé y fortaleza. Me di una ducha de forma
automática, me puse la pijama y me metí bajo las sábanas. La cama era demasiado amplia y fría sin
él a mi lado, me abracé fuerte a su almohada esa que conservaba su aroma, las lágrimas brotaron sin
poder evitarlo, recordé paso a paso cada detalle del día, las peleas, sus movimientos, su mirada, el
odio con el que se miraban, la desesperación en su rostro cuándo corrió hacia mí.
Desperté buscándolo desesperadamente en la cama, pero no estaba, no había sido una pesadilla,
realmente había pasado. Entré rápido a ducharme y a vestirme, bajé –¡¡Frankco!!–. Apareció
inmediatamente –Vámonos, tenemos que irnos al hospital–.
Frankco: No ha desayunado.
Paty: No me vengas con eso ahora, vámonos.
Frankco: Ayer no comió ni cenó, cuando despierte el Sr. será a mí a quien culpe por no haberla
cuidado como se debe. Ya hablé con el Dr. Tarson y apenas lo iban a trasladar a su habitación, así
que tiene tiempo de desayunar.
Respiré profundamente, “Necesitaba estar bien, para él”, la confianza con que Frankco aseguraba
que él se iba a despertar, me reconfortaba un poco. En el jardín estaba listo Toretto esperándome con
su carita triste, me agaché a acariciarlo. –Va a tardar unos días en volver, pero va a regresar, te lo
prometo–. Hizo un pequeño sonido como de cachorro, como si entendiera perfectamente lo que le
estaba diciendo. Desayuné un cóctel de frutas sin ganas de comer, un café y nos dirigimos al
hospital.
La asistente del Dr. Tarson, nos informó que se encontraba en la habitación de Terry, una
habilitada en el mismo piso donde se encontraba la oficina del Dr. Tarson. Toque a la puerta y entre,
la habitación era muy amplia, al lado de la cama donde estaba acostado mi Sr. había un par de
monitores que emitían pitidos de vez en cuando, le habían colocado un suero vía intravenosa en el
brazo, fuera de eso, su semblante era relajado, como si durmiera profundamente. Me informó que su
estado era el mismo, estable y que solo quedaba esperar…
Acaricié su brazo –Ya estoy aquí, mi Sr–. Giré para preguntarle al Dr. Tarson si podía
escucharme, movió la cabeza negativamente. Se retiró, indicando que más tarde regresaría, para
verificar que todo estuviera bien y que cualquier cosa que necesitara, se lo hiciera saber.
Frankco revisó la habitación, el baño, se acercó lentamente a la cama, observándolo con una
profunda pena, como si se sintiera culpable porque él estuviera ahí. –No es tu culpa Frankco, tú no
estabas–. Se obligó a sonreír, pero solo consiguió una media sonrisa, me dijo que estaría en la
puerta por cualquier cosa y salió de la habitación.
Me acerqué a su rostro sin expresión, respiraba tranquilamente, acaricié sus labios con los míos,
eran suaves y cálidos, –Voy a permanecer aquí todo el tiempo, tranquilo–.
Observé la habitación nuevamente, estaba bien equipada, con un sofá cama, un reposet, una
pantalla amplia, un baño completo, en fin, parecía cómoda para ser de hospital. Me senté a su lado,
tomando su mano entre las mías, necesitaba tanto su contacto, sentir que todavía estaba aquí. Desde
que llegué al Paraíso han habido noches en las que he querido salir corriendo de ahí, pero ninguna
había sido tan terrible como la de anoche, con tanta soledad y desolación a mi alrededor...
Le platiqué que Adele ya venía en camino, que había hecho mi declaración, que Frankco se
estaba encargando de todo, que Lía se iba a encargar de la oficina, que solo necesitaba recuperarse.
El Dr. Tarson regresó más tarde, lo revisó rápidamente y me invitó a bajar al restaurante del
hospital, no me quería separar de él, pero insistió, así que no tuve más opción, Frankco se quedó con
él.
Dr.: Va a estar en coma por varios días Paty, está estable, no es sano que pases tantas horas aquí,
no despertará, hasta que yo le quite los medicamentos y para eso, primero tiene que bajar la
inflamación.
Paty: Ni siquiera lo intente, voy a pasar aquí cada día, hasta que despierte.
Dr.: ¿Y Lía?, ¿Le vas a dejar toda la responsabilidad de El Paraíso a ella? A Terry no le gustaría,
mira esas ojeras Paty, parece que no dormiste nada anoche.
¿Y cómo iba a dormir después de todo lo que había acontecido? Pero con respecto a lo de Lía
tenía razón, ella es sumamente buena en su trabajo, pero es demasiado para ella sola.
Paty: La ayudaré desde aquí, mañana me traeré la laptop y me haré cargo de todo lo que pueda
remotamente, así estaré ocupada y podré estar con él al mismo tiempo.
Regresé a la habitación, Alicia y Ángel, me saludaron con toda la buena vibra por whatsapp.
Después del interrogatorio del día anterior, lo menos que quería era repetir una vez más lo que había
sucedido, así que simplemente no contesté. Más tarde Frankco me entregó el celular de mi Sr. que
estaba vibrando, eran sus amigos mandando mensajes, tendría que comunicarles lo que sucedió, pero
ahora no podía, aún necesitaba asimilar la terrible situación por la que estábamos pasando.
El Dr. Tarson me insistió en que lo acompañara a cenar y me fuera a dormir a la casa, pero yo no
quería dejarlo solo, sentía como si lo estuviera abandonando, además no había traído ropa y sabía
que tenía razón, así que regrese a casa. Frankco dejó a un par de guardias de seguridad resguardando
el cuarto de mi Sr. y eso de alguna forma, me tranquilizaba un poco.
Cuando entré a nuestra amplia habitación, inundada de su fría ausencia, no pude permanecer en
ella. Me di una rápida ducha, tomé una pequeña maleta, metí en ella mi pijama y un cambio de ropa
para el siguiente día, también guarde la laptop, bajé rápidamente las escaleras y llamé a Frankco.
Frankco: Dígame.
Paty: Nos regresamos a la clínica.
Dije decidida dirigiéndome a la entrada.
Frankco: Pero Srta. Paty…
Paty: No es una consulta Frankco, ¡¡Regresamos a la clínica!!
Finalmente asintió, le marcó a Jesse para darle algunas instrucciones y regresamos a su lado.
Cuando volvía a estar cerca de él, mi alma agitada de alguna forma se encontraba calma, –No me
importa lo que los demás digan, yo voy a estar aquí a su lado, todo el tiempo–. Acomodé el sofá
cama y me acosté, abrí los ojos cuando una enfermera entró a la habitación, una señora de agradable
sonrisa.
Enfermera: No quería despertarla, solo vengo a una revisión de rutina.
Paty: ¿Todo bien? (Pregunté mientras ella lo revisaba).
Enfermera: Tranquila, el Dr. Tarson tiene a todo el hospital pendiente de él, ¿Es su novio?
Asentí, pero él era más que eso, era una parte de mí…
Enfermera: Es muy guapo, está en las mejores manos, descanse, regresaré por la mañana.
Al siguiente día muy temprano, apareció la misma enfermera, para darle un baño de esponja, le
pedí que me enseñara como hacerlo. Si estuviera consciente, estoy segura que odiaría la situación.
Una hora más tarde llegó el Dr. Tarson, se molestó al ver que había pasado ahí la noche, pero le dejé
claro que nada ni nadie me iba apartar de esa habitación. Al principio se sorprendió por mi reacción,
creo que nunca había tenido la necesidad de enfrentarlo, cuando no estuvo de acuerdo con mi
relación con mi Sr. fueron ellos dos los que se enfrentaron… ¡¡Y de qué forma!!
Finalmente me puse en contacto con Lía, a ella no le tenía que comunicar lo sucedido, Frankco ya
lo había hecho, así que solo nos pusimos de acuerdo, para yo poder ayudarle desde aquí, había
varios documentos que firmar y además de mi Sr., legalmente solo el Dr. Tarson podía hacerlo, así
que estaría mandando a un mensajero con los documentos. Jesse se haría cargo de la seguridad del
Paraíso, aunque estoy segura que lo primero que hará mi Sr. al despertar será despedirlo. Frankco no
se apartaría de nuestro lado. Serían semanas difíciles pero valdrían la pena, cuando pudiera ver
nuevamente esos hermosos ojos azul profundo.
La pobre Adele llegó prácticamente corriendo para estar a su lado, claramente no había dormido
desde que le dieron la noticia, estaba sumamente angustiada, pero una vez que sostuvo su mano,
acarició su frente y el Dr. Tarson le explicó la situación, vi claramente como le regresaba el alma al
cuerpo, necesitaba descansar pero al igual que yo, no quería separarse de él. Más tarde cuando el
sueño la estaba venciendo, aceptó ir a casa, mañana regresaría, seguramente con algo rico de comer
y más ropa para mí.
En el transcurso de la semana, tuve que avisar de lo sucedido a sus amigos, Dimitry que vivía
aquí, vino a verlo inmediatamente, su rostro desencajado al verlo, mostraba lo impactante e irreal
que era que se encontrara en esta situación.
Carlo y Dereck, también vinieron, Frankco se encargó de mandar el Jet por ellos, dijo que esas
hubieran sido las órdenes del Sr. y era verdad, lo conocía muy bien.
Pasaron el día a su lado, hablándole, pidiéndole que se recuperara, Carlo haciendo bromas para
mejorar un poco la pesadez del ambiente.
Dereck: Te ves cansada.
Paty: Bueno, ha sido una semana complicada.
Dereck: Y vendrán más, ve a casa a descansar al menos esta noche, yo me quedaré con él.
Paty: No puedo, no quiero regresar a esa habitación sin él.
Me observó por un instante y me abrazó. –Necesitas sacar ese cansancio, esa frustración y esa ira
reprimida de alguna forma–. Era verdad, no solo estaba cansada, estaba enojada, furiosa, Terry no se
merecía estar en esa cama, no después de todo por lo que ha pasado.
Los dejé con él por la tarde y fui a casa, tenía que ver a Toretto, el pobre debía sentirse muy solo.
Cuando llegué prácticamente se me echó encima, lo abracé –Lo estoy cuidando y en unas semanas
despertará para venir a consentirte guapo–. Salí con él al jardín, ya no había rastros del combate,
respiré profundamente contemplando el hermoso paisaje que tantas veces admiré a su lado. –
¿¡Seguramente sin él aquí, no has ido a correr eh!?, anda, vamos a hacerlo tú y yo–.
Subí a mi habitación, me puse tenis y ropa deportiva, bajé a correr con Toretto por la orilla del
mar, mientras el cielo azul se tornaba en un naranja mágico, corrí y mientras la brisa del mar me
refrescaba el rostro, corrí con todo lo que pude, casi podía escucharlo: “¡¡Quieres dejar de poner
a prueba mi paciencia!!, Vamos por un helado de yogur con mucho chocolate… ¡¡Lar-ga-te!!, Sé que
me deseas, tu cuerpo me lo dice, tu olor me lo grita, pero me excita escucharlo, quiero escuchar que
me deseas… ¡Aquí el Sr. del Paraíso, soy YO! Se llama deseo… y se apellida por ti, ¿Qué tienes en
la cabeza? ¿Palomitas?, Te hice mía, no sólo porque te deseo, te hice mía porque te quiero…”
Paré con las manos en las rodillas, respirando con dificultad por el esfuerzo y empapada en
sudor. –Se va a recuperar Toretto, tiene que recuperarse–. Regresé a casa para darme una ducha en
mi habitación, ni siquiera me acerqué a la que compartimos, no podía. Después de la ducha tibia, mi
cuerpo prácticamente se fue apagando, no sé cuánto corrí, pero había sido muy liberador, tanto física
como emocionalmente, me recosté un rato… Cuando abrí los ojos, eran las 5:00 de la mañana, me
había quedado dormida, le mandé un mensaje a Frankco, me pidió que no me preocupara, que Dereck
y Carlo se habían quedado con mi Sr. me levanté como si me hubieran quitado un peso de encima.
Con una visión más clara de las cosas y con mejor ánimo, pasé a saludar a Lía, antes de regresar
al hospital, yo también necesitaba firmar algunas cosas. Recibir su cálido abrazo y apoyo me
reconfortó.
Cuando llegué a su habitación…
Dereck: Me alegra que hayas seguido mi consejo, te ves más fresca.
Paty: Gracias, creo que ahora entiendo un poco más a mi Sr. cuando se encerraba en el gimnasio.
Carlo: El esfuerzo físico ayuda a aclarar la mente.
Dereck: Es lo más coherente que te he escuchado decir en mucho tiempo.
Sonreímos, –¡¡Ven acá!!–. Dereck me abrazó con cariño.
Carlo: Regresaremos la siguiente semana a verlo, pero si necesitas que regresemos antes, si
tienes que ir a la oficina, nos avisas y te venimos a cubrir.
Dereck: Sí Paty, cualquier cosa, a cualquier hora, avísanos por favor.
Paty: Gracias, Terry tiene mucha suerte de tenerlos como amigos.
Dereck: Terry nos ha apoyado en un sinfín de situaciones.
Carlo: Además de que nos salvó el trasero en muchas otras… Hablando de patear traseros, donde
están esos hijos de puta, sería bueno darles una visitadita.
Paty: La policía los detuvo, no sé bien a ciencia cierta, no he querido preguntar, pero estoy segura
que Frankco les hizo esa “Visitadita” a la que te refieres.
Carlo: No podíamos esperar menos de él.

Las siguientes 2 semanas traté de mantener la mente ocupada con las cosas de la oficina, siempre
al pendiente de él, con sus baños, rasurandole, peinándolo, incluso había pedido a las enfermeras me
enseñaran lo que revisaban cuando iban hacer sus chequeos. Hablaba con él todo el tiempo e
imaginaba lo que contestaría, sobre todo esos comentarios sarcásticos tan característicos,
acompañados de un gesto de Todo Poderoso.
Al finalizar la tercer semana, el Dr. Tarson le hizo un estudio, nos encontrábamos en la habitación
con mi Sr., Adele que no dejaba de rezar, Frankco con el rostro serio e impasible, recargado cerca de
la ventana y yo sosteniendo su mano, pidiéndole al universo entero me lo regresara. Finalmente el Dr.
Tarson apareció con los resultados en la mano.
Paty: ¿Y bien? ¿Cómo está?
Dr.: La inflamación ha cedido. (Respiré profundamente, sin darme cuenta que había dejado de
hacerlo) Pero aún no lo suficiente como para despertarlo, claro que son buenas noticias, sus niveles
se encuentran estables.
Adele: Entonces, solo es cuestión de tiempo, ¿Verdad?
Dr.: Sí Adele, lo seguiremos manteniendo así hasta que la inflamación haya desaparecido.
Paty: ¿Cree qué vaya a tener alguna secuela?
Dr.: No podemos saberlo con seguridad, hasta el momento en que despierte, pero fue atendido
inmediatamente, eso reduce las posibilidades de algún daño permanente.
Adele: Tengo fé en que así será, mi muchacho se va a levantar de esa cama directo al gimnasio.
Dr.: De eso quería hablarles… Quiero operar su hombro.
Los 3 nos observamos con confusión.
Frankco: ¿De qué está hablando?
Dr.: De lo que se están imaginando, Terry nunca va aceptar la operación y es la única posibilidad
que tiene de vivir sin dolor crónico.
Adele: Ya una vez se operó y no dio resultado.
Dr.: Porque no terminó la rehabilitación.
Frankco fruncía el ceño y apretaba los puños, dio un par de pasos hacia adelante.
Frankco: ¡¡No la terminó, porque no pudo hacerlo!!
Dr.: Ha podido auto torturarse los últimos años, si hubiera querido…
Adele: Noo, eso no es verdad, yo lo vi esforzarse día a día, pero su dolor era demasiado,
¡¡Consiguió el 80 % de la movilidad del brazo!!
Frankco: Con todo respeto Dr. Tarson, no le voy a permitir que insinué, que no se esforzó, porque
fui YO quien lo vio caerse y levantarse, una y otra, y otra vez, dio todo lo que tenía.
Paty: ¿Cómo pretende que se despierte de un coma y de una operación en el hombro?
Dr.: Sé que suena complicado, pero será aún peor con el paso del tiempo, su dolor se incrementó
el último año, ustedes están a su lado diariamente, saben lo difícil que se vuelve y será aún mucho
peor.
Paty: Él había estado intentándolo.
Dr.: ¡¡Corrió a Adele!!
Paty: Sí, pero… Recapacitó, arreglaron las cosas entre ellos.
Dr.: El daño ya estaba hecho, eso no se arregla con un “No quise”, porque aquí tu Sr. no es capaz
de ofrecer ni siquiera una disculpa.
Frankco: No veo por qué se está discutiendo esto, él Sr. ya tomó una decisión.
Dr.: En este momento, no puede tomar ninguna decisión.
Frankco: Lo hizo conscientemente.
Dr.: Aquí yo soy su médico y el único que tiene algún derecho legal.
Paty: ¡No puede operarlo así como así!
Dr. Tarson: Escuchen, sé que de primera instancia, suena…
Frankco: ¡Abusivo!
Dr.: Tal vez, pero piénsenlo, lo peor de la operación del hombro es que tiene que pasar un mes en
reposo absoluto, lo que se ahorrará, ya que está en un coma inducido.
Adele: ¿Y si la inflamación cede antes del mes?
Dr.: Lo dudo, al menos tardará 2 semanas más. Sé que él nunca aceptará la operación o tal vez sí,
cuando no pueda ni levantar el brazo a 45° grados y quizá para entonces, no haya mucho por hacer,
este es el momento de operarlo.
Paty: Se estuvo cuidando las últimas semanas, no entrenó, ni siquiera salió a correr, estaba
convencido de que recuperaría el control.
Dr.: ¿¿Control?? ¡Se estaba volviendo loco! Y precisamente porque está descansado, sus
músculos, tendones, ligamentos están relajados, estoy seguro de que la operación saldrá perfecta, sin
complicaciones.
Adele: ¿Tiene idea de cómo reaccionara cuando se despierte?
Dr.: Ya sé que se enfadara, pero es lo mejor para él, todos aquí incluso él, sabemos que necesita
la operación.
Lo sabía, sabía que necesitaba la operación, miré a Adele, el miedo por la reacción de Terry era
palpable, Frankco estaba poco menos que furioso y yo estaba sumamente confundida, jamás me
esperé que el Dr. Tarson expusiera algo así.
Paty: Yo... No lo sé… Tal vez sea demasiado.
Dr.: ¡¡Es lo mejor para él!!
Frankco: El Sr. Grandchester es un hombre adulto que tomó una decisión consciente de sus
consecuencias. Lo que pretende hacer es… Es un atropello. (Dijo Frankco encarando al Dr.
indignado)
Dr.: Entiendo tu postura por tu lealtad hacia él. Entiende tú la mía, como su tutor, su médico,
quiero a este muchacho como si fuera mi hijo, un día le prometí que no iba a dejar que nadie más le
hiciera daño y eso ¡Lo incluye a él! He visto durante años, como se ha lastimado, ahora tengo la
oportunidad de ayudarlo y voy hacerlo, ¡¡Incluso en contra de su voluntad!!
El Dr. Tarson respondió inundado de frustración y decisión, observándolo fijamente en la cama.
¡¡Dios!! ¿Cuál es la decisión correcta?
Frankco: Sí, pero ya no es un niño.
Paty: Yo… No lo sé…
Dr.: Piénsenlo, yo le he estado dando vueltas a la posibilidad la última semana, después de
revisar el hombro y con los estudios hechos hoy, me convencí, es el momento perfecto de operar.
El ambiente en la habitación se había tensado, cada uno tenía un punto válido, y yo… Estaba tan
confundida que no sabía por cual inclinarme. Finalmente, el Dr. Tarson se despidió, a Adele uno de
los guardias de seguridad la llevó de regreso al Paraíso y Frankco para este momento, ya tenía una
habitación aquí al lado, me quedé a solas con mi Sr. observando las oscuras cejas que coronaban sus
esculpidas facciones, pasé un dedo por su nariz, –Hasta en estado de coma, es usted arrogantemente
sexy mi Sr–. Le di un pequeño beso en los labios y me preparé para dormir, pero era imposible, en
mi mente se repetían los argumentos, tanto del Dr. Tarson como los de Frankco y tenía que inclinarme
hacia algún lado, el Dr. Tarson no lo había puesto a votación, pero si los 3 no estábamos de acuerdo,
no lo operaria ¿O sí? “Este es el mejor momento para operarlo” Tal vez tenía razón y esta era la
única oportunidad que iba a tener.
La mañana siguiente, después de desayunar lo que Adele con tanto esmero nos preparaba cada
mañana, el Dr. Tarson expuso el tema nuevamente, –¿Y bien? ¿Qué pensaron?–.
Adele: No creo que anímicamente le ayude a mi niño que se le opere sin su consentimiento, se va
a poner furioso, enserio yo lo lamento Dr. Tarson, pero no estoy de acuerdo.
Adele tenía miedo a su reacción, acababan de hacer las paces y quería estar a su lado, no que la
volviera a apartar.
Dr.: De alguna u otra forma siempre termina explotando, solo que esta vez, será por una buena
causa. Médicamente se debe hacer.
Paty: Quizá tenga razón y sea la única oportunidad que tenga vivir sin dolor el resto de su vida.
Dije observando a Adele y a Frankco, esperando un poco de apoyo de su parte.
Frankco movió la cabeza negativamente.
Frankco: Sé que aquí, yo solo soy un empleado, pero el que conoce de primera mano, porque él
Sr. se niega a esa operación, lo que pretende hacer es un abuso, ¡No estoy de acuerdo!
Dr.: Si estoy exponiendo esto, ante los 3 es porque son las personas más cercanas a él, porque
nosotros somos su familia, ¿Paty? ¿Tú que dices? ¿Estás de acuerdo?
Los 3 pares de ojos esperaban mi respuesta, Dios, solo espero no equivocarme. Asentí.
Dr.: Bien, operaré a Terry por la tarde.
Adele: ¿Lo ibas a operar de cualquier forma?
Dr.: No, si los 3 no hubieran estado a favor, no lo habría hecho, pero hay al menos una persona
que me avala, soy su médico y el que firma el consentimiento para la operación.
Frankco: Solo espero que estén tomando en cuenta una cosa “El Sr. Grandchester no sabe
perdonar”.
Tragué saliva al escuchar esas palabras, salió de la oficina del Dr. Tarson, donde habíamos
estado desayunando los últimos días.
Paty: Me va a odiar por esto cuando despierte.
Dr.: No se puede odiar a alguien que se ama tanto como Terry te ama a ti, estás tomando la
decisión correcta. Avisaré para que preparen el quirófano.
Adele me tomó de la mano, –Dios quiera y todo resulte bien–.
Lo bañé con ayuda de una enfermera, para prepararlo antes de la operación, estaba nerviosa y no
dejaba de preguntarme si había tomado la decisión correcta. Casi podía escuchar a mi Sr. furioso
gritándome, “¡¡Lar-ga-te!!” Solo espero que me entienda, si yo estuviera en su posición, hace
mucho me habría drogado y metido a un quirófano sin siquiera preguntarme.
Finalmente avisaron que se lo llevarían, le di un beso en la mejilla y susurrandole al oído –Todo
va a salir bien, yo siempre voy a estar aquí, para ayudarlo a recuperarse–. Frankco estaba furioso en
la entrada de la habitación, me miró por un instante y se fue escoltando hasta llegar al quirófano.
Paty: ¿Vas a seguir enfadado conmigo?
Frankco: No Srta. con lo furioso que va estar el Sr. al despertar, va a tener suficiente.
Paty: Necesito de tu apoyo Frankco.
Frankco: (Asintió) Siempre puede contar con él, pero dudo que esté consciente de las
consecuencias que esto traerá.
¡¡Dios mío!! ¿Me habría equivocado? Frankco tendría razón… A Adele…
Las manecillas del reloj parecían arrastrarse hasta llegar al siguiente número, estaba llena de
angustia, Adele tenía un rosario entre las manos, Frankco de vez en cuando observaba el celular y yo
estaba a punto de hacer una zanja en el piso por no dejar de caminar de un lado a otro. Pasaron
horas…
Hasta que finalmente el Dr. Tarson apareció. –La operación no pudo resultar mejor–. (Todos
exhalamos al escucharlo) –Estará en cuidados intensivos, mañana lo regresaré a su habitación, lo
mantendré vigilado toda la noche, vamos a descansar los 4 lo necesitamos.
Nos giramos para retirarnos cuando el Dr. Tarson…
Dr.: Frankco, Adele, sé que tomamos la decisión correcta.
Frankco: Para usted fue correcta, él estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias de sus
decisiones, espero que usted también lo esté.
La sangre se me volvió a helar. Íbamos camino al paraíso en silencio, agotados y una canción
comenzó a sonar en la radio, era Il Volo, cantaban “Si me falta tu mirada”.
“En la casa todo espera
Que regreses y no llegas
Llamo y no escuchas
Nadie me escucha.
El café me sabe a pena
Es tu ausencia que envenena.
Cae la lluvia, llora la lluvia.
Me dejaste en la mitad
Del camino a la felicidad
Y hoy.
Tengo en pausa el corazón…
Abrazando nada, aferrado a nada.
Tengo ciega la ilusión
Ya no hay mañana
No lo veo
Si me falta tu mirada…”

Justo así me sentía, “Con el corazón en pausa”, las lágrimas humedecieron mis mejillas, y un
miedo inmenso se apoderó de mi alma –¡¡Me va a odiar!!–.
Abrí las ventanas de mi habitación antes de acostarme, la redonda luna iluminaba la oscura
noche, la observé mientras lo imaginaba al despertar, solo espero que me perdone…
Transcurrieron 3 semanas más, había muchas cosas por hacer en el Paraíso. Afortunadamente
Dereck y Carlo pasaron dos días aquí de cada semana, así yo pude ir a la oficina, no podía dejar a
Lía con toda la carga de trabajo. Cuando les comenté que se le había operado el hombro, no lo
podían creer, Carlo inmediatamente me preguntó si nos habíamos vueltos locos, la reacción de ambos
no fue nada alentadora, me platicaron que en su operación anterior, perdió contacto con todos ellos,
incluso habían venido a verlo y no los recibió, Sofí corrió con la misma suerte, no tuvieron noticias
suyas, por 4 meses y cuando volvió a aparecer, solo dijo que la operación, no había sido lo que él
esperaba, pero que ya estaba de regreso y no dio más explicaciones. Fuera de eso tenerlos cerca me
levantaba el ánimo, Dereck le hablaba y Carlo fingía su voz, imitando sus respuestas, al principio me
pareció inapropiado, pero lo hacían con la mejor intención de hacerme pasar un rato agradable,
también le ponían música salsa, les dije que el Dr. Tarson había asegurado que no podía escucharnos,
pero a ellos no les importó, querían animarme y hacer las largas horas más llevaderas. Me volví
experta en sus baños de esponja, en ocasiones le dejaba la barba a la medida exacta de los 3 días sin
afeitar, se veía muy sexy, extrañaba tanto el brillo de sus ojos…
Me disculpé con Jesse por haber perdido la calma aquel día, me explicó que lo habían atacado y
dejado inconsciente, por eso no pudo hacer más nada, hasta que despertó dio avisó a Frankco
inmediatamente y permaneció detrás de nosotros, esperando el momento indicado, pobre, espero que
mi Sr. lo entienda al despertar porque finalmente él le disparó al tipo con el arma, aunque siendo
sincera, no tenía mucha esperanza de ello y él tampoco, se sentía culpable por lo sucedido.
Al finalizar la tercer semana, después de un nuevo estudio el Dr. Tarson nos comunicó que la
inflamación casi había desaparecido y que todos sus niveles, incluyendo el hombro se encontraban
bien, por lo tanto en una semana más, iba a retirar los medicamentos. Solo le podía implorar a Dios
y al universo, que despertara sin secuelas por el disparo.
Esta última semana fue muy pesada, había mil pendientes en la oficina, ir del Paraíso al hospital,
cientos de correos que responder, actividades que coordinar, llamadas de empresarios importantes
que querían hablar con él, brindarle un poco de tiempo a Toretto, en fin, no tenía un respiro y por las
noches, el maldito insomnio me tenía agotada. Los chicos solo estuvieron un día, pero al irse me
brindaron toda la buena vibra, nos habíamos vuelto buenos amigos, hablábamos a diario por
whatsapp, me pidieron los mantuviera informados todo el tiempo cuando mi Sr. despertara, les
encantaría estar aquí, pero lo conocían y sabían que él no querría ver a nadie, o más bien, no querría
que nadie lo viera en ese estado. La incertidumbre de ese momento inminente es lo que me tenía así,
tensa, angustiada, ansiosa...
Finalmente llegó el día en que el Dr. Tarson retiró los medicamentos, dejando solo el analgésico
vía intravenosa, no despertaría inmediatamente, por lo que había que estar a su lado para esperar a
que reaccionara. Desde que pasó el ataque que sufrimos, el tiempo se había vuelto tortuoso, –¿Por
qué no despierta?–. Frankco trató de calmarme, pero ya no podía más con esta angustia, pasaron
horas, horas que se volvieron eternas, sostenía su mano esperando alguna respuesta, pero nada… La
noche cayó.
Dr.: ¡Necesitas descansar!
Paty: No voy a soltarlo hasta que despierte.
Dr.: Podría pasar así un día más.
Paty: Yo voy a ser lo primero que vea y sienta al despertar, no insista por favor.
El Dr. Tarson se retiró a su oficina, indicando que le avisáramos si llegaba a ver alguna
respuesta, él tampoco se iría de la clínica hasta que mi Sr. reaccionara, Frankco se quedó a mi lado,
mientras Adele fue a descansar a una habitación, él respiraba tranquilamente.
Frankco: Está exhausta, duerma un poco, yo me quedaré a su lado.
CAPITULO XVII
PATY

N egué con la cabeza, sabía que tenía razón, Frankco contaba con esa
cualidad, pero mi necesidad de verlo abrir los ojos era más grande que mi
cansancio. Pegué mi frente a su mano, descansando un poco, cuando sentí que
la oprimió, me levanté enseguida, para observarlo, fruncía el ceño, –¡¡Llama al Dr. Tarson!!–.
Frankco salió inmediatamente de la habitación, acaricié su frente, cuando después de semanas
finalmente volvía a ver el azul profundo de su mirada –¡¡Tranquilo, no se mueva!!– El Dr.
Tarson apareció apartándome de su lado para tener mayor acceso a él. –No te muevas Terry–.
Entrecerró los ojos, fruncía el ceño, se notaba claramente confundido. Separó los labios, iba a decir
algo pero –No hables, tienes la garganta seca, ¿Me escuchas bien?, (Asintió) –Sigue la luz con la
mirada–. (Colocó una lamparita frente a sus ojos, moviéndola de un lado a otro y él obedeció, le
acercó una botellita con un popote que tenía lista junto a la cama, dejó que diera un pequeño sorbo,
pasó el agua con dificultad) –¿Sabes quién soy?–.
Terry: ¿Cree que soy estúpido?
Cubrí mis labios con una mano, su respuesta me hizo sonreír y derramar un par de lágrimas al
mismo tiempo, “Era él, había regresado”, mi corazón, mi alma entera que se habían mantenido en
pausa desde aquel disparo, recuperaban las ganas de vivir.
El tono profesional y preocupado del Dr. Tarson, cambió al escucharlo.
Dr.: No hijo, no eres estúpido, sigue sin moverte, ¿Cómo te sientes?
Observó un poco el lugar.
Terry: Mareado… Confundido, ¿Qué paso?
Dr.: Tranquilo, esos síntomas son normales, estás en el hospital, sufriste un ataque en el jardín de
tu casa, ¿Recuerdas?
Cerró los ojos por un instante y los abrió repentinamente, angustiado –Paty ¿Dónde está Paty?–.
Me acerqué al otro lado de su cama, intento levantarse al verme, pero el Dr. Tarson lo detuvo
colocando una mano en su pecho, –No te muevas–. Le sujeté la mano y acaricié su mejilla, estaba
temblando de la emoción, la felicidad de tenerlo de regreso a mi lado.
Terry: ¿Estás bien?
Paty: Sí, gracias a usted, lo estoy.
Hizo un gesto de dolor.
Terry: ¿No te hicieron daño?
Paty: No… Estoy bien.
Tragó saliva con dificultad y cerró los ojos un instante con el ceño fruncido.
Terry: Iban… Iban a dispararte… Corrí hacia ti… Y todo se apagó. ¿Qué pasó? ¿Por qué no
debo moverme? Siento las piernas, ¿Están ahí verdad?
Mi pobre Sr. confundido, toqué una de sus piernas.
Paty: Claro que sí.
Dr.: Tranquilo tus piernas están bien, tú estás bien, son medidas que debemos de tomar, ahora
sigue mis instrucciones.
El Dr. Tarson revisó su sensibilidad y la obediencia de sus extremidades a lo que reaccionó
perfectamente.
Terry: ¿Me va a decir ahora qué demonios pasó?
Dr: El disparo paso rozando tu cabeza, provocando una inflamación cerebral, por lo cual tuve
que inducirte a un coma, vas despertando.
Terry: ¿Cuánto tiempo estuve en coma? (Estaba asombrado y aún confundido)
Paty: Casi dos meses.
Oprimió mi mano, finalmente se percató de que Frankco estaba en el fondo de la habitación, se
acercó a la cama.
Frankco: Me alegro que ya esté de regreso Sr.
Asintió –¿Dónde están?–. Preguntó claramente refiriéndose a los tipos que nos atacaron.
Frankco: En prisión Sr., pero puedo asegurarle que me encargué de ellos personalmente, aún
después de que usted lo había hecho muy bien.
Dr.: Ahora necesito que descanses y te relajes, mañana te haremos algunos estudios, será algo
tedioso, te necesito descansado, cooperativo y de buen humor.
Terry: Está pidiendo demasiado, ¿Cree qué haya algo mal?
Dr.: No, te ves perfecto, pero prefiero asegurarme.
Terry: Tengo sed… Y necesito algo para el dolor.
Dr.: Puedes beber, lo que no puedes hacer es levantarte, te aplicaré más analgésico en el suero.
El Dr. Tarson hizo algunas maniobras en el medicamento de mi Sr. mientras nuestras miradas no
se apartaban, necesitaba tanto llenarme del azul profundo de sus maravillosos ojos. Se despidió
Frankco y el Dr. Tarson, repitiendo que estuviera tranquilo. Cuando finalmente estuvimos solos,
hundí mis dedos entre sus sedosos mechones de cabello oscuro y acercándome a su rostro no pude
evitar que una lágrima se me escapara, no lo podía creer, estaba aquí, de regreso a mi lado.
Terry: No llores hermosa, estoy bien, “Yerba mala, nunca muere”.
Logró sacarme una media sonrisa.
Paty: Apenas y puedo creer que esté de regreso, fueron tantos días…
Terry: ¡Dime la verdad! ¿No te lastimaron? ¿Estás segura? (Preguntaba angustiado).
Paty: Estoy bien, Frankco llego inmediatamente después de que usted cayera. Ahora no piense en
eso, más adelante le contaré como estuvieron las cosas, ahora solo descanse.
Terry: He dormido los últimos 2 meses, lo que quiero es escuchar tu voz, sentirte cerca nena.
Me acerqué acariciando sus suaves labios con los míos, finalmente después de semanas,
contestaba a mis besos, ¡Necesitaba tanto esto! Lo necesitaba a él. –Háblame, dime que ha pasado
todo este tiempo–. Su voz era áspera, tosió un poco por lo que le acerqué el agua y se aclaró la
garganta. Le conté que los chicos habían venido a verlo, que Adele estaba de regreso y que
seguramente muy temprano aparecería por esa puerta, que me había estado encargando del Paraíso
desde aquí y le aseguré que no tenía de que preocuparse, porque todo marchaba como debía ser y que
solo necesitaba centrar toda su atención en su recuperación. –Jamás me habría perdonado, si te
hubieran hecho daño–. Seguía atormentándose con eso.
Paty: Ya le he dicho que estoy bien, olvidemos eso.
Terry: Te tenían sometida con un cuchillo en la garganta, iban a dispararte…
Cerró los ojos con fuerza.
Terry: ¿Cómo pude descuidarme de esa forma? ¿Y Jesse? ¿Dónde está ese imbécil?
Le expliqué que lo habían atacado, quedando inconsciente y que por eso no pudo detenerlos, no
paró de insultarlo, estaba alterándose y con ello gestos de dolor por el hombro aparecieron. Le
supliqué que se tranquilizara, que no era momento de estar pensando en eso –¡¡Por favor mi Sr., no es
momento para eso, acaba de despertar de un coma!!–. Me observó por un instante, cerró los ojos y
respiró profundamente.
Terry: Tienes razón, ya has tenido suficiente. Te ves exhausta y más delgada.
Paty: Yo, solo necesito que esté bien. Ahora descanse, por favor, descanse.
Nos quedamos contemplándonos unos instantes hasta que finalmente cerró sus ojos y cayó
dormido.
Un par de horas después, Adele apareció llorando de felicidad porque su niño había despertado y
con todo el humor negro y sarcasmo que le caracterizaban –¡¡Apuesto a que esas lágrimas son porque
aún no te has podido deshacer de mí!!!–. Adele igual que yo, no lo podía creer, le besó la frente y
acarició su rostro, él se lo agradeció con una dulce sonrisa –Estoy bien, no te preocupes, seguiré
haciéndote pasar corajes un buen rato–. El Dr. Tarson apareció en ese momento.
Dr.: No lo dudo ni por un momento. ¿Cómo te sientes? (Mi Sr. Asintió) Bien, te quitaremos la
sonda y te llevaremos a hacer los análisis.
Terry: Tengo una sonda… En mi…
Dr.: Estabas en coma, ¿Qué esperabas? Vamos Srtas. Déjenme a solas con el Sr. del Paraíso.
El gesto fruncido de mi Sr. me decía que claramente no le había gustado la idea, le di un pequeño
beso. –Nos vemos más tarde, coopere por favor–. Lo sacaron de la habitación en la cama. Después
de un muy buen rato, regresó con cara de fastidio y dolor.
Terry: Va a responder de una buena vez ¿Por qué carajos tengo tanto dolor en el hombro, si no me
he movido los últimos 2 meses?
En la habitación nos encontrábamos Adele, el Dr. Tarson y yo, Frankco escoltaba la puerta, el Dr.
Tarson nos observó un instante, inhaló profundamente tomando valor…
Dr.: Bien, tómatelo con calma o solo te lastimaras, te quiero como a un hijo y además soy tu
médico, por eso decidí lo que era mejor para ti… Te realice la operación en el hombro.
Los ojos se le abrieron enormes, apretó los puños y tensó la mandíbula.

