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Patrimonio Cultural:

la gestión
el arte
la arqueología y
las ciencias exactas JBC
aplicadas 2015

Año 4

2015
JBC
Patrimonio Cultural - Año 4
Editores:
Oscar Martín Palacios
Cristina Vázquez
Nicolás Ciarlo

FONCyT

AGENCIA
Patrimonio Cultural:
la gestión
el arte
la arqueología
y las ciencias exactas aplicadas

Año 4
Editores
Oscar M. Palacios
Cristina Vázquez
Nicolás C. Ciarlo

In memóriam
Este libro está especialmente dedicado a nuestro compañero Rafael Castro,
el memorioso, que nos acompañó en los primeros pasos de las Jornadas
Foto de tapa

Arte rupestre
grabado del alero
Carriqueo, Ea. Paso
Limay, Río Negro.
Gentileza
Eduardo Crivelli
2006

Palacios, Oscar Martín


Patrimonio Cultural: la gestión, el arte, la arqueología y las ciencias exactas aplicadas / Oscar Martín
Palacios Cristina Vázquez; Nicolás Carlos Ciarlo – 1ra. Ed. Buenos aires. 2015

ISBN 978-987-33-9356-3

Editores: Oscar Martín Palacios; Cristina Vázquez; Nicolás Carlos Ciarlo

Impresión: Ediciones Nuevos Tiempos SRL Sánchez de Bustamante 515 E, CABA

Foto de tapa: Arte rupestre grabado del alero Carriqueo, Ea. Paso
Limay, Río Negro. Gentileza Eduardo Crivelli 2006
Índice

Conferencias Pág.

1 Catalina Bouvier, Laura Lisboa, Reducto Rural Fortificado: Patrimonio, Historia y Cultura 13
Lucas Martínez y Aída Toscani
2 Dolores Elkin Investigación y Preservación de Bienes Culturales de 23
Ambientes Acuáticos. Dos Décadas de Actividad en el
Ámbito Nacional Argentino

3 Gustavo Manzanal La Técnica Teatral como Preservación de Conductas 33


4 Armando M. Márquez Bienes Culturales: una Mirada desde el Derecho 39
Constitucional
5 Alma Montero Alarcón Significado de las ceremonias de profesión y muerte en los 51
conventos femeninos de Hispanoamérica.
6 Mariano S. Ramos Un Estudio de Arqueología Histórica. Procedimientos de 67
Investigación para el Sitio Vuelta de Obligado (VDEO)
7 Mario J. Silveira Arqueología de la Cuenca del Lago Traful. Parque Nacional 83
Nahuel Huapí

La Gestión

1 Rosana Aguerregaray y Cecilia De Ruta de la Muerte: Transformación de los Espacios de 101


Simón Entierro en el Área Metropolitana de Mendoza (Siglos XVI-
XX)
2 Yanina Aguilar Renovación y Actualización del Museo del Desierto 109
Planificación, Ejecución y Proyección Social (Achiras-
Córdoba)
3 Jorge R. Entraigas y Beatriz del La Manzana Salesiana de Viedma (R.N.) En Perspectiva 117
Valle Moldes Socio Cultural y Patrimonial
4 María J. Medina Chueca El Patrimonio Arqueológico en Contextos Locales: hacia una 127
Redefinición del Concepto
5 Nicolás Padín ¿Demolición o protección? Renovación urbana y experiencias 139
ciudadanas de preservación del patrimonio histórico en la
Patagonia Argentina.Neuquén, 1960-1993
6 María C. Paleo, Mercedes Pérez Las Áreas Protegidas como Escenario para el Manejo de Los 155
Meroni, Naiquen Ghiani Bienes Culturales/Naturales y su Patrimonialización. El Caso
Echenique, Angélica Uvietta, del Parque Costero del Sur
Fernanda Day Pilaría y María S.
García Lerena
7 Leonor Slavsky y Catalina Saugy Identidad, Tradición y Nuevas Tecnologías en la Arquitectura 167
de los Pueblos
8 Angélica R. Uvietta Valoración del Patrimonio Funerario del Cementerio de 177
Magdalena (Provincia de Buenos Aires, Argentina). 1860-
1940
La Arqueología

1 Víctor Ataliva, Sergio Cano, Aldo Territorio de Memoria “Finca de Vargas” (Tucumán, 191
Gerónimo, Alejandro Leiva, Argentina)
Luciano Molina, Ricardo Srur, Ruy
Zurita y Juan De La Vega
2 Cristian Murray, Fernando Protección In Situ de Sitios Arqueológicos de Naufragio: El 201
Coronato, María Paniquelli y Caso de Bahía Galenses (Puerto Madryn, Chubut)
Horacio Ezcurra
3 Paola Silvia Ramundo Investigación y Conservación del Registro Arqueológico 213
Funerario de la Quebrada de La Cueva, Humahuaca, Jujuy
4 Ana María Rocchietti Arte Rupestre: Patrimonio y Estética 223

La Memoria

1 Zulema Marzorati Límites y Tensiones en el Desarrollo Científico-Técnico del 235


Instituto Malbrán. El Caso Pirosky (1957-1962)

