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Lucas 4:1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue
llevado por el Espíritu al desierto.
Lucas 4:16-22 Cuando llegó a Nazaret, la aldea donde creció, fue como de
costumbre a la sinagoga el día de descanso y se puso de pie para leer las
Escrituras.
Le dieron el rollo del profeta Isaías. Jesús lo desenrolló y encontró el lugar
donde está escrito lo siguiente:
«El Espíritu del SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la
Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos
serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos
en libertad,
Y que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR»*.
Lo enrolló de nuevo, se lo entregó al ayudante y se sentó. Todas las miradas
en la sinagoga se fijaron en él.
Después Jesús comenzó a hablarles: «La Escritura que acaban de oír, ¡se
ha cumplido este mismo día!».
Todos hablaban bien de él y estaban asombrados de la gracia con la que salían
las palabras de su boca. « ¿Cómo puede ser? —preguntaban —. ¿No es éste el
hijo de José?».
*Para ser llenos hoy del Espíritu Santo, debemos vivir la palabra. Saturarnos
de las escrituras. Gálatas 5:16-24 Andad en el Espíritu.
1Corintios 2:10-16 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del
hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino
el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana,
sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente.
En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros
tenemos la mente de Cristo.
Dones espirituales