TERRY
Terry: ¿¿Qué hizo qué?? (Pregunté entre dientes, obligándome a no gritar).
Dr.: Físicamente estabas en el mejor momento para hacerlo, además te has ahorrado semanas de
reposo absoluto, lo cual ha sido muy favorecedor.
Me enderecé, pero una fuerte punzada de dolor me hizo volver a recostarme, me sujeté el hombro
y gruñí de dolor sin poder evitarlo, arqueé la espalda, el fuerte dolor me recorría todo el torso, por
eso tenía el brazo inmovilizado, sujetado al pecho por un vendaje, –No te muevas Terry tranquilo–.
El dolor era muy fuerte, pero mi ira y mi coraje lo eran aún más, lo tomé por la solapa de la bata, –
¿Quién carajos lo autorizó?–.
Dr.: Tranquilízate, soy tu médico y el único con un vínculo legal, no necesito autorización de
nadie.
Terry: Había dicho claramente que no estaba dispuesto a hacerme la maldita operación ¿Cómo
carajos se atrevió?
Dr.: Suéltame Terry, te estas lastimando.
Paty: Por favor, mi Sr. tranquilícese.
Solté al Dr. Tarson, aún con el maldito dolor invadiéndome giré a ver a Paty y Adele.
Terry: ¿Cómo carajos permitieron esto?
Paty: ¡¡Era lo mejor para usted!!
¿¿Qué?? ¿¿Lo mejor para mí??
Terry: ¿¡Estuviste de acuerdo!?
Paty: Tranquilícese, por favor, si lo piensa…
Golpeé con el puño cerrado la cama.
Terry: ¡¡Con un demonio Paty!!
El maldito dolor me iba a partir en dos, mi respiración era forzada.
Terry: ¡¡Lárguense!!
Adele: Mi niño… (Dijo entre sollozos)
Terry: ¡¡¡Fuera!!! ¡¡¡Frankco!!!
Grité y este apareció en la habitación en una fracción de segundo.
Terry: Sácalos de aquí. (Ordené furioso entre dientes).
Los observó a los 3. –Ya escucharon al Sr., por favor desalojen la habitación–. Cuando nos
quedamos solos…
Terry: ¿¿Tú también estuviste de acuerdo en esta mierda??
Frankco: No Sr., me opuse, pero el Dr. Tarson estaba convencido de que era lo mejor y talvez lo
era, pero no era su decisión.
Terry: Acaban de joderme Frankco… ¡¡¡Una vez más mi propia gente me acaba de joder!!!
Frankco: Va a lastimarse Sr., entiendo su frustración, pero ahora no hay más opciones.
Terry: ¡¡Ellos no me dejaron más opciones!!
¿¿Cómo demonios habían podido hacerme esto?? ¿Por qué Paty me había traicionado de esta
forma? Le ordené a Frankco que hiciera guardia en la puerta y no permitiera el acceso A NADIE,
necesitaba estar a solas, necesitaba hacerme a la idea de lo que me habían hecho, de la forma tan
baja en cómo me habían traicionado, de cómo les había valido madres los ciento de veces que les
dije que no estaba dispuesto a hacerme la maldita operación. Traté de relajar los músculos o el
dolor y la frustración no me dejarían pensar, una vez que el dolor me lo permitió, llamé a Frankco y
le ordené que hiciera lo necesario para arreglar mi salida de este lugar. Hoy pasaría la noche en mi
habitación, no estaría un día más aquí. Después de un rato regresó, los resultados de los exámenes
eran satisfactorios, en 6 meses tendría que hacerlos nuevamente, pero al parecer todo se encontraba
bien, podía abandonar el hospital, pero el Dr. Tarson quería venir personalmente a darme todas las
indicaciones que tenía que seguir, los medicamentos, cuidados y demás, por la operación, no quería
verlo, no podía verlo o me iba a olvidar del dolor y de quién era, Frankco me aclaró que Adele se
encontraba muy angustiada y que ella al igual que él, se habían opuesto a la operación, pero que
tratara de entender la postura de Paty –¡¡Ahórrate tus estúpidos argumentos, no te contrate
como abogado de mis traidores!!–. No tenía más que decir ante eso, sabía que yo no estaba dispuesto
a escuchar frases baratas. – ¡¡Sácame de aquí!!–.

PATY
Me quedé con el Dr. Tarson y Adele en su oficina, una vez que Frankco salió de ahí,
informándonos que mi Sr. quería dormir esta noche en El Paraíso.
Paty: Nos odia, ¿Qué vamos hacer ahora?
Dr.: No vamos hacer nada, poco a poco se dará cuenta que era lo mejor para él.
Paty: ¡Necesita cuidados!
Dr.: Adele y Frankco se los darán.
Paty: Casi lo pierdo por un balazo, no lo quiero perder por esto.
Dr.: Yo tampoco quiero perder a mi muchacho, pero si eso significa ofrecerle una mejor calidad
de vida, pues que así sea.
Dijo dando un puñetazo al escritorio.
Terry no podía ser tan cerrado… ¡¡Idiota!! claro que puede y lo es.

TERRY
Ya era de noche, cuando Frankco finalmente apareció con ropa y una silla de ruedas. No voy a
salir de aquí así.
Me había estado controlando y el dolor en ese momento era manejable, mientras no me moviera,
de pronto tocaron a la puerta, era Paty, no respondí, y sin importarle abrió la puerta.
Terry: ¡¡No quiero verte!! ¡¡Sal de aquí!! (Trató de objetar, pero no la dejé), ¡¡Lar-ga-te!!–.
Cerró la puerta y respirando profundamente traté de recobrar la compostura, necesitaba salir de
este maldito lugar. Frankco me quitó el suero, había pasado suficiente tiempo a mi lado, como para
saber este tipo de cosas, me ayudó a enderezarme y cuando lo hizo no solo el dolor se hizo presente,
también un fuerte mareo, la habitación entera me dio vueltas, provocándome náuseas. Ya había
pasado por todo esto una maldita vez y lo peor del caso es que apenas comenzaba, respiré
profundamente, cuando me puse de pie las piernas me flaquearon, si Frankco no hubiera estado ahí
habría terminado en el piso, hasta ese momento me di cuenta de la debilidad de mis músculos, me
quedé recargado en la cama, con Frankco sosteniéndome.
Frankco: Con cuidado, no hay prisa Sr.
Esta maldita sensación de estar… Vulnerable, incapaz de valerme por mí mismo era lo que más
odiaba de todo esto.
Me tomó un tiempo recomponerme, el dolor aumentó, pero hice mi mayor esfuerzo y finalmente
me pude mantener de pie, aún sujetándome de la cama, Frankco me ayudó a vestirme. –¿Ya tienes
todas las indicaciones que hay que seguir?–. Le pregunté, afirmó asegurando que Paty, Adele y él,
habían estado presentes cuando el Dr. Tarson las dio, ya tenía los medicamentos y todo lo necesario
para los primeros 15 días de este maldito infierno que apenas comenzaba.
Cuando terminó, mis piernas estaban demasiado débiles y él dolor en el hombro y pecho era
fuerte, aún me sentía mareado, iba a ser imposible salir caminando de aquí, ¡¡Con un demonio!!
Frankco me acercó la silla y con todo el coraje que sentía por tener que estar en esa humillante
situación, me senté en ella, –¡¡Vámonos!!–. Adele y Paty estaban afuera de la habitación, venían tras
de mí en la silla de ruedas, el Doc estaba de pie en la puerta de su oficina, cuando pasamos frente a
ella, me pidió que esperara, que lo escuchara, pero lo que me había hecho, era demasiado, Frankco
paró por un momento. –¡¡No te ordené que te detuvieras, vámonos!!–. No volteé a ver al Doc. En la
puerta del hospital estaba la camioneta que manejaba Frankco y una más de los escoltas extras que
había contratado, nuevamente me ayudó a ponerme de pie y a subir a la camioneta, cuando Paty quiso
entrar en ella –¡¡Tú te vas con los escoltas!!– . Parpadeó en varias ocasiones para no dejar que las
lágrimas se le desbordaran, asintió y se retiró, esta vez su gesto de dolor no significaba nada para
mí. Adele quiso empezar a defenderla pero no la deje hablar –¡¡Ahora no, ya tengo suficiente!!–.
Llegamos a la casa y en la silla de ruedas subimos por el ascensor a mi habitación, lo había
diseñado precisamente para casos como éste.
Frankco me ayudó a desvestirme y a recostarme, me dio una pastilla para el dolor, una diferente a
las que normalmente tomaba, mucho más fuerte, aseguró, solo esperaba que me quitara el maldito
dolor, para poder dormir, –Estaré al pendiente del celular, por cualquier cosa Sr.– No era necesario
que lo dijera, sabía que así sería.
Recostado finalmente en mi cama, en esa familiar oscuridad que la mayoría de las veces me
producía paz y tranquilidad, era imposible conciliar el sueño. La ira corría por mis venas, me sentía
furioso, indignado… traicionado por las personas que quería, que se suponía me apreciaban y el
maldito cuerpo no me respondía, ni siquiera podía caminar sin ayuda –¡¡Maldita sea!!–. Apretaba las
sábanas con el puño queriendo pulverizarlas, ¿¿Cómo demonios voy a salir de esto?? Al transcurrir
los minutos el dolor disminuyó y finalmente el cansancio me venció.
Cuando abrí los ojos Paty estaba de pie a mi lado y la sangre me hirvió al verla –¿¿Que parte de
no quiero verte, no te ha quedado claro??–. Me empecé a incorporar lentamente.
Paty: Entiendo que esté molesto conmigo, pero…
Terry: Sal de aquí.
Logré sentarme en la cama.
Paty: Por favor Sr.
Terry: ¡¡¡Sal con un carajo!!!
Grité poniéndome de pie, el dolor se intensificó, las piernas me flaquearon, la habitación me dio
vueltas y caí de rodillas con la mano libre al piso, Paty se arrodilló a un lado de mí, preocupada, –
¡¡Terry, por Dios!!–.
Terry: Ésto es lo que tú y el imbécil del Dr. Tarson me hicieron, ¡¡Lár-ga-te!!
Paty: ¡¡Por favor déjeme ayudarlo!! (La voz se le quebraba)
Terry: ¡¡¡Qué te largues!!!
Grité, se inclinó hacia atrás asustada y una lágrima logró escaparse de sus hermosos ojos verdes,
que no quería, no podía mirar en este momento, se levantó del suelo y salió de la habitación. Gruñí,
no de dolor sino de rabia y frustración, tenía demasiado coraje hacia ella y hacia mí, por no poder
con tanto. Frankco no tardó en aparecer, me ayudó a ponerme de pie y a llegar al baño, era
denigrante necesitar ayuda para llegar hasta el baño. Al salir me ayudó a regresar a la cama, cambió
mi vendaje y me dio la primera pastilla del día.
Frankco: En un par de días podrá caminar solo, Adele le subirá el desayuno y más tarde, si gusta
bajamos al jardín a Toretto le dará gusto verlo.
¡Toretto!, mi apoderado legal debería ser él. Me gustaría bajar a desayunar al jardín, pero mi
cuerpo pesaba demasiado, necesitaba recuperar energía.
Frankco: La Srta. Paty está muy preocupada y angustiada.
Terry: En este momento lo que menos me preocupa es como está Paty, así que deja de
mencionarla.

PATY
Paty: ¿Qué te dijo? ¿Cómo está?
Frankco: Tranquilícese, está justo como el Dr. Tarson lo dijo; está débil, necesita alimentarse y
en un par de días podrá caminar solo, el mal humor en cambio, le durará semanas.
Paty: ¿Y de mí? ¿Qué te dijo de mí?
Frankco: Necesita tiempo para asimilar su situación, no será fácil.
Paty: Nunca vi tanto desprecio en su mirada Frankco, ¡Me odia!
Frankco: No la odia, se siente débil, adolorido, frustrado, traicionado… Si lo pensamos un poco,
es normal, pero eso ya lo sabíamos, yo se lo dije… Pero pasará, con el transcurrir de los días, lo irá
asimilando.
No me arrepentía de la decisión que había tomado, porque sabía que era lo mejor para él, solo
espero no perderlo…
Más tarde, lo vi salir al jardín en la silla de ruedas con la ayuda de Frankco, Toretto se volvió
loco de felicidad y a él parecía formársele una pequeña sonrisa en el rostro, lo acarició y le habló.
Con ayuda de Frankco se puso de pie y caminó hasta el quiosco, donde contempló la vista por un
rato.
Puse al tanto de la situación a los muchachos, estaban felices de que hubiera despertado y
trataron de animarme, me pidieron una vez más que tuviera paciencia, que no me desesperara, que él
me necesitaba a su lado más que nunca… Y yo lo necesitaba a él.
No lo vi el resto del día, Frankco me pidió que no lo buscara, él necesitaba estar tranquilo y
verme solo lo alteraba, así que me refugié en mi habitación, con un lienzo y mil colores que me
transportaban a la seguridad de mi interior y a un infinito de posibilidades mágicas. Tomé un lienzo
cuadrado, dibuje en el centro un corazón, el mío, de un verde vibrante, lo querían atacar, pero no
importaba, ¿Quién?, ¿Qué? o ¿Con qué?, no podrían lastimarlo.
Pintura realizada por la Autora, Claudia A. Pérez R. en técnica mixta, en Septiembre del 2016.

CAPÍTULO XVIII
PATY

C uando finalmente terminé la pintura la luna iluminaba la noche, la


contemplé, me gustaba, vida y color era lo que necesitaba en este momento,
para olvidar… el desprecio en sus ojos.
El día siguiente, reprimí las inmensas ganas de ir a verlo antes de partir a la oficina, no debía
presionarlo, había pasado por muchas cosas en tan poco tiempo y le daría el tiempo que necesita
para asimilarlas, aunque permanecer apartada de él, me partiera el corazón. En la oficina Lía
prácticamente era un demonio de Tasmania, la pobre estaba vuelta loca, así que me puse manos a la
obra y en menos de lo que me di cuenta, ya eran las 2:00 de la tarde, hora de ir a comer, me quedé de
pie con el bolso en la mano, sin saber si regresar a casa o no.
Lía: Por el bien de ambos mejor no vayas, quédate a comer conmigo.
Paty: (Sonreí) ¡Tú lo que no quieres es que te deje con todo el trabajo aquí!
Lía: Eso es lo que debes hacer, tomarte las cosas lo más relajadas posibles, van a hacer semanas
muy muy difíciles, así que si no quiere verte, respeta su decisión y dale su espacio.
Paty: ¿Tú habrías aprobado la operación?
Lo pensó por un largo tiempo.
Lía: ¡No!, pero entiendo perfectamente por qué lo hicieron, te apoyo y te aplaudo por eso, solo el
Dr. Tarson y tú tendrían las agallas necesarias para contradecirlo.
Hice lo mejor para él, me duele verlo así, me duele su frialdad, su rechazo, pero sé que hice lo
mejor para él.
Al final del día Lía se despidió dándome ánimos y regresé a casa escoltada por Jesse, le pedí que
se mantuviera lejos del Sr. o arremetería contra él, me aseguró que Frankco ya se lo había advertido,
aunque no podríamos evitarlo por mucho tiempo.
Cuando llegué a casa no lo vi, Adele me informó que estaba en su habitación y no pensaba bajar.
Salí a ver un rato a Toretto y después hice lo mismo, encerrarme en las cuatro paredes de mi
habitación. Hablé con Ángel por video-llamada, se dio cuenta de que no me encontraba bien y no
pude contener las lágrimas al escucharlo tan lindo y preocupado por mí, le platiqué lo que estaba
ocurriendo, me ofreció todo su apoyo, sabía que podía contar con él en cualquier momento.
Me levanté temprano para entrenar, necesitaba deshacerme de alguna forma de todos estos
sentimientos negativos y recargar energías. El resto del día no lo vi, ni el siguiente, era increíble
cómo podíamos vivir bajo el mismo techo y no vernos. Aunque todos dijeran que era lo mejor, yo
necesitaba estar a su lado.
Escuchaba un audiolibro en la bicicleta, cuando lo vi de pie en la puerta del gimnasio, nuestras
miradas se cruzaron por un instante, dio media vuelta y se alejó, me puse de pie y fui tras él, –¡Sr!–.
Se detuvo sin voltear a verme, que ya estuviera caminando por sí solo, era alentador.
Paty: ¿Podemos hablar?
Terry: No creo que sea una buena idea.
Paty: Por favor, necesitamos hablar, no podemos permanecer así.
Terry: ¡¡No deberíamos estar así!! Pero fue tú decisión y a mí no me dejaron opción.
Paty: Si hubiera sido yo…
Se giró para enfrentarme con las facciones endurecidas por la rabia, me hizo dar un paso hacia
atrás mientras acercaba su rostro al mío.
Terry: ¡Al demonio con tus estúpidas excusas, soy Yo el que está en esta maldita situación en la
que me pusieron tú y el imbécil del Dr. Tarson, valiéndoles madre las decenas de veces que me
negué!
Paty: Lo hicimos pensando en usted.
Terry: No hay nada más peligroso que un imbécil con iniciativa. ¿Quién carajos te crees, para
tomar ese tipo de decisiones? ¡¡La madre Teresa de Calcuta!! No eres más que una empleada a la que
le hice el favor de hacerla mi asistente aún sin cubrir los mínimos requisitos.
El pecho se me hizo trizas ante esas palabras llenas de desprecio, en sus ojos ardían llamas
avivadas por el coraje.
Terry: ¿Querías saber por qué corrí a las demás asistentes? ¡¡Por qué hicieron lo mismo que tú,
creerse lo que no son y tomarse atribuciones que no les pertenecen!!
Paty: ¿Me está corriendo? (Pregunté en un hilo de voz tembloroso).
Terry: No, tú no vas a tener la suerte de salir de aquí, te vas a quedar a cumplir con tu trabajo,
¡¡Ahora lárgate a la oficina!!
Parpadeé un par de veces para que mis lágrimas no se escaparan y salí de entre su pecho y la
pared en la que me había acorralado, las piernas me temblaban y el alma se me resquebrajaba,
¿Cómo podía ser tan cruel?...

TERRY
Sus ojos cargados de lágrimas y su voz temblorosa no hacían mella en mi pecho cargado de
rabia, hoy comenzaba la verdadera tortura a la que me habían sometido. Salí al jardín a contemplar
la majestuosa vista que en tantas otras ocasiones lograba tranquilizarme, pero esta no era una de
ellas, seguía sin poder creer que me hubieran hecho esto, ¡Como si estuvieran escogiendo el colegio
de un niño! Mis músculos se tensaron y el dolor aumentaba. –¡¡Mierda!!–.
Desayuné en el jardín, junto con mi fiel amigo Toretto, Paty no apareció, se fue directo a la
oficina. Sabía que seguía siendo escoltada por Jesse, pero tenía tanto por que ocuparme en este
momento, que lo dejé pasar, necesitaba centrarme en lo que venía.
Tan solo el peso de mi propio brazo era doloroso, debía comenzar por recuperar la fuerza desde
mis dedos, oprimir una pequeña pelota era estúpido e increíblemente difícil y lacerante. Me
encontraba en el gimnasio y a Frankco se le ocurrió poner música salsa –¡Quita esa mierda!–. ¡Como
si yo estuviera de humor para eso!, después de unos minutos ya me encontraba sudando por el
esfuerzo, el dolor se centraba en el hombro, pero recorría cada uno de mis tendones y ligamentos
reconstruidos, desde la palma de la mano hasta el centro de mi pecho y espalda, respiraba con
dificultad, ¡¡No debería estar pasando por esta tortura otra vez!!
Frankco: Relaje la espalda Sr.
Terry: Sí relajo la espalda, no puedo hacer presión.
Frankco: Sí puede, tenemos que ir paso a paso, solo céntrese en la mano, por hoy.
¿Cómo mierda me centro en la mano? ¡Cuando me duele la mitad del cuerpo!
Terry: ¡Dame otra pastilla para el dolor!
Lo pensó por un segundo, pero obedeció, yo seguí esforzándome y después del tiempo
establecido de los ejercicios en intervalos determinados, estaba exhausto, agotado y sudoroso. Tomé
asiento, Frankco me colocó una bolsa de gel helada en el hombro, gruñí inevitablemente, la frialdad
era tanto agónica como placentera, incliné el cuello para acomodar de mejor forma el gel y me
arrepentí de inmediato, al sentir una descarga al estirarse los músculos y ligamentos, –¡¡Carajo!!–.
Frankco: Con cuidado Sr. relájese.
Cubrí mis ojos, ¿Cómo iba a terminar con esto?, una vez que pude levantarme, subí a darme una
ducha, evitando que el agua cayera directo en mi hombro claramente inflamado, porque hasta el golpe
del agua me provocaba dolor. Cuando Frankco me colocó una pomada y el vendaje, me dio dos
pastillas, para el dolor y la inflamación, sentía como si hubiera realizado un maratón y el dolor no
cedía, tomé un libro y me senté en el reposet a leer, pero era imposible concentrarse cuando la mitad
del torso me punzaba.
Los chicos me escribieron mensajes, al igual que Sofí, preguntándome como me encontraba, que
tomara las cosas con calma, que pronto saldría de esto y en menos de lo que esperaba, íbamos a estar
nuevamente bailando salsa y brindando por mi recuperación, palabras vacías y sin sentido que en
lugar de reconfortarme me enfurecían aún más. ¡¡Yo no tendría por qué estar en esta maldita
situación!!
A las 5:00 de la tarde, cuando al fin el dolor parecía bajar un poco. Mi tortura comenzaba de
nuevo, encendí la pantalla con las noticias internacionales, intentando provocar que mi cerebro
tuviera alguna distracción, pero era en vano, el dolor era demasiado…

PATY
Al llegar a casa, escuché un grito proveniente del gimnasio, solté el bolso y me dirigía hacia allá
cuando Jesse se interpuso en mi camino, –¡Mejor no vaya!-. Era Terry el que estaba sufriendo,
como no iba ir a verlo, lo ignoré y al llegar al gimnasio, se encontraba sudoroso, agitado, sentado
con una bolsa de gel congelada sobre el hombro, cubriendo sus ojos, me acerqué aún cuando Frankco
negaba con la cabeza para que saliera del gimnasio, pero no podía hacerlo, –Mi Sr.– Acomode uno
de sus húmedos mechones de cabello que se habían caído, aún con los ojos cubiertos…
Terry: ¿Qué haces aquí?
Paty: Sr. por favor, déjeme ayudarlo.
Descubrió su rostro endurecido por el dolor y la rabia.
Terry: ¿Ayudarme? ¿¿No crees que ya has hecho suficiente?? Lárgate Paty, lárgate antes de que
pierda la poca cordura que me queda.
Caminé unos cuantos pasos hacia atrás intimidada por aquel temblor de su voz provocado por una
mezcla de sufrimiento y desprecio. Salí del lugar, tomé mi bolso y subí a mi habitación.

TERRY
La mirada de desaprobación de Frankco me enfermaba aún más.
Terry: Si no te parece, puedes largarte tú también.
Guardó silencio, era lo mejor que podía hacer, subí a mi habitación y mi nueva rutina se repitió,
un baño, la pomada, el vendaje, dos pastillas, me obligué a cenar un licuado, mi cuerpo no me
permitía más y tratar de descansar era otra batalla perdida.
Desperté sin ganas de levantarme de la cama, deseando que todo aquello hubiera sido una
pesadilla, pero con solo un movimiento, las descargas en el hombro me recordaban lo palpitante de
la situación en la que estaba.
Cuando terminé de desayunar, la vi salir de casa; con el cabello suelto, un lindo vestido azul
marino, sus hermosas piernas torneadas, el tatuaje que acarició mis sentidos con esos vibrantes
colores y desapareció en silencio.
Aquellas mañanas en las que iluminaba mi Paraíso con su sonrisa, hacía palpitar mi entrepierna
con esos vestiditos que tan sexymente portaba y su mirada sincera llena de sentimientos cálidos,
habían sido opacados por la sensación de traición, el desgarrante dolor, la rabia, frialdad y amargura
que me estaban carcomiendo el alma… ¿Por qué me traicionaste Paty?¿Por qué tú?
Tres días habían transcurrido, el dolor me impedía dormir, bajé al despacho por un libro, eran las
5:00 de la mañana, cuando escuché a Paty salir al jardín, caminaba muy despacio abrazándose a sí
misma, se tambaleó por un momento, algo no estaba bien con ella, al llegar al quiosco volvió a
tambalearse, fui hacia allí, me paré frente a ella y la abracé de la cintura sosteniéndola, estaba
pálida, se sorprendió al verme, no me había dado cuenta de lo delgada que se encontraba, hasta ese
momento en que la sostuve con un solo brazo.
Terry: ¿Estás bien nena? No puedo levantarte, espera…
Descansando ambas manos en mí pecho.
Paty: Estoy bien, estoy bien, solo fue… estoy bien.
Besé su frente, presionándola contra mi cuerpo, sintiendo esa ternura que solo ella lograba
despertar, fue hasta ese momento que me percaté del enorme vacío que tenía en el pecho… sin ella.
Terry: ¿Cuántos kilos has perdido? No te he visto comer, pero supuse que lo estabas haciendo en
la oficina.
Paty: Así lo he hecho.
Terry: No te atrevas a mentirme, mucho menos ante algo así.
Su brillante y temerosa mirada, el calor y la sensualidad de su cuerpo, me atraían
irremediablemente, acaricié sus labios con los míos fue un beso dulce con un “Te extraño como eco”,
profundicé más el beso, y ella dejó que penetrara para dejarme conquistar hasta el más mínimo
rincón de su aliento, cuando nos separamos pegué mi frente a la suya.
Terry: Si no te quisiera tanto…
Paty: Sr. por favor…
Terry: ¿Que estás haciendo? ¡¡No puedo cuidarte ahora nena!! Podría cargarte aún como estoy,
con un solo brazo. Necesito que te cuides, necesito que estés bien, necesito que te hagas cargo del
Paraíso.
Paty: Y yo necesito estar a su lado.
Terry: ¡¡Mírame!! ¡¡Este no soy yo!! Y no sé si un día vaya a regresar.
Paty: Saldrá de esto, estoy segura.
Terry: Me gustaría tener la misma seguridad que tú, pero estoy en el segundo infierno, aún queda
un largo camino… No sé si pueda…
Paty: Lo hará, déjeme estar a su lado, déjeme apoyarlo.
Terry: Cuídate, hazte cargo de ti y del Paraíso, deja que solo me preocupe por salir de esto… Si
es que puedo.
Paty: Lo extraño mi Sr.
La estreché con fuerza a mi cuerpo y le susurré al oído.
Terry: Te quiero, te quiero demasiado y es por eso que no me explico ¿¡Cómo es que me hiciste
esto!?
La solté lentamente, asegurándome que pudiera sostenerse de pie sin problema.
Paty: Sr. por favor, yo solo quería lo mejor para usted.
Terry: No digas más, no quiero volver a arremeter contra ti, por primera vez, ¡obedéceme!
Paty: Me haré cargo de todo, no se preocupe.
Terry: Bien, ahora ve a descansar otro rato y más tarde te quiero ver desayunar.
Paty: ¿Podríamos hacerlo juntos?
Era imposible negarme ante esa mirada suplicante, asentí y me obsequió una media sonrisa, pero
cuando iba a retirarse no pude evitar darle una pequeña nalgada en esa deliciosa parte de su cuerpo
que tanto me gustaba, hizo un sonido de sorpresa, giró, me sonrió y regresó a casa. La extrañaba, la
quería y la necesitaba más de lo que nunca me imaginé.

PATY
Me esmeré en mi arreglo, tomé uno de los vestidos que sabía le gustaban, bajé esperanzada a
desayunar a su lado, acariciaba a Toretto cuando llegué.
Paty: ¡Buenos días!
Cuando giró para contestar mi saludo, el ceño fruncido se relajó.
Terry: ¡Buenos días! ¡Estas hermosa!
Frankco me sonrío mientras separaba mi silla de la mesa, desayunamos prácticamente en
silencio, de no ser por un par de preguntas que me hizo acerca del trabajo, estaba nerviosa, no sabía
que comentar para no alterarlo, tal vez era mejor el silencio. Después de semanas estábamos
sentados en la misma mesa.
Antes de retirarme le pregunté si podríamos comer o cenar juntos, pero se negó, quizá no fuera
buena idea presionarlo, le di un pequeño beso en los labios y me fui a la oficina con mejor humor del
que había tenido en semanas.
Lía se dio cuenta de que algo bueno había pasado, le comenté que finalmente habíamos hablado
un poco y que me había encargado el Paraíso. En la tarde Ángel me escribió como cada día, nunca
dejaba que me sintiera sola, y me ofrecía su apoyo en todo momento, en la noche que regresé a casa y
volví a escuchar sus quejidos de dolor provenientes del gimnasio, quise correr a su lado, pero Jesse
me interceptó, –Frankco me pidió que no la dejara ir, verla a usted mientras esta en ese estado solo
incrementa su coraje–. Me quedé congelada ante esas palabras, era verdad, él me culpaba por el
dolor que estaba padeciendo.
Subí, dejándolo ahí con su dolor, sin poder ayudarlo.

TERRY
Habíamos desayunado un par de días, pero hoy no podía bajar, necesitaba descansar un poco
más, antes de los ejercicios, que cada día me producían más dolor y cada vez eran más
insoportables.
Tocó a mi puerta, su olor a chocolate invadió la habitación que tanto la extrañaba, traía consigo
la charola con el desayuno que le había pedido a Adele por teléfono.
Paty: Buenos días (Dijo temerosa). Espero no le moleste que sea yo quien le suba el desayuno,
pero no quería irme a la oficina sin antes verlo.
No contesté a eso, la verdad era que no quería que me viera así de indispuesto, su presencia me
producía rabia y al mismo tiempo necesitaba tenerla cerca, un remolino de sentimientos chocando
uno contra a otro, aunado a esta agonía física iban a terminar volviéndome loco.
Me ayudó con las almohadas, me colocó la charola, y me acercó las pastillas, –¿Puedo ayudarle
en algo más?–. Negué con la cabeza, iba a retirarse pero la detuve, –Espera, acércate–. Mis labios
palpitaban por el deseo de besarla, se acercó y tomándola por la mejilla la acerqué a mis labios y la
besé con profundidad, mi respiración se agitó, su aroma, su aliento y la calidez de su piel
despertaron mi deseo, pensé por un instante en hacerle el amor, pero con un solo brazo, la mezcla de
sentimientos y el dolor no me iban a permitir hacerlo como ella se merecía. Nos separamos y le hice
un gesto para que saliera de la habitación.
Después de desayunar, Frankco me ayudó con el vendaje, hoy comenzaríamos con los
movimientos del hombro, por lo que finalmente, el vendaje me dejaría libre el brazo todo el tiempo,
el peso del brazo ya era doloroso, pero tratar de rotar el hombro era agónico, sentía como si el hueso
hubiera sido soldado y al tratar de rotar el hueso se tuviera que quebrarse, unos cuantos centímetros
de movimiento me tenían sudoroso y agitado, –Una vez más Sr.– Frankco me animaba a seguir, pero
yo ya no podía con tanto. –¡Dame otra pastilla!–, obedeció y levanté el rostro anhelando que el efecto
fuera inmediato, Frankco volvió a pedir que repitiera la serie de movimientos, gruñí ante el esfuerzo
una innumerable cantidad de veces, cuando finalmente los terminé estaba exhausto.
Terry: Te veo en 15 en mi habitación. (Dije entre dientes, tratando de controlar el dolor).
Frankco: La Srta. Paty ya regresó, Por qué no le permite que sea ella quien le coloque el
vendaje?
Terry: Si quisiera que fuera ella, se lo ordenaría, ¡¡No comiences a hacer preguntas estúpidas tú
también!!
No estaba de humor para soportar ninguna idiotez, subí con esfuerzo a tomar una ducha, cuando
salí Frankco me colocó el vendaje y me dio el medicamento, pero era imposible conciliar el sueño.
Entrando la madrugada las cuatro paredes eran asfixiantes, me levanté con cuidado, al salir de la
habitación, me quedé observando su puerta, me acerqué lentamente, quería verla, no sabía qué hora
era, seguramente se encontraría durmiendo, toqué una vez, tardo un par de segundos –Mi Sr.–
¡Estaba despierta! Sentí un nudo en el estómago, abrió la puerta, con el cabello suelto y despeinado,
traía puesto unos shorts pequeñitos y una blusa de tirantes, estaba hermosa como siempre, –¿Se
encuentra bien?–. Preguntó preocupada, asentí.
Terry: ¿Te desperté?
Paty: No, estaba… leyendo.
Terry: Es tarde, ya deberías estar durmiendo. (Asintió). Que descanses.
Di media vuelta para retirarme pero…
Paty: ¿Qué necesitaba Sr?
Me quedé de pie, ¿Qué se supone que conteste ahora?, verla, lo que necesitaba era sentirla cerca.
Paty: ¿Por qué vino a tocar?
Terry: No podía dormir… yo solo… (Giré y me encontré con unos enormes y hermosos ojos
verdes). Quería verte.
Me obsequió media sonrisa.
Paty: También es tarde para usted, lo acompaño a su habitación.
Entramos en ella, me ayudó a acomodar las almohadas, me metí entre las sábanas y le pedí que se
sentara a mi lado. –Háblame, cuéntame cómo están las cosas en la oficina–.
Paty: Están Bien, no se preocupe por nada, todo marcha como debe ser.
Le pedí una pastilla, la necesitaba o sería imposible conciliar el sueño. Acarició mi cabello,
peinándolo hacia atrás.
Paty: Trate de dormir.
Tomé su mano y la besé, era suave, la acerqué más, su cercanía, su aliento, su aroma… la
deseaba… Rocé sus labios con los míos y cuando ella me dio acceso, la saboreé, la devoré, cada
célula de mi cuerpo ansiaba unirse a ella, nos separamos y la contemplé por un instante, quise
incorporarme, pero el dolor no me lo permitió, traté de ocultarlo, no sé si tuve éxito, era perfecta,
estaba aquí a pesar de todo y estaba seguro que dispuesta a complacerme, pero… no podía, no iba a
darle menos de lo que se merecía.
Le pedí que se retirara o el deseo iba a poder más que el autocontrol.
Cada día, cada hora, cada movimiento, cada respiración… profundizaban el tormento por el que
estaba pasando, en el gimnasio con Frankco alentándome a seguir, gemía de dolor sin poder evitarlo,
apenas podía sostenerme en pie, sudaba, respiraba con dificultad y aún me faltaba una serie de
movimientos, ¡No podía más! –Dame otra pastilla–. Ordené y Frankco se quedó inmóvil, sabía que
ya había tomado la dosis del día, pero el dolor me estaba superando. –¡¡Con un carajo Frankco la
maldita pastilla!!–. Lo pensó por un segundo pero me la dio. –Terminamos por hoy–. Negó con la
cabeza. –Aún falta una serie–. Con un demonio, descansé un momento y reuniendo las fuerzas que me
quedaban, realicé la última serie, con el último movimiento sentí como si la unión del hueso se
dislocara, grité, las piernas me flaquearon y caí de rodillas, tenía espasmos en todo el cuerpo por el
dolor, presionaba el hombro gruñendo de agonía, Frankco estaba a mi lado y no supe en que momento
Paty apareció del otro. La sangre me hirvió al verla –¿¿Qué carajos haces aquí??- Pregunté con
dificultad entre dientes.
Paty: Mi Sr…
Terry: ¿Crees qué esto es lo mejor para mí?
Paty: Sr. yo no creí…
Terry: ¿Qué creíste entonces? ¿¿Qué era solo una necedad mía?? (Gruñí con fuerza, mientras
respiraba entrecortadamente, soportando las punzadas).
Paty: Lo siento…
Terry: ¡¡No, soy yo el que se arrepiente de haberte dado un valor, que no tienes!! (Dije gritándole
a la cara) Lárgate… no quiero verte.
Un calambre en el costado me hizo sostenerme del piso con una mano, –Salga de aquí–. Escuché
a Frankco decirle, mientras me ayudaba a girarme para poder recostarme en el piso, no iba a poder
levantarme, necesitaba esperar a que la intensidad del dolor bajara.

PATY
Salí del gimnasio con una daga en el pecho, no sé qué me dolía más, si las palabras hirientes
dichas con tanto resentimiento, o verlo así de mal, sabiendo que soy yo la causante de tanto dolor.
Cuando el Sr. finalmente pudo ponerse en pie, Frankco lo ayudó a subir a su habitación, lo había
visto en repetidas ocasiones con dolor fuerte, pero esta vez era mucho peor, estaba exhausto,
agotado... y yo no podía hacer nada para ayudarlo.
Cuando Frankco salió de su habitación, le pregunté cómo se encontraba, hizo un gesto negativo
con el rostro y le marcó al Dr. Tarson, le explicó lo mal que se encontraba, que su temperatura había
aumentado, sudaba frío y tenía espasmos, –Dios mío…– A lo que el Dr. Tarson respondió que se
mantuviera alguien cerca de él, al pendiente de su temperatura, si subía medio grado más, le
llamáramos inmediatamente, su cuerpo estaba respondiendo a tanto suplicio. –Es mi culpa Frankco,
está así por mi culpa–. Lo negó y trató de tranquilizarme, recordándome que él en este momento nos
necesitaba a su lado y que era el dolor quien hablaba por él, un dolor que yo le había provocado,
estaba inconsciente así que entré a su habitación, aún sabiendo que no me quería ahí, bajamos la
temperatura del aire acondicionado, colocaba fomentos de agua fría en su frente, cortamos su
vendaje, el hombro y la mitad del pecho estaban inflamados, fruncía el ceño y se quejaba aún
inconsciente, balbuceaba delirante, solo logré entender –¿Por qué?... mamá… yo no…–
Adele se encontraba sumamente preocupada, –No será la única vez que lo veas así, apenas lleva
dos semanas en cuanto más vaya avanzando, mayor será su dolor–. ¿Empeorará? ¿Es que aún se
puede estar peor?
Conforme las horas transcurrieron su temperatura regresó a la normalidad y finalmente dormía
tranquilo, acaricié su frente, sus facciones relajadas me tranquilizaban un poco, –Espero que algún
día me pueda perdonar…–. Al finalizar las palabras recordé lo que Frankco dijo aquel día, antes de
la operación –“El Sr. Grandchester, no sabe perdonar”–, la sangre se me congeló…
Permanecí a su lado, sosteniendo su mano, finalmente la mañana siguiente abrió los ojos, –Creí
haberte dicho que no quería verte–. Su voz era baja y áspera, me esperaba algo así, pero verlo
despertar más tranquilo me aliviaba un poco, me levanté de la cama, iba a retirarme pero me detuvo
cuando iba a salir de la habitación –Dame una pastilla–. Aún no se movía y ya quería una pastilla
para el dolor, tenía una dosis diaria establecida, no debía rebasarla, pero tampoco podía negársela,
regresé y se la di, lo ayudé a tomarla, ahogó un quejido en la garganta al momento de incorporarse
para beber y soltó uno de alivio al volver a recostarse.
Paty: ¿Puedo ayudarlo en algo más?
Terry: ¿Crees qué has ayudado en algo? (Preguntó con sarcasmo, no respondí, me sentía culpable
y estaba dispuesta a escuchar todo lo que tenía que decirme). Me jodiste, me jodiste igual que todos
los que se supone que no lo harían… lárgate.
Salí de su habitación, teniendo una sensación de vacío en el pecho, me odiaba, el hombre que
amaba, me odiaba…
Era Domingo así que no había que ir a la oficina y el Sr. descansaría de sus ejercicios, al menos
hoy estará más tranquilo, pasé la mañana, hablando con el Dr. Tarson, debía haber alguna forma de
poder ayudarlo, de aliviar su dolor, pero me aseguró que era todo lo que se podía hacer, los
medicamentos que tomaba ya eran suficientemente fuertes, algo aún más potente lo mantendría
adormilado, que Frankco contaba con inyecciones que lo anestesiarían en las peores situaciones, le
aclaré que nunca pensé, que la situación sería tan grave, nunca lo había visto así.

Dr.: ¡Tranquilízate! Sé que es una situación sumamente delicada, que está sufriendo y que en
este momento debe estar odiándonos, pero con tu apoyo, cuando salga de esto, nos lo agradecerá.
Paty: ¿Apoyo? No quiere que me acerque a él, ¿Cómo se supone que lo ayude así?
Dr.: Tenle paciencia y sigue apoyándolo, aunque no lo creas, le hace bien tenerte cerca.