Las Ciencias Exactas


Aplicadas

1 Verónica Aldazabal, María Aportes de la Arqueometría al Conocimiento de la Pintura en 243


Reinoso, Eleonora Freire, Emilia la Cerámica de Cazadores Recolectores del Área Lago Traful
Halac, Griselda Polla, Graciela
Custo
2 Andrés Ceriotti, Mónica Pinto, Envejecimiento Artificial Acelerado y Análisis Por 251
Andrea Poliszuk, Gabriel Ybarra Espectroscopía FTIR de Materiales Utilizados en Obras de
Arte
3 Patricia Guiamet, Katarzyna Textiles de la Puna Argentina: identificación del biodeterioro 259
Pietrzak, Beata Gutarowska, Anna a través de diferentes técnicas
Otlewska, Ana Igareta, Patricia
Battistoni
4 Fabiana E. Robledo, Hilda P. Implementación de Métodos Electromagnéticos para el 267
Martinelli, Pablo Bordón y Néstor Monitoreo de Infiltraciones en Sitios Arqueológicos
O. Fuentes.
5 Vanina Tartalini, Pablo Risso, La Microscopía Electrónica de Barrido Aplicada al Estudio 275
María Eugenia Prece, Sergio de Diferentes Fibras en la Conservación de Soportes para
Mateini, Raúl Bolmaro y Martina Pintura de Caballete
Avalos
La Arqueología
1
Territorio de Memoria “Finca de Vargas”
(Tucumán, Argentina)

Víctor Ataliva, Sergio F. Cano, Aldo Gerónimo, Alejandro


Leiva, Luciano Rodrigo Molina, Ricardo F. Srur,
Ruy D. Zurita y Juan De La Vega

Resumen
Como resultado de las prácticas sociales genocidas protagonizadas por las fuerzas armadas y de seguridad
en Tucumán (Argentina, 1975-1983), una diversidad de espacios fueron reconfigurados para ajustarlos al
proyecto de exterminio y disciplinamiento. En un contexto de profundas transformaciones de los paisajes
urbanos y rurales para ajustarlos al dispositivo desaparecedor, las fuerzas represivas incorporaron
espacios privados que posibilitaron cumplir con la instancia de ocultamiento de los cuerpos detenidos-
desaparecidos: la “Finca de Vargas” constituye un ejemplo paradigmático de tales prácticas. Exponemos
en este texto las bases teóricas del Proyecto Territorio de Memoria “Finca de Vargas”, definido en función
de seis “líneas de fundamentación”, las que abarcan desde el período Colonial hasta el presente y que se
sustentan en materialidades, saberes y representaciones co-generadas, y actualizadas permanentemente, con
distintos actores sociales.

Palabras clave: prácticas sociales genocidas, exterminio, disciplinamiento, Finca de Vargas.

Introducción

En tanto evidencias concretas de las prácticas sociales genocidas (sensu Feierstein 2007) protagonizadas por
las fuerzas armadas y de seguridad –y sus cómplices civiles– durante el período 1975-1983, en Tucumán la
topografía urbana, periurbana y rural exponen elocuentes materialidades del pasado reciente. Nos referimos,
por ejemplo, a los espacios resignificados por el régimen a los fines de efectivizar su proyecto genocida: desde
edificios policiales y militares empleados como Centros Clandestinos de Detención (CCD), entre otros: Jefatura
de Policía –en la Capital–, Comisarias del interior, “Compañía de Arsenales Miguel de Azcuénaga”, hasta
dependencias educativas reconfiguradas como otras de reclusión y tortura (Escuela Universitaria de Educación
Física, etc., cf. Arenas et al. 2003-05, Ataliva 2006); es decir, para inscribir su “gesta” de exterminio y
disciplinamiento fue esencial rediseñar y/o resemantizar una serie de instalaciones.1
191
En este contexto de profundas transformaciones de los paisajes urbanos y rurales para ajustarlos al dispositivo
desaparecedor (sensu Calveiro 1998),998), el régimen también generó e incorporó espacios privados para que
funcionen como CCD´s (por ejemplo, dependencias de los ex ingenios azucareros Nueva Baviera y Santa
Lucía) y también llevar a cabo en ellos la etapa final del dispositivo, esto es: la instancia
nstancia de ocultamiento de los
cuerpos detenidos-desaparecidos
desaparecidos o, en términos técnicos, para configurar allí inhumaciones clandestinas (sensu
Somigliana y Olmos 2002), comúnmente denominadas “fosas”. Sin embargo, las ambigüedades testimoniales,
la ausenciaa de investigaciones sistemáticas para detectarlas, las transformaciones del paisaje durante las últimas
cuatro décadas, las dificultades técnicas para ubicarlas –yy la combinación de estas situaciones–,
situaciones etc., no
permitieron el registro de tales inhumaciones
inhumacione en Argentina hasta inicios de la década pasada (Binder y Ataliva
2012).
En efecto, hasta el 8 de mayo de 2002 no se había registrado ninguna inhumación clandestina,
clandestina fecha en la que
se localiza el denominado “Pozo de Vargas” (Ataliva 2008). Ahora bien, desde desde el año 2002 –y a partir de la
militancia de familiares y organismos, la intervención arqueológica y las prácticas y saberes que confluyen en
la “Finca de Vargas”–,, se fue generando un espacio que concentra una diversidad de valoraciones que remiten a
la profunda trayectoria histórica local y la compleja trama que involucra lo productivo, político, barrial,
patrimonial, el pasado reciente y, esencialmente, el presente social.Todo esto con el fin de reflexionar
críticamente sobre el pasado –considerando,
considerando, además, la microrregión (sensu Aschero 1988) donde se encuentra
el “Pozo”– y en función de la relevancia histórica del pedemonte, exponemos las “líneas de fundamentación”
que posibilitan concebir la “Finca de Vargas” como un espacio social en el que confluyen
confluyen saberes, prácticas y
materialidades que proyectan sentidos y representaciones en el marco de una profunda trayectoria
microrregional.2 Tales “líneas” constituyen las vías de abordaje integral que –sostenemos sostenemos– posibilitarán
(re)pensar críticamente el pasado local; a la vez, cada una de ellas conllevan tantas aproximaciones como
actores dispuestos a contribuir y co-producir
producir conocimientos sobre
sobre diferentes aspectos del pasado y presente.
A continuación, exponemos las bases que sustentan gran parte del trabajo que realizamos cotidianamente desde
la intervención forense. Nuestro objetivo: co-producir
co producir políticas públicas patrimoniales (con anclaje
ancla en espacios
como la “Finca”) que posibiliten trazar una cartografía de las memorias a escala provincial –y regional–, esto
es, espacios sociales de reflexión-investigación
investigación-acción
acción participativa sobre el pasado y el presente local. Es por
ello que enfatizamos
amos tanto los vestigios materiales de las prácticas sociales genocidas como las valoraciones
que distintos actores –e instituciones– proyectan desde y hacia la “Finca de Vargas” (Figura 1).

