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Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco

RUMBO A LA ACREDITACIÓN CONSTITUCIÓN


POLÍTICA Y
DDHH

Lección 27:
Medioambiente y Derechos Humanos

En esta lección trataremos la relación entre el medioambiente y los


derechos humanos. Cubriremos seis puntos: 1. Primero, el concepto de
medioambiente; 2. Segundo, las bases para la protección del
medioambiente; 3. Tercero, la protección del medioambiente como un
tema de derechos humanos; 4. Cuarto, el nacimiento del movimiento
internacional por el medioambiente; 5. Quinto, principios medioambientales
claves; y 6. Sexto, organizaciones no gubernamentales para la protección
del medioambiente.

1. El concepto de medioambiente

No hay una única definición del medioambiente que haya sido adoptada
por los sistemas regulatorios nacionales o por acuerdos regionales e
internacionales.
Sin embargo, hay amplio consenso en que se refiere a un sistema global
en constante interacción, que consiste en elementos físicos, biológicos y
socio-culturales.

2. Las bases para la protección del medioambiente

Durante los 60s, nació un movimiento global que buscaba regular y proveer
protección legal al medioambiente. Desde entonces ha habido una
discusión sobre el bien jurídico o valor público que debe ser protegido o
resguardado. Algunos favorecen una aproximación “ecocéntrica”, que
considera que el objeto de protección es el medioambiente como tal, con
todos sus componentes, como el aire, el mar, la tierra, la flora o la fauna.
Esto es, el medioambiente sería un bien jurídico autónomo digno de

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protección en sí mismo. Por otro lado, hay quienes proclaman una


aproximación “antropocéntrica”, según la cual la protección
medioambiental se justifica sólo en la medida que esté directamente
relacionada con los derechos individuales, tales como la vida y la salud de
la población.
La mayoría de los medioambientalistas ha adoptado una
aproximación antropocéntrica, y en algunos casos, una aproximación
antropocéntrica moderada, dependiendo del grado de relación que ven
entre el medioambiente y los derechos individuales. Las disposiciones de la
Declaración de Estocolmo de la ONU, de 1972, son un claro ejemplo de la
visión antropocéntrica, puesto que concentran las preocupaciones y
esfuerzos por proteger al medioambiente sobre el hecho de que es esencial
para el bienestar humano y el goce de los derechos humanos básicos.

3. La protección del medioambiente como un tema de derechos humanos


Aunque son campos distintos y separados, la protección de los
derechos humanos y la del medioambiente están íntimamente ligadas al
punto que son de hecho interdependientes.
Los derechos humano s se basan en el respeto por los atributos
humanos fundamentales como la dignidad, igualdad y libertad, y el
aseguramiento adecuado de estos depende de un medioambiente
propicio. Adicionalmente, la protección adecuada del medioambiente
depende del ejercicio de los derechos humanos, como la libertad de
expresión e información, que son vitales para el desarrollo de políticas
ambientales apropiadas y transparentes. La degradación medioambiental
también afecta directamente el goce de varios derechos humanos,
incluidos el derecho a la vida, la salud, la alimentación y el agua.
La relación entre los derechos humanos y el medioambiente ha sido
reconocida de dos maneras: (a) a través de la proclamación de un nuevo
derecho a un medioambiente saludable, seguro y sustentable; y (b)

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profundizando los vínculos entre los derechos humanos ya reconocidos –