Vi como Adele le subió la comida a su habitación, quería ser yo, quien pudiera hacerlo, pero eso
solo lo alteraría y era lo que menos necesitaba, me dijo que se encontraba descansando, recuperando
fuerzas para poder seguir mañana con su tortura.
Pasé el resto de la tarde a un lado de la piscina en compañía de Toretto, leyendo un rato y
hablando con Ángel, necesitaba desahogarme con alguien y él siempre estaba ahí para escucharme,
estaba agradecida por tenerlo como amigo.
La mañana siguiente, me fui a la oficina sin verlo, al regresar alrededor de las 6:30 de la tarde,
me lo topé cuando comenzaba a subir las escaleras, sudoroso y con las facciones desencajadas por el
esfuerzo que acababa de realizar, vi como sus ojos se encendieron al ver a Jesse, era la primera vez
que lo tenía enfrente.
Creí que se lo comería vivo, pero no fue así, las palabras se le quedaron atascadas en la
garganta, lo pulverizó con la mirada, mientras Jesse se hacía pequeñito frente a sus ojos y siguió su
camino.
CAPÍTULO XIX
TERRY

L as mañanas eran los pocos momentos de calma que tenía, momentos en que
desesperadamente deseaba sentirla cerca, momentos en los que me llegaba a
arrepentir por los insultos que le había dedicado, bajé al gimnasio mientras
ella entrenaba, la observé por un momento en silencio, creí que no se había percatado de mi
presencia, pero al salir al jardín, me alcanzó.
Paty: ¿Sr. necesita algo? ¿Se encuentra bien?
Terry: No, no necesito nada y no me encuentro bien.
Estaba francamente preocupada, acaricié su cabello y besé su frente, sollozó, –No, nena, no vale
la pena–. Pegué mi mejilla a su frente, ¿Cómo es posible que siga aquí?, aún después de todo lo que
le he dicho. –¿Desayunamos juntos?– Asintió, necesitaba tener un poco de tiempo a su lado, algo de
normalidad.
La esperé a que se arreglara y bajara a desayunar conmigo, estaba hermosa, el dolor estaba
presente, pero traté de disfrutar por un momento de su encanto estaba temerosa, no hablaba y
francamente no la culpaba por ello.
Terry: ¿Cuánto más vas aguantar todo esto?
Paty: No me voy a ir.
Terry: ¿Por qué querrías estar aquí?
Paty: Porque aquí está usted.
Tomé su mano y la llevé a mis labios, aspiré el dulce aroma de su piel.
Terry: ¿Y si no lo consigo?
Paty: Lo hará.
Terry: Ya quiero dejarlo y aún no estoy ni a la mitad del camino.
Paty: ¿Por qué no descansa más días entre semana?
Terry: No puedo, solo se alargará la rehabilitación y después de descansar es más complicado
regresar.
Paty: ¡Puede hacerlo, yo sé que puede!
Respiré profundamente y al terminar el desayuno, nos despedimos con un dulce beso.
Fue el único día que me encontré lo suficientemente bien, para pasar un rato, no tóxico con ella a
mi lado. Al final de la semana el cansancio, la desesperación y la agonía a la que estaba sometiendo
mi cuerpo, me tenía fuera de control, no solo sudaba y respiraba con dificultad, tenía espasmos
incontrolables, –¡¡Dame otra maldita pastilla!!–. Le ordené a Frankco entre dientes y una vez que la
tomé, me ayudó a subir las escaleras, cuando llegué a la habitación, ella salía de la suya, la rabia me
recorría las venas tanto como el dolor agonizante, –¿Estás satisfecha de tus malditas decisiones?–.
No respondió, –Entra–. Le ordené cuando Frankco abrió la puerta, –Tú puedes retirarte–. Frankco
se quedó inmóvil. –¿No fui claro?–. Lo pensó por un segundo más y nos dejó solos, entró a la
habitación y yo tras ella, tambaleándome, apenas podía sostenerme de pie, llegué a la cama. –
¡Quítalo!–. Le ordené refiriéndome al vendaje, obedeció, mientras yo gruñía por el dolor, –¡Quítame
los tenis!–. Se agachó a hacerlo, una vez descalzo trate de ponerme de pie, pero el dolor no me
permitió hacerlo, ya no podía más, pero necesitaba una ducha, estaba empapado en sudor, me ayudó a
llegar al cuarto de baño, me recargué en la pared, los espasmos comenzaron a aumentar, estaba
mareado, una enorme punzada me hizo caer de rodillas, solté un grito agonizante, un montón de
náuseas se arremolinaron en mi estómago, como pude, levanté la tapa del baño y devolví el
estómago, la poca energía que me quedaba, se fue con el esfuerzo de las arcadas, bajé la tapa y me
recargué en la pared, mientras ella tiró de la palanca, me paso un pedazo de papel con el que me
limpié los labios, era demasiado humillante estar así. –¡Sal de aquí!–. Susurré evitando su mirada,
pero no se movió –¡¡Que te largues!!–. Grité.
Paty: Déjeme estar a su lado…
Terry: Nunca debí tratarte diferente a las demás…
Paty: Sr., por favor…
Terry: Si hubiera sabido que me ibas a traicionar.
Todo comenzó a oscurecerse…

PATY
Lo sostuve mientras quedaba inconsciente, le grité a Frankco, con cuidado lo levantó para
llevarlo a la cama, iba a marcarle al Dr. Tarson, pero Frankco lo impidió, dijo que no era necesario,
hablarle no haría ninguna diferencia, solo estaba inconsciente, que necesitaba descansar, limpié su
rostro y torso con una toalla de manos, como lo había hecho innumerables veces en el hospital, –
¿Dime qué ya no puede empeorar?
Frankco: Me gustaría que así fuera, si necesita algo más, llámeme estaré al pendiente.
Cuide de su sueño, la mayor parte de la noche tranquilo, pero por la mañana se agitó, –Lo
merezco… yo la maté…– Su rostro reflejaba tanta angustia, que tuve que despertarlo, abrió los ojos
de golpes, por un instante vi cariño en sus ojos, pegó mi mano a su pecho, pero solo fue un instante,
inmediatamente el desprecio regresó.
Terry: Sigues aquí.
Paty: Por supuesto, no voy a ir a ningún lado.
Terry: ¿Me quieres?
Paty: No tiene una idea, cuánto.
Terry: Bien, toma tu teléfono y llama a una de mis citas, la quiero aquí a 6:00 de la tarde.
Sus facciones eran duras, no podía creer lo que me estaba pidiendo, un vacío profundo penetró
mi pecho, lo estaba haciendo con toda la intención de lastimarme y lo estaba consiguiendo, si alguien
sabía cómo herir a las personas, ese era él.
Tomé mi celular con la mano temblorosa, marqué al azar, creí que me detendría, pero guardó
silencio, observándome, acordé la cita… como tantas otras veces, la chica aceptó de inmediato.
Al colgar, sus ojos azul profundo me quemaban con su frialdad, me observó desafiante.
Paty: ¿Qué pretende con esto?
Terry: Disfrutar de una verdadera mujer, de una a la que no le interesa joderme.
Su tono áspero y sarcástico, no me iban hacer caer en lo que fuera que se estuviera proponiendo.
Paty: Joderlo nunca fue mi intención.
Terry: Pues fue lo único que conseguiste. Dame una pastilla (Ordenó).
Se la di y después de eso, lo ayudé a levantarse, se daría una ducha, mientras yo le traía el
desayuno.
Frankco y Adele se encontraban preocupados en la cocina, cuando entré, me preguntaron por
cómo había despertado, les informe lo que había solicitado. Adele me tomó de la mano y me pidió
paciencia, una vez más… Frankco hizo un movimiento negativo, dejando en claro su desacuerdo y
salió de la cocina, subí apresurada, para recibirlo al salir de la ducha, me dolía lo que estaba
haciendo, me dolía su forma de tratarme, pero aún así no podía evitar estar preocupada por él, no
podía evitar amarlo y no podía evitar sentirme culpable por todo por lo que estaba pasando.
Lo estuve atendiendo todo el día, soportando sus malos tratos, su mirada de desprecio y
esperando que cancelara la cita… en vano. Frankco nos avisó que la Srta. Marysol había llegado al
Paraíso, el Sr. me observó cuando recibió la noticia y me abstuve de cualquier reacción, no sé qué
pretendía con todo esto, pero no me iba a romper, no iba a permitir que me viera caer, y si su
intención era alejarme, tampoco lo iba a lograr. –¿Gusta que baje a recibir a su cita?–, pregunté
sacando fuerzas de la dignidad que me quedaba, su gesto contrariado me demostró que no se lo
esperaba, pero asintió.
Bajé a recibir a la chica, era real, en verdad iba a acostarse con alguien más, era joven como de
mi edad tal vez, con un muy lindo cuerpo, una diminuta falda, tacones altos, cabello oscuro, piel
blanca, una chica hermosa. Las piernas me temblaban al subir las escaleras, escoltándola a su
habitación, toqué a su puerta, la sangre se me cayó a los pies cuando lo vi salir, con esa bata de seda
guindo, la tomó de la mano y la besó, –Le diré a Frankco que la escolte al salir, puedes tomarte el
resto del día–. Cerró la puerta y parpadeé para que mis lágrimas no se desbordaran, caminé como un
ente a mi habitación, me coloqué en posición fetal abrazando a mi almohada, sentía un enorme vacío
en mi pecho.

TERRY
Mandé a traer a una chica con la única intención de lastimarla, de romperla, si yo no estaba bien,
ella tampoco lo estaría, si yo estaba ardiendo en el infierno y me quería tanto como decía, ella
ardería a mi lado, estaba descargando todo mi resentimiento en su contra, una parte de mi me pedía
que me detuviera, ella no se merecía esto, pero la callé, ella me había hundido en esto, me había
traicionado, justo era que padeciera a mi lado.
Marysol era una chica hermosa, de lindas facciones, ojos oscuros y expresivos, un cuerpo
delicioso y complaciente, la había conocido en el Delux, al principio se mostró tímida, pero una vez
en la cama, me mostró lo que su experimentada boca sabía hacer, contemplarla así sabiendo que
venía con la única intención de tenerme entre sus piernas me puso duro, necesitaba esto más que
nunca. Le ordené que se metiera a la ducha, tomé una pastilla para el dolor mientras la esperaba y
preparaba un par de copas de coñac, cuando salió envuelta en la bata, mi deseo se avivó, brindé con
ella, –Estuve meses esperando su llamada Sr.
Terry: Bueno… la espera ha terminado.
Bajé el brillo de la luz lo más tenue posible, me senté en la cama y abrí su bata lentamente, su
aroma era fresco, no dulce como el de Paty, ¿Qué demonios hacía yo pensando en ella en este
momento?, la bata cayó dejando al descubierto sus perfectos y firmes senos, rocé ambos pezones con
los labios y se endurecieron de inmediato, deslicé uno de ellos entre mis dientes… gimió, acaricié
los huesitos de sus caderas adornados con un tatuaje de alas, realizado en una perfecta técnica en
escala de grises, eran sensuales. Me levanté apoderándome de su boca, la abracé desde la espalda,
haciéndola sentir mi dureza mientras acariciaba su entrepierna sobre el encaje de su diminuta ropa
interior, me deshice de ella, besando y mordisqueando su exquisito trasero, la hice acostar sobre su
espalda, dejándola al borde de la cama, le separé las piernas, mientras me arrodillaba para poder
saborearla, bajé por una de sus piernas hasta su sexo húmedo y palpitante, las notas de placer
salieron de su garganta despertando aún más mi deseo, me deleité con su sabor, lentamente, el
movimiento de sus caderas se aceleró gradualmente, deslicé uno de mis dedos en su interior, se
incorporó para encontrarse con mis ojos entre sus piernas, –Sí… así…– Estaba a punto de explotar,
–¡¡Mójame nena, mójame!!–. Su cuerpo se estremeció y un delicioso gemido de placer estalló desde
lo más profundo de su interior. Saboreé cada gota de su néctar.
Terminamos nuestra copa en el bar, la firmeza de mi miembro se notaba aún con la bata puesta,
me acarició el pecho, abrió la cinta de mi bata y saboreo sus labios al verme desnudo, sentí mi
miembro palpitar por el deseo del calor de su lengua, me recargué en el bar, mientras se arrodillaba
ante mí, subió sus manos por mis piernas, tomó mi miembro con una mano y acarició mis pelotas con
la otra, me lamió desde la base, hasta la punta, di un último trago a mi copa, la dejé en la barra, cerré
los ojos y me dispuse a perderme en los placeres carnales. Me lamió, me tomó con ambas manos,
subiendo y bajando, por primera vez desde hace meses, mi respiración se aceleraba por placer, su
lengua acariciaba mi punta húmeda, me succionó con fuerza y gemí, lo disfrutaba, estaba disfrutando
del calor y la humedad de su boca, mis caderas comenzaron a balancearse sin proponérmelo, me
estaba produciendo un enorme placer, meses habían pasado desde mi último orgasmo y estaba a
punto de terminar, pero no quería hacerlo en su boca, si no en su interior, la tomé del cabello, moví
su rostro a mi ritmo y antes de derramarme, la levante para llevarla hasta el mueble tántrico que
tenía, era perfecto para la ocasión ya que a pesar del goce, el dolor no había desaparecido, así que
me recosté en el mueble, ella me colocó el preservativo y se sentó sobre mí lentamente, ambos
gemimos pausadamente mientras separaba sus pliegues penetrándola a su ritmo, ¡¡Demonios, lo
necesitaba tanto!! Enredó sus dedos en mi cabello mientras yo mordisqueaba y saboreaba su cuello,
sus pechos, y mis manos estrujaban su trasero, sus caderas comenzaron a danzar sobre mí, odiaba no
poder mover mi brazo para apretarla con mayor fuerza a mi cuerpo, pero me las arreglé para hacerlo
solo con el derecho, nuestros movimientos estaban perfectamente acompasados y tuve que respirar
profundamente para contenerme, la sensación de entrar y salir de su interior, teniendo su rostro
extasiado de placer con su aliento y sus gemidos sensibilizando todos mis sentidos, me estaban
llevando al límite, metí uno de mis dedos en su boca y lo succionó, lo llevé a su trasero y después de
masajearla un poco lo introduje –Dios sí…– Sus caderas se aceleraron y finalmente su interior se
contrajo, succionándome, me derramé en su interior tras un largo gruñido entre dientes y
contracciones de placer, la atraje hacia a mí, descansó su rostro en mi pecho y conforme nuestras
respiraciones se acompasaban, el dolor que solo desapareció el instante que duró el orgasmo, fue
regresando. Me despedí de ella, asegurándole que podía tomarse el tiempo que necesitara para
arreglarse, Frankco la estaría esperando para escoltarla.
Marysol: Espero no tener que esperar tanto tiempo, para su siguiente llamada.
Terry: Eso nunca se sabe, créeme, fue un verdadero placer compartir la cama esta noche.
Besé su mano y regresé a mi habitación, le mandé un mensaje a Frankco y estuve a punto de
mandarle uno a Paty, para pedirle que viniera a verme, pero ya le había dado el resto del día, así que
sería Frankco quien colocaría nuevamente mi vendaje después de la ducha y tomar un par de pastillas
como cena.

PATY
La mañana siguiente no lo vi, lo agradecí en silencio, tenía que mantener mi postura, éste no era
el momento de sentimentalismos de mi parte, que el terminara con su rehabilitación debía ser la
prioridad, sin importar, sus malos tratos, mal carácter, sarcasmos hirientes, sin importar con las
mujeres que se metiera, tenía demasiada culpa y lo veía sufrir tanto que nada importaba, yo iba a
resistir todo, mi amor por él iba a resistir todo, seguiría a su lado como se lo prometí aquella noche,
después de su discusión con el Dr. Tarson. No iba a traicionarlo otra vez, sé que en el fondo siempre
ha temido que lo abandone, pero se equivoca, no voy a fallarle a este amor, por más que él se
empeñe en herirlo. Tarde o temprano se dará cuenta que todo el dolor, todo el sufrimiento y esfuerzo
valió la pena, mi paciencia y mi amor lo ayudarán, porque SÍ, a pesar de que se resista a admitirlo,
nos amamos, no seguiríamos juntos después de todo lo que nos ha pasado y ya sé que suena cursi,
pero soy de las que creen, que el amor puede con cualquier obstáculo, y nosotros hemos superado
mis miedos, su carácter, la enorme diferencia cultural, el Dr. Tarson, hemos crecido y nos hemos
cuidado mutuamente, yo lo metí en estoy yo lo voy ayudar a salir… así se me queme el alma en el
camino.
Me desahogué con Ángel, él siempre estaba ahí para escucharme. Regresé a casa con mejores
ánimos que el día anterior, dispuesta a blindar con acero mi corazón, para evitar que nada de lo que
dijera o hiciera pudieran lastimarlo, lo atendí cuando terminó sus ejercicios, pero la coraza en mi
pecho era débil ante su sufrimiento.
Cada tarde lo atendía, después del calvario de sus ejercicios, conforme los días pasaban, estaba
notablemente más exhausto, con mayor dolor, incluso más delgado, me trataba con frialdad, con
dureza, me miraba con desprecio e impotencia. Todos los días me hacía la misma pregunta –¿Por
qué sigues aquí?–. Y cada día respondía de la misma forma, –Por qué lo quiero, y no lo voy a dejar.
Una semana más había terminado, mantener las cosas marchando sobre ruedas en la oficina, sin
él, no era nada sencillo, Lía y yo no sólo nos hacíamos cargo de todo, también tomábamos decisiones
que él debería tomar, siempre tratando de adentrarnos en su cabeza, deliberando si él habría tomado
la misma decisión que nosotras, pero agobiarlo con temas de la oficina estaba fuera de discusión, no
debíamos darle mayores preocupaciones de las que ya tenía, su situación física que era muy delicada
y cualquier cosa lo hacía estallar.
Lía: ¡Es admirable lo que estás haciendo por él!
Paty: ¿Frankco te ha contado cómo está?
Lía: Sí… vive angustiado por él y se culpa el no haber estado cuando los atacaron, él es el jefe
de seguridad, no se encontraba presente, pero él es el encargado de los guardias, y nunca se percató
de que Jesús lo traicionaría de esa forma.
Paty: Ya no pregunté qué paso con ese tal Jesús, ¿Por qué venderlo de esa forma?
Frankco iba llegando en ese momento a la oficina.
Frankco: Hace mucho el Sr. lo había humillado frente a varios guardias más, no renuncio porque
los sueldos que aquí se les dan son los más altos de la región, así que aguantó no sólo la humillación
si no la burla de sus compañeros. KoreShiga se dio a la tarea de investigar quien lo odiaba, lo cual
no debió ser nada sencillo, al menos dentro del Paraíso, los empleados tienen buenas prestaciones,
buenos sueldos y un buen ambiente laboral, como todo gran empresario tiene enemigos… fuera de
aquí, pero de alguna forma dio con Jesús y éste encontró la forma de introducir el arma, lo demás ya
lo sabe.
Paty: ¿Está en prisión?
Frankco: Por supuesto, yo me encargué de él y de todos los demás.
Paty: ¿Y él Sr. lo sabe?
Frankco: Sí, en cuanto llegamos a casa, me pidió un reporte detallado de todo lo que había
sucedido.
Paty: ¿Y quién está con él? ¿Qué haces aquí?
Frankco: Está insoportable, cuando terminó los ejercicios, me corrió, dijo que no quería verme,
así que vine a despejarme un rato a ver a mi chica.
Dijo abrazando a Lía por la cintura y besándola dulcemente, Frankco estaba haciendo un esfuerzo
sobrehumano con él. Si hubiera un concurso de paciencia, él y yo seríamos los finalistas.
Paty: ¿Crees que lo logre?
Frankco: No lo sé… el esfuerzo físico que está haciendo es admirable, en ocasiones está
decidido a hacerlo, en otras cuando se ve superado por el dolor, quiere mandar todo al diablo,
incluyéndome a mí. Hasta el momento ha cumplido con todo lo que se supone debe hacer, ha
conseguido un 30% de movimiento en el hombro, pero cada día es más complicado que el anterior.
Paty: Te agradezco todo lo que haces por él Frankco.
Frankco: Usted no tiene nada que agradecer, el Sr. a pesar de su mal genio, es un excelente jefe y
yo tengo una muy buena cuenta bancaria.
Dijo guiñandome un ojo, los 3 reímos. A Lía le brillaba la mirada, sonreía solo de verlo y
Frankco estaba encantado con ella, pocas veces bromeaba, pero a su lado, lo mejor de su carácter
salía a la luz, necesitábamos reír un rato, la tensión que se vivía en casa, era desgastante.
Frankco regresó más tarde a casa, para seguir con los ejercicios de rehabilitación de mi Sr.
mientras Lía y yo nos encargamos de mil pendientes. Cuando regresé a casa, sus gruñidos
retumbaban en mi pecho, cada célula de mi cuerpo se estremecía al escucharlo sufrir, entré al
gimnasio y estaba recargado en uno de los muros, pasé su brazo sobre mis hombros para ayudarlo a
caminar, quiso negarse, pero no le quedaban fuerzas para hacerlo, le dije a Frankco que yo me haría
cargo, caminó con esfuerzos hasta el ascensor, mantuvo los ojos cerrados, mientras subíamos, su
cuerpo sufría de espasmos, los mechones de su cabello oscuro estaban húmedos por el sudor,
tambaleándose con mi ayuda llegó hasta la cama.

CAPÍTULO XX
TERRY

E l dolor era demasiado intenso, los espasmos incontrolables, la habitación


se borraba por momentos, gemía con cada punzada que mantenía a todo mi
cuerpo tenso, lleno de contracturas musculares por el esfuerzo, mientras Paty
cortaba los vendajes, agradecía que estuviera a mi lado y al mismo tiempo me maldecía por quererla
tanto.
Terry: Ya no puedo con esto…
Paty: Tranquilo, va a pasar.
Un montón de náuseas se acumularon en la boca de mi estómago y subieron por mi garganta, le
hice una seña, tomó el bote de basura y alcancé a devolver el estómago en él, la habitación se
oscureció por un momento, me enjuagué la boca con un poco de agua que me ofreció y caí recostado
con un mundo de dolor sobre la mitad de mi cuerpo y lleno de humillación, ira, rencor, impotencia…
Terry: Te das cuenta en la piltrafa en la que me convertiste.
Una nueva punzada me hizo arquear la espalda y grité, apretando las sábanas con mi mano
derecha, la única en la que aún tenía control.
Paty: Tranquilo mi Sr. esto va a pasar.
Mi piel ardía, mi temperatura se elevaba, ¿Por qué demonios me hizo esto?
Terry: Maldigo la hora en que comencé a quererte.
Sus enormes ojos verdes llenos de preocupación se inundaron, no me importó, el dolor me estaba
consumiendo.
Paty: Por favor Sr.
Terry: Necesito la inyección (Dije entre dientes, desesperado) Ya no puedo.
Paty salió de la habitación, regresó junto con Frankco, en un segundo colocó la liga en mi brazo y
mientras la droga quemaba mis venas, toda imagen se iba desvaneciendo, Paty cubría sus labios con
ambas manos, las lágrimas se desbordaron de sus preocupados ojos verdes y fue lo último que vi.
La mañana siguiente, cuando abrí los ojos fue su rostro agotado y preocupado el que me dio los
buenos días, unos cuantos rayos del sol se colaban por las espesas cortinas y me dejaban ver sus
hermosos ojos verdes, opacados por las lágrimas que yo le había provocado, la imagen de ella
sollozando entre penumbras, mientras caía inconsciente por los efectos del medicamento, me mordían
el alma, ¿Qué le estaba haciendo?
Terry: ¿Te quedaste aquí toda la noche? (Mi voz era áspera)
Paty: Sí, tranquilo, no se mueva.
Me ofreció un poco de agua, para que aclarara mi garganta. Sentía vergüenza por como la había
tratado, por lo que le había dicho, por lo humillante que era no poder valerme por mí mismo, ni para
devolver el estómago, no quería que siguiera viéndome así, no quería seguir provocando tanto daño,
pero tampoco quería separarme de ella, era demasiado egoísta para eso.
Me ayudó a levantarme y una vez que la habitación dejó de girar a mi alrededor, pude llegar solo
al cuarto de baño, lavé mi boca amarga y me di una ducha, al salir seguía ahí, esperándome en
silencio para colocarme la pomada y el vendaje, me sentía miserable, seguía cuidando de mí a pesar
de todo, bostezó un par de veces, no había dormido en toda la noche.
Terry: Ve a descansar.
Paty: Sí, solo le subo el desayuno.
Terry: No tengo apetito.
Paty: Por favor Sr. necesita alimentarse… por favor.
¡Qué calidad de mujer tenía a mi lado!, en verdad no tenía apetito después de lo de anoche, pero
¿Cómo demonios podría negarme ante esa mirada suplicante? asentí, salió de la habitación y me
senté en el reposet, frente al ventanal del balcón, mi celular estaba lleno de mensajes de whatsapp,
inbox, llamadas perdidas, notificaciones, correos… no tenía ánimos de abrirlos… solo quería
regresar a ser yo…
Paty trajo consigo una charola, Adele estaba dándome la dieta que el Dr. Tarson le había
indicado, la comida seguramente tenía buen sabor, pero con tanto medicamento, mi sentido del gusto
se había opacado.
Terry: Ya trajiste la comida, ahora ve a descansar.
Paty: ¿Puedo hacer algo más, antes de retirarme?
Terry: ¿Por qué sigues aquí?
Paty: Porque lo quiero y no voy a irme a ningún lado.
Terry: Aún puedo ser peor Paty… deberías irte.
Temía su respuesta, pero alejarse de mí era lo mejor que podía hacer.
Paty: Lo amo y no lo voy a dejar.
¡Amor! Era la primera vez que mencionaba esa palabra, desde que supo lo que significaba para
mí.
Terry: El amor solo provoca que la gente haga cosas irracionales, tú estúpido amor te está
hundiendo en el infierno junto a mí.
Paty: Si tengo que quemarme, me quemaré.
Terry: ¡¡¡Ardamos entonces!!!, cuadra mi cita a las 6:00 pm.
Sus ojos se cristalizaron, su respiración se detuvo por un momento, tomó el celular frente a mí,
fingiendo la seguridad que le caracterizaba, teniendo el mismo resultado que yo fingiendo en este
momento, no tener dolor. Concertó la cita con Edith, una candente contadora Venezolana y con un frío
–Con permiso–. Salió de la habitación.

PATY
Me dirigí a mi habitación exhausta y con el alma desgarrada, nunca imaginé que el hombre que
amo, pudiera odiarme de esta manera, Frankco aseguraba que era el dolor que hablaba por él y
quería creerle, pero el rencor en su mirada era palpable, estaba claro que quería hacerme daño,
quería que pagara por haberlo traicionado y por más que trato de blindar mis sentimientos contra sus
malos modos y sarcasmos, cuando quiere herirme de esta forma, es imposible ser inmune.
Salí de mi habitación solo cuando Frankco me avisó, que Edith, la cita de mi Sr. había llegado,
era una mujer de alrededor de 35 años, alta y sexy, la guié hasta su habitación, como siempre salió
recién duchado, descalzo y envuelto en su bata de seda, besó su mano y me dijo que me mandaría un
mensaje cuando se desocupara, para que escoltara a Edith y después lo atendiera.
Me iba hacer despedirla, me iba hacer verle el rostro de satisfacción a la mujer con la que
acababa de estar, no sé cuánto más iba aguantar esto.
Después de 3 horas, escolté a Edith hasta la salida, no hizo ningún comentario, afortunadamente.
Estaba cansada, solo quería dormir, pero subí a la habitación del Sr. esa que un día fue nuestra,
después de todo lo que ha ocurrido, pareciera que eso fuera hace años. Esperé a que saliera de
ducharse, antes de la operación, después de haber estado con una chica se veía mucho más relajado,
pero ahora eso no ocurría, su gesto frío y de dolor no mejoraba, le coloqué la pomada, el vendaje, le
di sus medicamentos, le preparé la cama y mientras se recostaba mi celular sonó, vi la pantalla y no
contesté.
Terry: ¿Por qué no contestas?
Paty: En un momento le regreso la llamada.
Terry: ¿A quién? ¿Quién era?
Dudé al responder, pero no se me ocurrió que más decir, así que dije la verdad.
Paty: Era el Dr. Tarson.
Terry: Ese maldito.
Paty: Está muy preocupado por usted.
Terry: No me salgas con esa mierda, si no fuera por ustedes, ¡¡Seguiría siendo yo!!
Lo decía con rabia, con rencor.
Paty: Lo hizo porque lo quiere, sé que esto es complicado pero su calidad de vida mejorará.
Terry: ¿Complicado? ¡¡Mi vida era complicada, esto es un maldito infierno!!
Paty: Lo sé…
Terry: Noo, no tienes ni puta idea lo que es abrir los ojos por el dolor que no te deja dormir,
tener que lidiar con este suplicio todo el maldito día que parece no terminar, que la comida se vuelva
insípida por tanta droga que necesito tomar y que aún así no me liberan de este maldito tormento,
sentirte débil, mareado, con náuseas, esforzarte a realizar estúpidos ejercicios para lograr rotar
centímetro a centímetro el hombro, mientras sientes como se te desprende el brazo del resto del
cuerpo, querer desfallecer después de la rehabilitación para no tener que soportar cada punzada que
hace imposible controlar tu cuerpo, mientras el resto de los músculos estén contracturados por el
esfuerzo, por la agonía que no tiene fin, porque al final del día sigue quemándote cada terminación
nerviosa, desear poder dormir, descansar solo una maldita noche… sentir la vergüenza de no poder
valerte por ti mismo… ser vulnerable queriendo mandar todo y a todos al diablo, cuando eres tú
quien tiene que avanzar al séptimo infierno, porque según esto, ahí encontrarás el alivio, pero la
verdad es que no sabes si llegarás, la verdad es que no puedes dar un solo paso más, la verdad es
que ya no tienes de donde sacar más fuerzas.
Su mirada cristalina, fija en un solo punto y su voz profunda llena de desolación me consumía el
alma, ¡¡Dios mío!! Qué le hice…
Paty: Lo siento mi Sr.
Terry: ¿Crees que sentirlo basta?
Se cubrió con las sábanas y sin mirarme me ordenó salir de su habitación.
Ningún insulto, ningún sarcasmo ofensivo, incluso saberlo en la cama con otra, me había dolido
tanto como esas palabras salidas desde el fondo de su alma.
Una semana más comenzaba, le subí los desayunos, cada mañana y lo atendí cada noche, pero
esta semana fue diferente. Después de haberme abierto el alma destrozada aquella noche, dejó de
insultarme, dejó de menospreciarme y culparme por su estado, sólo ordenaba con voz áspera y fría…
sin mirarme, lo veía sufrir en silencio, solo dejando escapar los gruñidos agónicos imposibles de
contener, dejó de preguntarme por qué seguía ahí, dejó de preguntar por el Paraíso, sentía como si su
fuerza fuera desvaneciéndose, como si estuviera yéndosele de las manos y no sabía cómo ayudarlo.
El jueves en la noche me pidió que no le llevara el desayuno al día siguiente, lo hizo de una
forma tan indiferente, como si yo no fuera nadie, que me pulverizó el corazón.
El sábado en la noche, cuando terminó su rehabilitación, Frankco tuvo que ayudarlo a subir a la
habitación, yo no pude, los espasmos apenas le permitían permanecer en pie, una vez recostado,
devolvió el estómago, yo ya estaba preparada para ello, sentía su vergüenza por estar así y eso me
dolía porque él no tenía la culpa de ésto, no tenía por qué estar avergonzado, su temperatura iba en
aumento.
Terry: Tu no estudiaste una ingeniería… para terminar siendo mi enfermera.
Su voz era baja y entrecortada. Esas habían sido las palabras del Dr. Tarson aquella noche que le
dijo que yo sería su asistente.
Paty: Yo no estoy aquí, por haber estudiado una u otra cosa, estoy aquí porque lo amo.
Limpiaba el sudor de su frente con una toalla húmeda con agua fría.
Terry: ¿Por amor me hiciste esto?
Una vez más me reclamaba y una vez más me sentía culpable.
Terry: Contéstame una cosa… ¿Pretendías mejorar mi calidad de vida?... o ¿Pretendías mejorar
la tuya?
Paty: No entiendo a qué se refiere.
Terry: No querías vivir con un enfermo… por eso me hiciste esto, sin importarte las veces que
me negué.
Paty: ¿Qué? Nooo.
Terry: Si yo me aliviaba, tú ya no tendrías que atenderme cada día, todos los días.
Paty: Noo, eso no es así.
Terry: Entonces dame una maldita buena razón.
Gritó y arqueó la espalda por el dolor, alcanzó a pedir entre dientes la inyección, Frankco ya
estaba preparado para esto fuera de la habitación, entró y lo inyectó, mientras con la mano derecha
me sujetaba la mano con fuerza mirándome profundamente esperando una respuesta –Lo amo–. Fue
todo lo que pude decir, mientras el azul de sus ojos se apagaba tras sus cansados párpados.
Paty: Esto es demasiado Frankco.
Frankco: Lo sé, el Dr. Tarson sabe por lo que está pasando, en la operación anterior, lo
convenció para hacérsela, el Sr. sabía que iba a ser doloroso, pero nunca le explicó a qué grado, se
lo echó en cara y a la segunda semana dejo de recibirlo, yo me hice cargo de la rehabilitación, no lo
vio hasta mucho después, que había parado la rehabilitación cuando logró el 80% del movimiento, se
esforzó pero… no pudo más. Tardaron en limar asperezas, pero yo nunca los volví a ver llevarse tan
bien, como antes.
Paty: Nunca me va a perdonar Frankco.
Frankco: Es extraordinaria la dedicación que le ha brindado a él y al Paraíso, se ha hecho cargo
de todo desde que le dieron el balazo, el Sr es un hombre rencoroso, pero es un hombre inteligente y
la ama.