Figura 1. Localización de la inhumación clandestina “Pozo de Vargas”


rgas” (Tucumán, Argentina).
Argentina

Las “líneas de fundamentación”. Una reseña

La “Finca de Vargas” está ubicada en el límite interdepartamental entre la Capital tucumana y Tafí Viejo (el
predio se encuentra en la jurisdicción taficeña). La dinámica productiva, económica, social y política de este
sector del pedemonte terminaron conformando
conformando complejos paisajes en los que confluyen los “mundos”
azucarero, ferroviario y barrial –particularmente,
particularmente, desde fines de siglo XIX hasta el presente–,
presente pero también
esta microrregión se proyecta varios siglos atrás, cuando era atravesada por el “Camino
“Camino del Perú”. De manera
que la aparente marginalidad espacial e histórica de este sector del pedemonte deja de ser tal cuando evaluamos
su trayectoria –siguiendo
siguiendo a Fernand Braudel–
Braudel en el tiempo largo.

192
Primera línea. Los caminos del “mundo” andino

Durante el período Colonial este sector del pedemonte era atravesado por el “Camino del Perú”: evidencias
indirectas de la traza caminera permanecen en la nominación de una parte del recorrido (y límite oeste de la
Capital tucumana) entre San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo. De hecho, el límite oriental del predio –y por
donde se ingresa al mismo– se denomina de tal manera. La relevancia del pedemonte para el “mundo” colonia 3
se materializa en clave de ocupación y poblamiento: primero Ibatín, fundada en 1565 y, 120 años después, el
centro urbano es trasladado hacia La Toma (donde actualmente se encuentra la Capital tucumana). Los recursos
que brindaba el pedemonte –principalmente, hídricos y madereros, además de las amplias extensiones para las
actividades pecuarias y, particularmente, suelos fértiles altamente eficientes para las prácticas agrícolas–
habrían influido al momento de la selección de La Toma, como así también una mejor localización respecto al
“Camino del Perú”, traza que comunicaba un rosario de incipientes ciudades desde el Atlántico hasta el
“mundo” andino.
Esta directriz resalta la importancia asignada al pedemonte como espacio productivo y de interacción social, de
vía de comunicación y tráfico de bienes muebles e información, por lo que destacar esta etapa del pasado local
permite dimensionar su relevancia histórica y plantear como hipótesis que el posterior crecimiento urbano y
poblacional durante los siglos XVII y XVIII de San Miguel de Tucumán está íntimamente vinculado al
pedemonte.