tales como los derechos a la vida y a la salud – y el
medioambiente. A este respecto, la tendencia de los órganos de derechos
humanos ha sido la de adoptar esta segunda forma de reconocimiento,
enfatizando la dimensión “verde” de los derechos humanos.
Hay dos conjuntos de derechos que están íntimamente ligados al
medioambiente. Primero, los derechos cuyo goce se ve particularmente
afectado por la degradación ambiental. Así, se ha identificado que
amenazas medioambientales específicas tienen un efecto dañino en ciertos
derechos. Por ejemplo, con respecto al derecho a la vida y a la salud, hay
amenazas importantes como el manejo inadecuado de desperdicios
tóxicos y peligrosos, o los efectos que el cambio climático generará en los
derechos a la vida, la salud, la alimentación, el agua, etc. Algunos tratados
de derechos humanos, incluyendo la Convención de los Derechos del Niño,
se refieren explícitamente a esta relación. En cuanto al derecho humano al
agua, fue reconocido como tal en 2002, del Comentario General N° 15 del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que lo considera
como un elemento implícito, pero esencial, del derecho a gozar de un
adecuado nivel de vida.
Segundo, están aquellos derechos cuyo ejercicio es conducente a la
formulación de políticas ambientales más apropiadas y transparentes.
Ejemplos son los derechos a la libertad de expresión (incluyendo el derecho
de acceso a la información), de asociación, a participar en los procesos de
toma de decisiones y a un recurso judicial. Estos derechos no sólo permiten
una mejor protección del medioambiente, sino también de aquellos
derechos humanos que son más susceptibles a la degradación ambiental.
Sin embargo, aún existe una falta de determinación de las obligaciones
específicas que el derecho de los derechos humanos impone para proteger
al medioambiente.
Finalmente, es útil enfatizar el concepto de “justicia ambiental”, que
fue incorporado al debate medioambiental en Estados Unidos en los

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setenta. Esto surge del reconocimiento de que los grupos vulnerables han
sido particularmente afectados por la contaminación ambiental y el
agotamiento de los recursos naturales. El concepto de justicia ambiental
tiene dos dimensiones: Primero, una dimensión distributiva que apunta a la
distribución equitativa de los bienes ambientales (como parques) y de los
malos efectos ambientales (como industrias contaminadoras). Segundo,
una dimensión participativa que descansa sobre el supuesto de que los
ciudadanos tienen la habilidad de influir en los procesos ambientales de
toma de decisión. Estas dos dimensiones son una aplicación de los principios
de igualdad, no discriminación y participación, que están Reconocidos en
múltiples declaraciones y tratados de derechos humanos.

4. El nacimiento del movimiento medioambiental internacional. Principales


documentos y tratados internacionales

El derecho a un medioambiente sano fue establecido solamente en la


segunda mitad del siglo 20. Este reconocimiento más bien tardío se debe al
hecho de que la intervención humana en el medioambiente se volvió más
fuerte sólo desde la Revolución Industrial. Creció más luego de la Segunda
Guerra Mundial. Comenzando en los 1960s, el movimiento medioambiental
creó conciencia sobre la cercana relación entre los seres humanos y el
medioambiente. En 1972, se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Medioambiente Humano en Estocolmo. Ella llevó a una declaración
de principios por la cual los Estados reconocieron la importancia del
medioambiente para el bienestar humano, y acordaron una serie de
recomendaciones y planes de acción. La así llamada Declaración de
Estocolmo” es el primer esfuerzo de la comunidad internacional por
introducir la dimensión ambiental en la agenda política como una
condición para el progreso económico y social.
Ese mismo año 1972, el Programa Ambiental de la ONU (UNEP) fue
creado con el fin de coordinar los esfuerzos de la Organización de las

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Naciones Unidas para el medioambiente. Desde esa fecha, la comunidad