TERRY
Entre penumbras vi su rostro, me esforcé por enfocar la mirada, dudaba si estaba dormido o
despierto, poco a poco su imagen se aclaró, quise hablar pero mi garganta raspaba con un sabor
amargo, la aclaré un poco con el agua que me brindó, había caído desfallecido anoche sin ducharme,
me senté lentamente en la cama con el dolor tensando cada músculo de mi cuerpo, iba a levantarme y
ella me tomó del brazo para ayudarme, la rabia me inundó, esto era humillante, –¡Puedo solo!–. Dije
entre dientes, mientras la habitación daba vueltas a mi alrededor.
Paty: Déjeme ayudarlo.
Terry: Estoy cansado de ti, (Di un paso hacia ella y ella uno hacia atrás) Estoy harto de que me
duelas, estoy fastidiado de que me consumas el alma y la mente cada maldito día de mi caminar en
este infierno (Seguí avanzando hacia ella y ella a su vez hacia atrás, mi sangre se convirtió en lava
ardiente por la ira) Este es el maldito tercer infierno por el que tengo que caminar, el primero fue el
conde, mi padre el que se suponía debía protegerme, no se cansó de humillarme y golpearme hasta
que murió, el segundo el Dr. Tarson ocultándome lo que iba a padecer si me operaba y el tercero eres
Tú, la única mujer a la que he querido, (el dolor iba exponenciandose) La única a la que le he hecho
el amor, no te mereces el trato que te di. ¡¡Para lo único que ha servido tu presencia aquí, es para
arrepentirme de ella!!
Sus enormes ojos verdes me miraban con horror, una fuerte punzada me hizo inclinarme hacia
adelante en medio de gruñidos, – Mi Sr.– Sentí su mano tocándome el brazo y la aparte de mi
empujándola –¡¡Suéltame!!–. Dio un par de pasos más hacia atrás, tropezó con el banco del
tocador y cayó, mi sangre que ardía se congeló en fracción de segundos, ¿Qué hice? No podía
moverme, el dolor me tenía paralizado, me erguí lentamente como si todo ocurriera en cámara lenta,
mientras ella permanecía en el suelo, observándome con miedo, quería acercarme, asegurarme que
estuviera bien, levantarla, pero no pude moverme, no me reconocía a mí mismo, no sabía quién era
ella, en medio de la agonía, la rabia, los narcóticos, todo era tan confuso, la observé levantarse
lentamente. –Lárgate–. No quería verla, no quería que me viera, pasé mis dedos por mi cabello,
desesperado, tenía vergüenza de mí y en lo que me había convertido, en lo poco que quedaba de mí,
¿Cuánto más me iba a hundir? ¿Cuánto más iba arder? Caí de rodillas y grité, no de dolor, de
frustración, de desesperación, de asco por mí mismo, de desconocerme, miedo, de un terrible miedo
a no poder seguir… y a perderla.
El día lo pasé tratando de entender, tratando de recobrar el control, necesitaba pensar, necesitaba
aclarar mi mente, pero era complicado con el dolor atormentandome, al terminar el día, le mandé un
mensaje a Paty, diciéndole que no quería verla más a ninguna hora del día que evitara encontrarse
conmigo, era lo mejor, para ella.
Me torturé el resto de la semana recordando su imagen cayendo al suelo, ¡Yo la empujé! ¿Cómo
demonios pude hacer eso? ¿En qué momento me había convertido en ésto? Las últimas semanas no he
hecho más que lastimarla, torturarla, humillarla… Mientras ella se ha dedicado a atenderme, a
cuidarme, a desvelarse procurando mi sueño bienestar. –Soy un hijo de puta–. Cada vez que el dolor
se vuelve insoportable no hago más que despreciarla, pero la necesito, la necesito a mi lado, si sigo
así voy a volverme loco y voy a destrozarla, lo he estado haciendo y ni siquiera me lo he propuesto.
Terminé la semana con los narcóticos quemando mis venas para poder tener un momento de paz,
pero esta vez su mano no sostenía la mía… La mañana siguiente cuando desperté era Adele quien se
encontraba a mi lado, después de que me trajera el desayuno, se retiró a descansar, no tenía apetito.
Medité la única salida que le encontraba a todo esto, que me estaba consumiendo en vida no solo
física, sino emocionalmente y a su paso la estaba aniquilando en mi camino, reuní todas las fuerzas
que me fueron posibles, tomé 3 pastillas para el dolor y me dirigí a su habitación, cuando abrió la
puerta su perfecta imagen me acarició los sentidos, sus ojos preocupados me enternecieron –¿Se
encuentra bien?–. No respondí, yo nunca estaba bien, recorrí sus perfectas facciones con mi mirada,
quería tocarla, quería sentirla, pero tenía miedo a que me rechazara, tenía todo el derecho del mundo
a hacerlo. –¿Me acompañas a mi habitación?–. Me observó por un momento, contrariada, pero
asintió, le di el paso y camino frente a mí, desprendiendo ese aroma dulce que me embriagaba. Al
llegar a la habitación cerré la puerta y me paré frente a ella, admirándola, estaba nerviosa, su
respiración extremadamente pausada la delataba a pesar de su apariencia segura y tranquila, me
observaba fijamente yo me perdí en su mirada, me ardía la piel y los labios por tocarla…
Terry: ¿Puedo tocarte? (Pregunté en un susurro cálido)
Paty: Usted nunca ha pedido permiso para eso.
Terry: Lo sé… pero temo hacerlo y que no te apetezca.
Colocó la palma de su mano sobre mi pecho, el calor de su piel me reconfortó, la tomé y bese el
dorso de su mano, me acerqué reduciendo el espacio entre nosotros y besé su frente, soltó el aliento
que había estado conteniendo, acaricié su brazo con la punta de mis dedos reconociéndola, –Tu piel
es suave… tersa…– Bajé mis labios a su hombro desnudo y lo besé, la sentí estremecerse, pasé mi
mano delicadamente por su cintura, pegué mi frente a la suya e inhalé su aliento, acaricié sus labios
con los míos, aún temiendo que se alejara, pero no lo hizo, cerró los ojos dándome acceso a su boca,
lentamente nuestras lenguas se entrelazaron, se saborearon.
Terry: Te necesito tanto hermosa…tanto…
Paty: Mi Sr...
Pegué mí frente a la suya.
Terry: Me siento indigno de tenerte así, soy un maldito hijo de…
Paty: ¡Shhhh!… no diga eso.
Separé mi frente de la suya y mirándola directamente a los ojos.
Terry: ¿Me permitirías hacerte el amor?
Paty: Yo soy suya mi Sr…
Pegué con fuerza mis labios a los suyos en un arrebato incontrolable de anhelo, cuando nos
separamos la respiración de ambos se había acelerado y sus mejillas se habían sonrojado. La tomé
de la mano y la guié a la cama, me senté en ella –Déjame admirarte–. Soltó su cabello que había
estado manteniendo en una coleta alta, cayeron sus ondas por los hombros, desprendiendo más aroma
a chocolate, se quitó la blusa, después el short, quedando solo con un conjunto delicado de encaje
blanco, la tomé de la mano y la acerqué, con una mano desabroché su sostén y la delicada prenda
cayó revelando frente a mi sus deliciosos y perfectos senos que tanto extrañaba, los rocé con mi nariz
y mis labios, mientras ella hundía sus dedos en mi cabello, bajé la delicada prenda interior y una vez
que quedó deliciosamente desnuda, hice que diera un par de pasos hacia atrás para poder admirarla,
era tan hermosa, tan sensual… “El mundo dejó de girar, el tiempo dejó de transcurrir y quedé
cautivado por su perfecta imagen”. Me levanté con sumo cuidado, aún en ese momento el hombro no
dejaba de recordarme lo mal que me encontraba, acaricié su cabello con suavidad tomé un mechón y
lo llevé a mi nariz inhalando profundamente, la guié entre besos a la cama, cuando nos recostamos no
pude evitar cortar un beso, reemplazandolo por un gesto de dolor que no pude evitar, iba a decir algo
pero la callé –Estoy bien, solo déjame quererte…– Recorrí su cuello con besos hasta llegar a sus
senos, los disfruté, su cuerpo se retorcía de placer entre mis manos, bajé por su vientre, lamí y
mordisqueé los huesitos de sus caderas, cuando llegué a su entrepierna, mantenía las piernas
cerradas, hice que flexionara una para poder besar su muslo, bajé a su ingle y el aroma de su sexo
húmedo avivó más mi deseo, separé sus piernas para poder contemplarla, la besé, lamí y saboreé su
delicada piel sonrojada por la excitación, mi miembro latía al escuchar cada gemido, estaba
extasiado de poder saborearla, succioné ese punto donde se unían más de 8,000 mil terminaciones
nerviosas, levanté la mirada y verla disfrutar de esa manera, escucharla, degustarla me estaban
volviendo loco, estaba cerca de terminar, pero quería que me esperara, quería sentirla estallar
alrededor de mí, me separé de ella, bajé mi short junto con el bóxer, su mirada deseosa sobre mi
miembro erecto, me calentó aún más, me gustaría arrodillarme entre sus piernas para tomarla, pero el
dolor en el hombro no me lo permitiría me senté en la cama, recargándome en la cabecera y la guíe
entre besos para que subiera a mi regazo, tomó mi miembro con una mano, lo acarició de abajo hacia
arriba una y otra vez, vibré ante su contacto, pero la detuve, estaba tan excitado que si seguía un
poco más no iba a poder contenerme, - Necesito estar dentro de ti…- Me guió hasta su húmeda
entrada, la sujeté por la cadera, pegó su frente a la mía, sentí como sus pétalos se abrieron mientras
lentamente ella se dejaba caer sobre mí. Gimió con fuerza, hice gala de todo mi autocontrol para no
moverme, hacía meses que no estábamos juntos y quería que fuera a su ritmo –Despacio nena…
así… despacio…– Me deleité con la tortuosa lentitud con la que se dejó caer, dejándome saborear
cada centímetro de mí en su interior, ambos gemíamos extasiados, –Un poco más nena… solo un
poco más…– Cuando finalmente llegué al fondo la abracé con fuerza, hundiendo mi rostro en su
cuello y empujé en su interior, su gemido retumbó en las paredes de la habitación, lentamente sus
caderas comenzaron a danzar, mientras yo disfrutaba de sus senos, el entrar y salir de ella era sin
duda la mejor sensación que había conocido. Nuestra respiración se aceleró, perlas de sudor hacían
brillar su dulce piel, sus gemidos me transportaban a otro mundo, estaba cerca, la sentía y yo solo
estaba esperándola para poder explotar en su interior, la sujeté por la nuca, –¡¡¡Mírame!!!–. Le
supliqué, se forzó a abrir los ojos, –No hay nada más maravilloso en este mundo que tu rostro cuando
me mojas… ¡¡Mójame nena, Mójame!!!–. 3 movimientos profundos de sus caderas bastaron para
sentir como su cuerpo convulsionaba, sus gemidos alcanzaban el punto máximo y su interior se
contraía succionándome, gemí con la misma fuerza que ella, mis músculos se tensaron y me sentí
extasiadamente liberado al derramarme en su interior.
La abracé con fuerza, deseaba que mi piel se fundiera con la suya, quería que este momento
perdurara para siempre...
Cuando recuperamos el control de nuestra respiración, mis sentidos y mi mente regresaron a la
realidad, su rostro estaba sobre mi pecho, –¡¡Mírame!!–. Levantó su extasiado rostro. –¡Te
necesitaba tanto hermosa!– La besé con dulzura, mientras empujaba lentamente en su interior y
acariciaba su espalda, disfrutar de su calidez y nuestra humedad después del orgasmo es algo que
solo he necesitado con ella y es sumamente delicioso, aún más íntimo que llegar juntos al clímax,
como si nuestras almas se conectaran más allá de lo carnal, era indescriptible.
Con mis movimientos su respiración poco a poco se fue acelerando provocando que recobrara
por completo la dureza de mi erección elevándose nuestro deseo, levantó el rostro y capturó mi boca,
me había estado extrañando tanto como yo a ella.
Después de nuestro segundo asalto permanecimos en silencio, llenándonos el uno con el otro, no
quería que este momento terminara, pero el dolor empeoraba y tenía que hablar con ella, se levantó y
me acercó una pastilla, hice que se acostara una vez más a mi lado, la besé con desesperación, aspiré
profundamente y tomé valor de donde no lo había.
Terry: Te he hecho demasiado daño…
Paty: Mi Sr.
Terry: Déjame terminar. Toda esta semana me abstuve de verte, no porque no quisiera, sino
porque tenía vergüenza por cómo te he tratado todo este tiempo, en el cuál solo te has dedicado a
cuidarme, quería poner en orden mis pensamientos, encontrarme en medio de este tormento y lo único
que me queda claro, es que me he convertido en un desgraciado que no te merece, no mereces que te
trate de esta forma tan baja.
Paty: Todo irá mejorando…
Terry: No nena… nada mejorará, al contrario, como te lo dije una vez, todavía puedo ser peor.
Paty: ¿Qué me está queriendo decir entonces?
Se separó de mis brazos sentándose en la cama, cubriéndose con la sábana.
Terry: Mi situación física empeorará aún más y con ella mi rabia, mi rencor, mi ira… Seguiré
culpándote día a día por esto a ti y al Dr. Tarson, te quiero Paty, te quiero como nunca creí que
pudiera querer a una mujer, pero lo mejor es… que te vayas del Paraíso.
Un dolor profundo en el pecho me invadió, sus ojos se humedecieron, apretó con fuerza las
sábanas que cubrían su perfecta desnudez.
Paty: No… no lo está diciendo en serio.
Terry: Sé que me quieres… tal vez sea verdad que me amas, si no fuera así, no habrías soportado
tantas humillaciones de mi parte, pero no te las mereces.
Paty: No, no me las merezco, pero usted ya se dio cuenta de eso, la forma en como hemos
enfrentado esta situación puede cambiar a partir de ahora.
Terry: Nada va a cambiar nena, porque la gente “NO cambia”, mi actitud contigo seguirá siendo
la misma y no quiero seguir lastimándote.
Paty: No, yo le prometí que no me iría, le prometí que estaría a su lado en las buenas, en las
malas y en las peores, yo he tenido paciencia y puedo seguir teniéndola el tiempo que sea necesario,
(movía la cabeza negativamente mientras ella hablaba) voy a seguir apoyándolo hasta que esto pase,
porque tarde o temprano pasará.
Me levanté de la cama y me puse la bata, sus ojos húmedos y su voz desesperada por
convencerme me estaban desgarrando el alma.
Terry: No hagas esto más difícil Paty.
Paty: Yo sé que con mis cuidados, con mi amor…
Tenía la esperanza de que entendiera la situación, debía entender que no quería seguir
lastimándola y que al apartarla de mí, estaba apartando de lo único bueno que había tenido en mi
vida, pero era lo mejor para ella, necesitaba protegerla, protegerla de mí…
Terry: Date cuenta que te estoy destruyendo y voy a terminar convirtiendo ese amor que dices
tenerme en odio. Me vuelvo irracional, no pienso, toda mi cordura se nubla, escupo veneno con el fin
de lastimarte… y lo consigo, hace una semana te tiré de un empujón, ¿Qué voy hacer la siguiente vez
que no pueda controlarme?
Paty: Eso fue un accidente, yo me tropecé con el banco.
Terry: ¡¡No me disculpes!! Es verdad que no era mi intención que cayeras, pero si no te hubiera
empujado eso no hubiera ocurrido, no medí mis actos, ¡¡Te lastimé!! ¿Te das cuenta de lo qué te hice?
¿Te das cuenta en lo qué me he convertido? Estando en mis cabales jamás me hubiera atrevido, yo te
juro por lo más sagrado que no quise…
Paty: Lo sé… yo lo sé.
Terry: Entonces te das cuenta que he perdido el control. Me estoy volviendo loco Paty,
despreciándote y queriéndote al mismo tiempo. Deseando lastimarte y arrepintiéndome. Alejándote y
necesitándote. Paty sabes que esto es lo mejor para ti… talvez para mí también… no quisiera, pero
no hay otra solución, me duele infinitamente, pero no hay otra solución.
Un par de lágrimas se desprendieron de sus cristalinos ojos verdes.
Paty: No puede hacer esto. (Se puso de pie y colocando una mano en mi pecho) Esto es mío… no
me lo quite.
Sus palabras provocaron una herida muy profunda en mi alma, esa frase se la había dicho, para
que me permitiera seguir disfrutando de sus labios que tanto necesitaba. Tomé su mano y la oprimí
contra mi pecho.
Terry: No te lo quito… te lo llevas contigo.
Paty: Yo sé que podemos.
Terry: ¿Sabes cuánto medicamento tuve que tomar para poder hacerte el amor? Y aún así no pude
hacerlo como deseaba, ¡¡¡Carajo Paty, no puedo no culparte por esto, no puedo!!!
Paty: Tal vez con el tiempo…
No me iba a dejar opción, me estaba obligando a hacer lo que no quería.
Terry: No va haber más tiempo, porque tú te vas.
Paty: No puede tomar la decisión de protegerme, esa decisión no es suya.
Terry: Y tú si pudiste tomar la decisión de hundirme en este maldito infierno, ¡¡Tú sí!! Te
equivocas, en este maldito Paraíso quien decide soy YO y tú te vas hoy mismo. ¡¡Estás despedida!!
Se abrazó a sí misma sin soltar la sábana que la cubría, parpadeando para contener las lágrimas
que se mantenían al borde del abismo.
Paty: ¿Para qué me trajo aquí? ¿Para qué me hizo el amor?(Preguntó aumentando el tono de su
voz acusadora) ¿¿Para qué??
Quería disfrutar por última vez de su piel, tener un dulce recuerdo de su imagen, adorar cada
parte de su cuerpo, sentirla mía… quererla… Pero la verdad no iba a hacer más fácil la despedida,
así que volví a ser el hijo de puta que ella necesitaba odiar para irse.
Terry: No te iba a despedir, sin usarte primero.
El desprecio se dibujó en su rostro, lo había conseguido, vi claramente como levantó la mano,
pude haber esquivado o detenido la bofetada, pero la merecía, me la había ganado desde hace mucho
y hubiera querido que fueran más, tal vez así podría limpiar un poco de tanta culpa. Además, no le
iba a quitar el gusto.
El sonido seco de su mano golpeando mi rostro retumbó en el agudo silencio de la habitación.
Enfrentarme a mis miedos es algo que he tenido que hacer desde niño, pero enfrentar la angustia
de su desprecio, la soledad infinita que su ausencia dejaría en mi alma, es lo peor que he tenido que
enfrentar.
Tenía que acabar con cualquier esperanza. Levanté su ropa del suelo frío, la temperatura que nos
envolvía había descendido drásticamente, –Haz tus maletas, no quiero que pases una sola noche más
en mi casa, Frankco te estará esperando para llevarte a donde le indiques, en el Jet está el piloto, por
si prefieres salir de la ciudad.
Sus ojos verde esmeralda se clavaron en los míos, cargados de desprecio e incredulidad, dolía
saber que esta imagen sería la última que vería de ella y ese sentimiento el que ella se llevaría de
mí. Me arrebató la ropa de las manos, salió de la habitación tras un fuerte portazo, por un segundo
quise ir tras ella, aferrarme con fuerza a su cintura, fundir mi piel a la suya y no despegarme de ella,
hasta despertar de esta maldita pesadilla en la que se había convertido mi vida… Pero eso no iba a
pasar, “Nadie dijo que la vida fuera fácil” pero este infierno me estaba sobrepasando, pegué mi
frente a la puerta, la golpeé lentamente, gruñí… esta vez no de dolor, si no de desesperación y de
angustia.
Perdí la noción del tiempo en el silencio pegado la puerta, conteniéndome para no impedir que
saliera de mi Paraíso… de mi vida. Escuché que salía de su habitación, caminé dudoso, hasta un
ventanal donde se podía ver la entrada de la casa, Frankco tenía la camioneta esperándola por orden
mía, Paty salió y se subió inmediatamente a la camioneta, Frankco se encargó de las maletas, sólo
eran un par y la camioneta arrancó, la imagen de ella alejándose se borró por las lágrimas ácidas que
quemaban mis ojos, mi paraíso ardiente, mi alma, mi esencia, mi vida, se estaba reduciendo a cenizas
con la profunda desolación de su ausencia…

CAPÍTULO XXI
PATY

S alí de su habitación indignada, dolida, destrozada y me vestí a tumbos, sin


saber que me ponía en realidad, saqué el par de maletas con las que había
llegado metí la ropa que pude, como pude, a prisa, temblando, sin entender del
todo lo que estaba pasando, intenté cerrarlas pero las manos me temblaban tanto que no podía
controlar mis movimientos, cubrí mi rostro con las manos y comencé a llorar desesperadamente por
un dolor profundo que no me dejaba respirar… intenté controlarme, necesitaba salir de ahí,
necesitaba salir corriendo, antes de que la poca dignidad que me quedaba desapareciera.
Dejé en aquella habitación todo lo que me había dado, la ropa, la laptop, ¡¡No quería llevarme
nada!!, tomé el celular e hice una transferencia electrónica por el total del sueldo que había estado
recibiendo hasta entonces, por el pago que un día hizo por la casa de mi padre, ¡No quería deberle
nada!
Un momento después estaba dentro de la camioneta con Frankco en silencio, conducía hacia la
salida del Paraíso, las lágrimas se desprendían de mis ojos, giré el rostro para despedirme de
aquella mansión, de aquel Paraíso en donde dejaba sonrisas, suspiros, anhelos, miedos, deseos,
esperanzas, en donde había conocido la gloria entre sus manos y el infierno en sus palabras, mi alma
lloraba, mi alma se consumía cual cigarro al viento… se volvía cenizas…
Frankco: ¿Sabe a dónde quiere ir?
Paty: Lejos Frankco, muy lejos.
Después de un rato en que manejó sin rumbo fijo, le pedí me llevara al aeropuerto, me había
quedado con un poco de dinero, así que tomaría un avión comercial.
Frankco: El Jet está listo para usted.
Paty: No quiero más nada de él Frankco, ya me ha dado suficiente.
Frankco: ¿A dónde irá?
Paty: Lo más lejos posible de aquí.
Llegamos al aeropuerto e insistió en acompañarme a comprar el vuelo, pero no se lo permití, me
aseguró que podía contar con él en cualquier momento y sabía que lo decía de corazón.
Frankco: Tal vez un respiro de todo esto le haga bien, él no puede controlarse en este momento.
Paty: ¡Él me corrió Frankco!
Frankco: ¡La ama!
Paty: ¡No Frankco!, nada nos impide estar juntos, las batallas se luchan juntos cuando hay amor,
yo le estaba dando todo de mí, pero su rencor pudo más que su cariño.
Frankco: Señorita…
Paty: ¡No digas más!, despídeme de Adele y por favor, ¡¡Cuídalo!! Sólo espero que termine su
rehabilitación y que todo este infierno, haya valido la pena.
Nos despedimos con un fuerte abrazo y entré al aeropuerto como un ente sin vida, checando los
vuelos sin saber a ciencia cierta a dónde ir, sólo una persona apareció en mi mente… Ángel, le
mandé un mensaje y me marcó inmediatamente, diciendo que por supuesto me dirigiera a Monterrey,
Nuevo León, que el iría por mí al aeropuerto y que podría quedarme en su casa el tiempo que fuera
necesario, así que compré el siguiente vuelo hacia allá.
Subí al avión de forma automática en la aerolínea más económica, pegué el rostro a la ventana,
de alguna forma logre apagar todo sentimiento, solo sentía un enorme vacío en el pecho. Hasta que al
llegar al aeropuerto y Ángel me recibió con un cálido abrazo me rompí, ¿Cómo podía doler tanto?
Llegamos a su casa, una que acababa de rentar, no tenía sala así que fuimos a su habitación, –¿Qué
pasó?–. No pude contestar, lloré desconsolada entre sus brazos, mientras el acariciaba mi cabello en
silencio, –Desahógate, ya estas segura–. Era demasiado el dolor que embargaba mi alma.
Al parecer me había quedado dormida en sus brazos, agotada por el llanto y Ángel no estaba en
casa. Era Lunes así que seguramente se había ido temprano a trabajar, dejo una nota en el
refrigerador, donde me decía que tomara lo que quisiera del refri y que el volvería en la tarde. Lo
que menos tenía en ese momento era apetito, di una vuelta por la casa, era pequeña y solo tenía las
cosas indispensables, eso excluía la sala, tenía una cocina integral pequeña, una mesa sencilla que
hacía la función de comedor, dos habitaciones, pero solo había una cama, en la que habíamos
dormido anoche, en la otra habitación solo guardaba algunas cosas. Había llegado a invadir el
espacio que apenas estaba acomodando, aunque sabía que no le importaba, debía pensar que iba a
hacer, no tenía mucho dinero, me había quedado sin empleo, ni casa y con el amor de mi vida
odiándome. Respiré profundamente para no volver a llorar, tenía los ojos hinchados, pero a decir
verdad no podía pensar en dar un solo paso, no tenía las fuerzas, así que regresé a la habitación, me
metí entre las sábanas y sufrí, sufrí recordando sus palabras, su rencor, sufrí al darme cuenta de lo
fácil que había sido para él sacarme de su vida, sufrí pensando en su dolor, recordé las palabras de
Frankco, “El Sr. no sabe perdonar” cuánta razón tenía, si no consigue terminar la rehabilitación, nada
de esto habrá tenido sentido, rogué a Dios porque le diera fuerzas para seguir, al menos habría valido
la pena.
Cuando Ángel regresó por la tarde, me traía unas campechanas para cenar, un taco típico de aquí
del norte del País, que sabía me gustaban mucho. Se basa en tortilla de harina, queso y carne de res
asada con carne de puerco condimentada. No me apetecía mucho, pero Ángel se dio cuenta de que no
había comido en todo el día así que insistió, hasta que le di la primer mordida, me di cuenta de que
mi estómago me lo agradeció, mientras cenábamos me contó su día en el hospital, aunque para ser
sincera, no pude concentrarme mucho en la conversación.
Ángel: Mañana regresaré más temprano e iremos a comprar unas cuantas cosas, para que estés
más cómoda.
Paty: Lamento mucho estarte incomodando, será mejor que mañana busque otro lugar…
Ángel: No lo digas ni de broma, acabo de rentar la casa, por eso no tengo gran cosa, pero de
hecho me sirve mucho que estés aquí, así me será más fácil amueblar este lugar, confío más en tu
buen gusto que en el mío. Prepárate, que mañana comenzamos con el cuarto de huéspedes.
Paty: No tienes que gastar tu dinero en eso Ángel.
Ángel: Afortunadamente me ha ido bien y tengo un dinerito ahorrado precisamente para eso, por
lo tanto sin excusas ni pretextos mañana vamos y lo compramos, quizá se tarden unos días en traer las
cosas, pero bueno, no será la primera vez que durmamos juntos.
No me quedó más que agradecer su gesto, no me apetecía ir a ningún otro lado. Esa noche no me
preguntó nada más, ni al día siguiente, que fuimos a escoger una recámara, él trataba de animarme y
hacerme reír, pero definitivamente yo no estaba en este mundo, mis pensamientos estaban con él en el
Infierno, en el Paraíso.
Cuando regresamos a su casa y nos disponíamos a dormir, cada quien en su lado de la cama, no
pude contener un sollozo, me atrajo hacia él y me abrazó cálidamente, –Nadie merece tus lágrimas,
pero dentro de poco vas a poder dormir sin derramar una sola, ya verás…– Quería creerle…
Pasé el resto de la semana de la misma forma, en un estado inerte, viendo pasar las horas
acostada en la cama, aferrada al eclipse que colgaba de mi cuello. “Porque desde que apareciste en
mi vida te metiste por mis ojos, pero no sé en qué momento te metiste por mi piel y el resto de mis
sentidos, porque ahora estás en mi alma, si es que tengo alma... porque te quiero y tu sonrisa se ha
convertido en el Sol que ilumina mis días y la maravillosa luna que controla la marea de mis
noches.” Esas habían sido sus palabras cuando me dio este obsequio, tan diferentes a “No te iba a
despedir, sin usarte primero” ¿Cómo pudo cambiar tanto en tan sólo unos cuantos meses? ¿Cómo
pudo ser tan cruel? Me torturaba recordando los maravillosos momentos que pasamos juntos, los
malos anteriores al disparo que lo dejó en coma, se opacaron ante las últimas semanas.
Sólo salí un día a dar de baja la cuenta de banco que tenía. Cuando se diera cuenta de la
transferencia, seguramente querría regresarme el dinero y no lo quería de vuelta, o quizás… no le
importaría. No había hablado con nadie más, ni mi familia, ni el Dr. Tarson, no quería dar
explicaciones de nada, solo quería apagar el dolor profundo que me consumía por dentro y mi alma.
Cuando llegó el viernes, Ángel al regresar del trabajo trajo consigo unas cervezas, mientras
brindábamos –Te tengo una sorpresa, ¡Nos vamos de vacaciones a Papantla!–. No entendía a qué se
refería, –¿De qué hablas?
Ángel: Bueno de que he trabajado muchas horas extras desde que entré a la clínica y tengo días
para irnos de vacaciones a Papantla, tú siempre hablabas mucho de tu pueblito y siempre he tenido
ganas de conocerlo, así que nos vamos mañana.
Paty: ¿Estás hablando en serio?
Ángel: Por supuesto, nos iremos por carretera y como serás mi guía de turista, ve pensando a
dónde me vas a llevar primero a conocer.
Estaba disfrazando sus verdaderas intenciones, quería llevarme a distraer y que mejor que mi
hermoso pueblo para eso.
Paty: ¡Eres el mejor Ángel!

CAPÍTULO XXII
TERRY

U na profunda y fría desolación invadía a mi Paraíso como una espesa


neblina opacando por completo cualquier rayo de luz. Pasé una de las peores
semanas de mi vida, sin querer levantarme de la cama y teniendo que hacerlo,
casi disfrutando del dolor físico que por momentos era tan abrasador que me impedía sentir más allá.
Frankco permanecía tras de mí, empujándome a seguir adelante, aún en contra de mi voluntad. No
dejaba de pensar en ella ¿Dónde estará? ¿Con quién? ¿Estaría pasándola tan mal como yo? ¿O
finalmente estaría descansando de mí?
Toda la semana me abstuve de preguntar por ella, pero el Domingo que finalmente podía
descansar un poco, donde su ausencia se profundizaba, no pude contenerme más.
Terry: ¿Dónde está?
Frankco: ¿A quién se refiere Sr.?
Terry: No te hagas el estúpido que no te va. Paty, ¿Dónde está?
Frankco: No lo sé Sr.
Terry: ¿Cómo demonios no vas a saberlo? ¿A dónde la llevaste?
Frankco: Al aeropuerto.
Terry: ¿A dónde la llevo el capitán?
Frankco: No utilizó el Jet, salió en un vuelo comercial y no me dejó acompañarla a comprar el
vuelo, así que no sé a dónde fue.
Terry: ¿Cómo carajos la dejaste sola? ¿Cómo carajos es que no sabes en dónde está? ¿Si le pasó
algo? ¿No has hablado con ella?
Frankco: Si no quiso que la acompañara a comprar el vuelo, es porque no quería que usted
supiera dónde iba.
Su respuesta me enfrió la sangre, tenía razón, la había lastimado tanto que quería desaparecer sin
dejar rastro. Cuando la habitación se volvió demasiado estrecha y comenzó a asfixiarme salí de ella,
pero su puerta me llamaba, sería masoquista entrar, pero no pude contener las ganas de hacerlo,
estaba en perfecto orden, había varias pinturas en ella y una en el bastidor que no había visto, lleno
de colores vibrantes, un corazón en el centro lleno de vida, siendo atacado desde todos los ángulos…
ella era el corazón, y yo… todo lo que la atacaba. Su laptop y el celular estaban en el tocador, los
había dejado, abrí el closet y descubrí dolorosamente que había dejado la mayoría de su ropa, todos
los vestidos con que me encantaba verla estaban ahí, por eso llevaba tan poco equipaje cuando se
fue, seguramente había preferido no llevarse nada que le recordara a mí. Su esencia estaba en aquella
habitación, casi podía verla en boxers pintando tras de ese bastidor por horas, creando… o
refugiándose de mí.
Apenas había pasado una semana y no me había detenido a pensar en Lía que a estas alturas debe
estar a punto del colapso con tanto trabajo, me froté la frente, no tenía la mente clara para encontrar
una candidata para el puesto, podría llamarle y ofrecerle trabajo a una de mis ex-asistentes, ¿Pero a
quién? Además habían salido odiándome de aquí…
Bajé al jardín donde Toretto estaba esperándome como siempre, Frankco constantemente estaba
cerca, por si algo se me ofrecía, así que lo llamé.
Terry: Deberías ir a ver a tu chica y darle un masaje, debe estar muy estresada con el trabajo de
la oficina.
Frankco: No Sr. prefiero permanecer aquí.
Terry: Ya redoblaste la seguridad, tómate el resto del día libre y dile a Lía que contraten una
asistente, o si le parece buena idea contratar a una de mis ex-asistentes, lo haga.
Frankco: ¿Para el puesto de su asistente personal?
Siquiera pensar en reemplazarla, me provocaba náuseas.
Terry: No, para asistirla a ella, sabemos de sobra que yo no regresaré a la oficina en un buen
rato, así que finalmente tendrá su propia asistente, se la ha ganado, también menciónale que no podré
darle vacaciones por el momento, eso si le voy a subir el sueldo un 20%, que mañana me mande su
aumento junto con los demás documentos a firmar.
Frankco: Se lo agradezco, pero dudo que una de sus ex-asistentes quiera ser asistente de Lía.
Terry: Tal vez, que abra una convocatoria entonces.
Frankco: ¿Puedo preguntarle algo Sr.? (Asentí) ¿Por qué no ha despedido a Jesse?
Terry: Porque si no hubiera sido por su buena puntería, el idiota que me disparó, hubiera tenido
tiempo de dispararle a Paty… y por qué si lo despido, no voy a tener a quien fastidiar, además,
¿Quién va a bañar a Toretto?
Frankco sonrió agradecido y se despidió asegurando que regresaría para mi vendaje antes de
dormir. Observé el quiosco al final del jardín, pero no me apetecía acercarme, era la primera vez
desde que lo mandé a construir que no quería aproximarme, ya no provocaría en mí lo que solía ser.
Me senté en el jardín con Toretto a un lado mío, pensándola, añorandola…

PATY
La mañana siguiente salimos muy temprano de la ciudad, no podía creer que Ángel estuviera
haciendo todo esto por mí, aunque no debería sorprenderme tanto, él siempre había hecho honor a su
nombre, siempre había sido mi Ángel protector. Además no me había hecho ninguna pregunta, pero
yo necesitaba sacar todo esto que me estaba quemando por dentro. Serían 10 horas de camino en
carretera, así que había suficiente tiempo para hablar, al principio me dijo que no necesitaba contarle
si no quería, pero la verdad es que SÍ lo necesitaba.
Aunque ya sabía varias cosas, porque yo siempre había estado en contacto con él, le conté todo
desde el principio, lo bien que nos la estábamos pasando hasta el ataque que sufrimos en el jardín de
su casa, el terrible balazo que sufrió, los dos agónicos meses en los que permaneció en coma, la idea
del Dr. Tarson de operarlo y lo mucho que lo dudé porque Frankco y Adele se habían negado, pero
que mi aprobación había bastado para llevarlo a la sala de operaciones. Su despertar, la forma en
que se volvió loco cuando se enteró, el rechazo inmediato que tuvo hacia el Dr. Tarson y como su
vida se volvió un infierno. Los dolores terribles y constantes que padecía, su carácter explosivo;
culpándome constantemente por lo que estaba padeciendo, lo mucho que me martirizaba al verlo así y
la enorme culpa que se expandía más y más cada día, su desgaste físico, el cansancio, el estrés que
padecía yo en la oficina, sus constantes humillaciones, las chicas que desfiló frente a mí y que sin un
gramo de decencia me restregó en la cara. También le dije de su debilidad, sus náuseas, su rostro
lleno de vergüenza, humillación e impotencia y por supuesto de la semana que no nos vimos, hasta
que me corrió de una forma cruel.
Ángel me escuchó en silencio, sujetándome de la mano.
Paty: ¿No dirás nada?
Ángel: Lo lamento. Lamento que hayas tenido que haber pasado por un ataque así, que vieras al
hombre que amas caer en coma por un balazo, de verdad lamento que hayas tenido que pasar por la
angustia de si despertaría o no de ese coma y que el Dr. Tarson te pusiera en esa encrucijada. Siento
mucho que cargues con el pesado sentimiento de culpa por la decisión que tomaste a pesar de haberlo
hecho por amor y, me enfurece y me duele que soportaras tantos malos tratos por parte de él, sin
embargo ya no estás ahí, ahora estás aquí libre de ese infierno, necesitas recuperarte, necesitas
recuperar tu fuerza, ver hacia adelante, ya has pasado meses pensando en él y olvidándote de ti.
Debes amarlo mucho para haber soportado todo eso, pero debes amarte a ti también.
Paty: No dejo de pensar en si estará siguiendo con su rehabilitación.
Ángel: Tú hiciste todo lo que estuvo en tus manos, no lo conozco, sabes que él y yo no
simpatizamos, pero no le deseo a nadie por lo que está pasando, además dudo mucho que sea de los
tipos que se den por vencidos… por muy difícil que esto sea, él ya tomó una decisión, ahora es
tiempo de que tú tomes la tuya y la única que voy a permitirte tomar, es seguir hacia adelante, ¿De
acuerdo?
Por primera vez desde hace mucho, me sentía cuidada y con un poquito de paz, a pesar de todo.
Cuando vi el letrero “Bienvenidos a Papantla” las comisuras de mis labios se curvaron. Una
sensación de pertenencia me embargó, regresar a mi bello pueblo, a la tierra que me vía nacer,
siempre era gratificante, incluso aún con todo lo que venía cargando, Ángel me sonrió –¡Papantla, te
traigo a tu hija perdida!–. Comenzó a bromear y a decir que se moría de hambre. Estábamos cansados
después de 10 horas de carretera. Nos hospedamos en un hotel cerca del parque que estaba en el
centro de Papantla, y después fuimos caminando a una fondita donde cenamos molotes, un platillo
típico de aquí que iban acompañados con frijolitos negros y un refresco escuis de color rojo, era mi
favorito, Ángel estaba encantado con la comida, la cual era deliciosa además de muy económica. Mi
hermoso pueblo era muy pintoresco, su gente cálida, pero por hoy esto sería todo porque estábamos
muertos.
Una vez que estuve entre las sábanas, la angustia y la desolación volvía a embargarme
nuevamente, –Buenas noches mi Sr.– Lo extrañaba demasiado, aún a pesar de todo lo extrañaba.
La mañana siguiente, fuimos a desayunar zacahuil, otro exquisito platillo típico de la huasteca,
manjar de los dioses totonacas y después nos dirigimos a la zona arqueológica “El Tajín” lo que
significa ciudad del trueno, antes de entrar pudimos observar el espectáculo que estaban ofreciendo
los “Voladores de Papantla” los cuales danzan con sus trajes típicos en rojo y blanco en torno al Palo
Volador, -“este puede ser de madera o metal, en cuyo extremo superior soporta al “Tecomate”
(manzana o mortero) aparato giratorio y principal apoyo de los danzantes, el cuadro en donde se
apoyan los danzantes que se lanzan al vacío” inclinando el cuerpo en forma de reverencia en
compañía de las notas de un pequeño tambor y una flauta que toca uno de ellos, al terminar su danza,
suben al palo que este mide 27 metros de largo. 5 hombres son los que suben, cuatro se avientan boca
abajo, sujetados solo por una cuerda, girando lentamente alrededor del palo volador mientras van
descendiendo, el quinto, permanece en el centro del palo danzando, tocando la flauta y el tambor,
hasta que los cuatro voladores, llegan al suelo y el quinto desciende, esta danza es una tradición que
se originó, como ofrenda a los dioses para evitar las sequías. Hicimos el recorrido dentro de las
pirámides, recuerdos de mi infancia venían a mi mente de cuando mi padre nos traía aquí de vez en
cuando como a una especie de picnic. Ángel quedó maravillado por el lugar. Caminamos alrededor
de hora y media dentro de las pirámides y al salir de ellas entramos al pequeño museo, donde se
explica parte de la historia del lugar. “La pirámide de los nichos” la cual contaba con 365 nichos
exactamente, como 365 días tiene el año, también observamos dos osamentas que se encontraron en
el lugar, y por supuesto al salir, pasamos a los pequeños puestos para comprar recuerditos, donde
había un sinfín de opciones para comprar desde caballitos tequileros, ceniceros, juguetes, hasta ropa
de manta bordada a mano, Ángel se compró un par de camisas y yo un vestido lindísimo, antes de
regresar a Papantla, comimos unos tamales en hoja de plátano deliciosos.
Paty: Como dice Carlo, “Me voy a ir al infierno de los gordos”, no me puedo mover.
Ángel: Esto está delicioso, además, te hará bien subir unos cuantos kilos estás más delgada que la
última vez que te vi.
Me sentí mucho más relajada caminando entre el verde pasto, alrededor de las enormes
pirámides, el aire fresco, el sonido de las hojas de los árboles agitándose, pero la angustia por saber
¿Cómo estaba?, ¿Cómo iba su rehabilitación?, no se apartaba ni un momento de mi mente, necesitaba
saber de él.
Regresamos a Papantla y cada quien entró a su habitación, para refrescarnos después del
recorrido. Una vez cerré mi puerta tomé el teléfono y le marqué al Dr. Tarson, él estaba en constante
comunicación con Frankco para darle las indicaciones necesarias, así que él sabrá decirme como
está.
Lo primero que hizo fue llenarme de preguntas, ¿Dónde estás? ¿Con quién? ¿Por qué no viniste
para acá esa noche? Estaba realmente preocupado, y yo en ningún momento pensé en eso. Al parecer
Frankco le había comentado que me habían despedido, le expliqué que estaba bien, y que lo único
que quería esa noche era alejarme lo más posible por lo tanto me había regresado a Monterrey.
Finalmente me dejó preguntarle por él y me dijo que al parecer estaba demasiado metido en sí
mismo, hablaba menos que antes, pero seguía esforzándose con los ejercicios, Frankco no permitía
que los abandonara, así que por ese lado podía estar tranquila, ya había logrado un 40% de rotación
en el hombro, pero aún le quedaba un largo camino por recorrer. Me despedí de él, asegurándole que
me comunicaría constantemente.
Sentí alivio, al saber que seguía con su rehabilitación, pero derrotada por no estar a su lado, no
solo que lo había perdido, había terminado despreciándome…
No quería salir de la habitación, después de la ducha me había vestido, pero me quedé recostada,
me negaba a salir de la cama, pero el celular no dejaba de timbrar, sin siquiera mirarlo sabía que era
Ángel el que llenaba de mensajes mi WhatsApp, ya que era el único que lo tenía. Al volver a
Monterrey tendría que informarle a mi familia del cambio de número y de rumbo.
Finalmente me pude despegar de las sabanas, para mostrarle el pintoresco parque donde había
gente caminando alrededor, comiendo elotes, esquites o bien alguna paleta de hielo. Tomamos fotos
al enorme mural de piedra frente al parque, el cual representaba la cultura totonaca, le explique que a
Papantla se le llama la ciudad que perfuma al mundo, porque en esta región se produce el 95% de la
vainilla en México, entramos a la linda iglesia, la cual también cuenta con un “palo volador” y vimos
la estatua situada en lo alto de la ciudad, que era de un volador con una altura de 18 metros.
Un buen amigo de la prepa, Pepe Mtz., un chico sencillo, con manos privilegiadas y llenas de
Arte, había nacido para pintar, y afortunadamente hoy en día sus obras eran reconocidas, y ¿Cómo no
reconocer su trabajo? Cuando es fascinante cada trazo en su lienzo, logra provocarte sentimientos,
¡Eso es Arte! Se había dado a la maravillosa tarea de pintar murales en el pueblo, embelleciéndolo,
con motivos totonacas, murales que por supuesto, tenía que admirar en primer plano, no solo por
Facebook. El recorrer mi bello pueblo, alimentaba mi necesitada alma.
La mañana siguiente nos dirigimos a Tecolutla, la playa que visitaba la mayoría de los domingos
con mi familia cuando era niña. El pueblo era pequeño y se dedicaba en su mayoría al turismo, por lo
que había muchos pequeños hoteles, nada de 5 estrellas, pero con lo necesario para estar cómodos.
Después de dejar las cosas en el hotel, nos fuimos directo a la playa, rentamos una palapa con
hamaca, pedimos algo refrescante para beber y no pude evitar recordar a mi Sr. pidiendo un clamato
con cerveza Indio, cuando me trajeron el mío y di un sorbo… definitivamente los preparados por
Frankco eran los mejores.
Pasamos la tarde recordando nuestras aventuritas cuando éramos estudiantes, sobre el trabajo de
Ángel y que seguramente Alicia me mataría si se entera que he estado en Monterrey y no le he
hablado. Más tarde Ángel se metió al mar, mientras yo me quedé acostada en la hamaca tratando de
leer un poco, comimos ahí, ya que en esta playa acostumbran a pasar vendiendo comida preparada
para los turistas. El sol comenzaba a ocultarse, decidí dar una caminata a solas por la playa, con los
pies descalzos, sintiendo la arena entre mis dedos y el agua fresca. El mar aquí no era cristalino,
debido al color oscuro de la arena, pero nos conocíamos, él me había visto crecer y yo había
disfrutado durante años entre estas olas.
Seguía preocupada por él, dolida por sus palabras, pero sobre todo seguía preguntándome si la
decisión que había tomado era la correcta; me dolía su sufrimiento, dolía ser yo la causante de tanta
agonía, me dolía que su rencor fuera más grande que su amor...

TERRY
El tiempo transcurre demasiado lento, los minutos frente al dolor y el vacío de su ausencia se
hacían eternos.
Cuando el dolor se vuelve agónico nubla mi mente, me impide sentir más allá de mis nervios
retorciéndose y mis músculos estirándose, abriendo las cicatrices añejas, empolvadas por los
resentimientos y endurecidas por el odio creciente.
Terry: ¿¿Por qué demonios estoy sometiéndome a todo esto??
Preguntaba en medio de mi delirio y agonía, sudando frío mientras mi piel ardía.
Frankco: Para recuperar su vida, Sr.
Terry: ¿Cuál vida Frankco? ¿Cuál vida?

La mañana siguiente sus ojos ausentes me despertaron, tenía clavada su mirada de reproche, de
decepción, de dolor…
Mi cuerpo agotado era casi un desconocido, no podía seguir con esto, me sentía incapaz de
ponerme en pie, padecía mareos constantes debido a la debilidad, en su gran mayoría provocada por
mi falta de apetito y cuando el dolor me superaba me provocaba náuseas haciéndome devolver el
estómago. Miserable… me sentía miserable, vulnerable, dependiente, exhausto.
Frankco: Es hora de su rehabilitación Sr.
Terry: Hoy no Frankco.
Frankco: ¿Qué pasa Sr.?
Terry: ¿Necesito explicártelo?
Frankco: Sólo hoy y mañana Sr., el Domingo podrá descansar.
Terry: Hoy no Frankco.
Frankco: Ni siquiera ha desayunado.
Terry: No puedo Frankco… hoy no.
Frankco: Claro que puede, aún no es hora de darse por vencido.
Terry: Necesito un descanso, necesito al menos poder levantarme sin marearme para continuar.
Frankco: Para eso necesita alimentarse.
Terry: Lo sé, pero me es imposible pasar bocado y tengo náuseas.
Frankco: Necesita hacer un esfuerzo.
Terry: ¿En serio? ¿Crees qué no me he esforzado lo suficiente?
Frankco: No quise decir eso, yo sé mejor que nadie el esfuerzo que realiza cada día. Voy a
pedirle un licuado de proteína con sabor a chocolate. Siga descansando, pero la rehabilitación de la
tarde, no se la va a saltar.
Salió de la habitación sin darme oportunidad a contestarle. En cualquier otro momento me habría
enfadado, pero no tenía fuerzas ni ánimos para hacerlo, estaba a un paso de mandar todo a la mierda.