Segunda línea. El “mundo” ferroviario

Desde fines de siglo XIX –y durante gran parte del siglo XX– la red ferroviaria marcará profundamente el
paisaje pedemontano. Hacia 1876 ingresa a la Capital tucumana el Central Norte, teniendo como punto
terminal la estación Tucumán Central Córdoba; con la construcción de las estaciones intermedias Muñecas
(Figura 2), Tafí Viejo y El Cadillal, después de 1884, la provincia queda comunicada con Salta (Ferrari 2011).
Casi dos décadas antes Pompeyo Moneta (1867) había sugerido que la traza para conectar Tucumán con Salta
precisamente debía atravesar este sector del pedemonte.
Vinculada a la red férrea existían, entre otras, una serie de instalaciones de apoyo o de servicio, como tanques
de combustible y de agua, pozos y cisternas, malacates y molinos de viento (Ferrari 2006); ahora bien, con las
sucesivas instancias de restructuración estatal y privatización, el importante patrimonio ferroviario local estuvo
sujeto a un acelerado proceso de vaciamiento. En este marco, las instalaciones de apoyo o de servicio fueron
objeto de un precipitado desmantelamiento (pero también las mismas estaciones intermedias, como la
Muñecas). De las manifestaciones materiales de dicho momento y más allá, por un lado, de la propia vía férrea
que se encuentra al sur de la “Finca de Vargas” –y que constituye su límite austral– y, por otro, de la
localización de la ex estación intermedia Muñecas, el “mundo” ferroviario esencialmente se materializa en el
mismo “Pozo de Vargas”.4 Se trata de una construcción subterránea de mampostería, de unos 3 metros de
diámetro y cuya función fue la de abastecer de agua a las máquinas de vapor. Construido hacia fines de siglo
XIX y empleado, probablemente, durante medio siglo, este pozo de
agua fue parcialmente destruido hacia principios de la década de 1980, instancia que procuró ocultar las
evidencias concretas de las prácticas sociales genocidas en este lugar de inhumación.
Un aspecto relevante a destacar e independientemente de los motivos por los cuales la cultura material
ferroviaria no ha sido objeto de investigación sistemática desde la Arqueología en Argentina –incluso las
contribuciones históricas referidas a este tópico son escasas y centradas, principalmente, en el patrimonio
arquitectónico–, y más allá que las intervenciones desde la Arqueología Industrial de Tucumán se encuentran
en una etapa incipiente (cf. Ataliva 2010), enfatizamos la relevancia de abordar los vestigios materiales
ferroviarios en la “Finca de Vargas” y las historias de vida de los vecinos de Villa Muñecas, profundamente
imbricada con el “mundo” ferroviario.
Al respecto, al menos tres son los aspectos que interesan abordar: 1) la estación intermedia Muñecas como
espacio social en torno al cual se desarrolla el “mundo” barrial y laboral de Villa Muñecas; 2) la cultura
material asociada a dicha estación y al tendido férreo, es decir, el patrimonio ferroviario en este sector del
pedemonte, incluyendo, fundamentalmente, las instalaciones de apoyo o de servicio; y, 3) asumiendo que en el
predio se habría asentado una instalación de este orden, relevar las evidencias materiales asociadas al FF.CC.
en la “Finca”. Esto implica intervenir arqueológicamente en el predio –más allá del trabajo pericial que se
realiza específicamente en la construcción subterránea–, para determinar las características de la instalación,
esto es, si únicamente el pozo de agua integraba esta instalación, o bien –como parecen sugerir las evidencias
relevadas–, si el mismo formaba parte de un conjunto constructivo de relevancia integrado, por lo menos, a un
recinto y una grúa (construcciones localizadas hacia el oeste del “Pozo”).5 Se debe indagar también acerca de la
existencia de un ramal que ingresaba, desde el este, al predio.
193
La traza férrea, entonces, marcó tanto el paisaje como la historia social de Villa Muñecas, por lo que es de
relevancia recuperar y reivindicar la profunda trayectoria ferroviaria microrregional que se proyecta desde fines
de siglo XIX hasta el presente.

Figura 2. Estación Muñecas, noviembre de 1976. Gentileza del autor: Jorge Rubén
Cerigliano.

Tercera línea. El “mundo” del azúcar

La producción y los espacios del azúcar recorren una parte sustancial de la historia económica del pedemonte:
tanto la presencia del ex ingenio San José (a unos dos kilómetros al sur del “Pozo de Vargas”) y la barriada
conformada durante su funcionamiento y después del cierre, constituyen evidencias concretas de la
trascendental trayectoria económica de la microrregión. Tal derrotero productivo fue obturado, principalmente,
con el “Operativo Tucumán”, implementado –desde 1966– por la dictadura de J. C. Onganía, y perpetuado por
los posteriores dictadores M. Levinsgton y A. Lanusse y todo el aparato socio-económico y político montado
para el desmantelamiento productivo de la provincia (Pucci 2007).
Cuatro aspectos interesan destacar: 1) la trayectoria azucarera de este sector del pedemonte donde se encuentra
la “Finca de Vargas”; 2) trayectoria que tiene como epicentro al ingenio San José y su entorno; 3) las
consecuencias sociales del “Operativo Tucumán”; y, 4) las posibles evidencias de instalaciones vinculadas al
“mundo” azucarero en la “Finca de Vargas”. Con respecto a los tres primeros puntos, el relevamiento
historiográfico y nuevos aportes desde la historia oral, posibilitarán esbozar la profunda y compleja historia
productiva, social y política de esta porción del pedemonte. Con relación al cuarto punto –y como en el caso de
las instalaciones de apoyo o de servicio asociadas a la traza férrea–, los “cargaderos de caña” no fueron objeto
de interés de investigaciones específicas, por lo que es escasa la información referida a sus características
constructivas y de diseño. Por lo observado en el ámbito rural, existiría cierta estandarización aunque también
sutiles diferencias (las referidas a la distribución espacial de sus componentes; localización de la balanza;
cantidad y dimensiones de recintos; tamaño y características de las bases de las grúas; etc.). Es posible que las
diferencias de diseño y arquitectónicas que se observan en la actualidad estén vinculadas a: los volúmenes de
caña producidos en el entorno de los “cargaderos”, los recursos de los propietarios y la conservación de las
construcciones (muchas de ellas abandonadas desde hace décadas). Realizar un relevamiento tanto
bibliográfico como de las construcciones in situ en el ámbito rural contribuirá a plantear hipótesis acerca de las
características del “cargadero” de la “Finca”.6 Los testimonios de los vecinos, las evidencias materiales
relevadas hasta el momento y futuras excavaciones arqueológicas, posibilitarán generar información acerca al
respecto y los procesos de formación de sitio (sensu Schiffer 1987), instancias que aportarán evidencias para la
causa federal, remitiendo a las circunstancias del relleno de la construcción subterránea.7
Esta “línea” destaca la relevancia económica y social del pedemonte como paisaje productivo y conlleva la
valoración del mundo del trabajo y un expreso reconocimiento de la importancia de los trabajadores del surco y
la dinámica social (migraciones en tiempos de zafra, trabajo permanente en la fábrica, etc.) comprometida con
la tecnología azucarera.