internacional ha adoptado varios otros acuerdos para resolver problemas
relacionados con el medioambiente en sus varias áreas, como el cambio
climático, el desgaste de la capa de ozono, la conservación de la
diversidad biológica, etc. En los años 80, destaca la aprobación de la Carta
Mundial de la Naturaleza. Esta carta proclama un número de principios de
conservación medioambiental.
Otros instrumentos internacionales relevantes son: (a) la Convención de
las Naciones Unidas del Derecho del Mar, que rige, entre otros aspectos, la
explotación, conservación y contaminación del mar y de los recursos
marinos; (b) la Convención de Viena para la Protección de la Capa de
Ozono; y (c) el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Erosionan la
Capa de Ozono.
Más tarde, en 1992, tuvo lugar en Río de Janeiro la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medioambiente y el Desarrollo. En ella adoptó la
Declaración de Río sobre el Medioambiente y el Desarrollo.
Este documento es famoso por introducir el concepto de “desarrollo
sostenible”. En la misma década, los siguientes tratados medioambientales
fueron adoptados: (a) la Convención Marco de las Naciones Unidas para el
Cambio Climático; (b) el Protocolo de Kioto, que impone metas vinculantes
para reducir las emisiones de gases de invernadero para los países
industrializados; (c) la Convención de las Naciones Unidas sobre la
Diversidad Biológica; y (d) la Convención de las Naciones Unidas para
Combatir la Desertificación en Aquellos Países que Experimentan Seria
Sequía y Desertificación.
Regionalmente, los acuerdos de derechos humanos adoptados luego
de los años 70 incluyen el derecho a un ambiente sano. Lo mismo ha
sucedido a nivel nacional, donde la mayoría de los países han aprobado
leyes dirigidas a proteger el medioambiente, muchos de los cuales han
consagrado este derecho en su Constitución. Sin embargo, a pesar de los
muchos instrumentos medioambientales y reconocimientos en los sistemas

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jurídicos nacionales, el derecho a un medioambiente sano no está


explícitamente reconocido como tal en ningún acuerdo global.

5. Principios medioambientales fundamentales

Los acuerdos internacionales y declaraciones sobre el medioambiente han


establecido principios que son útiles para interpretar preceptos jurídicos
específicos y también para adoptar e implementar herramientas de política
ambiental. El principio precautorio puede ser destacado. De acuerdo al
mismo, en caso de amenaza de daño serio o irreversible, la falta de
absoluta certeza científica no debe ser usada por los Estados como una
razón para posponer medidas para prevenir el daño ambiental. Este
principio está consagrado en la Declaración de Río de 1992, y también ha
sido incluido en acuerdos subsecuentes como el Protocolo de Cartagena
sobre Bioseguridad, del año 2000. La Declaración de Río también establece
el principio de desarrollo sostenible. Este concepto se refiere a la
capacidad de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los
recursos y posibilidades de las generaciones futuras. La misma Declaración
de Río destaca la importancia de la participación y del acceso a la
información ambiental. El principio de participación ha inspirado otros
acuerdos, como la Convención sobre Acceso a la Información, a la
Participación Pública en la Toma de Decisiones y el Acceso a la Justicia en
Materias Medioambientales, esto es, la Convención de Aarhus de 1998.
Otro principio importante es el principio de “el que contamina paga”,
que impone un deber al contaminador de cargar con los gastos y costos de
minimizar o controlar las emisiones contaminantes que son generadas. Por
otro lado, las disposiciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas
para el Cambio Climático, de 1992, son un claro reflejo del principio de
“responsabilidades comunes pero diferenciadas” de los Estados, por
ejemplo, al imponer ciertas obligaciones que aplican solamente a los países
industrializados, entre otros principios.

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6. Organizaciones no gubernamentales para la protección del


medioambiente

Además de los órganos e instituciones internacionales y nacionales, se han


creado muchas organizaciones no gubernamentales para la protección del
medioambiente.
A nivel internacional, algunas de las más conocidas son Greenpeace,
Amigos de la Tierra y la organización ecologista: Oceana. Muchas otras han
sido formadas en varios países.
Como ha sucedido con otros asuntos de ética pública, tales como
derechos humanos y anti-corrupción, las organizaciones no
gubernamentales para la protección del medioambiente han contribuido
en gran medida a aumentar la conciencia mundial sobre la materia en que
se centran, y a poner presión para la adopción de acuerdos
internacionales, así como leyes, instituciones y políticas públicas nacionales
para la protección del medioambiente.

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