PATY
La mañana estaba soleada y después de desayunar nos dirigimos al puerto de Veracruz, a unas3
horas de donde nos encontrábamos. Al llegar buscamos un hotel cerca del malecón y después de
hospedarnos, nos dirigimos al acuario, uno de los principales acuarios a nivel de Latinoamérica,
donde pudimos observar, desde langostas, hasta medusas, pingüinos, delfines, mantarrayas, tiburones
y nemos. Al salir, seguimos con el recorrido del museo de cera, donde me tomé foto con la señorona
Frida Khalo y Diego Rivera, obvio Pedro Infante no pudo faltar.
Al llegar la noche fuimos a los famosos portales, un lugar en el centro de la ciudad donde se
encuentran varios bares y se puede disfrutar de un buen trago acompañado de excelente botana. Ángel
no dejaba de sonreír, estaba fascinado con el lugar, yo la estaba pasando relativamente bien, por
momentos lograba relajarme y reír con sus ocurrencias, en otros me imaginaba lo que mi Sr. diría, su
tono sarcástico que odiaba cuando se dirigía a mí, pero me encantaba cuando se lo hacía a alguien
más. Sigue adelante Terry Grandchester aunque sea sin mí, sigue adelante.
Regresamos a Tecolutla, pasamos un agradable día en la playa y sería el último antes de regresar
a Monterrey.
Ángel: ¿Y bien? ¿Has disfrutado del viaje?
Paty: Mucho, gracias Ángel en verdad lo necesitaba.
Ángel: ¿Y qué has pensado? ¿Qué harás?
Paty: No hay mucho que pensar, regresando comenzaré a buscar trabajo, no puedo quedarme sin
hacer nada, me voy a acabar el dinero que tenía.
Ángel: Pensé que al menos te pagaba bien.
Paty: Lo hacía, pero le regresé casi todo, me traje sólo lo necesario para sobrevivir un tiempo.
Ángel: ¿Por qué se lo regresaste? Tú trabajaste por ese sueldo.
Paty: Él pago la hipoteca de la casa de mi papá y no quería salir de ahí debiéndole nada.
Ángel: Ese tipo siempre alardeando con su dinero. (Dijo despectivamente).
Paty: Si no hubiera sido por eso, mi papá hubiera perdido la casa, pero esa deuda no era de él,
así que se la pagué.
Ángel: Hiciste bien, pero no te preocupes, ahora seremos roomies y yo me encargaré de todos los
gastos de la casa, hasta que encuentres un trabajo que te agrade.
Regresamos a Monterrey, en algunos ratos cantábamos y bromeamos, otros permanecíamos en
silencio, yo perdía la mirada en el paisaje con la frente recargada en la ventana, más serena después
de estos días, pero ocupar el vacío que había quedado en mi alma y que el pecho dejara de dolerme,
eso iba a ser mucho muy difícil de superar. Podía hacerlo, tenía que seguir adelante, debía quererme
más a mí misma y como él dice: “Nadie dijo que la vida fuera fácil”…

TERRY
Frankco no me había dejado descansar, si no fuera por él, esta semana habría mandado todo al
carajo, solo he avanzado un 50% de movimiento en el hombro, no puedo detenerme, al menos no
hasta lograr el 80% que tenía antes de que toda esta pesadilla comenzara.
Me encontraba en un camastro al lado de la alberca con Toretto, era el día en que descansaba, si
es que a esto se lo podía llamar descanso. El maldito celular no dejaba de vibrar, con un montón de
mensajes, y correos electrónicos, me metí para borrarlos sin siquiera abrirlos, eran de los chicos, de
Sofí, algunos del Doc, leí un par de algunos empresarios importantes, pero no había nada que
pudieran ofrecer en este momento que pudiera interesarme así que sin más borré todo hasta que
llegué a las notificaciones de los bancos, fui abriendo uno por uno, me encontré con una transferencia
proveniente de la cuenta de Paty, justo el mismo día que se fue, era por una buena cantidad de dinero,
la leí un par de ocasiones para asegurarme que fuera de ella –¿Por qué demonios había hecho eso?–.
La cantidad equivalía a la mayor parte del dinero que le había pagado desde que llegó. Tenía un
correo electrónico que envió antes de la trasferencia y yo por ignorar el celular no había visto, donde
mencionaba que el dinero enviado, era por el pago que había hecho por la casa de su padre, que aún
faltaba, pero que en cuanto tuviera el restante me lo haría llegar. Yo había cubierto esa deuda sin
ningún interés por que me regresara el dinero, sólo para volver a verla tranquila, que volviera a
sonreír, había sido un obsequio y sentía como si me hubiera aventado los billetes a la cara… ¡Un
momento!, si no tenía dinero ¿¡A dónde demonios había ido!? Intenté hacer una transferencia por la
misma cantidad a su cuenta, pero no me permitió hacerlo, seguramente la había cancelado. Le grité a
Frankco y apareció de inmediato.
Terry: Tú debes saber en dónde está, ¿Dónde demonios está Paty?
Se quedó observándome un momento sin articular palabra.
Terry: ¡No me digas que te comió la lengua el ratón! ¿Dónde está?
Frankco: No lo sé Sr.
Terry: ¿No has hablado con ella?
Frankco: No Sr., no dejó ningún número, nada.
Terry: ¿Y Adele? ¿No ha hablado con ella?
Frankco: Cuando se fue, me pidió que la despidiera de ella, que lamentaba no poder hacerlo
personalmente.
Terry: Investiga entonces en dónde está, ¿Qué está haciendo? ¿Si se encuentra bien? ¡¡Todo!!
Frankco: No creo que sea conveniente Sr.
Terry: ¡¡Me importa un carajo lo que tú creas!!
Frankco: Usted decidió sacarla de aquí por una razón, deje que ella siga su camino y enfóquese
usted en el suyo.
Sí, había sido yo quien la había corrido del Paraíso, de mi vida, esa era una daga que yo mismo
me había clavado, pero… pero necesitaba saber al menos que estaba bien.
Terry: ¡Te estoy dando una orden!
Frankco: Y la voy a seguir como todas las que me ha dado. Pero irrumpir en su vida en este
momento solo va a joderla más de lo que ya lo hizo.
Un enorme sentimiento de culpa y angustia aumentaba en mi pecho, por todo lo que le había
dicho, durante semanas, por la forma en que la corrí ¡¡Soy un maldito animal!! y Frankco como
siempre tenía razón, debía dejar que recuperara la tranquilidad y estabilidad que yo le había
arrebatado.
Terry: Me regresó todo el dinero que le pagué desde que entró a trabajar para mí. Solo necesito
saber que está bien, que no está pasando por carencias, o tomado algún empleo que no vaya de
acuerdo a sus capacidades. ¡Necesito saber que está bien!
Frankco: ¿Por qué hizo eso?
Terry: Por el pago de la casa de su padre, ese era un obsequio, en cierta forma estaba tranquilo,
porque imaginé que debía tener ahorrada una buena cantidad de dinero, pero así… averigua dónde
está.
Asintió y se retiró. Le envié un correo electrónico, pero me lo regresaba, la dirección ya no
existía. Tal vez el Doc. tenga idea de donde se encuentra, pero no tenía intención de pedirle
absolutamente nada, llamarle a sus padres sería preocuparlos y no quería meterla en algún problema,
no me quedaba más que esperar a que Frankco me consiguiera la información.
Una vez más tenía un remolino de sentimientos encontrados, yo le había obsequiado el saldar esa
deuda con todo mi cariño y sin ningún interés, ¿Por qué me lo había regresado? ¿Qué demonios
pensaba de mí? ¿Qué un día se lo iba a cobrar? ¡Tan poco me conoce! ¡Tan desgraciado me
considera! Solo quiero que esté bien, sin importar el daño que me ha causado, el haber preferido
librarse de un enfermo, ignorando el sufrimiento que me causaría, –Nunca pensé que Paty, me pudiera
lastimar tanto…
Necesitaba un aliciente, algo que me hiciera olvidar aunque fuera por un momento el dolor y todo
lo que no dejaba de girar en mi cabeza… o terminaría volviéndome loco. Lo único que podría
provocarme un poco de alivio era el sexo, así que le solicité mi cita a Frankco, esta vez no fue al
azar, por qué no tenía ánimos y mucho menos fuerzas para complacer a nadie y… Liz era la indicada,
hacía mucho tiempo que pertenecía a mi agenda. La había conocido en las Vegas, en uno de esos
largos y desenfrenados fines de semana con los chicos, en un prestigioso y muy exclusivo
Tabledance, ahora trabajaba para mí, dando shows privados para los más importantes clientes del
Delux. Tenía meses que no la veía y me arrepentí de ello en cuanto la vi, era una stripper profesional,
alta, de cuerpo atlético, de piel blanca dorada por el sol, cabello rubio y largo. Se presentó con una
gabardina blanca, un sombrero y unas zapatillas rojas a juego con su labial, me pidió que me pusiera
cómodo y disfrutara del show, puso un blues que comenzaba suave y de pronto explotaba,
sensualidad era su segundo nombre, cuando se descubrió, la lencería de encaje y las medias caladas,
sostenidas por el liguero eran realmente provocadoras, era una de las pocas que le habían dado un
buen uso al tubo en la habitación.

CAPÍTULO XXIII
PATY

L a semana comenzaba y yo tenía que sacar las fuerzas y ánimos de donde no


los tenía. Me dediqué a hacer mi curriculum para poder mandarlo a las
diferentes vacantes de empleo publicadas en internet, ninguna era tan bien
remunerada como la del Paraíso, estaba claro que ese sueldo no lo iba a obtener en ningún lugar y se
me había otorgado únicamente por ser la ahijada del Dr. Tarson, cuando hablé con él, para avisarle
que ya estaba nuevamente en el norte del país, insistió en recomendarme con algún médico conocido
suyo, pero me negué, nadie volvería a restregarme en la cara que no había conseguido un empleo por
mis propios méritos, aún tenía un poco de dinero para sobrevivir, así que erguí el pecho, levanté la
frente y mandé un sin número de currículums en el transcurso de la semana, –¡¡Alguno tiene que
picar!!
Pero mientras eso ocurría me convertí en ama de casa, de alguna forma tenía que agradecerle a
Ángel toda su amabilidad y hospitalidad, es increíble lo desordenado que puede ser un chico, el
pobre acostumbraba a comprar comida diariamente y aunque tenía mucho tiempo que no cocinaba,
me gustaba hacerlo así que nos fuimos al súper para surtir la despensa. Finalmente llamé a Alicia,
salimos a tomarnos un frapuccino y la puse al día de la situación, no le extrañó la conducta de Terry
después de la última vez que lo vio a punto de agarrarse a golpes con Ángel, intentó darme ánimos y
se lo agradecí. Yo aparentaba ser fuerte ante ella y Ángel, lo cual resultaba agotador pues me hacía
recordar constantemente a Terry, lo difícil que debía ser para él, mantener una careta todo el tiempo
frente a los demás. Procuré ocupar mi tiempo, cocinando, haciendo bocetos, ya que no podía pintar,
no tenía el material y en este momento gastar en lienzos y pinturas sería un lujo que no me podía dar,
hacía el aseo y me encargaba de la ropa de Ángel y mía, él insistía en que no era necesario, pero la
realidad es que yo lo necesitaba. Salir por las mañanas a correr era la mejor parte del día, se
opacaban mis sentimientos mientras el aire acariciaba mi rostro.
Por supuesto llamé a mis padres informándoles de mi regreso a Monterrey, no sabían de mi
relación con mi jefe así que solo lamentaron la pérdida de tan buen empleo.

TERRY
Habían pasado 3 largos días desde que le solicité la información.
Frankco: Ya tengo la información que me solicitó Sr.
Mantenía celosamente un folder con documentos entre sus manos.
Terry: ¿Y bien? ¡¡Dámelos!!
Frankco: Esto solo lo distraerá de sus objetivos Sr.
¿Para qué demonios quería saber dónde estaba?, si no iba poder ir por ella, iba a estar
martirizándome, imaginando el entorno donde se encontraba, tal vez solo había ido con el Dr. Tarson
o a México con su madre… o regresó a Monterrey, ¿Dónde estas nena? ¿Por qué no estás aquí? ¿Por
qué no puedo perdonarte?, cerré los ojos para intentar tranquilizarme.
Terry: Cerró la cuenta bancaria que tenía, ¿Cierto?
Frankco: Sí, la misma semana que se fue.
Terry: ¿Tiene alguna otra? Donde podamos saber con cuánto dinero cuenta.
Frankco: Retiró en efectivo una cantidad suficiente para estar estable por un tiempo.
Terry: ¿Un tiempo? ¿Cuánto tiempo Frankco?
Frankco: Lo suficiente, recuerde que para lo que usted no es nada, para otros puede ser una
fortuna.
Sabía que las cantidades que yo manejaba eran estratosféricas para la mayoría de las personas.
Terry: Aún así, no quiero que pase carencias, con el dinero que me dio se pudo haber comprado
un auto usado, pagar por adelantado algunos meses de renta, estar cómoda ¡¡Carajo!!
Frankco: Está rentando una pequeña casa y buscando empleo, en su currículum menciona que
trabajó como su asistente y puso el teléfono de Lía como referencia, seguramente no tardará en
encontrar un buen empleo.
Terry: Tenemos muchos contactos, podríamos arreglar que la contrataran sin que ella se entere.
Frankco: ¿Quiere engañarla?
Terry: ¿Qué? ¡¡No!!
Frankco: ¿Entonces’, ¿No confía en sus capacidades?
Terry: ¡Puse a su cargo el Paraíso entero!, por supuesto que confió en sus capacidades.
Frankco: Yo también confió en la Srta. Paty y estoy seguro, que en poco tiempo encontrará un
buen empleo, por sus propios medios, en caso de que no sea así yo lo mantendré informado, ¿Le
parece?
Frankco era como mi maldita conciencia… pero lúcida, así que acepté no intervenir yo la había
apartado y lo menos que podía hacer era respetar cada paso que diera.
Esta semana me llené de suplementos alimenticios, necesitaba recargar energías de alguna forma,
la peor parte de la rehabilitación, estaba por venir.
A estas alturas ya había pasado por las 5 fases para enfrentar una enfermedad crónica: negación,
ira, negociación, depresión y aceptación, un sinfín de veces, subiendo y bajando en una montaña rusa
de estados de ánimo dependiendo de la cantidad de dolor a la que me enfrentaba.
La siguiente semana Frankco me dio la buena noticia de que habían contratado a Paty en un buen
hotel, no me dio el nombre ni el lugar y no insistí para que lo hiciera, estaba bien, lo había
conseguido, tendría estabilidad económica y seguiría avanzando… sin mí.
El cansancio y el dolor no me daban tregua, a final de la semana seguía maldiciendo por padecer
esta agonía. El conde, Adele, el Doc, y Paty… todos los que un día había querido habían contribuido
a que yo estuviera así, en cama, gimiendo por el dolor y pidiendo a gritos los narcóticos para perder
la conciencia.
Terry: ¡¡Ya no puedo con esto Frankco!! Ya no puedo…
Frankco: Tranquilo Sr. descanse, descanse…

PATY
¡¡Me habían contratado!! Finalmente había firmado el contrato después de 6 entrevistas. Le
llamaron a Lía para pedir referencias mías y dio las mejores, estaré en el departamento de compras
con un sueldo respetable para la experiencia que tengo, lo cual me animaba un poco, aún no tenía mi
primer sueldo y ya sabía exactamente que haría con él. Ángel me invitó al cine y a cenar para
festejar mi nuevo empleo.
Ángel: Este es un nuevo comienzo y me alegra ser parte de él.
Paty: No habría podido sin todo tu apoyo.
Ángel: Tú eres capaz de hacer todo lo que te propongas, no me necesitas ni a mí, ni a nadie.
Me tomó la mano de una forma cálida y la llevó a sus labios besándola, desde que lo conozco
siempre ha sido un chico dulce y lo que está haciendo por mí, no tengo con que pagarlo.

TERRY
Había logrado un 70% de rotación en el hombro y estaba a punto de mandar todo al diablo, si
dejaba todo así, al cabo de una semana el dolor regresaría a la intensidad conocida, sé que suena
cobarde, pero mi cuerpo me está pidiendo a gritos que me detenga.
Me encontraba en uno de los camastros a un lado de la alberca rascando la cabeza de Toretto que
estaba sobre mis piernas, recordando como el líquido vital se deslizaba por su suave piel.
Frankco: Su licuado y su medicamento Sr.
Terry: No quiero dejarlo Frankco, pero no voy a poder seguir, el cuerpo ya no me da para más.
Frankco: Hablé con el Dr. Tarson, le gustaría revisarlo.
Terry: A mí me gustaría mandarlo al carajo. Si es necesario el chequeo lo haré con otro médico.
Frankco: Usted sabe que no es conveniente Sr. y desde la segunda semana necesita una revisión
que se ha estado posponiendo, podríamos ir mañana, también es necesario hacerle algunos análisis.
No podía más, ya había pasado por esto una vez y podría intentar seguir con los ejercicios la
siguiente semana, pero por más que me lo propusiera no iba poder terminarlos, había cientos de
médicos que podría consultar, pero ninguno estaba tan empapado de mi caso y le llevaría un tiempo
ponerse al día.
Debía guardarme mi orgullo si quería seguir adelante, este maldito infierno tenía que valer la
pena de alguna forma.
Acudí a la clínica del Dr. Tarson, que me recibió con la mirada baja y la voz amable. Entramos a
su oficina donde me tomaron un par de muestras de sangre, me retiré la camisa y el vendaje para que
pudiera revisarme, aunque quiso ocultarlo se sorprendió al ver la inflamación y por mi desgaste
físico.
Dr.: Has bajado mucho de peso.
Terry: El espejo no necesita un título profesional para decirme eso.
Dr.: Deja tu sarcasmo de lado… ¿Quieres?
Terry: No tengo apetito y he perdido el sentido del gusto. Devuelvo el estómago 3 ó 4 veces por
semana. Sin mencionar que el dolor cada día se vuelve más insoportable y nunca desaparece.
Dr.: Lo sé Terry, lo sé, tendremos que bajar la intensidad de los ejercicios.
Terry: Eso solo alargará el tiempo de la rehabilitación.
Dr.: Si sigues a este ritmo no vas a lograr terminarlo, fue justo lo que ocurrió la ocasión anterior.
Terry: He seguido al pie de la letra cada indicación suya y lo que yo necesito es algo más fuerte
para poder continuar al mismo ritmo sin tanto maldito dolor.
Dr.: Un medicamento más fuerte te mantendrá somnoliento, pero lo que haremos será electro-
estimulación muscular, eso te ayudará.
Terry: ¡Genial! Ahora pretende electrocutarme.
Dr.: Al menos no has perdido tu sentido del humor.
Le dediqué una mirada de pocos amigos y nos dirigimos a hacerme el estudio del TAC
(Tomografía Computarizada Axial), una vez que salí Frankco y yo fuimos a desayunar para perder un
par de horas y después regresamos al consultorio del Doc.
Dr.: Pasen, los estaba esperando hijo.
Que me llamara hijo era peor que una mentada de madre, aún más ese tono considerablemente
amable, pero no iba a gastar las pocas energías que tenía en discutir con él, al menos no por el
momento.
Terry: ¿Y bien?
Dr.: Los valores de tus análisis sanguíneos se encuentran un poco más bajo de lo normal, si te has
mantenido es gracias a los suplementos alimenticios, por eso la debilidad y los mareos.
Terry: Eso lo sabía sin necesidad de venir, dígame algo un poco más inteligente.
Dr.: El avance que has tenido en el hombro es considerable, te felicito.
Terry: Métase sus estúpidas felicitaciones por donde le quepan.
La sangre me hirvió, me puse de pie con la firme intención de salir del lugar.
Dr.: ¡¡Terry!!
Terry: No vine a perder mi tiempo.
Dr.: ¡¡Espera!! (Estaba a un paso de la puerta) ¡¡Espera carajo!!
Nos fulminamos con la mirada, había tantos reproches en medio de ese silencio incómodo,
finalmente bajo la mirada y con un tono más sereno.
Dr.: Haremos algunas modificaciones en la rehabilitación.
Terry: ¿Terminaré en el mismo tiempo?
Dr.: No, es imposible.
Terry: Entonces no va hacer modificaciones, solo va alargarla.
Dr.: Necesitas un descanso.
Terry: ¡¡Lo que necesito es que esto acabe!! (Mi tono de voz se elevó).
Dr.: No podemos hacer otra cosa.
Terry: ¿Podemos? Yo no lo veo a usted partiéndose de dolor día y noche.
Dr.: Me gustaría tenerte otra solución Terry, pero no la hay.
En el fondo había guardado la estúpida esperanza, de que este tormento bajara, encontrar algún
aliciente, pero estaba exhausto, desesperado y me sentía derrotado… como nunca antes.
Dr.: Toma asiento, escúchame, realizarás los ejercicios cada tercer día, para que tengas
oportunidad de descansar, al disminuir la intensidad del dolor, disminuirán tus nauseas, pero tienes
que comer todo lo que Adele te dé para recuperarte.
Terry: Eso extendería la rehabilitación por dos meses.
Dr.: El dolor será menos intenso, así podrás terminar la rehabilitación. También tomarás nuevos
suplementos.
En lugar de encontrar una solución, mi maldito infierno se alargaba.
Terry: ¡No! Programe los ejercicios para los días Lunes, Martes, Jueves, viernes y Sábado,
descansaré los Miércoles y los Domingos.
Dr.: ¿Estás seguro?
Terry: Usted había planificado la rehabilitación constante.
Dr.: Sí, pero… me doy cuenta que es muy dura.
Terry: Tengo que terminar con esto lo antes posible. Ahora estoy agotado, descansaré un par de
días y lo retomaré.
Dr.: Bien, te explicaré entonces lo de la electroestimulación.
Me puse de pie, para retirarme.
Terry: Explíquele a Frankco por teléfono o si lo necesita aquí, mañana lo mando y envíale sus
honorarios a mi asistente.
Dr.: Terry, por favor que tontería.
Terry: Lo digo en serio y para que esté enterado, legalmente ya quedó fuera de cualquier vínculo
conmigo, el Paraíso y demás negocios.
Dr.: No me interesan los vínculos legales muchacho, lo sabes.
Terry: Debí hacerlo hace mucho tiempo, lo estaría refundiendo en la cárcel en este momento por
haberme operado sin consentimiento.
Dr.: Verte terminar la rehabilitación, habrá valido la pena… hijo.
Salí de su oficina con Frankco detrás de mí, tenía demasiado coraje en el pecho, me detuve en el
pasillo antes de llegar al elevador por un mareo. –¿¡Sr.!?
Terry: Estoy bien Frankco, solo necesito descansar… de todo.

PATY
Mi nuevo empleo era muy diferente, mi jefe era amable, pero muy despistado, su asistente
seguramente estaba muy al pendiente de todo, en todo momento.
Aquí a diferencia del Paraíso, se utiliza traje sastre, maquillaje e intentaba peinarme ya que mis
compañeras se lucían en ese aspecto, aunque yo la verdad, rara vez lo conseguía.
En casa, Ángel y yo nos habíamos adaptado muy bien juntos, los sábados por las mañanas jugaba
Fútbol Americano, Alicia y yo íbamos a verlo, parecía que el tiempo no había pasado. Aquí la
temperatura era alta, así que nunca faltaban unas cuantas cervezas para refrescarnos.
Alicia: ¿Le vas a dar una oportunidad a Ángel?
Paty: ¿Qué? ¡¡Nooo!! Ángel sabe que yo estoy enamorada de Terry.
Alicia: Y él de ti y viven juntos, ¿Si te percatas de la forma en qué te mira?
Paty: Yo nunca le he hecho creer que podría pasar algo entre nosotros.
Alicia: El Conde Grandchester sin duda es guapísimo, millonario y tiene un maldito Paraíso, pero
él te sacó de su vida, tal vez Ángel pueda ayudarte a olvidarlo.
Paty: ¿Me estás pidiendo qué utilice a Ángel para olvidar a Terry?
Alicia: No, te estoy pidiendo que te des la oportunidad de volver a Amar, a un hombre que te
adora y que primero se corta la lengua antes de decirte la mitad de las idioteces que te dijo el otro.
Paty: Amar a alguien más… ni siquiera puedo pensar en algo así. No, aunque quisiera, no
podría.
Un Domingo en que estábamos desayunando una rica barbacoa, Ángel hizo un gesto de dolor al
levantarse de la silla.
Paty: ¿Estás bien? Te dieron fuerte ayer.
Ángel: Sí, ese tipo me tiró a matar, porque no me das un masaje de esos que acostumbrabas.
Nos dirigimos a su habitación, Ángel acostumbraba a mantenerse en forma, no era adicto al
gimnasio, pero al menos lo hacía una hora saliendo del trabajo, así que cuando se quitó la camisa no
pude evitar observar su fuerte espalda. Tenía un gran moretón en un costado, eso debe doler.
Paty: ¡Mira nada más como te dejaron!
Ángel: Te aseguro que el otro quedó peor… Lo mismo debe estarle diciendo él a su novia.
Ambos reímos, me senté sobre su duro trasero y comencé a masajear su espalda con la ayuda de
una crema, al terminar me tumbé a su lado.
Ángel: No quiero salir de casa, pretendo quedarme acostado todo el día.
El tráfico de la ciudad y la rutina diaria podían llegar a fastidiar, así que pasar de vez en cuando
un domingo empijamada, no sonaba mala idea.
Ángel: ¿Me aceptas una cita en pijama, pizza, cheves y películas domingueras?
Paty: Esa suena como una perfecta cita.
Pasamos un delicioso domingo invernando.
Paty: Si me pongo gorda será tu culpa.
Ángel: Lo que quiero es que te pongas feliz y que sea mi culpa.
Lo dijo dulcemente y un aura extraña invadió nuestro entorno, estábamos acostados en su cama,
pasando un rato agradable y de pronto su rostro estaba más cerca de lo normal. Me sentí incómoda y
me separé de inmediato, Ángel era un ser humano increíble, me había rescatado en los peores
momentos y disfrutaba compartir el tiempo a su lado, pero lo que sentía por él era una enorme
amistad, me iba a levantar de la cama pero me detuvo.
Ángel: Por eso la siguiente película yo la escogeré y será una comedia.
Era obvio que lo decía, para relajar el momento, tenía que aclarar esto de una buena vez.
Paty: Ángel… tú y yo.
Ángel: Tú y yo somos amigos, sé que estoy anclado a la friendzone y que no voy a salir de ahí,
así que no te preocupes.
Paty: No quiero crearte falsas esperanzas.
Ángel: No lo haces, la pasamos bien juntos como lo que somos, así que no dramatices.
Era un sol y tenía las cosas claras, tal vez debería pensar en mudarme, pero la verdad era que me
agradaba tenerlo cerca. ¿Sera que estoy siendo demasiado egoísta?
Finalmente llegó mi esperado primer sueldo y al salir de la oficina me fui directo a comprar todo
lo esencial para pintar, un caballete sencillo, un bastidor y algunas… bueno, varias pinturitas. Habían
pasado semanas desde la última vez que llené de color un lienzo y en verdad lo extrañaba.
Comprar un mundo de colores era para mí, tan satisfactorio como para las demás chicas era
comprar ropa o zapatos.
Regresé feliz a casa, pero esa felicidad se vio empañada al recordar la caja de madera finamente
tallada llena de pinturas que Terry me había obsequiado, “Ilusiones” eso era lo que decía la caja, y
eso era lo que había sido, una ilusión. Saqué el eclipse que mantenía oculto bajo la blusa, colgando
de mi cuello, lo oprimí con una mano, aún recordaba sus palabras en aquella noche iluminada por
fuegos artificiales:
“Desde que apareciste en mi vida te metiste por mis ojos, pero no sé en qué momento te metiste
por mi piel y el resto de mis sentidos, porque ahora estás en mi alma, si es que tengo alma...
porque te quiero y tu sonrisa se ha convertido en el Sol que ilumina mis días y la maravillosa luna
que controla la marea de mis noches. No soy religioso y tampoco creo en el matrimonio, no
esperes eso de mí…”
No había prometido amor eterno, ni fidelidad, lo único que tenía, lo único que me había ofrecido
era su cariño y ese cariño había sido superado por el rencor… Tal vez soy la culpable por tanto
sufrimiento… tal vez no tenía derecho a tomar la decisión que tomé… pero todo lo que hice, si me
equivoqué o no, fue por amor. En cambio tú me lastimaste por rencor… tengo clavada cada mirada
de desprecio, cada palabra arrojada con el único afán de lastimarme… y lo conseguiste… me dueles
Terry, me dueles muchísimo Terry Grandchester, pero a diferencia de ti, yo sí sé que lo voy a superar,
yo si estoy segura que voy a salir de esto.

TERRY
Habían pasado semanas, estaba en la recta final, una agonía que se había hecho eterna, al final de
la semana, cada fibra muscular, cada ligamento y terminación nerviosa me exigían detenerme… y
quería hacerlo, quería abandonar todo, lo único que me mantenía luchando era la rabia, la soberbia,
el miedo a que tanto sufrimiento no haya valido la pena, pero sobre todo a fracasar una segunda
vez…
El vacío por su ausencia se profundizaba cada día mas, el sexo como aliciente había dejado de
surtir efecto, lo único que me aliviaba eran los fuertes narcóticos en mis venas…

Caminaba en medio de la oscuridad, de pronto el Conde Grandchester apareció con la mirada


ardiente por el odio que me profesaba, –¡¡Tú la mataste!!–. Negué con la cabeza y caminé hacia
atrás dando tumbos, mi ropa apareció sucia y desgastada, apareció Adele –No puedo sacarlo de
aquí niño… no puedo–. Lloraba desesperada, quise acercarme a ella, pero se esfumó. Hacía frío,
mucho frío, me abracé a mí mismo y el Dr. Tarson apareció con un bisturí en la mano –¡¡Es lo
mejor que puedes hacer!!– Iba a enterrarme el bisturí en el pecho, intenté esquivarlo pero no
pude… Su cuerpo atravesó el mío sin hacerme daño, seguía caminando, exhausto… pero sin
dolor… apareció Paty que con su mirada cálida detuvo el frío y mi ropa regresó a su normalidad,
me acerqué lentamente a ella, pero desapareció y todo volvió a ser oscuridad, seguí avanzando
tratando de encontrarla, grité su nombre, una y otra, y otra vez pero no respondía…

Dr.: Tranquilo hijo, tranquilo.


Abrí los ojos lentamente, era el Doc el que estaba a mi lado, sujetándome el brazo para que no lo
moviera, tenía un suero en él. En la habitación Frankco y Adele me acompañaban, tenía la boca seca
y todo parecía confuso.
Terry: ¿Dónde está Paty?
Dr.: No muevas el brazo.
Dijo mientras se sentaba a mi lado, –Despediste a Paty hace tiempo, ¿Recuerdas?– Sí, lo
recordaba, asentí, me acercó un poco de agua. Me explicó que había entrado en una crisis a pesar de
la inyección mi temperatura no se controlaba y estaba delirando así que Frankco lo había mandado a
llamar.
Terry: Falta una semana para que la rehabilitación termine, ¿Qué pasará después?
Dr.: Cuando el hombro haya recuperado el 100% de su movilidad en una semana el dolor bajará
de intensidad, al que tenías antes de la operación, así que regresaremos al medicamento anterior pero
controlado durante 10 ó 12 días, después de eso lo eliminaremos.
Terry: ¿El dolor desaparecerá?
Dr.: Gradualmente, si hijo, desaparecerá.
Terry: ¿Podré volver a entrenar?
Dr.: Sí, poco a poco tus músculos volverán a retomar la fuerza que han perdido y volverás a
entrenar.
Dejar de tener dolor parecía irreal, habían sido demasiados años. Volver a entrenar, sentir la
energía correr por mis venas en lugar de la agonía que estaba padeciendo era más de lo que podía
soñar ¿Y si no sucedía? ¿Y si el dolor no desaparecía?
Dr.: Lo lograrás muchacho, estás a un paso de lograrlo.
Las personas siempre dicen, cuando tienen un dolor terrible que no se lo desearían ni a su peor
enemigo, pero yo no, perder el control de tu cuerpo por los espasmos involuntarios, sudor frío,
mareos, náuseas, vulnerabilidad, sentir como se quema tu torso, como se desgarra el brazo del resto
de tu cuerpo, yo se lo deseaba a dos personas, al hijo de puta que había golpeado y casi violado a
Paty y al Conde Grandchester.
A los dos días de haber terminado con la rehabilitación fui a una revisión general, el dolor aún no
bajaba, pero el Doc aseguró que lo haría, que en una semana estaría mucho mejor y podría bajar la
cantidad de medicamento, mi confianza hacia él era nula, pero no tenía más opción. Las náuseas
desaparecieron al igual que los mareos, mi apetito fue incrementándose y sí, el dolor fue
descendiendo, tomó un poco más de una semana, pero sucedió, regresé al medicamento que tomaba
antes de la operación, mi concentración regresó, podía meterme a una buena lectura, revise a detalle
los documentos que Lía me mandaba a firmar, respondí correos electrónicos, salí a caminar con
Toretto, aunque el dolor era menor, aún seguía como en un principio y no quería alimentar esperanzas
en vano.

PATY
Todo el esfuerzo, el sufrimiento, incluso su rechazo y mi llanto habían valido la pena. –Logró
terminar la rehabilitación–. Esas 4 palabras me habían liberado del enorme peso que venía cargando
y por fin me dejaban respirar.
Ángel: Me encanta verte así de feliz, ¿Puedo saber a qué se debe?
Paty: ¡Terminó la rehabilitación! ¡Lo logró!
Su sonrisa desapareció y se volvió serio.
Ángel: Te dije que no era de los que se daba por vencido, y ¿Cómo te enteraste? ¿Te llamó?
Paty: No, el Dr. Tarson me lo dijo.
Ángel: Pensé que te habías estado manteniendo al margen.
Paty: No podía mantenerme al margen, es Terry del que estamos hablando.
Ángel: Sí, del tipo que te humilló, te ofendió y te corrió.
Paty: Sí, del mismo que me liberó de mis miedos y me llenó de confianza, el que me dio un
puesto y un sueldo que no merecía, al cual le aprendí muchísimo y gracias a eso, tengo el trabajo de
hoy en día, el que pagó la deuda de mi padre sin que nadie se lo pidiera, aún cuando no teníamos
nada que ver, y del…
Ángel: Y del que sigues enamorada…
Paty: Y del que estoy agradecida por muchas cosas.
Ángel: Tú no le debes nada.
Paty: Ni él a mí, ambos nos hicimos daño, pero al menos el que yo le hice valió la pena, y no
puedo evitar que me dé gusto que lo haya conseguido.
Ángel: ¿Vas a buscarlo?
Paty: ¿Buscarlo? No, claro que no.
Ángel: ¿Y si él te busca?
Paty: Él no me buscará.
Ángel: ¿Y si lo hace? ¿Regresarías con él?
Paty: En algún lado leí que el corazón es como una hoja de papel, una vez arrugado, por más que
lo intentes alisar, nunca vuelve a hacer el mismo.
Y Terry Grandchester no sabe perdonar… ni yo olvidar.

CAPÍTULO XXIV
TERRY
ú la mataste! ¡Tú la mataste!– Paty se esfumaba como vapor frente a mí…
–¡T Desperté exaltado, los malditos malos recuerdos conjugados con las pesadillas no
me han dejado descansar como debería. Bajé a tomar un poco de aire, cuando iba a salir
al jardín Frankco me interceptó.
Terry: A veces creo que me pusiste un GPS como a Toretto.
Frankco: No podía dormir, vengo de tomar algo en la cocina.
Terry: ¿Leche caliente? (Asintió un tanto avergonzado) Mi madre también me daba leche caliente
cuando no podía dormir. Ahora lo único que se me ocurre es tomar algo del bar.
Frankco: Aún no está permitido Sr.
El Dr. Tarson había hecho mucho énfasis en que no bebiera, supongo que eso significaba que
prefería que me refugiara entre las piernas de alguna mujer que en el alcohol.
Terry: Nunca ha estado permitido Frankco. ¿Traes mis pastillas?
Me observó por un instante, con el ceño fruncido.
Frankco: No Sr. pero si las necesita…
El dolor era tolerable, después por todo lo que he pasado, era tolerable, y tenía una cantidad de
medicamento que controlar.
Terry: Déjalo así… ¿No has hablado con ella?
Frankco: No Sr. pero le aseguro que se encuentra bien.
Claro que estaba bien, ya había salido de este infierno, se había liberado de estar con un enfermo.
Terry: Necesito empezar a distraerme con algo.
Frankco: A Lía le encantará que regrese a la oficina.
Terry: Pobre Lía, se ha ganado unas merecidas vacaciones, igual que tú y las tendrán, solo
necesito ponerme al día y ver qué tan capaz es la asistente que contrató. Así que ve pensando a qué
lugar te quieres ir de vacaciones, anda, ve a descansar.
Frankco: Gracias Sr.
Dio media vuelta para retirarse.
Terry: Frankco, yo no estaba hablando de la oficina cuando dije distraerme.
Frankco: Lo sé Sr.
Se retiró a su habitación y yo salí un momento al jardín, el aire era fresco, froté mi pecho y
hombro, observé el pequeño quiosco al final del jardín, quería ir a observar desde ahí la hermosa
vista del lugar, pero quería hacerlo de su mano.
Con el paso de los días el dolor disminuye y con ello la cantidad de medicamento a tomar,
pero… mis pesadillas aumentaron, lo estaba consiguiendo después de tantos años y por alguna
extraña razón no estaba feliz por ello, sentía como estaba renaciendo de entre las cenizas, pero no
lograba sacudirlas y retomar el vuelo. Aunque el dolor era mucho menor, no me sentía confiado,
constantemente tenía el impulso de pedir más medicamento aunque soportara el dolor, tenía una
opresión en el pecho, como si el aire me faltara y unas enormes ganas de salir corriendo de aquí,
tenía culpa, resentimiento y ganas de vengarme por todo lo que había tenido que pasar.
En el consultorio del Dr. Tarson…
Dr.: Felicidades, la rehabilitación ha terminado ya no necesitas más medicamento, el dolor que
tienes en algunos días más irá desapareciendo, ¿Has estado corriendo?, pues ahora puedes regresar a
entrenar Kung-Fu y al gimnasio, tus músculos necesitan recuperar la fuerza que han perdido, pero no
exageres, no te quieras comer al mundo de un bocado.
Tenía la mirada fija en un punto sobre su escritorio, y lo escuchaba a lo lejos ¿Felicidades?
Como si hubiera recibido un premio.
Dr.: No puedes beber, ni fumar, ni consumir ninguna sustancia tóxica.
Terry: ¿Ahora teme qué me vuelva alcohólico o drogadicto?
Dr.: Tu organismo…
Terry: Mi organismo ha estaba bajo narcóticos, la mayor parte de mi vida y ahora estoy
padeciendo los síntomas de una desintoxicación, insomnio, pesadillas, enormes deseos por adquirir
más y… ansiedad.
Dr.: No me habías dicho que los tenías.
Terry: Usted es el médico, debería saberlo.
Dr.: No has querido venir como deberías, después de la operación.
Finalmente lo vi a los ojos, queriendo pulverizarlo con ellos, tragó saliva y continuó.
Dr.: Esperaba que no tuvieras los síntomas de desintoxicación, pero la práctica del deporte te
ayudará con todos esos síntomas, no vuelvas a medicarte, porque ya no lo necesitas y no busques
otros alicientes porque solo lo reemplazarán, regresa a la oficina, ten la mente ocupada y el cuerpo
trabajado, eres fuerte, los síntomas irán desapareciendo, si no es así, puedes venir a otra consulta.
Había leído ya lo suficiente sobre todo esto, ataques de ansiedad, ¿Había algo más ridículo y
estúpido qué ataques de ansiedad?
Me levanté y dejé un cheque sobre su escritorio, ya que no me había hecho llegar ningún cobro,
como se lo había pedido.
Terry: Espero que esto cubra sus honorarios, si no es así, hágaselo saber a mi asistente.
Iba a retirarme cuando pronunció mi nombre, me di la vuelta para verlo, dio unos pasos hacia mí,
pero al ver mi gesto duro se detuvo.
Dr.: Lamento mucho haberte hecho pasar por todo esto, lamento mucho no haber respetado tu
decisión, lamento que…
Terry: Me mintió en la primera operación, no sólo eso, programó una rehabilitación que
claramente estaba fuera del alcance, mía y de cualquiera, porque dudo mucho que alguien la haya
llevado a término.
Dr.: Nunca había tenido un caso tan severo como el tuyo hijo y tú no me dejaste acercarme para
una revisión.
Terry: ¿Ahora es mi culpa su incompetencia? No terminé la primera rehabilitación porque era
imposible terminarla, usted me condenó a vivir con dolor crónico por casi 6 años más debido a su
ineptitud. Pero no conforme me operó sin mi consentimiento estando en coma.
Dr.: Tienes razón, me equivoqué Terry, fue mi culpa, pero esta vez…
Terry: Esta vez su estupidez no iba a terminar de joderme. ¡Se equivocó! ¡Se equivocó como
médico! y ¡Se equivocó como tutor!
Di media vuelta y me retiré mientras el repetía mi nombre para detenerme, con Frankco tras de
mí, entramos al elevador y mis músculos y tendones se tensaron, era una sensación escalofriante,
como si cada uno de ellos fuera una delgada liga a punto de romperse, esperaba una punzada
repentina o el aumento de dolor, pero no apareció, en cambio llegó la opresión al pecho y la terrible
sensación, de que por más profundo que aspirara, el oxígeno no llegaba a mis pulmones. Froté mi
pecho y mi hombro –¿Sr.?–, Le hice una seña con la mano para indicarle que me encontraba bien,
pero no era así. En cuanto el elevador se abrió, salí prácticamente corriendo entre la gente hasta
encontrar la salida, terminé recargado sobre un auto, estoy bien, estoy bien, me repetí a mí mismo.
Me encontré con la mirada preocupada de Frankco. ¡Carajo después por todo lo que había pasado
esto era estúpido!
Terry: ¿Habías visto algo más ridículo?
Frankco: No lo es Sr., pero como dijo el Dr. Tarson el ejercicio y el trabajo ayudarán.
Asentí, debía regresar a mi rutina… o más bien, debía crear una nueva.