194
Cuarta línea. El barrio como un “mundo”

Villa Muñecas comienza a conformarse durante la primera mitad de siglo XX, teniendo como centro del
“mundo” laboral y social a la estación intermedia Muñecas.8 El complejo escenario barrial fue esbozado desde
contribuciones que abordaron temáticas específicas (Isla et al. 1999, Nihil Olivera y de Dinechin 2008, Cabrera
2010, Centeno 2013, entre otros). Sabemos poco de Villa Muñecas. Ni siquiera conocemos sus límites los que
parecen ser inasibles, en constante fluctuación; tal desconocimiento remitiría más al desinterés por abordar lo
barrial como un espacio social con una dinámica propia –y compleja– que a una dificultad real de trazarlos
objetivamente.9 De hecho las pocas investigaciones realizadas también llaman la atención sobre el lugar que
ocupa Villa Muñecas en la cartografía urbana. Por ejemplo, para algunos el límite oriental estaría dado por la
calle Viamonte, sin embargo, hacia inicios de siglo XX, la denominada “localidad de Muñecas” incluía también
los alrededores de la actual Avenida Ejército del Norte, donde se instaló una planta potabilizadora.10 Por cierto
que la “Finca de Vargas” cuenta también con evidencias que remiten a esta planta: unos metros al sur del
“Pozo” (entre éste y la vía), localizamos un tramo de un caño que en sentido oeste-este atraviesa el predio en
dirección a dicha instalación potabilizadora. Cabe mencionar que en los últimos años el entorno de la “Finca”
fue modificándose radicalmente a partir de una nueva configuración urbanística (y poblacional) con el
complejo barrial “Lomas de Tafí”.
Más allá de los límites –empleado aquí como una metáfora sobre el desconocimiento general sobre el barrio–,
la compleja trayectoria histórica de Villa Muñecas requiere ser investigada a los fines de abordar, entre otras,
las siguientes problemáticas: 1) los orígenes del barrio (íntimamente vinculado al “mundo” ferroviario) y su
devenir histórico; 2) la militancia histórica, política y social desde el “Operativo Tucumán” (1966) hasta el
presente; y, 3) aportar hipótesis sobre las motivaciones de las fuerzas del régimen para seleccionar un predio en
los límites de Villa Muñecas para conformar allí un paisaje genocida.
Esta directriz destaca la relevancia de la historia barrial y popular de Villa Muñecas, su integración al “mundo”
del trabajo ferroviario y azucarero, la militancia política de los 60` y 70` (en particular, desde el año 1955), y
las nuevas configuraciones sociales hacia el interior de la barriada; resalta, en definitiva, las formas pasadas y
presentes de resistencia política y la compleja dinámica barrial.

Quinta línea. La conformación de un “paisaje genocida”

Esta “línea” refiere específicamente a lo protagonizado por las fuerzas del régimen en la “Finca de Vargas” y la
configuración de un paisaje genocida. Como en el resto del país, en Tucumán el dispositivo desaparecedor
requirió el involucramiento de una serie de actores y lugares para configurar una cartografía jalonada por
espacios de reclusión clandestina como condición de posibilidad para sustentar las prácticas sociales
genocidas, esto es, los espacios cerrados y la experiencia concentracionaria como instancias esenciales para
llevar adelante el exterminio. Aún queda pendiente realizar un análisis que aborde de manera sistemática la
espacialidad de las prácticas sociales genocidas y discernir la/s lógica/s que posibilitó/aron la apropiación y
resignificación de los distintos sitios para ser integrados al dispositivo.
En nuestro caso, nos interesa destacar lo siguiente: a diferencia de aquellos lugares donde se registraron
inhumaciones en el ámbito local con posterioridad al hallazgo del “Pozo”,11 en la “Finca de Vargas” las fuerzas
del régimen escogieron un espacio “privado” para reconfigurarlo como Lugar de inhumación (o bien, como
Lugar de ejecución e inhumación).
Tal resignificación supondría la selección de la “Finca de Vargas” para lo cual se habrían tenido en cuenta unos
criterios de tipo funcional, estratégico y simbólico.
Las ventajas de un rápido y libre acceso, la propia construcción subterránea preexistente (el “Pozo”) –entre
otras construcciones asociadas–, una escasa o nula inversión en recursos de control del predio, la posible
complicidad civil –es decir, el consenso para su empleo–, podrían haber sido aspectos determinantes, desde lo
funcional, al momento de seleccionar el predio para ser empleado como lugar de inhumación. Su localización
periurbana, próxima a CCD`s urbanos (y también cercano a “Arsenales”) y enmarcada en un espacio social con
una relevante militancia política y gremial (tanto en el ex ingenio San José como en Villa Muñecas), apuntaría
a lo estratégico; mientras que lo simbólico también refiere a la selección de dicho espacio en tanto Villa
Muñecas, San José y Tafí Viejo (recordemos que el predio se encuentra entre estas localidades) se habrían
conformado como territorialidades sociales (sensu Crenzel 1996) que debían ser arrasadas para obturar y
disolver las relaciones sociales barriales y de militancia política y gremial fundadas en el “mundo” azucarero y
ferroviario; en este sentido, el control policial y militar al que fue sometido Villa Muñecas durante el período
en el que la “Finca” fue empleada como lugar de inhumación remite tanto a la intención de disciplinar a la
población local como así también generar las condiciones para reconfigurar un ex espacio productivo
(vinculado a la caña de azúcar) en otro de exterminio.
195
Figura 3. Intervención
forense en el interior del
“Pozo de Vargas”
(2015). Foto: Archivo
CAMIT.