PATY
Mi vida… transcurría, estaba dedicada prácticamente a trabajar, la euforia de encontrar una
forma de supervivencia había desaparecido con la obtención de este buen empleo, los fines de
semana habían perdido su sabor, llenar de colores un lienzo en blanco era lo único que me hacía
perderme por horas, pero las últimas semanas, me había sentado frente al caballete y no pasaba nada,
me faltaba… espíritu, ganas, me faltaba él.
Un domingo en que Ángel se quedó estudiando algo acerca de un curso que tomó en la semana, yo
me fui al teatro, no me había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado, hasta que el telón se
abrió y los sentimientos en la voz de cada actor me transmitieron su energía, una de las buenas
costumbres que había dejado Terry Grandchester en mi vida, salí de ahí y caminé a la orilla del
paseo Santa Lucía, un río artificial en el centro de la ciudad, familias enteras paseaban, reían y
disfrutaban, alguna que otra pareja demostraba su amor frente a los demás, mientras yo contemplaba
el agua y trataba de no pensar en el Paraíso, en las docenas de obras de teatro en las que salí de su
brazo, en los viernes de bailar hasta que los pies me dolían, en las noches apasionadas, en su humor
negro, en salir al jardín y respirar aire puro contemplando esa maravillosa vista, en su mirada
traviesa, era imposible no pensar en él y en lo agradecida que estaba por haberlo conocido, y más
aún de que haya superado todos los obstáculos que se le habían presentado.

TERRY
Después de una rutina sencilla en el gimnasio y mi habitual recorrido por el Paraíso me dirigí a
la oficina. Lía casi se lanza a abrazarme, pero se detuvo, habíamos hablado, pero no nos habíamos
visto desde que caí en coma, –¡Ven acá!–. Le dije mientras la abrazaba, me regresó el abrazo con un
cariño sincero. Detrás de ella una atractiva chica me observaba, traía puesta una minifalda, Lía
había sabido entrenarla.
Lía: Me da gusto verlo de regreso y tan recuperado Sr.
Terry: Esperemos que después de unos días sigas pensando lo mismo.
Lía: Siempre me da gusto tenerlo aquí.
Terry: ¿Siempre?
Lía: Siempre, esto nunca marcha de mejor forma, más que cuando usted está, sólo espero haber
tomado las decisiones correctas en su ausencia.
Terry: Estoy seguro que sí, y si no, pues ya lo arreglaremos.
Le guiñé un ojo, y sentí más cerca de lo normal a Frankco, lo vi de reojo y miraba de una forma
recelosa a Lía.
Terry: Tranquilo Frankco, la chica es tuya, además necesito al menos un mes de entrenamiento
para tu siguiente arranque de celos.
La tensión se rompió y me presentaron a la asistente de Lía, su nombre era Erika, habían pasado
días, pero parecían meses, desde la última vez que mi olfato se deleitó con un perfume femenino
inundado de feromonas, el médico dijo que no me metiera ninguna sustancia tóxica, así que solo me
quedaba meterme entre las piernas de una hermosa chica. Después de las presentaciones Lía y yo
entramos en materia, tenía mucho en lo que ponerme al día, cuando terminó de explicarme todo lo
que había hecho en mi ausencia.
Lía: Bueno, le dejo todos los documentos para que los revise, ¿Podría pedirle un favor?
Terry: Las vacaciones te las daré en cuanto me ponga al día y veamos si tu asistente sobrevive en
su puesto después de que yo esté a cargo algunas semanas.
Lía: No se lleve a la cama a Erika.
Terry: ¿Le gusta sobre el escritorio?
Estaba jugando, definitivamente regresar a la oficina me sentaba bien.
Lía: Es buena en su trabajo y no quiero quedarme sin asistente, porque si no esas esperadas
vacaciones nunca llegarán.
Terry: Estás pidiendo mucho… pero hagamos un trato, si ella no me abre las piernas, yo no sé las
abriré.
Lía: Sr. …
Terry: Vamos, es estúpido eso de no mezclar el trabajo con el placer a mí siempre me ha
funcionado muy bien.
Lía: ¿Y Paty?
Ese había sido un golpe bajo.
Terry: Eso fue diferente y no habrá otra igual.

PATY
Los días pasaban y las semanas culminaron, salía una vez a la semana con mis amigos, me
divertía, aunque no reía a carcajadas, estaba, pero una parte de mi seguía ausente. Cuando no
trabajaba, leía, me sumergía en un mundo de fantasía, aunque en ocasiones mis pensamientos se
mezclaran con los de las historias y tenía que releer algunos párrafos para asegurarme de tener en
mente el libro y no mi vida, lo que he pasado o lo que me gustaría que pasara, caminaba imaginando
un paisaje muy diferente al que tenía enfrente, aunque el real fuera lindo, mi espíritu deseaba estar en
otro lugar, pintaba y suspiraba mientras cantaba, vivía tranquila, solo en ocasiones me enojaba, por
lo que permití, me indignaba al recordar ciertas palabras que aún retumbaban en mi pecho. Y sólo
una pregunta me inquietaba ¿Hice bien? ¿Hice bien en tomar decisiones de vida que no me
corresponden? Sé que al final del día valió la pena, pero ¿Fue correcto hacerlo? Le hice la pregunta
a Ángel y a Alicia, ambos le dieron vuelta a las cosas justificando mi amor por él, pero eso yo ya lo
sabía, ¿Cómo hubiera reaccionado yo si me hubieran hecho algo así? Seguramente no lo habría
agradecido de primera instancia.

TERRY
Entrenaba una tarde cuando Frankco apareció con ropa deportiva sosteniendo uno de los costales
que pateaba.
Terry: ¿De qué quieres que hablemos? Y no me salgas con que el costal necesita ser detenido.
Frankco: No se ha puesto en contacto con sus amigos.
Terry: No, pero por lo visto tú sí.
Frankco: Cuando cayó en coma, ellos estuvieron aquí todas las semanas, cuidándolo, cuando
despertó sabían que usted desaparecería en lo que terminaba la rehabilitación, pero han pasado
semanas desde entonces. ¿Por qué no les llama?
Terry: He tenido mucho de que hacerme cargo en la oficina.
Frankco: De la oficina ya recobró el control por completo, se ejercita por las mañanas, por las
tardes y ha recuperado casi todo el peso que perdió, regresaron sus citas, solo le falta salir a bailar
los fines de semana y hablar con sus amigos, para regresar a la normalidad.
Las pesadillas no se van, despierto la mayoría de las madrugadas exaltado o simplemente no
puedo conciliar el sueño. Cada vez que entro o salgo de mi habitación, me quedo contemplando la
suya, deseando acercarme y que ella esté del otro lado. Los ataques de ansiedad que al principio eran
muy fuertes, han disminuido, pero no han desaparecido por completo, tengo tanta rabia por haber
perdido lo que habíamos construido juntos, cuando ella estaba tenía dolor, pero dormía tranquilo con
ella entre mis brazos, no solo tenía sexo, hacia el amor, descubrí que tengo alma, cuando la sentí
unirse a la suya y quedó vacía cuando la vi alejarse, daría todo lo que tengo por poder vengarme del
maldito que me ocasionó esto y la vida me arrebató la oportunidad de hacerlo. Seguía enojado, había
logrado entender por qué lo había hecho, pero no lo concebía, me había tratado como aquel niño
vulnerable que estaba a merced de lo que otro dispusiera, cuando hace años había jurado que nunca
volvería a hacerlo, me falló, todos los que quería lo habían hecho y si le daba la oportunidad a
Dereck y los demás ¿También lo harían?
Terry: ¿Normalidad? Es difícil tener un concepto claro de la normalidad.

El siguiente viernes, estaba por levantarme de mi escritorio cuando, Dereck abrió de golpe mi
oficina.
Dereck: ¿Quieres decirme cuando carajos pretendías volver a aparecer?
Me sorprendió, sobre todo que Frankco no me haya avisado, pero sonreí, me daba gusto verlo
después de tantos meses. Rodeé el escritorio, nos quedamos un segundo uno frente al otro y nos
dimos un fuerte abrazo. Antes de que dijera nada más, lo paré en seco, diciendo que era la hora de la
comida y que seguramente a Adele le daría gusto verlo, con ese simple comentario cerró la boca, salí
de mi oficina con el portafolio en la mano, Frankco se acercó rápidamente para quitármelo y casi lo
pulverice con la mirada, Lía nos despidió con una sonrisa, deseándonos buen fin de semana y
Erika… bueno trataba de ignorarla la mayor parte del tiempo, después de pensarlo mucho Lía tenía
razón, era buena en su trabajo, no excelente, ya la había hecho llorar un par de veces por algunas
estupideces que cometió y no quería dejarla sin asistente.
Después de la gran fiesta que Adele le hizo a Dereck y viceversa, estábamos sentados disfrutando
de la comida, él esperaba que yo dijera algo y yo que él no preguntara nada.
Dereck: ¿Vamos hacer cómo si no hubieran pasado meses?
Terry: Puedes ponerme al día, ¿Qué has hecho?
Dereck: ¡Carajo Terry! La última vez que te vi estabas en coma con un montón de aparatos a tu
alrededor y una sonda, te tuviste que someter a un doloroso proceso de rehabilitación y lo entiendo,
pero lo terminaste hace semanas, un pinche mensaje al menos de “Ya reviví cabrones” era lo menos
que esperaba.
Terry: Suenas como a vieja abandonada.
Dereck: Sí… tal vez, un poco, pero no me cambies de conversación.
Terry: Bueno, ya no estoy en coma y… anda, cuéntame que has hecho.
Terminamos de comer y quiso salir al jardín, cuando comenzó a caminar hacia el quiosco me
detuve, la opresión en el pecho apareció, así como la falta de oxígeno y el cosquilleo en el hombro,
lo froté y respire profundamente.
Dereck: ¿Qué pasa?
Negué, sin poder pronunciar palabra, la sensación de falta de oxígeno era desesperante, caminé
dando tumbos hasta la mesa del jardín y me sostuve de ella. Dereck me sostuvo de un brazo mientras
preguntaba que me pasaba y yo me zafaba de él, una vez que pude controlar el ataque de ansiedad le
aseguré que no era nada que estaba bien, pero esa respuesta no le bastó.
Dereck: No me vengas con eso, ¿La rehabilitación no funcionó? ¿Es eso?
Sentía como las palpitaciones en mi pecho disminuían y regresaban poco a poco a su acompasado
ritmo.
Terry: Ya no tengo dolor, así que eso significa que sí, fue un éxito.
Dereck: ¿Entonces?
Lo invité a pasar al bar, le serví una copa y yo tomé una también, di el primer sorbo y quemó mi
garganta de esa única forma satisfactoria que podía hacerlo el buen coñac, cerré los ojos para
disfrutarlo, parecía que hubieran pasado años desde la última vez que lo tomé. Necesitaba sacar todo
esto que me estaba quemando el pecho y después de un par de tragos más, lo hice, esta maldita
vulnerabilidad con los ataques de ansiedad, el rencor que sentía, el vacío, la culpa, ese cosquilleo
que me hacía temer que el dolor volviera, me había esforzado día y noche, había caminado por la
profundidad de los 7 infiernos y veía en el rostro de Frankco, Adele, Lía, incluso en el del estúpido
de Jesse el gusto que sentían porque lo había conseguido, pero yo no lograba disfrutarlo, estaba
perdido sin saber que sentir y sintiendo todo…
Dereck: ¡Búscala!
Terry: ¿Por qué habría de buscarla?
Dereck: Porque la amas.
Terry: El amor…
Dereck: Tienes razón Terry, cuando uno está enamorado hace cosas estúpidas y tú te atravesaste
para recibir una bala en su lugar y eso es lo bastante estúpido para confirmar que estás enamorado de
ella ¡Acéptalo carajo!
Terry: La ofendí, la humillé… ella no va a perdonar eso.
Dereck: Sí, y eres un hijo de puta por eso y por muchas otras cosas más, pero estabas muy mal…
y ella también te ama.
Terry: Ella nunca dijo eso.
Dereck: Te cuidó día y noche en el hospital, te bañó, te rasuró, te dio terapia para que tus
músculos no se atrofiaran mientras estabas en coma, la vi desvelarse, dejar de comer, mientras se
hacía cargo del Paraíso y rezaba por ti para que despertaras y te soportó todo el tiempo hasta que tu
cabrón la corriste.
Terry: ¡Me traicionó!
Dereck: Tomó una decisión equivocada, tal vez no debió hacerlo, pero lo hizo porque TE AMA.
Terry: ¿Y si me ama porqué carajos me hizo pasar por todo esto?
Dereck: Los seres humanos se equivocan Terry, se equivocó, igual que tú al ofenderla. Te estás
consumiendo hermano, necesitas liberarte de tanto resentimiento.
Terry: Hace muchos años, el Doc se empeñó en que necesitaba perdonar al Conde, pero no solo
no pude, no quise hacerlo.
Dereck: ¿Y a Paty?
Con una mano me frotaba la frente y con la otra le daba vueltas a la copa de coñac, recargado en
el bar.
Terry: Me estoy volviendo loco hermano.
La tarde, se nos hizo noche y la noche madrugada, una botella llena se convirtió en 2 vacías,
Frankco tuvo que ayudarme a subir las escaleras. El sábado después de curarnos la cruda, con un
clamato preparado por el mejor, Dereck me hizo escribirles a Carlo y a Dimitry, como primer
mensaje puse su sugerencia “Ya reviví cabrones” Carlo no paró de mentarle la madre a Dereck por
no avisarle que venía y Dimitry insistió en aparecerse para ir al bar del Delux, pero ya había tomado
suficiente la noche anterior, aún cuando sabía que no debía hacerlo y para ser sinceros, no me
apetecía. También le mandé un mensaje a Sofí, le dio mucho gusto saber de mí y a mí de ella, al
parecer le iba bien en los negocios, era una chica inteligente y se había rodeado de excelentes
profesionales.
Dereck: Bueno, ya que no te apetece ir al Delux de alguna forma habrá que sacar tanta
testosterona.
Terry: No eres mi tipo Dereck.
Dereck: No seas ridículo, vamos al gimnasio a golpear algo o a alguien.
Terry: Has pasado hablando demasiado tiempo con Carlo.
Dereck: Tú tienes la culpa por abandonarme.
En la tarde fuimos al gimnasio a sudar todo el alcohol que nos habíamos bebido, a practicar
algunos movimientos y si… a golpearnos un poco, era la primera vez desde que terminé la
rehabilitación que disfrutaba tener por completo el movimiento de mi brazo… sin dolor.
El Domingo, después de pasar un día relajado en la playa, nos despedimos.
Dereck: No te voy a decir que entiendo por lo que estás pasando, porque solo tú sabes lo que
cargas, pero las personas no somos perfectas, “TÚ Terry Grandchester estas muy lejos de serlo, no
pidas lo que no das, deja de ser tan duro con los demás y contigo mismo, te vi feliz y enamorado de
esa chica y lo mejor es que ella te correspondía, no todos tenemos la suerte de que eso pase”.
Además como tú siempre dices “Nadie…
Terry: Dijo que la vida fuera fácil”.
Nos dimos un abrazo y quedamos en ponernos de acuerdo para su próxima visita.
Su visita, hablar con él y desahogarme un poco me había ayudado, con el peso que cargaba se
había aligerado un poco.
En la siguiente semana no tuve ningún ataque de ansiedad, y le di mil vueltas a las cosas,
necesitaba saber de ella, necesitaba verla.
Terry: Frankco ¿Dónde está? Y no te hagas el desentendido que sabes bien de quien hablo.
Frankco: ¿La Srta. Paty? vive en Monterrey.
Terry: Bien, necesito un informe de ¿Dónde vive?, ¿Dónde trabaja?, su rutina, su número de
teléfono, todo.
Frankco: Puedo preguntar ¿Para qué Sr.?
Terry: No, pero igual te vas a enterar y me agarras de buenas, voy a ir a buscarla, pero necesito
saber su rutina para idear una forma de llegar a ella y encontrar el momento justo, no sé, ha pasado
mucho tiempo desde la última vez y no fue la mejor despedida.
Se quedo observándome, creo incrédulo ante lo que le estaba diciendo.
Terry: ¿Estás jugando a las estatuas? Lo quiero ya, para ayer, y ve preparando el Jet, nos vamos
el Viernes o Sábado.
Un par de horas después regresó con un folder que dejó frente a mí en el escritorio, estaba
nervioso algo no habitual en él.
Terry: ¿Qué no me estás diciendo?
Frankco: Sr., la Srta. Paty…
Terry: ¿Le pasó algo? No te quedes callado, ¡Contesta!
Frankco: Ella se encuentra bien, solo que en Monterrey comparte departamento con su amigo
Ángel.
Me levanté lentamente, repitiendo sus palabras en mi mente, lo sujeté por las solapas del saco,
mirándolo fijamente, no había más que preguntar, había sido lo suficientemente claro.
Terry: ¿Desde cuándo?
Frankco: Desde que se fue de aquí.
Me congelé, la sangre dejó de fluir por mis venas, mi respiración se detuvo y mis palpitaciones
se endurecieron, clavé mi mirada en mis manos que lo alaban por el saco, abrí mis manos
liberándolo.
Terry: ¿Por qué no lo dijiste antes?
Frankco: Acordamos que solo necesitaba saber que ella se encontraba bien. Usted tenía que
enfocarse en…
Terry: Lárgate…
Frankco: Sr. ellos solo…
Terry: Lárgate Frankco.
Ordené en un susurro, no lograba asimilar lo que acababa de decirme. Me recargué con ambas
manos en el escritorio, observando todo a mí alrededor sin poder reconocer nada. –Paty…
¿Viviendo con otro?– El aire comenzó a hacerme falta y la desesperación se apoderó de mí,
desabotoné los primeros botones de mi camisa y abrí uno de los grandes ventanales. Cuando
finalmente logré tranquilizarme, salí de la oficina aún en estado de shock. Frankco presionó el botón
del ascensor y mientras este se abría –Desaparece de mi vista–. Se apartó y me dirigí a casa, subí a
mi habitación me senté en la cama con los codos recargados sobre las rodillas y cubrí mi rostro con
ambas manos, Paty… mi Paty ¿En brazos de Ángel?... Paty… ¿Ese era el amor qué según Dereck me
tenía? La saqué de aquí para no lastimarla y ella fue a refugiarse a la cama de otro, mi sangre pasó
de estado sólido a punto de ebullición, me cambié de ropa y bajé al gimnasio, los 5 costales eran lo
único que podían ayudarme a sacar toda la rabia, la ira, el rencor y este dolor en el pecho que no me
está dejando respirar…
No se cuanto tiempo había pasado, estaba empapado en sudor y no podía mover más los brazos y
con mucho esfuerzo me sostenía en pie, caí de rodillas, miré mis manos temblorosas con los nudillos
reventados, no había un dolor agonizante que me impidiera sentir, solo un extremo cansancio con mi
alma atormentandose. Frankco entró, acercándome una toalla y una botella de agua, tomé ambas y
casi me termino el agua de un solo sorbo.
Frankco: Su hombro…
Terry: Esta bien, la rehabilitación funcionó… ahora ya no hay nada que apague lo que siento.
Frankco: Sólo son amigos.
Terry: No seas estúpido, él ha vivido enamorado de ella y ella lo sabía, tienen meses viviendo
juntos… meses. Vete a descansar.
Subí a mi habitación y después de una ducha traté de dormir… sin éxito. No podía concebir la
idea de Paty entregándose a otro hombre, su piel, sus gestos, su aliento, sus gemidos y orgasmos
siendo disfrutados por alguien más. Ella regalándole su tiempo, su mirada, sus sueños y sonrisas al
imbécil de Ángel. La había perdido, si en algún momento había tenido la esperanza de recuperarla,
de volver a sentirme vivo, esa sensación de querer abrir los ojos sólo para poder contemplar su
exquisita imagen… Se me había escurrido de entre las manos. ¡No! Yo la había apartado de mi lado,
la traté como basura y terminé perdiendo al amor de mi vida.
Esta habitación estaba llena de noches enteras de dolor y de su esencia, me asfixiaba, bajé al bar
abrí una botella de coñac y encendí el sistema de sonido, busqué la carpeta de trovas y apareció,
“Quién te cantará” con Nicho Hinojosa…
Quién te cantará con esta guitarra
Quién la hará sonar cuando no esté yo,
Quién dará a tu casa calor,
Y a tu lecho calor,
Quién te hará el amor,
Quién tachará mi dirección de tu libreta azul,
Archivando mi historia en un cajón,
Y tú que harás, a dónde irás,
Tal vez me olvidarás,
Y pondrás mi guitarra en un rincón
Quién te cantará con esta guitarra
Quién la hará sonar cuando no esté yo,
Quién dará a tu casa calor,
Y a tu lecho calor,
Quién te hará el amor…

Cada palabra de la canción me taladraba el alma, yo escuchando trova deprimente por un amor…
–¿Qué carajos me hiciste Paty?–. Cambié la carpeta de música o terminaría peor de lo que ya estaba,
Salsa, justo aquí bailamos juntos la primera vez.
¿Cómo voy a seguir sin ti? Logré sacarte del Paraíso, pero no veo cómo sacarte de mi alma, un
alma que parecía no existir hasta que se unió a la tuya…
Ahora quién, si no soy yo,
Me miro y lloro en el espejo
Y me siento estúpido, ilógico,
Y luego te imagino toda
Regalando el olor de tu piel
Tus besos tu sonrisa eterna
Y hasta el alma en un beso
En un beso va el alma
Y en mi alma está el beso que pudo ser
Ahora quién…

Marc Anthony, “Ahora quién”, en versión salsa por supuesto, me sentía mareado, el alcohol aún
no producía el efecto esperado, pero iba por el camino indicado, cambié de género nuevamente.
Sé muy bien que te vas y no piensas hablar
Y que al menos pretendes nunca regresar
Pero vida déjame que te bendiga
Porque así es la vida y sé que volverás

Que ha llegado el momento en que quieras volar


Comparar otros besos y formas de amar
Soy humano y lo entiendo
No detengo tus anhelos de probar tu libertad

Sé que existe alguien más que busca tu amor


Que es algo normal
Que estás en tu derecho
Y no lo puedo evitar

Pero no lo beses como a mí


Pero no lo toques nunca así,
Pues yo nunca beso como a ti te beso
Cuando me tropiezo por ahí

Pero no lo mires como a mí


No lo acaricies nunca así,
Por tu bien lo digo porque si lo haces
Te vas acordar de mí.

Río Roma, “Pero no lo beses”, nunca me había taladrado el alma la letra de una canción, no logré
verle el fondo a la botella y el alcohol no logró entumir mis sentimientos, Frankco me ayudó a
regresar a la habitación, solo hubiese sido imposible.
Terry: ¿Qué pensarías si te dijera que extraño el dolor?
Frankco: Necesita dormir Sr.
Terry: Sí, necesito dormir, pero… lo extraño.
Frankco: Duerma, mañana verá las cosas con mayor claridad.
Terry: El problema es que están muy claras Frankco…
La mañana siguiente, una vez que pude ponerme en pie, cada músculo del cuerpo me estaba
cobrando el desgaste físico de un día anterior, cualquier otro se estaría quejando, yo lo estaba
agradeciendo, me curé la cruda con un clamato y me fui al Bar del Delux, había pocas personas, no
estaba interesado en conseguir alguna chica, solo no quería terminar escuchando el mismo tipo de
canción de anoche, le ordené a Frankco que me observaba desaprobatoriamente, que no dejara que
nadie me interrumpiera, bebí como si no hubiera mañana, hasta ahogarme y que mis pensamientos se
volvieran torpes, al igual que mis movimientos. En medio de las luces neón y el aura de deseo que se
respiraba en el lugar, no supe a qué hora salí de ahí, no supe como llegué a mi habitación, pero al
siguiente día hice lo mismo, me agarré a golpes con unos tipos, no recuerdo el por qué, pero solo
terminé con un labio roto, Frankco tuvo que intervenir. Al siguiente día seguir bebiendo no sonaba
mala idea, además no me apetecía hacer ninguna otra cosa.
Cuando bajé las escaleras, Frankco me recibió con un clamato y Adele con un vuelve a la vida
que necesitaba con urgencia.
Frankco: Ya sé que no debo meterme, y que no ha pedido mi opinión.
Terry: Entonces no la des.
Frankco: Necesita parar, aún no debería estar bebiendo y menos de esta forma Sr.
Terry: ¿No fui claro al decir qué no la dieras?
Frankco: Necesita regresar a la oficina.
La sangre se me encendió, respiré profundamente para no levantarme y comenzar una pelea ahí
mismo.
Terry: Y tú necesitas cerrar la boca. (Dije entre dientes)
Frankco: Le aseguro que sólo son amigos.
Dejé caer la cuchara que tenía en la mano sobre el plato.
Terry: No seas ingenuo y no me quieras ver la cara de imbécil.
Frankco: ¿Realmente cree qué ella iniciaría una relación con alguien más de un día para otro?
Terry: No, lo que creo es que fue a refugiarse a los brazos de su amigo y sin han permanecido
viviendo juntos tanto tiempo es… porque… claramente tienen algo.
Frankco: Yo no…
Terry: Deja de joderme el maldito desayuno, ¡Desaparece!
Yo la había empujado a refugiarse en los brazos de otro y ella había terminado dándole una
oportunidad.
No tenía las más mínimas ganas de regresar a la oficina, pero había varios documentos que firmar
y no podía abandonar otra vez a Lía, aunque creo que hubiera preferido que no lo hiciera, terminé
perdiendo la paciencia y gritándole a Erika a Lía y retando a Frankco que salió en defensa de su
chica, había pasado de la depresión a la ira, y no estaba buscando quien me la hiciera si no quien me
la pagara y lo encontré… al llegar a casa Jesse que desde que se fue Paty custodiaba la casa.
Terry: Explícame ¿Con qué cara sigues aquí?
Jesse: Sr. yo…
Terry: Tú estabas a cargo de la seguridad del lugar en ese momento eras el maldito que jefe de la
seguridad del Paraíso y seis tipos se metieron a mi casa, armados, amagaron a mi chica, me
dispararon y tú tienes la poca vergüenza de seguir aquí.
Jesse: Estoy tratando de enmendar el error.
Terry: ¿Cómo? ¿Cómo estás intentando enmendarlo?
Jesse: Estoy entrenando para…
Terry: ¿Entrenando? (Me burlé) ¿Entrenando me vas a regresar los dos meses que estuve en
coma? Veamos que tanto has estado entrenando.
Al principio se rehusó, pero no pudo evitar responder a mis ataques, definitivamente había
mejorado desde la última vez que habíamos combatido y seguramente mi nivel era mucho menor al
que tenía, pero aún así no era lo suficientemente bueno, jugué con él, me burlé, lo humillé, desquité
mi coraje, hasta agotarlo y estaba a punto de finiquitarlo, pero lesionarlo no iba arreglar nada, no era
tan hijo de puta como todos pensaban.
Terry: Sigue entrenando, con ese nivel nunca pasarás de ser la mano izquierda y torpe de
Frankco.
Di media vuelta y escuché cuando cayó de rodillas, el cuerpo le va recordar este combate al
menos toda la semana, cuando entré a la casa me encontré con la mirada desafiante de Frankco.
Terry: ¿Quieres terminar lo qué él no pudo?
Se tomó un momento para responder.
Frankco: No Sr.
Dejé mis idas al bar y regresé a mis entrenamientos con más fuerza, pero no me soportaba ni
solo, cuando no estaba inmiscuido en mis pensamientos derrotistas, el Paraíso ardía con mi
despotismo.
El Doc no dejaba de mandarme mensajes y en un gran esfuerzo de no mandarlo al demonio, opté
por ignorarlo.
Los chicos seguían poniéndose de acuerdo para venir y Dereck seguía preguntando cuándo iría a
buscar a Paty, aún no le había dicho que vivía con Ángel y no me atrevía siquiera a pronunciarlo.
Una noche en la que había bajado a tomar aire fresco al jardín, antes de entrar en mi habitación
fui a la suya, ahí permanecían aún su material para pintar, tal vez debería mandárselo, seguramente le
hará falta y esta caja de madera había sido un obsequio… tal vez lo había dejado porque no quería
llevarse nada de mí, al igual que la ropa. Note que detrás del sofá había una sábana cubriendo algo,
la ocasión anterior que entré no me percaté de ella, levanté la sábana y había varios cuadros, los
levanté y observé uno por uno, fui dejándolos en la cama, pero la cama no me bastó para colocarlos
todos, eran alrededor de 25 pinturas, llenas de color, sentimientos e ideas, ¿Cómo era posible que
permanecieran ahí? ¿En el piso? Eran obras que no había visto antes, pensé que le había dado la
confianza suficiente para mostrarmelas, quizá en eso también me había equivocado.
El siguiente día, no podía dejar de pensar en sus pinturas, el arte que había brotado de sus manos,
de su mente e imaginación al menos merecían estar en una pared, donde pudieran ser admiradas.
Salí de la oficina y me dirigí al hotel del Delux, después de la recepción el hotel se dividía en
varios pasillos al aire libre, me paré frente al primer local que no era muy grande, pero lo suficiente
para lo que tenía en mente. Llamé a Lía y le ordené que lo desalojaran cuanto antes, “Para ayer” y
reubicaran la tienda de joyería de diseñador que se encontraba en ella.
Para la tarde del día siguiente Lía ya tenía el local desocupado y listo para volver a ser utilizado,
claro que me aclaró que tuvo una fuerte discusión con un directivo de la marca, para limar asperezas
con él, tuvo que darle una indemnización por el cambio de local, para mí eso era lo de menos.
Mandé a Jesse a que trasladara las pinturas al local, un día después estaba con una persona de
mantenimiento y Frankco distribuyendo los lienzos en las paredes, mandé a cambiar la iluminación
para que las nuevas luces apuntaran directamente a las pinturas y pudieran ser apreciadas de mejor
forma. Era ya de noche cuando terminamos, encendimos las luces y la pequeña galería había
quedado lista, tal vez agregaría un par de esculturas más adelante… Me encantaría que ella pudiera
ver esto, que los huéspedes pudieran admirar sus obras de arte y adquirirlas si ella quisiera… pero
yo no tenía derecho de mostrarlas sin su consentimiento, por lo que lamentablemente esta galería
permanecería cerrada.
Frankco: La galería ha quedado de un excelente gusto Sr. puedo preguntar ¿Si habrá
inauguración?
Terry: La galería es solo un espacio, son sus pinturas las que la hacen excelente, y ¿Cuándo has
visto una inauguración sin el artista?
Frankco: ¿La buscará entonces?
Negué con la cabeza.
Frankco: Discúlpeme Sr. pero no entiendo entonces para que hizo la galería.
Terry: Las pinturas se hicieron para las paredes.
Frankco: Y las galerías para ser visitadas.
Terry: No tengo su autorización para mostrar sus obras.
Frankco: Lo vi entusiasmado armando esa galería, ¿Por qué no le pregunta a ella que piensa?
Terry: Carajo Frankco no sigas por ese camino.
Frankco: Sr.…
Terry: ¡¡Yo iba a buscarla!! Finalmente me sentí capaz de apagar mis resentimientos estúpidos,
controlar mi ira, dejar caer la coraza que no me permitía vivir, me admití a mí mismo que la amo, que
habría dado mi vida por ella sin pensarlo, que el verdadero infierno era vivir sin la luz de su sonrisa
y la seguridad de su mirada. Y me entero que lo primero que hizo al salir de aquí fue ir a los brazos
de otro, mientras yo me hacía pedazos para salir adelante con la maldita rehabilitación, no solo eso,
tiene meses viviendo con el imbécil de su amigo, un amigo que ha vivido enamorado de ella. ¿Cómo
carajos quieres que la busque después de eso?
Se quedó en silencio observándome, sin saber que responder.
Terry: ¡Deja de insistir! Lo de Paty terminó… terminó hace mucho.
Una semana después, Frankco pidió el paso a mi oficina y dejó un sobre frente a mí, sin decir
nada, yo no le había solicitado ninguna información, así que no tenía idea de que carajos era esto.
Abrí el sobre lentamente y aparecieron fotos de Paty, saliendo de la oficina con traje sastre, se veía
hermosa y profesional –¿Qué es esto?–. No contestó, seguí observando las fotografías y estaba ella
saliendo del teatro con un hermoso vestido, caminando en un parque, corriendo una mañana, en el
súper, en un bar con Ángel, Alicia y un par de chicos más, ver imágenes recientes de ella era
impactante y me removieron sentimientos que trataba sin éxito de aplacar.
Terry: Te hice una pregunta.
Frankco: Mandé a seguirla.
Terry: Nadie te pidió eso.
Frankco: Lo sé Sr., lo hice por mi cuenta y me disculpo por tomarme la libertad de hacerlo. Pero
usted no me iba a creer sin pruebas contundentes de que ellos dos solo comparten el departamento.
Terry: Estas fotos no dicen nada.
Frankco: Ella sale sola y cuando sale con Ángel, no se ve ninguna muestra de afecto.
Terry: Cuánto tiempo los siguieron ¿Una semana? Que tu investigador no los viera, no significa
nada.
Frankco: Tengo años trabajando para usted y no recuerdo una sola ocasión en que le haya fallado,
no soy perfecto, pero le apuesto mi empleo, a que ellos sólo comparten el departamento.
Extendí las fotos frente a mí, ¿Y si era verdad? ¿Si ellos solo habían sido roomies todo este
tiempo?
Terry: Prepara el Jet, salimos mañana a Monterrey.
Tenía un montón de ideas en la cabeza, ¿Qué demonios iba a decirle? ¿Con qué cara me iba a
presentar ante ella después de lo que le dije la última vez? Cómo le iba hacer ver que me he estado
consumiendo en vida desde que se fue… desde que la alejé… Ella tomó una decisión equivocada y
estoy seguro que sigue con la idea, al igual que el Doc que hizo lo correcto, no había dormido
imaginando su rostro frente a mí, ¿Y si no quiere verme? ¿Si ya me olvidó?
Frankco puso un vaso de agua frente a mí en el avión, en lugar de la copa de coñac que había
ordenado.
Terry: Ultimamente te estas tomando demasiadas atribuciones.
Frankco: Discúlpeme Sr. pero creo que será mejor que tenga la mente completamente clara.
Tal vez tenía razón…
Frankco: ¿Me permite hacerle una recomendación?
Terry: ¿Si digo qué no te quedarás callado?... Anda dilo.
Frankco: Ábrase, ella no va a lograr entenderlo, si no se abre completamente.
Terry: ¿A qué te refieres exactamente?
Frankco: Yo soy capaz de entenderlo, porque sé su historia… ella no.
Terry: ¿Y al Doc qué excusa le das?
Frankco: Solo tengo una frase que él me dijo, antes de operarlo: "Un día le prometí que no iba a
dejar que nadie más le hiciera daño, y eso ¡Lo incluye a él!”
Terry: En ese entonces yo era un niño.
Frankco: Lo sé.
Llegamos a Nuevo León y decidí hospedarme en el mismo hotel en el que Paty trabajaba, quería
conocerlo, era un 5 estrellas ubicado en una muy buena zona. Me sentí orgulloso de que haya
conseguido empleo en ese lugar, no era de los más prestigiosos, pero aún así era bueno. No tenía
idea de cómo abordarla, pero tenía que ser en privado, así que mi suite era el lugar indicado, el
problema iba a ser traerla aquí, dudaba que si le pedía que viniera, aceptara.
Mi nombre era muy reconocido en el ramo hotelero así que a pesar de no conocer a los dueños
del hotel, sabían quién era yo y les solicité que me mandaran a su empleada a las 4:00 de la tarde, no
di explicaciones del por qué y Frankco claramente no estaba de acuerdo, pero no se me ocurría otra
cosa, ¿Qué se supone que hiciera? ¿Abordarla al salir de la oficina? O llegar a verla a casa del
imbécil de Ángel, para terminar agarrándome a golpes con él… esa no sonaba a tan mala idea, pero
no iba a tener el resultado que yo quería.
CAPÍTULO XXV
PATY

M e dieron la indicación de subir a la suite presidencial a las 4:00 pm, no


me dieron instrucciones de ¿Para qué? o ¿A quién se supone que vería ahí?,
solo que fuera puntual y no faltara, así que supongo será algún proveedor o
algo así. Toqué la puerta y al abrirse, mi corazón se detuvo, mi sangre cayó hasta mis pies, era él,
después de meses de no verlo, lo tenía frente a mí, imponente con un traje azul marino impecable de
3 piezas, su varonil aroma me trajo mil sensaciones en un instante, el vientre se me contrajo y las
piernas me flaquearon… en verdad era él.