En efecto –y en función
de los testimonios
recogidos en Villa
Muñecas–, los cortes de
luz en el barrio que
anunciaban el paso de
ve-hículos hacia la
“Finca”, los operativos
de rastrillaje y control
barrial por parte de las
fuerzas de seguridad, los
sobre-vuelos de
helicópteros (Bertotti2009), la prohibición autoimpuesta para no acercarse al “Pozo”, el temor –y la restricción–
a salir de sus casas cuando se realizaba el apagón, como así también –aunque la “Finca” no dispusiera de una
guardia– el extremo recelo para acercarse al “Pozo” (aunque muchos lo hicieran) o transitar en las
proximidades del predio, entre otras instancias, constituyen aspectos claves en la conformación material y
subjetiva del paisaje genocida diseñado en la “Finca de Vargas” y su entorno.
En definitiva, sugerimos que abordar la “Finca de Vargas” como una tríada que involucra lo funcional, lo
estratégico y lo simbólico, posibilitaría una aproximación a un paisaje genocida –en tanto espacio construido
(sensu Criado Boado 1999)– proyectado deliberadamente por las fuerzas del régimen y que incluye una
diversidad de variables que deben ser tenidas en cuenta para plantear hipótesis acerca de las motivaciones de la
selección de dicho predio. Como ya destacamos, la inhumación clandestina localizada en la “Finca” (Figura 3)
constituye la primera de su tipo relevada en Argentina y remitiría, en todo caso, al diseño y planificación de una
cartografía de control social y exterminio con participación civil.

Sexta línea. La conformación de un “territorio de memoria”

La última “línea” resulta de la conformación actual del predio (con su historia reciente, desde el inicio de la
intervención pericial) como un espacio social que visibiliza las prácticas sociales genocidas y que comienza a
reconfigurarse como un territorio de memoria (sensu Catela 2001). Si bien la circulación de saberes y decires
respecto a lo ocurrido en la “Finca” es anterior al 2002, este espacio comienza a resignificarse como un
territorio a partir de la intervención pericial forense, la presencia permanente de militantes de organismos de
DD.HH. (en la última década, particularmente FADETUC, Familiares de Desaparecidos de Tucumán) y
familiares, como así también por las contribuciones de una diversidad de actores de la sociedad civil e
instituciones (locales, nacionales, extranjeras).
El día 24 de abril de 2002 se inicia la intervención pericial en la “Finca de Vargas”. En ese momento comienza
también la instancia de marcación social: serán los organismos de DD.HH., familiares de detenidos-
desaparecidos, sobrevivientes de los ex CCD, activistas y ex militantes, los que se comprometerán con la
visibilización del “Pozo”, gestionando eventos e intervenciones en el ámbito público y proyectándolo más allá
de los límites del alambrado perimetral. En efecto, y en función de los haceres de los actores mencionados, y
también de la circulación de los testimonios y el trabajo de los peritos en terreno, se instala públicamente la
figura del “Pozo de Vargas” y las consecuencias de las prácticas sociales genocidas.
El proceso de reconfiguración simbólica y material de la “Finca de Vargas” involucró, necesariamente, una
diversidad de acciones conjuntas: desde la intervención forense y las identificaciones realizadas hasta el
momento;12 las conmemoraciones de los organismos de DD.HH., querellantes y/o las familias (por ejemplo, el
24 de marzo o cuando alcanzan estado público nuevas identificaciones, o fechas importantes para las familias
como las referidas a los días del padre o de la madre, o aniversario del secuestro de un familiar o de su
cumpleaños, etc.), como así también sus presencias durante la intervención forense (particularmente cuando se
realizan los “Actos de Recuperación de Evidencias”, ARE);13 la proyección pública –en el marco de ciertas
196
prescripciones en tanto la intervención pericial continúa vigente a la fecha (01/08/2015)– de la “Finca” como
lugar de inhumación; los árboles plantados por cada hombre y mujer identificados e identificadas; entre otras,
posibilitaron proyectar el predio como un territorio de memoria donde confluyen las disputas de las
representaciones del pasado reciente (Ataliva 2008) y las construcciones de memorias en clave familiar y/o
política (en función de la reivindicación de la militancia de los detenidos-desaparecidos, de sus trayectorias
familiares, etc.). Paralelamente dicho espacio permite repensar la resistencia barrial y la militancia política y
social del período 1960-1980; en definitiva, esta “línea de fundamentación” subraya tanto la transformación de
un paisaje genocida en otro de memoria como la militancia de los familiares y organismos de DD.HH., entre
otros actores, a los fines de obturar la realización simbólica del genocidio (sensu Feierstein 2007).

La sexta “línea”, entonces, enfatiza el accionar de los organismos, militantes y de todos aquellos actores que
aportaron técnicas, saberes y recursos para el avance de la investigación y la construcción de otras memorias
(Figura 4). A la vez dicha directriz
involucra necesariamente todas las
definidas hasta aquí, en tanto el
predio se conforma como un
palimpsesto de sucesivos y
contemporáneos paisajes
(ferroviario, azucarero, barrial, etc.)
que remiten a trayectorias sociales
específicas y singulares (la
ferroviaria, la productiva, la
industrial, la vida cotidiana barrial,
etc.), que se materializan en la
“Finca” y su entorno.

Figura 4. Acto conmemorativo del 24 de marzo en el lugar de inhumación


“Finca de Vargas” (2015). Foto: Archivo CAMIT.

Discusión

En función de las categorías enmarcadas en el Programa Sistema Federal de Datos Sobre el Terrorismo de
Estado (SiFeD), la “Finca de Vargas” constituye un “Sitio de Memoria en lugar vinculado con el Terrorismo de
Estado (no CCD)”.14 A la vez –y para evitar confusiones–, nos parece relevante la siguiente distinción: hacia el
interior de dicha categoría proponemos la denominación lugar de inhumación para la “Finca de Vargas”,
espacio donde se localiza la inhumación clandestina “Pozo de Vargas”; tal denominación concibe a la
construcción subterránea (“Pozo”) en su entorno paisajístico y social (la “Finca” y el contexto general en la que
se encuentra).
La “Finca”, de hecho, se conforma como un lugar de inhumación –tal como proponemos– porque para generar
allí una inhumación clandestina (“Pozo de Vargas”) primaron criterios funcionales, estratégicos y simbólicos.
En otras palabras: la selección de un espacio privado localizado entre Villa Muñecas (con una profunda
trayectoria en el “mundo” ferroviario y de resistencia a la proscripción del peronismo desde el golpe de Estado
del 55`), el ex ingenio San José y su entorno (sector altamente politizado antes, durante y después del cierre del
ingenio, ejemplo del “mundo” azucarero pedemontano que comienza a desmembrarse a partir de 1967) y Tafí
Viejo (epicentro del “mundo” ferroviario con sus Talleres y una importante militancia política), constituye un
indicio de la intencionalidad de reconfigurar este sector del paisaje pedemontano.
Realizando un ejercicio retrospectivo, y proyectándonos desde el presente hacia la primera “línea”, es posible
esbozar la complejidad de los procesos históricos que tuvieron lugar en el pedemonte y, a la vez, generar un
marco espacial, temporal y social que vehiculiza un acercamiento integral a las distintas materialidades y
procesos sociales de, al menos, los últimos tres siglos en la microrregión. Aunque actualmente centramos
nuestro trabajo en la “quinta” y “sexta” líneas, en la “Finca de Vargas” y su entorno confluyen manifestaciones
que deben ser abordadas –según nuestra interpretación– conforme a la profunda trayectoria microrregional en
tanto es, en este contexto, donde los procesos sociales adquieren significado.
Finalmente, un aspecto que interesa destacar en el marco de los núcleos temáticos expuestos es el proceso de
patrimonialización de los recursos culturales mencionados aquí: cada uno y todos ellos –desde el “Camino del
Perú”, las materialidades y saberes que sustentan los “mundos” azucarero, ferroviario y barrial, las evidencias
197
de las prácticas sociales genocidas en la propia “Finca de Vargas”, hasta las sucesivas instancias de marcación
social del predio (cf. Ataliva, 2008), etc.– cobran sentido en el contexto de los procesos sociales e históricos
que someramente describimos en las “líneas” de fundamentación, teniendo presente que tales recursos son
resignificados “al introducir sentidos nuevos y/o ser renegociados” (Criado Boado y Barreiro, 2013: 6). En
otras palabras: en todo este trabajo estuvimos remitiendo a los recursos culturales e identitarios de un sector de
la microrregión pedemontana que confluyen –directa o indirectamente– en la “Finca de Vargas”; tales recursos
deben ser integrados a políticas públicas patrimoniales y de memoria en tanto remiten a aspectos claves del
pasado y presente microrregional y regional.
La “Finca” constituye un espacio social discreto, acotado y mensurable del paisaje pedemontano en el que
confluyen, al menos, seis ejes temáticos que son concebidos –por el CAMIT– como las “líneas de
fundamentación” histórica y social para ser pensado y vivido, en la actualidad y en el futuro, como un territorio
de memoria.