TERRY
Al fin se escucharon sus golpes en la puerta, estaba claramente sorprendida e impecablemente
hermosa con ese traje sastre de falda, en gris Oxford, –Hola– Dije con la mayor seguridad posible.
Paty: Hola… pero… ¿Qué hace aquí?
Terry: Necesitaba verte.
Paty: ¿Tú?... yo venía a…
Terry: Adelante.
Le hice un gesto con la mano para darle el paso, dio unos pasos dentro de la suite y cerré la
puerta, se giró para observarme, ya recompuesta de la sorpresa.
Paty: Tú…
Terry: Sí, arreglé las cosas para que vinieras aquí, necesitamos hablar en privado y aquí nadie
nos interrumpirá.
Paty: Y no se le ocurrió solo pedirlo en lugar de traerme con engaños ¿Cómo supo dónde
encontrarme?
Terry: Bueno, tengo mis recursos… y si no te lo pedí, fue porque creí que tal vez te rehusarías y
de verdad necesitamos hablar a solas.
Paty: Hablar o no contigo es mi decisión, Terry Grandchester.
Su tono de voz se volvió duro y su mirada fría, llena de reclamos.
Terry: Por supuesto es tu decisión.
La tensión se apoderó del lugar y temí que decidiera irse, pero no lo hizo, solo se quedó de pie
frente a mí, hermosa y retadora. –¿Te ofrezco algo de beber?–. Pregunté esperando que el ambiente
se relajara, negó con la cabeza. Hice un ademán para darle el paso y le ofrecí asiento, yo me senté
frente a ella conteniendo el impulso de tomarla entre mis brazos y estrecharla con fuerza contra mi
pecho.
Paty: No entiendo, ¿Qué hace aquí?
Terry: Como te lo dije, vine a hablar contigo.
Pensé todo el día que decirle y en este momento las palabras no salían de mi boca, mi pecho se
había ahogado con todas ellas.
Paty: Veo que se encuentra mejor.
Terry: Sí, finalmente terminé la rehabilitación.
Paty: Me alegro, en verdad.
Terry: Se tuvieron que hacer algunos cambios en los ejercicios agendados, se alargó el tiempo,
pero finalmente… terminó.
Paty: Bueno, valió la pena el esfuerzo.
Asentí… aunque aún no estaba completamente convencido de ello.
Terry: ¿Y tú? ¿Cómo has estado? ¿Te gusta tu nuevo empleo?
Paty: Sí, estoy a gusto aquí y me tratan bien.
Ese había sido un golpe bajo.
Terry: Es un buen hotel.
Paty: No entra en el rango de los que acostumbras.
Terry: No, pero aún así es 5 estrellas y está en un muy buen nivel.
Paty: Sí, ¿Ya regresaste a la oficina?
Terry: Sí, ya, Lía me está pidiendo a gritos sus vacaciones.
Paty: Se las merece.
Asentí, nos quedamos en silencio, observándonos, queriéndonos gritar tantas cosas, pero…
Paty: Bueno, me da gusto que te encuentres mejor, si no hay nada más…
Se levantó con la firme intención de retirarse, pero yo me paré frente a ella para detener su huida.
Terry: Sí, lo hay… te extraño. Sé que me comporte como un imbécil, pero…entiéndeme…
Paty: ¿Entenderlo? ¿Cuándo no lo hice? ¿Cuándo perdí la paciencia? O ¿Cuándo no lo apoyé?
¿Cuándo no estuve?
Terry: Lo sé, sé que estuviste en todo momento, pero…
Paty: Pero aún así, su coraje y sus resentimientos fueron mayores al cariño que decía tenerme.
¿Me extraña? ¿Por qué? ¿No ha encontrado otra imbécil qué lo soporte?
Terry: No nena, eso no fue así.
Paty: ¿Entonces? ¿Tiene antojo de volver a usarme?
Sus reclamos se clavaron como dagas en mi pecho, recordaba mis palabras, cuánto daño le
habían hecho.
Terry: Yo jamás te usé.
Paty: Tus palabras fueron muy claras.
Terry: Lo sé, pero no lo hice, tú estabas ahí, me entregué, te veneré, si lo dije fue porque no me
dejaste opción.
Paty: Siempre tenemos opción y tú decidiste ofenderme.
Terry: Tú no querías dejar el paraíso, te di todas las razones lógicas por las cuales no era sano
que permanecieras a mi lado.
Paty: Sí, y yo solo tenía una razón ilógica por la cual quedarme a tu lado. ¡Te amaba!, pero eso no
te bastó.
¿Me amaba? ¿Ya no? Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
Terry: Tú sabes lo que yo siento por ti, pero… eran demasiadas cosas, me fallaste y yo no
concebía la idea…
Paty: ¿Le fallé?
Terry: ¿Cómo le llamas a eso? Estaba en coma en tus manos y decidiste hacerme una operación a
la que me había negado hasta el cansancio.
Paty: ¡Era lo mejor para ti!
Terry: ¡¡No era tu decisión!!
Las palabras de ambos subieron el tono de decibeles, estábamos exaltados, ¿En qué momento
habíamos pasado a los reclamos? Este no era el giro que quería que tomara la conversación. La
tensión en el hombro y el pecho apareció, tenía que relajarme o esto no iba a terminar bien, me froté
la frente y respiré profundo tratando de recomponerme.
Terry: ¿Podemos sentarnos y hablar? (Pedí en un tono más sereno)
Paty: No creo que…
Terry: Por favor (supliqué).
Soltó una risa burlona justo como las mías y aplaudió 3 veces.
Paty: Vaya, jamás creí vivir lo suficiente para ver al Conde Grandchester pedir algo: “Por favor”.
Estaba burlándose de una forma cruel.
Terry: Adelante… búrlate, aprendiste del mejor, te hice mucho daño y tal vez lo merezco, pero no
me llames así, yo no soy el Conde Grandchester… al menos… no he querido serlo.
Un enorme cansancio cayó sobre mis hombros, tomé asiento, recargué los codos sobre las
rodillas y cubrí mi rostro, me sentía derrotado, ¿Cómo carajos le hacía ver, todo lo que significaba
para mí? El amor que le tenía.
Terry: No supe cómo manejar las cosas, no tengo que decírtelo, tu estuviste ahí, el dolor me
volvía loco, no me dejaba pensar con claridad, no es excusa… pero es la verdad. Me sentí
traicionado, por la única mujer que había logrado que yo sintiera algo más que deseo. La única capaz
de iluminar mi Paraíso con una simple sonrisa me había llevado a recorrer los 7 infiernos.
Paty: Yo…
Me puse nuevamente de pie frente a ella y le supliqué.
Terry: Escúchame, por favor… El impacto de la noticia de haber despertado de un coma contra el
choque de haber sido operado no fue nada grato, el dolor insoportable y el sentimiento de traición
que me carcomía el alma, era demasiado para mí. Pero aún así no tenía derecho de ofenderte ni
humillarte como lo hice, fui un cobarde, un hijo de puta que no merecía todo el esfuerzo, el tiempo y
el cariño que me estabas dedicando… pero me estaba consumiendo, me estaba volviendo loco la
necesidad de tenerte a mi lado y el rencor por lo que habías hecho y no lo veía, no veía el enorme
daño que te estaba haciendo, hasta el día que tropezaste por mi culpa, te estaba arrastrando al
infierno conmigo y no lo merecías… Tuve miedo, de transformar ese amor puro… en odio. No iba a
lograr controlarme, porque hubo momentos en que lo intenté, pero no pude nena, te juro que no pude,
necesitaba protegerte… de mí. La única opción era alejarte y quería al menos volver a acariciar tus
labios, tu piel, sentirte mía una vez más… te necesitaba. Por eso te hice el amor esa noche, aunque
finalmente todo salió mal.
Esperé alguna reacción de su parte, pero no la hubo, sus hermosos ojos verdes me atravesaban
sin poder descifrar sus sentimientos.
Paty: Así que me hizo el amor como despedida, sin pensar en las esperanzas que estaba
alimentando, sin pensar en que cada caricia estaba sanando una parte de mi alma resquebrajada, para
que al final de la noche la volviera a hacerla pedazos. ¡¡Eres demasiado egoísta Terry Grandchester!!
Sus palabras llenas de reproche justificado me dolían profundamente.
Terry: Lo siento. (Dije en un susurro)
Paty: ¿Qué?
Terry: De verdad lo siento, quise dejar de hacerte daño y terminé empeorándolo, una vez más.
Paty: Tampoco creí vivir para escuchar una disculpa de ti.
Esta vez no se burlaba, pero sus palabras estaban por debajo de los cero grados, a cada instante
me daba cuenta de la profunda herida que le había causado.
Paty: Estás acostumbrado a manejar a las personas a tu antojo, sin importarte lo que ellas piensen
o sientan.
Terry: No quería hacerte daño.
Paty: ¡Sí! ¡Sí querías! “Ardamos entonces” ¿Lo recuerdas?
Tenía grabada cada una de mis palabras, bajé la mirada sentía vergüenza por haber sido tan
cobarde.
Terry: Es verdad, sí quería, quería arrastrarte conmigo y por eso te dejé ir.
Paty: No, no me dejaste ir, no quieras adornar la bajeza que me hiciste, ¡Me corriste como a una
cualquiera!
Terry: No quería seguir lastimandote, ¿Tienes idea lo difícil qué fue sacar de mi vida a la mujer
que AMO?
Sus ojos enrojecidos por el rencor, se inundaron, pero se había vuelto dura y no dejó que una sola
se derramara.
Paty: Usted no me ama, no sabe lo que es eso, el amor es…
Terry: Peligroso, te lleva a atravesarte frente a las balas para proteger al amor de tu vida… y lo
volvería hacer sin pensarlo.
Finalmente su gesto duro se relajó y bajó la mirada retadora. Respiré profundamente, la tensión
en el hombro y pecho no desaparecía, caminé hacia el bar, tomé un vaso y serví hielos, dispuesto a
tomarme una copa.
Paty: Creí que no tenía permitido beber.
¿Cómo lo sabía? Había estado preguntando por mí, tal vez no todo estaba perdido.
Terry: No, no lo tengo permitido, ¿Quién te lo dijo? ¿El Doc?
Dejé el vaso y regresé a su lado, bajó la mirada al verse descubierta.
Paty: Sí, algo comentó.
Terry: ¿Entonces ya sabías que ya había terminado la rehabilitación?
Asintió.
Terry: Me haces mucha falta nena. Tienes razón en muchas cosas, soy un tipo egoísta y me he
portado de la peor manera contigo. Pero te equivocas en una cosa, mi rencor nunca fue más grande
que mi amor. Solo te pido una oportunidad para reivindicarme, para compensarte por todo el daño
que te hice, para amarte como lo mereces.
Sus ojos se iluminaron y me regalaron una luz de esperanza.
Paty: ¿Quién me asegura que no vino por mí, para regresarme a ese infierno?
Terry: ¿Tanto daño te hice? ¿Me creerías capaz? Nena, dejarte ir ha sido de las cosas más
difíciles que he tenido que hacer, fue desgarrador verte partir, el vacío se apoderó de mí, mi alma se
fue contigo. Y el Paraíso ha permanecido en una completa oscuridad. Solo te pido una oportunidad
nena, ¡Por favor!
Paty: Tiene meses que lo nuestro terminó, me vine a la ciudad más alejada que conozco de ti,
encontré un empleo, finalmente estoy reconstruyendo los pedazos que me destrozaste y de la nada se
te ocurre aparecer, esperando que yo regrese, ¿Después de todo? Aún tengo clavada cada una de tus
palabras.
Terry: Y yo cada una de tus lágrimas.
Paty: ¡Maldije el día que entré en tu vida!

PATY
Frunció el ceño, haciendo un gesto de dolor, como si en verdad le afectaran mis palabras.
Terry: Lo sé… por eso y por muchas cosas más, es por lo que he venido a disculparme, sé que
has seguido adelante, que estás reconstruyendo tu vida e incluso que vives con Ángel.
Paty: Vaya, no veo por qué me sorprende ¿Te faltó algo por averiguar?
Terry: Sí… ¿Tienes una relación con él?
Paty: ¿Qué?
Terry: Lo primero que hiciste al salir del Paraíso fue meterte en su casa, es tu amigo, lo entiendo,
pero también estaba Alicia o tu familia, tienes meses viviendo con él ¿Están juntos?
Paty: No cabe duda, “Que el león cree que todos son de su condición”.
Terry: No me has contestado.
Paty: No tengo por qué, si estoy con él o con cualquier otro, es asunto mío. No voy a darte
explicaciones de a quién meto en mi cama.
Comenzó a darse toquecitos en el pecho, ¿Por qué? ¿Aún tenía dolor?
Terry: Sé que no tengo derecho, eres libre de estar con quien tú quieras, pero… no soporto la
idea de que estés en brazos de otro.
Paty: No veo por qué, el sexo es solo sexo. ¿Recuerda? ¿A cuántas mujeres no me pasaste por
enfrente? Sin importarte lo que yo sentía.
Terry: No compares las cosas Paty, ¡No es lo mismo!
Paty: ¿Por qué no? ¿Por qué tú eres hombre? “El Sr. todopoderoso dueño del Paraíso”.
Terry: ¡No! Porque yo siempre he disfrutado el sexo como lo que es, simple deseo, porque el
amor que siento por ti se mantiene intacto a pesar de la lujuria que puedo sentir por alguna otra piel,
porque el que haya liberado mi cuerpo con otra carne no significa que no te ame y por qué siempre he
sido así. Pero tú no, para ti la piel y el alma están unidos, dudo mucho que pudieras entregarte a un
hombre por el que no sientes nada y eso… eso es lo que en verdad me dolería.
Paty: Quién sabe, he aprendido del mejor, además Ángel se merecería que yo lo quisiera.
Volvimos a quedarnos en silencio, masajeaba su pectoral izquierdo, pero esta vez yo no iba a
ceder, me había hecho mucho daño y me había esforzado mucho para salir adelante a pesar de todo.
Paty: No creo que esto nos lleve a ningún lugar, talvez yo no tenía el derecho de tomar aquella
decisión, tal vez la hice mía erróneamente por el gran amor que le tenía, pero no me arrepiento.
Terry: Yo sí, hubiera preferido padecer dolor el resto de mi vida, contigo a mi lado, que dejar de
tenerlo, permaneciendo en el oscuro infierno que me ha dejado tu ausencia.
¡No me hagas esto Terry! Por favor no me hagas esto, mi corazón latía desbocado por la angustia
y el dolor de tenerlo tan cerca y saber que sería la última vez que lo tendría frente a mí.
Paty: Te deseo lo mejor Terry.
Caminé unos pasos pero me detuvo, tomándome de la muñeca, el calor de su mano me quemó y
las lágrimas estaban a punto de desbordarse.
Terry: Por-favor, (Suplicó, con la mirada llena de desesperación) Dame unos minutos más, sé que
no logras entender lo que significó para mí, el que decidieras esa operación y trataré de explicarlo.
Paty: Sé por todo lo que le hice pasar, y yo también lo lamento.
Terry: No, (Se frotó la frente y frunció el ceño, como si contuviera un gran pesar) No lo sabes…
Al menos por un momento envaina la espada. Nunca creí tener que decirte esto, no quería hacerlo, a
decir verdad, no se lo he dicho a nadie, al menos no conscientemente. Por favor.
Me hizo un ademán para que me sentara, lo dude por un segundo, pero estaba tan afectado que no
pude negarme. Se sentó a mi lado, aspirando profundamente.
Terry: Mi madre como bien sabes era brasileña, recuerdo que siempre estaba escuchando música
y sonreía, el conde en cambio, era generalmente frío, pero se desvivía en atenciones hacia ella,
siempre la trató como a una dama, al menos eso es lo que alcanzo a recordar. El Conde Grandchester
a pesar de haber sido despreciado por el resto de la familia por haberse casado con una mujer fuera
de la elite inglesa, era el de mayor rango y con una inmensa fortuna, así que tenía un gran poder y un
sinfín de compromisos sociales a los cuales siempre iba acompañado de mi madre y en ocasiones yo
también estaba obligado a acudir… Una noche, después… de…
Comenzó a frotarse el pecho y la voz le tembló, aflojó el nudo de la corbata y se puso de pie, –
¿Qué pasa?–. Pregunté asustada, parecía como si se estuviera ahogando, desabotonó un par de
botones de la camisa, respiraba profundamente pero con dificultad, entró en desesperación y se
acercó a la puerta del balcón agitado, intentando abrirla, –Terry por favor, ¿Qué pasa? ¿Llamo a un
médico?–. Negó con la cabeza y dio un par de golpes al ventanal, lo abrí por él, salió desbocado al
balcón, sujetándose al barandal con ambas manos, lo sujeté de un brazo y rodeé su espalda con el
otro, por un instante temí que cayera por el impulso, cerró los ojos –¿Estás bien?–. Asintió aún con
los ojos cerrados, nunca había visto tal angustia en su rostro –¿Te traigo un poco de agua?–. Asintió
y fui prácticamente corriendo por el vaso, al regresar trato de tomarlo, pero se le resbaló de la mano
temblorosa.
Terry: Lo siento (Dijo apenado).
Paty: Está bien.
Me atrajo hacia él, me estrechó con fuerza entre sus fuertes brazos, el corazón se me resquebrajó
al sentirlo tan vulnerable y lo abracé con todas mis fuerzas, tratando de consolar esa angustia en su
pecho… Lo había visto romperse físicamente, pero nunca de esta forma, poco a poco dejo de
temblar, su respiración se normalizó y aflojó el abrazo, depositó un largo beso en mi frente.
Paty: ¿Mejor?
Terry: Sí… no te preocupes, no quería que me vieras así, hacía días que no me pasaba.
Paty: ¿Estos son los ataques de ansiedad?
Terry: Sí, ¿Es ridículo verdad?
Paty: No, ha pasado por mucho, ya irán desapareciendo.
Terry: Eso había creído… que ya habían desaparecido.
Estaba avergonzado y no dejaba de frotar su pecho y hombro.
Paty: ¿Aún tiene dolor?
Terry: No, es como una tensión, una sensación extraña, pero no es dolor, en verdad la
rehabilitación funcionó.
Paty: Bien… tranquilo, no hay necesidad de seguir.
Terry: Sí la hay, ya pasó, regresemos.
Regresamos a sentarnos al mismo sofá, respiró profundamente, se aclaró la garganta y continuó.
Terry: Como te decía, había ocasiones en que la familia entera debía ir a ciertos eventos. Una
noche en que regresábamos de uno de tantos, el conde había bebido de más, era tarde, yo moría de
sueño e insistí en ir al frente con mi madre, me cargó en su regazo y caí dormido, un grito de mi
madre, el rechinar de llantas y un montón de estruendos que parecían sonar en cámara lenta me
despertaron, todo dio vueltas, no sabía que había pasado, por más que abría los ojos e intentaba tener
una imagen clara, no lo conseguí, estaba demasiado oscuro, sentía a mi madre que me estaba
abrazando, le hablé pero no respondió…
Sus ojos se habían enrojecido y cargado con lágrimas de un profundo dolor, tenía la vista fija en
un punto inexistente en el piso, la voz se le quebraba por momentos y la mandíbula le temblaba por el
esfuerzo que hacía para seguir hablando...
Terry: Le hablé al conde, pero tampoco respondió, no podía moverme, estaba atrapado y mi
madre que me abrazaba no respondía, no sé cuánto tiempo paso, pero pareció una eternidad, hasta
que se escucharon las sirenas. Estuvieron forcejeando para sacarnos del auto, la peor parte del
choque se la había llevado el lado del copiloto, donde mi madre y yo nos encontrábamos, pero yo
estaba bien, tenía algunos golpes, algunas cortadas por los vidrios que habían estallado por el
impacto, pero estaba bien, mi madre me había protegido con su cuerpo, yo quedé atrapado entre el
asiento y el cuerpo de mi madre, había dado su vida por la mía.
La voz se le rompió y una lágrima finalmente rodó, la detuvo y alzó el rostro cubriéndose los ojos
y conteniendo el llanto. Dios, era un niño, puse una mano sobre su pierna, bajó el rostro, respiró
profundamente y oprimió mi mano.
Terry: Murió instantáneamente, el conde salió inconsciente y con algunas lesiones, yo también fui
trasladado a la clínica, por algunas fisuras en el hombro, pero nada grave. Al funeral de mi madre,
acudieron pocas personas, ningún familiar, solo yo, Richard que era amigo del conde, Sofí, unos
cuantos más allegados a él, el Doc y Adele tratando de explicarme que tenía que despedirme de mi
madre, porque no iba a regresar.
Paty: Lo siento mucho.
Terry: Sí, yo también… El conde permaneció internado, después del funeral el Doc volvió a
Estados Unidos donde estaba haciendo otra especialidad y yo me quedé solo con Adele, esperando a
que el Conde regresara a casa, pero al salir del hospital no regresó al castillo, pasé días esperando
ver a mi padre regresar, a que me diera un abrazo por el fallecimiento de mi madre, a que me
explicara por qué había muerto, pero tardó días en hacerlo. Cuando finalmente apareció su auto,
corrí a la puerta principal a recibirlo, al entrar un aroma a alcohol lo acompañaba, llegó
tambaleándose, clavó una gélida mirada en mí llena de desprecio… de odio. “Tú eres el culpable de
que tu madre esté muerta” “Tú la mataste”, fueron las primeras palabras que recibí de mi padre,
después de haber perdido a mi madre y me abofeteó hasta que caí al suelo… Él estaba tan borracho
que también cayó.
Por eso sus pesadillas… por eso decía que él no la había matado, como pudo hacerle eso a su
propio hijo.
Terry: Esa fue la primera de muchas, después de eso pasaba un día en el castillo y varios fuera.
Cada vez que regresaba lo hacía de día, alcoholizado, drogado y con una sola idea en la cabeza,
vengar a golpes el haber perdido a su esposa, por mi culpa. Me sacó del colegio, tenía prohibido
salir del castillo, dejó solo a la servidumbre necesaria y pasé así poco más de un año, lleno de
miedo, pánico, completamente vulnerable, recibiendo golpizas, humillaciones, desprecios, insultos y
una constante tortura psicológica aún más difícil de borrar que el montón de cicatrices en mi espalda.
Paty: Dios mío, pero ¿Por qué nadie hizo nada?
Terry: Nadie me visitaba, le supliqué una enorme cantidad de veces a Adele que me sacara de
ahí, que me llevara lejos, o que le pidiera a mi madre que me llevara con ella. Las veces que intentó
detenerlo, para que dejara de golpearme, ella también había salido lastimada. La pobre Adele le
tenía tanto miedo como yo y además lo amaba. Y me repetía que él me amaba que era su hijo, pero
estaba ciego de dolor de haber perdido al amor de su vida. Y yo estaba convencido de haber tenido
la culpa. Era un hombre muy poderoso, nadie iba a creerle a una criada, iba a ser su palabra contra
la del Conde Grandchester, solo la iban apartar de mí, y no quería dejarme solo.
Recargó los codos en sus rodillas y se cubrió el rostro, conteniendo las ganas de romper en
llanto, imaginar a ese pequeño niño suplicando por salir de ese infierno me rompía el alma. Ver a mi
Sr. a punto del llanto por el enorme dolor que sentía, me rompía el corazón, mi visión se volvió
borrosa por las lágrimas. ¿Dios cómo pudo?
Terry: Una noche llegó más embravecido que nunca, me golpeó, me pateó en el piso, me aventó
contra la pared y se aferró a destrozarme el brazo, porque eso había sido lo único que me había
pasado, unos cuantos moretones en el brazo, cuando él había perdido al amor de su vida. Supliqué
porque se detuviera, pero no lo hizo, siguió golpeando hasta que caí inconsciente por el dolor. Me
había destrozado el hombro. Adele trato de curar mis heridas como cada vez que el desaparecía,
pero esta vez fue inútil, mis lesiones iban más allá de unos cuantos golpes, casi me arrancó el
maldito brazo, pero tenía miedo, no podía llamar a ningún médico por orden suya. A los dos días,
apareció muerto por un accidente, con las venas llenas del alcohol y drogas, precisamente en la
misma carretera en que habíamos perdido a mi madre… y sentí envidia, yo era el que debía haber
muerto, yo era el que debía ir a los brazos de mi madre. Fue hasta entonces que Adele pudo llamar
al Dr. Tarson que tenía unos días de haber regresado a la ciudad, me internó de inmediato, no acudí a
su funeral, pocas personas lo hicieron, solo Adele estuvo con él… para despedir al maldito Conde.
Él tenía un testamento bastante sencillo, todo pasaba a mi madre y a mí, mi madre en cambio había
dispuesto que en caso de faltar ella y él, me dejaba a cargo del Dr. Tarson. Así fue como el Doc
terminó haciéndose cargo de mí, supongo que mi madre sabía que ningún familiar se iba a querer
hacer cargo de mi o iban a terminar robándose, o despilfarrando la enorme herencia. El Doc al
enterarse de todo lo que había pasado, me trató médica y psicológicamente, pero el daño era muy
profundo. Yo había tenido la culpa de la muerte de mi madre, yo me había ganado el desprecio de mi
padre, por haber matado al amor de su vida, yo merecía tener dolor por todo aquello…
Paty: No, eras un niño, no tenías la culpa de nada de eso.
Terry: Lo sé… pero era demasiado complicado sacarlo de mi mente, de mi sangre envenenada.
Me volví un verdadero problema, salía y entraba de colegios por agarrarme a golpes, no quería
golpearlos en realidad, todo lo contrario quería que me lastimaran y al mismo tiempo quería poder
detenerlos. Así que desde niño me metí a clases de Kung-Fu, mi lesión mejoraba un poco y volvía a
empeorar, le saqué muchas canas verdes al Doc estaba perdido y por más que Adele se empeñaba en
darme todo el cariño que me hacía falta, no era suficiente, porque siempre terminaba diciéndome que
él me quería. No lo entendía… él hombre que se suponía que me amaba, mi padre, lo único que me
había quedado, lo único que tenía para amar, me odiaba, me había fallado…
Se cubrió ambos ojos con una mano temblorosa y vi dos pesadas lágrimas recorriendo sus
mejillas. –¡Mi Sr!–. Me senté en su regazo, recargó su rostro en mi pecho y lo abracé con fuerza,
mientras el me rodeaba con sus brazos, lo sentí temblar y ahogó las amargas lágrimas, –Está bien,
está bien–. Acaricié su cabello tratando de consolarlo, permanecimos así por un largo rato y cuando
finalmente nos separamos, antes de levantar la vista hacia mí, secó con una mano las lágrimas que se
le habían escapado.
Terry: Lo siento… no creí que aún pesara tanto.
Paty: ¿Cómo no va pesar? Si aún no lo ha dejado salir.
Dije poniendo una mano en su pecho, me regaló una media y esforzada sonrisa, tomando mi mano
y besándola. Se recargó en el sofá y me pegó a su pecho, abrazándome con fuerza y respirando
profundamente. Pegó sus labios en mi frente.
Terry: Gracias por escucharme… por dejarme sacar todo esto que me consume y que aún no
logro entender del todo… ¿Por qué alguien que te ama, te falla cuando más lo necesitas?... Cuando
entendí que la muerte de mi madre no había sido mi culpa y que el Conde era un hijo de puta que me
había estado torturando con la excusa del amor que había perdido, no volví a confiar, ni a creer en el
cariño de nadie, si mi padre me había hecho eso ¿Qué no podrían hacerme los demás? Juré no
volver hacer aquel niño lleno de miedo, de terror y sobre todo que nadie más iba a decidir lo que
pasara con mi vida, a no volver estar vulnerable, pero sobre todo a no permitir que nadie decidiera
por mí.
Y yo había hecho todo aquello tomando esa decisión, me separé de su pecho para verlo a los
ojos, si lo hubiera sabido antes jamás lo habría hecho.
Paty: Lo siento, lo siento mucho, tiene razón no era mi decisión, pero te juro que jamás quise
fallarte, perdóname…
Terry: No, no tengo nada que perdonarte, estas semanas después de la rehabilitación me han
hecho comprender por qué lo hiciste. Yo tenía miedo al dolor, volver a fracasar, sentirme vulnerable,
a verme en el estado deplorable en el que estuve, no me sentía capaz y aún abro los ojos por las
mañanas y me parece irreal que haya terminado. Perdóname tú a mí, por haberte lastimado tanto, por
no haber sido capaz de apreciar tu amor, por no haberte amado como lo merecías, perdóname nena.
Pegó su frente a la mía, ambos respiramos profundamente llenándonos con el aliento del otro. Se
separó y volvió a recargarse nuevamente en el sofá con el rostro agotado y frotándose el pecho, rose
su hombro con mi mano él abrió los ojos, esa cansada y hermosa mirada azul profundo, por fin se
veía clara.
Paty: ¿Se encuentra bien?
Terry: “Tengo en mi regazo al amor de mi vida”. No podría estar mejor hermosa.

TERRY
Sonrió ligeramente y una enorme luz acompañó esa sonrisa, me incorporé, fijé mi mirada en sus
labios y los acaricié con el pulgar, necesitaba tanto besarle que mis labios ardían por la necesidad.
Terry: ¿Puedo?
Pregunté, solicitando su permiso, temiendo que me lo negara.
Paty: Siempre han sido suyos, no puedo quitárselos.
Sus palabras regresaron los latidos a mi pecho que se encontraba enmudecido, me acerqué
lentamente a sus labios, los acaricié con los míos, eran suaves, dulces, mi cuerpo entero los
reconocía, y mi alma recibió una bocanada de aire fresco en medio de aquel infierno que se apagaba
con su presencia.
Terry: ¡¡Gracias!!
Paty: ¡Shhhh! Dejemos todo de lado.

PATY
Después de permanecer abrazados consolando nuestras almas por el vacío que dejo la ausencia
del otro. Mi celular vibró y nos sacó de nuestra burbuja.
Era Ángel, preguntando donde estaba, si me encontraba bien y que prepararía la cena para
ambos, ya eran las 8 de la noche, increíblemente habían pasado 4 horas, no quería separarme de sus
brazos, pero era necesario.
Terry: Dime que regresamos cuanto antes al Paraíso.
Paty: No puedo irme así de la noche a la mañana.
Terry: Sí puedes nena, vámonos esta misma noche.
Paty: No puedo Terry, me gustaría despedirme de Alicia, tengo que entregar mi puesto de trabajo,
no puedo dejarlo botado y además tengo que despedirme de Ángel.
Terry: Entiendo lo del trabajo, mañana puedes entregarlo, prométeme entonces que nos vamos
mañana en la noche.
Paty: Pero Terry…
Terry: ¡Por Favor nena!
Era imposible negarme a esa mirada, además no podía negarlo, yo también quería regresar cuanto
antes a su lado.
Paty: De acuerdo, mañana en la noche.
Me sonrió y en medio del enorme agotamiento emocional, se veía mucho más relajado, tan
atractivo… deseaba quedarme entre sus brazos, pero era necesario irme, tenía mucho por empacar.
Paty: Ahora tengo que irme.
Terry: Tienes que estar bromeando te acabo de recuperar, no pienso separarme de ti.
Con una mano me tomó de la mejilla y con la otra me abrazaba por la cintura, si permanecía más
tiempo así, iba a ceder ante su petición.
Paty: Tengo que hacerlo, tengo que hacer maleta.
Terry: Déjalo todo, no es necesario que traigas nada.
Paty: Tengo que despedirme y agradecerle a Ángel por todo.
Terry: ¿Estuviste con él?
Me levanté de su regazo, francamente molesta por su pregunta.
Paty: No sigas con eso Terry.
Terry: No voy a permitir que vayas a pasar una noche más a su lado.
Paty: ¿Celoso Sr. Grandchester?
Terry: Terriblemente celoso, me revienta que él te haya disfrutado todo este tiempo, mientras yo
soñaba con tu sonrisa, con poder acariciar tu piel.
Amaba y odiaba que fuera tan dulce, tenía que emprender la retirada.
Paty: Mañana nos vemos.
Terry: Si no puedo convencerte de quedarte al menos voy a llevarte a tu casa.
Después de mandar un mensaje, se refresco un poco en el baño, tomó agua y al salir de la
habitación nos encontramos con Frankco, sentí mucha nostalgia y alegría al verlo, no me aguanté las
ganas y le di un fuerte abrazo, él me lo devolvió con el mismo cariño que la última vez.
Subimos a una camioneta que seguramente había rentado, Terry le ordenó a Frankco que nos
llevara a mi casa, se guiaba por medio de GPS, no me pidió la dirección así que seguramente él fue
quien se encargó de investigarme. Al llegar a la casa, le dije a Terry que no era necesario que me
acompañara, pero hizo caso omiso de mis palabras, en cuanto abrí la puerta Ángel apareció en
escena, con un mandil chistoso que yo le había regalado, al frente decía “Yo soy el amo de casa”.

TERRY
Era una casa demasiado pequeña, el imbécil de Ángel no tardó en aparecer en escena, con un
ridículo mandil, ¿Quién se ponía eso?
Ángel: Ya me tenías preocupado…
La estúpida sonrisa se le desapareció al verme, más aún cuando me vio abrazándola.
Paty: No hay nada de que preocuparse, ya estoy de regreso.
Terry: Sí, pero no por mucho tiempo.
Nos retamos con la mirada, jamás se imaginó verme en la puerta de su casa, ni yo imaginé venir a
dejar a Paty aquí.
Terry: Te espero a que recojas tus cosas para irnos de una vez.
Paty: Ya habíamos hablado de eso.
No la iba hacer cambiar de opinión y no quería comenzar una discusión a solo minutos de la
reconciliación.
Terry: Bien, me mandas un mensaje con la hora en que quieras que venga a recogerte para
llevarte a la oficina.
Ángel: Yo la he llevado todas las mañanas.
Terry: ¿En eso?
Hice un gesto despectivo hacia él auto de clase baja que estaba estacionado al lado de nosotros.
Paty: ¡Terry!
Ángel: Sí, eso tiene llevándola desde hace meses.
Terry: Bueno, hoy fue el último día.
Paty: Terry por favor, no sigas.
Quería restregarle en la cara que era mía, que había venido a llevarla de regreso a donde
pertenece, a mi lado.
Ángel: ¿De que está hablando?
Paty: Ahora hablamos Ángel.
Estaba rogando porque me diera un solo motivo para romperle la cara.
Ángel: No pretendes irte con este imbécil, ¿Verdad?
Y el motivo apareció… Le había gritado, solté a Paty y di unos pasos dentro de la casa.
Terry: No vuelvas a levantarle la voz.
Ángel: Supongo que el gritarle es un “Derecho” que consideras exclusivo.
Paty: ¡Ángel por favor!
Terry: Por qué no te quitas tu estúpido mandil, aparentas ser un poco más hombre y arreglamos
esto de una buena vez.

PATY
Nunca había visto así de furioso a Ángel, se arrancó el mandil dando unos pasos hacia adelante,
enfrentándolo, como pude me paré entre los dos, separando los brazos.
Paty: ¡Basta! No hagan esto por favor.
Terry: Ve por tus cosas, nosotros arreglamos esto.
Ángel: Obedece a tu Sr.
Terry: ¿De verdad creías qué tarde o temprano te iba a corresponder? ¿Cierto? ¿Qué ibas a salir
de la friendzone? eres mas estúpido de lo que pareces.
Si no los detenía esto iba a terminar muy mal.
Paty: Dejen de comportarse como neandertales. Me voy a quedar aquí porque son muchas las
cosas que tengo que recoger y tú y yo tenemos que hablar Ángel.
Ángel: No puedo creerlo Paty con un simple chasquido de dedos vas a regresar con él, ¿Después
por todo lo que te hizo pasar?
Paty: No es así de fácil, Terry sal de aquí por favor y ven mañana a las 7.
Me tomó del brazo y me sacó de la casa.
Terry: Deja todo, no necesitas nada de lo que puedas tener aquí.
Paty: Es mi mejor amigo, no quiero perderlo.
Terry: Y yo no quiero volver a perderte a ti.
Paty: Eso no va a pasar, confía en mí por favor, solo será esta noche.
Echó un vistazo hacia adentro de la casa, Ángel nos observaba, me tomó con ambas manos por
las mejillas y me besó profundamente hasta dejarme sin aliento, después 3 pequeños besos.
Terry: Tengo unas inmensas ganas de meterte a la camioneta, partirle la cara a ese imbécil,
hacerte el amor y volar a casa, así que voy hacer gala de todo mi autocontrol y voy a respetar tu
decisión, mañana a las 7:00 am.
Se fue no sin antes regalarle una mirada retadora a Ángel, quien afortunadamente no salió de la
casa, respiré profundamente y entré, Ángel tomó una cerveza del refri, me obsequió otra y nos
sentamos en el pequeño comedor a hablar, no le conté la historia de los padres de Terry, pero sí que
hablamos. Reconocí que ambos nos habíamos hecho daño, pero nos amábamos y estábamos
dispuestos a darnos otra oportunidad, mi amigo insistió en que el no merecia tanto amor de mi parte,
le expliqué que a pesar del tiempo que había transcurrido no había pasado un solo día en que no
añorara estar a su lado, así que finalmente creo que lo entendió.
Angel: No estoy de acuerdo, pero nadie que no esté en tus zapatos puede saber lo que tu sientes,
así que nadie tiene derecho a juzgar tus decisiones, te deseo lo mejor, como siempre.
Finalmente una vez que la tensión había pasado, me ayudó a hacer mis maletas, estaba ansiosa
por regresar a sus brazos, dormí muy poco y me esperaba un largo día.