Notas

1. Aunque el término CCD para la “Compañía de Arsenales Miguel de Azcuénaga” (llamado comúnmente “Arsenales”)
restringe y minimiza su función. Se trata de un Centro Clandestino de Detención y Exterminio (CCDE), en tanto,
sugerimos, cumplía estrictamente con gran parte del dispositivo desaparecedor: de allí partía la “patota” a “lanchear” y/o
“chupar” (instancia de secuestro) o se trasladaban hacia “Arsenales” los detenidos y detenidas en otros CCD; se ejercían
sobre ellos/ellas los más variados tormentos y se los/las recluía en instalaciones acondicionadas para tal fin
(principalmente, en el Galpón N° 9, cf. Leiva et al. 2013, Zurita et al. 2013); y, finalmente, se realizaban allí ejecuciones o
bien se trasladaban a hombres y mujeres para ser ejecutados en otros lugares (como en la “Finca de Vargas”) o ser
liberados. En todo caso lo que distingue este CCD de otros es que en “Arsenales” se continuaba el accionar sobre los
cuerpos: consumado el asesinato los “desaparecedores de cadáveres” (sensu Calveiro 1998) los exponían a la acción del
fuego pretendiendo borrar así toda evidencia material de la otredad encarnada en los detenidos-desaparecidos.
Precisamente este último aspecto destaca su carácter de CCDE, esto es, un espacio diseñado para cumplir con todo el
“ciclo”: detención o traslado - reclusión - tortura - asesinato - tratamiento posterior de los cuerpos. En este sentido, y ante
la diversidad de nominaciones que se emplean, sugerimos reservar el término CCDE para aquellos espacios en los que
estaba contemplado in situ el asesinato y manipulación posterior de los cuerpos, por lo que, hasta donde tenemos
información, solamente algunos de los espacios de reclusión clandestina en Argentina cumplían con tal prescripción.
2. La finca ya pertenecía a Antonio Vargas cuando la construcción subterránea es resignificada como inhumación
clandestina. De allí el nombre “Pozo de Vargas”. Sin embargo, tal nominación comenzó a extenderse a partir del año
2002; de los testimonios de los habitantes de Villa Muñecas se infiere que fueron otras las maneras de denominar este
sector (principalmente, “finca” y “lo de Vargas”). El propietario fallece 3 años después del inicio de la intervención
forense.
3. Y también durante el período prehispánico para los pueblos originarios que habitaron tanto la vertiente oriental del
Aconquija como así también para las comunidades indígenas de los valles altoandinos que requirieron y usufructuaron –
con distintas estrategias– los recursos naturales del pedemonte.
4. La estación Muñecas, a un kilómetro –aproximadamente– al este del “Pozo de Vargas” y en pie al inicio de la
investigación, fue empleada durante el año 2008 como cantera de aprovisionamiento de materiales para un nuevo
asentamiento que ocupó tanto el entorno inmediato de la estación como la misma ex estación, construyendo sobre sus
cimientos precarias viviendas. Tal instancia –que implica un análisis específico– no será abordada aquí, aunque sugerimos
que el enajenamiento del patrimonio ferroviario por parte de capitales privados (nos referimos, claro está, a las empresas
beneficiadas por las privatizaciones de la década de 1990) obliteró no solamente la valoración de los mismos en tanto
recursos culturales e identitarios locales sino también la comprensión de los procesos sociales que involucraron la
formación y trayectoria histórica de pueblos y ciudades conformados alrededor de las estaciones intermedias en Tucumán
y en todo el país.
5. Algunos testimonios de vecinos del predio apuntan a considerar la existencia de un “cargadero de caña” (cf. sub-
apartado siguiente). Al respecto surgen varias preguntas: en caso de que se trate efectivamente de un “cargadero”, ¿es
contemporáneo al pozo de agua?, de no ser así, ¿la presencia del pozo incentivó la construcción del “cargadero” allí?; o
bien, ¿se trata de una única instancia constructiva exclusivamente vinculada a una instalación de apoyo o de servicio, con
un malacate ferroviario y un pozo para abastecer de agua a las máquinas de vapor? Preguntas que la intervención
arqueológica y etnográfica viabilizará responder.
6. En caso de que efectivamente se trate de un “cargadero de caña” (cf. discusión en la anterior Nota).
7. Causa: “Romero, Enrique Fernando s/su denuncia”. Expediente 140/02 (Juzgado Federal N° 2, Provincia de Tucumán).
8. El nombre de Villa Muñecas remite al sacerdote tucumano Ildefonso Escolástico de las Muñecas, revolucionario
independentista con una importante actuación –durante las dos primeras décadas del siglo XIX– en La Paz y Cuzco (cf.
Glave 2002). Ver, también, el largometraje Muñecas. Ensayo sobre la memoria fragmentada, dirigido por Nicolás Font
(2014).
9. Nuestro interés con las fronteras del barrio se relaciona con la definición del universo de estudio, de hecho, los límites de
Villa Muñecas son pensados aquí como espacios de interacción con otras barriadas.

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10. Dicha planta fue diseñada y construida por el Gobierno de la Provincia; Obras Sanitarias de la Nación se hace cargo de
las instalaciones en 1910 (Ricci 1967).
11. Por ejemplo, las inhumaciones irregulares del Cementerio Norte y, en los últimos años, las clandestinas en el predio
militar “Arsenales” (en ambos casos, intervenciones dirigidas por el Equipo Argentino de Antropología Forense, EAAF).
12. La intervención pericial forense es llevada a cabo por el CAMIT y la instancia de identificación (por análisis de ADN)
es realizada por el EAAF.
13. ARE: se trata de la medida denominada, en el mundo judicial, “secuestro”. Durante este procedimiento judicial –
realizado periódicamente conforme al avance de la excavación arqueológica forense, el registro y análisis contextual– el
CAMIT recupera del interior del “Pozo” las evidencias conformadas por los restos óseos humanos y todos aquellos
elementos asociados a éstos (por ejemplo: objetos personales, vestimenta, proyectiles, etc.), dicha instancia se efectiviza en
presencia de autoridades judiciales, querellantes y familiares de los identificados e identificadas hasta el momento. Dado el
contexto en el que realizamos la intervención, esto es, recuperando historias y trayectorias de vida de hombres y mujeres
secuestrados y/o detenidos-desaparecidos, nos parecía inaceptable emplear el término “secuestro” para referirnos a dicho
ritual judicial. Aunque este texto no aborda específicamente la pericia, advertimos que el marco general en el que se realiza
la misma es el de la Arqueología Forense.
14. Para el SiFeD, las otras categorías son: “Centro Clandestino de Detención (CCD- 1975/1983)”; “Sitio de Memoria en
ex CCD”; “Sitio de Memoria en lugar vinculado con la militancia”; “Señalización en ex CCD”; “Señalización en lugar
vinculado con el Terrorismo de Estado (no CCD)”. Fuente: Archivo Nacional de la Memoria, Secretaría de Derechos
Humanos, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Presidencia de la Nación
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