TERRY
Que hubiera la mínima posibilidad de que él la convenciera de no regresar a mi lado, no me dejó
dormir, las manecillas del reloj caminaban demasiado lento. Cuando finalmente toqué a su puerta, ya
estaban ahí las maletas y finalmente solté el aire que parecía haber contenido desde la noche anterior,
le hice un gesto a Frankco para que viniera por ellas, frente a mí la abrazo con cariño.
Ángel: Si provocas una sola más de sus lágrimas, no habrá poder humano que evite que te rompa
la cara, así que cuídala.
Terry: Si le provoco una sola lágrima más, yo mismo vendré a que me la rompas… y no meteré
las manos, porque si no te sería imposible.
Ángel: Su ego es más grande que mi casa.
Terry: Mi cochera es más grande que tu casa.
Ángel: ¡¡Sal de aquí!!
Finalmente la tuve entre mis brazos, la abracé con fuerza y cuando salió de su oficina, estábamos
volando de regreso al Paraíso, teníamos los dedos entrelazados y apenas podía creerlo.
Paty: ¿Podría pedirle algo?
Terry: Soy el genio de la lámpara, tú solo pide.
Paty: ¿Podría darle otra oportunidad al Dr. Tarson?
Terry: El genio de la lámpara tiene sus limitaciones.
Paty: ¡Por favor!
Terry: Ahora no hermosa, déjame disfrutarte.
Llegamos a casa, Toretto y Adele recibieron con cariño a Paty, una vez que se terminó el
recibimiento, la tomé en brazos para llevarla a nuestra habitación y la deposité con cuidado en
nuestra cama.
Terry: Pienso hacerte el amor, toda la noche.
Paty: ¿Toda… la noche?
Terry: ¿Lo dudas?
Paty: No… lo deseo.
Entre besos y caricias nuestro deseo aumentaba la necesidad de unir nuestros cuerpos, nuestras
almas, recorrí con mis labios de punta a punta su dulce piel y con cada gemido de placer elevaba mis
sentidos, separé sus piernas y me recosté sobre ella…
Terry: ¡Voy hacerte mía nena!
Deseaba que su humedad apagara las llamas que me habían estado consumiendo por meses.
Después de varias ocasiones en que habíamos saciado nuestra necesidad el uno por del otro, la
tenía acurrucada en mi pecho…
Paty: No había estado con nadie.
Terry: Lo sé… y yo no le había hecho el amor a nadie más.
La mañana siguiente.
Paty: ¿No iremos hoy a la oficina?
Terry: Es sábado nena, alguien perdió la noción del tiempo.
Paty: Tú me haces perder la noción del tiempo.
La abracé con fuerza contra mi pecho, aspiré profundamente su dulce aroma a chocolate
acompañado del deseo desbordado.
Paty: Me encanta cuando sonríes así.
Terry: No tengo dolor.
Paty: Tienes semanas sin dolor ¿no?
Terry: Sí, pero es la primera vez que logro disfrutarlo, que no lo extraño.
Paty: ¿Extrañaba el dolor?
Terry: Sé que suena enfermizo, pero el dolor nublaba mis sentimientos y desde que concluí la
rehabilitación, no había nada agradable que sentir, hasta hoy…
Disfruté cada segundo del fin de semana con el amor de mi vida. Le di la opción de no trabajar,
de que acudiera a clases para que perfeccionara el francés, o inicie una maestría, pero se negó,
aunque no descartó la opción de hacerlo más adelante. Insistí, no porque no quisiera tenerla en la
oficina, en realidad quería evitarnos discusiones por motivos laborales, pero me aseguró que los
mejores maestros siempre eran los más estrictos y que nunca iba a encontrar uno peor que yo. Opté
por tomar eso como un cumplido, me aseguró que todo lo que había aprendido en el Paraíso le había
sido de gran utilidad en el empleo que obtuvo en Monterrey y eso me llenó de orgullo, así que
seguiría como mi asistente personal, solo en la oficina, por lo tanto si perdía la paciencia en el
horario laboral, no estaría tan mal, estaría dentro de los límites aceptables.
Supongo que en el camino, iremos llegando a más acuerdos. Insistió un par de veces en que
hablara con el Doc pero evité el tema, le pedí que no insistiera con eso, aún no podía perdonarlo y
no sabía cuándo iba a hacerlo o si algún día pasaría.
La relación entre nosotros iba de maravilla, la pobre de Lía y Frankco finalmente se fueron de
vacaciones por dos semanas, a un recorrido por Italia, Roma y París. Más adelante llevaría a Paty a
conocer el viejo continente. Esos dos se habían ganado con creces esos 15 días, incluso insistí en
que se tomaran más, pero creo que Lía tenía miedo de regresar y no tener asistente, aunque me
aseguraron que en 6 meses se volverían a ir de vacaciones. Así que Paty y yo nos hicimos cargo de
todo con ayuda de Erika, he de admitir que me desesperé más de una vez y terminé levantándole la
voz a Paty en una ocasión, ¡Pero vamos! “Roma no se hizo en un día” y fue por un error laboral así
que no pasó a mayores.
No tener a Lía y Frankco por tantos días seguidos me hizo apreciar aún más su trabajo.
Definitivamente nos hacían más fácil la vida, y Jesse… bueno no podía negar que practicar el
bullying con él era demasiado entretenido.
Cuando Lía volvió, Paty quería canonizarla, lo cual definitivamente era una exageración, pero la
premié dejándole a su asistente.
Los chicos no dejaban de insistir en venir a pasar un fin de semana y yo me había hecho el
desentendido para poder seguir disfrutando a solas de mi chica, pero cuando se lo comenté a Paty me
animó a invitarlos, así que llegarían el siguiente fin de semana, además tenía una sorpresa preparada
para ella y la presencia de nuestros amigos, sería crucial para disfrutarla aún más. Así que los invité
con sus respectivas parejas.
La gran sorpresa fue cuando Dereck me preguntó si habría algún problema si venía acompañado
de Sofí ya que habían estado saliendo, le aseguré que podía traerla. Creí que estaba con la pelirroja,
era muy agradable y parecían llevarse bien, pero me daba gusto que al fin Sofí le diera una
oportunidad, nadie la trataría mejor que él, además ha estado enamorada desde que la conoció.
Invité a Alicia la amiga de Paty, y me aseguró que vendría. También conseguí el teléfono de
Ángel y definitivamente estaba enamorado, porque de otra manera no habría hecho esto, me tragué mi
orgullo y lo llamé para invitarlo, al principio se negó, hasta que le expliqué el motivo, estaba seguro
que a Paty le daría gusto que él estuviera aquí, además, tal vez podríamos finiquitar lo que habíamos
dejado pendiente en dos ocasiones. Le dije que yo me haría cargo de los gastos de avión ya que me
sería imposible mandar el Jet por todos, pero se negó, orgullo estúpido, pero no insistí, finalmente yo
había cumplido con invitarlo.
Tenía varios mensajes en el celular del Doc que ni siquiera me había tomado la molestia de leer,
los abrí uno a uno y en general decían lo mismo, me preguntaba si mis ataques de ansiedad seguían o
habían disminuido, lo cual había sucedido, solo había tenido una pequeña crisis en la oficina. Quería
saber si me encontraba bien, decía lamentar que las cosas hubieran sucedido de esta forma, que me
quería como a un hijo, que se sentía muy culpable de que la primera operación no hubiera dado
resultados positivos por su falta de presencia y por haberme exigido demasiado.
Apreciaba mucho al Doc, pero aún estaba enfadado, me sentía defraudado y no podía evitar
culparlo por tanto dolor… Pero aun así lo llamé y lo invité al evento que estaba organizando, me lo
agradeció emocionado, quiso seguir conversando, pero le corté la comunicación. Al parecer los
sentimientos encontrados eran una constante en mi vida.
Finalmente el sábado recibimos a los chicos en casa al mediodia, junto con sus acompañantes,
Dimitry seguía su relación con Nois y pensar que comenzaron a partir de un trío que hicimos
juntos… Casi aposté a que Carlo vendría con una chica tipo PlayBoy, pero afortunadamente no lo
hizo y vino acompañado de Estefi que definitivamente era muy atractiva, pero no exuberante, además
de ser agradable.
Ver a Sofí entrar del brazo de Dereck me dio muchísimo gusto, pero eso no impidió que nos
diéramos un afectuoso y sincero abrazo y tampoco impidió que Dereck frunciera el ceño, “Celos
estúpidos”.
Pasamos al jardín donde Adele nos tenía preparado un delicioso menú y Jesse fungió como
mesero. En verdad me divertía y lo mejor era que los chicos me hacían segunda, lo que a Paty no le
hacía tanta gracia.
Paty: Dereck, pensé que al menos tú no entrarías en su juego.
Dereck: Hacía meses que no lo veía reír así, déjalo disfrutar, un poco de tortura no le hace daño
a nadie.
Los chicos se retiraron poco después de comer. Los quería frescos para la velada, los había
citado a las 8:00 de la noche. Cuando nos despedimos y nos quedamos solos en el jardín, miré hacia
el quiosco la tomé de la mano y caminé con ella hasta ahí, aspiré profundamente y la abracé por la
cintura desde la espalda, pegándola a mi pecho.
Terry: Desde que te fuiste, no había venido aquí.
Paty: ¿Por qué? Siempre creí que lo tranquilizaba.
Terry: Y así es, pero temía que sin ti a mi lado, perdiera ese efecto.
Paty: Mi Sr. …
Terry: Pensé que ya no me llamarías así.
Paty: Usted siempre será Mi Sr., pero lo dejaremos solo para algunas ocasiones.
Terry: Como tú quieras nena.

PATY
Me dijo que iríamos a un evento importante, pero no quiso darme detalles. Al entrar a mi
habitación, un hermoso vestido corto de fino encaje azul rey, perfectamente diseñado a un solo
hombro, estaba extendido sobre la cama, con sus respectivos bolso de sobre en color marfil y las
zapatillas a juego. Di saltitos como tonta al verlo, no podía evitarlo, amaba que me consintiera con
este tipo de detalles. ¿Y qué mujer no?
Al bajar las escaleras, me estaba esperando con un traje a juego con el color de mi vestido y una
camisa blanca con los dos primeros botones desarrollados. Sus enigmáticos ojos azul profundo
lucían aún más radiantes con su brillo único. Mantenía una mano adentro del bolsillo del pantalón y
en la otra sostenía una copa de coñac, mientras me poseía con la mirada, bajé lentamente las
escaleras y su imponente mirada combinada con su embriagador perfume me cautivaban despertando
ese deseo que solo él me provocaba.

CAPÍTULO XXVI
TERRY

H ermosa, inteligente, sexy y segura, era un maldito tipo con suerte.


Terry: No existen palabras que expresen todo lo que le provocas a mis
sentidos, hermosa.
Nos dirigimos al hotel Delux, no dejaba de preguntar a qué evento nos dirigíamos. Al llegar le
abrí la puerta y me sentí orgulloso de llevarla del brazo.
Estaba nervioso, sabía que le gustaría ver a todos nuestros amigos reunidos, pero no podía
asegurar lo mismo de la sorpresa. Solo esperaba no haberme excedido. En cuanto nos vieron todos
los invitados comenzaron a aplaudir. Sebastián era un genio y el lugar se veía increíble, pequeñas
mesitas altas, rodeando la entrada del local, dejando espacio en el centro para una pequeña pista, el
local por supuesto cerrado y con un enorme listón al frente que en el centro tenía un moño, el nombre
del lugar cubierto con una seda azul rey.

PATY
¿De qué se trataba todo esto? Estaban aplaudiendo, volteé a mis espaldas para asegurarme de que
era a nosotros a quienes le aplaudían y sí, éramos los únicos en el lugar. Mientras nos acercábamos
fui distinguiendo a los chicos y sus parejas, pero espera, todos estaban aquí, el Dr. Tarson, Adele,
Lía, Erika, Sebastián, un chico que lo tomaba de la mano. Tulipanes blancos y azules adornaban el
lugar y guirnaldas de lámparas flotantes, daban un toque cálido, elegante y acogedor. Todos estaban
guapísimos, el lugar estaba amenizado por un enorme piano de cola, un par de violinistas y un
saxofonista. La gran sorpresa fue cuando Alicia y Ángel salieron de entre la gente, ¿Cómo es que
estaban aquí? Volteé a ver a Terry esperando una explicación, pero una enorme sonrisa le cubría el
rostro, la mirada le brillaba. Alicia me abrazó.
Paty: Lamento no haberme despedido.
Alicia: No te preocupes, tienes a un maldito arrogante y encantador Sr. del Paraíso.
Cuando me separé de Alicia, Ángel me obsequió una cálida sonrisa, que él estuviera aquí era la
mayor de la sorpresas. Nos abrazamos con cariño.
Paty: ¿Cómo es que estás aquí?
Ángel: Tu novio me llamó, se disculpó y me suplicó que viniera, siempre he sido generoso, así
que aquí estoy.
Terry: Alguien ha bebido demasiado champagne esta noche, es comprensible, no estás
acostumbrado a este tipo de bebida, no hagas que la paliza de tu vida se transforme en la variedad de
la noche, y quítale las manos de encima a mi mujer.
Ángel y yo sonreímos, estaba al lado de nosotros y dijo todo eso sin siquiera voltear a verlo,
estaba sonriendo para los demás invitados, era un genio de la actuación y me encantaba. Para llamar
a Ángel debió tragarse su orgullo, y si algo tiene grande mi Sr. además de su ego y su… bueno ese es
otro tema, es su orgullo.
Saludamos a todo mundo y me alegré enormemente de ver al Dr. Tarson tan guapo y elegante junto
a Adele.
Paty: Esto significa que ya hicieron los pases, ¿cierto?
Dr.: No exactamente, Terry solo me llamó para invitarme a la velada.
Adele: Mi muchacho es duro, pero no es malo, con el tiempo estoy segura que volverán a hacer
las paces.
Dr.: Eso espero Adele.
Paty: Así tiene que ser, porque yo no voy a quitar el dedo del renglón.
Dr.: El tema solo te va traer problemas con él, bien lo dijo Frankco, Terry no sabe perdonar. Así
que solo me queda afrontar las consecuencias, pero verlo así, sin dolor, vale la pena.
Paty: A mí me perdonó.
Dr.: Tú no sabías todo lo que iba a pasar, y yo le fallé dos veces.
Paty: Aún así, tarde o temprano va a ceder.

Me cansé de preguntar el porqué de la reunión y nadie me contestó.


Paty: Terry por favor ¿De qué se trata todo esto?
Terry: Disfruta la reunión.
Me dijo dándome una copa y un canapé, ¿Qué se traía entre manos? “Toretto apareció con un
moñito rojo de esmoquin, se veía guapísimo de París”.
Paty: Tú te encargaste de todo esto, ¿Cierto? Todo está perfecto.
Sebastián: ¿Acaso hay alguien más? Por supuesto que yo soy el culpable de tan elegante y
maravillosa velada. Tu Sr. del Paraíso es un sol. A ver si aprendes.
Le dijo sarcásticamente a su acompañante. Me moría de risa.
Sofí con esa sofisticación tan inglesa que la caracterizaba, se veía guapísima y atenta únicamente
a Dereck, lo cual anulaba un 90% de mis celos. Dimitry y Nois se comían con la mirada y Carlo
como siempre era el alma de la fiesta, así que su chica no dejaba de sonreír.
Mi Sr. me tomó de la mano y me llevó frente al listón con el enorme moño, le dio un par de
toquecitos a su copa, para llamar la atención de los invitados, la música cedió, los meseros se
apartaron y solo se escuchaba el tenue sonido del mar.
Terry: Me da mucho gusto que nos honren con su presencia esta noche, como saben Paty no tiene
idea de lo que hay detrás, así que aún corro el peligro de que me aviente la copa en la cara.
Carlo: Yo quiero ver eso.
Todos rieron. Ya no puedo con la curiosidad.
Terry: Lo bueno que estamos entre amigos. Nena… Cuando te sentí perdida, encontré un tesoro
invaluable en tu habitación y me dio mucha pena que permaneciera ahí, así que me di a la tarea de
construir este pequeño santuario que ha permanecido cerrado ya que tú no te encontrabas, ahora que
has regresado y no pienso permitir que vuelvas a irte, me gustaría mostrártelo y compartirlo con
nuestros amigos, lo que pase a partir de este momento con el lugar y todo lo que hay adentro es
decisión tuya.
Sus ojos brillaban de una forma especial, ese azul profundo lleno de emoción me cautivaba.
Paty: ¿Qué es? ¿De qué estás hablando?
Terry: No sabía cómo llamarlo y también puedes cambiarle el nombre, si es que decides que
permanezca abierto.
Paty: Por Dios Terry, dime ya ¿De qué estás hablando?
Jesse se acercó con unas tijeras y me las dio.
Terry: Bienvenidos a la inauguración de la galería de la artista Paty Debeaux, bautizada con el
nombre de… “MI NO SUEÑO”.
Me quedé paralizada, todos comenzaron a aplaudir y la seda azul que cubría el nombre del lugar
cayó. Lo observé por un instante y las puertas del local se abrieron, por Dios, esas eran… mis
pinturas.
Terry: Tienes que cortar el listón.
Alcancé a escuchar, pero no podía moverme, realmente esas eran mis pinturas, la imagen se
volvió borrosa por las lágrimas que inundaron mis ojos, seguían aplaudiendo, un par de pesadas
lágrimas llenas de emoción se desbordaron de mis ojos, me era imposible contenerlas. Terry me
tomó por las mejillas, secando mis lágrimas y mirándome con un gesto preocupado.
Terry: ¡¡Dime que no lo arruiné!!
Todos callaron, lo observé, mi millonario, arrogante y pervertido jefe, mi Sr., mi amor, nunca
entenderé como puede ser tan insoportable y tan dulce al mismo tiempo.
Paty: ¡Te amo Terry Grandchester!

TERRY
Solté el aire que había contenido al no verla reaccionar.
Terry: ¡Y yo a ti nena!
Fundí mi alma con la suya a través de un profundo beso, cuando nos separamos los invitados
nuevamente estaban aplaudiendo.
Terry: Creo que tienes que cortar el listón. Asintió.
Paty: Gracias a todos por acompañarnos a la inauguración de “MI NO SUEÑO”.
El listón cayó en dos, las melodías del saxofón se hicieron presentes mientras entrabamos a la
galería. Admiraba todo el lugar con sus enormes y maravillosos ojos verdes, la sonrisa en su rostro
iluminaba el lugar. Debajo de cada pintura había un pequeño letrerito, que permanecía en blanco.
Paty: Aquí debe ir el nombre.
Terry: Ya tú te encargarás de ponérselos y si no te agrada como los distribuí puedes re-
acomodarlos como gustes.
Paty: ¿Tú los distribuiste?
Terry: Sí… van de acuerdo a la fecha en que los pintaste. También puedes cambiar la iluminación
si no te agrada.
Paty: Todo está perfecto, la distribución, los marcos, la iluminación, es perfecto mi Sr.
Avanzó observando cada pintura, como si nunca las hubiera visto, como si no hubieran sido
creadas por sus propias manos, su imagen era perfecta. Alguien me dio una palmada en la espalda,
era Carlo, acompañado por los otros dos.
Carlo: Eres un maldito romántico.
Dimitry: ¡El Sr. del Paraíso enamorado!, ¿Quién carajos iba a decirlo?
Terry: No me los voy a quitar de encima ¿Verdad?
Dereck: Si cualquiera de nosotros hubiera hecho la mitad de todo esto, no nos la acabaríamos.
Terry: Cierto… no se la acabarían.
Carlo: ¿¡Sientes maripositas revoloteando en el estómago!?
Terry: Siento ganas de fracturarle los huesos.
Dije señalando con un gesto a Ángel, que se encontraba junto con Paty y Alicia, observando las
obras.
Dereck: ¿Para qué lo invitaste entonces?
Terry: Es su amigo y quién sabe, igual y me daba el gusto.
Dereck: Ni lo sueñes.
Dimitry: Sí, viejo, ya lo hiciste bien, no lo arruines.
No acostumbraba a quedarme con las ganas de nada, y no romperle la cara, me estaba costando
mucho trabajo. Finalmente Carlo y Dimitry regresaron con sus chicas y Dereck y yo pudimos cruzar
unas palabras a solas.
Terry: Me alegro que finalmente Sofí y tu estén juntos.
Dereck: Sí… bueno… algo así.
Terry: Bueno, están comenzando además ella vive en Inglaterra, supongo que no es sencillo, pero
estoy seguro que harán que funcione.
Dereck: Sí… bueno ya veremos qué pasa.
Terry: No lo dices muy convencido ¿Qué no me estás diciendo?
Dereck: Es que… ¿Recuerdas a Ximena?
Terry: Sí, la pelirroja con la que salías, ¿Qué con ella?
Dereck: Aún salgo con ella.
Terry: ¿Qué? ¡No te atrevas a lastimar a Sofí!
Dereck: No te pongas loco antes de tiempo. Yo estaba tranquilamente saliendo con Ximena.
Mientras tú estabas desaparecido, Sofí y yo hablábamos todos los días, al principio de ti, después de
nuestro día a día, vino a verme un par de ocasiones a la casa, yo siempre la he amado y en su tercer
visita, nos besamos, y me dijo que quería intentar algo conmigo.
Terry: ¿Y por qué carajos no dejaste a la pelirroja?
Dereck: Porque también la amo.
Terry: No me jodas, no puedes amar a dos mujeres al mismo tiempo.
Dereck: Tú que sabes, hace unas semanas no creías en el amor ¿Y ahora te crees experto?
Terry: Siempre has estado enamorado de Sofí.
Dereck: Sí, pero apareció Xime con su frescura, su pasión, es divertida, nunca se le termina la
pila, puedo hacer mil cosas con ella en un solo día, siempre está sonriendo y Sofí… Sofí es elegante,
sofisticada, dulce, inteligente, siempre hay algo de qué hablar con ella, podemos pasar horas en un
museo o en un café y siempre tengo algo nuevo que aprender de ella, hemos madurado juntos…
Terry: Sí, las dos son mujeres increíbles y muy diferentes, pero no puedes estar jugando con
ambas, la pelirroja me cae muy bien, pero Sofí es como mi hermana, ¡Carajo! Nos hemos agarrado a
golpes más de una vez porque siempre la has amado. Deja a la pelirroja de una vez.
Dereck: Es que no logro decidirme.
Terry: ¿Y mientras sales con las dos? ¡Y el hijo de puta aquí soy yo!
Dereck: Eres el cabrón que se acostaba con una mujer diferente cada noche, no me vengas ahora
con esto.
Terry: Mujeres que sabían exactamente a lo que iban a mi habitación, a coger, a tener placer,
nunca le mentí a ninguna y ninguna esperaba nada más de mí y si llegaron a esperarlo como mis
anteriores asistentes, es porque se hacían ideas locas, solas en su cabeza y fue por eso que salieron
de aquí. Lo que tú estás haciendo es jugar con dos excelentes mujeres.
Dereck: No estoy jugando con ellas, en verdad estoy enamorado de las dos, y no quiero tomar una
decisión equivocada hermano.
Terry: No tenía idea que se pudiera amar a dos mujeres, jamás podría sentir algo remotamente
parecido por otra mujer que no fuera Paty. Estas muy confundido viejo.
Dereck: Yo tampoco lo sabía… pero te juro que cada vez que pienso en no volver a saber de
cualquiera de las dos, me vuelvo loco. No duermo tratando de encontrar una solución, de decidirme
por una, honestamente no puedo.
Terry: Sofí ya sufrió mucho aferrándose a un amor que nunca iba a ser correspondido, no se
merece que tú también la hagas padecer.
Dereck: Ella sabe cómo están las cosas, no le he mentido.
Terry: ¿Y a la pelirroja?
Dereck: Nuestra relación era abierta, yo pensaba formalizarla, pero Sofí regresó para darme una
oportunidad y así la he dejado.
Terry: Entonces ¿Ella también sale con otros?
Dereck: No lo sé, no le he preguntado, quedamos en un principio de conocernos, ir paso a paso y
no tomarnos esto “Para toda la vida”, disfrutarlo, ya que ella acababa de terminar una relación de
varios años y estaba volviendo a salir, disfrutando su soltería y así han pasado los meses.
Terry: ¿Y ella te ama?
Dereck: Creo que sí.
Terry: ¿Y Sofí?
Dereck: Creo que también.
Terry: Estás jodido viejo. No sé cómo carajos le vas hacer, pero necesitas resolver esto lo antes
posible y sin que Sofí salga lastimada, o nos romperemos la cara una vez más, solo que ahora el malo
de la historia serás tú.
Dereck: Las Amo, no quiero lastimar a ninguna, pero tampoco me veo, sin ninguna de ellas. Tú
sabes que no soy un cabrón, nunca he tenido una relación seria, así que siempre he estado con quien
se me pegue la gana, pero esta vez es diferente y no quiero joderla, ¿No tengo idea de que carajos
hacer?
Terry: Pues no veo cómo ayudarte… no quisiera estar en tus zapatos, pero supongo que alguna de
las dos la debes amar más.
Dereck: Pues supones mal, las amo a ambas, por diferentes motivos y con la misma intensidad.
Terry: Pues estás jodido… espero que lo soluciones pronto, porque si no vas a terminar
quedándote como el dicho ese “Como el perro de las dos tortas”.
Dereck: ¿Y crees que no lo he pensado?
Realmente se veía preocupado por la situación y no era para menos ¿Amar a dos mujeres? ¿Y qué
calidad de mujeres? Definitivamente estaba en un enorme problema, y lamentablemente no podía
hacer nada para ayudarlo, solo espero que Sofí no salga mal parada en todo esto.
Observé la sala, todos admiraban y contemplaban las obras de mi hermosa chica. Ella no dejaba
de sonreír y eso era lo mejor de la noche, el Dr. Tarson se acercó para hablar conmigo, pero le dejé
claro, que le hice la invitación ya que sabía que a Paty le gustaría tenerlo ahí, no porque quisiera
hablar con él.
Terry: Evítese la pena de que le haga una grosería frente a los invitados.
Dr.: ¿Nunca me vas a perdonar?
Terry: ¿Usted puede perdonarse?
Lo dejé, sin esperar a que me respondiera. Me acerqué a Sebastián y le indiqué que había llegado
la hora de cambiar la sobriedad por algo un poco más animado, quería que desaparecieran los
violines con todo y piano y apareciera uno de los excelentes grupos que tocaban “En el Reino de la
Salsa”, por supuesto los chicos inmediatamente se adueñaron de la pista, yo fui por mi hermosa chica
para hacer lo mismo, pero antes de comenzar a bailar, Adele y el Doc se acercaron para despedirse,
alegando que ya era hora de que los adultos se fueran a dormir y los jóvenes comenzáramos a
divertirnos. Le di la noche libre a Frankco así que era un invitado más, todos estábamos en la pista,
disfrutando, riendo, sacando los mejores pasos de baile, mi Paty no dejaba de sonreír y eso me
volvía loco de felicidad ¿Felicidad? ¿Enamorado? Le quité la copa de las manos y la besé
profundamente, saboreándola, robándole el aliento.
Terry: ¿Tienes una idea de todo lo que me haces sentir?
Paty: Supongo que lo mismo que me hace sentir usted a mí, mi Sr.
Terry: ¡Chicos! (levanté la voz) Ha sido un placer, sigan disfrutando del Paraíso, es hora de
robarme a la artista de la noche.
Chiflaron, objetaron y algunos más aplaudieron. Troné un par de veces los dedos y Jesse
apareció con Zefiro, sin silla, solo con la rienda puesta, me quité el saco y lo puse sobre los hombros
de Paty, la noche era fresca, la levanté por la cintura para sentarla en el caballo y me senté detrás
ella.
Paty: ¡Terry! ¿A dónde vamos?
Terry: A escuchar el mar.

PATY
Dirigió a Zefiro a través del Delux, hasta llegar a la playa que estaba alumbrada con antorchas
clavadas en la blanca arena, Zefiro caminaba a paso lento por la orilla del mar, el aire puro con
sabor a sal, mezclado con el varonil aroma de mi Sr. que me abrazaba, la noche clara, por las
brillantes estrellas y la enorme luna, el calor de las antorchas y el fuerte pecho de mi Sr., el relajante
sonido del mar… Estaba en un cuento de hadas, ¡No! Esto era mejor, el corcel no era blanco, Zefiro
era de un impecable negro azabache, no tengo a un príncipe perfecto, tengo a un hombre real, con
cientos de defectos y virtudes, que me ama, éste no era el final feliz de: “Vivieron felices para
siempre”, era el comienzo de una vida juntos y como el bien dice… “Nadie dijo que la vida fuera
fácil”.

TERRY
Terry: ¿Escuchas?
Paty: ¿El mar?
Terry: El mar, el viento, el fuego, la arena, mi pecho… Te están diciendo que te amo.
Paty: ¡Mi Sr.!
Terry: Mi hermosa Paty.
Le di un dulce beso en los labios.
Terry: ¿Quieres decirme en que momento me volviste así de cursi?
Paty: No lo sé, pero me encanta.
El camino de antorchas recorría la orilla del mar, galopamos un poco, después de un largo tramo,
la llevé a nuestra habitación del Delux, la bajé con cuidado del caballo, observé por un instante
como ondeaba su cabello con el viento, ¿Cómo podía ser tan perfecta? Le di paso a la habitación, lo
había mandado a iluminar con pequeños candelabros. Abrí el ventanal, la luna se apreciaba
perfectamente desde ahí.
Paty: Nuestra habitación.
Terry: ¿Preferirías algo diferente?
Paty: ¡No!, es perfecta, la noche entera ha sido perfecta.
Terry: La noche aún no termina, falta mi parte favorita.
Dije quitándole el saco por la espalda y besando su delicado cuello, adornado por el eclipse que
tan elegantemente portaba.
Paty: ¿Cuál es su parte favorita mi Sr.?
Inhalé profundamente, hundiendo la nariz en su cabello.
Terry: Olerte.
Bajé el zipper del vestido, lo deslicé por su suculenta figura, me deshice del sostén, pasé al
frente de ella y bajé lentamente la última prenda de encaje que cubría su belleza.
Terry: Degustarte.
Saboreé su sexo, alcancé a escuchar un ligero gemido de placer, me puse de pie y di un par de
pasos hacia atrás.
Terry: Escucharte.
La recorrí con la mirada mientras me quitaba la camisa, me sentía deseado, más allá de lo carnal
y me gustaba, fijó la mirada en mi abdomen, justo donde sabía que lo haría
Paty:¿Qué tienes ahí?
Se acercó para observar más detalladamente
Paty: ¿Qué es? ¿Cuándo te lo hiciste?
Me había hecho un pequeño tatuaje a un costado del abdomen bajo, cerca de la “V” que tanto le
gustaba, un triskel en negro, con unas cuantas llamas de fondo.
Terry: Es un Triskel, ¿Te gusta?
Paty: Luce muy sexy, los había visto antes, pero no sé qué significa.
Terminé de desvestirme, mordió su labio inferior al verme duro y deseoso de poseerla. La tomé
de la mano y entré al jacuzzi, el agua estaba tibia, la ayudé a entrar en ella, la senté en mi regazo y
comencé a explicarle el significado del Triskel, mientras le besaba la nuca, el cuello, los hombros,
acariciaba sus piernas, caderas, cintura, mis manos navegaban deseosas por su piel...
Terry: Significa el equilibrio, entre mente, cuerpo y espíritu… la eterna evolución.
Bajé los labios a sus senos, sus pezones duros y erectos me invitaban a succionarlos, los deslicé
entre mis dientes, irguió la espalda y sus gemidos me excitaban cada vez más, separó las piernas,
dándome acceso a la parte más sensible de su cuerpo, su piel era suave y aunque estaba dentro del
agua podía distinguir el espesor de su deseo por mí, le acaricié delicadamente en pequeños círculos,
el pulso de ambos se aceleraba, su respiración comenzaba a agitarse, me apoderé de su boca, la
había besado miles de veces y en cada uno mi pecho vibraba con mayor intensidad que el anterior.
Ahogué sus gemidos en mi garganta, su cuerpo comenzaba a tensarse y relajarse intermitentemente,
despegó sus labios de los míos para tomar aire, cerró lentamente las piernas, por lo que tuve que
dejar de acariciarla, nunca había hecho eso.
Terry: ¿Qué pasa nena?
Respiró profundamente, y pegó su frente a la mía, acariciando mi pecho.
Paty: Quiero llegar con usted.
Terry: Puedo hacerte llegar las veces que quieras amor.
Se levantó y se sentó a horcajadas sobre mí, recorrió mis brazos, hombros y pecho con ambas
manos.
Paty: Lo sé, usted conoce mi cuerpo mejor que yo.
Deslizó el lóbulo de mi oreja por sus dientes, bajó con besos y mordiscos por mi cuello.
Paty: Sabe dónde y cómo tocarme.
Bajó sus labios a mi pecho y su respiración cálida, me erizaba la piel, estaba provocándome,
lenta y deliciosamente.
Paty: Cuando lo hace pierdo el control.
Bajó de mi regazo, se arrodilló frente a mí colocándose en medio de mis piernas, su voz sensual
y pausada me estaban volviendo loco de deseo, mi miembro palpitante me exigía poseerla.
Paty: Yo quiero aprender a hacer lo mismo con su cuerpo.
Besaba mis abdominales y se acercó a mi nuevo tatuaje, eché la cabeza hacia atrás, disfrutando
cada sensación que me provocaban sus suaves labios al tocar mi piel. Acarició mis muslos hasta
llegar a mi entrepierna. Meses atrás en esta misma habitación, había intentado tocarme y no terminó
bien.
Terry: No es necesario amor.
Paty: Sí… yo necesito sentirlo así… entre mis manos.
Me tomó con ambas manos, nuestras miradas se cruzaron, comenzó a subir lentamente
Terry: Amor…
El calor de sus manos me ofrecieron el contacto que tanto estaba necesitando, cuando llegó a la
punta y sus manos comenzaron a bajar, ahogué un gemido en la garganta y no pude evitar cerrar los
ojos, me aferré con ambas manos a la orilla del jacuzzi con los brazos extendidos, repitió la acción y
nuevamente eché la cabeza hacia atrás.
Paty: ¿Está bien así… mi Sr.?
Terry: Sí… sí amor… así.
Era la primera vez que sus manos me producían tal placer, siguió los movimientos con una sola
mano, bajando la otra para acariciarme las pelotas, gemí, enderecé el rostro para encontrarme con
sus deseosos ojos verdes, humedeció sus labios y bajó lentamente el rostro, contuve la respiración.
Terry: Nena…
Sus ardientes labios entraron en contacto con mi deseosa piel, me deslizó dentro de su boca, solté
el aire de golpe y tuve que hacer gala de todo mi autocontrol para no empujar las caderas hacia
adelante, el calor de su boca, la suavidad de su lengua saboreándome, estaban despertándome
terminaciones nerviosas que hasta hoy habían permanecido apagadas, me impedí cerrar los ojos,
verla saboreándome de esa forma, era demasiado excitante, mi sangre hervía, y por más que trataba
de controlar mi respiración mis caderas comenzaron a balancearse lentamente, acaricié su cabello,
pasó su lengua por todo el largo de mi erecto y palpitante miembro.
Paty: ¿Está bien así, mi Sr.?
Preguntó y volvió a deslizarme entre sus labios. Gemí con fuerza, recibí y disfruté todo el placer
que me estaba provocando, tanto que parecía doler, mis caderas estaban a punto de dejar de
obedecerme, la tomé por las mejillas y me acerqué para besarla.
Terry: Necesito que pares, o no voy a poder contenerme nena.
Paty: ¿Estuvo bien?
Terry: No pudo haber estado mejor, ahora ven acá, ¿Quieres tenerme dentro?
Paty: Sí mi Sr.
Iba a sentarse a horcajadas sobre mí.
Terry: ¿Confías en mí?
Paty: Por supuesto.
Se sentó sobre mí, lentamente me abrí paso entre su tersa y húmeda piel, nos mirábamos fijamente
a los ojos, absorbiendo el deleite pausado y tortuoso, cada centímetro que invadía su cuerpo me
provocaba sensaciones inexplicables y en este momento no sabría decir si yo la poseía a ella o ella
me poseía a mí. Pero no importaba, nos fusionamos perfectamente, al llegar al fondo de su interior
echó la cabeza atrás y sus caderas comenzaron a balancearse, me aferré a su cintura, dejando que ella
llevara el ritmo, mientras me devoraba su piel, sus gemidos inundaban la habitación y los míos le
hacían eco, hundí el índice en su boca y lo succionó, el efecto era electrizante, lo llevé a su delicioso
trasero y comencé a masajear la única parte de su cuerpo que me faltaba y necesitaba explorar, se
detuvo por un instante.
Terry: ¡No te detengas amor!
Le pedí entre jadeos e inmediatamente reanudó su danza, nuestra piel ardía, nuestras
palpitaciones aceleradas retumbaban en el interior de nuestros cuerpos exigiendo explotar.
Terry: ¿Puedo?
Pregunté presionando su estrecha hendidura, asintió, la penetré con cuidado, introduje solo la
mitad del dedo y los decibeles de sus gemidos aumentaron, provocando que el control de mis caderas
desapareciera, se aferró a mis hombros, estábamos a punto de llegar al clímax.
Terry: ¡Te amo nena!
Paty: ¡Te amo Terry, Te amo!
Terry: ¡Mójame mi amor… mójame!
Su interior se contrajo, succionándome, estallamos al unísono, entre convulsiones incontrolables
me derramé, saboreando cada gota vertida en su interior.
Descansó el rostro en mi hombro, llené de caricias su espalda, nuestras respiraciones se
minimizaron.
Paty: ¡Gracias!
Terry: No tienes nada que agradecer nena.
Paty: Tengo mucho que agradecerle. Desde que compartimos nuestras vidas, me ha hecho crecer
en todos los aspectos, profesionalmente me ha inspirado y alentado, he abierto mi mente a situaciones
que jamás imaginé, me he liberado de miedos y he avanzado, despertó mi deseo, la lujuria, la
pasión… el amor, un amor irracional, celoso, egoísta… liberador e indestructible.
Quise interrumpirla pero selló mis labios delicadamente con 2 dedos.
Paty: Lo que hizo esta noche, fue… ¡Mágico! Dejó a un lado su orgullo y pensó solo en mí, jamás
hubiera imaginado mostrar mis pinturas en una galería, el nombre quedo perfecto, “MI NO SUEÑO”,
¡Gracias! En esta habitación he pasado las mejores noches de mi vida, ¡Gracias! por compartirme su
Paraíso.
Sus palabras acariciaron mi alma y mi conciencia, que aún se sentía atormentada por todo lo que
le había hecho pasar. Acaricié su rostro.
Terry: Todo lo que mencionas lo has logrado tu sola, pero me siento afortunado y orgulloso de ser
parte de tu vida en todos esos momentos, en que has crecido, en que has brillado con luz propia…
Soy yo el que tiene que agradecerte, sé que tengo alma gracias a ti, la sentí vibrar por primera vez en
esta habitación contigo entre mis brazos y uniéndose a la tuya, tú me diste el tercer brazo del Triskel.
Me has visto en los momentos más humillantes y oscuros en los que ha salido lo peor de mí… y aún
así te quedaste, te mostré mi pasado, has vivido mi presente y aún así quieres ser parte de mi
futuro… creí que recorrer El Infierno en el Paraíso era lo peor que podía pasarme, pero al apagarse
las llamas, apareció una desolación profunda, todo se congeló, sin ti perdió toda su magia, su razón.
Mi verdadero Paraíso es éste, (La abracé por la cintura y rocé la nariz por su mejilla) Nuestros
cuerpos fundidos, amándonos. Renací de entre las cenizas con un solo propósito, ¡Amarte!
Nuestras lenguas se entrelazaron y con suaves movimientos disfrutamos un poco más de nuestra
unión.
Salimos del Jacuzzi, nos cubrimos con las batas de baño, serví un par de copas y seleccioné una
canción, al escuchar los primeros acordes sonrió.
Paty: Nuestra canción…
Terry: ¿Me permite esta pieza señorita?
Pregunté haciéndole una reverencia, la abracé por la cintura y rodeó mi cuello con sus brazos. Le
canté al oído.
“Vamos hacer en adelante
Una antología de caricias
De lo mejor de la primera noche
Cuando allí me diste la primicia

Vamos hacer en adelante


Una antología de caricias
Repetición de los mejores actos
Del amor que endulza nuestras vidas

Aun yo guardo en mi pudor


El dolor de tu primera vez
Un dolor que supo a miel y una piel
Que grita ven ven endúlzame otra vez…” (Antología de Caricias)

La abracé desde la espalda, por la cintura, recargados en el ventanal, observando el cielo


estrellado.

PATY
Levantó mi rostro con un dedo desde la barbilla, su mirada era dulce, cálida…
Terry: ¿Te gustó como te toqué esta noche?
Creo que mis mejillas se encendieron, quise desviar la mirada, pero no me dejó hacerlo.
Paty: Sí… no me lo esperaba.
Terry: Hay muchas cosas por descubrir aún, iremos poco a poco. Aunque no fuiste la única
sorprendida esta noche.
Su mirada pícara me hizo sonreír.
Terry: Alguien estuvo viendo porno.
Paty: ¡¡Terry!!¿De dónde sacas eso?
Soltó una carcajada, ¿¿Cómo me había descubierto??
Terry: Lo único que tengo que objetar al respecto es que no me hayas invitado a verlo contigo.
Iba a refutar su argumento pero me quedé con la boca abierta sin saber que decir. Cerró mi
quijada con un dedo y ambos reímos. Me dio un pequeño beso en la nariz.
Terry: Estuvo delicioso amor.
Sonreí y aspiré profundamente, un video en ocasiones podía ser muy educativo…

TERRY
La noche era perfecta, con ella entre mis brazos, no necesitaba nada más.
Terry: Esta noche no te obsequio fuegos artificiales para iluminar la noche, te ofrezco el resto de
mis lunas para alimentar nuestra piel con caricias… Tampoco traje una joya, ni una promesa eterna,
lo que te ofrezco es compartir lo más sagrado que poseo, compartir el TIEMPO, ese que jamás
regresa y por ello es invaluable, compartir la LIBERTAD, de ser y hacer…
Se giró para quedar frente a mí y posó las palmas de las manos en mi pecho.
Paty: No necesito fuegos artificiales, con los que provoca en mi piel, me basta y me sobra, los
zafiros que me observan son las únicas joyas que me interesa atesorar… y hay miles de promesas
eternas que se las ha llevado el viento. Me quedo con las lunas, y le ofrezco mis soles, me quedo con
el Tiempo invaluable y le ofrezco cada segundo del mío, me quedo a compartir nuestra Libertad de
ser y hacer…
Su voz pausada y su mirada cristalina, por el cúmulo de emociones que emanaba de algo más allá
de nuestros cuerpos, me provocaron una sensación vibrante e indescriptible.
La abracé por la cintura y pegué mi frente a la suya.
Terry: ¡Necesito tanto Amarte!
Paty: Tanto como yo a usted… Mi Sr.
La levanté y rodeó mi cintura con las piernas y entre besos la llevé a la cama, para amarla, para
venerarla, para poseerla, para perderme en mi Paraíso…
No tengo más que agradecerte por haber leído esta bilogía, espero en verdad que hayas
disfrutado la historia de mi Terry, que ahora es nuestro, si es que así lo quieres. Que hayas viajado a
través de estas páginas, por mi hermoso México, por la Riviera Maya, y conocieras un poquito de la
cultura de mi bello Papantla.
He disfrutado enormemente escribiéndola, me ha llenado la mente, el alma y la vida,
¡Gracias por ser parte!
Compárteme tus comentarios, este es mi correo: claudiapr85@gmail.com o bien, sígueme en
Instagram, me encuentras como: claudiaangelica_perez o Facebook, el nombre del grupo y página, se
llaman igual que la bilogía “El Sr. Del Paraíso”, estaré encantada de conocer a más amigas lectoras.

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